García Márquez recomedó no comprar uno de sus libros

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NUESTRO MUNDO
Saúl Rosales
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Correo-e: rocas_1419@hotmail.com
García Márquez recomedó
no comprar uno de sus libros
El libro que Gabriel García Márquez exhortó a no comprar es
uno de los menos famosos (aunque una de sus mejores obras),
El otoño del patriarca, novela acerca de un imaginario dictador
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C
ada vez que mis manos deterioradas por los años padecen a causa de un libro de esos encuadernados mediante procedimientos que los enriquecen con la característica
de hacer sufrir para mantenerlos abiertos, recuerdo cierta
querella de García Márquez contra una importante editorial.
Me ha ocurrido lo mismo ahora que ando leyendo una
interesantísima obra colectiva acerca de cuestiones cervantinas y quijotistas. El volumen fue hecho en México
pero presenta la dificultad de resistirse a permanecer
abierto, igual que muchos publicados en el extranjero.
Pero las modernas tecnologías editoriales no sólo dificultan mantener el libro abierto sino que muchas veces,
acabados de salir de la librería, al manipularlos se van
deshojando, las hojas se van desprendiendo en conjuntos o una por una cuando el lector trata de mantener sus
interiores a la vista. Ya poquísimos libros vienen cosidos
y los pegamentos no siempre son de calidad.
Así que los avezados lectores ya dedujeron la causa
por la que recomendó no comprar uno de sus libros el
autor de Cien años de soledad, El amor en los tiempos
del cólera, La mala hora, El coronel no tiene quien le
escriba y muchas otras obras que lo acreditaron para recibir el Premio Nobel de Literatura en 1982.
El libro que Gabriel García Márquez exhortó a no
comprar es uno de los menos famosos (aunque una de sus
mejores obras), El otoño del patriarca, novela acerca
de un imaginario dictador, uno de esos sátrapas que los
ejércitos han hecho proliferar en nuestro continente, y
de los que no han estado a salvo otros rumbos del planeta.
La novela fue publicada en marzo de 1975 por la editorial española Plaza & Janés. Ávido de los deslumbramientos literarios de García Márquez la compré en cuanto llegó a México. En tanto la fui leyendo, manipulando
el libro, sus hojas, una por una o en conjuntos se fueron
desprendiendo de los forros como si el trabajo editorial
hubiera sido de tercer mundo.
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SIGLO NUE V O
La queja por ese enfadoso defecto habría llegado a
oídos de García Márquez o quizá le fue expresada por la
iniciativa de un buen reportero y entonces el futuro Premio Nobel, en una esquina taquera de la ciudad de México, recomendó a través del periodista (René Arteaga, mi
maestro en El Día), que el público no comprara el libro.
Conservo ya amarillento el recorte de la breve nota
publicada a dos columnas. La entrevista banquetera
apareció en la página 18-A de Excélsior, el domingo 31
de agosto de 1975. Su cabeza dice así: “García Márquez
pide al público que / no compre ‘El otoño del patriarca’.”
Reproduzco la nota completa porque me parece una curiosidad y una denuncia por un mal producto.
“Gabriel García Márquez hizo ayer un llamamiento a
sus lectores para que no compren su novela El otoño
del patriarca, por tratarse de una estafa de los editores
Plaza & Janés, de España.
“El novelista fue entrevistado poco después de su retorno de La Habana, Cuba en la esquina de Bucareli y
Reforma, junto a una taquería.
“Dijo que el libro, del cual se han tirado unos 300.000
ejemplares que dicha editorial distribuye en México,
Centro y Sudamérica ‘se desbarata en las manos, se descose’, y que en eso consiste el engaño al público.
“Afirmó que quien vaya a adquirirlo por primera vez
debe exigir una garantía de los editores de que el libro
no se desbaratará.
“Y añadió que aquellos que ya lo compraron y se les
haya descosido, deben ir de inmediato a que le den otro,
con la garantía mencionada.
“García Márquez, quien por este llamamiento se
convierte tal vez en el primer escritor que pide que no
compren su libro, hizo ver que la citada novela, cuesta 75
pesos y que ‘eso, en México, es mucho dinero’.”
Después me compré una edición mejor de El otoño del
patriarca pero conservo la desbaratada con el recorte.
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