XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño Ciudad, memoria y olvido en la poesía de José Manuel Arango Viviana Montealegre Lozano Escuela de Administración y Mercadotecnia del Quindío “Estoy rodeado de ciudad Me falta aire me falta cuerpo me faltan la piedra que es almohada y losa la yerba que es nube y agua” -Octavio Paz Introducción En la investigación “La ciudad como metáfora del olvido en la poesía de José Manuel Arango”, se realizó una aproximación a la escritura del poeta colombiano a través del rastreo de la ciudad como metáfora del olvido. Para llevar cabo el acercamiento primero se realizó un recorrido histórico por las teorías de la metáfora, con el fin de encontrar un presupuesto teórico que nos permitiera abordar la metáfora de manera específica. En este periplo nos encontramos con que las teorías de la retórica y de la preceptiva resultan insuficientes para realizar la investigación. Por esta razón fue necesario ampliar la perspectiva hacia la propuesta realizada por Paul Ricoeur, donde la metáfora es ubicada en el nivel del discurso y asumida como una “Metáfora viva”. Con Paul Ricoeur nos ubicamos en los caminos trazados por la “hermenéutica fenomenológica”, esta disciplina nos permitió una aproximación textual de carácter abierta. Ricoeur nos dice que: “interpretar es desplegar, abrir un texto dejándole desarrollar sus potencialidades” (Ricoeur 1991: 372)1. En esta misma dirección asumimos la propuesta metodológica planteada por Mario J. Valdés en el libro: Interpretación abierta: Introducción a la hermenéutica literaria 1 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño contemporánea. El autor nos dice que: “El significado de un texto se derivará de una indagación acerca de la composición de éste, que es la forma, la historia, la experiencia de lectura y la autoreflexión del intérprete” (Valdés, 1995: 64)2. Primero nos centramos en “la forma”, aquí se realizó un análisis estructural compuesto por una exploración desde el punto de vista sintáctico y otro desde la semántica. En segundo lugar nos enfocamos en “la historia”, ubicamos el poeta en el contexto y se exploraron algunas particularidades de la construcción de las ciudades hispanoamericanas, específicamente de Medellín, también nos referimos a la presencia de la ciudad en la poesía colombiana. Por último para desarrollar la fase de interpretación aludimos a la construcción de ciudad que nos ofrece el autor en su obra poética y desarrollamos la relación, ciudad- memoria y olvido. En la presente ponencia nos centraremos en este último nivel de análisis. La ciudad que aparece en los versos de José Manuel Arango está mezclada de pasado y presente, un pasado que son sus recuerdos y un presente que intenta borrarlos. El concepto de olvido convoca de manera ineludible el concepto de memoria, veremos que la memoria y acaso la nostalgia, devienen metáforas del tiempo y del espacio en la ciudad. La memoria y el olvido El concepto de memoria ha sido abordado por distintas disciplinas como la filosofía y la psicología, quienes de manera general la definen como la persistencia del pasado. El Diccionario de Filosofía de Julia Didier nos dice que los cinco elementos del pasado son: “La fijación de los recuerdos, su conservación, su evocación, el reconocimiento y la localización”. (Didier, 1983:199)3. En Las confesiones de San Agustín encontramos la siguiente reflexión: ¿Y qué es lo que pasa cuando nombro el olvido? pues reconozco perfectamente bien lo que nombro y no lo podría nombrar si no lo recordara. Lo que digo no es un simple 2 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño sonido, si no la cosa que este significa; y tal reconocimiento sería imposible si no pudiera recordar el sonido. Entonces; cuando me acuerdo de la memoria misma es ella la que está presente; pero cuando me acuerdo de un olvido tengo simultáneamente presentes el olvido y la memoria. (244)4 San Agustín nos plantea que todo lo experimentado en el pasado puede ser revivido en el presente, lo cual posibilita una apreciación del futuro. La memoria es un órgano de representación donde pasado, presente y futuro son capaces de confluir. Aparece aquí ya algo de la dimensión trascendental de la memoria. Por eso, "Grande es pues, Señor, la potencia de la memoria” (245)5. Agustín también reflexiona sobre el hecho de que en su memoria hay cosas de las cuales no tiene conciencia de haberlas percibido, él se pregunta: “¿De dónde pues vinieron esas ideas y cómo penetraron en mi memoria?” (238)6. La memoria se convierte en el lugar de encuentro con Dios y en posibilidad de apertura y trascendencia. Es necesario decir que a lo largo de su obra San Agustín continúa lanzando grandes interrogantes fundamentales que finalmente lo llevan a plantear una nueva teoría de la conciencia. Para Sigmund Freud, “los recuerdos o los acontecimientos olvidados son aquellos que se reprimen en el inconsciente” (Didier, 1983:199)7. Freud nos advierte la complejidad del recuerdo y sobretodo del olvido: Si alguien se inclinara a sobrestimar el estado de nuestro actual conocimiento sobre la vida anímica, bastaría, para volverlo a la modestia, recordarle la función de la memoria. Ninguna teoría psicológica ha podido dar hasta ahora razón coherente sobre el fenómeno fundamental del recordar y olvidar; más aún: ni siquiera se ha abordado la disección completa de los hechos que se pueden observar. Acaso hoy, cuando el estudio del sueño y de sucesos patológicos nos ha enseñado que también puede reaflorar de pronto en la 3 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño conciencia lo que estimábamos olvidado desde hacía mucho tiempo, el olvidar se nos haya vuelto más enigmático que el recordar. (Freud 2002: 41)8 En este punto es necesario decir que los planteamientos de San Agustín encontrarán en la teoría de los arquetipos de Carl Gustav Jung una analogía y continuidad. Uno de los presupuestos más evidentes de la teoría sobre la memoria de Agustín es la idea de que todas las vivencias, experiencias vitales e informaciones recibidas desde el mundo exterior son archivadas por medio de imágenes en la memoria del hombre. La existencia de las imágenes es la condición previa para poder hablar de las cosas. En analogía a Agustín parte también C. G. Jung, y con él la escuela de la sicología profunda, de la tesis de que existe una estrecha relación entre la psique humana y el mundo exterior. Aunque Jung no habla tanto de imágenes sino más de arquetipos, pero la idea es muy similar: Para Jung existen tantos arquetipos como hay situaciones típicas en la vida. Mientras que Agustín relaciona la existencia de la imagen en la memoria más directamente con el acto (personal) de la percepción en el mundo exterior, para Jung los arquetipos ya son imágenes más integrados en la psique humana colectiva, de la manera que pueden hasta heredarse. Asimismo San Agustín intuye la estrecha relación existente entre el mundo exterior y la memoria o la psique humana. Con esto adelanta lo que la reciente investigación sobre el mito ha expresado con gran claridad. Antes de que el hombre ha sido capaz de definir (y de emplear religiosamente) lo que es el sol, el monte, el animal, el árbol, etc. todos estos objetos han entrado en su psique y han creado un cosmos interior que luego le sirve al hombre para orientarse en el mundo. La psicología moderna plantea la misma complejidad de la memoria. En el libro Humana mente, el psicólogo Juan Ignacio Pozo trae a colación esta cita de Arthur Glenberg: “Los investigadores de la memoria no han progresado mucho en la comprensión de la naturaleza de la memoria, 4 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño sabemos sobre muchos fenómenos, pero hay poco acuerdo sobre la interpretación de esos fenómenos, sobre cómo encajan unos en otros, o sobre qué importancia tiene un fenómeno en particular” (Pozo: 15)9. El autor también nos dice que la concepción de la memoria ha cambiado y que ahora “tiene una naturaleza más fragmentaria, difusa y situacional de lo que se suponía. La memoria unificada y lógica de los primeros modelos, aquella memoria de una pieza, ha dado paso a la memoria fragmentada, distribuida y contextualizada”10 (86). Paul Ricoeur en el libro La memoria, la historia, el olvido, nos plantea que la “fenomenología de la memoria” es conducida por dos interrogantes principales se trata del ¿Qué? y del ¿Quién? del recordar. Ricoeur realiza un contraste entre imaginación y memoria partiendo de la concepción platónica de la imagen (eikon). “La representación presente de una cosa ausente” y de la afirmación de Aristóteles: “La memoria es del pasado”. El autor concluye que la distancia temporal es un elemento esencial del fenómeno mnemónico y que el referente último de la memoria es el pasado. Para Eliade la memoria se encuentra estrechamente relacionada con el mito, el autor plantea dos formas de recuperar el pasado desde lo mítico. La primera se trata de la reintegración rápida y directa a la situación primera, y la segunda está relacionada con el retorno progresivo al origen desde el presente. Aquí aparece la anamnesis. Eliade nos dice. “Gracias a la memoria primordial que puede recuperar el poeta inspirado por la musas, accede a realidades originarias. Estas realidades se manifestaron en los tiempo míticos del comienzo y constituyen el fundamento de este mundo” 11 (Eliade, 2006: 119). Bachelard nos dice que: “La memoria es un campo de ruinas psicológicas, un revoltijo de recuerdos” (Bachelard, 1998: 151)12. Tal vez, la poesía sea el escenario privilegiado de la mente colectiva, en la cual se encuentran proyectados los temores y los deseos, las preguntas más esenciales y primigenias y los dramas surgidos de la relación originaria de los seres humanos con la naturaleza. A este respecto, el filósofo alemán Martín Heidegger nos dice: “Cuando el poeta queda consigo mismo en la 5 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño suprema soledad de su destino, entonces elabora la verdad como representante verdadero de su pueblo” (Heidegger, 1978: 147)13. Los poemas no tratan de un yo pero tampoco de nadie, son la emergencia de lo humano y de la naturaleza en su mutua y simultánea pertenencia. Su tiempo no es la eternidad inmóvil sino la permanencia en el cambio, transformación, transmutación. La ciudad en la poesía de José Manuel Arango En la escritura de José Manuel Arango, lo cotidiano aparece testimoniando la ciudad que quedó en los recuerdos que lentamente se van borrando como huellas de un pasado, que era el camino firme hacia la identidad de sus moradores. El poeta nos habla de una ciudad que se está derruyendo como los recuerdos que se desprenden del alma encogida por el miedo, de una tierra que se ha ido colando hacia las arcas de caudales de hombres anónimos y obscuros que habitan esa ciudad, como fantasmas que nadie ha podido ver. El crítico colombiano David Jiménez nos dice: La ciudad tiene siempre algo de irreal. Es un espacio no del todo exterior, nunca descrito con rasgos de objetividad pura sino más bien salpicado de referencias a una verdad subjetiva, una ciudad del pasado o una dimensión de mera posibilidad imaginaria. Más que calles de la ciudad real, aquí se trata de “laberintos de la memoria”. (Jiménez, 1998:49).14 En la ciudad que nos presenta José Manuel Arango podemos observar varios lugares: la plaza, el parque, la calle, el baldío, desde los cuales él accede a lo recordable; sin embargo, estos mismos lo privan de la memoria, le derruyen sus recuerdos. La memoria traiciona al poeta, testigo de los cambios, sólo la geografía es una constante en el devenir de la ciudad. Sus sitios geográficos permanecerán como únicos testigos de la ciudad en el tiempo. Chantal Maillard nos dice: 6 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño Solo cuando el olvido ha durado lo bastante y se ha hecho lo bastante profundo puede actuar la memoria involuntaria y sacar a la luz sin control de la razón y la voluntad, desde ese abismo del olvido, cosas insospechadas, que depuradas de toda contingencia por la larga duración del olvido, son esencialmente humanas y radicalmente poéticas (Maillard, 1999:253)15 Estamos ante una ciudad de edificios mudos cuyas paredes están a punto de ser demolidas o ellas mismas parecen demolerse y sin embargo, alguna pareja embriagada de sexo gime galopando contra ellas, negándose a su desaparición y recordándonos lo esencial de los hombres, su comunicación, su encuentro, su reconocimiento. Octavio Paz nos dice que “Si el poema es fiesta lo es a deshoras y en sitios poco frecuentados, festín en el subsuelo. La actividad poética redescubre toda su antigua eficacia por su mismo carácter secreto, impregnado de erotismo y rito oculto” (Paz, 1990: 33)16 . Una pareja que en el tramo oscuro junto al baldío se añudaba gimiendo Por sobre sus cabezas un letrero cuelga del muro que se vence Peligro: Demoliciones (Pc: 159).17 Aquí vemos quizá algún instinto atávico, incrustado en la más antigua de las memorias que construye un nuevo espacio, un nuevo paradigma sobre el espacio antiguo. La naturaleza resuena: “me detengo junto al baldío / donde el verde fértil de la maleza / afirma, en el corazón mismo de la ciudad / una pervivencia salvaje”. (Eln: 48) ,18 pero es sólo una resonancia de sus 7 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño recuerdos, pues la ciudad le pone de presente una fortaleza en la que se desvanecen. La ciudad se repliega sobre sí misma y se convierte en “la ciudad ensimismada, dura” (Pc: 210)19, en la ciudad indiferente que se vuelve cada vez más compacta e impenetrable, más vacía e insondable. Debido al progreso vertiginoso de las ciudades, el ser humano se va alejando del vínculo vital con la naturaleza sobre el cual descansa el principio fundamental de habitar un espacio que es su primer cobijo natural. Los espacios parecen no estar ya dentro de la naturaleza pues los artificios creados fingen hacerla desaparecer. En el poema “Ciudad” José Manuel Arango nos dice: rincones insidiosos, pasajes ocultos, normas arteras y en mí un mapa de la oscuridad. (Pc: 28).20 Esta ciudad se va volviendo un lugar hostil, donde se encuentran abismos inescrutables frente a los cuales parece no haber representación posible. Tal vez esta ciudad ha caído en las garras del olvido. Paul Ricoeur nos dice que: “el presente momento histórico es el del olvido de lo simbólico: olvido de hierofanías; olvido de los signos de lo sagrado; pérdida del hombre mismo como perteneciente a lo sagrado” (Ricoeur, 1991:155)21. Y el remedo obsceno, de la caricia: “me agarraban los senos y los torcían Y jalaban como si quisieran arrancármelos”. (Obdulia Prada de Torres, con cédula de ciudadanía numero 20.299.097, de Bogotá) Y el remedo siniestro de la cópula 8 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño “otra vez me obligaron a punta de golpes con un fusil a abrir las piernas a tal grado que sentí descuartizarme” Es como si se aborreciera la vida (Arango, 1984: 94)22 En el poema anterior vemos un acto de violación, pero si nos acercamos un poco descubrimos algo más complejo en este acto disfrazado de violencia sexual. La violación es una acción que pretende destruir al otro y proveerlo de identidad de víctima, produce una escisión entre el aspecto animal e instintivo de la psique y el alma, “el remedo siniestro de la cópula”, esta escisión determinará no solo la relación con el cuerpo sino también con el mundo en general; ella constituye una invasión que cercena toda posibilidad de decidir, de revelar el ser mediante la palabra y la determinación del deseo. La posesión de la mujer se realiza por medio de la fuerza: ella no es el prójimo, no es una persona con que se alcance la comunión: es objeto de codicia y satisfacción sexual que, por otra parte, se concentra en las partes ideológicamente calificadas de eróticas y no en la totalidad psico-física. La violación implica la tortura mediante la cual se deforma, se desfigura la cópula y se degrada la vida, se arranca la memoria. La tortura rebaja a la víctima al nivel de bestia humana, le destituye para siempre de su ser, lo aniquila. Le devora sus recuerdos y acentúa sentimientos de debilidad, humillación e impotencia, perdida de referencia cotidiana y de autonomía. Hay gentes que llegan pisando duro que gritan y ordenan que se sienten en el mundo como en su casa Gentes que todo lo consideran suyo que quiebran y arrancan que ni siquiera agradecen el aire. 9 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño Yo no sé francamente cómo hacen cómo no entienden (Pr: 237).23 Las deformaciones de la vida en la ciudad no sólo aíslan y enajenan al hombre de los otros hombres, impidiendo sus posibilidades de comunicación sino que también lo aíslan de la tierra, es decir, de su origen, fundamento y referencia natural, a la extrañeza original de la relación histórica del hombre con la naturaleza se superpone ahora el espesor de las formas alienadas de vida. Walter Benjamín en el libro Angelus Novas trae a colación una carta enviada por Federico Engels a Karl Marx, aquí le describe a Londres: Una ciudad como Londres, donde se puede caminar horas enteras sin llegar al comienzo de un fin, tiene algo de desconcertante. Esta concentración colosal de dos millones y medio de hombres…Se empieza a ver que estos londinenses han debido sacrificar la mejor parte de su humanidad para realizar los milagros de civilización de los cuales está llena su ciudad, que cien fuerzas latentes en ellos han permanecido inactivas y han sido sofocadas…Ya el hervidero de las calles tiene algo de desagradable, algo contra lo cual la naturaleza humana se rebela….Y sin embargo se adelantan unos a otros apuradamente, como si no tuvieran nada en común, nada que hacer entre ellos; sin embargo, la única conversación que los une, tácita, es la de que cada cual mantenga la derecha al marchar por la calle, a fin de que las dos corrientes de multitud que marchan en direcciones opuestas, no se choquen entre sí. (Benjamín, 1971: 40-41).24 Si guardamos las proporciones tal vez José Manuel Arango, se enfrenta a una situación similar. El poeta encuentra en esta cultura desenfrenada una ausencia de símbolos una degradación, la tortura, la muerte ofrece sus garras como su sentir más profundo. Mircea Eliade nos dice que “en la medida en que el pasado –histórico o primordial- se “olvida”, se le equipara a la muerte”. (Eliade, 1973: 138).25 La indolencia de los hombres borra el pasado al que se aferra este poeta, quien deja escapar en esas primeras horas de la mañana su queja visionaria. 10 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño salgo a primera hora y echo a callejear los ojos las plazas todavía no están atestadas todavía no es la vida a codazos las trampas aun no se han armado la muerte aún no se deja ver por las calles la muerte descansa a esta hora anoche tuvo mucho trabajo matar debe ser fatigoso (Pc: 182).26 Aquí vemos una actitud de apatía ante el acto de matar, la muerte acecha en cada rincón, y parece ser que los habitantes de la ciudad construyeron una máscara de burla e indiferencia para esconder su temor natural a morir, han desarrollado una capacidad de distanciarse de la catástrofe y han legitimado su indiferencia. los que tienen por oficio lavar las calles (madrugan Dios les ayuda) encuentran en las piedras, un día y otro, regueros de sangre y la lavan también es su oficio Aprisa no sea que los primeros transeúntes la pisoteen (Pc: 183)27 El acto de “pisotear” la sangre es una señal de indiferencia, tal vez la saturación de imágenes constituyen un velo a través del cual se observa la realidad, quizá este velo transmita la sensación de que lo peor está a punto de suceder. Los transeúntes no ven a las personas muertas sino la imagen de la sangre. Los “Transeúntes pisotean” lo sagrado, la vida. A pesar de toda esta 11 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño situación, parece ser que el poeta no se da por vencido y vemos que a través del “Sueño rencoroso” logra subvertir las reforzadas murallas de la ciudad, los custodiados muros se debilitan y de pronto la naturaleza las rodea, les hace frente: Es la ciudad tragada por la jungla Uno puede oír el sordo rumor de raíces que crecen cuarteando los muros Frondas voraces echaron abajo los techos Las aves de la selva ponen sus huevos en la torres Por el templo vacío piruetean los monos como dioses extravagantes. (Pc: 173).28 En conjunción con la naturaleza surge el mito, no en su construcción formal sino en su estructuración, en cuanto proyección del inconsciente de la humanidad que irrumpe imaginariamente en el inconsciente de las personas. Eliade nos dice que en la actualidad perdura el comportamiento mítico: “La rememoración y la reactualización del acontecimiento primordial ayuda al hombre primitivo a distinguir y a retener lo real. Gracias a la continua repetición de un gesto paradigmático algo se revela como fijo y duradero en el flujo universal”(Eliade, 136). 29 Eliade establece una diferencia entre la memoria primordial y la histórica y personal. El autor nos dice que “Lethe” el “olvido” se opone a las dos: “Pero Lethe es impotente para algunos privilegiados aquellos que inspirados por las musas, o gracias a un profetismo a la inversa logran recordar la memoria de los acontecimientos primordiales” (121) 30 . El poeta descubre que en el centro del inconsciente en el “corazón mismo de la ciudad”, se agitan dioses y por medio de la imaginación tiende un puente hacia ese centro donde se hallan encapsulados. El poeta logra una conexión con aquellos elementos simbólicos que gravitan cual satélites en constante colisión en la ciudad. 12 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño es la lluvia en el dorso de la mano; el aroma acre de tierra negra y muerte que despierta en el polvo es la memoria transparente de la lluvia, cercándote. (P: 244)31 El mito es atemporal, pero el poeta logra que sea temporal mediante la irrupción simbólica y relacional en la vida, de esta manera el mito posibilita el advenimiento del sentido a partir del cual el ser humano y la naturaleza acontecen como simultáneos. David Jiménez nos dice: “La visión poética como vislumbre de otra lengua más antigua, más armoniosa que la del hombre moderno, en la que sea posible hablar con la naturaleza, es uno de los temas insistentes en la obra de Arango se trata de una larga tradición que porfía en este sueño mítico” (Jiménez, 2005: 67)32 en el mercado, entre sus jaulas el vendedor de pájaros vocea la lengua de los vencedores pero tras su habla sibilante y las cópulas sorpresivas de palabras se recata la antigua lengua armoniosa más clara, más cercana de las tortugas y el fuego (Eln: 44).33 En este poema se presenta el lenguaje de los vencedores en oposición a la persistencia de la naturaleza y del mito. En el ensayo: “Mito y vigencia de la ciudad en la poesía de José Manuel 13 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño Arango”, Jaime Eduardo Jaramillo nos dice que: “En la poesía de José Manuel Arango, una percepción, un sentimiento e imágenes míticas nutren perennemente su obra, no importa si esa mirada se halla dirigida muy frecuentemente a su realidad presente y a un entorno y una atmosfera urbanos” (Jaramillo, 1991: 109).34 Que la cierta alegría te llegue delgada, delicada como la flor –el copo de pelusa bermejael carbonero ( P: 90)35 Por esta razón no nos referimos al mito en sus contenidos formales sino en su estructuración, en cuanto proyección del inconsciente de la humanidad que irrumpe en el inconsciente. El poeta se aferra al mito y allí encuentra una pieza clave de la relación esencial entre la humanidad y la naturaleza. El poeta comprende la ciudad como un escenario donde la multiplicidad de dioses, se agitan, emergen y proveen la diversidad misma de las vivencias. El olvido y la memoria, metáforas del espacio y del tiempo en la ciudad De esta manera el olvido y acaso la memoria devienen metáforas del espacio y del tiempo en la ciudad. Tal vez los espacios de la ciudad: la calle, el parque, la plaza, el baldío sean extensiones del olvido y la naturaleza una prolongación de la memoria. Cuando hablamos del tiempo y del espacio nos referimos a confluencias temporales, a evocaciones y sueños. Gastón Bachelard nos dice que: “Dar su espacio poético a un objeto es darle más espacio que el que tiene objetivamente, o para decir mejor, es seguir la expansión de su espacio íntimo” (Bachelard, 1991: 240).36 Tal vez este mismo planteamiento se le pueda aplicar a la concepción del tiempo como un universo construido por la imaginación, un tiempo inmemorial y mitológico donde la 14 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño memoria y la imaginación constituyen una comunidad del recuerdo y de la imagen. Vemos entonces que el espacio de la ciudad se está derruyendo, tal y como se desvanecen sus recuerdos: Piedras, / Helechos / Y un retazo de muro derruido /Donde el sol reverbera (Pr: 201)37 y el tiempo, es el tiempo de la naturaleza, el del mito, una irrupción, una epifanía de lo atemporal, de su sentido, de su apertura. Borges refiriéndose a un poema de Keats nos dice: “¿Cómo podía entender aquellos versos que consideraban a los pájaros- a los animales- como algo eterno, atemporal, porque vivían en el presente? Somos mortales porque vivimos en el pasado y el futuro: porque recordamos un tiempo en el que no existíamos y prevemos un tiempo en el que estaremos muertos” (Borges, 2001: 121)38. Tal vez la propuesta poética de José Manuel Arango nos suscite una percepción similar. Despacio: / muro arriba/ el caracol durante la mañana/ avanzó un jeme (Pr: 138)39 Aquí vemos que el poeta no busca en el mito, en la naturaleza algo remoto, perdido o superado, sino que inquiere un tiempo nuevo. Se trata de una vía simultánea siempre presente y actuante. En la naturaleza encontramos la verdad del panteísta. El mito se actualiza en la ciudad como una maravillosa red en la que todos los individuos se hallan ligados a la humanidad y ligados entre sí. tal vez en el origen los liga un parentesco sagrado y no hay sólo deseo en el temblor de sus manos cuando la tocan tal vez un miedo reverente lo agita 15 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño quiebra su voz porque en el laberinto de la sangre el es su hermano y ella su hermana (Pc: 173).40 Esta prolongación de la memoria y del olvido se hace posible dentro de una ciudad “rizomática”. Gilles Deleuze nos dice que el rizoma “no se deja reducir ni a lo Uno ni a lo Múltiple. Está hecho de dimensiones, o más bien de direcciones cambiantes. No tiene ni principio ni fin sino un medio por el que crece y desborda. Constituye multiplicidades lineales de dimensiones” (Deleuze, 1997:11).41 La comprensión de la ciudad como una totalidad rizomática, implica una multiplicidad prefigurativa de aquello que tiende a expresarse en imágenes. Esto significa que su estructura se explica y se despliega en el mundo imaginaria y simbólicamente. La ciudad así pensada es fundamentalmente un devenir, responde a agrupaciones, correspondencias, coincidencias, es un lugar de confluencias y de giro sobre sí misma. cerca de la ventana iluminada un aleteo roza el muro de piedra la mujer sueña sueños tranquilos y en el silencio, extraño como un libro también la ciudad es un texto. (Pr: 105)42 Esta ciudad rizomática entendida como una estructura de crecimiento laberíntico, le da al poeta la posibilidad de actualizar imágenes del pasado que fluyen en el presente. San Agustín nos dice: “Mi infancia pongo el ejemplo, lejana como está pertenece a un pretérito que ya se fue; pero 16 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño cuando la rememoro y la relato la veo en el presente, pues presente la tengo en mi memoria” (San Agustín: 293).43 En la poesía de José Manuel Arango vemos el “peso” de una naturaleza fuertemente vinculada a la infancia: “infancia vuelta a encontrar, al morder una fruta en su sabor olvidado” (Eln: 60).44“En el corazón dura el canto de los querqueses / esta ciudad donde no hemos vivido nuestra infancia” (Eln: 36)45. Bachelard nos dice: Nos parece que es en los recuerdos de esta soledad cósmica donde encontraremos el núcleo de la infancia que permanece en el centro de la psiquis humana. Allí es donde más cerradamente se anudan la imaginación y la memoria. Es allí donde el ser de la infancia anuda lo real y lo imaginario, viviendo con toda su imaginación las imágenes de la realidad. (Bachelard, 1998: 164)46 Tal vez el núcleo de la infancia, como imagen primordial, es enlace, tránsito, puente, clavija entre las imágenes del medio y las vivencias interiores. Es pues conexión entre lo exterior y lo interior, entre la realidad y la subjetividad. Aquí aparece la ciudad no como unidad sino como unificación en la que los opuestos suscitan la producción simbólica. El poeta logra que la ciudad no sucumba al dualismo, de esta manera crea un sistema de interconexiones que enlazan elementos que en el mundo de la causalidad y la dualidad aparecen bajo las formas de la separación, la determinación y el dominio. Así la ciudad unificando y relacionando sigue creando símbolos en su inagotable metamorfosis: en la mansa / familiaridad de las calles / la sombra de un árbol cuelga / Inmóvil sobre el muro blanco (Eln: 35)47 Conclusión La ciudad le devasta sus recuerdos pero paradójicamente en estos mismos fragmentos de la ciudad: en la plaza, en la calle, en el baldío, en el parque, aparece la naturaleza erigiéndose como símbolo del recuerdo pasado, personal y colectivo, por tanto como vencedora del olvido. Surge 17 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño la posibilidad de habitar la ciudad en otro tiempo distinto al de los relojes. El poeta nos muestra que aún queda el recuerdo para intentar crear una presencia. La adormidera invadió el barranco. Sus raíces se hincan en las grietas. Hasta en las rajas de la roca parece que se aferran. La adormidera, la zarza que sólo la cabra come. (P: 201)48 En el acercamiento a la poesía de José Manuel Arango, Raúl Botero nos dice: “Es la ciudad como el escenario de las pasiones más sublimes y de los apetitos más mezquinos o de la urdimbre hecha de los signos diversos que las relaciones entre los hombres va tejiendo”. (Botero, 1997: 23). 49 En este sentido el filósofo Carl Gustav Jung cada vida humana constituye de esta manera, la emergencia y la manifestación de una profunda y misteriosa conjugación entre energía y representación, a partir de la cual surgen los individuos como escisiones imaginarias, constelaciones simbólicas del plano general del inconsciente colectivo, de los dramas y sentires que la humanidad ha diseñado en su tránsito vital. /y a una hora prescrita de la noche / entre dos gritos, se repite/ el sueño arcaico/ que a la mañana no recuerdas (Pr: 106).50 En este sentido Jung nos habla del “rizoma” y de los seres humanos “como inflorescencia y fructificación estacional que nace del perenne rizoma subterráneo” (Jung, 1982: 17).51 Jung nos permite realizar una lectura desde la búsqueda de un mito propio, nos invita a reconocer “qué mito inconsciente y preconsciente me (nos) había configurado, es decir, de qué rizoma provenía yo (nosotros)” (17)52. 18 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño Quizá el poeta intenta rescatar la memoria de la humanidad, el pasado que surge en sus poemas no es no es sólo el de la historia individual sino también el pasado remoto. Aquí la imaginación opera como una fuerza de atracción que pone juntos al ser humano y al inconsciente colectivo. Sus poemas constituyen una mediación entre los opuestos una vía intermedia entre naturaleza y artificio, entre lo individual y lo colectivo, entre lo exterior y lo interior. un rostro absorto detrás de los cristales mira caer la lluvia un rostro absorto oye la vieja voz que habla con el alfabeto de la gota en la piedra. (Pr: 107).53 Entonces por una parte la ciudad lo amenaza, le derruye sus recuerdos, sobreviene como una metáfora del olvido. Pero por otra le posibilita la memoria. San Agustín se pregunta “¿Cómo podría el olvido imprimir en la memoria una imagen suya cuando lo que tiene de propio es borrar de ellas lo que tenía?” (245).54 En la poesía de José Manuel Arango vemos que la lucha contra el olvido nos sugiere que el olvido no es la contrapartida ni el efecto del recuerdo, ni siquiera su antítesis, sino que el olvido funda la memoria. La escena primitiva funda en su retrospección, la contemporaneidad. De esta manera el trabajo de la memoria no es la recuperación del pasado sino más bien recordar el olvido. Referencias 1) Ricoeur, P. (1991). Los caminos de la interpretación. Barcelona: Anthropos 2) Valdés, M. (1995). Hermenéutica de la interpretación abierta. Amsterdam: Rodopi. 19 XXVII Congreso Nacional y I Internacional de Lingüística, Literatura y Semiótica Homenaje a Carlos Patiño Roselli, Rafael Humberto Moreno Durán y Jairo Aníbal Niño 3) Didier, J. Diccionario de Filosofía. (1983). México. D.F: Editorial Diana 4) San Agustín. (2009). Las Confesiones. Bogotá: Editorial Skla. 5) Ídem 6) Ídem 7) Didier, J. Diccionario de Filosofía. (1983). México. D.F: Editorial Diana. 8) Freud, S. (1978). Psicopatología de la vida cotidiana. Madrid: Alianza Editorial. 9) Pozo, J. (2001). Humana mente: El mundo, la conciencia y la carne: Madrid: Ediciones Morata. 10) Ìdem 11) Eliade, M. (2006). Mito y realidad. Barcelona. 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