Numero 113 - Escuela de Psicología Social de Montevideo

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c g
ampo
113
Al cabo de los años he observado que la
belleza, como la felicidad, es frecuente.
No pasa un día en que no estemos,
un instante, en el paraíso.
Jorge Luis Borges
La experiencia del ser
Pinocho, la fuga
malograda
Marcelo Percia
Universalismo militante
Cuatro hipótesis
y una posibilidad
Franco Ingrassia
Las articulaciones expresivas
El campo de
Arteterapia
Judith Mendelson
Salud, educación y trabajo
Trilogía bajo
sospecha
Elsa Emmanuele
rupal
EDICION ANIVERSARIO
• Año XII • Nº 113
• Julio de 2009
• $ 8.-
EROTICA
DEL VACIO
Luis Gruss
Erótica del vacío
Adelanto exclusivo del nuevo ensayo de Luis Gruss
Director
Román Mazzilli
Secretario de redacción
Walter Vargas
Redacción
Luis Gruss, Patricia Mercado,
Denise Najmanovich,
Daniel Seghezzo.
Administración y Publicidad
María Eugenia Conde,
Pablo Scarfo
Colaboran en esta edición
Marcelo Percia, Franco Ingrassia,
Judith Mendelson, Roberto Sardi,
Fernando Vico, Carlos Solero,
Carlos Trosman, Elsa Emmanuele,
Verónica Scardamaglia, Ada Fanelli,
Rodrigo Campos Alvo, Marcelo
Miceli, Enrique Guinzberg.
El texto que reproducimos a continuación es un
anticipo exclusivo del nuevo ensayo de Luis
Gruss, titulado Siete lecturas del silencio/ El
ruido y la furia en el siglo XXI. El autor -colaborador habitual de Campo Grupal- ha publicado
ya (por Capital Intelectual) su obra premiada Lo
inalcanzable/ Las mujeres en la vida y la obra de
Franz Kafka, Fernando Pessoa y Cesare Pavese.
Lo que sigue (fragmento de una de las siete lecturas) se relaciona con el silencio erótico, abordado desde diversos y renovados ángulos por el
ensayista.
Luis Gruss
Redacción
Argerich 2543 Dto. B
(1417) Capital - Argentina
Tel/fax: 4501-1701
Publicidad: Tel: 4504-2449
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ESPACIO Y:
Lugar Cultural
Filosofía, Arte, Espiritualidad
ACTIVIDADES
Curso
“Religiones comparadas:
China y Japón”
Prof: Sergio Fuster.
A
Son las palabras las que toman una actitud, no los cuerpos;
las que se tejen, no los vestidos; las que brillan,
no las armaduras; las que retumban, no las tormentas.
Son las palabras las que sangran, no las heridas.
Pierre Klossowski
mor y erotismo. ¿Queda algo que agregar sobre la expresión
física del amor? Los pensadores modernos dicen poco. La literatura y el cine intentan aproximaciones que muchas veces terminan en versiones aniñadas de la fe. El amor no existe, decretan los
escépticos. O existe como una pasión por todos venerada pero que muy
pocos viven realmente. En los contornos de la trama se agita el sentimentalismo barato, la pornografía industrial, la prosa barrial y la sabiduría que se nutre de la convención. En esta línea suele decirse que el
amor “se hace” como también se hacen las guerras, los viajes, las comidas o los juguetes. “Lo que pasa en la cama es secreto de quien ama”,
resolvió con pudor el impúdico Vinicius de Moraes.
Eros permanece invisible. En la oscuridad vibrante envuelve a
Psiquis en sus brazos y la arrastra a un pozo sin fondo. Ni siquiera el
placer del sexo es eterno ya que se interrumpe al ser alcanzado. La estación final suele ser el desencanto. O faltan palabras para hablar de amor
y erotismo (la “llama doble” según la feliz expresión acuñada por
Octavio Paz). O sobran. O es mejor callar. Beckett seguramente propondría una salida alternativa que podría resumirse en un sin embargo.
No puedo hablar del tema. Puedo (sin embargo) hablar de él.
Según el mito socrático el acto de amar sirve para “engendrar una
multitud de hermosos y magníficos discursos”. Al parecer las divinas
parrafadas no alcanzan a alojarse en ningún lado. La espera del ser
amado ayuda a encender la doble llama. “Estoy enamorado porque espero”, supone Barthes. Pero también la espera cansa, o peor, termina en
algún momento. ¿Y después qué? Debemos admitir la existencia de un
silencio erótico que no se deja tomar ni clasificar. Podemos contornearlo amorosamente, y hasta con cierto grado de precisión, pero jamás
atraparlo y menos aún obligarlo a decir lo que no quiere.
La erótica del vacío dispara una catarata de palabras y un torrente no
menos fluido de dudas. También despierta en los protagonistas la sensación de estar viviendo una experiencia que, siendo incomunicable, es
única. Pero en el momento en que los amantes se quitan la ropa (y revelan el misterio) se pierden y comprenden, con algún desconcierto, que
las formas empiezan lentamente a diluirse en espejismos. La ropa evita
por un lado que el cuerpo se convierta en un desfile ambulante y exhi-
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bicionista. Pero al mismo tiempo excita la curiosidad. El fenómeno es
claro para todos, también para los hombres salvajes de Pongo -en el
oeste de África- que viven desnudos y no permiten vestirse a sus mujeres porque de ese modo “serían más bellas” y podrían ser procuradas por
hombres de los pueblos cercanos.i
En plena desnudez la convulsión de la carne confunde la escena hasta
límites insospechados. La cercanía extrema disminuye las diferencias,
incluidos los supuestos atractivos que la tela subrayaba. De pronto se
despliega un juego de sombras donde ni la luz ni las palabras cambian
lo esencial. La carne se vuelve invisible y el intercambio se realiza de
un modo fantasmal.
La ceremonia secreta se concreta pero, extrañamente, la deidad invocada no se hace presente. La fusión perfecta que promete el mito de
Aristófanes se trastoca en mitades que se unen circunstancialmente para
volver a separarse. El impulso inicial adopta la forma de una deriva
extraña a la vida humana que, para existir, impone la ausencia. Luego,
como en el teatro, cae el telón, se encienden las luces que al comienzo
de la obra se habían apagado, el humo artificial enrarece el ambiente y
todo vuelve a cargarse de conversaciones que terminan siendo banales de
tan cotidianas. ¿Qué fue lo que pasó? Si fue amor es posible que la unidad en la diferencia vuelva por otros caminos.
La actividad sexual no es necesariamente erótica. Lo será únicamente si no resulta demasiado rudimentaria. Quizás sea necesario recordar
que un ser hablante no bebe ni come ni copula como un animal; ya no
puede recrear la vida salvaje de donde proviene. Allá se relacionaba con
el orden de la necesidad. Acá se transfigura. Hasta la elección del objeto amoroso será completamente distinta a la de las bestias. El todos los
casos el lenguaje atravesará el acto como una espiral endemoniada.
Definitivamente expulsados de un paraíso que acaso nunca existió, los
que se aman deben abrirse paso en una selva donde ya nada queda en pie
de la naturalidad añorada. Son las palabras las que toman una actitud,
no los cuerpos.
Entre hombres y mujeres hay una discontinuidad insalvable. Un abismo (dice Bataille) que no está lejos del malestar y la muerte. Por más
que a veces parezca que los minutos se estiran, el amor transcurre en un
tiempo limitado como en una especie de fulgor circunstancial. Petite
mort llaman los franceses al orgasmo, ese alto arrecife donde cada integrante de la pareja pierde la conciencia durante un período indeterminado y permanece en virtual estado de coma por unos momentos, quizás
demasiado breves para lo esperado. Ese instante (dice Octavio Paz) es
diminuto e inmenso, dura lo que dura un parpadeo y es también largo
como un siglo. Pequeña muerte inspirada por Tánatos; estallido, calma,
desconcierto. La subida es también caída y la vibración máxima de los
cuerpos se torna improbable. “Es una sensación que pasa de la extrema
tensión al más completo abandono y de la concentración fija al olvido
de sí. Es una reunión de opuestos que dura un segundo: la afirmación
del yo y su disolución, la subida y la caída, el allá y el aquí, el tiempo
y el no-tiempo. La experiencia mística es una instantánea fusión de
opuestos, tensión y distensión, afirmación y negación, estar fuera de
sí y reunirse con uno mismo en el seno de una naturaleza reconciliada.
Es natural que los poetas místicos y los eróticos usen un lenguaje parecido: no hay muchas maneras de decir lo indecible”.ii
En tiempos de sexo computarizado o telefónico (además) el contacto
físico “real” con un “otro real” está perdiendo terreno en beneficio del
goce en soledad cuyo único soporte es el fantasma sin foco de un desconocido. Cuando el cuerpo se convierte en prolongación de una computadora, la dimensión física del encuentro desaparece. Para algunos
esto da lugar a nuevas subjetividades. Para otros lo singular de cada cual
se evapora en el aislamiento extremo. Plantear una oposición tajante
entre mundos reales y virtuales, de todos modos, podría conducir a un
callejón sin salida. Porque antes y después de este nuevo signo de los
tiempos hay una situación de origen que se ha instalado desde el nacimiento del lenguaje y se relaciona con el carácter en cierto modo imaginario del acto. El cuerpo del otro sirve de sostén para proyecciones
igualmente delirantes e interacciones corporales sumamente acotadas a
algunas partes del conjunto. Desde esa óptica el sexo virtual no sería ya
una distorsión monstruosa del real sino que pondría de manifiesto, más
aún, la densa nebulosa que subyace en las parejas.iii
El silencio está blindado como la verdad. Inútil tratar de violarlo con
la intención de saber qué piensa el otro. Cada cual podrá decir una banalidad al paso para eludir lo inevitable. Pero el discurso emitido no va a
alcanzar. “Puedes fotografiar un paisaje –ejemplificó el pintor Francis
Picabia-. Pero no puedes conocer lo que tengo en la cabeza”. La frase
vale para resumir las tensiones que hay entre vida y lenguaje. Pero también ayuda a comprender mejor la subjetividad. El abismo de lo personal es una exhortación “a descender hasta esa fuerza extraña que nos
obliga a sondear los más tornasolados refugios, la riqueza indeterminada e infinita, las promesas prohibidas”.iv
El juego erótico se compone fundamentalmente de alusiones y preguntas vagas, en parte incentivadas por el deseo carnal. No hay afirmaciones tajantes (no puede haberlas) ni declaraciones que puedan constatarse. En eso el erotismo se parece a la literatura que también alude,
juega, rodea, cubre lo que empezó descubierto en una suerte de streap-
Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa. Mark Twain
mujer me inclino a pensar en su esqueleto”, confesó Flaubert. Para
Leonardo da Vinci la cópula es atroz. Decía: “Si consideramos los
miembros que intervienen en el acto veremos una fealdad tal, que de no
existir la belleza de los rostros, las vestiduras de los amantes y su actitud reservada, la naturaleza quedaría privada del género humano”. Es
posible que el denodado fervor de Leonardo por la anatomía lo haya confundido. Pero quizás sea verdad que una exaltación extrema y absoluta
del “sexo puro” (sin velos reales o ficticios) lleve a la autoaniquilación
de los amantes. Eso se ve triste y brillantemente demostrado en El
imperio de los sentidos, la perturbadora película del japonés Nagisa
Oshima.
El erotismo no se resuelve en términos anatómicos y mucho menos
siguiendo criterios morales o estéticos determinados. La poética de los
cuerpos es y debe ser impura (“quien huye del mal gusto cae en el
hielo”, advertía Neruda)*vi. Algo indiscernible sobrevuela el trámite
físico entre hombres y mujeres. Y sea lo que sea pertenece, con seguridad, al orden de la palabra y el misterio.
II
¿Adónde va el deseo cuando no sabe donde posarse?
Piedad Bonnett
La mujer. No abundan textos históricos acerca de la sexualidad
femenina. Sobran, en cambio, los referidos a la fecundidad. Semejante
omisión (o borradura) quizás tienda a ocultar el principal escándalo de
la cópula entablada entres seres humanos: su progresiva liberación de la
finalidad reproductiva. En el ritual erótico el placer compone un fin en
sí mismo. Hombres y mujeres se entregan al acto seguramente acompañados por un personaje invisible y de valores múltiples. ¿El deseo?
¿La imaginación? ¿El amor?
Para un hombre la mujer es siempre una extranjera. Queriendo entender algo la rodea sin hallar más que enigmas o, como se dice en el ámbito psicoanalítico, orillando los bordes de lo real. Hay en el medio una
invitación anónima, un signo indescifrable, un entorno en cuyo centro
nace una pregunta sin respuesta. El silencio del cuerpo es la realidad
escondida del lenguaje Y el lenguaje es un accidente (el cuerpo) del
silencio. La mujer se torna protagonista de una escena ensayada en sordina. El Kamasutra -escrito en forma de ley- advierte que no se puede
gozar de la mujer “si ella devela secretos”. Es una prohibición a la que
debía obedecer. También la mujer, como sucede en la pintura china, debe
su condición a lo inacabado. La más deseada y lejana se oculta y despierta (de pronto) como la bella durmiente del bosque. Casi todo es
borroso alrededor. Ya no es tan bella ni tan durmiente. Ha despertado o
es protagonista de un sueño.
Desde siempre se han hecho intentos por acotar el silencio que la
mujer encierra en su mundo espiritual. El feminismo teme que esta
exaltación del misterio sea interpretada como encubierta negación del
tease al revés como denomina Vargas Llosa al acto de narrar. Tampoco
lo que se dice en poemas y relatos puede probarse. Erotismo y arte
muestran y ocultan a la vez. La sexualidad crea lazos ficticios ya que la
soñada e imaginaria unión física y espiritual entre el hombre y la mujer
es irrealizable como absoluto. Resulta difícil superar ese antagonismo
que separa los términos desde un comienzo.
El desajuste raigal, más el carácter en cierto modo mecánico del acto,
genera desconcierto entre los artistas que se han dedicado al sexo como
tema recurrente. En uno de los innumerables procesos judiciales que
debió soportar el pintor George Grosz, el presidente del tribunal le preguntó si era absolutamente necesario mostrar en primer plano lo feo, lo
miserable, la desnudez, lo triste. Grosz respondió como pudo. “Yo pienso las cosas así como las expongo. La mayor parte de la humanidad no
tiene para mí algo más bello o agradable. Es igual si pienso en mujeres o en escenas familiares (…) Yo veo las cosas como las veo, eso es
todo”.v
¿Puede haber belleza en lo obsceno o en la muerte? ¿Es concebible
un erotismo de la fealdad? En el límite del deseo existe un camino de
iniciación. Pero al final del viaje no se arriba al prometido jardín de las
delicias sino al indeciso mar de lo innombrable. La pasión es trágica y
es inútil tapar las grietas de lo real. A la larga, cuando se derrite el
maquillaje, las arrugas asomarán de todos modos. “Contemplando a una
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Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio. F. García Lorca
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CORPOGRAFIAS
Carlos Trosman
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La cuestión de la salud también ha
entrado en la maquinaria del consumo, con ofertas de mejor salud para
los que tienen más dinero y con los
Estados retirándose cada vez más de
sus responsabilidades sociales en
cuanto a la salud de la población. La
privatización de los sistemas de salud
apunta también a pensar la salud
como un ámbito privado del que cada
uno debe hacerse cargo por sí mismo
y por su propia responsabilidad, pero
de acuerdo a los criterios impuestos
por el sistema y los medios de comunicación. Sucede algo parecido a los
criterios de belleza, que debemos
incluir en los conceptos de salud
actuales. Parece que una cosa es la
salud de los blancos anglosajones y
otra cosa es la salud de los mestizos
de pieles más oscuras. La salud
como concepto social, está sujeta a
las mismas leyes de los otros vectores sociales en relación a las posibilidades económicas y a la distancia de
los centros de poder en cada caso y
país, y a su vez, a la distancia de los
centros de poder de cada país con
los centros de poder mundiales.
En cuanto al ámbito individual, es
importante trabajar la percepción del
cuerpo en lo que consideramos estados de “salud” o de “enfermedad”,
estados éstos influidos por las circunstancias sociales y por los medios
de comunicación. Sostengo que nadie
está totalmente sano ni nadie está
totalmente enfermo. Que la vida es
en sí misma una sucesión de procesos de adaptación a las circunstancias externas e internas de los sujetos. Tomo el concepto de
·Enfermedad Única de Enrique
Pichón Riviére, para pensar a la salud
y la enfermedad como “procesos de
maduración y desarrollo”. Cuando los
niños se enferman decimos que
“están creciendo”, que “pegan un estirón”: cuando los adultos se enferman
decimos que “están enfermos” o que
“están viejos”, perdiéndose la noción
de enfermedad como crisis de crecimiento y desarrollo. Los modelos
publicitarios venden lo absoluto, “la
salud total”, que es inexistente, con lo
cual generan las distintas adicciones
a la salud como las cirugías estéticas,
el “body building”, el consumo de
suplementos dietarios y medicamentos, etc… que en definitiva, terminan
provocando enfermedades, siendo la
principal de ellas la adicción.
Innumerables personas son “adictas a
la salud”, atrapadas ya por ese “nicho
de comercialización” adecuado a su
“target” (edad y clase social), depositando entonces sus energías y su
dinero no en su propia salud, sino en
los bolsillos de los “vendedores de
salud”.
Comprender la salud como un sistema en movimiento, que varía con
cada edad, época del año, con cada
situación anímica y social, es fundamental para mantener la funcionalidad. El problema no son las enfermedades y el enfermarse, lo importante
es tener la capacidad de curarse. Es
por eso que las enfermedades que
para unos son mortales, en otras personas se vuelven crónicas. Es muy
importante el punto de vista desde
dónde miramos al mundo y, por
supuesto, desde donde interpretamos
a nuestra salud y enfermedad, ya que
eso determinará la organización
inconsciente de nuestras energías en
el sentido de la curación.
Erótica del vacío
género. Pero el problema no se resuelve eludiéndolo. La mujer es y no
es complemento del hombre. Es y no es lo otro. El alfarero hace girar
la vasija en torno a un hueco abierto en su interior. El arquitecto alza
muros que circundan volúmenes invisibles. Los artistas esculpen la
obra bordeando un hueco que, increíblemente, sostiene el andamiaje.
¿Anida en el vacío una metáfora posible de la mujer? Sería fácil atribuir parte del arcano a una disposición genital poco elocuente. La representación habitual del sexo femenino suele asociarse a una cavidad inestable, cercada por entornos dilatables y contráctiles. Como ocurre con
tantos seres y cosas también el cuerpo femenino habla ocultándose.
Hay una zona que permanece distante, algo inasible que ningún otro
alcanzará. Es un velo inmaterial que se interpone entre la mujer y ella
misma, entre su identidad y su cuerpo, entre la palabra de donde deriva
su deseo y el silencio donde perpetua su goce. Pareciera incluso que el
lenguaje excluyera a la mujer de lo que puede ser representado.
Para hacerse ver y sobreponerse al histórico silenciamiento social,
sexual y cultural que arrastra, ella se afirma en el artificio. Adopta por
momentos un gesto varonil. Pero el mundo ha evolucionado en ese
aspecto; los roles cambian al margen de la configuración física. El despliegue actual de ambigüedades sexuales enriquece el panorama: transexuales, travestis, clonados, transgénicos, bisexuales, homosexuales,
cuerpos mixtos que trascienden la rígida polaridad masculino-femenino.
Pero ni la anatomía ni la psicología ni las novedades científicas alcanzan a solucionar un dilema donde el silencio adquiere una resonancia
cada vez más fuerte.
La sexualidad femenina es más compleja que la del varón. La diferencia se adensa más por el hecho de que históricamente la mujer ha
sido silenciada a la fuerza o mediante una perversa campaña de persuasión cultural que a veces buscó y obtuvo su complicidad. De hecho, en
comparación con el hombre, las mujeres hablan menos libremente de
su sexualidad. Freud se esforzó por darle fin a este “profundo silencio”
(así lo llamó), al que comparó con “una puerta blindada” o “un muro
que clausura toda perspectiva”. Observó también que a la mujer no se
le otorga el derecho a la palabra (debe conquistarlo) y así acaba por no
poder ni querer hablar, por guardarse todo para ella, por crear en compensación, y con fines de dominio, un suplemento de aparente debilidad: la mujer simula y transforma toda palabra en un enigmavii.
Por momentos el sexo femenino se torna irreductible para los varones. El protagonista de una conocida novela del argentino Juan José
Saer se muestra desconcertado frente a la inasible materialidad de su
mujer:
Bianco sentía que había en Gina algo desconocido, inabordable, un
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Esa condición inalcanzable de la mujer provoca en el hombre una
expectativa incrementada, algo parecido a la atracción que despiertan
esos seres que parecen no preocuparse por nosotros. Entre autosuficiente y poderosa la mujer ya no envidaría el pene (como supone el psicoanálisis tradicional al abordar el complejo de castración) sino que
sería ella la envidiada; el hombre en cambio parece haberse empobrecido, casi vaciado en beneficio de su objeto de amor. Los comportamientos engañan en todos los planos. “El hombre desea a la mujer tranquila, pero la mujer es esencialmente lo contrario, por más que se esfuerce en exhibir una apariencia de calma”.ix
Ni siquiera hay acuerdo sobre dónde se localiza exactamente el goce
de las mujeres. Lacan prefiere verlo ya no en el órgano y sus alrededores inmediatos sino en toda la extensión corporal, una especie de “goce
total del ser que se opone al del órgano excluyente”.x El hombre que
desee “escuchar” la voz finamente enguantada del cuerpo femenino tendrá entonces que renunciar a las técnicas (si es que existen), olvidarse
incluso de las zonas consideradas erógenas, explorar con generosidad el
cuerpo entero de su compañera (y dejarse explorar por ella) hasta dar
juntos con la palabra interdicta, esa que se oculta en el punto X de un
territorio ignoto. “Todo el cuerpo femenino es una zona erógena”, resume Freud en Tres ensayos de teoría sexual.
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Campo Grupal / 4
elemento inesperado que escapaba a su dominio, un porcentaje de fuerza indefinible que debía tener en cuenta en todos sus cálculos en adelante y que únicamente podría manejar a ciegas sabiendo que, liberada,
esa fuerza era capaz de provocar reacciones imprevisibles y destructoras.viii
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Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos. Francis Bacon
El miedo mayor del hombre está cifrado justamente en una duda, ¿y
si detrás de todas las máscaras no se escondiera ningún secreto? La pregunta es inoperante. Sólo hay más velos debajo de los siete velos.
Quizás este llegando el momento de dejar el mutismo atrás, al menos
en su expresión más visible. Es lo que dice la boliviana Paula Benedict
(de Santa Cruz) en un artículo donde aborda la literatura erótica compuesta por mujeres. “Debemos rasgar la cortina –proclama-. Debemos
entrar en el discurso, apoderarnos de él, mostrarlo como un pañuelo o
una bandera de desafío; debemos animarnos a desobedecer, porque a
pesar de haber estado sometidas por años al silencio, siempre hemos
lidiado con ese terreno irredimible de la dualidad, y nos hemos ingeniado para parecer silenciosas mientras realizábamos los mayores actos de
rebeldía”.
III
Un cuerpo sin ropa es un mensaje complejo.
Caetano Veloso
El desnudo perdido. Cuando Colón llegó a estas tierras y vio
“gente desnuda” (así lo escribe en su diario de octubre de 1942) creyó
ver en las mujeres aborígenes “dríadas o ninfas salidas de las fuentes de
que hablan las antiguas fábulas”. El navegante miraba desde la compleja asociación que su mente hacía con antiguos relatos oídos en su infancia. Le costaba observar el esplendor singular de los cuerpos adánicos.
Así como pensamos convencionalmente solemos mirar también
desde el prejuicio o las ideas instituidas. Esto suele ocurrir en los talleres de arte frente a la modelo desnuda. Pasado el primer impacto generado por la prepotencia de formas no exentas de erotismo, el principiante se calma, toma distancia y pinta o dibuja. Inicialmente no ve lo
que ve sino una serie confusa de figuraciones previas y adheridas a su
ojo programado: la idea mano, la idea piernas, la idea nalgas. La observación atenta queda en suspensión y el resultado será seguramente
pobre. Pero si persiste en el intento aprenderá con el tiempo a mirar
solamente lo que ve. Milagrosamente verá aparecer en la tela un cuerpo que hasta parecerá respirar. El artista debe vaciar su mirada para poder
ver las cosas nuevamente, como si fuera la primera vez.
El cuerpo humano empezó a desaparecer casi al mismo tiempo en que
apareció. Eva y Adán fueron precursores al cubrir sus genitales con
hojas de parra luego de ser desalojados del Paraíso. “Cuando Eva mordió la manzana se dio cuenta Adán de que estaba desnuda. Pero Eva, sin
tiempo aún para vestirse, de momento era inocente como los lirios del
campo que no hilan ni tejen”xi. Suponer que el origen del silenciamiento corporal está en las vestiduras no llevará muy lejos. Alphonse
Allais cuenta la historia de un pachá que, acaso por aburrimiento, pidió
que le trajeran una doncella. Los esbirros soltaron a sablazos las cintas
que sujetaban los vestidos de la elegida. El pachá, con el pensamiento
en otra parte, decía “sigan” cuando caía una prenda. Y “sigan” cuando
caía otra más. Una vez desnudada la joven por completo el pachá continuó dando la misma orden. La esclava acabó despellejadaxii. Lo que
se había iniciado como un juego aparentemente destinado a alcanzar la
desnudez extrema terminó, como el afán sin límites de la pornografía,
en la atrocidad. Ningún cuerpo está desnudo jamás.
Hay un más allá del objeto que lo trasciende. Todo está y no está ahí.
El arte europeo ha tenido una fijación con el desnudo así como su filosofía tuvo una fijación con la verdad. ¿La verdad al desnudo? Imposible.
Lo que en Occidente aparece libre de velos en Oriente adquiere una nueva
dimensión. El desnudo está casi ausente en China. Salvo unos grabados muy antiguos donde se ven cuerpos que oscilan entre la ironía y la
adoración contemplativa (más alguna incursión furtiva en la pintura
erótica), los artistas chinos han rechazado lo demasiado expuesto. La
estética de ese país tiende a captar lo invisible a través de lo manifiesto. Hasta puede ocurrir que los cuerpos se muestren desvestidos en una
pintura, pero todo transcurrirá sin estridencias, como buscando siempre
un no-lugar de indefinición y sutileza. Y todo en relación con el paisaje difuminado, las transiciones, lo inacabado. “No sólo no se encuentran desnudos en la tradición china, sino que, más radicalmente, todo en
ella habla de la imposibilidad del desnudo”.xiii
Tanto el cuerpo como la verdad se muestran evasivos. La ropa separa definitivamente al humano del reino animal: sólo el hombre está o
puede estar desnudo. La exhibición puede ser rutinaria o incitante según
el caso. Pero raramente traspasará los límites de lo real irrealizado. A
unos centímetros todos los cuerpos son iguales. Y si la distancia es aún
menor el observador verá diluirse el conjunto en una serie informe de
líneas que poco a poco se irán velando (silenciando) hasta casi desaparecer. “Vemos hombros, pechos, muslos, pies, montículos, hoyuelos y
nos maravillamos con su suavidad y su tibieza –dice Berger-. Sin
embargo todo ha sido velado; todo, por más íntimo que parezca, está
oculto detrás de un velo, porque la figura humana se esconde eternamente”. El escritor hablaba de los desnudos de Renoir que, a su juicio,
producen algo sorprendente: las mujeres que presenta nunca están desnudas. Ellas mismas y todo lo que las rodea está vestido, cubierto, por
el acto de la pintura. Renoir pintó centenares de desnudos que son los
menos evidentes y los más castos del arte europeo. “A mí –dijo el pintor alguna vez- me gustan las pinturas que, si tratan de paisajes, invitan a dar un paseo por ellos. Y si son figuras de mujeres, invitan a tocar
sus pechos (tetas, especificó Renoir, sería una traducción más ajustada
para la palabra) o su espalda”.
El sueño de la piel es inquietante. Y el cuerpo desnudo calla aún en
su mayor poder de impacto. A contramano de esta realidad la actual
industria del sexo habilita el alquiler y venta de imágenes del cuerpo de
hombres y mujeres sin ropas; la pornografía ha perdido su antiguo
poder transgresor para convertirse en una rama del comercio y la publicidad. Lo que antes podía verse como sana subversión de valores litúrgicos y prohibiciones arcaicas no es más que una nueva variante del
capitalismo salvaje. La modernidad desacraliza el cuerpo hasta aniquilarlo.
IV
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El desnudo encontrado. Sentado al borde de la cama, en absoluto silencio, un hombre mira el cuerpo desnudo de una mujer. Las circunstancias no importan. En ese acto no intervienen lo moral o lo
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XXV Jornada Anual
Sábado 3 de octubre de 2009 - 09.00 a 14.00 hs.
DIVERSIDAD/ES
Estimados colegas:
Nuestra convocatoria invita a pensar sobre las diferentes dimensiones de la diversidad, una interrogación sobre
las formas múltiples... lugar de aquel que por su origen, hábitos e ideología es un extranjero.
Jornada en la que deseamos poner en acto un pensamiento en producción advertidos acerca de los "ismos".
Jornada en la que apuntemos a permanecer en la inquietud…
Este año los convocamos para la XXV Jornada Anual que se realizará el día 3 de octubre en la sede de nuestra
institución; la intención es transmitir en la producción escrita las diferentes situaciones que se nos presentan en
nuestra práctica y su posible articulación con la teoría.
¿Cuáles son las diversas salidas, intentos de resolución, frente a estos estados?
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Perplejidad
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Disensos
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La música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido. Leonard Bernstein
Campo Grupal / 5
TRANSITOS
Patricia Mercado
patomercado2001@yahoo.com.ar
Eppur si muove. Camina el día,
caminamos nosotros en él. Camina
el viento, camina el corazón en él.
Cada gesto, cada paso cotidiano
abre el desafío de inventar un pronóstico en la intemperie del movimiento.
Lo que vendrá necesita un lugar y
un tiempo en que ser lanzado.
Flecha evanescente que funda su
métrica en la infinitud, en la ambiguedad. Flecha en que adviene el
arquero y su patria. Gestos que
anuncian formas y hacen venir
aquello que señalan.
Al interior del movimiento mismo, al
interior de lo imprevisible, la acción
de existir nos desafía a suponer
eso que aún no sucede. Anticipar
lo incierto y decidir. Abrir o cerrar la
canilla, atender el teléfono que
suena otra vez, agregar más sal.
Avanzar hacia el beso de ese desconocido, huir a tiempo.
Invitación que desata en nosotros
la tormenta de la imaginación.
Armar y desarmar imágenes, caleidoscopio vertiginoso de lo que vendrá.
Imaginación como ejercicio de
retorno de un antiquísimo archivo
de percepciones -colectivas y personales- que se han cristalizado en
significaciones, regurgitación de
pasado arrojado hacia adelante
como si eso fuese ver.
Visiones que recuerdan. Atrás al
futuro, dice Laurie Anderson.
Pero no solamente. Pues sería
imposible encontrar, ya no la salida
sino el tránsito mismo al interior del
laberinto de cada época, de su tremenda novedad.
Visiones, no calcos, en la deformidad, retorno que no es exactamente lo previo, lo recordado, que no
repite igual. Recordari , el corazón
pulsa en el presente.
Desliz de lo familiar torsionado por
las fuerzas del dia, diestra y siniestra de un deslizamiento donde se
construyen nuevas conexiones.
Nuevas maquetas de futuridad.
Marañas no modelos le gusta decir
a Juan De Brasi. Como si solo en
un enredo de mapas perceptuales
imprescindible, pudiéramos construir tránsitos en el tiempo y en el
espacio, indispensables a la vida.
El movimiento es conjetura.
Lo que vive, nosotros por caso,
andamos así, en la invención.
Pisada a modo de boceto, que
hace existencia, que va dando a
luz, un poco, lo que imagina.
Y eso que imagina es desmontaje
de lo vivido, es agrietamiento de lo
dado, incrustaciones de sinsentido
en la lógica de lo previo. Existencia
que nos arroja a la fabulación, cálculo desde donde nos hacemos
venir en la acción. Cúmulo de
actos que despliegan y repliegan
los sueños y necesidades de un
tiempo compartido con otros.
Quehacer del miedo y del deseo
tejiendo las tramas del mundo.
Entre la certeza y la pregunta,
somos movimiento de lo inacabado, de lo que no sabe aún sabiendo.Y es en el resquicio de la incertidumbre donde, desacomodados,
encontramos un lugar para explorar
las suturas de la época que habitamos.
La incertidumbre nos invita a la
incomodidad de lo abierto. Abre lo
sellado en las prácticas y los sentidos de la grey. Da cuerpo a lo
enigmático que insiste entre las
vestimentas de los rituales conque
se lo explica, desmarca el encierro
del consenso.
El flujo de la imaginación vuelve a
nosotros, en cada instante, recordándonos lo que aún no hemos
sido.
Campo Grupal / 6
Erótica del vacío
inmoral. Hay un niño, en el fondo del hombre, que mira el mar por primera vez. Desde la orilla del cabello hasta el nacimiento de los pechos
la espuma es levemente rosada. El niño/hombre escruta los rincones
como quien examina un paisaje. Ahora solo ve luces tenues, las similares hendiduras de la boca y el sexo (mancha solar de la entrepierna), la
curva que se dibuja entre las nalgas, una sonrisa triste. La escena ocupa
casi todo el espacio de El mal de la muerte, un relato breve que
Marguerite Duras enhebró como siguiendo el fluir de la conciencia. El
hombre de la historia, acorralado por un final irremediable, le paga a una
joven al solo efecto de poder verla desnuda cada noche, durante muchos
días. El hombre está aquejado por un extraño mal: ya no puede amar.
“Qué raro –piensa ella. Un muerto”. Pero el muerto, cuando toca la piel
femenina, siente que la vida se le adhiere como el perfume a sus manos.
Sospecha que un cuerpo sin ropas está indefenso, que incita al amor y
a las vejaciones, que va a desaparecer como el resto de las cosas.
Duras exhibe un estilo que orilla la prosa poética, la palabra también
desnuda, el tono deliberadamente confesional. En El hombre sentado en
el pasillo, otro relato que la autora compuso cuando había cumplido los
70 años, la protagonista es una mujer que espía los encuentros eróticos
de una pareja. La descripción limpia y distante de esos entreveros de
sombras, adquiere por momentos la intensidad de lo sagrado. “Ella
–escribe- ha llegado a su lado, se acuclilla entre sus piernas, y la mira
a ella, sólo a ella, en la sombra que a su vez proyecta con su cuerpo.
Con esmero la pone por entero al desnudo. Separa la prenda. Extrae de
ella las partes profundas. Se aparta ligeramente, la expone a la luz. Veo
que el hombre ha bajado la cabeza y la mira, veo que mira junto a la
mujer ese espectáculo de sí mismo”. La observadora no sabe nada ni
quiere saberlo; desconoce la situación, apenas si ha escuchado decir te
amo desde el fondo del pasillo. El hombre grita. Con las manos aferradas al cabello de la mujer intenta liberarse. Pero ya es tarde. Los cuerpos se aniquilan mutuamente y desaparecen en el acto como un bosque
devorado por las llamas. El impacto inicial de la desnudez –la humedad,
la forma, los olores- ha sido superado. Las manchas de amor impresas
en las sábanas son huellas de un grito que ahora es, nuevamente, silencio. Y eso es todo lo que queda.
Bianco, el ya citado protagonista de La ocasión (novela de Juan José
Saer) tiene dones extraños. Puede, si lo desea, leer el pensamiento de
los otros; es capaz de fundir los metales con los dedos. Y si se concentra, además, hasta consigue desplazar objetos a distancia. No logra, sin
embargo, dilucidar la delicada prosa que emana del cuerpo desnudo y
vigoroso de Gina, su mujer. Por momentos es como si tuviera miedo
de que esa carne abundante segregara algún fluido mortífero. Una tarde,
mientras enjabona demoradamente la piel en fuga de la esposa, cree percibir en el fondo el magma de la materia en acción. Bianco, el ocultista que se siente víctima del positivismo europeo, el intelectual oscuro
que huye de la ciudad a la llanura, descubre con horror que el deseo de
Gina es independiente del suyo. Ella es como una ondulación que viene
de lejos y se va más lejos aún. Bianco la ve como una aglomeración
insensata de materia, como “una formación de sensaciones confusas y
deliciosas”. Pero cuando la toca –tras apagar la luz y hundirse como un
ciego entre las sábanas- presiente que “lo impalpable de adentro se le
escapa”. Sólo está pulsando una red de piel y nudos, una hermosa cápsula donde circulan nervios y sangre humeante. No puede ir más allá.
Filosofía, Vida cotidiana
y Cultura compartida
se cruzan siempre.
Pensar filosóficamente es iluminar sus relaciones para
ser más conciente, libre y pleno.
Esta vez no se siente acorralado por el racionalismo sino por los celos,
por el vacío, por la convicción de que sus poderes se evaporan a medida que aumentan sus riquezas materiales. La enrarecida fábula de Saer
resuelve finalmente en soledad una de las desnudeces humanas más atroces.
V
Y el mundo está lleno de esos seres
incompletos que andan en dos pies y
degradan el único misterio
que les queda: el sexo.
D.H. Lawrence
Escritura erótica. Ninguna acción se ejecuta al margen del discurso que la envuelve. Ninguna palabra es ajena al cuerpo que la sostiene. Cada vez que se menciona al Eros literario aparece una idea generalizada según la cual erotismo es lo sugerido en tanto que la pornografía sería lo explícito y brutal. La catalogación es inexacta y parcial.
Hay libros obscenos donde todo está efectivamente velado pero desprovisto de calidad literaria. El conjunto deriva en una monotonía de formas y posturas sin escape. Y hay obras consideradas pornográficas (los
excesos libertinos de Sade, películas “explícitas” como Une liaison pornographique (traducida en la Argentina como Una relación particular) o
un célebre cuadro de Courbet (El origen del mundo) que, entre un sinfín de ejemplos, difícilmente puedan objetarse como realizaciones artísticas más allá de su franqueza al exhibir o nombrar la actividad sexual
y los órganos que participan en ella.
¿También aquí debe actuar una lógica binaria? Y en tal caso, ¿cuál
sería un criterio razonable de clasificación? La escritora argentina
Viviana Lysyj resuelve el tema con la palabra trascendencia. La autora
de Erotópolis es drástica en este punto. “La pornografía consiste en la
reproducción de escenas sexuales sin ningún sentido trascendente y con
una ambición estrictamente comercial –subraya-. Desde esa mirada por
ejemplo el Marqués de Sade no puede ser considerado porno dado que en
su obra hay filosofía y política, esto es, trascendencia”. Lysyj defiende
el riesgo estético y rechaza la escritura erótica que se limita (dice ella)
“a respetar los dictados del manual: una escena de menage a trois, una
dosis de sexo oral, un poco de sodomía y listo. Son libros intrascendentes desde todo punto de vista”.
Un texto literario no debería agotarse en lo que describe, muestra o
dice. Esto es válido para toda escritura de ficción (también la erótica)
más allá de cualquier consideración genérica o temática. Pavese lo dice
mejor en su diario: “Quien describe la campiña, las cosas, colores y formas, finezas y sensaciones, ¿por qué no describe del mismo modo cuerpos de mujer –color, solidez, pelitos, concavidades, sexo? Es la misma
actitud”xiv.
Hablando de fotografía Barthes llama campo ciego a todo aquello que
no se ve en la imagen pero que persiste, más o menos aludido, fuera del
cuadro. El sexo puro es una ilusión que, llevada a sus últimas consecuencias, puede conducir a la autoaniquilación de los amantes y del
espejo que intente contenerlos. La narración detallada de un coito resulta tan abismal como contar una escena de violencia callejera o la melancolía que producen los puertos al atardecer. Lo dicho no involucra en
modo alguno a las palabras utilizadas (a veces los autores deben usar las
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Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína. Groucho Marx
peores que ofrece el diccionario) ni al estilo ni a ningún otro elemento
lateral que no tenga que ver con una búsqueda de excelencia y profundidad.
Toda escritura es discontinua, erótica como un vestido que deja ver
sólo determinadas zonas en detrimento de otras. El acto de escribir se
ejerce en lugares privados, secretos, a veces tan riesgosos como un
encuentro sexual. La literatura erótica (si cabe esa calificación a manera de género) lo es porque necesariamente involucra la pasión desplegada de los cuerpos: muestra y oculta, dice y no dice, nada es ahí lo que
parece. No resulta raro que el solo acto de escribir –que antes de la computación consistía en hacer fluir algo líquido, la tinta, volcado desde un
tubo sobre el papel en blanco- haya cobrado la significación simbólica
del coito.
El erotismo es a la sexualidad lo que la gastronomía al hambre; de
alguna manera significa el triunfo de la cultura por encima de un instinto primario. Para los escritores la dificultad se presenta a la hora de
mencionar nítidamente el nombre de los órganos que participan de la
cópula. Acerca del tema habló Julio Cortázar, y de manera raramente
explícita para él, a fines de los sesenta. “En toda mi obra no he sido
capaz de escribir ni una sola vez la palabra concha, que por lo menos
en dos ocasiones me hizo más falta que los cigarrillos”. ¿Por qué no
pudo usarla? El propio autor se ocupó de responder poniendo en duda el
lenguaje erótico tradicional y rechazando lo que denominó “realismo de
ojo de cerradura ginecológica”.xv A cambio propuso “desflorar el idioma” sin perder por ello delicadeza. Propuso eliminar tabúes. Mencionó
como ejemplo La señorita Cora, en su opinión el relato más erótico que
escribió pese a que transcurre en un ambiente hospitalario y en apariencia neutro. Lo hizo al defender un erotismo fuera de contexto, no
necesariamente envuelto en sábanas, suspiros y alcobas.
El goce no habla. Puede asomar en las entrelíneas (las rasgaduras)
pero raramente en el cuerpo textual. Barthes dice que los libros eróticos
representan no tanto la escena del coito (que se agota rápidamente) como
su preparación, la progresión del acto, el silencio de la palabra y la
acción demorada de los cuerpos. Vistos así serían libros de deseo y no
de placer. El resultado suele ser un murmullo decepcionante, una “succión sin objeto” como acertadamente denominó el jesuita Van Ginneken
al hiato que, en este campo y en otros, se produce entre lenguaje y escritura.
Hay un gran torrente imaginario que da vida y color a la erótica textual, a lo que se oculta, al discurso imposible que da vueltas en torno a
un vacío inabordable. Para Bataille el erotismo debe permanecer callado. El pensador y narrador francés lo define por el secreto y no por la
exposición. Es verdad que las grandes obras eróticas pertenecen más a
una época signada por una tradición represiva que a un presente señalado por la liberación de costumbres. Lo que sigue actuando es una ausencia (la falta) y el inevitable obstáculo que sostiene a cualquier narración.
La literatura erótica rodea y protege el silencio como forma de posibilitar la circulación del deseo que, desde la otra orilla, la pornografía clausura por completo.
El pornógrafo destruye el sentido sagrado del acontecimiento erótico.
Desaparece la angustia o la culpa, los límites sociales se diluyen hasta
evaporarse y el sexo se desentiende por completo de lo afectivo. Todo
parece resolverse en un goce infinito y extrañamente constante. La realidad última no es ya presencia sino una ecuación (o eyaculación) que
se agota en sí misma. Con ayuda de la barbarie tecnológica el poder del
dinero deshumaniza los vínculos, concentra el esfuerzo en la pura mostración de miembros siempre enhiestos y dispuestos al acto como
robots. Se trata de una degradación de la imagen a la que debe añadirse
el uso y abuso de los cuerpos con fines comerciales y publicitarios y,
Nuestra misión es contribuir a liberar el inmenso potencial del ser humano para el bien.
UNIPAZ – Puente sobre todas las fronteras.
ACTIVIDADES JULIO - AGOSTO 2009
JULIO
MÚSICA: “Ensamble de Música Sufi” Marcelo Ismail Rodriguez, Paula Frondizi,
Luciano Bertoluzzi. Músico invitado: Luan Rodríguez. Julio 10, Viernes 20:30 hs.
YOGA DE LA VOZ: “Creación De Melodías Medicinales. La Música que
Escuchan los Chamanes y Yoguis” VOX MUNDI PROYECT
Coordina Lic. Silvia Nakkach. Julio 24 y 25, Viernes de 18 a 21 hs y Sábado 11
a 14 hs.
UNIPAZ: “El Arte de Vivir Conciente” Seminario teórico-vivencial.
Coordina Lic. María Cristina Flórez de Martínez-Bouquet.
Julio 18 y 19, Sábado de 10 a 19 hs. y Domingo de 10 a 14 hs.
AGOSTO
CHAMANISMO: “La senda del Chamán. Taller básico” Fundación de Estudios
Chamánicos. Coordina Gerardo Röemer y Alejandra Soto.
Agosto 22 y 23. Sábado y domingo de 9.30 a 18 hs.
YOGA DE LA VOZ: “Creación de Melodías Medicinales. La Música que
Escuchan los Chamanes y Yoguis” VOX MUNDI PROYECT
Coordina Lic. Silvia Nakkach.
Agosto 28 y 29: Viernes de 18 a 21 hs y Sábado 11 a 14 hs.
UNIPAZ: “El Arte de Vivir en Plenitud” Seminario teórico-vivencial.
Coordina Lic. María Cristina Flórez de Martínez-Bouquet.
Agosto 29 y 30, Sábado de 17 a 20 hs y Domingo de 10 a 19 hs.
Seminarios Anuales de Tanatología, Psicología Transpersonal, Grupos de Psicodrama.
Las actividades tienen aranceles institucionales y requieren inscripción previa.
La Fundación agradece toda contribución para el cumplimiento de su misión.
Informes e Inscripción: Lunes - Miércoles - Viernes de 14 a 19 hs.
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info@fundacionmb.gov.ar - www.fundacionmb.gov.ar
como consecuencia de tamaña distorsión, la desangelada servidumbre
sexual. Harto ya de la moda pornográfica George Steiner reaccionó con
acritud luego de hojear el Olimpia Reader: “Al cabo de cincuenta página de pezones endurecidos, de muslos que se abren suavemente de ríos
tórridos que entran y salen de la extasiada anatomía, el espíritu se subleva, no por escándalo hipócrita, no porque yo sea un pobre puritano que
sofoca su libido sino por puro, nauseabundo aburrimiento. ¡La fornicación no puede ser así de sosa y tan desesperadamente previsible!”xvi.
Narrar lo sexual es tan abismal como contar la muerte, silencio
mayor de la existencia. Por algo suele decirse que el amor es una necesidad de ahogarse, una rara tentación de profundidad que, al menos en
ese aspecto, se parece demasiado a la muerte. Así se explica que sólo
las naturalezas eróticas posean un sentido cabal de lo finito, de lo que
empieza y termina inevitablemente. Amando se desciende hasta las raíces de la vida, hasta la frialdad fatal de la muerte. En el abrazo no hay
rayo que pueda traspasar los límites. Y aún así las ventanas se abren
hacia el espacio infinito a fin de que cada uno pueda precipitarse en esa
tierra ignota. Hay mucho de felicidad e infelicidad en los altibajos pasionales. Y el corazón (curiosa metáfora anatómica de un sentimiento no
localizado) resulta muy estrecho para medir las dimensiones mutantes.
“En el fondo amamos para defendernos del vacío de la existencia”, propone Cioran. En la misma línea podría añadirse que el acto de erotizar
el lenguaje apunta a dar a luz una prosa liberada, hasta donde sea posible, de la atrozmente visible opacidad de lo real.
* Pablo Neruda, Ediciones Crisis.
Notas
i David Hockney, El erotismo en el arte, Taschen, pág. 14.
ii Octavio Paz, La llama doble, Seix Barral, pág. 110.
iii Slajov Zisek, Las metástasis del goce, Paidós, pág. 311.
iv Joseph Barunzi, 1911.
v Slavov Zisek, op.cit. pág. 136
vi Pablo Neruda, Sobre una poesía sin pureza, Ediciones Crisis.
vii Sigmund Freud, Una teoría sexual y otros ensayos, citado por Sarah Kofman en
Enigma de la Mujer.
viii Juan José Saer, La ocasión, Seix Barral, pág. 141.
ix Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, pág.37
x Eduardo Tomás Mahieu, El empuje de la mujer, El espejo ediciones, pág. 48
xi José Saramago, El año de la muerte de Ricardo Reis.
xii Decía Paul Valéry, “La verdad está desnuda; pero bajo lo desnudo está lo desollado”.
xiii François Jullien, De la esencia o del desnudo, Alpha Decay, pág.122
xiv Cesare Pavese. El oficio de vivir/ El oficio de poeta, Bruguera-Alfaguara, pág. 450.
xv Julio Cortázar, Último round, Siglo XXI, pág. 62
xvi George Steiner,
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Argentino
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Resolución Ministerial: 01198/06
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Director: Prof. Daniel Gonzalez (Psicólogo Social)
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¿Cómo decir que no?
Dengue, dengue, dengue!
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Una radio grita, repite, insiste
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Campo Grupal / 7
Terenzio,
caro amico
Rodrigo Campos Alvo
aalvo@webmail.filo.unt.edu.ar
Corría 1996, y la palabra Internet
todavía sonaba un poco rara. El viento nos hablaba de reelección, privatizaciones y “uno-a-uno”. Aunque
también soplaban vientos desde
Cutral-co y Santiago del Estero. Yo
tenía 20 años y cursaba Psicología
en Tucumán. Una tarde llegó a casa
el servicio técnico y luego se despidió con un “hasta luego, su computadora ya tiene conexión a la red”.
De mis primeras incursiones en este
nuevo mundo digital, recuerdo mi
inscripción en un reciente foro virtual
llamado Lista grupal con base en los
servidores de una universidad brasileña, y administrado desde Buenos
Aires por “un tal” Román Mazzilli.
Recuerdo discusiones grupales con
participantes argentinos, pero también mexicanos, españoles, catalanes, brasileños, e incluso italianos.
La lista y sus devenires fructíferos,
como esta misma revista, fueron un
colectivo que anudó relaciones, nos
hizo compartir ideas, discusiones,
pero también afectos, comidas,
encuentros, nacimientos, enfermedades… Por todo ello, quiero dedicar
unas palabras a un psicólogo, psicodramatista, poeta, militante de la
vida, que nos dejó recientemente:
Terenzio Formenti.
Tuve el placer de conocer personalmente a Terenzio en su casa de Via
Ragazzoni en Brescia, Italia. Sin
saber de mí mucho más que nuestra
mutua correspondencia electrónica,
nos recibió junto a mi familia en su
propia casa, con su querida Marisa.
Tenía el porte de un “Freud alla italiana”, la sabiduría de un hombre de
edad, y la jovialidad de otro que
recién comienza su camino en la
vida. Proveniente de una familia de
farmacéuticos, ejerció esa profesión
durante largo tiempo, hasta abrazar
la psicoterapia como una de las formas, junto al psicodrama, de comprender al hombre en sus nudos de
dolorosa pero creativa conflictividad.
Su nombre de raigambre latina lo
llevó a incursionar en la escritura
poética, editando ochenta libros en
prosa y poesía en italiano y otros
nueve idiomas. La comuna de
Brescia supo honrarlo con placas
conmemorativas de ciertos lugares
históricos, acompañados por una
creación suya. Pero no persiguió su
lucimiento personal. Tradujo poemas
inéditos de autores uruguayos y
argentinos y los “subió” a la red,
promoviendo su difusión a través de
esa botella en altamar que llamó
“Goccia di rugiada”, o “Gotas de
rocío llegadas en el viento o recogidas aquí y allá” según sus palabras.
No conozco como fueron sus últimos
días ni sus pensamientos, aunque
compartió con nosotros un último
mensaje el 12 de abril: “Juega cada
día con la luz del universo”. Quiero
recordarlo creativo, erudito, políglota,
generoso, con una amistad a prueba
de tiempos y distancias.
Caro Terenzio, scripturi te salutant!
Sitios para explorar un poco…
PÁGINAS DE TERENZIO FORMENTI
http://groups.yahoo.com/group/dewdrop/
http://hispanoramaliterario2.ning.co
m/profile/terenzioformenti
http://tribuvirtual.ning.com/profile/ter
enzioformenti
http://www.terenzioformenti.com
PAGINAS SOBRE TERENZIO
http://elblogdelosnodescubiertos.blo
gspot.com/
http://historiactual.blogspot.com/
http://redinternacionaldelcolectivo.blo
gspot.com/
http://www.tachirense.com/
Campo Grupal / 8
Cuatro hipótesis
y una posibilidad
Universalismo militante
H
Franco Ingrassia
francoingrassia@gmail.com
01. ante el disciplinamiento, produjimos subversiones
asta hace no demasiado tiempo, nos movíamos en situaciones
que considerábamos saturadas de ordenamientos. Nuestra percepción de las mismas se apoyaba en la idea del predominio de
la consistencia sobre la inconsistencia, de la estabilidad sobre la inestabilidad..
Sin embargo, no le concedíamos a esta estabilidad predominante el
estatuto de orden natural, sino que nos habíamos entrenado en ver en
ella el resultado contingente pero perdurable de las luchas, el producto
de un sinnúmero de batallas estratégicas. El poder predominaba. Pero
no sin resistencias.
De hecho, la estabilidad nunca podía prescindir de los procedimientos
continuos de estabilización. Estas microprácticas de sujeción, que con
Foucault aprendimos a llamar disciplinas, eran las que de forma incansable mantenían más o menos estables las articulaciones entre “los cuerpos, los nombres, las tareas y los lugares.” (La expresión es de Jaques
Rancière.)
Cada proceso local de estabilización era, a la vez, una ocasión de subversión. El pensamiento crítico se materializaba en procedimientos de
desestructuración. Su labor era analítica: de lo que se trataba era de
descomponer las articulaciones que las disciplinas producían.
Enemigas de toda consistencia, las estrategias de la crítica se concentraban en esta operación de desmontaje. El desordenamiento de las articulaciones establecidas era el trabajo crítico por excelencia. La crítica
demolía. (O, al menos, lo intentaba.)
Así pensábamos. Así militábamos. Y así fue como la segunda mitad
del siglo XX se convirtió en testigo de la emergencia de potentísimos
movimientos sociales de desestructuración de las relaciones entre trabajo y capital, entre hombres y mujeres, entre campesinos y terratenientes, entre jóvenes y adultos, entre incluidos y recluidos, entre
naciones ricas y naciones pobres, entre locos y cuerdos, entre naturaleza
y sociedad. Potentísimos movimientos críticos que conmovieron las
bases de la sociedad disciplinaria, forzando una mutación radical en el
diagrama del poder: el pasaje a nuestras sociedades de control. Una
mutación que podríamos pensar en términos de profunda alteración de
la ontología de lo social.
02. ante la dispersión, producimos composiciones
Escuela de Psicología Social
Construyendo Alternativas
Director: Prof. Daniel Gonzalez (Psicólogo Social)
Coordinadores: P.S. Nora Avidano y P.S. Hugo Basile
Carrera de Psicología Social
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La palabra clave de esta alteración es “dispersión”. El poder se vuelve
postestructuralista. No opera ya por fijación sino por modulación de
recorridos “libres”. El capital financiero (es decir el movimiento incierto del capital) hegemoniza al capital productivo (es decir, el movimiento predecible del capital). Esta nueva lógica no necesita del predominio
de la estabilidad sino de la inestabilidad generalizada, es decir, de la dispersión. La ausencia de fricción que permita activar, por modulación y
de forma inmanente, los procedimientos de morfogénesis que mejor se
adecuen, en cada momento, a “las inciertas demandas de un mercado
cambiante”.
Alteración ontológica: del predominio de la estructuración a la dispersión como presupuesto. Pura deriva no reglada de los cuerpos sólo
intermitente y fragmentariamente compuestos según inestables circuitos productivos que no permiten ninguna previsión.
Pensar en la dispersión (en el doble sentido de la expresión) significa alterar también de raíz la imagen de lo que concebíamos como pensamiento. Si el pensamiento crítico era un pensamiento deconstructivo,
las resistencias contemporáneas hoy elaboran un nuevo constructivismo inmanente centrado mucho más en la producción de nuevas formas
de lazos comunitarios en contextos de dispersión que en la desestructuración de las formas cohesivas flexibles y autodesmontables del poder.
Si en la era disciplinaria de lo que se trataba era de desplegar un crítica a nuestras condiciones de existencia, en la era contemporánea nuestra tarea es la de constituir modos de vida (es decir, composiciones) que
logren suspender nuestras condiciones de inexistencia.
03. las tendencias de las composiciones son al cierre
identitario o a la desconfiguración
En contextos de dispersión (cuando la tendencia es a la destitución y
no a la conservación de lo instituido) las prácticas fundantes de autoorganización son prácticas de composición y no de ruptura. Estas prácticas de composición asumen el trabajo incesante de sostener un lazo
comunitario en el tiempo ante los efectos dispersivos de la variabilidad
constante del entorno. La autoorganización es entonces autodeterminación existencial colectiva opuesta a la pura deriva aleatoria de la operatoria mercantil.
Pero a su vez esta dinámica (contexto dispersivo vs. autoorganización) despliega dos tendencias que amenazan con cancelar las potencias propias de las experiencias:
por una parte, la variabilidad constante del entorno puede conducir a un intento de rigidización de la composición: llamemos a esta
tendencia “cierre identitario” y nombremos con ella a todo proceso en
el cual una experiencia de autoorganización intente plegarse sobre sí
misma, negando la inconsistencia necesaria para que haya autoalteración
y proponiendo una respuesta conservadora ante la dispersión;
por otra parte, siempre existe la posibilidad de que la composición no resulte lo suficientemente potente para resistir los efectos
aleatorios de la operatoria mercantil. Llamemos a esta tendencia
“desconfiguración” y nombremos con ella a todo proceso en el cual una
experiencia de autoorganización propenda a resultar reabsorbida por la
fluidez propia del mercado.
En muchos casos, las tendencias son simultáneas y se retroalimentan: cuanto mayor es la amenaza de desconfiguración, mayor la tenden-
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El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad. Ludwig van Beethoven
pensado como el modo en que el materialismo contemporáneo puede
apropiarse de la noción de virtualidad: una apertura de lo que hay en
nombre de lo que podría haber. Pero no como distanciamiento de lo
existente (a la manera idealista que abraza la “perfección” de las formas
rechazando las “imperfectas” configuraciones reales) sino como intensificación de la experiencia concreta, reabriéndola a su propia dinámica
(no-dispersiva) de autoalteración.
El amor por lo común conduce a la investigación de las virtualidades
(la expresión es de Nicolás Sguiglia). ¿De qué modo? Vayamos por
partes. Si dicho amor nos conduce una y otra vez a la búsqueda del
común-por-venir, entonces las composiciones serán reabiertas una y
otra vez a la contingencia. El amor por lo común, como pasión abstracta, siempre nos llevará un paso más allá, haciendo de nuestras composiciones un proceso capaz de autotransformación, nunca una forma
del todo configurada.
05. el universalismo es el exceso de una composición
sobre sí misma que produce un común antes inexistente
cia al cierre identitario. Cuanto mayor es la rigidez impuesta por el
cierre identitario, mayor la eficacia de la acción dispersiva que sólo
encuentra problemas para desconfigurar aquellas composiciones recombinantes que logran utilizar la fuerza externa como ventaja propia.
Tendremos así situado un problema específicamente político: ¿cómo
operar sobre los procesos sociales de composición autoorganizada de
lazos igualitarios para que, evitando la tendencia al cierre identitario
consigan a la vez eludir la tendencia a la desconfiguración? La imposibilidad de esta exigencia nos confirma, de modo realista, que nos
hayamos en el territorio propio de la política.
04. la respuesta no-reactiva ante los cierres y la desconfiguración es el universalismo
Es aquí donde podemos empezar a advertir la posibilidad de una función militante de determinado concepto de universalismo. Construir una
respuesta no-reactiva ante las tendencias que amenazan a las composiciones implica hacer posible una vía de innovación (un hacer posible
que es tanto un abrirse paso como una fijación de una orientación como
alternativa al caos) capaz de eludir o minimizar la retroalimentación
cierre/desconfiguración mediante la apertura de la reconfiguración.
El universalismo militante hace posible una palabra que no nombra
a todos sino que se dirige a todos (la expresión es de Marta Malo),
resistiendo la apropiación identitaria. Es un modo de enunciación más
que un enunciado. Se trata de dar cauce a una pasión abstracta por el
mundo en tanto exceso de una composición sobre sí misma.
La función del universalismo es conjurar la reificación: hace tambalear la consistencia del “nosotros” que la autoorganización compone,
pero sólo para hacer posible vías de innovación de ese nosotros que, eludiendo la desconfiguración, instituyan caminos hacia la construcción de
un nuevo nosotros más potente.
En este sentido, el universalismo del que hablamos aquí puede ser
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Aquí radica la posibilidad: negarse a la fatalidad del cierre identitario
o la dispersión desvinculante. Encontrar la decisión que, en cada caso,
ponga a la composición en una situación de exceso sobre sí misma. El
universalismo siempre aparecerá entonces como una excedencia de la
experiencia, como virtualidad. Pero una virtualidad productiva de un
común antes inexistente pero anticipable en la singularización del universalismo constituido en cada caso como función militante.
Definido el universalismo como función militante de producción de
una respuesta no-reactiva ante los cierres identitarios y la desconfiguración por la vía de la puesta en exceso de una composición sobre sí
misma orientada a la producción de un común antes inexistente, resulta bastante claro ahora que los enunciados que se constituyan durante la
operatoria del universalismo podrán resultar de la más variada heterogeneidad, mientras sostengan una equivalencia lógica en tanto función.
No habrá reglas para la composición de estos enunciados, pero podrán
luego ser verificados a partir del análisis de sus efectos.
La posibilidad del universalismo militante es una posibilidad política, que interpela a cada cuerpo afectado por una experiencia de autoorganización social. Se trata de aquella opción política que decide defender lo construido de la dispersión a partir de un relanzamiento expansivo, de una apuesta por la producción de nuevos comunes que recombinen e intensifiquen los comunes ya producidos.
Desde 1994
CENTRO GESTALTICO
SAN ISIDRO
Director: Lic. Eduardo Carabelli
La Gestalt es una filosofía de vida
y una psicoterapia moderna y profunda
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Dirigida a Psicólogos, Counselors, Prof. de la Salud, Coordinadores
Grupales y Público en Gral. (con entrevista previa)
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11 y 12 DE JULIO: INTRODUCCIÓN AL ENEAGRAMA
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Delirios
Carlos Solero
casolero_1@hotmail.com
En su ya célebre libro El
antiedipo (Capitalismo y
ezquizofrenia) Félix Guattarí y
Gilles Deleuze plantean cómo es
el sistema en el cual los objetosfetiches dominan a los productores alienados el que genera
locura.
Pero es la locura algo que también se torna un analizador
social, es decir que por ejemplo
el delirio megalomaníaco de un
gobernante coaligado con magnates industriales y empresarios
del armamentismo, puede propaganda de por medio llegar a confundirse con un proyecto colectivo. Claro que ese delirio, mediado por discursos a las masas
puede actuar como ideología y
falsa conciencia que termine de
revestir la alienación.
Ahora bien, si la rebeldía popular
cobra formas organizativas, de
ocupación efectiva del espacio
público, para acabar con las
injusticias, puede ser sin más
tildada de locura y entonces las
maquinarias de destrucción de
cuerpos y vidas se ponen en
marcha.
Como borrar de nuestras neuronas y retinas, las imágenes de
los gendarmes en Cutral Có,
avanzando cual un enjambre de
terminators sobre la multitud de
hombres y mujeres excluídos,
humillados y ofendidos, estigmatizados por práctica de autodefensa. O bien aquel día de junio
de 2002 en el Puente
Pueyrredón dónde la brutalidad
uniformada aniquiló la solidaridad de Maxi Kosteki y Darío
Santillán. O bien las escenas de
los maestros neuquinos y la balacera que acabó con la vida de
Carlos Fuentealba.
Sólo discursos delirantes pretenden justificar, presentándose
como razonables semejantes
atropellos.
Sin embargo, y por estos días
esas imágenes sonríen otra vez
impertubables desde las carteleras.
Delirios entronizados para que
continúe la dominación, manipulando deseos.
Es preciso luchar para neutralizar por siempre a los sociópatas hacedores del malestar
general.
SUBJETIVIDAD
Y CULTURA
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EN HOMENAJE AL DR. ENRIQUE PICHON RIVIERE
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Campo Grupal / 9
LIBROS
Cuando digo Nosotros.
Roberto Gebert. Editorial Milá
Esta novela despliega la historia
de dos seres que, a la salida de
Anónimos,
se
Alcohólicos
encuentran en un bar, El
Socorro. Él es un periodista de
mediana edad que trabaja en un
diario barrial y que, habiendo
perdido el sentido de su existencia, cree poder reencontrarlo en
alguna historia que pudiese
resultar atractiva para ser publicada. Ella, “Ester Bruckman”, es
alemana y judía, exiliada en
Argentina en el borde de la
segunda guerra mundial. Le contará a este periodista tres acontecimientos de su vida durante la
preguerra en Alemania que la
marcaron profundamente. En el
curso del relato, que se realiza
durante tres noches en el mencionado bar, la vida de ambos
sufrirá un cambio.
Por detrás de la ficción, se transparenta de manera atractiva la
problemática de los judíos alemanes exiliados. Constituyen un
grupo singular ya que, a pesar de
las persecuciones a que fueron
sometidos, jamás dejaron de
sentirse alemanes ni de estar
orgullosos de su nacionalidad.
Por otra parte, han llevado sobre
sí una doble carga en torno de su
sentimiento de identidad, pues
habiendo sido discriminados por
los alemanes por el hecho de ser
judíos, también fueron señalados
por los judíos por no ser “judíos
alemanes” sino “alemanes de
religión judía”.
Esta circunstancia de apretada
ambigüedad, de indeterminación
existencial, ha dado el título
Cuando digo Nosotros a este
libro.
A partir de esta frase cabe cuestionarse: “Cuando digo Nosotros
¿Qué digo?”
El Nosotros, da cuenta de la
diversidad que significa esa primera persona del plural. El único
idioma -además del guaraní- que
incluye a los otros en el Nos es el
castellano. Nuestra lengua…
El exilio, el desarraigo, la violencia, el terror, la desazón y la
pena absoluta de intentar sobrevivir son temáticas conocidas por
los argentinos pero aquí el autor,
le vuelve a dar otra vuelta a través de sus personajes.
Ester, su protagonista, nos lleva
a su historia impregnada de
recuerdos: “Mi memoria, inexpugnable fortaleza que sobrenada la historia, y mis ojos, repletos
de dolor por más de setenta
años, ven con pleno entendimiento aquello que quieren contar. Ojos, ojos, ojitos ¿cómo fue
vuestro colorido viaje, qué luces
los alumbraron? Ojitos oprimidos, hechos pedazos, ojitos, ojitos, como un corazón; miro a mi
alrededor con mis ojos estallando de celos, de amor, de odio.
¿Celos, amor, odio…?”
Roberto Gebert, su autor, nació
en Buenos Aires, sus padres fueron exiliados de Alemania y
Austria. Actualmente, se desempeña como psicoanalista y escritor. Es autor de cuatro novelas,
una de ellas ¡Papagayo! fue llevada al teatro con éxito. Entre
otros, ha merecido el Premio de
la Sociedad Argentina de
Escritores.
Viviana Rosenzwit
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Campo Grupal / 10
Pinocho, la fuga
La experiencia del ser como verdad dividida
E
Marcelo Percia
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I. (entusiasmo sin existencia).
l libro de Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi se publica
en 1883.1 Desde entonces, los mentirosos tienen miedo de que
les crezca la nariz. El texto se desarrolla en la Toscana rural y
urbana de fines del siglo XIX. Pinocho antes de ser Pinocho (un muñeco que quiere ser niño) es sensibilidad que habla en un tronco de madera, excitación alborotada en una materia fibrosa, corteza que siente cosquillas, vocecita que protesta. Recinto difuso de una agitación en la que
se mezclan fuentes, impulsos, sensaciones. Pinocho antes de Pinocho
es entusiasmo de ser sin existencia. Geppetto antes del padre de Pinocho
es un hombre que quiere ganarse la vida con una marioneta.
II. (vida entre las cosas).
“Había un vez un pedazo de madera. No era una madera de lujo, sino
un simple pedazo de leña de esos palos que en invierno se meten en las
estufas y chimeneas para encender el fuego y caldear las habitaciones.
No recuerdo cómo ocurrió, pero es el caso que, un día, ese trozo de
madera llegó al taller de un viejo carpintero cuyo nombre era maestro
Antonio, aunque todos lo llamaban maestro Cereza, a causa de la punta
de su nariz, que estaba siempre brillante y roja como una cereza madura”.
El carpintero Cereza proyecta hacer la pata de una mesa con un palo
que encuentra en su taller, cuando, de pronto, percibe espantado que esa
madera llora y ríe como un niño. En ese momento, llega Geppetto
necesitado de un leño pequeño. Tuvo la idea de fabricar un muñeco que
baile, maneje la espada y de saltos, para ganarse el pan y una copa de
vino exhibiéndolo por el mundo. Cereza regala ese palo a Geppetto.
Un pedazo de madera que habla y ríe es el fantasma de la vida entre
las cosas. Insinuación que desbarata la continuidad plana de lo previsible. Trastorno de las certidumbres. La reacción humana de un objeto
inanimado sugiere una protesta o el inicio de una revuelta.
Algo así es el deseo: desarreglo que clama formas que anuncian otro
mundo.
Desarreglo: un más allá de las reglas que ordenan cada cosa en un
lugar y un lugar para cada cosa. Desquicio de las correspondencias. Un
más allá de lo reglado que no es exceso, sino intensidad. Exceso, desafío del límite, batalla imposible contra la muerte. Intensidad, potencia
de una sensibilidad que baila.
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Coordinación Gral. Augusto Allemand . Psicólogo Social
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Expositores
María Luara Mendez
Raúl Zibechi
Viernes 14 de Agosto del 2009
Estudio UNO Bonpland 1684 1° Timbre
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Clamor de formas: llamado que no es demanda de algo ni reclamo por
lo esperado, sino invitación a un modo de ser todavía sin existencia.
Anuncio de otro mundo: incitación al por venir. Porvenir no como
futuro sino como tentación de lo otro.
III. (nombre ajeno).
“Lo llamaré Pinocho, se dijo. Este nombre le traerá suerte. Conocí
una familia entera de Pinochos: Pinocho el padre, Pinocha la madre, y
Pinochos los hijos. Y a todos les fue muy bien. El más rico pedía
limosna”.
Primero le da un nombre (el vocablo proviene del toscano, pinocchio, que significa piñón, algo de muy poco valor), después imagina
sus rasgos, talla la madera. El cincelado de una existencia es restricción,
corte, separación. Rajadura que desune lo que vive conectado. La suerte
del muñeco queda enlazada a esta evocación de Geppetto: los integrantes de una familia de Pinochos a los que les fue bien, el más rico pedía
limosna. Dicta su destino, inspira un modo de vivir: mendigar, tender
la mano para tentar la caridad.
Pinocho transporta ese impulso entredicho: vagabundear sin oficio
para ganarse el pan. La intención de la limosna está escondida en su
nombre. Nace pendiente de una donación. Tiene que postularse para recibir lo que no tiene. ¿Qué significa portar un nombre? ¿Llevar sobre sí
la máscara de otro? El deseo de Geppetto anida en su nombre como misterio. En cada bautismo se celebra un pacto secreto. Un trato que se dice
informulado. Silencio que espera en su cuerpo de madera. Inscripción de
lo todavía no acontecido. Ese nombre lo empuja a un compromiso difuso. Lo que llega como ofrecimiento (te llamarás Pinocho) es, también,
secuestro de zonas de libertad. Recibir ese nombre lo vuelve deudor. En
los nombres se dicen muchas vidas. El nombre es llave que abre o cierra un porvenir. No se confunde el nombre con el yo. El yo es habitado por el nombre. El yo construye una coincidencia con esa extrañeza
que lo llama.
IV. (sublevación)
“Cuando hubo elegido el nombre de su muñeco empezó a trabajar de
prisa y le hizo enseguida el pelo, después la frente, luego los ojos. Una
vez hechos los ojos, figúrense su asombro cuando advirtió que se movían y lo miraban fijamente. Geppetto, sintiéndose observado por aquellos ojos de madera, se lo tomó casi a mal y dijo, en tono quejoso:
–Ojazos de madera, ¿por qué me miran? Nadie contestó. Entonces, después de los ojos, le hizo la nariz; pero ésta, tan pronto estuvo hecha,
empezó a crecer y creció y en pocos minutos era un narizón que no acababa nunca. El pobre Geppetto se cansaba de cortarla; cuanto más la
cortaba y achicaba, más larga se hacía aquella nariz impertinente.
Después de la nariz le hizo la boca. Aún no había acabado de hacerla
cuando ya empezaba a reírse y a burlarse de él.
-¡Deja de reír! -dijo Geppetto, irritado; pero fue como hablar con la
pared.
-¡Te repito que dejes de reír! -gritó con voz amenazadora. Entonces la
boca dejó de reír, pero le sacó toda la lengua”.
Pinocho antes de Pinocho es un tronco de madera que habla sin tener
una lengua materna. Sin ser suscitado por el acento, el ritmo, la entonación de una madre. Sin ser albergado por su voz que abraza, alimen-
Sigmund Freud, Jacques Lacan
e Ignacio Lewkowicz
Aportes a la Psicología Social
Grupos de estudio y pensamiento
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Alicia Le Fur
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ta, hace dormir. Incluso sin ser envuelto por su silencio que sostiene
sin decir nada. Pinocho antes de Pinocho es un decir en el que hablan
infinitos niños. O, dicho de otro modo, el niño infinito, si recordamos
que la historia de Collodi es también el relato de la invención del niño
como estado de subjetividad.
El mundo es un curso de enunciados posibles. Esos flujos que hablan
encarnan en una voz. No importa tanto quien habla como el hecho de
que los enunciados advienen sentimientos en una voz. Que la voz tenga
la forma de un cuerpo, aunque sea el de un muñeco de madera, ofrece
calma a la tormenta de sentido que nos interpela en todas partes.
La nariz impertinente quizá apunta a una idea de niñez como desmesura, como indiscreción moral. El recato de esa saliencia que se ostenta en plena cara, es intento de contención de una otredad que, el viejo
carpintero, desconoce. La nariz de Pinocho antes de significar mentiras
es osadía del deseo. Audacia de su tender hacia. Rechazo de la timidez.
La timidez es goce replegado. Deseo de actuar malogrado. Sensualidad
de la inacción, del escondite, del retaceo.
Geppetto proyecta su voluntad, desde el principio, en esa contextura
que está creando sin percibir del todo que esa existencia tiene vida más
allá de su arte. Pinocho es, desde el comienzo, sublevación. Imaginado
como títere actúa por su cuenta: tiene ojos que miran sin el consentimiento de su creador; es ingenioso, hace bromas, ríe, saca la lengua, se
fuga, provoca alborotos. Y, sin embargo, cuanto más se aleja del control de su padre más se aproxima al plan de Geppetto. Tal vez la existencia humana sea el proyecto fracasado de una marioneta perfecta. 2
V. (invención del niño)
Muchos dibujantes imaginan a Pinocho. Enrico Mazzanti, ilustrador
de la primera edición en forma de libro, presenta al muñeco de madera
de pie, con las manos apoyadas en la cintura. La cabeza cubierta por un
sombrero con forma de hongo, un traje de época con un pantalón que
le llega hasta las rodillas y una nariz exagerada en un rostro serio que
tiene rasgos adultos. En la imaginación de Mazzanti, Pinocho no tiene
semblante de niño. No lo dibuja con una mirada de bondadosa docilidad
en un rostro que irradia dulzura. Lo representa con cierta malicia. Tal
vez la insinuación deseante, en un niño, sea sospechosa de perversidad,
de enfermedad de los instintos, de desafío a la autoridad.
Philippe Aries advierte que la infancia, tal como se la entiende hoy,
es una invención que tiene unos trescientos años. Percibe que, antes de
la Revolución Francesa, las criaturas pequeñas eran representadas como
adultos chiquitos, defectuosos, inacabados. En pinturas de Velásquez
(1599-1660) se percibe algo de la representación social de la infancia en
otros tiempos. En el retrato de la Infanta Margarita Teresa o en Las
Meninas, los niños aparecen como miniaturas deformes o mayores disminuidos. No existe vestuario infantil. La ropa de grande en cuerpos
pequeños evoca una especie de enanismo.
La historia de Collodi testimonia la irrupción del niño como ser diferente al adulto en un momento en el que el amor en las relaciones familiares se transforma en asunto relevante. El niño del psicoanálisis como
objeto del narcisismo de los padres aparece dos décadas después. Freud
conjetura que la experiencia de la infancia es formativa de subjetividad
y productora de destino. Las criaturas pequeñas se vuelven objetos de
amor y, enseguida, sujetos de deseo.3
VI. (dar vida)
La gestación de Pinocho suele relacionarse con la idea del Golem.
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Golem es una palabra hebrea que significa embrión, vida inacabada,
forma sin perfección, cuerpo sin alma.
Dicen que el sabio cabalista Judá León (1525-1609), entonces rabino
de Praga, para proteger a los judíos de persecuciones y matanzas, crea
una figura humana hecha de arcilla, a la que da vida al colocar en su boca
un rollo de papel con las letras del nombre de Dios. Sobre el destino de
la criatura hay versiones. Una afirma que la marioneta, sublevada, destruye a su creador. Otra sostiene que esa forma solitaria se suicida. Otra
explica que fuera de control, León la destruye: borrando la primera letra
del nombre impreso en su frente, Emet (que significa verdad, rasgo
único), quedando Met, muerto. Otra asegura que el autómata todavía
vive (cuentan que defendió la sinagoga de Praga durante la ocupación
nazi). En la novela de Meyrink, el Golem aparecía cada treinta y tres
años en la ventana de un cuarto circular inaccesible que no tenía puertas en el ghetto de Praga.
Para el misticismo judío la vida habita en las palabras. Nombrar es
crear existencia. Dar nombre a la cosa es labrar su consistencia y su
conocimiento. Cada uno es el nombre que lleva. Cuando se borra el
nombre, la persona desaparece. El secreto del universo está guardado en
el Nombre de Dios o en los infinitos nombres de una Existencia cuyo
nombre único es inaccesible. Los cabalistas intentan conocer a Dios a
través de sus nombres. Pero, ¿cómo poseer su Nombre si no hay palabra para una presencia absoluta e infinita?
Algo de esto dice Borges en su poema El Golem que comienza así:
“Si (como afirma el griego en el Cratilo) / el nombre es arquetipo de la
cosa / en las letras de ‘rosa’ está la rosa / y todo el Nilo en la palabra
‘Nilo’. / Y, hecho de consonantes y vocales, / habrá un terrible Nombre,
que la esencia / cifre de Dios y que la Omnipotencia / guarde en letras
y sílabas cabales”.
Borges pone del lado de la cábala un pasaje del Cratilo de Platón.
Aunque en ese diálogo, el griego desarrolla dos ideas enfrentadas: una
(Cratilo) dice que las palabras representan a las cosas en una relación de
contigüidad natural; la otra (Hermógenes) afirma que son arbitrariedades
acordadas por la voluntad humana. Borges retiene la primera tesis que
sostiene que la palabra es reflejo sonoro de lo nombrado, sustituto perfecto y exacto de la cosa, y que el mundo de los nombres es el mundo
de las existencias reales.
Ante la pregunta de Sócrates “¿Qué poder tienen para nosotros los
nombres?, Cratilo, que afirma la existencia de una relación natural entre
las cosas y los nombres, responde “quien sabe los nombres sabe las
cosas”. Entonces, Sócrates lleva el razonamiento hasta el absurdo: si las
palabras fuesen el reflejo exacto de los objetos, no habría diferencia
entre palabras y objetos. Tal sería la semejanza entre nombres y cosas
que todo parecería doble. Y no habría modo de discernir, entre las dos
existencias, cuál sería el nombre y cuál sería la cosa.
En el prólogo que Borges escribe para la edición en Buenos Aires de
El Golem, la novela de Gustav Meyrimk, recuerda: “Los discípulos de
Paracelso acometieron la creación de un homúnculo por obra de la alquimia; los cabalistas, por obra del secreto nombre de Dios, pronunciado
con sabia lentitud sobre una figura de barro. Ese hijo de una palabra recibió el apodo de Golem, que vale por el polvo, que es la materia de que
Adán fue creado”. 4
Borges recuerda allí que Paracelso, para la misma época, imagina el
prodigio mayor de la alquimia: la creación artificial de vida humana.
Supone que si se fermenta esperma, nace un hombre pequeño al que
llama el homonculus. 5
Clin caja de Aníbal Ilguisonis
Un lector, devenido máquina de registrar, pero aun más, máquina poética
–ya que su registro tiene que ver con
la lengua y la generación de un ritmo–
no dejará de re-crear diálogos,
momentos y hasta géneros literarios,
para arrojar su visión, con sonido
metálico y gusto ácido: una combinación corrosiva de palabras que van
contando cómo el dinero nos atraviesa y nos define, cómo nos sumerge
en un despiadado sistema binario,
donde sólo tenemos la fantasía de las
múltiples opciones, y en el que estamos adentro, o afuera.
Estuche Negro de Ricardo Czikk
Con un estilo que en sí mismo tienta
los extremos –un gusto barroco que
de pronto se concreta y se hace plano
nítido, sin revés–, que encara tanto un
relato como un poema que reinventa
palabras, este libro se abre para
intentar otro camino, ése plagado de
preguntas y descubrimientos. Con
intensidad, se aventura a ir de la luz a
la sombra, y de vuelta, porque una y
otra se llaman, se requieren. Ir, de la
contradicción a la paradoja, y aprender a permanecer en la tierra de lo
incierto, de la poesía. Como una
miniatura que sin embargo puede
desgajarse infinitamente; como una
nuez, reino de Hamlet, que es capaz
de contener el universo. En definitiva,
como un libro que sólo cerramos para
volver abrir.
Malapalabra de Cecilia Maugeri
La “malapalabra” no es una, son
todas las palabras. Es la “bolsa de
gatos” de la lengua, que incluye todo
lo que decimos, sentimos, pensamos
(todo lo que somos). Cecilia Maugeri
nos da un hilo fuerte y brillante, hecho
de letras que laten, fluyen, (nos) llevan. Estos poemas persiguen, a través de la indagación íntima, del replanteo radical del ser y el hacer, de la
dolorosa comprobación de que vivir y
decir son muy diferentes, la leve
esperanza de que la palabra poética
sea capaz de mutar, y entonces
adquiera sentido. Seguro, dulce, sorpresivo, el ritmo de cada poema se
impone, como oleadas variadas y
constantes que van envolviendo, que
atraen hacia el fondo (el fondo de sí,
de todo).
La cajita de Pandora de Virginia
Janza
Pandora,
Proserpina,
Galatea;
Prometeo, Hades, Hermes: máscaras
que se prueban, a sabiendas o no, y
que nos hacen repetir, trágicamente,
historias aprendidas, arquetípicas.
¿Cómo escapar? ¿Cómo seguir buscando? ¿Cómo saber qué es lo real, o
lo propio? “-Ay, si sólo pudiera hallar
un lugar nuevo/nunca antes explorado…-/Conformaba a los insectos/de
sangre roja, anticuada/(y Rilke aconsejando/empezar desde adentro).”
Este libro-viaje entrelaza lo más íntimo con lo social, lo pequeño con lo
enorme, la búsqueda original en la
lengua cotidiana con lugares revisados de la literatura clásica, y así logra
una voz precisa y potente, profunda y
prístina, que se atreve y a la vez se
esperanza en intentar lo imposible, lo
propio de la poesía, decir lo que no se
puede, contar, otra vez, la travesía del
amor.
Karina Macció
Sobre Viajera Editorial
Viajera se enamora de la literatura
con una atrevida voz propia y una
manera original de ver el mundo.
Viajera sale en busca de talentos
nuevos con el desafío de que encuentren sus ávidos lectores.
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La violencia es el miedo a los ideales de los demás. Mahatma Gandhi
Campo Grupal / 11
Pinocho, la fuga malograda
En el relato de Collodi no se presentan así las cosas. No se
trata de cabalistas ni alquimistas, tampoco de una experiencia
científica, sino de la vida accidental que irrumpe entre los gestos
cotidianos de dos hombres sencillos. El carpintero Cereza quiere hacer la pata de una mesa y el viejo Geppetto modelar una
marioneta de madera con la que ganarse la vida en las tabernas.
La historia de Pinocho no cuenta, otra vez, el anhelo del hombre de conocer el secreto de Dios o de descifrar los enigmas del
universo. Narra otro asunto: la tensión insuperable entre una
existencia tediosa y el deseo de otra cosa. Deseo que no goza
tanto por su vocación transgresiva como por su pasión por del
juego, el movimiento, la fantasía.
VII. (desobediencia)
Pinocho es la historia de un tender hacia. El deseo es el movimiento de un tender. Un tender sin algo hacia qué. Un tender que
tiende sin meta, dirección, paradero. El deseo no muerde, sin
embargo, en cualquier cosa. ¿Algo atrae al deseo o su tender
envuelve de un atractivo a la cosa?6
Pero ¿qué del deseo se relata en Pinocho? Esa materia fibrosa
desprendida de un árbol no espera milenarias transformaciones ni
podredumbres liberadoras de otras existencias mudas. Pinocho
antes de Pinocho es un leño que desea. Expresa el ansia de escapar a la eterna espera de nada. Avidez de tender más allá de su
nadería de madera. Pinocho antes de Pinocho es proyecto de
fuga.
La historia de Collodi es, también, la del deseo travesura.
Pinocho es inquieto y revoltoso, inventa juegos que molestan a
las personas mayores. Pero sus travesuras no importan como
anécdotas de un pícaro, sino como travesías desencadenadas, trayectorias que dejan trazos, puntos de sus incesantes despedidas.
Una cita: “Apenas acabó con las manos, Geppetto sintió que
le quitaban la peluca. Se volvió y, ¿qué vieron sus ojos? Su
peluca amarilla en manos del muñeco.
– Pinocho... ¡Devuélveme ahora mismo mi peluca!
Y Pinocho, en vez de devolvérsela, se la puso en su propia
cabeza, quedándose medio ahogado debajo. Ante aquella manera
de ser insolente y burlona, Geppetto se puso tan triste y melancólico como no había estado en su vida. Y, volviéndose a
Pinocho, le dijo:
– ¡Hijo pícaro! ¡Todavía estás a medio hacer y ya empiezas a
faltarle el respeto a tu padre! ¡Eso está muy mal! Y se secó una
lágrima. Sólo quedaban por hacer las piernas y los pies. Cuando
Geppetto hubo acabado de hacerle los pies, recibió un puntapié
en la punta de la nariz.
– ¡Me lo merezco!– se dijo para sí–. Debía haberlo pensado
antes. ¡Ahora ya es tarde!
Tomó después el muñeco bajo el brazo y lo posó en tierra,
sobre el pavimento de la estancia, para hacerlo andar. Pinocho
tenía las piernas torpes y no sabía moverse, y Geppetto lo llevaba de la mano para enseñarle a poner un pie detrás del otro.
Muy pronto, Pinocho empezó a andar solo y a correr por la habitación, hasta que, cruzando la puerta de la casa, saltó a la calle y
se dio a la fuga”.
La historia de Collodi es, todavía, la del deseo que desobedece. El castigo por esa desobediencia y el arrepentimiento que no
consigue doblegar al deseo que renace, cada vez, más desobediente. La gesta de una sublevación que, no obstante, obedece
insurrecta.
Pinocho desatiende a quienes dicen qué camino seguir para ser
bueno. Cada tanto, en medio de la adversidad, parece arrepentirse, pero nunca “se da por vencido”. Atraviesa obstinado cada desventura con la esperanza de recomponer su destino. No es el
muñeco del acatamiento que renuncia a su deseo. El discurso de
la obediencia, entre otras cosas, es el de la conveniencia. Una
convención de conductas que espera recompensa. Obedecer es
Saludamos en este
nuevo aniversario
la continuidad de
un espacio crítico,
pluralista y
creativo al servicio
de las prácticas
grupales.
Carlos R. Martínez - Director
www.confluenciaps.com
Campo Grupal / 12
portarse bien, coincidir con la expectativa de la autoridad. Algo
así como portar (llevar sobre sí) las insignias de una moral.
Hacerse portador de los emblemas de comportamiento requeridos
por una cultura. También obedecer es, para Pinocho, aplazar los
impulsos de estar a gusto o hacer lo que tiene ganas o disuadir
su curiosidad.
Pinocho desobedece porque sí o porque espera una gratificación inmediata. ¿Su desobediencia es la impaciencia del deseo?
Es prisa que no quiere esperar. No ansiedad enfermiza de un insatisfecho, sino excitación que tiende. Que provoca lo que acontece a partir de su tender. A Pinocho las aventuras le vienen como
llamado de un deseo.
El antagonismo de Pinocho cuestiona el consenso moral de la
época (ir a la escuela o aprender un oficio). El deseo de Pinocho
excede ese patrón de conducta. Por momentos, su desobediencia
es crítica cultural. No quiere trabajar ni estudiar, pero está habitado por sentimientos nobles, solidarios, cariñosos. Al final, su
antagonismo es corregido.
Una cosa es la desobediencia como disputa con la autoridad,
desafío que pone en cuestión el poder del otro; y otra cosa es la
desobediencia como curso que se abre tras la insistencia del
deseo. En el segundo caso, está en juego el poder del deseo. La
historia de un deseo que habla más allá y más acá de un cuerpo.
En Pinocho se relata el secreto del disciplinamiento del cuerpo. ¿Para tener un cuerpo necesita gobernar sus impulsos? Antes
de ser carne, piel, huesos, es un pedazo de madera, una sensibilidad alocada. Una voz sin boca, sin ojos, sin experiencia. Una
sin existencia, en la que la preposición (sin) expresa, más que
una falta o carencia, un entramado de subjetividad anterior a su
existencia.
VIII. (insurrecto)
Pinocho no practica el autoengaño, no dice querer algo que no
quiere. Ni consigue embaucar a otros con sus mentiras. Cuando,
por momentos, se propone ir a la escuela para progresar en la
vida y cuidar de Geppetto es sincero. Pinocho es proyectado
como un pícaro, aunque no cumple todas las condiciones del
género picaresco que tan bien describe, entre nosotros, Horacio
González (1992). No es un héroe que abusa de la retórica del pretexto para ocultar lo que quiere o justificar lo que acaba de hacer
disfrazándolo de otra cosa. No esconde los motivos de sus actos.
Ni es descubierto por sorpresa haciendo lo indebido. Ni practica
la hipocresía moral. Pinocho expresa lo que el fingimiento
social amonesta o prohíbe: el entusiasmo por el desvío. Pero,
tampoco el entusiasmo de Pinocho debe confundirse con un
hedonismo que calcula placeres convenientes o consume excitaciones inmediatas. Pinocho declara de entrada su rechazo por la
moral del sacrificio personal como camino para ser un niño
bueno, aunque no descarta, para alcanzar lo que más quiere, cada
tanto, la posibilidad de algún sacrificio. Al cabo, el relato de
Collodi dice más de lo que tal vez quiere decir. Aún cuando parece confinar los actos de Pinocho a los de un pícaro, la marioneta actúa como un sujeto insurrecto.
IX. (dolencias)
El muñeco de madera se niega a seguir el destino de todos los
niños que son obligados a ir a la escuela: No quiere estudiar: se
divierte corriendo mariposas o destruyendo nidos de pájaros.
Tampoco desea trabajar: de los oficios del mundo sólo le agrada
comer, beber, dormir, divertirse. Vagabundear de la mañana a la
noche.
Cuando Pinocho llega al Pueblo de las Abejas Industriosas,
advierte las calles repletas de personas laboriosas. Un sitio en el
que todos trabajan concentrados en su actividad. Una comarca en
la que, como dice Collodi, “ni buscándolo con lupa se podía
encontrar un holgazán o un vagabundo”. Un pueblo armónico de
vidas sacrificadas. Cada habitante lleva una carga pesada.
Criaturas resignadas que andan cansadas, sudorosas, jadeantes,
por el esfuerzo de todos los días. Pinocho exclama ante ese panorama impresionante: “¡Está claro! ...¡Este pueblo no es para mí!
Yo no he nacido para trabajar”.
El grillo que habla predice que si se niega ir a la escuela, terminará mal. En otro momento, Pinocho confiesa a su cariñosa
Hada que no quiere trabajar porque se fatiga. A lo que su querida
madrina responde: “Hijo mío los que dicen eso acaban siempre
en la cárcel o en el hospital. El hombre, para que lo sepas, nazca
rico o pobre, está obligado a hacer algo en este mundo, a ocuparse en algo, a trabajar. ¡Ay de quien se deje atrapar por el ocio!
El ocio es una enfermedad feísima y hay que curarla en seguida,
desde pequeñitos; si no, de mayores no se cura nunca”. 7
En muchos pasajes de sus aventuras, Pinocho siente hambre.
Son circunstancias en las que se encuentra solo, desprotegido,
desamparado. En un momento exclama: “¡Ay, qué enfermedad
más mala es el hambre!”.
De las dolencias de la vida, Pinocho reconoce en primer lugar
las del hambre y las del frío. Las necesidades de comer y abrigarse como padecimientos de las criaturas vivas. También sufre
cuando extraña a su padre o cuando algo malo sucede a quienes
ama. Pero no teme el mal del ocio. El ocio le acontece como
ímpetu de su alegría, de su curiosidad, de su disposición a jugar.
Pinocho es un apasionado. Potencia de desear que no conoce el
tedio, el hastío, el aburrimiento.
Collodi desliza, a lo largo de los episodios, lecciones morales,
moralejas sobre el buen comportamiento, la humildad, la generosidad, la dignidad de tener la ropa limpia, los beneficios de una
vida austera, las tristes pero dignas privaciones de la pobreza, la
nefasta seducción de las malas compañías.
Las maldades de Pinocho son siempre provisorias, circunstancias que proyecta reparar; o distracciones del deseo que no calcula consecuencias; o incidentes en los que padece injusticias. A su
manera, tiene convicciones, dice en un momento en el que, obligado a hacer de perro en un gallinero, ayuda a atrapar a unos
ladrones: “Porque hay que saber que yo soy un muñeco que tendrá todos los defectos del mundo, pero nunca he tenido el de ser
largo de uñas ni cómplice de la gente deshonesta”.
Tras cada travesura, Pinocho promete que será un niño bueno,
que irá a la escuela, que estudiará mucho, que se destacará entre
los que más saben. O también que aprenderá un oficio y será un
apoyo y consuelo en la vejez de su padre.
X. (el ocio es una enfermedad feísima)
Collodi presenta una idea negativa del ocio. Como si fuera
una experiencia de despilfarro malsano, la enfermedad de los holgazanes. ¿Pero qué es el ocio para Pinocho? Entre la maldición
divina que dice ganarás el pan con el sudor de tu frente y il dolce
far niente, Pinocho cada vez será tentado por su deseo.
Estar ocioso no es para él estar sin hacer nada. El ocio no es
sólo eso que hace cuando no trabaja, estudia o realiza una ocupación obligada para complacer a las morales que lo asedian. Sus
estados ociosos no se definen tanto por representar su tendencia
hacia el descanso, el entretenimiento, la diversión, como por
expresar su deseo de hacer lo que más quiere. Pinocho es ocioso
cada vez que sigue el llamado de su entusiasmo. La palabra ocio,
en el muñeco de madera, hace serie con los términos: tiempo
para sí, deseo, juego. Pinocho objeta la moral del trabajo que
instruye que cada uno debe estar ocupado la mayor parte del tiempo, y que puede descansar, alimentarse y distraerse sólo para
reponer fuerzas perdidas. Para la marioneta insurrecta, ocio significa fiesta del deseo.
Aristóteles sugiere en Ética a Nicómaco que vivimos para
alcanzar el ocio. Pero, para el griego, el ocio supone tanto un
saber como el secreto de una productividad. En su lengua la palabra skholé puede significar vagar, tiempo libre, descanso, vacación, ocio, paz, tranquilidad, estudio, escuela, tregua, lentitud,
pereza, inactividad. Mientras el mismo término con el prefijo de
la negación askholé, suele significar ocupación, trabajo, tener
algo que hacer o estado de servidumbre. Entre los romanos, el
ocio deja de ser el fin de toda actividad para pasar a ser un medio
de descanso y distracción para retomar el trabajo. Así piensan la
función de los estadios, teatros, circos, como espacios de recreo
para que un sector del pueblo se recupere del desgaste laboral. El
derecho al ocio durante muchos siglos formó parte de la lucha
entre clases sociales. La fiesta del deseo requiere de un excedente. Marx piensa que la alienación, entre otras cosas, es sustracción de la posibilidad de ocio a los trabajadores. La liberación de
la humanidad requiere tiempo liberado de la necesidad de trabajar.
Paul Lafargue nacido en Cuba, descendiente de esclavos negros
y de colonos españoles, escribe, hacia 1880 en Francia, El derecho a la pereza, un texto contemporáneo al relato de Collodi. Un
manifiesto escandaloso lleno de ironía y humor, que propone
disfrutar de la vida siguiendo ideas de los Manuscritos del 44 que
redactara el padre de su esposa Laura Marx. Lafargue piensa que
urge liberarse del trabajo para alcanzar un mundo de placer.
Recuerda que Dios enseña a sus criaturas el ideal de la pereza
“Después de seis días de trabajo se entregó al reposo por toda la
eternidad” Imagina un futuro en el que las máquinas realizarán
los trabajos esclavizantes que hasta el momento pesaban sobre
hombres y mujeres de la tierra. Y que entonces “la clase obrera
se alzará en su fuerza terrible para reclamar, no ya los derechos
del hombre, que son simplemente los derechos de la explotación
capitalista, ni para reclamar el derecho al trabajo, que no es más
que el derecho a la miseria; sino para forjar una ley de hierro que
prohibiera a todo hombre trabajar más de tres horas diarias.”. Se
ha dicho que Lafargue retoma ideas de Rabeláis, Tomás Moro,
Fournier. Al principio de su libro presenta esta cita de Lessing
“Seamos perezosos en todo, excepto en amar y en beber, excepto en ser perezosos”.
XI. (deseo de desvío)
Las aventuras de Pinocho no representan la renuncia o el abandono de lo prometido sino el desvío. La dilación como interferencia del mundo, de la fantasía, del amor, la ambición. También
el desvío como perplejidad de una existencia apasionada. O la
curiosidad como fiebre de un ir hacia que se realiza como deseo
de vivir. O la obstinación que enfrenta peligros e insiste en continuar en medio de la adversidad.
Pinocho construye, como dice Collodi, castillos en el aire.
Vive entregado a los sueños. Entre andar sobre el piso firme y
despegar sus pies de la tierra, elige esto último. Prefiere equivocarse yendo tras de su deseo antes que vivir sin sobresaltos
siguiendo consejos seguros. Imagina que es posible en el
Campo de los Milagros sembrar monedas para que germinen y
No hay árbol que el viento no haya sacudido. Proverbio hindú
florezcan fortunas incalculables.
Pinocho no desea algo prohibido. No siente atracción por lo
prohibido, la prohibición no enciende su deseo. Prescinde de ese
poderoso estimulante. El movimiento de su tender no lo necesita. A lo sumo lo prohibido es la materia con la que se amonesta o se arrepiente, sin que por ello se debilite la potencia de
sus desvíos que renacen.
Pinocho, a veces, imagina la convivencia de objetivos opuestos, o aplaza una cosa por otra que le gusta más o, simplemente, rechaza lo que no quiere. Pero, jugar, divertirse, hacer travesuras, no son las metas que su deseo persigue, sino modos
empecinados de un tender sin algo hacia qué.
Cuando se dice que Pinocho es un practicante del desvío se
quiere dar a entender que su deseo no sólo no tiene metas sino
que es desvío que no cesa. No es un exigente insatisfecho con
todo lo que encuentra, sino un ocurrente que siempre siente
ganas de aventurarse hacia lo otro.
XII. (héroe)
Pinocho está hecho de buena madera. Una materia digna, dura
y resistente. A pesar de tener miedo es valiente. También cariñoso, crédulo, alegre.
Realiza actos heroicos por amistad o arriesga su vida para
auxiliar a su padre, o incluso se compadece de sus perseguidores cuando estos de encuentran en peligro de morir. Nunca se da
por vencido, tiene un sentido de la libertad que otros muñecos
desconocen. En cada una de las situaciones adversas actúa con
dignidad. Una especie de sensibilidad que trata de cuidar la vida
del otro.
Cuando Pinocho llega por primera vez a la escuela, padece la
crueldad de los chicos que lo rechazan por ser un muñeco.
Pinocho tolera todas las agresiones (“hubo quien quiso atarle
unos hilos a los pies y a las manos, para hacerlo bailar”), hasta
que se le acaba la paciencia. En ese momento, declara con energía y tranquilidad que, así como él respeta a los demás, tiene
derecho de ser respetado. Pero, su pedido sólo será escuchado
después de una breve, pero contundente batalla (dominada a
codazos y patadas de su dura madera). Recién entonces Pinocho
logra la estima y la simpatía de todos.
XIII. (el mal de la nariz)
La hermosa niña de cabellos azules (que era hada) salva a
Pinocho de morir colgado del cuello en un árbol del bosque, por
seguir arrebatos de su corazón imprudente. Tras ser visto por
tres médicos, Pinocho queda al cuidado de la cariñosa Hada que
le ofrece, con infinita ternura, medicinas que el convaleciente se
niega a tomar envuelto en llanto, quejas, molestias caprichosas,
excusas. Pinocho que ya tiene una nariz larga recién entonces
padece el mal de la nariz que le crece tras cada mentira que dice
ante el Hada. “Su nariz había crecido tanto que no pasaba por la
puerta”.
No se trata tanto de que Pinocho abuse de la insinceridad ni,
como se dice, que las mentiras tengan patas cortas. Ocurre otra
cosa: Pinocho no puede ocultar lo que calla o esconder lo que
niega. El mal de la nariz no le permite el disfraz. O dicho de
otro modo, la nariz le crece no tanto porque miente sino porque no es un niño de verdad. No hay humanidad sin mentira.
Por otra parte, sólo es sincero aquel que teniendo la opción de
engañar decide decir la verdad.
En otro episodio, Pinocho es acusado de haber herido a un
chico. Algo que no hizo y que hubiera querido evitar. Por suerte, el golpe no fue grave. Pinocho recibe la buena noticia
haciéndose pasar por otro. Un campesino le explica que el responsable es un tal Pinocho, un indeseable social. A lo que el
muñeco responde que son calumnias. Explica que conoce a esa
persona y que le parece “un gran chico, lleno de ganas de estudiar, obediente, cariñoso con su padre y su familia…”. En ese
momento, comienza a alargársele la nariz. Entonces, asustado,
desmiente sus palabras. Traiciona algo que de verdad cree para
decir otra cosa que se le impone como verdad sobre sí mismo.
El mal de la nariz, por segunda vez, hace que Pinocho no puede
participar de la duplicidad de la verdad, circunstancia que lo
excluye de la condición humana. “No haga caso, buen hombre,
de todo lo que le he dicho; conozco perfectamente a Pinocho y
puedo asegurarle también que es realmente un niño desobediente y un haragán, y que, en vez de ir a la escuela, se va con
sus camaradas a hacer travesuras”.
No todas sus mentiras, sin embargo, tienen las mismas consecuencias. Hacia el final, cuando miente por amor no sufre el
mal de la nariz. Cuando renuncia a comprarse un traje nuevo
por ayudar a su querida Hada, oculta la verdad a Geppetto.
“Cuando Pinocho regresó a casa, su padre le preguntó:
-¿Y el traje nuevo?
-No pude encontrar uno que me sentara bien. ¡Paciencia!...
Lo compraré en otra ocasión”. 8
XIV. (potencia utópica de la ingenuidad)
Pinocho es estafado una y otra vez por la Zorra y el Gato,
quienes le prometen que puede enriquecerse sin esfuerzo. Cree en
ellos a pesar de muchas advertencias e indicios de estafa. O es
burlado por compañeros que envidian sus logros escolares.
Pinocho es ingenuo porque desea. Como los amantes que niegan el abandono, el desamor, la crueldad, porque a pesar de todo
desean creer en ese amor. Lo pueden persuadir de que el dinero
se puede sembrar y recoger en un campo fértil, igual que si fueran porotos o zapallos, no tanto por la habilidad embaucadora de
sus verdugos, sino porque le prometen justo lo que busca. La
ingenuidad de Pinocho es potencia que desea.
Cada una de sus desobediencias deriva en una aventura de
deseo. Es cierto, al final, todo termina en circunstancias desgraciadas o experiencias de desilusión. Pero en cada ocasión, el
muñeco enfrenta las consecuencias con ingenio y valor. Su
deseo es infatigable. Como cuando atrapado en el vientre del
monstruo marino insiste, a pesar de su temor, ante su amigo el
Atún resignado a morir, en que debe haber una forma de huir y
que la encontrará.
XV. (amistad deseosa de jugar)
En uno de los capítulos finales, Pinocho regresa a la casa del
Hada que siempre lo perdona. Promete que será bueno y que,
esta vez, no dejará de estudiar. Así, Pinocho se convierte en el
mejor alumno de la escuela. Su comportamiento, por fin, es
satisfactorio. Entonces, la bondadosa Hada le anuncia que dejará
de ser un muñeco de madera para transformarse en un muchacho
de carne y hueso. Se organiza un gran desayuno (doscientas tazas
de café con leche y cuatrocientos panes con manteca) en la casa
del Hada para festejar el acontecimiento. Sin embargo, otro desvío suspende la fiesta. Pinocho busca hasta al cansancio a
Mecha, el chico más perezoso y travieso de la escuela, a quien
quiere mucho. Y, al final, en vez de convertirse en un niño, parte
a escondidas con su amigo hacia el País de los Juguetes.
¿Qué es el País de los Juguetes? El sitio más seductor del
mundo. Un lugar utópico para los niños. Un paraíso en el que
todos viven alegres. Un estado ideal en el que cada uno juega y
se divierta desde la mañana a la noche. Una comunidad de felicidad en la que los chicos no tienen obligaciones ni sufrimientos: “Allí no hay escuelas, ni maestros, allí no hay libros. En
ese bendito país no se estudia nunca. El jueves no se va a la
escuela; y las semanas se componen de seis jueves y un domingo. Figúrate que las vacaciones de verano empiezan el primero
de enero y acaban en diciembre. ¡Al fin encontré un país que me
gusta realmente! ¡Así deberían ser todas las naciones civiliza-
Reza, pero no dejes de remar hacia la orilla. Proverbio ruso
das!...”.
Un maravilloso pueblo sólo habitado por niños de entre ocho
y catorce años. Una atmósfera de algarabía en las calles. Bandas
de chicos por todas partes que juegan a los dados, al tejo, a la
pelota. Grupos que montan caballitos de madera; disfrutan de la
gallina ciega, de las escondidas, de hermosos disfraces. Pandillas
que gozan de recitar, cantar, dar saltos, caminar con las manos
en el suelo y las piernas por el aire, rodar un aro, pasear vestidos de generales con un gorro de papel y un sable de cartón. Una
multitud de niños que ríen, gritan, se llaman entre sí, aplauden,
silban, imitan cacarear a una gallina cuando pone un huevo. Una
confraternidad fundada en la amistad deseosa de jugar.
“En todas las plazas se veían teatrillos de lona, atestados de
niños de la mañana a la noche, y en todas las paredes de las casas
se leían inscripciones al carbón de cosas tan pintorescas como
éstas: ¡Vivan los jugetes! (en vez de juguetes), no queremos más
hescuelas (en vez de no queremos más escuelas), abajo Larin
Mética (en vez de la aritmética), y otras maravillas por el estilo”
Tras cinco meses de tan hermosa vida, a Pinocho, le brotan
orejas de burro, se convierte en un asno con cola y comienza a
rebuznar. La última enseñaza de Collodi es que “los niños que
dejan de estudiar y vuelven las espaldas a los libros, a las escuelas y los maestros, para dedicarse por entero a los juegos y diversiones, ¡sólo pueden tener mal fin!...”. Tarde o temprano se
transforman en lo que son: pequeños asnos. El País de los
Juguetes es una trampa de felicidad para apropiarse de los niños
utilizándolos como fuerza de trabajo bruta. Así, Callodi afirma
que el destino de los desobedientes, que no estudian, es la esclavitud. 9.
XVI. (el sí del entusiasmo)
Escribe Nietzsche en Del espíritu de la pesadez en Así habló
Zaratustra: “Y nosotros - ¡nosotros llevamos fielmente cargada
la dote que nos dan, sobre duros hombros y por ásperas montañas! Y si sudamos, se nos dice: ¡Sí, la vida es una carga pesada! ¡Pero sólo el hombre es para sí mismo una carga pesada! Y
esto porque lleva cargadas sobre sus hombros demasiadas cosas
ajenas. Semejante al camello, se arrodilla y se deja cargar bien.
Sobre todo el hombre fuerte, paciente, en el que habita la veneración: demasiadas pesadas palabras ajenas y demasiados pesados
valores ajenos carga sobre sí, - ¡entonces la vida le parece un desierto!”.
En la circunstancia desgraciada de que los niños felices en el
país de los juguetes se transformen en asnos, reside una moraleja brutal. El espíritu de la pesadez del que habla Nietzsche ejecuta un castigo ejemplar. Los niños que ríen, juegan, gozan de
la libertad de los cuerpos, son condenados a llevar una pesada
carga.
Deleuze en su Nietzsche y la filosofía anota que el sí del asno
es un falso sí. Un sí que no sabe decir no. Un sí que acepta
paciente el dolor. Un sí que consiente sobre sus espaldas el peso
de un mundo ajeno. Un sí sumiso que soporta lo impropio. Un
sí que se conforma a la expectativa del otro, que adhiere a la
autoridad, que se suma a la mayoría. El falso sí del aguante. El
que aguanta calla, se contiene de decir, de gritar, de quejarse.
Lejos de la protesta o la oposición, admite el padecimiento
como naturaleza o destino. El que aguanta dura sin disentir. Pero
ese sí del acatamiento no es afirmación. Afirmar es liberarse de
valores que enferman. Posibilitar la levedad de los cuerpos que
inventan una vida ligera. Ligera no porque transcurre veloz, sino
porque baila sobre la superficie de las cosas. Ligereza que es un
modo de vivir tras advertir la inconsistencia del mundo.
Pinocho lleva la pesada carga del deber ser. Suda en su materia tallada la exigencia de trabajar y estudiar, pero no está habitado por la veneración ni por el miedo. No actúa con sumisión
religiosa ante valores que no comparte. La vida es para él una
invitación que lo tienta a hacer lo que más le gusta. El sí de
Pinocho no es el del acatamiento, sino el del entusiasmo. El
muñeco animado va tras su afirmación a pesar de las consecuencias. Me quedo con una sensación después de cada episodio
de su historia: Pinocho es ingenuo porque cree posible la realización de sus sueños, pero en ese aventurarse a lo que más quiere reside, precisamente, su potencia.
XVII. (al final, se transforma en niño)
El director de una compañía de payasos compra a Pinocho
(transformado en burro) para enseñarle a bailar y a saltar aros,
pero en su primera función, distraído por la visión de la hermosa Hada, se quiebra una pata y es vendido a otro
insensible que quiere su piel para hacer un tambor.
Campo Grupal / 13
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4 de Julio de 13 a 17hs .
Taller: "Trabajo en equipo"
11 de Julio de 13 a 17hs.
Burn Out en los operadores. El cuidado
de quienes trabajan.
21 de Julio de 19 a 21 hs
Jornada: "Varones y Mujeres. De las
tradiciones a los cambios"
25 de Julio de 13 a 17 hs.
Taller "Introducción a la Inteligencia
Emocional" Sábado 1 de agosto de 13 a 17hs.
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de 19 a 21 hs - Grupos Quincenales
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Coordinador:
Lic. Guillermo Augusto Vilaseca y Equipo
Psicólogo clínico Terapeuta EMDR - Psicodramatista
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ENCUENTRO GRUPAL
DE MUJERES
Reconocer nuestros
miedos, compartirlos y
transformarlos en nuevas
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de vida.
Construír juntas
proyectos personales.
Consultas individuales
Grupos terapéuticos
Talleres de reflexión
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El hombre para matarlo lo arroja al mar, pero, Pinocho comido en su
envoltura de asno por unos peces, vuelve a ser el muñeco de antes. Loco
de contento huye nadando hasta ser tragado por un monstruo marino
gigante, insaciable y voraz, el terrible Tiburón, conocido como El Atila
de Peces y Pescadores.
Tras encontrarse con el Atún que se siente vencido, Pinocho advierte
una luz en el fondo de las entrañas de esa tenebrosa prisión. Siguiendo
esa pista, encuentra a Geppeto que lleva dos años allí. La última vela
está por consumirse. La oscuridad significa la muerte para ambos. No
hay tiempo que perder, tienen que huir en seguida. Pero, ¿cómo?
“Escapando por la boca del Tiburón y tirándonos a nado al mar”.
Geppetto no sabe nadar. Pinocho lo llevará sano y salvo a la playa sobre
sus hombros. “¡Ilusiones, muchacho!, replicó Geppetto, - sacudiendo la
cabeza y sonriendo melancólicamente-. ¿Crees posible que un muñeco
que apenas mide un metro, como tú, pueda tener tanta fuerza como para
llevarme a nado a hombros?”. Pinocho propone que prueben: “De todos
modos, si está escrito en el cielo que debemos morir, por lo menos tendremos el consuelo de morir abrazados”.
Atraviesan el vientre del Tiburón hasta llegar a la garganta. Allí esperan el momento para la fuga. Un estornudo de la bestia dormida los
lleva otra vez hacia atrás. Pinocho, insiste, intenta otra vez. Avanzan
por la lengua para hasta la punta de la boca. Saltan al mar.
Pinocho nada con Geppetto sobre sus hombros para alcanzar la playa
hasta que no puede más. Por suerte, su amigo el Atún resignado, que
siguió sus pasos, los auxilia. Una vez en tierra, Pinocho se dedica a cuidar a Geppetto, trabaja y estudia. También ayuda con esfuerzo a su querida Hada que está enferma. Después de un tiempo, una mañana despierta transformado en un niño de verdad.
XVIII. (acatado)
Collodi presenta la experiencia de la niñez como invención de un
cuerpo acatado. El aprendizaje de la discreción como neutralización de la
potencia del deseo, como trabajo de ocultamiento de su sin fin. La nariz
que le crece es, entre otras cosas, signo de indecencia en su rostro. Un
cuerpo acatado es un cuerpo rescatado. Recuperado o sustraído de su ir
hacia más allá de cualquier meta. Pinocho adviene niño no como sujeto de un deseo imprevisible, sino como objeto de acatamiento cultural.
Como marioneta conducida hacia una representación de deseo ideada por
su padre, el grillo que habla, la hermosa hada, y las otras morales que
lo habitan.
Proyectado como títere, el tronco insurrecto se vuelve, tras muchas
vicisitudes, un niño de carne y hueso. Como si, después de todo, hubiera interiorizado los hilos invisibles del amo.
Cuerpo acatado significa cuerpo de la sumisión, del respeto, del cumplimiento. Deseo, por fin, orientado hacia los algos que esa sociedad
ofrece como objetos de bien.
Pinocho, al final, se transforma en un niño como los demás. Recibe
ese premio por ser obediente y portarse como corresponde. Un títere
recatado. Entonces, la historia termina. “Y el viejo Pinocho de madera
¿dónde se ha escondido? Míralo ahí respondió Geppetto, señalando una
gran marioneta apoyada contra una silla, con la cabeza vuelta hacia un
lado, los brazos caídos y las piernas cruzadas y dobladas por la mitad”.
Concluyen las aventuras, las cosas extraordinarias por venir. El muñe-
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co de madera que ya no se sostiene en pie, sin embargo conoció el secreto de la vida. La experiencia del ser como verdad dividida. La tensión
entre hacer lo correcto y dejarse llevar por el desvío. La senda de la
imperfección humana. La fuga siempre malograda.
Bibliografía.
Ariès, Philippe (1973). El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen. Editorial Taurus,
Madrid, 1998.
Ariès, Philippe y Georges Duby (1991), Historia de la vida privada, vol. 6. La comunidad, el
Estado y la familia en los siglos XVI-XVIII, Madrid, Taurus.
Collodi, Carlo. Pinocho. Selección y compilación de ilustraciones de Cooper Edens. Edciones B.
Grupo Z. Barcelona, 2003.
Deleuze, Gilles (1967). Nietzsche y la filosofía. Editorial Anagrama. Barcelona, 1971.
Derrida, Jacques (1984). Nietzsche: políticas del nombre propio. En La filosofía como institución.
Granica Ediciones. Barcelona, 1984.
Freud, Sigmund (1914). Introducción del narcisismo. Obras Completas. Volumen XIV.
Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1979.
Ginzburg, Carlo. Ojazos de Madera: Nueve Reflexiones Sobre la Distancia. Editorial Península.
Barcelona, 2000.
González, Horacio (1992). La ética picaresca. Editorial Altamira. Buenos Aires, 1992.
Lafargue, Paul (1880). El derecho a la pereza. Estudio preliminar, notas y apéndices, Manuel
Pérez Ledesma. Editorial Fundamentos. Madrid, 1977.
Nietzsche, Friedrich. Así habló Zaratustra. Traducción Andrés Sánchez Pascual. Alianza
Editorial. Madrid, 1997.
Masotta, Oscar (1976). Lecciones de Introducción al Psicoanálisis. Granica Editor. Barcelona,
1977.
Meyrink, Gustav. El Golem. Hyspamérica Ediciones. Buenos Aires, 1985.
Pacheco de Balbastro, Graciela (2000). Pinocho, el leño que habla. Revista Istituto Delle
Ricerche, Año 2, Números 5 y 6. Santa Fe, Argentina. Mayo-septiembre de 1999.
Notas
1Collodi, seudónimo de Carlo Lorenzini, presenta en 1881 episodios de La Storia di un burattino
(Historia de un títere) en Il giornale per i bambini, uno de los primeros periódicos infantiles de Italia.
Narración que interrumpe dejando a Pinocho colgado de un árbol agonizando. Los lectores piden que
las aventuras continúen, aparecen nuevos episodios con el título de Le avventure di Pinocchio.
Graciela Pacheco de Balbastro advierte que Pinocho es compañero de “Narraciones extraordinarias
(1840), de Edgar Allan Poe; Los tres mosqueteros (1844) y El conde de Montecristo, de Alejandro
Dumas; Jane Eyre (1847), de Charlotte Brontë; David Cooperfield, de Charles Dickens; La cabaña
del tío Tom (1851), de Stowe; Moby Dick (1851), de Herman Menville; Cinco semanas en globo
(1863), de Julio Verne (y Viaje al centro de la tierra, De la tierra a la luna, La vuelta al mundo en
80 días y de toda la saga que siguió); Alicia en el País de las Maravillas (1865), de Lewis Carroll;
Mujercitas (1868/9), de Louise Alcott; Las aventuras de Tom Sawyer (1876), de Mark Twain;
Azabache (1877), de Ana Sewell; Heidi (1880/90), de Jeanne Spyri; Juvenilia (1882), de Miguel Cané
y Corazón (1888), de Edmundo De Amicis”.
2 Carlo Ginzburg, a propósito del título de uno de sus libros (Ojazos de madera) que evoca la
expresión transcripta más arriba, piensa que este episodio narra la experiencia del extrañamiento, el
momento en el que un ídolo se independiza de quien lo ha fabricado.
3 En la cita que sigue, Freud (1914) hace referencia al título de un cuadro que ilustra a dos policías londinenses que detienen el tráfico para que una niñera pueda cruzar la calle con un cochecito de
bebé. “His Majesty the Baby, como un día lo estimamos ser nosotros. Deberá realizar los deseos
incumplidos de sus progenitores y llegar a ser un gran hombre o un héroe en lugar de su padre, o, si
es mujer, a casarse con un príncipe, para tardía compensación de su madre. El punto más espinoso
del sistema narcisista, la inmortalidad del yo, tan duramente negada por la realidad, conquista su
afirmación refugiándose en el niño. El amor parental, tan conmovedor y tan infantil en el fondo, no
es más que una resurrección del narcisismo de los padres, que revela evidentemente su antigua naturaleza en esta su transformación en amor objetal”.
4 María Negroni en un texto que se llama Encuentros con el Golem en Praga recuerda algo que
está en sintonía con la cita de Borges, escribe: “Adán es, probablemente, la representación más difundida de un Golem de que tenga memoria la humanidad. Al margen de él (de nosotros), la lista de sueños sobre creación de seres animados es cuantiosa. El homunculus de Paracelso, la Olympia de T.E.
Hoffman, el ruiseñor de Andersen, el engendro de Frankenstein, la prostituta-robot de Metrópolis”.
5 En De Natura Rerum, vol. 2, lib 1, Paracelso (1493-1541) narra los pasos de esa creación sagrada: “Encerrad en un alambique, durante cuarenta días, licor espermático de hombre; que fermente
hasta que comience a vivir y a moverse, hecho fácil de reconocer. Después de este tiempo, surgirá
una forma parecida a la de un hombre, pero transparente y casi sin sustancia. Si después de esto se
le alimenta todos los días, prudente y cuidadosamente, con sangre humana, y se le conserva durante cuarenta semanas con un calor constante igual al del vientre de un caballo, este joven producto se
convierte en un verdadero niño viviente, con todos sus miembros, como el que nace de mujer, aunque
mucho más pequeño. Hay que criarle con mucha diligencia y cuidados hasta que crezca y empiece a
manifestar su inteligencia”.
6 Masotta en un seminario que dicta en Vigo en 1976, menciona la tesis de Guattari del deseo
como transversalidad. Dice, entonces, que “el deseo muerde en los objetos que son los objetos de la
historia, los conflictos sociales, las coyunturas políticas”. ¿El deseo boca cortante, dentadura que
mastica? Esa mordedura recuerda que el deseo suele caer en el anzuelo: pica (en algo) preso de un
engaño. Ya Marx supo advertir el poder del fetichismo, el ardid imaginario con el que son animadas
las mercancías.
7 Unas décadas después, algo de esta ética ociosa se expresará en Los inútiles (1953) de Federico
Fellini. Una película que relata la historia de cinco muchachos que no han trabajado nunca. Un grupo
de “buenos para nada” que pasan los días en un bar de la ciudad de Rimini hablando de mujeres,
poesía, sueños que no realizarán. Una banda de ociosos divertidos que viven tiempos sin apuros ni
obligaciones. Recuerdo una escena en la que Alberto Sordi, un tipo mantenido por su hermana, hace
un corte de manga, desde un auto en movimiento, a unos obreros en plena tarea. Unos metros más
adelante el coche se descompone quedando a merced de la furia de los trabajadores burlados.
8 No menciono presuntas interpretaciones que relacionan el mal de la nariz con metáforas de la
erección. Versiones que podrían resumirse con este chiste a penas apto para un pie de página: ¿Sabés
qué le dice a Caperucita a Pinocho cuando están haciendo el 69? ¡¡Mentime, Pinocho...Mentime!!
9 Suele vincularse esta metamorfosis con uno de los relatos de Apuleyo (escritor africano en lengua latina, año 125 de la presente era) que se llama El asno de oro. Allí, Lucio, un mercader de
Corinto, se convierte en asno por un accidente. Como animal pierde la posibilidad de la palabra, aunque conserva su sensibilidad humana. Tras una serie de adversidades penosas, recupera su condición
de hombre.
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inserto en la problemática social
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Campo Grupal / 14
Pueden salir cosas buenas de no saber demasiado. Charles Bukowski
El campo de Arteterapia
Las articulaciones expresivas
A
Judith Miriam Mendelson
judithmendelson@yahoo.com.ar
rteterapia es una disciplina del campo de la Psicoterapia en
la que se emplean recursos de las artes con objetivos terapéuticos. Esta práctica resulta de la convergencia de las teorías de la Psicología y las técnicas y conocimientos artísticos.
El objetivo que la guía es utilizar herramientas que faciliten la
expresión y comunicación de aspectos internos del individuo para
favorecer el trabajo psíquico en el tratamiento psicoterapéutico.
Este objetivo se transita por medio de la facilitación de recursos
no verbales como dibujos, pinturas, pequeñas esculturas, collages,
música, dramatizaciones, danza y movimiento corporal. Las técnicas que se implementan son diversas y muy variadas. Se eligen en
función de la situación de cada paciente. Incluso se suelen crear
algunas que resultan específicas para necesidades puntuales durante
el transcurso del proceso terapéutico.
La experiencia humana de querer explicar lo que nos pasa, lo que
sentimos o lo que pensamos y no encontrar las palabras adecuadas
para expresarlo es bien conocida por la mayoría de las personas.
Esta misma experiencia vivida en el espacio destinado a trabajar los
conflictos propios y privados de cada sujeto - las sesiones de psicoterapia- cobra una dimensión que no debemos pasar por alto con
liviandad.
Nos interesa permitir que emociones y sensaciones que intervienen en un proceso terapéutico tomen colores, líneas, formas, sonidos y movimientos para profundizar en los contenidos que afloran.
De tal manera, hacemos que el material inconsciente se haga presente en forma visual, auditiva o kinésica para trabajar sobre el
mundo de las imágenes internas del psiquismo de la persona. Así,
propiciamos la producción de sentido posible de trabajar con el
paciente a partir de su producción, teniendo en cuenta que el arte es
un lenguaje simbólico entre otros disponibles.
No es necesario que el / los paciente/s cuente/n con conocimientos artísticos previos para participar de este modo terapéutico. Las
consignas que se utilizan son sencillas y sirven para permitir que
afloren a la superficie cuestiones que dificultan el bienestar y que
no son de fácil comunicación verbal.
La producción artística ocupa un lugar de herramienta intermediaria en el proceso terapéutico, para que a posteriori se proceda a
su elaboración verbal. Esto quiere decir que la propuesta de realizar
una producción sencilla (utilizando la herramienta artística que le
resulte más accesible a cada persona) tiene un sentido, que es descubrir aquello que no es dicho en palabras con facilidad, y esto no
excluye a la palabra de este procedimiento. De tal manera, se opera
sobre la ampliación del espectro expresivo y sobre el autodescubrimiento de contenidos habitualmente ocultos, facilitando el acceso
a ellos.
Una de las grandes diferencias entre el lenguaje verbal y las artes
-tomando en este caso a la Plástica específicamente- es que las palabras tienen una significación predeterminada y las imágenes plásticas no. Sin embargo, ¿a quién no le ha ocurrido la experiencia de
no encontrar las palabras adecuadas para expresar un sentimiento,
una emoción o un pensamiento? Incluso careciendo de significación previa, las imágenes tienen un sentido para quien las dibuja,
lo sepa o no en el momento de crearlas.
Otra diferencia entre lenguaje verbal y arte plástico es que la imagen está más potenciada por el componente emotivo que la palabra,
componente indispensable en un proceso terapéutico. Siendo
entonces que en el trabajo terapéutico todo lo que se mueve alrededor del eje afectivo emocional es primordial, lo expresivo y creativo que aporta el recurso al arte sirve para canalizar lo que allí sucede.
La terapia artística permite al paciente mayor participación en el
tratamiento, fortaleciendo la seguridad en sí mismo, motivándolo a
comprometerse en una posición activa para la comprensión de sus
contenidos no conscientes.
Los modelos clásicos de terapia han utilizado la palabra como el
canal privilegiado de comunicación entre el paciente y el terapeuta.
Los terapeutas artísticos incluimos las imágenes concientes de que
en una producción creativa no verbal aquello que debe expresarse
puede lograrse de forma más directa.
Las expresiones creativas y artísticas son auténticas porque reflejan emociones y sensaciones del mundo interior de la persona en su
forma más arcaica: diferencia básica con la expresión verbal.
Proponemos a los pacientes un tipo de experiencia sensible que es
en sí misma anterior a la inserción en el lenguaje en el transcurso
del desarrollo evolutivo.
El arte tiene la cualidad de elevar elementos desde lo profundo
hasta lo consciente en forma rápida y transparente.
La palabra limita a un contenido determinado y preestablecido, en
cambio la creatividad es infinita en su posibilidad de expresar. Los
colores y las formas dejan traslucir la calidad de la emoción. Sin
embargo, no siempre lo verbal nos permite desahogar un contenido emocional plenamente.
Entonces el empleo del arte en el entorno terapéutico consiste en
permitir que las sensaciones, emociones, pensamientos e imágenes
internas del paciente tomen forma externa a través de elementos,
colores, ritmos y formas, para desde éstos articular verbalmente y
hacer conscientes sus significaciones subjetivas. Poner en el plano
espacial externo algo que es del orden interno permite conocer y
reconocer partes propias. Dicho de modo sencillo: la verbalización
pone en palabra consciente lo que se creó desde lo inconsciente, permitiendo además una mejor articulación verbal.
Si bien la mayoría de los adultos se sienten atemorizados ante
una caja de colores y una hoja de papel en blanco, la expresión
surge del individuo en forma espontánea si se le da la posibilidad y
se lo estimula correctamente. Simplemente se trata de permitir que
el material inconsciente se manifieste de otras formas. Luego, y si
es posible, ese contenido podrá tomar la palabra.
El trabajo creativo es en sí mismo catártico, ya que nos permite
derivar ciertas energías internas hacia el exterior.
No es el producto artístico el objetivo de esta práctica, sino el
contenido y el proceso implicado en la producción.
La experiencia demuestra que los pacientes van descubriendo lo
que habita sus imágenes a medida que las van describiendo, lo que
tiene un efecto sorpresivo muy interesante.
Las producciones toman un fuerte valor de registro. Una de mis
pacientes dijo, a partir del despliegue de sus producciones y la revisión de su proceso terapéutico: “Tener todos los dibujos enfrente es
como tener un resumen de estos últimos meses. Me gusta volver
a verlos. Puedo acordarme de lo que pensaba en cada uno. Algunos
reflejan mis fantasías o partes de mi persona”.
No concebimos al arte como sinónimo de terapia en el sentido de
que toda actividad artística sea por sí misma curativa, esto implicaría una identificación de ambas en la que lo terapéutico sería una
consecuencia inmediata o automática del arte. No toda ejecución
artística resulta terapéutica. Se requieren ciertas condiciones específicas para que el arte cumpla esa función; y es obvio que no todo
lo que es terapéutico- en el sentido popular que suele adjudicársele
a esta palabra- implica haber trabajado con objetivos orientados a
curar. De manera que la producción artística ocupa un lugar de
herramienta intermediaria en el proceso terapéutico, no de fin en sí
mismo, para proceder a posteriori a su elaboración.
Hay un basto campo de conocimiento y técnicas de las Artes.
Hay un basto campo de conocimiento y técnicas de la Psicoterapia.
Y hay un campo en el que los conocimientos de ambas se potencian y retroalimentan, y que a la vez se nutre de aportes provenientes de otras disciplinas como la Filosofía del Arte, la Historia
del Arte, la Antropología y las Neurociencias, conformando el
campo de Arteterapia.
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Director: Dr. Gerardo Smolar
Psicoterapeuta Bioenergetista CBT. Instituto Internacional
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¿Cómo se crece desde la panza
magra,
sola y despeinada
de la tristeza?
sin abrazo de hombre,
sin cuidado de padre,
sin mirada de madre,
se levantaban y se acostaban y
labraban entre tanta
frustración nocturna.
Se levantaban y se acostaban y
a veces no estaban solas,
pero se conformaron con tan
poco
que no alcanzó para sus hijos.
Niños sin lugar en la poesía,
de veredas amplias
y comidas pocas.
Resignados al después
y después al nunca
plenos de horizonte pero sin
lugar.
¿Cómo así?
¿Qué, sin hogar, ni cuadernos,
ni tazas calientes?
¿Qué, sin curitas ni sana sana
colita de rana?
¿Qué, sin estufas en las noches
de invierno
y muñecas y autitos en las
noches de Reyes?
¿Qué, sin libros de cuentos?
¿Qué, sin zapatillas ni peine?
¿Qué epifanías
esperaban cosechar de la
ausencia
los que no estuvieron entonces?
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Trilogía bajo sospecha
Salud, educación y trabajo
L
Elsa Emmanuele
elsaem@uolsinectis.com.ar
os aportes de Michel Foucault (1926-1984) -uno de los más
notables pensadores del Siglo XX- a la historia de las ideas, son
múltiples y diversos.
Según su discípulo Paul Veyne (1984) una de sus originalidades ha
sido revelar la rareza inherente a los acontecimientos humanos, ya
que lejos de toda naturalidad y muy a pesar de su aparente evidencia,
familiaridad, sentido común u obviedad, se enlazan siempre enmarañados con otros hechos que unas veces resultan desconocidos y otras,
ignorados, olvidados o incomprendidos. Así, en la historia de las ideas
es preciso desmistificar esa tradicional falacia que recubre a los objetos como naturales y a las verdades como neutrales, objetivas y absolutas. Por su mismo carácter histórico político, las verdades son siempre relativas a criterios y regímenes que las convierten en tales, con
todas las luchas que giran en torno a ellas.
Es en virtud de la función simbólica de las palabras que podemos
creer en las cosas y en una diversidad de objetos u objetivaciones que
aparecen en nuestro mundo como si fuesen naturales, pero que sin
embargo son producto de prácticas sociales que los engendran y los
hablan. Cualquier objeto -y un objeto es sencillamente lo hechoadquiere significación a la luz de determinado hacer en el seno de las
condiciones histórico políticas que lo posibilitan.
Los acontecimientos no son cosas sino nudos que evidencian tramas
complejas donde las teorías y los modelos responden a determinada
política de la Verdad, a estigmas de relaciones político económicas de
existencia aplicados al sujeto de conocimiento. Y las prácticas sociales no constituyen meras reacciones o respuestas ni objetos invariantes o problemáticas naturalmente dadas como preexistentes que permanecen a la espera de su descubrimiento. Las objetivaciones se construyen en y por alguna práctica que se define por los saberes que
engendra en el devenir político social.
Esta quimera del objeto natural -sostenida en ese pensamiento binario del bien y del mal- armoniza con el tradicional anhelo de Unidad
científica, obstáculo epistemológico que Gastón Bachelard ha definido
claramente como aquel principio que pretende explicar, incluir y justificar bajo una misma y única Naturaleza, toda una multiplicidad de
objetivaciones producidas desde prácticas sociales histórica y políticamente diversas.
La historia no sólo no se limita a una sucesión de acontecimientos
humanos sino que jamás puede leerse suelta, autónoma, disgregada,
liberada ni fragmentada del suelo económico político en que fecunda.
Se sabe no obstante, que la historia de los grupos y de las organizaciones en ocasiones sucumbe a la sombra de un no-saber camuflado
como olvido, justamente en honor a la llamada lógica de la eficiencia.
La historia no es tampoco un simple recuerdo de los hechos, no es el
pasado, es aquello que ahonda en el presente surcando de modo impredecible todo anhelado porvenir. Y lejos de anidar en la repetición de
semejanzas o regularidades, lejos de toda frecuencia reiterativa de un
acontecimiento y de toda mera cronología de sucesos, remite a esa
micro diferencia que hace ruptura en la vida cotidiana en tanto memoria político social.
La pretensión de este planteo es trazar una suerte de senderos para
volver a pensar y volver a hablar sobre esta trilogía de objetivaciones
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o categorías tan gastadas y sin embargo tan vigentes: Salud,
Educación y Trabajo. Se trata de volver nuestro pensamiento sobre
ellas en un movimiento de inacabable y polémico retorno.
Las tres categorías remiten a Instituciones vinculadas a complejas
redes de poder que sostienen el tejido económico social, lo que no significa que hayan permanecido invariantes o estáticas a través de los
tiempos ni tampoco que sus posibles transformaciones entrañen el
alcance de las rupturas que se anhelan bajo el ideario de construir un
mundo cualitativamente mejor.
No cabe duda que Salud, Educación y Trabajo -ya sea por su
ausencia o presencia social, por su inclusión o exclusión en la vida
humana- se implican y se complican con los diversos territorios del
saber y con las microscópicas mallas del poder, es decir, con las formas de dominación y gobernabilidad cuya materialización política
produce en la singularidad de cada época y de cada geografía, movimientos diversos entre continuidades y desplazamientos, regularidades
y mutaciones.
Se trata de tres Instituciones en el sentido de instancias simbólicas
(Lourau: 1975) productoras de símbolos sociales que propagan y multiplican lazos, utopías, identificaciones, subjetividades, ideales, prohibiciones, posibilidades, etc. Institución no refiere a un formato
arquitectónico, no es un lugar empírico sino la forma de distribución
y los mecanismos o estrategias de las múltiples relaciones de poder
que no son lineales ni meramente coercitivas ya que el poder es también simple posibilidad. Institución no equivale al lugar donde se
enseña ni donde se cura ni donde se fabrica algo, ni siquiera a la geografía de un establecimiento, sino al acto mismo de sujetar en la cultura, en el orden de los Discursos Sociales, sobre ese suelo político y
esa racionalidad que imperan en una época dada.
La economía capitalista impone una visión del mundo centrada en
la ilusión de la autonomía y la libertad del individuo, amarrada a un
determinado régimen político de la Verdad y a invisibles redes de poder
que sustituyen históricamente a aquellas estrategias de dominación
basadas en la contemplación, la obediencia a la palabra divina y la fe
religiosa, ejercidas durante la sociedad medieval. Y sobre el dispositivo de una Ciencia Positiva instaurada como un modelo coagulado -al
modo de una celda panóptica que captura saberes y conocimientos- se
expande el ideario del poder humano sobre la naturaleza, la primacía
de las soluciones técnicas, la promesa de un progreso acumulativo, el
optimismo de un orden estable. Orden y Progreso que han demandado
un minucioso despliegue de procedimientos de control y de sujeción
del capital humano, una eficaz distribución de cada uno y cada cual, lo
más individualizada posible pero dentro de las multitudes poblacionales.
Si bien la problemática de la dominación humana es tan antigua
como la civilización misma, las modalidades, estilos, recursos y estrategias presentan variaciones históricas. Según Foucault, es a partir de
los Siglos XVII y XVIII que las Disciplinas se perfilan al servicio
de sutiles métodos de dominación y tecnologías de poder -muy diferentes a la esclavitud, a la domesticidad, al vasallaje y aún al ascetismo- encargados de controlar minuciosamente la sujeción social de los
cuerpos y de sus fuerzas tras la intención de lograr la máxima docilidad, utilidad y rendimiento. Ya no se trata de una posesión propietaria
de cuerpos humanos convertidos en objetos serviles como en la esclavitud, ni del reclutamiento de súbditos o vasallos como en la domi-
Grupo de formación:
Psicodrama desde una lectura Deleuziana
Grupo de lectura:
Deleuze, Foulcault, Escuela de Frankfurt
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permite la elaboración de diversas temáticas, posibilitando el encuentro con la historia personal desde un
lugar subjetivo de cambio y creatividad.
Propongo trabajar especialmente sobre:
• Cuerpo y ambiente
• Cuerpo y tiempo
• Cuerpo y lazos
Campo Grupal / 16
Recursos: elementos de concientización corporal,
ejercicios de bioenergética, uso de objetos y máscaras, trabajos individuales y de intercambio grupal.
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Lic. María C. Pavlovsky
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Coordinación: Lic. Mónica Groisman
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Coord.: Lic. María C. Pavlovsky
La lengua resiste porque es blanda; los dientes ceden porque son duros. Proverbio chino
nación feudal ni tampoco de una apelación a despojarse de los apetitos como en el ascetismo. Esta política de normalización de los individuos se presenta en principio como una anátomo política pero a
posterioridad se enlaza con otros procedimientos de control poblacional de diversas aristas, que la convierten en bio-política, es decir, en
políticas que aluden a cómo se debe vivir la vida.
Los cuerpos humanos constituyen piezas de una maquinaria compleja y segmentada. Su disciplinamiento, su corrección y su adecuada
distribución social, potencian su fuerza de trabajo transformando el
tiempo vital individual en tiempo de producción. La disciplina “disocia el poder del cuerpo; de una parte, hace de este poder una aptitud,
una capacidad que trata de aumentar, y cambia por otra parte la energía, la potencia que de ello podría resultar, y la convierte en una relación de sujeción estricta. Si la explotación económica separa la fuerza y el producto del trabajo, digamos que la coerción disciplinaria establece en el cuerpo el vínculo de coacción entre una aptitud aumentada
y una dominación acrecentada.” (Foucault: 1989)
En el Siglo XVIII, esa sociedad disciplinaria se visibiliza bajo formas arquitectónicas y organizaciones variadas: escuelas, hospitales,
fábricas, prisiones, medios de comunicación, corporaciones religiosas, militares y científicas, destinadas a moldear la subjetividad humana. Formas que pululan en la actualidad, de modos visibles o no, tratando de reagrupar poblaciones acorde tanto a su condición ecónomica como a sus estigmas.
Los cuerpos, los gestos, los comportamientos, los modos de pensamiento y estilos de habla, los conocimientos y las verdades, los
tiempos y los espacios, son clasificados, tipificados, distribuidos y
ordenados mediante redes microscópicas de simples procedimientos del
poder disciplinario que no queda concentrado en el Estado sino que se
expande minuciosamente en el tejido social.
Pero el disciplinamiento no sólo ordena y distribuye cuerpos e individuos, también agrupa y territorializa áreas del saber, controla y
selecciona la circulación de la materialidad discursiva mediante diversos procedimientos. Entre ellos, la emergencia de Disciplinas que se
multiplican positivamente complejizando prácticas sociales, abriendo
campos de saberes en torno a la localización de nuevos y fragmentados objetos de conocimiento, que advienen históricamente bajo reconocimiento de cientificidad sólo cuando entran en el orden vigente o
régimen político de la Verdad.
Las Disciplinas -nacidas estrictamente para disciplinar- son fruto
mismo de aquellos conocimientos y prácticas que la invención humana ha podido construir. Y en una economía de capitalismo salvaje
como la que rige en nuestra actual sociedad de mercado, la mayor preocupación gira en torno a la construcción de nuevas objetivaciones, a
la reinvención de categorías susceptibles de abrir fuentes laborales que
provean recursos económicos de subsistencia y aún de lazo social.
En la sociedad capitalista, el Trabajo opera como nexo entre Salud
y Educación. Paradójicamente, el mayor trabajo humano consiste en
inventar y reinventar trabajo, a sabiendas de que todos las actividades
laborales han de resultar insalubres sin excepción alguna. La curación
de las enfermedades no supone de ningún modo la evidencia de salud.
La salud es hoy un inexistente, un ideario que ni siquiera ha podido
capturarse en los enunciados de algún concepto coherente. No es tampoco la objetivación central del Discurso Médico hegemónico ya que
éste vive, prolifera y se despliega tanto en la búsqueda indagatoria
como en la invención de males, nosografías y anormalidades. Suponer
que la ausencia de enfermedad o bien su curación, equivalen a Salud,
se torna tan absurdo como la pretensión de justificar la violencia de
una guerra en la prevención de la paz, ideal paradójicamente incompatible con los pilares intrínsecos a una economía política gozosa de
guerra.
Y así como la noción de libertad nace al mismo tiempo que su contraria -disciplina y control - el concepto de individuo es un ingenioso
invento de esta sociedad disciplinaria junto con su reverso: la población. La vigilancia estadística de las poblaciones -tasas de crecimiento, natalidad, mortalidad, morbilidad, migraciones, etc.- cumple la
misión de ordenar y regular la masa poblacional en articulación cons-
tante con las disciplinas individuales de normalización del cuerpo.
Hacia fines del Siglo XVIII y en los albores del Siglo XIX, las
sociedades industriales y el advenimiento de los Estados Nacionales
con su economía liberal, reivindican el cuidado de la salud vinculado
a la eficiencia laboral. Se sabe que la biología contribuye desde entonces, tanto a la normalización de la fuerza de trabajo como al ordenamiento de relaciones sociales, hallando su campo de dominio en la
práctica médica destinada a la conservación y adaptación de la fuerza
de trabajo. La reforma hospitalaria “tanto como la reforma pedagógica expresan una exigencia de racionalización que aparece en política,
así como en economía, bajo los efectos del maquinismo industrial
naciente, y que termina en lo que luego se denominó normalización”
(Canguilhem: 1986).
Es que en el Siglo XIX ingresa la noción de hombre al campo del
saber occidental. De la episteme moderna, de las entrañas de la sociedad disciplinaria y en torno a esa enigmática y compleja objetivación
teórica, nacen justamente las Ciencias Humanas. Ciencias que aluden
al análisis entre “aquello que el hombre es en su positividad (ser vivo,
trabajador y parlante) y aquello que permite a este mismo ser saber (o
tratar de saber) lo que es la vida, en qué consisten la esencia del trabajo y sus leyes y de qué manera puede hablar” (Foucault: 1993)
Desde entonces, el hombre interroga su propio origen, intenta pensar su propia existencia, su finitud, sus límites y posibilidades. Y al
hacerlo se enfrenta a las múltiples máscaras de la muerte que exceden
su muerte biológica ya que remiten a todas sus formas simbólicas: la
finitud de algo, la falta, la ausencia, la incompletud.
La biología, la economía y la filología acuden de modo fundante, a tratar de desenmarañar los enigmas de ese ser vivo, trabajador
y parlante. Este triedro de saberes -como lo designara Foucault en Las
palabras y las cosas- abre un abanico multicolor de nuevas disciplinas, subdisciplinas, teorías, técnicas, etc. que se ocupan tanto de la
biología de la especie humana como de lo que atañe a la economía
política y al orden del lenguaje.
Y es también ese mismo triedro fundante -ahora convertido en maraña de saberes yuxtapuestos- el que se ocupa de la salud, del trabajo y
de la educación. Trilogía de Instituciones que nos sujetan como humanos al suelo histórico político, a su cultura, Tres modelos anudados
como matriz positivista que no cesan de amarrarse mutuamente -dejando al frente a la Biología y su poderío hegemónico- como sustento de
la dominación del hombre sobre el hombre. Sujeto trastocado en
Objeto -en ocasiones, cual mera cosa- bajo la lupa de una rara mescolanza de prácticas que lo capturan y no lo dejan escapar de las secciones o recortes que impone su anclaje en aquella otrora anhelada unidad bio-psico-social del Funcionalismo Sociológico sustentada cómodamente también, en aquel fundante triedro.
Se trata de grandes áreas de la política, de espacios sociales que convergen en el interés común de disciplinamientos simultáneos a nivel
individual y poblacional, de oscuros cruces que consolidan una compleja trama de Instituciones cuya soberana fuerza y poder constitutivo, se evidencian de modo singular en la subjetividad humana.
Salud, Educación y Trabajo remiten a políticas bajo sospecha. Es
que los nobles objetivos que suelen explicitarse en primera instancia
son en definitiva, objetivos secundarios que ofician de puente a una
complejidad de intereses económico políticos variables según las épocas.
¿Será esa invención moderna de la figura del hombre -tal como vaticinara Foucault- apenas un rostro de arena en el mar susceptible de
muerte, olvido o canje? ¿O habrá que destituirla pegada indisolublemente a la economía capitalista en la que sin dudas, habita sitio
emblemático?
Quizás no se haya dicho aquí nada nuevo ni original mas que la
chispa de polémicas no saldadas y la reafirmación de la vigencia -con
variaciones epocales- del pensamiento del célebre Foucault. En tal
caso y en defensa propia -parafraseándolo- cabe recordar que lo nuevo
no está en lo que se dice sino simplemente en el acontecimiento de su
retorno. Retorno discursivo que guarda como esperanza, poder pensar
de otro modo. Lo mismo, pero diferente.
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El 5 de julio hay elecciones de
renovación parlamentaria y de
algunos gobernadores, y junto a
los partidos existentes se abre
una extraña opción: un creciente
movimiento impulsa el voto nulo o
en blanco como repudio a tales
partidos y sus candidatos, mientras estos (junto a las instituciones
electorales) opinan que ello impilica renunciar a ejercer un derecho
de elección, y algunos partidos
piensan que de tal manera se fortalece al gobierno o a la derecha
Siempre hubo en este país una
alta abstención –el voto no es
obligatorio- pero jamás se impulsó
de esta manera, en lo que se
entiende como una reacción de
fuerte disconformidad con el proceso político. Junta al rechazo a
los partidos se considera que el
oficial anterior (PRI) y el actual
(PAN) son similares y actúan en
consenso, que la considerada
izquierda no es diferente y tiene
cicios parecidos, que las instituciones electorales no actúan con justicia e intervienen con consignas
oficiales, que en el gobierno nada
cambia pese al reemplazo del partido oficial, que la crisis económica y el desempleo no encuentran
solución real, que los medios
(sobre todo lo televisión) son parte
de tal juego, y una multitud de
etcéteras más que impulsan a la
población a la desesperación y
fomentan el voto nulo o en blanco
buscando que, ante tal reacción,
se produzcan los que consideran
cambios imprescindibles.
Con independencia de si tienen
razón o no los partidos que no
coinciden con tal medida, muchos
analistas reconocen que hay un
hartazgo generalizado y que la
medida propuesta es expresión
del mismo, por lo que se piensa
que tendrá una fuerte aceptación,
y que los partidos bajarán en su
nivel de apoyo, lo que debería ser
una advertencia que no pueden
dejar de escuchar. Máxime cuando lo que se juega es alcanzar,
por parte del PRI y del PAN, la
mayoría de la Cámara de
Diputados y así avanzar hacia las
elecciones presidenciales del
2012. Asimismo para la supuesta
izquierda del PRD implicaría un
fracaso consecuencia de sus
importantes errores, así como por
la división en que funciona, donde
el líder opositor Lípez Obrador
apoya tanto a su partido como a
otros distintos que fueron parte
del frente opositor de las elecciones en que fue candidato presidencial, lo que motiva el enojo del
PRD y tal vez le provoque la
expulsión del mismo.
Una realidad sin duda muy complicada, donde el gobierno juega
sus cartas para tener una mayoría
que le permita imponer sus cambios, y la oposición desea lo
mismo para impedirlo. Pero donde
todos pierden por carencia de
legitimidad y de apoyo popular,
que se les niega a todos los lo
apuntado, y que no parece cambiar por la apabullante campaña
electoral sobre todo a través de
los medios, que gran parte de la
población considera exagerada en
una época de crisis económica
que la mayoría siente.
El lector de esta columna conocerá los resultados electorales días
después del 5 de julio, los que se
analizarán en el próximo número
de este periódico.
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Campo Grupal / 18
Cómo se filmó la película
“Todos los cuerpos”
Cine y teatro espontáneo
E
Roberto Ignacio Sardi*
robertoignaciosardi@todosloscuerpos.com.ar
scribo esta nota en la madrugada del 23 de junio de 2009.
Hace pocos días entregué al Instituto de Cine y Artes
Audiovisuales (INCAA) la versión final de mi película
“Todos los cuerpos” 1. Supongo que si las cosas marchan más o
menos bien la estrenaremos durante el año en curso. Pero este no es
el tema. No al menos hoy. El asunto es contar por qué elegimos el
teatro espontáneo como instrumento de soporte para nuestra película. Entonces nada de vueltas. Vamos al grano.
Al comenzar la investigación del film -y en función de sus presencias y ausencias informativas- pensamos algunas cuestiones.
Una de ellas era poner en discusión la verdad histórica pues teníamos un relato cuya credibilidad descansaba sólo en dos personas que,
dicho sea de paso, habían silenciado lo sucedido durante 30 años. De
modo que llegar a la realidad histórica fue algo que formó parte de
este complicado proceso por el cual suponíamos que de la relación
entre lo verdadero, lo falso y lo ficticio emergería una cierta verdad
¿Cómo trabajar un hecho cuando se carece de archivo y, a la vez, a
uno le cae muy mal el almíbar que envuelve a la palabra verdad?
La persecución muchas veces orgásmica de la verdad trazada con
escuadra y tiralíneas no era algo que nos quitara el sueño. Nunca nos
quitó el sueño. La palabra verdad es tan amplia, tan compleja en sí
misma, tan llena de contradicciones internas y, a veces, secreta;
corresponde a un flujo tan diverso e indivisible que no puede compararse, por analogía, sino al movimiento del pensamiento. Así, la
mirada del hombre, lo mismo que la mirada de cristal de su cámara,
es inapta para captar la verdad en su sentido absoluto. No puede captar sino algunos aspectos, algunos instantes de ella, pero no sus
componentes en su simultaneidad.
Desde un inicio la intención fue realizar entrevistas individuales
dando la oportunidad a los entrevistados de decir su palabra. Un
recuerdo. Una versión. Buscar palabras para llegar a otros.
Queríamos que el relato fuera escuchado porque importara para los
otros. Que hablara de dolores y alegrías comunes, singulares, identificables. Que compartieran un rasgo común.
No teníamos archivo. Habían pasado 30 años. Los recuerdos
muchas veces emigran, se mudan en renovadas matanzas ministeriales, se callan por necesidad de callar o por conveniencia, mueren,
se tapan de colesterol. No la teníamos fácil. De ninguna manera la
teníamos fácil.
En una reunión de pre-producción dijimos que lo interesante sería
que la película estuviera fundada en la creación de un espacio lúdico
encaminado al despliegue de escenas que se desprendieran del suceso. Que el hecho artístico sea un modo de descomponer una historia en secuencias o montar planos en forma de historia, de unir y
desunir voces y cuerpos, sonidos e imágenes, de dilatar o comprimir el tiempo.
Se trataba entonces de identificar, abordar y profundizar las situaciones o problemas que se desprendían de la temática que convocaba la película, sus ejes previamente descriptos en su débil guión y
sus descubrimientos durante el proceso de investigación.
Convocamos entonces a la Compañía de Teatro Espontáneo La
Combinada. Todo un desafío para el género documental. La gloria o
Devoto, dijimos. Y hacia allí fuimos.
Hicimos la jornada de filmación con La Combinada el 28 de
diciembre de 2007 en el teatro Camarín de Las Musas. La intención fue reunir a Jorge Abraham y Horacio González -los protagonistas del hecho- reanudar el diálogo interrumpido con los personajes del pasado presentificados en los actores de la Compañía, e ir
configurando escenarios corporales y vinculares por donde vagabundearan los personajes.
La Jornada fue desarrollada alrededor de una temática: los hechos,
situaciones y configuraciones que sustentaban Todos los Cuerpos y
fue coordinada por el equipo de la película y por los integrantes de
La Combinada.
Jorge Abraham y Horacio González (o Mate Cosido y Bairoletto,
como les gustaba llamarse a sí mismos por aquel entonces) participaron relatando el suceso que atraviesa la película. La función se
compuso de diversos momentos:
Una introducción explicando el dispositivo a desplegar.
Un momento de caldeamiento y juegos dramáticos que predispusieron el trabajo posterior.
La narración por parte de Jorge Abraham y Horacio González que,
en manos del director de escena, se transformó en dramaturgia.
Con los actores en escena se desarrolló el texto nacido en el relato. Diferentes secuencias de escenas imaginarias, simbólicas y reales se estructuraron en la espontaneidad de los actores.
Un último momento fue destinado a pensar lo que allí había ocurrido y a la recuperación emocional.
La historia fue interrogada e interpelada por el director de la película y narrada por los protagonistas reales del suceso. También par-
ticiparon otros personajes directa o indirectamente vinculados al
hecho y algunas de las personas entrevistadas a modo de co-pensores que fueron dando un marco histórico y teórico al hecho.
El drama se nutrió aquí de los relatos emergentes de la cotidianeidad de Jorge Abraham y Horacio González. De lo que hacían en
1977. De lo que hacen hoy. Los arrancó de sus asientos y los volvió actores de sus propias historias, músicos de sus propios sonidos, directores absolutos de su increíble travesía.
Lo decimos con voz en off en la película: el objetivo fue la creación de un hecho estético, un acto del pensamiento, una provocación a una existencia dada, una incursión por nuestra improvisación
creativa, el placer infinito de escuchar historias.
No hicimos otra cosa que no se haga en cualquier función.
Recogimos historias de nuestra memoria transformadas en relatos
para sostener pequeños actos teatrales. De esta manera intentamos
recuperar esas imágenes transformándolas en espontáneos actos de
creatividad que rescatan a sujetos de un tiempo no perdido.
Jorge Abraham y Horacio González ensayaron un relato surgido
de su propia memoria. Los actores de La Combinada se desplazaron
por un escenario imaginario para dar cuerpo a los personajes recién
presentados. A su vez, se escuchó una música inspirada por la historia, los actores se transformaron en personajes mediante telas,
maquillajes y emociones. Otros crearon una improvisada escenografía mientras se fue formando un coro que acompañó la narración dramatizada.
Al comenzar la función Jorge y Horacio atrajeron la atención de
los demás porque tuvieron algo que no se compra en las góndolas:
una historia que contar, un recuerdo, una versión. Ambos se sentaron en el escenario para compartir un saber y un no saber sobre ellos
mismos. El relato fue escuchado porque importó para otros pues
cuando se transformó en narración, comenzó la aventura compartida. Paisaje jamás visitado que necesita de otro que escuche para
construir un diálogo y crear un mundo poético donde descubrir el
refugio de los recuerdos.
Asimismo, cuando el relato se hizo historia y apareció el golpe
cívico- militar, el clima al interior del Ministerio de Economía en
1977, sus cesanteados, sus desaparecidos, la no ingenuidad del plan
económico que dio sustento a la dictadura, la narración se hizo dramaturgia y los secretos dejaron de serlo.
Se creó entonces un espacio de juego, una escucha abierta donde
el director de la película entró en la película y preguntó, enfatizó,
repitió, problematizó, cuestionó y dió vuelta la historia para sacudirla un poco, buceó en las profundidades del otro, en sus reflejos de
luces y sombras, escuchó los ruidos y los gritos, palpitó los
momentos en que ambos se acallan.
Todos los cuerpos enredados en un ritual único crearon ese día -y
seguramente en cada exhibición vuelva a suceder- un espacio de climas donde las palabras se hicieron cuerpos y los cuerpos se adueñaron del decir de esas palabras. Los protagonistas de la historia fueron trazando riesgos que, traducidos por el director, se fueron alojando entre los cuerpos. Absolutamente en todos. Al final nos cayó
la ficha: ni la gloria ni Devoto. Sólo una película provocadora. Que
no es poco.
Nota
1 En el año 1977, la Dirección del Instituto Nacional de Planificación
Económica (INPE) formaba parte del actual Ministerio de Economía y
Finanzas. El 23 de agosto de ese año, el entonces Secretario Técnico del
INPE, decidió secuestrar de la oficina 823, información vinculada con
las actividades productivas que se realizaban en el conjunto de las provincias del país, tarea de recopilación en la que venían trabajando desde
hacía varios años técnicos y economistas del Ministerio.
Estas publicaciones no sólo constituían una fotografía del mapa productivo del país, sino que- hasta ese momento- colaboraban en la relación interdependiente que se establecía entre la Nación, las provincias y
los municipios. No eran documentos de valor estratégico ni secretos de
Estado. Hablaban de una visión federal de país que fue eclipsada por la
lógica de la dictadura militar en la que lo único válido era el centro de las
cosas y, por lo tanto, lo ajeno y periférico fue objeto de desconfianza,
avasallamiento, apropiación y eliminación.
A las 11 de la mañana de ese día se les avisa a Jorge Abraham y a
Horacio González - las dos únicas personas presentes en ese momento
en la mencionada oficina- que a las 14 horas agentes que desarrollaban
tareas en el sector de imprenta y publicaciones del INPE retirarían información con un objetivo y destino no explicitado.
En esas tres horas, JA y HG intentaron rescatar parte de la documentación ocultándola en un armario que pertenecía a la oficina de trabajo y al
que camuflaron para tal propósito. Una parte de la documentación escondida se fue mudando con JA de oficina en oficina durante los años de la
dictadura militar. En ese tiempo, en ninguna ocasión el armario fue
abierto. En el año 1984 JA decide entregarlos a la Biblioteca del
Ministerio.
*Director de la película “Todos los cuerpos”. Una coproducción entre el
INCAA y el Instituto de Planeamiento Estratégico para el Desarrollo Económico
y Social
Soñar es la actividad estética más antigua. Jorge Luis Borges
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moral” a las 19:30 hs. Entrada Libre
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primer seminario y ofrece becas a los interesados en capacitarse en
Educación para una Cultura de Paz y No Violencia.
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Informes: Lunes - Miércoles - Viernes de 14 a 19 hs.
UNIPAZ – Fundación Martínez Bouquet
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17,30 a 19,30 hs.
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jueves 16 de Julio a las 19 hs.
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la clínica del acontecimiento. Sábado 18 de Julio de 17,30 a 19,30 hs.
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Jueves 20 de agosto
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la expresión plástica en la tridimensionalidad del rostro y la escena.
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Encuentros semanales de 2hs. Lunes de 19 a 21 hs. Miércoles de
18.30 a 20.30 hs. Sábados de 17 a 19 hs.
Docente: Pablo Runa. Zona Palermo
Reservas de vacante y consultas al 4774-6221 pabloruna@gmail.com
Taller: “Psicología del envejecimiento”
4 de julio 11hs. Entrada libre y gratuita
La Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires a través de su secretaría
de extensión y el área de adultos mayores invita a participar del taller:
Psicología del Envejecimiento. El taller será abierto a la comunidad en
general. Se trabajará sobre la temática de las relaciones de los adultos
mayores con su entorno, con la modalidad de diálogo a partir de la
proyección parcial de la película “Las Chicas de la Lencería”.
Informes: Maure 1850 - 4775-7867
info@apdeba.org www.apdeba.org
Función de Teatro Espontaneo
Jueves 16 de julio 21 hs
La Combinada, compañía de teatro espontaneo
Teatro IFT Boulogne Sur Mer 549 (a una cuadra de Corrientes y
Pueyrredón) Reservas: 4962-9420 / 4961-9562
Postgrado Coordinador Grupal en Adicciones
Director: Prof. Daniel González - Psicólogo Social
Inicio: 27 de junio a de 9 a18 hs.
Duración: 6 meses una vez al mes, eL último sábado del mes.
Arancel: $ 230- pesos. (fijos)
Certificado de curso de postgrado de la universidad CAECE
Universidad CAECE - Centro PsicoSocial Argentino
Teléfono: 4326-4641 (12 a 20 hs)
elcentroargentino@yahoo.com.ar
www.elcentroargentino.com.ar
Seminarios y talleres
.Seminario de Psicodrama y teatro para todas las edades.
.Seminario para padres “La Mirada lúdica en los primeros años de
vida”
.Seminario para parejas: comportamiento a tener en Cuenta para la
prevención de la violencia desde el inicio de la relación de pareja.
.Taller: espacios lúdicos en el abordaje clínico
.Taller vivencial y reflexivo para todas las edades.
.Taller: Juegos teatrales. Un Espacio para pensar, descubrir y desarrollar nuestra creatividad y nuestro pensamiento individual y colectivo
(todas las edades)
Lic. Lidia Balbuena 15-5102-4144
Capacitación intensiva
En el Instituto de Investigaciones Grupales que dirige Graciela Jasiner
está abierta la inscripción al Curso Intensivo: “Las Intervenciones del
Coordinador”.
Sábados 11 de julio, 8 de agosto y 12 de septiembre, de 14 a 17 hs.
Informes e inscripción: (011) 4833-7808
iig@ingrupos.com.ar www.ingrupos.com.ar
Foro Internacional “Saberes, sabidurías e imaginarios”
Territorialidades Locales, Regionales, Globales y Métodos de
Resolución de Conflictos
Córdoba, Argentina, 29-30-31 de octubre 2009
Ejes temáticos:
.Procesos educativos y comunidades de aprendizaje. Modos de vida y
producción. Procesos organizativos y comunidades. Resoluciones
alternativas de los conflictos. Incidencia pública y gobernabilidad.
Límites y potencialidades de la participación. Culturas, arte y transformación
.Tensiones en torno a los recursos naturales
.Historias vividas y narradas desde una perspectiva de género.
lilianakremerdodelson@gmail.com
www.foroacademicocomunitario.blogspot.com
Actividades del Centro de Biocreatividad
. Talleres de biocreatividad
Grupos de trabajo semanal donde se integran los recursos de la
bioenergética y una pedagogía centrada en la persona con múltiples
recursos expresivo- creativos (juegos, movimiento, música, dramatizaciones, escritura)
Taller gratuito 18 de julio de 10:30 a 12:30 hs. Reservar vacante
. Psicología del Despertar: Ejercitación - Reflexión - Transformación
de aspectos de nuestro mundo interno por medio de diferentes
abordajes propios del campo transpersonal. Implica aquello que va
más profundo que la personalidad.
Una vez a la semana
Luís Viale 89. Capital Federal/ Tel: 4855-2772
www.biocreatividad.com.ar / gerardo@biocreatividad.com.ar
Inscripción previa para todas las actividades
Especialización en Psicología en Educación
La inscripción permanecerá abierta desde 17 de junio hasta 30 de
agosto de 2009
Se convoca especialmente a: Psicólogos que ejercen en áreas de las
Políticas Públicas particularmente Promoción y Desarrollo Social.
Psicólogos con funciones docentes en la Universidad Nacional de
Rosario.
Este PostGrado propone capacitación para el ejercicio de una praxis
Institucional en espacios atravesados por la Educación donde prima el
colectivo social.
El Plan de Estudios se encuentra disponible para lectura completa
en: http://www.fpsico.unr.edu.ar
El cursado se cumplimenta durante dos años.
Universidad Nacional de Rosario Facultad de Psicología
Secretaría Estudios de PostGrado
Los interesados deben solicitar, previo a su Inscripción, una entrevista
con la Dirección Académica de este PostGrado:
Dra. Elsa Emmanuele
Horario de atención: Miércoles de 19 a 21 hs.
elsaem@uolsinectis.com.ar Tel: (0341) 4808524 al 28 -Int 117-118
Instituto de la Máscara-Seminarios
. Mapa Fantasmático Corporal a partir del modelado en arcilla
. Psicoanálisis en/entre Cuerpo, Escena y Máscaras
. Las grandes escenas de la corporeidad “Narciso y Edipo”
Informes e Inscripción: Tel.: 4775-3135/5424
E-mail: buma@webar.com - Site: www.mascarainstituto.com.ar
Actividades de julio en el Centro Dos
.Dispositivos de formación en psicoanálisis: la práctica clínica con
adultos- niños y adolescentes. Inicio agosto 2009
. Curso superior: el Psicoanálisis en los bordes. inicio agosto 2009
Ciclo de conferencia 2009: Martes a las 20.30 hs.
- Los bordes alarmantes de la crisis puberal. Herramientas para leer
qué ocurre cuando “los títulos no se pueden sacar”
-Los impasses de la sexualidad- 07/07 04/08
-Funciones de las entrevistas preliminares.
El diagnóstico diferencial y la entrada al análisis. 30/06 14/07
Informes: 4961-2197 Int.945 y 946 informes@centrodos.com.ar
informes@centrodos.com.ar www.centrodos.com.ar
Jornada de Psicopedagogía en la Universidad CAECE
La Universidad CAECE ha conmemorado los 30 años de dictado de la
Licenciatura en Psicopedagogía con la jornada “Corrientes teóricas en
Psicopedagogía. Su relación la práctica profesional y la investigación”.
Entre las declaraciones de las participantes, cabe seleccionar algunas
reflexiones, como la de la Dra. Schlemenson, quien sostuvo la importancia de revisar los modos de circulación del afecto en distintas
épocas, cuáles son los emblemas que los padres ofrecen a sus hijos y
que pueden transferirse en un proyecto a futuro.
Por su parte, la Mag. Norma Filidoro pidió reflexionar acerca de la
compleja trama de relaciones interdefinidas entre la clínica, la teoría y
la ética, que nos convoca a poner en juego nuestra ética, sostenernos
en la incertidumbre y construir posibles.
La Lic. Betina Bendersky, la Mag. Noemí Aizencang y la Mag. Corina
Guardiola, coincidieron en la invitación a pensar las preguntas ¿cómo
pensamos al otro?, ¿cómo pensamos las intervenciones? Atendiendo
al concepto de aprendizaje situado y sosteniendo que el asesoramiento en la escuela es una práctica transversal centrada en aspectos
comunitarios.
La Lic. Rosamarina Alvarez, a su vez, historió sobre la historia del
Equipo de Psicopedagogía de la Sección Psicopatología Infanto-juvenil del Departamento de Salud Mental del Hospital de Clínicas “José
de San Martín” y la Mag. Clara Wolkowicz propuso revisar los conceptos de interdisciplina y transdiciplina en relación a la ética de la
profesión.
En la culminación de la intensa jornada de encuentro y celebración y
como digno broche de oro la Mag. Elvira Ciencia y la Mag. Silvia
Piovano nos comunicaron los resultados de sus investigaciones
referidas a la autoevaluación de la gestión de los equipos de
orientación escolar y la evaluación de la comprensión lectora
respectivamente.
SEMINARIO INTERNACIONAL DE
COORDINACIÓN DE GRUPOS
FECHAS: 21, 22, 23 y 24 de septiembre.
INFORMES E INSCRIPCION:
HOLOS SAN ISIDRO
ALSINA 114 – SAN ISIDRO.
WWW.HOLOSSANISIDRO.COM / Tel.4743-1191/2252
DIRIGIDO A: Profesionales y estudiantes avanzados.
Coordinador:
TOMEU BARCELÓ (España)
Apresúrate lentamente. Suetonio
Campo Grupal / 19
M
I
L
fotos
La vida parece obstinarse en ser.
Uno de los bebés lo dice con el
puño. El otro, más atrás, permanece alerta y desafiante. Ellos
vienen a un mundo que no ha sido
preparado para ellos: crisis mundial, epidemias, aviones que caen
para siempre, un riesgo en cada
esquina. Pero nada los detiene. Los
gemelos serán dueños y señores del
futuro. ¿Alguien tendrá suficiente
fuerza para frenar ese destino?
Esta pregunta, encerrada en la foto,
dispara los textos que siguen.
unió en la misma cinta, dividiendo la pantalla. La consigna dada al equipo fue registrarlos de frente: pueden verse a la derecha
Blug y a la izquierda Frog. Ni primeros
actores estarían en condiciones de alcanzar
tan lograda coordinación de movimientos.
En las relaciones, cuando uno avanza por
adelante, el otro cubre las espaldas. Aquí las
imágenes tienen la granulación de las tomas
clandestinas. La lente infrarroja resalta una
mirada diabólica que luego salpica la visión
del resto de sus acciones. Pero a pesar de lo
estudiado, no puede determinarse que uno es
ángel y otro demonio, que uno es blanco y
otro negro. Para entender un comportamiento que podría denominarse moral, habría que
aplicar la misma escala de grises que se utiliza también para todos aquellos que no son
gemelos.
PRIMERA VEZ
Luis Gruss
EN LA MISMA BOLSA
lgruss@ciudad.com.ar
Abrió la puerta, dejó el diario en la mesa y
pensó: ya es hora. Ya es hora, volvió a decirse, mientras se ponía el traje de la segunda
vez. La primera fue cuando se casó en
Rosario con una desconocida. Hubo, en realidad, una vez anterior, durante cierta manifestación obrera que fue reprimida con carros
hidrantes en San Justo. El chorro de agua
pintada le manchó el traje que se había puesto por consejo de su madre comunista. “Hoy
es un día de fiesta para la clase trabajadora”,
le había dicho ella para justificar una vestimenta incómoda que incluía corbata, zapatos
lustrados y perfume Colbert. Lástima que
después llegó la policía y hubo que escalar
paredes, entrar en casas ajenas, llevar de la
mano a una chica inexperta, esconderse en
un sótano y todas esas cosas que arruinan de
golpe la mejor etiqueta. La clase obrera festeja sin traje y escapando, había pensado
aquella vez que fue la anterior a la segunda y
a la tercera, ésta, donde el plan era el suicidio.
No era la primera o la segunda o la tercera
vez que lo planeaba. Quien no piensa nunca
en eso está mal de la cabeza, había concedido su psicóloga en aquellos días de duelo y
medialunas. Luego leyó El mito de Sísifo
por consejo de un psiquiatra culto. La idea
que propone el libro es sencilla: dado que la
vida es absurda el acto de matarse clausura el
sinsentido y le otorga a los días un supuesto significado que en realidad no tienen. Pero
también, claro, está la libertad individual de
interrumpir el chorro de agua pintada con un
grito agónico, la posibilidad de decir no,
suspender el viaje, desarmar la estantería y
asunto acabado. Ya es hora, volvió a pensar
para convencerse de la decisión. Y de inmediato empezó a escribir la carta de despedida
(trámite infaltable), ordenar las cosas, borrar
archivos de la computadora, buscar aquella
foto que a esta altura no podría salvarlo.
Fernando Vico
La encontró media hora después en una caja
de cartón rotulada con la palabra saudade. En
ella se veía a una mujer tomada por sorpresa en una playa desierta. La joven -porque se
trataba de una casi adolescente- parecía estar
en otra, como ensimismada, y al verse descubierta puso mala cara y esbozó aquel gesto
de fastidio que, sin embargo, era parte de su
encanto. El hombre miró la foto largamente
mientras estiraba la soga de dos metros que
había comprado en la ferretería. La mujer, la
playa, el dolor que produce la arena cuando
hay viento, el sueño de tener hijos (a lo
sumo dos) para ratificar la continuidad de la
especie o del amor, ya no se acuerda qué fue
lo que más llamó su atención al apreciar la
deslucida imagen en blanco y negro. Los
pasos siguientes fueron los previstos.
Taladrar una de las vigas del techo, pasar la
soga por el agujero, armar una especie de
óvalo con el nudo corredizo, en fin, lo que
se ve en las películas del ramo. No es tema
de este relato explicar por qué fracasó un
plan tan pensado y calculado. Siempre hay
una primera o segunda o tercera vez en que
alguien intenta desaparecer por mano propia.
Es como ponerse un traje de etiqueta y comprobar, a último momento, que mejor es un
jean y una remera, algo casual que siga el
estilo de algunos empleados, los días viernes, en las mejores oficinas de la ciudad.
DUO DINAMICO
Marcelo Miceli
marcelo.miceli@yahoo.com.ar
Los seres gestados en una misma placenta
son una persona cortada al medio. Para comprobarlo, basta con mencionar a los gemelos
Frog y Blug, antes compartiendo un mismo
líquido amniótico, hoy distanciados por el
ancho de un océano.
Cuando Frog toma su café en el barcito de la
rue Van Gogh, Blug pide su vaso de leche en
El Clavel de Flores. Si Frog corta un pedazo de queso, Blug va con el membrillo. A
veces Blug, de digestión lenta, almuerza
solo una ensalada mixta. Entonces Frog, al
mismo tiempo, arremete con un bistec a
medio cocer.
Las simetrías se dan también en el vestir: si
la usanza porteña indica camisa con cuello
abierto, Frog se colocará su mejor corbata,
una de rayas verdes y azules, hace unos años
de auge en París. Tampoco coinciden con las
medias puestas, y si bien las diferencias de
hemisferios influyen en las vestimentas
elegidas, no lo explican todo.
Blug es zurdo y Frog, diestro. Cuando uno
lleva el tenedor a la boca, el otro lo baja
hacia el plato. Cuando uno estornuda, el
otro saca su pañuelo para algo, nunca sabe
bien por qué y entonces lo vuelve a guardar.
Las migrañas de Frog se deben al uso excesivo de la computadora que hace Blug; y el
rengueo de Blug es por el accidente de Frog
con la puerta del colectivo. Lo extraño es
que reparten los dolores contrarios a su ubicación geográfica: Blug tolera contrariedades
originales de la cintura para arriba y Frog de
la cintura a los pies, pero como también
sienten padecimientos ajenos, resulta que
hay días que les duele todo el cuerpo. Estos
malestares es lo único que intercambian ya
que dejaron de hablarse por un malentendido
familiar.
Filmados en secreto durante un año, se los
fevico@hotmail.com
Con el tiempo empezamos a hacerle caso a
los libros. Nos comimos toda la cantinela de
la individualización, la reafirmación del ego
y no sé cuántas pavadas más. Buscamos la
unión en nuestras diferencias. Si él decía
Boca, yo era antifútbol. Él primero primera,
yo primero segunda. Él rojo, yo negro. Él
popular, yo La Nación. Él moderno, yo
clásico. Durante años fuimos antinómicos y
antagónicos. Cruzábamos de vereda cada vez
que nos veíamos y nos diferenciábamos para
no referenciarnos. Mi mujer no sabía de la
existencia de mi hermano. Mi hermano no
sabía de la existencia de mi mujer.
Yo tampoco sabía nada de mi existencia.
Un día me di cuenta de que las cosas no funcionaban. Me sentía vacío y triste, así que
me fui a vivir a la India para conectarme con
mi yo interior. Es decir, viajé al exterior para
estar bien en lo interior. Allí conocí una
tribu en la que todos eran mellizos. Cada
persona era exactamente igual a otra y se
llamaba de la misma manera. Comían lo
mismo, usaban el mismo cepillo de dientes,
ropas iguales. Los hermanos varones compartían la cama con las hermanas mujeres.
Los problemas no se multiplicaban. Se
trataba de una sociedad binaria, según leería
en una revista.
Cinco años más tarde volví al país y busqué
mi cara por todos lados. No sabía que había
hecho ni dónde había estado después de tanto
tiempo. Pensé en las diferencias y lo imaginé dueño de cien empresas. Más tarde me
contaron que había estado enfermo, alguien
me comentó que se había casado. Quién
sabe. Cuando ya había perdido las esperanzas de encontrarlo, lo vi en la calle del brazo
de una mujer. Mi mujer. Crucé de vereda y
me fui mascullando bronca. Debí habérmelo imaginado. Por algo, siempre nos ponían
a los dos en la misma bolsa.
V CONGRESO DE COUNSELING DE LAS AMERICAS
VII JORNADAS NACIONALES DE COUNSELING
17, 18 Y 19 DE SEPTIEMBRE DE 2009
WWW.CONGRESODECOUNSELING2009.BLOGSPOT.COM
Campo Grupal / 20
De haber escrito mi propio epitafio este hubiese sido: Tuve una riña de enamorados con el mundo. Robert Lee Frost
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