historia del sector social

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HISTORIA DEL SECTOR SOCIAL
Ricardo Antoncich S.J.
(Materiales para una historia del sector de apostolado social de la Compañía de Jesús en
América Latina (1950-2000)
LOS COMIENZOS Y LOS CIAS ................................................................................................ 2
EL PADRE ARRUPE Y EL APOSTOLADO SOCIAL .............................................................. 6
ENCUENTRO DEL CLACIAS EN MÉXICO (1970) ................................................................. 9
ORIENTACIONES DEL APOSTOLADO SOCIAL ................................................................. 13
SITUACION DE LOS CIAS EN 1970 ....................................................................................... 17
EL ENCUENTRO CLACIAS EN RIO DE JANEIRO (1975) ................................................... 23
COORDINACIÓN DEL P. JORGE JULIO MEJÍA.1980-1986 ................................................ 29
SIGNIFICADO DE LA C.G. 33A. ............................................................................................. 34
LA II ASAMBLEA INTERNACIONAL DE LOS INSTITUTOS Y CENTROS SOCIALES . 39
LA GESTIÓN DE RAÚL MORA I. ........................................................................................... 47
LA GESTIÓN DE RAÚL MORA II........................................................................................... 54
LA CONGREGACIÓN DE PROVINCIALES Y LA MISIÓN FE-JUSTICIA, LOYOLA, 1990.
..................................................................................................................................................... 57
LA GESTIÓN DE JULIO MORA (II) PRIMER ENCUENTRO DE COORDINADORES EN
SANTO DOMINGO 1991 .......................................................................................................... 61
LA GESTIÓN DE RAÚL MORA III. SEMINARIO CÉSAR JEREZ Y SEGUNDO
ENCUENTRO DE COORDINADORES EN BOGOTÁ 1992 .................................................. 67
LOS COMIENZOS Y LOS CIAS
Introducción:
Una de las mejores maneras de comprender la identidad de un sector apostólico de la
Compañía de Jesús es conocer su historia. Este ensayo quiere aportar materiales para
ello e invitar a los protagonistas de las diversas etapas a enriquecer con sus memorias y
experiencias estos materiales. Reconocemos las inevitables lagunas y omisiones debido
a la inexistencia de un centro de documentación. Los materiales se encuentran dispersos
en archivos de los CIAS, de las Curias Provinciales y de la Curia Generalicia.
1. El sector del apostolado social tiene una rica historia en los últimos 50 años. Este
apostolado jesuítico se configura en formas actuales pero tiene la tradición de cuatro
siglos, en los cuales los ideales de la evangelización y la defensa de la justicia fueron
vividos en forma integrada. Tal vez lo que más impacta nuestra memoria han sido las
famosas “reducciones” en varios países latinoamericanos.
2. En la forma actual, el apostolado social fue gestándose bajo la inspiración de la
doctrina social de la Iglesia, a partir de 1891 con la Rerum Novarum de León XIII. En
los cuarenta años que transcurren hasta la siguiente encíclica social Quadragesimo
Anno, de Pio XI, fueron fundados los centros sociales de la Action Populaire en
Francia, el Catholic Social Guild y Catholic Workers College en Inglaterra, Fomento
Social en España, el Catholic Interracial Council en Estados Unidos.
3. Por parte del gobierno de la Compañía, estas orientaciones de la Iglesia fueron
recogidas por los Superiores Generales y las Congregaciones Generales. El P. Juan
Bautista Janssens llama a toda la Compañía a vivir una actitud social en sus ministerios
en su Instrucción sobre el Apostolado Social. El P, Pedro Arrupe elegido en 1965 como
General de la Compañía destaca la promoción de la justicia como elemento central de la
identidad y misión del jesuita de hoy.
4. Con valiosa información, el articulo de Michael Czerny y Paolo Foglizzo sobre el
Apostolado Social en el siglo XX, (publicado en Promotio Justitiae n.73, Mayo 2000)
nos coloca en el contexto del origen y crecimiento de este sector en el apostolado de la
Compañía de Jesús. El objetivo de nuestro trabajo es evocar la historia latinoamericana
del sector.
5. Tomando como punto de partida 1950 podemos hacer un recorrido paralelo de la
historia latinoamericana de nuestro sector social. Distinguimos dos grandes etapas en
esta pequeña historia: la primera, en la que los CIAS tienen el papel protagónico, y la
segunda, en la que se va consolidando la coordinación de obras sociales en las
provincias y a nivel de las dos Asistencias hasta el momento de constitución de la
CPAL, como única conferencia de Provinciales de América Latina. Para la primera nos
ha servido la “Breve Historia”de Michael Campbell-Johnston, publicada en Promotio
Justitiae n. 66, febrero 1997; y unas notas del P. Francisco Ivern en un informe para la
comisión preparatoria de la Congregación General 32a. Para la segunda hemos usado
los Informes Anuales de Apostolado Social de la Asistencia América Latina
Septentrional (1986-1995), y las Actas de las Reuniones I-V de delegados o
coordinadores provinciales del Apostolado Social en América Latina (29.Sept.91-11 jul.
95) presentados por Raúl H. Mora Lomeli (MEX) sobre la gestión de Jorge Julio Mejía
(COL) y la suya; y luego la posterior documentación recogida por Francisco de Roux
(COL) para el período 1995-1996; y por Jorge Cela (ANT), para el período 1997-2000;
todos ellos coordinadores de la Asistencia Septentrional. Los encuentros internacionales
convocados por esta Asistencia contaron siempre con la presencia de los coordinadores
de la asistencia Meridional cuyos coordinadores fueron el P. Luis Perez Aguirre (URU)
para el período 1991-1993; y el P. Juan Luis Moyano (ARG) para el período 19932000.
6. Estos informes siguen, de alguna manera, la tradición de la Compañía de Jesús de las
“cartas annuas” o informes anuales que todos los superiores debían enviar al P. General
en razón de su cargo y que constituyen una fuente de informaciones para los
historiadores. Algo así, en pequeño por las fronteras del tiempo (50 años) y del espacio
(sólo América Latina y el Caribe) y de la autoridad a la que se informa (las
Conferencias de Provinciales), pretenden estas páginas de “memoria histórica” que
contribuyen a nuestra identidad.
7. A nivel latinoamericano, la Compañía de Jesús estaba organizada en dos Asistencias:
ALS: Septentrional (Méjico, Caribe, Centro América y Panamá, Venezuela, Colombia,
Ecuador) y ALM: Meridional (Perú, Chile, Bolivia, Paraguay, Argentina, Uruguay y
Brasil).
8. Hay una extraordinaria actividad en el campo social en varias provincias; en otras no
se desarrollaron los centros sociales o el trabajo social no cuajó en instituciones
sólidamente establecidas. Nos interesa en este informe no tanto la descripción de las
actividades de las Provincias, sino su articulación por medio de estructuras u
organismos de coordinación. Esta tarea ha sido llevada a cabo, en la primera etapa por
la CLACIAS (Coordinación Latinoamericana de Centros de Investigación y Acción
Social) y, en la segunda, por los Coordinadores de las Asistencias Septentrional y
Meridional con sus “tiempos fuertes” en los Encuentros de Coordinadores. Dedicamos a
la primera etapa el capítulo primero.
Capítulo Primero: EL APOSTOLADO SOCIAL A TRAVES DE LOS CENTROS
SOCIALES
La fundación de los CIAS
9. No es difícil encontrar ya en Congregaciones Generales anteriores, la inspiración del
binomio “fe y justicia” que la futura Congregación General 32ª. haría patente en 1974.
Así por ejemplo, el decreto 29 de la C.G. 28ª., n.1 recuerda que la Compañía fue
fundada para la defensa y propagación de la fe, pero a su vez constata que la manera de
pensar y vivir de la mayoría, así como los mismos principios de la vida pública, se
apartan cada vez más de la fe cristiana. A los jesuitas les incumbe el primordial y
gravísimo deber de que se esfuercen, por su parte, en que toda la vida pública y privada
se conforme con la doctrina del Evangelio y que las ovejas perdidas sean traídas al redil
de Cristo. Esta exigencia es todavía más explícita en el decreto 29 de la C.G. 29ª. que
invita a los jesuitas conforme a su amor a Cristo Rey y a su Esposa la Iglesia.... a no
perdonar trabajo ni esfuerzo alguno a fin de que se establezca el recto orden de la
sociedad. Para ello la C.G. 29ª. considera muy importante establecer centros de acción y
estudios sociales.
El P. Janssens y la fundación de los CIAS
10. El 10 de octubre de 1949 el P. Janssens presenta la Instrucción sobre el apostolado
social que justifica la necesidad del apostolado social por la índole de nuestra vocación,
las prescripciones del Instituto, el daño producido por el comunismo ateo y el
liberalismo capitalista; y la situación de los trabajadores debida a las injusticias sociales
y las desordenadas estructuras económicas. Por tanto el apostolado social debía
proporcionar bienes temporales y espirituales, aun de orden natural, imprescindibles
para que el hombre no se sienta oprimido, postergado y expuesto a condiciones muy
difíciles de soportar. Hay clara conciencia en esta instrucción de que las causas son las
estructuras económico-sociales que requieren formas apostólicas específicas en centros
sociales, pero también en forma genérica en todas nuestras obras educativas y
espirituales. proporcionando conocimiento de la realidad y formando la conciencia
cristiana.
11. El P. Janssens, concretando las orientaciones dadas en su carta, confió al P. Foyaca,
hacia mediados de la década de los 50, una visita a todas las Provincias de América
Latina, en torno a la entonces llamada “cuestión social” . De allí nacieron prácticamente
en todas nuestras Provincias los CIAS (Centros de Investigación y Acción Social, con
este u otro nombre) En 1966 ya existían 23 CIAS en toda la Compañía, englobando a
165 jesuitas activos en esta línea; y de ellos 11 centros y 87 jesuitas eran de América
Latina.
12. El énfasis del trabajo social está puesto en la palabra “estructura”. Se trata de poner
en práctica la visión cristiana de una sociedad justa. Los centros sociales quieren ofrecer
personas competentes, instrumentos y medios para análisis sociales rigurosos, pero
también estar presentes y cercanos a las “víctimas de la injusticia”. Desde estos centros
se trata de alimentar una dimensión social que debe caracterizar todo el apostolado de
los jesuitas que integre el servicio de la fe con la promoción de la justicia.
13. La misión de fundar los CIAS dio inicio a reflexiones que los grupos fundadores
hicieron para comprender bien el sentido de su trabajo. Fueron los mismos Provinciales
los que confiaron a estos grupos la tarea de clarificación sobre finalidad, medios y
organización del Centro Social. Los informes recoge documentos previos y
orientaciones dadas por el P. Janssens. En todos ellos se reconoce el apostolado social
como uno de los apostolados específicos de la Compañía de Jesús, regulados, por tanto
conforme al fin propio señalados en las Constituciones y decretos de las
Congregaciones Generales. Las orientaciones más específicas fueron dados por los PP.
Manuel Foyaca y Pierre Bigo.
14. Un gran paso se da el 24 de diciembre de 1962 en una carta del P. General Janssens
a los superiores mayores de América Latina sobre promoción y desarrollo de los CIAS.
En esta carta se urge a no confundir la acción de beneficencia con la acción social (y
esta confusión explica, tal vez que no se constituyan plenamente y a tiempo los CIAS),
y a tener en cuenta que el instaurar un recto orden social requiere influir en la opinión
pública y en el gobierno de las naciones. La urgencia del apostolado social de la
Compañía es exigida ante propuestas marxistas y el desenfrenado liberalismo
“manchesteriano” incapaz de liberar de la miseria a la clase universalmente extendida
de los pobres. El P. Janssens no ignora que el apostolado social debe estar en
permanente contacto con la realidad, sin el cual el estudio se vuelve meramente
académico e incapaz de orientar la acción; pero insiste en forma muy vigorosa en el
“trabajo de estudio y sólida preparación de la acción, más austero y cada vez más
necesario”. Por eso no es favorable a que el trabajo de los CIAS se confunda con el de
una universidad cuyas exigencias académicas imponen un ritmo que puede perjudicar
las finalidades propias de los CIAS.
15. El P. Pierre Bigó comentando estas orientaciones en octubre de 1963 insiste en la
unidad estudio-acción como propia de los CIAS. Los Centros deben planear su
investigación, su enseñanza y sus publicaciones como una perspectiva de acción y de
transformación sociales. Esta voluntad de cambiar la realidad social para hacerla
conforme a los preceptos evangélicos y moderarla según la Doctrina Social de la Iglesia
constituye el alma del CIAS. Si ésta estuviera ausente, el CIAS no respondería a lo que
de él espera la Compañía. Su objetivo es ayudar a las masas populares a alcanzar la
plenitud de sus derechos y su papel en la sociedad global según los principios de la
doctrina social católica. Estas opciones fundamentales en favor de los más pobres,
justifica que como religiosos y sacerdotes le consagren su vida sin dejarse llevar de
ilusiones de lo “espiritual puro” que les alejan de la misión recibida de la Compañía ya
que esta misión es ella misma un verdadero apostolado.
16. La misión apostólica en el campo social requiere un serio conocimiento de la
realidad social, es decir de las estructuras que conforman la sociedad actual; un
conocimiento encarnado de la situación humana de la clase trabajadora, y una
permanente reflexión para encarnar la doctrina social de la Iglesia en el contexto de
situación latinoamericana. El cambio de mentalidad de personas e instituciones debe
realizarse por la orientación de la opinión pública y de los gobernantes hacia los valores
de la justicia y de la solidaridad.
17. En forma paralela al CIAS de Argentina que elabora las reflexiones anteriores, otros
dos CIAS, el de Uruguay y el de Chile hacían reflexiones semejantes y definían sus
tareas. Tomando como modelo el centro de L’Action Populaire, de París, y en un
contexto social muy marcado por las fuertes migraciones europeas características del
Cono Sur de América Latina, se recogían las inquietudes de la época de ebullición
social y eclesial en la preparación y realización del Concilio Vaticano II.
EL PADRE ARRUPE Y EL APOSTOLADO SOCIAL
El P. Pedro Arrupe y la expansión de los CIAS
18. La elección del P. Pedro Arrupe como General de la Compañía, en 1965, marca una
etapa de renovado impulso al trabajo social en América Latina. Este apoyo se hizo
evidente en la prontitud con que el P. General acogió las sugerencias de los CIAS y el
estímulo que ofreció para sus reflexiones.
19. Los miembros del CIAS de Uruguay se reunieron con representantes de Chile y
Argentina del 31 de diciembre de 1965 al 4 de enero de 1966. Participaron los PP. Juan
Luis Segundo, Director del CIAS, Assandri y Cetrulo de Uruguay; los PP. Sily
(director) y Balista, de Argentina; los PP. Hernán Larraín (Director), Arroyo, Zañartu y
Ossa, de Chile. Estudiaron realidades y contextos nacionales, confrontación de
principios de acción, posibilidades de colaboración de los tres CIAS, y de colaboración
con los demás del continente. En realidad esta reunión tenía ya un precedente, la
reunión de los tres CIAS en Santiago de Chile en diciembre de 1963. Se destacaba en
ambas reuniones la convergencia en el tema de la elaboración y difusión de la doctrina
social de la Iglesia, el trabajo de asesorar organismos de inspiración cristiana en el
ámbito empresarial, obrero, sindical, estudiantil. De los tres CIAS, el de Chile se integra
en un proyecto más amplio: el del Centro Bellarmino, como espacio de diálogo
interdisciplinar con filósofos, teólogos, pedagogos, moralistas, etc y con mayor
presencia en el plano social, pastoral y cultural, a través de la revista “Mensaje”.
20. La tarea de “elaboración doctrinal” es pensada en varios momentos:
a) inteligencia del dato revelado como revelación histórica, que no es por consiguiente
una revelación de esencias o de principios sino la de una relación de amor entre el
hombre y Dios, que busca manifestarse en la historia y que ha hallado la cumbre de su
expresión en Jesucristo;
b) inteligencia de la situación histórica actual y esto mediante el uso de hipótesis y
teorías científicas e instrumentos técnicos cada vez más perfeccionados, que revelan de
manera creciente la complejidad de las situaciones sujetas al análisis;
c) retorno al dato revelado a partir de esta mayor complejidad descubierta mediante las
técnicas y ciencias, y de la nueva inteligencia del mismo dato revelado a partir del
estudio critico del lenguaje que lo ha expresado históricamente en la escritura y la
tradición dogmática; y de la pregunta que el hombre plantea a Dios desde su nueva
situación histórica;
d) elaboración del juicio que merece una situación actual de convivencia a la luz de esta
inteligencia renovada de la revelación. Este juicio de situación se resuelve luego en
diversos juicios prácticos que son, también, objeto de la elaboración doctrinal del CIAS
y que, según su diverso grado de abstracción o de concreción, son llamados doctrina,
modelo o proyecto.
21. Se insistió en este encuentro de CIAS del Cono Sur en la necesidad del diálogo
interdisciplinar entre ciencias sociales, filosofía y teología. Se consideraban básicas en
el campo social la sociología, economía, ciencias políticas, antropología cultural y
psicología social.
22. Existía acuerdo en que la promoción del desarrollo debe hacerse por medio de
instituciones. ¿Cuáles? ¿Qué significa la “inspiración cristiana”de estas instituciones?
¿se deduce del cristianismo un sólo modelo de sociedad? ¿aconseja la urgencia de la
eficacia escoger entre un abanico posible, la propuesta de un sólo modelo? ¿qué sucede
con otras instituciones no cristianas, sobre todo cuando las radicalizaciones entre los
polos tienden a hacer caricaturas de las posiciones que en sí son más complejas? Una
conclusión interesante fue la de ser un camino de diálogo entre distintas posiciones para
evitar polarizaciones simplificadoras.
23. El problema de la cooperación con otras instituciones es todavía más complejo en el
plano de la ejecución de proyectos. No se consideraba ajena a la función del CIAS la
tarea de asesoría, e incluso de implementación de algunos proyectos, pero sin desviar la
atención del trabajo teórico esencial para el apostolado de la Compañía.
24. El informe del encuentro señala al final conclusiones muy prácticas de colaboración
entre los tres CIAS, sobre todo para el estudio de temas, favorecer las publicaciones, y
el intercambio frecuente entre los directores de los CIAS. Aprovechar la visita de
expertos no latinoamericanos (se mencionó la visita del P. Michel de Certeau, del
equipo de Christus) y el intercambio de experiencias con otros CIAS de A.L.
25. Vale la pena destacar un acuerdo: “activar la función de secretarios que faciliten las
comunicaciones entre los CIAS” . De hecho, pocos meses después de esta reunión iba a
concretarse la estructura de intercambio entre los CIAS.
Fundación del CLACIAS
26. En julio de 1966 tuvo lugar en Lima la primera reunión de los CIAS de América
Latina dedicada a aclarar la naturaleza y objetivo de los Centros. Allí se pidió al P.
General que creara un consejo de coordinación para los CIAS y que hiciera una
declaración oficial sobre la postura de la Compañía respecto al conflicto social en
América Latina. El P. Arrupe reflexionó sobre el papel de los CIAS y promulgó los
estatutos formales: “El objetivo fundamental de los CIAS (consecuentemente con el
objetivo fundamental del apostolado social) es la transformación de la mentalidad y las
estructuras sociales en un sentido de justicia social, preferentemente en el sector de la
promoción popular, a fin de hacer posibles una mayor dedicación, participación y
responsabilidad, en todos los niveles de la vida humana” (Acta Romana 14 (1966) 79495).
27. El 12 de diciembre del mismo año, el P. General dirige a todos los Superiores
Mayores de América Latina una carta sobre El apostolado social en América Latina.
Allí se anuncia la creación del Consejo Latinoamericano de los CIAS (CLACIAS), con
cuatro Coordinadores Regionales para las dos asistencias Septentrional y Meridional
(ALS, ALM): los PP. Hernán Larraín (CHL) para ALM-I; Nelson Queiroz (BRC) para
ALM-II; Jaime Martínez (COL) para ALS-I, y José Luis Alemán (ANT) para ALS-II.
El P. General designó como secretario ejecutivo al P. Larraín, fijando la sede de
CLACIAS en Santiago de Chile.
28. El Padre Arrupe constata en la carta citada la dolorosa situación: “Es tristemente
grave que haya todavía hoy en la Compañía, aun entre los que tienen cargos de gran
responsabilidad, quienes no han captado la urgencia y prevalencia del problema de
justicia social” (Acta Romana 14 (1966) pag 790, n.8).
29. Circunstancias personales de salud obligarán al P. Larraín a pedir ser sustituido en el
cargo. Después de varias consultas el P. Arrupe nombra, en carta a los directores de los
CIAS del 13 de febrero de 1968, al P. Pierre Bigó como secretario ejecutivo del
CLACIAS y al P. Alberto Sily como Coordinador de ALM-II.
30. En mayo de 1968, los Provinciales y vice-provinciales de América Latina se
reunieron, junto con el Padre Arrupe, en la casa de retiros de Gávea, en Rio de Janeiro.
Fruto de esta reunión fue la denominada Carta de Rio, dirigida a todos los jesuitas de
América Latina, uno de los documentos constitutivos del apostolado social de las dos
asistencias. En setiembre de 1968, el P. Arrupe nombró al P. Francisco Ivern su
consejero para el apostolado social y al mismo tiempo creó en la Curia el Secretariado
para el Desarrollo Socio-Económico (JESEDES), hoy Secretariado de Justicia social.
31. Por medio de “Informaciones del CLACIAS”, el P. Bigó fue comunicando los
progresos de los CIAS y de su Consejo Latinoamericano. Los CIAS se reunían por
asistencias. En Medellín, Octubre de 1969, se decide que con motivo de algunas
reuniones del Consejo, se reúnan también los directores de los CIAS de la asistencia
respectiva al lugar de la reunión.
32. La lista de los Centros, elaborada en Setiembre de 1969 mencionaba 11 Centros,
correspondientes a las Provincias y respectivos directores: ANT (José Luis Alemán),
BOL (Francisco Nadal), Brasil (4 provincias: Pedro Velloso), COL (Francisco
Zuloaga), CHL (Renato Poblete; y sede del secretario ejecutivo de CLACIAS, Pierre
Bigó); CAM (4 centros, en Panamá: Juan de Dios Antolínez; El Salvador: Jesús
Rodríguez; Managua: Noel García; Guatemala: Federico Sanz); MEX (2 sedes: Mexico
DF, Enrique Núñez; Torreón: Humberto Garcia, Bedoy Arámbula; PAR, Luis Ignacio
Ramallo; PER: Ricardo Antoncich; URU: Juan Luis Segundo; VEN: Alberto Micheo;
Guyana: GISRA: Michael Campbell Johnston.
33. La historia del Apostolado Social en América Latina debe mucho a esa primera
etapa pionera de la fundación de los CIAS. Hubo resistencias a las iniciativas de los PP.
Janssens y Arrupe, en gran parte por la novedad del campo social, sobre todo como
misión de una orden religiosa de carácter sacerdotal; con el trascurso del tiempo, sin
embargo, las resistencias cedieron ante los profundos cuestionamientos que la grave
situación de los pobres, y de las causas estructurales de su marginación levantaban a
nuestro apostolado. A este sector apostólico le ha tocado ser actor de muchos momentos
importantes vividos por la Iglesia Latinoamericana después del Concilio, primero por la
temática del desarrollo, y luego por todo el significado de la liberación cristiana, formas
algo diferentes de plantear el compromiso por cambiar estructuras sociales como fruto
de reflexiones propias de nuestro continente.
ENCUENTRO DEL CLACIAS EN MÉXICO (1970)
La década de los 70.
34. La década del 70 está marcada por evoluciones, no solo la indicada del paso del
desarrollo a la liberación, sino también porque la “participación de la base” fue
considerada como esencial en cualquier proceso genuino de crecimiento. Por eso el
informe sobre el estado de la Compañía que el P. Arrupe presentó a la Congregación de
Procuradores de 1978 expresa lo siguiente: “El sector social propiamente dicho también
se ha desarrollado y dado origen a nuevos compromisos tanto a nivel personal como
institucional. Los centros de Acción Social que en el pasado jugaron un papel tan
importante, han acusado en varias regiones una fuerte crisis. Procuran ahora adaptarse a
las nuevas exigencias vinculándose más estrechamente con los que trabajan a la base,
abriéndose a la colaboración con otros sectores de apostolado (educación, pastoral,
reflexión teológica e interdisciplinar, etc) y ampliando su radio de acción.” (Acta
Romana 17 (1978) 435)
Una reunión del CLACIAS con temas decisivos: Méjico 1970
35. Por la decisión del Consejo en Medellín, 1969, estuvieron invitados en la reunión
del Consejo en Méjico, del 28 de mayo al 6 de junio de 1970, los directores de los CIAS
de las dos regiones de ALS, Méjico, Antillas, Venezuela, Colombia, Ecuador y un
representante del futuro CIAS de Centroamérica. Participaron 13 jesuitas: el Asistente
de ALS, P.Manuel Acevez, los cuatro coordinadores del Consejo: PP. José Luis
Alemán, Jaime Martínez, Nelson Queiroz, Alberto Sily; el delegado del apostolado
social en la provincia de Méjico, P. Xavier Scheifler, los PP. Arnaldo Zenteno y
Enrique Núñez, superior y director del CIAS de Méjico respectivamente, El P.
Leonardo Izurieta, director del CIAS de Quito, el P. Alberto Micheo, director del CIAS
de Caracas, el P. Michael Campbell-Johnston, director del GISRA (Guyana Institute for
social research and action), el P. César Jerez representando el futuro centro de Centro
América, y el P. Pierre Bigó, secretario ejecutivo del CLACIAS.
36. Además de la revisión de la situación de los CIAS respectivos se estudiaron dos
temas: la contestación en la Iglesia, y la fundamentación y criterios de la presencia de
los jesuítas en el campo socio-político y socio-económico. Ambos eran una exigencia en
aquellos tiempos post-conciliares que despertaron corrientes de crítica y deseos de
expresión en el pueblo de Dios; y en la Compañía, el deseo de mantener el carácter
sacerdotal del Instituto, y destacar el aspecto apostólico en campos que no son
estrictamente religiosos.
37. El estudio sobre la contestación destaca la absoluta novedad de este hecho en la vida
de la Iglesia. No se trata de mera expresión pública de opiniones sino de hacer
reconocer ciertos derechos, modificar actitudes y posiciones de las autoridades
eclesiásticas cuando el diálogo no existe o parece inoperante; no es negación de la
autoridad sino implícito reconocimiento de su función. Es, en realidad, fruto de una
revolución cultural que afecta también el orden social y político, pero que en la Iglesia
se desarrolla a partir de las premisas puestas en el Concilio Vaticano II sobre la
participación y corresponsabilidad del laico y del sacerdote en la comunidad cristiana. A
diferencia de otros contextos en los que el tema de la contestación es el de problemas
teológicos o estatuto del sacerdote, en América Latina es motivada por discrepancias
sobre el ejercicio de una pastoral comprometida con la realidad política y económicosocial del país y aun del continente, y muchas veces surge por la falta de coherencia
entre declaraciones de la Jerarquía y actuaciones u omisiones concretas. La contestación
se expresa agresivamente en dos polos: los que desean cambios acelerados y los que
quieren dejar las cosas como están.
38. La evaluación muestra aspectos positivos del fenómeno, como el hacer tomar
conciencia de situaciones y problemas reales, modificando incluso algunas decisiones.
El silencio por parte del laico o del sacerdote, en ciertas circunstancias, puede ser una
falta del sentido de su responsabilidad y de valentía en el cumplimiento de la misma.
Sin embargo, hay en la contestación, cualquiera sea el responsable, cierta sustitución de
una relación comunitaria por una relación de fuerza, es decir del paso de expresión de
tensiones y conflictos por canales normales, a canales extraordinarios o no
institucionales. La legítima contestación debe incluir la búsqueda de una relación
comunitaria normal, en la medida de lo posible, y no tender a transformarse en una
institución permanente de la Iglesia, y mucho menos a ser pensada en categorías de
lucha de clases. No puede esperarse en todas las circunstancias que la autoridad se
conforme con la mayoría, pero sí que la expresión de la mayoría sea cuidadosamente
considerada por la autoridad.
39. El ejercicio normal de la corresponsabilidad debería estar fundado en el
discernimiento ignaciano, vivido en oración y comunitariamente, sobre los
inconvenientes respectivos del silencio y de la manifestación pública de la discrepancia,
para no poner en juego el bien de la comunidad. El amor a los pastores y la sincera
fidelidad al Pueblo de Dios deben translucirse de manera permanente en la forma misma
de la contestación. Exige también la coherencia entre vida y palabras; el evitar medios
que luego pueden imposibilitar la reconciliación porque significan ruptura por
cualquiera de las partes. El espíritu de diálogo supone que la Iglesia viva como
comunidad de fe que respeta a las personas, y que reconoce sus funciones propias y
valora sus aportes; asi se consigue manifestar la caridad como alma de la comunidad
cristiana. Esto pide que se reconozca en toda su dimensión, el misterio de pobreza en la
Iglesia. Los pobres, en el sentido bíblico son los que reciben la revelación del Espíritu.
Todo poder en la Iglesia, formal e informal, debe ser intérprete fiel de lo que piensan y
quieren los pobres, así entendidos, en la Iglesia
40. El diálogo supone, en ambas partes, una desapropiación que no se logra sino a
través de una dialéctica de libertad a veces dolorosa. Cada uno en el diálogo debe ser
capaz de poner en tela de juicio sus propias posiciones para acoger la verdad del otro.
Solamente en este espíritu el diálogo puede ser fecundo. El hecho de estar en grupo
puede favorecer la desapropiación, pero a veces puede dificultarla, por ejemplo, si no
hay dentro de éste la libertad suficiente y sobre todo si hay condicionamiento de todo el
grupo por algunos de sus miembros. Será siempre necesaria una reflexión profunda,
comunitaria, dentro de la cual cada uno tenga la libertad, si fuera necesario de defender
posiciones difíciles.
41. El problema global en la iglesia, tiene manifestaciones propias en América Latina.
La constitución de las comunidades de base parece ser una forma de ejercicio de
corresponsabilidad eclesial; suponen una transformación de la pasividad de los laicos y
de las actitudes paternalistas y autoritarias de obispos y sacerdotes. Requiere una
concientización para desarrollar el sentido de pertenencia a la Iglesia y de la
responsabilidad en ella. Implica nuevas formas de organización pastoral como consejos
parroquiales, presbiterales, pastorales, etc. La existencia de grupos informales no puede
ser vista como negativa, sino como expresión de la libertad de asociación en la Iglesia y
contribución a la comunidad cristiana.
42. El segundo tema trabajado en Méjico, mayo 1970, se refiere a la presencia del
jesuita en el desarrollo en su dimensión política. Tiene como antecedente una reflexión
de la Comisión JESEDES, de la Curia General, en Roma, bajo la dirección del P.
Francisco Ivern, del 4 al 9 de febrero de 1970.
43. El tema político, para la Compañía, debe situarse en primer lugar en la relación
Iglesia-mundo, con dos aspectos: el reconocimiento del ser humano como ciudadano
con la consiguiente la organización de la ciudad en función de esos derechos y el
aspecto de confrontación por la dominación de un grupo sobre otros. En la conciencia
cívica predominan a veces uno de estos aspectos. El Evangelio tiene mucho que ver con
los dos, y el cristiano debe exigir mayor justicia y verdad de aquellos con quienes
comparte opciones y acción, que de sus mismos adversarios.
44. El segundo lugar debe considerarse el papel del sacerdote en la política, que oscila
entre dos extremos: la indiferencia de la abstención y la pérdida de su identidad
sacerdotal. El sacerdote, por su vocación es muy sensible ante la injusticia, pero debe
vivir su presencia sacerdotal buscando la solidaridad humana y cristiana en la
comunidad de fe que preside, sobre todo en la Eucaristía. Por la vocación escatológica
de su ministerio, el sacerdote es un “contestatario por excelencia” que le lleva a
acentuar más los fines que la instrumentalidad, el sentido y el significado más que la
eficacia y aun la racionalidad. Debe ser consciente de que las utopías suscitan
impaciencias que pueden llevar a dejar de lado la ascesis del riguroso análisis de las
ciencias sociales y olvidar que la política es siempre el arte de lo posible.
45. La unidad eucarística, principio y fin de la asamblea eclesial no puede ser una
ficción que disfrace conflictos reales y legítimos, ni anestesia que duerma a la
comunidad en la irresponsabilidad y aun en la complicidad. La unidad eucarística es
como la propia escatología “ya y todavía no”, participación anticipada pero todavía no
consumación plena, y por tanto, es dinamismo hacia el futuro pero no logro definitivo.
46. El servicio de la Palabra impone al sacerdote actitudes proféticas en circunstancias
de crisis de valores fundamentales por las injusticias flagrantes. El servicio del
Evangelio le exige denunciar el mal y anunciar el Reino, pero como enviado de la
comunidad cristiana.
47. Aplicando estos problemas a la vida y ministerios de los jesuitas, puede establecerse
como signo de la rectitud de una comunidad jesuita en relación a la política el examinar
si hay o no temas “tabú” en las reuniones de comunidad. Si las posiciones políticas de
sus miembros hacen imposible y aun inconcebible el diálogo objetivo y fraterno sobre
temas de actualidad, significa o la existencia de inmadurez en algunos o todos los
miembros de la comunidad, o una actitud espiritual que no toma en serio el presupuesto
de los ejercicios espirituales, ya que es presupuesto de todo diálogo. Nuestra
espiritualidad nos lleva a ponderar el “tantum quantum” de relación con el mundo y la
historia, con la referencia de ser creados “para” el último fin de la mayor gloria de Dios.
Este criterio es también iluminador cuando surge tensión entre obediencia y objeción de
conciencia.
48. La reunión del CLACIAS en Méjico en Mayo de 1970, tuvo su mejor resultado en
el documento: Algunas reflexiones sobre la orientación social del apostolado de la
Compañía en América Latina, que recoge las reflexiones de JESEDES y cuya
publicación en las Informaciones del CLACIAS tenía el consentimiento del P. General.
ORIENTACIONES DEL APOSTOLADO SOCIAL
La década de los 70.
Como hemos indicado anteriormente, la reunión del CLACIAS en Méjico en Mayo de
1970, tuvo su mejor resultado en el documento: Algunas reflexiones sobre la
orientación social del apostolado de la Compañía en América Latina, que recoge las
reflexiones de JESEDES y cuya publicación en las Informaciones del CLACIAS tenía
el consentimiento del P. General.
49. Partiendo de la premisa fundamental de que la Compañía no puede definir su misión
sino dentro de la Iglesia y al servicio del mundo, los cambios que deben hacerse en la
Iglesia y la Compañía deben ser pensados desde la realidad latinoamericana misma.
Tomar esa realidad como punto de partida es aceptar que los modelos pre-concebidos
no tienen raíces en la experiencia. Y la realidad de América Latina es la crisis en que se
encuentra por la división social y distancia entre elite-pueblo. La Iglesia y la Compañía
contribuyeron a conformar así a la sociedad y deben reparar eficazmente injusticias o
miopías del pasado contribuyendo a una sociedad más justa y por lo tanto más popular.
50. De aquí dos grandes tareas: la crítica profética de la realidad injusta y el activo
compromiso por transformarla. La raíz de la eficacia del profetismo está en la
conciencia, y por tanto en despertarla ante la iniquidad existente y moverla hacia la
acción y el compromiso. En el fondo, la relativa inercia social de la Compañía en
América Latina radica en una falla espiritual nacida de una concepción teológica
inadecuada que reduce el cristianismo a relaciones individuales entre Dios y el hombre,
dejando la actividad humana sobre el mundo y las relaciones inter-sociales, que en ella
se crean, como mero apéndice ético del cristianismo.
51. Dios confió a la humanidad la tarea de dominar la tierra. Es por tanto tarea religiosa
en su origen y finalidad última, aunque histórica, social, económica, política en sus
medios y fines subordinados. Todas las cosas deben ordenarse a Cristo. El mundo y la
sociedad que se organiza para dominar la creación y construir la historia son signo y
anticipación de la futura y perfecta creación. Por eso el trabajo pone ya al ser humano
en la historia de la salvación; pero se aleja de ella cuando la actividad humana se
pervierte para oprimir a las personas y reducirlas a instrumentos. Esta perversión fue
denunciada por Cristo. El desprecio del pobre, el ansia de riqueza y de dominio, el
sinnúmero de preceptos rituales que ponía sobre los hombros de la humanidad, son
objeto continuado de su denuncia. Cristo llegó a supeditar la legitimidad del culto al
respeto al hombre, y a identificar el amor al prójimo con el amor a Dios. Así fue
liberador de una humanidad oprimida por la iniquidad. Cristo nos abre a la íntima
comunicación con Dios pero sin romper el sentido religioso de la actividad humana para
organizar el mundo. La Eucaristía, símbolo y realidad de los creyentes con El, es
también símbolo y realidad de la unidad del mundo todo, donde se transforma el pan y
el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, cabeza de la creación visible e invisible.
52. El cristianismo es denuncia pero también anuncio de la realidad de Reino de Dios
que se manifiesta en la justicia y la fraternidad. Para ello es necesario orientar la acción.
Si América Latina vive la tensión entre una minoría dominante y una mayoría
dominada, el trabajo social debe orientarse a esa mayoría para que sea dueña de su
propio destino; es decir una promoción humana que no puede ser impuesta desde arriba,
sino fruto de la misma población dominada como fundamento de sus propios valores.
Para ello se requiere la motivación que nace de una clara conciencia de la situación de
injusticia y dominación junto con el convencimiento del propio valor y capacidad para
superarla. A esta tarea llamamos “concientización”. Pero una concientización sin
canales de realización resulta contraproducente y peligrosa. Por esto la concientización
ideal es la que parte de acciones concretas en las comunidades de base. La fuerza del
pueblo marginado es su número y la conciencia de su situación, pero el obstáculo es la
desorganización. Sólo por la organización en comunidades de base, el número adquiere
potencia y los valores se vuelven significativos en el proceso de promoción. La meta de
este proceso liberador es la participación efectiva en las decisiones políticas,
económicas, sociales y religiosas de la sociedad global; pero en situaciones de opresión
esta participación es prácticamente nula y produce en la psicología del oprimido una
actitud de falsa incapacidad. De allí la necesidad de concientizar también sobre el
derecho de la participación. Concientización que resultará también inoperante y
peligrosa si no se logran formas concretas de su ejercicio.
53. La participación inmediata de la base en centros de decisión nacional es casi
imposible si primero no existe la participación en organizaciones intermedias. Pero a
este proceso debe corresponder el de la concientización de altos poderes para orientar el
ejercicio de las funciones macro-sociales en favor de las comunidades de base.
Desgraciadamente los hechos demuestran que esta última concientización no llega
fácilmente a ser efectiva. Incluso puede dudarse si el sistema económico social vigente
en América Latina es capaz de subsistir sin un mundo de opresión en que apoyarse.
54. Para el jesuita la presencia en el mundo de los oprimidos es prioritaria, no sólo por
el testimonio de pobreza, sino como levadura en la masa que acompaña el dinamismo
de aspiraciones populares, participando por tanto en el despertar de las conciencias
dormidas por la opresión. La promoción de los pobres choca con la organización social
que los ha marginado, sobre todo cuando se trata de sustituirla por una más justa y
equitativa. La justicia de esta causa reclama el compromiso en ella. ¿Significa esto que
todos los métodos y propuestas políticas son igualmente elegibles? ¿Que deben ser
asumidas por nosotros, jesuitas en nuestra acción social?
55. Tenemos aquí el camino de Jesús de quienes queremos ser compañeros. Cristo
renuncia al uso del poder político que consigue la eficacia, para apuntar al otro poder
que libera la totalidad de la conciencia humana y de la sociedad. Por eso, siguiendo su
camino y ejemplo, las medidas concretas de política no forman parte de nuestro
instrumental apostólico sacerdotal. Creemos que estamos ante una dolorosa renuncia,
ante una auténtica ´kénosis´, que compartimos con Cristo y que sentiremos tanto más
agudamente cuanto más incomprensible resulte, precisamente a aquellas personas en
quienes nuestra palabra ha encontrado tierra más propicia y quienes creerán, casi
necesariamente, que nuestro compromiso no ha sido auténtico.
56. Creemos, con todo, que nuestra misma función kerigmática de los últimos valores
del hombre y por tanto eventualmente crítica de toda opción política concreta, así como
nuestro papel de ministerio de la eucaristía, sacramento de la unidad humana, no hacen
de nosotros aliados ideales de opciones políticas concretas. La distancia crítica que
nuestro horizonte escatológico nos obliga a adoptar en bien de la misma humanidad, es
para nosotros absolutamente irrenunciable. Quizás el conocimiento de estas ineludibles
exigencias sacerdotales y la seguridad de que tampoco nosotros escaparemos incólumes
de la persecución por la justicia, puedan hacer comprender a muchos que el misterio de
última pobreza de Cristo en el campo político, puede ser necesario también en sus
sacerdotes.
57. La tentación del clero ha sido, a lo largo de los siglos, sacralizar la fuerza para
imponer su visión de la vida y de la sociedad. Es el momento de renunciar a estos
caminos, pero teniendo en cuenta que si no es legítima esta manera de sacralización de
lo político para transformarla en una causa justa, mucho menos lo es para mantener la
injusta organización política actual. Contra esto tendremos ciertamente que ejercer
nuestra denuncia profética en lo que toca a la orientación general y a eventuales abusos
directos contra los derechos de la persona humana.
58. El documento propone sugerencias sobre la acción social concreta, inspiradas en el
espíritu y muchas veces en la letra de las cartas del P.vJanssens y del P. Arrupe a los
CIAS; en la Carta de Río y en los documentos de Medellín. Hay que examinar causas y
motivos de la divergencia entre documentos normativos y práctica de vida, fenómeno
que se manifiesta también en la Compañía. Para buscar mayor coherencia se sugieren
aspectos:
a) Estilo de vida. Parece que nuestro modo de trabajar está imbuido de un espíritu
feudalista con obras que son en realidad islotes cerrados, ya sea alrededor de una
persona o alrededor de una institución jesuítica. Esto mina en gran parte la única razón
de ser de nuestras obras que es el servicio al mundo y a la Iglesia, y el único espíritu con
que deberían ser llevadas a cabo, que es la colaboración con amplios sectores del mundo
y de la Iglesia. Para cambiar esta situación es necesario que los jesuitas tiendan a
experimentar auténticas comunidades de vida. Estas comunidades deberían estar
profundamente marcadas por la coherencia entre su estilo de vida y las exigencias de la
inspiración social de todas nuestras obras.
b) Política de acción: adoptar una dialéctica constante entre estudio-acción-reflexión, de
modo que los estudios habiendo captado los valores socio-culturales existentes, pongan
en marcha acciones liberadoras. Para ello buscar agentes multiplicadores necesarios en
cada caso y nivel. Trabajo conjunto de Consejos de educación, pastoral y apostolado
social, de modo que todas las áreas vivan la dimensión social. La prioridad de lo social
demanda que en la Compañía una proporción mayoritaria de su personal esté dedicada
al apostolado social directo. Para ello es necesario una renovación de nuestros
conceptos teológicos y reconversión del trabajo a nivel personal e interprovincial. Por la
limitación de recursos no podemos actuar en todos los campos ni dispensarnos en
muchas instituciones dentro de cada campo.
c) Estrategias: en el área de la educación examinar el papel de colegios y universidades
en la transformación de la comunidad o del país, y cómo se implementa el cambio; en el
área social estudiar los mecanismos de dependencia y decisión ya que gran parte del
desequilibrio social depende de centros de poder; pero con realismo por los resultados
escasos obtenidos en ese nivel, hay que concentrar esfuerzos en las organizaciones de
base para que adquieran capacidad de contribuir al cambio estructural. Para ello se
deben estudiar las actitudes y valores del pueblo y sobre esta base formular,
experimentar y poner en práctica métodos eficaces de promoción del marginado, como
por ejemplo concientización de adultos. Los jesuitas deberían estar presentes en
aquellos grupos que son verdaderamente eficaces. Los sacerdotes rurales pueden ser
grandes agentes de cambio de las comunidades. La comunicación con ellos y la oferta
de nuestros estudios técnicos pueden ser una forma práctica de colaboración de gran
eficacia real. Los grupos universitarios tienen conciencia de las injusticias existentes.
Hay que comprender sus motivaciones para evitar idealismos en la marcha común hacia
la realidad concreta. No olvidar el valor de la predicación evangélica sobre el
significado de la riqueza y pobreza en el cristianismo. De allí la importancia de preparar
esquemas de predicación con especiales aplicaciones sociales. Estudiar modelos no
capitalistas para nuestros economatos provinciales; nuestros sistemas de financiamiento
siguen funcionando con normas que criticamos. Ofrecer a todos los jesuitas, sobre todo
a los no dedicados al campo social, reuniones abiertas para que no se cierren en la
problemática de su obra y no pierdan la perspectiva nacional en que están inscritos. En
el área pastoral, quienes trabajan en parroquias, residencias y casas de ejercicios
deberían ofrecer una visión integral de cristianismo y evitar visiones “angélicas”
absolutamente unilaterales. Ellos son eficaces formadores de la educación religiosa del
pueblo y formación de verdaderas comunidades cristianas de vida y pueden hacer un
gran bien, pero también inconscientemente aportar falsas justificaciones a actitudes y
conductas alejadas del espíritu del Evangelio.
SITUACION DE LOS CIAS EN 1970
Informes sobre los CIAS. Situación en 1970.
59. Además de este documento trabajado en el encuentro, la reunión de Méjico fue
abundante en su información sobre las actividades concretas de los CIAS. Desde Brasil
se informa el inicio del curso anual en IBRADES (Instituto Brasileño de desarrollo;
institución propuesta como obra interprovincial, en Mayo de 1968 en encuentro de
delegados sociales del Brasil); el Informe de “Brasil 1969” para los Obispos; y el
encuentro de agosto de 1969 en que se decide constituir un CIAS del Brasil formado por
grupos regionales con representantes en reuniones periódicas y el grupo interprovincial
en Río para encargarse del IBRADES y de la Confederación Brasileña de Trabajadores
cristianos, ambas obras interprovinciales. Estas propuestas fueron asumidas por los
Provinciales del Brasil en octubre de 1969.
60. En Centro América está funcionando ya un pre-CIAS, esperando el regreso
(calculado para fines de 1972) de 12 destinados que están realizando sus estudios en
diversas universidades; pero existen otras actividades sociales en marcha, como la
residencia social de Panamá con la revista Diálogo, los cursos y asesorías de tipo social,
la enseñanza de doctrina social y de ética social en universidades. Los dedicados a los
estudios se mantienen unidos por una red de cartas e informes. En esta época había en la
provincia una cierta resistencia a la formación de un CIAS, pero se crearon instancias de
diálogo entre encuentros provinciales y los destinados al CIAS para superar los
obstáculos.
61. El CIAS de Chile tiene relaciones con universidades e institutos para la
investigación empírica como DESAL, CELADE, pero su acción principal es la
elaboración doctrinal sobre las relaciones de fe y los problemas socio-económicos,
siguiendo el esquema de partir de la inteligencia del dato revelado, de la inteligencia de
la situación histórica actual, retorno al dato revelado a partir de la complejidad de la
situación analizada con las ciencias sociales, y elaboración de un juicio ético-teológico
de la situación actual. Para ello se amplió el grupo del CIAS en 1964 con filósofos y
teólogos y se mantiene en la revista Mensaje el camino de relación de los problemas
sociales y las dimensiones culturales. La tarea de un pensamiento cristiano sobre el
desarrollo era también el objetivo de ILADES.
62. El CIAS del Ecuador comenzó en 1967 y se dedicó a trabajar con el clero, y el
movimiento juvenil, al mismo tiempo que procuraba intensificar su vida comunitaria.
De seis jesuitas dedicados a tiempo completo, el grupo se redujo en 1970 a sólo cuatro
dedicados a muchas actividades en los dos campos señalados. El CIAS fue invitado por
Mons. Proaño a estar presente en la Comisión de Evangelización de la Conferencia
Episcopal.
63. El CIAS de Guyana dirigido por Michael Campbell-Johnston, fué acogido con
afecto en la familia de los CIAS. El trabajo de tres jesuitas desarrolló una gama rica de
actividades, como un libro y la revista GISRA (Guyana Institute for Social Research
and Action), investigaciones sobre desempleo de jóvenes, cursos de cooperativismo,
clases en la Universidad de Guyana, clases de doctrina social en varios colegios,
asesoría en el Consejo de Iglesias de Guyana, estudios sobre el trabajo de los jesuitas en
Guyana, y sobre el trabajo social de la Iglesia en el Caribe Oriental, solicitado por el
Arzobispo de Trinidad.
64. El CIAS del Perú realizó un encuentro entre sus miembros sobre temas de doctrina
social, problemas éticos, sacerdocio y teología contemporánea. Fue muy activo en el
lanzamiento del Instituto de Indigenismo el apoyo del P. Marzal; colaboración con la
Provincia en la formación social de los jesuitas; colaboración con sacerdotes del clero
diocesano interesados en temas sociales. Hay presencia de un miembro del CIAS en la
Comisión Episcopal de Acción Social, y en la preparación del encuentro regional de
Justicia y Paz de la región andina (7 al 12 de mayo). En el momento del informe
trabajaban 4 jesuitas, principalmente en la docencia universitaria y esperaban otros 5 en
estudios. A estos se suman dos de la Provincia de Chicago.
65. El CIAS de Venezuela contaba con un equipo de 7 padres y 2 hermanos, activos en
la publicación de la revista SIC, libros y folletos, en la enseñanza en universidades y
otras instituciones educativas; en la capacitación a jóvenes por el proyecto FRAGUA, y
en estrecha colaboración con el Centro de estudios religiosos de la UCAB (Universidad
Católica Andrés Bello). Al lado del centro social de Caracas se abrió otro centro
semejante en Barquisimeto. Mantienen un ritmo de reuniones fijas semanales exclusivas
para los jesuitas y otras con los laicos que trabajan en el CIAS y finalmente un tercer
tipo de reuniones abiertas para el público en general.
66. Al terminar 1970, algunos CIAS como los de Bolivia y Brasil sufrieron las
consecuencias del régimen represivo de las autoridades políticas. En Bolivia el gobierno
ejecutó a unos jóvenes y se negó a entregar sus cadáveres a familiares. Los PP. Aguiló,
Negre y Prats, junto con el oblato canadiense Lefebvre hicieron huelga de hambre hasta
conseguir la entrega de los cadáveres, pero el gobierno expulsó a los 3 jesuitas, sin
documentación alguna a Argentina, donde fueron atendidos por el P. Sily en el CIAS de
Buenos Aires. El cambio de gobierno en Bolivia les permitió el regreso. El IBEAS
(Instituto Boliviano de estudio y acción social) de los dominicos en Bolivia fue cerrado
y confiscado.
67. En Brasil tres alumnos del IBRADES fueron detenidos por pertenecer a la JOC y el
local de IBRADES allanado, y confiscados libros y documentación. Hubo firme
protesta por parte del Rector de la PUC, de la CNBB (Conferencia Nacional dos Bispos
do Brasil): El terrorismo de la subversión - dijeron los Obispos - no puede tener como
respuesta el terrorismo de la represión.
68. Estos hechos y otros semejantes que iban a acontecer, por ejemplo en Uruguay,
explican por qué en las agendas de estudio e investigación, figuran temas como el
socialismo, marxismo, opción sacerdotal por el socialismo, la situación sindical, la
tortura por los regímenes militares en la región. Algunas veces los temas fueron pedidos
por los Provinciales (como fue el caso de la reunión de CLACIAS en Belo Horizonte,
setiembre de 1971), y en otras, por las coyunturas nacionales
69. La lista de los CIAS con sus respectivos directores era la siguiente: Antillas (José
Luis Alemán), Argentina (Vicente Pellegrini), Bolivia (Francisco Nadal), Brasil (Pedro
Velloso, en Rio; Claudio Perani, en Bahía; Fernando Bastos de Avila en IBRADES, de
Rio), Centro América (Juan de Dios Antolínez en Panamá; Jesús Rodríguez en El
Salvador; Federico Sanz en Guatemala), Chile (Renato Poblete, en el Centro
Bellarmino; Pierre Bigó en el ILADES), Colombia (Jaime Martínez en el CIAS;
Augusto Angel en CESDE de Medellín), Ecuador (Estuardo Arellano y Leonardo
Izurieta), Guyana (Michael Campbell Johnston, en GISRA), Jamaica (Kane), México
(Enrique Núñez), Paraguay (Bartolomé Meliá), Perú (Ricardo Antoncich), Venezuela
(Alberto Micheo), Uruguay (Juan Luis Segundo). El CLACIAS tuvo su sede desde su
fundación hasta 1972 en Santiago de Chile, y con el cambio de director ejecutivo del P.
Bigó por el P. José Luis Alemán, cambia su sede a Santo Domingo.
Nueva etapa del CLACIAS
70. Para la nueva etapa del CLACIAS se revisan los estatutos en la Curia de Roma,
Julio de 1973: se reduce el número de regiones de cuatro a tres, unificando las dos de
América Latina Septentrional y manteniendo las dos de AL Meridional por motivos
linguísticos y de número de Provincias: las cuatro del Brasil y el resto de provincias de
habla castellana. Se fijan las funciones del CLACIAS en tres aspectos: a) información al
P. General y Provinciales sobre necesidades, remedios viables, conflictos, etc, en
relación con los CIAS y su obra de apostolado social; b) recibir esta información de los
responsables de cada provincia y poderlos intercambiar entre sí para emitir un juicio
más ponderado; y, finalmente, c) función de coordinación que incluye iniciativa para la
acción conjunta de algunos o de todos los CIAS, organización de mutua información y
ayuda, armonización de especialidades, etc.
71. Se organizaron dos seminarios, uno por asistencia. Para la Septentrional se fijó
Bogotá (26 al 30 de Noviembre de 1973) y para la Meridional (15 al 21 de julio de 1974
en Buenos Aires.
72. El seminario de Buenos Aires tuvo como tema “Fe – Pueblo – Poder” considerados
como variables interdependientes que nos conducen al núcleo del proceso histórico
latinoamericano y nos enfrentan directamente con nuestra misión evangelizadora en un
continente de fuerte tradición cristiana.
73. El mismo enunciado supone implícitamente la dimensión política de la fe. El
CLACIAS, entonces formado por José Luis Alemán (secretario ejecutivo) y Paulo
Meneses, Jaime Martínez, Alberto Sily (Brasil y las dos asistencias de habla hispana)
definió ampliamente el sentido de los tres términos. 1. Por “Fe” no se entendían
contenidos dogmáticos, sino actitudes fundamentales del ser humano en cuanto juega su
existencia en la historia por la construcción de un futuro en función del mensaje de
Jesús. Pero esta actitud profunda, radical, es apreciada en las mediaciones como la
institución eclesial y su acción en una sociedad determinada, las conductas de los
creyentes en sus expresiones religiosas y en el conjunto de relaciones humanas, etc. 2.
Por “Pueblo” a su vez el seminario entiende las grandes mayorías que oscuramente
perciben y leen en su propia historia un proyecto histórico, debido a la situación de
opresión por grupos sociales cuyos intereses no coinciden con los de las grandes
mayorías. 3. Por “Poder” se entiende el poder político en sentido estricto, pero como
articulador de la vida social y punto neurálgico de decisiones que afectan la totalidad de
la comunidad condicionando muchas formas de relación. Pero hay que tener en cuenta
que hay otros poderes además del político (vg. económico, ideológico, ciencia y técnica
de la persuasión de masas) que inciden también en el poder político y por eso deben
interesarnos.
74. Se fijaron tres objetivos para el encuentro:
a) confrontación de informes nacionales con énfasis en el análisis del poder político,
participación popular, relación de partidos políticos con el pueblo y su cultura; relación
de pastoral y cultura popular, actitud de agentes pastorales ante la religiosidad popular;
cómo los agentes pastorales se dejan interpelar en la comprensión de la fe desde el
modo en que el pueblo la vive; en qué medida la Iglesia es instancia crítica del poder
vigente, cómo la Iglesia exige la desacralización del poder; tendencia del poder a buscar
su sanción religiosa (sacralización), ideologización de la fe,
b) explicitación de presupuestos y condicionamientos en la percepción e interpretación
de la realidad latinoamericana, la cual debe ayudar a fijar relaciones entre ciencias
sociales y teologías con atención a las formas históricas de expresión de la fe, como vg.
el magisterio de la Iglesia, expresión de función crítica de la fe y de ideologizaciones de
la fe. Temas como condicionamientos ideológicos y hermenéutico, clases sociales como
fuente originaria de condicionamientos ideológicos, conflictos en la Iglesia, relación
pastoral como relación pedagógica, etc
c) redefinir los objetivos del CIAS en el momento actual de América Latina; esclarecer
la dimensión política que tiene la fe y el papel histórico en la configuración del futuro
de América Latina por el evangelio como tarea propia de una Iglesia misionera. La
inquietud social que estuvo al origen de los CIAS debe encuadrarse hoy en un proceso
histórico global, referida a estructuras sociales que determinan posibilidades y
contenidos de este proceso y de explicitar la fe y tareas de la Iglesia que en la historia de
AL sea signo sacramental de unidad, justicia y esperanza.
75. El seminario, preparado por una comisión (Ricardo Antoncich, Fernando Boasso,
Ricardo Cetrulo y Alberto Sily) se realizó en Buenos Aires del 15 al 22 de julio de 1974
con la asistencia de los PP. Fernando Boasso, Enrique E. Fabri, Francisco de Paula
Oliva, Vicente Pellegrini, Juan Carlos Scannone, Alberto Sily, Manuel Virasoro,
Orlando Yorio (ARG); Tomasso Cavazzuti, Francisco José Fernández Viniegra, Matias
Martinho Lens, Juan A. Ruiz de Gopegui, del Brasil; Fernán González (COL), Ignacio
Ellacuría, Ricardo Falla, Juan Hernández Pico (CAM); Guillermo Cortés (MEX),
Antonio Caballos, José Miguel Munárriz, Miguel Sanmartí, Emilio Veza Iglesias
(PAR), Ricardo Antoncich (PER). José Luis Alemán (ANT), Andrés Assandri, Ricardo
Cetrulo, Carlos Meharu, Juan José Mosca, Juan Martín Posadas, Jorge Hugo Scuro,
Juan Luis Segundo (URU).
76. Los participantes se centraron en el segundo objetivo que fue el más elaborado,
después de escuchar los análisis de la realidad y preparado la redefinición de los CIAS.
Dos puntos fueron los principales de este trabajo:
a) relación de teología y ciencias sociales: se constata que todavía existe falta de diálogo
entre ambas disciplinas; sin embargo se reconocen también esfuerzos por integrarlas
más, ya que ambas iluminan la realidad de nuestro pueblo latinoamericano como pobre
y como creyente. Para la colaboración más profunda hay que superar cerrazones en
ambas: la de la teología, que se considera ciencia de universal validez ya fijada para
siempre y en nivel abstracto lejos del sujeto real; la de las ciencias sociales por
considerarse como sistema cerrado, que no reconoce sus propias ideologizaciones, con
el riesgo de absolutizar esta forma de saber o imponer una reducción de método e
instrumental. Las condiciones particulares de la década de los 70 que estaba iniciándose
dirigieron la atención hacia los aportes del marxismo, excluyendo los de filosofía atea,
para examinar aportes críticos al sistema liberal, y críticas a la alienación religiosa. De
la teología se esperaba sobre todo ayudar a ver en los deseos de justicia y liberación del
pueblo, los dinamismos de superación y de futuro que son propios de la fe cristiana,
insistiendo en la critica de las ideologizaciones y en el estudio más profundo de las
formas de religiosidad popular para ver sus aportes de compromiso en un proyecto
histórico liberador. La fe no es inteligible ni es real sino en su referencia a la realidad
histórica, pero ésta, a su vez, tiene dentro de sí dinamismos hacia el MAS que la fe
revela. Es necesaria una transformación radical en nuestro modo de entender el carácter
histórico y social de la fe, para convertirnos al Jesús histórico, conociendo las
circunstancias del pueblo en que El vivió y de los conflictos ante los que tomó posición.
Así puede conseguirse un seguimiento realmente encarnado del Jesús histórico. Por eso
el pueblo es el lugar hermenéutico privilegiado para la teología latinoamericana. La
experiencia cristiana del pueblo vive la fe y la política de una manera más sapiencial
que crítica y refleja; la tarea es reinterpretar esta experiencia para hacerla fuente de un
proceso de construcción histórica.
b) ¿qué es el pueblo? Los análisis de las realidades nacionales mostraron la variedad de
situaciones y de interpretaciones del sentido de lo popular. Hay un consenso de la
existencia de un pueblo en situación de dominación política, cultural, económica y
religiosa, un pueblo carente de palabra que, o no vota, o no sabe por qué vota, o si sabe,
no es respetado en el sentido de su voto. Otro consenso es la existencia de agentes
estimuladores de la conciencia del pueblo como ciertos grupos de izquierda. Pero al
lado de estas dos constataciones, se perciben también matices: en algunos países se
percibe la emergencia de un campesinado crítico; en otros casos una conciencia de
unidad en la lucha contra el imperialismo; a veces las diferentes etnias de un mismo país
perciben de modo diferente la situación.
c) ¿Cómo describir lo que es el pueblo? Tenemos entre nosotros perspectivas muy
diferentes. Desde la perspectiva del poder y dominación, el pueblo son los pobres en
sentido bíblico, porque no pueden nada por sí solos, y porque su expresión se hace a
título colectivo desde su conciencia de sufrimiento e injusticia. En esta visión, el pueblo
supera los límites nacionales y hay experiencias interesantes de intercambio de
experiencias populares de muchas partes del continente. Desde la perspectiva históricocultural el pueblo se identifica con la nación en cuanto constituida por los no-opresores
y en relación a la tierra en que se ha nacido; en oposición a la nación-estado. El pueblo
tiene un modo homogéneo de sentir, un proyecto que encarnan sus líderes populares.
Desde la perspectiva transformadora el pueblo se identifica con los oprimidos por
estructuras sociales que expresan intereses económicos opuestos. El cambio supone la
conciencia del conflicto de dichos intereses. El poder está en el pueblo, ya que hasta las
dictaduras buscan su consenso, o en caso de no conseguirlo, su represión. Todas estas
descripciones, plantean al CIAS el modo de aproximación, si por medio del contacto
experiencial en diálogo con los pastores que viven con el pueblo o por el camino de las
ciencias sociales: si por la búsqueda de transformaciones en el uso del poder, o por el
camino de la transformación de valores. En todo caso hay conciencia de que el pueblo
puede alcanzar estos objetivos solamente si se organiza y puede determinar por si
mismo sus valores y procesos. En este camino tienen mucha importancia la cultura y sus
símbolos que deben ser examinados, de modo que a partir de la propia sabiduría popular
el pueblo conozca su alienación. En este nivel tiene enorme importancia la religiosidad
popular que puede tener papeles de alienación o de transformación.
d) El trabajo del CIAS es llegar al sujeto social y por tanto a la conciencia colectiva de
pecado y la esperanza colectiva de liberación, que lleve a una praxis social. Al acentuar
la dimensión pastoral de estas prácticas observamos las desconfianzas de quienes no
quieren salir de las versiones tradicionales de una fe individualista y no comprometida
en el cambio social.
77. El encuentro de Buenos Aires precede a la Congregación General 32, y los
participantes escriben un documento para los Provinciales y delegados que participarán
en dicha Congregación reafirmando el servicio de los CIAS a la causa de la
transformación social de América Latina.
EL ENCUENTRO CLACIAS EN RIO DE JANEIRO (1975)
La Congregación General y el apostolado social
78. En la larga historia de los Decretos de las Congregaciones Generales desde la C.G.
24ª., en 1892, al año siguiente de la Encíclica Rerum Novarum, hasta el presente, no
dejan de aparecer con diversos matices, pero en forma constante, las normas y
directrices sobre el apostolado social en la Compañía. Se menciona “el cuidado
espiritual de los obreros y de los pobres” (C.G. 24ª., 1892; d,20), se habla de las
llamadas obras sociales, tan recomendadas por la Iglesia (C.G. 27ª., 1923, d.29) las que
son reconocidas como ministerios muy propios de nuestra Compañía y se han de
promover con empeño por parte de todos; más aún sean considerados entre los más
urgentes ministerios de nuestros tiempos. Se recoge el d.29 de la C.G. 28ª. y se lo
concreta más en el d.29 de la C.G. 29ª. (1946) determinando que en cada una de
nuestras Provincias o Regiones se constituya, si aún falta, un centro de actividad social
o de estudios sociales... La C.G. 30ª., de 1957 confirma las orientaciones dadas y anima
a que todos los ministerios estén inspirados en la doctrina social de la Iglesia y
orientados para llevarlos a cabo en su ocupación diaria para reconocer instintivamente la
dignidad y derechos fundamentales del ser humano. La C.G. 31ª. (1965-1966), de la
cual el P. Arrupe se sintió fiel ejecutor y que animó su claro liderazgo apostólico,
precisó la meta del apostolado social: El objetivo directo del apostolado social es
esforzarse con todo empeño en configurar las estructuras mismas de la convivencia
humana de modo que alcancen éstas una expresión de mayor justicia y caridad y pueda
así todo hombre ejercer de hecho su sentido personal de participación, de actividad, de
responsabilidad en todos los sectores de la vida comunitaria. De donde se ve con
evidencia que el apostolado social responde plenamente al fin apostólico de la
Compañía de Jesús y de un modo especial al criterio tan propio de San Ignacio, según el
cual debemos buscar siempre el bien más universal y duradero. En efecto, las
estructuras sociales ejercen una inmensa influencia en la vida del hombre alcanzando
también su dimensión moral y religiosa. Por otra parte, la “humanización” de la vida
social contribuye en alto grado a dar un testimonio evangélico al mundo de hoy (C.G.
31ª., d32).
79. Con su compromiso para promover la justicia en solidaridad con los sin voz y los
impotentes como una parte constitutiva de la misión de proclamar el Evangelio (cf
d.4,n.42) la C.G. 32ª. (1974) dio al apostolado social de la Compañía un acento y una
dirección nuevos. De especial relieve fue la insistencia en que la promoción de la
justicia no es un campo apostólico entre otros, reservado a unos pocos expertos
especializados: la promoción de la justicia no constituye tan sólo, para nosotros, un
campo apostólico entre otros, el del apostolado social: debe ser una preocupación de
toda nuestra vida y constituir una dimensión de todas nuestras obras apostólicas. De la
misma manera, la solidaridad con los hombres que llevan una vida más difícil y son
colectivamente oprimidos no puede ser asunto solamente de algunos jesuitas: debe
caracterizar la vida de todos, tanto en el plano personal como comunitario e incluso
institucional (47-48). Fue importante, asimismo, el acento repetido sobre las causas
estructurales de la injusticia (6, 27, 31) y la necesidad consiguiente de un análisis social
serio para comprenderlas e identificar los remedios apropiados (44). Por último hubo un
fuerte llamamiento, dirigido de nuevo a todos los jesuitas, a experimentar las
consecuencias concretas y cotidianas de la injusticia y la opresión (35), para compartir
más de cerca la vida de los pobres y aun aprender de ellos (50).
80. La Congregación General 32ª. marca un punto importante en la historia del
apostolado social que podría describirse como el paso de los Centros de Acción Social
hacia la creación de “polos de reflexión” con un papel más activo de coordinadores del
apostolado social por cada Asistencia.
81. Las resistencias a las iniciativas de los PP. Janssens y Arrupe, sobre todo por la
novedad del campo social como misión de una orden religiosa de carácter sacerdotal
fueron cediendo y clarificándose las dudas. Era imperativo ético escuchar la
interpelación que los pobres y las causas estructurales de su marginación. levantaban a
nuestro apostolado. Al sector del apostolado social le tocó un papel, a veces protagónico
en la vida de la Iglesia Latinoamericana después del Concilio. Los temas del desarrollo,
y luego el significado de la liberación cristiana, marcaron los ritmos de reflexión. Todo
esto no sucedió, sin embargo, sin algunas experiencias de crisis.
82. Por eso debemos recordar palabras ya citadas del P, Arrupe en el informe sobre el
estado de la Compañía a la Congregación de Procuradores de 1978: El sector social
propiamente dicho también se ha desarrollado y dado origen a nuevos compromisos
tanto a nivel personal como institucional. Los centros de Acción Social que en el pasado
jugaron un papel tan importante, han acusado en varias regiones una fuerte crisis.
Procuran ahora adaptarse a las nuevas exigencias vinculándose más estrechamente con
los que trabajan a la base, abriéndose a la colaboración con otros sectores de apostolado
(educación, pastoral, reflexión teológica e interdisciplinar, etc) y ampliando su radio de
acción (Acta Romana 17 (1978) 435). Esta evaluación nos permite entender mejor el
proceso que se desarrolla desde la Congregación General 32ª., en 1974, hasta esta
Congregación de Procuradores de 1978.
83. En agosto de 1975, del 14 al 17, en Río de Janeiro, se tiene la reunión del CLACIAS
coordinada por José Luis Alemán, su secretario ejecutivo y coordinador de la Asistencia
de América Latina Septentrional, con la presencia de Francisco Viniegra, coordinador
para el Brasil, y de Alberto Sily, coordinador de la Asistencia de América Latina
Meridional. Estaban además presentes los PP. Henrique Lima Vaz, director de
IBRADES, Paulo Meneses, director de investigaciones del IBRADES, Antonio
Carvalho: coordinador nacional de los centros sociales de Brasil (Rio, Bahia, Brasilia,
Porto Alegre) y Luciano Mendes de Almeida, delegado provincial para el área social
interprovincial para el Brasil.
84. Entre los temas tratados está la posibilidad de suprimir el CLACIAS o por lo menos
reducirlo a las tareas del Secretario Ejecutivo con mayor disponibilidad de tiempo; el de
tener un proyecto específico de actividad con núcleo en los CIAS sobre Diagnóstico
continuo estructural para la evangelización-pastoral de modo que se tengan en cuenta
seriamente los mecanismos globales de deshumanizaciíon y descristianización.
85. Se estudiaron las experiencias de los CIAS ampliados. La ampliación tuvo como
objetivo integrar especialistas de otros sectores y agregar agentes de pastoral directa, en
proyectos nucleados por el CIAS pero con amplia participación de otros jesuitas
especialistas y agentes de pastoral. Se acordó dejar a los Provinciales y Directores de los
CIAS la modalidad conveniente. Se evaluaron los CIAS con tres categorías: los que
siguen su desarrollo normal (Caracas, Río, Bogotá, Centro América), los que se
encuentran en crisis buscando reformulación y objetivos (Chile, Paraguay, Uruguay,
Argentina) y los que se encuentran estancados (Perú, Méjico, República Dominicana).
Pero como característica positiva se destacan las 10 revistas publicadas por los centros.
86. En este encuentro de coordinación del CLACIAS se planeó una reunión amplia de
directores de CIAS para profundizar la evaluación, decidir el futuro de CLACIAS y
esbozar mejor el sentido del proyecto de diagnóstico continuo estructural como medio
de implementación del decreto “”Diakonia Fidei et Promotio justitiae” de la C.G. 32ª.
87. En Lima del 24 al 29 de mayo de 1976 se tuvo una reunión de Directores de los
CIAS para repensar la misión de estos encuentros en una Compañía donde “la
promoción de la justicia no constituye tan sólo, para nosotros, un campo apostólico
entre otros, el del apostolado social, sino que debe ser una preocupación de toda nuestra
vida y constituir una dimensión de todas nuestras tareas apostólicas (Dec 4, n.47, C.G.
32ª.).
88. Junto a esto se nota en las reuniones de Provinciales un creciente movimiento por
recuperar para el gobierno de la Compañía la idea de “misión” como única forma de
llegar al “corpus apostolicum” que pensó San Ignacio.
89. Quedan así planteadas a los CIAS dos preguntas fundamentales: 1. su misión
específica en el cuerpo apostólico y 2. su integración real al mismo.
90. Para responder a estos desafíos se estableció que los CIAS deben dedicarse a la
formación de personas y organizaciones que permitan realizar el llamamiento de Dios a
configurar un mundo donde habiten la justicia y el derecho. Esto requiere la
investigación critica de las estructuras sociales y la promoción de sistemas sociales
específicos con grupos que tratan de implantarlos. Hay dos aspectos importantes a
revisar dentro del trabajo de los CIAS: ¿cuál es la estructura interna, vg. sobre la
jerarquía de prioridades a elegir, sobre la elección de los medios a utilizar; sobre el
estilo de dirección del CIAS, si es jerárquico, colegial, o individualista? El otro aspecto
es el de la mística del trabajo, ¿si es simple promoción de la justicia o hay en forma
consciente el servicio de la fe como motivación, con el uso conveniente de medios en
reuniones, celebraciones, etc?. Se sugirieron dos proyectos específicos: el estudio de la
metodología para el análisis de la realidad, y el informe anual del sector a los
provinciales.
91. Se reconoció que los CIAS no pueden pretender ni legal ni realmente el monopolio
de lo social en la Compañía, sino que deben, como todas las instituciones jesuíticas,
aceptar la idea de la “misión apostólica” dada oficialmente por el gobierno de la
Compañía; nuestro apostolado debe ser apostolado integrado en el corpus de la
Compañía y no al margen de ella. En este sentido hay que destacar que la historia de
toda esta primera etapa de los CIAS es muy clara en el sentido de haber nacido “desde
arriba”, es decir desde las decisiones de los Generales de la Compañía y de las
Congregaciones Generales. Hay por tanto, el reconocimiento de una misión recibida y
mantenida a pesar de dificultades dentro y fuera de la Compañía, dentro y fuera de la
Iglesia.
92. Por aquellos días, también en Lima, se tuvo en julio de 1976, la 1ª. Asamblea
Latinoamericana de educadores jesuitas que refleja en forma considerable el impacto de
la C.G. 32ª., sobre todo el decreto 4, en el campo de la educación. Un ejemplo de ello es
el de las prioridades aprobadas por la asamblea:
- Considerando que el decreto 4 de la C.G.32ª. nos señala que la solidaridad con los que
son colectivamente oprimidos debe caracterizar la vida de todos los jesuitas (n.48), y
que esta opción es conforme al ideal de que los pobres sean también agentes del cambio
hacia una sociedad mas justa, y además que es conforme con la realidad cristológica que
nos muestra que la historia de salvación debe realizarse al modo del compromiso de
Jesús con los pobres;
- Reconociendo las grandes deficiencias en la praxis de nuestra educación en América
Latina, por su carácter predominantemente individualista y elitista, y habiéndose
realizado un proceso de dialogo y consulta que tiene sus orígenes en la carta de Río, las
reuniones de Oaxtepec, Bogotá y Santiago, la asamblea de delegados de toda América
Latina ve la importancia de realizar una opción fundamental respaldando
definitivamente las siguientes prioridades:
a) trabajo directo en educación popular con los marginados del sector rural y urbano en
el servicio de la fe y promoción de la justicia buscando particularmente caminos no
tradicionales,
b) fomentar la investigación dentro del marco señalado por el decreto 4 de la C.G. 32ª.;
c) formar elementos multiplicadores de la acción educativa y del cambio social;
d) colaborar con los organismos rectores de la educación a nivel nacional tanto de la
Iglesia como del estado siempre que con ello se apoye el real servicio de la fe en la
promoción de la justicia.
93. En abril de 1977, en el Centro Gumilla de Caracas, se tuvo un encuentro de trabajo
entre los PP. Michel Campbell-Johnston, Secretario de servicio social de la Compañía,
en la Curia de Roma, Ricardo Antoncich y Miguel Munárriz que, en aquellos momentos
desempeñaban la coordinación de las dos Asistencias. Se hizo un informe sobre la
situación de los países y de la Iglesia, sobre la situación y trabajo de los CIAS, sobre las
relaciones actuales y posibles entre el secretariado de la Curia y los Coordinadores de
las Asistencias de América Latina. Parte de los temas del encuentro fue reflejada en los
dos primeros números de Promotio Justitiae.
94. El asunto que más ocupó la atención fue la idea y funcionamiento de los “polos de
reflexión” propuestos por Campbell-Johnston, en el n. 1 de Promotio Justitiae. Se llegó
a las siguientes conclusiones:
a) “polo de reflexión”significa en este momento para nosotros, la coordinación y puesta
en común de los trabajos de reflexión hecha por los diversos CIAS y otros grupos
similares que puedan ayudar a esclarecer el tema Fe-Justicia y los trabajos de la
Compañía según el decreto 4 de la C.G. 32ª.
b) en este sentido, más que un lugar o acontecimiento, el polo de reflexión será la tarea
permanente de la Coordinación, a partir de la elaboración de las bases, promovida o
integrada por el trabajo de los Coordinadores de los CIAS.
c) los objetivos de esta tarea podrían ser: 1. remoto: contribuir específicamente desde
América Latina a la reflexión de toda la Compañía, sobre temas Fe-Justicia,
principalmente a través del contacto e intercambio de los otros “Polos”; 2. Mediatos:
asegurar la presencia de la reflexión fe-justicia de la Compañía cara a la Tercera
Conferencia del Episcopado Latinoamericano a celebrarse en 1978, en Puebla, con
motivo del décimo aniversario de Medellín; 3. Inmediato: contribuir a que se confirme y
actualice oficialmente por el General y los PP. Provinciales en sus reuniones del
próximo mes de agosto, el compromiso de la Compañía latinoamericana con la
promoción de la Justicia, con motivo del décimo aniversario de la Populorum
Progressio y/o de la Carta de Río.
d) como parece claro esta tarea del polo en América Latina debe centrar en forma
concreta el trabajo de los Coordinadores, sin quitarles en modo alguno su misión
fundamental de servir a los CIAS.
95. Otro punto fue la tarea inmediata de los Coordinadores para las reuniones de las
Conferencias de los Provinciales con el P. General. Se acordó que los coordinadores
presentaran informes sobre los países, para orientar las opciones pastorales que se deben
tomar; que se fije un estatuto para la coordinación, y que se creen coordinadores de
otras áreas pastorales para trabajar en equipo preparando la reunión de los Provinciales
de cada Asistencia. La nueva figura jurídica difiere de la anterior en que el CLACIAS
dependía de Roma, y los Coordinadores en cambio de las Conferencias de Provinciales
de las dos Asistencias; en Roma el JESEDES tenia una comisión de miembros
permanentes, lo cual no sucede con la nueva estructura.
96. Finalmente surgió una idea novedosa que no tuvo aplicación práctica: el “pool” de
revistas sociales. Se trataría de que cada una de las revistas que editan los CIAS
dedicara una de sus ediciones anuales, de un modo coordinado con las demás a estudiar
los problemas latinoamericanos. Este número se enviaría, además de los propios
suscritores, también a los interesados y suscritos al pool de revistas sobre temas
latinoamericanos. De este modo, cada suscritor recibiría seis números anuales de
revistas que trabajarían temas como economía, sociología, política, religión etc, a nivel
latinoamericano, a fin de intensificar el conocimiento de los problemas comunes.
97. Por parte de la Compañía en América Latina en esta década se va experimentando la
necesidad de una mayor coordinación, no sólo en el sector social, sino también entre los
Provinciales de cada Asistencia. La Conferencia de América Latina Septentrional
avanzó estudios sobre la posible creación de una tarea de “Secretario de la
Conferencia”. Tales estudios comenzaron desde la reunión de la Conferencia en
Medellín, 1973, y se prolongaron durante la Congregación General 32ª. y prosiguieron
después en 1975 y 1976 en las Conferencias de América Latina Septentrional en Puerto
Rico y Caracas. En ese período de tiempo se hicieron consultas a las Asistencias de
Asia Oriental y de la India, para aprovechar sus experiencias.
98. El cargo de “Secretario de la Conferencia” no se identifica con el del “Coordinador
del apostolado social”, pero en parte las reflexiones siguen caminos paralelos para ver la
conveniencia o no de liberar a una persona exclusivamente para esa función. En las
deliberaciones sobre el cargo de Secretario de la Conferencia, tuvo mucha participación
el P. Raúl Moral que presentó en 1976 su informe.
99. Tanto a nivel del sector social, como a nivel de todos los sectores se va haciendo
necesaria una estructura nueva que responda a la complejidad de problemas existentes.
Ya en Octubre de 1975, sugería el P. José Luis Alemán la revisión de estructuras
teniendo en cuenta que la Compañía es una institución apostólica internacional y
debería tener instituciones de gobierno adaptadas a ese carácter apostólico e
internacional. Una realidad compleja de relaciones internacionales no encaja en
estructuras de decisiones y gobierno apostólico pensadas en términos provinciales. Por
eso señalaba el peligro en América Latina de reducir el gobierno a la “cura pastoralis
personalis” y en el orden apostólico a la “cura apostólica exceptionalis” (casos de
conflictos internos y externos con Jerarquía o autoridades gubernamentales).
100. Para responder a los desafíos internacionales debe existir una estructura que
diagnostique el marco institucional extrajesuítico, planifique una estrategia general
latinoamericana y cierta táctica apostólica a ese nivel y evalúe desde esta perspectiva el
trabajo apostólico de las Provincias.
101. Este contexto parecía urgir maneras diferentes de organizar el apostolado social,
que iban más allá de las posibilidades concretas de los CIAS y del CLACIAS. Un signo
de estos cambios es, pues, la orientación del apostolado social de la Compañía a través
del papel articulador de las Coordinadores Provinciales y de las dos Asistencias.
COORDINACIÓN DEL P. JORGE JULIO MEJÍA.1980-1986
Capitulo segundo: El apostolado social coordinado a nivel de las dos asistencias Coordinación del P.Jorge Julio Mejía 1980-1986
Segunda etapa: Coordinadores Provinciales y de las dos Asistencias
102. 1980 fue un año importante para el apostolado social. En junio de ese año se tuvo
en Roma un seminario social para impulsar esta área apostólica a la luz de la misión del
servicio de la fe y la lucha por la justicia, como la Congregación General 32ª. la definió
en 1974. Los cuatro temas indican las prioridades del apostolado social desde la C.G.
32ª.: el apostolado social, hoy; la función de un instituto social, la integración y la
coordinación del apostolado social con otras actividades y sectores apostólicos, y las
cuestiones internacionales y cooperación.
103. Se diseñó el perfil del trabajo social de la siguiente manera:
a) un grupo de jesuitas radicalmente comprometidos con la promoción de la justicia, en
solidaridad con los pobres;
b) que busca un cambio estructural de la sociedad y no solamente una conversión de
individuos;
c) con vistas a contribuir a la construcción de una nueva sociedad más justa y de modelo
participativo (con participación del pueblo no sólo en los resultados sino en el proceso);
d) que define prioridades y orienta una acción mediante el uso de un análisis científico
(crítico) de la realidad, análisis no sólo estructural como coyuntural; y a partir de una
visión de fe cristiana;
e) asociándose en distintos grados a quienes comulgan con el mismo ideal de
transformación de la sociedad;
f) en diálogo critico con grupos que buscan el cambio, pero en sentido distinto del
nuestro;
g) y que busca el ideal de la comunión con la Iglesia y toda la Compañía.
104. Este perfil, elaborado en junio de 1980, sigue siendo válido en el momento actual,
atravesando la experiencia de dos décadas de audaces expectativas de cambios
estructurales, de ilusiones y de fracasos, y las transformaciones de una economía
planificada a nivel global con extraordinario peso en la vida política de las naciones y
en la formación de una cultura masificante y consumista que invade todos los aspectos
de la vida, incluidos los religiosos. Por eso tienen también un gran sentido las palabras
de la alocución final del P. Arrupe: Por esto nuestro apostolado social, nuestra lucha
por la justicia, es algo muy distinto, muy superior, a cualquier tipo de promoción
meramente humana y supera esencialmente cualquier concepción filantrópica,
sociológica o política: porque nos mueve a ello el amor de Dios en sí mismo y el amor
a Dios en los hombres, y en este sentido, es obra eminentemente apostólica y, como tal,
plena y absolutamente jesuítica en el más riguroso sentido de nuestro carisma
(Promotio Iustitiae 18 (julio 1980) 99).
105. Inspirado en esas conclusiones, surgieron las seis líneas de trabajo concreto para el
Coordinador de la Asistencia Norte de A.L.:
a. Visita a las Provincias de la Asistencia;
b. Convocar encuentros de jesuitas de obras afines,
c. Asesoría a la Conferencia de Provinciales y a los Provinciales que lo soliciten;
d. Servicios generales: información, difusión de revistas, correspondencia internacional;
e. Relación con los sectores de Educación Formal y Formación,
f. Relación con el Secretario de “re sociali” del P. General y con los coordinadores de
Apostolado Social de otras Asistencias.
Actividades del Coordinador P. Jorge Julio Mejia (1980-1986)
106. Ese mismo año la Conferencia de Provinciales nombró coordinador al P. Jorge
Julio Mejía, de la Provincia de Colombia. El P. Jorge Julio Mejía elaboró unos Estatutos
para la Asistencia Septentrional que fue aprobado en octubre de 1986.
107. El Seminario Social, realizado en Roma en 1980, fue un factor que impulsó
vigorosamente el apostolado social en toda la Compañía por la comprensión de la
unidad entre la fe y la justicia, pero tuvo eco particularmente en América Latina, un
sub-continente de raíces cristianas y con mayoría de pobres.
108. Reflejo de la búsqueda de aquellos años son dos encuentros, uno celebrado en el
mes de julio de 1982 en Jiutepec, México y otro en el mes de Marzo de 1983 (25-29) en
Ocumare de la Costa Venezuela. Los temas son significativos: el primero: Diez años de
servicio de la fe y promoción de la justicia desde los CIAS y la Pastoral popular; el
segundo: Servicio presbiteral y acción social.
109. La reunión de Jiutepec preparó la de Ocumare. En el contexto de los debates sobre
el modo de entender el servicio presbiteral se pedían informes de cada CIAS (MEX,
COL, CAM, VEN) sobre la vivencia del ministerio: modo de concebirlo, trayectoria
histórica, puntos adquiridos, deficiencias y nudos problemáticos. Además se pidió que
los CIAS se dividiesen esos temas a ser presentados como ponencias: el sacerdocio
cristiano, ministerios cristianos, la historia del ministerio presbiteral; la problemática
actual del servicio presbiteral tanto en el nivel del debate teológico actual como en el
nivel de la organización y política de la institución eclesiástica; Los avances
organizativos y pastorales y finalmente, el estado actual de la cuestión en la Compañía a
nivel pastoral y a nivel ideológico.
Los informes de los CIAS revelan la excelente preparación del encuentro. En uno de
ellos los participantes iniciaron los trabajos con un día completo de retiro, de reflexión
personal por la mañana y compartir vivencias por la tarde. Otro centro marca la división
en dos etapas (1966-76; 1976-1983) para ver mejor el contraste entre la situación inicial
y la actual.
El punto de partida fue el tradicional de la época en que nacen los CIAS: la Doctrina
Social de la Iglesia, el principio de suplencia, la pre-evangelización. Desde estas
perspectivas el ejercicio de actividades estrictamente sacerdotales y explícitamente
religiosas estaban bastante restringidas. Sin embargo hay conciencia de la búsqueda de
una integración. “Desde el punto de vista sacerdotal está demostrado que difícilmente se
puede hablar de Dios y de las virtudes cristianas cuando no tienen satisfechas sus
básicas necesidades vitales:... “La tarea de los CIAS, por ser eclesial, debe ser asumida
como objeto de nuestra fe, requiriendo por lo tanto una respuesta también desde la fe.
Nuestro ministerio adquirirá así un verdadero sentido”. Por otra parte el sacerdocio fue
vivido según “el modo nuestro de proceder” ya que en la Compañía existen numerosos
ejemplos de servicios apostólicos “no-cultuales” vg Teilhard, Hurtado... los profesores
de los Colegios donde estudiamos, los directores espirituales y misioneros populares. Se
puede entender el sacerdocio como totalidad de vida al servicio de muchos y
procurando que este servicio fuera convocante, aglutinara grupos, recreara trabajos
comunes (con otros sacerdotes, otros religiosos y religiosas, laicos y laicas) celebrados
luego “en comunidad” alrededor de la Eucaristía.
Se perciben dos líneas ejes de cambio: el encuentro con el ser humano, la libertad, el
amor, la autenticidad, el “mundo”, la vida la coherencia interior; y el encuentro con el
pobre latinoamericano en una perspectiva de cambio estructural, la miseria, la
explotación, la religiosidad popular, la potencialidad liberadora del pobre, la lucha por
la justicia, etc. Y en estas líneas se puede reconocer el Concilio Vaticano II, Medellín y
en la Compañía la C.G. 32ª., y Pedro Arrupe.
Por eso a partir de la década del 70 podemos decir que se vive en una segunda etapa con
fuerte acento en la reflexión teológica. Si en el plano sociológico se pasa de una visión
“apolítica”del sacerdote, reducido a lo cultual y espiritual, hacia un ministerio más
creador de comunidades vivas de fe cristiana atentos a la religiosidad popular, en el
plano teológico se comprende mejor al sacerdocio como algo integral: servicio y entrega
para el surgimiento de un ser humano plenamente realizado en una sociedad justa y
fraterna. Lo principal de la pastoral es la humanidad, la liberación, el mundo y la
historia filializados y fraternizados. Y entran aquí las dimensiones estructurales de los
cambios, la utilización de las ciencias sociales y la integración entre la fe y la política.
La conversión al Jesús histórico nos lleva a su vida reveladora de Dios y camino de
realización humana. El creyente, y mucho más el sacerdote, es portador de la memoria
peligrosa del Dios de Jesús y debe ser ocasión de su presencia y de su pasión. Tiene la
obligación de perpetuar la Eucaristía como memoria de la entrega a los demás. Comer y
beber el cuerpo y la sangre de Cristo es comprometerse con la comunidad y la
Eucaristía debe producir lo que significa. Culto y sacramentos tienen sentido en la
medida en la que celebran y promueven una comunidad totalmente entregada al servicio
del Reino. La espiritualidad es la nueva mirada que descubre al Señor presente en la
tarea de la historia y la vida de los pobres; la oración es limpiar los ojos y abrir el
corazón para poder reconocer al Señor en los demás y dejarlos entrar en la vida.
Los progresos en el modo de entender el ministerio no fueron fáciles a pesar de la clara
definición de la CG 32 sobre la unidad y mutua referencia de la fe y de la justicia. Un
centro constata: “A la luz de la diakonía de la fe no ha sido fácil integrar el trabajo en
favor de la justicia social como una dimensión de la fe. Hemos sido atacados de
políticos, horizontalistas, defensores de una teología demasiado teológica. Los
documentos de la C.G. 32ª. facilitan la superación de este problema”.
La integración de los elementos de la fe (y por tanto el sacerdocio) y la justicia (por lo
tanto el compromiso social) se hace más clara desde el momento en que se considera
que los proyectos de los centros sociales buscan la “significación” en lo cultural y
sacramental, de lo que es vivido en el servicio al pueblo de Dios. La explicitación de la
fe y su expresión simbólica son también parte de la liberación integral que pretendemos,
es decir, la realización creciente entre el pueblo del Espíritu de Jesús de Nazaret. Los
aportes en la organización popular, en la presencia de las conquistas del pueblo se
integran con las denuncias y anuncios proféticos que hacen vislumbrar nuevos modelos
de sociedad justa. Nuestra fe al historizar los valores del Reino incide en los aspectos
sociales y políticos. La fraternidad basada en el amor tiene como dimensión esencial lo
social.
De allí una serie de acciones y opciones: contribuir al conocimiento de las causas de la
situación de subhumanidad; contribuir a la experiencia del Dios verdadero, el Dios de
Jesucristo; para ello vivir comunitariamente (casa, comida, recursos, amistad) con los
pobres y aceptar la acogida que ellos nos hacen en sus casas y comunidades; ayudarles a
tener confianza en sí mismos y en sus propias organizaciones; en una palabra “echar
nuestra suerte con la suerte de los pobres”.
Los obstáculos y dificultades al proyecto apostólico en el campo social llevado por
nuestros centros se encuentran dentro y fuera de la Compañía, dentro y fuera de la
Iglesia. No todos comparten nuestra visión eclesial, nuestra interpretación del evangelio,
ni las exigencias de encarnar los valores del Reino; pero también sentimos la necesidad
de prepararnos mejor, de actuar más unidos e integrados, de vivir mejor la dimensión
comunitaria; de ser testigos más transparentes de los valores que profesamos, de ser más
radicales y coherentes en nuestra vivencia de la pobreza y de la inserción.
Todas estas reflexiones han renovado nuestra entrega y abierto mejores posibilidades de
trabajo. Hay tareas urgentes que nos esperan.
110. Conforme al programa de actividades asignado al Coordinador, el P. Jorge Julio
Mejía en esos seis años visitó La Habana, Santo Domingo y casi todas las obras de
Centro América, Barrancabermeja en Colombia, Quito y Cuenca en Ecuador, Fomento
Cultural y obras populares en Méjico, el conjunto apostólico de Puerto Rico, y algunas
obras de Caracas. También CIASCA y Managua. Promovió o participó en encuentros
de jesuitas en obras afines como alfabetización popular, pastoral parroquial popular,
solidaridad con Centro América, inculturación indígena, jesuitas obreros, CIAS. Lo más
importante en este campo fueron los dos encuentros ya mencionados de Jiutepec,
México y de Ocumare de la Costa, Venezuela. Pero además se tuvieron otros encuentros
como el de Bogotá para buscar caminos de Solidaridad entre las Provincias de Estados
Unidos y Centro América (enero 1985); y el de Axiomatla, México (Setiembre 1986)
para tratar el apostolado de los jesuitas obreros.
La animación por parte de Jorge Julio Mejía y después por Raúl Mora, Coordinadores
de la Asistencia Meridional, al trabajo de los jesuitas obreros se expresa en la gran
vitalidad que este grupo consigue y que es reflejado por la regularidad periódica de su
Boletín “Enlace” , Boletín informativo de jesuitas en el mundo obrero latinoamericano.
Estas páginas llenas de testimonios vividos en contacto con el trabajo obrero y sus
condiciones habituales de vida, son jalones de una historia del apostolado social de la
Compañía que no podemos olvidar, a pesar del número escaso de jesuitas misioneros en
este campo difícil. Algunos, como Nacho Vergara, de Chile ha vivido más de 30 años
viviendo y compartiendo el trabajo manual con los pobres hasta morir en abril del 88 de
un infarto; Lucho Sauto, del Perú ha sido gran animador de la correspondencia del
grupo. En varias provincias, el contacto con el mundo obrero fue experiencia del
noviciado o del magisterio. Hubo correspondencia y vínculos muy fraternos con los
jesuitas obreros de Europa.
111. Como asesor de las Conferencias de Provinciales y de los Provinciales, el
coordinador participó en el encuentro anual de la Conferencia desde 1980 hasta 1985.
Las visitas realizadas a cada Provincia fueron por petición expresa de los Provinciales
respectivos. En cuanto a los Servicios Generales mantuvo al dia la recepción de
Noticias, Catálogos y publicaciones de las diversas provincias. Con la ayuda del CINEP
(Bogotá) se encargó de la reedición y difusión de Envío y de Promotio Justitiae.
112. Mantuvo también relación con los Sectores de Educación formal y Formación en la
reunión anual de Delegados en Guadalajara. Había hecho previas visitas a los colegios
de San Gabriel, Gonzaga, Borja, Cristo Rey, San Felipe, Javier, 20 de abril, y la red de
Fe y Alegría, todos ellos en Ecuador. En Puerto Rico visitó el Colegio San Ignacio, y en
Centroamérica, la UCA y Colegio Loyola. En México, el Instituto Lux y la Escuela
abierta de León y de Chihuahua. Visitó y asesoró el Noviciado y Juniorado del Ecuador
y de México. La relación con el Secretario de “re sociali”, de la Curia jesuítica de Roma
se mantuvo por el envío de informe de actividades.
SIGNIFICADO DE LA C.G. 33A.
113. La C.G. 33, celebrada desde el 2 de setiembre hasta el 25 de octubre de 1983, tuvo
una gran importancia para clarificar el sentido exacto de la integración de la diaconía de
la fe y de la promoción de la justicia en una única misión. Esta confirmación de la línea
marcada por la C.G. 32ª., d.4, nacía precisamente de las inquietudes y temores de una
época de incertidumbres. Un delegado a la Congregación (el P. Peter Henriot de la
Provincia de Oregon) expresa de esta manera sus vivencias durante la Congregación
General
114. Cuando la C.G. 33ª. aprobó unánimemente un documento confirmando esta unión
entre la fe y la justicia, sentí que se habían hecho aclaraciones significativas, que
avanzarían el compromiso social, no sólo de los jesuitas sino también de sectores más
amplios de la Iglesia. Estas aclaraciones, con todo, tenían como trasfondo la duda inicial
acerca de lo que había sido nuestra misión después de la C.G. 32ª. Artículos
preliminares presentados a los delegados hablaban de “errores” cometidos por los
jesuitas en una demasiado celosa promoción de la justicia, de “faltas” cometidas por un
excesivo entusiasmo a favor de un activismo social, con detrimento de una completa
evangelización. Pero los delegados, revisando las experiencias concretas de las
provincias en todo el mundo, pronto hicieron notar que la falta mayor entre muchos
jesuitas no había sido una excesiva involucración social, sino más bien el no haberse
comprometido y el no haber respondido eficazmente a la llamada de servir la fe y
promover la justicia.
115. Reconocer lo que había sido la falta principal llevó a un análisis más profundo del
por qué esto era así. Aunque la respuesta al d.4 de la C.G. 32ª. ha sido en gran parte
alentador en toda la Compañía, es obvio que hay aún mucho camino que recorrer para
quedar adecuados, en términos tanto del reto social que se nos presenta, como del
potencial del personal y de las instituciones de la Compañía. Los términos claves para
una respuesta más completa – así pareció a la Comisión de “misión”- eran:
confirmación, aclaración y orientación, requeridos en tantos postulados presentados a la
C.G. 33ª.
116. La confirmación vino fuerte y clara. A la luz del llamamiento hecho por el Papa
Juan Pablo II, la Congregación confirmó sin ambigüedades la misión de la Compañía
expresada por las Congregaciones Generales 31ª. y 32ª., y describió su misión como la
aplicación de hoy en día de la Fórmula del Instituto y del Carisma Ignaciano. El
mensaje es simple: adelante en continuidad. El documento dice que hemos seguido el
rumbo correcto, y que únicamente tenemos que trabajar con mayor empeño. Para
permitirnos trabajar con mayor seriedad se hicieron varias aclaraciones referentes al
lazo de unión entre la fe y la justicia.
117. La primera aclaración hecha por la C.G. 33ª. fue que no es por definiciones o
decretos, sino únicamente por la experiencia y el discernimiento que llegaremos al
entendimiento perfecto del por qué la fe y la justicia están ligadas. Muchos buscan
declaraciones precisas de justicia social y sus muchas variantes y desean explicaciones
de la fe y todos sus matices. Sólo cuando quedan satisfechos con este ejercicio
intelectual se aventuran a la acción. Pero el documento de la C.G. 33ª. dice simplemente
que la claridad en esta misión de fe y justicia no se encuentra sino con la fidelidad a un
proceso de discernimiento comunitario sobre la experiencia vivida de nuestros esfuerzos
por cumplir esta misión.
118. Este proceso de discernimiento se describe como central en “nuestro modo de
proceder”como jesuitas. Requiere en particular una más honda involucración en las
vidas de la gente que nos rodea, para oír los gozos y las esperanzas, las tristezas y las
angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos
sufren (cf G.S. 1). La reflexión orante sobre esta experiencia, unida a un acertado
análisis social y cultural, proporciona una visión mucho más clara de la fe y la justicia
que la mera investigación teórica;
119. Al repasar la experiencia apostólica de los jesuitas en los años recientes, la C.G. 33
reconoció que el esfuerzo en trabajar por la fe y la justicia ha sido en verdad fuente de
grandes gracias, tanto para los jesuitas que se han percatado más profundamente de lo
que significa su vocación, como para la gente a quienes hemos servido con mayor
cuidado evangélico. Es verdad que ha habido fallos en la integración de estas dos
dimensiones de nuestra única misión. La congregación deploraba un “reduccionismo”
que se ha manifestado en una “espiritualidad desencarnada” (actuando como si la
oración y las actitudes religiosas bastaran para cambiar el mundo) y también en un
“activismo meramente secular” (poniendo énfasis sólo en los medios socio-políticos
para efectuar el cambio). A mi vuelta de Roma me sentí decepcionado – y airado – al
leer informes de la prensa acerca de la C.G. 33ª., que mencionaban la crítica del
activismo secular, pero nada decían de nuestras igualmente enérgicas palabras contra la
espiritualidad ultramundana. Ciertamente, si nuestra revisión de las experiencias vividas
por los jesuitas durante los diez últimos años era correcta, el peligro más serio contra el
cumplimiento auténtico de la misión es probablemente el “espiritualismo”que separa la
evangelización y el trabajo por la justicia.
120. Un signo de la gracia experimentada en la lucha por la fe y la justicia, como notó la
C.G. 33ª., ha sido la oportunidad que han tenido los jesuitas para participar en la
persecución que sufren los pobres y oprimidos. Muchos jesuitas han sido puestos en
prisión, desterrados o matados, tanto en países comunistas como en estados de
seguridad nacional. Y se puede prever todavía esta persecución a medida que sigamos
reforzando el lazo de unión entre la evangelización y la transformación de la sociedad.
121. Un segundo avance significativo en nuestro entendimiento de la misión fe-justicia
fue, a lo que creo, nuestra especificación del trabajo por la paz. A partir de las
discusiones de las Congregaciones Provinciales en todo el mundo, los jesuitas han
presentado postulados que ponen la pacificación como características de todos nuestros
apostolados. Espoleados por el liderazgo de los Obispos Católicos de los EE.UU.,
muchos jesuitas norteamericanos han puesto su énfasis sobre la necesidad de
comprometernos más activamente – mediante la educación, la organización, el
testimonio – en el movimiento para cambiar el rumbo de la carrera de armamentos y de
la política nuclear de las superpotencias. Los Papas han hecho hincapié repetidas veces,
en la importancia de la paz. Juan Pablo II en su homilía en la apertura de la
Congregación, unió explícitamente la paz al trabajo por la justicia.
122. Con todo, inicialmente dos grupos muy distintos opusieron resistencia a esta
“opción por la paz” cuando se la presentó en la primera redacción de la Comisión sobre
la “misión”. Por una parte algunos jesuitas de Europa Oriental objetaron que insistir
sobre la paz hoy en día sería un tema comunista. Lo utilizan sus gobiernos represivos
para ahogar disentimientos, promover la conformidad, justificar el dominio militar
sobre los pueblos sometidos y enmascarar un almacenamiento de armamentos masivos.
Decir que los jesuitas se comprometen en favor de la paz sería para ellos peligrosamente
ambiguo. Por otra parte, algunos jesuitas de América Latina opinaban que el interés en
la cuestión de armas nucleares era un “lujo” de los países ricos, una distracción de los
problemas más profundos y más inmediatamente urgentes de la pobreza y la opresión en
el Tercer Mundo. El compromiso por la paz no tendría sentido si no tuviese en cuenta
estos problemas.
123. El forcejeo con estas cuestiones trajo consigo una valiosa aclaración para la
Congregación del contenido y contexto de la paz y de su relación con la fe y la justicia.
Los Europeos orientales quedaron satisfechos cuando pudieron leer en las redacciones
sucesivas del texto que lo que se nos pedía era trabajar por “una paz basada en los
derechos humanos y la libertad”. Esto decía mucho más que lo que sus gobiernos
comunistas defendían. Y los latinoamericanos consideraron aceptable el compromiso
por la paz cuando se añadió la promoción de un orden mundial más justo y una mayor
solidaridad de los países ricos con los países pobres.
124. ¿Eran estas aclaraciones meras distinciones verbales? No lo creo. Para mí estas
aclaraciones simplemente volvieron a poner de relieve la importancia de situar la lucha
por la paz siempre dentro de la búsqueda de la justicia. Como han dicho a menudo los
Papas, la paz no es tan sólo la ausencia de conflictos, sino la presencia de las
condiciones de paz – en ligazón con la libertad y la justicia – que debe promover la
sociedad mediante la educación y la acción.
125. Finalmente, la tercera aclaración: ¿Y qué hay de la teología de nuestra misión? Al
paso que evitaba profundos tratados y disputas, la C.G. 33ª. hizo comentarios
importantes sobre la relación teológica entre la fe y la justicia. De manera que, según mi
opinión, esta aclaración es el énfasis no sólo sobre el lazo de unión de la fe y de la
justicia, sino sobre su recíproca integración. Muchos delegados deploraron
repetidamente, durante las discusiones de la Congregación, cualquiera interpretación
“dualista”, por la que la creencia en Dios y el compromiso con un orden social justo
pudiera ser considerada por los cristianos como dos distintas entidades; sólo “puestas
juntas” pueden promover hoy en día un apostolado más efectivo.
126. En efecto, de la misma manera que la revisión de las reacciones de los jesuitas a
los llamamientos anteriores a “servir la fe y promover la justicia” había revelado una
falta de entusiasmo por parte de muchos, un análisis más profundo del “¿por qué esto es
así?” había demostrado algunas cusas principales de esto. Una de las razones más
importantes dadas era que muchos jesuitas sencillamente no reconocen que la fe y
justicia deben ir juntas, únicamente aceptan el que cualquiera de las dos carece de
autenticidad a menos que vaya integrada con la otra. El “reduccionismo” que deploraba
el documento está fundado en la incompleta comprensión tanto de la fe como de la
justicia. El reto es ver la fe como primaria, pero sólo una fe que hace justicia.
127. El documento de la C.G. 33ª., por tanto, intenta hacer explícito el que la “justicia
social que se nos pide promover es parte de la justicia del Evangelio que da cuerpo al
amor de Dios y a su compasión salvadora”. Efectivamente, parece que el amor es el
factor integrante para unir la fe y la justicia. Por lo menos éste es el énfasis sugerido por
Juan Pablo II en su encíclica de 1980 Dives in misericordia, y por el P. Pedro Arrupe en
su trabajo Arraigados y cimentados en la caridad. Esto explica, en mi opinión, por qué
la C.G. recalcase que el “único compromiso” par la fe y la justicia (un compromiso
integrado no solo unido) se mantuviese profundamente unido y expresado en el único
gran mandamiento del amor universal. “Para alcanzar este amor universal – declara este
documento – es necesario que aprendamos a buscar siempre, en la fe, a Dios por sí
mismo y como fuente inagotable de toda justicia, amor y paz”(d.1 n. 42).
128. Las implicaciones de esta tercera aclaración ofrecida por la C.G. 33ª. pueden muy
bien proporcionar algunas de las más importantes directivas para el futuro del servicio a
la fe y promoción de la justicia. Por ejemplo, el documento explica que la “opción
preferencial por los pobres” es una decisión de amar a los pobres con un amor como el
de Cristo, que no excluya a nadie ni excuse a nadie de sus exigencias. Quizás en el
futuro, nuestros jesuitas hablaremos de nuestra misión en términos a la vez más
completos y más poderosos, como una misión de “fe, amor y justicia”.
El vigor de algunos textos de la C.G. 33ª.
129. El n.31 del d.1 sintetiza la experiencia de los últimos años como una gozosa
experiencia de conversión. Nuestra vida religiosa se enriqueció con la oportunidad de
“trabajar con” Jesús para el mayor servicio del Reino. Esta proximidad del Señor, como
nos proponen los Ejercicios, nos aproximó mas a los pobres, con los cuales el propio
Jesús se identificó. Esto nos trajo, a veces, persecuciones por causa del nombre de
Jesús, conforme a la promesa hecha a sus discípulos. El servicio de la fe y la promoción
de la justicia colocaron así a la Compañía de cara al misterio de la Cruz.
130. El n.32 confiesa: No siempre tuvimos presente que la justicia social debe ser
promovida a la luz de la “justicia del Evangelio”,la cual es sacramento del amor y de la
misericordia de Dios. Nos cuesta entender que debemos dedicarnos de cuerpo y alma a
esta misión. Ella no constituye simplemente un ministerio entre los demás. Es “el factor
integrador de todos nuestros ministerios...
131. En el n.38 se confirma como misión de la Compañía lo expresado por las C.G. 31ª.
y 32ª., particularmente en los decretos 2 y 4 de esta última. “Ellos constituyen la
aplicación actual de la fórmula del Instituto y del carisma de nuestro Padre San Ignacio
y definen nuestra misión actual con tal profundidad y lucidez que deberán ser tomados
siempre en cuenta en la selección de nuestros ministerios futuros. Presentan, en efecto,
las siguientes perspectivas básicas:
- la integración entre la diaconía de la fe y de promoción de la justicia en una misión
única
- la universalidad de esta misión que pervade todos los ministerios a que nos dedicamos
- el discernimiento necesario para el cumplimiento de esta misión
- el carácter corporativo de esta misión.
132. El n.48 constituye una clara formulación del sentido que se da en la Compañía a la
opción por los pobres. “Nuestra misión será tanto más válida cuanto más nos
solidaricemos con los pobres. La obediencia nos envía. Es la pobreza, sin embargo, la
que da credibilidad a nuestra misión. Juntamente con muchos otros religiosos queremos,
por tanto, hacer nuestra opción preferencial por los pobres como lo propone la Iglesia.
Esta opción consiste en la decisión de amar a los pobres más que a los otros, en vista del
bienestar verdadero de toda la familia humana. Este amor, como el amor del propio
Cristo no excluye a nadie ni dispensa a nadie de sus exigencias. Esta opción debe
expresarse de algún modo concreto, directa o indirectamente, en la vida de cada jesuita,
así como en la orientación de nuestros trabajos actuales y la elección de nuestros
ministerios.
Algunas pistas concretas de trabajo
133. Las propone el P. Luis Ugalde (VEN) en su trabajo Unión de la Compañía y
compromiso efectivo en la promoción de la justicia. (Publicado en Promotio Iustitiae, n.
33, pag 6-8:
1) iniciativa del Provincial, que tiene acceso y cuidado de la estrecha unión entre el plan
de trabajo y los resortes interiores que lo animan. Por ello mismo es necesaria su
iniciativa concreta para ayudar a toda la Provincia a descubrir cómo el Dios de Jesús
nos tiene que librar de nuestra fe deformada, capaz de convivir e incluso legitimar la
injusticia. Podrían los Provinciales fomentar por Provincias y por Asistencias,
encuentros de Provinciales con el trabajo conjunto de las comisiones de Educación y
Justicia social.
2) promover las oportunidades para que un número creciente de jesuitas pueda durante
una temporada ver la sociedad “desde el otro lado”, desde los pobres, desde el Tercer
Mundo, desde “fuera” del lugar social donde siempre han estado...
3) En la formación de los jóvenes se puede hacer una gran labor y en algunas partes se
está haciendo con una buena conjunción de espiritualidad, de nuevo lugar social y
conocimiento científico y vivencias de la realidad de la injusticia inhumana...
4) Hay provincias en las que se han formado equipos de revisión de contenidos,
implícitos y explícitos, que se transmite en centros educativos. En otras se ha avanzado
mucho en el fomento del voluntariado laical, apoyado por la Compañía, que ofrece
posibilidades de experiencias que los acerquen a una visión más verdadera de la
realidad.
5) Tal vez convendría fomentar algunos equipos internacionales de estudio al servicio
de toda la Compañía sobre temas de Justicia y Paz.
6) Finalmente, desde experiencia de la CLAR, como presidente, me hace ver cuánto
ayuda para avanzar en este punto en forma más unitaria, la creciente inserción en los
medios populares. Cuando se trabaja directamente con los pobres y cuando se trabaja en
otros ambientes. Creo que en la Compañía deberíamos reavivar aquel consejo de San
Ignacio a los padres jesuitas que fueron como teólogos a Trento: trabajar en el Concilio
y vivir en el hospital cerca de la pobreza y necesidad. Vida que también se traducía en
servicio...
LA II ASAMBLEA INTERNACIONAL DE LOS INSTITUTOS Y CENTROS
SOCIALES
Actividades del Coordinador P. Raúl Mora (1986-1995).
Primer período (1986-1987)
134. El primero de Octubre de 1986 fue nombrado por la Conferencia de Provinciales
de América Latina Septentrional, el P. Raúl Mora (MEX) como nuevo Coordinador. A
través de una década, Raúl Mora estructuró las actividades que le correspondían e inició
la serie de los encuentros anuales de Coordinadores de las Provincias para el
Apostolado Social, en la forma que se mantiene actualmente.
Primer período
135. En el primer año de actividades (en el informe desde Octubre del 86 hasta mayo
del 87), Raúl Mora participa en Granada, Nicaragua del Encuentro sobre Análisis
Coyuntural de Centro América, organizado por CIASCA del 2 al 3 de enero de 1987.
Los materiales del encuentro sirvieron mucho para la preparación de la reunión de
directores de los CIAS en Roma.
136. La II Asamblea internacional de los Institutos y Centros Sociales del 12 al 18 de
mayo de 1987, en “Villa Cavalleti” fue el punto culminante del año. Le precedió el
encuentro de los delegados de América Latina, del 9 al 11 de mayo. Una cuidadosa
preparación organizada por Raúl Mora, Jorge Julio Mejía y Manuel Uribe, del CINEP
de Colombia ayudó a elaborar análisis de las realidades de cada país (aspectos sociales,
económicos y políticos) y de acuerdo con el P. Henry Volken, el secretario de
apostolado social del P. General, se convino en reunirse los delegados de América
Latina (11 en total, de Méjico, Centro América, Colombia, Venezuela, Bahía, Chile,
Argentina, República Dominicana, Río de Janeiro, Paraguay, y el coordinador), en
Roma, tres días antes de comenzar la reunión general de Directores de CIAS (del 12 al
18).
137. El grupo latinoamericano trabajó intensamente para definir las expectativas frente
al encuentro, discernir una línea común de identidad jesuítica en medio del pluralismo y
diversidad de los centros, impulsar colaboración entre las dos asistencias del Sur y la del
Norte de América incluyendo intercambio de experiencias sobre la fe y la justicia;
unificarnos en el trabajo por la paz y la comprensión y profundización del amor
preferencial por los pobres. Los temas de la seguridad nacional y la deuda externa
fueron apuntados; reconocer que el trabajo social es una línea de frontera y temores de
incomprensiones por el contexto eclesial vigente en la época. Por otra parte, la identidad
de los centros exigía no separar dos vertientes: el trabajo “ad intra” por el servicio a las
Provincias, y “ad extra” por el reto de las provincias nacionales e internacionales.
138. Los acuerdos del grupo latinoamericano se vieron confirmados y alentados por el
grato ambiente del encuentro internacional. El grupo total de convocados incluía,
además de los 11 latinoamericanos, 4 de África, 8 de Asia, 8 de Europa y 4 de Norte
América. Los PP. Volken y O’Callagan acompañaron permanentemente al grupo, el P.
General casi todos los días, por la mañana o por la tarde. El P. Ildefonso Camacho
ofreció la iluminación teológica y los PP. Francisco Ivern, Francisco Claver y Peter
Henriot presentaron tres ponencias. Los acuerdos finales quedaron como sugerencias al
P. General, a los Provinciales respectivos y a los propios Centros Sociales. A la Curia
General se pedía apoyo para y desde el Secretariado de Justicia Social, y el uso de
Promotio Iustitiae como vínculo de información e intercambio. A los Provinciales,
sobre todo de América Latina se les pedía nombrar el Coordinador de AL Meridional
(parte sur del continente) y reforzar intercambios de las dos asistencias.
139. El primer día de trabajo de la II Asamblea (siete años después de la I Asamblea) se
inició con una meditación de Arturo Sosa, Venezuela, sobre la vocación y sabiduría del
pobre. Enseguida el P. O’Callagan expuso las expectativas y objetivos del encuentro:
potenciar los centros como redes de apostolado; acentuar su vital importancia de cara a
las generaciones jóvenes; inspirar toda la misión de la Compañía con el compromiso
“fe-justicia”, haciendo que no quede en simple slogan; revisar el pasado y proponer
iniciativas cara al futuro.
140. El P. Francisco Ivern presentó su ponencia sobre: Análisis de la situación global
hoy día: cambios significativos en la situación del mundo, en la Iglesia y en la
Compañía de Jesús. Era una visión panorámica a partir de la opción de la CG 32. Los
análisis de entonces siguen siendo válidos substancialmente para un mundo en donde
progresan la injusticia y la secularización; una Iglesia en la que apuntan líneas de
involucionismo restaurador y una Compañía donde se han superado determinadas
polarizaciones. Tras subrayar ciertas crisis de valores y de las ciencias sociales,
enumeró los rasgos de nuestros centros a lo largo de tres generaciones pasadas, que
responden a las décadas 30-40, 50-60, 70-80. Ahora parecen darse las condiciones para
una cuarta generación, donde se ve la necesidad de mayor conexión entre lo social, lo
económico y lo cultural; la conveniencia de mayor interdisciplinariedad y la creciente
importancia de los laicos en nuestras obras apostólicas.
141. Importantes complementos ofrecieron los grupos, como el mantenimiento de la
vocación profética y aceptación de las consecuencias de la misma; insistencia en la
opción por los pobres como sujetos privilegiados del Evangelio y del cambio histórico.
Se impone cada vez más el “discernimiento comunitario” cuya piedra de toque son los
derechos de la persona y la situación de los pobres y desheredados.
142. El segundo día de trabajo (13 de mayo) fue presentada la ponencia del Obispo
filipino dimisionario Francisco Claver: Modo de abordar la opción fe-justicia desde la
teología y la espiritualidad ignaciana en la situación histórica. El centro de la reflexión
fue la espiritualidad ignaciana en la lucha por la justicia, inspirada en la fe. Mons.
Claver postulaba que la “No violencia activa”(NVA) no solamente es la opción más de
acuerdo con las demandas del Evangelio, sino que ofrece también la mejor posibilidad
para crear una sociedad humana. Los comentarios de grupos destacaron situaciones y
contextos de una violencia extrema que se impone a los pobres y la necesidad trabajar
en nuestros centros por unir la investigación científica, la crítica de situaciones
concretas y orientación de organizaciones populares en busca de alternativas de cambio.
Finamente, urge el fomento de la espiritualidad de los Ejercicios, del “magis” y del
espíritu del “tercer binario”, en el ámbito social, acudiendo donde nadie quiere ir y
utilizando debidamente todas las mediaciones culturales posibles..
143. Se dedican dos días, (el 14 y 15 de mayo) a la situación de los centros y al trabajo
en colaboración de jesuitas y laicos. Sobre el tema de los Centros sociales se constata lo
siguiente:
a. los Centros han experimentado una evolución importante desde sus orígenes hasta
ahora. La diversidad es grande, debido tanto a la situación de los países como a la
reevaluación continua de los Centros mismos. Esto es un signo de riqueza y vitalidad,
pero conduce, al mismo tiempo, a situaciones de perplejidad e incertidumbre.
b. todos los centros tienen un definido interés por el cambio social y han optado por
trabajar según esta línea. Pero lo hacen con diferentes orientaciones (más bien una
cuestión de énfasis que de enfoque opuesto). Algunos conciben esto de una manera
radical, y más bien piensan en una alternativa totalmente diferente. Otros hablan de una
reforma gradual dentro de las estructuras existentes.
c. Es importante llevar la dinámica de los Ejercicios espirituales, el “magis” y el “tercer
grado de humildad” para influir sobre la dimensión social de la vida dando importancia
a la incorporación de valores.
d. Las componentes de una espiritualidad que hemos desarrollado para nosotros mismos
en nuestro trabajo son: inmersión en la vida del pobre, afirmación de la presencia de
Dios, fe nacida del compromiso, espiritualidad comunitaria, de discernimiento, y
profética en el aspecto de protesta y creatividad.
e. no hay metodología disponible para tener reflexión de fe en un contexto multireligioso o secular.
f. En principio todos los centros quieren estar radicados en la Iglesia local. Últimamente
encontramos nuestras fuerzas en estas raíces. Nuestra misión tiene su origen en la
misión de la Iglesia.
g. Se da importancia a la necesidad de un análisis riguroso al confrontar realidad y
acontecimiento de la sociedad actual. Debemos hacer nuestro estudio y nuestro análisis
de la realidad en conexión con la reflexión teológica y con una espiritualidad que funda
la investigación y acción en nuestra fe.
h. Mientras cualquier tipo de “idolatría del pobre” tiene que ser evitada, hay necesidad
de insistir en la “opción por el pobre” y en estar más insertado entre ellos, como ellos
viven el Evangelio y participan en el cambio histórico. Esto enriquecerá la teología y
otras ciencias.
i. El discernimiento comunitario que se centra en los derechos de las personas y la
situación de los pobres y marginados llega a ser hoy más y más importante.
j. En todos los Centros debemos cuestionarnos a nosotros mismos sobre lo que tal vez
no es totalmente vivido. ¿Reflejan los Centros desde dentro de alguna manera el
proyecto social que nosotros tratamos de hacer fuera? Por ejemplo, ¿qué papel tienen lo
laicos en éste, en particular la mujer?
144. El tema de la colaboración laicos-jesuitas fue trabajado el 15 de mayo. La
problemática es amplia: problemas que surgen del pluralismo religioso, social y político
de los colaboradores laicos y modo de afrontarlos; presencia de los seglares en las
estructuras y órganos de decisión a nivel internacional. En general se está de acuerdo en
la creciente incorporación de los laicos en nuestros institutos y centros sociales. Hay, sin
embargo, grandes diferencias sobre el modo de hacerlo y los niveles de incorporación.
Los problemas son tanto de índole económica, como de cariz social y político. En
algunos centros no hay capacidad para financiar la presencia laical profesional. En
otros, falta colaboración, tanto femenina como masculina, de calidad suficiente. A
veces, nuestra estructura jurídica no tiene suficiente flexibilidad. El problema se
complica aún más en países de pequeñísima minoría cristiana en que se impone la
presencia de no-cristianos o de no-creyentes, pero comprometidos por el tema de la
justicia. La mayoría de los directores insisten en la necesidad de mantener el sentido
eclesial y la responsabilidad de inspiración ignaciana, si son auténticos centros de la
Compañía con opción por la “fe-justicia”. De ahí que no se deba practicar un método
estrictamente “democrático”sino que haya que recurrir al “discernimiento grupal”,
según la inspiración del Evangelio. Conviene también distinguir entre centros que optan
por “fe-justicia”y los que sólo insisten en la “justicia”. En estos últimos hay quizá
menos problemática, pero también posiblemente menos compromiso jesuítico
específico. Como síntesis de lo dicho podría subrayarse que el pluralismo aportado por
los laicos, sea cual fuere la fórmula tiene al mismo tiempo un enriquecimiento y un
conflicto que puede desafiar nuestra identidad. El camino de solución será encontrar el
equilibrio entre trabajo y autenticidad, dada una situación histórica inevitable, no solo
en la Compañía sino también en la Iglesia contemporánea. Las soluciones concretas
tienen que ser locales.
145. El P. Peter Henriot presentó la ponencia sobre: Compromiso en los problemas
actuales internacionales. Se trataba de un vasto panorama, que partiendo de los datos
más amenazantes del momento (armamentismo, pobreza, etc), analiza las líneas de
orientación actual (multinacionales, tecnología, cientifismo) para confrontarse con los
desafíos (deuda externa, sufrimientos, etc) y buscar alternativas con la colaboración
internacional a nuestro modesto nivel. Este panorama fue completado sintéticamente a
niveles continentales, en la forma siguiente: Australasia se debate en problemas de
supervivencia, militarismos y refugiados; África en gran subdesarrollo y con centros
sociales en embrión; Latinoamérica denuncia la injusticia internacional e insiste en la
opción por los pobres como esperanza de cambio; Europa habla de aprovechamiento de
la coyuntura del Mercado Común Europeo y de sus organizaciones, junto con los
organismos interprovinciales.
146. En torno a esta temática surge un vasto programa de invitación a participar en un
intercambio universal, recogido en el Mensaje de la Reunión Internacional de Centros
Sociales (Promotio Justitiae, n.36, Noviembre 1987). Tres grandes temas son
propuestos: el estudio y reflexión sobre el “análisis cultural”; las opciones frente a la
injusticia y la represión y las prioridades para los compromisos de la Compañía en
problemas internacionales.
147. Estudio y reflexión sobre “Análisis cultural”
a. el análisis cultural revela la aceptación sin discernimiento de la tecnología como
síntoma de algo más profundo, la cultura del cientifismo caracterizada por un enfoque
racional y mecánico de la vida, por la manipulación de personas como objetos en la
búsqueda de metas de ganancias comerciales. ¿Cómo se verifica esto en su país?
b. En el centro de los problemas más críticos del mundo hay una crisis de cultura. Para
su futuro la humanidad necesita ser guiada por una cultura, la cual, incluyendo lo
económico y político, puede proveer una nueva orientación de valores para una
comunidad mundial en la que todas las personas tendrán su lugar adecuado, en la que
también se tendrá “cuidado por la tierra” y se asegure una nueva armonía con la
naturaleza. ¿La cultura de su Continente qué contribución puede hacer a la humanidad a
la entrada del tercer milenio?
c. El análisis cultural es complementario al análisis estructural y en algún sentido más
profundo, pertenece al núcleo de la transformación estructural a la que todos tendemos.
Es un análisis de valores que están incorporados en y mueven la economía, la política,
la religión y la sociedad como un todo. ¿Hasta qué punto es ésta una preocupación entre
los pensadores creativos y proféticos de su país?
d. Tanto el análisis como el combate efectivo contra esta crisis abarcarían diversos
sectores – tanto al interior como fuera de la Compañía e Iglesia - el trabajo de Paz y
Justicia, Espiritualidad, Formación, Educación, Comunicación. ¿Conoce iniciativas
importantes con esta orientación?
e. A la luz de la historia de la Compañía deberíamos tener una sensibilidad especial para
este nuevo Humanismo, que se necesita para el siglo XXI
f. Algunos jesuita maduros y ampliamente comprometidos creen que la próxima
Congregación General, con una profunda intuición en este punto central, podría muy
bien dar una nueva orientación dinámica a la Compañía como lo hizo la CG 32.
148. Sobre el tema de las Opciones frente a la injusticia y la represión se constatan
experiencias de diferentes situaciones:
a. De aquellos que están en países donde las personas son víctimas de fuerte violencia
interna y externa: económica, política y cultural.
b. De aquellos comprometidos activamente en procesos de paz que tienden a unir
comunidades y países en conflicto, y de miembros de movimientos por la paz
c. De aquellos comprometidos con la organización popular
d. De grupos de Jesuitas en el Tercer Mundo, quienes, sopesando los efectos contrarios
de la violencia armada de la derecha y de la izquierda, se entregan a poner en práctica
una alternativa real.
e. De jesuitas que trabajan con refugiados, víctimas de políticas racistas, personas
indefensas frente al poder absoluto del estado.
f. De jesuitas que han estudiado en profundidad la filosofía y estrategias de los grandes
protagonistas de la no-violencia activa: Mahatma Ghandi, Martin Luther King, etc
g. De jesuitas que reflexionan sobre el tema desde la perspectiva de la teología,
espiritualidad, ética social, etc.
149. Finalmente el tercer tema de las Prioridades para los compromisos de la Compañía
en Problemas internacionales destacó 3 puntos:
1. Respuestas concretas a los problemas claves:
El Servicio Jesuita de Refugiados es una respuesta de la Compañía a uno de los mayores
desafíos internacionales a los que tiene que hacer frente la comunidad humana hoy. De
un creciente número de Jesuitas que comparten las vidas de las víctimas de los
trastornos políticos y económicos en campos de refugiados, que trabajan con
inmigrantes como sus defensores, esta opción está conduciendo a programas
educacionales, para investigar las causas más profundas del problema de los refugiados.
La necesidad de destinar jesuitas para promover el trabajo del SJR en provincias de
países del Tercer y Primer Mundo es hoy afrontada con mucha imaginación y
generosidad. Algunos jesuitas son de la opinión que SJR constituye el punto de partida
ideal de la Compañía para su misión global de Paz y Justicia.
En la Reunión de Cavalletti el grupo de América Latina escogió la “deuda externa”
como el problema internacional “número uno” y Peter Henriot lo sugirió como único
tema prioritario para la colaboración internacional. Su organización requiere la unión de
los Centros Sociales, Universidades y Otros Institutos jesuitas que tienen una
orientación internacional para la investigación orientada a la acción sobre temas
específicos de esta materia. Esto abrirá amplios caminos para promover entre los
jesuitas una mejor comprensión del problema de la deuda externa, capacitando a
muchos para educar la opinión pública, para participar en esfuerzos organizados,
dirigidos a influir en la política.
El documento de la Comisión Pontifica “Justicia y Paz” sobre la “Cuestión de la deuda
internacional” debería motivar a la Compañía para dar respuestas adecuadas. El
problema de la deuda, importante obstáculo para un verdadero desarrollo integral en el
Tercer Mundo, necesita ser visto como un impedimento para la verdadera
evangelización. Nuestra “opción preferencial; por los pobres” nos impulsa a aclarar al
gran público acerca del impacto desastroso del peso de la deuda externa en la vida de
los pobres en los países dl Tercer Mundo. ¿Puede usted reunir un grupo de personas
para elaborar una propuesta realista para la colaboración internacional sobre este
asunto?
b) Otros temas sugeridos para búsqueda conjunta e intercambio de investigación
- la destrucción del medio ambiente
- alternativas para el desarrollo
- violación de derechos humanos
- militarización de la economía, política, cultura
- interdependencia entre desarme y desarrollo
- tareas de la mujer en la sociedad y en la iglesia
- asuntos relevantes para los pueblos indígenas
c) una estrategia realista para la Colaboración Internacional
En su alocución a la reciente Congregación de Procuradores, el P. General mencionaba
que un deseo a menudo expresado por el Padre Arrupe, la colaboración cercana entre la
Compañía y las grandes organizaciones internacionales – en el servicio de proclamación
de la fe y promoción de la justicia y paz – permanece por el momento un sueño. Si
nosotros juntamos las energías para planificar y confeccionar un proyecto internacional
que pudiera abrir los ricos recursos científicos y la experiencia de trabajo de la
Compañía, se daría un paso que puede aproximarnos a la realización de este sueño.
Se han hecho muchos progresos en la colaboración interprovincial y regional en
proyectos comunes. Prioridades urgentes se percibieron u sintieron más fácilmente a
este nivel. Por otro lado, en el mundo actual los asuntos más importantes están
entrelazados y tienen una dimensión internacional. Así, la dinámica de colaboración
regional no necesita ser un obstáculo para una nueva iniciativa de un proyecto
internacional de la Compañía. ¡Por el contrario! ¿Puede usted contribuir para hacer esto
más evidente e indicar las posibilidades y ventajas de unir proyectos de investigaciónacción regionales importantes con un proyecto internacional bien seleccionado de la
Compañía?
150. El P. General, en su alocución del 16 de mayo, encaminó el futuro animando con
fuerza a los Institutos y Centros Sociales y a los Coordinadores de la Pastoral Social al
trabajo, señalando sin ambigüedad hacia qué dirección tienen que cambiar para que el
apostolado social llegue a adquirir más importancia para el trabajo de la Compañía. La
cuestión central era cómo los Centros Sociales pueden contribuir más para hacer de la
“promoción de la justicia”un aspecto muy real de cada uno de nuestros trabajos
apostólicos. El Padre General se detuvo en muchos asuntos de importancia universal: la
gravedad de los problemas a los que tiene que hacer frente el mundo, la Iglesia y la
Compañía; la necesidad par la Compañía de avanzar más generosamente en la misión
Fe-Justicia, especialmente para integrarla en todos nuestros trabajos; la autenticidad que
se necesita para tratar los puntos claves de la tensión evangélica en el camino de la
misión Fe-Justicia; la necesidad de buscar la justicia social a la luz de la justicia del
Evangelio; la atención particular, dada a la educación, formación, cooperación
internacional y a una cercanía con el pobre.
151. La reunión de Cavalletti propuso al final recomendaciones al P. General, a los
Provinciales y a los centros. Los participantes en esta reunión internacional miraban con
esperanza al futuro. Hicieron muchos compromisos para la colaboración a nivel local,
nacional, regional e internacional. Además de eso, hicieron recomendaciones
importantes, sugirieron iniciativas que deberían ser tomadas en los niveles más altos o
intermedios de la Compañía para ayudar a reforzar su Apostolado Social.
152. Probablemente la recomendación más importante se refiere a la necesidad de
designar coordinadores de Pastoral Social en áreas donde actualmente no existe, por
ejemplo: África, Asistencia inglesa, países Europeos. El grupo de América Latina ha
pedido con insistencia la designación de tal coordinación para la Asistencia del Sur de
América Latina y oficialmente ya se ha confiado esta responsabilidad a Francisco Ivern.
153. Una declaración digna de consideración dice: “Hay una gran necesidad de que el
gobierno de la Compañía cree un cuerpo para discernir los problemas internacionales
más urgentes y acuciantes para la promoción de la justicia o un cuerpo capaz de animar
proyectos internacionales de Investigación / Reflexión cuando el programa discernido
sea asumido por el Padre General”
154. Una propuesta está basada en la convicción de que la reflexión sobre la experiencia
apostólica del sector social debería estar en interacción con la de otros sectores. “Si la
reflexión de un sector apostólico es integrada y equilibrada con la de otros, es probable
que sea más válida. Así, una propuesta: Las Provincias deberían actuar hacia el
establecimiento de una función de reflexión en cada sector apostólico, con alguna
estructura de interacción entre ellas y el resultado de esta interacción debería usarse en
la planificación del apostolado de la provincia”. Como modelo para esto se menciona la
Provincia de Venezuela.
155. Entre otras conclusiones anotamos las siguientes: “La Curia Romana debería
preparar una pauta especial con la asistencia de nuestros Centros Sociales para la
formación de Fe-Justicia de escolares y estudiantes que están en nuestras instituciones”
“Que esta asamblea ponga por escrito cuán vigorosamente sentimos acerca de la
participación de laicos, proceso de decisión, etc, resaltando los documentos de la
Compañía en CG 32 y 33”. Finalmente se hicieron una cantidad de sugerencias para
fortalecer el Secretariado Social en la Curia y la función de Promotio Justitiae para
mantener activa la preocupación de fe-justicia.
156. Como fruto inmediato de este encuentro de Villa Cavalletti, surgió la invitación a
Raúl Mora para participar del encuentro sobre ministerios que los jesuitas de las
Provincias de Estados Unidos tienen con los hispanoparlantes (marzo de 1988, San
Diego, California). A más largo plazo se diseñaba un seminario sobre análisis
coyuntural entre directores de los CIAS de AL.
LA GESTIÓN DE RAÚL MORA I.
157. En este período se hace evaluación de tres procesos que se han ido desarrollando
durante años precedentes: 1) la solidaridad con Centro América, por parte de la
Asistencia de los jesuitas de Estados Unidos, 2) el seminario de análisis coyuntural, 3)
la inserción de las obras sociales en redes de comunicación más amplias a nivel
mundial.
158. El proyecto de solidaridad comienza ya en el año 1983 con motivo de la situación
social grave del área centroamericana. Un encuentro de Superiores en Honduras (el
Progreso) en noviembre de ese año estudia la situación, informa al P. General, y solicita
ayuda a los Provinciales de EE.UU. En Mayo de 1984 se formaliza un encuentro en
Méjico de Provinciales de A.L. (Luis Ugalde, Valentín Menéndez y César Jerez) con
representantes de la Conferencia de Provinciales de EE.UU. El objetivo es la
colaboración interasistencial para la paz y la justicia en Centro América es apoyar las
alternativas que por su apertura religiosa, por su pluralismo y por sus procesos sociales,
se encaminen mejor al bien del pueblo centroamericano. Los meses de Junio, Julio y
Octubre están marcados por un encuentro en Nicaragua de jesuitas de Centroamérica
(CIASCA, otros miembros de CIAS de la Asistencia) con J.J. Mejía (coordinador social
de la Asistencia) y Michael Czerny, (entonces del Centro Social de Toronto) para
analizar la situación social y la iniciativa de la solidaridad; otro encuentro en
Washington de Malley, Schultz, Jerez y Mejía; y la reunión de la Conferencia de
Provinciales de la Asistencia, con el P. General en los Teques, Venezuela, en la que se
pide a J.J. Mejía la elaboración de un plan de trabajo. Este plan es trabajado en Bogotá
del 12 al 13 de enero de 1985, evaluando el contexto social, los trabajos hechos y
presentando recomendaciones a las dos Asistencias. El plan elaborado es objeto de
diversos encuentros y comunicaciones, como las de marzo, 1985, por parte de la
Conferencia de EE.UU; de agosto, por parte de la Conferencia de Provinciales de AL
Septentrional; en agosto de 1986, por parte de CIASCA y los CIAS de la Asistencia, y
finalmente por la Reunión de Provinciales de la Asistencia con el Padre General en
Puerto Rico, octubre de 1986. En todas estas actividades el Coordinador Social fue el P.
J.J. Mejía.
159. Se produce entonces el cambio de Coordinadores, asumiendo Raúl Mora la tarea
de continuar el proceso de solidaridad. En el encuentro de los CIAS en Roma (11 a 17
de Mayo de 1987) se encuentran los dos Coordinadores de las Asistencias, Joe Hacala y
Raúl Mora, reiniciando el proceso, y se informa a los Provinciales de AL en Bahía (1923 de mayo) de la situación de ese momento. Lo que más resultado ha dado ha sido el
“twinning” entre las Provincias de Centro América y Missouri.
160. Hay puntos relevantes como programáticos para cada una de las Asistencias: para
Centro América, el proceso hacia la reconciliación y la paz surgido de los acuerdos de
Esquipulas II que reclama apoyo del trabajo apostólico de los jesuitas; y la
reactualización del Plan Apostólico de la Provincia con prioridades generales para toda
la región y particulares para cada país. Para la Conferencia de EE.UU el colocar el
proyecto de solidaridad en la reorganización interna de sus departamentos; elaborar
criterios para la oportunidad y forma de hacer declaraciones públicas a favor de los
procesos centroamericanos, movilización de recursos humanos.
161. El segundo proceso que es evaluado es el del seminario de análisis coyuntural. El
encuentro de los CIAS en Roma, 1987, fue un buen momento para unificar criterios y
métodos de análisis coyuntural. El proyecto fue propuesto el mismo mes a los
Provinciales de AL reunidos en Bahía. Dos textos ya elaborados por Michael Czerny
(Getting Started on Social Anaysis in Canada) y Peter Henriot (Social Analysis, Linking
Faith and Justice) circularon entre los CIAS de AL. Pero se queria realizar un seminario
especial para nuestra realidad. Para ello Raúl Mora pidió ayuda al Centro de Reflexión
Teológica, de Méjico, a través de su seminario anual. El tema para 1988 fué el de la
Opción por los pobres, pero dentro de este tema se hacía referencia al análisis
coyuntural.
162. La propuesta de preparación del seminario, después de fijar objetivos como el
intercambio de metodologías de análisis, compartir informaciones de Centros como el
CINEP, condiciones como la comunicación preparatoria por correspondencia y los
plazos cortos que se imponen por la urgencia del tema, y participantes añadiendo a los
participantes del encuentro de Roma, delegados de otros países que no asistieron; señala
4 fases bien definidas.
163. La fase preparatoria (noviembre-diciembre 1987) pretendía ponerse de acuerdo en
el camino a recorrer, indicando expectativas, sugerencias al plan de trabajo para
reelaborar la propuesta del seminario y estar en comunicación con los Provinciales.
164. La primera fase (enero a junio de 1988) se proponía recoger el material empleado y
la experiencia vivida. Se pide la bibliografía utilizada, recomendando los Esquemas
para la interpretación de la realidad, editados en Bolivia, 1985. Se sugiere también el
método narrativo sobre la propia historia a partir de la experiencia de los distintos
métodos usados por aquellos años: ‘”ver-juzgar-actuar de la JOC y Comunidades de
Base”, “acción pensada”, “acontecimiento, profecía, conversión”, “circulo pastoral”
según el modelo del Center of Concern “análisis genético-estructural”, y finalmente
“análisis coyuntural” limitado en espacio y tiempo, que examina la situación y las
fuerzas económicas, políticas, sociales en juego; las ideologías; las alternativas de
acción concreta para ser discernidas apostólicamente.
165. La segunda fase (de julio a diciembre de 1988) comprende dos tareas: un listado de
temas hecho por el Coordinador y temas elegidos para el estudio por cada uno de los
CIAS. En forma aproximada se preveían temas como; ¿qué es el análisis social y cual
su importancia en una programación apostólica?, objeciones contra el análisis social y
sus dificultades, descripción y diferenciación de los métodos comumente empleados,
recopilación y utilización del banco de datos. influjo de nuestros análisis en el trabajo
por la fe y la justicia, incorporación del análisis a la doctrina social de la Iglesia,
formación para el análisis, relación entre el análisis y la acción.
166. La tercera fase (enero a julio de 1989) pretendía la unificación de la reflexión
sistemática dando unidad a los trabajos elaborados por los diferentes equipos.
167. La cuarta fase posterior al seminario se refiere a la publicación y difusión de los
resultados, a partir de agosto de 1989
168. El tercer proceso evaluado fué el de inserción en redes mundiales de comunicación
como el Interdoc y otros.
169. Finalmente, el encuentro de jesuítas en parroquias rurales y suburbanas tuvo
significación por el enlace de lo pastoral con lo social. Se celebró en Quito del 18 al 22
de enero de 1988
Tercer período
170. Se inaugura en marzo de 1988 el tercer período de la gestión de Raúl Mora hasta
agosto de 1989. Este año marca bastante la inter-relación entre el sector de Apostolado
Social y el de educación formal. Dos encuentros para la dos asistencias, celebrados casi
los mismos días en Caracas y Rio (abril 1988). El P. Felipe Mac Gregor, del Perú,
presentó un proyecto de investigación sobre “Educación no estatal para un mundo que
se socializa”, tema que el P. Arrupe ya había sugerido. Parece que ni la UCAB, de
Venezuela, ni los centros sociales de Méjico, Centro América y Colombia pudieron
asumir el proyecto.
171. Con relación a la educación no-formal se tuvo un encuentro del 9 al 14 de mayo de
1988, que tuvo relieve especial por la presencia del Secretario para Educación, de la
Curia General, P. Vincent Duminuco y por una carta del mismo Padre General sobre
esta área de la educación. La educación no-formal tiene un público bien diferente al de
nuestros Colegios y Universidades, y exige una relación y apoyo mayor del Sector
Social.
172. En los días del 5 al 10 de Junio de 1989 tuvo lugar en Bogotá el Seminario de
Análisis coyuntural, largamente preparado. Participaron 10 jesuítas, uno de Argentina, 5
de Colombia, tres de Méjico, uno de la República Dominicana, otro de Venezuela y
finalmente el representante del P. General, P. Henry Volken. El encuentro estuvo
marcado por un profundo dolor: el asesinato del P. Sergio Restrepo Jaramillo,en
Tierralta, el 1 de junio.
173. Los participantes contribuyeron con los análisis de sus propios países y los
interrogantes para ser profundizados se agruparon en cuatro núcleos: qué es y para qué
se hace el análisis social; quién lo hace; para quien lo hace y cómo se hace.
174. El análisis social tiene la finalidad de conocimiento científico de la realidad.
Realizado por jesuitas y dentro del ámbito del apostolado social tiene algunos
presupuestos que hay que poner de relieve: parte de una opción ante la realidad que nos
golpea y que implica la aceptación de un horizonte utópico motivador, de su
transformación y un estilo de vida coherente con las motivaciones que de allí surgen.
Para los creyentes esa opción se hace en y desde la fe, nos impulsa hacia el Reino de
Dios como utopía y al seguimiento de Jesús como estilo de vida. Hay conciencia de que
todo análisis no es más que un acercamiento a la realidad, parcial y situado, realizado
con honestidad y que implica una teoría coherente y el uso adecuado de las Ciencias
Sociales y Humanas. El interés del análisis no es sólo el de entender la realidad sino el
propiciar su transformación, volviendo a ella como último criterio de verificación. El
análisis es un instrumento para reforzar la constitución de un sujeto histórico popular, y
por tanto quiere plantear las preguntas pertinentes a la gente, desarrollar la sabiduría
popular para asumir con mayor claridad y decisión su propia identidad y el dominio de
su medio ambiente. Se hace el análisis para reforzar la participación organizada en la
construcción de una fuerza popular en la sociedad civil, de manera a caminar hacia una
sociedad democrática, contribuyendo por tanto con valores éticos que ubiquen la acción
pastoral y planteen alternativas nuevas.
175. El análisis es realizado por un equipo realmente comprometido en la constitución
de un sujeto histórico popular que se orienta hacia una sociedad justa y humana. Por eso
busca la participación de las bases en permanente vinculación con el equipo partiendo
de los datos a la elaboración del análisis para luego ser revisado por las bases y refinado
por un equipo especializado. El equipo es un colectivo interdisciplinar y pluralista
(culturas, clases sociales, esquemas interpretativos, actitudes ante la fe). El equipo, por
la presencia de los actores del apostolado social se siente parte de un sujeto corporativo
más amplio: la Compañía y la Iglesia.
176. Hay análisis sociales que se hacen por interés académico, otros con finalidades
políticas de partidos o de gobiernos. ¿Para quienes hacen el análisis social los que
trabajan en el apostolado social? En primer lugar para servir al pueblo, sus comunidades
locales y eclesiales, sus organizaciones y líderes; para los agentes de pastoral: religiosas,
religiosos, sacerdotes, obispos y laicos; para personas y grupos comprometidos con el
proceso popular, intelectuales, profesionales, estudiantes; para los centros de
investigación, universidades y otras instituciones, incluso gubernamentales, abiertas a
un diálogo crítico y enriquecedor; para la opinión pública nacional e internacional; para
la Compañía de Jesús en diversas instancias: servicio a la Provincia en su
discernimiento pastoral y formación permanente; en la formación o acompañamiento de
los escolares; para sus diversos centros de investigación y trabajos de base. Todos estos
servicios pueden hacerse por conversaciones, talleres, cursos, seminarios, clases,
reuniones, revistas propias o colaboraciones en otras, publicaciones, conferencias de
prensa, declaraciones.
177. El núcleo temático sobre cómo hacemos el análisis es ampliado en ocho puntos, a
los cuales hay que añadir la relación entre el análisis social y la fe. Los ocho puntos son
los siguientes: 1. desde nuestro compromiso y opciones previas, asumimos el análisis en
un espíritu de discernimiento y desde la experiencia y perspectiva del pueblo: 2. los
datos-información para el análisis se obtienen del conocimiento vivencial de la realidad,
del flujo informativo social y de fuentes científicamente elaboradas; 3. en la selección y
organización de esta información hacemos uso tanto de las ciencias sociales y humanas
como de la sensibilidad y habilidad para intuir y discernir lo que está en juego (olfato),
que se desarrolla con la permanente atención a la realidad y el servicio constante del
mismo análisis; 4. los datos que ofrece la realidad, vista desde la perspectiva del EstadoNación como unidad de análisis, los comprendemos como expresión de las relaciones
económicas, políticas, culturales e ideológicas, contando con su dimensión
internacional; 5. el análisis toma en cuenta el momento coyuntural en relación con la
estrutura de esas relaciones que conforman la sociedad. 6. Como base para el análisis es
necesario un modelo o esquema:
178. Esquema: a) recolección del conjunto de datos y acontecimientos; b) periodización
del proceso: etapas, períodos, fases; c) bloques o grupos en pugna; d) fuerzas sociales,
culturales, e ideológicas que, con un cierto grado de conciencia se dan en cada uno de
esos bloques; e) organizaciones políticas (no necesariamente partidarias) o frentes
propios de cada uno de esos bloques: f) objetivos generales a largo y mediano plazo y
objetivos corto plazo; g) estrategia de cada uno de ellos; i) alianzas de cada bloque, a
nivel internacional, nacional y local; contradicciones secundarias de cada bloque, h)
formulación de hipótesis de tendencias para un futuro inmediato; l) alternativas de
acción posible de cada hipótesis; m) entrecruzamientos de las diversas dimensiones, vg.
territorial (local, estatual, regional y nacional), sectorial (campesino, urbano, sindical),
estructural (económico, político, ideológico), histórico (estructura, coyuntura:
momentos, fases, cambio; clases dominante y dominada)
179. Retomando los dos últimos puntos: 7. la dimensión ética del análisis surge como
reclamo de la la misma realidad y como consecuencia de la opción por la justicia. Ella
subyace en la perspectiva del análisis e incide en su desarrollo y en la formulación de
alernativas. La claridad de esta dimensión ética es fuente de autoridad y credibilidad del
análisis; 8. en las alternativas que propone el análisis a las organizaciones populares se
distinguen dos niveles: a. el analítico que lleva a plantear con rigurosidad las
posibilidades en la realidad presente; b. la toma de decisiones en la que se asumen o no
los riesgos y costos que las posilidades implican. En este nivel, el discernimiento
aparece como indispensable.
180. La pregunta por la relación entre el análisis social y la fe es fundamental, ya que da
al uso de los instrumentos del análisis su sentido final. El P. Luis G. del Valle sj (MEX)
resume en 11 puntos este tema, partiendo del presupuesto de que quien se plantea la
relación entre en análisis social y la fe es una persona de fe, en una situación histórica
concreta.
1., Fe es el “sí”con obras y palabras a la interpelación de Dios en Jesucristo. La
interpelación es: “¿quieres dar, emplear, gastar tu vida en lo mismo y por lo mismo, que
yo (Jesucristo) la dí, empleé y gasté, es decir, en que Dios reine?” Que Dios reine es
para este creyente lo siguiente: que todos los hombres y mujeres sean hermanos y
hermanas, vivan como tales, reconociendo y adorando a Dios como Padre.
2. El sí del creyente en la situación concreta impulsa a cambiar esa situación hacia otra
que se acerque más al reinado del Padre;
3. el impulso que da la fe para ese cambio consiste en una motivación, un estilo de vida
y acción, y una utopía. Lo primero, porque Dios nos comunica su vida a los humanos; lo
segundo, en seguimiento de Jesús, lo cual es el ethos cristiano; lo tercero: que Dios
reine;
4. para comprender una situación y descubrir los caminos alternativos para el cambio es
necesario conocer las relaciones sociales, sus causas, condicionamientos,
funcionamiento, obstáculos, etc.;
5. para ese conocimiento echamos mano de las ciencias humanas y sociales y de la
ciencia teológica, con respeto a la autonomía de cada una de ellas y en diálogo
interdisciplinar;
6. las ciencias iluminan la situación y sus modos de cambio; la situación y su cambio
provocan una reflexión que afecta a las ciencias mismas;
7. ante las alternativos de cambio, la fe con su triple impulso de la audacia de dejarse
conducir por el Espíritu de Jesús si nos ponemos por el discernimiento en obediencia a
él;
8.En esta situación histórica, concreta y en su proceso de cambio hay también hombres
que no comparten esta fe, pero tienen una que les da un impulso para el cambio, es decir
la motivación del amor al ser humano en sociedad, el estilo de vida y acción que es la
capacidad de dar la vida por el otro; esto es ethos y utopía de la sociedad justa.
9. Con ellos el creyente coincide, en parte al menos, en cada uno de los tres
dinamismos.
10. Por eso se da una con-vocación de unos y otros;
11. asumir juntos esa convocación supone colaboración operativa y respeto
El mismo P. Luis G. del Valle abordó el tema del análisis social y discernimiento en al
Provincia Mejicana, publicada en Promotio Justitiae, n.42 Octubre 1989. Entresacamos
algunas ideas: El tema de la deliberación o del discernimiento comunitario es de interés
bastante difundido por el año 1972. En la CG 31 hay dos alusiones directas a la
“Deliberación de los Primeros Padres” de 1539. El discernimiento es tradición en la
Compañía desde San Ignacio. Pero lo habíamos vivido para el tiempo de los ejercicios y
para momentos de crisis. De lo que aquí tratamos es el discernimiento en la vida
ordinaria: el discernimiento de los espíritus que nos mueven en los acontecimientos de
nuestra vida diaria. La vida diaria es una sucesión de acontecimientos, una realidad
cambiante que no es sólo entorno estático sino situación retante. De aquí que cuando
empezó poco después la práctica del discernimiento se planteó luego el “análisis de la
realidad” bajo la forma de ponernos en la “vera historia”. La metodología para el
análisis de la realidad pasa por las mismas dificultades y acercamientos que en los
equipos apostólicos. Lo que los grupos de discernimiento hacen es retomar la visión de
la realidad para buscar y hallar en el entretejido de la vida ordinaria, con la realidad en
que vivimos, la voluntad de Dios por medio de la detección y calificación de los
movimientos individuales y grupales, según las reglas del discernimiento de Ignacio.
Discernimiento y deliberación son cosas distintas, aunque por supuesto relacionadas. El
discernimiento tiene como finalidad impetrar de Dios a gracia de resonar y consonar
con la voluntad de Dios en las situaciones históricas concretas de nuestra vida, La
deliberación está dirigida a tomar una decisión concreta en obediencia a Dios. El
discernimiento genera actitudes a través de la claridad de distinguir cual es el espíritu
que nos mueve en nuestra vida diaria; si el de Dios, el del malo o el propio, e ir
logrando en el espíritu propio el “instinto” de dejarse mover por el de Dios y no por el
malo. El discernimiento es diario, sucede entre la vida cotidiana en chispazos
entremezclados con ella y en momentos de oración y de examen. La deliberación se
hace sobre una materia concreta que por su complejidad, resonancia en amplios ámbitos
y para tiempos largos, u otras razones, valga la pena armar todo el proceso grupal
deliberativo. Para el discernimiento en la vida diaria no es necesario el análisis de la
realidad con la ayuda de las ciencias sociales. Lo importante es ponerse ante la realidad;
lo cual hacemos siempre todos, científicos o no. Para comunicar la realidad vivida en
los grupos el medio al alcance de todos es la narración de lo que se ha vivido. A esto
sigue, como se ha dicho, la comunicación de los movimientos de los espíritus
experimentados (y los discursos que los acompañan) y el discernimiento que de ellos
hace cada uno según los criterios ignacianos; y todo esto lo somete a la consideración
del grupo.
El interés de estas reflexiones es mostrar la convergencia de la tradición ignaciana con
la complejidad de las situaciones modernas, sobre todo en el momento de tomar
decisiones que pueden marcar rumbos a largo plazo para el apostolado social de la
Compañía. La experiencia espiritual del discernimiento, reclama en el caso de la
deliberación la contribución de los análisis de la realidad. La “vera historia” que Ignacio
reclama para comprender la contemplación de la vida de Cristo, es también esa “vera
historia” de nuestro mundo moderno con la complejidad de sus estructuras sociales.
LA GESTIÓN DE RAÚL MORA II.
Los mártires del Salvador, testigos del servicio de la fe y de la promoción de la
justicia
Cuarto período
181. El cuarto informe del Coordinador abarca un año exacto desde setiembre de 1989
al 1990. Este año es importante porque va a significar una especie de giro en el modo de
enfocar la coordinación del sector social. El papel central que desempeñan los Centros
de Investigación y Acción Social abarca desde los inicios de este apostolado en América
Latina en la década de los 50 hasta fines de la década de los 80. Es decir un grande
espacio de cuarenta años. Poco a poco se va formando la conciencia de que la
dimensión social de nuestras obras apostólicas no es una característica de algunas de
ellas especializadas, formadas por personas con carisma personal y comunitario para
esas actividades, sino una verdadera dimensión omnipresente en la misión misma de la
Compañía. Anunciar la fe al mundo moderno es tocar las conciencias de las personas
para la propia conversión y guiar para el paso difícil de plasmar “estructuralmente” los
deseos del cambio personal en los cambios de la sociedad misma en la que vive. Ya
hemos visto cómo el seminario de análisis de la realidad ayudó extraordinariamente a
ver con claridad este proceso.
182. El eje fundamental de este año está formado por dos actividades” la elaboración
del manual de Análisis social y la maduración del proyecto de una reunión de
“secretarios de los PP. Provinciales para el apostolado social”. Al lado de estas dos
actividades hay que mencionar la continuación del trabajo de Raúl Mora con el sector
de educación, tanto formal como no-formal, creciendo en importancia la atención a este
último aspecto educativo por el sujeto popular y adulto al que se dirige en gran parte y a
la necesidad de la educación para dar consistencia a la acción social. Del 11 al 19 de
setiembre de 1989, en Granada, Nicaragua y para los miembros de la Provincia
centroamericana, se retomó el trabajo anterior de mayo 1988 pero en el marco actual del
proceso de democratización y con interrogantes importantes como la participación de
los no-jesuitas en este servicio educativo, la relación con la religiosidad popular, con la
educación formal y con la formación de los jesuitas. En esta reunión se lanza la
sugerencia de pedir al Provincial el nombramiento de un “Secretario del Provincial para
la educación” que coordine los sub-sectores formal y no formal..
183. Dos meses después de este encuentro del 89, sucede el martirio de los jesuitas de la
UCA de San Salvador el 16 de noviembre. Los PP. Ignacio Ellacuría, Amando López,
Segundo Montes, Joaquín López y López, Ignacio Martin Baró y Juan Ramón Moreno
dieron testimonio de coherencia de poner la Universidad al servicio de la justicia social
y constituyen un ejemplo educativo de gran valor para toda América Latina.
En el n.43 de Promotio Iustitiae, febrero 1990, se recogen algunas impresiones del
Álvaro Restrepo, que acompañó al P. General en la visita especial que hizo en esa
ocasión: “La visita del P. Kolvenbach duró tres días y fué extremamente intensa.
Olvidando las fatigas de su reciente viaje a California (donde, en Santa Clara, conversó
con el P. Jon Sobrino), a Australia, Singapur y Taiwan, se dió sin reservas a través d
encuentros personales y comunitarios a los NN. del Salvadpr y de otros países de la
Provincia.
El sacrificio de nuestros hermanos en El Salvador ha sido para Compañía de Jesús
entera una de las gracias más significativas que ha recibido en estos años. Esa muerte
cruenta, unida a la de más de 30 jesuitas en los últimos 16 años en todo el mundo nos
muestra que nuestra misión en favor de la fe y la justicia no son meras palabras retóricas
y que esa opción que ha de ser la característica de nuestros apostolados, -como lo
demuestra el hecho de que la mayoría de los NN. asesinados en San Salvador hubiesen
sido educadores y hombres de Universidad -, sigue viva en los jesuitas de hoy a pesar de
la muerte de tantos. Por lo demás, el P. General nos recordaba en su homilía del 28 de
diciembre en San Salvador, las palabras proféticas del P. Arrupe cuando se preparaba el
decreto 4º de la Congregación General 32: “tenemos que prepararnos a sufrir por causa
de este decreto”.
184. Así como en Granada se tuvo encuentro del sector no-formal de la educación, en
Puebla, del 23 al 27 de abril de 1990, se tuvo la reunión de delegados de educación
formal.
185. El manual de análisis social merece este juicio de Raúl Moral: fué la “actividad
más intensa del año. Quienes en ella tomaron parte y quienes se encargaron de su
corrección y formateo en el Centro Gumilla lo ven como muy capaz de prestar un
oportuno servicio a nuestros equipos en esta línea de análisis de la realidad para el
servicio apostólico en América Latina”. Fue un arduo esfuerzo que supuso varias
sesiones de trabajo de Mora con G. del Valle en enero y marzo del 90; para llevar
material a un encuentro en Méjico (octubre del 90) de 7 de los 14 participantes del
encuentro de Bogotá (5 a 9 de julio de 1989) para terminar en una cuarta reunión en
Caracas (enero de 1991) con Arturo Sosa completando la bina Mora-del Valle. Casi a
tiempo completo varios miembros del Centro Gumilla ayudaron en esta última fase
186. Proyecto de encuentro de secretarios de los PP. Provinciales para el apostolado
social Este proyecto había sido ya aprobado por la Conferencia de Provinciales de 1989.
Sin embargo en 1990 no se convocó el encuentro porque sólo en Méjico, Venezuela y
Colombia existían esos cargos, aunque de hecho desempeñaban esa función algunos de
los directores de Centros Sociales, como el director de CIASCA. La idea del cargo sería
la de ayudar al P. Provincial en sus tareas de gobierno por medio de la coordinación de
las diferentes actividades que bajo el título genérico de “lo social” desempeñan muchos
jesuitas. El objetivo sería poner en común programas, experiencias, dificultades y sobre
esa base coordinar mejor a nivel nacional y de asistencias el trabajo social. Esta tarea
había sido desempeñada antes por el CLACIAS, hasta que surgen nuevos campos
sociales como los que trabajan en el mundo obrero, campesino, indígena, parroquias
rurales o suburbanas.
Quinto período
187. El quinto informe de Raúl Mora se refiere al período entre octubre de 1990 y
setiembre de 1991 y muestra el seguimiento de las prioridades del año anterior. En
primer lugar la corrección final y edición del libro : “Analizar la realidad en América
Latina” Un último encuentro en Caracas, del 8 al 11 de febrero de 1990, entre Raúl
Mora, Manuel Uribe y Arturo Sosa se dedica a la revisión final. Se hizo una única
edición a cargo del CRT de Méjico. Se difundió en todos los países de habla castellana,
y el P. Luis Fernando Klein pidió autorización para traducir al portugués.
188. También se retoma la preparación de la Reunión de Secretarios de los Provinciales
para el Apostolado Social en América Latina fijándose la fecha del 30 de setiembre al 5
de octubre en Santo Domingo. Se trata de la primera reunión de lo que hoy conocemos
como Reunión de Coordinadores del Apostolado Social, y desde el inicio hasta el
presente se reunieron los delegados de las dos Asistencias.
189. Raúl Mora asistió, como en los años anteriores al encuentro de delegados de la
Educación Formal, reunida en Quito del 29 de abril al 5 de mayo de 1991.
190. En este período se abre un nuevo proyecto para coordinar el trabajo que muchos
jesuitas están realizando con los indígenas. Para ello se realiza en Puente Grande,
Jalisco, México, del 24 al 30 de julio de 1991, el seminario sobre “El proyecto histórico
de los indígenas”. El seminario fue fecundo por la mutua información del trabajo, por la
valoración común de la vida de nuestros hermanos, por el discernimiento y deliberación
sobre el proyecto alternativo de esos pueblos y nuestro servicio a ellos. Nace la idea de
que la Compañía se manifieste con relación al V Centenario. El sector de Indigenismo
tendría mayor consistencia con el nombramiento del P. Xavier Albó (BOL) en 1994,
como coordinador de esta área.
LA CONGREGACIÓN DE PROVINCIALES Y LA MISIÓN FE-JUSTICIA,
LOYOLA-1990.
191. El año de 1990 está marcado en forma muy especial por la Congregación de los
Provinciales celebrada en Loyola. Por primera vez en la historia de la Compañía hubo
una interacción total directa y horizontal tan amplia: entre los provinciales, entre ellos y
el P. General con sus asistentes.
192. El n.45 de Promotio Justitiae, de Octubre de 1990, está dedicado a esta
Congregación de Provinciales y recoge lo más importante en relación con el Apostolado
Social. Partiendo de la respuesta de las Congregaciones de Provincia que aquí
circunscribimos a las dos Asistencias de América Latina, Meridional y Septentrional, se
establecen dos preguntas: ¿dónde estamos? y ¿hacia donde vamos? que fueron
reflexiones presentadas a la Congregación de Provinciales por los PP. Henry Volken y
Hans Zwiefelhofer.
193. Las Provincias de América Latina Meridional se refieren al Decreto 4º de la CG 32
afirmando que “la opción de la Compañía es una gracia, un contacto experimentado con
los pobres como principio y fundamento, poniéndonos en contacto directo con Jesús y
dándonos nuevas perspectivas. El desarrollo de la comprensión de que la justicia debe
abarcar los nuevos problemas. Esta evolución no ha sido ni general ni homogénea.
Conciencia acerca de la destrucción ecológica; acerca del peso de la deuda externa y sus
efectos entre los pobres; acerca de la injusticia en las relaciones económicas
internacionales que generan miseria. Derechos culturales de las minorías.
Internacionalización y cambio de actitud en nuestro trabajo, en el estilo de vida que nos
lleva a un estudio más profundo de los problemas, a la búsqueda de estrategias
adecuadas y aun mayor compromiso. Esto se refleja en los proyectos de Provincia y en
los nuevos compromisos.
194. Las Provincias de América Latina Septentrional constatan que se ha enriquecido,
profundizado e interiorizado el decreto 4º; que se han enraizado en nuestra
espiritualidad personal y comunitaria, dentro de una perspectiva de teología de la
liberación, llevándonos a posteriores análisis y discernimiento de nuestras obras
apostólicas. La Fe-Justicia del decreto 4 debe ser mantenida como una expresión de la
esencia de nuestro carisma: el seguimiento de Cristo “desde la solidaridad con el
pobre”; está en el corazón del Evangelio, de los Ejercicios Espirituales y del
discernimiento, Desde esta perspectiva todos los nuevos problemas de justicia pueden y
también deben ser abordados. La respuesta ha sido dada por nuestros mártires; valores
que van más allá del “éxito”. Sentido de solidaridad internacional como resultado de la
participación universal en nuestra tragedia. Más allá de los conflictos y tensiones del
pasado; diálogo mas pacífico y profundo.
195. A la pregunta ¿dónde estamos? puede responderse que estamos en proceso de
crecimiento porque aumenta la convicción de que la fe-justicia debe impulsarnos a
construir un mundo más humano y a re-orientar e incluso crear nuevas obras e
instituciones. Pero también constatamos las dificultades de interpretación, confrontación
de opiniones. Hay sin embargo voluntad de diálogo y cooperación; en la mayoría de las
provincias crece el contacto directo con el sufrimiento y los pobres. También se ve con
claridad que hay muchas expresiones válidas diferentes de “solidaridad con los pobres”
requeridas por la complejidad de las causas estructurales de la pobreza, la injusticia y la
violencia. También se acentúa el papel de líderes influyentes del pensamiento y
constructores de normas para respetar la dignidad de los pobres y para proteger sus
derechos.
196. Se requieren esfuerzos para que el decreto 4 sea factor de unidad y no de división;
confiamos en los Ejercicios y en la profundización teológica. Pero también en la
exigencia de un adecuado análisis de la realidad social, pero con sentido crítico a los
métodos reduccionistas, incapaces de abarcar la totalidad de la realidad. Se ha dado
énfasis a lo socio-cultural. La frustración de la juventud que no encuentra sentido a su
vida tiene raíces en la cultura del consumismo, en la crisis de fe y en el desarrollo de
una economía que no ofrece porvenir para todos. El análisis y la reflexión teológica
deberían evidenciar el lazo entre injusticia y ateismo práctico y también deberían ayudar
a percibir las “estructuras de pecado” como una negación del Dios de Jesús. Se necesita
un tipo de análisis social que esté al servicio del discernimiento y de la dimensión
pastoral del decreto 4, el cual concibe la evangelización que llegue al corazón y a la
mentalidad de personas y comunidades concretas.
197. Desde los países industrializados se afirma “nuestros problemas son prácticos”; en
una sociedad compleja, cuyas estructuras parecen funcionar, se ve poco orientador
conceptos como “promoción de la justicia” o “solidaridad con los pobres” cuando el
trabajo institucional es predominantemente con la mayoría acaudalada; aunque también
existen instituciones, a nivel de educación superior, que buscan responder a las
exigencias del decreto 4º
198. Pueden señalarse cinco problemas no resueltos: 1) credibilidad y estilo de vida;
optamos por los pobres pero “desde fuera”; hay abismo entre declaraciones y prácticas;
2) concientización de los no-pobres, tema difícil en nuestras instituciones educativas y
en parroquias, cuando hay una comprensión individualista de la fe y fundamentalismo
crecientes; 3) compromiso político, visto por algunos como riesgo ideológico y fuente
de conflictos en la Provincia e Iglesia local; y por otros como exigencia de mediación
para defender los derechos fundamentales de la vida humana. Se apunta un camino: la
identidad religiosa bien arraigada permite encontrar el camino correcto cuando la
justicia requiere compromiso político; 4) misión profética y conflictos con la Jerarquía:
depende de situaciones, una iglesia minoritaria tiene a paralizarse por miedo y buscar
“una evangelización pacífica”;en Iglesias mayoritarias se nota el conflicto de
interpretaciones teológicas; en países industrializados, donde la Iglesia es beneficiada
por el sistema se nota poca libertad para la misión profética. El ideal de la Compañía de
“sentire cum Ecclesia” no puede significar mera conformidad pasiva desprovista de la
valentía profética; 5) sentimiento de impotencia: ¿Cómo puede la Compañía de Jesús
desarrollar su potencial internacional en el contexto de la globalización de la economía
mundial, de la interdependencia cultural creciente, y contribuir a eliminar la pobreza
mundial reciente y la explotación de los sin poder? Sin embargo a pesar de las
dificultades los informes de las provincias reflejan un espíritu de determinación
humilde, esperanza profunda y gratitud; gratitud especialmente por los testimonios que
nos han dado aquellos jesuitas que han sellado la visión y la llamada del decreto 4 con
el sacrificio de sus vidas en solidaridad con los pobres.
199. La pregunta ¿hacia donde vamos? suscita algunas respuestas que comienzan algo
así como por un “Principio y Fundamento” de unión de toda la Compañía en la
“fórmula” Servicio de la fe y promoción de la justicia” y su interpretación a partir de la
cual puedan entenderse todas las diversificaciones necesarias que respeten las
situaciones particulares. Unidad de visión sobre la realidad, pero al mismo
diversificación e integración de elementos que exigen, por su parte, mayor énfasis en los
análisis culturales.
200. Para ser “más universal” en el sentido ignaciano tenemos que ampliar el objetivo
de nuestro compromiso Fe-Justicia. Nuestra acción apostólica será más efectiva y
duradera si percibimos los problemas en toda su extensión y conexión estructural y
descubrimos sus causas variadas y complejas: religiosas, culturales, estructurales,
ideológicas, eclesiales. La misión fe-justicia debe relacionarse con todas las estructuras
que forman la sociedad, los centros de poder que influyen en las vidas de los pueblos,
las personas cuyas decisiones afectan la historia, los valores que determinan la dirección
de la conciencia. Tal vez el concepto rico y progresivo de los derechos humanos pueda
ejercer una integración efectiva y un papel dinámico respecto a nuestra misión. Los
asuntos de paz, ecología, secularismo, ateismo y materialismo están relacionados con
nuestra misión Fe-Justicia por el hecho de que el servicio de fe y promoción de la
justicia se han unido en defensa de la vida, de los seres humanos, de los derechos y la
dignidad de las personas así como del planeta.
201. Un nivel más universal de contacto con la realidad tiene serias implicaciones para
la investigación, la formación y el comportamiento contextual. Deberían desarrollarse
instrumentos adecuados y específicos para el análisis y la evaluación. Debería darse mas
importancia a las ciencias sociales y a las técnicas de la comunicación,. Deberían
prepararse más expertos en ciencias humanas, debería tenerse más contacto personal
con los pobres y con el mundo de la injusticia, porque la experiencia (“aprender
haciendo”) parece ser la mejor clave para comprender y poner en práctica. No olvidar
los contactos cordiales con todos los que pueden influir en nuestra misión.
202. Para aplicar un enfoque más diversificado y más integrado debemos tomar en
cuenta las diferentes situaciones socio-culturales y socio-religiosas en países diferentes,
regiones o sectores de la sociedad; a veces hay que subrayar la fe promoviendo una
conciencia social; otras priorizar la justicia pero como expresión social de nuestra fe;
otras veces combinando los dos enfoques. Hay que concientizar aquellos que tienen
poder, los que tienen responsabilidad en las estructuras de la sociedad. La
concientización de los influyentes pide que afrontemos la manera en que las personas
entienden y practican su fe y los factores culturales e ideológicos que condicionan la
comprensión y la práctica. Para eliminar las raíces de la pobreza y de la injusticia
tenemos que trabajar a niveles y con los medios a los cuales los pobres generalmente no
tienen acceso. La fe y la justicia deben integrarse como dos dimensione inseparables, de
una misión única que es entendida así desde la motivación inicial, pasando por los
medios que empleamos hasta llegar a los objetivos finales que perseguimos.
203. La problemática aquí presentada parece indicar la necesidad de destacar la
dimensión cultural. En muchos casos, el directo y casi exclusivo “enfoque de la justicia”
no es suficiente para asir las raíces socio-religiosas y socio-culturales de la injusticia:
los valores y lo símbolos que tienen significado para el pueblo y configuran los medios
de comunicación y la opinión pública. El análisis social, así como la acción social
necesitan la mediación de la antropología cultural y métodos inculturados. Para ser
provechosa para la acción social, la doctrina social de la Iglesia tiene que ser
inculturada. Lo que es específico a una cultura no debería imponerse a otras culturas. La
razón principal, para el rechazo de la doctrina social de la Iglesia es de hecho que sus
principios, pautas y modelos eran transmitidos en una forma inculturada. La promoción
de la justicia necesita principios, pautas y modelos. Nosotros jesuitas, como la historia
muestra, siempre hemos tenido un carisma particular para la inculturación. Tal vez
estamos llamados a inculturar la enseñanza social de la Iglesia hoy.
204. Finalmente, la mirada prospectiva requiere una “Espiritualidad de la Fe-Justicia”.
La gran mayoría de los informes indican un progreso común real en la penetración de
nuestra vida en el espíritu de la dimensión Fe-Justicia de nuestro apostolado. Enraizado
en una espiritualidad personal, el mandato Fe-Justicia postula “conversión”. Sin
embargo las respuestas revelan una distancia aparente entre conversión individual y
comunitaria. En algunas provincias la polarización ha disminuido, pero informes de
otras Provincias lamentan la ausencia de una perspectiva y comprensión común y una
deficiencia de reflexión y discernimiento. Ahí queda mucho por hacer para profundizar
nuestro fundamento teológico y para trazar las características fundamentales de una
espiritualidad y formación espiritual que hace frente a los problemas de nuestro tiempo
a la luz de fe-justicia.
205. Para elaborar una Espiritualidad Fe-Justicia no es suficiente añadir unas pocas
consideraciones o aplicaciones sociales. Lo que necesitamos es una base teológica
orientada hacia la práctica, una espiritualidad coherente integrada con”nuestra misión
Fe-Justicia, la cual nos da la capacidad de realizar a un nivel estructural los ideales de
nuestra herencia espiritual específica de Compañía, por ejemplo por un “discernimiento
de espíritu social”.
206. La espiritualidad Fe-Justicia es de gran importancia para evitar un énfasis
unilateral en nuestra misión, al establecer una plataforma común para llegar a un
consenso respecto al criterio y a estrategias para promover la justicia. Es la única base
firme para una conversión común y colectiva para llegar a ser más tolerante con
respecto a las formas del compromiso Fe-Justicia en una comunidad, en una Provincia,
en la Compañía. Lo último pero no menos importante, y en muchos casos una de las
contribuciones principales para promover la justicia, es cambiar la mentalidad espiritual
de aquellos que tienen la capacidad de animar a otros en el cambio social, cultural y
político.
207. La Espiritualidad Fe-Justicia involucra nuestra manera de proceder para encontrar
la voluntad de Dios por el discernimiento espiritual común y apostólico para la acción
en una situación concreta. ¡La opción fundamental de la Compañía debe realizarse! Esta
característica orientada a la práctica determina el valor grande y central de la manera de
decidir lo que debería hacerse. Muchos de los problemas en llevar a la práctica nuestra
misión Fe-Justicia tuvieron sus causas en nuestro procedimiento defectuoso en cómo
obtener una comprensión verdadera de la realidad estructural, cómo probar los datos
analíticos, cómo desarrollar el proceso de discernimiento apostólico común que
significa más que la discusión, la reflexión y la decisión racional. Nadie quiere negar
que hay muchos problemas a nivel del análisis social y cultural que enlazan la fe y la
justicia. Sin embargo la dificultad real y particular es cómo practicar nuestro modo de
proceder en el campo de promoción de la justicia. Aquí está el desafío para el futuro.
LA GESTIÓN DE JULIO MORA (II) PRIMER ENCUENTRO DE
COORDINADORES EN SANTO DOMINGO 1991.
Sexto período
208.El sexto informe de Raúl Moral se extiende desde octubre 1991 hasta noviembre de
1992. Como es natural este informe y sus anexos ofrece abundante material ya que las
dos primeras reuniones de Coordinadores del Apostolado Social se realizaron en el
tiempo correspondiente a este informe (30 de setiembre a 5 de octubre de 1991 en Santo
Domingo, República Dominicana, y 7 al 9 de julio de 1992 en Zipaquirá, Colombia)
PRIMERA REUNIÓN DE COORDINADORES DEL APOSTOLADO SOCIAL.
209.Se realizó con el nombre de Primera reunión de Secretarios de los Provinciales para
el Apostolado Social en América Latina. Tuvo lugar en la Casa de Ejercicios ManresaLoyola, del 29 de setiembre al 5 de octubre. Participaron los siguientes representantes:
Mauricio Bacardit (BOL), Enrique Beascochea (MEX), José María Blanch (Paraguay),
Francisco Ivern (BRC), César Jerez (CAM), José A.Lazcano (VEN), Raúl Mora
(MEX), Jorge Munguía (ANT), Eduardo Rubianes (ECU), Vicente Santuc (PER),
Manuel Uribe (COL).
210.Los principales temas tratados fueron los siguientes: análisis de la situación
coyuntural de cada país, proyecto neoliberal en América Latina, respuesta de la
Compañía y asimilación del decreto 4 de la CG 32; papel de los Secretarios (delegados,
asistentes, coordinadores) de apostolado social y de sus relaciones; coyuntura eclesial, y
finalmente sugerencias y evaluación del encuentro. El acuerdo más importante de esta
reunión fue preparar, convocar y realizar un seminario internacional sobre las medidas
económicas y políticas que se van implementando en nuestro Continente y las Antillas.
211.El tema de proyecto neoliberal en América Latina fue bastante estudiado: se
constata su realización en los Tratados de Libre Comercio, pero también los costos
sociales que recaen sobre los más empobrecidos del continente. Frente a la euforia
neoliberal por el fracaso de los socialismos reales hay que señalar con realismo el
impacto del proyecto en las clases medias y pobres y sobre los proyectos nacionales. Se
impone motivar desde la fe y a la luz de la doctrina social de la Iglesia la búsqueda de
alternativas, para recuperar “la fuerza utópica del pobre”. Por ejemplo, ante la propuesta
de la privatización del modelo neoliberal es urgente mantener la doctrina social de la
Iglesia que enseña la función pública del Estado como garante del bien común y la
función social de la propiedad privada sobre la cual pesa una hipoteca social. De
especial importancia es que el Estado mantenga la propiedad de los servicios públicos:
salud, educación, etc, porque a pesar de sus deficiencias constituyen una alternativa
frente a la privatización que lleva a empresas rentables que sólo prestarán servicios a
quienes puedan pagarlos. El proyecto de privatización esconde detrás de los beneficios
económicos los enormes costos sociales. Los derechos humanos y el verdadero sentido
de la doctrina de la Iglesia sobre la propiedad privada exigen recordar con insistencia la
“función social”o “hipoteca social” que grava toda propiedad privada.
212.Ante este hecho real del proyecto neoliberal ¿qué está haciendo y quiere hacer la
Compañía en América Latina? Hay experiencias concretas de caminos alternativos,
investigaciones que se están realizando, propuesta de un Seminario Internacional sobre
el modelo neoliberal y nuestra respuesta, y otras propuestas semejantes.
213.Las experiencias concretas: la Provincia de Venezuela trabaja en el proyecto de
“creación de un pueblo nuevo”en Guyana formando a jóvenes sin futuro inmediato.
Barquisimeto tiene larga experiencia de cooperativismo y organización campesina. La
Provincia de Méjico cuenta con una experiencia de aserradero colectivo en
Huayacocotla. La Provincia de Colombia busca caminos por medio del Instituto Mayor
Campesino para compartir la planeación municipal con el Estado, ONGs y
organizaciones campesinas. La Fundación Social tiene experiencias de empresas de
recolectores y reprocesadores de basura, y de mujeres que han formado mini-empresas
para el aseo de las empresas. En Centroamérica se hacen experiencias en el campo de
los refugiados y en el sector informal de la economía; Bolivia trabaja en desarrollo rural
a nivel micro-regional, comprando tierras para ponerlas a producir comunalmente. Es
evidente que estos proyectos son pocos, pero se quiere que sean modelos que orienten
otras experiencias para ser asumidos por el Estado o por otros organismos.
214.En el campo de las investigaciones existe el estudio de Francisco de Roux sobre
ONGs en diálogo con FMI, SELA, Banco Mundial para estudiar el modelo neoliberal y
proyectos alternativos. Peter Marchetti tiene también buena información sobre el
proyecto alternativo de Desarrollo para Centroamérica. FUNDAT de Bolivia,
recogiendo trabajos de ONGs tiene buen material; CRAS de Méjico tiene en marcha un
proyecto sobre el tema.
215.Propuesta de un Seminario Internacional sobre el modelo neoliberal y nuestra
respuesta. En nuestros Centros y Universidades hay profesionales competentes que
podrían ser convocados para poner en común investigaciones y trabajar con profundidad
el tema ético y antropológico y poder producir material de información y educación
(incluso a nivel popular), como una respuesta internacional. También podríamos invitar
a Jesuitas de América del Norte y de Europa.
216.El proyecto neoliberal busca uniformizar el mundo desde el aspecto económico.
¿Cómo se ubican en este proceso las tradiciones culturales y la historia? Por un lado
interpretaciones marxistas rígidas no dan cabida a lo cultural que es factor también de
discriminación y explotación, como es el caso de las etnias indígenas. Y sin embargo
los movimientos indigenistas quieren afirmar su presencia social y política recuperando
su identidad y valores, recalcando lo simbólico y hay procesos importantes en Bolivia,
Centroamérica, Ecuador. Hay indígenas con estudios universitarios y que siguen
trabajando profesionalmente en su propia tierra y ambiente. ¿Por qué la Compañía tiene
pocas vocaciones indígenas?
217.El concepto de cultura es amplio y hay que limitarlo. Se habla de cultura popular:
¿cómo distinguirla de la cultura dominante? ¿cómo se relacionan la cultura campesina y
la urbana? Hay grupos que de día son urbanos y de noche son rurales. Hay una cultura
liberal consumista que invade espacios culturales, que se caracteriza por la
insolidaridad, hedonismo y que usa propaganda, medios de comunicación, imágenes de
referencia, símbolos de status social. ¿Cómo afirmar la cultura del pobre, contemplativa
y de amor a la naturaleza? ¿Qué significados tienen la cultura regional, nacional, de las
clases medias, latinoamericana; la cultura de la violencia; la cultura cristianooccidental?
218.Ante el tema de la cultura, la Compañía en América Latina ha acogido el problema.
El encuentro de Puente Grande, Jalisco, México ha sido momento importante. En la
reunión de los Centros de Investigación Social, en Roma 1987, los jesuitas de Asia,
Filipinas y Africa subrayaron este aspecto, en tanto que los latinoamericanos insistían
en no desligar la cultura de lo político y económico.
219.En el encuentro se reconoció como insuficiente la estima que tenemos de lo cultural
en el trabajo social, sobre todo en el mundo campesino, en las Comunidades eclesiales
de base. No hemos sabido relacionar el saber intelectual tan fuerte en nuestra formación,
con el saber intuitivo, popular, simbólico. Tenemos que prestar atención a la
religiosidad popular masiva para que sea liberadora; apreciar sus valores, pero en
relación con las estructuras sociales. Para esta atención a la cultura popular nos pueden
ayudar documentos como el del Episcopado Boliviano en su informe al CELAM como
aporte a la Conferencia de Santo Domingo, los estudios de la Academia de Lengua
Maya en la universidad Landívar de Guatemala, la información sobre incipientes
trabajos de teología indígena. La cultura indígena tiene valores humanos muy ricos: en
Bolivia, los indígenas no son dueños de la tierra sino que se sienten parte de la tierra; en
Guatemala después del terremoto no había huérfanos indígenas porque sus mecanismos
de solidaridad ya los habían integrado a nuevas familias. Tienen gran aprecio por los
ancianos, han aprendido a sobrevivir frente los políticos, usan recursos de distribución
de las riquezas. Se cuenta la intuición de un cacique nicaragüense en la colonia: “los
conquistadores funden nuestros dioses porque los consideran ídolos, pero con ellos
fabrican otro ídolo al que adoran”.En el mundo indígena hay solidaridad en contacto
con la tierra, la naturaleza y en relación con lo trascendente; viven la hospitalidad.
220.Otro tema de importancia en el primer encuentro de Coordinadores, fue estudiar la
asimilación del Decreto IV de la Congregación General 32. Se asumió la interpretación
de la Congregación de Provinciales en Loyola, 1990: existe la asimilación en forma
global, aunque con resistencias minoritarias y realizaciones todavía imperfectas. El
decreto parece haber revivido tendencias que ya aparecieron después de la carta del P.
Arrupe para América Latina el 12 de diciembre de 1966 sobre el reto de impulsar las
fuerzas de transformación social,. Para algunos estas fuerzas eran los pobres que desean
urgentemente el cambio social; para otros las fuerzas se encontraban en los centros
fácticos de decisión que deberían mirar a los pobres como “correctivo evangélico” pero
insuficiente para promover una real transformación social. Para nosotros, en América
Latina la opción preferencial por los pobres debe mantenerse como criterio de verdad
para medir la asimilación del decreto IV.
221.La respuesta de los jesuitas a todos estos problemas se realiza en sus obras e
instituciones. Para darles fuerza, unidad, impacto, se necesitan mecanismos de
información y unificación de tareas como las reuniones anuales de coordinadores.
Paralelas a la del sector de apostolado social, se tienen las de educación, y de
Universidades. Pero nos falta mayor vinculación entre Norte y Sur de América; mejor
utilización de nuestra capacidad de convocación para ONGs, movimientos populares,
religiosos, organismos del Estado; uso más adecuado de los medios de comunicación
social, todo ello para crear una opinión pública favorable a los pobres.
222.Mirando hacia adentro, los participantes del encuentro trataron el problema de la
formación. ¿Está presente el tema social en la formación de los jesuitas? En algunos
países se da poca presencia, en otros se da mayor, y en algunas esta presencia está
sistematizada en forma teórica con cursos académicos, y experiencias pastorales en
ambientes pobres. No siempre estas experiencias son evaluadas o reflexionadas. En
alguna provincia todos los jesuitas en formación viven en pequeñas comunidades en
medios populares. Al hablar de formación hay que tocar también la formación
permanente. Se menciona el CURFOPAL (Curso de Formación Permanente para
Jesuitas de América Latina), de São Leopoldo, Brasil; la revista Diakonía, las reuniones
de párrocos en Colombia con dos días dedicados a la formación permanente. Pero no se
abordó el tema de la formación permanente de los laicos que trabajan con nosotros.
223.Con la riqueza de trabajos, la diversidad de situaciones, la gravedad de los desafíos,
debía de unirse la reflexión sobre el Papel de los Coordinadores del apostolado social y
sus relaciones. Los informes de los países representados mostraron una gran diversidad
de situaciones. Desde la no existencia de un coordinador provincial por el temor de que
“los sociales” impongan una línea de acción a toda la provincia, o por la insuficiente
asimilación del Decreto IV con residuos de “dualismo” entre lo espiritual y lo social; o
la existencia más bien formal de un coordinador pero sin apoyo efectivo de la Provincia;
hasta situaciones de apoyo total y decidido del Provincial que considera al coordinador
como su asistente para los temas sociales, que se ha empeñado en cuestionar todos las
obras para vivir la dimensión social y que invita al sector social a intervenir en la
planificación del Proyecto Apostólico. Se dan situaciones intermedias, en las que la
Provincia confía la tarea al Centro Social, constituye una Comisión Social (para las
Provincias del Brasil), o de manera más informal existen grupos de trabajo muy activo
que inciden en todas las áreas apostólicas. En Centroamérica la situación misma obligó
a trabajar unidos en torno a los grandes problemas de la región superando las divisiones
del pasado, y la frecuencia con que unos mismos jesuitas trabajan en investigación,
promoción, formación, trabajo pastoral, espiritualidad, educación. Lo mismo se observa
en Venezuela. Bolivia prefirió estructurar sus trabajos no por sectores sino por
beneficiarios (campesinos, obreros, etc) Ecuador busca la integración de la
evangelización y de lo social. En Méjico hay una búsqueda sincera de buscar formas de
servicio social de la educación en colegios y universidades. La República Dominicana
constata un extenso trabajo social, pero poco avance por falta de coordinación.
224.No existía entonces un sólo Coordinador a nivel latinoamericano, sino dos que
correspondían a las Asistencias. El apoyo total de los Provinciales ha sido muy claro en
la Asistencia Septentrional lo cual está atestado por la organización de actividades y
encuentros, de los cuales participaban algunos representantes de la Asistencia
Meridional y por la vitalidad de los proyectos y dinamismo de los centros de estudio y
de acción. En cambio ese apoyo fue menor en la Asistencia Meridional. Tal vez la
coyuntura social lo explique; no se vivió unidad de la Asistencia ante situaciones
conflictivas, en algunas provincias se consideraba suficiente la existencia de los centros
y otras obras sociales; en otras hubo conflicto con los CIAS en el pasado; en alguna
provincia como la de Chile, el Centro Bellarmino recibe la misión de coordinar las
obras sociales de la Provincia.
225.En conjunto hay consenso de que la actitud de los coordinadores debe ser la de
prestar un servicio humilde, no la de imponer. Hay que partir del hecho de que el
Provincial y su Consulta, envueltos en el manejo institucional de la Compañía y la
atención personal de cada jesuita, no tienen por lo general tiempo para reflexionar sobre
los problemas sociales y para buscar alternativas de solución. Pero en forma unánime
todos los participantes consideraron necesaria la existencia de un Coordinador social en
cada provincia.
226.¿Cual es la función del coordinador social? Esta pregunta se repite constantemente
a lo largo de los años para redefinir los trabajos. El aporte del primer encuentro en Santo
Domingo, es el siguiente:
a) prestar un servicio de animación, socialización de la misión de la Compañía, vivirla
como cuerpo, asesoramiento, acompañamiento, análisis de la realidad, comunicación de
experiencias y reflexión sobre su metodología
b) presencia en el gobierno o Consulta de la Provincia, como asesor que ilumine, haga
caer en la cuenta de los grandes problemas sociales, proponga acciones de conjunto,
c) servicio de integración entre obras sociales y no sociales. Ayuda para que Colegios y
Universidades integren lo social en sus actividades
d) impulso a la formación permanente – de jesuitas y no jesuitas en nuestras obras – y
actualización de las instituciones sociales y no sociales, especialmente en el análisis de
la realidad
e) relación con otras provincias y con el secretario de apostolado social de la curia del P.
General
f) promoción y ejecución de proyectos interprovinciales
227.Las Provincias deben examinar quienes pueden desempeñar estas funciones y cómo
hacerlo. Se sugiere usar las Noticias de la Provincia, la formación permanente, las
reuniones de Superiores o Directores de obra. Dar especial atención a la reflexión ética.
Propiciar la comunicación de experiencias y su sistematización, la reflexión sobre su
metodología. Esta instancia debe ser el punto de comunicación y referencia con otras
provincias. El Coordinador de lo social debe animar las obras, acompañarlas, pero no
debe tomar decisiones sobre ellas.
228.Finalmente otro punto tratado se refiere a la coyuntura eclesial en la inmediata
preparación de la Conferencia de Obispos en Santo Domingo. Coincidiendo con el V
Centenario de la evangelización. Los informes nacionales muestran diferentes actitudes:
en algunos países indiferencia ante el V Centenario (Paraguay, Venezuela), en otros
sentido muy crítico por parte de intelectuales o de movimientos indígenas muy
organizados (Bolivia, Méjico, Ecuador). Muy pocos países se encuentran en
preparativos triunfalistas (Colombia, República Dominicana –por ser el lugar de la
Conferencia- aunque aquí con grandes desalojos de barrios pobres)
229.Dentro de la coyuntura eclesial se estudiaron el crecimiento de las sectas que
cuentan con mucho dinero, templos y servicios; acción en favor del liberalismo
económico. En algunos países, como Méjico hay poca consistencia de los neófitos de
estas sectas; en otros como en República Dominicana y Paraguay las conversiones son
más estables. En Guatemala y Honduras se postulan para puestos gubernamentales, en
Colombia obtuvieron dos puestos para la Constituyente. El crecimiento de las sectas
muestra límites de la pastoral de la Iglesia católica, pero también atractivos de ayuda
económica y familiar, método de grupos pequeños, atención personal, moralismo,
sentimentalismo popular. Los efectos nocivos son la división de la comunidad y el
alejamiento del compromiso social. Algunos de estos efectos se producen también por
el crecimiento de grupos católicos de índole carismática y catecumenal. En Méjico y
Centro América la devoción a la Virgen frena el proceso de abandono de la Iglesia
católica.
230.Terminado en octubre de 1991 el primer encuentro en Santo Domingo se
comenzaron los preparativos para el Seminario sobre el Neoliberalismo. Raúl Moral y
Enrique Beascoechea elaboran ese mismo mes un preproyecto, que en noviembre (del
10 al 12) es trabajado en Bogotá por César Jerez, Francisco de Roux y Raúl Mora,
estableciendo el proyecto, convocatoria y las diversas comisiones de organización y
preparación. Gran dolor produjo al sector social y a la Provincia de Centroamérica la
muerte de César Jerez el 22 de noviembre. Su ejemplo de misericordia, inteligencia
madura y cultivada, de discernimiento espiritual y de gran valentía (como lo resaltó el P.
General en su mensaje al Seminario) fue ejemplo para todos y por ello se decidió que el
seminario llevara su nombre.
231.Arturo Sosa tomó el lugar de César en los preparativos. La comisión de preparación
académica fue asumida por el CINEP de Bogotá, con el buen trabajo de Jorge Iván
González que recogió ponencias, análisis y propuestas y reenviando síntesis; al
comenzar el seminario, este material era de 800 páginas para cada participante.
232.La comisión de financiamiento la formaron Raúl Mora y Francisco de Roux,
buscando la ayuda de la Compañía (FACSI, Conferencia de Provinciales de USA y los
Provinciales de AL); y la de organismos no gubernamentales. El presidente de la
CPAL-Septentrional, el P. José Morales comunicó a los Provinciales de USA en forma
personal el proyecto del seminario.
233.La comisión de recepción, alojamiento e infraestructura la coordinó Horacio
Arango, asistente socio-pastoral de Colombia, con ayuda de los Escolares jesuitas y
personal del CINEP.
234.La correspondencia permanente fue magnífica y permitía esperar una excelente
realización del Seminario.
LA GESTIÓN DE RAÚL MORA III. SEMINARIO CÉSAR JEREZ Y SEGUNDO
ENCUENTRO DE COORDINADORES EN BOGOTÁ 1992
Seminario internacional Cesar Jerez
235. Se realizó en Zipaquirá, Colombia, del 5 al 11 de julio de 1992. Participaron
representantes de todas las provincias latinoamericanas con excepción de Ecuador y de
dos provincias del Brasil.
236. El número de participantes del seminario fue mayor de lo previsto, porque muchos
investigadores del CINEP y algunos jesuitas de Colombia pidieron poder participar.
Para organizar el trabajo cada día se entregaba una guía de tareas orientada a cada uno
de los cuatro grupos.
237. Del seminarios salieron dos frutos: uno inmediato como síntesis de reflexiones y
líneas alternativas; otro a largo plazo que se concretó en el libro Neoliberales y pobres
que tuvo bastante difusión en nuestros medios de apostolado social. Adaptando el
trabajo académico se hizo una edición popular estilo “comics” para uso del trabajo de
base.
238. Los participantes quedaron contentos por los resultados. Desde el punto de vista
académico, las ponencias recogidas en el libro son el fruto de los mejores especialistas
que la Compañía tiene en América Latina para el campo social. El ritmo de trabajo y la
mística del encuentro estuvo muy alentada por el mensaje del P. General; por los
discursos y presencia del Provincial de Colombia, José Adolfo González; el Rector de la
Javeriana, Gerardo Arango; y Michael Czerny del secretariado social de la Curia
Generalicia. El fallecimiento de César Jerez a quien todos estimábamos y tanto se
esforzó por la realización de este seminario nos llevó a darle su nombre. Su amigo y
compañero Juan Hernández Pico lo representó en el encuentro.
Segunda reunión de Coordinadores de Apostolado Social
239. Esta reunión se realizó inmediatamente despues del Seminario y participaron los
siguientes coordinadores de las provincias: Juan Luis Moyano (ARG), Clodoveo Piazza
(BAH; Brasil, provincia de Bahía), Mauricio Bacardit y Xavier Albó (BOL), Vicente
Santuc (PER), Mario Zañartu, Gonzalo Arroyo, Josse van der Rest (CHL); Miguel
Munárriz (PAR) Luis Pérez Aguirre (URU) y Coordinador de la Asistencia Meridional.
Por la Asistencia septentrional, Gonzalo de Villa (CAM, Centroamérica); Horacio
Arango (COL); Bartolomé Vanrell (CUB); Enrique Beascochea (MEX); Fabián
Rodríguez (PRI.Puerto Rico); Jorge Munguía (ANT, Antillas, República Dominicana);
José Lazcano y Francisco José Virtuoso (VEN) y el Coordinador de la Asistencia, Raúl
Mora.
240. La realización de este segundo encuentro en el marco del Seminario llevó a querer
concretar el seguimiento del mismo pero a nivel provincial. Para ello era preciso contar
con CIAS (o espacios semejantes) para la importante tarea de integrar la fe y la justicia
en todos los apostolados de la Compañía. La historia reciente de 1976 hasta 1992,
mostraba un declinio de los CIAS, debido a causas muy complejas. En algunos países
de la Asistencia Meridional se les veía como una cierta “presión” por transformar obras
tradicionales. El cargo de Coordinador de la Asistencia pasó por muchas formas de
ejercicio, poco definidas: asesor de la conferencia de los provinciales; secretario del
Provincial que, dentro de la Asistencia, era responsable por el apostolado social. En el
momento del encuentro el Provincial encargado era Andrés Assandri y su secretario
Luis Pérez Aguirre.
241. Los CIAS o equivalentes tenían diferentes ritmos y tareas en la Asistencia
Meridional. En Argentina se estrenaba Juan Luis Moyano como el nuevo director, con
la tarea inmediata de reanudar el diálogo entre diversas generaciones, sobre todo en las
asambleas provinciales. La vitalidad de la acción social se desarrollaba en Bolivia, dada
su situación de 50% de población rural, con instituciones vinculadas al campesinado
indígena aunque no exclusivamente: ACLO, CIPCA, CISEP, 5 emisoras de radio,
escuelas de Fe y Alegría. Como medio masivo de comunicación se habia comenzado el
año anterior a publicar la revista Cuarto Intermedio. Brasil reune en su extenso territorio
a jesuitas en cuatro provincias. Las diferencias regionales y la estructuras provinciales
tienden a reflejarse en los centros sociales de carácter más inter-estatal que referido a
toda la Federación de la República; pero no están ausentes de los grandes problemas de
la nación: Bahía cuenta con el CEAS (Estudos, en vez de “investigaciön”de los otros
CIAS), El Centro tiene a IBRADES (Instituto Brasileiro de Desenvolvimento), El Sur
cuenta con los Centros de Investigación de la UNISINOS. Pero en todo el país hay
múltiple presencia pastoral y de trabajo popular. En Paraguay existió mucha actividad
eclesial desde Medellín, pero también el centro social sintió la dureza del exilio; los
exilados han vuelto y trabajan activamente en el nuevo panorama político. Hay rasgos
de anti-intelectualismo entre los jóvenes jesuítas que les distancian de los CIAS, pero
por otra parte hay mayor sensibilidad para proseguir los resultados del seminario sobre
neoliberalismo. Chile tiene sólidas instituciones de promoción como CIDE, ILADES,
CISOC, INFOCAP y la revista Mensaje. En el campo asistencial destaca el “Hogar de
Cristo” Mario Zañartu que dirige el CIAS desde 1979 encuentra obstáculos para las
tareas en forma tradicional y busca influir en el campo político. Se ha logrado un buen
éxito en el seminario bianual interinstitucional, recogidos en la publicación Por los
caminos de América... Desafíos socio-económicos a la Nueva Evangelización, Santiago,
Paulinas, 1992. En el Perú no se consolidó un CIAS como tal, pero hay activo trabajo
social en educación popular, sobre todo por Fe y Alegría y por medio de una Comisión
de Acción Social que está ayudando a comprender la crisis del momento, el fenómeno
de Sendero Luminoso. El proyecto de una Escuela de Filosofía puede abrir a la
Provincia a nuevos campos de presencia universitaria y también social por el énfasis
que se quiere dar a estudios de ética política. Uruguay contó en los inicios de los CIAS
con un equipo bien preparado y eficiente, Abrió la revista Perspectivas de Diálogo que
por su carácter profético fué clausurado por los militares. Las actuales circunstancias
son más favorables para rehacer la acción. Se edita “Misión de Fe y Solidaridad” y hay
una definida presencia en favor de los derechos humanos.
242. La Asistencia Septentrional tuvo una forma mucha más institucionalizada y
continuada de coordinación de las provincias. Los Provinciales dieron apoyo económico
que permitió visitas, asesorías a los mismos Provinciales y muchas actividades del
Coordinador, Raúl Mora, desde 1985. La Asistencia ha contado con trabajos
comprometidos sobre todo en el campo y con CIAS estructurados como en
Centroamérica (CIASCA), Colombia (CINEP), Venezuela (Centro Gumilla), México
(CRAS), y similares en República Dominicana, Puerto Rico, Cuba. En esta asistencia
parece ser apreciado el papel de los Centros para la animación de las provincias, sobre
todo en sus reuniones anuales o asambleas.
243. La variedad de trabajos está demandando organismos de coordinación. Esta
integración requiere de mucha reflexión y estudio para lo cual se recomienda la
celebración de encuentros útiles, valiosos, a nivel regional o continental para tratar
asuntos de importancia; la distribución de materiales sobre las realidades sociales y
económicas nacionales e internacionales; incentivar la distribución de Promotio Justitiae
como medio adecuado de diálogo e intercambio. La integración entre fe y justicia tiene
un espacio inmediato de acción en la vitalidad de las provincias y de toda la Compañía
de Jesús, pero es también un servicio a la Iglesia en misión evangelizadora por el
anuncio del Reino de Dios a los pobres.
244. Se constataba la necesidad de superar los esquemas y las mentalidades que se
encierran en el marco de lo nacional o provincial, cuando el mundo va superando las
fronteras territoriales. Igualmente, en un mundo de rápida comunicación y eventos cada
vez más veloces, se pide de nosotros la elaboración de redes para acciones urgentes.
245. Mirando al futuro, desde este segundo encuentro, se esperaba mucho del Seminario
sobre Derechos Humanos a celebrarse en León, Guanajuato, México del 1 al 6 de marzo
de 1993. Y se proyectaban temas para el tercer encuentro con estos interrogantes: ¿cual
es el modelo de desarrollo para nuestros pueblos?; ¿qué modelos alternativos se pueden
proponer?; ¿Como contribuir en la preparación de la futura CG 34? ¿Cómo mejorar las
funciones de los coordinadores del sector social? ¿Cómo servir a la Iglesia a partir de la
Conferencia Episcopal de Santo Domingo, octubre 1992?
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