1 IIKCIOS DE SL SCRIPCIÓN. ^íadrid.... Estraniero AÑO XLI.—NUM. AXO. SESII;.--TKÍ:. TRIMESTIíE, 35 pesetas. ÍO 1(1. ñO franeo-i. 18 pcse(,if=. m 1(1. Cü [rímeos. 10 pesólas. 14 francos. XVn. -^. PRECIOS DE SUSCRirCIOX. PAGADEllOS EX ORO. ASQ. ADMIXISTÜACIÓK; . A Ü E JS" A L , 18. ' Cuba. Puerto Rico y Filipinas. Demás Estados do Amünca y Ma(lri(i,8cioMuyodel897. BELLAS ARTES. M A Ñ A N A DE PRIMAVERA EN PROVENGA, CUADRO DE MAYÁX. SEIIESTKE. 12 pesos fuertes. 7 pesos fuertes. fiO francos. 33 francos. 274 — ^ - í y i C . LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y Los estudiantes de Medicina esperaban en San Carlos al profesor Sr. Moreno Pozo, cuando corrió la voz de que acababa de ser asesinado: en eíJeeto, un panadero, armado do revólver, cuchillo y bastón de hierro, después de un diálogo TEX^ft—Crónica genorül, por D. Jof=¿ Fern;iiuli;K líremón.-Nuestros c r a M a o ñ . W D. Carlos Luis do Uucncu.—El iirlo dt- IÜLT, por Clasin testigos, que sólo Dios sabe lo que fué, aunque ilebíó ?•/«—'Lateiüporatm-a y la vegotacióii en Mar/o do este iuio. por referirse á la reclamación de una deuda, disparó todos los D Míiiximo Laguna.—Tcatra.lorias. Los ewandidizíidoros. por don FolipíJ Pérez y Gonzúlez. —Coimlini, La catedral vieja y Wanta tiros de su revólver sobre el desgraciado catedrático, alguCrúa por D. Enrique Serrano Fatipati.—La vida eterna, pol-don nos de ellos estando ya caído. La camilla que conducía su Luia Calvó Kevdlii. —El lioiza]'doméstico, por D, I-.duardo de Pacadáver fué llevada por los alumnos al anliteatro desde la lacio —-Soneto, por D. Manuel Iteina. —El ormiUo tlol vencido, poesía, por D . L u i s de Ansoronu.—Por amlios mundos. Nurraeiocasa de Socorro, y la ciiledra en que explicaba se convirtió neseosniopolitíis. por D. líierirdo Bcfcrro do Iteniíoii. —Sueltos.— en sala mortuoria: académicos de la do Medicina y el ClausLibros presentados á -esta Eedaeeión por autores ó editores, por tro de San Carlos, compañeros do la victima, sus discipuhis U. L. C—Anuneios.. y amigos y muchos particulares, i|iie protestaban do aquel GRABADOS.—Bellas ,\rtc8t iínimim de prinmrsra en Pnarnsa, cuadro de Mayan.—iVíf'w inilabré!*. cuadro de Eduardo Rosales. — En la ii/- crimen, formaron en su entierro una imponente comitiva. rf(T/i,x;UHdr0.d,o Cecdio Pía. —ItetraTo de Osmíin-Bajá (el Ii^roc de Fué el Sr. Moreno Pozo ¡labilisimo operador, según los pePlewnal,—LairuciTa frrcco-turca: Prevcza. ciudad del Epiro, bomritos en el arte, y la muerto interrumpió, además de sus bitrdeada p o r la escuadn» Krieiíu. —Eliiwsona, ciudad de Macedoyj¡a;—Uetrato de Edhcm-Bajil. general en jefe del ejéreito turco.— explicaciones, nna ponencia que la Academia le había conEl ejército de ÉUlicni-Bajá ocupa el llano después de pasar victoíiado. El ün trágico de un profesor que se dirigía á su clase rioso ítl úesllladcro de Meluna —Constantinopla (Turquía): El sul]iara difundir la enseñanza, tan brutalmente agredido y tán Abdul-Ilamid-Klian n saliendo rfe su palacio de JiUiiz. —Retrato del Exeino. Sr. C. Fabio Anma y Echevan-ia. reeicnienicnto Biicrilicadt), produjo, más i¡ne lástima, C(msternación en todo nsecndido á irenei-al' de división.—Miinila (Filipinris): La ealle Real, Madrid; mas al tin era uno de tantos crimones en que los —Ilo-Ilo (Filipinas): El puerto. — Retrato de D. José Feliú y Codiodios, venganzas, pasiones é intereses de indoio privada n a . oplinente autor dranjiitico u a t a l í i n . - R e t r a t o de D. Enrique Péreü Bsuricli, feeundo noveli.'^ta. rompen con las leyes y quedan á ellas sometidos; pero, apoderándose del hecho, la murmuración ha croado un ambiente desfavorable, no para el matador, sino para la familia do la victima, que no deja de hacer efecto en las gentes impresionables é incultas, y que resulta, después de lo ocuCRÓNICA GENERAL. rrido, poco ediiicante. Cobrars;e con la vida del marido una deuda usuraria ctuitraída por la mujer, aparte tle lo que puedan decir las leyes, es, ante la cíuiciencia, un delito Vi I tuvióramoe afición á la política, gran asunto odioso, sobre todo si ese raariilo es el obstáculo para que \j, para discurrir nds ctarifi el planteitiiiieiito do la usura se perpetre. Y en casos de esta índole creemos que ¡(IB reítirinag uitnimarinus. Felizinonto no la el deber de toilos es dejar á la acusación y la defensa, con tonemos, y «sto mis nliorní (ÜRgiistar á mudatos ciertos, la libertad de aus opuestos cometidos, para rÁ^ clios lectores, í]ue tal vtiü no pensfirán como que los jurados resuelvan sin pasión y la Sala aplii^ie las nosotr<is. Qnédi^nse, pues, la fíloria ó l;i realeyes con justicia; se comprende que, ante lo irremediable, ponsabiliiiad de e,gte ina^^no suceso parn el jefe infunda compasión el mismo matador, y más aún su inodel Gobierno, (pie al arruBtrar laa consecuencias cente familia; pero sobretodo, la sociedad tiene el deber i ^ con tan varonil reBoiuciún confia, sin duda, en el de respetar y compadecer al desdichado muerto á tiros do acierto, mejor informado ipie nosotros, y aplaudarevólver al dirigirse hacia .su cátedra. ^~^' mos el tltuio de siempre liel q n e , en nombre de la patria, se ha concedido con razón y ascntiniienti) general á Puerto Rico. No necesitamos en cambio ser sino buenos españoles para celebrar, como los triunfos anteriores de nuestras armas, la toma de Xaift- por el general Suero, A las Do vez en cuando ocurren en Madrid fenómenos en que órdenes del general Primo de Rivera, continuador, ajionas so mezcla lo humorístico y lo maravilloso, y congrega á las se encarga del mando do Filipinas, de las glorias tie sa gentes en un sitio dado: á ese género pertenecieron las viafortimado antecesor. Podrán variar en las mudanzas de siones de las Vistillas, la Virgen del tejado, ¡os golpes del Gobiernos los notnbres de los generales; para nosotros sólo convento, y hoy la lluvia de dinero de la plaza de la Enhay uno: el qne nninde 4 nuestras tropas y represente la carnación. En aquella área irregular, donde sólo hay una nación al frente de ellas. casa con vecinos, pues las de enfrente se hallan muy apartadas, y limitan por un lado el convento de la Encarnación, Poco diremos del estado político de Grecia; rpie si do cerrado por ventJinaa con celosías, y enfrente el editicio cerca no nos afecta, preocnpu hoy li las gentes: si el cambio que fué Biblioteca y hoy ha cedido el Estado á dos asociade Gobierno produce algún desconcierto, lia mejorado la ciones, una de periodistas y otra de artesanos; pues bien, situación. No era posible sostener el doble peligro de la reen esa plaza, que la vida moderna, á pesar de estar en buen volución interior y de la invasión del territortu. Si el prisitio, ha desviado algo de la circulación, todas las noches, mero resulta conjurado eficazmente, la crisis griega podrá de nueve á nueve y media, cae, sin que se calcule de dónuniücar los ánimos en favor de la defensa nacional. ¿Lo de, produciendo sonido agradable, nna lluvia de monedas, confieguirá? que suelen ser de cobre, y entre las cuales, al decir de las Xada diremos de la huelga de mineros de Bilbao por estar gentes, se mezclan algunas pesetas y aun algún duro, qne ya terminada. reconocidos por inteligentes resultan ser de buena ley. La Consignaremos con gusto los aplausos con que Madrid fama del hecho congrega por las noches en sitio reducido ha recibido al valiente y afortunado coronel Cirujeda, y centenares de muchachos, que acuden con un saco al misla modestia con que ha procurado obscurecerse. terioso bateo, y grandullones de todo sexo que quieren Y pasando do asunto tan grato á otro terrilile, el de la ejeparticipar del fenómeno celeste; multitud de curiosos forcución en Barcelona de los cinco anarquistas condenados á man el mareo de ese cuadro, y acaso contribuyen lanzando muerte por el crimen de la calle de los Cambio.s, compaalgunas monedas, ó declarando que les ha caído un duro, dezcamos á esos desdichados, pero conaagi-emos un rectierdo y enseñándolo, á que se acreciente la fama del jirodigio. á las victimas que Barcelona consternada vio deslilar en Entretanto, los tomadores registran á su sabor los bolsillos l a r g a fila de carros mortuorios. de los i|ue se agolpan y empujan en sitio limitado; y la a autoridad, que no lia podido averiguar el principio de este o o inexplicable bateo, envia agentes para despejar la plaza y No podíamos imaginar, cuando el limes aplaudíamos á evitar que entre curiosos y necesitados se arme fcil confuPaco García Ortega en su interpretación de La J.hlorex, sión y remolino que la broma se convierta en catástrofe y que el autor de aquel hermoso drama había fallecido repenlas gentes so atrepellen, se asiixion y se aplasten. La atractinamente poco antes. Su obesiiiad, que, según tenemos ención ipte ejerce soliro el vecindario esta novedad se explica, tendido, procuraba combatir, nos parecía peligrosa por ¡o aparte de lo extraordinario del caso, porque reúne condiexcesiva; pero su actividad intelectual alejaba to<la idea de ciones para satisfacer cuatro tendencias del hombre: a los muerte. Esta lo ha sorprondiflo—y aqui la frase admitida es amantes de lo real, la recolección de las monedas; á los de exactísima—en la madurez de su talento y en el hervor de lo maravilloso, el misterio do esa lluvia; á la gente de buen la producción teatral, acaso algo sistemática si se proponía, humor, lo burlesco que hay en ella; y A los que explotan al como parece, que al drama aragonés, alcarrefio y cordobés prójimo, el registro de bolsillos. siguiera el salmantino y el de las demás regiones españolas. E s indudable que lia cuido realizando la primera parte da un plan vasto, sintiéndose fuerte para terminarlo. En el teatro, que vive de elementos tan diversos, lo vario y lo pintoresco de trajes y costumbres, y aun de acentos proSabido es que Mr. Sarcey, el famoso critico francés, tan vinciales, nO exagerando loa ingredientes, que al cabo son partidario de su teatro clásico y de todo lo más selecto de decorativos ó de dicción y no tnbcrontes al arte, y el señor su teatro contemporáneíi, como poco afecto al teatro exFeliú y Codina los empleaba con sobriedail y acierto, son tranjero; qne reconociendo el gran mérito de Shakespeare y hallazgos para recrear la vista y el oído, y el estudio que de Schiller los acepta con muchos distingos, y aprovecha exigen, medio de refrescar la imaginación. Para intentarlo toda ocasión para rechazar en la escena de París, ó soporta sólo se necesitaban anchura y claridad de entendimiento, con disgusto la adaptación on su escena de ias obras do talento observador y fortaleza do espíritu, y la adivinación autores exóticos; que se burló de las obras de Ibsen: pues de algo luminoso en la obscuridad en que se hallan los auese Mr. Sarcey, í[ue ha tenido necesidatl de estudiar una tores para .adivinar los gustos colectivos en el teatro serio comedia de Morete que, la verdad , no conozco, San OU de de que el público se aleja. Ha muerto con el autor catalán Portugal, escribo lo siguiente: u l i e comprendido que para algo más qne un escritor: se ha interrumpido un género; s»; hablar de Morete necesito hacer un estudio: el verano se ha paralizado una fuerza dramática, más apreciable que por acerca,'y voy á engolfarme en el teatro español: no temsu forma, por su fondo y por la robustez y sanidad de su bléis, que no trato tle abrumaros, sino de conversar á ratos tendencia, dentro de lo que hoy es posible hacer en un tea])erdidos con vosotros. ¡ Ay! si no fuera tan viejo, aprendería tro donde ya no tiene libertad la fantasía. Ha muerto un el español, porque me lia encantado lo que he leído de sus innovador; es decir, aigo más que un maestro, pues éste es dramaturgos, que tenían el teatro en la sangre. Sua persoel que conoce á fondo lo existente, y aquél el que se lanza najes siempre esti'm en escena.» hacia el porvenir, no perturbando y volviendo del revés lo establecido, que eso es estéril y relativamente fácil, sino El claro entendimiento de Sarcey y su gran afición al onaanchando y conquistando. Era un regionalísta nacional arte escénico han triunfado de sus ])reooupaciones nacioqii2, observando desdo cierta altura lo típico y general de nales: en efecto, nuestro teatro antiguo aturde á toilo el cada comarca, tomalia con serenidad! lo teatral y ameno, auque le estudia. Quien lo ha facilitailo algunos elementos mentando el acervo común, para fundirlo en la santa ¡dea para su examen, un literato que prepara algunas traducde la patria, sin odio y mal humor, ni descender á lo mezciones do Lope y Cahlerón, Mr. Clemente líochel, se exquino; y era en este concepto, A más de un buen autor, un presa de este modo: buen patriota, y su teatro popular y no populachero. (cDesde 1840 nada se ha representado en Francia del teatro español, patria de todas las obras maestras (sic). Las misoruB faramallas de Ibsen (les pauvrcs balivcriiesj y de SUMARIO. 8 JIAVO AJ\[EU1CANA 1897 los (ru.islr''x rahaclmir») pesados galopines del Xorto (sic) Son bien débiles nEn nuestra Biblioteca, triste es decirlo, casi nada existe de los siglos xvr y x v u . s líebajando lo i¡iio bay de exagerado en el entusiasmo do Mr. líoi'hel, nos complace mucho ver en la prensa francesa estos elogios que no suelen prodigar y (|U6 forman triste coutrusto con la indiferenciii déla juventud Inu-ia el tesoro que leñemos en casa y no todos estiman. Mr. Sarcey confesaba en su Revista anterior que era conveniente para el teatro francés huir de las nebulosidades del Xorte y buscar la claridad y el sol de España. Todos loa hechos do i[üe podíamos ocuparnos ceden, al cerrar esta Crónica, ante la iinpresii'm producida en Madrid, y creemos que en todo el mundo, por el incendio del bazar de la ralle de .lean tioujon, en donde han perecido abrasadas y niagulladaa por la presión de las gentes, ó aplastadas bajo el maderamen hecho ascuas, más de un centenar de personas, en su mayoría señoras de la m¡is alta aristocracia. España ha teniílo triste representación en aquel infor-' tiinio en la esposa de nuestro cónsul general en París, señor FIórez, hija del famoso diputado y escritor progresista 1.). I'ernando (Jorradi, y la cual aobrevivió muy poco a l a catástrofe. La Sra. l'uquesa de la Torro resultó herida, a»' como la señorita de Higait, excelente pianista, y se libró, afortimadaniente ilesa, la infanta 1,1." Eulalia. Es ile temer que entro aquellos cuerpos hacinados y deshechos hubiera restos de otros rouipatriotas, de m;is difícil identificación por haber muerto lejos de los suyos, así como ha sido imposible reconocer qué esqueleto ó montón horrible de despojo.H pertenecían á diversas damas (¡ue poco antes atraían las miradas con su Iielleza y elegancia. La escasez de los hombres que perecieron prueba que la fuerza se sobrepuso á la debilidad en aquel pán¡c(», y que, perdida la rellexión, suredió lo que siempre: unos á otros sii impiilieron la huida. Tias narraciones que se liacen de aquel UKuiiento de angustia son espeluznantes: la gritería de tantas víctimas que corrían ó caían abrasándose debió ser desgarradora de oir; y el espeotúculo de la hoguera extinguida y de los cuerpos desligurados é infíjrmes, eustodiudos por la policía y registrados por las espantadas familias, no se borrará seguramente de la mcuuM'ia de los que lo hayan presenciado. Este sombrío lin de liesta no nos permite terminar sino recogiendo el ánimo y considerando qué mal hacemos en prometernos mucha vida no teniendo la seguridad de que dure ni un minuto. El militar quo entra en arción va preparado li la posibilidad de su muerte, como el que arrostra otros peligros; pero ¡qué iijenas estarían aquellas pobres mujeres, engalanadas y alegres, de que el destino las había condenado á la hoguera, y que al entrar en el bazitr entraban en capilla! ¡Y ipié ajenas de que aquellos almibarados petimetres que las hacían calle muy galantes y cumplidos, ])rimto las empujarían brutalmente, y por el ansia de vivir aplastarían sus pechos con la bota! JOSÉ FBBNÁNDKZ BKKMÓN. NUESTROS GRABADOS. HELI.AH AUTES. Mnñ'Mtn (!r primaiirn en Pniirn:n, cuadro de Mayan,— Xlí/o ralnhriS, cuadro de Eduardo Rosales.-/(^ÍÍ ¡n nlilra, i'uadro do Cecilio Pía. En primera plana publicamos una reproducción del hermoso cuadro de Mayan, titulado ¿lailaiia <le jtriinurera en Prore,n::ii. La alegre moznela, cabalgando en su humildísimo jumento tal como Dulcinea se apareció á nuestro hidalgo manchego por obra de los malévolos encantadores, sale de la aldea y se dirige al mercado en una apacible mañana de primavera. El cielo despejado y luminoso y el temprano verdor do la lejana arboleda caracterizan en el cuadro de Mayan la estación predilecta de los poetJis, la primaveraj'íí(;cfi/(/íZ iM año. El grabado de la página 280 reproduce uno de los primeros cuadros que pintó el nunca bastante llorado artista Eduardo Rosales. Figuró en la Exposición do I8(í2, en la que se celebró de las obras del malogrado pintor cuando nos le arrebató la muerte, y ahora on la instalada en el Ministerio de Ultramar fi beneficio de los beridos de Cuba y Filipinas. El modelo del cuadro era bermano de la Pancucrin, de l'almaroli, boy propiedad de la Excma. Sra. do Llórente, y el cuadro que boy publicamos pertenece á la artística galería de i). Lorenzo García Vela. El cuadro de Cecilio Pía, cuyo grabado incluimos en la página 2SÓ, tigura también en la artisiica Exposición que con tan nobles y benéficos fines han organizado nuestros artistas. Representa una iglesia de aldea, y están admirablemente caracterizados los bumildes personajes que en él Jiguran. La expresión de la pobre anciana, la de la muchaclia y lu del sacristiin, que no parece del todo indiferente á la presencia de ésta, están con gran naturalidad interpretadas. LA GUERUA oitKn:]-'i'["itc.\. Osmán-Bajá fe liéroe do Plewna). —El íreneral en jefe del ojéreHo turco Edheni-llajá.-Elassona. —Los liireoH ocupan ol llano después de pa-sar vielorioíios el desUladero de Meluna.—Preve:ía, ciudad del Epiro, bombardeada por los priegos. — El sultán AbduiHamid-Klian II Batiendo de au palacio de Jildiz. En la página 27G incluímos el retrato del generalísimo del ejército de Turquia, Osmán-Bajá, que tan alto prestigio MAYO LA 1897 TTJ'fíTnAOTÓN supo alcanzar ea la campanil, contra Kusiii, especialmente en la defensa de Plewna, quii 1L' ijk'vú entri; loa miiBiilma1163 d la categoría di; hOrcie populíii-. _ Al destinar el Siiltún á Osniáu-Bajá al ejúrcitu de operaciones, se creyó ea un principio qiio esta medida iinplicaha el relevo de Edliuin-liiijii; v como por entoucog las uoticias que se (comunicaban del tí^atro de la guerra eran contradictorias, iM falto iptien pensara cjiíe ol ejiírcito qno acaudulalia Edhem-Bajá ilevalia la peor parto en l;v campaña, y se apelaba al héroe do Plewua para enmendar en lo posible el fracaso. Pronto se conoció la verdad y so rectiiicarou los erróneos juicios. Edliem-Bajii, rpie al anunciar que el 18 de Abril entraña en campaña produjo verdadero entusiasmo en el ejército turco, no había caído en desf^racia riel Imperio osmanti por desaciertos ni fracasos; antes al contrario, bajo su dirección se habían logrado grandes éxitos militares, y los turcos que ron a los griegos en el doahladoro de iMeluna ontru i:.iitB=uo,>, y Tirnavo, y después invadieron la llanura tcsaliota. Nuestro grabado de la misina página representa osa operación. Obsérvanao en él los últimos riscos del desiiladcro, por donde descienden las fuerzas victoriosas, y en la perspectiva de la Uiiimra se ve avanzar en orden perfecto las tropas de vanguardia. . _ Edhem-Bajá, euyo retrato publicamos en la piigma L(7 citada, eimtinúa de general en jefe, y el nombramiento de Osmán-Bajá, eon funeiimes de inspector general de la camPaíla, no ha empañado en lo más mínimo el prestigio militar del primero. Publicamos en la página 276 una vista de Prcveza, ciudad del Epiro, en el golfo de Arta, bomliardeada recientemente por la escuadra griega. El 19 de Abril liltinio las baterías de Preveza cañoneanm al vajuir griego Macrdonia,y el comandante griego ile Aktion telegrafió á Atenas la noticia, ordenándose entonces que la. escuadra helénica bombardeara á Preveza y las demás plazas del golfo que ae juzgaran peligrosas. Los cañoneros de Aktion y de Arta rompieron el fuego contra el fuerte turco Kkaiidaki, el cual fué destruido; el MuiuÜH y el Reii Jorfir apagaron los fuegos do las baterías de Pauto-lvratoros, y Preveza fué bombardeada durante oincü horas, sufriom'lo grandíaimos destrozoa. El grabado de la página 281 representa al sultán cde Tuiae'Piia, Abdul-Uamid-Khan 11 saliendo de su p a l a c i o .El ^ . .-;. tiial Soberano de los turcos, trigéaimoquinto de la familia Osinán y vigésimonoveno dosile la toma do ConstantmoPla, nació el 22 de Septiambre de 1842, y sucedió en el trono á su herimmo Abdul-Medjid-Khan, que muño el "iu de •'ulio de 18G1. De carácter taciturno é irresoluto, vive siempre intranquilo, temiendo un funesto desenlace en eu nada envidiable posición. Ocupado en los negocios del Estado basta las cinco do la tarde, 03 su "nieo placer salir a esta hora cuando hace buen tiempo, y montado en su cabalo i'ivorito recorrer el flilatado y pintoresco p a r . p e de su !>alacío do Jildiz. ESPAÑOLA A' oficial general. Ganó U cruz de San Fernando de primera clase, las blancas de primera y segunda clase y la roja de Hcgnnda del Mérito Militar, y posee las bandas de San Hermenegildo, Mérito Militar y Cristo de Portugal. Publicamos BU retrato en la página 283. o o O FILIPINAS. Manila: la iíalle Real.—Ilo-no: el puerto. Las últimafi noticias de las victorias de nuestras armas en el Archipiélago filipino han ]iroducido gratísima impresión, y el Gobierno cree ijUe aiiiiella guerra toca á su término. Coincidiendo con loa gloriosos triunfos que la pericia de los generales y el esfuerzo valeroso de nuestros soldados han conseguido, muéstrase España cual siempre g:}uerosa, y ahora, que no puede achat^aree il debilidad lo que es clemencia, so otorgan! para conmemorar c! natalicio del líev D. Alfonso X I I I un niiiplio indulto. Eu Manila, donde tanto llegó á decaer el espíritu en los aciagos días del comienzo de lu insurrección, reina di; nuevo la animación y crece el entusiasmo por las victorias de la amada Ewpaila. En el primer grabado de la página 284- damos una vista lie la callo Real de Manila, exactamente reproducida por la fotografía. En el segundo grabado de la citada página 284 publicamos otra vista did puerto de Ilo-llo, capital <\ cabecera de la lula de l'anay. El licrmoHo puerto esti'i considerado como el segundo del Archipiélago por su comercial importancia. 8u extensa ría, sus dilatadas llanuras, que la corriente de varios riofi fertiliza, su prodigiosa vegetación, sus minas de oro y Canteras, y su industria en loa tejidos de ¡liüa Jimsi y Kmniiuii/, son muy celebradas por los viajeros que lian visitado Ilo-llo. P. EMItíQÍ'E rimwA A las nueve de la noche del día 7 del actual murió repentinamente el ilustre dramaturgo Feliú y Codina, El día anterior se sintió algí» indispuesto, y dejó de asistir á la primera representa(;ión que de su drama La Dolurcs daba la compañía que actúa en el teatro de la Ctimedia; pero el domingo se sintió tan mejorado, que tuvo á su mesa, como de costumbre, á varios do sus Íntimos amigos. Con ellos conversó tranquilo y animado durante la comida; pero al tíunar el café se quejó Feliú de un dolor violento en el pecho y en la región abdominal. Con tal intensidad y rapidez fué el dolor creciendo, (pie su esposa y sus amigos le trasladaron á una butaca; trajéronle una taza de manzanilla, y apenas bebió la mitad de la poción cuando lanzó el tiltimo suspiro. Nació Feliú y Codina en Barcelona, en el año 1847, y se distinguió como estudiante muy aventajado en la carrera de Derecho que en aiiuelhi Universidad cursó, manifestándoBc en él bien pronto las aficiones literarias y una deci(lida vocación por el género dramático, en el que tan legitüuos éxitos supo conseguir. reciontemenle asiuendido Vi uonorol de división. El Esemo. Sr. D. Fabio Arana, promovido en 8 de Abril ^ general de división, nació en 2 de Septiembre do 1840, ingresando en el Colegio de Infantería el 4 de Enero de 1856. Dos años después fué destinado como subteniente ^1 regimiento de Zaragoza, y luego agregado al regimiento de Ingenieros. Al ocurrir entonces la guerra de África tomó muy activa parte on aquella brillante campaña, asistiendo á muchas 'iceiones, y á las importantes batallas liel 4 de Febrero y de Vad-líiis, y obtuvo los grados de teniente y capitán por 818 hechos de armas. Ascendido á teniente por antigiiedad en ISl'iO, sirvió en ®' regimiento de Almansa y batallón cazadores de Barbastro, ingresando en 18ii;^ de ayudante de profesor en el Colegio de Infanteria, donde continuó hasta 18()8, en cuyo iCo ascendió k eapitiin jior gracia general. En Noviembre de 18(>9 pasó á la isla de Cuba, ganando ®° aquella penosa campaQa los grados do teniente coronel y coronel. f & Por antigüedad obtnvo el empleo de comandante y que"o de reemplazo, siendo después ayudante del general FcY^'"» y luego jefe de estudios de la Academia de Cadetes de la Habana. De nuevo vidvió á operaciones basta Diciem>re de 1875, y por sus servicios en el profesorado y la publieación de su obra i^'s/iii/ios t'-órico-práclicon de las armas "^ fuego le fué ccmccdido el emi)leo de teniente coronel y **' mando del batallón de cazadores de Elerena. Obtuvo en Octubre del 83 el empleo de coronel,j mandó --.-.. 1,1, wL,i.ii 1111; iiui uiJ c i -iiiiiJi"—• — - regimiento de Burgos, y al año siguiente fue nombrado "•yudante del liey. Al fallecimiento del inolvidable Alfonso XII continuó en el cuarto militar de S. M. la lieina líoS^iite; después mandó el regimiento de Zaragoza, y al «•seender en Agosto del 89 á general de brigada fue goheniador militar de Teruel y Palencia, y mandó una brigada en el distrito de Castilla la Nueva. hombrado en el año 92 jefe de sección del Ministerio de la Guerra, ha prestado en la de Ultramar eminentes servi*^>09 en los dificilísimos trabajtia de organización, con tanto acierto llevados á feliz término, y por ello se le dieron las ^•"iíJlias de Real orden en Agosto del 95. El mérito en estos trabajos ganado y por todos recono^'do„ ha influido á no dudar poderosamente en su designacióoíPura.el ascenso á general de división, ¡i más de sus •cuarenta y un años de excelentes aervicios, siete de ellos de Escribió al principio en catalán, siguiéndolas huellas de P'ederico Soler, el popular Sf,rafi Pitarra, entusiasta promovedor del renacimiento dramático catalanista, y logró veriiaderoa triunfos escénicos con las numerosas producciones de su fecundo ingenio. Des])uéa ile la revolución de Septiembre del 68 ge trasladó Feliú á Madrid, y trabajó en el periodismo y en el bufete, en el cual supo ganarse una justa reputación. Cuando su estudio y su trabajo le proporcionaron el dominio del habla castellana, volvió á la atición predilecta de su vida, y escribió una comedia que, estrenada por la compañía lie Mario, no logró un éxito brillante. Lejos de desanimarse, redobló el esfuerzo, y dio á la escena su drama La Dolores, que en Barcelona y en Madrid venció en toda la linea, y le colocó en la categoría de autor dramático de primera tila. Animóle el éxito de este drama á buscar en los sucesivos la representación de usos y costumbres de diferentes comarcas de España, y estrenó después con excelente éxito Mid de. la Alcarria y Mar'ia del Carinan. l'oco hace, estudiaba tipos y costumbres de la provincia de Salamanca para un drama que preparaba, y proyectaba pasar este verano en la provincia salmantina para escribirlo. TJOS últimos aplausos que del público mudrileño escuchó fueron los del estreno de su paso de et)media Boca de fraile, en la noche del beneficio del primer actor de! teatro Español, Sr. Mendoza. En hi temporada en que estuvo alejado Feliú de la literatura dramática y se entregó á la política, obtuvo importantes cargos, entre ellos el de secretario del Gobierno civil de Barcelona. Un periódico ha recordado que cuando se incendió el antiguo j ; ; ; ^ •;;';;• 7,"d;Varisl7,"consumieron tiguo teatro teatro '^^' del ^Circo, situado en la plaza del Rey, en las el i ' E s t^^Í^:::^^^^oya,lre^o que la empresa ^ " ^ e S w ! S r S l i ú y C d i n a fué una verdadera manifestación del general sentimiento por la dolorosa pérdida de autor tan justamente celebrado, ai par que una sincera demostración de cariño al hombre cuyas excelentes cualidades personales merecieron generales simpatías. ¡Descanse en paz nuestro ilustre amigo, cuyo retrato publicamos en la página 285 como homenaje a su memoria! . • .._ . .._ .-- • —— "• p o i : . « . ' • : KSCBírH, Cna vez conocido, piulo ya lograr ([ue se representaran obras suyas de mayor importancia, y escribió La dicha en el bien ajeno, Kl mímico de ¡a, murija ^ Kl maentro de hacer fomeiiuts y La (jiierra. savia, sin dejar de componer piezas cómicas como La mvsfji'ila- lauerla. Géneros nliramarinos, Los erlremos se locan y Calamidades'. Su drama que mayor éxito obtuvo fué, á no dudar, El cura de aldea, y esta obra interesante y simpática le inspiró la idea de ampliar su pensamiento en los más holgados moldes de la novela, en cuyo género logró Escrich su veriladera popularidad. Por varios años alimentó la pública afición que en nuestro pueblo se desjiertó por la novela por entregas, con una fecundidad pasmosa y con un éxito altamente lucrativo. Tuvo para ello á su favor la fama que sus libros aleanzarun de estar inapirad<iM por una sana moral, la cual fama le abrió de par en par los bogares españoles, donde los padres venian siendo refractarios á la novela por juzgar inmoral su lectura. Pudo llamarse Pérez Escrich, el novelisla de laa fdmilias. Sus obras, lejos de prohibirse por padrea ni esposos, se recomendaban, y las mujeres españolas usaron tan ampliamente de la licencia, y siguieron tan fielmente el cimsejo, que se leyeron loa innumerables tomos del novelista valenciano. Proverbial es la afición cinegética de Escrich, de quien decía el insigne Ayala ijue era un cazador de oficio que en BUS ratos de ocio escribía comedias y novelas. Azares de hi adversa fortuna, en los que su noble carácter no acertó á anteponer el propio interés á la generosidad y confianza, destruyeron el capital que con tanto trabajo había llegado á reunir, y on los últimos años de su vida tuvo que acudir á un destino para sostenerse. Era director del Asilo de las Mercedes, y entregado en él á loe paternales deberes de su cargo, le ha sorprenditlo la muerte, en medio del respeto y del cariño de cuantos le rodeaban. Con ser muy estimable el escritor, aun valía más el hombre. Dios habrá premiado sus virtudes, y cuantos tuvieron la suerte de tratarle guardarán un recuerdo entrañable para tan excelente amigo. e r n i s l - b i a construido para la ^-^^^fl^^^Z^Y El Testamento de un brujo, obra que había '^^'^''^'^ ' ^^ " f Codina, la cual alcanzó un éxito lisonjero; P^^'' P ° ; f ; niestro citado, que ocurrió á las muy pocas i-«pr^^enUc.oiies, no pudo seguir poniéndose en escena, con gran per . . ;. 275 En la página 288 de este ntímero publicamos el retrato del popular escritor D. Enrique Pérez Escrich, muerto el dia 21 de Abril Último. Nació Pérez Escrich en Valencia el fi de Octubre de 1823, y muy pocos años contaba cuando, habiendo quedado huérfana la joven con quien sostenía relaciones amorosas, contrajo con ella matrimonio, haciéndose cargo de cuatro hermanos menores que ella tenia, sin que para sostener y amparar á aquella su nueva familia poseyera otros recursos que los de su ingenio y su trabajo. Con energía verdaderamente heroica se apercibió á la defensa de aquellos desventurados seres, y se diapuso á la lucha por la vida y vino á Madrid en busca de gloria y de fortuna. Las peripecias de los dias difíciles fueron por 61 mismo referidas en su novela Klfrac azul, con su peculiar gracejo. Una tragedia clásica y un drama caballeresco del más entusiasta romanticismo eran las obras en que cifraba ana esperanzas el nove! autor; pero en vano recorrió xaloncilloí y cuartos de f/alnnea, adonde llegaba con esperaonas y no conseguía sino desengaños. Tuvo por tin la fortuna de que el célebre actor cómico Fernando Osorio se intereaaae por él y le encargase una pieza en un acto. Respondiendo á este encargo, escribió precipitadamente el gracioso juguete £1 maestro de haÜe, que Oaorio estrenó y que obtuvo un éxit*.» extraordinario. Este juguete, que durante muchísimos años ha sido de repertorio, y ipie realmente tiene mucha gracia y ha producido miles de duros, tuvo i]ue venderie muy prunti) el autor, apremiado por la necesidad, por la cantidad de.... ¡nueve duros! cmincnto autor dramático eatali\n. o o •XVTT - - f<jcunilo novelista y aplaudido autor dramático. nON .lOSÉ VV.UÚ V COIUNA, EKCMO. SR. D. FAIJIO AHANA V E'.UIÍVAREÍA, x/ AilEIÍICANA CARLOS L U I S DE CtratiCA. EL ARTE DE LEER. me refiero al arte de leer en TOZ alta, \ ^ l ^ l [ r / para los demás; ni siquiera al de leer I x^it'r'n para sí. No hablo del arte dé cómo se ' i ^ ^ Q ^ íia tle leer, sino del arte de lo que se fe^ ha de leer. LibroB como el de Legouvé, y otros, ^ ^<L^ j , " ^ pueden servir de guía á los que quieran Z leer bien en piiblico. En efecto, como se lia observado ya muchas veces, son pocas las personas que saben leer para que otros los oigan; y es que se descuida por completo el arte de esta habilidad, como el de tantas otras. Así, por ejemplo, á los catedráticos se les exigen jn-uebas, más ó menos seguras, de suficiencia académica, pero nada que demuestre que han estudiado el arte de enseñar. En muchos órdenes de lá actividad Bé prescinde del arte correspondiente. Esto sucede respecto del asunto de qtie quiero decir algo, muy poco, en comparación de lo mucho que se pudiera hablar de tan grave materia pedagógica. Más importante que saber cómo se ha de leer, es reflexionar acerca de lo que se ha de leer, ¿Qué se ha de leer? Pensarán algunos: todo. El saher no ocupa luíjar, ¡Ohl sí. El saber ocupa lugar. Además, ars Iongciy vita hrevis. No hay más remedio que escoger, aunque sólo fuera porque no hay tiempo.de leerlo todo. Pero, además, hay otros motivos de selección. Hay que preferir lo mejor; y lo mejor, ya lo '"TB¿>^:Y^°.0 E ^ 27G — N.° XVII LA ILtJSTRACI()N OSMAN-BAJA ACTUAL ESPAÑOLA {,KÍ^ IIKUOE GEXER ALJSIMO DEL Y DE AiEERIOANA 8 MAYO 1897 PLEWNA), KJKRCITO TURCO. (De fotogmfia.) '."'."í 'rVS'''''"^-*'^'"'^'-*^>'''í"'*^^"'*^>"'-í?^'''''í^-' ''"í"' * " ' 'Ji -J*^ W .. V . . . ..—' LA G U E R R A GREOO-TÜRGA.—PRBVEZA, CICJDAD DEL EPIRÜ, BOMBARDEADA POR LA ESCUADRA GRIEGA. 8 ^IAYH 1807 LA GUERRA LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA x." s v n - 277 G R E C O - T U R C A . — E L A S S O N A , CIUDAD D E M A C E D O N I A , D E D O N D E P A R T I Ó E L E J É R C I T O T U R C O P A R A I N V A D I R LA TESALIA. es en absoluto, y;i poi- causas subjetivas, por razón d<¿ opoi-tim'iilad. Hiiy (jue desecluir lo malo, que puedofit.-i-lo¡tara todos, por BÍ m i s m o , ó en relaciona liis condiciones del (jue leyere. Cuando nos l'aha la experiencia, alia en los primeros años de la juventud, y sentimos el acicate de ]¡v curiosidad universal y lus imi)ul80S de la vanidad ]>cdanfiísca; y creemos, porque por de pronto nos sobra vida, ijuo la muerde es pelif^'vo roniotísiino: nos lanzamos, ávidos «e ideas, emoeiones, noiicias, á /rvr/o todo; sin Oi'don, sin miedo; como el i;lotón devora, sin acordarse du la condici''in ilaca del estómago; Sin pensar en la estreclif/, de los intestinos, sino en las ^anchuras de la gula. ¡Quó oportuna sería, en tales m o m e n t o s , una sabia dirección ([uo nos señalase io que dobia^oa_ escoger para alimento de esta curiosidad en BÍ generosa, pero llena de i)eligros! ^ero suelo l'allar toda vigilancia entonces. El padre rpie ve que su hijo lee m u c h o , se d a por J^'iy satisloclio; jiorque se compara con los que tienen hijow liolgazanes que no quieren leer. Se toma por c;iráctor del nu'-rito del trabajo el hecho material de la lectura. L a irreflexión se •^'eja engañar por la falta do lógica, ril^ónde esti'i el saber que no aiirondemos por la viva voz ó por la lu-áctica? E n los libros, en la lectura. ^'"•f/o el ,|uo loe está consultando con la sabi«uría. Funesto paralogismo. l-:i saber está en la lectura, pero es u n a esjjecie, no el género; la ¡lecedad, la iumoralidad y otras cosas malas, lambión escriben. Mientras no conste más sino EDHEM-BAJÁ, que se l e e , no se sabe sí so hace algo ú t i l ; h a y que v e r la es])ecie tle lectura. La mayor itarte de los lectores no tienen m á s , guía en esto que la casualidad. Leen lo q u e se presenta. El lector tnaJo, el lector d e s o r d e n a d o , se distinguo del que sabe cu;'mto importa escoger la lectura y leer en sazón, i)0r multitud de signos. Esos que leen en líi cama jiara (íar/tiirsc, y leen r.tm/'/in'er rr/sa son malos lectores. Vale más dormir ó m e d i t a r , que leer el libi'o que por casualidad está sobre la mesilla de noche. E n nuestro tlem])o, uiús que antes, importa escoger, ])or lo muchísimo quo se publica, ]ior el arte de escribir q u e va adquiriendo el vulgo de la literatura y de las ciencias, y por la falsa democracia del elogio d e la crítica superlicial y sin escrúpulos. Por eso, h o y más que n u n c a t a m b i é n , hace labor meritoria el que se consagra á la ])olicia literaria, y señala lo bueno y lo mediano y lo malo, y procura desci-édito jiara lo «pie no m e rece ser leído. Y a q u e falta scleceión e n el lector, bueno es s u p l i r , e n jtarte, esta falta con las advertencias de la crítica concionzutla. Hasta ahora, lo más de lo poco q u e se h a h e cho para separar lecturas d e lecturas, lo d e bemos á jireocu pación es morales y i-eligiosas. Gcethe, en so Dicldung und Warh/uí, nos p i n t a la extraña impresión q u e le produjo en su juventud el espectáculo de ver quemar públicamente u n a edición de cierto libro. Sin d u d a , e n ese acto h a y algo quo parece r e p u g n a n t e ; la vio- GENERAL EN JEFE DEL EJÉRCITO TURCO. LA G U E R R A GRECO-TURCA.—EL EJÉRCITO DE EDHEM-BAJÁ OCUPA E L LLANO D E S P U É S DE PASAR VICTORIOSO EL DESFILADERO DE MELUNA. 278 — lí." xvii LA lencia, la coacción que supone, el medio ((ue se e m p l e a , son, en efecto, ])0C0 agradables. Además, nos recuerda hechos de barbarie y de fanatismo que tuvieron la m i s m a forma, r e r e pruBcindamos de la lioguera. Es induilablo que na ("dos hs libros son para toílos^ y que hay infinitos hbros ijue no dchcn ser }iara nadie. La libertad del pensamiento, de la prensa, etc., n a d a tiene que ver con que un padre de familia, V. g r . , ejerza en su hogar la preria censura para las lecturas de su familia. Y téngiise en cuenta q u e no es sólo por motivos de moralidad y d e fe por lo que debe desecharse tal y cual libro. Lo necio, lo insíjjido, lo adocenado, lo gárrulo, debe proscribirse tambión. Y ailemás, una buena n-onom'ia exige escoger, y dejarlo aceptable ¡jor lo mejor; en igualdad de circunstancias, preferir lo conciso á lo prolijo. El criterio relativo (iene que estar aplicándose constantemente, y muchas veces habrá q u e dejai- á u n lado libros «{ue no ])or esto so condenan en ningiin sentiilo, ni moral ni literario, pero q u e no son útiles por circunstancias del lector ó en competencia con otros preferibles. Es claro ([uo no cabe señalar en absoluto reglas de preferencia, de selección, jjorqno esto dependo de las condiciones del lector, v. gr., de la eitad, del sexo, de la clase social, del olicio, de las aptitudes, etc., etc. Pero sí se }iuede indicar algo respecto de ciertos estados y circunstancias que abarcan á m u c h a s personas. Por ejemplo, se puede decir la clase d e selección que conviene al hombre d e cultura general, ([ue no pretende ser sabio, pero si cultivar algún arte q u e exige ciertos conocimientos de lo principal que ha producido el ingenio hum a n o . Se puede advertir cuáles son los peligros d e la falta d e selecciíui en el erudito, y los males q u e á si propio y á loa demás puede causar si se entrega á la bibliomanía. D e s p u é s , y con la base de ciertas reglas generales, puedo entrarse en el estudio especial en que cabe la a]dicación á lo particular, según su índole. Pero esto ya seria objeto de todo u n tratado-, no d e n n artículo ligero y sin orden como éste. Muchas veces se ha ¡¡reguntado cuáles son los libros que deben leerse, y hasta se suele suponer el caso de que no se disponga más que de cien libros. Y aquí del riguroso orden numérico en q u e cada autor, según sus aüeiones, sus circunstancias, BU roUgión, su patria, etc., etc., va dándonos la lista de los libros (pie deben preferirse. Estimo ocioso, y aun perjudicial, semejante cómputo por varias razones. A n t e t o d o , no debe admitirse la hipótesis de no leer más que cien libros. Toda persona medianamente Ilustrada debe leer muchos más. Son paradojas, saJidas de gusto falso, frases como aquellas: «lías tan la Jiihlia y el libro de cocina»; 'f con el Keiti.ji/s y el Quijo/e hay bastante)', y otras por el estilo. Xo, no hay en el m u n d o cierta media docena d e libros que puedan suplir á todos los demás. E n esa lista de los cien autores siempre se notan omisiones imiierdonables. Además, el orden de importancia de la lectura de estas ó las otras obras varía indotínidamente según el lector de que se trato. Nadie h a hecho una relación de éstas sin imijon e r dogmáticamente preferencias subjetivas. De modo que ni los libros que leerse deben son ciento, sino muchos m á s , ni cabe señalar con precisión autores ni orden de prelación. Lo que sí debe aconsejarse á todo el que pret e n d a ser espíritu rtdtirado^ es que no olvide, por la lectura de muchas obras de seguntlo ó tercer o r d e n , para satisfacer la vanidad de conocer lo q u e conocen pocos, la lectura de los f/randns hombres q u e han escrito libros, y de los libros buenos que traten, mejor que otros, de las grandes cosas. Si va m u c h o de lo vivo á lo pintado, va más todavía de la lectura directa, íntegra, de los grandes autores, p o e t a s , tilósofos, historiadores, etc., etc., á conocerlos por lo que otros han dicho de ellos. H o m e r o vale m u c h o más que sus comentaristas. La üloBofía de Platón y la belleza de su forma no se conocen lej'ondo al mejor expositor de la Filosofía platónica. H a y que conocer al monstruo siempre q u e se ])neda. A Dios gracias, la jiosteridad, en general, h a solido acertar al consagrar á los grandes h o m b r e s de las letras y de la lilosofía. TJna gratísima experiencia m e ha hecho siempre pensar, después de conocer directamente á u n H o m e r o , á u n Platón, á u n Shakespeare: E r a verdad, ÍLTJSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA cslo vale todo lo que la fama h a diclio y más acaso. Es u n consuelo, u n gran consuelo, en medio de tantos engaños como trae la viila, que este criterio t r a d i c i o n a l — e n conjunto, amuiimo—(jue re])arte la justicia de la gloria sea aisi infalible: es decir, que pueda eipiivocarse, ])ero que nunca se liaya e(|uivocado. Tal ve/, hay en la hisioria algiin nombre obscurecido que merecía brillar; pero todos los grandes genios que b r i l l a n , consagrados por la posteridad, lo merecen. Y son la mejor comjiañía. P r o c u r a d , en cuanto l)odáis, el trato constante de los genios. Es claro que, en lo que se retiera á la especialidad que se cultiva, los grandes autores no bastan: liay ipie conocer muchas cosas que HI')1O han tratado hombres de seguntlo orden. Pero en lo demás, en todas las li}¡manidades que delíemos conocer, pero (|ue no es de nuestro oücio estudiar esi)ecialmente, mantengámonos siemi>re en la comiiañia de los más altos. No nos haremos por esto grandes hombres , pero el alma ganará m u c h o con ese ambiento. Esta regla tan racional la siguen m u y pocos, por motivos análogos á los (^ue nos llevan á pasar la mayor parte de la vida ocupados en asuntos secundarios, temporales, dejando mu}' poco tieni})0 á la actividad del alma que más nos i m p o r t a , á la (pie es más íntima en ella. Un libro, y muchos, se po'lría escribir liaciendo ver cuánto progresa y mejora el espíritu con el trato constante de los héroes, según el sentido que da ('arlyle á la palabi-a. Para conseguir esto, hay que sacrilicar m u c h a s cosas. La vanidad del erudito, del p e d a n t e , por lo pronto. hos grandes autores quitan el deseo de conocer á los tle género inferior; atraen la atención , la aprisionan: y pensando, pensando en ellos, se va el tiempo. Y el erudito, el que lia de asombrar al m u n d o con la m u l t i t u d tle datos, fuentes, citas , necesita detenerse menos con los pocos vwjores para poder hablar de l')s muchos medianos. Renuncia á que ie llamen sabio, sobro todo en estos días en <j[ue íanto se sabe de jjormenores, de medianías, de hi-ehos nienmlos, el (pui so pasa la vida leyendo, saboreando las obras del genin. Los eruditos no suelen leer así. T a m b i é n la experiencia nos hace ver que por abarcar m u c h o , no han podido sacarles totlo ei jugo que tienen á los mejores libros. Lo peor es q u e siguen á los eruditos los aficion a d o s , y todos van dando gran imjiortancia á lo mucho; se quiere conocer á la multitud en todos los géneros. Y la prisa trae el e.r¡iedienle de la bibliografía, que hoy cuenta con excelentes aparatos para convertir á cual(|uier curioso, en pocos a ñ o s , en un índice fie la biblioteca de Alejandría. A d e m á s , ayuda m u c h o el psitlm-isum crítico; es decir, la opinicm sugerida por la crítica tradicional. La mayor parte de los autores célebres ya están juzgados de m a n o maestra; se repite, en otra form a , ese juicio y á otra multitud. H a y que h u i r de ese alomísnio. Pero también es un extremo vicioso el que simboliza el vir iinñis litiri. El h o m b r e de u.n solo libro es temible en unas oposiciones de esas en que los jueces premian la r e t e n t i v a . — A l vulgo le desl u m b r a el h o m b r e capaz de repetir un libro entero de memoria. ¡Apenas caben fechas, nombres ])rol)ios, hechos, c i t a s , en un liliro! Al ])Oi)ulachü de las letras le i)arece u n a enciclopedia viviente el varón 'unius lilrri. Los gacetilleros suelen reservar para él este epíteto: sabio. El h o m b r e de pocos libros (que no hay que confundir con el h o m b r e de los libros mejores) suele ser víctima del misoneísmo. Desprecia lo nuevo, y particularmente lo extranjero. Esto do leer poco do lo extranjero, y eso poco atrasado, es vicio m u y general en España. Yo be conoci)lo ¡)rofesores aplicados, hombres amigos de leer, cjue no ponían la m e n o r diligencia en adquirir libros n i revistas extranjeros. Para ellos, como si el correo no pasara las fronteras. Se enteraban de la penúltima, novedad, cuando se dignaba traducirla mal cualquier revista indígena. No falta quien escribe defendiendo este aislamiento. E l t e m a es inagotable; jiero los artículos deben tener ñn. Y'o m i s m o , no sé dónde ni cuándo, lie de tratar con más orden y detenimiento del arte de escoger la lectura. Es asunto de m u c h o interés. 8 JlAVo 1897 El lector q u e lee rualqw'fr casa tiene la culpa do que haya el escritor que i)ublica eua/f/uter cosa. No necesito decir que este artículo es un rasgo de abnogacii'm: i)orquo al jíredicar que se escoja la lectura de lo mejor, vengo á pedir que no se m e lea. Pero me queda la esperanza de que no se m© haga caso y de seguir pasando por donde pasan otros que tampoco merecen ser leídos. CLARÍN. LA TEMPERATURA Y LA VEGETACIÓN E.V MARZf) DE ESTE A.NO. ,- .^. í7_x el n ú m e r o de la Gaceta de Madrid «•¡•llí^j .y^ corresi)ondiente al día primero del Ifí^'lLlj ^ mes actual ha publicado el Observatorio astronómico una nota acerca de las temperaturas observadas en los días comprendidos del lí* al 28 de Marzo pr('iximo jiasado, haciemlo ver <jue en los últimos treinta y siete años (.ISliOá 181'7) no ha habido ningim otro mes de Marzo que, en su segunda quincena, alcance tan altas temperaturas. E n los ocho días <lcl 2(1 al 27 inclusive, ni la m í n i m a , á la sombra, bajó) en Marzo de este año de 7", ni la máxima de 27" C. E n .US'.m ])ul)licó también el Observatorio un libro titulado Trein-ta aüos de otiserraritnies nn'teorológiens (18f)0 á 188;*}. E x a m i n a n d o este interesantísimo trabajo, se v e que e n esos treinta años, no si)lo no ha habido, como ya indica la nota arriba citaila, ni u n solo mes de ]\larzo en ([ue, durante ocho días seguidos, se mantenga el termómetro á la altura en que se h a mantenido en los días 20 á, 27 de Marzo líltimo, sino q u e tampoco puede citarse caso parecido, al menos respecto á las máximas, ni en un solo 7nes de Abril de esos treinta años, habiendo habido, ¡tor el contrario, catorce entre esos treinta, en los cuales ni en un solo día de .Vbril ha subido el termómetro á 27", y alguno, como el de 188:1, en, que la jnáxima en Abril no pasi» de 20": aun de los meses de Mayo, hay, en ese l)eríodo de treinta años, nada menos q u e veinte en los cuales tampoco pueden citarse ocho días seguidos en que la m á x i m a se conserve sin bajar de 27", y algunos hay, como los de 187ÍÍ y 1881, en los cuales sólo en dos días jiasó de esa temperatura; y hasta de los meses de J u n i o se encuentran ocho» entre los treinta do eso jieríodo, en los q u e tampoco se hallan ocho d í a s , sin i n t e r r u p c i ó n , con máximas de 27". Lo expuesto basta ]}ara demostrar todo lo que de anormal y extraordinario ha tenitlo el estado térmico de la atmósfera de Madrid en la segunda quincena del último Marzo; y como también la primera, y aun el mes de Febrero, fueron, en general, bastante templados; y como es sabido que el calor es factor de p r i m e r a im])ortuncia en la vida d e las plantas, es indudable que algo de anormal y extraordinario había ile notarse también, en esta p r i m a v e r a , en el movimiento y desarrollo de la vegetación; y así lia sucedido. Sin necesidad de insertar aquí una lista, indigesta y larga, do todas las plantas en que se ha adelantado notablemente la época de la floración; y, jirescindiendo de jjlantitas herbáceas y humildes, bastará, para el oí)jeto d e esta nota, indicar ai{uellos árboles y arbustos que, ])or su tamaño ó su abundancia, son más conocidos de las personas que frecuentan los ])aseos y jardines públicos de la corte. En la última semana de i l a r z o se ha visto el arbolado del Retiro ó P a r q u e do Madrid tan vestido d e follaje como no suele verse de ordinario hasta después de mediado el mes de Abril; y en esa misma semana estaban ya en flor: las lilas; las J'holinias; las Deidsias, (jue parecen matas de ])aÍB nevado por la blancura y abundancia de la floreeillas que cubren sus ramas: el lau/rel reat ó laurel-cerezo (Cerasus laurocerasus); la Wistaria chinensis, vistosa enredadera: el árbol del aiuor, cuyas llores rojas brotan en gran n ú m e r o , no sóilo en las ramas tiernas, sino liasta en las grietas do la corteza obscura y áBjjera de sus troncos: los arces de hoja de fresno (Acer Negando ) , y algunos cnshfños de Indias; en la p r i m e r a década de Abril florecían muchos de esos castaños, entre ellos los hermosos ejemplares que adornan el jardín del palacio de Casa-Riera, y son, á la vez, adorno d é l a calle de Alcalá; el almez; el agracejo (Berberís vulgaris); la lluviade oro (Cgtisus Laburniun); el fresno de flor (Fraxinxis Ornns); éljihííano oriental; el moral 8 Miro 1897 LA papdcrn {Broussonelia papyrifera); la IVrig/^Jia romi; los niiindiUos; la mmJrcftplva; el /ara;/: algunas acacias <}i- llar; y hnstiialgunos jiiiioa (P. haíe/iensis y Piíiastf'r),\ alí,Mm;i3 rttci/ias, do cuyas ramas colgaban ya loa araentOíi niaHCiüinos, la caii"í-'/í/Zr/j como dicen on l'^xtreraaihu-a; y en lu sogunda dt'cada do eso mes estaban ya en plena floración las arrtría.s y jns ca.^/nños, y en flor también ^^Jeriuí/if.iUti ó n'l¡)t(la f /'Jn7a<!e//>/ii(s nn-miarins) y Q\ palmito del Ja/jón ((.'/¡timrrups c.rrrha). ^ Pues bien; si se consulta ol Maitii-al dr htitdiiica descripiifa de los Sres. Cutanda y A m o , libro que mus especialmente h a descrito las plantas ({uo vi•^'en cultivadas y silvestres en ¡Madrid y sus cercaJJias; ó si se examinan las listas de las plantas que florecen en el J a r d í n Botánico de JMadi'id, listas (lispuestas por meses y décadas, y publicadas en el tomo XIV de la Iirr'/.'</a dr ios pro¡/rrsos dr las f:\encius, se verá: (|iie muchas de las plañías arriba citadas so han adelantado este año n la época ordiriaria de su lloración, en veinte ó veinticinco tlíus, y algunas en im m e s , como el (arai/, por ejemplo, que aun en Aranjuez, donde a b u n d a , no suele 11oi'ecer hasta ñn de Abi-il ó principios de Mayo. J'-ntre las ¡llantas citadas en esta nota hay al^íuiias que merecen mención especial. ^.""J-'a lila (S'i/riiií/a niUfarix, L . ) — L a época ordinaria de BU floración, en M a d r i d , es la segunda Jlijineena de Abril; en este a ñ o , el 25 de Marzo es^aba ya en. plena üoreacencia, y aun en el Escorial ha florecido antea de terminar ese mes. Hasta las coatunabrea populares de Madrid nos proporcionan *ina prueba respecto á la época en que suele llorecer ese arbusto: el día 2 de Mayo, desjuiés de oir Y'.^a en la pia/a de la Lealtad, las muchachas ma^|rderias van al Retiro á coger lilas; este año es seguro que, ó no las hallarán, ó las hallarán ya marchitas. Egon I h n e , conocido botilnico alemán, ([ue comparte hoy con el profesor Hoffmann la jirimera ^utoridad en cuestiones fenolúgicas, indica, para |aüoración de la lila en P a r í s , la fecha del 2S al • tle Abril (1), dato que extrañarán quizá los q u e ecuerden que hi la/.tfitd de París supera en S graüos a la de Madrid; pero recuérdese también que, ^n cambio, la alti/ad de Madrid supera á la de P a ^>s en GOO metros. "~- ^^istaria chin cu sis, D C . — D e esta magnífica ^nfedadera, procedente de la China septentrional, y muy extendida va en los j a r d i n e s de Europa, ^ay en Madrid bastantes ejemplares, y u n o , entre ^'los, verdaderamente notable, en el paseo de Repletos, casi enfrente del convento de San Pascual: l^ 'ronco de la Wis/a/'ia se divide desde su base en ramas ó brazos, que enroscados fuertemente, orno manojo de sierpes, al tronco de u n jii/to /li^^Jii'To, van subdividiéndose desimés en ramas más ^e gadas y trepando por las del pino, hasta mostrar, ntre las verdes agujas de éste, los racimos, granes y colgantes, de flores violadas, con que la ll7.s-!'•'« adorna espléndidamente la co])a del árbol en H'e se apoya, formando entre ambos uno de los P>cos grupos pintorescos que ofrece el arbolado de Uot ^^'í' '•^'-•^^'""''•'•i'-'l*' y raquítico en general, no ya : oulpa de los hombres, sino por las condiciones ^jiturales del suelo y del clima. E n los últimoa eoa^ 1 '^^''^* ^' '-"^ ^"" primeros de Mayo suele ser lip, 1 ^'' "'''•^•/'•'í"'Ví, está aquí más llorida; este ano, le Q 1 ^'"••'^^ '-^ ^-'' ''^ ^larzo, hoy 2') de Abril sólo es ^-^^ ^^' algunas, marchitas y lacias; interesante (,QL^^^ *^-"il>argo, ver la copa d e un /i/)io que parece y d^ '"^'^' ^-"^ I"*""" ^"^ propias hojas, aciculares Ulan ^^ "^"^^"^ verde obscuro, sino por las hojas \yf¡.f^' y tle u n color verde claro y alegre, de la enl-' "'"^'•' '''^*-'^' '^"•"'^ planta voluble y trepadora, les'!^'^ 5"'^ ^ns ramas superiores con las de bis árboen ¿"°^^'^^'^tos, como la vid de que habla Góngora ^0 de sus mejores romances: Aqaella frondosa vid One abraKaiiii al oliim ves P a r t e piluipanos discreta Con et vecino laurel. tien ' ^ ' " ° ' en que está enroscada la Wistar/a, qiiP t ^'? ^^^^^ algunas de sus r a m a s , y es ¡jrobable írazo 1 ^'^ *^""<^í"ya por secarse, abogado entre los 3 de su hermosa compañera. ^nni j^'l^"''" ^^'- ^'^^^'^"^ (Acsculiis Hij>pocasla([^A^ este uno de los árboles de adorno más extenlQüüi ei .rl ^ ^ ^^ Europa central y meridional, y donde ten'cíjf í*^^ ^® ^^^ cultiva se nota siempre la exisde 1' 5*^ ejemplares que difieren notablemuiitc mente su n ^^-^^^ en la época de su frondescencia y de mit-i 1 T*^"= d u r a n t e muchos años, en la primera mueh '^'^'^'^ín de l a s T u U e r í a s . llamado por los nos cnrioBOB que lo visitaban «el castaño del «) Sotan isches CeiiíralhhU/, 1885. T o m o l , página 151. ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA 20 de Marzo», jjorque hacia esa fecha, con ligeras diferencias de tiempo, empezaba á desarrollar sus hojas, cuando todos los demás árboles de su especie estaban aún completamente desnudos. E n el Retiro de Madrid hay también u n castaño bastante más precoz ({ue sus congéneres; se halla en el «paseo de las Estatuas", entre las que rei)resentan á !).•' María Luisa de Saboya y á L . García: este año, el día 22 d e Marzo se hallaba, no sólo cubierto de hojas, sino también luciendo y a , completamente desarrollados, los tirsos de-sus llores. Los añcionados á este género de observaciones h a b r á n notado ya q u e los ca.ilaFios q u e hay en la plaza de Colón, j u n t o á la Casa de la Moneda, rellorecen en otoño, ó, por lo m e n o s , han reflorecido en todos los otonos en que me lia sido ¡losiljle observarlos. ;Arboles dichosos! La m a d r e Naturaleza, generosa y amante, les permite gozar, en. cada año, de dos primaveras. y do ignorante y Si después d e esto el verso líltimo no resulta satírica c e n s u r a , es indudablem e n t e porque se lee con ojos d e «(reventador impenitente)'. Pero a u n q u e Boileau lo h u b i e r a dicho en serio y lo h u b i e r a n confirmado los Santos P a d r e s d e la Iglesia y los legisladores de todas las naciones, ¿quién no e n c u e n t r a a b s u r d o , cuando m e n o s , que se censare u n espectáculo, por juzgarlo inculto, fastidioso ó ))ocu ori(/inal, d a n d o otro esi)ecíáeulo m u cho menos original, m u c h o monos culto é infinitamente m á s molesto? Ya en los tiempos de Cicerón los mancebos r o manos iban al teatro á m u r m u r a r y á silbar, según refiere Lope, por boca de Celio, en su comedia Lu que lia de ser-, • • • MÁXIMO L A G U N A . TEATRALEIiÍAS. LOS ESCANDALIZADORES. A mÍK hnenoK amíiíOR low excelcntcK eHiTiloniH D. Eduivrdo BuatUlo y B. Antonio Sinchez PéreK. I. ^ x la n u m e r o s a variedad de gentes alborotadoras (]ue van á algunos teatros en noches de estreno con la piadosísim a intención d e remita/' las obras, (;^ríy'ü>^>A' ligura una especie de Kreventadores» {MÍT'^V^ atolondrados é i n c o n s c i e n t e s , que sin Iw^ ))ropüSÍto interesado de d a ñ a r , sin odio UY detei'minado á nadie y aun sin cabal idea d e ^j» los perjuicios (]ue ocasionan, sólo por afición al ruido y al escándalo secundan y favorecen los intentos de los «tverdaderos reventadores)), que estimulados por cobardes deseos de venganza, im])ulsados por niezt[Uinos intereses de empresa ó aguijoneados por la miserable paga esperada ó recibiiia, llevan al estreno el propósito deliberado de hacer fracasar la obra con perfecta impunidad, aprovechando cualquier desliz del autor, cualquier eipiivocación de un comediante, cualquier torpeza del maquinista ó de u n «asistenciai', al bajar u n telón ó al mover u n «ifrasto)', y aun cualquier accidente extraño á la obra y á la representación. LOS «escandalizadores teatrales» no van al teatro en noche de estreno á juzgar el mérito de la obra —¿qué entienden ellos de eso? — van con la esperanza d e q u e haya gresca y alboroto ])ara poder refocilarse á sus a n c h a s , haciendo el perro y el gallo y el b u r r o , d a n d o aullidos y patadas y bastonazos, rompiendo las butacas, que ninguna enl]ia tienen d e q u e las obras sean buenas ó malas, é insultando con las palabras más soeces y con los modales más groseros á los espectadores q u e quieren escuchar tranquilamente para poder juzgar con conocimiento de causa, porque para eso « h a n pagado su dinero)). Pero ¿quién dijo tal cosa? E l dinero que se paga por el billete no da derecho á oir—¡qué locura!— d a derecho á alborotar. Los más ilustraditos de los «escandalizadores» sacan en seguida á relucir el texto sagrado: yiHaaló lo dijo.» P o r su]niesto. y a iniedc asegurarse ([ue ninguno do ellos h a leído á hoileau ni tiene otras noticias del satírico jioeta francés. Pero es innegable: Boileau lo dijo ; y como si lo hubiera dicho ol mismísimo Espíritu Santo. Más aiin: ])odrá discutirse la "autoridad)> de la tercera persona de la Trinidad Santísima; podrá l)onerse en d u d a la veracidad de los cuatro evangelistas; podrá negarse r o t u n d a m e n t e la infalibilidad del S u m o Pontífice, i)ero no acatar y reconocer ciega y sumisamente la autoridad, la veracidad y la infalibilidad de lioileau en cscpuiiío eso no h a y fcescandalizador» q u e lo tolere. Y, sin embargo, el icacareado)) verso de Boileau, no separado d e ans precedentes, m á s apariencias tiene de ironía q u e de axioma: •Lo Ih&tdTafnrtilc en ccnscMTS jryinlilhnx CIicz n o u s pour .se jirodiiirc est im c h a m p pírilleux. Un a u t e u r n'y fail pas de fáciles conquMes; I! irouve ,'i I,: ai(tl':i' ih-x hnvrlieit tniijoiim jiyétes C'/inctni lepi'iit trai'/cr iJr.jht i;t d'irjnnj-anf; C'est u n droit q u ' a l a porté on achule en entrant.» Boileau, después d e h a b e r hablado del ^espectador S I E M P R E perezoso 'jtara ajdandir}>, dice q u e «el teatro es jV-rlil en censores quisrptiliosos»-, que el autor encuentra bocas SIEMPRE prontas á silbarlcy), y q u e «cualquiera p u e d e tratarle ú&/a¿uo N.° xvir — 270 • Escriben que Ciceri'in Oyendo al reprcsentanle G a l o , que en R o m a Iriunfanlo Tuvo excelente opinión, VÍA silbar y m u r m u r a r y qne comenzó íi decir: —Mancebos, el escribir Es ingenio y no el silbar. Y esto al liombro se prohibe, Porque en diferencia igual Sidia más <lc iinfiniínal, X'crii sólo el hnmhrii cscrdie.' Y ahora, concierten como p u e d a n los escandalizadores teatrales la prohihición razonada del inmortal orador romano y la auiorizarión irónica. del satírico escritor francés. En cuanto á la falta de cultura y sobra d e m o lestia de aquellas manifestaciones ruidosas para juzgtrr u n a obra, basta hacer u n a sencilla comparación. El libro menos tolerable jamás tiene frases como las que salen de labios de los ureventadores y escandalizadores)' c u a n d o , y a desenfrenados y afropellando todo respeto, convierten el teatro en plaza de toros; la música más rat<nicra y menos agradable n u n c a mortiíicará los oídos tanto como el atronador 'iconeiertOD d e golpes, silbidos, aullidos y voces desaforadas de los censores ¡lointillen.r. El ilustrado crítico francés Mr. Augusto Vitu, reiirientln e n l S 7 2 lo ocurrido en el estreno de una obra en P a r í s , i)or(|ue en todas partes cuecen habas yescandalizadorasii, escribíalo siguiente: "¡Qué alboroto. Dios m í o ! Los gritos, las interpelaciones, las invitaciones de. los aninatles^ el canto del gallo, el cacareo de la gallina, el relincho del caballo, y ;hasta el mismisimo rebuzno del asno! h a n ahogado por completo la voz de los artistas d u r a n t e las últimas escenas. ¿Justificaba semejante severidad la obra estrenada, ni mejor ni peor que tantas otras aplaudidas? No quiero discutir este p u n t o . ¿Por qué obras, situaciones, chistes del mismo género, unas veces ^resultan)), haciendo descoyuntarse d e risa al p ú b l i c o , y otras no agradan y son por el publico rechazadas con indignación ? Kenuncio á buscar la clave de este profundo misterio.)' Alejandro D u m a s , hijo, en una de sus notabilísimas cartas «sobre asuntos teatrales», se dirigía al público, precisamente por atiuellos mismos días, en los siguientes t é r m i n o s : " R e c u e r d a , desgraciad o , que tú silbaste Fedra, El Cid, El Casamiento de Fígaro, Onillernio Tell y El Barbero de Sevilla, ¡Bien lias cambiado d e opinión! ¡ l í o y y a eres m e nos "precipitado»; tu educación eñtíi casi terminada, y sin embargo, todavía, de vez en cuando, dejas escaiiar d u r a n t e los estrenos ¡oh! ¡oh! q u e no tien e n mucha razón de ser: p e r o , en íin, hag progre''''^') y ¿'iué hemos de hacerle? Es ese picaro " p r i m e r movimiento" la electricidad de las m u c h e d u m bres, i' Casi al m i s m o tiempo, casi el mismo dia, D u m a s , recordando algunos "históricos errores» del público, celebraba los progresos de su cultura, y Vitu, describiendo el cuadro del estreno á que había asist i d o , hacía creer ilusorios aquellos «])rogreso8»), con tanto más motivo cuanto q u e el imparcial é ilustrado critico no creía que la obra fuera digna de "semejante severidad". Y, sin embargo, los dos ]iodían tener razón: Dum a s se dirigía en su carta al público de la Comedia Erancesa, y Vitu se refería en su critica al público de Folies-DrninaIirji/es. Porque, aunque sea "fórmula sacramental», al dirigirse á los esi)ectadoreB d e cualquier teatro ol encargado d e anunciar alguna variante en el programa de la función ó de solicitar indulgencia en n o m b r e ele algiín artista temeroso ó indisjniesto, el comenzar con las jjalabras: Jí.fís/)eíaMe público, h a y público y publico y ¡¡úblico. Público compuesto d e personas sensatas, cultas y p r u d e n t e s , q u e van á escuchar sin hostilidad, á juzgar sin ]U'ejuicios y aun á c e n s u r a r , si es justo, pero sin saña, descortesía ní alboroto: público compuesto de "reventadores)' que van á «cumplir au misión», perjudicando á empresas, autores, artistas y á cuantos del teatro v i v e n , y de «escandalizado- MADRID.—EXPOSICIÓN ARTÍSTICA A BENEFICIO DE LOS HERIDOS DE CUlíA Y FILIPINAS. NIÑO CUADRO DE CAL A B R E S , EDUARDO ROSALES. (PROPIEDAD DE D. LOBBNZO GAUCIA VELA.) CONST ANTINOPLA ( T U R Q U Í A ) . — EL S Ü L T Í S ABDUL-HAMID-KHAN II SALIENDO DE SU PALACIO DE JILDIZ. 282 — Y.." XVII LA resi), qn& sólo van á divertirse con el bullicio y el estrépito y público mixto, formado por unos y por otros, en q u e los sensatos y prudentes h a n de sufrir con paciencia las impertinencias de los alborotadores si no quieren exponerse á insultos, amenazas y hasta á golpes. Los escándalos en los teatros, las silbas y loa alborotos en las noches d e estreno deben terminar por razones podoi'osísimas de justicia, de cultura y de decoro del mismo piíblico, y aun por otras particularísimas razones que expondré en un segundo artículo, porque ya éste resulta más largo de lo conveniente. Claro está q u e no pretendo convencer con ellos á los «reventadores do oficio», que clamarán contra el que intente quitarles «ese modo de vivir», n i á los reventadores por (¡erversidad de condición, que sólo gozan con el daño ajeno; i)ero acaso lograré persuadir á los ifescandalizadores inconscientes", que sin propósito de causar graves perjuicios ni a u n idea de los que ocasionan, por irreflexión y por ligereza contribuyen á realizar esos incultos lyncliamientos teatrales que se llaman pateos. F E L I P E P É R E Z Y GONZÁLEZ. COI3ivíEBI3-A-_ LA CATEDRAL VIEJA Y SANTA CRUZ. I. A primera impresión de Coimbra es tan desconsoladora para el viajero artista como la entrada en Salamanca. Sueña á la llegada con torreones ennegrecidos, palacios vetustos llenos de h e r r u m b r e y polvo, templos ruinosos y todo el aparato escénico que preisentan Toledo, el rinío de Tarazona, la parte alta de Cáceres, la cité de Carcasona ó los castillos del Rhin, y ])enetra en cambio por caminos enlodados, calles d e viviendas jalbegadas y almacenes llenos de baratijas, ricos en las mercancías que contienen los de cualquier aldea sin pretensiones nobiliarias por las épocas de feria. Poco á poco recorre luego en ambas ciudades recintos más pudorosamente escondidos; sube en la población portuguesa por el arco d e Almedina, ó se acerca á la plaza en q u e camjiea Santa Cruz: visita en la española la esiiléndida fachada de la catedral n u e v a , los ábsides de medio tambor pertenecientes á distintos teui])los, la torre poética llamada del Gallo de la basílica del siglo XTI, las casas tle las m u e r t e s , las conchas y las salinas, orguUosa la última con las diez y seis admirables ménsulas d e Berriigvefi', ve destacarse anto sus ojos sobre el cielo la crestería del palacio de Monterey, ó cuenta los medallones con cabezas bellas del Colegio de Nobles Irlandeses, y rectifica entonces en u n a y en otra su juicio, al modo del q u e , contrariado en un principio por la presencia de importuno visitante de mala traza, se regocija luego reconociendo jjor su palabra y por sus hechos al h o m b r e superior bajo las ropas del mendigo. • % II. Al final de u n a cuesta, y á méÑiia ladera del principal cerro en que descansa Coimbra, se descubre la catedral vieja, que acredita con su existencia la nobleza de la población y en parte de sus elementos la solidez d e las construcciones antiguas. Sorprende desde luego al observador español su semejanza con la de Salamanca: igual es su planta, y m u y parecida la pátina y el tono de las areniscas q u e la forman. Mutilaciones mil ha sufrido como la nuestra; p e r o , para fortuna del estudioso, guardan al lado de elementos comunes otros diferentes que p e r m i t e n reconstruir en la fantasía, con los miembros subsistentes de las dos, la imagen completa del hermoso edificio que proyectaron sus inspirados y desconocidos arquitectos. Queda robusto y áspero cual fortaleza indomable á orillas del Mondego u n imafronte que no se ve en la ciudad castellana; se levanta en las márgenes del Tormos la llamada Torre del Gallo, admirable linterna que falta en su construcción gemela. Tiene aquélla parte de u n ábside, y ésta dos que reflejan en sus superficies de medio cilindro, las lumbreras y los ajedrezados de las impostas el genio c r e a d o r ' d e la E d a d Media, y conservan ambas en sus naves los basamentos toscos, los grupos de columnas que no merecen todavía el n o m b r e de haces, los capiteles con p a l m a s , bichas y extraños ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y 8 :\lAyi> 1807 AMERICANA mascarones, las arquerías simuladas en los miembros altos del edificio. Igual suerte las reservaba el destino en los siglos posteriores á su edificación, é idénticos fueron los atentados contra el buen gusto ([ue i)a(lccieran. La do Salamanca cedió ])arte de sus naves lateralus al recinto de la n u e v a , como los jiadres <Ian jíarte de su vida para la existencia más vigorosa de los n u e vos seres. La de Coimbra vio extenderse á su lado construcciones parásitas, miembros adicionailos con no gran fortuna, jalbegos de sus ancianos muros cual si fuera vieja coijueta, encalados irracionales de los mejores ornamentos, í|ue hace desaparecer el actual jjrelado, gloria do la Iglesia y santo milagroso que saca de su sejiulcro la joya al fuego de BU amor por el arte y d e su respeto á los legados de anteriores siglos. III. La iglesia d e Santa Cruz, d e antigua fundación, debe sus formas actuales al movimiento artístico propulsado por el rey D. Manuel, que fué bajo este punto de vista para Portugal lo que los Reyes Católicos fueron i)ara España. No i)uede motejarse de tan ingrata á la Historia con los que consagraron su ingenio al servicio del Monarca del líenacímiento, como para los arquitectos é imagineros de la líclad Media. Sábese (pie trabajaron en Santa Cruz el ¡nacstr» N¡co(á>t. Juan (Ir Rof/£}L, Jaroho Longu'i», Diego del Castillo, Andrés Gonzálvez, Marrits Jlires arquitectos, escultores, pintores notables y la síntesis de sus inspiraciones se tradujo en el templo, el claustro llamado del Silencio y las capillas que admira el viajero. A derecha é izquierda del presbiterio lucen los enterramientos de D. Alfonso Enríí^uez, fundador de la dinastía portuguesa, y de D. Sancho su heredero, inspirados en la misma tradición artística que los levantados en Burgos para el arcediano Villegas, Fernando Diez de Fuente Pelayo, y otros cien ejemplares del arte do transición que imperó de fines del siglo XV á principios del x v r , en que tan ricas son nuestras catedrales. Su ejecución es excelente, y el conjunto bello. U n pulpito de franco Renacimiento, que tiene su congénere en la santa iglesia ejiiscoijal de Sigüenza, hermosea el mui-o de la nave corrosponcliente al Evangelio, y honra con la finura de su labor á Juan, de Bnaen^ que logó con él una joya á la posteridad para recuerdo de su talento y hábiles manos. La sillería es de talla tan sencilla como buena. Encuéntranla pobre los acostumbrados á la excepcional ri(|ueza de las que ])oseen las catedrales de Toledo, Zaragoza, Hurgos, Lei'in y numerosas iglesias más; pero la estima en lo (pie vale el q u e ajirecia las correctas líneas de sus elementos decorativos y figuras, lamentando sólo que se hayan dorado las últimas en la m i s m a época do mal gusto en qu« se proyectó dorar también la de San Benito de Valladolid. H a y en un jiasamanos los bultos del oso que baila al s(')n de la gaita tañida jior u n cerd o , rejiresentacióu quizá de la fábula del Oso ij el piainoiith, que se encuentra asimismo en León. Aparecen en otros la conocidísima escena del per r o royendo el hueso, y la monos vulgarizada del sacamuelas que ejerce su oficio en u n cuadrújiedo. Iva crestería, m u y curiosa, presenta alternados castillos y galeras. E n el claustro del S'ilenrio, ami)Ho y luminoso, se aprecian mejor que en los demás monumentos de Coimbra las semejanzas y diferencias ijue aproximan y separan á la vez el arte uiaiinelino y el q u e por entonces impei'aba en España. Las capillas son m á s interesantes que espléndidas. La fachada muestra claro el parentesco artístico de este edificio con los construidos bajo la m i s m a advocación en Toledo y en Segovia. Las esculturas que la adornan revelan las dos diferentes manos del maestro Nicolás y de Diego del Castillo. IV. La catedral vieja y Santa Cruz están llenas de sombras ilustres. Contiene la primera numerosas tumbas con prelados barbudos de los siglos x i l l y XTV, que rechazan con sus pies las herejías, simbolizadas en informes dragones. La escultura ha conservado sus líneas, mientras que los documentos apenas recuerdan sus nombres. Admítese comúnmente que los dos del siglo XIII p u d i e r a n ser D, Tihiircio y Egas Fajes, citados en los episcopologios sin grandes detalles sobre sus hechos, y únese el n o m b r e de D. Esteban al del siglo XIV. Don -Torge Almeida, que m a n d ó construir el altar mayor, primorosamente ejecutado ])or los artistas Wiíiier (') IJepri, y .luán Suárez, á cuyas expensas se hizo la singular ca])illa del Sacramento con el excelente retablo extendido sobre la superficie cóncava d e un medio cilindi-o, yacen bajo losas, en sepulcros monos aparatosos que los anteriores, cual si la belleza de las obras quo se les deben excusara unir sus nomlu-es ii urnas más labradas. (Juardada entre tanto eclesiástico, se ve allí también la estatua d e una dama, con la>i manos unidad' sobre el pecho y largas vestiduras. Figuran águilas d e dos cabezas en los escudos de la urna, y los principales detalles de ésta anuncian una obra de la transición del siglo XV al XVI. No es, sin embargo, de la misma época la ricahembra que contiene; vivió m u c h o antes, al decir de las tradiciones, en la corte de D. Dionisio: era oriunda de (h-ecia, y se llamaba D." .Batdra; ennoblécela el haber servido á la reina-santa D." Isabel de Aragi'm. Las ya citadas t u m b a s de Santa Cruz son más espléndidas y más augustas. lín la correspondiente al Evangelio está la estatua 3'acente tle D. Alfonso Enríquez « primer rey de Portugal, Hijo fiel Conde Borbón, De Borgoña natural > según reza nuestro Romancero, añadiendo en seguida como explicación de la realeza alcanzada y del blasón ostentado: Después que en campo de Ouriquo, A muy duro pelear, Venció siete reyes moros Y les trujo l\ su iriandar, Y dospuís que por sus hechos Le vino Dios k premiar Dándole sus cinco llagas Por armas y por señal. Afirmaciones que rechaza hoy la crítica histórica, tan severa en el culto de la verdad, como anar(juista ])ara las grandes figuras é ilusiones de que han menesttír los pueblos en su vida. Adosado al m u r o de la Epístola se contempla el bulto de D. Sancho, jiolicromo como el de su pad r e , y cubierto por negra a r m a d u r a . Durmiéronse ambos para el sueño eterno en momentos de lucha y continuo conflicto entre los ideales, intereses y antagonismos pO]mlares, y los han respetado las generaciones sucesivas. Ti-ájolos á los enterramientos de Coimbra el rey D. Manuel, y desde la fundación de la Universidad se han rel)etido Sus n o m b r e s on las aulas más quizás q u e sonaron en la época de sus proezas. ¡ Quién sabe si en el silencio de la noche hiela más todavía sus cenizas la soledad en que se encuentran, (') les es grato el descanso y la paz actual que no hace vilirar con nuevos rumores de armas las losas que los aprisionan ¡ ENRIQUE SERRANO LA VIDA FATIGATI. ETERNA. '"''' '-^^'^^^ OMO debe ser cosa m u y triste haber llegado á viejo y no tener otra eai)eranza sino la d e que se nos cierre la puerta de la vida sin ({ue después de aquel portazo h a y a algo m á s , y o , que ^ s| voy entrándome como por mi casa en los ^J^'"^ años de la vejez, he dado hace unos días ^ " en acordarme de aquellos mozuelos que lo ^ eran cuando yo, entre (juienes los que presu' m í a n de más sabios no creían en nada si no era en la m a t e r i a , y a u n on eso con dudas. Los parecerá h o y , si creen lo que entonces, que más valiera un ¡u-ovechoso engaño que una desesperante v e r d a d , y apostaría yo cuanto alguien m e prestara á q u e , con el empeño (pie antes pretendieron las razones para no creer, ahora l)uscan las otras. Mas lo extraño del caso ha sido q u e , divagando acerca de cómo ellos discurriiVín h o y , es decir, pensando á modo s u y o , he hallado, sin apelar al espírituafismo, algo que p u d i e r a servirles de consoladora esperanza, si acejitaran mi discurso como cosa posible, y q u e , sin otros fundamentos que los fenómenos materiales, jnieda atraerles á creer en alguna cosa más que en el átomo. Cuanilo de mozuelo m e metía yo en estas discusiones, solía decir á modo de sentencia:—Fuera finito el n ú m e r o , y nadie dudara do la eternidad de la v i d a . — E s t o , que no había ])ara qué aclarar por entonces, puesto que significando objeción no conducía al asunto, paréceme ahora que se puede exjioner como buen argumento, y así voy á expücarlo. E n la materia existe u n a verdadera u n i d a d , el 8 MAYU 1897 N." xvii — 283 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA átomo. Suponen los m á s , casi todos, qno la matom e s divíBiblt! hasta lo infinito, y por consecuencia que el átomo no existe, i)nesio que no se llegara nunca á la inlinitii divisiljilidad. Aun los qne, por medio ile la Química, ven d e modo claro q u e tiene un límite la divisibilidad do los cuerpos, no lian dado con la raz('m de ose limite; yo exiiongo ésta, que para mí es la única razón y q n e parece "na de las verdades de l\>rogriillo:— La divisibilidad de los cuerpos acaba en cuanto ya no hay poBibUidail de dividirlos. Con unas tijeras podemos hacer en un jiajiol liras tan linas como el cnrte del i n s t r u m e n t o , ¡tero no más (¡ue éste, ])or(iue ya no |)refientará el papel líasiante su]icrKcie para qne en ella hiera el corte. La Naturale/.a trabaja más delicadamente todavía: sus fuerzas dividen en más i>equeños trozos (|ue el instrumento m á s delgado; i)uede hacerlos hasta in•^isil)leH; pero por sutiles ([ue las fuerzas sean, alguna cosa son y algo de espacio ocupan. Si las consideramos como líneas niriendo oblicua ó verticalniente el objeto, cada cual h a r á mella en u n a superficie tan pequeña como ella sea, pero superficie sin d u d a , y cuando f-'sta llegue á ser tan insignificante 1)ie una í'uerza ya no la pueda he?ir» habrá cesado la divisibilidad. Lxiste, pues, la unidad indivisible ^_ü todos los cuerpos; esto en la rcalitlad es el átomo. El átomo ideal no nos interesa; do él podemos de•^ii' lo que de las fracciones aquel Celebre a l u m n o , q u i e n , como se resistiese á estudiarlas porque en su concepto no existían, y oyera á su maestro (pie, i)ara sacarle de sn ^Tor, lo preguntaba: — Si dividimos un monto en cuatro p a r t e s , ¿no resultará c<;)mo cociente un cuarto de oíontü? Kl contestó tranquilo:—Xo, señor; resultarán cuatro montes pequeños. vive algunos instantes, ese tiempo permanecerá comi>lGto el Yo en aquella jjai'ta del imlividuo, E l cuer}io del niño no contiene tantos elementos accidentales como el del h o m b r e ; éste puedo no ver ni la más r e m o t a semejanza entre su aspecto de la niñez y el de cualquiera otra edad; pero n i n g u n o iluda de que él iia sido siempre el mismo con aquellos cuerpos diferentes. A u n antes de manifestai'se en un chicuelo inilicaciones d e razón, es indudable que su Yo con él vive, puesto que el Yo os su esencia, y sin lo esencial es im])osil.)le ser. Y como el h o m b r e ya es antes do su nacimiento n a t u r a l , así mismo es su Y o , no sólo en el seno m a t e r n o , sino que antes a ú n : desde que se combinan las unidades vitales formando el germen microscópico de su existencia. E n ese germen está el ser p a r a el materialista; su Yo no es otra cosa. Supone que se nace jior la combinación de unos átomos, tan escasos en nüm,ero que sólo forman u n germen mi- tencias; pero sí, como se dice sin que nadie lo dude, del infinito de las conjbinaciones alfabéticas r e sulta el Hámlet, de las diversas combinaciones que pueden hacerse con un n ú m e r o determinado de u n i d a d e s resultan'i la reproduccié)n d e las m i s m a s combinaciones en el infinito del tiempo. Téngase en cuenta (pie uno d e los factores, el tiempo, ése sí es infinito, y sus combinaciones continuas. Si l a escuela materialista es consecuente con su sistema, h a de aceptar, no sólo como posible, sino como hecho cierto, estas combinaciones (jue concuerdan con la evolución q u e ella pregona, y coinciden con lo q u e la m i s m a escuela asegura cuando dice que lo que nace no es que nace, sino q u e vuelve. La idea de vida será, p u e s , idea de eternidad, lo m i s m o p a r a el materialista q u e p a r a el es]jiritualista; pero como la perfectibilidad de la especie, admitida por unos y por otros, conduce á deducir que en esta repetición de las existencias puede Uegarso á un grado de perfeccionamiento tal de la m e m o r i a que se recuerden las vidas anteriores, y la existencia infinita sea, como consecuencia, aprovechable, liabrán de convenir, hasta los mayores descreídos, en que estas coml)inaciones de la materia son de tal suerte maravillosas que tienen caracteres de divin a s , puesto que con la Divinidad se confunden; y , la v e r d a d , si los m a teriaüstas admiten una p a r t e , no tienen más remedio sino admitirlo todo. LUIS CALVO RKVILLA. EL HOGAR DOMÉSTICO. — ¿ A d o n d e puede ir el h o m b r e en busca de felicidad si no la encuentra en su casa al lado de su mujerKsas unidades indivisibles son las cita? que comiionen la cantidad de la ma— Cuando la tiene. teria, que, en lo que á este globo se — E s o e s , cuando la tiene y es i'efiere, nadie d u d a que es finita, puesto que se conocen sus límites: t a n b u e n a como tú. ¡yego ol n ú m e r o de sus á t o m o s e s —¿Ella? ^nito también, a u n q u e resulte in— E l l a , sí; es decir tú; porque •^alcnlable; y como ni aumenta ni como tú h a b r á pocas. *iisminuye, porípie de la tierra nada — Me avergüenzas. ^^'e, y ¡V excepción de la materia de — E n su propio domicilio, al lado nuestros aerolitos, que es i)0sible d e au mujercita, de sus hijitos lUe hayan saliilo d e la tierra misc u a n d o Dios se los da. m^, como muchos sabios sujionen, — ;Arturo! ^ o e n t r a nada tampoco, las mismas — E n su c a s a , a l a m o r d o l a l u m b r e . 'ínidailes son siempre las q u e aquí — Eso en invierno. ^0 combinan ó se disgregan. Mar — Sí, en i n v i e r n o , es verdad: en era antes la n u b e (pie desde los cíeverano en el c a m p o , en la playa, tos se desgaja, y m a r será d e nuevo, pero siempre aliado de su mujercita. para de nuevo ser vapor. Las ai-enas — Sí, Arturo. 1"e forman el lecho de los ríos y se — ¿ P a r a qué nos casamos? P a r a arrastran con ellos, son montes del vivir j u n t o s , m u y juntitos. pasado y material que se acumula — ¡Embustero! para log montes ilel ¡¡orvenir. —¿Qué, no nos casamos para eso? . Ll matcriahsmo no encuentra en EXCMO. S R . D . F A B i l O A R A N A Y E C H E V A R R Í A , ¿Para q u e r e m o s , para m i m a m o s , como nosotros dos nos queremos y .^ comienzos d e la Química orgáRECIENTEMBNTK ASCENDIDO Á GEXERAL DE DIVISIÓN nos mimamos? ^ica m.'iy fenómeno (pie éste; i)ara r o n LOS ItELEVANTES SERVICIOS PUESTADOS COMO .nci'E PE LA SECCIÓN DE ULTEAMAR, Estos diálogos íntimos entre Luisa ^•^íuel, la vida no es otra cosa que la DEL MINlSTBtllO DE LA OUEBRA. y A r t u r o terminaban siempre lo •^pmbinación de a l g u n o s cuerpos m i s m o : con un abrazo apretado y ^inipley. ¡Como tiue alguien ha dl(De rotografía do la Sotiiedad Artistico-Fotogrdflca.) sostenido por ambos consortes, y J^no, con gran ajflauso de los suyos, u n chaparrón de besos. lue la vida no es más que la mateUn matrimonio en los albores de la vida conyuija puesta en acción ¡lor medio de la organización! croHcópico, y juzga que se muero por la separación gal no se explica el amor sino con tales apreturas ^^ la escuela materiahsta se dividen en dos las de esos átomos. y apretones. ^ombinaeiones: la esencial y la accidental. CombiAnticipo u n ejemplo para que la deducción de nación esencial es la reuuií'm de ciertos elementos todo esto resulte más clara. E n nn cubilete agito Cuanto puede pedir el m á s exigente á la mujer invariables, que constituven, por decirlo a s i , el dos dados, que componen doce tantos en junto; propia reunía Luisa; h e r m o s u r a , candor, ingenio, ^??'io y la unidad de cada existencia. Combina- vuelco el cubilete, y resuha el n ú m e r o seis; repito discreción y capital m u y saneado, como ordinaria^ " n accidental es la de los elementos vai-iables, el juego, y se ])rodüce el número dos; sigo jugando, m e n t e dicen varias personas. ^ t ' v i b l e s , fugitivos, que aparecen y desaparecen. Y obtengo el u n o , el cinco, etc., etc. E n quince, en Su educación había sido esmerada, m u y princi^^iponcn los materialistas q u e el Yo h u m a n o resulta t r e i n t a , en sesenta m i n u t o s , en más acaso, pero al palmente en cuanto puede servir á la mujer p a r a Jje la combinación esencial, mientras los esi)iritua- fin en un tiempo que no excederá á lo sumo do un hacerla b u e n a , que no sabia. "stas saben que el Yo h u m a n o es ol alma; y como jiar de h o r a s , no hay duda de- que habrán salido Tropezó en su camino con A r t u r o , como ella J^ exigtejjpj.^ ^j^^ ^^^^^^^ ,]ón divino, es afirmación todos los tantos, desde el uno hasta el doce, y de joven, g u a p o , r i c o , discreto, instruido y h o n r a d o ^^ lo eterno, la eternidad d e la vida es base de la que en otro tiempo igual ó semejante habrán vuelto y caballero. ^^cnela espiritual, y á ésta, pues, no hay por que á salir. Empezó el proceso visual; siguió el verbal, pre^^^"mentarla. Supongamos ahora que en la tieiTa no hay sino via i)resentación de documentos m a n u s c r i t o s , y, - ^ n el materialismo es donde existe la negación, doce unidades vitales, las doce de los tantos, y (pie por ú h i m o , se vio la causa por ambas familias, y cada una de sus combinaciones es la (pie forma un se dictó y en seguida se cumplió la sentencia de ^}" menos la duda. trtTf'^ "división que los materialistas establecen en- ser. ¿Cuántas voces se organizarán y desorganiza- los jóvenes, ó sea el matrimonio. A r t u r o era alegrito, m u y alegrito, pero sin faltar e ios elementos esenciales y los accidentales de- rán en el tiempo d e un año estas doce existencias? Las unidades vitales d e q u e nos habla el mato- á sus deberes d e esposo y d e cubaliero. r i n ^"^'"^ ' l " e , como los espiritualistas, no conside¡y^ necesaria t o d r i a T - V a n ^ z a S ^ ^ riaíismo no son d o c e , sino muchas más; pero son Luisa era también alegre, pero no como Arturo, ampuu n n ú m e r o ; con ellas, según el sistema, se compone sino como lo son los niños cuando no están enfertan^í^^'^sncia del Yo. Si á un individuo se.le^ai m ° ^ ' t r a z o s ó las piernas,-su figura varía; qu^........• " todo lo q u e vive. El espacio que las contiene no es m o s : rebosando esa alegría cuyo fundamento so ^ ^ m a d o s sus elementos accidentales, pero su l o mezquino como el del ejemplo; p e r o , a u n q u e m u y ignora y cuyo complemento se desconoce. Que u n a amiga, supongamos, elogiara u n adorno Bah- ^^^^'^^ por ello. Si es cierto, como m u c h o s grande, tiene orillas, y d e éstas no salen. N o se reproducirán en dos ó tres horas las anteriores exis- n u e v o , un vestido, y la dijera: °ios afií-man, que la cabeza separada del tronco 284 — N." XVII LA ILUSTRACIÓN M A N I L A ESPAÑOLA Y AMERICANA ( F I L I P I N A S ) . — LA TALLE REAL. ILO-ILÜ ( F I L I P I N A S ) . — E L PUERTO. (De fotogrofias de F. Laureano.) 8 -MAYO 1897 LA 8 MAYH 1807 ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA —Eati'is luoníshna, Luisa. Para la interesadii era un motivo de re^^ocijo. Y como de éstos, a u n cuando mientan, Ins dan :i cualquier hora las u m i t a s , particularmente cuando disi'niian a diarlo ile la mesa, dul ])alco y del coche de las aduladas, Luisa vivía lialaj^ada en su amor propio. "7-;_Qué señoritos! Yo no los dejaría anmiue m e olTeciera otro amo cinco duros diarios de salario y un bonulieio libre. que toneren c u o n t a q u e i l o r i t a , la doncella de Luisa, n a b l a b a d e e s o do benelicio libre penpie antes de meterse á doncella de laljor había intentado dedicarse al arte lírico teatral como soprano complicada, ó en coro. 1 ero no lo consijiuif') por taita de KVOZ autorizada". Flora era ¡juajia y esbelta y elegante en su ramo do doncella. Y buena muchacha. También alejírita. Para Cipriano, q u e «colaboraba» eñ el servicio de la casa con Floi-iía, era ésta el ánirel perfumado, el h a d a d e los ^^^'"^os y otras sandeces de novela por secciones ó por traducciones. I-;0 de perfumado ])u diera decirsL- por cuanto a b u s a b a }^lora de las esencias: la Colonia, l a p i o l d e líusia, la piel ^e Lspaüa, la i)iel de la Alca7^a, patria esta úllima de la doncella. ¡Pobre Cipriano! ¡Tan amante y tan pobre! ¡C)i el hubiera podido «pro- D. JOSÉ EMIIíEXTE FELIÚ AUTOR Y CODINA, DBAMATICO CATALÁX. f en Madrid el 2 de! corriente. MADRID. —EXPOSICIÓN" AIÍTÍSTtC.-i .\ BENEFICIO DE T-OS HEIÍIDOS DE CUCA Y FILiriN.AS. :;'.:h':;r.:: íl..:» r ,r..:;.;.;! ... '.'.' EN CUADRO LA ALDEA, DE CECILIO TLA. V •N," xvji — ' 2 8 5 porcionarsoí* u n hotel de cualquiera, y a que no d e nueva planta, para instalar á su a m a d a , por suimesto en compañía de su esposo, (¡ue habia de ser él! Pero los hoteles no h a n llegado, aunque bajen de precio, según dicen varios señores, á la mano de los (jtie carecen de dinero para adquirir tal comodidad. Verdad es q u e , en cnanto podía, no cesaba de obsequiar y de regalar c h u c h e r í a s — e n tiéndase baf^jatelus, no cosas de Hincho—á la señora y dueñ a de sus i)enKamientos. Esto excitalia cierta eraiilación e n Modesta, joven también y cocinera, q u e miraba á Cipriano como á un hermoso pinche conyugal. Y no era ])orque el chico fuese un moclcio escultórico, ni pictórico, ni aun ])oético, si bien "los hacia» — versos, hablando con jierdón. Cipriano era, no precisamente feo, sino incorrecto, dicho sea con í i n m a , pero gracioso. El muchacho, lo m i s m o que BU amada F l o r a , repetía q u e en parte alguna se hallaba como en aquella casa. — E n el hogar doméstico— decía—únicamente en el nuestro rae encontraría mejor. Flora reía inocentemente. —Salgo de jtaseo — añadía C i p r i a n o , — y estoy deseando v o l v e r : y salgo por que no m u r m u r e n , q u e si no Para m í no hay teatros, ])ara mi no hay cafés, para mi no h a y amigos —Ni toros, ni toreros—term i n a b a la doncella, sin poder contener la risa. LA 286 — x.» XVII — Búrlese usted. —¿Qué? Si m e ocurre á mí otro tanto; que no SL' . vivir fuera de C!isa. — ¡Ah! m e ama —pensaba, alguna vez en verso, Cipriano. ,;Y la cocinera? Fuese por el m u c h a c h o ó porque apenas contaba con dos ó tres amigas eu Madrid, apenas salía ;i paseo. ¡El a m o r al hogar! H a s t a un perro de esos grandes de Terranova tenia tal apego á la vida casera, que solamente obligado por Cipriano, pura llevarle al l)año y para otros asuntos particulares, asomaba á la calle. Que vivían todos, amos y criados, «para dentro», como decía u n amigo d e Arturo. « • * Pero. • * — ¡Qué caramba! U n compromiso es u n compromiso. Y aunque Arturo se veía comprometido m u y frecuentemente, no se puede ni se debe cohibir á u n joven, y menos su esposa, porque llegaría á odiarla y Y'' que aquella noche era u n a excepción d e la regla. Porque trasnochar sí trasnochaba alguna noche, siempre pidiendo mil perdones á Luisa y por causas ajenas á la voluntad del amante esposo. Pero aquella noche no podía volver; u n asunto impox'tante le llevaba al Escorial. — H a s t a mañana, vidita—dijo á Luisa, mientras besaba las manos de su esposa y la estrechaba con vehemencia. — No sabes cuánto m e disgusta la salida, y , sobre todo, faltar u n a noche de tu lado, de m i casita. —Y'o también lo deploro — contestó Luisa;— ¿pero qué hemos de hacerle sino tener paciencia? — ¡Qué b u e n a eres! N a d a como el hogar doméstico, la p a z , la Conque A r t u r o se despidió y hasta el día si. guíente. * .* La verdad es que podía aprovechar aquella noche Luisa para complacer ¡i sus amigas Elena y Aurora y á la Condesita, y acompañarlas al baile de la Duquesa. Estaba sola y aburrida, seguramente, y tal fué la obstinación con que la invitaron que accedió. No h a y que decir cómo y cuánto lamentaba ten e r que asistir al baile, y dejar su casita, su hogar. — No hay felicidad fuera del nido — repitió mil veces á Flora, mientras ésta la vestía. — Y es la verdad, señorita—afirmó la d o n c e l l a , ^ q u e á mí m e ocurre lo m i s m o , y eso que no disfruto de ciertas dulzxiras que usted disfruta. Luisa no i»udo contener la risa, y Flora tampoco. No siempre decía Flora lo que quería decir, sino lo que salía, como lea pasa á ciertos oradores. Luisa, acompañada por sus amigas, y después de recomendar á la doncella el cuidado de la casa, del h o g a r , saUó para el baile. '• tt « Y la ocasión, y la j u v e n t u d , y ¿qué sé yo? Pero ello fué que Flora admitió por primera vez la invitación de Cipriano para ver la s e g u n d a , la tercera y la cuarta, ó por lo menos, las dos últimas, si no llegaban á tiempo para la segunda, en Apolo ó en la Zarzuela. Encargando á Modesta que cuidara de la casa, y enviándola del café u n o , aunque peor que el do casa, por ser «de fueras, mejor apreciado ó más a g r a d a b l e , como recuerdo. — N a d a como la tranquilidad de la casa: á m í m e cuesta trabajo vestirme y salir. — P u e s no salgas—dijo Modesta á Flora. — Y a lo hemos pensado, y -¡Ya! Y hasta después. Cipriano iba radiante de alegría. « * — ¿Y yo sola con el p e r r o ? — s e dijo la cocinera.—Ño—se respondió ella misma.—Al teatro, Modesta; que u n a noche es una noche. Y se vistió y dejó cerrados todos los balconea, y las puertas, y las ventanas, porque el piso era bajo y las precauciones pocas en este Madrid y en el otro. ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y 8 MAvn 189 AMERICANA Arrancó la esperanza mantenida Por un fatal error, Ijograudo que en el árbol de tu vida No quedase una Hor. Solamente una ventana de la cocina olvidó Modesta, una ventana (|ue daba al patio. — Mucho cuidado con la casa. Mura—dijo al perro; — que lo ymmero es el hogar, hijo mío. El i)erro meneaba la cola as! como diciendo: «Ent e n d i d o , y dice usted bien», ó díindola gracias por llamarle 'ihijo». Couque Modesta salió y corro. Justo es, por tanto, que tu amor le niegues. ¡Xü lo aupo apreciar! ¡Ya verás su miseria cuando llegues lUindu debes llegiu*! II. ¿Quién h a b r í a de creer q u e por a(|uella m i s m a ventana que la cocinera dejó abierta saldría el Moro en cuanto se vio solo, y á pesar de su cai-iño á la casa? ¿Quién, que por aquella misma ventana habrían de asaltar la casa unos ladrones, y cargar con cuanto hallaran á mano ó á ganzúa y palanqueta? Así decía uno de ellos: — ¡Qu(! poco apego á la casa tienen ciertas gentes! ¡Si fueran como nosotros, que no sabemos salir de ellas en cuanto las dejan sus dueños! — Tienes razi'm ¿Qué importa la fatiga Que consume mi sérV Sólo un ftiVín mi corazón abriga: ¡El poderla vencer! No supongas que el áspero sendero -Me da espanto. No tal Quien quiere con el ansia <|uc yo quiero, Lucha y llega al final. Me atrae a(]uella luz resplandeciente, Y hasta ella tenj^o que ir..... Bien ilices Aunque es ruda la pendiente, Pararse es sucumbir. «Aprovechando la ausencia del conocido capitalista y do su f a m i ü a , robaron ayer »> Así lo decía la prensa. La verdad es que todos los individuos de la casa, incluso el d u e ñ o , estaban complicados en el robo. La blandura del cieno me sujeta; Quiere Imndirme quizás ¡Mas siento la arro.iíancia del atleta Que no se vuelvo atrás! Tienes razón El mundo ha despreciado Todo lo que le di Con BU desdén mi rabia ha despertado ¡Y ahora me vengo asi! EDUARDO DE PALACIO. soisr:ETO(PENSAMIENTO HE A R M A K D Sigo ¿no he de seg'uir? Lo que era un suefío A realizarlo voy, Y el mundo, que me tuvo por pequeño, Ha de ver lo que soy. SILVESTRE.) Todo en el mundo, abismo de iunarguru, Ciuriliiii, desaparece ó cae vencido; Todo .se precipita en el (ilvido 6 en el seno de negra sepidtura. ¿Qué importan la fati;j;a y el trabajo Si se han de compensar Con el placer que vean los de abajo Que al fin pude llegar? No; que hay algo eternal, alp;o que dura Al trav¿9 de la edad, firme y erguido: El corazón del hombre, combatido, Y de las liijas de Eva la hermosura. ni. — Espera Ya es inútil Te has vendido. No si<ras Mo engañé Loco estiis No cambiaste Y'o he creído Que tu orgullo era fe. Sí; la belleza, fuente de poesía. Que en ei pacano altar brilló sin velos, Sigue retando al esplendor del día; Y ardiendo en fiebres, cóleras y anhelos, El corazón del hombre desafía, Hoy como ayer, laa iras do los cíelos. Vuelve de nuevo al mundo que encadena Tu vida y porvenir, Porque resulta estéril tu faena ¡Nadie to ve subir! MANUEL REINA. —¿Nadie? — No.— Pues entonces imagino Que es una insensatez Luchar con la aspereza del camino, ¡Y me vuelvo otra vez! EL OliGULLO DEL VENCIDO. Luis DE ANSORHNA. L — ¡Avanza! Aunque es muy áspero el camino, Sif^uelü con valor. De la jornada al fin puso el destino El ñn de tu dolor. MARRACIONES líompe las ligaduras de hi tierra Que encadenan tos pies Toda esperanza el porvenir to cierra Si dudas ¡Anda, puesl MUNDOS." COSMOPOLITAS. Muerte de la mailro do Feílerieo NietKSt'ho: el lllónofo aleo y la TD^' Jerereyentü. —La obra del poeta hün^'a^o Madneti: El ilrinunt"'' liKiiilirc— El MuHeo de la prensa, en Búlt'iua. —La prenwa y^l"^ propaRandas pernieioHaH.— Suciedad del Parlamento de ^^Q•^ liington. Ya sé que es fatigosa la pendiente yue tienes que subir; Mas el que siente lo que tu alma siente, Por ella tiene que ir. '*-~^ No vuelvas la cabeza y sigue andando Pararse es vacilar. ¿Que tardas mucho?—Llegarás ¿Que enándo? ¡Cuando debas llegar! ¿Brota la sangre de tu piel? ¡Qaé importa Si vas hacia un edén! ¡La jornada más larga es siempre corta Si se camina al bien! Yo te aseguro que tua tristes quejas Pronto han de tener fin Olvida tu pasado ¡Lo que dejas Es tan pobre tan ruin! Pasiones bajas que tu sor ligaron Estúpida ilusión Ansias locas é innobles que dejaron Seco tu corazón. POR AMBOS ^ ¿Y qué hallaste? ¿Qué dicha te d¡ú el mundo A cambio de tu afán? Ninguna. Con el ímpetu profundo Que tiene el huracán. ^ ^ -"' ^" '^^^"- ^^ Naumburgo, Sajonia, vive hace ocho años, inerte, victima do una parálisis fíenoral y en verdadero estado de imbecih' d a d , el famoso filósofo pesimista FederitJO ,--^^ Nietzsche, el más atrevido y terrible de cuaü' ^}/j¿j^ tí*^ exagerados publicistas han maldito, en l f í l c 7 & T ^"^ obras, de Dios, del hombre y de la sociedad. VíV^ y A(¡iieí genio desbordado y sin respetos á nada ""•'^ ni á nadie, se aniquiló ul quedar tronchada la iictividad de su cerebro, y hoy, convertido en un niño inconsciente y sin voluntad, apenas puede pronunciar otras frases que <t;Mama, mamali. Profunda impresión causa el contemplarle, después de haber oído la gran resonancia de que aun goza su nondire y después de haber leído alguno de sus libros; pero lo i[He más interesaba hasta hoy ai verle, era el contemplar á su madre asistiéndole, el admirar á la piadosísima, santa mujer cuyas pupilas sólo se fijaban en dos objetivos: en su hijo y en el cielo. Aquelia mujer, aquella venerable anciana, traspasada liace tanto tiempo por el agudo cuchillo del dolor sin fin y sin consuelo, acaba de morir. ¡Qué triste é impímente el cuadro (¡ue formaban aquellos dos seros en el rincón silencioso del bogar! La madre, siempre creyente, y cuya fe se ha conservado hasta el último momento, no pudo comprender nunca lo que seproponia a([ucl hijo, impelido por la furia de un talento demols' dor, y animado por una voluntad indomable, al verle cómo trataba de minar hasta los cimientos la obra secular de li'B 8 MiYo 1897 LA enema del pueblo, y al saber que era el campeón de bi octnna ¡ibaunla del i>redtHiiÍnio único de IOB ITIÚ9 fnertee, y (le hi desapariciim do toílo cuanto en ol mundo es dObil y HlTnUde, egciibleeiendu de (íHte modo el trínnfii de tinii sed\^^] ^'•P'enta y biVrbara. de la más odiosa do biB tiranías, B la de fuerza eieiía y irasual contra toda otra ley, conveeneía ó eongideraeii'm lummniis. Cuando Xiiet/.sclie |ire'^oeshis locuras en sus oliraa, y llegó á tener tantos 'miradores, y consiguió eon su descarriado espíritu descay"lr a tunta gcnto joven, y cnamlo subió al pináculo de la •mía, entonces BU madre, berida por la ]iesai¡iinibre, rompió 19 relaciones con él, y asi, sin tratarse y sin verse vivieron algnnoe años. ero, al liuj la tensión nerviosa del cerebro del infutiga'•^ propagandista llegó al limite de la resistencia; el orgii'Biiio no pudo con la enormidad de la labor que el espíritu ^ impuso, y , in¡ia ,]¿|,¡i aijncl que éste, liix.o explosión, Tiiedu al romperse, si no c<nnplettimente aniquilado por la ,?^'''^T t l n débil, impotente y desequilibrado, que en un . comento descendió al profundo abismo del relmja'ento que tiene qnc operarse en sus funciones para que, p>iendu servido de base á los trabajos del genio, no piiera servir en adelante para concebir lii más mínima idea, P'"'-'"'^ '^ftitíular una palabra. Como berilio por un rayo y P fa Vivir en la más triste de las agonías, fué el celebérrio pensador llevado á casa de su madre, por expresa orden ® esta, que asi como se liabía apartado de él cuando le ro^ a o a n loH resplandores de la gloria revolucitmaria, (¡uiso an^ ° " "^ separara de sus amantes brazos al verle caído y "^'í^ado. Nadie pndo disuarlirla do que lo que le liabía ein*'' '• ^" '"'J*^ ^^'^ castigo de Dios, y en esta tirme croenDa ^^ ""f^^^"^*^' eonliando en que después de expiar sus cullo» ^^- '•'^'•'•'^ í^l ser tan just.ii y terriblemente castigado, grana Bu infeliz Federico, el pol)rG sacrilego, encontrar '^•^Jf tas bw puertas del cielo. ran '"* '^^^•'' '^''^y^"*''j resignada, amorosa y llena de eapcj. ''^' "^'lidaba «de aquella c r i a t u r a s , como 1© cuidó en su 8u l^l" *^^ '"^^ primeros aQos; y por esto todo el poema de dei ' ?^ resumia en las dos miradas: una al rostro caído, esnl'^'^^'^ ' ^'^^-'^preBivo de su hijo, y la otra á la serena y Piendorosa inmensidad de b.s cielos. Kipt'"^ 1 ^' "^""^'''simos partidarios de las esageracíonea de en o^^'^-'''' '^^'^ ^'^" visto cu su casa á la anciana postrada dft '''^'^'"" J_>eaar loa pies del crucilijo y después la frente al ""^""^ ^'ii"i preíiicador del ateísmo ayer, lian aentido V n '"i*^^ liomio, irresistible, algo que no se olvida nunca, das I , P''"diicido máa efecto y más beneticio que to18 obras del autor de Givt::enda:mmeran<i y de los de"aa ultranaturalistas alemanes. BU madre, Xietzsche ha i|uedado solo; 3' toda r ^ '^1'^^ puede caberle en su miserable estado, es el de ' *'Vi^^''" intfls, se apague en su organismo aquel rastro POr^*^*^ •'"'^ luz que quedó animándolo y que ha resistido espacio de tant()s años á los embates de la aieuipre esPerada bienhechora muerte. o o o ^ 'orrnando contraste con el trágico desarrollo espiritual ¿ . ^ vida de Nietzscbe, aparece hoy, para los alieionados lur'^ •*'"'""• ^^ ^^''ras extraordinarias, el recuerdo de la evoPoet"°l''"^ Bufri,'i ül espíritu de otro pensador insigne, del l,¡. ^^'"'ügaro Emerico Madacb, u n tanto pesimista tam„ íí'P'^'"f* humano y creyente, y cuyo libro A" rm.her tradel''^/'' *^"^" li'iifjpilia dfl hombre), que acaba de traducirse de ^"^ í^° al francés, es considerada por el pueblo magyar o| " j '^''•0 valer y mérito como el JUIUKIO de (bcthe. La iria'^ Madach se ha vulgarizado al ser convertida en draelT^ ''^P^'^'^'^iibida en todos IOB teatros de Hungría, como tiido'^"'*'i' ^^ P'^'Pularizó en el mundo entero, al ser interpreen la escena con todos los encantos del arte. cnM-'^-'? '* Hungría estaba sometida al férreo yugo d é l a "intoB^T ^^ ^"«tria y de Rusia, en JSRl, y algunos añoa rey ' 1 ''-"^ ^^ emperador Francisco José fuera coronado blea'^^ iglesia de Nuestra Señora de Buda, sufrían terriejj 1 P^'^^e'icionea cuantos patriotas habían tomado parte han ñ ^\'?''''"^'^^tOB do emaueijiación ó cuuntoa manifesta' g|P' ''"^amenté su amor á la cansa nacional, blaci n ' ^' destierro y el calabozo diezmaban la poeuBa ••"' aquellos días, el poeta Madacb acogió en su do 1;^"^ "fl Perseguido y lo tuvo oculto algún tiempo. Cnanpgj. policía lo supo, el patriota ae había puesto en salvo; nicad " P'^oa su protcctJir, que estuvo preso é incomuPoeta** " " '^"'^' '^' 'l'iiídar libre y entrar en su casa, supo el "n am'''^^ ^" ™iijer, il la cual idolatralia, había buido con '^Ueloa'*'**^' '^^3'^'^*'" abandonados á sua tres hijos peque- ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA' francesa, Adán es Danton, y cuantas libertades y proyectos generosos y humanitarios predica, se convierten en daño y desprestigio auyo, en cuanto ae ponen en prácticíi. Al estudiar á la humanidad de nuestro siglo, ve con asco que el cieno h a sustituido á la sangre; que todo se vende y que todo so compra. Hecho Bocialiala, sin esperanza ni porvenir alguno, Adán so hospeda en un falanstcrio de última novedad. Va no es uo ciudadano, ni un hcuiibre, sino un niimero. Todo es allí de todos y nada ea de nadie. Todo el mundo es igual; ninguno padece ni goza de manera que lo fié á conocer y la vi<la es un mecanismo monótono, irresistible, siempre igual. A nadie se le ocurre allí ser algo más que los demás, ¡c infeliz del que se atreviera á intentarlo ! En su aburrimiento postrero, en su pena ó deaengaño máximo, Adán, pensando en la esterilidad do cuanto ha visto, discurrido y realizado, lanza un estridente lamento de desesperación, quejándose de lo inútil y perdido de tantos esfuerzos, de tantas aspiraciones, de tantas bichas y de tantas esperanzas. Entonces aparece el Señor y le dice: — Ijucha y confía. El progreso no es una mentira. ¡Toda manifestación humana, aun las más desordenadas, contienen un fondo de verdad! Oon esta explicación del enigma h u m a n o , con estas palabras de fe y de consuelo cierra su obra Madacb, quien, después de tener tantos motivos para ser pesimista p incrédulo, como Nietzsche januislo ha sido; lejos de maldecir de la humanidad y do cerrar los ojos y el corazón á todo consuelo, ctirona su labor, saturada de pesadumbre y de aparente descontianza, con esa expresiva manifestación de bondad y de esperanza, dignas de la sensatez de un hombre do bien. Entre los hombrea aficionados á las letras en Bélgica, donde éstas tienen numerosa y distinguida representación, 80 ha discutido recientemente la conveniencia y posibilidad de crear iin c.Muaeo de la prensa univürsab), habicndose presentado un proyecto para realizarlo á la sección de Bellas Artes del Consejo Municipal de Bruselas; la cual encargó su estudio y ponencia al jefe del Cuerpo de Archiveros de la capital, ;\lr. Waiiters. El dictamen, emitido después de un detenido análisis del asunto, es contrario á tal idea; y como el ponente en cuestión goza allí de merecida fama de hombre sabio, y au autm-idad académica es muy respetada, pnede asegurarse q u e , por ahora, el proyecto se archivará. Asegura .Mr, Wauters que la organización del Musco de la prensa no tendría olicacia alguna. Semejante institución sólo podría crearse por la iniciativa particular, con el apoyo pecuniario de todas las localidades del país en que se puhliquen periódicos, y bajo la dirección de un biblióíilo eminente i|ue, además de ser un verdadero especialista en esta materia, tuviera indiscutible competencia en el conocimiento del estado de las ciencias, del comercio y de la industria en el día, á tin de poderse d a r cuenta de la importancia positiva de las publicaciones i[iie tengan real interés para los hombres estudiosos, para los comerciantes y los industriales. Una institución semejante necesita un edificio de grandeB proporciones, y de tal manera dispuesto, que en él esté perfectamente distribuido y metodizado el servicio; y ni Bru.selas, ni la mayor parte de las capitales disponen de ninguno que reúna esas condiciones, ni es fácil que ningún Municipio ae preste á construirlo de nueva planta, por IOB considerables gastos que exigiría, y porque del capital invertido nt> había de obtenerse beneficio pecuniario alg u n o ; razón que, aunque parezca muy egoísta tratándoae de lo que se t r a t a , suele aer tenida en cuenta antes que otros muchas, dado el espíritu utifitario de loa tiempos que cnrremoB, Ella por lo menos ha convencido bien pronto de la dificultad casi insuperable de realizar ol propósito á muchos de loa ediles del municipio de Bruselas. N." svii — 287 por el que so prohibe, bajo penas semejantes, las reproducciones fotográficas y toda clase de iluatraciones relativas á tan execrables fiestas. ;.Y cuándo se votará en el Congreso de Washington un proyecto de ley para que en el Salón de Sesiímes no haya que andar en zancos? Viene esta preguntíi á propósito de la descripción que hemos recihido del estado nada estético ni higiénico en que se encuentra aquel local. A causa de la sesión ó legislatura extraordinaria celebrada este a ñ o , dicen que no se ha podido asear el Capitolio, al llegar la primavera, como suele hacerse; y dicen q u e el aspecto q u e aquello presenta es imposible de describir en todos aua detalles. El número de representantes que mascan tabaco es muy g r a n d e , y se ha hecho preciso (¡ue cada uno de ellos tenga á su lado una escupidera, en la que no siempre suelen escupir. Este cachivache es allí, no sólo un objeto de adorno (!!), sino un útil indisiiensable. Muchos de IOB congrexemen, gente habitualmente distraída, entra y sale de sua escaños sin acordarse de la escupidera, y a cada momento van éstas rodando, ctm todas sus conaecuoneias. Aaegúrase también (jue los dependientes encargados de llenar los tinteros do los pupitres, más distraídos que los señores, dejan á menudo correr la tinta hasta el suelo, y q u e en éste se forma un barrizal con ol jugo de! tabaco, de muy diversoa colores. Itías pasados, entre unos turistaB de Boston que visitaron el salón del Congreso después de una sesión, iban varias señoras, las cuales, al recorrer las lineas intermedias de los escaños, tuvieron que recogerBe las luidas con u n a mano para poder pasar por aquellos charcos parlamentarios, y llevar en la otra BUS pañuelos bien apretados a l a s naricea, ponpie era imposible resistir el aroma del incienso que ae elevaba del suelo del templo de las leyes, RlCAItDD RECERRO DE BENGOA. LA B O C A S A N A fuerte, limpia y el aliento perfumado tendrá siempre el que use la MENTHOLINA ^^^ ^^- ANDREU, Gura el dolor de muelas. Librilos gratis.En las boticas. SWEETIA ET VIOLETTE D'AVRIL Nuevos y exquisitos perfumea para el pañuelo, de la S o f i é t é í l v g " ¡ e u i q u * í , 'le París, f>fí. mu Hivoli. V I l ^ O B I - D I O r S T I V O lu:CHASSAIIM<i.30afíO9de éxito contra las enfermedades del aparato digestivo (dispepBias, inapetencia, pérdida de fuerzasj. París, 6, Av. Victona. EAU D'HOUBIGANT ZlrT^^^ToTát l l o a b i g ' a n » , perfumista, Píin's. 19, Kaubourg S' Honoré. Prr/vmrria-r.Tó(ira RENET, 35, ruc du Quatre Septembre, Paría. CVéatisc los-amnicios.J Perftime.ria Mnm.V' LECONTE ET C'«, 31, ruc du Quatre Septembre. ( VéaTtxe los anuncios.) VIOLETTE IDÉALE IT\T:°OT^^. I l o u b l g a o l , perfumista. Paria, 19, Faubourg S^ Honoré. • LIBROS PRESENTADOS En punto á la vida y aspiraciones de la prensa, parece Á ESTA REDACCIÓN POR AUTORES Ó EDITORES. seguro (]ue el report(;rismo exagerado é insaciable que todo lo cuenta, divulga é inyecta en el ánimo de cuantas clases sociales existen, refrenará u n poco sus impetuB, atempe- E l M u n d o Xnviil lltiMtirnlo. — Hemos recibido el número primero do esta inipor'ante revista quincenal, lujosamente rándoee á las reglas de una selección prudente, que rechace impresa por la, casa Hernando y C " , (^ Üustpadacon arlisticaB todo lo escandaioBO, malsano y perjudicial á la educación fololipias de los Srcs. Hauser y Menct. Consagrada la rcTÍsta digna de un pueblo, y que cierre el acceso á la popularidad á ÍL las cucsIioncB de marina, propóncnsc sus fundadores llevar cuanto sea indigno de merecerla. A pesar del favor de que al conocimiento del público loa estudios y enseñanzas que por gozan en loa Estados Unidos los sangrientos y bárbaros esser ignorados son causa do que cu las regiones oriciales, los CAmaras y la prensa periódica se tliecurra, se bable y se espcctí'iculos del boxeo ó lucha pública de los hombrea, á pucriba sobre marina en Icrmlnos que asombra, que duele, que ñetazos; á pesar del entusiaauío que suelen despertar, de la fué t ^ ^'"^dó mudo de espanto, y su desesperación amarga k ese gran mundo naval, cada día más numeroso 6 concurrencia que arrastran, de los intereses quo se cruzan pep " " . grande I¡UÜ estuvo á punto do volverse luco; % importante en nuestro país. y de los ardientes defensores que tienen, son tales los hofecoí) 'í'','^'"^** y cariñosamento atendido por sus amigos, A los trabajos prolesionales, propiamente lécnicOR, encorrores que se presencian y tan feroces y repugnantes sus en SI) ^' • P"^'"^" al cabo de largo tiempo, y pudo encontrar mendados ú. autores muy competentes en la materia, acompaconsecuencias, que parece que los legisladores, que en gedas n^ '^'^f^ifiiea literarias el bálsamo para las hondas heriñan, para la mayor amenidad do la publicación, trabajos de neral son tan poco sentimentaleB y escrupulosos, han em^'astn*^ 1 " " ' ° d o abriera en BU alma. Con fe y con entuliteratos eminentes sobre asuntos do general interós. prendido en algunos Estados una vigorosa campaña contra dedio**' y^^ ^^^ saludables efectos del trabajo, volvió il En el primer número que leñemos k la vista figuran las firestas peleas y contra la publicidad de semejantes especmas de Jos marinos Kovo y Golson, Auñón, Concas, Rícart y y g| ^^^^ a BUS estudios predilectos, á sus sueños de poeta Ulculos, considerando este último medio como uno de los Trujillo, y las de los literatos D. Juan Valora, D. José Echey ento^ «pnsuelo de dejarse impulsar por la inspiración, más poderosos para que decaiga la afición y se vaya hagaray, Rodrigue/, Mourelo, Rafael Eugenio Sánchez y Ramiro dej¿ J"^^^ ''^®*'' y escribió BU A:: emher lriir¡riÜíij<i, donde Blanco. ciendo poco á ])uco el vacío en torno de ellos. Los detalles ^adm h " ^ ^ ' ' ' " ® " ' ' ' ' ' fí''a'"ida la huella de la inmensa peKn primera plana publica un refralo de S. M. el Rey con hre e^i 1 í^"® entristecía á su alma. La traf/edia del hom- del último combate entre Corbett y Fitz produjeron gran uniformo de marino, y entre oíros grabados de asuntos navadel ^ • "'stoHa de la evolución de la existencia de Adán,;. escándalo; y la muerto de dos boxistas aplastados por BUS les figuran los retratos de Méndez-Núñez, Lobo, Topete, Anadversarios en Filadelfia, ha aumentado en grado máximo tiirjJl '""^'•hombre, '^' través de todos los tiempos. Es naiequera, Sünibc/. Barcáiztegui y Alvargonzález. los clamorea de la gente sensata y digna. La cruzada coní'Va v''r'^ • '''^""'P''''i<íii los otros personajes dramáticos: Dcscam os al ilustrado colega larga y próspera vida. tra la lucha á trompis y contra los carteles iluatradoB (|uo Suta d '^'^'"1 ol eterno tentador, i]uc es el que le sirve de loa anuncian, así como contra los reclamos estupendos y J'íli|»inas.—Estudio do algunos asuntos de actualidad, por él por Hi'^'"'^"''^ ^" ííxcnrsión secular por Egipto, por Grecia, K. P. Procurador y Comisario de Agustinos calzados, misione^fand """^ "^y^'^ *d centro de Europa en los períodos de las contra los retratos y escenas que aparecen grabados en l a ros de diolias islas. IJ1„J, ^^ ^'atiistrofes, calamidades y destrucción de loa pue- prensa, va teniendo gran aceptación. El senador Koehler, El 1{. P, Fray Eduardo Navarro, procurador de loa Agustiautor de la ley de represión contra la propaganda del boxeo, nos, ba pul)Iícado un folleto en el que estudia los asuntos coha presentado un proyecto de adición á la misma, según la loniales de actualidad en las islas Filipinas. Inspirada la obra P'ero Z"*^'^' '"^J** «• Imperio, Adán es el astrónomo R e cual se castigará con prisión de seis á doce m e s . s , y con por el amor do la patria y la especial estima por aquellas preducen n ",P.^""^ ^•'*'"s bastante con todo lo que le promultas de 500 á 1.000 pesos á loa contraventorea de lo que ciadas islas, y adoctrinada la clariairna inteligencia del autor PePificoR^ sahiduria y sus profecías y horóscopos y BUS es- la ley ordena. Esta diapoBÍción se ha reproducido y apropor la experiencia qué en cerca de treinta años de permanencia Bufr^^ y talismanes, vendidos á la muchedumbre, para bado en las Cámaras de otros Estados; y la de Maine, seen aquel Archipiélago ha adquirido, resultan BUS páginas de gran interés y tienen sus opiniones muy respetable autoridad. ^ora álx ^^° ^ boato que gasta Eva en su vida de según los telegramas de Augusta, ha votado ya otro proyecto ^' gran mundo. Después, durante la Revolución Estudiar la legislación indiana 7 las disposiciones posteriO' 2 8 8 — N.° XVII LA ILUSTRACIÓN 8 -MAVO 1807 ESPAÑOLA Y AMERICANA m á s completos datos sobre la organización mililar española, está h e r m o s a m e n t e impreso en cl Depósilo de l a Guerra. D a m o s l a s gracias a su distinguido jefe por su atención. L e I > o n d Í i n e t l e w P l i i i i p p i u c ^ t * por Al' frcdo Giunmá. res h a s í a el día; a n a l i z a r su contenido p a r a sep a r a r con recto sentido lo que es viable y sano de lo que es utópico y nocivo, es t a r e a import a n t í s i m a ([tie ol 1*. Navarro h a aeertado á condensar on u n folleto de u n a s 3 0 0 p á g i n a s , y que ilustra sobre oslas cueslioncs coloniales, t a n ioeo conocidas, al púliHc-o, ([ue no encuentra ácilmente libros donde estudiarlas. Las cédulas personales, pasaportes, padrones, c e n s u r a de impresas y comeilias, los juegos, la vagancia, la criminalidad, el régimen m u n i c i p a l , la e n s e ñ a n z a , los códigos y los juzgados y la m a s o n e r í a , todos estos puntos son estudiados detenidamente en el folleto en que nos ocupamos. • Según se desprende de la dedicatoria m o d e s t a del a u t o r , este i m p o r t a n t e trabajo lo lia sido oncomendadu por loa P P . Dominicos, F r a n c i s canos y Recoletos, eon gran a c i e r t o , y licno por t a n t o , íi m á s de la atiloridad del que t a n bien supo cumplirlo, el prestigio de represenl-ar las ideas de todas las referidas comunidades sobro las cuestiones filipinas. Codifico d e <;oii>ttÍtu<!;i(iiic-H v i f ^ e i i t o i * e n f.odon Ins nnd.nin'.n ricilizni/f/s, compiladas por D, E. O v a l l c — A c a b a do ponerse A la v e n t a el t o m o primero de esta i m p o r t a n t í s i m a publicación, que comprende las constituciones vigentes de todas las repúblicas. L a larca llevada A cabo por el Sr. Ovalie merece toda clase de plácemes, no st'ilo por el pacienzudo trabajo que revela, sino por Jaacerladaaiírupación de materias ijuc 8U autor h a sabido establecer, y por la i n m e n s a utilidad que la obra tiene para las mucliisinias personas rjue por necesidad tienen que conocer el derecho positivo de todas ]a.s naciones, quienes en la compilación que antmc i a m o s bai l a r á n cuantos dalos deseen, con gran economía de trabajo y de tiempo. Km resumen, la obra del Sr. Ovalle es u n a do l a s que no deben faltar en la biblioteca de un jurisconsulto ó do aquellos que al estudio del Derecho se dediquen. Kl geógrafo francés Mr. Roynanct h a escrito un estudio sol)re los orígenes del cristianismo en cl Toniiin y en los demás países a n n a m i t ^ i y en su enlusiasmo hacia cl bienaventurado Ordorico de P o r d e n o n e , coimcido también p p ' Odcrico d e P o r t e n a n , y el n o m b r e de DondiUi que este franciscano liió á un arcliipiélaS"' a l r i b u y c l a c v a n g e l i z a c i ó n de las islas Filipinas á dicho monje. Xuestro c o m p a t r i o t a Alfredo G u n n u á h a cscriln en francés unas cartas a' \ Presidente de la Sociedad Geográfica do París rebatiendo aquella afirmación, y, reunidas en un folleto p r i m o r o s a m e n t e impreso en Barcel o n a , h a tenido la bondad de remitirnos. Con gran copia de datos rectifica cl senof G u m m á las inexactitudes del escritor francés, y del minucioso estudio que á la cuestión consagra deduce m u y a c e r t a d a m e n t e las conclu^ sioiies siguientes: 1.'^ El nombro do Luzó»^^ indígena, y se debe p o r t a n t o á los naturales de la isla y no á los cliinos ni á otros extranjeros. 2A L a evangclización de las islas l-'ilipin^ d a t a del esfablecimiento en ellíis de loa españoles, y los primeros misioneros fueron los religiosos agustinos. í'..'^ Ni Odorico de Pordenone ni otro cristiano alguim fué á Filipinas antes de los españoles, y las isla.s Dondiin de Odcrieo comprenderían entonces las de CciJán, algunas de la Sonda cuando m á s , y quizás Borneo y í^ isla H a i n a n , la prclcndida L u / ó n de Mr. K"' manel. En su última carta aíirma G u m m á categoricamenLequeni Üileríeo hizo los descubrimientos extraordinarios que sus comentaristas lo atribuyen, ni el Dondiin es im archipiélago, sino una c o m a r c a de la isla de S u m a t r a . El folleto es realmente interesante para cuantos se dedican á los estudios geográficos. M e z c o l a n z a , por D. Narciso Magdalcno Garc í a . ^ l i e m o s recibido ejemplares de esta obra, compilación de trabajos en prosa y verso de su joven a u t o r , un militar cuyos entusiasmos a b a r c a n , además de la notable c a r r e r a do las a r m a s , las no menos difíciles empresas literarias. Como su título sinceramente lo declara, en £' libro h a y de todo: estudin.1 nnlnralialaa, erisf' yoapoéticos, vunialurax mundanales ycslioso^ criUcna. Véndese al precio de 1,50 pesetas. f P r ó x i m a m e n t e verá la luz la segunda parlo, n o menos interesante que la primera, con la cual completará su aulor l a obra t a n gallardamente comenzada. El t o m o primero forma u n volumen de m á s ' de 800 páginas, y se vende, al precio de diez pes e t a s , on ia casa editorial de D, Victoriano Siiároz, Preciados, 4 3 . A n u a r i o ¡Militar d e I^spnña. A ñ o d o • 1S97.—El ilustrado coronel de E. M., jefe del Depósito de la Guerra, D. Manuel Benítez, n o s h a remitido u n ejemplar del Aunnrio AlHUar correspondiente al \.° de Enero del presento a ñ o , al cual sigue un apéndice, donde se consignan l a s alteraciones verificadas h a s t a el 31 de Marzo ú l t i m o . E l libro, que contiene los ONA LECCIÓN D E L F D E G O . Fájese nated en u n leño ardiendo y v e a cómo l a l l a m a j a e g a sobre é l , y_ algunas veces con un rugido fiubo h a c i a la chimenea. E n poco tiempo toda l a m a d e r a está carbonizada y negra. Pedazos de carbón encendidos caen eobre el fogón. Conforme v a pasando el t i e m p o , el leño v a disminuy e n d o , después se abre e n dos pedazos y al fin no quedan m á s que u n m o n t ó n do cenizas y algunos pedazos de m a d e r a qaemada. Aunque la comparación n o parece m u y n a t u r a l , sin embargo, es verdad que ¿ cuerpo h u m a n o desaparece de un modo análogo a l leño consomido por el fuego. Mientras q u e el leño estaba desapareciendo, estaba dando calor y animando la habitación con BUS l l a m a s , y combatiendo así los efectos do u n a noche fría y desagradable, y todo esto á sacrificio de BU existencia. Lo m i s m o p a s a , como y a he dicho, con los cuerpos h u m a n o s . Poseen cierta cantidad de calor que despiden, y siempre están quemando parle do 8u sustancia; pero se diferencian del leño en que siempre renueva la cantidad de sustancia gastada, y esto proceso continúa por años. Pero al fin vuelven á la tierra de donde emanaron. L a conclusión del fuego ocurro á nuestra muerte. Cuando, dur a n t e la vida, arden demasiado fuerte, lo llamam o s calentura ó liebre. P o r lo t a n t o , es import a n t e que sepamos do dónde procede la fiebre. Antes de empezar á contestar á esta pregunta, voy á pedirles que lean ustedes lo que u n corresponsal dice tocante á u n a enfermedad de la que padeció hace algún tiempo. D. E N R I Q U E T E R E Z FBCUKDO ESCRICH, NOVELISTA. NOÍJÍÓ en Valencia el O de Oclubro de ]fi20;f en Madrid el 21 do Abril último. C. L. C. (De fotOETOfia de Alviaeh.) L a fiebre es producida por unos ciertos microbios ó gérmenes vivos. T a n t o el airo que aspiramos, como también el airo que contiene toda clase de liquido ó sólido en todas las regiones del m u n d o , está lleno de estos animales. Algunas especies no son d a ñ i n a s ; pero otras son venenosas cuando penetran en el sistema de u n a persona. Son l a causa de todas las liebres, á excepción de aquellas quo son producidas por heridas ó golpes. L a fiebre no es m á s que la batalla que tiene lugar e n la sangre entre estos animales y la vitalidad del cuerpo. D o r a n t e esto período el cuerpo está ardiendo, y l a s carnes so consumen con m u c h a rapidez. LA SALUD PARA TODOS •in medicina, por la deliciosa h a r i n a de salud LA REVALENTA ARABI6A n- . . . ^ DU BARRY 1 DE LONDRES C u r a l a s difíestiones l a o o n o a a a , ( d i s p e p s i a s ) , g a s t r i t i s , acedías, disenteria, p i t u i t a s , n á u s e a s , fiebres, e a t r e ñ i m i e n t o s , diarrea, cólicos, t o s , diabétia, d e b i l i d a d , t o d o s l o s d e s ó r d e n e s d e l p e c h o , b r o n q u i o s , vejiga, h í g a d o , r í ñ o n e s y s a n g r e . — 5 0 a ñ o s do b u e n éxito, r e n o v a n d o l a s c o n s t i t u c i o n e s m á s a g o t a d a s p o r la v e j e z , el t r a b a j o ó loa e x c e s o s . » E s t a m b i é n el m e j o r a l i m e n t o p a r a criar á los n i ñ o s . — D E P Ó S I T O G E N E R A L : Vidal y R i b a s , B a r c e l o n a , y en casa d e t o d o s los b u e n o s boticarios y u l t r a m a r i n o s d e la P e n í n s u l a y de U l t r a m a r . D a B A B K Y Y CÍA., 7 7 , R e g e n t Street, L o n d r e s . P e r o el punto á que deseo llamarle la atención es que todas aquellas personas quo son saludables 7 tienen l a sangre pura j a m á s les a t a c a la fiebre. L o m i s m o , si aspiran, tales gérmenes, no tienen ningún poder p a r a hacer la m á s m í n i m a impresión en talos personas. Son inmediatamente destruidos p o r la fuerza m a y o r del sistema. Aunque el Sr. Caballero e r a u n a persona saludable m i e n t r a s no estuvo expuesto á contraer l a enferPOR P a r a conservar (•S,\,SL s a n a ó sin padecimiento m e d a d , los datos quo preceden prueban q u e , sin DON ANTONIO DE TRUEBA. alguno, elíjase un dentífrico higiénico, acreditado saberlo, estaba predispuesto á ser victima do u n a en la práctica. Deséchense, por perjudiciales, I " ' enfermedad germinal. E s u n a de l a s mejores obras literarias d e l ilusdulzainos. Un buen dentífrico h a de perfumar í La dispepsia nerviosa con qne fué atacado des- tre Antón el de loa Cantares, m o r a l , i n s t r u c t i v a refrescar la boca deliciosamente con cl a r o m a do pués que la fiebre había recorrido su curso, prueba Y a m e n í s i m a . la m e n l a y la r o s a , poro dejando un recuerdo o F o r m a u n elegante volumen en 8." m a y o r franque la sangre estaba y a poco m á s ó m e n o s dagusto ligero do los tónicos ó a m a r g o s , como suñ a d a por los venenos producidos por cl estado t a n elas, y se v e n d e , é. 4 pesetas, e n l a A d m i n i s t r a cede con el L.i€;«p «U-l l*<»lo ilt; O r i v e - p o r ción de esto periódico, Madrid, calle del Arenal, débil del estómago. m a y o r , M. García. Capellanes, 1, Madrid. núm. 18. El J a r a b e Curativo de la Madre Seigel está de v e n t a en todas las farmacias, droguerías y ex•Con sumo placer—dice—voy á relatar lo si- pendedurías de medicinas del m u n d o . Precio del guiente, y le doy completa Ubertad para publicar írafloo, 14 reales; frasquíto, 8 reales. m i c a r t a p a r a beneficio de otros. >TenEo cincuenta y dos años de edad, y h a s t a h a c e unos diez y nuevo mesea j a m á s he estado m a l o , siempre dispuesto á emprender toda clase RESERVA PRUDENCIA de trabajo, tenía buen apetito y siempre estaba ABSOLUTA, SEQUTHDAD, alegre. Kn ü n , tenía l a habilidad ordinaria de un buen trabajador. A . I> A . E T A . r > O 1 4 S »El 19 do Marzo úllimo caí malo con fiebre, y Remitiendo EO eíntlmos de peseta on BCHOB do corroo, BO onvla franco y bajo aobro el nuevo C » - ! c u a n d o estaba algo mejor se complicó mi enfert A l o ^ o i l u M t r n d o rie Mi'tieiila>« d e t ; o i t i n , y por 1,50 pesetas vanlnduldjis en el mlaaiOMli| medad con un ataque nervioso en el estómago muontraa da dichos artículos, Cerlidcado, 25 céntlmoa mus, que m o impedia hacer bien la digestión, haciendo l ' n r a l a venta on Rorcelonn: C e n t r o «Í« e - t p e c i . ' i l i d a i l e ; » , Rambla do las Flores, 4. m i vida casi intolerable. Tomé todas las medicin a s que m e ordenaron los médicos, y algunos otros remedios, sin resultado alguno. >Cast desesperado fui á ver á un farmacéutico, D. Carlos Pérez Acosta, on Almuñécar, y lo expliqué m i enfermedad. Dicho señor mo dio un Irasco- del J a r a b e Curativo do la Madre Seigel, que empecé á t o m a r , y a l poco tiempo m o enconL A F O S F A T I I V A F A C I E R E S es el aUt r é mejor. Continué t o m á n d o l o , y al c o n c l u i r l a mento más aRradaíile y máíi recomendado para los tercera botella estaba completamente curado. niños do 6 á 7 mesee de edad, principalmente en la Si desea usted para su toilette u n a Agua de Colonia de delicado perfume, a r o m a riquísimo y per»Le repito mis gracias por au medicina, á la época dol destete y en e! periodo del crecimiento. m a n e n t e , envasada en frascos m u y lujosos y do precio m u y b a r a t o , pida el A{rii:« d e C o l o t i i s ' Facilita la dentición y asegura ¡a buena jormación de lo» cual debo mi restablecimiento. (Firmado): B E R «le O r i v e . Primor premio en la Exposición farmacéutica y 2 medallas de oro en Parí.'i. No use, NARDO R u i z C A B A L L E R O , H e r r a d u r a , 14 de Octu- huesos. Impide la diarrea tan frecuente en Ion niftoi. nira Agua do Colonia, p o r m u y ponderada que esto, sin ensayar la de O r i v e . Verá cosa buena, P a r í s , Avenae Victoria, 6, farmacia!. bre 189iJ.> lujosa y barata. No tiene igual p a r a los dolores de cabeza y vista cansada. M. García, ¡Madrid. MARI-SANTA DENTADURA A R T Í C U L O S D E GOMA DEPÓSITO DE N. HENRY AGUA DE COLONIA DE ORIVE I m p r e s o c o n t i n t a d e l a f á l s r i c a I>0BITiTiEÜ3C y c.% 1 6 , x u e S u g e r , F a x l s . Ztescrvaduti todud lou derechos do propiedad artística y literario. MADRID. — Establecimieato tipolitogrifico u Sucesores do Rivaduneyra.i', impresores de la Beal Caso, . , , . .