Alfonso X el Sabio (1221-1284) Rey de Castilla y de León entre 1252 y 1284, era hijo de Fernando III (1217-1252) y Beatriz de Suabia. A la muerte de su padre reanudó la ofensiva contra los musulmanes. La tarea más ambiciosa del rey fue su aspiración de organizar el Sacro Imperio Romano Germánico, proyecto al que dedicó más de la mitad de su reinado, continuando los esfuerzos de la familia Staufen, de la que descendía Alfonso X por línea materna. En el terreno económico Alfonso X facilitó el comercio interior en su reino con la concesión de ferias a numerosas villas y ciudades. El rey estableció un sistema fiscal y aduanero avanzado que potenció los ingresos de la hacienda regia. La más conocida disposición del rey en asuntos económicos fue el reconocimiento jurídico del Honrado Concejo de la Mesta, institución aglutinadora de los intereses de la ganadería trashumante del reino. Una de las facetas más importantes de su reinado fue su labor legisladora, indisolublemente ligada a la introducción en Castilla y León del derecho romano. Bajo su impulso se organizó un formidable corpus de textos jurídicos, tanto doctrinales como normativos. Sus obras más significativas en este terreno fueron el Fuero Real, el Espéculo y las Siete Partidas. Las grandes realizaciones del monarca en el campo de la cultura le merecieron con justicia el apelativo de El Sabio. La nota más singular de su empresa cultural fue su vinculación simultánea con Oriente y Occidente. Con él se desarrolló en la Corona de Castilla una cultura de síntesis, con ingredientes cristianos, musulmanes y judíos. La colaboración entre intelectuales de las tres culturas tiene su máxima expresión en la Escuela de Traductores de Toledo. Dentro de esta magnífica empresa cultural brilla con luz propia la astronomía, cuya obra más significativa fue las Tablas astronómicas alfonsíes elaboradas en 1272. La actividad historiográfica de Alfonso X y de sus colaboradores se concretó en obras como la Estoria de España y la Grande e General Estoria, redactadas en lengua romance como prueba del importante apoyo del monarca al idioma castellano. En el campo de la poesía Alfonso X nos ha transmitido un espléndido repertorio de Cantigas, siendo las más conocidas las de carácter religioso o de Santa María. El monarca castellano-leonés potenció notablemente los estudios musicales y en el terreno propiamente recreativo destaca la obra que salió de los talleres alfonsinos llamadas Libros de axedrez, dados e tablas. Por lo que se refiere a la arquitectura, la obra más importante llevada a cabo durante su reinado fue la catedral de León. Las Cantigas de Santa María o la sacralización del trovador Los términos cantiga, cantar o cantica se utilizaron en el reino castellano hasta mediados del siglo XV, para designar a una composición poético musical, sacra o profana, en lengua galaicoportuguesa y se oponía al término decir que se aplicaba a un tema no puesto en música. De las cantigas conservadas en cancioneros de la baja Edad Media que superan las 2.000, solamente las seis atribuidas al juglar de Vigo Martín Codax y las conocidas como Cantigas de Santa María, con más de cuatrocientas, se conservaron con su música. La colección de Cantigas a Santa María se realizó en la segunda mitad del siglo XIII, entre 1250 y 1280, bajo la dirección del entonces rey de Castilla Alfonso X, El Sabio. Por su coherencia interna, temática y forma, por su homogeneidad estilística, por la belleza de los manuscritos con preciosas miniaturas, esta colección se convierte en un fenómeno singular en la historia de la música medieval. Es el cancionero de argumento mariano más rico en Europa. Dentro de la producción científico-literaria surgida durante el reinado de Alfonso X, las Cantigas constituyen la realización más original, siendo el único ejemplo de trabajo escrito en idioma no castellano, lengua oficial del reino de Castilla. El uso del galaico-portugués se debió al hecho de que este era considerado como el idioma más cortesano, aristocrático y más apto para la poesía lírica. También es una de las poquísimas obras no dedicadas a temas científicos, jurídicos o históricos. Finalmente, las Cantigas es la obra que más alusiones hacen a la figura del rey. Son varios los poemas en que se nos presenta como trovador dedicado a su dama, la Virgen María, o de donde, en primera persona narra acontecimientos de su vida en los que la intervención de la virgen fue providencial (Cantiga N° 209, Muito faz grand’erro, en la cual sana de una grave enfermedad gracias a que le traen junto a él una primera redacción del libro de Cantigas). Es conocida la gran estima que Alfonso tenía por esta colección hasta el punto de solicitar en su testamento que todos los libros de los Cantares de loor de Sancta María sean todos en aquella iglesia do nuestro cuerpo se enterrare. Al rey sólo se le atribuye la composición de una pequeña cantidad de las más de cuatrocientas piezas de la colección. La labor del rey es la organización, dirección y corrección, como lo reflejan algunas miniaturas, por lo que sí parece mérito suyo la homogeneidad estilística de la obra.. En cuanto a los autores reales de cada pieza no olvidemos que Alfonso no solo se supo rodear de grandes hombres de la cultura. Su corte era un refugio natural para los trovadores que huían de la Provenza post-albigense. El famoso Guiraut Riquier, por ejemplo, quien con anterioridad ya había escrito varias cançó dedicadas a la Virgen estuvo en la corte alfonsina en los años en que se redactaron las Cantigas y muy bien pudo participar en éstas. Se conoce el nombre de trovadores de menor importancia que viniendo del sur de Francia podrían haber aportado varios poemas, como también músico-poetas provenientes de Galicia, Portugal o de la propia Castilla como Joan Airas, Pero da Ponte, Joan Soares Coelho. No pude descartarse la colaboración de artistas judíos e islámicos. Las Cantigas de Santa María llegaron a nosotros en cuatro manuscritos, uno conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, dos en el Real Monasterio de El Escorial y uno más en la Biblioteca Nazionale Centrale de Florencia, este último sin música a pesar de tener los pautados destinados a ella. Solamente el volumen de El Escorial conserva la totalidad de la colección. El de Madrid, que procede de Toledo, tan sólo contiene las cien primeras Cantigas. La temática general de las Cantigas es la narración de milagros acaecidos por la intervención de la Virgen (Cantigas de miragre). Sin embargo, a lo largo de toda esta colección, cada diez piezas aparece una que no es narrativa, sino que tiene una intención más lírica. Estas son conocidas como Cantigas de loor y en ellas se alaba a la Virgen, se agradece su mediación y se exaltan sus virtudes. Por su carácter de himno se enlazan con otras formas sacras piadosas como el tropo, la secuencia o el conductus (Cantiga N° 100, Santa María Strela do día, en la que se nos presenta a la Virgen como la estrella que ha de guiarnos hacia Dios y que es una glosa del conocido himno Ave maris stella; o la N° 400, Pero cantigas de loor. Como fuente para la recopilación de la gran cantidad de argumentos necesarios para las Cantigas de milagro, Alfonso y sus colaboradores recurrieron a las leyendas divulgadas por occidente cristiano y a las historias relacionadas con santuarios de la península, más que a los antecedentes literarios. La Cantiga N° 18, Por nos de dulta livrar, que nos cuenta como unos gusanos de seda tejieron a la virgen un velo que la dueña de éstos había prometido y olvidado, procede de la tradición oral; otro ejemplo es la narración del herido en la cara por una saeta sanado por la Virgen de Santa María de Helche. En cuanto a las fuentes literarias, no cabe duda que algunas de las colecciones de poemas en honor de la Virgen, existentes en gran número tanto en latín como en lenguas vernáculas, eran conocidas por el rey y se emplearon para la narración de milagros, sino incluso como modelos generales a la obra completa. Este es el caso de Les miracles de Notre Dame de Gautier de Coincy de donde pudo haber surgido el plan general de la obra alfonsina, ya que aquella también se estructura en torno a la división de poemas de milagros y alabanzas. Existe una variedad métrica en cuanto al número de sílabas por verso, o el número de versos por estrofa, pero en cambio hay uniformidad en lo referido a la estructura general de cada pieza. La mayoría de las composiciones parecen herederas de la forma árabe zéjel consistente en la repetición constante de un estribillo alternado con varias estrofas cuyo último verso o últimos versos riman con el estribillo. En esto se basan algunos estudiosos para demostrar la influencia del árabe de este repertorio. Musicalmente estas Cantigas con refrán se encuadran dentro de las formas fijas fundamentales de la baja Edad Media, ejemplo el virelai. Las cantigas sientan las bases de lo que en el siglo XV se conoce como villancico. Las motivaciones del rey para reunir estos cantos pudieron ser varias. El gusto por compilar, su afición por la poesía y la narrativa, y su devoción por la Virgen. En momentos en que la poesía trovadoresca está asociada al amor cortés, no parece equivocada la idea de ver en Alfonso la figura de un trovador que canta a su dama idealizada que no es otra sino la propia Virgen María. El concepto divinizado de la mujer en la poesía provenzal pudo dar pié a la aparición de este tipo de literatura mariana. Si otros poetas, en otra tierras, cantaban las virtudes de otras damas terrenales, ¿cómo no cantar a aquella cuya bondad y belleza no es siquiera comparable a éstas? Mirando de esta manera, la colección supone fundamentalmente la sacralización del fin’amor, o, citando a Ismael Fernández de la Cuesta, la traslación a lo divino de la actitud trovadoresca Jesús Martín Galán