Un naipe de picas - Gobierno del Estado de México

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LETRAS ¶ 32 ¶ POESÍA
G ob i e r no
d el
E st a d o
de
México
EDITOR
CONSEJO CONSULTIVO DEL BICENTENARIO
DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO
ENRIQUE PEÑA NIETO
Presidente
LUIS ENRIQUE MIRANDA NAVA
Vicepresidente
ALBERTO CURI NAIME
Secretario
CÉSAR CAMACHO QUIROZ
Coordinador General
Un naipe de picas
R u b é n C h á ve z R u i z E s p a r z a
LETRAS ¶ 32 ¶ POESÍA
Enrique Peña Nieto
Gobernador Constitucional
Alberto Curi Naime
Secretario de Educación
Consejo Editorial:
Luis Enrique Miranda Nava, Alberto Curi Naime, Raúl Murrieta Cummings, Agustín Gasca Pliego, David López Gutiérrez.
Comité Técnico:
Alfonso Sánchez Arteche, José Martínez Pichardo, Rosa Elena Ríos Jasso.
Secretario Técnico: Edgar Alfonso Hernández Muñoz.
Un naipe de picas
© Primera edición. Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México
DR ©
Gobierno del Estado de México
Palacio del Poder Ejecutivo
Lerdo poniente no. 300, colonia Centro, C. P. 50000,
Toluca de Lerdo, Estado de México.
ISBN: 968-484-655-X (Colección Mayor)
ISBN: 978-607-495-101-1
© Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal. 2011
www.edomex.gob.mx/consejoeditorial
consejoeditorial@edomex.gob.mx
Número de autorización del Consejo Editorial de la Administración
Pública Estatal CE: 205/1/18/11
© Rubén Chávez Ruiz Esparza
Impreso en México
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento,
sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Editorial de la
Administración Pública Estatal.
La presente publicación es parte del premio otorgado a
Rubén Chávez Ruiz Esparza
como ganador del tercer lugar en el género Poesía del
Certamen Internacional de Literatura
Letras del Bicentenario Sor Juana Inés de la Cruz,
convocado por el Gobierno del Estado de México, a través
del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal,
llevado a término en 2010, y cuyo jurado estuvo integrado por
Juan Domingo Argüelles, Tedi López Mills y Félix Suárez.
Un naipe de picas
Encerrar un objeto
irreconocible
El incendio se decolora. Vuelves al hueco de su abrazo.
Esa voz deprisa avanza. Hace ya un día o dos está aquí. Le
sigue todavía de lejos. La misma voz lúcida. El sol abrasa.
Te dice. Míreme. Distingues una constancia. El Amor.
Va a ocurrir. El color desaparece. Sin marcas. El roer se
reanuda. El silencio. No vengas ya se inserta entre el ruido
sordo. Entiéndase. ¿Qué esperamos. Que la respiración se
abra camino. Toque los ojos sin sueño.
13
Los rostros alrededor del fuego. La broma pesada. Por lo
demás se pueden oír rumores y que alguien amenaza a
las estrellas. Las manos cruzadas a la espalda. Demasiado
jóvenes para ser brujas. Espejos de vanidad. Les apasiona
ser contempladas con una profunda reverencia en la
penumbra. Los signos de más y de menos. Volveremos
después de comer. El viento se alisa con una plancha de
vapor. Una viuda velada. Una vida a las cinco y cinco.
15
Y semejante ridículo. Si fuéramos si éramos si somos solo
amigos. Si redescubrir. Islas mares de nosotros. La débil
caligrafía. Aquí hay una costa. Aquí hay un puerto.
Aliviados por la humedad. Y lo suficiente para beber.
Súbitamente dentro la mano ardería. Sobre un fondo de
lluvia. A cuentagotas. Mandar esta carta al fracaso de tu
oscura familia. Los timbres postales duros como clavos
duros como un placer completamente nuevo y duro.
17
Y tu fantasma medita. Me dicta. A qué no te atreves. ¿A
qué viene eso. Sonámbula. Mi habitación ahora un barco.
Cargado de. Manzanas. Naranjas. Peras. El próximo con
gusto a dulce gesto. La triste no se piensa a sí misma. Sino
escapándose. Todos los puntos del círculo son tangentes.
Un devenir declinante. Su propia abertura responde por
ella. ¿Cuántas muertes ocurren entonces. Sin necesidad de
ajustar la cifra. El NO y el SÍ. Cientos. Miles.
19
Lugares espejos. Se hace. Exhibe sus sagradas vías. Nervios
y nervaduras. Nos atraviesa como un disparo. Infinito
el peso de otro cuerpo. De otro cielo que llenaron de
luz. Mientras hablas. Mientras amas. El ángel se hace el
dormido en los juegos de tu boca. A hoja continua. Tan
cerca de los puños. Nunca alcanzará el sueño. Los fondos.
Las raíces. Dominios visitados. Los rincones al levante del
día. La guardia nula. Adora decir que la quieres.
21
Todo está bien así. Rehén. Lázaro paciente. Más lejos que
tú la patria. La prometida. La pascua. Aquí la esperanza
reniega y no halla sitio. Hablo de los árboles. Hablo de una
mano que escala y posa como a una barca sus fatigas. Lo
decido de una vez. Así aprendo a nombrarte. A poner al
tanto mis deberes. Me colman los reinados si has venido
como el perdón. De todos los hilos tendidos. Tiembla la
vigilia. Ardamos ya los solos las solas los rencores.
23
La noche espesa respira nuestros humos. Como la prueba
más triste. Como una ofensa para el amor. Que guarda
armas pensamientos luces. Alta mar de sábado a domingo.
La precaria invocación. El coro alrededor del altar. Sino
pájaros sino números. Son ya verbo. Nómadas. Sino
sombra sino nube. Frente y cara a donde llueve y a donde
va. Ve. Reímos. La tierra gira bajo los pies que marchan.
Ascienden. Campanas. Lo demás ocurre a salvo.
25
Exhausto. Con tensas fibras por cada célula. O por el
contrario. Creemos tener derecho. La escritura un ruego
y una expiación. Salvo el trance. Sepulto y siembra. Y de
esa manera satisfecho. ¿Qué sucede de verdad. Sino un
ruego. Escamas. Sábanas tibias delirantes. Cavidad. Luna
estrecha. Este beso Amor esta cerrada selva sanguínea.
Se sobrevive a las horas bajas. Sextante de palabras
homicidas. Muerto de aire de tierra de uso de desuso.
27
Sólo queda el fruto corazón. Una piedra blanca. Una lista
de nubes que pasan. Porta estandartes. Y en ella rendido.
Con los nervios en punta. Todo cae al pozo. Hace ya un
buen tiempo. Ves las trazas de las clavículas. Las caderas
de acróbata. Las jerarquías. Los puentes que pasan
cojeando. La columna de Pompeyo. Las bailarinas de
porcelana. Y si hubo una razón para el dolor. Cada ventana
se habrá ya apagado. Cada corazón que no hable.
29
Una esquina y un cuchillo. Ante tus ojos. Tensos arqueros.
No podrían estar mejor inscritos. Invalidados. Girados de
sol en punta. Piensas. Solo ciertas mujeres son esfinges.
Hábito de un cuerpo. Que el sueño pueda concebir.
Duración de ese cuerpo. Página al sur de ese cuerpo. Las
bellas promesas que nos habremos hecho. Cifra sin temor
al vacío. Está la rosa y hay dos rosas en nuestras memorias.
Están las palabras y solo en una somos este escalofrío.
31
La llave sin echar
Los campos rubios. Pequeños violines. Traducción. Un
melón abierto. Una pequeña mano. La i griega para
recoger pétalos. Detener las preguntas. Sus propias
fiestas. Cordón umbilical. La última glaciación. Detrás o
encima o abajo o adentro. Dos besos. Dos bocas. El callado
teatro accidental. Las cosas que sabía hacer. Y hacían otros
en mi ausencia. Olorosas a cedro a mantequilla a pintura
de aceite. Entran invisibles impalpables a tu anatomía.
35
Huele a vino. Tu región. Mujer. Tus regiones. Mi santa
patrona. Tan delgada. Tan delgada tú. Un regalo
acariciante. Estos apuntes de mis afectos. Superficies. Me
explico. Resonancias. Batallas sobre un mapa doblado en
cuatro partes. Si fuera familiar tuyo atraparía tus aves.
Desafortunadamente. No su canto. Y así verte mirarte
distinta sin cesar virgen. Tus muslos. Pétalos blancos.
Brillo solar. Se despega y asciende. Tú y las iguales a ti.
Vino cálido.
37
Otras fuentes ya olvidadas. Niñas traídas de tan lejos. Me
agregas lumbre y el nombre queda en tierra. Se marchan
como nubes sobre nuestras viejas alegrías. Apenas
protegidas en mi bolsillo. Sueño más profundo. Sueño de
toda la vida mintiendo. Adoro su discurso su sombra de
palomas. Y la llave Alicia la llave. Las finas polvaredas.
Solsticio y equinoccio. No menos decisivas. Se suceden
unas a otras. Se retardan a este invierno sin frutos.
39
Los niños ocupan el centro del poema. Al fondo un
milagro se refleja. Los pasos de Alguien. Que había estado
ahí. Durante la ceremonia. Y la calma. Y el libro de alas
demasiado cortas. Ahí. Otras manos heridas. Todo baja
otra vez. Nómadas. Ajenos. Curiosos del final. A que dé
la hora. Se diría que alguien suspira. Es eso. Ya habíamos
pensado en eso. Somos esos allá arriba. Somos su abajo. La
noche que ayuda y favorece a los audaces.
41
Saberse observado. Desistir. Te ofrecen un tazón de leche.
Una paloma. Una pecera. Un pequeño dibujo. La nariz de
un niño a morder. Un gato llamado Ernestina. Aún en los
sueños. Un terreno más fértil. Un sol en rosa. Una luna
con pechos de mujer. Próxima a extinguirse. El corazón
brinca se lanza cae sobre la espalda. Rayos de bicicleta. Un
naipe de picas. Y levantar los hombros. Hundirse. En la
más placera de las enfermedades públicas.
43
A decir de los interrumpidos. Por la alarma de un coro de
brujas. Hasta la palabra claustro se hace habitual. Un
gato. Ópera siniestra. Madrugada. Y volver a casa con
la cabeza llena de frases hechas. Luna disimulada.
Disminuida. Un siglo entero. Si no todo es espejismo.
Humo. No darle oídos. No hasta hundirse en esta página.
Un día se dijo esto que hacemos nos hará felices. Alicia
después del sueño. Con el rostro quemado. Escrito con la
palabra Frágil.
45
Motivos para el fin del mundo. Para estar de golpe
desnudo. Resumida cada pieza a una única larguísima
nota. Grave. Aguda. Entonces suavemente despiertas. Por
las virtudes menores de un saludo. Los tobillos codiciados.
Las pulseras los columpios. La mitad del deseo cumplida.
La más pequeña estrella que hayas visto. Nos dices. ¿Por
dónde seguirá esta calle sola. Las nubes cargadas de lluvia.
Si ya habrán germinado las cucharas. Las cajas de madera.
47
Cuerpos felices de amor. Véanlos bien. Nos dices. Véanlos
saltar muros sobre otros muros. Una estrella baila sobre el
blanco del ojo. Prisioneros de mar y de desierto. Brasa de
la sonrisa. Alba. Pasante inaudita. Y no obstante de este
modo asir. Signo de un soplo. Cresta de los buenos días.
Una costilla se persigue en la sombra. Consagrada a la
sombra su costura. Y el remiendo en sílabas que ya no
escribiré. Y a eso le llamas vivir.
49
Buen huir para ser perseguido por el presente de tu
cuerpo. Trenzar sus prohibiciones. La tempestad. Incluso
el Cielo. Su quemadura. Sus propias aflicciones. Se
abstiene. Luego es decir la nube el barro la mujer. Los
prestigios. Un fuerte parecido a la sangre. El reverso.
Arenas. Una campanilla. El heraldo que cambia su dinero.
De pronto es más grávido. Nos hacen una seña. Pasamos
por turnos a la fotografía en la mirada de los otros.
51
No dejan de crecer tus ojos por encima de mis hombros.
Es el ala del ángel. La mirada lo sigue. Apresurada. El beso
que decías último. Y así no quedarme sin aliento. Cada
uno de nosotros es uno acaso sin necesidad. Ni de ti ni de
mí. Acuérdame borrar los pliegues de la almohada. ¿Qué
necesidad dime dí más de tierra sobre tierra. ¿Quién al
fondo de mí de ti es el eco. ¿Qué es lo que tiembla con tus
labios mis labios y nos da al fin la palabra.
53
Juzgamos mal la visita
Uno guarda silencio antes de contestar. Excepto las pocas
precauciones las pocas dudas. Lo bastante despierto para
parecer triste. Tener el coraje y la esperanza. Correr el
peligro la felicidad de escribir estas cuatro cinco páginas.
¿Al fin para quién. La fruta ociosa. El pan equivocado. Años
por sueños. Uno tiene que aguantar un Credo vacilante.
Llegará el día por accidente. Digno de ser deseado. Si no
me preguntan más qué sé o quién soy yo.
57
Llevas insignia de caballero. Dos trenzadas llamas en la
frente. Unicornio de bruces a la Dama. Manto sin costura.
Puerta sin costados. Manojo de llaves sin oficio. Y haber
desistido a ser tu propia Magdalena. Dormir entre
fetiches. Entre dos ladrones igual que entre hojas de
tijeras. Aguardando sepultura. Esas canciones y su pobre
confidencia. Los recién muertos cogidos del brazo. Las
rosas obispos negros. Absuelven nuestras faltas.
59
La sombra curva y recta de un jinete extraviado en tus
senos. Inmediación siempre dispuesta refugio. Besada al
rojo vivo. Una chispa no quema se apaga en la nieve que no
suponía tan cerca. Y al derretirse escalará por tus flancos
magnéticos. Será al fin correr al apuro de un soplo que
aspira codicioso a viento. Tú la lluvia hermana idéntica
de la lluvia. Primer migración de mariposas en el mundo.
Primer orilla vista extenuada suspensa en el aire.
61
¿Cómo lo sabría. Dijiste. Sólo tú estabas ahí. Un poco más
tarde y quién no fuera una casa ardiendo. Tras esa noche
cien rostros nos separan. Y tú nunca serás uno de ellos.
Tus ojos tu nariz tu boca mi boca. Nos desvanecemos
juntos. El libro continúa más allá del blanco. Como si
nada hubiera terminado. El peso el hueco la presión de la
sombra en mis mejillas. El cuerpo arrancado al cuerpo. Se
inclina sobre el papel se vuelve sobre sí y pregunta.
63
Ve cómo te verás subir en llamas. Ve ahí a dónde te esperan
todavía en este mundo. A punto de poner la hora al canto
del gallo. Con la mayor delicadeza. Como la sal castiga.
En traje nupcial de soledades. Los afilados istmos de luna
que se agosta. No pasarían por el ojo de una aguja. El ojo
de una cerradura. Quienes han sido la esperanza y serán
otros nuevamente concebidos ya sin ella. Como te quiso
tu siempre luto de Ofelia.
65
Verás si es la pira esa espiral de lenguas que supones. O la
espesa urgencia arde y cesa al golpe de su peso. Y así
mientras huyo me perdones el adverso de mis ojos. La talla
de espinas que prefieres sin asilo en tus sienes. ¿Quién
eres si has escrito enseguida laberintos en donde me has
buscado concebido espejo. Y se asienta en una extraña
simetría contra el cráneo la marca de ceniza la presencia
de un relámpago. Los mágicos tizones de tus labios.
67
Los rojos perfumes blancos. La ceguera pedida y el perdón
por cerrar los ojos. Huellas de polvo de polen de tan solo
edifica. Los años en silencio. Ni tu vista ni tu roce. Y luego
ni siquiera tener nostalgia. Los blancos ángeles rojos.
Escaparates. Te hacían jurar que me querrías. El tiempo y el
lugar. Hacer escala de tus manos a las mías. Empequeñecer.
Yo te dejaba ir novia y regresar novicia. La delgada música
la delgada compañía. Los blancos rojos negros.
69
Los árboles impresos contra el crepúsculo. Una naturaleza
muerta de siete gajos. En tránsito de puentes. En afinidad
de todos los purgatorios posibles. La semana ahora
infranqueable. Un batallón de penitentes contra el cielo.
La obstinada devoción. Posada en los filos de un cuchillo.
Este cuadro de llagas oscurece a la manera de una Babel
de hojas y ramas. Como dos mundos dos gravedades. Se
halan. Como un pájaro muerto a todos sus iguales.
71
El nudo corredizo. Las manos milagrosamente estrechadas.
El sentimiento que lleva iniciales en cursiva. Sólo usado
en los días hermosos. La renuncia a todo provecho. A
beber del cielo después de haber formado nubes. A tomar
medidas de defensa y paralelos. Lengua y paladar. En vías
de encontrarse con la esfinge. Un acento mal dispuesto.
Tan puramente hada y acertijo. Tantos ojos en ramilletes.
Vueltos lobos lugares embrujados.
73
Ninguna razón tenía de liberarse. La aldaba menos frágil y
beso en el momento mismo del golpe derrumbó la
puerta. ¿De dónde supone nuestra fatiga esta ansiedad
con alas desplegadas. ¿Por qué despecho en turno nos
atrevimos remeros. Si fue vida estos días sin fecha. A ras
de la escritura. Apenas esbozo del nombre apretándose a la
escucha. Debería bastar la hora dolorosa sin miramientos.
Se apura sospechosa la calma en torno a esta lágrima tardía.
75
Las orfandades sueltan
sus perros
Causa y efecto. Las aguas nos obligan a teñir brumas y
sombras. Brillos y reflejos. Al desplazamiento a diferentes
velocidades. Las olas. Las fugas. Irreprochables a pesar de
ello. Prueba de ello. Forman o no parte de este vacío. El mar
en primera persona. A falta de argumentos encontrarás
estas miniaturas. Que se van a la puerta. Y cierran tras de
sí la acotación. Si el teatro puede imaginarlo. Al pie de la
pintura hay una mujer desconocida.
79
De esta última razón de reyes. El encuentro sorpresivo con
un ángel. Estamos aquí por un buen propósito. Por la mal
conocida. La desconocida. Música ciega y lúcida. La habitual
lentitud de un acertijo. Que cambia. Aun así. Somos
capaces de llegar a tus oídos. Y la vida con sus extrañas
continuaciones. La ya escasa pasión. Y gracias a este regalo
ponerte en guardia. Tienes el único texto intimidante.
Ladrón del fuego. Paisaje labrado en una amatista.
81
El solitario seguirá queriéndola. A todos sus planetas. A
sus cansados fantasmas. Si por ellos fuera lo aceptarían.
Las estrechas demasiado estrechas páginas. Para contener
tus ojos tu nariz tu boca. Cerrado el libro. Continúas la
lectura casi imaginaria. Te miro leer. Mi enamorada
de otra vida. El aire entra ligero a sumarse a la escena.
Cuanto amé te ha devuelto entrelíneas al principio del
mundo. El ártico. Si la habitación se volviera blanco.
83
Alabo el final de tus muñecas. Las tardes dedicadas a
enseñarlas a respirar. Su hora de juegos. Sus comisuras
donde haces el depósito nervioso de nuevos besos. Las
venas todavía absueltas. Sabes que los carteros no vienen
ni te entregarán solemnes sus esquelas. Y tiembla con su
temblor de leche. Patalea y llora. Un hijo menos. La vida
renuncia a pedir un deseo más. Todo arde a tus espaldas.
Sus vestidos de búho. Los pliegues de sus mejillas.
85
Rehaciéndola. Reduciéndola. Enumeras las faltas. Las
blancas omisiones. Su anhelo a temas recurrentes.
Círculo dibujado. El niño que vive ahí dentro. Hijo del
anciano Edipo. Que parece estar contemplándolo todo. El
menor gesto solapado. La primera y la última vocación.
Parpadeos de veinte minutos. Ciudades de vidrio y luna
llena. Crisantemo que guardas desnuda entre tus pechos.
Y llevar tu sonrisa en la solapa como una flor que alguien
más cortó.
87
Cuando lo mataron con mano segura y fuerte. No llovía así
desde que las Rosas fundaran esas lágrimas. Luego
el cambio de ruta. Los amantes conversos. Excedidos.
Encarnaciones. ¿Por qué su nombre de pila sería tan largo.
Porque acaso lo recuerdas en un verso solo. Absolutamente
quieto. Y tomar ese riesgo. A título de una infancia
aterradora. Los miradores sobre un diario. El agua humilde.
El sol inhóspito. El origen vudú de estas ambiciones.
89
Trátese con cuidado. Así. Como si entre nosotros. Un trozo
de carne cruda el Corazón. ¿Quién sale por los suyos
armado con lámparas tempestades señales en el horóscopo.
Insulares. Estrellas solitarias. La duda sigue en pie. Aquí.
En este campo de torturas. ¿Te has dado cuenta. Donde
siembras un ciento de minúsculas la mayúscula inicial es
un romance. Varios decibeles arriba. Un movimiento de
muñecas. Por la rama de los abuelos maternos.
91
Los vasos rotos. Las correcciones. El cultivo de los asombros.
Nuestras armas abandonadas. Las marinas. Las cajas de
música. Los calendarios escolares. El lobo feroz. Todo en
dos partes. Edén de la memoria. Podemos observar. Por
así decirlo. Solo a 4 grados bajo tu temperatura corporal.
Graduación de cuatro estrellas. Insistes en que tú
recuerdas tú me has visto recordar. El cráneo roto. Dos
tibias palabras. Las primeras. Viajan de vuelta.
93
Mejillas morenas. Corona. Banderas. Dormir sobre tus
sienes. Como si no te quedaras aquí ya madura. Relojes.
Columnas en los aires. Una escalera en el agua. Perder a las
niñas en un parque. Recordarte ante el espejo. Las pestañas
verdes. La noche de tus tímpanos. Palabras. Castillos de
naipes. Ensayos. Ofrendas para un viernes de dolores. El
desencarnado. Vientos encontrados. Dos ejércitos trabados
en combate. Guerras seguidas de reconciliación.
95
Retorno río arriba. Come y bebe. Agua espejo. Insomnes
asidos de tu pecho. Línea de faros. Todas tus sílabas.
Cenizas. El metal en las venas. Y roídos hasta los huesos.
Y hambrientos aún. Habrás llegado. La cortesía. El mar
crédulo. Dos segundos. No los mismos. No los más bajos.
En otro rostro. Salvo el propio. Lo que ya somos. Sino para
llegar a un privilegio cesado. Brotes de piernas que no
encuentran los escalones. Suerte de intemperies.
97
El sabor de los tejidos
Insisto. Hay que devolverle sus espuelas. Salvarnos de
muerte y resurrección. Cortar la enredadera y liberar los
muros. De la mala costumbre de escucharte como llover.
Hacer la mudanza de celda. A mejor oficio. Nos eliges
oscuridad. Conjuros de aguacero. Hay que guardarse
entonces. Por temor de verse dentro de esas redes. Serenas
a cerrojo los presagios del verano. No viajar nos embarca en
notas grises. Alarga los muros a tres mitades hacia arriba.
101
Los colores del correr del agua. Dos arco iris nuestras
manos unidas. Te han obligado a desnudarte. A saciarte
de maravillas Cubierta de solo la mirada. A que confundas
conmigo cielo y crepúsculo. Y nos valga haber nacido una
y otra vez como los cirios. Me dices recuérdalo son tus besos
jurados. Y el infiel ladrón de corazones. Viene a ofrecerte
tus propios higos. Ya es hora de que vengas. Ya era hora de
soltar las barcas cuesta arriba.
103
Nunca así el diluvio. Que habrías de lanzarte en el anzuelo.
Como se cuelga una manzana. Y la sangre el martirio.
Pasan por el ojo de una estrella. Enhebran nubes leonadas.
Aun así festeja el dormitorio sillas cama el ángel aterido.
Se sonríe. Tus hombros continúan coronados como escalas
de sacramento. La habitación en olor de mujer derramada.
Como las ondas en un estanque. Respiras la humedad
amarga y dulce. Falda alzada de tempestades.
105
Arcos. Anillos trozados. Serpientes que se trepan a sí
mismas. Apenas olas que pueden nombrarse pinceladas.
Esas mirándola ahí. Mientras la pintura se hace se desdice.
Y quizá luego un día no quede nada. Y solo la tela la piel.
Mientras no se atrevan y digan su edad. Si no ya habría que
quemarlas públicamente. A cólera tan dura y tan lenta.
¿Habrían correspondido a nuestros ruegos ¿Adónde nos
llevarán ahora ¿Hacia qué noche vamos descalzos.
107
La luz aprende a embestir del agua. La luz en que has de
ahogar sueños peregrinos de otros sueños. Legionarios
a las órdenes de otros sueños. Fallas el golpe. Fallas al
intento mismo de replantar la mano a su reposo. Afuera
la extraña se da su prisa. Recobra el tacto las memorias.
Y algún amor contado como mío es otro cantar entero. Se
alterna tajo y curación. El nuevo cuerpo acomodado entre
sus quejas. Soporta como el agua al fondo de su bruma.
109
Y defender esta torre. Ser el acento el velamen la pupila.
Su único punto débil en custodia. Mientras haya que
mesar sus eslabones. Sostener en peso sus lágrimas
lagunas. Será preciso atenderla. Y acaso su torso acabe
viento. Cambie el curso. Miras cómo se contraen las
almenas. Cómo se extienden dóciles al tacto sus orillas.
Nos reina con raíces de aguacero. Nos frota molienda su
mano y te vuelves palabras. Circulas como sangre. Brotas
como de una herida.
111
Completas la oración antes de saber si nos alcanza. Si
abonamos la deuda con más súplicas. Aún la pena ocupa
el lado izquierdo de la cama. Es más pesada la noche y
más difícil de cerrar sin tu cuerpo esta hendidura. Vienen
a instalarse siempre a esa hora cien grillos centinelas.
Luego es el despertar y seguir despierto todo el día. Y no te
concedes un rostro ni adivinas tu amargura. No coinciden
nuestras guardias. No sabemos nunca de visitas.
113
Modelo un sueño a cera perdida. El centro solar. El sol
blanco. Los cantos dorados de tus pezones. Puntos
cardinales. Marcas de dientes en tus brazos. El tajo fruto
con un braceo de caricias doradas por el deseo. Hay en tus
pechos un resplandor de brasas. Yo mi lengua la estela que
se obstina salamandra. De par en par abierto al bautismo
de tu fuego. Los muslos la grieta donde te vacías. Donde
ardo y me anego en una larga llovizna y llamarada.
115
Miras irse punto a punto las costuras. Cada lunar de tu
cuerpo es un barco que se hunde. ¿No podías Corazón
dejar esta semilla en cautiverio. Las calles han doblado
sus esquinas. Éramos decías la cuerda tensa. No más larga
que un brazo. Las huellas no dejan asidero. Te pronuncias
dos veces sobre los cristales empañados. Todo se borda con
la lluvia. Te sabes próximo o te sabes eco. Esa luna corre de
puntillas. Aun si duermes no se atreve a desnudarse.
117
Te devuelvo mis huesos. Agujas imantadas a tu sombra.
Los pájaros los peces que fueron mis tobillos mis pies. Las
cuatro cámaras del corazón con mi fantasma adentro.
Los pliegues de mis manos donde jugaron al escondite
nuestras hijas. Los músculos en oleaje abatido por tus
lunas. Mi sonrisa que ha dicho río tu nombre sin saberlo
navegable. Todo lo reparo a tu memoria de agua. Todo se
amarilla desde el vano de esta mañana que se aleja.
119
Mal alumno de males
mayores
Ocupación detestada impuesta al rostro. Asombro. El
camino va tomando altura. Contorno de caballo. Salvo en
el caso de perder aliento. Altura. Acentuada quiero decir. La
regular proporción de estos días. La muy pequeña afrenta
entre los suyos. Reino de dos padres. Tatuaje en los alvéolos.
Un día en el mundo. Canastas. Trajes de inútil insistir.
Demoras. No es para nosotros transitar ese poco que nos
falta. Y todavía aun así traes puesta esa condena prescrita.
123
Por qué. Bisbisea. Por encantos. Por anticipo de. Dolores.
Intervienen las Almas. Se ponen a trotar. En ese suelo firme
donde no me aplastes. Donde me hubiera acostumbrado
a la idea. Al hijo impreso. No le resultan ahora necesarias
sus piedras en los bolsillos. Quizá se mostrarían otros más
simples. Mira. Estás listo para cortar el listón. Conducirlo
al fondo de una violeta. Azul. Los signos exteriores. Las
mujeres en general. Azules. Cobalto.
125
A otra profundidad. Entre ellas pasan revista. Y latir. En
aparte. Latir. Leemos distraídos. Todavía respiración.
Restauración. Línea en términos físicos. Un lobo. Una
lengua de lobo. Clases de certidumbre. Espero no les
incomode el dictado. Este fárrago de minúsculas. Las ganas
que pasan. Y pasan de largo. El mensaje. Angélicas. Pensaré.
Si ninguno. Si no existiera nadie aquí. No sea tu mano esta
dureza. Playa en tumulto. Y de esto estar muriendo.
127
A ciegas. Juzgado todo. Extinguido todo. No te hubieras
ido. Cartero triste. Al ponerme lejos el corazón se enciende.
Se aclara en vano esta pregunta. Un espejo enfrente. Una
vitrina. Una higuera en la memoria. Pasos lentos. La
costumbre se alcanza. Mecánica. Hirviente. Comprendes
estar ya muy cansado. Ser la sombra coronada. Ruidos.
Rumor. El frío. El talón falso. Nubes sostenidas por no
decirte nada. Llamarte de Usted me combate.
129
Las crédulas canciones. Los platos de la balanza. Su andar a
solas por todas partes. Cuelgan su Mayo. Ya no le son
familiares. Amor entre gente confundida. Túneles.
Adentro no sabemos de dónde. Desflecadas. Dejan en claro.
Que se vuelque el dolor y la alegría. Se limitan a acortar
la conclusión. ¿Cómo reunir ambas cartas a la Novia. Que
el autor ha extraviado. Por toda respuesta de sus obras. El
propósito tácito. Un barco de guerra el futuro.
131
A una antigua familia de malhechores. Un Narciso
fantasma diurno. Nunca mejor caído a ese rincón de
piedra. Convidado a un desayuno de tías. Aterradas por su
tamaño. Su aire de ilusionismo. Y oír. Sacar conclusiones.
Una violencia por sostén. En lo que se dicen los Ritos. Las
niñas. Ocultas. Son el depósito de fe espontánea. Pagos de
libertad. Alegres de suerte campesina. En el tablero de los
escarabajos. Toma todo de las viudas.
133
Redes que lanzamos. Retinas. ¿No hay quién ayude a
cruzar a este pobre. No hay. Pero siempre al final llegarás
ausente. El pan el café sobre una mesa de manteles
viejos. Las mujeres encontradas inmóviles desdibujadas.
Incapaces de verte volver de tan larga y dura travesía.
De esas regiones de altos prodigios. Globos terráqueos
por amantes. Sin asombro. Arboledas. Ferrocarriles. Sea
porque percibo tu cara en la niebla. La niebla existe.
135
Y V. Y V más aguda aquí. Dividiendo este clima improbable.
A una mujer de su fe. Un halo suspendido de sus derechos.
Este régimen de sombras. En cruce como desde tus labios
al final de las cartas. Las caderas. El hecho de fundirse
vivo. Y sin saberme en concepción de un nuevo temor. Algo
me aquieta. Oído nadie lo nota. Sueñan los años sin ver.
¿Por qué ya no la culpas. ¿Por qué ya nadie. Dos gotas de
mercurio pasean en la palma de la mano.
137
Eres un hombre o un ciprés. Eres el frío parejo o una
silueta del frío. A punto de llorar. A punto de ser feliz. Por
hábito rodeas sus rodillas. Sus muslos. Cuadrículas de
sol. El sol pan cocido humeante. Antes amargo el mundo.
Los fonemas. Observaciones. Somos también un poco de
este vino. La trama hace las veces de asomo. Lo menos
parecido. Pidiéndome que beba de tu lengua. En la medida
de tu posible. En el argumento central. Adivinas.
139
Usted. Usted lo sabe. Golondrina. Una escolta por
obligación le espera. Todos los abrazos en pares. El anhelo
en círculo. Manos en círculo. Se quejan de fríos asoleados.
¿Cuánto debí soportar cada vez más indiferente. Sin darme
cuenta le pegaba hasta cansarme la mano. En una acción
desesperada. Qué pérdida. Qué se puede decir y al cabo ni
siquiera hacerle su trabajo. Y qué pena podría durar estos
tres cinco seis años. Escriturados a su herencia.
141
Estimada amiga.
Dos puntos
Corolario. Las inconstantes treguas. Los testimonios
opuestos. Piezas de artillería. Insignias. A pasar de las
llamas al golpe de puerta a la calle. Trampas de agua
contra hogueras. Las encrucijadas crepitan. Empeñadas en
ganarse un lugar. Las alegrías en franca perspectiva. Trofeo
que dan y niegan. En esta edad de razón. Los indicios de
adiós presunciones. ¿Por dónde precipita ahora. Bajo los
arcos que huyen. Si pasan así entre dos lluvias.
145
Eliges al azar. Si todo es cuanto es y sobra cuántas veces
decirlo. María e Isabel. El cangrejo y los peces. La gracia
arde. Confiesa su inevitable mansedumbre. Se suelta de la
cintura con sus manos pequeñas. Iremos mañana al mar.
Y te amaré como se cruza una calle. Como ensombrece la
tarde por el silbido del tren. Una alegría nos interrumpe
el paso. Se enredan las cosas en tu nombre. El cielo de ayer
se ha encharcado en otros cielos que pisamos.
147
Esperas hasta que la Mirada satelice. Y otra luz y otra luz.
Extranjera. Pierda paso y venza. Avara. Que se arranquen
pedazos de vida aún viva. Así se le estén muriendo sus
hijos con su ejemplo. Y de rodillas uno junto al otro. Antes
de levantarnos de la cama. No en lugar de Sí. No en otro
ni en nadie. Lo que queda por amar me agita las manos.
Eh. Acá. Esperas a que surja del fondo con el olfato con el
gusto con el tacto. Y la fe abra las esclusas.
149
Haz que sea una vez más el socorro. Cuenta dí me fustiga
mengua ser siempre por ambos el vislumbre. Dejas hacer
las paces. Los párpados en los que estuviste confinado.
Candelabro. Nos querrás consolar. El barniz en las yemas
de los dedos. Sal de una vez de estas piedras apiladas.
Sacude estos granos de arena de tus cabellos. Llave. Los
labios se hinchan de miel. Se endurecen como yesos. La
dicha es esta cicatriz. El sol saldado. Le ayudas a serlo.
151
Cisnes rojos. En círculo de cielo. Vives y morirás en mi
propia carne. La cara se ha borrado y es también lo último.
La palabra no está en el verso. De un modo casi generoso
se demora hasta el alba. Mira mejor así su descuido. Antes
traza las líneas en espejo una suerte que será de otro.
Todas las horas ceden sus ruinas. Ni recupera ni agrega.
Dos puntos de apoyo se disputan igual giro. Los simples se
justifican. Se deshacen en polvo desconfiado.
153
Cisnes en círculo. Sueño que nos hayas visto. Ciclón en
curso. Cielo abriéndose Ojo despertándose Ojo. Nubes
remeras toman su asiento. Treinta y dos direcciones. Un
solo Norte verdadero. Festeja a sus falanges impresas. Fija
ya con todos los fuegos. Siembra de banderas. No busco ya
su procedencia. Ni Amor ni Amargo. Las manos insulares.
Las provincias migratorias. Y sueño al final nos hayas
visto reunidos en el cruce de dos trazos.
155
Se limpia los labios para sentir mejor los golpeteos. ¿Cómo
llegamos a gustarnos en dos citas. Vértigo ¿Cómo ha de
leerse un cuerpo mordiéndose la lengua. Círculos. Reúnes
en dos pechos la dirección hacia donde enfila el mundo.
Las miradas podrán arder. No nos importa haber sido
más jóvenes. Haber sido ocasión de duelo o de festejo. Los
árboles el sol al ponerse este verano el corazón de nuestra
libertad. ¿No viajamos al fin todos juntos.
157
Las oportunidades perdidas. Mendicantes. Nos piensas
Pánica ya muertos. Sobre las bardas una línea de
hormigas. Al borde de mira ni huellas de lo que fuimos cae
una pregunta en lo que ahora somos. Sopla sobre tus ojos
cerrados. Una hoja de agua. El sol perpetuo dispensa con
un gesto todavía verde. La llave de agua. Dice. Ésta es tu
mujer. Un tránsito de luna cubierta de cicatrices. Amparo
con el pulso carbonizado. La mitad de un naipe de picas.
159
Un lento río nos socava a embates repetidos. Tu piel
rumora con mis caricias adentro. Si duermes estas aguas
turbias velan tu sueño. Y antes del alba soy en ti quien te
contempla. Cauce de las células y escarpe de falla todos los
músculos. Afuera todo es calma si nos amamos. Deja que
me asiente besos a través de tus aureolas. Apagado tizón.
Salgo de mí de ti. En este lugar nos arropa la neblina.
Consumidos de humedad la humedad no nos toca.
161
Dar y tomar. ¿Cómo se tolera un regalo. No vinieron
conmigo los vientos. Sílabas inestables. Fósforos. La mano
extraña que estrecha tu mano. Con no más feligreses que
mis dedos en oración de tu cuerpo. Y pongamos nuestros
errores en la cuenta. Cielo perseguido atajado en tus ojos.
Sobre los corderos tus muslos. Descarrilan dos líneas
paralelas. Como la única natural orografía. Ofreces tus
hombros desnudos. Muerdes y besas. Tomas y das.
163
Gaudeamus
De ahí entonces ruede sus espejos
en la arena. Para que el ojo deposite
su denuncia y cada cosa cruel y
cada tristeza tengan su testigo.
Y así sea y siga siendo la historia.
Que sea el camino tu ley severa. Tu
norma de ya nunca y hasta pronto.
En el lugar de la dedicatoria
La festiva sabor de humo imaginada casa de nube. Quien
está un poco de visita. Que tiene vedados los bienes
terrenales. Abre su balcón apenas oír que la llamas. Antes
incluso que las pequeñas manos venzan el broche. Sabe
que la buscas. Salta del trapecio que supone su pasión y
estalla como un beso.
169
Yemas solares tocan tus labios
Liberan una sílaba corola. Una primicia de luz. De buenos
días. Para que apenas abra la senda inunde el vado de
tu lengua. Y en la premura dore el buril. Se aceiten las
maderas. Puesta el alba dos apenas incisiones vienen
y tocan. Casi líquidas de diálogo. Luminosas. Cómo
terminar entonces de inscribir mi nombre en tus pupilas.
Tu corazón amuleto se guarda el sueño que no recuerdas.
171
Los flancos del tulipán
Talud donde soporta por cuatro costados el fragor de un
extraño afecto en los que rompe su trance de párpados
opuestos la secreta montura de un sueño exiliado a la proa
vertical de una lengua de fuego devocionario convertido
una vez por solo una en la retina doliente y veneración de
sus perseguidores que siguen su curso en olor de incendio
hasta hacerle hablar ante esa puerta inexpugnable del
Corazón alzado en Flor.
173
El nudo arrecia la marcha
Ante tus ojos una letra se vuelve de aire de eco de pausa
desaparece. Por esa linde más que pasos bordean
exhalaciones. Van al vislumbre tal vez lo que tardaran en
deletrearlo. Se piensan ya habituadas a ser mayores. Pero
qué palabra arrojará las palabras. Qué llave perseguirá la
cerradura. La hiedra madrugada ya es dueña de esa plaza
que tomaron.
175
Los claros del azafrán
Conducen por vida propia su neblina. La luna estancia su
fina transparencia. Acude. Cruza las manos sobre tu
pecho. Aguarda el curso de la sangre. Que se detenga.
Ya tuvo sus espigas en labios que sólo ciego atreverías.
Ya pronunció a santo y seña la humareda. Las campanas
tuvieron su capilla. Y eso es todo cuanto puede. El blanco
deja por los filos de quemar una bandera.
177
Las piedras y el estruendo
Entrecerrados los ojos y apretados los dientes. Las piernas
tensas al desconcierto. Sin huir. Huiste. Cuerpo boca
arriba. Donde te habías dejado caer. Muerto te levantan.
Los parejos soldados de las cinco en punto. El belén
allende a la mañana.
179
Al trasfondo de tus lunas
En derramada sombra la lluvia corre a guarnecerse.
Habituada en tus espumas. Y yo sin manos de agua. Y yo
que me abro a fuerza de raíz. En espera o duda. Me sublevo
a tu beso que se obstina en pequeñas rosas pinceladas. Y
aún más fría la llovizna cae dentro. Sobre la carne viva de
las brasas. Con una suave advertencia me dilato decidido
a recorrer tus comisuras.
181
La descifrada herencia
Al calado revés de tu habitada corola. Me cargas fardo de
vocales en tus piernas. Una cascada asombro de agua
donde mayo apenas madura. Sucede en nosotros. Así. Luz.
Márcame. Mírame. No esperes hasta que duerman en
la casa. A que la fe se duela. Sea mía tu faena de caricia
dilatada. Cirios nos lluevan sobre el tejado de los labios.
Tu herida que cierre pronto. Conmigo adentro.
183
Notas para un alba leonada
Para coser una fábula al abrigo de ti misma. Tomarte el
pulso sin peligro de saltar en pedazos. Para lavarnos el gesto
de fatiga. Estamos aquí. Cubiertos de naufragios que ya
cumplieron su condena. Colgados del permiso para tomarte
por asalto. Sabedores de que un ángel adelgaza en el último
suspiro. Que luego es posible pasar cien años por el ojo de
una aguja. Con tu risa esperando estallar del otro lado.
185
Umbrella
Distingues una sonrisa a través de la ventana empañada.
Con violencia. Con hastío. Rompes a llorar. Los
mediadores. A quién hemos arrojado afuera. La pesada
ceniza. Los deseos súbitamente acantilados. Los frutos
inaugurales. El atuendo de esmalte y de tierra con que nos
dan ejemplo. Las negras majestades.
187
En privación de un cumpleaños
Nos apremia una potestad de jaula abierta. Anillo que gira
sobre una falange descarnada. No ha de dolernos volver la
esquina y aquí estamos. Con la mirada puesta entre las
piernas. Puntuales a la cita que nos pasa entre huella y
tacto. Dóciles perseguidores de una fecha errante. De una
verdadera corazonada. Nos miramos remontar las paces.
En acuerdo secreto consumados.
189
Cava el eco
Instaura un fuego exacto en el tercio inferior anverso de
tu dedo índice. Donde hubo Norte y la falsa premisa de dos
pliegues. Se imprime el sello avaro de la duda. Quién dirá
ahora el número par de tus futuros hijos. Quién invertirá
el Sur de tu memoria. Sólo el eco. La sangre consagrada. Se
demora entre tus nervios la orden de retirar las manos. Ya
no hace caso este ascesis de ascuas. Un furor al rojo blanco
recoge las cenizas.
191
Los atentos alrededores
El jardín en ramo de las tentaciones comunes. Mezclan
sin obstáculo su ímpetu de selvas azarosas. La corona
respirable de tus propios hijos. Entonces aún sin nombre.
Pues quizá hubiera parecido demasiado sobrio. Calculado
desde el silábico detalle hasta la omega capitana de un
apellido. Última entre últimas para desearse pronto. El
jardín en ramo de las constelaciones menores.
193
Estrella de cinco puntas
Dedos diestros en el Mal amado. Plegaria separada apenas
de la hoguera. Concebida crueldad que mis besos
reencontraron. Desembarco de tormentas. A voz en
cuello. Todos los ejércitos cansados. A voz de olvido. Pido
me otorguen sepultura. Pero vuelta hubiera acaso de
tu cuerpo. Suave quebranto. Cielo de hadas protectoras.
Amigas de dulces manos. Ábranme esta puerta a la que
golpeo llorando.
195
El claro acento
Se interna en la espesura sólo para ser apresado en un
silencio de cien años. Como si el envés le fuera claustro
la parte sumergida de la noche da la vuelta. El claroscuro
niega haber sido advertido por los insomnes que
nos sueñan. La casa pierde altura. Entra a tientas un
improvisado cuervo en la cocina. Sobre el mantel gajos de
mandarina juegan a representar el fin del mundo.
197
Ni apetece ni ya puede ser
Huellas más hondas circularon estas facciones. Tres
marías tuvieron mi rostro entre sus rasgos. Sujeto entre
sus voces. Calado en sus mejillas. Si hablaban del Gris
adelgazaba la tormenta. Yo volvía para encontrarlas
desmayadas. Una súplica de agua me tendía a sus pechos.
Con su lengua en tridente me acunaban. Y yo acontecía.
Pronunciado. Pero ya no desde ahora. El lienzo deja
escapar la flecha.
199
Y tú que te sabes desposada
Y tú que mentirás ante tu sombra. Por traer contigo la
prudencia. Por ganarte en esa prudencia tu sitio. Mal te
vienen las prisas. Mal callan tu desolación y tu abandono.
Esos tímpanos de la vida oyente. Tú que bien conoces la
puerta de la derrota. Tú. Agraciada. Pensando en otros.
Cuántos mares se habrán vuelto interiores. Qué barcas se
habrán quedado con tu nombre.
201
Como un pájaro que ocupara
todo el cielo
Como tú sola que ocupas toda mi vida. Toda la memoria
declina recordar nada más. Damos por terminada la
esperanza. Porque la lluvia nos da sus manos de lluvia. Y
un templado aguacero nos despide. Lloro porque esquivas
el gran mal. Porque sientes sufrir tu próxima alegría.
Lloro por tu ausencia confirmada. Por tu beso que refulge.
Porque llorar es el último adagio que profeso.
203
Lleno de gracia
Cómo has querido luz. Cómo has sido regalado de tanta
luz. Envuelto. Engalanado. Triturado. Comido de luz.
Apresado por tanta luz. Que ya no sabes distinguir esas
insulsas pinceladas. Esos temblores. Que no das paso ni te
viene en gana devolver el favor. Tan mísero te has vuelto.
Tan de tu lado que lo dejas. Por no caer en tentación
y temeroso de no llevarla. Por más calamidades que
persigas. La luz se te adelanta.
205
Uniforme de sol
A quien has estudiado en esta media hora semejante. A
quien en algo has cumplido al rechazarle el plato. Depones
la mirada. La guerra aérea. Un trozo de hielo se ha puesto
a fundirse. Ciertos rostros demasiado desfigurados
comparten el socorro. Una madeja ovillada en torno al
café. Y el apunte. Esta anotación pasmada. Las repetidas
sueltas aspiraciones. Por acercarse a tu nombre en esta
tarde. Solamente.
207
Correspondencia
Hacerse luego alegre las cuentas. El precio en números
que no hacen al caso. Que no lo son ya nunca. Para
qué continuar. El benigno misterio preside las pocas
curiosidades. Los celos de uso popular. Que no les es
posible distinguir un martes de un domingo. Ponen caras
graves y felices. Para qué. Los dones proféticos pasan de
largo. Cometa de dos colas. Con una mujer desmayada
entre los brazos.
209
Boleta de empeño
Las muchas negligencias. Llamadas a pronta escena.
Servidoras más humildes. Más enfermizas. Así fueran
tan amadas. Separadas de un modo unidas. Quedan en
prenda. Los ojos que aprendieron a quemar los libros. Que
no verán ya nada más. Se vuelven la gentil ignorancia. El
franco abandono. Y acometido para hablarle a tu corazón.
Queda el aire puro del silencio. Toda la riqueza entra a
caballo. Toda la vida. Quise decir.
211
El tren de pasajeros
La violencia como oficio. Unos niños. Otros mayores. En
amargo certamen. Y la ubicua constelación les toma el
pulso. Que les da lo mismo ser hijas de la esperanza. O
madres de la última vez. Cierran la esquina en armas
tomar. A escasos dos bolsillos. Una maleta a medio peso.
Sin puentes ataduras cuentas definitivas. El sol se oculta.
Unas pinzas te sujetan de la manga.
213
Lectura para Helena
Saludos a cambio de así y así. Nada de palabras. Ya antes
íbamos de lástima a cruces. Pasajeros ocasionales. En días
feroces de tan brujos. Que comienzas por desmentirlos.
A eximirlos de tus recuerdos. Rojas migajas. Un ademán
muy autor. Muy causa y efecto. Para que fuera de arcilla la
elegiste. Te dice en un arrimo de orejas. Al final ha firmado
con todo su nombre. Suspira como si no. Pregunta adónde
vas que más valgas.
215
Carta entre dos deberes
La mejor llamada Sara de tus bodas. Devuelta al remitente
con una sospecha de clausura. Enuncia la breve gratitud
que tiene de tu demora. Dice que ha sanado y que no
teme al retrato que le hagas. A las sombras falanges de
tu sombra. Dice lo que bien sabes. Que aún no le escasea
alimento en sus venas. Y que aún tiene la edad adecuada
para una navidad futura.
217
Y los cielos sean brasas
Días y noches consumidos. Hasta ver el olivo y la viña
volverse del vértigo. Un gozo confuso. Reconciliadas. Que
no fuera posible ya detenerlo. Y tu corazón se asiente
como un ancla.
219
Índice
11
Encerrar un objeto irreconocible
13
El incendio...
15
Los rostros...
17
Y semejante...
19
Y tu...
21
Lugares espejos...
23
Todo está...
25
La noche...
27
Exhausto...
29
Sólo queda...
31
Una esquina...
33
La llave sin echar
35
Los campos...
37
Huele a...
39
Otras fuentes...
41
Los niños...
43
Saberse observado...
45
A decir de...
47
Motivos para...
49
Cuerpos felices...
51
Buen huir...
53
No dejan...
55
Juzgamos mal la visita
57
Uno guarda...
59
Llevas insignia...
61
La sombra...
63
¿Cómo lo...
65
Ve cómo...
67
Verás si...
69
Los rojos...
71
Los árboles...
73
El nudo...
75
Ninguna razón...
77
Las orfandades sueltan sus perros
79
Causa y...
81
De esta...
83
El solitario...
85
Alabo el...
87
Rehaciéndola...
89
Cuando lo...
91
Trátese con...
93
Los vasos...
95
Mejillas morenas...
97
Retorno río...
99
El sabor de los tejidos
101
Insisto...
103
Los colores...
105
Nunca así...
107
Arcos...
109
La luz...
111
Y defender...
113
Completas la...
115
Modelo un...
117
Miras irse...
119
Te devuelvo...
121
Mal alumno de males mayores
123
Ocupación detestada...
125
Por qué...
127
A otra...
129
A ciegas...
131
Las crédulas...
133
A una...
135
Redes que...
137
Y V...
139
Eres un...
141
Usted...
143
Estimada amiga.Dos puntos
145
Corolario...
147
Eliges al...
149
Esperas hasta...
151
Haz que...
153
Cisnes rojos...
155
Cisnes en...
157
Se limpia...
159
Las oportunidades...
161
Un lento...
163
Dar y...
165
Gaudeamus
169
En el lugar de la dedicatoria
171
Yemas solares tocan tus labios
173
Los flancos del tulipán
175
El nudo arrecia la marcha
177
Los claros del azafrán
179
Las piedras y el estruendo
181
Al trasfondo de tus lunas
183
La descifrada herencia
185
Notas para un alba leonada
187
Umbrella
189
En privación de un cumpleaños
191
Cava el eco
193
Los atentos alrededores
195
Estrella de cinco puntas
197
El claro acento
199
Ni apetece ni ya puede ser
201
Y tú que te sabes desposada
203
Como un pájaro que ocupara todo el cielo
205
Lleno de gracia
207
Uniforme de sol
209
Correspondencia
211
Boleta de empeño
213
El tren de pasajeros
215
Lectura para Helena
217
Carta entre dos deberes
219
Y los cielos sean brasas
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