EDITORIAL Estimados lectores de la revista Terral: Y llegamos al número 11, correspondiente al verano, de la revista Terral. La portada está dedicada al artista Aníbal Merlo, pintor, escultor y fotógrafo argentino residente en España. Las demás secciones podéis abrirlas en la Botonera de Portada, leerla on-line o descargarla en PDF. Que la disfrutéis este verano. Me complace recordaros el encuentro literario: “El escritor hoy”, celebrado en Alcaudete el 20 de Abril, organizado por la escritora Felisa Moreno, y que contó con la colaboración de Terral. En esta jornada se analizó la situación del mercado editorial y las dificultades de acceso para los escritores noveles, así como las distintas alternativas a la hora de publicar una obra y promocionarla. Participaron expertos editores y especialistas en redes sociales. Cada uno aportó su experiencia tanto en la publicación en papel como en digital. Para un escritor desconocido las redes sociales pueden ser una herramienta interesante para darse a conocer. Hay que buscar la comunicación con los lectores, y en este aspecto Twitter, Facebook, o Google Plus juegan un papel importante. Nos alegramos del acertado Premio Príncipe de Asturias de las Letras de este año, concedido al escritor Antonio Muñoz Molina. Os recomiendo su último libro: “Todo lo que era sólido”. Creo que debería ser un libro imprescindible en los Institutos, Universidades y cursos de verano, para refrescar la memoria de un pasado nefasto y torpe, y aprender para no cometer nuevos errores. Gracias de nuevo a todos los colaboradores que con sus excelentes trabajos hacen posible que sigamos adelante con esta publicación trimestral. Sentimos no poder publicar todos los relatos y poemas que nos llegan, debido a las limitaciones de extensión de la revista. Espero que nos encontremos el próximo otoño. crisania2002@hotmail.com Lola Buendía Directora de la Revista Terral www.revistaterral.com Larga vida a terral, el viento que modela las nubes Revista Terral N. 11 ©Todos los derechos reservados ISSN 2253-9018 Edición: Lola Buendía López _ Enrique Bodero Moral Equipo de redacción: Enrique Bodero_Lola Buendía_Ramón Alcaraz_Erena Burattini Colaboradores en este número: (Página 1) Escultura de portada: Construcción aromática. Aníbal Merlo Diseño de portada: Enrique Bodero Editorial: Lola Buendía López Cine: Ramón Alcaraz _Ángel Silvelo Opinión: Erena B. Burattini_Jose Luis Casado Toro Crítica literaria: Manuel Martín_Ricardo Guadalupe Poesía: Enrique Clarós_Abel Santos_Isabel Laso_Joaquín A. Mejía_María Monjas Revista Terral N. 11 ©Todos los derechos reservados ISSN 2253-9018 Colaboradores en este número: (Pagina 2) Relatos: María Gafo_ Ángela Gutierrez_Esther Cuesta de la Cal Saturnino Rodríquez_Elías Gorostiaga_Mónica López Ser escritora: Lola Buendía_Mar Solana Flamenco: Rafael Silva Martínez_ Lola Buendía Arte: Aníbal Merlo_José Manuel Velasco_Pablo Rodriguez El viajero: Lola Buendía_Pepa J. Calero La otra realidad: Mariano Vázquez Alonso Diseño digital : Lola Buendía_Carmen Guerrero_M. José Moreno Maquetación: Lola Buendía López Diseño Web: Ana García ~ 644 262 880 CINE CINEXPLICABLE (Ramón Alcaraz García. www.tallerliterario.net) ¿Sabías que Marilyn Monroe pudo protagonizar El apartamento? Marilyn había actuado en la anterior obra de Billy Wilder, Con faldas y a lo loco, y sin duda era la candidata número uno para repetir en la siguiente película del director, de nuevo con Jack Lemmon; pero el rodaje con la actriz fue para Wilder y el resto del equipo una pesadilla: ella siempre llegaba tarde, le costaba concentrarse y se repetían las tomas muchas veces (algunas más de cuarenta). La influencia de Con faldas y a lo loco fue determinante a la hora de planificar El apartamento. El rodaje con Marilyn Monroe había sido para Wilder un suplicio, hasta el punto de que decía que merecía la medalla del Corazón Púrpura por haber hecho dos películas con la actriz (la otra fue La tentación vive arriba). Pese a ello, el director no escatimaba en elogios para la actriz como única y genial en sus interpretaciones. Cuando una vez le preguntaron si volvería a trabajar con ella, respondió: "Lo he hablado con mi médico y mi psiquiatra y ambos dicen que soy demasiado viejo y demasiado rico para pasar por todo esto de nuevo". Eso fue determinante para que la elegida al papel de la siguiente película fuera una actriz cuya interpretación también resultó fundamental en su éxito: Shirley MacLaine. Wilder no tenía dudas, no quería a Marilyn Monroe (pese a que le suplicó el papel) y para él estaba claro que Jack Lemmon sería de nuevo el protagonista. El rodaje de Con faldas y a lo loco determinó que Wilder buscara acometer un nuevo proyecto que fuera una pequeña historia con pocos escenarios y actores que no fueran conflictivos. Esto define la personalidad de Marilyn, tan genial como inestable, porque cuando de verdad actuaba, la actriz transmitía un magnetismo especial que ninguna otra podía igualar. Wilder lo decía así: “Cuando acababas con Marilyn, aunque habías llegado a las cuarenta tomas y habías aguantado sus retrasos, te encontrabas con algo único e inimitable". El verdadero nombre de Marilyn era Norma Jean Morteson; su infancia fue muy desgraciada, y la pasó de hogar en hogar de acogida y de orfanato en orfanato. Su primera oportunidad en el cine vino de Groucho Marx en la película Amor en conserva, donde ya se mostraba insegura e impuntual, retrasaba todo lo posible ponerse delante de las cámaras y alguna toma la llegaron a repetir 65 veces. También hay que decir en su descargo que esa actitud se debía a la azarosa e inestable vida emocional de la actriz, que pesaba mucho en su trabajo; tenía también muchos problemas para dormir y siempre fue adicta a los somníferos. Con solo 36 años y unas treinta películas, es uno de los mitos del cine. En 1999 fue votada por la revista People como "la mujer más sexy del siglo XX". Y el American Film Institute la considera la sexta mejor estrella femenina de la historia del arte. Joe Di Maggio (su segundo marido) puso flores en su tumba tres veces por semana durante más de 35 años, hasta que él falleció en 1999. EL GRAN GATSBY, DE BAZ LUHRMANN: TODO POR UN SUEÑO Reseña de Ángel Silvelo Gabriel. Quizá la gran lección que nos deja la película, y por ende la novela de Francis Scott Fitzgerald, es que lo único perdurable tras la gran juerga de los años veinte sea la literatura. En este sentido, El gran Gatsby se muestra como la solitaria huella que ha resistido al paso del tiempo. No se nos tiene que pasar por alto que en el último mes (desde que se estrenó la película) se han vendió más ejemplares de esta novela que desde su publicación en 1925 (ya van más de 2,5 millones vendidos). Y no es de extrañar si sabemos escudriñar su esencia bajo el oropel dorado que en esta ocasión el director Baz Luhrmann nos propone. Del mismo modo, que es algo más que llamativo, que el film empiece y acabe con Nick Carraway (alter ego del propio Fitzgerald en muchos aspectos) y con las imágenes de cómo se gesta el inicio de la novela, (puro testamento confesionario que nace como terapia de un psiquiatra) y su final, con la escritura encima del solitario y personalizado título: Gatsby del apócope “gran” del adjetivo calificativo “grande”, al que sólo cabe añadir el artículo “El”, para conferirle la magnitud suficiente que le haga competir con la época en la que fue escrita y para la que fue creada. Todo sería maravilloso, si no vislumbráramos a través de El gran Gatsby y sus líneas, y en este caso imágenes, una parte de la propia biografía de los Fitzgerald, unas víctimas más de esta época de desenfrenos materiales y éticos que acabó arrasando a toda una generación con la hecatombe de 1929, tras la cual, como ahora mismo, a la humanidad sólo le queda reinventarse a sí misma, aunque para ello, siempre utilice la misma materia prima corrupta como argamasa capaz de crear una nueva forma de ver, sentir y reinterpretar la vida, sin darnos cuenta que el ser humano además de ser el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, también es el único a la hora sucumbir a sus propios pecados y debilidades (de una forma tan atroz como asidua), y por lo visto y vivido, antes y ahora, éstas son muchas, quizá infinitas. El gran Gatsby de Baz Luhrmann es el exceso visual, sonoro y onírico, de una gran tragedia americana, donde todo ocurre por un sueño, siendo este leitmotiv el que se convierte en el auténtico y único salvavidas de una gran historia que surge como una forma de terapia. Asistir y salir vivo de esta gran fiesta del desenfreno y la opulencia no debió ser tarea fácil; una empresa en la que el propio autor de la obra también sucumbió, y a la que Luhrmann ahora dota de un sinfín de imágenes impactantes y efectos sonoros y especiales destinados a no dejarnos indiferentes. Sin embargo, no es sino cuando la acción se detiene y se fija en sus protagonistas, cuando el verdadero destello de la historia y la película alcanza sus mejores momentos y su zenit, aunque nuestros sentidos todavía estén aturdidos de tanto efecto pirotécnico, al que por no faltarle, no le falta ni una gran banda sonora, en la que incluso Lana del Rey sale reforzada al mostrarnos su mejor faceta de cantante de ecos infinitos y estremecedoramente profundos, lo que sin duda, convierte a este apartado sonoro en uno de los grandes aciertos del film, que va desarrollándose como el final de un carnaval donde a última hora nada es lo que en apariencia representa. De ahí, esa necesidad persistente en toda la obra, de buscar más allá de los simples reflejos. Baz Luhrmann ha cuidado hasta la extenuación cada uno de los detalles de la producción. Nada está fuera de su alcance, desde el vestuario hasta la música, pasando por la fidelidad del guión de una historia salpicada de brillantes y poéticos y atormentados momentos, bajo cuyos enigmas transitan la esencia del ser humano: la búsqueda de la felicidad, el encontronazo con la desgracia, el afán de ser reconocido, la necesidad de pertenencia a una determinada clase social, el ascenso en la vida… todo camina de una forma rutilante bajo los renglones de una gran novela que en este caso tenemos la fortuna de ver convertida en imágenes que nos sumergen en un sueño; un sueño dorado, al fin y al cabo, que se esconde tras el destello rutilante de la mirada de un hipnotizador Leonardo diCaprio en el papel de Gatsby, y de la dulzura ensoñadora de una frágil y temerosa Daisy Buchanan. El bien y el mal, la sobreexposición y la intimidad, la opulencia y la pobreza más absolutas, se dan la mano con suma naturalidad en este relato de las más grandes penurias del ser humano, en la que una vez más, cada personaje busca una puerta, pero no una cualquiera, sino aquella que le sirva como salida para dar rienda suelta a sus más íntimos deseos, donde además del dinero, la pasión y el amor sean la vía que les lleve a culminar su última esperanza; una esperanza de la que no quedará ninguna huella, como en los sueños más profundos. Opinión La ignorancia útil Erena B. Burattini Si invertimos la famosa frase de Descartes pienso, luego existo, tendremos entonces, si no pienso no existo. Pareciera ser que ésta sea la postura filosófica, o mejor dicho, económica que se está aplicando en nuestro país. Si no fuera así nuestros sastres -por su buen dominio de las tijeras- no estarían convirtiendo en retales tanto la educación pública, la sanidad y lo que sea necesario para que los sobrantes dejen de existir. La problemática reside en que los ciudadanos hemos no solo aprendido a pensar, también nos hemos integrado, y como esto resulta incómodo y costoso, nuestros sastres no escatiman esfuerzos para recortarnos hasta el respiro. No sea que encontremos resquicios para resistir. De modo que cuando dejemos de pensar, es decir, dejemos de contar como ciudadanos, ellos esperan vivir como dioses del Olimpo. Lo malo es que de tanto cortar y cortar se han quedado cortos de visión. Están convencidos de estar preparando un traje pret a porter español, y lo que en realidad están elaborando es un traje de alta costura para esa élite de la ingeniería económica internacional. Estos señores saben muy bien que deben preparar sus redes para enfrentarse a la serpiente oriental, y a ese fin necesitan reclutar un batallón de zombies. La gran tarta de antaño se ha vuelto pequeña y compleja de repartir. Una vez conseguidos esos objetivos… o no, es muy posible que a nuestros modistos nacionales no les quede ni tela para cortar. De momento nuestros sastrecillos siguen remendando y recortando, no sea que queden más seres pensantes y preparados de lo que sea menester. Opinión . ACTORES Y ESPECTADORES, Ante la orfandad presencial en las salas José L. Casado Toro - Profesor Noche de viernes, en un teatro dependiente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Se representa una obra sustentada argumentalmente en las reflexiones de un veterano actor, frente a las opiniones de una esbelta y joven actriz, acerca del estado actual del arte escénico. Para un aforo de 310 localidades, sólo han sido ocupadas veinticinco butacas. En el debate posterior a la representación, algunos de los escasos asistentes manifiestan que son actores profesionales o aficionados. Los dos protagonistas de la obra (con una actuación de muy cualificado nivel interpretativo) confiesan que, en su recorrido por los teatros andaluces, sólo han cubierto una media de cincuenta localidades, por representación. El tema nuclear, objeto del debate, se centra en la situación que vive hoy el teatro ante la escasa asistencia de espectadores a las salas, salvo para obras muy concretas y grandes espectáculos (montados, fundamentalmente, en los monumentales espacios de la capital madrileña). La entrada, para esta obra en Málaga, costaba 10 euros. El precio medio de una entrada de cine en nuestra ciudad oscila alrededor de los siete euros, superando o reduciéndose ese coste, según los días de la semana. Esta misma noche, a pesar de la insoportable situación de recesión económica que nos aturde, terrazas, lugares de tapeo y copas, junto a determinados restaurantes, se veían bien repletos de un público hambriento. ¿Hay soluciones, a corto o a más largo plazo, para recuperar el nivel de asistencia de espectadores a las salas donde son representadas estas obras? Siempre hay caminos y esperanzas, para casi todo. En el caso del teatro, se me ocurren algunas decisiones que podrían ayudar a la recuperación, asistencial y económica, de esta sin par cultura interpretativa. Veamos algunas. a) Si el nivel en la venta de localidades apenas llega al 10 %, en un teatro municipal o autonómico (por su titularidad) sería una decisión inteligente repartir, de manera gratuita, un número sustancial de localidades entre los colegios de Primaria y los institutos de Secundaria, a fin de que los alumnos asistieran a estas representaciones. Se ejercitarían en la comprensión de la significación cultural del teatro, analizarían los valores, implícitos o explícitos, en cada una de las obras, se fomentaría la afición al arte escénico desde la edad infantil o juvenil y, sobre todo, se evitaría el penoso o deprimente espectáculo de una sala vacía o huérfana de espectadores. b) En estos teatros de titularidad pública, se suele priorizar la representación de un género de obras calificadas de vanguardia o de “industria independiente”. Tanto en las propias temáticas argumentales, como en la escenografía, muy esquemática o imaginativa, que las sustenta. Y este teatro moderno, avanzado y, a ratos, difícil de comprender, en no pocas ocasiones deja de cumplir uno de sus más irrenunciables objetivos: distraer. Los temas elegidos y las puestas en escena acaban aburriendo a un determinado o mayoritario público. Tras presenciar dos obras en las que se ha mirado repetidamente al reloj, suspirando por la llegada de su finalización, no quedan muchas más ganas de repetir la experiencia, para una tercera oportunidad. Se piensa que, para esos otros fines de semana, resulta más interesante la posibilidad de asistir al cine o a otras actividades de sugerente carácter lúdico. c) Al igual que ocurre en los cines, para un teatro minoritario o de vanguardia, no tiene sentido la existencia o construcción de grandes o monumentales salas. De hecho, hoy día, se están llevando a cabo representaciones en los salones de algunos hoteles. Incluso, también, en los propios pisos particulares. En este último caso, los escasos espectadores que pueden asistir a estas obras, por las obvias limitaciones de espacio, contribuyen económicamente con una aportación simbólica o voluntaria, a fin de ayudar a los actores no consagrados que intervienen en las mismas. Son espectáculos en los que el tiempo de representación es sensiblemente más breve, que el aplicado a una obra convencional. d) Sería importantísima la existencia, en los centros escolares, de materia o asignaturas optativas, dedicadas o sustentadas en esta singular faceta artística de la cultura. En su desarrollo, los alumnos conocerían, analizarían e incluso interpretarían, obras significativas que motivaran el gusto y la afición al teatro. Al tiempo, los escolares acudirían a las salas teatrales mientras que los actores y directores visitarían los centros educativos. Éstos se acercarían, física y anímicamente, a los futuros espectadores a fin de explicarles técnicas, argumentos y contenidos, tanto en conceptos pero, sobre todo, en valores. Unos y otros dinamizarían, con esta vitalidad solidaria, esta hermosa e irrenunciable actividad. Resulta admirable el encomiable esfuerzo, por parte de algunas Administraciones e instituciones, por acercar el teatro a la ciudadanía. Pero hay que seguir esforzándose, con imaginación y racionalidad, a fin de evitar la aridez plástica de unas butacas que sufren la orfandad presencial de los espectadores.- CRÍTICA LITERARIA Las leyes de la frontera Manuel Martín Miras La verdadera frontera es la interior, la que nace de nuestros miedos y de nuestras inseguridades, la línea imaginaria que actúa como un límite simbólico que mentalmente nos ponemos, para poder conformar y proteger nuestra identidad. De esta manera nos sentimos seguros, cómodos, amparados por nuestro entorno y dispuestos a considerar diferentes a los otros, a los que están al otro lado. Las fronteras simbólicas, que son también reales, las establecemos entre el bien y el mal, entre la justicia y la injusticia, entre el amor y el odio, entre la pobreza y la riqueza, entre la verdad y la mentira. Las fronteras externas, las físicas, son la consecuencia de nuestro temor a lo desconocido y se establecen por la necesidad de controlar y limitar los movimientos de quienes sentimos como amenaza, para no dejar que los demás invadan nuestro propio territorio y contaminen nuestra forma de vida. La realidad es otra y las fronteras lejos de ser líneas divisorias insalvables, se han convertido en lugares híbridos y permeables, donde la lengua y la cultura se enriquecen y reaccionan como en un crisol y dan lugar a zonas con leyes propias. En la novela de Javier Cercas " Las leyes de la frontera", la crónica de tres jóvenes delincuentes, le sirve al autor para diseccionar el desarraigo y la marginalidad en la periferia de Gerona en la década de los 70. La historia de Zarco, que se convierte en un mito popular de la época, en un símbolo creado por los medios de comunicación ( al modo de " el Vaquilla " o " el Lute " ), se completa con la de sus dos compañeros, Tere de su mismo entorno social, y el Gafitas que procede del otro lado de la frontera, del mundo burgués , y que con temor pero por la atracción de lo desconocido, decide unirse a ellos prohibida del delito. y cruzar la línea Si en "Soldados de Salamina”, Javier Cercas nos sorprendía al narrarnos en primera persona la reconstrucción de una búsqueda periodística, en esta novela el punto de vista se construye mediante una serie de entrevistas que realiza un escritor en la actualidad, al propio Gafitas que ahora es abogado, al director de la cárcel donde ha estado el Zarco y al inspector de policía que lo detuvo. Se trata de escribir la verdadera historia de Zarco, de construir una historia real con opiniones parciales y subjetivas que no son sino versiones y visiones distintas de una narración de los hechos que hasta ese momento se ha basado en los medios de comunicación y en libros y películas sobre el Zarco. Esta vez Javier Cercas habla de lo que conoce, de las gentes de la ciudad de su infancia, que se convierten en la otra cara de lo que cuenta en "Anatomía de un instante “, el libro sobre el 23-F donde nos habla de políticos y militares. La trama se desarrolla por medio de continuas bifurcaciones y preguntas sin respuestas ciertas; los entrevistados no están seguros de lo que cuentan y piensan que quizá podía haber sido de otra forma. Los personajes se van configurando mediante un juego de espejos donde cada uno ve la realidad con algún tipo de deformación, pero donde la suma de todas las visiones da la más aproximada a la realidad, que sólo al final del libro se deja ver. El dominio de la técnica, los distintos planos en que nos hace movernos al lector y la estructura envolvente su lectura. de la trama hace muy recomendable Es interesante el video de la presentación de la novela, donde el autor pasea por los escenarios reales de Gerona, donde transcurre la acción. http://www.youtube.com/watch?v=4mCqsh1MjZo CRÍTICA LITERARIA Sangre a borbotones Ricardo Guadalupe ¿Recordáis aquella serie de los años 80 llamada Mike Hammer? Su protagonista era un detective privado con sombrero tipo fedora que cuando se cruzaba con alguna fémina de buen ver lanzaba aquello de “tomaré nota”. Una muletilla socarrona que yo esperaba con gran expectación en cada capítulo. Me hacía gracia, mucha gracia. A veces los tíos somos así de simples. De hecho somos así bastante a menudo. Y en la edad del pavo lo somos la mayoría del tiempo. Es por entonces cuando más me divertían las historias de detectives, en series, libros, películas,… ¿Qué chaval no ha jugado a ser detective? Pero no cualquier detective, queríamos ser ese detective solitario, burlón, fuera de la ley, normalmente con problemas con la justicia y al que habían echado del cuerpo de policía. Alguien sin suerte, es cierto, pero con principios inquebrantables, por lo menos hasta que los quebrantaba. Un tipo duro capaz de enfrentarse a cualquier matón, por grande que fuera, y de salvar el pellejo en las situaciones más comprometidas, por muy cerca que silbaran las balas. Al final siempre se complicaba la cosa y había que plantar cara a algún pez gordo y salir del paso de algún que otro lío de faldas. Las mujeres de curvas explosivas es uno de los leitmotivs de las historias de detectives, como lo es la petaca de bourbon a la que el protagonista se abandona mientras da rienda suelta a sus reflexiones sobre lo humano y lo divino. Porque eso sí, bajo esa apariencia ruda hay un tío sensible, desaliñado y con un concepto de la limpieza digamos que propio, pero con sentimientos. Y listo, sobre todo a la hora de hacernos reír. ¿Qué por qué cuento todo esto? Porque todo eso es Sangre a borbotones, de Rafael Reig. Carlos Clot, el detective privado de Sangre a borbotones, no es Mike Hammer, no vive en Nueva York, sino en Madrid. Tampoco dice “tomaré nota”, sino “no digo más”. Y en vez de llevar una botella de Jack Daniels en una bolsa de papel, guarda su Loch Lomond en un archivador, en la I de «imprescindible, inevitable, inabarcable, inconsolable e irrevocable». Otra diferencia, y ésta definitivamente singular, es que Sangre a borbotones está ambientada en un futuro no muy lejano en el cual se ha acabado el petróleo, el inglés es obligatorio, las alteraciones genéticas son práctica común y han inundado Madrid para convertirla en una ciudad navegable, con el Canal Castellana como principal vía de comunicación fluvial entre el centro y el resto de la península. Y ahí no queda eso, porque animado por el marco de la ciencia ficción, el autor entra directamente en el terreno de lo fantástico, con propuestas a cuál más delirante, e hilarante, como que los personajes de una novela de vaqueros adquieran vida propia, ellos y sus caballos. No digo más, como añadiría Carlos Clot. Lástima que con tanto disparate se pase más de una vez de la raya. Además, la novela llega un momento que va perdiendo Nuestro fuelle. antihéroe, Carlos Clot, no puede presumir de buen fondo físico, y la novela tampoco. A sus páginas les entra el flato, se les hace larga la distancia y buscan desesperadamente el final. Con todo y con eso, se merecen ser recibidas con el envolvente saxo del tema Harlem nocturne, con el que Mike Hammer se despedía hasta el próximo capítulo. Justo antes, Hammer solía hacer un gesto que me voy a permitir imitar ahora. Voy a encenderme un cigarrillo, subir las solapas de mi gabardina, y concluir diciendo: Buen trabajo, Reig, chico, has tenido un par de ideas felices y me has hecho reír a borbotones. Tomaré nota. CRÍTICA LITERARIA El perro petrificado El perro petrificado narra en primera persona un prolongado viaje a través del tiempo y del espacio. El espacio es la isla de Cuba y los diferentes pueblos por los que va pasando el narrador hasta llegar finalmente a La Habana. El tiempo es el que media desde la caída del gobierno del general Hacha en 1933 hasta la llegada al poder del sargento Batista en 1944, lo cual provocará el abandono forzoso de la isla del protagonista tras ser descubiertas sus “ridículas” actividades subversivas. En esta novela Felipe Orlando hace la crónica de una época muy convulsa de Cuba, donde los gobiernos corruptos sustentados por la superpotencia vecina se suceden unos a otros y se deponen sus líderes en nombre de una libertad que no acaba de llegar. Nos muestra el estado de postración, de miseria económica y moral e intelectual que suscitan en la mayoría de la población, en los distintos personajes, etéreos, fantasmales, que van desfilando ante nuestros ojos en esta novela memorable. Todos ellos son al cabo perfectas meretrices que solo atienden a “la voz de su amo”, como el perro Nipper de la afamada casa discográfica. Felipe Orlando (1911-2001) fue un artista multidisciplinar, pintor sobre todo, escritor y ensayista, músico… Su obra pictórica ocupa un lugar muy destacado dentro de la vanguardia histórica criolla, desde la cual evolucionó hacia la abstracción plena a partir de los años 80. Algunos de sus cuadros de los últimos años, Noche en la Alhambra, por ejemplo, de 1997, o Presentimiento, de 1992, están a la altura de las obras más sublimes del arte contemporáneo en Occidente, según afirmaba el crítico de arte Enrique Castaños Alés. Menos conocido como escritor, su obra literaria posee, no obstante, una fortaleza fabuladora inigualable y un altísimo dominio técnico, con influencias apreciables de Lezama Lima, García Márquez o Frank Kafka, fundamentalmente. De su producción literaria, hoy inencontrable, destacan las novelas Inversamente el sueño (México, 1972), Leonorilda eleva el pensamiento a las alturas (México, 1973) por la que recibió el Premio Nacional de Novela Nezahualcóyotl (el mismo que obtuvo en su versión internacional Juan Marsé por Si te dicen que caí) y El perro petrificado (La Habana, 1985, Las Palmas de Gran Canaria, 1993) que reeditamos ahora. Publicó además dos libros de relatos: Dos gardenias para Carabela (Las Palmas de Gran Canaria, 1973), y El dulce nombre de la tarde (Jalisco, México, 1975) y es autor de dos novelas pendientes todavía de publicación: Hombre con sombrero y Margarita la mística (1971). Todos los que lo trataron en vida coinciden en señalar que Felipe Orlando era una personalidad excepcional. En su juventud viajó por toda América movido por sus intereses artísticos y antropológicos. Viajó también por Europa y conoció y mantuvo relación con muy destacadas figuras de la cultura mundial. Henry Moore, Georges Braque, Pau Casals, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Alfonso Reyes, Frida Kahlo, Gastón Baquero, Néstor Almendros, Joan Miró, García Márquez o Lezama Lima (de quien era familiar) se contaban entre sus amigos. Desde 1970 hasta su muerte dirigió en Benalmádena el Museo de Arte Precolombino que hoy lleva su nombre, el segundo del país en importancia, y al cual donó su colección particular de un valor incalculable. En todos estos años malagueños fue amigo íntimo de Bernabé Fernández Canivell y ejerció una benéfica influencia y un enorme magisterio vital sobre destacados artistas como Enrique Brinkmann, Jorge Lindell o Elena Laverón, quienes mantienen todavía muy viva su admiración por este singularísimo creador. Título: EL PERRO PETRIFICADO Autor: FELIPE ORLANDO E.D.A. LIBROS COLECCIÓN LOS DÍAS TERRESTRES Poesía OJO ELÍPTICO http://playadeakaba.com/ Enrique Clarós Ojo elíptico que te envuelve, observa y absorbe. Alborea en tu rostro la mañana y el anhelo silente se detiene en la lágrima suspendida en tu pestaña, que refleja mi rostro despierto en el tuyo, mis ojos que se cierran para otra vez soñarte. Miedo tengo de dormir solo, a la sombra de los años, indefinidamente separados por una extensión desierta. Poesía UNIVERSO LYNCH Abel Santos para Roger Wolfe Separados por unos barrotes, un hombre y una mujer dialogan, en la secuencia, de un mundo oscuro, pálido y rojo, en una mezcla de erótico surrealismo y tenebrismo francés: —¿Porqué fumas? —Porque estoy nervioso. —¿Y desde cuando estás nervioso? —Desde que fumo. Mi primer contacto con la tentación de ser escritor. Poesía http://playadeakaba.com/ La noche rota de Isabel Laso Noche rota, noche oscura del fondo de tu alma me llega tu locura. Noche rota, noche vencida se escapa de tu alma tu mirada desvanecida. Noche rota, noche cruel ahí está tu alma que me es infiel. Y la luna lo mira y llorando se calla y reina la mentira. Con un brillo de hambre, una navaja habla solo dice: dame sangre. Poesía La pregunta Joaquín A. Mejía Fontalvo ¿Qué quieres que haga yo? Me preguntas. Te ajustas el Rolex en la muñeca y te contemplo a través de mi herido orgullo. Acabo de acostarme contigo. Acabo de convertirme en adúltera. Quiero que digas, aunque sea mentira, que sentiste la felicidad en mi piel, su infinita dulzura su divina intensidad su misteriosa hondura. Que digas que el tiempo dejó de existir mientras me besabas. Y no que prefieres fumar un silencioso cigarrillo porque las palabras sobran después del amor (o seamos crudos: después del coito) Necesito estrangular mis remordimientos. Necesito escuchar que no me he equivocado -lo hubiera podido hacer con cualquier otro hombre pero te elegí a ti-. A ti. También puedes inventar otro universo, uno que lleve mi nombre. Puedes matar a alguien por una piedra preciosa que valga tanto como mi corazón. O esparcir un olvido que tenga el sabor de mis labios. O inventar una forma de morir que tenga mis ojos. Hay tantas cosas que puedes hacer. El otro lado María Monjas Poesía Espero. Te espero con furia, con urgencia, con ardor, con recelo. Espero tus manos, tu sonrisa, tu deseo de viento. Espero verte llegar con tus besos, con tus enigmas, Con tus palabras. Te espero tanto, Tanto y tanto Que olvidé por completo Caminar hacia ese otro lado En el que tú Quizá, me estés esperando. EXILIADA MARÍA GAFO GÓMEZ Relato ¡Dichoso salitre! Es que no hay forma de librarse de él. Y eso que cierro con cuidado cada vez que salgo. A pesar de tratar las paredes con ácido muriático y precintar puertas y ventanas con doble aislamiento, al final acaba entrando y, sólo unos meses después, la casa vuelve a encontrarse en unas condiciones lamentables. ¡Cómo no va a estarlo, si hasta mi pelo está absolutamente ingobernable por culpa de la dichosa agua de mar! Voy a tener que pedirles que vuelvan a pintar las paredes. Qué pereza me da hacer los ejercicios de la mañana, pero no debo caer en la autocomplacencia. Sería mi perdición y daría la razón a los que dijeron que sólo resistiría aquí unos meses. Si no diera cada día las cinco vueltas de rigor a la isla, tendría las piernas entumecidas y no podría aguantar mucho tiempo más. Mantener la disciplina es fundamental y les demostrará que mi voluntad es de hierro. Gracias a la ayuda de mis fieles, el exilio es mucho más llevadero. Sus visitas semanales cargados de provisiones, noticias y palabras de aliento, sin duda me ayudan a levantarme cada día con la cabeza alta. Sé que están preocupados por mi salud y mi bajo peso, pero estos calores han hecho que pierda el apetito. Cuando volvamos a restaurar la monarquía, lo primero que haré será recompensar su lealtad inquebrantable. Al igual que Napoleón en la Isla de Elba, debo aprovechar el tiempo y preparar con sigilo y decisión mi vuelta. Es lógico que al principio el Gobierno de la República viera mi destierro voluntario con recelo y desconfianza. Sobre todo después de la atención mediática que desperté, con mi foto en la isla ocupando la portada de los principales periódicos internacionales. Pero, tal y como predije, después de solo dos años los medios de comunicación casi se han olvidado de que existo. Evidentemente el exilio en Estoril habría sido mucho más llevadero, pero teniendo en cuenta los precedentes históricos, era preciso elegir un enclave emblemático y representativo de nuestra historia. La opción del peñón de Alhucemas no cuenta tampoco con el simbolismo y el golpe de efecto que buscaba. Aunque todo sea aquí mucho más duro tanto desde el punto de vista físico como emocional, es un sacrificio necesario. Al menos ya tengo curtida la piel y no he vuelto a quemarme. Ahora debo esperar con paciencia el rechazo del pueblo a los nuevos líderes republicanos. Pronto llegarán los escándalos de corrupción, estoy convencida. Es imposible que los nuevos gobernantes no sucumban ante el dinero fácil. Como Napoleón en Elba, tengo que perseverar, aguardando el momento adecuado para volver. La verdad es que los últimos años de la monarquía fueron duros. Tras la cacería de elefantes, el disparo del primo en el pie, la implicación de la tía por tráfico de influencias y el descubrimiento de las cuentas en Suiza del abuelo, la confianza del pueblo español en nuestra familia cayó en picado y con razón.Pero no todos somos iguales. A lo largo de la historia, las reinas han dado muchas más satisfacciones a nuestro pueblo que nuestros familiares varones. Estoy convencida de que en mi caso será también así. Sólo pido un poco de confianza. Exiliándome en la Isla Perejil, busco demostrarles mi voluntad inquebrantable de servicio y mi capacidad infimita de sacrificio. Si me brindan su apoyo, devolveré de nuevo el esplendor a nuestro querido país, ayudándole a recuperar los laureles perdidos. No les defraudaré. Palabra de Leonor de Borbón. ©María G.G., 2013 Tu ausencia Ángela Gutiérrez Relato Intento recuperar esas imágenes casi perdidas. Unas frases, unas risas, sensaciones... Jirones de la memoria que el tiempo perdonó, quizá por un descuido. Los restos de una travesía que flotan en el espacio como en un reflujo de la marea. Te veo venir hacia mí, justo cuando las campanadas del reloj dejan caer solemnes sus pesadas cadencias que no logran romper la quietud de ese espacio intemporal. Cuando todos reposan en el sopor de la siesta. Te estaba esperando para iniciar esa expedición clandestina a la casa recién descubierta. Aquella casa deshabitada que divisábamos desde lo alto de la escalera del patio, encerraba para nosotros todos los misterios que la imaginación infantil nos dejaba abarcar. No sabíamos que podríamos encontrar allí pero nuestro deseo de explorarla se hizo realidad el día que nuestro padre la compró y derribó la pared que separaba los espaciosos jardines de ambas. Con precaución atravesamos un jardín donde estalla el sol, donde la acacia y el cinamomo, conceden, como un favor, un poco de sombra, que aprovechan dos viejos mastines, sesteando con languidez, dejándose vivir, mientras un gato atraviesa los geranios con paso perezoso buscando la fuente donde bebe sin ruido. Todo parece estar en orden. Las macetas alrededor del pozo, sobre el poyete de granito, en cada grada de la escalera o colgadas en los arcos del porche. Entre las ramas del plúmbago y de la buganvilla, se oyen mínimos susurros de pájaros que se cambian de rama o ahuecan sus plumas. Sin necesidad de ponernos de acuerdo, de puntillas subimos al desván, donde la luz que se cuela por los postigos desvencijados, proyectan chorros mudos de polvo dorado. Es una expedición prohibida, por eso nos llena de emoción. Buscamos un tesoro entre aquellos objetos inconexos, encapsulados en su abandono. Nuestra vocación compartida de aventureros nos llevaba a creer que todo lo que hacíamos ahora era un ensayo, un entrenamiento para cuando realizáramos esas grandes proezas que el destino nos tenía reservadas. Estábamos seguros de que seríamos famosos y nuestros hermanos mayores, que ahora no parecían vernos si no era para regañarnos, tendrían que reconocer con admiración nuestros grandes logros. A nuestro paso encontramos cestos de mimbres destrenzados, baúles que perdieron su contenido, en otro tiempo valioso. Garrafas y botellas opacas por el polvo con nulas esperanzas de ser otra vez utilizadas. Un piano desvencijado, muestra con vergüenza sus cuerdas y sus mazos de fieltro ajados por la polilla. Restos de paraguas, varillas de abanicos, fotografías con sonrisas diluidas por la indiferencia. Medicinas que nadie se atrevió a tirar. A pesar de nuestras precauciones, más propias de los profanadores de tumbas que de dos chiquillos en busca de aventuras, las maderas secas crujían al menor roce. El suelo no era firme, se hundía bajo nuestras pisadas y el ruido de los trozos de escayola que caían al piso de abajo nos hacía frenar en nuestro avance por aquel laberinto de objetos esparcidos como restos de un naufragio. El peligro era un ingrediente más que intensificaba la sensación de ser auténticos personajes de libro de aventuras. La tarde se había paralizado mientras avanzábamos en nuestra incursión, aturdidos por esa oscuridad hendida por haces de luz, como lanzadas. Pero no sé en qué momento, la realidad se hizo un hueco en nuestras mentes pobladas de héroes de papel y empezó a desvanecerse la magia. El temor sustituyó de forma paulatina e insidiosa nuestra sed de aventuras y como por la fuerza de un imán nos acercamos el uno al otro cogiéndonos de la mano. El tiempo, antes detenido en la modorra del calor, se había puesto en marcha y nos apremiaba. A través de los ventanucos sin cristales ya no llegaban restos de luz. Ibámos a tientas respirando un aire denso de polvo y de miedo. Ya creíamos haber llegado al comienzo de la escalera, cuando tu peso, mayor que el mío, rompió el cañizo podrido y quedaste con una pierna en el suelo y otra colgando en el aire del piso de abajo. Dejaste escapar una palabrota prohibida a la vez que el grito agudo y lleno de terror salía de mi garganta. Nos encontraron gracias a ese grito y nunca nos pareció tan reconfortante la bronca y el castigo que siguió a nuestra aventura. Sentada en un banco de esta iglesia desconocida, en una ciudad desconocida, llena de gente desconocida. También desconocidas son, para mí tu mujer y tu hija, me encuentro sola llorando tu muerte, querido hermano. Recuerdo cuando te llevaron interno al colegio y yo me quedé llorando tu partida, tan sola como ahora. Pero volviste en vacaciones, volvimos a recuperarnos. Hoy, de nada me serviría gritar pues nadie vendría a salvarte. Hoy, mi soledad de ti es absoluta. Hoy, tu ausencia no tiene regreso. Microrrelato El último folio Esther Cuesta de la Cal Esther Cuesta de la Cal. Puedo oír el rítmico caminar de fantasmas creados. Durante mucho tiempo, me atormentó ese sonido, preludio de su presencia incansable en largas noches de insomnio. Pero después, cuando el folio siguió en blanco y la papelera llena, les eché de menos. Ni la soledad ni el sosiego les hizo volver y me he preguntado cada día, si regresarían. Pisadas de nuevo. Sí, aquí están, ¿Quiénes serán esta vez? ¿La mujer maltratada? ¿El asesino de contables? ¿El policía corrupto? Ya no los veo, pero sé para qué han venido. Los pasos siguen y siguen. No me iré sólo. El folio se vuelve negro. Silencio. Ciudades, hombres, ideas Saturnino Rodríguez Riverón (Cuba) Relato El carpintero serrucha unas tablas que previamente ha medido sin equivocar el trazo. Clava. Apuntala su estructura. Fabrica un banco donde se sentará el ordeñador de vacas. El ordeñador de las vacas se levanta temprano, como es costumbre, toma el banco bajito, y con más disciplina que determinación se dispone a llenar las vasijas de leche. Las vacas no dicen nada. Dejan perezosas que la leche salga de sus ubres a la fuerza, a empellones rítmicos. Espantan las moscas con rabos terminados en brochas y rumian la rutina reciclada de un amanecer como otro cualquiera. La leche llega a muchas partes. Se vende en el mercado. Se la toma mezclada con café y otros polvos. Un escolar se la traga con apuro antes de partir corriendo hacia las aulas. El oficinista no tiene tiempo de limpiarse la huella blanca que ha quedado en el labio superior antes de alcanzar el ómnibus. El ómnibus no espera por nadie, ha sido fabricado para rodar, y una vez que le salten los tornillos o desgaste sus piezas, ya sin remedio para reparar averías, lo arrumbarán en cualquier basurero. Hasta que industriales oficiosos reúnan nuevamente el metal para moldearle nuevas formas al hierro. Armamentos, por ejemplo. El guerrero tiene en su poder las armas lustrosas para la batalla en ciernes. Siempre hace falta una guerra. Destruir para volver a crear, es su consigna. No importa si son ideas, hombres o ciudades. El progreso implica batalla, lucha constante. Y ese es su cometido fundamental. El escritor está sentado en un banco de madera, ya se bebió un vaso de leche, pero no pensó en las vacas ni en su rabo largo espantando moscas. Para ser justos, él odiaba la leche. No sabe por qué acaba de tomarse esa cantidad. Su costumbre invariable consistía en preparar dos cafeteras completas, bebérselas casi sin pensarlo y ponerse a escribir de inmediato. Pero en la historia que contaba comenzaron a aparecer un escolar corriendo, el secretario con el portafolios lustroso que se limpia el labio superior, bien metódico, antes de abordar el ómnibus. Todo este embrollo de situaciones inconexas lo traía impaciente y no pudo discernir cuando le alcanzaron el recipiente con la leche. Eran ideas, por supuesto. No más que ideas. Sin saber, claro está, que el ómnibus, sin el amanuense dentro, ya había sido desechado y su cuerpo y tornillos vuelto líquido caliente y vertido en otros moldes para conformar el armamento del guerrero. Llegando a la cuartilla trescientos cincuenta y dos, había un capítulo de batallas donde el empuje de tropas adiestradas y con la disciplina consciente de los vencedores, convencía de forma rápida y rotunda a los enemigos para que la rendición no demorara. El general primerizo, nunca había ganado una batalla aunque tampoco la había perdido, intentaba aleccionar a su Estado Mayor. Sin embargo, sus frases caían al piso anémicamente, sin la virilidad que debía esperarse de un caudillo militar. De sus palabras se deducía que no existía ni un solo fallo en la táctica ni en la estrategia seleccionadas. Cada operación se diseñó según aconsejaban los manuales, teniendo en cuenta los mejores ejemplos detallados por la Academia. ¨Así no se gana la guerra¨, vociferaba un capitán dando un fuerte golpe sobre los mapas desplegados sobre la mesa. ¨La guerra no se gana con libritos. Hay que tener cojones para ganarla¨. Los soldados ya habían irrumpido en la ciudad para dar comienzo a una nueva guerra. Destruir, no importa qué. El progreso que llegaba. Por el seto aparecieron. Rompieron la cerca, aplastaron las flores del jardín. El escritor, sentado en su banco de madera les reprende: - Son ideas. Sólo ideas. Simples cuartillas en blanco y negro. Pero llega el progreso. Y el escritor lamenta no haberse atenido a su rutina de beberse completas las dos cafeteras, como un buen Balzac. Es su responsabilidad, y lo sabe. Ha muerto el carpintero, las tablas cepilladas y medidas regadas sin concierto por el suelo del taller. El banquito del ordeñador no tendrá quien lo fabrique. Sólo maderas trituradas por las esteras de los blindados. No hay ordeñador y las vacas yacen agonizando en los campos. El escolar ya no tiene colegio al que asistir. El oficinista fue reclutado a última hora y le han colgado una mochila a la espalda y un fusil al hombro. En la ciudad no quedan ómnibus: sólo carros de combate. Como este tanque que ha hollado las flores del jardín, demolido la estatua de Afrodita enclavada en sus inmediaciones, roto la balaustrada, y cuyo cañón perfora la pared de la casa donde el escritor planifica su relato. Apunta directamente hacia las hojas garabateadas con letra menuda dispersas sobre el buró de trabajo, y dispara. TORMENTA ELIAS GOROSTIAGA Relato Noto ese viento, como si todo lo quisiera borrar, el paisaje, las hojas, las llagas, la memoria, y vuelve la calma, una calma como si también lo quisiera borrar todo y ordenar el paisaje, las hojas, las heridas y la memoria. Cae la tarde, despacio, el sol suave. No quiero salir fuera y mirar el cielo, ver cómo se va amoratando igual que una mala herida, como va creciendo igual que la nata hervida en una cazuela. La humedad huele, la tierra, los hormigueros, los motores, junio. Todavía los pájaros se empeñan en atender sus nidos y nacen pollos nuevos, algunos diminutos con los ojos más grandes que la cara y piden un ir y venir, entre las hojas que vuelan y el trigo, piden más porque les pican las plumas y el hambre. Ya salió el loco a pasear a su perro. El perro es viejo, morirá pronto y el loco es joven, algo más joven que un adolescente. Caminan despacio, uno va detrás del otro, cuando el perro se para el loco avanza y cuando el perro camina, el loco espera distraído, mirando las hormigas que van y vienen, cada una con su trocito de abeja. Pasan al lado de casa, al lado de la tormenta, ninguno mira y les veo irse hasta que la maleza, las cuestas y las hormigas les devoran, pero no se les mueve ni un solo pelo del flequillo. El viento ya pasó definitivamente, salvo para las hojas de los chopos que no dejan nunca de lamerse, de tiritar como si un miedo infinito les gastara bromas pesadas. El zumbido de un mosquito, sube por las costuras del oído y me deja nervioso como un bebé despierto y sucio. Dura un segundo, algo más, pero no muere porque se que antes o después volverá, aparecerá como un amante obsesivo, detrás de la luz, de un periódico, en el reflejo de un cristal, entre los ojos. Su zumbido entrará de nuevo. Se golpea la puerta del garaje y una ventana. Golpean algunas voces y un portazo nuevo que se va a lo lejos con esas voces, como si alguien tuviera algo nuevo que decir, un reproche, un mal tono. Un taxi corre cuesta abajo y entra tan deprisa en la curva que el frenazo hace que la carretera se estreche hasta ajustar las dos líneas blancas a la anchura de los ejes. La carretera entra en un puente y así entra el taxi apretujándose porque el puente es aun más estrecho que la carretera y porque la fatalidad del caso es que por el lado contrario pasa otro coche que va frenando. Segundos después los dos desaparecen dando portazos, gesticulando, gritando sin que nadie oiga nada, sin subtítulos. Todo se ha olvidado, aquella pequeña memoria del sol bajando, también desaparece y desaparecen lentamente los colores, igual que las fresas debajo de las hojas. Todas las puertas mueren por dentro atravesadas por pequeñas llaves. Detrás de la tormenta, ya pueden pasar todos los aviones. Llega claramente el sonido de sus motores Rolls Royce y es de noche. http://playadeakaba.com/ Microrrelato DESENCUENTRO Mónica López Unidos por la obra de Dalí en un foro y en apenas dos meses, se afianzó una relación escrita que decía más de nosotros que del singular pintor. Descubrí entonces un nuevo estado… el ansia que me producía la espera por leer los mensajes que mi desconocido camarada enviaba puntualmente cada día. Tecleábamos osados emociones, derramando frescura en cada frase. Nuestras misivas provocadoras lanzaban un guante para que el otro se sintiera atrapado y no pudiera prescindir de la aventura epistolar. Como era de esperar, surgió la propuesta del encuentro en carne y hueso. Así que, tal como prometí, espero hoy viernes en la sala del Oeste de la Biblioteca Central, en la galería que da a la fachada principal. Como en el cuadro de ‘La muchacha’, poso de espaldas, en la ventana. Un pañuelo morado como consigna. Mientras, ensimismada miro la calle esperando distinguirlo, surge una voz por detrás que me estruja el pecho, petrificada, me vuelvo al escuchar mi nombre desde ese timbre tan conocido: mi pesadilla con orden de alejamiento, envuelto en Armani. http://playadeakaba.com/ Sección: Cómo ser escritora y perseverar en el intento. Por Lola Buendía Capítulo 2 - Lo que se espera como escritora “No hay nada que fracase. Todo continúa. Se ha hecho el trabajo. Si está bien, uno aprende. Si está mal, aprende todavía más. El único fracaso es detenerse. No trabajar es apagarse, endurecerse, ponerse nervioso. No trabajar daña el proceso creativo”. Ray Bradbury ¿Qué es lo que esperamos de la escritura? En una entrevista me hicieron varias preguntas – ¿Qué es lo más gratificante de escribir? Mi respuesta fue: La satisfacción de contar tus experiencias y el mundo que te rodea, agudizando los sentidos para captar toda su riqueza y, además, hacerlo con estilo y buena forma literaria. Y si luego los demás te leen y te reconocen mérito…, pues es una maravilla. – ¿Y lo más frustrante? Creo que lo peor es que se convierta en una obsesión y te sientas frustrada si no te dan premios o no puedes publicar. Mi maestro y amigo, Ramón Alcaraz, siempre me dice que hay que disfrutar escribiendo. He escuchado las mismas o parecidas respuestas a otros escritores: “escribo por necesidad terapéutica, para comunicar, para escribir la historia nunca contada, para vivir de lo que me gusta, porque no sabría vivir de otra cosa, para vivir dos veces, para ser famoso…para perdurar en la memoria de la gente”... – ¿Qué espera transmitir a sus lectores? “Me gustaría ser capaz de emocionarlos, que no puedan dejar de leer, entretenerlos, llevarlos a imaginar lugares fantásticos, ayudarles a reflexionar, a conocerse mejor…” Es muy común en los que empiezan a escribir dudar de lo que se escribe. Siempre se tiende a creer que no vale nada ni a nadie le interesa lo que pueda contarles, que todo está escrito ya. Nos devanamos ante el papel acerca de los temas que puedan interesar más a determinados lectores, si hay que escribir al hilo de la moda, si es mejor éste u otro estilo, cómo lograr escribir un best seller…Así perdemos la frescura que hay dentro de cada uno, lo que nos conmovió, la anécdota insólita que nos contaron, nuestros maravillosos recuerdos, los seres queridos que desaparecieron de nuestro lado…, las casas que he habitado, los objetos que me ayudan a hacerme la vida más fácil, las miles de personas que trabajan para que podamos vivir en paz y con bienestar… Todo esto nos impide volcarnos en esos folios en blanco que aguardan desde hace días para que se los contemos. Otro aspecto de la inseguridad es que buscamos opinión en los demás. Nos empeñamos en darlos a leer a nuestros parientes y amigos, que nunca serán parciales; tanto si te alaban como si no, te quedarás insatisfecho. Unos te quieren demasiado y otros quizás no tienen argumentos suficientes para criticarlos. Cuando empecé a escribir poesía, le pedí opinión a un escritor conocido y le comprometí para que leyera algunos de mis poemas rimados. Con mucha delicadeza me hizo comprender que la poesía no era el camino por el que debía ir. Ahora leo mucha poesía (a veces la uso como inspiración para algunos relatos), pero ya no escribo poemas. Es mejor pedir opinión a críticos preparados, que pueden aproximarte al lugar en el que te encuentras en tu carrera de escritor – si pretendes dedicarte a ello como profesional de la escritura, o simplemente piensas publicar. La ventaja de ser escritora novel consiste en que aún no representas un peligro de rivalidad para los consagrados. Tengo la suerte de conocer algunos de estos escritores preparados, que me han dado su opinión imparcial, desinteresada y muy útil en mi trabajo. Otra buena opción es consultar con un profesional de algún taller de escritura antes de enviar un relato a concurso o publicarlo. A lo largo de estos años de experiencia con mi profesor de escritura, he confiado en su criterio y tengo la seguridad de que si me dice que guarde un relato en un cajón para que repose o lo tire directamente a la basura, es porque respeta mi trabajo. Algunos de mis premios se los debo a él, porque supo orientarme adecuadamente. En los talleres literarios me he afianzado como escritora, siento confianza en lo que hago, he perfeccionado mi estilo y tengo más seguridad en lo que escribo. Escribimos también para sentirnos queridos o valorados, para tener confianza en nosotros. Vivo desde hace unos años en Benalmádena, y aunque hay muchos turistas, de vez en cuando alguien me reconoce y me pregunta si soy escritora, porque me ha visto en el periódico o en la tele en tal o cual entrevista. Esto me anima, porque los demás me están ayudando a creer que soy escritora, y eso me gusta. Como escritores tenemos que buscar apoyos. Pero ¿por qué creemos más cuando las críticas son negativas que las positivas? Basta ya de falsa modestia. El mejor estímulo que debemos esperar está en la constancia, la paciencia, la confianza en nuestra propia voz: “Escribir es lo que quiero, y compartirlo con aquellos que quieran leer lo que escribo”. Los premios, la fama, el dinero…quizás puedan venir algún día; pero no aguardemos con ansiedad. Deberíamos recordar que la fama y el dinero son dones que se nos otorgan solo “después” de que hayamos brindado al mundo nuestros dones mejores, nuestras verdades solitarias e individuales –nos recomienda Ray Bradbury. En el próximo capítulo: “… y lo que se recibe como escritora”. Sección: Cómo ser escritora y perseverar en el intento. Por Mar Solana Hace tiempo me regalaron un libro muy curioso: «Cómo ser mujer y no morir en el intento» de Carmen Rico-Godoy. La autora, sin perder un ápice el tono de humor a lo largo del relato, narra las aventuras y desventuras de una mujer periodista a la que le faltan brazos y horas para llegar a todo. Su tercer marido y la criada son seres ornamentales al lado de la frenética actividad que despliega la protagonista con el fin de pegar un buen bocado a su imperfecta rutina. Entonces, ¿cómo podemos ser escritoras y perseverar (no morir) en el intento de serlo? Si nos planteamos la misma pregunta al revés: ¿moriríamos si no lo intentamos (persistimos)? Yo sucumbiría si no lo hiciera, mejor o peor, todos los días. En mi caso, la perseverancia es mi tabla de salvación, de lo contrario, me ahogaría. Y mi «intento» es el oficio de «escribir», más que la profesión de «ser escritora». Por tanto, «juntar palabras» constituye una condición sine qua non para algunas personas; de la misma forma que somos mujeres, solucionamos diversos problemas o criamos a nuestros hijos. Existiría, en el acto de escribir, algo instintivo e inseparable de nuestro ser, un leitmotiv ensamblado, como las bisagras a las puertas. Sin embargo, no es una actividad mecánica o involuntaria. No se agrupan letras igual que uno respira o duerme. Desde que albergamos la idea sobre lo que queremos (o pretendemos) comunicar, hasta el proceso final de revisión, reescritura y pulido para sintonizar una buena onda lectora, escribir es una tarea que requiere de un gran esfuerzo. Las mujeres somos las únicas criaturas capaces de hacer malabares con las tareas diarias. Podemos desplegar un buen número de apéndices misceláneos para sujetar todas las labores cotidianas, realizar varias cosas a la vez y conducirlas a término de forma satisfactoria. Sin menoscabo de la inteligencia masculina, nosotras, de manera práctica, aprendemos este tipo de habilidades desde muy pequeñas. Mañas inapelables para sobrevivir y competir en un mundo con bastantes reminiscencias machistas. El bello lirismo del escritor Manuel de Mágina en «Poeta sucumbiendo bajo un alud de ollas de acero inoxidable» describe con mimo, elegancia y delicadeza esta situación. La mayoría de mujeres escritoras—o mujeres que escribimos—lidiamos con la prosaica existencia entre pucheros, palabras, acicalamientos, compras en el super y aspiradoras. Somos verdaderas funámbulas de nuestras propias letras. Nos chutamos incontables «rayas de realidad» para acometer gestos sencillos con mil manos e infinitas intenciones. Si queremos dar rienda suelta a esta actividad que llevamos acoplada al alma, necesitamos componer unas cuantas acrobacias para que esa avalancha de cazuelas no le reste protagonismo o quede sepultada entre cebollas y pimientos. Nuestros dedos son tentáculos que, frenéticos, se mueven sobre el teclado al tiempo que sazonamos una sopa, picamos ajo o cortamos patatas. Alimentamos a nuestras familias casi con la misma urgencia que precisamos reunir expresiones perfectas, para que los personajes salpimentados de nuestras historias no fermenten o se nos hinquen en las entrañas. Una puerta sin bisagras no se tiene en pie. Nosotras nos nutrimos con ello y luego, nuestros hijos o maridos, se comen un guiso que les sabe a sexo apasionado, desengaños, crímenes ineludibles, cuadros hechizados o policías corruptos… «Hum… este puré esta soso… ¡Claro! No quise sazonar más al pobre cartero, ¡tenía tanto que esconder!». «Cariño, estos macarrones saben amargos… ¿Qué has puesto en la salsa?... ¡Lágrimas, lágrimas y más lágrimas! La tristeza y el resquemor de Laura me han estropeado el tomate; lo siento…». Sorprendidos, me tachan de frívola y estrafalaria, pero se comen todo sin rechistar. Son buena gente mi familia. Para compensarlos les prometo poner más cuidado. Les doy mi palabra de que mañana no confundiré el «ratón» de mi portátil con el pimentero, la «g» con la espumadera o mi emoción al descubrir la valentía de Laura con el llanto disfrazado de las cebollas. No dejaré que «ellos» asalten mis cazuelas sin previo aviso. Atacaré yo sus flancos, intuyo que así debe ser aunque resulte más complicado. Sección Flamenco EL FLAMENCO COMO MEMORIA COLECTIVA DE UN PUEBLO (II) Rafael Silva Martínez Ya dejamos introducido el tema en el artículo anterior, citando la relación de apellidos del gran investigador Suárez Ávila, y atribuyendo a diferentes sagas, familias o dinastías cantaoras gran parte del cultivo, de la elaboración y de la gestación de los cantes en la primera época del flamenco. Luego por tanto, el factor herencia, es decir, la pertenencia a cualquiera de dichas dinastías (algunas de ellas inmensas, cuyos últimos eslabones llegan hasta nuestros días), la fuerza o el torrente de la sangre, como los gitanos prefieren expresar, parece ser un factor primordial para la transmisión de los estilos flamencos. De hecho, nos llegaron muchas formas de cantes antiguos porque fueron cultivados por los descendientes de sus creadores originales. Por ejemplo, conocemos los cantes del Fillo a través de los cantes de su sobrino, El Nitri. Vale la pena recordar aquí las palabras del gran poeta y escritor Félix Grande, quien en su magnífica obra “Memoria del Flamenco”, nos dice lo siguiente: “…Un gitano puede desconocer los pormenores de la historia de su comunidad, y si los desconoce, evidentemente no podrá recordarlos. Pero la memoria no es sólo un atributo personal. En la memoria de cada individuo late la memoria de su familia. En la memoria de una familia (y más si es una familia gitana) late la memoria de un pueblo. La memoria de un pueblo (y más aún si se trata de un pueblo marginado) puede tener cicatrizadas sus heridas, pero al menos, las cicatrices estarán presentes entre los rasgos del carácter, en su relación con el miedo, en su cautela ante el poder, en su nostalgia de una calma siempre buscada y nunca conseguida. Y desde luego, en sus maneras de cantar…”. Y más adelante concluye: “…Todo lo que esencialmente nos define es acumulación, es una herencia. Hay quien hereda cosas, inmuebles, acciones, documentos de propiedad: será un capitalista. Hay quien hereda penas, miedo, privaciones y un lenguaje musical lleno de desconsuelo y de consuelo: podrá ser cantaor…”. Creo que queda perfectamente explicado. Por tanto, muchos artistas flamencos, conscientemente o no (incluso algunos que son analfabetos, pero poseen esa rara intuición de los seres de alguna forma excepcionales), tienen muy presente el privilegio de la sangre en su patrimonio jondo. Los casos son innumerables. Por ejemplo, José de la Tomasa, sobrino nieto de Manuel Torre, aunque no llegara a conocer ni a escuchar personalmente a su tío abuelo. Este fenómeno fue también intuido por el genial poeta Federico García Lorca, que ya nos hablaba en sus escritos de la “cultura de la sangre”. La cantaora María la Burra, hija de Tío Gregorio el Borrico de Jerez, y nieta del Tati, declaraba en el otoño de 1983 en Madrid: “Lo más importante para cantar flamenco es que te guste, traer eso dentro de tu cuerpo de una familia de casta, que hayan cantao tus abuelos, tus padres, y tú lo puedas sacar y heredarlo, pues como el que hereda un chalé aquí en la Calle de Alcalá…”. Y por su parte, Curro Malena sentenciaba: “Tierra y sangre, buenas compañeras”. Esto no quiere decir, evidentemente, que cualquier otra persona, de otra raza, de otra cultura, de otro país, no pueda cultivar el cante, si su entorno cultural y familiar los propicia. En el fondo, el sustrato cultural y familiar, son los que determinan el cultivo de cualquier manifestación artística. Pero los casos de dinastías flamencas son innumerables. El Clan de los Pinini, de Utrera, es otra buena prueba de ello. Popá Pinini, Fernanda y Bernarda de Utrera, Miguel Funi, el desaparecido guitarrista Pedro Bacán, y algunos más, son buenos ejemplos de artistas adscritos a dicha interminable familia. O bien, el Clan de los Sordera, de Jerez, con el patriarca, Manuel Soto, a la cabeza, y un montón de hijos y nietos que son cantaores/as, guitarristas, etc. Incluso podemos observar cierta preferencia o transmisión de algunas letras de los cantes, de estilos concretos, de maneras concretas de expresarse, dentro de estas familias. Timbres de voz, preferencia por algunos estilos, etc., forman parte de ese legado inmemorial de arte que se transmite dentro del núcleo familiar. Incluso algunas dinastías flamencas se han engrandecido por la unión de parejas pertenecientes a diversas familias cantaoras, lo cual ha contribuido aún más a su ramificación. La gran saga del cantaor jerezano Paco La Luz, es otro ejemplo de todo lo que hablamos. A esta dinastía flamenca pertenecieron La Serrana, La Sordita, Juanito Mojama, los Terremoto, Sernita, Borrico, Parrilla, Mercé, etc. No obstante, hemos de aclarar que este fenómeno al que estamos haciendo referencia es más proclive en el mundo gitano que en el payo, que como sabemos, se mueve aún por parámetros sociales distintos. Fundamentalmente, todo ello se ha propiciado históricamente por el hecho de vivir todos estrechamente unidos en un núcleo urbano limitado, como es el clásico barrio andaluz. En efecto, el barrio andaluz puede considerarse como la escuela natural para el flamenco. La estética de estos barrios es algo inseparable de la estética del flamenco. Sus calles, sus tabernas, su modo de vida y sus patios. El Perchel, La Trinidad, Capuchinos o El Palo, en Málaga; Barrio de Santa María, La Viña, Puerta Tierra o El Mentidero, en Cádiz; Barrio de Santiago, o de San Miguel, en Jerez; Triana, Polígono de San Pablo o La Macarena, en Sevilla, y así, sucesivamente con todas las provincias andaluzas. Todo ello, unido a la práctica endogámica de los gitanos, al entrecruce de castas y familias, y al espíritu de colectivo que suele imperar en las gentes de su raza, ha coadyuvado a la extensión histórica y generalización, que han propiciado un estupendo caldo de cultivo para el flamenco generacional, es decir, para conservar las viejas formas de cantes, aprendidas en el contexto familiar. Pero como decimos, a día de hoy, ese concepto de herencia artística ha experimentado un cambio sustancial respecto a lo que era en el pasado. Los estilos de vida modernos, así como los cambios que se operan globalmente en la sociedad, en lo que atañe a la integración gitana, van configurando un modelo de relaciones distinto al pasado, que se va diluyendo, y en última instancia, esto es perjudicial para el cultivo del Arte Flamenco, un arte, como ya hemos afirmado muchas veces, tan intimista y personal. Por tanto, existe la opinión generalizada de que se está perdiendo esa “escuela natural” de cante que han representado siempre los barrios andaluces, precisamente por esa dispersión. Ahora asistimos a un cultivo del arte flamenco más artificioso, menos natural, más de laboratorio. El fenómeno de la herencia sigue existiendo, pues se trata de algo de tipo biológico, pero ello ya no es ayudado por el ambiente social tanto como en el pasado. Ello propicia que los cantes autóctonos, personales o tradicionales de ciertas zonas concretas de la Baja Andalucía se vayan olvidando, por ir siendo cada vez menos cultivados, corriendo incluso el riesgo de su desaparición definitiva. Sección Flamenco EL FATAL CLARO-OSCURO DEL AMOR EN LA COPLA FLAMENCA A través de sus letras (II) Lola Buendía En muchas letras flamencas ya se vislumbra la misoginia del hombre hacia su compañera y esposa, expresada de una manera grosera y cruel. Detengámonos en esta otra y juzguen por sí mismos: Aquel que tenga una mujer Y la quiera tener segura La amarre con un cordel Como si fuera una burra. En este nuevo trabajo mi enfoque va dirigido a “la mujer ante el amor”. ¿Qué sentía ante este trato humillante y vejatorio? ¿Qué expectativas tenía acerca de su futuro esposo? ¿Por qué en la mayoría de las mujeres había ese fatalismo hacia el amor y el matrimonio? Por último me pregunto ¿qué concepto tenían las mujeres de sí mismas? ¿Eran masoquistas hasta el punto de no entender el amor sino a través del sufrimiento o poseían un sentir fatalista por la imposibilidad de cambiar su situación? En base a estas preguntas, he clasificado en dos grupos las letras flamencas partiendo del cancionero popular y he seleccionado las que, según mi opinión, mejor expresan el sentir de las mujeres. - Letras de un marcado fatalismo ante el amor y el matrimonio. - Letras que expresan un fuerte sentimiento masoquista. En el primer grupo se adivina que las mujeres aprendían en el hogar paterno, mientras estaban solteras, un aprendizaje marcado por la desigualdad frente al varón. El retrato de la vida familiar no era precisamente muy gratificante. Siempre tuvo que obedecer y servir al padre y a los hermanos varones. Incluso veía cómo su madre, a pesar de ser mujer, ofrecía la mejor “tajada” de la mesa a los hombres. Ella era tratada como persona de segunda clase; si protestaba, como recompensa, quizás, se podría llevar una buena ración de palos: estaba siendo preparada para ser, sobre todo, una buena esposa, para aguantar; ëse era el fatal destino de las mujeres. Veamos una muestra: Mozuela ya te casaste Arrímate a la razón: Hazlo bien con tu marío Que es lo que manda Dios. Las olas me contestaban estrellándose en la arena no te fíes de los hombres Si no quieres pasar pena. Cuando dos se están queriendo Todo son lirios y flores Y luego cuando se casan Trancazos y maldiciones. Soy una barca que flota sin velas, quillas ni remos; Voy a merced de las aguas Y donde soplan los vientos. (Gloria de la Prada) Las muchachas percibían que en el matrimonio era normal que los actos violentos estuvieran al día. La idea de que los maridos son agresivos por ser “machos”, y que, por tanto, sus mujeres debían actuar con mansedumbre para no provocar los arrebatos de sus hombres, degradando así su masculinidad, estaba muy arraigada en la Andalucía profunda y también en la España de la primera mitad del siglo pasado. Debía ser tarea de la esposa contribuir a la sensación de seguridad que el cabeza de familia debía tener en todo momento, de ahí ese sentimiento fatalista de las mujeres ante las expectativas que les ofrecía el amor en pareja y el trato de “su hombre”, sentimiento de impotencia que les hace incapaces de reaccionar ante su desdicha. Veamos este fatalismo, esta impotencia, esta falta de estima que sentían las mujeres a tenor de lo que expresan estas coplas anónimas: Hasta las doce esperé Y viendo que no venías Me fui y me acosté Porque el sueño me vencía Desperar a tu querer. Por donde quiera que vas andas diciendo a la gente que de seguro soy tuya ¿y qué cadenas me has echao Pa tenerme tan segura? Mi suegra como es beata Otras veces era yo Me quiere comprar un rosario plato fino en un vasar; Y yo con su hijo tengo y ahora soy estera vieja Cadena, cruz y calvario. De la puerta de un corral. Me quisiste, bien te quise; En todas partes del mundo Me olvidaste, bien está. Sale el sol cuando es de día; Yo tengo corazoncito a mi me sale de noche; Que no se pica por na. Hasta el sol va en contra mía. Si la mar fuera de tinta Yo creía que el amor Y el cielo de papel doble era cosa de juguetes No se pudiera escribir pero veo que en él se pasan Lo falsos que son los hombres. Las angustias de la muerte. (Continuaremos en el próximo número con el segundo grupo: “Letras que expresan un fuerte sentimiento masoquista)” B uenos Aires, Argentina, 1949. Reside en España desde 1974. Concretamente en Madrid. Aníbal es un artista con amplia trayectoria tanto en el tiempo como en la diversidad creativa en la que expresa su lenguaje. En diversas etapas cultiva la pintura, la escultura y la fotografía. Es un artista viajero, aunque una buena parte de su trabajo se desarrolla en su estudio, una nave a las afueras de Madrid. Sus preocupaciones son la naturaleza, los rastros del paso del tiempo, los juegos de escala, la percepción de los microespacios, la tensión entre opuestos, los mundos interiores… Páginas web de Aníbal: http://photo.anibalmerlo.com www.anibalmerlo.com En dicha web podéis encontrar amplia información de sus exposiciones tanto individuales como colectivas en España y en diversos países. Su obra está presente en distintas Fundaciones y Museos. Hablamos con Aníbal Merlo para Terral ¿Cómo fue tu formación de artista? Me resisto a hablar en pasado, mi formación continúa y pienso que es una suerte que sea así. Si hablamos de mis comienzos, ese aprendizaje fue tardío e informal. Yo ya había hecho una carrera universitaria, Ciencias Económicas, y me sentía mayor -con 30 años!- para comenzar otra. Me pregunté qué quería expresar y busqué profesores -“maestros” se habría dicho en otros tiemposque me orientaran en esa dirección. Ahora me plantearía una formación más académica, pero procuro ser condescendiente con aquel joven un tanto ansioso. ¿Qué relación hay entre la pintura, la escultura y la fotografía? Son instrumentos de exploración, interpretación y expresión, disciplinas distintas que se han ido escalonando en mi trabajo a lo largo del tiempo. Naturalmente que sus diferencias no son simplemente formales ni tienen que ver sólo con el proceso de creación. ¿Qué significa el arte en tu vida? El arte ha sido y es para mí un territorio por el que circular con absoluta libertad, expresando aquello que de otra manera estaría condenado a permanecer oculto y expandiendo los límites de nuestra conciencia. Tu obra se decanta por la abstracción ¿ha sido así siempre? He tenido fluctuaciones, y no lo es en el presente. Siempre he buscado un punto de ambigüedad entre elementos como el paisaje, el objeto primitivo, la arquitectura, el espacio sideral y la abstracción, prevaleciendo una cosa u otra en las distintas etapas. Me interesan las tensiones que se crean entre diferentes polaridades, en un equilibrio que no tiene por qué consistir en un punto medio, por otra parte imposible de definir. ¿Qué son para ti los reconocimientos y premios? Son reafirmaciones profesionales en un camino que no es precisamente fácil. A mí ese reconocimiento me ha sido dado especialmente a través de críticas positivas y enriquecedoras, adquisiciones de instituciones o privadas y la satisfacción de haber provocado una emoción, una reflexión o cualquier tipo de respuesta sensible en otras personas. Tu biografía está repleta de exposiciones, ¿Dónde te has sentido mejor? Me he sentido bien en muchos lugares que me han brindado satisfacciones de una u otra clase. Podría mencionar una exposición en Austria, concretamente en la ciudad de Graz, en la que tuve una respuesta sorprendentemente positiva por parte de los clientes de la galería, que hasta ese momento no me conocían. ¿Cuál ha sido tu etapa más creativa? Ha habido etapas muy creativas que a su vez me han servido para alcanzar resultados y recoger frutos en etapas posteriores, quizás de menor efervescencia creativa pero también de mayor madurez. Háblanos del proceso creativo en tu trabajo El proceso es un continuo, trabajo en varias obras a la vez que a veces terminan siendo la misma. Y cada una de ellas forma parte de un proyecto que marca lo que va a ser su desarrollo. También planteo juegos combinatorios. Acumulo elementos que son una especie de materia prima, para luego enfrentarlos y recombinarlos añadiendo otros. Los resultados son controlados y a la vez imprevisibles. Cómo descubriste tu afición por la fotografía Comencé a vivir de otra manera mi relación con la cámara al asumir yo mismo el fotografiar mis esculturas para los catálogos. Luego fui extendiendo esa mirada a otras realidades emparentadas con mis preocupaciones creativas, los microespacios en la naturaleza, el paso del tiempo a través de las ruinas industriales… Has viajado mucho ¿Qué te aportaron esos lugares a tu obra? El ser testigo de otras realidades me ha enriquecido humana y culturalmente. Eso termina formando parte de mi trabajo, de una manera directa o indirecta. ¿Qué cosas te inspiran? La naturaleza, la soledad, el misterio, la noche, los días nublados, las obras de otros artistas, lo pequeño y lo inconmensurable, el tiempo congelado, las ruinas industriales, las minas abandonadas, el fluir de los ríos y del tiempo, las rocas, las formas naturales aparentemente caprichosas, los mundos imaginarios, la geometría orgánica de las plantas, los campos de lava, el hielo, las calles vacías, los polígonos industriales vacíos, los bares de carretera, algunas películas, la música, la literatura, algunas miradas, las fotografías antiguas…y tantas otras cosas… a las que se suma la propia actividad, siempre inspiradora. ¿Por qué no hay figura humana en tu obra? Y si aparece es insignificante frente al paisaje. En ciertas etapas me decanté claramente por la abstracción. Cuando mi propuesta se ha acercado más a lo figurativo, me ha interesado más la ausencia de lo humano, su huella y sus rastros, proponer espacios vacíos por los que transitar…y cuando surge la figura humana, es una presencia diminuta que se contrapone a lo inabarcable de la naturaleza. Cuál es tu próximo trabajo Tiene que ver con la presencia y rotundidad de algunos objetos encontrados, curiosos y a la vez aparentemente insignificantes. Ese es sólo el punto de partida, que se asemeja a mis trabajos recientes pero con un desarrollo distinto, orientado a recorrer otros caminos. ARTE PARA RECOMENDAR POR JOSE MANUEL VELASCO. JUNIO 2013. Ya estamos en Junio, a las puertas del verano, pero vamos a llegar a el sin que la primavera haya hecho acto de presencia. La lluvia y el frio parecen que no quieren abandonarnos pero ya, afortunadamente, lo están haciendo, desde el sur, donde ya gozamos del calor primaveral, irá extendiéndose hacia el norte, y esperemos que el buen tiempo siga y por fin tengamos un magnífico verano, a pesar de las predicciones de los franceses que auguran un verano gélido y lluvioso. Se equivocarán, como en tantas cosas. Yo, hace tiempo que tengo desmitificado todo lo francés, después de toda la admiración que sentía hacia este país, ahora creo más en todo lo que se hace en España…bueno serán cosas de cambio climático y del cambio de opinión. En lo que no he cambiado de opinión es en seguir recomendando todo lo que, desde mi punto de vista, me parece que no debéis de dejar de ver dentro del mundo del arte, y en mi visión optimista de que, a pesar de la crisis, el tiempo y cualquier otro contratiempo que podamos tener, todo irá a mejor. Y con mucho optimismo os paso a recomendar las siguientes exposiciones. Voy a empezar por el sur. En el Museo Carmen Thyssen de Málaga: “Fe y fervor”, en la que los textos sagrados son los protagonistas de esta selección de obras maestras de la Colección Carmen Thyssen. La Pasión de Cristo, las historias del Nuevo Testamento, las vidas de santos y la representación popular son los acontecimientos en los que se inspiran estos magníficos autores para recrear su devoción, su sentimiento y su fe. El ámbito temporal en el que se sitúan estas obras abarca un amplio periodo entre la Edad Media y principios del siglo XX. A través de estas telas podemos imaginar historias de fervor, leyendas y milagros y mostrar al público diferentes conceptos de espiritualidad, al tiempo que observar cómo ha evolucionado a lo largo de los siglos. Podemos ver, entre otras, obras de Simone Martini, Van Dyck, o Gauguin. Estará hasta el 30 de junio. Sin salir del Museo Carmen Thyssen, no perderse la exposición de Julio Romero de Torres (Córdoba, 18741930), “Entre el mito y la tradición”, que nos presenta un recorrido de la obra de uno de los pintores más populares de la historiografía española. Uno de los artistas españoles más reconocidos durante el periodo conocido como fin de siglo, llegando a ser considerado el maestro absoluto del simbolismo andaluz. La exposición se compone de varias secciones organizadas desde un punto de vista temático, dentro de las cuales también queda patente la evolución estilística del pintor. Estas composiciones se caracterizan por poseer una gran carga simbólica, así como plasmar constantemente el concepto de dualidad, cuyo objetivo reside en representar la simbiosis existente entre dos extremos morales. Se podrá ver hasta el 8 de Septiembre. Continuando en Málaga, recomiendo en el espacio expositivo de la Diputación Provincial de la calle Pacífico la muestra colectiva “Presencias 34”obra sobre papel, Está organiza por la Delegación de Cultura de la Diputación de Málaga y APLAMA (Asociación de Artistas Plásticos de Málaga). El presidente de APLAMA, Francisco Jurado, destacó que el soporte papel no es un material de segunda, todo lo contrario, puesto que en él se pueden plasmar auténticas obras de arte. Animó a todo el conjunto de artistas a seguir trabajando sin quedarse en la rutina, en hacer siempre lo mismo, sino que hay que continuar estudiando nuevas formas e investigar buscando nuevos caminos. Esta 34 Edición se ha recogido en un catálogo con las obras de los 48 participantes, donde sobresalen la variedad de materiales empleados, como el grabado, la acuarela, la tinta, las ceras, el collage, el pastel, el acrílico, la impresión digital, el linóleo o la litografía. Estará hasta la primera mitad de Junio. Ahora en Madrid La Galería Elvira González expone por segunda vez la obra del fotógrafo norteamericano Robert Mapplethorpe (Nueva York, 1946 – Boston, 1989). En esta ocasión, la muestra constará de 32 obras realizadas entre 1980 y 1989. La selección se compone de varias piezas inspiradas en las formas y fragmentos del cuerpo humano, especialmente desnudos masculinos y retratos de una de sus modelos más habituales, Lisa Lyon. Asimismo, entre las obras expuestas se encuentran varias fotografías de formas vegetales, animales y objetos que plantean contrastes de luz y geometrías sugerentes, uno de los elementos distintivos de su trabajo artístico. La obra de Robert Mapplethorpe, uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX, se inicia en Nueva York a finales de los 60. Sus primeras fotografías de principio de los años 70, casi siempre en polaroid, captaban el entorno más cercano al artista reflejando un mundo underground de marcado acento homoerótico. Mapplethorpe también realiza collages con fotografías utilizando en ocasiones como soporte el lienzo con impresión fotográfica. A comienzos de los años 80 se produjo un cambio en su obra, evolucionando hacia el refinamiento y la acentuación de la belleza clásica en sus imágenes. A esta época se deben sus desnudos masculinos y femeninos tratados como esculturas, retratos convencionales de artistas y personajes famosos, y naturalezas muertas con flores. Se podrá ver hasta el 17 de Julio de 2013. Y en el Museo Reina Sofía una gran exposición organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Centre Pompidou de París. Es una de las muestras más completas realizadas hasta el momento del artista ampurdanés Salvador Dalí, con el título:”Dalí. Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas”. En esta ocasión única se reúnen alrededor de 200 obras procedentes de importantes instituciones y colecciones privadas. El período surrealista constituirá el núcleo de la muestra, haciendo especial hincapié en el método paranoico-crítico desarrollado por el artista como mecanismo de transformación y subversión de la realidad. La exposición comienza con una sección dedicada a las primeras obras de Dalí, en la que predominarán los elementos que marcaron su infancia. La muestra continúa con la llegada a la Residencia de Estudiantes de Madrid a finales de 1922 y su encuentro con Federico García Lorca y Luis Buñuel, entre otros, le enfrenta a la Generación del 27. También esta exposición dedica un espacio importante a los autorretratos que permitirán comprender mejor la imagen que el propio artista tenía de él mismo. Se podrá ver hasta el día 2 de Septiembre de 2013. Volviendo de nuevo al sur, recomendar la excelente exposición “International Art Exhibition”, en el Palacio de la Merced de la Diputación de Córdoba. Es una muestra colectiva de artistas internacionales y algunos nacionales, entre los que me incluyo, y que está siendo un rotundo éxito. Organizada desde Madrid por el galerista Gorgonio Sanjuán al que felicitamos muy encarecidamente por su gran labor de difusión y promoción del arte y de los artistas. Y para terminar quiero agradecer a mi colega el gran artista orensano Joaquín Balsa la iniciativa de incluirme en una magnífica exposición sobre “El Muro” de Pink Floyd en el Museo de Orense para abril de 2014, para el cual he realizado especialmente una obra y este texto que explica mis ideas y sensaciones respecto a este tema. Espero os guste. HAY QUE DERRIBAR LOS MUROS The Wall es una magnifica pesadilla, un delirante viaje que recorre todos los pasillos de la generación de la postguerra y sus consecuencias, que hacen que el protagonista se envuelva en su “locura” como único medio de protección frente a los ataques en contra suya. Nace pues la figura del muro, que simboliza su propia represión y exclusión del avance normal de la sociedad. Es así como; el consumismo galopante, la sobreprotección de la familia, el doloroso fantasma de la guerra, la intolerancia de los sistemas políticos, el estricto sistema educativo, el fracaso en el amor y la cruel soledad del mundo moderno derivan en elementos que se terminan convirtiendo en ladrillos, con los cuales se levanta un muro protector ante el mundo real, ante el cual la y el aislamiento (tanto físico como mental) son las únicas alternativas que contribuyen al aumento del rencor social y la depresión. A pesar de todo, la pesadilla tiene final, el propio creador de ese muro, decide que debe ser derribado, para enfrentar la atroz verdad, exponiéndose tal y como es ante el mundo, con las consecuencias que eso pueda atraer, exponiéndose al mundo exterior, en una liberación final que le permite volver a vivir otra vez. Esta situación sirve para realizar una enorme crítica social evidenciando cómo el resto de los hombres seguimos a una partida de locos, sean en las tarimas o en los capitolios, y las personas cada vez construyen menos su propia personalidad, siendo, pues, ladrillos de ese muro. Basándonos en conceptos filosóficos, se nos muestra una realidad social plasmada en situaciones reales y trascendentes ocurridas dentro de un periodo determinado. Durante este periodo, la autoridad consideraba las variaciones del pensamiento algo erróneo y destinado al fracaso, en resumen, el sistema era incuestionable, como se nos intenta hacer creer también ahora, en la actualidad. Pero tanto antes, como ahora, hay individuos que se atreven a desafiar el sistema, desatando caos dentro de todo lo previamente establecido y dando lugar a la ruptura profunda entre la juventud oprimida y el muro ideológico. Se rompen las cadenas de eterno silencio dando lugar a una lucha filosófica sangrienta cual guerra. Dejando a su paso estragos y mártires del saber. La ruptura social de los jóvenes, que impulsados por sus ideas y rebeldía abrieron, y abrirán paso desafiando al sistema gubernamental, educativo y cultural. Y para que exista un cuestionamiento latente en las mentes de una multitud, es necesario el dolor y sufrimiento, que crea el constante anhelo de un cambio social. Pink Floyd expresa su inconformidad y resentimiento hacia el sistema representando a las masas como un ladrillo. El cual, por si solo no tiene ningún poder, pero unido a muchos más, crea un impenetrable muro, que en este caso estaría representando al muro de Berlín. Esto nos dice que, el individuo deja de ser persona, para convertirse solamente en parte de toda una doctrina tiránica, que pretende convertir al hombre, que nació por derecho evolutivo con inteligencia y capacidad de razonar en una simple pieza sin función alguna que cumplir órdenes. Los ladrillos, también representarán al sistema estructurado que manipula y oprime a través, también, del sistema educativo. Al momento de romper el muro con un martillo se desmorona no solo un pedazo de concreto que separa dos territorios, sino toda una ideología represiva e intolerante, para dar lugar a la libertad y el pensamiento coherente. Existe un completo dominio de pensamiento lógico, lo cual conduce a los mismos alumnos a su destino, que sería caminar directamente a un triturador convirtiéndoles en moldeable carne molida. Podemos pensar que el gobierno, o los gobiernos en general, deciden emplear este tipo de represión para evitar futuros conflictos y ayudar a su gente, o también puede ser que los más ancianos temieran por su estabilidad y por eso cerraran su mente al cambio y nuevas ideas sin tomar en cuenta a los jóvenes y su necesidad de progresar. Muchas de las potencias mundiales han reprimido y asesinado a los jóvenes cuando estos se manifiestan exigiendo libertad, puesto que representan un peligro para el país entero al no medir las consecuencias de sus actos. A veces, muchos jóvenes piensan que la vida es mejor como ellos la imaginan; aunque no se dan cuenta de que, cuando envejezcan, sus utopías serán igual de obsoletas que las que ellos aborrecen y desean erradicar con tanto afán. Por el contrario, considero que, el ser humano es libre y capaz de tomar el control de su vida. Que el gobierno debe estar abierto al cambio y no a silenciar a todo aquel que se le oponga. Cada persona es diferente, única y especial; por tanto merece distinguirse de las demás. Nadie desea vivir callado, ni aislado de su gente cuando rompe paradigmas. El ser humano tiene derecho de luchar por su libertad, aunque le cueste la vida. Los individuos que han dejado huella en la historia, han sido aquellos que no le temen al fracaso, que no le temen a romper el silencio, a crear interrogantes y sobre todo a pensar. Pensar cómo resolver aquello que les inquieta, molesta y destruye su individualismo. El problema de crear una pared colectiva de ceguera, es que a fin de cuentas, la misma sociedad vive inmersa en la mentira y para abrirle los ojos, casi siempre deben de pasar desgracias, guerras o conflictos. En definitiva, creo que, aquel que razona posee el poder. Si una persona cierra sus ojos y oídos, para solo ver y escuchar lo que otro quiere, a lo único que llegará será a convertirse en un ladrillo en la pared. No me gustaría vivir en una sociedad dónde mis ideas fueran desechadas antes de ser siquiera escuchadas, o dónde no me dejaran opinar ni crearme mis propios interrogantes al darme cuenta de que lo que me dicen es erróneo. No creo que el muro deba ser construido con ladrillos idénticos; puesto que el cambio y progreso debe ser constante y no estancarse en una involución. A veces es necesario eliminar el obstáculo que nos nubla la visión y no simplemente hacerlo a un lado; esto crea polémica y abre los ojos de las masas, y es a través de lo que cada uno pueda hacer, como se destruyen todos los muros. Yo, como artista comprometido con la sociedad en que vivo, es a través de mi obra con la que participo en esa llamada de atención y de denuncia, hacia los problemas del tiempo que nos ha tocado vivir. Ese es el pequeño golpe que doy, junto con los de los demás, para derribar este muro, y cualquier muro que pretendan levantar para quitarnos nuestra libertad e individualidad como seres humanos. JOSE MANUEL VELASCO Licenciado en Bellas Artes Trazos EL CREADOR Y SU OBRA Pablo Rodríguez Guy Aproximarse a las interioridades del acto creador no es nada fácil. En esta ocasión voy a intentarlo con dos parcelas de la creación artística distintas entre sí, pero que el “fondo” es igual entre ellas y entre todas las demás. Basaré mi ensayo en el Cine y en la Literatura. El Cine con la película “EL ARTISTA Y LA MODELO” de Fernando Trueba y la Literatura con los “CUENTOS DE EVA LUNA” de Isabel Allende. “El artista y la modelo” es una película sencilla, amena, profunda y entrañable: Un escultor en su vejez, amigo de Matisse y de Cezanne, que vive y trabaja en el Rosellón francés, durante la Segunda Guerra Mundial. Utiliza como modelo a una joven catalana refugiada de la guerra civil española, encontrada por su mujer (una espléndida Claudia Cardinale ya madura). Con ella como modelo intenta conseguir una escultura definitiva, total, que resuma todo su ideal de belleza. En la película han tomado como referencia al escultor Arístides Maillol y una de sus esculturas más famosa es la que sirve como línea conductora del relato. En la historia contada en esta película quedan dos cosas muy claras: la manera de mirar; LA CAPACIDAD DE VER del artista, algo fundamental e intrínseco del creador. Y otra, que es lo determinante y se ve al final de la cinta, es LA BÚSQUEDA que el artista persigue durante todo el tiempo que dura su trabajo. Intentamos verlo. Cuando la escultura ya está terminada, la modelo le reprocha al escultor que no se parece a ella y él le responde que lo que él persigue es algo que está en su interior y ella ha estado allí solo para consultar la naturaleza. Eso que está en su interior es su “DISCURSO ARTÍSTICO”. Y ese “discurso” es el que se encuentra en prácticamente todas las obras que yo conozco y que me interesan. En el caso de los “Cuentos de Eva Luna” de Isabel Allende, yo diría que los cuentos son retazos de la vida, de las pasiones y dramas que nos podemos encontrar en la crónica de sucesos, en los telediarios, en crónicas de la vida cotidiana, pero tal como los ha escrito Isabel Allende, se convierten en buena literatura, en historias que nos apetece leer y saborear y, lo que hace que nos gusten es su lenguaje, sus expresiones, el cómo transmite el tema, eso que llamamos expresiones poéticas, que son en definitiva, maneras de evocar unas ideas, unos estados de ánimo o unas situaciones concretas, pero que no están explicados, sino que están evocados con una expresión, a veces indefinida, pero más real y penetrante que la descripción directa. Los temas que ella elije pueden ser tomados por otros escritores, que les darán su propio aire. En cambio ella los impregna de un misterio sencillo, de pasión cálida. Son evocaciones casi fotográficas que nos sitúan en un ambiente determinado y que prácticamente, nos mete dentro, nos hace sentir los olores y sudores, las pasiones y los amores. Algunas de esas expresiones: …Nicolás Vidal había huido del amor desde su nacimiento, no conocía la intimidad, la ternura, la risa secreta, la fiesta de los sentidos, el alegre gozo de los amantes. …Los pueblos del valle continuaron su existencia sordos a los quejidos de la tierra, hasta la noche de ese miércoles de noviembre aciago, cuando un largo rugido anunció el fin del mundo y las paredes de nieve se desprendieron, rodando en un alud de barro, piedras y agua que cayó sobre las aldeas, sepultándolas bajo metros insondables de vómito telúrico. …Cuando ya no pudo seguir soportando la calentura de los huesos y la ansiedad del alma, salió a pedir consuelo al primer hombre que pasaba. …mientras ella besaba su recuerdo en el espejo y aspiraba la huella de su paso en las sábanas, él estaba con su madre. …silencio instalado allí desde el nacimiento de los tiempos e interrumpido a veces por el suspiro subterráneo de los glaciares deslizándose lentamente hacia el mar. …En pocos años los animales se multiplicaron en tal forma que de lejos parecían nubes atrapadas a ras de suelo. Se podrían citar muchas más, pero basta con estas como ejemplo. Los temas que Isabel Allende elige tienen una dimensión social y tremendamente humana y determinan su “DISCURSO ARTÍSTICO” y la elaboración de un lenguaje evocador, original, con palabras y frases que tienen magia y que forman una evocación poética en sí mismas. Estas dos cuestiones, el “DISCURSO ARTÍSTICO” y el “LENGUAJE POÉTICO”, nos sirven para definir el eje fundamental de la creación artística: El discurso es lo que el escultor persigue interiormente. Y el escritor utiliza como la historia o el drama que relata y le sirve como pretexto e hilo conductor. Contenido y forma. El lenguaje poético o forma, es la plasmación material de la obra: La escultura, el cuento, un poema, una canción, una pintura, etc. Bajo mi punto de vista tanto “EL DISCURSO” como “EL LENGUAJE” son inseparables en cualquier ámbito; cine, escultura, literatura, pintura, música, etc. Luego se pueden tener en cuenta las consideraciones específicas de cada medio. Por ejemplo en la Pintura, esas consideraciones específicas serían; la técnica pictórica, el ritmo, la armonía, el color, el dibujo, etc. Así “EL DISCURSO Y EL LENGUAJE” son los elementos básicos y fundamentales en cualquier medio de expresión artística. Y es la conjunción de esos dos elementos lo que determina el valor artístico de una obra. El viajero Viajando al mítico club de Jazz “Blue Note” Lola Buendía Hacía mucho tiempo que no ordenaba el altillo del armario. Allí guardo las ropas que ya no uso, esperando otra oportunidad, y una caja con las que pretendo rescatar del olvido. Empecé a sacar aquel montón de prendas que una vez significaron algo para mí. Las iba amontonando sobre la cama y pensé que tenía que prescindir de algunas de ellas para hacer hueco a las siguientes. Mientras seleccionaba las prendas, me llamó la atención una camiseta de color rosado con dibujos azules. La extendí sobre la cama y la planché con la mano. A la altura del pecho se leía Blue Note sobre las Torres Gemelas de Manhattan, también azules e ignorantes de su destino. Forcé mis recuerdos y resucité a mi amigo Henry, el hispano que me regaló aquella camiseta. Fue en el club de Jazz, Blue Note, situado en el corazón de la “Gran Manzana” de Nueva York. Esa noche actuaba Carmen McRae. En los carteles del local se anunciaba “En homenaje a la figura de su admirada, Billie Holiday”. Yo no tenía ni idea de quién era esa cantante que nació en el barrio neoyorkino de Harlem. El local se quedó en penumbra, envuelto en el humo de los cigarrillos, y los focos barrían un sendero hasta penetrar en Carmen, iluminando su pelo corto, resaltando su boca de labios gruesos, su figura de caoba y sus instintos artísticos. Su voz cálida y sensual, que interrumpía, de vez en cuando, para regalarnos unos monólogos de humor, se abría paso hasta los devotos feligreses de aquel templo consagrado a la música. Aquel día descubrí que el Jazz fue uno de los vehículos que sirvieron de liberación y cohesión a millares de esclavos negros. Las fechas se me agolpaban, no sabía exactamente en qué año yo estuve en aquel club, ni cuando dejó de sonar la voz de Carmen McRae -Henry me contó en sus cartas posteriores que esta cantante famosa de Jazz falleció víctima de un enfisema pulmonar (tremenda enfermedad para una cantante)-, ni desde cuando yo no me ponía la camiseta. Sólo veía a mi amigo sonriendo, con su cara regordeta y alegre, ofreciéndome el paquetito que me acababa de comprar en el club, y esperaba, expectante, a que yo lo abriera. Desdoblé la prenda. Era de un color rosa chicle, con las Torres Gemelas y su ajedrez de ventanas; en azul, las letras del club Blue Notes. “Para que siempre te acuerdes de este día y de este lugar”, me dijo. Durante algún tiempo nos enviamos algunas cartas y postales; más tarde, me enteré por una amiga que estaba enfermo: había contraído el sida y al parecer su deterioro era muy grande. Me aconsejó que no le escribiera porque le cuidaba su compañero y habían decidido que no entrara nadie más en sus vidas. Henry murió poco después. Mi amiga me contó que estuvo atendido hasta sus últimos días por su compañero sentimental. Otros no han tenido tanta suerte. La camiseta sobrevivió a Henry, y se convirtió en una de mis preferidas; era mi pequeño homenaje a aquel hispano que me acercó al gusto por el Jazz y la comida india. Con los años, la prenda se encogió de tantas lavadas, o quizás era que había engordado yo. Ya estaba descolorida, y sus letras se desvanecían como mis recuerdos. Pero aún me emocionaba pensar en los ratos compartidos con Henry, el hispano de cara sonriente, vital y alegre como un niño. Doblé la camiseta y en sus pliegues fueron desapareciendo las Torres gemelas, que ya no existen, Carmen McRae, la cantante Jazzista que murió de enfisema pulmonar y mi amigo Henry, muerto tan joven... El Blue Note sique existiendo en el Greenwinch Village, pero para mí ha muerto, porque el Blue Note que yo conocí con Henry no lo reconocería ahora, y el espíritu de aquella noche se esfumó como el humo de los cigarrillos, que la ley prohíbe ahora, igual que se apagó el corazón de mi amigo, dejándome sólo una camiseta de color, que en su día fue rosa chicle. Acaricio la tela con mis manos, la doblo y decido guardarla en la caja de recuerdos rescatados al olvido. El viajero CUENCA, RINCÓN DE POETAS Pepa J. Calero Las gentes, el tiempo, los artistas, su poeta y otros han hecho de Cuenca una ciudad encantadora, amable, natural. Ella se alza fuerte y orgullosa entre sus dos ríos, el Huécar y el Júcar, queriendo tocar el cielo con sus montañas, sus casas colgadas, sus piedras, sus peñas y sus cerros. “Ciudad colgada sobre los valles de dos ríos”, Gerardo Diego. Aquí vivió y soñó su poeta Federico Muelas: “Cuenca, cierta y soñada en cielo y río”. Visito la parte antigua ascendiendo por la calle Alfonso VIII. Me detengo embobada junto a la escalera de la iglesia de San Felipe Neri evocando el miserere que se canta en Semana Santa, un canto medieval que hace temblar hasta el aire. Una anciana de ojos risueños y abrigo esmeralda me pregunta si me gusta Cuenca. Sonrío y le cuento que la conozco desde hace muchos años, como si fuera una amiga entrañable a la que no dejo de admirar. Despacio, recorro el trazado serpenteante con sus casonas palaciegas, sus fachadas granates, amarillas, azules, naranjas, verdes; asombrada ante la arquitectura vertical: los números pares, casas estrechas; los impares, anchas. Son los llamados rascacielos de Cuenca, por un lado dos alturas y por la parte de atrás con el doble o el triple de pisos. Por la Plaza Mayor caminan sus gentes, aún no hay turistas que escuchen el tañer de la campanas con la primera misa del día ni que contemplen el soberbio templo de modernas vidrieras filtrando la luz hacia las vetustas piedras del interior de la catedral. Muy cerca de allí, en la Posada San José, antiguo colegio de niños cantores, una pareja de alemanes rubios como los trigos manchegos se fotografían ante la puerta; la pilastra toscana bañada de hiedra que asciende hasta la hornacina con San José y el niño. Continúo por la estrecha calle a pocos metros del Cristo del Pasadizo; a un lado, pequeñas casas medievales y al otro, un inmenso paisaje fértil, vibrante de la Hoz del Huécar. Respiro el aire limpio, nítido, mientras escucho cantar un gallo entre el trino de los pájaros que revolotea el aire de esta dorada mañana de primavera. “Y el Huécar baja contento/ y cantando baja el Huécar, /torciendo de puro gozo/ sus anillos de agua y menta”. Federico Muelas A pocos metros, en un rincón abierto al cielo se encuentra la estatua de Federico, sentado; con las piernas cruzadas sujeta un libro mientras su mirada absorta contempla la farola de la calle San Pedro. Una japonesa bajita vestida de negro y rosa me pregunta por las Casas Colgadas. Camino con ella, que se detiene constantemente para inmortalizar la belleza. Agotará la memoria de su cámara, lo sé, porque en este bello rincón a cada paso que se da aparece una fachada, reja, palacio, fuente, balcón, un dintel o una flor brotando entre la piedra, dignos de fotografiar. “Flor de senderos”, reza un cartel apoyado sobre la hermosa puerta renacentista procedente de Villarejo de la Peñuela, junto al Museo Abstracto. Levanto los ojos y contemplo la casa de la Sirena sobre el pasadizo que baja al puente, su magnífico ventanal enrejado de arabescos y leyendas. Volví a pasar, como antaño, sobre el puente de San Pablo, y de nuevo un cálido vértigo me recorrió al contemplar el río desde su gran altura. Frente a mí, el magnífico Monasterio de los Paules, convertido en parador turístico, donde la realeza emprendió su luna de miel contemplando la majestuosidad del paisaje. Esta ciudad acoge en su seno un sinfín de iglesias, plazas, recodos, pasadizos, miradores, barrios bohemios, plazoletas románticas y hasta un rincón de los poetas en homenaje al señor Muelas. Cambio de orientación hacia el Júcar para alcanzar la ermita enclavada en roca de Las Angustias. Al bajar por sus escaleras contempló el rostro de un Cristo tallado en la piedra y sonrió recordando el canto del gallo, una de tantas leyendas que pueblan todos los rincones de esta ciudad, empedrada de historias de princesas, caballeros, plebeyos, hidalgos, artesanos, damas, moriscos, judíos y cristianos. “Agua verde, verde, verde/ agua encantada del Júcar,/ verde del pinar serrano/que casi te vio la cuna”, Gerardo Diego. Termino el grato paseo junto al Júcar como compañero, un nuevo paseo construido para deleite de los sentidos, camino de piedra, bancos para el descanso y sendero de tablas que acerca a la ciudad nueva. El río, tranquilo, vivo azulado y verdoso canta imparable la canción de la abundancia, de la alegría de verlo lleno, vital y cantarín, tapiado de chopos a un lado y al otro de las piedras que sujetan el Casco Histórico de esta ciudad tranquila, amada, sencilla y acogedora, patrimonio de la humanidad. “¡Cuenca, cristalizada en mis amores!/ Hilván dorado al aire del lamento/ Cuenca, cierta y soñada, en cielo y río / rondando en tu silencio”. F.Muelas. La otra realidad EL UNIVERSO DE LA ALQUIMIA (II) Mariano Vázquez Alonso Continuando con nuestro tema, diremos que la división más antigua de las etapas de la Obra alquímica es la que las designa de acuerdo con colores. Así, la primera etapa es el "ennegrecimiento" (la melanosis o nigredo) de la materia. Después viene el "blanqueo" (Leucosis o albedo), más tarde llega el "dorado" (xantosis) y, finalmente, el "enrojecimiento" (iosis o rubedo). Existen también variantes dentro de esta clasificación, y algunos autores añaden todavía una quinta etapa denominada "viriditas". Pero de todas ellas, las más importantes son las que corresponden a los colores negro, blanco y rojo. Además de esta división de la obra en tres etapas o colores, existe otra que la divide en dos: "obra menor" y "obra mayor". La primera corresponde a lo que podríamos llamar la "espiritualización del cuerpo", y la segunda equivaldría a la "corporeización del espíritu" o, para emplear una terminología más alquímica, "la fijación de lo volátil". Por tanto, la obra menor tendría por objeto restablecer la capacidad prístina y receptiva del alma original, mientras que la obra mayor acometería la tarea de iluminar ese alma ya preparada gracias a la revelación del espíritu. Estas variaciones que, como tantos otros elementos del proceso de la Obra, resultan con frecuencia poco comprensibles para el profano se explican si tenemos en cuenta la complejidad y trascendencia del trabajo alquímico, que consiste, ni más ni menos, en la transformación integral del ser humano. C.G.Jung, que dedicó al estudio de la Alquimia muchos años, dice que la obra alquimista no se refiere a simples experimentos químicos sino a auténticos procesos psíquicos, que son expresados mediante un lenguaje velado y de índole pseudoquímica. La obra alquímica es un trabajo sacral para el alquimista, pues éste considera a la Naturaleza no solamente como algo vivo, sino como algo que tiene una dimensión divina. Podría decirse que el fin último, la meta de la Obra es la obtención de la piedra filosofal, sobre la cual se han hecho tantas especulaciones y que ha servido para las más diversas interpretaciones, con frecuencia erradas. En todo caso la "piedra" constituiría el remedio universal y, a la vez, el elixir de larga vida. Sin embargo, para muchos alquimistas la obtención de la piedra filosofal tendría un significado muy diferente y equivaldría, según Mircea Eliade, al conocimiento perfecto de Dios. De todo lo dicho se deduce que los auténticos alquimistas nunca se limitaron a una mera transmutación de los metales y, por consiguiente, a la fabricación de oro (como fue el caso famoso del alquimista francés del siglo XV, Nicolás Flamel), sino que su verdadero trabajo consistía en un largo y complicado proceso de trasmutación personal. La Alquimia, que vivió grandes momentos de esplendor a lo largo de la historia, experimentó un reciente florecimiento en el siglo XX con dos personajes de muy distinto signo: Jung y Fulcanelli. El primero dotó al Arte Real de una profunda dimensión psicológica hasta entonces no estudiada. En cuanto a Fulcanelli, estudió con detenimiento el proceso alquímico haciéndolo con una perspectiva actual, operativa y sumamente rica. Fulcanelli