Visión del IEDAR sobre el etiquetado correcto de azúcares en los alimentos Junio, 2013 Nos parece conveniente contextualizar la normativa existente en cuanto a su uso real en el etiquetado, para que el consumidor pueda tener todos los elementos que le permitan decidir con pleno conocimiento de causa. • El azúcar está presente en los productos de alimentación de manera naturalmente presente o añadido en los procesos de producción de alimentos. En ambos casos, ya sea natural o añadido, se trata del mismo azúcar, con las mismas propiedades nutricionales y físico químicas. Este es el motivo por el que la información nutricional al hablar de azúcares lo hace respecto a los “azúcares totales” y no sobre los “azúcares añadidos o naturalmente presentes”. • El azúcar suministra a los alimentos dulzor y también una serie de funcionalidades tecnológicas, tales como aporte de cuerpo, capacidad de conservación, modificación del punto de congelación y coloración natural entre otros. Hasta la fecha no ha sido posible encontrar un único producto que sea capaz de sintetizar estas funciones que aporta el azúcar. • Por ello, cuando el azúcar se elimina o se reduce es necesario reponer las anteriores funciones, lo que en ocasiones supone añadir otros nutrientes más calóricos (por ejemplo grasas para el aporte de “cuerpo” en chocolates) o de aditivos no necesariamente mejores desde el punto de vista nutricional. • En relación con el punto anterior, recordemos que el azúcar aporta al igual que el resto de carbohidratos y las proteínas, 4 kcal por gramo, las grasas 9 kcal por gramo y el alcohol 7 kcal por gramo. 1 • Los “edulcorantes de mesa”, según el Reglamento 1169/2011, están exentos de información nutricional, situación que en algún caso puede confundir al consumidor que pudiera llegar a pensar que dichos edulcorantes son acalóricos. Sin embargo, se da la circunstancia de que existen en el mercado algunos edulcorantes que son calóricos, situación que no se declara en el etiquetado y que es clave desde el punto de vista del consumidor a la hora de realizar con pleno conocimiento su elección de dulzor. • El consumidor espera que cuando a un alimento se le ha eliminado o reducido la presencia en azúcares el resultante sea un producto con menor contenido calórico, hecho que con frecuencia no es real1. • La alegación “sin azúcares añadidos” se utiliza con mucha frecuencia como reclamo comercial en los productos de alimentación. Esta alegación desde la perspectiva de su cumplimiento y control efectivo, es problemática ya que: o En algunas categorías de productos de alimentación, es habitual la adición de concentrados y jarabes de fruta debido a sus propiedades endulzantes por contener una alta presencia de azúcares. El fabricante puede alegar que el uso de dichos jarabes se realiza bajo el presupuesto de que es necesario en el producto final por razones organolépticas, fórmula que es compatible con las condiciones de uso de la alegación “sin azúcares añadidos”. Sin embargo, se podría dar también la situación de mala fe en la que el uso de estos concentrados se hiciese en virtud del aporte de dulzor, por lo que se estaría contraviniendo lo dispuesto por el Reglamento cuyo objetivo es ofrecer una información veraz que, desde el punto de vista de la nutrición, permita al consumidor realizar una elección sobre esa base. Uno u otro uso está en manos exclusivamente del fabricante y, como veremos en el párrafo anterior, quedan fuera del control de las autoridades de consumo. o Como quiera que es imposible distinguir los azúcares añadidos de los naturalmente presentes en los alimentos, como así ha sido reconocido por organismos internacionales, no es posible, por métodos analíticos, verificar el uso correcto de la alegación “sin azúcares añadidos” en 2 productos que incorporan azúcares (sacarosa, fructosa, lactosa…) de manera natural. Esta situación como hemos dicho anteriormente es controvertida y deja la puerta abierta a posibles fraudes. • Con respecto a la alegación “con contenido reducido en azúcares”, la cuestión que se le plantea al consumidor es la dificultad existente en cuanto al conocimiento de la situación de otros productos en el lineal, con cuyo contenido se compara (ver apartado anterior). También, el hecho de que se utilice en algunas categorías de alimentos en las que el azúcar está presente en pequeña cantidad. Por ejemplo, en la categoría “ketchups”, eliminando2 ó 3 g de azúcar por 100 g de producto es posible afirmar que el producto tiene un “contenido reducido en azúcares”. Esta situación, de perfecta legalidad, plantea la paradoja de que estos 2 ó 3 g de azúcar han sido sustituidos por aditivos edulcorantes o ingredientes más calóricos (grasas), poniendo en duda pues la efectividad de la alegación en sí misma. Concluimos con una recomendación: El consumo de azúcar, ya sea natural o añadida, procedente de diversas fuentes es perfectamente compatible con un estilo de vida sano y activo. En una dieta equilibrada los alimentos cobran importancia en su conjunto, y no de manera aislada2. Desde esa perspectiva se ha desarrollado el derecho alimentario, de cuyo cumplimiento y vigilancia son responsables los productores de alimentos y las autoridades. Referencias: (1) Consumer understanding on sugar claims on food and drink products. http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1467-3010.2012.01958.x/abstract (2) Académie Nationale de Médecine – Académie Nationale de Pharmacie: Réflexions et propositions relatives aux allégations de santé et aux compléments alimentaires RAPPORT COMMUN au nom des groupes de travail respectifs des deux Académies,octobre 2010. http://www.academie-medecine.fr/detailPublication.cfm?idRub=26&idLigne=2091 3