>íú.m.. 3 9 . Afio t e r c e r o . 2 3 de m a r z o de 1 8 6 8 . SE SUSCRIBE: PRECIOS DE SÜSCRICION. En Madrid: en la Administración, calle de Isabel la Católica, 18, tercero. En los almacenes de música de los señores Romero, Eslava, Martin Salazar, Bernareggi. Carrafa y Casimiro Martin. En las librerías de San Martin, P'ierta del Sol, 6; Victoria, 9, y E. López, Carmen, 13. En provincias , en los almacenes de música y principales librerías. Milán: agencia Lamperti , Lupa, 7—Albergo dia Francia,?. Clerici, corso Vittorio Emmanuele, 20. París: M. Boura , hotel Dalayrac , 2 , rué Monsigny, frente al teatro de los Italianos. Madrid 6 rs. por un mes. Provincias 24 rs. per tres meses. Ultramar 10 pesos un año. Extranjero 8 pesos id. id. El pago de la suscricion es siempre adelantado. REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: I S A B E L L A CATÓLICA, 18- Este periódico se publica los dias 1, 15, 22 y 30 de cada mes. Número suelto, DOS reales. EL ARTISTA, MÚSICA, TEATROS, SALONES. Con el presente número recibirán nuestros suscritores á la tercera sección: E S P I N A D E L ALMA. ROMANZA, música de García de Rossetti. SUMARIO.—DiccroNARio BIOGRÁFICO-BIBLIOGRÁFICO DU E F E M É R I D E S D E MÚSICOS ESPAÑOLES, por V i c e n t e C u e n c a . — C A R T A S QÜ-Í J U A N PKDRO P E U E Z ESCRIBE A SD AMIGO INTIMO TEÓTTMO DK LAS COÍÍAS DE M A D R I D . — R E C U E R D O S DB O R Q U E S T A . — C O R K Ü S P O N D E N C I A . — M i s c e l á n e a . — A n u n c i o s . DICCIÓN A Mío BlOGRÁFICO-BIBLIOGRÁFICO DE EFEMÉRIDES DE MUSIÓOS ESPAÑOLES. Al movimiento artístico-literario que de poco tiempo á esta parte se lia iniciado entre nosotros, tenemos hoy que añadir, la publicación del primer tomo de la obra que sirve de epígrafe á estas líneas, llevado a cabo por don Baltasar Saldoni. Honrosa y digna es la tarea que ha emprendido el decano de nuestro Conservatorio. «Al leer la historia, nos interesan los hechos que vamos recorriendo, se despierta nuestra simpatía á menudo por la suerte de los actores; y cuando el escritor desciende á particularidades que, con colores mas fuertes y mas vivos , nos presentan modelos de compatricios que se han distinguido en la misma profesión ó carrera á que nos dedicamos, e n tonces se escita en nuestro ánimo un vivo sentimiento, que nos impulsa á hacer los mayores esfuerzos para imitar, para igualar, y aun para sobre pujar, si es posible, á los que nos han precedido. «Entonces se aviva el talento y se promueve la emulación, tan conveniente y necesaria para los adelantamientos de las artes y ciencias.» Estas palabras que copiamos del prólogo que acompaña al Diccionario liografico-hibliográjicode efemérides de músicos españoles, del señor Saldoni, encierran el pensamiento que el autor ha tratado de llevar á cabo. En efecto, de todos los estudios que en la actualidad pueden ser mas útiles y beneficiosos á nuestra patria, débese contar como uno de los mas trascendentales las investigaciones históricas, y los fundamentos de que arrancan las propias tradiciones artísticas que á favor de nuestra indolencia proverbial apenas son conocidas de algún raro anticuario ó erudito. Esta apatía, que siempre y con igual intensidad ha formado parte de nuestra naturaleza, que ha dado lugar á no pocos errores gravísimos, que sirve en la actualidad de base sobre la que asientan sus principales impugnaciones los estraños, era ya tiempo que tuviera su limite en nuestra generación. La misión que han tomado á su cargo algunos españoles de ilustrar esta parte tan escondida en las sombras del misterio, no puede ser mas noble y levantada. Contribuir con el talento y el estudio á perpetuar la memoria do los que alcanzaron mayor nombre en nuestra nación es confiar á la posteridad un precioso tesoro de sus glorias nacionales. Por desgracia nuestra esta empresa aun no ha sido dable emprender mas que á unos pocos. Y decimos que á pocos ha sido dable emprender, porque en España salirse del camino trillado para unos es dificultoso, para otros casi insuperable, para los mas imposible de todo punto, pues aunque el rubor manche nuestra frente al confesarlo, en achaques históricos nuestra situación es de las mas lamentables que darse pudiera. En esta'¡materia importante, escasísimas son las fuentes á que se atreven acudir los hombres estudiosos, y estas, cuando se encuentran, se hallan tan confundidas, mezcladas y revueltas, que falta la paciencia para compulsar su autenticidad. A esto añádase la incuria con que se miran por muchos profesores de música y aficionados toda clase de investigaciones artísticas, los incendios de muchos edificios importantísimos que encerraban los documentos mas preciosos, la pérdida de libros parroquiales que nuestras turbulencias han esparcido á todos los vientos del destino, y se tendrá una idea aproximada de las 214 L ARTISTxi. dificultades con que tienen que luchar los hombres emprendedores, que no cuentan para llevar á buen término su intento mas que con sus propias fuerzas y recursos. El señor Saldoní impulsado por una constancia á toda prueba, ha logrado vencer no pocas dificultades, y después de un trabajo que haria honor a un benedictino, tenemos ante nuestros ojos el primer tomo de su grande obra, acreedora en todos conceptos a l a consideración de los amantes del arte nacional. Dividese el Diccionario en tres secciones: 1." Efemérides, en las que consta el nacimiento ó fallecimiento, en cada dia del año de profesores y aficionados con sus respectivas biografias; 2." Catálogo, Hsta por orden alfabético en forma de diccionario, de todos los profesores y aficionados pasados y presentes cuyo dia de nacimiento ó defunción no ha sido posible averiguar, y 3." Variedades, compuesta áe hechos y noticias de, utilidad para el arte en su parte'históríca. Como comprenderán nuestros l;\'.i;)rcs por el rosiimcn anterior, que la obra del Sr. Saldoni es para el arte de una importancia mmensa, y de una reconocida utilidad para todos. De reconocida utilidad, repetimos, porque en ella se hallan recopiladas con minuciosa exactitud no solo las biografias de los maestros y artistas que ha producido el arte patrio en todos los tiempos, sino que, á mayor abundamiento, en la tercera sección podrá consultar el erudito diferentes é interesantes noticias, ^^a sobre algunos hbros de música que se publicaron en diversas épocas, ya también el estado de esta entre varias naciones, ya sobre los teatros de Madrid y la critica que de ellos se hacia en el siglo pasado, con otras muchas observaciones no menos raras y curiosas. Con respecto á las biografias que van publicadas en el tomo 1." y que corresponden á los meses de Enero y Febrero, reina en todas ellas un cuidado llevado hasta el escrúpulo, y una conciencia, justicia é imparcialidad poco comunes. En todas las noticias que sé encuentran en lo demás de la obra, que en la ace{)tíion estricta de la palabra es mas bien una inmensa recopilación de documentos de todos géneros, que servirán para establecer mas tarde grandes verdades desconocidas por completo, en un pais en donde se ha cultivado é ilustrado mas el arte, y que principalmente se encuentran agrupadas en la sección tercera, los documentos que se aducen son la mayor prueba de, su exactitud. 'Los desvelos que tan improba tarea habrán costado, lo dan á conocéis j dice el señor Saldoni, algunas biografi:ás, en las que se podrá notar la diferencia entre las fechas que presentamos y las que fijan otros escritores. «No nos ha amiknado, añade, el gran número de comprobaciones, ni nos ha desporazonado las muchas dificultades que hemos tenido que tencer , porque t e níamos una gran fuerza de voluntad para lograr la nota de v e rídicos, y abrigamos la satisfacción de haberlo conseguido. Podemos, pues, asegurar que cuando hemos enmendado ó citado alguna fecha, ha sido porque apoyábamos nuestra rectificación ó hiiéstra cita en datos irrecusables.» En la marcha de la obra, y obhgado por la verdad misma, dirígese muchas veces á M. Fetis acusándole, y con razón, de haber pecado de ligereza en la inserción de varias fechas. De algunas de las rectificaciones del Sr. Saldoni, no sale muy bien librado el director del Conservatorio do Bruselas. E's triste, dice un escritor contemporáneo, verse obligado á confesar que un musicógrafo serio y concienzudo no pueda dejar pasar sin tratar según sus méritos á este escritor prolífico y superficial que á todo toca, que se encuentra uno á su paso por todas partes, y del que se está obligado, con voluntad ó sin ella, á rectificar sin cesar y .sin piedad, bajo pena de pasar á su vez , por un historiador de contrabando, los incalculables errores. Cuando se trabaja con la buena fé que lo ha efectuado el se^ñor Saldoni por espacio de 18 años consecutivamente en una empresa, comprometiendo el porvenir de sus hijos y su propia fortuna, el arte debe mostrár^selé reconocido—par desgracia nuestra si en España ha renacido el amor á las letras , no s u cede lo mismo con el deseo de comprar libros para instruirse. Por nuestra parte, creemos con el autor del Diccionario Uogrifico-Uhliografico de efemérides de músicos españoles, servir al arte glorioso de nuestro pais, ayudando hasta donde a l cancen nuestras débiles fuerz^is, á esparcir las semillas de las obras notables y que marcan la senda de las buenas y fructífer;is tradiciones que en esta materia nos han dejado nuestros mayores. Esta es la única manera, ¿por, qué no confesarlo? de refardar su decadencia, oponiendo el saber á los ataque» de la ignorancia, que impaciente grita ¡milagro! porque ha descubierto una disonancia mas, colocando entre esta y las nobles tradiciones de nuestros antepasados la aristocracia del talento que, situada en el lugar que debe tener una nación civilizada, haria resaltar masl el prestigio de la grandeza que hemos perdido, y que, es preciso desengañarse, no recobraremos jamás sino se pone á la cabeza del movimiento intelectual. Las naciones son verdaderamente grandes por el estado de florecencia de sus artes liberales, balanza única que señala, en efecto, su cultura su desenvoimiento ó decadencia, marcan invariablemente la prosperidad ó postración de un pais. La nación que cae, y se borra su memoria de la haz de la tierra, vive en la inmortahdad por los productos de su intehgcncia. Los pueblos que mueren^ las naciones sujetas por el flujo y reflujo de la humanidad inquieta, desaparecen para siempre de la superficie del globo; pero el genio de las artes que las han vivificado perpetúa su recuerdo, y queda solo como un inmenso monumento para enseñar el lugar que ha ocupado en la historia de la humanidad. Populns sapiens, geiis magna. Este versículo del Deuteronomio que traducido buenamente al español quiere decir que: unpioeblo sabio, es una gran nación, es lá mejor prueba de nuestros asertos, y el espejo en que debe mirarse España, si es que aspira á que su nombre sea pronunciado pqr la fama. , ,,,; .••:,:•" '•! ov Pero noso|;ros aun_ no pensamos en tales bagatelas de n a cionalidad , que no conducen á nada y estorban para todo. VICENTE CUENCA. oí ^L^ QUK JUAN PEDRO PÉREZ, ESCRIBE Á SÜ AMIGO ÍNTIMO, TEÓTIMO, DE hPS COSAS DE MADRID. MADRID '22 DE MARZO. - N O sé, querido amigo Teótimo, si esta mi carta llegará á tu poder. Habia cogido un hermoso pedazo de papel blanco y fino, no se de que fabrica, pero bueno, y digno de estar en tus manos; había preparado la pluma: primero, y después la imaginación, para pensar lo que te habla de contar; habia escrito la fecha y el mes, pero me dormí de repente. Cuando :ne despertaron faltsU^a,so\p media hora para marchar el correo. -\ ...•:•.: EL ARTISTA. Yo quena escribirte á toda costa, pero habia soñado, y el recuerdo del ensueño me habia borrado de la imaginaciou lo que pensaba de cirte. En tal apuro pensé que lo mejor era .escribirte el ensueño. Yo sé que tu lo que deseas es saber de mi, y mis cartas, contengan lo que contengan te son gratas, porque te hacen el efecto de fes de vida y siempre ves en ellas mi cariño' hacia ti. El pensamiento lo puse inmeiíiitainente en acción, y si concluyo raicarta antes que el correo salga, mauana sabrás de mi, si no sera otro dia. Estaba de huésped en casa de un hidalgo escocés, amigo mió, que habitaba en las cercanías de Edimburgo. La morada de este hidalg;o era una gran mole de piedra que databa del tiempo de las Cruzadas, per) en la que cada é;joca habia dejado un recuerdoLos niontañeses la llamaban pomposame fa castillo, q^iizás para halagar .á sus dueños, pero de castillo solo tonii uu torreoí con ven tanas ojivas, único que se habla salvado de l i piqueta del albañil, t o do lo demás del ediíicio era de constr iccion miderna, pero estoy se guro que el arquitecto mas inteligente se habria visto muy apurado si le hi.bieran preguntado á qué estilo perteneiia. La fachada principal tenia adornos del tienipo del Renacimiento, ventanas de orden corinto y delante un pequeño parque á la inglesa. Todo el edificio estaba rodeado por un inmenso jardin en el cual habla bosques sombríos, alamedas que se plérdiau de vista, cascadas, fuentes y est-ituas. Mi amigo el hidalgo, era un íeñor viejo, seco y huesoso, derecho y fuerte como una encina, con ojos grises, nariz larga y encorvada y dientes arillos. Elpeso de los sesenta años de edad que ya tenia sobre si no habia podido doblar su alta estatura ni arrancarle un solo cabello. Su boca continuamente contraída, anunciaba tranquilidad y resolución, y su actitud altiva y fiera yo no se que de caballeresco y despótico. No le faltaba mas que una cota do mallas y una lanza para representar un caballero de la edad media. Su esposa, porque era casado mi amigo, era también alta y seca, con el rostro apergaminado y pecoso- Llevaba siempre un vestido de damasco negro de grandes ramos, desmesiradamente largo, sujeto á la cintura con un cordón de seda negra también, del cual pendía un rosario de cuentas gordas y una cartera donJe guardaba las llaves y el dinero para el gasto diario. Su tocado consistía en una papalina blanca, con honores de cofia, adornada con lazos negros. Una tarde, al anochecer, me paseaba por el jardin del castillo de mi amigo. Desde el jardin se vela á Edimburgo. El sol desaparecía lentamente detrás de la catelral, como si le causase pena dajar de alumbrar la tierra. Las spmbras nacientes de la noche iban envolviendo en su negro manto la playa cubierta de ruinas que so vela á mi izquierda, al pié de la cual el mar, tan terso como un espejo, seguía su cami lo bañando las conchas de la orilla. Delante de mi aparecip, Edimburgo, destacándose sobre un fondo dorado, asemejándose á uno de esos cuadros de la escuela florentina, pintados por Giotto que tanto encantan. Después de contemplar algunos instantes aquel bello panorama, empece a pasearme. La noche había comenzado ya su reinado. Andando, andando llegué á un bosquecillo de aloes enmedio del cual habia una preciosa estatua de mármol blanco sobre un pedestal de jaspe azul. Era Diana caz idora con su carcaj .al honbro y su Hecha en la mano. La luna deslizando sus rayos á través de las ramas de los árboles, formaba en el suelo mil caprichosos dibujos, semejantes á los de un tapiz oriental. Yo andaba tan distraído, que al pasar por delante de la estatua, tropecé en elpedestal. Me paré y levanté la cabeza. '/• .1 Pero, cosa estraña, me pareció que la estatua me sonr4lii¡."Li¿' mí-' 215 ré con mas detención y vi que la Diana de mármol me sonreía en efecto. Confuso proseguí mi camino; pero aun no habia andado ocho pasos, cuando un poJer mas fuerte que mi voluntad me obligó á volver la cabeza. Diana lanzó sobn; mi una mirada dulce y melancólica. —Es una alucinación de mis sentidos, murmuré. ¿Có:no se h a d e animar un pedazo de mármol? Y proseguí mi camino, y entré en mi habitación, pero sin poder olvidar la melancólica mirada y la dulce sonrisa de la Diana de piedra. Por mas esfuerzos que hice me fué imposible dormir. Siempre tenia delante de mis ojos la mirada y la sonrisa de la estatua. Me levanté, cogí un libro y quise leer; pero me fué tan imposible como dormir. Entonces abrí !a ventana para que el fresco de la noche refrescase ¡ni cabeza. La aurora comenzaba á asomarse al horizonte haciendo palidecer la claridad de la luna. La ventana dominaba todo el jardin. Mis ojos se fijaron involuntariamente en el bosquecillo de aloes y vi la cabeza de la estatua destacarse sobre los árboles. Pero cosa estraña; Diana tenia la misma melancólica mirada en sus ojos y la misma dulce sonrisa en sus labios. Por algunos instantes quedé inmóvil, asombrado, confuso. Mientras tanto salió el sol. Volvía mirar, pero todo habia desaparecido. Diana ni sonreía ni miraba. Era una estatua como todas las demás. Pasé el día, con un mal es^tí^r ,que,no,podia dominar. Nunca habia sentido una sensación semejante. Es verdad que tampoco habia visto jamás un ¡ostro parecido al de la estatua. Era una belleza ideal, divina. La mayor parte del dia permanece sentado delante de la estatua contemplando su hermosura. Tenia un libro en la mano, pero no leía. El viento se habia encargado de pasar las hojas. Cuando llegó la noche no pude resistir al deseo de ver á ¡a estatua á la claridad de la luna. La estatua rne sonreía y me miraba con melancolía. . —¡Oh, que bella es! murmuré. ¿Porqué no han de amar los mármol s? ¡Cu;ínto te amaría yo, Diana! —¡1)3 veras! dijo la estatua con una voz que parecía una melodía celestial. ¿Me amarías siempre?.. Nosotras las mujeres de mármol no amamos mas que una vez, ¡pero ay de los que nos aman, sinos avandonan!.. Nuestra venganza es implacable... ¿Estás tu seguro de que me podrás amar siempre? —¡Oh, Liana! yo te adoro, esclamé, te adoraré siempre, te lo juro por la lu... Diana puso su fría mano sobre mi boca y me impid ó proseguir. —Basta, basta, dijo; vasa jurar que me amas por la luna, por los astros y por las flores, yo soy como Julieta, no quiero que juren que me aman sobre cosas tan incostantes. Solo creo en las obras. Amá¡ne. si así lo quieres, pero si un dia faltas á tus promesas, sí me olvidas y amas áotra, mi venganza te seguirá por todas partes, como lu sombra seguirá á tu cuerpo mientras vivas. Yo cogí una flor de una pasionaria que se enredaba en el pedestal, la besé y se la di diciéndola: —Esta flor santa será el lazo que una nuestras vidas, si te olvido, véngate de mi sin compasión. Diana y yo solo nos veíamos como los enamorades de Varona, desde que cantaba el ruiseñor hasta que comenzaba á cantarla alondra. A Diana le estaba prohibido hablar de dia. Seis nieses después, tuve qua hacer un viaje á Italia. Una tarde que me paseaba por 1 s alrededores de Ñapóles, yí á una joven estremadamente bella en la galería de una preciosa villa cuyas paredes bañaba el agua del mar. Era alta, esbelta, blanca y rubia. Sus ojos tenían algo de la trasparencia del cielo sus labios mucho del carmín brillante del coral. 216 EL ARTISTA. Schakspeare la habría llámalo Ofelia, pero su pidre la llamaba Olimpia. Yo améá Olimpia, y Olimpia me amó, y como nuestras dos fa miüas pertenecían á la misma clase, nuestros padres dispusieron nuestra boda. La vispera de los esponsales tuve un sueño terrible. Diana, la estatua del járdia de Edimbur^jo se me apareció con semblante airado á prohibirme qne me casara. Me recordó mis promesas, mi juramento, mis protestas de amor, las noches p isadas en el járdin en dulces pláticas, bajo la estrellada bóveda del cielo, alumbrados por la luna y arrullados por el murmullo de la fuente vecina, por el canto del ruiseñor; por el armonioso ruido que producia la suave brisa al deslizarse por entre las ramas de los árboles. Pero yo no la quise escuchar. Juramentos de amor, protestas, pláticas dulces, pájaros, flores, árboles y fuentes, todo lo habla olvidado ya, todo habia desaparecido para dejar ancho puesto á mi nuevo amor, mas fuerte, mas poderoso, mas violento que el primero, porque era el último. Diana se retiró prometiendo vengarse, pero yo desprecié su amenaza. Era feliz y los felices no creen en las desgracias. La boda se efectuó. Cuando después de haberse retirado todos los convidados fui á pasar á la habitación de Olimpia, y oí un rumor confuso de súplicas y quejas. Empujé con violencia la puerta y entré presuroso á ver lo q;;e sucedía. Olimpia desgreñada, medio envuelta en una bata blanca, estaba arrodillada delante de otra mujer vestida de blanco también. Aquella mujer habia rodeado ai cuello de Olimpia el cordón de su bata y apretaba poco á poco para prolongar la agonía de su víctima. Yo me arrojé sobre aquella mujer para arrancarle de entre sus manos á Olimpia, pero aquella mujer, mas fuerte que yo, me rechazó y siguió apretando el cordón. Yo lancé un grito de rabia al verme vencido, á cuyo grito respondió la mujer del blanco vestido con una carcajada ronca y estridente que rae heló de espanto. Era Diana la estatua del jardín. —Si, soy Diana, dijo. Soy la mujer de mármol que juró vengarse de ti si algún díala olvidabas, y cumple sus juramentos mejor que tú, hombre de carne. Olimpia luchaba para defenderse, y est ndia sus brazos hacia mí como pidiéndome protección. Volví á arrojarme sobre la estatua, pero esta me rechazó con mns fuerza, y como si de repente variara de parecer, soltó el cordón con que apretaba el cuello de Olimpia, y cojiéndola por los cabellos la sacó arrastrando fuera de la habitación. Yo quise gritar pidiendo socorro, pero la voz espiró en mi garganta. Diana se llevó arrastrando á Olimpia hasta la orilla del mar. Yo seguía detrás sin poder alcanzarlas, y sin poder gritar por mas esfuerzos que hacia. Cuando llego, la cogió enbrazos ya casi muerta, y la arrojó al agua. Entonces sacó de su pecho un objeto que llevaba oculto y me lo arrojó á la cara. Era una flor de pasionaria marchita y seca, —.\dios, me dijo con un acento que me hizo estremecer de terror. Adiós, siempre que ames, me tendrás á tu lado. La mujer de mármol no puede tener rivales. Y desapareció. Todo ha sido un sueñO; pero te aconsejo, como amigo que te quiere, que no te acerques á las mujeres que llaman de mármol. Ni olvidan ni perdonan. Siempre tuyo, JUAN PEDRO PÉREZ. RECUERDOS DE ORQUESTA. No hace muchos meses, en uní de las últimas representaciones de Álcenles tenía por vecino un músico alemán recientemente l!e,^ado á París, y que aquella mañana misma me habia traído una carta de r e comendación de un amigo común.; Con un músico siempre se habla de música, sobre todo en la ópera. Después de haber charlado de Gluck, de Alcestes y otras pavtitu ras del maestro, el alemán me preguntó. —¿Conoce V. la historia del maestro y de María Antoníeta? —¿Qué historia? —La déla primera representación de Iphigenie, en París. —No... —Oh, es muy curiosa, añadió el músico. Y me contó lo que va á seguí'*. Cuando mi vecino h u b i concluido: —Pido á V. perdón le dije, io que acabáis de contarme ¿es una l e yenda alemana? —Nada de eso, me coatestó. Es la historia que, por otra parte, los biógrafos de Gluck han tenido cuidado de referir. Mañana mandaré á V. un tomo de uno de los críticos alemanes mas autorizados... V. la verá.., Al día siguiente, recibí, en eficto, el volumen, y á continuación trascribimos palabra por palabra lo que el biógrafo cuenta de Gluck y Maria Antoníeta. En 1773, un hombre, cuyo tr.aje aunque sencillo contrastaba singularmente con los vestidos ricos y abigarrados de los demás paseantes, se había sentado á un estremo del jardín de Versalles. Sumergido en sus pensamientos este estranjero no se apercibió que los paseantes se retiraban lentamente á la aproximación de la noche. De pronto se levanti y cantuseando una melodía que acababa de encontrar, se alejó. Pero en vez de dirijirse á la salida del parqae, se sumergió en las calles sombrias y circjló por las plata bandas con una franqueza estraordinaria. Ya habia aplastado con sus pies una buena porción de flores, cuando fué soi-prendido por u n a ronda. —¿Que hacíais aquí? le preguntó un sargento. —\ie paseo. —Os paseáis de noche .. en los jardines reservados... Venid conmigo al cuerpo de guardia. —Al cuerpo de guardia! esclamó el estranjero, yo al cuerpo de guardia, vamos pues, conducidme á donde está la reina. —Es un loco, dijo el sargento. Y cojió al estranjero por el coleto de su vestido y lo arrastró á pesar suyo y de su resistencia desesperada. Gluck pedia socorro. De todos lados corrieron hacia el... rodéesele... De pronto, á la vuelta do una calle, el prisionero vio á la reina. Maria Antoníeta lanzó un grito... —Gluck dijo la reina, ¿sois vos el que han detenido mis soldados? —Yo misino... —Conducid el prisionero á mis habitaciones, añadió la reina. —¿Como 03 encuentro de este modo, mi antiguo profesor de Viena? dijo Maria Antonieta sonriendo á su compatriota... ¿Sabei^, maestro, que no os habia visto, desde que con vuestro traje bordado, veníais á traerme las cartas? Después de haber arrojado una mírala furtiva sobre el modesto traje del músico: ET. ARTISTA. —Asi me gustáis mas, añadió la reina: veamos mi q-ierido profesor ¿qué hacéis en Paris? Cuando se representará vúQStra. Iplügeuic. —Señora, respondió el músico, estaba componiendo la gran aria de Aquiles cuando me han detenido los suizos. —Pobre maestro! Gluck permaneció una hora con su ex-discipula. Contó a la reina sus dolores, sus tormentos, su lucha ncesante con sus adversarios, sus esperanzas, su desanimación. —Tranquilizaos, querido maestro, le dijo por ülti.no la reina, Iphigcnie sera representad:!... Desde mañana, el intendente d é l a Opera recibná mis órdenes formales en este asunto. Venceréis, querido maestro, y yo me reservo coronar al vencedor como merece. Ocho dias después del incidente de Versalles principiaron los ensayos de Jphigenie. Eí 9 de abril de 1774, se efectuó la primera representación, ante un auditorio maravillado; cada trozo provocó trasportes de ensusiasmo. La grande aria de Aquiles, que Glnck habia compuesto en Versalles en el momento en que fué detenido por los suizos tuvo un éxito inaudito. El público, estaba admirado, arrastrado por esta gran música que, en nuestros dias, no produce un cuarto, porque nosotros jnzgamos las obras de arte según lo que producen. Maria ATitonieta estaba complacida y orgallosa djl triunfo de su profesor, de su protejido. Luis XVI, arrebatado por el éxito de Grluck, estaba de pié y con templaba á la multitud que aclamaba calorosamente al maestro después de terminada la ópera, —Señor, dijo María Antonieta a; rey que iba á marcharse, señor, es preciso esperar á Gluck. Este se hallaba en la esceiia rodeado de una multitud entusiasta, abrazábasele, felicitábasele. Sus enemigos de ayer, se prosternaban ante su genio... Piccini mismo, el mas encarnizado de sus adversarios, le tendió la mano, y Gluck atrajo al rival vencido á sus brazos, —¡Pero la reina os espera! le dijo por último á Gluck... —¡La reina! esclamó Gluck... Y yo que lo habia olvidado. Desasióse de las manos de sus amigos y enemigos y corrió á la sala. Sobreescitado por las angustias de la noche y por su éxito, Gluck era presa de una fiebre ardiente... de modo que apenas le quedó fuerza para arrastrarse hasta el palco del rey... Después de haberse inclinado ante Luis XVI, el maestro vaciló... de encarnado subido, su faz se puso lívida... el músico sucumbía bajo el peso de tan violentas emociones... —Querido maestro, dijo Maria Antonieta aproximándose á su an-^ tiguo profesor... he prometido coronar al vencedor. Y la reina le tendió sonriéndose una corona de laureles. Gluck no pudo proferir una palabra... Apenas tuvo fuerzas para dar gracias á la reina con una mirada... Pero a! notar que Maria Antonieta llevaba aquella uoche un collar de rubís, Glnck se levantó: —¡Gran Dios! esclamó, ¡salvad á la reina! ¡sangre, sangre! —En donde gritaron de todos lados... —Sangre, sangre, en el cuello, esclamó el músico. Maria Antonieta estaba temblando. —Pronto un médico, dijo la reina: mi pobre Gluck .e ha vuelto loco. El músico había caído en un sillón. —¡Sangre, sangre! murmuraba... Salvad á la archiduquesa María, salvad á la reina. El desgraciado maestro toma vuestro collar por sangre, dijo el rey á María Antonieta... Tiene calentura. La reina llevó la mano á su cuello... arrancó el collar, y sobrecogida de terror, lo arrojó al suelo. Lleváronse a Gluck sin conocimiento. Esta es la historia que me contó ea la ópera el músico alemán y que leí al día siguiente en una biografía del inmortal autor del Al cesle. ¿Es verdaileía? ¿es una invención? Lo ignoro... 217 No seria posible que liombres de ingenio, cuyo espíritu elevado se mece por encima de la humanidad, tuvieran á ciertas horas de inspiración la facultad misteriosa que se llama segunda vista. CORRESPONDENCIA. PARÍS 17 DE MARZO.—El éxito de la nueva ópera de M. Ambrosio Thomas, Ilamiet, ha sido muy bueno, pero la opinión, sin embargo, se halla dividida. La música unos la encu.ntran toda magnífica, sin pero, como se dice en España; otros poco melódica, y de una fattura nueva que deja desear la conocida. Con respecto al libro tampoco hay una opinión general. Yo estoy con los que opinan que MM. Barbier y Garre no han estado muy acertados en la elección del asunto La tragedia del poeta inglés no es musicable. Es una obra filosófica, una obra magnifica, muy elevada, que conmueve, interesa y aterra, oida representar, pero poco susceptible de interpretar la inmensidad de sus sentimientos, y su nebulosa poesía en signos musicales. Sus largas escenas, sus monólogos interminables tan llenos de filosofía y tan en sítuacio.i, no se p :eden amoldar fácilmente en el patrón de un libretto de ópera, sin perder su carácter primitivo, original, el único que le convien?. Asi ha sucedido. Al hacer de estas largas escenas y de estos largos monólogos arias, piezas concertantes y recitados, al tener que suprimir personajes, variar caracteres, cambiar episodios y añadir bailables para contentar á los asiduos espectadores del teatro de la Grande Opera, se ha quitado á la tragedia del poeta inglés todo su sabor local, permítaseme la frase, toda su grandaza, toda su magnificencia. El único personaje que no ha perlido en la trasformacíon ha sido Ofelia. La bella y melancólica hija de Polonio, la amada de Hamlet, la que tegiacoronas de rosas y buscaba su lecho eterno en las ondas del lago, es la que aparece en la obra de MM. Barbier y Carré con toda su dulzura, poesía y candor. Hamlet, el de la eterna duda, el de el terrible To be or not to be, el filósofo medio salvaje, ha desaparecido. El Hamlet de la Grande Opera es un personaje atormentado por la fatalidad, y por la sombra del rey su padre que á su vez está continuamente perseguida por ua implacable rayo de luz eléctrica que no le deja un punto de reposo. El rey Claudio ha perdido también su importancia y la reina G e trudis aparece con otro carácter que el que tiene en la tragedia de Shakspeare. Learte no es un personaje principal. Polonio es nn parlichino. El librelto concluye en el cementerio. La sombra del rey de Dinamarca ordenad su hijo Hamlet que mate ásu tio Claudio, que ha.ja entrar á su madre la reina Getrudis en un convento, y que él siiba al trono de sus mayores y haga la fe-" licidad de los daneses. Como una opera francesa sin baile seria un anacronismo, ha sido preciso introducir uno en la tragedia. El acto elegido ha sido el cuarto. Este comienza con una fiesta campestre efectuada á las orillas del lago que ha de servir de tumba á Ofelia. Es una fiesta, llamada de la primavera, que, según dicen, se verifica todos los años en Suecia. E se non é vero é ben tróvalo. 218 Eh ARTISTA. La hija del ministro del rey Clnudio viene á distrib lir las flores que de París* las temporad.ns de 1866 al 67 y del 67 a! 68. En la primera, debutó con la ópera 3Jarta (en el papel de Nanci) en la que obtuvo ha cogido y las coronas que ha tejido entre las aldeanas. una brillante ovación. Después cantó la Saffo (Climene), Bailo in Ya está loca. maschera (Ulríca), Trovatore (Azucena i Norma (Adalgisa) Gazza ladra Llora y rie y cinta una bella balada á cuyo son bailan las al- (Pino) y Lucrecia Borgia (Orsino) y eu todas ellas obtuvo grandes deanas. aplausos y la prensa en general la dedicó artículos muy halagüeños. Esta balada la repite después un coro lejano mientras la pobre joEn el mes de febrero el grau maestro Uossini, fué á invitarla personalmente á fin de que tomase parte en e' concierto que dio en ven des.aparece entre l.as ondas del lago. Este acto cuarto consagrado todo h Ofelia, es de grande efecto; yo su casa para celebrar sns dias, y cantó el cuarteto del Rigoletto con relucho contento del maestro, el que la predijo un gran porvenir en lo juzgo el mejor. el arte, al oir sus esceientes facultades y su magníflca voz de mezia M. Ambrosio Thomas inspirado por el recuerdo de esta encanta- soprano En esta temporada después del te.atro Italiano, fué cedida por el dora creación de Shakspeare, tan lie ja de dulzura y melancolía, ha empresario de París, M. Bagier, á la empresa del teatro Real de compuesto una música verdaderamente bella. Madrid, cu donde ha cantado Lucrecia y Riyoletto, habiendo sido muy La música de los demás actos es muy buena, como obra de bien recibida del público que la aplaudií» coa entusiasmo. M. Ambrosio Thomas, que es un compositor escelenie, pero no saLa señorita Llanes es una ¡mena adquisición para las empresas li< tisface del todo. ricas, y creemos quee:tas se apresurarán á utilizar las bellas dotes de esta artista apreciable, hoy que tanto escasean las buenas cantantes. Quizás sea esto por la fatttíra. M. Ambrosio Thomas ha cambiado su manera. Su n-evo estilo es mas sabio, no lo niego, mas profundo, mas desDon José de Juan Martínez, vocal de la sección de arbitrios, de criptivo, pero menos melódico que solía serlo. la Sociedad artlslico-music.:l de socorros mutuos, nos remite la siguiente Las melodías aparecen en eUa partitura como fuegos fatuos si- circular, que insertaums con e¡ mayor gusto. _ guiendo las [»alabrns del libro; son bellas frases; magnificas inspira«La Junta Directiva de l.i Sociedad arlístico-muúcal de socorros ciones que brillan un momento, pero que desaparecen sin desenvol- mutuos, atend-'endo a! doblo objeto de su in:>títiicion, que es arte y caridad, y acci'diendo á los deseos de los verdaderos amantes del arte verse. musical, que de.se.aban se introdujecen en España los conciertos históTodas las piezas están magistral mente orquestadas. rico^', q-e tienen lugar en algunas capitales de las naciones extranLa ejecución ha sidoescelente particularmente por parte de las se- jeras con gran provecho del arte y satisfacción de los aficionados, ha ñoras Nilssou y Gueymard. organizado para la presente Cuaresma tres conciertos, siendo los dos primeros histórico.';, y de un género desconocido hasta ahora en España. «Debiendo preceder á cada una de las piezas de los conciertos histór.cos un discurso en que se presenten las consideraciones conveniertes acerca de la época y autor á que corresponda, y habiendo aceptado, para tan filantrópico objeto, el encargo de esta interesante parte oratoria el socio y com ,rofesor Sr. D José María Sbarbi, orador sagrado y contralto de la Primada Iglesia de Toledo, la solemnidad El miércoles anterior se efectuó en el teatro Reai el beneficio del histórico-musical versará sobre los siglos XIII, XIV, XV, XVI, y señor Naüdín, poniéndose en escena La Favorita, del maestro Do- XVII, en que España tiene también la gloria de haber contribuido en nizetti. primer término al progreso del divino arte. Conocido ventajosísimamente el señor Naudin por nuestros í/í/e«El Rey ü. Alfonso el Sabio, D. Bartolomé Ramos de Pareja, don ttanti en la parie de Fernando, no creemos decir nada nuevo a nues- Tomás Luis de Victoria y D. Carlos P tino, que resumen los adelantros lectores al añadirles, que cantó su parte con su buen gusto acos- tos de su respectivas épocas, serán, por este año, los que figurarán tumbrado, recibiendo muchos aplausos tanto en el aria y duetto del en la cot;ferencia y conciertos históricos de la música española, que primer acto, cuanto en el final del tercero, en el que se manifiesta se celebrarán en el local del Üeal Conscrvat rio de música, á las ocho tan escelente ;ictor como cantante de la buena escuela. y medía de la noche de los viernes 27 de marzo y 3 de abril, ejecuCon respecto a la conocida romunz'J, del cuarto acto, igualmente tando el sábado siguiente ala misoia hora la Sociedad de Cuartetos fué modulaúa por este apreciable tenor, con una maestría y una de la celebre obra de Haydn Las siete palabras precediendo á cada una de licadeza estremadas. las piezas musicales la lectura por el Sr. D. Antoni > Arnao, de la Sin cmbr.rgo, donde creció el entusiasmo de la concurrencia, fué Paráfrasis poética, que para complemento al pensamiento del compo» en la romanza y duelto del sparlüo il Bravo deMercadante, que cantó el sítor escribió el año pasado. beneficiado con el señor Tamberlick, j en cuya famnsa pieza rayaron «La debida preferencia que para las localidades tienen los socios los dos artistas á una altura inmensa, siendo aplaudidos con verdade- honorarios de e ta benéfica Asociación, que justamente se hizo estén ro frenesí y llamados al proscenio repetidisimas veces. siva á los abonados á los conciertos clásicos de la Sociedad, y también La ovación era justísima y merecida, pues en la actualidad y en á los délas sesiones de Cuartetos, impone á la Junta directiva la atenel estado en que se halla el arte en I'Airopa, difícil seria encontrar dos ción de recordar particularmente este derecho á los comprendidos en mejores intérpretes de esta obra maestra del anciano director del dichos casos, advirtiéudose, sin embargo, que el local donde se han Conservatorio de Ñapóles, uno de los maestros mas profundos de la de ejecutar estos conciertos es el pequeño salón en que celebra sus escuela italiana. sesiones la SocieJad de Cuartetos, y que las localidades se darán á los primeros que por dichos conceptos las reclamen, siéndolos días señalados para hacerlo desde el jueves 19 de marzo hasta el lúnea 25, de El martes anterior se presentó en la escena del regio coliseo el once á cuatro de la tarde, y en la oficina de costumbre en el mismo contrabnjista señor Bottesini por tercení y última vez, tocando dos Conseivatoiio de música y declamación, calle de Felipe V. piezas: vna. fantasía sobre motivos de I Puritani y una romanza, com«La suscricion puede hacerse á los tres conciertos, y también sopuesta por este eminente profesor. lamente á dos, que comprenderán el primero y tercer.^, siendo en La ovación que el público hizo al sin igual concertista, escedió, si ambos casos 20 reales el precio del billete paia cada concierto. cabe, á las anteriores, siendo llamado al proscenio infinitas veces con Madrid 16 de marzo de 1868.—El Secretario general.—Rafael una insistencia y uu entusiasmo que creemos habrá sido gratísimo al Hernando. señor Bottesini, y del que creemos guardará un bello recuerdo de su paso por Madrid. Al final de la segu;!da pieza, la concurrencia le pidió tocase algu En el mundo musical se habla de un nuevo instrumento, de mañas variaciones del Ciirnavul de Venecia, lo que efectuó el artista, con ravilloso mecanismo, que por medio de un aparato eléctrico, se oye su galantería acostumbrada. perfectamente su sonido á largas distancias. Los periódiceís estranjeros han tratado ya de instrumentos con los cuales se podia dar conciertos que fuesen escuchados por auditorios A fines del próximo abril, termina su conórato con la empresa de lejanos los unos de los otros, sirviéndose de la telegrafía eléctrica, teatro Real, ]a. prima donna contralto, mezzo t^oprano señorita Llanes. pero el inventado recientemeute parece que es el non plus ultra La señorita Llanes fué contratada para el teatro Imperial Italiano del arte. MISCELÁNEA. 219 EL ARTISTA. Aplicado este instrumento á un piano, un profesor, desde París, puede dar lecciones muy tranquilamente á un discípulo en Madrid á otro en Pekín y á otro en San . etersl^urgo. Luego diremos que no se progresa. El viernes 13 del actual, se efectuó en el teatro déla Zarzuela el primer concierto sacro, ejecutándose las piezas siguientes: 1." Obertura por la orquesta 2.0 Plegaria por SS. Pío IX. á voces solas. . . C. J. DE BENITO. 3.° Fantasía de corno inglés, arreglada y ejecutada por el señor Aguilar. 4.° Verso octavo Stabat Mater, por la señorita Trillo, coros y orquesta ROSSINI. 5 ° Preludio por la orquesta. 6.0 Ari-i di ChüfSa, coro de hombres STRADELLA. 7.° Ave venan, por los coros y la orquesta. . . MOZART. 8." Sesta palabra de N. S. J., por el bajo señor Gracia, coros y orquesta MERCADANTE. 9." Preludio. iO. La CV;m/ja?ia, á voces solas DONIZETTI. \\. La Bomanesca del siglo XVI, por el señor Ciisella, acompañamiento, piano. . . . SERVÁIS. i2. Erculanum, morceaux de salón, por el mismo, Ídem. LEE. i3. Ave-}}arín, por la señorita Trillo, acompañado del violin, señor J. F. Giménez, y piano señor Giménez Delgado GODNOD. Todas las composiciones fueron muy aplaudidas por el publico, haciénrlose repetir el ylria di CAJtíSsa de Stralella y el Ave María de Gounod. Con la parte de Duque Alfonso, de la ópera de Donizetti, Lucrezia Borgia, ha hecho su primera salida en el teatro Principal de Valencia el bajo señor Bremond, habiendo sido ni ly aplaudido. También lo fueron la señora Lanzi, en la parte de protagonista y el señor Carpi en la de Gennaro. En Florencia ha hecho fiasco un drama del principe Odescalchi titulado: Imelda Lambertazzi. Ha muerto en Viena, el 20 de febrero ultimo, M. Anschutz, distinguido profesor de canto. En Milán ha muerto el señor Bautista Broff, aventajado compositor y profesor de aquel Real Conservatorio de música. El 2 i del pasado febrero, a los 64 años de e lad, falleció en Viena, M. C. Gross, cantante, poeta, pintor y critico musical, conocido bajo el pseudónimo de Athanasius. Habia sido íntimo amigo de Francisco Schubert, y uno de los cua tro que piámero interpretaron los cuartetos de canto de este gracomposilor. En Filadelña ha muerto á los 83 años de edad Juan J. Nortonn, músico muy apreciado en América. M. G. B. Bradburg, autor de varias obras y tratados sobre música y fabricante de pianos, ha muerto en New-Jerse y (Estados Unidos) su patria. En la librería internacional, de París, acaba de aparecer el primer tomo de una interesante obra, escrita por M. de Lasalle, que lleva el titulo de Diccionario de la música aplicado al amor. La señora baronesa de Bínder, que habia sido prima donna, ha muerto en Linz el H del pasudo febrero. El teatro del Renacimiento (teatro Italiano) de París, ha comenzado sus tareas con el Fausto. M. Julio Mercíes, compositor distingiido, y profesor de musilCI, ha muerto en Dijon á los 49 años de edad. Se dá por seguro que la Lucca cantará otra vez en S m Petersburgo en losmesisde noviembre y diciembre de este año, en ñero y febrero del año próximo la P.itti y la Kallog, y durante tria, la temporada, la Fricú, la Spezia, la Gallettí, la Trebelli y la Volpiní, los tenores Fraschini, Mario y Calzolari, los barítonos Aldighieri, y Graziani y los bajos Angeiini, Gassier y Zucchini. í.a nueva opera del maestro Biito, Mefiüófdes, estrenada en el latro de la Scala de Milán, ha alcanzado un éxito mediano. Duprez, el célebre tenor, ha tírminado en París un oratorio titulado: El juico fiml, dividido en tres partes que lleva i por no^ubre la tierra, el abí^^mo. el ciclo. La letra y la música son de Duprez. I':ste oratorio será interpretado por 150 artistas en el Circo de la emperatriz, á fines del presente mes. En el teatro de la Pérgola de Florencia se ha cantado con buen éxito una nueva ópera del maestro Gi ildíni titula la: R')smun4a. EL ARTISTA. •REVISTA DE WIÜSICA. TEATROS. SALONESAXO TERCERO. La creación de este periódico tiene por objeto la esposicion y adelantamiento del arte en todas sus manifestaciones y proteger á todas aquellas personas que se dedican ú su cultivo. Los compositores y publicistas de mayor nombradla, tanto nacionales como cstranjeros, contribuyen á su colaboración. Además publica una BIBLIOTECA MUSICAI. que comprende tres seccionas á saber: primera, música relifjiosa; segunda, de piano y tercera, de canto y piano, compuesta de las mejores obras editadas por D. Antonio Eomero, cuyo repertorio encierra piezas de las mas sobresalientes de los principales maestros conocidos, y las que únicamente cuestan á sus suscritores una SESTA PARTE l o mCUOS. Los suscritores de EL ARTISTA que quieran tener opción á las secciones de la Biblioteca, pagarán: Por un mes y una sección, en Madrid, 8 rs. Por un trimestre id., en provincias, 30 id. Por un año y una sección, en el estranjero, 10 pesos. Por id., id., en Ultramar, 12 id. Los suscritores manifestarán á esta administración cuál de las secciones de música desean. Los que quieran mas de una, abonarán sobre la anterior proporción y para gasto de correo: 2 reales los de Madrid por sección. 2 1/2 id. los de provincias, y 3 id. los del estranjero y Ultramar, Como comprenderán nuestros suscritores, por DOS REALES al mes podrán adquirir piezas de música, cuyo valor en los alma cenes es por lo menos el de DOCE REALES, Ó lo que es lo mismo, cada página de mi'^ñca costará por suscricion DOS CUARTOS. Los antiguos suscritores á EL ARTISTA y los que en adelante deseen serlo al periódico solo, únicamente pagarán: En Madrid 6 rs. por mes. En provincias. ; . . . 24 rs. por tres meses. En Ultramar 10 pesos por un año. En el estranjero. . . . 8 pesos id. id. El pago de la suscricion es siempre adelantado. Los pedidos de suscriciones, reclamaciones, etc., se dirigirán á la dirección-administración de EL ARTISTA, calle de Isabel la Católica, núm. 18, tercero. Director y editor, D. VICENTE CUENCA. MADHID: 18(16.—Imprenta ESPAÑOLA, Torija, 14, bajo. EL ARTISTA. 220 OBRAS DE MÚSICA ÚLTIMAMENTE PUBLICADAS POR EL EDITOR D. mm wmm \ mu. C A L L E DE P R E C I A D O S , N Ú M . 1.—MADRID. PANSERON. 36 tíOLFEOS para ti cambio de las 7 claves, y práctica de la lectura musical, con acompañamiento de piano; completo a todos los métodos de solfeo. Dividido en 3 libros, cüda vnojjo ÍG rs. La obra completa ^/o40 reales Letrillas religiosas á 3 voces y acompafíam l e n t o d . e P » i a x i o -ú Ó r g a n o , p o r e l m a e s t r o I>. S a n t i a g o ] M a r s a n a o . N." 1. Al Santísimo Siicr;imento uViiestro cuerpo sacrosanto». 2 r s . — 2. Al Sagrado Corazón de Jesús. «Corazón Santo» 2 — 3. Al Dulcísimo Corazón de María. «Yo herí Madre Amorosii» ... 2 — 4. A la Purísima Concepción de María. «¡Oh "Virgen sacrosanta!», ,.... 2 — .'\ A la Natividad de la Virgen. «Tu gloria, t u gloria» 2 — 6. A la Anunciación. «Por tí, dulce Virgen» 2 — 7. A la Purificación. «Hermo,-<a Doncella» 2 — 8. A la Asunción. «A tí suspiramos» 2 — 9. Para el Mes de María. «Venid y vamos todos» '¿ — 10. Para el Me.s de María. «Dulcísima Virgen» 2 Estns letrillas se pueiien oautar por voces infantiles, por su sencillez, poca estensinn y fácil melodía. MÜSICA CANTO-LLANO Y OTROS ESTUDIOS DE UTILIDAD GENERAL POR J . F. L A . O U I V A . Método de cantn-llano y fiíjurado, adoptado en varios colegios y monasterios de España, seguido ignaJtnente ¡lor muchos señores profesores dedicados á la en.^eñauza; contiene solfeos, vocalizaciones y o b servación s m u y interesantes, couservaiidu el carácter y gravedad Op. 86.—30 PRELUDIOS brillnntes por todos los tonos mayores y q u e le es propio, y desterrando la mal admitida costumbre con la demenores ( m . d.) 16 reales. fectuosa monotonía seguida por los puramente prácticos; sii precio q reaits. Cuadro sinos tico histórico musical dedicado al sefior don líilarionEslava, maestro-director de la Real Capilla de S. M . , premiado en l a esposicion de I86á en Madrid, su precio 50 rs., con la guia general del mismo; idem sóbretela, cortado en forma de mapa, 58 r s . Op. 2S5.—12 ESTUDIOS melódicos y de ritmo, (fáciles.—36 reales. Grupo de las lluvcs y trasporte de los tonos, con el fingimiento de los Op. 276.-ESCUELA PREPAEATORIA DE LA VELOCIDAD.-20 Esq u e resultan; precio (> r s . tudios ó ejercicios sin octavas, preparatorios para la op. 229 de Czerny.— Estudio sobre lo mismo, para i n s t r u m e n t o de teclado, con los tonos 36 reales. sinónimos, etc.; precio 6 rs. Curso musical teórico-práctico, dedicado á los Orfeones y Escuelas especiales: contiene á su final dos piezas orfeonales de gran efecto. 1." El quiriquí-qui qiil (muñeira). 2." La caza, por C. A. Astholz; precio 24 r s . encuadernado á la holandesa. Estas dos últimas piezas se e s penden sueltas, á 4 rs. u n a . Brindis de la Traviala, maestro G. Verdi, colocado al canto e n Op. 111. LA UTILIDAD.—Ejercicios diarios en arpegios.—24 reaes. tiempo ¡íerfecto, con las figuras perfectas, imperfectas, loí puntillos de aumentación y de perfección; las plicas y el efecto que produce a las figuras la variación de color, para mostrar la practica seguida e n al siglo XIV y siguientes; este canto fué aprobado por el citado maestro Verdi en el ano 1864; su precio 4 r s . Los pedidos se sirven en todos los almacenes de música de Madrid; RECUERDOS DE LA HEBREA, de Halevy.—Capricho brillante para Copisteria del Teatro Real, J . Fazzini, casa del autor, calle de los Ca» piano {media fuerza).—16 reales. BONAMIGI. DÜVEBNOY- JOSÉ INZENGA. ños, n ú m . 5, y en la redacción de E L ARTISTA. Jii . CAMPA.WO. A LA MARINA ESPAÑOLA. —LA VICTOKIA DEL CALLAO.—Paso doble brillante para piano.—8 reales. NOTA. Haciendo pedido de diez ejemplares en adelántese descuenta el 13 por 100. OTRA. El coste de remisión por correos no es cuenta del almacén donde se hace el pedido. DICCIONARIO BIOÜRÁFICO-BIBIOGRÁFICO DE A LA MEMORIA DE MAXIMILIANO DE iMÉJICO. Marcha fúnebre para piano.—(i reales. EFEMÉRIDES DE MÚSICOS ESPAÑOLES, ESCRITO Y PUBLICADO POR BALTA^3AH VALS brillante del Tardón de Ploérmel, de Meyerbeer.- 14 reales. J. JIMÉNEZ DELGADO. 3 NOCTURNOS fiiciles y espresivos, para manos pequeñas. N.° 1. Elena 10 reales. 2, Aurora 10 3. Consuelo 10 SALDONI- En esta obra figurarán unos 2500 músicos de los mas notables así profesores como aficionados, tanto antig-uos como contemporáneos entre los que se hallan Santos, Reyes, príncipes, títulos, etc., etc. Constará de cuatro á cinco tomos en 8." francés, de unas 560 páginas cada uno. El primero, que solo tiene 342 por las razones que verá el lector, se halla de venta en Madrid en el almacén de música de Martin Salazar, proveedor de SS. MM., cajíle de Esparteros, núm. 3, á 16 reales. A los que tomen doce ejemplares se les dará además uno gratis. Los de fuera de Madrid lo recibirán certificado al precio de 18 reales, remitiéndole previamente su importe al señor Martin Salazar, en libranzas ó sellos de correo, pero certificando la carta en esto último caso.