Una mirada socio-educativa

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ISSN 1607 – 5888
No.1, Año 2013, 3ra Época
REVISTA CIENCIAS PEDAGÓGICAS
TÍTULO:
UNA
MIRADA
SOCIO-HISTÓRICA
ALTERNATIVA
PARA
LA
FORMACIÓN Y DESARROLLO DE LA CONCIENCIA MORAL, ÉTICA
Y CIUDADANA
TITLE: A SOCIO-HISTORICAL LOOK ALTERNATIVE FOR THE FORMATION
AND
DEVELOPMENT
OF
MORALS,
ETHICS
AND
CITIZEN
AWARENESS
AUTOR: M. Sc. Franklin Pimentel-Torres
San Cristóbal, República Dominicana
E-mail: ptfranklyn@gmail.com
RESUMEN
En este artículo se toman en cuenta aquellos acontecimientos, situaciones y
personajes de la historia nacional de los últimos cinco siglos, que han incidido en
la formación y desarrollo de la conciencia moral, ética y ciudadana del pueblo
dominicano y de la escuela pública y que pueden convertirse en hechos
inspiradores para las prácticas educativas transformadoras, que aportan en la
construcción de un modelo social económico y político justo e inclusivo, alternativo
al proyecto neoliberal vigente. Se tienen en cuenta también aquellas situaciones
que han colaborado a la manipulación de la conciencia social, al servicio de los
intereses económico-políticos de una élite económica y política enriquecida.
Se toman en cuenta algunos presupuestos necesarios para hacer un
acercamiento crítico a la realidad histórica que pueda contribuir a la formación de
la conciencia moral, ética y ciudadana. Se hace énfasis en la necesidad de
mantener la memoria histórica de aquellos acontecimientos, situaciones y
personas que pueden servir de fuentes para el fortalecimiento de la ideología y de
las prácticas educativas transformadoras. Se concluye señalando la necesidad
fortalecer la formación de la conciencia histórica de las y los estudiantes y sus
comunidades educativas, así como de las personas que participan en espacios de
formación ético-ciudadana articulados por organizaciones e instituciones de la
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sociedad civil, para lograr que estos sectores sociales, conscientes y
empoderados, puedan colaborar en el proyecto de la construcción de una nueva
sociedad dominicana.
PALABRAS CLAVES: conciencia moral, ética, ética ciudadana.
ABSTRACT
This article takes into account those events, situations and people of Dominican
history of
the
last five
centuries, that
have
influenced the
formation
and
development of conscience, ethics and citizen of the Dominican people and the
public
school and
practices,
which
can inspiring
to
become
contribute in
building a
facts transformative educational
social
model of economic
and
political fair and inclusive alternative to the current neoliberal project. It also takes
into
account situations
that have
contributed to
the
manipulation of
social
consciousness in the service of economic and political interests of a rich economic
and political elite.
They take into account some assumptions needed to make a critical approach
to the historical reality that can contribute to the formation of conscience,
ethics and citizenship. It emphasizes the need to maintain the historical memory
of those events, situations and people that can serve as sources for the
strengthening of ideology and transformative educational practices. It concludes by
pointing out the need to strengthen the formation of historical consciousness of the
students
and their
educational
involved in ethical training
and civil society
institutions to
communities,
spaces articulated
as
well
as those
by civic organizations
achieve these social sectors,
aware and
empowered, to collaborate on the project of building a new Dominican society.
INTRODUCCIÓN
En este artículo se toman en cuenta aquellos acontecimientos, situaciones,
personajes, que han incidido en la formación y desarrollo de la conciencia moral,
ética y ciudadana del pueblo dominicano y de la escuela dominicana y que pueden
convertirse en hechos inspiradores de las prácticas educativas transformadoras.
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Se tienen en cuenta también aquellas situaciones que han colaborado a la
domesticación y manipulación de la conciencia social, al servicio de los intereses
económico-políticos de una élite enriquecida.
Para hacer la periodización histórica se han tenido en cuenta algunos
presupuestos:
1. El pueblo originario de la isla tenía una organización social justa y había
dividido el territorio de la isla en 5 cacicazgos o regiones.
2. Las potencias europeas, sobre todo España y Francia, introdujeron la
división territorial en la isla, exterminaron la población nativa, trajeron
esclavos y esclavas de África y crearon las condiciones para el surgimiento
de dos pueblos: el haitiano y el dominicano.
3. La creación del territorio de cada pueblo fue el fruto de la lucha de las
potencias europeas y, posteriormente, de los líderes y hateros haitianos y
dominicanos por el control del territorio de la isla.
4. Cualquier proceso de transformación social dirigido hacia la creación de un
nuevo modelo económico y político que se desarrolle en la isla debe contar
con el apoyo decidido de los sectores sociales progresistas, tanto haitianos
como dominicanos.
Para realizar una periodización histórica que sirva de base a la elaboración de una
estrategia pedagógica integradora para la formación y el fortalecimiento de la
conciencia moral, ética y ciudadana, se agrupan los acontecimientos históricos en
tres bloques:
a. El período previo a la invasión-colonización europea (6000 a.e.c. a 1492
e.c.)
b. Desde la llegada de los invasores-colonizadores a la independencia de las
potencias europeas (1492-1804/1865).
c. Desde la Independencia de Europa al período neo-colonial, en donde los
dos
pueblos
que
comparten
el
3
territorio
dependen
económica
y
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políticamente de los centros imperiales del Norte y de las empresas
multinacionales (1804/1865-2008).
Se toman en cuenta, en primer lugar a aquellos acontecimientos, situaciones,
personales que pueden ser fuentes del pensamiento transformador. Haremos
relación también a aquellas situaciones que producen la manipulación de la
conciencia.
Personas, situaciones históricas y proyectos que han contribuido a la formación de
la conciencia moral, ética y ciudadana de las y los estudiantes de la escuela
pública dominicana
Cuando llegaron los invasores y colonizadores europeos a la isla que los
aborígenes llamaban Quisqueya o Haití, ya el pueblo taíno tenía una historia de
permanencia y de organización tribal en la isla por más de 2000 años (Cassá.
2006, 96). Sus ancestros habían emigrado a la isla que los colonizadores
bautizaron con el nombre de “La Española”, desde la parte norte de Sudamérica,
en la actual Venezuela. De acuerdo con estudios modernos la población de la isla,
a la llegada de los colonizadores, en 1492, debió oscilar entre 400,000 y 600,000
personas. Sin embargo en 1538, 46 años después, las autoridades coloniales
hicieron un censo y sólo había 60,000 indígenas (Moya. 2008, 33.36). Fueron
rápidamente exterminados por los colonizadores al obligarlos a trabajar como
esclavos/as en la empresa de la búsqueda de oro.
La organización del pueblo taíno era predominantemente comunitaria; en donde
los bienes eran repartidos según las necesidades de la población. Tenían una
organización comunitaria del trabajo para satisfacer las necesidades de sus
familias y tribus (Martínez. 2003, 14-15). Los europeos invasores destruyeron la
sociedad comunal e impusieron la institución de la propiedad privada (Bosch.
2005,15), con lo cual les obligaron a trabajar para satisfacer las necesidades de la
monarquía española y de sus generales y militares de alto rango.
Es necesario destacar el papel desarrollado en la defensa de las y los indígenas
por la primera comunidad de la congregación religiosa dominica que llegó a la isla.
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Esto se dio al mismo tiempo que otros grupos religiosos servían de soporte
ideológico a la colonización española y al maltrato de las y los indígenas. En esta
comunidad cabe destacar el papel jugado por los frailes Pedro de Córdoba,
director de la comunidad, y Antonio Montesino, quien fue el portavoz de la
comunidad en el famoso sermón de adviento de Diciembre del 1511. Ha sido el
historiador Bartolomé de las Casas, que de encomendero se convirtió en defensor
de la causa indígena, quien nos narra lo que sucedió aquella mañana de
diciembre de 1511, en una celebración dominical en donde se encontraban las
autoridades coloniales: “Llegado el domingo y a la hora de predicar, subió en el
púlpito el susodicho padre fray Antonio Montesino… para os dar a cognoscer me
he sobido aquí, yo que soy la voz de Cristo en el desierto desta isla, y por tanto,
conviene que con atención, no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con
todos vuestros sentidos, la oigáis; la cual voz os será la más nueva que nunca
oísteis, la más áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás pensasteis
oír.
Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y la tiranía que
usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿Con qué derecho y con qué justicia
tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad
habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras
mansas y pacíficas; donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca
oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de
comer ni curallos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais
incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir otro
cada día? (…) ¿Estos no son seres humanos? ¿No tienen ánimas racionales?
¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis?
¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico
dormidos? (citado por Campos. 2008,79-80).
Desde el principio de la colonización hubo resistencia indígena y negra a la
explotación de los colonizadores. El inicio de la colonización se puede citar la
reacción del cacique Canoabo ante los abusos de los invasores europeos, al
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mandar a quemar el fuerte de la Navidad que había hecho construir el jefe de la
operación colonizadora, Cristóbal Colón (Franco 2008, 32) y la sublevación del
Cacique Enriquillo, entre 1518-1519, en el suroeste del país (Franco 2008, 57).
En esa actividad participaron juntos los indígenas y los negros esclavos
escapados de las plantaciones (Moya 2008, 122).
La isla Quisqueya o Haití fue el principal centro de esclavitud en el Caribe. Desde
el principio del siglo XVI hay comercio de esclavas y esclavos negros, siendo el
siglo 18 el de mayor auge del comercio esclavista. En 1789, por ejemplo, había en
la colonia francesa de Saint Domingue unos 452,000 esclavos y esclavas. La
población blanca era apenas unas 38,826 personas (Moya 2008, 68). La mayor
parte de esta población trabajaba en las plantaciones de caña de azúcar, que
comenzó a funcionar desde los primeros años de la colonización (Franco 2008,
67).
Los negros y negras, traídos a nuestra la isla desde África, a principios del siglo
16, no sólo se fugaban de las plantaciones en donde eran sometidos y sometidas
a trabajos forzados, sino que buscaron la manera de organizarse en espacios de
libertad que se llamaron palenques, kilombos o manieles, en donde vivían de
acuerdo a sus propias normas y reproducían, de alguna manera, el estilo de vida
de sus tribus africanas de origen (Franco 2008, 70-71). En 1542 había, en la parte
occidental de la isla entre 2000 y 3000 esclavos negros alzados (Moya. 2001, 78).
Algunos de esos palenques fueron destruidos por los ejércitos de los amos, pero
otros lograron resistir, permanecer y desarrollarse como comunidades autónomas,
sembrando las bases para la integración de la población negra en la isla como
actores políticos y se proyectaron significativamente en el devenir histórico de la
creación de los dos pueblos de la isla.
La construcción de dos proyectos de naciones liberadas del coloniaje francés y
español
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En 1791 comienza la rebelión de las y los esclavos de la colonia francesa de la
parte occidental de la isla. A medida que el movimiento emancipador iba tomando
fuerza los franceses se ven en la obligación de declarar, teóricamente, la abolición
de la esclavitud en 1793. En esto influyeron los principios de igualdad y fraternidad
proclamados en la revolución francesa (Franco 1981, 11).
Por el tratado de Basilea, realizado entre Francia y España en 1795, toda la isla
pasa a ser colonia francesa. A partir de 1798 se fortalece la rebelión de negros,
negras y mulatos contra los colonizadores blancos y sus sirvientes. Se destacan
varios líderes negros, entre ellos
Toussaint Louverture y Jean Jacques
Dessalines.
El 1 de enero del 1804 se proclama la independencia de la parte occidental de la
isla, lo que se llamó Haití, del imperio Francés. La inmensa mayoría de la
población negra y mulata, temerosa del retorno al antiguo orden esclavista, veía
en el gobierno haitiano la garantía de su libertad (Franco 1981, 479). El nuevo
Estado puso en vigencia su propia constitución, que había sido elaborada en
1801, en la que quedaba abolida la esclavitud y se repartían las tierras de los
amos entre las personas libertas que antes habían sido esclavos y esclavas. En
este sentido señala el historiador F. Franco, refiriéndose a la constitución haitiana:
“Esta Constitución, promulgada el 8 de julio de 1801, fue la primera en el mundo
que condenaba abiertamente la esclavitud y la servidumbre, y se pronunciaba
contra la desigualdad racial.” (Franco. 2008, 148).
J. P. Duarte, considerado el principal ideólogo de la creación de una nación
diferente a la haitiana, en la parte oriental de la isla, reconoció la capacidad de
lucha del pueblo haitiano: “Yo admiro al pueblo haitiano desde el momento en que,
recorriendo las páginas de su historia, lo encuentro luchando desesperadamente
contra poderes excesivamente superiores, y veo cómo los vence y cómo sale de la
triste condición de esclavo para constituirse en nación libre e independiente. Le
reconozco poseedor de dos virtudes eminentes: el amor a la libertad y el valor”
(Miniño. 2000, 45).
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El gobierno haitiano tomó control de la parte occidental de la isla desde 1822
hasta 1844. El grupo que presentó mayor resistencia al gobierno haitiano fueron
los criollos independentistas, que fundaron la sociedad secreta la Trinitaria, una
organización que buscaba separar el territorio oriental de la isla del gobierno
haitiano y construir un proyecto de nación independiente, que llamaron República
Dominicana. Ese grupo estaba liderado por Juan Pablo Duarte, hijo de padre
español, que logró articular en el movimiento a un grupo de jóvenes sobre todo de
la ciudad de Santo Domingo. Ese grupo logró el apoyo del grupo de los hateros
conservadores, liderados por un caudillo de la región Este: Pedro Santana. Los
Trinitarios aprovecharon la circunstancia de la debilidad del gobierno de Jean
Pierre Boyer para fortalecer y desarrollar el movimiento de separación del
gobierno haitiano.
Al ser derrocado el gobernante haitiano, J.P. Boyer, en 1843, se presentó la
oportunidad esperada para proclamar la separación del control del gobierno
haitiano de la parte occidental de la isla. Entonces se dio la coyuntura histórica
oportuna para que los trinitarios separatistas proclamasen la separación de Haití y
diseñaran las estrategias adecuadas para construir un proyecto social, económico
y político en la parte oriental de la isla que se llamaría “República Dominicana”.
El 16 de julio de 1838, J. P. Duarte y un grupo de jóvenes se reunieron con la
intención de hacer el juramento que les comprometía a trabajar en la creación del
nuevo proyecto político. El juramento decía así: “En nombre de la Santísima y
Augustísima e indivisible Trinidad de Dios omnipotente; juro y prometo, en manos
de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes
a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una República libre y
soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará
República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y
azules, atravesados por una cruz blanca. Mientras tanto, seremos reconocidos los
Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo
ante Dios y el mundo. Si lo hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta y
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mis consorcios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo” (Miniño. 2000,
19).
El grupo liberal de Los Trinitarios, cuyo principal ideólogo fue Juan Pablo Duarte 1,
logró redactar la primera constitución liberal de la historia dominicana. Dicha
constitución fue promulgada el 6 de noviembre de 1844 (Franco. 2008, 212). Y
aunque el día 27 de febrero de cada año se celebra la independencia nacional,
podemos señalar que no se trata de una real independencia, sino de una
separación del gobierno haitiano, lo cual permitió que se fueran poniendo las
bases para la articulación del proyecto de otro estado, diferente al haitiano, en la
isla.
El movimiento que propugnó por la separación de la parte oriental de la isla del
Estado Haitiano, en el que participaron aliados los liberales trinitarios y los
conservadores hateros liderados por Pedro Santana, fue utilizado por éstos
últimos para implantar su hegemonía de grupo. Como consecuencia de ello
persiguieron a los trinitarios; a unos los asesinaron y a otros los deportaron del
país. De hecho, el ideólogo del movimiento, J.P. Duarte, tuvo que exiliarse en
Venezuela por 20 largos años: 1844-1864 (Franco. 2008, 210).
En 1861, Pedro Santana, hatero de la parte oriental de la isla, que fue varias
veces presidente de la República, anexa el país al imperio español. Con esto la
parte oriental de la isla se convierte nuevamente en colonia española. Las reglas
de juego de la colonia impuesta por España motivó a las y los patriotas
dominicanos a unirse para realizar una guerra de guerrilla durante dos años (18631865) que culminó con la derrota y la retirada del ejército español. El principal líder
de este movimiento fue Gregorio Luperón, un negro, originario de Puerto Plata,
quien quería liberar al país del gobierno de los conservadores, que “Niegan la
posibilidad de la patria y tienen manos sobornables” (Franco. 2001, 204. 170).
Aunque a esta empresa se le suele llamar “La Restauración”, se trata de la
verdadera independencia nacional. Un elemento importante a destacar en estas
1
Juan Pablo Duarte fue un criollo, hijo de padre español y madre criolla, de la ciudad de Santo Domingo, que se convirtió en el principal ideólogo del
proyecto de la creación de un nuevo estado político en la isla que luego se llamó República Dominicana.
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luchas fue la participación conjunta de las y los negros dominicanos y haitianos,
para de alguna manera impedir que de nuevo se volviera a imponer la esclavitud
en la isla.
El movimiento independentista, liderado por el partido liberal, el partido azul, logró
tomar el poder, aunque por breves períodos. El historiador y sociólogo dominicano
F. Franco señala: “La guerra de la Restauración fue un acontecimiento de
profundas raíces populares que originó un viraje en el ordenamiento de las fuerzas
que tradicionalmente habían controlado el poder político del país desde 1844”
(Franco. 2008, 289).
El movimiento azul puso en vigor la constitución de 1858, una de las cartas
magnas más progresistas que habían regido la joven república hasta ese
momento (Franco 2008, 277). La política de Estado de los gobiernos azules tuvo
diferencias significativas con la de los grupos conservadores, quienes detentaron
el poder en la mayor parte de la historia republicana (Franco. 2001, 205). No
obstante, uno de los líderes azules, Ulises Heureaux se convirtió en dictador
(1887-1899), traicionando la causa del partido progresista azul y la causa
independentista (Cassá. 2004, 162-171).
La Escuela Normal Hostosiana: promotora de la conciencia ética nacional
En 1880 llegó al país el educador de origen puertorriqueño Eugenio María de
Hostos, quien fundó la Escuela Normal en donde se formaron muchos de los
jóvenes que luego aportarían una contribución significativa a la vida social y
política del país. El 14 de febrero de 1880 se iniciaba la inscripción de estudiantes
para la escuela normal.
La Escuela Normal nace en la coyuntura política del gobierno liberal del partido
azul, liderado por el líder independentista Gregorio Luperón (Castro. 1998, 1879).
Hostos permanece en el país de 1880-1888, cuando se ve obligado a salir por la
persecución desatada contra él por el dictador U. Heureaux. Regresaría al país
después de la muerte del dictador, el 6 de enero de 1900.
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Eugenio Ma. De Hostos contó con la colaboración de un número significativo de
educadoras y educadores dominicanos y con la especial colaboración de la
educadora y poetisa Salomé Ureña, quien fungió como directora del Instituto de
señoritas, en donde se formaron algunas de las educadoras más prominentes del
país. Las clases comenzaron el 3 de noviembre de 1881.
Refiriéndose a la labor educativa desarrollada por la educadora Salomé Ureña
afirmó el maestro Hostos: “Naturalmente, no había de ser una maestra vulgar, y
tomó sobre sus hombros la tarea de ayudar a la reforma de la enseñanza que
entonces se estaba efectuando con grandes penalidades del reformador. La
reforma de la enseñanza aplicada a la de la mujer, dio útil y fructuosa ocupación a
aquella alma tan ansiosa de bien para sus semejantes.
Gracias a la sinceridad de su enseñanza y el cariño realmente maternal con que
trataba a sus discípulas, formó un discipulado tan adicto a ella y a sus doctrinas,
que bien puede asegurarse que nunca, en parte alguna y en tan poco tiempo, se
ha logrado reaccionar de una manera tan eficaz contra la mala educación
tradicional de la mujer en nuestra América latina, y formar un grupo de mujeres
más inteligentes, mejor instruidas y más dueñas de sí mismas, a la par que mejor
conocedoras del destino de la
mujer en la sociedad.” (Castro. 1998, 111).
La Escuela Normal se convirtió en un centro de formación ético-política en donde
se proponía una forma responsable y comprometida de hacer política pública. Por
eso afirmó el maestro Hostos: “La política que buscamos es una política al revés
de la enseñada por el coloniaje. En vez de encaminarla al poder político, se
encamina al poder social; en vez de buscar el dominio de todos y todas por una
persona, busca el dominio de cada persona por sí mismo, por sí misma; en vez de
afanarse por fabricar partidos en el aire, se desvive por cimentar en la conciencia
de la triste patria la noción de sus derechos, el conocimiento
de sus deberes
y el reconocimiento de sus responsabilidades.” (citado por Villarini. 2005, 26).
La Escuela Normal para varones y el Instituto para Señoritas fueron la experiencia
educativa más significativa del siglo XIX en la República Dominicana y sentó las
bases para esa corriente formadora de conciencia crítica y promotora de un
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compromiso ético-ciudadano que se llamó el “hostosismo pedagógico”, que sigue
manteniendo sus influencias positivas hasta el día de hoy en la educación
dominicana.
Luces y aportes significativos en la época trujillo-balaguerista (1930-1996)
Durante la era de la dictadura de Rafael L. Trujillo (1930-1961) se desarrolló un
gobierno represivo, que acaparó las riquezas en manos del dictador, su familia y
sus allegados. En ese contexto tenemos la indignación ética de grupos, familias y
personas que se vieron involucrados en movimientos de resistencia a la tiranía.
Uno de los ejemplos más significativos fue el de las hermanas Mirabal: Patria,
Minerva y María Teresa, que junto a sus maridos formaron parte de un movimiento
político –llamado 14 de Junio- que fue creando las bases para la oposición
consciente y organizada a la dictadura trujillista y la elaboración de una propuesta
concreta para crear un nuevo sistema económico y político en la República
Dominicana fundamentado en la justicia social, en la equidad, en la solidaridad y
en el reparto equitativo de los bienes y de las riquezas.
Las hermanas Mirabal fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960, en un
supuesto accidente de carretera cuando regresaban de la ciudad de Puerto Plata,
en donde fueron a visitar a sus maridos, que estaban presos por su militancia antitrujillista y por su participación decidida en el movimiento 14 de junio, que buscaba
el derrocamiento de la dictadura.
Las hermanas Mirabal se han constituido en el símbolo nacional de la lucha social
contra toda opresión y de propuesta ético-política transformadora, orientada hacia
la creación de una sociedad justa, inclusiva y democrática.
El 30 de mayo de 1961 el tirano Rafael L. Trujillo, que había gobernado al país de
forma dictatorial y déspota por 30 largos años (1930-1961), es ajusticiado y
comenzó a raíz de esos acontecimientos un período de inestabilidad política en el
país.
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En diciembre de 1962 se organizan las primeras elecciones verdaderamente libres
del siglo XX en República Dominicana. Dichas elecciones son ganadas por el
liberal Juan Bosch, perteneciente al Partido Revolucionario Dominicana, un partido
anti-trujillista que había sido creado en La Habana, Cuba, en 1937, por
dominicanos exiliados de la dictadura trujillista.
“El gobierno de Bosch propuso una serie de reformas sociales de corte liberal que
buscaba una repartición
más equitativa de las riquezas del país. Se proclamó
una nueva constitución considerada como la constitución más democrática de la
historia dominicana. Afirmó que mientras él estuviese en el gobierno no perecería
la libertad en la República Dominicana. Y aunque Bosch sólo pudo gobernar 7
meses, pues recibió un golpe de estado liderado por los militares conservadores,
con el apoyo de la burguesía, la embajada norteamericana y sectores de la
jerarquía católica, la propuesta de ese gobierno ha permanecido en la historia
nacional como el intento más serio por crear un Estado al servicio de las grandes
mayorías nacionales empobrecidas y excluidas y no al servicio de los grupos élites
como había sido hasta entonces la norma de la política.” (Franco. 2008, 615-616).
En 1965 se desató la guerra civil entre los que querían que se repusiera el
gobierno de Bosch y la constitución de 1963, que había sido anulada por un
gobierno de triunviros y el sector conservador liderado por un grupo de militares
golpistas. En 1965 hubo un intento de reinstalar el gobierno de Bosch y la
constitución del 1963. Sin embargo la invasión inesperada de 40,000 soldados
norteamericanos, el 28 de abril del 1965, rompió la correlación de fuerzas entre los
combatientes constitucionalistas que apoyaban la vuelta de Bosch y los militares
que defendían los intereses de los grupos dominantes, de corte conservador.
Entre las personas que se destacaron en los años 70 por su compromiso en la
lucha de la defensa de la tierra de los grupos campesinos está Florinda Soriano –
llamada por la comunidad “Mamá Tingó”. Fue una líder campesina de la región de
Yamasá, en la provincia Monte Plata. Mamá Tingó estuvo integrada en la
Federación de Luchas Agrarias Cristianas –FEDELAC-Como consecuencia de su
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lucha, tuvo que enfrentar al terrateniente Pablo Díaz, quien le quería quitar la tierra
en donde nacieron un número significativo de sus familiares y ancestros.
Mamá Tingó murió asesinada en el periodo conocido como “los 12 años del
gobierno de Joaquín Balaguer” (1966-1978), el 1 de noviembre de 1974, en
Gualey Hato Viejo, Yamasá, prov. Monte Planta. Murió a manos de Ernesto Díaz,
capataz al servicio del amo latifundista, quien la asesinó después de que ella
interpusiera una querella en contra del terrateniente Pablo Díaz. A la hora de su
muerte tenía 53 años de edad.
La lucha y la memoria de Mamá Tingó se han convertido en un símbolo de la
lucha campesina por la tierra y por hacer valer los derechos de las comunidades
rurales a una vida digna. Por eso hoy siguen cantando los campesinos y las
campesinas, organizadas en federaciones defensoras de los derechos de las
personas que viven en ambientes rurales, la salve2 a Mamá Tingó: “Sí, Señor.
Óiganme esta salve que canto yo. No me dejen sola, suban la voz. Dijo en Hato
Viejo doña Tingó. No me dejen sola, que suba el sol. Tenemos la salve, falta el
arroz. No tenemos tierra, pero hay valor, en Yamasá dijo, Mamá Tingó. Agarre la
mocha, suban la voz, que la tierra es mucha, dijo Tingó. En el campo entero se
oye una voz: ¡A seguir la lucha, Mamá Tingó! En el campo entero se oye una voz,
¡hay que hacer la tumba a Doña Tingó!” (Tomado del cancionero popular, “Cantos
del Pueblo para el Pueblo”, Pág.238).
En la historia nacional de las últimas décadas ha habido periodistas –hombres y
mujeres- comprometidos y comprometidas con la transformación de la realidad
socio-política del país. Dos comunicadores que se destacaron por su compromiso
social, en la segunda mitad del siglo pasado, fueron Orlando Martínez y Narciso
González, ambos asesinados por los esbirros del déspota Joaquín Balaguer, quien
gobernó al país durante 22 años, en el período posterior a la dictadura y quien ha
impuesto su herencia y su estilo de gobernar fundamentado en la corrupción, el
privilegio de las clases dominantes y la aplicación de la convicción de que el fin
justifica cualquier medio.
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La salve es un canto popular del campesinado dominicano.
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Orlando Martínez en su columna “El Microscopio”, en el periódico El Nacional,
denunciaba continuamente los atropellos que se cometían en el gobierno de los 12
años de Balaguer (1966-1978). Se convirtió en un constante llamado a la
conciencia nacional.
El régimen balaguerista decidió callar la voz de Orlando. Fue a raíz de aquel
artículo titulado “¿Por qué no doctor Balaguer?”, publicado en El Nacional de
Ahora el 25 de febrero de 1975, cuando se reactivó persistentemente el operativo
para matarlo. Orlando Martínez fue asesinado por militares del régimen déspota
de J. Balaguer el 17 de marzo de 1975. Hoy están prisioneros los actores
materiales del asesinato, pero no así los autores intelectuales.
En resumen se puede señalar que todos estos acontecimientos, personas, e
instituciones, señaladas más arriba, han contribuido con la formación y desarrollo
de la conciencia moral, ética y ciudadana que mantiene una minoría de militantes
comprometidos que hacen vida comunitaria comprometida en la geografía
nacional, y en la isla entera. En la formación de este liderazgo social han influido
considerablemente algunos centros educativos y algunos proyectos de formación
y educación popular promovidos por organizaciones e instituciones al servicio de
las comunidades.
Personas, instituciones y procesos históricos que han contribuido a la formación
de la
conciencia dominada al servicio de los intereses de los sectores
enriquecidos y opresores
Se señalan a continuación algunos acontecimientos, personas e ideologías que
han colaborado con la formación de una conciencia ingenua, mágica, manipulada.
Los efectos de ese adoctrinamiento ideológico tienen sus repercusiones negativas
en la actual situación social, ecológica, económica, política y cultural de la
sociedad dominicana.
El tiempo del coloniaje y la sustentación ideo-política de la esclavitud
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A partir de octubre del 1492 se inicia el proceso de invasión y colonización
europea del territorio llamado por los pueblos originarios de la isla, Quisqueya o
Haití. La invasión comenzó con el imperio español, luego siguieron los franceses,
los ingleses, los holandeses… hasta disputarse entre los imperios el control de la
isla.
Una primera justificación ideológica que algunos sectores siguen repitiendo hasta
el día de hoy es que la isla fue “descubierta” y no colonizada. Y así hablan de
“encuentro de culturas” y definen a República Dominicana como parte de los
pueblos “iberoamericanos”.
Uno de los soportes ideológicos más significativos de la colonización europea
provino de la religión de los colonizadores: el cristianismo español y francés, de
corte
monárquico
y opresor. Se
trataba
de
un
cristianismo
de
corte
constantiniano,3 que había perdido su identidad, que había sido recuperado y
domesticado por los sectores monárquicos, alejándose así del proyecto propuesto
y de las prácticas educativas y solidarias de Jesús de Nazaret. De hecho cuando
llegaron a nuestra tierra los colonizadores plantaron una cruz, como símbolo de
posesión de las tierras invadidas, en nombre del “rey de los reyes” de los “imperios
cristianos”, el Papa de Roma.
La argumentación ideológica era muy simple. El imperio español creía en una
divinidad que había sido la creadora del mundo. Esa divinidad monárquica tenía
como lugarteniente al Papa de Roma. Este personaje, para mantener su poder y
su hegemonía, había hecho alianza con los reyes llamados “católicos” de España,
y de otros países europeos. Y como el Papa era el representante de la divinidad
creadora y dueña del mundo, entonces les concedía el poder del dominio y la
explotación de las riquezas de las tierras invadidas.
Junto a los colonizadores vinieron los ministros de las diversas congregaciones
cristianas: mercedarios, dominicos, jesuitas…, la mayor parte de las cuales fueron
aliados del sistema opresor de las encomiendas, con la honrosa excepción de la
3
El cristianismo, que fue una religión perseguida por el imperio romano en los primeros siglos, fue declarada la religión imperial por el emperador
Constantino a principios del siglo cuarto de nuestra era (314). De esta manera, el cristianismo perdió su identidad como religión de los grupos excluidos
y de los sectores empobrecidos, para convertirse en la religión oficial, liderada y controlada por los sectores del poder económico-político y religioso.
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comunidad de los padres dominicanos, quienes asumieron la defensa de la
población indígena maltratada. Estos grupos se encargaron de adoctrinar a las y
los nativos, obligándoles a convertirse al cristianismo, la religión de las y los
invasores. Por eso señala el poeta chileno P. Neruda, con mucha lucidez, que “los
indios vivos se convirtieron en cristianos muertos.”
A finales del siglo 18 y principios del s. XIX se desarrollan en la isla movimientos
de liberación de la población negra en la parte occidental de la isla, y el
movimiento de los criollos, hijos e hijas de españoles nacidos en territorio de la
isla, por tomar control del poder, ante la debilidad mostrada por los imperios
español y francés y por la influencia que ejerció en la isla la llamada revolución
francesa (1789-1799) con su proclama de “igualdad, libertad y fraternidad.”
La escuela del siglo XIX en la isla, tanto en la parte oriental (lo que hoy es Rep.
Dominicana) como en la parte occidental (lo que hoy es el territorio haitiano)
reprodujo la ideología de los nuevos amos que tomaron el poder económico y
político. En la parte occidental la de los líderes negros, auto-llamadores
“emperadores” y en la parte oriental, los líderes hateros, que abortaron el proyecto
educativo progresista y renovador de los trinitarios, liderados por J. P. Duarte.
En síntesis, se puede afirmar, que los criollos y nativos, una vez que tomaron el
poder, reprodujeron el mismo sistema de opresión y de represión ideológica que
habían mantenido tanto el imperio español como el imperio francés.
Proyectos autocráticos y el control ideológico de la escuela pública
En 1880 se había formado la Escuela Normal de formación de estudiantes. Dicha
escuela, fundada por el educador boricua y antillanista E. M. de Hostos, en
tiempos que era presidente G. Luperón, líder del partido progresista y del
movimiento político que lideró el proyecto independentista de imperio español.
Junto a la escuela normal para la formación de los varones, se creó su homóloga,
para las mujeres. Se llamó el Instituto de Señoritas, liderada por la educadora y
poetisa Salomé Ureña.
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El gobierno de U. Heureaux, apodado “Lilís”, determinó la clausura de la Escuela
Normal, porque sus planteamientos ideológicos entraron en confrontación con los
soportes ideológicos del proyecto dictatorial que encabezaba el líder del partido
azul, que de progresista se convirtió en conservador y en dictador.
Los planteamientos de la Escuela Normal entraban también en contradicción con
la escuela liderada por sectores de la Iglesia católica, ideológicamente cercana a
los diferentes sectores de la derecha política conservadora.
Más adelante, en el tiempo de la invasión norteamericana, se crearon las bases
para la articulación del sistema de educación pública nacional. Naturalmente, esta
escuela respondía a las orientaciones ideológicas del ejército invasor.
La invasión estadounidense creó las condiciones para la llegada de la sangrienta
dictadura de Rafael L. Trujillo Molina (1930-1961). La escuela sirvió de soporte
ideológico para el mantenimiento de la dictadura.
La orientación de la escuela post-trujillista y post balaguerista4, con la excepción
del gobierno efímero de 7 meses de J. Bosch (1963), ha seguido reproduciendo
una ideología dominante manipuladora de la conciencia nacional, al servicio de los
intereses de las élites económicas, políticas y religiosas, aunque en el discurso
oficial se hable de formar personas conscientes, críticas, participativas.
La ideología anti-haitiana. La interpretación de la historia de la relación entre los
pueblos del este y el pueblo del oeste de la isla ha servido de base para crear en
la mentalidad de la población dominicana en general, y en particular en los grupos
del poder dominante, un sistema de animadversión hacia el pueblo haitiano. Esto
fue fortalecido de una manera especial en la etapa de la dictadura trujillista y
durante los gobiernos balagueristas del post-trujillismo.
Ese sentimiento de desvalorización del pueblo del oeste, y de violación de sus
derechos por parte de sectores de poder del este de la isla, tuvo su momento
4
Joaquín Balaguer Ricardo fue unos de los funcionarios más identificados con la ideología y las prácticas opresoras de la dictadura trujillista desde los
años 30. A la hora del asesinato del dictador (30 de mayo del 1961) fungía como presidente “títere” del país. En la era post-trujillista fue presidente de
facto por 6 períodos y por 22 largos años (1961.1966-1978; 1986-1996).
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álgido con ocasión de la masiva matanza de haitianos decretada y ejecutada
durante la tiranía trujillista (1937).
En la educación que reciben los niños y las niñas en la escuela dominicana se ha
ido introduciendo ese sentimiento antihaitiano. Esto se hace desde el hogar y
también desde la escuela, pues los textos que se utilizan tienen una visión de la
historia claramente antihaitiana.
La dictadura trujillista tuvo varios intelectuales que se encargaron de fortalecer el
sentimiento anti-haitiano en la población dominicana y en la orientación de los
currícula educativos tanto a nivel de la escuela básica, media y también en el nivel
universitario.
E. Balcácer, intelectual al servicio de la dictadura trujillista se refiere de esta
manera a la relación histórica entre dominicanos y haitianos: “Desde el 1801,
fecha de la primera invasión depredatoria de Toussaint hasta el 1861,
transcurrieron sesenta años cabales en los que sólo al conjuro de la amenaza
haitiana
años
lográbamos movernos los dominicanos. La historia de estos sesenta
nos llenó de espanto y nos entristeció el alma para siempre. Nunca
alcanzaremos librarnos de los complejos que sembró en nuestro temperamento
colectivo el fenómeno social de la libertad haitiana.
El drama de libertad en Haití lo deploramos los dominicanos como interminable
drama de opresión y de esclavitud en nuestro país, y por qué no pueden coincidir
los historiadores dominicanos con los haitianos cuando, en símil no muy feliz,
personifican en Toussaint-Louverture a la libertad, en Dessalines a la igualdad y a
Petión a la Fraternidad.
Si el pueblo dominicano vive hoy al amparo de un
régimen institucional democrático y libre se lo debe antes que a ningún otra cosa
al fracaso de los propósitos discriminatorios y esclavizantes de aquellos
personajes haitianos. Su influencia entre nosotros nunca fue de libertad, ni de
igualdad ni de de fraternidad.” (Balcácer. 1989, 354-355).
La ideología anti-comunista. La ideología anti-comunista se desarrolla sobre todo
al interior de la dictadura trujillista y de los gobiernos post-trujillistas de J.
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Balaguer. Se concibe la ideología comunista, con su propuesta de nacionalización
de la propiedad privada, como un atentado a la “democracia”, y a los principios
éticos “occidentales y cristianos”.
Esa ideología anti-comunista se fortalece sobre todo a partir del triunfo de la
revolución cubana y la implementación en el Caribe de una propuesta de sociedad
alternativa al proyecto capitalista concentrador de las riquezas en pocas manos y
generador de pobreza, miseria y opresión de las mayorías populares.
Esta ideología anti-comunista estuvo fortalecida por la tensión entre los imperios
del este y del oeste, entre el imperio norteamericano y al antiguo imperio del Este,
liderado por Rusia.
La persecución y asesinato de los líderes juveniles, populares y comunitarios. La
influencia de la ideología conservadora no se quedaba en el ámbito de las ideas,
sino que las dictaduras, tanto de R.L. Trujillo, como de J. Balaguer, perseguían a
quienes mantenían una ideología diferente a la oficial y asesinaban impunemente
a los líderes populares que se oponían a sus proyectos de dominación. Durante
los 12 años del gobierno despótico de J. Balaguer se asesinaron muchos líderes
juveniles, lo cual ha creado un vacío de liderazgo en la generación nacida entre
los años 50. Entre esos líderes asesinados podemos señalar a Orlando Martínez,
Amin Abel, Sagrario Díaz, Mamá Tingó, entre otros y otras.
El fortalecimiento de las ideologías y las prácticas neoliberales excluyentes
En la historia post-trujillista han gobernado el país tres partidos políticos: los
gobiernos del Partido Reformista Social Cristiano, los del Partido Revolucionario
Dominicano y los del Partido de la Liberación Dominicana. Con la excepción del
gobierno efímero de siete meses de Juan Bosch (1963) los gobiernos han estado
al servicio de un proyecto de exclusión social y concentración de la riqueza
nacional en pocas manos. Dichos gobiernos han ejercido la manipulación de la
opinión pública para presentarse como “democráticos”, “justos”, “modernos”,
“progresistas”, “revolucionarios” y “liberadores”.
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Tanto el Partido Revolucionario Dominicano, como el Partido de Liberación
Dominicana abandonaron sus principios fundadores para integrarse a la escuela
neo-liberal y realizar gobiernos al servicio de los intereses transnacionales y de los
sectores minoritarios y enriquecidos de la sociedad, convirtiéndose en herederos
de la tradición conservadora fortalecida en la época trujillo-balaguerista (19301966).
Los proyectos de educación promovidos en esos gobiernos –incluidos los
llamados planes decenales de educación- aunque en teoría promueven una
educación para formar personas críticas, responsables, activas, en la práctica
ejercen una manipulación ideológica al servicio de los intereses de los grupos
dominantes, al promover una visión reformista, y no transformadora, de la realidad
social.
Uno de los elementos básicos de todo proyecto de formación ético-política en el
contexto de nuestro país, es ayudar a generar la conciencia de que es necesario
desenmascarar la ideología neoliberal, para descubrirla como una propuesta
global de organización social que en definitiva fortalece la postura de las y los
opresores, aunque también los deshumaniza, convirtiéndolos en personas sin
compasión e incapaces de mirar a la otra persona como un ser humano, y no
simplemente como una o un cliente. Esa ideología también se introduce en las
conciencias de las y los oprimidos y los pone a vivir en función de los intereses de
las y los opresores, de las multinacionales, de los grupos enriquecidos, del
negocio de la venta de armas y del narcotráfico.
En conclusión, es necesario afirmar que la conciencia moral, ética y ciudadana
tiene que ser desarrollada en la escuela dominicana y en otros espacios de
formación ligados a las organizaciones comunitarias y populares; por lo tanto, es
necesario generar procesos educativos que permitan el desarrollo de la conciencia
colectiva y de la conciencia personal y grupal que puede generar un compromiso
ciudadano con la construcción de una sociedad fundamentada en un modelo
económico y político, sustentado en los valores de la justicia, la equidad, la
inclusión y el reparto equitativo de las riquezas del país. Para esto es necesario
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situarse críticamente en el marco de una sociedad orientada según los
lineamientos del proyecto económico-político neoliberal, que promueve el
individualismo, el deterioro de las políticas públicas y la concentración de las
riquezas en pocas manos. Por eso es necesario recrear la memoria histórica de
los procesos liberadores y al mismo tiempo desenmascarar los proyectos de
manipulación de la conciencia social al servicio de los intereses de los grupos
dominantes de la sociedad dominicana y de sus aliados de las multinacionales, y
del poder imperial al servicio de los intereses de las grandes corporaciones y
transnacionales.
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