REVISTA DE. HISTORIA NAVAL / Año 1 INSTITUTO 1983 2 Núm. DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL ARMADA ESPAÑOLA INSTITUTO DE HISTORIA ARMADA Y CULTURA NAVAL ESPAÑOLA REVISTA DE HISTORIA NAVAL Año 1 Madrid, 1983 Núm. 2 REVISTA DE HISTORIA NAVAL CONSEJO RECTOR. Presidente: Director del Instituto de Historia y Cultura Naval, excelen tísimo señor D. Fernando Moreno de Alborán Reyna, vi cealmirante. Vicepresidente: Jefedel Departamento de Historia y director del Museo Naval, D. José María Zumalacarregui Calvo, capitán de navío. Vocales: Secretario general del Instituto de Historia y Cultura Naval, D. Juan Berenguer y Moreno de Guerra, capitán de navío. Subdirector del Museo Naval, D. Ricardo Cerezo Martínez, capitan de navío. Director: Ricardo D. Cerezo Martínez, capitán de navio. Redacción: María D. del Pilar San Pio Aladrén, D. Lola Higueras Rodríguez, licenciadas en Filosofía y Letras, y D.f’ María Vigón Tabar, licen ciada en Biología. Administración: D.José Luis Pando Viflarroya, comandante de Intendencia de la Armada, y D.” Paloma Moreno de Alborán Calvo. DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: Museo Naval. Montalbán, 2. MADRID-14 (España). IMPRIME: Servicio de Publicaciones de la Armada. Publicación cuatrimestral: Segundo cuatrimestre 1983. Precio del ejemplar: España y Portugal: 250 ptas. Resto del mundo: 2 $ USA. Depósito legal: M. 16.854-1983. ISSN-0212-467X. Printed in Spain. CUBIERTA: Del libro Regimiento de Navegación, por Pedro Medina. Sevilla, 1563. SUMARIO Págs. La campaña de Don Juan José Navarro en el Mediterráneo y la batalla de cabo Sicié (1 742-1 744), por Carlos Martínez-Valverde5 La táctica naval en el siglo xvi, por Ricardo Cerezo Martínez29 El personal sanitario que participó en la Jornada de Inglaterra. Nuevas aportaciones, por Manuel Gracia Rivas63 Los astilleros de Antonio López, por Rafael González Echegaray91 La seguridad de los Países Bajos, requisito para la Empresa de Inglaterra de 1588, por Hugo O’Donnell y Duque de Estrada107 La Armada española ante los corsarios colombianos do Serrano Mangas117 de 1826, por Fernan Documento129 La Historia marítima en el mundo, por Lola Higueras Rodríguez133 Noticias generales, por Lola Higueras Rodríguez137 Recensiones139 La dirección de esta REVISTA no se hace responsable de las opiniones expresadas por los autores en sus artículos. La reproducción y la traducción, parcial o íntegra, de los textos e ilustraciones debe ser previamente solicitada por escrito a la dirección de la REVISTA. LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDITERRANEO Y LA BATALLA DE CABO SICIE (1742-1744) Carlos MARTINEZ VALVERDE Contralmirante H. Sobre la situación general en Italia y en el Mediterráneo occidental. A la muerte del Emperador Don Carlos de Austria, en 1740, sin tener descendiente varón, surgieron hostilidades que recordaron mucho, en su origen, a las de la Guerra de Sucesión de España. Así se produjo la de Austria, llamada de la Pragmática Sanción, y en aquélla, los vencedores aseguraron en el trono a María Teresa, hija de Don Carlos, proclamándose, por fin, emperador a su marido el Duque Don Francisco de Lorena En Italia se prolongó la guerra, siendo causa principal de ello el que España defendiese los derechos que tenía nuestro Infante Don Felipe a los ducados de Parma, Plasencia y Toscana, transmitidos de modo más o menos directo por su madre Doña Isabel de Farnesio (1). Se oponían a Austria: España, Francia, Prusia, Cerdeña, los Electores de Polonia y de Baviera. La defendían Inglaterra y después Holanda. En Cerdeña había partidarios de ambos bandos. Apoyaba naturalmente a Don Felipe, su hermano Don Carlos, ya Rey de Nápoles, pero éste se vio forzado a declararse neutral por la enérgica reacción de Inglaterra, que se oponía a todo ensanchamientó en el Mediterráneo del poderío de la Casa de Borbón, especialmente en su rama española. Una escuadra inglesa se presentó en Nápoles (1742) amena zando bombardearla y esa fue la coacción empleada, que nunca fue olvidada por Don Carlos (2). (1) En el Tratado de Viena, de 1738, había quedado estipulado que Parma y Plasencia quedarían para el Emperador de Austria, y Toscana para el Duque de Lorena. (2) Anteriormente (1734), para ser Don Carlos reconocido como Rey de Nápoles había tenido que renunciar, personalmente, a sus posibles derechos sobre Parma, Plasencia y Tos cana. Año 19X3 C. MARTÍNEZ-VALVERDE Mandaba las tropas de Don Felipe, en Italia, el Duque de Montemar (3); unos 50.000 hombres, contando los italianos, que había que apro visionar y reforzar desde España. La guerra con Inglaterra existía desde octubre de 1739, desde el punto de vista naval; enfrentaba en bloque a 51 buques españoles, de guerra de diferentes tipos, con 115 navíos británicos. En este aspecto parecía inclinarse la balanza del lado del enemigo. Pronto organizaron los ingleses el bloqueo de nuestras fuerzas navales, así al almi rante Norris le cupo el del Ferrol donde había una pequeña escuadra espa ñola mandada por Don Ignacio Dauteville. Pero Norris llegó tarde, pues al Ferrol se había acercado ya Don Juan José Navarro con la escuadra de Cádiz; con todos los buques, doce en total, debía dirigirse al Mediterráneo para asegurar las comunicaciones con el ejército de Italia (4). Así lo hizo, pese a estar apostada en Gibraltar la escuadra inglesa dedicada a aquel mar y mandada por el almirante Haddock desde 1738. No pudo interceptar el paso a Navarro a tiempo. Francia no estaba en guerra con Inglarerra, pero sí dispuesta a ayudar a España desde el tratado suscrito por ambas naciones en 1733. La idea era que sus escuadras no peleasen con las de los ingleses a no ser que éstos atacasen a los españoles. Navarro logró pasar el estrecho sin combatir. Fue seguido por Haddock y, frente a Cartagena, cuando éste estaba a punto de alcanzarle salió de aquel puerto la escuadra francesa. Haddock pensó que sus fuerzas eran escasas para batirse con españoles y franceses y por ello se retiró a Mahón en espera de refuerzos, estando, como estaba, dicho puerto en poder de Inglaterra. Navarro, tras algunas vicisitudes y sufrir duros temporales con un fondeo intermedio en las islas Hiéres, logra pasar un importante convoy de tropas de Barcelona a Génova (enero de 1742). Era sólo el principio, pues su misión consistía en mantener las comunicaciones con Italia para asegurar el abastecimiento y refuerzo de las tropas del Duque de Montemar. Volvió a las Hiéres y allí estaba la escuadra francesa de Monsieur De Court de la Bruyére (5), que era la que le había protegido del ataque inglés frente a Cartagena. Ambos generales, de común acuerdo, decidieron entrar en el vecino puerto de Tolón para reparar sus buques, ya que unos y otros, españoles y franceses, habían sido muy maltratados por duros temporales. Sobre las fuerzas navales inglesas en el Mediterráneo. Por este tiempo la escuadnt inglesa había sido ya muy reforzada. Prime ro lo fue por seis buques que llevó el vicealmirante Balchen, que dejó los (3) Don José Carrillo de Albornoz, primero Conde de Montemar, había sido elevado a Duque de la misma denominación por su victoria de Bitonto, que aseguró en el trono de Nápoles a nuestro Infante Don Carlos. (4) Salió Navarro de Cádiz con nueve navíos sustituyendo en el mando al que lo tenía en propiedad, que era Don Francisco Liaño. (5) Veterano almirante octogenario. Había sido capitán de bandera del Conde de Tou louse en la indecisa batalla de Vélez Málaga (1704). Le enjuician los franceses como un general no de los más inteligentes pero sí muy cumplidor. 6 LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDITERRANEO... Don Juan José Navarro, vencedor de los ingleses en los combates habidos en la batalla de Cabo Sicié. Por su triunfo, el Rey le otorgó el título de Marqués de la Victoria. (Museo Naval. Madrid.) Año 1983 7 C. MARTÍNEZ-VAL VER!)! navíos y regresó a Inglaterra. Despuéspor cuatro más y. más tarde, por otros seis mandados por el entonces comodoro Lcstock, que releyó a Had dock en el mando por encontrarse éste enfermo. Por último, fue enviado al Mediterráneo a tomar el mando de ésta, ya muy fuerte escuadra, el almirante Mathews, de brillante historial (6). Este situó sus buques en los fondeaderos de las islas Hieres para, desde allí, emprender operaciones ofensivas contra las comunicaciones marítimas españolas, bloqueando a nuestra escuadra en Tolón y, eventualmente, a la francesa que pudiera ayudarla. En el mes de junio (1742), el capitán de navío Norris, con un destacamento naval, incendia en Saint Tropez una escuadra de cinco galeras españolas mandada por el general Don Donato Domás. Entre estas acciones ofensivas debemos citar la ya antes apuntada contra el Rey de Nápoles para forzarle a la neutralidad. En el mes de agosto, otro destacamento de las fuerzas de Mathews, mandado por el comodoro Martin Rowley, compuesto por cinco navíos, cuatro hombardas y otros buques menores, se presenta en Nápoles y amenaza con bombardear la ciudad si el Rey no promete mantenerse al margen del conflicto dinástico. Los ingleses, siguiendo estas actividades, bombardearon Palamós y Ma taró y también cortaron algún convoy de tartanas y de otros buques menores que trataron de forzar el bloqueo. En Italia, en San Remo, hace también el comodoro Martin que los genoveses incendien los parques que allí tenía el ejército español, con grave pérdida para éste. En Ajaccio, Córcega, hace el mismo comodoro que el comandante del navío español San Isidro tenga que incendiarlo para impedir que caiga en poder del enemigo (7). Sobre los combates habidos en otros mares. En otros mares no les iba tan bien a los ingleses: en aguas americanas los nuestros se mantuvieron a la defensiva, como imponía la enorme exten sión americana. La posibilidad de ataques por sorpresa a puertos y ciudades y la insuficiente fuerza para emprender la ofensiva, suponiendo se supiese el punto donde atacara el enemigo aconsejaron el corso, autorizado al fin por el Rey, obteniendo grandes ventajas. Inglaterra había preparado sus ataques ya antes de que empezase la guerra sin que los españoles supiesen de dicha preparación debido a lo que tardaban en llegar las noticias de la declaración del conflicto a tan larga distancia. Pero, tras las costosas tentativas de Caracas y Puerto Cabello, su (6) Inglaterra, su Almirantazgo, consciente de la importancia que dentro de la situación general tenía la del Mediterráneo occidental, constituyó en este teatro una poderosa escuadra mandada por sun prestigioso almirante del que esperaba mucho. (7) Era este comandante Monsieur de Lage de Cueilly, un aventurero francés que con siguió se le nombrase capitán de navío de la Armada española, pese al informe contrario que dio el Almirantazgo. En la batalla de Cabo Sicié será el segundo comandante del Real Felipe y calumniará a Navarro, su general. 8 LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDITERRANEO... almirante, Vernon, era batido en Cartagena de Indias (1741), fracasando una operación de gran estilo. El comodoro Anson también fracasaba en su proyectado ataque a nuestras costas del Pacífico, maniobra con la que se pretendía tomar en tenaza a nuestra América meridional. En lo que al corso se refiere, los ingleses en 1741 habían perdido 372 buques (Campbell). En 1744 ya habían perdido 786. En el Parlamento británico se estimó que ello representaba una gran pérdida que sobrepasaba un millón trescientas mil libras esterlinas. Pero esto además implicaba otra pérdida, la del prestigio, ya que los apresamientos suponían un gran número de victorias españolas en combate naval. Pequeños combates que juntos constituían una gran batalla. La opinión británica, indignada al ver vencida su habitual soberbia, provocó la deposición del primer ministro Lord Walpole (1742), que ya se había hecho antes impopular al no mostrarse partidario de la guerra. Se buscó con ansia, en Inglaterra, tener un éxito resonante en el Mediterráneo reforzándose mucho aquella escuadra, como quedó dicho. Españoles y franceses se preparan para reanudar la campaña. Durante la larga estancia en Tolón, tanto los españoles como los france ses efectuaron las reparaciones que sus buques necesitaban, los primeros naturalmente con menos facilidades. El casco del navío español Real Felipe, el más fuerte, hacía mucha agua aumentaba el agua hasta 10 pulgadas cada ampolleta, y aún llegó a más. Hasta se pensó que sería necesario dejarlo en Tolón cuando llegase el momento de la salida para continuar las operacio nes. Al fin se le reemplazaron planchas y quedó en buenas condiciones de navegabilidad. Sin este buque hubiese quedado muy mermado el potencial de la escuadra española. En nuestros barcos había muchos masteleros que estaban resecos y ello era motivo de frecuente desarbolo con los vientos duros; Secos —dice Navarro— de estar tanto tiempo en la Carraca, no eran de servicio. Sigue criticando a los que los suministran en esas condiciones: No miran el riesgo a que se expone un navío en tiempo de invierno si no tiene masteleros (buenos), sino a despachar los navíos, y salgan como pudie ren mal o bien armados y pertrechados (8). Los buques españoles estaban pesados pues no se habían carenado antes de salir. Ello fue la disculpa de algunos comandantes al ser reprendidos por (8) Aprovecha la ocasión, Navarro, para manifestar su opinión sobre la actuación de ciertos jefes del Cuerpo del Ministerio, encargado éste del armamento de los buques. pues termina las anteriores palabras: con esto cumplen los señores intendentes. El apasionamiento era debido a las preeminencias del referido cuerpo por aquellas fechas. (9) En el encuentro de Cabo Sicié los buques españoles van a presentarse constituyendo indebidamente tres grupos, en lugar de mantener una formación cerrada, de tanta importan cia para el empleo eficaz de la artillería. Ello será debido al poco andar de algunos. Esta separación será la que induzca a Mathews a realizar su impulsivo ataque sobre el buque-insig nia de Navarro y sobre los que con él iban formando una parte alícuota de la línea de combate. Año 1983 C. MARTÍNEZ-VALVERDE Navarro, cuando no acudieron a auxiliar al Real Felipe cuando éste desarbo ló antes de entrar en Barcelona (9). En Tolón se limpiaron fondos lo mejor que se pudo a fuerza de dar pendoles reales tumbando unos navíos sobre los otros. No fue pues muy perfecto el Sistema. Lo mejor de los recursos es de esperar quedase para los franceses que también los necesitaban y estaban en su casa. Se adiestraron nuestros artilleros efectuando continuamente de cañón, y con alguna frecuencia ejercicios de tiro al blanco. En el afán de criticar, dicen los franceses que no eran buenos —es frecuente la crítica entre alia dos—; pero sea porque lo eran o porque mejoraron, demostraron gran eficacia en el combate, rechazando enérgicamente y con graves daños una gran superioridad de los enemigos, batiéndoles, manifestándose eficaces aún los de los barcos marchantes, armados en guerra, de nuestra escuadra. Los franceses, por su parte, mejoraban su adiestramiento para navegar en escuadra con ejercicios tácticos efectuados por las lanchas de los buques, arboladas con dos palos, con verguillas, para en sus drizas hacer señales con banderas. Para poner enpráctica, dice Navarro, las evoluciones de Tourville, a cuyo efecto salían a la gran rada, y comenta —ahora les toca criticar a los españoles—: no lo hacían uniformemente, o lo habían olvidado o los que mandaban las lanchas eran muy principiantes. Dieciocho largos meses en Tolón dieron de sí para muchos ejercicios. Con ellos, aparte de mejorar el adiestramiento, cosa muy necesaria, se mantenía algo la moral de las dotaciones, forzosamente caída en unas fuer zas bloqueadas. Pese a que esas dotaciones de los buques españoles y franceses eran más numerosas que las de los ingleses comparando buques semejantes (10), se consideraba que eran necesarios aún más hombres para completar algunas quç se tenían por incompletas. Se esperaba la llegada de personal de España por tierra, pero los temporales de nieve del duro invierno retrasaban aqué lla. Navarro piensa que la solución será dejar en Tolón, al efectuarse la salida que todos anhelaban, algunos buques, los más débiles, para comple tar con sus dotaciones las de los demás. De Court se oponía a esta medida diciendo que siendo tan grande la superioridad de fuerzas del enemigo todo era poco para hacerle frente... ¡Al fin llegó el refuerzo!, pero insignificante: setenta y seis hombres tan sólo, muchachos los más de ellos y sin ser del gremio de la mar. Navarro decidirá entonces dejar en Tolón tres fragatas y un pequeño navío —fragata puede considerársele—. Piensa que la escuadra combinada —cuesta aún trabajo llamarla así al ser neutrales los franceses—, se arreglará con las fragatas de De Court. (10) Un buque de 60 cañones francés o español tema 600 hombres de dotación y, en cambio, uno inglés del mismo porte tenía 400. Uno de 70, francés o español, tenía 850 hombres y 480 uno inglés de dicho porte. Uno de 80 cañones tenía en los nuestros 900 hombres y 600 en los ingleses... Al menos así rezan los estadillos suscritos por el inglés Campbell. in 2 LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDITERRANEO... El contacto en puerto entre el general español y el francés no parece fuese tan directo y sostenido como fuera conveniente para obtenerse una buena compenetración —j,carácter del octogenario general?... Hay escritos de Navarro a De Court que éste contesta de palabra— a boca —se decía entonces— por medio del mayor general de Navarro, el capitán de navío Saint Just, uno de los franceses de nuestra escuadra; éste sí escribe la con testación pero haciendo presente que se la han dado de palabra. Algo raro hay en todo esto, sin duda. Cuando estuvo decidida la salida de las escuadras hubo consejo de gue rra previo, y Navarro y sus comandantes consideraron insufrible la jactancia de De Court que decía que había de combatirse al abordaje, según las intrucciones que tenía del Rey su Amo,y daba lecciones de cómo habría de hacerse. Navarro llegó a contestarle que él mandase bien y sería bien obede cido. Pese a no estar Francia en guerra con Inglaterra, por el tono de estas conversaciones se daba por seguro que los franceses combatirían en defensa de la escuadra española cuando ésta fuese atacada por la inglesa. Cuando llegó la ocasión tardarían en decidirse... presentarán también, como vere mos, motivos tácticos. Durante el bloqueo en Tolón, el 13 de abril de 1734, pasó por dicha ciudad el Infante Don Felipe de España que iba a ponerse al frente del ejército que en Italia defendía sus derechos a los ducados en litigio. A pesar •de ser el Almirante General de España, jefe del Almirantazgo, y de ir acompañado por el secretario del mismo, Ensenada, en calidad de su minis tro e intendente de sus ejércitos, no se recogen noticias ni de que pasase revista a los buques, ni que diesen instrucción alguna. Mas no se puede asegurar que no lo hiciese. Durante la ausencia del Infante y secretario quedó en el Almirantazgo, como lugarteniente y también secretario, Don José del Campillo, que ya lo era de Marina (11). En cambio sí hay constan cia de que Navarro, el 7 de agosto (1743), entregó personalmente a De Court, de parte del Infante Don Felipe, como obsequio en respuesta de sus atenciones, un medallón con el retrato del Rey, su padre, guarnecido de brillantes. Y volviendo a la salida de las escuadras... existe la especie de que De Court estuvo en contacto con los ingleses en las Hiéres. Dijeron algunos oficiales que le habían visto tomar, a solas, un coche para ir a un embarca dero. Pudo ello ser cierto sin que demuestre traición, ya que pudo ir —re cuérdese que Francia no estaba en guerra con Inglaterra— a comunicarles que tenía órdenes de ponerse del lado de los españoles. Pero no puede asegurarse que no les dijese que tardaría algo en hacerlo. Resultará un (11) Don José del Campillo era amigo de Navarro, probablemente le apoyaría cuando llegó la ocasion de otorgarle recompensas —ello no quita que fuesen merecidas—. Con ocasion de su toma de posesión escribía a Navarro: Ya me tiene V. S. con las llaves del pan en la mano para quanto sea de su agrado. A pesar de todo, por los motivos que fuesen, cuando la escuadra entro en Cartagena después de la batalla, se adeudaban más de doce millones de reales de las pagas de mandos y dotaciones. 11 Ano 1983 C. MARTÍNEZ-VALVERDE hecho probado que, llevando a los españoles a retaguardia y sabiendo el poco andar de algunos de nuestros buques, él forzó la vela con la vanguardia y el cuerpo de batalla, cuando llegó la hora del enfrentamiento (12). Fuerzas contendientes en presencia. La escuadra combinada se componía de dieciséis navíos franceses y de doce españoles, en lo que se refiere a los que habían de formar las líneas de combate, pues, además, tenían los franceses tres fragatas, dos brulotes y un buque hospital. Las fragatas españolas quedarían decididamente en puerto. Los ingleses, entre sus tres escuadras: de vanguardia, cuerpo de batalla y retaguardia, sumaban treinta y dos navíos; los buques fuera de línea eran tres fragatas, tres brulotes y tres bergantines. Treinta y dos, pues, en la línea de combate contra veintiocho franceses y españoles, suponiendo, claro está, que los de De Court combatiesen como era de esperar. La diferencia del número de buques no era grande pero sí la de sus armas: 1.806 cañones españoles y franceses contra 2.280 ingleses (Campbell). Hay que tener en cuenta también, que el portar mayor número de cañones llevaba consigo en la mayor parte de los casos que los del buque que los llevaba más en número, eran de mayor calibre —de mayor peso la bala en libras, como entonces se medía. De los doce navíos españoles tan sólo seis eran de guerra, del Rey, el resto eran de la Carrera de Indias, marchantes se les denominaba, metidos en esos lances de batirse bien formados contra una escuadra adversaria. La Verdadera relación del combate... incluida en la Vida del Marqués de la Victoria, de Vargas Ponce —probablemente publicada muy a posteriori bajo la dirección de Navarro— dice que del Rey eran el Real Felipe, de 110 cañones montados; el Santa Isabel, de 80; el Constante, de 70, y los América, Hércules y San Fernando, de 64, buques estos últimos construidos con el objeto de defender la navegación de Indias, no siendo a propósito para el combate naval entre escuadras de navíos (13). Tenían cañones de 18 y 12 libras, en vez de tenerlos de a 24 y aun de 36 —algunos los tenían en la (12) Mucho se ha especulado sobre el deseo de Francia de destruir la flota de guerra española, pero es de suponer que no ocurriría con ocasión de la batalla de Cabo Sicié, después de los pactos de alianza de 1733 y 1743; no puede pensarse, sino por impulso de la rivalidad y el apasionamiento, que alguien quiera destruir las armadas de los aliados. Otra cosa sería cuando a la muerte de Luis XIV quedo como Regente de Francia el Duque de Orleáns, ese sí enemigo de Felipe V y de España. (13) Este tipo de navío de 60 cañones fue el primero proyectado cuando renació nuestra Marina, con las construcciones impulsadas por Don Bernardo Tinajero de la Escalera, nuestro primer secretario de Marina. Estos buques fueron destinados a la defensa del comercio en Indias, después se construirían mayores. Aunque se pensaban construir en La Habana, los primeros se hicieron en los astilleros de Cantabria. Mal resultado dieron en la batalla de Cabo Passaro (1718). Eran más bien buques a proposito para escoltar, y es que mucho representaba para el resurgimiento de Espana asegurar las comunicaciones con las Indias. 12 2 LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDÍTERRANEO... batería baja—. Los titulados marchantes eran los Brillante, Soberbio, Orien te, Poder, Halcón y Neptuno, de 60 cañones, en realidad de 52 ó 54 y los mayores de 18 libras tan sólo. Hay que decir en honor de los llamados marchantes que se batieron muy bien, debiéndose señalar el heroico com portamiento del Poder. Los franceses tenían también doce navíos de 64 y aun de 60 cañones; uno de 68 y tres de 70 y 74. Los ingleses tenían diez navíos de 70 cañones, nueve de 80, cuatro de 90 y solamente nueve de 60 o menos. La diferencia artillera era grande como puede verse. Además, se insiste, los calibres ma yores estaban en los buques de mayor porte. Lznea de combate de la armada brita’nica. LiSten de combate de la armada combinada. lOs Li.. Raree Tolosa Tigre Eolo Alcion Duçue_øileans Esperanza, Cuso.” 5 fS 64 Go So 64 56 68 74 Trsd,nte Dichoso 64 Aqoilon Solido Diamante 44 64 Go So 70 Tnrrible,Comand.” Sauuespsrdus Serio Oriente6o Amdrica6o NetuuoGo Consudaute,. Coto- Temis. q4 68 64 65c Br. dr Marquen. GootSr. dA, Son. SocMr. Saurio. 65c ¡tSe. dAlver. 5oc Mr. Lancel. 8oc Mr. Dome,. 8oc lYHericourt. 65o M,. de Caylos. 6oo Mr. dr Gramier. Soo Me. do Vaudr,vsl. 65o Mr. de Chatooeuf. 65o Mr. de Manak. 8oo Mr. de Gorgue. 85o Mr. drLoSsuqoierr. 85o Mr. de Po,so,,. Goo Mr. Chayluu. Goo D. Joaqoin Villena. 6ooD. Ars,bol Petrucci. 7 . J .b S 6oo D.HenriqueOhsvares. ..s3 PoderGo 65o D. Rodrigo Urrutia. ¿ Constante70 750 D. Austinhturraga. .J Felipe, Com.’• -t 14 iu5o D. Nsculos Geraldino. .8 . , Real Hdrcales64 65o D CosmeAlvarez. BrillanteGo Goo O.Blas dela Barreda .t0 . AIro,,6o 6oo D. Josrf Reuter,a. 5. Fernando64 GSoCondrdeVegaflorida s.q 1 Sobrrb,o6o GooD. Juan Valdes. Saot.sIsabel8o 900 D. Ignacio D.sotevil y., Chatam. . .... Nassau.. Cls,chester “e Barfleor, C. A Princesa Carolina... Bers ick Stdrltog Casile Beedfard So taSo Eward Strange. 70 48o James Lloyd 1. 6oo William Dilke a. 6oo Frogmore 3. 765 De lAbgle. 70 480 Thomas Cooper 6. 480 Tuwushend . 5Dragan Rosal Oak Princesa . Someeset Nofolk Malborong Go 400 Dorsrtshiee Essex Ruperi Narasur, Almirante Sabsbosorg Rss,nney Du,ekiol.. Revenge Cambsidge Neptane, V. A 8o 8o 90 8o 70 70 70 70 8o 80 go 8o 70 6o 90 So So 6o 70 8o 0 Torvo,y So Ross,ll Bucksugham Ehiaabet Kioslon Oíord Varwick 8o 70 70 Go So 6o 6oo Neriry Osbora, 4. 48o Lord Hasçke 5. Charles Watsou. 480 EdmundWsfliaans8. 480 Pett. 6oo Slauater 9. 6oo John Turbes to. 750 Jayme Co,nsvol u. 6oo Boerislo sta. 48 Ricardo Norri, s3. Goo Ambrose 14. 8oo Russel i5. 28o Poner Osbornu. uSo Godsalve. 400 Ps,rnis u6. 48o Berkeley. 6oo Denmmond. 750 Stepssey. Goo Gascoigne. 6oo Long 17. 480 Tosvry. 480 Lsugeoi rlh. 400 Lovet. aSo PamIet Lord 59. 400 West Templo no. 1 ISo6I9t0oI Baxeles fuera de Utica. Baxeles fuera dc línea. Tres fragatas, dos beulote, y un buque hospital. Tres fragatas, tres brulotes y tres brrganthoes. II Fuerzas navales en presencia, españolas, francesas y britanicas, según Campbell, en la batalla de Cabo Sicié. (Apendice 12 de la Vida del Marqués de la Victoria, de Vargas Ponce.) Año 1983 13 C. MARTÍNEZ-VALVERDE En cuanto al personal, las dotaciones de los buques españoles y franceses sumaban 19.100 hombres y las de los ingleses tan sólo 16.585. A menos hombres, menos peso de víveres y de agua, cosa importante para buques que habían de mantenerse mucho tiempo en la mar durante los largos bloqueos. En el combate artillero se empleaban tan sólo los hombres nece sarios para manejar las piezas y aprovisionarlas y para tener una razonable reserva, para cubrir bajas, ya que el excesivo número de sirvientes se pres taba a que se estorbasen y a que las bajas propias aumentasen. Algo escasos estaban, sin embargo, los ingleses de gente en su escuadra al empezar la campaña pues se sabe que completaron sus dotaciones con hombres del Piamonte. Estos no estarían muy bien adiestrados pero sí el resto de los equipajes (14). En lo que a moral se refiere, los ingleses estaban naturalmente dispues tos a batirse desde el principio, decididos a destruir la escuadra española. Los nuestros estaban igualmente dispuestos a luchar desde el primer mo mento. Los franceses... podían tener que hacerlo en defensa de la escuadra española. Había, sin embargo, un punto que podía disminuir mucho la eficacia de la escuadra inglesa y la disminuyó indudablemente, hasta hacer inoperante casi su tercera parte, su retaguardia: era la animosidad de Mathews y de Lestock, almirante en jefe y comandante de la referida retaguardia. Eran dos caracteres muy diferentes: Mathews, honrado y valiente; Les tock, artificioso, vengativo y muy poco flexible, dice uno de los comentaris tas ingleses. Mathews tampoco tenía esas cualidades que distinguían a Nel son, de hacerse seguir por todos; Lestock había llegado a la escuadra antes que Mathews y la venida de éste le contrarió grandemente. Su modo de ser era lo menos conveniente para un almirante subordinado. La aproximación. Dispuesta la salida de las escuadras española y francesa reunidas, según las órdenes de sus respectivas Cortes, tuvo lugar el consejo de guerra de que ya hemos hablado. El día 19 de febrero salieron de puerto, pero un acciden te hizo que los buques fondeasen en franquía, esperando se reconociesen los daños que el navío Leopardo y la fragata Volage se habían producido al abordarse. Ambos buques eran franceses. El Real Felipe no fondeó, quedando voltejeando toda la noche por no darle el viento para tomar el fondeadero. Al siguiente día, resuelto que habían de quedarse en puerto los buques averiados, levaron todos los buques y se mantuvieron dando bordadas a la vista de las islas Hiéres, tras de las cuales estaban fondeados los buques ingleses. Navarro, que recibió la orden de penetrar en su fondea (14) Las cifras que se dan anteriormente para artillería y personal son las especificadas en el estadillo hecho por Campbell —sin contar los baxeles fuera de línea (fragatas, brulo tes. . .)—. Sin embargo, refiriéndose a este autor, Vargas Ponce, en la Vida del Marqués de la Victoria, cita 1.820 cañones aliados y 2.490 ingleses. 16.500 hombres de los primeros y 15.000 de los segundos. Tomando estas cifras sigue manifestándose la gran superioridad artillera de los británicos 14 2 LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDITERRANEO... dero por el Pequeño Paso, situado al oeste de la isla de Porqueroles, la más occidental, y allí atacarles al anda y al abordaje, representó a De Court lo disparatada que era la idea, teniendo que pasar barco a barco por un estre cho paso, sin apoyo mutuo entre buques y con la grave amenaza de ser atacados con brulotes (15). De Court admitió primero las razones, pero después reiteró la orden. Ya se disponía Navarro a cumplirla cuando, por fortuna para los nuestros, se vio que los ingleses se ponían en movimiento para salir del fondeadero por el Gran Paso, situado al este de la isla de Porqueroles. Con ello se suspendió el ataque (16) disponidndo De Court que la escuadra de Navarro, que hasta entonces iba en vanguardia, se retra sase y quedase formando la retaguardia de la escuadra combinada. Tomada la nueva formación, quedó aquélla navegando sensiblemente hacia el sur, con viento suave del nordeste. Era el día 22. La escuadra inglesa se acercó describiendo una gran curva: primero con el viento muy largo, cazando después sus velas según ponían su vanguardia y cuerpo de batalla en una línea paralela a la de la escuadra combinada, que navegaba también siguien do una línea muy ligeramente curva. Mandaba la vanguardia de ella Mon sieur de Gavaret, el cuerpo de batalla De Court y la retaguardia, como quedó dicho, Navarro. En la escuadra inglesa mandaba la vanguardia el contralmirante Martin Rowley, el grueso o batalla Mathews y la vanguardia Lestock. Cuando empezó el combate, éste quedó muy atrasado con respecto a la retaguardia oponente, y muy alejado, como puede verse en el gráfico que se adjunta. He tomado como directriz la primera de las !arietas que acompañan a La Verdadera relación... ya citada, en la Vida del Marqués de la Victoria, de Vargas Ponce. En ella aparece la escuadra combinada navegando sensible mente hacia el sur y el combate se produce presentando sus buques al enemigo la banda de babor. Igualmente se ve en la primera vista del com bate uno de los grabados de Juan Moreno de Tejada publicado en 1796por orden de la Superioridad, según el dibujo de Diego de Mesa, donde apare cen las islas y las tierras de Provenza en la parte alta, lo que indica que las escuadras no navegaban al NNO, como erróneamente se lee en Vargas Ponce y recoge Fernández Duro (17). (15) Navarro comentará pasado algún tiempo: Para lograrlo —el éxito del ataque era preciso que los ingleses dur,niesen o tirasen cañonazos con pólvora... Si el almirante Mathews lo hubiera sabido no podía desear más para esperarnos., nos hubiese rendido o quemado a todos como páxaros bobos en red. (16) Con respecto a fechas, hay diferencia de lo que se dice en el diario de navegación presentado, que dice que los ingleses salieron el día 21, y la Verdadera relación...; escrita más tarde. Esta dice claramente que Navarro recibió la orden de entrar por el Pequeño Paso el 21 por la tarde y cuando se disponía a cumplirla, al amanecer del 22, fue cuando la Providencia divina, oponiéndose a tan loca, cruel y bárbara empresa, dispuso que los navíos ingleses puestos a la vela al número de veinte y nueve saliesen por el «gran paso» de las islas. Parece que la Verdadera relación... está más ajustada. (17) De ser así las tierras correrían por la banda de estribor de los buques. Además, en el relato de Vargas Ponce pone de manifiesto que en el combate el Hércules, matalote de popa del Real Felipe, presento al enemigo su costado de babor, recibiendo en él muchos disparos, algunos a flor de agua. Año 1983 C. MARTÍNEZ-VALVERDE NE (4) R1(3) G (7) C(9) P Combates del 22 de febrero de 1744, en Cabo Sicié. M: Mathews. grueso inglés. L3, L.,. L1: Lestock, retaguardia inglesa. R2, R1: Rowley, van guardia inglesa. C: De Court, grueso aliado. N3, N2, N1: Navarro, retaguardia aliada. G: Gavaret,. vanguardia aliada. (n): número de buques. a: Namur, buque insignia. RF: Real Felipe, buque insignia c: Norfolk, d: Princesa, i: Somerset,B: brulote inglés Ann Gailoway, que es lanzado sin éxito contra el Real Felipe y es hundido. e: Hércules, f: Constante, g: Poder, h: Neptuno. b: Marlborough, q: los buques de la vanguardia inglesa se cañonean con los franceses de De Court y con los dos españoles que van con éstos. pi: los buques de cabeza del grupo retrasado español se cañonean con los de cola del cuerpo de batalla inglés. p,: los mas atrasados lo hacen con los mas avanzados de la retaguardia inglesa. D1 y D,: al arribar los buques españoles matalotes del Real, quedan dos grandes espacios por la proa y por la popa de él. Los españoles tratan de cerrarlos lo antes posible. x: la vanguardia francesa vira por contramarcha para acudir al combate. De Court la seguirá con el cuerpo de batalla, virando sus buques por giros simultáneos. m: los buques españoles que van con De Court maniobran en socorro de los suyos. R1(3): grupo de tres buques de la vanguardia inglesa que no arriban para evitar que la vanguardia francesa doble a la inglesa. P: navío El Poder, desarbolado, sin poder maniobrar y muy destrozado, es apresado por los enemigos. 16 Núm. 2 LA CAMPANA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDITERRANEO... Tarjetas 1 y 2, que acompañan al plano, historio y verdadera relación... que incluye Vargas Ponce en su biografía del Marqués de la Victoria. En la primera se aprecia perfectamente los rumbos, con cierta aproximación, a que navegan las escuadras en el momento del primer ataque. En la segunda no se aprecia, sin embargo, que los buques del cuerpo de batalla de De Court viren a un tiempo, como lo hicieron según palabras de dicho almirante; se puede observar que el Oriente (KK) se destaca para auxiliar al Constante (MM), como lo hizo. —ambos se dirigieron a Cartagena—, que el America (NN) se incorpora a los buques que forman grupo con el Real Felipe , que el Poder (RR) está desarbolado y que el Mar! borough muy malparado (SS). Año 1983 17 C. MARTÍNEZ-VALVERDE El combate. Primer ataque. A eso de las doce y cuarto del dia 22, estando los buques británicos pertenecientes al grueso, mandado por Mathews, a tiro de fusil de los de Navarro: el Real Felipe, sus matalotes y buques mús cercanos, conco en total; arribó sobre los nuestros el almirante inglés, saliendo de su línea de batalla situada a barlovento de la nuestra. Con su navío insignia el Namur, seguido del Marlborough y del Norfolk, todos ellos de tres puentes, uno de 80 cañones y dos de 70, cargó sobre el Real Felipe de Navarro. Al mismo tiempo, imitando a su almirante, arribaron varios buques ingleses sobre los españoles que formaban el grupo central antes dicho: Hércules, Constante, Poder, Real y Neptuno. Algunos enemigos se acercaron también a los dos españoles que navegaban por la proa del grupo mencionado: Oriente y América que mantenían contacto con el grupo de batalla francés de De Court. Con los de aqél —Neptuno incluido— se trabaron dos o tres enemi gos contra cada uno de los nuestros. El choque artillero, en muchos casos, casi a tiro de pistola, fue terrible. Volveremos sobre ello... Por la popa de los buques del grupo atacado navegaban, demasiado separados de él, por poco andar del que iba en cabeza, los navíos Brillante, San Fernando, Al cón, Soberbio y Santa Isabel. Los incorporados a De Court también se habían alejado al mandar el almirante francés forzar la vela, señal obedecida por su cuerpo de batalla y por su vanguardia. Los últimos buques de aquél se cañonearon con los buques de la vanguardia inglesa de Rowley..., los de cabeza del grupo atrasados de Navarro, que seguían al Brillante, cruzaron sus fuegos con los primeros de la retaguardia inglesa de Lestock. De los de éste la mayor parte de los buques permanecieron inactivos en el combate (18). Mathews, como se ve, aprovechó el momento en que los españoles estaban algo separados de los franceses y que no iban perfectamente forma dos y, de este modo, atacó a Navarro con la esperanza de anonadarle con su mayor fuerza. Insistamos ahora en la parte más cruenta de la batalla, en cuyo desarrollo se fundamenta nuestra victoria. El Real Felipe respondió con vigor al fuego que de tan de cerca le hacían sus atacantes, pero... ¡de qué manera! Según refirieron los mismos ingleses parecía un infierno durante todo el tiempo que duró la acción. Pericia manio brera y artillera y heroísmo, caracterizan el comportamiento de los nuestros en este choque; así se explican únicamente las averías que el buque insignia de Navarro infligió a los enemigos, que en un momento llegaron a ser cinco los buques con que le atacaron. El Marlbourough fue el más decidido, llegando a cruzar nuestra línea, tuvo tantos daños que llegó a creerse que era inminente su hundimiento (19). El Hércules, matalote de popa del Real, (18) Lestock pudo haber doblado el grupo espanol más atrasado. Tuvo, sin duda, mala voluntad para interpretar las órdenes de Mathews haciendo caso de la seiial: línea de batalla, e ignorando la siguiente: combatir, aduciendo que la otra había quedado izada. Disminuidas las velocidades de los que combatían al cargar las velas bajas, tuvo que hacer esfuerzos por no echarse encima. (19) No se hundio, contra lo que se esperaba. Su heroico comandante había resultado muerto y, con grandes destrozos y muchas bajas, fue remolcado a Mahón. 18 LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDITERRANEO... rechazó vigorosamente el ataque de tres navíos enemigos. Fue un gran apoyo para su capitana; recibió muchos impactos en su costado de babor, algunos a flor de agua, pasados sus palos y vergas y cortado todo su aparejo. Pudo rehacerse saliéndose algo de la línea. El Constante, matalote de proa del Real, echó abajo la yerga de trinquete y la cebadera del navío que le atacó primero, haciéndole retirarse con grandes destrozos. Este fue reemplazado por dos, con los que siguió batién dose durante las tres horas que duró este primer ataque. Muerto su valeroso comandante Don Agustín de Iturriaga, con grandes averías y muchas bajas, se sotaventeó algo para poder reparar aquéllas. El Poder fue otro de los navíos españoles que aguantaron el impetuoso ataque —y era de los marchantes—. Al primero de los enemigos que le atacó, el Princesa, de 70 cañones y él tenía 60, le rechazó causándole tales averías que arrió su bandera, y esto ocurrió por dos veces, impidiendo su rendición la resolución de su segundo comandante. El ataque fue continua do por el Somerset, de 80 cañones, al que también rechazó enérgicamente con el fuego de su artillería y de su fusilería. Tres navíos más acosaron al Poder, el Bedford, el Dragón y el Kinsgton, y aún se zafó de ellos aunque ya muy destrozado. Herido su comandante, Don Rodrigo de Urrutia, y con muchas bajas a bordo fue, al fin, apresado por el Berwick, que para ello abandonó su puesto en la vanguardia enemiga que no efectuaba este ataque (20). El Neptuno combatió a distancia de tiro de pistola con cuatro navíos enemigos y una fragata, que casi llegaron a rodearle. Se defendió tenazmen te durante casi cuatro horas, pese a tener grandes destrozos y muchas bajas. Al cejar los ingleses en este primer ataque, el Neptuno, puede decirse que anulado su poder combativo, se apartó a sotavento, luchando su dotación para evitar se fuese a pique, tál era la naturaleza de los impactos recibidos. Los ingleses, muy castigados como ha quedado expuesto, se retiraron también a reparar en lo posible sus averías. Segundo ataque. A eso de las cinco de la tarde, el almirante Mathews, reparados algo los daños sufridos por su buque insignia, el Namur, volvió al ataque contra el Real Felipe. que muy desmantelado se había quedado momentáneamente solo, llevando con él otros dos navíos de 70 cañones y un brulote, el Ann Galloway, de gran tamaño. El momento era desesperado, pero el navío Brillante, el primero de los del grupo retrasado de Navarro, que se acercaba a toda vela, llegó a tiempo para salvar a su capitana cañoneando al brulote, (20) Su comandante fue depuesto en el consejo de guerra en que se juzgaron las conduc tas de los mandos ingleses, pero fue rehabilitado por el Rey por su valeroso comportamiento. El comandante del Poder, Don Rodrigo de Urrutia, recibió en Mahón, a donde fue llevado prisionero, la admiración y el respeto de los enemigos. El almirante inglés le devolvió la espada, manifestándole que rnerecia llevarla. Fue muy agasajado y, después, enviado a Bar celona. Año 1983 C. MARTÍNEZ-VALVERDE deteniéndole. Seguidamente llegaron el San Fernando y el Santa Isabel. Fue particularmente certero un cañonazo disparado por el Real Felipe. La falúa de éste, tripulada por una heroica dotación, al mando del teniente de navío Don Pedro Sáenz Sagardía (21) se acercó al brulote bajo un intenso fuego de fusilería hecho desde él y desde los otros buques enemigos, con ánimo de desviarle de su rumbo. Al fin, el brulote voló, proyectando trágicamente por el aire a los pocos que en él quedaban. Al parecer pegó fuego a sus artificios un disparo que su propio comandante hizo con uno de sus cañones. Grabado de 1783 que representa el combate del flavio Real Felipe con ocasión de serle lanzado un brulote apoyado por el fuego de los navios ingleses en la batalla de Cabo Sicié, el 22 de febrero de 1744. (Museo Naval. Madrid.) Con la llegada de los navíos antes mencionados y la nueva intervención del Hércules —que al fin tuvo que apartarse, debido a sus averías anterio res— fue rechazado este segundo ataque inglés en el que llegaron a tomar parte siete navíos enemigos. Mathews supo del acercamiento, ¡al fin!, de la escuadra francesa, y tal como estaba —y sin emplear a Lestock con su retaguardia—, juzgó prudente retirarse, dejando pues a los españoles due ños del lugar de combate. (21) El cañonazo disparado por el Real con gran acierto, lo fue por el ministro de la escuadra Don Carlos de Retamosa, que ya se había distinguido antes en el combate. Debemos nombrar de la dotacion de la falua, por su comportamiento heroico, al alférez de navío Arrigoni, al guardia marina Gayoso, al condestable Noguera y a dieciseis marineros y solda dos que voluntariamente la tripularon. 20 Núm. 2 LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO Maniobras EN EL MEDITERRANEO... de repliegue y de retirada. La escuadra francesa, en efecto, había virado y se acercaba en buen orden. De Court manifestará, más adelante, que hizo señal a Gavaret para que virase con la vanguardia, que aquél no vio la señal con el humo de los disparos de los buques del cuerpo de batalla que se cañoneaban con la vanguardia británica y que ellos, combatiendo como estaban, no podían virar. Al fin Gavaret viró por contramarcha y De Court lo hizo cuando pudo, por giros simultáneos. Gavaret tuvo ocasión de doblar a la vanguardia inglesa, pero De Court lo impidió haciéndole señal de que arribase para que se acercase a él. Por otra parte, tres buques ingleses salieron de la formación, maniobrando así para impedirlo si lo hubiese intentado. Conforme se acercaban los franceses, se alejaban los ingleses. Reunidas las escuadras española y francesa navegaron —ahora sí— con rumbos cerca nos al NNO. El Real Felipe iba remolcado por el Santa Isabel. De Court propuso a Navarro ir juntos a atacar a los ingleses. Este le hizo ver el estado en que se hallaban sus buques después de tan duros combates, pero que estaba dispuesto si se interpolaban los navíos franceses con los españoles, para que de este modo no se separasen como había ocurrido durante la acción. Se desistió de la idea y De Court auxilió a los buques españoles enviándoles ochenta hombres de maestranza y marinería. Al amanecer del día 23 estaba la escuadra española a sotavento de la francesa y el enemigo a la vista. El Hércules, muy averiado como iba, se había separado mucho por la noche y amaneció cerca de los ingleses, que destacaron un navío de tres puentes que se lanzó sobre él, manteniéndose en vivo combate durante casi una hora, hasta que llegaron navíos franceses a socorrerle. La escuadra francesa maniobró como para combatir a la ingle sa y ésta la esperó, pero aquélla no siguió adelante y arribó sobre la escuadra española para cubrirla de un posible ataque que, sin duda, hubiese tenido lugar con parte de la escuadra inglesa que se mantenía a barlovento. Un navío francés represó el Poder que navegaba muy separado de los ingleses con dotación de presa. Recogió a ésta y a los españoles que iban, y pegó fuego al barco por considerar ya inservible aquél casco tan destrozado en sus gloriosos combates del día anterior. El día 24, al amanecer, no estaba a la vista la escuadra enemiga. El Hércules hizo señas de grave incomodidad, pidiendo socorro de un buque que le convoyase. No pudiendo navegar más que con el viento muy largo, se le ordenó dirigirse a Cartagena, y así lo hizo —llegaría el día 27—. Al amanecer del día 25 se encontraban solos los españoles. La noche anterior la escuadra francesa se había mantenido a la capa y la española había seguido navegando a poca vela. Los nuestros se hallaban a diez leguas de Barcelona. El punto previsto para una posible reunión era Rosas, pero con el fuerte NE reinante no podían arrumbar allí debido al estado de los buques y con el Real Felipe a remolque como iba. El Neptuno hacía mucha agua; ésta crecía y no podía aguantar vela alguna; a palo seco y con ayuda de alguna bandola se dirigió a Barcelona, entró aquel mismo día. Año 1983 C. MARTÍNEZ-VA LVER!)E Durante esta penosa navegación aún se hizo una presa: una fragata inglesa mercante que con otras cuatro, escoltadas por tres de guerra, se dirigía a Mahón. La escuadra francesa había continuado procurando cubrir a la española, si bien no a la vista de ella. El día 7 se reunieron al fin ambas... y en conserva se dirigieron a Cartagena. La española entraría el día 9 y el lila francesa. Durante todo este tiempo Francia seguía en paz con Inglaterra. La escuadra inglesa, apartada de la vista de la combinada desde el día 24, se dirigió a Rosas en busca de los nuestros, pero al no hallarles lo hizo a Las Hires; mas considerando Mathews el estado en que se encontraban algunos de sus buques, que necesitaban urgentes reparaciones, decidió din girse a Mahón, donde entró el 2 de marzo. El día 5 saldría de nuevo, tras intensa labor de ciento cincuenta carpinteros trabajando día y noche, dice el capitán de navío Urrutia, comandante del Poder, que estaba prisionero de los ingleses. Tenía la esperanza Mathews de poder interceptar aún a los nuestros antes de que llegasen a Cartagena, pero encontró un nordeste muy duro y, como las reparaciones efectuadas habían sido tan a la ligera, hubo de regresar a Mahón a donde llegó el día 10, con tres navíos: uno de 70, desarbolado, y dos con palos rendidos. Todo el mes de marzo estuvieron detenidos los ingleses. Final de la campaña. Se aprovechó esta momentánea inmovilización de la escuadra británica para pasar convoyes de aprovisionamiento para las tropas de Italia. La escuadra francesa salió de Cartagena para Tolón el 4 de abril. La española efectuó las reparaciones en sus buques. Don Ignacio Dauteville fue destacado a Tolón con ocho navíos. Navarro salió de Cartagena en el mes de julio con diez navíos, una fragata y otros buques menores, con misión de hostilizar a los enemigos e interceptar sus convoyes. Arbolaba su insignia en el Santa Isabel, por no haber sido posible habilitar el Real Felipe. Cumplió su cometido y regresó a Cartagena, volviendo a salir el 14 de agosto, con una misión análoga y volvió con muchas presas. El 17 de abril había recibido Navarro la noticia del rompimiento de Francia con Inglate rra. Inglaterra resolvió esta situación de tanta inseguridad para su tráfico marítimo y puso una fuerte escuadra al mando del almirante Rowley a bloquear Cartagena. Este bloqueo fue largo. Era mayo de 1746 y aún con tinuaba (22). (22) Navarro, en esta fecha, trabajaba en su proyecto sobre el arsenal de Cartagena. Desde el 1 de marzo de 1748 quedó desembarcado, nombrado comandante general del depar tamento. 22 2 LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDITERRANEO... En la Vista 1.” del Combate de Tolón —grabado de Juan Moreno Tejada— (Museo Naval. Madrid). Se aperciben las tierras de la Provenza francesa corridas por la banda de babor de los buques que navegan en línea de combate a un rumbo —por el modo de verse las tierras— de componentes sur y este. Por el dibujo, más al este que al norte. En modo alguno pueden navegar las escuadras al NNO como dice algún relato, probablemente equivocado, al transcri bir la escritura original. Regusto de victoria. Antes de que esto llegase, los españoles tenían muy alta su moral; esta ban satisfechos de su comportamiento en Cabo Sicié. Les espagnois fiers et contents d’eux mémes, dice Ségur. Estaban orgullosos de haber rechazado por dos veces a fuerzas tan superiores, infligiéndoles grandes pérdidas. No estaban, sin embargo, de acuerdo los nuestros con la actuación de los fran ceses, pronto se puso de manifiesto un sentimiento de animosidad entre las dos Marinas, la de ellos y la nuestra, que perduró por mucho tiempo. Los franceses, en un principio, no acusaron remordimiento alguno. De Court fue a ver a Navarro en Cartagena y se quejó de que los comandantes de los navíos españoles, que habían llegado antes que las escuadras, habían escrito a la corte diciendo que los franceses nos habían abandonado. Nava rro habría visT .ilguna causa de justificación de su conducta cuando le replicó que n ebía hacerse caso de lo que se escribía, que él sólo se quejaba de quí hubiese combatido estando a sotavento, contrariamente a lo previamLi convenido. De Court le dijo que él no había provocado Ano 1983 23 C. MARTÍNEZ-VALVERDE el ataque, que eran los ingleses los que lo habían hecho, a lo que Navarro le contestó que había mil modos de evitar el combate hasta encontrar favo rable ocasión para emprenderlo —apreciación muy suya, sin duda, ¿ello es siempre posible?— (23). Navarro había sido felicitado por muchos comandantes franceses, pero conforme pasaron los días se fueron agriando más las cosas. Mucho influyó en el ánimo de los españoles la calumnia infame levantada contra Navarro por el capitán de navío de nuestra escuadra De Lage, francés de nacimiento y formación anterior, que ya conocimos al hablar del navío San Isidro, destacado en Ajaccio. Ya vimos que estaba juzgado como indeseable y que había entrado en nuestra Armada en contra del consejo del Almirantazgo. Era en realidad un antiguo contrabandista enriquecido y, además, intrigan te. Iba de segundo comandante en el Real Felipe y vertió la especie de que Navarro había abandonado la acción para ir a curarse de heridas leves. La reahdad, atestiguada por todos, es que había recibido una herida en una pierna a las dos horas de combate y no había querido retirarse. Después sí tuvo que hacerlo cuando recibió otra herida cerca de la yugular; y lo hizo a las cuatro horas de combate, cuando ya casi estaba rechazado el primer ataque de Mathews. En cambio De Lage sí se había mostrado rñedroso, escudado tras el cabrestante de proa, y al final tuvo que mandar, al caer mortalmente herido Don Nicolás Geraldino, comandante del navío, y lo hizo también medrosamente, conforme atestigua el entonces teniente de navío Hidalgo de Cisneros, perteneciente a la plana mayor, que estuvo presente. ¡Así se desfiguran las cosas!: Navarro estuvo a la altura de su brillante historial militar y se mostró digno de mandar a sus muy valerosos subordinados, todos ellos testigos de su valor menos el insidioso De Lage. Navarro fue ascendido a teniente general de la Armada y, considerándo se victoria manifiesta el haber rechazado por dos veces a fuerzas enemigas muy superiores, con grandes pérdidas para ellas, le concedió el Rey el título de Marqués de la Victoria, poniendo así de manifiesto que consideraba victoriosos esos dos combates, los principales de una batalla general que, en su conjunto, se puede calificar de indecisa y casi de balbuceante. Los enemigos son muchas veces buenos jueces de la propia actuación, especialmente cuando en ellos existe un clima de caballerosidad como había en los mandos de la escuadra británica, independientemente de la actitud de su gobierno, cuyas órdenes cumplían. Ellos ensalzan el comportamiento de los españoles en los combates de Cabo Sicié. El comandante del Poder, Don Rodrigo de Urrutia, en Mahón, a donde había sido llevado prisionero, recibió muchos honores dirigidos a su propia persona por su heroico com portamiento, y también muchas alabanzas dirigidas a Navarro y a sus co mandantes y dotaciones: Todos los brindis —dice Urrutia— después del Rey británico eran al almirante Navarro. Todas las sobremesas caían en la Real y en el valor de los españoles, confesando todos generalmente la superioridad (23) Vargas Ponce, panegirista de Navarro, opina que este juicio es equivocado. Dice que bien manejados los medios de que se dispone puede obligarse a una acción al enemigo. 24 2 LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDITERRÁNEO... a ellos mismos, y encendiendo el furor contra quien debiera imitarnos (los franceses). Por si hubiera duda sobre la actuación de los navíos de Navarro retrasados en la línea de batalla podemos recoger: Todos los navíos que estaban a la popa de V. E. —dice Urrutia— hicieron a los enemigos mucho daño que satisfacen a una voz con dignas alabanzas, confesándole al «Hércu les» y «Brillante» mucha parte de defensa a la Real, y el fuego de ésta le llaman fuego de los infiernos —de nuevo esta expresión muy británica. En el lado inglés. Otro índice de nuestra victoria es el reconocimiento británico de lo que ellos perdieron, no solamente en averías y en retirada: perdieron la ocasión de destrozarnos, como esperaban por la enorme superioridad de su fuerza, aun sin que tomase parte Lestock, con la retaguardia. Mathews quitó el mando a Lestock al llegar a Mahón por su pasividad y le envió a Inglaterra; él recurrió y la Cámara de los Comunes forzó a que se viesen los acontecimientos en consejo de guerra. Así fueron procesados dos almirantes, seis comandantes de buque y cuatro segundos comandantes. Mathews fue declarado inhábil para ejercer cualquier otro mando. El Rey no quería confirmar esta sentencia para un general que se había batido con tanta valentía. Ello es cierto y su fama ha pasado impoluta a la posteridad. No así la de Lestock que fue el blanco de las iras de la opinión pública, a pesar de resultar absuelto. Basó su defensa en tener izada Mathews la señal de línea de combate al propio tiempo que la de combatir y atendió a la primera,jy se le hizo caso! Unos capitanes fueron depuestos y otros despe didos del servicio. Algunos fueron después rehabilitados. Los de los navíos de la cabeza de la vanguardia que maniobraron en contra de las órdenes recibidas, fueron absueltos, por haber evitado con su actuación el envolvi miento de aquélla iniciado por la vanguardia francesa. Algunos comandan tes fueron felicitados por su comportamiento en el combate. Sobre las averías y bajas. Largo se haría detallar estos puntos, pero no podemos dejar de hablar sobre ellos. Por nuestro lado, los buques más maltratados fueron el Real, el Poder, el Neptuno, el Constante, el Oriente y el í-íércule.r. En total tuvimos nueve oficiales muertos, de ellos tres comandantes de buques, y ciento cuarenta individuos de las dotaciones, y diecinueve oficiales heridos y cua trocientos cuarenta y ocho hombres de las tripulaciones. De los heridos fallecieron muchos (24). De los buques ingleses se sabe con menos exactitud, tanto de los destro zos causados a sus buques como del número de bajas. Sus navíos más maltratados fueron el Marlborough, que estuvo a punto de irse a pique, el (24) Era muy grande el número de heridos que morían, muchos de ellos de horribles astillazos que la precaria sanidadde combate de entoncesera incapazde salvar. Año 1983 C. MARTÍNEZ-VALVERDE Namur, insignia, el Princesa y el Somerset. Pero se sabe que otros muchos fueron muy seriamente averiados. El comandante del Poder dice en su carta desde Mahón: Entre todos les hemos muerto y herido ochocientos, de los que pocos viven. Las bajas inglesas. de ser puntualmente ciertas las cifras anteriores, son mayores que las españolas y ello diría mucho del modo de combatir de los nuestros. Además, no sirve la mera comparación aritmética de cifras para graduar la victoria, pues la superioridad de fuerzas inglesas debía haber supuesto un mayor número de bajas de los nuestros, y, al ser al contrario, la victoria se refuerza del lado de los españoles. Datos comparativos. Hemos expuesto, al hablar de las fuerzas en presencia, el número de cañones de uno y otro lado, índice de gran impórtancia en la comparación, siendo el cañón el arma naval por excelencia, y suponiendo una buena utilización de ella en el conjunto mediante la maniobra marinera. En la acción principal de la batalla había 812 cañones en los buques españoles, de menores calibres que los 1.410 de los ingleses. Aparte del cañoneo a distancia de la vanguardia inglesa contra el cuerpo de batalla de De Court —con dos de nuestros navíos— y del fuego cruzado entre buques de la retaguardia británica y los españoles del grupo retrasado, vemos en el primero de los ataques de Mathews 750 cañones ingleses, contra 368 españoles, y en el segundo ataque, 502 de los nuestros contra casi el mismo número por parte de los enemigos, salvo los desmontados por el fuego en una y otra parte. Fue un gran triunfo rechazar por dos veces a los ingleses con grave quebranto para ellos. Considerando ahora los buques, Navarro dice en su memorial de 1747 dirigido al ministro Don José de Carvajal que en Cabo Sicié los navíos de 64 cañones y menos, con baterías de 18 y 12 (libras) no podían resistir sin salir al fin de la línea de combate, porque los navíos ingleses de 90 cañones y de 70, con baterías de 30 libras y de 18, los pasaron a los primeros bala zos... Compárese la resistencia del navío «Real» —sigue— en medio de tener sus baterías de 24, 18 y 12, atacado por cinco navíos, de ellos tres de tres puentes, con qué constancia se defendió y maltrató a los enemigos, y cuánto mayor daño les hubiera hecho si hubiera sido artillado de 24 y 24... Los navíos para la guerra —continúa— han de ser de diferente construcción que las fragatas o navíos de 60 cañones, con artillería de 18 y 12, buenos, con los de inferior porte, para solamente el corso y otros usos (no para el combate entre escuadras)... Un buque de tres puentes de 100 cañones debería tener —dice— dos baterías de a 24 y la tercera de 12 (25) y los 70 de cañones de 24 y 24 en dos baterías y media... Vemos, pues, qué buques nuestros se tuvieron que enfrentar con los ingleses en Cabo Sicié, repitiéndose en parte, (25) Los cañones de mayor peso de bala que 24 libras resultaban demasiado pesados aun para la primera batería —la baja— y necesitaban mucho personal, por ello el Marqués de la Victoria no los aconseja ni aun en buques de 100 cañones. 26 . Núm.2 LA CAMPAÑA DE DON JUAN JOSE NAVARRO EN EL MEDITERRANEO... en la constitución de nuestra escuadra, el error —por falta de buenos buques de combate— de Cabo Passaro, independientemente de otros errores de tipo táctico. La Marina de Felipe V se había constituido en medio de gran des dificultades y escaseces, partiendo casi de la nada, dado el estado de la de Carlos II, y los buques de 60 cañones eran el primer paso para acometer después la construcción de buques mayores; ésros realmente se construye ron, prueba de ella era el Real Felipe, pero en insuficiente número, y se necesitaban también los pequeños para hacer la guerra al corso y a la pira tería en aguas americanas. Buques de la Carrera de Indias hubo en Cabo Passaro y también los hubo en Cabo Sicié —los marchantes— y hay que reconocer que si bien no eran fuertes, se batieron como buenos (26). Consideraciones finales. La batalla de Cabo Sicié resuelve transitoriamente las comunicaciones con el ejército de Italia, mientras los ingleses reparan sus buques y se reor ganizan. Francia había declarado la guerra a la Gran Bretaña y ello entor pecía sus planes. De ahí las dos salidas de Navarro desde Cartagena. La segunda, en el mes de agosto, eficaz por las presas que hizo, fue en realidad el fin de su campaña mediterránea. La batalla de Cabo Sicié tiene unas características muy peculiares por no saberse cuándo y cómo intervendrían los franceses. Estos no toman parte en los combates principales, tan sólo se limitan a un cañoneo lejano, en retirada. Sin embargo, sí auxilian después a un navío español cercano al enemigo, represan a otro, ayudan a los nuestros a reparar las averías y cubren a la escuadra española en retirada. Es una batalla sui géneris, pode mos decir, o con Vargas Ponce, muy desemejante a las de su siglo. El inglés John Clark se expresa: esta batalla se distingue en su modo de ser por circuns tancias peculiares (This battle distingushed as it is by peculiar circuns tances...). Esta acción de guerra naval nos repite una vez más la lección: que hay que tener buques de combate capaces de hacer frente a los del enemigo para vencerle —en aquel entonces con cañones de mayores calibres y mayor número de ellos—. La victoria se obtiene, pese a nuestra debilidad, en una fracción de la batalla, eso sí, la de combates cruentos. La Marina de Felipe V necesitaba una victoria sobre los ingleses, batién dose con ellos entre escuadras de buques de línea (27): la necesitaba para elevar su moral, tan necesaria como tener buques. Obtenida, nos aferramos a ella; Navarro, ensalzado por propios y extraños, es promovido a teniente (26) En su exposición al Rey Carlos III dice el Marqués de la Victoria que los navíos de 100 cañones y de 90, con baterías de 24 y 24, son los verdaderos navíos de guerra. Así los construyeron los nuestros por impulso de Jorge Juan. siguiendo el modelo ingles y por el de Gautier el francés. Por último Romero de Landa españolizó todo y obtuvo buenos tipos nacionales. (27) Recuérdese el éxito de la guerra en aguas de América. con numerosas presas hechas a los ingleses como consecuencia de multitud de combates. Año 1983 C. MARTINEZ-VALVERDE general de la Armada y nombrado por el Rey Marqués de la Victoria, para que quedase el triunfo bien marcado. Navarro es amigo de los Reyes y del ministro Campillo —los tiempos de la enemistad con Patiño habían pasa do—; todos tienen verdadero placer en premiarle. La Reina dice: ¡Ya tene ‘nos general de Marina!, lo dice gozosa de tener un general victorioso, pues generales ya había otros... Navarro, poco después (1750), será director general de la Armada y más tarde, ya con Carlos III, capitán general de ella. Sirve con lealtad a tres reyes consecutivos y a la Armada con enorme espíritu de trabajo, sostenido hasta muy avanzada edad. Pese a que su campaña de 1774 no fuera todo lo afortunada que hubié ramos deseado y él merecía, Navarro es una de las figuras señeras de nues tra Armada por sus servicios en tierra y mar, en paz y en guerra, incluyendo el principal: la victoria del Cabo Sicié. BIBLIOGRAFIA Robert—Naval and Military Memoirs of Great Britain from 1727 to 1783. Londres, 1804. CAMPBELL, John—Naval History. Lives of the English Admirals. 1744. BEATSON, GUÉRIN, León.—Hisroire Maritime de France. FERNANDEZ DURO Cesreo.—Arnjada española París, 1846. desde la unión de los reinos de Castilla y León. Madrid, 1895-1903. MAHAM, Alfred Thayer.—Influencia del Poder Naval en la Historia. El Ferrol, 1901. MARTÍNEZ VALVERDE, Carlos—Constitución y Organización de la Armada de Felipe V. Ponencia en el Primer Congreso de Historia Militar de Zaragoza, 1982. Publi cada por el Estado Mayor del Ejército. Madrid, 1983. VARGAS PONCE, José de.—Vida de Don Juan José Navarro, Primer Marqués de la Vic toria. Madrid, Imprenta Real. 1808. 28 2 LA TACTICANAVAL EN EL SIGLO XVI Ricardo CEREZO MARTINEZ Capitán de navío Introducción. Un buque de guerra es, desde siempre, una posición móvil que puede orientarse en la dirección más conveniente para que sus armas produzcan al enemigo los mayores efectos destructivos, una posición que lleva consigo la capacidad inmediata de reponer sus armas, de aprovisionarse y de reparar los daños; movilidad, masa de fuego y permanencia son, pues, las caracterís ticas bélicas de un buque de guerra. El grado de movilidad es el factor que lo diferencia de cualquier fuerza combatiente terrestre y, actualmente, el de permanencia lo distingue de cualquier unidad aérea. Mientras las armas utilizadas que proporcionan mayor masa de fuego, es decir, mayor capacidad de destrucción del enemigo en el menor tiempo posible son las esgrimidas por la mano del hombre, la esencia de la táctica naval, extrapolada de la terrestre, reside en la lucha cuerpo a cuerpo, lo cual hace necesario el abordaje previo de las naves; esto no descarta el empleo de armas y objetos arrojadizos durante la fase previa al contacto, susceptibles de causar la muerte, daño, o dificultar la acción defensiva-ofen siva del enemigo. Estos elementos arrojadizos cumplen una función de des gaste anterior al choque decisivo de las armas manipuladas; aunque ese desgaste, circunstancialmente, pueda ser resolutivo. La similitud combativa en tierra y en la mar hace que sea norma corriente —aun en el siglo XVI que los generales dirijan indistintamente la acción de los ejércitos y de las escuadras cuando se les asigna su mando. Sin embargo, aunque para combatir en la mar se adopten armas y técni cas utilizadas en tierra, los progresos y mejoras que éstas experimentan en la carrera de armamentos de cada época, hacen que su adopción y adapta ción adquiera facetas peculiares de empleo para conjugar sus efectos con las características del medio en que se utilizan; como sucede con el aprove chamiento de la energía cinética producida por la marcha y masa del buque propio para abordar de proa el costado de la nave adversaria, interponiendo entre ambos un elemento contundente que cause en aquélla el mayor daño posible sin sufrir averías la nave propia; este elemento, el espolón, es quizá la primera de las armas genuinamente navales utilizada por el hombre 700 años antes de Jesucristo (1). (1) Año Bajorrelieve 1983 en el palacio de Sennacherib, en Ninive. R. CEREZO MAR TINEZ A veces la innovación en el ámbito naval de una táctica se debe a la originalidad de adaptar el combate en la mar a las condiciones en las que se desarrolla en tierra. Así, los romanos, pueblo de campesinos guerreros desconocedores de las cuestiones marítimas y navales, para enfrentarse con los cartagineses construyen una flota a partir del modelo de un buque púnico adquirido en un naufragio e ingenian un elemento que permita convertir el encuentro naval en un combate terrestre: proveen a sus buques de pasarelas —denominadas cuervos, de corvus— provistas de un gran gancho en su extremo de modo que queden fijas sobre las bordas de los buques enemigos y puedan ser asaltadas por los legionarios embarcados sin peligro de que se separen las naves combatientes. En dos grandes ocasiones (677 y 718), las fuerzas navales bizantinas han salvado a Constantinopla de caer en poder de los califas; su superioridad sobre las sarracenas ha sido proporcionada por el fuego griego, un elemento de composición no conocida hoy con exactitud debido principalmente a la distinta denominación dada a las materias incendiarias utilizadas en diferen tes épocas. Los brulotes —naves viejas o averiadas en combate, cargadas de leña y ramas de pinos— lanzados ardiendo contra los buques enemigos, aprove chando el viento favorable, es otro ejemplo de arma naval capaz de causar la destrucción de los buques enemigos usada desde los tiempos más remotos (2). Asimismo, para impedir el desembarco de los atenienses en Sicilia, los siracusanos instalan campos de robustas vigas punzantes clavadas en los accesos más probables donde puede producirse la invasión; los ate nienses, a su vez, utilizan nadadores expertos para destruir las defensas ene migas (3), anticipándose 2.360 años a las tácticas similares usadas en la segunda guerra mundial. En los siglos x y xii, la táctica combativa del dromón es igual que la utilizada anteriormente por la trirreme y la liburna: ataque de proa para embestir con el espolón y llegar al abordaje con ventaja —si se hunde el buque enemigo con la embestida— y alcanzar una decisión favorable me diante la lucha con armas cortas. Durante la fase de aproximación se lanzan armas arrojadizas y el fuego griego proyectado hacia el enemigo, tratando de crear una situación ventajosa antes del choque y subsiguiente combate cuerpo a cuerpo. En el castillo de proa se sitúan unos 40 hombres para saltar a la nave contraria, apoyados por los que permanecen en el corredor de crujía, preparados para afluir hacia proa cubriendo las bajas y lanzarse al abordaje detrás de los del castillo. La cofa, móvil, situada alrededor del palo, es un puesto defensivo y de apoyo a los combatientes que saltan al buque adversario. El castillo de popa cuenta con los hombres necesarios para la defensa del capitán y jefe de la escuadra. Como puede verse, el sistema defensivo-ofensivo del buque se establece a base de sostener dos puestos fuertes protegidos —a proa y a popa—, que (2) (3) 30 Tucídides, Ibídem. Las guerras del Peloponeso. 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI permiten el encastillamiento de hombres de guerra a la vez que facilitan la irrupción sobre la nave enemiga mediante el abordaje; los encastillamientos en las cofas fijas —gavias— y móviles proporcionan cobertura a los defen sores, atacantes de la cubierta desde posiciones dominantes en altura. Durante siglos la forma esencial de combatir en la mar no sufre grandes variaciones. El corto alcance de las armas obliga aún al acercamiento, al abordaje, a la lucha cuerpo a cuerpo, como acto resolutivo del combate naval; cualquier alejamiento hace que las armas sean inútiles. El uso de la artillería en los buques (iniciado al parecer por los españoles en La Rochela en 1372) dará origen a una evolución lenta en la táctica naval que comenzará a diferenciarse de la terrestre, pero aún ha de transcurrir mucho tiempo para que el cambio de táctica diferenciada se produzca y el combate en la mar adquiera singularidad propia. Entretanto, la artillería cumple la función de desgaste previo a la acción decisiva del combate, resuelto con armas de fuego portátiles, sustitutas de las viejas armas arrojadizas. Pero no desapa rece de inmediato el empleo del arco, la pica y las armas blancas, que siguen utilizándose en el momento del abordaje. Sin embargo, se depuran las téc nicas de empleo de buques y armas, se establecen normas para el uso de ambos y se sistematizan las formaciones y las señales para la marcha y el combate. La maniobra. Las ventajas que comporta el apoyo mutuo de dos o más buques para ordenar su defensa, o disponerlos de modo que lancen mayor masa de fuego sobre el enemigo, en determinados sectores, de la que lanzaría uno solo, se conoce desde tiempo inmemorial. Lo mismo sucede con el empleo de diferentes clases y tipos de buques para realizar funciones diferenciadas. Igualmente, el uso de formaciones y dispositivos navales específicos es an tiguo por cuanto antigua es la necesidad de obtener sectores de máxima ofensa de las armas. Para la marcha también se traslada a la mar la experien cia terrestre. En tierra, el orden de marcha de los ejércitos se hace con el frente que permite la anchura del camino, ordinariamente se dividen en: vanguardia, cuerpo de batalla y retaguardia; una detrás de otra, colocándo se para el combate de izquierda a derecha, con la batalla en el centro. Los dispositivos de marcha se emplean para evitar la sorpresa y permitir el paso a la formación de combate lo antes posible. Las evoluciones en presencia del enemigo han tenido lugar en muchas batallas navales de la antigüedad: los griegos ante los persas en Salamina aprovechan la geografía para paliar su desventaja numérica; los atenienses giran en torno a la flota corintia, como un carrusel, en Corinto, y los roma nos presentan a los cartagineses un dispositivo triangular en Ecnomos, apo yado por una fuerza de reserva para penetrar en cuña en el dispositivo enemigo y desorganizarlo. Todos estos son ejemplos que corroboran la vieja existencia de una variedad de disposición de los buques para un mejor Año 1983 R. CEREZO MARTINEZ empleo de la fuerza naval que la experiencia ha sancionado como buenos; pero en general la maniobra se limita a la ejecución de unos movimientos preliminares, preparatorios, con el fin de ocupar posiciones iniciales que faciliten una victoria de forma rápida y completa mediante el empleo de una fuerza que chocará frontalmente con el adversario. En un tratado de Arte militar escrito en la época del Emperador Mau ricio (582-602) se dice lo que sigue respecto a la táctica de combate de los drómones: Si los drómones son numerosos es preciso dividir en tres cuerpos (escua dras) disponiendo cada uno de portador de órdenes y una corneta. Todos, o al menos la mayor parte de los drómones, deben estar armados de pequeñas balistas cubiertas por man teletesfabricados de un tejido de cuerdas o de crin; estas armas están destinadas a rechazar al enemigo que se aproxime a los drómones durante la navegación. Se les refuerza con castillos defendidos por un número conveniente de arqueros (...). Cuando se llega al lugar donde deben estacionarse, se hace una llamada general a todos los buques de la flota para ver si falta alguno; cuando se ponen en movimiento, los drómones bogan los primeros y los buques de carga detrás de ellos. Pero éstos son pesados y tienen la dificultad en seguirlos, es preciso dejar algunos drómones para escoltar/os. Los buques de carga, separados en divisiones, así como los transportes de tropas, seguirán el mismo orden de navegación. Su lugar de acampamento debe ser muy próximo al de los drómones, se tendrá cuidado de rodearlo de fosos para protegerlo de los intentos nocturnos del enemigo. Si aparece una flota enemiga y es preciso combatir, los drómones se dispon drán en línea, conservando entre ellos suficiente distancia para que, bogando holgadamente, los remos de uno no estorben a los del otro. Así se cubrirá, si pueden hacerlo sin riesgo, toda la anchura del río; si su número excede al necesario para una sola línea, se formará una segunda línea, a retaguardia, a la distancia de un tiro de flecha, y, si es necesario, una tercera (...). En el siglo x aparecen tratados que apuntan métodos de ataque, defensa, distribución del personal y estratagemas tácticas, siquiera de forma esque mática. Así León VI de Bizancio —denominado el Filósofo— en su Tratado de Táctica —Instrucción XIX— señala la distinción entre el orden de mar cha y el de combate. Respecto a este último dice: Podéis ordenar vuestra flota en forma de «U», de manera que las galeras, colocadas una al lado de la otra, avancen como dos alas o dos manos. Cuidaréis de colocar las mejores y las más bien armadas preferentemente en las alas. La capitana estará en el fondo cóncavo, desde donde podréis verlo todo con facilidad y dar vuestras órdenes. Esta disposición semicircular es la más propia para envolver al enemigo, y tiene además muchas ventajas para la retirada (...). Podréis tam bién ordenaros en línea recta (...). Según el número de barcos que se tengan se han de formar en dos o tres líneas. Cuando la primera de ellas está empe ñada en el combate (...) las otras se deslizan a derecha e izquierda para arrojarse sobre los flancos o sobre las partes traseras, de suerte que los ene migos no puedan parar este nuevo ataque. 32 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI Para proporcionar defensa a las armadas se usan dispositivos de explora ción que comunican los movimientos del enemigo mediante señales de humo o espejos heliógrafos; en caso de emergencia utilizan escudos y espa das bruñidas. Los buques exploradores, ordinariamente en número de cua tro, van escalonados en profundidad de modo que los más alejados estén a una distancia equivalente a una hora de navegación, período de tiempo suficiente para alistar la fuerza para el combate. El orden normal de combate es la falange recta, y las formaciones cón cava y convexa. La falange recta, utilizada generalmente cuando combaten naves redondas, sitúa los buques en tres o más filas ocupando la primera fila los buques de mayor porte y mejor armados. En la formación cóncava estos buques se reparten en las dos alas y en la convexa se colocan en el centro: estas dos formaciones circulares son, ordinariamente, las que utili zan las naves largas, propulsadas a remo, cuando se trata de penetrar en la formación enemiga o envolverla por flancos, respectivamente. La falange recta tiene aplicación en los casos en que predominando la masa propia de las naves redondas se prefiere el ataque frontal, aconsejado también por la escasa facultad de maniobra que durante el combate proporcionan los siste mas vélicos y de gobierno en esta época. Los buques más débiles, los transportes y los avisos se colocan detrás de la línea de combate con objeto de que actúen de fuerza de socorro suministrando hombres y armas donde hagan falta. A veces las naves redondas, fondeadas, se amarran unas a otras, utilizan do palos y antenas para asegurar la firmeza del dispositivo, ofreciendo al enemigo uña fuerza encastillada, defensiva, que sirve de apoyo a las embar caciones, atacantes propias que pasan entre dos buques para hostigar al enemigo y regresar a buscar abrigo dentro del recinto marítimo protegido cuando son perseguidas. También se utiliza la sambuca (4), consistente en el abarloamiento de dos buques largos de modo que los remos de las bandas exteriores se utilizan para impulsar al conjunto. Con ello se duplica la capa cidad combativa en el ataque a la vez que se incrementa la fuerza viva de la embestida contra el costado de la nave enemiga. En ocasiones se emplea la formación triangular como una variante de la convexa en la que se refuerza la retaguardia para trazarla en masa sobre los buques enemigos, por las alas y el centro una vez el vértice adelantado ha roto la formación adversaria. En todo caso, el propósito de estas formaciones no es otro que lograr una superioridad en efectivos humanos sobre el enemigo para vencerle en una forma de combate en que la fuerza, la ira y la temeridad privan sobre cualquier consideración especulativa de tipo táctico-naval, lejano aún en el tiempo, pero los mandos navales de escuadras y buques tienen ideas empí ricas sobre la posición, la defensa y el ataque del combate de nave contra nave y escuadra contra escuadra. No existe, depurado por el estudio, ese (4) A. Jal, Archeología Naval. Año 1QS R. CEREZO MARTÍNEZ conocimiento teórico de lo que se ha de hacer en cada situación para lograr el fin propuesto, pero se sabe que la destrucción del enemigo es necesaria para alcanzar la victoria. También se sabe sacar partido de la sorpresa, bien utilizando medios y armas desconocidos por el enemigo o atacándole donde y como no lo espera. Y se atacan fuerzas enemigas con decisión si se tiene superioridad sobre ellas, es decir cuando se pueden concentrar los esfuerzos propios para obtener la victoria. Buques y armas; su empleo en combate. A comienzos del siglo xvi no existe diferencia entre los buques de guerra y los dedicados al comercio; sin embargo, esta afirmación pierde generali dad cuando se refiere a la galera, buque esencialmente preparado para combatir más que para transportar carga destinada al tráfico mercantil. Concretamente en el Mediterráneo, la galera renace como arma de guerra reactualizada por los otomanos, después de haber quedado un tanto despre ciada por las naves de propulsión vélica. Estas, por el contrario, son más susceptibles de empleo mixto y se precisará el transcurso del siglo para que su diseño y construcción se haga con vistas a uno u otro fin. Este renacimiento de la galera, en un ámbito marítimo —como el Medi terráneo— donde la navegación es prácticamente costera y está sometida a un sistema irregular de vientos, alcanza a toda una familia de buques diver sificados que conservan en común la propulsión básicamente rémica, la ligereza y la maniobrabilidad. Son las: galeras —sutiles y bastardas—, galeo tas, fustas, bergantines y fragatas; diferenciadas en cada una de sus clases según características propias de las regiones mediterráneas en que se cons truyen, tanto en lo referente a la superestructura —más alterosas las del Mediterráneo occidental que las del oriental— cuanto al armamento. Las galeras emplazan su artillería principal a proa para hacer fuego en caza, montadas las piezas sin más posibilidad de orientación que el rumbo de la nave en cada momento, y con puntería en elevación fija preparada —mediante cuñas— para hacer fuego a una determinada distancia. El nú mero de piezas suele ser de 3, 4 ó 5, combinando las de tipo culebrina, de gran alcance unos 2.000 metros máximo- con las de tipo cañón, de menos alcance —unos 1.500 metros máximo- y los del tipo pedrero, de menor precisión que las culebrinas y los cañones y también de menor alcan ce —unos 600 metros— pero de efectos más dispersos. Esta variedad de armamento capacita a las dotaciones artilleras para hacer fuego a diferentes distancias con finalidades tácticas perfectamente diferenciadas y con arreglo a las distintas situaciones y fases del combate. Cabe advertir, sin embargo, que la lentitud con que se realiza la carga de las piezas y el peligro que han de soportar los artilleros para efectuarla, raramente permiten hacer fuego más de una vez durante la fase de aproxi mación. 34 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI En cuanto a la artillería secundaria, las galeras occidentales —denomina das ponentinas— montan esmeriles y falconetes en la popa, uno a cada banda y dos o más en cada costado (instalados muchas veces con carácter de eventualidad) para rechazar desde la popa y el través los intentos enemi gos de abordaje; porque no hay que olvidar que el sector de mínima ofensa de la galera es el correspondiente a popa y que el ataque y abordaje por este sector es la forma más eficaz de lograr una ventaja táctica inicial. Con estas armas orientables a mano se trata de reforzar la defensa siquiera para hacer frente a la fase de abordaje y asalto en los sectores más vulnerables de la galera. Entre esta artillería menuda que montan las galeras se incluyen también los mosquetes de posta. Su número es variable y oscila entre los diez y los cuarenta, ubicados en las bandas con el fin de ocasionar bajas en las dota ciones enemigas a partir del momento en que entran en su alcance efectivo (unos 200 metros). Las armas de fuego portátiles son los arcabuces, cuya función de desgas te, similar a la de los mosquetes, hace que ambos tipos de armas formen parte, en las galeras, en proporciones variables a fin de equilibrar los efectos tácticos ante cada situación concreta. El arma arcabuz es tanto o más varia da que el mosquete; sin embargo, puede decirse que el normal pesa unos 23 kilogramos y es capaz de lanzar una pelota de plomo de 28 gramos, como alcance máximo, a unos 600 metros de distancia. Su alcance eficaz es de poco más de 50 metros. Las galeras otomanas emplazan un cañón a crujía, con proyectiles cuyo peso, según el tipo de pieza, oscila entre 23,8 y 27,6 kilogramos; cuatro piezas del tipo lombarda o pedrero flanqueando (dos a cada lado) el cañón de crujía, y doce esmeriles. Sin embargo, este artillado no puede generali zarse para todas las galeras otomanas, pues en orden a aligerarlas de peso, en beneficio de la velocidad, muchas de ellas solamente móntan tres piezas principales: un cañón de crujía flanqueado por dos pedreros o lombardas. Respecto al armamento portátil cabe señalar que si en 1570 en las galeras ponentinas y venecianas se han desechado ya el arco y la ballesta y se han reemplazado por el arcabuz, en las otomanas aún se utilizan por considerar que el tiempo de carga de un arcabuz permite disparar varias veces una ballesta o un arco, proporcionando mayor masa de fuego. Pero lo cierto es que la evolución del arte de la guerra reclama ya un número creciente de armas de pólvora para incrementar la eficacia destructiva frente al enemigo. Como las galeras inician el combate arrumbando hacia el enemigo a la mayor velocidad posible, durante la fase de aproximación tratan de producir el mayor número de daños y bajas al enemigo disparando en primer lugar las piezas de mayor alcance, las culebrinas, cuando el enemigo cae dentro de su radio de acción, y se prosigue haciendo fuego con las de alcance medio, los cañones, para finalizar la fase con los pedreros, mosquetes, arca Ano 183 R. CEREZO MARTÍNEZ buces (ballestas y arcos mientras están en uso). Pero esta táctica de tipo general es aplicada con distintas modalidades según el crtiterio del capitán general que manda cada armada. Don García de Toledo, experto en la guerra naval de la época, aconseja en carta fechada el 13 de septiembre de 1571, a Don Juan de Austria sobre si la artillería se ha disparar primero en nuestra armada o se ha de esperar que lo hagan los enemigos. Y así digo, Señor, que no pudiéndose tirar dos veces como realmente no se puede sin grandísima confusión, lo que conven dría hacer a mi juicio es lo que dicen los herreruelos, que han de tirar su arcabucejo tan cerca del enemigo, que salte la sangre encima, de manera que confirmando esta opinión digo que siempre he oído a capitanes que sabían lo que decían, quel ruido de romper los espolones y el trueno de la artillería había de ser todo uno o muy poco menos; y así seríq yo de esta opinión y que no se debe solo cuando debe V.A. mandar el fuego. Y respondiendo a los que di/esen que el disparar primero causa confusión en los enemigos, digo que les causará ánimo si dejase de hacer efecto el disparar de nuestra parte primero (...). Tengo por muy provechosos ciertos esmeriles como falconetes puestos en crujía sobre caballetes, que se pueden girar a una parte y a otra, que pueden jugar por encima la pavesada, porque esta artillería menuda puede hacer muchos tiros, y la gruesa no por el peligro con que saldría a cargar el artillero. La fase decisiva se inicia con el abordaje de galera a galera para destruir la palamenta, quebrantar el casco y desorganizar la defensa del buque abor dado, mediante el impulso que les proporciona la fuerza viva del choque concentrada en el espolón, que se prolonga unos seis metros por delante de la proa. En las primeras décadas del siglo xvi se aceptan como principios de combate tres ideas básicas: constituir un grupo de naves de reserva para lanzarlas a la pelea en el momento crítico; atacar en masa contra el grueso enemigo sin distraer acciones en combates parciales; hacer fuego con la artillería a corta distancia instantes antes de iniciar el abordaje. Después del abordaje, mientras se pelea cuerpo a cuerpo con picas y espadas, a tiros de arcabuz, mosquete y ballesta, se intentará también pro ducir orificios en los cascos de los buques enemigos empleando nadadores y pequeñas embarcaciones, se lanzan estopas encendidas, jabón para hacer resbaladiza la cubierta y. en fin, se usa todo aquello que sirve para destruir al enemigo o dificultarle sus condiciones de combate. La defensa pasiva reside en disponer de galeras con costados robustos y resistentes, y en el uso de las pavesaduras y tablas que protegen al personal contra la acción de las armas enemigas. Los grupos de hombres encargados de la defensa activa procuran impedir el uso de todas las armas disponibles, la penetración de los grupos asaltantes hacia popa aprovechando las venta jas de los bastiones naturales de la galera: arrumbada, fogón, esquife y carroza; que permiten hacerse fuertes y, en su caso, reaccionar rechazando al enemigo e introducir en su galera los grupos de asalto propios. 36 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI De mayor porte y potencial artillero que la galera es la galeaza. Pero conviene advertir que únicamente se hace referencia en este ensayo a la galeaza veneciana, distinta de la llamada galeaza de Don Alvaro de Bazán, que es un buque concebido para el Atlántico, en el que su propulsión es a vela, excepcionalmente a remo, y con mayor potencial artillero que la vene ciana: cien piezas de artillería de hierro y metal grandes y chicas. Las galeazas venecianas cuentan con casi treinta piezas, incluidas las de tipo culebrina, falcón, cañón y pedrero, además de gran número de mosque tes de posta (de menor alcance que los esmeriles y capaces de lanzar proyec tiles de 6 a 8 onzas). Según Olesa, las galeazas de finales del siglo XVI disponen a proa: dos culebrinas de 40 (proyectil de 19 kilogramos), dos culebrinas de 20 (proyectil de 9,54 kilogramos), dos culebrinas de 14 (pro yectil de 7,2 kilogramos) y dos pedreros de 12; en las bandas, dos cañones de 30 (proyectil de 14,3 kilogramos), seis cañones-cJe 20 y dos pedreros de 12: y a popa, dos culebrinas de 14, dos falcones de 6 (proyectil de 2,9 kilogramos) y cuatro pedreros de 12. Todo esto, además de los correspon dientes mosquetes dispuestos a lo largo de las bandas. Los otomanos disponen de una galera de gran porte, la mahuana (maho na), que se emplea como galera de fanal, e incluso como buque de apoyo artillero, igual que la galeaza, reforzando su artillería. Sus piezas se distri buyen: un cañón de crujía, capaz de disparar proyectiles de 23,85’kilogramos, seis piezas del tipo lombarda, con proyectiles de unas 10 ó 12 libras (4,6 a 5,5 kilogramos) y doce del tipo esmeril. Se hace notar, sin embargo, que el artillado descrito para las galeazas no agota las combinaciones ni el número de piezas que monta este tipo de buque, pues a medida que transcurre el tiempo su potencial artillero se incrementa notablemente. La galeota es una galera cuyo porte, dimensiones, artillado, dotación y aparejo se han reducido prácticamente a la mitad. Sin embargo, existen galeotas que difícilmente se pueden diferenciar de las galeras pequeñas. Carecen de corulla, con lo que su batería queda a descubierto, y para el combate no levantan pavesadura: De ordinario montaban tres piezas, una, la mayor, en crujía, y otras dos, más pequeñas, destinadas a lanzar cadenas y metralla, a banda y banda de aquélla. La galeota otomana estaba ordina riamente artillada con un cañón de crujía, dos lombardas y cuatro esmeriles. Las funciones de la galeota, por ser un buque veloz, son la incursión y el ataque al tráfico o a galeras aisladas o navegando en número reducido. En el combate entre armadas las galeotas se suelen disponer en las alas, para tratar de envolver al enemigo, o en los lugares en que los bajos fondos no permiten la navegación y maniobra de las galeras. La fusta es una embarcación abierta y sin carroza, más veloz y maniobre ra que la galeota, en la que todos los hombres de la dotación participan en la boga y el combate para atacar a su presa o escapar de sus perseguidores. Monta una sola pieza artillera y a veces dos; la fusta otomana dispone de un cañón de crujía y cuatro esmeriles. Ano 1983 R. CEREZO MARTÍNEZ El papel de la fusta se aplica fundamentalmente a la actuación en corso y la incursión. En el combate entre armadas desempeñan una función simi lar a las galeotas, principalmente atacando a las galeras dañadas en la pelea y que ya no merecen los esfuerzos de otros buques mayores para destruirlas o apresarlas. El bergantín es un buque abierto, como la fusta, pero es más pequeño que ésta y carece de crujía (pasarela situada a lo largo de las galeras, galeo tas y fustas que permite a la dotación desplazarse de proa a popa sin estorbar la boga). Su artillería, que es de calibres pequeños, consiste en una o dos piezas del tipo esmeril, instaladas a proa. El bergantín es más rápido y maniobrero que los buques anteriormente descritos, pero es poco seguro ante el mal tiempo. Su dotación está formada por hombres voluntarios, es decir, carece de forzados o esclavos y todos actúan en la boga y en combate. Su función es eminentemente corsaria y pirática, mas actúa también como buque de vigilancia, reconocimiento y aviso, junto con los buques de mayor porte. La fragata es aún más pequeña que el bergantín y también de banco corrido como éste, pero los remos son accionados por un solo hombre. Su construcción es robusta y sus formas diseñadas para lograr velocidades ma yores que el bergantín e incluso disponer de más capacidad de maniobra. Se emplea para desempeñar múltiples funciones: transporte de mercancías y hombres, banquero de soldados durante el combate, acopiar información y transmitir avisos y noticias. Su dotación está compuesta por voluntarios. Ni la fragata ni el bergantín que aquí se mencionan son los buques veleros que más tarde se harán de uso general en la guerra naval, sino buques mediterráneos propulsados esencialmente a remo y cuyo aparejo de navegación está constituido por vela latina. La nave propulsada a vela exclusivamente, es un tipo de buque en cuya denominación se incluyen embarcaciones distintas: naos, carracas, galeo nes, galeoncetes, filibotes, urcas y, más tarde, fragatas. En general, se cono cen estos buques con la calificación común de bajeles y se utilizan indistin tamente para transporte o para participar en combates navales, lo cual no impide que se construyan naves cuyo fin exclusivo es hacer la guerra. Como buques de guerra. su potencial. militar reside en su gran capacidad artillera, lo cual no impide que durante el siglo XVI la fase decisiva del combate entre las naves se resuelva también mediante el abordaje y la consiguiente lucha cuerpo a cuerpo. En los bajeles se sitúa la artillería, inicialmente, en los castillos de proa y popa, orientada en dirección transversal; las piezas se montan en baluartes para proteger el personal artillero. Hacia 1500 aparecen las portas en los costados de la nave para sacar las bocas de fuego, pero se siguen conservan do los pequeños cañones en el castillo y toldilla para defenderse del asalto lanzado desde buques enemigos. 38 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI Por su movilidad estrategica, el bajel es un buque más propio del Atlán tico que del Mediternineo, ímhito el de este mar donde cumple en el com bate, muchas veces, una función auxiliar de la galera: para evitar el envol vimiento por parte del enemigo. mediante escuadras de bajeles; situando estas escuadras en una formación frontal, delante de las escuadras de gale ras, en un papel similar al de las galeazas; u operando en acción de desgaste contra los dispositivos enemigos. En todo caso, el viento es un factor deter minante que limita en gran medida las posibilidades de empleo conjunto de naves y galeras. La carraca es una gran nao, lenta y pesada de origen mediterráneo, diseñada para el transporte de grandes cargas. En la guerra se utiliza como buque artillero, soporte de formaciones de combate; también se emplea como transporte de hombres de guerra e impedimenta. Poco antes de mediado el siglo, aparece en España el galeón, nave concebida a partir de la galera y que. por tanto, ofrece menos obra muerta y forma más alargada que lo hace más maniobrero y veloz. Su popa alterosa lo faculta para dominar la situación a su alrededor durante el combat, facilitando al mismo tiempo el acceso al abordaje del buque enemigo. Su artillería es potente y se distribuye en varias cubiertas, en la popa y, en algunos galeones, en la estructura popel orientadas sus piezas pequeñas hacia el alcázar propio para barreno en caso de ser abordado. Más afinados y maniobreros que los galeones, provistos de artillería media de mayor alcance que la pesada, son los filibotes y los galeoncetes, éstos darán origen a las fragatas atlánticas, distintas a las de la familia de la galera. La zabra cantábrica y la urca, aunque no propiamente naves para la guerra, se utilizan para fines bélicos integrados en flotas y armadas. Como naves auxiliares se utilizan los pataches, para misiones de aviso y vigilancia, las tafurcas para el transporte de caballos y las barcas o chalupas destinadas a efectuar operaciones de desembarco en costa hostil. Formaciones y dispositivos. Dado que la resolución de los combates en la mar depende del complejo buque-armas, los cambios experimentados por cualquiera de sus dos compo nentes influyen en la disposición de los buques para obtener mejores resul tados en la defensa y en el ataque. En el siglo xvi el progresivo empleo de las armas de fuego, cada vez más diversificadas, condiciona las formaciones y dispositivos navales, pero los órdenes de batalla en la mar dependen más que nada de la imaginación de los generales y de su habilidad personal. Se considera como una ventaja situarse a barlovento del enemigo y combatir con el sol por la espalda, pero son pocos los que tienen un conocimiento táctico como fruto de un pensamiento doctrinal depurado. Mediado el siglo, las ideas de rapidez y flexibilidad en la maniobra, introducidas por Don Gonzalo Fernández de Córdoba en sus campañas de Italia. aplicadas y ampliadas posteriomente por los generales españoles en Año 1Q83 R. CEREZO MARTÍNEZ Flandes, se trasladan a los combates en la mar, y se inicia una evolución en la táctica naval que, con el aumento creciente del alcance de las armas, la diferenciará cada vez más de la terrestre. No significa esto que la evolución del pensamiento naval hacia una técnica distinta de la terrestre tenga como origen exclusivo la experiencia española. El profesor Olesa encuentra una íntima relación entre la caballería, núcleo de los ejércitos de la estepa, y las fuerzas navales. Turcos y mongoles, procedentes de los grandes espacios de la estepa centroasiática, asientan básicamente su poder militar en una bien organizada caballería. Esta, con su velocidad estratégica, su capacidad de maniobra y su ímpetu resolutivo, constituye én terreno firme despejado, un magnífico instrumento de dominio, pero su capacidad de acción se anula ante las masas de aguas fluviales o marítimas. Corresponde a los turcos y mongoles el mérito de no haber retrocedido ante el obstáculo y haber adap tado su fuerza a las nuevas circunstancias, creando una marina. En efecto, los turcos, con la aportación de su experiencia ancestral esteparia, han trasladado a la mar la vivencia de movilidad táctica, en contraste con el estatismo terrestre con que se producen los enfrentamientos navales, moti vando una renovación de consideraciones operativas aplicadas en la mar, desconocidas hasta entonces. El empleo de las armas de fuego influye, por supuesto, en la disposición de los buques para el combate. Los de propulsión rémica y los impulsados por medio de las velas ofrecen sectores ofensivos muy particulares que condicionan el emplazamiento en la artillería: en las galeras, es en la proa donde se instalan las piezas de mayor calibre, lo mismo que en las galeazas, aunque están también artilladas en sus costados con piezas de calibres me nores; en las naves, galeones, y demás buques a vela, los sectores de máxima ofensa son los costados. Como resultado de ésto, las formaciones de comba te de las galeras, galeazas y galeotas tendrán como base la línea de frente, de la que se derivarán casi todas las demás, y las de galeones y buques de vela la línea de fila con todas sus variantes. Se trata de cubrir los sectores muertos sobre los cuales pueda el enemigo concentrar su esfuerzo para lograr una decisión favorable. Los sectores muertos de los buques afectan tanto a la disposición de éstos para el combate como a la dirección del movimiento de aproximación respecto al enemigo (u objetivo): en las galeras el máximo sector muerto es el correspondiente a popa, por cuya razón la entrada de caza en el combate es la más favorable para el atacante ya que la atacada sólo puede oponer, como máximo, un par de falconetes o esmeriles al sector de máxima ofensa de la galera perseguidora, que puede utilizar en la fase de aproxima ción, sucesivamente, las piezas tipo culebrina, y, al cerrar las distancias, las de tipo cañón. En los buques propulsados a vela, los sectores muertos están a proa y popa por ser escaso el armamento artillero que se instala en ellos. A comien zos del siglo xvi la artillería se emplaza en el castillo y la toldilla —aunque orientada hacia las bandas—, pero más tarde se distribuye en las cubiertas: 40 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI la de mayor calibre en las bajas y en las altas la de menor. Con esta dispo sición artillera en las bandas, la maniobra para presentar el sector de máxi ma ofensa consiste ensituarse a barlovento del enemigo para estar en con diciones de adoptar un rumbo que permita cortar la proa al buque o forma ción enemiga y atacar por sri sector de mínima ofensa. Como norma gene ral, la artillería situada en las cubiertas bajas dispara contra el casco para abrir vías de agua en él y provocar el hundimiento del buque enemigo; y la emplazada en la cubierta alta sobre los palos y aparejo para desmantelarlo dejándolo sin gobierno. La defensa del bajel atacado se basa en maniobrar de modo que se haga perder barlovento al enemigo y presentar a éste una banda, sector de máxi ma ofensa. El abordáje se repele, como en las galeras, con fuego de arcabu cería y mosquetería y, en última instancia, con las armas blancas. Alonso de Chaves, en su Espejo de Navegantes —1530—, explica, apli cados a los bajeles, la guerra o batalla que se da en la mar, la forma de la batalla y manera de pelear, la batalla de una escuadra contra otra, etc., en todo similares a las galeras, es decir una acción de desgaste del enemigo mediante armas de fuego durante la aproximación, y una fase de combate, con las naves aferradas, en la que se emplean toda clase de armas, táctica ésta en la que los tercios españoles embarcados no tienen rival, y razón por la que sus enemigos se esforzarán en eludir el abordaje y tratarán de obtener una decisión favorable mediante la acción a distancia, o sea, con el empleo de la artillería. Aunque las cualidades combativas de las galeras y las naves son básica mente distintas, existen agrupaciones de combate en que se conjugan las ventajas de ambos. Generalmente las galeras se ordenan en una o más líneas paralelas, navegando en línea de frente o marcación pero de forma que se concentre hacia una dirección proel el mayor volumen de fuego; las naves se suelen situar en los extremos de las alas (cuernos) para reforzarlos y evitar el envolvimiento por parte del enemigo mediante un eficaz uso de su artillería. Naturalmente, las condiciones de viento, profundidad y proxi midad de la costa son factores que condicionan la inventiva y experiencia del capitán general de la armada para disponer sus buques para el combate. La marcha de las galeras es usual hacerla en línea de fila, línea de marcación, en rombo, o en orden de patulea (formación libre en la cual navegan los buques sin alineación fijada pero condicionados a mantenerse detrás del que ostenta fanal y delante del que navega en retaguardia). Cuan do el número de buques es grande, la marcha se realiza adoptando un dispositivo compuesto por varias líneas de fila paralelas (formación en co lumnas), o en línea de marcación por escuadras. Adelantado respecto a la marcha se suele destacar un grupo de galeras en misión de descubierta para prevenir cualquier encuentro inesperado con el enemigo o explorar en una determinada dirección; este grupo ocupa Año 1983 R. CEREZO MARTÍNEZ posiciones adelantadas entre 15 y 30 millas durante el día y de 8 a 111en la noche o en períodos de poca visibilidad. Cerrando la marcha navega la retaguardia, una de cuyas misiones es prestar auxilio, remolcar a las galeras retrasadas, y señalar el fin de la formación. oto o 1 20 A 30 MILLAS DE DIA 8 A 10 MILLAS DE NOCHE o o o o DISPOSITIVO DE MARCHA CON GRUPO DE EXPLORACION El orden de combate y el de marcha son, pues, distintos y existen señales preestablecidas en cada escuadra y armada para pasar de uno a otro y establecer el entendimiento entre buques y formaciones durante la navega ción. En carta de 12 de agosto de 1571 dice Don García de Toledo a Don Juan de Austria: es imposible sobre casos inciertos y que suceden de una hora y de un punto a otro, como V.A. sabe mejor, dar reglas ciertas a que estuviere ausente, mayormente en casos semejantes. y por eso hallándome yo tan lejos no sabría secutar ni poner por obra a mi satisfacción lo que se me manda en este particular. Si esto consiste en la navegación, aunque yo no lo escribiere, tiene V.A. personas pláticas cabe si que lo podrán acordar; pero si se desea que yo lo haga, todas las galeras de la armada tienen los capítulos 42 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI y contrasendos con que yo navegaba (Don García fue antaño Capitán Gene ral de la Mar) para la inteligencia de los unos y los otros, y cosas que tocaban a la navegación; y cuando eso faltase, que es imposible, podríalo enviar que sería lo mismo que estar ahí. Las señales se hacen a la voz mediante trom petas y tambores, luces y llamas, tiros de cañón y banderas, según sea de noche o de día. La línea de fila para la navegación, y la de frente para el combate, en los buques a remo, parecen ser las formaciones navales más antiguas de la historia del arte de la guerra en el mar, que han servido de base para adoptar otras, como variantes, que la experiencia ha ido introduciendo a través de los tiempos para afrontar situaciones diversas. De la línea de fila a la de marcación, que facilita el apoyo a cada buque con el armamento proel del que le sigue en la formación, solamente hay un paso cuya justificación táctica está previamente demostrada en las formacio nes de los ejércitos de tierra. En la edad de oro de los buques de remo se dispone de varias formaciones de combate típicas que sirven de base para que los generales de mar dispongan de un mínimo de fórmulas para adoptar sus propios dispositivos. LINEA DE MARCACION ,A / ,‘ FORMACION Año 1983 EN ROMBO LINEA DE FILA LINEA DE FRENTE SV1PLE c oxx ooo ooo ALA IZQUIERDA CENTRO O BATALLA ALA DERECHA LINEA DE FRENTE COMPUESTA 43 R. CEREZO MARTÍNEZ En las agrupaciones de cuatro buques (mandadas por un cuatralbo) es frecuente adoptar la formación en rombo que permite facilitar apoyo a la galera que navega adelantada por parte de las dos que navegan por sus aletas, y todas lo reciben de la que marcha cerrando la formación, Con esta disposición en rombo se obtiene flexibilidad para hacer frente a los ataques procedentes de cualquier dirección, mediante una simple conversión que sitúe a los buques orientados hacia el lugar de donde viene la amenaza. Si ante una situación es preciso adoptar dispositivos más complejos, se dispone el conjunto de formaciones o cuerpos de combate de modo que se puedan graduar esfuerzo y apoyo, aprovechando la movilidad que permite la maniobra. Así, de la línea de frente simple se deriva un dispositivo frontal compuesto de tres cuerpos (ala o cuerno izquierdo, centro o batalla, y ala o cuerno derecho) que aseguran la capacidad de choque con la posibi lidad de envolvimiento por parte de las alas. De la línea de frente se deriva la lúnula, dispositivo semicircular cuyas alas o cuernos avanzados facilitan la función envolvente contra los flancos del. enemigo. En esta disposición se puede articular la fuerza de modo que los buques más maniobreros actúen en las alas y los más poderosos en el centro para aguantar al enemigo; aunque naturalmente, esta no es una norma rígida y existen ocasiones en que las alas se refuerzan con algunos de los más poderosos y en la batalla se sitúan también los más débiles. Para oponerse a la lúnula surge el dispositivo semicircular inverso, el arco, con el centro avanzado hacia el enemigo, que permite orientar el máximo poder ofensivo proel en cada una de las direcciones en que atacan los distintos cuerpos de combate (ala izquierda, centro y ala derecha) del enemigo. Una ampliación de la formación en lúnula simple es el dispositivo en lúnula compuesta, que no es más que una formación en línea de frente compuesta con las alas adelantadas. El desplazamiento de las alas, en ade lanto o en retraso, obedece a una adaptación táctica a las circunstancias de defensa o ataque que se presentan en cada situación concreta: con el avance de alas se trata de envolver al enemigo, con el retraso de ellas se pretende detener ese envolvimiento y proteger el centro del dispositivo evitando que el enemigo ataque a los buques que navegan en él. Estos dispositivos frontales pueden reforzarse con buques dispuestos en dos o más líneas, en profundidad, para dar más consistencia a la línea simple. (Los griegos en Salamina adoptan un dispositivo en forma de lúnula formado por dos líneas, y los persas el inverso con tres. En Actium, Octavio dispone a sus buques también en lúnula, con dos alas y centro, reforzado con una segunda línea y Antonio le opone el inverso, también con tres cuerpos y dos líneas, apoyada por una tercera —con los buques de Cleopa tra— en que los buques forman un solo cuerpo). La lúnula y su dispositivo inverso el arco admiten también la variante de dos cuerpos de batalla en vez de tres. 44 2 LA o TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XV! OOOO ALA IZQUIERDA° CENTRO AA CO LUNULA ALA DERECHA O BATALLA COMPUESTA LUNULASIMPLE k 0 uN O k u‘ o u ‘ ‘ -% , TENAZA CUÑA TRIANGULO Ó ox VANGUARDIA ALA IZQUIERDA CENTRO O BATALLA VANGUARDIA ALA DERECHA ALA IZQUIERDA SOCORRO CENTRO O BATALLA ALA DERECHA SOCORRO SOCORRO RETAGUARDIA O SOCORRO DISPOSITIVO EN AGUILA O CRUZ Año 1983 VARIANTE DE AGUILA O CRUZ 45 R. CEREZO MAR TINEZ Una modificación basada en el erizo consiste en avanzar los extremos interiores de las alas; es la cuña, que permite penetrar en profundidad en el dispositivo enemigo. Las dos alas de la cuña suelen apoyarse con una tercera formación, situada a popa en línea de frente, que asegura reponer el desgaste de las alas con hombres de guerra o mediante la acción misma de los buques acudiendo donde las pérdidas lo hagan aconsejable. Este dispositivo en triángulo es adoptado por los romanos frente a los cartagine ses en Ecnomo. a la cuña o el triángulo surge el dispositivo en tenaza donde los buques avanzados ocupan los extremos de dos líneas de marcación que convergen en los buques popeles. Con este dispositivo, en ‘que los sectores proeles de máxima ofensa quedan hacia su interior, se pretende abrazar los lados de la cuña o el triángulo. Otra variante de los dispositivos frontales es el de cruz o águila, com puesto por cinco cuerpos: vanguardia, batalla (formado por tres cuerpos, ala izquierda, centro y ala derecha) y retaguardia; de modo que la vanguar dia, la batalla y la retaguardia, forman en realidad un dispositivo frontal en tres líneas paralelas, apoyado por dos alas que facilitan el envolvimiento por los flancos mientras aquellas absorben y desgastan la potencia desarro llada por el enemigo. Este dispositivo, que puede considerarse como una ampliación de la formación en rombo, ofrece una recíproca protección por parte de los cinco cuerpos que se aseguran la posición más conveniente para reaccionar frente al enemigo, mediante una conversión por escuadras, sea cual sea la dirección por donde viene la amenaza. A los dispositivos en águila o cruz, con todas sus variantes, le son de aplicación lo dicho más arriba sobre el avance o retraso de las alas como medidas de ataque o defensa frente al enemigo. Las tantas veces aludidas formaciones en media luna no son otra cosa que adaptaciones del dispositivo en cruz a cada situación táctica. El dispositivo utilizado para la marcha de la Gran Armada hacia el canal de la Mancha en 1588 es una adaptación del de águila, con las alas retrasadas para prevenir los ataques de los bajeles ingleses contra la retaguardia española. Menos corrientes, por ser más específicos, son los dispositivos circulares como la muela formada por buques, dispuestos según los radios de un círcu lo que se aproan hacia el centro de éste para concentrar sus armas contra un enemigo que se tiene cercado. El dispositivo que se opone a éste es el erizo, dispuestos los buques, también circularmente, con sus proas hacia el exterior de los radios. Sin embargo, este dispositivo en erizo es también antagónico de carrusel, como se ve en el combate del golfo de Corinto entre corintios y atenienses. Existen otros dispositivos de combate, como la falange, donde las forma ciones, y los buques dentro de éstas, se disponen de igual forma que su homónima terrestre, con algunas variantes que permiten adoptar la más adecuada en cada momento: falange recta, oblicua, transversa y trifalange. 46 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XV! Pero no es momento de prolongar una descripción innecesaria, ya que lo que se trata de demostrar es la existencia depurada de una técnica en las formaciones y dispositivos como conjunto de procedimientos experimenta les puestos al alcance del arte de la guerra y aplicado a los buques propul sados a remo. o yw .yyx «oo ooo oo oox oooo ooo oooo FA LANGE Habida cuenta que la fase decisiva del combate es el asalto, la grai cantidad de bajas obliga a sustituir casi continuamente a los combatientes muertos o heridos, razón por la cual es preciso que los dispositivos dispon gan de grupos de socorro que les suministren hombres a medida que la situación lo requiera. Estos buques de socorro, situados por la popa de los que combaten, en cuanto que cumplen esta función operan de forma distinta que los componentes de la retaguardia. La/función de retaguardia consiste en apoyar, mediante la acción armada de ss buques, la de los que combaten en línea más avanzada. Sin embargo, sucede con mucha frecuencia que los buques de la retaguardia cumplan también, mientras no sea necesaria su — SI FALTAVIENTO,O ES CONTRARIO A LA DIRECCION DE MARCHA LAS NAVESSE REMOLCANCONGALERAS GALEAZA Año 1983 NAVE LAS NAVESSE SITUAR A BARLOVENTOPARA PODER CAER SOBRE EL ENEMIGO Y ENVOLVERLOPOR SU RETAGUARDIA. GALERA R. CEREZO MARTÍNEZ participación directa en el combate, la función suministradora del socorro de hombres. El transbordo se efectúa directamente o mediante embarcacio nes ligeras a remo. Estas formaciones y dispositivos son utilizados para buques de propul sión a remo y vélica, pero los hay también para conjugar las ventajas de unos y otros cuando lo aconsejen las circunstancias. A guisa de ejemplo se presentan dos: una variante del dispositivo en águila, ideada para la marcha cuando la amenaza proviene en dirección contraria, y otra para prevenir amenazas procedentes del lado izquierdo. Es sabido que desie et primer cuarto el siglo xvi hasta bien avanzado el XVIII los españoles utilizaron el sistema de convoyes —o de flotas— paulatinamente perfeccionado en cuanto a su composición, defensa, derro tas y periodicidad, alcanzando unos resultados muy satisfactorios como lo demuestra el que sólo en una ocasión —1628, almirante holandés Piet Hein— se logró interceptar un convoy completo y apoderarse de los cauda les transportados. Las presas utilizadas por piratas y corsarios fueron buques sueltos o rezagados de los convoyes. Como el número de buques de una tlota es muy variable, entre 10 y 94, los dispositivos de marcha, defensa y combate empleados son muy flexibles: armadas de guarda en las aguas de recalada en las fechas previstas para el paso de las flotas, naves fuertemente armadas, integradas en las flotas para una defensa próxima y armamento de las naves de transporte. He aquí algunas disposiciones típicas de convoyes españoles durante los siglos xvi y XVII en el Atlántico. ji /VIENTO BUQUES DEL CONVOY 48 BUQUESDE ESCOLTA vi 2 LA Nacimiento TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI de la acción naval a distancia en la táctica navaL La literatura naval, histórica y novelística, abunda en estudios y relatos sobre hechos posteriores a la segunda mitad del siglo XVII, pero no es tan pródiga para el siglo xvi y primera mitad del xvii pese a que es en esta época de la historia cuando nacen las tácticas navales de acción a distancia que prevalecerán en la marina vélica de los siglos xviii y xix. E, incluso, algunas tienen todavía vigencia hóy, en pleno auge del armamento nuclear. Y esto es así por dos razones muy generales, pero no por ello menos ciertas: la guerra naval deja de ser mediterránea, de ámbito restringido, para con vertirse en oceánica; en consecuencia, el pensamiento de los políticos y estrategas enjuicia las situaciones a escala mundial para establecer los des pliegues de armadas y escuadras que neutralicen las amenazas; y los criterios de empleo de las armas, influenciados como otras ramas del pensamiento por la evolución técnica, se adaptan a los medios que ésta proporciona. El ..desarrollo de la artillería va a permitir la resolución de las situaciones tácti cas a distancia incitando con ello a valerse de la maniobra para combatir con las mayores ventajas posibles. El siglo XVI es muy denso en acciones navales de toda especie: combaten galeras contra galeras, galeras contra naves veleras, naves veleras combaten contra otras de su misma especie, armadas mixtas pelean contra armadas de galeras; escuadras veleras y de galeras rinden al cañón fuertes emplaza mientos artilleros terrestres; por primera vez en la historia se llevan a cabo desembarcos en costas hostiles, en pleno océano, teniendo que remolcar hasta el lugar de la acción —las islas Azores, 1583— embarcaciones especia les de desembarco. Y se establece un sistema de convoyes trasatlántico, permanente, que muestra su eficacia durante siglos de duras pruebas, pro tegiendo el tráfico contra escuadras de corsarios, muchas veces más nume rosas que las de escolta, dirigidas por hombres que conocen bien su oficio; tanta fue esa eficacia que los convoyes de la primera y segunda guerra mundial no lo aventajan en cuanto a organización, determiriación de derro tas en paz y guerra, y resultados globales: como lo confirma la pérdida de sólo un cinco por ciento de los buques entre 1500 y 1650, por hundimiento en combate, naufragios y temporales, en una época en que aún no existen cartas náuticas de las zonas navegadas ni predicción meteorológica con base científica. Todo esto es historia anterior a 1660, año en que Alfred Thayer Mahan da comienzo a su Historia Naval sin tener en cuenta que mucho antes de ese año el Mediterráneo y el Atlántico —en el mundo occidental— han sido dos magníficas escuelas de estrategia y táctica, en cuyo conocimiento se basa la utilización del poder marítimo del que él, con todo merecimiento, es el primer filósofo. Lástima que haya pretendido soslayar con unos cuan tos juicios sintéticos el largo período de historia al que me refiero, porque las síntesis en historia, si no son ciertas, desorientan tanto a quien las formu la como a quien las toma como base de sus conocimientos. Afortunadamen Año 1983 R. CEREZO MARTÍNEZ te, autores como León VI el Filósofo, Cristóforo Canale, Pantero Pantera, Alonso de Chaves, Julián Corbett, Jurien de la Gravire, Larronciére, Ce sáreo Fernández Duro, William Ledyard Rodgers, Francisco Felipe Olesa y Pierre Chaunu, por citar unos cuantos, nos ofrecen vías de conocimiento que cubren con creces las omisiones de Mahan. En el Mediterráneo los mejores ejemplos de táctica naval nos los dan las guerras entre el Imperio otomano y las coaliciones de estados cristianos que defienden a Europa. Combate de Prevesa. En el verano de 1532, después del desastre de Mohacs y del asedio de Viena en 1529, una poderosa armada al mando de Andrea Doria, almirante del Emperador Carlos V de Alemania, Carlos 1 Rey de España, al mando de 44 galeras y 50 navíos de vela, españoles, pontificios, sicilianos, napoli tanos y malteses, con 12.000 soldados, rinden, previa preparación artillera, la plaza fuerte de Modón, después la de Patrás, ambas en el Peloponeso, para crear una amenaza de flanco a los otomanos y obligarles a retirar su ejército de 200.000 hombres de Europa central, como en efecto hicieron; es lo que los teóricos llaman diversión estratégica. Acción del mar sobre la costa. En el mismo marco del enfrentamiento entre potencias marítimas cristia nas del Mediterráneo y el Imperio otomano, tiene lugar un encuentro naval entre las armadas respectivas el 27 de septiembre de 1538. Una gran armada coaligada, al mando del mismo Andrea Doria —262 naves. 2.500 cañones y 60.000 hombres— acosa al enemigo frente al golfo de Patrás, en Prevesa, muy inferior en número —122 galeras, 336 cañones y 6.000 hombres, según fuentes otomanas al mando de Barbarroja. Todo indica que la derrota de éste va a ser definitiva. El almirante cristiano adopta un dispositivo táctico excelente, conjuntando la acción artillera de sus bajeles con el empuje fron tal y capacidad envolvente de sus galeras. Pero falta el entendimiento de las órdenes y los buques aliados entorpecen su propia acción. Sólo una docena de galeras y bajeles aliados pelean rodeados de enemigos por todas partes. Los mandos de armada subalternos a Doria no están a la altura doctrinal de su jefe y Barbarroja sabe sacar partido del fracaso del proceso táctico de sus adversarios. Barbarroja ha adoptado el dispositivo en águila o cruz —vanguardia; batalla con tres cuerpos distintos, centro y alas; y socorro retaguardia— apto para atacar y defenderse en cualquier dirección moviendo los buques mediante una conversión. Al encontrarse con este dispositivo otomano, Andrea Doria evoluciona con las formaciones de su gran armada en busca de un dispositivo flexible, integrado por galeras y naves, que le permita utilizar todo su potencial contra el enemigo haciendo desfilar las naves sobre el centro y a la derecha de éste, batiendo a la vez el cañón las tres formaciones centrales, envolviéndolas seguidamente para destruirlas con 50 LA ARMADA OTOMANA 1_GALERAS DE MALTA 2_BARBARROJA 2_GALERAS ESPAÑOLAS 3_SEYIT ALI 3_GALERAS PONTIFICIAS 4_SALIH r1 LJ Año 1983 EN EL SiGLO XVI 1_I ARMADA CRISTIANA 1_DRAGUT 5_RESERVA TACTICA NAVAL VENECIANAS 4_GALERAS — IDEA DE LA MANIOBRADE ANDREA DORIA LUGARDELA ESCARAMUZAENTRE UNA CARRACA VENECIANA, QUE MANTUVO A RAYA A DOS GALERAS TURCAS. 51 R. CEREZO MARTÍNEZ ayuda de su cuerpo de batalla, constituido por las galeras españolas. Pero la confusión de unas galeras con otras le impide su propósito obligándole a la retirada cuando tiene a su favor la fuerza y el número. Al margen de las consideraciones políticas achacadas a Doria —algunos autores atribuyen su retirada frente a Barbarroja como un acto paralelo a los intentos de Carlos 1 por atraerlo a su servicio—, desde el punto de vista táctico, es evidente que el dispositivo otomano demuestra su eficacia. Si el conocimiento del empleo de las armas y medios de combate es un paso previo para determinar los dispositivos, evoluciones y maniobra, para que el enemigo no pueda gobernar y evolucionar del modo que pretende, para destruirlo, neutralizar lo, desorganizarlo, o hacerle creer al menos que se está en condiciones de lograrlo, Barbarroja consigue en Prevesa su propósito. Es, además, signifi cativo que el resultado de Prevesa, que da la victoria táctica a los otomanos, se produzca entre dos almirantes, es decir, entre dos hombres de gran expe riencia naval, y no entre dos generales terrestres que mandan armadas; de haber sido así es posible que las actitudes de ambos hubiesen sido distintas. Pero Doria, como experto marino, advierte de antemano que su maniobra no tiene éxito y se retira antes de encajar una derrota más severa. Lepanto. El reverso de Prevesa es Lepanto, el 7 de octubre de 1571. Aquí es digna de tenerse en cuenta la atención que los hombres de mar de la época como Don García de Toledo, Juan Andrea Doria (sobrino-nieto del ante rior) y Veniero prestaron al combate de Prevesa ante el enfrentamiento que se prevé con la armada turca. El primero aconseja a Don Juan de Austria no mandar poner toda su armada en un escuadrón, porque del número grande es cierto que nacerá confusión y embarazo de unas galeras con otras como se hizo en Prevesa. Débense poner tres escuadrones y otros tres en un ala, y que los dos de las puntas sean de galeras en quien V.A. tuviere más confianza, dando los cuernos de cada una a personas señaladas, y quede tanta mar en medio del uno y del otro cuanta bastare a poder escurrir y girar sin embargo de ninguna de los tres, y esta fue la orden que tuvo Barbarroja en la Prevesa, y habiéndonos parecido muy buena y muy provechosa yo la he tenido reservada siempre en la memoria para valerme della en caso de necesidad. En Lepanto se toman en consideración otras cuestiones que hoy mere cen la atención de la táctica naval: la adquisición de información con tiempo suficiente para efectuar las modificaciones necesarias en los dispositivos previstos; la proximidad de las bases enemigas para disponer de un adecua do dispositivo de exploración en la dirección más peligrosa; la geografía que facilita o no el combate; el apoyo en la costa para eludir un envolvimiento; el papel que han de desempeñar los buques en el combate conforme a su tipo, capacidad de fuego y sectores de máxima ofensa; y la maniobra, como lo mostraron Barbarroja y el viejo Doria en Prevesa. 52 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI Basados en estos conocimientos, introducen los aliados en Lepanto un nuevo dispositivo de combate concebido (posiblemente por Juan Andrea Doria) a partir del águila o cruz. Las seis galeazas se colocan avanzadas, en situación de la vanguardia o pico, dispuestas en línea de frente, en secciones de dos buques por cada una de las dos alas y batalla, de modo que el apoyo artillero mutuo entre ambas unidades de cada sección es óptimo sin menos cabo de que cumplan la función que les corresponda respecto al conjunto de la fuerza. El recíproco apoyo que pueden prestarse las dos galeazas de una sección queda favorecido si se disponen en líneas de marcación debido a que la galera pope! puede efectuar un fuego más eficaz, en beneficio de la proe!, con su artillería ubicada en su castillo de proa; también porque mediante una sencilla conversión se sitúa y orienta hacia lugar de máxima necesidad ofensiva. A la vista de cualquiera de los cuadros o grabados de la época que nos ofrecen un retrato de lo que fue el combate de Lepanto, parece que éste se produce en un caos de confusión entre las aguas revueltas y sanguinolen 4* ALA IZQUIERDA 4* CENTRO O BATALLA ALA DERECHA SO CORRO GALEAZA Año 193 GALERA R. CEREZO MARTÍNEZ tas del golfo, las llamaradas de los cañones y arcabuces, y los chasquidos de las picas y espadas de los combatientes cuerpo a cuerpo, siendo poco menos que imposible apreciar la existencia de un orden en las maniobras de los buques o de las formaciones, cuando en realidad existe coordinación durante el encuentro. Sin embargo, no hay solamente un plan táctico de combate lógico y evidente, sino también otros de marcha, de exploración y de descubierta. Su fundamento es igual a los que se toman para establecer la relación de movimiento y fuego (maniobra) en los ejércitos de tierra. Pero en la mar se desarrolla ya una guerra terrestre trasladada a un medio en el que se pueden sumar con ventaja la masa de fuego y la movilidad, es decir se puede obtener, con las mismas armas que se usan en tierra, una más ágil capacidad de maniobra que facilita el envolvimiento del enemigo para actuar sobre sus flancos y retaguardia, y explotar el éxito. 54 Núm. 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI En efecto, analizando lo sucedido en Lepanto se deduce que: el fuego artillero de las galeazas de la vanguardia desordena la línea frontal otoma na; el desplazamiento hacia el sur del ala derecha cristiana —que manda Juan Andrea Doria— para evitar el envolvimiento de la de Uluch Alí, separa del grueso otomano un núcleo importante de buques; la resistencia del cuerpo de batalla cristiano fija al cuerpo de batalla de Alí Pachá mien tras Don Alvaro de Bazán acude con sus galeras a cubrir el hueco dejado por Doria apoyando a la sección de Cardona; y la presión del ala izquierda de Barbarroja y Quirini sobre el ala derecha otomana arrincona a éste sobre la costa y la destruye. Estas son, en síntesis, las maniobras que deciden el resultado del combate de Lepanto. Combate naval de las islas Azores. Los escritores tienen sus preferencias y, a veces, se dejan deslumbrar por hechos que enaltecen sobremanera. que quedan como hitos imperece deros de la historia, y pasan por alto o minimizan Qtros, de tanta o mayor trascendencia que los que ellos consideran como más descollantes. También sucede que hechos importantes para una de las partes en litigio puedan no serlo tanto para las otras, y entonces prevalecen los valores de quien mayor mente los difunda y prolifere. VIENTO (OESTE-NOROESTE) Año 1983 55 R. CEREZO MARTÍNEZ Yo me refiero ahora a un combate de cuyo resultado dependía la perma nencia o liquidación de las posesiones españolas de América, ya que, de haber sido adverso para la armada de Felipe II, las islas Azores habrían caído bajo el control de Francia y los convoyes procedentes del Nuevo Mundo habrían carecido de una base imprescindible de aprovisionamiento y de apoyo de escuadras de defensa contra los corsarios y contra las escua dras enemigas que disputaban el dominio del mar. VIENTO (OESTE-NOROESTE) FLOTA FRANCESA FLOTA ESPAÑOLA En el combate de las islas Azores participan dos armadas: una española de 27 naves gruesas con 4.500 hombres de infantería armados, al mando de Don Alvaro de Bazán, y otra franco-inglesa con 60 naves y 7.000 hombres, a las órdenes de Philippe Strozzi. Pero en la española hay dos galeones —el San Martín, de 1.200 toneladas, y el San Mateo, de 600— que rebasan con mucho el porte medio de sus enemigos. Así el San Mateo, con sus 34 piezas de artillería y sus 133 arcabuceros podrá sostener una masa de fuego sufi ciente para contener el ataque de seis naves adversarias, socorridas de per sonal continuamente, durante más de dos horas, dando tiempo a que el grueso de la armada de Don Alvaro de Bazán gane barlovento, vire y envuelva a la escuadra enemiga y la destruya: 10 buques hundidos y apresa dos. ¿Dónde está aquí la táctica?: en la distribución a bordo de los arcabu 56 Num. 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI ceros, situados en distintos puentes y.cofas, en la precisión del tiro artillero, en la respuesta para rechazar los intentos de abordaje franceses y en el ataque de flanco realizado por Bazán, quien no sólo ha tenido visión de conjunto para maniobrar sin precipitaciones, sino que ha dosificado el ata que decisivo lanzando al combate las naves suficientes para provocar la resolución final. Concentración de fuego y economía de esfuerzos son los ingredientes de la fórmula empírica que da la victoria a Bazán, negándosela a Strozzi. EXPLORADORES A 2 MILLAS EN AVANZADA Ç RACA RAGGAZONAÇ III, e. S. JUAN S MARTIN S. LUIS VV 5. MATEO VVVVVVVV sIso’’,’ $ us$111 $g $ $1 ‘O’’ ‘O’’’’’’ III,,,,, ‘O o’ Este combate oceánico no anuncia claramente lo que serán los enfrenta mientos navales en líneas de fila para sacar el máximo partido de las anda nadas, pero sí indica que la artillería es ya arma decisiva en la guerra naval, al menos en paridad con los hombres de guerra embarcados. Cuando seis años después se enfrentan las armadas española e inglesa en el canal de la Mancha, los marinos de Isabel Tudor tendrán un buen ejemplo para evitar la lucha a corta distancia y más aún el abordaje. El intento de desembarco en Inglaterra. Aun teniendo en cuenta que no existen grandes diferencias estructurales entre los bajeles de guerra y los destinados al transporte, toda vez que unos pueden transformarse en otros instalándoles piezas de artillería o quitándo selas, podemos considerar que la Armada española que en 1588 intentó forzar un desembarco en Inglaterra, en colaboración con los Tercios de Flandes, estaba compuesta por 37 buques propiamente dichos de guerra —29 galeones, 4 galeazas y 4 galeras— y 93 naves de transporte y aviso —urcas, zabras y pataches— armadas para concurrir en la empresa. Las cuatro galeras se retiraron del conjunto por no poder soportar los efectos de la marejada. Año 1983 57 R. CEREZO MARTÍNEZ En este supuesto general podemos decir que la Gran Armada era un gran convoy constituido por 33 buques de guerra y 93 transportes y auxilia res. Sabemos que existen discrepancias entre diversos autores en cuanto a las cifras exactas, pero este detalle no altera en absoluto el hecho de que el dispositivo adoptado por el duque de Medinasidonia no es exactamente un dispositivo de marcha ni un dispositivo de combate: es, se insiste, un convoy organizado tomando como base el dispositivo de águila o cruz. una EXPLORADORES A 2 MILLAS EN AVANZADA RAGGAZONAÇ • ÇRACA III’ ICO S. MARTIN 5 MARCOS S.LUIS S.MATEO S.JUA iiiiiisiiiisss 6iiiiieiii4i.oi,o,i,i oi.iiiiiiiie.C $0000000 00000*0* 00*01000 0*001000 ‘‘II liii,, $001 11111111 0000*000 11111$ 0000 vanguardia, un cuerpo de batalla y dos alas que dan protección a los cuerpos de buques de transporte. De ahí que muchos autores citen la formación en media luna sin entender que el aspecto semicircular que presenta —con los cuernos de la luna retrasados— se debe a propósitos de cubrir a las forma ciones de los buques de transporte que a la vez cumplen misión de socorro. La disciplina en el mantenimiento del dispositivo, que tanto impresionó a los ingleses, permitiéndoles atacar únicamente a las naves retrasadas, no era más que el fruto de una experiencia adquirida en la Carrera de Indias. Ante este inconmovible orden de marcha, la táctica del Lord almirante Howard of Effinghan y sus almirantes —Drake, Hawkins, Frobisher y Fen ner—, al mando de las 197 naves que de una u otra forma participaron en la defensa de Inglaterra, no podía ser otra que la del hostigamiento contra las alas y retaguardia mediante el empleo a distancia de las armas de fuego: piezas de artillería de distintos tipos, arcabuces y mosquetes. Un ataque frontal, resuelto mediante el sistema del abordaje, habría sido suicida ya que los tercios de armada españoles embarcados eran cuantitativa y cualita tivamente superiores a los soldados ingleses. No adoptan los ingleses ningún tipo de formación de ataque. Los capita nes de las naves siguen a sus almirantes, los más osados se acercan más al enemigo y le atacan con sus cañones y los menos decididos se reservan para una mejor ocasión. La batalla se resuelve con un gran consumo de pólvora y proyectiles en pequeños combates en los que los ingleses disponen de la 5 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI iniciativa: sus buques son más maniobreros y los artilleros conocen su ofi cio... a fuerza de quemar pólvora; muchos de ellos —incluidos sus almiran tes y capitanes— se han medido con los galeones españoles en la Carrera de Indias y ninguno se inmuta porque éstos los tilden de cobardes por no querer medirse con ellos en un abordaje. Dice William L. Rodgers —Naval Warfare Under Oars— que esta cobardía inglesa echó abajo la moral de los españoles, sumidos poco menos que en la impotencia. Sobre esta batalla, que al final resolvió la meteorología, se ha dicho mucho y no pretendo resolver las controversias que ha suscitado, pero sí señalaré que la seguridad y sorpresa tácticas —en cuanto al efecto causado por el dispositivo adoptado por Medinasidonia— estaban de parte de éste y la facultad de concentrar las fuerzas dónde y cuándo lo creyera convenien te del lado inglés. Y el objetivo?, ¿cuál debió ser el objetivo de Medinasi donia?, ¿el que asumió cumpliendo al pie de la letra las instrucciones de Felipe II?, ¿atacar a la fuerza naval enemiga?, ¿confiar en su seguridad hasta reunir sus fuerzas con las de Alejandro Farnesio’?, ¿arriesgar en un solo envite la partida tan arduamente entablada? Dentro de nueve años se cumplirá el 400 aniversario de esta batalla. Los estudiosos investigan para hallar nuevas explicaciones del desenlace, pero en historia lo importante son los hechos y el análisis de los resultados, no las explicaciones de los historiadores. Consideración final. No será hasta el siglo siguiente —el combate entre las escuadras de Oquendo y Tromp en 1639 será una primicia— cuando almirantes y capita nes manejen sus escuadras y buques disciplinadamente para ordenar en simultaneidad sus andanadas artilleras y concentrar la masa de fuego nave gando en formaciones precisas, pero se tiene ya conciencia en 1588 de que EXPLORADORES RAGOAZONA A 2 MILLAS EN AVANZADA A si,’ RACA A 55f S LUIS MATEO5 ‘IiiIII$iiI:’IiIIiIIIII, S JUAN ‘5,’ £5’ 1’ ,10 Año 1983 ,5 ‘‘‘‘si,’ ‘‘‘‘Os’’ uf •I 5 59 R. CEREZO MARTÍNEZ la artillería ha dejado de ser un arma de desgaste para convertirse en arma decisiva en el combate. Los corsarios, en sus ataques a las flotas españolas de la Carrera de Indias, y los holandeses, que han aprendido a manejarse en sus canales y mares de bajos fondos contra los grandes buques españoles, saben que a éstos se les ha de mantener alejados y combatirles sin llegar al abordaje salvo cuando se tenga superioridad sobre ellos. Pero no es éste un hallazgo que pueda atribuirse a tal o cual almirante o capitán, sino el fruto de una experiencia general, acumulativa, que toma cuerpo poco a poco. En Prevesa se vio a una carraca veneciana defenderse del acoso de las galeras otomanas con fuego de artillería quedando total mente acribillada. Y existe un ejemplo de táctica naval, dado en una cam paña no demasiado importante, que en su época dio mucho que hablar. Se trata del combate de cabo Celidonia —Chipre— entre cinco bajeles y un patache españoles, y 55 galeras otomanas sostenido en tres días consecuti vos, logrando el almirante español, Don Francisco de Rivera, mantener alejadas las naves enemigas con el fuego de su artillería hasta que el desgaste por éstas sufrido —38 buques fueron hundidos o dañados seriamente— les obligó a retirarse. Rivera unió tres de sus bajeles y el patache con cabos a proa y popa para mantenerlos en línea de fila y batir con su artillería a los atacantes cuando intentaban aproximarse. Los otros dos bajeles actuaron como bu ques de apoyo donde la situación se deterioraba para la línea organizada por Rivera: 191 piezas de artillería —95 por banda— de los bajeles de Rivera se han impuesto a las 224 de sus enemigos instaladas en las proas de sus galeras. La sorpresa táctica, manifiesta en este combate con la origi nalidad y audacia de Rivera, han mantenido desconcertado a un enemigo que no ha sabido encontrar aquí la forma de aprovechar su superior capa cidad de fuego. 60 2 LA TACTICA NAVAL EN EL SIGLO XVI BIBLIOGRAFIA Obras impresas. Canale, Cristóforo: Della rnilizia maritirna (1540), Libri quatro, di... transçriti e annotati da Mario Nani Mocenigo. Venezia, 1929. Cerezo Martínez, Ricardo: Años cruciales en la historia del Mediterráneo (15701574), Madrid, 1971. Corbett, Julián S.: Drake and the Tudor Navy with a history of the rise of England as a maritime power. New York, 1899. Colección de documentos inéditos para la Historia de España. Publicada por Don Martín Fernández de Navarrete y otros. Madrid, 1842-1896. Fernández Duro, Cesáreo: La Armada invencible... Madrid, 1884-1885. La conquista de las Azores en 1583. Madrid, 1886. Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y León. Madrid. 1895-1903. Jal, A.: Archeologíe navale. París, 1840. León VI, el Filósofo, Emperador de Oriente: Tratado de Táctica. S.X. Publicado en francés bajo el título Institutions militaires de l’Empereur Léon le Philosophe. París, 1771. Mahan, A. T.: Influencia del poder naval en la Historia. El Ferrol, 1901. Olesa Muñido, Francisco F.: La organización naval de los Estados Mediterráneos y en especial de España durante los siglos xvi y xvii. Madrid, 1968. La galera en la navegación y el combate. Madrid, 1971. Pantera, Pantero: La Armata navale del Capitán Pantero Pantera... con molto adver timenti... Roma, 1614. Rodgers, William L.: Naval Warfare Under Oars, 4rh lo l6th centuries. U.S. Naval Institute, Annapolis, 1976. Tucídides: Historia de la Guerra del Peloponeso, traducida del griego por Diego Gracián. Madrid, 1889. — — — Manuscritos. Chaves, Alonso: Quatri partitu en cosmographia pratica (o Espejo de Navegantes), ordenada y compuesta por Alonso de Chaves... 1520. Real Academia de la Histo ria 9/2791. Año 1083 &‘:cuc colflpcndio bclafpbcrat: la artce cçar’con flUCUOB tnftrurncutt rccla’ecrnpUfjcaj, COR fLlbUietemonftracfoncs:com pueftp o2llhartin £o2tco tiaturioe bur$IKlro3 ii ctreno hc2Zlrgon te alluulcttlfl in1’onarcba iCarioutnto flcDela 1Jcfpaüat3et. cfcntc vc3tIloDelaciudad ‘c £3dí3:tiríd CñO2illUcltrO. 62 Núm. 2 EL PERSONALSANITARIO QUE PARTICIPOEN LA JORNADA DE INGLATERRA. NUEVAS APORTACIONES Manuel GRACIA RIVAS, Capitán Médico de la Armada. Introducción. La importancia del servicio de asistencia sanitaria dentro de la Gran Armada ha sido valorada de forma diversa por los autores que se han ocupado del tema. No han faltado quienes han achacado a su escasez y mala distribución buena parte de los males acaecidos (1). Pero son mayoría quie nes reconocen que fue una asistencia bien concebida y de importancia evi dente para su época (2). Fernández Duro y, posteriormente, otros autores habían publicado el proyecto elaborado por el Marqués de Santa Cruz en 1586 y dentro de él figuraba un apartado especial dedicado al hospital embarcado, consignándo se los pertrechos precisos y la plantilla necesaria. Salvo estos datos, que sin embargo se ignoraba si habían llegado a ejecutarse en la forma prevista por Don Alvaro de Bazán, poco más se sabía en relación con la asistencia sanitaria de la Gran Armada. Se habían publicado algunos datos numéricos relativos al personal sani tario embarcado en Lisboa y La Coruña, así como el nombre de una de las urcas en que viajaba el hospital, pero nada se sabía de otros muchos aspec tos relativos a esta importante empresa. Llamaba la atención, por ejemplo, el que, aparte del administrador del hospital, Don Martín de Alarcón, y de un médico, Pero Fernández, naufra gado en las costas de Irlanda, nada se conociese de la identidad de los médicos y cirujanos embarcados, pese a que algunos de ellos, como el protomédico o el cirujano mayor, tuvieron o hubieron de tener, indudable mente, un cierto realce. Existía también la convicción de que los médicos y cirujanos participan tes se encontraban vinculados al hospital embarcado, aunque ya algunos habían apuntado la posibilidad de qúe cada escuadra tuviera sus propios (1) (2) Redondo, Juan: Servicio Sanitario de la Armada Invencible. Madrid, 1907. Incluso obras de divulgación como la de David Howarth La Armada Invencible. Las verdaderas causas de un desastre naval, destacan la organización de los aspectos sanitarios. Barcelona, 1982. Año 1983 M. GRACIA RIVAS sanitarios, además de los correspondientes a los tercios de infantería que, en el plan del Marqués de Santa Cruz, ya figuraban con una asistencia sanitaria propia. A resolver esta serie de interrogantes ha estado orientado nuestro traba jo realizado en el Archivo General de Simancas. Pero como quiera que no hemos encontrado ningún documento que de forma directa se refiera a la composición o estructura del servicio de sanidad de la Gran Armada, ha sido preciso reconstruir la identidad de los médicos y cirujanos participantes a través de noticias indirectas. En unos casos, se trata se solicitudes presentadas por sus viudas recla mando los haberes adeudados. En otros, de solicitudes de los propios inte resados pidiendo alguna merced y también de un expediente relativo a la selección de médicos para el Ejército que se juntaba en Portugal en 1589 y en el que tuvieron preferencia quienes habían servido en la jornada de 1588. A través de todos estos datos ha podido recomponerse una parte de esta estructura, conociendo algunos personajes y las vicisitudes que sufrieron. Pero con ser importante, es evidente que sigue siendo incompleta. Sin em bargo, dentro del trabajo que continuamos realizando habremos de poder ampliar en el futuro estos datos que como primicia ofrecemos, y que en algunos casos será forzoso someter a revisión. Antes de ofrecer nuestras aportaciones, sintetizamos todos los datos que teniendo algún interés para e! tema han sido publicados por otros autores. Estado de la cuestión. Entre los autores que se han ocupado de la Empresa de Inglaterra, se seleccionaron aquéllos que por su relación con la sanidad o por el volumen de la documentación publicada, mayor interés ofrecían para el conocimien to de los aspectos sanitarios. Como podrá apreciarse, los pocos datos cono cidos fueron publicados por Fernández Duro (3), limitándose los restantes a recogerlos, en algunos casos con errores. Ofrecemos seguidamente las referencias recogidas en las obras de Fer nández Duro, de Redondo y de Clavijo: Noticias sobre la asistencia sanitaria en la Gran Armada, según Cesáreo Fernández Duro. Dentro del plan elaborado en 1586 por el Marqués de Santa Cruz se concede una especial importancia a la asistencia sanitaria y uno de los capí tulos de sus previsiones está dedicado al servicio del hospital. En él se evalúan los gastos en la forma siguiente: De Valencia. Mantas frazadas,. 2.000 a 20 rs. cada una1.360.000 Sevilla y Lisboa. Jergonesde angeo, 2.000 a 20 rs1.360.000 (3) 64 Fernández Duro, C.: La Armada Invencible. Madrid, 1884-1885. 2 EL PERSONAL SANITARIO Idem. Idem. Idem. Milán. Sevilla y Lisboa. Idem, Medicinas y dietas. QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE... Sábanas de angeo curado, 8.000 a 14 rs. una3.808.000 Cabezales, 4.000, a 6 rs816.000 Colchones de angeo curado, 2.000 a 50 rs3.400.000 Tiendas de campaña en que está el di cho hospital, 8 grandes, 4 pequeñas, otras 4, a 1.500 rs. cada una408.000 Estopade lino para curar los heridos 30 quintales a 200 rs102.000 de Paños lino para curar los heridos. Paramedicinas, carneros, huevos, ga llinas, conservas y otras dietas, se pre supone2.000.000 . . 150.000 13.404.000 Así que monta lo que es menester pro veer para el hospital, segun va decla rado, 13.404.000 maravedís, y porque esto se presupone que se ha de desem bolsar para comenzar a poner en or den el dicho hospital y que con la li mosna que se saca de los soldados se podrá ir entreteniendo y pagando el sueldo de administrador general y ad ministradores y demás oficiales, que serán los siguientes, en esta manera: Un administrador general con 150 es cudos al mes150 Dos administradores a 50 escudos. Cuatro curas a It.’escudos40 Un protomédico con 50 escudos y otros 4a30180 Un cirujano mayor con 50 escudos y otros 4 a 25150 Seis practicantes a 6 escudos36 Cuatro barberos a 520 Dos boticarios a 1530 Dos ayudantes a 612 Un veedor 25 escudos25 Un tesorero 25 escudos25 Otros 6 oficiales a 636 Cuatro enfermeros a 1040 Doce mozosa224 . . 100 858 Año 1983 M. GRACIA RIVAS Los cuales dichos sueldos son los que ha de haber en el dicho hospital y se han de pagar cada mes, y porque como es tá dicho, la paga de ellos ha de ser de la limosna que se descontare a la gente de guerra, no se saca por esta partida ninguna cosa. En otros capítulos de la obra de Fernández Duro se incluyen también previsiones sanitarias. Así en el referido a la infantería española, se in dica: Ventajas de capellanes, Oficiales mayores y menores de los tercios. deLas 140 capellanes a la dicha armaa razón da, de 3 escudos cada uno al mes, monta en los dichos ocho meses. Enlos dichos 10 tercios ha de haber en cada uno de ellos un sargento mayor, auditor, un un barrachel de campaña cuatro con hombres que anden con él, un médico, un cirujano, un furnier mayor, un alguacil, un escribano, un tambor mayor y un verdugo, que el sueldo de todos ellos monta cada mes 210 escudos, y el de los 10 tercios en ocho meses16.800 3.360 En el capítulo de la infantería italiana se señala: Oficiales de las coronelías, cada Enuna de las coronelías ha de ha un sargento ber mayor, un auditor, médico un y un cirujano, que el suel do de ellos contenido como se paga en la infantería italiana, cada mes en una coronelía 87 escudos y en las 6 en los ocho meses4.176 En el apartado correspondiente al sueldo del capitán general de la infan tería italiana, y junto con los de su estado mayor, se especifica: Por el de un médico a razón de 30 es cudos240 Por el de un cirujano, a la misma240 Por el de un capellán, a 6 escudos. .‘. 66 . . 48 EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE... Sin embargo, no aparece prevista la presencia de médicos ni cirujanos en la infantería alemana ni en la caballería, a pesar de que los efectivos totales (13.200 hombres) iguala prácticamente al de la infantería italiana (15.000 hombres). En el estado mayor del capitán general de la Armada y Ejército se incluyen: Por el de dos médicos60 Por el de un capellán12 Y en el del general de caballería no se incluye médico, pero sí ca pellán: Por el de un capellán8 Esto por lo que respecta a los aspectos sanitarios recogidos en el plan del Marqués de Santa Cruz. Fernández Duro incluye también en su obra, y con el-número 67, un documento fechado en Madrid el 14 de marzo de 1588, en el que S. M. da cuenta al Duque de Medina Sidonia del nombra miento efectuado en la persona de Don Martín de Alarcón, para el cargo de administrador general del hospital de la Armada y asimismo de la entrega de 2.000 ducados de ayuda de costa, atento a que no ha de llevar ningún salario con el dicho cargo, ni se le ha de dar durante el tiempo que le sir viere (4). Con elnúmero 109,incluye Fernández Duro una relación de los galeo nes, navíos, pataches y zabras, galeazas, galeras y otros navíos que van en la felicísima Armada que S. M. ha mandando juntar en el río de esta ciudad de Lisboa, de que es capitán general el Duque de Medina Sidonia, y el porte delios y la gente de guerra y mareante, etc. (5). En el documento que lleva fecha de 9 de mayo de 1588 y que Fernández Duro publica extractado se especifica: Gente del hospital. Don Martín de Alarcón, administrador general Teniente1 Médicos Cirujano mayor1 Cirujanos4 Ayudantes5 Curas4 Veedor1 Mayordomo1 Oficiales y mozos de servicio62 _____ (4) (5) Op.cit., tomo 1. pag. 437. Op. cit., tomo 2. pág. 60. Año 1983 Son detodo85 . 1 M. GRACIA RIVAS Especifica también las órdenes de procedencia de los 180 religiosos que van en la Armada y al referirse a las personas que se han embarcado por cuenta de la artillería cita: Capellán mayor1 Médico1 Cirujano1 Boticario1 No recoge referencias a otros médicos embarcados ni en la infantería ni en los respectivos estados mayores (6). Un importante aspecto recogido por Fernández Duro es el referente a la urca Casa de Paz Grande. En el documento número 141 correspondiente a una carta del Duque de Medina Sidonia de fecha 11 de julio de 1588 en la que da cuenta al Rey de la marcha de los trabajos de reparación de los barcos dispersados por la tormenta que sufrieron en las costas gallegas, se afirma: y la urca <(Casade Paz Grande», en que viene una parte del hospital de la Armada, de la cual me envía un testimonio por donde consta que no está para navegar, por hacer tanta agua y otras dificultades que tiene, que son las que yo siempre temí de aquella urca, hele escrito que saque toda la gente de guerra y los marineros españoles, y los meta en las otras dos naos, y asimismo los oficiales del hospital y botica, y ropa de ellos y todos los bastimentos que estuvieren de provecho y se pudiere embarcar, y la artillería que hubiere de bronce, y que todo lo demás se entregue a la justicia, y escribí al corregidor Don Ordoño de Zamudio o a su lugarteniente, que se encargare de todo ello, haciendo tomar por inventario y enviare una relación a V. M. dello, y de los marineros flamencos que hubiere para que V. M. sea servido de mandar lo que se ha de hacer dello. Las circunstancias referentes a este barco y su final fue puesto de manifiesto en una comunicación presentada al 1 Congreso de Historia Militar de Zaragoza a partir de la documentación estudiada en el Archivo General de Simancas (7). Otro documento importante publicado por Fernández Duro es la mues tra tomada en La Coruña el día 13’de julio, algunos días antes de la salida. En el resumen general se señala: Ministros y otras personas que sirven en el hos pital93 Es preciso señalar la disparidad de la cifra en relación con la correspon diente a la salida de Lisboa. (6) De acuerdo con el plan de Don Alvaro de Bazán debían embarcar médicos con la infantería española e italiana, en los estados mayores, etc. El hecho de que se consignen sólo los de la artillería indica posiblemente que Fernandez Duro al extractarlo los omitio. Es preciso revisar con detenimiento no sólo esta muestra, sino todas las que se conservan en el Archivo General de Simancas, para obtener deducciones precisas sobre el estado numerico del personal sanitario. (7) La urca Casa de Paz Grande se hundio en el puerto de Laredo en el verano de 1588. No participó en la expedición, tras su arribada forzosa. 68 2 EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA 1). N(t(’() DE... VALLES: /(/7/, .,,/ (/( / // . . .,.,, ,.w , / Y’,, • ( Biblioteca Nacional. Madrid. Año 1983 69 M. GRACIA RiVAS Por lo que respecta a nombres concretos del personal sanitario embarca do, en la obra de Fernández Duro, y aparte del correspondiente al adminis trador general del hospital, únicamente encontramos los siguientes: el doc tor Pero Fernández, médico..., Juan de Trato, barbero..., Agustín, plático del hospital... Todos ellos en el documento número 186 que corresponde a unos apuntes del Padre Juan de Victoria, de la Orden de Predicadores, divididos en capítulos. En el 31 narra el naufragio de Don Alonso de Luzón y las personas que con él fueron prendidas por los ingleses. Entre ellas se incluyen las citadas, con otras varias (8). Referencias en la obra «El servicio sanitario de la Armada Invencible», de Juan Redondo. En 1903, Don Juan Redondo, médico de la Armada, publicó en Madrid (9) un folleto de 38 páginas, en el que con el título: Servicio Sanitario de la Armada Invencible atendía según sus manifestaciones a las inquietudes de algunos médicos de la Marina Imperial alemana que estaban muy interesa dos en conocer la organización del cuerpo de sanidad de la Armada españo la, pero no sólo en aquel momento, sino a lo largo de su historia; en concre to, un aspecto que tenían gran empeño en conocer era la organización del servicio sanitario de la Armada Invencible. Con este motivo, Redondo escribió su trabajo en el que tuvo como base, aunque no lo manifestase, la obra de Fernández Duro. Todos los datos expuestos fueron recogidos de aquél, limitándose a efectuar sobre ellos algunas consideraciones y deducciones un tanto precipitadas. Comenzó revisando el proyecto de organización de la Armada tormula do por Don Alvaro de Bazán, llamándole poderosamente la atención que no citase para nada a los cirujanos de los barcos. Redondo consideraba indudable que a bordo de cada uno de los grandes barcos debía figurar embarcado un cirujano, ya que, según su opinión, era reglamentario en la época. Pasó revista después al personal sanitario que se reflejaba en el plan del Marqués de Santa Cruz, tanto el asignado al hospital embarcado como al correspondiente a los tercios españoles, los italianos y los estados mayores. El citó también la existencia de médicos en los tres regimientos alemanes previstos, dato que no figura, sin embargo, en el documento publicado por Fernández Duro (10). En su opinión, este proyecto de asistencia sanitaria era muy deficiente sobre todo en cuanto a la atención a enfermos y heridos a bordo, y a ello (8) Op. cit., tomo 2, pág. 451. (9) Op.cit. (10) Como quiera que no cita, ni da la impresión de que hubiera consultado otras fuentes, es muy probable que lo incluyera sin ninguna base concreta. 70 2 EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICiPO EN LA JORNADA DE... se debería el desastre de la expedición, unido al suministro de alimentos que analiza en uno de los apartados de su trabajo resaltando sus deficien cias, siempre en base a los datos recogidos de Fernández Duro. Podemos afirmar que, en su conjunto, el trabajo es más bien una pieza literaria que nada aporta, escrita precipitadamente en cumplimiento de un compromiso, como el propio autor confiesa (11). Referencias en las obras de Salvador Clavijo y Clavijo. Entre la abundante producción de este médico de la Armada podemos señalar dos obras que de alguna forma hacen referencia al suceso que nos ocupa. En la Historia del Cuerpo de Sanidad de la Armada (12) y en su capítulo II referido al ambiente sanitario naval durante el siglo xvi, dedica unos párrafos a la Armada Invencible (13). Recoge de nuevo el plan del Marqués de Santa Cruz y aunque a pie de página cita a Fernández Duro, es muy probable que lo tomase de Redondo, pues vuelve a incluir los médicos en los regimientos alemanes, que como anteriormente he señalado no aparecen en el documento publicado por Duro. Más adelante afirma carecemos de todo dato que nos permita indicar los nombres de los facultativos de la «Armada Invencible»; únicamente en una carta del padre Gerónimo de la Torre al Prepósito de Toledo, que estuvo en la jornada y en el capítulo 31, cita al Dr. Pero Fernández, médico, que en unión de los compañeros capitaneados por el maestre de campo Don Alonso de Luzón, fueron prisioneros de los ingleses después de un naufragio. La cita es de Fernández Duro, pero está equivocada, pues como recogía mos anteriormente corresponde al capítulo 21 del documento número 186 Apuntes del P. Juan de Victoria, de la Orden de Predicadores, mientras que el citado por Clavijo, la carta del padre Gerónimo de la Torre, es el docu mento número 185 bis. Por lo tanto, nada nuevo aporta esta obra en lo referente a la Gran Armada. Mucho más interesante es su obra La orden hospitalaria de San Juan de Dios en la Marina de Guerra de España. Presencia y nexo (14), escrita con motivo del IV centenario de la muerte de su fundador y para la que utilizó los archivos de las distintas casas hospitalarias. • (11) Dice textualemente: ... a quien por la estimación que le tengo y el alto concepto que me merece, ni puedo, ni debo, ni quiero, negarle nada y esto me obliga a hacer, precipitadamen te, en una semana, lo que con toda comodidad he podido hacer en un ano. Op.Cit., pág. 9. (12) Clavijo y Clavijo, Salvador: Historia del Cuerpo de Sanidad de la Armada (génesis, perspectiva de siglos, ruta de libertad, sus celebridades). San Fernando, 1925. (13) Op. cit., págs. 23 y ss. (14) Clavijo y Clavijo, Salvador: La orden hospitalaria de San Juan de Dios en la Marina de Guerra de Espana . Presencia y nexo. Madrid, 1950. Ano 1983 M. GRACIA RIVAS Su propósito es demostrar la presencia de hermanos hospitalarios en los diferentes acaecimientos protagonizados por nuestra Armada y el capítulo IV lo dedica a: la primera jornada naval contra Inglaterra vista desde su conexión con la Orden Hospitalaria. Afirma haber consultado con todo detenimiento el Archivo de Simancas sin haber encontrado referencias a la presencia de hermanos hospitalarios en la jornada de Inglaterra. Sin embargo, las fuentes de la Orden permiten asegurar su presencia en esta empresa. El número de religiosos habría oscilado entre 12 y 2Oy Clavijo llega a identificar a diez de ellos, incluyendo algunos datos biográficos (15) (16). La presencia de hermanos hospitalarios tendría indudable interés ya que aun cuando todos los religiosos cumplían funciones asistenciales sanitarias, esto era mucho más acusado en los miembros de esta orden (17). Clavijo termina el capítulo con la esperanza puesta en que habrá de conseguirse una mejor puntualización cuando se llegue al conocimiento de la sanidad embarcada en esta página imperecedera. Nuevas aportaciones al conocimiento barcado en la jornada de Inglaterra. del personal sanitario em Es evidente que la inexistencia, por el momento, de una relación deta llada del personal sanitario embarcado dificulta enormemente su identifica ción. No obstante, a través de una paciente investigación en el Archivo Gene ral de Simancas, hemos podido reconstruir en gran medida la personalidad de los más importantes médicos y cirujanos que acompañaron a la Armada. La mayor parte de los datos proceden de expedientes que se sustancia ron con posterioridad a los hechos en reclamación de determinados benefi cios, bien a iniciativa de los interesados o de sus familias en los casos de fallecimiento o desaparición. Quedan aún muchas lagunas, pero creemos que esta primera aportación contribuye en forma notable al mejor conocimiento de los protagonistas sanitarios de esta acción. Escasez de médicos en Lisboa. El plan, tantas veces comentado, del Marqués de Santa Cruz para la formación de la Armada, había sido elaborado en 1586 y a lo largo de los meses siguientes se habían ultimado los diferentes preparativos. (15) Op.cit., pág. 109. (16) Cita a Fray Luciano del Pozo quien situaba en 20 el número de hospitalarios embar cados en la Invencible. Fray Rafael Meyer lo sitúa en 12. (17) Los religiosos embarcados tenían también misiones de asistencia sanitaria a los enfermos, especialmente aquellos que no eran sacerdotes. Al considerar el número de religio sos embarcados no hay que olvidar esta función. 72 2 EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE... Pero en lo referente al reclutamiento de médicos y cirujanos hubo evi dentes dificultades o retrasos, porque a lo largo del mes de enero de 1588 hemos encontrado hasta tres comunicaciones en las que se pone de manifies to la falta de médicos. La primera lleva fecha de 2 de enero y está tirmada por Miguel de Oquendo, quien comunica al Rey: Mucha gente a enfermado y peligrado sin conocerles la enfermedad. V. Md. tiene en su corte un buen medico con quien y con el dotor Valle mequre yo. Ultimamente y asi sé que es tal, dizese el dotor Sagastiberrieta. Soy cierto que mandandole V. Md. servir en estajorna da, lo hara con mucha voluntad y haria mucho servicio a Dios y a V. Md. a quien torno a suplicar le mande que venga a servir con la mayor brevedad que pueda, que en ello todos recibiremos mucha merced (18). El 27 de enero es el propio Marqués de Santa Cruz quien suplica al Rey que se envie un médico principal y otro para que vaya en la Armada por no haber aquí ningún castellano que vaya ni portugués que quiera ir (19). Don Jorge Manrique el día 28 del mismo mes, escribía al Rey: En esta Armada, no va ningún médico castellano ni portugués, ni le hay castellano y portugués de los que fueron a la isla Tercera, que quieran ir. Suplico a V. Md. venga uno principal cual conviene y otro accesorio. Ir tanta y tan lucida gente sin medico es de mucho inconveniente. También, siendo V. Md. servido, podría venir Antonio Perez, cirujano.., que es de mucho servicio y platico en armadas y exercitos (20). Oquendo, entre cuya gente se había desatado una epidemia de tabardi llo, que sería la que ocasionaría la muerte del Marqués de Santa Cruz, era uno de los que mas insistía en el envío de un médico. El pedía que se mandase al doctor Sagastiberrieta y así el día 9 de enero había vuelto a escribir: Con el ordinario pasado supliqué a V. Md. fuese servido de enviar al doctor Sagastiberrieta. Lo mismo suplico en esta por ser de mucha impor tancia (21). Pero el día 30 seguían sin médico y en esa fecha escribía Oquendo no sin cierto humor: El médico no ha venido. y estos portugueses nos desean acabar y así lo confiesan. Dios les convierta (22). Por todas estas comunicaciones podemos ver cómo a finales de enero, cuando la armada se estaba concentrando en Lisboa no habían sido nombra dos de hecho los médicos que habrían de atenderla y su falta se hacía sentir. Aparecen además los nombres de dos sanitarios, el cirujano Antonio Pérez y el médico Sagastiberrieta recomendados por Manrique y Oquendo, respectivamente. Los dos llegaron a embarcar con suerte muy diversa como luego vere mos. (18) (19) (20) (21) (22) Año 1983 Archivo General de Simancas. Guerra Antigua. Leg. núm. 219, núm. 33. A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 219, núm. 7. A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 219, núm. 24. A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 219, núm. 37. A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 219, núm. 40. M. GRACIA RIVAS Religiosos y médico embarcados en la Escuadra de Andalucía. Con fecha de 16 de julio de 1587 hemos encontrado un interesante documento en el que se relacionan los religiosos, capellán y médico que embarcan en la escuadra de Andalucía para dirigirse a Lisboa, donde ha brán de integrarse en la Gran Armada. Los religiosos aparecen reseñados por sus órdenes y la finalidad de la relación es ser testimonio del socorro que se les dio al embarcar a buena cuenta del sueldo que hubieren de haber del tiempo que se ocuparen en la dicha armada (23). A cada religioso se le entregaron cien reales igual que al capellán y al médico se le dieron sesenta ducados. Los relacionados son los siguientes: Frailes dominicos: — — — — — — — — — — Fray Fray Fray Fray Fray Fray Fray Fray Fray Fray Tomás de Portugal. Alonso de Ureña. Tomás de Velasco. Reginaldo de Santillana. Antonio de San Pedro. Jerónimo de Olocaz. Martín de Castañeda. Pedro de Ayllón. Julio de Vera. Pedro Martínez. Frailes agustinos: — — — — — — — Fray Fray Fray Fray Fray Fray Fray Agustín de Andújar. Bartolomé de los Santos. Martín de Aguero. Luis de Quesada. Fernando de Morales. Juan López. Antonio de Casafonda. Frailes franciscanos: — — — — — — (23) 74 A.G.S. Fray Fray Fray Fray Fray Fray Francisco de Quesada. Francisco Odama. Pedro Ximénez. Tomás Vázquez. Martín Morón. Francisco de la Cruz. Guerra Antigua. Leg. 221, nurn. 5. EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA CONTROVERS KYM MEDICAVM DE... IA’ ET PHILOSO PHICARVM LIBRt D ECE M ‘.4utoreFrcf?o VálleJTo Coudrruuino,do(1ore profrfTore Complutcnfi. e f .-‘ :. ,1’) 1 ( W—•——— Curnp Cornplutr Ex officinaloannisBrocarIi Anno Domin!. 1556. Biblioteca Año 1983 de la Real Academia de Medicina. Madrid. 7S M. GRACiA RiVAS Figura después el licenciado Gaspar de Brema, presbítero, y el licencia do Diego Maldonado, médico. Esta relación va acompañada con carta del Duque de Medina Sidonia. No hemos encontrado con posterioridad constancia de que todos ellos llegaran a participar en la Gran Armada, pero parece evidente, atendiendo a la proximidad de las fechas que al menos algunos de ellos lo llegarían a hacer. Sanitarios embarcados en las galeazas. Como es bien sabido, en la Gran Armada figuraban cuatro galeazas que habían sido enviadas del reino de Nápoles a cargo de Don Hugo de Monca da. En ellas hemos podido identificar embarcados al doctor Cessar Capalbi, médico, y al licenciado Pablo de Cuevas, cirujano. Señalamos seguidamente algunas circunstancias personales de ambos: 1.—El doctor Cessar Capalbi: En un documento sin fecha remitido al Rey por el citado doctor, se hace constar: El doctor Cessar Capalbi del reino de Nápoles dice que ha servido a vuestra Majestad en aquel reino en todas las ocasiones que se han ofrecido de su oficio y así también en la jornada de Portugal y de las Terceras. Ultimamente por orden de vuestra Majestad, el Conde de Miranda, Virrey del reino de Nápoles, volvió a servir con las cuatro galeazas y dos naves que se enviaron de aquel reino, pura esta jornada de Inglaterra, con provisión de 15 escudos cada mes y cuatro raciones cada día, sobre las cuales ha servido siempre con mucho cuidado y satisfacción de los ministros de vuestra Majes tad, como todo parece por los papeles, hasta que volvió el armada en La Coruña, adonde se halló muy malo y alcanzado con mucha necesidad, vino a esta Corte, a echarse a sus reales pies, y habiéndole suplicado mandar señalarle alguna plaza adonde vuestra Majestad le quisiere proveer, para el reino de Portugal o para La Coruña, o donde vuestra Majestad fuese servido y asimismo mandarle dar alguna ayuda de costa para que él se pueda entre tener en servicio de vuestra Majestad, conforme a su calidad, que en ello recibirá merced (24). Al margen figura la siguiente resolución: Se le de en la Armada lo mismo que tenía en las galeazas. Parece evidente que se trata de un médico napolitano con indudable experiencia en el servicio. Había participado en las campañas de Portugal y las Azores y no ofrece duda que estuvo embarcado en la Gran Armada, precisamente como médico de las galeazas. Volvió seriamente quebrantado (24) 7 A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 272. num. 191. 2 EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE... en su salud, como la mayor parte de los tripulantes y solicitó fe fuese adj u dicada alguna plaza en la Península. Parece hubo de quedarse en alguno de los barcos de la Armada con el mismo sueldo que tenía en las galeazas. 2.—El licenciado Pablo de Cuevas: En una carta, remitida por el Conde de Fuentes desde Lisboa el 15 de abril de 1589, se hace constar que se remiten a S. M. dos informes, uno de ellos elaborado por el licenciado Pablo de Cuevas, cirujano mayor de las galeazas (25). El informe se conserva (26) y el mismo va encabezado en la forma siguiente: Lo que refiere el licenciado Pablo de Cuevas, cirujano mayor de las galeazas que fueron a esta Armada. En él indica cómo se perdió en la galeaza capitana, donde iba embarca do, junto a Calais y, tomado prisionero, fue llevado a Londres, donde estuvo desde el 8 de agosto de 1588 al 26 de febrero de 1589 en que se trasladó a Persemua, pudiendo embarcar en una nave de Ragusa llamada San Nicolás cuyo maestre era Rusco de Cristophulo. Refiere a continuación algunas circunstancias de esta nave. Que había salido de Benicarló cargada de vinos, estando la Armada en Lisboa y que en ella traía también muchas cosas para caballeros de la Armada, pero en lugar de fondear en Cascaes como era su propósito, se alejaron por indica ción del escribano de la nave, quien al descubrir en alta mar velas corsarias saltó del barco y propició la captura de la nave que fue llevada a Inglaterra. Puesta en libertad cargó mástiles y entenas para galeotas y otros basti mentos con el propósito, al parecer, de ir a Berbería, pero el viento les llevó a la isla de Madeira, donde estuvo un mes y diez días, pudiendo avisar al gobernador de la isla lo que permitió secuestrar la nave, regresando nuestro cirujáno a la península en una carabela. En el informe daba cuenta también de la situación en Inglaterra de los españoles cautivos: más de mil entre Londres y Plemua y entre ellos Don Pedro de Valdés que estaba a seis leguas de Londres en casa de un cuñado de Draque, mientras que en el mismo Londres se encontraban Don Alonso de Luzón, Don Rodrigo Lasso, Don Juan de Guzmán y el capitán Aybar. Personal adscrito al hospital de la Armada. La existencia de un hospital embarcado es un hecho indudable y conoci do desde la publicación del plan del Marqués de Santa Cruz. El propio Fernández Duro publicaba como hemos visto un documento en el que se hacía referencia a la urca Casa de Paz Grande, donde iba embarcada una parte del hospital de la Armada (27) En la comunicación antes citada (28), señalábamos ya que el hospital pudiera ir embarcado en dos urcas. Una de ellas era la Casa de Paz Grande (25) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 247, núm. 106. (26) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 247, núm. 107. (27) Fernández Duro, C.: Op. cit., tomo 2, pág. 172. (28) Gracia Rivas, M.: El hospital embarcado en la Jornada de Inglaterra. 1 Congreso de Historia Militar. Zaragoza, 1982. Año 1983 M. GRACIA RIVAS que se inutilizó en el temporal de Galicia y hubo de refugiarse en Laredo de donde ya no pudo salir, hundiéndose algunos meses después. Otra urca era la S. Pedro el Mayor, quedándonos la duda de si había sido utilizada con este fin desde Lisboa o tras la pérdida de la anterior. Hemos senalado también cómo era conocido el nombre del administra dor general del mismo, Don Martín de Alarcón, probablemente un clérigo como los que habitualmente se solía elegir para este importante puesto. Así, al regreso de la Armada, se designó como administrador del hospital de la Armada en Santander al doctor Manso, canónigo magistral de Burgos, a quien en 1589 se proponía como nuevo administrador del hospital embar cado, suplicando él, con fecha de 25 de julio, se le dispensase de embarcar (29). El cargo de administrador era el mejor retribuido, con 150 escudos al mes aparece en el plan del Marqués de Santa Cruz, aunque sabemos que en el caso concreto de la Gran Armada, se le entregaron 2.000 ducados de ayuda de costa sin sueldo concreto. Junto a este nombre conocido hemos podido identificar otros de induda ble trascendencia: 1.—Protomédico del hospital de la Armada: En un documento del A. G. S. (30) registrado como Decretos para los despachos de los médicos y cirujanos que van en la Armada, aparece únicamente: Se hagan cédulas a los médicos del armada y al doctor Martínez de protomédico... Se trata indiscutiblemente de Francisco Martínez, protomédico de la Armada, quien en 1590 continuaba ocupando este cargo y reclamaba un aumento de sueldo (31). Desde Ferrol remitía su petición Don Alonso de Bazán con fecha 9 de enero, diciendo: El doctor Martínez, protomédico desta Armada sirvió la jornada pasada de Inglaterra en los hospitales reales della y fue embarcado con Juan Martínez de Recalde en el galeón almirante general y en ella y al presente sirvió y sirve con mucho cuidado y acierto su persona en su minis terio, es de mucho servicio a V. Md. y bien común de los enfermos desta Armada y en consideración de sus servicios y del poco sueldo que tiene que son 50 escudos al mes, me ha pedido tuviese por bien de que se le hiciese por bueno el tiempo que estuvo en esa corte, atento a que se le ha acrecentado mas trabajo y no sueldo ninguno mas de lo que tenía antes y que no se le ha hecho merced de ayuda de costa alguna... (32). En su petición señalaba el doctor Martínez que tras el regreso de la Armada había ido con licencia de 5. M. a la corte adonde estuvo entretenido (29) (30) (31) (32) 78 A.G.S. A.G.S. A.G.S. A.G.S. Guerra Guerra Guerra Guerra Antigua. Antigua. Antigua. Antigua. Leg. Leg. Leg. Leg. 250, núm. 228, núm. 280, núm. 280, núm. 46. 247. 96. 95. 2 EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE... y señalado para ir al exercito y después se le mandó venir a servir en el Armada, desde donde solicitaba el aumento de sueldo señalando que su antecesor tenía 100escudos (33). 2.—El cirujano mayor del hospital. Anteriormente hemos visto cómo Jorge Manrique en enero de 1588 pedía fuera destinado a la Gran Armada el cirujano Antonio Pérez. En documento fechado el 4 de julio de 1589 se dice: El doctor «Antonio Pérez», médico y cirujano de V.Mad. y «cirujano mayor de su realArmada» y exército, dice que con mucho trabajo y peligro de su persona ejerce el oficio en la dicha armada no sólo de cirujano mayor atendiendo a todo lo necesario para que los heridos sean curados en los hospitales y fuera de ellos, pero también hace el oficio de médico siempre que es menester y tiene necesidad de dos pláticos que asistan acerca de su persona para que le ayuden a las muchas y grandes curas que se ofrecen de cirugía, como los solía tener en las armadas de Levante, pagados a diez escudos cada uno. Pide y suplica a V. Md. ‘que además del salario ordinario que tiene en la dicha armada y raciones, mande se le libren los dichos veinte escudos para los dichjs dos criados pláticos ayudantes y que le corran desde el día que los presentare en la dicha armada y todo el tiempo que sirviere con ellos en ella. Otrosi pide y suplica que salió a dos del pasado de Santander donde estaba la armada y en venir y tornar y pro veerse de cosas y herramientas que tiene necesidad para la dicha armada, ha menester casi dos meses de tiempo, que se los continuen y libren como los demás y lo hagan merced de alguna ayuda de costa para el camino... (34). No debieron concederle los ayudantes, ya que en otro docurfiento sin fecha vuelve a insistir: El doctor Antonio Pérez, cirujano mayor del Armada de V.Md. dice que ha servido y torna a servir en la dicha armada con el sueldo que ha muchos años que en las demás armadas y exercitos de V. Md. sin otro alguno acrecentamiento ni ayuda de costa ni otra comodidad, ante dos pláticos que solía traer en Levante y Flandes pagados por V.Md. a diez escudos cada mes, estajornada le han hecho mucha falta por ser embarazosas las curas y muchas y no poder solo. Pide y suplica a V. Md. le mande pagar un plático, pues otra merced no se le hace... porque no puede pasar sin él... (35). En esta ocasión le es concedido el ayudante, aunque se señala al margen de la anterior comunicación que el sueldo será de 6 escudos. Estamos, en cualquier caso, ante un profesional acreditado que se titula cirujano mayor de vuestra Majestad y de su Armada (36) que ha participado en las campañas de Flandes y que ha estado embarcado en las armadas de (33) A.G.S. Leg. 274, núm. 340. En este documento el doctor Martínez afirma que salió de la Armada en diciembre por dos meses para curarse y solicita ahora reintegrarse a su puesto. No lleva fecha. (34) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 274, núm. 294. (35) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 274, núm. 375. (36) En el encabezamiento del documento citado en nota 35. Año 1983 M. GRACIA RIVAS Levante y en la jornada de Inglaterra ha ido como cirujano mayor. No hemos encontrado el sueldo que tuvo asignado y aunque se queje de su escasez serían probablemente los 50 escudos mensuales que estaban presu puestados. Tiene el prestigio suficiente para exigir el concurso de ayudantes paga dos por el Rey y sobre todo para que se le conceda uno con un sueldo de 6 escudos que era el que correspondía en la Gran Armada a los practicantes. 3.—El doctor Sagastiberría, médico de la Armada: En enero de 1588, Miguel de Oquendo solicitaba el envío a Lisboa del doctor Sagastiberrieta (sic), que se encontraba en Madrid y que era al parecer médico de cámara deS.M. Hemos encontrado una reclamación (37), formulada por la mujer e hijos del doctor Sagastiberría, médico que fue del armada real que fue a Inglaterra el año pasado. El escrito corresponde a 1589 y en él se indica que el citado doctor murió en la dicha jornada y gastó en ella mucha parte de su hacienda a cuya causa la dicha mujer e hijos quedaron muy pobres y cargados de deudas. Por ello solicitaban se les librase la cantidad que se le adeudaba al morir, para lo que acompañan certificación del contador García de Vallejo. En ella se hace constar: La cuenta del doctor Sagastiberría parece está de esta manera: — Tocó 50 escudos de entretenimiento desde pri mero de febrero 1588 hasta 15 de octubre que murió, montan425 escudos Ha recibido: — — — por recaudo de 4 de abril100 Alsalir de Lisboa100 En San Sebastián se gastaron en enterrarle, en vestirle y curarle35 escudos Se le adeudan189 esc. 5 rs. » esc. 5 rs. Hase de saber si le dieron alguna cosa en San Sebastián para su enferme dad aunque parece que no le dieron nada más de lo dicho y por los libros de la contaduría no parece que haya recibido otra cosa hasta 7 de julio de 1589 (38). Es seguro que este doctor Sagastiberría es el mismo médico de la corte que había curado a Oquendo y al cual reclamaba con el nombre de Sagas tiberrieta. (37) (38) 80 A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 267, núm. 106. A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 267, núm. 107. 2 EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE... ‘/ 1 FRANCISCI VAL.LESII C OVARRVVIANI, PJ-ITLTPPI II. HISPANIARVM REGIS A CVB.ICVLO MEDICI, Controucrfiarun-i Meclicaruin,& Piulo fophicáruñu Libri dccein ACCESSIT LIBELLVS DE rnanfef1 pugnaniibus apid c7alenumeodcmVALLES 1 0 EDITIO LOCIS 4uthor’. POSTRE?tA, PRACEDENTtBVS MvLTo Iiid ¡cc C,piruni Rcninquc incrnorabiliurn adauio. cot’tcioI,& L?’GDVNY Sumptib. A NTO NI 1 tM. C HA R D, DC. Yvt SYPERIORVM Sub figno S. Spiritus. xXVi. PERMISSV. Biblioteca de la Real Academia de Medicina. Madrid. Año 1983 81 M. GRACIA RIVAS Por la liquidación sabemos embarcó en Lisboa a primeros de febrero y el hecho de fallecer el 15 de octubre en San Sebastián nos indica que viajó en la escuadra de Oquendo con mucha probabilidad. No podemos precisar cuál era su cometido concreto en la Armada, pues el sueldo de 50 escudos al mes es similar al del protomédico y al del cirujano mayor, lo que da idea de su importancia, circunstancia ésta indudable por tratarse de un médico de cámara. 4.—Otros médicos de la Armada: Según el proyecto del Marqués de Santa Cruz, además del protomédico debían embarcar para el servicio del hospital cuatro médicos. He podido identificar los nombres de varios. En algunos casos está claro que iban adscritos al hospital, pero en otros queda la duda razonable de si participaban como médicos de la infantería embar cada. El doctor Juan Rubio: Cuando la armada hubo de refugiarse en el puerto de La Coruña fueron desembarcados los numerosos enfermos que entonces ya había, pero como las urcas en que viajaba el hospital y la botica habían continuado, se necesitaron con urgencia medicinas y para conseguirlas, el administrador del hospital comisionó al doctor Rubio, médico, y al licencia do Zarate, cirujano para que se trasladasen a Santiago a buscarlas. Así consta en una comunicación remitida al Rey por el arzobispo de Santiago (39). En relación con este mismo médico hemos encontrado una solicitud de su mujer reclamando se le abone el sueldo adeudado (40) y en la que se dice: Doña Jerónima de Bera, mujer del doctor Juan Rubio, médico que por orden de V. Md. fue a servir en la armada que se hizo en Lisboa en el galeón «San Marcos» el cual desapareció al doblar el cabo de Clara en el mar de Noruega, ha pedido a V. Md. atento a su pobreza le mandase librar el sueldo que en la dicha armada se le debe a su marido y V. Md. mandó por su decreto se le pagase hasta el día que se apartó el dicho galeón San Marcos de la armada. Esto pudo ser por setiembre empero a ella, le sería muy costoso andar en estas averiguaciones. Pide y suplica a V. Md. atento que ella ha perdido a su marido y esta con mucha necesidad y que se entiende su marido es vivo, la mande librar el dicho sueldo hasta fin de diciembre del dicho año o lo que V. Md. fuere servido y señale hasta quando es servido se le libre sin remitirle a que haga averiguación... Al margen se ordena se le libre hasta fin de diciembre de 1588. El licenciado Francisco de Ancona: Es este uno de los casos en los que no quedando duda de su participación en la Gran Armada, es difícil precisar en qué puesto sirvió. (39) (40) 82 A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 227, núm. 26. A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 274. núm. 378. EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE... De él se conserva una petición tramitada por Don Alonso de Bazán el 10 de enero de 1590 en la que solicita le sea concedido el sueldo y título de médico de la Armada (41) (42), lo que indica que su consideración era de un rango inferior. En la solicitud hace constar que es médico y cirujano y que sirve desde hace 14 años en que vino a esta parte con la gente de Nápoles a la jornada de Portugal, en donde ha servido su oficio en los hospitales y ocasiones que se han ofrecido, asi en la de Phelipe Stroçi, y quedó en la isla de San Miguel curando en el hospital y.después se halló en la toma de la Tercera, quedo en ella tres años curando en el hospital y después curó en el de Lisboa y se embarcó en la Jornada de Inglaterra y se perdió en el galeón «San Felipe» con el maestre de campo Don Francisco de Toledo. Continuó su oficio en Santander en el hospital y agora lo está continuando en este hospital de la armada (en El Ferrol) con satisfacción de todos... Como puede apreciarse es un médico veterano, pero el hecho de que habiendo participado en numerosas acciones no tenga la consideración de médico de la Armada y el que fuera embarcado con Don Francisco de Toledo, parece poner de manifiesto que era más bien el médico de este tercio de infantería. El doctor Santander de Escalante: De él hemos encontrado constancia a través de una petición formulada por su viuda en la que dice: D.’ María de la Cueva, mujer que fue del doctor Santander de Escalante, dice que su marido fue por mandado de V. Md. en la Jornada de Inglaterra, proveydo por uno de los médicos de la real Armada con 600 escudos de salario, yendo en compañía de Don Alonso de Ley va se perdió con él, quedando la suplicante perdida y desamparada, suplicando a V.Mg. muy humildemente sea servido mandarla pagar lo que se debe del sueldo del dicho su marido... (43). El doctor Pero Fernández, médico: No podemos dejar de citar aquí a este médico reseñado en los apuntes del P. Juan de Victoria, recogidos por Fernández Duro como documento n.° 186. Se afirma que viajaba con Don Alonso de Luzón, por lo que pudiera ser el médico del Tercio de Nápoles. 5.—Otros cirujanos: Según el proyecto del Marqués de Santa Cruz de bían embarcar al servicio del hospital de la Armada 4 cirujanos, además del cirujano mayor, pero el hecho de que hubiere cirujanos en los tercios, dificulta la adscripción al igual que en el caso de los médicos, para los que hemos identificado. El licenciado Zárate, cirujano, aparece en la carta citada del arzobispo de Santiago (44) como comisionado por el administrador del hospital para ir junto al doctor Rubio en busca de medicinas para los enfermos de La Coruña. No hemos encontrado ninguna otra referencia de él. (41) (42) (43) (44) Año 1983 A.G.S. A.G.S. A.G.S. A.G.S. Guerra Guerra Guerra Guerra Antigua. Antigua. Antigua. Antigua. Leg. Leg. Leg. Leg. 280, núm. 280, núm. 274, núm. 227, núm. 97. 98. 336. 26. M. GRACIA RIVAS El licenciado Bizconde: Aparece citado en un interesante documento al que luego haremos referencia, inserto en el expediente formado para la provisión de médicos para la Armada en 1589, y entre los cirujanos figura este licenciado Bizconde del que se dice estudió también en Alcalá y sirvió en la jornada pasada por lo que no cabe ninguna duda que estuvo en la Gran Armada. Pedro Robledo de Tapia: Mayores son las noticias de éste que iba embar cado en la urca «San Pedro el Mayor» donde iba el dicho hospital junto con otros oficiales del mismo. Tras una larga peripecia a bordo de esa urca fue hecho prisionero con siguiendo evadirse y al regreso a España en febrero de 1589 efectuó una relación de sus experiencias (45). En ella afirma que fue por cirujano mayor del dicho hospital embarcado. Sin embargo, en una petición formulada por él algún tiempo después se dice: Pedro Robledo de Tapia cirujano del hospital del armada de V. Md. dice quel ha ocho años que sirve en las armadas que se han ofrecido con el Marqués de Santa Cruz y de cirujano mayor del Tercio de Sicilia en esta última, donde se perdió en Inglaterra, a do por su buena diligencia sacó cuatro hombres consigo como en la de su relación dada lo sabrá V. Md. Fue con mucha diligencia a La Coruña donde V. Magd. manda asista. Llegó a tiempo que no hay cirujano que sirva al Hospital como escribe el Marqués de Cerralbo. Suplica a V. Magd, le señale su plaza con que pueda perseverar en su leal servicio, que es de treinta escudos como a los demás venido de ahí, pues cree que sus servicios lo merecen... (46). Estamos ante otro caso de profesional experimentado en diferentes cam pañas, que puso, por otra parte, de manifiesto a lo largo de la presente su habilidad para sortear las mayores dificultades. Nos llama la atención esa confusa adscripción que dejan traslucir los documentos. Por una parte se le llama cirujano mayor del hospital embar cado, cosa que no era cierta pues esta plaza correspondía al doctor Antonio Pérez. Por otra parte él se designa como cirujano mayor del tercio de Sicilia y, sin embargo, está claro que iba embarcado en la urca S. Pedro el Mayor donde debería viajar una compañía del tercio de Nicolás de Isla. Quizá el hecho de que reclame una plaza con sueldo de 30 escudos puede guardar alguna relación, pues si pedro Robledo hubiera figurado en la expedición como simple cirujano del hospital, los haberes previstos eran 25 escudos, mientras que los cirujanos mayores de los tercios tenían 30. Si bien es muy probable que los haberes reales en esta jornada no fueran exactamente los previstos por Don Alvaro de Bazán, que al fin y al cabo había redactado un proyecto con notable antelación. 6.—Otro personal administrativo del hospital: De él conocemos dos nom bres a través de la relación citada de Pedro Robledo. Se trata de Pedro de San Millán, veedor del hospital, y Francisco de Ledesma, repartidor del (45) (46) 84 A.G.S. Guerra Antigua. A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 245, núm. 188. Leg. 272. núm. 209. 2 EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE... hospital. Los dos iban embarcados también en la urca San Pedro el Mayor y sufrieron todas las peripecias de la misma por la costa de Irlanda, la prisión y posterior fuga al igual que Robledo (47). 7.—Personal subalterno: En la relación tantas veces citada del P. Juan de Victoria (48) se cita a Juan de Trato, barbero, y a Agustín, plático del hospital, sin ninguna otra referencia. Hemos encontrado noticias de otro barbero a través de una petición de ayuda, formulada el 20 de julio de 1589. Se trata de Pedro Hernández, barbero del hospital de la Armada de Inglaterra, el cual afirma que desembarcó tullido en Santander de los naufra gios que en el viaje padeció y con todo el trabajo del mundo asistió allí, hasta siete de abril, hasta tanto que del todo quedó inhabil para poder ejercitarse en dicho su oficio y sabiendo esto Don Juan de Cardona me dió licenciapara que pudiese irme a curar adonde yo quisiere y en la enfermedad he gastado cuanto tenía, que no tengo con que volver al servicio de V. Magd. si no se me pagan las plazas caidas y se me da alguna ayuda de costa. Suplico a V.Magd. mande se me libre para que yo pueda volver en servicio de V. Magd. (49). Al margen se indica se le pague lo que se le debe hasta el día de la licencia. La elección de estos médicos para el servicio en la Gran Armada. No hemos encontrado referencia concreta a la forma en que estos y otros profesionales que tomaron parte en la Gran Armada fueron seleccio nados, aunque aparecen indicios razonables para adivinar la forma en que se produjo. Así he citado anteriormente recomendaciones concretas de Oquendo y Manrique para los casos de los doctores Sagastiberría y Pérez. Por otra parte, en el registro de la expedición de cédulas, se cita expresa mente al doctor Vallés, de donde podemos deducir que su intervención fue decisiva. Pero aunque por el momento no han aparecido los expedientes concre tos de selección del personal sanitario para la Gran Armada, sí que he encontrado uno referente a la selección que se hizo para la Armada el año siguiente, en 1589. Por su indudable relación y por los comentarios que en él aparecen relativos a la expedición de 1588, nos parece del mayor interés. A través de él podemos ofrecer una idea muy aproximada de la forma en que tenía lugar la recluta de los médicos y cirujanos que debían participar en las diferentes expediciones navales y militares. Comentaremos por lo tanto este interesante expediente: 1.—El expediente de selección de médicos para el Ejército en 1589: Se trataba de seleccionar una serie de médicos que han de servir en el Ejército que se está reuniendo en 1589. (47) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 245, núm. 4. Asimismo en el documento citado en nota 45. (48) Fernández Duro, C.: Op. cit., tomo 2, pág. 451. (49) A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 274, num. 171. Año 1983 M. GRACIA RIVAS Con este motivo, Andrés de Prada, secretario del Consejo de la Guerra, envía al doctor Vallés, médico de cámara de S. M. y su protomédico, un memorial con las solicitudes de varios médicos que pretenden participar en la campaña. En el oficio se dice: El consejo me ha ordenado diga a V.m. de su parte que su Md. será servido vea el memorial que aquí va del doctor Martínez y los demás que a y. m. se han remitido y remitieren de médicos y cirujanos que pretenden servir en el ejército y que vistos diga y. m. lo que entiende de la suficiencia de cada uno y lo que le parece será bien hacer con ellos, teniendo consideración a que en esta jornada no se señalan tan crecidos sueldos como se hizo en la pasada. En San Lorenzo a 6 de junio 1589 (50). El escrito va acompañado de una nota que dice: A consulta los médicos y cirujanos que van señalados con cruces y cuando se llegue a los cirujanos decir además del doctor Antonio Pérez que sirve de cirujano mayor los que fueron en la jornada pasada. Juzgamos de interés analizar esto. El Consejo de la Guerra, por interme dio de su secretario, se dirige a Vallés, que es médico de cámara, para que decida sobre un determinado grupo de médicos en relación con su suficien cia y los emolumentos que ha de dárseles. Son indudablemente funciones propias de Vallés por su condición de protomédico, ya que a ellos corres pondía la regulación y vigilancia del ejercicio profesional (51). Puede adver tirse, no obstante, que se le impone en cierto modo el nombre del cirujano mayor Antonio Pérez. Se le dice también señale los que participaron en la pasada jornada esto es en la Jornada de Inglaterra. Creemos que no se conserva la relación que se remitió a Vallés y por lo tanto no sabemos los médicos que iban señalados. Conocemos en cambio la contestación del protomédico (52). 2.—La respuesta del doctor Vallés: Lleva la misma fecha de 6 de junio y está firmada en San Lorenzo, por lo que parece deducirse corresponde a una requisitoria de cierta urgencia. En ella dice: Dentro de este pliego envío un nombramiento de médicos y cirujanos. y. m. le mande presentar luego en Consejo y si pareciere bien, mandeme V.m avisar luego para que los envíe a llamar y vengan a tomar sus recados con brevedad y si alguno no aceptare se pro vea luego de oficio. El nombramiento o informe a que hace referencia dice así: El doctor Martínez es doctor por Alcalá y docto y sirvió muy bien en la jornada pasada. Pareceme debe ser recibido para esta con ventaja sobre los otros que aunque también son doctos empiezan... y así que aunque los sala rios de los demás se bajen de lo que en la pasada se dio por ser por mar, a (50) (51) (52) 86 A.G.S. Guerra Antigu. Leg. 268, núm. 149. Granjel, Luis S.: La medicina española renacentista, cap. III. A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 268, núm. 148. . Núm.2 EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE... él no se le baje sino que se le den los 50 escudos que llevó y désele título de protomédico del Ejercito con que lo use con la instrucción que yo le daré, de que él será contento y estará bien al servicio de S. M. Después me parece se reciben otros cuatro médicos de quien tengo mucha satisfacción que son: — — — — El El El El licenciado Feliciano de Huerta. licenciado Alvarado. doctor Quesada. licenciado San Pedro. A estos me parece se les den a cada 40 escudos por mes y los merecen muy bien. También me parece que bastará recibir otros seis cirujanos en estaforma: — — El licenciado Torres de Guadalajara. El licenciado Pedro de Torres. Estos dos son demás de ejercitados cirujanos, también buenos médicos y podrán hacer de todo y por esto me parece se les dé a 30 escudos. — — — — El licenciado Bizconde estudió también en Alcalá y sirvió en la jornada pasada y tengo buenos papeles... Será bién se le den 30 escudos. Blandon. Sósa. Luis López de... Estos son buenos, mas son romancistas. Pareceme se les de a 20 escudos. Detrás de esto se que todos ellos tendrán necesidad de alguna ayuda para el camino y es justo se les haga. Es interesante señalar que este escrito está redactado personalmente por el doctor Vallés y lleva unas cruces señalando determinados nombres. Concretamente los siguientes: — — — — Doctor Mártínez. Licenciados Feliciano de Huerta y Alvarado. Licenciados Torres de Guadalajara y Pedro de Torres. Licenciado Bizconde. e Como quiera que tanto Bizconde como el doctor Martínez nos consta estuvieron en la Jornada de Inglaterra, sospecho que todos los señalados con cruces estuvieron también, pues esta señal sería la indicación de ello de acuerdo con la petición del Consejo de la Guerra. Año 1983 M. GRACIA RIVAS Tendríamos por lo tanto nuevos nombres de sanitarios presentes en la Gran Armada. Aparte de ellos, vemos detalles significativos como el hecho de que se reduzcan los haberes, ya que indica los anteriores fueron más elevados por ser por mar. Indica también la procedencia del doctor Martínez, por quien es induda ble que Vallés tiene especial simpatía. Nos llama la atención que si Martínez fue el protomédico de la Jornada de Inglaterra y Pérez, el cirujano mayor, únicamente este último sea impuesto por el Consejo de la Guerra, mientras que Martínez viene resaltado más bien por Vallés. En el documento aparecen muy claras las diferencias entre cirujanos titulados y romancistas. Por otra parte los cirujanos aunque hayan estudiado en Alcalá tienen un salario inferior al de los médicos. Este tema, no obstan te, excede el campo de este artículo. 3.—Desestimación de una solicitud. Junto con el expediente anterior aparece una solicitud del doctor Duarte Berdugo, médico, quien señala que ha muchos años que es graduado en la facultad de Medicina e indica que desea ir a servir al ejército que se junta en Portugal (53). Al margen se indica informe el doctor Vallés y éste contesta: El doctor Berdugo es nuevo. No deja de tener mediana suficiencia. Supuesto que no se puede hallar para la guerra todo esos, podrá hacelle merced si falta alguno de los señalados o se eligen mas. Lleva fecha de 14 de junio. La importancia de todo este expediente es evidente y creemos contribu ye notablemente a la definición del proceso de selección de los médicos que servían tanto en la Armada como en el Ejército ya que como vemos su adscripción es en muchas ocasiones circunstancial, aunque siempre encon tramos hombres con una indudable experiencia profesional y para las gran des empresas se buscan tanto médicos como cirujanos veteranos de otras campañas. Conclusiones. 1.—Hasta el momento presente, eran inexistentes los datos referidos a la identidad de los sanitarios que habían participado en la Jornada de Ingla terra. 2.—Los datos recogidos por Fernández Duro habían sido reproducidos por otros autores sin nuevas aportaciones. 3.—El estudio de las solicitudes de pensiones y mercedes, posteriores a la Gran Armada, conservadas en el Archivo General de Simancas ha permi tido identificar a los más importantes médicos y cirujanos de la Gran Arma da. 4.—Asimismo se han recogido datos de religiosos participantes ya que éstos, junto con su función espiritual, desempeñaban una importante tarea de auxiliares sanitarios. (53) 88 A.G.S. Guerra Antigua. Leg. 268, núm. 147. 2 EL PERSONAL SANITARIO QUE PARTICIPO EN LA JORNADA DE... o o gE o E 00 .c. Il 1•’ cc s.l ° rI 0 - .. I_ — b1) 0 ) Q)1) 1-. l ‘o a) a) a) _ w. LiZLi o o L’ 6 Z ° 0 o —.0. O - oZ.< 00 a) 0 — - a)-ar 00 o0. o o ° -— O a) N ‘0 O 0 >0 0 - o o oo LLO O __0 o o ccca ‘a.) u a)a)O ‘0C g0oo E . O 5E., L) (LL .9 U 1 o o o O O E - O 5- 6 .) Ç_) A 0 o ‘a) o >‘ o . . . . ‘a.) ‘a) ‘a) ‘a) ‘a) 6 6 6 . 6 . o a. ‘,,‘. 000000000000 E OOOOOCCCO(O 1- E ‘a’ 0 c cE 1- a) - 6 6 - Oa)a) ‘a.) h ‘a) ) a) -ga.> c ca. ‘ •- O a) . ‘E ou ca. 1- Año 1983 a.) OCa. 6o’- ‘E ca.• 01 2dfooo6 o ca.cO- O0a) ..ca.a)00a)a)ca.’ 6.9C) ° -° > O O ° N 6 ‘ca. a) a) E a) - O’ 0O0 a)..0a) —o-< oEZ M. GRACIA RIVAS 5.—Los profesionales identificados se ofrecen en el cuadro resumen junto con sus sueldos y circunstancias personales. 6.—Ha podido también reconstruirse el proceso de selección de médicos y cirujanos mediante un expediente conservado sobre los informes relativos a los profesionales que habían de tomar parte en las actividades del Ejército que se estaba juntando en Portugal en 1589. 7.—El tema ofrece numerosas posibilidades de estudio, tanto en los aspectos de formación de todos estos profesionales, como en los cometidos propios de cada estamento y en la propia asistencia sanitaria tanto a bordo de los buques como en tierra, que excediendo los límites de este artículo habrán de merecer en el futuro nuestra atención. 90 2 LOS ASTILLEROS DE ANTONIOLOPEZ Rafael GONZALEZ ECHEGARAY Director del Instituto «Juan de la Cosa» Se cumplen este año —1983— los cien años de la muerte de Don Anto nio López y López, primer Marqués de Comillas, figura estelar por tantos conceptos en la historia económica y marítima de la España del siglo XIX. La apasionante biografía de este gran naviero y la de las empresas por él fundadas y presididas hasta 1883 está por hacer. No puede decirse otro tanto de la de su hijo y sucesor, el segundo marqués, Don Claudio López Bru, que hereda y agranda una de las primeras flotas mercantes del mundo —la Trasatlántica española— y que recoge el cetro prácticamente desde la cuna para detentarlo hasta el fin de sus días, bien entrado ya nuestro si glo (1). No obstante, la escasa bibliografía en torno a la figura de Don Antonio acostumbra a presentarle bajo el aspecto más notorio de su prodigiosa vida, es decir, la faceta naviera, en general, con sus importantes realizaciones en el mundo de las grandes empresas, de la banca y de los negocios. Pero la rica personalidad humana del comillano tiene otros muchos campos en los que brilló con su espíritu perfeccionista, su ambición por las cosas completas y bien hechas, y su temeridad verdaderamente singular. Antes de 1845 empieza su quehacer naviero en Cuba para continuarlo ininterrumpido en diversas sociedades mercantiles hasta el fin de su vida; la línea marítima del ferrocarril París-Madrid, la campaña logística del ejér cito de Africa, los vapores trasatlánticos, las guerras coloniales, la Compa ñía de Filipinas y finalmente la Compañía Trasatlántica. Pero tal como él lo veía, sus flotas no eran concebibles sin la apoyatura sólida de una infraes tructura de astilleros de reparación y aun de contrucción que permitiera a sus buques las faenas de carenado, reparación y recorrida sin las servidum bres de terceros y esperas por diques ajenos, bien de la Marina o de la empresa privada. Una gran flota de trasatlánticos en servicios regulares contratados, con itinerarios rigurosos, no podía correr el albur de la mala suerte en una época en que las averías en máquinas —y sobre todo en hélices y ejes de cola—. estaban a la orden del día. (1) El segundo Marques nacio el 14 de mayo de 1853 en Barcelona y murió en Madrid el 18 de abril de 1925 Afio 1983 R. GONZALEZ ECHEGARAY - 1 /7, // fundador 92 /// EXCMO. SR. D. ANTONIO LOPEZ Y LOPEZ, de la Empresa tiasatiántica de arores.correos espaSoles 6. la isla de Cuba. Núm. 2 LOS ASTILLEROS DE ANTONIO LOPEZ La experiencia cosechada desde los años 1862 a 1866 había sido extraor dinariamente dura. Perdió el Cantabria, tuvo mil averías en casi todos los barcos y sufrió un sinnúmero de sanciones gubernamentales por deficiencias en el cumplimiento del contrato con el Estado y, hasta que incorpora al servicio las tres magníficas unidades Infanta Isabel, Príncipe Alfonso y An tonio López, construidas en Dumbarton (Escocia), no se consolida la regu laridad del servicio. Pero estaba claro que al finalizar los cinco años de explotación de la contrata, la subvención estatal era a todas luces insuficien te para cubrir los gastos, mantener el material y dejar el margen de beneficio preciso para tamaña aventura. Por otra parte, la imprevisión de los sucesivos gobiernos de Armero, Arrazola y Mon dejó sin convocar con la antelación suficiente el nuevo concurso de comunicaciones, por lo que el 11 de octubre de 1866 hubo que prorrogar por un año más los servicios de la flota de López con objeto de poder dar algo más de tiempo para la preparación del nuevo concurso. Se anunció éste para el 14 de febrero de 1867 exigiendo un mínimo de ocho vapores de pasajeros de 1.500 toneladas, cosa nada fácil de improvisar en tan sólo unos meses. El resultado del concurso fue espectacular. La primera oferta presentada por Jorge Williams, en representación del constructor naval inglés Charles Mitchell, se comprometía a hacer el servicio por 20.408 ducados; el gaditano Don Luciano Alcón presentó la segunda plica con 24.450; venía en la terce ra Don Carlos Eizaguirre, en representación de López, con 30.333; la cuarta era de Don Policarpo Pastor Ojero con 39.950; la quinta de Don José María Retortillo en 36.000 y la última de Don Evaristo Chalbaud en 27.490. La adjudicación fue, pues, para Mitchell, lo que produjo un gran escán dalo en el mundo de los negocios, la administración y la política, porque por primera vez se confería un servicio público vital para el país, como era el de las comunicaciones oficiales con sus tierras de Ultramar, a un súbdito extranjero y precisamente de un país no demasiado amigo. Luciano Alcón movió toda su influencia y su poder para obtener la anulación de la subasta pero la sala de lo Contencioso del Tribunal Supremo, el 18 de octubre de 1867, rechazaba las alegaciones de Alcón —que además pedía para sí la contrata, como licitador más próximo en cifras al inglés— porque el pliego de bases de 9 de octubre de 1866 no había hecho ningún distingo ni excep ción respecto a no españoles y por tanto no cabían en puridad los alegatos de Alcón. Pero Mitchell, que era dueño de unos importantes astilleros ingleses que con el tiempo pasarían a ser de Armstrong, no tenía listos los barcos que estaba construyendo en Newcastle. Contaba con los del propio López, quien, al no ganar el concurso, lógicamente habría de cederlos en buenas condiciones al ganador, y al parecer hubo varios contactos entre ambos personajes en los que se trató ampliamente de este particular e incluso la Año 1983 R. GONZALEZ ECHEGARAY prensa de Madrid dejó caer la noticia del traspaso de la flota del santande rino. ¡Qué poco conocían todos ellos la astucia y la sangre fría de López en el palenque de los negocios! Se iba acercando la fecha fatídica de la puesta de los buques a disposi ción del Gobierno y los buques no aparecían por ningún lado. LÓpeLdaba largas al inglés, so pretexto de que no podía suspender sus viajes —y era verdad— para hacer la entrega a Mitchell, y el Gobierno, por fin, el 29 de noviembre de 1867, concede un último y definitivo plazo de tres días para que Mitchell le presente o le designe al menos cuatro buques de los ocho pactados. Y no pudo presentarlos. Había caído en la propia trampa que él había tendido a Antonio López, quien de la noche a la mañana se convertía de nuevo en el árbitro de la espinosa situación, porque sí tenía los barcos y su competidor lo único de que disponía era de un contrato en suspenso con unas ofertas más baratas... pero nada más. El 13 de diciembre se declaraba rescindido el contrato del Gobierno español y la casa Mitchell, haciendo cargo a ésta de todos los daños y perjuicios que se derivaban del incumplimiento de las obligaciones contraí das por ella en su día, y se anunciaba un plazo hasta el día de Nochevieja para recibir proposiciones de cualquier naviero español que deseara hacer con carácter provisional el servicio. Llegó el día primero de año de 1868 y no se presentó más que Antonio López ofertando con el mismo tipo de subvención: 59.000 escudos por viaje redondo. Y se lo llevó. Pocos meses después, el 14 de abril de 1868, se celebraba el concurso con carácter definitivo y fueron a él Don José Ferrer con 69.990 escudos y Antonio López con 67.000; cifras que resultaban excesivas para el Gobierno y el concurso se declara desierto, pero se hace una aproximación al santan derino por parte del Presidente del Consejo de Ministros a fin de que en veinticuatro horas manifieste si está dispuesto o no a hacer el servicio con la subvención anterior. Antonio López, con una sangre fría inaudita, con testa negativamente. No puede hacerlo en esas cifras. La verdad es que el Gobierno está ya contra las cuerdas y ha entrado, aun sin quererlo, en un regateo en el que López lleva todas las de ganar. Y así es. Tiene en sus manos el triunfo de los barcos en servicio y así, el 16 de abril de 1868, la Reina autoriza a Carlos Marfori. su Ministro de Ultramar, a que contrate directamente con la casa López, sin las formalida des de subasta pública, el servicio del correo a las Antillas en 60.500 escu dos. Se había salido López con la suya. Había dejado tirados en la cuneta a sus competidores, que le habían servido para consolidar su postura de fuerza, y había conseguido mejorar la subvención. Ahora iba a empezar a ver todo el país lo que era capaz de hacer el genial comillano (2). (2) La Sala 4. del Tribunal Supremo, el dia 4 de diciembre de 1871, fallaba en apelación el recurso presentado por Mitchell, basandose en que. si bien no se le autorizó en su día por el Gobierno espanol a la importacion de buques extranjeros a su nombre para poder cumplir el contrato, bien pudo haber fletado para ello buques españoles o haber celebrado subcontra tas con navieras espanolas. No existió, pues, la incongruencia que alegara en su defensa Carlos Mítchell. Núm. 2 LOS ASTILLEROS DE ANTONIO LOPEZ El 28 de abril, es decir a los doce días, se transforma la empresa de vapores correos trasatlánticos de Antonio López en sociedad colectiva; el 7 de mayo trasladaba su domicilio social de Alicante a Barcelona y el 15 de junio todas las unidades de su flota cambiaron de matrícula a la Ciudad Condal ya para siempre. El 30 de agosto de 1868 se concedían, con carácter definitivo y por los diez consabidos años, los servicios ultramarinos a la nueva naviera catalana de A. López y Cía.; aunque, a decir verdad, llevaba ya bastantes años con sede efectiva en Barcelona, que era el vórtice alrede dor del cual giraban los vientos de todos los negocios del que iba a ser pronto Marqués de Comillas. Cuando López tuvo en firme en sus manos el contrato de comunicacio nes, empezó a desarrollar inmediatamente todo el ambiciosísimo programa que había venido elaborando durante los seis años de su primera experien cia trasatlántica. Y ese programa se extendía en dos direcciones: una prin cipal, que era la expansión de los servicios con el aumento de las unidades de la flota, y otra secundaria, la de la creación de una infraestructura naval propia al servicio de aquélla, que es lo que vamos a considerar en este breve trabajo. Los primeros buques encargados para la línea mediterránea que enlaza ba el ferrocarril de París a Marsella con el de Madrid a Alicante, con escalas en Barcelona, Málaga y Cádiz, fueron el Madrid y el Alictinte en 1857, que se unieron al Marsella que había sido ordenado dos años antes para otro armador. Estos barcos se construyeron en el astillero de Archibaid Denny, el octavo hijo de William Denny, que en 1853, en sociedad con John Mc’Lean, montó sus propias gradas en el Church Yard para armar cascos de hierro. La supervisión de los trabajos de estas unidades se llevó a cabo por Don Patricio de Satrústegui, colaborador íntimo y socio de Antonio López, que fue quien llevó personalmente las relaciones con el astillero. En 1863, nuevamente, Satrústegui, que es además ingeniero. contrata ahora con Peter Denny la construcción de la hermosa pareja de trasatlánti cos para la línea de América: Príncipe Alfonso e Infanta Isabel, de 3.350 toneladas de emplazamiento, que van a sustituir a las bajas que se van produciendo en la lista de los antiguos correos de la Trasatlántica belga, comprados de prisa y corriendo, con los que López comenzara en 1862 a prestar los servicios trasatlánticos de comunicaciones. Poco después repeti ría el encargo con un tercer buque casi gemelo a la pareja anterior: el Antonio López (1°). Peter Denny era el séptimo hijo de William, al que sucedió en la presi dencia de la empresa y levantó las gradas de Leven en 1864, llegando a ser una de las primeras figuras en el mundo de la construcción naval de entonces y en general e el mundo naviero y en la banca británica, en donde se le llamaba Pedro el Grande. Ya para entonces habían alcanzado las gradas de Denny notoria fama en la construcción de buques para el transporte de pasajeros. El Infanta y el Príncipe se contrataron para ser entregados en un plazo de nueve meses Año 1983 R. GONZALEZ ECHEGARAY desde la firma del contrato y con unas penalidades por retraso de 30 libras diarias. El Príncipe se botó el 3 de abril de 1863 y se entregó el 30 de junio en Cádiz. El Infanta se botó el 21 de julio y llegaba a España, concretamente a Santander, el 21 de septiembre, en donde lo esperaba el propio Antonio López. Acuarela de Monleón. (Museo Naval. Madrid.) La verdad es que, a pesar de la durísima gestión de Satrústegui, que volvió loco a Peter Denny y no le dejó pasar ni una sola, Antonio López quedó muy satisfecho de los barcos de Dumbarton, que eran la envidia de todo el mundo y prestigiaron el pabellón español en el Atlántico. Se había creado ya un lazo indestructible entre la casa López y Denny que iba a durar muchísimos años (3). El 31 de mayo de 1864 la Reina concedía a Antonio López la Gran Cruz de Isabel la Católica por el acierto y el excepcional empeño puesto en la consolidación, de una vez por todas, de los servicios trasatlánticos, tan necesarios para la metrópoli y para las islas, tanto desde el plano comercial como desde el militar y el político. Pero unos meses antes le había sido (3) La trasatlántica llegó a tener en sus listas a lo largo de su historia los siguientes buques de pasaje construidos por Denny: Alicante (1°), Madrid, Marsella, Infanta Isabel, Príncipe Alfonso, Antonio López (1), Alfonso Xli (1), Antonio López (2), Ciudad de Santander, Cataluña, Isla de Cebú, Buenos Aires, Montevideo, Alfonso XIII (1. 0), Reina María Cristina,0León XIII, San Fernando, Colón (1°), Alicante (2.°), Covadonga (1°), Antonio López (3. ), Infanta Isabel de Borbón, Alfonso Xlii (2°). 96 Num. 2 LOS ASTILLEROS DE ANTONIO LOPEZ concedida igual condecoración a Peter Denny, constructor de los correos y transportes de la Marina de Guerra de España, según decía la orden de concesión, de donde se infiere el acierto con que estos astilleros británicos habían cumplido y seguían cumpliendo con los encargos del Gobierno espa ñol y sus concesionarios de servicios, tanto en la construcción como en la reparación de los vapores. Análogamente había sido distinguido Denny por los Gobiernos de Bélgica y Portugal. ¿Qué transportes de la Armada eran esos construidos por Denny? Per tenecían al lote importado por Mac Crohon bajo el gobierno de O’Donnell y fueron, al menos, el San Francisco de Borja, el San Quintín, el Patiño y el Marqués de la Victoria. El San Quintín, en 1881, volvió a ser reconstruido totalmente en Denny e incluso se le montó allí un nuevo equipo propulsor. También Antonio López, a raíz de la entrega del primer Antonio López, encargó en Denny la remodernización del Puerto Rico con instalación de nueva maquinaria, construida por el propio astillero. Pero era evidente que Escocia, por muy buena armonía que existiera con Denny, y por muy buena calidad que en sus trabajos ofreciera, no era la base apropiada, ni podía serlo en el futuro, para las reparaciones y las recorridas de final de viaje de los trasatlánticos españoles, estando fuera de los itinerarios de éstos y tan alejada de Cádiz, que era por entonces el punto de arranque de la línea. En aquella época no existían en la Península más diques secos que los de las bases de los Departamentos, que eran de propiedad de la Armada, y varios carros varaderos civiles repartidos por diversos puntos del litoral. Hay que tener en cuenta que el pequeño desplazamiento en rosca de los buques de entonces —primeros vapores y veleros— permitía hacer uso generalizado de este sistema de varado en seco, así como del clásico de dar la banda para el forrado y carenado de los cascos de los veleros. La llegada de los grandes vapores de casco de hierro, con esloras superiores a 60 metros y entre las mil y las tres mil toneladas, hizo cambiar radicalmente el panorama. El primer dique seco civil fue el de San Mamés, en Bilbao, que se inauguró en 1868 y que sería, con el paso de los años, el origen de los diques de Euskalduna en Olaveaga. Había tanteos, como luego vere mos, en Santander y Barcelona, pero en la práctica nada. Es claro que los diques de San Mamés no eran solución por su distancia a Cádiz, por sus cortas dimensiones y porque para ese viaje eran mucho mejores las alforjas de los diques del Ferrol, que ya venían siendo utilizados por los correos que gozaban en este punto de trato preferencial como las unidades de la Armada (4). Había, pues, que desechar esta idea. Antonio López, con su entorno económico en Barcelona, quería a toda costa apoyarse en la empresa catalana para solucionar este problema y tanteó muy seriamente la posibilidad de establecer su base naval en la capital barcelonesa. No hay que olvidar que el colosal encumbramiento del (4) Los diques de Olaveaga tenían 287 y 230 pies de eslora por 50 y 100 de manga cada uno, respectivamente. Año 193 R. GONZALEZ ECHEGARAY en cuatro años. En este decreto se establecía que los buques de la Marina Mercante o de particulares podrán hacer uso del dique cuando no estén ocupados con los de la empresa, mediante unas tarifas establecidas por ésta y los del Estado podrán servirse de él en caso urgente con preferencia a los de los particulares, aplicándoles una tarifa especial. Este decreto lo firmó Don Amadeo 1 con ocasión de su visita a la capital del departamento ferro lano en donde visitó la fragata Amadeo que precisamente estaba en dique seco (5). La zona destinada estrictamente a la factoría tenía 80.400 metros cua drados, limitaba por el norte con el fuerte de Matagorda y el camino militar que corría por el borde de la playa de la Cabezuela, enlazaba por el oeste con el fuerte del Caño y al sur la cerraba el Caño de María con el muelle de prolongación de los ferrocarriles. Realmente los terrenos de la que luego sería Compañía Trasatlántica se extenderán por el norte hasta el río San Pedro, en el inmenso coto de la Algaida, y por el sur hasta las salinas del Consulado. La gran factoría naval de Matagorda, frente a Puntales y a mitad del viaje entre La Carraca y Cádiz, fue una obra, como todas las que emprendía Antonio López, espectacular y, precisamente por lo ambicioso del proyecto, hubo de ser prorrogado en el mes de agosto de 1876, por dos años más, el plazo contractual de terminación de las obras anejas al dique. El dique de carena era zampeado y tenía 165 metros de eslora y 20 de manga, y el varadero anejo era capaz para buques de hasta 41,5 metros de grada y 3,3 de calado. Había una dársena de antedique formada por dos muelles de madera y varios muelles cJe atraque y estaba toda la factogía enlazada con vías de ferrocarril de la red general. Había un depósito para carbón de Cardiff, almacenes para alijar cargamentos, talleres cJeforja, de fundición, de calderería, de carpintería y casa de bombas. Dirigieron la construcción los ingenieros ingleses Bell y Miller, de Glas gow, juntamente con el español Don Eduardo Pelayo, que habría de acome ter también más adelante la obra de los muelles de Santander y fue preciso realizar el dragado de un canal en la bahía para facilitar el acceso de los buques mayores hasta el antedique y los muelles de armamento. La obra costó, al parecer, treinta millones de reales, es decir, casi tres veces más de lo inicialmente presupuestado. El 24 de marzo de 1877, todavía reciente el dolor de López por la muerte prematura de su hijo Antonio López Bru, predestinado para llevar las riendas del emporio económico de su padre, tuvo la alegría de recibir en el Trocadero al Rey Alfonso XII que fue a visitar las obras. Don Alfonso acababa de llegar a Cádiz con la escuadra, después de realizar un viaje por el Mediterráneo visitando Cartagena, Alicante, Valencia, Tarragona, Bar celona, Palma, Almería, Málaga y Ceuta. En la bahía estaba también fon deada una escuadra inglesa con su insignia en el Minotaur. Cuatro barcos (5) Esta fragata blindada empezó llamándose en 1863 Principe Alfonso, después fue Sagunto, más tarde Rey Amadeo Iy finalmente volvió a ser Sagunto hasta el fin de sus días. lOt) 2 LOS ASTILLEROS Año 1983 DE ANTONIO LOPEZ 101 R. GONZALEZ ECHEGARAY ción que posee el proponente en el Trocadero, talleres a los que proyecta dar el desenvolvimiento necesario para que unidos al astillero, puedan servir de base antes de mucho a la construcción de buques de hierro, industria que tanto ha de contribuir a la vitalidad y progreso de nuestra Marina, dependien te en la actualidad de los astilleros ingleses. El 31 de octubre de 1879 volvió de nuevo a visitar la factoría el Rey Alfonso XII. Salió de Madrid el 22, a recorrer las zonas afectadas por las inundaciones en la vega murciana, y embarcó a bordo de la Numancia en Cartagena el 24. Zarpó ésta junto con la escuadra y llegó a Cádiz el 27. El Rey, a bordo del cañonero Salamandra, visitó el arsenal de La Carraca, San Fernando y finalmente el complejo de Matagorda, deteniéndose en todas las instalaciones. Después, siempre a bordo del Salamandra, llegó hasta Sevilla. Se conservan varios cuadros y grabados de Matagorda de esta época. Hay uno, propiedad de Astilleros Españoles, heredera de la factoría, que se repartió en aquellos años con bastante difusión y que es una vista de pájaro con el astillero muy pormenorizado, un gran correo en el antedique, varios vapores más y algunos candrais por la bahía. En él se puede ver el antiguo fuerte de Matagorda convertido en depósito de carbón. En casa de Doña María Antonia de Satrústegui, en Comillas, existe un óleo de grandes proporciones firmado en 1877 por Núñez Jaureguizar, que es una composición ideal de la factoría con toda la flota de López evolucio nando frente al Trocadero, en primer término. Aunque es de escaso mérito artístico, tiene un valor documental extraordinario y fue adquirido hace bastantes años por Don Patricio de Satrústegui y López. Por mil casas de Cádiz tiene que haber también importantes recuerdos vivos de los años primeros de la factoría. Después de muerto Antonio López, se acordó levantarle una estatua a la entrada del dique, en donde había también una pequeña capilla, según creo recordar. La estatua, de bronce, de dos metros de altura, se erigió en 1892. En 1869 comenzó la línea de Cuba a hacer escala en Santander, una vieja aspiración de López desde que comenzara el servicio. De hecho, de forma esporádica alguno de los correos que iba a limpiar fondos al arsenal de El Ferrol, continuaba después hasta Santander en donde recogían el importantísimo contingente de pasajeros de La Montana, Las Vascongadas y Asturias, que de ordinario tenía que hacer el viaje con billete corrido en los vapores de Butler hasta Cádiz para transbordar allí a los correos. En 1869 se estabiliza, pues, la salida mensual de Santander, que se mantuvo definitivamente apoyada principalmente por los movimientos de embarque y repatriación de Cuba de tropa de las guarniciones y acantonamientos del norte de la Península, y por ello dispuso de su muelle particular en la nueva zona de Maliaño, de la que era concesionario el Marqués de Manzanedo, próxima a la que todavía hoy se llama calle de Antonio López, algo aparta da ya de la línea de atraques. 104 2 LOS ASTILLEROS DE ANTONIO LOPEZ Pero está claro que el ramal norte necesitaba un punto de apoyo, si no tan importante como el de Cádiz, sí por lo menos lo suficiente como para dar servicio a los buques con independencia y desahogo, principalmenteen las operaciones de recorrida y carboneo. Otra cosa sería el dique seco, como vamos a ver en seguida. En 1850 había comenzado en Santander una ambiciosa obra portuaria que consistía en la construcción de un carenero y gradas de construcción y reparación en la zona de Dos Hermanas —hoy ya inexistente— entre la punta de San Martín y Las Higueras. Los trabajos se desarrollaron con una lentitud directamente proporcional a su importancia, suspendiéndose y reemprendiéndose una porción de veces. En 1872 se otorgó al concesionario una última prórroga y, al quedar incumplida, caducó la concesión en 1877. Dos años después hubo otro intento de resucitarla, sin mejor éxito. Pero además, en 1862 uno de los socios de Antonio López, Don Angel Bernardo Pérez, que era también armador de veleros, junto con otros tres más presenta un proyecto de construcción de un dique seco, cuya idea —que entonces no prosperó— pasó a incorporarse al Plan Orense, un revo lucionario proyecto general del primer ingeniero de la Junta de Obras del Puerto de Santander constituida el 6 de junio de 1872. Posteriormente en 1878 se aprobaría el Plan Lequerica, que recogía la construcción del dique público en lo que hoy es la playa de La Magdalena, es decir, a la entrada del puerto (9). Así pues, Antonio López no tenía por qué preocuparse en cuanto a dique seco, pero sí en cuanto al resto de la infraestructura en la base. El día 11 de noviembre de 1874 presentó una solicitud Don Joaquín del Piélago y Sánchez de Movellán, futuro yerno de Antonio López y gestor en la firma Pérez y García, consignataria de López en La Montaña, para llevar a cabo el relleno de la costa norte de la bahía de Santander desde la punta de San Martín hasta la punta de San Marcos, para instalar allí los muelles, almacenes; depósitos y talleres para sus buques. El 16 de octubre de 1877 se aprobó la petición para construir en la ensenada del Promontorio y al oeste de Punta Promontorio muelles, embar caderos y almacenes para depósito de carbón y mercancías en los terrenos que resultan saneados de dichas obras. Si la experiencia demostrase que el avance de los mismos produjese en el buen régimen de la canal algún inconveniente o en el de la navegación en aquella parte de la bahía, la Empresa deberá introducir las reformas indis pensables. Además deberá dejar la servidumbre precisa para el camino de circunvalación y servicio desde los muelles de Calderón hasta el extremo del Promontorio. Como vemos con la sola lectura de la orden, había grandes reservas de tipo técnico respecto a la viabilidad del proyecto que desarrolló precisamen (9) En realidad el dique seco acabaría construyendose en 1883 en San Martín, en un punto aproximado al previsto para el carenero de 1850. La obra fue muy costosa y difícil, y concluiría en 1908. Añn 9R’ R. GONZÁLEZ ECHEGARAY te Don Eduardo Pelayo, que tanto éxito había tenido en la construcción de Matagorda. Y comenzaron las obras por la punta Este, es decir, al pie del Promon torio, en donde hoy se levanta la vivienda de Don Jaime Botín. Se construyó una gran escollera y se levantaron los muelles de madera sobre pilotaje, pero la obra no se llegaría a terminar, ni muchísimo menos. El proyecto preveía tres muelles salientes y en realidad sólo llegó a construirse el arran que general con uno. Los depósitos de carbón comenzaron a instalarse inmediatamente y el primer buque de línea que amarra en la base fue el trasatlántico Coruña, el día 20 de septiembre de 1881, un gran paquete de 3.500 toneladas de desplazamiento y más de 90 metros de eslora. Coincidiendo esta efemérides con la concentración de Santander de otros seis barcos más de la flota de López, que el día 28 serían revistados por Alfonso XII en aguas de Comillas. El Puerto Rico, el España, el Alfonso XII, el Antonio López, el Ciudad de Cádiz y el Gijón desfilaron ante Su Majestad pegados a la costa en donde veraneaba el Monarca. El 5 de sep tiembre visitaba el Rey el Antonio López fondeado en Santander. En aquel verano glorioso para la saga de los López, se transfirió la titularidad del contrato de comunicaciones a la recién creada Compañía Trasatlántica. En realidad, Antonio López no llegaría a conocer el fracaso de la esta ción santanderina, que, como hemos dicho, se suspendió a poco de comien zo porque los muelles no podían ser utilizados por los vapores a causa de la resaca que, a medida que avanzaba la construcción, empezó a observarse en aquel paraje y que recalaba de alta mar, reflejándose sobre el paramento de la escollera. El resto de la zona de la concesión quedó convertida en un playazo de piedra y con el paso de los años se abandonó toda idea de su aprovecha miento, excepto en su parte oeste que se transformó en las gradas de cons trucción de los astilleros de Corcho. Una orden del 21 de abril de 1919 daba por extinguida la concesión y hoy, al cabo de un siglo, rellena la zona con una línea de muelles no comerciales, sirve de emplazamiento a la Escuela de Náutica, al Museo Marítimo del Cantábrico y al Instituto Oceanográfico. Pero, como decimos, nada de esto vio Antonio López. Fallecía repenti namente la noche del 16 al 17 de enero de 1883 en su palacio de Puerta Ferrisa de Barcelona, cerrándose así uno de los capítulos más interesantes delahistoria marítima y económica de España (10). (10) La falta de gradas volvería a tentar a Trasatlántica, y el segundo marqués, Don Claudio López Bru, sería uno de los creadores de la Sociedad Española de Construcción Naval a la que aportó la factoría de Matagorda; desde entonces todas las unidades trasatlán ticas nuevas se construirían en las distintas gradas de la Naval en toda España: Santa Isabel, San Carlos, Manuel Arnús, Cristóbal Colón, Alfonso XIII, Juan Sebastián Elcano, Marqués de Comillas, Magallanes, Guadalupe, Ruiseñada y Comillas. Se proyectó en 1920, sin llegar a mas, la pareja de 23.000 toneladas Cortés y Pizarro y en 1964 la de 30.000 Silos y Samos. Y la última tentativa la protagonizó el Conde de Ruiseñada en 1948, al comprar la mayoría de las acciones del astillero santanderino de Corcho Hijos, 5. A. para Trasatlántica, a fin de efectuar en él las recorridas de la línea del norte. En 1958fallecía inesperadamente Ruiseñada y en 1962 concluyo la luna de miel entre ambas empresas. 106 2 LA SEGURIDAD DE LOS PAISES BAJOS, REQUISITO PARA LA EMPRESA DE INGLATERRA DE 1588 Hugo O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA Capitán de Infantería de Marina Antecedentes y proyectos. El plan de lo que pudo haber sido la empresa del año 88 tuvo viejos antecedentes; sin embargo, no empezó a tomar verdadera consistencia hasta una década antes. Si, como algunos opinan, de la victoria naval de Lepanto no se sacó más provecho que unos años de calma relativa en el Mediterráneo, sin explota ción alguna del éxito, en gran parte se debió a que el centro prioritario de atención se había desplazado al norte. La designación como gobernador general de los Países Bajos del que había sido capitán general de la Liga, Don Juan de Austria, parece confir marlo. Los graves problemas que la sublevación holandesa planteaba, consu mían recursos y tiempo. A Don Juan había sucedido Farnesio, pero ya para entonces el orden de prioridades había vuelto a alterarse, pasando la suce sión portuguesa a la categoría de asunto principal. Tras la conquista de Portugal y la consolidación que supuso la operación de las Azores (la reválida definitiva no llegaría hasta el año 89, tras el fracaso de la contraofensiva inglesa en Coruña y Lisboa), el tema de la expedición a Inglaterra vuelve a las sesiones del Consejo. Dos factores principales actúan de detonantes: los éxitos que Farnesio cosecha en Flandes, haciendo variar diametralmente el signo de la guerra y la propuesta de Santa Cruz al Rey de un ambicioso plan de conquista en el que se reserva el papel de organizador y ejecutor absoluto. Al recibir la propuesta, la larga lista de agravios ingleses vuelve a la mente de Felipe II con renovada intensidad, ya que cuanto más poderoso es el ofendido mayor parece la osadía y gravedad de la ofensa. Aunque no es locuaz, sabe escuchar, meditar y decidir. El Papa insta repetidamente a una acción inmediata, ofreciendo una cuantiosa aportación económica que más tarde concretará en un millón de ducados, a pagar en el momento en que el primer infante español ponga pie en suelo inglés, además de otros beneficios con cargo a la Iglesia espa ñola. Ano 1983 H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA Sometida la propuesta al Consejo, los pareceres se dividen. Unos abogan por el plan de Bazán; otros, como Don Juan de Idiáquez, son partidarios de terminar antes con la sublevación de los Países Bajos... aplíquese y. Ma gestad con ardor a concluir la de Flandes. Reforçado por tierra el exercito del Duque de Parma, y asaltadaspor mar las Provincias de Olanda, y Celanda, con el esfuerzo que se ha de emplear contra Inglaterra, seguramente se verá domada la rebelión, y restituidas en su primer derecho la Iglesia y vuestra Real Corona. Que si entretanto la Reina de inglaterra continuare en agravar contra Vuestra Ma gestad las ofensas; entonces con más pronta, aven tajada, y dichosa resolución, podrá con guerra abierta hazer la demostración. Aquel suceso ayudará sin duda mucho a este. Pero sino salen bien (como se puede temer) el intento de assaltar a Inglaterra temo (y quisiera engañarme) será eterna la rebelión de Flandes (1). Entre estos pareceres, el Rey forma el suyo propio: la jornada supondría un esfuerzo conjunto de la flota (que partiendo de la Península, tendría por misión principal la de proteger y facilitar el paso del convoy, que desde los puertos de Neuport y Dunquerque, se había de dirigir a la costa inglesa entre Dover y Margate), por una parte, y del verdadero ejército expedicio nario, constituido por un contingente selecto de los tercios y regimientos, que en Flandes habría de aprestarse, por otra. El plan concebido de esta forma es notificado a Parma. El Príncipe de Parma ante el proyecto. La magnitud de la empresa debe suponer un fuerte atractivo para el espíritu de aventurero-sobre-seguro, con el bagaje lógico de la experiencia del hombre nacido para el gobierno, que posee Alejandro Farnesio, verda dera antítesis del advenedizo. Pero no es de los que dejan las cosas a medias y menos ahora que va recorriendo, con aceleración creciente, el camino del triunfo final en Flan des. Los subsidios, esos medios por los que viene clamando en todas sus misivas, van a ser empleados con largueza en otra empresa cuyo liderazgo ha de compartir. Sin embargo, sabe que una vez que el Rey ha tomado una decisión, el parecer que pide es de la manera de llevarla a efecto y la forma en que él va a contribuir. Por ello, con fecha veinte de abril de 1586, le escribe una larga carta en la que analiza necesidades y peligros. Hay que iniciar la formación de un ejército expedicionario, atender a las necesidades de guarnición y avitualla miento de plazas y fortalezas y mantener unas fuerzas equivalentes a las que a la sazón existían en los Países Bajos, constituidas en ejército de maniobra. Junto a estos requisitos de personal impone otras tres condicio nes de índole político-diplomática: (1) 108 Bentivoglio, Guido: Histoire des guerres civiles de Flandres, libro IV. París, 1620. 2 LA SEGURIDAD EN LOS PAISES BAJOS, REQUISITO PARA... 1. Salvaguardar el secreto de la operación a fin de poder beneficiarse del factor sorpresa. 2. Atender, durante su puesta en práctica, a las necesidades de seguri dad de Flandes. 3. Mantener a los franceses ocupados en sus problemas internos. Y por último, los imperativos financieros: aumentar en trescientos mil escudos la asignación mensual de los ciento cincuenta mil que suponían los gastos del ejército, al objeto de reclutar soldados valones, alemanes y bor goñones que junto a las levas de españoles e italianos habían de constituir las nuevas fuerzas, y depositar recursos pecuniarios de liquidez inmediata en Amberes y el Franco Condado, a fin de poder acudir en ayuda de la Liga Católica, si fuera necesario, y reclutar caballería alemana para la de fensa interna. Frente a cada punto del plan de invasión aprecia Farnesio un contrapun to para conservar lo que tanto esfuerzo ha costado recuperar de los Países Bajos, asunto que él considera vital. Si bien se ha de aprestar un ejército expedicionario de treinta mil infan tes y quinientos caballos ligeros, a la par se prepara otro de diez mil infantes y mil jinetes como ejército de campaña de Flandes. Para ambos objetivos se llevan a cabo levas continuas, porque como ahora están los tercios, regimientos y banderas no son ni pueden ser del servicio que se pretende y conviene para la conservación de lo que se posee (2). Paralelamente a la gestación de ambos ejercitos se van perfilando lbs planes defensivos del territorio y la neutralización de las amenazas que se ciernen sobre las fronteras, ya que la ausencia de gran parte del ejército podría ser aprovechada por los diversos enemigos para llevar a cabo una invasión. La preocupación de Parma se centra en tres importantes circunstancias: - 1. La contraofensiva de las Provincias Unidas, reforzada en diciembre de 1585 por el contingente inglés del Conde de Leicester. 2. La nueva situación creada por la revolución en el electorado de Colonia. 3. La amenaza latente de Francia. Medidas para contrarrestar 1. las amenazas. El enemigo habitual: los rebeldes. La inexistencia en el norte de una frontera claramente definida como la francesa, con múltiples ciudades enclave a uno y otro lado de los límites naturales defendibles, obligaba principalmente a una estabilización del fren te para neutralizar o al menos localizar la actividad enemiga en la zona norte de Brabante y en las provincias de Güeldres y Overyssel. (2) Parma al Rey, 30 de marzode 1586. A.G.S.E-590-34. Año 1983 H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA OPERACIONES PREVENTIVAS 1586-87 Desde la primavera del 86 el primer objetivo de Farnesio es obtener el dominio estratégico de las avenidas de incursión enemigas y muy especial mente de las cuencas fluviales. A este fin se encaminan las campañas de Grave y Veneloo, que pondrán en manos españolas el curso del Mosa (junio 1586) y el socorro de la plaza de Zutphen (septiembre-octubre 86). La actividad diplomática, paralela a la militar, rinde sus frutos con la entrega de Wouw, de un fuerte próximo a Zutphen (enero 1587) y de la ciudad de Deventer, con lo que extiende su influencia a gran parte del valle del Isser. En el frente secundario de Güeldres se consigue contrarrestar las incur siones procedentes de Wactendonck mediante la toma de Geldern (agosto 1587). Aunque las perspectivas de éxito para una ofensiva final son óptimas, con esta última conquista finalizan las operaciones. La toma de La Esclusa 110 Num. 2 LA SEGURIDAD EN LOS PAISES BAJOS, REQUISITO PARA... (5 de agosto de 1587) no tiene el mismo objeto, sino el de obtener un puerto que facilitase el embarque. Con estas campañas se consigue la estabilidad mínima imprescindible para poder llevar a cabo la operación principal. 2. Colonia, un nuevo frente. La situación del electorado eclesiástico en 1586, tras la deposición del titular por el Papa, a causa de su vida irregular y posterior apostasía, con la consecuente entronización de Ernesto, príncipe de Baviera, era caótica. Al verse atacado por los holandeses y por el ejército privado de Martín Schenk, antiguo capitán de Farnesio y actual adalid de la causa de Truchés, el arzobispo depuesto solicitó angustiosamente la ayuda de España. Farnesio comprendió que los intereses de la Corona coincidían con los del prelado, ya que no podía dejar este flanco limítrofe con Brabante, expuesto y en poder de unos herejes que ya comenzaban a realizar incursio nes más allá de las fronteras; por lo que procuró hacer compaginar su propia campaña contra los rebeldes con una ayuda eficaz a Colonia. Pronto se comprobó lo acertado de esta decisión, ya que los príncipes protestantes alemanes, encabezados por Casimiro, Elector del Palatinado, y pagados por Isabel Tudor, preparaban una coalición al objeto .de atacar Flandes, una vez que el electorado cayera en manos de los herejes. La ofensiva de Farnesio se centró sobre Neuss, que dominaba el curso del Bajo Rin, impidiendo todo intento de avituallar las provincias leales. El asedio fue breve pero sangriento. A poco de comenzar, se iniciaron conver saciones para la capitulación que no fueron sino una añagaza para sorpren der a los españoles y atentar contra la vida del Duque de Parma. Ante esta felonía y tras nueve horas de intenso cañoneo, que abrió numerosas brechas en la muralla medieval, se dio el asalto, tomándose la ciudad tras espantosa carnicería que el generalísimo español procuró en vano evitar. Consecuencia de este triunfo fue la rendición de los reductos calvinistas de Meurs y Alpen, con lo que Brabante quedaba asegurado. La guerra civil perdió virulencia y la amenaza desapareció del panorama político. 3. Francia, el gran enemigo potencial. De todos los requisitos que el plan de conquista de Inglaterra exigía, el de mantener a Francia al margen de toda intervención iba a resultar el más difícil y costoso. Los sucesivos intentos de Enrique III para llegar a un entendimiento con los hugonotes y reunificar su país en una empresa común, que muy bien podría idearse contra España, se verían estrellados contra la intensa activi dad diplomática española, que con gran habilidad subvencionaba generosa mente aJa Liga Católica. Detrás de todos los acontecimientos internos de los últimos años de este• reinado está la actividad incansable del embajador Don Bernardino de Men doza. Año 1983 H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA Cuando en 1584 muere el Duque de Anjou, hermano menor del Rey y suprema esperanza del bando católico, la llamada Guerra de los tres Enri ques (Valois, Navarra y Guisa), entra en una nueva fase. Ya no se trata de una lucha de religión en la que el Rey juega un extraño papel de mediador (3). Al carecer de hijos, el heredero por orden de primogenitura pasaba a ser Enrique de Navarra, el hereje. Si era aceptado y conseguía la pacificación de Francia, ello supondría el tener frente a Flandes un ejército de setenta mil infantes y seis miljinetes (4). Ante esta situación había que improvisar un argumento legitimista que contrapesase la pretensión del Navarro. Los Duques de Lorena descendían de Lotario, hijo de Carlomagno, y el Duque de Guisa era el representante de una rama menor de esta casa. Sus partidarios, más convencidos de sus derechos que él mismo, desataron una campaña de descrédito contra Enrique III por todo el país, producién dose en mayo de 1588, poco antes de la llegada de la Armada de España a Calais, la Jornada de las barricadas, al grito de Viva Guisa. El equilibrio parece restablecido, pero aún es posible un ataque francés. Es responsabilidad de Farnesio conservar la parcialidad del Duque de Lore na y atender a las necesidades defensivas de la herencia borgoñona que se administra desde Flandes. El de Lorena tiene muchos seguidores, pero para cuestiones de dinero es un pozo sin fondo. A costa de su propio presupuesto anticipa Farnesio las sumas necesarias para evitar cualquier avenencia con Francia. El Franco Condado o Condado de Borgoña goza de la inmunidad diplo mática que le proporciona su neutralidad. La desmembración de la herencia del Duque Carlos el Temerario, dejó finalmente a Francia en posesión del Ducado de Borgoña, yendo a parar el Condado a manos de los Habsburgo. Desde 1508 se acordó que las dos partes de la herencia mantendrían una estricta neujralidad y se abstendrían de luchar entre sí. Este tratado, suce sivamente renovado y garantizado por la Dieta de la Confederación Suiza, había sido respetado hasta entonces (5). A pesar de ello, no era de descartar un posible ataque que cortara la comunicación con Italia, dejando a los Países Bajos sin posibilidad de ayuda en tropas y dinero. Por ello se recurrió al tradicional sistema de recluta de alemanes por la institución del Wartegeld; es decir: mediante una suma de dinero se apalabraban hombres, que si la ocasión lo requería eran recluta dos definitivamente. Este sistema permitía reducir los gastos que una leva efectiva de tipo preventivo hubiera hecho muy onerosos. (3) (4) (5) 112 Maurois, A.: Historia de Francia. Barcelona, 1968. Van Gelder, E.: Histoire des guerres civiles de Flandres, libro IV. París, 1620. Parker, G.: The Army of Flanders and the Spanish Road. London, 1972. 2 LA SEGURIDAD EN LOS PAISES BAJOS, REQUISITO PARA... La defensa de la frontera francesa: El peligro especial que la posibilidad de un ataque procedente de Francia suponía para las provincias limítrofes, había determinado, de tiempo atrás, la creación de un cinturón defensivo que cubría el flanco expuesto. Las provincias de Artois, Cambray, Hainaut y Luxemburgo, fronteras con la Picardía y la Champaña, como más próximas, tenían un especial sistema defensivo constituido por una línea de fortalezas que corría desde la costa del Canal hasta el Mosela. No se trataba de las únicas plazas fuertes de la región, sino de guarniciones de tropas valonas con misiones específicas de defensa fronteriza; junto a ellas, otras ciudades disponían de milicia local, formada, en casos de emergencia, por los propios burgueses. Estas plazas, dotadas de soldadesca profesional que cobraba sus haberes con cargo a las finanzas del país, recibían el nombre de guarniciones ordina rias; todas ellas dotadas de mejores y más modernas murallas, constituían la primera contención de cualquier ataque llegado del país vecino. Estaban localizadas en los siguientes puntos: — Condado de Artois. Cubriendo la llanura de Picardía, desde las colinas de Artois se encon traban: Renty, Hesdin, Avesnes, Arras y Bapaume. Junto a ellas, aunque sin guarnición profesional: Saint Omer, Bethune y Arien. — Cambray. Con las guarniciones de Bourbam y Cáteau Cambresis, frente a la forta leza francesa de Saint Quentin. Y la propia Cambray. — Condado de Hainaut. Con una primera línea formada por las guarniciones de Landrecies, Philippeville (la moderna plaza fuerte construida por orden de Felipe II) y Marieburg, y otra más al interior constituida por Tournai, en la ribera del Escalda, y Quesnoy. — Namur. Aunque situada más al interior, la guarnición de Namur controlaba la ribera y tráfico fluvial de la cuenca superior del Mosa. Pasado el enclave del principado soberano de Lieja, el Ducado de Lu xemburgo tenía situadas la mayor parte de sus plazas defensivas hacia el oeste, frente a Rhetel y Champagne, ya que la frontera sur de Lorena y Bar, aliados, no revestía peligrosidad. — Ducado de Luxemburgo. Con las plazas de Malandry, Chavancy, La Frette, Monmedy y Danvi Ilers. Año 1983 H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA CORDON DEFENSIVO FRENTE A FRANCIA o 1 A.G.S. E.-594 1.— 2.— 3.— 4.— 5.— 6 — 7.— 8.— 9.— lO,— RENTY ________ HESDIN________ AVESNES _______ ARRAS _________ BAPAUME ______ TOURNAI _______ BOURBAM______ C.CAMBRESIS QUESNOY_______ LANDRECIES 250 SOLDADOS 400 125 200 300 200 150 150 150 200 sn 11.—PHILIPPEVILLE_300 SOLDADOS 12.—MARIEBURG ____ 150 13.—NAMUR________ 200 14.—MALANDRY_____ 20 15.—CHAVANCY_____ 30 16.—LA FRETTE_____ 60 17.—MONMEDY______ 150 18.—DANVILLIERS...... 150 19.—LUXEMBURGO_ 50 20.—THIONVILLE300 TOTAL 3.540 HOMBRES 114 Núm. 2 LA SEGURIDAD EN LOS PAISES BAJOS, REQUISITO PARA... En el corazón del territorio: Luxemburgo; y dominando la cuenca del Mosela: Thionville, La Turmilla de los españoles. 4. Las guarniciones españolas de Flandes. Como parte del dispositivo defensivo, Farnesio dotó a las ciudades de Amberes (Castillo) y Gante y a la fortaleza de Charlemont, que habían sido reforzadas con los modernos sistemas defensivos de baluartes con bastiones, de un contingente que ascendía a mil ochocientos españoles, considerados como los de mayor confianza. Los efectivos finales. Tras las levas que desde 1586 se habían ido llevando a efecto, el contin gente de fuerzas que dio la última muestra general tomada el 29 de abril de 1588 (6), ascendía a 59.915 soldados, de ellos 3.650 de caballería. Si a esta cifra descontamos el número previsto de los que habrían de cruzar el Canal y el de los que formarían el cuerpo de maniobra de los Países Bajos, encontramos que la fuerza general de guarnición de ciudades, villas y presidios hubiera sido superior a los 16.000 hombres, sin contar los defensores de las plazas del cinturón fronterizo arriba mencionado. De forma que el cuadro de fuerzas inmediatamente anterior a la llegada de la Armada quedó formado como sigue: Infantería Ejército expedicionario30.000 Ejército Países Bajos10.000 Guarniciones16.265 TOTAL56.265 Caballería 1.500 1.000 1.150 3.650 Conclusiones. Esta somera exposición, nos permite afirmar: 1. Que la Empresa de Inglaterra sólo se hubiera llevado a cabo cuando las circunstancias políticas lo hubieran permitido y la seguridad de los Países Bajos hubiese estado garantizada. Circunstancias ambas que se daban ya en la primavera de 1588. 2. Que las operaciones bélicas de los años 1586 y 1587 tuvieron por objeto facilitar las circunstancias que en.el primer punto se establecen. (6) A.G.S. E-594-192 y 55. Año 1983 H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA 3. Que la seguridad de los Países Bajos se cifraba en estos requisitos: a) Un ejército de guarnición distribuido entre las plazas del país, de más de 16.000 hombres. b) Un ejército móvil de 10.000 infantes y 1.000 jinetes ligeros, capaz de acudir a cualquier punto. c) Un cordón de protección especial, frente a la frontera francesa. d) Una fuerte suma de dinero situada en Amberes y el Franco-Conda do, suficiente para sufragar los gastos de recluta efectiva de la caballería alemana que con anterioridad se había apalabrado. Aunque tal vez no pueda afirmarse con la misma convicción respecto a los preparativos de la Armada de Lisboa, para la Empresa de Inglaterra se buscó y consiguió el difícil cúmulo de circunstancias favorables que exigía su viabilidad. Nada más alejado a la idea de un proyecto improvisado, fruto de la impaciencia de un Rey, al que los historiadores, muy al contrario, han dado el sobrenombre de Prudente. 116 2 LA ARMADA ESPAÑOLA FRENTE A LA OLEADA DE CORSARIOS COLOMBIANOS DE 1826 Fernando SERRANO MANGAS Licenciado en Historia Situación de la Armada en 1826. Cuando en 1833murió Fernando VII, dejó detrás de si un país totalmen te arruinado económica y moralmente. La Hacienda no era capaz de hacer frente a todos los gastos del Estado. Especial importancia tüvo este punto, principalmente para la historia naval española, en el conflicto entre España y sus antiguas colonias. El grueso de los caudales para el mantenimiento de la Armada lo aportaban los virreinatos americanos que ahora estaban suble vados, pero a esto había que sumarle, además, los gastos originados por la guerra. Es decir, no sólo se cortaron los suministros de dinero y materiales, sino que los pocos que podían reunirse en la Península se consumían en intentar reprimir los deseos independentistas de las jóvenes repúblicas. De esta manera solamente, sumado a las disensiones políticas interiores y a las secuelas de seis años de guerra contra el invasor francés, puede explicarse el hundimiento de un Estado que veinte años atrás era la tercera potencia marítima mundial. El desastre del 21 de octubre de 1805 no puede explicar la deplorable situación de la Armada española en 1833. Frente al buen criterio de la administración del trienio liberal para enta blar conversaciones encaminadas al reconocimiento de las nuevas repúblicas hispanoamericanas y establecer con ellas acuerdos comerciales, que era lo que estaban haciendo Inglaterra y Estados Unidos, sancionando así una situación real e irreversible, los gabinetes absolutistas de la Década Omino sa se empeñaron en proseguir una contienda que de antemano estaba per dida. Era imposible para España volver a hacerse con el control del conti nente basándose en sus exiguos recursos frente a los de México, Colombia, Venezuela, Perú y Chile, ayudados por Estados Unidos y la Gran Bretaña, verdaderos beneficiarios del nuevo orden existente. De ceguera total puede calificarse la actitud del gobierno español que, tras el aldabonazo final de Ayacucho, en 1824, le remitía órdenes al emba jador hispano en la Corte de San Jaime, diciéndole: que el referido ministro debe evitar toda relación con los dichos representantes; que de ninguna ma nera firme ni refrende doci.mento alguno firmado por ellos, ni por su secre Año 1983 F. SERRANO MANGAS tarjo, y que tanto en su carácter de ministro de V. M., cuanto en su particular, los considere como si no existiesen en aquella Corte, de tal manera que ha de evitar todo trato directo de relación on los mismos para que en tiempo alguno pueda citarse el menor de ellos como indicativo del reconocimiento de sus operaciones e independencia de aquellos países que jamás puede y debe consentir al gobierno español en perjuicio de los soberanos derechos de V.M. (1). El caos hacendístico, presente en todo el reinado del Deseado, repercu tió desfavorablemente en el renacimiento de la Armada. Al ser imposible reunir recursos para su mantenimiento, se pensó en establecer unos impues tos especiales con un asentista encargado de cobrarlos. Pero lo más normal fue gravar el comercio, especialmente en las zonas que mantenían intensas relaciones con América, con unos cupos para costear la guerra. Era un arma de doble filo, y como muestra de esto podemos citar los incidentes originados en Bilbao, en 1820, a causa de los quinientos mil reales que le tocaron al Consulado de esa ciudad de los dieciocho millones destinados a la expedición de Ultramar. El Consulado no pagaba y la Comisión de Reem plazos giró letras contra esta institución, después de esperar inútilmente dos meses. Don Francisco Jáuregui y Don Agustín Lequerica se negaron a satisfacer su cuota, multiplicándose los altercados por los repartos de éstas. Se hiciçron rebajas en algunas, pero como muchos comerciantes seguían resistiéndose, se les apremió y se allanaron sus casas. Visto el cariz que tomaba este asunto, el jefe político mandó suspender los procedimientos por creer que esto podía ser trascendental a la seguridad pública (2). Los efectivos de la Armada Real fueron disminuyendo paulatinamente a medida que transcurría el tiempo. Los buques que se daban de baja por estar totalmente deshechos, no se reponían. Los responsables y jefes de la Armada no cesaban de exponer la situación, empezando por Don Luis María de Salazar, que fue Ministro de Marina en los dos períodos absolutis tas de Fernando VII. Su segundo mandato abarca desde 1823 a 1832. Fue uno de los pocos hombres dignos en aquellos desgraciados años. Trató de reformar y relanzar la Armada con medidas encaminadas a volver a poner en funcionamiento astilleros y fundiciones de artillería. El fracaso fue la rúbrica de casi todos sus intentos. Fracasó hasta en querer volver a poner en sevicio el Algeciras, hundido entre el fango de La Carraca. Sus exposicio nes siempre eran las mismas: Una marina enteramente aniquilada como la de España, así en la parte material como en la personal, no puede restable cerse sin mucho tiempo y mucho dinero (3). Otras veces, Don Luis María trasladaba hasta el Rey o el Ministro de la Guerra las continuas quejas que desde abajo le llegaban, como aquella carta del Director General de la (1) (2) A.H.N. (3) junio de 118 Acuerdo del Consejo Agustín Argüelles a Estado 133. Luis María de Salazar 1826. A.H.N. Estado de Estado de 17 de junio de 1826. A.H.N. Estado 214. Juan Madrid Dávila. Madrid, palacio, 6 de junio de 1820. al Secretario 214. del Consejo de Estado. Madrid, palacio, 26 de 2 LA ARMADA ESPAÑOLA FRENTE A LA OLEADA DE CORSARIOS... Armada en que contaba que tras diez meses de incomunicación por la falta de navíos y por el bloqueo de los corsarios colombianos, liberales y contra bandistas, el comandante general de las Canarias había logrado recibir la correspondencia por medio de un navío inglés. La amargura y desánimo están patentes en sus letras: Muchos son, Sr. Excmo., los encargos que quieren darse a la Marina de S. M. Bien veo que todos son de su incumbencia, Retrato de D. Luis M.’ de Salazar, Ministro de Marina de Fernando VII. pues así el que se trata cómo guardar las costas, perseguir a los piratas y contrabando, atender a las islas de Puerto Rico y Cuba como el de hacer frente a cualquiera otra nación que trata de oponerse al bien y tranquilidad a los dominios del Rey N. S. Por mar todo corresponde a la Armada; mas sin embargo, ésta, aunque con gran dolor de V. E. y mío, claro es en el estado en que se halla, falta de recursos y de buques para tantas atenciones, no podrá suplirlas. V.E., lo mismo que yo, sabe el número de buques que tenemos disponibles en la Península. Igualmente no ignora la distribución que de ello produce a V. E. contestando a la Real Orden que se sirvió comu nicarme en 24 de abril último, diciendo allí mismo que era cuanto podía Año 1951 119 F. SERRANO MANGAS hacerse por ahora, mas que para que pudiese continuar el servicio que pro ponía y cubrir también la costa de Cantabria eran necesarios muchos más bergantines y corbetas que no bajasen de 18 cañones aquéllos y éstas de 22, debiéndose ser todos de primera marcha. Desde mi dictamen no tan sólo no hemos aumentado de fuerzas, sino que V. E. ha visto la demora que ha sufrido la división del capitán de fragata Sevilla que aún se halla en Cádiz a causa de la falta de auxilio para repostar la de los consumos y darla algún socorro. Creo de mi obligación decir a V. E. que con el número de buques que en el día tenemos no es posible, no sólo atender a lo que pide y. E. respecto a establecer una correspondencia periódica con las Canarias, pero ni guardar los puntos de las costas y dar convoyes al comercio como es debido y lo desea S. M., a quien pido haga presente V. E. que con mucho dolor nuestro nos vemos obligados a manifestarle, para que nunca se nos pueda hacer respon sable de los golpes que suframos, que en vano nuestros deseos serán mayores y mejores respecto de sus reales intereses, si no se aumenta la Marina de Guerra y se atiende con la preferencia que exige un cuerpo que está en continua guerra (4). Las fuerzas a las que aludía y que no bastaban para los servicios más perentorios, después de la partida hacia el Caribe de la escuadra de Laborde con el único navío de línea en condiciones de navegar, tres fragatas y una corbeta, eran: En Cartagena: corbetas Descubierta y Diana; bergantín-goleta Encanta dora; goleta Nueva María; faluchos Hércules y Catalán. Escoltando el convoy de Cantabria por la zona del Estrecho: bergantines Jasón, Jacinta y Diligente; goleta Andaluza. En Barcelona: goletas Mahonesa y Catalana. En el apostadero del Ferrol, anclados por ser superiores las fuerzas de los contrabandistas: bergantín Guadiana; faluchos Halcón y Terror; navío Héroe (reparando); fragata Restauración (reparando). En Bayona: bergantín Relámpago (en construcción). En Cádiz: bergantines Voluntario y Vengador. El primero con necesidad de forrarse de cobre y algunos reparos y el segundo totalmente inútil, por lo que se ha propuesto su venta; navío Soberano (reparando); barcas Regla y Número 8. En Mahón: bergantines Guadalupe y Manzanares. Las obras estaban paralizadas porque los asentistas no recibían ningún dinero (5). (4) Luis María de Salazar al Secretario del Despacho de la Guerra. Madrid, palacio, 23 de junio de 1826. A.H.N. Estado 214. (5) Distribución que actualmente tienen los buques de guerra que hay armados en la Península y estado en que se hallan los que se aprestan con objeto de ocuparse en las atenciones que ocurran. No pone quién lo remite. Madrid, palacio. 7 de junio de 1826. A.H.N. Estado 214. 120 2 LA ARMADA ESPAÑOLA FRENTE A LA OLEADA DE CORSARIOS... Los navíos Héroe y Soberano, con la fragata Restauración, se mandaron a América para reforzar las defensas de Cuba y Puerto Rico. Hay que hacer notar que casi todos los buques tenían muchos años de servicio, lo que repercutía en su rendimiento; las unidades que utilizó Laborde en su exce lente campaña antillana se desmoronaban por el mal estado de conserva ción. Pero si lamentable era el estado de los buques, la situación de las tripu laciones era desastrosa. El 8 de mayo de 1826, el Capitán General de Cata luña contaba que la división del mando de Don Joaquín de Santoballa, compuesta por dos goletas y dos corbetas, había llegado al puerto de Tarra gona con los hombres casi desnudos, sin un real para comprar tabaco, y para lavar los pocos andrajos que llevaban no tenían ni jabón. Desde el 23 de agosto anterior sólo habían cobrado un mes (6). A pesar de la escasez de caudales el intendente les había entregado cuarenta y cinco mil reales correspondientes a media paga y que un poco más adelante entregaría a la goleta Mahonesa seis mil reales, tras lo cual no se podría aportar ya ningún caudal (7). Este era el panorama existente cuando, en 1826, hicieron su aparición ante las costas españolas los corsarios colombianos con buques casi siempre nuevos, bien armados y pertrechados. Según el propio Don Luis María de Salazar, todas las fuerzas navales españolas en la península no eran capaces de resistir el ataque de dos fragatas (8). Corsarios colombianos, exiliados liberales y contrabandistas. En 1826, el Congreso de Panamá se pronunció favorablemente a la abolición del corso (9), pero al mismo tiempo se convino hacer los prepara tivos necesarios para intentar anular el dominio español en Cuba y Puerto Rico. Colombia llegó a reunir un navío de línea y cuatro fragatas, y México una fragata y varios bergantines y goletas. Ante estas noticias, el gobierno español, haciendo un gran esfuerzo, mandó una expedición al mando de Laborde con lo mejor que contaba en aquellos momentos la Armada espa ñola: un navío de línea, un bergantín, tres fragatas y una corbeta (10). El navío era el Guerrero y las fragatas La Perla, La Iberia y La Lealtad. Más tarde se le unieron los navíos Héroe y Soberano y la fragata Restaura (6) El Marqués de Campo Sagrado, Capitán General de Cataluña, al Secretario de Estado y del Despacho de la Guerra. Barcelona, 8 de mayo de 1826. A.H.N. Estado 214. (7) El Marqués de Campo Sagrado al Secretario de Estado y del Despacho de la Guerra. Barcelona, 10 de mayo de 1826. A.H.N. Estado 214. (8) Luis María de Salazar al Secretario del Despacho de la Guerra. Madrid, palacio, 23 de junio de 1826. A.H.N. Estado 214. (9) De Azcárraga y Bustamante, José Luis: El Corso Marítimo. C.S.I.C. Instituto Fran cisco de Vitoria. Madrid. 1950. Pág. 152. (10) De los Ríos. Juan Miguel: Historia de la Armada Española. Madrid, 1839. Pág. 67. Año 1983 F. SERRANO MANGAS ción (11). Pero la realidad era otra. La república de Colombia tenía un ejército bastante exiguo —vista la imposibilidad española de reaccionar—, y en cuanto a sus fuerzas marítimas, unas unidades eran extranjeras, suecas o de armadores norteamericanos, o estaban en muy mal estado. Un factor que jugó en contra de los deseos independentistas fue la quiebra del banquero Goldmisth, prestamista de los insurgentes. Los informes llegados a Madrid señalaban que las fuerzas terrestres colombianas, entendiendo por Colombia casi todo el antiguo Virreinato del Perú, estaban reducidas a 11.460 hombres, distribuidos de la siguiente for ma: 5.000 en el Perú, auxiliares. 3.400 en Venezuela. 3.060 en Santa Fe. En cuanto a las fuerzas de mar: 1 1 2 1 2 2 2 1 navío (sueco, reparándose en Nueva York). fragata (sueca, reparándose en Nueva York). corbetas (suecas, reparándose en Nueva York). bergantín (sueco, reparándose en Nueva York). fragatas de servicio. corbetas en Cartagena de Indias. bergantines en Cartagena de Indias. fragata nueva en Nueva York (12). La actividad colombiana se orientó al corso, con la expedición de paten te a buques norteamericanos, en donde, a lo sumo, parte de la tripulación era hispanoamericana. El fin de estos corsarios era intentar paralizar el comercio interceptando los navíos españoles o los neutrales que llevasen mercancías españolas. El ámbito escogido para sus correrías fueron las inmediaciones de la Península e incluso ataques a lugares costeros, aprove chando que el grueso de la Armada estaba en América. En realidad no era la primera vez que esto sucedía. Como precedente tenemos una oleada de corsarios con bandera artiguista o argentina que alcanzaron algunos éxitos notables. En 1818. seis corbetas de 24 cañones y seis goletas de 12 a 18 piezas bloquearon las costas de España entre Canarias y Cabo de San Vicen te. En el estrecho hicieron presas a vista de los puertos, entre las cuales destacan las dos fragatas de la Compañía de Filipinas en donde iban el Capitán General y el Obispo de aquel archipiélago (13). (11) De Vilaboa, Antonio: Introducción al estudio de la Marina de Isabel II. «Revista General de Marina», tomo 133. Madrid. 1947. Pág. 696. (12) Estado de las fuerzas de la República de Colombia. No lleva firma ni fecha, aunque con toda seguridad es de 1826. A.H.N. Estado 214. (13) Fernández Duro, Cesáreo: La Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y León. Tomo IX. Madrid, 1903. Pags. 168 y 169. 122 2 LA ARMADA ESPAÑOLA FRENTE A LA OLEADA DE CORSARIOS... En junio de ese mismo año, yendo de La Habana a Cádiz, una flota mercante de 52 navíos, protegidos por la corbeta Diamante y los bergantines Alerta, Realista y Vengador, fue asaltada en el cabo de San Vicente por una corbeta y dos goletas, durando el combate dos horas; y por esos mismos lugares, el correo Voluntario fue atacado por otro navío de bandera argen tina con 20 carronadas de 32 libras y un cañón giratorio de 18 (14). El bergantín-goleta Nereida fue apresado por el corsario Irresistible (15). No obstante, la capacidad de reacción española en estos primeros años era muy superior a la de 1826. En 1821, el alférez de fragata Don Antonio Riquer, con un bergantín y una polacra, armados en Barcelona, dio buena cuenta del corsario artiguista Argentino, que de artiguista llevaba sólo el nombre, pues como capitán iba Alfred Gattiery y de segundo Willians H. Jeffries. Su armamento era de 10 piezas de 9 y 12 libras. Sin embargo, no dieron fruto las diligencias realizadas para neutralizar las actividades de la otra nave corsaria que acompañaba al Argentino, llamada General Rivera, comandada por Richard Moore (16). La otra unidad que actuó en esta zona con patente de Artigas fue la Leona Oriental, del capitán Guillermo Nutter, armada en Baltimore, y que apresó a la fragata María Francisca de Asís (17). En 1826, los corsarios colombianos se van a encontrar con una coyuntura sumamente favorable. Los refugiados liberales en Gibraltar, Portugal e In glaterra intentaban, por todos los medios, aniquilar al régimen absolutista. Entre tanto, la Armada española había sufrido reducciones importantes. En 1819 contaba con seis navíos de línea, doce fragatas y noventa y cuatro buques menores (18). En este año de 1826 ya hemos visto con qué contaba. Fruto de esa casi desaparición de la Marina de guerra fue la proliferación de contrabandistas, que llegaron a una osadía increíble. Resulta realmente difícil delimitar quiénes son corsarios colombianos, quiénes exiliados y quié nes contrabandistas, pues actuaban en íntima colaboración. Dentro de los revolucionarios los había españoles, franceses e italianos, siendo sus objetivos las costas y comercios de España y del reino de las Dos Sicilias. El dinero para el armamento de los buques y la recluta de gente lo suministraba Inglaterra a los jefes liberales allí refugiados. La base donde se concentraban los navíos y desde donde actuaban impu nemente era Gibraltar. El Secretario del Despacho de la Guerra así lo manifestaba en el Consejo de Estado del 5 de junio de 1826 al decir que lo perjudicial que nos es el punto de Gibraltar, por ser donde generalmente se fomentan las expediciones, y Jersey, donde se hallan reunidos la mayor parte (14) Fernández Duro: Ob. cit. Págs. 168 y 169. (15) Fernández Duro: Ob. cit. Págs. 168 y 169. (16) Beraza, Agustín: Los corsarios de Artigas. Centro de Estudios Históricos Navales y Marítimos. Montevideo, 1978. Págs. 166 y 167. (17) Beraza: Ob. cit. Pág. 167. (18) De los Ríos: Ob. cit. Pág. 61. Año 1983 F. SERRANO MANGAS de dichos revolucionarios, con el objeto todos de la revolución, de arruinar nuestro comercio con sus piraterías y con el contrabando que es ahora el vehículo de sus operaciones (19). Entre tanto, el liberal Van Halem había pasado de Colombia a los Estados Unidos para ir desde allí a Londres a ponerse en contacto con Mina y los demás refugiados españoles (20). Otro líder liberal, Beltrán de Lis, también marchó a Londres para negociar con el cónsul general de Colombia la autorización de armar buques en corso contra España (21). Vista de Gibraltar. Grabado de la época.(Museo Naval. Madrid.) Poco a poco empezaron a llegar las noticias de las depredaciones de estos corsarios. El místico San Antonio, en trayecto de Santander a Barce lona, con un cargamento de harina fue apresado el 15 de mayo por un paquebot colombiano, armado con un obús giratorio del 18 y veinticinco hombres de tripulación. El capitán, contramaestre y piloto eran angloame ricanos y la tripulación españoles de la Península y de América. El 16 del mismo mes fondeó en Gibraltar un bergantín-goleta insurgente con 12 pie zas, entre carronadas y cañones. Iba mandado por un tal F. S. Gandolfo. La tripulación estaba compuesta por 40 individuos de la canalla allí refugia da. También se encontraba atracado otro bergantín de 18 piezas al mando del capitán Samblett. n la zona de Vera, el 17 de mayo, hubo un sobresalto general entre la población al divisarse trece o catorce barcos colombianos. En Almería tam bién llegaron a verlos, reconociéndose entre ellos una fragata y un bergan (19) (20) (21) 124 Consejode Estado de 5 de junio de 1826. AUN. Ibidem. Ibidem. Estado 214. Núm. 2 LA ARMADA ESPAÑOLA FRENTE A LA OLEADA DE CORSARIOS... tín. Dos faluchos fueron apresados en este área por una goleta con diez piezas. Se esperaba con ansiedad el Regimiento de Caballería de Ligeros para establecer destacamentos en la costa. Desde hacía tres semanas, a 26 millas de Gibraltar, cruzaban siete bu ques que reconocían a los que se les acercaban; la identidad de estas unida des se ignoraba, sabiéndose sólo que llevaban una bandera encarnada al tope del trinquete (22). El Secretario del Despacho de la Guerra, en el ya mencionado Consejo de Estado del 5 de junio, decía que si se querían guardar las costas y proteger el comercio era indispensable absolutamente y urgente la existencia de buques de guerra, que en su concepto podría verificarse armando tres navíos con el ahorro que suponía la reciente reducción de 12.000 hombres en el Ejército. A esto contestó el Secretario del Despacho de Hacienda diciendo que las cargas del Estado eran superiores a los ingresos y que sólo se podía ir cubriendo las atenciones más urgentes (23). Mientras, a principios de junio, dos bergantines y una polacra de contra bandistas se presentaron en Gandía y Oliva, donde desembarcaron, y, po niendo tranquilamente sus tiendas de campaña, hicieron público mercado de sus géneros sostenidos por una lancha con un obús y un cañón de a cuatro. Que se observaba grande algazara entre ellos, cantando canciones que se llamaban patrióticas y que en sus tiendas tremolaban gallardetes ver des. Durante dos o tres días hicieron lo que quisieron, sin que ninguna fuerza naval o terrestre les importunase (24). El 15 de julio se apostó en las inmediaciones de Luarca una goleta insurgente que llevaba apresado un quechemarín vizcaíno. Ese mismo día, por la tarde, apresó otro quechemarín, esta vez gallego, procedente de Bayona, con 14.000 duros en fardería. Por los prisioneros del quechemarín vizcaíno que echó a tierra, pudo saberse que todo su armamento consistía en un cañón de 8 libras giratorio y dos pedreros, 25 hombres de tripulación, que toda su maniobra era de esparto y su gente floja (25). También en las inmediaciones de Luarca dos bergantines de guerra colombianos habían perseguido y tomado dos mercantes españoles, quemándolos y echándolos a pique. En su atrevimiento llegaron a sacar tres barcos a mediodía, del puerto de Castropol, a vista de su vecindario (26). El 18 de julio se presentaron en el fondeadero de Gijón por la mañana y sacaron de debajo del castillo de Santa Catalina, que se halla desamparado por la falta de cañones, tres buques mercantes procedentes de Bilbao, mar chando con ellos. El saqueo lo presenció toda la población de Gijón (27). (22) Ibídem. (23) Ibídem. (24) José O’Donnell, Capitán General de Valencia y Murcia, al Secretario de Estado y del Despacho de la Guerra. Valencia, 9 de junio de 1826. A.H.N. Estado 214. (25) El Administrador de Correos de Luarca al Administrador General de Correos de Oviedo. Luarca, 17 de junio de 1826. A.H.N. Estado 215. (26) El Administrador de Correos de Oviedo, Antonio Guerra, al Director General de Correos. Oviedo, 19 de julio de 1826. A.H.N. Estado 215. (27) Ibídem. Año 1Q3 F. SERRANO MANGAS La misma goleta que apresó los quechemarines gallego y vizcaíno volvió a tomar otro barco el 22 de julio, el quechemarín del capitán Francisco Cruz de Jáuregui, que hacía el trayecto de San Sebastián a Burdeos (28). Cada día la situación era más inestable y para evitar que algunos barcos extranjeros con mercancías españolas, que hacían el trayecto entre la Penín sula y las islas antillanas, donde todavía ondeaba el pabellón español, caye ran en manos de los corsarios, se llegó a la determinación de retenerlos en los puertos españoles, con la excusa de la cuarentena hasta que pasara el peligro (29). Tampoco las costas gallegas se vieron libres de las incursiones de los corsarios. El capitán general de Galicia informaba a Madrid a principios de aosto de que son continuas las presas que hacen los corsarios colombianos y el frecuente desembarco de los contrabandistas en la Isla de Arosa igual mente que en otros puntos, insultándola de modo que el que verificaron en el puerto de Soro alteró la tranquilidad de los habitantes de la villa de Noya y sus inmediaciones. En este lugar acudieron los voluntarios realistas pidien do a toda prisa algunas armas y municiones (30). El comandante general de la provincia de Tuy avisaba que por la playa de la Casadoura intentó desembarcar una lancha de gente armada, con 100 hombres o más. En su descargo, el comandante decía que con la escasa fuerza que existe en la provincia no puede dar ningún pronto auxilio a cual quier puñto que sea atacado, siendo indispensable atender a una parte sin dejar abandonada otras sumamente necesitadas de observación, ya por la costa, ya por la frontera de Portugal, donde los refugiados españoles han principiado a moverse (31). El capitán general de Galicia, visto que el acoso de los corsarios, revo lucionarios y contrabandistas iba en aumento, solicitó que no se disolviesen los tres regimientos de milicias provinciales, como estaba resuelto. El Con sejo accedió a la petición, a pesar de que la medida daría lugar a reclama ciones de los demás Capitanes Generales (32). También a principio de agosto entró en Gibraltar el bergantín-goleta colombiano República, después de haber hecho varias presas sobre el cabo de Gata (33). Pero la preocupación principal del Consejo de Estado era el estrecho, por dos razones esenciales: la protección de una zona en la que confluían importantes rutas marítimas y la vigilancia de Gibraltar, que, como hemos (28) El Cónsul español en Bayona al Duque del Infantado. Bayona, 24 de julio de 1826. A.H.N. Estado 215. (29) El Duque del Infantado al Secretario del Consejo de Estado. Caserón, 1 de agosto de 1826. A.H.N. Estado 215. (30) El Duque del Infantado al Secretario del Consejo de Estado. Madrid, palacio, 12 de agosto de 1826. A.H.N. Estado 215. (31) Ibídem. (32) El Consejo a 5. M. Madrid, palacio, 17 de agosto de 1826. A.H.N. Estado 215. (33) El Duque del Infantado al Secretario del Consejo de Estado. Madrid, palacio, 18 de agosto de 1826. A.H.N. Estado 214. 126 2 LA ARMADA ESPAÑOLA FRENTE A LA OLEADA DE CORSARIOS... dicho, acogía a los corsarios. De esta manera, a instancia de una Real Orden de 9 de octubre de 1825, se le encargó a Don José Sumarán que hiciera un presupuesto para la reparación de las torres vigías desde Cádiz a Málaga, y de los instrumentos necesarios. Su presupuesto fue: Reparación de las 37 torres43.170 74 anteojos (dos por torre)37.000 37 telégrafos de aspas63.418 Total143.588 reales. reales. reales. reales. Salario de los tres empleados por torre, en total 111: 464.010 reales más 24.000 reales de los sueldos del director y dos ayudantes. Total sueldos de empleados: 488.010 reales. Se le pidió su parecer sobre este presupuesto al Conde de Venadito, a quien le parecieron excesivos estos gastos; propuso suprimir los telégrafos de aspas y sustituirlos por el método de la tabla pintada con las banderas, usado en los buques de guerra británicos, que cualquiera podía aprender en veinticuatro horas. En su opinión no era necesario el aumento de torres que proponía Sumarán de no admitirse el telégrafo de aspas, porque la distancia sería de tres millas de una a otra, pudiéndose ver las banderas con un anteojo. La dirección sería de un .oficial del cuerpo de inteligencia y actividad; un segundo, que debería ser precisamente Sumarán, y un ayudan te, que sería un piloto de la Armada. Al director se le abonarían 500 reales mensuales sobre el sueldo de su empleo y 200 reales de sobresueldo al segundo. Utensilios para cada torre: 1 barril para agua. 1 hacha de partir leña. 1 horquilla. 1 farol para poner luz por la noche. Fusiles y cartuchos. 1 anteojo de 20 a 25 duros, 3 de repuestos en Málaga y otros 3 en Cádiz (34). El Consejo siguió las recomendaciones del Conde de Venadito y fue aceptado por el Rey el 15 de agosto de 1826 (35). Poco a poco empezaron a remitir los ataques, por las directrices que iban tomando los acontecimientos, como el que se hiciera caso de los acuer dos del Congreso de Panamá sobre la supresión del corso, y porque las pocas unidades de la Armada establecieron un control más serio en la zona (34) El Conde de Venadito a S. M. Madrid, 2 de agosto de 1826. A.H.N. Estado 215. (35) Acuerdo del Consejo de Estado de 3 de agosto de 1826, presentado al rey el 7 del mismo mes. A.H.N. Estado 215. Año 1983 F. SERRANO MAJYGAS del Estrecho con vistas a interceptar los buques corsarios con rumbo a Gibraltar. La oleada masiva había remitido. En adelante nos encontraremos con casos aislados, más o menos espectaculares. El 26 de septiembre de 1826, el quebradero de cabeza del Consejo de Estado lo constituía un solo navío con patente de corso colombiana que había hecho numerosas presas en el golfo de Cádiz, a pesar de todas las medidas tomadas (36). (36) Papel dirigido al Secretario de Estado y del despacho de Marina. No pone quién lo remite. Madrid, palacio, 26 de septiembre de 1826. A.H.N. Estado 214. 128 2 DOCUMENTO Más que documento, se incluye aquí ,una noticia divulgada en letra im presa el 19 de octubre de 1805. Es la relación de la escuadra franco-española que se enfrentará dos días después con la escuadra inglesa de Nelson en Trafalgar; la línea de batalla, como la denomina Alcalá Galiano en su relato del combate. La publicación de la noticia no desveló ningún secreto de guerra, ya que ambos contendientes conocían el número y composición de las fuerzas enemigas, y el encuentro era poco menos que cantado. (Colección González-AHer.) Año 1983 - DOCUMENTO w. ‘ RZLACION D& LA ESQUADRA COMBINADA QUE empezado salir de la Bahía de Cádiz el i 9 de Octubre del presente aiio de i 805. HL CUERPO FUERTE. Segunda Eiquatra 6 Vanguardia. (Pintan. Monarca Fugurux Santa Ana. Navíos 1 • Bspar’iol. ita. 074. 074. 074. Mr. Don Co.,nan. Trodoro Argumosa, Cap.taii de Navío. Mr. Boudotun. I Teniente General Don Ignacio de Alava y Capitan de bandera I)on Joacph de Gardo.. qui, lodompeshie Fragata. • France,. l1spaísol. Frentes - San Justo Ijotrepide LUisa . • France,. oSo. EspaisoL 074 Frances 074. Frances. 040. Mr Frar,ce,. . . Bucencaure Navia,. .e Sm,. Trinidad . 1 Heras Fragata’ . • . L.san Agutin. Hortense Furet. .Bergarn. - . mfroce. Mr, Henaux. Primera squadra (Redoutab’e an Leaudro. • Neptune • Capitan de Navío. Mr. Hubert. Don Miguel Gastan, Capuzo de Nayío 6 Centro. 074. Mr. lucas. ESp3iiCil. ts64. Don oaeph de Quevedo, Capitn de Navío. Fran.rt. 084. Mr. Mi.tral. general Mr. I’.uniral VillenenyeX. Francas. o8o, Comandaste fe del ssad,, Mayor Mr. Prigny ; y Capi. tan debanduaMr. Llagendir. Espaiol. z6. El Xefe de EsquadraDon BaltasarWdalgo dv Cisneros; y Capitande bandera Don Fran cisco Uriarte, Brigadier. Mr. Pouliio. Prances. 074 Espadol. 074. Don Feipe Xdo Cagigal, Brigadier. Mr. (a 7lciiicric. France,. 040. Mr.Duinay. France,. oeS Tercera Esquadra ó Retaguardia. (Moneblanc . . . S. Francisco deAsij. ¡)uaitr(uio. J Foimidable. . . .. osuna. Frances. EspaioI. Francea. France,. 1CIpi0fl Rayozoo. £spaflol. . (j’leptano . . . . . . . Fragata. Cornelie . . . Mr. Le Vil egrie. Don 074. 1uis de Flores, Capitan deNavío. 074. Mr. buffet. oso.El Contra Almirante Dutnanoir; y Capitan da Mr. Letellier. bandera 074- Don Henriquie Macdon. 1, Brigadier. 074. Mr. Rererger. FranCea. oSo. Don CayetaanValdes, Brigadier. Fapaliol. France,. ono. Mr. Martinenq. Esquadra de Observacion. 1•a • J S.JuanNcpoinuceno. Papailol. BC#WiCk. 130 . . - France,. Divicion. 074. Don Cosme Churruca, 074. Mr. Causas. Brigadier. Núm. 2 DOCUMENTO Príncipe de Astur ial. Esfaiiol. 1 12. oinaodante Federico General el Teniente General Doo Gruvsra Mayw .Generai el Xefe de Esuadra Don Antun Focafio; y Capi tan de banderaD RafaeldeMore. Brigaáicr. Navíos. < Frances. 074 Español. 074 Fr.snces. 074 Francos. 040. oid. France,. 1’ Achilk San II letona ir4l1aIslC fhetnts . Argu • Frqg ata »cra1 Mr. de D’nieuport. Don Joseph de Vargas Mr. Epron. , Brigadier. Mr. Jugan. Mr. Taiiiard. Segunda Divicion. • . . Frances. Espaiiol. Francos. Mr. Villemadrin. 074 oso. han An1onioPareja , Capítan de Navío. Magon; y Capitan de han 074. di Conrra.Atmirapce • . . Español. Frances. Español. Frances. 074. Swiftsssre Arn.usts Algeciras Novios. . ‘!ontaiies. L’ Aigle k.. Rahaina. F,agasa. 1-lermione. 1 • . . 074. 074. 040. dera Mr. Brouard. Don Francisco Alcedo , Capitan de Navío. Mr. Cuurrege. Don DionisioAlcalá Galiano, Brigadier. Mr. Mabd. Total de Novios Españoles. ¡dore Franceses. . . Fragatas idemo Bergantines idem02. . . . oS. Que componen todos ¡os referidos Buques. .40. Esquadra tnglesa consignada al Lord ?1elso, Vice-Almirante de la Bande r blanca, teniendo á sus órdenes ñ los de igual 8raduacion Collinwood, Cilder, y sí los Contra-Alrniranícs Bickerion , Knigh: y Louis. Novios Victrrryioo. B. osma. . . . Prirce of Wales. Drradn. s5ht . . TrITeaire . . . Ntune . . . Prire . . . . Queen Canupus. . . . dá Con varias fragatas ,.avo de So , Ca,.ones. [ Navios. il..negal . zoa. Tigre . . 093 Tpo nt . 098 Speucer. . 098 Lepartiate 098. 1 De.ce . 098. Siwisure . 098. Orcn . . oSo. Len than. . Cajiones. Navíos. Zealcus. . . oSo Congueror... . oSo. . o8o. Revenge . . . 074. 1..’(chi le. . . 074. Minotur . . . 074. Colossus . . . 074 Mars . . . . 074 Beilerophon . . 074. Polypheinus . . . . . . . . . . corbetas y buques menores de guerra. Cañones. . 074. 074. . 074. . 074. . 074 • o7.. . 074. . 074. . 064. Ademas se ban reunido otros Se hallari er Cídiz en la Imprenta de D. Pedro Gomez de Requena, Impresor mayor por S. M., Plazuela de las TabIa, y en el Despacho de dicha Imprenta , Calle Guanteros esquinas de las Flores. Año 1953 131 LA DE COSMOGRAPHTA PEDRO APIANO, corregida y afladidapor GemrnaF’riíio, Medico y Matheinatico. La manera de dcícruiry uatIosLugre,concl Vío del Anillo Aíltoncmjco, del nMím3 Autor Geinm Frilio. El Sitioy Deícripcionddastnd y Müdo Nueuo,(cada dela Hifloriade Franciíco LopeL de Gomara,ydcLi Coíinographia de ieonyuo Giraua Tarragonez. 1, -u. o !1,D. LXXv» EN ANVIRs. Por luan Belleroal Aguilade Oro. - Cia Prsaik;i.d, rsN. LA HISTORIA MARITIMA EN EL MUNDO 1. PORTUGAL: Instituciones y archivos de interés para el estudio de la Historia Marítima. ACADEMIA PORTUGUESA DA HISTÓRIA Palácio da Rosa. Largo da Rosa, 5. Lisboa. Nace en 1720 como Academia Real da História Portuguesa y se clausura a mediados del siglo xviii. Se restablece con el nombre actual en 1936. Biblioteca: 50.000 volúmenes. Publicaciones periódicas: Anais, Boletim, Documentos medievais Por tugueses, Subsidios para a História Portuguesa, História Portuguesa. Fontes narrativas da - ARQUIVO DISTRITAL DO FUNCHAL Palácio de Sáo Pedro. Rua da Mouraria. Madeira Fundado en 1931. Archivo con 300.000 manuscritos y una biblioteca muy especializada de 8.100 volúmenes. Publicaciones periódicas: Arquivo Histórico da Madeira. ARQUIVO NACIONAL DA TORRE DO TOMBO Palácio de S. Bento. Lisboa. Fundado en 1352-1388. Biblioteca: 13.217 volúmenes, 20.000 manuscritos. Publicaciones periódicas: Inventarios das Portarias do Reino e das Moradias da Casa Real. BIBLIOTECA CENTRAL DE MARINHA Praça do Imperio. 1.400 Lisboa. Fundada en 1835. Biblioteca: 45.300 volúmenes. Año 1983 L. HIGUERAS RODRÍGUEZ BIBLIOTECA DA ACADEMIA DAS CIÉNCIAS DE LISBOA Rua da Academia das Ciéncias, 19. 1.000 Lisboa. Fundada en 1779. Biblioteca: 360.000 volúmenes, 3.000 manuscritos, 63 incunables. BIBLIOTECA NACIONAL Campo Grande, 83. 1.751 Lisboa Codex. Fundada en 1796. Biblioteca: 1.000.000 volúmenes, 12.000 manuscritos. Publicaciones: Boletim de Bibliografía Portuguesa, Repertorio das Pu blicaçóes Periodicas Portuguesas. BIBLIOTECA PUBLICA E ARQUIVO DISTRITAL DE ANGRA DO HEROISMO Palácio Bettencourt. Rua Conseiheiro Jacinto Candido. Angra do Heroísmo. Azores. Fundada en 1948. Biblioteca: 60.000 volúmenes, 1.00.000 manuscritos. Publicaciones periódicas: Boletim da Biblioteca Pública, Arquivo Angra do Heroísmo. BIBLIOTECA PUBLICA MUNICIPAL DO PORTO Jardim de Sáo Lázaro. 4099 Porto Codex. Fundada en 1833. Biblioteca: 1.325.000 volúmenes, 2.500 manuscritos, 273 incunables. Publicaciones periódicas: Bibliotheca Portucalensis. CENTRO DE ESTUDOS HISTÓRICOS ULTRAMARINOS Rua de Junqueira, 86. 1300 Lisboa. Creación en 1955. Historia de la expansión marítima portuguesa y descubrimientos. Biblioteca: 7.500 volúmenes. Publicaciones periódicas: Studa (semestral). 134 2 LA HISTORÍA MARITIMA EN EL MUNDO INSTITUTO ASTRONOMICO Dependiente de la Universidad de Coimbra. Fundado en 1772. Biblioteca: 20.000 volúmenes. INSTITUTO DE INVESTIGAÇÁO CIENTÍFICA TROPICAL Dependiente del Ministerio de Educación y Ciencia. Ministério da Educaçáo. Rua Jau. 54. 1300 Lisboa. Fundado en 1936. Publicaciones periódicas: siete publicaciones distintas. Edita mapas geo gráficos, planos de ciudades, etc. Departamentos que dependen de este Instituto. [1] Arquivo Histórico Ultramarino. Calçada da Boa Hora, 30. P. 1300 Lisboa. Fundado en 1931. [II] Centro de Cartografia. Trav. Conde da Ribçira, 7-9. P. 1300 Lisboa. Fundado en 1982. [III] Centro de Estudos de História e Cartografia Antiga. Rua Jau, 54. P. 1300 Lisboa. Fundado en 1961. INSTITUTO HIDROGRAFICO Rua das Trinas, 49. 1296 Lisboa Codex. Biblioteca: 10.000 volúmenes. MUSEU ETNOGRAFICO DA SOCIEDADE DE GEOGRAFIA LISBOA Rua das Portas de Santo Antáo, 100. 1100 Lisboa. Año 1983 DE L. HIGUERAS RODRÍGUEZ Fundado en 1875. Arte popular, armas, trajes, instrumentos musicales, estatuas de nave gantes e historiadores, objetos procedentes de los viajes de descubri mientos, instrumentos de navegación e instrumentos científicos. MUSEU DE MARINHA LISBOA Monasterio de Santa María dos Jerónimos. Lisboa. Actual emplazamiento desde 1962. Modelos, instrumentos náuticos, etc., «Sala Cartografía» y «Planetario». MUSEU MARITIMO «ALMIRANTE RAMALHO ORTIGAO» Capitania do Porto de Faro. Faro. Fundado en 1931 (a partir del Museo Marítimo Industrial, fundado en 1889). Métodos regionales de pesca, modelos de buques y equipos, pinturas de fauna, uniformes, etc. SOCIEDADE DE GEOGRÁFIA DE LISBOA Rua das Portas de Santo Antáo, 100. 1100 Lisboa. Fundada en 1875. Biblioteca: 200.00 volúmenes y 6.000 cartas geográficas. Publicaciones periódicas: Relatório, Boletim (mensual). Núm. 2 NOTIÇIAS GENERALES CONGRESOS Y SIMPOSIOS 1983-septiembre 22-24. Aix-eu-l’rovence (Francia). Mesa redonda sobre I.es Fnit,’raIu)ns níiri1i1nes en !%léditerranée de la Préhistqire á nOS jours. Patrocinada por elCNRS. a tiavs del lnstitut de Recherches Médite rranéennes. y se celcbrari en el Chitcau de Collioure (Aix-en-Proven ce). Para más información: Profesor J. L. Miege. Director del Institut de Recherches Méditerranéennes. Aix-en-Provence. Francia. 1984-mayo. Aix-en-Provence (Francia). Mesa redonda sobre Les migrations maritimes dans l’Océan Indien xlxeXx siécles. Patrocinada por el CNRS a través del Institut de Recherches Médite rranéennes, se celebrará en el Chateau de Collioure (Aix-en-Proven ce), Para más información: Profesor J. L. Miege. Director del Institut de Recherches Méditerranéennes. Aix-en-Provence. Francia. 1984-agosto-septiembre. París (Francia). XXVC Con grés International de Géographie. Lenguas oficiales: francés, inglés, alemán e italiano. Patrocinado por la Unión Géographique Internationale. Las sesiones de trabajo se desarrollarán en el Palacio de Congresos de París. Del 27 al 31 de agosto. Los resúmenes de las comunicaciones deberán enviarse en francés o inglés a dicha dirección antes del 1 de octubre de 1983. Año 1983 NOTICIAS GENERA LES Aparte de las sesiones ordinarias del congreso, se desarrollarán sesio nes monográficas relativas a: Cartografía y geografía y Medios audiovi suales en geografía. Para más información: Comité d’Organisation du 25e Congrés Interna tional de Géographie. 19 rue Isidore-Pierre. 14.000 Caen. Francia. 1985-agosto 25-septiembre 1. Stuttgart (R. F. A.). Reuniones sobre el tema: Maritime Aspects of Migration. Patrocinadas por la Comisión Internacional de Ciencias Históricas. 1985-septiembre 2-6. Dartington (Gran Bretaña). Reunión sobre el tema England and the Northern Seas ¡400-1800. Patrocinada por la Association Internationale d’Histoire des Mers Nor diques de l’Europe. 13g 2 RECENSIONES CÉsi’huEs DELCASTILLO, Guillermo: América Hispánica (1492 1892). Volu men VI de Historia de España. Editorial Labor. Barcelona, 1983; 528 páginas. No son precisas demasiadas palabras para subrayar la personalidad del autor. Su prestigiosa labor docente, principalmente en las universidades Hispalense, de California y Complutense, es equiparable a su capacidad investigadora, patente en sus estudios sobre la avería, Lima y Buenos Aires, la hacienda peruana, el seguro marítimo y otros muchos, continuamente citados por los investigadores. En contraposición a estas obras de análisis, América Hispánica (14921892) es un trabajo de síntesis. No es la primera obra de este género que edita. Recordemos su colaboración en sendos volúmenes de la Historia de España y América, que dirigió Vicéns Vives; su Latin America. The Early years y su América Latina Colonial hasta 1650.La América Hispánica (14921892) constituye una ambiciosa síntesis, tanto desde el punto de vista espa cial como temporal; por tanto, se trata de un manual que viene a actualizar las tres obras anteriores. Es de agradecer y de admirar el esfuerzo del profesor Céspedes para lograr en tan pocas páginas un tratamiento de todos los contenidos, que el titulo de la obra promete, con equilibrio, ponderación, precisión, claridad y sistematización, y nos congratulamos de que lo haya logrado. No obstante, la información que ofrece la obra puede parecer escasa a los investigadores y especialistas que tratan de hallar solución concreta a las cuestiones que se les planteen en determinadas áreas, pero juzgarían apresuradamente la obra, olvidando el propósito de su autor. El Dr. Céspedes ha tenido que someter sus vastas lecturas a un proceso de selección estricta y de síntesis, para no romper el equilibrio entre las diferentes partes y capítulos del libro y no caer en la tentación fácil de complacerse en el desarrollo de algunos epígrafes, lo que hubiera supuesto la minimización de otros. El fruto es este manual de lectura, fácil y atrayen te, descargado de erudición para aprovechar al máximo el espacio disponi ble, pero a la vez sugerente. que estimula a quienes con él se inician en el americanismo, impulsados por una curiosidad cuyo fruto no dejará de ser apreciable. Su lectura tampoco será supérflua para los especialistas por cuanto, al serlo, tendrán un diálogo con el libro permanentemente enrique cedor, como lo es siempre el contacto entre intelectuales. La obra está estructurada en cuatro partes (La nueva frontera, Los rei nos de las Indias, Las provincias de ultramar y La desintegración de la Monarquía) y en quince capítulos, que nos llevan desde la génesis de la Año 1983 RECENSIONES empresa indiana en la exploración atlántica —sin eludir la historia externa y sus etapas constructivas, consolidadora de crisis y reconstrucción— a la época de madurez y reformismo que da paso a la desintegración. El autor introduce valoraciones ponderadas y críticas sobre la realidad histórica y sobre la bibliografía sin caer en polémicas, y no oculta su criterio personal o conclusiones. El profesor Céspedes, en medidas palabras, hace igualmente una valoración de la importancia de la Marina y de las conse cuencias de su decadencia respecto al imperio ultramarino. Agradecemos al autor su meritorio trabajo. M. CUESTA M.: El descubrimiento y fundación de los reinos ultramarinos hasta fines del siglo xvi. Volumen VII de la Historia de España y América. LUCENA, Ed. Rialp. Madrid, 1982; 850 páginas. No es fácil hacer un comentario de conjunto de una obra tan densa y amplia, que aborda una época riquísima de la Historia de España y Améri ca, por no decir de la Historia Universal. La dificultad aumenta cuando se trata de una obra realizada por veintiséis especialistas, ya que la distancia geográfica entre los autores, su diferente ritmo de trabajo y la diversidad temática suponen un obstáculo a la consecución de un resultado homogéneo e interrelacionado, aunque exista un coordinador, el profesor Lucena Salmoral, y sea buena cada aportación individual. A pesar de todo este cúmulo de dificultades, la obra está francamente lograda y puede considerarse una magnífica contribución a la historiografía hispanoamericana, válida a muy distintos niveles: libro de consulta, manual, libro de lectura; útil para el universitario e interesante para el aficionado. Su contenido ha sido estructurado en cinco partes, precedidas de un largo estudio del profesor Ramos, director de la parte americanista de la colección. La primera parte constituye una síntesis de las bases culturales de Amé rica hasta el momento del contacto hispano —los pueblos indígenas, prota gonistas pasivos de la inmensa obra allí desarrollada—. Está realizada de una forma sobria y clara, con una bibliografía, como la del resto del volu men, selectiva, orientadora y básica, aunque susceptible de ampliación y discusión. Las partes segunda y tercera ofrecen, en casi doscientas cincuenta pági nas de gran densidad, una historia de corte clásico bien trabajada, lo que no es fácil dada la magnitud de la bibliografía y documentación existentes sobre las heterogéneas cuestiones que trata: los Colón, los viajes de descu brimiento, los primeros gobiernos indianos, las primeras utopías y las pri meras reformas, las grandes conquistas y otras expediciones, y lo que se ha dado en llamar la lucha por la Justicia. El apartado gráfico está cuidadosa mente preparado y oportunamente situado, de modo que complementa y Lflriquece el contenido de los textos. Núm. 2 RECENSIONES En la parte cuárta se plantea la organización de los reinos indianos, siguiendo una sistemática regional: Nueva España y Guatemala, Antillas y Tierra Firme, etc., sin dejar de lado Brasil y Filipinas, lo que es de agrade cer, ya que esta última cuenta con un número mucho más reducido de especialistas. Finalmente, la quinta parte, extraordinariamente interesante, constituye una apretada síntesis de una amplia y atractiva temática sobre: economía, sociedad y cultura. Quizá haya sido la parte más difícil de coordinar y dotar de cierta homogeneidad, por cuanto abarca temas de orden institucional —con un marcado énfasis en la Iglesia indiana—, social, demográfico y económico, tanto en los aspectos de producción como en los de comercio y finanzas, faceta esta última que incluye el tráfico, las flotas y las defensas. En esta misma parte aparece un gran epígrafe dedicado a la cultura, cuya importancia está fuera de toda duda, pero que, seguramente por nece sidades de programación, da la impresión de tratarse de algo heterogéneo respecto al conjunto de la obra. En conjunto, puede decirse que se trata de una obra importante, seria y bien concebida y desarrollada, aunque, evidentemente, no responde a todas las preguntas que el estudioso pueda hacerse, podría destacarse el hecho de que el énfasis5puesto en la primera parte, en el mundo indígena, no continúa en la parte correspondiente al siglo xvi, a pesár del detenido estudio que se hace de la lucha por la Justicia y la Junta Magna. Tampoco se han destacado algunos aspectos científicos y técnicos níuy importantes. Pero es claro que la densidad, heterogeneidad e importancia del siglo xvi en Hispanoamérica iba a propiciarlo. Nuestra felicitación por su éxito a autores y editor de esta fundamental obra que, entre otros aspectos, subraya la importancia de la Marina españo la en el siglo cumbre de su historia. M. CUESTA ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS, FISICAS y NATURALES: Historia de la Cartografía Española. Madrid, 1982; 126 páginas, 25 láminas. REAL Este trabajo recoge el ciclo de conferencias sobre cartografía española que se desarrolló en la Real Academia de Ciencias durante el año 1981. En él quedan trazados los rasgos fundamentales de la cartografía espa ñola a lo largo de la historia, aportando una bibliografía esencial y más información sobre las diversas cartotecas de nuestro país. Han colaborado. en este ciclo de conferencias: Juan Vernet, catedrático de la Universidad de Barcelona: Cartografía e imagen de la España medieval. Año 1983 RECENSIONES Ernesto García Camarero, director del Centro de Cálculo de la Univer sidad Complutense de Madrid: Evolución de la cartografía náutica mallor quina del siglo xiv al xvii. Eduardo Garrigós, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid: Política cartográfica en España. Siglos xvi al xviii. Luisa Martín-Merás, jefe de investigación del Museo Naval de Madrid: Cartografía náutica española en los siglos xviii y xix. Francisco Vázquez Maure (t), ingeniero geógrafo del Instituto Geográ fico Nacional: Cartografía de la Península. Siglos xvi-xviii. Rodolfo Núñez de las Cuevas, ingeniero geógrafo del Instituto Geográ fico Nacional: Cartografía española del siglo xix. Miguel Alonso Baquer, profesor de la Escuela de Estado Mayor del Ejército: Cartografía militar española en la primera mitad del siglo xix. El objetivo de señalar movimientos y tendencias cartográficas españolas se ha cumplido en este trabajo de conjunto, desarrollado con ánimo de divulgación para los interesados en esta rama de la ciencia. Los mapas, gráficos y la bibliografía incluida en la obra contribuyen a esclarecer los aspectos tratados. Es de desear que la Academia continúe en esta línea de actuación y ofrezca una segunda serie de conferencias que profundicen más en estos temas. Luisa MARTIN-MERAS 142 2