Revista Escuela de Trabajo Social Trabajo Social Facultad de Ciencias Sociales M A R Z O 73 20 06 Tercer sector e intervención social: trayectorias y perspectivas FERNANDO FANTOVA Naturalizaciones violentas análisis de algunas paradojas existentes en las investigaciones psicológicas y sociales en fenómenos complejos como la violencia escolar TERESA MATUS Un modelo analítico para la intervención social: integrando los enfoques de las capacidades, el capital social y las instituciones en el ámbito local RENÉ OLATE Métodos cualitativos para la indagación social: relevando esquemas de distinciones RODRIGO FLORES Mediación familiar y conflicto: aspectos conceptuales FABIOLA CORTEZ-MONROY Y MARÍA OLGA SOLAR Observaciones de teorías éticas en los procesos argumentativos de trabajadores sociales Uso del capital social en la generación de asociatividad en pequeñas organizaciones familiares campesinas RODRIGO FLORES Y CAROLA NARANJO Endeudamiento y ahorro del personal en la gestión de los bienestares institucionales ISABEL MONCKEBERG Políticas activas del mercado de trabajo en Chile 2000-2005: leccciones para la política pública y desafíos para el trabajo social ALICIA RAZETO Certificación de intervenciones sociales RENÉ RÍOS Dos soluciones habitacionales para adultos mayores pobres: ¿cuál prefieren ellos? MARGARITA QUEZADA, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO ¿Cómo viven los inmigrantes irregulares sus procesos de integración en Chile? CLAUDIA SILVA PATRICIO MIRANDA ISSN 0716-9736 SANTIAGO / CHILE Escuela de Trabajo Social Facultad de Ciencias Sociales M A R Z O 73 20 06 Tercer sector e intervención social: trayectorias y perspectivas FERNANDO FANTOVA Naturalizaciones violentas análisis de algunas paradojas existentes en las investigaciones psicológicas y sociales en fenómenos complejos como la violencia escolar TERESA MATUS Un modelo analítico para la intervención social: integrando los enfoques de las capacidades, el capital social y las instituciones en el ámbito local RENÉ OLATE Métodos cualitativos para la indagación social: relevando esquemas de distinciones RODRIGO FLORES Mediación familiar y conflicto: aspectos conceptuales FABIOLA CORTEZ-MONROY Y MARÍA OLGA SOLAR Observaciones de teorías éticas en los procesos argumentativos de trabajadores sociales PATRICIO MIRANDA Uso del capital social en la generación de asociatividad en pequeñas organizaciones familiares campesinas RODRIGO FLORES Y CAROLA NARANJO Endeudamiento y ahorro del personal en la gestión de los bienestares institucionales ISABEL MONCKEBERG Políticas activas del mercado de trabajo en Chile 2000-2005: leccciones para la política pública y desafíos para el trabajo social ALICIA RAZETO Certificación de intervenciones sociales RENÉ RÍOS Dos soluciones habitacionales para adultos mayores pobres: ¿cuál prefieren ellos? MARGARITA QUEZADA, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO ¿Cómo viven los inmigrantes irregulares sus procesos de integración en Chile? CLAUDIA SILVA Revista Trabajo Social Marzo / No 73 / 2006 CONSEJO EDITORIAL Lena Dominelli Dra. en Trabajo Social Universidad de Southampton José Paulo Netto Dr. en Trabajo Social, Universidad Católica de Sao Paulo Universidad Federal de Río de Janeiro Margarita Rozas Dra. en Trabajo Social Universidad de la Plata Saúl Karz Filósofo. Sociólogo Asociación Prácticas Sociales de París Ana María Quiroga Dra. en Antropología, Universidad de la Sorbonne ISER Río de Janeiro Alberto Parisi Director de la Maestría en Ciencias Sociales Universidad Nacional de Córdoba Fabiola Cortez-Monroy Magíster en Sociología, Universidad de Lovaina Pontificia Universidad Católica de Chile Margarita Quezada Master in Education Social Work, The Catholic University of America Pontificia Universidad Católica de Chile Aldo Mascareño Dr. en Sociología, Universidad de Bielefeld Universidad Alberto Hurtado. Pontificia Universidad Católica de Chile Leonardo Onetto Dr. en Lingüística, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Pontificia Universidad Católica de Chile Pablo Salvat Dr. en Filosofía, Universidad de Lovaina Universidad Alberto Hurtado. Pontificia Universidad Católica de Chile EDITORA Teresa Matus tmatus@uc.cl Dra. en Sociología, IUPERJ Dra. en Trabajo Social, Universidad Federal de Río de Janeiro Pontificia Universidad Católica de Chile DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Departamento de Diseño de la Vicerrectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos IMPRESIÓN Andros Impresores La Revista de Trabajo Social es editada por la Escuela de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Campus San Joaquín. Vicuña Mackenna 4860 Teléfono: 0056 - 2 - 354 4606 Fax: 0056 - 2 - 354 4667 Santiago de Chile www.trabajosocialuc.cl Los artículos y colaboraciones que aparecen con firmas son responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente el pensamiento de la Revista. Los artículos pueden ser reproducidos total o parcialmente, siempre y cuando se mencione la fuente. ISSN 0716-9736 Escuela de Trabajo Social Pontificia Univerisdad Católica de Chile Sumario 5 Editorial ARTÍCULOS 7 Tercer sector e intervención social: trayectorias y perspectivas Third sector and social intervention: history and perspectives FERNANDO FANTOVA 31 Naturalizaciones violentas Análisis de algunas paradojas existentes en las investigaciones psicológicas y sociales en fenómenos complejos como la violencia escolar Violent naturalizations Analyzing some paradoxes in psychological and social investigations dealing with complex phenomena such as school violence TERESA MATUS 45 Un modelo analítico para la intervención social: integrando los enfoques de las capacidades, el capital social y las instituciones en el ámbito local Integrating perspectives on skills, social capital and local institutions. An analitycal model for social intervention RENÉ OLATE 63 Métodos cualitativos para la indagación social: relevando esquemas de distinciones Qualitative methods for social research: recounting diferentiation schemes RODRIGO FLORES 73 Mediación familiar y conflicto: aspectos conceptuales Family mediation and conflict: conceptual topics FABIOLA CORTEZ-MONROY Y MARÍA OLGA SOLAR 83 Observaciones de teorías éticas en los procesos argumentativos de trabajadores sociales Ethical theories observations of argumentative processes led by social workers PATRICIO MIRANDA 99 Uso del capital social en la generación de asociatividad en pequeñas organizaciones familiares campesinas The use of social capital in generating associability in small rural family organizations RODRIGO FLORES Y CAROLA NARANJO 111 Endeudamiento y ahorro del personal en la gestión de los bienestares institucionales Indebtness and savings as part of employees assistance program management ISABEL MONCKEBERG 121 Políticas activas del mercado de trabajo en Chile 2000-2005: leccciones para la Política Pública y desafíos para el trabajo social Current Chilean labor market policies 2000-2005: lessons in Public Policy and challenges for social work ALICIA RAZETO 131 Certificación de intervenciones sociales Social intervention certification RENÉ RÍOS 141 Dos soluciones habitacionales para adultos mayores pobres: ¿cual prefieren ellos? Two housing solutions aimed at poor elderly adults. Which one do they prefer? MAGARITA QUEZADA, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO. 157 ¿Cómo viven los inmigrantes irregulares sus procesos de integración en Chile? How do Ilegal inmigrants in Chile endure their process of assimilation? CLAUDIA SILVA Editorial La REVISTA DE TRABAJO SOCIAL de la Pontificia Universidad Católica de Chile, surge en 1970 con el objetivo de hacer una contribución específica a las transformaciones sociales existentes, desde las innovaciones disciplinarias disponibles. Este horizonte de conexión entre desafíos de la agenda social y avances en la forma de enfrentarlos ha sido una constante en estos treinta y seis años de recorrido. En las páginas de la Revista han quedado descritos los diversos avatares de la época y los instrumentos y estrategias de intervención social y las políticas públicas a que dieron lugar. Es más, la propia revista ha sido usada en múltiples ocasiones como fuente empírica de registro para diversas investigaciones. Estar a la altura de los tiempos, sin embargo, involucra un mecanismo de constante ajuste. Para permanecer fiel al espíritu de su creación hay, en la actualidad, que enriquecer su forma. En estos años, nuestra propia Escuela de Trabajo Social ha crecido y se ha fortalecido. Nos encontramos hoy insertos en redes internacionales, contamos con posgrados, tanto a nivel de postitulo como de Magíster. Hemos avanzado decididamente en el campo de la investigación y en la generación de modelos más complejos de intervención social. Esto lo queremos plasmar, por tanto, al interior de una revista que sea capaz, en una línea de continuidad y fortalecimiento, de acoger ese caudal de investigaciones existentes en los diversos centros académicos de Chile y el extranjero, así como de dar cabida a las mejores innovaciones existentes tanto a nivel de intervenciones sociales como de gestación, implementación y evaluación de políticas y programas sociales. De allí, que después de un tiempo de reflexión y de pausa, demos lugar al lanzamiento remozado de esta revista, la número 73. Tenemos ahora un consejo editorial internacional que hemos ampliado y al que estamos, desde ya, agradecidos por su valiosa colaboración. Hemos rediseñado la línea de la revista, contamos con una editora y un grupo de expertos atentos a recibir y aportar con una lectura crítica los trabajos que se envíen. Hemos ampliado los centros tanto nacionales como internacionales de intercambio. Con todo, lo que buscamos es ofrecer un mejor producto e iniciar una nueva etapa en el camino de servicio y aporte público que es tan propio y querido para Trabajo Social. Margarita Quezada Directora ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 73 / Marzo / 2006 / P. 7-29 Tercer sector e intervención social: trayectorias y perspectivas Third sector and social intervention: history and perspectives FERNANDO FANTOVA1 Resumen En las siguientes páginas vamos a intentar reflexionar sobre nuestro sector voluntario y, específicamente, sobre el papel que está desempeñando y puede desempeñar en el ámbito de la intervención social, a tenor de las coordenadas en las que se van desplegando (y replegando), hoy y aquí, las políticas sociales. Palabras claves: voluntariado - intervención social - políticas sociales Abstract In the following pages we will try to meditate about our volunteering sector and, specifically, about the role that it is carrying out and can carry out in the social intervention in the frame of the actual social politics. Key words: volunteering - social intervention - social politics Denominación, definición y delimitación del sector A la hora de aproximarse al que denominamos sector voluntario, la definición más citada es, seguramente, la propuesta por Salamon y Anheier. Asumiéndola como punto de partida, pero expresándonos con nuestras propias palabras, entendemos que existe un cierto consenso a la hora de recoger los siguientes elementos definitorios del sector voluntario o de las organizaciones no gubernamentales (Fantova, 2001: 107-108): • Algunos de los rasgos definitorios propuestos hacen referencia al propio carácter de las organizaciones como tales. Así, se habla de un cierto grado de diferenciación, formalización, estabilidad, continuidad, estructuración o institucionalización. • En segundo lugar, se insiste en su carácter no gubernamental. Las organizaciones han de ser privadas, es decir, no han de formar parte o depender de las administraciones o poderes públicos. • En tercer lugar se haría referencia a la ausencia de ánimo de lucro. Las organizaciones no 1 han de distribuir beneficios económicos entre sus propietarias, socias, administradoras o directivas. • Por último, como rasgo usualmente citado, se afirma que las organizaciones han de buscar algún tipo de impacto social de interés general o de mejora en calidad de vida de personas y comunidades. Vinculado a este carácter, que puede ser denominado mutualista o altruista o, en general, solidario, suele plantearse que las organizaciones estén regidas al más alto nivel por personas que no obtienen beneficio económico o que cuenten con la colaboración de voluntariado. Recogemos una figura de Victor Pestoff en la que creemos que se refleja bien lo que es el sector voluntario o tercer sector. En esa figura (tomada de Herrera, 1998: 109) se puede ver el sector voluntario como un sector que emerge en un espacio desde el que mantiene fronteras que lo separan de y lo relacionan con el sector público, el mercado y la comunidad. Ciertamente ahí aparecen los cuatro sectores a los que se refiere Demetrio Casado en su artículo sobre “el tercer sector, de cuatro” (Casado, Consultor social. ffantova@euskalnet.net 7 FERNANDO FANTOVA 2003: 45) o, por citar otra referencia estimable, las cuatro esferas a tomar en consideración para caracterizar los regímenes de bienestar que están manejando profesoras y profesores que ubicamos en torno a la Universidad Autónoma de Barcelona (Giner y Sarasa, 1997: 219; Gallego y otras, 2002: 13). Formal Informal Nonprofit Estado Forprofit Público Tercer Sector Privado Comunidad Mercado sean difusas y porosas) con los otros tres sectores o esferas. Podría pensarse, por ello, que dentro del amplio territorio del sector voluntario hay organizaciones que están más o menos próximas, por sus características y por sus relaciones, a cada uno de los otros tres sectores. Y diríamos que, en buena medida, es en esas relaciones con las otras tres esferas en las que el sector no lucrativo y sus organizaciones se fortalecen o se debilitan, aprovechan oportunidades o sucumben frente a amenazas. Se diría que, paradójicamente, no pueden existir organizaciones voluntarias si no mantienen relaciones con las otras tres esferas pero, a la vez, es imprescindible que se diferencien frente a los otros sectores en su lógica organizativa y estratégica y en sus modalidades de acción e interacción. Volviendo por un momento a la cuestión terminológica diremos que, a los efectos de este texto, entendemos como sinónimas las siguientes expresiones: sector no lucrativo = sector voluntario = tercer sector Aunque cabría citar otros referentes y denominaciones dentro de las ciencias sociales, Herrera denomina relacional (con referencia a Donati) a esta representación de la sociedad en la que esas diferentes esferas “tienden a diferenciarse entre ellas para cumplir determinados objetivos y funciones (...). [Así,] la sociedad es concebida como un sistema compuesto de cuatro subsistemas o polaridades: • el mercado, entendido como el sistema de las empresas que actúan por beneficio; • el Estado, caracterizado por el uso del instrumento del poder político (por tanto del derecho) para el establecimiento forzoso de las obligaciones de la ciudadanía y la redistribución de los recursos; • el tercer sector, es decir, aquel conjunto de organizaciones autónomas no de beneficio que actúan motivadas por objetivos solidarios y que, en primer término, aunque no exclusivamente, usan medios solidarios; y • las redes primarias: la familia, parientes, grupos de amigos y redes informales, que en conjunto todos ellos constituyen un cuarto sistema en cuanto desempeñan funciones sociales insustituibles (sin equivalentes funcionales)” (Herrera, 2003b: 490-491). Según un esquema de estas características, como decíamos, el tercer sector mantiene fronteras (aunque 8 De igual modo entendemos como equivalentes: organización no gubernamental = organización no lucrativa = organización voluntaria Para evitar confusiones, diremos que, para que denominemos voluntarias a unas organizaciones, no es necesario que todas o la mayoría de las personas que trabajan en ellas sean voluntarias. Dicho de otro modo, asumimos que “el hecho de que muchas entidades sociales no tengan voluntariado no implica que no puedan ser denominadas como organizaciones voluntarias ya que tal denominación se justifica en la libre voluntad organizativa de la sociedad civil” (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 37). Por otra parte, dentro del sector voluntario, obviamente, no todas las entidades se dedican a la intervención social. Proponemos, tentativamente, definir intervención social como: • aquella actividad, formal u organizada, • que toma como referente las necesidades sociales (no, por tanto y por ejemplo, la demanda solvente) y • tiene como propósito principal la integración, autonomía, bienestar y participación de las personas en su entorno, • contando con algún tipo de legitimación pública. Con el mismo sentido podemos utilizar también la expresión acción social. En este ámbito incluimos TERCER SECTOR E INTERVENCIÓN SOCIAL: TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS tanto el conjunto de los que suelen denominarse, en España, servicios sociales como un amplio abanico de iniciativas de carácter, por ejemplo, sociosanitario, socioeducativo, sociolaboral o sociocultural a diferentes escalas que pueden ir desde la intervención comunitaria hasta la cooperación internacional. En nuestro concepto la intervención social es una actividad de fuerte contenido e impronta relacional (un servicio altamente intangible) que no necesariamente tiene un carácter asistencial (aunque frecuentemente tiene tal dimensión) sino que puede incorporar componentes relacionados con el aprendizaje o cambio individual y con el cambio social (frecuentemente microsocial) estructural. En todo caso, como frecuentemente recuerda Demetrio Casado (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 121), si bien en el sector público rigen separaciones rígidas por “ramas especializadas de medios” esto no suele ser y no tiene por qué ser así en el sector no lucrativo, lo cual, por otra parte, representa una ventaja relativa para que las organizaciones voluntarias se orienten a sus fines. Así, si bien en el sector público diferenciaremos claramente el sistema de servicios sociales de otros (como el educativo o el sanitario), las organizaciones no gubernamentales no se encorsetan de esa manera y de ahí también la utilidad de un concepto que nos da más holgura como el de intervención social. Ahora bien, aunque hemos reconocido que las dedicadas a la intervención social no constituyen sino una parte de las organizaciones voluntarias, hay que decir que si pudiéramos bucear en las raíces y en la historia de lo que hoy llamamos intervención social y de lo que hoy llamamos tercer sector, concluiríamos, seguramente, que no es nueva ni casual la cantidad y la vitalidad de las iniciativas que encontramos en la intersección entre esos dos territorios. Ello es así, posiblemente, por las especiales sinergias que se dan entre la dinámica de la intervención social y la de la acción voluntaria, lo cual resulta patente tan sólo mediante una superficial comparación de los rasgos con los que hemos definido la una y la otra. Sea como fuere, estamos hablando del sector voluntario como un agente o instancia social a la que reconocemos un estatuto cualitativamente equiparable en diferenciación e importancia al que atribuimos al sector público, al sector mercantil o a las redes familiares y comunitarias. Esta posición nos aleja, en principio, de quienes hablan del tercer sector como subproducto o sucedáneo de alguno de los otros, o de quienes intentan interpretar el sector voluntario en función de los fallos de alguno de los otros sectores. Lógicamente, para sostener esta posición habrá que mostrar la especificidad tanto de los procesos y las estructuras de las organizaciones no lucrativas como de las relaciones que mantienen y los efectos que son capaces de desencadenar en su entorno. Para ello podemos tomar una primera apoyatura en Donati y en el concepto de bienes relacionales que propone. En palabras de Herrera, “para la óptica relacional, el tipo y grado de relacionalidad definen una categoría de bienes sociales, llamados relacionales, cuya característica es la de no ser estrictamente públicos, ni estrictamente privados, de no ser competitivos según juegos de suma cero y de poder ser producidos y disfrutados por el conjunto de sus participantes en las redes informales (bienes relacionales primarios) y en las redes asociativas (bienes relacionales secundarios). El carácter relacional tiene su paradigma de referencia cultural-simbólico (no ciertamente el organizativo) en las esferas de la familia y de las redes primarias (de las que provienen, por otra parte, aquellos medios simbólicos generalizados de intercambio que son la confianza y la reciprocidad)” (Herrera, 1998: 263). A partir de esta categoría de los bienes relacionales, Donati plantea su concepto de ciudadanía societaria. Para Donati “la ciudadanía societaria es la ciudadanía vista desde la sociedad (entendida como relación) antes que desde el Estado (o desde el binomio Estado-Mercado). El Estado no desaparece, pero se convierte en un sistema específico, necesario para garantizar una ciudadanía más compleja y extensa. El término societaria enfatiza el carácter asociativo (relacional) de la ciudadanía (...), la sociedad post-moderna expresa una ciudadanía compleja” (Donati, 1999: 46-47). Desde esta perspectiva el desarrollo y expansión de las cuatro esferas no se realiza, necesariamente, según un juego de suma cero, en el que a más peso de una esfera tendrá menos peso la otra. Desde cada uno de los ámbitos se daría respuesta a las necesidades sociales de un modo peculiar, desde unas determinadas ventajas comparativas o aportando un valor añadido especial. En cada una de las esferas funcionan unas determinadas reglas del juego, unos medios simbólicos generalizados diferentes que no funcionan en las otras esferas. Situándonos, para simplificar, en el ámbito de la intervención social 9 FERNANDO FANTOVA diríamos que las organizaciones voluntarias harían intervención social de un modo diferente y con unos efectos distintos a los modos y efectos con los que hace intervención social el sector público o con los que el sector mercantil se involucra en la acción social. De igual modo habrá que distinguir claramente aquello que llamamos intervención social y aquellas formas que las redes familiares y comunitarias tienen de dar respuesta a una serie de necesidades sociales. Para referirnos a esa aportación específica que se esperaría, hoy y aquí, de ese sector voluntario del que venimos hablando, en las conclusiones de un seminario reciente nos expresábamos así: “En el caso de las organizaciones del tercer sector entendemos que su aportación peculiar consiste en ser cauce accesible y organizado de la participación activa, voluntaria y solidaria de las personas o la comunidad en el abordaje de los problemas y retos sociales (...) De las organizaciones del tercer sector esperamos y reclamamos una proximidad atenta, una actitud vigilante y una alerta crítica a favor de los derechos de todas y de cada una de las personas y especialmente de las más vulnerables” (Fantova (coord.), 2003: 4). Utilizando una expresión cada vez más frecuente, podríamos decir que el sector voluntario de acción social hace intervención social (o lo que sea que haga en cada caso) creando capital social. Pensemos en una empresa con ánimo de lucro proveedora de servicios sociales o en una empresa que, pese a ser otra su actividad principal, se involucra en proyectos de acción social. Estas empresas harían intervención social y socialmente se esperaría de ellas que, haciendo intervención social, crearan riqueza, que crearan empleo o cualquier otra cosa que se espera socialmente de esa institución que es la empresa convencional. Pensemos ahora en el caso de organizaciones no gubernamentales que realizan, en principio, una intervención social o una acción social muy similares a las de esas empresas. Sin embargo lo que se esperaría de la entidad voluntaria, como valor añadido (complementario si se quiere) se cifraría, por decirlo así, en términos de capital social, entendido como conjunto o entramado de normas y relaciones de reciprocidad y confianza presentes en un cuerpo social. En cualquier caso, pese a que hablemos de sector voluntario hay que reconocer que es enorme la diversidad y heterogeneidad de realidades organizativas que encontramos dentro del sector. Así lo reflejábamos en el mencionado seminario al señalar que 10 “en el tercer sector encontramos organizaciones con una u otra forma jurídica (por ejemplo asociación, fundación, cooperativa u otras), con mayor o menor actividad económica, con mayor o menor orientación a la prestación de servicios, con mayor o menor grado de relación o colaboración con las administraciones públicas u otras instituciones, con una base social mayor o menor y más o menos activa, organizaciones más o menos reivindicativas y vinculadas en movimientos sociales, más mutualistas o más altruistas, más grandes o más pequeñas y así sucesivamente” (Fantova (coord.), 2003: 4) Desarrollo y situación actual: análisis Hemos empezado a definir y a delimitar el sector voluntario y cuando se hace esto frecuentemente surge la duda acerca de en qué medida nos estamos refiriendo a un fenómeno nuevo. Pues bien, ciertamente hay que decir que el fenómeno de las organizaciones voluntarias, tal como las hemos definido y delimitado en el apartado anterior, no puede ser considerado, en absoluto, como un fenómeno nuevo (Casado, 2003: 13-43). Sin embargo sí es relativamente nueva una determinada configuración y un determinado estatuto del sector voluntario en la sociedad en general y en el ámbito de las políticas sociales en particular. Intentaremos explicarlo. En palabras de Demetrio Casado, “la acción voluntaria se está haciendo socialmente visible entre nosotros de manera progresiva. Actividades y organizaciones las tuvimos siempre en nuestra historia (...) Pero no fuimos inducidos o ayudados a ver tales manifestaciones de la vida colectiva como un conjunto conexo, sino de manera fraccionada, sin identidad común (Casado, 2003: 65). Efectivamente, tal como se ha dicho, “aunque las organizaciones voluntarias y no lucrativas cuentan, en última instancia, con una larguísima tradición histórica a sus espaldas, no ha sido hasta la década de los setenta del pasado siglo, y en el terreno precisamente de la economía, cuando se comenzó a hablar de ellas como un sector institucional diferenciado del mercado y del estado” (Pérez-Díaz y LópezNovo, 2003: 27). Rodríguez Cabrero y Montserrat, entre otras, señalan el Informe de la Comisión Filer (en 1975) sobre el sector independiente, en Estados Unidos, como el TERCER SECTOR E INTERVENCIÓN SOCIAL: TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS punto de inflexión para un interés renovado sobre las organizaciones no lucrativas (Rodríguez Cabrero y Montserrat, 1996: 18). Ahora bien, como también se ha señalado, “es muy probable que la idea de tercer sector no hubiera pasado de ser una mera idea (una de las muchas ideas que circulan en busca de una realidad que reflejar) de no haber sido por un fenómeno que ha afectado a todas las sociedades democráticas liberales con economías de mercado avanzadas en las dos últimas décadas del siglo XX, a saber: el crecimiento en progresión geométrica en todos estos países de las asociaciones voluntarias y organizaciones sin ánimo de lucro. Esta eclosión asociativa ha sido de tal magnitud que algunos autores no han dudado en calificarla de una revolución asociativa global. El crecimiento fulminante de las asociaciones voluntarias y las organizaciones sin ánimo de lucro ha conferido espesor empírico a la idea del tercer sector y ha reforzado su plausibilidad en el debate académico y en el discurso público” (Pérez-Díaz y López Novo, 2003: 34). A la hora de desarrollar y articular la reflexión sobre qué es lo nuevo y qué es lo que no es tan nuevo en relación con el sector voluntario, resulta sugerente la aportación de Muñoz Machado, quien reconociendo como “gran transformación (...) la espectacular aparición de un sinfín de organizaciones sociales, normalmente laicas, que han asumido el desempeño de tareas de servicio a la colectividad” (Muñoz Machado, 2002: 709-710), relativiza la presunta novedad del fenómeno. Lo que ha ocurrido, desde su punto de vista es que había tenido lugar una “larga etapa durmiente de asociaciones y fundaciones” (Muñoz Machado, 2002: 717). Así, señala que “nada mejor para valorar la significación de su aparatosa emergencia a final de siglo XX que conocer las causas de la no menos importante etapa de la vida de los Estados europeos en que la actividad asociativa y fundacional quedó reducida al mínimo” (Muñoz Machado, 2002: 717). Este estudioso recuerda que el espíritu de la Revolución Francesa “no toleraba ninguna sociedad particular, ningún grupo parcial, ninguna corporación colateral, ni incluso para cumplir lo que el Estado no cumpliese” (Muñoz Machado, 2002: 720). Y, de igual modo que en otros países, “en España se sigue, como está bien estudiado, la ideología antiasociativa implantada por la Revolución, desde los mismos momentos de la aprobación de la Constitución de Cádiz de 1812” (Muñoz Machado, 2002: 722). Según Muñoz Machado, “toda la gran operación de desmantelamiento de las instituciones de base asociativa y fundacional que se produjo en los primeros años del siglo XIX, tuvo su continuación, desarrollo y fortalecimiento a lo largo del siglo y continuó arrolladoramente hasta pasada la mitad del siglo XX. Al menos así ocurre con las asociaciones y fundaciones que ejercen actividades sociales” (Muñoz Machado, 2002: 29). Demetrio Casado recuerda, por ejemplo, que la primera Ley de Beneficencia española, de 1822, es un exponente muy expresivo de del “proceso de afirmación del Estado que lleva consigo la asunción de responsabilidades en actividades anteriormente desarrolladas por agentes privados voluntaristas” (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 101-102). Según este mismo autor, la segunda Ley de Beneficencia, de 1849, es más contemporizadora, de modo que podría considerarse la “Beneficencia particular” como una primera construcción conceptual próxima al sector voluntario en España. Muñoz Machado concluye que, en lo relativo al “derecho de fundación y de asociación en España (...), no sólo se ha visto constreñido por la desconfianza y la prevención, cuando no por la actitud manifiestamente contraria, del legislador, sino que además han quedado aplastados por el crecimiento progresivo de los servicios de carácter social ofrecidos por las Administraciones Públicas, que vinieron a ocupar, desde principios del siglo XIX, todo terreno social que había sido atendido antes por instituciones de base asociativa o fundacional creadas por la Iglesia o por la sociedad civil” (Muñoz Machado, 2002: 734). Esta realidad europea contrastaría con la norteamericana, como observara Tocqueville en su obra sobre la democracia en América, de 1831. Diríamos que autores como Casado y Muñoz Machado, entre otros, nos ayudan a comprender las raíces antiguas del sector voluntario y su larga tradición de acción social. Ello nos parece particularmente útil como vacuna preventiva de algunos lugares comunes no infrecuentes en la literatura sobre el tercer sector. Lugares comunes en los que cabe valerse de la pretendida novedad del sector voluntario tanto para plantear algún tipo de ilegitimidad de su incursión en el terreno de la intervención social (por ejemplo frente al sector público) como, en el extremo opuesto, para considerarlo el agente actual que sustituiría a otros propios de épocas anteriores. 11 FERNANDO FANTOVA También arroja una interesante luz sobre el desarrollo del sector voluntario, particularmente en España, Subirats cuando afirma que “España continúa siendo anómala con relación a muchos de los países europeos que conforman nuestro entorno y que casi siempre nos sirven de referencia al menos en un punto (...): el país en general no tiene una concepción de lo público como un ámbito de responsabilidad colectiva, ni tampoco dispone de una presencia fuerte, estructurada y responsable de lo que se viene denominando sociedad civil” (Subirats, 2001: 43-44). Según este autor, “nuestra historia nos ha dejado huellas (...) El tradicional alejamiento, extrañeidad entre estructuras institucionales, sociedad política y sociedad civil, esa peculiar dependencia social del Estado que venía acompañada de una arraigada (y sin duda justificada) desconfianza de lo público, ha dejado secuelas en nuestra forma de entender el espacio de lo público, de lo civil” (Subirats (ed.), 1999: 20). Se echaría en falta “una sociedad civil fuerte, es decir, (...) una sólida red de lazos sociales, (...) tradiciones de responsabilidad cívica y (...) pautas de interacción social basadas en la confianza y en la autocapacidad de organización social” (Subirats (ed.), 1999: 20). Tendríamos un “déficit crónico de sociedad civil, entendida como consenso social sobre valores civiles compartidos entre grupos sociales y compartidos entre las diversas culturas que se expresan” (Subirats (ed.), 1999: 21). Una sociedad civil cuyo principal elemento constitutivo y su manifestación más visible sería el asociacionismo. En el análisis de Subirats, la debilidad de la sociedad civil en España viene acompañada de la debilidad del Estado en la medida en que prima todavía una pauta adscriptiva (la que permite formar parte de una estructura de relaciones sociales) “en la que el individuo sólo cuenta en tanto en cuanto forma parte de un entramado básicamente familiar y clientelar del cual depende” (Subirats (ed.), 1999: 27). Notemos que, si el análisis de Subirats es correcto (y así parecen sugerirlo diversos estudios que comparan el desarrollo del tercer sector en diferentes países) no hay un juego de suma cero entre desarrollo del sector público y el desarrollo de sector voluntario sino que pueden necesitarse mutuamente por las sinergias que habría entre uno y otro. En un trabajo que forma parte de la misma obra coordinada por Subirats a la que venimos haciendo referencia, Mota, a la hora de analizar la tradicional 12 debilidad histórica de la realidad asociativa en España, afirma que “la transmisión intergeneracional de actitudes y valores político culturales a través de la socialización aparece como el principal obstáculo para el desarrollo y la expansión del asociacionismo y la acción colectiva en España, desafiando las cada vez más favorables condiciones que brindan la modernización socioeconómica y la consolidación de instituciones políticas democráticas en el conjunto del país. De modo que un factor tan importante para la emergencia y extensión del asociacionismo voluntario como es el grado de confianza social se revela muy insuficiente de manera constante desde los años setenta (...). La persistencia de la desconfianza social generalizada ha concurrido con una afirmación del proceso de individualización iniciado en la sociedad española durante el desarrollo económico de los años sesenta, lo que se ha traducido en un aumento de los índices de tolerancia y en un avance importante en la aceptación del pluralismo ideológico que son condiciones necesarias para el florecimiento del asociacionismo y de la vitalidad de la sociedad civil. Sin embargo, existen indicios de que el crecimiento del individualismo en España no ha estado ligado a la aparición y desarrollo de valores y actitudes personales que favorezcan la capacidad de intervención del individuo en la esfera pública y la confianza en su poder de transformación social (...). Es en parte debido a esta limitación de la acción colectiva organizada en nuestro país que el compromiso de los españoles con el estado de bienestar sigue siendo muy fuerte (...). Por tanto, las actitudes favorables al cambio de un Estado providencia omnipotente y paternalista, a un Estado relacional, que estimula el compromiso colectivo y la intervención pública desde la propia sociedad civil, aún son muy minoritarias en España de cara a promover las tendencias hacia un mayor protagonismo de la iniciativa social frente a la estatal que se están observando en otras democracias desarrolladas” (Mota, 1999: 40-41). Recogemos este largo párrafo como exponente de un análisis interesante y quizá poco frecuente sobre el desarrollo del tercer sector en España. Con todo, este autor, a finales de los noventa, observa “indicios de expansión y reciente vitalidad del fenómeno asociativo en nuestro país” (Mota, 1999: 37). Nos encontramos, por tanto, con un sector voluntario de larga data y que se ha venido desarrollando en TERCER SECTOR E INTERVENCIÓN SOCIAL: TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS un determinado contexto político, económico y cultural. Con todo, subrayando las matizaciones que aportan los enfoques aportados en los últimos párrafos, entendemos que cabe hablar de una emergencia del sector voluntario en el último cuarto del pasado siglo, también en España. Al analizar este fenómeno se acostumbra a hacer referencia a algunos factores, que recogemos sintéticamente: • Oportunidades en el contexto del proceso de globalización económica, por la crisis, flexibilización y precarización del empleo, por la terciarización de la economía, por la reestructuración en red del tejido económico, por la mayor valoración de activos intangibles en las organizaciones (como el conocimiento) y por el desarrollo de nuevos nichos de mercado vinculados a nuevas necesidades, preocupaciones o demandas sociales. • Apertura de espacios por la crisis o reestructuración del Estado de bienestar, unida a discursos o prácticas diversas como, por ejemplo, la reducción del tamaño del Estado o la desburocratización de los servicios públicos. Mayor plausibilidad de nuevos agentes en propuestas o modelos de gobernanza participativa tras el colapso del socialismo real y, en general, el declive de otros agentes sociales. • Oportunidades en el contexto de la denominada sociedad del riesgo en la que aparecen nuevas vulnerabilidades en el entrecruzamiento complejo de trayectorias individuales cada vez más prolongadas y diversas en un contexto cultural progresivamente secularizado en el que se mezclan y entrecruzan prácticas consumistas y valores posmaterialistas. Veamos ahora, con algunos datos relevantes, a qué situación nos ha conducido el desarrollo del sector voluntario que hemos intentado caracterizar y analizar en las páginas precedentes. En lo relativo al sector voluntario en general, según el estudio dirigido por Ruiz Olabuénaga, en 1995: • Componían el sector no lucrativo en España más de 250.000 organizaciones, • en las que se cobraban cerca de 26 millones de cuotas. • Estas organizaciones contaban con 11 millones de personas asociadas • y con 2,9 millones de personas voluntarias, • de las cuales un millón dedicaba más de cuatro horas semanales a la organización. • Se hablaba en ese momento de 548.366 personas empleadas (el equivalente a 475.179 empleos a jornada completa, un 4,5% de las personas que en ese momento trabajaban en España). • Se recogía, también, un gasto operativo que rondaría el 4% del Producto Interior Bruto (2,8 billones de pesetas). • En una comparación internacional España tendría un sector voluntario de tamaño medio. • Según este estudio la parte del tercer sector dedicada a los servicios sociales rondaría el 30% (Ruiz Olabuénaga, 2000a). Caracterizando el sector voluntario de acción social en España, Pérez-Díaz y López Novo señalan que: • Hay que resaltar el gran peso que tienen unas pocas entidades (las tres primeras entidades del sector representan el 50% de las personas asalariadas y el 64% de las voluntarias) • y el tamaño mínimo de la mayoría de las entidades (en especial en el caso de las asociaciones), • frecuentemente jóvenes (sólo el 9% de las asociaciones y el 40% de las fundaciones se creó antes de 1977, el 51% de las asociaciones y el 35% de las fundaciones se crearon en los noventa), • modestamente complejas y de ámbito local. • Se trataría de entidades con escasa colaboración entre sí (no más del 30% lo hacen regularmente), • con muy poca relación con el mundo empresarial (sólo el 6% de las entidades declaran que mantienen una colaboración constante con empresas) • y con una alta dependencia de la financiación pública, básicamente a través de subvenciones. • Una estimación del total de los recursos humanos del sector sugiere para 1999 una cifra de algo menos de un millón de personas ocupadas en actividades de acción social en el tercer sector (en torno a 200.000 asalariadas y unas 730.000 voluntarias). • Los ingresos económicos del sector en 1999 habrían sido de 5.640 millones de euros (Pérez Díaz y López-Novo, 2003). La imagen que aporta este estudio coincide básicamente con otros anteriores (Fundación Tomillo, 2000). Según el estudio dirigido por Rodríguez Cabrero, • Desde 1992 a 2000 el gasto de las organizaciones voluntarias de acción social se habría 13 FERNANDO FANTOVA duplicado, llegando a rondar los 4.000 millones de euros. • Este estudio, por lo demás, coincide en afirmar la existencia de muchas organizaciones pequeñas y pocas muy grandes. • También señala que las subvenciones públicas constituyen la principal fuente de ingresos. • Este trabajo indica que forman parte del sector voluntario de acción social unas 10.000 organizaciones (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003). A esta caracterización cabe añadir un par de rasgos más: ineficaz estructura de gestión y temporalidad y baja tecnificación en el empleo (Marbán, 2001: 200). Agregando lo señalado por un último estudio diremos que, según Salinas, “la consolidación y expansión de las organizaciones no lucrativas tiene una repercusión positiva y directa en la creación de puestos de trabajo. El empleo asalariado se caracteriza por ser más flexible y adaptativo que el de otros sectores, frente a las necesidades cambiantes de la realidad social, pero a la vez es un empleo caracterizado por una alta temporalidad y, en buena medida, precariedad. El empleo voluntario disminuye a medida que aumenta el asalariado, y se le considera como trabajo complementario y/o valor añadido en algunas actividades” (Salinas, 2001: 241). Este autor también señala una cierta evolución en las fórmulas mediante las que la administración pública ha externalizado parte de sus servicios, de las subvenciones y convenios (fórmula típica de la década de los ochenta) a los contratos públicos, que, en la década de los noventa, han ido progresivamente ganando terreno. Ensayando una interpretación valorativa a partir de datos como los anteriores, en el seminario del que hablábamos antes compartíamos este diagnóstico: “Refiriéndonos al tercer sector diríamos que su realidad, hoy y aquí, es valiosa pero frágil. Creemos que es una realidad valiosa por la existencia, la persistencia, la vitalidad y la renovación de personas y organizaciones que llevan mucho tiempo haciendo y compartiendo intervención social desde las claves que caracterizan la acción voluntaria. Sin embargo los procesos de desdibujamiento de la identidad en algunas entidades y las a nuestro juicio insuficientes dinámicas de coordinación o simple 14 comunicación entre las organizaciones ofrecen en ocasiones una imagen de fractura y debilitamiento del sector. Desde nuestro punto de vista, tanto el tercer sector como las administraciones públicas se ven sometidos a tensiones en este momento de reajuste o reestructuración (con fuertes amenazas, en muchos casos, de desajuste y desestructuración) de los sistemas de bienestar social en sociedades complejas en las que tienen que responder eficientemente a demandas y exigencias difíciles de compatibilizar que provienen de las diferentes personas y grupos con los que tienen vinculación o relación” (Fantova (coord.), 2003: 5). Así, estudiosos como Ascoli, Ranci y Pavolini advierten fuertes tendencias a la polarización y la fragmentación en el seno del tercer sector de acción social. Así, las exigencias de las administraciones públicas y las dinámicas de mercantilización estarían contribuyendo a configurar un segmento de organizaciones dedicadas al welfare duro, con capacidad de gestión y fortaleza financiera y cada vez más parecidas a las empresas de servicio con ánimo de lucro. En el otro extremo tendríamos a organizaciones de welfare ligero, más de base, con mayor presencia del voluntariado pero pequeñas y poco relevantes desde el punto de vista político y económico (Ascoli y Pavolini, 2000: 827-858; Ranci, 1999: 187). Rodríguez Cabrero, se refiere a la “creciente competencia selectiva por parte de la empresa privada en la prestación de servicios, la conversión del voluntariado en una fuerza social integrada en las políticas públicas, la creciente competencia entre las propias entidades sociales y la crisis de identidad que afecta parcialmente al sector (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 354) y habla de “la fuerza simbólica de lo no lucrativo hoy frente a su relativa debilidad institucional” (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 534). Este autor identifica las siguientes etapas en el proceso de reconstitución del sector voluntario de acción social (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 361-364): • La fase emergente la sitúa en los años setenta, aunque los años precedentes son fructíferos en la movilización en áreas como la discapacidad y había una interesante tradición cooperativista. El crecimiento económico, el auge de las clases medias urbanas y la fuerza emergente del movimiento obrero se tradujeron en una renovada capacidad de movilización y reivindicación de la emergente sociedad civil español. TERCER SECTOR E INTERVENCIÓN SOCIAL: TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS • En los años ochenta, finalizada la transición política y consolidado el sistema de democracia representativa, el sector sociovoluntario entra en una fase de consolidación (ciertamente desigual y fragmentada), pero que permite una amplia flexibilidad organizativa en el sector. La desmovilización social hace tomar conciencia de que los nuevos rumbos del sector social exigen consolidar los objetivos reivindicativos bajo formas estables de organización como son las asociaciones y muy pronto estas entidades se incorporarán a la prestación de servicios. Las leyes de servicios sociales de primera generación no reflejarán aún la importancia del sector pero de facto se recurrirá a las organizaciones voluntarias. • La década de los noventa es la fase de expansión del sector de la acción social (fase aún no concluida). Este proceso de crecimiento no altera el hecho de que el conjunto del sector sigue siendo reducido en el imaginario colectivo a las entidades singulares como son Cáritas Española, Cruz Roja y ONCE que con distintos matices institucionales estructuran buena parte del sector y acumulan una parte notable de los recursos económicos y humanos que se movilizan. En esta fase una parte importante de las organizaciones no gubernamentales se convierten en empresas de servicios que colaboran con la administración pública bajo la técnica de la subvención o el concierto. Se consolida progresivamente un modelo mixto de producción del bienestar en el que las entidades sociales ganan peso como prestadoras de servicios públicos y en las que se necesita una gestión económica profesional. • En la actualidad estamos en una fase de institucionalización que ya había empezado en la década precedente, en un período histórico en el que la gestión privada de servicios públicos y sociales se está consolidando y el rol social de las organizaciones no gubernamentales se ve condicionado por la competencia creciente de la empresa privada y por la creciente institucionalización de la actividad voluntaria a través de su juridificación y regulación. La actual fase de crecimiento de las organizaciones no gubernamentales no ha finalizado, pero cabe pensar que en los años venideros se producirá una ralentización y, posteriormente, su reordenación y consolidación. En opinión de Salinas, “en la actualidad el tercer sector dedicado a los servicios sociales estaría cum- pliendo el papel de brazo ejecutor de determinadas políticas sociales del Estado. Comportándose más como una extensión de los servicios sociales que como un tejido social organizado capaz de plantear alternativas e influir en el diseño de políticas sociales” (Salinas, 2001: 240). En opinión de Herrera y Castón, “a pesar del crecimiento numérico y el aumento del peso porcentual en la gestión de los servicios financiados públicamente, las organizaciones del tercer sector en Europa continúan viviendo en una situación de marginalidad” (Herrera y Castón, 2003: 169). En síntesis diríamos que la larga historia de las organizaciones voluntarias, una serie de condiciones contextuales y algunos de los datos aportados por los diversos estudios nos presentan un sector voluntario de intervención social de envergadura e importancia apreciables. Sin embargo, una mirada atenta no deja de descubrir fragilidades y amenazas relevantes que nos obligan a no dar por descontada la coherencia y fortaleza que requeriría el desempeño sostenible del papel que permita considerarlo un verdadero tercer sector en el ámbito de una intervención social entendida como uno de los componentes clave del bienestar social en nuestras sociedades complejas. Las organizaciones voluntarias que hacen intervención social Pasando por un momento de una mirada macro hacia el sector a una mirada micro dirigida a cada una de las organizaciones no lucrativas que hacen intervención social, decíamos en alguna ocasión anterior (Fantova, 2001: 121-122) que iban asemejándose y aproximándose, cada vez más, organizaciones como, por ejemplo, las siguientes: • Organizaciones (sobre todo asociaciones) que nacieron como grupos de ayuda mutua, concienciación ciudadana o reivindicación social y que, en muchos casos, fueron asumiendo la gestión de servicios. Un caso típico es el de las asociaciones en favor de personas con discapacidades, entre las que se ha resuelto de diferentes maneras la tensión entre la dimensión de movimiento asociativo y el carácter de empresa de servicios. • Asociaciones de voluntariado que nacieron para dar respuesta a un problema social de terceras personas y se fueron profesionalizando o tecnificando en la gestión y prestación de servicios, y, eventualmente, cambiando su personalidad jurídica (por ejemplo pasando a 15 FERNANDO FANTOVA convertirse en fundaciones o cooperativas). • Entidades promovidas desde las administraciones públicas en un contexto de privatización de servicios de gestión pública o, al menos, como alternativa a la creación de servicios de gestión pública reivindicados por algún sector o demandados por alguna problemática social emergente. • Organizaciones promovidas por instituciones religiosas, financieras o de otro tipo como forma de realizar su función social. • Entidades surgidas con el fin de proporcionar empleo remunerado a determinadas personas en riesgo o proceso de exclusión, que, a su vez, asumen como campo de actuación el de la intervención social. • Fundaciones de fundador o fundadora individual creadas para responder a determinadas necesidades sociales. Efectivamente, como se ha dicho, nos encontramos ante organizaciones que “han cristalizado desde orígenes muy diversos” (Alonso, 2000: 337). Con independencia, por ejemplo, de su forma jurídica, nos encontramos con organizaciones con una más o menos característica red o entrecruzamiento de contratos o compromisos entre agentes o instancias como las siguientes: • Las personas, familias, grupos y comunidades a los que potencial o realmente va destinada la intervención social (incluyendo segmentos más y menos solventes). • Los entornos familiares, comunitarios o sociales de las destinatarias y destinatarios de la intervención social o de las propias unidades de intervención. • Las socias y socios que forman parte de la entidad y el tejido social del que surgen, incluyendo quienes asumen responsabilidades de gobierno. • Las personas que trabajan de forma profesional y remunerada en la organización y también las agrupaciones de estas personas. • Las personas que trabajan de forma voluntaria en la organización y también las agrupaciones de estas personas. • Los poderes públicos y las administraciones públicas que establecen diversos tipos de intercambios y, en general, relaciones con la organización. • Otras organizaciones del tercer sector y las personas que intervienen socialmente en y desde ellas. 16 • Las empresas con ánimo de lucro relacionadas de una u otra manera con la intervención social que hace la organización voluntaria. • Otros ciudadanos y ciudadanas y, en general, el conjunto de la sociedad. Diríamos que las organizaciones voluntarias que hacen intervención social, hoy y aquí, se están configurando de una manera más o menos reconocible en la medida en que emergen en ese haz o entrecruzamiento de relaciones en el que participan al menos las mencionadas personas o grupos implicados o interesados (stakeholders). Nos encontramos ante un sistema de relaciones o intercambios (económicos, de servicio, de legitimación y así sucesivamente) característico y diferente del de otros tipos de organización. Lógicamente, dentro de ese marco, cada organización se irá escorando de forma más o menos consciente hacia un determinado posicionamiento estratégico (o, si se quiere, antiestratégico) y hacia la correspondiente (o no tan correspondiente) configuración. Entorno Procesos Recursos Efectos Infraestructura Estructura Conocimiento Clima y Cultura Y es que si atendemos a Maturana y Varela cuando hablan de los sistemas sociales como sistemas autopoiéticos o autorreferenciales, vemos que están hablando de “un tipo de fenómeno donde la posibilidad de distinguir un algo de un todo (...) depende de la integridad de los procesos que lo hacen posible (...). La característica más peculiar de un sistema autopoiético es que se levanta por sus propios límites, constituyéndose como distinto del medio circundante por medio de su propia dinámica, de tal manera que ambas cosas son inseparables (...). El ser y el hacer de una unidad autopoiética son inseparables, y esto constituye su modo específico de organización” (Maturana y Varela, 1996: 38-41). Así, entendemos las organizaciones como entrecruzamiento de procesos (de acción y relación) TERCER SECTOR E INTERVENCIÓN SOCIAL: TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS en los que se ponen en juego unos recursos (humanos, económicos, materiales o informacionales) y que desencadenan unos efectos en un entorno a la vez que tienen la consecuencia de estructurar la organización (en términos de infraestructura, de estructura social y de superestructura cognoscitiva, afectiva o cultural) y diferenciarla de dicho entorno (ver arriba el esquema para la comprensión de una organización, de elaboración propia). Aplicando este esquema a las organizaciones no lucrativas que hacen intervención social y salvando las grandes diferencias que puede haber y hay entre unas y otras organizaciones hemos identificado algunas características que nos parecen suficientemente relevantes y comunes (Fantova, 2001:123-149): • Alto grado de interacción entre la organización y el entorno con muchas personas de la organización en contacto directo y permanente con el exterior y, en particular, con las destinatarias y destinatarios de la intervención social. • Complejidad del sistema-cliente (o, mejor dicho, del conjunto de personas y grupos interesados o implicados) de la organización y, con frecuencia, situaciones paradójicas o contradictorias en relación con las necesidades o demandas de diferentes instancias o interlocutores relevantes a quienes la organización ha de dar respuesta. • Frecuente referencia a un territorio de tamaño reducido o a un grupo poblacional determinado y próximo. • Potencialidad pero también vulnerabilidad de las personas que hacen la intervención social en la medida en que penetran profundamente en toda una variedad de espacios y momentos de la vida de las personas y comunidades desde posiciones de poco reconocimiento o estatus profesional o institucional. • Coexistencia de personal remunerado y personal voluntario así como coexistencia de trabajadoras y trabajadores procedentes y no procedentes de redes sociales con las que está conectada la organización (y por tanto, presumiblemente, diferentes grados y tipos de compromiso). • Fragilidad, en general, en términos de activos financieros y materiales. • Interesante patrimonio de competencias y, en particular, de competencias relacionales adquiridas en buena medida gracias a la pertenencia o cercanía a los grupos y comunidades con las que se interviene desde la organización. • Variedad de experiencias de gestión de la calidad, gestión de recursos humanos, gestión de las relaciones y gestión del conocimiento. • Coexistencia más o menos pacífica o conflictiva entre la estructura de participación (por ejemplo de socias y socios) y la estructura de gestión de las actividades de la organización (con peso de trabajadoras y trabajadores). • Importancia otorgada a la base de valores de la organización con dificultades, sin embargo, de preservar y reinventar los valores en las sucesivas etapas de maduración, profesionalización y estructuración de la organización. Intentando plantear un posible esquema evolutivo que encontramos en las organizaciones no lucrativas de intervención social hemos propuesto las siguientes cuatro etapas (Fantova, 2001: 149-150): • Organizaciones que están en su prehistoria como organizaciones no lucrativas de intervención social. Se trataría de entidades que todavía no han comenzado a prestar servicios o realizar intervenciones de una mínima envergadura, pero que están constituidas o en proceso de constitución, que empiezan a tener profesionales y a entrar en relación con las administraciones públicas. • Organizaciones, normalmente pequeñas, que estarían, por decirlo así, en fase de lanzamiento. Están volcadas en la prestación de servicios y, por decirlo de alguna manera se vive una situación descrita en términos de que todo el mundo hace de todo. Es relevante la tracción del grupo iniciador que normalmente se caracteriza por un saber hacer la tarea. Suelen tener peso los elementos ideológicos. • Organizaciones de una cierta consolidación que se han estructurado estableciendo una división de funciones. Con el crecimiento, la estructuración y la profesionalización han ido ganando peso los elementos técnicos y atemperándose los ideológicos. La división de funciones y la incorporación de nuevo personal han contrarrestado la preponderancia del grupo originario, a la vez que han sido necesarios conocimientos no vinculados con la tarea específica de la organización. • Organizaciones que, a partir de una primera consolidación han emprendido procesos de cambio en la organización, de diversificación de servicios y clientes, de reflexión estratégica, 17 FERNANDO FANTOVA de establecimiento de alianzas o de trabajo en red. Se trataría de organizaciones que conjuran los peligros de la burocratización, mercantilización o disolución de la organización ensayando diversas maneras de gestionar el cambio. No podemos ocultar, en todo caso, que no son pocas las organizaciones que no adquieren una mínima estructuración y que se disuelven de nuevo en el tejido social del que surgieron. De igual modo hay no pocas organizaciones a las que la atracción fatal del mercado o de las administraciones públicas convierten en meros apéndices o instrumentos del uno o el otro sector. Se trata de procesos de desnaturalización de las organizaciones voluntarias que han sido colonizadas por lógicas diferentes de la que les es propia. Una organización voluntaria mercantilizada o burocratizada, un tercer sector agarrotado por dinámicas clientelares o nepotistas, están dejando de aportar ese valor añadido del que hablábamos. Con esta mirada micro y con la anterior mirada macro, hemos intentado aproximarnos a la realidad de ese sector voluntario con cuya definición, delimitación y claves de desarrollo hemos comenzado estas páginas. Veamos ahora con más detalle cuál es el papel que se plantea para el tercer sector de acción social en las situaciones y en los discursos actualmente vigentes en materia de política social. E intentemos ir pensando en qué medida y en qué sentido puede el sector voluntario de intervención social cumplir uno u otro papel. Entendemos que la pregunta es pertinente pues de la respuesta que reciba dependerá en cierto modo la calidad de vida y el ejercicio de derechos de un buen número de personas y, en alguna medida, la calidad democrática y social de nuestra convivencia y de nuestra ciudadanía. El contexto de la actual política social como marco y el papel del tercer sector Señalaremos, en principio, que en este texto entendemos la política social como política pública. Cuando hablamos de políticas públicas nos referimos a orientaciones de la actuación pública, y, en nuestro contexto, emanadas de los poderes públicos. Ahora bien, asumiendo el concepto enunciado por Habermas de nueva esfera pública, entendemos que la formación y el desarrollo de las políticas públicas no se realiza en el interior de las administraciones públicas convirtiéndose el resto de agentes o instancias en meras destinatarias, ejecutoras o es18 pectadoras de las mismas. En materia de políticas públicas podemos encontrarnos, en la práctica, con procesos de producción más o menos participativos y con políticas más o menos explícitas, pero no es casual la cuestión se plantee cada vez más en términos de gobernanza, aludiendo a la necesidad de reconceptualizar la gestión pública y la planificación social en situaciones de creciente complejidad, interconexión y multipolaridad. Estamos hablando, por tanto, de la posibilidad de un gobierno multinivel y de una gestión pública en red (Subirats y otras, 2002: 409). Y, cuando hablamos de red, estamos hablando de nuevas tecnologías de la información y la comunicación y también de nuevas realidades sociales en un contexto que hace entrar en crisis muchos de los límites y jerarquías establecidas en las organizaciones y sistemas. Afirmar, en todo caso, la posibilidad y la necesidad de la participación y la legitimación no supone la disolución de las legitimidades y responsabilidades. Por otra parte, hay que entender que cuando los poderes públicos formulan, implantan y evalúan políticas públicas lo hacen, lógicamente, en el ámbito de su competencia y respetando la autonomía de los diversos agentes o instancias. Además, no hay que olvidar que las parcelas a las que se refieren las diversas políticas públicas tienen muchas intersecciones y se atraviesan recíprocamente. Por todo ello se revela como especialmente necesario atender al proceso dialógico de formación de las políticas como garantía de la mejor adecuación de las diversas políticas y de las sinergias que puedan darse entre ellas. Centrándonos ya en la política social, según Gallego y otras, “en un sentido estricto, el campo de las políticas sociales se extiende, por una parte, a las intervenciones públicas sobre el plano laboral, es decir, sobre las pautas de inserción y exclusión de las personas en los mercados de trabajo y, de otra, sobre el conflicto distributivo, es decir, sobre las tensiones derivadas de la asignación de todo tipo de valores, recursos y oportunidades entre los grupos y colectivos sociales (...). Hay que destacar que las políticas sociales no se agotan en la interacción entre Estado y mercado (...). El mercado no es el único espacio generador de desigualdades, como tampoco es la única esfera social más allá de los poderes públicos. El Estado de bienestar tiene, de hecho, múltiples papeles en el espacio complejo formado por las esferas pública, mercantil, familiar y asociativa. TERCER SECTOR E INTERVENCIÓN SOCIAL: TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS Las políticas sociales podrán desmercantilizar ciertos procesos, de la misma manera que pueden desplazar al ámbito del Estado actividades realizadas previamente por las familias o por el tejido asociativo. O, en sentido inverso, el Estado de bienestar puede operar como un factor de remercantilización, pero también de privatización familiarista o comunitaria de funciones anteriormente absorbidas por la esfera pública (...). En síntesis, las políticas de bienestar se conforman como espacios de gestión colectiva de los múltiples ejes de desigualdad -de clase, de ciudadanía, de género, etc.- que atraviesan las múltiples esferas -pública, mercantil, asociativa, familiar- que presentan las sociedades avanzadas de principios del siglo XXI” (Gallego y otras, 2002: 14). En cuanto a las orientaciones actualmente predominantes en las políticas sociales en nuestro entorno político, económico y social, asumimos que nos encontramos en un momento de reestructuración de los sistemas de bienestar construidos en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Aquellos sistemas se construyeron según un modelo que basculaba en gran medida sobre el trabajo remunerado y con derechos como herramienta de inclusión, como otorgador de ciudadanía económica y social (junto a la política) y como espacio en el que se trazaba la que se consideraba divisoria central entre sujetos enfrentados. Notemos que este modelo se construye en buena medida en un contexto cultural de posguerra (con sus correspondientes valores) y sobre la base también de un determinado modelo familiar (el que ha sido denominado de varón sustentador). Se asume que a partir de los años setenta el modelo entra en crisis y empezamos a hablar de sociedad postindustrial, postfordista, postmoderna. La crisis es denominada e interpretada de diferentes maneras pero, en todo caso, su manifestación principal es que el modelo es cada vez menos capaz de incluir. El desempleo empieza a crecer y empezamos a escuchar, cada vez más, hablar de dualización y de exclusión. En cierto modo podríamos decir que es el propio éxito del modelo y los cambios que desencadena en la calidad de vida, la salud, los valores, la situación económica o los modelos familiares el que está, en cierta medida, en el origen de la propia crisis. Crisis que, en todo caso, tiene mucho que ver con una revolución tecnológica y un proceso de globalización de la economía. Crisis que también viene dada por el incremento del impacto ecológico del propio desarrollo. Avanzando en el tiempo y con palabras de Rodríguez Cabrero, diríamos que “desde los primeros noventa, el nuevo marco es el de la globalización que se corresponde con un proceso de mutación de las fuerzas productivas a nivel mundial que ha modificado el modelo anterior a dos niveles: congelando la oferta de consumos públicos (lo que denominaremos Estado de Bienestar) (...) y segmentando los consumos privados en base a mayores dispersiones en la distribución de la renta en la que el Estado juega un papel más pasivo” (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 45-46). En este contexto “las políticas sociales de orientación grupal o categorial han ido ganando fuerza” (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 51), lo cual, según este autor contribuye a la segmentación de las políticas sociales en función de la distinta capacidad de movilización y presión, en un contexto, por cierto, de “remercantilización de los derechos sociales” en el que “la lenta pero imparable conversión de las clases medias funcionales en clases medias funcional-patrimoniales tiende a minar los fundamentos materiales e ideológicos del Estado de Bienestar en pro de un Estado de Bienestar liberal-patrimonial crecientemente diferenciado y fragmentado” (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 51). En palabras de Alonso, “El Estado se convierte (...) en un Estado remercantilizador, gerencialista, emprendedor y empresarializador (...), workfare state” (Alonso, 2000: 333). En el caso español hay que señalar que todo este proceso se da de forma simultánea y entrelazada con la descentralización del Estado. Ante esta situación: ¿qué hacer? Se diría que el modelo de referencia en este momento, especialmente en lo que tiene que ver con lo que estamos denominando intervención social, sería el de la gestión pluralista o el modelo mixto del bienestar, en el que encaja la reivindicación de un importante papel para el tercer sector. Estas propuestas no representarían una especie de vía intermedia entre los términos clásicos de la dialéctica público-privado (privado con ánimo de lucro, se entiende), sino más bien una superación de modelos de bienestar primordialmente basados en esa dinámica y en esa dialéctica Estadomercado, en el que ambos polos juegan a un juego de suma cero. Desde el concepto de lo mixto, la aparición de nuevos agentes en el sistema de bienestar no se lee, necesariamente, en términos de privatización o precarización, sino que puede ser interpretada: 19 FERNANDO FANTOVA • como una dinámica de respuesta adecuada a la complejidad de los problemas y recursos y a los diferentes tipos de necesidades y bienes; • como un incremento de oportunidades para las personas y los grupos; • como un aprovechamiento de la oportunidad que da la disminución de los costes de transacción en la economía informacional; • como una ocasión para que las personas involucradas (destinatarias, trabajadoras u otras) puedan construir trayectorias individuales flexibles y ricas en una sociedad red en la que verdaderamente haya redes que recojan y proyecten a las personas que lo necesiten en cada momento en que sea necesario. Desde las propuestas del modelo mixto se acostumbra a criticar la mercantilización de la respuesta a las necesidades sociales o, como es el caso actual en España, la sobrecarga de muchas familias, y en particular de muchas mujeres, que están asumiendo en buena medida la provisión, no remunerada, de toda una serie de cuidados y atenciones. Ahora bien, también es común desde ese discurso la crítica de las paradojas sistémicas y dinámicas perversas de la que podríamos llamar administración de la inserción, mediante la cual un sistema estructuralmente excluyente encarga a una de sus partes que se ocupe de la inclusión. Tomando unas palabras de Habermas, diríamos que “la socialdemocracia (...) se ha visto sorprendida por la específica lógica sistémica del poder estatal, del que creyó poder servirse como un instrumento neutral, para imponer, en términos de estado social, la universalización de los derechos ciudadanos. No es el estado social el que se ha revelado como una ilusión, sino la expectativa de poder poner en marcha con medios administrativos formas emancipadas de vida” (Zubero, 1994: 165). El modelo mixto se plantea como un sistema más amigable con la familia y las redes sociales informales y, en general, como un sistema menos institucionalizado y más flexible. Y, por tanto, más capaz de gestionar esas situaciones paradójicas de las que hablamos. El discurso de lo mixto y del tercer sector aparece también desde la conciencia de la necesidad de crear las condiciones éticas, culturales, comunitarias, sociales o prepolíticas de la solidaridad (entre sexos, entre generaciones, con las generaciones futuras, con las personas en riesgo o proceso de exclusión social, en el trabajo, en la comunidad, a nivel in20 ternacional y así sucesivamente) en las sociedades de la cultura de la satisfacción. Se plantea, por tanto, como una nueva manera de unir lo social con lo cultural y también como una nueva forma de unir lo económico y lo social (economía social) y de unir lo social y lo político (participación, partenariado, gobernanza). Así, por ejemplo, en un sugerente artículo, Vidal propone un modelo DIN-A-3 de Estado de bienestar. Modelo dinámico de solidaridad como superación de un modelo distributivo o asistencial y de un modelo insertivo o normalizador. Modelo a tres, en el que se da una relación sinérgica entre mercado, administración y tercer sector. Modelo propio de una sociedad del riesgo, de una sociedad reflexiva, de una sociedad informacional y de una sociedad reticular. Modelo para la construcción de comunidades creativas, pluralistas, convivenciales e inclusivas en las que sean posibles las diversas trayectorias personales de ciudadanas y ciudadanos libres (Vidal, 2003). Sin embargo frente a la visión positiva y promisoria del modelo mixto no faltan las alertas críticas. Ciertamente bajo esa etiqueta de modelo mixto pueden caber muchas cosas. Así, en opinión de Noguera, por ejemplo, la comunitarización del bienestar no se realiza ni mucho menos al mismo ritmo que la mercantilización o la familiarización, con lo que estamos ante un falso pluralismo, o un pluralismo sesgado y hegemónico en favor del mercado y, en todo caso, de una familia cada vez más sobrecargada (Adelantado (coord.), 2000, capítulo 14:7). Según Rodríguez Cabrero, “el mercado amplia su espacio material y refuerza su peso ideológico al extender la lógica mercantil en forma de cuasi-mercados en el Estado de bienestar y en la propia esfera relacional (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 28). Este autor nos invita a “preguntarnos si estamos realmente reconstituyendo la sociedad civil o, por el contrario, estamos aumentando la responsabilidad de la sociedad en cuanto a los efectos sociales de la crisis pero sin que realmente se extienda y profundice la participación ciudadana” (Rodríguez Cabrero (coord.), 2003: 33). Según Marbán, “la lógica competitiva del proceso de globalización económica, el recelo de las clases medias urbanas sobre un Estado fiscalizador, y la transformación del ciudadano en usuario-consumidor preocupado por un menor coste en los servicios y en reducciones impositivas, están presionando hacia un mayor reforzamiento de la sociedad civil en su versión lucrativa que en la parcela de lo altruista” (Marbán, 2001: 174). TERCER SECTOR E INTERVENCIÓN SOCIAL: TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS La metáfora podría ser la siguiente. Tenemos una persona joven que, con cierta facilidad, entra y sale del mercado de trabajo. Gana dinero pero difícilmente puede plantearse el adquirir una vivienda en propiedad. Compra un coche veloz con el que tiene un grave accidente. La sanidad pública altamente tecnificada le salva la vida pero, pasados unas semanas le da el alta y vuelve a su casa afectado por una grave discapacidad. Su familia le atiende con escaso apoyo público en materia de ayuda a domicilio. Finalmente la solución es la contratación precaria de una persona inmigrante que con lo que gana mantiene a su familia en el país de origen. A partir de esta metáfora la pregunta es: ¿qué significa o puede significar el pluralismo del bienestar para la reconstrucción y construcción de las redes o mallas de seguridad, de los apoyos o sistemas de bienestar que necesitan las diferentes personas y grupos que aparecen en la historia? Rodríguez Cabrero caracteriza de la siguiente manera los servicios sociales como caso concreto de producción mixta de bienestar (Rodríguez Cabrero, 2000: 13): • “En primer lugar, se trata de un sector donde históricamente el sector privado ha tenido un peso muy importante en la prestación de servicios, sobre todo residenciales, si bien con alto nivel de dependencia financiera del sector público. En ese sector privado las organizaciones religiosas y las entidades voluntarias tiene un peso específico si bien en los últimos diez años la oferta mercantil está ganando cuotas (...) Se trata de una oferta atomizada y con un bajo nivel de concentración lo que incrementa los costes de transacción (...). • En segundo lugar se trata de un sector ampliamente descentralizado (...). • Tercero, estamos ante un tipo de población muy diversa en cuanto a colectivos, caracterizados en general por la debilidad económica y a veces por la exclusión y con distintos niveles de expresión de las demandas, es decir, una capacidad de movilización muy diferenciada en la que las organizaciones de personas mayores y discapacitados ocupan el primer plano y los inmigrantes económicos la última y casi invisible posición. Es cierto, sin embargo, que en los últimos años el envejecimiento de la población y sus consecuencias en cuanto a dependencia física y mental, están ampliando la población objetivo tradicional (pobres y excluidos) a grupos amplios de población de las clases medias. • Finalmente, se trata de un sector de baja implantación comparativa, con ratios de cobertura muy modestos y donde el acceso a los servicios se rige por la comprobación de recursos (asistencialización) y no por la materialización de un derecho subjetivo universal”. En resumen, según este autor “las características del sector son las del privatismo dependiente, descentralización subordinada, diversidad grupal ampliada y bajo nivel de cobertura” (Rodríguez Cabrero, 2000: 13). Abriéndonos a un contexto europeo, recogemos una caracterización del modelo emergente en este mismo campo, que, según Ranci se caracteriza por: • “el intento de combinar intervenciones de transferencia monetaria a las familias con prestaciones de servicios finales con el fin de sostener el trabajo familiar e informal de cuidado (cash and care); • la introducción de una distinción cada vez más clara entre las funciones de financiación (que queda en el Estado, aunque haya una diversidad de fórmulas previstas de financiación), la de encargo o adquisición (que viene, plenamente o parcialmente, conferida a los ciudadanos) y la de la gestión (que viene descentralizada a agencias privadas, sean lucrativas o no lucrativas); • la introducción de mecanismos competitivos y de formas de regulación contractual en la relación entre financiadores, adquiridores y proveedores: • la concesión de una mayor capacidad de elección a los ciudadanos, a través de la atribución de un mayor poder de adquisición (bajo la forma de asignaciones de cuidado (assegni di cura) o de vouchers) y el alistamiento de procedimientos de acompañamiento y de consulta dirigidos al empowerment de los sujetos más desventajados; • la introducción de medidas de sostén económico (sea de parte de la demanda o de parte de la oferta) dirigidas a sostener el incremento y la pluralización de servicios disponibles, así como a la regularización y la profesionalización de los prestadores de servicio; • el intento de realizar, bajo esta nueva base de regulación, un significativo incremento del abanico de beneficiarios, si no con una cobertura universal, sí, al menos, capaz de responder al crecimiento de las necesidades de atención” (Ranci, 2001: 34-35). 21 FERNANDO FANTOVA Sea como fuere, parece claro que, hoy por hoy, nos encontramos ante un escenario abierto en el que la idea de modelo mixto opera más bien como identificación de lo que no parece que vaya a ocurrir. Efectivamente no parece previsible un desmantelamiento de los sistemas, servicios, programas y prestaciones de bienestar; ni tampoco un despliegue de un potente sistema público a la manera clásica en el campo de los servicios sociales y la acción social. Sin embargo, más allá de la intuición de lo mixto, diríamos que está por hacer la estructuración del sistema de servicios sociales y, con él, del más amplio sector de lo que venimos denominando intervención social. Y es que, ciertamente, en más de una ocasión nos ha recordado Demetrio Casado que la noción de sistema implica unas “circunstancias de orden e interacción que están por probar en la acción social y los servicios sociales de España” (Casado, 1995: 426), entre otras razones, diríamos, por la juventud y el rápido crecimiento del sistema. Las fuerzas estructurantes han sido y son débiles. Ni desde los poderes públicos ha habido una apuesta eficaz por un determinado modelo ni otras dinámicas (la investigación y desarrollo llevada a cabo por agentes privados o las dinámicas participativas emergentes desde la sociedad civil, por citar ejemplos que han operado como estructurantes en otros sectores de actividad) han sido suficientemente poderosas. Nos encontramos ante una red no siempre anudada y de geometrías variables con muchos nodos de diferente tamaño y de diferente radio de acción en la que conviven o compiten multiplicidad de tradiciones y culturas, sin que nadie, al parecer, pueda reivindicar el liderazgo, la centralidad o la hegemonía y sin que parezca fácil predecir la evolución futura. Entendemos que la suerte de la intervención social, hoy y aquí, se juega en buena medida en el proceso de estructuración o desestructuración del sistema (o de los sistemas) de servicios sociales, de su construcción o su deconstrucción. Del mismo modo que hay tendencias y discursos que se orientan a la constitución de los servicios sociales como un cuarto pilar del sistema de bienestar (con una envergadura y capacidad equiparables a los sistemas de educación, salud y prestaciones económicas), también hay tendencias y discursos que conducen los servicios sociales a la condición residual de herramienta de control o contención social. El futuro no está escrito y depende, en buena medida, del papel que sean capaces asumir y que se posibilite que asuman los servicios sociales ante fenómenos como la exclusión social, la dependencia, los con22 flictos intrafamiliares o las dinámicas de integración comunitaria intercultural en sus cambiantes configuraciones. De particular relevancia para el futuro del sistema de servicios sociales y, con él, de todo el sector de la intervención social, nos parece el reto de la dependencia, en la medida en que en los próximos años se va a jugar y estructurar el reparto de papeles en la respuesta a ese reto que, como recogía más arriba Rodríguez Cabrero, es el que más fácilmente puede permitir a las clases medias percibir los servicios sociales y la acción social como algo que les concierne y les interesa. Sea como fuere, la conclusión a la que llegamos es que, en lo que tiene que ver con la intervención social, el significado del modelo mixto y el papel que pueda desempeñar el tercer sector en nuestro entorno cercano no son, en absoluto una cuestión cerrada. Hemos descrito un sector voluntario de intervención social de considerable envergadura e importancia, pero también frágil y fragmentado. Las posibilidades están abiertas y el interés que puede tener la construcción de un modelo mixto sostenible que permita fortalecer la ciudadanía social no parece despreciable. Sin embargo parece claro que la configuración de ese modelo mixto no está suficientemente asegurada. Así, llegamos a la última pregunta y, con ella, a nuestro último apartado: ¿cuáles serían las condiciones de posibilidad para que el tercer sector de acción social desempeñe un papel fuerte y sostenido en el contexto de un modelo mixto de bienestar? Condiciones de posibilidad para un sector voluntario de intervención social Queremos terminar apuntando algunas condiciones de posibilidad para la constitución de un sector voluntario de intervención social que pueda merecer el nombre de sector por su consistencia interna y que pueda desempeñar un papel relevante en el ámbito de la intervención social. Pueden entenderse como retos que identificamos a partir del análisis que hemos intentado articular a lo largo de la reflexión que hemos presentado. Así, tras una primera parte más teórica y un bloque intermedio de vocación descriptiva, analítica e interpretativa, finalizamos con una parte decididamente propositiva. La primera condición de posibilidad tiene que ver con el impulso de las políticas públicas en materia de servicios sociales. Desde nuestro punto de vista, la importancia de los retos que tienen ante sí los servicios sociales obligan a un esfuerzo político y presupuestario de las administraciones públicas TERCER SECTOR E INTERVENCIÓN SOCIAL: TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS si se quiere que el sistema de servicios sociales esté en condiciones de ofrecer respuestas de calidad y apreciadas por la ciudadanía. Parece difícil imaginar un fortalecimiento del tercer sector de acción social en nuestro entorno en ausencia de un reforzamiento del compromiso público en materia de servicios sociales. Un compromiso que se traduzca en garantía de derechos y en incremento de recursos. Mas para que ese incremento de los recursos y esa garantía de los derechos repercuta eficaz y eficientemente en las destinatarias y destinatarios de la intervención social y para que se incorpore sinérgicamente la aportación del tercer sector, es necesaria una política pública que apueste por la estructuración del sistema de servicios sociales y del sector de la intervención social en general. Esa apuesta por la estructuración supone optar por un modelo en el que se vayan definiendo de forma participativa y dinámica (pero suficientemente clara y estable): • los aspectos que se reservan a la gestión pública directa, • aquellos servicios que se contratarán en mercados sociales (con sus correspondientes cláusulas sociales que puedan favorecer, por ejemplo, a las organizaciones no lucrativas), • aquellas cuestiones en las que se practicará la acción concertada (mediante convenios entre administraciones públicas y organizaciones no lucrativas) y • el espacio propio del accionar autónomo del tercer sector con mayor o menor apoyo de las administraciones públicas, por ejemplo mediante subvenciones. Lógicamente una política pública en materia de acción social no se agota en una extensión y garantía de derechos, en un incremento de recursos y en una estructuración que clarifique el reparto de papeles entre agentes o esferas. Éstos habrían de ir articulados con otros componentes como: • el fomento de las actividades de investigación, desarrollo e innovación; • la gestión proactiva de la imagen de los servicios sociales; • la gestión integral de los recursos humanos o • la reforma de la administración social, por señalar algunos ejes significativos (Para un desarrollo pormenorizado de propuestas sobre políticas públicas de servicios sociales ver Casado, 2002: 75-131). Ahora bien, el sector voluntario de intervención social, además de participar en la construcción y el desarrollo de las políticas públicas en materia de servicios sociales, está interesado también por las políticas públicas en relación con el propio tercer sector. En palabras de Muñoz Machado, “la gran expansión del movimiento no lucrativo se ha producido en España arrostrando los promotores una notoria inseguridad jurídica, que deriva de las oscuridades e insuficiencias de la regulación existente en una larga etapa de transición que llega casi hasta el final del siglo XX” (Muñoz Machado, 2002: 737). Dentro de este capítulo, por ejemplo, Vernis da por bienvenida la reciente (2002) legislación española sobre fundaciones y sobre régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo, mas considera que “aún están lejos de la legislación de otros países” (Vernis, 2003: 330). Hay que notar, sin embargo, que el tratamiento fiscal especial de entidades del tercer sector está en el origen de casos de utilización espuria e instrumental de las formas jurídicas del caso, lo que redunda en un desprestigio y sospecha que en ocasiones se extiende sobre un considerable número de organizaciones. Sea como fuere, parece necesitarse una actualización de la legislación en relación con el tercer sector y, posiblemente, un tratamiento global del sector como tal por parte de los poderes públicos. Entendiendo siempre que, desde un esquema relacional como el que hemos asumido en este trabajo, cada una de las esferas ha de ser cuidadosa a la hora de programar su influencia en las otras, lo cual vale, en este caso, para la influencia del sector público en el sector voluntario. En el seminario que hemos tenido ocasión de mencionar en algunas ocasiones, se proponían las pautas de la confianza, la reciprocidad y el reconocimiento de la alteridad, como claves para esta relación de ida y vuelta, de partenariado, de sinergia entre el tercer sector y las administraciones públicas. Continuando con las que consideramos como asignaturas pendientes para que podamos hablar, en toda la extensión y profundidad de la expresión, de un sector voluntario de intervención social, hemos de mencionar el incremento de las relaciones y los vínculos entre las propias organizaciones voluntarias. Las voces del tercer sector de acción social suenan al unísono en pocas ocasiones todavía en nuestro entorno, pese a haber estimables iniciativas de coordinación a diferentes escalas y en torno a diferentes ejes de interés. Es necesario, por ello, incrementar la cantidad y mejorar la calidad de los esfuerzos que cada una de las organizaciones hace 23 FERNANDO FANTOVA para gestionar sus relaciones con otras organizaciones y articularse sectorialmente. Y uno de los ejes que está llevando a las organizaciones no lucrativas de acción social a agruparse es el de la mejora de las relaciones laborales y de la situación laboral en el sector. El sector voluntario de intervención social debe hacer un esfuerzo importante de normalización y dignificación de las condiciones laborales de sus trabajadoras y trabajadores y si no se adelanta a hacerlo abriendo potentes canales de comunicación entre entidades, trabajadoras y trabajadores, mundo sindical y administración pública, los acontecimientos irán por delante y es muy posible que se incremente el número de conflictos en los que todas las partes salgan perdiendo. Por lo demás, la asignatura pendiente de la gestión de las relaciones con otras organizaciones y de la articulación sectorial no es, posiblemente sino una parte de un fenómeno más amplio como es el de la insuficiencia de la gestión estratégica en las organizaciones voluntarias de intervención social en nuestro entorno. Es necesario un mayor grado de reflexión sobre la diferenciación estratégica y el posicionamiento estratégico que tiene y que busca cada entidad. Como hemos visto, la complejidad y heterogeneidad del tercer sector obliga a que cada una de las organizaciones defina y construya una identidad, una estructura y unas relaciones sostenibles y que adopte el consiguiente esquema estratégico que le permita funcionar y desarrollarse. Las organizaciones voluntarias de intervención social, cada vez más, habrán de ser capaces de construir participativamente y comunicar eficazmente respuestas propias. Está en buena medida por desarrollar en nuestro sector voluntario de acción social una cultura y una praxis de la reflexión estratégica • que introduzca mayor participación y racionalidad en los procesos de toma de decisiones, • que incorpore en mayor medida la mirada a medio plazo, • que comprenda mejor la necesidad de renunciar coherentemente a unas determinadas alternativas de diferenciación y posicionamiento si se ha optado por otras, • que se plantee con mayor rigor la cuestión de la escala adecuada en función de los fines y del entorno (y las posibles alianzas y fusiones), • que recoja con sensibilidad y procese con agilidad la información relevante desde un punto de vista estratégico, • y así sucesivamente. 24 Lógicamente todo ello está relacionado con otro reto que es el de la modernización de la gestión de las organizaciones no lucrativas de intervención social. La casi absoluta omnipresencia que la referencia a las empresas convencionales tiene en el campo del conocimiento sobre gestión realmente existente obliga al sector no lucrativo de intervención social a incrementar su protagonismo en la recepción, aplicación, producción y distribución de conocimiento útil para la gestión de las organizaciones que forman parte de él. Y es que las personas y organizaciones que saben hacer intervención social tienen una excelente caja de herramientas de partida para involucrarse en tareas de gestión y para realizar un aprendizaje de una gestión cada vez más profesional y científica. Porque, ciertamente, algunas de las tendencias y propuestas con mayor vigencia en el campo de la gestión de organizaciones no pueden sino resultar familiares y fácilmente asequibles para las personas y organizaciones de la intervención social. Ello se ve, por ejemplo, en: • la centralidad que, cada vez más, se otorga a la relación interpersonal en la gestión, • la conciencia de la necesidad de utilizar una variedad de indicadores de evaluación además de los económicos, • el creciente valor que se reconoce a los activos intangibles de las organizaciones (conocimiento, sentimientos, valores), • la incorporación de la perspectiva de género, • el desarrollo de la ética corporativa o • el énfasis en el liderazgo participativo. Sin embargo hay que reconocer que en las organizaciones voluntarias de intervención social de nuestro entorno hay que seguir dando pasos como, por ejemplo: • una mayor integración y potenciación de las herramientas y sistemas de planificación, • una gestión económico-financiera más proactiva y ambiciosa, • una cuidadosa aplicación del marketing a la amplia variedad de relaciones e intercambios en los que está involucrada la organización o • una recepción y reinvención de la gestión por procesos, excesivamente escorada, en muchos casos, por sus aplicaciones prioritariamente industriales. Párrafo aparte merece, en todo caso, otra de las condiciones de posibilidad del desarrollo sostenible de las organizaciones no gubernamentales de TERCER SECTOR E INTERVENCIÓN SOCIAL: TRAYECTORIAS Y PERSPECTIVAS intervención social, como es el de la gestión de la cultura. No cabe duda de que en el origen de todas las organizaciones voluntarias de acción social hay una base de valores compartida. Sin esa energía moral sería incomprensible un fenómeno tan complejo (casi se diría que milagroso) como el surgimiento de una organización, en nuestro caso voluntaria y de intervención social. Sin embargo ese capital cultural de partida hay que gestionarlo, con herramientas variadas como la supervisión, la selección, la acogida, la formación, la promoción, la comunicación u otras. Los valores compartidos que hicieron posible el nacimiento de la organización (y de las redes de organizaciones) han de ser necesariamente contaminados, compartidos, reinventados y actualizados. Por otra parte, como último reto que hemos identificado, diríamos que las organizaciones voluntarias de intervención social están obligadas a preocuparse por la reproducción del tejido social solidario del que nacieron. No basta que en el origen de la organización hubiera una chispa de solidaridad en algún lugar del tejido social pues si las organizaciones voluntarias de intervención social no se preocupan de la nutrición de ese humus solidario que las hizo posibles, antes o después dejará de llegarles el alimento que de él reciben y se irán difuminando y perdiendo sus señas de identidad. No cabe un consumo irresponsable de la energía solidaria presente en las socias y socios, en las voluntarias y voluntarios, en las entidades, empresas o instituciones que colaboran con la organización o en el electorado que apoya políticas solidarias. Hay que orientar las estrategias y las actuaciones de la organización a la reproducción y la reinvención de esa dinámica de solidaridad. Conclusión Con estos retos que acabamos de presentar finalizamos esta contribución, entendido como una contribución más dentro del trabajo, el estudio, el diálogo y el debate que va teniendo lugar, cada vez con más fuerza, en la comunidad científica, institucional y profesional interesada por la realidad, el desarrollo y la mejora del sector voluntario que hace intervención social y, en última instancia, en la construcción de una sociedad cada vez más democrática y participativa en la que encontremos sitio, en la que obtengamos respuesta a nuestras necesidades y en la que podamos ejercer nuestros derechos todas las personas. Bibliografía ADELANTADO, J. (coord.)(2000): Cambios en el Estado del Bienestar. Políticas sociales y desigualdades en España. Barcelona, Icaria. ALEMÁN, M.C. Y GARCÍA SERRANO, M. 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FECHA DE RECEPCIÓN: julio 2005 FECHA DE ACEPTACIÓN: marzo 2006 29 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 73 / Marzo / 2006 / P. 31-44 Naturalizaciones violentas Análisis de algunas paradojas existentes en las investigaciones psicológicas y sociales en fenómenos complejos como la violencia escolar1 Violent naturalizations Analyzing some paradoxes in psychological and social investigations dealing with complex phenomena such as school violence1 TERESA MATUS2 Proyecto FONDECYT ° 1040694 “Figuras estructurales de la violencia escolar: hacia una recuperación de la subjetividad educativa”. Resumen El argumento consiste en mostrar cinco paradojas acerca de las formas de interpretación de la relación violencia y cultura. Lo anterior es relevante ya que si se asume un posicionamiento dicotómico, la violencia vendrá siempre de los bárbaros y la civilización en cuanto cultura propondrá soluciones. Lo anterior invisibiliza que la cultura puede provocar violencia. Esto cobra especial importancia en las investigaciones acerca de la violencia escolar. Palabras claves: relación violencia y cultura - investigaciones sociales - perspectivas epistemológicas - violencia escolar Abstract The argument consists on showing five paradoxes about the forms of interpretation of the relationship between violence and culture. This is outstanding since if one assumes a dichotomical position, the violence is every time assumed as coming from the barbarians and the civilization as culture will propose solutions. The above-mentioned makes invisible the fact that the culture can cause violence. This charges special importance in the investigations about the school violence. Key words: relationship violence and culture - social investigations - epistemological perspectives - school violence “Toda naturalización encierra un gesto de violencia. El grito de guerra que pide la integración de las ciencias es expresión de desamparo, no de progreso y se vuelve tan riesgoso y ciego como la total fragmentación” (Theodor Adorno) Lo anterior constituye la premisa central a desarrollar. Ella busca iluminar algunas paradojas existentes en las formas de investigar el fenómeno de la violencia escolar en sus diversos ámbitos y desde diferentes disciplinas en el Chile de hoy. ciones entre las diversas disciplinas, como por ejemplo las existentes entre psicología y sociología. Ya que tan erróneo resultaría pedirles unificación total, como una exposición radicalmente autónoma. 1. Primera paradoja: la relevancia que tienen en los estudios sobre violencia escolar las rela- Según Katz y Kahn el 80% de las fallas de una investigación se deben a dimensiones que no se 1 Seminario sobre Violencia Escolar, realizada en el marco del proyecto FONDECYT ° 1040694 “Figuras estructurales de la violencia 2 escolar: hacia una recuperación de la subjetividad educativa”. Facultad de Educación, 24 de enero del 2006. Subdirectora de investigación y postgrado. Directora del Programa de Magíster en Trabajo Social, Escuela de Trabajo Social. P. Universidad Católica de Chile. Dra. en Trabajo Social. Universidad Federal de Río de Janeiro. Dra. en Sociología. IUPERJ. tmatus@uc.cl 31 TERESA MATUS consideran en el proceso por ser “obvias”3. Una de ellas y tan riesgosa como el completo solipsismo de las ciencias de la sociedad y la psicología o su insistencia en factores determinantes, es la petición de su sumatoria integrada, bajo la promesa de armonizar un diagnóstico holístico sobre fenómenos tales como la violencia escolar. A esta intención responde la constitución, tanto en la investigación como en la intervención, de los denominados equipos multidisciplinarios, esos profesionales que muchas veces sólo interactúan como equipo al considerar la cercanía de sus oficinas, o en el debate acerca de la primacía decisiva de sus propios puntos de vista. Este ensayo trata, más bien, de explorar las contradicciones existentes allí, en esos choques de lógicas entre expertos, para poder prestar real apoyo a la comprensión de fenómenos como la violencia que, de suyo, es disgregado. Tal como nos recuerda Adorno: “el éxito de la estrategia científica de Freud no deja de basarse a la postre en el hecho que en él a la perspicacia psicológica se le uniera un carácter sistemático. Mientras que justamente la intensión de forzar sus hallazgos hasta abarcarlo todo, hizo madurar el punto de falsedad al psicoanálisis, debe su fuerza de sugestión precisamente a ese afán de totalización”4. En el caso de la violencia escolar, esa presión social por el carácter resolutivo de alguna ciencia, el encontrar el factor causal, el diagnóstico decisivo, está transversalmente colocado en padres, profesores, estudiantes y autoridades públicas. Ahora bien, si las investigaciones sobre el tema ceden a esta cohersión esperanzadora, inevitablemente se falsean. Un ejemplo, es la explicación de la violencia escolar en virtud de diversas psicopatologías, que van desde la intranquilidad constitutiva a factores de neurosis o de mayor perversidad (una especie de recreación juvenil de Linch de sus asesinos por naturaleza). Al colocarlos como síndromes, ayudan a totalizar porque aíslan el supuesto componente de predisposición frente a esfuerzos de los múltiples agentes: padres, compañeros, profesores. Incluso algunos de estos últimos, olvidaron o en verdad nunca leyeron (según su universidad de formación) clásicos como la Didáctica Magna donde, con esa antigua lucidez de los oficios, Juan Amós Commenio colocaba una regla de oro como desafío al plantear que: “la tarea del maestro es enseñarles todo a todos”5. En este mismo sentido, hace ya casi un siglo que Lukács concebía la esquizofrenia como una consecuencia extrema de la enajenación social del sujeto respecto de la objetividad. Consecuentemente, la psicología, a veces, sigue apareciendo sólo como perturbación, como patología. No es raro entonces que lo normal emerja simplemente como un sustrato residual, sobre lo cual hay poco, por inusual, que decir y los verdaderos psicólogos sean los que se dedican a desbrozar las explicaciones acerca del carácter de los violentos. Sólo que a la inversa de investigaciones como “La Personalidad Autoritaria6”, no se basan en las relaciones contradictorias y especulares de individuo y sociedad sino en una especie de introyección individual que emerge de la separación de los actos sociales o de la preponderancia del individuo como factor centralmente explicativo. Entre otras consecuencias, “la separación de los actos sociales en los que se reproduce la vida de los hombres, y ellos mismos, les impide llegar a ver el mecanismo y los deja a merced de una sentencia, según la cual todo se reduce al ser humano mismo”7. De allí que se apele en algunas instancias (y en numerosas recomendaciones de estudios) a que los usuarios superen sus impulsos violentos usando, at límite, su voluntad (algo así como un llamado a liberarse de la pulsión sexual mediante el deporte). El reverso de esta recomendación, pero sustentada en la misma lógica, es una suerte de comprensión clínica, debido justamente a su tipología, transformándose en una especie científica y anticipatoria de voluntad disculpada8, ya que esas desviaciones las llevarían determinados jóvenes inscritas, al modo de una ley kantiana, en el corazón. Pero, a diferencia de Kant, no ven que ellas están allí como un imperativo colocado por la preponderancia de la regla social que se transforma en moral colectiva. De este modo, cuando se reflexiona sobre la relación entre teoría de la sociedad y psicología, en reiteradas ocasiones no se hace sino señalar a ambas disciplinas su lugar dentro de la sistemática de las 3 Katz, Daniel y Kahn, Robert. The study of organizations. Josey Bass Publishers, San Francisco, 1982. 4 Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 47. 5 Commenio, Juan Amós. Didáctica Magna. Ediciones Salamanca, 1967. Pág. 89. 6 “La hipótesis que presentamos es que las convicciones políticas, económicas y sociales de un individuo conforman a menudo una pauta amplia y coherente, cual si estuvieran unidas por una mentalidad o un espíritu común, esta pauta es la expresión de profundas tendencias de la personalidad”. Adorno, Frrenkel-Brunswik, Levinson, Nevitt, Aron, y Morrow. La Personalidad Autoritaria. Editorial Proyección. Buenos Aires, 1965. Vol I. Pág. 27. 7 Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 50. 8 Para un mayor análisis se sugiere revisar: Savater, Fernando. La Voluntad disculpada. Editorial Taurus, Madrid, 1997. 32 NATURALIZACIONES VIOLENTAS ANÁLISIS DE ALGUNAS PARADOJAS EXISTENTES EN LAS INVESTIGACIONES PSICOLÓGICAS Y SOCIALES EN FENÓMENOS COMPLEJOS COMO LA VIOLENCIA ESCOLAR ciencias y “las dificultades que plantea su relación de tratan como cuestiones de los modelos conceptuales que hay que aplicar en cada caso”9 Ya el propio Parsons, en el sentido trazado por Weber, percibe con agudeza “lo inadecuado de muchas explicaciones psicológicas al uso de lo social”10. Por otra parte, “las Ciencias de la Sociedad y de la Psique, en la medida que avanzan sin vinculación alguna entre ellas, incurren comúnmente en la sugestión de proyectar sobre su sustrato la división del trabajo cognoscitivo”11. Si bien la separación entre sociedad y psique es falsa conciencia, como se demuestra claramente en una serie de investigaciones12, los seres humanos no son capaces de reconocerse a sí mismos en la sociedad ni ésta en sí misma, por ello “sus relaciones cosificadas se les presentan como un ser en sí”13. De allí el peligro de interpretaciones que, por ejemplo, intentan mostrar la violencia escolar como un asunto de familia y bajas condiciones económicas donde la Escuela tendría poco que resolver. Como claramente lo coloca la directora del Programa Valoras: “Cuando un colegio atribuye a afuera lo que está pasando dentro, es un mal colegio. Un buen colegio reconoce y se da cuenta de que el fenómeno de la violencia es algo que está en sus manos”14. También constituye un riesgo, el análisis de una serie de características de la violencia escolar asociados a actos delincuenciales, como se observa con frecuencia en los estudios de Paz Ciudadana, ya que van a reforzar un mapa donde el problema de la violencia estriba ya sea en la proximidad fatal de un mal barrio, o de una propensión psicológica del propio sujeto en cuestión. De este modo, al no considerar el que la fuente de denuncias judiciales de estos comportamientos proviene justamente de comunas de sectores medios bajos y bajos, ya que en las comunas de sectores medios altos y altos los mecanismos con que se opera con otros (llamados de atención, atención médica o psicológica espe- cializada, cambio de colegio) y sólo se denuncia en casos extremos; se reitera una oposición entre bárbaros y civilizados. Como lo coloca en otro ámbito, prístinamente Perez de Arce a propósito de la polémica por los reavalúos fiscales: “a las comunas altas, donde gana la oposición y son habitadas mayoritariamente por gente de derecha, que en general es más civilizada....se mudan los izquierdistas cuando quieren vivir tranquilos”15. Por tanto, la seguridad no sólo es una cuestión de civilización sino de tendencia política, donde una preserva el orden y la otra impulsa el caos. Esta línea de análisis en relación con la violencia es lo suficientemente antigua en nuestra cultura para que ya Diego Portales sostuviera que, “el principal resorte de la máquina disciplinaria era la distinción entre lo que él llama en sus cartas los buenos y los malos, aludiendo al carácter bellaco de los pipiolos, soberano obstáculo para el avance del orden”16. Mientras que las leyes sociales no pueden extrapolarse a partir de hallazgos psicológicos, en el polo opuesto, el individuo no es un simple sustrato de la psicología sino que es siempre soporte de las determinaciones sociales que lo marcan. Las diferencias específicas de los individuos son tanto marcas de la presión social como cifras de la genética o de la libertad humana17. El asimilar el fenómeno de la violencia escolar a una cuestión de carácter, o a la distribución de golpes (el que los da, el que los recibe) de cada uno de los individuos constituye un velo social, que opaca la cadena de montaje sistémico en que ella se teje: los dilemas de la desigualdad social, el deterioro de las condiciones en que se ejerce la docencia, la re-estructuración de la educación al tornarla dependiente de los municipios en 1978, la caída de la movilidad social por la educación, de Ibañez a esta fecha; el estrellón de los sueños colectivos, la historicidad que no resiste fidelidades inhabitables18. 9 Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 40. 10 Parsons, Talcott. “Psychoanalysis and the social structure”. The Psychoanalytic Quarterly. Vol XIX. Número 3 , 1950. Págs. 371 y ss. 11 Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 41. 12 Adorno: La personalidad autoritaria, Goffman: Estigmatización y prejuicio, Horkheimer y Flowerman: Estudios sobre el prejuicio, Wieworka: Estudios sobre la xenofobia. 13 Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 42. 14 Mena, Isidora. Psicóloga. Directora del programa Valoras, de la Universidad Católica de Chile. Entrevista revista YA. El Mercurio martes 21 de febrero del 2006. Pág. 28. 15 Perez de Arce, Hermógenes. “La izquierda se viene con todo”. Columna de opinión. El Mercurio. Miércoles 22 de febrero de 2006. Pág. A3. 16 Góngora, Mario. Obra citada. Pág. 44. 17 Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 46. 18 Respecto de la noción de fidelidades inhabitables, revisar: Guillebaud, Jean.Claude. La traición a la Ilustración. Editorial Manantial, Buenos Aires, 1995.Págs. 32 y ss. 33 TERESA MATUS Así, el culto al psicologismo es el complemento a la deshumanización: “la ilusión de los impotentes de que su destino dependa de su constitución natural”19. Irónicamente, en la ciencia donde ellos buscaban individuarse como sujetos, se vuelven a transformar en objetos. Esa psicología interior (con o sin los componentes orientales que a veces la acompañan) independizada del exterior, se ha convertido en una verdadera enfermedad para una sociedad que la busca sin cesar y que está ávida por escuchar sus discursos en torno a la violencia escolar, donde se pondrá el acento en las distinciones entre individuos violentos, víctimas y testigos de la violencia. Se trataría entonces de saber contener y desplazarse entre esos estereotipos. Ante esta extendida situación en los estudios, concebida incluso como algo natural y sustantivo, cabría recordar a Nietzsche al sentenciar que “la locura es algo raro en los individuos, pero constituye la regla en grupos, partidos, pueblos y épocas”20. Ahora bien, cuando este psicologismo se expone con metodologías analíticas se llega al verdadero paroxismo, al poder evidenciar sus supuestos con gráficos y diagramas. Allí nos llenamos de explicaciones de coeficientes, de tendencias, de probabilidades, de correlaciones, de dispersiones, de cartografías de ubicación de esos individuos en la ciudad, de sus sectores de proveniencia, de la distribución de estas patologías en colegios municipalizados y estrictamente privados. Los colores, la profusión de las impresiones, la celeridad del ritmo de la presentación (que apenas les permite a los oyentes más rápidos copiar uno de cuatro gráficos) recrea un ambiente de veracidad pseudofáctica difícil de cuestionar. En ese núcleo de cristalización individual, las conjeturas no se hacen esperar, medidas y refutadas desde su propio patrón. La sociedad ha acuñado en él la individualización, y ésta participa en su destino como una relación social, en la que impera la maldición de la fragmentación y la ilusión de ahorrarse las contradicciones, mediante una lectura científica objetivada a través de los datos. Sin embargo, si se los observa con detención muchas de esas características de la violencia escolar, reposan sobre un soporte estructural (aunque con técnicas computacionales de última generación) 19 20 21 22 23 que ya ha sido duramente criticado en las ciencias sociales y la filosofía contemporánea. Asimismo, es posible encontrar en algunos de esos estudios, un centro expresado en un deber ser (cómo tendría que ser un joven, una escuela, una familia) y en una especie de anillos de mayor dimensión (como al tirar una piedra en el agua) se van componiendo las diferencias en una jerarquización moral que lleva a homologar violencia con los márgenes. “El mandato freudiano donde era Ello, debe hacerse Yo21 contiene algo de vacío estoico, de falta de evidencia. El individuo ajustado a la realidad, sano-normal, es tan poco firme ante la crisis como poco económico es el sujeto racional económico. En la medida en que el sanado se asemeja a la totalidad demente, se vuelve de verdad enfermo, sin que aquél en el que fracasa la cura estuviera por ello más sano”22. Cuando lo anterior sucede, es como si en el campo de la violencia escolar la psicología hubiese abrazado con ardor el lado de esos padres que, o bien responden con una sonrisa irónica a las ideas de altos vuelos de sus hijos, o bien confían en que la vida les enseñe modales, y que consideren más importante ganar dinero que formarse ideas estúpidas. No hay que olvidar que la teoría psicológica de los mecanismos de defensa se inserta dentro de la tradición de la vieja enemistad burguesa contra lo espiritual23. De ese modo, como en el cine, al ver Quien quiere ser John Malkovich, el techo es bajo, y presiona a que los jóvenes se curven ante la imposibilidad de otros sueños. Sin ver esa enorme y rígida arbitrariedad, muchos de ellos, aún sin reconocerla como tal, se rebelan. Es allí, justo cuando aparece la contestación, el garabato, la respuesta altanera, el golpe, el des respeto hacia una autoridad reiteradamente no legitimada sino de facto, que se habla de jóvenes violentos y se les explica solipsistamente ya sea por mecanismos de caracterización psicológica o social. Así, las ciencias escurren el bulto frente a un fenómeno como la violencia escolar: “tratando catárticamente largo y tendido al paciente pudiente que puede pagar, al pobre, en cambio, que rápidamente ha de estar de nuevo en la arena del combate por la sobrevivencia, se le dan ciertas ayudas sociales y alguna psicoterapia breve -una división que al rico Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 50. Nietzsche, Frederic. Más allá del bien y del mal. Aforismo 156. Editorial Alianza, Madrid 1982. Freud, Sigmund. Nueva serie de lecciones de introducción al psicoanálisis. Lección 31. Volumen 15. 1944 Pág. 86. Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 53. Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Págs. 72 y 73. 34 NATURALIZACIONES VIOLENTAS ANÁLISIS DE ALGUNAS PARADOJAS EXISTENTES EN LAS INVESTIGACIONES PSICOLÓGICAS Y SOCIALES EN FENÓMENOS COMPLEJOS COMO LA VIOLENCIA ESCOLAR lo convierte en neurótico y al pobre en psicótico”24. El teatro de lo absurdo, se convierte así en realista, pues la transformación de lo social en algo interior y aparentemente atemporal lo convierte ficticiamente en lo más concreto que existe. De esta forma, la separación entre sociología y psicología es incorrecta y correcta a la vez. Incorrecta por aceptar sin más la renuncia al conocimiento de la totalidad que ordenó esa separación; correcta en la medida en que registra la fractura, que se produce de hecho, en forma demasiado profunda como para permitir una precipitada unificación conceptual25. Por su parte, la sociología cuanto más prescinde de los sujetos y su espontaneidad, con mayor exclusividad se debe enfrentar a un objeto cosificado, dando como resultado una sociología sin sociedad donde los hallazgos sólo dicen algo interpretados desde una ley fundamental. La denominada sociología empírica sostiene su objetividad en los métodos, no en lo investigado. Por tanto, la posibilidad de incurrir en aporías es muy alta. Nuevamente acá, el fantasma de un sólido estructuralismo aparece reiteradamente aunque sea revestido de nuevos ropajes. Bajo la presión social, la sociología se entontece y muchas veces sólo reivindica lo siempre igual, fracasando ante la experiencia de lo específico26. Con esto la sociología le brinda en bandeja de plata a la psicología una oportunidad, ya que en la medida en que torna invariante los sucesos históricos, lo psíquico, por el contrario, se vuelve suceso histórico. De allí que justamente de estos elementos estén hechas las noticias y sus pautas editoriales, de expresiones individuales más o menos extremas (dependiendo de la época y de la competencia de narrativas) pero caracterizadas todas como acontecimientos noticiosos. Pareciera que la historia contemporánea de los telediarios estuviera constituida por dos sustratos: uno psíquico y el otro biológico. Así, entre las grandes gestas de personas, o los crímenes, o las transgresiones y las explosiones de la naturaleza (deshielo, maremotos, contaminaciones y desastres naturales, como si la acción humana en ellos fuese inocente) se perdiera una posibilidad de lectura donde los procesos y las formas de integración social hablen de una relación explíci24 25 26 27 28 29 ta con los movimientos de integración sistémicas27. Lo anterior se concreta en la exclusión por principio de lo nuevo, en la reducción a lo que ha sido alguna vez, en una especie quijotesca de reiteración. 2. Segunda paradoja: La importancia de las formas conceptuales de interpretación de la relación violencia y cultura. Si se asume un posicionamiento dicotómico, la violencia vendrá siempre de los bárbaros y la civilización en cuanto cultura propondrá soluciones. Lo anterior invisibiliza que la cultura puede provocar violencia. Si, por ejemplo se coloca una estructura ideal de familia, un núcleo de orden en el centro del orden social y si esto es definido como un bastión cultural, la violencia vendrá en una relación directamente proporcional con los márgenes, y la interpretación actuará graduando la gravedad. Asimismo, si se define el hogar como lugar seguro, lo más riesgoso será la calle. Esto invisibiliza uno de los principales hallazgos en Chile en materias de violencia y género: uno de los sitios más riesgosos para las mujeres es su entorno doméstico, ya que el 79% de los casos de violencia contra mujeres ocurridas en el país los agresores no sólo son conocidos, sino muchas veces una especie de enemigo íntimo28. En este mismo sentido, si la violencia escolar es una consecuencia exclusiva de factores socioeconómicos y rebeldías ante estos sistemas de exclusión social, nos quedamos sin explicación, como lo muestran García y Madriaza29 frente a los condicionantes de esta violencia en los jóvenes de sectores altos. Siguiendo los ejes de ese argumento que cruza las relaciones de violencia y cultura, uno puede disponer de una serie variopinta de naturalizaciones: • Naturalizaciones, como ya se expuso, de aquella psicología que se centra en patologías individuales y estereotipos, muchas veces de carácter estructural, con todo el problema que ello tiene ya que entonces surgen los violentos, así como aparecen los bárbaros, sin mayor explicación social, radicalmente construidos por su individualidad. • Naturalizaciones de lo social: donde la violencia escolar se explica según niveles so- Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 76. Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 53. Adorno, Theodor. Escritos Sociológicos I. “Sobre la relación entre sociología y psicología” Ediciones Akal Madrid, 2004. Pág. 56. Habermas, Jürgen. Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1989. Págs. 56 y ss. Informe Sernam 2002. Santiago de Chile. García, Mauricio; Madriaza, Pablo. Sentido y Propósito de la violencia escolar de los cuicos. Análisis estructural del discurso de estudiantes agresivos del nivel socioeconómico alto. Revista de Psicología. Universidad de Chile. Santiago, 2005. 35 TERESA MATUS cioeconómicos, olvidando la ya clásica oferta de desigualdad. Como expone Peña en su columna llamada Alger, el embustero30, y en la entrevista del 12 de febrero a la Nación: “nuestra educación eterniza las desigualdades ya que las escuelas están diseñadas al compás de la cuna”31. Sin embargo, los análisis de Peña se topan con la arraigada y difundida creencia en Chile que es justamente en el esfuerzo del escolar donde radica la posibilidad de éxito, en esa especie de síntesis cultural acuñada periodísticamente en la fórmula del vamos Chile que se puede, y que constituye una fuente enorme de exculpación de un sistema que debe ser claramente investigado desde bases más complejas. Donde las excepciones, que llenan las páginas de los diarios acerca de la resiliencia de algunos estudiantes provenientes de escuelas públicas o la fórmula del profesor Alquinta, no hacen más que confirmar la regla de la existencia de Chiles distintos en oportunidades y calidad de formación32 . • Naturalizaciones que provienen de los expertos en la denominada cultura juvenil, como si esto existiera en forma radical y constituyera un universo cerrado33. Donde las explicaciones se basan en supuestas particularidades adolescentes distintivas. Como si el resto de la población no estuviera propenso a la rabia, donde concretamente no se esté ni ahí con lo social en que cohabitan, como si en ese resto y en las relaciones fosilizadas de trabajo y expoliación no existiera la violencia, el tener que guardar silencio, como si no fueran comunes en su base, las experiencias de humillaciones de la jerarquía y de los pares. Como si la estética, la gordura, la pinta, no se convirtieran en padrón de contratación laboral. Como si en las pesadillas o esperanzas colectivas no se apareciera el mismo mercado con sus diversas estrategias de seducción. Como si la experiencia de un tiempo hamletiano, fuera de sus ejes, no tuviera como sujetos tanto a los estudiantes que ven la escuela como una rutina del sin sentido, tanto y con proporcional desventura como los cesantes ven asomarse otro día sin empleo. Como si ambos en la feliz expresión de Ciorán no estuvieran y se sintieran: caídos del tiempo34 Como si la angustia del crecimiento no dijera relación con la angustia de envejecer. Estudios donde la comprensión adquiere siempre el adjetivo juvenil como sustantivo, sirviendo éste incluso de base de comparación entre los jóvenes de hoy y los de ayer. • Naturalizaciones de la pedagogía al confundir emancipación con orden, educación con hábitos comportamentales de disciplina, olvidando lo que es enseñar y los tabúes de enseñar35. Donde justamente el sentido político era ir contra la barbarie, procurando abrir mayores posibilidades de contingencia para todos. La escuela no se puede confundir con la familia y si en ésta última se juegan los ejes del amor y de la norma, en el colegio radican las posibilidades concretas de aprender la pasión por la lectura y la escritura y su capacidad para expresarse, elementos constitutivos y fundamentales de la identidad de cada uno de nosotros. “la ideología del éxito, la idea que a cualquiera puede irle bien si se levanta una hora antes que los demás y estudia con deleite, trabaja con dureza y tiene una pizca de suerte, propagada por Horatio Alger, un escritor de novelas didácticas del que, alguna vez, se burló Mark Twain... Al contrario de lo que las historias de ese capellán enseñan, de los niños chilenos que rindieron la PSU y provienen de colegios municipalizados 37.014 no alcanzó los 475 ptos. para postular a un crédito y 30.042 no llegaron a los 450 ptos. Para postular al sistema universitario... Según lo muestra una amplia literatura -Bernstein, Bourdieu, Coleman, Jenks-, la escuela en vez de igualar las oportunidades tiende a reproducir la desigualdad”. Alger, el embustero. Carlos Peña. Vicerector Universidad Diego Portales. El Mercurio, 31 de diciembre del 2005. 31 Entrevista a Carlos Peña. Diario La Nación, domingo 12 de febrero del 2006. 32 “Me crié con muchas dificultades. Soy una prueba de que se puede”. Declaraciones del profesor de Alto Hospicio, Alan Alquinta, quien ganó el concurso que Educar Chile organizó para encontrar al profesor más valorado por sus alumnos. Revista El Sábado. El Mercurio, 7 de enero de 2006. Págs. 32 y ss. 33 No se trata de plantear que en Chile no existan buenas investigaciones sobre jóvenes o que el tema de los jóvenes en la sociedad carezca de interés y relevancia. Cabe apuntar que sólo en Fondecyt existen aproximadamente 24 investigaciones realizadas en los últimos 15 años sobre jóvenes tanto en los ámbitos de sociología, psicología, ciencia política y educación. Interesantes estudios llevados a cabo por ejemplo por Ramos, Sandoval, Valenzuela, Martinic, Gili, Illanes, Serrano, Manzi, Vives; que desde diversos enfoques contribuyen a un diagnóstico más complejo del objeto de estudio. El reclamo apunta contra aquellas investigaciones que trabajan la categoría de jóvenes y cultura juvenil, con casi total prescindencia de un sentido mayor de totalidad, se trata de aminorar las posibilidades de sostener como originales ciertas manifestaciones juveniles. 34 Ciorán, Emil. El tiempo del destiempo. Editorial Trotta. Madrid, 2002. Pág. 34. 35 Adorno, Theodor. Educación para la emancipación. Ediciones Morata. Madrid, 1998. Págs. 65 y ss. 30 36 NATURALIZACIONES VIOLENTAS ANÁLISIS DE ALGUNAS PARADOJAS EXISTENTES EN LAS INVESTIGACIONES PSICOLÓGICAS Y SOCIALES EN FENÓMENOS COMPLEJOS COMO LA VIOLENCIA ESCOLAR • Naturalizaciones de los expertos en familia36, donde ella aparece como el vértice explicativo más profundo de la violencia escolar. Donde a ella se le atribuyen desde la desatención, la intranquilidad de los jóvenes, la seducción por la ingesta de drogas y alcohol, donde se asume un escenario de incomunicación como factor decisivo del desencadenamiento de una reacción en cadena que puede hacer del joven un futuro delincuente. Donde esta explicación se encuentra tan difundida y funda tanta política pública que constituye lo que Güell denomina una “sobre exigencia desproporcionada sobre la familia”37. Así, a la carga existente sobre los ya cansados padres, que muchas veces divisan los días como una carrera continua por dar respuesta a necesidades de todo orden, familiares, laborales, personales (para qué decir en aquellos que son, a la vez, padres y profesores) y que ahora son vistos como los factores causantes del problema. Algo de esto, se encuentra irónicamente dicho en la columna de Marín llamada “Moya culpable”, donde resulta que después de todo, la gente es la responsable, el propio público aparece no como el afectado sino como el causante tanto del retraso de trenes, de obstáculo para que funcione el transantiago, o de la caída de diversos puentes en la región del Maule: por el uso, el uso excesivo de las vías38. En la raíz de esas naturalizaciones se encuentra el olvido de una sociedad contemporánea hecha para el dominio. Por tanto, todo proceso de investigación social en esta esfera, tendría que considerar, de modos diversos, que la violencia opera como elemento, como manifestación, de un proceso cultural complejo que contiene rupturas y yuxtaposiciones sucesivas. Ello requiere analizar cómo la cultura, en tanto interrogante de diferenciación, contiene en sus aspectos de construcción de significaciones y espacios simbólicos, comportamientos y mate- rialidades; vínculos con formas de manipulación y distorsión, de poder e intereses fácticos. 3. Tercera paradoja a considerar: dichos enfoques dicotómicos de la violencia tienen larga data en nuestra sociedad y constituyen una especie de matriz cultural de interpretación, que divide entre “buenos y malos”. Lo anterior reduce y simplifica las interpretaciones complejas al interior de procesos de intervención en violencia. Como ya se expusiera: “para Portales, el principal resorte de la máquina era la distinción entre lo que él llama en sus cartas los buenos y los malos. Los buenos eran los hombres de orden, los hombres de juicio y los que piensan, de notorio amor al país y de las mejores intenciones. Los malos sobre quienes debe recaer todo el peso de la ley, son los forajidos, los lesos y bellacos, aludiendo sin duda a los pipiolos y los conquistadores de cualquier bando”39. Dicha distinción portaliana, tal como lo señala Góngora, fue posteriormente objeto de un condicionamiento sociológico. Así, “Rengifo (quien estuvo con Portales hasta 1835) le escribe a Bulnes, ya presidente electo en 1841, que reina la paz conveniente a los grandes propietarios, los hombres amantes del orden y la tranquilidad pública, pues ya no quedan multitud de aventureros que habían pertenecido a la generación revolucionaria. Manuel Montt, por su parte, le escribe a Salvador Sanfuentes en 1845 que los partidos están reducidos a gente de frac y gente de manta”40. Podemos sostener, entonces, que los esquemas binarios de interpretación tienen antigüedad razonable en nuestro país y que en ellos se reproduce una imagen de una sociedad con un fuerte núcleo de orden en cual se ve amenazado desde los márgenes de alteraciones a su seguridad. Está claro allí que la violencia se semantiza con la ayuda de estas visiones escindidas, haciéndolas aparecer como buscadoras de una posibilidad de emergencia y de desequilibrio del sistema social. A pesar de existir múltiples Nuevamente, no se trata de hacer recaer el peso de la crítica en una generalidad de expertos, hay muchas indagaciones sobre la familia en Chile que contribuyen fuertemente a un diagnóstico más complejo, como las realizadas por Fabiola Cortez-Monroy sobre Nuevas configuraciones familiares: familias recompuestas. Revista de Trabajo Social n° 71 PUC. Santiago, 2003. Págs. 141 y ss. O los variados trabajos de Teresa Valdés en FLACSO, o los aportes a la comprensión de las familias en la historia de Chile en el trabajo realizado bajo la dirección de Rafael Sagredo y Cristián Gazmuri, sobre la Historia de la Vida Privada en Chile. Ediciones Aguilar. Santiago, 2005. 37 Guell, Pedro. Informe sobre el desarrollo humano en chile. Santiago, 2002. 38 Ver la columna de Marín en el Mercurio del Miercoles 22 de febrero del 2006. 39 GONGORA, Mario Ob. Cit. pág. 44. 40 Góngora, Mario Ob. Cit. pág. 45. 36 37 TERESA MATUS estudios como los de Espinoza sobre la Historia de los Pobres de la ciudad41, o la investigación de Ana María Stuven sobre la Seducción del Orden42, o el trabajo de Alejandra Araya sobre Ociosos, vagabundos y malentretenidos en el Chile colonial43; estas argumentaciones dicotómicas siguen teniendo la hegemonía no sólo en el sentido mal llamado común, el de las personas naturales, sino que sigue estando presente con claridad en el juicio de muchos expertos chilensis en violencia. En el Chile de hoy también contamos con toda una suerte de imágenes duales de la violencia que no permiten pasar a un debate que devele el nexo entre sustrato cultural y violencia. Esta lógica se imbrica con la manifestación de un pragmatismo que procura una administración consensual. Ahora bien, un punto importante es que esta lógica esencialista en lo moral coloca, por lo general, dos tipos de recursos frente a los sectores involucrados en sus juicios: o bien los califica de transgresores o si son sectores importantes de la población los coloca en riesgo, es decir, en estado de vulnerabilidad. Es así como lo demuestran diversos estudios, los 1.354.096 jóvenes chilenos hasta 24 años con que el país cambió el milenio son vistos como potencial de futuro pero también de debilidad, agresividad y fragilidad44. Es interesante hacer notar que en el discurso público la presencia peligrosa de jóvenes se ha asociado a la delincuencia, las barras bravas del futboll, la droga, el descontrol; pero no se han dado a conocer, con la misma fuerza y publicidad por ejemplo que existen variaciones fuertes en la estructura del empleo juvenil que, como lo muestra Valenzuela han mudado en dos direcciones bien definidas, donde la primera involucra una reducción considerable del empleo obrero en el sector productivo, por lo que los cambios “llevan el signo de la proletarización y la marginalidad de los jóvenes, cuya intensidad aumenta fuera de toda comparación histórica si consideramos que tales procesos se dan en el marco de niveles de desempleo enormes para los jóvenes, sobretodo en los ochenta y noventa, que en regiones extremas llegan a más del 18%”45. En la década del noventa, más de la mitad de los jóvenes entre 15 y 19 años ocupados figura dentro de las categorías marginales de empleo y entre los 20 y 24 años el desempleo está alrededor de un 20%, todas ellas tasas superiores en más de un tercio de las apreciadas en décadas pasadas. Sin embargo, estas variables sistémicas que afectarían una crítica al funcionamiento de la estructura económica son relegadas a segundo plano y lo que existe es una preocupación enorme por “cuidar a estas personas frágiles46” pero no del desempleo o la falta de oportunidades sino de la grave crisis moral que los afecta: desviaciones sexuales, apatía política, consumismo, drogas, violencia escolar. La propia noción de un acúmulo de factores de riesgo, debe ser analizada para poder desnaturalizarla. Lo que se afirma es que hay formas de leer, de interpretar nuestros problemas que guardan una cierta lógica, que son semejantes en la manera de abordarlos y de postular sus caminos de solución, y que estos recursos binarios se transforman en una evidencia cultural. 4. Cuarta paradoja: La importancia de los imaginarios sociales de la violencia y la urgencia de reconocerlos como construcciones conceptuales que hay que desnaturalizar. Si prima la homologación del imaginario como algo opuesto a lo material, lo que ellos contengan no tendría porqué preocuparnos, ya que es sólo simbólico. Existen en nuestro país una serie de imaginarios donde los violentos vienen de los márgenes, constituyendo ciertas representaciones totalizantes de la violencia. Uno de los primeros pasos para configurar esta construcción, supone achacar la violencia a determinadas personas47. Las manifestaciones de violencia se explican en este marco como una Espinoza, Vicente. Para una Historia de los Pobres de la Ciudad. Ediciones SUR. Santiago, 1988. Stuven, Ana María. La Seducción del Orden. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago, 2000. Alejandra Araya Ociosos, vagabundos y malentretenidos en el Chile colonial. Ediciones LOM, 1999. Valenzuela, Eduardo. “La Exclusión de los Jóvenes”. Documento de Trabajo FLACSO n°28 Santiago,1984. Valenzuela, Eduardo. “La Exclusión de los Jóvenes”. Documento de Trabajo FLACSO n°28 Santiago de Chile,1984. Pág. 86. Relevante resulta colocar que todo el FOSIS para el tratamiento de la pobreza está usando la denominada “Matriz Social de Riesgo”, en su interpretación más liberal y que apunta ineludiblemente más a la protección que al fortalecimiento de competencias como la autonomía y la ciudadanía. En Chile nos debemos un debate serio sobre las concepciones implicadas en las teorías del riesgo y sus diversos enfoques conceptuales, así como sus repercusiones en la intervención social y en la forma que adquiere con ellas una política pública. 47 “Hay que erradicar la violencia porque es una enfermedad que en Chile tiene rebrotes agudos. Pero no es la mayoría del país, son personas insensatas que crean una criminalidad y contra las que hay que actuar con mucha fuerza, con mucho rigor, sin vacilación”. Valdés, Gabriel. Presidente del Senado. Las Ultimas Noticias. Santiago de Chile. 19 de marzo 1991. 41 42 43 44 45 46 38 NATURALIZACIONES VIOLENTAS ANÁLISIS DE ALGUNAS PARADOJAS EXISTENTES EN LAS INVESTIGACIONES PSICOLÓGICAS Y SOCIALES EN FENÓMENOS COMPLEJOS COMO LA VIOLENCIA ESCOLAR forma de concebir la existencia de psicopatías diversas48. Aún más, se puede diferenciar este “tipo de personas” como contrapartida a lo que se podría denominar “nuestra forma de ser nacional”49. A esa manera de encarar el problema se le suma un efecto de dispersión. Ya no sólo caben en la clasificación aquellos “grupos violentistas” sino que la violencia tiene acá una nueva reducción a otro grupo marginal: los delincuentes. Así, lentamente se va conformando ese mecanismo del que Bentham nos porporcionará tantas imágenes: las características del encierro. Desde ya, nos habla de una suerte de exclusión renovada donde el rigor50 ocupa uno de sus lugares centrales51. Extendiendo un poco más círculo se entra de lleno en la relación violencia-extrema pobreza52. Este temor ancestral en Chile al “bajo pueblo”53 y sus agitaciones sociales se plasma hoy, entre otros rostros, en los marginales urbanos54. Incluso al interior de las comunidades de pobladores de barrios de extrema pobreza, algunos ven una división entre “buenos y malos ciudadanos, donde se ejerce una concepción que busca propiciar una suerte de inseguridad ciudadana masiva55. Se da, por tanto, una necesidad de protección de personas que viviendo en sectores populares no comparten una perspectiva de violencia aunque por territorio les toque convivir con “los violentos”. Este enfoque, reiterado cotidianamente por algunos medios de comunicación, sirve de base a una concepción maniqueísta de describir y entender a algunos pobladores en su propio medio56. Ampliando la espiral, otro grupo bajo sospecha en este esquema de disfuncionalidades lo constituyen, sin lugar a dudas, los jóvenes57. Incluso algunas formas de enfrentar el problema de la violencia en mensajes dirigidos a jóvenes han sido hechos con el mismo esquema de división y descalificación que se desea combatir58. Ahora bien, sin duda alguna, el debate en torno a la relación entre jóvenes y violencia alcanzó uno de sus puntos más candentes al presentar el gobierno una medida acerca de bajar la “Las acciones violentas son producto de mentes desquiciadas que sólo buscan dificultar el paso a la reconciliación que el país reclama”. Velasco, Belisario. Subsecretario del Interior. Las Ultimas Noticias. Santiago de Chile. 17 de marzo de 1991. 49 “Estamos en presencia de una desviación, de una violencia de lo más malsana. El atacar en la oscuridad, sin dar la cara, es algo tan opuesto a la forma varonil de los chilenos”. Martinez Busch, Jorge. El Mercurio. Santiago de Chile. 6 de noviembre de 1991. 50 Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Ediciones Siglo XXI. México, 1983. Págs. 58 y ss. 51 “En una sociedad sana al que delinque hay que tratar de recuperarlo y no de pisotearlo. Esto es lo que se debe educar. No se puede seguir acentuando ese rigor insensato de que si uno no quiere la muerte de los delincuentes, quiere la muerte de los carabineros. Aunque concuerdo que no existe una reinserción adecuada del preso en la sociedad, el sostener que no hay que preocuparse de los derechos humanos de los indeseables es abrir una compuerta extremadamente peligrosa de la calificación apriori de los seres humanos”. Galiano, José. Abogado. El Mercurio. Santiago de Chile. 12 de noviembre de 1991. 52“En los últimos 15 ó 20 años se ha generado una concertación nacional de los sectores de extrema pobreza, que provocan y facilitan situaciones de esta índole”. Conclusión seminario sobre paz y seguridad ciudadana. Comuna de la Florida, 2001. 53 Para un mayor análisis ver Violencia Política Popular en las Grandes Alamedas. Gabriel Salazar. Ediciones SUR. Santiago de Chile, 1990. Págs 52 y ss. 54 “El fantasma que hoy recorre muchas ciudades de Latinoamérica no es la imagen de la clase obrera, sino otro tanto más temible: las masas marginales urbanas empobrecidas por la crisis económica que ha golpeado a la Región durante la presente década. El caso de las ‘protestas’ en Santiago en el período 83/85 no fue una excepción. La ‘opinión pública’ y la élite dirigente chilena comparten, en definitiva, una misma sociología de la pobreza, la que tiende a vincular esta condición con una orientación a la violencia. Lo notable del caso es que no hay eh Chile evidencia empírica para sostener esta mitología violentista”. Tironi, Eugenio. “Autoritarismo, Modernización y Marginalidad”. Ediciones SUR. Santiago, 1990. Págs. 179 y ss. 55 “En los sectores populares del país ya prácticamente no hay un sólo hogar que no haya sufrido algún hecho de violencia desde que asumió el Gobierno de la Concertación. Es tan generalizado el pánico y la inseguridad ciudadana en estos sectores que hoy denuncian a carabineros menos del 15% de los hechos delictivos por temor a represalias”. Lavin, Joaquín. Dirigente de la Unión Demócrata Independiente. El Mercurio. Santiago de Chile. 20 de octubre de 1991. 56 En estudios realizados por la Escuela de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile en la comuna de La Pintana, se ha podido comprobar que dichas visiones se han encarnado profusa y masivamente, con expresiones específicas y particulares, tanto entre los dirigentes de juntas de vecinos (en la forma de describir sus problemas y caminos de solución) como en algunos jóvenes (llegando a conformar dicha distinción un eje clasificatorio) y las organizaciones de mujeres pobladoras (usando la dualidad al decidir sus acciones colectivas).Proyecto IAF. 1991. 57 “Algunos jóvenes chilenos entre 15 y 24 años tienen bajas defensas morales ante los movimientos de violencia. Diversos estudios muestran una cierta apatía e indiferencia de los jóvenes frente al fenómeno de la violencia. Esto es preocupante”. Director de la Secretaría de Comunicaciones y Cultura. Las Ultimas Noticias. Santiago de Chile. 9 de junio de 1991. 58 “La campaña de los spots sobre jóvenes y prevención de la violencia delictiva es una campaña agresiva, descalificadora, que divide al mundo entre buenos y malos. Los buenos son los emisores del spot, y los malos ¿quiénes son?”. Fontecilla, María Eugenia. Directora de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. El Mercurio. Santiago de Chile. 12 de junio de 1991. 48 39 TERESA MATUS edad de la imputabilidad penal de 16 a 14 años59. Esto produjo encontradas reacciones. Hubo argumentos de rechazo60 e incredulidad61, pero fueron opiniones minoritarias en relación a una mayoría que apoyó la medida62. Lo paradojal es que si se analizan las estadísticas de los años sobre los que se fundó la medida, es decir del transcurso de la mitad de los ochenta a los noventa, entregadas tanto por el Servicio Nacional de Menores como por Gendarmería de Chile y las realizadas por Carabineros en la Prefectura Metropolitana observamos que es falso que la delincuencia juvenil haya aumentado ya que incluso se muestra una leve baja en los años posteriores a 198863. Ahora bien, desde entonces hasta ahora tenemos otras cifras, que incluso muestran el aumento de la delincuencia juvenil, estamos ad portas de la creación de un nuevo Ministerio sobre Seguridad Ciudadana, pero aún nos debemos en el país un debate más profundo sobre la asociación jóvenes y delincuencia. El imaginario social generado desde hace tantos años no es impune. Un solo dato: en los presos rematados de Colina II, el 78% de ellos tienen el triste record de haber tenido más de 22 años de intervenciones sociales en su trayectoria de vida. Las políticas públicas y los mecanismos de intervención social, no pueden, con esas cifras, reclamar impunidad. En el mismo sentido que en la reforma educacional, en el tratamiento de jóvenes y pobreza, tenemos que preguntarnos sobre quienes son los equipos a cargo de trabajar con ellos y el nivel de su competencia, así como el peso cultural de un bombardeo en la agenda pública, una presión por tolerancia cero, por esa mano dura de otros tiempos, que revisita nuestra democracia, como si esa fuera la salida. Ya que si bien, como lo demuestra Sunkel en sus investigaciones, la prensa no nos dice cómo pensar, nos coloca la agenda y el modo genérico de abordar las cuestiones tratadas. De este modo, en la medida en que la violencia se vea personificada en personas, en grupos, en sectores etáreos o sociales particulares, en psicopatías diversas; es posible generar un efecto de diferenciación con el resto de la sociedad viéndola como una transgresión a un sistema de orden social. El problema adicional, es que este círculo concéntrico se va agrandando e involucra sectores vitales de la población que son vistos aquí no sólo como “violentos” y excluidos de recursos económicos o acceso laboral y social sino que son estigmatizados como transgresores, volviéndose doblemente víctima64. Además, si sumáramos, para tener una noción de volumen de los supuestos “disfuncionales” existentes, éstos alcanzarían más de la mitad de la población chilena. Poniendo el acento en la responsabilidad de los “otros” vemos como la problemática de violencia “Rebajar a catorce años el límite de la imputabilidad penal, extendiendo entre los 14 y los 18 la exigencia de que el juez de menores califique el discernimiento”. Medida Nº10 de la quince medidas anunciadas por el Gobierno el 9 de diciembre de 1991 en relación con “el problema de la violencia”. 60 “Rechazo las medidas de bajar la imputabilidad penal de los menores”. Organización de defensa de los niños internacional. Integrante del Consejo consultivo de la UNICEF. La Nación. Santiago de Chile. 11 de diciembre de 1991. 61 “He reaccionado con incredulidad. Ahora un niño de 14 años podrá ser encarcelado y castigado con penas de adulto. Pienso que esta medida se origina en el desconocimiento que se tiene sobre la cultura de la pobreza. Con esto se castiga más a un niño ya muy castigado: el echado de su casa, que luego abandonó la escuela, que cayó en la prostitución. Lamento que se haya puesto el énfasis en la represión y no en la prevención y rehabilitación”. Avalos, Sergio. Director del Comité de Atención al Menor Encarcelado del Hogar de Cristo. La Segunda. Santiago de Chile. 10 de diciembre de 1991. 62 En los partidos políticos hubo acuerdo entre la UDI, Renovación Nacional y Democracia Cristiana sobre esta medida. El PPD la apoyó con dudas acerca del envío de menores a la cárcel y sólo el Partido Humanista y el Socialista la rechazaron. 59 Número de menores que ingresó a las unidades penales. Fuente: SENAME MENORES/AÑOS 1985 N° CASOS 5.532 Número de menores detenidos por delitos diversos Fuente: Gendarmería de Chile MENORES/AÑOS 1985 N( CASOS 4.674 Número de menores retenidos según causales Fuente: Carabineros. Prefectura Metropolitana CAUSALES/AÑOS Robo Hurto Homicidio Abusos deshonestos Desórdenes 63 64 1986 6.793 1987 7.328 1988 8.704 1989 8.369 1990 8.233 1986 5.931 1987 5.872 1988 6.171 1989 5.863 1990 5.186 1988 2.591 789 63 41 496 1989 2.407 733 85 45 232 1990 2.439 641 50 29 80 Para un análisis mayor de este punto remito al texto de William Ryan: Blaming the Victim. Vintage books. New York. 1971. 40 NATURALIZACIONES VIOLENTAS ANÁLISIS DE ALGUNAS PARADOJAS EXISTENTES EN LAS INVESTIGACIONES PSICOLÓGICAS Y SOCIALES EN FENÓMENOS COMPLEJOS COMO LA VIOLENCIA ESCOLAR puede servir para confirmar la propia adhesión a un orden homogeneizante. Esta visión de “normalización” en una sociedad como la nuestra puede conllevar la imposibilidad de enfrentar nuestros irresueltos desafíos culturales por lograr una identidad colectiva que no intente suprimir las diferencias. El nivel de pragmatismo en que se ha volcado el problema de la violencia no deja pie para adentrarse en esas tareas pendientes acerca de los procesos de identidad cultural. Esto se expresa en el plano de la discusión acerca de la violencia, haciéndola aparecer como una suerte de reivindicación donde cada fracción busca sacar los mejores dividendos políticos posibles65. Por otra parte, se sigue sosteniendo una visión reductiva de un Chile homogéneo que no tiene problemas de heterogeneidad cultural66. El superar estas reducciones y reconocer los supuestos que las subyacen implica una revisión crítica de nuestra historia y un debate abierto acerca de la forma de concebir y relacionarlos con nuestros desafíos culturales. La permanencia de lo binario en este ámbito sería, entonces, una manifestación de los nexos no abordados entre violencia y cultura y, por tanto, una perpetuación de una causal de violencia. Finalmente, se concluye que la forma de legitimación social de la violencia, a través de los sucesivos acercamientos binarios, pone de manifiesto una semantización del orden eminentemente oligárquico. En ella existe una apropiación del polo cultural como el núcleo del orden, de la “civilización” y éste, a su vez, presenta como límite un polo más asociado a la naturaleza, que sería el reducto de la violencia. Es claro que “la pobreza”, “las etnias”, “la delincuencia”, “los jóvenes”, pertenecerían a este extremo al que se le puede aplicar, gradualmente, la noción de barbarie. Por lo tanto, la distinción se ejerce entre el núcleo de lo humano y el de lo nohumano. Estas formas de interpretación evidencian que la diferenciación opera como mecanismo de exclusión, la “derecha” plantea un orden sin la “izquierda”, el orden del sistema se logra reprimiendo lo escindido. Luego, el consenso entre perspectivas supuestamente diversas está basado en un acuerdo fundante: compartir el esquema dual de distinción. Podríamos decir, que es un acuerdo que se realiza entre iguales, donde sólo hay matices en la operatoria con el polo de la naturaleza. Esta visión, ligada desde antiguo a la oligarquía nacional (y compartida por sectores opuestos, sólo que en una lógica invertida) nos enfrenta a un desafío radical: encontrar caminos de salida de una postura que siempre verá amenazante todo despliegue de conflicto y que, llegado el momento, legitimará el uso de la fuerza para reestablecer el orden. Allí, es imposible que en las diferencias se establezca la comunicación, aquella donde lo diferente es compartido67. Estas evidencias culturales abren un cuestionamiento a las formas asumidas por “nuestra modernidad”. En ello influyen, decisivamente, las maneras de plantearse la pregunta, las maneras de semantizar el problema. Esto se articula con los modos de concebir la razón68. Mientras se reduzca el concepto de razón a una racionalidad instrumental (planteándose, de esta forma la necesidad del retorno a la unidad valórica perdida), o se intente pasar a –lo otro– de la razón ya sea en su matriz amigo/enemigo69 o en la “Quien sostenga que la violencia es un problema reciente en Chile y que antes no existió, incurre en un juicio temerario y no puede sino presumirse que tan infundada aseveración busque dividendos políticos”. KRAUSS, Enrique. Ministro del Interior. La Nación. Santiago de Chile. 10 de diciembre de 1991. 66 “Queremos mostrar a Chile como un sólo país: confiable, moderno y exitoso. Con una economía abierta, de gente culta. Un País de grandes consensos, con una transición exitosa a la democracia y sin grandes conflictos religiosos, políticos o étnicos. Un Chile creativo, serio, frío y apto para los negocios. Por eso el símbolo del iceberg”. MESCHI, Carlos. Gerente de Chile Expo Sevilla 92’, explicando el lema de “Chile: modernidad helada”. 67 ADORNO, Theodor. Sobre sujeto y objeto, en Consignas. Editorial Amorrortu. Buenos Aires,1985. Pág. 169. 68 García, postula que a los modos de concebir la razón se asocian distintas formas de entender la relación del poder y la violencia. “Pienso que entre las tareas del presente está lograr construir una alternativa que escape al dilema cuyos cuernos son una democracia conservadora que frente a todo conflicto e intento de transformación agite el peligro de la violencia, y los proyectos que sostengan la inevitavilidad de ésta frente a una democracia refractaria a los proyectos de la mayoría”.GARCIA, José Fernando. “RAZON, PODER Y VIOLENCIA EN LA FILOSOFIA CONTEMPORANEA”. Colección Los Cuadernos. Universidad Nacional de Rosario. Argentina, 1990. Pág. 17. 69 “Como la concepción de política de Carl Schmitt, donde ésta se encuentra directamente referida a la crítica radical de la razón, donde el enemigo es un otro radical, existencialmente distinto, un extranjero que debe ser negado en su vida o siguiendo la terminología hegeliana, el enemigo es la ‘diferencia ética’. Con el calificativo de ‘existencial’ Schmitt quiere indicar que en dicha relación no es posible mediación alguna, particularmente de tipo normativo. El enfrentamiento con el enemigo es inevitable, porque su simple existencia entraña la negación del propio ser. Ninguna proposición ‘objetiva’, ‘imparcial’ o ‘neutra’ es posible frente a la agrupación amigo/enemigo. Toda pretensión de mantenerse al margen de ella o mediar es una máscara, un disfraz que disimula una opción o un descompromiso incapaz de percibir lo esencial de la relación política. Es inevitable, pues, la participación existencial en el conflicto y no hay posible justificación a esa opción, que se fundamenta a sí misma”.GARCIA, José Fernando. “RAZON, PODER Y VIOLENCIA EN LA FILOSOFIA CONTEMPORANEA”. Colección Los Cuadernos. Universidad Nacional de Rosario. Argentina, 1990. Pág. 24. 65 41 TERESA MATUS fragmentación y transparencia de algunas posturas postmodernas70 se vuelve difícil salir de los límites del esquema planteado, ya que, como plantea García, en aquellas versiones de la razón que significan una crítica radical a sus pretensiones o una ruptura con el mundo de la vida cotidiana, poder y violencia son coextensivos71. Para encontrar caminos de salida se requiere, por tanto, adentrarse en un concepto de razón que procure el establecimiento de mediaciones y analizar la posibilidad de gestar una sociedad más amable en una matriz cultural que se resiste a aceptar la posibilidad de una diferencia legítima72. 5. Quinta y última paradoja: La investigación y los procesos de intervención social son procesos de categorizaciones simbólicas, que contribuyen a la producción de subjetividades y la constitución identitaria. Por tanto, si se las considera sólo como aporte en el nivel más superficial de la empiria, esa importante dimensión de contribución científica se torna casi invisible. Sin lugar a dudas, uno de los consensos en diversos ámbitos es que para intervenir en fenómenos sociales complejos como la violencia, se requiere de equipos multidisciplinarios. De allí que es necesario, pero no suficiente constituir equipos técnicos y profesionales. Hay que discutir las matrices lógicas en que cada uno de ellos ve y analiza el fenómeno: • Así por ejemplo, si tomamos un caso de violencia escolar y al adolescente que ha sido víctima se lo lleva a un médico, no podemos pasar por alto que éste se rige por el padrón: vida/muerte. De allí que si un joven, viene caminando a su consulta es imposible para él, que le ocurra nada grave. Las lesiones, por tanto, son clasificadas desde este parámetro. • Si el incidente tomó un carácter público y el director del Colegio lo denuncia a carabineros, ellos acostumbrados a diferenciar según las alteraciones al orden público, y a la categorización de los delitos, puede que no le concedan demasiada importancia a una denuncia que no resultara en un delito grave o a la inversa, que una pelea escolar se transforme en un asunto oficial y penitenciario73. • Ahora bien, si el problema fue lo suficientemente grave para constituir delito, y se lo lleva a la justicia, los abogados, formados en la matriz clásica del derecho, tenderán a visualizar el problema en términos de una lógica de inocencia y culpabilidad, de víctima y acusado; lo que obstaculiza analizar más complejamente la propia constelación de la violencia escolar. • En el caso que sea una escuela pública y de sectores bajos e intervenga un trabajador social, formado en una matriz diferenciadora de factores económico-sociales, tenderá, por lo general, a atribuir a estas dimensiones, un papel de variables causales en el fenómeno de la violencia, actuando éstos a veces, incluso como principios explicativos. • Por otra parte, un psicólogo, dependerá de la perspectiva que asuma (gestáltico, conductista, psicoanalista en sus distintas tendencias, etc.) visualizará de muy distinto modo un fenómeno como la violencia escolar. De esta manera, se va gestando lo que Foucault denomina, un archivo explicativo74. En el caso del “Paradojalmente, la posición agresiva del postmodernismo contra la ideología fracasa en su intento por erradicar -e implicitamente postula- la perspectiva totalizante que buscaba abolir, terminando así por contradecirse. Rechaza la crítica de la ideología, pero termina introduciendo una suerte de crítica ideológica en su ataque a las metanarrativas y en sus análisis de diversos fenómenos sociales que parecen ocultar una realidad más profunda... Así, estas concepciones socavan hasta tal punto las diferencias entre al iluminismo y la manipulación, entre la verdad y la ideología, entre la razón y la dominación, que ellas mismas no pueden sobrevivir a su propia crítica”. LARRAIN, Jorge.” POSTMODERNISMO E IDEOLOGIA”. Revista de Estudios Sociales. CPU Nº70 trimestre 4. Santiago de Chile, 1991. Págs 25 y 26. 71 GARCIA, José Fernando. “RAZON, PODER Y VIOLENCIA EN LA FILOSOFIA CONTEMPORANEA”. Colección Los Cuadernos. Universidad Nacional de Rosario. Argentina, 1990. Pág. 27. 72 Para un mayor análisis ver: Matus, Teresa. La intervención como gramática. Revista Trabajo Social Nº71. 72 Para un mayor análisis ver: Foucault, Michel. Yo, Pierre Riviere... Ediciones Península. Barcelona, 1989. 72 Autés, Michel. Les Paradoxes du travail social. Editions DUNOD. París, 1999. Pág. 241-242 72 Autés esa. Cultura y violencia en Chile. Revista Persona y Sociedad. ILADES. Volumen VII N°4 Santiago de Chile, 1993. Págs. 133 a 183. 73 Interesantes aportes los de investigaciones sobre violencia escolar portoriqueña, ya que en la isla, desde hace unos diez años se ha estimulado crecientemente la presencia de policías a la entrada de las escuelas, donde ellos tienen el poder no sólo de intervenir revisando las mochilas de los alumnos, sino de frenar las peleas ocurridas en los patios. En las escuelas que han asumido estas medidas la violencia escolar se ha incrementado y la autoridad de los profesores en el establecimiento ha disminuido drásticamente, convirtiéndose la experiencia escolar en una experiencia de lidar con los códigos policiales. 74 Para un mayor análisis ver: Foucault, Michel. Yo, Pierre Riviere... Ediciones Península. Barcelona, 1989. 70 42 NATURALIZACIONES VIOLENTAS ANÁLISIS DE ALGUNAS PARADOJAS EXISTENTES EN LAS INVESTIGACIONES PSICOLÓGICAS Y SOCIALES EN FENÓMENOS COMPLEJOS COMO LA VIOLENCIA ESCOLAR parricidio de Pierre Riviere, Foucault yuxtapondrá los discursos médicos, de la prensa, de los legisladores, de la familia, de los vecinos, los diarios escritos por el propio Riviere en la cárcel, preguntándose cómo trabajar con esas lógicas que chocan diversa y desigualmente. Lo anterior es muy importante para que las personas que acuden a estos servicios, que ya han sido afectadas por un incidente de violencia escolar, para que no sean doblemente maltratadas por un sistema de intervención contradictorio. Asimismo, los usuarios tienen derecho a saber desde qué enfoque van a ser vistos y cuál es la posibilidad de una intervención exitosa Ahora bien, si la categorización social se realiza en términos estigmatizadores, esos sujetos llevarán esa marca en forma persistente. De allí que estudiar los modelos de investigación e intervención social enfatizando su potencial simbólico-enunciativo, resulta clave en el logro de mayores oportunidades de equidad y desarrollo de la ciudadanía. Se podría sostener que algunos adolescentes han sido doblemente víctimas en el sentido en que no sólo se han involucrado en un episodio de violencia escolar, sino que han estado aprisionados por los límites y los choques de las lógicas de los expertos que no logran comprender de qué se trata ni las motivaciones y argumentaciones de los propios involucrados, ya que su sentido más hondo se les escapa. Cuando un profesor ve llegar a un estudiante a la inspectoría y cree que ya sabe quien es y de qué se trata, es decir, tiene ya una opinión formada antes de escuchar, el resto transcurre, como en García Marquez como la crónica de una muerte anunciada. En este sentido, tal como expresa Autés, trabajar lo social es una práctica simbólica y su eficacia es de naturaleza simbólica75. Sin lugar a dudas, esa sentencia expresa un giro en la forma de pensar el sentido y la función de la investigación y la intervención social. Para entender su contenido, sin embargo, se requiere no tratar lo simbólico ni como opuesto a lo real o lo material, ni simplemente como gesto emblemático76. Por el contrario, lo simbólico acá se inserta en el cruce, en la mediación interpretativa de todo lo real77. Así, él se encuentra implícito en toda acción social y precisa ser develado en su construcción. De allí que desafía a los equipos a dejar su lenguaje de exterioridad para deconstruir sus premisas. Aquí aparecen dos claras demandas: develar los mecanismos epistémicos y socioculturales en los que se inserta su quehacer y colocar los enfoques éticos no por fuera o reducidos al profesional, sino como parámetros, como indicadores operativos específicos en sus modelos de investigación social. Lo anterior tiene como sustrato el entender que ejercer el oficio de investigador conlleva un ejercicio de representación, ya que allí se representa y se vuelve representación a esos otros que se nos aparecen con su carga simbólica a cuestas. El “otro” ha sido fuente de un riquísimo imaginario sociocultural poblado de visiones amigables o amenazantes. Desde la idea “otro natural” intrínsecamente bueno a un sujeto que poco a poco se pervierte en el contacto societal78. Toda la noción de civilización y barbarie radica en la distinción de la idea de otro79. La cuestión acá es que “el otro” adopta las características dada por quien lo mira y lo busca nombrar80. Y si bien a un otro, subornidado, jerarquizado, se le puede conceder alguna virtud estética o moral, muy difícilmente se le otorgará un estatuto de legítimo pensamiento. Se podría plantear que, guardando las distinciones, estamos en presencia de una semántica que conforma una tipología, un tipo de representación social de la pobreza que está inscrita en el corazón de esos mecanismos que generan, como va a plantear Geremek: “a los hijos de Caín”. Que crea una especie de tautología simbólica, al encadenar Autés, Michel. Les Paradoxes du travail social. Editions DUNOD. París, 1999. Pág. 241-242. Autés, Michel. Les Paradoxes du travail social. Editions DUNOD. París, 1999. Pág. 243. Freynet, Marie-France. Les médiations du travail social. Chronique SocialLyon, 1999. Rousseau, Jean Jacob. “El Contrato Social”. Editorial Alianza. Madrid, 1974. Págs. 33 y ss. Toda la tematización en la conquista de América que hace Todorov se encuentra permeada por la idea del indio como “otro”: “No sólo las coordenadas temporales, también las espaciales quedan descentradas. El encuentro con el indio-el otro- plantea una nueva escala de diferencias que cuestiona de inmediato la propia identidad”. Todorov, Tzvetan. “La Conquete de L’amerique. La Question de L’autre”. Editorial Seluil Paris, 1982. Pág. 25. 80 “Los salvajes se vuelven para los psicoanalistas aquella escena primordial de la que derivan la Ley y su Palabra, los estructuralistas los convirtieron en una especie de computadoras silvestres dedicadas a reproducir inacabablemente su ingenioso juego de permutaciones, con el único pie forzado del tabú del incesto; los marxistas descubrieron en ellos encubiertos conflictos de clase, un ensayo general de la tragedia dialéctica pro venir, hallando así pruebas inequívocas del mágico motor de la historia que ronronea incansable desde los albores del mundo; y los religiosos descubrieron en ellos, por supuesto, santos y pecadores. Lo cierto es que los salvajes disminuyen, pero las interpretaciones se multiplican”. Savater, Fernando. “El Buen Salvaje y el Mal Anarquista”. Editorial Alianza. Madrid, 1986. Pág. 142. 75 76 77 78 79 43 TERESA MATUS las evidencias de la disconformidad de la pobreza con un cierta cosmografía de la anti-sociedad, donde lo amenazante convoca a toda clase de personas pobres, enfermos, vagabundos, pícaros, delincuentes81. Una especie de nave de los locos, pero ya sin las interpretaciones de la miseria como un accionar profético del verdadero sentido de la vida, propio de los comienzos de la Edad Media82. Así, no es sorprendente que este tipo de interpretaciones llenen sus manos de cosechas de anti-sociales y que su solución, en la mayoría de los casos alterne garrote y zanahoria, represión y ayuda, conmoción por las circunstancias y formas de vida de los miserables, pero a la vez, una sensación creciente de amenaza social. Dicho de otro modo, desde esta expresión de un régimen de la mirada sobre el otro, se construyen una serie de imaginarios socioculturales83. Así, mediante los procesos de investigación, se genera un dispositivo de enunciación que controla, que restringe o que emancipa, que empodera, que contribuye a fortalecer el capital social84. Consecuentemente, la investigación es una actividad simbólica que renueva la acción social mediante una resignificación de los imaginarios sociales que se dan en el mundo social. Dicho en otras palabras, opera en la producción de subjetividades, en la construcción de identidades, en la reconstrucción de los lazos sociales. Élla inscribe al sujeto en un sistema de relaciones. Por su acceso a la palabra, a la capacidad de enunciación, produce existencia social, sobredeterminando sus propias prácticas85. Se trata entonces, de comprender una vez más y entender que incluso todo dato cuantitativo, se coloca y cobra vida al interior de un horizonte referencial herméutico, de otro modo, no sólo la subjetividad reflexiva de los involucrados no se recupera en las investigaciones, sino que a la propia violencia escolar se la estudia, paradójicamente, desde naturalizaciones violentas. FECHA DE RECEPCIÓN: enero 2006 FECHA DE ACEPTACIÓN: marzo 2006 Geremek, Bronislaw. Os filos de Caim. Editorial Companhia das Letras. Sao Paulo, 1995. Págs. 302 y ss. Gurvitch, F. Las categorías medievales de la pobreza. Editorial Península. Barcelona, 1999. Pág. 6. Como el sinnúmero de recreaciones sobre “los otros” que muestra Eco a través de Superman, el gatopardo de Malasia, la idea de servicio a los otros, la modelación de las exigencias del otro en los sectores medios, el rechazo del intelectual o la conciencia cívica como vigilancia de los otros. Eco, Umberto. “Ni Apocalipticos Ni Integrados”. Editorial Lumen. Barcelona, 1993. 84 Para un mayor análisis de la relación Cultura-Capital social se remite a: Klisberg, Bernardo y Tomassini, Luciano. Capital Social y Cultura. Claves estratégicas para el desarrollo. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 2000. 85 Como ya lo sostenía Foucault: El discurso contiene un potencial de vida y de muerte. Foucault, Michel. EL orden del discurso. Editorial La Piqueta. Barcelona, 1997. Pág. 4 y ss. 81 82 83 44 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 73 / Marzo / 2006 / P. 45-61 Un modelo analítico para la intervención social: integrando los enfoques de las capacidades, el capital social y las instituciones en el ámbito local Integrating perspectives on skills, social capital and local institutions. An analitycal model for social intervention RENÉ OLATE1 Resumen En este documento se entrega una aproximación a un modelo analítico de intervención social que integra los conceptos de capacidades, capital social e instituciones sociales. El modelo se articula en las realidades locales de América Latina y se destacan las implicancias que tiene para el avance sostenido de los procesos de desarrollo e inclusión social. Además, se entregan algunas sugerencias metodológicas para la intervención social. Palabras claves: modelo analítico de intervención - capital social- procesos de desarrollo-inclusión social Abstract This document describes an approach to the analytical model of social intervention that integrates the concepts of skills, social capital and social institutions. The model is articulated in the local realities of Latin America and its implications for the sustained advance of the development processes and social inclusion is showed. Also some methodological suggestions for the social intervention are given. Key words: analytical model of intervention - social capital - processes of social developmentinclusion“ Los marineros se convertirán en piratas si la sociedad crea incentivos para la piratería y los piratas se convertirán en comerciantes cuando la sociedad cree incentivos para el comercio” (Douglass North) “Construir capital social no será fácil, pero es la clave para hacer funcionar la democracia” (Robert Putnam) “Para resolver los problemas a los que nos enfrentamos, hemos de concebir la libertad individual como un compromiso social” (Amartya Sen) 1 Agradezco las sugerencias de Carlos Comas (Universidad Centroamericana de Nicaragua) así como los comentarios de los participantes en el seminario del Center for New Institucional Social Sciences que dirige el profesor Douglass North en Washington University in St. Louis. (c)Doctor en Trabajo Social Washington University in St. Louis rolate@wustl.edu 45 RENÉ OLATE Introducción En las perspectivas teóricas sobre desarrollo se ha observado en las ultimas décadas un desplazamiento desde aquellas posiciones que enfatizaban la acumulación de capital como elemento central para lograr el desarrollo, hacia posiciones que primero enfatizaron la tecnología, luego el papel de las ideas y finalmente la importancia de las capacidades, el capital social y las instituciones. Este desplazamiento en la concepción de desarrollo está marcado por el creciente reconocimiento de que las diferencias en resultados económicos no pueden ser completamente explicadas por diferencias en recursos tradicionales como la tierra, el trabajo y el capital físico. Al respecto, Hoff y Stiglitz (2001) señalan que el desarrollo ya no es visto como un proceso primario de acumulación de capital sino como un proceso de cambio organizacional. Este cambio no significa que la concepción tradicional de capital deje de ser importante en los procesos de desarrollo, sino que básicamente debe entenderse como otro factor dentro de una complejidad de elementos. Dentro de esta complejidad se destacan tres concepciones. La concepción de las capacidades y del desarrollo como expansión de libertades elaborada por Amartya Sen y Martha Nussbaum. La valoración de las relaciones sociales y del capital social como elemento explicativo de procesos de desarrollo económico y social elaborada originalmente, entre otros autores, por Pierre Bourdieu, James Coleman y Robert Putnam. Finalmente, la renovada importancia del tema de las instituciones sociales para explicar el desempeño de las economías y la sostenibilidad de los procesos de desarrollo, teoría desarrollada por diversos cientistas sociales entre los cuales se destaca el historiador económico Douglass North. Un elemento coincidente en los tres conceptos, desde la disciplina de la economía es que todos surgen como reacción y crítica a la escuela neoclásica y a la teoría de la elección racional. A pesar de este origen común, y aceptando las diferencias al interior de cada corriente, esta tendencia al distanciamiento estaría más cercana a la complementariedad. Otro elemento común que es preciso destacar es el importante sendero de interdisciplinariedad que abren estos enfoques en los temas de desarrollo y de estrategias tendientes a combatir la pobreza y a lograr la inclusión social. Es difícil encontrar un planteamiento actual de desarrollo que no incluya a alguno de los elementos que consideran estos enfoques. 46 Más allá de las coincidencias en el plano teórico, este documento pretende plantear algunas preguntas relevantes en torno a las múltiples interrelaciones y mixturas que estos temas presentan en las realidades locales de América Latina, destacando la importancia que tienen para producir avances sostenidos en los procesos de desarrollo. Por tanto, el objetivo de este documento es presentar una primera aproximación a un modelo analítico de intervención social que integre los conceptos de capacidades, capital social e instituciones. El argumento básico es que el desarrollo y la construcción de capacidades son procesos que se dan en el ámbito individual y que se pueden potenciar o limitar de acuerdo a las relaciones sociales o capital social, entendiendo a este último elemento en un contexto institucional. Analíticamente estos tres conceptos se pueden asociar a tres distintos niveles de análisis que se interrelacionan. Las capacidades se enfocan desde una perspectiva individual-grupal, el capital social desde una perspectiva grupal-comunitaria, y las instituciones desde una perspectiva comunitaria-societal. Se desprende como elemento central que para incentivar procesos de desarrollo desde la intervención social debemos considerar este enfoque que integra simultáneamente la construcción de capacidades y capital social, y la identificación, modificación o creación de instituciones sociales. Se deja planteada la necesidad de contrastar esta primera aproximación analítica a realidades concretas de América Latina, para de este modo poder profundizar su potencia explicativa y desarrollar sugerencias metodológicas para la intervención social. El documento se estructura en cuatro partes. Las tres primeras están dedicadas a la presentación de cada perspectiva conceptual, señalando algunos resultados de investigaciones empíricas relevantes. La cuarta parte articula las tres perspectivas en el modelo analítico de capacidades, capital social e instituciones, sugiriendo algunos elementos explicativos y de intervención social. Finalmente, se entregan algunas dimensiones que habrá que seguir analizando para formular sugerencias metodológicas para la intervención social a nivel local. El enfoque de las capacidades El enfoque de las capacidades tiene como principales exponentes al premio Nóbel de Economía Amartya Sen y a la filósofa Martha Nussbaum. Nussbaum (1995, 2001) ha enfatizado los temas éticos y de género, destacando la idea de que las capa- UN MODELO ANALÍTICO PARA LA INTERVENCIÓN SOCIAL: INTEGRANDO LOS ENFOQUES DE LAS CAPACIDADES, EL CAPITAL SOCIAL Y LAS INSTITUCIONES EN EL ÁMBITO LOCAL cidades pueden servir como principios legales y constitucionales. Estos principios pueden ser utilizados por los ciudadanos para apelar ante el Estado. Sen (1989, 1999), por su parte, propone el enfoque de las capacidades2 basado en un análisis formal de los temas fundacionales de la renovación de la economía del bienestar, el análisis práctico de los problemas de pobreza, especialmente el problema de la hambruna, y una revisión de su planteamiento de las necesidades humanas básicas. En esta revisión, Sen propone el concepto de titularidades, que hace referencia al modo que tienen las personas de acceder a los distintos bienes y servicios que satisfacen necesidades básicas. Sen entiende el concepto de titularidades como derechos económicos, distinguiendo entre titularidades de producción y titularidades de cambio. Sin embargo, Sen ha sido criticado por su enfoque de las titularidades. Específicamente se considera que: a) no ha especificado cuáles son las necesidades básicas; b) no ha señalado si estas son iguales para todo el mundo y en cualquier tiempo; c) no ha señalado cómo se pueden justificar y qué es lo que determina una titularidad u otra (Pressman y Summerfield, 2000). Intentando responder a sus críticos, Sen centra sus estudios en lo que tiene un valor intrínseco para la vida, en las potencialidades más que en los bienes, en lo que entraña un valor instrumental o beneficio personal. A partir de este desarrollo propone el concepto de capacidades. Sen (1999) define las capacidades como todo aquello que una persona es capaz de ser o hacer: estar bien nutrido, escribir, leer, comunicarse, tomar parte en la vida comunitaria, participar en actividades sociales, tener sentido de pertenencia a grupos. La capacidad es un tipo de libertad, la libertad fundamental de lograr distintos estilos de vida. Es conveniente señalar la distinción, que proviene de la traducción del inglés al español de los conceptos de capability y capacity. Ambos conceptos han sido traducidos al español como capacidad o capacidades. Sin embargo, aluden a vertientes conceptuales distintas. La concepción de capacidades o capabilities de Sen alude a la idea de las potencialidades de los individuos. Es por ello que una clave para entender este concepto es cuando Sen sugiere que el núcleo del desarrollo consiste en expandir las capacidades de los individuos o sus potencialidades. En cambio, la idea de capacidades siguiendo el concepto de capacities se concentra en el ámbito organizacional o institucional. Por esta razón es frecuente encontrar en la literatura la idea de generación de capacidades organizacionales o institucionales. Por ejemplo, Moore (1995) menciona la generación de capacidades operativas en las organizaciones públicas y Repetto (2004) las capacidades estatales. En el concepto de Sen, las necesidades básicas son entendidas dentro de las capacidades. Sen señala que la ausencia de capacidades conduce a las privaciones humanas. De este modo estructura su trabajo de las capacidades humanas y privaciones en torno a la importancia de ampliar las libertades, entendidas como la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad para participar en las discusiones públicas, y de acceso a un sistema judicial transparente. Esta preocupación por las capacidades humanas y privaciones ha quedado plasmada en la construcción de los indicadores de desarrollo humano que utiliza Naciones Unidas. En el contexto de las titularidades y las capacidades, Sen destaca la importancia de las instituciones. De este modo señala que las tradiciones, las leyes y las diferentes transferencias de bienestar pueden aumentar o disminuir las titularidades y el desarrollo o expansión de las capacidades. Por ello, es posible afirmar que tanto en los aspectos teóricos como en los prácticos, esta perspectiva señala importantes implicancias para los procesos de cambio institucional3. Sen afirma que los tipos de capacidades son muy variados, por ejemplo, desde tener acceso a un adecuado nivel de alimentación y nutrición hasta la participación en la vida comunitaria. Por ello señala que la expansión de las capacidades de las personas depende de la eliminación de las privaciones y de la Amartya Sen ha planteado esta perspectiva en “Resources, Values and Development” (1984) y en “The Concept of Development” (1995) en H. Chenery y T. N. Srinavasan (eds.), Handbook of Development Economics. Los requisitos y las implicaciones más amplias de esta perspectiva han sido examinados con profundidad en el libro “Development as Freedom” (1999). Sen destaca el trabajo realizado en conjunto con Martha Nussbaum respecto a capacidades y calidad de vida (1993). El texto de Nussbaum (2001) “Women and Human Development. The Capabilities Approach” sintetiza su trabajo en esta perspectiva. 3 En la conclusión del capítulo sobre mercados, estado y oportunidad social de su libro Desarrollo y Libertad, Sen señala que los individuos viven y actúan en un mundo de instituciones. “Nuestras oportunidades y perspectivas dependen sobre todo de las instituciones que existen y de cómo funcionan. Las instituciones no sólo contribuyen a aumentar nuestra libertad, sino que su papel puede evaluarse de manera razonable a la luz de su contribución a aumentarla. La concepción del desarrollo como libertad permite evaluar sistemáticamente las instituciones”. 2 47 RENÉ OLATE entrega de servicios sociales básicos, como educación, salud, redes de seguridad social, las cuales no necesariamente aparecen reflejadas en los ingresos reales de las personas. El aumento o crecimiento de los ingresos de las personas probablemente expandirá las capacidades de las personas, con mayor énfasis en aquellas de ingresos más bajos. Sin embargo, desde el planteamiento de Sen, esto no puede ser considerado en sí mismo como el criterio final del desarrollo o del bienestar. Por ello, y siguiendo la perspectiva del autor, la pobreza debe concebirse como la privación de capacidades básicas y no sólo como la falta de ingresos. Asimismo, este enfoque no rechaza la idea razonable de que la falta de ingreso es una de las principales causas de la pobreza, ya que la falta de ingreso puede ser una importante razón por la que una persona esté privada de capacidades. Pressman y Summerfield (2000) destacan lo apropiado del enfoque de Sen para analizar la pobreza utilizando el enfoque de las capacidades en oposición al ingreso como criterio único: a) La pobreza puede identificarse de forma razonable con la privación de capacidades: el enfoque centra la atención en las privaciones que son intrínsecamente importantes a diferencia del bajo ingreso, que es sólo instrumentalmente importante. b) Hay otros factores que influyen en la privación de capacidades, y por tanto en la pobreza real, además de la falta de ingreso. El ingreso no es el único instrumento que genera capacidades. c) La relación instrumental entre la falta de ingreso y la falta de capacidades varía de unas comunidades a otras e incluso de unas familias a otras y de unos individuos a otros. La influencia del ingreso en las capacidades es contingente y condicional. Además del vínculo entre capacidades y pobreza, Sen (1999) asocia el concepto de las capacidades al concepto de desarrollo. De este modo señala que se debe evaluar el desarrollo en términos de la expansión de las capacidades de las personas en vez de enfocarlo solamente como crecimiento económico. La combinación de capacidades y posibilidades concretas es lo específico del desarrollo y la libertad. Sen subraya que la evaluación de la libertad puede ser susceptible tanto a lo que hace una persona como a las alternativas que tiene; la libertad proporciona una perspectiva más amplia para juzgar la ventaja humana, y por medio de ella, evaluar el éxito social. 48 Este es el razonamiento básico que proporciona la base para considerar “el desarrollo como libertad”. Desde la perspectiva de Sen, el proceso de participación debe ser entendido como una parte constitutiva de los fines del desarrollo en sí mismos. De este modo, la preocupación por la gobernabilidad de las instituciones no se debe solamente a que mejores instituciones aumenten nuestra habilidad para obtener fines ya dados por la teoría económica, sino a que desde las instituciones democráticas proviene la única manera de definir adecuadamente lo que pueden ser los fines económicos deseados. Las instituciones democráticas también ofrecen, en si mismas, la oportunidad de ejercitar una de las más importantes capacidades humanas, la capacidad de deliberar y de tomar decisiones. La habilidad para tomar decisiones depende de las expectativas compartidas de un conjunto de personas acerca de cómo puede y deben proceder los intercambios y las discusiones de naturaleza pública y abierta. Cómo construir esas capacidades a través de reglas y organizaciones que generen y recompensen tales expectativas constituye uno de los desafíos más importantes. A pesar de colocar la deliberación en el centro de su concepto de desarrollo, Sen no analiza cómo los intercambios y discusiones públicos efectivos pueden encaminarse a crear instituciones fuertes. Siguiendo esta perspectiva conceptual, es posible afirmar que las personas aumentan su bienestar cuando son capaces, por ejemplo, de leer, comer y votar. En este sentido, lo importante de saber leer se deriva de lo que se puede llegar a ser, de comer porque es necesario para la vida y la salud, y del votar porque se valora un determinado tipo de sistema político y una determinada forma de hacer política. El número de opciones que las personas tienen y la libertad de elección sobre estas opciones contribuyen al bienestar humano. En su libro “Desarrollo como Libertad”, Sen compara las tasas de supervivencia de hombres y mujeres en tres regiones del mundo: la población blanca y la afro-americana de Estados Unidos, la de China y la del estado de Kerala en India. Con estos datos Sen intenta destacar que, si bien el ingreso per capita de los afro-americanos de Estados Unidos es considerablemente menor que el de la población blanca del mismo país, los afro-americanos son mucho más ricos, desde el punto de vista de los ingresos, que los habitantes de China o de Kerala. Sin embargo, y a pesar de la notable diferencia de ingresos con los afro-americanos, los hombres de China y Kerala UN MODELO ANALÍTICO PARA LA INTERVENCIÓN SOCIAL: INTEGRANDO LOS ENFOQUES DE LAS CAPACIDADES, EL CAPITAL SOCIAL Y LAS INSTITUCIONES EN EL ÁMBITO LOCAL viven hasta edades más avanzadas. Respecto a las mujeres, las afro-americanas terminan teniendo un patrón de supervivencia similar a las de China, que son mucho más pobres, y muy inferior al patrón de las de Kerala, todavía más pobres. Con esta evidencia, Sen desarrolla una argumentación central en torno a una libertad fundamental: la capacidad de sobrevivir. El argumento de Sen es que debe integrarse al ingreso y la renta la perspectiva de las libertades y capacidades, y por supuesto su cara opuesta, la carencia de capacidades y la falta de libertad. Es por ello que la pobreza debe ser vista no sólo como falta de ingresos sino también como carencia de capacidades básicas. En este mismo sentido es que Sen focaliza su trabajo en la importancia del desarrollo de las potencialidades humanas. Para el autor, la economía debe permitir el desarrollo de estas capacidades en las personas, incrementando las opciones vitales. El enfoque de las capacidades ha influenciado de manera determinante muchos programas y políticas públicas. De acuerdo a Pressman y Summerfield (2000) algunos de los impactos de la utilización de este enfoque son los siguientes: a) Cambios en la forma de concebir el desarrollo económico y la economía del bienestar. A partir de este enfoque se incorpora la perspectiva de desarrollar las capacidades de las personas. La idea básica es que es posible hablar de desarrollo cuando las personas son capaces de hacer más cosas y no sólo cuando estas son capaces de comprar más bienes o servicios. b) Cambios en las formas de medir la pobreza y la incorporación de nuevos indicadores para la medición del desarrollo humano. Uno de los planteamientos básicos que incorpora Sen a estas mediciones es que el incremento de ingresos no implica necesariamente un aumento del bienestar, debido a que al interior de los hogares generalmente no hay estrategias de cooperación y distribución de los recursos. c) Introducción de los criterios de género como parte integral de los procesos de desarrollo. A partir de evidencia empírica, Sen demuestra que los niveles de desarrollo afectan en forma distinta a hombres y mujeres debido a diferencias en el acceso a distintos tipos de servicios y alimentación. La idea de que las personas son más desarrolladas cuando son capaces de hacer más cosas genera una serie de implicancias cuando se conciben e implementan programas sociales, específicamente en cuanto a objetivos y resultados esperados. Del mismo modo, la consideración de que el ingreso no constituye la única forma de medir el desarrollo demanda un serio tratamiento al diseñar intervenciones sociales asistenciales. Finalmente, el criterio de género como parte integral de los procesos de desarrollo implica un esfuerzo fundamental para entender y afinar intervenciones sociales que buscar avanzar en los distintos tipos de equidades. El enfoque del capital social La discusión en torno al capital social ha sido particularmente prolífica en los noventa y parte del 2000 si bien ha tendido a disminuir en los últimos anos. Una de las disputas en la abundante literatura de esta concepto gira en torno a la primera publicación sobre el tema4. Sin embargo, ya existe cierto consenso de que fue Lyda Hanifan, un joven educador del Estado de Virginia en Estados Unidos, quien usó por primera vez el concepto de capital social. En un ensayo publicado en 1916, Hanifan destaca la importancia del compromiso comunitario y de las redes de solidaridad entre los ciudadanos para apoyar la democracia y el desarrollo. Luego de este trabajo inicial, es posible encontrar diversas publicaciones que retomaron desde distintas fuentes y perspectivas la temática5, sin embargo, el concepto aparece sólidamente en el debate académico con las publicaciones de los sociólogos Pierre Bourdieu, en Francia, James Coleman, en Estados Unidos, y con el cientista político norteamericano Robert Putnam. Si bien estos autores señalan elementos comunes en la definición de capital social, existen algunas diferencias importantes. Bourdieu (1980, 1983) lo define como la acumulación de recursos reales o potenciales ligados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento mutuo o, en otras palabras, a la afiliación a un grupo. El trabajo de Bourdieu, sin embargo, está más centrado en el Para un análisis riguroso del concepto de capital social se sugieren los textos de Woolcock (1998) y Portes (1998). También constituye un valioso aporte la introducción del texto de Putnam (2003) “El declive del capital social”. 5 Al considerar la historia del concepto, estos autores son relevantes: L.J. Hanifan (1916, 1920), J. Jacobs (1961), G. Loury (1977), Pierre Bourdieu (1980, 1983), James Coleman (1987, 1988) y Robert Putnam (1993, 2000, 2002). 4 49 RENÉ OLATE concepto de capital cultural, el cual ha servido de fuente importante para numerosos estudios antropológicos que tienen como foco la cultura. Coleman (1988, 1990), por su parte, define el capital social desde una perspectiva estructural. Este autor señala que el capital social se manifiesta tanto en el individuo como en la colectividad. En el ámbito individual se manifiesta en los grados de integración social, redes a las que se pertenece y expectativas de reciprocidad. En el ámbito colectivo establece jerarquías legítimas que establecen normas que regulan las relaciones de acuerdo con un sentido de justicia. Coleman desarrolla estudios longitudinales en los que compara resultados académicos en colegios estatales y católicos. Este autor se concentra básicamente en los efectos en la familia y en las comunidades. A partir de sus estudios se destacan la complementariedad del capital humano y del capital social, en el contexto de los logros educacionales e inequidad social en adolescentes. Coleman busca entender el capital social como recurso. Desde esta perspectiva, se destacan tres elementos centrales: a) las obligaciones y expectativas, b) los canales de información y c) las normas sociales. El trabajo de Coleman tiene similitudes con el de Bourdieu en cuanto a su preocupación compartida por la educación. Sin embargo también tiene diferencias importantes, por ejemplo en la relevancia que le otorga Bourdieu al tema del poder que se refleja en su estudio de los grupos de elite. Sin embargo, es Robert Putnam (1993, 2000) quien coloca el concepto de capital social en el centro del debate académico y de política pública con su libro “Haciendo funcionar la Democracia”. A diferencia de lo que señalan la mayoría de las lecturas en torno a este trabajo, el objetivo inicial de Putnam no fue analizar las diferencias de desarrollo entre el norte y el sur de Italia. La pregunta central que se planteó en su investigación de más de veinte años fue: ¿cuáles son las condiciones para crear instituciones representativas efectivas, responsables y fuertes?. Putnam identificó en el proceso de descentralización italiano iniciado en la década de los 70 una excelente oportunidad para estudiar sistemáticamente el nacimiento y desarrollo de una nueva 6 institución6. En definitiva, Putnam intenta explorar los orígenes de un gobierno efectivo, presentando una evaluación comprensiva y comparativa del proceso descentralizador en cada una de las veinte regiones. Esto le permite indagar en los cambios a través del tiempo y hacer comparaciones entre las distintas regiones de las diferencias en desempeño institucional. Los hallazgos de la investigación de Putnam en Italia se concentran en el vínculo entre desempeño institucional y comunidad cívica, lo que lo lleva a preguntarse por qué algunas regiones son más cívicas que otras. La respuesta a esta pregunta la encuentra en una argumentación histórica que gira en torno a la poderosa monarquía del sur de Italia y a un conjunto de repúblicas comunitarias del centro y norte del país. Considerando desde la época medieval hasta la unificación de Italia en el siglo XIX, Putnam encuentra el origen de las diferencias regionales en los patrones de participación cívica y solidaridad. Putnam concluye que en el presente son estas tradiciones las que han tenido consecuencias decisivas para la calidad de vida pública y privada. De este modo, establece la comunidad cívica como su variable explicativa central, y es desde la cual acuña el concepto de capital social. Al trabajar el concepto de capital social desde la perspectiva de Putnam, son también tres los elementos centrales que se destacan: a) normas, b) redes, y c) confianza. A partir del trabajo de Putnam, las publicaciones en torno al capital social alcanzan un crecimiento vertiginoso, aunque con ellas también aparecen las críticas. A continuación se mencionan algunas de ellas. Portes (1998) señala que el conjunto de procesos que alude el concepto de capital social no son nuevos y han sido estudiados bajo otros nombres en el pasado, en términos simples este concepto es sólo vino añejo en vasijas nuevas. A su vez, Portes y Landolt (2000) argumenta que muchas de las controversias del concepto de capital social tienen que ver con su aplicación a problemas que se encuentran en diferentes niveles de abstracción y su uso, en teoría, involucra distintas unidades de análisis. Molyneux (2002) enfatiza que los investigadores no han incorporado la Reconociendo diferentes perspectivas en la vertiente neo-institucional, Putnam señala que hay dos elementos coincidentes en ellas. Primero, que las instituciones determinan la política, y segundo, que las instituciones están determinadas por la historia. Las instituciones, afirma Putnam, influencian los resultados de la política porque ellas forman las identidades, el poder y la estrategia de los actores, y las i 50 UN MODELO ANALÍTICO PARA LA INTERVENCIÓN SOCIAL: INTEGRANDO LOS ENFOQUES DE LAS CAPACIDADES, EL CAPITAL SOCIAL Y LAS INSTITUCIONES EN EL ÁMBITO LOCAL perspectiva de género en sus análisis de capital social. Finalmente, Fine (2001) señala que el capital social es una expresión de la colonización de la economía en las ciencias sociales manifestada en su tendencia a reducir fenómenos complejos. Este autor es particularmente crítico y escéptico respecto a la utilización de este concepto por parte de los organismos financieros internacionales. Desde la perspectiva económica, un tema relevante en la literatura sobre capital social corresponde a las distinciones entre stock y flujo y entre los niveles existentes del recurso y su productividad. Para avanzar en la discusión del concepto es necesario profundizar este debate. El capital social puede ser entendido de manera simple como una categoría de varios tipos de activos sociales que establecen un conjunto de beneficios. Estos activos comprenden el llamado stock de capital social, mientras que los beneficios son los flujos. De este modo, la visión que se tenga de la naturaleza del stock y del flujo va influir no sólo en la manera en que puede ser entendido el capital social, sino también en las respuestas ante la posibilidad de invertir en él. Para entender la distinción entre stock y productividad es útil hacer un paralelo con otros tipos de capital, por ejemplo el capital físico. Un gran stock de capital puede ser utilizado con una baja productividad y eficiencia, mientras que un pequeño stock puede ser utilizado con gran eficiencia. En el contexto del capital social estos temas son relevantes porque nos alertan acerca de las posibilidades de utilizar eficientemente los diferentes stocks de capital social con que se cuenta. mentado en el corto plazo y un determinado stock produciría un flujo de beneficios específico e invariable. Precisamente esta visión determinista, y de algún modo pesimista del capital social, es la que provee uno de los más ricos debates en torno al concepto. En términos de inversión en capital social aparecen de inmediato las opciones de crear capital social y/o fortalecer los flujos de beneficios que este genera. La distinción conceptual entre stock y flujo es relevante por sus implicancias tanto para la investigación empírica como para la intervención en capital social. El reconocimiento de la distinción entre stock y flujo es también útil para identificar la noción esencial de cultura que subyace en las definiciones de capital social de Putnam y Fukuyama. Implícitamente en el caso de Putnam y explícitamente en el caso de Fukuyama, ambos señalan culturas más o menos confiables, otorgando estas características a regiones enteras e incluso a países, desdibujando y minimizando las particularidades de comunidades o de regiones más específicas. Desde esta perspectiva crítica del concepto de capital social, e implícitamente de cultura, los índices agregados de capital social a escala nacional o regional pueden ser fácilmente criticados (Woolcock, 1998). En los conceptos de capital social de Putnam (1993) y de Fukuyama7 (1995), no aparece la diferencia entre stock y flujo, planteado en otros términos entre lo que es el capital social y lo que produce. Ambos autores asumen que altos niveles o stocks de capital social invariablemente resultarán en altos flujos de beneficios, mientras que un menor stock, del mismo modo, redundará en bajos beneficios. La conexión entre stock y flujos es directamente proporcional e invariable (Krishna, 2000). Woolcock (2001) resuelve el debate entre stock y flujo, definiendo al capital social como las normas y redes que facilitan la acción colectiva. Desde esta perspectiva, es importante señalar que cualquier definición de capital social se debe centrar más en sus fuentes u orígenes que en sus consecuencias. Es decir, lo importante para definir capital social es preguntarse qué es, más que preguntarse qué hace o produce. Woolcock no utiliza en su definición de capital social la confianza, pues esta sería un resultado de repetidas interacciones sociales, de instituciones sociales creíbles, de la reputación. Este autor afirma que para avanzar en términos de claridad conceptual, tiene más sentido entender el capital social como una variable relacional (sociológica) que como una variable psicológica (individual) o política (institucional nacional). El asumir la perspectiva conceptual de estos autores genera una serie de consecuencias en cuanto al tema de la inversión en intervenciones sociales en esta área. El stock de capital social no podría ser au- Al considerar esta definición de capital social centrada en sus orígenes o fuentes, es necesario destacar su naturaleza multidimensional. Woolcock, atendiendo a desarrollos conceptuales 7 Fukuyama (1995) define capital social como una capacidad que surge de la predominancia de la confianza en una sociedad o en parte de ella. El problema de esta definición es que tanto el capital social como la confianza están histórica y culturalmente determinados. De este modo, en su libro establece que sociedades o países pueden tener o no tener este atributo. Por ejemplo, clasifica a China, Francia, Italia y Corea del Sur como sociedades familísticas, o a Alemania y Japón como sociedades de alta confianza. 51 RENÉ OLATE anteriores,8 subraya tres dimensiones del capital social. La primera corresponde a los lazos de unión o bonding (expresión utilizada en inglés) que refiere a relaciones de solidaridad y apoyo típicas de un capital social afectivo y compacto. Ejemplos de este tipo de capital son las relaciones de solidaridad y apoyo mutuo de los miembros de las familias, amistades y vecinos. Woolcock (2000) situando esta dimensión en contextos de pobreza, señala que alude a salir adelante o a “arreglárselas” gracias a “gente como yo”. La segunda dimensión corresponde a lazos más difusos y extendidos, es un tipo de capital social que tiende puentes o bridging. Esta dimensión hace alusión a relaciones entre personas de diferentes grupos pero que comparten características demográficas, por ejemplo edad o sexo; alude también a las relaciones sociales de amistad más lejanas, a socios y compañeros de trabajo. Este tipo de capital social tiende a ser fundamental en las organizaciones de voluntariado de convocatoria abierta y en las asociaciones formales e informales que buscan comercializar productos entre ellas. Las dos dimensiones anteriores hacen referencia a relaciones sociales de carácter más horizontal. Sin embargo, Woolcock también identifica una dimensión vertical del capital social: la de vinculación o linking. Esta dimensión se refiere a las relaciones de las personas y organizaciones con las instancias de poder político y económico, a las relaciones sociales con las instituciones formales, como por ejemplo las autoridades de gobierno, de policía, las asociaciones empresariales. Este tipo de capital social tiende a ser fundamental en estrategias de intervención social en contextos de pobreza ya que permite establecer relaciones y alianzas entre los más pobres y las instancias públicas y privadas. Este enfoque multidimensional del capital social subraya la necesaria complementariedad y dinamismo entre las tres dimensiones, las cuales son fundamentales de entender para generar estrategias de intervención social. En general, aunque no necesariamente en todos los casos, los grupos más pobres de la población poseen fuertes lazos de unión y relaciones que les permite tender puentes con otras organizaciones y grupos. Sin embargo, los pobres carecen de relaciones con las instituciones económicas y políticas que les permitan mejorar su situación social. El cuadro 1, basado en la definición de capital social de Woolcock (2001), muestra los determinantes y los resultados del capital social. Este esquema ayuda a clarificar el debate entre stock y flujo, y contribuye en el avance hacia mediciones más sólidas de capital social. CUADRO 1 CAPITAL SOCIAL: DETERMINANTES Y RESULTADOS Capital social Ejemplos de determinantes de Capital Social Características Personales: Edad Sexo Salud Características Familiares: Relación de pareja Estado civil Presencia de niños Actitudes y valores Tolerancia a la diversidad Objetivos compartidos Características del área donde viven: Rural / urbano Nivel socioeconómico Porcentaje de redes en la localidad Conocimiento de la localidad Seguridad de la localidad Redes en las cuales opera la confianza y reciprocidad Lazos de unión (Bonding): Lazos informales: Familia Amigos Vecinos Compañeros de trabajo Puentes (Bridging): Relaciones Generalizadas: Personas de la comunidad Personas en general Personas en grupos cívicos Vinculación (Linking): Relaciones Institucionales: Relaciones con los sistemas Institucionales Lazos con el poder Características de las redes: Tamaño y extensión: Numero de lazos informales Numero de vecinos conocidos Numero de contactos en el trabajo Densidad y cercanía: Miembros de la familia con los cuales tiene cercanía Amigos cercanos Vecinos cercanos Diversidad: Diversidad étnica de los amigos Diversidad educacional de los grupos a los cuales pertenece Diversidad cultural de la localidad Ejemplos de resultados del capital social Bienestar individual y familiar: Capacidades para conectar Capacidades para emprender Bienestar Público: Salud pública Educación Vida Cívica: Voluntariado Cooperación comunitaria Vecindario / bienestar local: Tolerancia a la diversidad Disminución de la criminalidad Bienestar político: Participación democrática Gobernabilidad Bienestar Económico: Crecimiento Reducción de la inequidad Fuente: el autor, tomando como base los trabajos de Stone (2001), Stone y Hughes (2002), y Woolcock (2001). 8 Para desarrollar estas dimensiones, Woolcock (1998, 2000, 2001) y Woolcock y Narayan (2000) consideran los aportes conceptuales de Cooley (1909) en su trabajo respecto a los grupos primarios; a Granovetter (1973, 1985) en sus investigaciones respecto a los lazos fuertes y débiles y al arraigo; a Gittell y Vidal (1998) en su investigación respecto a la organización comunitaria y las formas de construir capital social como una estrategia de desarrollo; a Briggs (1999) en su trabajo de movilidad habitacional de grupos sociales; a Fox (1997) en su trabajo respecto a como construir capital social en comunidades rurales en Méjico, y a Heller (1996) en su investigación respecto a trabajadores industriales en la India. 52 UN MODELO ANALÍTICO PARA LA INTERVENCIÓN SOCIAL: INTEGRANDO LOS ENFOQUES DE LAS CAPACIDADES, EL CAPITAL SOCIAL Y LAS INSTITUCIONES EN EL ÁMBITO LOCAL El énfasis de Woolcock no esta en la confianza y la cooperación como elementos centrales del capital social. Woolcock ejemplifica este aspecto señalando que el ámbito en el cual se extiende la confianza total o parcial está determinado, en muchas ocasiones, por un pequeño círculo de amigos, personas cercanas, organizaciones e instituciones. Al considerar esta perspectiva, se puede establecer no sólo en quién se puede confiar, sino también cuánto se puede confiar en determinada persona, grupo o institución. La tarea de construir capital social, por tanto, consistiría en extender esas expectativas previas de mutua confianza para producir mayores resultados en las comunidades. En este sentido las expectativas juegan un rol central en las decisiones respecto al comportamiento. Las expectativas relativas a las posibles conductas de las personas y sus mismas expectativas influyen en el comportamiento de las comunidades. Cuando las diversas expectativas son convergentes y complementarias, el resultado es la cooperación. Si las expectativas son divergentes o disímiles, la cooperación se hace más difícil9. Otro aporte relevante para el concepto de capital social que considera las expectativas es el de Krishna (2000). Este autor distingue capital social institucional y capital social relacional. En su propuesta, Krishna intenta integrar la visión racionalista y culturalista en ciencias sociales, señalando que estas dos dimensiones se refuerzan mutuamente y deben ser entendidas como un proceso. Sin embargo, Krishna deja sin contestar la pregunta respecto a cómo estas dos formas de capital interactúan a través del tiempo, elemento central para intentar invertir o intervenir desde esta perspectiva conceptual. Construir capital social, desde la visión de este autor, es equivalente a crear expectativas apropiadas. Sin embargo, no es sólo la cultura o las preconcepciones las que limitan las expectativas que conducen a más o menos confianza. Son también las instituciones, que reflejan el pasado y el presente de las condiciones estructurales de la sociedad, que actúan como limitantes o propiciadoras de la confianza. En América Latina es importante destacar, entre muchas otras, las investigaciones de Fox (1997) en comunidades rurales de Méjico, Durston (1999, 2002) en comunidades campesinas de Guatemala y Chile, Bebbington (1998), Grootaert y Narayan (2000) en Bolivia, y Flores y Rello (2003) en Méjico 9 y Centro América. En estas investigaciones se destaca el valor de las redes sociales, la participación ciudadana, la importancia de la cultura y los valores, los cuales son fundamentales de considerar al diseñar intervenciones sociales. El enfoque de las instituciones El tema de las instituciones sociales ha ganado importancia significativa en las últimas décadas en la teoría del desarrollo y en la creación de políticas y estrategias de intervención social dirigidas a combatir la pobreza. Sin embargo, el concepto de institución tiene múltiples interpretaciones, no sólo en las diferentes disciplinas de las ciencias sociales, sino también al interior de ellas. Dentro de las distintas corrientes, el neo institucionalismo económico ha ido ganando importante reconocimiento. Uno de sus precursores, el premio Nóbel de economía Douglass North (1990), señala que el desarrollo es el resultado del funcionamiento eficiente de las instituciones sociales. North (1986) define las instituciones como el conjunto de restricciones basadas en reglas y regulaciones, en la moral y la ética, y en las normas de conducta de una sociedad que dan forma a la conducta e interacción entre las personas. En términos simples, North señala que las instituciones son las reglas del juego de una sociedad. En general, la economía neo-institucional puede ser entendida como un intento de incorporar la teoría de las instituciones en la economía. Intenta básicamente mostrar las condiciones bajo las cuales surgen las instituciones económicas particulares y los efectos de estas instituciones en el funcionamiento del sistema económico. Williamson (1994), quien da el nombre a la nueva economía institucional (Coase, 1998), afirma que la economía Neo-institucional atiende a dos premisas centrales en su génesis: las instituciones son importantes y los determinantes y consecuencias de las instituciones se pueden analizar con las herramientas de la teoría económica. Williamson (2000), señala tres aspectos relevantes de las instituciones. Primero, que son muy complejas y que todavía existe desconocimiento en torno a ellas; segundo, que en los últimos veinticinco años ha habido un progreso enorme en su estudio; y finalmente, que mientras no haya una teoría unificada, es necesario aceptar el pluralismo teórico existente. Este autor también señala que los elementos cen- Desde esta perspectiva es importante atender a las investigaciones desarrolladas por Elinor Ostrom (2000, 2003), especialmente a sus últimas publicaciones en torno a capital social, confianza y reciprocidad. 53 RENÉ OLATE trales asociados a la escuela neo-institucional son: a) los derechos de propiedad, entendidos como los derechos de un actor a usar activos valiosos; b) los costos de transacción, entendidos como el costo de oportunidad que implica para los actores establecer y mantener el control interno de los recursos (su papel es analizado como la conexión entre las instituciones y los costos de producción); c) los temas de información incompleta e incentivos. El postulado básico de la perspectiva de North señala que las instituciones reducen la incertidumbre, minimizan los costos de transacción y crean incentivos para la exitosa cooperación entre los actores. El ejemplo al que regularmente hace referencia North es el de las reglas y normas utilizadas en un partido de fútbol. Son precisamente el conjunto de reglas que rigen el comportamiento de los jugadores en el campo de juego las que reducen la incertidumbre, permiten acuerdos básicos entre los actores y establecen incentivos para una cooperación exitosa. Siguiendo este ejemplo, North también enfatiza la obligatoriedad del cumplimiento de las leyes, es decir, el árbitro cuenta con reglas que le permiten expulsar a un jugador cuando éste no las sigue, y a su vez, el jugador acepta estas reglas. Finalmente, North señala que en un partido de fútbol no sólo existen reglas y normas formales sino que también hay un conjunto de reglas informales que pueden determinar la conducta de los jugadores. Arrow, premio Nóbel de economía, señala respecto a esta perspectiva que la escuela neo-institucional es un movimiento dentro del paradigma o escuela neo-clásica (Williamson, 2000). El neo-institucionalismo se aleja de la escuela neo-clásica, pero no la abandona sino que la modifica y extiende. En este sentido, el neo-institucionalismo económico puede caracterizarse por los siguientes elementos: a) abandona la racionalidad instrumental, a la vez que plantea los límites de la racionalidad; b) acepta las premisas de la escasez y la competencia; c) emplea la teoría de precios como parte esencial del análisis de las instituciones; d) incorpora las ideas e ideologías dentro del análisis económico, modelando los procesos políticos como un factor central en el desempeño de las economías. La economía neo-institucional, afirma Williamson, intenta responder nuevas preguntas: por qué las instituciones económicas emergen de una manera y no de otra. Si bien esta escuela emergente tiene una amplia fortaleza en el análisis teórico, aún señala un débil trabajo empírico. Una de sus características más relevantes es que tiene una 54 perspectiva interdisciplinaria: derecho, antropología, sociología, ciencia política y otras disciplinas. Básicamente, desde la perspectiva económica neo-institucional, se postula que los individuos típicamente actúan con información incompleta y con modelos subjetivos. Dentro de las diversas perspectivas del estudio de las instituciones, y también relacionados con el neoinstitucionalismo en ciencias sociales, se encuentran los estudios vinculados a la economía política de las instituciones sociales. Al interior de esta amplia perspectiva, también es posible encontrar diversos tipos. Sin embargo, se pueden clasificar bajo dos criterios: a) aquellos que estudian los efectos de las instituciones para explicar su manutención y estabilidad, y b) aquellos que estudian los mecanismos del cambio institucional. Del mismo modo, complementando diferentes perspectivas conceptuales, es importante destacar que existen instituciones formales e informales, de tendencia privada y de tendencia pública, locales, nacionales y globales. Las instituciones sociales informales son aquellas que emergen y son mantenidas sin el apoyo explícito del Estado, mientras las instituciones formales son aquellas impuestas por la autoridad legal del Estado. Debido a las múltiples conexiones entre lo público y lo privado y a la imposibilidad de plantear en forma tajante el origen y función de las instituciones, se señala que es más útil hablar de instituciones de tendencia pública y de tendencia privada. En términos conceptuales, un debate aún no resuelto corresponde a las definiciones de las instituciones en distintos niveles. Se señala que hay instituciones locales, nacionales o globales, sin atender claramente a sus posibles diferenciaciones conceptuales. También es importante atender a la diferenciación que realiza North (1990) respecto a instituciones y organizaciones. Para North, las organizaciones corresponden a los actores, mientras que las instituciones son las reglas del juego. En términos generales se plantea que las instituciones formales e informales son importantes porque afectan el proceso de toma de decisiones y determinan la estructura de incentivos de una sociedad. De esta manera, se señala que son precisamente las instituciones políticas y económicas las que establecen los determinantes del desempeño económico. El funcionamiento eficiente y legítimo de las instituciones sociales se manifiesta generalmente en las relaciones sociales basadas en normas. UN MODELO ANALÍTICO PARA LA INTERVENCIÓN SOCIAL: INTEGRANDO LOS ENFOQUES DE LAS CAPACIDADES, EL CAPITAL SOCIAL Y LAS INSTITUCIONES EN EL ÁMBITO LOCAL Es por ello que se destaca la importancia de las estructuras legales como complemento fundamental en los proyectos de desarrollo. Sin embargo, si estas estructuras legales no son las adecuadas, pueden constituirse en los principales obstáculos en la implementación de proyectos. También se afirma que las instituciones son importantes debido a que las políticas públicas se formulan y operan desde instituciones y debido a que la gobernabilidad del sistema social depende de las instituciones. Los autores del Nuevo Institucionalismo Económico señalan que la calidad de las ideas incorporadas en las instituciones es esencial para explicar las diferencias en las tasas de crecimiento. Hoff y Stiglitz (2001) señalan que la nueva teoría del crecimiento económico y el análisis organizacional moderno del crecimiento económico sitúan a la teoría del desarrollo en una comprensión compleja donde las instituciones tienen un papel fundamental en el desarrollo. En América Latina es importante destacar la investigación de Stone, Levy y Paredes (1996). Estos investigadores analizan las interrelaciones y posibilidades de substitución entre las instituciones formales e informales. Específicamente analizan la industria de confección de ropa de Brasil y Chile con relación al contexto legal y las regulaciones para el inicio de los negocios. El resultado de su análisis comparativo entre ambos países señala que si bien Chile posee instituciones formales más eficientes, Brasil posee instituciones informales que substituyen en forma también eficiente sus carencias. En este sentido, es importante mencionar que la investigación empírica de las interrelaciones entre instituciones formales e informales se encuentra en su desarrollo inicial. Finalmente, se destaca en la región la investigación del Banco Mundial en torno a instituciones locales en Bolivia (Grootaert y Narayan, 2000). Modelo analítico: el encuentro de los tres enfoques conceptuales en lo local Los enfoques de las capacidades, el capital social y las instituciones están relacionados con la ampliación del concepto de desarrollo. En este sentido, diversos autores han vinculado el desarrollo con las complementariedades entre capacidades e ins- 10 tituciones o entre instituciones y capital social. Por ejemplo, en su planteamiento de expansión de las capacidades de los individuos, Sen le asigna un papel central a las instituciones. Evans (2002a), considerando como punto de partida el enfoque de las capacidades de Sen, destaca la importancia que tienen las instituciones para favorecer el intercambio y la discusión pública10. Woolcock (2001) en su planteamiento del capital social destaca la importancia que tienen las instituciones para generar capital social. La propuesta de este documento es que los tres enfoques poseen múltiples posibilidades de complementación, y por tanto, mayores posibilidades potenciales de lograr desarrollo cuando son analizados en conjunto y en ámbitos locales. En América Latina existe abundante literatura en torno al desarrollo local. Sin embargo, la definición de lo local continúa siendo ambigua e imprecisa. Acertadamente Boisier (1999) afirma que no hay respuestas convincentes en torno a la definición de lo local: “¿Qué es lo local?. ¿Se trata de una escala que habría que precisar en número de habitantes o en kilómetros cuadrados? ¿Supone un sistema de interacciones con una cierta autonomía? ¿Se refiere a una unidad político administrativa?”. Desde una perspectiva antropológica, Appadurai (1997) afirma que lo local hace referencia a como se instalan (embedding) realidades de mayor escala en mundos concretos. A su vez, Appendini y Nuijten (2002) señalan que el contexto institucional local hace referencia al entorno institucional relevante para los hogares y las personas en espacios o áreas geográficas específicas. Siguiendo a estos autores, lo local no alude necesariamente a territorios, ni tampoco a la estricta definición de un municipio como ámbito local. Se señala, por ejemplo, que un ministerio o una repartición que tiene una responsabilidad de coordinación nacional también tienen su expresión en un ámbito local. En efecto, en este tipo de organizaciones las personas se relacionan, comparten normas y valores, construyen identidades y se generan y recrean prácticas e instituciones sociales. Sin intentar saldar la discusión en torno al concepto, en este documento se entiende por lo local el ámbito analítico en el cual se expresan y es posible encontrar las instituciones, el capital social y las capacidades de los individuos. Peter Evans destaca el concepto de desarrollo deliberativo y lo conecta con el de democracia deliberativa siguiendo los trabajos realizados por Bongham y Regh (1997), Elster (1998), y Fung y Wright (2001). 55 RENÉ OLATE El ámbito analítico de lo local incluye organizaciones de tendencia pública y privada. Se acentúa este aspecto difuso por la dificultad que envuelve categorizar a organizaciones e instituciones como sólo públicas o enteramente privadas. Además, porque se busca enfatizar la búsqueda permanente de complementariedades y sinergias (Evans, 1996a, 1996b) entre instituciones y organizaciones de origen público, privado y mixtas. Es precisamente en esta definición de lo local donde es posible observar con más detalle la importancia de las instituciones informales y su interacción con las instituciones formales. En esta interacción muchas veces se sitúan los principales obstáculos o bien los principales facilitadores de los procesos de reforma y cambio institucional. Además, esta definición de lo local presenta una necesaria visión balanceada del papel e importancia del estado central y de las instituciones y organizaciones que operan en el nivel territorial o micro (Serageldin y Grootaert, 2000). Lo local, desde esta visión, explicita la necesaria dependencia y posibilidades de articulación de los procesos, organizaciones e instituciones que operan y determinan la globalización económica, cultural y política con las realidades locales. Otro elemento que subraya este enfoque analítico de lo local son sus posibilidades de aplicación a diferentes contextos, reconociendo las significativas diferencias entre realidades urbanas y rurales, pero también destacando los nuevos procesos de migración temporal de la ciudad al campo. En efecto, las economías más dinámicas de América Latina están mostrando importantes migraciones, no sólo del campo a la ciudad, sino también de trabajadores de las ciudades a la industria agrícola en épocas o para tareas específicas. En este sentido, los enfoques tradicionales que sólo hacen énfasis en los territorios muestran sus debilidades al intentar responder a estos movimientos de población. En el modelo analítico propuesto (Cuadro 2) se identifican los tres distintos niveles que corresponden a los enfoques conceptuales desarrollados. Las capacidades se entienden al nivel de los individuos, el capital social en el ámbito grupal y comunitario y las instituciones en el ámbito comunitario y de la sociedad. Es necesario entender y desarrollar las diferentes complementariedades entre los diversos niveles del modelo. Para ello es necesario recoger evidencias empíricas de formas de capital social alojadas en las instituciones locales que sirvan como ejemplos de buenas prácticas. También es necesario identificar tanto los mecanismos por los cuales estas experiencias resultaron ser exitosas como aquellos aspectos que todavía están pendientes. El uso de indicadores para identificar, monitorear y establecer impactos positivos de intervenciones locales es fundamental. Los indicadores utilizados por Putnam (2000, 2001) y Narayan y Pritchett (1999) son un buen punto de partida para avanzar en esta línea. Utilizando este modelo analítico resultaría interesante analizar las destacadas experiencias de intervención social de Villa el Salvador en Perú, el presupuesto participativo de Porto Alegre en Brasil o las ferias de consumo familiar en Venezuela. En estas tres realidades es posible especular que se dieron múltiples círculos virtuosos entre instituciones locales, capital social y construcción de capacidades. CUADRO 2 MODELO ANALÍTICO Integración de los Enfoques de las Capacidades (nivel individual), el Capital Social (grupal - comunitario) y las Instituciones (comunitario - societal). Sinergias y complementariedades Instituciones Nivel comunitario y nacional Lo Local: como ámbito de confluencia e integración Capital Social Nivel grupal y comunitario Capacidades Nivel individual 56 Desarrollo e Inclusión Social UN MODELO ANALÍTICO PARA LA INTERVENCIÓN SOCIAL: INTEGRANDO LOS ENFOQUES DE LAS CAPACIDADES, EL CAPITAL SOCIAL Y LAS INSTITUCIONES EN EL ÁMBITO LOCAL Habiendo colocado las coordenadas básicas de este modelo analítico, espacio privilegiado para analizar e intervenir en y con instituciones, capital social y capacidades, se enuncian un conjunto de sugerencias que recogen los aspectos conceptuales enunciados anteriormente. El mutuo refuerzo de la interacción entre las instituciones locales y las nacionales incrementa el stock de capital social. Las relaciones entre las instituciones formales e informales también necesitan ser consideradas. En el nivel local, las municipalidades y otras instituciones interactúan con una densa red de relaciones informales, estructuras y asociaciones de voluntarios. Estas interacciones definen las posibilidades y limitaciones de los individuos, de los hogares y de las actividades de los grupos. La calidad de las instituciones es también importante. Las capacidades y efectividad de las instituciones en los niveles micro y macro y en las esferas formal e informal influencian los resultados de las intervenciones sociales publicas. Las instituciones necesitan valores pero también necesitan capacidades organizacionales, de administración y habilidades técnicas de comunicación para hacer funcionar estos valores. En al ámbito local es posible observar relaciones sociales caracterizadas por densas redes sociales informales basadas en la confianza y reciprocidad de las relaciones cara a cara que constituyen recursos fundamentales para avanzar en procesos de desarrollo. El proceso de interacción y desarrollo del capital social y las instituciones es dinámico. El ejemplo citado frecuentemente en la literatura es el reemplazo gradual, durante un proceso de desarrollo exitoso, de las asociaciones y redes informales por estructuras administrativas formales y mecanismos de mercado impersonal. Además, si el patrón de desarrollo es apoyado y complementado por tribunales de justicia independientes que aseguren el cumplimiento de los contratos, capital social entendido como instituciones, todos los agentes económicos obtendrán ganancias. creación de capacidades individuales puede promover el capital social y mejorar el desempeño de las instituciones locales. En este sentido es importante identificar cuales son las instituciones formales e informales que incentivan la incorporación y participación de los pobres en los distintos mercados. Al respecto, el Informe de Desarrollo del Banco Mundial de 2002 señala que las preguntas relevantes son: ¿qué hacen las instituciones para promover el crecimiento y facilitar el acceso? ¿cómo se edifican estas instituciones? ¿de qué forma las instituciones pueden ayudar a las personas a utilizar mejor los activos que poseen y a multiplicarlos? Sin embargo, no hay una única forma preestablecida para el desarrollo de las instituciones (World Bank, 2001). Por supuesto, lo básico es qué es lo que se puede hacer en el mundo real de nuestros días y no lo que debería hacerse en el mundo ideal. Para el desarrollo de las instituciones es necesario destacar la importancia de la historia, del liderazgo, las normas y la cultura. Estas sugerencias e interrogantes tienen plena aplicabilidad en el contexto de las instituciones locales. Es decir, las estrategias de construcción de instituciones locales conectadas con los procesos de globalización pueden señalar muchas posibilidades de respuestas en términos de desarrollo y específicamente en términos de intervención social. Scheneider et al (1997) señalan en su investigación empírica que el diseño de instituciones locales que entregan servicios sociales puede influenciar los niveles de capital social. Del mismo modo, la policía puede y de hecho afecta los niveles de capital social de las comunidades. El cambio en la estructura y composición de los centros de padres y apoderados de los colegios fortalece significativamente la participación de los padres en una amplia gama de actividades escolares, ayudando con ello a la construcción de capital social. El reconocimiento de las distintas dimensiones de capital social y sus complementariedades son necesarios para producir óptimos resultados de intervenciones sociales. Estos resultados pueden ser entendidos a través de la búsqueda de mejores indicadores sociales que den cuenta de experiencias de intervenciones sociales exitosas en las cuales se pueda demostrar los impactos obtenidos. La existencia de instituciones que faciliten y apoyen las conductas cooperativas refuerza las expectativas de confianza y de reciprocidad. Sin estas instituciones que apoyen o fortalezcan este tipo de conductas podemos observar en la cultura fenómenos contrarios a la cooperación y la confianza. Al respecto, Cohen (2001) desarrolla la idea de intervenir en las instituciones como una manera de introducir el concepto de capital social dentro del poder político democrático. Estas intervenciones deben considerar todos los tipos de capital. En este sentido, el fortalecimiento y Del mismo modo, Ostrom (2000) and Ostrom & Ahn (2001) señalan que construir capital social a 57 RENÉ OLATE partir de intervenciones externas no es una tarea fácil y afirma que las instituciones regionales y nacionales afectan fuertemente el tipo de capital social disponible para acceder a procesos de desarrollo de largo plazo. La participación es facilitada no sólo cuando los agentes externos son más receptivos a las opiniones de la comunidad, sino también cuando estos ayudan a las personas de la comunidad a construir instituciones, las cuales incluyen reglas y normas, estructuras, actitudes y desarrollo de capacidades. Estas instituciones son el soporte principal para apoyar las iniciativas de la comunidad en la identificación de problemas y alternativas de solución y en la implementación de aquellas seleccionadas. El sector público y el estado desempeñan un papel importante en la creación y fortalecimiento de las capacidades, el capital social y las instituciones, pero cómo deber ser entendido ese papel y cómo debería ser desarrollado es una pregunta que permanece sin contestar adecuadamente. Los elementos mencionados anteriormente han sido enfatizados por diversos organismos internacionales de cooperación. El Banco Mundial ha destacado sostenidamente el papel e importancia de las instituciones locales para el desarrollo (World Bank, 1998). A su vez, Rodrik (1999) sugiere que puede ser útil pensar en instituciones políticas participativas como meta-instituciones que permitan obtener y agregar un conocimiento local y por tanto ayuden a construir mejores instituciones. Del mismo modo, Fukuyuma (2003) señala que el agujero negro de la administración pública consiste en avanzar hacia soluciones locales para fortalecer la capacidad institucional. Agrega que proponer la capacidad institucional tiende a ser más un arte que una ciencia y que la mejor solución será la local, o al menos dependerá de una profunda comprensión de las condiciones locales. Consideraciones finales Este documento situó los conceptos de instituciones, capital social y capacidades en una primera aproximación a un modelo analítico. Si bien existe abundante literatura sobre los tres conceptos por separado, esta propuesta intenta integrarlos en un esfuerzo no sólo por entender las realidades locales de un modo más integral sino también como una alternativa efectiva para intervenir en ellas. De este modo se pretende contribuir a establecer las bases de un modelo de intervención social. Estos elementos conceptuales, y el modelo en sí mismo, 58 se sustentan en el creciente consenso de que para producir más y mejor desarrollo es necesario considerar no solo recursos tradicionales como la tierra, el trabajo y el capital físico. En el contexto de este modelo analítico de intervención social, la inversión social, entendida a través de su expresión en programas y proyectos sociales, debe considerar que la adquisición de capital humano y el establecimiento de capital físico necesitan ser complementados con relaciones sociales efectivas que se den dentro de un contexto institucional, sea este formal o informal. Desde la perspectiva del modelo analítico propuesto, el análisis local institucional puede ayudar a identificar las capacidades y carencias de los sujetos que participan en las organizaciones y proyectos, los potenciales beneficios y dificultades del capital social en sus diferentes expresiones, y a la vez, modificar o crear instituciones sociales que aumenten los impactos de las intervenciones sociales. Atendiendo a las premisas expuestas, se necesita mayor análisis e información respecto a mecanismos y metodologías utilizadas. Especialmente, es necesario analizar intervenciones sociales que hayan desarrollado círculos virtuosos entre las capacidades de los sujetos, el capital social y las instituciones en el ámbito local. A la vez, se necesita conocer e indagar en los errores y deficiencias que han tenido las intervenciones sociales, analizándolas desde la perspectiva del modelo propuesto. Finalmente, se plantean algunas conclusiones para cada uno de los niveles del modelo propuesto. En cuanto al capital social. Para generar relaciones sociales que favorezcan el desarrollo de programas y proyectos sociales se debe trascender la visión romántica de que el capital social puede solucionar todos los problemas y de que produce siempre resultados positivos. Sin lugar a dudas, este concepto ha permitido a docentes universitarios, formadores de políticas y profesionales de distintas disciplinas acceder a un interesante nivel de cooperación y dialogo. Pero es necesario confrontar y desarrollar las distintas dimensiones del capital social, especialmente aquellas interrelaciones que favorecen la inclusión de los pobres. En cuanto a las instituciones. Para reducir la pobreza y otorgar facultades a los pobres, un aspecto central es encontrar las formas de crear sinergias entre las instituciones civiles y estatales y entre las instituciones formales e informales. Es importante atender al supuesto de que hay instituciones que favorecen la UN MODELO ANALÍTICO PARA LA INTERVENCIÓN SOCIAL: INTEGRANDO LOS ENFOQUES DE LAS CAPACIDADES, EL CAPITAL SOCIAL Y LAS INSTITUCIONES EN EL ÁMBITO LOCAL eficiencia y el desarrollo y otras, que por el contrario, pueden ser ineficientes y por tanto obstáculos importantes para el desarrollo. and Poor Communities, editado por S. Saegert, J. Phillip Thompson, and Mark R. Warren. New York: Rusell Sage Foundation. En cuanto a las capacidades. Para profundizar la democracia y fortalecer la participación ciudadana una de las capacidades más importantes que es necesario desarrollar en los sujetos es la de deliberación. En este sentido, dar voz a los pobres es una acción que debe necesariamente ir complementada con la capacidad de tomar decisiones. En términos conceptuales, la perspectiva de las capacidades en el modelo propuesto es todavía amplia. Por lo tanto, es necesario seguir avanzando en una definición más rigurosa y restringida. COLEMAN, JAMES S. 1987. “Norms as Social Capi- Bibliografía APPADURAI, ARJUN. 1997. Modernity at Large: Cultural Dimensions of Globalization. Minnesota: University of Minnesota Press. APPENDINI, KIRSTEN Y MONIQUE NUIJTEN. tal”. En The Economic Approach Applied Outside the Field of Economics, editado por G. Radnitzky, and P. Bernholz. New York: Paragon House Publishers. COLEMAN, JAMES S. 1988. “Social Capital in the Creation of Human Capital”. 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FECHA DE RECEPCIÓN: septiembre 2005 FECHA DE ACEPTACIÓN: marzo 2006 61 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 73 / Marzo / 2006 / P. 63-72 Métodos cualitativos para la indagación social: relevando esquemas de distinciones Qualitative methods for social research. Recounting diferentiation schemes RODRIGO FLORES1 Resumen Actualmente es posible observar un renovado interés por los modos y formas de investigación cualitativa, basados, principalmente, en una crítica creciente y fundamentada al concepto mismo de ciencia positiva y la emergencia de enfoques sistémico constructivistas en la explicación social. Ello ha llevado a la proliferación de conceptos que develan tal capacidad, como es el caso de autonomía y autorreferencia, hasta llegar a concepciones más radicales, como la proposición de que los sistemas sociales poseen las características propias de la autopoiesis Este artículo pretende abordar las implicancias que estas propuestas epistemológicas tienen para la metodología cualitativa. Palabras claves: métodos cualitativos - investigación social - autonomía - sistemas sociales Abstract At the moment it is possible to observe a renovated interest for the qualitative investigation methods. This interest is based, mainly, in a growing critic of the concept of positive science and in the emergency of new systemic constructivist’s points of view in the social explanation. This has conduct to a proliferation of concepts, like it is the case of autonomy and autoreference to more radical conceptions, as the proposition that the social systems possess the characteristics of the autopoiesis. This article intends to explain the implications that this epistemological proposals have for the qualitative methodology. Key words: qualitative methods - social investigation - autonomy - social systems Métodos cualitativos de indagación social Hace ya más de veinte años atrás, Taylor y Bogdan (1992:15) en un libro que se ha convertido en un clásico de lectura obligada para el estudiante e investigador iniciado en métodos y técnicas cualitativas, indicaban que “el término metodología designa el modo en que enfocamos los problemas y buscamos las respuestas. En las ciencias sociales se aplica a la manera de realizar la investigación. Nuestros supuestos intereses y propósitos nos llevan a elegir una u otra metodología. Reducidos a sus rasgos esenciales, los debates sobre metodología tratan sobre supuestos y propósitos, sobre teoría y perspectiva”. Con esta definición, los autores distinguían una de las características más significativas de los métodos cualitativos, es decir, la capacidad que 1 tienen para abordar áreas de interés y enfocarlas de forma problematizada con el objeto que se busque una solución acorde. El origen de la necesidad de asumir enfoques cualitativos en el estudio y comprensión de fenómenos sociales debe remontarse a los griegos antiguos. Los escritos de Platón y Aristóteles pueden ser vistos como representantes de posturas epistemológicas procuantitativas y procualitativas, respectivamente. Esta dicotomía, que permite entender fenómenos y procesos sociales, éticos, morales, etc, permanecerá durante toda la antigüedad hasta entrada la edad media, específicamente entre los siglos XII al XIV, donde se producirá un tránsito hacia formas matematizables de comprender y explicar el mundo de la experiencia al aceptar, por ejemplo, Antropólogo y Magíster en Antropología (U. de Chile) Doctor en Psicología Social (U. de Barcelona, España) Académico de la Escuela de Trabajo Social, Pontificia Universidad Católica de Chile. rfloresu@uc.cl 63 RODRIGO FLORES la existencia del cero y del vacío. Posteriormente, a partir de los postulados de Kant (1724-1804) se observa una ruptura progresiva con el objetivismo cartesiano y un desplazamiento hacia un modelo de conocimiento basado en el entendimiento humano, poniendo como foco de atención la comprensión y la interpretación. En este proceso contribuye, igualmente, el trabajo de Dilthey (1833-1911) al realizar la distinción entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu. Las ciencias del espíritu o humanas tienen como objeto de estudio la conciencia, lo cual es posible conocer por medio de la comprensión (Verstehen) Se entiende que las ciencias del espíritu dan cuenta de las experiencias vividas por los individuos (Erlebnis) y que intentan relacionarlas con su contexto sociohistórico y cultural. Un elemento destacable, en la consolidación de los métodos cualitativos, lo conforma la serie de estudios realizados a partir de mediados del siglo XIX, por misioneros, colonizadores, antropólogos y sociólogos interesados en conocer las formas y costumbres de sociedades diversas y diferentes a las occidentales, tanto de América, como en África, Asia y Oceanía. El método utilizado en estos estudios incluyó, desde un comienzo, el trabajo de campo, la etnografía y el interés por “conocer” distintos atributos o instituciones como la economía y sistemas de intercambio, las creencias religiosas y el trato con lo trascendente, el parentesco y los vínculos familiares, la magia y la sanación, el uso y distribución del poder, etc. Para ello fue necesario “vivir” por largas temporadas con los pueblos que eran de interés, aprendiendo su lenguaje y sus costumbres por medio de relatos orales y observaciones de primera mano. Ello marcó una impronta definitiva y diferenciadora en los métodos y técnicas cualitativas de investigación y recogida de datos sociales que perdura hasta hoy día. Igualmente, podemos mencionar la serie de estudios, investigaciones y publicaciones que se llevaron a cabo en la Universidad de Chicago, entre los años 1920 y 1940. El interés de esta escuela por el desarrollo, utilización y difusión de métodos y técnicas cualitativas quedó de manifiesto en los procedimientos utilizados para abordar diversos fenómenos sociales, tales como problemas de integración racial, ghettos y áreas naturales urbanas, pandillas y organizaciones e instituciones. De la gran variedad de estudios e investigaciones que se desarrollaron bajo este influjo, pueden mencionarse aquellos que utilizaron la técnica de la observación participante (Anderson, The Hobo, 1923; Cressey, The Taxi-Dance Hall, 1932); y la utilización de 64 historias de vida de criminales y delincuentes juveniles (Shaw, The Jack-Roller, 1966; Sutherland, The professional Thief, 1937) También cabe destacar la serie de estudios y publicaciones generadas por Lloyd Warner (1898-1970), quien aplicó el perspectiva cultural al estudio de las organizaciones formales norteamericanas. Del ejemplo infundido surgieron otros investigadores interesados en este tipo de estudios. Sólo a modo de referencia se puede citar a William Whyte quien estudió etnográficamente la sociedad de la esquina (Street Corner Society, 1943) y las relaciones humanas en diversas industrias, restaurantes, hoteles, acero, automóviles, vidrio y petróleo (Arnold y Flores, 2003). Entre 1960 y 1980 observamos la emergencia de distintas vertientes epistemológicas que pretenden enfatizar y promover el uso de métodos y técnicas cualitativas de investigación social. Aquí encontramos los estudios de Becker, Geer, Hughs y Strauss (1961) denominado Boys in White y de Glaser y Strauss (1967) The discovery of Grounded Theory. Surgen, igualmente, perspectivas aún coexistentes, como la fenomenología, el interaccionismo simbólico y la etnometodología, que rescatan al actor como protagonista fundamental de los fenómenos sociales y las interpretaciones y significaciones que para ellos tiene la denominada “realidad”. Se destacan los aportes de investigadores influenciados por la semiótica y la hermenéutica, entre los que podemos nombrar una variedad significativa de enfoques tales como el postestructuralismo de Barthes, el neopositivismo de Phillips, el neomarxismo de Althusser, las teorías rituales del drama y la cultura de V. Turner, el deconstructivismo de Derrida y la etnometodología de Garfinkel. Mención especial merece la descripción densa de fenómenos sociales desarrollada por Clifford Geertz, quien adhiere a una concepción de ciencia que se entronca directamente con el idealismo filosófico alemán, el cual distingue claramente entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu – wisenschaften / gesellschaften. En estas últimas se destaca una concepción de lo humano que resalta sus características únicas, tales como: la reflexibilidad, creatividad e intencionalidad, los propósitos y significados, etc; en fin, todos aquellos asuntos que están ausentes en el mundo natural y animal y a los cuales no pueden ser aplicados los modos de análisis con que se estudian los fenómenos físicos o biológicos. Lo humano, bajo esta perspectiva, se hace inteligible a través de procedimientos especiales: la comprensión, el rapport y un conjunto de operaciones técnicas tales como la observación MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INDAGACIÓN SOCIAL: RELEVANDO ESQUEMAS DE DISTINCIONES participante, las historias de vida y en general gran parte del instrumental metodológico cualitativo que caracteriza a los estudios de campo (Geertz, 1973) Actualmente es posible observar un renovado interés por los modos y formas de investigación cualitativa, basados, principalmente, en una crítica creciente y fundamentada al concepto mismo de ciencia positiva y la emergencia y dominación de enfoques sistémico constructivistas en la explicación social. En ella observamos por un lado, una crisis de representación, al ponerse en duda una de las premisas de la investigación cualitativa tradicional, al cuestionarse la posibilidad del investigador de aprehender la experiencia vivida como experiencia en sí y de poder transmitirla en cuanto conocimiento institucionalizado. Dicha experiencia queda, ahora, clausurada en la descripción realizada por el investigador, como una creación propia e independiente de los fenómenos sociales. Y, por otro lado, una crisis de legitimación, al cuestionarse principios básicos de la investigación científica tradicional, tales como los criterios de validez y fiabilidad, por considerarlos obsoletos y caducos. La consecuencia fundamental de tal forma de entender el proceso de investigación cualitativa, desde un enfoque sistémico - constructivista, radica en la imposibilidad aparente de no poder realizar una investigación desde un enfoque neutro y objetivo. Los procesos de investigación pasan a ser entendidos como construcciones de experiencias de vida, no siempre concordantes con el fenómeno en sí, pero alejados también del solipsismo. Ello ha llevado a la proliferación de conceptos que develan tal capacidad, como es el caso de autonomía y autorreferencia, hasta llegar a concepciones más radicales, como la proposición de que los sistemas sociales poseen las características propias de la autopoiesis (Luhmann, 1991) Tales consideraciones han ido acompañadas por reformulaciones a la metodología cualitativa, algunas de las cuales serán abordadas en este artículo. Características distintivas de la investigación cualitativa de fenómenos sociales La investigación cualitativa es un proceso de conocimiento que obtiene datos del contexto en el cual los eventos ocurren. En este sentido, puede ser entendido como un esfuerzo por describir los fenómenos sociales que tienen cabida en escenarios naturales. Para que ello sea posible, se realiza un registro de una serie de datos descriptivos, donde se relevan las palabras de las personas, habladas o escritas, tal y como ellas las pronuncian, así como la conducta observable. Taylor y Bogdan (1992) en un estudio ya clásico sobre métodos cualitativos de investigación, constataron la existencia de diez características distintivas de la investigación cualitativa. Es de interés en estas páginas, destacar algunas de esas características que hacen a los métodos cualitativos de investigación acercarse a los fenómenos sociales de forma particular. En primer lugar, es necesario señalar que la investigación cualitativa es inductiva. Se entiende que quienes desean realizar una investigación con carácter cualitativo son capaces de elaborar conceptos, ideas y comprensiones a partir de una serie de datos, y no necesariamente con el objeto de poner a prueba sus teorías o comprobar hipótesis. Del mismo modo, podemos indicar que sus estudios siguen un diseño flexible, no sujeto a rigideces de variables o muestras. Muchas veces, sus estudios comienzan con problemáticas formuladas de forma vaga, pues son los fenómenos sociales quienes deben guiar el diseño de investigación. La investigación cualitativa requiere observar los escenarios sociales desde una perspectiva integral, holística y sistémica. Se entiende que los fenómenos que estudiamos se encuentran interrelacionados unos con otros, de forma aparente o latente, por lo que no puede dejar de pensarse en las posibles relaciones entre ellos. Igualmente, pretenden desarrollar explicaciones que utilicen los marcos de referencia de las personas, con sus expresiones y significados. Los investigadores cualitativos se identifican con las personas que asumen el rol de informantes, con el objeto de comprender los fenómenos desde su perspectiva particular. Este tipo de investigación entiende que todos los escenarios son dignos de estudio. No existen escenarios, temas, actores sociales (comunidades, grupos, personas) que sean más o menos importantes que otras. Igualmente, cuando se inicia el estudio en un escenario sociocultural determinado, se debe poner atención en las sorpresas, lo que causa asombro y extrañeza. Asumir tal actitud, supone encontrarse siempre abierto a las diferencias, a aquello que no aparece como algo evidente o común para el investigador. Los estudios cualitativos consideran a los fenómenos sociales como una co-construcción realizada entre investigador y sus informantes. Los investigadores cualitativos entienden que la utilización de sus métodos se encuentran asociados a formas y pautas 65 RODRIGO FLORES de conocimiento validadas socialmente por la comunidad científica. Su utilización no hace más que una reducción o simplificación de los fenómenos estudiados. Las posiciones, afirmaciones y declaraciones entregadas por los informantes son, también, simplificaciones de esos fenómenos realizadas desde perspectivas determinadas. La construcción del conocimiento cualitativo se realiza, entonces, por medio de un acercamiento pautado y meditado, que permite un acoplamiento entre ambas perspectivas, la del investigador interesado en conocer y explicar, y la del informante. El investigador interesado en poner en práctica un estudio cualitativo da énfasis a los criterios de validez de la información que de ella surge. Al igual que ocurre en otro tipo de estudios, que aseguran sus constataciones haciendo hincapié en la confiabilidad y la reproducibilidad, los investigadores que utilizan métodos cualitativos se encuentran preocupados por la validez de la información recolectada. Un estudio cualitativo no es subjetivo, impresionista e informal. Por el contrario, el conocimiento generado por este medio requiere un mayor grado de rigurosidad, precisión y seriedad, aunque los datos recolectados no necesariamente puedan ser estandarizados. Para ello, el investigador puede hacer uso de una serie de técnicas que le permitan asegurar dicha validez, por ejemplo, mediante el uso de la triangulación como forma de corroboración de la información. Otra característica de este tipo de estudios es su flexibilidad. Se entiende que existe cierto grado de flexibilidad a la hora de realizar la investigación cualitativa. a diferencia de otros enfoques, el profesional que ha escogido este tipo de metodología posee la suficiente libertad como para utilizar una diversidad de técnicas que le permitan abordar en mejor medida los fenómenos sociales. Los métodos cualitativos se encuentran a disposición del investigador, quien asume la tensión de su realización. La ejecución exitosa de muchas de las técnicas de indagación social cualitativa recae en el investigador que la realiza. No basta con conocer el funcionamiento de las técnicas en sus aspectos formales, su ejecución acertada se garantiza en gran medida por medio de la experiencia del investigador en haber realizado con anterioridad dichas técnicas. No obstante las características antes mencionadas, el problema del acceso directo a las experiencias de vida de los actores sociales es un tema aun en discusión. Que el investigador sea capaz de observar la realidad sociocultural con los ojos de los actores ha 66 sido cuestionado fuertemente por algunos autores (Geertz, 1973) Se entiende que la observación es selectiva tanto para el actor como para el investigador, quien suele describir lo observado desde la lógica científica, muchas veces alejada de las consideraciones de la vida cotidiana de los actores. Otro punto de consideración dice relación con la posibilidad de establecer generalizaciones a partir del estudio de caso. Muchos de los estudios de caso descritos en textos de ciencias sociales han generalizado sus conclusiones a determinados colectivos, comunidades, grupos, clases sociales, etc. El alcance de los estudios de caso queda delimitado al objeto de estudio de la investigación, por lo que la extrapolación hacia otros conglomerados aparece como del todo inapropiada. Una antigua discusión. Estrategias cualitativas y cuantitativas de indagación social No cabe duda que los métodos cualitativos y cuantitativos se han desarrollado al unísono, respondiendo a orientaciones y estrategias diferenciadas al interior de nuestras disciplinas, que pretenden comprender, de la mejor forma posible, los fenómenos sociales. El antecedente más claro de la dicotomía entre estrategias cualitativas y cuantitativas de investigación se encuentra en el debate que generó la obra de Thomas Znaniecki “El campesino polaco en Europa y América”, y los estudios desarrollados por la Escuela de Chicago a principios del siglo pasado que abogaban por el predominio y orientación de metodologías cualitativas basadas en las historias de vida y la observación participante. En los escritos de algunos autores (Alvira, 1983; Pérez, 2001) es posible encontrar una serie de atributos sobre los métodos cualitativos y cuantitativos. De ellos se suele mencionar que los métodos cualitativos: a) postulan una concepción holística fenomenológica, b) inductiva, c) estructuralista, d) orientada al proceso; e) propia de la antropología. Por otro lado, los atributos de los métodos cuantitativos quedan designados por poseer: a) una concepción global positivista, b) ser hipotético-deductivos, c) particularistas, d) objetivos, e) orientados a los resultados, f) y propio de las ciencias naturales. Como puede verse, en tales declaraciones se entremezclan una serie de argumentos poniéndolos al mismo nivel de análisis, por ejemplo: características propias de las metodologías enunciadas (holística versus particular), connotaciones disciplinarias (propios de la antropología versus propio de las MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INDAGACIÓN SOCIAL: RELEVANDO ESQUEMAS DE DISTINCIONES ciencias naturales), distinciones epistemológicas (fenomenológica versus hermenéutica), enunciados teleológicos (orientadas al proceso versus orientados a los resultados), entre otros. Desde nuestra perspectiva, deseamos resaltar lo inapropiado que resulta confundir dichos niveles de análisis. Consideramos que una comparación pertinente entre ambas metodologías debe centrarse tan sólo en sus características distintivas, puesto que ellas no se encuentran circunscritas a una perspectiva epistemológica determinada, a una disciplina o una finalidad. Entendemos que una investigación cualitativa puede realizarse perfectamente desde una orientación empirista positivista y al revés, puede darse la posibilidad de realizar una investigación cuantitativista desde una orientación constructivista- sistémica, puesto que en tales enunciados no agotan sus cualidades. Junto a estas observaciones, a mediados de los años ochenta, surgieron una serie de críticas y reticencias por parte de diversos autores, a la hora de establecer una separación dicotómica entre métodos cualitativos y cuantitativos (Cook y Reichardt, 1986; Álverez, 1986; Trend, 1986). Para el caso que nos ocupa en estas páginas, toda investigación cualitativa, al igual que su símil cuantitativa, poseerá una serie de atributos que la harán tener ventajas y desventajas, encontrar soluciones y enfrentar problemas, de acuerdo al fenómeno social que pretenda abordar. Un esfuerzo de comparación de atributos entre metodologías cualitativas y cuantitativas podemos encontrarlos en la tabla que se presenta a continuación. Las diferencias en los enfoques no se encuentran, entonces, en las formas de ver el mundo o entender el quehacer científico, sino en cómo se posicionan en torno a fenómenos sociales concretos, cuáles son los aspectos o dimensiones que están relevando, etc. Por cierto, tanto los métodos como las técnicas, cualitativas y cuantitativas, no deben observarse como una díada de pares opuestos e irreconciliables. Tanto desde un interés investigativo como práctico, existen buenas razones para abogar por una complementariedad entre ambas metodologías cuando ello resulta pertinente. Desde un interés investigativo, se debe reconocer que, independientemente de la perspectiva epistemológica escogida, la elección de metodologías cualitativas o cuantitativas se encuentra determinada por el problema de investigación. Deberíamos preguntarnos si al abordar fenómenos sociales altamente complejos e irreductibles, podemos seguir insistiendo en la necesidad de utilizar tan sólo uno de estos métodos. Igualmente, resulta de interés constatar que a lo largo del trabajo profesional de muchos de nuestros egresados en ciencias sociales se combinan una serie de multimétodos y pluritécnicas. En escasas oportunidades ellos pueden / deben utilizar tan sólo métodos cualitativos / cuantitativos. Esta situación obedece, por cierto, a una moda, sino a la necesidad de articular diversas visiones y perspectivas sobre fenómenos crecientemente diversos, cuyas variables no se encuentran muy bien definidas o donde es imposible articular con éxito una estrategia causalista. TABLA 1 Orientación Cuantitativa Orientación Cualitativa • Aboga por el empleo de los métodos cuantitativos • Aboga por el empleo de métodos cualitativos. • Utiliza una medición penetrante y controlada. • Interesado en la comprensión de la conducta del actor social. • Idea de objetividad científica. Control de las variables. • Observación naturalista. Escaso control de las variables. • Perspectiva Etic “desde fuera” • Perspectiva Emic “desde dentro” • No fundamentada en la percepción del actor social, generalmente orientado a la comprobación y confirmación. • Fundamentada en la percepción del actor social, generalmente orientado al descubrimiento. • Utiliza hipótesis. • Utiliza conjeturas. • Busca la fiabilidad, preocupado por la generación de datos que sean repetibles. profundos. • Busca la validez, preocupado por la generación de datos orientados al sentido, intensos • Mayormente generalizable. Estudio de casos múltiples. • Mayormente no generalizable. Estudio de casos particulares. 67 RODRIGO FLORES El observador y la observación social de segundo orden Reflexiones e investigaciones reciente, sobre el quehacer investigativo en ciencias sociales, sostienen sus posiciones en argumentos que relevan la relación entre descripción científica y construcción social. De acuerdo a estos enfoques, todo investigador se relaciona con su ambiente por medio de experiencias que ponen en juego la coparticipación de observadores y observaciones. La investigación social pasa a ser entendida como una coproducción en la cual juega un importante papel la experiencia vivida por quien realiza el estudio y las comunicaciones y descripciones realizadas por los informantes. Tales posiciones entienden, junto a Luhmann (1991), a las ciencias sociales como sistemas especializados en la generación de conocimiento pertinente y válido sobre determinados ámbitos y procesos, lo cual se realiza por medio de la aplicación de esquemas y operaciones de observación sobre otros sistemas. Tal posicionamiento, se engarza con la teoría general de sistemas y de otras vertientes, donde destacan autores tales como Heiz Von Foerster, Humberto Maturana, Francisco Varela, Jesús Ibañez, etc. Algunos de ellos, cuestionan el quehacer y el operar mismo de la ciencia tradicional, al sostener que los argumentos científicos, el conocimiento, no puede basarse en una “realidad pre-existente” al ser humano. Han pasado ya más de veinte años desde que H. Maturana (1986) sostuviera la improbabilidad de apoyar la tradicional investigación científica en el objeto externo o realidad objetiva, como un factor que permita validar el conocimiento. En este contexto, la objetividad tan propia de las concepciones tradicionales, no debe ser comprendida como adecuación al objeto, sino como una adecuación a un conjunto de criterios de validación aprobados por la comunidad de observadores. De este modo, toda comunicación científica pasa a ser relativizada o simplemente puesta entre paréntesis, desde donde se emprenden decididos y obligados pasos hacia la descripción detallada de la perspectiva según la cual se hacen posibles las “observaciones” realizadas. Bajo este enfoque, la figura principal en el acto de conocer es el observador en la experiencia de observar. Una de las características principales del constructivismo sistémico es que el observador no es un supuesto ontológico a priori, pues no existe el observador separado u alejado de la observación. No existe observación sin observador ni observador sin observación, quedando así clausurada tal distinción. Como señala Maturana (1997), el observador aparece en la distinción del observar cuando 68 nos preguntamos por el observador y el observar. Este punto de partida obliga, sin lugar a dudas, a replantear muchos de los supuestos implícitos con los cuales ha operado tradicionalmente las ciencias sociales. No constituye la intención de estas líneas hacer una revisión crítica de ellas, sin embargo, al parecer algunos cientistas sociales cualitativos han reaccionado hace algún tiempo a nuevas y crecientes gradientes de complejidad en sus escenarios de estudio, desde diferentes puntos de vista. Del mismo modo, ya no nos resulta extraño que se admita la coexistencia de variados tipos y niveles de objetividades presentes al interior de la sociedad, cada uno de ellos inserto en niveles de significación determinados, los cuales, de una u otra forma, limitan a su propio contexto los dominios explicativos y comunicativos provenientes de la ciencia. Las explicaciones comienzan a ser asumidas, desde ahora en adelante, como tan sólo una -de las muchas posibles- formas del conocer social. Por cierto, tales aseveraciones poseen enormes implicancias para la comprensión tradicional de lo que se entiende por quehacer investigativo. El conocimiento se vuelve posible al observar y describir observaciones, las cuales se convierten en puntos de emergencia para nuevas distinciones e indicaciones (Spencer-Brown, 1979) La distinción es el trazo que marca una diferencia, denotando dos lados de un fenómeno, por lo que no es posible conocer sin establecer una distinción. En una unidad indiferenciada, todo es igual, donde todo es igual no existe variedad, donde los fenómenos sociales no pueden ser distinguidos ni descritos. El primer acto de distinción es imposible de rememorar. ¿Cuál es la primera distinción que elaboran nuestras disciplinas sobre fenómenos sociales? Al mismo nivel que la conciencia, sistemas más complejos, como los propios de la cultura o la sociedad no son posibles de reconstruir de acuerdo al método causal. Sabemos que una vez trazada la primera distinción, todas las distinciones siguientes tienen su base en ella, sin embargo no puede ser traída a la sociedad sino en cuanto comunicación. Como se observa, el proceso de elaboración de distinciones es altamente recursivo y puede ser explicado mejor tomando en cuenta el lenguaje. El niño aprende la simbología de las letras y las asocia a los sonidos. Una vez reconocidos los sonidos y las letras es capaz de leer palabras y por último elaborar frases completas que adquieren sentido en el lenguaje. De ahí a la abstracción y la ideación de constructos de alto valor complejo hay sólo un paso. MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INDAGACIÓN SOCIAL: RELEVANDO ESQUEMAS DE DISTINCIONES En cuanto sistema social preocupado por el estudio del devenir social, nuestras disciplinas pueden ser mejor comprendidas si se la trata como sistema de observación. A partir de tal distinción, todo acto cognoscente ocurre por medio de la observación realizada por el observador. Bajo este prisma, las operaciones que competen a las ciencias sociales entran en juego cuando, por medio de la aplicación de distinciones, un observador fija con sus indicaciones el mundo social. Reflexiones inspiradas en la teoría sistémico - constructivista nos indican que la descripción de nuestras ciencias no refiere a la constatación de fenómenos sociales en sí. La observación del observador es una observación de primer orden. Desde otra perspectiva, la observación de primer orden de fenómenos sociales no tiene cabida en la descripción social. La observación de nuestras ciencias, en cuanto proceso de aplicación de distinciones, remite a una observación de segundo orden. ¿Quién realiza observación de segundo orden? Preferentemente las disciplinas cuyo objeto de estudio son observadores. Es propio de las ciencias sociales que se dediquen a fenómenos de gran complejidad, porque observan fenómenos como la cultura, la sociedad, la política en sus diferenciaciones estatales y de regímenes gubernamentales, la economía y las creencias, entre otras. La observación de segundo orden pretende observar la observación de sistemas observadores (Luhmann, 1991; Ibañez, 1991) Análogamente, el sistema de las ciencias sociales lo que hace es dar cuenta de la observación y descripción que realizan distintos observadores de los fenómenos sociales. La importancia de entender como sistema observador de segundo orden recae en que esta perspectiva tiene el privilegio de poder distinguir y describir lo que otros observadores no pueden distinguir ni describir, iluminando sus puntos ciegos o funciones latentes. La observación de segundo orden oferta posiciones para observar a otros observadores, mientras aplican sus distinciones en sus observaciones. Su objetivo central consiste en hacer distinguible las formas del distinguir. Su propio conocimiento emerge mediante operaciones de observación y descripción que indican cómo otros sistemas llevan a cabo sus operaciones y cómo, en dependencia de ellas, construyen su quehacer (Arnold y Robles, 2000) Develando esquemas de distinciones En parte, la observación de segundo orden se relaciona con la distinción entre la perspectiva etic, objetivismo u observación de primer orden, y la emic que apunta a los esquemas y modelos de significación de los observados. La aplicación de estos términos en la teoría social fueron mejor explicados por Harris (1994) con el fin de diferenciar dos estrategias en investigación cultural: aquellas que dirigen su observación a las dimensiones de la cultura de acuerdo a categorías internas a ellas mismas y aquellas que observan las culturas de acuerdo a categorías externas, propias de la ciencia. Tales diferencias provienen del campo de la lingüística antropológica y fueron desarrolladas en extenso por K. Pike (1972) a mediados de la década de los años cincuenta y remiten a los términos phonemic (fonémico) y phonetic (fonético). Los lingüistas, desde un punto de vista etic, distinguen las unidades fónicas sonoras de las sordas (según la vibración de las cuerdas vocales, sonidos aspirados o no, labiales de los dentales, etc.), mientras que las descripciones emic de los sonidos del lenguaje se basan en el sistema implícito o inconsciente de contraste fonológico, inscrito en la mente de los hablantes nativos y que ellos utilizan para identificar el significado de las expresiones de su lenguaje. En el campo de lo social, el carácter emic o etic de las descripciones de acontecimientos dependen del origen de las categorías que establecen el marco del discurso, y no de si la información proviene o no de los informantes. Cuando la descripción responde a las categorías de tiempo, espacio, pesos y medidas, etc. propias del observador, la descripción será etic (Harris, 1994, 49). Igualmente, las descripciones emic no son menos científicas ni objetivas que las descripciones etic. Tal como lo indica Harris (2004:33), los estudios de carácter emic satisfacen siempre los criterios de investigación científica. De acuerdo con ello, toda observación social representa la operación de esquemas diferenciadores - también abiertos a la observación- y que permiten consignar la realidad en un sentido u otro. La observación de las distinciones pretende dar cuenta de los esquemas que utilizan los sistemas sociales, los que pueden ser agrupados en conjuntos ordenados de distinciones. Conjuntos ordenados no significa necesariamente igualitarios, reglamentados o coherentes. La coherencia no tiene nada que ver con los fenómenos sociales estudiados, tal como lo señalara Radcliffe - Brown (1974) hace más de setenta años. Con el término conjuntos ordenados hacemos referencia a que ellos tienen cabida en la sociedad. Desde orientaciones sistémico - constructivista los llamamos esquemas de distinciones, al poseer las propiedades antes expuestas. En cuanto objeto de 69 RODRIGO FLORES estudio preferente, los esquemas de distinciones hacen posible la comprensión de un sistema social. Apelan, por ejemplo, a valores, creencias profundas, concepciones a cerca del bien y del mal, la moral, creencias religiosas, el valor de la amistad, el dinero, etc. El registro de esquemas de distinciones abre la posibilidad de interceptar (interferir, intervenir) comunicaciones y adentrarnos en los fundamentos de lo social -expectativas cognitivas, explicaciones y haceres - en los sistemas. Como proceso de observación de segundo orden, el conocimiento de los fenómenos sociales se construye, dinámica y activamente, como resultado de operaciones de observación del sistema. Es el propio sistema científico quien realiza procesos de observación de la distinción realizada por los sistemas observadores de los sistemas sociales. Su descripción, propia del proceso de observación realizado, se encuentra ligada al propio sistema. Este proceso, clausura la operación de conocimiento realizado por la disciplina, poniendo así en tela de juicio las aseveraciones que indican que las ciencias sociales se realizan desde los actores. Ello plantea radicales transformaciones para la metodología cualitativa. Un elemento importante de ser notado desde el punto de vista sistémico - constructivista es que las explicaciones y descripciones que se realizan de las experiencias vividas por los observadores no reemplazan en ningún caso a lo que ellas explican o describen. El observador que las escucha o las rememora sólo hace eso: escuchar y rememorar, pero en ningún caso “vive” esa experiencia vivida y rememorada. La “realidad” de la experiencia vivida no puede ser “re-vivida”. La “realidad” en este sentido queda restringida al observador en su experiencia concreta y acotada, y lo transmitido se convertirá en una “nueva realidad” que alude a una experiencia concreta pasada, pero que no “es” la experiencia concreta pasada. Esta constatación, por cierto, lo único que hace es abrir las posibilidades de la metodología cualitativa a futuras distinciones. La más importante dice relación con el criterio de aceptación de la comunicación generada en la indagación social. La contingencia nunca puede ser reducida del todo, por lo cual, la comunicación de la descripción de la observación de la experiencia del fenómeno social no garantiza, en ningún caso, su aceptación. Ninguna observación realizada por el sistema, introducida en la sociedad como comunicación, tiene garantizada su comprensión ni menos aún su aceptación. Ella puede también no ser comprendida por la comunidad 70 científica o puesta en tela de juicio y sus efectos se encuentran siempre sujetos a la observación cuando se actualizan en la comunicación. Implicancias de la observación de segundo orden para la indagación cualitativa Redefinir nuestro quehacer investigativo, en cuanto sistemas observadores de sistemas sociales complejos, constituye el verdadero desafío para la indagación cualitativa. Frente a tal complejidad, podemos apoyarnos en orientaciones metodológicas orientadas a la indagación de categorías, significados y órdenes simbólicos que operan en el sistema social, los cuales se encuentran orientados a develar procedimientos que identifican y relevan las operaciones mediante las cuales se distinguen, organizan y describen las experiencias. Para ello, podemos hacer uso de diversas técnicas cualitativas, las cuales se encuentran dirigidas a la aprehensión del sentido y descripción de categorías, tales como la observación participante (Bruyn, 1972), que prescribe una inclusión consciente y planificada en la cotidianidad de los sistemas en estudio; las historias orales (Samuel, 1982), que permiten el registro de la memoria colectiva de determinados sistemas sociales; las entrevistas etnográficas (Spradley, 1979), que pretenden relevar esquemas de distinciones en los términos descritos por los observadores; los focus groups (Morgan, 1988) y grupos de discusión (Ibáñez, 1991), que pretende rescatar la emergencia de lo social desde su constitución grupal, etc. Sobre dichas orientaciones, los instrumentos de indagación deben contribuir a establecer una observación que apunte a dar cuenta de las formas del ver y leer cotidiano, tomando en cuenta las operaciones en las cuales basan sus operaciones. Ello se consigue estableciendo instancias adecuadas que permitan generar ambientes donde observadores, observaciones y medios de observación sean rescatados en procesos comunicativos que privilegian el reconocimiento de lo social desde el punto de vista de sus miembros, por medio del relevamiento de sus categorías y distinciones significativas, validadas por ellos mismos. Ello no implica desconocer el determinismo estructural propio de todo sistema, sino que releva el punto de vista desde el cual se realizan las observaciones. Para el caso de la indagación social cualitativa, es importante tener presente que ella misma debe encontrarse orientada a rescatar el sentido de la comunicación. Este proceso se encuentra unido MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INDAGACIÓN SOCIAL: RELEVANDO ESQUEMAS DE DISTINCIONES al relevamiento de las explicaciones que los propios actores sociales realizan de sus categorías de análisis, las cuales les permiten ordenar el mundo social circundante. Debemos reconocer que ninguna observación agota todas las posibilidades de distinción. Siempre se trata de una perspectiva. Con ello, rescatamos la comunicación explícita, dejando de lado estructuras latentes. La observación puede someterse ella misma a la observación, con el objeto de develar sus puntos ciegos, las distinciones no distinguidas. En este sentido, se requiere la utilización de técnicas cualitativas que fomenten la observación de estos puntos ciegos, no distinguidos ni previstos. sistémico - constructivista. Al ser leído, se debe guardar recaudo de que no se pretende establecer una dicotomía entre ambas orientaciones, sino que tan sólo servir de ejemplo de las convergencias y divergencias. Algunos autores (Arnold y Robles, 2000) han intentado realizar con anterioridad un esquema dicotómico entre ambas macroorientaciones, sin embargo, sus exposiciones resultan ser imprecisas, confusas y demasiado simplificadas. Imprecisas y confusas, pues ponen en un mismo nivel orientaciones epistémicas y características metodológicas; y simplificadas, en cuanto no permiten apreciar las convergencias y divergencias entre las orientaciones. Para lograr esta situación, se privilegiará, por ejemplo, la utilización de técnicas cualitativas que sometan juicios, análisis y observaciones a la observación de los descritos. Talleres que expliciten las orientaciones investigativas, fomento de la participación de los actores en los resultados de las indagaciones, informantes calificados que participan en los estudios, etc. son algunas de las alternativas que pueden ayudar a ampliar la variedad de la observación, disminuyendo la incongruencia y acercando las observaciones realizadas. De acuerdo a la postura sistémico-constructivista, el fenómeno cognoscente se realiza por medio de distinciones sucesivas, realizadas por un observador en el acto de observar, por lo que pretende superar la clásica relación sujeto/objeto. El investigador social es un observador externo, especializado en la observación de observadores, es decir, un observador de segundo orden. Así mismo, su propósito, es establecer explicaciones sobre los fenómenos sociales, las cuales se encuentran limitadas por condiciones de contexto y temporalidad. Sus explicaciones, puestas en perspectiva, se orientan al rescate del sentido, en el cual es relevadoen constantes procesos de acercamiento comunicativo. Ellos quedan construidos de forma conjunta, en el acto de observar. Con el objeto de ilustrar de mejor manera las consideraciones indicadas, es posible construir un cuadro resumen en el cual se expone la orientación empírico analítica y su diferencia con la orientación TABLA 2 Orientación Naturaleza de la realidad Relación cognoscente Propósito Tipo de explicación Empírico-analítica Pre-existente Singular Tangible Fragmentable Relación sujeto/objeto Objetividad Neutralidad Generalizaciones Leyes, explicaciones nomotéticas Deductiva Centrada en semejanzas Causal Primer orden Constructivista– sistémica Distinción Observador/observación (Objetividad) Perspectivismo Explicaciones limitadas por el contexto y tiempo Inductiva Centrada en las diferencias Orientada al sentido Segundo orden Construida Múltiple Holística Divergente 71 RODRIGO FLORES Bibliografía ALVIRA, F. (1983) Perspectiva cualitativa / perspectiva cuantitativa en la metodología sociológica, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 22, pp. 53-75 ANDERSON, N. 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Ello implica no sólo el reconocimiento del conflicto, sino también comprender qué es, conocer sus componentes y aquellos comportamientos y actitudes que favorecen a las partes involucradas encontrar soluciones por sí mismas. Palabras claves: familia - mediación - conflicto Abstract The present article develops in a conceptual manner the topic of the family mediation as a resource that allows people to face conflicts, maintaining the control of their lives, and deciding according to their values and beliefs. The conflicts are analyzed from a positive perspective, as an opportunity for the transformation and growth of the persons. That is because it is emphasized the necessity of learning how to face the problems in a constructive way. It does not only imply the recognition of the conflict, but also the understanding of it, the knowing of their components and of those behaviors and attitudes that favor the involved parts to find solutions for themselves. Key words: family - mediation - conflict La mediación tiene una larga historia en la mayoría de las culturas del mundo. Así por ejemplo, los filósofos griegos utilizaban el concepto de mediación en aquellos casos en que existía la necesidad de encontrar un modo de vincular dos elementos distintos. “La mediación era concebida como la actividad propia de un agente facilitador o “realidad intermedia”, es decir, como la “actividad de aquel individuo que ‘mediaba’ o ‘acercaba’ dos elementos distintos. Del derecho romano se conocen los llamados jueces de avenencia, y de la época de Cicerón, los juicios de árbitros que acudían a la equidad para resolver las disputas” (Highton & Álvarez: 1995:144). En diversas culturas, los jefes de familias ofrecieron a sus miembros su sabiduría como un medio de ayudarles a resolver sus discrepancias. De esta forma, a través de la historia los círculos familiares extensos constituyeron un recurso de mediación. Sin embargo, “a medida que la familia nuclear empezó a reemplazar a la familia extensa, la estructura familiar comenzó a disminuir en su carácter de recurso para la resolución de conflictos, y las personas comenzaron a acudir en busca de mecanismos formales para resolver sus desavenencias” (Folberg y Taylor, 1984: 22). Parte de los contenidos de este artículo se incluyeron en el material docente del Diploma “Construyendo Familia” de la P.U.C. Asistente Social, Maestría en Sociología, Université Catholique de Louvain, Docente Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Chile. 3 Asistente Social, Master of Teaching Social Work, Terapeuta Familiar, Mediadora, Docente Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica de Chile. 1 2 73 FABIOLA CORTEZ-MONROY Y MARÍA OLGA SOLAR La concepción actual de mediación, surge alrededor de los años sesenta en Estados Unidos como una forma alternativa de resolución de conflictos en diferentes materias de la vida social, entre ellas la familia. En este contexto que ha sido llamado de desformalización del derecho, se legitima la mediación. “Nuestras sociedades, cada vez más complejas tienen necesidad de ‘elasticidad’ para escapar de las exigencias de la modernidad, sin una ruptura excesiva. Se trata de apoyarse sobre una ‘lógica funcional que ya no busca principios o normas para estabilizar u ordenar una situación, como ocurre en la lógica institucional’. El derecho es considerado un conjunto de normas que no contempla lo suficiente la manera como se ponen en práctica dichas normas, tal como lo haría la mediación. Es necesario entonces, que el legislador rechace las formas canónicas jurídicas, si él desea promover este modo de regulación. Las necesidades sociales requieren ser reguladas, por dispositivos que relativicen las reglas del ‘derecho formal’. De manera complementaria a esta filosofía del derecho, el ‘derecho relativo’ de la mediación, favorecería, la emergencia de nuevos procedimientos, flexibles y adaptados a las necesidades de regulación de nuestra sociedad postmoderna” (Le Roy, 1992: 17-18 en Ben Mrad F., 2002: 15). Mediación familiar: ¿qué es? En Chile, se ha reconocido el potencial de la mediación para resolver conflictos en dominios diferentes, siendo el espacio familiar uno de aquellos donde ha adquirido mayor relevancia. Ella constituye un recurso alternativo de resolución de conflictos en el que las partes reflexionan y dialogan con el objetivo de generar alternativas posibles para la resolución de sus conflictos. Es un proceso voluntario y confidencial en el que las partes asumen la responsabilidad por la construcción de las resoluciones; las personas son autoras de la solución de sus conflictos (Fonkert, 2000: 109). En el ámbito familiar la mediación se presenta como una opción que trabaja con los recursos de la familia para resolver competentemente las situaciones novedosas que se presentan frente a crisis y cambios de muy diferente índole: normativos, evolutivos, contextuales. La mediación familiar cubre la problemática de las parejas que se divorcian -regulación del tiempo que cada progenitor pasa con los hijos, progenitor a cargo, división de bienes, etc.- y otras situaciones vinculadas con sucesiones, empresas familiares o conflictos ligados al ciclo de 74 vida que surgen con los adolescentes o en la tercera edad (Fonkert, 2000). Para M. Guillaume-Hofnung (1995) la mediación constituye un modo de construcción y de gestión de la vida social gracias a la intervención de un tercero, neutro, independiente sin otro poder que la autoridad que le reconocen las personas que lo han elegido libremente. La finalidad de la mediación es ayudar a las personas a encontrar por sí mismas las soluciones a sus problemas. De esta forma, en el dominio familiar, la mediación puede ser entendida como “un método de resolución de conflictos, basado en la cooperación y por el cual un tercero imparcial y calificado ayuda a los miembros de la familia a elaborar por sí mismos un acuerdo viable y satisfactorio para cada uno” (La Brie, Langlois, 1992: 13). Se trata de un modelo de intervención que puede “ayudar a la familia a mantenerse, a reequilibrarse, a evolucionar” (Brisson, 1992: 215). Las necesidades de las personas constituyen el eje del modelo de la mediación. La idea es poner en evidencia, “inventariar” las necesidades de cada uno de los miembros de la familia. Sobre la base de estas necesidades que, representan, a su vez, los intereses de las personas, se negocia. La mediación se dirige a que las partes, con la ayuda de un tercero imparcial (mediador), busquen una solución al conflicto o crisis que está viviendo la familia, solución que debe ser satisfactoria para cada uno de sus integrantes. Dar poder a las personas es la piedra angular de la mediación. La mediación facilita, permite que las personas asuman su situación y sus responsabilidades. Les permite mantener el control de sus vidas y decidir según sus valores y creencias. En esta mirada, el mediador no es responsable del acuerdo final (Brisson & Michea, 1997: 16). Él es el responsable de conducir un proceso que facilite el surgimiento de alternativas de solución frente a las necesidades expresadas por las personas en mediación. La mediación busca potenciar la autodeterminación, la comunicación y la responsabilidad de los individuos. De esta forma, el mediador es responsable del proceso, pero no del resultado. Ventajas de la mediación La mediación, generalmente, es presentada como un sistema alternativo de resolución de conflictos, que se distinguiría de un sistema adversarial (por ejemplo, juicio), en que en este último es “otro”, no MEDIACIÓN FAMILIAR Y CONFLICTO: ASPECTOS CONCEPTUALES involucrado en el conflicto, aquel que decide la “resolución” del mismo. En reiteradas ocasiones esta forma de enfrentar los conflictos puede no satisfacer a las partes, por lo cual el conflicto puede continuar, aún después de la sentencia judicial. La mediación busca terminar con el litigio, pero sin litigar, diluyendo las figuras de los de vencidos y vencedores, transitando desde una lógica ganar - perder a otra de ganar - ganar. Para que esta nueva lógica del ganar - ganar pueda desarrollarse, es necesario que se potencien nuevas formas de relación entre las personas en conflicto, de manera que se logre movilizarlas desde una posición adversarial hacia otra más colaboradora y empática, lo que permite a ambas co-construir el acuerdo para resolver el conflicto. Desde esta perspectiva, se puede decir que la mediación es una práctica social, que implica un compromiso en la resolución de los conflictos a través del diálogo. Diálogo que necesita que los participantes se aúnen en el desarrollo de nuevas visiones de realidad, desde las cuales cambien su posición, dejando de combatir para empezar a colaborar. Al encaminarse hacia un objetivo común, cada uno redefine al otro y ambos ponen los cimientos de una concepción del nosotros (Fried Schnitman, 2000: 18). Es así como en materia de familia y, especialmente en conflictos de pareja, la mediación presenta ventajas en relación con el litigio. Rodríguez y Padilla (2003) resumen en el siguiente cuadro las diferencias que presenta la mediación con respecto al juicio. Folberg y Taylor (1984) señalan que la forma más útil de comprender la mediación es considerarla como una intervención de solución de problemas dirigida a una meta. Meta que no necesariamente es la resolución del conflicto, ya que si bien la mediación tiene el propósito de resolver desavenencias y reducir el conflicto, proporciona también un espacio de reflexión para la toma de decisiones. Esto significa que, incluso en el caso en que no puedan resolverse todas las diferencias, en el proceso de mediación las partes tendrán la posibilidad de dialogar, de escucharse, de expresar sus opiniones e intereses, de tal forma que es posible que lleguen a entender la causa esencial del conflicto y puedan reducirla a un nivel manejable, menos conflictivo. De aquí entonces, que la mediación para estos autores, sea entendida como un proceso de manejo de conflicto que permite: CUADRO COMPARATIVO ENTRE MEDIACIÓN Y JUICIO Mediación familiar Juicio • Promueve la comunicación y la colaboración • Promueve la confrontación y mantiene el conflicto • Desde el principio orientas las acciones hacia el futuro • Como no toma en cuenta los conflictos emocionales, la pareja se mantiene estancada en sus desacuerdos por mayor tiempo • Permite que la pareja tome sus propias decisiones y, por lo tanto, que los acuerdos sean más duraderos • Deja las decisiones sobre el futuro de la pareja y la familia en manos de los abogados y el juez • El mediador está del lado de toda la familia, principalmente de los niños • El abogado considera que los cónyuges son adversarios y su obligación es el triunfo de su defendido • Ofrece un espacio privado y confidencial para que la pareja pueda expresarse • Expone a la pareja a exhibir públicamente sus desavenencias • Preserva la relación futura de la pareja • Destruye cualquier relación previa y limita las posibilidades de un entendimiento futuro • Utiliza el conflicto como la posibilidad de crecimiento personal y cambio positivo • Utiliza el conflicto como la oportunidad para definir vencedores y vencidos • Reduce los costos del proceso legal • Es costoso • Es un proceso ágil • Puede durar años Rodríguez B., Padilla de Trainer M., Mediación en el divorcio. México, UNAM, 2001, pp. 24. 75 FABIOLA CORTEZ-MONROY Y MARÍA OLGA SOLAR • Reducir los obstáculos a la comunicación entre los participantes. • Realizar al máximo la exploración de alternativas. • Atender a las necesidades de todos los que en ella intervienen. • Proporcionar un modelo para la futura resolución de conflictos en contextos sociales diferentes. Marinés Suares (1996) además de reconocer este atributo de la mediación, destaca como ventajas: • Alivio a los tribunales, esto porque muchos casos se resuelven, aún sin haber ingresado al sistema judicial tradicional. • Ahorro de tiempo y de dinero para las personas. Dado el modo como se conduce el conflicto (a través de reuniones entre el mediador y las partes involucradas), la mediación evita las demoras que un juicio trae aparejado (presentación de pruebas, testigos entre otros). El proceso se inicia cuando las partes acceden a participar y los días y horarios de reunión son determinados en conjunto con el mediador. En cuanto al dinero, la mediación resulta mucho más económica que los procesos judiciales formales, puesto que existen instancias en las que el servicio es gratuito y porque se ahorran los costos asociados al mantenimiento de un juicio durante meses e incluso años. • Evita que haya ganadores y perdedores, lo que favorece el mantenimiento de las relaciones futuras entre las personas. • Aumenta el protagonismo y responsabilidad de las partes, puesto que son ellos quienes deciden como resolver sus diferencias, sin que sea un tercero que les indique como proceder o qué acordar. Es posible señalar, entonces, que la mediación es un proceso en el cual se potencia una mayor colaboración y un mayor compromiso, asumiendo las responsabilidades que cada uno de los involucrados ostenta en la construcción de los conflictos y en la resolución de éstos, desde una postura protagónica. Principios de la mediación El proceso de mediación tiene principios sobre los cuales se fundamenta. Estos principios, si bien no garantizan el alcance de acuerdos y tampoco su cumplimiento, contribuyen a potenciar en las personas capacidades y habilidades que les permitan 76 desarrollar acuerdos creativos, coherentes con sus necesidades e intereses. Voluntariedad: se relaciona con la libertad de las personas para decidir si participan o no del proceso. El mediador no cuenta con la autoridad para obligar a las personas a mantenerse en el proceso, en este sentido se habla de que no existen medios coercitivos que les obliguen a participar y a permanecer en el sistema. Para que las personas decidan voluntaria y libremente su participación es imprescindible que se encuentren informadas sobre el servicio que se prestará. La importancia de este supuesto no sólo radica en la expresión de la libertad y autonomía de las personas, sino también en el impacto posterior que generará en el proceso de acuerdo, ello porque “en la medida que el proceso es voluntario, asegura el mayor compromiso o interés en resolver el problema que afecta a las partes” (Arrué et al, 1997). Protagonismo: alude a la capacidad que las personas participantes de mediación tienen para sentirse y considerarse autores, agentes de las acciones que se desarrollan y de los discursos y narrativas que se construyen. Además, implica sentirse responsable por las consecuencias buenas o malas de las acciones llevadas a cabo o de los dichos que cada uno manifiesta (Suáres, 2002). Por otra parte, el protagonismo también implica que el profesional mediador, que guía el proceso, reconozca en los participantes sus capacidades y fortalezas para asumir su proceso de resolución de conflictos. Confidencialidad: Junto con ser uno de los principios rectores del proceso de mediación es, también una de las ventajas que ofrece en comparación a otras instancias judiciales, como la conciliación judicial. En mediación, las personas gozan de entera libertad para manifestar sus intereses y sus necesidades, su percepción del conflicto y de la relación, sin temor a que el mediador (como receptor de ciertas confidencias), sea el que finalmente resuelva y acuerde, si ellos no logran hacerlo. Por esto mismo, permite a las partes estar seguras y confiadas de que nada de lo que dicen será usado en su contra en caso de no alcanzar acuerdo en mediación y deban recurrir a un tribunal. “Un requisito ineludible del proceso, es que las partes y el mediador puedan comunicarse con total libertad. Para ser efectivo, el mediador, debe poder solicitar información y hacer preguntas que no serían contestadas si existiera el peligro de utilización posterior fuera de contexto” (Palma, 1999 en Arrué et al, 1997: 45). MEDIACIÓN FAMILIAR Y CONFLICTO: ASPECTOS CONCEPTUALES La confidencialidad implica reserva también, sobre los que las partes comunican en las reuniones individuales. Sólo si ellas lo permiten, el mediador puede poner sobre la mesa en las reuniones conjuntas, los temas abordados en las sesiones individuales. cual se ofrece a los participantes un espacio conversacional. Dar espacio a procesos de definición de significados, apoyados en técnicas como parafraseo, resúmenes, reformulaciones, reencuadres, revalorizaciones y preguntas, entre otros. Mantener la confidencialidad durante el proceso de mediación no responde sólo a una característica procedimental de ésta, sino que también es considerada una norma o deber ético del mediador. Sin embargo existen ciertas excepciones en las que se debe y puede romper el compromiso. La confidencialidad no se extiende a la información relativa a la comisión de un crimen o a la violencia sobre - o abuso de- niños o niñas. Deuteroaprendizaje: es un principio poco mencionado en el proceso de mediación. Deutero proviene del griego, y significa segundo o secundario. En consecuencia, deuteroaprendizaje significa segundo aprendizaje, alude a la adquisición de capacidades que permitan solucionar conflictos futuros. En este sentido la mediación habilita para resolver conflictos futuros, por otra parte, potencia en los sujetos capacidades como constructores y autogestores de sus vidas, de sus problemas y de sus soluciones. Neutralidad: Alude a la imparcialidad y equidistancia del profesional respecto del conflicto y de las partes involucradas. El mediador es un tercero imparcial, en tanto, no actúa unilateralmente a favor de una de las partes. La imparcialidad está vinculada con la posición del mediador, que no debe favorecer a ninguna de las partes. La equidistancia puede ser entendida como “estar a igual distancia”, es decir, no acercarse más a uno que a otro, no tener diferentes distancias con las partes (Suares, 1996: 151). El deuteroaprendizaje es un producto esperado del proceso de mediación, pero no se aprecia en el proceso mismo, sino que se manifestaría al enfrentar conflictos futuros., en los cuales las personas pueden hacer uso de lo aprendido, intentando resolverlos por su propios. Aún cuando se reconoce la imposibilidad de neutralidad absoluta en ningún acto de la vida de las personas, el mediador debe contar con la capacidad y habilidad que le permita abordar los conflictos de las personas sin mostrar preferencia e inclinación por ninguna de ellas. Acento en el futuro: la mirada hacia el futuro le da un carácter dinámico y fluido al proceso, importa más el futuro que el pasado. Si bien existe la opción de revisar el pasado, con lo cual se deja anclado el presente, también se observa la capacidad de abrir futuro a través de la conversación, construyendo conjuntamente realidades y soluciones. Esto no significa que se reniegue del pasado, en la medida que por éste las partes se encuentran en mediación. Se trata de orientar la conversación hacia el futuro. Respeto: Supuesto básico de toda relación, que implica reconocer al otro como un otro con necesidades, intereses y posiciones tan válidas como las propias. El respeto va acompañado de la capacidad de escuchar el mensaje de aquél con cual no hay consenso. Si bien estos principios funcionan armónicamente complementándose unos con otros, se diferencian en tanto algunos están referidos al proceso, otros a los deberes éticos de los mediadores, y los últimos son aquellos relativos a las partes y otras personas que participan en el proceso (MINJU, 2000). Colaboración/Cooperación: aún cuando ambos conceptos son usados indistintamente, es preferible referirse a la cooperación en mediación, pues es este término el que describe el compromiso que asumen las partes para intentar lograr un acuerdo, a lo cual contribuye el carácter voluntario del proceso. La cooperación en mediación implica dejar de lado la confrontación para la búsqueda de una salida a la disputa. Cooperar se usa en el sentido de operar con el otro. Alude a un equipo que trabaja en conjunto para resolver un tema en conflicto. Dentro de los principios éticos rectores del proceso encontramos la promoción del protagonismo de las partes y del trabajo en conjunto para resolver por ellos mismos sus diferencias; igualdad de las partes; restablecimiento de la comunicación; autonomía y respeto por las ideas de los otros. Diálogo: a través del diálogo las partes aprenden a resolver sus conflictos. La intervención mediadora es definida como un proceso lingüístico, en el En cuanto a los principios relativos al desempeño profesional de los mediadores, se destacan la imparcialidad (actitud de equidistancia entre las partes); confidencialidad, que alude a la prohibición ética de divulgar o ventilar asuntos tratados en mediación; deber de objetividad que implica la realización de su labor de manera responsable y basándose en el manejo de técnicas y habilidades. 77 FABIOLA CORTEZ-MONROY Y MARÍA OLGA SOLAR Por último en lo que respecta a los principios éticos de las partes, se espera que éstos mantengan una actitud de cooperación en el transcurso del proceso, que éste se realice en un ambiente de respeto; que haya honestidad en el planteamiento del conflicto, intereses y necesidades, que exista una actitud activa, flexible y perseverante y que se ponga énfasis en el futuro. Conflicto y mediación familiar La mediación familiar desarrolla métodos a fin de tratar conflictos ligados a la vida en común, pasada o presente, en tanto ellos emergen de una historia compartida (Milburn, 2002: 73). Los conflictos son situaciones en que dos o más personas entran en oposición o desacuerdo, porque sus posiciones intereses, necesidades, deseos o valores son incompatibles o son percibidos como incompatibles, donde juegan un papel muy importante las emociones y los sentimientos, y donde la relación entre las partes en conflicto pude salir robustecida o deteriorada en función de cómo sea el proceso de resolución del conflicto (Torrego, 2000: 37). El conflicto no necesariamente debe ser percibido de manera negativa, pues también puede representar una oportunidad de transformación y crecimiento para las personas. Ahora bien, todo acto de mediación presupone la existencia de un conflicto o discrepancia, pero no todo conflicto implica un acto de mediación (De Tommaso, 1997: 31). La mediación contribuye a regular las relaciones familiares en el marco de diferentes procesos (separación conyugal, relaciones padres e hijos, entre hermanos, etc.), con el propósito de preservar el interés de cada uno de los miembros de la familia. En el campo de la mediación, el conflicto es definido por Suares (1996) como un proceso interaccional evolutivo que, como tal, nace, crece y se desarrolla, que se da entre dos o más partes, en el que predominan las interacciones antagónicas y en el que los involucrados intervienen como seres totales (con sus sentires, pensares y haceres). Se caracteriza por ser un proceso co-construido por las partes, que en ocasiones puede manifestarse de manera agresiva y que puede ser conducido por los implicados o por un tercero. Si bien se conocen como conflictos, Suares (1996), hace hincapié en que deberían ser llamados procesos conflictivos, puesto que presentan diferentes etapas o estados. Autores como Folberg y Taylor 78 (1992) señalan que es posible establecer cinco fases en la vida de un conflicto: 1. El conflicto latente: existe cuando hay solo una estructura de conflicto generada por la existencia de intereses que se oponen de manera recíproca. El conflicto puede permanecer latente indefinidamente. 2. La iniciación del conflicto: el conflicto se activa cuando sucede un acontecimiento que lo desencadena (conflicto manifiesto). 3. La búsqueda de equilibrio del poder: las partes en conflicto buscan equilibrar sus posiciones a través del uso de la fuerza o de medios coercitivos. Sin embargo, también pueden hacerlo mediante métodos colaborativos como la mediación. 4. El equilibrio de poder: ambas partes encuentran un punto medio en el que ven satisfechas parte de sus demandas y/o necesidades, esto a través de procesos de resolución de conflictos. 5. La ruptura del equilibrio, se da cuando las condiciones que permitieron el equilibrio de poder y alcance de acuerdo en algunos casos, varían en el tiempo generando nuevas rupturas. Desde lo anterior es posible conceptuar el conflicto como una divergencia de intereses, la cual es percibida por las partes. Los intereses constituyen sentimientos de las personas acerca de lo que es básicamente deseable, razón por la cual tienden a estar en el centro de sus pensamientos y de sus acciones, formando así, el núcleo de muchas de sus actitudes, metas e intenciones. Son los intereses los que motivan a las personas constituyéndose en el resorte silencioso que subyace en el conflicto (Highton y Alvárez,1995: 42-43). En palabras de Torrego (2000: 39), los intereses son los beneficios que deseamos obtener a través del conflicto. Subyacen a los conflictos necesidades insatisfechas, las que suelen estar detrás de los intereses. Para MaxNeef (1994), las necesidades humanas revelan de la manera más apremiante el ser de las personas, ya que éste se hace palpable a través de ellas en su doble condición experimental: como carencia y como potencialidad. Comprendidas en un amplio sentido, y no limitadas a la mera subsistencia, las necesidades patentizan la tensión constante entre carencia y potencia tan propia de los seres humanos. Concebir las necesidades tan sólo como carencias implica restringirlas a lo puramente fisiológico o subjetivo, que es precisamente el ámbito en que una necesidad asume MEDIACIÓN FAMILIAR Y CONFLICTO: ASPECTOS CONCEPTUALES con mayor fuerza y claridad la sensación de “falta de algo”. Sin embargo, en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas, son también potencialidades y, más aún, pueden llegar a ser recursos. Enfrentar los conflictos de una manera inadecuada, conlleva insatisfacción necesidades y muchas veces frutración, la que puede ir acompañada de sentimientos de tristeza, ira, temor, entre otros. Por otra parte, Torrego (2000: 39) distingue las posiciones. Éstas corresponden al estado inicial de las personas frente a un conflicto. Es lo que inicialmente reclama cada parte. Según ellas, responder a sus posiciones les hará sentirse satisfechos. Responden a la pregunta ¿qué quieres?. Las posiciones suponen la cubierta de lo intereses y, frecuentemente, inhiben la comprensión del problema. Centrarse en el análisis de las posiciones no es fructífero, pues detrás de ellas siempre vamos a encontrar necesidades, que como ya se señaló revelan de la manera más apremiante el ser de las personas. NECESIDADES INTERESES Contexto del Conflicto Conflicto interno al sistema Conflicto entre Sistemas Individuo Conflicto intrapersonal Conflicto interpersonal Grupo Conflicto intragrupal Conflicto intergrupal Organización Conflicto interno a la organización Conflicto entre organizaciones Estado Conflicto intranacional Conflicto internacional Nivel de conflicto En el conflicto intrapersonal el individuo se siente presionado por expectativas o demandas contradictorias. En su origen está la presión por la decisión. Lewin (1951 en Rodríguez, 2001: 193) clasifica estas decisiones conflictivas en tres categorías: • Atracción/ Atracción Elección entre dos alternativas igualmente atractivas • Atracción/ Rechazo Elección de un curso de acción desagradable a cambio de un premio o recompensa que es atractivo. • Rechazo/ Rechazo Elección de un curso de acción desagradable para evitar el castigo o una situación también desagradable POSICIONES Por lo anterior en mediación familiar es necesario que, luego de conocer las posiciones de cada parte, se identifiquen los intereses y las necesidades de éstas, de modo de lograr una mejor negociación. Cualquier método de negociación debe juzgarse conforme a tres criterios: debe conducir a un acuerdo sensato si el acuerdo es posible. Debe ser eficiente. Y debe mejorar o por lo menos no deteriorar la relación entre las partes. (Un Acuerdo sensato, puede definirse como aquel que satisface los interese legítimos de ambas partes dentro de lo posible, que resuelve los conflictos de intereses con equidad, que es durable, y que tiene en cuenta los intereses de la comunidad (Fisher R., Ury W., Patton B., 1994: 4). Clasificación de los conflictos Los conflictos se pueden clasificar según el tipo de sistemas involucrados, y entre éstos es posible distinguir distintos niveles de conflictos (Rodríguez, 2001: 193): También es posible clasificar los conflictos según la visibilidad en: • Conflictos latentes • Conflictos manifiestos Como se señaló anteriormente, de acuerdo a Folberg y Taylor, 1992 se habla de conflicto latente cuando existe sólo una estructura de conflicto caracterizada por la presencia de intereses opuestos entre las personas y, si bien existen diferencias entre éstas, el conflicto propiamente tal, aún no se manifiesta. Un conflicto puede mantenerse latente indefinidamente, siendo posible y esperable que suceda algún acontecimiento que lo desencadene y permita su manifestación. Cuando esto sucede, el conflicto se ha vuelto manifiesto para las partes y también para quienes les rodean. “El conflicto latente es desconocido y, por consiguiente no puede ser tratado. Una de las formas de intentar el tratamiento de un conflicto latente 79 FABIOLA CORTEZ-MONROY Y MARÍA OLGA SOLAR estriba en buscar formas de hacerlo manifiesto” (Rodríguez, 2001: 202). se apoyan” (Walton, 1988, en: Higthon y Alvárez, 1995: 47). Otras clasificaciones, nos permiten agrupar los conflictos según: • La frecuencia: conflictos esporádicos, escasos y permanentes. • El tipo: conflictos de valores, de intercambios, de metas, de distribución, entre otros. Otros beneficios del conflicto son ( Pruitt y Rubin, 1992: 23): • Al ejercer presión a favor de la innovación, la creatividad y la transformación de las relaciones, se opone a la osificación del sistema. • Al abordar los conflictos en toda su complejidad es más probable obtener mejores soluciones. Por el contrario, si se impide el curso natural de un conflicto, se puede llegar a tomar decisiones prematuras sinónimo de decisiones pobres y de peores soluciones. • Enfrentar los conflictos, es necesario para alcanzar la justicia. Desde el sistema social más pequeño y en situaciones de desequilibrio de poder, en ocasiones se impide que el conflicto emerja, lo que da lugar a situaciones de opresión y de injusticia. Se entiende por resolver los conflictos el proceso que, a diferencia de manejarlos o gestionarlos, nos conduce hasta sus causas profundas. No obstante, la resolución de un conflicto no implica que a continuación no surjan otros. En la medida en que se interacciona, siguen apareciendo conflictos que ofrecen oportunidades para avanzar o retroceder, dependiendo de cómo se enfrenten y los caminos de solución que se escojan. El reto que plantea, entonces, el reconocimiento de los conflictos en la vida cotidiana de los individuos y su importancia en el desarrollo de las relaciones y el mantenimiento de la sociedad, será aprender a cómo enfrentar y resolverlos de una manera constructiva. Esto implica no sólo el reconocimiento del conflicto, sino también comprender qué es el conflicto y conocer sus componentes, así como desarrollar actitudes y estrategias que permitan resolverlos. Visión positiva del conflicto Highton y Alvárez (1995) señalan que en las últimas décadas la sociedad ha comenzado a considerar el conflicto desde una visión positiva, como generador de energía, fuerza y un elemento vitalizador de la innovación y el cambio. Incluso señalan que el conflicto es deseable, en la medida que de existir, significa que los seres humanos están en relación, en contraste con la indiferencia. Desde este enfoque el conflicto presenta importantes beneficios como factor de cambio, de hecho se señala que “en muchos casos, las diferencias interpersonales, la competencia, la rivalidad y otras formas de conflicto tienen un valor positivo para los participantes y para el sistema social o la organización donde ocurren. Un nivel moderado de conflicto interpersonal puede aumentar la motivación y la energía: el conflicto puede alentar la innovación de los individuos y del sistema gracias a que propicia una mayor diversidad de puntos de vista (...) permitiendo a las personas, conocer mejor las propias posiciones ya que el conflicto les obliga a fundamentar y a sustentar los argumentos en que 80 Desde esta visión positiva del conflicto éste no sería el problema, sino la forma de enfrentarlo. El énfasis está puesto, entonces, en como reaccionamos frente a una situación conflictiva Estilos de enfrentar conflictos Cuando un conflicto se hace manifiesto es posible distinguir en las personas ciertos comportamientos o conductas típicas: competir o contender; ceder o conceder; convenir; colaborar y resolver problemas; evitar, no hacer nada o retirarse (Torrego 2000; Higthon y Alvárez, 1995). Estos comportamientos no son excluyentes, sino más bien constituyen estrategias que pueden ser usadas por las partes en conflicto en distintos momentos de éste, y son productos de la relación que se da entre dos variables que intervienen en un conflicto, a saber: • la preocupación por los objetivos y metas propios, • la preocupación por los deseos del otro u otros. En la práctica estos modos de enfrentar surgen debido a la combinación de ambas variables y de la importancia que las personas le dan a cada una de ellas. 1. Competir o contender: perseguir los objetivos personales a costa de los otros, sin detenerse a pensar en los demás. “El que usa esta estrategia, trata de resolver el conflicto en sus propios términos, mantiene sus propias aspiraciones y trata de persuadir al otro para que ceda. Hay diversas formas de tratar MEDIACIÓN FAMILIAR Y CONFLICTO: ASPECTOS CONCEPTUALES de imponer la solución preferida por la propia parte a la contraria. Las tácticas incluyen las amenazas, los castigos o represalias que pueden quedar sin efecto sin el otro se allana” (Highton y Alvárez, 1995: 72) 2. Acomodarse, ceder o conceder: supone supeditar los propios deseos, anhelos y satisfacciones a los de la otra parte. Uno resigna parte de sus aspiraciones y el otro las satisface. 3. Contemporizar o convenir: alude a un claro regateo en el que se observan ofertas y contraofertas. Existe una concesión parcial por parte de las personas involucradas en el conflicto, de este modo ambos ceden algo de su posición originaria para acordar con el otro y satisfacer alguno de sus propósitos. Ambas se acomodan y logran diseñar un acuerdo. 4. Colaborar y resolver problemas: implica un nivel de unos y otros en la búsqueda de un objetivo, supone explorar el desacuerdo, generando alternativas comunes que satisfagan a ambas partes. Se parte del convencimiento que es factible y además deseable, desde un plano de reflexión ético, superar la aparente dicotomía entre lo “mío” y lo “tuyo”. (Torre- go, 2000: 45). Si al convenir las partes se dividen el campo de la negociación, cuando se logra la colaboración este campo se amplía. Este comportamiento ha de satisfacer a todos los involucrados, en todos o la mayoría de sus intereses reales. Para lograrlo “las partes deberán trabajar juntas para trascender la posición originaria -de la primera oferta y contraoferta- haciendo una investigación real de los intereses y necesidades que hay detrás de ellas, generando nuevas alternativas, con lo que se incrementará el campo de la negociación” (Higthon y Alvárez, 1995: 73) 5. Evitar, no hacer nada o retirarse: actitud básica que se caracteriza por no afrontar los problemas; se evitan o posponen los problemas. Esto demuestra desinterés tanto por la metas propias como por la del otro u otros. Evitar, puede constituir en ocasiones, una estrategia temporal que deja abierta la posibilidad de reasumir el conflicto y otra conducta en el futuro. Sin embargo, evitar también puede implicar el abandono definitivo del conflicto. ACTITUDES FRENTE AL CONFLICTO (Suares, 2002:63) COMPETIR PREOCUPACIÓN POR UNO MISMO COLABORACIÓN CONTEMPORIZAR EVITAR ACOMODARSE PREOCUPACIÓN POR EL OTRO 81 FABIOLA CORTEZ-MONROY Y MARÍA OLGA SOLAR Finalmente, al enfrentarse a un conflicto conviene tener presente algunas premisas que al respecto identifica Laurent-Boyer (1992): • El conflicto puede ser positivo. Esta premisa es coherente con la concepción moderna de los conflictos, la que preconiza la necesidad del conflicto como un elemento de la calidad de vida de toda organización. En esta perspectiva, el conflicto no debe ser evitado o suprimido, sino más bien administrado con eficacia (Lévesque, 1992: 5). • Ante la presencia de un conflicto, casi todas las personas desean llegar a un acuerdo. • Los mejores acuerdos se logran cuando negocian las mismas personas implicadas en el conflicto. • La mediación en conflictos familiares debe considerar el presente, pero también debe estar orientada hacia el futuro, de modo que los acuerdos reflejen cabalmente las necesidades de las partes. • Las necesidades y las condiciones de vida de las partes en conflicto cambian, por lo tanto es importante de considerar un mecanismo de revisión permanente. Bibliografía ARRUÉ, A. et al, Investigación exploratoria acerca del proceso y resultados de la aplicación de la mediación como técnica alterativa de resolución de conflictos en el ámbito judicial. Estudio de Finalización de carrera, Santiago, P. Universidad Católica de Chile, Escuela de Trabajo Social, 1997. 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Se examinan los argumentos de 103 trabajadores sociales en Chile relativos a sus opciones en términos de principios éticos en general y dilemas éticos en particular. Palabras claves: argumentación ética - valores- decisiones - Trabajo Social Abstract The focus of this investigation is constituted by the role of the ethical theories in the decision making processes of social workers. The results of a research in Chile are compared with the results of the investigation of R. Osmo, and R. Landau, carried out in the Paul Baerwald School Social of Work of The Hebrew University of Jerusalem in Israel. The arguments of 103 social workers in Chile are examined considering their options in terms of general ethical principles and particular ethical dilemmas. Key words: ethical argumentation - values - decisions - Social Work Introducción El foco de esta investigación lo constituye el rol de las teorías éticas en los procesos decisionales de trabajadores sociales. Este vínculo ha sido objeto de una investigación específica en la Paul Baerwald School of Social Work de The Hebrew University of Jerusalem en Israel, desarrollada por R. Osmo, PhD y R. Landau, PhD. Estas autoras centraron su atención en las argumentaciones de trabajadores sociales, observando la correspondencia de sus estructuras argumentativas con formas de teorías éticas específicas, específicamente, de carácter deontológico o teleológico. Los interrogantes directrices de la indagación empírica apuntaban a determinar cómo justifican los trabajadores sociales sus decisiones y elecciones; cómo formulan sus argumentos; cuáles son los términos que utilizan; que relación de derivación guardan tales términos con uno o más esquemas de teorías éticas. 1 Como se deriva de los interrogantes, se trata de una investigación empírica sobre cuestiones éticas en los procesos argumentativos. Esta delimitación del objeto de investigación la circunscribe en los límites del enfoque empírico- analítico. Razón más que suficiente para cuidar de caer en la clásica falacia naturalista de derivar juicios de valor a partir de juicios de hecho. Desde el momento en que se asume que “lo moral no puede ser identificado con ninguno de los fenómenos naturales que afectan la vida humana” (Cortina & Martínez, 2001:108), se torna imperativa una vigilancia epistemológica que cuide de la tentación (muy cara a toda forma de empirismo) de resolver cuestiones éticas sustantivas en trabajo social a partir de estudios empíricos de argumentaciones éticas de trabajadores sociales. Pero la imposibilidad lógica de fundar juicios de valor a partir de juicios de hecho no torna trivial ni irrelevante el análisis empírico de los procesos Subdirector de Docencia. Escuela de Trabajo Social pmirandr@uc.cl 83 PATRICIO MIRANDA de argumentación ético. Concordando con Osmo & Landau en que la percatación de sus propios puntos de vista moral por parte de los trabajadores sociales aparece como un indicio de su mayor o menor reflexividad en su quehacer profesional, indagaciones de esta naturaleza contribuyen a los procesos de elucidación del trabajo social: pensar lo que se hace y saber lo que se piensa (Castoriadis, en Heler,2002). Para los trabajadores sociales no sólo la conciencia ética es una parte necesaria de su práctica profesional (IFSW, 2004), sino que se espera de ellos que estén preparados para explicar sus decisiones basadas en consideraciones éticas, y que sean responsables de sus elecciones y acciones (IFSW, 2004). Allí precisamente se sitúa el foco de esta indagación, en el escrutinio de las consideraciones éticas que los trabajadores sociales despliegan cuando se ven enfrentados a la necesidad de justificar sus puntos de vista y sus decisiones. Como anotan Osmo & Landau, los trabajadores sociales necesitan “identificar sus propios valores personales” (Loewenberg, Dolgoff & Harrington, 2000, p.133), para comprenderse como seres éticos (Abramson, 1996), para comprometerse en una argumentación explícita que puede hacer una contribución significativa a la calidad de la toma de decisiones (Osmo y Landau, 2001), y para tomar una posición más crítica hacia su trabajo profesional (Gambrill, 1997; Mattison, 2000). Una intervención social reflexiva demanda “el escrutinio explícito de los temas y la justificación explícita de los procesos de toma de decisiones” (Osmo & Landau, 2004) en cuestiones, problemas y/o dilemas (Banks, 1997). Goldstein “exige que los trabajadores sociales ofrezcan argumentos articulados para sus preferencias en términos de principios éticos cuando se enfrentan con distintos dilemas éticos” (Osmo & Landau, 2004). Esta explicitación adquiere mayor relieve a la hora de asumir el imperativo ético que para los profesionales significa el tener que dar cuenta de sus intervenciones profesionales, de sus fundamentos, procesos y resultados. El elucidar sus argumentos en la toma de decisiones expone a los trabajadores sociales al pensamiento crítico y al escrutinio público, así como permite el examen de las deliberaciones implícitas que guían a los profesionales (Osmo & Landau, 2004) y que aun atemáticamente están teóricamente configuradas. De allí que tenga sentido el solicitar a los profesionales “que justifiquen sus juicios morales” (Banks, 1997:24). 84 Para el estudio de la argumentación Osmo & Landau siguen de cerca los desarrollo de Toulmin, para quien “la argumentación es un acto de formación de una racionalidad, de diseño de conclusiones y de su aplicación en discusiones y decisiones” (Toulmin en Osmo & Landau, 2004). En la perspectiva teórica de Toulmin un argumento se estructura sobre la base de dos componentes principales o postulados: uno que muestre una visión particular y por lo menos uno que especifique razones para esa visión. Un argumento comunica una visión fundada. No es una mera enunciación. “Cuando discutimos, no sólo decimos lo que pensamos, sino también por qué lo pensamos” (Osmo & Landau, 2004). Un argumento ofrece al interlocutor la posibilidad, o más bien lo pone en situación, de tener que elaborar un juicio crítico, tomar una posición de acuerdo o desacuerdo. La toma de decisiones frente a cuestiones, problemas y/o dilemas éticos (Banks, 1997) se desarrolla sobre la base de procesos de argumentación -si bien no siempre explicitados ni sometidos a la crítica racional. La argumentación es así, “un elemento importante en la toma de decisiones éticas” (Osmo & Landau, 2004). El preguntarse por el tipo de perspectivas, pautas o, más precisamente, por el punto de vista moral que los ayudan a evaluar y justificar decisiones concernientes a distintas cuestiones éticos-morales que convergen en su quehacer profesional, constituye -al decir de Rhodes (1998)- un deber para los trabajadores sociales. Cooper (1993) observa que la justificación se refiere al sistema de creencias o teoría que está siendo usado para dar sentido a nuestra forma de vida (Osmo & Landau, 2004). Pero no ha de entenderse que con el relevar en esta indagación la importancia del estudio de la argumentación se busque con ello reeditar la creencia según la cual “la única ética posible sería la indagación de la lógica de los argumentos morales y el análisis del lenguaje moral” (Cortina, 2001:107).Con esta investigación no se quiere hacer un guiño al empirismo al modo de un Tughendat en el marco de la ética analítica (Sádaba, 1989). No obstante la importancia que la argumentación tiene para el proceso de toma decisiones éticas, la investigación empírica hecha desde el trabajo social (ver Jansson and Dodd, 1998) sobre argumentación en la toma de decisiones éticas (ver Osmo y Landau, 2001) es aún incipiente. En el caso chileno en particular no se cuenta con un acumulo de investigaciones específicas sobre estos procesos. Aún cuando en la literatura especializada en temas de ética en trabajo social se pueden reconocer diver- OBSERVACIONES DE TEORÍAS ÉTICAS EN LOS PROCESOS ARGUMENTATIVOS DE TRABAJADORES SOCIALES sos modelos de toma de decisiones éticas (Reamer, 1990; Rhodes, 1986; Loewenberg, Dolgoff y Harrington, 2000; Congreso, 1999; Matisson, 2000; Sánchez Vidal,1991), aún se sabe muy poco acerca del proceso actual de las argumentaciones de los trabajadores sociales cuando son demandados a justificar sus principios éticos y/o confrontados por dilemas éticos en la práctica (Osmo & Landau, 2004). ¿Cómo justifican los trabajadores sociales sus decisiones y elecciones? ¿Cómo formulan sus argumentos? ¿Cuáles son los términos que utilizan? ¿Son estos términos consistentes con uno o más marcos de teorías éticas? ¿Difieren estos argumentos según los contextos culturales? Son todos interrogantes para los cuales no se cuenta con estudios especializados. El esfuerzo de observar teorías éticas en las estructuras argumentativas de trabajadores sociales conecta con la discusión sobre las clasificaciones éticas. De la confrontación entre las teorías éticas en el largo decurso de la razón práctica ha surgido un cúmulo de clasificaciones éticas: descriptivas y normativas, de móviles y de fines, de bienes y de fines, materiales y formales, autónomas y heterónomas, de bienes y de valores, deontológicas y teleológicas, de la intención y de la responsabilidad, cognitivistas y no cognitivistas, naturalistas y no naturalistas, comunitaristas y universalistas, nomológicas y dialógicas, de máximos y de mínimos. Esta diversidad abierta de clasificaciones éticas es reflejo tanto de los diversos enfoques filosóficos como de los diversos aspectos destacados en el fenómeno de la moralidad. Cada una de estas clasificaciones vienen siendo modos lógicos bajos los cuales se busca reconstruir la acción moral (Cortina, 2001:105). De acuerdo a Osmo & Landau, las teorías éticas en la literatura del trabajo social pueden ser divididas en dos grupos mayores de manera de ayudar a los trabajadores sociales a reconocer y entender los principios en los cuales están basadas sus decisiones éticas (e.g., Matisson, 2000; Reamer, 2001): (1) Teorías deontológicas, que plantean que ciertos tipos de acción son inherentemente correctas o incorrectas, como una cuestión de principio. Este grupo de teorías se focaliza en satisfacer los propios deberes; respetar los derechos y la autonomía de otros y el tratar a otros con justicia igualitaria. (2) Teorías teleológicas, que postulan que ciertas acciones deben ser realizadas porque son buenas a razón de sus consecuencias. Una orientación teleológica que ha influido al trabajo social es la teoría utilitarista (Reamer, 2001). Banks (2001) identifica dos tipos de teorías éticas: 81) aquellas que se focalizan en principios de acción, como las orientaciones deontológicas (e.g. respeto por la persona individual y el reconocimiento de los derechos de libertad de los usuarios en la toma de sus propias decisiones y elecciones) y utilitaristas (e.g. utilidad y justicia). (2) aquellas que se focalizan en el carácter de los agentes morales y las relaciones que se dan entre ellos, como la ética de la virtud y la ética del cuidado. Más adelante, Hinman (1994) introduce la teoría ética de los derechos como una de las teorías éticas contemporáneas. Con todo, las teorías éticas que esta investigación supone no agotan el arco semántico de la ética en sus desarrollos actuales. Además ellas no han ser tratadas como recíprocamente excluyentes. ¿Cómo desconocer la dependencia que el desarrollo de la teoría de los derechos ha tenido respecto de la ética kantiana?; por nombrar sólo un caso de solapamiento. Osmo & Landau asumieron en su investigación la perspectiva de Banks lo que les permitió ampliar el registro teórico dando cabida a “un número de teorías éticas relevantes para el trabajo social, en adición a aquellas teorías éticas más citadas en la literatura del trabajo social: teorías éticas de la virtud, el cuidado y los derechos” (Osmo & Landau, 2004). Cada una de estas teorías, al menos en su versión más fuerte, reclama ser exclusivamente correcta. De acuerdo a Banks la teoría ética kantiana “tiende a enfatizar a la persona individual y sus derechos y deberes, particularmente los principios de libertad y justicia” (Banks, 1997:47). Al decir de Hinman la teoría deontológica alega que “la moralidad es un asunto de tener la intención correcta, una que puede ser deseada universalmente para todos los seres humanos”. En tanto, la teoría ética utilitarista -al decir de Banks- “remarca la noción del bien público, prestando atención a las consecuencias de las acciones en relación a los principios de utilidad y justicia” (Banks, 1997:47). Para Hinman, la teoría utilitarista reclama que “la moralidad es solamente un asunto de consecuencias”; la “teoría de los derechos ve los temas morales como temas de derechos y deberes correspondientes para respetar los derechos de otros”, y la “teoría de la virtud mantiene que la moralidad es primeramente un asunto de carácter” (Hinman, esto es, el tener las virtudes morales de alguien que actúa por motivos adecuados como el actuar con respeto, y benéficamente y con equidad (Beauchamps & Childress, 1994). La ética del cuidado, relacionada a la ética de la virtud en algunos aspectos, se focaliza en un conjunto de rasgos que son valorados en relaciones personales cercanas: compasión, simpatía, fidelidad, y así otros (Beauchamps & Childress, 1994). 85 PATRICIO MIRANDA Esta investigación examina los argumentos de trabajadores sociales en Chile para sus preferencias de principios éticos en general y específicamente en el contexto de distintas situaciones que contienen dilemas éticos (profesional y personal). Los argumentos de los trabajadores sociales son examinados en términos de las 5 teorías éticas referidas diferenciando al interior de la deontológica las de carácter monológico y dialógico. Se busca responder las siguientes preguntas: ¿Los argumentos de trabajadores sociales reflejan una o más teorías éticas en sus elecciones de principios éticos? ¿Los argumentos de trabajadores sociales reflejan diferentes teorías éticas en diferentes situaciones prácticas? ¿El contenido de los argumentos de trabajadores sociales es congruente con el contenido de los principios éticos en términos de teorías éticas? ¿Difiere el modo en que se reflejan las teorías éticas en las argumentaciones de trabajadores sociales de Chile e Israel? La investigación que se llevó a cabo el año 2005, sobre la base de una muestra de 103 trabajadores sociales seleccionados en la Región Metropolitana desde diversos ámbitos de desempeño profesional, requirió a los participantes el ranguear una lista de 12 principios éticos del Trabajo Social, solicitándoles las argumentaciones que justificaban la selección de los tres primeros así como la del último. La compilación de principios, se elaboró a partir de la revisión de bibliografía relevante del trabajo social (Bloom, 1990; Loewenberg, Dolgoff & Harrington, 2000; Reamer, 2001). Seguidamente, a los trabajadores sociales que componían la muestra, se les presentaron dos dilemas éticos asociados a situaciones prácticas (por ejemplo, embarazo de una adolescente que no desea que su familia conozca su condición); ¿cómo decide aquí el trabajador social? Ante los dilemas, se les requirió a priorizar los principios para su decisión demandándoles simultáneamente las argumentaciones desde las cuales fundamentaban sus decisiones éticas. Metodología Diseño En lo fundamental se sigue la metodología que sustentó la investigación de Osmo & Landau. De este modo se buscó garantizar la comparabilidad en los hallazgos de investigación. 86 El diseño fue de carácter no experimental, correspondiendo específicamente a una investigación social mediante encuesta (Cea D’Ancona, 2001: 239-291). Los trabajadores sociales seleccionados en la muestra fueron entrevistados en sus trabajos, sobre la base de una adaptación del cuestionario estructurado desarrollado por Osmo & Landau (2003). Instrumento De manera de asegurar la comparabilidad de los resultados, el instrumento estuvo constituido por un cuestionario semiestructurado basado en el elaborado por Osmo & Landau. El instrumento adaptado fue validado por el equipo investigador del Israel, no obstante se hizo la observación sobre la posibilidad de que las preguntas iniciales relativas al marco de referencia, pudieran generar algún tipo de sesgo en las argumentaciones. El instrumento fue sometido a un proceso de pretest del que se derivó la necesidad de algunas modificaciones formales. La pauta de entrevista elaborada sigue la siguiente estructura: 1. De manera de poder contar con un marco interpretativo de los datos generados en la encuesta, se optó por iniciar la entrevista explorando el marco de referencia de los entrevistados a través de 5 preguntas abiertas relativas a los significados de la ética, y de los principios y dilemas éticos, además de indagar en aquellos que fueran más comunes en el quehacer del trabajador social. Estos resultados serán comunicados en otro artículo. 2. En un segundo ítem de la entrevista, se solicitó a los participantes ranguear una lista de principios adaptada de aquella elaborada por Osmo & Landau a partir de bibliografía relevante del Trabajo Social (Bloom, 1990; Loewenberg, Dolgoff & Harrington, 2000; Reamer, 2001). Se les presentaron los doce que se indican: 1. El principio de equidad e inequidad postula que los trabajadores sociales tratan de igual manera a las personas que se hayan en las mismas circunstancias o en situaciones equivalentes; al mismo tiempo, tratan de manera diferente a personas que se hayan en situaciones disímiles, si la inequidad es relevante de ser considerada. OBSERVACIONES DE TEORÍAS ÉTICAS EN LOS PROCESOS ARGUMENTATIVOS DE TRABAJADORES SOCIALES 2. El principio de justicia básica postula que los trabajadores sociales articulan las múltiples necesidades e intereses de los usuarios con las posibilidades y recursos disponibles, conforme a criterios de justicia. 3. El principio de privacidad y confidencialidad postula que los trabajadores sociales tienen en cuenta los principios de derecho a la intimidad, confidencialidad y uso responsable de la información. 4. El principio de protección de la vida postula que los trabajadores sociales reconocen el derecho a la vida como el más básico de todos los derechos. 5. El principio del bien o interés de los individuos postula que los trabajadores sociales trabajan en estrecha colaboración con los clientes y usuarios, y en interés de los mismos, pero prestando el debido respeto a los intereses de las demás personas involucradas. 6. El principio de veracidad y acceso a la información postula que los trabajadores sociales toman decisiones prácticas que les permiten hablar con la verdad y revelar toda información relevante para sus clientes y para otros profesionales. 7. El principio de autonomía y libertad personal postula que los trabajadores sociales respetan y fomentan el derecho de los clientes a la autodeterminación y asisten a los clientes en sus esfuerzos para identificar y clarificar sus objetivos. 8. El principio de calidad de vida postula que los trabajadores sociales promueven una mejor calidad de vida para todas las personas, tanto para los individuos como para la comunidad. 9. El principio de provisión de necesidades humanas básicas postula que los trabajadores sociales orientan su acción a la satisfacción de necesidades humanas básicas. 10. El principio del bien o interés de lo público postula que los trabajadores sociales orientan su acción hacia la provisión de bienes públicos. 11. El principio de menor daño postula que al enfrentarse a dilemas que tienen el potencial de causar algún daño, los trabajadores sociales procuran evitar, prevenir, reducir o reparar dicho daño. 12. El principio de obligación de obedecer la ley y las regulaciones postula que el trabajador social enmarca su quehacer en el respeto a las leyes y regulaciones institucionales. Los entrevistados debieron indicar el grado de ayuda que cada uno de los principios le prestaba en su quehacer profesional. Asimismo, se les solicitó ordenar en importancia estos doce principios éticos y explicitar las razones del orden escogido para los tres principios que consideraron más importantes y para aquel que consideraron menos importante. 3. Posteriormente, se buscó observar cómo los trabajadores sociales argumentan respecto a dilemas éticos concretos, primero desde un punto de vista profesional y luego desde un punto de vista personal. Aquí el entrevistado se enfrentó a dos situaciones prácticas donde se les requirió priorizar los principios éticos para su decisión demandándoles simultáneamente las argumentaciones desde las cuales fundamentaban su elección de los dos primeros principios escogidos que podían guiarle en la solución del dilema. El primer dilema ético describía una situación práctica donde una adolescente embarazada de 14 años no quiere que sus padres se enteren de su condición (una versión modificada de un caso descrito en Loewnberg & Dolgoff, 1992: 40). El segundo dilema describía una familia de tres generaciones donde la abuela de 70 años vive con la familia de su hija(o). Ella se vuelve el centro del conflicto entre la pareja. El único hogar de ancianos que el trabajador social encuentra adecuado es mucho menos deseable para ella que la casa familiar (Loewnberg & Dolgoff, 1992: 192). Estas viñetas fueron seleccionadas por Osmo & Landau porque los dilemas parecían en su contenido adecuados para ser discutidos desde distintas perspectivas éticas. A diferencia de la investigación de estas autoras, ambos dilemas fueron presentados a la totalidad de los entrevistados, debiendo el primero ser abordado desde un punto de vista profesional y personal, y el segundo sólo desde un punto de vista profesional. 87 PATRICIO MIRANDA 4. Las entrevistas fueron administradas por el investigador asistente y alumnos integrantes del equipo investigador, previamente sometidos a un proceso de entrenamiento. 5. Las entrevistas fueron grabadas y aplicadas entre los meses de agosto y octubre de 2005. La administración de la forma final del cuestionario requirió alrededor de 30 a 40 minutos. 6. La confiabilidad del instrumento y de la construcción de las codificaciones fue determinada sobre la base de categorizaciones cruzadas entre tres miembros del equipo investigador. Muestra El diseño muestral sigue en lo fundamental el de Osmo & Landau, no obstante se amplió la base empírica. El diseño corresponde a un muestreo estratégico (Cea D’Ancona, 2001:220-221), de carácter no probabilístico. Las unidades muestrales fueron seleccionadas de acuerdo al criterio correspondiente a una muestra constituida por sujetos-tipo (Hernández, 1994: 232), ello atendida su relevancia en investigaciones donde el objetivo es la riqueza, profundidad y calidad de la información y no la cantidad, y estandarización (Hernández, 1994: 232). Para favorecer la comparabilidad con la población objeto de la investigación realizada en Israel, se seleccionó una muestra de tamaño similar (aproximadamente 60) de entre trabajadores sociales que en la realidad chilena se ven enfrentados a dilemas como los descritos. De acuerdo a la realidad de los ámbitos de desempeño profesional de los trabajadores sociales en Chile, se seleccionaron, además, 15 casos de cada uno de los siguientes ámbitos: municipio, empresa, organismos del Estado (ministerios, programas, etc.). La muestra estuvo constituida por trabajadores de la Región Metropolitana. El tamaño muestral final fue de 103 casos. La distribución por sexo de la muestra es la siguiente: Un 85.6% es de mujeres y un 14.4% es de hombres. Este resultado se corresponde con la distribución de la matrícula total de los trabajadores sociales en Chile donde un 85% son mujeres y un 15% son hombres (ver en www.futurolaboral.cl). El 57.8% de las mujeres declaró estar casadas, 31.3% solteras, 1.2% viuda y 9.6% separada de hecho o anulada. En el caso de los hombres, un 73,3% declaró estar casado, un 26.7% soltero y para las otras categorías no se presentaron casos. 88 El tiempo promedio que llevaban los informantes en sus trabajos actuales fue de 5.89 años (SD = 6.425; rango 1 - 27). Los ámbitos de desempeño laboral se distribuyen de la siguiente manera: 12.4 % en el área de Salud, 10.5% Red SENAME, 15.2% Familia, 4.8% Adultos mayores, 3.8% municipios, 17.1% Empresas, 9.5% Políticas públicas, 6.7% Área Comunitaria, 5.7% Área Académica. Un 10.5% se desempeña en otros ámbitos y de un 3.8% de la muestra no se obtuvo información. Análisis de contenido de los argumentos Las siguientes instrucciones de codificación fueron especialmente construidas por Osmo & Landau para analizar los argumentos: 1. Indicar si el informante incluyó razones para el rankeo de un principio ético dado en su argumento. 2. Indicar si el contenido de los argumentos para el rankeo de un principio ético dado se relaciona con una o más de las 5 teorías éticas identificadas: utilitarista; deontológica; de los derechos; de la virtud; del cuidado, o con valores personales o profesionales. Siguiendo en la línea de Osmo & Landau, cada declaración en la respuesta fue codificada en forma separada, permitiendo a cada informante aplicar más de un argumento y, consecuentemente, descansar en más de una teoría ética. Los criterios de codificación que construyeron Osmo & Landau y el propio equipo investigativo, son los que se indican: 1. El argumento fue codificado como utilitarista si él o parte de él incluía ideas o palabras relacionadas con la utilidad y el consecuencialismo, como la maximización del bien y la minimización del daño, o palabras como ganancia, pérdida y resultados. 2. El argumento fue codificado como deontológico si él o parte de él incluía ideas o palabras relacionadas con el deber, la intención o el imperativo categórico. 3. El argumento fue codificado como basado en derechos si él o parte de él incluía ideas o palabras relacionadas con derechos, elegibilidades, y sus respectivas obligaciones. 4. El argumento fue codificado como basado en virtudes si él o parte de él estaba enfocado en el trabajador social o incluía ideas o palabras relacionadas con su carácter. OBSERVACIONES DE TEORÍAS ÉTICAS EN LOS PROCESOS ARGUMENTATIVOS DE TRABAJADORES SOCIALES 5. El argumento fue codificado dentro de una ética del cuidado si él o parte de él estaba enfocado en el cliente o incluía ideas o palabras relacionadas con la relación profesional y el proceso de cuidado. 6. El argumento fue codificado como basado en valores profesionales cuando la argumentación aludía a elementos identitarios del ethos profesional. 7. El argumento fue codificado como basado en valores personales cuando la argumentación aludía a los propios marcos axiológicos. La confiabilidad de las instrucciones de codificación fue determinada por el 90% de consenso entre tres jueces: el investigador principal y dos integrantes del equipo. En una primera etapa se seleccionó una muestra aleatoria de las transcripciones, aplicándoles las instrucciones de codificación y examinando las concordancias y discordancias entre los resultados obtenidos por los jueces. Luego, se seleccionó una segunda muestra aleatoria, repitiendo el procedimiento anterior. Luego, el investigador responsable categorizó las partes de la entrevista correspondientes a los argumentos ofrecidos frente a los principios y dilemas éticos. Una vez transcritas las entrevistas, se realizó un análisis de contenido de los argumentos, para lo cual se utilizó el software de análisis cualitativo Atlas-ti. Ello permitió generar reportes que contenían las citas seleccionadas en función de las categorías. Sobre esa base se realizaron los últimos afinamientos a la categorización. Para el objetivo de carácter comparativo entre Chile e Israel 4, se utilizó una matriz cualitativa de comparación. Resultados La mayoría de los informantes entregaron argumentos para sus tres primeros rankings de principios éticos. Un total de 488 argumentos fueron analizados. Los argumentos relativos a los principios éticos justificados en los cuatro contextos, fueron sometidos a un análisis de contenido. Ellos fueron analizados sin diferenciar entre el primer, el segundo, tercero y cuarto principio preferido -cuando existía-, en tanto los informantes fueron requeridos sólo de dar argumentos para la importancia de los principios que ellos rankearon en los primeros lugares sin especificar la diferencia entre ellos. Pregunta de investigación 1 - ¿Los argumentos de trabajadores sociales reflejan una o más teorías éticas en sus elecciones de principios éticos? Distribución según modalidad de argumentación Al examinar los argumentos según si se observa una relación de correspondencia con teorías éticas o no, se obtuvieron los siguientes resultados: TABLA 1 Frecuencia según base teórica/no teórica de argumentación sobre principios Base de argumentación Frecuencia Relativa Teorías éticas 32.6% No teórica-ética 67.4% Total 100% (488) La base de argumentación dominante observada en los discursos de los trabajadores sociales que constituyeron la muestra es ‘no teórica’. Al justificar la elección de los principios sólo en un 32% de los argumentos se observa una relación de adecuación con algunas de las teorías éticas estudiadas. Distribución según modo de argumentación ‘no teórico-ético’ Al examinar los argumentos en que no se observó una base teórica relativa a algunas de las teorías éticas que consideró esta investigación, se obtuvieron los siguientes resultados: TABLA 2 Frecuencia según base no teórica de argumentación de principios Base de argumentación no teórica-ética Frecuencia Relativa Valores personales 28.9% Valores profesionales 52.0% Otros 19.1% Total 100% (329) La base dominante de argumentación correspondió a ‘valores profesionales’ (52%), seguida de valores personales (28.9%). Un 19.1% no ofrece algún tipo de argumentación, las más de las veces sólo hace enunciaciones o descripciones. Distribución según teorías éticas Al analizar los argumentos que guardan una relación de adecuación con algunas de las teorías éticas estudiadas, se obtuvieron los siguientes resultados: 89 PATRICIO MIRANDA TABLA 3 Frecuencias según teorías éticas de base Teorías éticas Frecuencia Utilitarista 8.2% Deontológica 37.7% De los derechos 35.2% De la virtud 6.3% Del cuidado 12.6 Total 100% (159) Del total de argumentos asociados a teorías éticas la teoría de mayor frecuencia es la deontológica (37.7.6%), seguida por la teoría de los derechos (35.2%). Con una marcada diferencia de estas teorías se ubican la del cuidado (12.6%), la utilitarista (8.2%) y de la virtud (6.3%). Pregunta de investigación 2 - ¿Los argumentos de trabajadores sociales reflejan diferentes teorías éticas en diferentes contextos de argumentación? TABLA 4 Frecuencia de los argumentos en términos de las teorías éticas en 4 diferentes contextos (%). Caso de Chile. Contextos Teorías éticas A* B* C* D* Total Utilitarista 11.17 (13) 9.35 36.48 0.0 18.43 (87) Deontológica 38.54 (60) 30.21 37.16 33.33 35.59 (168) De derechos 32.96 (56) 16.54 6.08 16.66 18.22 (86) De la virtud 8.37 (10) 4.31 0.67 16.66 4.87 (23) Del cuidado 8.93 (20) 39.56 19.59 33.33 21.61 (102) Total 100% (179) 100% (139)( 100% 148) 100% (6) 100% (472*) La tabla 1 muestra que la teoría ética deontológica es la teoría dominante en la justificación de los principios éticos preferidos en el contexto del ranking general (A=38.54%), frecuencia que tiende a mantenerse en los argumentos que justifican los principios relacionados a situaciones específicas (B=30.21%, C=37.26%, D=33.33%). La teoría utilitarista y la teoría del cuidado aparecen con mayor frecuencia para justificar principios éticos en situaciones específicas. En el caso de la teoría utilitarista, ésta representa un 36.48% de los argumentos esgrimidos en el caso de la familia de tres generaciones, y sólo un 11.17% de aquellos presentados en el contexto del ranking general. Este porcentaje es similar al 8.93% de argumentos que corresponden a la teoría del cuidado en el contexto del ranking general, teoría que sin embargo aparece con mayor frecuencia -junto a la teoría kantiana para el contexto D- en la justificación de argumentos respecto a la adolescente embarazada, tanto en la dimensión profesional (37.16%), como personal (33.3%). Los argumentos referidos a la teoría de la virtud, están mínimamente representados tanto en el ranking general como en las situaciones específicas (A=8.37%, B=4.31%, C=0.67%); a excepción del contexto D donde aparece con un 16.66% de frecuencia. La teoría de los derechos muestra amplias diferencias entre el ranking general de principios y las situaciones específicas, apareciendo con mayor frecuencia en la justificación general de principios éticos (32.96%), que en los contextos referidos a la familia de tres generaciones (6.08%) y al embarazo adolescente (B=16.54%),en tanto que en D alcanza un porcentaje de 16.66%. Al igual que en la investigación realizada en Israel no fue encontrada ninguna diferencia notable en la clasificación de teorías éticas a través de la comparación de los argumentos entre la evaluación profesional y la personal en el caso de la adolescente embarazada (B y D) (Osmo & Landau, 2004). En resumen, los resultados muestran que el contenido de los argumentos de los trabajadores sociales, en términos de teorías éticas, cambia según cambia el contexto de las situaciones prácticas, a excepción de la teoría deontológica que aparece con similar frecuencia en la totalidad de los contextos (A=38.59%, B=30.21%, C=37.16%, D=33.33%). Pregunta de investigación 4 - ¿Difiere el modo en que se reflejan las teorías éticas en las argumentaciones de trabajadores sociales de Chile e Israel? Al comparar las argumentaciones que calificaron como de base teórica, se obtuvieron los siguientes resultados: * Los porcentajes han sido calculados sobre la base de un total de 472 argumentos. El ajuste al total de 488 no se espera que modifique las tendencias observadas. A= Justificación de principios; B= adolescente embarazada (dilema profesional); C= familia de tres generaciones (dilema profesional); D= adolescente embarazada (dilema personal). Número de participantes = 103. 90 OBSERVACIONES DE TEORÍAS ÉTICAS EN LOS PROCESOS ARGUMENTATIVOS DE TRABAJADORES SOCIALES TABLA 5 Teorías éticas según contexto de argumentación y país Contextos Teorías éticas A* B* C* D* Total Israel Chile Israel Chile Israel Chile Israel Chile Israel Chile Utilitarista 28 11.2 36 9.4 48 36.5 37 0.0 35 (115) 18.4 (87) Deontológica 33 38.5 23 30.2 22 37.2 24 33.3 27 (88) 35.6 (168) De los Derechos 11 33 15 16.5 12 6.1 10 16.7 12 (41) 19.5 (92) De la virtud 21 8.4 11 4.3 10 0.7 10 16.7 15 (48) 4.9 (23) Del cuidado 7 8.9 15 39.6 8 19.6 19 33.3 11 (37) 21.6 (102) 100% (123) 100% (179) 100% (114) 100% (139) 100% (50) 100% (148) 100% (42) 100% (6) 100% (329) 100% (472*) Total *Los porcentajes han sido calculados sobre la base de un total de 472 argumentos. El ajuste al total de 488 no se espera que modifique las tendencias observadas. Respecto a la totalidad de los argumentos, la Tabla 5 muestra que la teoría de base más frecuente para el caso de Israel es el utilitarismo (35%), mientras en el caso de Chile la mayor frecuencia de los argumentos es congruente con la teoría deontológica (35.6%). Los porcentajes que siguen a estas mayorías corresponden a distintas teorías según el país. En el caso de Israel la segunda mayoría corresponde a la teoría deontológica (27%), mientras en el caso de Chile ésta corresponde a la teoría del cuidado (21.6%). Respecto a esta última el porcentaje de argumentos en el caso de Israel es sólo de un 11%, distancia que también se hace visible respecto a la teoría utilitarista en el caso de Chile, donde sólo un 18.4% del total de argumentos es congruente con la teoría utilitarista. Diferencia similar se presenta en el caso de la teoría de la virtud, donde mientras en Israel el porcentaje corresponde a un 15%, en el caso de Chile éste llega a un 4.9%. La diferencia disminuye respecto a la teoría de los derechos, donde los argumentos de Israel relacionados con esta teoría corresponden a un 12% y los de Chile a un 18.2%. En el contexto del ranking general de principios, en ambos países la teoría deontológica sobredetermina con mayor frecuencia la justificación de las argumentaciones sobre la elección de principios (Israel: 33%; Chile: 38.5%). Sin embargo, los países difieren en la teoría que sucede a la deontológica, correspondiendo al utilitarismo en el caso de Israel (28%), y a la teoría de los derechos en el caso de Chile (33%). En este contexto, en Chile el utilitarismo aparece con un 11.2%, mientras en Israel la teoría de los derechos lo hace con un porcentaje similar (11%). En ambos países, las teorías que son priorizadas en el contexto del ranking general, no necesariamente son luego escogidas para las situaciones específicas. Israel y Chile coinciden en basarse con frecuencia en categorías utilitaristas para argumentar en torno al dilema de la familia de tres generaciones (48% y 36.5%, respectivamente). Difieren en las otras dos situaciones específicas referidas al embarazo adolescente, donde la mayoría en Israel sigue correspondiendo a la teoría utilitarista (B=36%; D=37%) mientras en Chile la teoría del cuidado pasa ser la primera prioridad (B=39.6; D=33.3%). En el caso del último contexto, la teoría del cuidado comparte la primera preferencia con la teoría deontológica (33.3%). En términos de la clasificación por teoría ética, la teoría utilitarista aparece con frecuencia en los 4 contextos para el caso de Israel (A=28%, B=36%, C=48%, D=37%), mientras que para Chile esta es sólo priorizada con frecuencia en el contexto de la familia de 3 generaciones (36.5%). 91 PATRICIO MIRANDA Respecto a la teoría deontológica, en los 4 contextos los porcentajes son mayores en el caso de Chile que en el de Israel correspondiendo en promedio a un tercio de los argumentos expuestos. En el ámbito de la teoría de los derechos, se produce una diferencia notoria entre ambos países, específicamente en el contexto del ranking general. Mientras sólo un 11% de los argumentos ofrecidos por trabajadores sociales de Israel se relaciona con la teoría de los derechos, este porcentaje llega a un 33% en el caso de Chile. Para la teoría de la virtud, en general, es mayor el número de argumentos congruentes con ella en el caso de Israel. Especialmente en el contexto del ranking general, donde Israel alcanza un 21% y Chile un 8.4%. Del total de argumentos compatibles con la ética de la virtud se observa una diferencia de 10 puntos porcentuales entre trabajadores sociales de Israel y Chile. Similar a lo ocurrido con la teoría deontológica, en los 4 contextos la teoría del cuidado aparece con mayor frecuencia en el caso de Chile que en el de Israel. Esta diferencia no es tan notoria en el ranking de principios éticos (Israel 7%, Chile 8.9%), pero sí en las dos situaciones referidas a la adolescente embarazada (Israel B=15%, D=19%; Chile B=39.6%, D=33.3%). Los resultados muestran que en ambos países el contenido de los argumentos de los trabajadores sociales, en términos de teorías éticas, cambian con el contexto de las situaciones prácticas. Discusión y conclusión Este estudio se focalizó en la comparación de los argumentos provistos por trabajadores sociales de Chile e Israel en términos de su correspondencia con teorías éticas, cuando ellos son confrontados a justificar su selección de principios éticos y su postura ante dilemas éticos profesionales. Junto con la investigación de Osmo y Landau nuestros resultados iluminan un área relativamente desconocida en el proceso de toma de decisiones éticas en la práctica de los trabajadores sociales. Este desconocimiento específico se condice con el estado de la investigación sobre cuestiones éticas en el trabajo social. En efecto, si bien la discusión sobre ética y valores ha tenido lugar desde que la profesión se inicia formalmente en el siglo XIX, la deliberación y el estudio sistemático de los conflictos éticos de los trabajadores sociales es más reciente (Reamer, 1995:898). Es a partir de 1970 que se observa un renovado interés 92 en examinar los valores de los mismos trabajadores sociales y los aspectos éticos de su práctica (Reamer, 1995:895). En el periodo anterior, es posible observar una enorme laguna, un formidable vacío en la producción intelectual en el ámbito de la ética en trabajo social (Netto, 1996:6). Como se desprende de los resultados a un nivel agregado, en los argumentos generados en los distintos contextos de argumentación se observan diferencias apreciables (no se ha calculado aún la significación estadística) entre Chile e Israel. Allí donde en Israel la teoría dominante es la utilitarista (35%) en Chile ese lugar lo ocupa la teoría deontológica (la utilitarista alcanza sólo un 18.4%). Ambas teorías, como anota Nidia Aylwin se reconocen entre las de mayor influjo en el tratamiento de las cuestiones ética en trabajo social (Aylwin, 1993). “Para analizar el contexto ético en la profesión de Trabajo Social, es necesario referirse a las principales corrientes de pensamiento que han predominado en la filosofía contemporánea, y que también están presentes en las profesiones, respecto a la forma de justificar las decisiones éticas. Ellas son las teorías deontológicas y teleológicas, que forman parte de la ética normativa” (Aylwin, 1993:42). Allí donde las teorías utilitaristas han puesto el foco en las consecuencias de las decisiones y acciones procurando la mayor utilidad (o bienestar en términos habituales en trabajo social), pudiendo llegar a decirse que los principios utilitaristas han sido tradicionalmente la guía más popular para la realización de decisiones éticas (Osmo & Landau, 2004; Aylwin, 1993), las teorías éticas de corte kantiano han capturado el fenómeno de la moralidad sobre el cimiento de los imperativos categóricos, que permiten responder la pregunta sobre qué se debe (pregunta por lo correcto) y no sobre qué debemos hacer (pregunta por lo bueno) (Habermas,2000). La diferencia observada entre Chile e Israel talvez se explique por el tradicional pragmatismo de la tradición anglosajona (humus del utilitarismo) que en Chile parece haber tenido un menor influjo. Como es sabido, una de las tradiciones dominantes en la filosofía moral (ética) es la tradición anglosajona de índole empirista. Bebe esa tradición de autores como Locke, Hume o Mill. Como anota Vial Larraín, “en una línea de clara continuidad con el pensamiento de Hume está la ética dominante en Gran Bretaña en el siglo XIX, el utilitarismo, que representa John Milll y que prolonga en él siglo XX el llamado consecuencialismo” (Vial Larraín,1998:78). A esta tradición se adscriben el utilitarismo, el emotivis- OBSERVACIONES DE TEORÍAS ÉTICAS EN LOS PROCESOS ARGUMENTATIVOS DE TRABAJADORES SOCIALES mo, el consecuencialismo. Pero, ¿qué explicaría el peso de lo deontológico en Chile? Una posibilidad es que guarde relación con la expansión del ethos de la modernidad (Salvat,2002). Que la ética del cuidado, en el caso de Chile, ocupe la segunda posición (21.6%) al nivel general de la argumentación y la primera posición (39.6%) al nivel de los argumentos asociados al dilema del embarazo adolescente, es una interrogante cuya elucidación desborda el carácter prelimimar de este informe de investigación. Recuérdese, sin embargo, que en el caso de Israel la ética del cuidado ocupa la última posición (11%) a nivel general y comparte las posiciones 3ª y 4ª con le ética de los derechos (15%) en el caso del dilema del embarazo adolescente. ¿Qué podría explicar esta diferencia? ¿Factores culturales? ¿Tradiciones distintas de trabajo social interpenetradas por estructuras y culturales irreductibles entre sí? ¿O será una ironía de la contingencia rortyana? ¿Guardará relación con la situación de permanente conflictividad en que se encuentra Israel? ¿Presionará ese hecho a una mayor sensibilización ante las consecuencias de las acciones y decisiones? No lo sabemos y no estamos en condiciones de adelantar alguna hipótesis más allá de una genérica apelación a las diferencias de los mundos vitales en los que se inserta el trabajo social. Otra diferencia importante con Israel dice relación con que allí la teoría de los derechos, la teoría de la virtud y la teoría del cuidado fueron observadas con menor frecuencia de la esperada (Osmo & Landau, 2004: 15). No ocurre lo mismo en el caso de la investigación realizada en Chile. De hecho, la teoría del cuidado es la segunda en frecuencia y la de los derechos ocupa la tercera posición de entre cinco. ¿Cómo explicar en el caso de Chile el peso de la teoría ética de cuidado, segunda a nivel general y primera a nivel del dilema de la embarazada adolescente? ¿Qué dice del trabajo social en Chile? ¿Estará asociada con imaginarios tradicionales de trabajo social signados por un fuerte énfasis asistencialita? o ¿es señal de apertura a ámbitos del fenómeno de la moralidad descuidados en el trabajo profesional? Se recordará que las teorías éticas del cuidado se focalizan en un conjunto de rasgos que son valorados en relaciones personales cercanas: compasión, simpatía, fidelidad, y así otros (Beauchamps & Childress, 1994). Como anota Habermas, “las éticas de la compasión se han percatado de que esta profunda vulnerabilidad [de las personas] hace necesaria una garantía del recíproco respeto” (Habermas, 2000:19). Talvez por ello, Nouwen ha llamado la atención sobre una comprensión reducida de la compasión. Partiendo de la semántica originaria del concepto, derivado de las palabras latinas pati y cum, que juntas significan “sufrir con”, sostendrá que “la compasión significa una total inmersión en la condición humana. Cuando miramos la compasión así, entonces queda claro que ella implica algo más que una genérica amabilidad o ternura del corazón” (Nouwen,1996:16). Reformulando la intuición de la ética de la compasión, Habermas postula, junto al principio de justicia (igual respeto y iguales derechos para cada individuo particular), el principio de solidaridad que exige empatía y preocupación por el bienestar del prójimo” (Habermas,2001:20). ¿La centralidad de la ética del cuidado en el caso de Chile será expresión de esta empatía y preocupación por la suerte del otro? Y si fuera así, ¿por qué se expresa con menor intensidad en el caso del dilema relativo al adulto mayor? (allí aparece en tercera posición con un 19.6%). Tampoco deja de ser significativo que, a diferencia de Israel, nuestros hallazgos exhiban una mayor preponderancia de la teoría de los derechos para el caso de Chile. ¿Refeljo de una conciencia madurada al compás del compromiso histórico de muchos trabajadores sociales en Chile con la defensa de los derechos humanos? Otro de los hallazgos destacados por Osmo y Landau, es que su investigación provee soportes adicionales a lo que ya Loewnberg, Dolgoff y Harringtons habían sostenido, en el sentido de que los trabajadores sociales son deontológicos a nivel de los principios y consecuencialistas a nivel de la práctica profesional (Osmo & Landau, 2004: 16). Nuestros hallazgos no son del todo compatibles con dicha tesis. Efectivamente, en el caso de Chile la distribución de las teorías éticas difiere al cambiar de contexto argumentativo. Los trabajadores sociales investigados aparecen como deontológicos en los principios pero difiriendo de orientación teórica al cambiar de contexto argumentativo. Efectivamente, al nivel del quehacer profesional se observa un quiebre de la tendencia al pasar del dilema de la adolescente embarazada, al de la situación familiar generada con la presencia del adulto mayor. En relación con el primer dilema, predomina la ética del cuidado (39.6%), en tanto que con relación al segundo dilema, la orientación es hacia el utilitarismo (36.5%). ¿Qué explica esta diferencia más hallá del apresuramiento de pensar en una inconsistencia? El análisis de contenido de los argumentos, entregado por los participantes en diferentes contextos, 93 PATRICIO MIRANDA muestra que la mayor frecuencia de argumentos de los trabajadores sociales entrevistados para este estudio basaron sus argumentos en conceptos deontológico, seguido a 14 puntos porcentuales de diferencia por conceptos relativos a la ética del cuidado (21.6%) y muy de cerca por la ética de los derechos (19.5%) y el utilitarismo (18.4%). Con una frecuencia mucho menor (4.9%) se ofrecieron argumentos compatibles con la ética de la virtud. ¿Sugieren estos resultados que la imagen del trabajador social de sí mismo/a pesa poco en general a la hora de tomar decisiones? ¿Habría que trabajar esta dimensión en la formación ética de los futuros trabajadores sociales? Nuestros resultados no confirman el planteamiento de Loewnberg, Dolgoff & Harrington (2000) respecto a que los trabajadores sociales son deontológicos en los principios pero adoptan una postura utilitarista en la práctica. Carr (1999) plantea que es natural preguntar dónde y cuándo es apropiado razonar desde un punto de vista deontológico o utilitarista. La única respuesta general a esta pregunta es que debe ser contextualmente determinado. Banks (2001) también sostiene que ni las teorías deontólógicas ni las utilitaristas “pueden proveernos de un principio último para determinar lo correcto o incorrecto de las acciones” (p. 34, mientras Beauchamps y Childress (1994) escriben que hay una “teoría moral común” que es pluralista y combina varias teorías éticas. De hecho, la inclinación común en la ética profesional es ampliar la perspectiva de las teorías éticas desde una postura dicotómica (deontológica y teleológica) hacia un acercamiento más pluralista y diferencial, es decir, teorías que enfatizan diferentes aspectos de los dilemas éticos (Brannigan y Boss, 2001). A diferencia de Israel, nuestros resultados, muestran que la teoría de los derechos, la teoría de la virtud y la teoría del cuidado fueron utilizadas en mayor frecuencia que lo esperado. El mayor porcentaje asociado a conceptos de la teoría de los derechos apareció en el contexto de la adolescente embarazada como un dilema profesional (16.54%), en conflicto con el derecho de la adolescente de manejar su vida como un derecho básico que el profesional debe respetar. Los conceptos de la teoría de la virtud formaron un 8.4% en la jerarquía general de los principios éticos y aquellos de la teoría del cuidado un 39.6% en la jerarquía de principios éticos relativo a la adolescente embarazada desde un punto de vista personal. Aún cuando los participantes en este estudio no fueron demandados de justificar sus preferencias 94 por los principios éticos en términos de teorías éticas, nuestro análisis de contenido de sus argumentos mostrarán si los conceptos de teorías éticas eran identificables y congruentes con los principios éticos preferidos. Mientras ninguna teoría ética ofrece la verdad completa a un dilema moral, una diversidad de teorías éticas parece dar una herramienta más comprensiva para un análisis efectivo de problemas y dilemas éticos. Concordando implícitamente con Cortina (2001) en cuanto a que, en cuestiones de ética aplicada, las teorías éticas no ofrecen una completa guía para la acción, Osmo & Landau postulan un pluralismo ético sosteniendo que diversas teorías éticas pueden dar una herramienta más comprensiva para el análisis de dilemas éticos (Osmo & Landau, 2004: 17-18). De alguna manera, todas las teorías éticas pueden aportar al iluminar distintos determinantes de la acción, a proveer bases racionales para mejor hacer decisiones morales (Osmo & Landau, 2004: 18). Por su parte, Boss (1998) sugiere adoptar una postura muldimensional que emerge de las fortalezas de cada teoría: “Todas las teorías tienen el mismo objetivo final de proveer una base racional para tomar mejores decisiones morales” (p. 40). En tanto las éticas tienen un rol capital en la comprensión y justificación de la acción moral, una de sus tareas ineludibles “es la de dar razón de fenómeno moral, esto es fundamentarlo (Cortina,2991:130) Tratándose de la ética aplicada -sostendrá Cortina-, “un solo modelo de ética es impotente para orientar las decisiones de los mundos políticos y económico, médico, ecológico o, simplemente, la convivencia ciudadana” (2001:159). Debido a que las teorías éticas pueden ayudar a la toma de decisiones éticas, concordamos con Osmo & Landau en avalar las recomendaciones de la literatura del trabajo social que plantea que las teorías éticas debieran ser enseñadas en los procesos formativos de los trabajadores sociales (Osmo & Landau, 2004; e.g. Rhodes, 1998; Matisson, 2000). También concordamos con Osmo & Landau en sugerir que las teorías éticas sean estudiadas críticamente. Esto no sólo prepara a los estudiantes para aplicar teorías éticas mientras consideran posibles intervenciones, sino que también les enseña las limitaciones de cada teoría en la explicación y resolución de dilemas éticos. Por ejemplo, como los argumentos de la mayoría de los informantes relacionados con la teoría ética utilitarista, los estudiantes debieran saber que no es fácil decidir el valor de una acción cuando no está claro cuánta OBSERVACIONES DE TEORÍAS ÉTICAS EN LOS PROCESOS ARGUMENTATIVOS DE TRABAJADORES SOCIALES utilidad es suficiente y cómo la utilidad es medida en términos de consecuencias, dados los límites de predicción (Hinman, 1994; cit. en Osmo & Landau, 2004). Tampoco la utilidad necesariamente considera la dignidad y los derechos de cada individuo (Brannigan & Boss, 2001, p. 27. De hecho, el utilitarismo clásico, cuando es llevado al extremo, puede justificar el atropello sobre los derechos de una minoría vulnerable con el fin de beneficiar a la mayoría (Reamer, 2001, p. 28). La aplicación de tales teorías éticas a las decisiones profesionales de la vida real, puede significar una valiosa guía, y de esta manera impulsar una práctica más reflexiva. Y que el utilitarismo ha de ser estudiado críticamente es algo que no pasó inadvertido a Nidia Aylwin. Para ella, el utilitarismo en la práctica entra con frecuencia en contradicción con los derechos humanos. “El utilitarismo tiene gran influencia en la actualidad porque calza muy bien con la economía de mercado y su búsqueda de la eficiencia. Sin embargo, uno de los problemas más serios que presenta este enfoque ético tiene que ver con la justicia, pues justifica la subordinación de los derechos de una minoría para el logro de un total mayor de bienes. “La idea de justicia, la idea de que alguien posee un derecho que, a diferencia de los derechos de propiedad, no es transable en el mercado, parece introducir una perspectiva no consecuencialista” (Gómez - Lobo, p.22) en el juicio moral de los utilitaristas” (Aylwin, 1993). Los estudiantes, y particularmente los practicantes, deben ser capaces de discutir críticamente el razonamiento tras sus decisiones discrecionales y ser capaces de sostener el escrutinio y el examen de colegas profesionales e instancias legales, justificando sus decisiones discrecionales en términos de estándares y valores profesionales. Esto es, sus justificaciones éticas deben estar amarradas a justificaciones normativas profesionales y estar en congruencia con lo que puede ser llamado el trabajador social “razonable”. La necesidad de desarrollar la autoconciencia y la habilidad de articular explícitamente sus pensamientos, puede probar la importancia de la eliminación de instancias de decisiones arbitrarias y discrecionales que pueden desatender los valores y preferencias de los clientes (Osmo & Landau, 2004). A diferencia de Israel, un 91.3% de los trabajadores sociales del estudio dieron argumentos para sus principios éticos preferidos (en el caso de Israel este porcentaje alcanza el 70%), permitiéndonos asumir que ellos se muestran competentes en justificar sus decisiones éticas. Sin embargo, el caso es que sólo en el 32.6% de los argumentos se observa una relación de adecuación con alguna (s) de las teorías éticas consideradas en el estudio. Lo que resulta consistente con la precariedad reflexiva sobre las cuestiones éticas en trabajo social (Reamer,1995; Neto,1996). Esta dificultad puede emerger debido a que los trabajadores sociales no están acostumbrados a someterse a un proceso explicito de justificación de sus acciones y decisiones en situaciones reales. Situándose las éticas profesionales en el ámbito de las éticas aplicadas, el recurso a la “reflexión y al lenguaje filosófico” (Cortina, 2003a: 21), resulta imprescindible. Precisamente porque la ética en Trabajo Social cuenta con la reflexión filosófica, “no es moral cotidiana, sino aplicación a los problemas cotidianos de lo ganado en los procesos éticos de fundamentación. Por eso, el utillaje que utiliza para comprender y debatir las cuestiones es el propio del kantismo, utilitarismo o el aristotelismo” (Cortina, 2003a: 21). Consiguientemente, importa que el profesional que trabaja las cuestiones éticas en Trabajo Social, “conozca a fondo las distintas teorías éticas (clásicas y contemporáneas) y tenga el discernimiento suficiente como para dilucidar en cada caso cual de ellas resulta más fecunda para ayudar en la toma de decisiones” (Cortina, 2003: 23). El tratamiento de las cuestiones éticas en trabajo social en el presente exige una confrontación con los nuevos desarrollos en el debate ético internacional cruzado por tensiones entre universalismo y contextualismo, entre liberalismo y comunitarismo, entre otras (Cortina,2001). Las propuestas contemporáneas en trabajo social (Matus,1999) también presionan hacia una relaboración de los discursos que busque hacerse cargo de la pluralidad de voces teóricas desde las cuales se piensa y gestiona la intervención social en sociedades signadas por procesos de complejización y exclusión social. La articulación de estos dos vectores da origen a distintas matrices disciplinares en las que se entreveran concepciones de ética y concepciones de trabajo social. El modo en que se piense la ética sobredetermina el modo en que se piense y configure el trabajo social. Sólo a título de ilustración baste con recordar que para Silva Barroco pensar la ética en trabajo social en el horizonte de una ética tradicional, condujo, en el caso de Brasil, a una moralización de la cuestión social (2001:79). ¿Qué articulaciones pueden pensarse en un presente que se ha vuelto complejo e incierto? El discernimiento ético de las nuevas intervenciones sociales en este escenario de transformaciones 95 PATRICIO MIRANDA se torna él mismo un imperativo ético ineludible. Las profundas mutaciones socio-culturales obligan a repensar tanto las formas de convivencia como los principios éticos que la orientan. La larga historia de compromiso con la justicia social y con el trato justo a los sujetos vulnerados, exige al trabajo social una ampliación de perspectivas. Si “el trabajo social trata con problemas individuales y sociales y con situaciones que son, por definición, difíciles y complejas” (Osmo & Landau, 2004), hoy esta complejidad ha adquirido ribetes inesperados e inciertos. Para tomar decisiones éticamente fundadas los trabajadores sociales requieren desarrollar procesos de ‘elucidación’. El pensar lo que hacen y saber lo que piensan, pasa por el despliegue de argumentaciones fundadas, no sólo al nivel del discurso moral, sino sobre todo al nivel del discurso ético. Estudiar las estructuras argumentativas que comunican los trabajadores sociales enfrentados a cuestiones éticas en su quehacer profesional en correspondencia con teorías éticas contemporáneas se constituye así en un espacio privilegiado de indagación. Tanto las decantaciones históricas del ethos profesional como los marcos axiológicos y normativos de los mismos trabajadores sociales se ven tensionados con la conciencia de la contingencia del propio punto de vista moral. Es más, aún cuando los valores profesionales de los trabajadores sociales pueden ser en parte compatibles con los valores sociales, pueden haber importantes diferencias en énfasis, prioridades o interpretaciones (Loewenberg, Dolgoff & Harrington, en Osmo & Landau, 2004). Es así que en una sociedad pluralista, axiológicamente politeísta en términos weberianos, los trabadores sociales deben hacer un esfuerzo consciente para evaluar continuamente sus valores profesionales y reconstruirlos en las estructuras de su existencia concreta diaria (Cooper, en Osmo & Landau, 2004). De ahí que, en cada situación, los trabajadores sociales deban decidir nuevamente no sólo cuál principio ético profesional tiene prioridad con respecto a quién (Hugman and Smith, en Osmo & Landau, 2004), sino desde qué teorías éticas configura sus propias intervenciones. Como sujetos individualizados en la trama densa de mundos de la vida, “la perspectiva con la cual los trabajadores sociales ven el mundo refleja su filosofía personal y sistema de valores que derivan, a su vez, de su historia personal y cultural” (ver Abramson, en Osmo & Landau, 2004). La percatación 96 de sus propios puntos de vista moral aparece como un indicio de la mayor o menor reflexividad de los trabajadores sociales en su quehacer profesional. Por últimos, el reconocerse en un punto de vista moral posibilita la articulación crítica entre los valores profesionales y los valores personales. Los resultados de Osmo y Landau indican que, mientras los trabajadores sociales parecen atribuir gran importancia a los principios éticos profesionales, sus valores personales pueden jugar un gran rol en su proceso de toma de decisiones éticas. La influencia de los valores personales de los trabajadores sociales en su proceso de toma de decisiones requiere aún de un mayor análisis (Osmo & Landau, 2004). Bibliografía ALLEN, JO ANN. (1995). The Constructivist Paradigm: Values and Ethics. Encyclopedia of Social Work, Washington: National Association of Social Workers. AYLWIN, N. (1993) Apuntes ética en trabajo social. Santiago de Chile: Archivo Escuela de Trabajo Social Pontificia Universidad Católica de Chile. AYLWIN, NIDIA. (1996). El Olvido de la Persona. Revista de Trabajo Social, 67. BANKS, SARAH. (1997). Ética y valores en el trabajo social. Barcelona: Paidós. BONETTI, DILSÉA et al (ed). (1996). Serviço Social e Etica: Convite a uma Nova Praxis, Sao Paulo: Cortez Editora. 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FECHA DE RECEPCIÓN: noviembre 2005 FECHA DE ACEPTACIÓN: marzo 2006 97 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 73 / Marzo / 2006 / P. 99-109 Uso del capital social en la generación de asociatividad en pequeñas organizaciones familiares campesinas The use of social capital in generating associability in small rural family organizations RODRIGO FLORES Y CAROLA NARANJO1 Resumen Las tendencias más recientes en investigación y reflexión sobre pequeñas organizaciones familiares campesinas las han vinculado con el término capital social. Diversas publicaciones han constatado las implicancias sociales y económicas de la adquisición y uso del capital social. El presente artículo pretende ilustrar, por medio de dos modelos, el uso que realizan de este recurso, asociaciones de pequeñas organizaciones familiares campesinas. Palabras Claves: asociatividad -capital social - organizaciones familiares campesinas Abstract The most recent tendencies in investigation and reflection of small rural family organizations have linked them with the social capital term. Diverse publications have verified the social and economic implications of the acquisition and use of social capital. The present article seeks to illustrate, by means of two models, the use that small rural family organizations make of these resources. Key words: associability - social capital - rural family organizations Pequeñas organizaciones familiares campesinas: entre la naturaleza y el mercado Las transformaciones ocurridas en los últimos treinta años en el campo chileno recrean un nuevo escenario de ruralidad, más diverso en sus actividades y complejo en sus interrelaciones, en comparación con la agricultura tradicional latifundista. Ello ha ocasionado, a nivel mundial –y en América Latina en particular –un intenso debate sobre la orientación que seguirá el proceso de desarrollo agrícola. Es posible encontrar dos corrientes de pensamiento en la literatura sociológica que ha abordado este tema: los “campesinistas” y los “descampesinistas”. 1 Los primeros sostienen que es posible, bajo el modelo capitalista, la subsistencia de las pequeñas organizaciones familiares, mientras que los segundos plantean su progresiva desaparición (Vivanco y Flores, 2005). La idea de que el campesinado se encuentra condenado a desaparecer, en el marco de una economía mundial de mercado, ha dominado nuestras teorías a partir de los años ochenta. De acuerdo a Chonchol (2001) un número no menor de organizaciones familiares campesinas se ve impedida, por diversas razones, de alcanzar los estándares de producción requeridos para competir exitosamente en el mercado o no pueden organizarse adecuadamente para Rodrigo Flores Guerrero. Antropólogo y Magíster en Antropología (U. de Chile) Doctor en Psicología Social (U. de Barcelona, España) Académico de la Escuela de Trabajo Social, Pontificia Universidad Católica de Chile. rfloresu@uc.cl Carola Pía Naranjo. Antropóloga (U. de Chile) Magister (c) en Psicología Social Comunitaria (Universidad Católica). 99 RODRIGO FLORES Y CAROLA NARANJO constituir unidades productivas y comercializadoras más grandes, lo que posee una serie de consecuencias. La primera de ellas indica que bajo el esquema de pensamiento económico vigente, esas pequeñas organizaciones familiares deberían salir de la actividad agrícola o pecuaria y buscar otras fuentes de ingreso. Según Ramírez (2001), los principales ingresos que actualmente perciben los campesinos chilenos provienen de prácticas extra-agrícolas, es decir, de actividades ejercidas fuera de la parcela. Muchos de ellos han pasado a la categoría de semi-proletarios, con ingresos y estructuras sociales que los asemejan a los asalariados, sustituyendo a los antiguos trabajadores de las haciendas. Otra consecuencia importante de este proceso dice relación con la continua emigración de su población novel y con mayor nivel escolar en busca de mejores oportunidades laborales (INE, 2002). La esperanza de encontrar un trabajo remunerado, la mayoría de las veces, se orienta a actividades rurales no agrícolas. Según Dirven (2002) la gran mayoría de los jóvenes que emigran del campo lo hacen porque perciben importantes barreras a su inserción tanto a la vida productiva como social de sus comunidades. Sin embargo, sabemos que muy pocos de ellos logran una posición en la sociedad receptora que les permita mejorar, o siquiera mantener, los niveles de vida al que tuvieron acceso sus progenitores. En nuestro país, las estructuras de subsistencia se han ido modificando y adecuando a la realidad que impone la estacionalidad del empleo asalariado en el agro. Debido a que la demanda de trabajo para la agricultura es estacional, se genera un desempleo agrícola por temporada. Por este motivo, los trabajadores del campo llevan a cabo migraciones temporales a otras zonas rurales o a ciudades. Otros producen bienes no agrícolas en su propia unidad territorial (Vivanco y Flores, 2005). con el término “capital social”. Por capital social se entiende habitualmente “aquel recurso o vía de acceso a recursos que, en combinación con otros factores, permite obtener beneficios a quienes lo poseen, y consideran al mismo tiempo que esta forma de capital reside en las relaciones sociales” (Durston, 2002:19). Quienes han realizado definiciones de forma relativamente detallada y completa sobre capital social son Bourdieu, Coleman y Putnam. Para Bordieu (1985), el capital social es entendido como una suma de recursos reales o potenciales que se encuentran ligados a una red permanente de relaciones de reconocimiento mutuo más o menos institucionalizadas; mientras que para Coleman (1990), los recursos socioestructurales constituyen para el actor social un recurso de capital que facilita ciertas acciones, por ejemplo, el logro de fines que no se alcanzarían en su ausencia. En el caso de Putnam (1993ª) el capital social se encuentra constituido por elementos de las organizaciones sociales, como las redes, las normas y la confianza, que facilitan la acción y la cooperación para beneficio mutuo, ya que el trabajo en conjunto es más fácil en una comunidad que tiene un acervo de capital social. Afinando aún más la mirada, Putnam distingue dos tipos de capital social, uno formal, objetivado en organizaciones estructuradas por normas y funciones estables, duraderas en el tiempo, y uno informal, que se despliega mediante vínculos más laxos, por lo general sin objetivo preciso o en torno a una meta puntual. Al respecto, Kliksberg (2000) señala que más allá de la definición teórica del termino, y sin obviar las dificultades y limitaciones para su aplicación, el capital social, con sus actitudes de cooperación, sus valores y visiones de la realidad, es un agente activo de desarrollo económico y social que produce resultados efectivos. A pesar de las consecuencias descritas, aun no hemos presenciado la desaparición de las pequeñas organizaciones campesinas familiares. La realidad nos muestra a los agricultores y campesinos tradicionales que siguen realizando sus actividades productivas, aún cuando muchos de ellos presenten pocas ventajas comparativas para enfrentar la competencia de los grandes productores nacionales e internacionales (Vivanco y Flores, 2005). Desde nuestra perspectiva, existe una estrecha vinculación entre el capital social y el devenir de las pequeñas organizaciones familiares campesinas. El capital social se entiende como la capacidad efectiva de movilizar los recursos asociativos que radican en el entramado social que reside en un grupo, colectivo o comunidad. Los recursos asociativos que permiten dimensionar el capital social con que cuentan estos individuos son las relaciones de confianza, reciprocidad y cooperación, y pueden ser, en casos determinados, movilizados productivamente y en beneficio de todos (Flores, 2004). Estos procesos, que pertenecen al ámbito de lo social, no constituyen un obstáculo a la modernización y al desarrollo, tal como lo indicaron los sociólogos funcionalistas de los años sesenta, ni contribuyen ahora, a la vuel- Importancia del capital social para las pequeñas empresas familiares campesinas Las tendencias más recientes en investigación y reflexión en ciencias sociales sobre pequeñas organizaciones familiares campesinas lo han vinculado 100 USO DEL CAPITAL SOCIAL EN LA GENERACIÓN DE ASOCIATIVIDAD EN PEQUEÑAS ORGANIZACIONES FAMILIARES CAMPESINAS ta del péndulo, a la superación de la pobreza ni a la permanencia y sustentabilidad de la intervención estatal. Sin embargo, deben ser tomados en cuenta, estudiados y analizados, pues a partir de ellos pueden generarse aportes de relativa importancia, por ejemplo, en la superación de la pobreza. Al respecto, existen una serie de estudios e investigaciones realizados desde la sociología y la economía que apuntan a destacar los efectos positivos que la generación, adquisición y uso de capital social tiene para distintos tipos de colectivos, organizaciones y comunidades. Putman (1994), en su clásico estudio comparativo del norte y sur de Italia, considera que los altos niveles de asociacionismo y participación de la sociedad civil contribuyen a un mayor desarrollo económico y estabilidad política. Baas (1997), relaciona este concepto con la cohesión social, precisando que el capital social ayuda a superar las debilidades del mercado a través de las asociaciones horizontales y el uso comunitario de recursos. Kliksberg y Tomassini (2000) abordan el tema del capital social vinculándolo con la cultura, como un elemento central en las estrategias de desarrollo. Durston (1999), en un estudio realizado con campesinos de Guatemala, indica que el capital social puede ser adquirido y generado por una comunidad, sacándola de la exclusión. Arriagada (2003), en un análisis de políticas públicas en Argentina, Brasil y Chile, indica que el capital social puede ser visto como un componente efectivo en la reducción de la pobreza. Aunque para el caso chileno no se conocen estudios que vinculen de forma explícita las pequeñas organizaciones familiares campesinas y el capital social, puede nombrarse el Informe de Desarrollo Humano del PNUD efectuado en 2000 (PNUD, 2000). Este realizó un catastro de pequeñas organizaciones basadas en la asociatividad en nuestro país, arrojando una cifra superior a las 80.000 instituciones, dejando abierta la puerta para nuevas exploraciones sobre el tema. Un caso de uso de capital social: las asociaciones de pequeñas organizaciones familiares campesinas Entendemos por pequeña organización familiar campesina a aquella unidad productiva que habita y trabaja habitualmente en el campo, cuyos ingresos provienen fundamentalmente de la actividad silvoagropecuaria, cualquiera que sea la calidad jurídica en que la realice, siempre que sus condiciones económicas no sean superiores a las de un pequeño productor agrícola. Del mismo modo, las asociaciones de pequeñas organizaciones familiares campesinas pueden ser entendidas como una organización productiva, orientada a entregar bienes y servicios silvoagropecuarios, integrada por tres o más pequeños productores campesinos (Flores y Naranjo, 2004). El devenir de las asociaciones de pequeñas organizaciones campesinas familiares debe circunscribirse al complejo de interacciones sociales que configuran su realidad. Los primeros registros señalados por la literatura pueden ser rastreados en la década de 1920, con el inicio de la llamada “cuestión social” y los movimientos obreros. Muchas de estas asociaciones tuvieron un carácter reivindicacionista, como es el caso de la Federación Sindical Cristiana de la Tierra, nacida en 1950, la Central Única de Trabajadores, nacida en 1953, a la cual se afiliaron la Federación Industrial de Trabajadores Agrícolas, la Asociación Nacional de Agricultores y la Asociación Nacional de Indígenas (Flores y Naranjo, 2004). Sin embargo, nos interesa relevar en estas páginas aquellas asociaciones de pequeñas organizaciones familiares campesinas que se basan en el uso de capital social, sustentado en normas y redes de cooperación, confianza y reciprocidad, que facilitan la acción colectiva para beneficio mutuo y la consecución de ciertos fines. Como lo hemos indicado en otra oportunidad (Flores, 2004) las asociaciones de pequeñas empresas familiares campesinas son voluntarias, no remuneradas y establecen un vínculo explícito con el fin de conseguir unos objetivos en común. En este sentido, deben ser entendidas como utilizadoras del capital social, pero no es su sinónimo, puesto que valores de cooperación, confianza y reciprocidad son sus elementos componentes. En muchos casos, el vínculo asociativo representa un fin en sí mismo, que debe ser cuidado, mantenido y reproducido. En un estudio realizado con anterioridad (Flores y Naranjo, 2004) hemos indicado las características de las asociaciones de las pequeñas organizaciones familiares campesinas, entre las que encontramos: Adscripción voluntaria. El vínculo que une a quienes conforman la asociación es voluntario. La integración de su membresía no es obligatoria ni están condicionadas sus expectativas y comportamientos a medios coercitivos. Identificación y compromiso. La identificación y el compromiso apuntan a dar cuenta del vínculo sentido por la persona hacia la asociación de la cual forma parte, reflejando el grado en el cual sus 101 RODRIGO FLORES Y CAROLA NARANJO miembros internalizan o adopta las metas y valores de ésta. Va mucho más allá de la pura instrumentalidad o la satisfacción de necesidades. Pertenencia no remunerada. El miembro que forma parte de una asociación no recibe remuneración a cambio. Se incluyen aquí las asociaciones que sin pagar remuneraciones, procuran conseguir beneficios para distribuirlos entre sus asociados, tales como las cooperativas o aquellas asociaciones que disponen de algunos cargos remunerados, como es el caso de las corporaciones, sindicatos, etc. Permanencia en el tiempo y grado de formalización. En cuanto asociación, un requisito es su grado de formalización y la permanencia en el tiempo de sus fines y objetivos, así como sus asociados. En este sentido, se deben distinguir los vínculos asociativos a los desarrollados por las conformaciones grupales primarias, altamente aleatorias o circunstanciales, o de muchos movimientos sociales o colectivos de corta duración, aunque en este último caso, pueden incluirlos. Forma de gobierno y participación. La participación de los asociados en las instancias de decisión es otra característica de estas asociaciones. Muchas de ellas poseen facultades para determinar sus acciones, incluyendo su creación, generación y renovación de autoridades, término o finalización de actividades, definición de directivos, etc. Observar el impacto social y económico que han logrado desarrollar las asociaciones de pequeñas organizaciones familiares campesinas resulta ser un tema de vital importancia para la sociología. Barría, Cereceda, Ortega y Aliaga (1988); Berdegué (1999); Barrera (1999) y otras referencias provienentes de textos institucionales del Ministerio de Agricultura, se desprende la existencia de una agricultura familiar campesina que adolece de graves deficiencias. La escasa renovación de liderazgos, problemas de gestión interna, carencia de recursos humanos especializados, acceso al sistema financiero, escasa capacidad para penetrar en los mercados, etc. son algunas de las características y dificultades mayormente mencionadas. Diversas publicaciones han constatado las implicancias sociales y económicas de la adquisición y uso del capital social para este tipo de conformaciones sociales. Berdegué (2000) señala que las asociaciones de pequeñas organizaciones familiares campesinas pueden formar parte de la solución a las limitaciones anteriores, puesto que ayudarían a los pequeños productores agrícolas a negociar acuerdos con agentes; incrementan las garantías que los pequeños agricultores requieren 102 en sus negociaciones con instituciones financieras; establecen programas de crédito y esquemas de préstamos a grupos; mejoran la posición negociadora ante compradores y vendedores potenciales; reducen los costos del control de calidad requeridos por las agroindustrias; permiten que los pequeños agricultores logren la escala de operaciones requerida para tener acceso a ciertos mercados de bienes y servicios y para ciertas actividades más allá de la producción agrícola básica, entre otros. La experiencia internacional demostrada en países como Estados Unidos, Canadá, España o Israel es un caso sintomático del éxito de tales conformaciones. Por ejemplo, Carolan (2005) ha constatado cómo los lazos sociales y el capital social hacen sustentable y rentable la agricultura tradicional estadounidense. En este contexto se destaca la existencia y permanencia de asociaciones que en nuestro país poseen una larga trayectoria. Una de las experiencias más llamativas en este sentido, la constituyen las asociaciones productoras de pisco en la IV Región, quienes, de forma integrada y sostenible, constituyen un importante motor de desarrollo de las distintas comunidades en las que operan. Las asociaciones de pequeñas organizaciones familiares campesinas han desarrollado eficientes instrumentos de asignación de recursos, al buscar de forma democrática, equitativa y participativa, generar beneficios a sus socios - clientes o socios trabajadores; del mismo modo han generado sistemas organizacionales innovadores que presentan importantes ventajas comparativas y competitivas. Ejemplo de ello es el caso de organizaciones asociativas como COLUN en la X Región, una de las empresas lecheras más grandes de nuestro país, ORIENCOOP, en la VII región, cooperativa de ahorro y crédito con más de 150.000 socios en la región (cerca del 50% de la PEA), o COOPEUMO, en la VI Región, la mayor empresa de pequeños productores campesinos del país. Acercamiento a buenas prácticas en asociaciones agrícolas No obstante el esfuerzo por identificar las consecuencias favorables de la conformación de asociaciones de pequeñas organizaciones familiares campesinas, la revisión de la literatura no nos presentan una visión integral de los procesos de conformación del capital social que se dan al interior de las organizaciones rurales, así como tampoco nos entregan luces sobre cómo es que ella puede contribuir a la conformación de un potencial asociativo. Es propó- USO DEL CAPITAL SOCIAL EN LA GENERACIÓN DE ASOCIATIVIDAD EN PEQUEÑAS ORGANIZACIONES FAMILIARES CAMPESINAS sito de este estudio dar respuestas certeras a dichas falencias. En un estudio anterior (Flores, Narvarte y Naranjo, 2005) elaboramos dos modelos generales que explican los factores y variables que intervienen en dicho fenómeno. El primero de ellos se centra en la organización y cómo ella ha desarrollado procesos y procedimientos que pueden ser interpretados como de excelencia. El segundo de ellos se centra en las relaciones que mantienen estas asociaciones con su entorno, por ejemplo, instituciones gubernamentales, el mercado, la comunidad, etc. y que, de igual manera, van constituyendo prácticas que conforman su capital social. A las primeras las identificamos con el interior de la organización, tal y como si fuera un sistema, mientras que a las segundas, las relacionamos con el exterior, tal como si fuera su entorno. La construcción de los modelos se realizó bajo el marco de la evaluación en su forma cualitativa. Los investigadores de este trabajo afirmamos que no es posible comprender una evaluación sin considerarla una investigación, sin embargo, su principal característica es que sus resultados produzcan algún cambio, en nuestro caso esperamos que contribuyan a una comprensión más sistémica del fenómeno asociativo campesino y sus organizaciones. La evaluación cualitativa esta constituida por corrientes metodológicas como la Etnografía, técnicas e instrumentos de indagación cualitativa y los propósitos evaluativos. Existen diferentes tipos de evaluación, según sus perspectivas y propósitos (Chelinsky, 1997), éstas son Evaluación para la rendición de cuentas, Evaluación para el desarrollo y Evaluación para conocer, debido a la naturaleza de este estudio, podemos circunscribirnos a esta última. La investigación social cobra importancia en este estudio, ya que a partir de ella es posible abordar la complejidad de significados y visiones de los actores sociales involucrados. Las técnicas utilizadas fueron el estudio de caso, entrevistas semi-estructuradas en profundidad, análisis de material y documentos de las asociaciones campesinas y encuestas. La técnica del estudio de caso consiste, en conocer a las organizaciones de manera profunda y abarcando todas sus dimensiones. Los estudios de casos son construidos mediante la información recolectada, por entrevistas en profundidad, las que fueron diseñadas de manera semi-estructurada. El muestreo fue realizado de manera teórico-intencional, esto quiere decir que se combinaron las variables de conocimiento obtenido desde la teoría, la experticia de los investigadores y las recomendaciones de expertos en la materia. Luego de esta triangulación de perspectivas, asociada a las variables de dispersión geográfica territorial, se definió la muestra de acuerdo a los siguientes criterios: • Empresas asociativas agrícolas exitosas, gestión exitosa de más de 3 años • Representatividad de las organizaciones en el territorio nacional • Rubro de las organizaciones MUESTRA DEL ESTUDIO: Empresa Asociativa Agrícola Rubro agrícola Región Cooperativa Campesina Intercomunal de Peumo Ltda. COOPEUMO Campesina, hortofrutícola VI Región Sociedad Agrícola Huertos del Sol Frutícola R.M Sociedad Ganadera Socoder Ganadera VI Región Red Nacional Apícola Apicultura Cobertura Nacional Flores Curacaví Flores de corte R.M Sociedad Agrofrutillas San Pedro Berries R.M Cooperativa Vitivinícola “Los Robles. Ltda Vitivinícola VII Región Sociedad Agrimaule Frutícola VII Región Sociedad Agrícola “Los Maitenes” hortofrutícola V Región ARCO S.A Ganadera VI Región 103 RODRIGO FLORES Y CAROLA NARANJO La investigación se realizó tomando en cuenta diez asociaciones de pequeñas organizaciones familiares campesinas. A cada estudio de caso se le aplicó 3 entrevistas en profundidad. En total se realizaron 30 entrevistas. La estrategia se complementó con la realización de 6 entrevistas a experto, distribuidas de la siguiente manera: Informante calificado / experto N° de entrevista Informante calificado perteneciente al mundo de políticas publicas de fomento asociativo y campesino 2 Informante calificado perteneciente al mundo académico experto en desarrollo rural y campesino. 2 Las variables intervinientes que conforman el potencial asociativo que hacen referencia a las ca- racterísticas intrínsecas de las organizaciones, nos remiten a dimensiones propias de su cultura organizacional y su administración empresarial. En el primer caso encontramos características como la asociatividad, la toma de decisiones colegiada, innovación en la conformación empresarial, la participación de los asociados, la identificación y el compromiso y la elaboración de planes y programaciones anuales. En el segundo caso, encontramos características intrínsecas al negocio, tales como la administración del negocio de forma eficiente y perdurable la transparencia en la información, el acceso y promoción de innovación en nuevas tecnologías, contar con profesionales calificados y contar con una adecuada estructura de gestión. Las características antes descritas pueden ser vislumbradas en el siguiente modelo. MODELO DE VARIABLES QUE CONFORMAN EL POTENCIAL ASOCIATIVO: ADMINISTRACIÓN EMPRESARIAL Y CULTURA ORGANIZACIONAL. 104 USO DEL CAPITAL SOCIAL EN LA GENERACIÓN DE ASOCIATIVIDAD EN PEQUEÑAS ORGANIZACIONES FAMILIARES CAMPESINAS Características propias de la cultura empresarial • Empresarios Asociados. Las organizaciones rurales que tienen entre sus objetivos emprender acciones de carácter asociativo representan nuestro foco de atención. La asociatividad puede generar en ellas una serie de efectos positivos: nuevos conocimientos, nuevas relaciones, nuevas redes, mayor poder de negociación para obtener nuevos o mejores recursos y bienes, etc. • Participación de los socios. Es de vital importancia, para la empresa asociativa agrícola, la participación de sus socios, son los propios campesinos quienes indican que la participación también es un acontecimiento o evento social donde se producen encuentros y re-encuentros de convivencia beneficiosos, para la armonía de la organización. • Identificación y compromiso. Es necesario que los asociados se identifiquen con su empresa agrícola, este sentido de identidad provoca un mayor compromiso en las actividades y tareas que se deben cumplir. Es importante destacar, que el sentido de identificación y pertenencia se ve retroalimentado con los beneficios directos que los socios obtienen para su empresa agrícola. Son estos beneficios, los que generan una distinción clara, en la percepción de sentirse participe en la organización. • Asociatividad. Una asociación de pequeñas organizaciones familiares campesinas debe valorar y fomentar, como principio rector de su gestión, la asociatividad como centro de sus acciones. Los campesinos, reconocen que la estrategia de negocio asociativo es beneficiosa tanto en la perspectiva gremial como de fortalecimiento económico. • Capacitación permanente. La instrucción y la formación deben ser una constante en las organizaciones agrícolas. La capacitación juega un papel importante en la actualización de conocimientos y en la adquisición de información a nivel técnico. El estudio de organizaciones asociativas agrícolas, nos permite aseverar que una fórmula exitosa en capacitación es la práctica constante. Las empresas operan como organismos técnicos de capacitación y tienen una relación estrecha con SENCE. Es importante considerar capacitaciones técnicas que tienen que ver con el rubro y tipo de negocio agrícola. En el caso de las asociaciones que im- parten capacitaciones, éstas forman parte de un plan de formación o responden a acciones contingentes. Características de la Administración Empresarial • Acceso a nuevas tecnologías. La adopción de nuevas tecnologías en el agro no es un tema fácil de resolver, el campesinado es un sector que tiene años de tradición en “haceres agrícolas”, los valores operan generando normas de comportamiento, y esto hace que la actitud hacia las nuevas tecnologías sea más bien reaccionaria. Salvando las barreras costumbristas, los campesinos entienden que la capacidad de apropiarse y manejar nuevas tecnologías es fundamental para la viabilidad futura de su organización. • Innovación en la conformación empresarial. Las organizaciones deben ser flexibles y abiertas a conformar nuevas formas empresariales. Deben ser capaces de idear y crear nuevos emprendimientos que puedan aprovechar las oportunidades y posibilidades del entorno económico. • Planes estratégicos. Las empresas agrícolas deben ser viables, esto quiere decir que sean capaces de mantener una existencia separada del entorno, hacerlas fuertes, dinámicas. Es por eso que deben tener directrices claras de funcionamiento. Es relevante que las empresas agrícolas cuenten con definiciones claras de sus metas, líneas de trabajo y acción. En la elaboración de los planes estratégicos es importante considerar la participación de los socios de la organización. Este proceso participativo contribuye a que todos los asociados conozcan los lineamientos estratégicos, involucrándose e identificándose con ellos • Transparencia de la información. Una mejor práctica, que fue posible de reconocer en las empresas agrícolas estudiadas, es la transparencia en la gestión de la información. Es imprescindible que la organización de cuenta de sus actividades, de la gestión de los recursos, ya que esto ordena su administración. Lo anterior produce un acceso claro, rápido y fidedigno al estado de resultados. La transparencia a su vez permite crear confianzas y mantenerlas. • Organización: definición de roles y puestos de trabajo. Las empresas agrícolas deben tener claridad en la definición de los roles y los puestos de trabajo. La conformación his105 RODRIGO FLORES Y CAROLA NARANJO tórica tradicional de las organizaciones rurales las hacen mantener un doble vínculo entre lo económico- productivo y la representación gremial. Debido a esto, las estructuras se confunden entre los roles operativos del negocio y los gremiales. Para que las empresas sean eficientes y competitivas, lo anterior debe estar claramente distinguido. La definición de puestos de trabajo permite realizar una evaluación de desempeño. Esta evaluación debe conocer si se cumplen las tareas y funciones designadas, como también generar la posibilidad de realizar cambios adecuados a las necesidades de la organización. • Cuerpos profesionales y técnicos. Ligado al punto anterior, no sólo es necesario definir roles y puestos de trabajo, sino también se hace necesario que estos sean ocupados por las personas idóneas. Esta gestión “profesionalizada”, permite a las organizaciones liberar tareas de dirección, gestión y negociación, del rol de los productores, quienes en muchas ocasiones, tienen que lidiar con una duplicidad en sus actividades en desmedro de su propia producción. Es así, como las empresas agrícolas expresan, que debieran contar con profesionales, para cada área de la organización, lo que genera un fortalecimiento homogéneo de la empresa. Las variables que intervienen en la conformación del potencial asociativo que se refieren a las características extrínsecas a las asociaciones nos remiten a características propias de su relación con el Estado y las políticas públicas, relación con otras organizaciones, relación con la comunidad, y su relación con el mercado. Igualmente, se hacen presentes factores intervinientes, como el alcantarillado, agua potable, luz, acceso a fuentes de información, etc. Las características antes descritas pueden ser vislumbradas en el siguiente modelo. MODELO GENERAL DE VARIABLES QUE CONFORMAN EL POTENCIAL ASOCIATIVO SERVICIOS BÁSICOS 106 USO DEL CAPITAL SOCIAL EN LA GENERACIÓN DE ASOCIATIVIDAD EN PEQUEÑAS ORGANIZACIONES FAMILIARES CAMPESINAS • Importancia de la Comunidad. Una entidad que muestra relevancia corresponde a la Comunidad, ya que es en ella donde se contienen todas las redes territoriales de reciprocidad, como son las redes de parentesco, de amistad y compadrazgo. Es de especial atención el rol de contexto que juega la comunidad, debido a que ésta ayuda a conocer el tipo de asociatividad que se puede generar. • Municipio y el impacto que tiene en las organizaciones. Los municipios, autoridad político - administrativa local por excelencia es la que regula y canaliza las acciones de fomento asociativo que mantiene el gobierno, es considerado una suerte de “socio estratégico”, por las organizaciones. • Universidades e Institutos Profesionales. Las universidades, centros de formación superior, tienen un rol de transferencia de conocimientos y búsqueda de modelos, cada vez más precisos y viables para entender e intervenir a las empresas agrícolas. Por su colaboración al desarrollo y generación de conocimiento académico-técnico, representan una alianza estratégica. • Vínculos con la comunidad. Las organizaciones comunales son el mejor ejemplo de asociación comunitaria, con las cuales se pueden establecer redes de reciprocidad, de apoyo y redes comerciales. • La Lógica del Mercado. Otra entidad relevante a considerar corresponde al Mercado. Es en el mercado donde se focaliza la competitividad. Este, juega una serie de roles determinantes para la consecución del éxito asociativo. Por ejemplo, estableciendo condiciones que pueden ser interpretadas como demandas, exigencias o condiciones y que pueden ser aprovechadas por las organizaciones rurales para cambiar el status quo (por ejemplo, continuación de la producción de productos tradicionales). De este modo la relación de las organizaciones rurales con el mercado será de modo tal que el grupo ofertará bienes y servicios con calidad y precios competitivos, mientras el mercado entregará junto con la demanda correspondiente señales de competitividad en precios y calidad de los bienes y servicios que las organizaciones producen o desean ofertar. • Marketing. Es necesario que las organizaciones tengan una orientación o un plan de marketing, que les permita un posicionamien- to publico en los mercados competentes. El marketing no debe ser improvisado, debe estar en estrecha relación con los objetivos estratégicos de la institución. • Buenas prácticas agrícolas. Los mercados están cada vez más competitivos. Ello genera una demanda al establecimiento de estándares mínimos de calidad. Esta calidad debe estar presente en las tareas productivas, de procesos agrícolas, de servicios agrícolas y de gestión. Es por eso que las buenas prácticas agrícolas deben ser consideradas e implentadas por las empresas agrícolas asociativas. Además las buenas prácticas agrícolas se preocupan de certificar normas de seguridad internacionales. Es reconocido, por los campesinos, que el proceso de implementación de las buenas prácticas es lento y necesita de una re-educación, para que los asociados lo comprendan. • Relevancia del Estado y las Políticas Públicas. El Estado y las políticas públicas, a través de los gobiernos y de sus instituciones, puede contribuir al fomento de la asociatividad en organizaciones rurales, proporcionando diversos tipos de oportunidades, espacios, recursos e incentivos, que en conjunto, tienen como resultado la disminución de los costes de transacción y de los riesgos de emprender acciones conjuntas. De esta forma es posible aseverar que Instituciones como INDAP, SERCOTEC, CORFO, etc. representan socios estratégicos en la consecución conjunta de los objetivos de fortalecimiento y desarrollo de las organizaciones rurales. • Otras organizaciones. (ONGs, gremios, empresas consultoras, etc.) también facilitan los procesos y conformación de la asociatividad, proporcionando liderazgo político, conocimientos técnicos, acceso al crédito, metodología y “modelos” para el surgimiento de procesos de acción conjunta y, a menudo, entregando recursos. Dentro de este conjunto distinguimos tres tipos de entidades: los asesores (consultores), las instituciones financieras y otras organizaciones de carácter empresarial o gremial. Los consultores entregan su capacidad tanto para gerenciar y asesorar técnicamente a los de empresarios, como para así llevar a buen puerto los proyectos en los cuales participan. Otra entidad a considerar, corresponde a las instituciones financieras, como bancos y cooperativas de crédito, ellas adquieren relevancia 107 RODRIGO FLORES Y CAROLA NARANJO cuando los empresarios requieren emprender nuevas actividades de inversión que exceden las posibilidades de las ayudas del Estado y de su propio financiamiento, o bien, para solucionar problemas de liquidez transitorias -en particular en épocas de crisis económica-. El último grupo de instituciones, reunidas en la entidad organizaciones, corresponde a las asociaciones gremiales, organizaciones empresariales y ONGs entre otras. • Misiones técnicas. El establecimiento de alianzas de cooperación entre organizaciones agrícolas, ha provocado la coordinación de misiones técnicas entre ellas. En las misiones técnicas existe un traspaso y transferencia de conocimientos. • Relaciones de asociación entre organizaciones rurales. Las valoraciones positivas, en este apartado, tienen relación con el establecimiento de relaciones gremiales fuertes, de representación. La asociatividad acá, se rescata en el hecho de que unidos tienen mayor poder de reivindicación, negociación y comercialización. En resumen, nuestro marco de análisis señala la presencia de diversos factores que deben ser analizados a la hora de evaluar las condiciones ideales para el surgimiento de procesos de acción colectiva asociativa, co-producidas por instituciones y organizaciones públicas, sociales y privadas. En ellas, cumple un rol condicionantes el entorno, por medio del acceso a condiciones básicas de cobertura de agua, electricidad, alcantarillado, así como caminos y transporte, etc. No disponer de estos servicios - o disponer de ellos de forma no intermitente - puede tener una serie de efectos, como el encarecimiento de los productos y servicios, escaso acceso a mercados, etc. A modo de reflexión En el transcurso de este artículo hemos observado cómo es que el uso de capital social puede generar prácticas de asociatividad en pequeñas organizaciones familiares campesinas. Del mismo modo, se rescataron, desde un enfoque cualitativo, cuáles son las variables que ayudan en la conformación de un cierto potencial que ayude en su conformación. Por potencial asociativo pretendemos explicar un fenómeno complejo en su esencia: la manera en que por medio del uso de lazos de confianza, cooperación y reciprocidad, ciertas conformaciones sociales son capaces de alcanzar ciertos fines en común. 108 El potencial asociativo se encuentra conformado por una serie de variables intervinientes. En un primer nivel, hace referencia a las características intrínsecas de las organizaciones, nos remiten a dimensiones propias de su cultura organizacional y su administración empresarial. En un segundo nivel, dice relación con una serie de características extrínsecas a las asociaciones, las que nos remiten a dimensiones propias de su relación con el Estado y las políticas públicas, relación con otras organizaciones, relación con la comunidad, y su relación con el mercado. Esperamos poder develar las relaciones de estas variables en una futura investigación, pues entendemos que estos procesos son de verdadera importancia para las ciencias sociales. Entendemos que existen buenas razones por las cuales los pequeños productores deberían conformar asociaciones, todas las cuales merecen ser estudiadas con proligidad. Algunas de ellas son: • Permiten acceder a información relevante de acceso a fuentes de ayuda, privada o estatal. • El conformar una asociación les permite un mejor acceso al capital de trabajo. • Les permite generar economías de escala, que en otras circunstancias no podrían realizar. • Los presenta como una organización mucho mayor y más fuerte ante entidades financieras. • Permiten autoayudarse en términos económicos. Ganan en capacidad de negocio y pueden lograr apoyos en elementos tales como calidad, medio ambiente, etc. • Pueden conformar redes de representación asociacionista, donde el concepto fundamental es la representación de los intereses y derechos de los propios campesino, etcs. Referencias consultadas ARRIAGADA, IRMA (2003) Aprender de la Experiencia. Capital Social en la superación de la pobreza. 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Palabras claves: endeudamiento - ahorro - gestión de bienestar - organizaciones sociales Abstract This article seeks to share with social workers some usefull tools for diagnosis, in the topic of the indebtedness and savings, given the emergence of over indebtedness as a specially relevant issue in the last years. Another relevant issue is savings, given the new incentives created for its development. Both issues constitute different aspects of an effort , in the economical realm, that can be started in the welfare administrations systems of labor institutions. Key words: indebtedness - savings- employee assistance programs - social organizations Los alcances que en este espacio se efectúan respecto de la realidad del sobreendeudamiento, están basados en fuentes de información provenientes de Estudios de Finalización de Carrera de alumnos de la Escuela de Trabajo Social de la PUC.2, junto a otros estudios nacionales. Además de efectuar un trabajo de recopilación en el tema, se diseñaron algunos instrumentos de apoyo para diagnosticar el problema desde las unidades sociales, autodiagnosticar el problema de sobreendeudamiento y formas comunicativas para difundir y promover sistemas de ahorro en el personal.3 En el análisis del tema, se hace necesario realizar una distinción básica respecto de un endeudamiento normal y funcional para poder acceder a los bienes de consumo necesarios en la vida de las personas, de un endeudamiento excesivo, el cual es origen de fuertes tensiones y repercusiones en la vida, de quienes lo sufren. El establecimiento de límites entre “el sano endeudamiento” y “endeudamiento problemático”, es un ejercicio que comporta cierto grado de arbitrariedad, como cualquier catalogación, pero útil, en la medida que permite clasificar situaciones de riesgo para los trabajadores sujetos de la atención social. Al respecto, según los análisis que efectúan las entidades bancarias y financieras, cuando se trata de créditos de largo plazo, como son los hipotecarios, se ha establecido, que lo que la persona puede disponer para el compromiso de pago mensual es el 25% de sus ingresos familiares. Así, se puede entender que estar endeudados por compromisos mensuales bajo Este artículo ha sido extractado del trabajo de Monckeberg, Isabel “Trabajando la temática económica, un área de acción en la gestión de los bienestares institucionales.”Enero 2006. Documento de Trabajo. Escuela de Trabajo Social. Pontificia Universidad Católica de Chile. 2 Ponce, Daniela y Ramirez Viviana. Estudio Descriptivo sobre la Situación de Endeudamiento y Consumo del personal en dos Instituciones de Servicios de la Región Metropolitana, Estudio de Finalización de Carrera de las alumnas de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica.Agosto 2005. El estudio consideró una población de 343 trabajadores. Se describen y analizan los datos en forma separada para cada organización. Por problemas de limitación de tiempo, y porque no respondía a sus objetivos, las alumnas a cargo del estudio, no efectuaron un análisis conjunto para ambas instituciones. 3 Por razones de espacio, estos elementos no están incluidos en el presente artículo. 1 111 ISABEL MONCKEBERG esa suma, es una situación controlada. Tratándose de créditos de consumo, el Servicio Nacional del Consumidor establece como máximo de endeudamiento familiar, montos de pago mensuales equivalentes al 25% del ingreso familiar mensual.4 Forma parte de la misión de las unidades de bienestar, velar por la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, y por ello, la protección del trabajador en su “ vulnerabilidad económica “ es un aspecto esencial de su acción.5 La experiencia laboral a través del contacto con personas que viven situaciones que pueden ser catalogadas de sobreendeudamiento, plantea la necesidad de intervenir de alguna forma, ya sea para prevenir, evitar o ayudar a dar solución a quienes viven las repercusiones de un sobreendeudamiento. Son variadas las repercusiones de este problema, desde la pérdida del control sobre la propia situación económica a repercusiones de índole familiar, por crisis en las relaciones interpersonales, deterioramiento del estado de ánimo o problemas de salud derivados. El ambiente de trabajo también se afecta, al producirse distracciones propias de quien está altamente preocupado de situaciones externas; por alteración de los estados de ánimo, o por la necesidad que se presenta de disponer de tiempos entre las horas de trabajo para solucionar los urgentes problemas financieros. Probablemente el estar muy comprometido económicamente le producirá al trabajador , un descontento con su situación laboral, con el ingreso económico, con el medio en general, todo lo cual puede afectar el rendimiento en una situación de trabajo. El sobreendeudamiento 6 Para distinguir entre situaciones de endeudamiento, respecto de la presencia de sobreendeudamiento, el estudio de referencia consideró la capacidad de pago familiar que tenían los trabajadores al momento del estudio, acotándolo a las deudas de consumo. De acuerdo al concepto del Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC), clasificaron como sobreendeudados a los trabajadores que man- tenían pagos mensuales correspondientes a créditos de consumo, por sobre el 25 % de los ingresos mensuales familiares. Las cifras del estudio muestran, la fuerte presencia del problema en los trabajadores de las instituciones estudiadas, realidad que probablemente es compartida por los trabajadores de diferentes organizaciones laborales, y que es coincidente con los reportes de los trabajadores sociales. En el endeudamiento estudiado, se incluye las deudas de consumo producto de créditos internos, que se descuentan por planilla de sueldos, y las causadas por endeudamiento externo. El nivel de sobreendeudamiento, o personas que tienen deudas de consumo por sobre el 25% de los ingresos mensuales familiares es cercano a un 60%. Considerando el nivel de endeudamiento crítico, el cual corresponde a aquellos que están endeudados, y deben cancelar créditos de consumo, por sobre el 50% de los ingresos familiares, este es mayor en el sector público, correspondiendo a un 32% del personal. En la institución privada si bien también es alto este porcentaje, correspondiendo al 26% del personal. Endeudamiento – Sobreendeudamiento en institución del sector público y en institución del sector privado. Nivel de endeudamiento Institución Pública Institución Privada Endeudamiento bajo el 25% de los ingresos 39% 43% Endeudamiento entre 26% y 40% de los ingresos 20% 18% Endeudamiento sobre 41% y 50% de los ingresos 9% 12% Endeudamiento “crítico”, sobre el 51% de los ingresos 32% 26% 100% 99% Total trabajadores Antecedentes en Ponce, Daniela y Ramirez Viviana. Estudio Descriptivo sobre la Situación de Endeudamiento y Consumo del personal en dos Instituciones de Servicios de la Región Metropolitana, Estudio de Finalización de Carrera de las alumnas de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica.Agosto 2005. SERNAC. Departamento de Educación. Taller de educación para el consumidor. 2002. Santiago, Chile. Pág. 7. En Estudio Descriptivo sobre la Situación de Endeudamiento y Consumo del personal en dos Instituciones de Servicios de la Región Metropolitana, de Daniela Ponce y Viviana Ramirez. Estudio de Finalización de Carrera. Escuela Trabajo Social. Pontificia Universidad Católica de Chile. Agosto 2005. 5 Monckeberg, Pardo, Isabel. Gestión de bienestar en instituciones y empresas. Operatoria de las unidades de bienestar en la administración de servicios y beneficios. Pontificia Universidad Católica, Escuela de Trabajo Social. Documento de Investigación. 2004. 6 La muestra estudiada en Ponce, Daniela y Ramirez Viviana, op cit, pertenece a dos instituciones de servicio de la Región Metropolitana, una de ellas perteneciente al sector público y otra al sector privado. Se estudió un grupo de trabajadores con un sueldo mensual, inferior a 68,4 UF. En la institución privada se trata de 134 casos, con una edad promedio de 41 años. En la institución pública la muestra se compone de 209 casos, con una edad promedio de 43,5. En ambos casos quienes contestaron la encuesta, son trabajadores que lo hicieron en forma voluntaria y anónima. 4 112 ENDEUDAMIENTO Y AHORRO DEL PERSONAL EN LA GESTIÓN DE LOS BIENESTARES INSTITUCIONALES Respondiendo a la interrogante, ¿en quienes se intensifica el problema del sobreendeudamiento?, son los trabajadores administrativos quienes presentan el problema con mayor intensidad. El 68 % de ellos tendría deudas de consumo por pagar mensualmente por un monto superior a la cuarta parte de los ingresos familiares. En los trabajadores auxiliares y en los técnicos también se denota una alta presencia del problema. Respecto de la situación económica, el sobreendeudamiento tiene mayor presencia en las personas con menores ingresos familiares. Los grupos económicos E y D que son aquellos con ingresos mas bajos, presentan un sobreendeudamiento del 63 y 60 % de los trabajadores respectivamente. El grupo C3, que representa a quienes tienen ingresos entre $ 440.001 y $ 670.000, tiene un 46% de trabajadores sobreeendeudados. El grupo C2, con ingresos sobre esta cifra, tiene un nivel menor de sobreendeudamiento (34 %).7 Los créditos La contratación de créditos para adquirir bienes, obtener servicios o para responder a las deudas ya contraídas, presenta varias alternativas. Una primera clasificación permite distinguir las alternativas internas que se originan en la propia institución, de las alternativas externas, disponibles en el mercado a las cuales accede el trabajador. Las otras alternativas de crédito a la cual acceden los trabajadores son netamente externas y sus compromisos son cancelados directamente. De este endeudamiento en las instituciones no se tiene mayor conocimiento. En el estudio analizado, se abarcó todas las fuentes posibles de crédito, internas y externas. En “préstamos empresa” se incluyeron los variados tipos de préstamos internos. En “Créditos Cajas de Compensación”, a aquellos otorgados por estas instituciones y que la empresa asegura el descuento por planilla. Los créditos externos, están referidos a bancos, tarjetas de crédito bancarias, casas comerciales, tarjetas de crédito de casas comerciales, créditos financieras y tarjetas de crédito comercial. Un 27% de los compromisos de créditos de consumo en el personal que está sobreendeudado, es con el sistema interno (créditos empresa y Cajas de Compensación), en un 32% corresponde a créditos con el sistema bancario, un 25% con casas comerciales, y 9% con sistemas de tarjetas de crédito comercial. Este antecedente fortalece el concepto de que el problema del sobreendeudamiento sobrepasa con creces los límites institucionales. Cuando se les consulta a los trabajadores respecto de las áreas de consumo a las cuales han ido dirigidos sus créditos, el área vestuario, es el que obtiene las mayores nominaciones. Un 32% de los trabajadores consultados menciona haber utilizado créditos en los últimos seis meses para efectos de vestuario. El segundo item mencionado es por gastos de salud, en un 27%. Por gastos de alimentación, ha solicitado créditos un 25% y por educación un 20% de los trabajadores consultados. Antecedentes nacionales respecto de los créditos de consumo Relevantes antecedentes aporta un estudio efectuado por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras,8 que incluyó un universo del 90% del sistema bancario nacional. De este estudio, se releva que el promedio de la deuda personal por consumo en el sistema, era de 79,5 UF. La morosidad de las deudas es baja, para las mujeres es de un 0,9 %, y para los hombres de un 1%. El endeudamiento por consumo es proporcionalmente más alto, en las personas de menores ingresos. En relación al ingreso líquido de las personas, el endeudamiento promedio es de 2,3 ingresos para el caso de las mujeres y 2,4 ingresos para los hombres. Las personas que se clasifican en el tramo de rentas mas bajas, hasta 19 UF,9 habrían estado endeudadas el año 2001, en 4,6 rentas promedio. Las personas que corresponden al tramo de rentas entre 19 y 32 UF, habrían estado endeudadas en el año 2001, en 3,2 rentas promedio. Y aquellas con remuneraciones por sobre las 32 UF, en 1,7 rentas promedio. El estudio mencionado concluye que la participación de las mujeres en el mercado de los créditos es significativa, aunque es inferior al de los hombres, presentando un mejor comportamiento de pago. Su nivel de participación en los créditos es constante en los distintos tramos de edad. En los hombres, en cambio hay una mayor concentración de los créditos a la edad cercana a 30 años. Estos valores están referidos a Junio 2005. Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras. “Deudas de personas en el sistema financiero. Una visión de género”. Santiago Chile 2001. 9 Referencia a Octubre 31, 2005. 7 8 113 ISABEL MONCKEBERG Los últimos antecedentes, reflejan un aumento sostenido de las deudas de consumo. El Informe de Estabilidad Financiera del Banco Central, señala que la deuda de consumo bancaria por deudor, en Agosto 2005, es de 2,3 millones de pesos, cifra que es cuatro veces superior a la presentada hace diez años, y 14% sobre la presentada hace un año, aumento que no es proporcional al aumento de los ingresos económicos de las familias chilenas.10 son más bajos. Sin embargo hay ciertos gastos como lo son vivienda, y recreación donde se presentan las mayores diferencias de gastos si se considera los grupos económicos de referencia para cada una de las personas estudiadas. También se producen cambios importantes en los gastos de alimentación y educación. En cambio en materias de transporte, salud y vestuario es donde se producen las menores diferencias entre un grupo y otro, siendo en estos aspectos el gasto más similar. Características del consumo A través del consumo, o gastos efectuados por las personas, se satisfacen los distintos tipos de necesidades personales y familiares. Aquellos ingresos que no se destinan al consumo, constituyen ahorro. La alimentación se presenta en los datos del estudio analizado, como aquella necesidad a la cual se le destina los mayores montos en dinero promedio mensual. En alimentación se destina una cantidad promedio mensual correspondiente a 6,14 UF. En vivienda 5,93 UF. En educación 4,3 UF. En servicios básicos 3, 52 UF. Cantidades promedios menores se destinan a transporte, vestuario, salud, y recreación.11 Gastos de Consumo Gastos de consumo Institución Institución Privada Pública Total Valor UF Alimentación $109.826 $106.124 $107.699 6,14 Vivienda $105.262 $103.357 $104.167 5,93 Educación $79.219 $72.646 $75.442 4,30 Servicios Básicos $67.579 $57.655 $61.877 3,52 Transporte $48.021 $43.154 $45.224 2,58 Vestuario $39.439 $35.041 $36.912 2,10 Salud $29.716 $41.667 $36.583 2,08 19.495 $14.118 $16.405 0,93 Recreación Antecedentes en Ponce, Daniela y Ramirez Viviana. Estudio Descriptivo sobre la Situación de Endeudamiento y Consumo del personal en dos Instituciones de Servicios de la Región Metropolitana, Estudio de Finalización de Carrera de las alumnas de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica.Agosto 2005 El consumo para las diferentes necesidades se modifica en forma decreciente a medida que los ingresos Gastos de Consumo por grupo económico Gasto promedio por grupo económico Grupo C2 Grupo C3 Grupo D Grupo E Vivienda $150.541 $139.874 $46.931 $36.258 Servicios Básicos $86.068 $59.883 $44.108 $35.089 Alimentación $142.514 $111.466 $81.183 $60.975 Educación $102.493 $75.104 $49.926 $37.500 Vestuario $49.548 $33.563 $29.546 $21.830 Transporte $60.437 $24.118 $32.890 $33.801 Recreación $29.249 $13.204 $7.976 $4.034 Salud $38.635 $38.932 $31.422 $39.911 Antecedentes en Ponce, Daniela y Ramirez Viviana. Estudio Descriptivo sobre la Situación de Endeudamiento y Consumo del personal en dos Instituciones de Servicios de la Región Metropolitana, Estudio de Finalización de Carrera de las alumnas de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica.Agosto 2005 Se tienen patrones de consumo diferentes de acuerdo a los ingresos de las personas. Hay rubros como es la alimentación, en que bajan gradualmente los gastos a medida que los ingresos son menores. En cambio el rubro de la salud, el gasto se mantiene en forma muy similar. Motivos de endeudamiento Cuando a las personas se les consulta lo que ha motivado su nivel de endeudamiento, en su mayor parte apela, a su nivel de ingresos. También mencionan como causas los problemas familiares, aspirar a un nivel de vida mejor y a desorden presupuestario. La razón “nivel de ingresos” es coincidente con el 10 Mendoza V Luis. Deuda de los hogares chilenos crece más rápido que sus ingresos. Artículo Diario la Tercera. Negocios. 16 diciembre 11 2005. Los valores están calculados en UF. Los valores en $ corresponden al mes de Junio 2005. 114 ENDEUDAMIENTO Y AHORRO DEL PERSONAL EN LA GESTIÓN DE LOS BIENESTARES INSTITUCIONALES dato aportado por el cruce de variables entre sobreendeudamiento y niveles de ingreso que reflejó que, estaría más sobreendeudado el sector con menores ingresos. La razón “problemas familiares”, corresponde a un 26% de los consultados. Este antecedente puede considerarse en cierta medida como el porcentaje de endeudamiento excesivo que se debe más bien a imprevistos, que a situaciones buscadas voluntariamente. Sólo un pequeño porcentaje (8%) alude a la razón “desorden en el presupuesto familiar”. Un 19%, se refiere a otras causas, respecto de las cuales el estudio no entrega mayores antecedentes. Se estima que las percepciones de las personas sobre el endeudamiento excesivo, se caracterizan por una mirada de dependencia respecto de situaciones externas que son las que ellos sienten que estarían produciendo la situación riesgosa. Perciben que no tienen un mayor control sobre la situación, que es algo que se va produciendo producto de presiones familiares, arrastre de situaciones anteriores, con lo que se denota un comportamiento de poca prevención al respecto. Sólo un pequeño porcentaje realiza un presupuesto familiar mensual, y en su mayoría tienen escasa información al momento de solicitar créditos. Estas razones avalan la interpretación de que el sobreendeudamiento es una situación que no sucede de un día para el otro, sino más bien es un proceso que iría creciendo, de a poco, de acuerdo a distintas situaciones, por lo que no habría una sola razón, que la explique en cada caso. créditos, deben afrontar pagos por castigos de morosidad, lo que les intensifica el problema. Tampoco comparten con su familia, la necesidad de adquirir nuevos créditos, lo que produce un empeoramiento de la situación, por cuanto el crédito se contrae en forma individual por parte de cada uno de los integrantes del grupo familiar, no considerándose los compromisos adquiridos por el otro. En este grupo de estudio, más de un 50% no era propietario ni adquiriente de una vivienda, lo que muestra la gravedad de su situación; son personas que además de la situación de endeudamiento en que estaban no han dado solución al problema más básico, que es el problema de la vivienda, que requiere ahorro previo y cierta capacidad de endeudamiento. Interesantes antecedentes entrega un estudio de una Compañía de Seguros.13, en que se menciona que uno de cada tres chilenos de los grupos socioeconómicos C3 y D reconoce haber tenido problemas para cancelar sus cuotas de crédito, siendo los más afectados el grupo de personas jóvenes, mencionándose específicamente las edades entre 25 y 34 años. Señala también el estudio, que el 60% de los trabajadores dependientes puede mantener sólo hasta tres meses su nivel de gasto en caso de perder su fuente de trabajo. Respecto de las percepciones de riesgo que tienen los chilenos, éstas son las enfermedades catastróficas (93%), los hechos graves en la familia (89%) y la posibilidad de quedar desempleado (88%). Aportes de otros estudios en el tema Efectos del sobreendeudamiento En relación a los motivos de sobreendeudamiento, un estudio anterior realizado por alumnas de Trabajo Social de la PUC, en su trabajo de finalización de carrera,12 aporta algunos antecedentes de interés de incluir es esta revisión del problema. El sobreendeudamiento, constituye una variable económica caracterizada por el alto riesgo de que las personas puedan no cumplir sus compromisos contraídos. Se trata de una situación de vulnerabilidad desde la perspectiva social, con probables repercusiones en la vida personal, familiar y laboral. En este estudio, referido a un pequeño número de casos, de dos empresas de la Región Metropolitana, de trabajadores que estaban de hecho en condición de sobreendeudados, el 50% de ellos, manifiesta no cumplir oportunamente con las fechas de pago cuando contrae una deuda. En consecuencia, estas personas además de los intereses que pagan por los En el estudio analizado, el personal consultado reconoce que el sobreendeudamiento les ocasiona distintos efectos. Un 47% reconoce sus consecuencias negativas. Aunque esta percepción se da por igual en los trabajadores de la institución pública que privada, los funcionarios públicos son los que Matus, Tamara y Pumero, Andrea. Estudio descriptivo de las características y percepciones del sobreendeudamiento de los trabajadores de dos empresas privadas de la Región Metropolitana. Estudio de Finalización de Carrera. Escuela Trabajo Social. Pontificia Universidad Católica de Chile. Julio 2004. 13 Artículo. Una de cada tres personas tiene problemas para pagar sus créditos.26 de Agosto de 2005.Economía y Negocios, El Mercurio. Se refiere a estudio efectuado por la Aseguradora Cardiff. La muestra de estudio corresponde a 1.002 chilenos mayores de 18 años. 12 115 ISABEL MONCKEBERG nombran más efectos negativos, fruto de una situación de sobreendeudamiento. Los efectos negativos mencionados se refieren al deterioro de las relaciones familiares, apareciendo principalmente el tema de las discusiones en el núcleo familiar así como la alteración en el estado del ánimo. En las personas sobreendeudadas las consecuencias en esta área son más críticas; incluso se da el caso de encuestados que señalaron la ruptura familiar como un resultado negativo de su nivel de endeudamiento. Los sistemas de cobranza Es frecuente que las casas comerciales, bancos y financieras encarguen a compañías externas las deudas que no han sido cumplidas en sus plazos de pagos. Los sistemas para “ recordar estos créditos” han sido sujetos de crítica, en cuanto se han convertido en formas de acosar al deudor , no cumpliéndose en algunos casos con las normas legales al respecto, lo que afecta la vulnerabilidad de la propia familia y a su situación laboral.14 Legalmente están establecidos los montos máximos de pago, de acuerdo al total de la deuda, una vez que se haya cumplido los 15 días corridos de atraso, desde el vencimiento del pago.15 La ley del consumidor normó los procedimientos para las formas de cobranzas no permitiendo apremios y amenazas; prohíbe el envío de documentos que busquen hacer creer al deudor, que son escritos judiciales. No se permiten comunicaciones a terceros ajenos a la obligación en las que se dé cuenta de la morosidad, o visitas o llamados telefónicos al hogar, en horarios que no sean hábiles16 y en general, conductas que afecten la privacidad del hogar, la convivencia normal de sus miembros y su situación laboral.17 Quien contrata un crédito, tiene derecho a ser informado respecto de la empresa que le cobrará en caso que se retrase el pago, procedimientos y horarios. La ley también le permite pagar directamente al proveedor las cuotas impagas, aunque sea la empresa de cobranza la que se lo haya recordado. Los reclamos respecto del no cumplimiento de estas normas deben efectuarse al SERNAC, quien puede entablar una demanda judicial.18 Otras normas respecto de los deudores morosos La normativa legal ha establecido que no puede discriminarse a una persona en un proceso de selección laboral por sus deudas. Sólo puede exigirse el certificado DICOM, cuando por la naturaleza de los servicios que llevan implícitos, tiene especial relevancia conocer la información comercial, financiera o bancaria, para efectos de garantizar al empleador una adecuada decisión al momento de la contratación. Sólo se permite como excepción, tomar conocimiento de los antecedentes indicados, de los trabajadores que tengan poder para representar al empleador, tales como gerentes, subgerentes, agentes o apoderados, siempre que en todos estos casos, estén dotados a lo menos de facultades generales de administración; y de los trabajadores que recauden, administren o custodien fondos o valores de cualquier naturaleza. Ahorro El ahorro está constituido por aquella parte del ingreso económico que se decide no destinar al consumo, sino a una inversión, con el fin de generar ingresos futuros. La conducta de ahorro puede ser considerada un tipo de hábito que las personas sostienen, así como también el sobreendeudamiento, en cierta medida, puede ser considerado un tipo de hábito, en personas que manifiestan esta tendencia. El ahorro de las familias de menores ingresos, creció en nuestro país sostenidamente en los años 90, realizándose preferentemente a través de las libretas de ahorro del Banco del Estado de Chile. Las motivaciones del ahorro obedecen a la adquisición de una vivienda, al motivo “precaución” y para disponer recursos para la vejez. El fuerte crecimiento que Cobranza Judiciales. Las deudas me acosan. Artículo Economía y Negocios. Diario El Mercurio. 26 Octubre 2005. Los montos máximos los estableció la ley Protección de los derechos de los consumidores. Ley 19. 496. • Para deudas hasta 10 UF, el monto máximo de cobro es el 9% de esta cantidad. • Para deudas entre 10 y 50 UF, el monto máximo es el 6% de esta cantidad. • Para deudas sobre 50 UF, el monto máximo es el 3% de esta cantidad.* 16 Se estableció como horario hábil, el horario entre las 8.AM y las 20 horas. 17 Ley 19.496, articulo 37, inciso quinto. Al respecto no son admisibles los llamados telefónicos de cobranza a otras personas del círculo laboral del trabajador deudor. 18 Ver www. Sernac. Cl 14 15 116 ENDEUDAMIENTO Y AHORRO DEL PERSONAL EN LA GESTIÓN DE LOS BIENESTARES INSTITUCIONALES habría experimentado el país, así como el hábito del ahorro en las familias de menores ingresos , explicarían este aumento.19 El Banco del Estado, tiene la participación mayoritaria del mercado en el segmento Libretas de Ahorro. Que no se exija saldo mínimo, no se cobren comisiones de administración, que no se requieran saldos mínimos de mantenimiento de cuenta y se tenga acceso cercano desde los distintos lugares del país, explicarían esta preferencia por el Banco Estado en materias de ahorro personal y familiar de las familias de menores ingresos.20 A nivel latinoamericano Chile destaca como un país que ha implementado programas que incentivan el ahorro, siendo un ejemplo de ello, el programa de subsidio habitacional que premia el ahorro familiar en sus formas de otorgamiento. Sólo Chile tiene en América Latina, políticas explícitas para el fomento del ahorro familiar.21 Como variables de influencia en el ahorro familiar de personas con bajos ingresos se señalan diversos factores macro y microeconómicos, institucionales y socioculturales. Serían condiciones que influyen; la disponibilidad de instrumentos de ahorro alternativos, las condiciones de rentabilidad, riesgo y liquidez, la cobertura geográfica de las instituciones financieras, las exigencias de montos mínimos de ahorro, los beneficios adicionales y el desarrollo previo de hábitos de ahorro.22 La política económica y social chilena, ha otorgado relevancia a los hábitos de ahorro; al respecto, se constituyó en 1997, una Comisión Nacional del Ahorro, con el objeto de generar propuestas de política financiera y tributaria para promover el ahorro personal y familiar.23 De esta Comisión, a partir de un diagnóstico de que el nivel de ahorro privado era insuficiente, surgiría una serie de propuestas, y entre ellas medidas para dinamizar el ahorro previsional, y establecer incentivos tributarios para el ahorro de las personas, a través de una gama amplia de instrumentos financieros.24 Un estudio efectuado por el Banco del Estado, señala que el ahorro en cuanto sexo se distribu- ye equitativamente entre hombres y mujeres. En cuanto a edad, un alto porcentaje de los ahorrantes son mayores de 36 años. Provienen en su mayoría del sector asalariado, en segundo lugar de dueñas de casa, y en tercer lugar del sector informal. Las motivaciones para ahorrar son compra de vivienda, contar con medios financieros para enfrentar la vejez, y disponer de un fondo para la educación de los hijos. Se considera que el ingreso es una variable significativa y correlacionada con el ahorro.25 Ahorro a través de cuentas de ahorro previsional A partir de agosto 2002, los afiliados del sistema previsional deben elegir los fondos en que tienen sus inversiones. El sistema AFP ofrece la opción de cinco tipos de fondos, los cuales disponen distintas combinaciones de instrumentos de inversión, que implican rentabilidades y riesgos distintos para las inversiones, lo que conlleva una necesaria mayor responsabilidad de cada trabajador en la toma de decisiones , lo que afecta su ahorro previsional. Los fondos de pensiones se diferencian por el porcentaje de recursos que pueden destinar a la compra de instrumentos de renta variable. Las opciones van desde el Fondo E, que sólo invierte en Renta Fija, hasta el Fondo A, que puede mantener hasta un 80% invertido en títulos de renta variable. Sólo hay restricciones en la elección, por concepto edad, para quienes están más próximos a la edad de jubilación, o que ya están con jubilaciones de retiro programado y sólo son aplicables a la Cuenta de Capitalización Individual Obligatoria. La edad es un factor importante a considerar en la elección de los fondos. Se espera que una persona joven, que tiene por delante un extenso período de ahorro antes de jubilar, puede invertir su ahorro previsional en un fondo con una mayor proporción en renta variable, sin mayor riesgo, ya que en el largo plazo es probable que se recuperen pérdidas puntuales, obteniendo al final mejor rentabilidad. Pero si se está mas próximo a pensionarse, es acon- Errázuriz, Enrique, Ochoa, Fernando y Olivares Eliana. El ahorro familiar en Chile. Naciones Unidas. Proyecto CEPAL./ Gobierno de Holanda. Políticas financieras para incrementar el ahorro y promover la equidad. Diciembre 2001. 20 Errázuriz, Enrique,Ochoa ,Fernando y Olivares Eliana. Op. Cit. 21 Szlachman, Raquel. Promoviendo el ahorro de los grupos de menores ingresos. Op. Cit. 22 Szlachman, Raquel. Promoviendo el ahorro de los grupos de menores ingresos. Documento Naciones Unidas. CEPAL. Abril 2003. 23 Errázuriz, Enrique,Ochoa, Fernando y Olivares Eliana. Op. Cit. 24 Hachette, Dominique. Comentarios al Informe de la Comisión del Ahorro. Hacia un mayor ahorro privado en Chile. 1998. www. economia.puc.cl/publicaciones/ cuadernos/cuaderno104.htm - 35k - Resultado Suplementario. 25 Szlachman, Raquel. Promoviendo el ahorro de los grupos de menores ingresos. Op. Cit.. 19 117 ISABEL MONCKEBERG sejable privilegiar la seguridad, y elegir un Fondo de Pensiones con una mayor proporción de renta fija. Los antecedentes respecto del ahorro en las cuentas de ahorro de las APF, o cuenta dos, son ilustrativos. Un 20% de los afiliados al sistema tiene una cuenta de este tipo, lo que equivale a más de 1,4 millón de chilenos, según cifras a abril de 2005. Esta es una alternativa de inversión ampliamente utilizada por sectores económicos medios y bajos. En sectores sobre renta tope, en cambio, una cifra cercana al 14% tiene ahorros en esta cuenta.26 Las motivaciones para ahorrar que se presentan en las familias de menores ingresos, están representadas básicamente por la necesidad de adquirir una vivienda, tener los medios financieros para la vejez, lo que se traduce “ en no ser carga”, enfrentar imprevistos, especialmente el desempleo o emergencias, y también el disponer de un fondo para la educación de los hijos.27 Estas situaciones de ahorro se ven afectadas por los ciclos económicos o condiciones económicas del país. En tiempos normales, se describe que uno de cada cinco chilenos ahorra para financiar la compra de un bien, físico o un servicio, y uno de cada tres lo hace por precaución.28 Un 31% de los entrevistados del estudio analizado, manifestó efectuar algún tipo de ahorro, y se dio la relación lógica de que ahorran menos aquellos que son catalogados de sobreendeudados. El estudio no entrega antecedentes de las formas de ahorro que utiliza el personal, ni sus motivaciones específicas. Si se consideran sólo los datos de ahorro nacional a través del sistema previsional, se tiene que a Junio del año 2005, un 22 % de los cotizantes, lo que incluye trabajadores dependientes e independientes tiene cuentas de ahorro. El ahorro efectuado a nivel nacional se da preferentemente en el Fondo tipo C, el cual corresponde a las características de las inversiones que venía trabajando el sistema AFP antes de la posibilidad de elección de fondos por parte de los usuarios. A modo de resumen: La contratación de créditos para adquirir bienes, obtener servicios o para responder a las deudas ya contraídas, se origina en la propia institución, y en alternativas externas, disponibles en el mercado. Internamente la mayor parte de los créditos está destinada a la problemática salud. Una importante fuente de crédito, que obedece a diferentes necesidades, son los créditos de Caja de Compensación. En la institución pública, se presentan también, otras fuentes de crédito a las cuales tiene acceso fácil el personal. Más que con créditos internos, el sobreendeudamiento está comprometido con instituciones externas a las organizaciones laborales. Las razones de los créditos son variadas, siendo el rubro vestuario el que tiene mayor presencia. En relación a los hábitos de consumo, la alimentación se presenta como aquella necesidad a la cual se le destina los mayores montos en dinero promedio mensual en las personas estudiadas (con remuneraciones de hasta $ 1.200.000, valor a Junio 2005). El consumo para las diferentes necesidades se modifica en forma decreciente a medida que los ingresos son más bajos. Ciertos gastos como la vivienda, y recreación presentan las mayores diferencias de gastos si se considera los grupos económicos de referencia para cada una de las personas estudiadas. También se producen cambios importantes en los gastos de alimentación y educación. En cambio en materias de transporte, salud y vestuario es donde se producen las menores diferencias entre un grupo y otro, siendo en estos aspectos el gasto más similar. La percepción de las personas, es que el endeudamiento se debe en su mayor parte a su nivel de ingresos.Las percepciones de las personas sobre el endeudamiento excesivo, se caracterizan por una mirada de dependencia respecto de situaciones externas que son las que ellos sienten que estarían produciendo la situación riesgosa. Perciben que no tienen un mayor control sobre la situación, que es algo que se va produciendo producto de presiones familiares, arrastre de situaciones anteriores, con lo que se denota un comportamiento de poca prevención al respecto. El sobreendeudamiento, desde la perspectiva social provoca en el trabajador una situación de vulnerabilidad, con repercusiones negativas en la vida personal, familiar y laboral. Trabajar por la prevención de esta situación, y su tratamiento cuando ya se ha hecho presente es un desafío para los bienestares de las organizaciones laborales. García Schilling, Daniel. El 20% de los afiliados tiene una “cuenta dos” en las AFP. Artículo. Jueves, 08 de Septiembre de 2005. Economía y Negocios, El Mercurio. 27 Errázuriz, Enrique, Ochoa, Fernando y Olivares, Eliana. El ahorro familiar en Chile. Naciones Unidas. CEPAL. Unidad de estudios especiales. Diciembre 2001. Documento disponible Internet. 28 Hunneus Cristóbal. Principales motivaciones de los chilenos para ahorrar: evidencia usando datos subjetivos. Universidad de Stanford. Sin especifcación de año. www.b.central/estpub/estudios/bancocentral/v1.17k. 26 118 ENDEUDAMIENTO Y AHORRO DEL PERSONAL EN LA GESTIÓN DE LOS BIENESTARES INSTITUCIONALES Bibliografía EL MERCURIO. Economía y Negocios. Artículo. Una de cada tres personas tiene problemas para pagar sus créditos.26 de Agosto de 2005. El Mercurio. Economía y Negocios. Artículo. Cobranzas Judiciales. Las deudas me acosan. 26 Octubre 2005. GARCÍA, SCHILLING, DANIEL. El Mercurio. Economía y Negocios. El 20% de los afiliados tiene una “cuenta dos” en las AFP. Artículo. 08 de Septiembre de 2005. HACHETTE, DOMINIQUE. Comentarios al Informe de la Comisión del Ahorro. Hacia un mayor ahorro privado en Chile. 1998. www.economia.puc. cl/publicaciones/ cuadernos/cuaderno104.htm - 35k - Resultado Suplementario. HUNNEUS CRISTÓBAL. Principales motivaciones de los chilenos para ahorrar: evidencia usando datos subjetivos. Universidad de Stanford. Sin especificar año. www. b.central/estpub/estudios/bancocentral/v1.17k. ERRÁZURIZ, ENRIQUE, OCHOA ,FERNANDO Y OLIVARES ELIANA. El ahorro familiar en Chile. Naciones Unidas. Proyecto CEPAL./ Gobierno de Holanda. Políticas financieras para incrementar el ahorro y promover la equidad . Diciembre 2001. LEY 19.496. www. Sernac. Cl . MATUS, TAMARA Y PUMERO, ANDREA. Estudio descriptivo de las características y percepciones del sobreendeudamiento de los trabajadores de dos empresas privadas de la Región Metropolitana. Estudio de Finalización de Carrera. Escuela Trabajo Social. Pontificia Universidad Católica de Chile. Julio 2004. MENDOZA V LUIS. Deuda de los hogares chilenos crece más rápido que sus ingresos. Artículo Diario la Tercera. Negocios. 16 diciembre 2005. MONCKEBERG, PARDO, ISABEL. Gestión de bienestar en instituciones y empresas. Operatoria de las unidades de bienestar en la administración de servicios y beneficios. Pontificia Universidad Católica, Escuela de Trabajo Social. Documento de Investigación. 2004. MONCKEBERG, PARDO, ISABEL. 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Chile 2005. www.cepchile.cl/dms/ lang_1/indice_libro_3083.html FECHA DE RECEPCIÓN: diciembre 2005 FECHA DE ACEPTACIÓN: marzo 2006 119 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 73 / Marzo / 2006 / P. 121-130 Políticas activas del mercado de trabajo en Chile 2000-2005: leccciones para la Política Pública y desafíos para el trabajo social1 Current Chilean labor market policies 2000-2005. Lessons in Public Policy and challenges for social work1 ALICIA RAZETO2 Resumen Este artículo tiene como propósito analizar las principales políticas activas del mercado de trabajo puestas en marcha en el país durante el período 2000-2005. A la vez, se delinean algunas reflexiones vinculadas al proceso de implementación de los programas, como también a las tendencias que asumirían éstos en el escenario actual. Finalmente, se mencionan los desafíos que trabajo social debe asumir en este tipo de políticas . Palabras claves: desempleo- mercado de trabajo- Políticas Públicas Abstract This article seeks to analyze the main current labor market policies, being introduced in Chile during the period 2000-2005. At the same time, it delineates some reflections linked to the implementation process of the associated programs, as well as to the trends that these programs would follow in the current scenario. Finally, it lists the challenges that Social Work should internalize faced to these type of policies. Key words: unemployment - labor market - Public Policies Uno de los efectos más visibles de la crisis asiática en Chile fue el alto nivel de desempleo que ella generó, producto de la desaceleración de la economía nacional. El desempleo aumentó en forma considerable hasta llegar a los 11.5 puntos porcentuales en el trimestre junio-agosto de 1999, cifra máxima alcanzada desde 1988 hasta la actualidad. Del mismo modo, entre los años 2000 y 2004 el nivel de desempleo nacional se mantuvo en promedio bordeando los diez puntos porcentuales, según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Paralelamente, la encuesta de la Universidad de Chile arrojaba cifras de desempleo aún mayo- res para el Gran Santiago, llegando a alcanzar los 15.4 puntos porcentuales en junio del año 1999. En suma, las principales y más respetadas fuentes de información con respecto a la materia, mostraban una situación nacional preocupante: el desempleo había aumentado de forma alarmante en comparación con años anteriores, la crisis de los países asiáticos golpeaba fuertemente a la economía de nuestro país. Tras varios años de crecimiento económico sostenido y bajas tasas de desempleo, las que fluctuaban entre los cinco y siete puntos porcentuales durante los últimos años, la crisis asiática vino a marcar un Artículo elaborado en base a la participación de la autora en el estudio cuya publicación se denomina “Chile: superando la crisis, mejorando el empleo. Políticas de mercado de trabajo 2000-2005”, cuyo autor es Mario Velásquez, los editores técnicos fueron Gerhard Reinecke, Andrés Marinakis. Alicia Razeto es co autora. OIT, 2005. 2 Magíster en Políticas Públicas Universidad de Chile. arazeto@uc.cl 1 121 ALICIA RAZETO quiebre significativo al avance y desarrollo que el país venía experimentando desde hacía un tiempo. El bajo nivel de crecimiento que se presentó desde 1999 en adelante, mostró que Chile comenzaba a sumergirse en una fase de caída del ciclo económico, la cual tuvo por principal efecto el aumento del desempleo. Este escenario produjo repercusiones tanto sociales como políticas. Las primeras, se asocian al impacto que tiene la desocupación en los trabajadores en tanto que la ausencia de ingresos hace mermar la posibilidad de cubrir las necesidades familiares. Si bien el desempleo es un riesgo que afecta a todos aquellos que forman parte de la masa de ocupados, lo hace con más fuerza en aquellos sectores de la población que presentan mayor vulnerabilidad frente al evento, es decir, menos opciones de resguardarse ante el suceso: los pobres. En aquel momento, cientos de miles de trabajadores se encontraban desocupados, sin posibilidad de encontrar empleo a corto plazo, lo que tampoco contribuyó a contrarrestar los efectos de la economía internacional, ya que un alto desempleo claramente no permite movilizar los mercados internos. Por su parte, las repercusiones políticas tuvieron que ver con la necesidad del gobierno de actuar frente a la problemática que se estaba generando, ya que ésta progresivamente adquiría el carácter de emergencia debido a su masividad. De este modo, la política pública en materia de empleo, particularmente las políticas activas del mercado de trabajo, fueron la herramienta fundamental a través de la cual se abordó el efecto de la crisis experimentada por el país. El panorama descrito demandó la acción del gobierno a través del diseño e implementación de variados programas que tendieron a enfrentar el desequilibrio producido en el mercado de trabajo. Entre el año 2000 y 2005 varios programas fueron realizados al alero de diversas instituciones públicas, proceso que fue complejo si se considera la dificultad que produce la planificación de acciones en un contexto que demandaba la acción rápida por parte del gobierno. No había tiempo que perder y así, algunos programas de emergencia fueron continuados desde su implementación durante el gobierno anterior, y otros fueron diseñados de acuerdo a la demanda que la realidad iba ejerciendo en el momento. Este artículo pretende mostrar de modo general, las principales políticas y programas utilizados durante ese período, así como también delinear los aprendizajes y lecciones que deja su implementación. Finalmente, se pretende reflexionar sobre cuáles serán las principales prioridades en la materia en el 122 escenario económico actual, y qué oportunidad se le presenta al trabajo social para adquirir un rol de relevancia en el tema. Los instrumentos gubernamentales utilizados: las políticas públicas y programas Weller (2004) distingue tres tipos de herramientas que los gobiernos pueden utilizar para enfrentar la complejidad de problemáticas que presenta el mercado de trabajo: las políticas de empleo, las políticas laborales y las políticas del mercado de trabajo. El autor las define de la siguiente manera: • Políticas de empleo: este tipo de políticas comprende aquellos instrumentos que inciden en el nivel y composición del producto. A través de ello, influencian el nivel y composición del empleo y de las remuneraciones. Como ejemplo de este tipo de instrumentos se encuentran la política fiscal, comercial, de desarrollo sectorial, regional, entre otras. Debido a su impacto en el producto, el uso de este tipo de políticas implica la intervención en el fomento de la demanda laboral. • Políticas laborales: son aquellas políticas que determinan el tipo y condiciones de la relación contractual que se establece entre empleado y empleador. La legislación laboral, así como también en algunos casos la negociación colectiva, son las más importantes fuentes reglamentarias de aquella relación. • Políticas de mercado de trabajo: estas políticas contienen a todos aquellos instrumentos y herramientas que tienen el propósito directo de combatir el desempleo y de aumentar los ingresos laborales. Las políticas de mercado de trabajo pueden dividirse en dos tipos: las políticas activas y las pasivas. Las políticas activas se enfocan a los trabajadores ocupados y a los desempleados, buscan incidir tanto en la oferta como en la demanda laboral. En cambio, las políticas pasivas tienen como propósito principal otorgar ingresos a personas desempleadas, por lo tanto, son políticas que tienen un objetivo que comprende al ámbito social. Dado que constituyen el centro de atención de este artículo, conviene detenerse en describir cuáles son los instrumentos más utilizados para implementar las políticas activas del mercado de trabajo. Éstos son materializados, en el caso de Chile, en múltiples programas desarrollados desde diversas instituciones, fundamentalmente públicas. A continuación se muestra una breve descripción de cada uno de ellos. POLÍTICAS ACTIVAS DEL MERCADO DE TRABAJO EN CHILE 2000-2005: LECCCIONES PARA LA POLÍTICA PÚBLICA Y DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL a. Capacitación: entendida como aquella actividad que permite que los trabajadores, ocupados y/o desocupados, adquieran conocimiento, o desarrollen destrezas y habilidades que les facilitan, en el caso de los ocupados, desempeñar adecuadamente sus funciones en el puesto de trabajo; y en el caso de los desocupados, que les permitan desarrollar las condiciones y características que les posibiliten insertarse laboralmente. Actualmente, el núcleo de atención en materia de capacitación lo constituyen las denominadas competencias laborales, abordado principalmente por el Programa Chile Califica. Entendida de este modo, la capacitación debe orientarse a potenciar el desarrollo de competencias laborales en los trabajadores que les permitan un desempeño laboral exitoso, en un contexto económico altamente competitivo. Se entiende que el despliegue de competencias laborales certificadas, que significa comprobadas, es la única manera para que el país pueda contar con un capital humano adecuado, que contribuya a la mejora del resultado de la economía. b. Intermediación laboral: compuesta por aquellos organismos encargados de brindar el servicio de apoyo en la búsqueda de empleo al trabajador cesante, así como también de generar información para que el demandante de empleo logre ubicar a trabajadores con el perfil buscado. En otras palabras, los servicio de intermediación laboral tienen el propósito de facilitar el acercamiento entre los oferentes y demandantes de trabajo. En nuestro país, los servicios de intermediación por excelencia lo constituyen las Oficinas Municipales de Intermediación Laboral (OMIL), las que operan en el nivel local, dependiendo administrativamente de las municipalidades y técnicamente del Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE). Si bien las OMIL existen desde hace muchos años (nacen en la década de los setenta), su rol ha sido permanentemente cuestionado, ya que la efectividad y eficiencia en el servicio no son claramente visibles en su gestión. Actualmente, si bien las críticas persisten, las OMIL son visualizadas como una alternativa relevante para apoyar el proceso de búsqueda de empleo a nivel territorial. c. Generación directa de empleo: este instrumento cuenta con programas dedicados a generar empleo para aquellos trabajadores que se encuentren en situación de desocupación y que pertenezcan al sector más pobre de la población. Por lo general, son programas implementados en contexto económico de emergencia, puesto que buscan palear, a menudo de modo temporal, los efectos de una desaceleración económica. Cabe destacar que las instituciones públicas adquieren una importancia especial en este tipo de programas, ya que aparecen generalmente como los empleadores de los trabajadores contratados. Justamente ello ha sido el principal blanco de críticas para este tipo de programas, ya que a menudo la relación entre empleador y beneficiarios se ha visto tergiversada por clientelismo, lo que atenta contra la rotación de los beneficiarios del programa. Así, la permanencia exacerbada de los beneficiarios en los programas directos ha mermado su equidad y su eficacia, ya que sus beneficios se vuelven altamente asistenciales y poco sustentables desde el punto de vista social y económico. d. Generación indirecta de empleo: apunta a aquellos programas que se orientan a fomentar la demanda laboral. En Chile se ha materializado mediante dos grandes tipos de programas: entrega a las empresas de subsidios a la contratación de trabajadores desocupados, y entrega de créditos y/o capital “semilla” a pequeños empresarios. Los subsidios a la contratación de mano de obra han sido utilizados como una forma de incentivar la contratación de desempleados por parte de las empresas, en un contexto económico en el que existe renuencia a contratar ya que las expectativas económicas son estrechas. Por otra parte, el apoyo a las microempresas ha sido concebido como una forma de fomentar al autoempleo, y como una alternativa que puede permitir potenciar la contratación futura de mano de obra, en tanto la microempresa se fortalezca y se proyecte. En esto último ha estado puesta la fuente de críticas, ya que el fomento de microempresas en sectores de alta pobreza, que durante los últimos años ha sido una iniciativa de uso bastante indiscriminado, presenta obstáculos y complejidades importantes, que atentan contra la posibilidad de que las iniciativas productivas se vuelvan sustentables en el tiempo. Cada uno de los instrumentales descritos ha sido utilizado para abordar el problema del desempleo. 123 ALICIA RAZETO Sin embargo, el uso que se le brinde o el énfasis que se le coloque a un tipo u otro de programa, dependerá del propósito que se tenga y del contexto económico en el que éstos se sitúen. En efecto, como se podrá observar en las siguientes páginas, la poca claridad respecto de los propósitos de los programas, como también respecto de la poca articulación existente entre las políticas, han complejizado en el caso de Chile, la consecución de los resultados esperados en esta materia. Las políticas y programas aplicados en Chile 2000-2005: principales lecciones Al analizar los programas implementados en el país durante este período, cobra sentido distinguir a los actores involucrados en ellos, vale decir, identificar a aquellas instituciones y organismos que presentan un rol relevante en el proceso de gestión de las políticas. En el Cuadro 1 se ofrece una mirada con respecto a los principales actores presentes en las políticas activas del mercado de trabajo. Participan como beneficiarios indirectos de algunos programas directos de empleo El rol de las instituciones y organismos públicos en el diseño e implementación de las políticas activas de mercado de trabajo es activo, puesto que la mayoría de los programas tienen como institución responsable y de ejecución directa a organismos públicos. Si bien las instituciones públicas asumen roles diferentes según se trate el programa, se puede destacar en la experiencia chilena la participación de organismos de distintas carteras. De este modo, es posible afirmar que el sector público se vuelve protagonista en las políticas activas, en tanto administra y asigna los recursos económicos asociados a los programas, diseña las características de los programas, en tanto cuenta con instituciones especializadas en el tema, implementa o en otros casos se responsabiliza de la ejecución de lo propuesto, y se encarga de evaluar las acciones, o lo encarga a terceros, cuando ésta ha sido acordada como relevante para el programa. Así, han sido diversos los ministerios involucrados en políticas de este tipo, entre éstos destaca la presencia del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, el Ministerio de Planificación, Ministerio de Educación, entre otros. El Ministerio de Hacienda a la vez, destaca como un actor relevante, puesto que se encarga de la entrega de recursos económicos. Si bien la diversidad de ministerios presentes puede ser interpretada como una señal de que existe una visión múltiple o integral con respecto a cómo enfrentar el desempleo, lo real es que ello se ha traducido más bien en una dificultad para conciliar miradas distintas y formas de operar diversas, que han atentado contra la conformación de una política pública en la materia que sea efectivamente integral y articulada. CUADRO 1 Principales actores involucrados en las políticas activas del mercado de trabajo 2000-2005 Actores Tipo de instituciones u organismos involucrados en las políticas Ámbito en el que destaca su participación Sector público Ministerios, servicios públicos, intendencias, gobernaciones, municipalidades (OMIL) Diseño, implementación y evaluación de programas Sector privado Empresas Participación en la implementación del programa subsidio a la contratación de mano de obra y franquicia tributaria, como beneficiario indirecto. Microempresas Microempresas son beneficiarias de algunos programas indirectos Organismos técnicos de capacitación Participan como ejecutores directos en algunos programas de capacitación. Trabajadores ocupados y desocupados Rol pasivo como beneficiarios de los diversos programas Organizaciones no gubernamentales Participan como implementadores de algunos programas Sociedad civil Organizaciones comunitarias 124 POLÍTICAS ACTIVAS DEL MERCADO DE TRABAJO EN CHILE 2000-2005: LECCCIONES PARA LA POLÍTICA PÚBLICA Y DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL Por otra parte, el sector privado asume roles diversos en las políticas analizadas. En algunos casos, participa como beneficiario indirecto en aquellos programas de subsidio a la contratación, ya que recibe la bonificación proveniente de la contratación de cada trabajador desocupado. En otro nivel, las microempresas participan también como beneficiarias directas de programas que apoyan la conformación de unidades productivas. También debe destacarse el importante rol que tienen las OTEC en la implementación de actividades de capacitación, como entes especializados en la ejecución directa de este tipo de programas. Actualmente las OTEC pasan por una fase de mejoramiento de sus servicios ya que han enfrentado, por parte del gobierno, una demanda a incrementar su profesionalismo y especialización en la materia, ello en vista de la alta proliferación de este tipo de organismos en años anteriores, asociada a la expectativa de lucrar con la capacitación en lugar de preocuparse por la excelencia del servicio. Finalmente, la sociedad civil también posee una función importante, aunque bastante más pasiva que los demás actores. Los trabajadores desocupados y ocupados, beneficiarios de los distintos programas, adquieren un rol asociado a su calidad de beneficiarios de los servicios ofrecidos. Por ello, cuando surge la pregunta acerca del nivel de participación de los beneficiarios en programas de este tipo, la respuesta es bastante visible: los beneficiarios participan como usuarios de los servicios, reciben los beneficios del programa y, eventualmente partici- pan de algún tipo de actividad destinada a conocer su opinión o satisfacción respecto del servicio. Por otra parte, existen algunas organizaciones no gubernamentales que participan como implementadores de algunos programas, al adjudicarse la ejecución de proyectos. Sin embargo, los casos en los que participan este tipo de organizaciones son los menores. Por último, algunas organizaciones comunitarias adquieren presencia como beneficiarias indirectas de algunos programas de empleo, como por ejemplo, en programas de emergencia cuyo servicio consiste en la mejora o hermoseo de una sede vecinal. De esta manera, es posible considerar que en los programas que ejecutan las políticas activas del mercado de trabajo, es el sector público el que adquiere el rol principal, seguido por el sector privado y la sociedad civil. De este hecho, aparece la inquietud de, si al menos en este tipo de políticas, la participación de las personas está siendo aún muy débil, en el sentido que no existen instancias generalizadas que permitan la discusión sobre el diseño e implementación de los programas. A la vez, puede resultar lícito preguntarse si en un contexto económico de emergencia, como el recientemente experimentado, la participación en otros niveles podría ser realmente factible. Son varios los programas que han sido implementados entre los años 2000-2005. En el Cuadro 2 se agrupan los nombres de los principales programas ejecutados durante el período, según el tipo de instrumental al que corresponden3. CUADRO 2 Nombre de los principales programas ejecutados en el período 2000-2005 Instrumental al que corresponden 3 Nombre de los programas Capacitación Sistema de Franquicia Tributaria, Programa Nacional de Becas, Programa Chile Califica, Programa de Habilitación Laboral para Mujeres Jóvenes y Programa de Desarrollo de Competencias Laborales para Mujeres. Intermediación laboral Asistencia Técnica a las OMIL, Programa Red de Empleo, Bolsa Nacional de Empleo, Programa de Bonificación a la Contratación de Mano de Obra en Modalidad Chile Solidario (componentes de Habilitación Laboral y Apoyo a OMIL) Programas directos de empleo Fondo Social de Absorción de Cesantía (FOSAC), Programa de Mejoramiento Urbano (PMU), Programa de Emergencia de Empleo (PEE), Programa de Formación, Capacitación y Empleo (PROFOCAP), Programa de Inversión en la Comunidad (PROEMPLEO) Programas indirectos de empleo Programa de Bonificación a la Contratación de Mano de Obra (PROEMPLEO), Programa de Reinserción Laboral y Empleo, Programa de Apoyo al Microemprendimiento. Para conocer en detalle el funcionamiento de cada programa se sugiere revisar el libro en el que está basado este artículo. 125 ALICIA RAZETO Tal como se ha señalado, los programas que aparecen en el Cuadro 2 se vinculan a distintos ministerios y a distintos servicios públicos u organismos. Sin embargo, es el Ministerio del Trabajo y Previsión Social, a través del Sence y de la Subsecretaría del Trabajo, el que asume el liderazgo de la mayor parte de los programas, especialmente en aquellos vinculados a capacitación, intermediación laboral y generación indirecta de empleo. No obstante, el Ministerio de Planificación a través del FOSIS, también asume un papel importante puesto que a través del Sistema Chile Solidario se determina la focalización de los programas hacia la población con menos recursos. Además, este Sistema ha ofrecido un importante espacio de discusión y organización de programas de empleo enfocado hacia la extrema pobreza, ya que el Chile Solidario coordina su gestión a través de distintas comisiones en las que participan servicios públicos; la “Comisión de Trabajo e Ingresos”, en tanto reúne a los diversos organismos públicos que ofrecen servicios vinculados al empleo, se ha constituido en un espacio que facilita bastante la coordinación. Ahora bien, más allá de la descripción de cada programa, es interesante conocer cuáles han sido las principales lecciones que la experiencia en la acción ha dejado con respecto a la implementación de este tipo de programas en un contexto económico deteriorado como lo fue el período 2000-2005. Así, a continuación se muestran aquellas reflexiones globales derivadas de la observación más directa del funcionamiento del instrumental vinculado a las políticas de mercado de trabajo. 1. La tendencia que hoy presentan las políticas activas de mercado de trabajo, en especial los programas directos, indirectos y de capacitación, es a orientarse hacia una población objetivo con características especiales: la pobreza extrema. Ejemplo de esto son los programas tradicionales que han ido progresivamente incorporando como beneficiarios a familias del Sistema Chile Solidario. Al haber dejado atrás el ciclo recesivo y con ello los altos índices de desempleo, los programas pretenden ser refocalizados en aquella parte de la población que presenta mayor vulnerabilidad social y menor capacidad para insertarse de modo autovalente en el mercado laboral. Ello parece acertado y lógico desde una perspectiva de equidad social, así como también desde una perspectiva económica enfocada en la necesidad de dinamizar el mercado laboral. 126 Lo anterior hace visible que en el actual contexto, más que nunca se juntan dos temas claves interrelacionados: empleo y pobreza. Esta vinculación implica que en el momento de formular programas pertinentes y eficaces se deba conocer no sólo la lógica con la que opera el mercado laboral, sino que también la lógica con la que opera la producción y reproducción de la pobreza. Es posible aquí adelantar y advertir en esto una clara oportunidad para el trabajo social. Se enfrenta entonces el desafío de que la política de mercado de trabajo vincule en su formulación e implementación, la política económica con la política social. No en vano el propósito del Chile Solidario es sacar a las familias de la extrema pobreza, proceso en el cual la incorporación de las personas a un empleo se vuelve un aporte crucial. 2. La focalización de los programas en personas que viven en extrema pobreza también presenta un riesgo, como lo es el dejar fuera a población que si bien no es pobre, presenta vulnerabilidad en términos de la posibilidad de perder empleo, de sumirse en período de cesantía importante o de insertarse en empleos precarios. En un contexto de flexibilidad laboral, la protección social en materia de empleo aparece como una estrategia primordial para garantizar un mínimo de seguridad. Así, el seguro de cesantía, correspondiente a las políticas pasivas, se muestra como programa altamente pertinente. Sin embargo, las políticas pasivas para esta parte de la población no son enteramente suficientes, también se hace necesario pensar en programas de tipo políticas activas de mercado de trabajo que puedan ser capaces de monitorear las dinámicas que adquiere el mercado laboral para esta parte de la población, de modo de poder generar una estrategia adecuada de acción al respecto. En este sentido, la capacitación laboral y la intermediación laboral aparecen como instrumentos necesarios para esta parte de la población. Se debe considerar que uno de los debates relevantes en materia de política pública es la desprotección en la que han quedado los estratos medios frente a los vaivenes y dinámicas de los mercados. 3. De la experiencia operativa, se pudo apreciar que debido a la alta contingencia de los recursos, la planificación de los programas de empleo es mayoritariamente basada en el POLÍTICAS ACTIVAS DEL MERCADO DE TRABAJO EN CHILE 2000-2005: LECCCIONES PARA LA POLÍTICA PÚBLICA Y DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL corto plazo. Escasea una visión de largo plazo que permita generar procesos reflexivos sobre los programas que se van implementando. Se privilegia la creación de nuevos programas por sobre la readecuación de los existentes, ello fundamentalmente por la falta de realización de evaluaciones, tanto intermedias como finales. La acción de las instituciones privilegia la acción por sobre la reflexión de los procesos, y al momento de diseñar e implementar un nuevo programa, no se diagnostica la capacidad real de la institución y del recurso humano para enfrentar el desafío presentado. 4. Como consecuencia de lo anterior, se aprecia la falta de un eje que articule los diversos programas existentes. Se debe considerar que los programas de empleo son llevados a cabo por instituciones muy diversas que operan con lógicas de acción distintas. A la vez, son instituciones que dependen de distintos ministerios. Ello permea a los programas, que se ejecutan desde una lógica sectorial, de por sí parcializada, y que no permite visualizar a los programas integralmente. Los propósitos y formas de funcionamiento de cada programa responden a la especificidad de cada diseño, y no se identifican los alcances y la posible complementariedad que puede ser generada. En este sentido, la creación de una institucionalidad articuladora, aglutinadora de las diversas iniciativas, sería altamente pertinente. Se requiere de una instancia mayor, que trascienda en el tiempo y que permita diagnosticar dinámicas del mercado laboral, generar información válida sobre él, e integrar y proyectar los programas a desarrollar. Las políticas en el escenario actual: desafíos y oportunidades para el trabajo social En la actualidad, es posible encontrar indicadores que dan cuenta de las características de la economía en el presente, en la que la recuperación y consolidación económica se destacan como procesos que con el tiempo cobran fuerza y presencia. La proyección de crecimiento económico para éste y los próximos años se sitúa en torno a un 5 y 5.5 puntos porcentuales según el Banco Central, lo que marca una tendencia que muestra que el país toma rumbo hacia un fortalecimiento de su desempeño. Del mismo modo, durante el último tiempo se han podido conocer cifras de desempleo que han disminuido en relación a años anteriores y que se acercan a los niveles de desempleo que el país tenía antes del advenimiento de la crisis asiática. En efecto, el último dato de desempleo entregado por el INE durante el trimestre noviembre-enero de 2006 fue de 7,0 puntos porcentuales. Este panorama, aunque si bien se muestra incipiente, permite aventurar que el escenario que enfrentaban las políticas activas del mercado de trabajo durante el período 2000-2005, en alguna medida ha mutado. Ello implica un desafío para los programas relacionados a empleo, ya que la pertinencia y coherencia con la realidad nacional deben ser sus características más importantes. Los principales desafíos que esto impone para las políticas activas del mercado de trabajo se asocian a mejorar la eficacia y eficiencia de las acciones, como también a mejorar la pertinencia de éstos respecto a las tendencias observadas. Así, las orientaciones que podrían asumir las políticas pueden interpretarse en base a los siguientes elementos: • Si el nivel de desempleo continuara disminuyendo, se entiende que paulatinamente la relevancia de los programas directos debiera ir descendiendo. También deberán mejorar su posibilidad de ser focalizados en aquellos sectores de la población que presenten mayor vulnerabilidad. No se trata de disminuir las vacantes masivamente ni para todos por igual, sino que de focalizar la gestión de este tipo de programas en aquellas personas que presenten un perfil que amerite una intervención de este tipo. Dado que la emergencia en materia de empleo ha ido quedando atrás, es pertinente readecuar el instrumental utilizado en vista de mejorar la eficiencia y efectividad en el uso de los recursos. De todos modos, el cambio en el foco de acción debe realizarse de modo responsable, teniendo presente que si bien en algunas regiones y sectores del país el desempleo ha disminuido, en otras se mantiene estable y eventualmente en otras podría aumentar. • Dado que el crecimiento económico del país ha aumentado en relación a años anteriores, se entiende que en general las empresas tendrán mayor incentivo a invertir y por ende a generar plazas de empleo. Ello implica que el subsidio de la contratación a la mano de obra debe ser enfocado para beneficiar a aquellos trabajadores desocupados que presenten un perfil claramente determinado, en los cuales sea de primera importancia el fomentar la empleabilidad con una experiencia real de em127 ALICIA RAZETO pleo. Del mismo modo, se debe precaver que el subsidio a la empresa no vaya a disminuir un costo en el que la empresa, de no mediar el subsidio, de todas maneras hubiese incurrido. Por otra parte, el apoyo a las microempresas deberá centrarse para aquellas personas que efectivamente presenten una iniciativa precaria, pero viable de ser proyectada al menos en un mediano plazo. Así, el fortalecimiento de estas unidades será relevante en la medida en que en un futuro puedan crear nuevos puestos de trabajo. • Como se ha señalado, la intermediación laboral es un tipo de servicio que opera en el nivel local y que facilita el proceso de búsqueda de empleo en los desempleados, por lo que contribuye a que el mercado laboral funcione de modo más eficiente. Así, fortalecer a los programas que contribuyan a mejorar la intermediación se vuelve un imperativo, sobretodo en aquellas localidades en las que el desempleo ha sido renuente a disminuir. Profesionalizar su gestión, así como potenciar el uso de tecnologías de información, pueden contribuir a generar un sistema que permita acercar a los trabajadores desempleados con la demanda laboral por parte de los empleadores. Este logro dependerá, en gran medida, de la reasignación de recursos económicos y humanos, y del apoyo permanente en el proceso de mejoramiento de sus servicios. Así, legitimar la importancia y el valor del servicio que entregan las OMIL en la comunidad y en las políticas públicas, es un desafío que debe abordarse como primera prioridad. • Finalmente, la capacitación es y será una de las herramientas más relevantes para mejorar la empleabilidad de los trabajadores en un contexto competitivo que demanda el desarrollo de competencias por parte de las personas que les permitan desempeñarse exitosamente en los puestos de trabajo. En este sentido, dotar de competencias actualizadas a aquellos trabajadores ocupados, como también entregar conocimientos y capacidades para que los desocupados puedan vincularse adecuadamente a puestos de trabajo, resulta una tarea actual y fundamental para el futuro de la economía nacional. Así, mejorar la calidad de los actuales programas de capacitación, como el mejorar su vinculación con las demandas del mercado resultan pasos relevantes que deben realizarse para contribuir al desarrollo de la economía. 128 Los desafíos que se presentan para las políticas activas del mercado de trabajo son múltiples y complejos, puesto que involucran la participación de distintas instituciones y, por ende, la alineación de variados esfuerzos para abordarlos. De hecho, los aportes a la mejora del diseño e implementación de las políticas públicas pueden provenir desde distintos ámbitos, uno de los cuáles tiene que ver con determinar el aporte que cada profesión y disciplina puede generar. Actualmente, en el ámbito de las políticas en la temática de empleo, son los economistas los profesionales que por excelencia se encuentran a cargo de este tipo de programas. Si bien existen algunas excepciones, por lo general los trabajadores sociales se encuentran ubicados en niveles más operativos. En este contexto, el trabajo social es una profesión que mucho puede contribuir en el diseño e implementación de programas de empleo, sobre todo si se considera que la pobreza pasa a ser un denominador común en el contexto local de operacionalización de los programas. Sea en el nivel que sea, el trabajo social por sus características como disciplina, puede contribuir con la mejora de la gestión, así como también aportar con propuestas innovadoras a los programas, entendiendo a la innovación no sólo como la forma de hacer nuevas cosas, sino que también como la forma de abordar de mejor modo las acciones que ya se están realizando. A continuación se describen algunos desafíos en el ámbito de la gestión, según tipo de instrumental, los que pueden convertirse en oportunidades para que el trabajo social pueda destacarse con aportes sustantivos para alcanzar los propósitos de los programas. La mayor parte de los desafíos que se presentan son tareas que deben ser abordados no solo de forma exclusiva por el trabajo social, sino que por todos aquellos involucrados en las iniciativas. Sin embargo, en este artículo se les asocia al trabajo social en función de indicar cuáles son los vacíos actuales existentes en la materia, es decir, se desea mostrar en qué aspectos debe situarse la mirada y en cuáles de ellos trabajo social, por su características, puede generar mayor valor en la acción. 1. Programas de Capacitación: se espera que el trabajador social pueda contribuir a lograr mayor sintonía entre la demanda del mercado por cierto tipo de habilidades o destrezas y la oferta existente de capacitación. Se requiere de estudios certeros y confiables que permitan visibilizar cuáles son las deman- POLÍTICAS ACTIVAS DEL MERCADO DE TRABAJO EN CHILE 2000-2005: LECCCIONES PARA LA POLÍTICA PÚBLICA Y DESAFÍOS PARA EL TRABAJO SOCIAL das actuales que las empresas presentan en cuanto a capacitación de sus trabajadores. En base a ello, el trabajador social al mismo tiempo deberá contribuir a generar espacios públicos de participación que permitan transparentar la canalización de las ofertas de capacitación para que estas se muestren actualizadas y viables. A la vez, el trabajador social que se desempeñe en empresas deberá preocuparse por prever que las capacitaciones que se dicten a los trabajadores ocupados, sean coherentes con las necesidades de cada puesto de trabajo. En otras palabras, que la capacitación que se realice sea pertinente y adquiera un sentido de desarrollo para el trabajador. Tal como fue señalado, una de las preocupaciones centrales de los programas de capacitación es el desarrollo de competencias laborales. Éstas pueden entenderse de modo general según tres ángulos distintos: las competencias técnicas, que tienen que ver con el conocimiento que se tiene para abordar una cierta tarea; las competencias metodológicas, que tienen que ver con el desarrollo de habilidades y destrezas que permitan aplicar exitosamente los conocimientos adquiridos para efectuar una tarea; por último, se encuentran las competencias actitudinales, que son aquellas que permiten desarrollar actitudes personales que facilitan llevar a cabo una función en un puesto de trabajo. En el fomento de este último tipo de competencias, el trabajo social es una profesión que puede aportar en la medida que es capaz de diagnosticar la historia laboral del trabajador a la vez que su situación actual, por ende, es capaz de mediar entre lo que el trabajador es y lo que la empresa requiere de él. 2. Programas de Empleo Directo: el trabajador social que participe en este tipo de programas debe plantearse como interrogante inicial la necesidad de determinar diagnósticos sociales que indiquen en qué regiones o localidades es importante mantener este tipo de programas. Por otra parte, deberá ser capaz de desarrollar diagnósticos acertados que permitan evaluar la necesidad que tiene una persona para ser partícipe como beneficiario de este tipo de programas. Esto contribuirá a dotar de mayor rotación a las vacantes, y por tanto, permitirá superar la sola asistencialidad con el fin de darle mayor eficiencia y sustentabilidad a los beneficios de este tipo de programas. También se debe ser capaz de contribuir a orientar para que las iniciativas tengan una cierta rentabilidad social en el sentido que las obras físicas que se realicen o los servicios que se entreguen, sean útiles para las comunidades en las cuales se desarrollan. 3. Programas de Empleo Indirecto: en este tipo de programas los trabajadores sociales deben orientar su acción y reflexión a contribuir a determinar los criterios que deben utilizarse para definir a los beneficiarios de este tipo de programas. Ello, porque se entiende que la pobreza no es el único criterio válido, ya que la experiencia de la ejecución de este tipo de programas muestra que son de suma importancia las características emprendedoras de las personas, entre otros factores. Así mismo, la entrega de subsidios, créditos, capacitación y asesorías deberá ser reevaluada en términos de su pertinencia respecto a la capacidad futura de desarrollo que tenga la microempresa. Por otra parte, el trabajador social debiese ser capaz de realizar propuestas sobre la necesidad de reorientar el programa de subsidio a la contratación de mano de obra. Así, la modalidad Chile Solidario de este programa se presenta como una oportunidad para que los indigentes tengan acceso a una primera experiencia laboral real, por lo que el aumento de la empleabilidad debiese transformarse en un resultado esperado de la gestión de este programa, razón por la cual el mejoramiento a realizar debiese enfocarse a ello. 4. Intermediación Laboral: el trabajador social inserto en una OMIL puede contribuir a entregar un servicio profesional que aumente la excelencia de los servicios que ofrecen este tipo de organismos. Del mismo modo, será de suma importancia, velar porque el conjunto de recursos disponibles en las OMIL aumenten y sean manejados de forma eficiente y transparente. Además, la capacitación en el uso de nuevas tecnologías de información, como el uso del software de la Bolsa Nacional de Empleo será vital para mejorar la efectividad en la gestión de vacantes de empleo. Solo así será posible contribuir a que en un corto plazo, mejore la legitimidad de las OMIL en el aparato municipal, y en los beneficiarios y empleadores. 129 ALICIA RAZETO Finalmente, a modo de reflexión final, se puede afirmar que el principal desafío para las políticas en materia de empleo, y por lo tanto también para trabajo social, es generar un debate sobre las posibilidades factibles para que se pueda, no sólo aumentar los niveles de empleo en el país, sino que mejorar la calidad del empleo que se genera y mejorar la dignidad de los puestos de trabajo. Tal como lo señala la OIT (2005), es necesario adoptar políticas que orienten y guíen el funcionamiento de los mercados para alcanzar ciertos objetivos prioritarios, como el trabajo decente, definido éste como un trabajo productivo, justamente remunerado y ejercido en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana. Así, es posible determinar que, si bien es importante que el trabajador social realice contribuciones a la efectividad de la gestión de programas de empleo, 130 también es relevante que asuma la necesidad de reflexionar y aportar, desde el desempeño profesional y la discusión disciplinaria, sobre cómo puede ser posible plantear un camino de progreso nacional que privilegie la dignidad del trabajador en el tan importante proceso de desarrollo económico. Referencias bibliográficas JÜRGEN WÉLLER (2004). “Introducción: temas, tendencias y lecciones”, En búsqueda de efectividad, eficiencia y equidad. Las políticas del mercado de trabajo y los instrumentos de su evaluación, Santiago de Chile, LOM/Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL. OIT (2005). “Panorama Laboral 2005, América Latina y el Caribe (Avance primer semestre)”. Lima, Perú. FECHA DE RECEPCIÓN: noviembre 2005 FECHA DE ACEPTACIÓN: marzo 2006 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 73 / Marzo / 2006 / P. 131-140 Certificación de intervenciones sociales Social intervention certification RENÉ RÍOS1 Resumen La Facultad de Ciencias Sociales ha acogido la iniciativa de docentes de sus tres unidades académicas (Escuela de Psicología, de Trabajo Social e Instituto de Sociología) de formar el Centro para el Estudio de los Emprendimientos Solidarios. Uno de los propósitos centrales del CE-ES es la certificación de intervenciones sociales que habitualmente se configuran como programas en las organizaciones de acción social. En este artículo presentamos una reflexión para fundamentar este propósito. Palabras claves: sociedad civil – organizaciones – certificación- programas sociales Abstract The Faculty of Social Sciences creates the Center of Studies the Solidary Initiatives. One of the purpose is to certificate social intervention of the programs to organization of social actions. Words key: civil society, organizations, certification, social action programs La demanda por evaluación y certificación Se puede observar una diversidad de fuentes de demanda por lo que, en general, se agrupa bajo el rótulo de actividades de evaluación de las acciones de las organizaciones sin fines de lucro que componen el denominado Tercer Sector. Entre las principales fuentes se encuentran los donantes, que procuran obtener respuestas a dos cuestiones centrales: ¿se están usando adecuadamente los recursos que proveemos a la organización? ¿Existen otros usos alternativos de estos recursos? La primera pregunta remite a la eficiencia con que los recursos se están empleando por parte de la organización receptora. La segunda, a la efectividad ya que pone en el horizonte de decisiones otras opciones, es decir, si existen otras organizaciones o programas que podrían realizar actividades más necesarias, relevantes o impactantes que la que hoy está recibiendo los aportes. O, lo que viene a ser muy parecido, si hay otros problemas que se podrían resolver con esos recursos. La primera cuestión se puede responder mediante un conjunto de metodologías que evalúan la eficiencia de la organización y sus programas, tales 1 como marco lógico, evaluación de programas y su efectividad. La segunda, mediante diversas modalidades de análisis de impacto. Se puede apreciar que se orientan hacia temáticas, procesos o insumos y resultados distintos. Mientras las primeras se enfocan hacia aquellas de menor duración temporal (habitualmente anuales), que son más fáciles de medir; las segundas presentan grados de complejidad mayores, puesto que la temporalidad es mayor, se busca identificar y observar efectos indirectos (tanto en el tiempo como en la estructura causal) cuya atribución a la actividad del programa es complicada. De ahí que los diseños requieren ser cuasi experimentales, que permitan controlar los efectos de muchas variables de entorno. Por ejemplo, el análisis de los efectos de un micro crédito en el primer tipo procura establecer cómo se han modificado las capacidades para generar ingresos autónomos, dar ocupación a los integrantes de la familia, o cuánto permiten incrementar el ingreso familiar. El impacto del micro crédito, sin embargo, es de mayor alcance, pues debe controlar los efectos producidos por cambios en la economía local, la confluencia de otros microempresarios en el sector o localidad, la sustentabilidad del emprendimiento y otros aspectos de similar complejidad, tales como Profesor Instituto de Sociología y Centro de Estudios de Emprendimientos Solidarios, Facultad de Ciencias Sociales. Pontificia Universidad Católica de Chile. 131 RENÉ RÍOS los efectos de la institucionalidad sobre la conducta del emprendedor, los niveles de consumo de sus potenciales clientes e incluso las redes sociales en que está imbricado. Una segunda fuente de demanda por estudios evaluativos proviene de la propia organización cuando se plantea preguntas acerca de dos ámbitos generales: la relevancia de su actividad y su eficiencia. La relevancia se orienta por preguntas del tipo ¿lo que estamos haciendo es lo más necesario, importante o relevante? y ¿lo estamos haciendo bien, cómo podríamos mejorar? Una tercera fuente la constituyen los “clientes” de la organización, que se guía por preguntas acerca de la necesidad y relevancia de los servicios que se le están proveyendo, ¿es esto lo que quieren, necesitan o demandan? Esto habitualmente va acompañado de preguntas acerca de la forma cómo se proveen los servicios, es decir si se hace con una buena atención, respetando su dignidad, de forma asistencialista o habilitadora. Para estas distintas fuentes de demanda existen distintas metodologías y técnicas que permiten responder las principales preguntas. Debe tenerse en cuenta que las decisiones acerca de qué metodología usar no es sólo una cuestión técnica, ya que en las actividades evaluativas se enfrentan diversas opciones que de una u otra forma tienen que ver con las relaciones asimétricas que se establecen entre la organización y los donantes, las formas de dependencia y de ejercicio del poder entre ellos, el uso de recursos para producir los datos y la información que se estima útil para los donantes, pero que habitualmente no se usa en la toma de decisiones de la propia organización. También aparecen otras funciones de las evaluaciones que poco tienen que ver con lo que se postula en los lineamientos metodológicos. Por ejemplo, se pueden usar para legitimar a la organización ante potenciales donantes o ante otras organizaciones. Por el lado de los clientes o beneficiarios también aparecen asimetrías en ambas direcciones. La organización depende de ellos para realizar su actividad, pues sin “clientes” queda inactiva, y también los beneficiarios dependen de la organización que les provee servicios que les alivian, consuelan o, por lo mínimo, les proveen identidad y existencia como personas. Tanto las fuentes de demanda por evaluaciones como las respuestas que se generan para satisfacerla se enmarcan en estructuras sociales que contienen distintas expectativas de los actores que están involucrados o interesados. Las actividades (y agencias) 132 de evaluación de la efectividad organizacional de los emprendimientos solidarios deben procurar esclarecer y relevar su imbricación con las estructuras sociales para así disponer de capacidades para comprender sus propias decisiones que optan entre los distintos métodos y técnicas de evaluación. La efectividad organizacional y la evaluación Para comprender mejor estos procesos de evaluación y análisis de la actividad de las organizaciones se requiere disponer de conceptos y distinciones que permitan organizar el conocimiento y orientar la acción de modo que sean efectivas en proporcionar conocimientos y extracción de aprendizajes que sean útiles y pertinentes para los diversos interesados e involucrados en la acción de las organizaciones. En primer término es necesario distinguir los niveles de la propia organización que se expresan en su jerarquía: la administración o gerenciamiento y los programas que conforman la operación (Mintzberg, 1992). La gerencia se ocupa de las decisiones estratégicas, de la relación con el entorno que incluye la obtención o captación de recursos, la asignación de éstos a las actividades y el control de la gestión. Los programas son los servicios que se proporcionan a los beneficiarios cuyo diseño habitualmente está a cargo de profesionales y se llevan a cabo como rutinas más o menos estabilizadas que siguen procedimientos o aplican protocolos. La evaluación se orienta hacia la estructura y los procesos que se desempeñan en ambas dimensiones, gerencial y operativa, y establecen la relación entre los insumos y su transformación en productos (servicios, atenciones e intervenciones). De estas distinciones queda de manifiesto que la evaluación responde a distintas audiencias y se enfoca en distintos aspectos de la organización. Si bien se pueden separar - de hecho habitualmente se hace-, eventualmente se requiere disponer de una descripción lo más completa posible que incluya todas las estructuras y los principales procesos desempeñados, así como la vinculación entre los procesos que componen el gerenciamiento con los que definen al núcleo operativo. Esto es así puesto que se puede dar el caso de que una organización está muy bien gerenciada pero sus programas pueden no ser efectivos. O al revés, los programas pueden estar bien ejecutados, pero a costa de una alta rotación de profesionales o altos grados de desgaste y burnout del personal. La efectividad organizacional se puede CERTIFICACIÓN DE INTERVENCIONES SOCIALES conceptualizar mediante la distinción adicional entre capacidades – la estructura y procesos de transformación de recursos – y los resultados o “productos” (Sowa, Selden y Sandfort, 2004). Es habitual que las evaluaciones se enfoquen preferentemente en estos últimos, dejando de lado consideraciones acerca del cómo se logran o a qué costos tanto para la organización como para el personal. La principal razón de esta concentración pareciera ser que los resultados son más medibles - si se ha hecho el esfuerzo y establecido los procedimientos para disponer de indicadores y de capacidad de producir datos. Esta forma de contabilidad reduce una enorme complejidad a unos pocos números, de fácil comprensión para las distintas audiencias, especialmente para los donantes, cuyo interés por saber qué se ha hecho por los recursos se puede responder mediante la contabilización del número de personas atendidas, de desayunos o almuerzos otorgados, de días camas de internación, o de horas de enseñanza ofrecidas. De modo que la efectividad organizacional se debe demostrar de diversas maneras para las diversas audiencias o interesados. Los mismo datos que sirven para el propósito de mostrar la efectividad a los donantes pueden no ser útiles para la toma de decisiones en los procesos de organización y provisión de los servicios, ni para establecer el grado de satisfacción de los usuarios (beneficiarios). Esto se puede ilustrar con la evaluación de la educación pública en Chile que, para muchos, se reduce a los puntajes obtenidos en las pruebas que conforman el SIMCE. Sin embargo, los efectos de la reforma abarcan otros aspectos que remiten a modificaciones de mayor envergadura, tal como argumenta Brunner: “Varios de los cambios socio-culturales que comienzan a emerger en Chile - como la afirmación de valores igualitarios, el reconocimiento de diferentes formas de vida, las aspiraciones de movilidad y modernidad, el pluralismo de posturas éticas, la reclamación de derechos individuales y el protagonismo de las mujeres, entre otros - tienen su base en la creciente escolarización de la población. Sin duda, este es el mayor éxito de la reforma educacional. Obsesionados como estamos con las mediciones del éxito escolar, los rankings de colegios y las comparaciones internacionales de resultados del aprendizaje, tendemos a pasar por alto los efectos sociales más profundos de la reforma.(…) Para nosotros, por tanto, el SIMCE más vital y decisivo debiera ser un examen de la medida en que la sociedad supera la exclusión escolar y del grado en que abre las puertas de la enseñanza superior. En ambos frentes, el éxito de la reforma es innegable. A partir de aquí debemos preocuparnos ahora de democratizar también los logros de aprendizaje de nuestros niños y jóvenes.” (Brunner, 2006) Sowa propone que para cada una de las subdimensiones –capacidades y productos– la evaluación debería considerar dos tipos de datos e información: aquella que adopta la forma más objetiva, como todo lo que es contable, y la que aparece como subjetiva ya que es perceptual y proviene de la subjetividad de los involucrados. Los datos necesarios para el primer tipo son producidos por la actividad de clasificación, registro y conteo de eventos que habitualmente alimenta los sistemas contables que contienen los costos y gastos y los que surten los sistemas de control de gestión en base al registro de lo que resulta o se produce. Para los segundos, sin embargo, los datos son más esquivos y difíciles de producir. Un ejemplo permitirá clarificar este tema: una organización puede tener formulada su misión de manera clara, articulada y consistente, pero el personal puede no sentirse identificado con ella. No es la que le provee el sentido ni a su pertenencia a la organización, ni a las actividades que desempeña o al trabajo que se realiza. O, en otro ámbito, el personal debe producir datos contables para la gerencia pero que no usa para sus decisiones cotidianas en la ejecución de las operaciones de provisión de los servicios. Es habitual observar que ante este tipo de situación el personal trata de esquivar y reducir los costos que ve asociado a una actividad que para ellos no tiene sentido, importancia, relevancia o necesidad. Entonces puede que la evaluación de la efectividad de la organización muestre que los dispositivos de control por parte de la gerencia están bien armados pero que simultáneamente la satisfacción del personal con muchas de las tareas que les ocupa, en su percepción, demasiado tiempo y esfuerzo, sea baja o esté en niveles cercanos a los umbrales que provocan o estimulan la rotación. Esta breve descripción revela la necesidad de disponer de modelos multi dimensionales para evaluar la efectividad organizacional (Sowa, Selden y Sandfort, 2004) que permitan integrar la apreciación acerca del funcionamiento de los distintos niveles jerárquicos de la organización y sus componentes en un todo que haga posible dar respuesta a las preguntas que provienen de distintas audiencias. Audiencias y auditoría En la sociedad contemporánea la Auditoría se ha extendido más allá de las audiencias que prestan oídos a la contabilidad de costos y financiera: existe la au133 RENÉ RÍOS ditoría ambiental, de procesos, de gestión y muchas otras. Lo que está indicando es que crecientemente se están estableciendo procesos de rendición de cuentas y de responsabilidad (accountability). Esto obedece a cambios en la propia sociedad, sobre los que nos ocuparemos más adelante. Los procesos de auditoría se dirigen a distintas audiencias interesadas en la organización. Entre los principales está el Estado, que provee recursos y los “clientes”, es decir aquellos que pagan por servicios y para los que la organización trabaja y que son distintos a los beneficiarios, por ejemplo, un servicio público que subcontrata a la organización para llevar a cabo operaciones de reparación o tratamiento, como el Servicio Nacional de Menores. También es audiencia el Servicio de Impuestos Internos, no sólo por el tema propiamente de impuestos, sino porque de él depende que la organización sea clasificada como entidad sin fines de lucro. En esto también está involucrado el Ministerio de Justicia que otorga la personalidad jurídica. En el futuro próximo el Ministerio de Planificación y Cooperación se constituirá en una audiencia relevante ya que está a cargo de la distribución del fondo mixto de apoyo social creado por la Ley 19.885 de Donaciones para fines sociales y públicos. Para el Estado, cuando subcontrata operaciones para proveer servicios a la población atendida por programas sociales, el interés se centra en el uso legítimo y eficiente de los recursos aportados a las organizaciones contratadas. Otra audiencia relevante son los donantes, que pueden ser personas naturales o jurídicas -como las Fundaciones- que apoyan la labor de otras fundaciones, corporaciones y organizaciones con y sin fines de lucro. Para ellos el interés radica en el uso eficiente de recursos aportados y en la atención adecuada (oportuna, pertinente) de las necesidades de los beneficiarios. Estas son audiencias externas a la propia organización que provee los servicios. También la propia organización y sus componentes son audiencia. De manera similar a la distinción sugerida anteriormente respecto de los procesos de evaluación, se puede distinguir demanda desde la gerencia y desde las unidades que ejecutan programas. Para la primera, la auditoría le permite comunicarse con las audiencias externas ante las cuales rinde cuenta con el propósito fundamental de mantener activas las fuentes de recursos, estabilizarlas y asegurarlas a futuro. No menos importante es la función de legitimización que provee la auditoría (Power, 2003). 134 Para los integrantes de la organización además del aporte legitimizador, las auditorías proveen apreciaciones independientes sobre los resultados y el desempeño. Finalmente están los usuarios o beneficiarios que habitualmente están enfocados solamente hacia la calidad del servicio y que a menudo no perciben otros aspectos o formas alternativas a las que han experienciado. Como las carencias son tantas, lo que se les provea u otorgue posiblemente es altamente apreciado y, salvo fallas garrafales, agradecen los servicios recibidos. Es dudoso que pudieran proponer servicios alternativos muy distintos a los ofertados por la organización que los atiende o por otras que los hayan atendido. No obstante estas limitaciones, generalmente tanto las evaluaciones de impacto como las de efectividad organizacional procuran incluir las apreciaciones de los usuarios. También en ocasiones las propias organizaciones buscan información sobre sus necesidades y demandas para ajustar los servicios a ellas, para introducir modificaciones a ellos o para diseñar programas completamente nuevos. De este breve listado de las audiencias se puede colegir que hay tantas auditorías como audiencias y que cuando se atienden sus requerimientos es necesario diseñar las evaluaciones de modo que respondan adecuadamente a ellos (Ebrahim, 2005). Las evaluaciones, como se planteó más arriba, se enmarcan de distintas maneras y bajo diversas modalidades. El enmarcamiento de la evaluación puede producir apreciaciones muy disímiles según sea el punto de observación que se adopte (Tassie, Murray y Cutt, 1998). Tassie et al., distinguen tres dimensiones del enmarcamiento de la evaluación: a quién se evalúa (el rango de la evaluación); qué se evalúa (el foco de la evaluación) y cómo se lleva a cabo (el método de la evaluación). En su investigación identificaron tres identidades que emergen: el programa que es el conjunto de actividades y recursos dirigidos a una meta u objetivo; la agencia, esto es la organización que atiende en un área local, las necesidades de una o más clientelas; y el sistema compuesto por diversas agencias y programas dedicadas a la solución de un tipo de problema, las clientelas y los mecanismos de financiamiento y regulación. La dimensión que corresponde al foco, al qué se evalúa, tiene dos aspectos: los productos que refieren a los resultados finales obtenidos, a los efectos intencionados y los no anticipados o inesperados, del programa, agencia o sistema. Por ejemplo las tasas de alfabetización, los niveles instruccionales CERTIFICACIÓN DE INTERVENCIONES SOCIALES alcanzados por escolares o las tasas de reducción de consumo de drogas. El segundo aspecto se enfoca en los procesos y en cómo se llevan a cabo las actividades, al cómo se entregan los servicios. Esto incluye las operaciones y sus estructuras, las combinaciones de distintos recursos, los precios y costos, el ajuste de la actividad con las disposiciones regulatorias, el uso de mecanismos para garantizar la calidad como los procesos de certificación y acreditación. El tercer aspecto refiere a los métodos de evaluación empleados, que pueden ser formales e informales. Certificación, intervención social y programas La certificación de las intervenciones refiere a la segunda dimensión (qué se evalúa) en el aspecto enfocado a los procesos. Como las intervenciones habitualmente adoptan la forma de programas, se puede certificar las formas de organizar las intervenciones sociales. No es este el espacio ni la oportunidad para una exposición pormenorizada, conceptual y reflexiva acerca de las intervenciones. Baste para el propósito de este artículo plantear dos ideas fundamentales acerca de ellas. La intervención procura modificar un curso natural de eventos, que dejados a él, generan un estado no deseado por alguien. Así, por ejemplo, en el caso de una enfermedad cuya prognosis es conocida, se sabe que si no interviene la medicina, conllevaría a la muerte del enfermo. El tratamiento con antibióticos de la tuberculosis interviene el curso natural de la enfermedad, deteniendo la propagación de los bacilos mediante su eliminación por la acción del antibiótico. De manera similar, la cirugía mediante la cual se extrae un tumor benigno evita su evolución en uno canceroso. En la realidad social se puede pensar de una manera análoga. Dejada sin intervención, el probar una droga puede conducir a la adicción que, si no es tratada, tiene efectos conocidos y no deseados sobre la retención escolar, actividad delictiva o disolución familiar. De modo que las intervenciones descansan en teorías, con supuestos explícitos o implícitos, acerca del cambio social. Ellas establecen qué es modificable o no, si la acción racional intencional de los seres humanos puede tener efectos sobre el curso esperado de los eventos y qué estado final o resultado se puede razonablemente esperar. La segunda idea es que para que exista intervención, el propio proceso debe generar una distribución de roles sociales que consisten en el interventor y en el intervenido. Lo mínimo requerido es que este último otorgue al primero la facultad para intentar afectar su vida o algún aspecto de ella. Sin este consenso básico, la intervención no es posible. La constitución del intervenido, o si se prefiere, la construcción social del intervenido, es constituyente del proceso de intervención y la forma cómo se lleva a cabo informa acerca de ella. Desde distintos ángulos de observación se puede resaltar, por ejemplo, si respeta la dignidad del beneficiario, si lo habilita, si lo hace dependiente, si lo empodera o no, si lo dota de más capacidades para decisiones autónomas. Las observaciones generalmente se realizan empleando distinciones valóricas (dignidad, autonomía) o categorías de las ciencias sociales (empoderamiento, habilitación). Tomando elementos de las teorías organizacionales y del gerenciamiento se puede representar las intervenciones como conjuntos de procesos articulados entre sí de diversos modos y que en su ejecución utilizan recursos, especialmente los portados por los seres humanos, tales como conocimientos profesionales. Esta forma de representación permite distinguir los distintos procesos, su concatenación, las modalidades de coordinación que los articulan, los recursos que consumen y sus resultados. También permite vincularlos con otros procesos organizacionales, en particular los de administración para establecer cómo se influyen mutuamente, si se estorban o facilitan, cómo se asignan y controlan los recursos y numerosos otros. Reflexión y certificación El análisis de los procesos requiere la participación de observadores externos a la organización pues toda auto observación presenta puntos ciegos, como los que hay en los espejos retrovisores de los automóviles. El observador externo ve aspectos que los miembros no ven por que están inmersos en ciclos de actividades que son auto referidas. En otros términos, porque ejecutan las operaciones de la organización bajo la forma de rutinas a las que están habituados y sobre las cuales no cabe hacer cuestionamientos de su sentido pues esto rompería la habitualidad y la estabilidad que se requiere para poder llevarlas a cabo. Existe una diversidad de modelos de procesos disponibles en las ciencias sociales y administrativas. La decisión acerca de cuál es el más adecuado para cada organización y programa refiere, en parte a aspectos técnicos - por ejemplo, la disponibilidad 135 RENÉ RÍOS de datos producidos por la operación del programa – pero más significativamente al sentido que se genera en la organización. Para un emprendimiento solidario no tiene mucho sentido, ni relevancia o pertinencia, hacer un análisis de procesos de generación de utilidades, pues su fin no es el lucro. El hecho esencial de que las organizaciones tienen diversas audiencias implica que es necesario optar, vía negociación (explícita o no), el sentido fundamental que la orienta y que articula los diversos intereses (Rodríguez y Ríos, 2002) (Anheier, 2000) (Drucker, 1990). En las metodologías de análisis en base a la representación de la organización como procesos, éstos se clasifican en nucleares -de identidad y prioritarios - de respaldo y mandatorios (Keen y Knapp, 1996). Los primeros son aquellos que proveen la identidad de la organización (curar enfermos, reparar personalidades, educar) y son aquellos por los que los clientes (como quiera que se definan) acuden a la organización. Los prioritarios son aquellos que, no proveyendo identidad, son fundamentales de realizarse para hacer posibles los de identidad. Los de respaldo apoyan los restantes, mientras los mandatorios son exigidos por entidades externas o las leyes. Los más importantes son los dos primeros (nucleares) pues son los que agregan valor a la transformación de recursos en resultados. Incluyen los procedimientos que se siguen en la gerencia o cumbre estratégica para establecer la gobernación de la institución, la obtención de recursos, la resolución de conflictos, la asignación de responsabilidades y de funciones. También aquellos que se desempeñan en el núcleo operativo como el reclutamiento de beneficiarios o usuarios, la entrega de tratamientos, la evaluación de sus efectos y las decisiones de egreso (o de dar de “alta” en términos médicos). Los beneficios de la observación externa de los procesos que desempeña la organización pueden ser muchos, aunque le genere incomodidad a veces. Por ejemplo, la observación puede señalar que algunos procesos no existen y no se desempeñan. Hemos observado que en muchos programas es poco habitual encontrar definiciones del alta del beneficiario, es decir, de una determinación medible o al menos observable de haber alcanzado un estado o situación que gatilla la decisión de cesar la intervención. Esto requiere definiciones del tipo: cuándo se deja de ser indigente, cuándo está habilitada la persona para ejercer sus derechos, cuándo se ha reducido el riesgo de adoptar alguna conducta no deseada, qué grado de reparación es suficiente para que la persona funcione de manera estable y regular; y son el tipo de cuestiones que este proceso 136 debe abordar. Es fácil apreciar que requiere lograr una operacionalización que permita observar a más de un observador, comportamientos o conductas del intervenido que lleve a optar en la decisión de egresarlo del programa. El objetivo fundamental de realizar un proceso que conduzca a la certificación de calidad de un programa es llevar a cabo una reflexión por parte de la organización acerca de sus actividades y su estructuración en procesos. Constatar si ha establecido procedimientos necesarios para dar cuenta ante sus distintas audiencias interesadas acerca de la validez, confiabilidad, pertinencia, oportunidad, en suma, de la calidad de lo que hace. La certificación es una evaluación pero que lleva necesariamente imbricada la oportunidad y necesidad de realizar aprendizajes por parte de la organización y sus integrantes (Ebrahim, 2005). Sin los aprendizajes, la certificación se degrada a un mero trámite burocrático que puede llegar a carecer de sentido. O en una ritualización para satisfacer necesidades, legítimas sin duda, de mantener tranquilos y satisfechos a donantes o mandantes, o de los propios integrantes para calmar sus conciencias y de ratificar que lo que hacen está bien. Este supuesto conlleva a que el proceso de certificación requiere del compromiso de los integrantes, su participación y su aportación activa. Es un proceso que necesariamente es construido en conjunto con los observadores externos (consultores o asesores), no algo que éstos llegan a imponer a la organización. Certificación y racionalidad En la sociedad contemporánea se observa la creciente extensión de certificaciones y acreditaciones por doquier y en los más diversos ámbitos de la actividad social y humana. Esta constatación lleva a la consideración acerca de las causas más profundas que la hacen necesaria. Si partimos del supuesto bastante realista de que las personas que trabajan en emprendimientos solidarios tienen buenas intenciones y buenos motivos para usar su tiempo, remunerado o no (al hacerlo como voluntarios), y que quieren hacer bien el bien, el disponer de herramientas que les permiten mejorar sus emprendimientos debería servirles para optar entre los diversos medios disponibles para el logro de sus fines. En otros términos, el supuesto remite a que son personas racionales. Aquí la racionalidad se entiende como la adecuación de medios a fines, tal como se conceptualiza a partir de Weber, como racionalidad formal. En el campo de los emprendimientos solidarios, los CERTIFICACIÓN DE INTERVENCIONES SOCIALES valores, fines, objetivos e intenciones son nobles y altruistas, por lo que su racionalidad sustantiva estaría asegurada. Hacer el bien no es discutible y hacer bien el bien casi no es necesario justificarlo pues el valor final es muy loable. Sin embargo, es posible observar una cierta resistencia para con el análisis reflexivo de los procesos de intervención o programas pues aparece distrayendo a la organización de su actividad fundamental, gastando recursos escasos en actividades habitualmente vistas como superfluas o que constituyen “lujos”, desenfocándola de sus preocupaciones esenciales y asignando tiempo de sus ya desgastados profesionales a la producción de datos y reportes, cuya contribución final puede ser puesta en duda. Se puede contrarrestar este tipo de apreciación haciendo argumentos acerca de la utilidad de la reflexión, de las mejoras en las adecuaciones de los medios a los fines, y de los logros en eficiencia y en eficacia que se pueden alcanzar tras estos ejercicios. También acerca de sus contribuciones a la mantención de la reputación, prestigio y legitimidad de la organización que puede demostrar que logra sus resultados planteados. En un cierto nivel de comprensión, por ejemplo al de la organización este tipo de argumentación puede funcionar. Pero aún así, al argumento le falta dar cuenta de las razones más profundas o de mayor alcance que hacen que la evaluación y la certificación sean cada vez más requeridas, y no por las propias organizaciones en primer lugar, sino por otras entidades que las observan. De manera muy resumida el asunto se puede exponer como sigue. La sociedad y las organizaciones que se dedican a la solución de diversos problemas han alcanzado niveles de eficiencia nunca antes vistos. Los avances tecnológicos y en la gestión de las organizaciones permiten llevar a cabo acciones que en otras épocas eran impensables. Educar a cientos de miles de jóvenes, curar a millones de enfermos, producir alimentos en exceso a las necesidades locales (nacionales), transportar bienes y personas a cualquier punto remoto del planeta, entretenerlas pues disponen cada vez de más tiempo libre, y un gran etcétera, son tareas abordables exitosamente por la sociedad mediante organizaciones razonablemente establecidas. De manera similar se puede exterminar a naciones completas, contagiar a millones con virus que se propagan globalmente, llevar a la pérdida de sentido a la juventud, excluir a poblaciones enormes, enfermar a los propios pacientes y otro gran etcétera. Estos hechos reales o potenciales señalan que la racionalidad de los fines o valores no está garantizada. Que hay fines que hoy consideramos nefastos que en el futuro podrían ser considerados heroicos y loables, según sea el vencedor, como lo ilustran muchos casos en la historia del siglo XX, y que va más allá de la noción de que la historia la escriben los vencedores. Remite a cuestiones sustanciales acerca de la racionalidad instrumental o estratégica que supuestamente guía las decisiones de los seres humanos. ¿De dónde proveerse de alguna garantía de que las decisiones actuales son las mejores? El punto es que podemos buscar en cualquier ámbito de la actividad humana y sin mucho esfuerzo, se encontraran casos similares o más complejos. En parte esto se debe a que el uso de los medios (tecnológicos, de poder, de dinero) conlleva consecuencias que pueden no sólo afectar los fines perseguidos, sino afectar de manera significativa negativa, aunque inesperada por quienes - desde su perspectiva- perseguían fines benéficos. La medicina, por ejemplo, ofrece avances asombrosos pero también es capaza de producir iatrogenia, las enfermedades producidas por ella misma. Un estudio publicado en la Revista Médica de la Asociación Americana de Medicina (JAMA) por la dra. Barbara Starfield demostró que en el año 2000 se produjeron 225.000 decesos debido a causas iatrogénicas. Estas incluyen 12.000 muertes por cirugía no necesaria, 7 mil por errores en administración de medicamentos en hospitales, 20.000 por otros errores hospitalarios, 80 mil por infecciones intra hospitalarias y 106 mil por efectos adversos de medicamentos. La iatrogenia es la tercera causa de muerte en los EEUU después de los infartos y el cáncer (Starfield, 2000). Esta información debería ser suficiente para alertar acerca de las limitaciones que presenta una racionalidad instrumental que se ocupa de la eficiencia en la adecuación de medios a fines. También acerca de las pretensiones de elaborar una lista de fines loables pues al menos la contingencia histórica debería alertarnos acerca de la fragilidad de su validez y capacidad de ayudar a alcanzar consensos sociales o políticos. También la racionalidad instrumental que procura aportar una relación entre medios y fines y que caracteriza a las organizaciones formales presenta límites y restricciones. Esas fueron conceptualizadas por Simon y March (March y Simon, 1958) como racionalidad limitada (bounded rationality), que no busca la mejor solución o el óptimo, sino aquella situación en que se hace posible tomar la decisión más 137 RENÉ RÍOS satisfactoria. En vez de explorar todas las opciones y alternativas, analizar toda la información disponible y tras fijar los criterios de valor u optimización del logro de objetivos tomar la decisión más adecuada, a las organizaciones les basta tomar la decisión que satisface mejor un criterio mínimo de adecuación. Así las nuevas decisiones se parecen más a las tomadas con anterioridad frente a eventos clasificados como similares. Sólo cuando la decisión no funciona para resolver satisfactoriamente la situación, se realiza una (limitada) búsqueda de alternativas y se obtiene algo más de información. En estos cambios, la racionalidad comienza a consistir más en la consistencia de una decisión respecto a las decisiones anteriores (Luhmann, 1997: cap IV), que a la búsqueda de algún óptimo de solución. En otros términos pasa a consistir en una racionalidad procedimental o de procedimientos. Esa forma de conexión, que va encadenando una decisión con otras se expresa en las organizaciones en un “entramado de decisiones programadas en que cada decisión ha de suponer que las demás también se producen, de tal modo que cada decisión no sólo cumple su fin específico (en cuanto medio para otros fines), sino que, al mismo tiempo, se constituye en premisa para otras decisiones (Rodriguez y Torres, 2006 (por aparecer) cap.VIII) (Corsi, Esposito y Baraldi, 1996: 133-134). De este modo, el ejercicio de la autoridad en la organización, por ejemplo al definir metas anuales, se constituye en las premisas para las decisiones que los subalternos deberán tomar, al asignar tareas a sus equipos. Lo que se espera es que las decisiones sean consistentes unas con otras, que exhiban grados aceptables de coherencia y coordinación, no que sean, necesariamente, las mejores elecciones entre alternativas supuestamente disponibles. La explicación de esta transformación a una racionalidad procedimental consiste en que en la sociedad moderna las decisiones que se adoptan en el sistema social pueden afectar su entorno. Esto significa que las decisiones -que requieren una reducción de la complejidad para poder tomarse y que, a su vez, son una reducción de complejidad – implican riesgos para el entorno. Con la creciente diferenciación funcional en subsistemas parciales y con la predominancia de las organizaciones dentro de ellos, todas las decisiones conllevan riesgos para el entorno de ellas. Dicho entorno está constituido, además del medio ambiente físico, por otras organizaciones. De ahí que ellas comienzan a exigir a las demás una reducción del riesgo a que quedan expuestas por 138 las decisiones que toman. La descripción de la sociedad contemporánea como “sociedad del riesgo” recoge este cambio semántico y de sentido que se aprecia en la realidad contemporánea (Beck, 1998) (Luhmann, 1992). La respuesta a esta exigencia consiste en la instalación de regímenes de auditoría y de rendición de cuentas acerca de los procedimientos que las organizaciones desempeñan y que, como vimos, consisten de decisiones concatenadas. La garantía de inocuidad de las decisiones para otras organizaciones y entornos se radica en la ejecución de procedimientos que velan por la contención de daños a quienes no están implicados en la toma de decisión pero que pueden ser afectados por ella. Lo que se certifica entonces, es que la ejecución de los procedimientos ha tomado en cuenta e incorporado la consideración –dentro de márgenes razonablesde las consecuencias para otros. La certificación así como la acreditación, contribuyen a mantener o incrementar la confianza en las organizaciones por parte de los donantes, que tiene efectos sobre los montos donados (Bekkers, 2003). De manera similar, las regulaciones que los estados incorporan hacia las organizaciones sin fines de lucro procuran preservan la fe (confianza) pública en ellas, aunque en muchos casos pueden llegar a representar importantes incrementos de costos para las organizaciones (Irvin, 2005). En síntesis, la certificación y acreditación de los procedimientos en las organizaciones responden a necesidades de distintas audiencias que exigen la rendición de responsabilidades y de cuentas, para así tomar sus propias sucesivas decisiones acerca del apoyo, respaldo o contratación que le brindan. Por otra parte, permiten abordar el requerimiento más amplio por la reducción o contención de riesgos que surge de la racionalidad limitada con que se puede operar en la sociedad moderna. Tener en cuenta este horizonte más amplio provee distinciones que facilitan la adecuada comprensión de la necesidad de rendir cuentas ya no sólo como un dispositivo para asegurar la fe pública, o la continuidad de captación de recursos o simplemente para mejorar lo que las organizaciones hacen. Responden a necesidades más profundas que caracterizan a la sociedad contemporánea. Profesionalismo y certificación En esta última sección planteamos una temática adicional que tiene fuertes incidencias en el trabajo CERTIFICACIÓN DE INTERVENCIONES SOCIALES y desempeño de los profesionales. Desde el análisis sociológico las profesiones son ocupaciones que resguardan para sí una amplia autonomía para tomar decisiones discrecionales. Para ello requieren la formación del juicio personal en base a la adquisición de conocimientos y experiencias que demandan muchos años de fuerte dedicación y esfuerzo (Freidson, 1973; 1984; 1994; 2001). La discrecionalidad significa que el profesional adopta una decisión que a su juicio y frente al problema específico que enfrenta, le parece la mejor. Las profesiones se reservan, a menudo con el apoyo del Estado y de las leyes, la potestad para evaluar el desempeño, que sólo es considerado válido si es realizado por pares. Las opiniones sobre las decisiones tomadas por los profesionales emitidas por personas externas a la profesión tienden a no ser tomadas en cuenta y son desechadas por carecer de los niveles de expertismo requeridos para juzgar lo apropiado de una decisión. Esto implica que la profesión se auto regula mediante disposiciones de control propio y que, además de los conocimientos y sus codificaciones están basadas en una fuerte ética profesional. De manera similar a la demanda por garantizar la reducción de los riesgos, las profesiones están en la actualidad sometidas al escrutinio público y su autonomía decisional expuesta a intentos de estandarización mediante protocolos (en el caso de la medicina) y de una variedad de dispositivos que, en último término, afectan a su autonomía, reduciéndola. El trabajo de los profesionales en las organizaciones ya presenta, por el hecho de ser asalariados o contratados por ellas, algunos grados de reducción de la autonomía. La misión, los objetivos y propósitos de la organización enmarcan las decisiones profesionales reduciendo las opciones. Sin embargo, en sí esto no es muy grave puesto que en la realización de la operación, es habitual que se preserve un rango decisional bastante amplio. Sin embargo, dicha amplitud a veces se mantiene a costa de los objetivos de la organización, de la opacidad que adquieren las operaciones que impide la explicitación de las razones que se tienen en consideración para adoptar las decisiones que se toman. También se pueden sostener afectando las modalidades y eficiencia de los dispositivos de coordinación, reduciendo la colaboración mediante el ocultamiento de información o de las razones de las conductas. Cuando la organización establece procesos y procedimientos que encadenan decisiones y las certifica se está ante la posibilidad de que la autonomía de- cisional se reduzca de maneras significativas. En el extremo la reducción puede derivar en la transformación del profesional en un operativo que aplica instrucciones pre-programadas con limitada capacidad para adecuarlas a las características o necesidades del “cliente” que está atendiendo. En el otro extremo se puede partir por un cuestionamiento, previo al proceso de certificación, acerca del grado de profesionalismo (o de profesionalización), de modo que dicho cuestionamiento podría concluir en que el profesional no es, en rigor y sentido estricto, un profesional, sino un técnico o un operativo. Los procesos de certificación establecen protocolos y procedimientos documentados que guían las decisiones de los profesionales. Efectivamente estos pueden reducir su autonomía pero, a la vez, proveen algunas salvaguardias contra los riesgos inherentes a cualquier decisión. Por estas mismas razones es que esos procesos de certificación requieren del compromiso y participación activa de los integrantes de las organizaciones, puesto que, si están bien diseñados, deben proveer los espacios y marcos de negociación de expectativas acerca del desempeño profesional y de los riesgos a que se expone a otros por las decisiones propias. Disponer de dispositivos de contención de daños directos o colaterales es preferible a no haber tomado conciencia ni haber diseñado ningún tipo de curso de acción alternativo ante la aparición de los daños. Reflexionar sobre ellos no es trivial aunque nunca se tenga la intención de provocarlos. Conclusión La necesidad de proveer ciertas garantías a audiencias o interesados acerca de los procesos de intervención social que llevan a cabo las organizaciones de emprendimientos solidarios proviene de algunas características de la sociedad contemporánea que se han señalado. Comprenderlas facilita el reconocimiento de que las mejores intenciones no son suficientes para sustentar los valiosos esfuerzos que diariamente realizan. Los procesos de certificación pueden contribuir a que esos desvelos tengan los principales efectos esperados en las personas necesitadas de los servicios que se les proveen. También ayudan a los integrantes, trabajadores y voluntarios, a que sus aportes se conviertan en resultados más valorados por todos los actores a quienes les incumben. No menos significativo es que facilitan la profesionalización del trabajo, es139 RENÉ RÍOS tableciendo con nitidez los ámbitos de autonomía y las coordinaciones necesarias para el éxito de los emprendimientos. Establecerlos no sólo como procesos para documentar las intervenciones sino, fundamentalmente para que las organizaciones y sus miembros dispongan de oportunidades de aprendizaje, asegura que sean el resultado del desarrollo de mayores capacidades de colaboración y cooperación entre ellos y la Universidad. Referencias bibliográficas ANHEIER, HELMUT K. 2000. “Managing non-profit organisations: Towards a new approach.” Working Paper I. Center for Civil Society London School of Economics. BECK, ULRICH. 1998. La sociedad del riesgo. Barcelona: Paidós ibérica. 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MAGARITA QUEZADA1, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO Proyecto Fondecyt Nº 1040806: la calidad de vida de adultos mayores que viven en vivienda básica y vivienda en condominio: un análisis comparativo Resumen El artículo da cuenta de una investigación realizada en el ámbito de la vivienda social para adultos mayores, intentando comparar la percepción que de su calidad de vida tienen las personas que viven en condominio y aquellos que viven en departamentos. Interesó además evaluar el nivel de satisfacción que cada de uno de los grupos tiene con su respectiva solución habitacional. Palabras claves: Adulto mayor, pobreza, vivienda social, percepción de calidad de vida Abstract The article show in a research made in a social home for older adults; trying to compare the quality of life that’s live in two solutions of social public politics. Also we evaluate the level of satisfaction of each group. Words key: Older adult, poverty, social home, quality of life Introducción La constatación del envejecimiento de la población a nivel mundial se convierte en una preocupación internacional. Este crecimiento desafía a la sociedad y a los Estados a repensar las estrategias de intervención, considerando la emergencia de demandas de servicios sociales múltiples. Surgen preguntas acerca de cómo deben ser pensadas las políticas sociales para enfrentar los requerimientos de esta población, y con mayor fuerza preguntas acerca de cómo responder adecuadamente a aquellos adultos mayores con mayor vulnerabilidad, por razones socio-económicas. Uno de los aspectos más sensibles en la vida de los adultos mayores es la seguridad de la vivienda: dónde vivir, cómo vivir, con quien vivir y cómo financiar los gastos de ella. Frente a esta situación surgen respuestas familiares, institucionales 1 -fundamentalmente de carácter privado- y del Estado a través de las políticas sociales, orientadas principalmente hacia las personas en situación de pobreza. Este es precisamente el tema que interesa desarrollar en este artículo, y la pregunta que se pretende responder es cómo visualizan su calidad de vida dos grupos de adultos mayores en situación de pobreza, que han sido beneficiados por el Ministerio de la vivienda, con dos tipos de vivienda básica diferentes y cual es el nivel de satisfacción respecto con cada una de las soluciones habitacionales. La percepción de calidad de vida es evaluada a través de la aplicación y análisis del Whoqol-Bref (Test de evaluación de calidad de vida del adulto mayor) que corresponde a la versión abreviada del World Health Organization Quality of Life Group, patrocinado por la Organización Mundial de la Salud. Trabajadora Social, Magíster en Educación para el Trabajo Social. The Catholic University of America. Magíster en Ciencias de la Educación. Universidad Católica de Chile. 141 MAGARITA QUEZADA, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO Presentación del argumento de la investigacion Envejecimiento de la población “Así como el siglo XX ha sido un siglo de crecimiento demográfico, el siglo XXI será el del envejecimiento de la población. Tal fenómeno será un importante desafío médico, familiar, social, para prever, encauzar y dirigir esta nueva situación”.2 La estructura de la población en el mundo está cambiando, y lo está haciendo en forma especialmente acelerada en América Latina y en nuestro país. La transición demográfica que se inicia en Chile en los años sesenta muestra que en la actualidad el grupo que crece más rápidamente es el de los adultos mayores. De acuerdo a la encuesta CASEN 2003, la población de adultos mayores en el país representaba el 11.5% de la población total (1.779.928), cifra que aumentaría a 18.2% en el año 20253. Las tendencias muestran claramente que la mayor parte de la población del mundo estará en los grupos de edades que hoy se consideran adultos mayores. Este envejecimiento de la población de Chile y del mundo es uno de los fenómenos más importantes de la evolución de la población en la actualidad, e indudablemente el de mayor trascendencia social y económica en el próximo siglo. La proporción de adultos mayores se incrementa en forma significativa, por un aumento de la expectativa de vida promedio, gracias a los avances de la ciencia, de la medicina y fundamentalmente como resultado de acciones de salud pública. La esperanza de vida de hombres y mujeres en Chile ha aumentado progresivamente, pero en forma diferenciada según género. Para el 2001-2002 la esperanza de vida de los hombres fue de 74.42 años y para las mujeres 80.41 años (promedio 77.36 años)4 En nuestro país la población de adultos mayores se concentra en un 66% en zonas urbanas y particularmente en las grandes ciudades (ciudades con más de cien mil habitantes).5 Esta situación puede ser 2 3 4 5 6 7 8 9 observada en la Región Metropolitana a través del índice de vejez6, el cuál alcanzaba al 36.1 en el año 2000, estimándose para el 2005 en 42.7 y para el 2010 en 50.9.7 La crisis de la vejez Existe la tendencia a valorar a las personas en términos de su valor funcional en la sociedad, es decir en su funcionamiento productivo o en su valor monetario en la economía, situación a la que se deben enfrentar los adultos mayores, en el momento de la vida en que paralelamente luchan por resolver la crisis de la vejez, entendida como la crisis en términos de identidad, autonomía y pertenencia. Crisis de identidad porque surge la necesidad de establecer nuevas relaciones consigo mismo y con los demás. Crisis de autonomía porque se hace indispensable establecer nuevas relaciones con los demás con referencia a la satisfacción de las propias necesidades. Crisis de pertenencia, producto de la necesidad de establecer nuevas relaciones con la sociedad.8 El envejecimiento produce un deterioro de las funciones de los distintos sistemas del organismo humano que progresivamente serán expresados en limitaciones, las que disminuirán el grado de auto valencia de la persona mayor. Se reconoce que no sólo la edad influirá en esta pérdida de valencia, sino que también lo harán factores de personalidad, redes de apoyo (familiares, organizacionales), enfermedades, medio ambiente y la percepción que la sociedad tenga de la vejez. Los ingresos monetarios se reducen considerablemente, lo que afecta directamente su estilo de vida y sus patrones de conducta. El adulto mayor debe enfrentar no sólo los cambios físicos e intelectuales propios de la edad, sino también el estilo de vida, de roles y responsabilidades sociales.9 Todas las pérdidas que experimentan los adultos mayores constituyen una amenaza para la imagen y estima propia. “La pérdida de la función social es particularmente traumatizante, puesto que los roles sociales son normalmente fuentes de pertenencia, Marín, Pedro y Gag, Homero: “Manual de Geriatría y Gerontología”. Ediciones Universidad Católica de Chile. 2002. Santiago.Chile. INE. Gobierno de Chile 2000. INE Gobierno de Chile. Informe Estadístico Nº 21. Año 2004. Arraigada, Camilo: Programas especiales de vivienda social para personas mayores: evaluación de la experiencia chilena durante los años noventa”. CEPAL.CELADE. Reunión de Gobiernos y Expertos sobre envejecimiento de países de América Latina. Indice de vejez: número de adultos mayores por cada 100 menores de 15 años. INE. Gobierno de Chile. Chile y los Adultos Mayores. 2000. Laforest, Jacques: Introducción a la Gerontología. El arte de envejecer. Editorial Herder. 1989. Cook, J,S, y K.L. Enfermería Psiquiátrica Editorial Interamericana. Mc Graw Hill. Madrid. España 1993. 142 DOS SOLUCIONES HABITACIONALES PARA ADULTOS MAYORES POBRES: ¿CUÁL PREFIEREN ELLOS? de dinamismo, valoración.”10 Al mismo tiempo la ausencia de interacción social en el adulto mayor produce un fuerte sentimiento de soledad y de frustración, de abandono y de falta de raíces”.11 Como se ha señalado, el adulto mayor se ve enfrentado a múltiples pérdidas de distinta naturaleza: económicas, sociales, culturales, familiares, psicológicas, fisiológicas, razón por la cual necesita vivir en un ambiente adecuado, que le permita sentirse útil, aún con capacidades, en movimiento. Requiere de un medio ambiente más protegido, seguro, pero que no lo haga sentirse aislado. La necesidad de seguridad se traduce en la necesidad de estabilidad en el medio ambiente inmediato. Crisis de la vejez agravada por la pobreza Es evidente hoy día que el estado vital del envejecimiento supone una experiencia que posee características particulares: el individuo que envejece ve transformadas sus relaciones con las cosas, con los otros, consigo mismo, quedando así enfrentado a una experiencia nueva para la cual la sociedad no lo ha preparado, y para la cual ésta tampoco le ofrece condiciones, que le permitan crecer creativamente hacia la nueva condición y vivirla de modo positivo. La situación se torna más difícil, si a las pérdidas en los diferentes ámbitos descritos anteriormente, se suma la situación de pobreza, entendida como una condición dinámica de vulnerabilidad social, situación de riesgo que enfrentan las personas o los hogares, especialmente los más pobres, de no ser capaces de mantener sus niveles de bienestar, como resultado de determinadas situaciones de crisis y/o cambio en las condiciones socioeconómicas.12 La vulnerabilidad, por lo tanto, podría entenderse como el riesgo al que se ve enfrentado una persona a perder bienestar, empeorar su condición de vida, o a verse enfrentado a nuevos riesgos por no disponer de los recursos necesarios para hacer frente a un evento que amenaza su condición de bienestar. La pobreza entendida en esta perspectiva permite capturar las condiciones, recursos y oportunidades de sectores en riesgo permanente. Vulnerabilidad hace referencia a la inseguridad y fragilidad. Para Kastman y Worlmald el concepto de vulnerabilidad da cuenta del creciente debilitamiento de los mecanismos de integración social que afectan a ciertos sectores de la población. La vulnerabilidad posee dos dimensiones centrales: una económica, en la cual los lazos con el mercado de trabajo se ven amenazados y/o debilitados; y otra social, caracterizada por la fragilidad de la integración en redes sociales -familiares y/o comunitarias- y el acceso a los servicios públicos.13 Los adultos mayores pobres se ven enfrentados a múltiples riesgos, entendiendo este riesgo como un evento externo, que afecta la calidad de vida de las personas y amenaza de diferente manera su subsistencia. Las personas pobres se ven mayormente afectadas por razones de su vulnerabilidad y la menor disposición a asumir y enfrentar los riesgos. Los riesgos están asociados, por una parte, con situaciones propias del ciclo de vida de las personas, en este caso con la etapa que vive el adulto mayor, y por otra, con condiciones de la familia, de la comunidad y del entorno donde las personas de desenvuelven.14 Como elemento ejemplificador cabe señalar que el Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS) desarrolló una “Matriz de Análisis de Riesgos” a partir del enfoque propuesto por el Banco Mundial. La matriz se circunscribe específicamente a la población pobre del país. Se establecen grupos objetivos, correspondiendo uno de ellos a adultos mayores ( 60 años y más). El riesgo principal que se identifica para este grupo de personas es el “Aceleramiento y/o profundización del deterioro de sus capacidades vitales”, expresándose este riesgo en: a) estado de mal nutrición, b) No tener acceso a salud, c) sufrir de enfermedades graves o invalidantes, d) ser maltratado, abandonado o sufrir negligencia, e) no participar en organizaciones o grupos de adulto mayor y/u otras, f) No tener vivienda y g) Habitar un espacio sin condiciones para desarrollarse autónomamente de la familia. La percepción que el adulto mayor tenga de su calidad de vida, estará asociado a cómo logra manejar los riesgos que enfrenta en su etapa de vida. Laforest, Jacques. Introducción a la Gerontología. El arte de envejecer. Editorial Herder. 1989. Villaseca, Patricia. El senescente y su familia. Capitulo en Salud Familiar. División Ciencias Médicas Oriente- Facultad de Medicina. Universidad de Chile. 12 Moser, C: “The Asset Vulnerability Framework: Reassessing Urban Poverty Reduction Strategies”. En World Development. 1998. 13 Bayon, C. y Saravi, G. Vulnerabilidad social en la Argentina de los años noventa: impacto de la crisis en el Gran Buenos Aires. En: Trabajo y ciudadanía. Coordinadores Rubén Kaztman y Guillermo Worlmald. 2002. 14 FOSIS. Gobierno de Chile. Manejo Social del Riesgo. Colección reflexiones para el Chile de hoy. 2002. 10 11 143 MAGARITA QUEZADA, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO El cómo enfrenta y cómo percibe el adulto mayor que está enfrentando los riesgos propios de su etapa de vida, se relaciona con la percepción de su calidad de vida. Calidad de vida y adulto mayor Cada persona tiene su propia percepción del grado de satisfacción que le proporciona la vida. Situaciones aparentemente idénticas pueden tener significados diferentes para dos o más personas o para dos conjuntos de personas. Mallman señala que “...la calidad de vida de una persona depende de la dinámica de la satisfaccióninsatisfacción de sus deseos. Es por lo tanto un concepto referido a los individuos, pero determinado por la interacción dinámica entre la persona, la sociedad, el habitat...es un concepto dinámico, evidentemente existencial. Los valores de los seres humanos excluyen o favorecen ciertas necesidades y/o satisfactores y, por lo tanto, modifican los deseos y las aspiraciones”15. Lo anterior muestra que en la calidad de vida se deben considerar valores, expectativas, creencias, diferentes satisfacciones a las que aspira el individuo, como parte de los aspectos subjetivos. Todo esto da significados diferentes a las condiciones de vida, a la percepción de ellas y modela deseos, aspiraciones, conceptos de felicidad y de satisfacción muy propios de cada persona. El concepto de calidad de vida puede ser entendido en términos de “necesidades, expectativas y satisfactores y se asocia al bienestar, satisfacción o felicidad de la gente”16. Lo anterior refuerza la idea de la subjetividad en la apreciación de la calidad de vida, en el sentido de que cada persona le atribuye determinado significado, en función de sus necesidades, expectativas, valores, experiencia de vida, por lo tanto cada persona construye su propia idea de calidad de vida. Esto es particularmente importante en términos de los adultos mayores pobres. Fadda y Jirón plantean que “la calidad de vida debe considerar principalmente dos dimensiones: las condiciones objetivas tales como: medio ambiente físico, infraestructura, contaminación y otros; y la percepción que de estas condiciones objetivas tienen los habitantes”.17 En la línea de lo señalado anteriormente, la Organización Mundial de la Salud entiende la calidad de vida como “la percepción del individuo de su posición en la vida, en el contexto de la cultura y el sistema de valores en los cuáles él vive y en relación con sus objetivos, expectativas, categorías y preocupaciones”.18 Otro autor, Edwin Haramoto considera que “la mejor calidad de vida depende de la posibilidad de satisfacer plenamente las necesidades humanas y del ser viviente en general. Sin embargo lo que puede ser bueno para unos, puede no serlo para otros”.19 Un aspecto que en su calidad de vida toda persona -y particularmente el adulto mayor- valora es el de la vivienda y el entorno, tema central de la investigación que da origen a este artículo. Vivienda, política habitacional y adulto mayor La vivienda satisface las necesidades de protección, seguridad, higiene y bienestar, pero también responde a necesidades de identidad, pertenencia, privacidad, belleza y armonía. Además la vivienda tiene incidencia directa sobre la satisfacción de otras necesidades fundamentales como: salud, educación, trabajo y convivencia.20 El término vivienda plantea Edwin Haramoto “se refiere no sólo a un lugar donde habitar, sino que incluye una gama de facilidades que junto con una casa son necesarios para un entorno de vida sano. Estas incluyen el abastecimiento de agua y de energía, el saneamiento, el drenaje y el acceso a las redes de transporte.21 Este mismo autor señala que es un sistema complejo que tiene como componentes el terreno, la urbanización (infraestructura), la Mallman, Carlos. Calidad de vida y desarrollo. ICHEM 1977. Fadda,G. y Jirón P. Calidad de vida y género en sectores populares urbanos. Un estudio de caso en Santiago de Chile. Síntesis final y conclusiones. En Boletín INVI Nº 42. Mayo. 17 Fadda, G. y Jirón P. op cit. 18 The Whoqol Group. The development of the World Health Organization quality of life assessment instrument. In: Orley J, Kuyken W. Editor “Quality of life assessment: international perspectives. Heidelberg. Springer Verlag.1994 19 Haramoto, E. Vivienda social: un desafío para la sustentabilidad del desarrollo. En Boletín del Instituto de la Vivienda Nº 24. Facultad de Arquitectura. Universidad de Chile. 1995. 20 Pinto, C. La estrategia de la vivienda saludable. Organización Mundial de la Salud, Organización Panamericana de la Salud. División de Salud Ambiental. 2001. 21 Haramoto, Edwin: Vivienda social: un desafío para la sustentabilidad del desarrollo. En Boletín de Vivienda, INVI, Nº 24. Facultad de arquitectura. Universidad de Chile. 15 16 144 DOS SOLUCIONES HABITACIONALES PARA ADULTOS MAYORES POBRES: ¿CUÁL PREFIEREN ELLOS? vivienda (techo o cobijo) y el equipamiento socialcomunitario, en un determinado contexto cultural, socioeconómico, tecnológico, natural. No es una mera suma de componentes, sino una estructura de relaciones entre ellos con las variables del contexto. El ser humano se desarrolla a lo largo de la vida y en cada una de sus etapas surgen necesidades diferentes. Edwin Haramoto plantea que la vivienda social debe ser evolutiva, en el sentido de que debe evolucionar en función de las necesidades de quienes la habitan. En este sentido la vivienda para el adulto mayor debe responder a las características y requerimientos de su etapa de vida. La calidad de la vivienda puede ser analizada en un doble sentido: en cuanto a propiedades inherentes a ella, otorgando a esta dimensión un carácter más “objetivo”, y por otro, en cuanto a juicio de valor que permite apreciarla como igual, mejor o peor que las restantes, dimensión subjetiva de la calidad. En el caso de la vivienda el carácter objetivo se asocia a las propiedades o atributos de la vivienda y el carácter subjetivo se asocia al juicio que hace la persona. Desde la mirada “objetiva” o de los atributos de la vivienda se pueden considerar los siguientes: “localización (características del terreno, características del emplazamiento, inserción en el tejido urbano, relación con otras actividades, niveles de contaminación ambiental), urbanización y servicios (dotación de infraestructura, servicios de transporte y comunicación, extracción de basuras y otros servicios, características de calles, vías, espacios libres y accesos, vegetación, arborización), edificación (diseño, características, flexibilidad en cuanto a su adaptabilidad y factor físico.-ambiental: características físicas de la construcción, mantención, luz, sol, aire, humedad, ventilación), equipamiento social comunitario (accesibilidad, dotación de servicios)”.22 Desde la mirada subjetiva la percepción de la calidad corresponde a la satisfacción residencial, es decir al agrado o desagrado que las personas sienten por el ambiente donde residen, incluyendo la vivienda. Es la valoración que la persona hace respecto de los atributos de la vivienda y el entorno, a partir de sus necesidades, aspiraciones. La vivienda es sin lugar a dudas, un factor fundamental en la percepción que las personas tienen de 22 23 su calidad de vida, en la medida que se asocia a la satisfacción de necesidades fisiológicas, psicológicas, sociales y espirituales. Por otra parte, la vivienda es un derecho consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art.25, Nº 1) y forma parte importante de las aspiraciones de amplios sectores de las sociedades modernas. Es concebida como un bien indispensable que facilita el goce de otros derechos. De esta manera, es deber del Estado generar políticas y diseñar programas que impidan el crecimiento del problema habitacional. La política de vivienda ha sido considerada una de las más exitosas, entre otras razones porque ha sido capaz de disminuir efectivamente el déficit habitacional del país. La política de vivienda se basa en la aplicación sistemática y sostenida de programas de subsidio habitacional, orientados a la demanda y con participación del sector privado en la producción de la vivienda. Uno de los programas dirigidos a los sectores más pobres de la población es el de Vivienda Básica, que entrega una vivienda terminada de pequeñas dimensiones (entre 30 y 50 metros cuadrados) y que generalmente es construida como casa pareada por ambos lados o como departamentos en edificios de 3 a 4 pisos. Respecto a viviendas para adultos mayores pobres, en el marco de la política habitacional, la historia se remonta al año 1984, fecha en la que es promulgado el Decreto Supremo Nº 62 (Título VI, Artículos 27 y 28), en el cual se establece que se podrá destinar hasta el 2% del programa anual de viviendas para adultos mayores de 65 años. Además se indica que especialmente para los adultos mayores los SERVIU podrán contratar viviendas con características especiales, no exige ahorro y la vivienda es entregada bajo el sistema de comodato o arrendamiento23. A partir del año 1997 algunos servicios de vivienda regionales innovaron en el programa, construyendo condominios que consistieron en viviendas de 25 m2, diseñadas para dos personas, dotadas de lavadero, calefon y terminación especial de baño (ducha de teléfono, barra de apoyo y extractores de aire) con equipamiento comunitario (sede con una sala de uso múltiple, una oficina con lavatorio para uso de médico u otro profesional, dos baños para uso público, sala de espera con accesos especiales y área Haramoto, Edwin: Incentivo a la calidad de la vivienda social. En: Boletín Instituto de la Vivienda. Boletín Nº 20. Universidad de Chile Decreto Supremo Nº 62. Atención especial a los Adultos Mayores. 145 MAGARITA QUEZADA, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO verde exterior. Estos condominios se ubican en zonas diferenciadas dentro de poblaciones regulares. Luego, a partir del año 1990, el programa se proyectó a nivel nacional, alcanzando entre el año 1990 y 2000 una producción de 2.711 viviendas (1.355 casas, 200 viviendas en condominios y 1.130 departamentos).24 Esta modalidad constituyó una innovación importante dentro de la política habitacional orientada a los sectores más pobres y de mayor edad de la población.25 La segunda solución habitacional del Programa del Adulto Mayor de vivienda básica corresponde a departamentos localizados en primer piso, dentro del conjunto habitacional destinado a otros beneficiarios, manteniéndose el sistema de asignación en términbos de comodato o arrendamiento.26 Ambas soluciones habitacionales (condominio y departamento) están orientadas a personas mayores de 65 años, de escasos recursos, que viven en condición de allegado o arrendatario, interesados en acceder a una vivienda básica, bajo el sistema de comodato o arrendamiento. Respecto de estas dos situaciones habitacionales se propuso comparar la percepción que de su calidad de vida tenían los adultos mayores que viven en condominio y aquellos que viven en departamento. En segundo lugar interesó evaluar ambas soluciones habitacionales de acuerdo a sus atributos (calidad de la vivienda objetiva) y de acuerdo a la satisfacción del adulto mayor (calidad de la vivienda subjetiva). Metodología propuesta Universo de estudio El universo de estudio lo constituyó el colectivo de personas asignatarias de departamentos y viviendas en condominio, entre los años 1998 y 2001.27 Los asignatarios de viviendas en condominio suman 155 y corresponden a las comunas de: La Pinta- na, Colina, Puente Alto, Quilicura, Buin, Cerrillos y Maipú. Las mismas siete comunas fueron seleccionadas para el caso de las personas que viven en departamentos, las que suman un total de 218. Por lo tanto, el colectivo de estudio quedó constituído por 373 personas.28 Evaluación de la calidad de vida La comparación en términos de calidad de vida de los dos grupos, se realizó a través de la aplicación y análisis del Whoqol-Bref (Test de evaluación de calidad de vida del adulto mayor) instrumento que corresponde a la versión abreviada del World Health Organization Quality of Life Group, patrocinado por la OMS. El instrumento original consta de 100 items y evalúa la calidad de vida percibida por el sujeto. Estructuralmente se compone de seis dominios o áreas las cuáles a su vez están subdivididas en un total de 24 subáreas: Salud física; aspectos psicológicos; nivel de independencia; relaciones sociales; espiritualidad, religión y creencias personales; y ambiente. A partir de este instrumento se creó la versión abreviada (Whoqol-Bref) con la agrupación de cuatro dominios: físico, psicológico, relaciones sociales y ambiente. El instrumento consta de 26 item. Tanto el Whoqol 100 como el Whoqol-Bref tienen una buena validez discriminante y de contenido y una adecuada fiabilidad test-retest. Las puntuaciones en las áreas del Whoqol-Bref se correlacionan con un coeficiente de 0.9 con las del Whoqol 100. Se decidió utilizar el Whoqol-Bref considerando que las personas tenían más de 65 años y el número de 26 preguntas era más adecuado. Evaluación de la vivienda Estado de materiales y condiciones de habitabilidad Se diseñó una pauta de observación estructurada, planilla técnica, la que consideró el detalle de las condiciones del estado de materiales y habita- Arriagada, Camilo: “programas especiales de vivienda social para personas mayores: evaluación de la experiencia chilena durante los años noventa”. CEPAL-CELADE Presentación en Reunión de Gobiernos y Expertos sobre envejecimiento de países de América del Sur. 2005. 25 Cabe hacer notar que los adultos mayores además de acceder al Programa Especial para el Adulto Mayor, pueden hacerlo a los Programas Regulares de Subsidios. 26 En caso de que la renta familiar sea menor o igual a 1.5 unidades de fomento al mes, el beneficiario recibe una vivienda en prestamo y no paga por ella mientras la ocupe. Si el ingreso es mayor a 1.5 UF, el beneficiario recibe la vivienda en arriendo, y paga el 10% de la renta , con un top e de 0.3 UF mensuales. 27 La elección del año 1998 responde a que en este añoi se inicia la asignación de viviendas en condominio. Se definió el mismo año para los asignatarios de departamentos con el propósito de homogeneizar los grupos en términos de tiempo de permanencia en la vivienda. 28 Los datos de los asignatarios fueron obtenidos a través de SERVIU Metropolitano. 24 146 DOS SOLUCIONES HABITACIONALES PARA ADULTOS MAYORES POBRES: ¿CUÁL PREFIEREN ELLOS? bilidad. Se revisaron los planos de los conjuntos habitacionales, planos de las plantas de las soluciones habitacionales, planos de fachada, información de superficies construidas, superficies prediales y detalle de los proyectos habitacionales. En cuanto al estado de materiales se observó: fachadas, baños, cocina, dormitorio y estar. La situación fue calificada en bueno, regular o malo, dependiendo de la presencia o ausencia de: fisuras, desgaste, estado de conservación de los materiales, presencia de humedad, estado de la pintura. En cuanto a condiciones de habitabilidad de las viviendas, se consideraron aspectos como: iluminación, ventilación, aislación, en los distintos espacios de las viviendas. De las 373 viviendas se visitaron 21, considerando a lo menos una por conjunto habitacional. Satisfacción con la vivienda Se construyó un cuestionario semiestructurado que se aplicó en domicilio a todo el colectivo. Este instrumento contenía 29 preguntas abiertas y cerradas, y consideraba aspectos relativos a: antecedentes generales, historia, situación actual, redes (situación pasada y presente), desplazamientos, acceso a servicios, deseos. Los aspectos relativos a satisfacción con la vivienda fueron: aspectos que más le gustan y que menos le gustan de la vivienda, nota con la que calificaría su vivienda y el barrio, cambios que le introduciría, intención de trasladarse a otra casa o a otro barrio, ganancias y pérdidas en cuanto a vivienda y barrio producto del traslado a la vivienda actual. Del universo considerado sólo se ubicó a 124 de 155 adultos mayores que viven en condominio y para el caso de departamentos se ubicó a 152 de 218 adultos mayores. El resto ya no vivía en el domicilio. Por lo tanto el grupo en estudio quedó constituido por 276 casos. Principales resultados Descripción del grupo Los entrevistados tienen en promedio 76 años de edad, mayoritariamente son mujeres (70.5% en condominio y 77% de departamentos), situación que es concordante con la distribución poblacional general por grupo etáreo. No hay mayor diferencia en edad entre hombres y mujeres, lo cual puede reflejar que los grupos de adultos mayores son cohortes poblacionales nuevas, dónde aun no pesa la mayor esperanza de vida de la mujer. En promedio los entrevistados tienen una antigüedad de 4 años en su vivienda, observándose menor rotación en los condominios. La principal razón aludida para postular a este programa especial, es el hecho de haber estado arrendando (44.9%), lo cual significa que no vivían con sus familias y sus escasos ingresos se veían disminuidos por concepto de gasto de arriendo. La segunda razón aludida (28.3%) es el deseo de vivir sola. La tercera razón declarada fue los problemas de convivencia. Respecto a con quien vivía y con quien vive en la actualidad, llama la atención el aumento de las personas que viven solas. De 73 adultos mayores que vivían solos en la actualidad 164 se encuentran en esa situación, de un 26.5% aumenta a 59.4%. Los adultos mayores que viven en departamento informan vivir con otros parientes (pareja, hijos, nietos, otros familiares) en mayor proporción que en los condominios. Esto se puede deber a que el tamaño de la vivienda de condominio dificulta el vivir con más familiares. Los entrevistados viven con un promedio de $ 73.700 mensuales. Sobre el 96% de los casos cuenta con ingresos mensuales provenientes de pensión, jubilación o montepío; alrededor del 19% recibe además ingresos como apoyo de familiares y, cerca del 11.5% realiza trabajos por cuenta propia. Estos datos dan cuenta de una alta homogeneidad entre ambos grupos. En promedio, ambos grupos tienen un gasto fijo de $ 31.000 mensuales, producto del pago de servicios. Al restar el gasto fijo al total de ingresos percibidos, el grupo total en promedio cuenta con un saldo aproximado a los $ 42.000 mensuales para satisfacer sus “otras necesidades”. Respecto a salud, el 86.8% de los entrevistados se atiende en un Centro de Salud en caso de enfermedad. En caso de urgencia recurren de preferencia al SAPU. Llama la atención que tanto en condominio como en departamento los vecinos no constituyen la primera ayuda en caso de necesidad de atención en un servicio de salud, aún cuando físicamente son los más cercanos. En cuanto a vivienda se indagó acerca de aspectos relacionados con la salud de las personas. La información recogida muestra que el 99.3% utiliza gas para cocinar, el 20% aproximadamente no utiliza ningún elemento de calefacción, y los que lo hacen utilizan mayoritariamente parafina (52.6%), seguido por estufa a gas (41.4%). En cuanto a existencia de calefón el 79% declara tenerlo y mayoritariamente está ubicado fuera de la vivienda. Respecto a la frecuencia de uso de este elemento, quienes menos 147 MAGARITA QUEZADA, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO hacen uso de él son los habitantes de condominio (46.7%) y las razones de la no utilización se concentran en “no sabe usarlo” y “está malo”. Los casos que corresponden a respuestas de calefón en mal estado se distribuyen en los distintos tramos de antigüedad en la vivienda. Cuentan con refrigerador el 82.2% de las personas que viven en departamento y 71.0% en condominio. El televisor es un artefacto del que disponen el 91.7% de las personas. Respecto a la existencia de mascotas en la vivienda, el 14% de los residentes declara tener un perro o un gato. Comparación de las percepciones sobre calidad de vida Como se señaló en la metodología, el instrumento utilizado para comparar la percepción de la calidad de vida de ambos grupos fue el Whoqol-Bref. Este instrumento proporciona un puntaje general para la calidad de vida y puntajes para cada uno de los dominios. Para un análisis más diferenciado se categorizó en tres grupos de satisfacción cada dominio (categorías: bajo, medio y alto) y se compararon las medias de ambos grupos. Como se señaló anteriormente los dominios que considera el test son: salud física, dominio psicológico, relaciones sociales y medio ambiente. Salud física La dimensión salud es evaluada a través de: dolor físico, necesidades de tratamiento médico, energía para la vida diaria, capacidad de desplazamiento, satisfacción con el sueño, satisfacción con la capacidad para realizar actividades en la vida diaria y satisfacción con la capacidad de trabajo. En ambos grupos la satisfacción en esta dimensión se concentra en el nivel medio de satisfacción y dado que la prueba de Chi cuadrado no es significativa no es posible afirmar que el tipo de vivienda -condominio y departamento- incida en el nivel de satisfacción en este dominio. Dimensión psicológica La dimensión psicológica es evaluada a través de la percepción del individuo de su estado cognitivo y afectivo como el miedo, la ansiedad, la incomunicación, la pérdida de autoestima, la incertidumbre del futuro. También incluye las creencias personales, espirituales y religiosas como el significado de la vida y la actitud frente al sufrimiento. Los aspectos que considera este dominio son: gozo de la vida, 148 sentimiento de vida con sentido, capacidad de concentración, satisfacción de si mismo, frecuencia de sentimientos de tristeza, desesperanza, ansiedad, depresión. El grupo que vive en condominio se ubica en un 47.6% en la categoría alto y el 40.3% en la categoría media. Una situación semejante ocurre con aquellas personas que viven en departamento, un 57.6% se ubica en la categoría medio y un 33.8% en la alto. Por lo tanto en los condominios -en términos de satisfacción- un 87.9% se ubica en medio y alto. En los departamento la cifra alcanza al 91.4% entre las categorías medio y alto. Según los porcentajes, en el condominio se tiende a valorar mejor el estado psicológico que en el caso de los departamentos. El Chi cuadrado calculado revela que existe relación entre ambas variables: tipo de vivienda y satisfacción en el aspecto psicológico, siendo evidente la dirección de la asociación en el condominio. Los datos sugieren que la percepción de bienestar es superior en el condominio, lo que podría explicarse por los componentes de esta dimensión, los cuales tienen relación con la potenciación entre pares. Dimensión relaciones sociales En la dimensión relaciones sociales la mayoría de los adultos mayores se ubican en el nivel medio (49.4%) y alto (39.1%), pero se observan diferencias de acuerdo al tipo de vivienda. En condominio el mas alto porcentaje se ubica en la categoría alto (47.5%) y 35.0% en la categoría medio. En el caso de las personas que viven en departamento el mayor porcentaje se ubica en la categoría medio (60.9%) y en alto 32.5%. El valor de Chi cuadrado confirma la asociación entre ambas variables. Dimensión medio ambiente El dominio medio ambiente se refiere a la percepción que la persona tiene respecto a: seguridad, percepción de cuán saludable es el ambiente físico que lo rodea, cantidad de tiempo para cubrir sus necesidades, disponibilidad de información, oportunidad para desarrollar actividades de recreación, satisfacción respecto a las condiciones en las que vive, satisfacción con el acceso a baño, satisfacción con la movilización del barrio. Los adultos mayores que viven en condominio concentran su opinión mayoritariamente en la categoría medio con un 68,5% y alto un 20º.2%. En el caso de departamentos un 77.6% de las personas se ubica en la categoría medio y un 3.9% en la alta. DOS SOLUCIONES HABITACIONALES PARA ADULTOS MAYORES POBRES: ¿CUÁL PREFIEREN ELLOS? El valor de Chi cuadrado indica asociación, por lo tanto existe relación entre el tipo de vivienda y la satisfacción con el medio ambiente. Evaluación de las viviendas Intentando alguna explicación se podría pensar que las personas que viven en departamentos se sienten más vulneradas respecto al medio ambiente por la cantidad de viviendas, la heterogeneidad de la población, los problemas que se presentan en el barrio y la inseguridad que manifiestan. En cambio en el condominio, se encuentran junto a pares, en un espacio protegido, pequeño. Todos los conjuntos habitacionales en condominio se encuentran cerrados por una reja perimetral. Esto permite aislar el conjunto del resto del territorio comunal y por lo tanto contar con una relativa seguridad al interior de él. Poseen espacios públicos para uso exclusivo de los beneficiarios, los cuales en su mayoría corresponden a áreas verdes. Algunos de ellos poseen equipamiento comunitario. Resumiendo, se podría concluir que los adultos mayores se encuentran satisfechos en el dominio salud física, lo mismo para el caso de los dominios psicológico, relaciones sociales y medio ambiente. Lo interesante es que las personas que viven en condominio se encuentran más satisfechas en el dominio psicológico, relaciones sociales y medio ambiente, afirmación que es posible hacer a partir de la correlación obtenida entre las variables.A partir del cálculo por dominio fue posible llegar al cálculo del test total, distribuyendo los casos según los niveles bajo, medio y alto. Todas las viviendas son de un piso. Todas se encontraban pintadas por dentro y por fuera. El techo es de pizarreño y poseen canaletas de aguas lluvias. El piso interior es de baldosas (flexit) y los techos interiores son cielorrasos de madera pintada. Las separaciones de ambientes estaban hechas con tabiques y cortinas de tela y nylon, siempre realizadas por las personas. En la mayoría de los casos, el diseño de las viviendas y el tamaño, obligan al propietario a tener estar-dormitorio en el mismo espacio, lo que crea problemas de hacinamiento, ventilación y falta de privacidad. Del total de personas que se ubican en el nivel superior de calidad de vida, el 68.5% pertenece a condominio versus el 31.5% a departamentos. Al mismo tiempo, si se analiza la distribución por tipo de vivienda, se observa que casi un tercio (30.8%) de los residentes en condominio está en dicho tramo, en tanto que los de departamentos representan sólo el 11.3%. El estado de los materiales de las viviendas es aceptable, aun cuando en algunos condominios (Villa La Primavera, Centenario I y Bajos de Matte) presentaban alto grado de descascaramientos, separación de las juntas de los cielorrasos y desgaste, roturas en los pisos, pintura casi inexistente en baños y cocina y hongos. Destaca el buen estado de las viviendas del condominio Cardenal Silva Henríquez de Quilicura. Condominios WHOQOL TOTAL SEGÚN NIVELES Y TIPO DE VIVIENDA Whoqol Total Niveles de calidad de vida Tipo de vivienda Condominio Departamento Total Bajo 8 57.1% 6.7% 6 42.9% 4.0% 14 100% 5.2% Medio 75 37.1% 62.5% 127 62.9% 84.7% 202 100% 74.8% Superior 37 68.5% 30.8% 17 31.5% 11.3% 54 100% 20.0% Total 120 44.4% 100% 150 55.6% 100% 270 100% 100% 149 MAGARITA QUEZADA, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO Los principales problemas de uso están determinados por el diseño original de espacios, el cual contempla un espacio común para estar y dormitorio de aproximadamente 5 por 3.5 metros. La única división de ambiente es la correspondiente al baño. Llama la atención el mal uso de calefont y llaves. En tres de los siete casos las personas informaron no utilizar los calefones, por desconocer el sistema, así como tampoco utilizaban las llaves de paso por desconocer su funcionamiento. Se apreció la falta de mantenimiento, piezas desgastadas, rotas. Departamentos Los departamentos son parte constitutiva de edificios de hasta tres plantas. Los departamentos destinados a adultos mayores siempre son de primer piso. La construcción es de ladrillo princesa o bloque revocado y pintado, por dentro y por fuera, con losa superior de hormigón. Los pisos son de baldosas tipo “flexi”, techos interiores de hormigón, paredes interiores de ladrillo, hormigón y bloque, revocados y/o pintados. El diseño original contempla un solo dormitorio. Las separaciones interiores realizadas por los habitantes son de tabiques de madera y cortinas de nylon y tela. Los problemas de hacinamiento, ventilación e iluminación tienen relación con la variación en la distribución de los espacios interiores. Llama la atención la reducida dimensión de ventanas en baños y cocinas. Las viviendas presentan un considerable grado de deterioro, principalmente en pisos, paredes y artefactos. Se observa presencia de hongos en baños y cocina, desgaste de piso, roturas, falta de pintura. Uno de los problemas más comunes detectados es el uso de logias como bodegas, situación que bloquea la circulación del aire y disminuye la iluminación hacia la cocina. En muchos casos la cocina se encuentra integrada al estar-comedor, formando un solo ambiente. En los casos en que se ha dividido el Estar para formar un dormitorio adicional, se destina esa ventana para el dormitorio, dejando la cocina y el Estar confinados, sin ventilación y con muy escasa iluminación. Otra situación importante es la instalación de protecciones exteriores en ventanas, las que quedan casi obstruidas al abrirlas hacia fuera, disminuyendo con esto las posibilidades de ventilación e iluminación. En síntesis, se constata mal estado general de materiales y mantenimiento, problemas de ventilación e iluminación, provocados en gran parte por el mal 150 uso de los espacios y la construcción de divisiones por parte de los habitantes de los inmuebles. El problema de aislación térmica es común a todos los casos de condominio. La no mantención de las viviendas de ambos tipos de vivienda se debe a desconocimiento y falta de recursos. Las viviendas están diseñadas para una o dos personas, pero problemas familiares obligan al adulto mayor a compartir su vivienda con más personas, creándose un serio problema de hacinamiento. Satisfacción residencial La satisfacción de los adultos mayores respecto de la vivienda en que habitan y el barrio, fue evaluada a través de la calificación o nota (1 a 7) que las personas le asignan a su vivienda y al barrio, cambios en la vivienda, ganancia y pérdida con el traslado y deseos. Vivienda y barrio Las personas califican la vivienda actual, en un 86.2% con nota 6 y 7. Las diferencias en las calificaciones entre ambos tipos de vivienda tiene significación estadística, lo que permitiría afirmar que el nivel de satisfacción (nota) está asociado, en algún grado, con el tipo de solución habitacional. Las mas altas notas se encuentran en los condominios, lo que indica que, en conjunto, se muestran más satisfechos. Por otra parte, tanto los habitantes de condominios como de departamentos hacen una mejor evaluación de la vivienda actual, comparada con la anterior (en promedio superior en 1.3 puntos). Respecto del barrio los residentes de ambos tipos de vivienda evalúan mejor el barrio anterior respecto del actual (nota 6 y7). Las personas que viven en condominio le otorgan una buena calificación al barrio actual (59.4% lo califican con nota 6 y 7), en cambio las personas que viven en departamento consideran que el cambio de barrio no es satisfactorio ( sólo el 35.5% le otorga calificación entre 6 y 7). Lo mejor y lo peor de la vivienda Otro aspecto relacionado con la satisfacción de la vivienda, es la apreciación o el valor que le asignan a elementos o condiciones presentes (o ausentes) en la vivienda actual. La información recogida muestra que existen diferencias de valoración entre ambos grupos y que estas diferencias son estadísticamente significativas. El elemento más valorado por las personas que viven en condominio es el baño propio y para los que habitan en departamentos el dormitorio. Respecto DOS SOLUCIONES HABITACIONALES PARA ADULTOS MAYORES POBRES: ¿CUÁL PREFIEREN ELLOS? de condominio, si se consideran todas las menciones, independientemente de primera, segunda o tercera prioridad, se observa que el baño es lo más apreciado, luego el buen entorno, seguido por la comodidad, todo, el patio y la privacidad. En el caso de los departamentos más del 50% consideran que “todo” es lo mejor de la vivienda , seguido de comodidad, buen entorno y privacidad. Lo deficitario de la vivienda, desde la perspectiva de las personas, es el entorno, luego “espacio insuficiente” y “deterioro de la construcción”. El espacio es señalado por las personas que viven en condominio y el deterioro de la construcción por los que viven en departamento. Considerando en conjunto las respuestas de la primera, segunda y tercera mención, la característica más citada es el entorno, seguida por el deterioro de la construcción y el espacio insuficiente. Cambios que efectuaría en la vivienda Respecto a los cambios que le gustaría efectuar en su vivienda, las respuestas son consistentes con lo mencionado anteriormente. Ambos grupos coinciden en señalar los “arreglos internos” y “ampliación” como los principales cambios que le introducirían a su vivienda. Las personas que viven en departamentos señalan lo primero y los que viven en condominio lo segundo. Se cambiaría de casa, se cambiaría de barrio Consultados los entrevistados acerca de si se cambiarían de casa la respuesta fue positiva en un 68.3% en el caso de las personas que viven en departamentos y de un 32.5% para condominios. Esta opinión es coherente con los antecedentes anteriores: en condominio se califica mejor la vivienda y se destacan más características positivas de ella. La prueba estadística realizada a estas respuestas corrobora lo que muestran los porcentajes, es decir, el valor obtenido es estadísticamente significativo. Respecto a si se cambiaría de barrio, nuevamente las personas que viven en condominio, -que manifestaron mayor satisfacción con la vivienda y el barrio- señalan mayoritariamente que no se cambiarían, no más del 31% lo dejaría. En cambio las personas que viven en departamento manifiestan en un 56.6% que le gustaría cambiarse de barrio. Ganancias y pérdidas con el traslado de vivienda y barrio Otro de los factores considerados centrales en el análisis sobre satisfacción con la vivienda es la percepción que las personas tienen respecto de las ganancias y las pérdidas con el cambio a la vivienda actual. La ganancia considerada más relevante (no hay diferencias significativas entre condominio y departamentos) es la mayor seguridad que brinda el barrio (mayor cercanía a carabineros). La segunda ganancia mencionada por las personas de condominio fue: “relaciones”, “seguridad” y “cercanía al comercio”. Para el caso de las personas de departamentos la segunda ganancia fueron: “relaciones”, “cercanía al consultorio” y “cercanía al comercio”. Por otra parte, las pérdidas mayormente mencionadas, independientemente del orden en el que aparecen es el “frio” en el caso de personas de condominios y “jardin/plantas” para las personas que habitan departamentos. Le sigue “espacio” en ambas viviendas. Se consultó a las personas acerca de las ganancias que visualizaba con el cambio de barrio y la respuesta en ambos casos fue la seguridad del barrio. Como pérdidas las personas de condominio señalan la cercanía a bomberos, miedo y cercanía a la Iglesia. Para los residentes de departamentos las pérdidas respecto del barrio son: la posibilidad de participación en grupos, las relaciones con vecinos y la cercanía al comercio. Ganancias y pérdidas como persona La mayor ganancia como persona la constituye la “tranquilidad alcanzada” siendo las personas que viven en condominios las que se sienten más seguras. Deseos Consultadas las personas acerca de sus deseos las respuestas de mayor frecuencia fueron: “aumento de ingresos”, “salud”, “barrio”; estos junto a “mayores vínculos familiares”, “propiedad”, “casa más grande”, “arreglos de la vivienda” , concentran el 68.5% de las respuestas. Cuatro de estos deseos están referidos a la vivienda y/o entorno. Observados los deseos en función del tipo de vivienda, se constata que en el caso de los condominios los deseos están menos relacionados con la vivienda. Índice de satisfacción Para elaborar el índice se consideraron: nota otorgada a la vivienda anterior y a la actual, nota al barrio anterior y el actual, cambio de casa, cambio de barrio, ganancias derivadas del cambio de vivienda, pérdidas derivadas del cambio de vivienda, ganancias relacionadas con el cambio de barrio y pérdidas relativas al mismo, ganancias como persona y pérdidas como persona. 151 MAGARITA QUEZADA, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO Con las notas a la vivienda anterior y a la actual se originó la variable “ diferencia de notas vivienda”, lo mismo para el barrio originando la variable “diferencias de nota barrio”. Los puntajes obtenidos se agruparon en tres intervalos: bajo, medio y alto. Luego se creó la variable “conformidad con situación habitacional (cambiar de casa + cambiar de barrio) y los puntajes obtenidos se recodificaron como bajo, medio y alto. Para las preguntas relacionadas con pérdidas y ganancias se contabilizó el número de menciones por caso, lo que originó 6 variables asociadas a: vivienda, barrio y persona. Con estas nuevas variables se construyeron otras tres: diferencia entre ganancia y pérdida respecto a vivienda, barrio y pérdida como persona. Los puntajes obtenidos se agruparon en: bajo, medio y alto. Con los datos anteriores se calculó e índice de satisfacción obteniéndose la siguiente distribución: DISTRIBUCIÓN DE INDICE DE SATISFACCIÓN 1.00 - 1.68 1 = Bajo 1.69 - 2.37 2 = Medio 2.38 - 3.00 3 = Alto A continuación se presenta el total de personas por índice de satisfacción y tipo de vivienda. Existe asociación entre el tipo de vivienda y el grado de satisfacción que los encuestados tienen respecto de su situación. Las personas que residen en condominios se muestran más satisfechos que los que lo hacen en departamentos. Destaca la gran diferencia que se observa en el nivel de alta satisfacción, del total de personas que se ubican en esa categoría los casos altamente satisfechos en condominio casi duplican a los de departamentos. Lo mismo sucede, pero en sentido inverso, con el nivel de baja satisfacción, el cual muestra que entre los menos satisfechos, las personas que viven en departamentos doblan a los de condominio. Consideraciones finales Como se señaló en la primera parte de este artículo, el adulto mayor vive un proceso de su ciclo de vida en el que paulatinamente va sintiendo pérdidas de diferente índole, debe manejar los cambios físicos que operan en él, enfrentar la disminución de su vitalidad, empieza a ser conciente de la declinación de su salud, las funciones cognitivas en ocasiones tienden a deteriorarse con el paso de la edad, los ingresos decrecen, las relaciones sociales disminuyen, la familia -a veces- se distancia, por lo tanto, el gran desafío es mantener la independencia, recuperar la fuerza, aceptar las pérdidas y sobreponerse a ellas, poner en marcha una nueva forma de vida. La situación se vuelve más compleja, si a las pérdidas en los diferentes ámbitos descritos anteriormente, se suma la situación de pobreza, entendida como una condición dinámica de vulnerabilidad social, situación que enfrentan las personas o los hogares, especialmente los más pobres, al no ser capaces de mantener sus niveles de bienestar, como resultado de determinadas situaciones de crisis y/o cambios en las condiciones socioeconómicas.29 TOTAL DE PERSONAS SEGÚN ÍNDICE DE SATISFACCIÓN Y TIPO DE VIVIENDA Tipo de vivienda Indice de satisfacción Bajo 29 Mediano Total Alto Condominio 12 10.3% 26.1% 50 42.7% 36.8% 55 47.0% 63.2% 117 100.0% 43.5% Departamento 34 22.4% 73.9% 86 56.6% 63.2% 32 21.1% 36.8% 152 100.0% 56.5% Total 46 17.1% 100.0 136 50.6% 100.0% 87 32.3% 100.0% 269 100.0% 100.0% Moser, C: “The Asset Vulnerability Framework: Reassessing Urban Poverty Reduction Strategies”. En World Development. 1998. 152 DOS SOLUCIONES HABITACIONALES PARA ADULTOS MAYORES POBRES: ¿CUÁL PREFIEREN ELLOS? Respetar la subjetividad de las personas y considerar los cambios que produce la marcha de la edad, son condiciones necesarias para definir o redefinir la política habitacional orientada a adultos mayores. Es en este sentido en el que esta investigación pretende contribuir, por lo tanto los resultados y las propuestas surgen fundamentalmente a partir de la mirada que los propios adultos mayores tienen de su calidad de vida. La calidad de vida de estos adultos mayores está asociada a las condiciones de vida, a la satisfacción experimentada con dichas condiciones, lo cual es producto de la combinación de componentes objetivos y subjetivos, en el marco de sus propios valores, aspiraciones y expectativas. El grupo en estudio tiene en promedio 76 años, mayoritariamente son mujeres, el mayor porcentaje vive sola (o) tienen un ingreso promedio de $ 73.700. Si a este ingreso se restan los gastos fijos mensuales en servicios ($31.000) quedan con un saldo aproximado de $ 42.000 para gastos de mantención. Son personas autovalentes, pero con enfermedades crónicas y con evidentes limitaciones físicas y mentales, producto del paulatino avance de la vejez. Las características del grupo en estudio confirman que el Programa para el Adulto Mayor logra focalizarse efectivamente en el grupo objetivo definido por la política habitacional. Los resultados respecto del primer objetivo planteado en esta investigación -comparación de percepciones de calidad de vida- evidencian, que a pesar de la situación descrita anteriormente y de lo expresado en las entrevistas respecto a la dificultad para “enfrentar la vida” con estos recursos, la calidad de vida es evaluada en los niveles medio y alto. En todas las áreas estudiadas -salud-física, aspecto psicológico, relaciones sociales y medio ambiente- el mayor porcentaje de adultos mayores se concentra en los niveles medio y alto. Se concluye, entonces que la percepción que las personas tienen de su calidad de vida es buena. De un total de 270 personas, 256 se ubican en los dos primeros niveles Un segundo aspecto interesante respecto a percepción de calidad de vida es el que dice relación con la comparación de las percepciones en ambos grupos. Los resultados muestran que los adultos mayores que viven en condominio se encuentran más satisfechos que aquellos que habitan en departamentos. Los resultados -de acuerdo a las pruebas estadísticas utilizadas- son significativos. El segundo objetivo propuesto en esta investigación fue la evaluación de ambas soluciones habitaciona- les de acuerdo a sus atributos (calidad de la vivienda objetiva) y de acuerdo a la satisfacción del adulto mayor (calidad de la vivienda subjetiva). Departamentos Respecto a los atributos de la vivienda las características de diseño y materialidad fueron descritas anteriormente. Interesa aquí destacar aspectos deficitarios que se evidencian en la observación directa y que pueden ser mejorados a futuro con programas complementarios, lo cual elevaría las condiciones de habitabilidad. El diseño original contempla un dormitorio, pero cuando se requiere de otro, las separaciones interiores son realizadas por los adultos mayores de acuerdo a sus posibilidades, de allí que se observen tabiques de madera, cortinas de nylon y tela. Esto muestra la necesidad de diferenciar el espacio para lograr privacidad, pero la forma en que logra es a costa de crear problemas de hacinamiento, ventilación e iluminación. Un segundo aspecto que influye en lo anterior es el reducido tamaño de ventanas en baño y cocina. Los departamentos presentan un importante estado de deterioro, en pisos, paredes y artefactos (con excepción de los conjuntos Cardenal Raúl Silva Henríquez II y III de la comuna de Los Cerrillos), agravado por la humedad que se concentra por la falta de ventilación e iluminación (las ventanas no pueden ser abiertas hacia el exterior por las protecciones externas). Condominios En general se observa un estado aceptable de los materiales de las edificaciones. El mayor grado de deterioro se observa en Villa La Primavera de la Pintana, Centenario I de Colina y Bajos de Matte de la comuna de Buin, allí se evidencia descascaramientos, separaciones de las juntas de los cielorrasos y desgaste, roturas de pisos y hongos en baño y cocina. Los principales problemas de uso están determinados por el diseño original de espacios, la única división de ambiente es la correspondiente al baño, por lo tanto los adultos mayores realizan separaciones de ambientes, básicamente separando un área de dormitorio, lo cual -al igual que en el caso de departamentos- se realiza con cortinas, tabiques de madera o muebles. En algunos casos la división de ambientes deja espacios sin ventanas y por lo tanto sin iluminación y ventilación. En las viviendas que no presentan separación de ambientes (diseño original) el estar y dormitorio es153 MAGARITA QUEZADA, MARISA TORRES, MARÍA ELENA DUCCI Y REYNALDO RIOSECO tán integrados totalmente, y aún cuando se produce una superposición de funciones, se logra mantener una mejor ventilación e iluminación. entorno, la privacidad. Esto es coincidente con lo manifestado en las entrevistas, en el sentido de estar muy “agradecidos” por la solución ofrecida. Un aspecto relevante de destacar tiene relación con el uso del calefón. Del total de los entrevistados el 2.4% de condominios informa no disponer de este artefacto, cifra que aumenta a 36.2% en departamentos. De los que disponen de calefón el 66% de los adultos mayores optaron por no usarlo por “no saber utilizarlo” o porque se encuentra en “mal estado”. El mal estado no está relacionado con la antigüedad de la vivienda. Ellos señalan que suplen esta deficiencia calentando agua y trasladándola en olla hacia el baño, esto representa un peligro para la salud de las personas, considerando además la edad y el deterioro físico de muchos de ellos. Respecto a lo que “menos le gusta” de su vivienda se menciona el reducido espacio en el caso de condominios y el deterioro en la construcción en los departamentos. En cuanto a los cambios que introduciría a su vivienda se señalan -consecuentemente con lo que menos les gusta- arreglos internos (departamento) y ampliación (condominios). La aislación térmica de los techos de las viviendas es un aspecto que es identificado como importante por la mayoría de los adultos mayores, ellos señalan que el calor en el verano y el frío del invierno es “insoportable”. Respecto al segundo aspecto de la calidad de la vivienda, la satisfacción, es importante destacar en primer lugar que los adultos mayores se encuentran satisfechos con su vivienda. De acuerdo al índice de satisfacción calculado, los adultos mayores se agrupan en un 81% en los niveles medio y alto. A lo anterior hay que agregar que existe relación entre el tipo de vivienda y el grado de satisfacción, lo cual indica que los habitantes de condominio se encuentran más satisfechos con su solución habitacional que las personas que viven en departamentos. De hecho, las personas que de condominio manifiestan estar altamente satisfechas con su vivienda, casi duplican el número de las de departamentos. Por su parte, las personas que declaran estar insatisfechos en los departamentos duplican a los insatisfechos en condominio. Como se señaló en la primera parte de este artículo, la satisfacción con la vivienda fue evaluada a través de lo que más le gustaba de su vivienda y lo que menos le gustaba, calificación con nota de 1 a 7 a su vivienda y barrio, cambios que le introduciría a la vivienda, intención de cambiarse de casa o de barrio, las pérdidas y ganancias en cuanto a vivienda y barrio. Lo más valorado de la vivienda es el baño y el dormitorio, lo primero en condominios y lo segundo en departamentos. Llama la atención que “le gusta todo” al 26% de las personas en caso de los condominios y al 41% en departamentos. Los adultos mayores de departamentos y condominios aprecian de manera importante la comodidad, el buen 154 En cuanto a si se cambiaría de casa la información recogida es coincidente con el nivel de satisfacción con su vivienda. Las personas que viven en departamento se cambiarían en un 68.3% , en cambio las de condominio lo harían en un 32.%. Respecto del barrio éste no es determinante en el nivel de satisfacción en el caso de los condominios, el 61.1% de ellos otorga alta calificación a su antiguo barrio cifra que no difiere del 59.4% que evalúa con nota 6 o 7 el barrio actual y no se cambiarían en un 56%. Para los habitantes de departamentos el cambio no es satisfactorio, dado que sólo el 35.5% le otorga alta calificación al barrio actual en contraste con el 64.4% de concentración en calificaciones 6 y 7 para el barrio anterior. Manifiestan que se cambiarían en un 69.4%. Esto probablemente esté asociado a los problemas que señalaron en la entrevista como sentimiento de inseguridad frente a sus vecinos y al entorno, molestias causadas por adolescentes y adultos (fiestas, alcohol, drogas). Respecto a las ganancias con el traslado de barrio la seguridad se menciona en primer lugar, para ambos casos, en segundo lugar se menciona para condominios- “relaciones”, seguridad” y “cercanía al comercio”. Para el caso de departamentos la segunda mención es “relaciones”, “cercanía al consultorio” y “cercanía al comercio”. Respecto a las pérdidas los adultos mayores señalan que “perdieron el miedo” y los de departamento perdieron en “relaciones sociales”. La “tranquilidad” es una ganancia como persona valorada por mas de dos tercios de la muestra, siendo los habitantes de condominio los que más seguros se sienten. Como se señaló anteriormente, el adulto mayor vive un proceso en el que necesita esa tranquilidad, que se la proporciona la posibilidad de vivir de manera independiente, un ambiente adecuado, protegido, pero no aislado. Dada la conformación de los condominios en el contexto poblacional, se hace necesario estimular la interacción entre sus pares y con el entorno, y DOS SOLUCIONES HABITACIONALES PARA ADULTOS MAYORES POBRES: ¿CUÁL PREFIEREN ELLOS? recuperar en muchos casos los lazos familiares, organizacionales, vecinales, debilitados o perdidos. Esto permitiría combatir la soledad, la frustración, el sentimiento de abandono y la falta de integración, en la medida que rompe con las barreras materiales y no materiales del condominio, y lo abre al contexto. Las características de los adultos mayores que viven en los condominios a pesar de sus particularidades individuales, comparten bastantes semejanzas en cuando a: edad, estado de salud, situación de pobreza, necesidades de apoyo (materiales, instrumentales, emocionales, cognitivas), de comunicación, lo cuál desafía el pensar en una intervención que asuma estas características y las propias de la vejez, que integre a los propios adultos mayores en la formulación de la misma y que comprometa a las organizaciones locales públicas, privadas, vecinales y de voluntariado. Algunas propuestas de acción Las soluciones habitacionales para adulto mayor, están originalmente diseñadas para una o dos personas. Sin embargo algunos adultos mayores se ven obligados a aceptar otras personas en su vivienda, afectando sus condiciones de vida, autonomía y tranquilidad. Se sugiere buscar la forma de mantener alguna regulación a este aspecto. Para el caso de los condominios se sugiere revisar el material de aislación de los techos, así como las placas para los cielorrasos, que se desprenden y se separan de las juntas. En el caso de los pisos el material utilizado “flexi” se encuentra deteriorado y despegado en la mayoría de los casos, con el consecuente riesgo de caídas y fracturas de las personas. Se sugiere un material cerámico u hormigón lustrado y/o pintado. Para las paredes, materiales como ladrillos bloques pintados sin revoque sería lo recomendable para facilitar el mantenimiento, evitar la acumulación de humedad, fisuras y facilitar el arreglo de los sistemas tanto eléctricos como sanitarios. Este tipo de programas habitacionales requeriría una complementación en términos de capacitación en el uso de la vivienda y orientación respecto de los cambios que se quieran introducir en el espacio interior, de tal manera de evitar la subutilización de artefactos disponibles e introducir cambios que no afecten aspectos esenciales como ventilación e iluminación. Dada la imposibilidad de estos adultos mayores para destinar parte de su ingreso a la mantención de la vivienda, sería recomendable considerar un programa complementario de mantención, que resuelva problemas de electricidad, gasfitería, pintura, etc. Los conjuntos habitacionales de los condominios contemplan un equipamiento comunitario, el que está subutilizado por sus habitantes y por organizaciones comunitarias. Considerando el estado de salud de las personas y las dificultades que manifiestan para trasladarse hacia los centros asistenciales de salud, sería recomendable que entidades como Centros de Salud, Cruz Roja, desarrollaran algún tipo de actividad. En nuestra opinión sería recomendable desarrollar un programa integral para el adulto mayor, encabezado por el municipio, como entidad coordinadora y que comprometiera acciones en el ámbito de la salud, recreación, educativas, culturales, de organización social, concitando la participación de distintas entidades de la comunidad, públicas y privadas yde voluntariado, en un acto de responsabilidad social y solidaridad con un grupo de población triplemente excluído por su situación de vejez, por su situación de pobreza y por el lugar que ocupa en el espacio de la ciudad. Este resultado nos parece particularmente importante en términos de decisiones de politica habitacional, considerando que la vivienda y el barrio son factores relevantes en la percepción de la calidad de vida. Una de las cosas que se comprueba en esta investigación es que las necesidades, aspiraciones, expectativas relacionadas con la calidad de vida se asocian con la etapa de vida que viven estas personas, es decir la percepción de satisfacción se ve influída por variables ligadas al factor edad. FECHA DE RECEPCIÓN: enero de 2006 FECHA DE ACEPTACIÓN: MARZO DE 2006 155 ISSN 0716-9736 / Revista Trabajo Social / No 73 / Marzo / 2006 / P. 157-169 ¿Cómo viven los inmigrantes irregulares1 sus procesos de integración en Chile?2 How do Ilegal1 inmigrants in Chile endure their process of assimilation?2 CLAUDIA SILVA3 Resumen Durante la década de los noventa hubo un aumento explosivo de la migración hacia Chile. Según el Censo del 2002 se encontraban residiendo en esa fecha alrededor de 200.000 inmigrantes en nuestro país, cerca del 10% de ellos serían irregulares. Los migrantes irregulares han formado un nuevo tipo de pobreza urbana que comienza a ser preocupación de algunos sectores de la sociedad civil. Desde la Vicaría de la Pastoral Social surge la iniciativa de intentar comprender mejor los procesos de integración de los inmigrantes irregulares en nuestro país, realizándose un primer estudio exploratorio sobre la materia. En el presente artículo tematizaremos el tema de la migración irregular en América Latina y Chile y se expondrán los resultados de la indagación exploratoria descriptiva. Palabras Clave: migración - migración irregular - integración Abstract During the decade of the 90’s there was an explosive increase of the migration toward Chile. According to the Census of the 2002 they were around 200.000 immigrants residing in our country, near 10% of them should be irregular ones. The irregular immigrants have formed a new type of urban poverty and begin to be concern of some sectors of the civil society. That is why, from the Vicaría de la Pastoral Social arises the initiative of trying to understand the processes of integration of irregular immigrants, and a first exploratory study on the matter has be done. In the present article we will discuss the topic of the irregular migration in Latin America and Chile and the results of the descriptive exploratory study will be exposed. Words Key: Migration - irregular migration - integration Migración en América Latina La migración no es un fenómeno reciente en la humanidad, ya que ha estado presente durante toda la historia del Hombre. Sin embargo, durante las últimas décadas ha adquirido nuevas características que hacen necesario que el tema se aborde desde nuevas perspectivas. Esto, debido a que ha habido un aumento explosivo de población migrante. En el año 1965 había 75 millones de migrantes en el planeta. En 1990, 120 millones (Gosh, 2002) y en el año 2003 se calculó que existían 175 millones de inmigrantes, lo que equivaldría a casi el 3% de la población mundial (OIM, 2003). Así, “la migración internacional se anuncia como una de las cuestiones demográficas más importantes para la formulación de políticas durante las próximas décadas” (Martine, Hakkert y Guzmán, 2000:163). El análisis de la causa de los flujos migratorios suele hacerse bajo un punto de vista que asume la existencia de situaciones dicotómicas, donde el mi- Los inmigrantes irregulares (comúnmente llamados “ilegales”), son aquellas personas que entran ilegalmente a un país o que habiendo entrado con algún tipo de permiso (visa de turismo o residencia) al vencerse, siguen permaneciendo en él, la mayoría de las veces trabajando en ausencia de cualquier tipo de protección social. 2 En el presente artículo se presentan los resultados de una indagación exploratoria descriptiva acerca de los procesos de integración de inmigrantes irregulares residentes en la comuna de Estación Central, realizada por la Vicaría de la Pastoral Social en el marco de su proyecto “Líderes Comunitarios para la Integración Social”. 3 Asistente Social. Licenciada en Trabajo Social. Pontificia Universidad Católica de Chile. Doktor der Philosophie (c) Institut für Politische Wissenschaft und Soziologie. Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität Bonn. e-mail: csilvad@uc.cl o csilva@uni-bonn.de 1 157 CLAUDIA SILVA grante se mueve desde países pobres a países ricos. Sin embargo, la decisión de migrar no es puramente individual, por lo que es necesario abordar el problema de forma más compleja. Para avanzar en la captura de dicha complejidad, diferentes autores han hecho referencia a determinados modelos “tipoideales” (Weber) que permiten entender de forma más acabada los movimientos migratorios actuales. Algunos autores hablan de un modelo de intercambio, donde se asume que la decisión de migrar está sujeta a un cálculo racional -por parte de los inmigrantes- de costos y beneficios. De esta manera, los desplazamientos migratorios tenderían a producir un equilibrio en la distribución espacial de los factores productivos. Dicho equilibrio estaría dado por la movilidad de la fuerza de trabajo, que tendería a la óptima asignación del recurso humano. Este modelo supone, por extensión, la diversificación de la población migrante sobre la base de la división internacional del trabajo, así como el equilibrio general entre emigración e inmigración. Lo que se visualiza aquí es un proceso de circulación de la fuerza de trabajo donde el desplazamiento es, en general, voluntario. (Alarcón et al, 1997). Otros autores hacen referencia a un modelo de polarización, donde se enfatiza el contexto social, económico y político en que se lleva a cabo la migración. Desde esta perspectiva, el equilibrio migratorio es altamente improbable, dado que la diversidad en la distribución de los factores productivos comporta decisivas asimetrías. Tendería a darse una polarización en los movimientos migratorios, con aglomeración de población en algunas regiones y despoblamiento de otras. Por lo tanto, aquí se visualizan fenómenos de marginalización y desplazamiento forzado. (Alarcón et al, 1997) Puede decirse que estos modelos no son del todo excluyentes. Es posible que se constituyan círculos migratorios que liguen zonas productivas de alta densidad de población, las cuales funcionan a la vez como polos de atracción para zonas aledañas de baja productividad y densidad decreciente (Alarcón et al, 1997). Sin embargo, aunque estos modelos ayudan a entender mejor las causas de la migración, ninguno de ellos permite cuestionar la visión dicotómica y dar cuenta de manera más holística de las dimensiones y características del fenómeno. Actualmente, “para afrontar la cuestión de las migraciones internacionales hay que tener en cuenta sus causas estructurales: 4 desde la mundialización de la economía al surgimiento de regímenes jurídicos transnacionales que conciernen a los derechos humanos, pasando por la construcción de entidades supranacionales como la Unión Europea (UE)” (Sassen, 2001:20). Por lo tanto, como muchos otros, el fenómeno de las migraciones masivas es imposible de entender mientras se excluya de su análisis conceptos como el de mundialización y sociedad global. El concepto de sociedad global es de origen reciente. Mucha de la literatura de especialidad al respecto ha emergido en los últimos años. Como su nombre lo indica, el concepto de mundialización toma como unidad de análisis el mundo entero, el cual es tratado como un sistema social singular. Los migrantes internacionales en este contexto son actores del sistema global total, donde el concepto de país de origen y país de llegada se relativiza. Así, la mundialización es el proceso por medio del cual la población del mundo es vinculada a una sola sociedad. El concepto sugiere que la creación de la sociedad mundial es el resultado de interacciones sociales a escala mundial, donde cada parte es interdependiente e influida por la otra. (Alarcón et al, 1997). En la medida que se acoge el concepto de mundialización, la migración deja de ser sólo una motivación individual de algunos sujetos y pasa a ser parte estructural del sistema global, por lo que debe ser asumida como un elemento más del mundo moderno. De esta manera, podemos afirmar que la migración no es simple consecuencia de la pobreza o resultado de las opciones individuales de los migrantes. Es preciso vincular los hechos migratorios con las políticas susceptibles de haberlos provocado. Todo indica que es a partir de las opciones de los países altamente desarrollados -importadores de mano de obra-que se construyen los lazos que unen a los países de emigración e inmigración. Es en esos países donde se crean las condiciones que hacen de la emigración una de las opciones de supervivencia para las poblaciones (Sassen, 2001:20). Como demuestran diversos estudios internacionales4 uno de los mayores patrones de migración internacional de las últimas décadas es el patrón de migración “de sur a norte”, es decir, de países subdesarrollados a países desarrollados. Latinoamérica no está ajena a este proceso y es precisamente desde nuestra región que emigran millones Ver estudios de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). 158 ¿CÓMO VIVEN LOS INMIGRANTES IRREGULARES SUS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN CHILE? de personas hacia países del norte. En Estados Unidos, por ejemplo, se encontraban residiendo 14.5 millones de latinoamericanos y caribeños en el año 2000 (Villa y Martínez, 2001). Otro patrón de migración latinoamericano que ha crecido en importancia durante las últimas décadas es el intercambio de población entre los países de la región. Así, las personas suelen migrar desde países más empobrecidos a países con una situación económica más estable dentro de Latinoamérica. Los países de destino principales entre los años 1970 y 1990 fueron Argentina y Venezuela. Durante las dos últimas décadas México y Costa Rica se han convertido en destinos principales en Centroamérica y Chile se ha convertido en foco de inmigración dentro del Cono Sur, especialmente de personas provenientes de Perú (Villa y Martínez, 2001). Migración irregular en América Latina Diferenciándose de las migraciones de los siglos anteriores, los actuales procesos migratorios de América Latina han modificado su modalidad, siendo característicos de nuestra época las masivas emigraciones laborales; la migración ilegal (generando bolsones de extrema pobreza dentro de los sectores marginados de las sociedades de acogida); fuga de cerebros (generalmente de personas jóvenes, que luego de ser formados profesionalmente en sus países, ante la imposibilidad de realizarse como técnicos y/o profesionales, deben migrar en búsqueda de mejores posibilidades); y los movimientos de refugiados políticos, que deben forzosamente hacer abandono de su patria para poner en resguardo sus vidas. Dentro de estos modos de movilización humana, la migración irregular en América Latina es uno de los fenómenos de mayor relevancia en las últimas décadas. Millones de latinoamericanos de distintos países se ven obligados a dejar sus sociedades de origen en busca de oportunidades de sobrevivencia para ellos y Extranjeros sus familias. Pero los países de destino generalmente no están dispuestos a acoger a tantos trabajadores migrantes con lo que se ha producido un fenómeno de “cierre de fronteras”5. Este “cierre de fronteras”, sin embargo, no ha disminuido el número de migrantes, sólo ha aumentado el número de migrantes irregulares. Los inmigrantes irregulares constituyen uno de los grupos más vulnerables dentro de las sociedades de destino, ya que al no ser reconocidos como sujetos de derecho están expuestos a todo tipo de abusos sin poder hacer valer sus derechos humanos fundamentales. Es por esta razón, que se constituyen en un problema social, necesario de ser abordado en las intervenciones de Trabajo Social. Migración irregular en Chile Si bien el fenómeno migratorio ha estado presente en toda la historia del país, nunca antes tuvo las características que a partir de la década recién pasada se observan. Ya que Chile históricamente fue receptor de migraciones electivas y no espontáneas. Se habla de migraciones electivas, pues éstas fueron propiciadas por el Estado dentro de las políticas para la ocupación y colonización de territorios (ej.: colonización de los alemanes en el sur, etc.). Sin embargo, durante los años noventa ha habido una migración espontánea de parte de residentes de otros países latinoamericanos, sobre todo de países vecinos. Esto, producto del desarrollo de los medios de comunicación y la imagen de país exitoso en la implementación del modelo neoliberal. Hoy Chile es catalogado como uno de los países más estables de la región. Otros aspectos relevantes que han convertido a Chile en un país atractivo para extranjeros latinoamericanos son: la vuelta a la democracia y el uso del mismo idioma. (Bazo, 2001) Si analizamos los censos de las últimas décadas, podemos ver claramente el aumento de migrantes provenientes de Perú y Bolivia en nuestro país. Censos 1970 %1970 1982 %1982 1992 %1992 2002 Bolivianos 7.666 8,48 6.113 7,60 7.729 6,74 10.919 5,6 Peruanos 3.930 4,35 4.100 5,10 7.649 6,67 37.860 19,38 %2002 Otros Extranjeros 78.845 87,17 70.252 87,3 99.219 86,59 146.541 75,02 Total 90.441 100,0 80.465 100,0 114.597 100,0 195.320 100 * Fuente OIM 5 El principal argumento para cerrar las fronteras, es que la absorción de mano de obra extranjera afectará negativamente la economía local, generando disminución de las remuneraciones y cesantía. Sin embargo, este supuesto no ha podido ser comprobado en los estudios internacionales, donde se hace referencia a los efectos positivos de la migración sobre la economía local. 159 CLAUDIA SILVA En cuanto a la condición de residencia de los inmigrantes, el aumento de los flujos inmigratorios regulares hacia Chile, ha provocado también el aumento de los flujos de irregulares. No se sabe con exactitud la cantidad de personas en situación irregular residiendo en el país. Esto, ya que un tema a considerar en materia de irregularidad dice relación con la cuantificación y caracterización de dicha población. Cuantificar a los inmigrantes irregulares es muy difícil, pues ellos deben esconder su situación. Por lo tanto, la forma de acercamiento a una cifra se ha basado en calcular el saldo acumulado de turistas, es decir, la diferencia entre el número de turistas entrados y salidos del país en un período determinado de tiempo, menos el número de beneficios de residencia temporal otorgados en ese mismo período. Sin embargo, esta forma de cálculo no considera, por ejemplo, a las personas que ingresan ilegalmente al país. Una forma de estudiar los procesos de inserción de los inmigrantes irregulares es diferenciar entre integración sistémica e integración social (Habermas). La integración sistémica se refiere al “sistema de sociedad bajo el aspecto de su rendimiento, es decir, de la capacidad para conservar sus límites” (Matus et al, 2001). Específicamente, “aquellas articulaciones que las personas inmigrantes establecen con dos grandes sistemas: el Estado y el Mercado” (Matus et al,2001). En este sentido, consideraos especialmente relevante estudiar el acceso que los inmigrantes irregulares tienen a los sistemas de Educación, Vivienda, Salud, Trabajo y Asistencia Social, entendiendo que en dicho acceso intervienen tanto lógicas estatales como de mercado. Aclarado aquello, se puede mencionar que las consideraciones del anterior método de medición más estudios internacionales, indican que el número de personas en condición irregular en los países que tienen alguna presión migratoria, es de alrededor del 10% del total de las personas que residen de manera permanente en el país de destino. De esta forma, se calcula que el número de irregulares en Chile sería de aprox. 20.000 personas. Al hablar de integración social, por lo tanto, nos referimos al mundo de las sociabilidades y solidaridades primarias en - y desde - el cual se insertan los inmigrantes irregulares al arribar y permanecer en otro país: la familia, las comunidades y grupos vecinales, las esferas socio-culturales y religiosas. A partir de dichas esferas, estos individuos pondrían en juego sus valores, sus identidades y relaciones de pertenencia (Matus et al, 2001). Integración de inmigrantes irregulares Dada su situación de ilegalidad, las condiciones de vida de los inmigrantes irregulares permanecen invisibilizadas en la sociedad y sus derechos fundamentales muchas veces son pasados a llevar. Pero los inmigrantes irregulares se insertan en las sociedades de acogida y se han convertido en una nueva forma de pobreza, fundamentalmente urbana. Es por esta razón, que consideramos necesario develar la situación de vida de dicha población, para poder generar intervenciones adecuadas que permitan mejorar la calidad de vida de estas personas. Consideramos esto un desafío especialmente relevante para el Trabajo Social. Estudiar el modo de integración de los inmigrantes irregulares nos permitirán develar, por ejemplo, en qué medida los migrantes acceden o no a: trabajo, salud, educación, etc. y en qué medida los inmigrantes logran tener o no redes de apoyo que les permita subsistir en la nueva sociedad. Un mayor conocimiento sobre el tema permitirá realizar intervenciones de Trabajo Social debidamente fundadas. 160 Por otra parte la integración social se refiere al mundo-de-la-vida (Schütz, Habermas) estructurado mediante símbolos, es decir, mediante la instancia de las instituciones en que se socializan los sujetos. Así, para poder entender mejor el fenómeno de la migración irregular e intervenir sobre él, es necesario comprender cómo se insertan los inmigrantes tanto a nivel de las estructuras como a nivel social, cuáles son sus grupos de referencia, etc. Indagación exploratoria descriptiva Realizar estudios sobre las condiciones de vida de los inmigrantes irregulares es una tarea particularmente difícil, ya que ellos suelen mantener oculta su situación por miedo a ser deportados y, por lo tanto, la accesibilidad a estos sujetos es muy limitada. Es por esta razón que a nivel internacional existen pocos estudios empíricos sobre la materia y a nivel nacional éstos son casi inexistentes. Sin embargo, tanto la Vicaría de la Pastoral Social como la Pastoral de Inmigrantes Pedro Arrupe (PIPA, actual Servicio Jesuita a Migrantes-Chile) en 2002 decidieron asumir el desafío de elaborar un levantamiento descriptivo acerca de cómo se integran los inmigrantes irregulares en nuestro país. Esto, ya que como se ha mencionado con anterioridad, los migrantes irregulares se han transformado cada vez ¿CÓMO VIVEN LOS INMIGRANTES IRREGULARES SUS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN CHILE? más en un factor de preocupación de distintos grupos de la sociedad civil, especialmente de la Iglesia Católica (Instituto Católico Chileno de Migración, Servicio Jesuita a Migrantes-Chile, Vicaría de la Pastoral Social, Vicaría Zona Norte). Dado que esta es una de las primeras indagaciones empíricas en Chile sobre la materia, se ha considerado interesante difundir sus resultados, a pesar de las limitaciones del estudio. Para realizar este primer levantamiento de información se elaboró una encuesta que se aplicó a 53 inmigrantes que se encontraran viviendo o hubieran vivido situación legal irregular. No hubo elección intencionada de los sujetos, ya que se encuestó a todos aquellos que accedieron a participar. La encuesta fue aplicada por agentes pastorales y voluntarios de la Pastoral de Inmigrantes Pedro Arrupe (PIPA) durante las visitas domiciliares que el área de acogida de dicha organización suele realizar los días domingo a las viviendas de los inmigrantes. El hecho de haber contado con el apoyo de este grupo de voluntarios -que a su vez contaban con lazos de confianza con los inmigrantes- fue fundamental para hacer posible la aplicación de la encuesta. Construcción de la encuesta Para la construcción de la encuesta, se incorporaron los conceptos de integración social e integración sistémica, para cada uno de los cuales se elaboraron distintas dimensiones (con sus respectivos indicadores). Además se recopilaron distintos antecedentes que se consideraron relevantes. Síntesis de los resultados A continuación se expondrá una síntesis de los resultados de la indagación, haciendo referencia a diferencias entre hombres y mujeres sólo cuando sea pertinente. ANTECEDENTES: SÍNTESIS DE RESULTADOS: Sexo Se encuestó a 37 mujeres y 16 hombres, es decir, hubo clara preponderacia de mujeres en la muestra (70%). Edad La distribución de la edad entre las personas encuestadas fue bastante heterogénea. Las edades fluctuaron entre los 19 y los 57 años, situándose el 50% de las personas entrevistadas entre los 27 y 45 años. País origen La mayor cantidad de personas encuestadas provenían del Perú. Participaron sólo 4 personas ecuatorianas, todos ellos hombres. Nivel educacional El nivel educacional difirió entre hombres y mujeres, ya que mientras 6 de los 16 encuestados hombres no alcanzaron a terminar la secundaria (38%), 4 de ellos sí lo hicieron (19%) y 2 de ellos tiene educación técnica completa (13%) Por su parte, 16 de las 37 mujeres sí tiene educación secundaria completa (43%), 6 de ellas tienen educación técnica completa (16%) y 2 de ellas educación universitaria completa (5%). Profesión u oficio Los oficios declarados con mayor frecuencia por las mujeres fueron: asesora del hogar, enfermera y cosmetóloga. Última ocupación en país origen Los oficios declarados por los hombres fueron extremadamente heterogéneos. Sólo hubo 2 que fueron mencionados dos veces: electricista y chofer. 31 de los 53 encuestados (58%) declaró NO tener la posibilidad de ejercer su profesión u oficio en el país de origen. No hubo diferencias considerables entre hombres y mujeres. Año de llegada a Chile Los años de llegada de las personas encuestadas fluctuaron entre el año 1997 y 2002, siendo la cantidad de personas llegadas por año bastante homogénea. Estado civil A pesar de que en ambos sexos la mayor cantidad de personas es casada o convive con su pareja, existe una diferencia entre hombres y mujeres. Mientras 3 de los 16 hombres encuestados (20%) es separado o soltero, 17 de las 37 mujeres encuestadas (46%) es separada o soltera. El resto de las personas encuestadas es casada o convive con su pareja. 161 CLAUDIA SILVA Integración Sistémica: Se refiere a las articulaciones de los individuos y grupos sociales con dos grandes sistemas: el Estado y el Mercado. Importa más el rol asignado al individuo, que su personalidad. DIMENSIONES: INDICADORES: SÍNTESIS DE RESULTADOS: Educación Educación formal en Chile Ninguno de loa adultos encuestados ha seguido algún tipo de educación formal en Chile. Sin embargo, todos los hijos de las personas encuestadas han tenido acceso a la escuela. Participación cursos capacitación 5 personas han logrado tener acceso a capacitación en Chile. Convalidación de estudios Ninguno de los encuestados adultos logró convalidar sus estudios en Chile, a pesar de que 36 de los 53 encuestados manifestó haberlo necesitado. N° de cambios de domicilio último año 24 de los 53 encuestados declaran haber residido en un solo domicilio durante el último año, es decir, cerca del 55% de las personas encuestadas ha tenido dos o más domicilios durante los últimos doce meses. Tenencia de la vivienda 7 de las personas encuestadas declaran vivir en la casa del empleador (asesoras del hogar puertas adentro, que arriendan una pieza para pasar sus días libres) El resto de los encuestados (87%) viven en piezas arrendadas. El arriendo de piezas fluctúa entre los $ 50.000 y $100.000 pesos mensuales. Tipo de vivienda Las viviendas en la totalidad de los casos son piezas con murallas de material ligero dentro de grandes casas en la comuna de Estación Central. Condiciones sanitarias 41 de los encuestados no cuenta con baño de uso exclusivo para los miembros del grupo familiar, sino que debe compartirlo con el resto de los habitantes de la casa (entre 30 y 50 personas). El abastecimiento de agua en el 55% de los casos se encuentra fuera de la habitación. 35 de las personas encuestadas (56%) tiene sólo acceso a agua fría. Calidad de la vivienda La calidad de las viviendas es deficiente, ya que las murallas de las habitaciones son de material ligero y suelen lloverse en los inviernos. Por otra parte, no existe sistema de calefacción seguro (sólo estufas o braseros) ni de ventilación. Existencia de afiliación Ninguno de los hombres posee algún tipo de afiliación. 14 mujeres -que han regularizado su situación legal debido a su empleo- están afiliadas al sistema de salud. Sistema al que está afiliado El total de las mujeres afiliadas al sistema de salud, lo está en Fonasa. Acceso al sistema de salud Los encuestados en su totalidad declara haber tenido acceso a servicios de salud cuando lo ha solicitado, ya sea en consultorios u hospitales públicos o en el consultorio del Hogar de Cristo, mediante la ayuda de la Pastoral de Inmigrantes Pedro Arrupe (PIPA). Según los datos manejados por PIPA, los hombres suelen solicitar menos servicios de salud que las mujeres. Vivienda Salud 162 ¿CÓMO VIVEN LOS INMIGRANTES IRREGULARES SUS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN CHILE? Trabajo Asistencia Social Condición laboral actual 15 de las 53 personas encuestadas (29%) se declara cesante; mientras 30 personas se declaran trabajadores dependientes, 19 de ellas (4 hombres y 14 mujeres) con contrato. 8 personas son trabajadores por cuenta propia. Tipo de empleo El tipo de empleo varía según sexo. 14 de las mujeres encuestadas son asesoras del hogar, el resto de las mujeres que tienen empleo heterogéneos y se dedican, por ejemplo, a actividades de: ayudante de cocina, cajera, cuidado de enfermos, etc. Los hombres tienen empleos muy diversos, siendo el más frecuente obrero de la construcción. Ingresos En términos generales, el ingreso varía entre los $80.000 y $ 200.000 pesos mensuales. Sin embargo, las mujeres suelen tener mejores ingresos familiares que los hombres, ya que el 54% de las mujeres tienen un ingreso de $120.100 o más, mientras el 56% de los hombres tiene un ingreso familiar de $120.000 o menos. Ambiente laboral En cuanto al ambiente laboral, el 44% de los hombres y el 43% de las mujeres lo describen como bueno, señalando que existe buen trato por parte del empleador y buenas relaciones con compañeros de trabajo. El 25% de los hombres y el 11% de las mujeres señalan que su ambiente laboral es regular, ya que existe discriminación. Por otra parte, el 6% de los hombres y el 13% de las mujeres consideran que el ambiente laboral es malo, principalmente porque se producen muchos abusos de parte de los empleadores, porque la jornada de trabajo es demasiado extensa y porque existe un trato discriminatorio. El porcentaje restante de hombres y mujeres no emite opinión al respecto. Actividades remuneradas último El 77% de los inmigrantes de la muestra que tienen empleo declaran haber realizado una o dos actividades remuneradas en el último año, lo que señala cierta estabilidad en el empleo. Acceso al trabajo En cuanto al acceso al trabajo, el 31% de los hombres lo considera difícil debido principalmente a la indocumentación, a la escasez de trabajo y a la discriminación. Igual porcentaje encuentra que la dificultad para encontrar trabajo es regular, mientras el 25% considera que el acceso al trabajo es fácil en comparación con el país de origen. El 13% restante no responde. En las mujeres esta situación no varía mayormente. El 38% declara encontrar el acceso al trabajo difícil. Las causas son las mismas señaladas por los hombres, pero ellas agregan la maternidad. El 17% manifiesta que el acceso al trabajo le parece regularmente difícil, señalando que encontrar empleo toma tiempo y que hay que buscar alternativas distintas a la profesión u oficio. El 28% considera que el acceso al trabajo es fácil y señala que INCAMI funciona bien como bolsa de trabajo. El 16% restante no contesta. Recibe asignación familiar o subsidio (dinero, salud, educación, vivienda, etc.) 46 de las personas encuestadas (87%) no recibe ningún tipo de ayuda. Las personas que declaran recibir ayuda, en su totalidad reciben asignación familiar. 163 CLAUDIA SILVA Integración social: se refiere al mundo-de-la-vida, el mundo de las sociabilidades y solidaridades primarias: las familias, las comunidades y grupos socio-vecinales, las esferas socioculturales y religiosas a partir de las cuales los individuos construyen sus valores, sus identidades y relaciones de pertenencia. Es un espacio de la vida que proporciona seguridad, estabilidad, identidad, sentido de pertenencia, sentido psicológico de comunidad y conexión afectiva al territorio (Matus et al, 2001). DIMENSIONES: INDICADORES: SÍNTESIS DE RESULTADOS: Situación familiar Arribo con pareja La mayoría de los encuestados (37 personas) arribó sin pareja a Chile. Sin embargo, es mayor el porcentaje de hombres que arribo sin pareja (93%) que el de mujeres (62%). Pareja en Chile Al momento de la entrevista 14 de los 16 hombres encuestados (88%) declaró tener pareja y 21 de las 37 mujeres encuestadas (57%) declaró tener pareja. Nacionalidad pareja Tanto en los hombres como en las mujeres de nuestra muestra, la tendencia es a tener pareja de la misma nacionalidad. Así, 27 de las personas encuestadas declaró tener pareja de igual nacionalidad, 2 personas tener como pareja a un inmigrante de otra nacionalidad y 4 personas tener pareja chilena (1 hombre y 3 mujeres). Núcleo Familiar Se puede señalar que tanto hombres como mujeres tienen grupos familiares residiendo con ellos en Chile. Por cada inmigrante existe entre 1 y 2 inmigrantes más residiendo en Chile. En cuanto a los niños, podemos observar que no existe gran diferencia en la cantidad de niños (hijos en su mayoría) que habitan con hombres y mujeres. Las personas que tienen hijos duelen tener entre 2 y 3. Vía por la que encontró empleo En ambos sexos el medio más común para encontrar trabajo fueron los amigos, ya que 22 personas encontraron empleo por esa vía. El resto de las personas que se encuentran trabajando, encontró su empleo mayoritariamente a través de INCAMI o avisos en el diario. Nacionalidad amigos 36 de las personas encuestadas suele compartir su tiempo libre con inmigrantes de igual nacionalidad. En segundo lugar se comparte con migrantes de otra nacionalidad y en tercer lugar con chilenos Ayuda Informal Mientras 10 de los hombres encuestados (63%) afirma tener a quien acudir en caso de necesitar ayuda, 24 de las mujeres encuestadas (65%) declara NO tener a quien acudir en caso de necesitar ayuda. Pertenencia a organización 45 de los encuestados (84%) declaran no pertenecer a ninguna organización, 6 personas (12%) declaran pertenecer a una organización y el resto de las personas encuestadas no entregan información al respecto. Nacionalidad vecinos 46 de las personas encuestadas (60%) declara tener como vecinos mayoritariamente a inmigrantes de igual nacionalidad u otros extranjeros. Satisfacción vivienda El 44% de los hombres y el 33% de las mujeres encuestadas dice sentirse satisfecho/a con su vivienda. Esto, porque sostienen que la vivienda es cómoda, pues se ocupa sólo para dormir. Además el arriendo es barato, se está junto a la familia y se tiene lo necesario para sobrevivir. El 19% de los hombres y el 16% de las mujeres dice sentirse sólo medianamente satisfecho, pues el hacinamiento y las condiciones sanitarias son Redes Sociales Entorno habitacional 164 ¿CÓMO VIVEN LOS INMIGRANTES IRREGULARES SUS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN CHILE? complicadas. El 3% de las mujeres declara sentirse medianamente insatisfecha, pues a pesar de que es tolerable, se desea algo mejor. Sin embrago, el 25% de los hombres y el 43% de las mujeres declara sentirse insatisfecho/a. Las razones de insatisfacción son la falta de privacidad, la mala calidad de la vivienda, el hacinamiento, la falta de servicios higiénicos, la estrechez del lugar, la falta de cocina y de agua caliente. Relación con la sociedad chilena Satisfacción barrio El 50% de los hombres y el 82% de las mujeres encuestadas afirman que les agrada su barrio. Entre las razones de agrado se encuentran la tranquilidad del barrio, la buena locomoción, la cercanía con el centro y el vivir con personas de igual nacionalidad. El 13% de los hombres y el 3% de las mujeres aseguran que el barrio les es indiferente, mientras el 7% de los hombres y el 10% de las mujeres declaran que no les agrada el barrio. Razones de desagrado son el consumo de drogas de los adolescentes del barrio y la mala convivencia con los vecinos, producto del hacinamiento y los distintos estilos de vida. Finalmente el 30% de los hombres y el 5% de las mujeres no se refieren al tema. Lo más significativo Al preguntar por lo más significativo de vivir en Chile, entre los aspectos negativos destacados tanto por hombres como por mujeres, figura la distancia de la familia, la discriminación, la soledad y el difícil acceso al mercado laboral. En cuanto a lo positivo, resaltan la formación de una familia o la reunificación familiar y la mejoría económica, la posibilidad de tener trabajo y surgir socialmente. Podemos observar cómo tanto en lo negativo como en lo positivo destacan los lazos familiares primarios y el trabajo. Deseo de continuar residiendo en Chile 44 de los inmigrantes de nuestra muestra (84%) señala desear continuar residiendo en Chile. Sin embargo, la pregunta no explicita si desean seguir residiendo en Chile sólo por un tiempo o si desean radicarse en nuestro país. En cuanto a las razones de estas respuestas, las personas que afirman desear continuar residiendo en Chile sostienen que en este país existen mejores alternativas económicas que en el país de origen y que su permanencia en Chile depende de la situación laboral. Por otra parte, hay quienes afirman que permanecerán en Chile, pues aquí han formado su familia o se han acostumbrado a vivir en nuestro país. Las personas que declaran no saber si desean continuar residiendo en Chile, sostienen que todo depende de la condición laboral y de cuánto tiempo soporten vivir lejos de la familia. Por otro lado, aquellos que no desean continuar residiendo en Chile, afirman que se los impide su situación de indocumentación, lo mucho que extrañan a la familia y/o lo poco acogedora que ha sido con ellos nuestra sociedad. Mayores dificultades En cuanto a los problemas más graves que deben enfrentar los hombres y las mujeres encuestadas, tanto hombres como mujeres destacaron: la discriminación, la dificultad para regularizar la situación legal, el estar lejos de la familia y la explotación laboral. Cómo se vislumbra posible solución a problema Las posibles formas de solución que los inmigrantes de la muestra distinguen para poder mejorar sus problemas son: que el Estado facilite los trámites de documentación, que se generen mejores oportunidades de trabajo y que se cree conciencia en la sociedad chilena de la realidad que deben vivir los inmigrantes, para así bajar los niveles de discriminación. 165 CLAUDIA SILVA Síntesis del análisis de los resultados Antecedentes La clara preponderancia de mujeres en la muestra está en correspondencia con el patrón de migración peruano hacia Chile. Según la OIM el 80% de la migración peruana hacia nuestro país sería femenina. Dado que la mayor parte de los encuestados fueron de nacionalidad peruana, la preponderancia de mujeres es coherente con el patrón nacional. Así, la migración de mujeres peruanas hacia nuestro país se convierte en un fenómeno relevante, pues nunca antes en nuestra historia la migración femenina estuvo tan presente. La mayor cantidad de mujeres migrantes podría obedecer al hecho de que “ellas se han incorporado fuertemente a la población económicamente activa, buscando trabajo remunerado. Trabajo que muchas veces se encuentra fuera de su país de origen... como es el servicio doméstico, los trabajos no calificados y otro tipo de servicios personales” (Araujo et al, 1995:44). Sin embargo, éste no es un fenómeno aislado dentro de las migraciones internacionales, ya que a nivel global se habla de un proceso de “feminización de las migraciones”, situación que no es menor, ya que afecta fuertemente la estructura familiar, debido a que muchas de las mujeres que migran dejan a sus hijos al cuidado de familiares en el país de origen. Este fenómeno se ha estudiado bajo el concepto de “maternidad transnacional”. En cuanto a la nacionalidad de los encuestados, cabe destacar que al momento de la encuesta, la PIPA declaraba que la población de inmigrantes irregulares que atendía era fundamentalmente peruana. Hoy, en el año 2005, si bien sigue siendo la población peruana la mayoritaria, en los registros de PIPA figuran cada vez más inmigrantes irregulares provenientes del Ecuador. En lo que respecta a la edad, éste factor se comportó de manera muy heterogénea en los sujetos encuestados. Esto quiere decir que al menos en esta pequeña muestra no se puede hablar de preponderancia de migración joven o de migración adulta. Por otra parte, los años de llegada a Chile de los encuestados fluctúan entre 1997 y 2002. Estos años coinciden con los años de mayor inmigración peruana a nuestro país, ya que según Bazo a partir del año 1995 hubo una explosión de inmigración peruana hacia Chile. En lo que respecta a educación, el nivel educacional de los hombres y las mujeres de la muestra difiere 166 notablemente, contando las mujeres con mayores niveles de educación. Otro aspecto que difiere según sexo en las personas de la muestra, es el estado civil, siendo más elevado el porcentaje de hombres casados o que conviven con su pareja. En cuanto a los oficios, ellos están divididos por sexo, ya que los oficios que tanto hombres como mujeres asumen están relacionados con lo que en el imaginario latinoamericano corresponde a roles femeninos y masculinos. Esto es muy común en los empleos de baja calificación. Integración sistémica Según los resultados de la encuesta, se puede afirmar que el acceso a la educación y a la capacitación en nuestro país ha sido casi nulo para los inmigrantes de la muestra. Si bien 36 personas han necesitado convalidar estudios ninguna ha logrado hacerlo y sólo cinco personas han logrado tener acceso a capacitación en nuestro país. Esta situación es distinta en los hijos de los inmigrantes, pues la mayoría de ellos ha tenido acceso a la educación escolar. En cuanto al trabajo, existe un porcentaje de cesantía bastante alto entre los hombres y las mujeres de la muestra (32% en los hombres y 25% en las mujeres). Esto indicaría un bajo acceso al mercado laboral. Sin embargo, estos niveles de cesantía son considerablemente menores a los vividos en el país de origen, según afirman los inmigrantes encuestados. Es importante señalar que las mujeres suelen tener mayor estabilidad laboral y mayor remuneración que los hombres. Esto probablemente tenga su explicación en que las mujeres han logrado insertarse en un nicho laboral que estaba siendo dejado de lado por las mujeres chilenas: asesoras del hogar puertas adentro. Los hombres, por el contrario, no han logrado insertarse en ningún nicho laboral estable. El que las mujeres hayan podido insertarse en un nicho de trabajo les ha facilitado la regularización de la situación legal, lo que hace que su nivel de integración sistémica sea más elevado en este aspecto que el de los hombres. Por otro lado, cabe destacar que si bien bastantes de las personas encuestadas declaran tener una profesión u oficio, muy pocas han tenido la posibilidad de ejercer esa profesión u oficio en Chile. Así, se podría concluir que Chile no ofrece apertura en el mercado laboral a los inmigrantes para trabajar en su especialidad, ofreciendo sólo empleos de baja calificación. Esta situación concuerda con la tendencia internacional. Sin embargo, es necesario constatar que en el país de origen alrededor del 50% de las personas ¿CÓMO VIVEN LOS INMIGRANTES IRREGULARES SUS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN CHILE? de la muestra tampoco tenía esa oportunidad. Integración social En cuanto al ingreso familiar, las mujeres suelen tener mejor remuneración que los hombres. Esto probablemente se deba a los distintos tipos de empleo al que hombres y mujeres acceden. La integración social, es la que tiene que ver con las solidaridades primarias, con el contar con grupos de referencia que den seguridad y otorguen sentido de pertenencia a una sociedad. Tomando todo lo anterior en consideración, es interesante constatar que el mayor porcentaje de personas de la muestra (31% de hombres y 38% de las mujeres) tiene la percepción de que el acceso al trabajo en nuestro país es difícil, principalmente debido a la indocumentación, a la escasez de trabajo y a la discriminación. Sin embargo, al mismo tiempo se asegura que la situación laboral es mejor en Chile que en el país de origen. En el ámbito familiar, el 51% de los inmigrantes encuestados tiene parejas de igual nacionalidad. Esto, ya sea porque se han reunificado con las familias del país de origen o porque han formado nuevas familias con otros inmigrantes en Chile. Así, se demuestra una baja integración con el pueblo chileno a la hora de formar familia. En lo que respecta a la asistencia social (ayuda social que diversos organismos puedan otorgar), podemos constatar que los inmigrantes encuestados no acceden a ningún tipo de subsidio o de ayuda por parte de ningún organismo, salvo la asignación familiar. La vivienda es uno de los aspectos más difíciles de la migración irregular, pues los inmigrantes entrevistados suelen vivir en grandes casas en la comuna de Estación Central, cuyas piezas (generalmente estrechas) han sido divididas con material ligero y suelen lloverse en los inviernos. El hacinamiento es una de las características fundamentales, ya que las piezas suelen ser compartidas por varios adultos o familias. En las casas generalmente no hay abastecimiento de agua dentro de las piezas, existiendo sólo un baño con agua fría que es compartido por todos los habitantes de la vivienda (30 a 50 personas). Una pieza cuesta entre $50.000 y $100.000 pesos. Estas difíciles condiciones de habitabilidad hacen que la movilidad domiciliaria sea una característica de los migrantes irregulares. Alrededor del 55% de los encuestados tuvo más de dos domicilios en el último año. Como último punto de la integración sistémica, nos referiremos al acceso a la salud. En su mayoría, tanto el acceso como la calidad de los sistemas de salud es considerado como bueno por los inmigrantes encuestados. El acceso a salud se obtiene en los servicios públicos o a través de la PIPA (Consultorio del Hogar de Cristo). Las mujeres hacen más uso de los servicios de salud, esto pudiera deberse a la maternidad. Según los antecedentes que maneja PIPA, dentro del grupo de inmigrantes irregulares de Estación Central existe gran cantidad de embarazos, pues las mujeres no manejan adecuadamente el sistema anticonceptivo por píldoras, ya que en Perú se usan hormonas inyectables. Cabe destacar que existen diferencias en la composición familiar de hombres y mujeres. Pues, a pesar de que la mayor cantidad de hombres de la muestra declara haber llegado sin pareja a Chile, hoy es mayor el porcentaje de hombres (con respecto a las mujeres) casados o con pareja estable. De las mujeres de la muestra que llegaron sin pareja a nuestro país, son pocas las que han encontrado pareja estable en Chile. En cuanto a la situación parental, no se observa gran diferencia en la cantidad de niños del grupo familiar de hombres y mujeres. Por su parte, en cuanto a las redes sociales, también es notable que el grupo de apoyo primario son los inmigrantes de igual nacionalidad, pues es con ellos con quienes suelen compartir el tiempo libre y a quienes suelen acudir en caso de necesitar ayuda para encontrar empleo, por ejemplo. Es bastante reducido el número de personas que declaran encontrar en chilenos apoyo o ayuda. Esto concuerda con los estudios internacionales que señalan que la integración con la sociedad de acogida se produce a partir de la segunda generación. Sin embargo, también en este ámbito se distingue una diferencia entre hombres y mujeres. Ya que los hombres suelen sentirse más protegidos que las mujeres a la hora de necesitar ayuda. A pesar de esto, es interesante observar que casi no existen personas de la muestra que estén vinculados a alguna organización. Es decir, existe escaso nivel de asociatividad. Por su parte, el entorno habitacional está estrechamente ligado a las redes sociales. Pues los inmigrantes suelen residir junto a vecinos (habitantes de otras piezas en las casas) de igual nacionalidad. Esto a la vez que entrega sentimiento de pertenencia con sus con-nacionales, distancia de la sociedad chilena. Así, se percibe una relación distante con los chilenos. Pues en general cuando los inmigrantes de la 167 CLAUDIA SILVA muestra se refieren a la sociedad chilena lo hacen de manera distante y ajena. Entre los hechos más significativos de vivir en Chile, en lo negativo destacan la distancia de los seres queridos, la soledad y la discriminación. Entre lo positivo destaca la reunificación familiar o el formar familia en Chile. Esto tiene que ver con formar lazos de identificación y pertenencia. Como se pudo apreciar anteriormente, estos lazos de pertenencia suelen formarse con personas de igual nacionalidad. Otros aspectos positivos que se destacan tienen que ver con la integración sistémica y se refieren a la posibilidad de encontrar trabajo y a mejorar la situación económica. Así, para la mayor parte de los inmigrantes de nuestra muestra la decisión de continuar residiendo en Chile radica en la idea de buscar mejores condiciones de bienestar material para ellos y sus familias y no en la idea de generar lazos con la sociedad chilena. En cuanto a los problemas más graves, éstos se producen por la situación de irregularidad y la discriminación. A su vez, se considera difícil la regularización de la estadía en nuestro país. De esta manera, podemos constatar cómo la inserción social de los inmigrantes de la muestra en nuestro país es baja, pues todos los lazos primarios de familia y amistad se dan fundamentalmente con inmigrantes de la misma nacionalidad. A modo de conclusión Si bien dada la condición de irregularidad de los migrantes se podría asumir como imposible la integración sistémica de los inmigrantes, en las personas encuestadas se pueden observar formas de este tipo de integración. Así, la integración sistémica es particularmente difícil en materia del Estado, pues por la condición de irregularidad es muy difícil acceder a servicios estatales. Sin embargo, a nivel de integración de mercado, se puede inferir que existen mayores grados de inserción, pues los inmigrantes tienen acceso, por ejemplo, a bienes de consumo, a créditos en casas comerciales, etc. Por otra parte, según los resultados de la encuesta se puede sostener que el nivel de integración social es menor que el nivel de integración sistémica en los inmigrantes de la muestra, ya que existe un bajo nivel de intercambio social con el pueblo chileno en la esfera privada. Esto podría tener explicación en el escaso tiempo de inserción de los inmigrantes en Chile. 168 Aunque los resultado de esta indagación son demasiado limitados para ser generalizables, pensamos que ellos pueden ayudar a abrir camino en torno a la reflexión y comprensión del fenómeno de la migración irregular en Chile. De esta manera, nos parece imprescindible que existan nuevos esfuerzos que contribuyan a profundizar el conocimiento en la materia para así generar intervenciones de Trabajo Social que ayuden a mejorar las calidad de vida de los inmigrantes y aseguren el respeto de los derechos humanos fundamentales. Bibliografía ALARCÓN, RODRIGO; ALLAN, VÍCTOR; MELLA, ORLANDO; URMENETA, ANA. “Cambios en el carácter de los movimientos migratorios a partir del MERCOSUR”. Colección Documentos. Ediciones Fasic. Santiago de Chile, Septiembre de 1997. ANDER-EGG, EZEQUIEL. “Investigación y diagnóstico para el Trabajo Social”. Editorial Humanitas. Buenos Aires, 1987. APPLEYARD, REGINAL. “Migración internacional y desarrollo: Una relación por resolver”. En: http://www. oim.web.cl/numesp/72979-02.doc ARAUJO, LEGUA Y OSSANDÓN. “Migrantes andinas en Chile. El caso de la Migración Peruana”. Fundación Instituto de la Mujer, Santiago de Chile, 2002. BAZO, FRANCISCO. “Migraciones en Chile: Un tema pendiente”. 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Fax: (56-2) 354 4667 COORDINADOR ACADÉMICO DEL MAGÍSTER Profesora: Teresa Matus Sepúlveda E-mail: tmatus@uc.cl Postítulo Estudios de la familia Facultad de Ciencias sociales escuela de trabajo social www.trabajosocialuc.cl INSCRIPCIÓN E INFORMACIONES Secretaría Postítulo Estudios de la Familia Escuela de Trabajo Social, Campus San Joaquín Av. Vicuña Mackenna 4860, Santiago (Metro San Joaquín) Secretaria Sra. María Elena Contreras H. Teléfonos: (56-2) 354 4589 - (56-2) 354 4665. Fax: (56-2) 354 4667, E-mail: mcontreh@uc.cl COORDINADOR ACADÉMICO DEL POSTÍTULO Profesora: Fabiola Cortez-Monroy M. Escuela de Trabajo Social Programa de Extensión 2006 Un espacio intelectualmente estimulante que anima el juicio crítico, la generación de conocimiento y la intervención innovadora. Programa de Extension 1o Semestre 2006 Diploma en Mediación Fechas y horarios: Clases miércoles y jueves de 18 a 21 hrs. 5 de abril al 30 de noviembre de 2006. 220 horas cronológicas. Diploma en Intervención Social con Adolescentes Infractores de Ley Fechas y horarios: Clases viernes de 18 a 21 hrs. y sábados de 9 a 13 hrs. 7 de abril al 11 de agosto de 2006. 100 horas cronológicas. Diploma en Métodos Cualitativos de Diagnóstico e Intervención Social Fechas y horarios: Clases viernes de 18 a 21 hrs y sábados de 9 a 13 hrs. 7 de abril al 19 de agosto de 2006. 110 horas cronológicas. Diploma en Propuestas Contemporáneas de Trabajo Social Fechas y horarios: Clases viernes de 18 a 21 hr.s y sábados de 9 a 13 hrs. 7 de abril al 19 de agosto de 2006. 110 horas cronológicas Diploma en Pericia Social en Juicios Orales Fechas y horarios: Clases viernes de 18 a 21 hrs. y sábado de 9 a 13 hrs. 7 de abril al 21 de julio de 2006. 80 horas cronológicas. Diploma de Especialización en el Sistema de Seguridad Social Chileno Fechas y horarios: Clases viernes de 18 a 21 hrs. y sábados de 9 a 13 hrs. 7 de abril al 26 de agosto de 2006. 120 horas cronológicas. Diploma en Construcción de Modelos Innovadores de Intervención Social Fechas y horarios: Clases viernes de 18 a 21 hrs. y sábado de 9 a 13 hrs. 7 de abril al 21 de julio de 2006. 80 horas cronológicas. Programa de Extension 2o Semestre 2006 Diploma en Gestión Organizacional para el Trabajo Social Fechas y horarios: Clases viernes de 18 a 21 hrs y sábados de 9 a 13 hrs. 7 de julio al 4 de noviembre de 2006. 110 horas cronológicas. Diploma en Marketing Social Fechas y horarios: Clases viernes de 18 a 21 hrs. y sábado de 9 a 13 hrs. 4 de agosto al 24 de noviembre de 2006. 100 horas cronológicas Diploma de Intervención en Abuso Sexual Infantil Fechas y horarios: Clases viernes de 18 a 21 hrs. y sábados de 9 a 13 hrs. 4 agosto al 24 de noviembre de 2006. 100 horas cronológicas. Diploma en Gestión de Bienestar en Organizaciones Fechas y horarios: Clases viernes de 15 a 20 hrs. y sábados de 9 a 13 hrs., cada 15 días. 18 de agosto al 1 de diciembre de 2006. 90 horas cronológicas. Revista Trabajo Social CONDICIONES DE PUBLICACIÓN Las condiciones de publicación en la Revista de Trabajo Social son las siguientes: • Los artículos deben ser originales e inéditos, estar escritos en castellano o inglés y tener un máximo de 15.000 palabras. • Los artículos deben ser redactados según las normas del Manual de Estilo de APA o Manual de Estilo de Chicago. • Los artículos deben incluir una Página Titular con su nombre e institución, y el título corrido; un Resumen bilingüe (castellano e inglés), de 75 a 120 palabras, en la segunda página; un máximo de 5 Palabras Clave, ubicadas a continuación del Resumen; y una Nota del Autor en la página siguiente a las Referencias, que debe incluir su nombre, institución, dirección y E-mail. • El título del artículo debe estar en castellano e inglés. • Los artículos deben ser enviados en triplicado en su versión impresa y en versión electrónica. • Los artículos serán enviados a expertos para su evaluación. En este proceso se guardará reserva de los nombres de autores y evaluadores. La decisión de aceptar, revisar o rechazar los artículos será tomada, en base a las evaluaciones, por el Comité Editorial y comunicada a los autores por la Editora de la Revista. Publication requirements Social Work Review publication requirements are the followings: • The articles must be originals and unpublished, must be written in Spanish or English and must have a maximum extension of 15.000 words. • The articles must be written according to the Publication Manual of APA or Manual styles of Chicago. • The articles must include the next elements: a Title page with the name of author and institution, and a Running head; a bilingual Abstract (Spanish and English) of 75 to 120 words or extension; 5 key words at most, located downwards Abstract; an Author’s Note in next page after References, which must include the name of the author and his/her Institution, address and E-mail. • Article’s title must be in Spanish and English. • The articles must be sent to Social Work Review with 3 copies of its printed version and an electronic version. • The articles will be sent to experts for evaluation. In this process the author (s) and evaluator identities will be kept confidential. The decision about acceptance, revision or rejection of the article will be made by the Editorial Committee on basis of evaluations made by experts. Afterwards the Editor will communicate this decision to the author (s). Escuela de Trabajo Social Pontificia Univerisdad Católica de Chile ISSN 0716-9736 www.trabajosocialuc.cl