63 BoyerN

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Noticias de la
regulación
N°
noviembre-diciembre 2012
63
Este artículo es muy importante en nuestro medio por varias razones. En primer lugar porque las teorías
económicas ortodoxas se han replegado y han perdido credibilidad, inclusive en el medio académico. En
segundo lugar, porque desde hace varios años se han difundido entre nosotros las teorías institucionalistas,
dentro de las cuales la teoría de la regulación ocupa un lugar reconocido. En tercer lugar, porque los
economistas críticos formados en la tradición anglosajona han revisitado y desarrollado los enfoques
“poskeynesianos”, dejando de lado los de los “nuevos keynesianos”, que trataron de compatibilizar el
pensamiento de Keynes con versiones críticas del enfoque neoclásico.
Las teorías institucionalistas y las poskeynesianas siguen todavía cada una su propio derrotero, ocupando
un espacio cada vez más importante en el medio académico, sobre todo entre los jóvenes economistas que
desconfían de la utilidad del enfoque neoclásico ortodoxo para comprender y explicar con modelos
estilizados la realidad de las economías latinoamericanas y en particular de la Argentina después de la
posconvertibilidad.
Robert Boyer, un regulacionista situado en una corriente interna cercana a Kalecki y Marx, conoce muy
bien la teoría poskeynesiana y ha establecido relaciones estrechas con estos economistas, preguntándose
cuáles son las cosas que los diferencian y cuáles las posibles convergencias. Para Boyer, los poskeynesianos
creen que hay una teoría cuya vocación es universal mientras que los regulacionistas son más modestos y
llevan a cabo un análisis situado en el espacio y en el tiempo.
Colabora con su propuesta señalando un camino con varias sendas: 1) reconocer el rol determinante de las
instituciones (el modo de regulación) para generar o compensar “las fallas del mercado”, 2) examinar la
pertinencia de los modelos para explicar la realidad y no solo contentarse con que sean internamente
coherentes, y 3) asociar a cualquier modelo de crecimiento a largo plazo, los factores capaces de
desestabilizarlo dada la lógica de producción y de acumulación del modo de producción capitalista.
La propuesta es muy sugerente, pero requiere que los investigadores inscriptos en ambas corrientes den un
paso hacia la otra con una actitud de autocrítica y de apertura. Un esfuerzo de intercambio y cooperación
sería de mucha utilidad dada la complejidad y la gravedad de la crisis actual. Poder comprender más
profundamente sus causas y formular políticas económicas adecuadas ayudaría a salir del estancamiento,
dando prioridad a la economía real y al mercado interno frente a las dimensiones financieras, a la
mundialización y la extranjerización; esto permitiría avanzar hacia el pleno empleo con una más justa
distribución del ingreso y restablecería a la relación salarial en la jerarquía de las formas institucionales.
Julio César Neffa
Poskeynesianos y regulacionistas:
¿una alternativa a la crisis de la economía estándar?
ROBERT BOYER
El programa de investigación poskeynesiano y el regulacionista comparten
una misma característica: proponen una alternativa a la economía
estándar, cuya incapacidad para explicar los hechos estilizados observados
se ha manifestado desde los años 1970 y se ha vuelto aún más evidente
durante la actual crisis económica. La posibilidad de una convergencia
entre ambos programas se ha manifestado, en primer lugar, en la
formalización del régimen económico de la posguerra en tanto forma
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particular de crecimiento acumulativo; en una segunda instancia, en el
análisis de los arrebatos especulativos que se vienen sucediendo desde los
años 1980; finalmente, en la utilización de modelos de stock-flujo con el
fin de distinguir los canales de transmisión de la política monetaria y la
sostenibilidad de los desequilibrios observados en el plano de la economía
mundial y de la Unión Europea. Que estas convergencias sean
relativamente escasas puede explicarse en primer término porque la
referencia de los regulacionistas es más kalekiana y marxista que
keynesiana. En segundo lugar, porque poskeynesianos y regulacionistas
tienen posturas epistemológicas diferentes: los primeros sostienen una
teoría cuya vocación es universal mientras que los segundos llevan a cabo
un análisis situado en el espacio y en el tiempo. La profundidad de la crisis
que atraviesa la economía estándar en el campo de su epistemología
implícita, de sus conceptos fundadores y de sus métodos, hace que surja
un espacio en el cual poskeynesianos y regulacionistas puedan quizás
establecer una colaboración. El artículo propone cuatro pistas: reconocer
el rol determinante de las instituciones -y no solamente de la política
económica- en la compensación de las fallas del mercado; examinar
sistemáticamente la pertinencia de las diferentes clases de modelos -y no
solamente su coherencia teórica-; enriquecer los mecanismos típicamente
keynesianos con el fin de exponer las interdependencias observadas en las
economías contemporáneas; y, finalmente, asociar a cualquier modelo de
crecimiento a largo plazo los factores capaces de desestabilizarlo siguiendo
un proceso de endometabolismo característico de una economía
capitalista. La evolución de las instituciones académicas, nacionales e
internacionales, constituye quizás el principal obstáculo para que estas
investigaciones puedan ser llevadas a la práctica.
Palabras clave:
crecimiento y crisis, John Maynard Keynes, metodología económica, Michael Kaleki,
Nicholas Kaldor, teoría de la regulación, teoría post keynesiana
Códigos JEL:
B22 - Macroeconomics, B25 - Historical; Institutional; Evolutionary; Austrian, E11 Marxian; Sraffian; Institutional; Evolutionary, E12 - Keynes; Keynesian; Post-Keynesian,
E44 - Financial Markets and the Macroeconomy, F41 - Open Economy Macroeconomics
INTRODUCCIÓN: UN ORIGEN EN COMÚN
Los años 1970 son una fecha clave para ambos
programas de investigación. A mediados de esa
década, se profundiza la distancia entre las
predicciones del paradigma estándar y la
evolución macroeconómica de los grandes países
de la OCDE. Es debido a ello que los
poskeynesianos intentan proponer enfoques
alternativos con respecto al modelo neoclásico de
crecimiento y al empobrecido mensaje keynesiano
vinculado a la difusión del modelo IS/LM
(Harcourt, 1987). Una nueva generación tomará el
relevo de los trabajos de Sidney Weintraub, Paul
Davidson, Hyman Minsky, Jan Kregel pero
también, en menor medida, de los de Joan
Robinson, Nicolas Kalecki y Nicholas Kaldor
(Asensio et al., 2011).
Esta fecha constituye también el punto de partida
de otro programa de investigación: el análisis de la
regulación y la crisis del capitalismo americano
(Aglietta, 1976) es el primero de una serie de
trabajos que se prolongan hasta los análisis de la
gran crisis iniciada en 2008, y que esta revista
continúa reflejando siguiendo la línea de l'Année
de la Régulation (publicación anual, entre 1997 y
2005, de la Asociación Recherche & Régulation).
Es evidente que los fundadores de este enfoque
conocen y utilizan los instrumentos de los
poskeynesianos pero que dicho reconocimiento no
es recíproco: entre los poskeynesianos, son pocos
los que mencionan la contribución, en un sentido
complementario, de los regulacionistas.
¿De donde proviene esta relativa desconexión?
¿Acaso está ligada intrínsecamente a los
respectivos fundamentos de ambos programas de
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investigación? La pérdida de legitimidad y la falta
de pertinencia de la teoría macroeconómica
estándar frente a una crisis a la que se considera
"venida de otro lado", propician quizás una
segunda oportunidad para que ambos programas
se aproximen con el fin de proponer una
alternativa. Este es el hilo conductor del presente
artículo.
1. EL SURGIMIENTO DE LOS ENFOQUES DE LA
REGULACIÓN:
UNA CORRIENTE MÁS MARXISTA Y ORIENTADA HACIA
LA HISTORIA QUE TÍPICAMENTE KEYNESIANA
Los momentos fundadores son esenciales ya que
en ellos se constituyen las preguntas, los métodos
y las prácticas de investigación que luego
perduran más allá de los ajustes y las
redefiniciones posteriores. En efecto, los enfoques
de la regulación siguen estando signados por sus
orígenes. Los primeros trabajos provienen de
macroeconomistas o ingenieros economistas que
trabajaban para la Administración económica,
término acuñado en la época y que implicaba una
cierta desvalorización a raíz del triunfo de la
creencia en la superioridad intrínseca de los
mercados con respecto a un intervencionismo
ilustrado. Michel Aglietta se involucró así en la
construcción de uno de los modelos
macroeconómicos utilizado a principios de los
años 1970 por el INSEE, llamado Fifi, mientras
que Bernard Billaudot primero y Robert Boyer y
Jacques Mazier después, participaron en la
elaboración de dos generaciones de modelos
(DECA, STAR) dentro de la dirección de Previsión
del Ministerio de Finanzas.
En el caso del primer modelo, la apertura a la
competencia internacional hace que la
competitividad de la oferta sea el factor
determinante del crecimiento a mediano término,
provocando que las políticas keynesianas de
manejo de la demanda pierdan eficacia
progresivamente. Así se explica el progresivo pero
continuo crecimiento del desempleo en Francia
desde 1967. El modelo introduce así la pregunta
que constituye el eje de investigaciones
posteriores: ¿cómo se transforman las estructuras
del capitalismo y por lo tanto las eventuales
regularidades macroeconómicas? El interés de
Michel Aglietta se desplaza entonces de la
situación francesa de la época hacia el capitalismo
americano: la estanflación y la crisis que se abre
en 1973 reflejan que un régimen de acumulación
sin precedentes, el fordismo, ha alcanzado su
límite.
Una ruptura equivalente de las regularidades
incorporadas en los modelos de simulación y en
los modelos econométricos referidos a Francia es
el punto de partida de las reflexiones de Bernard
Billaudot, Robert Boyer y Jacques Mistral sobre
los límites de una teoría macroeconómica
ahistórica (Boyer y Mistral, 1978). En este caso, la
crítica está por supuesto dirigida a la teoría
neoclásica en vigencia en la época y a la ilusión de
una Teoría del equilibrio general (TEG) como
fundamento científico. Sin embargo, apunta
esencialmente a la teoría marxista, o al menos, a
su vulgata, que considera que la ley de la caída
tendencial de la tasa de ganancia constituye el alfa
y el omega del análisis de la dinámica del
capitalismo. Ahora bien, las investigaciones sobre
el capitalismo americano (Aglietta, 1976) al igual
que las realizadas sobre el capitalismo francés
(Benassy
et al., 1978) muestran una
transformación de la jerarquía de las formas
institucionales. Esta transformación es de tal
magnitud que hasta principios de los años 1970, el
compromiso salarial fordista y la pujanza de la
moneda de crédito impulsan un régimen de
acumulación sin precedentes en el cual se
mantiene una tasa de ganancia alta y estable,
aunque para ello se deba pagar el precio de una
inflación que sigue presente aún durante los
períodos de recesión.
A partir de ese momento es importante señalar
dos secciones productivas dentro de los modelos:
bienes de producción versus bienes de consumo,
en la línea de los esquemas de reproducción
propuestos por Marx en El Capital. Pero la
elección de parámetros ad hoc es reemplazada por
la justificación de los mismos a partir de las
características efectivamente observadas gracias a
los datos de la Contabilidad nacional y los cuadros
Input-Output que hacen referencia a esas dos
secciones productivas y a la dinámica de los
salarios (Bertrand, 1983).
2. UNA PRIMERA CONVERGENCIA: LOS MODELOS
KALDORIANOS DE CRECIMIENTO
Un modelo de ese tipo supone empero una fuerte
inversión a nivel estadístico, que vuelve tentadora
la idea de convertir esos modelos en una
formalización que opere a nivel agregado. El
modelo permite entonces realizar un cotejo con
los datos macroeconómicos estándar y las teorías
alternativas (Boyer, 1988). Es en este contexto en
el que surge un punto de encuentro con algunas
de las investigaciones post keynesianas: en efecto,
la formalización del régimen de crecimiento
fordiano se presenta así como una especificación
de una forma particular de crecimiento
acumulativo, en la línea de los trabajos de
Nicholas Kaldor (1985). De ello se desprende que
para que un régimen de este tipo exista y sea
resiliente deben reunirse ciertas condiciones
precisas: que existan rendimientos de escala
crecientes, una indexación moderada de los
salarios reales basada en la productividad, una
baja apertura de la economía a la competencia
mundial. Esas condiciones, por su parte, suponen
una configuración particular de la relación
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salarial, de la competencia y de la inserción
internacional. Por lo tanto, si las formas
institucionales están organizadas de una manera
diferente o si evolucionan debido al éxito del
régimen de acumulación correspondiente, la
economía puede converger hacia otras
configuraciones: crecimiento alimentado por la
profundización continua de la competencia (Petit,
1998) y por el dinamismo de las exportaciones
(Boyer y Petit, 1989). Volvemos a encontrar así
uno de los modelos clave del movimiento
kaldoriano, en el cual la exigencia de la balanza
comercial determina el ritmo de crecimiento y
limita la posibilidad del pleno empleo (Thirlwall y
Mc Combie, 1994).
En este primer encuentro entre los
poskeynesianos y los regulacionistas, la
contribución de estos últimos (gráfico 1) consiste
en señalar el carácter institucionalmente situado
de todos los modelos macroeconómicos, en
oposición, por lo tanto, a una teoría
macroeconómica que se presenta como universal y
atemporal. Este mensaje, con algunas pocas
excepciones, tuvo escasa repercusión en el campo
de los poskeynesianos (Setterfield, 2007). Sumado
a este hecho hay que señalar que los
regulacionistas, siempre preocupados por las
tendencias a largo plazo, no han cesado de
interrogarse sobre los mecanismos del
crecimiento y sobre el cambio que éstos
experimentan después del agotamiento y la crisis
del fordismo, mientras que los poskeynesianos
han concentrado principalmente sus esfuerzos en
las discusiones de política económica y, por lo
tanto, en modelos de corto y mediano plazo.
Gráfico 1. Un primer encuentro entre poskeynesianos y regulacionistas. Crecimiento acumulativo y
régimen de acumulación fordista
3. UNA SEGUNDA CONVERGENCIA, LA VIABILIDAD DE
UN RÉGIMEN DE CRECIMIENTO IMPULSADO POR EL
SECTOR FINANCIERO: EL MODELO MINSKIANO
Desde los años 1970, los regulacionistas han
tratado de distinguir cuál podría ser el nuevo
régimen de crecimiento y modo de regulación
hacia el que podría dirigirse la evolución de las
formas institucionales. ¿Se produciría acaso un
regreso a una regulación competitiva a raíz de la
multiplicidad de las estrategias de flexibilización
de la relación salarial? ¿O el imperativo de
competitividad se volvería dominante bajo los
efectos de la reducción continua de las barreras al
comercio internacional? Estas transformaciones
ocurrieron en los hechos, pero no hasta el punto
de lograr imponer su propia lógica, ya que a partir
de los años 1980 la liberalización y la innovación
financiera han impulsado una significativa
transformación en la gestión de las empresas, en
nombre del valor accionarial, tanto en lo que se
refiere al ajuste del empleo como en lo relativo al
manejo de la cobertura social -especialmente en el
tema de las jubilaciones- y en la manera de
conducir la política monetaria. Esta conjunción de
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cambios estructurales permite entonces que se
mantengan tasas muy bajas de inflación aún
cuando la tasa de interés conserva niveles muy
moderados. El acceso fácil al crédito inaugura,
especialmente en los Estados Unidos y en el Reino
Unido, un nuevo período histórico en el cual se
suceden la burbuja de Internet -fruto del
financiamiento laxista-, que finalmente estallará,
y la burbuja inmobiliaria originada por el bajo
nivel de exigencia en la concesión de créditos, aún
para aquellos norteamericanos con un ingreso
estancado e insuficiente para asegurar el
reembolso de sus créditos hipotecarios.
Los regulacionistas diagnostican entonces, a partir
de finales de la década de 1990, la constitución de
un régimen de crecimiento impulsado por la
financiarización (Aglietta, 1998), que difunde sus
efectos sobre la casi totalidad de las otras
economías a partir de los Estados Unidos. En este
contexto, adquiere sentido nuevamente la
pregunta de Hyman Minsky, generada por su
análisis original de la contribución de la Teoría
g e n e r a l a la comprensión del moderno
capitalismo financiero: "¿Es posible que ocurra
otra crisis de igual gravedad que la de 1929?"
(Minsky, 1975 ; 1986). Tanto sus discípulos como
los regulacionistas están de acuerdo y aportan una
respuesta positiva (Boyer, 2000a ; Aglietta y
Rebérioux, 2004). En efecto, dentro de la escuela
de las convenciones se profundizaron los análisis
de la Teoría general sobre las consecuencias que
provoca la incertidumbre sobre el funcionamiento
de los mercados financieros: el mercado bursátil,
por ejemplo, lejos de converger hacia un mítico
"valor fundamental", alterna fases alcistas con
fases descendentes (Orléan, 1990). A partir del
momento en que las finanzas imponen su lógica a
otras formas institucionales, y son incorporadas
por los actores a sus comportamientos y
anticipaciones, son los arrebatos especulativos los
que ponen en movimiento la economía. El
estallido de la burbuja de las subprimes
representa entonces algo más que un ciclo
financiero típico, ya que marca la quiebra de un
sistema financiero en el cual el factor riesgo es
aportado por una titulización ejercida sobre
agentes que no son capaces de evaluar su
naturaleza y amplitud (Boyer, 2011b). Esta crisis
financiera sistémica significa también el fin de un
régimen de crecimiento en el cual el crédito es
percibido como la solución a los problemas
vinculados al estancamiento del ingreso real
promedio y a la profundización de las
desigualdades.
La hipótesis de inestabilidad financiera a la
manera de Minsky regresa entonces a escena, ya
que se trata de una de las pocas problemáticas junto a los modelos de acelerador financiero que
introdujeron sus mecanismos en la
macroeconomía estándar- que vuelve inteligibles
las consecuencias de la liberalización financiera.
Es entonces una segunda convergencia entre
poskeynesianos y regulacionistas, convergencia
que llega al punto de alimentar formalizaciones
originales que consideran la transformación de los
ahorristas en especuladores Ponzi, la que
introduce una dinámica nueva con respecto al
modelo original que se refería únicamente a la
estrategia de las empresas (Charpe, 2009). De la
misma manera, al insertar la taxonomía de las
estrategias financieras (cobertura, especulación,
Ponzi) surge que el crecimiento puede verse
favorecido o
hipotecado según cómo se
distribuyan las tres estrategias y el nivel de la tasa
de interés fijada por el Banco central (Nisgi,
2011a). Es así cómo, en ocasión de la crisis
iniciada en 2008, surge un programa de
investigación que es común a los poskeynesianos y
a los regulacionistas (gráfico 2).
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Gráfico 2. Inestabilidad financiera y acumulación arrastrada por la finanza
En esta ocasión, el aporte de los regulacionistas se
refiere a la utilización e interpretación de los
modelos. En la permanente querella de
legitimidad que sostienen con la macroeconomía
estándar, los poskeynesianos argumentan que sus
modelos son correctos gracias a su superioridad
teórica. Por el contrario, los regulacionistas
insisten en que existe una variedad de regímenes,
que se produce al cambiar los parámetros que son,
a su vez, el reflejo del impacto de formas
institucionales particulares sobre las
regularidades macroeconómicas. La coherencia
teórica es fundamental, pero la pertinencia de las
hipótesis es igualmente importante: ¿qué interés
hay en razonar correctamente sobre figuras falsas?
¡La única certeza es que se estará siempre
equivocado! El enfoque de la regulación apela a un
cotejo permanente con los datos de la observación
e invita a cambiar algunas hipótesis -técnicas o
adjuntas en el seno de una misma teoría- si el
modelo lleva a conclusiones que son
sistemáticamente contradichas por la observación.
En realidad, un punto de partida para intentar
reconciliar ambos enfoques consiste en
preguntarse si ciertos modelos emblemáticos de la
corriente post keynesiana (Lavoie y Godley, 2001)
pueden aplicarse tanto a Estados Unidos como a
Francia (Clévenot, 2006). Pero también es
necesario hacer que las concepciones de la
dinámica económica sean compatibles.
4. UN ENCUENTRO FRUSTRADO: TIEMPO HISTÓRICO Y
DINÁMICA DEL CAPITALISMO EN LA LÍNEA DE JOAN
ROBINSON Y MICKAËL KALECKI
Considerando el impacto que tuvo la crisis de los
años 1970 en la elaboración de los trabajos
poskeynesianos, era factible anticipar que el
énfasis que había sido puesto en la defensa de la
teoría keynesiana en un sentido estricto se
desplazaría hacia el análisis de la dinámica de la
acumulación, de los bloqueos de la misma, y de la
transformación de las instituciones del
capitalismo a escala nacional e internacional. Por
una parte, la noción de Mickaël Kalecki sobre la
primacía de la acumulación y la imposibilidad de
alcanzar el pleno empleo (debido a que en ese caso
se otorgaría un gran poder a los asalariados) se
volvía mucho más pertinente que la del propio
Keynes, muy marcada por las características de la
crisis de la economía británica a lo largo de los
años 1930. Este punto es el que destaca Joan
Robinson en el artículo que le dedica en 1974. Por
otra parte, y de manera más general, esta autora
opone los enfoques basados en el equilibrio
(típicos de la teoría neoclásica), a la comprensión
de los procesos históricos: " a partir del momento
en que admitimos que la incertidumbre de las
previsiones es la que guía los comportamientos
económicos, el equilibrio pierde su pertinencia y
la historia toma su lugar" (Robinson, 1974, p.1).
Esta crítica está dirigida a la teoría walrasiana... lo
que no impedirá que dos décadas más tarde la
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macroeconomía sea invadida por los modelos de
ciclo real (RBC) y luego por los modelos
dinámicos estocásticos de equilibrio general
(DSGS)... a tal punto que ¡la crisis de las
subprimes resulte imposible y por lo tanto,
incomprensible!
Desafortunadamente,
son
pocos
les
poskeynesianos que consideraron seriamente la
introducción de la historia en la teoría
macroeconómica. Es cierto que la controversia
sobre la medición del capital ha mostrado que las
funciones de producción estimadas a partir de
datos históricos, lejos de provenir de exigencias
tecnológicas, sólo expresaban las interacciones
entre acumulación, cambio técnico y crecimiento.
Sin embargo, habría sido fundamental que se
reflexionara sobre los cambios institucionales de
la segunda posguerra mundial, que hacen que la
economía británica y la norteamericana se alejen
de la configuración del período de entre guerras:
el pleno uso de la moneda de crédito, la
institucionalización de los derechos de los
asalariados, una fuerte socialización inicial de la
inversión y un encuadramiento del sector
financiero a nivel nacional e internacional. Ahora
bien, en el propio seno de la problemática de la
Teoría general esas instituciones y formas de
organización van a desempeñar un rol
determinante en la reducción de la incertidumbre
a la que se enfrentan los empresarios y los
inversores. Si se deja que los agentes actúen por
su cuenta, crearán previsiones que conducirán a
una inestabilidad intrínseca de los mercados
financieros, mientras que la mediación de las
instituciones y de las políticas puede ayudar a
canalizar esas fuerzas desestabilizadoras (Shackle,
1974). Justamente éste es el fundamento de la
renovación de las teorías institucionalistas
modernas (École des Conventions, 1989; North,
1990; Aoki, 2002): las convenciones, las
organizaciones y las instituciones canalizan las
previsiones y participan de la coordinación
económica en la misma medida que lo hacen los
mercados, y pueden contrarrestar las fallas de
estos últimos. Retrospectivamente, es lamentable
que los poskeynesianos no se hayan apropiado de
esta dialéctica entre incertidumbre e instituciones,
ya que de hacerlo quizás habrían podido atajar la
contra revolución de las previsiones racionales. Al
argumentar legítimamente que cuando las
políticas económicas y las reglas de juego
cambian, los agentes económicos adaptan su
comportamiento, Robert Lucas (1983) ha
reintroducido de hecho una macroeconomía pre
keynesiana basada en una utilización abusiva de la
teoría walrasiana, dado que está construida sobre
una economía con un único agente representativo
que optimiza su comportamiento dentro de un
horizonte atemporal.
En sus últimos escritos, sin embargo, Joan
Robinson subrayó otra historicidad de las
economías capitalistas: en cuanto los teóricos han
terminado de comprender los mecanismos y las
condiciones de un régimen de crecimiento, éste
entra en crisis y hace que deban abocarse
nuevamente a aprehender la inteligibilidad de las
economías contemporáneas. Este punto
constituye, nada más y nada menos, el eje central
de las investigaciones regulacionistas: no existe un
régimen de acumulación dotado de estabilidad
estructural a largo plazo porque las crisis, cuya
gravedad no es siempre la misma, son la expresión
misma de la lógica de ese modo de producción, el
capitalismo. Es por eso que no solamente
podemos concebir y observar diversos regímenes
de esa índole en un momento determinado del
tiempo, sino que además cada uno de esos
regímenes conlleva crisis cíclicas y, sobre todo,
grandes crisis específicas.
Muchos poskeynesianos caen en la tentación de
pensar que poder formalizar esos procesos
históricos está fuera de su alcance. Algunos
regulacionistas fueron más audaces y propusieron
formalizaciones que explicaban, dentro del mismo
marco analítico y sin hacer referencia a un shock
exógeno, la existencia de fluctuaciones regulares a
lo largo de una senda de crecimiento y,
posteriormente, el brusco cambio de la economía
hacia un rumbo diferente (Lordon, 1997b). Una
discontinuidad de esta índole concuerda con las
observaciones históricas realizadas sobre las
grandes crisis de 1929, 1973 y con la gran sorpresa
que constituyó para los partidarios de la economía
estándar el desplome del sistema financiero
americano en septiembre de 2008. Sin embargo,
una parte de los profesionales continúa invocando
una serie de perturbaciones surgidas de "afuera":
el brutal afán de lucro y la pérdida de moralidad
de Wall Street, la caída de la productividad en el
sector inmobiliario, la ola de irracionalidades por
parte de los que solicitaron un crédito. La
primacía de la hipótesis de la eficacia de los
mercados y de su estabilidad intrínseca condujo a
la macroeconomía contemporánea a un callejón
sin salida.
Esta es la circunstancia ideal para que se produzca
una conjunción de las investigaciones post
keynesianas y regulacionistas alrededor de la
construcción de modelos que formalicen esos
procesos endógenos de desestabilización de una
configuración institucional (gráfico 3). Es cierto
que en ciertos trabajos poskeynesianos se toman
en cuenta los cambios estructurales, pero se los
asocia a la búsqueda de vías estables de
crecimiento a largo plazo, que garanticen el pleno
empleo (Pasinetti, 1981). Ahora bien, tanto
Kalecki como Goodwin coinciden en reconocer
que esto es contradictorio con la lógica y los
estímulos que conlleva un régimen capitalista.
Una hibridación de ambos programas de
investigación es por lo tanto posible (Lavoie,
1992 ; Lavoie et Godley, 2001) y el interés de un
proyecto de esa índole debería verse acrecentado
por las enseñanzas de la crisis que comenzó en
2008 (Setterfield, 2011):
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Gráfico 3. Un encuentro frustrado, pero futuros proyectos. El endometabolismo de los regulacionistas
como prolongación de la historicidad de los regímenes de crecimiento de Joan Robinson
• en los capitalismos dominados por las
finanzas, crecimiento fuerte y estable y luego
desplome brutal, antes de que se manifieste
que son necesarias masivas intervenciones
públicas;
• incertidumbre radical en cuanto a las reformas
que permitan reducir un desempleo que se ha
transformado en estructural;
• fuerte diferenciación de las trayectorias
nacionales...
Las teorías deben tomar en cuenta entonces la
irreversibilidad -y no la ergocidad- de los
sistemas económicos, y los poskeynesianos
deben participar en esta reevaluación (Asensio
y Lang, 2010).
5. LOS MODELOS DE STOCK-FLUJO: UN INSTRUMENTO
COMPARTIDO PARA ANALIZAR LA TRANSMISIÓN DE
LA POLÍTICA MONETARIA Y LA SOSTENIBILIDAD DE LA
ECONOMÍA MUNDIAL Y DE LA UNIÓN EUROPEA.
Los macroeconomistas poskeynesianos fueron los
precursores en el estudio de estas tres cuestiones,
rompiendo así con las vías sin salida de la teoría
estándar.
• En la nueva economía clásica, en efecto, los
formalizadores son propensos a no tomar en
cuenta el conjunto de limitaciones de tipo
contable que rigen a la vez las cuentas de los
agentes y los equilibrios por categoría de
operaciones, provocando así que en algunos
casos los modelos sean incoherentes desde el
punto de vista estrictamente contable y de las
implicaciones de la ley de Walras.
• Además, los teóricos piensan en modelos
formulados en términos de flujo ya que, a
excepción de la masa monetaria, no se
formaliza ninguna variable de stock, de capital
productivo o de activos financieros. Debido a
ello, una sucesión de equilibrios de flujo puede
disimular la acumulación de desequilibrios de
los stocks, en materia de endeudamiento
privado o público, por ejemplo.
• Finalmente, ya sea porque resulta más fácil o
por que se piensa en una economía
norteamericana idealizada (la de los años
1960), las enseñanzas más importantes de la
macroeconomía se refieren a una economía
cerrada o en todo caso no limitada por su
inserción internacional.
Le debemos a los trabajos del departamento de
economía aplicada de la Universidad de
Cambridge el haber desarrollado desde hace
mucho tiempo una alternativa mucho más
satisfactoria, inspirada en la tradición keynesiana.
• Al igual que en la tradición francesa de
modelización macroeconómica, afirmaron la
necesidad de un sistema completo de
contabilidad realizado a partir de las cuentas
nacionales, ya que las limitaciones de ese tipo
son esenciales en cualquier análisis aplicado
(Godley y Crips, 1983). Basta pensar en las
normas que rigen el déficit público, el déficit
exterior, y que protegen a los agentes privados
internos, para ver que son esenciales para
comprender, por ejemplo, la configuración
actual de las economías norteamericana y
europea desde 2008, al igual que la economía
japonesa de la década perdida (Koo, 2009).
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• La segunda contribución de estos trabajos
consiste en destacar la evolución de los stocks
asociados a un equilibrio de los flujos y sus
consecuencias en la sostenibilidad a largo plazo
de una política económica. Wynne Godley
había detectado así la existencia de una ratio
que era constante en el lago plazo: stock neto
de activos financieros de los hogares / ingreso
disponible.
Cuando los hogares
norteamericanos se endeudan masiva y
acumulativamente a partir de 1995, alimentan
las dos crisis financieras ligada al estallido de
la burbuja financiera y a la de las subprimes
(Shaikh, 2011, p.9).
• Finalmente, resulta llamativo que ya a partir de
los años 1970 los economistas de Cambridge
hayan construido modelos aplicados en los
cuales interactúan las grandes zonas de la
economía mundial y/o algunos grandes países.
El mérito de estos modelos radica en explicitar
los efectos de refuerzo que ejercen tanto las
políticas expansionistas como las medidas de
austeridad, características valiosas en una
época en la que se generalizan políticas de esta
índole a escala europea.
Esta última propiedad es la que retuvo la atención
de los regulacionistas cuando tomaron conciencia
de la creciente importancia que tenía la
integración europea en la naturaleza de los ajustes
internos (Boyer 2000b; Mazier y Saglio, 2004;
2008). La construcción de los modelos de stockflujo permitió una reformulación precisa de los
desequilibrios que amenazan a la Unión europea:
la integración financiera no resulta un sustituto
suficiente para la ausencia de mecanismos
presupuestarios que organicen la transferencia
desde los países con balanza comercial
excedentaria en dirección de aquellos cuya
balanza comercial es deficitaria. (Duwicquet,
2010 ; Duwicquet y Mazier, 2010). Pero estos
desequilibrios se observan también en Asia
(Mazier et al. , 2008) y más todavía a nivel de la
economía mundial en su conjunto (Mazier y
Gnanonobodom, 2010 ; 2011).
Podemos entonces preguntarnos si las variaciones
de las tasas de cambio están dirigidas a
reequilibrar las dinámicas divergentes de stock de
los activos privados y públicos(Gnanonobodom,
2010).
Ciertos economistas regulacionistas han utilizado
modelos de stock-flujo para interrogarse sobre la
viabilidad del régimen de acumulación
norteamericano impulsado por el sector
financiero, y sobre la posibilidad de adaptarlo al
contexto institucional francés (Clévenot, 2006 ;
Guy e t a l . , 2010). Por su parte, diversos
investigadores heterodoxos franceses han
profundizado el proyecto iniciado por sus colegas
de Cambridge (en particular Godlet, 1999) o por
investigadores canadienses (Lavoie, 1992; Lavoie
y Godley, 2001) para desarrollar análisis
originales de los mecanismos de transmisión de la
política monetaria en los modelos de stock-flujo
que incorporan una formalización detallada de los
bancos comerciales (Mouakil, 2006 ; Le Héron,
2007 ; Le Héron y Mouakil, 2008).
Sin dudas, éste es uno de los proyectos
promisorios en los que los economistas
poskeynesianos y regulacionistas podrían
colaborar, reunidos alrededor de un instrumento
de modelización en común,. Sin dudas, también,
será necesario que superen algunas divergencias
en materia metodológica y epistemológica.
6. DIFERENCIAS DE ENFOQUE: ¿INCOMPATIBILIDAD O
POSIBLE COMPLEMENTARIEDAD?
A la luz de esta breve retrospectiva, ¿cómo
explicar el escaso número de puntos de encuentro
entre poskeynesianos y regulacionistas cuando
ambos comparten un mismo objetivo: construir
un marco analítico que de cuenta de las
evoluciones observadas a partir de los años 1970,
a las que la macroeconomía estándar que se
apartó de la revolución keynesiana considera
como anomalías? El balance tiene sus pros y sus
contras (cuadro 1).
NR63 (6/2012)
9
Cuadro 1. ¿Cuál es el grado de compatibilidad entre ambos programas de investigación?
Programa
Poskeynesiano
Regulacionista
Características
1- Epistemología
Implícita / explícita
De un enfoque implícito, a la De un cierto positivismo a un
manera de Kuhn, (el paradigma e n f o q u e
constructivista
keynesiano es una alternativa a (Palombarini)
la teoría estándar) a un realismo
crítico, a la manera de Lawson
2- Metodología
Modelización
Principalmente teórica
Naturaleza de la prueba
Conformidad con los
estilizados y calibración
Relación con las otras ciencias Poca relación explícita
sociales
3. Concepción del tiempo
Teórica y aplicada a la vez
hechos Pertinencia de las hipótesis,
conformidad con los hechos
estilizados, tests econométricos
Imbricación de la economía en las
ciencias sociales (historia,
política, sociología)
Más bien cinemática o débilmente Superposición de diversas escalas
histórica aún cuando existe d e
tiempo
(económico
e
histéresis
institucional). Fuerte historicidad
de los regímenes económicos
4- Concepción de la política económica
Visión
Esencial para la estabilización Es el complemento de una
macroeconómica
arquitectura institucional, no es
su fundamento
¿Acción sobre la demanda?
Necesaria, ya que la demanda Parte integrante de un régimen
efectiva es diferente de la que de acumulación
corresponde al pleno empleo
Elección entre presupuesto y En las depresiones, existencia de Su eficacia relativa varía según el
moneda
una trampa para la liquidez y por modo de regulación
lo tanto necesidad de acción por
parte del presupuesto
Rol
de
las
institucionales
r e f o r m a s Pocas veces se lo menciona, salvo Determinante en las grandes
para el sistema internacional
crisis
para
reajustar
la
contabilidad
Relación con el poder político
Persuadir a los políticos de la Comprender los procesos sociales
exactitud de la teoría post que modelan las políticas
keynesiana, y por lo tanto, de las económicas
medidas que propone
6.1. Postulados epistemológicos; una
convergencia perceptible
Esta cuestión es central debido a que los extravíos
de los modelos de tipo RBC y DSGE han puesto de
manifiesto la debilidad epistemológica de la
corriente que usa y abusa del fácil recurso de
hacer "como si" para imponer un modelo
NR63 (6/2012)
normativo libre de cualquier refutación. En efecto,
la calibración de los parámetros y la reducción de
la dinámica econométrica de los shocks exógenos
la liberan en los hechos del criterio popperiano de
falsificación que hacía que el análisis económico
constituyera, en teoría, la ciencia social más
avanzada al finalizar la segunda guerra mundial.
10
El observador externo tiene la impresión de que
para la primera generación de autores
poskeynesianos, la publicación de la T e o r í a
general constituye un momento de ruptura
epistemológica. Ahora bien, el texto de la Teoría
está lejos de presentar un paradigma único, como
puede observarse en la diversidad de las
modelizaciones que se derivan de él: reingreso en
la síntesis del esquema IS/LM, economía del
desequilibrio desde Clower hasta Benassy,
irreductibilidad de la incertidumbre a la manera
de Schakle, modelo de inestabilidad financiera en
la línea de Minsky, teoría de la economía
monetaria de producción, sin olvidar su
prolongación en materia de crecimiento (Harrod,
Domar y Kaldor) y una posible convergencia con
Kalecki y con el énfasis que se puso en la dinámica
de la acumulación bajo el impulso de Joan
Robinson. En consecuencia, los sucesores de
Keynes no pudieron oponer a la invasión de la
teoría walrasiana en la macroeconomía el
equivalente de los modelos RBC y DSGE,
especialmente porque algunos de esos modelos se
presentaban como una "generalización" del
modelo IS/LM. Según otra interpretación, esos
modelos pertenecían efectivamente al mismo
paradigma, en el sentido de Thomas Kuhn (1962),
pero los keynesianos no supieron, o no pudieron,
convencer a los políticos, que sucumbieron al
influjo del monetarismo primero y de la nueva
teoría clásica después. La tarea consistiría por
tanto en reafirmar la pertinencia del enfoque
keynesiano. Esta tesis vuelve a recobrar vigencia a
partir de septiembre de 2008: ¿acaso los
gobiernos no han vuelto a ser keynesianos, en el
sentido en que reconocen la necesidad de un
instrumento presupuestario - o, al menos, de
estabilizadores automáticos- para prevenir los
riesgos de una depresión?
De hecho, la segunda generación de
poskeynesianos parece haber relativizado esta
concepción kuhniana debido a que el cinturón
protector de las hipótesis adjuntas actuó de lleno
para incitar a que la mayoría de los
macroeconomistas conservaran el paradigma
walrasiano que les era propio, modificado
simplemente por hipótesis ad hoc: la habitual
rigidez de los salarios, un poco de irracionalidad
en el comportamiento de los consumidores y cada
vez más en el del sector financiero sin renunciar a
la hipótesis de eficiencia (Boyer, 2010). En este
contexto, el realismo crítico brinda una
representación más exacta del trabajo de los
economistas (Lawson, 2003). Realismo porque
ciertas propiedades económicas existen
independientemente de la manera en la cual el
analista intente reflejarlas. Crítico, porque la tarea
propia del debate es buscar qué características son
pertinentes en una época y en una sociedad
determinada. Los poskeynesianos, o al menos
algunos de ellos, parecen abandonar la pretensión
de acceder a un conocimiento irrefutable de las
propiedades intrínsecas del modelo económico
NR63 (6/2012)
(Asensio y Lang, 2010).
La nueva generación de regulacionistas converge
hacia una concepción análoga en materia de
epistemología económica a partir de una posición
inicial marcada por un cierto positivismo. En
efecto, los primeros trabajos ponían el acento
sobre los tests econométricos y mostraban la
fuerte probabilidad de ruptura del régimen de
crecimiento, incitando a un cierto optimismo con
respecto a la posibilidad de elaborar una teoría
más respetuosa de los datos de observación. Los
tests estadísticos debían ser utilizados no sólo
para distinguir el grado de viabilidad del concepto
de fordismo sino que también podían ser usados
para falsificar la macroeconomía dominante de la
época y, más aún, las pretensiones que tenía la
teoría walrasiana de reemplazar a la teoría de
Keynes.
Tres décadas más tarde, nos vemos forzados a
reconocer que la nueva ortodoxia ha resistido a la
masa de "anomalías" que su aplicación ha hecho
surgir: inverosimilitud de los parámetros
escogidos para calibrar los modelos, falsa
exogeneidad de los shocks de productividad que
dan origen a los ciclos, errores sistemáticos de las
predicciones de esos modelos con respecto a las
observaciones, que culminan con la incapacidad
de prever la crisis iniciada en 2008.
Este aggiornamento en materia epistemológica se
produjo especialmente cuando el programa de
investigación regulacionista se preocupó por
introducir la política dentro del marco conceptual
inicial. Muy pronto resultó claro que un enfoque
normativo basado en la cientificidad de los modos
de regulación alternativos al que entró en crisis en
los años 1970 no tenía sentido, ya que sólo repetía
y acrecentaba la ilusión que tenían los
keynesianos con respecto a su necesaria victoria
en materia de política económica, convencidos de
la superioridad de su paradigma. Resultó mucho
más realista y fructuoso subrayar : "el carácter
construido de la comprensión científica, la
inconmensurabilidad de las lógicas que sostienen
el discurso teórico y el discurso político [...]. La
comprensión de lo existente, es decir, su
formulación racional, es el objetivo final de la
actividad científica [...]. Supone una fractura
definitiva entre el momento de comprensión
teórica de lo real (que es posible solamente e x
p o s t ) y el momento de la acción política"
(Palombarini, 1999, p. 97).
Este punto de acuerdo es por lo tanto una buena
noticia en cuanto a la posibilidad de construir
colaboraciones, pero existen otras dificultades en
otro nivele.
6.2. ¿Dar cuenta de los procesos históricos
o buscar una nueva teoría general?
En materia de estrategia de investigación, los
poskeynesianos parecen apostar fuertemente a la
11
coherencia y potencia de la construcción teórica, a
la cual atribuyen la supuesta posibilidad de aclarar
de manera pertinente los problemas
macroeconómicos contemporáneos. La estrategia
de los regulacionistas, desde hace dos décadas, ha
apuntado a acumular estudios históricos de largo
plazo y comparaciones internacionales, con el fin
de ampliar la gama de los regímenes económicos,
mucho más allá de la oposición entre regulación
competitiva / regulación administrada, o entre
acumulación extensiva / acumulación intensiva.
Los conceptos básicos son revisados a la luz de
esos resultados y nuevamente introducidos en la
discusión, y la lista de factores y mecanismos que
contribuyen a la coherencia de un modo de
desarrollo se hace cada vez más larga, al mismo
tiempo que la taxonomía de las arquitecturas
institucionales se extiende cada vez más. Para
centrarnos sólo en un ejemplo, la dinámica de la
economía china a partir de 1978 obliga a
reexaminar seriamente la posibilidad de una
acumulación y un régimen de crecimiento en el
cual la competencia es la forma institucional
dominante y que, sin embargo, no es en ninguna
forma la repetición de un episodio equivalente de
industrialización ocurrido en Europa en la época
del capitalismo competitivo (Boyer, 2011a). A
riesgo de caer en la simplificación y por lo tanto en
la caricatura, podría decirse que los
poskeynesianos avanzan a través de la teoría y los
regulacionistas lo hacen por medio del análisis
histórico y comparativo. Esta afirmación explica,
por el momento, la relativa autonomía de sus
respectivas trayectorias de investigación. Podría
transformarse
en
una
fuente
de
complementariedad a partir del momento en que
las dos comunidades acepten colaborar en un
proyecto preciso, viéndose así obligadas a discutir
sobre sus resultados y perspectivas. Por ejemplo,
responder a la pregunta: "¿qué teoría(s) y
formalizaciones pueden elaborarse después de la
crisis de las subprimes?" sería la ocasión para que
los poskeynesianos cotejaran sus diferentes
modelos con el conjunto de hechos estilizados
característicos de las tres últimas décadas, y para
que los regulacionistas hicieran un balance del
núcleo de su teoría macroeconómica.
Se plantea sin embargo una segunda cuestión
metodológica a la que ambos campos aportan
respuestas diferentes. ¿Explicar la economía a
través de lo económico y por lo tanto cerrar la
disciplina sobre sí misma considerando como
exógenas la técnica, la demografía, las normas
sociales y la política, constituye un buen método?
La práctica de los poskeynesianos sugiere que una
concepción de esa índole no representa un
problema ya que, por el contrario, permite
oponerse a la economía estándar y construir una
alternativa. Por el contrario, los enfoques de la
regulación han criticado ese método desde sus
orígenes, mostrando que ignoraba tanto los
conocimientos adquiridos a partir de la historia
económica, la sociología y el derecho como los
NR63 (6/2012)
análisis políticos que deben informar al
economista en la elección de sus hipótesis más
esenciales... al menos si éste tiene la intención de
privilegiar la pertinencia, aún en detrimento de la
elegancia y la parsimonia (Boyer y Saillard, 1995 ;
2002). ¿Es imposible franquear ese abismo? la
respuesta sería sí, sin duda, si seguimos las líneas
de fuerza que, a escala internacional, estructuran
el campo profesional de los economistas pero
quizás no, si retomamos a Keynes: ¿acaso él no era
un observador -y a veces un actor- de los
importantes cambios que se produjeron después
de la primera guerra mundial? Hay una lectura
histórica de la Teoría general, la que proporciona
su último capítulo: la construcción de Pigou no
sólo es teóricamente incorrecta en su tratamiento
de la moneda, del trabajo, y de la adopción de la
ley de Say, sino que también manifiesta un
creciente distanciamiento con respecto a los
resultados de las transformaciones de las
estructuras del capitalismo bajo los efectos de la
concentración y el peso del sector financiero en las
decisiones de inversión, y del cambio en las
relaciones laborales a raíz de la sindicalización
(Boyer, 1985). Es necesario entonces volver a
examinar cuáles son esas condiciones en el
capitalismo y tenerlas en cuenta en cualquier
intento de teorización. Establecer un diagnóstico
compartido en esa materia podría resultar
fructuoso y no tan difícil, teniendo en cuenta la
representación del capitalismo contemporáneo
que tienen los poskeynesianos, que se advierte al
leerlos entre líneas.
6.3. Las grandes crisis: innovaciones
institucionales -y no solamente una
reafirmación de las políticas keynesianasTodas las teorías macroeconómicas tienen
implicaciones en lo que se refiere a los objetivos y
a los instrumentos de la política económica. Esto
es particularmente cierto en el caso de los
keynesianos y poskeynesianos, cuyos análisis
muestran cómo los mercados, cuando actúan por
su cuenta, conducen al desempleo involuntario y /
o a la inestabilidad financiera. La política
económica es por lo tanto crucial: contrariamente
a lo que afirma la nueva teoría clásica no siempre
se trata de una interferencia perjudicial para la
eficacia económica. Por su parte, los enfoques
regulacionistas reconocen esa inestabilidad que
para ellos proviene sin embargo del proceso de
acumulación del capital, tanto productivo como
financiero. Esa inestabilidad sólo puede ser
contenida, al menos durante un tiempo, por
ciertas arquitecturas institucionales que combinen
formas específicas en lo que se refiere a la
competencia, la relación salarial, el régimen
monetario y financiero. Las relaciones Estado economía forman parte de esas condiciones, pero
su rol no es exclusivo. Es posible medir la
diferencia con respecto a los preceptos
keynesianos para cada uno de los grandes
12
períodos que se han sucedido desde la crisis de los
años 1930.
• La tradición keynesiana considera que la
profundidad de la depresión norteamericana
observada desde 1929 hasta 1932 se debe a
errores manifiestos en el manejo de la política
económica: las tentativas desesperadas de
reducir los déficits públicos y políticas
monetarias demasiado restrictivas. Las
investigaciones regulacionistas, en cambio,
señalan con mayor énfasis la contradicción
inherente a un régimen de acumulación
intensiva basado en la producción masiva sin
que exista un movimiento equivalente del
consumo. Ese desequilibrio estructural es el
resultado, a su vez, de la incoherencia que
existe entre una revolución de las condiciones
sociales y técnicas de producción y una
relación salarial que sigue siendo competitiva.
En efecto, cuando el sector asalariado se
transforma en mayoritario, su consumo sigue
alineado con el anterior crecimiento moderado
del ingreso, durante el tiempo en el que la
producción explota. Una divergencia de esta
índole, explosiva, que se manifiesta a través de
un nivel muy elevado de la tasa de ganancia, no
es sostenible y, por lo tanto no puede ser
compensada por un aumento del gasto
público... a menos, por ejemplo, de imaginar
que se vaya en el sentido de una economía de
guerra, como fue el caso de Alemania en
tiempos del Tercer Reich. En cualquier caso,
era forzoso que se llevara a cabo una
reconfiguración institucional para que la
economía norteamericana pudiera retomar una
senda de crecimiento duradero.
• Esto es lo que se hizo a través del New Deal y
de las reformas que se emprendieron en
ocasión de la segunda guerra mundial. El
poder de negociar convenciones colectivas que
se otorga a los asalariados introduce una
notable desconexión del salario con respecto a
la situación del "mercado del empleo", es decir,
del desempleo. Esto garantiza además una
sincronización ex-ante entre la extensión de las
capacidades de producción y la formación de la
demanda impulsada por el consumo de los
asalariados. A partir del momento en que ese
motor del régimen de acumulación fordista es
puesto en marcha, la política monetaria y la
presupuestaria se ocupan de ajustar las
evoluciones macroeconómicas, acelerando el
ritmo en caso de recesión y aminorándolo
cuando sobreviene la inflación. La adopción
por parte de todos los gobiernos, sin importar
su orientación política, de los principios
keynesianos, corona una arquitectura
institucional nacida de un compromiso
sociopolítico fundador. Dependiendo de los
enfoques, esta configuración es calificada como
de "economía mixta" si se insiste sobre las
relaciones público / privado (Shonfield, 1967);
NR63 (6/2012)
de "Estado social" cuando se enfatiza el rol
determinante de la cobertura social (Billaudot,
2008); y, por supuesto, de Estado keynesiano,
cuando la intención es insistir sobre el rol
determinante de la política económica para
estabilizar la economía. Para la corriente
regulacionista, la coherencia del régimen de la
posguerra estuvo dada por el conjunto de esas
características: fue a la vez fordista,
beveridgiano o bismarckiano (dependiendo de
si la cobertura social fue financiada por los
impuestos o por las cotizaciones sociales) y
finalmente keynesiano en lo que se refiere al
manejo de la política económica.
• Esta caracterización implica que ciertos
análisis poskeynesianos y regulacionistas de la
crisis iniciada en 2008 no sean necesariamente
convergentes. Para los regulacionistas se ha
abierto un período de recomposición del
conjunto de las formas institucionales debido a
que los regímenes de acumulación impulsados
por el sector financiero han llegado a su límite.
La situación sin salida que se ha producido no
se debe sólo al abandono de los principios
keynesianos. Hay tres episodios que abogan en
favor de relativizar el impacto de las políticas
económicas (entendidas en un sentido
estricto), frente a una gran crisis (en el sentido
de los enfoques de la regulación). En los años
1980, los gobiernos que perseveraron en
políticas de reactivación destinadas a frenar la
crisis de los regímenes de la segunda posguerra
mundial se vieron finalmente obligados a
abandonarlas: en un país abierto a la
competencia internacional y cuyo sistema
productivo es frágil el keynesianismo conduce
al fracaso, tal como lo muestra la experiencia
francesa de 1981 a 1983. La misma lección
surge al observar el fracaso de los intentos,
repetidos durante casi dos décadas, de las
autoridades japonesas para reactivar la
economía a través del gasto público: el
dinamismo de las exportaciones fue lo único
que evitó el desplome del crecimiento y que un
endeudamiento público acumulativo
hipotecara la credibilidad del yen. El uso y
abuso del acelerador no pueden compensar las
fragilidades del motor del crecimiento japonés.
Sin embargo, el ejemplo más significativo es el
norteamericano: es verdad que después de
septiembre de 2008, los estabilizadores
automáticos, la reducción de impuestos y la
abundancia de la liquidez detuvieron, a partir
de la primavera de 2009, una posible
depresión, pero este involucramiento masivo
de los poderes públicos no permitió que el
sector privado retomara el camino de la
inversión y el crecimiento: los beneficios
alcanzaron nuevamente niveles elevados pero
el dinamismo de la demanda se demora. Es
posible reconocer aquí lo que los teóricos de las
Social Structures of Accumulation (SSA)
denominan un ciclo no reproductivo..., y lo que
13
los regulacionistas llaman una gran crisis.
Frente a un episodio de esta índole, no hay
dudas de que es mejor ser un adepto de los
principios keynesianos y no de los de la
macroeconomía walrasiana, pero el manejo de
la política monetaria y presupuestaria está
lejos de poder sustituir eficazmente una
recomposición del conjunto de las formas
institucionales.
Es por eso que la mencionada divergencia en lo
que respecta al análisis, y en consecuencia al tema
del consejo en materia de política económica,
remite en primer lugar a la cuestión de la
incorporación de las instituciones en la
macroeconomía. Si los post-keynesianos tienen la
intención de ofrecer una teoría que trascienda las
configuraciones institucionales (Pasinetti, 1981),
el diálogo con la corriente regulacionista es, a
priori, difícil. En segundo lugar, y sobre todo, ¿es
posible asimilar legítimamente las crisis de 1929 y
de 2008 a un ciclo, considerándolo simplemente
más marcado que aquellos que se observan dentro
de un modo de regulación estabilizado? Para el
enfoque en términos de endometabolismo, se
trata al contrario de una discontinuidad que
señala una bifurcación en el sendero de la
evo lu ció n . A h o ra b i en , l os m od elo s
poskeynesianos que evidencian esta propiedad
son escasos. ¿Es posible imaginar que se ponga en
marcha
un
proyecto
para
producir
formalizaciones de esta clase en el interior mismo
del paradigma keynesiano? Algunos de los
trabajos, muy antiguos, que sugieren la existencia
de una ausencia de linealidad en los
comportamientos de inversión y de ahorro,
pueden servir como soporte para la búsqueda de
bifurcaciones y para explicar la especificidad de
las depresiones, en contraste con las recesiones
moderadas que operan en los alrededores de un
sendero (Kaldor, 1940).
6.4. ¿Poder de persuasión o comprensión
de los procesos políticos de formación de la
política económica?
¿El economista puede y debe ser normativo y
valerse de la especificidad de sus investigaciones
para transformarse en el "consejero del príncipe"?
Este punto ya ha sido abordado en la discusión de
los problemas epistemológicos que la introducción
de lo político suscitó en la corriente
regulacionista. Conformemente a un enfoque
realista, es necesario interrogarse sobre el proceso
que media entre la construcción de una teoría y
sus eventuales efectos sociales. La tentación
natural que siempre acecha al economista teórico
vuelve entonces con fuerza: la construcción de la
que es autor es tan importante que forzosamente
representa una parte importante del mundo
económico; y sólo los prejuicios, la herencia de
teorías obsoletas desde hace mucho tiempo y la
novedad demasiado grande de un descubrimiento
impiden que los actores se apropien de ella y la
NR63 (6/2012)
tengan en cuenta. Esta posición ya la expresaba
Keynes en las conclusiones de la Teoría general.
Ahora bien, el avance de la sociología de la ciencia
abre una perspectiva completamente diferente: la
naturaleza de la inserción de los economistas en la
sociedad determina, en gran medida, la dirección
de sus esfuerzos y el tipo de difusión que sus
trabajos tienen entre los actores. Las
configuraciones correspondientes evolucionan a
largo plazo, como lo muestra la trayectoria
francesa de 1815 a 1950 (Le Van-Lemesle, 2004) y
pueden diferir notablemente según las sociedades,
tal como resulta de la comparación entre los
Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia desde
1890 (Fourcade, 2010).
Diversos regulacionistas se han abocado a un
programa de investigación de este tipo. En primer
lugar, construyendo una topología general de lo
social en el cual la moneda, el derecho y la
intelectualidad son las tres mediaciones de base
que pueden concretarse en diferentes
configuraciones dotadas de cierta coherencia
(Théret, 1999); en segundo lugar, mostrando que
una misma política puede recibir múltiples y
sucesivas justificaciones y que lo cognitivo -en el
caso que nos ocupa, la diversidad de
representaciones de la economía- desemboca en
una cuestión de poder, especialmente en materia
de política económica (Lordon, 1997a). Es
necesario entonces considerar seriamente la
estructuración del campo político, su grado de
reactividad a las demandas de los ciudadanos y de
los diversos grupos de interés, ya que allí es
posible encontrar el origen de crisis tanto políticas
como económicas (Palombarini, 2001; Amable y
Palombarini, 2005 ; 2009). Recíprocamente, las
grandes crisis no se superan a través de la
implementación de un plan racional y coherente
sino a través de un proceso de reajuste de las
relaciones de poder que atraviesan tanto lo
económico como lo político. La crisis que se inició
en 2008 no es la excepción (Boyer, 2011b).
¿Que consecuencias se pueden extraer de esta
confrontación entre dos estilos y dos programas
de investigación?
7. RUMBO A POSIBLES COOPERACIONES...
Si
lo expuesto anteriormente
sugiere la
impresión de que existe una compatibilidad,
incluso una complementariedad deseable entre las
dos corrientes, es factible proponer algunos de los
siguientes proyectos a desarrollar.
7.1. Considerar seriamente el rol de las
instituciones en las coordinaciones entre
actores, y por lo tanto, en la
macroeconomía.
A partir del momento en que se renuncia a la
14
visión de los mercados auto-instituidos y luego
auto-regulados, y que se toman en cuenta los
desequilibrios impulsados por la acumulación y la
innovación, es necesario interrogarse sobre los
mecanismos capaces de contrabalancear esas
inestabilidades recurrentes. Una larga tradición
histórica, desde Commons y Veblen, responde que
justamente ese es el rol que desempeñan las reglas
del juego, las normas sociales, las organizaciones y
las instituciones. Esto es, finalmente, lo que
introdujo en los análisis de inspiración marxista la
macroeconomía histórica e institucionalista del
enfoque regulacionista (Boyer y Saillard, 1995).
¿La corriente post keynesiana está lista para
examinar esta opción o prefiere, por comodidad,
enfrentarse a la macroeconomía estándar
mientras continúa fingiendo que las instituciones
desempeñan un rol nulo o menor o pensando que
es posible obtener numerosos resultados
genéricos, es decir, independientes del contexto
histórico?
Si lo hiciera, sería olvidar que las reglas del juego y
las instituciones desempeñan un rol determinante
en la reducción de la incertidumbre que se
encuentra en el centro mismo de las decisiones de
inversión, particularmente en tiempos de la
financiarización. Cuando prepondera una
incertidumbre radical la actividad se paraliza
(Shackle, 1974), mientras que la convención
financiera y todas las formas institucionales en las
que se encuadran las decisiones individuales la
convierten en un riesgo mucho más cuantificable y
por lo tanto más manejable, conforme a una
oposición que los macroeconomistas descuidaron
durante demasiado tiempo (Knight, 1921). Es
posible concebir así la aparición de regularidades
en el plano macroeconómico, que la modelización
debe detectar. Debido a ello, la política económica
no es la única que está llamada a reabsorber las
inestabilidades típicas del capitalismo sino que
también y sobre todo, esta tarea puede llevarse a
cabo a través de la búsqueda de una arquitectura
institucional que fue durante un tiempo coherente
en su capacidad de enmarcar la acumulación. Así
se explican, por ejemplo, los resultados de la
economía alemana: la calidad de las reglas de
coordinación fuera del mercado es mucho más
determinante que la adhesión a los principios
keynesianos que parecen no haber sido nunca
dominantes (Boyer, 2011c).
En un plano todavía más teórico, el tratamiento de
las interacciones entre agentes constituye una
etapa necesaria en cualquier pasaje de lo micro a
lo macro y viceversa. Por ejemplo, la formación
de los salarios se trabaja en la teoría estándar, al
igual que en la keynesiana, a través de la cuestión
de la racionalidad de las previsiones de inflación,
de su formación e incorporación, que dan lugar a
posibles cambios de la forma de las relaciones de
Phillips (Palley, 2011). Ahora bien, también es
posible mostrar que según el grado de
coordinación respectiva de los empresarios y de
los asalariados, su forma cambia radicalmente
NR63 (6/2012)
(Bowles y Boyer, 1988). ¿ Por qué no cotejar estos
dos enfoques dentro de una investigación
conjunta?
7.2. Poner a prueba sistemáticamente el
poder explicativo de las diversas
generaciones de modelos teóricos y
organizar de esa forma cómo
seleccionarlos
El objetivo de esta proposición no consiste en
reiterar la ilusión positivista según la cual la
permanente refutación de las teorías debería
desembocar en el descubrimiento del "verdadero
modelo de la economía". Esta posibilidad queda
excluida si se adopta una epistemología realista
crítica, para la cual pueden coexistir
representaciones inconmensurables de un mismo
sistema económico. Por el contrario, en la
investigación macroeconómica es importante
volver a priorizar el criterio de pertinencia por
sobre el de coherencia: la elegancia y la
parsimonia no deben justificar la persistencia de
teorías y de modelos que son incapaces de
reproducir el más mínimo hecho estilizado y cuyas
hipótesis y conclusiones irreales son todavía más
evidentes si se las confronta con la crisis iniciada
en 2008 (Krugman, 2009).
Resulta entonces interesante para cualquier
programa de investigación detectar qué caminos
conducen a una situación sin salida y reorientar
los esfuerzos hacia aquellos que en una primera
exploración hayan exhibido perspectivas
fructíferas, sin persistir por ello en la ilusión de
que ese proceso será suficiente para desvanecer
las diferencias de paradigma. Una amplia fracción
de la trayectoria intelectual de la corriente
regulacionista se explica así: invalidación de las
generalidades del régimen fordista, drástica
reevaluación de la hipótesis de un regreso a una
regulación competitiva, refutación de la
concepción que hace de la globalización el vector
de la convergencia de los capitalismos, o incluso
cuestionamiento de la creencia en la eficiencia de
los mercados financieros y en la viabilidad de un
sector financiero sin ninguna norma.
¿Es posible imaginar que la rica corriente post
keynesiana realice una reevaluación del mismo
tipo, con el fin de poder cotejar sus resultados con
aquellos que los regulacionistas han intentado
obtener a través de diferentes investigaciones y
publicaciones colectivas en el pasado?
7.3. Enriquecer los mecanismos
keynesianos para distinguir mejor la
dinámica macroeconómica
Aún si el principio de la demanda efectiva es
central, no es capaz de resumir por sí sólo el
conjunto de las retroalimentaciones, tanto
positivas como negativas, que rigen la dinámica de
15
aquellas economías donde los mercados
financieros ocupan un lugar central. En este
aspecto, los sucesos posteriores a la quiebra de
Lehman Brothers demuestran la fuerza del espiral
que une el exceso de endeudamiento, las ventas
por necesidad y la deflación, en la línea del
modelo de Irving Fisher (1933), más aún porque
este espiral presenta un efecto rebote que va del
mercado de productos al de los activos financieros
y viceversa. De la misma manera, los efectos de la
riqueza, tanto inmobiliaria como financiera,
habían moldeado la interactividad entre consumo
/ ahorro familiar, reforzada por la considerable
disminución de las exigencias en materia de
concesión de créditos. Los efectos de
reverberación entre el mercado inmobiliario, el
crediticio, y la bolsa deben ser también tomados
en cuenta ya que la conjunción de éstos puede
hacer que la economía traspase el umbral de la
inestabilidad estructural (Boyer, Dehove, Plihon,
2004).
Se abre así la posibilidad de poner en marcha un
programa de investigación cuyo objetivo sea
lograr una formalización realista de los mercados
financieros y de sus interacciones con la economía
real (Chiarella et al., 2009).Sin embargo, no se
deberían descuidar tampoco los mecanismos
clásicos (Flaschel et al., 1997) y marxianos
(Duménil y Lévy, 1993 ; 2002) que rigen la
distribución de los ingresos y la acumulación del
capital productivo. Sin ninguna duda, de lo que se
trata es de replantear, a la luz de la crisis actual, la
cuestión de los análisis cruzados que brindan las
corrientes marxistas y keynesianas, tema que ya
fue explorado en ocasión de la crisis de los años
1930 (Baran y Sweezy, 1969) y la de los años 1970
(Duménil, 1977). Teniendo en cuenta los orígenes
de los enfoques de la regulación, donde se
entrecruzan una filiación marxista crítica con la
escuela histórica de los Anales y con los
instrumentos de la macroeconomía kaleckiana y
keynesiana, ésto no parece imposible de alcanzar.
7.4. Asociar a cualquier modelo una
dinámica lenta capaz de erosionar su
estabilidad estructural
Así como Keynes estaba preocupado por la
formación de un equilibrio a corto plazo, cuya
sucesión era la que finalmente definía ex post una
trayectoria, la adopción por parte de los
macroeconomistas contemporáneos de la doble
hipótesis de mercados walrasianos y previsiones
racionales ha impuesto la necesidad de que todo
modelo deba exhibir un equilibrio a largo plazo
dotado de estabilidad. Si además se procede a la
linearización a lo largo de un sendero de ese tipo,
solamente shocks exógenos
-tecnológicos,
monetarios, financieros- pueden perturbar
transitoriamente esa evolución regular. Algunos
economistas que siguen siendo fieles a esta
práctica y a este credo insisten en que la crisis
iniciada en 2008 proviene solamente de un shock
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exógeno y negativo, el de la productividad del
sector inmobiliario norteamericano (Minford,
2009).
A su manera, ciertos poskeynesianos se muestran
receptivos a la idea de que un modelo, para ser
satisfactorio, debe tener propiedades a largo
plazo, asintomáticas, de la misma manera en que
existe un camino estable a largo plazo. Esta
metodología rigurosa es bienvenida en el caso de
los modelos denominados
"Stock-FlowConsistent" (SFC) ya que a través de ella se
detectan exigencias significativas que gravitan
sobre los ajustes monetarios y financieros (Godley
y Cripps, 1983 ; Godley y Lavoie, 2007). Pero si los
parámetros del modelo se limitan de esta manera,
la construcción implica que no puede sobrevenir
ninguna crisis financiera. La proposición que
surge de los análisis en términos de
endometabolismo sería la de completar esta
primera etapa con otras dos. En primer lugar, y
teniendo en cuenta ciertas ausencias de linealidad
¿el modelo puede presentar varios rumbos de
evolución? En segundo lugar, si ese es el caso, ¿se
puede formular una hipótesis referida a una lenta
evolución de ciertos parámetros, capaz de
introducir una brutal discontinuidad de las
variables macroeconómicas a raíz del cambio
brusco de un rumbo a otro?
Esta sería una manera de introducir en las
teorizaciones post keynesianas la noción de gran
crisis y también la idea de que en ciertas
configuraciones un cambio, a priori marginal, es
capaz de producir grandes consecuencias. Esto es
especialmente pertinente en lo que se refiere al
origen de las crisis financieras, en particular de las
bursátiles. En efecto, los modelos que formalizan
las interacciones entre agentes heterogéneos
dentro de los mercados financieros no tienen
dificultad en reproducir una fase de entusiasmo
que se reproduce por mímesis y que es seguida
por un desplome brutal (Sornette, 2003). De esta
manera, una serie de transformaciones marginales
pueden desembocar en una bifurcación, antídoto
de la práctica de la macroeconomía estándar que
continúa invocando shocks excepcionales, venidos
de afuera, para explicar las crisis.
CONCLUSIÓN: OBSTÁCULOS INSTITUCIONALES A
SUPERAR
Estamos hablando sin dudas de un vasto
programa. ¿Hay oportunidad de que se desarrolle,
al menos en parte? Es necesario llevar a cabo una
apreciación realista de la cuestión ya que cabe
interrogarse sobre si sería posible hoy en día llevar
a cabo colaboraciones que en el pasado fueron
sólo episódicas y que no tuvieron un gran impacto
en ninguno de los dos programas de investigación.
• En primer lugar, en el ámbito intelectual y en
el plano más fundamental, la teoría marxiana -
16
de la cual provienen los enfoques de la
regulación- y el keynesianismo reivindicado
por los poskeynesianos no son fáciles de
integrar en una síntesis, ya que los defensores
de una y otra postura polemizarán
argumentando que una es claramente superior
y / o puede englobar a la otra. El objetivo no
consiste en una gran unificación de dos
heterodoxias mayores sino en la incorporación
de elementos y de mecanismos que han
demostrado ser pertinentes dentro de una base
común de modelos macroeconómicos que
respondan a la situación presente de los
diversos capitalismos. Al igual que la economía
walrasiana contemporánea -que tenía un
modelo de base- y que los economistas
evolucionistas -que supieron proveerse de una
plataforma común que les permitía comparar
diversas generaciones de modelos multiagentes-, sería posible ponerse de acuerdo en
torno a un proyecto, simplificado por supuesto,
que capture lo esencial de las hipótesis y de las
intuiciones post keynesianas y regulacionistas.
Se ha emprendido un esfuerzo equivalente
para medir las contribuciones respectivas de
los mecanismos schumpeterianos y
keynesianos en la explicación de la estabilidad
e intensidad del crecimiento (Dosi, 2008).
• En segundo lugar, no hay que olvidar la
creciente influencia de las exhortaciones
propias del mundo académico sobre las
elecciones que realizan los economistas
investigadores. Los mecanismos ligados a las
condiciones de acceso a la profesión, a las
facilidades de promoción, a la jerarquía de las
publicaciones y a la capacidad de obtener
financiamientos explican sin duda en gran
medida que economistas jóvenes y talentosos
inscriban sus trabajos en el marco de los
modelos DSGE, modelos que por otro lado no
consideran fundamentados. Frente a esta
poderosa fuerza de atracción, los disidentes,
los heterodoxos, se ven fuertemente tentados a
agruparse, pero se fraccionan en pequeñas
comunidades que veneran individualmente a
sus creadores: Marx, Keynes, Schumpeter,
Polanyi, Commons… De manera a veces
subrepticia se introduce un segundo sesgo;
cada heterodoxia tiene la intención de
reemplazar la ortodoxia y aunque a veces
consigue que ésta adopte alguna de sus
intuiciones, jamás logra ser reconocida en
tanto teoría. La historia de la incorporación de
los rendimientos crecientes en la teoría del
crecimiento endógeno es ilustrativa de este
quid pro quo, que resulta doloroso para los
heterodoxos.
¿Sería posible, entonces, que los heterodoxos
pudieran construir un espacio de discusión donde
periódicamente cotejaran sus avances y donde
intentaran construir un campo de estudio, con
una base común, que otorgara sentido a las
elecciones estratégicas de cada programa de
investigación?
El abismal fracaso de la macroeconomía ortodoxa
y el largo y doloroso recorrido (muddling throng
dirían nuestros colegas anglosajones) que entabla
la crisis iniciada en 2008 permiten augurar un
período de renovación de las teorías económicas,
equivalente al que sobrevino a partir de los años
1930. Pero éste será aún más difícil por la
complejidad creciente que han adquirido las
interacciones e interdependencias que modelan el
devenir de las economías capitalistas.
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Publicación del Programa de Trabajo y Empleo Urbano, línea de investigación Macroeconomía, crecimiento y políticas sociales del Centro
de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL) CONICET, con una selección y traducción de trabajos de la Revue de la Régulation y otras
fuentes, de aparición bimestral.
Dirección de la publicación : Julio Neffa / Equipo editorial : Irene Brousse y Gracela Torrecillas / Traducción: Patricia Brousse. Artículo
original : Robert Boyer, «Post-keynésiens et régulationnistes: Une alternative à la crise de l’économie standard ?», Revue de la régulation [En
línea], 10 | 2do semestre / otoño 2011, puesto en línea el 26 de abril 2012, URL : http://regulation.revues.org/9377
CEIL CONICET Saavedra 15 PB C1083ACA Buenos Aires Argentina e-mail : publicaciones@ceil-conicet.gov.ar
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