^a» i^P PUNTOS DE SUSCRICION, PRECIOS DE SÜSGRICION. •ADRfD, »or Oa ms« PKUVlNOUi foT tres mgses, ^«eieado It sascrieioa en la Ailnintilradian de Lk IBHHHL, 6 remitieado los superitares libranza sobre correos A parlieulares. . Girando directamente la Adrninisiracioa de La I I I B I A i cargo de los suscritores. . 10 H . t4 H Haciendo la suscricitn en casa de los eomisionadott Por an n e t M Por tros M > Or B9Í9 • • « • • • • • • • • • • • • * •• To Por un afio > • • • > IM L \ IBBftiA se pablica todo* los días a s M i los 4*iaÍB(«s. LA IBERIA DIARIO LIBERAL DE LA TARDE. PRECIOS DE LOS AHONCIOg. SI minimnm 1 r s . , y los qne pasan de ocho líneas i rati de a cuartón cada 3S letras para los suscritores, y * para lol que ao lo saaa. Loo comunicados se iosertarin a prectos convenoionalM tanto estos como los arUenloi'que se nos remitan, no s« eToIrerén i los interesados aun cuando dejen de insertaras No se admite correspondencia qae no lenga (ranea de porte. J Viernes 7 de Diciembre de 1855. AÑO n . SCCCXOM DOGTBINAI.. Como si las desventuras que nos aquejan y el desgobierno que en todas épocas nos ha trabajado, (sin esceptuar laS que nuestros absolutistas de la rieja escuela denominan felices tiempos), procediesen del escaso número de nuestros partidos políticos; como si la división hasta lo infinito no fuese la causa principal de todos nuestros males en lo interior , y de la completa pérdida de nuestra influencia en lo esterior, hé aquí que algunos de nuestros compatriotas , movidos sin duda por rectas intenciones—que de estas no debemos ocuparnos—pero con insigne desacierto , en nuestro juicio , se proponen levantar la bandera de uno que al parecer apellidan tercer partido. Mas acertados por cierto andarían si le calificasen de centesimo partido. ¿Y qué pretende, á qué aspira después de todo, ese embrionario partido? Lo ignoramos; y no será pequeña maravilla que sus apóstoles en el Pariaraento, la prensa y los altos círculos políticos, tengan sobre el particular mas auténticos y estensos datos. Parece, sin embargo , que esa nueva elucubración debe tener por toda base y robusto cimiento la unión liberal , que por lo visto se intenta exhumar de la oscura huesa en que há meses yace sepultada. Ahora bien: para trabajar con celo, con desinterés en el natural desenvolvimiento de las consecuencias de la revolución de julio; para adoptar una marcha francamente liberal, tan distante de las tradiciones polacas como de las exageraciones democrático-socialistas; para poner al fin el ansiado término á las fluctuaciones que nos debilitan y nos ridiculizan á la faz del mundo, fluctuaciones contra las cuales hemos tantas veces clamado; para todo esto, decimos, ¿á qué un nuevo partido, sea cual fuere? Y si á C5ta circunstancia, no desatendible, se agrega la decisira consideración de que la flamante fracción no ha escrito aun en su bandera lema alguno que pueda arrastrar á la multitud, ni en su favor cuenta con el número ó la influencia, vendremos á parar, como conducidos por la mano, á la obvia consecuencia de que la nueva creación con que algunos Cándidos sonadores se proponen asombrar á su patria y conducida á las regiones encantadas de la felicidad, es una quimera, en toda la estension de esta palabra. Asi como vagamente se vislumbra que la antigua unión liberal es la piedra angular del nuevo edificio, asi también se barrunta que sus principales arquitectos habrán de ser los generales de Yicálvaro. ¡Nueva y mas infantil ilusión! Si, como estos señores nos han dicho con insistencia, se han identificado con la revolución del anterior verano; si todas sus aspiraciones tienen por objeto la realización de los principios entences proclamados, séanos permitido creer que SEGCIOll REGBEATITA. DISCURSO Kn la Redacción, Plazuela de Celenqiie, niioiera I , cuarta principa. ; y en las librerías de Baílly-BaiUiere, calle del Principe, y Cuesta, calle Mayor. rnoNiiNciADO EN LA SOLEMNE APERTURA DE LA U.-SIVERSIDAD CENTRAL POR EL DOCTOR DON VICENTE ASUERO T CORTAIAH , CATKDRÁTICO DE TERAPÉUTICA T DE MATERIA MÉDICA. (Continuación.) Pues, con dotes como estas, valicinadl» desde luego prósperos sucesos, cualquiera que sea la carrera que adoptare. Si, por no ser muy relerautes sus ingenios ó talentos, no dejase su nombre consagrado en los anales de la ciencia ó del arte á que se hubiese dedicado, Tivirá en paz con su siglo y podrá lograr todos los bienes que se hallan al alcance de las favorecidas medianías. Sin una ú otra, y aun sin muchas de las dotes enunciadas, es posible ¿quién lo duda? conseguir el aura popular. Basta para ello poseer alguna cualidad ó ingenio estraordinario, y tener la habilidad de utilizarle del modo que convenga. Dada ya la señal, una vei pregonado con fortuna el mérito de un hombre, propágase el rumor, y muchos se disponen i admirarle. Ya aplaudido por la multitud que le celebró en su aparición, la multitud no ceja ó retrocede sino á fuerza de tiempo y desengaños. Su entusiasnao es contagioso. El secreto de aquel consistió en hablar donde se hallaba la misteriosa hoqutdad indispeusablo para que el eco de su palabra retumbase: lo demás es obra del acaso y de la fascinacittt que de algunos so apodera. dentro del círculo de las doctrinas que la comunión progresista ha sostenido en todas épocas en la oposición y hecho efectivas en el poder, caben perfectamente todas las opiniones liberales , todas las teorías razonables de gobierno, todos los medios de asegurar en España el imperio délas instituciones libres, no menos combatidas hoy por los instintos reaccionarios, que por las ridiculas exageraciones de estos y la imprudente ligereza de aquello s. Por nuestra parte, nos declaramos desde ahora en abierta oposición con el partido que vergonzantemente se anuncia catre nosotros. Aun cuando, contra todo lo que en estos momentos se presenta como mas probable, ni la caduca unión liberal sea la base cardinal, ni los caudillos vicalbaristas hayan de ser los gefes de la anunciada bandería, siempre resultarán ciertas é incontrovertibles dos verdades: es la primera que el intento de formar un nuevo partido, lejos de asegurar la reputación liberal de esos generales, tendería mas bien á menoscabarla y acaso destruirla; es la segunda que, como dejamos dicho, si de buena fé se trata de labrar la felicidad del país y llevar á cabo las consecuencias del alzamiento que dio en tierra con los ídolos y los altares del polaquismo, es en alto grado sospechoso y terrible todo conato dirigido á crear nuevas fracciones políticas en un país destrozado por las luchas de partido. Lo que tales conatos pueden significar hoy no es sino la mal encubierta pugna de ambiciones miserables, que no hallando fácil ó próximo acceso al poder en tanto que militan en las antiguas escuelas, procuran hacerse las necesarias, y producirse á luz, y rodearse del pomposo aparato de la novedad, levantando sin cesar nuevas banderas, siquiera la confusión crezca hasta lo infinito, y siquiera las nulidades amenacen invadirio todo, y la charia iraporluna logre ahogar la voz del saber y el palriotisrao. Estamos en la época de los terceros partidos : es la manía política dominante. El partido moderado nos ha hablado repetidas veces, por medio de sus órganos en la prensa, de no sabemos qué trabajos de reorganización, que debían producir, por medio de ciertas esclusiones y admisiones, la rehabilitación de un número mayor ó menor de sus antiguos adeptos; es decir, la formación de un tercer partido: empresa que, dicho sea de paso, así ha dado de sí resultado alguno digno de mención, como por los cerros de Ubeda. El viejo partido absolutista ha tratado también á su vez de reorganizarse, de refundirse, de modernizarse. InstintÍTamente ha conocido mas de una vez que le era preciso dar de mano hasta cierto punto ala balumba de insostenibles ranciedades y desacreditabas doctrinas que forman su credo político: mas de una vez ha tratado de eliminar de su seno No importa que el sentido común, aun no esIraviado, y que los hombres de ciencia ticen su Toz para aprobar la insensatez ó la mentira, el error y hasta el absurdo que hay en los discursos y promesas del hombre que lograra aquel pros- • ligio. Cuando la persua«ion nace de esperanzas ó temores, no hay argumento, por sólido que sea que no le rechacen los afectos en ([uc llegó á apoyarse la creencia. Si, por alto deiden ó nagligenoia, nadie le contradice ó le censura, interprétase como señal de aprobación este silencio. ¿Se le critica? Pues acudirán sus adictos á la ignorancia ó á la envidia de sus contrarios, para esplícar su oposición. ¿Se le persigue? Un instinto de generosidad se sublevará en defensa de la victima para tomar i su cargo la demanda. ¿Es áspero «n el trato, brusco en sus modales? ¿Tiene ridiculeces, singularidades 6 manías, de que todos se aperciben? ¿No habla con sentido, escribe sin ortografía y con caracteres ilegibles? Pues os dirán que sin estos lunares no seria completa su grandeza, y os citarán, hasta cansaros, estravagancias de hombres que se han lieclio notables, hablando poco y mal, y célebres escritores que nunca fueron pendolistas. Si; la parcialidad torna en favor hasta el agravio, y encuentra, aunen la deformidad mas repugnante, 9U belleza. No lo estrañeis. La muchedumbre no percibe el vicio ó la virtud, ni la razonóla locura, sino cuando vé como en caricatura sus efigies. Ama lo maravilloso y los contrastes. Necesita perdonar algo cuando ensalza: Ter en los héroes que aplaude un fondo de vulgaridad que i su condición Io3 asimile: á los hombres que hacen de él un verdadero anacronismo, y aun ha mostrado en ciertos casos, con no pequeño asombro de la actual generación, puntáis y ribetes de liberalismo. ¡Trabajo estéril! El tercer partido, tras cuya sombra corria, no ha aparecido, ni es de creer aparezca en lo que resta de siglo. Hoy, olvidadas tan elocuentes enseñanzas, algunos progresistas se han dado á entender que la panacea de nuestros males presentes, y el amuleto que nos ha de preservar de los futuros, no consiste sino en el venturoso hallazgo de lo mismo que con tanto ahinco como desdicha buscaron moderados y realistas puros. La unión liberal, como otras muchas cosas que se anunciaron con estrépito y fueron en su dia saludadas con júbilo, pudo producir mucho bien, y no obstante, no lo produjo: esperándose de ella algo, su resultado fué la nada: sirvió en su tiempo de mucho á algunos, de cruel desengaño á otros, y de risa á los indiferentes: ¡séale la tierra ligera! De los mencionados generales diremos, que si rehuyen el porvenir en las filas políticas á que se asociaron en julio, en vano lo buscarán en nuevos.campamentos, á donde no les seguirán simpatías de valer, puesto que cualquiera nueva evolución que intenten ni alucinará á los moderados ni inspirará seguridad á ios progresistas. Buscar un apoyo en nuevas huestes seria fomentar algunas deserciones, estimular algunas apostasías, para hallarse al fin casi aislados y sin la menor fuerza de acción. Finalmente, de esos terceros partidos que hoy parecen estar de moda y gozar de gran boga, diremos, fundados en hechos recientes, que son imposibles; y añadiremos que á ser posibles, vendrian á la escena política con el único fin de representar en ella el papel de El tercero en discordia. Ayer empezó en la Asamblea la importantísima discusión de los presupuestos. Antes de entrar en la del voto particular del señor Massadas sobre el presupuesto de la Guerra, los señores Sagasta, Monares, Gil Sanz, Valera y otros, presentaron una proposición pidiendo que no pueda discutirse presupuesto alguno en particular sin haber aprobado antes la ley general. Esta es la verdadera doctrina liberal, y así se hace en todos los parlamentos de Europa. En apoyo de la proposición hizo uso de la palabra uno de sus autores, el señor Sagasta. Su señoría defendió con elocuencia y energía los intereses populares, demostrando la conveniencia que hay en votar por separado los presupuestos de la nación. Sin duda es este un método adoptado para hacer que la Asamblea apruebe parcialmente lo que en su conjunto no podria menos de desechar. Cuando por este sistema el presupuesto de gastos esté aprobado, habrá necesin este fondo creería adorar deidades mitológicas, y tan alta veneración la humillaría. Si, pues, las dotes que bastan, á las veces, para obtener el aura popular, ni son prendas en que pueda fundarse nuestro cálculo para conjeturar próspera aventuranza en los que á ella se encaminan, por mas que en tal ó cual grado las posean: si en la amplitud que tienen los estudios necesarios para adquirir un título cualquiera fuese de todo punto irrealizable el propósito de sobresalir igualmente en aquellos, vista 1» limitada capacidad de nuestro espíritu: si la inclinación natural á determinados estudios ó tareas y toda la aptitud intelectual correspondiente, no es tampoco lo que basta, sin un raro y benéfico conjunto de dotes afectivas , instintivas y hasta físicas, para elevarse con el beneplácito de los hombres entendidos en el ejercicio de una profesión; forzoso será que desmayemos al contemplar los datos que deberán entrar en nuestro cálculo y lo rarísimo y difícil de verlos reunidos al sentir ó al impulsar hacia una vocaciónLimitémonos, por lo tanto , á averiguar sí los alumnos poseen las facultades mas absolutamente indispensables para el desempeño de los deberes que en lo sucesivo los aguardan. No busquemos en un hombre disposiciones que prometan su eminentísimo saber en todos los ramos de una ciencia, sino la aptitud fundamental que ella reclame y la capacidad justamente necesaria para brillar en el determinado puesto á que aspirare. La vocación para la jurisprudencia, por ejemplo, está en la naturaleza misma délos hombres; pero no lo está, según nuestros estudios reglamentarios la definen ó co.mprenden , y según la amplifican las necesidades sociales en la mayoría de los casos. Jurista habrá irreemplazable como HUMERO 444. sidad de aprobar el de ingresos con el restablecimiento de la contribución de puertas y consumos y el recargo que se supone sobre la territorial. Buenas fueron y dignas de ser atendidas las razones que adujo el señor Sagasta en pro de la proposición; pero no produjeron efecto alguno en el ánimo de la complaciente mayoría. La proposición fué desechada en votación nominal por 88 contra 63. Esta es otra nueva prueba de independencia. Abierta discusión snbre el voto particular del señor Massadas, relativo al presupuesto del ministerio de la Guerra, que no era mas que la reproducción bajo otra forma menos concisa de la proposición desaprobada, hizo uso de la palabra en contra el señor Labrador. S. S. de algún tiempo á esta parte se ha puesto al parecer de acuerdo con el gobierno; en todas las cuestiones importantes vota con él, y le presta su mas desinteresado apoyo. ¿ En qué consiste esto? No lo sabemos. Pero recordamos que hace algunos meses S. S. era uno de los que combatían con mas ardor la marcha económica del ministro de Hacienda. Eu pro del voto hizo uso de la palabra el señor Massadas, su autor. S. S. enumeró uno por uno los desengaños que desde la revolución á¿ julio ac áha sufrido el pueblo, principalmente en las cuestiones económicas, é hizo ver los perjuicios gravísimos que la conducta del gobierno causaba al partido progresista. No parece, decía el señor Massadas, sino que tienen empeño decidido en desacreditar la situación, muchos de los hombres que han contribuido á formaria: de otro modo, apenas pueden espiicarse las contradicciones en que se la hace incurrir unas veces destruyendo lo que antes ha planteado, otras separándose de las ideas liberales para aceptar y practicar las de sus adversarios. Entrando después S. S. en el fondo de la cuestión económica, censuró agriamente los aumentos que se introducen en el presupuesto de ingresos, como innecesarios y opuestos al crédito del partido progresista, y combatió el proyectado restablecimiento de la contribución de consumos. El discurso de S. S., notable bajo muchos conceptos, fué oido con atención por la sana doctrina que encerraba y su tendencia altamente liberal. Contestóle brevemente el señor Sánchez Silva, aprobando que se procediese primero á la discusión del presupuesto de gastos que á la del de ingresos, y en seguida hizo uso de la palabra en pro del voto particular el señor Arriaga. Su señoría defendió las buenas doctrinas administrativas, y manifestó entre otras cosas, que se trataba de discutir por partes la ley de presupuestos, para que el pais no pudiera conocer con tanta facilidad la semejanza que tiene con las que presentaban nuestros adversarios políticos, durante su funesta dominación. Cada vez nos convencemos mas de que del parti- En la sección oficial de ayer venan nuestros lectores una real orden del ministerio de Fomento sobre líneas telegráficas , en la cual se dice que están ya designados y aprobados los puntos en que han de fijarse las estaciones-comandancias, sin enumerarlos. Según nuestras noticias, son los siguientes: «En las líneas desde Zaragoza á Barcelona , Huesca . Barbastro , Monzón , Lérida, Tarragona y Reus , habrá estaciones en Huesca, Barbastro, Lérida, Reus, Tarragona, Barcelona y Fraga. En las de Barcelona á la Junquera por Gerona, las habrá en esta ciudad, la Junquera, Figueras y Mataré. En la de Tarragona á Valencia por Castellón, en Castellón, Amposta y Tortosa. En la de Bilbao a Santander, en Santoña y Santander. En la de Vitoria á Logroño . en Logroño. En la de Calatayud á Soria , en Soria, Gomero, ó el punto medio que más convenga. En la de Madrid á Almansa, en Aranjuez, Villasequilla, Socuéllamos, Albacete y Almansa. En la de Almmsa á Valencia, en Játiva y Valencia. En la do Almansa á Alicante, en AHcante y otra estación donde convenga. Én la Alicante á Cartagena por Orihuela y Murcia, en Orihuela, Murcia y Cartagena. En la de Socuéllamos á Cuenca, en San Cla- asesor ó como juez, que sería inútil 6 detestable presidente de cualquier chancillería , mal oidor, relator pésimo, frío defensor ófiscalintolerable' Loque en la práctica de la jurisprudencia sa percibe, se nota en la de todas las profesiones ó carreras. Estudios hay que, siendo como fundamentales, para cada una de estas necesitan previa disposición en los sugelos que á ellas se dedican. Empiécese por averiguar si en estos hay la aptitud intelectual indispensable, y averigüese después si con diclia aptitud coinciden ó no todas las demás ya antes enunciadas. Para ser médico ó cirujano , por ejemplo , es necesario saber la anatomía; pero reparad bien, si aspiraseis á hacer de vuestros hijos grandes cirujanos, en que la anatomía del disector nojes la anatomía del operador: el primero clavará siempre su escalpelo en un yerto cadáver: el segundo tendrá que operar en una organización que siente , que habla , que palpita, se queja, grita y se remueve. El primero solo neeesita la curiosidad que le lleva á investigar los caracteres físicos, visibles y tangibles de todas las entrañas que hay en nuestro cuerpo: el segundo ¡ahí el segundo, ¿quién es capaz de decir, y en breve tiempo, las cualidades que debe poseer? Educado en los hospitales y anfiteatros anatómicos, en esas escuelas del dolor y de la muerte, observador solícito del hombre que padece , intérprete de las necesidades que le aquejan , espectador paciente de angustias y torinenlos que acibaran , por simpatía, su existencia; ligada siempre su fortuna con la salvación del que reclama sus auxilios; siempre en la mas perfecta consonancia su interés con el interés de su doliente , inútil es decir si necesitará conocer al hombre muy á fondo para compadecerle y reani- marle con su palabra y con su espíritu, para cautivarle con sufilantropíay su i-aber, y llegar hasta á ser dueño de su cuerpo á fuerza de vivir esclavo de sus males. Si; la compasión y la beneficencia, estas fuerzas morales, asociadas á la correspondiente dotación en los ingenios, constituyen los dos Resortes afectivos que imprimen la vocación qua llamaremos hipocráiica. Innatas son la compasión y la beneficencia entre los hombres; pero ¡de qué modos tan diversos no se espresan en cada uno aquellas facultades! Hay quien no puede tolerar el grito de dolor que lanza un semejante. Hay quien al aspecto de la mas leve herida se desmaya: quien huye como despavorido de la alcoba en que otro se halla agonizando, sin dejar de ser humanos, sin que por eso economicen sacrificios para aliviar ó remediar á los que sufren. También hay organizaciones egoístas que tienen una infinita conformidad para los dolores de su prójimo; pero consuélenos lo escepcionales que afortunadamente son. Oye la compasión un alarido, y si esta compasión impera en nuestra alma con las dotes necesarias para la vocación que llamamos hipocrática, al punto una afinidad irresistible nos hace participar da aquel dolor y anhelar su alivio y su consuelo. El que sufre contrae, por el solo hecho de sufrir, un estrecho parentesco con aquel que se halla organizado para ejercer la ciencia de Esculapio: su dolor ha encendido la antorcha con que ha de buscarse su remedio. Para él nuda hay en el enfermo que por su aspecto ó fetidez repugne; hasta serie intolerable su impresión. do progresista, si siguen así sus importantes hombres, bien pronto no quedará mas que el nombre: muchos de los abusos que había en tiempo délos moderados, seinteatan sostener en la actualidad; los mismos principios que entonces se practicaban, se practican hoy para que se aprueben, y todo es debido á la perniciosa influencia de la mal llamada Mrtion liberal. Después de haber rectificado los señores que habían tomado parte en estos debates, se procedió á la votación. Como era de esperar , el voto del señor Massadas fué desechado por 103 señores diputados contra 65, que son el verdadero núcleo de la oposición progresista. Ya van, por fin, aclarándose las situaciones, y ya casi sabemos quiénes de los mismos (jue se llaman progresistas, son nuestros amigos ó nuestros adversarios. No concluiremos esta lijera reseña sin desvanecer un error en que incurrió el señor Massadas, con quien por otra parte estamos de acuerdo en todos los principios que tan elocuentemente sustentó. Las provincias de España, no miran con recelo ni odio el engrandecimiento industrial de Cataluña, ni quieren restringirie ni menos anularle; lo que desean solo es que no se ejerza un monopolio fatal para ellas, y no se evite el desarrollo de su riqueza por una mal entendida condescendencia, no con la industria del Principado, sino con algunos traficantes que medran á su sombra. De esto á lo que sostenía el señor Massadas hay una gran diferencia.