** Joaquín Turina, a través de sus escritos, Madrid, Alianza, 1997, pp. 216-17. A pesar de ser un detalle baladí, hacemos ver que Turina cataloga los Recuerdos de mi rincón con el número 14 de opus, no obstante ser una obra que cronológicamente le correspondería el número 11 como después se verá. Esta suite, tal y como ya advierte el autor al subtitularla Tragedia cómica (en otro lugar habla de Caricaturas musicales), es una composición de carácter humorístico en la que tuvieron cabida, descritos de un modo caricaturesco, diversos asiduos a la tertulia del café Nueva España: el dueño del local, alguna de sus camareras y también, por qué no..., el mismísimo compositor. Fue escrita sobre su mesa de trabajo de aquel café, al tiempo que preparaba los ejercicios teóricos que habría de presentar en las oposiciones y que, antes no lo dijimos, se celebraron en las aulas del Instituto Cardenal Cisneros. De ello se desprende que, aun siendo de trascendental importancia para su porvenir el resultado de dichas pruebas, su ánimo, siempre jovial, le permitió componer una obra de intención opuesta a toda preocupación, lo que demuestra que su carácter era totalmente contrario a dramatizar las situaciones por muy duras que éstas fueran. Aunque el estreno de la opus 14 no tuviera lugar hasta el 15 de enero del año siguiente (1915), incluiremos aquí el comentario que se redactó para tal circunstancia, ya que en él queda perfectamente clara la idea del compositor al escribirla y reflejado el ambiente, sencillo, agradable y casi familiar que se debía respirar en el café Nueva España. El Rincón a que se refiere el título era su tertulia, la reunión íntima de un café madrileño. La obra, en su forma actual, aparece como un desfile de personajes, unos en tipo serio, otros en carácter grotesco, alternadamente, lo cual en música se traduce también en diversos trozos cortos, de movimientos frecuentemente variados, alternados según aquellos mismos caracteres, unidos por un argumento que sirve de trama lógica al conjunto. En el curso de la composición se nota que lo que acaso en la intención fue primeramente un pasatiempo, se convierte en una obra seria, pues sabido es cómo se encariña un autor con un empeño que exija de él cierto esfuerzo. Interlineada lleva la obra una leyenda que, aun a los ajenos al rincón, dan idea de los tipos y escenas íntimas que en el ambiente del café inspiraran al músico. No termina aquí el comentarista sino que continúa su examen describiendo los pormenores de la obra para ayudar a la comprensión de la misma, para lo cual, conjuntamente con la línea argumental que le fue facilitada por el autor, expone musicalmente diversos ejemplos que identifican, de un modo desenfadado, a cada personaje. Como colofón de cuanto queda dicho añadiremos que, a falta de las dos primeras páginas ya perdidas en vida del autor, se conserva la partitura original ilustrada con dibujos, plenos de buen humor, realizados por su amigo Victoriano Alberdi, que representan los diferentes personajes, incluyendo el bastón del diplomático, los habanos de Tony el mejicano y las relucientes botas del melitar. Alfredo MORÁN. ______________________________________________________________________________ ** “Homenaje que el Ateneo de Madrid dedica a los compositores D. Manuel de Falla y Joaquín Turina”. Texto incluido en el programa de mano. Viernes 15 de enero de 1915. La obra de piano que hoy se estrena tiene la génesis siguiente: Turina se desvió durante largo tiempo de la composición, por exigencias de la preparación teórica para unas oposiciones. Decidido a volver a componer, en la época en que con Martínez Sierra planeaba su Margot (estrenada no ha mucho en la Zarzuela), se propuso como ejercicio de mano -pudiéramos decir, como prueba de facultades, el trazado de una serie de retratos y caricaturas musicales, de unas rápidas escenas que exigieran de él un cierto esfuerzo, y que en la misma intención musical de obra aplicada le sirviera de preparación para el empeño lírico dramático que a continuación iba a acometer. El rincón a que se refiere el título era la tertulia, la reunión íntima en un café madrileño. La obra, en su forma actual aparece como un desfile de personajes, unos en tipo serio, otros en carácter grotesco, alternadamente, lo cual en música se traduce también en diversos trozos cortos, de movimientos frecuentemente variados, alternado según aquellos mismos caracteres, reunidos por un argumento que sirve de trama lógica al conjunto. En el curso de la composición se nota que lo que acaso en la intención fue primeramente un pasatiempo, se convierte en una obra seria, pues sabido es cómo se encariña un autor con un empeño que exija de él cierto esfuerzo. Interlineada lleva la obra una leyenda que aún a los ajenos al rincón, dan idea de los tipos y escenas íntimas, confianzudas, que en el ambiente del café inspiran al músico. (...) [Las intercalaciones del compositor aquí aparecen entrecomilladas] Añadiremos nuestros comentarios y observaciones ya que nos parece interesante el examen de algunos temas y la fijación de ciertas notas que han de ayudar a la comprensión de este trabajo: «El café a las seis de la tarde. Hay poca luz”. (Lento, Preludio). «Tony bebe cerveza silenciosamente”. Tony es mejicano, por lo cual Turina subraya la leyenda con las primeras notas del himno de su nación. «Don Joselito, dueño del café,]dormita y las camareras también. - Entra el diplomático (fff-Vivo, 6/8). Aparece María, aparece el estribillo: “¡Ya uté ve!” que, rítmicamente, se traduce así: “Entra el músico con un humor de perros protestando de la humanidad y de los tratados de armonía” construido el pasaje sobre escala de tonos enteros. Tony quiere reanimarlo con una canción; canta.¡Muy mal! El músico se desespera más”. Trozo aún más disonante, en el que se utilizan quintas seguidas y acordes raros. Tony, entonces, dispara el himno mejicano”. “El músico, apabullado, se enfrasca en su libro de armonía” aquí resalta una cadencia defectuosa. “En el preciso momento en que por la puerta de la cocina aparece Amparo con sus cafeteras”. «Amparo, que es gallega, avanza lentamente, pasa y se aleja”. Es el primer retrato serio de la serie; se caracteriza con estos temas: Suceden una porción de rasgos cómicos. «El ‘melitar’ se acerca..”. pasodoble; la banda de trompetas no afina con la banda de música -¡cosa frecuente!-. Termina la canturria con un dibujo grotesco: “El ‘melitar’ tropieza”. El tiempo se torna moderadamente vivo. El diplomático con tres copas se atasca a cada frase. “María trae la cuarta copa”, señala su tema rítmico. «El diplomático canta un pasodoble a Eloísa que pasa”. El pasodoble es conocidísimo. «A Eloísa le da el ataque de risa”. “Habla el pintor” marcha fúnebre, que va con el carácter poco ameno de su conversación. “Un ambiente de somnolencia empieza a notarse entre los concurrentes”. “Don Joselito, dormita”.”Una frasecita del escultor” consiste en un solo trazo, pero... ¡agresivo!, véase: “María trae más copas” ‘su dibujo rítmico’ Desde aquí al final ‘tres trozos’, la obra adquiere un valor grande y una significación más seria y honda. El primero lleva por leyenda: «Alegre tiroteo entre el maño... el contertulio es un cura castrense ...y Pepa la granaína”. El tiroteo musicalmente, consiste en una contraposición de una seguidillas y una jota, la cual se mezcla con un canto de vísperas: “El maño es castrense, canta vísperas”. “Con tanto ruido acaba el músico por salir de su abstracción... de codos sobre la mesa... reflexiona profundamente”. La caracterización del músico, por la situación de ánimo en que se encuentra, es siempre ‘en triste’; el trozo es, naturalmente, andaluz; va precedido por un recitativo. Entramos luego en el último trozo. «Vuelve Amparo con las cafeteras vacías. Continúa siendo gallega, con puntas y ribetes de romántica”. «Se acerca lentamente, pasa, y desaparece por la puerta de la cocina”. El final, de efecto de claroscuro, pasa de sombra a luz y terminación en sombra, consiste en una ampliación del trozo gallego ya oído. La obra termina en pianísimo. (Nota de la sección). ______________________________________________________________________________ ** “En el Ateneo. Homenaje a los compositores Falla y Turina”, Lira Española (Madrid), nº 32, 1915, pp. 7-8. Y fue luego Joaquín Turina quien, (...) nos ofreció las primicias de una obra que, pensada como diversión o como ejercicio, se hubo luego de convertir en un admirable scherzo pianístico: es la tragedia cómica que lleva por título Recuerdos de mi rincón. Pertenece esta obra al género tan antiguo como el arte musical mismo de divertissement, de pasatiempo, en el que el autor, para complacerse a sí mismo y a un pequeño grupo de amistades, cuya intimidad puede comprender su significado, utiliza de manera jocosa y humorística las ocasiones que para ello concede el arte serio. Pero el mérito de estas obras, su garantía de existencia, cae por fuera de esas joviales apariencias, y radica en una labor concienzuda y severa. Tales obras pueden vivir independientes de su significado particular cuando están sustentadas por una verdadera armazón musical, y la de Turina, es una de ellas. Prescíndase de las humorísticas indicaciones que se leen entre sus pentagramas, olvídese que tal trazo es una caricatura, y que tal momento tiene un carácter alusivo, y nos quedará llana y simplemente un adorable scherzo de piano con los trozos encantadoramente musicales del aire de muñeira y del desarrollo final. (...) Memorable jornada la del día 15 de enero. Es de las que dejan huella de sí, porque son a modo de la primera piedra de un edificio futuro: el de nuestro Arte músico, que ahora necesita y exige la cooperación del trabajo intenso, del sacrificio ante el ideal, del calor de un acogimiento cariñoso, y de voluntad, ¡de voluntad ante todo, de buena voluntad!... Rolando DAVID. ______________________________________________________________________________ ** Reproducido en Scherzo, nº 139, 1999, p. 156. Monsalvatge ve en determinadas obras pianísticas del autor sevillano «la facultad innata que caracterizó a Turina: lograr un directo realismo descriptivo sin caer en facilidades pintorescas”. A propósito de esta obra afirma el compositor catalán halla en ella «al Turina más auténtico que, sin evadirse de sí mismo ni violentar su temperamento, con el lastre de un pasado musical sin apenas asidero para un artista de altura pero con la íntima conciencia de las enormes posibilidades vírgenes del mismo, logró crear una obra que responde a la idea del más puro nacionalismo ante el arte y a la vez a los más sólidos preceptos de la música de nuestro tiempo». Xavier MONSALVATGE. ______________________________________________________________________________ ** Turina, Madrid, Espasa-Calpe, 1981. p. 54-5. (...) El Ateneo quiere rendir su aplauso a las dos figuras de la música española contemporánea que vienen de conquistar París y acaban de ver representadas obras escénicas en el teatro de la Zarzuela. Joaquín Turina y Manuel de Falla aparecen, una vez más, unidos en un programa de concierto en el que van a ser aclamados como pianistas y autores. La sesión va atener lugar el día 15 de enero de 1915, y en ella interviene también la soprano Luisa Vela. Tras las palabras de presentación de Miguel Salvador -presidente de la sección de música del Ateneo- Falla tocó las Cuatro piezas españolas, Turina y Luisa Vela Rima, opus 6. Falla y Vela las Siete canciones populares españolas y, finalmente, Turina tocó en primera audición Recuerdos de mi rincón concluyendo el concierto con la Petenera de la opus 8 y la Rueda de niños [Ronda de niños] de la opus 5. Jornada memorable. Recuerdos de mi rincón, op. 14, tragedia cómica para piano, consta de doce breves movimientos con los cuales Turina, otrora ocupado en grandes frisos formales, inaugura un concepto musical muy suyo que bien podría denominarse, con carácter genera, la ráfaga (título de una composición futura). En rigor, se trata de la versión personal de una idea típica del pianismo romántico -Schumann- cual es le de constituir un obra grande por sucesión de pequeñas piezas interrelacionadas temática, armónica y expresivamente. Por lo demás, hay en estas ráfagas una clara intención descriptiva o evocadora, presidida siempre por la ironía, la ternura o el buen humor. (...) Resulta muy notable la definición musical que hace Turina de caracteres y situaciones: Tony aparece retratado por las primeras notas del himno de su nación; María, por un gracioso estribillo rítmico; el músico, enfrascado en viejos tratados de armonía, es caracterizado por paisajes sobre escalas de tonos enteros, otros con las académicamente nefastas sucesiones de quintas, con acordes extraños o con cadencias deliberadamente defectuosas; el tiroteo entre el maño y la Granaína consiste en la contraposición de unas seguidillas y una jota que se mezcla con un canto litúrgico... La composición fue elaborada simultáneamente con Margot y se terminó en los comienzos de 1915, estrenándose en versión del autor en el ya referido concierto-homenaje del Ateneo de Madrid. José Luís GARCÍA DEL BUSTO. ______________________________________________________________________________ ** “Joaquín Turina, ‘Música becqueriana’”. Comentario en el CD: Albert Moraleda 0195/1 (1995). Antonio Soria (pianista). Recuerdos de mi rincón está dividido en doce títulos citados en su catálogo por el propio compositor. En la partitura figuran las originales leyendas que el maestro escribió, entre comillas y letra cursiva, en medio, por encima o debajo de los pentagramas, (...) I.- El café a las seis de la tarde: Un ambiente oscuro, tedioso, de una tarde de un café madrileño, se ilumina, por así decirlo, con las seis campanadas de un reloj prosiguiendo el discurso musical sobre un motivo situado en la región grave del piano, expuesto y seguido en octavas. II.- El diplomático y María (‘Ya uté ve’): Momento de inicial brillantez que presenta la imagen del diplomático, gallardo y amable, en contraste con la figura de María, la destacada camarera gallega (el personaje real era manchega, natural de Daimiel), con su muletilla: “Ya uté ve”. III.- El músico y Tony, el mejicano: Una última estimación vertical de la música se refiere a su autorretrato, en tanto que la lineal se reserva para Mejicano, su amigo Muriedas. Sus deseos y pensamientos, coadyuvan a crear una diversidad que, sin embargo, se aúna perfectamente por la inteligente disposición del contenido de estos pentagramas. IV.- Amparo, la manchega romántica: Momento de Mayor significación musical por la amplia concesión que, Turina, confiere a la muñeira, conocido baile gallego. Todo este número está impregnado por tintes galaicos y giros románticos, campeando la ternura sobre la energía y el lirismo sobre la virilidad a lo largo de sus cinco periodos. V.- El melitar (pasodoble desafinado): Reflejo de otro contertulio de Joaquín Turina: “el capitán Novo (algo golfo)”, momento lleno de humor y fina ironía. Nada más acertado que tomar para ello el toque de una corneta y establecer un aire marcial, situado muy cerca del castizo pasodoble, desafinado, quizás por el tropiezo de su final. VI.- El diplomático habla de nuevo: En este momento vuelven el Diplomático, María, el pasodoble y aparece Eloísa, otra camarera que servía en el Nueva España. VII.- Un ataque de risa: Tiene algo más de Liszt que de Debussy, pero, A Eloísa le da un ataque de risa y Joaquín Turina echa mano de sus conocimientos. En f con pedal a cada acorde traza unos arabescos arpegiados en las dos manos, repartidos entre ambas o, ya en ff, en terceras alternadas, se traducen a la perfección las carcajadas o risas de Eloísa. Lo breve de este momento no merma su brillantez, hasta la rúbrica de los dos glissandi de su final. VIII.- Habla el pintor (marcha fúnebre..., somnolencia general): Severo fragmento con aire de marcha donde aparecen elementos de otros Recuerdos de forma notoria. IX.- Una frase (agria) del escultor: Uno de los hermanos Villodas, amigos de Turina, era el escultor, y este Recuerdo lo refiere a él. Resulta ser el más corto de los doce que forma esta suite, donde Turina presenta la acritud del escultor en contraste al aire romántico de María y su acostumbrado “Ya uté ve”. X.- Tiroteo entre el maño y Pepe, ‘la granaína’: Se observa con claridad en el más extenso de los Recuerdos de mi rincón, la personal impronta del compositor, donde, además del elemento popular de la jota aragonesa, se incluye por oposición el de unas seguidillas andaluzas. Se trata de una alternativa hablada entre el maño (el capellán don Feliciano, contertulio del compositor y Pepa la granaína, y es esta la razón de que, el autor, utilice giros y cadencias propias del folclore musical de las dos respectivas regiones españolas (Aragón y Andalucía). No existe un descriptivismo de situaciones muy concretas, a no ser la referencia a cantar a vísperas y, al contrario, puede estimarse este número hasta como consideración independiente de la pieza. XI.- Reflexiones del músico: Primero hondas y llenas de dramatismo, vuelve sobre el primer recuerdo derivando hacia un notorio perfume andalucista, cuya expresión empezará a rondar tintes trágicos, aun en la brevedad del momento de hermosísimo decir coplero. XII.- Vuelta de Amparo: Vuelve, lógicamente la muñeira y la caricia derivada de unos acusados perfiles románticos. Este duodécimo y último Recuerdo vuelve sobre el cuarto. Cambian los matices de intensidad, las armonías y hasta los giros de su penetrante melodía, pero no varía en nada su factura reexpositiva, aunque no siga el mismo plano estructural. Antonio SORIA.