PDF - Revista Terral

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EDITORIAL
Estimados lectores de la revista Terral:
Y llegamos al número 11, correspondiente al verano, de la revista Terral.
La portada está dedicada al artista Aníbal Merlo, pintor, escultor y fotógrafo
argentino residente en España.
Las demás secciones podéis abrirlas en la Botonera de Portada, leerla on-line o
descargarla en PDF. Que la disfrutéis este verano.
Me complace recordaros el encuentro literario: “El escritor hoy”, celebrado en
Alcaudete el 20 de Abril, organizado por la escritora Felisa Moreno, y que contó
con la colaboración de Terral. En esta jornada se analizó la situación del
mercado editorial y las dificultades de acceso para los escritores noveles, así
como las distintas alternativas a la hora de publicar una obra y promocionarla.
Participaron expertos editores y especialistas en redes sociales. Cada uno aportó
su experiencia tanto en la publicación en papel como en digital. Para un escritor
desconocido las redes sociales pueden ser una herramienta interesante para
darse a conocer. Hay que buscar la comunicación con los lectores, y en este
aspecto Twitter, Facebook, o Google Plus juegan un papel importante.
Nos alegramos del acertado Premio Príncipe de Asturias de las Letras de este
año, concedido al escritor Antonio Muñoz Molina. Os recomiendo su último
libro: “Todo lo que era sólido”. Creo que debería ser un libro imprescindible en
los Institutos, Universidades y cursos de verano, para refrescar la memoria de un
pasado nefasto y torpe, y aprender para no cometer nuevos errores.
Gracias de nuevo a todos los colaboradores que con sus excelentes trabajos
hacen posible que sigamos adelante con esta publicación trimestral.
Sentimos no poder publicar todos los relatos y poemas que nos llegan, debido a
las limitaciones de extensión de la revista.
Espero que nos encontremos el próximo otoño.
crisania2002@hotmail.com
Lola Buendía
Directora de la Revista Terral
www.revistaterral.com
Larga vida a terral, el viento que modela las nubes
Revista Terral N. 11
©Todos los derechos reservados
ISSN 2253-9018
Edición: Lola Buendía López _ Enrique Bodero Moral
Equipo de redacción: Enrique Bodero_Lola Buendía_Ramón
Alcaraz_Erena Burattini
Colaboradores en este número: (Página 1)
Escultura de portada: Construcción aromática. Aníbal Merlo
Diseño de portada: Enrique Bodero
Editorial: Lola Buendía López
Cine: Ramón Alcaraz _Ángel Silvelo
Opinión: Erena B. Burattini_Jose Luis Casado Toro
Crítica literaria: Manuel Martín_Ricardo Guadalupe
Poesía: Enrique Clarós_Abel Santos_Isabel Laso_Joaquín A.
Mejía_María Monjas
Revista Terral N. 11
©Todos los derechos reservados
ISSN 2253-9018
Colaboradores en este número: (Pagina 2)
Relatos: María Gafo_ Ángela Gutierrez_Esther Cuesta de la Cal
Saturnino Rodríquez_Elías Gorostiaga_Mónica López
Ser escritora: Lola Buendía_Mar Solana
Flamenco: Rafael Silva Martínez_ Lola Buendía
Arte: Aníbal Merlo_José Manuel Velasco_Pablo Rodriguez
El viajero: Lola Buendía_Pepa J. Calero
La otra realidad: Mariano Vázquez Alonso
Diseño digital : Lola Buendía_Carmen Guerrero_M. José Moreno
Maquetación: Lola Buendía López
Diseño Web: Ana García ~ 644 262 880
CINE
CINEXPLICABLE
(Ramón Alcaraz García. www.tallerliterario.net)
¿Sabías que Marilyn Monroe pudo protagonizar El apartamento?
Marilyn había actuado en la anterior obra de Billy Wilder, Con faldas y a lo loco, y
sin duda era la candidata número uno para repetir en la siguiente película del
director, de nuevo con Jack Lemmon; pero el rodaje con la actriz fue para Wilder y
el resto del equipo una pesadilla: ella siempre
llegaba tarde, le costaba concentrarse y se repetían
las
tomas
muchas
veces
(algunas
más
de
cuarenta). La influencia de Con faldas y a lo loco fue
determinante a la hora de planificar El apartamento.
El rodaje con Marilyn Monroe había sido para Wilder
un suplicio, hasta el punto de que decía que
merecía la medalla del Corazón Púrpura por haber
hecho dos películas con la actriz (la otra fue La tentación vive arriba). Pese a ello,
el director no escatimaba en elogios para la actriz como única y genial en sus
interpretaciones. Cuando una vez le preguntaron si volvería a trabajar con ella,
respondió: "Lo he hablado con mi médico y mi psiquiatra y ambos dicen que soy
demasiado viejo y demasiado rico para pasar por todo esto de nuevo". Eso fue
determinante para que la elegida al papel de la siguiente película fuera una actriz
cuya interpretación también resultó fundamental en su éxito: Shirley MacLaine.
Wilder no tenía dudas, no quería a Marilyn Monroe (pese a que le suplicó el
papel) y para él estaba claro que Jack Lemmon sería de nuevo el protagonista. El
rodaje de Con faldas y a lo loco determinó que Wilder buscara acometer un nuevo
proyecto que fuera una pequeña historia con pocos escenarios y actores que no
fueran conflictivos.
Esto define la personalidad de Marilyn, tan genial como inestable, porque cuando
de verdad actuaba, la actriz transmitía un magnetismo especial que ninguna otra podía
igualar. Wilder lo decía así: “Cuando acababas con Marilyn, aunque habías llegado a
las cuarenta tomas y habías aguantado sus retrasos, te encontrabas con algo único e
inimitable".
El verdadero nombre de Marilyn era Norma Jean Morteson; su infancia fue muy
desgraciada, y la pasó de hogar en hogar de acogida y de orfanato en orfanato. Su
primera oportunidad en el cine vino de Groucho Marx en la película Amor en conserva,
donde ya se mostraba insegura e impuntual, retrasaba todo lo posible ponerse delante
de las cámaras y alguna toma la llegaron a repetir 65 veces. También hay que decir en
su descargo que esa actitud se debía a la azarosa e inestable vida emocional de la
actriz, que pesaba mucho en su trabajo; tenía
también muchos problemas para dormir y siempre
fue adicta a los somníferos.
Con solo 36 años y unas treinta películas, es
uno de los mitos del cine. En 1999 fue votada por la
revista People como "la mujer más sexy del siglo XX". Y el American Film Institute la
considera la sexta mejor estrella femenina de la historia del arte. Joe Di Maggio (su
segundo marido) puso flores en su tumba tres veces por semana durante más de 35
años, hasta que él falleció en 1999.
EL GRAN GATSBY, DE BAZ LUHRMANN: TODO POR UN SUEÑO
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.
Quizá la gran lección que nos deja la película, y por ende la novela de
Francis Scott Fitzgerald, es que lo único perdurable tras la gran juerga de los
años veinte sea la literatura. En este sentido, El gran Gatsby se muestra como
la solitaria huella que ha resistido al paso del tiempo. No se nos tiene que pasar
por alto que en el último mes (desde que se estrenó la película) se han vendió
más ejemplares de esta novela que desde su publicación en 1925 (ya van más
de 2,5 millones vendidos). Y no es de extrañar si sabemos escudriñar su
esencia bajo el oropel dorado que en esta ocasión el director Baz Luhrmann
nos propone. Del mismo modo, que es algo más que llamativo, que el film
empiece y acabe con Nick Carraway (alter ego del propio Fitzgerald en muchos
aspectos) y con las imágenes de cómo se gesta el inicio de la novela, (puro
testamento confesionario que nace como terapia de un psiquiatra) y su final,
con la escritura encima del solitario y personalizado título: Gatsby del apócope
“gran” del adjetivo calificativo “grande”, al que sólo cabe añadir el artículo “El”,
para conferirle la magnitud suficiente que le haga competir con la época en la
que fue escrita y para la que fue creada. Todo sería maravilloso, si no
vislumbráramos a través de El gran Gatsby y sus líneas, y en este caso
imágenes, una parte de la propia biografía de los Fitzgerald, unas víctimas más
de esta época de desenfrenos materiales y éticos que acabó arrasando a toda
una generación con la hecatombe de 1929, tras la cual, como ahora mismo, a
la humanidad sólo le queda reinventarse a sí misma, aunque para ello, siempre
utilice la misma materia prima corrupta como argamasa capaz de crear una
nueva forma de ver, sentir y reinterpretar la vida, sin darnos cuenta que el ser
humano además de ser el único animal que tropieza dos veces en la misma
piedra, también es el único a la hora sucumbir a sus propios pecados y
debilidades (de una forma tan atroz como asidua), y por lo visto y vivido, antes
y ahora, éstas son muchas, quizá infinitas.
El gran Gatsby de Baz Luhrmann es el exceso visual, sonoro y onírico, de una
gran tragedia americana, donde todo ocurre por un sueño, siendo este leitmotiv
el que se convierte en el auténtico y único salvavidas de una gran historia que
surge como una forma de terapia. Asistir y salir vivo de esta gran fiesta del
desenfreno y la opulencia no debió ser tarea fácil; una empresa en la que el
propio autor de la obra también sucumbió, y a la que Luhrmann ahora dota de
un sinfín de imágenes impactantes y efectos sonoros y especiales destinados a
no dejarnos indiferentes. Sin embargo, no es sino cuando la acción se detiene
y se fija en sus protagonistas, cuando el verdadero destello de la historia y la
película alcanza sus mejores momentos y su zenit, aunque nuestros sentidos
todavía estén aturdidos de tanto efecto pirotécnico, al que por no faltarle, no le
falta ni una gran banda sonora, en la que incluso Lana del Rey sale reforzada
al
mostrarnos
su
mejor
faceta
de
cantante
de
ecos
infinitos
y
estremecedoramente profundos, lo que sin duda, convierte a este apartado
sonoro en uno de los grandes aciertos del film, que va desarrollándose como el
final de un carnaval donde a última hora nada es lo que en apariencia
representa. De ahí, esa necesidad persistente en toda la obra, de buscar más
allá de los simples reflejos.
Baz Luhrmann ha cuidado hasta la extenuación cada uno de los detalles de la
producción. Nada está fuera de su alcance, desde el vestuario hasta la música,
pasando por la fidelidad del guión de una historia salpicada de brillantes y
poéticos y atormentados momentos, bajo cuyos enigmas transitan la esencia
del ser humano: la búsqueda de la felicidad, el encontronazo con la desgracia,
el afán de ser reconocido, la necesidad de pertenencia a una determinada
clase social, el ascenso en la vida… todo camina de una forma rutilante bajo
los renglones de una gran novela que en este caso tenemos la fortuna de ver
convertida en imágenes que nos sumergen en un sueño; un sueño dorado, al
fin y al cabo, que se esconde tras el destello rutilante de la mirada de un
hipnotizador Leonardo diCaprio en el papel de Gatsby, y de la dulzura
ensoñadora de una frágil y temerosa Daisy Buchanan. El bien y el mal, la
sobreexposición y la intimidad, la opulencia y la pobreza más absolutas, se dan
la mano con suma naturalidad en este relato de las más grandes penurias del
ser humano, en la que una vez más, cada personaje busca una puerta, pero no
una cualquiera, sino aquella que le sirva como salida para dar rienda suelta a
sus más íntimos deseos, donde además del dinero, la pasión y el amor sean la
vía que les lleve a culminar su última esperanza; una esperanza de la que no
quedará ninguna huella, como en los sueños más profundos.
Opinión
La ignorancia útil
Erena B. Burattini
Si
invertimos la famosa frase de Descartes pienso, luego existo,
tendremos entonces, si no pienso no existo. Pareciera ser que ésta sea la
postura filosófica, o mejor dicho, económica que se está aplicando en nuestro
país. Si no fuera así nuestros sastres -por su buen dominio de las tijeras- no
estarían convirtiendo en retales tanto la educación pública, la sanidad y lo que
sea necesario para que los sobrantes dejen de existir.
La problemática reside en que los ciudadanos hemos no solo aprendido
a pensar, también nos hemos integrado, y como esto resulta incómodo y
costoso, nuestros sastres no escatiman esfuerzos para recortarnos hasta el
respiro. No sea que encontremos resquicios para resistir.
De modo que cuando dejemos de pensar, es decir, dejemos de contar
como ciudadanos, ellos esperan vivir como dioses del Olimpo. Lo malo es que
de tanto cortar y cortar se han quedado cortos de visión. Están convencidos de
estar preparando un traje pret a porter español, y lo que en realidad están
elaborando es un traje de alta costura para esa élite de la ingeniería económica
internacional. Estos señores saben muy bien que deben preparar sus redes
para enfrentarse a la serpiente oriental, y a ese fin necesitan reclutar un
batallón de zombies. La gran tarta de antaño se ha vuelto pequeña y compleja
de repartir.
Una vez conseguidos esos objetivos… o no, es muy posible que a
nuestros modistos nacionales no les quede ni tela para cortar.
De momento nuestros sastrecillos siguen remendando y recortando, no
sea que queden más seres pensantes y preparados de lo que sea menester.
Opinión
.
ACTORES Y ESPECTADORES,
Ante la orfandad presencial en las salas
José L. Casado Toro - Profesor
Noche de viernes, en un teatro dependiente de la Consejería de Cultura de la Junta de
Andalucía. Se representa una obra sustentada argumentalmente en las reflexiones de un
veterano actor, frente a las opiniones de una esbelta y joven actriz, acerca del estado actual
del arte escénico. Para un aforo de 310 localidades, sólo han sido ocupadas veinticinco
butacas. En el debate posterior a la representación, algunos de los escasos asistentes
manifiestan que son actores profesionales o aficionados. Los dos protagonistas de la obra (con
una actuación de muy cualificado nivel interpretativo) confiesan que, en su recorrido por los
teatros andaluces, sólo han cubierto una media de cincuenta localidades, por representación.
El tema nuclear, objeto del debate, se centra en la situación que vive hoy el teatro ante la
escasa asistencia de espectadores a las salas, salvo para obras muy concretas y grandes
espectáculos (montados, fundamentalmente, en los monumentales espacios de la capital
madrileña). La entrada, para esta obra en Málaga, costaba 10 euros. El precio medio de una
entrada de cine en nuestra ciudad oscila alrededor de los siete euros, superando o
reduciéndose ese coste, según los días de la semana. Esta misma noche, a pesar de la
insoportable situación de recesión económica que nos aturde, terrazas, lugares de tapeo y
copas, junto a determinados restaurantes, se veían bien repletos de un público hambriento.
¿Hay soluciones, a corto o a más largo plazo, para recuperar el nivel de asistencia de
espectadores a las salas donde son representadas estas obras? Siempre hay caminos y
esperanzas, para casi todo. En el caso del teatro, se me ocurren algunas decisiones que
podrían ayudar a la recuperación, asistencial y económica, de esta sin par cultura
interpretativa. Veamos algunas.
a) Si el nivel en la venta de localidades apenas llega al 10 %, en un teatro municipal o
autonómico (por su titularidad) sería una decisión inteligente repartir, de manera gratuita, un
número sustancial de localidades entre los colegios de Primaria y los institutos de Secundaria,
a fin de que los alumnos asistieran a estas representaciones. Se ejercitarían en la comprensión
de la significación cultural del teatro, analizarían los valores, implícitos o explícitos, en cada
una de las obras, se fomentaría la afición al arte escénico desde la edad infantil o juvenil y,
sobre todo, se evitaría el penoso o deprimente espectáculo de una sala vacía o huérfana de
espectadores.
b) En estos teatros de titularidad pública, se suele priorizar la representación de un género de
obras calificadas de vanguardia o de “industria independiente”. Tanto en las propias temáticas
argumentales, como en la escenografía, muy esquemática o imaginativa, que las sustenta. Y
este teatro moderno, avanzado y, a ratos, difícil de comprender, en no pocas ocasiones deja de
cumplir uno de sus más irrenunciables objetivos: distraer. Los temas elegidos y las puestas en
escena acaban aburriendo a un determinado o mayoritario público. Tras presenciar dos obras
en las que se ha mirado repetidamente al reloj, suspirando por la llegada de su finalización, no
quedan muchas más ganas de repetir la experiencia, para una tercera oportunidad. Se piensa
que, para esos otros fines de semana, resulta más interesante la posibilidad de asistir al cine o
a otras actividades de sugerente carácter lúdico.
c) Al igual que ocurre en los cines, para un teatro minoritario o de vanguardia, no tiene
sentido la existencia o construcción de grandes o monumentales salas. De hecho, hoy día, se
están llevando a cabo representaciones en los salones de algunos hoteles. Incluso, también, en
los propios pisos particulares. En este último caso, los escasos espectadores que pueden
asistir a estas obras, por las obvias limitaciones de espacio, contribuyen económicamente con
una aportación simbólica o voluntaria, a fin de ayudar a los actores no consagrados que
intervienen en las mismas. Son espectáculos en los que el tiempo de representación es
sensiblemente más breve, que el aplicado a una obra convencional.
d) Sería importantísima la existencia, en los centros escolares, de materia o asignaturas
optativas, dedicadas o sustentadas en esta singular faceta artística de la cultura. En su
desarrollo, los alumnos conocerían, analizarían e incluso interpretarían, obras significativas
que motivaran el gusto y la afición al teatro. Al tiempo, los escolares acudirían a las salas
teatrales mientras que los actores y directores visitarían los centros educativos. Éstos se
acercarían, física y anímicamente, a los futuros espectadores a fin de explicarles técnicas,
argumentos y contenidos, tanto en conceptos pero, sobre todo, en valores. Unos y otros
dinamizarían, con esta vitalidad solidaria, esta hermosa e irrenunciable actividad.
Resulta admirable el encomiable esfuerzo, por parte de algunas Administraciones e
instituciones, por acercar el teatro a la ciudadanía. Pero hay que seguir esforzándose, con
imaginación y racionalidad, a fin de evitar la aridez plástica de unas butacas que sufren la
orfandad presencial de los espectadores.-
CRÍTICA LITERARIA
Las leyes de la frontera
Manuel Martín Miras
La verdadera frontera es la interior, la que nace de nuestros miedos y de nuestras
inseguridades, la línea imaginaria que actúa como un
límite simbólico que
mentalmente nos ponemos, para poder conformar y proteger nuestra identidad. De esta
manera nos sentimos seguros, cómodos, amparados por nuestro entorno y dispuestos
a considerar diferentes a los otros, a los que están al otro lado. Las fronteras
simbólicas, que son también reales, las establecemos entre el bien y el mal, entre la
justicia y la injusticia, entre el amor y el odio, entre la pobreza y la riqueza, entre la
verdad y la mentira.
Las fronteras externas, las físicas, son la consecuencia de nuestro temor a lo
desconocido y se establecen por la necesidad de controlar y limitar los movimientos de
quienes sentimos como amenaza, para no dejar que los demás invadan nuestro propio
territorio y contaminen nuestra forma de vida. La realidad es otra y las fronteras lejos de
ser líneas divisorias insalvables, se han convertido en lugares híbridos y permeables,
donde la lengua y la cultura se enriquecen y reaccionan como en un crisol y dan lugar
a zonas con leyes propias.
En la novela de Javier Cercas " Las leyes de la frontera", la crónica de tres jóvenes
delincuentes, le sirve al autor para diseccionar el desarraigo y la marginalidad en la
periferia de Gerona en la década de los 70.
La historia de Zarco, que se convierte en un mito popular de la época, en un símbolo
creado por los medios de comunicación ( al modo de " el Vaquilla " o " el Lute " ), se
completa con la de sus dos compañeros, Tere de su mismo entorno social, y el
Gafitas que procede del otro lado de la frontera, del mundo burgués , y que con temor
pero por la atracción de lo desconocido, decide unirse a ellos
prohibida del delito.
y
cruzar la línea
Si en "Soldados de Salamina”, Javier Cercas nos sorprendía al narrarnos en primera
persona la reconstrucción de una búsqueda periodística, en esta novela el punto de
vista se construye mediante una serie de entrevistas que realiza un escritor en la
actualidad, al propio Gafitas que ahora es abogado, al director de la cárcel donde ha
estado el Zarco y al inspector de policía que lo detuvo. Se trata de escribir la verdadera
historia de Zarco, de construir una historia real con opiniones parciales y subjetivas que
no son sino versiones y visiones distintas de una narración de los hechos que hasta
ese momento se ha basado en los medios de comunicación y en libros y películas
sobre el Zarco.
Esta vez Javier Cercas habla de lo que conoce, de las gentes de la ciudad de su
infancia, que se convierten en la otra cara de lo que cuenta en "Anatomía de un
instante “, el libro sobre el 23-F donde nos habla
de políticos y militares.
La trama
se desarrolla por medio de continuas
bifurcaciones y preguntas sin respuestas ciertas;
los
entrevistados no están seguros de lo que
cuentan y piensan que quizá podía haber sido de
otra forma. Los personajes se van configurando
mediante un juego de espejos donde cada uno ve
la realidad con algún tipo de deformación, pero
donde la suma de todas las visiones da la más
aproximada a la realidad, que sólo al final del libro
se deja ver.
El dominio de la técnica, los distintos planos en
que nos hace movernos al lector y la estructura
envolvente
su
lectura.
de la trama hace muy recomendable
Es
interesante
el
video
de
la
presentación de la novela, donde el autor pasea por los escenarios reales de Gerona,
donde transcurre la acción. http://www.youtube.com/watch?v=4mCqsh1MjZo
CRÍTICA LITERARIA
Sangre a borbotones
Ricardo Guadalupe
¿Recordáis aquella serie de los años 80 llamada Mike Hammer? Su
protagonista era un detective privado con sombrero tipo fedora que cuando se
cruzaba con alguna fémina de buen ver lanzaba aquello de “tomaré nota”. Una
muletilla socarrona que yo esperaba con gran expectación en cada capítulo.
Me hacía gracia, mucha gracia. A veces los tíos somos así de simples. De
hecho somos así bastante a menudo. Y en la edad del pavo lo somos la
mayoría del tiempo. Es por entonces cuando más me divertían las historias de
detectives, en series, libros, películas,… ¿Qué chaval no ha jugado a ser
detective? Pero no cualquier detective, queríamos ser ese detective solitario,
burlón, fuera de la ley, normalmente con problemas con la justicia y al que
habían echado del cuerpo de policía. Alguien sin suerte, es cierto, pero con
principios inquebrantables, por lo menos hasta que los quebrantaba. Un tipo
duro capaz de enfrentarse a cualquier matón, por grande que fuera, y de salvar
el pellejo en las situaciones más comprometidas, por muy cerca que silbaran
las balas. Al final siempre se complicaba la cosa y había que plantar cara a
algún pez gordo y salir del paso de algún que otro lío de faldas. Las mujeres de
curvas explosivas es uno de los leitmotivs de las historias de detectives, como
lo es la petaca de bourbon a la que el protagonista se abandona mientras da
rienda suelta a sus reflexiones sobre lo humano y lo divino. Porque eso sí, bajo
esa apariencia ruda hay un tío sensible, desaliñado y con un concepto de la
limpieza digamos que propio, pero con sentimientos. Y listo, sobre todo a la
hora de hacernos reír. ¿Qué por qué cuento todo esto? Porque todo eso es
Sangre a borbotones, de Rafael Reig.
Carlos Clot, el detective privado de Sangre a borbotones, no es Mike Hammer,
no vive en Nueva York, sino en Madrid. Tampoco dice “tomaré nota”, sino “no
digo más”. Y en vez de llevar una botella de Jack Daniels en una bolsa de
papel, guarda su Loch Lomond en un archivador, en la I de «imprescindible,
inevitable, inabarcable, inconsolable e irrevocable».
Otra diferencia, y ésta definitivamente singular, es que Sangre a borbotones
está ambientada en un futuro no muy lejano en el cual se ha acabado el
petróleo, el inglés es obligatorio, las alteraciones genéticas son práctica común
y han inundado Madrid para convertirla en una ciudad navegable, con el Canal
Castellana como principal vía de comunicación fluvial entre el centro y el resto
de la península.
Y ahí no queda eso, porque animado por el marco de la ciencia ficción, el autor
entra directamente en el terreno de lo fantástico, con propuestas a cuál más
delirante, e hilarante, como que los personajes de una novela de vaqueros
adquieran vida propia, ellos y sus caballos. No digo más, como añadiría Carlos
Clot.
Lástima que con tanto
disparate se pase más
de una vez de la raya.
Además,
la
novela
llega un momento que
va
perdiendo
Nuestro
fuelle.
antihéroe,
Carlos Clot, no puede presumir de buen fondo físico, y la novela tampoco. A
sus páginas les entra el flato, se les hace larga la distancia y buscan
desesperadamente el final.
Con todo y con eso, se merecen ser recibidas con el envolvente saxo del tema
Harlem nocturne, con el que Mike Hammer se despedía hasta el próximo
capítulo. Justo antes, Hammer solía hacer un gesto que me voy a permitir
imitar ahora. Voy a encenderme un cigarrillo, subir las solapas de mi gabardina,
y concluir diciendo: Buen trabajo, Reig, chico, has tenido un par de ideas felices
y me has hecho reír a borbotones. Tomaré nota.
CRÍTICA LITERARIA
El perro petrificado
El perro petrificado narra en primera persona un prolongado viaje a través del
tiempo y del espacio. El espacio es la isla de Cuba y los diferentes pueblos por
los que va pasando el narrador hasta llegar finalmente a La Habana. El tiempo
es el que media desde la caída del gobierno del general Hacha en 1933 hasta la
llegada al poder del sargento Batista en 1944, lo cual provocará el abandono
forzoso de la isla del protagonista tras ser descubiertas sus “ridículas”
actividades subversivas. En esta novela Felipe Orlando hace la crónica de una
época muy convulsa de Cuba, donde los gobiernos corruptos sustentados por la
superpotencia vecina se suceden unos a otros y se deponen sus líderes en
nombre de una libertad que no acaba de llegar. Nos muestra el estado de
postración, de miseria económica y moral e intelectual que suscitan en la
mayoría de la población, en los distintos personajes, etéreos, fantasmales, que
van desfilando ante nuestros ojos en esta novela memorable. Todos ellos son al
cabo perfectas meretrices que solo atienden a “la voz de su amo”, como el perro
Nipper de la afamada casa discográfica.
Felipe Orlando (1911-2001) fue un artista
multidisciplinar, pintor sobre todo, escritor y
ensayista, músico… Su obra pictórica ocupa
un lugar muy destacado dentro de la
vanguardia histórica criolla, desde la cual
evolucionó hacia la abstracción plena a partir
de los años 80. Algunos de sus cuadros de
los últimos años, Noche en la Alhambra, por
ejemplo, de 1997, o Presentimiento, de
1992, están a la altura de las obras más
sublimes
del
arte
contemporáneo
en
Occidente, según afirmaba el crítico de arte
Enrique Castaños Alés. Menos conocido
como escritor, su obra literaria posee, no obstante, una fortaleza fabuladora
inigualable y un altísimo dominio técnico, con influencias apreciables de
Lezama Lima, García Márquez o Frank Kafka, fundamentalmente. De su
producción literaria, hoy inencontrable, destacan las novelas Inversamente el
sueño (México, 1972), Leonorilda eleva el pensamiento a las alturas (México,
1973) por la que recibió el Premio Nacional de Novela Nezahualcóyotl (el
mismo que obtuvo en su versión internacional Juan Marsé por Si te dicen que
caí) y El perro petrificado (La Habana, 1985, Las Palmas de Gran Canaria,
1993) que reeditamos ahora. Publicó además dos libros de relatos: Dos
gardenias para Carabela (Las Palmas de Gran Canaria, 1973), y El dulce
nombre de la tarde
(Jalisco, México, 1975) y es autor de dos novelas
pendientes todavía de publicación: Hombre con sombrero y Margarita la mística
(1971).
Todos los que lo trataron en vida coinciden en señalar que Felipe Orlando era
una personalidad excepcional. En su juventud viajó por toda América movido
por sus intereses artísticos y antropológicos. Viajó también por Europa y
conoció y mantuvo relación con muy destacadas figuras de la cultura mundial.
Henry Moore, Georges Braque, Pau Casals, Emilio Prados, Manuel
Altolaguirre, Alfonso Reyes, Frida Kahlo, Gastón Baquero, Néstor Almendros,
Joan Miró, García Márquez o Lezama Lima (de quien era familiar) se contaban
entre sus amigos. Desde 1970 hasta su muerte dirigió en Benalmádena el
Museo de Arte Precolombino que hoy lleva su nombre, el segundo del país en
importancia, y al cual donó su colección particular de un valor incalculable. En
todos estos años malagueños fue amigo íntimo de Bernabé Fernández Canivell
y ejerció una benéfica influencia y un enorme magisterio vital sobre destacados
artistas como Enrique Brinkmann, Jorge Lindell o Elena Laverón, quienes
mantienen todavía muy viva su admiración por este singularísimo creador.
Título: EL PERRO PETRIFICADO
Autor: FELIPE ORLANDO
E.D.A. LIBROS
COLECCIÓN LOS DÍAS TERRESTRES
Poesía
OJO ELÍPTICO
http://playadeakaba.com/
Enrique Clarós
Ojo elíptico
que te envuelve,
observa y absorbe.
Alborea en tu rostro la mañana
y el anhelo silente se detiene
en la lágrima suspendida
en tu pestaña,
que refleja mi rostro
despierto en el tuyo,
mis ojos que se cierran
para otra vez soñarte.
Miedo tengo de dormir solo,
a la sombra de los años,
indefinidamente separados
por una extensión desierta.
Poesía
UNIVERSO LYNCH
Abel Santos
para Roger Wolfe
Separados
por unos barrotes,
un hombre y una mujer dialogan,
en la secuencia,
de un mundo oscuro, pálido y rojo,
en una mezcla
de erótico surrealismo
y tenebrismo francés:
—¿Porqué fumas?
—Porque estoy nervioso.
—¿Y desde cuando estás nervioso?
—Desde que fumo.
Mi primer contacto con la tentación
de ser escritor.
Poesía
http://playadeakaba.com/
La noche rota de Isabel Laso
Noche rota, noche oscura
del fondo de tu alma
me llega tu locura.
Noche rota, noche vencida
se escapa de tu alma
tu mirada desvanecida.
Noche rota, noche cruel
ahí está tu alma
que me es infiel.
Y la luna lo mira
y llorando se calla
y reina la mentira.
Con un brillo de hambre,
una navaja habla
solo dice: dame sangre.
Poesía
La pregunta
Joaquín A. Mejía
Fontalvo
¿Qué quieres que haga yo?
Me preguntas.
Te ajustas el Rolex en la muñeca y te contemplo a través de mi herido orgullo.
Acabo de acostarme contigo.
Acabo de convertirme en adúltera.
Quiero que digas, aunque sea mentira, que sentiste la felicidad en mi piel,
su infinita dulzura
su divina intensidad
su misteriosa hondura.
Que digas que el tiempo dejó de existir mientras me besabas.
Y no que prefieres fumar un silencioso cigarrillo
porque las palabras sobran después del amor
(o seamos crudos: después del coito)
Necesito estrangular mis remordimientos.
Necesito escuchar que no me he equivocado
-lo hubiera podido hacer con cualquier otro hombre
pero te elegí a ti-. A ti.
También puedes inventar otro universo,
uno que lleve mi nombre.
Puedes matar a alguien por una piedra preciosa
que valga tanto como mi corazón.
O esparcir un olvido que tenga el sabor de mis labios.
O inventar una forma de morir que tenga mis ojos.
Hay tantas cosas que puedes hacer.
El otro lado
María Monjas
Poesía
Espero.
Te espero con furia, con urgencia, con ardor, con recelo.
Espero tus manos, tu sonrisa, tu deseo de viento.
Espero verte llegar con tus besos, con tus enigmas,
Con tus palabras.
Te espero tanto,
Tanto y tanto
Que olvidé por completo
Caminar hacia ese otro lado
En el que tú
Quizá,
me estés esperando.
EXILIADA
MARÍA GAFO GÓMEZ
Relato
¡Dichoso salitre! Es que no hay forma de librarse de él. Y eso que cierro con
cuidado cada vez que salgo. A pesar de tratar las paredes con ácido muriático
y precintar puertas y ventanas con doble aislamiento, al final acaba entrando y,
sólo unos meses después, la casa vuelve a encontrarse en unas condiciones
lamentables. ¡Cómo no va a estarlo, si hasta mi pelo está absolutamente
ingobernable por culpa de la dichosa agua de mar! Voy a tener que pedirles
que vuelvan a pintar las paredes.
Qué pereza me da hacer los ejercicios de la mañana, pero no debo caer en la
autocomplacencia. Sería mi perdición y daría la razón a los que dijeron que
sólo resistiría aquí unos meses. Si no diera cada día las cinco vueltas de rigor a
la isla, tendría las piernas entumecidas y no podría aguantar mucho tiempo
más. Mantener la disciplina es fundamental y les demostrará que mi voluntad
es de hierro.
Gracias a la ayuda de mis fieles, el exilio es mucho más llevadero. Sus visitas
semanales cargados de provisiones, noticias y palabras de aliento, sin duda me
ayudan a levantarme cada día con la cabeza alta. Sé que están preocupados
por mi salud y mi bajo peso, pero estos calores han hecho que pierda el
apetito. Cuando volvamos a restaurar la monarquía, lo primero que haré será
recompensar su lealtad inquebrantable.
Al igual que Napoleón en la Isla de Elba, debo aprovechar el tiempo y preparar
con sigilo y decisión mi vuelta. Es lógico que al principio el Gobierno de la
República viera mi destierro voluntario con recelo y desconfianza. Sobre todo
después de la atención mediática que desperté, con mi foto en la isla ocupando
la portada de los principales periódicos internacionales. Pero, tal y como
predije, después de solo dos años los medios de comunicación casi se han
olvidado de que existo.
Evidentemente el exilio en Estoril habría sido mucho más llevadero, pero
teniendo en cuenta los precedentes históricos, era preciso elegir un enclave
emblemático y representativo de nuestra historia. La opción del peñón de
Alhucemas no cuenta tampoco con el simbolismo y el golpe de efecto que
buscaba. Aunque todo sea aquí mucho más duro tanto desde el punto de vista
físico como emocional, es un sacrificio necesario. Al menos ya tengo curtida la
piel y no he vuelto a quemarme.
Ahora debo esperar con paciencia el rechazo del pueblo a los nuevos líderes
republicanos. Pronto llegarán los escándalos de corrupción, estoy convencida.
Es imposible que los nuevos gobernantes no sucumban ante el dinero fácil.
Como Napoleón en Elba, tengo que perseverar, aguardando el momento
adecuado para volver.
La verdad es que los últimos años de la monarquía fueron duros. Tras la
cacería de elefantes, el disparo del primo en el pie, la implicación de la tía por
tráfico de influencias y el descubrimiento de las cuentas en Suiza del abuelo, la
confianza del pueblo español en nuestra familia cayó en picado y con
razón.Pero no todos somos iguales. A lo largo de la historia, las reinas han
dado muchas más satisfacciones a nuestro pueblo que nuestros familiares
varones. Estoy convencida de que en mi caso será también así. Sólo pido un
poco de confianza.
Exiliándome en la Isla Perejil, busco demostrarles mi voluntad inquebrantable
de servicio y mi capacidad infimita de sacrificio. Si me brindan su apoyo,
devolveré de nuevo el esplendor a nuestro querido país, ayudándole a
recuperar los laureles perdidos. No les defraudaré.
Palabra de Leonor de Borbón.
©María G.G., 2013
Tu ausencia
Ángela Gutiérrez
Relato
Intento recuperar esas imágenes casi perdidas. Unas frases, unas risas,
sensaciones... Jirones de la memoria que el tiempo perdonó, quizá por un
descuido. Los restos de una travesía que flotan en el espacio como en un
reflujo de la marea.
Te veo venir hacia mí, justo cuando las campanadas del reloj dejan caer
solemnes sus pesadas cadencias que no logran romper la quietud de ese
espacio intemporal. Cuando todos reposan en el sopor de la siesta.
Te estaba esperando para iniciar esa expedición clandestina a la casa
recién descubierta. Aquella casa deshabitada que divisábamos desde lo alto de
la escalera del patio, encerraba para nosotros todos los misterios que la
imaginación infantil nos dejaba abarcar. No sabíamos que podríamos encontrar
allí pero nuestro deseo de explorarla se hizo realidad el día que nuestro padre
la compró y derribó la pared que separaba los espaciosos jardines de ambas.
Con precaución atravesamos un jardín donde estalla el sol, donde la
acacia y el cinamomo, conceden, como un favor, un poco de sombra, que
aprovechan dos viejos mastines, sesteando con languidez, dejándose vivir,
mientras un gato atraviesa los geranios con paso perezoso buscando la fuente
donde bebe sin ruido.
Todo parece estar en orden. Las macetas alrededor del pozo, sobre el
poyete de granito, en cada grada de la escalera o colgadas en los arcos del
porche. Entre las ramas del plúmbago y de la buganvilla, se oyen mínimos
susurros de pájaros que se cambian de rama o ahuecan sus plumas.
Sin necesidad de ponernos de acuerdo, de puntillas subimos al desván,
donde la luz que se cuela por los postigos desvencijados, proyectan chorros
mudos de polvo dorado. Es una expedición prohibida, por eso nos llena de
emoción. Buscamos un tesoro entre aquellos objetos inconexos, encapsulados
en su abandono.
Nuestra vocación compartida de aventureros nos llevaba a creer que todo
lo que hacíamos ahora era un ensayo, un entrenamiento para cuando
realizáramos esas grandes proezas que el destino nos tenía reservadas.
Estábamos seguros de que seríamos famosos y nuestros hermanos mayores,
que ahora no parecían vernos si no era para regañarnos, tendrían que
reconocer con admiración nuestros grandes logros.
A nuestro paso encontramos cestos de mimbres destrenzados, baúles
que perdieron su contenido, en otro tiempo valioso. Garrafas y botellas opacas
por el polvo con nulas esperanzas de ser otra vez utilizadas. Un piano
desvencijado, muestra con vergüenza sus cuerdas y sus mazos de fieltro
ajados por la polilla. Restos de paraguas, varillas de abanicos, fotografías con
sonrisas diluidas por la indiferencia. Medicinas que nadie se atrevió a tirar.
A pesar de nuestras precauciones, más propias de los profanadores de
tumbas que de dos chiquillos en busca de aventuras, las maderas secas
crujían al menor roce. El suelo no era firme, se hundía bajo nuestras pisadas y
el ruido de los trozos de escayola que caían al piso de abajo nos hacía frenar
en nuestro avance por aquel laberinto de objetos esparcidos como restos de un
naufragio.
El peligro era un ingrediente más que intensificaba la sensación de ser
auténticos personajes de libro de aventuras. La tarde se había paralizado
mientras avanzábamos en nuestra incursión, aturdidos por esa oscuridad
hendida por haces de luz, como lanzadas.
Pero no sé en qué momento, la realidad se hizo un hueco en nuestras
mentes pobladas de héroes de papel y empezó a desvanecerse la magia. El
temor sustituyó de forma paulatina e insidiosa nuestra sed de aventuras y como
por la fuerza de un imán nos acercamos el uno al otro cogiéndonos de la mano.
El tiempo, antes detenido en la modorra del calor, se había puesto en
marcha y nos apremiaba. A través de los ventanucos sin cristales ya no
llegaban restos de luz. Ibámos a tientas respirando un aire denso de polvo y de
miedo.
Ya creíamos haber llegado al comienzo de la escalera, cuando tu peso,
mayor que el mío, rompió el cañizo podrido y quedaste con una pierna en el
suelo y otra colgando en el aire del piso de abajo. Dejaste escapar una
palabrota prohibida a la vez que el grito agudo y lleno de terror salía de mi
garganta.
Nos encontraron gracias a ese grito y nunca nos pareció tan reconfortante
la bronca y el castigo que siguió a nuestra aventura.
Sentada en un banco de esta iglesia desconocida, en una ciudad
desconocida, llena de gente desconocida. También desconocidas son, para mí
tu mujer y tu hija, me encuentro sola llorando tu muerte, querido hermano.
Recuerdo cuando te llevaron interno al colegio y yo me quedé llorando tu
partida, tan sola como ahora. Pero volviste en vacaciones, volvimos a
recuperarnos.
Hoy, de nada me serviría gritar pues nadie vendría a salvarte.
Hoy, mi soledad de ti es absoluta.
Hoy, tu ausencia no tiene regreso.
Microrrelato
El último folio
Esther Cuesta de la Cal
Esther Cuesta de la Cal.
Puedo oír el rítmico caminar de fantasmas creados. Durante mucho
tiempo, me atormentó ese sonido, preludio de su presencia incansable en
largas noches de insomnio. Pero después, cuando el folio siguió en blanco y la
papelera llena, les eché de menos. Ni la soledad ni el sosiego les hizo volver y
me he preguntado cada día, si regresarían.
Pisadas de nuevo. Sí, aquí están, ¿Quiénes serán esta vez? ¿La mujer
maltratada? ¿El asesino de contables? ¿El policía corrupto? Ya no los veo,
pero sé para qué han venido. Los pasos siguen y siguen. No me iré sólo. El
folio se vuelve negro.
Silencio.
Ciudades, hombres, ideas
Saturnino Rodríguez Riverón (Cuba)
Relato
El carpintero serrucha unas tablas que previamente ha medido sin
equivocar el trazo. Clava. Apuntala su estructura. Fabrica un banco donde se
sentará el ordeñador de vacas.
El ordeñador de las vacas se levanta temprano, como es costumbre, toma el
banco bajito, y con más disciplina que determinación se dispone a llenar las
vasijas de leche.
Las vacas no dicen nada. Dejan perezosas que la leche salga de sus ubres a
la fuerza, a empellones rítmicos. Espantan las moscas con rabos terminados
en brochas y rumian la rutina reciclada de un amanecer como otro cualquiera.
La leche llega a muchas partes. Se vende en el mercado. Se la toma mezclada
con café y otros polvos. Un escolar se la traga con apuro antes de partir
corriendo hacia las aulas.
El oficinista no tiene tiempo de limpiarse la huella blanca que ha quedado en el
labio superior antes de alcanzar el ómnibus.
El ómnibus no espera por nadie, ha sido fabricado para rodar, y una vez que le
salten los tornillos o desgaste sus piezas, ya sin remedio para reparar averías,
lo arrumbarán en cualquier basurero. Hasta que industriales oficiosos reúnan
nuevamente el metal para moldearle nuevas formas al hierro. Armamentos, por
ejemplo.
El guerrero tiene en su poder las armas lustrosas para la batalla en ciernes.
Siempre hace falta una guerra. Destruir para volver a crear, es su consigna. No
importa si son ideas, hombres o ciudades. El progreso implica batalla, lucha
constante. Y ese es su cometido fundamental.
El escritor está sentado en un banco de madera, ya se bebió un vaso de leche,
pero no pensó en las vacas ni en su rabo largo espantando moscas. Para ser
justos, él odiaba la leche. No sabe por qué acaba de tomarse esa cantidad. Su
costumbre
invariable
consistía
en
preparar
dos
cafeteras
completas,
bebérselas casi sin pensarlo y ponerse a escribir de inmediato. Pero en la
historia que contaba comenzaron a aparecer un escolar corriendo, el secretario
con el portafolios lustroso que se limpia el labio superior, bien metódico, antes
de abordar el ómnibus.
Todo este embrollo de situaciones inconexas lo traía impaciente y no pudo
discernir cuando le alcanzaron el recipiente con la leche.
Eran ideas, por supuesto. No más que ideas. Sin saber, claro está, que el
ómnibus, sin el amanuense dentro, ya había sido desechado y su cuerpo y
tornillos vuelto líquido caliente y vertido en otros moldes para conformar el
armamento del guerrero.
Llegando a la cuartilla trescientos cincuenta y dos, había un capítulo de batallas
donde el empuje de tropas adiestradas y con la disciplina consciente de los
vencedores, convencía de forma rápida y rotunda a los enemigos para que la
rendición no demorara.
El general primerizo, nunca había ganado una batalla aunque tampoco la había
perdido, intentaba aleccionar a su Estado Mayor. Sin embargo, sus frases
caían al piso anémicamente, sin la virilidad que debía esperarse de un caudillo
militar. De sus palabras se deducía que no existía ni un solo fallo en la táctica
ni en la estrategia seleccionadas. Cada operación se diseñó según
aconsejaban los manuales, teniendo en cuenta los mejores ejemplos detallados
por la Academia. ¨Así no se gana la guerra¨, vociferaba un capitán dando un
fuerte golpe sobre los mapas desplegados sobre la mesa. ¨La guerra no se
gana con libritos. Hay que tener cojones para ganarla¨.
Los soldados ya habían irrumpido en la ciudad para dar comienzo a una nueva
guerra. Destruir, no importa qué. El progreso que llegaba. Por el seto
aparecieron. Rompieron la cerca, aplastaron las flores del jardín.
El escritor, sentado en su banco de madera les reprende:
-
Son ideas. Sólo ideas. Simples cuartillas en blanco y negro.
Pero llega el progreso. Y el escritor lamenta no haberse atenido a su rutina de
beberse completas las dos cafeteras, como un buen Balzac.
Es su responsabilidad, y lo sabe.
Ha muerto el carpintero, las tablas cepilladas y medidas regadas sin concierto
por el suelo del taller. El banquito del ordeñador no tendrá quien lo fabrique.
Sólo maderas trituradas por las esteras de los blindados. No hay ordeñador y
las vacas yacen agonizando en los campos. El escolar ya no tiene colegio al
que asistir. El oficinista fue reclutado a última hora y le han colgado una
mochila a la espalda y un fusil al hombro. En la ciudad no quedan ómnibus:
sólo carros de combate. Como este tanque que ha hollado las flores del jardín,
demolido la estatua de Afrodita enclavada en sus inmediaciones, roto la
balaustrada,
y cuyo cañón perfora la pared de la casa donde el escritor
planifica su relato. Apunta directamente hacia las hojas garabateadas con letra
menuda dispersas sobre el buró de trabajo, y dispara.
TORMENTA
ELIAS GOROSTIAGA
Relato
Noto ese viento, como si todo lo quisiera borrar, el paisaje, las hojas, las
llagas, la memoria, y vuelve la calma, una calma como si también lo quisiera
borrar todo y ordenar el paisaje, las hojas, las heridas y la memoria.
Cae la tarde, despacio, el sol suave. No quiero salir fuera y mirar el cielo, ver
cómo se va amoratando igual que una mala herida, como va creciendo igual
que la nata hervida en una cazuela. La humedad huele, la tierra, los
hormigueros, los motores, junio.
Todavía los pájaros se empeñan en atender sus nidos y nacen pollos nuevos,
algunos diminutos con los ojos más grandes que la cara y piden un ir y venir,
entre las hojas que vuelan y el trigo, piden más porque les pican las plumas y el
hambre.
Ya salió el loco a pasear a su perro. El perro es viejo, morirá pronto y el loco es
joven, algo más joven que un adolescente. Caminan despacio, uno va detrás
del otro, cuando el perro se para el loco avanza y cuando el perro camina, el
loco espera distraído, mirando las hormigas que van y vienen, cada una con su
trocito de abeja.
Pasan al lado de casa, al lado de la tormenta, ninguno mira y les veo irse hasta
que la maleza, las cuestas y las hormigas les devoran, pero no se les mueve ni
un solo pelo del flequillo.
El viento ya pasó definitivamente, salvo para las hojas de los chopos que no
dejan nunca de lamerse, de tiritar como si un miedo infinito les gastara bromas
pesadas.
El zumbido de un mosquito, sube por las costuras del oído y me deja nervioso
como un bebé despierto y sucio. Dura un segundo, algo más, pero no muere
porque se que antes o después volverá, aparecerá como un amante obsesivo,
detrás de la luz, de un periódico, en el reflejo de un cristal, entre los ojos. Su
zumbido entrará de nuevo.
Se golpea la puerta del garaje y una ventana. Golpean algunas voces y un
portazo nuevo que se va a lo lejos con esas voces, como si alguien tuviera algo
nuevo que decir, un reproche, un mal tono.
Un taxi corre cuesta abajo y entra tan deprisa en la curva que el frenazo hace
que la carretera se estreche hasta ajustar las dos líneas blancas a la anchura
de los ejes. La carretera entra en un puente y así entra el taxi apretujándose
porque el puente es aun más estrecho que la carretera y porque la fatalidad del
caso es que por el lado contrario pasa otro coche que va frenando. Segundos
después los dos desaparecen dando portazos, gesticulando, gritando sin que
nadie oiga nada, sin subtítulos.
Todo se ha olvidado, aquella pequeña memoria del sol bajando, también
desaparece y desaparecen lentamente los colores, igual que las fresas debajo
de las hojas. Todas las puertas mueren por dentro atravesadas por pequeñas
llaves. Detrás de la tormenta, ya pueden pasar todos los aviones. Llega
claramente el sonido de sus motores Rolls Royce y es de noche.
http://playadeakaba.com/
Microrrelato
DESENCUENTRO
Mónica López
Unidos por la obra de Dalí en un foro y en apenas dos meses, se afianzó una
relación escrita que decía más de nosotros que del singular pintor.
Descubrí entonces un nuevo estado… el ansia que me producía la espera por
leer los mensajes que mi desconocido camarada enviaba puntualmente cada
día. Tecleábamos osados emociones, derramando frescura en cada frase.
Nuestras misivas provocadoras lanzaban un guante para que el otro se sintiera
atrapado y no pudiera prescindir de la aventura epistolar.
Como era de esperar, surgió la propuesta del encuentro en carne y hueso. Así
que, tal como prometí, espero hoy viernes en la sala del Oeste de la Biblioteca
Central, en la galería que da a la fachada principal. Como en el cuadro de ‘La
muchacha’, poso de espaldas, en la ventana. Un pañuelo morado como
consigna.
Mientras, ensimismada miro la calle esperando distinguirlo, surge una voz por
detrás que me estruja el pecho, petrificada, me vuelvo al escuchar mi nombre
desde ese timbre tan conocido: mi pesadilla con orden de alejamiento, envuelto
en Armani.
http://playadeakaba.com/
Sección: Cómo ser escritora y perseverar en el intento.
Por Lola Buendía
Capítulo 2 - Lo que se espera como escritora
“No hay nada que fracase. Todo continúa. Se ha hecho el trabajo. Si está bien,
uno aprende. Si está mal, aprende todavía más. El único fracaso es detenerse.
No trabajar es apagarse, endurecerse, ponerse nervioso. No trabajar daña el
proceso creativo”.
Ray Bradbury
¿Qué es lo que esperamos de la escritura?
En una entrevista me hicieron varias preguntas
– ¿Qué es lo más gratificante de escribir? Mi respuesta fue:
La satisfacción de contar tus experiencias y el mundo que te rodea, agudizando
los sentidos para captar toda su riqueza y, además, hacerlo con estilo y buena
forma literaria. Y si luego los demás te leen y te reconocen mérito…, pues es
una maravilla.
– ¿Y lo más frustrante?
Creo que lo peor es que se convierta en una obsesión y te sientas frustrada si
no te dan premios o no puedes publicar. Mi maestro y amigo, Ramón Alcaraz,
siempre me dice que hay que disfrutar escribiendo.
He escuchado las mismas o parecidas respuestas a otros escritores: “escribo
por necesidad terapéutica, para comunicar, para escribir la historia nunca
contada, para vivir de lo que me gusta, porque no sabría vivir de otra cosa,
para vivir dos veces, para ser famoso…para perdurar en la memoria de la
gente”...
– ¿Qué espera transmitir a sus lectores?
“Me gustaría ser capaz de emocionarlos, que no puedan dejar de leer,
entretenerlos, llevarlos a imaginar lugares fantásticos, ayudarles a reflexionar, a
conocerse mejor…”
Es muy común en los que empiezan a escribir dudar de lo que se
escribe. Siempre se tiende a creer que no vale nada ni a nadie le interesa lo
que pueda contarles, que todo está escrito ya. Nos devanamos ante el papel
acerca de los temas que puedan interesar más a determinados lectores, si hay
que escribir al hilo de la moda, si es mejor éste u otro estilo, cómo lograr
escribir un best seller…Así perdemos la frescura que hay dentro de cada uno,
lo que nos conmovió, la anécdota insólita que nos contaron,
nuestros
maravillosos recuerdos, los seres queridos que desaparecieron de nuestro
lado…, las casas que he habitado, los objetos que me ayudan a hacerme la
vida más fácil, las miles de personas que trabajan para que podamos vivir en
paz y con bienestar… Todo esto nos impide volcarnos en esos folios en blanco
que aguardan desde hace días para que se los contemos.
Otro aspecto de la inseguridad es que buscamos opinión en los demás.
Nos empeñamos en darlos a leer a nuestros parientes y amigos, que nunca
serán parciales; tanto si te alaban como si no, te quedarás insatisfecho. Unos
te quieren demasiado y otros quizás no tienen argumentos suficientes para
criticarlos.
Cuando empecé a escribir poesía, le pedí opinión a un escritor conocido
y le comprometí para que leyera algunos de mis poemas rimados. Con mucha
delicadeza me hizo comprender que la poesía no era el camino por el que
debía ir. Ahora leo mucha poesía (a veces la uso como inspiración para
algunos relatos), pero ya no escribo poemas.
Es mejor pedir opinión a críticos preparados, que pueden aproximarte al
lugar en el que te encuentras en tu carrera de escritor – si pretendes dedicarte
a ello como profesional de la escritura, o simplemente piensas publicar. La
ventaja de ser escritora novel consiste en que aún no representas un peligro de
rivalidad para los consagrados. Tengo la suerte de conocer algunos de estos
escritores preparados, que me han dado su opinión imparcial, desinteresada y
muy útil en mi trabajo.
Otra buena opción es consultar con un profesional de algún taller de
escritura antes de enviar un relato a concurso o publicarlo. A lo largo de estos
años de experiencia con mi profesor de escritura, he confiado en su criterio y
tengo la seguridad de que si me dice que guarde un relato en un cajón para
que repose o lo tire directamente a la basura, es porque respeta mi trabajo.
Algunos de mis premios se los debo a él, porque supo orientarme
adecuadamente. En los talleres literarios me he afianzado como escritora,
siento confianza en lo que hago, he perfeccionado mi estilo y tengo más
seguridad en lo que escribo.
Escribimos también para sentirnos queridos o valorados, para tener
confianza en nosotros. Vivo desde hace unos años en Benalmádena, y aunque
hay muchos turistas, de vez en cuando alguien me reconoce y me pregunta si
soy escritora, porque me ha visto en el periódico o en la tele en tal o cual
entrevista. Esto me anima, porque los demás me están ayudando a creer que
soy escritora, y eso me gusta.
Como escritores tenemos que buscar apoyos. Pero ¿por qué creemos
más cuando las críticas son negativas que las positivas? Basta ya de falsa
modestia. El mejor estímulo que debemos esperar está en la constancia, la
paciencia, la confianza en nuestra propia voz: “Escribir es lo que quiero, y
compartirlo con aquellos que quieran leer lo que escribo”.
Los premios, la fama, el dinero…quizás puedan venir algún día; pero no
aguardemos con ansiedad. Deberíamos recordar que la fama y el dinero son
dones que se nos otorgan solo “después” de que hayamos brindado al mundo
nuestros dones mejores, nuestras verdades solitarias e individuales –nos
recomienda Ray Bradbury.
En el próximo capítulo: “… y lo que se recibe como escritora”.
Sección: Cómo ser escritora y perseverar en el intento.
Por Mar Solana
Hace tiempo me regalaron un libro muy curioso: «Cómo ser mujer y no morir
en el intento» de Carmen Rico-Godoy. La autora, sin perder un ápice el tono de
humor a lo largo del relato, narra las aventuras y desventuras de una mujer
periodista a la que le faltan brazos y horas para llegar a todo. Su tercer marido y la
criada son seres ornamentales al lado de la frenética actividad que despliega la
protagonista con el fin de pegar un buen bocado a su imperfecta rutina.
Entonces, ¿cómo podemos ser escritoras y perseverar (no morir) en el intento
de serlo? Si nos planteamos la misma pregunta al revés: ¿moriríamos si no lo
intentamos (persistimos)? Yo sucumbiría si no lo hiciera, mejor o peor, todos los
días. En mi caso, la perseverancia es mi tabla de salvación, de lo contrario, me
ahogaría. Y mi «intento» es el oficio de «escribir», más que la profesión de «ser
escritora».
Por tanto, «juntar palabras» constituye una condición sine qua non para
algunas personas; de la misma forma que somos mujeres, solucionamos diversos
problemas o criamos a nuestros hijos. Existiría, en el acto de escribir, algo instintivo
e inseparable de nuestro ser, un leitmotiv ensamblado, como las bisagras a las
puertas. Sin embargo, no es una actividad mecánica o involuntaria. No se agrupan
letras igual que uno respira o duerme. Desde que albergamos la idea sobre lo que
queremos (o pretendemos) comunicar, hasta el proceso final de revisión,
reescritura y pulido para sintonizar una buena onda lectora, escribir es una tarea
que requiere de un gran esfuerzo.
Las mujeres somos las únicas criaturas capaces de hacer malabares con las
tareas diarias. Podemos desplegar un buen número de apéndices misceláneos
para sujetar todas las labores cotidianas, realizar varias cosas a la vez y
conducirlas a término de forma satisfactoria. Sin menoscabo de la inteligencia
masculina, nosotras, de manera práctica, aprendemos este tipo de habilidades
desde muy pequeñas. Mañas inapelables para sobrevivir y competir en un mundo
con bastantes reminiscencias machistas.
El bello lirismo del escritor Manuel de Mágina en «Poeta sucumbiendo bajo un
alud de ollas de acero inoxidable» describe con mimo, elegancia y delicadeza esta
situación. La mayoría de mujeres escritoras—o mujeres que escribimos—lidiamos
con la prosaica existencia entre pucheros, palabras, acicalamientos, compras en el
super y aspiradoras. Somos verdaderas funámbulas de nuestras propias letras.
Nos chutamos incontables «rayas de realidad» para acometer gestos sencillos con
mil manos e infinitas intenciones. Si queremos dar rienda suelta a esta actividad
que llevamos acoplada al alma, necesitamos componer unas cuantas acrobacias
para que esa avalancha de cazuelas no le reste protagonismo o quede sepultada
entre cebollas y pimientos. Nuestros dedos son tentáculos que, frenéticos, se
mueven sobre el teclado al tiempo que sazonamos una sopa, picamos ajo o
cortamos patatas. Alimentamos a nuestras familias casi con la misma urgencia que
precisamos reunir expresiones perfectas, para que los personajes salpimentados
de nuestras historias no fermenten o se nos hinquen en las entrañas. Una puerta
sin bisagras no se tiene en pie. Nosotras nos nutrimos con ello y luego, nuestros
hijos o maridos, se comen un guiso que les sabe a sexo apasionado, desengaños,
crímenes ineludibles, cuadros hechizados o policías corruptos…
«Hum… este puré esta soso… ¡Claro! No quise sazonar más al pobre cartero,
¡tenía tanto que esconder!». «Cariño, estos macarrones saben amargos… ¿Qué
has puesto en la salsa?... ¡Lágrimas, lágrimas y más lágrimas! La tristeza y el
resquemor de Laura me han estropeado el tomate; lo siento…». Sorprendidos, me
tachan de frívola y estrafalaria, pero se comen todo sin rechistar. Son buena gente
mi familia. Para compensarlos les prometo poner más cuidado. Les doy mi palabra
de que mañana no confundiré el «ratón» de mi portátil con el pimentero, la «g» con
la espumadera o mi emoción al descubrir la valentía de Laura con el llanto
disfrazado de las cebollas. No dejaré que «ellos» asalten mis cazuelas sin previo
aviso. Atacaré yo sus flancos, intuyo que así debe ser aunque resulte más
complicado.
Sección Flamenco
EL FLAMENCO COMO MEMORIA COLECTIVA DE UN PUEBLO (II)
Rafael Silva Martínez
Ya dejamos introducido el tema en el artículo anterior, citando la relación
de apellidos del gran investigador Suárez Ávila, y atribuyendo a diferentes
sagas, familias o dinastías cantaoras gran parte del cultivo, de la elaboración y
de la gestación de los cantes en la primera época del flamenco. Luego por
tanto, el factor herencia, es decir, la pertenencia a cualquiera de dichas
dinastías (algunas de ellas inmensas, cuyos últimos eslabones llegan hasta
nuestros días), la fuerza o el torrente de la sangre, como
los gitanos prefieren expresar, parece ser un factor
primordial para la transmisión de los estilos flamencos. De
hecho, nos llegaron muchas formas de cantes antiguos
porque fueron cultivados por los descendientes de sus
creadores originales. Por ejemplo, conocemos los cantes
del Fillo a través de los cantes de su sobrino, El Nitri.
Vale la pena recordar aquí las palabras del gran poeta y escritor Félix Grande,
quien en su magnífica obra “Memoria del Flamenco”, nos dice lo siguiente:
“…Un gitano puede desconocer los pormenores de la historia de su comunidad,
y si los desconoce, evidentemente no podrá recordarlos. Pero la memoria no es
sólo un atributo personal. En la memoria de cada individuo late la memoria de
su familia. En la memoria de una familia (y más si es una familia gitana) late la
memoria de un pueblo. La memoria de un pueblo (y más aún si se trata de un
pueblo marginado) puede tener cicatrizadas sus heridas, pero al menos, las
cicatrices estarán presentes entre los rasgos del carácter, en su relación con el
miedo, en su cautela ante el poder, en su nostalgia de una calma siempre
buscada y nunca conseguida. Y desde luego, en sus maneras de cantar…”. Y
más adelante concluye: “…Todo lo que esencialmente nos define es
acumulación, es una herencia. Hay quien hereda cosas, inmuebles, acciones,
documentos de propiedad: será un capitalista. Hay quien hereda penas, miedo,
privaciones y un lenguaje musical lleno de desconsuelo y de consuelo: podrá
ser cantaor…”. Creo que queda perfectamente explicado.
Por tanto, muchos artistas flamencos, conscientemente o no (incluso algunos
que son analfabetos, pero poseen esa rara intuición de los seres de alguna
forma excepcionales), tienen muy presente el privilegio de la sangre en su
patrimonio jondo. Los casos son innumerables. Por ejemplo, José de la
Tomasa, sobrino nieto de Manuel Torre, aunque no llegara a conocer ni a
escuchar personalmente a su tío abuelo. Este fenómeno fue también intuido
por el genial poeta Federico García Lorca, que ya nos hablaba en sus escritos
de la “cultura de la sangre”. La cantaora María la Burra, hija de Tío Gregorio el
Borrico de Jerez, y nieta del Tati, declaraba en el otoño de 1983 en Madrid: “Lo
más importante para cantar flamenco es que te guste, traer eso dentro de tu
cuerpo de una familia de casta, que hayan cantao tus abuelos, tus padres, y tú
lo puedas sacar y heredarlo, pues como el que hereda un chalé aquí en la
Calle de Alcalá…”. Y por su parte, Curro Malena sentenciaba: “Tierra y sangre,
buenas compañeras”. Esto no quiere decir, evidentemente, que cualquier otra
persona, de otra raza, de otra cultura, de otro país, no pueda cultivar el cante,
si su entorno cultural y familiar los propicia. En el fondo, el sustrato cultural y
familiar, son los que determinan el cultivo de cualquier manifestación artística.
Pero los casos de dinastías flamencas son innumerables. El Clan de los Pinini,
de Utrera, es otra buena prueba de ello. Popá Pinini, Fernanda y Bernarda de
Utrera, Miguel Funi, el desaparecido guitarrista Pedro Bacán, y algunos más,
son buenos ejemplos de artistas adscritos a dicha interminable familia. O bien,
el Clan de los Sordera, de Jerez, con el patriarca, Manuel Soto, a la cabeza, y
un montón de hijos y nietos que son cantaores/as, guitarristas, etc. Incluso
podemos observar cierta preferencia o transmisión de algunas letras de los
cantes, de estilos concretos, de maneras concretas de expresarse, dentro de
estas familias. Timbres de voz, preferencia por algunos estilos, etc., forman
parte de ese legado inmemorial de arte que se transmite dentro del núcleo
familiar. Incluso algunas dinastías flamencas se han engrandecido por la unión
de parejas pertenecientes a diversas familias cantaoras, lo cual ha contribuido
aún más a su ramificación. La gran saga del cantaor jerezano Paco La Luz, es
otro ejemplo de todo lo que hablamos. A esta dinastía flamenca pertenecieron
La Serrana, La Sordita, Juanito Mojama, los Terremoto, Sernita, Borrico,
Parrilla, Mercé, etc.
No obstante, hemos de aclarar que este fenómeno al que estamos haciendo
referencia es más proclive en el mundo gitano que en el payo, que como
sabemos, se mueve aún por parámetros sociales distintos. Fundamentalmente,
todo ello se ha propiciado históricamente por el hecho de vivir todos
estrechamente unidos en un núcleo urbano limitado, como es el clásico barrio
andaluz. En efecto, el barrio andaluz puede considerarse como la escuela
natural para el flamenco. La estética de estos barrios es algo inseparable de la
estética del flamenco. Sus calles, sus tabernas, su modo de vida y sus patios.
El Perchel, La Trinidad, Capuchinos o El Palo, en Málaga; Barrio de Santa
María, La Viña, Puerta Tierra o El Mentidero, en Cádiz; Barrio de Santiago, o
de San Miguel, en Jerez; Triana, Polígono de San Pablo o La Macarena, en
Sevilla, y así, sucesivamente con todas las provincias andaluzas. Todo ello,
unido a la práctica endogámica de los gitanos, al entrecruce de castas y
familias, y al espíritu de colectivo que suele imperar en las gentes de su raza,
ha coadyuvado a la extensión histórica y generalización, que han propiciado un
estupendo caldo de cultivo para el flamenco generacional, es decir, para
conservar las viejas formas de cantes, aprendidas en el contexto familiar.
Pero como decimos, a día de hoy, ese concepto de herencia artística ha
experimentado un cambio sustancial respecto a lo que era en el pasado. Los
estilos de vida modernos, así como los cambios que se operan globalmente en
la sociedad, en lo que atañe a la integración gitana, van configurando un
modelo de relaciones distinto al pasado, que se va diluyendo, y en última
instancia, esto es perjudicial para el cultivo del Arte Flamenco, un arte, como ya
hemos afirmado muchas veces, tan intimista y personal. Por tanto, existe la
opinión generalizada de que se está perdiendo esa “escuela natural” de cante
que han representado siempre los barrios andaluces, precisamente por esa
dispersión. Ahora asistimos a un cultivo del arte flamenco más artificioso,
menos natural, más de laboratorio. El fenómeno de la herencia sigue
existiendo, pues se trata de algo de tipo biológico, pero ello ya no es ayudado
por el ambiente social tanto como en el pasado. Ello propicia que los cantes
autóctonos, personales o tradicionales de ciertas zonas concretas de la Baja
Andalucía se vayan olvidando, por ir siendo cada vez menos cultivados,
corriendo incluso el riesgo de su desaparición definitiva.
Sección Flamenco
EL FATAL CLARO-OSCURO DEL AMOR EN LA COPLA FLAMENCA
A través de sus letras (II)
Lola Buendía
En muchas letras flamencas ya se vislumbra la misoginia del hombre hacia su
compañera y esposa, expresada de una manera grosera y cruel.
Detengámonos en esta otra y juzguen por sí mismos:
Aquel que tenga una mujer
Y la quiera tener segura
La amarre con un cordel
Como si fuera una burra.
En este nuevo trabajo mi enfoque va dirigido a “la mujer ante el amor”. ¿Qué
sentía ante este trato humillante y vejatorio? ¿Qué expectativas tenía acerca de su futuro
esposo? ¿Por qué en la mayoría de las mujeres había ese fatalismo hacia el amor y el
matrimonio? Por último me pregunto ¿qué concepto tenían las mujeres de sí mismas?
¿Eran masoquistas hasta el punto de no entender el amor sino a través del sufrimiento o
poseían un sentir fatalista por la imposibilidad de cambiar su situación?
En base a estas preguntas, he clasificado en dos grupos las letras flamencas partiendo
del cancionero popular y he seleccionado las que, según mi opinión, mejor expresan el
sentir de las mujeres.
-
Letras de un marcado fatalismo ante el amor y el matrimonio.
-
Letras que expresan un fuerte sentimiento masoquista.
En el primer grupo se adivina que las mujeres aprendían en el hogar paterno,
mientras estaban solteras, un aprendizaje marcado por la desigualdad frente al varón. El
retrato de la vida familiar no era precisamente muy gratificante. Siempre tuvo que
obedecer y servir al padre y a los hermanos varones. Incluso veía cómo su madre, a
pesar de ser mujer, ofrecía la mejor “tajada” de la mesa a los hombres. Ella era tratada
como persona de segunda clase; si protestaba, como recompensa, quizás, se podría
llevar una buena ración de palos: estaba siendo preparada para ser, sobre todo, una
buena esposa,
para aguantar; ëse era el fatal destino de las mujeres. Veamos una
muestra:
Mozuela ya te casaste
Arrímate a la razón:
Hazlo bien con tu marío
Que es lo que manda Dios.
Las olas me contestaban
estrellándose en la arena
no te fíes de los hombres
Si no quieres pasar pena.
Cuando dos se están queriendo
Todo son lirios y flores
Y luego cuando se casan
Trancazos y maldiciones.
Soy una barca que flota
sin velas, quillas ni remos;
Voy a merced de las aguas
Y donde soplan los vientos.
(Gloria de la Prada)
Las muchachas percibían que en el matrimonio era normal que los actos violentos
estuvieran al día. La idea de que los maridos son agresivos por ser “machos”, y que, por
tanto, sus mujeres debían actuar con mansedumbre para no provocar los arrebatos de
sus hombres, degradando así su masculinidad, estaba muy arraigada en la Andalucía
profunda y también en la España de la primera mitad del siglo pasado. Debía ser tarea de
la esposa contribuir a la sensación de seguridad que el cabeza de familia debía tener en
todo momento, de ahí ese sentimiento fatalista de las mujeres ante las expectativas que
les ofrecía el amor en pareja y el trato de “su hombre”, sentimiento de impotencia que les
hace incapaces de reaccionar ante su desdicha.
Veamos este fatalismo, esta impotencia, esta falta de estima que sentían las mujeres
a tenor de lo que expresan estas coplas anónimas:
Hasta las doce esperé
Y viendo que no venías
Me fui y me acosté
Porque el sueño me vencía
Desperar a tu querer.
Por donde quiera que vas
andas diciendo a la gente
que de seguro soy tuya
¿y qué cadenas me has echao
Pa tenerme tan segura?
Mi suegra como es beata
Otras veces era yo
Me quiere comprar un rosario
plato fino en un vasar;
Y yo con su hijo tengo
y ahora soy estera vieja
Cadena, cruz y calvario.
De la puerta de un corral.
Me quisiste, bien te quise;
En todas partes del mundo
Me olvidaste, bien está.
Sale el sol cuando es de día;
Yo tengo corazoncito
a mi me sale de noche;
Que no se pica por na.
Hasta el sol va en contra mía.
Si la mar fuera de tinta
Yo creía que el amor
Y el cielo de papel doble
era cosa de juguetes
No se pudiera escribir
pero veo que en él se pasan
Lo falsos que son los hombres.
Las angustias de la muerte.
(Continuaremos en el próximo número con el segundo grupo: “Letras
que expresan un fuerte sentimiento masoquista)”
B
uenos Aires, Argentina, 1949. Reside en
España desde 1974. Concretamente en
Madrid.
Aníbal es un artista con amplia trayectoria
tanto en el tiempo como en la diversidad creativa en la que expresa su
lenguaje. En diversas etapas cultiva la pintura, la escultura y la fotografía. Es
un artista viajero, aunque una buena parte de su trabajo se desarrolla en su
estudio, una nave a las afueras de Madrid. Sus preocupaciones son la
naturaleza, los rastros del paso del tiempo, los juegos de escala, la percepción
de los microespacios, la tensión entre opuestos, los mundos interiores…
Páginas web de Aníbal:
http://photo.anibalmerlo.com
www.anibalmerlo.com
En dicha web podéis encontrar amplia información de sus exposiciones tanto
individuales como colectivas en España y en diversos países. Su obra está
presente en distintas
Fundaciones y Museos.
Hablamos con Aníbal Merlo para Terral
¿Cómo fue tu formación de artista?
Me resisto a hablar en pasado, mi formación continúa y pienso que es una
suerte que sea así. Si hablamos de mis comienzos, ese aprendizaje fue tardío
e informal. Yo ya había hecho una carrera universitaria, Ciencias Económicas,
y me sentía mayor -con 30 años!- para comenzar otra. Me pregunté qué quería
expresar y busqué profesores -“maestros” se habría dicho en otros tiemposque me orientaran en esa dirección. Ahora me plantearía una formación más
académica, pero procuro ser condescendiente con aquel joven un tanto
ansioso.
¿Qué relación hay entre la pintura, la escultura y la fotografía?
Son
instrumentos de exploración, interpretación y expresión, disciplinas distintas
que se han ido escalonando en mi trabajo a lo largo del tiempo. Naturalmente
que sus diferencias no son simplemente formales ni tienen que ver sólo con el
proceso de creación.
¿Qué significa el arte en tu vida?
El arte ha sido y es para mí un territorio por el que circular con absoluta
libertad, expresando aquello que de otra manera estaría condenado a
permanecer oculto y expandiendo los límites de nuestra conciencia.
Tu obra se decanta por la abstracción ¿ha sido así siempre?
He tenido fluctuaciones, y no lo es en el presente. Siempre he buscado un
punto de ambigüedad entre elementos como el paisaje, el objeto primitivo, la
arquitectura, el espacio sideral y la abstracción, prevaleciendo una cosa u otra
en las distintas etapas. Me interesan las tensiones que se crean entre
diferentes polaridades, en un equilibrio que no tiene por qué consistir en un
punto medio, por otra parte imposible de definir.
¿Qué son para ti los reconocimientos y premios?
Son reafirmaciones profesionales en un camino que no es precisamente fácil. A
mí ese reconocimiento me ha sido dado especialmente a través de críticas
positivas y enriquecedoras, adquisiciones
de instituciones o privadas y la satisfacción
de haber provocado una emoción, una
reflexión o cualquier tipo de respuesta
sensible en otras personas.
Tu biografía está repleta de exposiciones,
¿Dónde te has sentido mejor?
Me he sentido bien en muchos lugares que
me han brindado satisfacciones de una u
otra clase. Podría mencionar una
exposición en Austria, concretamente en la
ciudad de Graz, en la que tuve una
respuesta sorprendentemente positiva por
parte de los clientes de la galería, que
hasta ese momento no me conocían.
¿Cuál ha sido tu etapa más creativa?
Ha habido etapas muy creativas que a su vez me han servido para alcanzar
resultados y recoger frutos en etapas
posteriores, quizás de menor efervescencia
creativa pero también de mayor madurez.
Háblanos del proceso creativo en tu
trabajo
El proceso es un continuo, trabajo en varias
obras a la vez que a veces terminan siendo la
misma. Y cada una de ellas forma parte
de un proyecto que marca lo que va a ser
su desarrollo. También planteo juegos
combinatorios. Acumulo elementos que
son una especie de materia prima, para
luego enfrentarlos y recombinarlos
añadiendo otros. Los resultados son
controlados y a la vez imprevisibles.
Cómo descubriste tu afición por la fotografía
Comencé a vivir de otra manera mi relación con la cámara al asumir yo mismo
el fotografiar mis esculturas para los catálogos. Luego fui extendiendo esa
mirada a otras realidades emparentadas con mis preocupaciones creativas, los
microespacios en la naturaleza, el paso del tiempo a través de las ruinas
industriales…
Has viajado mucho ¿Qué te aportaron esos lugares a tu obra?
El ser testigo de otras realidades me ha enriquecido humana y culturalmente.
Eso termina formando parte de mi trabajo, de una manera directa o indirecta.
¿Qué cosas te inspiran?
La naturaleza, la soledad, el misterio, la noche, los días nublados, las obras de
otros artistas, lo pequeño y lo inconmensurable, el tiempo congelado, las ruinas
industriales, las minas abandonadas, el fluir de los ríos y del tiempo, las rocas,
las formas naturales aparentemente caprichosas, los mundos imaginarios, la
geometría orgánica de las plantas, los campos de lava, el hielo, las calles
vacías, los polígonos industriales vacíos, los bares de carretera, algunas
películas, la música, la literatura, algunas miradas, las fotografías antiguas…y
tantas otras cosas… a las que se suma la propia actividad, siempre
inspiradora.
¿Por qué no hay figura humana en tu obra? Y si aparece es insignificante
frente al paisaje.
En ciertas etapas me decanté claramente por la abstracción. Cuando mi
propuesta se ha acercado más a lo figurativo, me ha interesado más la
ausencia de lo humano, su huella y sus rastros, proponer espacios vacíos por
los que transitar…y cuando surge la figura humana, es una presencia diminuta
que se contrapone a lo inabarcable de la naturaleza.
Cuál es tu próximo trabajo
Tiene que ver con la presencia y rotundidad de algunos objetos encontrados,
curiosos y a la vez aparentemente insignificantes. Ese es sólo el punto de
partida, que se asemeja a mis trabajos recientes pero con un desarrollo
distinto, orientado a recorrer otros caminos.
ARTE PARA RECOMENDAR
POR JOSE MANUEL VELASCO. JUNIO 2013.
Ya estamos en Junio, a las puertas del verano, pero vamos a llegar a el
sin que la primavera haya hecho acto de presencia. La lluvia y el frio parecen
que no quieren abandonarnos pero ya, afortunadamente, lo están haciendo,
desde el sur, donde ya gozamos del calor primaveral, irá extendiéndose hacia
el norte, y esperemos que el buen tiempo siga y por fin tengamos un magnífico
verano, a pesar de las predicciones de los franceses que auguran un verano
gélido y lluvioso. Se equivocarán, como en tantas cosas. Yo, hace tiempo que
tengo desmitificado todo lo francés, después de toda la admiración que sentía
hacia este país, ahora creo más en todo lo que se hace en España…bueno
serán cosas de cambio climático y del cambio de opinión.
En lo que no he cambiado de opinión es en seguir recomendando todo lo
que, desde mi punto de vista, me parece que no debéis de dejar de ver dentro
del mundo del arte, y en mi visión optimista de que, a pesar de la crisis, el
tiempo y cualquier otro contratiempo que podamos tener, todo irá a mejor.
Y con mucho optimismo os paso a
recomendar las siguientes exposiciones. Voy
a empezar por el sur. En el Museo Carmen
Thyssen de Málaga: “Fe y fervor”, en la que
los textos sagrados son los protagonistas de
esta selección de obras maestras de la
Colección Carmen Thyssen. La Pasión de
Cristo, las historias del Nuevo Testamento,
las vidas de santos y la representación popular son los acontecimientos en los
que se inspiran estos magníficos autores para recrear su devoción, su
sentimiento y su fe.
El ámbito temporal en el que se sitúan estas obras abarca un amplio periodo
entre la Edad Media y principios del siglo XX. A través de estas telas podemos
imaginar historias de fervor, leyendas y milagros y mostrar al público diferentes
conceptos de espiritualidad, al tiempo que observar cómo ha evolucionado a lo
largo de los siglos. Podemos ver, entre otras, obras de Simone Martini, Van
Dyck, o Gauguin. Estará hasta el 30 de junio.
Sin salir del Museo Carmen Thyssen, no perderse
la exposición de Julio Romero de Torres (Córdoba, 18741930), “Entre el mito y la tradición”, que nos presenta un
recorrido de la obra de uno de los pintores más populares de la historiografía
española. Uno de los artistas españoles más reconocidos durante el periodo
conocido como fin de siglo, llegando a ser considerado el maestro absoluto del
simbolismo andaluz.
La exposición se compone de varias secciones organizadas desde un punto de
vista temático, dentro de las cuales también queda patente la evolución
estilística del pintor. Estas composiciones se caracterizan por poseer una gran
carga simbólica, así como plasmar constantemente el concepto de dualidad,
cuyo objetivo reside en representar la simbiosis existente entre dos extremos
morales. Se podrá ver hasta el 8 de Septiembre.
Continuando en Málaga, recomiendo en el espacio expositivo de la
Diputación Provincial de la calle Pacífico la muestra colectiva “Presencias
34”obra sobre papel, Está organiza por la Delegación de Cultura de la
Diputación de Málaga y APLAMA (Asociación de Artistas Plásticos de Málaga).
El presidente de APLAMA, Francisco Jurado, destacó que el soporte papel no
es un material de segunda, todo lo contrario, puesto que
en él se pueden plasmar auténticas obras de arte. Animó
a todo el conjunto de artistas a seguir trabajando sin
quedarse en la rutina, en hacer siempre lo mismo, sino
que hay que continuar estudiando nuevas formas e
investigar buscando nuevos caminos.
Esta 34 Edición se ha recogido en un catálogo con las
obras de los 48 participantes, donde sobresalen la
variedad de materiales empleados, como el grabado, la
acuarela, la tinta, las ceras, el collage, el pastel, el acrílico,
la impresión digital, el linóleo o la litografía. Estará hasta la primera mitad de
Junio.
Ahora en Madrid La Galería Elvira González expone por segunda vez la
obra del fotógrafo norteamericano Robert Mapplethorpe (Nueva York, 1946 –
Boston, 1989). En esta ocasión, la muestra constará de 32 obras realizadas
entre 1980 y 1989. La selección se compone de varias piezas inspiradas en las
formas y fragmentos del cuerpo humano, especialmente desnudos masculinos
y retratos de una de sus modelos más habituales, Lisa Lyon. Asimismo, entre
las obras expuestas se encuentran varias fotografías de formas vegetales,
animales y objetos que plantean contrastes de luz y geometrías sugerentes,
uno de los elementos distintivos de su trabajo
artístico.
La obra de Robert Mapplethorpe, uno de los
fotógrafos más importantes del siglo XX, se inicia en
Nueva York a finales de los 60. Sus primeras fotografías de principio de los
años 70, casi siempre en polaroid, captaban el entorno más cercano al artista
reflejando un mundo underground de marcado acento homoerótico.
Mapplethorpe también realiza collages con fotografías utilizando en ocasiones
como soporte el lienzo con impresión fotográfica.
A comienzos de los años 80 se produjo un cambio en su obra, evolucionando
hacia el refinamiento y la acentuación de la belleza clásica en sus imágenes. A
esta época se deben sus desnudos masculinos y femeninos tratados como
esculturas, retratos convencionales de artistas y personajes famosos, y
naturalezas muertas con flores. Se podrá ver hasta el 17 de Julio de 2013.
Y en el Museo Reina Sofía una gran exposición organizada por el Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Centre Pompidou de París. Es una de
las muestras más completas realizadas hasta el momento del artista
ampurdanés Salvador Dalí, con el título:”Dalí. Todas las sugestiones poéticas
y todas las posibilidades plásticas”. En esta ocasión única se reúnen alrededor
de 200 obras procedentes de importantes instituciones y colecciones privadas.
El período surrealista constituirá el núcleo de la muestra, haciendo especial
hincapié en el método paranoico-crítico desarrollado por el artista como
mecanismo de transformación y subversión de la realidad.
La exposición comienza con una sección dedicada a las primeras obras de
Dalí, en la que predominarán los elementos que marcaron su infancia. La
muestra continúa con la llegada a la Residencia de Estudiantes de Madrid a
finales de 1922 y su encuentro con Federico García Lorca y Luis Buñuel, entre
otros, le enfrenta a la Generación del 27. También esta exposición dedica un
espacio importante a los autorretratos que permitirán comprender mejor la
imagen que el propio artista tenía de él mismo. Se podrá ver hasta el día 2 de
Septiembre de 2013.
Volviendo de nuevo al sur, recomendar la
excelente exposición “International Art Exhibition”, en
el Palacio de la Merced de la Diputación de Córdoba.
Es una muestra colectiva de artistas internacionales y
algunos nacionales, entre los que me incluyo, y que
está siendo un rotundo éxito. Organizada desde
Madrid por el galerista Gorgonio Sanjuán al que
felicitamos muy encarecidamente por su gran labor de
difusión y promoción del arte y de los artistas.
Y para terminar quiero agradecer a mi colega el gran artista orensano
Joaquín Balsa la iniciativa de incluirme en una magnífica exposición sobre “El
Muro” de Pink Floyd en el Museo de Orense para abril de 2014, para el cual he
realizado especialmente una obra y este texto que explica mis ideas y
sensaciones respecto a este tema. Espero os guste.
HAY QUE DERRIBAR LOS MUROS
The Wall es una magnifica pesadilla, un delirante viaje que recorre todos los
pasillos de la generación de la postguerra y sus consecuencias, que hacen que
el protagonista se envuelva en su “locura” como único medio de protección
frente a los ataques en contra suya. Nace pues la figura del muro, que
simboliza su propia represión y exclusión del avance normal de la sociedad. Es
así como; el consumismo galopante, la sobreprotección de la familia, el
doloroso fantasma de la guerra, la intolerancia de los sistemas políticos, el
estricto sistema educativo, el fracaso en el amor y la cruel soledad del mundo
moderno derivan en elementos que se terminan convirtiendo en ladrillos, con
los cuales se levanta un muro protector ante el mundo real, ante el cual la y
el aislamiento (tanto físico como mental) son las únicas alternativas que
contribuyen al aumento del rencor social y la depresión.
A pesar de todo, la pesadilla tiene final, el propio creador de ese muro,
decide que debe ser derribado, para enfrentar la atroz verdad, exponiéndose tal
y como es ante el mundo, con las consecuencias que eso pueda atraer,
exponiéndose al mundo exterior, en una liberación final que le permite volver a
vivir otra vez. Esta situación sirve para realizar una enorme crítica social
evidenciando cómo el resto de los hombres seguimos a una partida de locos,
sean en las tarimas o en los capitolios, y las personas cada vez construyen
menos su propia personalidad, siendo, pues, ladrillos de ese muro.
Basándonos en conceptos filosóficos, se nos muestra una realidad social
plasmada en situaciones reales y trascendentes ocurridas dentro de un periodo
determinado. Durante este periodo, la autoridad consideraba las variaciones
del pensamiento algo erróneo y destinado al fracaso, en resumen, el sistema
era incuestionable, como se nos intenta hacer creer también ahora, en la
actualidad. Pero tanto antes, como ahora, hay individuos que se atreven a
desafiar el sistema, desatando caos dentro de todo lo previamente establecido
y dando lugar a la ruptura profunda entre la juventud oprimida y el muro
ideológico. Se rompen las cadenas de eterno silencio dando lugar a una lucha
filosófica sangrienta cual guerra. Dejando a su paso estragos y mártires del
saber. La ruptura social de los jóvenes, que impulsados por sus ideas y
rebeldía abrieron, y abrirán paso desafiando al sistema gubernamental,
educativo y cultural. Y para que exista un cuestionamiento latente en las
mentes de una multitud, es necesario el dolor y sufrimiento, que crea el
constante anhelo de un cambio social.
Pink Floyd expresa su inconformidad y resentimiento hacia el sistema
representando a las masas como un ladrillo. El cual, por si solo no tiene ningún
poder, pero unido a muchos más, crea un impenetrable muro, que en este caso
estaría representando al muro de Berlín. Esto nos dice que, el individuo deja de
ser persona, para convertirse solamente en parte de toda una doctrina tiránica,
que pretende convertir al hombre, que nació por derecho evolutivo con
inteligencia y capacidad de razonar en una simple pieza sin función alguna que
cumplir órdenes. Los ladrillos, también representarán al sistema estructurado
que manipula y oprime a través, también, del sistema educativo. Al momento
de romper el muro con un martillo se desmorona no solo un pedazo de
concreto que separa dos territorios, sino toda una ideología represiva e
intolerante, para dar lugar a la libertad y el pensamiento coherente. Existe un
completo dominio de pensamiento lógico, lo cual conduce a los mismos
alumnos a su destino, que sería caminar directamente a un triturador
convirtiéndoles en moldeable carne molida.
Podemos pensar que el gobierno, o los gobiernos en general, deciden
emplear este tipo de represión para evitar futuros conflictos y ayudar a su
gente, o también puede ser que los más ancianos temieran por su estabilidad y
por eso cerraran su mente al cambio y nuevas ideas sin tomar en cuenta a los
jóvenes y su necesidad de progresar. Muchas de las potencias mundiales han
reprimido y asesinado a los jóvenes cuando estos se manifiestan exigiendo
libertad, puesto que representan un peligro para el país entero al no medir las
consecuencias de sus actos. A veces, muchos jóvenes piensan que la vida es
mejor como ellos la imaginan; aunque no se dan cuenta de que, cuando
envejezcan, sus utopías serán igual de obsoletas que las que ellos aborrecen
y desean erradicar con tanto afán.
Por el contrario, considero que, el ser humano es libre y capaz de tomar
el control de su vida. Que el gobierno debe estar abierto al cambio y no a
silenciar a todo aquel que se le oponga. Cada persona es diferente, única y
especial; por tanto merece distinguirse de las demás. Nadie desea vivir callado,
ni aislado de su gente cuando rompe paradigmas. El ser humano tiene derecho
de luchar por su libertad, aunque le cueste la vida. Los individuos que han
dejado huella en la historia, han sido aquellos que no le temen al fracaso, que
no le temen a romper el silencio, a crear interrogantes y sobre todo a pensar.
Pensar cómo resolver aquello que les inquieta, molesta y destruye su
individualismo. El problema de crear una pared colectiva de ceguera, es que a
fin de cuentas, la misma sociedad vive inmersa en la mentira y para abrirle los
ojos, casi siempre deben de pasar desgracias, guerras o conflictos.
En definitiva, creo que, aquel que razona posee el poder. Si una persona
cierra sus ojos y oídos, para solo ver y escuchar lo que otro quiere, a lo único
que llegará será a convertirse en un ladrillo en la pared. No me gustaría vivir en
una sociedad dónde mis ideas fueran desechadas antes de ser siquiera
escuchadas, o dónde no me dejaran opinar ni crearme mis propios
interrogantes al darme cuenta de que lo que me dicen es erróneo. No creo que
el muro deba ser construido con ladrillos idénticos; puesto que el cambio y
progreso debe ser constante y no estancarse en una involución. A veces es
necesario eliminar el obstáculo que nos nubla la visión y no simplemente
hacerlo a un lado; esto crea polémica y abre los ojos de las masas, y es a
través de lo que cada uno pueda hacer, como se destruyen todos los muros.
Yo, como artista comprometido con la sociedad en que vivo, es a través de mi
obra con la que participo en esa llamada de atención y de denuncia, hacia los
problemas del tiempo que nos ha tocado vivir. Ese es el pequeño golpe que
doy, junto con los de los demás, para derribar este muro, y cualquier muro que
pretendan levantar para quitarnos nuestra libertad e individualidad como seres
humanos.
JOSE MANUEL VELASCO
Licenciado en Bellas Artes
Trazos
EL CREADOR Y SU OBRA
Pablo Rodríguez Guy
Aproximarse a las interioridades del acto creador no es nada fácil. En
esta ocasión voy a intentarlo con dos parcelas de la creación artística distintas
entre sí, pero que el “fondo” es igual entre ellas y entre todas las demás.
Basaré mi ensayo en el Cine y en la Literatura. El Cine con la película “EL
ARTISTA Y LA MODELO” de Fernando Trueba y la Literatura con los
“CUENTOS DE EVA LUNA” de Isabel Allende.
“El artista y la modelo” es una película sencilla, amena, profunda y entrañable:
Un escultor en su vejez, amigo de Matisse y de Cezanne, que vive y trabaja en
el Rosellón francés, durante la Segunda Guerra Mundial. Utiliza como modelo a
una joven catalana refugiada de la guerra civil española, encontrada por su
mujer (una espléndida Claudia Cardinale ya madura). Con ella como modelo
intenta conseguir una escultura definitiva, total, que resuma todo su ideal de
belleza.
En la película han tomado como referencia al escultor Arístides Maillol y una de
sus esculturas más famosa es la que sirve como línea conductora del relato.
En la historia contada en esta película quedan dos cosas muy claras: la manera
de mirar; LA CAPACIDAD DE VER del artista, algo fundamental e intrínseco
del creador. Y otra, que es lo determinante y se ve al final de la cinta, es LA
BÚSQUEDA que el artista persigue durante todo el tiempo que dura su trabajo.
Intentamos verlo.
Cuando la escultura ya está terminada, la modelo le reprocha al escultor que
no se parece a ella y él le responde que lo que él persigue es algo que está en
su interior y ella ha estado allí solo para consultar la naturaleza. Eso que está
en su interior es su “DISCURSO ARTÍSTICO”. Y ese “discurso” es el que se
encuentra en prácticamente todas las obras que yo conozco y que me
interesan.
En el caso de los “Cuentos de Eva Luna” de Isabel Allende, yo diría que
los cuentos son retazos de la vida, de las pasiones y dramas que nos podemos
encontrar en la crónica de sucesos, en los telediarios, en crónicas de la vida
cotidiana, pero tal como los ha escrito Isabel Allende, se convierten en buena
literatura, en historias que nos apetece leer y saborear y, lo que hace que nos
gusten es su lenguaje, sus expresiones, el cómo transmite el tema, eso que
llamamos expresiones poéticas, que son en definitiva, maneras de evocar unas
ideas, unos estados de ánimo o unas situaciones concretas, pero que no están
explicados, sino que están evocados con una expresión, a veces indefinida,
pero más real y penetrante que la descripción directa.
Los temas que ella elije pueden ser tomados por otros escritores, que les darán
su propio aire. En cambio ella los impregna de un misterio sencillo, de pasión
cálida. Son evocaciones casi fotográficas que nos sitúan en un ambiente
determinado y que prácticamente, nos mete dentro, nos hace sentir los olores y
sudores, las pasiones y los amores.
Algunas de esas expresiones:
…Nicolás Vidal había huido del amor desde su nacimiento, no conocía la
intimidad, la ternura, la risa secreta, la fiesta de los sentidos, el alegre gozo de
los amantes.
…Los pueblos del valle continuaron su existencia sordos a los quejidos de la
tierra, hasta la noche de ese miércoles de noviembre aciago, cuando un largo
rugido anunció el fin del mundo y las paredes de nieve se desprendieron,
rodando en un alud de barro, piedras y agua que cayó sobre las aldeas,
sepultándolas bajo metros insondables de vómito telúrico.
…Cuando ya no pudo seguir soportando la calentura de los huesos y la
ansiedad del alma, salió a pedir consuelo al primer hombre que pasaba.
…mientras ella besaba su recuerdo en el espejo y aspiraba la huella de su
paso en las sábanas, él estaba con su madre.
…silencio instalado allí desde el nacimiento de los tiempos e interrumpido a
veces por el suspiro subterráneo de los glaciares deslizándose lentamente
hacia el mar.
…En pocos años los animales se multiplicaron en tal forma que de lejos
parecían nubes atrapadas a ras de suelo.
Se podrían citar muchas más, pero basta con estas como ejemplo.
Los temas que Isabel Allende elige tienen una dimensión social y
tremendamente humana y determinan su “DISCURSO ARTÍSTICO” y la
elaboración de un lenguaje evocador, original, con palabras y frases que tienen
magia y que forman una evocación poética en sí mismas.
Estas dos cuestiones, el “DISCURSO ARTÍSTICO” y el “LENGUAJE
POÉTICO”, nos sirven para definir el eje fundamental de la creación artística: El
discurso es lo que el escultor persigue interiormente. Y el escritor utiliza como
la historia o el drama que relata y le sirve como pretexto e hilo conductor.
Contenido y forma. El lenguaje poético o forma, es la plasmación material de la
obra: La escultura, el cuento, un poema, una canción, una pintura, etc.
Bajo mi punto de vista tanto “EL DISCURSO” como “EL LENGUAJE” son
inseparables en cualquier ámbito; cine, escultura, literatura, pintura, música,
etc. Luego se pueden tener en cuenta las consideraciones específicas de cada
medio. Por ejemplo en la Pintura, esas consideraciones específicas serían; la
técnica pictórica, el ritmo, la armonía, el color, el dibujo, etc. Así “EL
DISCURSO Y EL LENGUAJE” son los elementos básicos y fundamentales en
cualquier medio de expresión artística. Y es la conjunción de esos dos
elementos lo que determina el valor artístico de una obra.
El viajero
Viajando al mítico club de Jazz “Blue Note”
Lola Buendía
Hacía mucho tiempo que no ordenaba el altillo del armario. Allí guardo
las ropas que ya no uso, esperando otra oportunidad, y una caja con las que
pretendo rescatar del olvido.
Empecé a sacar aquel montón de prendas que una vez significaron algo para
mí. Las iba amontonando sobre la cama y pensé que tenía que prescindir de
algunas de ellas para hacer hueco a las siguientes.
Mientras seleccionaba las prendas, me llamó
la atención una camiseta de color rosado con
dibujos azules. La extendí sobre la cama y la
planché con la mano. A la altura del pecho
se leía Blue Note sobre las Torres Gemelas
de Manhattan, también azules e ignorantes
de su destino. Forcé mis recuerdos y resucité a mi amigo Henry, el hispano que
me regaló aquella camiseta. Fue en el club de Jazz, Blue Note, situado en el
corazón de la “Gran Manzana” de Nueva York. Esa noche actuaba Carmen
McRae. En los carteles del local se anunciaba “En homenaje a la figura de su
admirada, Billie Holiday”. Yo no tenía ni idea de quién era esa cantante que
nació en el barrio neoyorkino de Harlem. El local se quedó en penumbra,
envuelto en el humo de los cigarrillos, y los focos barrían un sendero hasta
penetrar en Carmen, iluminando su pelo corto, resaltando su boca de labios
gruesos, su figura de caoba y sus instintos artísticos. Su voz cálida y sensual,
que interrumpía, de vez en cuando, para regalarnos unos monólogos de humor,
se abría paso hasta los devotos feligreses de aquel templo consagrado a la
música. Aquel día descubrí que el Jazz fue uno de los vehículos que sirvieron
de liberación y cohesión a millares de esclavos negros.
Las fechas se me agolpaban, no sabía exactamente en qué año yo estuve en
aquel club, ni cuando dejó de sonar la voz de Carmen McRae -Henry me contó
en sus cartas posteriores que esta cantante famosa de Jazz falleció víctima de
un enfisema pulmonar (tremenda enfermedad para una cantante)-, ni desde
cuando yo no me ponía la camiseta. Sólo veía a mi amigo sonriendo, con su
cara regordeta y alegre, ofreciéndome el paquetito que me acababa de
comprar en el club, y esperaba, expectante, a que yo lo abriera. Desdoblé la
prenda. Era de un color rosa chicle, con las Torres Gemelas y su ajedrez de
ventanas; en azul, las letras del club Blue Notes. “Para que siempre te
acuerdes de este día y de este lugar”, me dijo.
Durante algún tiempo nos enviamos algunas cartas y postales; más tarde, me
enteré por una amiga que estaba enfermo: había contraído el sida y al parecer
su deterioro era muy grande. Me aconsejó que no le escribiera porque le
cuidaba su compañero y habían decidido que no entrara nadie más en sus
vidas.
Henry murió poco después. Mi amiga me contó que estuvo atendido hasta sus
últimos días por su compañero sentimental. Otros no han tenido tanta suerte.
La camiseta sobrevivió a Henry, y se convirtió en una de mis preferidas; era mi
pequeño homenaje a aquel hispano que me acercó al gusto por el Jazz y la
comida india. Con los años, la prenda se encogió de tantas lavadas, o quizás
era que había engordado yo. Ya estaba descolorida, y sus letras se
desvanecían como mis recuerdos. Pero aún me emocionaba pensar en los
ratos compartidos con Henry, el hispano de cara sonriente, vital y alegre como
un niño.
Doblé la camiseta y en sus pliegues fueron desapareciendo las Torres
gemelas, que ya no existen, Carmen McRae, la cantante Jazzista que murió de
enfisema pulmonar y mi amigo Henry, muerto tan joven...
El Blue Note sique existiendo en el Greenwinch Village, pero para mí ha
muerto, porque el Blue Note que yo conocí con Henry no lo reconocería ahora,
y el espíritu de aquella noche se esfumó como el humo de los cigarrillos, que la
ley prohíbe ahora, igual que se apagó el corazón de mi amigo, dejándome sólo
una camiseta de color, que en su día fue rosa chicle.
Acaricio la tela con mis manos, la doblo y decido guardarla en la caja de
recuerdos rescatados al olvido.
El viajero
CUENCA, RINCÓN DE POETAS
Pepa J. Calero
Las gentes, el tiempo, los artistas, su poeta y otros han hecho de Cuenca
una ciudad encantadora, amable, natural. Ella se alza fuerte y orgullosa entre
sus dos ríos, el Huécar y el Júcar, queriendo tocar el cielo con sus montañas,
sus casas colgadas, sus piedras, sus peñas y sus cerros. “Ciudad colgada
sobre los valles de dos ríos”, Gerardo Diego.
Aquí vivió y soñó su poeta Federico Muelas: “Cuenca, cierta y soñada en
cielo y río”.
Visito la parte antigua ascendiendo por la calle Alfonso VIII. Me detengo
embobada junto a la escalera de la iglesia de San Felipe Neri evocando el
miserere que se canta en Semana Santa, un canto medieval que hace temblar
hasta el aire. Una anciana de ojos risueños y abrigo esmeralda me pregunta si
me gusta Cuenca. Sonrío y le cuento que la conozco desde hace muchos años,
como si fuera una amiga entrañable a la que no dejo de admirar. Despacio,
recorro el trazado serpenteante con sus casonas palaciegas, sus fachadas
granates, amarillas, azules, naranjas, verdes; asombrada ante la arquitectura
vertical: los números pares, casas estrechas; los impares, anchas. Son los
llamados rascacielos de Cuenca, por un lado dos alturas y por la parte de atrás
con el doble o el triple de pisos.
Por la Plaza Mayor caminan sus gentes, aún no hay turistas que
escuchen el tañer de la campanas con la primera misa del día ni que
contemplen el soberbio templo de modernas vidrieras filtrando la luz hacia las
vetustas piedras del interior de la catedral.
Muy cerca de allí, en la Posada San José, antiguo colegio de niños
cantores, una pareja de alemanes rubios como los trigos manchegos se
fotografían ante la puerta; la pilastra toscana bañada de hiedra que asciende
hasta la hornacina con San José y el niño.
Continúo por la estrecha calle a pocos metros del Cristo del Pasadizo; a
un lado, pequeñas casas medievales y al otro, un inmenso paisaje fértil,
vibrante de la Hoz del Huécar. Respiro el aire
limpio, nítido, mientras escucho cantar un gallo
entre el trino de los pájaros que revolotea el aire
de esta dorada mañana de primavera.
“Y el Huécar baja contento/ y cantando baja el Huécar, /torciendo de puro
gozo/ sus anillos de agua y menta”. Federico Muelas
A pocos metros, en un rincón abierto al cielo se encuentra la estatua de
Federico, sentado; con las piernas cruzadas sujeta un libro mientras su mirada
absorta contempla la farola de la calle San Pedro.
Una japonesa bajita vestida de negro y rosa me pregunta por las Casas
Colgadas. Camino con ella, que se detiene constantemente para inmortalizar
la belleza. Agotará la memoria de su cámara, lo sé, porque en este bello rincón
a cada paso que se da aparece una fachada, reja, palacio, fuente, balcón, un
dintel o una flor brotando entre la piedra, dignos de fotografiar.
“Flor de senderos”, reza un cartel apoyado sobre la hermosa puerta
renacentista procedente de Villarejo de la Peñuela, junto al Museo Abstracto.
Levanto los ojos y contemplo la casa de la Sirena sobre el pasadizo que baja al
puente, su magnífico ventanal enrejado de arabescos y leyendas.
Volví a pasar, como antaño, sobre el puente de San Pablo, y de nuevo un
cálido vértigo me recorrió al contemplar el río desde su gran altura. Frente a mí,
el magnífico Monasterio de los Paules, convertido en parador turístico, donde la
realeza emprendió su luna de miel contemplando la majestuosidad del paisaje.
Esta ciudad acoge en su seno un sinfín de iglesias, plazas, recodos,
pasadizos, miradores, barrios bohemios, plazoletas románticas y hasta un
rincón de los poetas en homenaje al señor Muelas.
Cambio de orientación hacia el Júcar para alcanzar la ermita enclavada
en roca de Las Angustias. Al bajar por sus escaleras contempló el rostro de un
Cristo tallado en la piedra y sonrió recordando el canto del gallo, una de tantas
leyendas que pueblan todos los rincones de esta ciudad, empedrada de
historias de princesas, caballeros, plebeyos, hidalgos, artesanos, damas,
moriscos, judíos y cristianos.
“Agua verde, verde, verde/ agua encantada del Júcar,/ verde del pinar
serrano/que casi te vio la cuna”, Gerardo Diego.
Termino el grato paseo junto al Júcar como compañero, un nuevo paseo
construido para deleite de los sentidos, camino de piedra, bancos para el
descanso y sendero de tablas que acerca a la ciudad nueva. El río, tranquilo,
vivo azulado y verdoso canta imparable la canción de la abundancia, de la
alegría de verlo lleno, vital y cantarín, tapiado de chopos a un lado y al otro de
las piedras que sujetan el Casco Histórico de esta ciudad tranquila, amada,
sencilla y acogedora, patrimonio de la humanidad.
“¡Cuenca, cristalizada en mis amores!/ Hilván dorado al aire del lamento/
Cuenca, cierta y soñada, en cielo y río / rondando en tu silencio”. F.Muelas.
La otra realidad
EL UNIVERSO DE LA ALQUIMIA (II)
Mariano Vázquez Alonso
Continuando con nuestro tema, diremos que la división más antigua de
las etapas de la Obra alquímica es la que las designa de acuerdo con colores.
Así, la primera etapa es el "ennegrecimiento" (la melanosis o nigredo) de la
materia. Después viene el "blanqueo" (Leucosis o albedo), más tarde llega el
"dorado" (xantosis) y, finalmente, el "enrojecimiento" (iosis o rubedo). Existen
también variantes dentro de esta clasificación, y algunos autores añaden
todavía una quinta etapa denominada "viriditas". Pero de todas ellas, las más
importantes son las que corresponden a los colores negro, blanco y rojo.
Además de esta división de la obra en tres etapas o colores, existe otra que la
divide en dos: "obra menor" y "obra mayor". La primera corresponde a lo que
podríamos llamar la "espiritualización del cuerpo", y la segunda equivaldría a la
"corporeización del espíritu" o, para emplear una terminología más alquímica,
"la fijación de lo volátil". Por tanto, la obra menor tendría por objeto restablecer
la capacidad prístina y receptiva del alma original, mientras que la obra mayor
acometería la tarea de iluminar ese alma ya preparada gracias a la revelación
del espíritu.
Estas variaciones que, como tantos otros elementos del proceso de la Obra,
resultan con frecuencia poco comprensibles para el profano se explican si
tenemos en cuenta la complejidad y trascendencia del trabajo alquímico, que
consiste, ni más ni menos, en la transformación integral del ser humano.
C.G.Jung, que dedicó al estudio de la Alquimia muchos años, dice que la
obra alquimista no se refiere a simples experimentos químicos sino a
auténticos procesos psíquicos, que son expresados mediante un lenguaje
velado y de índole pseudoquímica.
La obra alquímica es un trabajo sacral para el alquimista, pues éste considera
a la Naturaleza no solamente como algo vivo, sino como algo que tiene una
dimensión divina.
Podría decirse que el fin último, la meta de
la Obra es la obtención de la piedra filosofal,
sobre
la
cual
se
han
hecho
tantas
especulaciones y que ha servido para las más
diversas
interpretaciones,
con
frecuencia
erradas.
En todo caso la "piedra" constituiría el
remedio universal y, a la vez, el elixir de larga
vida. Sin embargo, para muchos alquimistas la
obtención de la piedra filosofal tendría un
significado muy diferente y equivaldría, según
Mircea Eliade, al conocimiento perfecto de Dios. De todo lo dicho se deduce
que los auténticos alquimistas nunca se limitaron a una mera transmutación de
los metales y, por consiguiente, a la fabricación de oro (como fue el caso
famoso del alquimista francés del siglo XV, Nicolás Flamel), sino que su
verdadero trabajo consistía en un largo y complicado proceso de trasmutación
personal.
La Alquimia, que vivió grandes momentos de esplendor a lo largo de la historia,
experimentó un reciente florecimiento en el siglo XX con dos personajes de
muy distinto signo: Jung y Fulcanelli. El primero dotó al Arte Real de una
profunda dimensión psicológica hasta entonces no estudiada. En cuanto a
Fulcanelli, estudió con detenimiento el proceso alquímico haciéndolo con una
perspectiva actual, operativa y sumamente rica.
Fulcanelli
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