DICTAMEN N.º 157/2013, de 7 de mayo.* Expediente relativo a reclamación de responsabilidad patrimonial instruido por el Ayuntamiento de Bargas (Toledo), iniciado a instancia de D.ª X, por los daños padecidos al sufrir una caída tras tropezar en una acera. ANTECEDENTES Primero. Reclamación.- Con fecha 10 de noviembre de 2011 D.ª X presentó en el registro del Ayuntamiento de Bargas escrito en modelo 100 “Solicitud General”, solicitando una indemnización por los daños físicos sufridos tras una caída en la vía pública a causa del estado de conservación de la acera en la calle Arroyada de la localidad. No cuantificaba inicialmente la indemnización requerida. Describía los hechos señalando que “el día 17 de octubre de 2011, en el paseo de la calle Arroyada (ferial), sufrí un accidente debido a unas baldosas levantadas a causa de las raíces de un árbol, ocasionándome múltiples daños físicos. No pudiéndome levantar, fui socorrida por dos vecinas que acudieron en mi ayuda y que pidieron asistencia del médico, que acudió al lugar para asistirme”. Adjuntaba a su reclamación los siguientes documentos: Informe de alta de Urgencias del Hospital H, del mismo día 17 de octubre, en el que se diagnostica contusión facial con epistaxis, contusión esternal y parrilla costal anterior, FA paroxística anticoagulada con pradaxa, contusión cervical y contusión en rodilla izquierda. Se entrega además hoja de instrucciones para la observación domiciliaria de pacientes con traumatismo craneoencefálico. Informe de valoración de D. L, médico que asistió a la reclamante en el lugar del accidente, en el que se hace constar: “caída ocasional. Contusión facial y en torax. Dolor a palpación costal C5-C7 parrilla costal izqda. Hematoma frontal. Erosión en pirámide nasal y labio. Diagnóstico: contusión costal: probable fractura costal. Contusión nasal: erosión en frente y labio”. Fotografías del lugar de la caída. Fotografías de las lesiones sufridas. Segundo. Ampliación de la reclamación.- Mediante escrito presentado el día 14 de marzo de 2012, la reclamante aportó un informe médico de valoración emitido, con fecha 13 de marzo de 2012, por D. A, Doctor en Medicina y Cirugía, en el que, tras hacer referencia a la caída padecida por D.ª X, a la atención médica recibida, diagnóstico y tratamiento prescrito por los servicios de Traumatología y Otorrinolaringología de Urgencias del Hospital H, expresaba que “en función de los datos obtenidos en la visita del 13/03/12, la lesionada no está en tratamiento en relación a las lesiones sufridas en el accidente. [ ] Refería cierta persistencia del dolor torácico. Ha precisado la toma de medicación analgésica y reposo durante 45 días. [ ] Se establece un período de incapacidad de 45 días, que tienen el carácter de incapacidad impeditiva. Las lesiones originadas en el accidente no han dado lugar a la aparición de secuelas”. Con base en el informe referido, la interesada cuantificaba el daño sufrido en 2.487,15 euros, correspondiente a 45 días de incapacidad impeditiva, a razón de 55,27 euros por día, que fija la Resolución de 20 de enero de 2011 de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones. Tercero. Alegaciones de la compañía aseguradora del Ayuntamiento.- Con fecha 3 de julio de 2012 la aseguradora de la corporación local presentó escrito de alegaciones en el que niega que hayan quedado acreditados los hechos que fundamentan la reclamación y la existencia de relación de causalidad entre los supuestos hechos y el funcionamiento del servicio público. En él se pone de manifiesto que “la reclamación se produce por caída en vía pública, según refiere la perjudicada en su reclamación. […] De los informes aportados no pueden determinarse la ocurrencia de los hechos, ni la mecánica de los mismos. [ ] Así y de acuerdo con lo manifestado y de cuanta información se dispone, se determina la inexistencia de nexo causal entre los hechos reclamados y el funcionamiento del servicio público, lo que lleva a determinar que se proponga la desestimación de la reclamación”. Cuarto. Comparecencia y alegaciones en trámite de audiencia.- Consta en el expediente diligencia de comparecencia de la reclamante el día 23 de julio de 2012, para tomar conocimiento del expediente y retirar copia de la documentación, dentro del trámite de audiencia. No figura incorporado al expediente el acuerdo de apertura del trámite de audiencia ni su efectiva notificación a la reclamante. Mediante escrito presentado el día 1 de agosto de 2012 en el registro del Ayuntamiento, la reclamante pone de manifiesto que “el día 20 de julio de 2012 recibo Acuerdo de Alcaldía del Ayuntamiento de Bargas del día 4 de julio de 2012, de la apertura del trámite de audiencia para formular alegaciones y presentar documentos y justificaciones que estime pertinentes”. A tal efecto, en el referido escrito se analiza la relación de causalidad necesaria para poder solicitar la * Ponente: Emilio Sanz Sánchez 1 indemnización, afirmando que “si los encargados municipales del mantenimiento y vigilancia de parques, jardines, árboles plantados en la vía pública de tránsito habitual de usuarios hubieran obrado con la suficiente diligencia al observar este desperfecto del pavimento, ya que es habitual la poda y el riego de los mismos, el riesgo hubiera desaparecido y el accidente se habría evitado”. La reclamante afirma que al lugar de la caída acudieron dos vecinas: D.ª C y D.ª N, que presenciaron los hechos, pudiendo servir como testigos para la narración de los mismos, y el médico D. L del Centro de Salud F, avisado por una de aquellas. Añade la reclamante que “en referencia a la terminación convencional del procedimiento, estaría dispuesta a finalizar de esta forma si es Ayuntamiento considera como válido la cantidad reflejada en el informe del Perito Médico de los Seguros Privados D. A”, cuyo montante asciende a 2.487,15 euros. Por último, subraya que “a fecha de hoy el pavimento en que sufrí el accidente sigue sin ser reparado como muestran las fotografías que acompaño y que se han tomado recientemente”. Al escrito se acompañaban los mismos informes médicos incorporados a su reclamación inicial, así como nuevas fotografías del lugar del accidente. Quinto. Acuerdo del Consejo Consultivo.- Remitido el expediente a este Consejo para la emisión de su preceptivo dictamen, el Pleno del mismo acordó en sesión de 20 de diciembre de 2012, devolver el expediente a la entidad local consultante a fin de que se incorpore el informe del servicio municipal cuyo funcionamiento haya podido causar la presunta lesión indemnizable, que, entre otros extremos, deberá pronunciarse sobre el estado de la acera, tamaño y visibilidad del desperfecto, así como cualquier otro dato (constancia de la producción del accidente, etc) que pueda contribuir a esclarecer el eventual nexo causal existente entre el daño sufrido por la afectada y el funcionamiento del servicio público. Tras lo cual deberá procederse a la apertura de un nuevo trámite de audiencia y posterior emisión de la propuesta de resolución, según lo previsto en el artículo 12 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, por el que se aprueba el Reglamento de los Procedimientos de las Administraciones Públicas en materia de Responsabilidad Patrimonial. Sexto. Informe de la Inspectora de obras.- Con fecha 20 de febrero de 2013, la Inspectora de Obras emite el siguiente informe: “que girada visita de inspección el día 20 de febrero de 2013 por la calle Arroyada frente al número 35 se ha podido comprobar como existe un alcorque en mal estado, el cual está levantado y parte del acerado que lo rodea, al parecer debido a las raíces del árbol”. Séptimo. Informe de los Servicios Técnicos Municipales.- Dentro del periodo de instrucción se incorpora al expediente el informe emitido el día 4 de marzo de 2013 por el Arquitecto Técnico Municipal, en el que manifestaba lo siguiente: “El estado del acerado en el entorno de la zona es bueno en líneas generales, sin que se observen diferencias de nivel acusadas, resaltos o piezas deterioradas, con un ancho generoso. [ ] En lo que respecta al tamaño y visibilidad del desperfecto, creo poder asegurar que es visible a una distancia tal que su presencia pueda advertir con la antelación suficiente para poderlo evitar. De los datos tomados in situ en el día de la fecha, se pueden trasladar las siguientes conclusiones: 1. En lo que respecta a la superficie de acerado, más concretamente a la baldosa, zona por donde deben transitar los peatones, se puede apreciar como el resalto más relevante se manifiesta en la baldosa más próxima al bordillo de formación del alcorque, siendo esta variable según se mida en un extremo u otro de la baldosa, tomando como medida más desfavorable unos 2 cm aproximadamente. 2 Salvando la baldosa anteriormente mencionada, el resto del acerado y en una anchura de 160 cm, se presenta en general en buenas condiciones, presentando mínimos desniveles en la unión de unas baldosas con otras, (…) 3. En la zona de formación del alcorque y, en concreto, en uno de los bordillos del mismo, se presenta un escalonamiento aproximado de unos 5 cm de altura en una longitud de unos 7 cm (...) Por otro lado, en la aproximación, visualmente se considera que el resalto puede apreciarse con suficiente antelación como para poder evitarlo. 4. En lo que respecta al resalto lateral que se presenta paralelo a la línea de bordillo y en la junta de este con la baldosa inmediatamente en contacto con él, se comprueba que en su parte más alta, en contacto con el bordillo de formación del alcorque, tiene un desnivel de aproximadamente unos 5 cm, disminuyendo proporcionalmente a medida que nos alejamos de este punto hasta que a una distancia aproximadamente de 2,40 m, desaparece y vuelven a presentarse a nivel tanto baldosa como bordillo”. Junto con el informe se acompañan fotografías en las que se aprecia el desnivel de la baldosa y el resalte del alcorque sobre el bordillo. Octavo. Nuevo trámite de audiencia.- Instruido el procedimiento, con fecha 8 de marzo de 2013 la Secretaria del Ayuntamiento remitió a la interesada el Acuerdo de la Alcaldía dictado el día 6 de marzo, poniéndole de manifiesto el expediente mediante relación detallada de los informes a él incorporados y otorgándole un plazo de quince días para formular alegaciones y presentar los documentos y justificaciones pertinentes. No consta en el expediente la efectiva notificación de esta resolución a la interesada, quien no obstante, presentó escrito de alegaciones el día 19 de marzo de 2013, en el que tras citar la legislación que en orden a la conservación de las vías públicas considera de obligada observancia por el Ayuntamiento, critica el informe emitido por los servicios técnicos municipales afirmando que “la persona que sufrió el accidente tiene su vivienda enfrente del lugar donde se encuentran varios alcorques en general y el del accidente en particular. El nombre de la calle donde se produjo el mismo es calle Arroyada, una calle que oscilará entre los 800 y 900 metros, desde donde se muestran algunas de las fotografías que se 2 adjuntan a este escrito, hasta el final de la calle habrá una distancia de 300 o 350 metros aproximadamente, y como podemos observar en las mismas existen tres calles que desembocan en la calle Arroyada (…) Pues bien, no existe ni un solo paso de peatones elevado o no, para sortear los bordillos, alcorques y demás impedimentos, que por cierto incumplen la normativa sobre Barreras Arquitectónicas, a lo largo de esta distancia, resultando imposible cruzarla para dirigirse al recinto donde se celebran toda clase de eventos, para poder acceder al parque Alberto Sánchez en general y en conclusión y en particular para poder depositar la basura en el contenedor más cercano, que es al que me dirigía en el momento de sufrir el accidente, del cual también adjunto fotografía”. La interesada se centra fundamentalmente en la obligación de cualquier administración pública de garantizar la accesibilidad y utilización del entorno urbano a todas las personas, haciendo desaparecer las barreras arquitectónicas que puedan existir, siendo el incumplimiento de esta obligación lo que hace surgir la responsabilidad del Ayuntamiento de Bargas en las consecuencias lesivas que se han producido. Finalizaba el escrito fijando como términos definitivos en los que estaría dispuesta a aceptar una terminación convencional del procedimiento, los siguientes: 50 % de la cantidad estipulada por el Técnico Forense en el informe de valoración, correspondiente a 45 días impeditivos, lo que arroja un importe total solicitado de 1.243,57 euros. Al escrito acompañaba numerosas fotografías de la calle en la que se produjo la caída, informe acreditativos de las dioptrías que tiene la reclamante e informes acreditativos de las operaciones de cataratas a que ha sido sometida. Noveno. Propuesta de resolución.- Con fecha 25 de marzo de 2013 el instructor del procedimiento suscribió propuesta de resolución, proponiendo, la terminación convencional del expediente por las lesiones producidas en la persona de la reclamante a consecuencia de una caída producida en la vía pública, abonando, en concepto de indemnización, el importe de 1.243,57 euros, correspondiente al 50 % de lo inicialmente solicitado. En tal estado de tramitación V. E. dispuso la remisión del expediente a este Consejo Consultivo, en el que tuvo entrada con fecha 12 de abril de 2013. A la vista de dichos antecedentes, procede formular las siguientes CONSIDERACIONES I Carácter del dictamen.- El expediente remitido por el Ayuntamiento de Bargas versa sobre la reclamación de responsabilidad patrimonial de la Administración municipal, presentada por un particular como consecuencia de los daños que ha sufrido por una caída en una calle de la localidad. El artículo 142 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, establece los elementos esenciales del procedimiento de responsabilidad patrimonial que han de seguir todas las Administraciones Públicas -tal y como indica su apartado 1- y, por tanto, también las Corporaciones Locales. El apartado 3 del citado artículo en la nueva redacción otorgada por la disposición final cuadragésima de la Ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible, dispone lo siguiente: “Para la determinación de la responsabilidad patrimonial se establecerá reglamentariamente un procedimiento general con inclusión de un procedimiento abreviado para los supuestos en que concurran las condiciones previstas en el artículo 143 de esta Ley. En el procedimiento general será preceptivo el dictamen del Consejo de Estado o, en su caso, del órgano consultivo de la Comunidad Autónoma cuando las indemnizaciones reclamadas sean de cuantía igual o superior a 50.000 € o a la que se establezca en la correspondiente legislación autonómica”. Por su parte, el artículo 54.9.a) de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, del Gobierno y del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha, dispone que este último deberá ser consultado, entre otros asuntos, en los expedientes tramitados por la Administración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha referidos “a reclamaciones de responsabilidad patrimonial por cuantía superior a seiscientos un euros”; y el artículo 57 de la misma Ley establece que “Las Corporaciones Locales de Castilla-La Mancha solicitarán el dictamen del Consejo Consultivo, a través de la Consejería de Administraciones Públicas, cuando preceptivamente venga establecido en las leyes”. Este Consejo, en sesión celebrada el 25 de enero de 2012, acordó comunicar a la Federación de Municipios y Provincias de Castilla-La Mancha su criterio respecto a la cuantía a partir de la cual las Corporaciones Locales han de solicitar su dictamen preceptivo en los expedientes de reclamaciones de responsabilidad patrimonial, considerando que “la remisión efectuada por el inciso final del citado artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, respecto a la cuantía a partir de la cual es preceptivo el dictamen del órgano consultivo «o a la que se establezca en la correspondiente legislación autonómica», debe entenderse referida al límite de seiscientos un euros que establece la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, para considerar preceptivo el dictamen del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha en los expedientes tramitados por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Límite éste que opera de igual manera con respecto a los expedientes tramitados por las Corporaciones Locales de la Región, al ser el único establecido por la legislación autonómica, y porque de otro modo la garantía que supone la intervención del órgano consultivo en el procedimiento tramitado podría verse mermada en el ámbito local respecto al autonómico, si considerásemos que en el primero sólo es preceptiva la intervención cuando la cuantía de la reclamación iguala o supera un límite (50.000 euros) que es 3 sensiblemente superior al establecido para el segundo (601 euros). [ ] En consecuencia, es criterio del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha que su dictamen ha de ser solicitado, conforme al artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y a los artículos 54.9.a) y 57 de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, en los expedientes de reclamaciones de responsabilidad patrimonial tramitados por las Corporaciones Locales de Castilla-La Mancha de cuantía superior a seiscientos un euros”. En el presente supuesto, la reclamante solicita una indemnización de 2.487,15 euros, por lo que el dictamen se emite con el carácter de preceptivo. II Examen del procedimiento tramitado.- El examen del procedimiento sustanciado debe circunscribirse a la comprobación del cumplimiento de los requisitos formales establecidos en el Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, por el que se prueba el Reglamento de los Procedimientos de las Administraciones Públicas en materia de Responsabilidad Patrimonial, disposición mediante la que se dispuso el desarrollo reglamentario del aludido artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre. En el examen del expediente tramitado por el Ayuntamiento, este Consejo ha observado las siguientes deficiencias procedimentales que, si bien no vician de nulidad la resolución que se dicte, sí deberían ser tenidas en consideración en la tramitación de otros expedientes de responsabilidad patrimonial: 1. No se ha acordado formalmente la admisión a trámite de la reclamación como exige el artículo 6.2 del RD 429/1993, de 26 de marzo, ni se ha designado instructor del procedimiento. Tal defecto procedimental, no obstante, no puede calificarse de esencial, ya que se ha tramitado el procedimiento y se ha impulsado en todos sus trámites desde la Secretaría Municipal. 2. No consta en el expediente ningún acuse de recibo acreditativo de la efectiva notificación a la reclamante de cada uno de los acuerdos adoptados en el procedimiento, sin perjuicio de que, en todo caso, no se ha generado indefensión, toda vez que la interesada ha participado en cada uno de los trámites del procedimiento mediante la presentación de los correspondientes escritos, debiendo tenerse por hechas en forma las diversas notificaciones. 3. De conformidad con el artículo 78 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, “los actos de instrucción necesarios para la determinación, conocimiento y comprobación de los datos en virtud de los cuales deba pronunciarse la resolución, se realizarán de oficio por el órgano que tramite el procedimiento, sin perjuicio del derecho de los interesados a proponer aquellas actuaciones que requieran su intervención o constituyan trámites legal o reglamentariamente establecidos”, actuaciones que para la reclamante, el artículo 6.1, párrafo segundo, del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, centra en “la proposición de prueba, concretando los medios de que pretenda valerse el reclamante”. A este respecto, se observa que, pese a que la reclamante identificó en su escrito a tres personas que, afirmaba, fueron testigos de los hechos, no se han incorporado sus testimonios al expediente, por no haberse propuesto su declaración como medio de prueba. Dicha carencia podría imputarse a la pasividad de la propia reclamante quien no solicitó la práctica de la prueba testifical, lo que debió haber efectuado en la propia reclamación, tal como indica el artículo 6.1 del citado Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo. No obstante, dado el curso que ha tomado el procedimiento, con una posible terminación convencional, podría entenderse que el instructor tiene por probados los hechos sobre los que pudieran versar las declaraciones de los testigos, lo cual haría innecesaria la apertura de un período de prueba para la práctica de la misma. En todo caso, es la reclamante, a quien corresponde la carga de la prueba de los hechos en que fundamenta la reclamación. 4. Al hilo de lo anterior, y a la vista del expediente, ha de reseñarse la escasa instrucción llevada a cabo por el Ayuntamiento, reducida a la apertura del trámites de audiencia y a la propuesta de resolución, cuestión que motivó que por el Pleno del Consejo Consultivo se requiriese al Ayuntamiento, con devolución del expediente, la emisión de los informes que con carácter preceptivo establece el artículo 10 del RD. 429/1993, así como la apertura de nuevo trámite de audiencia y la elaboración de la correspondiente propuesta de resolución. Tales deficiencias de procedimiento han resultado subsanadas mediante la remisión de los informes de la Inspectora de Obras del Ayuntamiento y de los Servicios Técnicos Municipales, puesta de manifiesto del expediente, alegaciones de la reclamante y propuesta de resolución. 5. La propuesta de resolución aparece suscrita por D. V, en calidad de instructor del procedimiento, cuando a lo largo del expediente quien parece haber asumido las facultades de tramitación e instrucción es el Sr. Alcalde del Ayuntamiento de Bargas. De esta manera, quien firma la propuesta es persona distinta de quien ha llevado a cabo la instrucción del procedimiento, sin que conste documento alguno que haga pensar en el posterior nombramiento de D. V para la fase final de la instrucción. 4 6. La propuesta de resolución formulada por el instructor no introduce razonamiento alguno en relación a la existencia de nexo causal en el presente caso, tal como exige el artículo 13.2 del Real Decreto citado, aplicable por remisión del artículo 12.1 de dicha norma reglamentaria. 7. La excesiva dilación con la que se ha llevado a cabo la instrucción del procedimiento, que ha supuesto el incumplimiento del plazo de resolución previsto en el Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, que era de seis meses, habiendo tenido entrada la reclamación en el registro del órgano competente para su tramitación el día 10 de noviembre de 2011 y no habiendo sido remitido el expediente a este Consejo hasta el 12 de abril de 2013. No obstante, esta deficiencia procedimiental no vicia de nulidad la resolución que se dicte, por ser de aplicación, en todo caso, la figura del silencio administrativo negativo prevista por el artículo 13.3 del Reglamento de los Procedimientos de las Administraciones Públicas en materia de Responsabilidad Patrimonial. 8. El expediente carece de un índice numerado de los documentos y tampoco se halla foliado ni ordenado cronológicamente, circunstancias estas que introducen un elemento de incertidumbre sobre la integridad de su contenido, además de haber dificultado su adecuado examen y conocimiento. Por último, y sin perjuicio de todo lo anterior, procede destacar, como singularidad procedimental, que durante el trámite de audiencia, la reclamante, de conformidad con el artículo 11.2 del RD. 429/1993, de 26 de marzo, propuso la terminación convencional del procedimiento, a cuyo efecto presentó escrito expresando su disposición a aceptar como indemnización la cantidad de 1.243,57 euros, resultado de calcular el 50 % de lo que, por aplicación del Baremo establecido en la Resolución de 20 de enero de 2011, correspondería a las lesiones padecidas. Dicha cantidad es coincidente con la consignada en la propuesta de terminación convencional sometida a dictamen. En estos supuestos, el proyecto de acuerdo indemnizatorio sustituye a la propuesta de resolución que debe ser remitida para dictamen del correspondiente órgano consultivo, dado que el artículo 12.1 del referido Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, dispone que “A este efecto, remitirá al órgano competente para recabarlo [el dictamen] [...] todo lo actuado en el procedimiento, así como una propuesta de resolución que se ajustará a lo dispuesto en el artículo 13 de este Reglamento o, en su caso, la propuesta de acuerdo por el que se podrá terminar convencionalmente el procedimiento”. III Presupuestos normativos y jurisprudenciales para la exigencia de la responsabilidad patrimonial.- La responsabilidad patrimonial de la Administración es una institución jurídica que goza en nuestros días de rango constitucional, con reflejo en los artículos 9.3 y 106.2 de la Constitución, el último de los cuales establece que “los particulares, en los términos establecidos por la Ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos”. Los presupuestos caracterizadores de la responsabilidad patrimonial de la Administración tienen su principal formulación legal en los apartados 1 y 2 del artículo 139 y 1 del 141 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, en los que se establece que los particulares tienen derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos; que, en todo caso, el daño alegado habrá de ser efectivo, evaluable económicamente e individualizado con relación a una persona o grupo de personas; y que sólo serán indemnizables las lesiones producidas al particular provenientes de daños que éste no tenga el deber jurídico de soportar de acuerdo con la Ley. A partir de las notas legales antedichas, la copiosa jurisprudencia existente sobre la materia ha estructurado una compacta doctrina, según la cual “los requisitos exigibles para imputar a la Administración la responsabilidad patrimonial por los daños y perjuicios causados a los administrados son los siguientes: en primer lugar, la efectiva realidad de un daño material, individualizado y económicamente evaluable; segundo, que sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos en una relación directa y exclusiva e inmediata de causa a efecto, cualquiera que sea su origen (Reglamento, acto administrativo, legal o ilegal, simple actuación material o mera omisión); por último, que no se haya producido por fuerza mayor y que no haya caducado el derecho a reclamar por el transcurso del tiempo que fija la Ley” -Sentencias de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha de 23 de febrero de 2004 (Ar. JUR 2004\83545, FJ 2º) y de 13 de octubre de 2006, entre otras muchas, o, en parecidos términos, Sentencia del Tribunal Supremo de 13 de marzo de 1989 (Ar. RJ 1989\1986, FJ 3º)-. A la relación de requisitos precitados cabría agregar también, como elemento de singular significación para apreciar la referida responsabilidad patrimonial, que el reclamante no tenga el deber jurídico de soportar el daño producido. El sistema de responsabilidad extracontractual aplicable a nuestras Administraciones Públicas ha sido calificado por la doctrina como de carácter objetivo. Este rasgo ha sido perfilado por nuestra jurisprudencia señalando que “al afirmar que es objetiva se pretende significar que no se requiere culpa o ilegalidad en el autor del daño, a diferencia de la tradicional responsabilidad subjetiva propia del Derecho Civil, ya que se trata de una responsabilidad que surge al margen de cuál 5 sea el grado de voluntariedad y previsión del agente, incluso cuando la acción originaria es ejercida legalmente, y de ahí la referencia al funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos en la dicción del artículo 40 [de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado, hoy 139 de la Ley 30/1992], pues cualquier consecuencia dañosa derivada de tal funcionamiento debe ser, en principio, indemnizada, porque de otro modo se produciría un sacrificio individual en favor de una actividad de interés público que, en algunos casos, debe ser soportada por la comunidad” -Sentencias del Tribunal Supremo de 26 de septiembre de 1998 (Ar. RJ 1998\6836) o de 28 de noviembre de 1998 (Ar. RJ 1998\9967)-. Sin embargo, como dijo el Consejo de Estado en su dictamen de 3 de junio de 1999, “este carácter objetivo, tal y como en reiteradas ocasiones ha puesto de manifiesto la jurisprudencia del Tribunal Supremo y la doctrina del Consejo de Estado, no implica que todos los daños producidos en los servicios públicos sanitarios sean indemnizables, pues ello llevaría a configurar la responsabilidad administrativa en estos casos, de forma tan amplia y contraria a los principios que la sustentan, que supondría una desnaturalización de la institución. Así pues, de acuerdo con dicha doctrina, para apreciar la existencia de responsabilidad patrimonial es preciso acudir a parámetros como la lex artis, de modo que tan solo en el caso de una infracción de esta ley cabrá imputar a la Administración de la cual dependen los servicios sanitarios la responsabilidad por los perjuicios causados. En el caso de que no se infrinja la lex artis, ha de concluirse que tales perjuicios no son imputables a la Administración y han de ser soportados por el particular, sin que generen, en modo alguno, el derecho a percibir una indemnización”. En idéntica línea el Tribunal Supremo en su Sentencia de 4 de abril de 2000 declaró que “el criterio fundamental para determinar si concurre responsabilidad patrimonial en materia de asistencia sanitaria es la de la adecuación objetiva del servicio prestado, independientemente de que existan o no conductas irregulares por parte de los agentes de la Administración y del buen o mal éxito de los actos terapéuticos, cuyo buen fin no siempre puede quedar asegurado”, añadiendo en otra Sentencia de 25 de abril de 2002 que “prestada la asistencia sanitaria con arreglo a la regla de la buena praxis desde el punto de vista científico, la consecuencia de la enfermedad o padecimiento objeto de atención sanitaria no son imputables a la actuación administrativa y por tanto no pueden tener la consideración de lesiones antijurídicas”. Así mismo, la responsabilidad patrimonial de la Administración se asienta en el criterio objetivo o concepto técnico de lesión, entendida ésta como daño o perjuicio antijurídico que quien lo sufre no tiene el deber de soportar. Dicho deber existe cuando la medida impuesta por la Administración constituye una carga general que todos los administrados afectados por su esfera de actuación están obligados a cumplir, y puede venir determinado por la concurrencia de una concreta imposición legal o por otros factores vinculados ordinariamente a la propia situación o actitud del perjudicado, con incidencia sobre la entidad del riesgo generado por el actuar de la Administración. La carga de la prueba de los hechos en que se base la reclamación de responsabilidad patrimonial recae necesariamente sobre el sujeto que la plantea, lo que incluye la acreditación de la relación causal invocada, de los daños producidos y de su evaluación económica. Es ésta una formulación enunciada sistemáticamente por nuestra jurisprudencia, que encuentra ahora su principal apoyo en los artículos 6 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, y 217 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, Ley 1/2000, de 7 de enero, que viene a recoger las reglas del onus probandi dentro de la categoría de las obligaciones, sentando la conocida máxima de que incumbe la prueba de las obligaciones al que reclama su cumplimiento y la de su excepción al que la opone; todo ello, sin perjuicio del deber genérico de objetividad y colaboración en la depuración de los hechos que pesa sobre la Administración, en consonancia con lo previsto en los artículos 78.1 y 80.2 de la citada Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y que se extiende a sus órganos, autoridades y funcionarios. De otro lado, recae sobre la Administración imputada la carga de la prueba cuando ésta verse sobre la eventual concurrencia de una conducta del reclamante con incidencia en la producción del daño, la presencia de causas de fuerza mayor o la prescripción de la acción -v. gr. Sentencias del Tribunal Supremo de 15 de marzo de 1999 (Ar. RJ 1999\4440) y de 21 de marzo de 2000 (Ar. RJ 2000\4049)-. También debe de ser objeto de consideración el tiempo que haya mediado entre la producción del evento lesivo y el ejercicio de la acción tendente a su reparación, pues, conforme a lo dispuesto en los artículos 142.5 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y 4.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, el derecho a reclamar prescribe al año de producido el hecho o acto que motive la indemnización o desde la manifestación o estabilización de sus efectos lesivos. El análisis de la relación de causalidad existente entre el actuar administrativo y los efectos lesivos producidos aparece de ordinario como elemento esencial en el examen de los procedimientos seguidos en materia de responsabilidad patrimonial de la Administración. Ante la falta de referencias legales respecto de sus notas caracterizadoras, se dispone de una amplía creación jurisprudencial al respecto, que vino tradicionalmente considerando como rasgos definitorios de dicho vínculo teleológico su carácter directo, su inmediatez y su exclusividad respecto de los perjuicios generadores de la reclamación -así, Sentencias del Tribunal Supremo de 19 de enero de 1987 (Ar. RJ 1987\426) o de 4 de junio de 1994 (Ar. RJ 1994\4783)-. Sin embargo, dicha tendencia doctrinal ha sido matizada y corregida, admitiéndose también formas de producción mediatas, indirectas y concurrentes que plantean la posibilidad de una moderación de la responsabilidad cuando intervengan otras causas, lo que deberá tenerse en cuenta en el momento de fijar la indemnización -Sentencias del Tribunal Supremo de 28 de julio de 2001 (Ar. RJ 2001\10061), de 15 de abril de 2000 (Ar. RJ 2000\6255) o de 4 de mayo de 1999 (Ar. RJ 1999\4911)-. Este planteamiento conduce en cada supuesto al examen de las circunstancias concretas concurrentes y a la búsqueda de referentes en la abundante casuística que ofrece la jurisprudencia existente. 6 Finalmente, la intervención de este Consejo Consultivo en los procedimientos seguidos como consecuencia de reclamaciones de responsabilidad patrimonial debe centrarse esencialmente en el examen de los elementos aludidos en el artículo 12.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, en el que se dispone: “Se solicitará que el dictamen se pronuncie sobre la existencia o no de relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y la lesión producida y, en su caso, sobre la valoración del daño causado y la cuantía y modo de indemnización [...]”. IV Requisitos para el ejercicio de la acción.- Expuestos los presupuestos jurídicos exigidos legalmente para el reconocimiento de la responsabilidad patrimonial de la Administración, y antes de pasar al examen de los elementos sustantivos configuradores de la misma, procede analizar la concurrencia de las legitimaciones activa y pasiva inherentes a la reclamación. En relación con la primera, la misma se encuentra acreditada en el expediente, ya que la persona que reclama es la que ha sufrido el daño. Asimismo, corresponde la legitimación pasiva al Ayuntamiento de Bargas, dado que es el titular de la vía en la que se alega que se produjo el suceso y a quien compete la conservación y pavimentación de vías públicas urbanas de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 25.2.d) de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las bases del Régimen Local. Por lo que al plazo del ejercicio de la acción se refiere, los artículos 142.5 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y 4.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, establecen que el derecho a reclamar prescribe al año de producido el hecho o acto que motive la indemnización o de manifestarse su efecto lesivo. En el presente supuesto, el daño se produjo el día 17 de octubre de 2011 y la reclamación fue presentada el 10 de noviembre del mismo año, por lo que resulta evidente que está presentada dentro del plazo conferido para ello. V Requisitos sustantivos: daño, relación de causalidad y antijuridicidad de aquél.- La reclamación pretende el resarcimiento de los daños físicos causados por la caída sufrida al tropezar con unas baldosas levantadas a causa de las raíces de un árbol. El daño reclamado se valora en la cuantía de 2.487,15 euros, cantidad resultante de: 45 días de baja impeditiva x 55,27 euros/día. De los informes médicos obrantes en el expediente, consta acreditado que el día 17 de octubre de 2011 la reclamante fue atendida por el Servicio de Urgencias del Hospital H de contusión facial con epistaxis, contusión esternal y parrilla costal anterior, FA paroxística anticoagulada con pradaxa, contusión cervical y contusión en rodilla izquierda, para cuya curación precisó de 45 días impeditivos. Tales daños han de considerarse efectivos, evaluables económicamente e individualizados en la persona de la reclamante. En lo que respecta a la relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y el daño hay que partir de que la interesada vincula este a un funcionamiento anormal del servicio público de conservación de vías públicas urbanas, pues afirma que la caída de la que derivaron los daños se produjo a consecuencia del mal estado en que se encontraba la acera por la que transitaba. La existencia de un desnivel en el firme de la acera, por otra parte reconocida por la Inspectora de Obras y por los Servicios Técnicos del Ayuntamiento, pone de manifiesto una falta de conservación de la misma que compete al Ayuntamiento, por mandato del artículo 25.2.d) de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las bases de Régimen Local, lo que supone que, si como consecuencia de falta de conservación de dichas vías, se producen daños a las personas o a las cosas, el Ayuntamiento podría ser responsable de los mismos. Sin embargo, la responsabilidad no se produce de forma automática por el hecho de que en la vía pública exista un desnivel, sino que debe acreditarse la relación de causalidad existente entre el mismo y el daño producido, cuya prueba le corresponde a la reclamante en aplicación de lo dispuesto en el artículo 217 de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil, que establece una regla distributiva del onus probandi, determinando que incumbe la prueba de las obligaciones a quien reclama su cumplimiento. Así lo ha declarado expresamente el Tribunal Superior de Justicia de Aragón en la sentencia de 16 de noviembre de 2009 (Arz. JUR 2010\380464), en un supuesto de daños por caída en la vía pública, al decir que “es a la parte actora a quien corresponde, en principio, la carga de la prueba de las cuestiones de hecho determinantes de la existencia de la antijuridicidad, del alcance y valoración económica de la lesión, así como del substrato fáctico de la relación de causalidad que permita la imputación de la responsabilidad patrimonial de la Administración”. En idéntico sentido y para un supuesto similar, se pronuncia el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, en sentencia de 19 de mayo de 2011 (Arz. JUR 2011\268705). En el supuesto objeto de dictamen, es posible estimar probada la caída sufrida por la reclamante pues, por un lado, así consta en el informe de alta del Servicio de Urgencias en el que se expresa que la afectada “cae de propia altura con contusión a nivel de frente y nasal con epistaxis lado izquierdo y contusión a nivel de pecho con dolor a la inspiración profunda” y, por otro, se ha aportado al expediente informe del médico que atendió en el lugar de la caída a la reclamante. 7 Sin perjuicio de lo anterior, la interesada no aporta prueba alguna que acredite el modo en que afirma se produjeron los hechos. Menciona en sus diferentes escritos de alegaciones que los hechos fueron presenciados por dos vecinas, D.ª C y D.ª N y, sin embargo, no constan sus testimonios en el expediente, ni petición o proposición por parte de la interesada para que se tomen sus declaraciones, pudiendo por este medio haber acreditado el modo en qué sucedió el accidente, y si la caída se produjo al tropezar con el desnivel de la baldosa o con el resalte del bordillo. Frente a la carencia de prueba, es importante dejar constancia que, según manifestaciones de la interesada, cuando se produjo la caída contaba con 83 años de edad, que es vecina de la propia calle, incluso aporta fotografías en las que aparece su domicilio, y que acudía a depositar la basura en el contenedor situado al final de la misma calle. Todo ello permite concluir que la reclamante conocía perfectamente el lugar, no sólo por vivir en la zona, sino por la habitualidad del acto que motivó su tránsito por la calle. Tal conocimiento pudo desembocar en una confianza que llevó a la falta de atención, optando por subir a la acera o deambular por un lugar en que el desnivel es de entre 2 y 5 cm, según se encuentre más o menos alejado del alcorque del árbol, como han reconocido los servicios técnicos municipales, cuando bien podía haber elegido cualquier otro punto entre su domicilio y el contenedor de basura, toda vez que, como se aprecia en las fotografías aportadas por la reclamante y consta en el informe del Arquitecto Técnico del Ayuntamiento, “el estado del acerado en el entorno de la zona es bueno en líneas generales, sin que se observen diferencias de nivel acusadas, resaltos o piezas deterioradas”. Además, se aprecia en el reportaje gráfico que presenta la reclamante que el desperfecto es visible a una distancia suficiente para advertir su presencia y poder evitarlo, lo que también constata el técnico municipal. De lo anterior se desprende que la deficiencia existente en la acera se trataba de una irregularidad mínima que no suponía un riesgo relevante para la seguridad de los usuarios de la vía, quienes podrían superar tal obstáculo prestando un nivel de atención normal. La falta de acreditación de la forma en que se produjeron los hechos conduciría por sí misma a informar desfavorablemente la reclamación de responsabilidad presentada, al afectar directamente a la prueba del nexo causal. Sin perjuicio de ello e indagando en el título de imputación mantenido por la afectada, conviene cerrar el razonamiento incorporando al presente dictamen la doctrina plasmada por diversos órganos jurisdiccionales en la resolución de reclamaciones de responsabilidad patrimonial planteadas por caídas sufridas por peatones a consecuencia de desperfectos existentes en las aceras. Así, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León manifestaba en sentencia de 23 de diciembre de 2005 (JUR 2006\20432), reiterando su doctrina en posteriores pronunciamientos tales como las sentencias de 24 de marzo de 2006 JUR 2006\130604- y de 19 de enero de 2010 -JUR 2010\114268-, que “la sala ofrece diferentes criterios que permite calificar como jurídica -soportable- o antijurídica una lesión. Y si un administrado cae al suelo a causa de una irregularidad insignificante de la acera, debe soportar las consecuencias de esa caída, por infortunada que sea. Esas consecuencias, esa lesión no será antijurídica, pues caerse al suelo es algo que a toda persona le ocurre bastantes veces en su vida. Otro caso será si la caída viene causada por un desperfecto grave, serio, peligroso o suficientemente generador de riesgo para que, causalidad aparte, merezca el desplazamiento del riesgo de caída propio de toda deambulación a la esfera de la responsabilidad de las administraciones públicas. [] [...]. Por lo tanto, como se ha dicho en otros pronunciamientos de este tribunal, no puede pretender el administrado que la superficie de las aceras, o sus bordillos se encuentre en un absoluto alineamiento, totalmente rasante y carente de la más nimia irregularidad. La existencia de irregularidades en las aceras o en sus bordillos es inevitable en toda población. En los bordillos hay diferentes rasantes, superficies, texturas y niveles, por consecuencia de la adaptación de los bordillos a las necesidades de los discapacitados y la posterior supresión de las barreras arquitectónicas, que implican rebajes y desniveles pronunciados. La pavimentación de vías urbanas responde a la necesidad no sólo de garantizar unas objetivas condiciones de salubridad del entorno, sino también de garantizar condiciones objetivas de seguridad: seguridad para el tránsito de vehículos y seguridad para el tránsito de las personas que es el caso. Y así, la existencia de unos ligeros daños en el cemento que sujeta la alcantarilla, de muy escaso tamaño, (son sólo grietas, pues los trozos de argamasa no están sueltos) donde no hay hueco posible donde introducir el pie, desperfectos que se dan en una banda longitudinal de perfil cóncavo, que delimita la zona de aparcamientos a la vez que recoge las aguas pluviales hacia la propia alcantarilla, no supone por si sólo un obstáculo esencialmente peligroso. Cierto es que sería deseable su inexistencia, pero entonces estaríamos exigiendo la perfección absoluta. No podemos pretender que ese nimio, insignificante defecto suponga la creación de un riesgo tan relevante que haga surgir la responsabilidad del municipio demandado. [...] []. La posibilidad de caerse en una acera surge desde el mismo momento en que se transita por ella, sin que las consecuencias de esa caída puedan ser imputadas sin más a la administración responsable. Del mismo modo que existe la posibilidad de tropezar en el interior de una vivienda. Los tropiezos, sin mayores consideraciones, son consustanciales al deambular humano y la administración (o el particular si se tropieza en su vivienda o en su finca) no tiene el deber de indemnizar la totalidad de los tropiezos que se producen en las calles. Únicamente indemnizará aquellos tropiezos que generen lesiones antijurídicas; que el "tropezado", el ciudadano no tenga la obligación de soportar, y esto se determinará por medio de los criterios antedichos”. Es preciso citar igualmente la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía de 27 de septiembre de 2007 (JUR 2008\128424) que expresa que “tampoco se aprecia relación de causalidad entre el rebaje de la acera, máximo 2 ó 3 8 cms., que es menor en altura al que existe entre cualquier acera y la correspondiente calzada, y la caída de la peatón, pues no se trataba de un socavón o un agujero apreciable, sino de una pequeña rebaja en la superficie, ocasionada, como se ha dicho, por la pérdida de varias losetas de la acera. De forma que, a criterio de este Tribunal, no por pisar allí ha de caerse necesariamente o por lógica una persona, sino que concurrió descuido o inadvertencia de la peatón, al igual que puede uno caerse al pisar una simple piedra, resbalarse al bajar el bordillo de una acera, o subir un escalón. [] El pequeño desnivel al que aludimos repetidamente, no tiene nada que ver con el funcionamiento, normal o anormal, del servicio público. Lo contrario extendería la responsabilidad de los entes públicos a limites rayanos en lo absurdo, por ejemplo, si uno tropezase en una loseta que sobresaliese respecto a la contigua, teniendo en cuenta los cientos de millones de ellas que tapizan el suelo de nuestras ciudades”. Por su parte, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña afirmaba en sentencia de 20 de noviembre de 2006 (JUR 2007\139961) que “dicha responsabilidad solo surge cuando el obstáculo en la calle supera lo que es el normal límite de atención exigible en el deambular, por no ser exigible como fundamento de una reclamación de responsabilidad patrimonial una total uniformidad en la vía pública, sino que el estado de la vía (hablando en un sentido comprensivo de acera y calzada) sea lo suficientemente uniforme como para resultar fácilmente superable con un nivel de atención exigible socialmente pues de otra forma se estaría haciendo un llamamiento a la falta de responsabilidad individual pese a constituir esa responsabilidad uno de los fundamentos de la vida social, debiendo por tanto entrar en el estudio a la vista de las concretas circunstancias del caso de si el accidente fue efectivamente debido a las circunstancias de la vía o por el contrario resulta imputable a una falta de atención o cuidado exigible a la reclamante. [] En el presente caso, a la vista de la documental aportada, entendemos que las irregularidades mostradas en la calzada, son obstáculos que prestando la atención socialmente exigible al deambular deberían haber sido superados o evitados sin ninguna dificultad, no pudiendo por ello conforme a lo anteriormente expuesto apreciar la responsabilidad patrimonial reclamada”. Ante todas las circunstancias narradas y teniendo en cuenta la doctrina expuesta, hay que concluir que no existe relación de causalidad entre el daño sufrido por la reclamante y el funcionamiento del servicio público de conservación y pavimentación de las vías públicas que corresponde al Ayuntamiento de Bargas, por lo que procederá desestimar la reclamación de responsabilidad patrimonial examinada. VI Sobre la indemnización solicitada.- No obstante, la conclusión a la que se ha llegado en la consideración anterior, este Consejo considera conveniente expresar su parecer, aunque sea de forma sumaria, sobre la indemnización solicitada por la reclamante. La parte interesada cuantifica la misma en 2.487,15 euros, cifra en la que incluye 45 días impeditivos. Considerando que la caída tuvo lugar el día 17 de octubre de 2011, los 45 días se corresponden todos ellos al año 2011, finalizando, por tanto, el día 31 de diciembre de 2011. Para la determinación de la indemnización, en su caso, al igual que lo hace la reclamante en su escrito, este Consejo viene aplicando los criterios que se contienen en el Real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos de Motor. La Tabla V del anexo a la norma citada contiene las indemnizaciones por incapacidad temporal, incluidos los daños morales. Para la determinación concreta de la indemnización resulta de aplicación la Resolución de 20 de enero de 2011, de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, por la que se publican las cuantías de las indemnizaciones por muerte, lesiones permanentes e incapacidad temporal que resultarán de aplicar, durante 2011, el sistema para valoración de los daños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación, por coincidir la baja con dicho año. Según la referida Tabla, por cada día impeditivo de baja sin hospitalización corresponden 55,27 euros, en concepto de indemnización básica. A la cantidad obtenida en función de lo anteriormente dicho, le sería de aplicación el sistema de actualización que se establece en el artículo 141.3 de la Ley 30/1992, de 26 de diciembre. En mérito de lo expuesto, el Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha es de dictamen: Que al no haberse acreditado la relación de causalidad entre el funcionamiento de los servicios públicos del Ayuntamiento de Bargas (Toledo) y los daños alegados por D.ª X, como consecuencia de la caída sufrida tras tropezar en una acera de la calle Arroyada de dicha localidad, procede dictar resolución desestimatoria de la reclamación de responsabilidad patrimonial examinada. 9