LETRAS ¶ 32 ¶ POESÍA G ob i e r no d el E st a d o de México EDITOR CONSEJO CONSULTIVO DEL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO ENRIQUE PEÑA NIETO Presidente LUIS ENRIQUE MIRANDA NAVA Vicepresidente ALBERTO CURI NAIME Secretario CÉSAR CAMACHO QUIROZ Coordinador General Un naipe de picas R u b é n C h á ve z R u i z E s p a r z a LETRAS ¶ 32 ¶ POESÍA Enrique Peña Nieto Gobernador Constitucional Alberto Curi Naime Secretario de Educación Consejo Editorial: Luis Enrique Miranda Nava, Alberto Curi Naime, Raúl Murrieta Cummings, Agustín Gasca Pliego, David López Gutiérrez. Comité Técnico: Alfonso Sánchez Arteche, José Martínez Pichardo, Rosa Elena Ríos Jasso. Secretario Técnico: Edgar Alfonso Hernández Muñoz. Un naipe de picas © Primera edición. Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México DR © Gobierno del Estado de México Palacio del Poder Ejecutivo Lerdo poniente no. 300, colonia Centro, C. P. 50000, Toluca de Lerdo, Estado de México. ISBN: 968-484-655-X (Colección Mayor) ISBN: 978-607-495-101-1 © Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal. 2011 www.edomex.gob.mx/consejoeditorial consejoeditorial@edomex.gob.mx Número de autorización del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal CE: 205/1/18/11 © Rubén Chávez Ruiz Esparza Impreso en México Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal. La presente publicación es parte del premio otorgado a Rubén Chávez Ruiz Esparza como ganador del tercer lugar en el género Poesía del Certamen Internacional de Literatura Letras del Bicentenario Sor Juana Inés de la Cruz, convocado por el Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal, llevado a término en 2010, y cuyo jurado estuvo integrado por Juan Domingo Argüelles, Tedi López Mills y Félix Suárez. Un naipe de picas Encerrar un objeto irreconocible El incendio se decolora. Vuelves al hueco de su abrazo. Esa voz deprisa avanza. Hace ya un día o dos está aquí. Le sigue todavía de lejos. La misma voz lúcida. El sol abrasa. Te dice. Míreme. Distingues una constancia. El Amor. Va a ocurrir. El color desaparece. Sin marcas. El roer se reanuda. El silencio. No vengas ya se inserta entre el ruido sordo. Entiéndase. ¿Qué esperamos. Que la respiración se abra camino. Toque los ojos sin sueño. 13 Los rostros alrededor del fuego. La broma pesada. Por lo demás se pueden oír rumores y que alguien amenaza a las estrellas. Las manos cruzadas a la espalda. Demasiado jóvenes para ser brujas. Espejos de vanidad. Les apasiona ser contempladas con una profunda reverencia en la penumbra. Los signos de más y de menos. Volveremos después de comer. El viento se alisa con una plancha de vapor. Una viuda velada. Una vida a las cinco y cinco. 15 Y semejante ridículo. Si fuéramos si éramos si somos solo amigos. Si redescubrir. Islas mares de nosotros. La débil caligrafía. Aquí hay una costa. Aquí hay un puerto. Aliviados por la humedad. Y lo suficiente para beber. Súbitamente dentro la mano ardería. Sobre un fondo de lluvia. A cuentagotas. Mandar esta carta al fracaso de tu oscura familia. Los timbres postales duros como clavos duros como un placer completamente nuevo y duro. 17 Y tu fantasma medita. Me dicta. A qué no te atreves. ¿A qué viene eso. Sonámbula. Mi habitación ahora un barco. Cargado de. Manzanas. Naranjas. Peras. El próximo con gusto a dulce gesto. La triste no se piensa a sí misma. Sino escapándose. Todos los puntos del círculo son tangentes. Un devenir declinante. Su propia abertura responde por ella. ¿Cuántas muertes ocurren entonces. Sin necesidad de ajustar la cifra. El NO y el SÍ. Cientos. Miles. 19 Lugares espejos. Se hace. Exhibe sus sagradas vías. Nervios y nervaduras. Nos atraviesa como un disparo. Infinito el peso de otro cuerpo. De otro cielo que llenaron de luz. Mientras hablas. Mientras amas. El ángel se hace el dormido en los juegos de tu boca. A hoja continua. Tan cerca de los puños. Nunca alcanzará el sueño. Los fondos. Las raíces. Dominios visitados. Los rincones al levante del día. La guardia nula. Adora decir que la quieres. 21 Todo está bien así. Rehén. Lázaro paciente. Más lejos que tú la patria. La prometida. La pascua. Aquí la esperanza reniega y no halla sitio. Hablo de los árboles. Hablo de una mano que escala y posa como a una barca sus fatigas. Lo decido de una vez. Así aprendo a nombrarte. A poner al tanto mis deberes. Me colman los reinados si has venido como el perdón. De todos los hilos tendidos. Tiembla la vigilia. Ardamos ya los solos las solas los rencores. 23 La noche espesa respira nuestros humos. Como la prueba más triste. Como una ofensa para el amor. Que guarda armas pensamientos luces. Alta mar de sábado a domingo. La precaria invocación. El coro alrededor del altar. Sino pájaros sino números. Son ya verbo. Nómadas. Sino sombra sino nube. Frente y cara a donde llueve y a donde va. Ve. Reímos. La tierra gira bajo los pies que marchan. Ascienden. Campanas. Lo demás ocurre a salvo. 25 Exhausto. Con tensas fibras por cada célula. O por el contrario. Creemos tener derecho. La escritura un ruego y una expiación. Salvo el trance. Sepulto y siembra. Y de esa manera satisfecho. ¿Qué sucede de verdad. Sino un ruego. Escamas. Sábanas tibias delirantes. Cavidad. Luna estrecha. Este beso Amor esta cerrada selva sanguínea. Se sobrevive a las horas bajas. Sextante de palabras homicidas. Muerto de aire de tierra de uso de desuso. 27 Sólo queda el fruto corazón. Una piedra blanca. Una lista de nubes que pasan. Porta estandartes. Y en ella rendido. Con los nervios en punta. Todo cae al pozo. Hace ya un buen tiempo. Ves las trazas de las clavículas. Las caderas de acróbata. Las jerarquías. Los puentes que pasan cojeando. La columna de Pompeyo. Las bailarinas de porcelana. Y si hubo una razón para el dolor. Cada ventana se habrá ya apagado. Cada corazón que no hable. 29 Una esquina y un cuchillo. Ante tus ojos. Tensos arqueros. No podrían estar mejor inscritos. Invalidados. Girados de sol en punta. Piensas. Solo ciertas mujeres son esfinges. Hábito de un cuerpo. Que el sueño pueda concebir. Duración de ese cuerpo. Página al sur de ese cuerpo. Las bellas promesas que nos habremos hecho. Cifra sin temor al vacío. Está la rosa y hay dos rosas en nuestras memorias. Están las palabras y solo en una somos este escalofrío. 31 La llave sin echar Los campos rubios. Pequeños violines. Traducción. Un melón abierto. Una pequeña mano. La i griega para recoger pétalos. Detener las preguntas. Sus propias fiestas. Cordón umbilical. La última glaciación. Detrás o encima o abajo o adentro. Dos besos. Dos bocas. El callado teatro accidental. Las cosas que sabía hacer. Y hacían otros en mi ausencia. Olorosas a cedro a mantequilla a pintura de aceite. Entran invisibles impalpables a tu anatomía. 35 Huele a vino. Tu región. Mujer. Tus regiones. Mi santa patrona. Tan delgada. Tan delgada tú. Un regalo acariciante. Estos apuntes de mis afectos. Superficies. Me explico. Resonancias. Batallas sobre un mapa doblado en cuatro partes. Si fuera familiar tuyo atraparía tus aves. Desafortunadamente. No su canto. Y así verte mirarte distinta sin cesar virgen. Tus muslos. Pétalos blancos. Brillo solar. Se despega y asciende. Tú y las iguales a ti. Vino cálido. 37 Otras fuentes ya olvidadas. Niñas traídas de tan lejos. Me agregas lumbre y el nombre queda en tierra. Se marchan como nubes sobre nuestras viejas alegrías. Apenas protegidas en mi bolsillo. Sueño más profundo. Sueño de toda la vida mintiendo. Adoro su discurso su sombra de palomas. Y la llave Alicia la llave. Las finas polvaredas. Solsticio y equinoccio. No menos decisivas. Se suceden unas a otras. Se retardan a este invierno sin frutos. 39 Los niños ocupan el centro del poema. Al fondo un milagro se refleja. Los pasos de Alguien. Que había estado ahí. Durante la ceremonia. Y la calma. Y el libro de alas demasiado cortas. Ahí. Otras manos heridas. Todo baja otra vez. Nómadas. Ajenos. Curiosos del final. A que dé la hora. Se diría que alguien suspira. Es eso. Ya habíamos pensado en eso. Somos esos allá arriba. Somos su abajo. La noche que ayuda y favorece a los audaces. 41 Saberse observado. Desistir. Te ofrecen un tazón de leche. Una paloma. Una pecera. Un pequeño dibujo. La nariz de un niño a morder. Un gato llamado Ernestina. Aún en los sueños. Un terreno más fértil. Un sol en rosa. Una luna con pechos de mujer. Próxima a extinguirse. El corazón brinca se lanza cae sobre la espalda. Rayos de bicicleta. Un naipe de picas. Y levantar los hombros. Hundirse. En la más placera de las enfermedades públicas. 43 A decir de los interrumpidos. Por la alarma de un coro de brujas. Hasta la palabra claustro se hace habitual. Un gato. Ópera siniestra. Madrugada. Y volver a casa con la cabeza llena de frases hechas. Luna disimulada. Disminuida. Un siglo entero. Si no todo es espejismo. Humo. No darle oídos. No hasta hundirse en esta página. Un día se dijo esto que hacemos nos hará felices. Alicia después del sueño. Con el rostro quemado. Escrito con la palabra Frágil. 45 Motivos para el fin del mundo. Para estar de golpe desnudo. Resumida cada pieza a una única larguísima nota. Grave. Aguda. Entonces suavemente despiertas. Por las virtudes menores de un saludo. Los tobillos codiciados. Las pulseras los columpios. La mitad del deseo cumplida. La más pequeña estrella que hayas visto. Nos dices. ¿Por dónde seguirá esta calle sola. Las nubes cargadas de lluvia. Si ya habrán germinado las cucharas. Las cajas de madera. 47 Cuerpos felices de amor. Véanlos bien. Nos dices. Véanlos saltar muros sobre otros muros. Una estrella baila sobre el blanco del ojo. Prisioneros de mar y de desierto. Brasa de la sonrisa. Alba. Pasante inaudita. Y no obstante de este modo asir. Signo de un soplo. Cresta de los buenos días. Una costilla se persigue en la sombra. Consagrada a la sombra su costura. Y el remiendo en sílabas que ya no escribiré. Y a eso le llamas vivir. 49 Buen huir para ser perseguido por el presente de tu cuerpo. Trenzar sus prohibiciones. La tempestad. Incluso el Cielo. Su quemadura. Sus propias aflicciones. Se abstiene. Luego es decir la nube el barro la mujer. Los prestigios. Un fuerte parecido a la sangre. El reverso. Arenas. Una campanilla. El heraldo que cambia su dinero. De pronto es más grávido. Nos hacen una seña. Pasamos por turnos a la fotografía en la mirada de los otros. 51 No dejan de crecer tus ojos por encima de mis hombros. Es el ala del ángel. La mirada lo sigue. Apresurada. El beso que decías último. Y así no quedarme sin aliento. Cada uno de nosotros es uno acaso sin necesidad. Ni de ti ni de mí. Acuérdame borrar los pliegues de la almohada. ¿Qué necesidad dime dí más de tierra sobre tierra. ¿Quién al fondo de mí de ti es el eco. ¿Qué es lo que tiembla con tus labios mis labios y nos da al fin la palabra. 53 Juzgamos mal la visita Uno guarda silencio antes de contestar. Excepto las pocas precauciones las pocas dudas. Lo bastante despierto para parecer triste. Tener el coraje y la esperanza. Correr el peligro la felicidad de escribir estas cuatro cinco páginas. ¿Al fin para quién. La fruta ociosa. El pan equivocado. Años por sueños. Uno tiene que aguantar un Credo vacilante. Llegará el día por accidente. Digno de ser deseado. Si no me preguntan más qué sé o quién soy yo. 57 Llevas insignia de caballero. Dos trenzadas llamas en la frente. Unicornio de bruces a la Dama. Manto sin costura. Puerta sin costados. Manojo de llaves sin oficio. Y haber desistido a ser tu propia Magdalena. Dormir entre fetiches. Entre dos ladrones igual que entre hojas de tijeras. Aguardando sepultura. Esas canciones y su pobre confidencia. Los recién muertos cogidos del brazo. Las rosas obispos negros. Absuelven nuestras faltas. 59 La sombra curva y recta de un jinete extraviado en tus senos. Inmediación siempre dispuesta refugio. Besada al rojo vivo. Una chispa no quema se apaga en la nieve que no suponía tan cerca. Y al derretirse escalará por tus flancos magnéticos. Será al fin correr al apuro de un soplo que aspira codicioso a viento. Tú la lluvia hermana idéntica de la lluvia. Primer migración de mariposas en el mundo. Primer orilla vista extenuada suspensa en el aire. 61 ¿Cómo lo sabría. Dijiste. Sólo tú estabas ahí. Un poco más tarde y quién no fuera una casa ardiendo. Tras esa noche cien rostros nos separan. Y tú nunca serás uno de ellos. Tus ojos tu nariz tu boca mi boca. Nos desvanecemos juntos. El libro continúa más allá del blanco. Como si nada hubiera terminado. El peso el hueco la presión de la sombra en mis mejillas. El cuerpo arrancado al cuerpo. Se inclina sobre el papel se vuelve sobre sí y pregunta. 63 Ve cómo te verás subir en llamas. Ve ahí a dónde te esperan todavía en este mundo. A punto de poner la hora al canto del gallo. Con la mayor delicadeza. Como la sal castiga. En traje nupcial de soledades. Los afilados istmos de luna que se agosta. No pasarían por el ojo de una aguja. El ojo de una cerradura. Quienes han sido la esperanza y serán otros nuevamente concebidos ya sin ella. Como te quiso tu siempre luto de Ofelia. 65 Verás si es la pira esa espiral de lenguas que supones. O la espesa urgencia arde y cesa al golpe de su peso. Y así mientras huyo me perdones el adverso de mis ojos. La talla de espinas que prefieres sin asilo en tus sienes. ¿Quién eres si has escrito enseguida laberintos en donde me has buscado concebido espejo. Y se asienta en una extraña simetría contra el cráneo la marca de ceniza la presencia de un relámpago. Los mágicos tizones de tus labios. 67 Los rojos perfumes blancos. La ceguera pedida y el perdón por cerrar los ojos. Huellas de polvo de polen de tan solo edifica. Los años en silencio. Ni tu vista ni tu roce. Y luego ni siquiera tener nostalgia. Los blancos ángeles rojos. Escaparates. Te hacían jurar que me querrías. El tiempo y el lugar. Hacer escala de tus manos a las mías. Empequeñecer. Yo te dejaba ir novia y regresar novicia. La delgada música la delgada compañía. Los blancos rojos negros. 69 Los árboles impresos contra el crepúsculo. Una naturaleza muerta de siete gajos. En tránsito de puentes. En afinidad de todos los purgatorios posibles. La semana ahora infranqueable. Un batallón de penitentes contra el cielo. La obstinada devoción. Posada en los filos de un cuchillo. Este cuadro de llagas oscurece a la manera de una Babel de hojas y ramas. Como dos mundos dos gravedades. Se halan. Como un pájaro muerto a todos sus iguales. 71 El nudo corredizo. Las manos milagrosamente estrechadas. El sentimiento que lleva iniciales en cursiva. Sólo usado en los días hermosos. La renuncia a todo provecho. A beber del cielo después de haber formado nubes. A tomar medidas de defensa y paralelos. Lengua y paladar. En vías de encontrarse con la esfinge. Un acento mal dispuesto. Tan puramente hada y acertijo. Tantos ojos en ramilletes. Vueltos lobos lugares embrujados. 73 Ninguna razón tenía de liberarse. La aldaba menos frágil y beso en el momento mismo del golpe derrumbó la puerta. ¿De dónde supone nuestra fatiga esta ansiedad con alas desplegadas. ¿Por qué despecho en turno nos atrevimos remeros. Si fue vida estos días sin fecha. A ras de la escritura. Apenas esbozo del nombre apretándose a la escucha. Debería bastar la hora dolorosa sin miramientos. Se apura sospechosa la calma en torno a esta lágrima tardía. 75 Las orfandades sueltan sus perros Causa y efecto. Las aguas nos obligan a teñir brumas y sombras. Brillos y reflejos. Al desplazamiento a diferentes velocidades. Las olas. Las fugas. Irreprochables a pesar de ello. Prueba de ello. Forman o no parte de este vacío. El mar en primera persona. A falta de argumentos encontrarás estas miniaturas. Que se van a la puerta. Y cierran tras de sí la acotación. Si el teatro puede imaginarlo. Al pie de la pintura hay una mujer desconocida. 79 De esta última razón de reyes. El encuentro sorpresivo con un ángel. Estamos aquí por un buen propósito. Por la mal conocida. La desconocida. Música ciega y lúcida. La habitual lentitud de un acertijo. Que cambia. Aun así. Somos capaces de llegar a tus oídos. Y la vida con sus extrañas continuaciones. La ya escasa pasión. Y gracias a este regalo ponerte en guardia. Tienes el único texto intimidante. Ladrón del fuego. Paisaje labrado en una amatista. 81 El solitario seguirá queriéndola. A todos sus planetas. A sus cansados fantasmas. Si por ellos fuera lo aceptarían. Las estrechas demasiado estrechas páginas. Para contener tus ojos tu nariz tu boca. Cerrado el libro. Continúas la lectura casi imaginaria. Te miro leer. Mi enamorada de otra vida. El aire entra ligero a sumarse a la escena. Cuanto amé te ha devuelto entrelíneas al principio del mundo. El ártico. Si la habitación se volviera blanco. 83 Alabo el final de tus muñecas. Las tardes dedicadas a enseñarlas a respirar. Su hora de juegos. Sus comisuras donde haces el depósito nervioso de nuevos besos. Las venas todavía absueltas. Sabes que los carteros no vienen ni te entregarán solemnes sus esquelas. Y tiembla con su temblor de leche. Patalea y llora. Un hijo menos. La vida renuncia a pedir un deseo más. Todo arde a tus espaldas. Sus vestidos de búho. Los pliegues de sus mejillas. 85 Rehaciéndola. Reduciéndola. Enumeras las faltas. Las blancas omisiones. Su anhelo a temas recurrentes. Círculo dibujado. El niño que vive ahí dentro. Hijo del anciano Edipo. Que parece estar contemplándolo todo. El menor gesto solapado. La primera y la última vocación. Parpadeos de veinte minutos. Ciudades de vidrio y luna llena. Crisantemo que guardas desnuda entre tus pechos. Y llevar tu sonrisa en la solapa como una flor que alguien más cortó. 87 Cuando lo mataron con mano segura y fuerte. No llovía así desde que las Rosas fundaran esas lágrimas. Luego el cambio de ruta. Los amantes conversos. Excedidos. Encarnaciones. ¿Por qué su nombre de pila sería tan largo. Porque acaso lo recuerdas en un verso solo. Absolutamente quieto. Y tomar ese riesgo. A título de una infancia aterradora. Los miradores sobre un diario. El agua humilde. El sol inhóspito. El origen vudú de estas ambiciones. 89 Trátese con cuidado. Así. Como si entre nosotros. Un trozo de carne cruda el Corazón. ¿Quién sale por los suyos armado con lámparas tempestades señales en el horóscopo. Insulares. Estrellas solitarias. La duda sigue en pie. Aquí. En este campo de torturas. ¿Te has dado cuenta. Donde siembras un ciento de minúsculas la mayúscula inicial es un romance. Varios decibeles arriba. Un movimiento de muñecas. Por la rama de los abuelos maternos. 91 Los vasos rotos. Las correcciones. El cultivo de los asombros. Nuestras armas abandonadas. Las marinas. Las cajas de música. Los calendarios escolares. El lobo feroz. Todo en dos partes. Edén de la memoria. Podemos observar. Por así decirlo. Solo a 4 grados bajo tu temperatura corporal. Graduación de cuatro estrellas. Insistes en que tú recuerdas tú me has visto recordar. El cráneo roto. Dos tibias palabras. Las primeras. Viajan de vuelta. 93 Mejillas morenas. Corona. Banderas. Dormir sobre tus sienes. Como si no te quedaras aquí ya madura. Relojes. Columnas en los aires. Una escalera en el agua. Perder a las niñas en un parque. Recordarte ante el espejo. Las pestañas verdes. La noche de tus tímpanos. Palabras. Castillos de naipes. Ensayos. Ofrendas para un viernes de dolores. El desencarnado. Vientos encontrados. Dos ejércitos trabados en combate. Guerras seguidas de reconciliación. 95 Retorno río arriba. Come y bebe. Agua espejo. Insomnes asidos de tu pecho. Línea de faros. Todas tus sílabas. Cenizas. El metal en las venas. Y roídos hasta los huesos. Y hambrientos aún. Habrás llegado. La cortesía. El mar crédulo. Dos segundos. No los mismos. No los más bajos. En otro rostro. Salvo el propio. Lo que ya somos. Sino para llegar a un privilegio cesado. Brotes de piernas que no encuentran los escalones. Suerte de intemperies. 97 El sabor de los tejidos Insisto. Hay que devolverle sus espuelas. Salvarnos de muerte y resurrección. Cortar la enredadera y liberar los muros. De la mala costumbre de escucharte como llover. Hacer la mudanza de celda. A mejor oficio. Nos eliges oscuridad. Conjuros de aguacero. Hay que guardarse entonces. Por temor de verse dentro de esas redes. Serenas a cerrojo los presagios del verano. No viajar nos embarca en notas grises. Alarga los muros a tres mitades hacia arriba. 101 Los colores del correr del agua. Dos arco iris nuestras manos unidas. Te han obligado a desnudarte. A saciarte de maravillas Cubierta de solo la mirada. A que confundas conmigo cielo y crepúsculo. Y nos valga haber nacido una y otra vez como los cirios. Me dices recuérdalo son tus besos jurados. Y el infiel ladrón de corazones. Viene a ofrecerte tus propios higos. Ya es hora de que vengas. Ya era hora de soltar las barcas cuesta arriba. 103 Nunca así el diluvio. Que habrías de lanzarte en el anzuelo. Como se cuelga una manzana. Y la sangre el martirio. Pasan por el ojo de una estrella. Enhebran nubes leonadas. Aun así festeja el dormitorio sillas cama el ángel aterido. Se sonríe. Tus hombros continúan coronados como escalas de sacramento. La habitación en olor de mujer derramada. Como las ondas en un estanque. Respiras la humedad amarga y dulce. Falda alzada de tempestades. 105 Arcos. Anillos trozados. Serpientes que se trepan a sí mismas. Apenas olas que pueden nombrarse pinceladas. Esas mirándola ahí. Mientras la pintura se hace se desdice. Y quizá luego un día no quede nada. Y solo la tela la piel. Mientras no se atrevan y digan su edad. Si no ya habría que quemarlas públicamente. A cólera tan dura y tan lenta. ¿Habrían correspondido a nuestros ruegos ¿Adónde nos llevarán ahora ¿Hacia qué noche vamos descalzos. 107 La luz aprende a embestir del agua. La luz en que has de ahogar sueños peregrinos de otros sueños. Legionarios a las órdenes de otros sueños. Fallas el golpe. Fallas al intento mismo de replantar la mano a su reposo. Afuera la extraña se da su prisa. Recobra el tacto las memorias. Y algún amor contado como mío es otro cantar entero. Se alterna tajo y curación. El nuevo cuerpo acomodado entre sus quejas. Soporta como el agua al fondo de su bruma. 109 Y defender esta torre. Ser el acento el velamen la pupila. Su único punto débil en custodia. Mientras haya que mesar sus eslabones. Sostener en peso sus lágrimas lagunas. Será preciso atenderla. Y acaso su torso acabe viento. Cambie el curso. Miras cómo se contraen las almenas. Cómo se extienden dóciles al tacto sus orillas. Nos reina con raíces de aguacero. Nos frota molienda su mano y te vuelves palabras. Circulas como sangre. Brotas como de una herida. 111 Completas la oración antes de saber si nos alcanza. Si abonamos la deuda con más súplicas. Aún la pena ocupa el lado izquierdo de la cama. Es más pesada la noche y más difícil de cerrar sin tu cuerpo esta hendidura. Vienen a instalarse siempre a esa hora cien grillos centinelas. Luego es el despertar y seguir despierto todo el día. Y no te concedes un rostro ni adivinas tu amargura. No coinciden nuestras guardias. No sabemos nunca de visitas. 113 Modelo un sueño a cera perdida. El centro solar. El sol blanco. Los cantos dorados de tus pezones. Puntos cardinales. Marcas de dientes en tus brazos. El tajo fruto con un braceo de caricias doradas por el deseo. Hay en tus pechos un resplandor de brasas. Yo mi lengua la estela que se obstina salamandra. De par en par abierto al bautismo de tu fuego. Los muslos la grieta donde te vacías. Donde ardo y me anego en una larga llovizna y llamarada. 115 Miras irse punto a punto las costuras. Cada lunar de tu cuerpo es un barco que se hunde. ¿No podías Corazón dejar esta semilla en cautiverio. Las calles han doblado sus esquinas. Éramos decías la cuerda tensa. No más larga que un brazo. Las huellas no dejan asidero. Te pronuncias dos veces sobre los cristales empañados. Todo se borda con la lluvia. Te sabes próximo o te sabes eco. Esa luna corre de puntillas. Aun si duermes no se atreve a desnudarse. 117 Te devuelvo mis huesos. Agujas imantadas a tu sombra. Los pájaros los peces que fueron mis tobillos mis pies. Las cuatro cámaras del corazón con mi fantasma adentro. Los pliegues de mis manos donde jugaron al escondite nuestras hijas. Los músculos en oleaje abatido por tus lunas. Mi sonrisa que ha dicho río tu nombre sin saberlo navegable. Todo lo reparo a tu memoria de agua. Todo se amarilla desde el vano de esta mañana que se aleja. 119 Mal alumno de males mayores Ocupación detestada impuesta al rostro. Asombro. El camino va tomando altura. Contorno de caballo. Salvo en el caso de perder aliento. Altura. Acentuada quiero decir. La regular proporción de estos días. La muy pequeña afrenta entre los suyos. Reino de dos padres. Tatuaje en los alvéolos. Un día en el mundo. Canastas. Trajes de inútil insistir. Demoras. No es para nosotros transitar ese poco que nos falta. Y todavía aun así traes puesta esa condena prescrita. 123 Por qué. Bisbisea. Por encantos. Por anticipo de. Dolores. Intervienen las Almas. Se ponen a trotar. En ese suelo firme donde no me aplastes. Donde me hubiera acostumbrado a la idea. Al hijo impreso. No le resultan ahora necesarias sus piedras en los bolsillos. Quizá se mostrarían otros más simples. Mira. Estás listo para cortar el listón. Conducirlo al fondo de una violeta. Azul. Los signos exteriores. Las mujeres en general. Azules. Cobalto. 125 A otra profundidad. Entre ellas pasan revista. Y latir. En aparte. Latir. Leemos distraídos. Todavía respiración. Restauración. Línea en términos físicos. Un lobo. Una lengua de lobo. Clases de certidumbre. Espero no les incomode el dictado. Este fárrago de minúsculas. Las ganas que pasan. Y pasan de largo. El mensaje. Angélicas. Pensaré. Si ninguno. Si no existiera nadie aquí. No sea tu mano esta dureza. Playa en tumulto. Y de esto estar muriendo. 127 A ciegas. Juzgado todo. Extinguido todo. No te hubieras ido. Cartero triste. Al ponerme lejos el corazón se enciende. Se aclara en vano esta pregunta. Un espejo enfrente. Una vitrina. Una higuera en la memoria. Pasos lentos. La costumbre se alcanza. Mecánica. Hirviente. Comprendes estar ya muy cansado. Ser la sombra coronada. Ruidos. Rumor. El frío. El talón falso. Nubes sostenidas por no decirte nada. Llamarte de Usted me combate. 129 Las crédulas canciones. Los platos de la balanza. Su andar a solas por todas partes. Cuelgan su Mayo. Ya no le son familiares. Amor entre gente confundida. Túneles. Adentro no sabemos de dónde. Desflecadas. Dejan en claro. Que se vuelque el dolor y la alegría. Se limitan a acortar la conclusión. ¿Cómo reunir ambas cartas a la Novia. Que el autor ha extraviado. Por toda respuesta de sus obras. El propósito tácito. Un barco de guerra el futuro. 131 A una antigua familia de malhechores. Un Narciso fantasma diurno. Nunca mejor caído a ese rincón de piedra. Convidado a un desayuno de tías. Aterradas por su tamaño. Su aire de ilusionismo. Y oír. Sacar conclusiones. Una violencia por sostén. En lo que se dicen los Ritos. Las niñas. Ocultas. Son el depósito de fe espontánea. Pagos de libertad. Alegres de suerte campesina. En el tablero de los escarabajos. Toma todo de las viudas. 133 Redes que lanzamos. Retinas. ¿No hay quién ayude a cruzar a este pobre. No hay. Pero siempre al final llegarás ausente. El pan el café sobre una mesa de manteles viejos. Las mujeres encontradas inmóviles desdibujadas. Incapaces de verte volver de tan larga y dura travesía. De esas regiones de altos prodigios. Globos terráqueos por amantes. Sin asombro. Arboledas. Ferrocarriles. Sea porque percibo tu cara en la niebla. La niebla existe. 135 Y V. Y V más aguda aquí. Dividiendo este clima improbable. A una mujer de su fe. Un halo suspendido de sus derechos. Este régimen de sombras. En cruce como desde tus labios al final de las cartas. Las caderas. El hecho de fundirse vivo. Y sin saberme en concepción de un nuevo temor. Algo me aquieta. Oído nadie lo nota. Sueñan los años sin ver. ¿Por qué ya no la culpas. ¿Por qué ya nadie. Dos gotas de mercurio pasean en la palma de la mano. 137 Eres un hombre o un ciprés. Eres el frío parejo o una silueta del frío. A punto de llorar. A punto de ser feliz. Por hábito rodeas sus rodillas. Sus muslos. Cuadrículas de sol. El sol pan cocido humeante. Antes amargo el mundo. Los fonemas. Observaciones. Somos también un poco de este vino. La trama hace las veces de asomo. Lo menos parecido. Pidiéndome que beba de tu lengua. En la medida de tu posible. En el argumento central. Adivinas. 139 Usted. Usted lo sabe. Golondrina. Una escolta por obligación le espera. Todos los abrazos en pares. El anhelo en círculo. Manos en círculo. Se quejan de fríos asoleados. ¿Cuánto debí soportar cada vez más indiferente. Sin darme cuenta le pegaba hasta cansarme la mano. En una acción desesperada. Qué pérdida. Qué se puede decir y al cabo ni siquiera hacerle su trabajo. Y qué pena podría durar estos tres cinco seis años. Escriturados a su herencia. 141 Estimada amiga. Dos puntos Corolario. Las inconstantes treguas. Los testimonios opuestos. Piezas de artillería. Insignias. A pasar de las llamas al golpe de puerta a la calle. Trampas de agua contra hogueras. Las encrucijadas crepitan. Empeñadas en ganarse un lugar. Las alegrías en franca perspectiva. Trofeo que dan y niegan. En esta edad de razón. Los indicios de adiós presunciones. ¿Por dónde precipita ahora. Bajo los arcos que huyen. Si pasan así entre dos lluvias. 145 Eliges al azar. Si todo es cuanto es y sobra cuántas veces decirlo. María e Isabel. El cangrejo y los peces. La gracia arde. Confiesa su inevitable mansedumbre. Se suelta de la cintura con sus manos pequeñas. Iremos mañana al mar. Y te amaré como se cruza una calle. Como ensombrece la tarde por el silbido del tren. Una alegría nos interrumpe el paso. Se enredan las cosas en tu nombre. El cielo de ayer se ha encharcado en otros cielos que pisamos. 147 Esperas hasta que la Mirada satelice. Y otra luz y otra luz. Extranjera. Pierda paso y venza. Avara. Que se arranquen pedazos de vida aún viva. Así se le estén muriendo sus hijos con su ejemplo. Y de rodillas uno junto al otro. Antes de levantarnos de la cama. No en lugar de Sí. No en otro ni en nadie. Lo que queda por amar me agita las manos. Eh. Acá. Esperas a que surja del fondo con el olfato con el gusto con el tacto. Y la fe abra las esclusas. 149 Haz que sea una vez más el socorro. Cuenta dí me fustiga mengua ser siempre por ambos el vislumbre. Dejas hacer las paces. Los párpados en los que estuviste confinado. Candelabro. Nos querrás consolar. El barniz en las yemas de los dedos. Sal de una vez de estas piedras apiladas. Sacude estos granos de arena de tus cabellos. Llave. Los labios se hinchan de miel. Se endurecen como yesos. La dicha es esta cicatriz. El sol saldado. Le ayudas a serlo. 151 Cisnes rojos. En círculo de cielo. Vives y morirás en mi propia carne. La cara se ha borrado y es también lo último. La palabra no está en el verso. De un modo casi generoso se demora hasta el alba. Mira mejor así su descuido. Antes traza las líneas en espejo una suerte que será de otro. Todas las horas ceden sus ruinas. Ni recupera ni agrega. Dos puntos de apoyo se disputan igual giro. Los simples se justifican. Se deshacen en polvo desconfiado. 153 Cisnes en círculo. Sueño que nos hayas visto. Ciclón en curso. Cielo abriéndose Ojo despertándose Ojo. Nubes remeras toman su asiento. Treinta y dos direcciones. Un solo Norte verdadero. Festeja a sus falanges impresas. Fija ya con todos los fuegos. Siembra de banderas. No busco ya su procedencia. Ni Amor ni Amargo. Las manos insulares. Las provincias migratorias. Y sueño al final nos hayas visto reunidos en el cruce de dos trazos. 155 Se limpia los labios para sentir mejor los golpeteos. ¿Cómo llegamos a gustarnos en dos citas. Vértigo ¿Cómo ha de leerse un cuerpo mordiéndose la lengua. Círculos. Reúnes en dos pechos la dirección hacia donde enfila el mundo. Las miradas podrán arder. No nos importa haber sido más jóvenes. Haber sido ocasión de duelo o de festejo. Los árboles el sol al ponerse este verano el corazón de nuestra libertad. ¿No viajamos al fin todos juntos. 157 Las oportunidades perdidas. Mendicantes. Nos piensas Pánica ya muertos. Sobre las bardas una línea de hormigas. Al borde de mira ni huellas de lo que fuimos cae una pregunta en lo que ahora somos. Sopla sobre tus ojos cerrados. Una hoja de agua. El sol perpetuo dispensa con un gesto todavía verde. La llave de agua. Dice. Ésta es tu mujer. Un tránsito de luna cubierta de cicatrices. Amparo con el pulso carbonizado. La mitad de un naipe de picas. 159 Un lento río nos socava a embates repetidos. Tu piel rumora con mis caricias adentro. Si duermes estas aguas turbias velan tu sueño. Y antes del alba soy en ti quien te contempla. Cauce de las células y escarpe de falla todos los músculos. Afuera todo es calma si nos amamos. Deja que me asiente besos a través de tus aureolas. Apagado tizón. Salgo de mí de ti. En este lugar nos arropa la neblina. Consumidos de humedad la humedad no nos toca. 161 Dar y tomar. ¿Cómo se tolera un regalo. No vinieron conmigo los vientos. Sílabas inestables. Fósforos. La mano extraña que estrecha tu mano. Con no más feligreses que mis dedos en oración de tu cuerpo. Y pongamos nuestros errores en la cuenta. Cielo perseguido atajado en tus ojos. Sobre los corderos tus muslos. Descarrilan dos líneas paralelas. Como la única natural orografía. Ofreces tus hombros desnudos. Muerdes y besas. Tomas y das. 163 Gaudeamus De ahí entonces ruede sus espejos en la arena. Para que el ojo deposite su denuncia y cada cosa cruel y cada tristeza tengan su testigo. Y así sea y siga siendo la historia. Que sea el camino tu ley severa. Tu norma de ya nunca y hasta pronto. En el lugar de la dedicatoria La festiva sabor de humo imaginada casa de nube. Quien está un poco de visita. Que tiene vedados los bienes terrenales. Abre su balcón apenas oír que la llamas. Antes incluso que las pequeñas manos venzan el broche. Sabe que la buscas. Salta del trapecio que supone su pasión y estalla como un beso. 169 Yemas solares tocan tus labios Liberan una sílaba corola. Una primicia de luz. De buenos días. Para que apenas abra la senda inunde el vado de tu lengua. Y en la premura dore el buril. Se aceiten las maderas. Puesta el alba dos apenas incisiones vienen y tocan. Casi líquidas de diálogo. Luminosas. Cómo terminar entonces de inscribir mi nombre en tus pupilas. Tu corazón amuleto se guarda el sueño que no recuerdas. 171 Los flancos del tulipán Talud donde soporta por cuatro costados el fragor de un extraño afecto en los que rompe su trance de párpados opuestos la secreta montura de un sueño exiliado a la proa vertical de una lengua de fuego devocionario convertido una vez por solo una en la retina doliente y veneración de sus perseguidores que siguen su curso en olor de incendio hasta hacerle hablar ante esa puerta inexpugnable del Corazón alzado en Flor. 173 El nudo arrecia la marcha Ante tus ojos una letra se vuelve de aire de eco de pausa desaparece. Por esa linde más que pasos bordean exhalaciones. Van al vislumbre tal vez lo que tardaran en deletrearlo. Se piensan ya habituadas a ser mayores. Pero qué palabra arrojará las palabras. Qué llave perseguirá la cerradura. La hiedra madrugada ya es dueña de esa plaza que tomaron. 175 Los claros del azafrán Conducen por vida propia su neblina. La luna estancia su fina transparencia. Acude. Cruza las manos sobre tu pecho. Aguarda el curso de la sangre. Que se detenga. Ya tuvo sus espigas en labios que sólo ciego atreverías. Ya pronunció a santo y seña la humareda. Las campanas tuvieron su capilla. Y eso es todo cuanto puede. El blanco deja por los filos de quemar una bandera. 177 Las piedras y el estruendo Entrecerrados los ojos y apretados los dientes. Las piernas tensas al desconcierto. Sin huir. Huiste. Cuerpo boca arriba. Donde te habías dejado caer. Muerto te levantan. Los parejos soldados de las cinco en punto. El belén allende a la mañana. 179 Al trasfondo de tus lunas En derramada sombra la lluvia corre a guarnecerse. Habituada en tus espumas. Y yo sin manos de agua. Y yo que me abro a fuerza de raíz. En espera o duda. Me sublevo a tu beso que se obstina en pequeñas rosas pinceladas. Y aún más fría la llovizna cae dentro. Sobre la carne viva de las brasas. Con una suave advertencia me dilato decidido a recorrer tus comisuras. 181 La descifrada herencia Al calado revés de tu habitada corola. Me cargas fardo de vocales en tus piernas. Una cascada asombro de agua donde mayo apenas madura. Sucede en nosotros. Así. Luz. Márcame. Mírame. No esperes hasta que duerman en la casa. A que la fe se duela. Sea mía tu faena de caricia dilatada. Cirios nos lluevan sobre el tejado de los labios. Tu herida que cierre pronto. Conmigo adentro. 183 Notas para un alba leonada Para coser una fábula al abrigo de ti misma. Tomarte el pulso sin peligro de saltar en pedazos. Para lavarnos el gesto de fatiga. Estamos aquí. Cubiertos de naufragios que ya cumplieron su condena. Colgados del permiso para tomarte por asalto. Sabedores de que un ángel adelgaza en el último suspiro. Que luego es posible pasar cien años por el ojo de una aguja. Con tu risa esperando estallar del otro lado. 185 Umbrella Distingues una sonrisa a través de la ventana empañada. Con violencia. Con hastío. Rompes a llorar. Los mediadores. A quién hemos arrojado afuera. La pesada ceniza. Los deseos súbitamente acantilados. Los frutos inaugurales. El atuendo de esmalte y de tierra con que nos dan ejemplo. Las negras majestades. 187 En privación de un cumpleaños Nos apremia una potestad de jaula abierta. Anillo que gira sobre una falange descarnada. No ha de dolernos volver la esquina y aquí estamos. Con la mirada puesta entre las piernas. Puntuales a la cita que nos pasa entre huella y tacto. Dóciles perseguidores de una fecha errante. De una verdadera corazonada. Nos miramos remontar las paces. En acuerdo secreto consumados. 189 Cava el eco Instaura un fuego exacto en el tercio inferior anverso de tu dedo índice. Donde hubo Norte y la falsa premisa de dos pliegues. Se imprime el sello avaro de la duda. Quién dirá ahora el número par de tus futuros hijos. Quién invertirá el Sur de tu memoria. Sólo el eco. La sangre consagrada. Se demora entre tus nervios la orden de retirar las manos. Ya no hace caso este ascesis de ascuas. Un furor al rojo blanco recoge las cenizas. 191 Los atentos alrededores El jardín en ramo de las tentaciones comunes. Mezclan sin obstáculo su ímpetu de selvas azarosas. La corona respirable de tus propios hijos. Entonces aún sin nombre. Pues quizá hubiera parecido demasiado sobrio. Calculado desde el silábico detalle hasta la omega capitana de un apellido. Última entre últimas para desearse pronto. El jardín en ramo de las constelaciones menores. 193 Estrella de cinco puntas Dedos diestros en el Mal amado. Plegaria separada apenas de la hoguera. Concebida crueldad que mis besos reencontraron. Desembarco de tormentas. A voz en cuello. Todos los ejércitos cansados. A voz de olvido. Pido me otorguen sepultura. Pero vuelta hubiera acaso de tu cuerpo. Suave quebranto. Cielo de hadas protectoras. Amigas de dulces manos. Ábranme esta puerta a la que golpeo llorando. 195 El claro acento Se interna en la espesura sólo para ser apresado en un silencio de cien años. Como si el envés le fuera claustro la parte sumergida de la noche da la vuelta. El claroscuro niega haber sido advertido por los insomnes que nos sueñan. La casa pierde altura. Entra a tientas un improvisado cuervo en la cocina. Sobre el mantel gajos de mandarina juegan a representar el fin del mundo. 197 Ni apetece ni ya puede ser Huellas más hondas circularon estas facciones. Tres marías tuvieron mi rostro entre sus rasgos. Sujeto entre sus voces. Calado en sus mejillas. Si hablaban del Gris adelgazaba la tormenta. Yo volvía para encontrarlas desmayadas. Una súplica de agua me tendía a sus pechos. Con su lengua en tridente me acunaban. Y yo acontecía. Pronunciado. Pero ya no desde ahora. El lienzo deja escapar la flecha. 199 Y tú que te sabes desposada Y tú que mentirás ante tu sombra. Por traer contigo la prudencia. Por ganarte en esa prudencia tu sitio. Mal te vienen las prisas. Mal callan tu desolación y tu abandono. Esos tímpanos de la vida oyente. Tú que bien conoces la puerta de la derrota. Tú. Agraciada. Pensando en otros. Cuántos mares se habrán vuelto interiores. Qué barcas se habrán quedado con tu nombre. 201 Como un pájaro que ocupara todo el cielo Como tú sola que ocupas toda mi vida. Toda la memoria declina recordar nada más. Damos por terminada la esperanza. Porque la lluvia nos da sus manos de lluvia. Y un templado aguacero nos despide. Lloro porque esquivas el gran mal. Porque sientes sufrir tu próxima alegría. Lloro por tu ausencia confirmada. Por tu beso que refulge. Porque llorar es el último adagio que profeso. 203 Lleno de gracia Cómo has querido luz. Cómo has sido regalado de tanta luz. Envuelto. Engalanado. Triturado. Comido de luz. Apresado por tanta luz. Que ya no sabes distinguir esas insulsas pinceladas. Esos temblores. Que no das paso ni te viene en gana devolver el favor. Tan mísero te has vuelto. Tan de tu lado que lo dejas. Por no caer en tentación y temeroso de no llevarla. Por más calamidades que persigas. La luz se te adelanta. 205 Uniforme de sol A quien has estudiado en esta media hora semejante. A quien en algo has cumplido al rechazarle el plato. Depones la mirada. La guerra aérea. Un trozo de hielo se ha puesto a fundirse. Ciertos rostros demasiado desfigurados comparten el socorro. Una madeja ovillada en torno al café. Y el apunte. Esta anotación pasmada. Las repetidas sueltas aspiraciones. Por acercarse a tu nombre en esta tarde. Solamente. 207 Correspondencia Hacerse luego alegre las cuentas. El precio en números que no hacen al caso. Que no lo son ya nunca. Para qué continuar. El benigno misterio preside las pocas curiosidades. Los celos de uso popular. Que no les es posible distinguir un martes de un domingo. Ponen caras graves y felices. Para qué. Los dones proféticos pasan de largo. Cometa de dos colas. Con una mujer desmayada entre los brazos. 209 Boleta de empeño Las muchas negligencias. Llamadas a pronta escena. Servidoras más humildes. Más enfermizas. Así fueran tan amadas. Separadas de un modo unidas. Quedan en prenda. Los ojos que aprendieron a quemar los libros. Que no verán ya nada más. Se vuelven la gentil ignorancia. El franco abandono. Y acometido para hablarle a tu corazón. Queda el aire puro del silencio. Toda la riqueza entra a caballo. Toda la vida. Quise decir. 211 El tren de pasajeros La violencia como oficio. Unos niños. Otros mayores. En amargo certamen. Y la ubicua constelación les toma el pulso. Que les da lo mismo ser hijas de la esperanza. O madres de la última vez. Cierran la esquina en armas tomar. A escasos dos bolsillos. Una maleta a medio peso. Sin puentes ataduras cuentas definitivas. El sol se oculta. Unas pinzas te sujetan de la manga. 213 Lectura para Helena Saludos a cambio de así y así. Nada de palabras. Ya antes íbamos de lástima a cruces. Pasajeros ocasionales. En días feroces de tan brujos. Que comienzas por desmentirlos. A eximirlos de tus recuerdos. Rojas migajas. Un ademán muy autor. Muy causa y efecto. Para que fuera de arcilla la elegiste. Te dice en un arrimo de orejas. Al final ha firmado con todo su nombre. Suspira como si no. Pregunta adónde vas que más valgas. 215 Carta entre dos deberes La mejor llamada Sara de tus bodas. Devuelta al remitente con una sospecha de clausura. Enuncia la breve gratitud que tiene de tu demora. Dice que ha sanado y que no teme al retrato que le hagas. A las sombras falanges de tu sombra. Dice lo que bien sabes. Que aún no le escasea alimento en sus venas. Y que aún tiene la edad adecuada para una navidad futura. 217 Y los cielos sean brasas Días y noches consumidos. Hasta ver el olivo y la viña volverse del vértigo. Un gozo confuso. Reconciliadas. Que no fuera posible ya detenerlo. Y tu corazón se asiente como un ancla. 219 Índice 11 Encerrar un objeto irreconocible 13 El incendio... 15 Los rostros... 17 Y semejante... 19 Y tu... 21 Lugares espejos... 23 Todo está... 25 La noche... 27 Exhausto... 29 Sólo queda... 31 Una esquina... 33 La llave sin echar 35 Los campos... 37 Huele a... 39 Otras fuentes... 41 Los niños... 43 Saberse observado... 45 A decir de... 47 Motivos para... 49 Cuerpos felices... 51 Buen huir... 53 No dejan... 55 Juzgamos mal la visita 57 Uno guarda... 59 Llevas insignia... 61 La sombra... 63 ¿Cómo lo... 65 Ve cómo... 67 Verás si... 69 Los rojos... 71 Los árboles... 73 El nudo... 75 Ninguna razón... 77 Las orfandades sueltan sus perros 79 Causa y... 81 De esta... 83 El solitario... 85 Alabo el... 87 Rehaciéndola... 89 Cuando lo... 91 Trátese con... 93 Los vasos... 95 Mejillas morenas... 97 Retorno río... 99 El sabor de los tejidos 101 Insisto... 103 Los colores... 105 Nunca así... 107 Arcos... 109 La luz... 111 Y defender... 113 Completas la... 115 Modelo un... 117 Miras irse... 119 Te devuelvo... 121 Mal alumno de males mayores 123 Ocupación detestada... 125 Por qué... 127 A otra... 129 A ciegas... 131 Las crédulas... 133 A una... 135 Redes que... 137 Y V... 139 Eres un... 141 Usted... 143 Estimada amiga.Dos puntos 145 Corolario... 147 Eliges al... 149 Esperas hasta... 151 Haz que... 153 Cisnes rojos... 155 Cisnes en... 157 Se limpia... 159 Las oportunidades... 161 Un lento... 163 Dar y... 165 Gaudeamus 169 En el lugar de la dedicatoria 171 Yemas solares tocan tus labios 173 Los flancos del tulipán 175 El nudo arrecia la marcha 177 Los claros del azafrán 179 Las piedras y el estruendo 181 Al trasfondo de tus lunas 183 La descifrada herencia 185 Notas para un alba leonada 187 Umbrella 189 En privación de un cumpleaños 191 Cava el eco 193 Los atentos alrededores 195 Estrella de cinco puntas 197 El claro acento 199 Ni apetece ni ya puede ser 201 Y tú que te sabes desposada 203 Como un pájaro que ocupara todo el cielo 205 Lleno de gracia 207 Uniforme de sol 209 Correspondencia 211 Boleta de empeño 213 El tren de pasajeros 215 Lectura para Helena 217 Carta entre dos deberes 219 Y los cielos sean brasas s Las ou x . a: fic g rá ipo at or í ses lo s z. A : Ca r rtí a c ió n oO . F or m ug s C ué y H a n C a r lo Ju Télles Barranco. Supervisión en im t ip prenta: M og a re s a r O sk a m- R 1 rB r r Ch ist D s, op oe h l li s o No o yC rd z ij , d r y. r po o u nd ña ont F F se ñ ad a é i d he d ise E n sc d a s de a mb Un naipe de picas de Rubén Chávez Ru e n i z E s pa r za se de f e b te r m Gr r e r i nó d up o d e e imp r im i 20 o r 11, Ed en ito l o s ta ri al l le re s JA N O S. A. de o ap am de ite s on Tri n da i za ut i l af í as ie pe z Es c ob ar jo se on lC de o ón ac i ad st r id ini cu dm al o la A y uv de c ió n st i a l e d ac y e itor ta l. R Ed blica Esta Pú corrección de estilo: Blanca Le S o no r O c a d i a las mpo e a I v g r . C on án C a st a ñ c a e m pt o ed a át de ic d o i señ :D oy an lL ó , s i l lá n do t ín M ica s u b g A ., u u ina C .V .864 , esq no colonia Electricistas Locales, C.P. 50 ed 040, Tolu ic i ca, Es ón t ado c on de M é x ico st a . La de 10 00 e je mp la r es L en erd o n po te ien