2007 JUVENTUD VASCA COOPERANTE DIARIO DE UN COOPERANTE EN BOLIVIA Alain Sabalza Hernaez | FRM-CIPCA Capítulo 1 Ayer dormí sólo 3 horitas, pues para las 3 de la mañana de aquí ya estaba despierto. Vueltas y más vueltas en la cama hasta las 8 que es cuando subí a la terraza del séptimo piso a tomarme 2 matecitos de coca y sentir la amabilidad de corazón con la que te atienden. A las 10 en punto ya estaba a la espera de Eduardo Acevedo, el jefe, que con su jeep me llevó a recoger a su mujer y salir dirección Chapare a los yungas, bosques tropicales de clima húmedo y caliente donde se cultiva la coca y frutas tropicales. Era como la laurisilva de la Gomera pero a lo grande, con unas montañas de sueño, sin saber si realmente estaba despierto o más bien dormido. Chapare es totalmente diferente a mi futuro municipio Torotoro, el que tiene el puesto 313 en el ranking de los pueblos más pobres de Bolivia (327). Este es muy sequito pero de gente amable. Pues nada más salir, paramos a comer chicarrón con chicha, un plato enorme de carne con patata y choclo. Yo también comí hasta el punto que dijo el jefe que era mejor guardar lo restante pues seguramente ya no tendría hambre de comer trucha de chapare. Me sentó super bien el chanchito. Y después de viajar y viajar, hablar y hablar, paramos a comer la famosa trucha y caldo y jugos y demás. Muy bien. Lo malo (o bueno) es que vi una pila en la charca de las truchas (Cd y Pb), a tal punto que el jefe les comentó a los dueños y ya estaba la mitad de la gente viendo cómo se sacaba la pila (nosotros mientras tanto escapándonos en el jeep dirección a casa). Ahora he estado paseando por el centro de la ciudad, tomado jugo de pomelo en la calle y cacahuetes por la plaza de armas y toca cenar que mañana ya me esperan en la oficina a las 8 en punto para trabajar. PD. No sé que cara me habrá visto el Acebedo, que me ha comentado que tenga cuidado con las "rateras" pues 1 se acercan para invitarme somníferas para después robar. un trago con gotas Capítulo 2 Estaba pensando en meterme a la cama para despertarme prontito a las 4 de la mañana para ir a la procesión de la Virgen de Urkupiña con un compañero de trabajo y amigos suyos. Son unas 4 horitas caminando lentamente desde Cochabamba a Quillacollo (el municipio más céntrico de sudamérica) y entre parada y parada, tomando chicha y venerando a la Pachamama en mi caso (que no me pasen la cruz por favor) llegaremos al cerro cota a romper piedras y pedir un deseo (que cobra intereses) a la virgen (o al diablo que realmente está más presente a ras del suelo) y a media tarde del siguiente volveremos (si no me raptan las pildoritas). Lo llaman el encuentro religioso más integrador de Bolivia que junto a la fiesta de ayer, la entrada folclórica de más de 120 grupos de baile de toda Bolivia, bailando morenadas, caporales... me permitió conocer otro mundito, pues bebiendo chichita estuvimos unas 10 horas viendo estos desfiles (de modelos con mini-mini falda y máscaras de diablos) también en el municipio de Quillacollo... Capítulo 3 Después de tanto comer y chupar (beber) me llegó el malestar, pues toda la noche la he pasado perdiendo agüita por arriba y abajo que no he podido marchar a la primera salida de campo. Ayer salimos a la procesión de la Virgen a las 4:30, y después de caminar y caminar, llegamos al pueblo con la salida del sol. Allí, como es costumbre, todos comiendo y bebiendo en un millón de puestos. El amigo de Freddy (compañero de trabajo) se quedó en la Iglesia a rezar 2 y nosotros fuimos a desayunar Api (mezcla cocida de maiz) y pastel de queso en unas condiciones que no eran las más higiénicas, para retomar el camino al cerro donde está la Virgen. Se vendían fardos de dólares, miniaturas de casas, maletas, "pasaportes"... por un peso boliviano, esperando que a través de la fe cristiana y ayudados por los chamanes tuviesen suerte al romper la piedra bendecida que se transforma en oro. Caminábamos muy muy lento entre tanta gente hasta que conseguimos llegar a la cima y partir un trozo de piedra (yo pedí 3 deseos). Como desde arriba se divisaba una laguna seca y estructuras incas de almacenamiento de maiz en la distancia, escalamos la pared del recinto y fuimos a ver, caminando otros 2 kilómetros . Y allí aparecieron un grupo de rateros del que conseguimos escapar (lección aprendida), caminando entre cactus y arbustos de pinchos. Después del susto, subimos nuevamente la pared (Alain el escalador) y fuimos a comer pescadito y jugar al futbolín. Aquí hay tanta mezcla de cosas que de todo puedes encontrar, te sorprendes de lo que hay y hace uno mismo. Aunque sea una fiesta religiosa, para algunos es pagana por el alcohol y el desfase que hay. Así, aunque Freddy decía que era el mejor lugar para ligar, pues es lugar de encuentros relámpagos entre los jóvenes de toda Bolivia, yo pensaba en llegar al Hotel pues me había comenzado el malestar que me ha durado hasta hoy. El domingo ya salgo con las técnicas para las comunidades de Torotoro y allí me esperan mis 6-8 horitas de caminata durante 8 días. Otro nuevo mundo por descubrir Capítulo 4 Definitivamente la gente no distingue la mano derecha de la izquierda o a la inversa, pues para conseguir la casa donde viven los dueños de los buses que salen 3 a Torotoro, han pasado más de 3 horitas (muchas para mis intestinos). Igual que en Chile, nadie dice que no saben dónde está un lugar y te envían con su sonrisa al otro extremo. Hoy día de descanso y a las 5 de la mañana a levantarse pues hay que partir. Llevo una mochilita y el equipo de montaña que es "jugo de coca" y hojas de coca para dar y regalar y que no falten los minipeces secos que se comen salados para tener proteínas. Ya me despedí de la amiga australiana (tiene unos 50 años (por si las moscas)) que me ha dado sus contactos de la Paz y de una Universidad de Australia para hacer el link con Nueva Zelanda. En 5 días conoces gente y good bye my friend pues así es el camino: 360 grados de oportunidades. El hecho de no comer ni cenar, ni ayer ni hoy, creo que me está afectando al raciocinio, así que os dejo Capítulo 5 Hay un gran arbusto en el municipio de Torotoro cuyas agujas fínísimas causan el mismo efecto que la picadura de una abeja. Estos valles secos bañados por el agua cooperadora, contienen abundantes agujitas por todos los lugares por donde uno camina y se enfrenta al brochazo rojizo del cuerpo a través de su contacto. Las espinas siguen y seguirán para darnos cuenta que los caminos tienen sus dificultades y que el conocimiento y el respeto nos pueden conducir a la felicidad colectiva pues las cosas (las plantas, las víboras...) no contienen letreros advirtiendo de sus efectos. Uno ha de descubrirlos. El uso de esta planta sigue vigente como método de castigo entre los originarios contra la "infidelidad" y los inmorales. Hace 7 años aproximadamente, a un infiel lo tumbaron desnudo sobre una cama llena de estas espinas y lo amarraron toda la noche. Todos te 4 advierten de sus pinchazos, de las consecuencias de nuestros actos cotidianos en este orden social, comunitario arraigado a la tierra. Acabo de llegar a Cochabamba y me da tristeza la ciudad. Quiero volver a la tierra rojiza del medio rural, simple pero multicolor. El medio es tranquilo aunque robusto, generador de pensamientos, uno se abstrae fácilmente y poquito a poco empieza a entender la realidad de sus moradores. El entendimiento es crucial. He convivido con 8 técnicos del CIPCA estos 10 días encuestando a las familias sobre sus ingresos y uno se da cuenta que rápidamente da respuestas (ignorancia occidental) a una realidad cuyos interrogantes los manifiesta el tiempo. Hay que conocer el tiempo y sus limitaciones y caminar poquito a poco. Desconozco si seré útil pero intentaré dar todo lo posible para abrirme más en el factor empático que es crucial. Encuestando, escucha a quien tiene que decir algo y uno simplemente ha de anotar. Es su realidad, sus verdades (o mentiras) interesadas, pero su manera de ser ante tanta prepotencia de los dirigentes políticos. Necesitan confiar si quieren seguir adelante, pues lo mútuo los llevará a la autoestima y al poder que se les ha negado. El cooperante únicamente ha de dejarles ser lo que quieran ser proporcionandoles el protagonismo que les corresponde a ellos y a ellas, entregándoles los recursos económicos y técnicos suficientes para que no cometan nuestros errores, pero en definitiva serán ellos y ellas quienes elijan el camino. Si la Pachamama está con ellos, adelante compañer@s y herman@s! Capítulo 6 Ya aterricé nuevamente en Cochabamba después de este viajecito por las comunidades de Acasio. Más 5 tranquilito que el anterior, en un paisaje más seco y erosionado con poquita vegetación por la necesidad de leña para cocinar lo que producen: papita, sara (maíz), tarwi y un poquito de cebolla junto a muy pero muy poquita carne conforman su dieta. Y ese poquito lo comparten y además te agradecen que les hayas visitado... La hora de la salida se retrasó, por razones técnicas y por la noticia de que en el municipio de Ansaldo había 2 muertos, supuestamente campesinos que habían sido asesinados por la policía del Prefecto afín al alcalde del municipio que lo quieren votar los concejales y los miembros de las comunidades. En esta cuarta moción de censura presentada, el alcalde y sus seguidores han pegado a miembros de la junta comunitaria y el pueblo campesino se ha levantado saboteando las entradas al pueblo. Para evitar pasar por el bloqueo y esperar a la eternidad para que nos dejasen circular, escogimos otro camino, muy vertical que nos dejó finalmente a las puertas de nuestra casita después de 8 horitas (140 km). Al día siguiente comenzaron las encuestas y las visitas a sus casitas. Esta vez, al verme gringito, me mentían en las respuestas y tenía que hacer mil peripecias (y mucha paciencia) para mostrarles las contradicciones de una manera simple. Es lógico que no se fíen de aquellos que no los conocen directamente aunque sean miembros del CIPCA. Necesitan personas diarias, cotidianiedad para su confianza...Realizadas las encuestas, comenzó el taller de formación de dirigentes de las comunidades de Acasio por las personas que me acompañaban, específicamente por Judith, una pedagoga muy maja que tenía que transmitir ideas sobre la globalización, la organización política del Estado boliviano, el marco legal para la constitución a redactar por la Asamblea Constituyente...Unos 50 dirigentes, mascando coca, con su sombrerito y ropas de color, atentos a las 6 palabras. Muy sencillos. Yo que no entiendo quechua, me lo imaginaba lo que decían y así estaba, sacando fotitos y repartiendo coca. Todavía sigo pensando que es un sueño, pues todo se me hace natural, incluso ver la pobreza... creo que al pensar en un futuro de cambio, domino la situación... Al llegar a la oficina, me he alegrado de ver a mis compañeros y ya están ideando en que deporte voy a competir para el encuentro del CIPCA Bolivia en Cochabamba el 19-21 de septiembre. El día del caraoque, deporte y cuenta chistes, creo que me escaparé a Santa Cruz a ver a las monjitas de la ama (así que a mandarme las direcciones, pues estaré 4 días) y vendré posteriormente para los dos días de parranda (bailando cumbia quizás con alguna cholita, mojeña, paceña...) Capítulo 7 En relación a las personas encuestadas, están abiertas a toda propuesta de desarrollo de sus comunidades desde un punto de vista productivo. Quieren producir más para vivir más holgados en la inseguridad de las inclemencias ambientales y el mercado. Para ello, buscan el apoyo que les ofrecen los técnicos del CIPCA y otros agentes de desarrollo rural, para que ellos mismos en un futuro cercano sean los verdaderos protagonistas del cambio agrario que afecta directamente a su economía doméstica. En mi opinión, sería interesante centrarse en la seguridad alimentaria desde un punto de vista nutricional, en el sentido de establecer un calendario de producción que satisfaga en términos proteicos, vitamínicos y minerales las necesidades de los miembros de la familia. Esta combinación de alimentos de mesa, han de ser fiel reflejo de la 7 producción de sus parcelas. Ello quiere decir, que conociendo las condiciones climáticas y edafológicas del lugar y apoyadas en el agua cooperante que llega de los atajados de riego, se produzcan las especies y variedades óptimas para el consumo. Para esta tarea se requiere de los especialistas agrícolas y la recuperación de los conocimientos de antaño sobre el manejo de los suelos, para que se puedan establecer las prácticas fitosanitarias adecuadas que permitan producir sin erosionar el terreno. Sería interesante, que todos los lindes de las parcelas fuesen matorrales con espinas que produzcan algún fruto o sean utilizados para elaborar plantas medicinales y en sus vértices tuviesen un árbol nativo como el molle. Estos pequeños corredores verdes propician la diversidad y ofrecen seguridad en el acceso a la tierra desde el punto de vista de la propiedad privada y el saneamiento de tierras. Hay que señalar límites, rayas claras de usos del suelo y de la propiedad para tener seguridad en las acciones que se realizan, pues son a largo plazo. El ordenamiento del planeamiento general de las comunidades, apoyado en un SIG, una base de datos plasmada en un mapa, permite proyectar a futuro conociendo el presente, y para esta unificación de datos, de coherencia informativa han de reunirse los técnicos y los actores comunitarios. Hay que ser consciente, que en la dificultad que ofrecen los accesos de carreteras a los productos que se producen, la producción para la venta ha de ser específica con sello de denominación, que agrupa a poder ser en cooperativa a los productores. Hay que preguntarse sobre los productos estrella de las comunidades, de sus variedades estelares, de sus transformaciones y fórmulas magistrales que poseen para poner sello de identidad a sus productos, pues es casi imposible que de otra manera con el sistema minifundista de producción que poseen puedan conseguir liquidez a través de las 8 ventas. Esta planificación a escala comunitario permite asumir el presente y el futuro con optimismo, pues ahora se trataría de producir seguridad nutricional para los moradores y poner en el mercado externo, como el de Cochabamba logotipos comunitarios de salud y biodiversidad. Los dirigentes han de ser conscientes que el desarrollo depende de la unión de sus miembros en términos productivos, donde cada uno ha de conocer los márgenes de maniobra que tiene para afrontar su propia realidad. Además de asistir a cursos talleres sobre el manejo del sistema agroforestal, han de plasmar en escrito los conocimientos que poseen los miembros de la comunidad, técnicas de uso, como el manejo de los calendarios lunares. Un pequeño vivero comunitario de producción de plántulas hortícolas certificadas sería interesante como proyecto colectivo ubicado en alguna parcela comunal, donde además de los campesinos de profesión, los alumnos de los colegios pudiesen practicar y aprender de los valores de la tierra: recolectar semillas para los árboles de los vértices, generar esquejes de los árboles frutales, producir plántulas para la huerta, elaborar compost u otros medios de abonos orgánicos y tratamientos fitosanitarios a través de la ortiga o plantas similares sobre un calendario bien programado, fortificará a la comunidad y a su autoestima. Capítulo 8 Acabo de cenar el mismo plato que durante toda esta semana está llenando mi buche: un poquito de arroz, plátano frito, papas asadas, un huevo de codorniz y un trocito de carne. Y todo esto en un lugar cristiano con su especialidad religiosa. La razón no es otra que la misma cajera que me atiende... 9 Para entender los chistes que Iban el cóndor de Elkano me escribe en quechua, he preguntado en la municipalidad sobre la posibilidad de aprender este idioma de las comunidades que poco a poco cubrirá a la ciudadanía con su melodía y así no tener que estar imaginándome según el contexto lo que los moradores de los valles secos de Torotoro y Acasio comentan. He pensado utilizar parte del dinero destinado a la manutención a cargo del FRM en esta nueva aventura cultural. Y como dos semanas al mes estoy en las comunidades, me han comentado que para recuperar las horas, dos recién graduadas en filología van a acompañarme. Perfecto, unas 3 horitas de clases todos los días de lunes a viernes durante 2 meses... Este fin de semana intentaré acudir a una aldea ecológica que está a una hora de aquí donde un doctor veterinario homeópata está impartiendo enseñanzas agroecoganaderas. Pero todo esto depende de este viernes, el día de parranda de los compañeros del CIPCA. Ya veremos como son las cositas, pero lo importante es el movimiento, el conocimiento vivido y allí vamos... Capítulo 9 Con la intención de aprender quechua, me presenté en la casa de la juventud de la municipalidad y este mismo lunes comienzo con las clases de una horita diaria. El desplazarme a este lugar me permitió conocer la Universidad de San Fernando y hablar con el Director Nacional de Clas que se dedica al tema del SIG ambiental en el área de Cochabamba. El problema radica en la ausencia de información disponible para trabajar, sea el Instituto Geográfico Militar sea el Ministerio de desarrollo rural y medio ambiente. Pero como van a encomendarme la labor de 10 cooperar con el equipo de riego de CIPCA, algo habrá que hacer... Al atardecer en la oficina (como todos los primeros viernes de cada mes) prendimos carbón e incienso como ofrenda a la Pachamama y estuvimos tomando un vino que ha elaborado un compañero tipo moscatel, cervecita y trago. Y de allí, medio curados fuimos a un barecito a seguir chupando. Son momentos de distensión, de compañerismo que sientan muy bien a los miembros de la institución. Pero las cervezas no terminaron aquí, pues estuvimos en un café bar muy tranquilito bailando (o intentando bailar) salsa hasta las tres de la mañana... Hoy me encuentro con resaca, como es costumbre, pero no por ello he dejado de ir a ver a mis compañeros a jugar fútbol (querían engancharme como portero) y comprar 7 programas piratas de SIG. Ahora mismito voy a un cine alternativo, un centro de arte que me han recomendado, el tema de hoy trata sobre la violencia en América latina. Capítulo 10 Finalmente no marché al centro de arte, conocido como "marTadero", pues la del ciber me advirtió sobre la peligrosa plaza que hay que transcurrir para llegar al lugar. Aunque sea aventurero sin cabeza, esta vez hice caso a mi instinto y termine en un cine convencional del centro viendo una película inglesa...Hoy me acabo de despertarme y salir rumbo al Cristo de la Concordia, comiendo en un puesto callejero pescado ahumado después de comprar mi dosis de hojitas de coca (desconozco que haré cuando no tenga estas hojitas sagradas). Es el Cristo más alto del mundo pues se encuentra a una altura de 2840 metros sobre el nivel del mar y 260 sobre la ciudad de Cochabamba. Lo más bonito del lugar es su vista al 11 pasado, al hecho de imaginarse una gran laguna que cubría toda esta extensión urbana de baja densidad, con grandes parcelas agrícolas que dan nombre a la ciudad de la eterna pampa de primavera. Como es Domingo, la gente religiosa acudía a su cima, celebrando misas en nombre del señor Jesucristo. Yo seguía mascando coca sin probar una gota de vino y pan. Ahora voy al centro, a visitar a un amigo que acaba de tener una guagüita. ¿Cómo estarán los caseritos y caseritas de Zarautz en la Fiesta Vasca? Capítulo 11 Ayer por la tarde noche, no pude visitar a mi compañero padrecito de guagüita y haciendo caso a mi instinto o cabezonería, estuve en el MarTadero, el antiguo matadero que han rehabilitado para proyecciones artísticas que os comenté el día anterior. Lo que no hice ayer, he de hacerlo hoy. Parece ser que ese es mi lema. Pues me presenté en taxi por si las moscas y el lugar es bastante tranquilito, demasiado silencio quizás a su alrededor. Como la obra supuestamente comenzaba a las 20:00 y todavía tenía 20 minutos, entré en su café. Después de pedir mi matecito, el camarero me presentó a las que estaban: unas cooperantas españolas, de Toledo y Granada que son super majas y ya las tengo en mi agenda. Así estuvimos charlando y charlando, bebiendo cervecita hasta las 00:30, pues la función comenzó sin mí. Me gustó el lugar, la gente venía y se sentaba tal y como yo lo había hecho. Nos presentábamos y con naturalidad nos contábamos nuestras vivencias en Bolivia y Granada, con el trago en la mano como si nos hubiésemos conocido toda la vida... Mañana salgo hasta el jueves, para otra comunidad, Ansaldo, donde todavía sigue el bloqueo, a participar 12 en varios talleres con mujeres. Y esa noche del jueves, si el horario coincide, tomo el bus rumbo a Oruro para que me lleve al Salar de Uyuni donde permaneceré 4 días en algún tour que encuentre. Y cuando vuelva me espera el encuentro de CIPCA, con un día de retraso. Sí, me libré de participar en los deportes, esta vez también me habían asignado como portero (rompetechos). Capítulo 12 La distancia física entre los miembros de las diferentes comunidades que han de reunirse para determinar las acciones concretas a realizar, es un verdadero problema. Para los dirigentes y los técnicos del CIPCA, la distancia a recorrer traducida en tiempo material es una cuestión primordial. Las convocatorias de talleres y reuniones deberían ser realizadas de una manera diferente a lo que actualmente se está haciendo, pues el hecho de recorrer grandes distancias para informar sobre una actividad en concreto no es sostenible. En este sentido habrá que establecer una red concatenada de información entre los comunarios para que sea más fluida ésta, apoyándose en las nuevas tecnologías que actualmente existen. Una iniciativa se basaría en el uso de la radio (una emisora como es la Intered) para convocar a las personas, otra podría ser el uso de fax en aquellas comunidades donde exista teléfono y otra el uso de los walkie-talkies y de la telefonía móvil localizando los lugares con cobertura; todo ello para unos horarios de comunicación predeterminados. La información que se pasa sucesivamente de un miembro a otro deberá ser lo suficientemente efectiva para que cada uno de los agentes informantes sea a su vez informado por otro. 13 Si la fecha y hora de los talleres a realizar no responde a la realidad de los haceres cotidianos, el resultado esperado de formación no fraguará. Sería interesante conocer el calendario programado de actividades que tienen otras instituciones que trabajan con las mismas comunidades y así organizar conjuntamente las labores de capacitación. De acuerdo a las impresiones que tuve en los municipios de Ansaldo y Torotoro, toda actividad realizada por el CIPCA ha de estar plasmada en un mapa de coordenadas acompañada con una etiqueta plastificada ubicada en el lugar físico correspondiente; inclusive, la elaboración de un mapa con todos los miembros de las comunidades y los caminos de acceso facilitaría la labor del encuentro (códigos). Teniendo en cuenta que la actividad del CIPCA se realiza sobre parcelas propias de determinados miembros comunitarios, la información obtenida con anterioridad permitirá mantener actualizada la base de datos que manifiesta la evolución temporal de las inversiones del CIPCA. Esta evolución que se refleja en las etiquetas y en el mapa deberá tener su imagen fotográfica que muestre la realidad de los hechos con sus correspondientes hiperlinks. La labor de una Institución es impulsar los cambios para acelerar el desarrollo de las comunidades en términos sostenibles. Me da la impresión que algunos miembros ven a las instituciones como los entes que proveen productos y no procesos que satisfacen las necesidades. Las instituciones han de invertir sin regalar nada, pues los intereses sociales han de ser repartidos en un mundo desigual como el que vivimos. Hay que estimular con donaciones que invierten en los procesos, siempre condicionados al resultado que obtengan los beneficiarios. Si el resultado es lo 14 esperado en la proporción prefijada, se devolverá el importe (el préstamo) que suponga la acción. En Ansaldo veo a los atajados de riego como obras monumentales que sobrepasan su finalidad. Parece ser que esta estructura faraónica diese cierto status a sus propietarios por el hecho de saber que pueden mejorar la actividad económica de sus familias. Y como los beneficios vienen de los procesos, las instituciones deberán capacitar en el uso de los mismos para conseguir los resultados esperados. Hay que hablar de experiencias y de potencialidades que tienen los atajados en el lugar y tener un enfoque que permita caminar en esa dirección. Por ejemplo, crear vasos comunicantes entre los atajados sobre un recurso que es de dominio público como el agua, origina la red necesaria para producir con potencialidades comunitarias. Potencialidades de riego y de superficie. Como los atajados son condicionantes directos del paisaje de las comunidades, sus coronas deberían reflejar la diversidad de los lugares de producción. Reestructurar los muros de contención y las redes de abastecimiento de agua con imaginación estética que evita la erosión y la pérdida de agua, puede ser una de las maneras de afirmar sobre el territorio una infraestructura. De la misma manera que históricamente se han construido y diseñado más de 150 maneras de muros de piedra seca, podemos crear diferentes estilos de coronas de atajados con sus vasos comunicantes. Esta firma, su diseño que es fruto únicamente de los usuarios, permitirá que los miembros hagan suyo el proyecto de producción. Y no hay mejor manera de hacer que aprendiendo de las experiencias contadas y vividas por otros agentes territoriales. En este sentido, los talleres de capacitación deberán incluir las ponencias de aquellos campesinos que comenzaron por esta andadura. 15 El “vecino” estimulador por comparación entre iguales es la técnica social a seguir. Capítulo 13 A las dos y media de la tarde me dejaron mis compañeras del municipio de Anzaldo en la estación de buses, con la intención de subirme al último bus que salía a Oruro para poder llegar al esperado Uyuni. Oruro-Coipasa-Tatasabaya rondaban por mi cabeza llena de recuerdos por aquellas aventuras que viví en mi época chilena y de esta manera desperté en el frío Oruro no sin antes ver las llamitas brincando por sus laderas. Eran las siete de la noche y la estación seguía igualita con su pesada aureola que influía en mi cabeza. Vestía la ropita pegada que me regaló mi familia trapisonda para el frío del altiplano y unido al bastoncito que cargaba y la bolsa de papas con la que cubría mi maleta, era todo un personaje postrado en la pared esperando que le diesen un espacio en el pasillo de alguna flota, pues los pasajes de asiento se habían agotado. Entré a una flota llena de estudiantes y me acomodé en la parte trasera. Allí había dos chicos peleándose por un asiento, dándose puñetazos y sangrándoles el labio y la nariz, con sus camisas manchadas de violencia. La reacción del resto de los compañeros se reducía entre gritos “risueños” a que yo los separase. Querían bajarse del bus y pelear mientras el profesorado miraba al cielo. El que se bajó fui yo. No pude más. Dejé que el resto de personas entrase a sentarse en el pasillo para poder quedarme lo más cerca posible de la salida. Para mi sorpresa, el pasillo se llenó como animales en sus jaulas y tuve que realizar el viaje de ocho horas de pie. El chofer todavía quería recoger más gente que encontraba en su trayecto y cobrarnos y tratarnos como cerdos sumisos. Yo me negaba, intentando bloquear la puerta, pero aún así se salieron con la 16 suya. Existe una explotación consciente, clave del estancamiento social. Cuando viajaba, mantuve la cordura, pues tanta gente en tan poco espacio y emanando tanto olor, influye en el estado de ánimo de cualquier persona. Pensaba en los inmigrantes que llegan en patera o en camiones a la península. A mí me esperaba todo un mar de sal a disfrutar pero para un saharaui el mar puede ser su último destino. Injusticias territoriales. Por fin llegué a Uyuni, a sus 3600 metros de altitud. Respiré hasta que aparecieron seis tour-operadores intentando venderme sus paquetes turísticos. Recogí sus tarjetitas y me fui a buscar un baño para poder desayunar tranquilamente. Comí al estilo inglés, completísimo. Me cambié de ropita y fui a buscar un tour operador. Viendo que estaba entrando una chica a una agencia, fui detrás de sus faldas como diría nuestra ama, contratando el mismo servicio que a ella le habían ofrecido: cuatro días y tres noches. Era holandesa con mucho carácter. Nuestro viaje debería haber salido a las diez, pero eran las doce, nuestro supuesto conductor estaba borracho, nos montaron en otro coche con un taxista que no conocía su función de guía y la agencia una vez cobrado el dinero, se desentendía de todo… El servicio que se ofrece en Bolivia es totalmente diferente al chileno. Después de ver el cementerio de trenes nos llevaron junto a dos chilenas al mar de Sal. No vimos lo que tuvimos que ver pero disfrutamos de su inmensidad infinita. Los ojos tenía chinitos de sus reflejos y lamía sal por kilos. Era buenísima. Cavábamos en su superficie buscando el agua congelada que emana de sus montañas colindantes y algunos intentaban sacarse sus malas energías haciendo yoguismo entre las radiaciones ionizantes. Finalmente nos llevaron a una especie de Hotel de Sal donde pasaríamos la noche. 17 Eran las tres de la tarde. El “taxista” nos dejó allí y se marchó. Comimos carne de llama, durísima, pero yo repetí y me comí las sobras de los demás. Cuando nos dimos cuenta que nosotros éramos nuestros propios guías, planeamos el viaje del día siguiente y nos fuimos a caminar por el Salar entre los flamencos andinos, llamitas y chanchitos del altiplano. El lugar me era tan conocido, tan vivido que realmente se me hacía cotidiano. Incluso la holandesa y las dos chilenas era como si ya las hubiese conocido. Caminamos por los bofedales cercanos a la frontera del Salar y retornamos al hotel a cenar. Una sopita muy rica de verduras junto a un trozo de carne alimentaron nuestras barrigas y de postre una lluvia de estrellas sobre un cielo despejado. El somier era de sal, el suelo era sal, las paredes eran de sal, todo era de sal. Pusimos el despertador a las cuatro de la mañana y dormimos como lirones. Despertamos a las chilenas y salimos con los pan-queques que nos había preparado la cocinera, con destino Tunupa, la bella montaña sagrada del salar con sus 5500 metros de altura. Las chilenas no pudieron más y al cabo de 3 horas de caminata retrocedieron. Yo, como mascaba coca sin parar que había comprado en el mercado de Uyuni, la altura no me afectó. Me sentía súper ágil con ganas de escalar y ante tanta belleza que desprenden los colores del cráter de Tunupa, vislumbré el camino que en realidad no existía para llegar a su cúspide. Mi amiga me decía entre llantos que esta era la primera y la última vez que venía conmigo, que se estaba mareando, que no podía más, que no controlaba las rodillas y que era demasiada la pendiente y que quería volver. Yo, cegado por subir, me reía, pues me sentía tan a gusto que nada me afectaba. No tenía vértigo, ni cansancio aunque estuviésemos rondando los 5000 metros. Yo la animaba sin parar, hasta que por fin llegamos a su amarilla y rojiza cumbre. Nos 18 dimos la mano. Es otro mundo, una satisfacción indescriptible. Necesitamos más de siete horas para subir. La bajada fue rápida aunque nos perdimos, corriendo entre las piedras, saltando de un lugar a otro para llegar finalmente al lugar de las momias. Allí nos estaban esperando las chilenas, y después de ofrecerles hojitas de coca a las momias madre abuela e hija, fuimos al hotel, recogimos el equipaje y partimos en otro coche rumbo isla pescado, cuna de los cactus candelabro. Allí nos cambiaron de compañeros de viaje, las dos chilenas por una pareja holandesa, una pareja canadiense y una alemana. Las chilenas despidiéndose, me invitaban a su pueblo para que realizase junto a ellas la ruta del vino y del queso y yo les respondía en mi inocencia que pronto me verían allí. No era consciente del poco tiempo que iba a tener en mi estancia como cooperante en Bolivia… En total éramos siete, hablando en castellano y en inglés. Habían venido a Latinoamérica a recorrerla durante un año. Sabían de parajes, de destinos y recorridos, pero miraban a la gente del territorio como actores que están interpretando una función para ellos. Como manera de diversión, buscaban una realidad palpable de la vida boliviana externa a ellos, sin un matiz de sentimiento por un cambio social consciente. Asumían que este era un espacio por descubrir y que las injusticias que se cometían no les afectaría como persona. Volverían a sus hogares, a sus quehaceres, después de haber vivido una gran película de la que no formaban parte. Eran buena gente, pero muy determinada por la cultura bipolar del mundo occidental. Esa noche dormimos en otro Hotel de Sal. Yo que estaba agotadísimo fui a dormir temprano mientras los compañeros se quedaron a charlar. Al día siguiente salimos nuevamente en coche a disfrutar de diversas 19 lagunas con flamencos, vistas a volcanes con pequeñas emanaciones de gas, el árbol de piedra y otras formaciones rocosas, el desierto del cuadro de Dalí y otros parajes fantásticos, para llegar finalmente a la laguna Colorada. En el camino, por nuestra propia iniciativa, paramos en una necrópolis llena de momias que se encontraban dentro de unas formaciones rocosas con forma de huevo tipo Alien. Impactaba el hecho de ver un cementerio saqueado y convertido en lugar turístico con tanta momia, con la posibilidad de llevarte algo al bolsillo. La noche la transcurrimos más allá de la laguna colorada, en un hospedaje que estaba realmente sucio. Cuando estábamos cenando se nos acercó un francés pidiéndonos dinero porque se le había estropeado la moto. La gente dispuesta a darle, argumentaba que como cualquiera de nosotros podríamos encontrarnos en esa misma situación, deberíamos costearle sus gastos. Yo en cambio, opinaba que si el término “nosotros” era para los occidentales y si el resto de personas que encontramos diariamente en las calles de Latinoamérica pidiendo limosna no lo eran, yo no le daría ni un céntimo. Al final, por diversas razones no le ofrecimos nuestro dinero pero aún así la moto funcionó por arte de magia. Picarescas de la vida. Hicimos fuego, abrimos cerveza y sidra y charlamos hasta que quedamos sin luz. Esa noche dormí con siete mantas pues mi saco de dormir era de verano. Nos despertamos muy tempranito y vimos en la oscuridad las emanaciones de vapor de los géiseres. Más tarde nos bañamos en aguas termales de la laguna Colorada. Estaba a 35 grados, la temperatura ideal para sumergirse uno y limpiarse de los cansancios acumulados. Como fuera hacía tanto frío apurábamos por no salir, pero el olor del desayuno nos llevó a vestirnos y comer otro completísimo almuerzo. Muy tranquilitos, nos llevaron a ver la laguna Blanca y 20 la Verde frente al imponente Likánkabur, mi otro volcán sagrado. Sus alrededores estaban nevados pues había llovido esa noche y todo estaba precioso. En esos instantes me acordaba de Chile, pues estábamos en la frontera. Finalmente, nos montamos en el coche y viajamos durante más de seis horas hasta llegar a Uyuni. Aterrizamos y yo salí corriendo a comprar el último pasaje que salía a Oruro, perdiendo el contacto de la holandesa y las fantásticas fotos que había sacado al estilo de Keri. De Uyuni a Oruro y de allí a las cinco de la mañana a Cochabamba. Llegué totalmente rematado de tanto viaje sin poder ir al XV Encuentro de CIPCA. Al día siguiente me desperté con cierto malestar que me obligaba a estar continuamente en el baño por lo que decidí ir a la oficina a trabajar y no participar en los juegos que CIPCA había preparado para ese día. En realidad mi cuerpo y mente buscaban un descanso personal, la tranquilidad de la cama en soledad, con sus noches de cine. Aunque estaba agotado sí asistí al último día del encuentro con la visita a Tarata y la cena de gala con todos los asistentes al encuentro. La gente estaba elegantísima y requetepeinada en ese salón de bodas y yo bebiendo mis cócteles de pomelo. Como me estaba entrando la picaresca de la bebida y no quería ser un bandido esa noche, una vez que cenamos y comenzó el baile, retorné a casa a descansar, pues al día siguiente me esperaba otra aventura… Capítulo 14 El cóctel de pomelo todavía rondaba por mi cabeza pero aún así tenía que aprovechar para ir a conocer la Granja Modelo Pairumani. Micro en la plaza Corazonistas rumbo a Quillacollo y de allí a mi destino en trufi. Dado que no había concertado cita para la visita, únicamente me permitieron conocer el Centro de Semillas. Mi objetivo era obtener el mapa 21 de producción óptimo para el área de trabajo de CIPCA-Cochabamba de acuerdo al banco de semillas que tenía el centro. Me indicaron que estaba en proceso de revisión, contando en la actualidad únicamente con fichas descriptivas de las diferentes variedades de cultivos. Muy exhaustivamente, me mostraron todo el proceso de obtención de sus semillas base, certificadas y fiscalizadas de maíz, trigo y haba, que tras ocho años de investigación ponen en el mercado para mejorar la producción del pequeño y mediano agricultor del Valle. Regresé a Quillacollo viendo cómo las mujeres con sus ondas, lanzaban piedras a los pájaros para que no comiesen las semillas de sus cultivos. ¡Qué puntería! Capítulo 15 Con la intención de conocer la fábrica de Coincoca y aprender sobre la transformación de las hojas de coca en productos medicinales, contacté con la dueña de la misma. Pero como la movilidad que supuestamente iba a recogerme no llegó al hostal, tomé un bus destino Totora, cuna de los grandes terratenientes históricos cocaleros. Tras dos horas de viaje, repentinamente paramos a comer chicharrón de cerdo pues a los que íbamos, se nos estaba haciendo la boca agua de ver tanta comida desde la ventana. Tras pagar diez bolivianos, estábamos todos en el bus con nuestras bolsitas de comida disfrutando del mejor manjar cochabambino y del paisaje. Al llegar a Totora, una decena de niños se me acercaron ofreciéndome llevar mi equipaje, pero al ver mi mochilita desistieron de la posibilidad de obtener unas moneditas, pues un saco de papas con la bolsa de dormir y hojitas de coca, era lo único que portaba. Según la guía, existía un hotel municipal recientemente reformado de la época colonial donde 22 podría dormir imaginándome cómo sería hace un siglo dicho lugar. Totora había sido el pueblo más lujoso de Bolivia hasta la reforma del 52, con una arquitectura de ensueño en clave criolla. Llegué al Hotel pero no había nadie para atenderme pues estaban de boda. Pregunté en otros tres hospedajes pero igualmente obtuve su negativa. Sorprende que en un municipio con tanto potencial turístico ocurra esta situación. Finalmente encontré en la parte trasera de una vivienda, una lujosa casa con sauna por cincuenta bolivianos. Así, de querer dormir en un hotel colonial pasé a dormir a una casa de narcos, suficiente para mi imaginación. Al día siguiente, caminé por el pueblo, por su plaza, sus puentes, sus calles y su feria, viendo cómo se vendían vacas, toros y chivos que deambulaban por el río y cómo sus dueños intentaban alcanzarlos con lazos. Después de sacarle una foto a la extraña e inmensa bola de piedra que está en una quebrada, estuve visitando el famoso árbol donde fusilaron a un supuesto tirano cuyo nombre no recuerdo. Me sentí extraño cuando me apoyé en el árbol… Para saber un poquito más sobre lo acaecido, visité la casa de cultura donde conocí una señorita muy agradable con la que estuve charlando horas. Vimos cada una de las fotos y cuadros expuestos con suma tranquilidad, con sus personajes ilustres y las ruinas consecuencia del terremoto del 98. A pesar de que entre las imágenes no se encontraba ninguna mujer, a la salida concluí que fue su belleza lo que hizo a este lugar tan maravilloso. Capítulo 16 Después de elaborar una cuartilla para la X Campaña sobre Medio Ambiente que trataba sobre la defensa del medio fruto de una abstracción mental (…somos polvo 23 de estrellas que brillan y se marchitan…), tomé un bus cama con destino Santa Cruz. Durante dos días consecutivos, la coordinadora de ONGs españolas que trabajan en Bolivia, había organizado un encuentro taller sobre la realidad sociopolítica del país en la sede de la AECI. Si en un primer momento iba a poder asistir al encuentro aunque no fuese socio de ninguna ONG adscrita a la misma, finalmente sólo me dejaron participar de la cena del viernes en la Casa del Camba, pues allí cada uno pagaba de su bolsillo… Después de salir de la estación bimodal de Santa Cruz con el dinerito guardado en el calcetín, tomé un bus que me llevo al centro, al primer anillo. Desayuné 3 salteñas pues durante la noche no había cenado y una vez me ubiqué en el mapa, busqué el famoso “Hostal Bolívar” con sus tucanes y hamacas. La habitación iba a compartirla con otras cuatro personas de diferentes nacionalidades, pues este alojamiento es de puro gringuitos. Una vez duchado, fui a la Catedral a conocer la dirección de las monjas Teresa de Calcuta, concretamente el Hogar de las Misioneras de la Caridad, donde mi madre había trabajado hace cinco años. Está en el cuarto anillo y se llega en cuarenta minutos en micro. Allí me esperaba un cristo en la puerta y un cartel indicando que la visita al Hogar no se podía realizar dicho jueves pues las monjas estaban de oración. Por fin veía aunque estuviese fuera de las rejas, el lugar donde mi ama había dado y recibido tanto amor. Me había dado el nombre de todos los niños y niñas, del guarda, de la lavandera, de los perros… Volvería al día siguiente. Como tenía el día libre, fui al zoo a ver la fauna de la región de Santa Cruz, a los mercados a comer todo tipo de comidas, a pasear por sus calles y plazuelas y vivir la mirada intensa de sus moradoras. 24 Por la tarde compré un pantalón y una camisa para la cena y me presenté todo elegante en la Casa del Camba a las nueve y media. Conocía a Paki de la noche de Martadero (capítulo 12), pero con mi vista de rompetechos no la veía por ningún lado. Pregunté al encargado y él me llevó a la mesa correspondiente. Me presenté formalmente y me senté en una esquina con cuatro chicas bastante interesantes aunque una de ellas era realmente especial. Pedimos diferentes platos típicos, siendo el ceviche de cola de cocodrilo el que más me gustó. Terminada la cena, los cuarenta comensales fuimos a un bar a tomar cerveza y charlar. Al día siguiente ellos irían al taller y yo a dar de comer a los niñitos. De la teoría a la práctica. Napoleón me abrió la puerta del Hogar y me presentó en primer lugar a la Madre Superiora. En menos de un minuto, con una sutileza admirable planeó que ese día y el siguiente estaría apoyando a las personas que trabajan con los niños. Era el momento de ver a los otros hijitos de la ama. Allí estaban delante de mis ojos. Estaban igualitos que en la foto que tiene la ama en Calpe pero un poquito más mayorcitos. Por las discapacidades mentales que tienen, por parálisis cerebral y otros infortunios, intenté transmitirles físicamente el abrazo que mi madre les habría dado con mis propias manos y corazón. Creo que les llegó. Hay cieguitos, sin nariz, sin movilidad, con cráneos inmensos, con mucosidades, con espasmos… pero como decía el cartel que colgaba en la pared, ellos son el camino a la paz y la felicidad de todos nosotros. Estuve dándoles de comer, entregando poquito a poquito mucho amor concentrado en cada cucharada. La mitad entre risas la escupían. Yo me reía y ellos también. En esos momentos conocí una nueva faceta de mi persona, un sentimiento y una fuerza humana indescriptible. Saqué fotos a los niños y me despedí de todos ellos hasta el día siguiente. Esa misma 25 tarde revelé las fotitos. Cuando llegué al Hostal, encontré en mi habitación a dos australianos esnifando coca… Al día siguiente llegó una amiga de Cochabamba, la recogí en la bimodal y después de desayunar fruta y haber pagado mi estancia, fuimos al Hogar a entregar las fotos. Mi amiga estuve acompañando a una anciana, mientras yo me despedía de todos ellos. De allí cogimos un micro y llegamos a la estación de tren con destino San José de Quiquitos. Una vez pagado el ticket y a punto de entrar en el tren, me pidieron el pasaporte. Yo me reía… Tras siete horas de viaje, percibiendo por la ventana un nuevo paisaje, llegamos a San José. Nuestra idea era conocer al día siguiente la iglesia edificada por los jesuitas y salir en flota a Roboré para visitar el Cerro Chochis, la Torre y Aguas Calientes. Un señor muy amable nos ayudó a descargar las maletas por la ventana y llamó a un taxi para que nos llevase a un hospedaje que estaba frente a la iglesia. El alojamiento era muy extraño, sobre todo por la mujer que lo regentaba con su lorito en el hombro. Era una bruja. Nos acomodaron en una habitación interior que parecía una sauna, nos duchamos, cenamos en la plaza y fuimos al circo. Era muy pequeñito con presentaciones bastantes desfasadas pero disfrutaba de ver cómo la gente se lo pasaba bomba: la misma que hacía malabares, participaba en el show de humor, amamantaba a su hijita mientras cobraba los tíckets de entrada… Esa noche no pudimos dormir mucho y al día siguiente no éramos personas para levantarnos de la cama. Para combatir el calor y la humedad fueron necesarias más de seis duchas de agua fría y aún así caminábamos mareados por las calles buscando algún jugo. La iglesia pude verla pues entré por una ventana abierta 26 que daba a un patio. Era preciosa con sus tallados de madera. La estaban reconstruyendo gracias a la ayuda de la AECI. Después de almorzar, fuimos a comprar nuestros tickets de bus, pero no había pasaje para ese día. Por la noche tampoco partiría ningún tren para Roboré (era domingo), por lo que tuvimos que quedarnos nuevamente en San José. Para aprovechar lo poco que quedaba de la tarde, nos montamos en una camioneta taxi y estuvimos viendo desde el cerro mirador y el paseo de la luna, las vistas del entorno del pueblo, pero la quema de los pastizales del Chaco impedía la visión. La humareda era una gran nube… El lunes, con tan mala suerte, tampoco pudimos comprar los pasajes de bus para Roboré, por lo que decidimos desistir del viaje y retornar a Cochabamba. Compramos los tickets del tren que partía a Santa Cruz a las tres de la madrugada, una sandía y unas cuantas naranjas y fuimos en taxi a una piscina de aguas verdes que estaba en medio de la selva. Para precipitar las algas utilizaban sulfato de aluminio. El entorno era muy bonito. Una vez que el cielo oscureció, retornamos caminando durante una hora acompañados de un señor que nos contó varias historias de la dictadura y otras imaginarias. Al llegar a la plaza, cenamos en una mesita para cuatro, pues dos señores nos acompañaron. Uno de ellos había sido en su época de juventud un chulo y un narco en el Chapare. Una de sus anécdotas fue que mató a una niñita dándole de comer un trozo de sandía caliente. Hasta las dos de la madrugada estuvimos tirados en la cama viendo la televisión, telenovelas incluidas hasta que por fin nos montamos en el tren. A Santa Cruz llegamos rematados y para colmo no salía hasta las cuatro de la tarde ningún bus. Sacamos la conclusión que mi amiga y yo no podíamos viajar juntos pues la mala suerte nos esperaría en el 27 camino. Comprados los tickets para viajar para la noche, fuimos a las Cabañitas a bañarnos. Las Cabañitas es un complejo hostelero donde existe una gran cantidad de restaurantes junto a un río. El agua estaba sucia, con bolsas de plástico y pañales en su ribera, pero aún así decidimos darnos un chapuzón. Comimos pescadito, compramos pan de arroz y huminta, nos dimos otro baño fangoso y volvimos a la estación de buses. Esa noche dormimos bien arropados en el saco de dormir. Al día siguiente fuimos a trabajar a CIPCA. Capítulo 17 Durante el transcurso de la semana y la siguiente, he dedicado mi tiempo a diseñar un póster con sus respectivas fichas que versan sobre la manera de incorporar la variable ambiental en los planes de ordenación territorial. Como fiel discípulo de Domingo Gómez Orea, estoy obteniendo dicha información de sus libros, scaneando los cuadros que proporciona y formateando su contenido para que de una manera fácil y esquemática puedan conocer mis compañeros de CIPCA una metodología reconocida. Dado que el ordenador que utilizo habitualmente ha estado ocupado por el Padre Claudio de la Paz, he deambulado con mi pendrive de un ordenador libre a otro, aprovechando los momentos en que mis compañeros no estaban. De nueve de la mañana a nueve de la noche en horario continuo ha sido el tiempo que he dedicado incluido el sábado y el domingo, para compensar en parte los días que he estado ausente por mi viaje a Santa Cruz. Cuando salía de trabajar, compraba mi entrada de cine y dejaba a mi mente que descansara. Entre las películas, resalto la “La Suerte del Chivo”. 28 El paquete solidario de veinte kilos que envió mi familia trapisonda de Zarautz, llegó por fin a Cochabamba después de un mes de espera. Si el gasto del envío alcanzo los doscientos euros, otros cincuenta tuve que pagar por temas aduaneros. A los de la aduana les indiqué que era inadmisible que además de que mi familia donaba ochenta lentes graduadas, un portátil “Pentium”, material escolar, un software sobre economía agraria familiar y diversos libros que quedaban en Bolivia, tuviésemos que pagar un impuesto aduanero proporcional al valor del paquete. Es necesario que exista una cláusula en la normativa aduanera que excluya de impuestos a los envíos que se realizan a Instituciones sin ánimo de lucro. La administradora de CIPCA me aconsejó anotar dicho gasto en el apartado de la hoja que hace referencia a los noventa euros que el cooperante ha de entregar a la institución en la cual trabaja. Una vez realizado el pago, me entregaron el paquete después de una eternidad burocrática y finalmente lo abrí en la oficina, completando una tabla que recoge la relación del contenido del paquete y el destino que se va a dar al mismo. Para el tema de las gafas, colaborará un oftalmólogo que va a graduarlas y con la ayuda del póster de las letras/números que hay en toda consulta óptica, se podrá "equipar" a unos cuantas personas de las diferentes comunidades. El material escolar va a ir a parar a la escuela de Añawani, que es la más necesitada y el portátil para uso de los tesistas. Junto a los libros que enviaron sobre ordenación territorial en el País Vasco (las DOTs y el PTP de Álava Central), hay uno que trata sobre plantas medicinales que nos será útil para la guía en fascículos que vamos a realizar y que llevará como título “Las Plantas Medicinales Fortalecedoras de la Salud Comunitaria”. Los apuntes de ArcGis, introducirán a los compañeros al mundo de los sistemas de información geográfica. 29 Capítulo 18 El doce de octubre celebramos el cumpleaños de nuestro Director Eduardo Acebedo, comiendo un fabuloso plato de “lengua” (el preferido de la administradora) en vez de la típica tarta. Tras la entrega de una felicitación que quería unir sobre un mismo mensaje al FRM y a CIPCA sobre la metáfora de las cenizas, bebimos un licor de Grecia, un vino que elabora un compañero de trabajo y mucha cerveza. El alcohol nos embriagó en muchos sentidos, sacando sentimientos en parte ocultos. Yo perdí mi celular en un taxi cuando estaba acompañando a una amiga a su casa… Capítulo 19 El sábado me desperté mareado y aunque dudé en partir para La Paz por el cansancio acumulado que arrastraba, saqué fuerzas y fui a la estación de buses. El plan ya estaba hecho y no había tiempo que perder, pues mi regreso a la península me esperaba a la vuelta de la esquina. Me senté en mi asiento, compré a una vendedora una ración de chicharrón de pollo, otra de charqui, un helado y una botella de agua y después de llenar mi barriga me quedé frito durante todo el camino. Al llegar al Alto, el cráter de luces de una ciudad inmensa se presentaba ante mis ojitos cansados. Me preguntaba por dónde habría que comenzar a caminar para conocer a sus gentes… Bajé del bus con el imperdible -el nuevo símbolo de enganche social- amarrando el bolsillo derecho de mi pantalón. Dejé mi mochila en la camita de un hostal próximo a la estación y marché a comer chuleta. 30 Repetí. Un tragón Bengoetxea como mi amama. Allí la sentía junto a mí, con su energía revolucionaria, la guerrera de la familia. Desperté pensando en mis destinos: Tiahuanaco, los yungas, Isla del Sol y el cerro Condorini. No sabía dónde se cogían los buses, ni los horarios ni las distancias a los mismos. Me decanté por partir a Coroico, a los yungas sud. Aunque Eduardo me había recomendado que hiciese en bicicleta el camino de la muerte con sus dos kilómetros de desnivel de bajada, el tiempo no acompañaba para tal aventura. Hacía mucho frío en la Paz, el cielo estaba nublado y no había manera posible de ver el Illimani. Pregunté por los micros que viajaban a los yungas y me monté en uno de ellos. Desgraciadamente, no pude ver los cambios de vegetación que acontecían al otro lado de la ventana, pues los cristales iban empapados de vaho y no se podía abrir la ventana por la intensa lluvia que estaba cayendo. Atravesamos el bosque de nubes y la lluvia cesó. Habíamos llegado a Coroico después de tres horas de viaje y una cuesta empinada me esperaba hasta el hostal que recomendaba mi guía de Bolivia. Era el primer municipio turístico de Bolivia declarado por un decreto de gobierno, propiciado por un ex presidente que tenía su casona allí. Había casas inmensas con piscina, hoteles balneario y mucho restaurante preparado para el turismo internacional. Dejé mi equipaje y marché a la oficina de turismo con la intención de encontrar algún guía que me ayudase a adentrarme en la selva. Pero como los servicios eran excesivamente carísimos, decidí aventurarme por mi cuenta y realizar las rutas en solitario. Por la hora que era, ese día únicamente pude ver tres cascadas que estaban al pie de la carretera y hartarme de chicharrón mientras paseaba por los alrededores del municipio disfrutando del paraje que nos circundaba. 31 Al anochecer, compré cinco bolivianos de la mejor coca, una ración de pollo para el desayuno del día siguiente, una bolsa de habas secas y me fui a la cama. Pensando en la subida al cerro que quería subir al día siguiente, no pude dormir por la cantidad de vueltas que di. Por un lado, quería experimentar la aventura de atravesar en solitario la vegetación densa de la subida al cerro, pero por otro lado, tenía miedo de perderme en el intento. Al día siguiente, decidí contratar los servicios de un señor que conocí en la plaza del pueblo y partimos con un machete. Él iba delante y yo por detrás. El primer kilómetro de desnivel lo hicimos fácilmente, pero cuando ya nos adentramos en la maleza, la cosa se complicó pues nos perdimos un buen rato. Yo quería seguir adelante hasta llegar a las lagunas, pero al no confiar en la aptitudes del señor, decidí dar marcha atrás. Comprobé que los sueños elevan la vida al borde del precipicio. Me despedí del lugar pensando en los pueblos vecinos a Coroico y cogí un bus que partía a La Paz con la intención de llegar a Tiahuanaco. Una vez en la Paz, me enteré que había bloqueo en la zona próxima al lago Titicaca, frontera con Perú y lugar de paso obligado a las ruinas; por lo que aposté por montarme en un micro rumbo a Copacabana. Como no había pasajeros suficientes, fui ayudante de vocero, repitiendo “copacabana-copacabana” sin parar hasta que después de dos horas se llenó. Todos los pasajeros eran peruanos y hablaban continuamente de maleficios, de gente embrujada y de caras endiabladas. Algunas se tapaban la cara y no miraban a nadie pues tenían miedo que alguien con poderes sobrenaturales los hechizase con su mirada. Yo mientras tanto conversaba con un señor de Arequipa que era un ex militar. Cuando llegamos a Copacabana, 32 después de atravesar en barco el estrecho, me despedí de todos ellos y le di la mano al compañero de viaje. En ese momento, su cara se puso amarilla y los ojos brillaron como si de un demonio se tratara. El cansancio acumulado… Era de noche en Copacabana y únicamente dos puestos de anticucho había en la calle para cenar. Como el corazón a tiras y a la brasa se ha convertido en uno de mis platos preferidos, me sentaron súper bien los tres platos que comí. Compré por adelantado al dueño del hostal, el pasaje de barco para ir a la Isla del Sol al día siguiente y me metí en el saco de dormir. Con mis bártulos, me senté en la proa del barco, acompañado por un grupo de colegialas de Potosí. El lago Titicaca es un mar dulce, místico y transmisor de paz. Hay algo que hace que tu mente se quede en blanco, que se relaje, que se abstraiga, que se pierda y el corazón lo agradece. No te apetece hablar, buscas la quietud del agua y das gracias a la Vida por estar en un lugar así. Al llegar a la Isla, y con el objeto de descansar y disfrutar del paisaje en soledad, me senté en una mesita de un pequeño bar y pedí la famosa trucha acompañada de una sopita de quinua. Buenísimo todo. Alquilé una habitación con vistas al agua y partí ensimismado bordeando la costa hacia el muro sagrado. Cuando estaba recorriendo un sendero, una señorita me llamó la atención. Parece ser que me estaba metiendo en una propiedad privada donde los turistas que acudían a la Isla lo frecuentaban sin permiso. Y como ella no podía caminar al ser inválida, los nuevos conquistadores turísticos hacían caso omiso de sus advertencias. Decía que le gustaría viajar a otros lugares del mundo como lo hacían los turistas que venían a su isla. Que ella no había salido en toda su vida de 33 allí, ni siquiera para conocer la cercana Copacabana. Indicaba que el dinero que dejaba el turismo en las comunidades era poquísimo, pues no acostumbraban a pasar la noche en la Isla y por lo tanto, a lo máximo consumían una comida en su recorrido por ella. Eran los tour operadores los que se beneficiaban, mientras los moradores se sentían invadidos. Cuando me estaba despidiendo de ella, me permitió ver una piedra sagrada que había en su terreno. Me contó que la época incaica, existían en la Isla, tres clases de mujeres seleccionadas por su belleza traídas de todo el imperio con cinco años de edad. Las más bellas, las guairurus, eran sacrificadas en esta piedra como ofrenda al Sol en su primera menstruación. Seguí bordeando la costa hasta llegar al cerro más alto de la Isla. Dejé mis bártulos, y realicé mi primera ofrenda. Masqué hojas de coca y quinua inflado y deposité entre las piedras un puñado de ambos. Respiré, me llené nuevamente de energía dejando atrás recuerdos de corazón y me dirigí, tras cruzar unas ruinas donde antiguamente se almacenaba la quinua, a una playa maravillosa. Me quité la ropa, cogí otro puñado de hojas de coca que representaba a mis seres queridos, y los esparcí en el agua. Allí fueron navegando las hojitas. El agua estaba friísima, pero me bañé, salí, corrí, nadé y me tumbé a tomar el sol. Allí aparecieron dos cerditos que se tumbaron junto a mí. Cerré los ojos. Estaba helado cuando me recuperé del sueño, me vestí en un santiamén, asusté a los chanchitos y tras visitar la pared sagrada incaica, retorné al pueblo saltando las cumbres de los cerros. En una casita que llamaba la atención y que servían comida, paré a cenar una sopita y un platito de huevos fritos con patatas. Tiritaba. Seguí caminando, ahora por la vereda señalada y no por el camino de cabras que había venido, hasta 34 llegar al pueblo donde tenía la habitación. Estuve en un pequeño museo sobre tesoros-ofrendas encontradas en el fondo del agua del Lago, visité la iglesia y me fui a dormir disparado pues deseaba estar cubierto de mantas. En realidad soñaba con una manta con orejas. Al despertarme al día siguiente, bebí un chorrito de extracto de coca y salí hacia el extremo sur donde partiría el barco de vuelta. Caminaba lentamente, pues estaba sin fuerzas. Compré pan en el camino y arrastré mi cuerpo poquito a poco por las rocas. Cuando estaba llegando a mi destino, me hicieron pagar una tasa turística pero a precio nacional. Ahora soy Boli y no gringuito les decía. Aceptaron. Hoy, este papel representa mi tarjeta de residencia boliviana. Cuando llegué al lugar donde estaban las embarcaciones, me permitieron subir a una privada tras comentarles que necesitaba llegar lo antes posible a Copacabana para partir a la Paz. Me despedí de las aguas santas y compré una trucha al limón para comerla en el bus de vuelta. ¡Cómo disfruto comiendo con las manos!. Me tocó una compañera de asiento muy agradable que había trabajado en Lima como psicóloga en las comunidades. Era francesa. Llegamos al cementerio de La Paz y nos despedimos. Fui a preguntar por los buses que salían a Tiahuanaco, pero el bloqueo continuaba. Y como el tiempo tampoco había cambiado, decidí desistir de subir al cerro Condorini. Volvía a Cochabamba. Capítulo 20 Tomé una ducha merecida en mi residencia, bebí jugo de papaya y fui a preguntar en diversos establecimientos si tenían bacalao en sal. Era jueves y quería preparar un plato de comida para el 35 encuentro de CIPCA-Cochabamba que íbamos a celebrar en Sipe-Sipe en dos días. Mi idea era preparar bacalao al pil-pil, pero con los precios abusivos que encontré, decidí que pulpo a la gallega o a la asturiana podría ser una buena alternativa. Con los consejos de mi ama, de la madre de la novia de mi hermano y de internet, elaboré una receta que no podía fallar. Al día siguiente compraría los ingredientes y el sábado por la mañana cocinaría con la ayuda de Doña Ely, los diversos platos. Esa era la idea. Capítulo 21 El viernes estuve comprando los ingredientes para la gran comida: 2 kilos de pulpo, 1 kilo de surtido de marisco, un queso parmesano, anchoas en aceite, papas y cebolla y , otros vegetales para la ensalada, aceite de oliva y pimentón, aceitunas… Después de almorzar, ayudamos a una compañera de trabajo con la presentación del Foro-Debate Agua y Desarrollo Rural en la Facultad de Sociología y después de asistir al mismo, marché a casa pues debía despertarme a las cinco de la mañana para poder preparar los platos. Capítulo 22 Una vez descongelados los pulpos, pusimos agua a hervir con sal, laurel y una cebolla partida por la mitad. Dimos unos cuantos golpes con un cazo a los pulpos y los asustamos tres veces. Estuvieron cociéndose en el agua cuarenta minutos. Mientras tanto, pusimos cebolla, tomate, patata y un poco de vino en la sartén y comenzamos a preparar la ensalada que consistiría en un montón de ingredientes picados finamente. Parte del líquido que sobró del cocimiento 36 del pulpo, lo vertimos en la sartén que tenía las patatas y tras añadirle un vasito de vino, le pusimos la tapa para que se hiciese todo lentamente. El pulpo lo cortamos con una tijera y lo tuvimos empapado de aceite con sal gorda y pimentón. El surtido de marisco lo cocimos con el agua de pulpo restante y le hicimos un sofrito. Finalmente, cortamos el queso en tacos y le colocamos una anchoa encima. Eran las nueve de la mañana y los coches nos estaban esperando para salir. Recogimos las cosas, las metimos en bolsas y nos montamos en los coches. Todas las familias al completo se daban cita en este encuentro, con sus charangos y guitarras. Escogimos donde hacer la parrillada y pusimos las sillas en círculo, con las mesas en su interior. Preparamos los platos, los aliñamos, los decoramos y los distribuimos. Había todo tipo de especialidades gastronómicas: Japonesas, Bolivianas, Cántabras y Belgas. Tras comer los entrantes, iniciamos la parrillada a mano de Javier. Todo tipo carnes a la brasa bañadas en limón. Comida, música, compañía y cerveza. Qué más se podría pedir.. Aprovechamos ese día para la despedida de una compañera de trabajo que iba a casarse próximamente. Tras intercambiar frases bien pícaras, cada uno de nosotros cortó un trocito de prenda de los prometidos. Bailaron estupendamente los enamorados. Capítulo 23 Marché a recoger las lentes que el Doctor Olguín había graduado para el Banco Solidario de Lentes Graduadas. A cada lente le asignamos un código, le sacamos una foto e introducimos sus datos en la Base de Datos BSLG. El proyecto ya estaba en marcha. 37 Capítulo 24 De una manera u otra, he intentado compensar los días que he estado ausente por mis viajes de aventura por días de oficina en fin de semana. En este periodo, he elaborado un CD con enlaces a los documentos, propuestas y proyectos que he planteado. Capítulo 25 Tramitar el vuelo de regreso a la Península fue verdadero quebradero de cabeza. Estuve dos días una agencia de viajes sin resultado alguno. incertidumbre reinaba y la responsabilidad esfumaba. un en La se Capítulo 26 Último día de faena. Los compañeros de trabajo me prepararon una salteñada de “hamaiketako” y tras unas bellas palabras de la Administradora, continuamos trabajando. En ningún momento sentí que me marcharía de Bolivia. Una tercera persona sería la que tomase el vuelo a Madrid. Eso rondaba por mi cabeza. No era consciente de mi retorno. Si el día anterior, cenamos una parrillada entre amigos (había cobrado el cheque), esta vez me invitaron a comer mis compañeras de trabajo de Ansaldo. Charlamos de nuestros futuros: trabajaríamos con el mismo espíritu y dedicación por el desarrollo rural. Por la tarde, asistimos al Foro-Debate Migración y Desarrollo Rural organizado por CIPCA y cuando finalizó, estuvimos tomando unas cuentas cervezas en nuestro habitual bar. El Director y el resto de los 38 compañeros me despedían con su amistad, cortándome la trenza que durante diez años la había llevado conmigo. La iban a enmarcar y colgarla como recuerdo de mi estancia en CIPCA-Cochabamba. Capítulo 27 Escucho canciones que me hacen llorar de tanta sensibilidad y furia que emana la lucha libertaria. Estoy en Bolivia y desearía permanecer aquí para seguir viviendo la esperanza de las gentes del pueblo que reclaman dignidad. Esta oportunidad aprovechada que me ha brindado la vida, llamará nuevamente a mi corazón para que retorne a esta patria mundo. Me marcho sin un adiós, que es mi estilo, esperando que los formalismos sociales de occidente no nublen mi dedicación al prójimo. Con pasión y tenacidad, hasta la eternidad compañer@s bolivian@s! 39