5. Las nuevas tecnologías y las nuevas maneras de leer: el nuevo perfil del lector del siglo XXI. La figura y función del bibliotecario en la escuela como educador y mediador de las nuevas tecnologías. 4 De lo que se trata es de hacer visibles las bibliotecas escolares y de jerarquizar a los bibliotecarios como profesionales. Poner a las bibliotecas en términos del proyecto institucional y a partir de allí que genere sus proyectos específicos. En el marco de lo que se plantea como una política de inclusión educativa, las bibliotecas escolares tienen mucho que ofrecer y aportar a ese propósito de inclusión (integración de saberes, orientación a docentes y alumnos, entre otros). Creemos que las bibliotecas de escuelas consolidarán –cuando no forjarán- su identidad reforzando su función pedagógica educativa. Una biblioteca escolar activa, abierta como espacio de encuentro y de inclusión, colabora con este propósito mas allá de los objetivos pensados para ella. El rol del bibliotecario escolar en el contexto de las nuevas tecnologías. ¿Qué deben hacer los bibliotecarios? Las transformaciones tecnológicas han obligado a replantear la manera de trabajar en la biblioteca y han dado lugar a nuevos términos y conceptos para nombrar, a su vez, fenómenos de reciente aparición ¿Qué hay detrás de la tarea cotidiana de un “bibliotecario 2.0? ¿Qué acciones son las que dan sentido en concreto, en lo cotidiano a estas categorías por ejemplo? ¿Qué aptitudes y competencias supone en un bibliotecario/a? Según la generalidad de la bibliografía imperante las nuevas bibliotecas (y sus bibliotecarios) del siglo XXI serían aquellas bibliotecas que se anticipan a demandas y necesidades para transformarlos en servicios priorizando a las personas –a sus usuarios- antes que los procesos, lo que la lleva a ser un eje dinamizador en lo social y cultural. Estas nuevas denominaciones tienen sentido si pensamos en profesionales que toman lo nuevo pero lo resignifican en función del ámbito en el que desarrollan su tarea, porque en ocasiones, frente a esta avalancha de „nuevos servicios., „nuevo perfil., „bibliotecas con proyección de futuro. escasea el sentido común y a veces la „novedad. sólo necesita ser reconfigurada en una combinación que se nutra tanto de lo nuevo como de lo que ya conocemos: no es necesario „tirar por la borda. todo lo que veníamos haciendo, todo lo que sabemos hacer porque ahora hay que re aprender todo otra vez, no. La biblioteca en relación al nuevo entorno tecnológico deberá “respetar lo viejo si funciona, adoptar lo nuevo si nos ayuda a mejorar y no tener reparo en copiar ideas de otros si nos permite avanzar. Biblioteca escolar y nuevas tecnologías. En el contexto configurado por la omnipresencia de las nuevas tecnologías que han modificado las formas tradicionales de leer y escribir, las bibliotecas y su personal en las escuelas adquieren un valor fundamental, en palabras de NOVOA FERNANDEZ “(…) el sistema educativo tiene a su alcance una herramienta imprescindible para cumplir con sus objetivos de formación del alumnado para la sociedad de la información: (…) la biblioteca escolar, concebida como un centro de recursos de lectura, información y aprendizaje, un auténtico servidor central, un laboratorio de ideas y de oportunidades para la formación intelectual y emocional, y un espacio vertebrador de todas las prácticas pedagógicas y culturales que se lleven a cabo en el centro educativo.” Frente a los nuevos desafíos tecnológicos, ni la escuela ni los bibliotecarios pierden protagonismo, al contrario: con la incorporación de los ordenadores (las netbook por ejemplo) en las aulas y bibliotecas se hace más necesario aún educar en el uso de las TIC: para las elección de la información, para la identificación de fuentes confiables y la credibilidad de los mensajes, la comprensión y aprovechamiento de lo que se lee, para ejercitar el juicio crítico, en un contexto de sobre información. Entonces, como una de las funciones que se espera del bibliotecario del siglo XXI es que se anticipe, en la medida de lo posible, a las necesidades del usuario, éste deberá poder auxiliar –en paralelo a la labor que desarrollan los docentes- a los alumnos en la localización de la información, la selección, según ciertos criterios de información valiosa, de la gran masa informativa que provee Internet y en el uso y apropiación de la misma. Para esto, es necesario que el bibliotecario/a domine previamente aquello que se espera de él, por esto, más allá de las destrezas tecnológicas requeridas en si mismas, el verdadero reto es entender y asumir las reglas del nuevo entorno. Y decimos “más allá de las destrezas tecnológicas” precisamente porque no es necesario que el bibliotecario domine la totalidad de las herramientas disponibles, sino que esté abierto y predispuesto al cambio. Esta es una de las aptitudes más valoradas y esperadas, en los bibliotecario/as como profesionales. Quizá, la del bibliotecario sea hoy la profesión más dinámica, más expuesta a mutar y adaptarse a las transformaciones, lo que por supuesto, no deja de ser un gran desafío si quiere seguir cumpliendo su misión. Juárez Urquijo dice que: “… es un buen momento para renovar nuestro “imaginario” y adaptarlo al nuevo ambiente en que los bibliotecarios desarrollamos nuestras actividades...”