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de cYr[éxico
NÚMERO 19' N$12.00
Alfonso
Reyes
Cartas fluminenses
Nuestro camino a Eleusis
correspondencia con
Jaime García Terrés
La escritura de las piedras
I
Cross • Chilnal • Zai'tzef!· BaiiuelC!s
BIBlIOII(1
c5r[CXICO
NÚMERO DIECINUEVE / ENERO FEBRERO DE 1994 • N$ 12.00
Plazo de lo Ciudadela 4, Centro Histórico de lo Ciudad de México
CERTIFICADO DE LICITUD DE TíTULO NÚM. 6270
Te!. 51209 27
FAX 51 0 4 1 85
CERTIFICADO DE LICITUD DE CONTE NIDO NÚM. 4830
Eisa Cross
Alfonso Reyes
Las voces 2
Más cartas fluminenses
(presentación y notas de Serge
Roger Caillois
1. Za"itzeff) 3 7
El mar en el que
no se ara 3
Carlos Chimal
Transamérica 47
Raúl Bañuelos
Oswal.o 'reio
Tres poemas 13
Por la V'ta Nomentana 51
Jaime Gareía 'errés
Nuestro camino
a Eleusis 15
Rubén Darío
R. Gordon Wasson
Manuel Gutiérrez Náiera
De camino a México 23
La juventud de Enrique IV 59
Rafael Adolfo 'éllez
Manuel Porras
Dos poemas 35
El Rincón del Bibliómano 60
Libros viejos a orillas del Sena 55
En lo portada Hongo de piedra de la Colecc ió n
García , G uatemala ; y carica tura de Alfonso Reyes, por Xavier Vi llourrutia
ConselO NacIonal
para la
. . Cultu ra V las Ar tes
Presidente
Rafael Tovar y de Teresa
BIBLIOTECA DE MÉXICO
Director General
Ja ime García Terrés
Revista Biblioteca de México
Director: Jaime García Terrés
Coordinación Editorial: Sergio González Rodríguez, Jaime Moreno Villarreal y Jua n Villoro
Consejo de Redacción: Fernando Álvarez del Castillo, Geranio Deniz
Julio Hubard, Manuel Porras, Bernardo Ruiz, Rafael Va rgas
Coordinación Administrativa: Carlos Mancera M.
Diseflo: Germán Montalva y Lourdes Olivares
....
La fiar del sueño. Álbum de grabados de M. von Schwind (18431
Tipografía e impresión: Imprenta Madero
. . . cao
LAS VOCES
En cada estación-
la fatiga de los embarca,~,.,...
las mismas calles que desatan
en una acera rota
y nada que pueda detener
la I1tvemciQií ~ ;~
tediosos,
cómo, cuándo,
situaciones ya inabarcable el ret~ua~.!ii
grito. Voz tan mon6tQna como él
dispersar los recuerdos que se peJ!tm'
de fiebre,
recuerdos no vividOs en
Del río congelado llega el tumulto.
La niña con las trenzas lev'aDll:adtas
y el olán de álmidón,
seguida por el aya
corre entre enormes estufas de .."'~...
hasta llegar al patio
y ver el gran lobo muerto,
entre las exclamaciones de los CdIlUC.~
y el estupor, la obsesión,
el lobo, el lobo.
El tiempo borra las cifras agotadas
y otros rasgos se calcan
Fragmento del libro inédito Motra
Biblioteca de México
2
En estas páginas, el gran investigador de lo imaginario que fue
Roger Ca illois, describe el itinerario intelectual que lo llevó de
la lectura a la escritura.
A
partir del momento en que
un niño sabe leer, su espíritu,
como las aguas del río Alfeo , se
mezcla y se abandona a la inmensidad de las aguas marinas ...
Es muy difícil, si no imposible,
que llegue a salir de ellas.
Más tarde , convertido en
adulto, es tributario de lo impreso, de los sonidos y de las imágenes, de las palabras y de las
técnicas de la civilización . Está
acostumbrado a un universo accesorio , que al mismo tiempo lo
protege y lo aísla de lo otro: la
naturaleza anterior al hombre.
Pe ro también, le revela sus leyes
y le ofrece los medi os qu e le
permitirán dominarla. En esa
burbuja hermética y transparente que co ntinú a por su parte
apretándose alrededor de él y
e n la que aprende a encerrarse
cada vez más, un venturoso azar
habría de introducirme , más tardíamente de lo que al menos se
acostumbra e n nuestras latitudes. Este retra so insólito , que
hoy me parece una bendición,
me dio la posibilidad de conservar una disposición intermitente,
pero precisa y poderosa y que
res istió muy bien, aunque e n
forma subterránea, al modo de
existencia en el que iba a precipitarme con toda mi sensibilidad.
Poco a poco me di cuenta de
que en mí se prolongaban - y
hasta proliferaban- raíces y fibrillas procede ntes de mi antiguo saber. Me comprometían a
hacerme cómplice de qui é n
sabe qué instinto rebelde o perverso que, tal vez sin darme
cuenta , tendía a introducir elementos extraños o extranjeros
hasta en mis libros más críticos .
Mantenía una reserva de antídotos que combatían veladamente
mi sequedad voluntaria. Alimentaba mis venenos secretos en el
transcurso de mis viajes o mediante objetos insólitos o a través de reflexiones sobre la
condición vegetal; y finalmente
mediante la descripción meticu-
losa de piedras, como también,
paradójicamente, por medio de
una cierta especie de libros e
imágenes.
Al final , me había librado de
la trampa , en la escasa medida
en que es posible escapar de
ella , quiero decir: intelectualmente. Ahora bien, era precisamente ahí donde estaba más
comprometido, más atrapado .
Las páginas de la larga confidencia que constituye la obra presente están destinadas a describir esta confrontación invisible
y su desenlace, comparables tal
EL MAR EN
EL QUE NO
SE ARA
ROGER CAILLOIS
vez a la lucha de las aguas del
río .Al.feo con las del mar.
El mundo de lo impreso
Desde que supe leer, pasaba sin
interrupción de un libro a otro.
Leía rápido. No me llevó mucho
tiempo agotar la biblioteca del
salón de clase. Me acuerdo
sobre todo de dos largas novelas de las que no podía pedir
prestado más que un volumen
por semana. Aguardaba con impaciencia la fecha del intercambio. La primera tenía por título
La Guerra de los Ca m isa rds: en
ésta, los dragones del Rey cortaban los párpados de las mujeres
de los hugonotes para obligarlas
a contemplar las torturas que
aquéllos infligían a sus hijos pequeños. Me apasionaba por las
profetisas , á ngeles sombríos y
terribles , guerreras violentas y
sonámbulas junto a las que
Juana de Arco me parecía de
una gran palidez. ¿Fue aquí o en
otro relato devorado más tarde
donde me topé con Isabea u
Vincent, cuya fealdad se mudaba en belleza durante sus crisis
mediúmnicas? Para mí , es ta
transfiguración rebasaba en maravilla a la del mismo Cristo.
Biblioteca de México
3
La otra ob ra, La In vasión
amarilla, narraba cómo el ejército japonés, después de haber
sometido a China para inflar con
ella a sus propios efectivos, invadía Europa . Para atravesar un
ancho río , e l coma nd ante e n
jefe ordenaba a regimientos enteros entrar e n la corrie nte a fin
de que se ahogaran en ella
hasta el momento e n que la caball e ría pudi e ra atravesarlo
sobre un puente de cadáveres.
En el último capítulo, e l
comandante desfilaba a la cabeza de sus tropas bajo el Arco del
Triunfo exclamando: "El Gran
Ejército , ahora , es el e jé rc it o
amarillo ."l En ese preciso instante , un obús, arrojado por un heroico sanciriano , le ca usaba la
mu erte instantán ea bajo la gloriosa bóveda.
Recuerdos semejantes son durabl es. De Ju lio Verne , leí con
desigual interés casi la totalidad
de la obra. Cinco semanas en
globo corresponde al estilo de
esos libros que, siendo demasiado didá cti cos o documentales,
me dejaban práctica me nte frío .
De las Aventuras del Capitán
Hatteras no recuerdo casi otra
cosa más que el perro agrandado por la neblina, el Dog-Captain que sujetaba la ru eda del
tim ón ha ciendo las veces del
jefe exigente e invisible. Prefe ría
El Castillo de los Cárpatos, anuncio de una especie de televisión
o de cine en tercera dime nsió n.
La proyección de imáge nes ahí
grabadas reemplaza a las apariciones de fanta smas en la novela negra . En general, la anticipación científica no era lo que
más me atraía . El relato que más
me cautivó, La India negra, no
contiene ninguna. Pero el despertar de la muchacha nacida en
la mina de carbón de la que
nunca había sa lido y que , por
primera vez, descubre la lu z y el
mundo, me reveló , también a mí
por vez primera , o tro milagro,
insospechado y que yo ignoraba
que era el poder mismo de la literatura. Cla ro , en principio lo
que me impresionó fu e la lechuza llevando en el pico, por enI La Grande A rmée e ra e l e jé rcito de Na poleó n (N. del T.).
c im a de l lago subterrán eo , la
mecha encendida capaz de provocar la explosión de los barri les d e p ó lvo ra y d e h ace r
estallar así la mina entera . Sin
embargo, mi ensueño me conducía una y otra vez al deslumbramiento de la adolescente. Al
fin al, tuve qu e volver a leer e l
e pisodio; es decir que empezaba a o.torga r a la expresió n un
interés que no de pendía de las
peripecias, qu e ya conocía . Es el
momento en el que el demonio
de la literatura atrapa a un lecto r
que , hasta e nto nces, no había
sido guiado más qu e po r la expectativa del d esenlace . Desde
lu ego la evo lu c ió n es le nt a.
Además, con frecuencia cambia
de objeto: más que en la sucesió n de los acontecimie ntos, e l
lector se interesa en su explicación , en la psicología de los person a jes, e n s u es p e ra d o o
sorprende nte comp o rta mie nto .
En una argumentació n , se interesa p o r la art iculac ió n d e las
ideas. Más tarde, durante más
refinados análisis, dentro de las
sutilezas más abstractas de la filosofía , se hace sensible no sólo
al rigor del razonamie nto, qu e
ya en ese m o m e nt o p a ra é l
reemplaza al desarrollo de la intriga, sino también a la presentac ió n m ás o m e n os di es tr a o
impactante, un p oco co mo un
ma te má ti co se ve impac ta d o ,
además de su exactitud, po r la
elegancia o la economía de una
demostració n .
He insistido en mis prime ras
lecturas y e n la transició n qu e
me llevaro n del interés propiame nte no ve lesco a un a fo rm a
parale la, esta vez p ropiame nte
literaria, de saborear las cualidades d e un a pág ina . Son éstas,
aunque simultáneas, dos fo rmas
de lectura entre las que existe la
misma diferencia qu e entre un
o ído fin o y un o ído mu s ica l,
entre una vista penetrante y la
ca p ac id a d d e a prec ia r e n un
cuadro la armonía de las fo rmas
y de los colo res o el equilibrio
de la composición .
Poco a p oco, e l a fi c io n a d o
qu e estaba impaciente de saber
la forma en la que el héroe saldría ade lante de una situació n
difícil , sopesaba ahora la pro pie-
dad de los términos, se preguntaba sobre el lugar de un e píteto, admirab a e l a plomo de la
frase. El deslizamiento es insensible y no tiene fin. Yo quisiera
que se estudiara más meticulosamente de lo qu e en realidad
se hace las diferentes etapas de
la metamo rfosis. Me parece que
no existe relació n alguna entre
el que se exija de la lectura que
nos mantenga en suspenso o el
qu e nos o blig ue a admirar un
arte d e escritura.
Después de las pocas páginas
de La In dia negra que me hab ía n inoc ul a d o e l ve n e n o, la
costumbre estaba adquirida. Po r
el momento, no era más qu e la
curiosidad d esordenada y la gloto ne ría insaciable . Me propuse
lee r s is te m á ti ca m e nt e, s i n o
to d o, al m e n os to d o lo qu e
p o día e nco ntra r. Proce día p o r
terreno, con métod o , y leí suces iva m e nt e es ta ntes e nte ros d e
tradu cc io nes d e las lite raturas
ru sa, p o laca , esca ndin ava , o
bien de los fil ósofos chinos o d e
los románticos ale manes. A este
ritmo, de pró jimo e n pró jimo ,
llegué a visitar incluso las bibliotecas especiali zadas. En la Plaza
del Panteón ,2 leí las plaqu ettes
alquímicas de Strindbe rg , cuyo
Infierno me había como e mbru jado por una explicació n seud o
cie ntífica , e n realidad ta n sólo
de lirante, acerca de la presencia
de un simulacro de calavera en
e l corpiñ o d e Acherontia atrop as. En e l Q ua i d 'O rl éa ns, me
impregné del Génesis mediante
e l espíritu de Slowacki y e n el
Colegio d e Fra ncia d e los cursos
mesiánicos de Mickiewicz.
Ta mbi é n leía p o r gé n e ro y
po r colecció n. Casi no dife re nc ia b a mi sti c is mo, oc ulti sm o y
metafísica . Los axiomas de LaoTsé me parecían otras tantas evidencias: "El no mbre qu e es un
no mbre no es e l No mbre. La vía
que es una vía no es la Vía". Me
re petía en voz baja las efu siones
de Omar Ibn el Fa ridh: "Hemos
be bido a la me mo ria de l Bie n
Amado un vino que nos ha embri ag ad o a nt es d e la creació n
d e l Viñ e d o ". Co n sag ra b a e l
2 Donde están enterra do s, en Pa rís , los
ho mbres ilustres (N. d el T.)
B iblioteca d e México
4
mismo fe rvor a los preso cráticos, en particular a Parménides
-de l que to davía conozco de
memoria más de un pasaje del
fragmento 8-, a Ruysbrock el
Admirable, a Gio rdano Bruno, al
Maestro Eckart , a Paracelso (su
teoría sobre la signatura de las
cosas me fu e mu y útil treinta
años más tarde, cuando p ensé
en propo ner una conce pció n de
las fo rmas recurre ntes que necesa ri amente pueblan un universo
e numerable) . Práctica mente no
escogía: Sw e d e n bo rg , Hoe ne
Wro nski , William Blake , Sa intYves d 'Al veydre, el Pima ndro,
hasta los procesos verbales de
las mesas girato rias de Guernesey, etc. Y mu chos otros. No tardaba en llegar a la saturació n .
Hubo, sin e mbargo , una exce p ció n. Quié n sa b e qu é ti po
de e bried ad me hacía re petirme
las letanías d el Bhagavad-Gita.
To davía hoy atraviesa n mi memoria jiro nes d e la lectura 10,
aq uella qu e dice: De la Excelencia, con la dife re ncia, no obsta nte, d e qu e la e nse ña nza de
los ve rsícul os no es ya lo qu e
me re tie ne. El e nca nt o revivisce nte nace sin duda de una acumul ació n qu e -no lo ign o r~
es al mismo tiempo arbitraria e
ilimitada:
Soy el Alma qu e reside e n
todos los seres vivos; soy en
ellos el princip io , e l medio y
el fin ... Entre los Adityas, soy
Vishnú ; e ntre los cuerpos luminosos , el Sol radiante ; soy
Maritchi e ntre los Ma ruts y la
Lun a e ntre las co n ste lac iones ... Entre los sentidos , soy
e l Es p íritu ; e ntr e los se res
vivos, la Intelige ncia ..
Entre los je fes g u e rre ros ,
soy Skanda; e ntre los lagos, e l
Océa no.. Entre los Ma h archis, soy Bhrigú ; e ntre las pala br as p ro nun c ia d as , la
in visible palabra "o m "; e ntre
los Sacrificios , la 'o ració n e n
voz baja; entre las mo ntañas ,
el Himalaya .. . Entre las medidas, el tiempo; entre los animales salvajes, el tigre ; e ntre
los p á ja ros, Ga rud a .. . e ntre
los o bj e tos purifi ca nt es, e l
vie nto ... Soy Rama e ntre ,los
guerreros .. .; entre los ríos, el
ElRatón
Muy estimado ratón :
Ilustramos este ensayo con piedras que Roger Coillois recogió poro su libro "Ecrilure des Pierres
Ga nges ... En las cosas creadas, Ajuma, soy e! principio,
e l medio y e l fin ; e ntre las
cie ncias, la d e l Alma supre ma; para aquellos qu e hablan ,
soy la palabra ... e ntre las letras, soy la A; en las palabras
compuestas, la composición ...
Soy el tiempo sin límites; soy
el fundador cuya mirada voltea hacia todas p artes .. .
Soy la muerte que lo roba
to d o y la vida de las cosas
po r venir. Entre las palabras
fe me nin as , soy la g lo ri a, la
fortuna, la elocuencia, la memo ri a, la co nstancia, la p acie n cia .. . Entre los hij os de
Vrishni , soy Vasudeva; e ntre
los Pandus, soy tú mismo, Arjuna ... Soy la p enite ncia de
los ascetas, e! silencio de los
secretos, la ciencia de los sabios ...
La extrañeza que provoca n las
p alabras sá nscritas, e l carácte r
co n c re to d e las ilu stracio n es
geográficas, mezcladas con refere n cias q ue procuran las más
elevadas cualidades del intelecto, de! corazón , de la volu ntad,
la identificación re pentina , inesp erad a , de l o rado r divino con
su interlocutor, un catálogo sumario, que parece sin embargo
no hacer ningún o lvido mayor y
qu e a b a rca ta nto las pie dras
co m o las a lmas , esos rasgos
raros y reunidos de manera aún
más rara, satisfacen en mí la vis ió n imparc ial y n o o b sta nte
o ri e nt a d a d e la tot a lidad d e l
mundo, que resume todo lo que
puede aún haber en mi espíritu
de aspiració n metafísica .
Po r eso sigue conmoviéndome semejante tumulto de paroxismos y de perfeccio nes tanto
como la intransigente y desdeñosa sequedad que hay en Parm é nid es , a firm a nd o qu e n o
existe po r d efini ción nada más
q ue el Ser, in móvil , completo,
h o m ogé n eo ; y qu e t odo lo
demás no es más que "variación
de brillo a través de la superficie ". Nunca ha dejado de subyuga rme. Ex p e rime nto e l mismo
placer, hoy un tanto enmudecido , ante la enumeració n virtualm e nt e in ago tab le d e los
casilleros del ajedrez cósmi co,
considerado cada uno segú n lo
que contiene de único y excelente. Puede ser que la alianza
d isparatada entre Las Indias negras y e l B hagavad-Gita me
haya dispuesto a saborear más
tarde , cas i si n p re p arac ión, la
solemnidad enciclopédica de la
poesía de Saint-Jo hn Perseo
A veces, incluso he llegado a
atribuir --es cierto q ue en forma
Biblioteca de México
5
No me queda más remedio que
solicitar tu venia para hablar, por
mí y en primera persona , desde tu
columna. Verás. Hurgando entre
mis viejos papeles, que abundan ,
sin o rden verdadero, en cajas
grandes y chicas , encontré un paquete de cartas, que resultaron ser
las que en años ya lejanos me
envió, como respuesta a las mías,
Gardon Wasson, descubri dor de
María Sa bina y de los misterios
de Eleusis y del soma hi ndú, entre
otras cosas. Desgraciadamente no
hallé, ni ahí ni en cuantos archivos
fatigué, duplicados de mis cartas ,
pues casi nunca los conservo . En
cambia, en algo me sirvió para
reparar esta laguna el ensayo
para cuya con fección inicié la correspondencia; artículo que me fue
solicitado por Octavio Paz, que
sabía de mis inquietudes e investigaciones al respecto , para la revista Vuelta .
Por supuesto, cuando me decidí
a escribirle por primera vez, yo no
conocía a Gordon Wasson. No
ignoraba sus aventu ras y pesquisas; a través de los escri tos de Robert Graves , Roman Jakobson ,
Lévi-Strauss .. . , su nombre se me
había vue lto fam il iar. En todo
caso, me era preciso averiguar
mayormente sobre su persona y su
obra . ¿Y qué mejor fuente que él
mismo? Su respuesta fue inmediata y generosa , y además se prolongó más a llá de la publicación
del ensayo.
Wasson me iba pareciendo un
personaje tan lleno de inusual sabiduría, que consulté a mis compañeros del Colegio Nacional, y
no me fue difícil convencerlos de
las ventajas de invitarlo a participar en una serie de mesas redondas en compañía de aquellos de
los miembros del Colegio que se
mostrasen interesados en el diálogo con el creador de la jove n
ciencia llamada etnobotánica. De
otro lado, contraté para el Fondo
de Cultura Económica los derechos de dos libros suyos. Así que
nuestras relaciones se diversificaron en segu ida.
Su visi ta a México tuvo gran
éxito. Por prescripción médica lo
acompañó su hija, enfermera titulada. Sé que hubiera querido regresar . Pero al poco tiempo, un
episodio cerebral lo enmudec ió.
Debo añadir que con el pretexto
de que los hongos, que él desig-
"Entrada a la gruta", piedra recogida en la Toscana
de juego-- a mis primeras lecturas los presagios de las amplias crónicas que debían
significar algo así como su apoteosis. Me preguntaba si las profetisas de La Guerra de los
Camisards no habían prefigurado a las tragediantas de A mers,
si los mariscales nipones de La
Invasión amarilla no ofrecían
una variante novelada de las
expediciones de Gengis y de Timur, una repetición empobrecida, mecanizada y sin leyenda
de una eterna Anábasis. La arqueología de la memoria es tan
inventiva como la otra, e igualmente ansiosa de continuidad ...
La diferencia es que ella añade
con placer, para los más cándidos, al sabor de los orígenes el
de una halagadora predestinación. Es de ese modo como
nacen los magos y los iluminados. André Breton, por ejemplo,
estaba en la frontera de ambos.
A fin de cuentas, no había nada
en su vida que no le pareciera
regalo de una fatalidad de la
que él se sentía el juguete o el
elegido.
El paréntesis y la fIsura
Por el momento, me bastaba
con esperar una revelación inefable de las fórmulas oscuras y
de las metáforas enfáticas que
hormigueaban en mis iluminadoras lecturas. Un día, repentinamente hastiado, rompí con
ellas en unas cuantas páginas
brutales. No consideraba que su
contenido fuera descabellado. Al
contrario, descubría que más
bien era obvio, desgraciadamente monótono e inútil. Al fin y al
cabo, me sentía desalentado y
convencido de que el enigma
no tenía solución. Casi siempre
se quería explicar cómo un principio supremo se había resuelto
estallando en consecuencias innumerables, así como ofrecer a
una decisión tan desconocida
-la creación del universo-,
una razón plausible.
Ninguna teología lo lograba.
Biblioteca de México
6
Se veían obligadas, de una o de
otra forma, a recurrir al misterio
o al símbolo, a la alegoría. ¿Por
qué es 'que un ser perfecto tendría que desarrollar un universo
cuyos más pequeños detalles e
ínfimas peripecias no surgían
sino por su voluntad y ' en el
momento en que él lo decidía?
¿Qué necesidad tenía de ello?, ¿o
qué deseos?, ¿o qué curiosidad?
¿Y qué necesidad, curiosidad o
ganas podía sentir una entidad
absoluta? Sería confesar que carecía de algo. Y, precisamente
como Parménides lo había
dicho de una buena vez por
todas (el único del que yo conservaba la enseñanza en mi estudio negro, es decir en mi
memoria secreta): si carecía de
algo, carecía de todo.
Concebí, pasando de un extremo al otro, la ambición de un
estudio casi experimental , en
todo caso riguroso, de la imaginación . En mi espíritu, éste
reemplazaría poco a poco a la
literatura, la que había vivido
más de la cuenta y me parecía
sospechosa con todos sus señuelos inquietantes y sus reprochables arreglos . Sin embargo,
era necesario que éstos revelaran,3 significaran algo de una
importancia que correspondiera
a su prestigio y a su longevidad.
Tanta era mi ingenuidad.
Por ello dejé a mis amigos del
Gran Juego -quienes me habían hecho compartir la idea
contradictoria de una metafísica
vivida- por el movimiento surrealista. Había hallado entre
ellos, con nuevos sinsabores ,
otro registro de lecturas infinitas.
Expresaba al mismo tiempo mi
doble decepción en una delgada
plaquette, mi primer libro.
A partir de aquí, no tengo ya
nada qué contar de mis lecturas,
que se fueron deslizando en mis
propias obras como lo quiere la
ley inevitable. Estas consistieron
primero en algunas exposiciones de carácter universitario que
tuve el pudor de no reunir en
volumen. Luego fueron los diversos libros de sociología y de
historia de las religiones, la
3 Caillais utiliza aquí el término trahir,
que al mismo tiempo significa revelar y traicionar (N, del T.).
mayor parte con valor de manifiesto, que he publicado hasta
este día. En suma, de una manera desordenada, si no es que
hasta como muestrario, eran trabajos que respondían bastante
bien al programa de Enfoques
de lo imaginario que me había
propuesto y que desembocó en
forma natural en una especie de
síntesis bastarda entre mis aspiraciones a un conocimiento estrictamente objetivo , y los
accesos de naturaleza lírica que
combatía lo mejor posible sin
poder rechazar del todo. Mi
paso por el grupo surrealista,
que dejó una gran huella en mi
sensibilidad, me probó igualmente que no sería capaz de reprimir esos accesos y que incluso no debía siquiera intentarlo,
en virtud de la objetividad bien
entendida (la que yo buscaba),
es decir exenta de prejuicios,
por muy racionales que éstos
fueran. Pero aún no me planteaba ese problema.
Todo parecía, al contrario, trazado de antemano. Sólo bastaba
que siguiera el mismo impulso y
añadiera libros a más libros,
cosa que hice y me aplico aún a
hacer, pero desviando cada vez
más mi propósito inicial. Poco a
poco, llegué incluso a considerar la casi totalidad de mis búsquedas y trabajos como un
gigantesco paréntesis, permitiendo que se cerrara en torno de
mí , y que por contener casi
todos mis libros durara prácticamente toda mi vida.
Claro, algunas veces me escapé de él, pero siempre en' forma
accidental e intermitente y no
sin dificultad ni arrepentimiento.
De hecho, la primera vez no
pude dar el paso. Había escrito
un texto intitulado L 'Ailefroide,4
que era esencialmente la descripción del glaciar que llevaba
el mismo nombre y que desciende de la Barra de los Estuches en un gran campo
reluciente. Estaba ya compuesto
y a punto de aparecer en una
revista, tal vez la más estimada
de entonces. Mientras corregía
las pruebas, me aterraron tanto
los pasajes líricos que contenía
4 En español, "el ala fría " (N. del T.) .
-por muy poco que lo parecieran-, que inmediatamente
detuve la publicación. Fue necesario reemplazarla de urgencia.
Lo que me paralizaba hasta
ese punto era la omnipotencia
del paréntesis, la especie de terror sagrado que infundía en mí.
No consentía escribir nada que
no fuera verificable y que no hubiera verificado yo mismo, es
decir: que lo hubiera leído en alguna parte. No sospechaba que
este extravagante rigor prácticamente significaba un deseo de
no escribir nada que no hubiera
sido tomado de otro libro.
Algunos años más tarde, profundamente conmovido a causa
de un viaje por la Patagonia, no
pude evitar dejar en el papel algunas de las impresiones recibidas durante el mismo . El día
que ias publiqué, depuradas sin
embargo de todo detalle anecdótico o pintoresco, a fin de dar
a mis páginas la misma desnudez de esa comarca que se esforzaban por describir, ese día
me hice escritor a pesar de mí
mismo. Tenía la amarga convicción de haber abjurado de la fe
que daba sentido a mi ascetismo, el que por otra parte me
hubiera sido muy difícil definir.
Esta vez, no le di importancia.
Fue el primero de mis libros renegados . Mi mala consciencia
me llevó hasta la mentira. En sí,
al menos en parte, había escrito
Patagonia como una especie de
intermedio literario, luego culpable, hasta el extremo de jactarme que hubiera muy bien
podido escribir el texto sin necesidad de salir de mi cuarto. En
mi espíritu, tal afirmación, gratuita al extremo, debía tener una
intención de descrédito. En esas
páginas, no pretendía ver más
que un ejercicio complaciente:
por un momento me había liberado de mis trabajos habituales
que exigían, al menos, investigaciones y controles. Una efusión
personal, por mínima que pareciera, me hubiese parecido incorrecta, un despropósito surgido
de una debilidad que podía descalificar a aquéllos. Para salvar
la investigación y el control del
desprecio, deseaba señalar la diferencia. En las conversaciones,
Biblioteca de México
7
E!R. atón
nó como "enteógenos", eran drogas, las agencias especia li zadas
estadounidenses amedrentaron a
sus editores, y a él mismo le ocasio naron, hasta el final , incontables mo lestias. A l men os , dejó
algunos amigos que no han cesado de recordar con afecto sus generosos empeños.
Como los compañeros de Biblioteca de México juzgaron
de interés las mencionadas cartas,
decidí publicarlas en este número,
junto con mis cuartillas de Vuelta .
Lo que ya no me permitieron, por
falta de espacio, es la inclusión
de una nota introductoria. Por ello
invadí tu habitual territorio.
*
El ra tón suspi ra melancólico y se
apresura a llenar su col umna con
materiales más ad hoc, conce ntrados por Jaime Moreno Vi lIarrea I
y Rafael Vargas.
*
En la escue la se enseña a los
niños a leer sentados. Existe una
"buena postura " -la espalda erguida , los brazos sobre el pupitre,
los dos pies firmemente apoyados
en el suelo- y otras "malas", en
la s que todos recae rem os a lo
largo de la vida , que el profesor
debe corregir . En determinad os
ejercicios orales, se enseña a los
niñ os a leer de pie. ¡Caramba!
Pero nadie parece haber pensado
en enseñarnos a leer acostados. Y
si n embargo no es descabellado
suponer que una bueno parte de
los lectores consuetudinarios y recalc itrantes han co nqui stado la
posición horizontal. Posición que,
para un principiante, por flojonazo que seo, no es fáci l de mantener. ¿Pod ría afirmarse que cuando
alguien comienza a leer literatura
en la cama la literatu ra ha ganado un verdadero lector? Aunque
no se consienta en la escuela - y
casi seguramente se desaliente-,
la lectura yaciente es una auténtica institución de la vida privada.
Esto lo refrendan los burós y sus
lámparas, los almohadones para
medio sentarse en el lecho y,
desde luego, los "libros de cabecera ". ¿Hasta qué punto el lector
que todas las noches termina de
leer un capítulo antes de dormirse
está venciendo el día como el
niño que exige siempre a la hora
de acostarse ur cuento de sus padres? Qué feo nombre el de "regresión ", que algún psicoanalista
presentaba a Patagonia como
una diversión, cuando en realidad ya había empezado a convencerme de lo contrario. Sólo
que no me atrevía a confesármelo. Deseaba dar a entender
que no había sido engañado: mi
viaje había sido superfluo y yo
no había retenido nada de él.
Hasta donde pude darme cuenta, na~a, al menos, se transparentaba. Excepto lo esencial: la
metamorfosis íntima, todavía
oculta durante mucho tiempo.
De hecho, había efectivamente recorrido la Patagonia, pasado por el estrecho de Magallanes, vivido una temporada en
Punta Arenas, penetrado en los
canales chilenos de Última Esperanza, donde todavía subsisten los últimos anacalonfes,
subido hasta los pies de las torres del Payén, bordeado costas
desérticas en las que la humedad, por sí sola, es deletérea.
Pero lo había callado, prefiriendo, para justificar descripciones
que yo deseaba casi abstractas,
celebrar la empresa humana de
manera que el héroe apareciera
sólo como un animal de existencia precaria sobre un suelo
nunca bien conquistado . A
causa del contraste entre la civilidad del texto y su contenido,
no olvidé de llevarme un letrero
que hallé clavado sobre la puerta de mi cuarto en un miserable
albergue donde pasé una
noche, rumbo a Puerto Natales.
Este era más o menos el texto
en español: "Se invita a los viajeros a dejar en la caja su dinero
y sus armas. " Todavía lo tengo,
pero me hubiera parecido indigno mencionarlo . No había ni
caja ni verdaderos viajeros en
esta casucha, de la que se ocupaba una pareja de enanos. La
pancarta era sin duda de un modelo que servía indistintamente
en la comarca para cualquiera
de los raros establecimientos
que uno estaba feliz de encontrar. Letreros así son prácticamente inútiles . En tales soledades; la ley de la hospitalidad
es una obligación vital.
Volví rápidamente a mis análisis de sociología de las religiones, de las guerras o de las
literaturas. Estudiaba la retórica
de los sueños y las imágenes de
la poesía. Eso no impide que,
por vez primera, hubiera obtenido una impresión. Había renegado del paréntesis.
*
Había ahí una fisura, que habría de ensancharse secretamente. Hoy me aplico en reconstruir
su progresión, tal y como he
podido medirla después. Es la
causa sin duda de que, hasta en
mis libros de esa época (los que
hoy en día suscitan en mí cierta
morosidad) circula y aumenta,
no obstante su sequedad, una
brecha de agua viva que riega
en ellos, en una y otra parte y
cada vez más frecuentemente ,
un reflejo insólito que la opacidad general apaga rápidamente.
La astucia más eficaz de ese intruso hilillo fue sin duda la de
guiarme en la opción de mis trabajos analíticos. Dirigía su inspiración . No dejaba nunca de
sugerirme el tema en el que
tenía mayores posibilidades de
aflorar con el más aceptable
semblante de legitimidad. Burlaba mi vigilancia, de suerte que,
haciéndome creer que la conducía por nuevos dominios, yo introducía en ella , sin darme
cuenta, un fermento capaz de
corromperla o de desconcertarla, pero que se revelaba también
-al menos, me persuadí pronto
de ello-- susceptible de añadirle
un complemento salvador.
Mientras tanto, me reprochaba
estos desvíos. Al mismo tiempo
los juzgaba indispensables, exigidos en cierta forma por los
asuntos que trataba: los del vértigo y del sueño, por ejemplo.
La manera rigurosa e informada en la que seguía abordando
mis temas enriquecía las fuentes
y las referencias, sobre todo las
emociones, enmascaradas por
impasibles argumentaciones. No
preveía que debía llegar inevitablemente un momento en el que
el conjunto se vendría abajo.
Por el momento, me jactaba
de desbrozar tierras relativamente vírgenes, en todo caso marginales. Creía hacer el mejor uso,
aunque con fines inéditos, de
los métodos en los que había
Biblioteca de México
8
sido instruido. No dejaba de
tener la sospecha de estarlos
poniendo cada vez más contra
los propósitos con los que habían sido inventados para servir.
No podía hacer que el lado nocturno de la naturaleza fuera a
fin de cuentas el único que me
sedujera. Aplicándome a explorarlo en la medida de mis posibilidades, volvía a ser clandestinamente fiel a mi primer instinto . Utilizaba la coherencia
como un arma para vencer a la
razón y demostrar su peligrosa,
injusta estrechez.
Por otra parte, desde el principio, independientemente del
paréntesis, y después contra él,
no había dejado de sentirme extremadamente agradecido con la
lengua que había recibido al
nacer, así como de mis estudios.
La deuda que cada escritor contrae con su lengua materna es
imprescindible. Sólo con él se
termina. Me consuela saber que,
en semejante terreno, endeudarse y pagar la deuda coinciden
rigurosamente.
Por mi parte, siempre he tratado mi lengua con un respeto
religioso. Habría renunciado
más bien a una ciencia cuyo repugnante vocabulario me hubiera obligado a maltratarla. Nunca
he sentido la necesidad de tratarla con desenvoltura, sino más
bien la de acrecentar sus recursos latentes. Me prohibía a mí
mismo añadir a las palabras uno
o varios sufijos sucesivos, de
suerte que se vuelva necesario
reflexionar para captar su sentido, por lo demás incierto . El
que la filosofía y las ciencias humanas se hayan dejado llevar
por esta peligrosa pendiente, no
contribuyó poco a alejarme de
ellas . No alcanzo a creer que
una palabra de más de cuatro sílabas sea necesaria para significar una noción importante. Más
allá, se puede estar casi seguro
de que existe logomaquia. Es
más difícil quitar que añadir sílabas a una palabra. La palabra
más breve es invariablemente la
que está más cargada de savia.
En cuanto a la sintaxis, que es
lo esencial, no retrocedía ante
las audacias, pero me eXlg1a a
mí mismo que fueran casi" im-
perceptibles y que el lector no
fuera sorprendido por ellas sino
tras haber reflexionado. Hallaba
instintivamente en el rigor del
lenguaje un parapeto salvador
contra la complacencia de las
ideas. No soy. el único que se
hallaba en ese caso, pude asegurarme de ello.
*
A veces me he preguntado si
no hubiera debido dirigir mejor
mis intenciones y emprender
una obra de largo aliento. El áspero sentimiento que me invade
ante la diversidad de mis obras
nace de una inestabilidad incurable. Carezco de la constancia
que unos reciben por su nacimiento, otros de su oficio o de
la preocupación por su carrera.
Yo tomé como venían los temas
de mis libros. Me di cuenta muy
tarde de que descansaban en un
denominador común: los milagros y poderes de la imaginación. Contrariamente a la opinión difundida, éstos triunfan
fácil y frecuentemente frente a
la realidad, frente al interés inmediato o lejano, y hasta frente
a la preocupación de la seguridad -incluso entre los animales. Fue para poder estudiar a mi
antojo estas poderosas solicitaciones, aunque divergentes en
apariencia y de las que parece
que no se ha pensado en conjeturar que podían ser solidarias,
que no me dediqué a ninguna
disciplina fija. En cambio, considero bajo un ángulo idéntico los
problemas más disparatados. La
fisura que evocaba hace un mom.e nto pudo dislocar todo a final
de cuentas y al mismo tiempo
llevarme a perder de vista al
hombre, a situarlo en conjuntos
cada vez más vastos en los que
no desempeñaba sino un papel
ocasional, subsidiario, en nada
central o fraternal.
Tal fue, cuando pienso en él,
la principal lección que me otorgó mi viaje por Patagonia, al que
en principio había creído sin futuro. Una oscura necesidad me
hizo renovar su beneficio cada
vez que pude aventurarme en
comarcas no menos ingratas e
inhospitalarias, y siempre sin ex-
traer de ello el menor partido, a
no ser indirecto. Nunca escribí
recuerdos de viajes. Nunca volví
con una película y ni siquiera
con una fotografía. El viaje permaneció en mí como aventura
interior. Me fortalece. Al contrario de lo que Pascal afirma, la
desgracia me llegó más bien por
haber sabido quedarme tranquilo en mi cuarto, y sobre todo entre mis libros. Tengo necesidad
de espacio . De espacio vacío ,
está claro. En el que el hombre
es raro; y todavía más sus obras.
Libros antídotos
ElRatón
podría endilgarle a este placer de
soñar antes de abandonarse al
sueño. ¿Y qué decir de los poetas
y novel istas que escriben tumbados en la cama? Marcel Proust
rea lizó una verdadera hazaña de
res istencia física al redactar su dilatada obra maestra recostado en
a lmoha d o nes . Su cama y los
demás muebles de su alcoba , singular monumento literario, se hall an e x puestos en e l Museo
Carnavalet de París.
*
Lo dije al empezar: un buen día,
fui ·bruscamente transplantado
del campo a un mundo totalmente nuevo, uno de ésos en los
que la suma inagotable de los
conocimientos y de las experiencias humanas se conserva, archiva, cataloga y demás: fácilmente
disponible, con tal de tener la
curiosidad de extraer algo de
ella . Bastaba simplemente con
saber leer. Hoy, ya ni siquiera es
necesario: leer exige un aprendizaje. Este no es necesario para
mirar y oír. Ayer era todavía la
época de la lectura soberana.
En realidad, desde que supe
leer, no he hecho más que leer,
y si no hubiera sido por mi incesante e infantil curiosidad por
las cosas y por la incapacidad
de mi atención de no ser la
presa del primer objeto hallado,
no hubiera vivido más que a través de los libros. Me di cuenta
muy lentamente de que por el
uso que se hace y que se obliga
a hacer de las palabras, tienden
a reemplazar la expresión espontánea de la realidad. En verdad, de entrada me atrajeron
hacia lo que llamé el paréntesis.
El color, la forma , la sustancia
del capullo podían muy bien ser
sustituidos. Otros libros hubieran
tejido otro entorno para mí, sin
que yo siquiera me diera cuenta.
Mi estancia en América del
Sur, donde los libros y los que
los leen cuentan mucho menos
que la naturaleza y los iletrados,
fue para mí una seria advertencia. El examen de consciencia
que rápidamente suscitó tal sacudimiento y que significativaBiblioteca de México
9
Una p recisión fi lológica : entre bs
significados de la pa labra la ti na
cubiculum sobresa le el de "dorm ito rio " . ¿Cuántos investiga d ores
universitarios no se encerrarán en
su cubículo pa ra echarse una siesta , un "coyotito" , un "torito muerto" por no dejar? Cada escri to r
debería tener , siqu ie ra , un
"cubiculum vitae".
*
Curiosamente , el susta ntivo leclus
(lecho) coinc ide con el participio
de lego, is, ere, de donde procede legere (leer) ... ¡Vaya ! Aquí el
ratón sa lta exaltado desde su filológ ica rumia (o roedura) y exclama: No relation! Pero ca lm a,
cal ma amigo. Dé janos hacer un
rodeo para establecer este punto.
Vayamos a algo que puede ser
aun más placentero para el magín
que la lectura literaria en pos ición
supina: el yazer tal como lo ilustra
una tradic ión iconog ráfica de hermosas damas desnudas tendidas
sobre el lecho. La venus de Urbino
de Tiziano, La Venus en el espe¡o
de Velázquez y la Ma¡a desnuda
de Goya. Esta tradición cu lmina
- pero no termi na- con la Olympia de Mane!. Hoy por hoy se
acepta comúnmente que el antecedente de estas bellezas es la
Ninfa tendida de Lucas Cranach,
una desnuda deidad tumbada en
un prado junto a una fuente, con
la cabeza reco stada sobre su
mano derecha y el brazo izquierdo libremente alargado sobre la
cadera y el muslo. Nuestro ratón
parece haber aprobado el rodeo
y se tiende a su vez pensando en
quién sabe qué cosa . O h, deleite.
*
Pues bien : existe una tradición paralela de sujetos tendidos sobre el
pradc>, todos caballeros y no por
cierto desnudos, la cabeza recostada en una mano y el brazo alar-
mente intitulé Babel, refleja esta
preocupación paradójica: ahí comentaba particularmente la
amenaza de Lao-Tsé, indignado
por el irreflexivo y vanidoso empleo que de la escritura hacían
los filósofos de su tiempo: "Yo
los obligaría de nuevo - habría
de exclamar- a usar las cuerdecillas anudadas." Esta costumbre
habíiJ. precedido, según la tradición, la invención de los caracteres y no ofrecía seguramente
tanta libertad al desenvuelto
ejercicio del pensamiento.
Para mí, se había creado una
primera distancia con respecto
al lenguaje, a partir del momento en que me percaté de la facilidad de los dos doctos para
manipular a su antojo sólo los
datos que han preferido seleccionar. Por naturaleza, cada sistema implica en sí un imperativo de coherencia. Este obliga a
cada nuevo elemento a ocupar
su lugar en el casillero que le
corresponde en forma más o
menos visible. Si la operación
oportuna depende un poco del
ingenio o de la acrobacia, es
capaz de aportar aún una mayor
satisfacción al espíritu. Este obedece por sí mismo a una tendencia unitaria, que le es
constitutiva. Un sistema, al desarrollarse, aumenta en la misma
proporción su volumen y la capacidad de sofisticación de su
autor. En caso extremo, se niega
a sí mismo la gracia -decisiva- de poder ser falible. Su
progreso, y hasta su mismo crédito, dependen de ello.
En las ciencias naturales , el
veredicto de la experiencia está
siempre ahí para corregir el extravío. En las ciencias exactas ,
como la matemática o la teología, todo deriva de la elección
de los postulados, de los que no
no hay más que extraer las consecuencias correctas. Por eso no
puedo reprochar a Jorge Luis
Borges el que alguna vez haya
considerado a la teología como
uno de los géneros de la literatura fantástica . En cuanto a las
ciencias humanas, que de ciencia no tienen más que el nombre, no es sorprendente que una
teoría suplante a otra con una
cadencia cada vez más rápida .
Está muy claro que pocos límites restringen la opción de las
intuiciones iniciales y que una
lógica dúctil permite que las
mismas alcancen un desarrollo
un tanto inevitablemente capcioso y siempre ilimitado.
Semejante desconfianza no
me ayudaba de ninguna manera
a salir del paréntesis. Tampoco
disminuía mi gusto por la lectura. Era más prudente, o simplemente más cauteloso , en la
conducción de mis razonamientos; en todo caso, más apto para
sorprender la falla en los de los
otros. Pero no dejaba por eso
de pertenecer al mundo cerrado
de la organización semiarbitraria
de datos variables. Permanecía
cautivo del laberinto constructor
de edificios análogos, aunque
más modestos, a los que mostraban las mismas debilidades y
que esperaban el mismo abandono próximo. Por lo demás ,
estaba igualmente empeñado
que antes en las querellas fronterizas, en los mutuos ataques
del saber y la dialéctica, en las
dificultades surgidas de un descubrimiento imprevisto o de un
razonamiento inédito.
y es que el paréntesis envuelve a cada momento el conjunto
de la vida intelectual, o poco
menos . El intelectual argumenta
la mayor parte del tiempo en
una estrecha célula cuya transparencia le crea la convicción
de gozar de la verdadera libertad. De hecho, si no se trata de
una cárcel, la libertad no es tan
completa como ilusoriamente él
la imagina . Vagabundea o audazmente se dirige (el resultado
es el mismo) hacia las zarzas envolventes de la disputa y de la
controversia sin salida . No es
muy difícil darse cuenta de lo
inevitable que es perderse ahí,
pues cada camino desemboca
en una encrucijada que se abre
a otros senderos que conducen
a otras encrucijadas. Hay en ello
una ebriedad engañosa de exploración y de descubrimiento,
normal en una cartografía incierta. El pensamiento, como la lectura, es un vicio, o más exactamente una droga impune . Yo
estaba muy intoxicado.
A excepción de mis ávidos
Biblioteca de México
10
comienzos, cuya diversidad
hacía menos peligrosos, siempre
tuve la precaución de fabricarme, entre mis propias lecturas,
refugios en los que me evadía I
de mis gustos o de mis obliga- I
ciones, es decir, tanto de mi curiosidad momentánea como de
la bibliografía útil para la preparación de un examen, o bien de
la documentación que me hacía
falta para algún trabajo. Eran lecturas al azar cuyo asunto no tenía nada que ver con las que me
ocupaban, libros que yo llamaba
feéricos, como se denomina
"ajedrez feérico" a las variantes
del juego que se juega en más
de dos dimensiones, con piezas
inventadas o apegándose a reglas insólitas o desconcertantes.
No tardé en llegar a mi actual
actitud. Las obras que en lo sucesivo busco, son aquéllas que
presumo no contendrán nada
que yo mismo no hubiera podido razonablemente imaginar por
capricho o por placer, yo u otro
cualquiera que no se hubiera
propuesto ser absurdo a propósito. Los primeros libros que leí
de niño , fueron para mí realmente feéricos . Lo ignoraba y,
en consecuencia, no los nombraba de esa manera. Hoy ,
llamo con toda consciencia feéricos a aquellos de los que espero efectivamente me aporten
alguna sorpresa irrecuperable
para la razón o la verosimilitud.
De esa manera descubrí, en
una colección de obras olvidadas por los grandes filósofos, la
Siris, en la que Berkeley enumera las virtudes del agua de alquitrán y las presenta (las explica
también) como la prueba de la
existencia de un éter ígneo universal. En Toussenal, en la librería de un librero especializado
en los libros saint-simonianos y
fourieristas, me encontré la Zoología pasional, en la que una
delirante descripción del murciélago me hizo soñar durante
mucho tiempo. Los estudios que
consagré al. fulgor de la lamprea
y al pulpo, aunque de una inspiración muy diferente, tal vez
le deben algo. En otra librería
que liquidaba saldos, me encontré un libro, Las Tres totf!mizaciones, de un tal o de una tal
ElRatón
"Dante y Virgilio en el Infierno" , pintura sobre piedra
Lotus de Paini, de quien nunca
antes ni después oí hablar. La
construcción no me pareció
mucho más aventurada que las
construcciones de Bachofen
acerca del matriarcado primitivo.
Ese tipo de diversiones, se sobreentiende, no jugaba más que
un papel episódico; con suerte y
subsidiariamente, un papel curativo, durante los intermitentes
escrúpulos.
Por otra parte pueden producirse singulares virajes: no daré
sino un ejemplo. Hasta donde
me acuerdo, tuve por China una
especie de afinidad electiva.
Quiero decir que ésta no se
debía ni al azar ni a las circunstancias, sino más bien a la importancia sin duda desmedida
que otorgaba al pensamiento
clasificatorio. Había leído, haciendo anotaciones en casi cada
página, el Pensamiento y La civilización china de Marcel Graneto Me maravillaron tanta
precisión y rigor. En cambio,
había rechazado desdeñosamente una de las anteriores obras de
este sinólogo: Danzas y leyendas de la antigua China, que
entonces no distaba de considerar como un encadenamiento,
sin duda avalado por los textos,
pero en el fondo enteramente
arbitrario y accidental, articula-
clon ingeniosa de correspondencias fortuitas o locales, desprovistas
de
la
menor
coherencia. Más tarde, pensé en
ella como en aquella obra feérica cuyo contenido, sin ser propiamente poético , conseguía
provocar en mí con mayor fuerza la emoción imprevista y en
algunos ángulos desconcertante
que yo esperaba de la poesía. A
partir de ese momento, acogí
con una especie de fascinación
las equivalencias inextricables
entre las aves migratorias, las
campanas, los fundidores, los
dragones, las estaciones, los colores, las danzas, los suplicios,
los orientes, los metales, los astros, las dinastías, y quién sabe
cuántas cosas más. Se volvía un
ballet, un cuadro con múltiples
entradas , en el que no había
ningún dato que no ocupara un
lugar riguroso y no se hiciera inmediatamente necesario. El libro
otrora desdeñado se convirtió
para mí en un objeto de encantamiento siempre renovado .
Quiero insinuar que en lo sucesivo era menos un libro que un
objeto: un soporte de ensueño,
o por decirlo así: un libro antÍdoto de libros. Me hallaba en la
entrada del túnel que me iba a
permitir probablemente salir en
definitiva del paréntesis. En una
Biblioteca de México
11
godo sob re las pie rn as . Todos
ellos son lectores o poetas. Nuestro cola borador y amigo Héctor
Perea esc ri bió hace poco sobre
una he rm osa escultura conocida
como El doncel de Sigüenza. Ese
do ncel de a la bastro, que lleva
a tu end o medi eval pero corazón
renacentista, está a lorgado en el
suelo, sosti ene en la s man os un
libro a bierto y se ha lla a bsorto en
la lectura . Por nuestra parte, recorda mos una mi nia tura de Nicholas
Hilliord qu e re prese nta a Henry
Percy en muy semeja nte posición,
sólo que el suj eto ha de jado el
libro a un lado para libremente
soñar con los ojos a biertos echado sobre el pasto. Existen muchos
otros e je mpl os de esa tra di ción
que en inglés se llama "prone portrait". Y bueno, basta . ¡Despierta
amig o roedo r! , po rq ue nu es tro
punto es como sigue: leer es recolectar: así lo quiere el verbo latino
y así lo refrenda n los florilegios
poéticos que obedecen a Virgil io:
Legere flores (recoger flores). Esos
hombres tendidos están en verdad
reco lec ta ndo, de modo que e l
lecho, el leer y el recoger se hace
una sola, superior unidad. Dinos,
roedor, ¿haz se ntido la relac ión
entre la lectio y el lectus? El buen
ra tón, un poco adormilado por un
sueño de ninfas, nos espeta lacónicamente: I do not recollect what
was your point.
Henry Percy
Nuestro perezoso ratón no suele
sali r de su cómoda guarida. Para
como están las cosas en la ciudad, prefiere pasear tranquilamente por las amplias (aunque a
veces frías) salas de la Biblioteca,
o de plano instalarse ante alguna
de las joyas que forman parte de
nuestras Colecciones Especiales .
Sin embargo, el otro día , casi sin
saber cómo, asomó la nariz por
una librería cercana, y descubrió
con júbilo que ya existe versión en
español (en Alfaguara) de Europa,
Piedra variscita de Utah , EUA
palabra, practicando una extraña
homeopatía, intentaba curar el
mal por el mal. Llegué a excesos
que rayaban en la irreverencia.
Durante una investigación en
la que se me había pedido proponer una lista de las cien obras
más notables del patrimonio escrito de la humanidad, agregaba
a aquellas que había leído y
apreciaba particularmente, otras
dos de los que sólo conocía los
títulos, como lo hacía notar honestamente: el anónimo Historia
secreta de los Mongoles y el Tratado de las ceremonias de Constantino Porfirogeneta . Desde
entonces, las tengo atravesadas
en la memoria, como se dice de
un hueso en la garganta. Puede
ser que un día tenga la oportunidad de conocerlas: serán las
últimas. En realidad, creo que
jamás abriré los dos volúmenes
fantasmas .
.
Supongo haber llegado al término del ciclo que empecé en
el momento en el que penetré
sin estar consciente de la temible trampa en la que me metía,
quiero decir en el paréntesis.
Ahora sigo sin duda leyendo libros que todos juzgan de un interés casi puramente curioso.
Aquí debo hacer una distinción.
Sé perfectamente por qué emprendí la lectura de las primeras
memorias de Lamarck -las que
se aplican al transformismo de
las especies minerales y que no
desarrollan más que un monumental error- y la del Discurso
del unicornio de Ambroise Paré,
siendo que el asunto, desde
hace mucho tiempo, no ofrece
ya ningún interés, incluso anecdótico. Me ligan de alguna manera al paréntesis, que sin duda
resulta imposible para el hombre, estando en vida, cerrar definitivamente tras de sí. Me
inclino de todo corazón a esta
ley, como a veces suelo prolongar por juego las búsquedas que
acometía seria y fervorosamente,
cuando me fascinaban.
Sin duda responde a algún
fin, a alguna necesidad o a cierto residuo de fuerza no utilizada
el seguir dando vuelta a la
noria, incluso con indiferencia y
no estando en lo absoluto obliBiblioteca de México
12
gado. Como el río Alfeo, supongo, fue salvado por etrecuerdo
de la primera etapa de su recorrido, yo habría de serlo por el
de mi infancia. De la misma ma- .
nera que él preservó sus aguas
que no pedían otra cosa que
mezclarse con las del mar, yo
me sujeté por instinto a los objetos que el azar ponía en mi camino, igual que relacionaba
esos raros cuadros yesos raros
poemas con un misterio que no
conseguía reducir, más allá de la
pintura y de la poesía, a los objetos. Sin embargo, la poesía en
su conjunto, la suma de las imágenes verbales, la de los emblemas inexplicables, las prevaricaciones de los animales miméticos, la peligrosa, suntuosa e indistinta condición vegetal, me
propusieron siempre una complicidad silenciosa. Nunca he
hablado de ello más que con
medias palabras y sólo para prevenir de su magia.
Ensanchando sin cesar el círculo de una solidaridad que me
diluía en lo más lejano de mí
mismo, vine a hallar en las piedras la recompensa deseada .
Ellas se revelaron poco a poco
como un álbum gigantesco. Situadas en el último extremo de
lo taciturno, estaban igualmente
ubicadas en las antípodas del
hombre y del pensamiento. Adivinaba que contenían en su masa
impasible y perdurable la totalidad de las transformaciones posibles de la materia, sin excluir
nada, ni siquiera la sensibilidad,
la inteligencia, la imaginación.
Al mismo tiempo mudas absolutas, me parecía que se mofaban de los libros y que exponían un mensaje fuera del tiempo. No otorgo sino una relativa
fe a estas divagaciones, que son
ensoñaciones. Al menos, si no
me liberaron de la burbuja, me
concedieron establecer en relación a ella la distancia indispensable; me permitieron, en todo
caso, saborear de tanto en tanto
una breve y" tranquila dicha ,
reconfortante.
Piedras, supremos archivos,
que no contienen ningún texto
y no nos dan nada a leer...
Traducción de Glenn Gallardo
RAÚL BAÑUELOS
3 POEMAS
E!.R atón
~la el aire.
ID resguardo. Toma
altura el irbol.
Deshojo una página.
Construyo un aire.
Clavo el retrato.
Tengo tres árboles deshojados.
despedazados, hechos polvo.
Ya no debiera buscar libros;
no debiera escnbir.
Páginas blancas, manchadas
en tinta, carbón, escritura;
Y ese árbol solo
levantado donde es el centro de la tierra.
Raytndo, manchando, destruyendo la blancura,
mi mano pasa por encima.
Ah, si no fuera
tan inútil
la palabra.
Escribo:
"Es imposible escribir".
Sólo: "escribo".
Se me hace tinta
la persistencia:
la célebre trilogía de John Berger,
el estupendo escritor inglés (novelista, ensayista, crítico de artes visuales, guionista de las primeras
pelícu las de A lain Tanner) que ,
como muchos otros colegas y
compatriotas suyos ha optado por
vivir fuera de Inglaterra -en su
caso , en un pequeño pueblo de
pastores , en la Alta Sabaya. Es difícil descr ibir e l contenido de
dicha trilogía (formada por Puerca
Tierra, Lila y Flag, y Una vez en
Europa), pero baste decir que se
trata de una de esas obras que
suman y transgreden los géneros
para me jor ll egar a la poesía .
"Aunque a veces a uno le gusta
mantener a sus autores en una especie de esta nte secreto -dice
nuestro menudo amigo-, también
es cierto que hay alegría en comparti rlos con los amigos. " Y como
nosotros sentimos que hay un víncu lo de am istad con nuestros lectores , pasamos la noticia al costo.
*
Otra novedad , aunque ésta la recibimos por generoso envío del propio au tor, es La música de la
humanidad (T usquets), anto logía
de los poetas románticos ingleses,
compilada , traducida y prologada
por Ricardo Silva-Santisteban (cuya
versión de la Anna Livia Plurabelle,
de Joyce, publicamos hace algún
tiempo en estas mismas páginas) .
La selección de obras de Shelley,
Wordsworth, Keats , CoIeridge et
alium , amp lia y representati va ,
está acompañada de una minuciosa bibliografía que informa de la
presenc ia del roman ticismo inglés
en nuestro idioma.
*
¿Cuántos cosas guardan relación
con la cocina? 0, mejor dicho,
¿qué cosa no está relacionada
con la cocina? Sor Juana decía
que si Aristóteles hubiese guisado,
más y mejor habría escrito, yes indudable que cocinar aporta a la
vida sabor y saberes muy gratos.
A propósito de estas cuestiones
Alfil, la revista cultural del IFAL,
pone en circulación su número
más reciente , titulado "Las culturas
del sabor". En el índice, como en
todo buen menú , hay de todo y
para todos los gustos. A nosotros,
que apenas hemos tenido tiempo
de ojearlo , nos parece especialmente apetitosa la entrevista con el
filósofo René Scherer, a propósito
de "Gastronomía y gastrosofía".
Ahí va (viene
está, es);
viene
está
es:
una nube (dos, tres).
Escribí una palabra: nube:
Hueve tinta.
Pasó un pájaro
por este vuelo. Perdón,
lo volveré a hacer:
"\ióló un pájaro".
Escribe sin tinta.
Biblioteca de México
13
Ha sido un secreto a voces el uso ritual de alucinógenos por los antiguos griegos . Al menos
desde que, a mediados del presente siglo, se inició formalmente tal género de estudios, varios
son los ensayos y libros que han rozado el enigma de los Misterios clásicos, intentando explicarlo
-o dándolo por explicado, en casos de inferior
seriedad- a partir de las premisas deparadas por
una investigación de azarosos albores que poco a
poco se fue constituyendo en audaz disciplina
científica: la etnobotánica. Que esta palabra es de
cuño reciente y aún incierto, lo demuestra su ausencia en léxicos tan flamantes y receptivos como
Tbe Fontana Dictionary oi Modern Tbought, cuyo
repertorio consigna, sin embargo, innúmeros vocablos de obvia novedad. De cualquier modo, la
existencia de la etnobotánica, y de la más espectacular de sus ramas: la etnomicología, son hechos hoy indiscutibles, aunque puedan ser
materia de disputa muchas de sus conclusiones. Y
aquí es, precisamente, donde comienzan las dificultades. Porque la nueva ciencia ha de afrontar,
de un lado, los tabúes, a menudo persistentes,
que la asedian y pretenden condenarla sin oírla; y
de otro lado, sus propios riesgos interiores, que
no sin frecuencia la orillan a declinar el rigor.
de miel, le viOleron a la mente dichas inquietudes. Era, a la sazón, periodista y financiero. Ella,
rusa de nacimiento, dio en cosechar, en el curso
de uno de sus paseos , los hongos comestibles
que le salían al paso. Y consiguió, vencidas las
pasajeras alarmas, que él compartiera así su disfrute en la mesa como el interés por los usos y
costumbres relativos a ese manjar. Armados de un
enorme arsenal de datos extraños, fueron extrayendo no menos extrañas conclusiones sobre la
importancia de los hongos en la historia de la humanidad. A la cual, según aprendieron, cabía dividirla en un par de grandes grupos: los micófilos y
los micófobos. ¿Irreconciliables entre sí? Sólo en la
superficie; pues en lo fundamental ambas actitudes obedecían a una pareja, y no siempre consciente, sacralización del hongo : los unos manteníanse fieles al tabú erigido al respecto por sus
antepasados, en tanto que en los otros había sobrevivido la devoción amorosa.
En 1952, el poeta Robert Graves puso en conocimiento del matrimonio Wasson algunos datos
adicionales y decisivos, relacionados con un culto
al hongo sagrado entre los indios de México. Y
tres años más tarde, tras mil estudios y pesquisas,
Valentina y su esposo participaron, por vez pri-
El dilema es inusitado; por ello mismo se me
antoja imperativo su registro. En primer término,
encontramos antropólogos de rígido criterio, que
apilan vasta y minuciosa información sin enterarse, en el fondo, de qué se trata. Son como el esforzado helenista que, hundido en sus papeles,
jamás se ha preocupado por visitar a Grecia ni
por respirar la atmósfera en que se desenvolvió
tan glorioso apogeo. No obstante su afán erudito,
les falta -o no se advierte en ellos- la pasión
vivida que encamina hacia los mejores hallazgos.
y en el polo opuesto, nos topamos con los líricos más o menos desenfrenados. Entusiastas y
ávidos, confunden la hipótesis con el descubrimiento y el vuelo de la imaginación con el paciente rastreo en los laberintos de la historia y la
mitología. Si la pasión, inspirada en la experiencia
personal, los lleva, de cuando en cuando, a iluminar consabidas tinieblas, no les permite, en cambio abrir horizontes válidos y útiles para los
demás. De acompañarlos el talento y la dedicación literaria, podrán llegar a ser buenos escritores. Para convertirse en científicos necesitan
acomodar sus certidumbres subjetivas, verdaderas
o supuestas, a los arduos métodos comprobatorios que una tradición milenaria les impone.
Entre estos dos extremos, descuella la obra singular de R. Gordon Wasson, fundador, con su esposa Valentina Pavlovna, de la etnornicología. Él
mismo ha contado cómo en 1927, durante su luna
mera, en el ritual mazateco. De todo ello naCiO
Mushrooms, Russia and History, que la Saturday
Review designó "uno de los libros más curiosos y,
por cierto, de los más caros que han sido publicados en los Estados Unidos en mucho tiempo". La
edición constaba de 350 ejemplares, cada uno de
los cuales se vendió al precio de ciento veinticinco dólares. Nunca, que yo sepa , se reimprimió.
Asimismo, en diciembre de 1958, y con precio similar, se publicó en París, firmado conjuntamente
por Wasson y por Roger Heim, Les champignons
hallucinogenes du Mexique. Este último libro, dedicado a la memoria de Valentina Wasson, ya para
entonces fallecida, contó además con la colaboración de un impresionante equipo técnico, en el
que descollaba Albert Hofmann, el sintetizador
del LSD; R. G. Wasson se encargó de tres capítulos sustanciales: un recuento de sus experiencias
en Huautla y de su indagación en otras regiones
del contemporáneo México; la recopilación de
fuentes nahuas y novohispanas, alusivas a los teonanácatl, los hongos divinos; y un enfoque etnomico lógico de la arqueología mesoamericana .
En 1964, escribí que esta edición del Museo Nacional de Historia Natural en Francia no había
sido superada. Sigo pensándolo. Harto repetida y,
a las veces, complementada en detalles, permanece como un texto clásico y legendario, lejos del
alcance de nuestros estudiosos por su rareza y
por ser México un país ayuno de bibliotecas pú-
.... Figura de barra cocido, estilo Remojadas, Veracruz
Biblioteca de México
15
Gordon
W asson
blicas. No deja de lastimar que el estudio a fondo
de nuestras raíces se reserve, en tan sobresalientes aspectos, a la pericia de los extranjeros, mientras los nativos se debaten en la penuria de
nuestras academias, cuando no se enclaustran en
olímpico desinterés. Pero tampoco dista de entrañar un consuelo la fortuna de habérsenos deparado la pasión serena de un R. Gordon Wasson,
más allá del proselitismo de los fanáticos, y de la
tediosa rebusca de los circunspectos.
Wasson pondera y gradúa su afición, de manera
que no se le disperse en simple apologética. Madura sus intuiciones hasta hacerlas fructificar en
proposiciones concretas. Huye de la efímera trivialidad del guru, y no vacila en solicitar el auxilio de
los más capacitados en· ajenas especialidades.
Salvo los fragmentos traducidos en Vuelta, por lo
demás elocuentes, desconozco la versión original
de su trabajo sobre el soma hindú . Pero me he
leído de un tirón las ciento veintiséis páginas de
7be Road to Eleusis; y conste que la densidad del
contenido --de las notas, sobre todo-- no vuelve
fácil la empresa. El libro es una pequeña obra
maestra de arqueología teológica y botánica.
No hay en él esa ambición totalitaria y sospechosa que esteriliza al bodrio, de paralelas ambiciones, que nos infligió John M. Allegro sobre la
interpretación etnomicológica del mito cristiano,
7be Sacred Mushroom and the Cross. El ahínco
del señor Allegro, cuya competencia lingüística
me abstengo de juzgar, se resuelve en interminables listas de palabras sumerias, acadias, ugaríticas, semíticas, sánscritas, hebreas y arameas,
sirias, arábigas, persas, griegas y latinas; inmenso
e indigesto repertorio que acaba teniendo un solo
significado: el hongo ubicuo y pancósmico, responsable de cuantos versículos ti~ne la Biblia y
de cuantas sublimidades conocieron los helenos.
Por más que la encuesta nos fascine y la abordemos sin gazmoñería, resulta imposible seguirla.
Basta asentar que, según Allegro, sean cuales fueran sus orígenes y las variaciones sufridas en su
grafía a causa de una evolución incomprobable y,
por eso, dogmática, todas las palabras listadas en
7be Sacred Mushroom desencierran idéntico referente. Aun el sexo culmina ostentándose como
máscara del delirio micófilo. Abolida la lucha de
clases, pulverizada la voluntad de poder, aniquilados el Eros y el Thánatos, la solidaridad humana,
el instinto y el sueño, la apetencia de belleza y
justicia, no resta otro motor de la historia que la
tiranía criptógama. El reductivismo es atroz. El
efecto final sería grotesco, si no lo esfumara el
aburrimiento del lector.
Wasson, por su parte, se mueve no en las antípodas, sino en una cauta serenidad muy plausible. El sí sabe de qué se trata; pero tampoco
ignora los buenos modales, a la postre más redituables. Descuenta la inefabilidad de la vivencia
mística y apenas si ensaya la paráfrasis. Al margen
de su certeza intuitiva, prefiere condensarla en
preguntas a los eruditos y no usurpa el derecho a
la respuesta. De los seis capítulos en que se distri-
Ánfo ra griega arcaico hollado en Eleusis
buye 7be Road to Eleusis, firma sólo uno, en que
se plantea la cuestión. Y no tarda en advertirnos:
1 would not be understood as contending that
only these alkaloids (wherever found in nature)
bring about visions and ecstasy. Clearly sorne
poets and prophets and many mystics and
ascetics seem to have enjoyed ecstatic visions
that answer the requirements of the ancient
Mysteries and that duplicate the mushroom
agape of Mexico. 1 do not suggest that St. John
of Patmos ate mushrooms in order to write the
Book of the Revelation. Yet the succesions of
images in his Vision, so clearly seen but such a
phantasmagoria, mean for me that he was in
the same sta te as one bemushroomed. Nor do 1
suggest for a moment that William Blake knew
the mushroom when he wrote (his) telling account of the clarity of "vision".. .
Semejante advertencia es extraordinaria en la
medida en que se aparta, tanto del común proselitismo de los consumidores de alucinógenos
como de las reglas de la ordinaria antropología.
No todos los días se halla a un hombre cultivado
y experimentado, capaz de dominar el explicable
celo profético que deriva del c0!l0cimiento directo de tales visiones y éxtasis, poniéndolo al servicio de una búsqueda prudente y meticulosa.
Wasson rechaza, con razón, el reductivismo. Existe una pluralidad de caminos para llegar a "la" visión y al éxtasis . Sería infantil, aunqu'e no
Biblioteca de México
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Todo lo más por decir Qoaquín Mortiz, 1971). No
sé hasta qué punto impartan mis automáticas estrofas una idea del episodio. Estoy seguro de que
son insuficientes, toda vez que lo medular en la
experiencia trasciende el lenguaje. Proezas literarias aparte, ni Henri Michaux, ni Antonin Artaud,
ni René Daumal, ni menos aún los ejércitos de
poetas beatniks y hippies presididos por Ginsberg, han logrado entregar en sus respectivos intentos el meollo de esta suerte de aventuras.
"Hay visiones que uno prefiere guardarse para
sí", comenta Ernst Jünger al transcribir las suyas.
Siendo ello exacto, no es la verdad cabal. Independientemente de nuestra voluntad de sigilo o
de revelación, hay visiones condenadas, de antemano, al silencio, porque el divulgarlas implica la
traición a su vigor y a su hondura. Trivializadas
por el manoseo cotidiano, van a dar al basurero
de los lugares comunes, o bien se agregan, sin
pena ni gloria, a la trillada charlatanería "esotérica" en boga.
¿Cómo, pues, canalizar nuestros hallazgos sin
trocarlos en pregón adocenado? Henri Michaux
no duda un instante. En el umbral de su Connaissance par les gouffres instala este sensato apotegma: Les drogues nous ennuient avec leur paradis.
Qu 'elles nou~ donnent plutót un peu de savoir.
Nous ne sommes pas un siecle á paradis. Descartados el proselitismo y la comercialización ineludible de los paraísos artificiales, el problema está en
aclarar qué clase de saber buscamos, y cuáles son
los caminos que al saber conducen. Ya tal esclarecimiento contribuyen no poco averiguaciones
como las impulsadas por Wasson; como las esbozadas por R. E. 1. Masters y Jean Houston en Tbe
Varieties 01 Psychedelic Experience¡ como las del
antropólogo Peter Furts, diestro investigador de
las relaciones entre los alucinógenos y el ritual en
nuestras diversas culturas indígenas . Semejantes
estudios nos aproximan a la sabiduría acumulada
a lo largo de los siglos en distintas tradiciones y,
al desvelar enigmas actuales y pretéritos, subrayan que el hombre es siempre el mismo, dondequiera se le sitúe y se le cultive. Y que el
requerimiento de una estructura ritual en el manejo de sus problemas, antes que un apremio despótico, constituye una sabia manera de mantener
a raya el caos amenazante. En último análisis,
además de una cortina que se tiende sobre el misterio, acaso sea el mito una escala que gradúa y
orienta nuestros pasos en nuestra elevación al conocimiento.
La publicidad que siguió a los descubrimientos
de los Wasson en Oaxaca (en especial sus artículos en Lije y otras revistas de gran tiraje) hizo de
María Sabina, la sabia "curandera" mazateca, una
figura internacional; pero al propio tiempo convirtió a Huautla en sospechoso centro de atracción
turística para una turba de jóvenes ociosos, cazadores de sensaciones "exóticas", que la infestaron
sin respeto alguno a su carácter de santuario secular. "Supuestas las simas de vulgaridad del periodismo contemporáneo -reconoce Wasson-,
incomprensible, atribuir la complejidad visionaria
del Apocalipsis y de los grandes poemas de Blake
a la ingestión, sin más, de un hongo. Ello no quiere decir que el hongo sagrado no esté presente,
descarado por abiertas costumbres o disfrazado
por el tabú, a lo largo de la historia entera del
hombre. La nueva micología, que empezó siendo
"hijastra de la ciencia", bien puede a.dquirir, a través del estudio empeñoso, insólitas e inesperadas
dimensiones, al descubrirse la humilde, rebajada y
oculta presencia del hongo psicotrópico en básicos ritos sacramentales de antiquísimas religiones
y mitologías. Pero es preciso no cambiar unas ilusiones por otras. La etnomicología deberá aprender de su madrastra algo de sus métodos estrictos,
comunicándole a su vez, eso sí, algo de la imaginación atrevida que la hizo nacer.
Yeso es, justamente, lo que Wasson ha ido
cumpliendo. Ha infundido su controlada fiebre a
los técnicos, a los profesionales. En resumidas
cuentas, quienes, espoleados por Wasson, resuelven el enigma de Eleusis son Albert Hofmann,
un químico suizo, excepcional y prestigioso, el
que en 1943 sintetizó en su laboratorio la detilamida del ácido lisérgico (LSD), y Carl A. P. Rusk,
etnobotánico helenista (doble especialidad inusual y escurridiza) de la Universidad de Boston.
Ancilarmente se encomendó a Danny Staples una
fresca traducción del himno homérico a Deméter,
fuente cardinal para el análisis del mito eleusino.
Procede hacer constar, por añadidura, que los primeros tres capítulos de Tbe Road to Eleusis fueron
leídos por sus respectivos autores en la Segunda
Conferencia Internacional sobre Hongos Alucinógenos, celebrada en Washington, en octubre de
1977. Sin embargo, el libro es de Wasson, que
promovió y coordinó los trabajos y los condujo a
feliz término. Es él quien merece una corona de
académicos laureles entretejidos con flores órficas.
En 1961, el poeta Allen Ginsberg, a quien había
yo conocido en un coloquio de escritores iberoamericanos, en la ciudad chilena de Concepción,
quiso mostrarme su desagrado por los quizá frívolos renglones que a mi regreso le consagré; y al
efecto me envió un cuadernillo de versos suyos
traducidos al español, con la siguiente dedicatoria que reproduzco letra por letra: "Va visitar los
curanderos que toman hongos en Oaxaca antes
de hacer sus juguetes literarios sobre mi mente
-Allen. " Aunque no podría decirse que seguí su
consejo, pues nunca he ido a Huautla ni he vuelto a glosar a Ginsberg, sí tuve oportunidad de
probar los psilocybes zapotecorum en la primavera de 1964. Al cabo de casi quince años, no tengo
inconveniente de reiterar que fue aquélla una experiencia tan definitiva como incomunicable. Ayudado por las veloces notas que, durante el curso
de muchas horas de "viaje" dicté a mi esposa, hilvané en seguida una crónica que pronto se transformó -ya que era ése su cauce natural- en un
poema, Carne de Dios, publicado en la Revista de
la Universidad de México y luego recogido en
Biblioteca de México
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Figura olmeco. Ésta y la que oporece en lo págino 20 llevaron a G o rdon W asson a preguntarse si expresaríon algún éxtasis
pIe mente los efectos puede volverse loco y
quedar así temporalmente. Nuestros antepasados siempre tomaron los niños santos en una
velada presidida por un sabio .. .
Antes de Wasson, yo sentía que los niños
santos me elevaban. Ya no lo siento así. La
fuerza ha disminuido. Si Cayetano no hubiera
traído a los extranjeros ... los niños santos retendrían su poder. Hace muchos años, cuando yo
era niña, brotaban en todas partes. Nacían alrededor de la casa (pero) había que ir a lugares
lejanos a buscarlos, donde la vista humana no
los alcanzara. La persona indicada para recogerlos debía de guardar cuatro días la abstinencia sexual. En esos cuatro días, tenía prohibido
asistir a velorios para evitar el aire contaminado
de los difuntos. Desde el momento en que llegaron los extranjeros ... los niños santos perdieron su pureza. Perdieron su fuerza , los
descompusieron. De ahora en adelante ya no
servirán. No tiene remedio, (Álvaro Estrada ,
Vida de María Sabina, la sabia de los hongos,
México, Siglo XXI, 1977.)
era inevitable que cundieran por el mundo entero
toda suerte de narraciones envilecidas. Lo previmos todo, y así fue, hasta el punto de que los 'federales' tuvieron que emprender una limpia a
fondo en algunos pueblos indios de las tierras
altas mesoamericanas a fines de la década pasada,
para deportar a una chusma de balas perdidas
que vagaban por allí haciendo de las suyas. " Sin
embargo, María Sabina, digna heredera de una
tradición centenaria, no sucumbió a dicho envilecimiento. Gracias al escritor mazateco Álvaro Estrada, conservamos de labios de la maravillosa
"curandera", el testimonio de su estoica actitud:
En cierto tiempo vinieron jóvenes de uno y
otro sexo, de largas cabelleras, con vestiduras
extrañas. Vestían camisas de variados colores y
usaban collares. Vinieron muchos. Algunos de
estos jóvenes me buscaban para que yo me
desvelara con el pequeño que brota. "Venimos
a buscar a Dios", decían ... Más tarde supe que
los jóvenes de largas cabelleras no necesitaban
de mí para comer cositas. No faltaron paisanos
mazatecos que, con el fin de obtener algunos
centavos para comer, vendieron los niños santos a los jóvenes. A su vez éstos los comieron
en el lugar que quisieron; lo mism9 les daba
masticarlos sentados a la sombra de cafetales
que sobre un peñasco en alguna vereda del
monte. Estos jóvenes, rubios y morenos, no
respetaron nuestras costumbres. Nunca, que yo
recuerde, los niños santos fueron comidos con
tanta falta de respeto. Para mí, no es un juego
hacer veladas. Quien lo hace para sentir sim-
El comentario de Wasson a esta noble denuncia
del sacrilegio es característica de un hombre de
ciencia. Deplora -y no nos cuesta trabajo creerle- la extinción, por culpa suya, de una práctica
religiosa "que se remonta a milenios atrás". Lo estremece el sentirse, y el haber sido designado, responsable del ocaso. Pero la ruptura del secreto,
argumenta, estaba justificada. Desde un principio
el descubrimiento hubo de optar entre ocultar sus
hallazgos o decidirse a presentarlos dignamente al
Biblioteca de México
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mundo. Y la decisión se impuso: "Los hongos sagrados ... tenían que ser dados a conocer... como
era debido, sin importar lo que me costara. De no
hacerlo así, la 'consulta al hongo' duraría unos
años más, pero su extinción era y es inevitable. El
mundo sabría vagamente que había existido tal
cosa, pero no la importancia de su papel."
Todavía re"c uerdo, como si fuera ayer, las circunstancias de mi propia experiencia. Desprovisto
del escenario ritual, luché deliberadamente contra
el incipiente aluvión a los pocos minutos de
haber ingerido los hongos. Temía yo ser presa de
la autosugestión, y no deseaba colaborar en ella .
Pero la catarata de imágenes venció mi resistencia, trayendo consigo los momentos de mayor lucidez y certidumbre que he conocido. Con todo,
tiempo después al analizar aquellas intensas
horas, me encontré sumido en una contradicción
espantosa. Mi experiencia me había llevado a las
más profundas raíces de la solidaridad humana;
no obstante lo cual, la experiencia en sí misma
me aislaba de los demás, inhábiles en comprender lo que yo era inepto para expresar. Como el
Lord Chandos de von Hofmannsthal, me vi reducido al torpe y solitario bosquejo de lo inefable.
María Sabina refiere que en las visiones de los
iniciados, los "Seres Principales" preguntan a cada
uno qué tipo de sabio quiere ser; y que de acuerdo con la respuesta, cada iniciado recibe "un libro
que contiene el Lenguaje que ha escogido" . Ahora
certifico cuánto he echado de menos, en el curso
de todos estos años, uno de esos libros: un lenguaje, o marco mítico, propicio a mis cavilaciones
y a mi genuina inserción en el mundo.
Confiéselo o no, el partícipe profano en lo que
Jünger llama "el simposio de los hongos", cuando
la hondura de sus "visiones" no le permite ya ponerlas en duda, procura, casi con desesperación, el
auxilio de un sistema intelectual (o mítico) que,
confirmándolas, le brinde el acervo de metáforas
capaz de digerirlas, y una brecha posible al diálogo con un mundo que sólo acepta filosofías codificadas, disfrazadas de historia fósil. Por mi parte,
recurrí a la lectura de Hegel, de los neoplatónicos
y los presocráticos, del budismo y el hinduismo,
de William Blake y William Butler Yeats, de la Cábala y la Alquimia y la "mitología precolombina.
Pero es difícil evadir el tono de suficiencia profética que semejantes textos confieren al desavisado.
No los recomendaría sino en pequeñas dosis e intercalándoles, de trecho en trecho, un grano de sal.
Como quiera, en 1965 me dirigí a Grecia, nombrado providencialmente embajador en un país
que atesoraba para mí secretos fascinantes. Entre
ellos, el de Eleusis, arcaico santuario cuyo enigma
jamás había sido penetrado. Robert Graves había
ya comenzado a divulgar algunas de las conjeturas de Wasson al respecto, añadiéndoles otras de
su personal cosecha. Y no me parecía arriesgado
darles pleno crédito. Lo poco que se sabía en
torno a los Misterios acusaba un diáfano parentesco con nuestros "simposios de hongos".
Basta hurgar en el legado de los antiguos poe-
tas y filósofos para comprobar esos vínculos subyacentes. Claro que, como quiere Malraux, "una
Grecia secreta late en el corazón de todos los
hombres de Occidente". Pero con México la liga
es doble . La declara nuestra cultura occidental,
deudora de lo helénico, a la vez que la ratifican
comunes, previamente ocultas fuentes de sabiduría. Sólo que nuestros sueños y visiones prehispánicos se extinguieron antes de madurar en fruto
aprovechable, en tanto que los griegos lograron
dar forma universal a los suyos. Su temperamento
visionario, harto recalcado por helenistas de la
talla de Guthrie y de E. R. Dodds, mantenía los
pies en la tierra y transformaba sus epifanías en
normas concretas de vida. La posesión divina (el
enthousiasmós) se equilibraba en el logos, y la
arrogancia transgresora recibía, incluso en el orden
cósmico, según enseña Heráclito, la maldición y el
castigo de las Erinias. El sentido expreso de Eleusis era el de un rito purificador y libertador.
Por infortunio, el ambiente de la Grecia actual
no propicia este tipo de investigaciones. En tres
años de estancia no encontré a nadie que me ilustrara en mis inquietudes órficas. En el mejor de
los casos, hallé oídos atentos; finos espíritus que
admitían tranquilamente la probabilidad de la hipótesis etnobotánica. Giórgos Seféris leyó en inglés mi Carne de Dios y me hizo entender que
coincidía con mucho de lo que él había adivinado
a través de la poesía. Nános Valaorítis me aseguró
que Atenas albergaba a un grupo numeroso de
escritores y artistas griegos que habían experimentado con psilocibina o drogas similares, y
prometió presentármelos. Pero el golpe de los coroneles lo arrojó al exilio, y ya no supe más de él.
Terminé refugiándome, sin ulterior aprendizaje
digno de mención, en mis lecturas y escrituras. Mi
tlmida indagación etnomicológica debió ser clausurada con este párrafo en mi diario:
"Wishful thinking? No lo creo. Claro que me
complace pensar en este acercamiento de Eleusis a México. Y de Dyónisos a nuestro Tláloc.
Pero no es una mera fantasía, subjetiva o caprichosa. Con gusto profundizaría yo en ello, si
tuviera la competencia o los consejeros necesarios. Me extraña que los investigadores griegos
-¿dónde están?- no lo hagan ... No, después
de todo no me extraña demasiado. Los mejores
libros sobre nuestros mexicanísimos hongos
están firmados por sabios extranjeros: Roger
Heim, Gordon Wasson."
No fue excesiva mi sorpresa, pues, cuando al
leer en Reloj de Atenas el párrafo que antecede,
Octavio Paz me anunció un próximo libro de R.
Gordon Wasson sobre el enigma de Eleusis . Y
ahora que he tenido The Road to Eleusis en mis
manos, es cabal mi satisfacción.
¿Así que el ergot o Claviceps purpurea, llamado
en español cornezuelo, resulta ser, en suma, el
responsable químico del éxtasis eleusino? No se
me juzgue presuntuoso si apunto que la idea me
Biblioteca de México
19
había ya venido a la cabeza dada la constante
aparición de la espiga en el simbolismo de los
Misterios. Hube de relegar esa pista a segundo
término, sin embargo, pensando en el desuso helénico del centeno, huésped usual del ergot. Ignoraba, entre mil cosas, que el cornezuelo nace
también, con vigor invariable, en el trigo y en la
cebada, y aun en la vulgar cizaña. ¿Quién podría
competir con la erudición de un Albert Hofmann,
que en párrafos concisos colma las lagunas, agregando que las llanuras adjuntas a Eleusis estaban
llenas ·de cebada, páspalum y otros huéspedes del
pequeño hongo parásito?
El soporte documental ofrecido por el profesor
Ruck es, asimismo, impresionante. Si bien, quizá,
demasiado compacto. Buena parte de las incontables notas, todas requeridas por el aparato científico, ganarían con la incorporación al texto ,
literariamente diluidas en él. ¿Y por qué no agrupar en un apéndice la nutrida y desperdigada bibliografía? ¿Y por qué renunciar al índice que uno
pediría en un volumen no por corto menos
denso? La sobriedad ha sido llevada al extremo.
Pero las pruebas son convincentes. Y es lo que
importa. La Medusa que "pierde la cabeza" a
manos de un héroe inspirado por los hongos es
más que una libre interpretación del mito de Perseo, especialmente si la exhibe el dibujo de un
ánfora del siglo IV a. c., existente en el Staattliche
Museum de Berlín. La inquisición sobre el vino
clásico y sus eventuales propiedades alucinógenas
por la infusión de ciertas yerbas explica la sacralización de las festividades dionisiacas. La invocación asidua a la flor en la fábula helénica no
difiere gran cosa, a la luz de una docta herme-
néutica, de los estribillos a base de la flor y del
canto de los nahuas. Desde luego, Perséfone,
imagen estelar, junto con su madre y alter ego,
Deméter, de la sagrada familia eleusina, fue secuestrada por el dios de los infiernos cuando cosechaba flores en compañía de las hijas de
Océano, en un lugar llamado Nysa, lo cual subraya su abolengo dionisiaco; y las flores principales
que Perséfone recogía era narcisos. Ahora bien,
comenta Ruck, los mismos griegos pensaban que
el nombre del narkíssos obedecía a las cualidades
narcóticas de la planta (derivación que cualquiera
puede comprobar en el Greek Lexicon de Lidell
and Scott, en donde se cita a Plutarco en tal sentido), aunque no es probable que se trate del vegetal que hoy conocemos bajo esa denominación,
Narcíssus poeticus. Todo el mito fundamental de
Eleusis, condensado en el himno homérico a Deméter, está sembrado de alusiones veladas al herbolario psicotrópico, en cuyo manejo debieron ser
diestras las múltiples generaciones de hierofantes.
Muchos gritarán: ¡blasfemia! ¡sacrilegio!, así
como los bondadosos frailes hispanos clamaban
¡pecado! ¡cosas del demonio! , tras el somero contacto con los indios "poseídos" por el hongo. No
hagamos caso de semejantes protestas. Los contemporáneos avances de la bioquímica y de la psicofarmacología también habrían sido considerados
blasfemos y demoniacos en otro siglo. Hoy apoyan nuestra tesis. Es posible, de hecho, provocar
importantes visiones con medios químicos, ya sean
sintetizados en el laboratorio o localizables en la
naturaleza. Y asimismo sabemos que el medio empleado, con tal que lo manejen manos expertas y
se oriente como es debido al sujeto del experi-
Biblioteca de México
En esta urna griega Triptolemo sostiene las espigas eleusinas ,
probablemente' infectadas con cornezuelo
mento, no disminuye la veracidad de esa experiencia, que sigue llamándose "alucinación" sólo a falta
de mejor palabra. Los misterios de Eleusis, que
conmovieron en su tiempo a Píndaro, Platón, Sófocles y Eurípides, y aun al severo Aristóteles, fundador del racionalismo, no saldrán disminuidos de la
categórica dilucidación. Por supuesto que el agente químico no basta para lograr el "éxtasis", ni le
compete la integración de esa experiencia, sea lo
que fuere , en la perspectiva de cada individuo; de
cada vida particular que pasa por ella. Nadie pretende tampoco -admitida la excepción de gente
como John M. Allegro- que el hongo sea la única
vía hacia la contemplación mística.
Wasson evoca a un anónimo arqueólogo inglés.
especializado en ruinas helénicas, que le escribió,
en 1956, una carta en la cual lo reconvenía amistosamente por haber manifestado, en un recinto
académico, su creencia en una solución etnomicológica del enigma de Eleusis. "Aténte a tus hongos mexicanos -le advertía el arqueólogo-, y
cuida de ver hongos en todas partes. Yo no creo
que Micenas ni Eleusis tengan nada que ver con
ellos." Dicho erudito falleció ya, y no podrá, por
tanto, externar su parecer sobre los actuales resultados de la investigación que entonces alboreaba.
Pero hay otros muchos "sabios" que pondrán el
grito en el cielo. Pierdan cuidado Wasson y sus
colaboradores. Esa indignación es tan efímera
como yerma. No por ella será menos obvio que
Micenas tiene mucho que ver con la misma palabra, mykis, que da su nombre a la micología moderna. Los hongos sí están en todas partes ,
aunque no lo expliquen todo. Llámenseles "niños
santos" o "carne de dios" en México, Ky1eeon en el
ritual eleusino, o soma en la India , los psilocybes,
la Claviceps purpurea y la Amanita muscaria son,
no obstante la humildad de su nacimiento, decisivos personajes históricos y fascinantes objetos de
investigación. Wasson, Ruck y Hofmann han comprimido la suya en ciento veintiséis páginas. El
antropólogo anglo-heleno George E. Mylonas dedicó trescientas, hace pocos años, a persuadirnos,
con lujo de erudición destructiva, de que la ignorancia que rodeaba a los Misterios de Eleusis era
invencible; pero su machacón escepticismo no resiste el sumarísimo análisis a que lo somete el
profesor Ruck. En cambio, determinados esbozos
de interpretación filosófica , como el penetrante
ensayo de Walter F. Otto en los Eranos Jahrbücher, cobran nuevo sentido, reconciliándose sin
dificultad con la hipótesis etnomicológica. No hay
más que confrontar el estudio de Otto con los
nuevos puntos en que el doctor Walter N. Pahnke, de la Harvard Medical School, resume la típica
"experiencia religiosa" obtenida por la ingestión
del ergot (Y. Walter N. Pahnke, "LSD and Religious Experience ", en LSD, Man and Society,
Middletown, Conn. , 1967). Se verá que el vocabulario es casi el mismo, y que las descripciones del
segundo complementan ferazmente las intuiciones del primero.
Esto no quiere decir que todo el mundo haya
de empeñarse en consumir psicotrópicos lor kicks
o para conseguir una educación mística, sino,
apenas, que convendría proseguir la investigación
rigurosa, evitando en la mayor medida posible,
los peligros de diversos órdenes que conlleva la
excesiva divulgación y el uso irrestricto; peligros
que no pueden soslayarse a la ligera. En lo personal, he de admitirlo, no soy muy optimista en
cuanto al nuevo aprovechamiento de la vieja sabiduría. Si en varios milenios de práctica eleusina
los más talentosos griegos no fueron capaces de
fertilizar su lenguaje de modo que lo inefable encontrara luminosa cabida en él, una sociedad tan
falta de imaginación y sensibilidad como es la de
nuestro siglo quizá deba seguir contentándose
con las imágenes y parábolas del pensamiento
mítico (que según las describe Aristóteles, dicen
la verdad a través de ficciones) y con los destellos
a media voz de la poesía.
El hombre, definía el Hiperión de Hblderlin, es
un dios cuando sueña, y un mendigo cuando reflexiona. Por sueño no entendía la pérdida de la conciencia, sino la abolición de las fronteras que la
individualizan; ambiciosa meta que no todos estamos preparados para asumir sin pagar, como el infortunado poeta de los himnos titánicos, un precio
desmedido. Bien haremos, no obstante, en alimentar con chispazos de sueño a una reflexión viable
en este mundo de mendigos. Estoy seguro de que
Gordon Wasson, cuyo amor por las cosas de la tierra lo insta a mantener sobre ella los aventureros
pies, no se propone objetivos muy distintos al reconstruir, en nuestros días, el camino hacia Eleusis.
Biblioteca de México
R. GORDON WASSON
42, Long Ridge Road, Danbury,
Conn., 06810
Tel.: (203) 748:0123
27 de julio, 1978
Estimado señor García:
Su carta del 14 llegó ayer.
Por favor escríbame en español como usted sugiere. Yo le
contestaré en inglés.
Tengo todos los derechos extranjeros de El camino a Eleusis.
Concedo al Fondo de Cultura
Económica una opción para este
libro por tres semanas a partir
de la fecha en que usted reciba
esta carta. ¿Me informará usted
por favor cuál es esa fecha?
Preguntaré a Carl Ruck sobre
Amanitari y veré qué dice. No
se le puede localizar en Grecia
durante el verano. Estoyescéptico sobre Mania y también sobre
Amanos, la raíz tradicional.
Robert Graves y yo llevamos
una relación cercana por algunos años y tengo un archivo
considerable de correspondencia con él. Gradualmente nos
separamos. Prefiero no entrar en
las razones de ello. Me simpatiza Robert y nunca hemos reñido.
de Eleusis está vinculada con
Deméter y Hades, la diosa de
los cereales y el dios del infierno. Esto me llevó a preguntar a
Albert Hofmann si el cornezuelo
de centeno pudo haber proporcionado a los griegos la experiencia del LSD: si se prestaba a
tal uso con perfecta seguridad.
Después de dos años me dio la
respuesta, que fue "sí". Carl
Ruck, y Danny Staples, conocieron por experiencia las drogas
en cuestión, igual que yo. Él ha
trabajado con las oscuras alusiones a las plantas en los clásicos.
Tomó afición a mi idea y tuvo la
certeza de que yo tenía razón.
El cornezuelo de centeno (que
también crece en la cebada) es
Claviceps purpurea . Hades de
cabello púrpura y Deméter de
ropaje púrpura y el papel dual
de los granos (Demetér) y los
misterios del otro mundo
(Hades) le permitieron explicar
el mundo de habla hispana.
El libro aparecerá dentro de
los siguientes X meses o se nulifica el contrato.
En la edición en pasta dura, si
ustedes la publican, aquí es costumbre que los autores reciban
15% de regalías sobre el precio
de venta del libro. Para la edición rústica aquí se paga el 6%
de regalías. Las regalías se dividirán en partes iguales entre los
tres autores.
Se nos permitirá leer la versión en español antes de su publicación.
El contrato lo firmarán el
Fondo y los tres autores.
Harcourt Brace ] ovanovich
paga regalías dos veces al año,
semestrales, el 15 de mayo y el
15 de noviembre; las regalías
cubren libros vendidos hasta el
30 de junio y 1 de enero, respectivamente. Cada estado de
cuentas viene acompañado por
con más detalle la mitología
subyacente y de apoyo de Eleusiso
¿Ayuda esto a explicar nuestro
libro?
un estado auditado de las copias
vendidas.
¿Qué le parece a usted?
Atentamente,
R. Gordon Wasson
14 de agosto, 1978
Atentamente,
R. Gordon Wasson
1 de agosto, 1978
Estimado Dr. García:
Al reflexionar he sentido que
mi respuesta a su carta reciente
fue menos que satisfactoria.
El 'misterio' de los Misterios
de Eleusis me ha intrigado
desde la infancia. ·Desde que llegué a familiarizarme con las
drogas psicotrópicas, me pareció claro que los iniciados
deben haber experimentado los
prodigios sensuales y emocionales de dicha droga. La totalidad
de los antecedentes mitológicos
Atentamente,
R. Gordon Wasson
Estimado Dr. García Terrés:
Su telegrama de bienvenida
llegó hace algunos días pero estaba inmerso en las pruebas de
galeras de mi nuevo libro y esta
tarea no permitía retrasos. Es por
esto que no ha sabido de mí.
Los otros autores y yo estaremos encantados de firmar contrato para publicar Eleusis en
español con el Fondo de Cultura Económica.
Las condiciones que sugiero
son las siguientes:
El libro estará disponible en
todo el mundo de habla hispana. Los autores acuerdan no publicarlo en ningún otro lugar en
.... Moría Sabina
Biblioteca de México
23
20 de septiembre, 1978
Mi querido amigo:
Su carta me esperaba a mi regreso de un rápido viaje a Europa.
Por lo que se refiere a los
ejemplares necesarios para la
traducción, se los he pedido a
Harcourt Brace ]ovanovich, y
los han prometido. Pero usted
sabe lo anquilosadas que están
las articulaciones de los editores
norteamericanos: son incapaces
de entregar un libro en menos
de tres o cuatro semanas, no sé
por qué. Haré todo lo posible
por conseguirle ejemplares.
Su propuesta para que vaya
de nuevo a México, escrita en
su último párrafo, tiene mi más
cálida aprobación , pero usted
debe tener en cuenta mi edad.
El viernes de esta semana cumpliré 80 años y debo reservar mi
fuerza. Usted habla de una visita
que coincida con la aparición
del libro en español, lo que significa un año o dos a partir de
ahora. ¡Tengo tanto que escribir
y publicar antes de morir! ¡Y
tantas otras cosas por realizar!
Cordialmente,
R. Gordon Wasson
17 de marzo, 1979
Muy estimado amigo mío:
Recibí hoy dos ejemplares de
Vuelta: un ejemplar regular de
mi suscripción, y otro que usted
me envió . Leí su reseña de
nuestro Eleusis "de un tirón",
para utilizar la frase que. usted
empleó en su reseña. Usted capturó de principio a fin lo que
me parece la esencia de nuestro
Eleusis, la esencia del trabajo de
mi vida. En ningún otro lugar
una reseña de alguno de mis escritos se ha equiparado con
ésta, o se le ha acercado siquiera. Ha habido muchas que fueron elogiosas pero ninguna otra
que penetrara al corazón del
tema, que fuera tan sensible y
comprensiva. Va para usted mi
agradecimiento por esta crítica
capaz de distinguir claramente.
Estoy enviando una copia de
esta carta a Octavio Paz. Estoy
enviando copias xerox de su artículo a Hofmann (que puede
entender el texto en español),
Ruck, Staples y a Richard Evans
Schultes, que tiene en Harvard
la Cátedra de Ciencias Naturales,
y que se siente en su elemento
en español.
Incidentalmente, en el Museo
Nacional de Antropología hay
un ejemplar de Mushrooms,
Russia & History, que yo doné al
Museo cuando se publicó. La última vez que estuve en México
tuve oportunidad de consultarlo:
de acuerdo con la tarjeta que
venía en el libro, fui el primero
en consultarlo desde que lo di
al Museo. La biblioteca del Dr.
Caso poseía un ejemplar, que
también le obsequié; ¿quién heredó los libros? Irmgard Weitlaner Johnson tiene un ejemplar,
igual que el Dr. Efrén del Pozo.
Este libro nunca se podrá reimprimir en forma apropiada, no
sólo porque las acuarelas de
Henri Fabre son hoy en día inaccesibles, sino porque tendría
que reescribirse ampliamente:
todo lo que he escrito desde entonces ha sido una reelaboración
de ese libro, y naturalmente la
presentación de 1957 ha sufrido
modificaciones desde entonces,
aunque las conclusiones generales son las mismas. (En las subastas, M R & H se ha vendido
alrededor de U.S. $ 1,500.00)
Le estoy pidiendo a mi editor
que le envíe SOMA; Divíne
Mushroom oi Immortality, y, adjunto, un capítulo suplementario
que he escrito últimamente para
actualizar la controversia de
SO.MA. Lo preparé para el editor
belga que está por publicar una
edición francesa, y quien me
pidió que lo escribiera.
También he pedido a Harcourt Brace que le envíe un
ejemplar de María Sabina and
her Mazatec Mushroom Velada.
Tomará algún tiempo para que
estos libros lleguen a usted.
El arqueólogo inglés que está
citado en mi capítulo de Camino a Eleusis era A.].B. Wace, cabeza por un tiempo de la
Escuela Británica en Grecia y
cruel oponente de Evans sobre
el origen de la cultura de Knossos. Actualmente todos convienen en que Wace tenía razón.
Incidentalmente, María Sabina
no mantiene contra mí personalmente la "traición" de los hongos. La he visto dos veces
durante los setenta y me trata
sin ninguna muestra de rencor.
Gracias de nuevo por el artículo de reseña.
R.
Cordialmente,
Gordon Wasson
RGW:mm
c.c.p. Dr. Octavio Paz
9 de abril, 1979
Estimado don Jaime:
Estoy en una situación delicada frente a mis editores , Harcourt Brace Jovanovich, Inc. No
he roto formalmente con ellos
Biblioteca de México
24
pero estoy en conver,s aciones
con otras dos firmas respecto a
mi próximo libro, Tbe Wondrous
Mushroom: Mycolatry in Mesoamerica, al que ahora estoy poniendo en su forma final para
publicarlo. Ya que usted conoce
a Barbara Epstein, le sugiero que
le escriba. Indudablemente, ella
lee español. El New York Review
oi Books no ha hecho nada con
ninguno de mis libros. ¿Un accidente? Tal vez, pero su cobertura
de libros nuevos es excéntrica.
¿O hay una aversión por los libros sobre drogas y los míos son
todos sobre hongos enteogénicos? Nunca reseñaron SOMA .
Haga lo posible por obtener una
respuesta de ella y dígale que
debería llegar a conocerme. Soy
bastante accesible.
Cordialmente,
R. Gordon Wasson
27 de julio, 1979
Estimado don Jaime:
Espero que para ahora haya
recibido el segundo libro -la
Velada- de los editores . Me
aseguraron que ya fue enviado
pero que la entrega tomó más
tiempo que la de SO.MA.
Parece que la edición frances4
de La vida de María Sabina, la
sabia de los hongos ya ha aparecido . Si tiene usted una copia
extra, o hasta dos, apreciaría recibirla (o recibirlas). ¿El prólogo
se tradujo de la traducción española o del inglés original?
Amigos míos en la ciudad de
México han elogiado mucho
una película que está pasando
ahora de María Sabina, basada
en la biografía de Alvaro Estrada. Por favor hábleme sobre ella:
¿quién la financió y la produjo?
¿Se podrá ver en Huautla? ¿Tendrá éxito económico? ¡Por una
fotografía que vi de Maña Sabina, deduzco que alguien le pagó
una dentadura! Hace años alguien en la ciudad de Oaxaca le
dio una dentadura, la cual perdió. ¿Sería posible que el Museo
Botánico de la Universidad de
Harvard obtuviera una copia de
la película para su biblioteca y
archivos? Realmente deberían
tener una. He creado una biblio-
Moria Sabina
teca ahí para mis libros y colecciones etri'omicológicos y este
filme sería importante para tal
propósito.
He terminado mi siguiente
libro -Tbe Wondrous Musbroom: Mycolatry in Mesoamerica. Aparecerá al principio del
año próximo, en una edición de
lujo, y dos meses después en
edición de pasta dura y en rústica. Sólo la edición de lujo será
en color. Estamos ordenando
que se eQtreguen diez copias
por adelantado, para críticos especiales, con láminas a color. En
la lista de ejemplares están Claude Lévi Strauss, Octavio Paz,
John Russell, el ns (si vuelve a
aparecer) y Jaime García Terrés.
Hay 142 ilustraciones, muchas
en color. McGraw-Hill será el
editor, no Harcourt Brace Jovanovich.
Como siempre,
R. Gordon Wasson
5 de noviembre, 1979
Estimado don Jaime:
Me he apresurado a escribirle
por conversaciones que he tenido con Carl Ruck y Danny StapIes este fin de semana relativas
a El camino a Eleusis. Estuvieron conmigo el fin de semana y
han regresado a Boston . Carl
desea escribir un capítulo suplementario, de aproximadamente
4,000 palabras, con material
fresco y que materialmente dé
fuerza a nuestro argumento. Él
desea saber si todavía se puede
añadir este capítulo suplementario. Yo le dije que pensaba que
sí porque yo había pedido ver la
traducción al español antes de
que se imprimiera y todavía ustedes no me la envían, por lo
que deduzco que no se ha terminado de traducir. El capítulo
suplementario es importante y
Carl 10 tendrá listo para el 15 de
diciembre, o al final del año
cuando mucho. Llevará una ilustración adicional.
Hay otro asunto sobre el cual
deseo hablar con usted. Creo
que en El camino a Eleusis no
hemos utilizado a menudo la
palabra "alucinógeno" o "alucinogénico" , aunque aparezca
ocasionalmente. Como usted
podrá ver por el anexo (del cual
le envío dos copias) algunos de
nosotros hemos decidido no utilizar más esta palabra. Estamos
en favor de una palabra nueva.
enteógeno, enteogénico, que
Biblioteca de México
25
Ruck y nosotros hemos ideado
después de largas deliberaciones. (Todas las otras palabras incluyendo "a lucinógeno " se
inventaron en forma similar ad
boc en la década de los cincuentas). Buscamos y pensamos
que hemos encontrado una palabra que comunica los sentimientos inspirados por esas
substancias en las épocas (en su
mayoría prehistóricas) cuando
los enteógenos gozaban de extraordinario prestigio. Espe ramos que ustedes substituyan
"alucinógeno", "alucinogénico"
por "entheogen", "entheogenic"·
al traducir El camino a Eleusis.
Ya que sus lectores no reconocerán el neologismo, será necesario definirlo. Adjunto lo que
estamos incluyendo e n mi
nuevo libro, Tbe Wondrous
Musbroom; Mycolatry in Mesoamenea, en la página en blanco
frente a la primera página del
libro. Esperamos que quiten
todos los "alucinógenos" e n la
traducción, remplazándolos por
la nueva palabra, y que introduzcan la definición de "enteógeno" al principio del libro.
Una de las dos críticas de El
•¿Enteógenc? ¿enteogén ico!
camino a Eleusis que usted hizo
en Vuelta fue la ausencia de un
índice. ¿Tendrá la versión en español un índice? Pienso que no
sería difícil hacer uno. Podría
ser un Índice de nombres (nombres de lugares y nombres personales), y de las substancias
químicas de las que habla Albert
Hoffman. Espero que ustedes
preparen dicho índice.
Atentamente,
R. Gordon Wasson
cc: Carl Ruck
RGW:kc
ENTEÓGENOS
Carl A.P. Ruck, " jeremy Bigwood, + Danny Staples, " jonathan Qtt+ y R. Cordon Wasson"
Todos los idiomas crecieron con
los pueblos que los hablaron ,
pidiendo prestado o inventando
términos para seguir el ritmo de
lo nuevo y retirando otros que
ya no se necesitaban. Cuando el
surgimiento reciente del uso recreacional de las drogas llamadas "alucinógenas " o "psicodélicas" llegó por primera vez a
la atención popular a principios
de la década de 1960, por lo general se le veía con suspicacia y
asociado con el comportamiento
de grupos desviados o revolucionarios. Aparte de la jerga de
las diversas subculturas, no
había terminología adecuada
para esta clase de drogas . Se fabricaron palabras, y al hacerlo
dejaron ver la incomprensión o
prejuicio de los tiempos.
De las muchas palabras propuestas para describir esta clase
única de drogas sólo unas cuantas han sobrevivido en el uso
actual. Es argumento de los autores que han suscrito sus nombres en este artículo que
ninguno de estos términos realmente merece mayor longevidad, si nuestro idioma no ha de
perpetuar los falsos conceptos
del pasado.
• Departamento de Estudios Clási cos,
Unive rsidad de Boston, Boston, Massachusetts 02215.
+ Investigador inde pendiente.
Por ejemplo, comúnmente
nos referimos a la alteración de
las percepciones sensoriales
como "alucinación" y por ello a
una droga que producía tal cambio se le llegó a conocer como
"alucinógena".1 Sin embargo, el
verbo "alucinar" impone inmediatamente un juicio de valor a
la naturaleza de las percepciones alteradas, porque significa
"ser engañado o tomar en consideración nociones falsas ". Viene
del latín (h)al(l)ucinari, "vagar
mentalmente o hablar sin sentido", y es sinónimo de verbos
que significan delirar o estar
loco . Parece , además, haber
sido tomado prestado del griego, en donde está relacionado
con un grupo de palabras que
implican movimientos inquietos
y excitación confusa, como la
provocada por el dolor y la desesperación. ¿Cómo un término
como éste puede permitir a uno
discutir sin prejuicios esos estados trascendentes y beatíficos
de comunión con la deidad que
numerosos pueblos creen que
ellos o sus chamanes alcanzan
a través de la ingestión de lo
que ahora llamamos "alucinógenos"?
Los otros términos no son
menos dañinos. Durante la primera década después del descubrimiento del LSD, los investigadores científicos de la influencia
de estas drogas en los procesos
mentales (la mayoría de los cuales, está claro, no tenían experiencia personal sobre sus efectos) tenían la impresión de que
parecían aproximarse a estados
trastornados y psicóticos . Así ,
para una droga que inducía psicosis se acuñó el término "psicotomimético ". La psicología ,
que etimológicamente es el estudio del "alma ", hasta fechas
recientes se ha preocupado sólo
de las enfermedades mentales y
el comportamiento aberrante, y
1 Donald Johnson, un médico inglés, utilizó por primera vez en forma impresa "alucinógen o" y "alucinogénico" en un foll eto
titulado Las drogas alucinogénicas (Christopher Johnson , Lo ndres, 1953), Sin embargo,
Johnson tomó prestado el término de tres
médicos no rte americanos, Abram Hoffer,
Humphry Osmond y John Smythies , que no
lo utilizaron en ningún documento impreso
hasta el ano siguiente.
Biblioteca de México
26
todos los términos formados de
la raíz psico sufren de esta connotación de enfermedad: psicótico, por ejemplo, no puede
significar "del alma". Osmond
intentó evitar estas asociaciones
adversas cuando acuñó "psiquedélico'',2 la única palabra en inglés que emplea la raíz irregular
psyche -en lugar de psico-,
con la esperanza de que este
término, a diferencia de "psicotomimético", pudiera indicar
algo que "revela el alma". Sin
embargo, no sólo "psiquedélico" ,
es una formación verbal incorrecta, sino que se le han impuesto connotaciones de la
cultura pop de la década de
1960, por lo que es incongruente hablar de un "chamán" que
toma una droga "psiquedélica".
Además, es probable que aun la
formación incorrecta no pueda
aislarla de la confusión con las
palabras "psico", por lo que
sufre el mismo problema que
"psicotrópico" , que tiende a significar algo que "lleva a uno a
estados psicóticos" en lugar de
2 En una carta a Humphry Osmond fechada el 30 de marzo de 1956, Aldous Huxley propuso que se llamara a la mescalina
"fanerótimo ". Huxley compuso las alegres líneas:
To make this trivial world sublime
Take a half a gramme of phanerothyme
Para hacer este mundo trivial sublime
Tome medio gramo de fanerótimo
Osmond respondió con la siguiente agudeza:
To fathom Hell or soa r a ngelic,
Just take a pinch of psychedelic
Para escudrinar el Infierno o remontarse
angélico
Sólo tome una pizca de psiquedélico.
Mu cho del crédito por popularizar "Psiquedélico" debe ir a Ralph Metzner y Timorhy
Leary. En la primavera de 1963, se publicó
en Cambridge Massachusetts, el primer número de Psychedelic Review, bajo la edición
de Metzner, Osmond y Leary, entre otros.
Psychedelic Review no está extinta, porque e l
título del actual ¡oumal 01 Psychedelic Dnlgs
la perpetúa. Al extrano término de Huxley
no le fue muy bien. Por la carta de Huxley
está claro que para él la palabra significaba
"manifestador del alma ". Sin embargo, el
timo griego significa "órgano de pa sió n ,
temperamento y enojo", y fanerótimo indicaría una droga que manifestaría e mociones
intensas.
¡oumal 01 Psychedelic Drngs Vol. 11
0-2) enero-junio 1979.
simplemente hacia una mentalidad alterada.
Por lo tanto, nosotros proponemos un nuevo término que
sea apropiado para describir estados de posesión chamánica y
de éxtasis inducidos por la ingestión de drogas que alteran la
mente . En griego, la palabra
entheos significa literalmente
"dios Ctheos) dentro", y fue utilizada para describir la condición
que sigue cuando se está inspirado y poseído por el dios que
ha entrado en el cuerpo de uno.
Fue aplicado a ataques proféticos, a la pasión erótica y la
creación artística, así como a
aquellos ritos religiosos en los
cuales se experimentaban estados místicos a través de la ingestión de substancias que eran
transubstanciales con la deidad.
En combinación con la raíz griega gen --que denota la acción
de "pasar de un estado a otro",
esta palabra resulta en el término que proponemos: enteógeno.
Nuestra palabra se aclimata bien
a la lengua y parece bastante
natural en el idioma inglés. Podríamos hablar de enteógenos o,
en forma adjetival, de plantas o
substancias enteogénicas. En un
sentido estricto, sólo se podrían
designar enteógenas a aquellas
drogas que producen visiones
que se pueda demostrar que
han figurado en ritos chamánicos o religiosos, pero, en sentido más amplio, el término
también se podría aplicar a otras
drogas, naturales y artificiales,
que induzcan alteraciones de la
consciencia similares a aquellas
documentadas por ingestión ritual de enteógenos tradicionales.
Enteógeno nov . verb.: "Dios
dentro de nosotros", aquellas
substancias de plantas que,
cuando se ingieren, proporcionan una experiencia divina, en
el pasado comúnmente llamadas
"alucinógenos", "psiquedélicas",
"psicotomiméticas", etc . etc.,
nombres todos a los que se les
pueden hacer objeciones. Un
grupo encabezado por el erudito en griego Carl A. P. Ruck
presenta "enteógeno", para satis-
facer completamente la necesidad, capturando notablemente
las ricas resonancias culturales
evocadas por las substancias,
muchas de ellas fungales, sobre
vastas áreas del mundo en la
proto y prehistoria. Véase Journal 01 Psychedelic Drugs. Vol.
11. 1 Y 2. Introducido casi demasiado tarde para nuestro
libro, aparece rara vez en nuestras páginas .
5 de enero, 1980
Estimado don Jaime:
Su carta del 20 de diciembre
acaba de llegar.
Carl Ruck ha enviado a usted
el nuevo capítulo. Lo he repasado pero no he leído su versión
final. No sé cómo se titula.
¿Sería aconsejable indicar al lector que fue escrito después del
resto del libro, señalando que es
un EPILOGO? Cad siente que
apoya considerablemente el argumento. Me pregunto qué
piensa usted.
Ya que la correspondencia
con México está sujeta a ciertos
retrasos, le sugiero que envíe la
traducción de El camino a Eleusis ahora mismo, sin el capítulo
suplementario. Vuelo a Europa
el próximo lunes para poner en
camino mi nuevo libro* y regresaré en tres semanas. Usted recibirá un ejemplar adelantado de
él directamente del editor, un
ejemplar preliminar con todas
las ilustraciones, y no necesito
decirle que estoy de lo más interesado en conocer su opinión
sobre él. Estoy solicitando otro
ejemplar preliminar para enviar
a Octavio y ¡espero que también
me envíe de inmediato sus comentarios! Ambos estarían recibiendo de Verona estos ejemplares adelantados a fines de
este invierno. Posteriormente
usted y Octavio recibirán ejemplares de la edición comercial.
Por favor comunique a Octavio
el contenido de esta carta.
Cordialmente,
R.G.W.
• 7he Wondrous Mushroom. Mycolatry in
Mesoamerica .
Biblioteca de México
27
P5i/ocybe mexicano
Estimado don Jaime:
Aquí está un ejemplar adelantado de mi nuevo libro sobre el
papel de los hongos en la cultura mesoamericana. He enviado
también un ejemplar a Octavio.
El libro aparecerá a fines de este
invierno o en la primavera.
Estoy extremadamente ansioso
por saber lo que usted piensa
de él. Le estoy escribiendo
desde Verona pero estaré en
casa cuando usted reciba ésta.
Como siempre,
R.G.W.
15 de marzo, 1980
Estimado don Jaime :
Gracias por su carta del 4 de
marzo de 1980. No había pensado publicar el artículo corto que
apareció en The Journal 01
Psychedelic Drugs, pero me parece una buena idea, si se hace
como sugiere su traductor; viz,
con la nota al principio del
libro, tal vez en la página frente
a la que normalmente es la primera página del libro, y el artículo al final, como una especie
de apéndice. Pero por favor lea
el apéndice y vea cómo podría
ir. He escrito al Journal para solicitar su autorización y yo le
haré saber la respuesta, que espero que sea rápida y favorable.
Hace una semana regresé a
usted por correo terrestre la traducción, con excepción del ar-
tículo de Albert Hofmann . Ya
que él y su esposa leen español,
pensé que sería una atención
enviarle el texto. Estoy seguro
de que no habrá ninguna dificultad. Como dije en mi nota, la
traducción fue excelente.
He recibido unas cuantas
muestras de los ejemplares preliminares a la rústica de mi
nuev9 libro The Wondrous
Mushroom. Su ejemplar y el de
Octavio fueron enviados directamente desde Verona por correo
aéreo a México y estarán por recibirlos. Alguien me mencionó
que pensaban que la salud de
Octavio estaba mal. Por favor
infórmeme de ello. Estos ejemplares son meramente preliminares y no se han establecido
las fechas en que se pondrá en
circulación. Se los enviaré tan
pronto los reciba.
Con un cordial apretón de
mano,
Sinceramente,
R. Gordon Wasson
8 de abril, 1980
Mi querido amigo:
Gracias por su carta del 25 de
marzo. Me inquietó de alguna
manera porque no menciona las
pruebas de Eleusis. Las envié
por correo de regreso al Fondo
hace algunas semanas . Ya que
llegaron por correo terrestre, me
arriesgué a devolverlos del
mismo modo. Pero ya deberían
haberles llegado.
Sus comentarios sobre Mycolatry son todos adecuados e importantes, y gracias por enviarme el Maximino Martínez. No ha
llegado aún pero estoy esperando leerlo con cuidado.
Sabía que el rayo estuvo ligado a los enteógenos, especialmente a los hongos, pero no
sabía que también el jaguar. Sus
descubrimientos en el área lacandona son sensacionales .
Cuando estuve ahí en 1975 no
e[ncontré huella del uso de enteógenos entre los lacandones
pero es claro que la evidencia
negativa no es nunca concluyente . Además, pudo haberse
extinguido el uso de enteógenos: los hongos enteogénicos se
encuentran por toda la Mesoamérica tropical en donde hay
suficiente agua; especies que no
crecen a altitudes mayores. ¿Se
ha publicado y demostrado ya
el significado de las cabezas 01mecas gigantescas ~I jaguar y
el rayo? ¿Quién hizo el descubrimiento? Agradecería que se me
actualizara la información sobre
esto.
Por el debido canal recibirá
un ejemplar definitivo de Mycolatry, en mayo o junio. La edición económica se publicará en
el otoño : U.S. $ 14.95. Puede
usted tener razón en que los
celos profesionales figuran en el
silencio entre las pequeñas figuras de la antropología. Por lo
que respecta a las grandes figuras en su país y en el mío, no
tengo explicación. Le envío a
usted una carta que Claude
Lévi-Strauss acaba de mandarme. Sucede que ha sido un defensor entusiasta mío desde el
principio: para empezar era un
micófilo. ¿Le pedirá Octavio Paz
a usted que haga una reseña de
Mycolatr;? Él también tiene un
ejemplar de la edición en rústica.
Claro está que los antropólogos nunca saben nada sobre micología: no mucho que yo sepa,
pero hasta un poquito es demasiado para ellos. Y conmigo trabajaba el profesor Heim: su
conocimiento de los hongos era
vasto, su memoria de los hongos y los pueblos era sorprendente. Con respecto a los
hongos enteogénicos, me sorprende cuántos de mis compatriotas y de los estudiosos
mexicanos rechazan probarlos ,
aun bajo las circunstancias correctas. Mi impresión es que Miguel León-Portilla y López
Austin declinaron la experiencia.
En los enteógenos estamos
descubriendo en este momento
una vena de experiencia humana que siento con seguridad
que jugó un papel mayor en la
evolución de la religión y la filosofía entre nuestros iletrados ancestros, en la proto y la
prehistoria.
Cordialmente,
R.G.W.
Biblioteca de México
28
Anexo.
COLLEGE
DE
FRANCE
París, marzo 23,
1980
2. rue des
Marronniers, 75016
Chaire
D'Anthropologie Social e
Estimado Wasson:
justo al regresar de una nueva
visita de diez días a japón encontré como es costumbre una
docena de libros apilados en mi
escritorio, incluyendo la copia
de adelanto de The Wondrous
Musbroom. Haciendo a un lado
todos los otros pasé mi primer
día en París leyéndolo . Como
sus libros anteriores, encontré
éste sorprendente en dos aspectos : primero, su conocimiento
cabal de todos los aspectos de
su tema y la forma en que agota
por completo cada uno; después, la exactitud del razonamiento y el rigor de la
demostración. Los casos sobre
Xochipilli, la poesía náhuatl, las
Piedras de Hongos , etcétera,
suenan absolutamente convincentes. ¿Puedo añadir que la Primera Parte titulada "El Presente"
está bellamente escrita y es al
mismo tiempo profundamente
conmovedora? Aunque no soy
un mexicanista y por lo tanto no
estoy calificado para alabar
todos los detalles de su discusión, me sentí tan arrobado con
mi lectura que no pude dejar el
libro hasta que lo terminé.
Con cálidas felicitaciones y
agradecimientos,
Suyo como siempre,
Claude Lévi-Strauss
17 de mayo, 1980
Sr. don jaime García Terrés
Mi estimado amigo:
He leído con cuidado varias
veces su carta del 23 de abril.
Me parece que presenta en términos aceptables una hipótesis
que es atractiva y que en alguna
medida es ciertamente verdadera. Cuando Michael Coe regrese
a este país de sus viajes acr.uales
hablaré con él sobre las cabezas
olmecas y veré qué piensa él
que representan los jaguares y
en especial los hongos enteogénicos.
Muchas gracias por plantear
en forma tan lúcida su teoría y
la de Furst y Krickeberg. Trataré
las diversas ideas en cartas posteriores una vez que haya tenido una oportunidad de
cavilarlas y discutirlas con Coe y
Furst. Furst irá a Nuevo México
(Santa Fé) durante el verano.
Cordialmente,
R.G.W.
7 de junio, 1980
Mi estimado amigo:
Me apresuré a contestar su
carta del 27 de mayo para decirle que aceptaré con placer la invitación de El Colegio Nacional
que usted me comunicó, si mi
cardiólogo me permite ir. Mi
hija, que es una enfermera capacitada y profesora de enfermería, está familiarizada con mi
condición y llega aquí hoy. Hablaremos sobre el asunto en
forma cabal e inteligente, y veremos cómo están las cosas .
Debo decirle que en años recientes he estado sujeto a ataques del corazón que me
postran de vez en vez: ese es el
único impedimento . Naturalmente que pienso en la altitud
de la ciudad de México.
No necesito decir lo agradecido que estoy con usted, Octavio, y los otros miembros del
consejo de El Colegio Nacional
por la invitación.
Hasta pronto, cuando le escriba de nuevo.
por mi cardiólogo. Nos acompañó a Valentina Pavlovna y a mí
a México en muchos de nuestros viajes de campo en la década de 1950, cuando nuestra
base de operaciones estaba en
San Angel o Cuernavaca, y conoce Huautla y la zona Mixe.
Está familiarizada con mi condición y verá que no haga demasiado esfuerzo. Debo evitar
situaciones en las que me inquiete. (Su nombre es Profesora o Doctora o Señora Mary X.
Britten, "Masha" para abreviar).
Hace años usted me escribió
que sería bueno que pudiera visitar México cuando apareciera
en español El camino a Eleusis.
Ahora ha llegado el momento y
coincide por accidente con la
publicación en inglés de mi
nuevo libro sobre The Wondrous Mushroom, que creo será
a fines de agosto. Octavio Paz
propone dos mesas redondas
sobre 1be Wondrous Mushroom.
Existe algún peligro de que
eclipse El camino a Eleusis, ¿o
no? Además, sólo usted y Octavio poseen ejemplares de adelanto para reseñas en inglés de
1be Wondrous Mushroom y tal
vez una mesa redonda sobre él
sea un poco prematura.
Cordialmente,
R. Gordon Wasson
2 de julio, 1980
Mi querido amigo:
Me complace informarle que
los médicos, al fin, han consentido en mi viaje a México con la
condición de que mi hija me
acompañe . Mi hija es enfermera
profesional, en la cima de su
profesión, profesora de enfermería en la Universidad Estatal
de Nueva York, bien conocida
Psilocybe caerulescens
Biblioteca de México
29
¡No deseamos que 1be Wondrous Mushroom eclipse El camino a Eleusis! Últimamente he
estado componiendo un capítulo para mi siguiente (y último)
libro sobre cómo me llegué a
involucrar en la ciencia del estudio de plantas y mi carrera en
ella desde (¡y antes de!) mi retiro de la banca . Nunca lo he publicado y me permite tratar todo
-Eleusis, los arios, México, etcétera . ¿Habría en México un
foro desde el cual pudiera desarrollar mis 53 años de saber?
Claro que lo he escrito en inglés
pero espero que usted hará que
alguien lo ponga en español natural y entonces yo lo leería.
Hace algunos años, Efrén del
Pozo dio una cena en su casa
en la que estuvieron presentes
León-Portilla y Pedro Rojas,
entre otros, y en la que expuse
con mis transparencias mis opiniones sobre Santa María Tonantzintla . La discusión fue útil,
ya que me llevó a introducir en
mi libro nuevo la sección de las
páginas 137-138, en respuesta a
las objeciones de Pedro Rojas.
No poseo una mente rápida:
1be Wondrous Mushroom es el
fruto del pensamiento sobre mis
experiencias con hongos en Mé-
xico después de una ausencia
de México de casi 20 años. El
francés habla de l'esprit de l'escalier. Me temo que mi esprit es
mucho más lento -la próxima
semana, jO mes, o año!
Por favor dígame qué piensa
usted sobre esto, y también
cuándo será la publicación de El
camino a Eleusis. Mi hija me
dice que puede ir en cualquier
fecha que yo pueda, excepto en
su caso por dos compromisos
que tiene, del 25 de septiembre
al 6 de octubre y del 18 al 24 de
octubre. Llegaríamos con amigos en México, a menos de que
usted tenga otros planes, en la
Avenida Francisco Sosa, Coyoacán.
Espero su respuesta con expectación. Aprecio en todo su
valor el destacado honor que
me ha hecho El Colegio Nacional de México y debemos trabajar nuestro programa que
satisfará las diversas necesidades
y cumplirá las. expectativas de El
Colegio Nacional.
6 de septiembre, 1980
Mi estimado don Jaime:
Antes del 15 de octubre se
publicará la edición económica
de Tbe Wondrous Musbroom.
Costará U.S $ 12.95, con una
edición de 10,000 ejemplares, y
será muy atractiva. La portada
será en color, el formato ligeramente reducido, los márgenes
reducidos y también ligeramente
reducido el tipo. Las ilustraciones serán en blanco y negro.
Estoy satisfecho con los resultados.
¿Podríamos posponer la mesa
redonda hasta enero? Los participantes podrían entonces leer
el libro, lo que resolvería muchos problemas. Pero debemos
arreglar tener los libros en la
ciudad de México: los correos
son lentos y para nosotros deberían ser más rápidos. Pienso que
los miembros de la mesa redonda deberán pagar por el libro,
así como por El camino a Eleusiso
¿Usted qué dice?
Cordialmente suyo,
R Gordon Wasson
cc a Dr. Octavio Paz
Dra. Mary X. Britten
31 de agosto, 1980
Muy estimado amigo:
Debemos de considerar cabalmente esto antes de que iniciemos algo. Debo decir que no
veo cómo presentar en una
mesa redonda un libro que sólo
han leído dos o tres personas.
Incluso en inglés el libro no ha
sido aún reseñado y no lo será
en un mes más. El capítulo al
final sí resume el libro ligeramente, pero sólo ligeramente.
No quiero que el libro se apoye
en ese capítulo: esa nunca fue
su intención.
Comenzamos a hablar sobre
mi visita a México cuando sólo
pensábamos en Eleusis. Las dos
conferencias que le envié son
nuevas y buenas. ¿No podría yo
pronunciarlas y después abrir
un debate?
Como siempre,
R Gordon Wasson
Como siempre,
RG.W.
13 de septiembre, 1980
Mi querido amigo:
Recibí su cable de bienvenida
el otro día. Por lo que se refiere a los gastos de nuestro viaje, le propongo darle las notas
que reflejen los gastos de mi
hija y los míos, tal vez al instalarnos, tal vez al final de nuestro viaje.
¿Cuánto tiempo piensa usted
que quieran que esté en México, una semana o dos? Respecto
a las fechas de las charlas y
mesas redondas, primero debemos establecer cuándo iría.
Pienso que enero es mucho
mejor que octubre o noviembre.
Como siempre,
RG.W.
5 de diciembre, 1980
Mi estimado amigo:
Acabo de regresar de una reclusión de un mes en un "retiro"
(no un retiro religioso) sin coBiblioteca de México
30
rreo, teléfono, radio, cine, televisión -para abreviar, sin ninguna perturbación. Pude trabajar
mucho en mi siguiente libro.
Si usted pudiera, le pediría
que incluyera en mi estancia en
México la semana del \1.4 - 22
marzo, ya que la universidad de
mi hija cierra para una semana
de vacaciones en esa fecha.
Dejo a usted, claro está, todos
los detalles . de mi programa, y
no haré compromisos hasta que
el programa esté completo.
Las únicas personas elegibles
para participar en la mesa redonda son los miembros de El
Colegio Nacional, supongo. ¿O
se permite asistir a los estudiantes de El Colegio, tal vez sentados detrás o junto a los miembros? Y de invitados distinguidos, ¿a quiénes invitan a asistir?
¿Podría enviarme las dos ponencias tan pronto como estén
listas?
¿Puede decirme cuándo aparecerá la edición en español de
El camino a Eleusis?
Acabo de hablar por teléfono con Alfred van der Marck, y
me dice que no hay problemas
con el contrato. Ha estado en el
extranjero y está apresurado.
(Siempre está apresurado). Dice
que el contrato que incluye los
términos acordados en Frankfurt
será enviado esta semana.
Muy cordialmente,
R Gordon Wasson
14 de febrero, 1981
Mi estimado amigo:
Gracias por su carta del 16 de
enero. Como usted sabe, las ponencias llegaron a principios de
esta semana, las leí, y las he regresado a la señora Hammer.
Hemos hablado por teléfono, y
me ha informado del horario de
los eventos en la ciudad de México, con el que estoy en total
acuerdo. Respecto a ese horario,
he reservado dos asientos en
Eastern Airlines # 901 -sábado, 14 de marzo
salida - 10.15 a.m . del Kennedy
llegada - ciudad de Mé~';'co 2.11 p.m.
para mi hija y para mí.
En este mismo correo le estoy
escribiendo a Meche dándole la
misma información, y como
pienso que ella querrá recogernos, el Colegio y usted estarían
liberados de la responsabilidad
con respecto ' a nuestra llegada.
Como usted sabe su teléfono es
(¡O era!) 554 17 67.
Regresé por correo las ponencias el jueves. Como usted dice,
los retrasos en el correo son deplorables. El texto en español
de los dos escritos tendrá en
cierta forma que ser revisado y
remecanografiado. Una vez que
estén listos ¿podría usted hacer
que los entreguen en la casa de
La señora Mercedes V. de del
Pozo
Av. Francisco Sosa 427
Coyoacán 21, D. F.
y podría su secretaria verificar
que las hayan entregado? Desearía poder repasarlas el domingo
al llegar. Sólo espero que pueda
desempeñar mi trabajo en una
forma que convenga a la dignidad del Fondo de Cultura Económica.
Llamé por teléfono a Guy
Stresser-Péan y le pedí que
comprara un ejemplar del Códice florentino. No estaba seguro
de que todavía hubiera ejemplares pero lo comprará si hay alguno disponible. Conoce a
gente del Archivo General y
tengo esperanzas.
Cordialmente,
R.G.W.
3 de abril, 1981
Mi querido don Jaime:
Temo que el no haberle telefoneado antes de salir de México pudiera haber sido interpretado como una descortesía de
mi parte: los dos estábamos simplemente demasiado ocupados,
con los teléfonos sonando, personas que llegaban a casa de
Meche para visitarnos, invitaciones para ir a comer, invitados
que llegaban a cenar.
Usted y Celia y sus tres hijos
(y la iguana) fueron simplemente
maravillosos. Gozamos cada mo-
CUENTA DE GASTOS
de R.G. Wasson y Mary Xenia Wasson
en su viaje a México, 14 marzo - 28 marzo, 1981
Transportación entre el Aeropuerto Kennedy y la
Ciudad de México primera clase, para ambos,
USS. $ 666 cada viaje
US $ 1,332.00
Transportación. Binghamton-Danbury, para
Masha, ambos viajes
US $
228.00
Transportación, Danbury-Kennedy, ambos
viajes, por limousine, para Masha y para mí
US $
60.00
En la ciudad de México, taxi del Archivo
General de la Nación a Coyoacán, $ 200
10.00
Comida para cuatro en el restaurante
La Cava, $ 2,350
120.00
Propinas
225.00
Gastos varios
225.00
US $ 2,200.00
mento de nuestra estancia en
México -nuestra visita al Templo Mayor, la exhibición de la
película de María Sabina, el Archivo General de la Nación, etcétera. Masha y yo no podríamos
olvidar lo maravillosa que es su
familia. Confío que ella se comunique conmigo tan pronto como
llegue a Nueva York, y pueda
salir al campo y visitarme. La iremos a buscar a Nueva York, si
viene. Si pudiera disponer de un
fin de semana, estaría perfecto.
En hoja separada adjunto mi
cuenta simple de gastos. Espero
que esto sea suficiente.
¿Podría por favor pasar a la
señora Hammer los siguientes
datos?
1. Recibí el Doctorado Honoris Causa en Ciencias de la Universidad de Bridgeport el 26 de
mayo de 1974.
2. Me eligieron miembro de la
Linnean Society de Londres en
mayo 1973.
3. Fui designado por el Presidente y los Miembros de la Universidad de Harvard al puesto
de Investigador Asociado en el
Museo Botánico para trabajar
por tres años a partir del 1 de
Biblioteca de México
31
julio de 1960. Esta fue mi primera designación en Harvard y he
recibido desde entonces designaciones similares, cambiando
el título al renovar los nombramientos. En la actualidad soy
Asociado en Etnofarmacología
en el Museo Botánico en la Universidad de Harvard.
4. Fui nombrado Miembro del
Consejo de Directivos y Tesorero del Jardín Botánico de Nueva
York el 24 de marzo de 1952 y
he tenido diversos puestos
desde entonces, hasta la fecha
en que soy Investigador Asociado Honorario y también Director Honorario de El Jardín
Botánico de Nueva York.
Debo agradecerle una vez
más por haber planeado nuestra
visita en forma tan cuidadosa y
por haberla llevado a cabo tan
diestramente. Espero que los
otros participantes en las Mesas
Redondas le entreguen a usted
sus contribuciones y qu~ finalmente pueda leerlas.
Con los mejores deseos para
toda la familia, quedo
Cordialmente suyo,
R. Gordon Wasson
11 de julio, 1981
Mi muy querido amigo:
Parece que han pasado años
desde que nos comunicamos.
¡Qué bien arreglaron usted y
su familia y su personal nuestra
visita en marzo! Pensamos que
todo salió bien. Desde México
he tenido que ir a Europa, y
estoy pensando ahora en una
publicación en un periódico especializado sobre la muerte de
Buda, pero esto no es seguro
todavía.
¿Ha recibido el texto de los
otros participantes en las Mesas
Redondas? Estoy especialmente
ansioso por leer la de León-Por- tilla. En Tbe Wondrous Mushroom, en la pp. 212-214, revelo
un lapsus de parte del padre
Garibay que sería difícil vencer,
siento decirlo, sino sólo a través
de confirmar lo que todos sus
estudiantes sabían. Claro está
que a León-Portilla no le gustaría ese pasaje y me pregunto
si me haría conocer sus sentimientos. Todos los estudiantes
querían al padre Garibay, quien
además hizo maravillas por iniciar los estudios en náhuatl,
pero no fue un estudioso eminente.
¿Cómo se vende El camino a
Eleusis? ¿Cómo va la traducción
de The Wondrous Mushroom ?
¿Alguna actividad de Octavio
Paz que me interese? ¿Alguna reseña notable a El camino a
Eleusis?
Por favor, dé a Celia mis saludos y dígale que me enamoré
de ella -algo inofensivo en un
hombre de 83 años. Y también
mis saludos a sus hijos- es maravilloso crecer en un hogar
como el suyo; y también a la
iguana.
Como siempre,
R. Gordon Wasson
20 de enero, 1982
Estimado don Jaime:
No hemos estado en contacto
por un largo tiempo. Me gustaría que me pusieran al corriente
de las cosas en México, en particular en el Fondo de Cultura
Económica y la familia García
Terrés, cuya maravillosa hospitalidad gozamos tanto mi hija
como yo en marzo pasado.
¿Cómo va El camino a Eleusis?
¿Hay demanda del resto de la
América de habla hispana?
¿Cómo va nuestro amigo Garrido Ruiz con la traducción de
Tbe Wondrous Mushroom? ¿Han
tomado una decisión sobre el título en la edición en español?
Thelma Sullivan, cuya muerte el
año pasado impactó a todos sus
amigos, dijo que "el hongo maravilloso" era no sólo una traducción legítima sino la única
traducción correcta de teonanácat!o Ella era una nahuatlata de
la más alta distinción. Siempre la
estaba apremiando para escribir
una ponencia sobre la palabra
teo y sus muchos ' significados y
usos, pero ¡ay! nunca lo hizo.
Su muerte fue una gran pérdida. Cuando yo estaba escogiendo el título de mi libro, tratamos
sobre el significado de teonanácatl y ella fue responsable del
que elegí.
Por favor presente mis respetos a Doña Celia y acepte usted
mis más cálidos saludos.
Suyo como siempre,
R. Gordon Wasson
P.D. Estuve gravemente enfermo
en septiembre y agosto pasados.
En la actualidad estoy bajo medicación y lo estaré por el resto
de mi vida. Hasta ahora la medicina detiene bien los ataques arteriales pero nadie puede decir
cuánto tiempo durará esto al ir
envejeciendo.
R.G.W.
24 de abril, 1982
Estimado don Jaime:
Al fin recibí una llamada telefónica del Fondo y unos cuantos
días después una copia en español del capítulo de Xochipilli de
mi nuevo libro con una tarjeta
de saludos amistosos de usted.
Espero que esto signifique que
está de nuevo trabajando y que
su enfermedad ya pasó o va de
salida. Espero que no haya sido
nada serio.
La traducción del capítulo de
.... Xochipilli
Biblioteca de México
33
Xochipilli es excelente y espero
que usted haga llegar mis felicitaciones a Felipe Garrido. Puedo
expresar mi esperanza de que
usted considerará para el título
en español Teonanácatl: el
hongo maravilloso. Utilizo la palabra náhuatl que ya es familiar
para muchos. Prefiero "maravilloso" a "mágico", que ha sido
utilizada ad nauseam en conversaciones de hippies tanto en
México como en este país. Espero que me haga saber su opinión sobre esto: deseamos salir
rápido con ' un título que sea diferente y duradero.
En la traducción hay una palabra que no conocía y sobre la
cual quisiera preguntar a usted
o al señor Garrido. Está en la
página 16 del artículo en la Revista de la Universidad, en la
primera línea después de la cita
de Justino Fernández: avezado.
La palabra que traduce aparentemente es "able" en la expresión "able academic art critic". Si
el señor Garrido me dice qué
"tan avezado" significa lo que
yo digo estaré satisfecho.
En el texto en inglés de nuestra primera edición invité a
nuestros lectores para que sugirieran la identidad de una flor
enigmática que no pudimos reconocer. Ver pp. 70-71 de la edición en inglés. Jeremy Bigwood
del estado de Washington ha resuelto esta pregunta y debemos
incluir su solución en el texto
en español. El fruto "enigmático" es el teonacaztli, del cual en
la traducción de Dibble y Anderson del texto náhuatl del Códice florentino de Sahagún se
dice es enteogénico. (En el Códice florentino, libro 11, "De las
cosas terrenales", esquina superior izquierda de la página 120).
En la actualidad los botánicos
conocen a teonacaztli como
Cymbopetalum penduliflorum.
Nuestras sugerencias ahora cubren todas las plantas que decoran la estatua.
Por separado enviaré a usted
el texto que reemplaza el texto
inglés que cubre este asunto, el
cual puede transmitir al señor
Garrido.
En conclusión, no puedo decirle lo complacido que quedé
al recibir su tarjeta. Estaré aún
más complacido de recibir una
carta firmada de su puño y
letra . y una vez más le pido
que comunique al señor Gárrido que me agradó muchísimo
su versión del capítulo de Xochipilli.
Sinceramente suyo,
R.G.W.
9 de junio, 1982
Estimado don Jaime:
Su carta fue una alegría: había estado seriamente preocupado.
En una de mis cartas para
usted, escrita durante su enfermedad, llamé la atención sobre
el título en español de mi libro
que ustedes publicarán. Yo traduciría. The Wondrous Mushroom por Teonanácatl, y
Mycolatry in Mesoamerica por
Micolatría en Mesoamérica .
Thelma Sullivan, quien murió
hace unos cuantos meses, y yo
discu timos el significado de
"Teonanácatl", y ella me convenció de que "teo" tenía una
gama de significados y no necesariamente era "dios". Ella apoyaba Teonanácatl: Micolatría en
Mesoamérica. Yo también lo
prefiero porque da un pálpito
indígena a mi título. Le preguntaría si es factible cambiarlo
ahora, mientras que todavía tenemos tiempo.
Creo que en la misma carta
escribí a usted que habíamos
descubierto probablemente la
identidad de una planta que
continuaba sin identificar en Xochipilli, la estatua que es tema
de mi capítulo 3, pp. 70-71. Estamos buscando en México una
buena foto de la flor, y la enviaré para reemplazar las ilustraciones de la edición en inglés. Es
teonacaztli.
Cordialmente,
R.G.W.
P.D. Mi hija, que está pasando
unos días conmigo, desea especialmente enviar sus recuerdos a
Doña Celia y los tres jóvenes.
RGW
17 de julio, 1982
Estimado don Jaime:
Escribo para decirle que Stella
Krarnrisch visitará México en el
otoño. Es una persona distinguida, de avanzada edad y viuda
que utiliza su nombre de soltera. Su campo de estudio es la
India, y en particular el arte de
la India. Antes de la guerra escribió un trabajo sobre la arquitectura de los templos de la
India, en dos grandes volúmenes que se convirtieron en la
autoridad de su campo. Ultimamente se reeditó, sin cambiar el
texto, y mejorando vastamente
las fotografías .
Stella vivió en Viena, en
donde nació, los primeros 25
años , o algo así de, su vida.
Luego, por petición personal de
Rabindranath Tagore, fue a la
India en donde permaneció durante 27 años, enseñando principalmente en la Universidad de
Calcuta. Ella misma se hizo
profesora de pintura y escultura
de la India, así como de arquitectura, y también de pintura y
escultura de Nepal y Tibet.
Hace muchos años fue invitada a venir a la Universidad de
Pennsylvania como profesora
del pensamiento y cultura de la
India bajo el gran Norman
Brown. Siempre ha sido una trabajadora prodigiosa de la más
alta calidad. Se ha retirado de la
Universidad de Pennsylvania y
es curadora de Arte de la India
en el museo de arte en Filadelfia, en donde montó en la primavera pasada una muestra de
arte centrada en Siva, que coincidió con la publicación de un
libro escrito por ella, Tbe Presence 01 Siva, publicado por la
Editorial de la Universidad. de
Princeton, un libro soberbio ,
514 páginas, más 32 páginas de
ilustraciones en blanco y negro.
La muestra ganó el aplauso en
todos lados. Es Profesora de
Arte de la India en la Universidad de Nueva York que se aloja
en el Palacio Frick en la Quinta
Avenida, en la Calle 78. Está en
el Comité de Asesores sobre
Arte de la India del Metropolitan
Museum. Conoce en la India a
todo aquel que cuenta . Indira
Biblioteca de México
34
Gandhi y el Maharajah de Kashmir, trabajando fuera de la ley,
pasaron hace algunos años, regulando la exportación de tesoros artísticos de la India. Hicieron uso de su asesoría sobre
cómo deberíaenmarcarse la ley.
La ley resultante es un modelo
de cómo debe proyectarse una
ley como ésta.
Sin duda estará preguntándose por qué le escribo este largo
discurso.
Cuando salió mi libro SOMA
en 1968, Stella lo vio, se convenció de inmediato de que yo
tenía razón, e hizo una reseña
en una publicación trimestral.
Llegué a conocerla, por intercesión de SOMA. Ella ahora me
dice que desea ir a México y
volverá a la ciudad de México
para estar ahí una semana en
este otoño. Estoy escribiendo a
diversos amigos para contarles
la misma historia. No sé si pudiera haber alguna ventaja para
usted, aparte de llegar a conocer
a un personaje tan distinguido,
pero deseaba decirle esto, en
caso de que encontrara una
oportunidad aquí. Ella no sabe
que le estoy escribiendo.
Stella sabe que una semana
en México es poco sin duda
para alguien que desea conocer
México. Le he dicho que puede
conocer el Museo de Antropología, el Zócalo, la Catedral poco más . Le he descrito las
condiciones del tráfico. También
se podrían incluir la Villa de
Guadalupe y los antiguos recintos de Teotihuacán. O Cuernavaca o Texcoco.
No es necesario que usted
haga nada . Pero imagino que
hay una ventaja algunas veces,
si uno es editor, para llegar a
conocer a la gente de altura en
el mundo intelectual.
¿Cómo va Teonanáca.tl: Micolatría en Mesoamérica? ¿Estará a
la venta en la primavera de
1983?
Como siempre,
Gordon
P.D. Por favor transmita mis mejores deseos a todos los que conocí en el Fondo. RGW
. .AlL ADOLFO nLUZ
DOS
POEMAS
CÓRDOBA
Si hoy pisamos tú y yo
al fm las calles de Córdoba,
las calles humildes que dan al atardecer
donde alguien, parsimoniosamente, remueve las ascuas
de un brasero
y ahuyenta así los viejísimos astros.
Si a nuestro paso un viento inmemorial enlaza
lo remoto y este sol que en mi sangre arde.
Si en la linde de un aljibe somos
el rastro último del amor
y su callado imperio de rosas y músicas y sombra,
es que regreso a los patios de mi nacimiento,
es que se hunde del todo en lo oscuro
la historia de mi corazón,
es que voy a morir.
LA ROSA DEL MUNDO
Qué amo en ti.
La aldea aquella en que fui un sueño.
Aquello que me legaron y olvidé.
La sangre dispersa de los míos.
O acaso aquel frescor del alba en los corrales
que invadió mi lecho, ásperamente,
cuando tuve, de niño, en la penumbra
la rosa del mundo entre mis manos.
Biblioteca de México
35
Como lo demostrará nuestra edición de Con leal franqueza. Co-
rrespondencia entre Alfonso
Reyes y Genaro Estrada que El
Colegio Nacional está editando,
uno de los corresponsales más
favorecidos por el humanista regiomontano fue su amigo sinaloense. Especialmente durante la
época brasileña de Reyes, el
destinatario más evidente de sus
cartas viene a ser su "Carísimo
Gordo". En comparación escasean las cartas dirigidas a amigos como Pedro Henríquez
Ureña, Enrique Díez-Canedo,
Julio Torri, Martín Luis Guzmán
y Rafael Cabrera entre otros.
Una posible explicación puede
ser el hecho de que además de
la estrecha amistad que lo unía
a Estrada, éste no sólo acababa
de ser ascendido a Secretario de
Relaciones Exteriores desde
principios de 1930 sino que era
casi su único lazo directo con
México. Aunque Reyes nunca se
olvidó de su país durante sus
largos años en el extranjero, parece que con el tiempo va creciendo la saudade, el deseo de
acercarse cada vez más a México
y a su gente. Sus demás amigos
mexicanos lo tenían prácticamente olvidado o por lo menos
eran malos corresponsales. En
cambio, Estrada, quien conocía a
fondo el ambiente político y cultural de la capital, estaba siempre presente (por lo menos hasta 1932) Y dispuesto a servir.
Las cartas inéditas que se reproducen a continuación son
más que nada la expresión de
una amistad ejemplar a través
de la cual Reyes no teme revelarse. Estrada le inspira total
confianza y por eso se lo dice
casi todo. Cuenta con él para
aliviar sus graves problemas
económicos o para ayudarlo en
asuntos literarios. Inclusive comparte con él algo de su vida
amorosa y sobre todo le confía
inquietudes muy personales relacionadas con el rumbo de su
vida, su carrera, su alejamiento
de la literatura. Cumplidos los
42 años de edad, el que se inició precozmente en las letras ve
con cierta angustia su propia
obra al considerarla como fragmentada e incompleta. En esas
confidencias aparece un hombre
que se conoce a sí mismo y reconoce tanto susvirtudes como
sus flaquezas. En esos momentos de gran inseguridad, de crisis existencial, sólo Estrada es
capaz de darle ánimo y de
orientarlo porque existe entre
ambos una profunda compresión mutua. Sus relaciones se
caracterizan por una auténtica
simpatía y un trato sincero y
franco. En tono conversacional
(a veces humorístico) se mantiene un diálogo fraternal que no
rehuye ningún tema. Por enci-
Más Célrtas
f1l1minenses
ele Alfonso
Reyes
SERGE l. ZAITZEFF
ma de todo Reyes necesita el
estímulo de su compañero para
no dejarse abatir cuando pasa
por períodos de desaliento. Estrada es como una fuerza positiva y sólida que le permite a
Reyes seguir adelante en medio
de las dificultades y de los escollos.
En 1932 Reyes siente que su
situación en la diplomacia se ha
vuelto aún más precaria ya que
Estrada abandona su puesto en
México y se instala en Madrid
como el nuevo Embajador mexicano. Desde la capital española
éste sigue siendo el amigo que
da consejos y sabe tranquilizar
las dudas de su colega quien
siempre es cariñoso, sentimental, comprensivo y bueno. Y
ahora le toca a Reyes reconfortar al que empieza a experimentar los sinsabores de la vida
diplomática en un país amado
por los dos. Con la presencia de
Estrada en España, la nostalgia
de Reyes por esas tierras no dejará de intensificarse y así sentirá más la soledad del trópico
pese a su incomparable belleza.
El trabajo siempre fue para
.... Alfonso Reyes, México, 1924
Biblioteca de México
37
Reyes un medio para combatir
los contratiempos de la vida
pero también lo fue la amistad
de hombres como Estrada en
cuya compañía bien que lejana
se sentía a gusto y libre para dar
expresión a lo que le roía el
alma. Estas cartas fluminenses
escritas con deleite son un testimonio más de una amistad entrañable que se hace palpar en
cada renglón. l
7 nov. 1930
Genaro:
Yo así no puedo VIVlf. Vázquez Schiaffin02 me está negando todos los gastos extra a que
me veo obligado, y -negándome hechos que yo conozco perfectamente- quiere ahora
cobrarme la renta de la casa. Yo
soy un hombre serio, honrado y
pobre, a quien Schiaffino debe
tratar con más consideración. Si
sigue molestándome así sistemáticamente, no podré continuar,
con harta pena mía y con grave
detrimento de mi vida. Estoy sumamente angustiado con esto.
Yo pongo mi vida y mis empeños mayores en servir bien a mi
país. No merezco estas tacañerias de cuentachiles. No doy lo
que no tengo: eso es todo.
Puede Ud. tener la seguridad de
que gasto en bien de mi representación cuanto poseo, y aun
así quedo mal, por lo mal que
andan nuestros arcaicos métodos. Si Ud. no me vale tendré
que renunciar, yeso sería mi
ruina, mientras no acabe con mi
deuda de Bs. Aires.
Su Gordo
Río, 20 de nov. 1930.
Querido Genaro:
He amanecido tristón. No sé
por qué, le doy una gran importancia a lo que tarda ud. en contestarme, tranquilizándome
1 Se publicaron otras cartas de Reyes a
Estrada en Fernando Curiel, "Cartas fluminenses: Los comienzos en Río 1930-1932",
Universidad de México, XLIV. 460 (mayo de
1989), pp. 10-16.
2 José Vázquez Schiaffino CI881-?), ingeniero y diplomático jalisciense .
como se lo pedí. Si no fuera
porque comprendo que lo tengo
ya a Ud. acribillado a telegramas, volvería a telegrafiarle rogándole que me conteste. Yo
quiero saber que Ud. está tranquilo. Yo no tengo en el mundo
un amigo en quien confíe más
que en Ud. ¡Vea qué grande responsabilidad es la suya!
Tampoco me da buena idea
el que no me haya dicho una
sola palabra sobre mi "Discurso
por Virgilio".3 ¿Acaso me cree
Ud. incapaz de aceptar su censura, que yo mismo solicité? Ya
sé que tiene Ud. mucho, muchísimo quehacer, y muy serias
preocupaciones, y acaso eso lo
explica todo. Como quiera, todo
esto me indica que pierdo la
brújula, que me conviene volver
un poco a México y ver otra vez
las cosas desde allá. Antes, sin
embargo, necesito acabar con
mi deuda de Buenos Aires . En
este instante debo 5,000, y hoy
mismo envío 1 ,000 De modo
que ya sólo deberé 4,000. Cuando la Secretaría autorice el pago
de esa suma en que se me descuidaron Gabucio y Lastra, haciéndome pagar de mi bolsillo
más de 1,800 (que son del depósito de la casa que alquilé
para el Consulado), pagaré la
mitad de mi deuda , y en dos
meses más, haciendo esfuerzo,
habré acabado. Creo, pues, que,
si no mudan las cosas, hacia
mediados del año entrante voy
a pedirle a Ud . .un viajecito a
México . Quisiera "hablar con
Ud." personalmente. Tengo que
orientar mi vida definitivamente.
Tenemos que hablar despacio,
Genaro. Sólo Ud. puede decirme lo que yo deseo saber.
Amanecí, para más tristezas,
con un mensaje de mi sobrino,
desde Praga, que me dice: "Llegando a ésta, comunícanme
cable Relaciones dejándome disponibilidad enero próximo por
economías. Angustiado, ruégote
intervenir, aconsejándome. Craviot0 4 ayudaríame. Bernardo".
3 Aparecerá en Contemporáneos, I1I, 9, 33
(febrero de 1931), pp. 97-131.
4 Alfonso Cravioto (1883-1955), escritor,
político y diplomático hidalguense. Empezó
se carrera diplomática en 1925 como Ministro y luego Embajador en Guatemala. Pasó a
Chile en 1928.
¡Y el pobre muchacho que quería casarse en Santiago de Chile,
donde dejó novia ya pedida y
comprometida! Ya fue buen
golpe para él irse a Praga, pero
creyó hacer méritos obedeciendo y callando, creo que por primera vez. Va a decir que la
primera vez que lo hace bien, le
sale mal. Se va a desmoralizar, y
más teniendo en cuenta la influencia sentimental y, por ende,
desmoralizadora, de su Padre. 5
Hace varios meses me llegó de
México el rumor de que iban a
hacer muchos ahorros de sueldo
el a(1o entrante, y de que Bernardo estaba en la lista. Creí
que, al enviarlo a Praga, era ya
para no separarlo. Quién sabe
por qué habrán preferido este
camino más largo y más costoso. Tal vez hubo un propósito
de que se prescindió y luego,
cuando ya se había trasladado,
se volvió a ese propósito. El resultado parece cruel. Pero bien
sé que la crueldad está en la absoluta necesidad de ahorrar, de
cortar flecos. También sé que
Bernardo ha dejado mucho que
desear. No me ciego un instante,
sino que lamento la situación
que se le crea a mi pobre hermano. También me figuro que
éste contribuyó con sus libros y
sus discusiones ... Lo entiendo
todo. Y lamento también los
trances que, por su amistad para
mí, a Ud. mismo se le han creado. A veces, me aterrorizo de
pensar que soy, aun sin quererlo , un amigo que da trabajo a
sus amigos. Dios sabe que no es
mi culpa. Hace mucho que
sufro, en mis relaciones con México, por razones ajenas. Por
eso también necesito volver y
hablar muchas horas con Ud .,
largo, detenido, despacio. Voy a
aconsejar a Bernardito que acate
y aguante, que pida aquello que
el Reglamento le concede y ...
que vuelva a México a hacer su
carrera de abogado. Lo que no
sé es si podrá sacar dinero para
eso de algún lado. Yo creo preferible que vaya a México, a que
vuelva a pesar al lado de su
Padre. En México hay abogados
amigos de su Padre que acaso
podrían tomarlo como pasante y
ayudarlo un poco.
En fin, Genaro: pongamos un
punto a esta triste carta. Ya sabe
que me doy cuenta de todo lo
que Ud. no puede decirme ni
explicarme. Sin embargo, le voy
a pedir que se atreva a decírmelo todo, para mi mejor orientaClon: no vacile. Tenga la
seguridad de que sé escuchar
todo sin apasionarme, sin inoportunas rabietas. Tal vez Ud.
no sabe que, de jovencito, me
acostumbraron a eso muy bien
Caso, Vasconcelos, Pedro. 6 De
allí que, en la equivocación de
toda mi familia, yo haya sido el
único que sabía de veras lo que
pasaba. El caso, mucho más atenuado ahora, se repite. Dígame
deveras cómo andan las cosas.
Ayúdeme a ver claro, porque de
repente temo andar muy desorientado; y, le repito, estoy pensando ya seriamente en
organizar mi modesta vida de
escritor. Espero sus letras con
mucho afán. Cuénteme de su
nuevo hogar, dígame toda su felicidad, que esto será un gran
refulerzo de la míaJ
¡Ah! Le debo una explicación
de amigo : ese servicio que le
pedí por cable, no tema: es una
piedad, un favor, no una reincidencia. Yo estoy completamente
tranquilo, y en este sentido, dichoso.
Lo abraza su fraternal
Alfonso
Me permito acompañarle el
cheque y otra vez le agradezco.
5 Rodolfo Reyes 0878-1954). En 1914 fue
desterrado a España donde pasó el resto de
su vida.
6 Pedro Henñquez Ureña.
7 Genaro Estrada se casará con Consuelo
Nieto el 10 de diciembre de 1930.
Biblioteca de México
38
Río dejaneiro, 13 defebrero y
viernes de 1931.
Caro Genaro:
Unas líneas a la hora de cerrar valija. Ya veo en su carta
que me van a enviar El
Universal y el Excélsior, gracias:
me hacen falta realmente para
estar al tanto de nuestra vida,
empeño que es en mí cada vez
mayor. Además, quiero confesarJe que hace tiempo vengo
pensando en pedirle ayuda,
consejo y orientación, para este
grave problema: yo desearía escribir en algún diario mexicano
estable, serio (?) y que pague
mis artículos, para tener algún
contacto con el gran público mexicano, como en otro tiempo lo
he hecho. Sólo Ud. puede decirme lo que debo hacer y arreglarme quizá esto? O no? O me
aconseja que no lo haga. Vicente
Lombardo TO.,8 a su paso por
aquí, se empeñó en que escribiera yo para Excélsior, pero como
cosa suya, de amistad personal,
no por encargo de ese diario.
Ud. me dirá lo que le parece.
Recibo el no. nov.-dic. de
Contemporáneos, con un montón de notas mías: 9 gracias. Asegúrele a Bernardo O . de M.lO
que tengo el mayor deseo de
ser en adelante un colaborador
activo, y lo seré. No dejen morir
esa preciosidad que honra a México y a nuestra A.
Me porto muy bien, Genaro:
no la llamo, a pesar de que se
ha quedado sola y está siempre
a mis órdenes, o como decimos
los argentinos: "la tengo a la voz
de aura" (Aura: ahora, voz de
aviso para cambiar las figuras
del "pericón nacional " y otros
bailes populares)!
El 4 Monterrey está en cajas.
Las imprentas de aquí están
muy asustadas por mis exigencias (!) Es decir: porque pido
tres tipos para las notas bibliográficas, cosa nunca vista! Voy
despacio, pero sigo adelante.
Pronto comienzo en Madrid
(¡qué ganas de ir a arreglar eso
personalmente!) la edición en
serie de toda mi obra. ¿No cree
que conviene a la buena administración mexicana, y al mejor
servicio de la Deuda Pública el
que yo haga esto, personalmente, en la Villa y Corte, próximo
puerto de mar y capital de República?
El tomo de Gz. Martínez l l me
ha gustado con entusiasmo: es
decididamente un altísimo
poeta, a quien "onorate", etc.
8 Vicente Lombardo Toledano.
9 "Ocio y placeres del periódico", Contemporáneos, I1I, 8, 30-31 (noviembre-diciembre de 1930), pp. 259-268.
10 Bernardo Ortiz de MonteUano.
11 Enrique González Martínez, Poesías
0909-1929}. Madrid: Espasa-Calpe, 1930.
Alfonso Reyes . Caricaturo de Xavier Villaurrutia
No fue para tanto . Simplemente, a Rafael 12 no le agradó
que la cantaora de tango se le
perdiera de vista en el baile de
los artistas, pero ella está dispuesta a compensarle todo, después de carnaval. La otra, yo no
sé quién será, se lo aseguro, Genaro: no fue cosa preparada. A
ella se le antojó de repente y se
hizo presentar. La vi primero
con un comunista amigo mío, y
luego con Prado Kelly, nuestro
12 Rafael Fuentes (1901-1971), diplomático veracruzano. Tuvo cargos importantes en
varios países latinoamericanos y europeos
así como en los Estados Unidos. Padre del
escritor Carlos Fuentes.
Biblioteca de México
39
Consejero jurídico honorario. No
diga que no era linda, Gordo. Y
además, como se dice en Cuba,
me daba exactamente en el billíbillí. Eso fue todo.
Adolfo13 ha estado malito ,
males tropicales y cosas elegantes así. Nuestro loco sabio y
amigo Bruno Lobo, le puso una
serie de inyecciones cuya reacción fue terrible. Ya va mejor, y
parece que ha contrarrestado un
paludismo naciente. Está paliducho y pelechando.
El mar siempre recomenzado,
el nunca usado mar, el mar de
13 Adolfo de la Lama.
numerosos rumores, y el mar
sin cosechas, que dice Homero.
El justo mediodía, el techo en
paz palpitado de palomas, el cementerio marino, los mocos con
los dedos.
Pronto le envío una serie de
casi-sonetos que se me andan
enmoheciendo entre mis papeles. A ver si Ud. quiere darlo en
ConteY(lporáneos, y después
hacer con ellos una tirada aparte
de ciento cincuenta ejs., ediciones Murciélago. 14
Mi hijo tiene que volver a Bs.
Aires a fines de éste: este ir y
venir me cuesta un ojo de la
cara. Tendrá que hospedarse en
la Embajada, en manos de Mario
Gabo,15 y cuando pase por aquí
Rafael,16 ya mi hijo estará de
vuelta. Me sale muy incómodo
esto; pero ¿cómo quiere Ud. que
lo ponga a estudiar en una escuela brasileira, hombre?
No nos agrada en principio la
sustitución de Lima S.17 por Abelardo Rocas (fíjese en el nombre: ya en el mensaje de Relac.
me le están llamando Adelardo). No es que sea mala persona, sino que es menos persona
que el otro. OIga Lyon, su Sra.,
"La Nena Layón", es una lindísima dama rubia, elegante y sencilla. "E un [sic] bulto muito
importante na sociedade carioca,ouviu?"
¿Por qué dejó la carrera A. Herrera Salcedo?18 ¿Por qué se sustituyó a Antonio Castro Leal, estará muy enfermo o habrá quedado mal de la última cogida?19
¿Por qué no recibo carta de
mi Gordo todas las mañanas de
Dios?
su a.r.
14 "Dos casi sonetos", Contemporáneos,
IV, 11 , 40-41 (septiembre-octubre de 1931),
pp. 175-176. Ese mismo año se publica en
París Cinco casi sonetos.
15 Mario Gabucio.
16 El poeta poblano Rafael Cabrera
0884-1943) era Embajador de México en la
Argentina.
17 Renato Lima e Silva había sido Embajador del Brasil en México.
18 Alfonso Herrera Salcedo 0898-1966)
había tenido puestos diplomáticos en Centroamérica, la República Dominicana y España . Yerno del poeta Enrique González
Martínez.
19 El crítico potosíno Antonio Castro Leal
0896-1981) había estado de Consejero en la
Legación de México en París.
Río de janeiro, 10 de abril de
1931.
Así pues, Gordo mío, he cumplido ya un año en el Brasil, y
este año me ha servido para recomponer un poco mi vida y
para darme bien cuenta, examinándome a solas, de la profundidad de la crisis que he venido
alimentando adentro de mí, como un monstruo. Un año más, y
me habré salvado. ¿De qué? ¡Oh,
Genaro ¡ni preguntarlo! Yo tengo
la idea ortodoxa de la vida, ya lo
he explicado en mi ensayo sobre
la caída:20 esto, todo esto se cae,
si uno no se cuida día por día; la
gran pereza universal tira de nosotros hacia abajo.
¿Por qué no le he de contar a
Ud. que, todas las mañanas,
entre 6 y 6 y media, me levanto
de la cama exprofeso para mirar
cómo brilla el primer sol en la
punta del Corcovado, envolviendo en oro blando la inmensa
imagen del Cristo Redentor que
está en la punta?21 Se trata de
uno de esos fríos monumentos
jesuíticos que echan a perder el
paisaje. Además, el inmenso pájaro de piedra está enredado
aún en la cuadrícula de los andamios, y se le ve muy imperfectamente . Pero, con todo, no
sé qué tiene ese Cristo de oro,
por las mañanas.
Sucedió que Pedro me escribió una carta desalentada y desalentadora. 22 ¿Será nada más
producto de su desánimo, de
esa lenta y triste consunción de
su vida? Ello es que pensé que
era una equivocación mi
Monterrey, aunque él conoció
20 "La Caída" es el primer texto publicado
por Alfonso Reyes en Contemporáneos, 1, 3,
8 (enero de 1929), pp. 8-12. En 1933 aparecerá en Villas Boas de Río de Janeiro.
21 El 8 de abril de 1931 Alfonso Reyes le
había hecho a Julio Torri esta breve descripción: "Son las siete de la mañana. Chorrea
desde el Corcovado un sol de miel. Al amanecer cantaban los sabias, y hay también cigarras que hacen ruido de instrumentos
eléctricos. Creo que va a hacer calor. Como
siempre. "(En nuestra edición de Julio Torri,
Diálogo de los libros. México: Fondo de Cultura Económica, 1980, p. 252.
22 No se ha incluido esa carta en Pedro
Henríquez Ureña y Alfonso Reyes, Epistolario íntimo 0906-1946) . Recopilación de
Juan Jacobo de Lara. Santo Domingo, R. D.:
Universidad Nacional Pedro Henríquez
Ureña, 1983, Tomo III.
Biblioteca de México
40
bien la idea y me entusiasmó a
sacarlo. Parece que en cierto
mundillo de Bs. Aires, en tomo
a la calle de Ayacucho, casa de
Nieves 23 (informará ampliamente
Vicente Lombardo Toledano), se
me censura, no se entiende para
qué hago eso, creen que Id hago
por vanidad o magnificación del
etc. Como en este orden han
sido tan duros conmigo en México yo, etc. (acuérdese el agarrón
que me dieron por la "Carta a
dos amigos", del Reloj de 501),24
pensé que nadie mejor que Ud.
podría aconsejarme, puesto que
Ud. vería las cosas desde el punto de vista de la realidad más
peligrosa, que es la de nuestra
tierra. Y por esto y, en general,
por la confianza que pongo en
su juicio, le molesté con mi consulta telegráfica. Su respuesta me
vuelve el alma al cuerpo.25 El
No. 4 está por salir: muy mediano. EISa. , preparado casi, será
mejor. No sé si es que PHU se
acobardó con las censuras que
oyó en casa de Nieves, donde
tiene ciertas razones de mujer que - pasó - de - los - cuarenta
para quejarse de mí. De todos
modos, no dude en advertirme
si Ud. considera que me equivoco con esa publicación.
Es posible que en torno a mi
familia y hasta a través de Vicente,26 oiga Ud. decir algo de si
estoy queriendo o no ir a México. Un poco de eso es verdad,
pero no me atrevo a desear
nada : Ud. recordará que siempre he preferido atenerme a los
dictámenes de la providencia ,
que me llegan en forma de órdenes de Ud. , por telégrafo. Prefiero no tener mucha iniciativa
en esas cosas. Lo único que hay
es esto: 10. No puedo moverme
hasta no acabar de enderezar mi
23 Nieves Gonnet de Rinaldini, importan·
te animadora cultural en Buenos Aires.
24 Esta carta escrita en París en 1926 iba
dirigida a Enrique Díez-Canedo y a Genaro
Estrada.
25 El 28 de marzo de 1931 Alfonso Reyes
le había mandado el siguiente telegrama:
"Ruégole esta vía su opinión sincera si debo
continuar Monterrey inteligencia desaliéntame Pedro Henríquez stop si necesario sugiérame modificaciones gracias." Dos días más
tarde Genaro Estrada le contesta: "Debe
usted continuar esa publicación que es original interesante útil simpática excelente."
26 Vicente Lombardo Toledano.
vida: cuestión de medio año. 20.
Mi hijo no encuentra por acá
buen ambiente para sus estudios,
no puede ni ir a la escuela y
tengo que gastar en viajes a
BsAs. para que se examine allá;
vive sin amigos, muy pegado a
mí, y echando a perder su base
atlética natural en cierta inacción,
cierta modorra. 30. Yo estoy muy
lejos del mundo, en la Ultima
Tule:27 esto es la luna. 40. Yo necesito dar una arregladita a mis
papeles y a mis libros en México,
y tomar una casa definitiva y
dejar todo eso bien instalado,
emancipando mi vivienda de la
del resto de la familia. El solo
hecho de parar en el Ciprés28 me
ha quitado la ocasión de reunir
amigos durante mis visitas a México. Quisiera vincularme un
poco más a mi tierra, no sé bien
cómo. Le dejo ver, a largavista,
la nebulosa que anda en mi
alma, nebulosa no resuelta. No
quiero nada: esta inquietud me
baila adentro, eso es todo. Sépalo nada más, para que me dé el
alivio de contárselo a alguien y
para mejor entender a su gordo
amigo. 50. Tengo muchas ganas
de concentrarme un poco a escribir. Estoy muy desmenuzado,
haciendo sólo jueguecillos.
Quiero ocuparme en serio de la
reedición en forma de mis obras,
y resulta que recibo informes
equívocos de la CIAP. 29 60. Me
preguntó qué más tengo que
hacer ya en la carrera. Ya Ud.
tuvo que refugiarme en Río ,
como medida de protección
amistosa . ¿No estaré de sobra?
Tal es el estado de ánimo profundo. No hablemos más de él.
Aquí le mando unos recortes
donde Ud. verá que aquí la
gente, no contenta con llamarse
Lindolfo, Amoroso y cosas por
el estilo, también se llama Santos Foot Ball Club y -¡es panto!-, la hija de una poetisa ,
Eros Volusia. ¿Por qué no de
una vez Puta?
He emprendido un lento camino de penetración en el Bra27 En 1942 Alfonso Reyes publicará un
libro titulado Ultima Tule.
28 CaUe donde vivía la madre de Alfonso
Reyes en la ciudad de México.
29 Compañía Iberoamericana de Publicaciones.
Genaro Estrado . Caricaturo de Xavier Vil laurrutia
sil, y quiero escribir mi itinerario. Pero ¡tengo tantas cosas a
medio hacer, que espanta una
nueva tarea, un nuevo compromiso conmigo mismo! Me fatiga
lo disperso de mi trabajo. Eso
me tiene "surmenado". Pierdo el
sueño, y me olvido de la cosita.
¡Qué decadencia , eh! Si al fin
me decido a escribir sobre el
Brasil, saldría una serie de artículos pagables por algún periódico: aquí de mi anterior
consulta. Ud. dirá.
Ya dieron las nueve . Ya están
aquí los cancilleres. Ya vamos a
comenzar el trabajo. Orden de
llegada a la oficina: 10. Reyes, a
las siete de la mañana. 20. BarBiblioteca de México
beito, a las ocho y media. 30.
Gigena, a las 9. 40. Fuentes ,
entre 9 y media y 10. 50. nadie;
60., nadie; 70. , nadie; 80. , nadie;
90., nadie .. . ¡ah! y 100. , entre 11
y media y 12, De la Lama. El
pobre brota volcanes por toda la
cara, se pone rojo de sol, cree
que le da mucha línea algún
whisky de más, a lo Príncipe de
Gales, en cuanto se pone el traje
de noche. Tiene casi crisipela artrítica (la medicina me perdone!)
y creo que le manan bermellón
y piedra azufre.
Hasta otra, gros copain.
Gordo.
A.R.
/
¡
I
,
,
.~
Ríojaneiro, 15 de junio de
1932.
No, mi carísimo Genaro, nada
pasa (nada pasa, sino lo que se
queda). Ya yo me di cuenta de
que tardé mucho en contestarle,
sin más motivo para ello que el
deseo mismo de escribirle: ya
sabe que uno es así en lo que le
importa.
Ahora viene a sacudirme de
mi sueño su linda foto en la
Venta de Aires. 30 Como de costumbre, Ud. se cruza señales
conmigo por el éter impalpable.
Me dice Ud. que almorzó Rodolfo con Uds., etc. Así está
bien.
Recibiría Ud. una carta de
Emilio dirigida a ambos, a Ud. y
a mi.3 1 Yo no sabía de qué se
trataba, y poco a poco, examinando los periódicos de México,
me di cuenta de que, en cuanto
faltó el muro de defensa de Genaro, se han soltado en México
atacando a los muchachos y aún
metiéndose , con su libertad
moral. Veo que el artículo de
Pérez Martínez que tanta pupa
me hiz0 32 es parte de la misma
campaña. De todos modos, no
entiendo la carta de Ermilo, tal
vez escrita con demasiada sentimentalidad. ¿Qué quiere? Yo
sólo sé descifrar dos clases de
enigmas: 10. los desinteresados,
de los poetas (Cfr. Góngora,
Mallarmé, Licofrón, etc.) 20. los
histéricos, de las mujeres que
están cachondas.
Me concome la duda de si estaré metiendo la pata con ese
folletito polémic033 de que creo
haberle hablado en mi anterior,
defendiéndome del cargo de
mal mexicano que Pérez Martínez me endilga, disfrazado entre
los elogios, como el puñal de
Aristogitón iba envuelto en flores (¡vaya cita!) (Y luego
dirán ... ) Me hace falta aconsejar30 Alusión al Ventanillo de Toledo sobre
el cual escribió Alfonso Reyes en 1930.
31 Se trata de la carta fechada el 3 de
mayo de 1932 que Jorge Zadik Lara reproduce en su La polémica (México: Universidad
Autónoma Metropolitana, 1984), pp, 41-42.
32 Se refiere a "Escaparate: 1 Monterrey, II
Gimnasia y alejamiento", El Nacional, 7 de
mayo de 1932.
33 Alude a A vuelta de correo (Río de Janeiro, 1932),
me con Ud. Ya está eso casi impreso, y ahora me entra el
temor de que acaben de declararme vanidoso y envanecido
porque me defiendo, ya no hay
más manera de defenderse que
hablando de sí mismo. A riesgo
de darle un mal rato, le mando
una copia, y le ruego que me
diga por telégrafo: Publique o - Detenga. Y en este último
caso, escríbame diciendo lo que
opina. ¿Le parece? Yo se lo agradeceré en el alma. ¡Qué bueno
es Ud.! Ahora, con esa tranquilidad ya respiro.
Artemi034 me puso una breve
esquela, con muy buen gusto y
mucha sobriedad (sin hablar de
aquello .. .) mandándome su discurso sobre la conversación salada en México (álvarez) . ¿Qué
le parece?
Ayer le deseé buen viaje a Enrique Canedo por telégraf0 35 ,
pues vi en los diarios que iba a
E. U. Y pasaría a Cuba y a México. Acaba de llegarme el no. del
¡ournal des Poetes de Bruselas
con las matíldicas 36 traducciones
de poetas mexicanos, donde
Ud. y yo nos damos la mano de
columna a columna.
Es indispensable, Genaro, que
nos hagamos independientes de
cualquier modo. Ya se habrá
Ud. dado cuenta, ahora con las
manos en la masa, de que esto
no es vida, y mucho menos si
no está Ud. dirigiendo la danza
desde México. Más de la mitad
de mi actividad oficial se me ha
quedado inútil con su salida,
pues sé que ya eso que yo hacía
no le importa a los demás.
¿De modo que aún está Ud.
con achaques? Yo ya tengo muchas fallas. Estoy cansado y
débil, aunque nunca lo aparento, por privilegio de mi cara,
que parece verdaderamente una
fresca rosa ...
¿No vio Ud. por allá a Berta
Singerman?37 A mí la que me al34 Anemio de Valle-Arizpe.
35 El 19 de junio de 1932 Enrique
DíezCanedo le escribe a Alfonso Reyes: "Hoyes
mi último día entero en Madrid, Recibí su
cable L.. l. Me embarco el 24 de Cherbourg
L..J. He de empezar en N.Y. el 5 de julio,"
Dará clases en Columbia University,
36 Alusión a la traductora francesa Mathilde Poemés.
37 La célebre actriz argentina ,
.... Genero Estrada, por López Guerrero
Biblioteca de México
43
borota el pajarito era Paulina su
hermana. Pero el pasado retrocede en locomotora . Vivo en
paz.
¿No le ha dado todavía a Ud.
por buscar a Dios, detrás de sus
libros? Entonces todavía está Ud.
muy pollo: es cuanto tiene que
decirle éste su devoto amigo y
servidor.
Con que, váyame diciendo
qué le contesto a Ermilo, o si
hago un segundo A vuelta de
correo para contestarle a él y
tratar de tranquilizarlo. No sé si
entiendo, pero me parece que
Ermilo se ha dejado atraer hacia
el campo de los nacionalistas,
donde milita Pz. Martínez. Y en
el otro han quedado, solitos y
desamparados, XV y Salvo
Novo. 38 Yo, la verdad, no entiendo bien. Me da pena tener
que enseñar el silabario. ¿Hará
falta? En fin: su respuesta me lo
dirá.
Quedo pendiente de ella
como esos pobres soldados
quedaron pendientes de las
cuerdas del dirigible: si se sueltan, se matan. Y si no se sueltan ...
Adiós. Recuerdos por su casa.
Es Ud. el tío más gordo que ha
caído en Madrid.
El otro,
A.R.
Ríojaneiro, 22 de julio de
1932.
Mi muy querido Genaro:
Penétrese bien de esta noción; cada vez que Ud. reciba
carta mía, dígale a su corazón:
"Corazón mío, hoyes un buen
día, hoy recibo carta de un
amigo cuyas palabras son todas
de buena fe, que no usa sobrentendidos ni malicias conmigo,
que me quiere, me comprende,
y me sabe agradecer lo mucho
que he hecho por él y lo que
todavía me propongo hacer. De
ese amigo no puede venirme
nada que no sea cordial, cariñoso y bien intencionado. Si por
algo se le puede, a pesar de sus
protestas sentimentales, calificar
de 'descastado', es porque igno38 Xavier ViIlaurrutia y Salvador Novo.
ra del todo el clásico jijismo nacional". Dicho esto, abra mi
carta, y entréguese al buen rato
que siempre he deseado proporcionarle con mis letras. Su
carta del 25 de junio (que recibo
a la vez que su recado del 10.
de julio y su tarjeta del 4) me ha
dado cierta angustia, porque no
quisiera causarle nunca ni sombra del menor enojo, y Ud. me
escribe con cierta inquietud, con
cierto anhelo de buscar segundas intenciones en mis palabras,
estado de ánimo nuevo en usted
y que atribuyo al choque nervioso de su larga enfermedad y
al no menor de su cambio súbito de ambiente y costumbres. Ya
que todos le dan a Ud. quehacer, descanse al menos conmigo. Tenga la seguridad de que
conmigo está en lugar muy seguro.
Si le dije en mi anterior que
por primera vez había probado
el amargo placer de tardar en
contestarle a Ud., y que no me
había gustado este placer, ello
nada tiene que ver con las intriguillas que chorrean por las laderas de la Secretaría de
Hacienda, y de que yo no he sabido nada, sino lo poquísimo
que Ud . me ha revelado. Sólo
quise decirle, en forma menos
vulgar, que estaba apenado por
la tardanza de mi respuesta. Si
le digo que ella se explicaba por
el afán de enviarle el Monterrey,
9, tampoco significo que este
boletín lleve ninguna verdadera sorpresa, sino que no quisiera
llegar a Ud. con las manos vacías; pero no puede ud . figurarse lo que son aquí los impresores ¡se llevan más de dos
meses para imprimir ocho páginas! Aunque le parezca a Ud.
mentira, así es . En fin! espero Monterrey 9 entre hoy y mañana, e inmediatamente daré el
10, para el cual creo poder contar con las notas que Ud . me
envíe. Si le pregunto que quiénes son sus amigos "además" de
Canedo, no quiero decir nada
apicarado, sino enviarle indirectamente una caricia a Canedo,
nuestro amigo natural , y preguntarle a Ud. qué nuevos valores ha encontrado, dignos de su
amistad, en la intelectualidad es-
pañola. Pero comprendo perfectamente que no va Ud. a hacer
vida de tertulias literarias, ni a
tratar de reconciliar ese ambiente secularmente armado en guerrillas, sino a ser en serio y de
veras el Embajador de México.
Yo mismo, que soy mucho
menos capaz que Ud. de ciertas
disciplinas, y que crecía en Madrid en el ambiente de los corrillos literarios, tuve que cambiar
de regiones cuando volví al servicio, yeso que no era más que
pinche secretario!39 ¿Por mí dice
Ud. que "un amigo" no quiso
creer en sus enfermedades? No
seré yo, se lo aseguro. Sé lo que
son achaques. Ya sabe que vivo
entre jaquecas, y desde el 25 de
mayo estoy curándome con molestísimos regímenes una colitis
que se me declaró después de
comerme en la fiesta de la Embajada Argentina un peje envenenado. No sé cómo habré
redactado esa frase en que, al
referirme a Pérez Martínez, le
digo un "también" que Ud. considera como una relación entre
lo que a Ud. escribo y lo que a
P. Mz. escribo. No: el también
quiere decir: en punto a materia
literaria publicable, además de
preparar el Monterrey, también
he escrito una carta a P. Mz .,
etc . Por favor, Genaro, no me
haga estas cosas a mí: no merezco esa inquietud . Yo soy
suyo para toda la vida.
A propósito de Pz. Mz., quizá
ya vio Ud. un segundo artículo
que espontáneamente escribió
sobre mí, el 22 de junio, rectificando su primer juicio, tan injusto. 40 Esto habla en bien de su
probidad, de la cual Ud. mismo
habrá visto que nunca dudé, por
el texto de mi carta "A vuelta de
Correo" . Creí necesario alguna
vez poner los puntos sobre las
íes, porque ya iban siendo muchos Jorges Usetas, muchos Migueles Alessios, los que se
daban el gusto de contar con
39 En 1920 Alfonso Reyes fue nombrado
Segundo Secretario en la Legación de México en Madrid y al año siguiente Primer Secretario.
40 El artículo en el cual Héctor Pérez
Martínez rectifica sus opiniones ("Escaparate
1 Repaso de Alfonso Reyes . II La urgente lección") apareció en El Nacional no el 22 sino
el 26 de junio de 1932.
Biblioteca de México
44
que "al cabo Reyes no contesta",
y no me conviene dejar que siga
creciendo esa leyenda, y los
muchachos escritores de México
no tienen temple para entrar en
discusiones con los muchachos
periodistas. Le envié a Ud. el folleto en pruebas, y esperé a su
consejo, dispuesto a quemarlo si
Ud . opinaba que eso era lo
mejor. Me llegó su grito telegráfico: "Publique!", y entonces
lancé el folleto ... a unos cuantos
amigos y escritores de México, y
a contadísimas personas de
fuera, nada más. Es posible que
me procure algún enojo, pero es
posible que valga la pena dejar
ciertas cosas establecidas. Rafael
Cabrera me escribe echándome
en cara el sacar del limbo a Pz.
MZ.41 La verdad es que Pz. Mz.
me pareció, por el tono de voz
y aun sin conocerlo, digno de
mi aclaración y mi respuesta. Y,
además, eso del elegante silencio me parece que ya no es de
nuestros días, como lo dejo entender en la nota a las págs. 2223 del folleto. 42 Por otra parte,
Pz. Mz. se documenta muy de
prisa, se equivoca mucho en sus
41 En carta del 13 de julio de 1932 Rafael
Cabrera escribe : "Recibí ayer y leí con el
mayor cuidado "A vuelta de correo".
¿Qué decir a Ud . sobre este enojoso
asunto si no es que le asiste toda la razón y
que por lo tanto yo por la enésima vez estoy
a su lado? Lo único que lamento es que le
haya obligado a decir esas cosas necesarias,
precisamente un señor impreciso que responde al nombre incómodo y comprometedor de Héctor, que agrava su caso
agregándole Pérez, y que lo hace definitivamente desesperado con la puñalada trapera
de un Martínez.
Lo lamento ... lo lamento ... porque ya lo
ve Ud. : yo, que ignoraba por completo hasta
la posible existencia del señor Pérez (y Martínez) , me veo obligado gracias a Ud., a
creer en ella, por lo menos provisionalmente
y como mera hipótesis de trabajo. Y mi caso
es el de todos los amigos de Ud. Así pues,
don Héctor Pérez (y Martínez) va a gozar de
cierta notoriedad, cosa que no le desagraderá , estoy seguro. Lo sacó Ud. del Limbo, y
no me cabe duda que el muy ladino provocó este acto generoso de Ud., hiriéndole con
puntería certera y pérfida en el lugar vulnerable de todos los mexicanos: el del amor a
la patria. Y se salió con la suya, porque tout
de meme, el Limbo como lugar indefinido de
existencia, debe ser hectorizante.. ." En La
Gaceta del Fondo de Cultura Económica,
220 (abril de 1989), p. lO!.
42 La nota dice así: "A los cinco años, la
guerra y las continuas revueltas habían trastornado el espíritu de Atenas . Tucídides
traza un vivo cuadro de esta disolución
moral. 'Aun el significado de las palabras dice- no mantenía ya su relación regular
Genaro Estrado con Plutarco Elíos Calles
datos (lo estoy leyendo ahora
con atención), y en El Nacional
del 24 de junio le encontré un
disparate garrafal, que yo acudicon las cosas significadas'. Y añade un poco
más adelante: 'Los hombres de inteligencia
inferior por lo general tenían éxito, porque,
conscientes de su deficiencia y temerosos de
la capacidad de los adversarios -<:on quienes no hubieran podido medirse en discursos , y cuya agilidad mental podía en
cualquier momento tomarles la delantera en
la pugna contra el mal general-, atacaban
con audacia y en orden de conjunto. Pero
los hombres de inteligencia más aguda, presumiendo en su arrogancia que siempre llegarían a tiempo, y desdeñando los actos
donde se satisfacían con los pensamientos,
fácilmente fueron desmontados de su guardia y quedaron deshechos.' (Lib. I1I)"
ría a rectificar si viviera en México, porque es mala semilla: "Si
ha habido en México algunos
ensayos contemporáneos del romance --escribe- éstos se refieren a UNA INFLUENCIA DE
GONGORA A TRAVES DE LA
LITERATURA FRANCESA" e!!!!) .
y luego cita como casos del romance hispánico, no influenciado por el galicisticado Góngora,
a Juan Ramón y a Lorca. Sería
cosa de enderezarle la cultura a
partir del ombligo de Dios. Desisto.
Manolo Altolaguirre es quien
me hizo, en su imprenta de
París, los 5 Casi sonetos. Me
Biblioteca de México
45
pidió de Madrid colaboración
poética para una revista de
pocos números, y le envié dos
miniaturas. Me dijo que tenía ya
otra imprenta, y le pregunté si
quería imprimirme alguna otra
cosilla: es lo que hay. No le he
enviado nada para esta impresión, porque aún no me contestó si le conviene. Yo padezco
plétora de mss., así que siempre
puedo publicar alguna cosa pequeña . Tristes nuevas las que
Ud. me da de algunos amigos,
pero -pensándolo bien- yo
siempre los vi en estado de paz
vigilante, de neutralidad armada,
etc. Si Ud. logra lo de la revista
Alfonso Reyes con su perro , Buenos Aires, 1927
literaria, habrá hecho un gran
bien. Me llamó la atención
(mejor dicho no me llamó la
atención en Ud.) ese golpe de
vista del primer instante: "En España no hay una revista literaria ". Eso explica más que
muchas disertaciones, Genaro.
Me pregunta Ud . si conocí
una colección de poesía española hecha en México en el
siglo XVI y que consta ms. en la
Bibl. Nacional: Sí, la conozco, y
ha sido ya aprovechada en algunos trabajos eruditos de lírica .
La ha usado, por ejemplo, Rodríguez Marín. 43 Se llama: "FIares de varia poesía ", México,
1577, según una nota que tengo
a la vista. En cambio no recuerdo esa vida de Sor Juana de que
Ud. me habla, y me parece de
perlas que se la mande Ud. a
nuestro Ermilo (el cual está peleado, naturalmente, con Xavier
v. , editor de los sonetos de Sor
Juana). 44 A propósito de estas
cosas, he mandado hoy mismo
43 Francisco Rodr íg uez Marín 08551943), investigador y crítico español.
44 En 1931 Xavier Villaurrutia publicó Sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz en las
Ediciones de la Razón. Alfonso Reyes le dice
al respecto en su carta del 9 de julio de
1932: "Su Sor Juana es limpio cristal: digno
de ella y de usted, querido y justo X. V," (En
Miguel Capistrán, "México, Alfonso Reyes y
los contemporáneos", Universidad de México, XXI, 9 (mayo de 1967), p. IV.)
sacar una serie de notas sobre la
Nacional de Madrid, relativas a
papeles mexicanos en la sala de
mss., o a publicaciones mexicanas en la sala de Raros y Varios
(folletería). Se la vaya enviar a
Ud., para que Ud. aproveche lo
que quiera y pueda. Parte la fui
sacando yo mismo en mis años
de trabajo de archivista, y parte
me la iba dando Rodríguez
Marín en persona , conforme se
le atravesaba el nombre de México en el curso de sus investigaciones. Para comenzar, he
aquí una cosa que está, no en la
Nacional de Madrid, sino en la
Biblioteca del Escorial: "Historia
de los Indios de Mechuacán,
por un Franciscano, dedicada a
D. Antonio de Mendoza": ~-IV-5
(Repito: ~-IV-5)'
Comprendo muy bien su desazón, acostumbrado como Ud.
está al trabajo de plena acción
de su Ministerio. Alguna vez yo
dije que el trabajo diplomático,
más que un verbo, es un sustantivo , es un ser más que un
hacer. Ahora bien, ya Sto. Tomás
nos explica que Dios es acto
puro, y la potencia no pasa de
una cosa fofa, apestosa y desagradable, que a Ud. lo tiene con
los nervios de punta. Pero, Genaro, un hombre como Ud. no
tiene por qué necesitar el trabajo
estimulado desde fuera: para eso
Biblioteca de México
46
tiene Ud. su alma y su pluma.
Llene su tiempo con lo mejor de
Ud. mismo, y ya se acostumbrará a prescindir un poco del otro
género de actividad.
Compadezca Ud. a este amigo
suyo, que aguantó cinco veranos de Madrid sin decir ni pío.
Ya en 1921 pude ir a veranear,
con los míos. En 1922, arrastré
conmigo a los Gómez Ocerín,
mis muy queridos. En 1923, me
fui a Roncesvalles con mi hermano. En 1924, veraneamos juntos, Ud. y yo, en México. ¿Se
acuerda ... ?
De esos trabajos para pagar
una servidumbre numerosa y
aguantar una cosa difícil , algo
sabemos por acá en casa. No
conocí precisamente al arquitecto Korhenthalor, pero sí a su señora, escuálida y espiritada cosa
pálida que flirteaba con José Ortega y Gasset allá en mis tiempos. La Bebé Morla no sólo es
una linda señora, sino una
mujer de virtudes excelsas que,
en algún momento de su vida,
han llegado a la santidad.
Lo de la CIAP, ya se arregló,
ya no se moleste en eso. Lo de
las dos remisiones de Monterrey:
le envío ahora mismo a Madrid
lo que puedo completar de la
que Ud. desea tener allá. Desde
el 9 en adelante, haré envío
doble: uno a Madrid, y otro a su
casa de México, como Ud . lo
pide. En su tarjeta del Cardenal
S. de Rafael (una de mis preferencias del Prado), me sugiere
Ud . que publiquemos allá un
cuaderno literario: no me lo dice
Ud. dos veces. Pronto le mando
el original, para que haga lo que
mejor le parezca, a su gusto, y
muchas, muchas gracias.
¿Que esa Embajada es mía?
"No juegue!", como dicen nuestros amigos los peruanos. Yo ya
no soy de ningún lado. Ya me
curtí. Ya me ... ¡bueno!
Para su señora, para su cuñada, para Ud., nuestros mejores
saludos. Genaro, dígame por
favor ; ¿tendrá Ud. las mismas
ganas de verme y abrazarme
que yo tengo para Ud.?
A. R.
University oi Calgary
CARLOS CHIMAL
TRANSAMÉRICA
(Fragmento de novela)
también eso aprendí de ella en mis primeras lecciones
de música coral que tantas veces me salvarían la vida
en la vida alrededor del juego de pelota.
Algo más me enseñó. En las tardes adictas al sol de
Aldama bajábamos a la farmacia y sobre uno de los
mostradores de negra madera solía seguir los pasos de
mi abuela.
-A ver, mezcla y agita 16 partes de ese aceite --decía y apuntaba su dedo hacia una visible etiqueta:
"Aceite esencial de romero"; tomaba el vaso graduado
y el embudo- con esta parte de oro -metal que
antes habíamos disuelto en agua regia. Enseguida procedíamos a separar el oro en el aceite del agua-o
Ahora viene lo mejor -se daba entonces la vuelta por
una garrafa de un vino que ella solía "rectificar". Continuaba-: Disuelve el aceite en el vino y preparas los
frascos -y ahí me quedaba yo, preparando oro potable para prolongar la vida, pero también bálsamos
para cicatrizar y balas de Ehlrich que los médicos de la
zona confiaban a la señora Adame su fabricación ,
hasta que la noche me tomaba por sorpresa.
12 de julio, 4:58. En la caja de ahorros austriaca del
distrito 10 de Viena puede hacerse cola en el abdomen
de un gigantesco escarabajo, y el director despacha
desde hace años en las fauces. Des rats dans ma chambre, des blattes dans le hall. Born to be Tenured.
¡Hasta nunca , testudíneos!
Al menos eso era lo que pensaba en ese momento.
Tenía 15 años y creía que podía resolver las preguntas
que se me exigían en un tiempo inusual. El problema
es que a veces me falla la memoria: ¿Se habían disgregado los estoicos capitanes murajis en cientos de buques por los océanos y los mares ese o este invierno?,
pero mi suerte tenía una fábrica de muletas, así que,
pensando un poco, encontré que el Alacrán había ingresado al Gimnasio un año después que yo, la época
en que apareció la cuarta generación de TGVs. Terminé mis quehaceres antes de que los galopinos sacaran
el pan caliente del horno y los cotuferos resolvieran el
menú de los viernes estelares, y me fui a los frontones .
A los 19 años mi cabeza era una cascada. Recuerdo
con claridad cuando el Alacrán se acercó por primera
vez al grupo , arrastrando las botas y con la mirada
puesta en cada uno de ellos como una grapa. Preguntó
a todos sus nombres, dijo el suyo ("Angel de la Guardia, para servirles") y desapareció. Nunca pudo zafarse
de la botana, pero logró darse a entender. El gordo
Maya encontró que sus pantalones eran, como lo había
visto ya otro gordo, Ibargüengoitia, negros como alas
de mosca. Y de tanto "ala" aquí y "ala " allá se convirtió
en un Alacrán. Yo, por mi parte, estaba acostumbrado
a filtrar esa clase de voces, como la lija y el estornino,
"Que ya despierte el que me sueña"
G. Owen
A
los 6 años de edad, mi abuela me llevó a la feria de
San Fernando y me dio un peso. "A ver qué haces con
él", me dijo, y me mandó a caminar por los pocos claros que dejaban libres los niños tomados de los brazos
de sus padres y las máquinas, las fieles máquinas apegadas a sus dueños como buenos animales de costumbre. Alcancé a ver entonces un puesto de nubes de
azúcar. Apresuré el paso y gasté mi moneda en una
abundante cabellera de algodón azuláceo, en un soplo
de azúcar que aún llevaba junto a mí al pasar frente a
los simuladores de vuelo. En mi boca hecha agua, el
frondoso árbol de agujas dulces finalmente se redujo a
una diminuta tripa de azul olvidado. Cuando regresé
con mi abuela no tenía nada en las manos.
El día de mi cumpleaños doce, cuando ella era aún
fuerte y grande, me dio por última vez un domingo en
las manos. "No se puede confiar en los tontos" , me
dijo y se dedicó a ahorrar de la farmacia para mí, para
mi educación. "Ya que no puedo dejarte dinero ni una
biblioteca decente, te voy a poner a estudiar." Nunca
entendí por qué no consideraba un buen negocio vender balas de Ehlrich, cada vez más precisas y versátiles
al mismo tiempo. Hoy las haría bailar en ambos sentidos sin perder un instante.
Al morir mi madre la abuela se hizo cargo de mi
persona; cuando empezó a sentir que le faltaban las
fuerzas, me dio a escoger. "Hay un señor que puede
recibirte en su familia . Tendrías que hacer ciertas labores de servicio, pero vivirás en una gran mansión", y
torció la boca. "La otra es que con el dinero que te
sobra ingreses a un Gimnasio." Finalmente, la abuela
murió, de noche. Antes, me pidió que me acercara a
ella: "1 was reckless; didn't brush muy teeth and went
to bed tasting muy dinner all night and it tasted good".
-¡Abuela, por qué dice eso!
-Ay, chamaco .. . -y se quedó viendo al techo un
instante-. ¿te vas a acordar de lo que te diga hoy?
-Sí, Tita -respondí, inseguro.
-Cuando vayas al Gimnasio, métete hasta la cocina .. .
-no estaba ya en condiciones de mantener el aliento--... tienes una voz privilegiada; si aprendes a matizarla tendrás tu oportunidad de ser un transamérica.
¡Un transamérica!, para mí eso era como llegar a saltar sobre los Bubka. También a ella la tomó por sorpresa el sargento Pimienta, tantos años después ... Pero
de cualquier manera no hubiera soportado a la Adorable Rita ni ingresé al Gimnasio, es decir, no tan pronto,
porque finalmente acabé siendo un prófugo, un transamérica. "Non me tenent vincula, non me tenent clavis",
Biblioteca de México
47
y no me sorprendió la manera tan sencilla que encontré de mirarlo con familiaridad. Quizá porque ambos
perdimos a nuestras abuelas cuando comenzaron a
aparecer las 'películas del espacio'.
El Alacrán era también huérfano y no tuvo una
abuela tan considerada. En cuanto cumplió los 13, lo
llevó a la Casa de Todas las Américas y, con su precaria herencia, le alquiló un dormitorio incrustado en
una ladera de La Tablita, en lo más profundo del valle
de Chalma, poco antes de llegar a Malinalco. El piso
de abajo era ocupado por una pareja de inmigrantes,
que tampoco estarían allí por mucho tiempo. Casi
todas las tardes al Alacrán bajaba, como bajaban del
tercer piso dos hermanas entregadas al barro y subía
un ensamblador de redes retirado muchos años atrás.
Había lugar para todos. Abrió la puerta un hombre
cachetón y de ojos pequeños, casi calvo y con algunos
mechones claros en los parietales. Vestía una camisa
de manta bordada según los patrones seris y un calzón , también de manta . Su rostro, muy blanco, casi
maleable, se iluminó con un gesto de bondad.
-¡Ah!, las hermanas guapas, las hijas del barro. A la
mujer y a los charcos no hay que andarles con rodeos
--dijo con una voz seca y sonora, arrastraba los plurales. El Alacrán volteó a ver al ensamblador, que parecía esperar a que alguien más apareciera del fondo de
la casa. Una de las hermanas sacó su abanico y comenzó a caminar muy pegada al anfitrión, que padecía
una úlcera y por alguna desgracia razón no paraba de
hacerla reír. Era su costumbre detenerse por lo menos
un instante frente a la variedad de cactáceas. Había
muebles de madera pesada, una vajilla de vidrio rojo.
Al llegar al salón donde pensaba acomodamos, sobre
una esquina alargaba su figura una parca guardiana.
Pero sobre todas las cosas destacaba un enorme nopal
de raza y lentejuela, orgullo del anfitrión.
-Antes de entrar a las espinas, ponte el huarache
-y dejó su mole en un sillón de anchos brazos forrados de piel. El aire del asiento encontró las válvulas,
bufó.
-No venimos por mucho tiempo --dijo la otra de
las hermanas.
-A boca de jarro, sólo la china y el charro, pero no
me lo tomes a mal porque unos corren tras la liebre, y
otros, sin correr, la alcanzan, aunque el bien gozado o
el mal sufrido, siempre en la cara, nunca escondido.
-Mata más una esperanza que un desengaño -respondió como un arma automática el Alacrán.
-Al cabo de tanto andar nos ha de salir un callo.
¿Tomas algo, tú, Alacrán?
Se levantó y extrajo de un rincón triangulado por un
grueso tronco una botella de José Cuervo y vasitos
mezcaleros. No había terminado el Alacrán el primer
trago, cuando sintió que la lengua se le adormecía irremediablemente.
-Esto no es tequila -pensó el ensamblador en voz
alta, mostrando su ojo gacho y azul-o Nomás Orendáin dénme a mí, por favor.
-¡Salud! -elevó el Alacrán, secundado por el anfitrión, que dijo:
-No hay que dejar el sarape en casa, aunque esté
el sol como brasa.
De pronto, sin quererlo, cruzó por la cabeza del Alacrán: "Desde lejos se conoce el pájaro que es calandria".
En una mesa se hallaban dos pares de esferas en
forma de pájaros unidas por un largo tubo de cristal en
cuya mitad había un pivote, sostenidas por una sola
pata, y una botella de farmacéutico a un lado. El anfi-
trión vertió un poco del líquido en un pequeño recipiente y luego calentó la esfera inferior de los dos pájaros. Al poco tiempo, las figurillas se inclinaban para
introducir el pico en el recipiente. Cada vez que hundían su pico, enfriaban la cabeza. El Alacrán derramó
el éter sobre las flores de un cacto y lo sustituyó con
parte de su mezcal. Entonces el enfriamiento de la cabeza fue aún mayor y las figuras se apresuraron a picotear en el líquido, hasta que el anfitrión alcanzó una
campana de cristal y el movimiento cesó.
-Chisme averiguado jamás es acabado --dijo el anfitrión.
El ensamblador rio para sus adentros; de cualquier
manera , en pocos días más, conforme la humedad del
verano cubriera todas las cosas, los pájaros bebedores
se verían imposibilitados y el experimento quedaría interrumpido hasta una nueva estación.
Nadie se quedó. Antes de salir, el Alacrán visitó el
baño. Miró una tinta de dos lobos obstinados y leyó
una inscripción a lápiz: "Se apoyó en los brazos de Damiana Cisneros e hizo intentos de caminar .. . Dio un
golpe seco contra la Tierra y se fue desmoronando
como si fuera un montón de piedras".
Pronto se deshizo de todo con la ayuda de un licenciado y, como tenía habilidades armónicas y sobre
todo una potente voz lírica, terminó en el Gimnasio.
Tenía toda la facha de un cantor de ranchero, de un
capitán de banda como los que jugaban pelota en las
inmediaciones de la institución.
26 de marzo, 03:58. Por fin , una madrugada es posible recordar que el canto de los pájaros, su vuelo franco, la desaparición de los insectos, su ocultamiento, el
ascenso de la temperatura son signos duraderos de
que la noche puede no ser eterna.
Biblioteca de México
8
Una mañana, el Alacrán y yo salimos del Gimnasio
rumbo a la terapia, que se hallaba bajando de Santa
Fe, en Mixcoac. Teníamos una fuerte desviación, una
rémora sentimental (y algunas cosillas más, hay que
decirlo), por la cual debíamos ir en busca de cierta terapia a una institución hermana del Gimnasio. Al pasar
por Tacubaya, nos llamó la atención una anciana que
no paraba de hablar sola; en el patio de su casa había
una mirtácea que por obra de Dios no dejaba de darle
frutos todo el año. Lo que le molestaba a la vieja es
que a todo el que por allí pasaba, se le antojabaarrancar una guaya; no sé por qué, pero también a nosotros
se nos antojó. Sin pedir permiso, nos Ilubimos a la
mata y engullimos las guayas. Ese día pasaba por allí
un andrajoso; como iba descalzo, nadie miraba que
sólo necesitaba unas cuantas monedas o algo para
comer. Antes de que pudiéramos bajar del árbol, la
viejita dejó de hablar sola y se fijó en el pordiosero.
Tanta compasión le entró que lo metió en su casa para
darle de almorzar. Cuando estuvo satisfecho, cosa que
sucedió muy pronto, le dijo a la mujer:
"Ahora que ya comí lo que pudiste darme, pídeme
lo que quieras, yo puedo concedértelo. "
La viejita pensó un instante dijo:
"Lo único que quiero es que le digas al árbol de
guayas que no deje bajar al que suba a sus ramas si no
se lo mando yo."
"Así será", respondió el limosnero y se fue satisfecho.
Quedó también ella muy complacida, pues así lograría espantar a todo aquel que quisiera aprovecharse de
sus frutos... como nosotros dos. Era inútil intentar un
salto, la vieja· no dejaba de mirar el árbol, orgullosa de
su obra. Aunque hubiera querido, no nos vio porque
enseguida volvió a su eterno monólogo. Pasaron años,
las nalgas y las piernas las teníamos hechas trizas ,
hasta que llegó por ella el señor de la muerte ...
"Ya es tiempo de que vengas conmigo, mujer, ya te
vine a buscar".
Sus brazos y piernas aún le respondían; sus ojos miraban aún en la oscuridad; su voz podía ser alta y baja
como quisiera. No era justo para ella. Pensó tan rápido
como pudo una forma de deshacerse de la inoportuna
visita. Salió a la puerta de la casa y le dijo:
"Me voy contigo, pero primero bájame unas guayas
para que me vaya bien comida."
"Haré lo que tú dices", replicó el viejo chamuco, "y
enseguida nos vamos".
El señor comenzó a subir, y entonces la anciana le
pidió que fuera más alto porque allá encontrarla las más
grandes y carnosas. La muerte, queriendo despachar
pronto el capricho de la vieja, se encontró con que no
podía descender por más esfuerzos que hacía. Para
nuestra fortuna, se hallaba tan contrariado por la burla
que nunca advirtió nuestra presencia. Sonriente, la viejita se metió a su casa y se desentendió por un rato más.
Pero en ese instante la gente dejó de morir, sin importar cuán enferma o desesperada estuviera. Más
tarde, unos practicantes de la Salud llegaron a tocar a
su casa. Uno de ellos, al ver la rebosante mata de guayas, lo primero que se le ocurrió fue subir por un
montón. Como tolÍos, no pudo bajar y, sorprendido, se
encontró entre las ramas con la misma Muerte, a la
que todos extrañaban, a pesar de que no habían pasado más que unos minutos de su desaparición.
"¿Qué haces aquí?", le dijo el aprendiz de médico,
"¡todo mundo te anda buscando!".
"Lo que pasó", contestó el señor de la muerte, "es
que esa vieja méndiga me engañó. Como venía por
ella, me pidió subir por las últimas guayas antes de
emprender el camino. Luego ya no pude bajarme, así
que todo aquel que sube, se queda aquí".
"¡No es posible!", gritó espantado el muchacho, y siguió: "¡Pepe, ven aquí, estoy atrapado junto a la muerte, alguien venga corriendo!" .
Los vecinos se arremolinaron alrededor de árbol y
decidieron tumbarlo con hachas. Cuando iban a comenzar a cortar, salió la viejita y les dijo:
"¡Qué hacen?, si quieren bajar a los que están en la
guaya, ¿por qué no me lo piden?
Todos los allí reunidos pidieron disculpas y la viejita
se dirigió al árbol. Acarició su corteza y le dijo:
"¡Deja que bajen!". Resignada, pensó que su fin estaba próximo. Pero al señor de la muerte le saltaron
miles, qué digo, millones de preocupaciones encima y,
mientras se descolgaba, le dijo a la anciana:
"¡Mira lo que has hecho, mujer!, ahora tengo mucho
trabajo y no te puedo llevar. ¡Otro día será!"
No podía creerlo, pero estábamos bajando de aquel
endemoniado árbol con el pellejo completo. Sólo que
ya era demasiado tarde para asistir a la terapia; era
muy tarde también para regresar al Gimnasio.
-¿Pasamos por los frontones?
-Qué día es.
-Jueves.
-Hoy toca Ulama, tú dices.
Decidimos jugar, creo sobre todo porque en el
fondo aún no ~reíamos haber estado tanto tiempo tan
cerca de la muerte. Pero entonces hubo una razzia a
exigencias del Gimnasio. Gracias a que no se trataba
en realidad de frontones cerrados, sino de verdaderas
canchas prehispánicas, hubo manera de escapar por
uno u otro lado. La leyera numerosa y no fue fácil
evadir las cachiporras. Intercambiamos golpes y caídos. Precisamente lo que menos necesitaba yo era golpes en la cabeza, y recibí dos, como cuchillos en su
funda. Lejos ya de aquel escenario, cerca del rlo de la
Magdalena, el Alacrán lavaba su rodilla de sangre,
mientras yo hacía cuentas.
El Alacrán y yo gastamos la mitad de lo que había en
nuestros bolsillos con tal de tomar el tren. Rendidos,
.con el cuerpo hecho trizas, nos dejamos arrullar por el
suave zumbido a nuestro alrededor. Comencé a soñar.
La tutora era Julia Roberts y Poli a al vez, una especie
de Campanita magnificada. El director del Gimnasio era
el enorme pecho de una troca que desbordaba el asfalto. Poli alcanzaba a arañarme por el radio de onda
corta, único superviviente del corazón paterno.
-¿Quién es el brujo portentoso que se disfraza de
viejo, va de puerta en puerta pidiendo y sólo desea a
las muchachas más bonitas? ¿Eres tú, chofer? ¡Eres tú ,
pájaro emplumado!
22 de septiembre, 23:17. Hay un aire lunático, un
dolor de frutas podridas y pájaros muertos que revuelve
las nostalgias del Caribe. Los bosques de los alrededores
se hacen ceniza y el continente es una caldera a fuego .
Mientras su padre cumplía una condena por haber
arrollado un camión escolar en la Alta California y la
mamá atendía en una tienda de ropa del centro, me
gustaba visitar a Poli antes de ir a casa a comer. Comamos ella y yo en pos de las chamarras de coero, nos
parábamos frente a las figuras de Brando y Dean,
prendíamos el amplificador y nos montábamos en el
bajo y la guitarra. No recuerdo si esperábamos una revelación, como, por ejemplo, lograr una manera de conectar el ampli al radio de frecuencia corta. Luego de
un rato, aburridos y sin hambre, jugábamos a las mate-
y
Biblioteca de México
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ocasión cuando yo era pequeña. Se detuvo con suavidad ante mi escritorio, y a medida que trataba de reconocer ese rostro yesos aja zas, se me ocurrió que la
pregunta debía ser "¿en qué puede ayudarme?". Después de todo, ¡estaba muerto!
Recompuso el rostro y siguió.
-No creas que creo en fantasmas y ESP. Sé bien
que la mente humana es muy tramposa y qu~ todas
esas mugres son cosas imaginadas o sugestiones. Pero
Elvis tenía razón; me preguntó: "¿Estás satisfecha con
tu vida?". "Tú debes ser mejor sicólogo de las mujeres
que yo -le contesté-... sin haber ido a la escuela".
Apenas lo había dicho cuando me estaba arrepintiendo. No obstante, él sonrío y con gran ternura replicó:
máticas del amor: ¿Richie Valens x The Fat Boys? = Los
Lobos, decía ella; ¿George Harrison 3? = Abe Vigoda, replicaba yo; ¿Hermann Hesse/ Motorhead? = ¡Bu!, James
Taylor; ¿Eric Burdon + Zsa Zsa Gabor? = Rod Stewart;
¿Isaac Asimov + Paul Anka? Mmmm... Thomas Dolby;
¿Norma n Mailer/Moe Howard? 1 don't believe in Zimmerman; ¿Budy Holly - Budy Holly? qué bobo, dijo
Poli: Paul Anka.
11 de agosto, 16:45. Hockney coloreaba palmeras,
albercas y faxeaba jóvenes hermosos de California,
donde se le llegó a admirar por su dandismo a lo
Oscar Wilde. Pero alguien lo ganó antes para la escritura en Pere Lachaise: "Fly you'd be in Yeats, Stay
you'll be in Keats; but born 1 was to be Wilde" .
George Harrison
Bob Dylan
Escuché la leyenda del Doc en labios de una escuálida rubia que parecía haber cruzado apenas la infancia
y, sin embargo, estaba en la fila de los peregrinos de
Ellis Island. Sus enormes ojos azules dominaban su pálido rostro. Parecía haber llorado; de hecho, recuerdo
haberla visto en el muelle discutiendo con el latino de
los pretzels. Afuera del edificio, las tiendas de campaña rivalizaban en colorido con la lluviosa tarde de noviembre.
-Mucha energía, ¿no crees?, mucha energía negativa
en este sitio. ¿Por qué no la invertimos?
y luego comenzó a relatarme su salida del Heartbreak Hotel.
-Lo conocí una vez, cuando era niña. No tuve que
echarme a correr, más bien él vino hacia mí. Me miró,
alzó su brazo y me dijo "hola, nena". y se fue. No era
tan fanática como otras de mi edad, apenas había visto
un par de películas, sobre todo una donde se pasea
como un simio por Acapulco, y no tenía más de diez
discos de él. Nunca coleccioné sus timbres, así que por
eso me sorprendió tanto verlo allí, parado del otro
lado del cancel que separa mi oficina del resto. "¿En
qué puedo ayudarle?", dije como un autómata mientras
cruzaba la puerta y se acercaba a mí, como aquella
"He estado en la mejor escuela de todas". Me desarmó,
era tan lindo, tan angelical... "¿Qué si estoy satisfecha?,
no, no lo creo", y me eché a llorar. Todos mis grados,
mis responsabilidades, mis asesorías a los hombres de
la nación se hicieron polvo. Había algo que no había
querido enfrentar, mi soledad y el páramo que era mi
futuro, y él no había venido a recordármelo, sino a decirme: "Mujer, debes ampliar tu horizonte, regala afecto, no lo cobres". Afirmé con gran énfasis y me cubri
el rostro con las manos. Cuando volví a la escena, se
había ido. Me limpié la cara· y se me ocurrió rezar,
pero entonces comenzaron a llegar las secretarias y me
encerré de nuevo. Nunca más volví a verlo, y de vez
en cuando pongo sus discos.
El aduanero, un tipo de ojos resgados y enorme estatura , la llamaba. No supe si el Doc era vietnamita,
japonglés o nativo de Graceland, pero tanto ella
como yo traíamos rnnemotarjetas con la clave de un
agente suyo, así que pasaríamos directamente a vacunación. Regresamos a las tiendas de campaña con el
tiempo justo para tomar nuestras cosas y subir al
transbordador que nos llevaría al buque de peregrinos. Pronto dejamos la bahía, como se deja a una
mala madre.
Biblioteca de México
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te estaban siendo, tú eras esos
árboles más los que ciertamente
invernaban). Eran, pues, los
mismos árboles, los por verdecer en la siguiente , nu eva primavera, sombrosos, ornamentales, opulentos hasta mediados
del otoño cuando hacen hojarasca sobre tierra de estaciones.
Ni aun cuando vencidos los talados son ajenos al invierno (ni a
la nieve pues nevaba mientras
siendo tú también e ras tú su
mano sin guantes entre tu mano
desguantada, entibiadas e n el
Árboles
Los árboles sin ramas ocupados
por otros sin estaciones , altas
copas tramadas, entre verdes los
grises de barbas de palo, las flores, frutos , pájaros, fijados ante
volátiles grumos bajando, asentándose sobre veinte años sin
nevar o sobre los veintidós años
que tiene ¿o es lo cierto cayendo sobre cosas menos familiares, palacio s, vías antiguas,
monumentos, ingrimidad , la ingrimidad desde Puerta Pía hasta
Monte Sacro, acentu á ndose
hacia laterales recovecos en la
medianoche de la noche de invierno? Nieva también sobre los
árboles que no están, la conversación que tampoco es donde
p a labras y nieve se juntan ,
amontonándose para cuando retorne el día las disuelva un sol
de mediodía. Si continúa nevando, otra noche parecida, entumeciente, casi sin viento como
en la que vienen, deteniéndose
de cuando en cuando ha s ta
cumplirse en la mirada, pues no
bastan las palabras bajo los árboles enteros o los de muñones
en la medianoche de invierno,
nevando.
No era yo ¿o eras tú siendo
en cuanto había , que era aunque nada estuviera pero que era
más tú siendo hasta no ser tú?
No era yo, tampoco los árboles
eran otros puestos al invierno,
jabillos, apamates, acacios, guayacanes, ni frondosidades escapadas que estamparan s u s
muchas llevazones sobre el durmiente cielo desteñido (también
Por la Vía
Nomentana
una noche
de invierno
OSWALDO TREJO
bolsillo izquierdo de su abrigo o
en el derecho del tuyo, pesadísimos, m an os distintas , la suya
más expresiva qu e la tuya en
experiencia y calidez) como
tampoco las manos a las manos,
definitivamente heladas, explorando humedades ocultas y definitorias de deseos, dándose a la
intemperie.
Ventanas
Las ventanas sin iluminación
desplazadas por otras sin oscuBiblioteca de México
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ros, algunos rostros asomados,
entre amaneceres los tejados de
caserones de pueblo, las romanillas, zaguanes, corredores, sustraídos ante patriarcales dueños
desprevenidos , cabalga ndo sobre parajes empedrados sin desyerba r o sobre los veintidós
años que comparan ¿o es lo
trasladado desentonando sobre
presencias más impresionantes,
arquitecturas, nombres honorificados, muros, atemporalidad, la
atemporalidad desde Puerta Pía
h as ta Monte Sacro, yéndose
h ac ia surgidas vivencias en la
medianoche de la noche de invierno? Yerba también sobre las
ventanas que no están, las interpolaciones que tampoco cesan
donde arraigo y yerba se encubren afianzándose para cuando
intervenga la distancia las ubique la fabulación del trópico. Si
sigue yerbando, otra noche germinante , alucinatoria , casi sin
distingos como en la que pasan,
entreteniéndose de cuando en
cu a nd o h as ta perderse e n el
prado, pues no bastan las consta tac iones d esde las ventanas
supuestas o las existiendo en la
me dianoche de invierno , yerbando.
Tampoco era yo ¿o eras tú desandando en cuanto faltaba , que
ve n ía aunqu e n a da estuviera
pero que era más que tú estando hasta no ser tú? Tampoco esta ba yo, menos las ventanas
eran otras ofrendadas al inviern o , balaustradas , enfiestadas ,
habitadas, ni imposiciones altane ras que suscribieran sus care ncias cotidianas sob re la
andadísima vía romana (también
te estaban siendo, tú eras esas
cosas más las que indudablemente estaban). Eran, pues, las
mismas ventanas, las por desplegarse en la deseada, cercana
primavera , asoleadas , rescatadas , a provechadas hasta comienzos del otoño cuando
resucitan cerrazones sobre días
de recogimientos. Ni aun cuando resecados los ambientes son
ab iertas a l invierno (ni a la
yerba pu es yerbaba mientras
siend o tú tambié n eras tú su
complicidad sin regateos entre
tu decisión acogida , conversadas
en el trayecto concedido de su
andanza o en el estrenado del
tuyo, celebradísimas, actitudes
convergentes, la suya más abrumadora que la tuya en apoyos y
desvelos) como tampoco las
irreverencias a la propagación,
continuamente vigiladas, detectando interpretaciones deformadas o inadmisibles de intenciones , desbordándose en la medianocl)e.
Gatos
Los gatos sin rescoldos convocados por gatas sin desencelos,
grandes gatos romanos , entre
maullidos los prados de parideras de ovejas, las reptaciones
barcinas, tricolores, atigradas,
vencedoras ante jadeos humanos descargándose , concluyendo sobre desnudas partes sin
devolución o sobre los veintidós
años que exalta ¿o es el orgasmo proyectándose sobre parajes
más haberes, ovejas, gatos rasguñados, huertas, llovizna, la
llovizna desde riberas del Aniene hasta Monte Sacro, aumentando hacia vías desoladas en la
medianoche de la noche de invierno? Llovizna también sobre
los gatos que no reposan , los
mismos que tampoco acaban
donde separaciones y llovizna
se complementan, solapándose
para cuando regrese la mañana
las conjure una indulgencia de
mediodía. Si continúa lloviznando, otra noche desacatada, fornicatoria , casi sin mutación
como ep. la que caminan, apu-
rándose de cuando en cuando
hasta despedirse en el apego,
pues no entienden las distancias
sobre los gatos desperdigados, o
las ovejas en la medianoche de
invierno, lloviznando.
Menos era yo ¿o eras tú reincidiendo en cuanto impedimento , que enfrentabas aunque
mucho costara pero que era más
que tú siendo hasta no ser tú?
Menos era yo, tampoco los
gatos reprimian instintos soltados al invierno, maullidos, zarpazos, mordeduras, alaridos, ni
crispazones aplacadas que dejaran sus desprendidas pintas
sobre el tomado suelo disponible (también te estaban dispensando, tú eras esos gatos más
los que racionalmente éramos).
Estaban , pues, los romanos
gatos, los por mostrarse en la inmediata , bienvenida primavera ,
hermoseados, prevenidos , juguetones hasta principios del invierno cuando hacen soñolencias sobre ruinas de Roma. Ni
aun cuando idos los turistas son
dados al invierno (ni al lloviznar, pues lloviznaba mientras estando tú también eras tú su
desacato sin temores entre tu incumbencia, presentes en las rebeldías venidas de su errancia o
en la fluyente de la tuya, compartidísimas, ellas sustentadas, la
suya más ponderada que la tuya
en desvaloros y rechazos) como
tampoco la laxitud a la impaciencia, mutuamente contrastadas, considerando situaciones
previstas por seres completándose en la medianoche.
Biblioteca de México
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Promesas
Las promesas sin recompensas cambiarlas por otras sin
santos, alteradoras invocaciones
oídas, entre pláticas los ejemplos de obras de controversia,
los replanteamientos, rupturas,
sustituciones, petitorias ante
blancos espacios exigiendo ,
aguardando sobre siete colinas
sin desherrumbrar o sobre los
veintidós años que involucra ¿o
es la inconformidad dándose
sobre opciones tentadoras, aperturas, proposiciones audaces, innovaciones , transgresividad, la
transgresividad desde Monte
Sacro hasta territorios baldíos,
dirigiéndose hacia rutinas condenadas en la medianoche de la
noche de invierno? Herrumbra
también sobre las promesas que
no compensan, los rompimientos que tampoco son donde intentos y desherrumbre se excusan, aplazandose para cuando
llegue el día los reconozca el
resplandor del mediodía . Si
sigue herrumbrando, otra noche
deudada , reclamatoria , casi sin
escuchas como en la que impugnan, exaltándose de cuando
en cuando hasta desconocerse
en la rutina pues no bastan los
destellos bajo las promesas hechas o las búsquedas en la medianoche de invierno , desherrumbrando.
Ni era yo ¿o eras tú tanteando
en cuanto obsesionaba, que surgía aunque nada apuntalaras
pero que era más que tú siendo
hasta no ser tú? Ni era yo, tam-
poco las promesas eran arrebatos caídos al invierno, presuntuosos, simplistas, fútiles , caprichosos, ni imposibles comprobados que señalaran sus propias
claudicaciones sobre los gozosos esfuerzos dedicados (también te estaban precisando, tú
condenabas esos albures más
los que indudablemente correrías) . Eran, pues, las irrenunciables promesas, las por pagarse
en las comprometidas, venideras
estaciones, desafiadoras, enojosas, alteradoras hasta concluir
las hechas cuando seguirán
otras sobre caducidades de embalsamiento. Ni siquiera cuando
adversos los empeños son abandona bies al invierno (ni a la herrumbre, pues herrumbraba
mientras confiando tú también
eras tú su creencia sin reservas
entre tú inquietud creciente,
mantenidas en la manifestación
serena de sus gestos o en la gratitud de los tuyos , integradísimas , consideradas únicas, la
suya menos vehemente que la
tuya , en resultados y acogencias) como tampoco las intenciones a las imposibilidades,
continuamente enfrentadas, deslindando fijaciones enquistadas
y retardadoras de procesos, enajenando la medianoche.
Naipes
Las cartas sin marcas tenidas
por cartas sin reyes , positiva
tanda colocada, entre satisfacciones las luchas de superación
de obstáculos, los éxitos, laureolas, sinsabores, reiterados ante
muchas corazonadas, alternándose sobre ciertos hechos sin
vaticinar o sobre los veintidós
años que acalla ¿o es el futuro
pasando sobre realidades más
adivinables, viajes, recibimientos
inesperados, obsequios, dificultades , las dificultades desde
Monte Sacro hasta lejanías , intensificándose hacia previstos
lugares en la medianoche de la
noche de invierno? Vaticina también sobre los reyes que no juegan, e l suspenso que tampoco
evidencia donde faz y vaticinios
se manifiestan, desvinculándose
para cuando comparezca el día
los agracie un sol de mediodía.
Si vuelve vaticinando , otra
noche adivinatoria , interrogativa ,
casi sin definitivas como en la
que barajan, pensándose de
cuando en cuando hasta reírse
en la madrugada , pues no desmerecen los paseos sobre las
cartas tiradas o las de relecturas
en la medianoche de invierno,
vaticinando.
No era yo ¿o eras tú zozobrando e n cuanto escuchabas ,
que presentías aunq ue poco
creyeras pero que era más que
tú siendo hasta no ser tú? No
era yo, tampoco las cartas silenciaban palos asociados al invierno, espadas, copas, oros, bastos,
ni aspectos negativos que falsearan las echadas suertes sobre el
áspero paño remendado (también te estaban desprejuiciando,
tú barajabas esas cartas menos
las que convenidamente apartabas). Caían, pues, las desreyadas
cartas , las por observar en la
cuidadosa colocación piramidal,
nombradas, meditadas , tocadas
hasta sacarles e l decir cuando
agotan augurios sobre tiempo
de expectativas. Ni s iquiera
cuando negativos los vislumbres
son lanza bies al invierno (ni a la
Biblioteca de México
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credibilidad pues vaticinaba
mientras es tand o tú también
eras tú su motivació n si n renuencia entre tu constancia deudora , metidas en e l mazo
barajado de su turno o en e l
manoseado del tuyo, reiteradísimas, dádivas convincentes, la
suya más afirmada que la tuya
en realidades y creencias) como
tampoco los propósitos al azar,
separadamente solícitos , propósitos entrañables y seguros de
cumplir, forjándose en la medianoche .
Aguas
Las aguas sin fin dejadas por
otras sin desafectos, blancas millas firmadas , entre blancos los
apuntes de litorales de blancos,
los acantilados, caseríos, cocoteros , asomados ante personalizados blancos climando , destacándose sobre espejados años
s in des reverberar o sobre los
veintidós años que hojean ¿o es
la lu z aconteciendo sobre dominios menos intervenidos, exacteces, colores maltratados, calcos,
convencionalidad, la convencionalidad desde partidas hasta lle-
gadas , envalento nándose hacia
donde desarmable en la medianoche de la noche de invierno?
Reverbera ta m b ié n sobre las
aguas que no están, la infecundid a d qu e tamp oco ex iste
do nde fo rmas y reverberac ió n
se confabulan, validándose para
cuando vuelva el día las descubra la actuación del mediodía. Si
co ntin úa reve rb e ra nd o, o tr a
noche soporosa, cegadora, casi
sin in ve te ra ncias como e n la
que están dibujándose de cuando en cuando hasta desadormece rse e n la tra vesía pu es n o
b as ta n las fo rm as so bre las
aguas migratorias o las de lienzos en la medianoche de invierno , reverberando.
Tampoco era yo ¿o eras tú entrando e n cuanto e nigma, q ue
abo rda bas aunqu e nada obtu vie ras p ero qu e persistía más
qu e tú siguie nd o hasta no ser
tú? Tampoco e ra yo , tampoco
las ag u as recostaba n b la n cas
pe rspectivas al invie rno, lonad as, ca lizas, descolo rad as, esp ec tr a les , ni inte ri oridades
confusas que airearan sus blancos lito ra les b a jo m a rm ó reo
cielo solidario (también te andaba n n avega nd o, tú sa luda bas
esas aguas menos las que finalme nte desp edías). Era n , pues,
las invictas aguas, las por recibir
en la despaisajada aparición reverberante , cifradas, óseas, circunscrit as h as ta ca rga rl as d e
anécd o tas cuando disculp arán
equívocos sobre significados de
desentrañamiento. Ni aun cuando tortuosas las rutas son achaca bl es a l in v ie rn o ( ni a la
reverberación pues reverberaba
mientras navegando tú también
rememorabas tú su sabiduría sin
pedancias entre tu aventura comenzada, insertadas en el tiempo faltante de su compañía o en
el develamiento del tuyo, amadísimas, cosas futuradas, la suya
más p rocesada q ue la tuya e n
alternativas y secue ncias) como
tampoco la desidia a las carencias, p arc ialme nte có mplices,
delimitando situaciones insólitas
y d es p o ja d as de te m e rid a d ,
apuntándose al acierto.
......
:- .....
~ ==
:':--.-::.;
' ?i~j-<~t~
-::- --=--
....
.......
".
.-.-
Biblioteca de México
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Relámpagos
Los re lámpagos sin estrue ndos hundidos por uno sin intermite n cias, inc ré dul as mirad as
sorprendidas, e ntre rojocidades
los arriba de abajos de poblaciones, los olivos , muérdagos, laureles, penumbrados ante altivas
cabezas aguardando, pensándose sobre unos pedestales sin adjudicar o sob re los sacrificados
años que terminan ¿o es lo realizado reposando sobre reconocimientos me nos póstumos , medallas, elogios sempiternos, preseas, homenajes, los homenajes
d esde lu gares n ac im e nt a les
hasta otros resididos, imposibles
h acia do nde criticados e n otra
medi anoche de otra noche d e
invierno? Graban también sobre
los relámpagos que no re piten,
las me morias que tampoco retienen donde nombres y hechos se
ac umula n , e mpuj á nd ose pa ra
cuando llegue el día los valores
la claridad de medio día . Si siguen grabando, otra noche martill a d a, p o lvo ri e nta, cas i s in
sile ncios como e n la qu e sonríe n , so nrojá ndose d e cuando
e n cuando hasta re ponerse en
lo sido pues no bastan las suposiciones bajo los relámpagos ausentes o el de permane ncia en
la medianoche de invierno , grabando .
RUBÉN DARlo
LIBROS VIEJOS
A orillas del Sena
papel impreso. Los tipos de vendedores son variados,
como los de los fieles bibliómanos. No escasea entre
los primeros el erudito, que os da una lección de historia de la tipografía, de ediciones princeps, de incunables , mientras os vende un apolillado Horacio o
Cicerón. Entre los segundos se ven apacibles profesores, sabios condecorados, simples sabios. He creído en
más de una ocasión encontrarme con la amable figura
de M. Bergeret. .. Lo que es a M. Anatole France no lo
he visto jamás, demasiado metido en políticas y socialismos como está, él , el más aristocrático de los escritores franceses, que desaparece de repente de París y
aparece en los palacios de príncipes italianos, sus amigos, o se va a Egipto, o a Atenas ... No tiene ya tiempo
de ir a las deleitosas correrías del bibliófi lo , que en un
tiempo fueron su placer. Junto a los respetables profesores, al lado de los tranquilos amantes de la sabiduría,
detiene el vuelo una bandada de poetas y artistas jóvenes, cabelludos aún, o mondos, de modestas indumentarias, aires pensativos , ojos ll enos de ensueño ,
miradas llenas de ideas. Pobres como los ruiseñores,
Rescatamos, para solaz de nuestros lectores , dos "crónicas" de materia libresca muy atinentes a los intereses
de Biblioteca de México: Darío y Gutiérrez Nájera
nos ponen al tanto de sus bibliofilias y sus bibliofobias.
Me he acordado, en una mañana de comienzos de
otoño, de ir a ver a mis viejos amigos los viejos libros
de las orillas del Sena. Es un paseo higiénico, melancólico y filosófico. Desde el Quai d 'Orsay hasta mas allá
de Natre-Dame, se goza de espectáculos imprevistos,
fuera de lo pintoresco exterior. Por allí he visto una
vez, con un chambergo semejante al del general Mitre ,
al sabio Mommsen. Por allí he encontrado al poeta
Paul Fort y a M. Remy de Gourmont. Por allí saludé
una vez al Dr. Bermejo. El .. morne .. Sena verleniano
corre abajo. El Louvre alza su masa gris. Los vaporcitos
se deslizan. Omnibus y automóviles pasan veloces
entre los .. quais», las casas viejas y el venerable Instituto. Arregladas o amontonadas las cantidades de papel
impreso, son el atractivo de especiales visitantes y
compradores, curiosos, bibliófilos, bibliómanos, filósofos , poetas, estudiantes. No es raro ver también junto a
una grave peluca, junto a un extraordinario y antiguo
gabán , la cara sonrosada, los cabellos rubios de una
muchacha. Cuando es en buen tiempo primaveral, hay
pájaros en los árboles vecinos.
Ancianas biblias, caducos misales, forman pilas sobre
el parapeto. Colecciones de ilustraciones viejas hacen
largas trincheras. Y entre las cajas de los .. bouquinistes»
está la profusa tentación de los aficionados. Allí hay de
todo. Hay sus pequeños »inferii», de cosas prohibidas,
vulgares novelas cantaridadas, tratados secretos para
colegiales y gente de cierto jaez. Especialistas ofrecen
clásicos de Aldo Manucio , o de las memorables imprentas de Flandes. Ya ha pasado el tiempo en que se
podía encontrar una ganga por casualidad, la joya bibliofílica que valía dos o tres mil francos y costaba
treinta o cuarenta céntimos. Hoy todos esos vendedores estacionados a lo largo de los .. quais» saben perfectamente lo que venden , y las buenas fortunas de los
buscadores de antaño se hacen casi imposibles. No
obstante, la baratura de lo que por lo general allí se
encuentra, es notable. La obra rara , con todo, allí como
en todas partes, habrá que pagarla caro.
Octave Uzanne ha escrito un interesante folleto
sobre los vendedores de libros de las orillas del Sena.
Otros escritores han pintado la curiosa vida de esos sedentarios del aire libre que, invierno y verano , bajo la
nieve o bajo el sol, tienen por oficio sacudir el polvo a
su mercancía y aguardar al cliente o al transeúnte , que
se siente atraído por la fila de cajas y los montones de
Aldo Manucio, inventor de las letras cu rsi vas
Biblioteca de México
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libros viejos
° orillas del Seno , 1951
compran poco, hojean mucho. Abundan los libros de
estudio. Es que los estudiantes tienen un gran recurso
cuando se sienten atacados de la tradicional inopia.
Saben que el vendedor les compra con seguridad, a un
precio relativo, sus volúmenes. Así, un código comentado contiene muchos almuerzos, muchas comidas en
las cremerías del Quartier. Esos volúmenes siempre tienen salida, y duermen en su caja como en un Monte
de Piedad. Son muchos los .magazines. ingleses y las
publicaciones científicas de todas las partes del
mundo. El Instituto provee largamente a los .bouquinistes·. Hay pilas incontables de tesis, antiguas y recientes, y obras enviadas a eminentes académicos, con
sendas y elogiosas dedicatorias.
Lo que más se encuentra, naturalmente, son novelas,
novelas de todas clases y de infinitos autores, desde
los del siglo XVIII hasta los de nuestros días, ejemplares
de libros que -acaban de aparecer-, a 3.50 francos, y
que se venden por 80 céntimos. Hay rimeros de gloria
fallida, arrobas de ingenio desperdiciado y averiado ,
copiosas cosechas de musas trashumantes que trabajaron para el olvido, esfuerzos inútiles .. . Allí yace la vanidad de la cantidad. Allí reposan los que han "hecho
obra·: ¡tantos volúmenes, tantos tomos de crítica, tantas
novelas! ... ¡Nada, nada, nada! A diez, a quince, a veinte
céntimos. La letanía de nombres desconocidos es abrumadora. Abrid un libro, y alguna chispa de talento encontráis siempre. Es el muladar de los ratés y el
cementerio de los mediocres.
Impresos en elegantísimo papel, en formatos artísticos, con magníficas ilustraciones, suelen hallarse autores mundanos que han pagado bien caro una tentativa
de consagración literaria. Poetas francorrumanos y
francobrasileños, antiguos diplomáticos que conocieron a la princesa de Belgiojoso, rastacueros cosmopolitas de las letras, están representados por tomos de
versos, momias de poemas, marchitos homenajes, exhumadas galanterías, adornadas generalmente con el
retrato de los autores .. . Vanidad de vanidades y la más
inofensiva de las vanidades. Allí duermen arribistas de
ayer, y llegan los de hoya comenzar su sueño de mañana. En cambio, no he encontrado jamás, en la ensalada barata de esos cajones de literatura usada, ni un
tomo de los sonetos de Heredia, ni una .plaquette. del
pobre Lelian. Generalmente, lo barato es lo que merece la baratura. Impreso por Vanier, el editor de los decadentes , de terrible memoria , ha consagrado un
volumen de versos que se titula Humbles Mousses. Allí
leo los siguientes versos que traduzco, pues veréis que
el caso merece la pena:
LOS VERDADEROS RICOS
Vosotros, que sabéis ganar el pan de cada día
Y, cubiertos de arpillera o de lienzo,
Dormís bajo los grandes techos, casi al aire libre,
. O bajo la cabaña, humilde morada;
Biblioteca de México
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Hacia los ricos hoteles de piedra, donde el oro abunda
En donde pensáis que estaríais mejor,
Guardáos de lanzar una mirada envidiosa:
¡Sois vosotros los felices de este mundo!
maestro, ditirámbico, ultrapindárico. La dedicatoria, lo
más respetuosamente escrita, y dentro del libro, y en la
parte dedicada a Richepin, una carta sentida y humilde. Pues bien, Richepin ni se dio cuenta del libro, ni le
importó un ardite la dedicatoria, ni tocó la carta; y por
treinta céntimos hice el rescate... Qué mucho, si un
eminente crítico ha mandado vender en tas gran número de autores editados por el Mercure, sin cuidarse
de borrar bien dedicatorias como las que he hallado
en las Ballades, de Paul Fort ... ¿No os decía que entre
los libros viejos de las orillas del Sena se recogen lecciones de .. . filosofía, y valiosísimos granos de experiencia? Si no, os lo certifico ahora.
Más allá del Instituto hay un intermedio entre libros
y libros, el que llenan las cajas de vendedores de medallas, de curiosidades, monedas antiguas, condecoraciones, alfarería desenterrada, y una especie de museo
de Historia natural en miniatura. Hipocampos secos,
como los que venden los muchachos napolitanos de la
costa, corales, piedras preciosas, verdaderas é imitadas,
hierros viejos de los que regocijan a Santiago Rusiñol,
asignados , autógrafos, esculturas. Allí hay cosas de
todos los siglos, desde fragmentos de objetos de la
época cuaternaria hasta escarapelas del tiempo de la
Revolución. Y más allá, continúa la serie de cajas de libros, custodiados por sus taciturnos vendedores.
Hoy vuelvo contento, porque he visto a una niña
rubia comprar por un franco cincuenta, y una sonrisa
muy rosada, una Nuestra Señora de París, no lejos de
la armoniosa y serena Catedral; porque lejos de los
malos hombres que murmuran y que odian, he saludado al otoño que acaba de llegar; y porque he adquirido un Quevedo impreso en Bruselas en tiempo del IV
Felipe, hermoso, claro, con tapas de pergamino, por
sesenta céntimos.
Los pórticos de mármol y los artesonados
Ocultan el cielo, las corrientes aguas;
Cuando se tiene la idea de acumular rentas,
¿Se sabe acaso el encanto de los estíos?
Ni una sola de las felicidades que hacen amar la vida
Se da por el dinero;
La luz serena y el aire, el azul cambiante,
El sol, de alma encantada,
El hechizo de los grandes bosques y la gracia de las
El césped, el perfume de las rosas,
[flores,
La embriagante dulzura de las innumerables cosas
Bellas de formas o de colores,
Vienen a ofrecerse, sin pedir nada
Al más modesto de los transeúntes,
Mientras que en pleno aburrimiento, hastiado, privado
Bosteza el dueño del dominio.
[de sentir,
Pronto, cansado de los objetos que apenas ha querido,
Está sin necesidades y sin goce:
Saturado de todos los placeres que da el oro,
No desea nunca nada más.
¿Sabe acaso si hay en la tierra un sólo ser que le ame?
El hombre afligido de tesoros,
Se halaga esperando un amor compartido:
Una dote lo atrajo a él mismo.
Su corazón está lleno de sospechas adormidas:
y mientras que el pobre diablo
Tiene la dicha de creer en la amistad sincera,
El duda de todos sus amigos.
HISTOlllA
L
¡Ah! compadecedle a ese rico; cuando el alma alegre,
y sin cuidado del mañana
Le veis, camin~ndo, la mano en la mano,
Su palacio hecho a la soberbia,
1
Vosotros tenéis la amistad, el amor, aun la alegría
De admirar la simple Naturaleza.
y ese poderoso no puede, ¡oh, triste criatura!
Comprarlos con su oro.
El autor de eso se llama Fran~ois Haussy, pero ese
es el pseudónimo que oculta el nombre de Federico
Humbert, el marido de Madame Humbert, que hoy, en
la prisión de Fresnes, paga, con ella, las famosas estafas que conocéis, Es decir, no las paga; las purga ... Federico Humbert es un poeta a treinta y cinco céntimos
en el quai des Augustins ...
Mi reconocido orgullo ha recibido en esos mismos
lugares importantes lecciones, ¡oh, mis colegas de
América! Por allí he comprado unas Prosas profanas,
con la dedicatoria borrada, a treinta céntimos. Los que
enviáis libros a estos literatos y poetas, a estos -queridos maestros·, no sabéis que irremisiblemente vais a
parar al montón de libros usados de los muelles parisienses. He comprado, entre otras obras de amigos
mios, un tomo dirigido aJean Richepin por un joven
hispanoamericano, tomo de estudios sobre autores de
Francia, en los cuales estudios hay uno del susodicho
Portada de La
Biblioteca de México
57
vida del buscón, edición de 1626
MANUEL GUTIÉRREZ NÁlERA
LA JUVENTUD DE
ENRIQUE IV
Sin producir ninguna alarma en la prensa, ha circulado profusamente esta noticia de carácter oficial: "A la
Biblioteca Nacional, han concurrido durante los días
transcurridos del 1Q de enero el día 3 del corriente
mes, 47 232 personas. LA OBRA QUE HA SIDO MÁS
SOLICITADA POR LOS LEcrORES HA SIDO La juventud de EnriqueIV."
En otro orden, tiene esta noticia, tanta importancia,
como la de la baja de la plata. Indica una bajeza. En el
corriente año fiscal de 1893-1894, gastaremos... $ 25
833.50 en propagar La juventud de Enrique IV. ¡Y para
ver tal situación se armó la gran revolución!
Las enormes sumas empleadas en reconstruir y hermosear el edificio; en compra de libros y periódicos,
etcétera, etcétera, sólo han servido para establecer un
Conservatorio Nacional de La juventud de Enrique IV.
El templo de San Agustín, convertido en templo de
Ponson du Terrail, revela una barbarie no muy inferior
a la de los sacrificios humanos.
La juventud de Enrique IV desde hace veinte años y
algo más, está defraudando al erario público. Esa obra
detestable del más detestable de todos los novelistas
conocidos, tuvo siempre admiradores entre los oficinistas o empleados del gobierno. Los cuadernos de la Biblioteca para todos, que publicó tal culebrón, se
escondían en todos los expedientes, obstruían el paso
a todos los informes, imposibilitaban el despacho de
todas las minutas. La juventud de Enrique IV ha costado a la nación un dineral.
Pero, hasta ahora, la nación no le había construido
un templo. La masa alfabética de la población no le
llevaba oficial y solemnemente millares de víctimas.
Hasta llegué a sospechar que La juventud de Enrique
IVhabía pasado, como casi todas las juventudes.
Por desgracia, coexistía y coexiste vigorosa, con el
paludismo, con" la pulmonía, con el tifo y la enteritis.
México le paga cada día el tributo de las cien doncellas, y no ha habido hasta ahora nadie que denuncie
ese foco de infección abierto en la Biblioteca Nacional.
El francés que haya leído la noticia copiada antes,
debe suponer que México está situado en el entresuelo
de la Patagonia. Una clase media estudiantil (ésta compone la mayoóa de los concurrentes a la Biblioteca)
que se nutre de La juventud de Enrique Iv, tiene que
digerir a fuerza de alcohol y de balazos. El primer
deber del ciudadano súbdito de Ponson du Terrail es
adquirir una pistola de a doce reales y dispararla en
cualquier parte. El segundo deber de ese mismo ciudadano es el de emborracharse. Y el tercero ... el tercero
es la mitad del sexto.
Es innegable que no toca al gobierno impedir que
los cursis y las cursis, los estudiantes enemigos del estudio y los vagos mal entretenidos lean La juventud de
Enrique IV. Tampoco puede impedir que el indio se
alimente con tortilla y chile. Pero así como en los asilos oficiales se da al asilado una alimentación conveniente, así en las bibliotecas debe darse al lector lo
que le nutra, no charamuscas ni polvorones literarios.
La Biblioteca no es un gabinete de lectura. No ha
sido creada para hacer competencia al arsenal de culebrinas y de culebrones abierto en el callejón del Espíritu Santo. No debe gastar un centavo en comprar
mamarrachos como las novelas de Ponson du Terrail,
ni en empastarlas o encuadernarlas cuando las reciba
gratis, ni en mantener dependientes que las suban a
los estantes y las bajen de ellos.
Es evidente que. no tiene derecho el bibliotecario
para ejercer previa censura, ni para imponemos una
religión, una filosofía, una literatura oficiales. Es evidente que no debe prescribir la novela, ni forma alguna literaria: mas a la adquisición de libros y al orden
que se asigne a éstos ha de presidir algún criterio, el
cual, siendo recto, rechazará las obras baladíes, las rematadamente malas, las que no sirven para nada y estorban ocupando el lugar que debían tener otras.
Existía -no sé si existe- una costumbre pésima en
la Biblioteca: la de encuadernar y empastar los folletines de periódicos. Por ese medio se ha enriquecido
con las obras de Pérez Escrich, de la Sinués de Marco,
de Ortega y Frías, de Tárrago y Mateos, de Antonio de
Padua, etcétera. Y tal sistema es el que sirve para formar bibliotecas caritas, como la del escribiente, la del
joven meritorio, la del anciano que canta o toca en las
funciones de iglesia, pero no para formar una biblioteca pública.
Da grima que mientras yacen encajonadas muchas
obras científicas y de consulta; mientras no se consigue
el último ni el penúltimo, ni el antepenúltimo número
de una revista extranjera, cuando del más reciente debieran estar listos varios ejemplares por el carácter de
actualidad que tienen publicaciones semejantes; mientras hay libros de verdadera importancia sin alojamiento
en los estantes, La juventud de Enrique IV siga causando las delicias de muchos jóvenes que llevan camino
de casarse con lectoras de La mujer adúltera para procrear criaturas que devoren El pan de los pobres.
Proporcionar al estudiante manera cómoda de perder el tiempo no es un fin social. No necesitamos escuela preparatoria de valientes de cantina . La
Biblioteca no es el billar de los muchachos que no tienen dinero ni crédito para jugar carambolas.
Estoy porque se suprima La juventud de Enrique IV;
pero si no quieren suprimirla, estoy porque no se diga
oficialmente al mundo: "La obra más buscada en la Biblioteca Nacional de México es La juventud de Enrique IV. "
.... Guillermo Kohlo, Biblioteca Nocional de México, 1907
Biblioteca de México
59
MA N U E L
p o R R A S
11
I~
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J)I[
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1 B 1 1 () \1
\
Incunables mexicanos
()
Item , porque sería coso
muy útil y conveniente
haber allá imprenta y molino de papel.
Memorial. Fray Juan de
Zumárraga.
Pocos años habían transcurrido desde lo conquisto de Mé xico por los
hispanos, y el entusiasmo
literario de los nativos y
de extranjeros avecindados en lo capital de lo
Nuevo España, podían
competir con lo sed de
oro y el afán de descubrimientos y conquistas que
enardecían o los aventureros y soldados que lo
viejo España constantemente nos enviaba .
Nicolás León .
Honro o lo ciudad de México
el haber sido lo primero en el
continente americano que se
benefició con el establecimiento
de lo imprenta -ese nuevo
descubrimiento que en opinión
de los estudiosos revolucionó lo
historio de lo humanidad-, o
lo par de haber sido también lo
primero que dio cabido o lo
Universidad en América Latino .
A dieciocho años de lo
caído de México - Tenochtitlan ,
en 1539, Nuevo España cuento yo con lo primero imprenta .
Dos son los tesis predominantes
que trotan de explicar su llegada y puesta en funcionamiento:
La primera sostiene que es Esteban Martín el primer impresor
que se instala en la Nueva Españo . Los fuentes históricas señalan en un Acto de Cabildo el
5 de septiembre de 1539 :
"Este día los dichos señores recibieron por vecino o Esteban
Martín, empremidor y que dé
fianzas y que hasta los dé no
goce." Y como para adquirir lo
veci ndad se requería de 5 años
de residencio , se desprende
que debió haber llegado en el
año de 1534. Cabe señalar
que el taller de Esteban Martín
probablemente estaba constituido por uno pequeño prenso de
modero , un corto surtido de
tipos metálicos y algunos utensilios tipográficos modestos , los
indispensables poro imprimir
formularios, doctrinas y otros
piezas similares. Su existencia
está fuero de duda , y lo confirmo claramente lo corto del
obispo Zumárraga a Carlos V,
fechada el 6 de mayo de
1538, en lo que le comunico:
"Poco se puede adelantar en lo
que la imprenta por lo carestía
del papel, que esto dificulto las
muchos obras que acá esto n
aparejadas y de otros que habrán de darse o lo estampo ;
pues que se carece de los más
necesarios y de allá son pocos
los que vienen." El bibliógrafo
chileno Toribio Medina responde a lo interrogante de que si
fue Esteban Martín el primer impresor en estos tierras y de que
múltiples bibliógrafos e historiadores le nieguen tal primacía,
puede con facilidad deberse o
que nuestro personaje no pusiera su nombre en las portadas
de sus impresos -coso nodo
raro paro los inicios de lo imprenta en cualquier país y
sobre todo tratándose de muchos documentos que en lo
época eran considerados como
"menores".
La segundo tesis es la que
sostiene la intervención del obispo Zumárraga en conjunción
con el primer virrey Don Antonio
de Mendoza o fin de establecer
lo imprenta en Nuevo España .
A este fin interviene Juan Cromberger, tipógrafo alemán establecido en Sevilla, o través de
Cédula Real de 1539, que
rezo : "Juan Cromberger o instancio de nuestro visorrey de lo
Nueva España e del obispo de
México, envió aquello tierra oficiales e imprenta e todo el apa.
\
.
.. .
relo necesario poro Imprimir
libros de doctrina cristiano de
todos maneras de ciencia."
Con esto quedo paro algunos definiti vamente aclarado
este importante asunto ; y lo
fecho de la llegado de lo primera imprenta formol completa
y permanente o lo Nuevo España es el año de 1539, alrededor del mes de septiembre ,
pues sería el tiempo necesario,
entre la firmo del contrato y la
instalación de todo el material
de lo sucursal de lo imprenta
de Juan Cromberger, de la península a la Nuevo España .
Dicho contrato fue encontrado en el año de 1908 en el Archivo de Protocolos de Sevilla
por el Sr. Dan José Gestoso y
Pérez. Fue celebrado el 12 de
junio de 1539, en el oficio de
Alonso de Barrero, escribano
público de Sevilla, entre Juan
Cromberger, impresor alemán ,
vecino de Sevilla, y Juan Pablos, italiano "componedor de
letras de molde, marido de Gerónima Gutierres, vecino desta
muy noble e muy leal ciudad
de Sevi lla ." Por ese contrato,
entre cláusulas de carácter leanino , donde se manifiesta lo
avaricia de Cromberger, Juan
Pqblos se comprometía o estampar que los libros se imprimían " en la cosa de Juan
Cromberger." Como lo hizo en
efecto hasta el 14 de junio de
1544, cuando imprimió lo Doctrina breve muy provechosa de
Zumárraga , en cuyo colofón
puso por último vez "en cosa
de Juan Cromberger" no obstante que el impresor sevillano
había fallecido desde el año
de 1540. Por primera vez Juan
Pablos puso su nombre en el
año de 1546, cuando imprimió el Cancionero espiritual de
Fray Bartolomé de las Casos,
en cuyo colofón se lee " Fue
Ipressa lo presente obro por Jua
pablos , Lobardo primero Impressor en esto insigne y leal
ciudad de México de lo Nuevo
España a veinte días de deziebre, año de lo encarnación de
nuestro señor Jesu Xpto, d Mili e
quinietos e cuarente e seis
años" . Probablemente en eso
época, Juan Pablos estaba trotando la compra de lo imprenta
de Juan Cromberger o sus herederos. En enero de 1548 Juan
Pablos pudo estampar en el colofón de lo Doctrino cristiano en
lengua españolo y mexicano,
hecho por 105 religiosos de lo
orden de Santo Domingo, "e
cosa d Jua pablos ." Quien siguió dirigiendo su imprenta ,
hasta su muerte , acaecida en
1561 .
-'HLA LBNOVA CASTBLLANA Y.
po.Jr'P"r~OJIIoaIj ..........s1ll
•
Portado y colofón de Aquí comienzo un vocabulario en lengua castellana y
mexicana, de fra y Alonso de Molino , 1555 . Biblioteca de México. Fondo
Reservado.
Biblioteca de México
60
Más debatida aún es la cuestión sobre el primer libro impreso en América Latina, ya que
algunos cronistas refieren que
fue la Escalera spiritual de San
Juan Clímaco; al respecto Fray
Agustín Dávila Padilla, el primer
historiador - cronista que toqJ el
punto, dice en su Historia de la
fundación y discurso de la provincia de México de la Orden
de Predicadores (1596). refiriéndose a Fray Juan de Estrada : " Estando en casa de
novicios hizo una cosa, que
por la primera vez que se hizo
en esta tierra bastaba para
darle memoria, cuando el autor
no la tuviera como la tiene ganada por haber sido quien fue.
El pri mer libro que en este
nuevo mundo se escribió, y la
primera cosa en que ejercitó la
imprenta en esta tierra, fue obra
suya . Dábaseles a los novicios,
un libro de San luan Clímaco y
como no lo había en romance
mandáronle que lo tradujese
del latín. Hízole así con preste-
za y elegancia, por ser muy
buen latino y romancista, y fue
su libro el primero que se imprimió por luan Pablos, primer impresor que a esta tierra vino ."
Fray Alonso Fernóndez, al
hablar de Fray Juan de Estrada
en su Historia eclesiástica de
nuestro tiempos (161 1L asienta
a su vez "Este padre imprimió
la traducción que hizo de San
Juan Clímaco, muy provechosa
para gente que trata de devoción y espíritu , este fue el primer libro que se imprimió en
México y fue en el año de mil y
quinientos y treinta y cinco."
Finalmente el cronista de Indias Gil González Dávila , en
su Teatro eclesiástico de la pri-
mitiva Iglesia de las Indias Occidentales (1649). dice que
"En el año de mil y quinientos y
treinta y dos el virrey Don Antonio de Mendoza llevó la imprenta a México . El primer
impresor fue Juan Pablos y el
primer libro que se imprimió en
el nuevo mundo fue el que es-
Cu&. a.yiui'.~ftsue.:cuntlMftlfftuoJuit•
..vulacn,cum(pc,4 •••fIi,lIIIIIcanw,au. .
EN MEXICo.
EaCalado_do5¡oiDor..
• f 7 ,
Portada del Vocabulario en lengua cas/ellana y mexicana, de fray Alonso
de Molino , 1571 . Biblioteca de México. Fondo Reservado
cribió San Juan Clímaco con el
título de Escala espiritual para
llegar al cielo, traducido del
latín al castellano por el venerable Fray Juan de Estrada , religioso dominico."
Hay contradicciones entre las
afirmaciones hechas ¡::¡or estos
cronistas, pero el hecho indiscutible es la común y decisiva
aseveración de los citados ,
acerca de la impresión de la
Escala Espiritual como el primer
libro salido de las prensas de
Juan Pablos en la ciudad de
México.
El hecho de que no haya
sido encontrado ejemplar alguno de tal obra, no es causa suficiente como lo hace observar
Icazbalceta para negar su existencia , porque muchos otros, indiscutiblemente impres'os en
México durante el siglo XVI se
hallan en el mismo caso , sin
que se conozca de ellos siquiera un fragmento. Además, hay
que tomar en cuenta que de la
Escala Espiritual se imprimieron
seguramente pocos ejemplares
y especialmente para usos escolares de los novicios estudiantes de Santo Domingo en
México, libros sometidos a uso
constante, razón suficiente para
explicar su pronta desaparición .
Juan Pablos -Giovani
Paoli- era lombardo, originario de la ciudad de Brescia, y
trabajaba como oficial en la imprenta de Cromberger en Sevilla, de donde sale para instalar
y representar a dicha imprenta
en México. Estableciendo la imprenta en la llamada "Casa de
las Campanas", propiedad del
obispo Zumárraga y así denominada por haberse realizado
en la misma la fundición de
campanas que contribuyeron a
la conquista espiritual.
El primer libro conocido
hasta ahora , en que Juan Pablos ejerció su arte en México,
es la Breve y más compendioso
doctrina cristiana . Compuesta
por un opúsculo de 12 páginas, impreso por mandato y a
costa del obispo Zumárraga .
Las palabras "más compendioso " refieren a otra "Doctrina ",
de mayor extensión , que habría
sido impresa anteriormente; ya
sea que se tratara de alguna
"Doctrina " que al llegar Juan
Biblioteca de México
61
Pablos hubiera sido sacada en
México, por ejemplo una primera edición mexicana de la '
Doctrina Cristiana de Fra y
Pedro de Gante, que habiendo
sido impresa en Europa , circuló
profundamente en México.
Los otros libros conocidos
hasta ahora , que salieron impresos "en casa de Juan Cromberger" bajo la dirección de
Juan Pablos, fueron :
-Manual
de
Adultos .
(1540)
-Relación del espantable terremoto que ahora nuevamente
ha acontecido en la ciudad de
Guatemala. (1541) .
-Doctrina cristiana breve
para enseñanza de los niños .
(1543)
- Tripartito del cristianísimo
Doctor Juan Gerson. (1544)
-Doctrina cristiana en que
en suma se contiene todo lo
principal y necesario que el
cristiano debe saber y obrar.
(1545)
-Aqui comienza un vocabulario en la lengua castellana y
mexicana. (1555) .
Entre otros . Destaca su última
obra impresa , en , 1560, Manuale Sacramentorum del cual
se señala como la obra mejor
realizada por el también llamado "Gutenberg de América ".
El segundo impresor que realiza trabajos en estas nuevas
tierras es Antonio de Espinosa ,
quien destaca por su pericia
como impresor y fundidor de
tipos . Dio a la estampa el "Missale Romanum ", obra reg ia , impresa en 1561 , por su
bellísima variedad y riqueza de
tipos góticos, en rojo y negro, y
por sus preciosos grabados y
capitulares adornadas . Es impresor también del Tvumulo im-
perial dela gran Ciudad de
México, de la segunda edición
del Vocabulario en lengua castellana y mexicana, y c ierra
con el Graduale dominicale de
1576, con el que corona sus
trabajos tipográficos , además
de ser su última obra impresa .
Digno de mencionarse también es Pedro de Ocharte, de
nacionalidad francesa , quien
pasó a México y casó con la
hija de Juan Pablos , lo que lo
acercó por el camino de la imprenta , destacando en su pro-
duce ión el Cedulario de Puga
(1563), lo Doctrino cristiano en
lengua mexicano (1578), Psal-
como tipógrafo . Estableció su
taller en 1599 e inició sus trabajos con el Compendio de 105
terium Antiphonorium Sanctorole (15841 Y el Antiphonarium
excelencias de lo bullo de lo
Soneto cruzado en lengua mexicano.
de 1589.
Dos son los impresores que
completan la quinteto de destacados en el siglo XVI: Antonio
Ricardo, nativo de Italia , quien
llega a México traído por los
jesuitas, y fuera impresor oficial
en ~ Colegio de San Pedro y
San Pablo, cuyas impresiones
se caracterizaron por el uso de
tipos itálicos de corte preciso y
elegante; y que además introdujo la imprenta en lima , por
parte de la Compañía de Jesús .
y el último impresor del siglo
XVI , Enrico Martínez, de nacionalidad alemana y más conocido como cosmógrafo y autor
de uno de los proyectos del desagüe del Valle de México que
Los impresos europeos del
siglo XV llevan el nombre absoluto de "incunables" por haber
salido cuando el arte tipográfico se hallaba en su cuna , es
decir en el periodo comprendido entre el año de 14501455, en que Juan Gutemberg
publica la Biblia latino vulgata
de 42 líneas -primer libro impreso con tipos movibles- y el
año 1500, que señala el fin de
ese período.
De una manera análoga , y
en contradicción con la posición de algunos estudiosos del
tema , los impresos mexicanos
del siglo XVI - y en el mismo
caso están los impresos del
Portodo de la Doctrina Breve y muy provechoso de
105
Perú- merecen ser llamados
" incunables americanos " por
haber sido dados a la estampa
cuando el arte tipográfico en el
Nuevo Mundo se encontraba
en sus albores .
Los incunables americanos
son por lo general un reflejo de
los impresos españoles de la
misma época , sin embargo, en
muchos casos, presentan un carácter particular enteramente
distinto de ellos , tanto en sus
tipos como en sus grabados
que fueron ejecutados en los talleres de Nueva España .
La producción bibliográfica
del siglo XVI en América se caracteriza porque el soporte de
papel en que se imprimía era
de buena calidad , con filigranas o marcas de agua: predominaron en la tipografía los
caracteres góticos o semigóticos llamados "letra de tortis ",
cosas... de fray Juan de Zumárrogo, 1543
Biblioteca de México
62
pero también se alternaron con
tipos romanos y cursivos. Se uti·
lizaron números arábigos y romanos en la foliatura . Solían
tener en la portada el "pie de
imprenta " , pero éste aparecía
invariablemente al fin, en el colofón, en donde además se
consignaba quién pagaba la
edición , y el día, mes y año en
que ésta era concluida. Siguiendo la costumbre española ,
casi todas las páginas estaoon
impresas a plana entera, pero
cuando se trataba de algún
"Arte ", "Vocabulario " o "Gramática " en lenguas indígenas,
se empleaban las dos columnas.
Fueron adornados con grabados y viñetas, la mayor parte
con la técnica xilográfica . Los
tamaños más comunes fueron el
folio , el cuarto y el octavo; pero
también hubo en 16º. La encuadernación era de pergamino completo anotado a mano
en el lomo del libro , con tinta
negra o sepia el título abreviado de cada obra . Con frecuencia se usaron broches y
manezuelas de hierro o latón .
La producción bibliográfica
del siglo XVI en América se caracteriza por el predominio religioso en el contenido de los
mismos, aunque no sea poco
común encontrar obras de medicina , literatura de historia .
La producción bibliográfica
en número de títulos es variable, ya que los estudiosos aún
polemizan si sólo deben tomarse en cuenta aquellos ejemplares de los cuales se tiene
constancia física , mientras otros
consideran a aquellos que han
sido descritos por historiadores
o cronistas de diversas épocas;
y el panorama se torna más difícil porque todavía en nuestro
siglo han aparecido ejemplares
cuyos títulos eran hasta hace
tres o cuatro décadas desconocidos .
La Biblioteca de México
tiene el honor de resguardar en
la colección especial "Fondo
Reservado ", del Departamento
de Colecciones Especiales , un
ejemplar de la obra de Alonso
de Molino , Aquí comienzo un
vocabulario en lengua castellana y mexicana, salido de las
prensas de Juan Pablos, en México, en 1555 . Conserva también la reedición que del
mismo autor hiciera el segundo
impresor de México, Antonio
de Espinosa en 1571 , bajo el
título de Vocabulario en lengua
castellana y mexicano . Ambos
han sido reseñados en pasados
entregas de esta columnas .
CULTURAS
Editor: Juan Tom:ís de Salas -Director: Justino Sinova - Editor Ejecutho: César Antonio l\lolina
Han colaborado, entre otros:
MARIA ZAMBRANO • OCTAVIO PAZ • ANTONI TAPIES • ITALO CALVINO
EUAS CANETTI • JOSE MIGUEL ULLAN • PEDRO ALMODOVAR
JUAN GOVTlSOLO MARGUERITE DURAS • JOSE MIGUEL OVIEDO
LUIS DE PABLO. JUAN RULfO • GABRIEL GARCIA MARQUEZ
MARIO VARGAS LLOSA • NORMAN MAILER • ERNESTO SABAYO
GRAHAM GREENE • DAMASO ALONSO • JAVIER MARISCAL • CZESlAW MILOSZ
JUUO CARO BAROJA • CESEPE • JAIME GIL DE BIEDMA
CLAUDlO RODRlGUEZ • PERE GIMFERRER • JUAN BENET • ODlSSEO EU11S
JORGE GUILLEN • RAFAEL ALBERTI • FRANCISCO NIEVA • ENRIQUE VILA-MATAS
FRANCISCO AVALA -ANTONIO TABUCCHI BRUCE CHAtWlN
GONZALO TORRENTE BALLESTER • JOSEPH BRODSKY • JURGEN HABERMAS
JOSE SARAMAGO • NAGUIB MAHFUZ • ANTHONY BURGESS
ALBERTO MORAVIA • CARLOS FUENTES • FEDERICO FEWNI • MARIA MANENT
LUIS GOYnSOLO • KARL POPPER • THOMAS BERNHARD • MIGUEL SAENZ
ANTONIO SAURA • ERNST JUNGER • AUGUSTO ROA BASTOS
JOSE LUIS L. ARANGUREN .JUUAN BARNES • NADINE GORDIMER
JOHN UPDIKE • WOLE SOVINKA • GORE VIDAL • MARIO BENEDETTI
ROBERTO MATTA • JOHN LE CARRE • GUILLER~ CABRERA INrANTE
JEAN - MARlE LE ClEZIO • CAMILO JOSECELA • DARlO VlUANUEVA
LEONARDO saASClA • MAX FRlSCH • JUAN MARlCHAL • TOM WOLFE
WlWAM BURROUGHS. AllEN GlNSBERG • LAWRENCE FERUNGHETTI
JOSE ANGEL VALENTE • AGUS11N GARCIA CALVO • ROSA CHACEL
AUGUSTO MONlERROSO • ANGEL CRESPO • ClARA JANES • SUSAN SONtAG
WlMWENDERS
SECOE"ClfI..
ensayo
Revista de lct observación
N'-' 2 / Otoflo, 1993.
Revista de historia y ciencias sociales
25
Vivian Abenchuchan
A1i~ia
Ziccardi: Descentralización y espacio local /
Francisco Covarrubias Gaitán: Implicaciones
urbanas del Tratado de Libre Comercio / Judith
Villavicencio: Vivienda compartida y arrimados en la
lona metropolitana de la ciudad de México / María
CODcepción Martínez Omai\a: Aguscalientes: una
respuesta regional a la descentralización / Enedina
Heredia Quevedo: Nayarit: el cultivo del tabaco y el
ejercicio del poder / Bertba A. Villasei'ior P.: Bahía de
Banderas: nuevo municipio, vieja democracia / Manuel
Ángel Castillo G.: Contexto regional y migraciones a
la frontera sur de México / Daniel Hiemau:l N. y
Alicia LiDdoD: El concepto de espacio y el análisis
regional / José Lameiras: El ritmo de la historia y la
región / Juan Pedro Viqueira: Historia regional: tres
senderos y un mal camino / Jordi Borja: Un reto a la
democracia: el gobierno en las áreas metropolitanas /
Resei'ias
Entrevista a Fabienne Bradu
Ernesto Gallardo
Un acercamiento a Roberto Malta
Alvaro Chaos
El caballo o los hijos de Favonio
400 años de Montaigne
De venta en Gandhi, El Juglar, Tomo 17
y otras librerías de prestigio
Instituto
Mora
Suscripciones e informes: Instituto de Investigaciones
Dr. José Ma. Luis Mora. Teléfono: 5'STT7 ext. 125.
Dirección: Plaza Valentín Gómez Farias 12 I Colonia San Juan I
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Un joven franc~s de eoormes cuaJidade¡
para el dibujo, Alfredo H~ctor Donadieu.
mejor conocido como Ennco Sampieuo,
encueaua eo la falsificaciÓo de billetes l.
posibiüdad del dinero y II Ivenrura. las
mujeres y la vida f'cil. A Plnir de esu
decuión un tanto inconsciente, su vid. se
conviene en un lormeoto: yl no podra
jamis alej .. ne de la orilla del mundo que
lo ha marcado como delincueote.
El grln criminólo,o Alfonso Ouiroz
Cuarón. perseguidor de Slmpielro en
Mhico, lo impulsara de¡puts I e¡aibir
eSlas imractanles memorias. eo las que se
revela e mis c~lebre falsificador de elle
de venta
en las
principales
librerias
,
sillo.
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Precio .......: 35.000 pelO.
Ole ... Elpccial par. lucriproon : 25.000 pesos
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Magia, Prestidigitación
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Movimiento Continuo
Lunes a VIernes 13:20 hrs.
Entre Cruzamientos
Martes y Jueves 13: 34 hrs,
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