1. Los orígenes de la prosa española. - Lengua española

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RESUMEN TEMA 1
LA PROSA Y EL TEATRO EN LA EDAD MEDIA
1. Los orígenes de la prosa española.
Podemos definir la prosa como la forma ordinaria del lenguaje, no sometida a las leyes de la
versificación ni del ritmo. En la historia de la literatura española no existe un momento exacto en el
que podamos decir que nació la prosa escrita española, sin bien diversos hechos aislados marcan
que sus comienzos están situados a principios del siglo X. Sin embargo, las primeras
manifestaciones de la prosa literaria tuvieron lugar en reinado del rey San Fernando ( 1252), y hasta
la época de su hijo Alfonso X no produjo obras verdaderamente notables, con obras de carácter
fundamentalmente erudito en el campo de la historia, la religión, la geografía, textos jurídicos y
científicos, copiadas en su mayoría o inspiradas en las literaturas latina, árabe y hebrea.
Los primeros testimonios de la prosa española son las glosas, que datan del siglo X. Los monjes se
ocupaban de copiar e iluminar antiguos códices latinos; para la compresión de aquellos textos, o
quizás para acercarlos al pueblo que desconocía el latín usado todavía por los clérigos, escribían al
margen una serie de anotaciones en latín, romance o eusquera que comentaban o glosaban las partes
más difíciles de entender.
La obra de Alfonso X.
Independientemente a su ambición política, Alfonso X tenía una gran inquietud cultural y literaria,
lo que llevó a que se le conociera con el sobrenombre de "el Sabio". Durante su reinado desarrolló
una labor de valor incalculable para la cultural occidental de la época, creando la Escuela de
Traductores de Toledo, donde trabajaron conjuntamente árabes, judíos y cristianos, e impulsando la
creación de obras de distintas materias y disciplinas, entre las que podemos destacar las siguientes.
Textos históricos:
Estoria de España.
Obra donde Alfonso X trató de compilar la sucesión de los señoríos de los distintos pueblos que
dominaron sucesivamente la península ibérica: griegos, señoríos de los almujuces, africanos,
cartagineses, romanos, pueblos bárbaros, godos y los distintos reyes astur-leoneses, leoneses y
castellano-leoneses, llegando hasta el reinado de Vermudo III (aproximadamente año 1037).
Existen dos versiones, la llamada primitiva (hacia 1270-1274) o primera edición, y la conocida
como la versión crítica (entre 1282-1284), reescrita por el rey cuando se encontraba en Sevilla en
los últimos días de su vida.
General Estoria.
Iniciada simultáneamente con la Estoria de España por los historiadores de los talleres alfonsíes, la
General Estoria trata de recoger la Historia Universal. Sus esquemas son similares, pero en la
composición de la General Estoria apuesta más a enmarcar los periodos históricos en función de los
gobiernos de príncipes y señores naturales que ostentaban el imperium mundial sobre el resto de
pueblos de la tierra, que por la precisión cronológica.
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2. El nacimiento de la novela moderna
En paralelo con los cantares de gesta, surgieron en Europa las primeras novelas, llamadas romans.
Se trataba de largas narraciones en prosa que ofrecían ciertas diferencias con los poemas épicos:
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El protagonista es un caballero que persigue objetivos individuales sin relación con los
intereses de la comunidad.
Su destinatario principal es el público cortesano.
El tema principal es el amor, impregnado de los rasgos propios de la lírica trovadoresca:
veneración a la dama y análisis de los sentimientos amorosos.
Se trata de un género destinado a la lectura.
Temas:
- La Antigüedad griega o latina.
- La llamada “materia de Bretaña”.
- Las epopeyas francesas.
3. El teatro medieval
El teatro español, como el europeo, surge vinculado al culto religioso. La misa, celebración
litúrgica central en la religión cristiana, es en sí misma un ‘drama’, una representación de la muerte
y resurrección de Cristo. Serán los clérigos los que, en su afán didáctico por explicar los misterios
de la fe a los fieles mayoritariamente incultos y analfabetos, creen los primeros diálogos teatrales:
los tropos, con los que escenificaban algunos episodios relevantes de la Biblia. Estas
representaciones, que tenían lugar dentro de las iglesias, en el coro o parte central de la nave, se
fueron haciendo más largas y espectaculares dando lugar a un tipo de teatro religioso que fue el
teatro medieval por excelencia. Poco a poco se fueron añadiendo elementos profanos y cómicos a
este tipo de representaciones que, por razones de decoro, terminaron por abandonar las iglesias y
comenzaron a realizarse en lugares públicos: en los pórticos y atrios de las iglesias, plazas, calles y
cementerios.
En España se conservan muy pocos documentos escritos y menos obras teatrales de estos siglos.
La muestra más antigua de teatro castellano es el Auto de los Reyes Magos de finales del siglo XII,
escrito en romance y probablemente de origen franco. Pero puede decirse que hasta el siglo XV no
empezó a cultivarse como tal el género, con Juan del Encina, Lucas Fernández y Jorge Manrique, si
se exceptúan los juegos juglarescos populares.
Los parámetros medievales seguirán siendo la clave del teatro español hasta que, en el siglo
XVI, se inicia el camino de la modernización que culminará en la creación de un género: la comedia
nueva del siglo XVII. El siglo XVI es, por tanto, un momento de búsqueda y convivencia de varias
tendencias: la dramaturgia religiosa (Gil Vicente), el clasicismo (Juan de la Cueva), los
italianizantes (Juan del Encina, Bartolomé Torres Naharro) y la tradición nacionalista (Juan de la
Cueva). La obra dramática más importante de este período es La Celestina de Fernando de Rojas.
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4. Don Juan Manuel. El Conde Lucanor.
El conde Lucanor es una obra narrativa de la literatura española medieval escrita entre 1330 y
1335 por el infante Don Juan Manuel. Su título completo y original en castellano medieval es Libro
de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio (Libro de los ejemplos del conde Lucanor y de
Patronio).
El libro está compuesto por cinco partes, la más conocida de las cuales es una serie de 51
exempla o cuentos moralizantes tomados de varias fuentes, como Esopo y otros clásicos, así como
de cuentos tradicionales árabes. La «Historia del Deán de Santiago y el mago de Toledo» (cuento
XI) tiene semejanzas con cuentos tradicionales japoneses y la historia de una mujer llamada Doña
Truhana (cuento VII) —el «Cuento de la lechera», pero ligeramente variado— ha sido identificada
por Max Müller como originada en el ciclo hindú Pancha-tantra.
El propósito didáctico y moral es la marca del libro. El conde Lucanor empieza la conversación
con su consejero Patronio planteándole un problema («Un hombre me ha hecho una propuesta…» o
«Temo que tal o cual persona intenta…») y solicita consejo para resolverlo. Patronio siempre
responde con gran humildad, asegurando no ser necesario dar consejo a una persona tan ilustre
como el conde, pero ofreciéndose a contarle una historia de la que este podrá extraer una enseñanza
para resolver su problema. Los cuentos son exempla, género asentado en la tradición literaria
medieval.
5. La Celestina
La Celestina es el nombre con el que se conoce desde el siglo XVI a la obra titulada primero
Comedia de Calisto y Melibea y después Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida casi en su
totalidad al bachiller Fernando de Rojas. Es una obra del Prerrenacimiento escrita durante el reinado
de los Reyes Católicos; su primera edición conocida es de 1499, en Burgos. Constituye una de las
bases sobre las que se cimentó el nacimiento de la novela y el teatro realista modernos y ejerció una
influencia poderosa, aunque soterrada, sobre la literatura española.
Existen dos versiones de la obra: la Comedia (1499, 16 actos) y la Tragicomedia (1502, 21
actos). La crítica tradicional ha debatido profusamente el género literario de La Celestina, dudando
si clasificarla como obra dramática o como novela. La crítica actual coincide en señalar su carácter
de obra híbrida y su concepción como diálogo puro creador de un género nuevo, el género
celestinesco, formado por una serie de continuaciones y obras inspiradas en ella. Su carácter
irrepresentable hizo que la obra estuviese destinada a ser recitada o declamada por un solo lector
impostando las voces de los distintos personajes ante un auditorio poco numeroso. Sus logros
estéticos y artísticos, la caracterización psicológica de los personajes —especialmente la tercera,
Celestina, cuyo antecedente original se encuentra en Ovidio—, la novedad artística que suponía
respecto al género de la comedia humanística en la que parece inspirarse, y la falta de antecedentes
y de continuadores a su altura en la literatura occidental, han hecho de La Celestina una de las obras
cumbre de la literatura española y universal.
La Celestina se escribe durante el reinado de los Reyes Católicos, cuyo matrimonio se celebra
en 1469 y alcanza hasta 1504, año de la muerte de Isabel la Católica, que ocupa la última fase del
Prerrenacimiento en España. Durante esta unión dinástica de los reinos de Castilla y Aragón se
produce en 1492 el descubrimiento de América, la conquista de Granada y la expulsión de los
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judíos, tres hechos de gran significado en la historia de España. Es también el año en que Antonio
de Nebrija publica la primera gramática de la lengua castellana lo que, junto a la actividad docente
del propio Nebrija en la Universidad de Salamanca donde estudió Fernando de Rojas, propicia la
irrupción del Humanismo en España. Así, convencionalmente y a efectos didácticos, se sitúa en este
año, 1492, el comienzo de la transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Es, precisamente,
en la década de los noventa del cuatrocientos cuando aparecen las primeras ediciones de la Comedia
de Calisto y Melibea.
Fernando de Rojas era un gran lector, como testimonia el inventario de los libros que poseyó
(los cuales se incluyen en su testamento). Las fuentes de su magna obra no son populares, sino
cultas; sin embargo, no hay que menospreciar, como se suele hacer habitualmente, la experiencia
vital del autor como abogado, que posiblemente le puso en contacto con el mundo criminal.
Influencias en el autor:
Entre las fuentes cultas hay que distinguir primero las obras con las que La Celestina posee sólo
coincidencias fortuitas (Museo, Teócrito o Safo). Muchos autores citados no lo son directamente,
sino que sus palabras llegan a través de fuentes indirectas o por imitadores y comentadores
(Menandro, Epicuro o Heráclito). Un ejemplo de esto es el tema de la imperfección de la mujer, el
cual puede venir de Aristóteles, pero que es a su vez un tópico literario medieval tan frecuente como
el carpe diem, que aparece también en la obra. Por otra parte, el personaje de la lena (tercera o
alcahueta) es muy habitual en el Ars amandi de Ovidio y en clásicos como Séneca, Plauto y
Terencio.
Sí es determinante y fundamental en la obra de Rojas la obra filosófica del humanista Francesco
Petrarca, y en concreto el De remediis utriusque Fortunae, que aparece citado 99 veces y que el
autor conocía a través del Index o extracto de sus obras.
La estructura:
Hemos de señalar, para comenzar, que la división externa de la obra en actos no tiene un verdadero
significado estructural. Atendiendo a la acción, sin embargo, podemos decir que se divide en dos
partes.
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Prólogo: encuentro de Calisto y Melibea en la escena I.
Primera parte: intervención de Celestina y los criados y muerte de éstos. Primera noche de
amor.
Segunda parte: tema de la venganza. Segunda noche de amor. Muerte de Calisto, suicidio de
Melibea. Llanto de Pleberio.
La crítica medievalista María Rosa Lida de Malkiel señala la estricta y cuidada motivación de toda
la trama en un plano realista, así como la relación causa-efecto de los acontecimientos. La escena
inicial es desconcertante, pero dota a la obra del carácter dramático necesario para este primer
encuentro y para el violento rechazo que conlleva. Su función es la de desencadenante. Pocos son
los hechos que escapan de esta relación causa-efecto para sorprender al lector o a los personajes.
El esquema de la acción es el de una serie de consecuencias encadenadas (relaciones de causaefecto) que corresponden al patrón estructural de la «cuenta presentada» de Georg Lukács, según la
cual más tarde o más temprano hay que pagar por nuestros actos.
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La repetición de motivos trae la simetría que ordena la obra. Esto se funde con otro principio de
ordenación aún más poderoso: la anticipación del fin. Todos los símbolos parciales se ordenan hacia
el desenlace final.
Otro crítico, Morón habla de una línea estructural:
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acto I.................pecado
actos II–XIV........pérdida de la hacienda
actos XV–XVIII.....fama
acto XIX.............vida y alma
actos XX–XXI.......recapitulación.
Con los 5 actos añadidos, quedan más profundamente motivados el carácter de Melibea y la muerte
de Calisto.
Argumento:
La obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, donde ha
entrado a buscar un halcón suyo, pidiéndole su amor. Esta lo rechaza, pero ya es tarde, ha caído
violentamente enamorado de Melibea.
Por consejo de su criado Sempronio, Calisto recurre a una vieja prostituta y ahora alcahueta
profesional llamada Celestina quien, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, puede
entrar en las casas y de esa manera puede actuar de casamentera o concertar citas de amantes;
Celestina también regenta un prostíbulo con dos pupilas, Areúsa y Elicia.
El otro criado de Calisto, Pármeno, cuya madre fue maestra de Celestina, intenta disuadirlo, pero
termina despreciado por su señor, al que sólo le importa satisfacer sus deseos, y se une a Sempronio
y Celestina para explotar la pasión de Calisto y repartirse los regalos y recompensas que produzca.
Mediante sus habilidades dialécticas y la promesa de conseguir el favor de alguna de sus pupilas,
Celestina se atrae la voluntad de Pármeno; y mediante la magia de un conjuro a Plutón, unido a sus
habilidades dialécticas, logra asimismo que Melibea se enamore de Calisto. Como premio Celestina
recibe una cadena de oro, que será objeto de discordia, pues la codicia la lleva a negarse a
compartirla con los criados de Calisto; éstos terminan asesinándola, por lo cual se van presos y son
ajusticiados.
Las prostitutas Elicia y Areúsa, que han perdido a Celestina y a sus amantes, traman que el
fanfarrón Centurio asesine a Calisto, pero este en realidad solo armará un alboroto. Mientras,
Calisto y Melibea gozan de su amor, pero al oír la agitación en la calle y creyendo que sus criados
están en peligro, Calisto intenta saltar el muro de la casa de su amada, pero resbala y muere.
Desesperada Melibea, se suicida y la obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea,
quien lamenta la muerte de su hija.
Celestina es el personaje más sugestivo de la obra y la protagonista indiscutible de dicha obra
aunque el tema se centre más en el amor y la pasión de Calisto y Melibea, hasta el punto de que
acabó por darle título; es un personaje pintoresco y vívido, es hedonista, avara y vital. Conoce a
fondo la psicología del resto de los personajes, haciendo que incluso los reticentes con sus planes
cedan a ellos. Sus móviles son la codicia, el apetito sexual (que sacia facilitando e incluso
presenciando) y amor al poder psicológico. Representa un elemento subversivo dentro de la
sociedad: se siente comprometida a propagar y facilitar el goce sexual. En cuanto a la magia, ver el
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apartado de los temas. Se inspira en el personaje de la alcahueta que ya había aparecido en las
comedias romanas de Plauto y a lo largo de la Edad Media en obras como el Libro de Buen Amor
de Juan Ruiz (Arcipreste de Hita) (el personaje conocido como Urraca la Trotaconventos) y en
obras latinas e italianas como la Historia duobus amantibus de Enea Silvio Piccolomini o la Elegía
de madonna Fiammeta de Giovanni Boccaccio. Su lenguaje parece salido del Corbacho de Alfonso
Martínez de Toledo y de las Coplas de Rodrigo de Reinosa. Antaño fue una meretriz, ahora se
dedica a concertar discretamente citas amorosas a quien se lo pide al mismo tiempo que utiliza su
casa para que las prostitutas Elicia y Areusa puedan ejercer su oficio. Utiliza para penetrar en las
casas el artificio de vender afeites, hierbas, ovillos y adornos para las mozas; como alcahueta
considera estar haciendo un oficio útil y como tal tiene su orgullo profesional. Le gusta el vino y es
diabólicamente inteligente y utiliza su experiencia para manipular psicológicamente a los demás,
pero sin embargo nubla su entendimiento el defecto de la codicia. Además es una bruja y hechicera
que hace un pacto con Plutón, máscara pagana que encubre en realidad al demonio, y en la
Tragicomedia las adiciones de Rojas subrayan este hecho.
La Celestina por Pablo Picasso.
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