3. Los desafíos de las ciencias sociales hoy

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Los desafíos de las ciencias sociales hoy
3. Los desafíos de las ciencias sociales hoy
musef,
29 de marzo de 2007
Boaventura De Sousa Santos
Mi charla del lunes (“Reinventando la emancipación social”) trató
sobre los problemas que enfrentamos los políticos hoy en día. Pero a los
problemas de refundación del Estado y la democracia nos unen problemas
teóricos y epistemológicos muy fuertes, y para dar cuenta de ellos es
necesario reflexionar en este momento sobre nuestros conocimientos.
Probablemente las teorías que tenemos y los conceptos que utilizamos
no son los más adecuados y eficaces para enfrentar los desafíos y para
buscar soluciones para el futuro.
Los problemas teóricos que enfrentamos son los siguientes: cada
vez resulta más claro que las teorías, los conceptos, las categorías que
usamos en las ciencias sociales fueron elaborados y desarrollados entre
mediados del siglo xix y mediados del siglo xx en cuatro o cinco países:
Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos e Italia. Entonces, las
teorías sociales, las categorías y los conceptos que utilizamos fueron
hechos sobre la base de las experiencias de esos países. Todos los que
estudiamos en esos países nos dimos cuenta, cuando regresamos a los
nuestros, que las categorías no se adecuan bien a nuestra realidad. El
concepto de familia nuclear, el de burocracia, de Estado de bienestar no
se dan del mismo modo en nuestra realidad. Por eso quizás podríamos
pensar que necesitamos otros conceptos. Yo mismo, cuando terminé mi
doctorado en los Estados Unidos y llegué a Portugal, al sur de Europa, me
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Pensando el Estado y la sociedad: desafíos actuales
di cuenta que necesitaba inventar nuevos conceptos para comprender
mi sociedad. Los que había aprendido en los Estados Unidos no se
adaptaban bien y, por otro lado, me impedían inventar otros conceptos
más apropiados para la realidad de mi país y me obligaban a veces a
sostener debates estériles, inútiles. Ustedes tuvieron aquí un debate que
para mí es el más inútil de todos: saber si hubo transición del feudalismo
al capitalismo en América Latina, pues este debate se produjo por una
aplicación mecánica de la realidad europea a América Latina.
Discutir esto nos lleva a discutir otras cosas quizás más importantes
para nuestros países. Es cierto que ha habido muchos teóricos
latinoamericanos que se han dado cuenta de esta inadecuación, de esta
discrepancia entre el marco teórico y la realidad de nuestros países, pero
no tuvieron éxito en su tiempo y no tuvieron la influencia que debieron
tener, aunque hoy los consideramos clásicos. Entonces, lo primero que
establecemos es que las ciencias sociales llevan la inadecuación de los
conceptos. Lo segundo es que las ciencias sociales son monoculturales, es
decir que por detrás de los conceptos está la cultura occidental, y resulta
problemático aplicar estos conceptos a realidades no occidentales.
En tercer lugar, las ciencias sociales nunca abordaron de una
manera efectiva la cuestión del colonialismo. Lo dejaron para una
disciplina, la antropología, que estudia a las sociedades coloniales.
Solamente más tarde, después de las independencias, la antropología
criticó al colonialismo. El colonialismo pasó a ser un tema del propio
colonialismo, no un tema de la ciencia política, ni de la sociología, ni de
la antropología.
En cuarto lugar, pienso que la sociedad capitalista moderna crea
una discrepancia enorme entre experiencias actuales y expectativas
del futuro. Es decir, es la primera vez en la historia que las experiencias
corrientes de la actualidad no coinciden con las expectativas del futuro.
Una persona nace pobre pero puede morir rica, una persona nace
iletrada pero puede morir siendo padre y madre de un doctor; esta es la
idea del progreso, la idea de que hay la posibilidad de que las expectativas
superen las experiencias, y es lo que llama la atención entre la regulación
y la emancipación.
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Los desafíos de las ciencias sociales hoy
La regulación de la modernidad está basada en tres principios:
el principio del Estado, el principio del mercado y el principio de la
comunidad. La emancipación es un proceso de racionalidad creciente
de la sociedad que también tiene tres dimensiones: la racionalidad
cognitiva instrumental de la ciencia, la racionalidad de la práctica moral
del derecho y la racionalidad estética expresiva del arte y de la literatura.
Estos pilares son también formas de conocimiento, hay un conocimiento
de regulación y hay un conocimiento de emancipación.
No existe en realidad ignorancia en general ni conocimiento en
general. Vamos a ver aquí que todo el conocimiento es una trayectoria
de un punto a (punto de ignorancia) hasta un punto b (que es un punto
de saber). Uno no sabe qué cosa va a llegar a saber, pero es como una
autorregulación; el punto a de ignorancia se llama desorden, se llama caos,
caos de las cosas, caos de la sociedad, y el punto b de saber se llama orden.
Por eso producimos la ley de las ciencias sociales y la ley de las ciencias
naturales. Con las leyes ponemos orden en las cosas en la naturaleza
y en la sociedad. Pero eso no funciona así, ni en el conocimiento de
emancipación, puesto que el punto a sería la ignorancia del colonizado
y el colonialismo es no reconocer al otro como igual, es no admitir que
el otro es igual a uno, y el punto b de saber se llama solidaridad, que es
exactamente el reconocimiento del otro.
De alguna manera, la modernidad occidental tenía esta doble
posibilidad de un conocimiento de regulación y de conocimiento
de emancipación, pero sucedió que la modernidad simplemente se
transformó en capitalismo. Este conocimiento de regulación pasó a
dominar totalmente, y al dominar totalmente edificó, transformó,
absorbió el conocimiento de emancipación, de manera en que el
conocimiento pasó a ser ignorancia, la solidaridad pasó a ser caos
solidario entre ciudadanos, el peligro de la solidaridad entre ciudadanos;
la emancipación pasó de ignorancia en el colonialismo a ser orden, y lo
es de una buena manera.
Esto es lo que tenemos hoy: el conocimiento de la emancipación
está así de absorbido por el conocimiento de regulación, y por eso resulta
difícil pensar la emancipación. Por eso es necesario pensar en otros
mecanismos, y reinventar la emancipación social quizás nos obligue a
repensar toda la cuestión del conocimiento.
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Esta transformación se debió a otro factor: la separación total
de la búsqueda de la verdad de la búsqueda del bien para la sociedad,
la separación total entre ciencia y ética. Esta separación tiene una
consecuencia muy específica, veamos en qué relación o actividad, con la
neutralidad (más adelante veremos lo que significa esto).
Pero además, se dio otro factor: una separación total entre razón y
emoción, sentimiento, pasión, afectividad. Porque ustedes que participan
en los movimientos sociales saben que nosotros, para entrar en un
movimiento, necesitamos razones. Pero solamente entramos cuando hay
emoción de participar, que no se reduce totalmente a las razones; tiene
que ver con la solidaridad. Pero el conocimiento de emancipación fue
colonizado por el conocimiento de regulación, la emoción desapareció y
la ciencia pasó a ser totalmente racional.
Pienso que nuestro problema para reinventar la emancipación
social hoy, para reinventar otra forma de articulación en nuestra actividad
y en nuestra autoridad, es que necesitamos de otro tipo de conocimiento,
de otro tipo de racionalidad. Por eso nuestros problemas no son quizás
solamente teóricos, son epistemológicos, tienden a ver un tipo de
conocimiento, utilizando los criterios de validez y de métodos para
llegar a ese conocimiento. De modo que tenemos que ver cómo hacemos
para entender que estos problemas teóricos vienen de problemas
epistemológicos, del tipo de racionalidad. Pienso que esta racionalidad
es una racionalidad que domina las ciencias sociales, es una racionalidad
que tiende a tomar la parte productora y hacerla parte de la realidad,
de transformarla del todo. Realidades y prácticas se tornan inexistentes
porque no son vistas por esta realidad.
Les mostraré cómo es una racionalidad que, al tomar la parte por el
todo, es una racionalidad perezosa, indolente. Uno de mis libros se llama
La crítica de la razón indolente y está publicado en español. En ese libro
intento demostrar que la razón indolente desperdicia la experiencia; lo
que no es conocido por esta racionalidad es desperdiciado, y por eso esta
racionalidad produce lo que llamo ausencias. Estas ausencias son las cosas
que nosotros no vemos, que son invisibles —prácticas, conocimientos,
ideas— porque nuestros anteojos, nuestros conceptos, nuestras teorías no
nos permiten ver. Una ausencia es una manera totalmente descalificada
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Los desafíos de las ciencias sociales hoy
de existir algo que no puede competir con lo que existe, porque es algo
totalmente descalificado como sistema.
Las ausencias se producen a través de cinco monoculturas.
La primera monocultura es el amor o cultura del saber y del rigor.
Es la idea de que sólo es válido el conocimiento científico y que todos los
demás conocimientos no son válidos, no existen. Este no es un verdadero
conocimiento, y por eso aquí se produce una ausencia. En esta manera
de producir ausencia —decir que alguien o un grupo es ignorante—, la
primera manera de producir ausencias es el ignorante.
La segunda monocultura es la de las clasificaciones sociales; se
clasifica a los grupos sociales de acuerdo a razones lógicas que se llaman
naturales. De ellas resulta la oligarquía, es decir que la oligarquía es la
causa de la inferioridad de algunos grupos. Así se creó la inferioridad de
las mujeres, la inferioridad de los indígenas, de los campesinos. Es decir
que la segunda manera de crear ausencias es llamar inferior a algo, creer
que algo es inferior.
La tercera monocultura es la mala cultura del tiempo lineal, es la
idea de que el tiempo va hacia adelante, que tiene sentido, que tiene
dirección. Es la idea de que los países desarrollados van hacia delante,
que en todas las instituciones, en todas las formas de vida, los países
desarrollados son por definición más desarrollados y más avanzados que
los países no desarrollados. Eso tiene una consecuencia tenaz en que
los países menos desarrollados no pueden ser en ningún aspecto más
desarrollados que los desarrollados, justamente por esta concepción del
tiempo. Esta es la tercera manera de crear una ausencia y llamar retrasado
residual a algo que no puede competir con lo que es avanzado.
La cuarta monocultura de la escala dominante tiene dos escalas
en este modelo de racionalidad occidental: la universal y la global. La
universal es toda entidad, independientemente del contexto, y global es
toda entidad que tiene valor en todo el globo. La democracia, por ejemplo,
es global, tiene un sentido trasnacional. Entonces aquí se produce otra
manera de ausencia: llamar a algo particular o local, lo que lo descalifica
del sistema.
La quinta monocultura es la productividad capitalista; es la idea
de que algo tiene que ser medido como productivo dentro de un ciclo de
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producción dado, y esto se aplica al hombre y a la naturaleza. Es decir,
la naturaleza es productiva si produce bastante maíz no en un conjunto
de ciclos de producción, sino en un solo ciclo. Este es un concepto que
se dio en el siglo xix, cuando se creó la industria y la química de abonos y
fertilizantes para la agricultura. Antes de ello los campesinos sabían que
la productividad de una tierra no se mide por un ciclo de producción,
sino que hay varios ciclos, y que la tierra tiene que descansar tal como
nosotros tenemos que descansar. Eso cambia, y toda la productividad se
mide en un ciclo de producción; de ese modo se crean ausencia, maneras
descalificadas de existir que hacen improductivo al perezoso y al estéril.
Estas son las monoculturas del ignorante, el residual inferior, el
octavo particular, el improductivo estéril. Son las formas de producir
ausencia en nuestras sociedades con las ciencias sociales que manejamos.
En ese sentido tenemos que saber de dónde viene esta racionalidad, que
es hoy tan hegemónica pero que tiene realmente este límite, este tomar
la parte por el todo.
Es preciso que vuelva a intentar demostrar que el pensamiento
occidental, además de la racionalidad perezosa, es un pensamiento
abismal. Se llama así porque es un pensamiento que divide a la realidad
en dos dominios, cada uno a un lado de la línea, de tal manera que del otro
lado de la línea lo funda el primero que divise al segundo. El pensamiento
occidental es abismal porque es un pensamiento que hace distinciones
visibles muy fuertes, pero por detrás de las distinciones visibles hay
distinciones invisibles, y esas son las que fundan todo. Por ejemplo, casi
una autocrítica a lo que dije antes —que la modernidad occidental se
caracteriza por esta dicotomía entre regulación y emancipación— que
es una característica universal de la modernidad occidental.
Todos los conflictos políticos de la modernidad son conflictos
con regulación y emancipación, pero si aquella hace otra distinción en
sentido de que la regulación y la emancipación social tienen lugar en
las sociedades metropolitanas y no en las sociedades coloniales, aquí
plantea una línea abismal porque crea un abismo entre este lado y aquél.
Por definición, en las sociedades coloniales no funcionaban ni regulación
ni emancipación; las colonias no podían tener emancipación.
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Los desafíos de las ciencias sociales hoy
Todas las teorías de la modernidad crearon la idea de que en la
modernidad existe la regulación y la emancipación, pero la idea de que
esto sólo se aplica en las sociedades metropolitanas y no en las sociedades
coloniales es una idea invisible porque en las sociedades coloniales se
aplica otra distinción: apropiación y violencia. Del otro lado de la línea
la dicotomía es apropiación/violencia, y no regulación/emancipación;
sin embargo, este pensamiento es manejado de tal manera que aquella
parte no se ve, no entra en la teoría. En todas las teorías —y ustedes
pueden leer todos los autores, todos los detalles— esto no se ve, tal vez
por eso no existe. ¿Cómo trazaron esta línea abismal? A través de los dos
grandes instrumentos de la modernidad: el conocimiento moderno y el
derecho moderno.
El conocimiento moderno consiste en dar a la ciencia el monopolio
de la distinción entre verdad y falsedad. Entonces la ciencia, que todos
sabemos que es un concepto de verdad, es un concepto limitado que se
aplica a alguna realidad, en ciertas circunstancias, usando ciertos métodos.
Por ejemplo, yo no puedo tener nunca un concepto verdadero científico
de felicidad pues no existe la posibilidad de determinar la felicidad; sin
embargo, la ciencia va a disputar con los otros grandes candidatos —que
son la filosofía y la teología— para definir la verdad sobre la felicidad. La
filosofía tiene su verdad en la razón y la teología tiene su verdad la fe, pero
la ciencia entra en disputa con ellas, y las grandes disputas desde el siglo
xvii son entre ciencia, filosofía y biología.
Pero de este lado de la línea están todos los conocimientos
populares, campesinos, indígenas y urbanos de los movimientos, a los
que se considera más allá de la verdad y la falsedad. No cuentan como
un conocimiento sino como opiniones, creencias, idolatrías, magia,
mitología de un conocimiento. Por eso todo el gran debate que vamos
a tener de este lado de la línea entre ciencia, mitología y filosofía es la
distinción visible, pero hay otra invisible éntre estos y todos los demás
conocimientos que están más allá de la verdad y la falsedad, que son
visibles, no son reconocidos.
El derecho hace lo mismo: de este lado está el derecho moderno, el
derecho oficial, que define todo lo que es ilegal y todo lo que se considera
legal, y del otro lado, el derecho indígena, el derecho campesino, el
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Pensando el Estado y la sociedad: desafíos actuales
comunitario, que no son derechos oficiales, no son reconocidos por el
Estado, por tanto, no cuentan; están más allá de las grandes distinciones
entre lo legal o lo ilegal. Podemos decir que el derecho moderno preside
la ciencia moderna porque es el que va a trazar la línea abismal para
todo. Esa línea abismal es la línea que va a dividir el Nuevo Mundo del
Viejo Mundo, como en el Tratado de Tordecillas, que es probablemente
la primera formulación de este proceso. A mediados del siglo xvi se crea
una línea de amistad entre los Estados europeos, para que se entiendan
y puedan articularse en paz, pues entonces había muchas guerras en
Europa, de ese lado de la línea.
De modo que el Nuevo Mundo ya no tiene reglas, las del derecho
internacional funcionan de ese lado, mientras que ustedes están aquí. Es
fascinante ver cómo funciona esta línea cartográfica del Ecuador; quienes
hacían el globo terrestre tenían que tener mucha precisión en definir esta
línea abismal, pues los marinos y los barcos tenían que tener mucho
cuidado al cruzarla. De este lado no hay regulación/emancipación, no hay
ley, realmente. ¿Por qué? Porque la gente de este lado está en un estado
de naturaleza. Ustedes saben, las teorías del contrato social; se sostiene
que la modernidad surge porque la gente entra en un contrato social,
para pasar del estado de naturaleza al estado de violencia, al estado de la
sociedad civil. De modo que en ese mismo momento se esta creando un
inmenso estado de la naturaleza y millones de pobladores de las colonias
que no tendrán ninguna posibilidad de llegar a la sociedad civil; están
totalmente divididos de la población moderna.
La modernidad no se caracteriza por la salida del estado de
naturaleza; es la coexistencia de la sociedad civil de ese lado y del
estado naturaleza de este otro, y en eso va consistir siempre. Por eso
es que la civilidad va coexistir con la incivilidad en la formación de la
humanidad; por eso es que a nivel de conocimiento los indígenas
resultan tan incomprensible para los humanistas de los siglos xv y xvi.
En toda la literatura humanista hay siempre mucho cuidado para definir
lo que es humano; por eso los indígenas no son malos, sólo que no son
humanos. Como decía el Papa Pablo iii en 1527, todo que enarbola sobre
mis dedos tiene alfa y eso tiene digamos la intervención dentro de este
pensamiento abismal. Mi argumento es que hasta hoy coexisten civilidad
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Los desafíos de las ciencias sociales hoy
con incivilidad, humanidad con sobre-humanidad. Este pensamiento
abismal sobrevivió al fin de la Colonia y existe hasta hoy. El pensamiento
occidental hegemónico sigue siendo abismal, sigue haciendo distinciones
abismales y fundadas en distinciones invisibles que donde no hay
posibilidad de aplicar los conceptos.
Todos ustedes han oído hablar de Guantánamo. Guantánamo es, de
alguna manera, el otro lado de la línea. Allí se encuentran espacios de la
sociedad que son impensables en la democracia, en el derecho romano.
Son espacios de brutal destrucción de la vida, más allá de la ilegalidad.
No hay normas para el árbitro total; es la apropiación de la violencia. En
la ilegalidad se ponen normas pero no hay normas del árbitro total, o sea
la lógica es la apropiación de la violencia.
De modo que esta división de la que hablo a mi juicio sigue
siendo verdadera y se aplica en todo momento. No digo que estas líneas
divisibles se mantuvieron siempre fijas; en cada momento histórico
hemos sufrido cambios, pero cambios superficiales, y en un momento
hubo dos turbulencias muy fuertes en estas líneas abismales que dividen
este ese lado de la línea, donde existe la civilización, y el otro lado de la
línea, donde funcionan las formas de barbarie. El primer cambio fue con
la descolonización, sobre todo el proceso que tuvo lugar a mediados del
siglo xix acá y a mediados del siglo xx en África.
Alguno pensó que la descolonización era una lucha de los que
estaban de este lado de la línea contra el otro lado de línea, y que se
rebelaron porque querían regulación/emancipación. Rehusaron una
apropiación violenta y creyeron entrar en un proceso de regulación/
emancipación. Se pensó que la regulación/emancipación se estaba
expandiendo de este lado y de alguna manera probablemente del otro lado
estaba disminuyendo y probablemente sería eliminado. La apropiación de
la violencia no paso así, los estudios de la teoría de la dependencia, de los
estudios coloniales en sistema mundiales han demostrado que realmente
seguía vigente la línea abismal, y por eso el hombre desapareció.
Lo que pasa hoy es hay una turbulencia en el terreno; eso nos
hace difícil pensar la regulación/emancipación. Nosotros estamos
en un momento en que, de alguna manera, de este lado de la línea
la apropiación de violencia está por expandirse, de en el lado de la
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regulación/emancipación. A esto se llama el regreso del colonial. Es una
dimensión, no del Nuevo Mundo, sino de las sociedades metropolitanas.
El colonial está entrando en las sociedades metropolitanas y ante eso las
sociedades metropolitanas, reaccionan con la lógica de la apropiación de
la violencia. El colonial está emergiendo en las sociedades metropolitanas
de tres maneras: el terrorista, el inmigrante sin papeles y el refugiado
–este último es nuevo—. En este modelo de las sociedades modernas
capitalistas coloniales, el colonial nunca pudo aparecer, hacerse presente
físicamente en Lisboa, Madrid, París o Londres; eso era imposible. Y ahora
desaparece y aparece, es una gran violencia, una presencia fuerte, y por eso
hay que reaccionar contra él y la reacción es una reacción de apropiación
de la violencia. Si ustedes miran las leyes de emigración en Europa hoy
o las leyes antiterroristas, no son de regulación/emancipación sino de
apropiación de la violencia, lo que desfigura totalmente la legalidad que
existía de ese lado de la línea.
Pero la gente no se da cuenta de eso que está sucediendo. Uno de los
debates más fascinantes hoy en día en los Estados Unidos es saber hasta
qué punto la tortura es constitucional, y los detalles son enormes: hasta
qué punto tú puedes herir, tú puedes destruir la vida y la integridad, pero
de una manera constitucional. Es la lógica colonial de apropiación de la
violencia que ha contaminado la lógica de regulación/emancipación. Esa
es toda la historia.
Ustedes deben esperar a que todavía haya otros caminos Es
decir, se debe hacer una resistencia de pensamiento; tenemos que ver
cómo resistir. Eso, a mi juicio, es otra epistemología, otro conocimiento
Por eso afirmo que no hay justicia social global sin justicia cognitiva
global, ni justicia social global sin justicia cognitiva y reconocimiento.
Por eso sugerimos que tenemos que pasar del pensamiento abismal al
pensamiento pausalizado.
El pensamiento pausalizado que les propongo es lo que llamo
la ecología de saberes. Voy a darles rápidamente algunas ideas de lo
que es el pensamiento postabismal, el pensamiento ecológico. Es
ecológico en la manera en que intenta la coexistencia de diferentes
conocimientos; es la idea de que conocimientos heterogéneos pueden
coexistir. El saber ecológico es el opuesto a la monocultura, y tiene las
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Los desafíos de las ciencias sociales hoy
siguientes características: la primera es radicar con presencia. El otro
día manifestaba la idea de que este conocimiento exige la co-presencia
de los dos lados de la línea. Esta co-presencia significa una igualdad
entre simultaneidad y contemporaneidad. Lo que es simultáneo es
contemporáneo; la monocultura lineal destruyó esa idea, y por eso el
campesino, el indígena actual es contemporáneo y no simultáneo del
ejecutivo del Banco Mundial.
La co-presencia es importante para superar a Hegel, que está en la
historia de ese lado de la línea. Y así en Grecia, el bárbaro quinto antes de
nuestra era no es romano, es el griego de los primeros años de nuestra era, o
el civilizado de los principios del siglo xvi. Para superarlo era necesaria esta
conversación. La idea de la ecología de saberes presupone la inagotable
diversidad epistemológica del mundo, hay muchos conocimientos en el
mundo y no es posible la materia completa de todos los conocimientos,
tenemos que vivir por completo.
La tercera idea es muy fuerte: la ecología de saberes es también
la relación entre conocimiento e ignorancia. Como decía ayer, en la
ecología de saberes la ignorancia puede no ser un punto de partida y
sí ser más bien el punto de llegada, porque cuando aprendemos un
conocimiento podemos olvidar otro conocimiento, podemos producir
ignorancia de ese conocimiento. Por eso tenemos que ver siempre cuál
es el juego del trueque que estamos haciendo entre conocimientos que
aprendemos y conocimientos que perdemos. Hay que intentar una
forma de ir conociendo otros conocimientos sin perder los que teníamos,
los propios.
Por ejemplo, mi asistente, que es indígena, cuando el profesor de
derecho le hablaba sobre la propiedad individual, títulos individuales,
compras de tierras, ella dijo: “En mi comunidad esto no es posible,
nosotros no podemos comprar o vender tierra porque la tierra no nos
pertenece, nosotros pertenecemos a la tierra”. El profesor le contestó:
“Mire usted, yo estoy enseñando el Código Civil y no me interesan otras
cosas”. Ella llegó a mi oficina llorando: estaba siendo producida como
ignorante y la ignorancia estaba siendo producida en ella. Al aprender
el Código Civil tenía que olvidar sus propios conocimientos; esta es otra
relación entre conocimiento e ignorancia.
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Pensando el Estado y la sociedad: desafíos actuales
En cuarto lugar, entender la ecología de saberes no significa
desconocer la ciencia. La ciencia es un conocimiento muy importante,
que produce cosas maravillosas, pero tenemos que hacer un uso
contrahegemónico de la ciencia. La ciencia es muy útil para ciertos
objetivos pero no para otros; la ciencia tiene que ser utilizada dentro de la
ecología de saberes como un saber entre otros, más valiosos para algunas
cosas, menos para otras. Es muy valioso para ir a la luna pero no es tan
valioso para defender la biodiversidad. La ecología de saberes no acepta
jerarquías abstractas entre saberes porque las jerarquías son concretas,
son argumentadas, son pragmáticas en función de los objetivos que
pretendemos. Esto, para mí, nos obliga a mirar esa ciencia con más
cuidado, de una manera más sobria.
Hay varios libros publicados sobre la pluralidad interna de la
ciencia: la epistemología feminista, la epistemología postcolonial, que
han mostrado que la ciencia puede ser hecha de varias maneras, que hay
varios tipos de hacer ciencia. Hay una pluralidad interna, pero además
hay una pluralidad externa. Hay ciencia y hay otros conocimientos,
que tienen que articularse exactamente unos con otros. Es importante
ver aquí que las jerarquías abstractas pueden ser un error tremendo y
un peligro. Les voy a dar un ejemplo del Asia: los campos de arroz de
Bali, en Indonesia, tenían durante siglos un sistema de irrigación que
era administrado por los sacerdotes de la diosa hindú del agua. Este
sistema estaba organizado en secuencias de agua en los campos de
arroz. Cuando llegó la revolución verde, con la que entró maíz chino y
alguna organización capitalista de agricultura en el Asia, los ingenieros
de la reforma agraria dijeron de inmediato: “tenemos que anular esto,
estos son sacerdotes, este es un sistema religioso, no es científico, tiene
que destruirse”. Al año siguiente la producción de arroz se redujo en un
50%, y al año siguiente en otro 50% y al año siguiente en otro 50%. La
irrigación científica no estaba funcionando y el gobierno de Indonesia,
muy preocupado, hizo lo que era más racional: mandó a que regresaran
los sacerdotes y la producción de el arroz volvió a los niveles habituales.
Treinta años después, dos jóvenes de los Estados Unidos especialistas en
modelación computarizada fueron a estudiar la secuencia de irrigación
en esos campos y llegaron a la conclusión de que las secuencias de
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Los desafíos de las ciencias sociales hoy
los sacerdotes eran más eficaces que cualquier sistema científico que
pudiéramos encontrar. Es decir que la incompatibilidad entre el sistema
ancestral y el sistema científico de irrigación es un producto de la mala
ciencia, y treinta años después se vio que este sistema de irrigación
sacerdotal era lo en términos de utilización del agua. Aquí se demuestra
que es importante pasar de jerarquías abstractas a jerarquías concretas.
Entre los saberes hay muchos problemas de inconmensurabilidad,
porque los conceptos son distintos, las categorías son distintas en
entre unos y otros. Por ejemplo, el concepto de naturaleza de nuestras
ciencias occidentales y el concepto de la Pachamama son distintos,
incomunicables tal vez, porque el concepto de Pachamama es parte
de una armonía cósmica, en la que están el hombre, la sociedad y la
comunidad. Entonces tenemos que hacer una traducción entre culturas
que no es sólo lingüística, tenemos que crear sistemas de traducción
intercultural para imitar la distribución de conocimientos que se hizo con
la monocultura del saber, y que yo llamo “epistemicidio”. El epistemicidio
es matar el saber y matar el conocimiento, es matar a los grupos sociales
que usan ese conocimiento; así pasó con los indígenas, lo sabemos.
Entonces, ¿cómo podemos hacer esa traducción intercultural?
Les voy a dar un ejemplo que viene del África. Como ven, estos
problemas son más globales de lo que nos podemos imaginar. Hay un
problema para saber si existe o no una filosofía africana; se dice que no,
que solamente existe una filosofía universal. Otros dicen que hay una
filosofía africana pero es inconmensurable, es una filosofía que uno no
puede nunca poner en contacto con la filosofía europea porque viene
de la cultura del África. El hecho de que la filosofía sea más desarrollada
en Europa es una cosa transicional. Y, finalmente hay filósofos en el
África que dicen que aunque son filosofías distintas, vamos a intentar un
diálogo entre ellas.
Ustedes saben que en la filosofía occidental uno de los conceptos
más importantes es la afirmación de Descartes: cogito, ergo sum, pienso,
luego existo. Un filósofo de Ghana sostenía: “Yo no puedo traducir esto
en mi lengua aka porque pensar en mi lengua es medir algo concreto,
entonces no puedo pensar en abstracto. Por otro lado el sum, existo,
soy, tampoco existe en mi lengua porque ser es siempre ser aquí o allí,
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Pensando el Estado y la sociedad: desafíos actuales
Yo soy en mi comunidad, en esta comunidad o en aquella comunidad,
y no hay absolutamente nada abstracto en este concepto de ser. Pero
esto no es solamente una condición de inferioridad de mi filosofía. Voy
a demostrar que hay muchas cosas en filosofía aka que yo no puedo
traducir a la filosofía occidental”. Y este filósofo empieza con un análisis
de concepciones de la naturaleza que tienen mucho que ver con la idea
de Pachamama, pero en su versión africana. El punto es que algunos de
estos conceptos no se pueden traducir a lenguas occidentales. Entonces
la filosofía occidental está limitada, y esta es la perfecta posibilidad de
una traducción intercultural: pensar que todas las culturas, todas las
filosofías, son incompletas.
En sexto lugar, la ecología de los saberes no es solamente del
dominio del homo sapiens, del hombre, es también del dominio del mito.
¿Qué quiero decir con esto? Es del dominio de la razón, pero también
de la ilusión, de la idea, de la pasión, del entusiasmo, por una causa de
transformación social que no se puede traducir a fría y pura racionalidad.
¿Por qué yo me involucro en la lucha por los derechos humanos? Porque
veo que hay violaciones a los derechos humanos, porque mi estómago
siente algo que yo no puedo racionalizar. Entonces hay que crear este
conocimiento, esta relación compleja entre razón e ilusión.
Y aquí entra la última característica de la ecología de saberes, que
es una distinción entre objetividad y neutralidad. Nosotros queremos
ser objetivos pero no queremos ser neutros. ¿Qué quiere decir eso?
Objetividad es usar todas las metodologías que nos permitan analizar,
con distancia crítica, todas las perspectivas posibles de una cierta
realidad social. Y las metodologías de las ciencias sociales pueden ser
útiles, son muy útiles para crear objetividad, para limitar el dogmatismo,
para limitar un encierro ideológico, para mantener una distancia crítica,
pero sin neutralidad, siempre preguntando de qué lado estamos. Una
cosa es estar del lado de los opresores y otra cosa es estar del lado de los
oprimidos. Por eso, para la ecología de saberes es fundamental saber de
qué lado estamos. Ser objetivos no significa ser menos neutros y eso, para
mí, es lo más importante de la ecología de saberes.
Esta ecología es casi un programa de investigación que nos obliga
a una gran autorreflexión, a una gran humildad. Los conocimientos son
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Los desafíos de las ciencias sociales hoy
completos si existen muchos otros conocimientos aparte de los que
manejamos nosotros, los cientistas sociales, los filósofos, los sociólogos.
Entonces hay un sentimiento de incompletitud muy grande y esto nos
obliga a una autorreflexión muy profundo. Estamos en una situación un
poco distinta pero algo semejante a la de San Agustín cuando escribió lo
siguiente al final de Las confesiones: “Yo me transformé en un problema
para mí mismo”. Claro que San Agustín se refería a la vida un poco
bohemia que tuvo antes de su vida de santo, digámoslo así. Nosotros
somos hoy en día un problema para nosotros, no para confesar pecados
pasados sino para mirar el futuro. Sobre todo para pensar que todos
nuestros instrumentos están sujetos a la perversidad y que los problemas
del pasado pueden volver.
La traducción intercultural, si no tenemos cuidado, puede ser una
manera sutil de colonizar, hay que ser autocríticos sobre eso; de otro
modo, realmente no podemos avanzar. Hay que avanzar con las garantías
de que los errores del pasado no deben cometerse nuevamente, y esto nos
da, por un lado, una vigilancia epistemológica grande y, al mismo tiempo,
una energía para continuar luchando por otra forma de conocimiento
que consiga realmente que la justicia social global sea fundada en la
justicia cognitiva global. Muchas gracias.
Comentario de Luis Tapia
El pensamiento ético que nos ha dado hoy la exposición de Boaventura de
Sousa Santos es una condición de posibilidad de pensar polifónicamente,
de hablar de varias voces y de conocernos, traducirnos y transformarnos
entre nosotros. En este sentido, quisiera comentar brevemente algunos
puntos que nos ha presentado, coincidiendo con gran parte de lo que
ha expuesto.
Quisiera recalcar algunas cosas, vinculándolas a algunas tareas y
problemas que enfrentamos o tenemos que enfrentar aquí. Una de ellas,
la primera, es que tenemos que cuestionar a las ciencias sociales en torno
a su origen colonialista. Las ciencias sociales, en tanto pertenecientes
a la producción de la verdad sobre lo social, han formado parte de las
estrategias de producción y de articulación de un norte colonial en el
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Pensando el Estado y la sociedad: desafíos actuales
mundo. La idea de lo universal o la verdad universal, primero abstracta y
luego encarnada en algunos pueblos europeos, ha sido parte de las formas
de exclusión y de producción de jerarquías y de inferioridades entre
diferentes pueblos y culturas. Esto nos plantea el problema o la cuestión
de qué hacemos en las universidades enseñando ciencias sociales. En
tanto sigamos pretendiendo que estamos formando profesionales que
van a reproducir verdades universales para pensar nuestros pequeños
problemas locales y, por lo tanto, también reproduciendo este tipo de
ordenamiento colonial que implica asumir una división internacional del
trabajo, en la que en poco tiempo nos volvemos básicamente operadores
de ideas y no productores de ideas, también acaba formándonos
como instrumentos y no como sujetos cognitivos, concebidos a su vez
como éticos.
En este sentido, creo que resulta una tarea importante en países
como Bolivia el descolonizar la forma de producción del conocimiento
que tiene la pretensión de cientificidad, ya que, además, uno de los
resultados de configurar las ciencias sociales como recurso universal,
por lo tanto de primera jerarquía, es justamente excluir a una buena
parte de los individuos y colectividades de la posibilidad de reconocer
su capacidad en términos de igualdad cognitiva. En este sentido, el
racionalismo moderno es ampliamente caracterizado desde un inicio
como contradictorio: por un lado, propuso la igualdad de todos los seres
humanos en tanto seres de razón, pero inmediatamente después se usó
la idea para, justamente, excluir de esa capacidad a una buena parte de
los pueblos colonizados, es decir, en tanto sujetos que no son capaces
de pensar por sí mismos, y, en tanto no pueden pensar por sí mismos,
se justifica gobernarlos y hacerlos trabajar para otros. En este sentido,
la descolonización de la ciencia social pasa por criticar y destruir la idea
de la universalidad del pensamiento y transitar a diferentes modos de
pensar la pluralidad de la razón entre culturas, y también de cada una de
las culturas o sociedades. Esto implica algunos problemas que enfrenta
la ciencia social en algunas metrópolis que se atribuyen la producción de
punta del conocimiento.
Uno de los rasgos del pensamiento postmoderno, una característica
que Boaventura reivindicaba desde inicios de los años noventa al pensar
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Los desafíos de las ciencias sociales hoy
en las ciencias sociales, es el abandono de este tipo de razón indolente
que, entre otras cosas, tiene la característica de, en tanto pretende pensar
para otros y por otros para ordenarlos, acaba también convirtiéndose
en una razón que insensibiliza al sujeto que se plantea como el sujeto
cognoscente universal. Plantearse como sujeto universal significa
neutralizarse en términos de sujeto carnal cognitivo, por lo tanto y en
tanto, intersubjetividad que se siente y, por lo tanto, se politiza.
Otro rasgo de la configuración de las ciencias sociales, y antes, de
la reconfiguración de la filosofía en tiempos modernos, es el hecho de
que es un pensamiento egocéntrico y racista. Lo peculiar de la pretensión
universal es justamente el racismo, y ese racismo significa situarse en la
punta del tiempo. Es en ese sentido en el que la ciencia moderna necesita
suponer una teleología, es decir, una fecha del tiempo del progreso,
donde las sociedades universales se sitúan más allá de aquellas que van
configurando el mundo de la barbarie como el que ha sido expuesto en la
presentación. Así, uno de los modos de socavar, criticar y recomponer la
producción del conocimiento es abandonar la idea de un tiempo histórico
único en el que estaremos situados en diferentes posiciones de privilegio
e inferioridad y viviremos con mayor intensidad. Lo que de hecho, al
fin, aparece con más fuerza es la pluralidad en tiempos históricos, que
contiene justamente la diversidad de formas de conocimiento en tanto
éstas contienen diferentes formas de configuración de la vida social.
En este sentido, por ejemplo, podemos equiparar algunos rasgos de
lo que se ha planteado como ecología de saberes con algunos rasgos de
las culturas en este territorio. Ramiro Condarco propuso caracterizar a las
sociedades andinas a través de la complementariedad macrosimbiótica.
Es decir, un rasgo de las culturas andinas habría sido, usando el lenguaje
más conocido, la ocupación de varios nichos y niveles ecológicos, de
tal manera que un pueblo pueda complementarse utilizando varios
espacios, varias formas de ocupación y haciendo circular los bienes y
también los sujetos en sus diferentes niveles. Se podría decir que aquellas
culturas que experimentan en su seno una forma de complementariedad
macrosimbiótica o de ecología de saberes están más preparadas
también para traducir en relación con otras y convivir de una manera
más igualitaria con otras. Esto no ocurre con sociedades capitalistas
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Pensando el Estado y la sociedad: desafíos actuales
modernas que, efectivamente, tienen mayor dificultad de establecer esta
desjerarquización entre diferentes formas de conocer y, por lo tanto, de
vivir y de ser.
Paso a complementar el siguiente punto, para luego entrar a un
segundo bloque de aspectos en torno a lo político. Se nos plantea que
uno de los rasgos de configuración del conocimiento, y también del
orden social moderno, es este vínculo entre regulación y emancipación.
La regulación tiene que ver con la producción de un orden y, por tanto, la
regulación de la vida humana en ciertos márgenes de disciplina dentro lo
institucional y, por tanto, contiene formas de explotación y de opresión.
Hay un fuerte vínculo entre ese ordenamiento que se hace por vía
legal y la pretensión de las ciencias sociales de contener ideas sobre la
regularidad de las relaciones sociales, es decir, una teoría general que tiene
la pretensión de ser un modelo de regularidad y que tiene la pretensión
de ser una verdad. Eso también es una forma de disciplinarnos en torno
a qué acuerdos, para qué y dentro de qué orden. En ese sentido, la
estructura misma de la ciencia social moderna es parte de las estrategias
de producción del tipo de sujetos que forman parte de los resultados
de la regulación moderna, en el sentido de las mismas sociedades
dominantes, ya que, por así decirlo, no sólo se ejerce este poder sobre
aquellos que están del otro lado de la línea, sino también en su seno. Esto
implica que las formas de conocer tienen dimensiones políticas. Aquí se
ha planteado con fuerza que las formas de conocer también producen
un orden social y político, o lo reproducen y producen desigualdad
social. En este sentido, las ciencias sociales forman parte de la historia de
producción de desigualdad colonial, igualmente vinculada fuertemente
con el capitalismo imperial en tiempos modernos. Aunque también las
ciencias sociales han sido utilizadas para producir algunas facetas de
emancipación y acción.
De manera muy breve quisiera señalar algunos de los efectos que
esto tuvo en América Latina. Durante un tiempo el pensamiento moderno
sirvió también para mantener y recrear la forma señorial de dominación,
producto del colonialismo en este continente en los años posteriores
a la independencia. Más tarde, sobre todo en el siglo xx, las ideas de
universalidad, racionalidad y emancipación que el discurso científico
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Los desafíos de las ciencias sociales hoy
moderno sugirió, sirvieron para producir las revoluciones nacionales y
también algunas nacional populares, con cierta idea de emancipación,
que han sido formas de democratización en el seno de nuestros países
y han introducido la idea de la igualdad de manera paralela a otras
ideologías políticas.
Las ciencias sociales han sido formas de introducir la idea de
igualdad en países altamente racistas y señoriales de América Latina,
aunque también se introduce el etnocentrismo de la razón universal,
obviamente europea y anglosajona. En este sentido cabe ver que la
historia de las ciencias sociales ha contenido de manera predominante
aspectos que, de manera velada, funcionan como una de las formas
de organización y reproducción del orden colonial y capitalista en el
mundo, es decir, de las diferentes formas de desigualdad. Pero también
ha habido usos emancipatorios, por así decir, aunque no cabe pensar
en emancipaciones finales. En ese sentido, creo que es clara la idea de
incompletitud para pensarnos todos, y también para desplazarnos
más allá de la idea de emancipación criticada como algo esencialista,
es decir, como que nos emancipamos queriendo volver a una esencia
primigenia.
El otro punto que quisiera comentar brevemente es el vínculo entre
ciencia y emancipación, para seguir con el argumento anterior, y reto a
una de las afirmaciones hechas en sentido de que, cuando se introduce
la idea de ecología de saberes, se está planteando que no habría que
pensar exclusivamente con las formas que las ciencias sociales —y que
también son las ciencias generales, las ciencias egocéntricas inducidas—
sino pensar con lo propio. Eso es lo que quisiera preguntarme aquí y
responder brevemente: ¿qué es lo propio para varios de nosotros? Se
puede responder de alguna manera: el criterio fuerte de un aymara, un
guaraní, un quechua, pero para la mayor parte de nosotros eso no sería lo
propio, aunque sea parte de nosotros. Eso implica que varios de nosotros,
sobre todo los que hacemos ciencias sociales y hemos estudiado, hemos
sido formados en esa racionalidad moderna colonial, que nos queda, por
tanto, de forma colonial de que podamos pensar lo propio a partir de lo
propio a construir.
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Pensando el Estado y la sociedad: desafíos actuales
En ese sentido, lo que nos queda es transformar aquello que ya
nos ha constituido, inclusive disciplinar como sujetos más modernos
y durante mucho tiempo también con pretensión alguna vez de forma
parte de una modernidad, universalidad, más madura y desarrollada. De
hecho, la reforma neoliberal en Bolivia se ha desarrollado todo el tiempo
justamente bajo la pretensión de volvernos modernos en este sentido
reductivo universal, puesto que en el mundo se habrían despejado las
barreras con la caída del socialismo. Hago hincapié de otras experiencias
más locales de autodeterminación para sostener la idea de que hay
una razón universal y que tiene modelos económicos, antropológicos,
políticos más o menos generalizables en el conjunto del mundo, y eso nos
sigue tocando. En ese sentido que se va perfeccionando ese pensamiento
que piense también una ecología de las emancipaciones.
Lo que ha expuesto Boaventura hoy es algo necesario, y lo que
nos ha propuesto es ampliar nuestros recursos para pensar lo propio.
Dicho de otro modo, personalmente creo —para no inmiscuir a otros—
que el pensar lo propio implica también pensar con lo de los otros, en
la medida en que nos construimos intersubjetivamente y de la mejor
manera. Alimentar ese proceso es justamente escuchar y además tener
la presencia sensual, es decir carnal, y no sólo el discurso de alguien que
está pensando la necesidad de la descolonización de las ciencias sociales
que, obviamente, en lugares como Bolivia es mucho más necesaria. En
esta coyuntura es mucho más necesaria que en las mismas metrópolis,
donde siguen funcionando para disciplinar a los sujetos y justamente
volverlos, podríamos decir, objetos de la dominación interna. En este
sentido, como parte del cides y como boliviano, agradezco tu presencia y
expreso mi deseo de continuar este diálogo por mucho tiempo. Muchas
gracias.
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