Premio Nobel de Medicina y Fisiología 2005: un premio a

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Editorial
Premio Nobel de Medicina y Fisiología 2005:
un premio a la tenacidad
«La solidaridad con nuestros sueños no nos hará sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman
la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.»
(Gabriel García Márquez)
l pasado 3 de octubre, el mundo fue sorprendido cuando la Asamblea Nobel del
Instituto Karolinska decidió galardonar con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología 2005 a los doctores Barry J. Marshall y J. Robin Warren por el «descubrimiento
de la bacteria Helicobacter pylori y su papel en la gastritis y la úlcera péptica». Los
galardonados se hicieron merecedores a la máxima distinción que pueda recibir un
científico porque se atrevieron a romper el paradigma de las enfermedades del estómago,
convirtiéndolas de enfermedades crónicas, de etiología irritativa, en una enfermedad de etiología infecciosa.
E
Sin ninguna infraestructura, más que la voluntad y el método científico, estos gestores del
paradigma más importante de la medicina del Siglo XX, lograron cumplir a cabalidad con los
postulados de Koch entre 1979 y 1984, (1) cuando en 1979, Warren observó e informó la
presencia de pequeñas bacterias curvadas que colonizaban la mucosa gástrica de individuos
con enfermedad acidopéptica con signos de inflamación de la mucosa gástrica cercana al
lugar en el cual se encontraba la bacteria; (2) cuando en 1982, después de 34 intentos, Marshall logra aislar la bacteria en un cultivo de mucosa gástrica de un paciente con gastritis; (3)
cuando en 1984, Marshall ingirió un cultivo puro de bacterias cultivadas de un paciente con
gastritis y desarrolló el cuadro clínico de la enfermedad; y, (4) cuando de su estómago se aisló,
en cultivo puro, la bacteria que había ingerido días atrás. Los postulados de Koch se habían
cumplido estrictamente, la bacteria era la causa de la gastritis y de las enfermedades de ella
derivadas, incluidos, como se sabría más tarde, el cáncer y los linfomas gástricos. Gracias al
descubrimiento, la enfermedad acidopéptica, considerada, por más de 100 años, como una
enfermedad crónica, incapacitante, de alta morbilidad y mortalidad y sólo controlable con
medicamentos de alto costo, pasó a ser una enfermedad infecciosa fácilmente curable, en el
sentido estricto de la palabra.
Con el nuevo paradigma, Warren y Marshall, como un David moderno, se enfrentaron al Goliat
de un paradigma bien establecido y fuertemente respaldado por los intereses de grandes grupos
macroeconómicos de las multinacionales que controlan el mercado de los medicamentos y
la tecnología, incluida la investigación, que, por más de un siglo, se había desarrollado bajo el
viejo paradigma, orientado al control de la enfermedad, más no a la causa.
Con este descubrimiento, cuando la infección por Helicobacter pylori es la infección más
frecuente de la especie humana, con más del 50% de los humanos y más del 80% de los
colombianos infectados; cuando el cáncer gástrico continúa disminuyendo en los países
desarrollados, hasta niveles tan bajos como llegar a ocupar el decimotercer lugar en Estados
Unidos, en Colombia representa la primera causa de muerte por cáncer, con más de 4.000
Medicina & Laboratorio, Volumen 11, números 9-10, 2005
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muertes por año; y, cuando hay evidencias suficientes que demuestran el papel etiológico
del Helicobacter pylori no sólo en las enfermedades acidopépticas sino del cáncer gástrico y
enfermedades extradigestivas como la anemia ferropénica, la púrpura trombocitopénica autoinmune y el retardo pondoestatural; no hay ninguna razón para que la comunidad científica
continúe argumentando que estas enfermedades son el resultado del «estrés» y de la dieta
como las «papas», los «pegaos» y los «quemados».
Gabriel García Márquez, en un bello discurso al momento de ser galardonado con el Premio
Nobel de Literatura en 1982, se refería a la soledad latinoamericana y sus problemas en los
siguientes términos: «[…] los inventores de fábulas que todo lo creemos nos sentimos con el
derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía
contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la
forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes
condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad
sobre la tierra». Con el reconocimiento, fuera de lo normal, se hace justicia a los países pobres
y en vía de desarrollo y en Colombia y el resto de los países latinoamericanos, con las tasas
más altas a nivel mundial de infección por Helicobacter pylori y cáncer gástrico, debemos estar
muy complacidos y hacer de él una causa propia. No es el momento de más discusiones, es el
momento de actuar, antes de que seamos objeto de un nuevo «Experimento Tuskegee».
Germán Campuzano Maya, MD
Director-Editor
Medicina & Laboratorio
Medellín, Colombia 2005
Medicina & Laboratorio, Volumen 11, números 9-10, 2005
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