NEWSLETTER NOVIEMBRE 2012 RINCÓN TRANSFORMADOR LA TECNOLOGÍA COMO VECTOR DE TRANSFORMACIÓN DE LA EMPRESA FAMILIAR (II) En la anterior edición de El Rincón Transformador, argumenté que, a mi juicio, la tecnología era el vector central sobre el que la empresa familiar tenía que hacer pivotar su transformación. En esta segunda parte, intentaré presentar un porqué y un cómo. Cuando una empresa piensa en tecnología, piensa fundamentalmente en dos direcciones: en la tecnología propia de su sector (ya sea este el metal-mecánico, el farmacéutico, el textil, el del mueble, el de la alimentación o cualquier otro) y en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), porque conlleva el uso de la información. Vivimos en un momento de una extraordinaria efervescencia tecnológica, que no se está dando únicamente –ni mucho menos– en el mundo de las TIC, en los sistemas computarizados y las redes, sino también en el mundo de nanotecnología, la energía y las tecnologías medioambientales, la medicina y las neurociencias, la biotecnología, la bioinformática, la inteligencia artificial y la robótica. Ello genera grandes oportunidades de innovación fuera de las tecnologías del propio sector, en la confluencia con otras tecnologías. Esta intersección tecnológica permite desarrollar nuevos productos, modificar procesos, crear nuevos modelos de negocio a partir del negocio existente, o redefinir patrones organizativos internos. Algunas de estas innovaciones ya parecen bastante claras, como por ejemplo incorporación de la nanotecnología a la industria textil, la aplicación de “producción aditiva” (impresión en 3D) al diseño de prototipos industriales, realidad aumentada en la distribución al consumidor, el GPS en la logística, Internet en la educación o en la medicina. la la la o Pero la tecnología no solo afecta de forma disruptiva, sino que ofrece múltiples oportunidades a nivel micro, con pequeñas innovaciones que, aunque puedan tener un gran potencial de transformación, no tienen por qué iniciarse como revoluciones en la organización. La innovación, sobre todo la tecnológica, no está exenta de riesgos. Por definición, supone adentrarse en “nuevos territorios”. Lo más sensato parece que es hacerlo de forma gradual y conservadora. Pese a la aparente contradicción, una innovación conservadora es una forma pragmática de innovar. Por eso, los expertos proponen la máxima: “Fail fast, fail cheap”. Hay que hacer innovaciones incrementales, en forma de experimento, Para que, si fracasan, esto ocurra de forma rápida y barata de forma: eso es, que si tienes que fracasar lo hagas rápido y barato. Y, cuando la innovación parece que funciona, entonces es cuando hay que comprometer recursos para llevar adelante dicha innovación. NEWSLETTER NOVIEMBRE 2012 Tradicionalmente, la tecnología se ha aplicado desde la lógica “from science to business”. Esto es intentar poner en valor los desarrollos tecnológicos buscando la creación de nuevas empresas, la explotación de patentes o la creación de nuevos modelos de negocio. En cambio, la empresa familiar puede hacer un planteamiento inverso, es decir, “from business to science”. Puede acercarse a las diferentes áreas de desarrollo tecnológico explorando si existen tecnologías de cualquier tipo que la empresa familiar pueda aprovechar de una forma u otra. Es el enfoque que adoptó Steve Jobs cuando acudió al legendario Palo Alto Research Center (PARC) de Xerox para descubrir oportunidades. Y así “descubrió” nada menos que los iconos y el ratón. Esto significa que la empresa familiar debe aproximarse a los lugares donde se están produciendo los avances tecnológicos, acercarse a los múltiples “parcs” que existen en el mundo. Conociendo los mercados, los productos, los procesos, las cadenas de valor y las capacidades de los propios equipos, no es difícil encontrar oportunidades para innovar en alguno de estos aspectos. La innovación requiere capacidad de movimiento transversal en la organización. Requiere conocer los productos, los procesos internos, así como a los clientes y a los proveedores. Requiere conocer la cultura y construir alianzas para lograr que las innovaciones se produzcan. Quien está en las mejores condiciones para realizar ese maridaje entre la propia empresa familiar y los avances tecnológicos son los jóvenes, los sucesores inquietos de la empresa familiar. Estos deben orientarse a buscar “lo nuevo” para la empresa familiar, a construir la empresa familiar del futuro, que muy probablemente deberá ser diferente de la empresa familiar actual. Los sucesores han de ser capaces de establecer alianzas con los miembros del equipo directivo para que éstos les mentoricen, les promuevan y les permitan ensayar innovaciones. Han de apalancarse en el conjunto de recursos internos y externos que la organización puede movilizar para, por ejemplo, hacer un prototipo, probar una nueva línea de productos en un área determinada, acercarse a un proveedor para introducir algún cambio en el producto, experimentar una forma diferente de relacionarse con el cliente o acercarse a un competidor para explorar un nuevo concepto. Hay que animar a los jóvenes para que tengan curiosidad, se atrevan a pensar por sí mismos, no teman interaccionar con el mundo de la tecnología y se acerquen a los protagonistas de la revolución tecnológica, para que la empresa familiar pueda ser protagonista del mundo que viene. Alberto Gimeno (Lic&MBA 84 / PhD 99) Profesor titular Departamento de Dirección General y Estrategia alberto.gimeno@esade.edu