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Usos múltiples
René Avilés Fabila
Luis Herrera de la Fuente, el arte universal
Hace ya algunos lustros, por razones de afinidades culturales,
formamos accidentalmente un grupo que se mantuvo hasta que
muchos de los integrantes comenzaron a fallecer. Lo integrábamos
Luis Herrera de la Fuente, Andrés Henestrosa, Griselda Álvarez,
Sebastián, Bernardo Ruiz, Carlos Montemayor y yo. Juntos asistimos a
diversos actos artísticos: una mesa redonda sobre literatura, artes
plásticas, o presentaciones de libros. Obvio. También hacíamos vida
social. La gran figura era sin duda Herrera de la Fuente.
En la UAM-X edité un hermoso libro, por su contenido y por su digna
presentación, de Herrera de la Fuente. La obra contiene agudos
aforismos de Luis y pronto se agotó. Adelante, me entregó una nueva
serie y decidí ponerlos juntos. Se llama Notas falsas. El prólogo me
correspondió hacerlo y allí escribí insistiendo en que el músico
también dominaba las letras. Luego redacté multitud de páginas
sobre sus dos facetas. Me ligaba a su persona y su talento, una lejana
admiración y una estrecha amistad. He recordado lo que significó
para mí el primer disco que le escuché: dirigía la Sinfónica Nacional y
allí estaban obras cumbres de la música sinfónica mexicana,
enriquecidas por la batuta de un hombre excepcional. Más adelante,
las vueltas de la vida me permitieron conocerlo personalmente y
disfrutar su conversación llena de inteligente cultura y salpicada de
fina ironía. No pocas veces estuvimos en la mesa de conferencias
para presentar libros suyos, sobre Sebastián o míos. Esto, aparte de
mostrar su faceta de hombre generoso, manifestaba una sólida
preparación literaria y artística en general. Alguna vez, en un
programa radiofónico, lo interrogué: ¿De dónde, Luis, tu prosa tan
bien trabajada, tan literaria? Su respuesta fue sencilla: Antes que
músico quise ser escritor, ésa fue mi primera vocación.
Vi a Luis Herrera de la Fuente más rodeado de literatos que de
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músicos. Su amistad con el poeta Rubén Bonifaz Nuño, por ejemplo,
era, aparte de antigua, cálida. De este modo, respondiendo a esa
vocación inicial, dejó momentáneamente la música para satisfacer su
pasión de escribir. Luis ha escrito no sólo artículos agudos y ensayos
brillantes, sino también obras autobiográficas, libros que nos permiten
ver de cuerpo entero al músico, al artista, al hombre irónico, al
analista de su tiempo, con una enorme capacidad para distinguir lo
negativo de lo positivo, lo hermoso de lo desagradable. Es, lo he
puesto en otras palabras, un hombre cuya presencia enriquecía. Con
exactitud precisé: Cada encuentro con él es una lección, una serie de
enseñanzas poderosas que no se halla en la academia. Admiro su
música y su extraordinaria sensibilidad, una inmensa sabiduría, su
fortaleza usada para maravillarnos y todo aquello que implica existir
en el sentido que Pavese concibió en El oficio de vivir: su música, su
literatura, en esencia, su pasión por lo más hermoso de lo humano.
Su muerte me conmovió a pesar de que sus amigos y familiares la
podíamos anticipar. Sin Victoria, su sensible y aguda esposa, Luis se
aferraba a la música. Pensaba en dirigir nuevamente. Hace poco más
de un mes le llamé para invitarlo a la entrega de la Medalla Bellas
Artes del INBA. Me dijo, no será fácil ir en silla de ruedas. No insistí. Yo
estuve cuando le entregaron la correspondiente por sus grandes
logros en el campo musical. Quedamos en comer juntos en compañía
del excepcional barítono Roberto Bañuelas, amigo común.
Luis ha muerto y siento una tristeza infinita. Casi al mismo tiempo
falleció el notable historiador Silvio Zavala, a quien asimismo mucho
admiré y quien colaboró conmigo en el viejo suplemento cultural El
Búho. Fue uno de los brillantes polemistas cuando conmemoramos el
quinto centenario del descubrimiento de América. Si a don Silvio
Zavala lo conocí como historiador y decidido defensor de la belleza de
la capital, a Luis Herrera de la Fuente lo vi siempre como un soberbio
músico que le puso a las palabras un delicado ritmo musical.
Ambos dejaron un rico legado a México. Nos corresponde mantenerlo
vivo.
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René Avilés Fabila
Nacido en la Ciudad de México el 15 de noviembre de 1940), estudio en la
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Número 52. (Enero 2015) Las Modernas (¿y tradicionales?) competencias docentes
Universidad Nacional Autónoma de México y en la Sorbona de Paris.Escritor,
periodista mexicano y catedrático universitario. Autor de cuentos, novelas y obras
autobiográficas.
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