en torno a las dificultades de internalización de - Revistas

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REVISTA DE ESTUDIOS SOCIOAMBIENTALES SOBRE AGUA Y TERRITORIO / VOL.1 / NÚM. 1/2014/pp. 41-51
EN TORNO A LAS DIFICULTADES DE INTERNALIZACIÓN DE
EXTERNALIDADES. ESTUDIO EXPLORATORIO EN CUAUTLA,
MORELOS
Fabiola Lara Espinosa, Joaquín Mercado Yebra
Universidad Autónoma del Estado de Morelos-FESC
Av. Circunvalación 105, Col. Gpe. Victoria, CP 62746, Cuautla, Mor.
glafae@yahoo.com.mx, jmyebra@hotmail.com
Resumen
Existen numerosas investigaciones en las que se evalúan las distintas formas para
promover que los agentes económicos que dañan el medio ambiente internalicen los
costos ambientales, las llamadas externalidades negativas, que producen con sus
actividades económicas. En estos trabajos se resaltan siempre las dificultades técnicas
que implica la asignación de precios al daño ambiental, así como a la magnitud de las
medidas económicas para que los agentes reduzcan el daño ambiental o lo compensen
económicamente. El cumplimiento de los aspectos normativos de la economía se ven
dificultados en términos prácticos por la ausencia de información en torno a la
contaminación o las externalidades causadas por la actividad económica. Ante esta
dificultad, la economía ha propuesto varios métodos de valoración indirecta de
externalidades, tales como el método de valoración contingente, el cual es una
aproximación a la asignación de precio a las externalidades negativas. Este método
tiene la bondad de facilitar el consenso. En un estudio piloto realizado en Cuautla,
Morelos, encontramos algunas dificultades para cumplir las condiciones bajo las cuales
tiene validez la valoración contingente.
Palabras clave: externalidad, precio, impuesto, daño, valoración contingente,
externalidad inagotable, riesgo.
Abstract
There are numerous researches that assesses the different ways to promote the
economic agents internalize environmental costs produced by environmental damage
which occur with their economic activities, called negative externalities. These works
always emphasize the technical difficulties involved in pricing environmental damage, as
well as the magnitude of the economic measures for agents to reduce environmental
damage or compensate financially. The compliance of regulatory aspects of the
economy are hampered in practical terms by the absence of information about pollution
or externalities from economic activity. Given this difficulty, the economy has proposed
several indirect valuation methods such as contingent valuation method, which is an
approach to the allocation of money to the negative externalities. This method has the
goodness to facilitate consensus. In a pilot study conducted in Cuautla, Morelos, there
were found some difficulty meeting the conditions under which applies contingent
valuation.
Key words: Externality, price, taxes, damage, contingent valuation, inexhaustible
externality, risk.
Enviado a dictamen: 14 diciembre de 2013. Aprobación: 15/06/2014
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Introducción
La respuesta de un grupo de ciudadanos ante el riesgo de contaminación de un cuerpo
de agua subterránea en Cuautla Morelos resultó en un conflicto en el que se llevaron a
cabo acciones con distintos niveles de fuerza: marchas, mítines, toma de instalaciones
y recursos legales. La exploración de distintas soluciones a los conflictos ambientales
en los que, como es este caso de contaminación real o percibida de un acuífero, pasan
por la identificación de las acciones de remediación de la contaminación, al tiempo
mismo tiempo que se indaga la forma de compensar las afectaciones que generan
quienes contaminan cobre individuos o grupos afectados. Existen una gran diversidad
de soluciones, desde aquellas que dependen de una negociación abierta entre las
partes involucradas, a otras más o menos establecidas como estándares para definir
técnicamente los niveles o montos a los que las partes se deben sujetar para negociar.
Entre estos se encuentra el establecimiento de impuestos a los contaminadores, el
subsidio a tecnologías limpias, evaluaciones costo-beneficio, así como la determinación
de nivel permisible de contaminación o erosión. Estas soluciones técnicas no pueden
ser implementadas sin la realización de procesos de concertación social, en los cuales
las distintas partes involucradas lleguen a un acuerdo respecto al nivel de contaminación
tolerable y las acciones o precio que deberá pagar el contaminador para poder continuar
con su actividad económica contaminadora o bien la cancelación de operación de la
actividad que implica el riesgo. En todas estas negociaciones se pone en discusión la
forma de calcular los datos técnicos de qué tan contaminado resulta el ambiente, cómo
se compensa equitativamente la afectación de quienes resultaron afectados por la
contaminación, así como de los mismos costos de eliminar o reducir la contaminación.
Las soluciones económicas se dificultan por motivos tan diversos como que los
ciudadanos se nieguen a pagar tarifas más altas por estar limitados a hacerlo debido al
tamaño de su ingreso, porque de la calidad o cantidad del recurso en cuestión depende
la salud o la vida de los afectados, así como la percepción de que el pago no es
obligación de la población. En estos casos la población se inclina a movimientos
políticos en defensa de bienes públicos, de demanda de garantía de derechos y abasto
de agua y servicios públicos y de incrementos salariales.
La cuestión de fondo en la elección de políticas impositivas o de mercado para regular
e internalizar externalidades es justamente la preservación de bienes públicos y la no
generación de externalidades inagotables que en el largo plazo definitivamente resultan
antieconómicas. Los conflictos por contaminación o escasez de agua no se resuelven
prácticamente de manera puramente técnico-económica pues esto se dificulta por la
resistencia y organización de los ciudadanos afectados.
En el caso que nos ocupa se suscitó un movimiento de oposición civil a partir de la
construcción de la gasolinera Milenium 3000 en Cuautla Morelos; en dicho conflicto se
involucraron la parte actora (gasolinera), los afectados (vecinos del fraccionamiento
manantiales y la ciudad de Cuautla) y funcionarios públicos del municipio. El recurso en
cuestión es un tramo superficial del acuífero Cuautla-Yautepec. Dicho conflicto se
sostuvo en un nivel latente y álgido en distintos momentos, iniciando en 2001 con
manifestaciones civiles ante el ayudante municipal de Cuautlixco y culminando en 2006
con la apertura de la gasolinera.
Sin embargo en el período comprendido entre 2001-2006 los autores se confrontaron
jurídica y políticamente, evidenciando la dificultad para lograr un acuerdo en torno al
establecimiento de la gasolinera. Los resultados del proceso legal fueron desconocidos,
inaceptados e impugnados por los civiles involucrados, así como, en diversas
ocasiones, también por las autoridades municipales.
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En el conflicto por la gasolinera Milenium 3000 la CONAGUA emitió un reporte de su
visita de campo durante la construcción de la gasolinera en el cual manifiesta su
recomendación de mantener una postura de precaución y reconoce el riesgo de
contaminación del cuerpo de agua que forma parte superficial del acuífero CuautlaYautepec. Sin embargo la gasolinera inició operaciones en 2006. Ante tal caso es
necesario descartar la existencia de una externalidad y de hecho es probable que se
presente en el mediano plazo, tal como ha ocurrido en múltiples sitios en Estados Unidos
(EPA-cluin/mtbe).
Ante la ausencia de datos de valoración de remediación de una contingencia como la
contaminación de agua con algunos componentes volátiles de la gasolina, es posible
utilizar el método de valoración contingente para aproximarnos al valor que los
ciudadanos otorgan al recurso en cuestión. Sintetizamos los principales momentos
políticos y jurídicos del conflicto en el siguiente esquema.
Figura 1. El conflicto por la gasolinera Milenium 3000 (2001-2004)
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Fuente: Elaboración propia.
El problema
Los conflictos en torno a escasez, tarifas y gestión de recursos hídricos evidencian un
fenómeno conceptualizado por la economía como externalidades, que consisten en una
asignación ineficiente de recursos y en ser un efecto sobre un grupo humano que no
realiza la actividad que genera ese efecto. En términos más precisos: existe una
externalidad cuando se afecta –en sentido positivo o negativo- el bienestar de un
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consumidor final o las condiciones de precios y escasez de factores de un productor, y
cuando se las afecta no de manera subjetiva sino en “variables reales: precios o
escasez-abundancia de un producto; es decir, cuando se generan efectos externos a la
economía que los está produciendo. La definición excluye los casos en los que alguien
hace deliberadamente algo para afectar al bienestar de otro” (Baumol, 1982, 18-19).
Actividades económicas como la agricultura, industria extractiva, infraestructura de
comunicación, desarrollo inmobiliario, infraestructura turística, producción o extracción
energética, infraestructura hidráulica, confinamiento de residuos, vertedero de agua
residual entre otras pueden generar externalidades hídricas positivas o negativas. Un
ejemplo de externalidades positivas en este contexto sería el abastecimiento de agua
en una colonia vecina a un nuevo fraccionamiento para el cual se construye una obra
destinada a proveer de agua a los habitantes, en este caso los habitantes vecinos al
fraccionamiento pueden hacer uso de la nueva infraestructura para proveerse de agua
que de otro modo se harían llegar mediante pipas. Un ejemplo de externalidad negativa
sería la filtración de lixiviados a los mantos acuíferos como consecuencia de la
inadecuada construcción de un basurero a cielo abierto.
Cuando existe una externalidad negativa sobre un bien público como puede ser la
contaminación de un río, un acuífero o un pozo de abastecimiento público estamos ante
una externalidad inagotable: las externalidades inagotables son aquellas de las cuales
no se pueden excluir los consumidores, por ejemplo la contaminación atmosférica, pues
un aumento en el consumo del bien (o mal público), en este caso la contaminación, por
un individuo no reduce su disponibilidad para otros. Por el contrario, una externalidad
agotable afecta a un número limitado de individuos y el que la ocasiona la puede evitar.
Las externalidades inagotables resultan del daño, erosión o contaminación de bienes
públicos como el agua, el aire o el suelo, mientras las agotables resultan de la
generación de poco ruido, reducción de un paso, la generación de desechos que pueden
ser fácilmente removidos, etcétera (Veraza, 2007b).
El núcleo de esta compleja problemática en la que se involucran sujetos y recursos
naturales es que la cantidad disponible de un recurso puede ser agotable en un futuro
previsible, en este caso el coste por unidad para extraer/obtener el recurso aumenta a
medida que se agotan sus fuentes (Veraza, 2007b). Encontramos este escenario
coincidente con el de la contaminación y escasez de agua. Desde nuestro punto de
vista, de las externalidades se deriva un problema de igual importancia: ¿quién debe
asumir los costos de esta disminución de la calidad o cantidad del agua?
Para responder esta pregunta es necesario identificar primero si la externalidad ocurre
sobre un bien público o privado y si es agotable (afecta a un número limitado de
individuos y se reduce conforme aumentan los consumidores de la misma) o inagotable
(el consumo de un individuo no reduce su disponibilidad para otros). Estos dos tipos de
externalidades requieren enfoques analíticos muy diferentes y tienen implicaciones
significativamente distintas, tanto en términos teóricos como respecto de la política
pública.
Enfoquemos nuestro conflicto en torno a la gasolinera teniendo en consideración que el
primer paso para resolverlo es identificar la externalidad como agotable o inagotable y
por ahí, si aplica pago o compensación de la parte pasiva (afectados) o del
contaminante. Según Baumol (1982: 30):
“Hemos de subrayar que una externalidad agotable no es necesariamente causa
de ineficiencia: puede ocurrir que el coste de transacciones (coste de exclusión
de consumir la contaminación o de limpieza) sea suficientemente elevado para
no hacer rentable la fijación de un precio a la externalidad y por tanto se eleve el
precio del producto que la genera, tanto desde el punto de vista social como del
privado. En tales casos la persistencia de una externalidad ‘no corregida’ puede
obviamente ser consistente con la optimalidad paretiana”. En la cual “… ni la
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compensación ni la imposición sobre las víctimas es compatible con la
asignación óptima de recursos. La decisión que es privadamente óptima sería
socialmente óptima también. Si la víctima tuviera que ser compensada por el
daño que le produce el contaminador, se le evitaría el coste real de su decisión
y entonces surgiría en realidad el problema de Coase: demasiadas personas
acabarían viviendo cerca de la fuente contaminante para ser compensadas” …
“la sugerencia de sentido común de que aquellos que generan deseconomías
externas deberían tener que compensar a sus víctimas por las pérdidas que
experimentan, puede volverse contra la optimalidad de Pareto. Cuando se
adopta tal sugerencia, los perjudicados por la deseconomía no tienen incentivo
alguno para protegerse de ella, incluso cuando este camino resulta más
económico que el de exigir medidas por parte de aquellos que generan la
deseconomía”.
Así pues, la solución de una externalidad tiene dos direcciones: la física/ambiental y la
social, el objetivo es limitar o evitar la contaminación y definir si el costo lo asume la
actividad económica contaminadora o el afectado. Con esta solución dicha
coloquialmente nos aproximamos al concepto de “internalización”1 de externalidades.
Las soluciones
La valoración de externalidades ha sido empujada por los procesos políticos (es decir
acciones colectivas) para determinar el nivel de actividad contaminadora. Estas
acciones colectivas proporcionan aproximaciones a la solución del problema particular
que enfrentan con la externalidad: aumento de tarifas, reducción de la disponibilidad o
racionamiento por ejemplo en el caso del agua. En nuestro caso de estudio el riesgo de
contaminación de un cuerpo de agua subterránea y la solución propuesta por los
ciudadanos opositores fue la reubicación de la gasolinera, sin embargo el conflicto se
desarrolló debido a la negativa por parte del empresario.
La solución a las externalidades requeriría probar o descartar el riesgo de contaminación
mediante el análisis de la difusión del contaminante, la medida del recurso natural en
riesgo y la cuantificación de la población afectada entre otros factores. Estos
requerimientos previos constituyen el material básico para la internalización de
externalidades mediante establecimiento de normas que limiten la emisión del
contaminante o impuestos a la contaminación. Y esta solución implica también un
problema pues estos requerimientos de información sobre el riesgo se dificultan en
principio, por la complejidad de la estimación de los daños ambientales y los costos
sociales, la ausencia de datos necesarios para formular propuestas de impuesto al
contaminador, al consumidor o compensación a las víctimas, etcétera. La complejidad
en el cálculo de los daños incluye dimensiones como afección al nivel de bienestar
incluyendo la salud y afecciones subjetivas. Así pues, “…si tenemos que evaluar el costo
psicológico para algunos individuos parece que tenemos pocas esperanzas de hacer
frente a los efectos tan ampliamente difundidos a través de la población” (Baumol, 1982:
318-319). Y aunque se puede recurrir al método de gastos defensivos2 para evaluar
objetivamente algunos de los daños y riesgos a la salud, generalmente no disponemos
1
La internalización implica que un costo por disminución de la cantidad o calidad ambiental asumido por
un agente diferente al que lo genera, sea asumido por el generador, implica que el costo sea considerado
en el costo del bien que produce la merma ambiental (Baumol, 1982: 6-8).
2
El método de gastos defensivos cuantifica los gastos en los que incurre un afectado ambiental para
protegerse de la contaminación, por ejemplo, ante la contaminación de la fuente de abastecimiento de
agua potable un grupo humano sólo podría comprar agua embotellada para su consumo, en lugar de
hervir la que viene de su toma domiciliaria.
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de tales datos. Los métodos de valoración subjetiva como el de valoración contingente
se pueden aplicar en ausencia de tales parámetros de medición de los daños y riesgos.
Adicionalmente se pueden aplicar en el caso de externalidades agotables para las
cuales es posible un arreglo entre agentes privados: el afectado y el afectante. También
en el caso que el bien o recurso natural no tiene precio o bien el que lo usa no registra
un beneficio monetario y tampoco registra el costo de su pérdida, es necesario
establecer medidas de la mejora o pérdida de bienestar debidas al cambio ambiental o
actividad contaminadora. El método de valoración contingente constituye una
herramienta que ofrece material para dar solución a este tipo de conflictos.
En contraste con el método de valoración contingente, un segundo método de
internalización de externalidades es la fijación de impuestos. Dichos impuestos pueden
ser recaudados imponiéndolos sobre dos usuarios diferentes: los contaminadores o los
consumidores de la contaminación. En tanto que los actores activos del conflicto en
última instancia están demandando un servicio público tal como el agua en cantidad o
calidad el aire o el suelo… “La demanda de servicios públicos de un individuo,
dependerá de la tarifa del servicio público que haya que pagar. Los distintos conjuntos
de precios de servicios públicos generarán distintos niveles de demanda, los cuales
producirán niveles distintos de gasto para servicios públicos concretos” (Baumol, 1982:
360). Esto significa que el ingreso corriente de las personas y el precio del bien público
determinan el presupuesto que recaudará el estado para dotar a la población de dicho
servicio o bien público en calidad y cantidad, incluida la vigilancia del cumplimiento de
normas de contaminación. Debido a que es diferente la recaudación si el impuesto se
impone a los productores que a los consumidores, esta diferente distribución de las
cargas fiscales implica diferencias en las cargas percibidas. Bajo ciertas formas de
imposición (quizás un impuesto sobre los beneficios de las empresas), el individuo sobre
el que efectivamente recae la carga del impuesto (en términos por ejemplo, de un precio
más alto de los productos de las empresas) puede no ser consciente de que está
realmente pagando el impuesto. “Así pues, aun cuando un individuo puede, de hecho
pagar el mismo impuesto por unidad de servicio público bajo dos estructuras impositivas
diferentes, es posible que considere que el precio de su impuesto es más alto en uno
de los dos sistemas y puede, por tanto demandar cantidades diferentes de servicios
públicos bajo cada uno de estos dos esquemas” (Baumol, 1982: 356).
Si se transfiere el costo de una externalidad al precio final del producto, el costo de la
externalidad es asumido por el consumidor final sin saberlo. Así, podría, si está enterado
de que el producto que consume implica una externalidad, decidir si lo consume o no.
Si se transfiere el costo de la externalidad al consumidor final vía impuestos, podría
demandar menos calidad o cantidad del bien público en cuestión.
En este sentido pensamos la utilidad del método de valoración contingente que permite
indagar con los consumidores del bien (o mal) público la utilidad o perjuicio que le reporta
el mismo y asignarle un precio sin transferírselo sin que siquiera esté enterado. Esto con
el objetivo de determinar un nivel de distribución más equitativa, vale decir, que quizá
no tengan que pagar por evitar un mal que les genera una empresa y parece más justo
que un impuesto indirecto pues cobrar una tarifa más alta por proteger un bien público
equivaldría a lo reconocido por Baumol (1982:207): “Podemos estar seguros que las
empresas y municipios a los que se les demanda que reduzcan sus daños al medio
ambiente recurrirán al Estado y a los organismos federales para solicitar ayuda
financiera. Tales peticiones pueden parecer lamentablemente análogas al caso de un
delincuente que apelara a sus víctimas para financiar los costes de su propia reforma”.
Sin embargo, la fijación de impuesto requiere un proceso informado pues de tasarse a
una empresa contaminante habría que considerar la emisión total de contaminación por
volumen de producción. La empresa a su vez tendría que calcular sus beneficios en
base al volumen de producción, precio de su producto, costes de producción y la tasa
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impositiva por unidad de emisión. La empresa individual debe, entonces evaluar sus
beneficios en el caso de que pague un impuesto y compararlos con los beneficios
obtenidos si acepta un subsidio, por ejemplo, por comprar tecnología anticontaminante.
Así que un impuesto y un subsidio deberán ser capaces de alcanzar el mismo resultado:
la no afectación de beneficios de la empresa –desde el punto de vista de ésta- o incluso
beneficiarla.
El análisis sobre la pertinencia de subsidios o impuestos desde el punto de vista de la
empresa tiene su contraparte en las demandas ciudadanas. Coincidimos en este sentido
con Baumol cuando afirma que los mecanismos de subsidios, impuestos e incluso pago
por parte de los ciudadanos para preservar un bien público pierden vigencia cuando la
externalidad de la que se trata es de carácter inagotable.
Desde el punto de vista de la empresa, si se le aplica un impuesto o un subsidio y con
esto deja de ser rentable, dejará de operar. Sin embargo desde el punto de vista de la
ciudadanía si el bien que produce la empresa es necesario o imprescindible, se suscitará
un conflicto socio ambiental de diversas características
La defensa de los procedimientos de fijación de precios y normas para la conservación
del medio ambiente con objeto de controlar las externalidades debe basarse, por tanto,
en el conocimiento de la forma en que la actividad generadora de externalidad afecta el
bienestar social, vale decir, si incide sobre la renta o la escasez real. Esta reducción del
bienestar social será cierta donde la investigación del caso lo compruebe o donde la
evidencia empírica haya mostrado que una externalidad determinada tiene un efecto
sustancial y claro sobre la calidad de la vida, y que la reducción en los niveles de estas
actividades no suponen en sí costes significativamente elevados.
Estas son las dimensiones normativas de la economía, la complejidad del problema se
ha evidenciado hasta aquí. Un intento de generar consenso social en torno al uso y
contaminación de recursos naturales lo constituye el método de valoración contingente,
del cual algunas reflexiones sobre la aplicación del mismo se presentan en el siguiente
apartado.
En torno a la aplicación del método de valoración contingente
El establecimiento de una gasolinera en un punto del trayecto de un cuerpo de agua
subterráneo, la operación de una mina, de una termoeléctrica o de un gasoducto —
todos estos conflictos vigentes en Morelos— podrían implicar externalidades. Una
solución ambiental sería evidentemente que el gasolinero se reubicara, que la
termoeléctrica garantizara que no usará agua subterránea en su producción, que la
minera no verterá residuos que se lixivien a los mantos acuíferos y contaminen, etcétera.
Económicamente implica que los contaminadores pagaran impuestos suficientes para
resanar los daños ambientales que generen, que hagan una inversión en tecnología no
riesgosa, o que mejoren sus procesos para proteger el ambiente, lo que equivale a
internalizar las externalidades. La elección de políticas públicas para internalizar
externalidades o regular el nivel de contaminación no está tampoco libre de dificultades
políticas y económicas (Veraza, 2007a); sin embargo, para externalidades agotables, la
teoría económica propone el método de valoración contingente formulando “políticas de
cambio” consiste en plantear distintas acciones para lograr la preservación del recurso,
y ante las cuales el afectado por la externalidad es entrevistado y manifiesta su
preferencia por alguna de ellas ante el mal público o externalidad. El objetivo del método
es medir el efecto de la externalidad en el nivel de bienestar de los afectados.
En palabras de Mitchell y Carson (1989:2): “El método de valoración contingente utiliza
encuestas para obtener las preferencias manifestadas de la gente en torno a bienes
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públicos encontrando si están dispuestos a pagar por mejoras en los mismos.” El
método está destinado a explicitar su disposición a pagar en unidades monetarias. El
instrumento de valoración contingente específica al encuestado las características del
bien. Esto equivale a un intento de corrección a una de las fallas de mercado: la
información imperfecta. En segundo lugar, constituye un instrumento de negociación
entre agentes privados con posibilidad a extenderse a negociaciones entre población y
empresas o instituciones de gobierno.
Dicho instrumento requiere sin embargo, para tener validez cumplir entre otras, con
estas condiciones que a nuestro juicio son las más importantes:
1) Tener un parámetro objetivo y científico de la dimensión y beneficios que genera
el bien que se está valorando. Este parámetro debe traducirse a unidades
monetarias y es el referente para para preguntar al encuestado si está dispuesto
a pagar o ser compensado teniendo un rango de “posturas” o precios a los cuales
posiblemente podría participar y tiene como cometido también informar del valor
aproximado del bien o servicio ambiental.
2) Que el entrevistado tenga experiencia en valoración y pago de servicios
ambientales. Lo cual puede evitar el sesgo del entrevistado, consistente en
manifestar una negativa a la participación creyendo que entonces el gobierno
asumiría el costo de la externalidad.
3) Tratándose de un estudio cualitativo, que en las respuestas de los encuestados
se observe varianza, de otro modo se dificultan los cálculos estadísticos.
4) Evitar sesgos de los encuestadores
5) Construcción de variables con buen nivel de representatividad de las
percepciones y valoraciones de la población entrevistada.
Para verificar el cumplimiento de estas condiciones y los resultados de una encuesta
realizada en un área de 3 km en dirección sur a la gasolinera presentamos los resultados
de la primera encuesta.
Resultados de estudio piloto en Cuautla, Morelos
La encuesta se aplicó en torno a una gasolinera localizada en el trayecto del acuífero
Cuautla-Yautepec en las condiciones descritas por CONAGUA durante su visita de
campo:
“…el sitio donde se ubica la estación de servicio […] presenta un nivel somero
de agua del acuífero […] En la visita de campo realizada por esta Comisión
Nacional del Agua se observó que la fosa para alojar los tanques de
almacenamiento de combustible, presenta nivel de agua.
Para evitar el deterioro de los tanques metálicos, se deberá garantizar la hermeticidad
de la fosa donde están instalados, ya que no se podrá autorizar la extracción continua
del agua que eventualmente se filtre hacia la fosa, dado que este sitio se ubica dentro
del polígono de restricción del acuífero Cuautla-Yautepec, determinado por la
interferencia entre los pozos existentes y la afectación de los manantiales de la zona
(CONAGUA, 2004a: 2).
El riesgo implicado en establecimiento y operación de esta gasolinera es la
contaminación del cuerpo de agua con compuestos volátiles orgánicos componentes de
la gasolina (Morales, 2010: 332-226), así como contaminación aérea local (Doval, 2010:
2754-62). Adicionalmente, una dificultad existente en nuestro caso de estudio es que no
contamos con regulación sobre niveles de concentración de mtbe en agua, aunque sí
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de otros compuestos volátiles orgánicos en suelo (NOM-086-Semarnat-Sener-SCFI2005). La proximidad a cuerpos de agua se ilustra en el mapa.
Figura 2. Mapa del Municipio de Cuautla, Morelos. Las principales infraestructuras
involucradas en la contaminación del pozo por la gasolinera
49
Fuente: Lara 2014.
Los momentos del método de valoración contingente en general son la identificación del
tipo de bien (público o privado), la elaboración de la encuesta y el análisis de resultados.
El objetivo es obtener una medida de bienestar traducida a unidades monetarias.
En un estudio piloto de 160 encuestas aplicadas en la zona aledaña en un área de 3 km
a la gasolinera Milenium 3000 en Cuautla Morelos se consultó a la ciudadanía si estaba
dispuesta a pagar para financiar una política de cambio consistente en la reubicación de
la gasolinera. Las respuestas se observan en la siguiente figura.
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Figura 3. Disposición a pagar de los encuestados
Fuente: Lara, 2014.
Es decir, de los 160 encuestados, aproximadamente 100 respondieron que no están
dispuestos a pagar para financiar la política de cambio, 90 de ellos respondieron que
creen que se contaminará el agua del fraccionamiento en el cual se emplazó la
gasolinera, aproximadamente 80 contestaron que creen que se contaminará el agua del
pozo de abastecimiento más próximo, “El Calvario” que se encuentra a 350 metros de
distancia de la gasolinera y aproximadamente 60 contestaron que creen que en el corto
plazo disminuirá la disponibilidad de agua potable. Estas respuestas nos conduce a
asociar una negativa a pagar debido a la percepción de que la externalidad es
inagotable, es decir, que se contaminará su fuente de abastecimiento.
La media de la disposición a pagar no resulta representativa para el conjunto de la
muestra pues cerca del 62% de los encuestados manifestaron su negativa y dentro del
38% restante que respondieron afirmativamente, la brecha entre la disposición a pagar
de unos y otros es alta. Así pues, en este caso, el método de valoración contingente se
encontró con la dificultad de una respuesta negativa alta; en segundo lugar el 100% de
los encuestados manifestaron como primera respuesta a una pregunta abierta sobre
cuánto estarían dispuestos a pagar, que no sabían, y a pregunta expresa sobre si habían
valorado antes un recurso natural o el agua, respondieron negativamente. Sin embargo,
si observamos que la negativa se mantiene aunque aumente la distancia respecto de la
gasolinera e incluso que no se asocia al nivel de ingresos.
Para efectivamente obtener una medida de bienestar traducida a unidades monetarias
es necesaria la participación afirmativa de la gente, lo cual nos fue difícil observar en
esta muestra.
Conclusiones
1. Es reconocible la utilidad del método de valoración contingente para conocer las
preferencias manifestadas de los consumidores de un bien que no tiene precios
de mercado tales como los bienes ambientales pues incluso en el caso de que
un alto porcentaje de los encuestados no tiene experiencia en valoración, el
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porcentaje que respondió afirmativamente reveló el valor que asignaría a un bien
ambiental de este tipo y esto nos acerca a la construcción de un mercado
hipotético.
2. Hasta el momento es difícil obtener una medida de bienestar representativa por
método de valoración contingente para la muestra encuestada pues la respuesta
de negativa a participar en un mercado es mayoritaria.
3. Para promover la participación ciudadana mediante valoración contingente es
necesario que la información sobre riesgos de contaminación sea pública pues
una preferencia verbal informada tiene visos de cumplirse en un mercado real.
4. Las externalidades pecuniarias requieren ser analizadas desde un enfoque de
equilibrio general, es decir, observando cuáles precios se afectan en caso de
que una industria asumiera sus externalidades; sin embargo, en la mayoría de
los casos se realizan análisis parciales, a nivel de empresa. Nuestra sugerencia
es que se analicen en un marco nacional, como en el caso de las gasolineras,
que pueden estar contaminando cuerpos de agua a lo largo de todo el territorio
nacional.
Referencias
Baumol, William; Oates, Wallace (1982). La teoría de la política económica del medio ambiente.
Barcelona: Antoni Bosch.
Doval Minaro, Martha (2010), “Assessing the impact of petrol stations on their immediate
surroundings” Journal of Environmental Manage, 91(12): 2754-62.
Lara Espinosa, Fabiola (2014). Valoración contingente en Cuautla Morelos. Resultados y aplicabilidad.
Tesis de Maestría en Ciencias Sociales. Cuautla, México: Universidad Autónoma del Estado de
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http://www.resat.uaem.mx/
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