¿Por qué tiene éxito Paulo Coelho? Ésta es la pregunta que con más frecuencia me hacen los periodistas de todo el mundo. Sin embargo, si el lector piensa que la consigo responder, es mejor que no siga leyendo este artículo. Mi proceso de creación va en contra de todo aquello que se ha decidido en llamar la “receta del éxito”. En primer lugar, porque no sigo una fórmula temática en mis libros: El Peregrino de Compostela (Diario de un mago) y Las Valkirias, por ejemplo, tratan directamente de espiritualidad, en cuanto que El Alquimista y Veronika decide morir ni siquiera tocan el asunto. Por otra parte, la inserción de personajes en el tiempo varía mucho; en La Quinta Montaña nos encontramos unos cuantos siglos antes de Cristo; A orillas del río Piedra me senté y lloré tiene lugar en el presente, mientras que El Alquimista y El Demonio y la Srta. Prym no hacen ninguna referencia a la época. Habrá gente que diga que es marketing; sin embargo, de mis dos primeros libros (El Peregrino de Compostela (Diario de un mago) y El Alquimista) ya se habían vendido más de 250.000 ejemplares en Brasil, cuando la editora hizo el primer anuncio. Pasa lo mismo en el exterior: Los editores extranjeros sólo se aventuran a invertir en el desconocido autor brasileño cuando se dan cuenta de lo que pasaba aquí, pero sin mucha convicción, argumentando que “lo que pasa en un país, puede no pasar en otro.” Así que, si existen contradicciones sobre el tema y el espacio, y si el marketing era inexistente en la fase crítica – los primeros libros salieron sin ninguna publicidad – ¿dónde reside el secreto? No existe ningún secreto. Pero existen tres factores que, a mi entender, hacen que “el universo siempre conspire a favor de quien quiere realizar un sueño.” El primer factor: Es necesario estar absolutamente convencido de lo que se está haciendo. A partir del momento en que decidí vivir de la literatura, abandoné todas las demás posibilidades de subsistencia. Dejé mi trabajo como escritor de letras de canciones, guionista de TV y periodista, y decidí dedicar toda mi energía a aquello que me daba alegría de vivir. Como todos los demás, tenía una familia que mantener, pero mi familia me apoyó; porque el amor siempre es la fuerza que está detrás de cualquier iniciativa. El segundo factor: Uno no puede realizar un sueño por sí sólo, debe encontrar sus aliados. Y mis aliados fueron los lectores, que mediante el boca a oreja, consiguieron difundir el trabajo de un escritor desconocido. Cuando a alguien le gusta lo que ha leído, recomendará el libro a un amigo, a un novio, a un hijo. El apoyo inicial que parte del lector también protege al autor de los eventuales ataques de la prensa; como ya leyó la obra, la juzgó y recomendó, cuando el lector esté ante una crítica negativa, se acordará de su propio juicio y no se dejará influir. Finalmente, descubra una manera personal de compartir su sueño. Esto, en literatura, se llama estilo. Intenté hablar de temas antiguos, utilizando un lenguaje moderno. Los manuscritos originales tenían casi el triple de páginas, pero me obligué a pensar que el lector era capaz de utilizar su imaginación en la construcción de los escenarios, de modo que me limité a narrar los conflictos de los personajes. La experiencia ha probado que no me había equivocado. Un autor tiene que correr riesgos: no se debe dejar esclavizar por los temas, en la esperanza de agradar a su lector. Necesita ser honesto en lo que escribe y transparente consigo mismo; porque el lector se dará cuenta cuando esté delante de una novela escrita únicamente para satisfacer las “tendencias del mercado”, y se sentirá traicionado. Yo nunca puedo prever lo que unos millones de lectores en el mundo entero, de culturas diferentes, van a pensar de aquello que están leyendo y, por consiguiente, escribo para la única persona con quien tengo cierta intimidad: yo mismo. Cuando empiezo un libro, entablo el duro combate entre quién soy y qué parte me gustaría mejorar de mí mismo. Cualquier actividad creativa es una aventura dolorosa y fascinante a la vez: por un lado, existe el miedo a descubrir nuestros propios fantasmas; por otro, está la excitación de saber que somos más interesantes de lo que pensamos. Y para este buceo en el alma, es necesario un proceso creativo bien definido, del cual hablaremos la próxima semana. © Traducido del portugués por Montserrat Mira