HISTORIA DEL SECTOR SOCIAL Ricardo Antoncich S.J. (Materiales para una historia del sector de apostolado social de la Compañía de Jesús en América Latina (1950-2000) LOS COMIENZOS Y LOS CIAS ................................................................................................ 2 EL PADRE ARRUPE Y EL APOSTOLADO SOCIAL .............................................................. 6 ENCUENTRO DEL CLACIAS EN MÉXICO (1970) ................................................................. 9 ORIENTACIONES DEL APOSTOLADO SOCIAL ................................................................. 13 SITUACION DE LOS CIAS EN 1970 ....................................................................................... 17 EL ENCUENTRO CLACIAS EN RIO DE JANEIRO (1975) ................................................... 23 COORDINACIÓN DEL P. JORGE JULIO MEJÍA.1980-1986 ................................................ 29 SIGNIFICADO DE LA C.G. 33A. ............................................................................................. 34 LA II ASAMBLEA INTERNACIONAL DE LOS INSTITUTOS Y CENTROS SOCIALES . 39 LA GESTIÓN DE RAÚL MORA I. ........................................................................................... 47 LA GESTIÓN DE RAÚL MORA II........................................................................................... 54 LA CONGREGACIÓN DE PROVINCIALES Y LA MISIÓN FE-JUSTICIA, LOYOLA, 1990. ..................................................................................................................................................... 57 LA GESTIÓN DE JULIO MORA (II) PRIMER ENCUENTRO DE COORDINADORES EN SANTO DOMINGO 1991 .......................................................................................................... 61 LA GESTIÓN DE RAÚL MORA III. SEMINARIO CÉSAR JEREZ Y SEGUNDO ENCUENTRO DE COORDINADORES EN BOGOTÁ 1992 .................................................. 67 LOS COMIENZOS Y LOS CIAS Introducción: Una de las mejores maneras de comprender la identidad de un sector apostólico de la Compañía de Jesús es conocer su historia. Este ensayo quiere aportar materiales para ello e invitar a los protagonistas de las diversas etapas a enriquecer con sus memorias y experiencias estos materiales. Reconocemos las inevitables lagunas y omisiones debido a la inexistencia de un centro de documentación. Los materiales se encuentran dispersos en archivos de los CIAS, de las Curias Provinciales y de la Curia Generalicia. 1. El sector del apostolado social tiene una rica historia en los últimos 50 años. Este apostolado jesuítico se configura en formas actuales pero tiene la tradición de cuatro siglos, en los cuales los ideales de la evangelización y la defensa de la justicia fueron vividos en forma integrada. Tal vez lo que más impacta nuestra memoria han sido las famosas “reducciones” en varios países latinoamericanos. 2. En la forma actual, el apostolado social fue gestándose bajo la inspiración de la doctrina social de la Iglesia, a partir de 1891 con la Rerum Novarum de León XIII. En los cuarenta años que transcurren hasta la siguiente encíclica social Quadragesimo Anno, de Pio XI, fueron fundados los centros sociales de la Action Populaire en Francia, el Catholic Social Guild y Catholic Workers College en Inglaterra, Fomento Social en España, el Catholic Interracial Council en Estados Unidos. 3. Por parte del gobierno de la Compañía, estas orientaciones de la Iglesia fueron recogidas por los Superiores Generales y las Congregaciones Generales. El P. Juan Bautista Janssens llama a toda la Compañía a vivir una actitud social en sus ministerios en su Instrucción sobre el Apostolado Social. El P, Pedro Arrupe elegido en 1965 como General de la Compañía destaca la promoción de la justicia como elemento central de la identidad y misión del jesuita de hoy. 4. Con valiosa información, el articulo de Michael Czerny y Paolo Foglizzo sobre el Apostolado Social en el siglo XX, (publicado en Promotio Justitiae n.73, Mayo 2000) nos coloca en el contexto del origen y crecimiento de este sector en el apostolado de la Compañía de Jesús. El objetivo de nuestro trabajo es evocar la historia latinoamericana del sector. 5. Tomando como punto de partida 1950 podemos hacer un recorrido paralelo de la historia latinoamericana de nuestro sector social. Distinguimos dos grandes etapas en esta pequeña historia: la primera, en la que los CIAS tienen el papel protagónico, y la segunda, en la que se va consolidando la coordinación de obras sociales en las provincias y a nivel de las dos Asistencias hasta el momento de constitución de la CPAL, como única conferencia de Provinciales de América Latina. Para la primera nos ha servido la “Breve Historia”de Michael Campbell-Johnston, publicada en Promotio Justitiae n. 66, febrero 1997; y unas notas del P. Francisco Ivern en un informe para la comisión preparatoria de la Congregación General 32a. Para la segunda hemos usado los Informes Anuales de Apostolado Social de la Asistencia América Latina Septentrional (1986-1995), y las Actas de las Reuniones I-V de delegados o coordinadores provinciales del Apostolado Social en América Latina (29.Sept.91-11 jul. 95) presentados por Raúl H. Mora Lomeli (MEX) sobre la gestión de Jorge Julio Mejía (COL) y la suya; y luego la posterior documentación recogida por Francisco de Roux (COL) para el período 1995-1996; y por Jorge Cela (ANT), para el período 1997-2000; todos ellos coordinadores de la Asistencia Septentrional. Los encuentros internacionales convocados por esta Asistencia contaron siempre con la presencia de los coordinadores de la asistencia Meridional cuyos coordinadores fueron el P. Luis Perez Aguirre (URU) para el período 1991-1993; y el P. Juan Luis Moyano (ARG) para el período 19932000. 6. Estos informes siguen, de alguna manera, la tradición de la Compañía de Jesús de las “cartas annuas” o informes anuales que todos los superiores debían enviar al P. General en razón de su cargo y que constituyen una fuente de informaciones para los historiadores. Algo así, en pequeño por las fronteras del tiempo (50 años) y del espacio (sólo América Latina y el Caribe) y de la autoridad a la que se informa (las Conferencias de Provinciales), pretenden estas páginas de “memoria histórica” que contribuyen a nuestra identidad. 7. A nivel latinoamericano, la Compañía de Jesús estaba organizada en dos Asistencias: ALS: Septentrional (Méjico, Caribe, Centro América y Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador) y ALM: Meridional (Perú, Chile, Bolivia, Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil). 8. Hay una extraordinaria actividad en el campo social en varias provincias; en otras no se desarrollaron los centros sociales o el trabajo social no cuajó en instituciones sólidamente establecidas. Nos interesa en este informe no tanto la descripción de las actividades de las Provincias, sino su articulación por medio de estructuras u organismos de coordinación. Esta tarea ha sido llevada a cabo, en la primera etapa por la CLACIAS (Coordinación Latinoamericana de Centros de Investigación y Acción Social) y, en la segunda, por los Coordinadores de las Asistencias Septentrional y Meridional con sus “tiempos fuertes” en los Encuentros de Coordinadores. Dedicamos a la primera etapa el capítulo primero. Capítulo Primero: EL APOSTOLADO SOCIAL A TRAVES DE LOS CENTROS SOCIALES La fundación de los CIAS 9. No es difícil encontrar ya en Congregaciones Generales anteriores, la inspiración del binomio “fe y justicia” que la futura Congregación General 32ª. haría patente en 1974. Así por ejemplo, el decreto 29 de la C.G. 28ª., n.1 recuerda que la Compañía fue fundada para la defensa y propagación de la fe, pero a su vez constata que la manera de pensar y vivir de la mayoría, así como los mismos principios de la vida pública, se apartan cada vez más de la fe cristiana. A los jesuitas les incumbe el primordial y gravísimo deber de que se esfuercen, por su parte, en que toda la vida pública y privada se conforme con la doctrina del Evangelio y que las ovejas perdidas sean traídas al redil de Cristo. Esta exigencia es todavía más explícita en el decreto 29 de la C.G. 29ª. que invita a los jesuitas conforme a su amor a Cristo Rey y a su Esposa la Iglesia.... a no perdonar trabajo ni esfuerzo alguno a fin de que se establezca el recto orden de la sociedad. Para ello la C.G. 29ª. considera muy importante establecer centros de acción y estudios sociales. El P. Janssens y la fundación de los CIAS 10. El 10 de octubre de 1949 el P. Janssens presenta la Instrucción sobre el apostolado social que justifica la necesidad del apostolado social por la índole de nuestra vocación, las prescripciones del Instituto, el daño producido por el comunismo ateo y el liberalismo capitalista; y la situación de los trabajadores debida a las injusticias sociales y las desordenadas estructuras económicas. Por tanto el apostolado social debía proporcionar bienes temporales y espirituales, aun de orden natural, imprescindibles para que el hombre no se sienta oprimido, postergado y expuesto a condiciones muy difíciles de soportar. Hay clara conciencia en esta instrucción de que las causas son las estructuras económico-sociales que requieren formas apostólicas específicas en centros sociales, pero también en forma genérica en todas nuestras obras educativas y espirituales. proporcionando conocimiento de la realidad y formando la conciencia cristiana. 11. El P. Janssens, concretando las orientaciones dadas en su carta, confió al P. Foyaca, hacia mediados de la década de los 50, una visita a todas las Provincias de América Latina, en torno a la entonces llamada “cuestión social” . De allí nacieron prácticamente en todas nuestras Provincias los CIAS (Centros de Investigación y Acción Social, con este u otro nombre) En 1966 ya existían 23 CIAS en toda la Compañía, englobando a 165 jesuitas activos en esta línea; y de ellos 11 centros y 87 jesuitas eran de América Latina. 12. El énfasis del trabajo social está puesto en la palabra “estructura”. Se trata de poner en práctica la visión cristiana de una sociedad justa. Los centros sociales quieren ofrecer personas competentes, instrumentos y medios para análisis sociales rigurosos, pero también estar presentes y cercanos a las “víctimas de la injusticia”. Desde estos centros se trata de alimentar una dimensión social que debe caracterizar todo el apostolado de los jesuitas que integre el servicio de la fe con la promoción de la justicia. 13. La misión de fundar los CIAS dio inicio a reflexiones que los grupos fundadores hicieron para comprender bien el sentido de su trabajo. Fueron los mismos Provinciales los que confiaron a estos grupos la tarea de clarificación sobre finalidad, medios y organización del Centro Social. Los informes recoge documentos previos y orientaciones dadas por el P. Janssens. En todos ellos se reconoce el apostolado social como uno de los apostolados específicos de la Compañía de Jesús, regulados, por tanto conforme al fin propio señalados en las Constituciones y decretos de las Congregaciones Generales. Las orientaciones más específicas fueron dados por los PP. Manuel Foyaca y Pierre Bigo. 14. Un gran paso se da el 24 de diciembre de 1962 en una carta del P. General Janssens a los superiores mayores de América Latina sobre promoción y desarrollo de los CIAS. En esta carta se urge a no confundir la acción de beneficencia con la acción social (y esta confusión explica, tal vez que no se constituyan plenamente y a tiempo los CIAS), y a tener en cuenta que el instaurar un recto orden social requiere influir en la opinión pública y en el gobierno de las naciones. La urgencia del apostolado social de la Compañía es exigida ante propuestas marxistas y el desenfrenado liberalismo “manchesteriano” incapaz de liberar de la miseria a la clase universalmente extendida de los pobres. El P. Janssens no ignora que el apostolado social debe estar en permanente contacto con la realidad, sin el cual el estudio se vuelve meramente académico e incapaz de orientar la acción; pero insiste en forma muy vigorosa en el “trabajo de estudio y sólida preparación de la acción, más austero y cada vez más necesario”. Por eso no es favorable a que el trabajo de los CIAS se confunda con el de una universidad cuyas exigencias académicas imponen un ritmo que puede perjudicar las finalidades propias de los CIAS. 15. El P. Pierre Bigó comentando estas orientaciones en octubre de 1963 insiste en la unidad estudio-acción como propia de los CIAS. Los Centros deben planear su investigación, su enseñanza y sus publicaciones como una perspectiva de acción y de transformación sociales. Esta voluntad de cambiar la realidad social para hacerla conforme a los preceptos evangélicos y moderarla según la Doctrina Social de la Iglesia constituye el alma del CIAS. Si ésta estuviera ausente, el CIAS no respondería a lo que de él espera la Compañía. Su objetivo es ayudar a las masas populares a alcanzar la plenitud de sus derechos y su papel en la sociedad global según los principios de la doctrina social católica. Estas opciones fundamentales en favor de los más pobres, justifica que como religiosos y sacerdotes le consagren su vida sin dejarse llevar de ilusiones de lo “espiritual puro” que les alejan de la misión recibida de la Compañía ya que esta misión es ella misma un verdadero apostolado. 16. La misión apostólica en el campo social requiere un serio conocimiento de la realidad social, es decir de las estructuras que conforman la sociedad actual; un conocimiento encarnado de la situación humana de la clase trabajadora, y una permanente reflexión para encarnar la doctrina social de la Iglesia en el contexto de situación latinoamericana. El cambio de mentalidad de personas e instituciones debe realizarse por la orientación de la opinión pública y de los gobernantes hacia los valores de la justicia y de la solidaridad. 17. En forma paralela al CIAS de Argentina que elabora las reflexiones anteriores, otros dos CIAS, el de Uruguay y el de Chile hacían reflexiones semejantes y definían sus tareas. Tomando como modelo el centro de L’Action Populaire, de París, y en un contexto social muy marcado por las fuertes migraciones europeas características del Cono Sur de América Latina, se recogían las inquietudes de la época de ebullición social y eclesial en la preparación y realización del Concilio Vaticano II. EL PADRE ARRUPE Y EL APOSTOLADO SOCIAL El P. Pedro Arrupe y la expansión de los CIAS 18. La elección del P. Pedro Arrupe como General de la Compañía, en 1965, marca una etapa de renovado impulso al trabajo social en América Latina. Este apoyo se hizo evidente en la prontitud con que el P. General acogió las sugerencias de los CIAS y el estímulo que ofreció para sus reflexiones. 19. Los miembros del CIAS de Uruguay se reunieron con representantes de Chile y Argentina del 31 de diciembre de 1965 al 4 de enero de 1966. Participaron los PP. Juan Luis Segundo, Director del CIAS, Assandri y Cetrulo de Uruguay; los PP. Sily (director) y Balista, de Argentina; los PP. Hernán Larraín (Director), Arroyo, Zañartu y Ossa, de Chile. Estudiaron realidades y contextos nacionales, confrontación de principios de acción, posibilidades de colaboración de los tres CIAS, y de colaboración con los demás del continente. En realidad esta reunión tenía ya un precedente, la reunión de los tres CIAS en Santiago de Chile en diciembre de 1963. Se destacaba en ambas reuniones la convergencia en el tema de la elaboración y difusión de la doctrina social de la Iglesia, el trabajo de asesorar organismos de inspiración cristiana en el ámbito empresarial, obrero, sindical, estudiantil. De los tres CIAS, el de Chile se integra en un proyecto más amplio: el del Centro Bellarmino, como espacio de diálogo interdisciplinar con filósofos, teólogos, pedagogos, moralistas, etc y con mayor presencia en el plano social, pastoral y cultural, a través de la revista “Mensaje”. 20. La tarea de “elaboración doctrinal” es pensada en varios momentos: a) inteligencia del dato revelado como revelación histórica, que no es por consiguiente una revelación de esencias o de principios sino la de una relación de amor entre el hombre y Dios, que busca manifestarse en la historia y que ha hallado la cumbre de su expresión en Jesucristo; b) inteligencia de la situación histórica actual y esto mediante el uso de hipótesis y teorías científicas e instrumentos técnicos cada vez más perfeccionados, que revelan de manera creciente la complejidad de las situaciones sujetas al análisis; c) retorno al dato revelado a partir de esta mayor complejidad descubierta mediante las técnicas y ciencias, y de la nueva inteligencia del mismo dato revelado a partir del estudio critico del lenguaje que lo ha expresado históricamente en la escritura y la tradición dogmática; y de la pregunta que el hombre plantea a Dios desde su nueva situación histórica; d) elaboración del juicio que merece una situación actual de convivencia a la luz de esta inteligencia renovada de la revelación. Este juicio de situación se resuelve luego en diversos juicios prácticos que son, también, objeto de la elaboración doctrinal del CIAS y que, según su diverso grado de abstracción o de concreción, son llamados doctrina, modelo o proyecto. 21. Se insistió en este encuentro de CIAS del Cono Sur en la necesidad del diálogo interdisciplinar entre ciencias sociales, filosofía y teología. Se consideraban básicas en el campo social la sociología, economía, ciencias políticas, antropología cultural y psicología social. 22. Existía acuerdo en que la promoción del desarrollo debe hacerse por medio de instituciones. ¿Cuáles? ¿Qué significa la “inspiración cristiana”de estas instituciones? ¿se deduce del cristianismo un sólo modelo de sociedad? ¿aconseja la urgencia de la eficacia escoger entre un abanico posible, la propuesta de un sólo modelo? ¿qué sucede con otras instituciones no cristianas, sobre todo cuando las radicalizaciones entre los polos tienden a hacer caricaturas de las posiciones que en sí son más complejas? Una conclusión interesante fue la de ser un camino de diálogo entre distintas posiciones para evitar polarizaciones simplificadoras. 23. El problema de la cooperación con otras instituciones es todavía más complejo en el plano de la ejecución de proyectos. No se consideraba ajena a la función del CIAS la tarea de asesoría, e incluso de implementación de algunos proyectos, pero sin desviar la atención del trabajo teórico esencial para el apostolado de la Compañía. 24. El informe del encuentro señala al final conclusiones muy prácticas de colaboración entre los tres CIAS, sobre todo para el estudio de temas, favorecer las publicaciones, y el intercambio frecuente entre los directores de los CIAS. Aprovechar la visita de expertos no latinoamericanos (se mencionó la visita del P. Michel de Certeau, del equipo de Christus) y el intercambio de experiencias con otros CIAS de A.L. 25. Vale la pena destacar un acuerdo: “activar la función de secretarios que faciliten las comunicaciones entre los CIAS” . De hecho, pocos meses después de esta reunión iba a concretarse la estructura de intercambio entre los CIAS. Fundación del CLACIAS 26. En julio de 1966 tuvo lugar en Lima la primera reunión de los CIAS de América Latina dedicada a aclarar la naturaleza y objetivo de los Centros. Allí se pidió al P. General que creara un consejo de coordinación para los CIAS y que hiciera una declaración oficial sobre la postura de la Compañía respecto al conflicto social en América Latina. El P. Arrupe reflexionó sobre el papel de los CIAS y promulgó los estatutos formales: “El objetivo fundamental de los CIAS (consecuentemente con el objetivo fundamental del apostolado social) es la transformación de la mentalidad y las estructuras sociales en un sentido de justicia social, preferentemente en el sector de la promoción popular, a fin de hacer posibles una mayor dedicación, participación y responsabilidad, en todos los niveles de la vida humana” (Acta Romana 14 (1966) 79495). 27. El 12 de diciembre del mismo año, el P. General dirige a todos los Superiores Mayores de América Latina una carta sobre El apostolado social en América Latina. Allí se anuncia la creación del Consejo Latinoamericano de los CIAS (CLACIAS), con cuatro Coordinadores Regionales para las dos asistencias Septentrional y Meridional (ALS, ALM): los PP. Hernán Larraín (CHL) para ALM-I; Nelson Queiroz (BRC) para ALM-II; Jaime Martínez (COL) para ALS-I, y José Luis Alemán (ANT) para ALS-II. El P. General designó como secretario ejecutivo al P. Larraín, fijando la sede de CLACIAS en Santiago de Chile. 28. El Padre Arrupe constata en la carta citada la dolorosa situación: “Es tristemente grave que haya todavía hoy en la Compañía, aun entre los que tienen cargos de gran responsabilidad, quienes no han captado la urgencia y prevalencia del problema de justicia social” (Acta Romana 14 (1966) pag 790, n.8). 29. Circunstancias personales de salud obligarán al P. Larraín a pedir ser sustituido en el cargo. Después de varias consultas el P. Arrupe nombra, en carta a los directores de los CIAS del 13 de febrero de 1968, al P. Pierre Bigó como secretario ejecutivo del CLACIAS y al P. Alberto Sily como Coordinador de ALM-II. 30. En mayo de 1968, los Provinciales y vice-provinciales de América Latina se reunieron, junto con el Padre Arrupe, en la casa de retiros de Gávea, en Rio de Janeiro. Fruto de esta reunión fue la denominada Carta de Rio, dirigida a todos los jesuitas de América Latina, uno de los documentos constitutivos del apostolado social de las dos asistencias. En setiembre de 1968, el P. Arrupe nombró al P. Francisco Ivern su consejero para el apostolado social y al mismo tiempo creó en la Curia el Secretariado para el Desarrollo Socio-Económico (JESEDES), hoy Secretariado de Justicia social. 31. Por medio de “Informaciones del CLACIAS”, el P. Bigó fue comunicando los progresos de los CIAS y de su Consejo Latinoamericano. Los CIAS se reunían por asistencias. En Medellín, Octubre de 1969, se decide que con motivo de algunas reuniones del Consejo, se reúnan también los directores de los CIAS de la asistencia respectiva al lugar de la reunión. 32. La lista de los Centros, elaborada en Setiembre de 1969 mencionaba 11 Centros, correspondientes a las Provincias y respectivos directores: ANT (José Luis Alemán), BOL (Francisco Nadal), Brasil (4 provincias: Pedro Velloso), COL (Francisco Zuloaga), CHL (Renato Poblete; y sede del secretario ejecutivo de CLACIAS, Pierre Bigó); CAM (4 centros, en Panamá: Juan de Dios Antolínez; El Salvador: Jesús Rodríguez; Managua: Noel García; Guatemala: Federico Sanz); MEX (2 sedes: Mexico DF, Enrique Núñez; Torreón: Humberto Garcia, Bedoy Arámbula; PAR, Luis Ignacio Ramallo; PER: Ricardo Antoncich; URU: Juan Luis Segundo; VEN: Alberto Micheo; Guyana: GISRA: Michael Campbell Johnston. 33. La historia del Apostolado Social en América Latina debe mucho a esa primera etapa pionera de la fundación de los CIAS. Hubo resistencias a las iniciativas de los PP. Janssens y Arrupe, en gran parte por la novedad del campo social, sobre todo como misión de una orden religiosa de carácter sacerdotal; con el trascurso del tiempo, sin embargo, las resistencias cedieron ante los profundos cuestionamientos que la grave situación de los pobres, y de las causas estructurales de su marginación levantaban a nuestro apostolado. A este sector apostólico le ha tocado ser actor de muchos momentos importantes vividos por la Iglesia Latinoamericana después del Concilio, primero por la temática del desarrollo, y luego por todo el significado de la liberación cristiana, formas algo diferentes de plantear el compromiso por cambiar estructuras sociales como fruto de reflexiones propias de nuestro continente. ENCUENTRO DEL CLACIAS EN MÉXICO (1970) La década de los 70. 34. La década del 70 está marcada por evoluciones, no solo la indicada del paso del desarrollo a la liberación, sino también porque la “participación de la base” fue considerada como esencial en cualquier proceso genuino de crecimiento. Por eso el informe sobre el estado de la Compañía que el P. Arrupe presentó a la Congregación de Procuradores de 1978 expresa lo siguiente: “El sector social propiamente dicho también se ha desarrollado y dado origen a nuevos compromisos tanto a nivel personal como institucional. Los centros de Acción Social que en el pasado jugaron un papel tan importante, han acusado en varias regiones una fuerte crisis. Procuran ahora adaptarse a las nuevas exigencias vinculándose más estrechamente con los que trabajan a la base, abriéndose a la colaboración con otros sectores de apostolado (educación, pastoral, reflexión teológica e interdisciplinar, etc) y ampliando su radio de acción.” (Acta Romana 17 (1978) 435) Una reunión del CLACIAS con temas decisivos: Méjico 1970 35. Por la decisión del Consejo en Medellín, 1969, estuvieron invitados en la reunión del Consejo en Méjico, del 28 de mayo al 6 de junio de 1970, los directores de los CIAS de las dos regiones de ALS, Méjico, Antillas, Venezuela, Colombia, Ecuador y un representante del futuro CIAS de Centroamérica. Participaron 13 jesuitas: el Asistente de ALS, P.Manuel Acevez, los cuatro coordinadores del Consejo: PP. José Luis Alemán, Jaime Martínez, Nelson Queiroz, Alberto Sily; el delegado del apostolado social en la provincia de Méjico, P. Xavier Scheifler, los PP. Arnaldo Zenteno y Enrique Núñez, superior y director del CIAS de Méjico respectivamente, El P. Leonardo Izurieta, director del CIAS de Quito, el P. Alberto Micheo, director del CIAS de Caracas, el P. Michael Campbell-Johnston, director del GISRA (Guyana Institute for social research and action), el P. César Jerez representando el futuro centro de Centro América, y el P. Pierre Bigó, secretario ejecutivo del CLACIAS. 36. Además de la revisión de la situación de los CIAS respectivos se estudiaron dos temas: la contestación en la Iglesia, y la fundamentación y criterios de la presencia de los jesuítas en el campo socio-político y socio-económico. Ambos eran una exigencia en aquellos tiempos post-conciliares que despertaron corrientes de crítica y deseos de expresión en el pueblo de Dios; y en la Compañía, el deseo de mantener el carácter sacerdotal del Instituto, y destacar el aspecto apostólico en campos que no son estrictamente religiosos. 37. El estudio sobre la contestación destaca la absoluta novedad de este hecho en la vida de la Iglesia. No se trata de mera expresión pública de opiniones sino de hacer reconocer ciertos derechos, modificar actitudes y posiciones de las autoridades eclesiásticas cuando el diálogo no existe o parece inoperante; no es negación de la autoridad sino implícito reconocimiento de su función. Es, en realidad, fruto de una revolución cultural que afecta también el orden social y político, pero que en la Iglesia se desarrolla a partir de las premisas puestas en el Concilio Vaticano II sobre la participación y corresponsabilidad del laico y del sacerdote en la comunidad cristiana. A diferencia de otros contextos en los que el tema de la contestación es el de problemas teológicos o estatuto del sacerdote, en América Latina es motivada por discrepancias sobre el ejercicio de una pastoral comprometida con la realidad política y económicosocial del país y aun del continente, y muchas veces surge por la falta de coherencia entre declaraciones de la Jerarquía y actuaciones u omisiones concretas. La contestación se expresa agresivamente en dos polos: los que desean cambios acelerados y los que quieren dejar las cosas como están. 38. La evaluación muestra aspectos positivos del fenómeno, como el hacer tomar conciencia de situaciones y problemas reales, modificando incluso algunas decisiones. El silencio por parte del laico o del sacerdote, en ciertas circunstancias, puede ser una falta del sentido de su responsabilidad y de valentía en el cumplimiento de la misma. Sin embargo, hay en la contestación, cualquiera sea el responsable, cierta sustitución de una relación comunitaria por una relación de fuerza, es decir del paso de expresión de tensiones y conflictos por canales normales, a canales extraordinarios o no institucionales. La legítima contestación debe incluir la búsqueda de una relación comunitaria normal, en la medida de lo posible, y no tender a transformarse en una institución permanente de la Iglesia, y mucho menos a ser pensada en categorías de lucha de clases. No puede esperarse en todas las circunstancias que la autoridad se conforme con la mayoría, pero sí que la expresión de la mayoría sea cuidadosamente considerada por la autoridad. 39. El ejercicio normal de la corresponsabilidad debería estar fundado en el discernimiento ignaciano, vivido en oración y comunitariamente, sobre los inconvenientes respectivos del silencio y de la manifestación pública de la discrepancia, para no poner en juego el bien de la comunidad. El amor a los pastores y la sincera fidelidad al Pueblo de Dios deben translucirse de manera permanente en la forma misma de la contestación. Exige también la coherencia entre vida y palabras; el evitar medios que luego pueden imposibilitar la reconciliación porque significan ruptura por cualquiera de las partes. El espíritu de diálogo supone que la Iglesia viva como comunidad de fe que respeta a las personas, y que reconoce sus funciones propias y valora sus aportes; asi se consigue manifestar la caridad como alma de la comunidad cristiana. Esto pide que se reconozca en toda su dimensión, el misterio de pobreza en la Iglesia. Los pobres, en el sentido bíblico son los que reciben la revelación del Espíritu. Todo poder en la Iglesia, formal e informal, debe ser intérprete fiel de lo que piensan y quieren los pobres, así entendidos, en la Iglesia 40. El diálogo supone, en ambas partes, una desapropiación que no se logra sino a través de una dialéctica de libertad a veces dolorosa. Cada uno en el diálogo debe ser capaz de poner en tela de juicio sus propias posiciones para acoger la verdad del otro. Solamente en este espíritu el diálogo puede ser fecundo. El hecho de estar en grupo puede favorecer la desapropiación, pero a veces puede dificultarla, por ejemplo, si no hay dentro de éste la libertad suficiente y sobre todo si hay condicionamiento de todo el grupo por algunos de sus miembros. Será siempre necesaria una reflexión profunda, comunitaria, dentro de la cual cada uno tenga la libertad, si fuera necesario de defender posiciones difíciles. 41. El problema global en la iglesia, tiene manifestaciones propias en América Latina. La constitución de las comunidades de base parece ser una forma de ejercicio de corresponsabilidad eclesial; suponen una transformación de la pasividad de los laicos y de las actitudes paternalistas y autoritarias de obispos y sacerdotes. Requiere una concientización para desarrollar el sentido de pertenencia a la Iglesia y de la responsabilidad en ella. Implica nuevas formas de organización pastoral como consejos parroquiales, presbiterales, pastorales, etc. La existencia de grupos informales no puede ser vista como negativa, sino como expresión de la libertad de asociación en la Iglesia y contribución a la comunidad cristiana. 42. El segundo tema trabajado en Méjico, mayo 1970, se refiere a la presencia del jesuita en el desarrollo en su dimensión política. Tiene como antecedente una reflexión de la Comisión JESEDES, de la Curia General, en Roma, bajo la dirección del P. Francisco Ivern, del 4 al 9 de febrero de 1970. 43. El tema político, para la Compañía, debe situarse en primer lugar en la relación Iglesia-mundo, con dos aspectos: el reconocimiento del ser humano como ciudadano con la consiguiente la organización de la ciudad en función de esos derechos y el aspecto de confrontación por la dominación de un grupo sobre otros. En la conciencia cívica predominan a veces uno de estos aspectos. El Evangelio tiene mucho que ver con los dos, y el cristiano debe exigir mayor justicia y verdad de aquellos con quienes comparte opciones y acción, que de sus mismos adversarios. 44. El segundo lugar debe considerarse el papel del sacerdote en la política, que oscila entre dos extremos: la indiferencia de la abstención y la pérdida de su identidad sacerdotal. El sacerdote, por su vocación es muy sensible ante la injusticia, pero debe vivir su presencia sacerdotal buscando la solidaridad humana y cristiana en la comunidad de fe que preside, sobre todo en la Eucaristía. Por la vocación escatológica de su ministerio, el sacerdote es un “contestatario por excelencia” que le lleva a acentuar más los fines que la instrumentalidad, el sentido y el significado más que la eficacia y aun la racionalidad. Debe ser consciente de que las utopías suscitan impaciencias que pueden llevar a dejar de lado la ascesis del riguroso análisis de las ciencias sociales y olvidar que la política es siempre el arte de lo posible. 45. La unidad eucarística, principio y fin de la asamblea eclesial no puede ser una ficción que disfrace conflictos reales y legítimos, ni anestesia que duerma a la comunidad en la irresponsabilidad y aun en la complicidad. La unidad eucarística es como la propia escatología “ya y todavía no”, participación anticipada pero todavía no consumación plena, y por tanto, es dinamismo hacia el futuro pero no logro definitivo. 46. El servicio de la Palabra impone al sacerdote actitudes proféticas en circunstancias de crisis de valores fundamentales por las injusticias flagrantes. El servicio del Evangelio le exige denunciar el mal y anunciar el Reino, pero como enviado de la comunidad cristiana. 47. Aplicando estos problemas a la vida y ministerios de los jesuitas, puede establecerse como signo de la rectitud de una comunidad jesuita en relación a la política el examinar si hay o no temas “tabú” en las reuniones de comunidad. Si las posiciones políticas de sus miembros hacen imposible y aun inconcebible el diálogo objetivo y fraterno sobre temas de actualidad, significa o la existencia de inmadurez en algunos o todos los miembros de la comunidad, o una actitud espiritual que no toma en serio el presupuesto de los ejercicios espirituales, ya que es presupuesto de todo diálogo. Nuestra espiritualidad nos lleva a ponderar el “tantum quantum” de relación con el mundo y la historia, con la referencia de ser creados “para” el último fin de la mayor gloria de Dios. Este criterio es también iluminador cuando surge tensión entre obediencia y objeción de conciencia. 48. La reunión del CLACIAS en Méjico en Mayo de 1970, tuvo su mejor resultado en el documento: Algunas reflexiones sobre la orientación social del apostolado de la Compañía en América Latina, que recoge las reflexiones de JESEDES y cuya publicación en las Informaciones del CLACIAS tenía el consentimiento del P. General. ORIENTACIONES DEL APOSTOLADO SOCIAL La década de los 70. Como hemos indicado anteriormente, la reunión del CLACIAS en Méjico en Mayo de 1970, tuvo su mejor resultado en el documento: Algunas reflexiones sobre la orientación social del apostolado de la Compañía en América Latina, que recoge las reflexiones de JESEDES y cuya publicación en las Informaciones del CLACIAS tenía el consentimiento del P. General. 49. Partiendo de la premisa fundamental de que la Compañía no puede definir su misión sino dentro de la Iglesia y al servicio del mundo, los cambios que deben hacerse en la Iglesia y la Compañía deben ser pensados desde la realidad latinoamericana misma. Tomar esa realidad como punto de partida es aceptar que los modelos pre-concebidos no tienen raíces en la experiencia. Y la realidad de América Latina es la crisis en que se encuentra por la división social y distancia entre elite-pueblo. La Iglesia y la Compañía contribuyeron a conformar así a la sociedad y deben reparar eficazmente injusticias o miopías del pasado contribuyendo a una sociedad más justa y por lo tanto más popular. 50. De aquí dos grandes tareas: la crítica profética de la realidad injusta y el activo compromiso por transformarla. La raíz de la eficacia del profetismo está en la conciencia, y por tanto en despertarla ante la iniquidad existente y moverla hacia la acción y el compromiso. En el fondo, la relativa inercia social de la Compañía en América Latina radica en una falla espiritual nacida de una concepción teológica inadecuada que reduce el cristianismo a relaciones individuales entre Dios y el hombre, dejando la actividad humana sobre el mundo y las relaciones inter-sociales, que en ella se crean, como mero apéndice ético del cristianismo. 51. Dios confió a la humanidad la tarea de dominar la tierra. Es por tanto tarea religiosa en su origen y finalidad última, aunque histórica, social, económica, política en sus medios y fines subordinados. Todas las cosas deben ordenarse a Cristo. El mundo y la sociedad que se organiza para dominar la creación y construir la historia son signo y anticipación de la futura y perfecta creación. Por eso el trabajo pone ya al ser humano en la historia de la salvación; pero se aleja de ella cuando la actividad humana se pervierte para oprimir a las personas y reducirlas a instrumentos. Esta perversión fue denunciada por Cristo. El desprecio del pobre, el ansia de riqueza y de dominio, el sinnúmero de preceptos rituales que ponía sobre los hombros de la humanidad, son objeto continuado de su denuncia. Cristo llegó a supeditar la legitimidad del culto al respeto al hombre, y a identificar el amor al prójimo con el amor a Dios. Así fue liberador de una humanidad oprimida por la iniquidad. Cristo nos abre a la íntima comunicación con Dios pero sin romper el sentido religioso de la actividad humana para organizar el mundo. La Eucaristía, símbolo y realidad de los creyentes con El, es también símbolo y realidad de la unidad del mundo todo, donde se transforma el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, cabeza de la creación visible e invisible. 52. El cristianismo es denuncia pero también anuncio de la realidad de Reino de Dios que se manifiesta en la justicia y la fraternidad. Para ello es necesario orientar la acción. Si América Latina vive la tensión entre una minoría dominante y una mayoría dominada, el trabajo social debe orientarse a esa mayoría para que sea dueña de su propio destino; es decir una promoción humana que no puede ser impuesta desde arriba, sino fruto de la misma población dominada como fundamento de sus propios valores. Para ello se requiere la motivación que nace de una clara conciencia de la situación de injusticia y dominación junto con el convencimiento del propio valor y capacidad para superarla. A esta tarea llamamos “concientización”. Pero una concientización sin canales de realización resulta contraproducente y peligrosa. Por esto la concientización ideal es la que parte de acciones concretas en las comunidades de base. La fuerza del pueblo marginado es su número y la conciencia de su situación, pero el obstáculo es la desorganización. Sólo por la organización en comunidades de base, el número adquiere potencia y los valores se vuelven significativos en el proceso de promoción. La meta de este proceso liberador es la participación efectiva en las decisiones políticas, económicas, sociales y religiosas de la sociedad global; pero en situaciones de opresión esta participación es prácticamente nula y produce en la psicología del oprimido una actitud de falsa incapacidad. De allí la necesidad de concientizar también sobre el derecho de la participación. Concientización que resultará también inoperante y peligrosa si no se logran formas concretas de su ejercicio. 53. La participación inmediata de la base en centros de decisión nacional es casi imposible si primero no existe la participación en organizaciones intermedias. Pero a este proceso debe corresponder el de la concientización de altos poderes para orientar el ejercicio de las funciones macro-sociales en favor de las comunidades de base. Desgraciadamente los hechos demuestran que esta última concientización no llega fácilmente a ser efectiva. Incluso puede dudarse si el sistema económico social vigente en América Latina es capaz de subsistir sin un mundo de opresión en que apoyarse. 54. Para el jesuita la presencia en el mundo de los oprimidos es prioritaria, no sólo por el testimonio de pobreza, sino como levadura en la masa que acompaña el dinamismo de aspiraciones populares, participando por tanto en el despertar de las conciencias dormidas por la opresión. La promoción de los pobres choca con la organización social que los ha marginado, sobre todo cuando se trata de sustituirla por una más justa y equitativa. La justicia de esta causa reclama el compromiso en ella. ¿Significa esto que todos los métodos y propuestas políticas son igualmente elegibles? ¿Que deben ser asumidas por nosotros, jesuitas en nuestra acción social? 55. Tenemos aquí el camino de Jesús de quienes queremos ser compañeros. Cristo renuncia al uso del poder político que consigue la eficacia, para apuntar al otro poder que libera la totalidad de la conciencia humana y de la sociedad. Por eso, siguiendo su camino y ejemplo, las medidas concretas de política no forman parte de nuestro instrumental apostólico sacerdotal. Creemos que estamos ante una dolorosa renuncia, ante una auténtica ´kénosis´, que compartimos con Cristo y que sentiremos tanto más agudamente cuanto más incomprensible resulte, precisamente a aquellas personas en quienes nuestra palabra ha encontrado tierra más propicia y quienes creerán, casi necesariamente, que nuestro compromiso no ha sido auténtico. 56. Creemos, con todo, que nuestra misma función kerigmática de los últimos valores del hombre y por tanto eventualmente crítica de toda opción política concreta, así como nuestro papel de ministerio de la eucaristía, sacramento de la unidad humana, no hacen de nosotros aliados ideales de opciones políticas concretas. La distancia crítica que nuestro horizonte escatológico nos obliga a adoptar en bien de la misma humanidad, es para nosotros absolutamente irrenunciable. Quizás el conocimiento de estas ineludibles exigencias sacerdotales y la seguridad de que tampoco nosotros escaparemos incólumes de la persecución por la justicia, puedan hacer comprender a muchos que el misterio de última pobreza de Cristo en el campo político, puede ser necesario también en sus sacerdotes. 57. La tentación del clero ha sido, a lo largo de los siglos, sacralizar la fuerza para imponer su visión de la vida y de la sociedad. Es el momento de renunciar a estos caminos, pero teniendo en cuenta que si no es legítima esta manera de sacralización de lo político para transformarla en una causa justa, mucho menos lo es para mantener la injusta organización política actual. Contra esto tendremos ciertamente que ejercer nuestra denuncia profética en lo que toca a la orientación general y a eventuales abusos directos contra los derechos de la persona humana. 58. El documento propone sugerencias sobre la acción social concreta, inspiradas en el espíritu y muchas veces en la letra de las cartas del P.vJanssens y del P. Arrupe a los CIAS; en la Carta de Río y en los documentos de Medellín. Hay que examinar causas y motivos de la divergencia entre documentos normativos y práctica de vida, fenómeno que se manifiesta también en la Compañía. Para buscar mayor coherencia se sugieren aspectos: a) Estilo de vida. Parece que nuestro modo de trabajar está imbuido de un espíritu feudalista con obras que son en realidad islotes cerrados, ya sea alrededor de una persona o alrededor de una institución jesuítica. Esto mina en gran parte la única razón de ser de nuestras obras que es el servicio al mundo y a la Iglesia, y el único espíritu con que deberían ser llevadas a cabo, que es la colaboración con amplios sectores del mundo y de la Iglesia. Para cambiar esta situación es necesario que los jesuitas tiendan a experimentar auténticas comunidades de vida. Estas comunidades deberían estar profundamente marcadas por la coherencia entre su estilo de vida y las exigencias de la inspiración social de todas nuestras obras. b) Política de acción: adoptar una dialéctica constante entre estudio-acción-reflexión, de modo que los estudios habiendo captado los valores socio-culturales existentes, pongan en marcha acciones liberadoras. Para ello buscar agentes multiplicadores necesarios en cada caso y nivel. Trabajo conjunto de Consejos de educación, pastoral y apostolado social, de modo que todas las áreas vivan la dimensión social. La prioridad de lo social demanda que en la Compañía una proporción mayoritaria de su personal esté dedicada al apostolado social directo. Para ello es necesario una renovación de nuestros conceptos teológicos y reconversión del trabajo a nivel personal e interprovincial. Por la limitación de recursos no podemos actuar en todos los campos ni dispensarnos en muchas instituciones dentro de cada campo. c) Estrategias: en el área de la educación examinar el papel de colegios y universidades en la transformación de la comunidad o del país, y cómo se implementa el cambio; en el área social estudiar los mecanismos de dependencia y decisión ya que gran parte del desequilibrio social depende de centros de poder; pero con realismo por los resultados escasos obtenidos en ese nivel, hay que concentrar esfuerzos en las organizaciones de base para que adquieran capacidad de contribuir al cambio estructural. Para ello se deben estudiar las actitudes y valores del pueblo y sobre esta base formular, experimentar y poner en práctica métodos eficaces de promoción del marginado, como por ejemplo concientización de adultos. Los jesuitas deberían estar presentes en aquellos grupos que son verdaderamente eficaces. Los sacerdotes rurales pueden ser grandes agentes de cambio de las comunidades. La comunicación con ellos y la oferta de nuestros estudios técnicos pueden ser una forma práctica de colaboración de gran eficacia real. Los grupos universitarios tienen conciencia de las injusticias existentes. Hay que comprender sus motivaciones para evitar idealismos en la marcha común hacia la realidad concreta. No olvidar el valor de la predicación evangélica sobre el significado de la riqueza y pobreza en el cristianismo. De allí la importancia de preparar esquemas de predicación con especiales aplicaciones sociales. Estudiar modelos no capitalistas para nuestros economatos provinciales; nuestros sistemas de financiamiento siguen funcionando con normas que criticamos. Ofrecer a todos los jesuitas, sobre todo a los no dedicados al campo social, reuniones abiertas para que no se cierren en la problemática de su obra y no pierdan la perspectiva nacional en que están inscritos. En el área pastoral, quienes trabajan en parroquias, residencias y casas de ejercicios deberían ofrecer una visión integral de cristianismo y evitar visiones “angélicas” absolutamente unilaterales. Ellos son eficaces formadores de la educación religiosa del pueblo y formación de verdaderas comunidades cristianas de vida y pueden hacer un gran bien, pero también inconscientemente aportar falsas justificaciones a actitudes y conductas alejadas del espíritu del Evangelio. SITUACION DE LOS CIAS EN 1970 Informes sobre los CIAS. Situación en 1970. 59. Además de este documento trabajado en el encuentro, la reunión de Méjico fue abundante en su información sobre las actividades concretas de los CIAS. Desde Brasil se informa el inicio del curso anual en IBRADES (Instituto Brasileño de desarrollo; institución propuesta como obra interprovincial, en Mayo de 1968 en encuentro de delegados sociales del Brasil); el Informe de “Brasil 1969” para los Obispos; y el encuentro de agosto de 1969 en que se decide constituir un CIAS del Brasil formado por grupos regionales con representantes en reuniones periódicas y el grupo interprovincial en Río para encargarse del IBRADES y de la Confederación Brasileña de Trabajadores cristianos, ambas obras interprovinciales. Estas propuestas fueron asumidas por los Provinciales del Brasil en octubre de 1969. 60. En Centro América está funcionando ya un pre-CIAS, esperando el regreso (calculado para fines de 1972) de 12 destinados que están realizando sus estudios en diversas universidades; pero existen otras actividades sociales en marcha, como la residencia social de Panamá con la revista Diálogo, los cursos y asesorías de tipo social, la enseñanza de doctrina social y de ética social en universidades. Los dedicados a los estudios se mantienen unidos por una red de cartas e informes. En esta época había en la provincia una cierta resistencia a la formación de un CIAS, pero se crearon instancias de diálogo entre encuentros provinciales y los destinados al CIAS para superar los obstáculos. 61. El CIAS de Chile tiene relaciones con universidades e institutos para la investigación empírica como DESAL, CELADE, pero su acción principal es la elaboración doctrinal sobre las relaciones de fe y los problemas socio-económicos, siguiendo el esquema de partir de la inteligencia del dato revelado, de la inteligencia de la situación histórica actual, retorno al dato revelado a partir de la complejidad de la situación analizada con las ciencias sociales, y elaboración de un juicio ético-teológico de la situación actual. Para ello se amplió el grupo del CIAS en 1964 con filósofos y teólogos y se mantiene en la revista Mensaje el camino de relación de los problemas sociales y las dimensiones culturales. La tarea de un pensamiento cristiano sobre el desarrollo era también el objetivo de ILADES. 62. El CIAS del Ecuador comenzó en 1967 y se dedicó a trabajar con el clero, y el movimiento juvenil, al mismo tiempo que procuraba intensificar su vida comunitaria. De seis jesuitas dedicados a tiempo completo, el grupo se redujo en 1970 a sólo cuatro dedicados a muchas actividades en los dos campos señalados. El CIAS fue invitado por Mons. Proaño a estar presente en la Comisión de Evangelización de la Conferencia Episcopal. 63. El CIAS de Guyana dirigido por Michael Campbell-Johnston, fué acogido con afecto en la familia de los CIAS. El trabajo de tres jesuitas desarrolló una gama rica de actividades, como un libro y la revista GISRA (Guyana Institute for Social Research and Action), investigaciones sobre desempleo de jóvenes, cursos de cooperativismo, clases en la Universidad de Guyana, clases de doctrina social en varios colegios, asesoría en el Consejo de Iglesias de Guyana, estudios sobre el trabajo de los jesuitas en Guyana, y sobre el trabajo social de la Iglesia en el Caribe Oriental, solicitado por el Arzobispo de Trinidad. 64. El CIAS del Perú realizó un encuentro entre sus miembros sobre temas de doctrina social, problemas éticos, sacerdocio y teología contemporánea. Fue muy activo en el lanzamiento del Instituto de Indigenismo el apoyo del P. Marzal; colaboración con la Provincia en la formación social de los jesuitas; colaboración con sacerdotes del clero diocesano interesados en temas sociales. Hay presencia de un miembro del CIAS en la Comisión Episcopal de Acción Social, y en la preparación del encuentro regional de Justicia y Paz de la región andina (7 al 12 de mayo). En el momento del informe trabajaban 4 jesuitas, principalmente en la docencia universitaria y esperaban otros 5 en estudios. A estos se suman dos de la Provincia de Chicago. 65. El CIAS de Venezuela contaba con un equipo de 7 padres y 2 hermanos, activos en la publicación de la revista SIC, libros y folletos, en la enseñanza en universidades y otras instituciones educativas; en la capacitación a jóvenes por el proyecto FRAGUA, y en estrecha colaboración con el Centro de estudios religiosos de la UCAB (Universidad Católica Andrés Bello). Al lado del centro social de Caracas se abrió otro centro semejante en Barquisimeto. Mantienen un ritmo de reuniones fijas semanales exclusivas para los jesuitas y otras con los laicos que trabajan en el CIAS y finalmente un tercer tipo de reuniones abiertas para el público en general. 66. Al terminar 1970, algunos CIAS como los de Bolivia y Brasil sufrieron las consecuencias del régimen represivo de las autoridades políticas. En Bolivia el gobierno ejecutó a unos jóvenes y se negó a entregar sus cadáveres a familiares. Los PP. Aguiló, Negre y Prats, junto con el oblato canadiense Lefebvre hicieron huelga de hambre hasta conseguir la entrega de los cadáveres, pero el gobierno expulsó a los 3 jesuitas, sin documentación alguna a Argentina, donde fueron atendidos por el P. Sily en el CIAS de Buenos Aires. El cambio de gobierno en Bolivia les permitió el regreso. El IBEAS (Instituto Boliviano de estudio y acción social) de los dominicos en Bolivia fue cerrado y confiscado. 67. En Brasil tres alumnos del IBRADES fueron detenidos por pertenecer a la JOC y el local de IBRADES allanado, y confiscados libros y documentación. Hubo firme protesta por parte del Rector de la PUC, de la CNBB (Conferencia Nacional dos Bispos do Brasil): El terrorismo de la subversión - dijeron los Obispos - no puede tener como respuesta el terrorismo de la represión. 68. Estos hechos y otros semejantes que iban a acontecer, por ejemplo en Uruguay, explican por qué en las agendas de estudio e investigación, figuran temas como el socialismo, marxismo, opción sacerdotal por el socialismo, la situación sindical, la tortura por los regímenes militares en la región. Algunas veces los temas fueron pedidos por los Provinciales (como fue el caso de la reunión de CLACIAS en Belo Horizonte, setiembre de 1971), y en otras, por las coyunturas nacionales 69. La lista de los CIAS con sus respectivos directores era la siguiente: Antillas (José Luis Alemán), Argentina (Vicente Pellegrini), Bolivia (Francisco Nadal), Brasil (Pedro Velloso, en Rio; Claudio Perani, en Bahía; Fernando Bastos de Avila en IBRADES, de Rio), Centro América (Juan de Dios Antolínez en Panamá; Jesús Rodríguez en El Salvador; Federico Sanz en Guatemala), Chile (Renato Poblete, en el Centro Bellarmino; Pierre Bigó en el ILADES), Colombia (Jaime Martínez en el CIAS; Augusto Angel en CESDE de Medellín), Ecuador (Estuardo Arellano y Leonardo Izurieta), Guyana (Michael Campbell Johnston, en GISRA), Jamaica (Kane), México (Enrique Núñez), Paraguay (Bartolomé Meliá), Perú (Ricardo Antoncich), Venezuela (Alberto Micheo), Uruguay (Juan Luis Segundo). El CLACIAS tuvo su sede desde su fundación hasta 1972 en Santiago de Chile, y con el cambio de director ejecutivo del P. Bigó por el P. José Luis Alemán, cambia su sede a Santo Domingo. Nueva etapa del CLACIAS 70. Para la nueva etapa del CLACIAS se revisan los estatutos en la Curia de Roma, Julio de 1973: se reduce el número de regiones de cuatro a tres, unificando las dos de América Latina Septentrional y manteniendo las dos de AL Meridional por motivos linguísticos y de número de Provincias: las cuatro del Brasil y el resto de provincias de habla castellana. Se fijan las funciones del CLACIAS en tres aspectos: a) información al P. General y Provinciales sobre necesidades, remedios viables, conflictos, etc, en relación con los CIAS y su obra de apostolado social; b) recibir esta información de los responsables de cada provincia y poderlos intercambiar entre sí para emitir un juicio más ponderado; y, finalmente, c) función de coordinación que incluye iniciativa para la acción conjunta de algunos o de todos los CIAS, organización de mutua información y ayuda, armonización de especialidades, etc. 71. Se organizaron dos seminarios, uno por asistencia. Para la Septentrional se fijó Bogotá (26 al 30 de Noviembre de 1973) y para la Meridional (15 al 21 de julio de 1974 en Buenos Aires. 72. El seminario de Buenos Aires tuvo como tema “Fe – Pueblo – Poder” considerados como variables interdependientes que nos conducen al núcleo del proceso histórico latinoamericano y nos enfrentan directamente con nuestra misión evangelizadora en un continente de fuerte tradición cristiana. 73. El mismo enunciado supone implícitamente la dimensión política de la fe. El CLACIAS, entonces formado por José Luis Alemán (secretario ejecutivo) y Paulo Meneses, Jaime Martínez, Alberto Sily (Brasil y las dos asistencias de habla hispana) definió ampliamente el sentido de los tres términos. 1. Por “Fe” no se entendían contenidos dogmáticos, sino actitudes fundamentales del ser humano en cuanto juega su existencia en la historia por la construcción de un futuro en función del mensaje de Jesús. Pero esta actitud profunda, radical, es apreciada en las mediaciones como la institución eclesial y su acción en una sociedad determinada, las conductas de los creyentes en sus expresiones religiosas y en el conjunto de relaciones humanas, etc. 2. Por “Pueblo” a su vez el seminario entiende las grandes mayorías que oscuramente perciben y leen en su propia historia un proyecto histórico, debido a la situación de opresión por grupos sociales cuyos intereses no coinciden con los de las grandes mayorías. 3. Por “Poder” se entiende el poder político en sentido estricto, pero como articulador de la vida social y punto neurálgico de decisiones que afectan la totalidad de la comunidad condicionando muchas formas de relación. Pero hay que tener en cuenta que hay otros poderes además del político (vg. económico, ideológico, ciencia y técnica de la persuasión de masas) que inciden también en el poder político y por eso deben interesarnos. 74. Se fijaron tres objetivos para el encuentro: a) confrontación de informes nacionales con énfasis en el análisis del poder político, participación popular, relación de partidos políticos con el pueblo y su cultura; relación de pastoral y cultura popular, actitud de agentes pastorales ante la religiosidad popular; cómo los agentes pastorales se dejan interpelar en la comprensión de la fe desde el modo en que el pueblo la vive; en qué medida la Iglesia es instancia crítica del poder vigente, cómo la Iglesia exige la desacralización del poder; tendencia del poder a buscar su sanción religiosa (sacralización), ideologización de la fe, b) explicitación de presupuestos y condicionamientos en la percepción e interpretación de la realidad latinoamericana, la cual debe ayudar a fijar relaciones entre ciencias sociales y teologías con atención a las formas históricas de expresión de la fe, como vg. el magisterio de la Iglesia, expresión de función crítica de la fe y de ideologizaciones de la fe. Temas como condicionamientos ideológicos y hermenéutico, clases sociales como fuente originaria de condicionamientos ideológicos, conflictos en la Iglesia, relación pastoral como relación pedagógica, etc c) redefinir los objetivos del CIAS en el momento actual de América Latina; esclarecer la dimensión política que tiene la fe y el papel histórico en la configuración del futuro de América Latina por el evangelio como tarea propia de una Iglesia misionera. La inquietud social que estuvo al origen de los CIAS debe encuadrarse hoy en un proceso histórico global, referida a estructuras sociales que determinan posibilidades y contenidos de este proceso y de explicitar la fe y tareas de la Iglesia que en la historia de AL sea signo sacramental de unidad, justicia y esperanza. 75. El seminario, preparado por una comisión (Ricardo Antoncich, Fernando Boasso, Ricardo Cetrulo y Alberto Sily) se realizó en Buenos Aires del 15 al 22 de julio de 1974 con la asistencia de los PP. Fernando Boasso, Enrique E. Fabri, Francisco de Paula Oliva, Vicente Pellegrini, Juan Carlos Scannone, Alberto Sily, Manuel Virasoro, Orlando Yorio (ARG); Tomasso Cavazzuti, Francisco José Fernández Viniegra, Matias Martinho Lens, Juan A. Ruiz de Gopegui, del Brasil; Fernán González (COL), Ignacio Ellacuría, Ricardo Falla, Juan Hernández Pico (CAM); Guillermo Cortés (MEX), Antonio Caballos, José Miguel Munárriz, Miguel Sanmartí, Emilio Veza Iglesias (PAR), Ricardo Antoncich (PER). José Luis Alemán (ANT), Andrés Assandri, Ricardo Cetrulo, Carlos Meharu, Juan José Mosca, Juan Martín Posadas, Jorge Hugo Scuro, Juan Luis Segundo (URU). 76. Los participantes se centraron en el segundo objetivo que fue el más elaborado, después de escuchar los análisis de la realidad y preparado la redefinición de los CIAS. Dos puntos fueron los principales de este trabajo: a) relación de teología y ciencias sociales: se constata que todavía existe falta de diálogo entre ambas disciplinas; sin embargo se reconocen también esfuerzos por integrarlas más, ya que ambas iluminan la realidad de nuestro pueblo latinoamericano como pobre y como creyente. Para la colaboración más profunda hay que superar cerrazones en ambas: la de la teología, que se considera ciencia de universal validez ya fijada para siempre y en nivel abstracto lejos del sujeto real; la de las ciencias sociales por considerarse como sistema cerrado, que no reconoce sus propias ideologizaciones, con el riesgo de absolutizar esta forma de saber o imponer una reducción de método e instrumental. Las condiciones particulares de la década de los 70 que estaba iniciándose dirigieron la atención hacia los aportes del marxismo, excluyendo los de filosofía atea, para examinar aportes críticos al sistema liberal, y críticas a la alienación religiosa. De la teología se esperaba sobre todo ayudar a ver en los deseos de justicia y liberación del pueblo, los dinamismos de superación y de futuro que son propios de la fe cristiana, insistiendo en la critica de las ideologizaciones y en el estudio más profundo de las formas de religiosidad popular para ver sus aportes de compromiso en un proyecto histórico liberador. La fe no es inteligible ni es real sino en su referencia a la realidad histórica, pero ésta, a su vez, tiene dentro de sí dinamismos hacia el MAS que la fe revela. Es necesaria una transformación radical en nuestro modo de entender el carácter histórico y social de la fe, para convertirnos al Jesús histórico, conociendo las circunstancias del pueblo en que El vivió y de los conflictos ante los que tomó posición. Así puede conseguirse un seguimiento realmente encarnado del Jesús histórico. Por eso el pueblo es el lugar hermenéutico privilegiado para la teología latinoamericana. La experiencia cristiana del pueblo vive la fe y la política de una manera más sapiencial que crítica y refleja; la tarea es reinterpretar esta experiencia para hacerla fuente de un proceso de construcción histórica. b) ¿qué es el pueblo? Los análisis de las realidades nacionales mostraron la variedad de situaciones y de interpretaciones del sentido de lo popular. Hay un consenso de la existencia de un pueblo en situación de dominación política, cultural, económica y religiosa, un pueblo carente de palabra que, o no vota, o no sabe por qué vota, o si sabe, no es respetado en el sentido de su voto. Otro consenso es la existencia de agentes estimuladores de la conciencia del pueblo como ciertos grupos de izquierda. Pero al lado de estas dos constataciones, se perciben también matices: en algunos países se percibe la emergencia de un campesinado crítico; en otros casos una conciencia de unidad en la lucha contra el imperialismo; a veces las diferentes etnias de un mismo país perciben de modo diferente la situación. c) ¿Cómo describir lo que es el pueblo? Tenemos entre nosotros perspectivas muy diferentes. Desde la perspectiva del poder y dominación, el pueblo son los pobres en sentido bíblico, porque no pueden nada por sí solos, y porque su expresión se hace a título colectivo desde su conciencia de sufrimiento e injusticia. En esta visión, el pueblo supera los límites nacionales y hay experiencias interesantes de intercambio de experiencias populares de muchas partes del continente. Desde la perspectiva históricocultural el pueblo se identifica con la nación en cuanto constituida por los no-opresores y en relación a la tierra en que se ha nacido; en oposición a la nación-estado. El pueblo tiene un modo homogéneo de sentir, un proyecto que encarnan sus líderes populares. Desde la perspectiva transformadora el pueblo se identifica con los oprimidos por estructuras sociales que expresan intereses económicos opuestos. El cambio supone la conciencia del conflicto de dichos intereses. El poder está en el pueblo, ya que hasta las dictaduras buscan su consenso, o en caso de no conseguirlo, su represión. Todas estas descripciones, plantean al CIAS el modo de aproximación, si por medio del contacto experiencial en diálogo con los pastores que viven con el pueblo o por el camino de las ciencias sociales: si por la búsqueda de transformaciones en el uso del poder, o por el camino de la transformación de valores. En todo caso hay conciencia de que el pueblo puede alcanzar estos objetivos solamente si se organiza y puede determinar por si mismo sus valores y procesos. En este camino tienen mucha importancia la cultura y sus símbolos que deben ser examinados, de modo que a partir de la propia sabiduría popular el pueblo conozca su alienación. En este nivel tiene enorme importancia la religiosidad popular que puede tener papeles de alienación o de transformación. d) El trabajo del CIAS es llegar al sujeto social y por tanto a la conciencia colectiva de pecado y la esperanza colectiva de liberación, que lleve a una praxis social. Al acentuar la dimensión pastoral de estas prácticas observamos las desconfianzas de quienes no quieren salir de las versiones tradicionales de una fe individualista y no comprometida en el cambio social. 77. El encuentro de Buenos Aires precede a la Congregación General 32, y los participantes escriben un documento para los Provinciales y delegados que participarán en dicha Congregación reafirmando el servicio de los CIAS a la causa de la transformación social de América Latina. EL ENCUENTRO CLACIAS EN RIO DE JANEIRO (1975) La Congregación General y el apostolado social 78. En la larga historia de los Decretos de las Congregaciones Generales desde la C.G. 24ª., en 1892, al año siguiente de la Encíclica Rerum Novarum, hasta el presente, no dejan de aparecer con diversos matices, pero en forma constante, las normas y directrices sobre el apostolado social en la Compañía. Se menciona “el cuidado espiritual de los obreros y de los pobres” (C.G. 24ª., 1892; d,20), se habla de las llamadas obras sociales, tan recomendadas por la Iglesia (C.G. 27ª., 1923, d.29) las que son reconocidas como ministerios muy propios de nuestra Compañía y se han de promover con empeño por parte de todos; más aún sean considerados entre los más urgentes ministerios de nuestros tiempos. Se recoge el d.29 de la C.G. 28ª. y se lo concreta más en el d.29 de la C.G. 29ª. (1946) determinando que en cada una de nuestras Provincias o Regiones se constituya, si aún falta, un centro de actividad social o de estudios sociales... La C.G. 30ª., de 1957 confirma las orientaciones dadas y anima a que todos los ministerios estén inspirados en la doctrina social de la Iglesia y orientados para llevarlos a cabo en su ocupación diaria para reconocer instintivamente la dignidad y derechos fundamentales del ser humano. La C.G. 31ª. (1965-1966), de la cual el P. Arrupe se sintió fiel ejecutor y que animó su claro liderazgo apostólico, precisó la meta del apostolado social: El objetivo directo del apostolado social es esforzarse con todo empeño en configurar las estructuras mismas de la convivencia humana de modo que alcancen éstas una expresión de mayor justicia y caridad y pueda así todo hombre ejercer de hecho su sentido personal de participación, de actividad, de responsabilidad en todos los sectores de la vida comunitaria. De donde se ve con evidencia que el apostolado social responde plenamente al fin apostólico de la Compañía de Jesús y de un modo especial al criterio tan propio de San Ignacio, según el cual debemos buscar siempre el bien más universal y duradero. En efecto, las estructuras sociales ejercen una inmensa influencia en la vida del hombre alcanzando también su dimensión moral y religiosa. Por otra parte, la “humanización” de la vida social contribuye en alto grado a dar un testimonio evangélico al mundo de hoy (C.G. 31ª., d32). 79. Con su compromiso para promover la justicia en solidaridad con los sin voz y los impotentes como una parte constitutiva de la misión de proclamar el Evangelio (cf d.4,n.42) la C.G. 32ª. (1974) dio al apostolado social de la Compañía un acento y una dirección nuevos. De especial relieve fue la insistencia en que la promoción de la justicia no es un campo apostólico entre otros, reservado a unos pocos expertos especializados: la promoción de la justicia no constituye tan sólo, para nosotros, un campo apostólico entre otros, el del apostolado social: debe ser una preocupación de toda nuestra vida y constituir una dimensión de todas nuestras obras apostólicas. De la misma manera, la solidaridad con los hombres que llevan una vida más difícil y son colectivamente oprimidos no puede ser asunto solamente de algunos jesuitas: debe caracterizar la vida de todos, tanto en el plano personal como comunitario e incluso institucional (47-48). Fue importante, asimismo, el acento repetido sobre las causas estructurales de la injusticia (6, 27, 31) y la necesidad consiguiente de un análisis social serio para comprenderlas e identificar los remedios apropiados (44). Por último hubo un fuerte llamamiento, dirigido de nuevo a todos los jesuitas, a experimentar las consecuencias concretas y cotidianas de la injusticia y la opresión (35), para compartir más de cerca la vida de los pobres y aun aprender de ellos (50). 80. La Congregación General 32ª. marca un punto importante en la historia del apostolado social que podría describirse como el paso de los Centros de Acción Social hacia la creación de “polos de reflexión” con un papel más activo de coordinadores del apostolado social por cada Asistencia. 81. Las resistencias a las iniciativas de los PP. Janssens y Arrupe, sobre todo por la novedad del campo social como misión de una orden religiosa de carácter sacerdotal fueron cediendo y clarificándose las dudas. Era imperativo ético escuchar la interpelación que los pobres y las causas estructurales de su marginación. levantaban a nuestro apostolado. Al sector del apostolado social le tocó un papel, a veces protagónico en la vida de la Iglesia Latinoamericana después del Concilio. Los temas del desarrollo, y luego el significado de la liberación cristiana, marcaron los ritmos de reflexión. Todo esto no sucedió, sin embargo, sin algunas experiencias de crisis. 82. Por eso debemos recordar palabras ya citadas del P, Arrupe en el informe sobre el estado de la Compañía a la Congregación de Procuradores de 1978: El sector social propiamente dicho también se ha desarrollado y dado origen a nuevos compromisos tanto a nivel personal como institucional. Los centros de Acción Social que en el pasado jugaron un papel tan importante, han acusado en varias regiones una fuerte crisis. Procuran ahora adaptarse a las nuevas exigencias vinculándose más estrechamente con los que trabajan a la base, abriéndose a la colaboración con otros sectores de apostolado (educación, pastoral, reflexión teológica e interdisciplinar, etc) y ampliando su radio de acción (Acta Romana 17 (1978) 435). Esta evaluación nos permite entender mejor el proceso que se desarrolla desde la Congregación General 32ª., en 1974, hasta esta Congregación de Procuradores de 1978. 83. En agosto de 1975, del 14 al 17, en Río de Janeiro, se tiene la reunión del CLACIAS coordinada por José Luis Alemán, su secretario ejecutivo y coordinador de la Asistencia de América Latina Septentrional, con la presencia de Francisco Viniegra, coordinador para el Brasil, y de Alberto Sily, coordinador de la Asistencia de América Latina Meridional. Estaban además presentes los PP. Henrique Lima Vaz, director de IBRADES, Paulo Meneses, director de investigaciones del IBRADES, Antonio Carvalho: coordinador nacional de los centros sociales de Brasil (Rio, Bahia, Brasilia, Porto Alegre) y Luciano Mendes de Almeida, delegado provincial para el área social interprovincial para el Brasil. 84. Entre los temas tratados está la posibilidad de suprimir el CLACIAS o por lo menos reducirlo a las tareas del Secretario Ejecutivo con mayor disponibilidad de tiempo; el de tener un proyecto específico de actividad con núcleo en los CIAS sobre Diagnóstico continuo estructural para la evangelización-pastoral de modo que se tengan en cuenta seriamente los mecanismos globales de deshumanizaciíon y descristianización. 85. Se estudiaron las experiencias de los CIAS ampliados. La ampliación tuvo como objetivo integrar especialistas de otros sectores y agregar agentes de pastoral directa, en proyectos nucleados por el CIAS pero con amplia participación de otros jesuitas especialistas y agentes de pastoral. Se acordó dejar a los Provinciales y Directores de los CIAS la modalidad conveniente. Se evaluaron los CIAS con tres categorías: los que siguen su desarrollo normal (Caracas, Río, Bogotá, Centro América), los que se encuentran en crisis buscando reformulación y objetivos (Chile, Paraguay, Uruguay, Argentina) y los que se encuentran estancados (Perú, Méjico, República Dominicana). Pero como característica positiva se destacan las 10 revistas publicadas por los centros. 86. En este encuentro de coordinación del CLACIAS se planeó una reunión amplia de directores de CIAS para profundizar la evaluación, decidir el futuro de CLACIAS y esbozar mejor el sentido del proyecto de diagnóstico continuo estructural como medio de implementación del decreto “”Diakonia Fidei et Promotio justitiae” de la C.G. 32ª. 87. En Lima del 24 al 29 de mayo de 1976 se tuvo una reunión de Directores de los CIAS para repensar la misión de estos encuentros en una Compañía donde “la promoción de la justicia no constituye tan sólo, para nosotros, un campo apostólico entre otros, el del apostolado social, sino que debe ser una preocupación de toda nuestra vida y constituir una dimensión de todas nuestras tareas apostólicas (Dec 4, n.47, C.G. 32ª.). 88. Junto a esto se nota en las reuniones de Provinciales un creciente movimiento por recuperar para el gobierno de la Compañía la idea de “misión” como única forma de llegar al “corpus apostolicum” que pensó San Ignacio. 89. Quedan así planteadas a los CIAS dos preguntas fundamentales: 1. su misión específica en el cuerpo apostólico y 2. su integración real al mismo. 90. Para responder a estos desafíos se estableció que los CIAS deben dedicarse a la formación de personas y organizaciones que permitan realizar el llamamiento de Dios a configurar un mundo donde habiten la justicia y el derecho. Esto requiere la investigación critica de las estructuras sociales y la promoción de sistemas sociales específicos con grupos que tratan de implantarlos. Hay dos aspectos importantes a revisar dentro del trabajo de los CIAS: ¿cuál es la estructura interna, vg. sobre la jerarquía de prioridades a elegir, sobre la elección de los medios a utilizar; sobre el estilo de dirección del CIAS, si es jerárquico, colegial, o individualista? El otro aspecto es el de la mística del trabajo, ¿si es simple promoción de la justicia o hay en forma consciente el servicio de la fe como motivación, con el uso conveniente de medios en reuniones, celebraciones, etc?. Se sugirieron dos proyectos específicos: el estudio de la metodología para el análisis de la realidad, y el informe anual del sector a los provinciales. 91. Se reconoció que los CIAS no pueden pretender ni legal ni realmente el monopolio de lo social en la Compañía, sino que deben, como todas las instituciones jesuíticas, aceptar la idea de la “misión apostólica” dada oficialmente por el gobierno de la Compañía; nuestro apostolado debe ser apostolado integrado en el corpus de la Compañía y no al margen de ella. En este sentido hay que destacar que la historia de toda esta primera etapa de los CIAS es muy clara en el sentido de haber nacido “desde arriba”, es decir desde las decisiones de los Generales de la Compañía y de las Congregaciones Generales. Hay por tanto, el reconocimiento de una misión recibida y mantenida a pesar de dificultades dentro y fuera de la Compañía, dentro y fuera de la Iglesia. 92. Por aquellos días, también en Lima, se tuvo en julio de 1976, la 1ª. Asamblea Latinoamericana de educadores jesuitas que refleja en forma considerable el impacto de la C.G. 32ª., sobre todo el decreto 4, en el campo de la educación. Un ejemplo de ello es el de las prioridades aprobadas por la asamblea: - Considerando que el decreto 4 de la C.G.32ª. nos señala que la solidaridad con los que son colectivamente oprimidos debe caracterizar la vida de todos los jesuitas (n.48), y que esta opción es conforme al ideal de que los pobres sean también agentes del cambio hacia una sociedad mas justa, y además que es conforme con la realidad cristológica que nos muestra que la historia de salvación debe realizarse al modo del compromiso de Jesús con los pobres; - Reconociendo las grandes deficiencias en la praxis de nuestra educación en América Latina, por su carácter predominantemente individualista y elitista, y habiéndose realizado un proceso de dialogo y consulta que tiene sus orígenes en la carta de Río, las reuniones de Oaxtepec, Bogotá y Santiago, la asamblea de delegados de toda América Latina ve la importancia de realizar una opción fundamental respaldando definitivamente las siguientes prioridades: a) trabajo directo en educación popular con los marginados del sector rural y urbano en el servicio de la fe y promoción de la justicia buscando particularmente caminos no tradicionales, b) fomentar la investigación dentro del marco señalado por el decreto 4 de la C.G. 32ª.; c) formar elementos multiplicadores de la acción educativa y del cambio social; d) colaborar con los organismos rectores de la educación a nivel nacional tanto de la Iglesia como del estado siempre que con ello se apoye el real servicio de la fe en la promoción de la justicia. 93. En abril de 1977, en el Centro Gumilla de Caracas, se tuvo un encuentro de trabajo entre los PP. Michel Campbell-Johnston, Secretario de servicio social de la Compañía, en la Curia de Roma, Ricardo Antoncich y Miguel Munárriz que, en aquellos momentos desempeñaban la coordinación de las dos Asistencias. Se hizo un informe sobre la situación de los países y de la Iglesia, sobre la situación y trabajo de los CIAS, sobre las relaciones actuales y posibles entre el secretariado de la Curia y los Coordinadores de las Asistencias de América Latina. Parte de los temas del encuentro fue reflejada en los dos primeros números de Promotio Justitiae. 94. El asunto que más ocupó la atención fue la idea y funcionamiento de los “polos de reflexión” propuestos por Campbell-Johnston, en el n. 1 de Promotio Justitiae. Se llegó a las siguientes conclusiones: a) “polo de reflexión”significa en este momento para nosotros, la coordinación y puesta en común de los trabajos de reflexión hecha por los diversos CIAS y otros grupos similares que puedan ayudar a esclarecer el tema Fe-Justicia y los trabajos de la Compañía según el decreto 4 de la C.G. 32ª. b) en este sentido, más que un lugar o acontecimiento, el polo de reflexión será la tarea permanente de la Coordinación, a partir de la elaboración de las bases, promovida o integrada por el trabajo de los Coordinadores de los CIAS. c) los objetivos de esta tarea podrían ser: 1. remoto: contribuir específicamente desde América Latina a la reflexión de toda la Compañía, sobre temas Fe-Justicia, principalmente a través del contacto e intercambio de los otros “Polos”; 2. Mediatos: asegurar la presencia de la reflexión fe-justicia de la Compañía cara a la Tercera Conferencia del Episcopado Latinoamericano a celebrarse en 1978, en Puebla, con motivo del décimo aniversario de Medellín; 3. Inmediato: contribuir a que se confirme y actualice oficialmente por el General y los PP. Provinciales en sus reuniones del próximo mes de agosto, el compromiso de la Compañía latinoamericana con la promoción de la Justicia, con motivo del décimo aniversario de la Populorum Progressio y/o de la Carta de Río. d) como parece claro esta tarea del polo en América Latina debe centrar en forma concreta el trabajo de los Coordinadores, sin quitarles en modo alguno su misión fundamental de servir a los CIAS. 95. Otro punto fue la tarea inmediata de los Coordinadores para las reuniones de las Conferencias de los Provinciales con el P. General. Se acordó que los coordinadores presentaran informes sobre los países, para orientar las opciones pastorales que se deben tomar; que se fije un estatuto para la coordinación, y que se creen coordinadores de otras áreas pastorales para trabajar en equipo preparando la reunión de los Provinciales de cada Asistencia. La nueva figura jurídica difiere de la anterior en que el CLACIAS dependía de Roma, y los Coordinadores en cambio de las Conferencias de Provinciales de las dos Asistencias; en Roma el JESEDES tenia una comisión de miembros permanentes, lo cual no sucede con la nueva estructura. 96. Finalmente surgió una idea novedosa que no tuvo aplicación práctica: el “pool” de revistas sociales. Se trataría de que cada una de las revistas que editan los CIAS dedicara una de sus ediciones anuales, de un modo coordinado con las demás a estudiar los problemas latinoamericanos. Este número se enviaría, además de los propios suscritores, también a los interesados y suscritos al pool de revistas sobre temas latinoamericanos. De este modo, cada suscritor recibiría seis números anuales de revistas que trabajarían temas como economía, sociología, política, religión etc, a nivel latinoamericano, a fin de intensificar el conocimiento de los problemas comunes. 97. Por parte de la Compañía en América Latina en esta década se va experimentando la necesidad de una mayor coordinación, no sólo en el sector social, sino también entre los Provinciales de cada Asistencia. La Conferencia de América Latina Septentrional avanzó estudios sobre la posible creación de una tarea de “Secretario de la Conferencia”. Tales estudios comenzaron desde la reunión de la Conferencia en Medellín, 1973, y se prolongaron durante la Congregación General 32ª. y prosiguieron después en 1975 y 1976 en las Conferencias de América Latina Septentrional en Puerto Rico y Caracas. En ese período de tiempo se hicieron consultas a las Asistencias de Asia Oriental y de la India, para aprovechar sus experiencias. 98. El cargo de “Secretario de la Conferencia” no se identifica con el del “Coordinador del apostolado social”, pero en parte las reflexiones siguen caminos paralelos para ver la conveniencia o no de liberar a una persona exclusivamente para esa función. En las deliberaciones sobre el cargo de Secretario de la Conferencia, tuvo mucha participación el P. Raúl Moral que presentó en 1976 su informe. 99. Tanto a nivel del sector social, como a nivel de todos los sectores se va haciendo necesaria una estructura nueva que responda a la complejidad de problemas existentes. Ya en Octubre de 1975, sugería el P. José Luis Alemán la revisión de estructuras teniendo en cuenta que la Compañía es una institución apostólica internacional y debería tener instituciones de gobierno adaptadas a ese carácter apostólico e internacional. Una realidad compleja de relaciones internacionales no encaja en estructuras de decisiones y gobierno apostólico pensadas en términos provinciales. Por eso señalaba el peligro en América Latina de reducir el gobierno a la “cura pastoralis personalis” y en el orden apostólico a la “cura apostólica exceptionalis” (casos de conflictos internos y externos con Jerarquía o autoridades gubernamentales). 100. Para responder a los desafíos internacionales debe existir una estructura que diagnostique el marco institucional extrajesuítico, planifique una estrategia general latinoamericana y cierta táctica apostólica a ese nivel y evalúe desde esta perspectiva el trabajo apostólico de las Provincias. 101. Este contexto parecía urgir maneras diferentes de organizar el apostolado social, que iban más allá de las posibilidades concretas de los CIAS y del CLACIAS. Un signo de estos cambios es, pues, la orientación del apostolado social de la Compañía a través del papel articulador de las Coordinadores Provinciales y de las dos Asistencias. COORDINACIÓN DEL P. JORGE JULIO MEJÍA.1980-1986 Capitulo segundo: El apostolado social coordinado a nivel de las dos asistencias Coordinación del P.Jorge Julio Mejía 1980-1986 Segunda etapa: Coordinadores Provinciales y de las dos Asistencias 102. 1980 fue un año importante para el apostolado social. En junio de ese año se tuvo en Roma un seminario social para impulsar esta área apostólica a la luz de la misión del servicio de la fe y la lucha por la justicia, como la Congregación General 32ª. la definió en 1974. Los cuatro temas indican las prioridades del apostolado social desde la C.G. 32ª.: el apostolado social, hoy; la función de un instituto social, la integración y la coordinación del apostolado social con otras actividades y sectores apostólicos, y las cuestiones internacionales y cooperación. 103. Se diseñó el perfil del trabajo social de la siguiente manera: a) un grupo de jesuitas radicalmente comprometidos con la promoción de la justicia, en solidaridad con los pobres; b) que busca un cambio estructural de la sociedad y no solamente una conversión de individuos; c) con vistas a contribuir a la construcción de una nueva sociedad más justa y de modelo participativo (con participación del pueblo no sólo en los resultados sino en el proceso); d) que define prioridades y orienta una acción mediante el uso de un análisis científico (crítico) de la realidad, análisis no sólo estructural como coyuntural; y a partir de una visión de fe cristiana; e) asociándose en distintos grados a quienes comulgan con el mismo ideal de transformación de la sociedad; f) en diálogo critico con grupos que buscan el cambio, pero en sentido distinto del nuestro; g) y que busca el ideal de la comunión con la Iglesia y toda la Compañía. 104. Este perfil, elaborado en junio de 1980, sigue siendo válido en el momento actual, atravesando la experiencia de dos décadas de audaces expectativas de cambios estructurales, de ilusiones y de fracasos, y las transformaciones de una economía planificada a nivel global con extraordinario peso en la vida política de las naciones y en la formación de una cultura masificante y consumista que invade todos los aspectos de la vida, incluidos los religiosos. Por eso tienen también un gran sentido las palabras de la alocución final del P. Arrupe: Por esto nuestro apostolado social, nuestra lucha por la justicia, es algo muy distinto, muy superior, a cualquier tipo de promoción meramente humana y supera esencialmente cualquier concepción filantrópica, sociológica o política: porque nos mueve a ello el amor de Dios en sí mismo y el amor a Dios en los hombres, y en este sentido, es obra eminentemente apostólica y, como tal, plena y absolutamente jesuítica en el más riguroso sentido de nuestro carisma (Promotio Iustitiae 18 (julio 1980) 99). 105. Inspirado en esas conclusiones, surgieron las seis líneas de trabajo concreto para el Coordinador de la Asistencia Norte de A.L.: a. Visita a las Provincias de la Asistencia; b. Convocar encuentros de jesuitas de obras afines, c. Asesoría a la Conferencia de Provinciales y a los Provinciales que lo soliciten; d. Servicios generales: información, difusión de revistas, correspondencia internacional; e. Relación con los sectores de Educación Formal y Formación, f. Relación con el Secretario de “re sociali” del P. General y con los coordinadores de Apostolado Social de otras Asistencias. Actividades del Coordinador P. Jorge Julio Mejia (1980-1986) 106. Ese mismo año la Conferencia de Provinciales nombró coordinador al P. Jorge Julio Mejía, de la Provincia de Colombia. El P. Jorge Julio Mejía elaboró unos Estatutos para la Asistencia Septentrional que fue aprobado en octubre de 1986. 107. El Seminario Social, realizado en Roma en 1980, fue un factor que impulsó vigorosamente el apostolado social en toda la Compañía por la comprensión de la unidad entre la fe y la justicia, pero tuvo eco particularmente en América Latina, un sub-continente de raíces cristianas y con mayoría de pobres. 108. Reflejo de la búsqueda de aquellos años son dos encuentros, uno celebrado en el mes de julio de 1982 en Jiutepec, México y otro en el mes de Marzo de 1983 (25-29) en Ocumare de la Costa Venezuela. Los temas son significativos: el primero: Diez años de servicio de la fe y promoción de la justicia desde los CIAS y la Pastoral popular; el segundo: Servicio presbiteral y acción social. 109. La reunión de Jiutepec preparó la de Ocumare. En el contexto de los debates sobre el modo de entender el servicio presbiteral se pedían informes de cada CIAS (MEX, COL, CAM, VEN) sobre la vivencia del ministerio: modo de concebirlo, trayectoria histórica, puntos adquiridos, deficiencias y nudos problemáticos. Además se pidió que los CIAS se dividiesen esos temas a ser presentados como ponencias: el sacerdocio cristiano, ministerios cristianos, la historia del ministerio presbiteral; la problemática actual del servicio presbiteral tanto en el nivel del debate teológico actual como en el nivel de la organización y política de la institución eclesiástica; Los avances organizativos y pastorales y finalmente, el estado actual de la cuestión en la Compañía a nivel pastoral y a nivel ideológico. Los informes de los CIAS revelan la excelente preparación del encuentro. En uno de ellos los participantes iniciaron los trabajos con un día completo de retiro, de reflexión personal por la mañana y compartir vivencias por la tarde. Otro centro marca la división en dos etapas (1966-76; 1976-1983) para ver mejor el contraste entre la situación inicial y la actual. El punto de partida fue el tradicional de la época en que nacen los CIAS: la Doctrina Social de la Iglesia, el principio de suplencia, la pre-evangelización. Desde estas perspectivas el ejercicio de actividades estrictamente sacerdotales y explícitamente religiosas estaban bastante restringidas. Sin embargo hay conciencia de la búsqueda de una integración. “Desde el punto de vista sacerdotal está demostrado que difícilmente se puede hablar de Dios y de las virtudes cristianas cuando no tienen satisfechas sus básicas necesidades vitales:... “La tarea de los CIAS, por ser eclesial, debe ser asumida como objeto de nuestra fe, requiriendo por lo tanto una respuesta también desde la fe. Nuestro ministerio adquirirá así un verdadero sentido”. Por otra parte el sacerdocio fue vivido según “el modo nuestro de proceder” ya que en la Compañía existen numerosos ejemplos de servicios apostólicos “no-cultuales” vg Teilhard, Hurtado... los profesores de los Colegios donde estudiamos, los directores espirituales y misioneros populares. Se puede entender el sacerdocio como totalidad de vida al servicio de muchos y procurando que este servicio fuera convocante, aglutinara grupos, recreara trabajos comunes (con otros sacerdotes, otros religiosos y religiosas, laicos y laicas) celebrados luego “en comunidad” alrededor de la Eucaristía. Se perciben dos líneas ejes de cambio: el encuentro con el ser humano, la libertad, el amor, la autenticidad, el “mundo”, la vida la coherencia interior; y el encuentro con el pobre latinoamericano en una perspectiva de cambio estructural, la miseria, la explotación, la religiosidad popular, la potencialidad liberadora del pobre, la lucha por la justicia, etc. Y en estas líneas se puede reconocer el Concilio Vaticano II, Medellín y en la Compañía la C.G. 32ª., y Pedro Arrupe. Por eso a partir de la década del 70 podemos decir que se vive en una segunda etapa con fuerte acento en la reflexión teológica. Si en el plano sociológico se pasa de una visión “apolítica”del sacerdote, reducido a lo cultual y espiritual, hacia un ministerio más creador de comunidades vivas de fe cristiana atentos a la religiosidad popular, en el plano teológico se comprende mejor al sacerdocio como algo integral: servicio y entrega para el surgimiento de un ser humano plenamente realizado en una sociedad justa y fraterna. Lo principal de la pastoral es la humanidad, la liberación, el mundo y la historia filializados y fraternizados. Y entran aquí las dimensiones estructurales de los cambios, la utilización de las ciencias sociales y la integración entre la fe y la política. La conversión al Jesús histórico nos lleva a su vida reveladora de Dios y camino de realización humana. El creyente, y mucho más el sacerdote, es portador de la memoria peligrosa del Dios de Jesús y debe ser ocasión de su presencia y de su pasión. Tiene la obligación de perpetuar la Eucaristía como memoria de la entrega a los demás. Comer y beber el cuerpo y la sangre de Cristo es comprometerse con la comunidad y la Eucaristía debe producir lo que significa. Culto y sacramentos tienen sentido en la medida en la que celebran y promueven una comunidad totalmente entregada al servicio del Reino. La espiritualidad es la nueva mirada que descubre al Señor presente en la tarea de la historia y la vida de los pobres; la oración es limpiar los ojos y abrir el corazón para poder reconocer al Señor en los demás y dejarlos entrar en la vida. Los progresos en el modo de entender el ministerio no fueron fáciles a pesar de la clara definición de la CG 32 sobre la unidad y mutua referencia de la fe y de la justicia. Un centro constata: “A la luz de la diakonía de la fe no ha sido fácil integrar el trabajo en favor de la justicia social como una dimensión de la fe. Hemos sido atacados de políticos, horizontalistas, defensores de una teología demasiado teológica. Los documentos de la C.G. 32ª. facilitan la superación de este problema”. La integración de los elementos de la fe (y por tanto el sacerdocio) y la justicia (por lo tanto el compromiso social) se hace más clara desde el momento en que se considera que los proyectos de los centros sociales buscan la “significación” en lo cultural y sacramental, de lo que es vivido en el servicio al pueblo de Dios. La explicitación de la fe y su expresión simbólica son también parte de la liberación integral que pretendemos, es decir, la realización creciente entre el pueblo del Espíritu de Jesús de Nazaret. Los aportes en la organización popular, en la presencia de las conquistas del pueblo se integran con las denuncias y anuncios proféticos que hacen vislumbrar nuevos modelos de sociedad justa. Nuestra fe al historizar los valores del Reino incide en los aspectos sociales y políticos. La fraternidad basada en el amor tiene como dimensión esencial lo social. De allí una serie de acciones y opciones: contribuir al conocimiento de las causas de la situación de subhumanidad; contribuir a la experiencia del Dios verdadero, el Dios de Jesucristo; para ello vivir comunitariamente (casa, comida, recursos, amistad) con los pobres y aceptar la acogida que ellos nos hacen en sus casas y comunidades; ayudarles a tener confianza en sí mismos y en sus propias organizaciones; en una palabra “echar nuestra suerte con la suerte de los pobres”. Los obstáculos y dificultades al proyecto apostólico en el campo social llevado por nuestros centros se encuentran dentro y fuera de la Compañía, dentro y fuera de la Iglesia. No todos comparten nuestra visión eclesial, nuestra interpretación del evangelio, ni las exigencias de encarnar los valores del Reino; pero también sentimos la necesidad de prepararnos mejor, de actuar más unidos e integrados, de vivir mejor la dimensión comunitaria; de ser testigos más transparentes de los valores que profesamos, de ser más radicales y coherentes en nuestra vivencia de la pobreza y de la inserción. Todas estas reflexiones han renovado nuestra entrega y abierto mejores posibilidades de trabajo. Hay tareas urgentes que nos esperan. 110. Conforme al programa de actividades asignado al Coordinador, el P. Jorge Julio Mejía en esos seis años visitó La Habana, Santo Domingo y casi todas las obras de Centro América, Barrancabermeja en Colombia, Quito y Cuenca en Ecuador, Fomento Cultural y obras populares en Méjico, el conjunto apostólico de Puerto Rico, y algunas obras de Caracas. También CIASCA y Managua. Promovió o participó en encuentros de jesuitas en obras afines como alfabetización popular, pastoral parroquial popular, solidaridad con Centro América, inculturación indígena, jesuitas obreros, CIAS. Lo más importante en este campo fueron los dos encuentros ya mencionados de Jiutepec, México y de Ocumare de la Costa, Venezuela. Pero además se tuvieron otros encuentros como el de Bogotá para buscar caminos de Solidaridad entre las Provincias de Estados Unidos y Centro América (enero 1985); y el de Axiomatla, México (Setiembre 1986) para tratar el apostolado de los jesuitas obreros. La animación por parte de Jorge Julio Mejía y después por Raúl Mora, Coordinadores de la Asistencia Meridional, al trabajo de los jesuitas obreros se expresa en la gran vitalidad que este grupo consigue y que es reflejado por la regularidad periódica de su Boletín “Enlace” , Boletín informativo de jesuitas en el mundo obrero latinoamericano. Estas páginas llenas de testimonios vividos en contacto con el trabajo obrero y sus condiciones habituales de vida, son jalones de una historia del apostolado social de la Compañía que no podemos olvidar, a pesar del número escaso de jesuitas misioneros en este campo difícil. Algunos, como Nacho Vergara, de Chile ha vivido más de 30 años viviendo y compartiendo el trabajo manual con los pobres hasta morir en abril del 88 de un infarto; Lucho Sauto, del Perú ha sido gran animador de la correspondencia del grupo. En varias provincias, el contacto con el mundo obrero fue experiencia del noviciado o del magisterio. Hubo correspondencia y vínculos muy fraternos con los jesuitas obreros de Europa. 111. Como asesor de las Conferencias de Provinciales y de los Provinciales, el coordinador participó en el encuentro anual de la Conferencia desde 1980 hasta 1985. Las visitas realizadas a cada Provincia fueron por petición expresa de los Provinciales respectivos. En cuanto a los Servicios Generales mantuvo al dia la recepción de Noticias, Catálogos y publicaciones de las diversas provincias. Con la ayuda del CINEP (Bogotá) se encargó de la reedición y difusión de Envío y de Promotio Justitiae. 112. Mantuvo también relación con los Sectores de Educación formal y Formación en la reunión anual de Delegados en Guadalajara. Había hecho previas visitas a los colegios de San Gabriel, Gonzaga, Borja, Cristo Rey, San Felipe, Javier, 20 de abril, y la red de Fe y Alegría, todos ellos en Ecuador. En Puerto Rico visitó el Colegio San Ignacio, y en Centroamérica, la UCA y Colegio Loyola. En México, el Instituto Lux y la Escuela abierta de León y de Chihuahua. Visitó y asesoró el Noviciado y Juniorado del Ecuador y de México. La relación con el Secretario de “re sociali”, de la Curia jesuítica de Roma se mantuvo por el envío de informe de actividades. SIGNIFICADO DE LA C.G. 33A. 113. La C.G. 33, celebrada desde el 2 de setiembre hasta el 25 de octubre de 1983, tuvo una gran importancia para clarificar el sentido exacto de la integración de la diaconía de la fe y de la promoción de la justicia en una única misión. Esta confirmación de la línea marcada por la C.G. 32ª., d.4, nacía precisamente de las inquietudes y temores de una época de incertidumbres. Un delegado a la Congregación (el P. Peter Henriot de la Provincia de Oregon) expresa de esta manera sus vivencias durante la Congregación General 114. Cuando la C.G. 33ª. aprobó unánimemente un documento confirmando esta unión entre la fe y la justicia, sentí que se habían hecho aclaraciones significativas, que avanzarían el compromiso social, no sólo de los jesuitas sino también de sectores más amplios de la Iglesia. Estas aclaraciones, con todo, tenían como trasfondo la duda inicial acerca de lo que había sido nuestra misión después de la C.G. 32ª. Artículos preliminares presentados a los delegados hablaban de “errores” cometidos por los jesuitas en una demasiado celosa promoción de la justicia, de “faltas” cometidas por un excesivo entusiasmo a favor de un activismo social, con detrimento de una completa evangelización. Pero los delegados, revisando las experiencias concretas de las provincias en todo el mundo, pronto hicieron notar que la falta mayor entre muchos jesuitas no había sido una excesiva involucración social, sino más bien el no haberse comprometido y el no haber respondido eficazmente a la llamada de servir la fe y promover la justicia. 115. Reconocer lo que había sido la falta principal llevó a un análisis más profundo del por qué esto era así. Aunque la respuesta al d.4 de la C.G. 32ª. ha sido en gran parte alentador en toda la Compañía, es obvio que hay aún mucho camino que recorrer para quedar adecuados, en términos tanto del reto social que se nos presenta, como del potencial del personal y de las instituciones de la Compañía. Los términos claves para una respuesta más completa – así pareció a la Comisión de “misión”- eran: confirmación, aclaración y orientación, requeridos en tantos postulados presentados a la C.G. 33ª. 116. La confirmación vino fuerte y clara. A la luz del llamamiento hecho por el Papa Juan Pablo II, la Congregación confirmó sin ambigüedades la misión de la Compañía expresada por las Congregaciones Generales 31ª. y 32ª., y describió su misión como la aplicación de hoy en día de la Fórmula del Instituto y del Carisma Ignaciano. El mensaje es simple: adelante en continuidad. El documento dice que hemos seguido el rumbo correcto, y que únicamente tenemos que trabajar con mayor empeño. Para permitirnos trabajar con mayor seriedad se hicieron varias aclaraciones referentes al lazo de unión entre la fe y la justicia. 117. La primera aclaración hecha por la C.G. 33ª. fue que no es por definiciones o decretos, sino únicamente por la experiencia y el discernimiento que llegaremos al entendimiento perfecto del por qué la fe y la justicia están ligadas. Muchos buscan declaraciones precisas de justicia social y sus muchas variantes y desean explicaciones de la fe y todos sus matices. Sólo cuando quedan satisfechos con este ejercicio intelectual se aventuran a la acción. Pero el documento de la C.G. 33ª. dice simplemente que la claridad en esta misión de fe y justicia no se encuentra sino con la fidelidad a un proceso de discernimiento comunitario sobre la experiencia vivida de nuestros esfuerzos por cumplir esta misión. 118. Este proceso de discernimiento se describe como central en “nuestro modo de proceder”como jesuitas. Requiere en particular una más honda involucración en las vidas de la gente que nos rodea, para oír los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren (cf G.S. 1). La reflexión orante sobre esta experiencia, unida a un acertado análisis social y cultural, proporciona una visión mucho más clara de la fe y la justicia que la mera investigación teórica; 119. Al repasar la experiencia apostólica de los jesuitas en los años recientes, la C.G. 33 reconoció que el esfuerzo en trabajar por la fe y la justicia ha sido en verdad fuente de grandes gracias, tanto para los jesuitas que se han percatado más profundamente de lo que significa su vocación, como para la gente a quienes hemos servido con mayor cuidado evangélico. Es verdad que ha habido fallos en la integración de estas dos dimensiones de nuestra única misión. La congregación deploraba un “reduccionismo” que se ha manifestado en una “espiritualidad desencarnada” (actuando como si la oración y las actitudes religiosas bastaran para cambiar el mundo) y también en un “activismo meramente secular” (poniendo énfasis sólo en los medios socio-políticos para efectuar el cambio). A mi vuelta de Roma me sentí decepcionado – y airado – al leer informes de la prensa acerca de la C.G. 33ª., que mencionaban la crítica del activismo secular, pero nada decían de nuestras igualmente enérgicas palabras contra la espiritualidad ultramundana. Ciertamente, si nuestra revisión de las experiencias vividas por los jesuitas durante los diez últimos años era correcta, el peligro más serio contra el cumplimiento auténtico de la misión es probablemente el “espiritualismo”que separa la evangelización y el trabajo por la justicia. 120. Un signo de la gracia experimentada en la lucha por la fe y la justicia, como notó la C.G. 33ª., ha sido la oportunidad que han tenido los jesuitas para participar en la persecución que sufren los pobres y oprimidos. Muchos jesuitas han sido puestos en prisión, desterrados o matados, tanto en países comunistas como en estados de seguridad nacional. Y se puede prever todavía esta persecución a medida que sigamos reforzando el lazo de unión entre la evangelización y la transformación de la sociedad. 121. Un segundo avance significativo en nuestro entendimiento de la misión fe-justicia fue, a lo que creo, nuestra especificación del trabajo por la paz. A partir de las discusiones de las Congregaciones Provinciales en todo el mundo, los jesuitas han presentado postulados que ponen la pacificación como características de todos nuestros apostolados. Espoleados por el liderazgo de los Obispos Católicos de los EE.UU., muchos jesuitas norteamericanos han puesto su énfasis sobre la necesidad de comprometernos más activamente – mediante la educación, la organización, el testimonio – en el movimiento para cambiar el rumbo de la carrera de armamentos y de la política nuclear de las superpotencias. Los Papas han hecho hincapié repetidas veces, en la importancia de la paz. Juan Pablo II en su homilía en la apertura de la Congregación, unió explícitamente la paz al trabajo por la justicia. 122. Con todo, inicialmente dos grupos muy distintos opusieron resistencia a esta “opción por la paz” cuando se la presentó en la primera redacción de la Comisión sobre la “misión”. Por una parte algunos jesuitas de Europa Oriental objetaron que insistir sobre la paz hoy en día sería un tema comunista. Lo utilizan sus gobiernos represivos para ahogar disentimientos, promover la conformidad, justificar el dominio militar sobre los pueblos sometidos y enmascarar un almacenamiento de armamentos masivos. Decir que los jesuitas se comprometen en favor de la paz sería para ellos peligrosamente ambiguo. Por otra parte, algunos jesuitas de América Latina opinaban que el interés en la cuestión de armas nucleares era un “lujo” de los países ricos, una distracción de los problemas más profundos y más inmediatamente urgentes de la pobreza y la opresión en el Tercer Mundo. El compromiso por la paz no tendría sentido si no tuviese en cuenta estos problemas. 123. El forcejeo con estas cuestiones trajo consigo una valiosa aclaración para la Congregación del contenido y contexto de la paz y de su relación con la fe y la justicia. Los Europeos orientales quedaron satisfechos cuando pudieron leer en las redacciones sucesivas del texto que lo que se nos pedía era trabajar por “una paz basada en los derechos humanos y la libertad”. Esto decía mucho más que lo que sus gobiernos comunistas defendían. Y los latinoamericanos consideraron aceptable el compromiso por la paz cuando se añadió la promoción de un orden mundial más justo y una mayor solidaridad de los países ricos con los países pobres. 124. ¿Eran estas aclaraciones meras distinciones verbales? No lo creo. Para mí estas aclaraciones simplemente volvieron a poner de relieve la importancia de situar la lucha por la paz siempre dentro de la búsqueda de la justicia. Como han dicho a menudo los Papas, la paz no es tan sólo la ausencia de conflictos, sino la presencia de las condiciones de paz – en ligazón con la libertad y la justicia – que debe promover la sociedad mediante la educación y la acción. 125. Finalmente, la tercera aclaración: ¿Y qué hay de la teología de nuestra misión? Al paso que evitaba profundos tratados y disputas, la C.G. 33ª. hizo comentarios importantes sobre la relación teológica entre la fe y la justicia. De manera que, según mi opinión, esta aclaración es el énfasis no sólo sobre el lazo de unión de la fe y de la justicia, sino sobre su recíproca integración. Muchos delegados deploraron repetidamente, durante las discusiones de la Congregación, cualquiera interpretación “dualista”, por la que la creencia en Dios y el compromiso con un orden social justo pudiera ser considerada por los cristianos como dos distintas entidades; sólo “puestas juntas” pueden promover hoy en día un apostolado más efectivo. 126. En efecto, de la misma manera que la revisión de las reacciones de los jesuitas a los llamamientos anteriores a “servir la fe y promover la justicia” había revelado una falta de entusiasmo por parte de muchos, un análisis más profundo del “¿por qué esto es así?” había demostrado algunas cusas principales de esto. Una de las razones más importantes dadas era que muchos jesuitas sencillamente no reconocen que la fe y justicia deben ir juntas, únicamente aceptan el que cualquiera de las dos carece de autenticidad a menos que vaya integrada con la otra. El “reduccionismo” que deploraba el documento está fundado en la incompleta comprensión tanto de la fe como de la justicia. El reto es ver la fe como primaria, pero sólo una fe que hace justicia. 127. El documento de la C.G. 33ª., por tanto, intenta hacer explícito el que la “justicia social que se nos pide promover es parte de la justicia del Evangelio que da cuerpo al amor de Dios y a su compasión salvadora”. Efectivamente, parece que el amor es el factor integrante para unir la fe y la justicia. Por lo menos éste es el énfasis sugerido por Juan Pablo II en su encíclica de 1980 Dives in misericordia, y por el P. Pedro Arrupe en su trabajo Arraigados y cimentados en la caridad. Esto explica, en mi opinión, por qué la C.G. recalcase que el “único compromiso” par la fe y la justicia (un compromiso integrado no solo unido) se mantuviese profundamente unido y expresado en el único gran mandamiento del amor universal. “Para alcanzar este amor universal – declara este documento – es necesario que aprendamos a buscar siempre, en la fe, a Dios por sí mismo y como fuente inagotable de toda justicia, amor y paz”(d.1 n. 42). 128. Las implicaciones de esta tercera aclaración ofrecida por la C.G. 33ª. pueden muy bien proporcionar algunas de las más importantes directivas para el futuro del servicio a la fe y promoción de la justicia. Por ejemplo, el documento explica que la “opción preferencial por los pobres” es una decisión de amar a los pobres con un amor como el de Cristo, que no excluya a nadie ni excuse a nadie de sus exigencias. Quizás en el futuro, nuestros jesuitas hablaremos de nuestra misión en términos a la vez más completos y más poderosos, como una misión de “fe, amor y justicia”. El vigor de algunos textos de la C.G. 33ª. 129. El n.31 del d.1 sintetiza la experiencia de los últimos años como una gozosa experiencia de conversión. Nuestra vida religiosa se enriqueció con la oportunidad de “trabajar con” Jesús para el mayor servicio del Reino. Esta proximidad del Señor, como nos proponen los Ejercicios, nos aproximó mas a los pobres, con los cuales el propio Jesús se identificó. Esto nos trajo, a veces, persecuciones por causa del nombre de Jesús, conforme a la promesa hecha a sus discípulos. El servicio de la fe y la promoción de la justicia colocaron así a la Compañía de cara al misterio de la Cruz. 130. El n.32 confiesa: No siempre tuvimos presente que la justicia social debe ser promovida a la luz de la “justicia del Evangelio”,la cual es sacramento del amor y de la misericordia de Dios. Nos cuesta entender que debemos dedicarnos de cuerpo y alma a esta misión. Ella no constituye simplemente un ministerio entre los demás. Es “el factor integrador de todos nuestros ministerios... 131. En el n.38 se confirma como misión de la Compañía lo expresado por las C.G. 31ª. y 32ª., particularmente en los decretos 2 y 4 de esta última. “Ellos constituyen la aplicación actual de la fórmula del Instituto y del carisma de nuestro Padre San Ignacio y definen nuestra misión actual con tal profundidad y lucidez que deberán ser tomados siempre en cuenta en la selección de nuestros ministerios futuros. Presentan, en efecto, las siguientes perspectivas básicas: - la integración entre la diaconía de la fe y de promoción de la justicia en una misión única - la universalidad de esta misión que pervade todos los ministerios a que nos dedicamos - el discernimiento necesario para el cumplimiento de esta misión - el carácter corporativo de esta misión. 132. El n.48 constituye una clara formulación del sentido que se da en la Compañía a la opción por los pobres. “Nuestra misión será tanto más válida cuanto más nos solidaricemos con los pobres. La obediencia nos envía. Es la pobreza, sin embargo, la que da credibilidad a nuestra misión. Juntamente con muchos otros religiosos queremos, por tanto, hacer nuestra opción preferencial por los pobres como lo propone la Iglesia. Esta opción consiste en la decisión de amar a los pobres más que a los otros, en vista del bienestar verdadero de toda la familia humana. Este amor, como el amor del propio Cristo no excluye a nadie ni dispensa a nadie de sus exigencias. Esta opción debe expresarse de algún modo concreto, directa o indirectamente, en la vida de cada jesuita, así como en la orientación de nuestros trabajos actuales y la elección de nuestros ministerios. Algunas pistas concretas de trabajo 133. Las propone el P. Luis Ugalde (VEN) en su trabajo Unión de la Compañía y compromiso efectivo en la promoción de la justicia. (Publicado en Promotio Iustitiae, n. 33, pag 6-8: 1) iniciativa del Provincial, que tiene acceso y cuidado de la estrecha unión entre el plan de trabajo y los resortes interiores que lo animan. Por ello mismo es necesaria su iniciativa concreta para ayudar a toda la Provincia a descubrir cómo el Dios de Jesús nos tiene que librar de nuestra fe deformada, capaz de convivir e incluso legitimar la injusticia. Podrían los Provinciales fomentar por Provincias y por Asistencias, encuentros de Provinciales con el trabajo conjunto de las comisiones de Educación y Justicia social. 2) promover las oportunidades para que un número creciente de jesuitas pueda durante una temporada ver la sociedad “desde el otro lado”, desde los pobres, desde el Tercer Mundo, desde “fuera” del lugar social donde siempre han estado... 3) En la formación de los jóvenes se puede hacer una gran labor y en algunas partes se está haciendo con una buena conjunción de espiritualidad, de nuevo lugar social y conocimiento científico y vivencias de la realidad de la injusticia inhumana... 4) Hay provincias en las que se han formado equipos de revisión de contenidos, implícitos y explícitos, que se transmite en centros educativos. En otras se ha avanzado mucho en el fomento del voluntariado laical, apoyado por la Compañía, que ofrece posibilidades de experiencias que los acerquen a una visión más verdadera de la realidad. 5) Tal vez convendría fomentar algunos equipos internacionales de estudio al servicio de toda la Compañía sobre temas de Justicia y Paz. 6) Finalmente, desde experiencia de la CLAR, como presidente, me hace ver cuánto ayuda para avanzar en este punto en forma más unitaria, la creciente inserción en los medios populares. Cuando se trabaja directamente con los pobres y cuando se trabaja en otros ambientes. Creo que en la Compañía deberíamos reavivar aquel consejo de San Ignacio a los padres jesuitas que fueron como teólogos a Trento: trabajar en el Concilio y vivir en el hospital cerca de la pobreza y necesidad. Vida que también se traducía en servicio... LA II ASAMBLEA INTERNACIONAL DE LOS INSTITUTOS Y CENTROS SOCIALES Actividades del Coordinador P. Raúl Mora (1986-1995). Primer período (1986-1987) 134. El primero de Octubre de 1986 fue nombrado por la Conferencia de Provinciales de América Latina Septentrional, el P. Raúl Mora (MEX) como nuevo Coordinador. A través de una década, Raúl Mora estructuró las actividades que le correspondían e inició la serie de los encuentros anuales de Coordinadores de las Provincias para el Apostolado Social, en la forma que se mantiene actualmente. Primer período 135. En el primer año de actividades (en el informe desde Octubre del 86 hasta mayo del 87), Raúl Mora participa en Granada, Nicaragua del Encuentro sobre Análisis Coyuntural de Centro América, organizado por CIASCA del 2 al 3 de enero de 1987. Los materiales del encuentro sirvieron mucho para la preparación de la reunión de directores de los CIAS en Roma. 136. La II Asamblea internacional de los Institutos y Centros Sociales del 12 al 18 de mayo de 1987, en “Villa Cavalleti” fue el punto culminante del año. Le precedió el encuentro de los delegados de América Latina, del 9 al 11 de mayo. Una cuidadosa preparación organizada por Raúl Mora, Jorge Julio Mejía y Manuel Uribe, del CINEP de Colombia ayudó a elaborar análisis de las realidades de cada país (aspectos sociales, económicos y políticos) y de acuerdo con el P. Henry Volken, el secretario de apostolado social del P. General, se convino en reunirse los delegados de América Latina (11 en total, de Méjico, Centro América, Colombia, Venezuela, Bahía, Chile, Argentina, República Dominicana, Río de Janeiro, Paraguay, y el coordinador), en Roma, tres días antes de comenzar la reunión general de Directores de CIAS (del 12 al 18). 137. El grupo latinoamericano trabajó intensamente para definir las expectativas frente al encuentro, discernir una línea común de identidad jesuítica en medio del pluralismo y diversidad de los centros, impulsar colaboración entre las dos asistencias del Sur y la del Norte de América incluyendo intercambio de experiencias sobre la fe y la justicia; unificarnos en el trabajo por la paz y la comprensión y profundización del amor preferencial por los pobres. Los temas de la seguridad nacional y la deuda externa fueron apuntados; reconocer que el trabajo social es una línea de frontera y temores de incomprensiones por el contexto eclesial vigente en la época. Por otra parte, la identidad de los centros exigía no separar dos vertientes: el trabajo “ad intra” por el servicio a las Provincias, y “ad extra” por el reto de las provincias nacionales e internacionales. 138. Los acuerdos del grupo latinoamericano se vieron confirmados y alentados por el grato ambiente del encuentro internacional. El grupo total de convocados incluía, además de los 11 latinoamericanos, 4 de África, 8 de Asia, 8 de Europa y 4 de Norte América. Los PP. Volken y O’Callagan acompañaron permanentemente al grupo, el P. General casi todos los días, por la mañana o por la tarde. El P. Ildefonso Camacho ofreció la iluminación teológica y los PP. Francisco Ivern, Francisco Claver y Peter Henriot presentaron tres ponencias. Los acuerdos finales quedaron como sugerencias al P. General, a los Provinciales respectivos y a los propios Centros Sociales. A la Curia General se pedía apoyo para y desde el Secretariado de Justicia Social, y el uso de Promotio Iustitiae como vínculo de información e intercambio. A los Provinciales, sobre todo de América Latina se les pedía nombrar el Coordinador de AL Meridional (parte sur del continente) y reforzar intercambios de las dos asistencias. 139. El primer día de trabajo de la II Asamblea (siete años después de la I Asamblea) se inició con una meditación de Arturo Sosa, Venezuela, sobre la vocación y sabiduría del pobre. Enseguida el P. O’Callagan expuso las expectativas y objetivos del encuentro: potenciar los centros como redes de apostolado; acentuar su vital importancia de cara a las generaciones jóvenes; inspirar toda la misión de la Compañía con el compromiso “fe-justicia”, haciendo que no quede en simple slogan; revisar el pasado y proponer iniciativas cara al futuro. 140. El P. Francisco Ivern presentó su ponencia sobre: Análisis de la situación global hoy día: cambios significativos en la situación del mundo, en la Iglesia y en la Compañía de Jesús. Era una visión panorámica a partir de la opción de la CG 32. Los análisis de entonces siguen siendo válidos substancialmente para un mundo en donde progresan la injusticia y la secularización; una Iglesia en la que apuntan líneas de involucionismo restaurador y una Compañía donde se han superado determinadas polarizaciones. Tras subrayar ciertas crisis de valores y de las ciencias sociales, enumeró los rasgos de nuestros centros a lo largo de tres generaciones pasadas, que responden a las décadas 30-40, 50-60, 70-80. Ahora parecen darse las condiciones para una cuarta generación, donde se ve la necesidad de mayor conexión entre lo social, lo económico y lo cultural; la conveniencia de mayor interdisciplinariedad y la creciente importancia de los laicos en nuestras obras apostólicas. 141. Importantes complementos ofrecieron los grupos, como el mantenimiento de la vocación profética y aceptación de las consecuencias de la misma; insistencia en la opción por los pobres como sujetos privilegiados del Evangelio y del cambio histórico. Se impone cada vez más el “discernimiento comunitario” cuya piedra de toque son los derechos de la persona y la situación de los pobres y desheredados. 142. El segundo día de trabajo (13 de mayo) fue presentada la ponencia del Obispo filipino dimisionario Francisco Claver: Modo de abordar la opción fe-justicia desde la teología y la espiritualidad ignaciana en la situación histórica. El centro de la reflexión fue la espiritualidad ignaciana en la lucha por la justicia, inspirada en la fe. Mons. Claver postulaba que la “No violencia activa”(NVA) no solamente es la opción más de acuerdo con las demandas del Evangelio, sino que ofrece también la mejor posibilidad para crear una sociedad humana. Los comentarios de grupos destacaron situaciones y contextos de una violencia extrema que se impone a los pobres y la necesidad trabajar en nuestros centros por unir la investigación científica, la crítica de situaciones concretas y orientación de organizaciones populares en busca de alternativas de cambio. Finamente, urge el fomento de la espiritualidad de los Ejercicios, del “magis” y del espíritu del “tercer binario”, en el ámbito social, acudiendo donde nadie quiere ir y utilizando debidamente todas las mediaciones culturales posibles.. 143. Se dedican dos días, (el 14 y 15 de mayo) a la situación de los centros y al trabajo en colaboración de jesuitas y laicos. Sobre el tema de los Centros sociales se constata lo siguiente: a. los Centros han experimentado una evolución importante desde sus orígenes hasta ahora. La diversidad es grande, debido tanto a la situación de los países como a la reevaluación continua de los Centros mismos. Esto es un signo de riqueza y vitalidad, pero conduce, al mismo tiempo, a situaciones de perplejidad e incertidumbre. b. todos los centros tienen un definido interés por el cambio social y han optado por trabajar según esta línea. Pero lo hacen con diferentes orientaciones (más bien una cuestión de énfasis que de enfoque opuesto). Algunos conciben esto de una manera radical, y más bien piensan en una alternativa totalmente diferente. Otros hablan de una reforma gradual dentro de las estructuras existentes. c. Es importante llevar la dinámica de los Ejercicios espirituales, el “magis” y el “tercer grado de humildad” para influir sobre la dimensión social de la vida dando importancia a la incorporación de valores. d. Las componentes de una espiritualidad que hemos desarrollado para nosotros mismos en nuestro trabajo son: inmersión en la vida del pobre, afirmación de la presencia de Dios, fe nacida del compromiso, espiritualidad comunitaria, de discernimiento, y profética en el aspecto de protesta y creatividad. e. no hay metodología disponible para tener reflexión de fe en un contexto multireligioso o secular. f. En principio todos los centros quieren estar radicados en la Iglesia local. Últimamente encontramos nuestras fuerzas en estas raíces. Nuestra misión tiene su origen en la misión de la Iglesia. g. Se da importancia a la necesidad de un análisis riguroso al confrontar realidad y acontecimiento de la sociedad actual. Debemos hacer nuestro estudio y nuestro análisis de la realidad en conexión con la reflexión teológica y con una espiritualidad que funda la investigación y acción en nuestra fe. h. Mientras cualquier tipo de “idolatría del pobre” tiene que ser evitada, hay necesidad de insistir en la “opción por el pobre” y en estar más insertado entre ellos, como ellos viven el Evangelio y participan en el cambio histórico. Esto enriquecerá la teología y otras ciencias. i. El discernimiento comunitario que se centra en los derechos de las personas y la situación de los pobres y marginados llega a ser hoy más y más importante. j. En todos los Centros debemos cuestionarnos a nosotros mismos sobre lo que tal vez no es totalmente vivido. ¿Reflejan los Centros desde dentro de alguna manera el proyecto social que nosotros tratamos de hacer fuera? Por ejemplo, ¿qué papel tienen lo laicos en éste, en particular la mujer? 144. El tema de la colaboración laicos-jesuitas fue trabajado el 15 de mayo. La problemática es amplia: problemas que surgen del pluralismo religioso, social y político de los colaboradores laicos y modo de afrontarlos; presencia de los seglares en las estructuras y órganos de decisión a nivel internacional. En general se está de acuerdo en la creciente incorporación de los laicos en nuestros institutos y centros sociales. Hay, sin embargo, grandes diferencias sobre el modo de hacerlo y los niveles de incorporación. Los problemas son tanto de índole económica, como de cariz social y político. En algunos centros no hay capacidad para financiar la presencia laical profesional. En otros, falta colaboración, tanto femenina como masculina, de calidad suficiente. A veces, nuestra estructura jurídica no tiene suficiente flexibilidad. El problema se complica aún más en países de pequeñísima minoría cristiana en que se impone la presencia de no-cristianos o de no-creyentes, pero comprometidos por el tema de la justicia. La mayoría de los directores insisten en la necesidad de mantener el sentido eclesial y la responsabilidad de inspiración ignaciana, si son auténticos centros de la Compañía con opción por la “fe-justicia”. De ahí que no se deba practicar un método estrictamente “democrático”sino que haya que recurrir al “discernimiento grupal”, según la inspiración del Evangelio. Conviene también distinguir entre centros que optan por “fe-justicia”y los que sólo insisten en la “justicia”. En estos últimos hay quizá menos problemática, pero también posiblemente menos compromiso jesuítico específico. Como síntesis de lo dicho podría subrayarse que el pluralismo aportado por los laicos, sea cual fuere la fórmula tiene al mismo tiempo un enriquecimiento y un conflicto que puede desafiar nuestra identidad. El camino de solución será encontrar el equilibrio entre trabajo y autenticidad, dada una situación histórica inevitable, no solo en la Compañía sino también en la Iglesia contemporánea. Las soluciones concretas tienen que ser locales. 145. El P. Peter Henriot presentó la ponencia sobre: Compromiso en los problemas actuales internacionales. Se trataba de un vasto panorama, que partiendo de los datos más amenazantes del momento (armamentismo, pobreza, etc), analiza las líneas de orientación actual (multinacionales, tecnología, cientifismo) para confrontarse con los desafíos (deuda externa, sufrimientos, etc) y buscar alternativas con la colaboración internacional a nuestro modesto nivel. Este panorama fue completado sintéticamente a niveles continentales, en la forma siguiente: Australasia se debate en problemas de supervivencia, militarismos y refugiados; África en gran subdesarrollo y con centros sociales en embrión; Latinoamérica denuncia la injusticia internacional e insiste en la opción por los pobres como esperanza de cambio; Europa habla de aprovechamiento de la coyuntura del Mercado Común Europeo y de sus organizaciones, junto con los organismos interprovinciales. 146. En torno a esta temática surge un vasto programa de invitación a participar en un intercambio universal, recogido en el Mensaje de la Reunión Internacional de Centros Sociales (Promotio Justitiae, n.36, Noviembre 1987). Tres grandes temas son propuestos: el estudio y reflexión sobre el “análisis cultural”; las opciones frente a la injusticia y la represión y las prioridades para los compromisos de la Compañía en problemas internacionales. 147. Estudio y reflexión sobre “Análisis cultural” a. el análisis cultural revela la aceptación sin discernimiento de la tecnología como síntoma de algo más profundo, la cultura del cientifismo caracterizada por un enfoque racional y mecánico de la vida, por la manipulación de personas como objetos en la búsqueda de metas de ganancias comerciales. ¿Cómo se verifica esto en su país? b. En el centro de los problemas más críticos del mundo hay una crisis de cultura. Para su futuro la humanidad necesita ser guiada por una cultura, la cual, incluyendo lo económico y político, puede proveer una nueva orientación de valores para una comunidad mundial en la que todas las personas tendrán su lugar adecuado, en la que también se tendrá “cuidado por la tierra” y se asegure una nueva armonía con la naturaleza. ¿La cultura de su Continente qué contribución puede hacer a la humanidad a la entrada del tercer milenio? c. El análisis cultural es complementario al análisis estructural y en algún sentido más profundo, pertenece al núcleo de la transformación estructural a la que todos tendemos. Es un análisis de valores que están incorporados en y mueven la economía, la política, la religión y la sociedad como un todo. ¿Hasta qué punto es ésta una preocupación entre los pensadores creativos y proféticos de su país? d. Tanto el análisis como el combate efectivo contra esta crisis abarcarían diversos sectores – tanto al interior como fuera de la Compañía e Iglesia - el trabajo de Paz y Justicia, Espiritualidad, Formación, Educación, Comunicación. ¿Conoce iniciativas importantes con esta orientación? e. A la luz de la historia de la Compañía deberíamos tener una sensibilidad especial para este nuevo Humanismo, que se necesita para el siglo XXI f. Algunos jesuita maduros y ampliamente comprometidos creen que la próxima Congregación General, con una profunda intuición en este punto central, podría muy bien dar una nueva orientación dinámica a la Compañía como lo hizo la CG 32. 148. Sobre el tema de las Opciones frente a la injusticia y la represión se constatan experiencias de diferentes situaciones: a. De aquellos que están en países donde las personas son víctimas de fuerte violencia interna y externa: económica, política y cultural. b. De aquellos comprometidos activamente en procesos de paz que tienden a unir comunidades y países en conflicto, y de miembros de movimientos por la paz c. De aquellos comprometidos con la organización popular d. De grupos de Jesuitas en el Tercer Mundo, quienes, sopesando los efectos contrarios de la violencia armada de la derecha y de la izquierda, se entregan a poner en práctica una alternativa real. e. De jesuitas que trabajan con refugiados, víctimas de políticas racistas, personas indefensas frente al poder absoluto del estado. f. De jesuitas que han estudiado en profundidad la filosofía y estrategias de los grandes protagonistas de la no-violencia activa: Mahatma Ghandi, Martin Luther King, etc g. De jesuitas que reflexionan sobre el tema desde la perspectiva de la teología, espiritualidad, ética social, etc. 149. Finalmente el tercer tema de las Prioridades para los compromisos de la Compañía en Problemas internacionales destacó 3 puntos: 1. Respuestas concretas a los problemas claves: El Servicio Jesuita de Refugiados es una respuesta de la Compañía a uno de los mayores desafíos internacionales a los que tiene que hacer frente la comunidad humana hoy. De un creciente número de Jesuitas que comparten las vidas de las víctimas de los trastornos políticos y económicos en campos de refugiados, que trabajan con inmigrantes como sus defensores, esta opción está conduciendo a programas educacionales, para investigar las causas más profundas del problema de los refugiados. La necesidad de destinar jesuitas para promover el trabajo del SJR en provincias de países del Tercer y Primer Mundo es hoy afrontada con mucha imaginación y generosidad. Algunos jesuitas son de la opinión que SJR constituye el punto de partida ideal de la Compañía para su misión global de Paz y Justicia. En la Reunión de Cavalletti el grupo de América Latina escogió la “deuda externa” como el problema internacional “número uno” y Peter Henriot lo sugirió como único tema prioritario para la colaboración internacional. Su organización requiere la unión de los Centros Sociales, Universidades y Otros Institutos jesuitas que tienen una orientación internacional para la investigación orientada a la acción sobre temas específicos de esta materia. Esto abrirá amplios caminos para promover entre los jesuitas una mejor comprensión del problema de la deuda externa, capacitando a muchos para educar la opinión pública, para participar en esfuerzos organizados, dirigidos a influir en la política. El documento de la Comisión Pontifica “Justicia y Paz” sobre la “Cuestión de la deuda internacional” debería motivar a la Compañía para dar respuestas adecuadas. El problema de la deuda, importante obstáculo para un verdadero desarrollo integral en el Tercer Mundo, necesita ser visto como un impedimento para la verdadera evangelización. Nuestra “opción preferencial; por los pobres” nos impulsa a aclarar al gran público acerca del impacto desastroso del peso de la deuda externa en la vida de los pobres en los países dl Tercer Mundo. ¿Puede usted reunir un grupo de personas para elaborar una propuesta realista para la colaboración internacional sobre este asunto? b) Otros temas sugeridos para búsqueda conjunta e intercambio de investigación - la destrucción del medio ambiente - alternativas para el desarrollo - violación de derechos humanos - militarización de la economía, política, cultura - interdependencia entre desarme y desarrollo - tareas de la mujer en la sociedad y en la iglesia - asuntos relevantes para los pueblos indígenas c) una estrategia realista para la Colaboración Internacional En su alocución a la reciente Congregación de Procuradores, el P. General mencionaba que un deseo a menudo expresado por el Padre Arrupe, la colaboración cercana entre la Compañía y las grandes organizaciones internacionales – en el servicio de proclamación de la fe y promoción de la justicia y paz – permanece por el momento un sueño. Si nosotros juntamos las energías para planificar y confeccionar un proyecto internacional que pudiera abrir los ricos recursos científicos y la experiencia de trabajo de la Compañía, se daría un paso que puede aproximarnos a la realización de este sueño. Se han hecho muchos progresos en la colaboración interprovincial y regional en proyectos comunes. Prioridades urgentes se percibieron u sintieron más fácilmente a este nivel. Por otro lado, en el mundo actual los asuntos más importantes están entrelazados y tienen una dimensión internacional. Así, la dinámica de colaboración regional no necesita ser un obstáculo para una nueva iniciativa de un proyecto internacional de la Compañía. ¡Por el contrario! ¿Puede usted contribuir para hacer esto más evidente e indicar las posibilidades y ventajas de unir proyectos de investigaciónacción regionales importantes con un proyecto internacional bien seleccionado de la Compañía? 150. El P. General, en su alocución del 16 de mayo, encaminó el futuro animando con fuerza a los Institutos y Centros Sociales y a los Coordinadores de la Pastoral Social al trabajo, señalando sin ambigüedad hacia qué dirección tienen que cambiar para que el apostolado social llegue a adquirir más importancia para el trabajo de la Compañía. La cuestión central era cómo los Centros Sociales pueden contribuir más para hacer de la “promoción de la justicia”un aspecto muy real de cada uno de nuestros trabajos apostólicos. El Padre General se detuvo en muchos asuntos de importancia universal: la gravedad de los problemas a los que tiene que hacer frente el mundo, la Iglesia y la Compañía; la necesidad par la Compañía de avanzar más generosamente en la misión Fe-Justicia, especialmente para integrarla en todos nuestros trabajos; la autenticidad que se necesita para tratar los puntos claves de la tensión evangélica en el camino de la misión Fe-Justicia; la necesidad de buscar la justicia social a la luz de la justicia del Evangelio; la atención particular, dada a la educación, formación, cooperación internacional y a una cercanía con el pobre. 151. La reunión de Cavalletti propuso al final recomendaciones al P. General, a los Provinciales y a los centros. Los participantes en esta reunión internacional miraban con esperanza al futuro. Hicieron muchos compromisos para la colaboración a nivel local, nacional, regional e internacional. Además de eso, hicieron recomendaciones importantes, sugirieron iniciativas que deberían ser tomadas en los niveles más altos o intermedios de la Compañía para ayudar a reforzar su Apostolado Social. 152. Probablemente la recomendación más importante se refiere a la necesidad de designar coordinadores de Pastoral Social en áreas donde actualmente no existe, por ejemplo: África, Asistencia inglesa, países Europeos. El grupo de América Latina ha pedido con insistencia la designación de tal coordinación para la Asistencia del Sur de América Latina y oficialmente ya se ha confiado esta responsabilidad a Francisco Ivern. 153. Una declaración digna de consideración dice: “Hay una gran necesidad de que el gobierno de la Compañía cree un cuerpo para discernir los problemas internacionales más urgentes y acuciantes para la promoción de la justicia o un cuerpo capaz de animar proyectos internacionales de Investigación / Reflexión cuando el programa discernido sea asumido por el Padre General” 154. Una propuesta está basada en la convicción de que la reflexión sobre la experiencia apostólica del sector social debería estar en interacción con la de otros sectores. “Si la reflexión de un sector apostólico es integrada y equilibrada con la de otros, es probable que sea más válida. Así, una propuesta: Las Provincias deberían actuar hacia el establecimiento de una función de reflexión en cada sector apostólico, con alguna estructura de interacción entre ellas y el resultado de esta interacción debería usarse en la planificación del apostolado de la provincia”. Como modelo para esto se menciona la Provincia de Venezuela. 155. Entre otras conclusiones anotamos las siguientes: “La Curia Romana debería preparar una pauta especial con la asistencia de nuestros Centros Sociales para la formación de Fe-Justicia de escolares y estudiantes que están en nuestras instituciones” “Que esta asamblea ponga por escrito cuán vigorosamente sentimos acerca de la participación de laicos, proceso de decisión, etc, resaltando los documentos de la Compañía en CG 32 y 33”. Finalmente se hicieron una cantidad de sugerencias para fortalecer el Secretariado Social en la Curia y la función de Promotio Justitiae para mantener activa la preocupación de fe-justicia. 156. Como fruto inmediato de este encuentro de Villa Cavalletti, surgió la invitación a Raúl Mora para participar del encuentro sobre ministerios que los jesuitas de las Provincias de Estados Unidos tienen con los hispanoparlantes (marzo de 1988, San Diego, California). A más largo plazo se diseñaba un seminario sobre análisis coyuntural entre directores de los CIAS de AL. LA GESTIÓN DE RAÚL MORA I. 157. En este período se hace evaluación de tres procesos que se han ido desarrollando durante años precedentes: 1) la solidaridad con Centro América, por parte de la Asistencia de los jesuitas de Estados Unidos, 2) el seminario de análisis coyuntural, 3) la inserción de las obras sociales en redes de comunicación más amplias a nivel mundial. 158. El proyecto de solidaridad comienza ya en el año 1983 con motivo de la situación social grave del área centroamericana. Un encuentro de Superiores en Honduras (el Progreso) en noviembre de ese año estudia la situación, informa al P. General, y solicita ayuda a los Provinciales de EE.UU. En Mayo de 1984 se formaliza un encuentro en Méjico de Provinciales de A.L. (Luis Ugalde, Valentín Menéndez y César Jerez) con representantes de la Conferencia de Provinciales de EE.UU. El objetivo es la colaboración interasistencial para la paz y la justicia en Centro América es apoyar las alternativas que por su apertura religiosa, por su pluralismo y por sus procesos sociales, se encaminen mejor al bien del pueblo centroamericano. Los meses de Junio, Julio y Octubre están marcados por un encuentro en Nicaragua de jesuitas de Centroamérica (CIASCA, otros miembros de CIAS de la Asistencia) con J.J. Mejía (coordinador social de la Asistencia) y Michael Czerny, (entonces del Centro Social de Toronto) para analizar la situación social y la iniciativa de la solidaridad; otro encuentro en Washington de Malley, Schultz, Jerez y Mejía; y la reunión de la Conferencia de Provinciales de la Asistencia, con el P. General en los Teques, Venezuela, en la que se pide a J.J. Mejía la elaboración de un plan de trabajo. Este plan es trabajado en Bogotá del 12 al 13 de enero de 1985, evaluando el contexto social, los trabajos hechos y presentando recomendaciones a las dos Asistencias. El plan elaborado es objeto de diversos encuentros y comunicaciones, como las de marzo, 1985, por parte de la Conferencia de EE.UU; de agosto, por parte de la Conferencia de Provinciales de AL Septentrional; en agosto de 1986, por parte de CIASCA y los CIAS de la Asistencia, y finalmente por la Reunión de Provinciales de la Asistencia con el Padre General en Puerto Rico, octubre de 1986. En todas estas actividades el Coordinador Social fue el P. J.J. Mejía. 159. Se produce entonces el cambio de Coordinadores, asumiendo Raúl Mora la tarea de continuar el proceso de solidaridad. En el encuentro de los CIAS en Roma (11 a 17 de Mayo de 1987) se encuentran los dos Coordinadores de las Asistencias, Joe Hacala y Raúl Mora, reiniciando el proceso, y se informa a los Provinciales de AL en Bahía (1923 de mayo) de la situación de ese momento. Lo que más resultado ha dado ha sido el “twinning” entre las Provincias de Centro América y Missouri. 160. Hay puntos relevantes como programáticos para cada una de las Asistencias: para Centro América, el proceso hacia la reconciliación y la paz surgido de los acuerdos de Esquipulas II que reclama apoyo del trabajo apostólico de los jesuitas; y la reactualización del Plan Apostólico de la Provincia con prioridades generales para toda la región y particulares para cada país. Para la Conferencia de EE.UU el colocar el proyecto de solidaridad en la reorganización interna de sus departamentos; elaborar criterios para la oportunidad y forma de hacer declaraciones públicas a favor de los procesos centroamericanos, movilización de recursos humanos. 161. El segundo proceso que es evaluado es el del seminario de análisis coyuntural. El encuentro de los CIAS en Roma, 1987, fue un buen momento para unificar criterios y métodos de análisis coyuntural. El proyecto fue propuesto el mismo mes a los Provinciales de AL reunidos en Bahía. Dos textos ya elaborados por Michael Czerny (Getting Started on Social Anaysis in Canada) y Peter Henriot (Social Analysis, Linking Faith and Justice) circularon entre los CIAS de AL. Pero se queria realizar un seminario especial para nuestra realidad. Para ello Raúl Mora pidió ayuda al Centro de Reflexión Teológica, de Méjico, a través de su seminario anual. El tema para 1988 fué el de la Opción por los pobres, pero dentro de este tema se hacía referencia al análisis coyuntural. 162. La propuesta de preparación del seminario, después de fijar objetivos como el intercambio de metodologías de análisis, compartir informaciones de Centros como el CINEP, condiciones como la comunicación preparatoria por correspondencia y los plazos cortos que se imponen por la urgencia del tema, y participantes añadiendo a los participantes del encuentro de Roma, delegados de otros países que no asistieron; señala 4 fases bien definidas. 163. La fase preparatoria (noviembre-diciembre 1987) pretendía ponerse de acuerdo en el camino a recorrer, indicando expectativas, sugerencias al plan de trabajo para reelaborar la propuesta del seminario y estar en comunicación con los Provinciales. 164. La primera fase (enero a junio de 1988) se proponía recoger el material empleado y la experiencia vivida. Se pide la bibliografía utilizada, recomendando los Esquemas para la interpretación de la realidad, editados en Bolivia, 1985. Se sugiere también el método narrativo sobre la propia historia a partir de la experiencia de los distintos métodos usados por aquellos años: ‘”ver-juzgar-actuar de la JOC y Comunidades de Base”, “acción pensada”, “acontecimiento, profecía, conversión”, “circulo pastoral” según el modelo del Center of Concern “análisis genético-estructural”, y finalmente “análisis coyuntural” limitado en espacio y tiempo, que examina la situación y las fuerzas económicas, políticas, sociales en juego; las ideologías; las alternativas de acción concreta para ser discernidas apostólicamente. 165. La segunda fase (de julio a diciembre de 1988) comprende dos tareas: un listado de temas hecho por el Coordinador y temas elegidos para el estudio por cada uno de los CIAS. En forma aproximada se preveían temas como; ¿qué es el análisis social y cual su importancia en una programación apostólica?, objeciones contra el análisis social y sus dificultades, descripción y diferenciación de los métodos comumente empleados, recopilación y utilización del banco de datos. influjo de nuestros análisis en el trabajo por la fe y la justicia, incorporación del análisis a la doctrina social de la Iglesia, formación para el análisis, relación entre el análisis y la acción. 166. La tercera fase (enero a julio de 1989) pretendía la unificación de la reflexión sistemática dando unidad a los trabajos elaborados por los diferentes equipos. 167. La cuarta fase posterior al seminario se refiere a la publicación y difusión de los resultados, a partir de agosto de 1989 168. El tercer proceso evaluado fué el de inserción en redes mundiales de comunicación como el Interdoc y otros. 169. Finalmente, el encuentro de jesuítas en parroquias rurales y suburbanas tuvo significación por el enlace de lo pastoral con lo social. Se celebró en Quito del 18 al 22 de enero de 1988 Tercer período 170. Se inaugura en marzo de 1988 el tercer período de la gestión de Raúl Mora hasta agosto de 1989. Este año marca bastante la inter-relación entre el sector de Apostolado Social y el de educación formal. Dos encuentros para la dos asistencias, celebrados casi los mismos días en Caracas y Rio (abril 1988). El P. Felipe Mac Gregor, del Perú, presentó un proyecto de investigación sobre “Educación no estatal para un mundo que se socializa”, tema que el P. Arrupe ya había sugerido. Parece que ni la UCAB, de Venezuela, ni los centros sociales de Méjico, Centro América y Colombia pudieron asumir el proyecto. 171. Con relación a la educación no-formal se tuvo un encuentro del 9 al 14 de mayo de 1988, que tuvo relieve especial por la presencia del Secretario para Educación, de la Curia General, P. Vincent Duminuco y por una carta del mismo Padre General sobre esta área de la educación. La educación no-formal tiene un público bien diferente al de nuestros Colegios y Universidades, y exige una relación y apoyo mayor del Sector Social. 172. En los días del 5 al 10 de Junio de 1989 tuvo lugar en Bogotá el Seminario de Análisis coyuntural, largamente preparado. Participaron 10 jesuítas, uno de Argentina, 5 de Colombia, tres de Méjico, uno de la República Dominicana, otro de Venezuela y finalmente el representante del P. General, P. Henry Volken. El encuentro estuvo marcado por un profundo dolor: el asesinato del P. Sergio Restrepo Jaramillo,en Tierralta, el 1 de junio. 173. Los participantes contribuyeron con los análisis de sus propios países y los interrogantes para ser profundizados se agruparon en cuatro núcleos: qué es y para qué se hace el análisis social; quién lo hace; para quien lo hace y cómo se hace. 174. El análisis social tiene la finalidad de conocimiento científico de la realidad. Realizado por jesuitas y dentro del ámbito del apostolado social tiene algunos presupuestos que hay que poner de relieve: parte de una opción ante la realidad que nos golpea y que implica la aceptación de un horizonte utópico motivador, de su transformación y un estilo de vida coherente con las motivaciones que de allí surgen. Para los creyentes esa opción se hace en y desde la fe, nos impulsa hacia el Reino de Dios como utopía y al seguimiento de Jesús como estilo de vida. Hay conciencia de que todo análisis no es más que un acercamiento a la realidad, parcial y situado, realizado con honestidad y que implica una teoría coherente y el uso adecuado de las Ciencias Sociales y Humanas. El interés del análisis no es sólo el de entender la realidad sino el propiciar su transformación, volviendo a ella como último criterio de verificación. El análisis es un instrumento para reforzar la constitución de un sujeto histórico popular, y por tanto quiere plantear las preguntas pertinentes a la gente, desarrollar la sabiduría popular para asumir con mayor claridad y decisión su propia identidad y el dominio de su medio ambiente. Se hace el análisis para reforzar la participación organizada en la construcción de una fuerza popular en la sociedad civil, de manera a caminar hacia una sociedad democrática, contribuyendo por tanto con valores éticos que ubiquen la acción pastoral y planteen alternativas nuevas. 175. El análisis es realizado por un equipo realmente comprometido en la constitución de un sujeto histórico popular que se orienta hacia una sociedad justa y humana. Por eso busca la participación de las bases en permanente vinculación con el equipo partiendo de los datos a la elaboración del análisis para luego ser revisado por las bases y refinado por un equipo especializado. El equipo es un colectivo interdisciplinar y pluralista (culturas, clases sociales, esquemas interpretativos, actitudes ante la fe). El equipo, por la presencia de los actores del apostolado social se siente parte de un sujeto corporativo más amplio: la Compañía y la Iglesia. 176. Hay análisis sociales que se hacen por interés académico, otros con finalidades políticas de partidos o de gobiernos. ¿Para quienes hacen el análisis social los que trabajan en el apostolado social? En primer lugar para servir al pueblo, sus comunidades locales y eclesiales, sus organizaciones y líderes; para los agentes de pastoral: religiosas, religiosos, sacerdotes, obispos y laicos; para personas y grupos comprometidos con el proceso popular, intelectuales, profesionales, estudiantes; para los centros de investigación, universidades y otras instituciones, incluso gubernamentales, abiertas a un diálogo crítico y enriquecedor; para la opinión pública nacional e internacional; para la Compañía de Jesús en diversas instancias: servicio a la Provincia en su discernimiento pastoral y formación permanente; en la formación o acompañamiento de los escolares; para sus diversos centros de investigación y trabajos de base. Todos estos servicios pueden hacerse por conversaciones, talleres, cursos, seminarios, clases, reuniones, revistas propias o colaboraciones en otras, publicaciones, conferencias de prensa, declaraciones. 177. El núcleo temático sobre cómo hacemos el análisis es ampliado en ocho puntos, a los cuales hay que añadir la relación entre el análisis social y la fe. Los ocho puntos son los siguientes: 1. desde nuestro compromiso y opciones previas, asumimos el análisis en un espíritu de discernimiento y desde la experiencia y perspectiva del pueblo: 2. los datos-información para el análisis se obtienen del conocimiento vivencial de la realidad, del flujo informativo social y de fuentes científicamente elaboradas; 3. en la selección y organización de esta información hacemos uso tanto de las ciencias sociales y humanas como de la sensibilidad y habilidad para intuir y discernir lo que está en juego (olfato), que se desarrolla con la permanente atención a la realidad y el servicio constante del mismo análisis; 4. los datos que ofrece la realidad, vista desde la perspectiva del EstadoNación como unidad de análisis, los comprendemos como expresión de las relaciones económicas, políticas, culturales e ideológicas, contando con su dimensión internacional; 5. el análisis toma en cuenta el momento coyuntural en relación con la estrutura de esas relaciones que conforman la sociedad. 6. Como base para el análisis es necesario un modelo o esquema: 178. Esquema: a) recolección del conjunto de datos y acontecimientos; b) periodización del proceso: etapas, períodos, fases; c) bloques o grupos en pugna; d) fuerzas sociales, culturales, e ideológicas que, con un cierto grado de conciencia se dan en cada uno de esos bloques; e) organizaciones políticas (no necesariamente partidarias) o frentes propios de cada uno de esos bloques: f) objetivos generales a largo y mediano plazo y objetivos corto plazo; g) estrategia de cada uno de ellos; i) alianzas de cada bloque, a nivel internacional, nacional y local; contradicciones secundarias de cada bloque, h) formulación de hipótesis de tendencias para un futuro inmediato; l) alternativas de acción posible de cada hipótesis; m) entrecruzamientos de las diversas dimensiones, vg. territorial (local, estatual, regional y nacional), sectorial (campesino, urbano, sindical), estructural (económico, político, ideológico), histórico (estructura, coyuntura: momentos, fases, cambio; clases dominante y dominada) 179. Retomando los dos últimos puntos: 7. la dimensión ética del análisis surge como reclamo de la la misma realidad y como consecuencia de la opción por la justicia. Ella subyace en la perspectiva del análisis e incide en su desarrollo y en la formulación de alernativas. La claridad de esta dimensión ética es fuente de autoridad y credibilidad del análisis; 8. en las alternativas que propone el análisis a las organizaciones populares se distinguen dos niveles: a. el analítico que lleva a plantear con rigurosidad las posibilidades en la realidad presente; b. la toma de decisiones en la que se asumen o no los riesgos y costos que las posilidades implican. En este nivel, el discernimiento aparece como indispensable. 180. La pregunta por la relación entre el análisis social y la fe es fundamental, ya que da al uso de los instrumentos del análisis su sentido final. El P. Luis G. del Valle sj (MEX) resume en 11 puntos este tema, partiendo del presupuesto de que quien se plantea la relación entre en análisis social y la fe es una persona de fe, en una situación histórica concreta. 1., Fe es el “sí”con obras y palabras a la interpelación de Dios en Jesucristo. La interpelación es: “¿quieres dar, emplear, gastar tu vida en lo mismo y por lo mismo, que yo (Jesucristo) la dí, empleé y gasté, es decir, en que Dios reine?” Que Dios reine es para este creyente lo siguiente: que todos los hombres y mujeres sean hermanos y hermanas, vivan como tales, reconociendo y adorando a Dios como Padre. 2. El sí del creyente en la situación concreta impulsa a cambiar esa situación hacia otra que se acerque más al reinado del Padre; 3. el impulso que da la fe para ese cambio consiste en una motivación, un estilo de vida y acción, y una utopía. Lo primero, porque Dios nos comunica su vida a los humanos; lo segundo, en seguimiento de Jesús, lo cual es el ethos cristiano; lo tercero: que Dios reine; 4. para comprender una situación y descubrir los caminos alternativos para el cambio es necesario conocer las relaciones sociales, sus causas, condicionamientos, funcionamiento, obstáculos, etc.; 5. para ese conocimiento echamos mano de las ciencias humanas y sociales y de la ciencia teológica, con respeto a la autonomía de cada una de ellas y en diálogo interdisciplinar; 6. las ciencias iluminan la situación y sus modos de cambio; la situación y su cambio provocan una reflexión que afecta a las ciencias mismas; 7. ante las alternativos de cambio, la fe con su triple impulso de la audacia de dejarse conducir por el Espíritu de Jesús si nos ponemos por el discernimiento en obediencia a él; 8.En esta situación histórica, concreta y en su proceso de cambio hay también hombres que no comparten esta fe, pero tienen una que les da un impulso para el cambio, es decir la motivación del amor al ser humano en sociedad, el estilo de vida y acción que es la capacidad de dar la vida por el otro; esto es ethos y utopía de la sociedad justa. 9. Con ellos el creyente coincide, en parte al menos, en cada uno de los tres dinamismos. 10. Por eso se da una con-vocación de unos y otros; 11. asumir juntos esa convocación supone colaboración operativa y respeto El mismo P. Luis G. del Valle abordó el tema del análisis social y discernimiento en al Provincia Mejicana, publicada en Promotio Justitiae, n.42 Octubre 1989. Entresacamos algunas ideas: El tema de la deliberación o del discernimiento comunitario es de interés bastante difundido por el año 1972. En la CG 31 hay dos alusiones directas a la “Deliberación de los Primeros Padres” de 1539. El discernimiento es tradición en la Compañía desde San Ignacio. Pero lo habíamos vivido para el tiempo de los ejercicios y para momentos de crisis. De lo que aquí tratamos es el discernimiento en la vida ordinaria: el discernimiento de los espíritus que nos mueven en los acontecimientos de nuestra vida diaria. La vida diaria es una sucesión de acontecimientos, una realidad cambiante que no es sólo entorno estático sino situación retante. De aquí que cuando empezó poco después la práctica del discernimiento se planteó luego el “análisis de la realidad” bajo la forma de ponernos en la “vera historia”. La metodología para el análisis de la realidad pasa por las mismas dificultades y acercamientos que en los equipos apostólicos. Lo que los grupos de discernimiento hacen es retomar la visión de la realidad para buscar y hallar en el entretejido de la vida ordinaria, con la realidad en que vivimos, la voluntad de Dios por medio de la detección y calificación de los movimientos individuales y grupales, según las reglas del discernimiento de Ignacio. Discernimiento y deliberación son cosas distintas, aunque por supuesto relacionadas. El discernimiento tiene como finalidad impetrar de Dios a gracia de resonar y consonar con la voluntad de Dios en las situaciones históricas concretas de nuestra vida, La deliberación está dirigida a tomar una decisión concreta en obediencia a Dios. El discernimiento genera actitudes a través de la claridad de distinguir cual es el espíritu que nos mueve en nuestra vida diaria; si el de Dios, el del malo o el propio, e ir logrando en el espíritu propio el “instinto” de dejarse mover por el de Dios y no por el malo. El discernimiento es diario, sucede entre la vida cotidiana en chispazos entremezclados con ella y en momentos de oración y de examen. La deliberación se hace sobre una materia concreta que por su complejidad, resonancia en amplios ámbitos y para tiempos largos, u otras razones, valga la pena armar todo el proceso grupal deliberativo. Para el discernimiento en la vida diaria no es necesario el análisis de la realidad con la ayuda de las ciencias sociales. Lo importante es ponerse ante la realidad; lo cual hacemos siempre todos, científicos o no. Para comunicar la realidad vivida en los grupos el medio al alcance de todos es la narración de lo que se ha vivido. A esto sigue, como se ha dicho, la comunicación de los movimientos de los espíritus experimentados (y los discursos que los acompañan) y el discernimiento que de ellos hace cada uno según los criterios ignacianos; y todo esto lo somete a la consideración del grupo. El interés de estas reflexiones es mostrar la convergencia de la tradición ignaciana con la complejidad de las situaciones modernas, sobre todo en el momento de tomar decisiones que pueden marcar rumbos a largo plazo para el apostolado social de la Compañía. La experiencia espiritual del discernimiento, reclama en el caso de la deliberación la contribución de los análisis de la realidad. La “vera historia” que Ignacio reclama para comprender la contemplación de la vida de Cristo, es también esa “vera historia” de nuestro mundo moderno con la complejidad de sus estructuras sociales. LA GESTIÓN DE RAÚL MORA II. Los mártires del Salvador, testigos del servicio de la fe y de la promoción de la justicia Cuarto período 181. El cuarto informe del Coordinador abarca un año exacto desde setiembre de 1989 al 1990. Este año es importante porque va a significar una especie de giro en el modo de enfocar la coordinación del sector social. El papel central que desempeñan los Centros de Investigación y Acción Social abarca desde los inicios de este apostolado en América Latina en la década de los 50 hasta fines de la década de los 80. Es decir un grande espacio de cuarenta años. Poco a poco se va formando la conciencia de que la dimensión social de nuestras obras apostólicas no es una característica de algunas de ellas especializadas, formadas por personas con carisma personal y comunitario para esas actividades, sino una verdadera dimensión omnipresente en la misión misma de la Compañía. Anunciar la fe al mundo moderno es tocar las conciencias de las personas para la propia conversión y guiar para el paso difícil de plasmar “estructuralmente” los deseos del cambio personal en los cambios de la sociedad misma en la que vive. Ya hemos visto cómo el seminario de análisis de la realidad ayudó extraordinariamente a ver con claridad este proceso. 182. El eje fundamental de este año está formado por dos actividades” la elaboración del manual de Análisis social y la maduración del proyecto de una reunión de “secretarios de los PP. Provinciales para el apostolado social”. Al lado de estas dos actividades hay que mencionar la continuación del trabajo de Raúl Mora con el sector de educación, tanto formal como no-formal, creciendo en importancia la atención a este último aspecto educativo por el sujeto popular y adulto al que se dirige en gran parte y a la necesidad de la educación para dar consistencia a la acción social. Del 11 al 19 de setiembre de 1989, en Granada, Nicaragua y para los miembros de la Provincia centroamericana, se retomó el trabajo anterior de mayo 1988 pero en el marco actual del proceso de democratización y con interrogantes importantes como la participación de los no-jesuitas en este servicio educativo, la relación con la religiosidad popular, con la educación formal y con la formación de los jesuitas. En esta reunión se lanza la sugerencia de pedir al Provincial el nombramiento de un “Secretario del Provincial para la educación” que coordine los sub-sectores formal y no formal.. 183. Dos meses después de este encuentro del 89, sucede el martirio de los jesuitas de la UCA de San Salvador el 16 de noviembre. Los PP. Ignacio Ellacuría, Amando López, Segundo Montes, Joaquín López y López, Ignacio Martin Baró y Juan Ramón Moreno dieron testimonio de coherencia de poner la Universidad al servicio de la justicia social y constituyen un ejemplo educativo de gran valor para toda América Latina. En el n.43 de Promotio Iustitiae, febrero 1990, se recogen algunas impresiones del Álvaro Restrepo, que acompañó al P. General en la visita especial que hizo en esa ocasión: “La visita del P. Kolvenbach duró tres días y fué extremamente intensa. Olvidando las fatigas de su reciente viaje a California (donde, en Santa Clara, conversó con el P. Jon Sobrino), a Australia, Singapur y Taiwan, se dió sin reservas a través d encuentros personales y comunitarios a los NN. del Salvadpr y de otros países de la Provincia. El sacrificio de nuestros hermanos en El Salvador ha sido para Compañía de Jesús entera una de las gracias más significativas que ha recibido en estos años. Esa muerte cruenta, unida a la de más de 30 jesuitas en los últimos 16 años en todo el mundo nos muestra que nuestra misión en favor de la fe y la justicia no son meras palabras retóricas y que esa opción que ha de ser la característica de nuestros apostolados, -como lo demuestra el hecho de que la mayoría de los NN. asesinados en San Salvador hubiesen sido educadores y hombres de Universidad -, sigue viva en los jesuitas de hoy a pesar de la muerte de tantos. Por lo demás, el P. General nos recordaba en su homilía del 28 de diciembre en San Salvador, las palabras proféticas del P. Arrupe cuando se preparaba el decreto 4º de la Congregación General 32: “tenemos que prepararnos a sufrir por causa de este decreto”. 184. Así como en Granada se tuvo encuentro del sector no-formal de la educación, en Puebla, del 23 al 27 de abril de 1990, se tuvo la reunión de delegados de educación formal. 185. El manual de análisis social merece este juicio de Raúl Moral: fué la “actividad más intensa del año. Quienes en ella tomaron parte y quienes se encargaron de su corrección y formateo en el Centro Gumilla lo ven como muy capaz de prestar un oportuno servicio a nuestros equipos en esta línea de análisis de la realidad para el servicio apostólico en América Latina”. Fue un arduo esfuerzo que supuso varias sesiones de trabajo de Mora con G. del Valle en enero y marzo del 90; para llevar material a un encuentro en Méjico (octubre del 90) de 7 de los 14 participantes del encuentro de Bogotá (5 a 9 de julio de 1989) para terminar en una cuarta reunión en Caracas (enero de 1991) con Arturo Sosa completando la bina Mora-del Valle. Casi a tiempo completo varios miembros del Centro Gumilla ayudaron en esta última fase 186. Proyecto de encuentro de secretarios de los PP. Provinciales para el apostolado social Este proyecto había sido ya aprobado por la Conferencia de Provinciales de 1989. Sin embargo en 1990 no se convocó el encuentro porque sólo en Méjico, Venezuela y Colombia existían esos cargos, aunque de hecho desempeñaban esa función algunos de los directores de Centros Sociales, como el director de CIASCA. La idea del cargo sería la de ayudar al P. Provincial en sus tareas de gobierno por medio de la coordinación de las diferentes actividades que bajo el título genérico de “lo social” desempeñan muchos jesuitas. El objetivo sería poner en común programas, experiencias, dificultades y sobre esa base coordinar mejor a nivel nacional y de asistencias el trabajo social. Esta tarea había sido desempeñada antes por el CLACIAS, hasta que surgen nuevos campos sociales como los que trabajan en el mundo obrero, campesino, indígena, parroquias rurales o suburbanas. Quinto período 187. El quinto informe de Raúl Mora se refiere al período entre octubre de 1990 y setiembre de 1991 y muestra el seguimiento de las prioridades del año anterior. En primer lugar la corrección final y edición del libro : “Analizar la realidad en América Latina” Un último encuentro en Caracas, del 8 al 11 de febrero de 1990, entre Raúl Mora, Manuel Uribe y Arturo Sosa se dedica a la revisión final. Se hizo una única edición a cargo del CRT de Méjico. Se difundió en todos los países de habla castellana, y el P. Luis Fernando Klein pidió autorización para traducir al portugués. 188. También se retoma la preparación de la Reunión de Secretarios de los Provinciales para el Apostolado Social en América Latina fijándose la fecha del 30 de setiembre al 5 de octubre en Santo Domingo. Se trata de la primera reunión de lo que hoy conocemos como Reunión de Coordinadores del Apostolado Social, y desde el inicio hasta el presente se reunieron los delegados de las dos Asistencias. 189. Raúl Mora asistió, como en los años anteriores al encuentro de delegados de la Educación Formal, reunida en Quito del 29 de abril al 5 de mayo de 1991. 190. En este período se abre un nuevo proyecto para coordinar el trabajo que muchos jesuitas están realizando con los indígenas. Para ello se realiza en Puente Grande, Jalisco, México, del 24 al 30 de julio de 1991, el seminario sobre “El proyecto histórico de los indígenas”. El seminario fue fecundo por la mutua información del trabajo, por la valoración común de la vida de nuestros hermanos, por el discernimiento y deliberación sobre el proyecto alternativo de esos pueblos y nuestro servicio a ellos. Nace la idea de que la Compañía se manifieste con relación al V Centenario. El sector de Indigenismo tendría mayor consistencia con el nombramiento del P. Xavier Albó (BOL) en 1994, como coordinador de esta área. LA CONGREGACIÓN DE PROVINCIALES Y LA MISIÓN FE-JUSTICIA, LOYOLA-1990. 191. El año de 1990 está marcado en forma muy especial por la Congregación de los Provinciales celebrada en Loyola. Por primera vez en la historia de la Compañía hubo una interacción total directa y horizontal tan amplia: entre los provinciales, entre ellos y el P. General con sus asistentes. 192. El n.45 de Promotio Justitiae, de Octubre de 1990, está dedicado a esta Congregación de Provinciales y recoge lo más importante en relación con el Apostolado Social. Partiendo de la respuesta de las Congregaciones de Provincia que aquí circunscribimos a las dos Asistencias de América Latina, Meridional y Septentrional, se establecen dos preguntas: ¿dónde estamos? y ¿hacia donde vamos? que fueron reflexiones presentadas a la Congregación de Provinciales por los PP. Henry Volken y Hans Zwiefelhofer. 193. Las Provincias de América Latina Meridional se refieren al Decreto 4º de la CG 32 afirmando que “la opción de la Compañía es una gracia, un contacto experimentado con los pobres como principio y fundamento, poniéndonos en contacto directo con Jesús y dándonos nuevas perspectivas. El desarrollo de la comprensión de que la justicia debe abarcar los nuevos problemas. Esta evolución no ha sido ni general ni homogénea. Conciencia acerca de la destrucción ecológica; acerca del peso de la deuda externa y sus efectos entre los pobres; acerca de la injusticia en las relaciones económicas internacionales que generan miseria. Derechos culturales de las minorías. Internacionalización y cambio de actitud en nuestro trabajo, en el estilo de vida que nos lleva a un estudio más profundo de los problemas, a la búsqueda de estrategias adecuadas y aun mayor compromiso. Esto se refleja en los proyectos de Provincia y en los nuevos compromisos. 194. Las Provincias de América Latina Septentrional constatan que se ha enriquecido, profundizado e interiorizado el decreto 4º; que se han enraizado en nuestra espiritualidad personal y comunitaria, dentro de una perspectiva de teología de la liberación, llevándonos a posteriores análisis y discernimiento de nuestras obras apostólicas. La Fe-Justicia del decreto 4 debe ser mantenida como una expresión de la esencia de nuestro carisma: el seguimiento de Cristo “desde la solidaridad con el pobre”; está en el corazón del Evangelio, de los Ejercicios Espirituales y del discernimiento, Desde esta perspectiva todos los nuevos problemas de justicia pueden y también deben ser abordados. La respuesta ha sido dada por nuestros mártires; valores que van más allá del “éxito”. Sentido de solidaridad internacional como resultado de la participación universal en nuestra tragedia. Más allá de los conflictos y tensiones del pasado; diálogo mas pacífico y profundo. 195. A la pregunta ¿dónde estamos? puede responderse que estamos en proceso de crecimiento porque aumenta la convicción de que la fe-justicia debe impulsarnos a construir un mundo más humano y a re-orientar e incluso crear nuevas obras e instituciones. Pero también constatamos las dificultades de interpretación, confrontación de opiniones. Hay sin embargo voluntad de diálogo y cooperación; en la mayoría de las provincias crece el contacto directo con el sufrimiento y los pobres. También se ve con claridad que hay muchas expresiones válidas diferentes de “solidaridad con los pobres” requeridas por la complejidad de las causas estructurales de la pobreza, la injusticia y la violencia. También se acentúa el papel de líderes influyentes del pensamiento y constructores de normas para respetar la dignidad de los pobres y para proteger sus derechos. 196. Se requieren esfuerzos para que el decreto 4 sea factor de unidad y no de división; confiamos en los Ejercicios y en la profundización teológica. Pero también en la exigencia de un adecuado análisis de la realidad social, pero con sentido crítico a los métodos reduccionistas, incapaces de abarcar la totalidad de la realidad. Se ha dado énfasis a lo socio-cultural. La frustración de la juventud que no encuentra sentido a su vida tiene raíces en la cultura del consumismo, en la crisis de fe y en el desarrollo de una economía que no ofrece porvenir para todos. El análisis y la reflexión teológica deberían evidenciar el lazo entre injusticia y ateismo práctico y también deberían ayudar a percibir las “estructuras de pecado” como una negación del Dios de Jesús. Se necesita un tipo de análisis social que esté al servicio del discernimiento y de la dimensión pastoral del decreto 4, el cual concibe la evangelización que llegue al corazón y a la mentalidad de personas y comunidades concretas. 197. Desde los países industrializados se afirma “nuestros problemas son prácticos”; en una sociedad compleja, cuyas estructuras parecen funcionar, se ve poco orientador conceptos como “promoción de la justicia” o “solidaridad con los pobres” cuando el trabajo institucional es predominantemente con la mayoría acaudalada; aunque también existen instituciones, a nivel de educación superior, que buscan responder a las exigencias del decreto 4º 198. Pueden señalarse cinco problemas no resueltos: 1) credibilidad y estilo de vida; optamos por los pobres pero “desde fuera”; hay abismo entre declaraciones y prácticas; 2) concientización de los no-pobres, tema difícil en nuestras instituciones educativas y en parroquias, cuando hay una comprensión individualista de la fe y fundamentalismo crecientes; 3) compromiso político, visto por algunos como riesgo ideológico y fuente de conflictos en la Provincia e Iglesia local; y por otros como exigencia de mediación para defender los derechos fundamentales de la vida humana. Se apunta un camino: la identidad religiosa bien arraigada permite encontrar el camino correcto cuando la justicia requiere compromiso político; 4) misión profética y conflictos con la Jerarquía: depende de situaciones, una iglesia minoritaria tiene a paralizarse por miedo y buscar “una evangelización pacífica”;en Iglesias mayoritarias se nota el conflicto de interpretaciones teológicas; en países industrializados, donde la Iglesia es beneficiada por el sistema se nota poca libertad para la misión profética. El ideal de la Compañía de “sentire cum Ecclesia” no puede significar mera conformidad pasiva desprovista de la valentía profética; 5) sentimiento de impotencia: ¿Cómo puede la Compañía de Jesús desarrollar su potencial internacional en el contexto de la globalización de la economía mundial, de la interdependencia cultural creciente, y contribuir a eliminar la pobreza mundial reciente y la explotación de los sin poder? Sin embargo a pesar de las dificultades los informes de las provincias reflejan un espíritu de determinación humilde, esperanza profunda y gratitud; gratitud especialmente por los testimonios que nos han dado aquellos jesuitas que han sellado la visión y la llamada del decreto 4 con el sacrificio de sus vidas en solidaridad con los pobres. 199. La pregunta ¿hacia donde vamos? suscita algunas respuestas que comienzan algo así como por un “Principio y Fundamento” de unión de toda la Compañía en la “fórmula” Servicio de la fe y promoción de la justicia” y su interpretación a partir de la cual puedan entenderse todas las diversificaciones necesarias que respeten las situaciones particulares. Unidad de visión sobre la realidad, pero al mismo diversificación e integración de elementos que exigen, por su parte, mayor énfasis en los análisis culturales. 200. Para ser “más universal” en el sentido ignaciano tenemos que ampliar el objetivo de nuestro compromiso Fe-Justicia. Nuestra acción apostólica será más efectiva y duradera si percibimos los problemas en toda su extensión y conexión estructural y descubrimos sus causas variadas y complejas: religiosas, culturales, estructurales, ideológicas, eclesiales. La misión fe-justicia debe relacionarse con todas las estructuras que forman la sociedad, los centros de poder que influyen en las vidas de los pueblos, las personas cuyas decisiones afectan la historia, los valores que determinan la dirección de la conciencia. Tal vez el concepto rico y progresivo de los derechos humanos pueda ejercer una integración efectiva y un papel dinámico respecto a nuestra misión. Los asuntos de paz, ecología, secularismo, ateismo y materialismo están relacionados con nuestra misión Fe-Justicia por el hecho de que el servicio de fe y promoción de la justicia se han unido en defensa de la vida, de los seres humanos, de los derechos y la dignidad de las personas así como del planeta. 201. Un nivel más universal de contacto con la realidad tiene serias implicaciones para la investigación, la formación y el comportamiento contextual. Deberían desarrollarse instrumentos adecuados y específicos para el análisis y la evaluación. Debería darse mas importancia a las ciencias sociales y a las técnicas de la comunicación,. Deberían prepararse más expertos en ciencias humanas, debería tenerse más contacto personal con los pobres y con el mundo de la injusticia, porque la experiencia (“aprender haciendo”) parece ser la mejor clave para comprender y poner en práctica. No olvidar los contactos cordiales con todos los que pueden influir en nuestra misión. 202. Para aplicar un enfoque más diversificado y más integrado debemos tomar en cuenta las diferentes situaciones socio-culturales y socio-religiosas en países diferentes, regiones o sectores de la sociedad; a veces hay que subrayar la fe promoviendo una conciencia social; otras priorizar la justicia pero como expresión social de nuestra fe; otras veces combinando los dos enfoques. Hay que concientizar aquellos que tienen poder, los que tienen responsabilidad en las estructuras de la sociedad. La concientización de los influyentes pide que afrontemos la manera en que las personas entienden y practican su fe y los factores culturales e ideológicos que condicionan la comprensión y la práctica. Para eliminar las raíces de la pobreza y de la injusticia tenemos que trabajar a niveles y con los medios a los cuales los pobres generalmente no tienen acceso. La fe y la justicia deben integrarse como dos dimensione inseparables, de una misión única que es entendida así desde la motivación inicial, pasando por los medios que empleamos hasta llegar a los objetivos finales que perseguimos. 203. La problemática aquí presentada parece indicar la necesidad de destacar la dimensión cultural. En muchos casos, el directo y casi exclusivo “enfoque de la justicia” no es suficiente para asir las raíces socio-religiosas y socio-culturales de la injusticia: los valores y lo símbolos que tienen significado para el pueblo y configuran los medios de comunicación y la opinión pública. El análisis social, así como la acción social necesitan la mediación de la antropología cultural y métodos inculturados. Para ser provechosa para la acción social, la doctrina social de la Iglesia tiene que ser inculturada. Lo que es específico a una cultura no debería imponerse a otras culturas. La razón principal, para el rechazo de la doctrina social de la Iglesia es de hecho que sus principios, pautas y modelos eran transmitidos en una forma inculturada. La promoción de la justicia necesita principios, pautas y modelos. Nosotros jesuitas, como la historia muestra, siempre hemos tenido un carisma particular para la inculturación. Tal vez estamos llamados a inculturar la enseñanza social de la Iglesia hoy. 204. Finalmente, la mirada prospectiva requiere una “Espiritualidad de la Fe-Justicia”. La gran mayoría de los informes indican un progreso común real en la penetración de nuestra vida en el espíritu de la dimensión Fe-Justicia de nuestro apostolado. Enraizado en una espiritualidad personal, el mandato Fe-Justicia postula “conversión”. Sin embargo las respuestas revelan una distancia aparente entre conversión individual y comunitaria. En algunas provincias la polarización ha disminuido, pero informes de otras Provincias lamentan la ausencia de una perspectiva y comprensión común y una deficiencia de reflexión y discernimiento. Ahí queda mucho por hacer para profundizar nuestro fundamento teológico y para trazar las características fundamentales de una espiritualidad y formación espiritual que hace frente a los problemas de nuestro tiempo a la luz de fe-justicia. 205. Para elaborar una Espiritualidad Fe-Justicia no es suficiente añadir unas pocas consideraciones o aplicaciones sociales. Lo que necesitamos es una base teológica orientada hacia la práctica, una espiritualidad coherente integrada con”nuestra misión Fe-Justicia, la cual nos da la capacidad de realizar a un nivel estructural los ideales de nuestra herencia espiritual específica de Compañía, por ejemplo por un “discernimiento de espíritu social”. 206. La espiritualidad Fe-Justicia es de gran importancia para evitar un énfasis unilateral en nuestra misión, al establecer una plataforma común para llegar a un consenso respecto al criterio y a estrategias para promover la justicia. Es la única base firme para una conversión común y colectiva para llegar a ser más tolerante con respecto a las formas del compromiso Fe-Justicia en una comunidad, en una Provincia, en la Compañía. Lo último pero no menos importante, y en muchos casos una de las contribuciones principales para promover la justicia, es cambiar la mentalidad espiritual de aquellos que tienen la capacidad de animar a otros en el cambio social, cultural y político. 207. La Espiritualidad Fe-Justicia involucra nuestra manera de proceder para encontrar la voluntad de Dios por el discernimiento espiritual común y apostólico para la acción en una situación concreta. ¡La opción fundamental de la Compañía debe realizarse! Esta característica orientada a la práctica determina el valor grande y central de la manera de decidir lo que debería hacerse. Muchos de los problemas en llevar a la práctica nuestra misión Fe-Justicia tuvieron sus causas en nuestro procedimiento defectuoso en cómo obtener una comprensión verdadera de la realidad estructural, cómo probar los datos analíticos, cómo desarrollar el proceso de discernimiento apostólico común que significa más que la discusión, la reflexión y la decisión racional. Nadie quiere negar que hay muchos problemas a nivel del análisis social y cultural que enlazan la fe y la justicia. Sin embargo la dificultad real y particular es cómo practicar nuestro modo de proceder en el campo de promoción de la justicia. Aquí está el desafío para el futuro. LA GESTIÓN DE JULIO MORA (II) PRIMER ENCUENTRO DE COORDINADORES EN SANTO DOMINGO 1991. Sexto período 208.El sexto informe de Raúl Moral se extiende desde octubre 1991 hasta noviembre de 1992. Como es natural este informe y sus anexos ofrece abundante material ya que las dos primeras reuniones de Coordinadores del Apostolado Social se realizaron en el tiempo correspondiente a este informe (30 de setiembre a 5 de octubre de 1991 en Santo Domingo, República Dominicana, y 7 al 9 de julio de 1992 en Zipaquirá, Colombia) PRIMERA REUNIÓN DE COORDINADORES DEL APOSTOLADO SOCIAL. 209.Se realizó con el nombre de Primera reunión de Secretarios de los Provinciales para el Apostolado Social en América Latina. Tuvo lugar en la Casa de Ejercicios ManresaLoyola, del 29 de setiembre al 5 de octubre. Participaron los siguientes representantes: Mauricio Bacardit (BOL), Enrique Beascochea (MEX), José María Blanch (Paraguay), Francisco Ivern (BRC), César Jerez (CAM), José A.Lazcano (VEN), Raúl Mora (MEX), Jorge Munguía (ANT), Eduardo Rubianes (ECU), Vicente Santuc (PER), Manuel Uribe (COL). 210.Los principales temas tratados fueron los siguientes: análisis de la situación coyuntural de cada país, proyecto neoliberal en América Latina, respuesta de la Compañía y asimilación del decreto 4 de la CG 32; papel de los Secretarios (delegados, asistentes, coordinadores) de apostolado social y de sus relaciones; coyuntura eclesial, y finalmente sugerencias y evaluación del encuentro. El acuerdo más importante de esta reunión fue preparar, convocar y realizar un seminario internacional sobre las medidas económicas y políticas que se van implementando en nuestro Continente y las Antillas. 211.El tema de proyecto neoliberal en América Latina fue bastante estudiado: se constata su realización en los Tratados de Libre Comercio, pero también los costos sociales que recaen sobre los más empobrecidos del continente. Frente a la euforia neoliberal por el fracaso de los socialismos reales hay que señalar con realismo el impacto del proyecto en las clases medias y pobres y sobre los proyectos nacionales. Se impone motivar desde la fe y a la luz de la doctrina social de la Iglesia la búsqueda de alternativas, para recuperar “la fuerza utópica del pobre”. Por ejemplo, ante la propuesta de la privatización del modelo neoliberal es urgente mantener la doctrina social de la Iglesia que enseña la función pública del Estado como garante del bien común y la función social de la propiedad privada sobre la cual pesa una hipoteca social. De especial importancia es que el Estado mantenga la propiedad de los servicios públicos: salud, educación, etc, porque a pesar de sus deficiencias constituyen una alternativa frente a la privatización que lleva a empresas rentables que sólo prestarán servicios a quienes puedan pagarlos. El proyecto de privatización esconde detrás de los beneficios económicos los enormes costos sociales. Los derechos humanos y el verdadero sentido de la doctrina de la Iglesia sobre la propiedad privada exigen recordar con insistencia la “función social”o “hipoteca social” que grava toda propiedad privada. 212.Ante este hecho real del proyecto neoliberal ¿qué está haciendo y quiere hacer la Compañía en América Latina? Hay experiencias concretas de caminos alternativos, investigaciones que se están realizando, propuesta de un Seminario Internacional sobre el modelo neoliberal y nuestra respuesta, y otras propuestas semejantes. 213.Las experiencias concretas: la Provincia de Venezuela trabaja en el proyecto de “creación de un pueblo nuevo”en Guyana formando a jóvenes sin futuro inmediato. Barquisimeto tiene larga experiencia de cooperativismo y organización campesina. La Provincia de Méjico cuenta con una experiencia de aserradero colectivo en Huayacocotla. La Provincia de Colombia busca caminos por medio del Instituto Mayor Campesino para compartir la planeación municipal con el Estado, ONGs y organizaciones campesinas. La Fundación Social tiene experiencias de empresas de recolectores y reprocesadores de basura, y de mujeres que han formado mini-empresas para el aseo de las empresas. En Centroamérica se hacen experiencias en el campo de los refugiados y en el sector informal de la economía; Bolivia trabaja en desarrollo rural a nivel micro-regional, comprando tierras para ponerlas a producir comunalmente. Es evidente que estos proyectos son pocos, pero se quiere que sean modelos que orienten otras experiencias para ser asumidos por el Estado o por otros organismos. 214.En el campo de las investigaciones existe el estudio de Francisco de Roux sobre ONGs en diálogo con FMI, SELA, Banco Mundial para estudiar el modelo neoliberal y proyectos alternativos. Peter Marchetti tiene también buena información sobre el proyecto alternativo de Desarrollo para Centroamérica. FUNDAT de Bolivia, recogiendo trabajos de ONGs tiene buen material; CRAS de Méjico tiene en marcha un proyecto sobre el tema. 215.Propuesta de un Seminario Internacional sobre el modelo neoliberal y nuestra respuesta. En nuestros Centros y Universidades hay profesionales competentes que podrían ser convocados para poner en común investigaciones y trabajar con profundidad el tema ético y antropológico y poder producir material de información y educación (incluso a nivel popular), como una respuesta internacional. También podríamos invitar a Jesuitas de América del Norte y de Europa. 216.El proyecto neoliberal busca uniformizar el mundo desde el aspecto económico. ¿Cómo se ubican en este proceso las tradiciones culturales y la historia? Por un lado interpretaciones marxistas rígidas no dan cabida a lo cultural que es factor también de discriminación y explotación, como es el caso de las etnias indígenas. Y sin embargo los movimientos indigenistas quieren afirmar su presencia social y política recuperando su identidad y valores, recalcando lo simbólico y hay procesos importantes en Bolivia, Centroamérica, Ecuador. Hay indígenas con estudios universitarios y que siguen trabajando profesionalmente en su propia tierra y ambiente. ¿Por qué la Compañía tiene pocas vocaciones indígenas? 217.El concepto de cultura es amplio y hay que limitarlo. Se habla de cultura popular: ¿cómo distinguirla de la cultura dominante? ¿cómo se relacionan la cultura campesina y la urbana? Hay grupos que de día son urbanos y de noche son rurales. Hay una cultura liberal consumista que invade espacios culturales, que se caracteriza por la insolidaridad, hedonismo y que usa propaganda, medios de comunicación, imágenes de referencia, símbolos de status social. ¿Cómo afirmar la cultura del pobre, contemplativa y de amor a la naturaleza? ¿Qué significados tienen la cultura regional, nacional, de las clases medias, latinoamericana; la cultura de la violencia; la cultura cristianooccidental? 218.Ante el tema de la cultura, la Compañía en América Latina ha acogido el problema. El encuentro de Puente Grande, Jalisco, México ha sido momento importante. En la reunión de los Centros de Investigación Social, en Roma 1987, los jesuitas de Asia, Filipinas y Africa subrayaron este aspecto, en tanto que los latinoamericanos insistían en no desligar la cultura de lo político y económico. 219.En el encuentro se reconoció como insuficiente la estima que tenemos de lo cultural en el trabajo social, sobre todo en el mundo campesino, en las Comunidades eclesiales de base. No hemos sabido relacionar el saber intelectual tan fuerte en nuestra formación, con el saber intuitivo, popular, simbólico. Tenemos que prestar atención a la religiosidad popular masiva para que sea liberadora; apreciar sus valores, pero en relación con las estructuras sociales. Para esta atención a la cultura popular nos pueden ayudar documentos como el del Episcopado Boliviano en su informe al CELAM como aporte a la Conferencia de Santo Domingo, los estudios de la Academia de Lengua Maya en la universidad Landívar de Guatemala, la información sobre incipientes trabajos de teología indígena. La cultura indígena tiene valores humanos muy ricos: en Bolivia, los indígenas no son dueños de la tierra sino que se sienten parte de la tierra; en Guatemala después del terremoto no había huérfanos indígenas porque sus mecanismos de solidaridad ya los habían integrado a nuevas familias. Tienen gran aprecio por los ancianos, han aprendido a sobrevivir frente los políticos, usan recursos de distribución de las riquezas. Se cuenta la intuición de un cacique nicaragüense en la colonia: “los conquistadores funden nuestros dioses porque los consideran ídolos, pero con ellos fabrican otro ídolo al que adoran”.En el mundo indígena hay solidaridad en contacto con la tierra, la naturaleza y en relación con lo trascendente; viven la hospitalidad. 220.Otro tema de importancia en el primer encuentro de Coordinadores, fue estudiar la asimilación del Decreto IV de la Congregación General 32. Se asumió la interpretación de la Congregación de Provinciales en Loyola, 1990: existe la asimilación en forma global, aunque con resistencias minoritarias y realizaciones todavía imperfectas. El decreto parece haber revivido tendencias que ya aparecieron después de la carta del P. Arrupe para América Latina el 12 de diciembre de 1966 sobre el reto de impulsar las fuerzas de transformación social,. Para algunos estas fuerzas eran los pobres que desean urgentemente el cambio social; para otros las fuerzas se encontraban en los centros fácticos de decisión que deberían mirar a los pobres como “correctivo evangélico” pero insuficiente para promover una real transformación social. Para nosotros, en América Latina la opción preferencial por los pobres debe mantenerse como criterio de verdad para medir la asimilación del decreto IV. 221.La respuesta de los jesuitas a todos estos problemas se realiza en sus obras e instituciones. Para darles fuerza, unidad, impacto, se necesitan mecanismos de información y unificación de tareas como las reuniones anuales de coordinadores. Paralelas a la del sector de apostolado social, se tienen las de educación, y de Universidades. Pero nos falta mayor vinculación entre Norte y Sur de América; mejor utilización de nuestra capacidad de convocación para ONGs, movimientos populares, religiosos, organismos del Estado; uso más adecuado de los medios de comunicación social, todo ello para crear una opinión pública favorable a los pobres. 222.Mirando hacia adentro, los participantes del encuentro trataron el problema de la formación. ¿Está presente el tema social en la formación de los jesuitas? En algunos países se da poca presencia, en otros se da mayor, y en algunas esta presencia está sistematizada en forma teórica con cursos académicos, y experiencias pastorales en ambientes pobres. No siempre estas experiencias son evaluadas o reflexionadas. En alguna provincia todos los jesuitas en formación viven en pequeñas comunidades en medios populares. Al hablar de formación hay que tocar también la formación permanente. Se menciona el CURFOPAL (Curso de Formación Permanente para Jesuitas de América Latina), de São Leopoldo, Brasil; la revista Diakonía, las reuniones de párrocos en Colombia con dos días dedicados a la formación permanente. Pero no se abordó el tema de la formación permanente de los laicos que trabajan con nosotros. 223.Con la riqueza de trabajos, la diversidad de situaciones, la gravedad de los desafíos, debía de unirse la reflexión sobre el Papel de los Coordinadores del apostolado social y sus relaciones. Los informes de los países representados mostraron una gran diversidad de situaciones. Desde la no existencia de un coordinador provincial por el temor de que “los sociales” impongan una línea de acción a toda la provincia, o por la insuficiente asimilación del Decreto IV con residuos de “dualismo” entre lo espiritual y lo social; o la existencia más bien formal de un coordinador pero sin apoyo efectivo de la Provincia; hasta situaciones de apoyo total y decidido del Provincial que considera al coordinador como su asistente para los temas sociales, que se ha empeñado en cuestionar todos las obras para vivir la dimensión social y que invita al sector social a intervenir en la planificación del Proyecto Apostólico. Se dan situaciones intermedias, en las que la Provincia confía la tarea al Centro Social, constituye una Comisión Social (para las Provincias del Brasil), o de manera más informal existen grupos de trabajo muy activo que inciden en todas las áreas apostólicas. En Centroamérica la situación misma obligó a trabajar unidos en torno a los grandes problemas de la región superando las divisiones del pasado, y la frecuencia con que unos mismos jesuitas trabajan en investigación, promoción, formación, trabajo pastoral, espiritualidad, educación. Lo mismo se observa en Venezuela. Bolivia prefirió estructurar sus trabajos no por sectores sino por beneficiarios (campesinos, obreros, etc) Ecuador busca la integración de la evangelización y de lo social. En Méjico hay una búsqueda sincera de buscar formas de servicio social de la educación en colegios y universidades. La República Dominicana constata un extenso trabajo social, pero poco avance por falta de coordinación. 224.No existía entonces un sólo Coordinador a nivel latinoamericano, sino dos que correspondían a las Asistencias. El apoyo total de los Provinciales ha sido muy claro en la Asistencia Septentrional lo cual está atestado por la organización de actividades y encuentros, de los cuales participaban algunos representantes de la Asistencia Meridional y por la vitalidad de los proyectos y dinamismo de los centros de estudio y de acción. En cambio ese apoyo fue menor en la Asistencia Meridional. Tal vez la coyuntura social lo explique; no se vivió unidad de la Asistencia ante situaciones conflictivas, en algunas provincias se consideraba suficiente la existencia de los centros y otras obras sociales; en otras hubo conflicto con los CIAS en el pasado; en alguna provincia como la de Chile, el Centro Bellarmino recibe la misión de coordinar las obras sociales de la Provincia. 225.En conjunto hay consenso de que la actitud de los coordinadores debe ser la de prestar un servicio humilde, no la de imponer. Hay que partir del hecho de que el Provincial y su Consulta, envueltos en el manejo institucional de la Compañía y la atención personal de cada jesuita, no tienen por lo general tiempo para reflexionar sobre los problemas sociales y para buscar alternativas de solución. Pero en forma unánime todos los participantes consideraron necesaria la existencia de un Coordinador social en cada provincia. 226.¿Cual es la función del coordinador social? Esta pregunta se repite constantemente a lo largo de los años para redefinir los trabajos. El aporte del primer encuentro en Santo Domingo, es el siguiente: a) prestar un servicio de animación, socialización de la misión de la Compañía, vivirla como cuerpo, asesoramiento, acompañamiento, análisis de la realidad, comunicación de experiencias y reflexión sobre su metodología b) presencia en el gobierno o Consulta de la Provincia, como asesor que ilumine, haga caer en la cuenta de los grandes problemas sociales, proponga acciones de conjunto, c) servicio de integración entre obras sociales y no sociales. Ayuda para que Colegios y Universidades integren lo social en sus actividades d) impulso a la formación permanente – de jesuitas y no jesuitas en nuestras obras – y actualización de las instituciones sociales y no sociales, especialmente en el análisis de la realidad e) relación con otras provincias y con el secretario de apostolado social de la curia del P. General f) promoción y ejecución de proyectos interprovinciales 227.Las Provincias deben examinar quienes pueden desempeñar estas funciones y cómo hacerlo. Se sugiere usar las Noticias de la Provincia, la formación permanente, las reuniones de Superiores o Directores de obra. Dar especial atención a la reflexión ética. Propiciar la comunicación de experiencias y su sistematización, la reflexión sobre su metodología. Esta instancia debe ser el punto de comunicación y referencia con otras provincias. El Coordinador de lo social debe animar las obras, acompañarlas, pero no debe tomar decisiones sobre ellas. 228.Finalmente otro punto tratado se refiere a la coyuntura eclesial en la inmediata preparación de la Conferencia de Obispos en Santo Domingo. Coincidiendo con el V Centenario de la evangelización. Los informes nacionales muestran diferentes actitudes: en algunos países indiferencia ante el V Centenario (Paraguay, Venezuela), en otros sentido muy crítico por parte de intelectuales o de movimientos indígenas muy organizados (Bolivia, Méjico, Ecuador). Muy pocos países se encuentran en preparativos triunfalistas (Colombia, República Dominicana –por ser el lugar de la Conferencia- aunque aquí con grandes desalojos de barrios pobres) 229.Dentro de la coyuntura eclesial se estudiaron el crecimiento de las sectas que cuentan con mucho dinero, templos y servicios; acción en favor del liberalismo económico. En algunos países, como Méjico hay poca consistencia de los neófitos de estas sectas; en otros como en República Dominicana y Paraguay las conversiones son más estables. En Guatemala y Honduras se postulan para puestos gubernamentales, en Colombia obtuvieron dos puestos para la Constituyente. El crecimiento de las sectas muestra límites de la pastoral de la Iglesia católica, pero también atractivos de ayuda económica y familiar, método de grupos pequeños, atención personal, moralismo, sentimentalismo popular. Los efectos nocivos son la división de la comunidad y el alejamiento del compromiso social. Algunos de estos efectos se producen también por el crecimiento de grupos católicos de índole carismática y catecumenal. En Méjico y Centro América la devoción a la Virgen frena el proceso de abandono de la Iglesia católica. 230.Terminado en octubre de 1991 el primer encuentro en Santo Domingo se comenzaron los preparativos para el Seminario sobre el Neoliberalismo. Raúl Moral y Enrique Beascoechea elaboran ese mismo mes un preproyecto, que en noviembre (del 10 al 12) es trabajado en Bogotá por César Jerez, Francisco de Roux y Raúl Mora, estableciendo el proyecto, convocatoria y las diversas comisiones de organización y preparación. Gran dolor produjo al sector social y a la Provincia de Centroamérica la muerte de César Jerez el 22 de noviembre. Su ejemplo de misericordia, inteligencia madura y cultivada, de discernimiento espiritual y de gran valentía (como lo resaltó el P. General en su mensaje al Seminario) fue ejemplo para todos y por ello se decidió que el seminario llevara su nombre. 231.Arturo Sosa tomó el lugar de César en los preparativos. La comisión de preparación académica fue asumida por el CINEP de Bogotá, con el buen trabajo de Jorge Iván González que recogió ponencias, análisis y propuestas y reenviando síntesis; al comenzar el seminario, este material era de 800 páginas para cada participante. 232.La comisión de financiamiento la formaron Raúl Mora y Francisco de Roux, buscando la ayuda de la Compañía (FACSI, Conferencia de Provinciales de USA y los Provinciales de AL); y la de organismos no gubernamentales. El presidente de la CPAL-Septentrional, el P. José Morales comunicó a los Provinciales de USA en forma personal el proyecto del seminario. 233.La comisión de recepción, alojamiento e infraestructura la coordinó Horacio Arango, asistente socio-pastoral de Colombia, con ayuda de los Escolares jesuitas y personal del CINEP. 234.La correspondencia permanente fue magnífica y permitía esperar una excelente realización del Seminario. LA GESTIÓN DE RAÚL MORA III. SEMINARIO CÉSAR JEREZ Y SEGUNDO ENCUENTRO DE COORDINADORES EN BOGOTÁ 1992 Seminario internacional Cesar Jerez 235. Se realizó en Zipaquirá, Colombia, del 5 al 11 de julio de 1992. Participaron representantes de todas las provincias latinoamericanas con excepción de Ecuador y de dos provincias del Brasil. 236. El número de participantes del seminario fue mayor de lo previsto, porque muchos investigadores del CINEP y algunos jesuitas de Colombia pidieron poder participar. Para organizar el trabajo cada día se entregaba una guía de tareas orientada a cada uno de los cuatro grupos. 237. Del seminarios salieron dos frutos: uno inmediato como síntesis de reflexiones y líneas alternativas; otro a largo plazo que se concretó en el libro Neoliberales y pobres que tuvo bastante difusión en nuestros medios de apostolado social. Adaptando el trabajo académico se hizo una edición popular estilo “comics” para uso del trabajo de base. 238. Los participantes quedaron contentos por los resultados. Desde el punto de vista académico, las ponencias recogidas en el libro son el fruto de los mejores especialistas que la Compañía tiene en América Latina para el campo social. El ritmo de trabajo y la mística del encuentro estuvo muy alentada por el mensaje del P. General; por los discursos y presencia del Provincial de Colombia, José Adolfo González; el Rector de la Javeriana, Gerardo Arango; y Michael Czerny del secretariado social de la Curia Generalicia. El fallecimiento de César Jerez a quien todos estimábamos y tanto se esforzó por la realización de este seminario nos llevó a darle su nombre. Su amigo y compañero Juan Hernández Pico lo representó en el encuentro. Segunda reunión de Coordinadores de Apostolado Social 239. Esta reunión se realizó inmediatamente despues del Seminario y participaron los siguientes coordinadores de las provincias: Juan Luis Moyano (ARG), Clodoveo Piazza (BAH; Brasil, provincia de Bahía), Mauricio Bacardit y Xavier Albó (BOL), Vicente Santuc (PER), Mario Zañartu, Gonzalo Arroyo, Josse van der Rest (CHL); Miguel Munárriz (PAR) Luis Pérez Aguirre (URU) y Coordinador de la Asistencia Meridional. Por la Asistencia septentrional, Gonzalo de Villa (CAM, Centroamérica); Horacio Arango (COL); Bartolomé Vanrell (CUB); Enrique Beascochea (MEX); Fabián Rodríguez (PRI.Puerto Rico); Jorge Munguía (ANT, Antillas, República Dominicana); José Lazcano y Francisco José Virtuoso (VEN) y el Coordinador de la Asistencia, Raúl Mora. 240. La realización de este segundo encuentro en el marco del Seminario llevó a querer concretar el seguimiento del mismo pero a nivel provincial. Para ello era preciso contar con CIAS (o espacios semejantes) para la importante tarea de integrar la fe y la justicia en todos los apostolados de la Compañía. La historia reciente de 1976 hasta 1992, mostraba un declinio de los CIAS, debido a causas muy complejas. En algunos países de la Asistencia Meridional se les veía como una cierta “presión” por transformar obras tradicionales. El cargo de Coordinador de la Asistencia pasó por muchas formas de ejercicio, poco definidas: asesor de la conferencia de los provinciales; secretario del Provincial que, dentro de la Asistencia, era responsable por el apostolado social. En el momento del encuentro el Provincial encargado era Andrés Assandri y su secretario Luis Pérez Aguirre. 241. Los CIAS o equivalentes tenían diferentes ritmos y tareas en la Asistencia Meridional. En Argentina se estrenaba Juan Luis Moyano como el nuevo director, con la tarea inmediata de reanudar el diálogo entre diversas generaciones, sobre todo en las asambleas provinciales. La vitalidad de la acción social se desarrollaba en Bolivia, dada su situación de 50% de población rural, con instituciones vinculadas al campesinado indígena aunque no exclusivamente: ACLO, CIPCA, CISEP, 5 emisoras de radio, escuelas de Fe y Alegría. Como medio masivo de comunicación se habia comenzado el año anterior a publicar la revista Cuarto Intermedio. Brasil reune en su extenso territorio a jesuitas en cuatro provincias. Las diferencias regionales y la estructuras provinciales tienden a reflejarse en los centros sociales de carácter más inter-estatal que referido a toda la Federación de la República; pero no están ausentes de los grandes problemas de la nación: Bahía cuenta con el CEAS (Estudos, en vez de “investigaciön”de los otros CIAS), El Centro tiene a IBRADES (Instituto Brasileiro de Desenvolvimento), El Sur cuenta con los Centros de Investigación de la UNISINOS. Pero en todo el país hay múltiple presencia pastoral y de trabajo popular. En Paraguay existió mucha actividad eclesial desde Medellín, pero también el centro social sintió la dureza del exilio; los exilados han vuelto y trabajan activamente en el nuevo panorama político. Hay rasgos de anti-intelectualismo entre los jóvenes jesuítas que les distancian de los CIAS, pero por otra parte hay mayor sensibilidad para proseguir los resultados del seminario sobre neoliberalismo. Chile tiene sólidas instituciones de promoción como CIDE, ILADES, CISOC, INFOCAP y la revista Mensaje. En el campo asistencial destaca el “Hogar de Cristo” Mario Zañartu que dirige el CIAS desde 1979 encuentra obstáculos para las tareas en forma tradicional y busca influir en el campo político. Se ha logrado un buen éxito en el seminario bianual interinstitucional, recogidos en la publicación Por los caminos de América... Desafíos socio-económicos a la Nueva Evangelización, Santiago, Paulinas, 1992. En el Perú no se consolidó un CIAS como tal, pero hay activo trabajo social en educación popular, sobre todo por Fe y Alegría y por medio de una Comisión de Acción Social que está ayudando a comprender la crisis del momento, el fenómeno de Sendero Luminoso. El proyecto de una Escuela de Filosofía puede abrir a la Provincia a nuevos campos de presencia universitaria y también social por el énfasis que se quiere dar a estudios de ética política. Uruguay contó en los inicios de los CIAS con un equipo bien preparado y eficiente, Abrió la revista Perspectivas de Diálogo que por su carácter profético fué clausurado por los militares. Las actuales circunstancias son más favorables para rehacer la acción. Se edita “Misión de Fe y Solidaridad” y hay una definida presencia en favor de los derechos humanos. 242. La Asistencia Septentrional tuvo una forma mucha más institucionalizada y continuada de coordinación de las provincias. Los Provinciales dieron apoyo económico que permitió visitas, asesorías a los mismos Provinciales y muchas actividades del Coordinador, Raúl Mora, desde 1985. La Asistencia ha contado con trabajos comprometidos sobre todo en el campo y con CIAS estructurados como en Centroamérica (CIASCA), Colombia (CINEP), Venezuela (Centro Gumilla), México (CRAS), y similares en República Dominicana, Puerto Rico, Cuba. En esta asistencia parece ser apreciado el papel de los Centros para la animación de las provincias, sobre todo en sus reuniones anuales o asambleas. 243. La variedad de trabajos está demandando organismos de coordinación. Esta integración requiere de mucha reflexión y estudio para lo cual se recomienda la celebración de encuentros útiles, valiosos, a nivel regional o continental para tratar asuntos de importancia; la distribución de materiales sobre las realidades sociales y económicas nacionales e internacionales; incentivar la distribución de Promotio Justitiae como medio adecuado de diálogo e intercambio. La integración entre fe y justicia tiene un espacio inmediato de acción en la vitalidad de las provincias y de toda la Compañía de Jesús, pero es también un servicio a la Iglesia en misión evangelizadora por el anuncio del Reino de Dios a los pobres. 244. Se constataba la necesidad de superar los esquemas y las mentalidades que se encierran en el marco de lo nacional o provincial, cuando el mundo va superando las fronteras territoriales. Igualmente, en un mundo de rápida comunicación y eventos cada vez más veloces, se pide de nosotros la elaboración de redes para acciones urgentes. 245. Mirando al futuro, desde este segundo encuentro, se esperaba mucho del Seminario sobre Derechos Humanos a celebrarse en León, Guanajuato, México del 1 al 6 de marzo de 1993. Y se proyectaban temas para el tercer encuentro con estos interrogantes: ¿cual es el modelo de desarrollo para nuestros pueblos?; ¿qué modelos alternativos se pueden proponer?; ¿Como contribuir en la preparación de la futura CG 34? ¿Cómo mejorar las funciones de los coordinadores del sector social? ¿Cómo servir a la Iglesia a partir de la Conferencia Episcopal de Santo Domingo, octubre 1992?