Lección 8: No avaro, No codicioso de ganancias deshonestas

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Lección 8:
No avaro, No codicioso de
ganancias deshonestas
“Pero es necesario que el obispo sea ..., no codicioso de ganancias deshonestas, ..., no avaro” (1Ti. 3:3)
Objetivo
El alumno comprenderá la importancia de estar consciente del peligro
predominante que hay en el mundo respecto al dinero, y que aprenda a tener una
mentalidad espiritual y no materialista.
Introducción.
Ciertamente vivimos en una sociedad materialista. Vivimos en un mundo que le
da mayor valor al dinero que a las personas. Esta mentalidad sigue
predominando aún dentro del ambiente cristiano.
“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros... que tendrán apariencia
de piedad, pero negaran la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Ti. 3:2,5). El Señor
nos advirtió de falsos maestros que “por avaricia harán mercadería de vosotros
con palabras fingidas” (2 P. 2:3), de aquellos “que se lanzaron por lucro en el
error de Balaam” (Jud.11). Desgraciadamente somos testigos de muchos falsos
pastores y lideres religiosos que viven vidas opulentas como resultado de “su
ministerio”, que “toman la piedad como fuente de ganancia” (1 Ti. 6:5).
Por eso necesitamos volver nuestro corazón a los principios bíblicos para
ejercitar un ministerio agradable a Dios. Necesitamos revisar nuestros
conceptos y motivos del ministerio cristiano.
El peligro de la posesión de riquezas
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materiales.
A. ¿Qué es la
riqueza?
Proverbios
23:4-5
La riqueza no se mide solo respecto a cuánto dinero tiene acumulada una
persona, abarca también las posesiones materiales de las que se es dueño.
Incluso, una persona con estudios profesionales “es rica” por el potencial que
tiene para ganar dinero y por su capacidad de producir.
Lo que hace que una riqueza se convierta en bendición o en maldición para el
que la posee es su actitud hacia esa riqueza. Las riquezas pueden trastornar la
mente y pueden impulsar a una persona a hacer cosas totalmente ajenas a la
voluntad de Dios. Podemos usarlas creativamente, o podemos malgastarlas en
cosas temporales, superficiales y totalmente ajenas a la voluntad de Dios.
Cuando alguien tiene una actitud errónea hacia las riquezas corre el gran peligro
de perder su alma (Mr. 8:36). Pero no necesitamos ser ricos materialmente para
extraviarnos; solo basta una mala actitud ante el dinero como la envidia, la
codicia, o la amargura contra los que lo tienen.
El Señor Jesús dio instrucciones claras a sus apóstoles respecto a las posesiones
materiales (Mt. 10:9-10), y esa situación no cambió después de que partió al
cielo (Hch. 3.1-6; 2 Co. 6:10).
¿Qué peligro respecto a las riquezas señaló nuestro Señor Jesús en la
parábola de Lucas 12:16-20?
El problema de la avaricia.
A. ¿Qué es la
avaricia?
Efesios 5:5
Es la acumulación de más y más dinero, solo por el hecho de tenerlo.
Es la búsqueda de riquezas rápidas y fáciles sin importar la clase de métodos
que se utilicen (Pr. 28:20).
¿Por qué un avaro es un idólatra? Porque antepone la adquisición, la posesión o
la administración egoísta de los bienes materiales a Dios. El rico de Mateo
19:16-22 padecía ese mal, había colocado su dinero por encima del Dios vivo y
verdadero. Cuando fue confrontado por nuestro Señor, fue incapaz de
abandonar ese ídolo. El problema no es el dinero o las riquezas que poseemos,
sino la actitud que tenemos ante ellas.
Todos los que profesan la fe en Cristo corren el peligro de no estar contentos
con el sustento y abrigo que Dios provee, sino que quieren enriquecerse (1Ti.
6:6-11). Hay quienes creen que el dinero solucionará sus problemas, creen que
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el dinero les proveerá de seguridad y felicidad, creen que el dinero asegurará su
futuro. En este pasaje el apóstol Pablo nos habla de tres peligros de la avaricia:
El caer en tentación y lazo.
El caer en muchas codicias necias y dañosas.
La posibilidad de extraviarse de la fe.
Además nos da dos mandamientos dirigidos al hombre de Dios.
1. HUIR de la avaricia (v. 11).
2. SEGUIR la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.
Estos son los valores eternos que tienen recompensa en esta vida y en la
venidera. Sin embargo, hay muchos que han tomado la piedad como fuente de
ganancia (1 Ti. 6.5); que enseñan por ganancia deshonesta lo que no conviene
(Tit. 1:11). El servicio al Señor no debe hacerse “por ganancia deshonesta” (1
P. 5:2). A pesar de estas y otras advertencias vemos hoy a muchos que usan de
tácticas manipuladoras para sacar provecho económico, usan de persuasiones
astutas para obtener ganancias materiales. Cualquier persona que es culpable de
este tipo de comportamiento queda automáticamente descalificada para ejercer
la función de obispo. También se dan casos en que se solapa el pecado de algún
“hermano” solo porque el tal aporta una buena cantidad de dinero a las ofrendas
del Señor, o hasta sostiene a algún anciano, pastor o misionero.
¿Cuánto es suficiente para ...
tener seguridad?
tener felicidad?
dejar de preocuparnos?
Humanamente hablando, es difícil saberlo. Lo que para unos es suficiente, para
otros no lo es (Ec. 5:10).
El problema parece ser que ninguna cantidad de dinero es suficiente para nadie.
Pero si es necesario que reflexionemos acerca de cuánta familia tenemos,
porque tenemos la obligación de proveer lo necesario (1 Ti. 5:8). Además,
depende del plan que Dios tenga para nuestra vida (Mt. 25:14-15). Dios conoce
tu necesidad, tu capacidad, tus intereses, tu amor por su obra y por las personas,
tu visión en su obra y tu actitud de servicio. Y seguramente, si le amas y le
obedeces, te proveerá lo suficiente cada día. Si Dios nos provee un poco más de
lo que necesitamos es porque seguramente quiere que demos más, y que lo
usemos en alguna área de servicio para su gloria.
Relacionado con la avaricia, vemos que la mayoría de cristianos no incluyen a
Dios en su presupuesto. No dicen cada semana: esto le pertenece a Dios. Dios
no está recibiendo las primicias de nuestros sueldos o ganancias, sino los
sobrantes. ¿Cuánto por ciento damos a Dios de nuestras entradas? ¿No
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estaremos reflejando avaricia en nuestras ofrendas? Como ancianos, ¿no
estaremos siendo malos ejemplos para la congregación en cuanto al dar?
Otro aspecto de la avaricia entre los hermanos está relacionado a las ganancias
deshonestas. Hay quienes hacen malabares en la contabilidad para no pagar
impuestos (Ro. 13:7). Hay quienes compran barato y de mala calidad, y venden
al doble. Hay quienes venden cosas en mal estado como si estuvieran en
excelentes condiciones (Pr. 21:6-7). Hay quienes no pagan un sueldo justo a sus
trabajadores, etc.
¿Cuáles son las enseñanzas respecto a la posesión de cosas materiales en
Lucas 12:13-15?
Una actitud correcta hacia el dinero.
“Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú; si me
alegré de que mis riquezas se multiplicasen, y de que mi mano hallase mucho....
Esto también sería maldad juzgada; porque habría negado al Dios soberano”
(Job. 31:24-25, 28).
El plan de Dios no es que nos apropiemos de los recursos que Él nos ha
concedido para que se conviertan en una obsesión que destruya nuestra salud,
nuestra vida familiar, o que bloqueen la voluntad de Dios para nuestra vida y
que la transformen en algo lleno de dolor, de sufrimiento y de infelicidad. De
todo esto se cuidó Job. Por eso cuando le fueron quitadas sus riquezas pudo
seguir confiando en Dios (Job. 1:20-22).
Hebreos 13:5 nos da tres enseñanzas muy necesarias respecto a la vida
económica que debemos vivir como cristianos:
1. No debemos dar lugar a la avaricia por ningún motivo (Lc. 12:15).
2. Debemos estar contentos con lo que Dios nos ha provisto en el presente
(Fil. 4:11-13)
3. Debemos confiar en las promesas del Señor; porque dijo: “No te
desampararé ni te dejaré.”
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Dios le dio una advertencia al pueblo de Israel respecto al día que poseyeran
bienes materiales en la tierra prometida por Dios (Dt. 6:10-12). Les dijo que se
cuidarán de no olvidarse de Jehová su Dios. Desgraciadamente eso es lo que
sucedió una generación después. ¿Por qué? Porque creyeron que la posesión de
sus riquezas era algo natural, que era algo que ellos con su fuerza y poder
obtuvieron (Dt. 8:17).
Proverbios 30:7-9, es una oración que no ha perdido su vigencia y que cada
cristiano debe hacer. Los que somos ancianos debemos ser ejemplos en esta
área.
¿Es malo tener dinero? ¿Es pecado ser rico? No. Siempre y cuando no sea mal
habido. Siempre y cuando sea fruto del trabajo y del esfuerzo. Pero si no lo
administramos de acuerdo a la voluntad de Dios, seremos hallados culpables de
hacer mal uso de las riquezas que Dios nos ha provisto. También es malo ser
improductivos (2 Ts. 3:10-11; Pr. 6:6-11) y es malo endeudarnos
innecesariamente (Ro. 13:8).
¿Cómo pensaban los primeros cristianos respecto a las posesiones
terrenales?
Hechos 2:44-45
Hechos 3:6
Hechos 4:32, 34-37
Hacia una correcta administración del
dinero.
Una buena actitud y una correcta administración nos librarán de la avaricia y del
deseo de ganar mucho con poco esfuerzo. Estos son algunos principios bíblicos
que nos ayudarán en el proceso de encaminarnos hacia una administración
agradable al Señor:
a) Darnos totalmente al Señor (2 Co. 8:1-6)
Los hermanos de las iglesias de Macedonia se dieron primeramente al Señor
y luego se dispusieron a ofrendar generosamente, de acuerdo a sus
posibilidades, y aún mas allá de sus fuerzas. Es preciso que hagamos una
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transferencia de nuestra vida, nuestro dinero, nuestras posesiones, y de
nuestra familia al Señor, para que ÉL SEA EL DUEÑO.
b) Apartemos algo según hayamos prosperado para la ofrenda (1 Co. 16:1-2).
Seamos generosos al ofrendar. Recordando que lo importante no es cuánto
damos, sino cómo lo damos, es decir, con qué alegría lo damos.
c) Aprendamos a gastar a la luz de lo eterno (Mt. 6:19-21; Lc. 16:9-12)
¿Hay cosas en nuestro hogar que realmente fueron un gasto innecesario?
¿Hemos gastado en cosas superfluas y sin sentido? ¿Cuántas cosas en
realidad nos hacen falta? Busquemos invertir más en el banco celestial;
busquemos hacer tesoros en el cielo. A las riquezas terrenales nuestro Señor
las llama: “injustas”, “lo muy poco”, “lo ajeno”. En cambio a lo eterno lo
llama “lo verdadero”. ¿Cuál es nuestra visión de las riquezas? Dependiendo
de ello es nuestra administración.
d) Trabajemos siempre honradamente (1 Ts. 4:11-12)
Sin duda lo hacemos porque ese debe ser nuestro testimonio como
creyentes ante el mundo. Esa debe ser nuestra meta hasta el día que
partamos con el Señor manteniendo buena conciencia en esta área.
e) Seamos generosos para dar (2 Co. 9:5-6, 8:1-2).
Demos con liberalidad, de todo corazón, con alegría, a todo hermano
necesitado, pero también con sabiduría (Pr. 3:27-28).
Analiza los conceptos del rey David en cuanto a las riquezas materiales (1
Cr. 29:1-20).
Ejercicio
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Contesta las siguientes preguntas de carácter personal
1.-Todas tus entradas, ¿son fruto del trabajo honesto? Si no es así, ¿qué debes
hacer?
2.- ¿Qué opinas sobre el diezmo? ¿Es bíblico darlo?
3.- ¿Tienes una entrada fija, o tienes una entrada de dinero variable? ¿Tienes un
plan de gastos, o gastas a como se vayan dando las cosas?
Conclusión
En el mundo, el dinero es un criterio de valor personal. Con mucha frecuencia
el hombre es medido según el dinero que posee. Sin embargo, también el
hombre es juzgado por Dios en cuanto a su actitud ante el dinero. El mundo
pregunta: ¿Cuánto posee este individuo? Cristo pregunta: ¿Cómo usa este
hombre lo que tiene? El mundo piensa en ganar más dinero. Cristo piensa en a
quién repartirlo. Por otra parte, el mundo cuando da, piensa en la cantidad.
Cristo piensa en los motivos. El mundo da los sobrantes, de tal manera que no
afecte su economía. Cristo se fija en el sacrificio que hacemos al dar, Él por
amor a nosotros “se hizo pobre, siendo rico”. Pensemos como Cristo.
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