\ DESCRIPCIÓN DE LAS PRINCIPALES CUSTODIAS DE ESPAÑA, POR J. BERNADET. CÁDIZ. IMPRENTA DE LA REVISTA MÉDICA, DE D . FEDERICO JOLY, CALLE f CEBALLOS, I89O NÚM. I. PRINCIPALES CUSTODIAS DE un DESCRIPCIÓN DE LAS PRINCIPALES CUSTODIAS DE ESPAÑA, POR J. BERNADET. CÁDIZ. IMPRENTA DE LA REVISTA MÉDICA, DE D . FEDERICOJJOLY, CALLE CEBALLOS, I89O NÚM. I. Tirada de trescientos ejemplares. Ejemplar núm 19 AL EXCMO. SR. D . MANUEL PÉREZ DE GUZMÁN Y BOZA, MARQUÉS DE JEREZ DE LOS CABALLEROS, El estudio que tengo el honor de someter á la elevada consi- deración de V., y que con tanta benevolencia se ha servido patrocinar, es solo un modesto ensayo cuyos conceptos necesitan desarro- llarse y acoso rectificarse, pero por imperfecto que sea mi trabajo abrigo la esperanza de que V., como todas las personas de su profunda ilustración, lo acejerán con indulgencia, al considerar excesivas dificultades que se tocan al abordar cualquier nuestras artes retrospectivas, á publicarlo; el de contribuir las rama de así como el móvil que me ha llevado á extender el conocimiento de dichas arles que proclamaron muy alto el genio y la prosperidad paña . Soy de V. con el mayor respeto s. s. a J. B. s. M. BERNADET. de Es- CUSTODIAS NOTABLES DE ESPAÑA. PRELIMINARES. DE LA ORFEBRERÍA RELIGIOSA EN EUROPA HASTA EL SIGIO X V I . A u n q u e n o debe escribirse la historia de un arte sino e n presencia de los m o n u m e n t o s que ha p r o d u c i d o , es imposible someterse á este principio al trazar la de la orfebrería, pues el valor de los metales empleados ha h e c h o desaparecer innu- merables tesoros y á través de tantos siglos p o c o s objetos han p o d i d o escapar á la rapacidad de los h o m b r e s . — L a moda, esa diosa inconstante c u y o culto pertenece á todas las é p o c a s , ha contribuido no p o c o á semejantes pérdidas, y su ligereza n o ha respetado nada, ni aun siquiera las cosas santas. Es desgraciadamente exacto que n o se conserva casi ning u n a p r o d u c c i ó n de los primeros siglos de la edad media y que las obras posteriores al d é c i m o , salvadas de la destruc- c i ó n , se hallan esparcidas por E u r o p a . L o s d o c u m e n t o s pudieran ilustrar al escritor, que suelen también escasear y este se encuentra casi siempre reducido á consultar textos o s c u r o s , ó generalidades i n c o m p l e t a s . L o s autores clásicos refieren que la orfebrería había l l e g a - 8 d o en la antigüedad al m a y o r grado de perfección, y efectivamente las p r o d u c c i o n e s encontradas en las ruinas y en los sepulcros confirman un aserto q u e n o debe extrañarnos, pues gran n ú m e r o de escultores célebres de G r e c i a n o desdeñaron ocuparse de esta clase de t r a b a j o s . — T e o d o r o de S a n i o s , Calamis, L y s i p o , M y r o n y otros, habían cincelado vasos de plata, enriquecidos de bajos relieves, á los que se atribuía gran v a l o r . El triunfo de la religión cristiana en t i e m p o de C o n s t a n t i n o , imprimió d la orfebrería n u e v o s senderos; había que proporcionar á las iglesias en c o n s t r u c c i ó n , el mobiliario relig i o s o necesario d la celebración del c u l t o . A n t e s de transportar d O r i e n t e la capital del I m p e r i o , C o n s t a n t i n o , por inspiración de San Silvestre, dotó los templos d e R o m a de regalos magníficos. El Líber Pontificalis (i) que encierra la vida de los Papas desde San P e d r o á E s t e 0 ban 5 . , nos ha l e g a d o el detalle de esas riquezas y mediante tan curioso d o c u m e n t o p o d e m o s reconstituir, hasta cierto p u n t o , la orfebrería de aquella é p o c a . N o permitiendo la índole de este folleto hacer una des- cripción general del arte, pasaremos en silencio la época de los O s t r o g o d o s y L o m b a r d o s , la de los Mcrovingios y todo el brillante periodo bizantino, sin describir los tesoros de M o n z a y de S a n M a r c o s , la espada de C h i l d e r i c o , el trono de D a g o b e r t o , las coronas visigodas de Guarrdzar, que por i n d o lencia de España se encuentran en el m u s e o C l u n y , los relicarios de L i m b u r g o y de A i x la C h a p e l l e , la c o r o n a de H u n gría, el libro de e v a n g e l i o s de G o t h a , el cáliz de g i o , las obras llevadas a cabo bajo los m a g n o , y nos d e t e n d r e m o s en San R e m i - auspicios de C a r l o - el siglo o n c e , ó sea la é p o c a romano-bizantina, periodo de r e n o v a c i ó n y de adelanto, e n el que recibieron los objetos del culto unas formas s e v e r a s , (1) Liber Pontificaiis, seu de gestis Romanorum Pontificum, quem cum cod. mss. Vaticanis ernendavit, supplevit J. Vignolius; Romae, 1724. e m i n e n t e m e n t e religiosas, c u y o carácter conservaron durante toda la edad m e d i a . D o s artistas notables ofrece España en este p e r i o d o , R o dolfo y A p a r i c i o , quienes construyeron la llán; Francia é Italia produjeron también urna de S a n M i e x c e l e n t e s obras, y la Inglaterra demostró en el monasterio de E l y y en la i g l e sia de C a n t o r b e r y t o d o el mérito de sus artífices, pero indudablemente A l e m a n i a marchaba á la c a b e z a . — M e n o s castigada que Francia por la invasión de los H ú n g a r o s en el siglo anterior, había m a n t e n i d o la práctica de la orfebrería en las ciudades imperiales y en los grandes monasterios, bajo la p r o tección de los emperadores de la Casa de Sajónia, é inspirándose frecuentemente en las p r o d u c c i o n e s bizantinas, l o g r ó fundar la escuela del Rhin q u e no cesó de mejorar su estilo, hasta producir obras perfectas. L o s artistas de dicha escuela, tal v e z más adelantados que los de nuestros días, sabían grabar los metales c o n buriles y p u n z o n e s , ejecutando al repujado bajos-relieves q u e t e r m i n a ban por el c i n c e l a d o , sin recurrir á a g e n o auxilio para c o m p o ner el nielo c o n que rellenaban las entallas de sus finos grabados; fabricaban delicados esmaltes, adornados de dibujos de o r o , que hacían alternar con las piedras finas en el decorado de los vasos sagrados; grababan los hierros destinados á la estampación del o r o , la plata, el a u r i c a l c o , (el el c o b r e , y latón) mostrándose tan buenos dibujantes c o m o hábiles m o deladores en cera; fundían las asas y figuras sueltas de los grandes jarrones, y ejecutaban en fin, las obras d o , que en las cresterías de las urnas, del corta- incensarios y otros objetos p r o d u c e n tan agradable efecto. Entre los mas curiosos trabajos de gran t a m a ñ o que p r e senta la A l e m a n i a en dicho siglo once, m e n c i o n a r e m o s los lampadarios de cobre, ( i ) c o n estatuillas ó adornos de o r o y (i) Estos lampadarios ó coronas de luz, simbolizaban la Jerusalem 10 plata, c u y a forma n o se e x t e n d i ó por siendo imposible encontrarlos en «crucifijo de oro de M a y e n c e , de la E u r o p a nuestro 1.200 meridional, país, y el célebre marcos de p e s o , hoy •desaparecido. El impulso dado á la orfebrería durante •continuó a u m e n t a n d o el siglo onceno en el s i g u i e n t e ; — l o s vasos sagrados, las urnas cada día mas necesarias por la gran cantidad de r e liquias que traían los c r u z a d o s , los paramentos cubiertas de misales, todos los objetos de altar, las del c u l t o , en fin, se multiplicaron al infinito. A esta é p o c a pertenece la obra maestra más espléndida que posee A l e m a n i a , la urna de los R e y e s M a g o s , conservada en la Catedral de C o l o n i a , alhaja adornada de piedras finas y esmaltes, q u e ha sido restaurada moderna- m e n t e , y c u y o valor intrínseco se calcula en siete millones, cuatrocientas mil pesetas. Francia, Italia é Inglaterra produjeron m u y notables. Entre los correspondientes también al primero c h o s países citaremos las j o y a s de la abadía trabajos de di- de San D i o n i s i o ; — e n Italia aparecen las filigranas de V e n e c i a , y la iglesia de Glocester en Inglaterra presenta obras importantes, entre ellas un m u y curioso candelero de b r o n c e , fundido á cera perdida, cincelado y dorado, que se conserva actualmente en el m u s e o S o u t h K e n s i n g t o n , de L o n d r e s . Este candelero de 50 centímetros de altura, se eleva sobre un pié de tres caras mantenido por garras de l e ó n , terminándose en una taza q u e sostienen animales fantásticos.—La o r n a ment aci ón es s u m a m e n t e ex- traña; n u e v e figuras humanas entrelazadas por cuarenta y dos monstruos se r e v u e l v e n en caprichosos m o v i m i e n t o s , aban- d o n a n d o sus cuerpos á las caricias ó á las torturas de a q u e llas bestias. C r é e s e que la c o m p o s i c i ó n representa á los v i - ciosos perseguidos por el vicio a n i m a d o , y el dístico siguiencelestial: "Corona imaginem caelestis Jerusalem prcesentante," dice el Cronicón de Hildesheim, caps. 16 y 17. te grabado en el borde de la taza parece justificar dicha o p i nión: "LUCÍS onus, virtutis opus, doctrina refulgens, Prasdicat ut vitio non tenebretur homo." ( i ) E l siglo trece fué un siglo profundamente religioso, y la orfebrería, en cuanto á las formas generales, se separó poco del estilo hierático y severo de las épocas precedentes. El t a lento de los artistas laicos, c o m o el de los artistas m o n g e s aplicóse casi exclusivamente > á la ejecución de objetos del c u l t o . L a A l e m a n i a continuaba al frente del m o v i m i e n t o y su escuela renana, que pudiéramos llamar escuela de C o l o n i a , mostró sus mas bellos productos en el tesoro de la Catedral de A i x la C h a p e l l e , especialmente en la urna que encierra los restos de C a r l o m a g n o . D i c h a urna tiene la forma de un s a r cófago constituido por un largo cofre rectangular de estatuillas, c o l u m n a s , esmaltes y placas de adornado filigrana incrus- tadas de piedras preciosas, c o l o c a d o sobre un basamento. A n tiguamente se encontraba depositada del altar; h o y se halla dentro de u n ¡El cuerpo de C a r l o m a g n o en un en el c o r o , al fondo armario de la sacristía. armario! ¡Qué profana- ción! En el último tercio del siglo trece, los artistas franceses hábiles escultores y a , sustituyeron las urnas en forma iglesia ó de s e p u l c r o , y los ostensorios-relicarios, por representando el busto iban á conservarse. ó la estatua del santo, París, Arras, Montpellier, de otros, c u y o s restos L i m o g e s , se distinguieron n o t a b l e m e n t e , c o n especialidad la última de d i chas ciudades, por sus cobres esmaltados. Encontrándose e n nuestro país algunas obras fabricadas por el m i s m o p r o c e d i - m i e n t o , indicaremos brevemente su sencillo m e c a n i s m o . El artífice trazaba sobre el cobre preparado de a n t e m a n o , el con(i) Haz de luz, obra de piedad, doctrina resplandeciente, el, (el candelero) enseña al hombre á no extraviarle en las tinieblas del vicio. 12 t o r n o del dibujo, y por m e d i o de buriles ahuecaba el metal é introducía la materia vitrificable, c u y a fusión operaba al h o r nillo, pulimentándola de diversas maneras, una v e z e n friada. L a libertad que en Italia g o z a b a n á fines del siglo trece gran n ú m e r o de ciudades, era favorable al desarrollo de las artes. L o s príncipes, los grandes dignatarios de la Iglesia, los ricos mercaderes de Florencia, de G e n o v a y de V e n e c i a , así c o m o las opulentas municipalidades, rivalizaban en magnificencia, pero desgraciadamente n o subsisten obras importantes de la referida é p o c a , pues el pillaje, las necesidades ó la afic i ó n al c a m b i o , las hicieron desaparecer. Cellini refiere en sus memorias que mientras el Papa C l e m e n t e V I I se e n c o n traba sitiado en el castillo de San A n g e l o , recibió orden de desmontar las piedras preciosas de las tiaras, vasos sagrados, y alhajas del S o b e r a n o Pontífice, así c o m o de fundir el oro de ellas, de c u y a o p e r a c i ó n retiró doscientas l i b r a s . — ¡ Q u é de tesoros perdidos! Durante el siglo X I V la A l e m a n i a sobresalió en la fabricación de ostensorios y relicarios, c u y a arquitectura copiaba del estilo ogival, y aun se conservan en la catedral de C o l o n i a y en la iglesia de Santa Úrsula de dicha ciudad, p r o d u c c i o n e s m u y notables. En este siglo los instrumentos del culto e m p e z a r o n á perder en Europa el corte severo aunque algo pesado de los dos siglos precedentes; los cálices adquirieron más e l e v a c i ó n , c a m biando sus formas hemisféricas por otras cónicas ó s e m i - o v o i deas, los pies de las custodias, candelabros, cálices y cruces dejaron de ser circulares, convirtiéndose en angulares, y las joyas religiosas en general aparecieron m e n o s recargadas de pedrerías. L o s artífices franceses adquirieron gran habilidad en la construcción de alhajas de uso particular, pero en las e c l e siásticas les aventajaban los italianos, c o m o lo demuestran los trabajos de U g o l i n o , L a n d o , A r d i t i , C i o n e , los del milanés 13 B o r g i n o , los de todos los artistas que contribuyeron á la r e n o v a c i ó n del célebre pahotto de la catedral de Pistoia, los de M a z z a n o , N i c o l o , y por último los de Felipe Brunelleschi. L a orfebrería italiana en los siglos X I V y X V presentó un carácter esencialmente artístico, todos sus artífices fueron escultores y pintores de talento afectos á la escuela del R e n a c i m i e n t o , que sustituyeron la profusión de pedrerías peculiar del siglo X I I I , por delicados adornos cincelados en relieve. Hasta entonces los italianos habían empleado esmaltes cuadric u l a d o s , copiados imperfectamente de los bizantinos, que c o n servaban los defectos de los mosaicos primitivos; dureza de dibujo, exajeración de sombras, ausencia de segundos planos, sin que la brillantez del colorido compensase dichos defectos á los ojos de tan eminentes artistas; así, sin renunciar al e m pleo del esmalte tan favorable á la pintura decorativa de la orfebrería, buscaron otros procedimientos para adoptarlos á las producciones de su g e n i o , y reemplazaron las incrustaciones de dicha materia en las grandes y pequeñas piezas de oro ó plata, por cincelados finísimos adornados de esm.iltes traslúcidos, c u y a hermosa tonalidad se identificaba tanto c o n el c i n c e l a d o , que el trabajo adquiría el aspecto de una miniatura á reflejos metálicos. L o s artistas más célebres de este periodo, además de los y a citados, fueron Ghiberti, autor de la puerta de bronce de la capilla bautismal de San Juan de F l o r e n c i a , la obra tal v e z más perfecta en su clase que se encuentra en Europa, y de la que M i g u e l Á n g e l decía: " E s tan bella que pudiera ser la puerta del P a r a í s o " ; — T u r i n i , — M i c h e l o z z o M i c h e l o z z i , — A n d r é s , hijo de M i g u e l C i o n i , sobre llamado del V e r r o c h i o , — P o l l a i u o l o , — T o m á s Finiguerra, á quien se atrib u y e el invento de la impresión de grabados sobre m e t a l , — Lúeas de la R o b b i a , — F r a n c i a , — e l G h i r l a n d a i o , — d e l C h i a r o , — e l r o m a n o Nicolás de G u a r d i a . — A m e r i g o A m e r i g h i y los hermanos T a v o l a c c i n o , sin rivales el primero en la fabricación de esmaltes, y los segundos en la montura de piedras finas; 14 — C e n n i n i , acuñador de la m o n e d a en F l o r e n c i a , P e d r o N i ñ o , trabajador celebérrimo de filigranas, según B e n v e n u t o C e l l i n i , y otros m u c h o s que sería prolijo enumerar. Las p r o d u c c i o n e s en A l e m a n i a , Francia y España durante la última mitad del siglo X V ofrecieron m e n o r c o r r e c c i ó n e n el trazado de la c o m p o s i c i ó n , unida á tan excesiva m i n u c i o s i dad de detalles decorativos, que no parece sino que los artistas tomaron la glíptica por m o d e l o , c o m p l a c i é n d o s e en c i n - celar c o n el auxilio de la lupa los bajos relieves y follajes. P e r o l l e g u e m o s al siglo d é c i m o s e x t o , periodo m e m o r a b l e , durante el cual el renacimiento italiano produjo una r e v o l u ción c o m p l e t a en las artes, é hizo abandonar c o n desdén el estilo m e d i e v a l . Y a h e m o s manifestado que desde el siglo X I I I l o s artífices j o y e r o s siguiendo paso á paso los progresos de la arquitectura habían mejorado sus obras, adoptando formas puras y correctas, sin dejar por eso de dar á las alhajas religiosas el carácter severo que les c o n v e n í a , y ahora a g r e g a r e m o s que todas esas tradiciones desaparecieron bajo la influencia de la nueva e s c u e la, la cual adoptó un estilo elegante, pero m e n o s adecuado á los objetos del c u l t o . C o m o puede suponerse, Italia i m p u s o desde l u e g o su s o beranía al resto de E u r o p a , sin que n i n g ú n país, incluso A l e mania, lograse sustraerse á este d o m i n i o . L o s artistas más c é lebres que aparecieron entonces en la Península fueron R u s t i ci, autor de tres bellas estatuas y un candelabro de bronce para el bautisterio de S a n Juan en F l o r e n c i a , M i c h e l a g n o l o de V i v i a n o , Rosetti, encargado de ejecutar para la catedral de S i e na una estatua de plata representando á Cristo r e s u c i t a d o , — Caradosso, de q u i e n se conserva en la de Milán una m a g n í f i ca paz ( i ) , — e l florentino D o m e n i c o , artífice de C o s m e I , — F i ( i ) Es de oro, representando una arcada, sostenida por columnas d e lápiz lázuli, bajo la cual hay un grupo escultórico también de oro. 15 renzuola, m u y hábil en trabajar la vagilla de m e s a , — S a n M a rino, S a c a g n o b , buen dibujante,—el milanés A l s a g n o establec i d o en R o m a , — P i l o t o , a m i g o de M i g u e l Á n g e l , — V a n u o l a de S c e s i , — F a e n z a , — y sobre todos y eclipsándolos á todos, el célebre B e n v e n u t o C e l l i n i . S i e n d o tan conocidas las obras y la vida de este h o m b r e e m i n e n t e , c r e e m o s inútil mencionarlas, pero recomendamos á los aficionados el estudio detenido de su tratado de orfebrería, pues aunque Cellini sometido á las preocupaciones de su t i e m p o , diga entre otros errores, que las piedras finas c o m o t o das las cosas d é l a naturaleza producidas bajo la influencia de la luna están compuestas de cuatro e l e m e n t e s , y si bien por otra p á r t e l o s procedimientos materiales de fabricación han m e jorado en ciertos detalles, aun pueden encontrar útiles enseñanzas. M u y curioso es asimismo comparar dicho tratado c o n el que T e ó f i l o , m o n g e alemán, ( i ) escribió cuatrocientos años antes, por la gran analogía que ambos presentan. E n efecto, la manera de ejecutar el repujado y la fundición de las asas de los vasos son casi idénticas, y si las dosis que entran en la c o m p o sición del nielo varían a l g o , el m o d o de aplicarlas sobre la capa de oro ó plata es el m i s m o . Las prácticas del arte de fines del siglo X I se habían, pues, transmitido por tradición hasta el d é c i m o s e x t o , casi sin alteración, lo que ciertamente es una gloria para esa Edad M e d i a tan p o c o c o n o c i d a y apreciada. O t r o g é n e r o de trabajo al cual se consagraron los artistas italianos del s L l o X V I , fué el corte de las piedras duras de c o lor, con las cuales reproducían retratos en los que el oro c i n c e lado ó repujado, adornado de piedras finas, representaba los vestidos del personaje.—El lápiz-lázuli, el jaspe de Volterra y el rojo de C h i p r e , la calcedonia, el guijarro de E g i p t o y otras bellas piedras, eran las materias que entraban en la c o m p o s i c i ó n . E l damasquinado realizó también grandes progresos, pero sin e m b a r g o , los cofrecillos, mesas, gabinetes y arabescos de (i) Edición del Sr. Conde de l'Escalopier. u Venecia ó de M i l á n , no son superiores á los que se trabaja- ron en nuestro país por artistas árabes y españoles. L a orfebrería francesa durante la buena época de dicho s i g l o X V I alcanzó también una gran p e r f e c c i ó n , — N i c o l á s M a i e l , Benoist, B e n i g n e , Castillón, A l l a r d - P o m m i e r , du V i v i e r , en P a r í s , — B o u c h e z y C o l a m b e r t en L y o n , Mathieu de C o s s e , en T o u r s , construyeron obras dignas de e l o g i o , y en el catálogo de M . de L a b o r d e puede encontrar el lector la descripción de las que se conservan en el m u s e o del L o u v r e . L o s artífices franceses del siglo X V I emplearon todos los p r o c e d i m i e n t o s que Cellini especifica en su tratado, mas otro que les pertenece e x c l u s i v a m e n t e ; el de los esmaltes cuadriculados sobre cristal. D e s d e principios del siglo que nos o c u p a , g o z a b a n gran favor los vasos de cristal de roca c o n monturas de metales p r e c i o s o s , y pronto se pensó en cubrir también la superficie del cristal con adornos de esmalte. Para conseguirlo grabaron en h u e c o sobre dicho cristal arabescos ó figuras, practicando s u r cos de m e d i o á un milímetro de espesor, en los que introducían una delgada hoja de o r o , la cual tapizaba el fondo y las paredes, adhiriéndose á ellas por presión. A s í preparada cajuela, la c o l o c a b a n dentro pastas de esmaltes m u y fusibles, operando la a m a l g a m a sin perjudicar al oro ni al cristal, el q u e en todo caso se sometía n u e v a m e n t e al p u l i m e n t o . P e r o c o m o la fundición del esmalte ocasionaba m u c h a s v e c e s la r o tura del cristal, ideóse ejecutar sobre el vidrio lo que tan difíc i l m e n t e se hacía con el cristal de roca, pues el primero s o portaba la temperatura elevada necesaria á operar la fusión. F r e c u e n t e m e n t e en una entalla extensa, representando el c o n torno de una flor, el artista disponía pequeños cuadrados de o r o y los esmaltes diversamente c o l o r e a d o s , opacos ó traslúcidos, ( i ) fundiéndose en dichas cuadrículas, formaban un c o n j u n t o del mas brillante efecto. (i) En esta clase de obras se permitía á los artistas emplear con li- 17 C o m o y a h e m o s manifestado antes, el influjo de las obras italianas se hizo sentir tan poderosamente en A l e m a n i a , q u e las producciones de su arte nacional desde mediados del siglo X V I se confundieron c o n aquellas, á e x c e p c i ó n de la forma de los vasos y la manera de emplear los esmaltes. G r a n núm e r o de obras germanas de este periodo subsisten aún, s i e n d o c o m u n m e n t e de tamaño r e d u c i d o , entre las cuales figuran en primer lugar los gabinetes de madera c o n estatuas de plata,, y el altar de la antigua residencia del rey de Baviera. L a Inglaterra produjo también algunos artistas de t a l e n t o , Paterson, por e j e m p l o , y c o m o piezas c u y a fecha n o p u e d e ser discutida, citaremos la notable fuente y taza de plata (i) regaladas por el arzobispo Parker al C o l e g i o C o r p u s C h r i s t i , de C a m b r i d g e . E l estilo del renacimiento se extendió asimismo por E s - paña, traduciéndose en infinidad de joyas religiosas, pero n o siendo nuestro ánimo ocuparnos aquí sino de las custodias, pasaremos desde l u e g o á describirlas. bertad los esmaltes opacos, mas no así en la joyería de oro ó plata, porque ciertos plateros abusando de dichos esmaltes, agregaban al peso del metal una gran cantidad de materia vitrea que no ofrecía valor ninguno en fundición. Francisco I, por ordenanza del mes de Marzo de 1540, prohibió el uso de dichos esmaltes, pero los artífices reclamaron contra los términos absolutos de la orden, la cual fué modificada, gracias á la intervención de Benvenuto Cellini, residente entonces en Francia. (1) El punzón déla orfebrería marca el año de 1560. 3 i8 LAS CUSTODIAS NOTABLES DE ESPAÑA SU ORIGEN Y CLASIFICACIÓN. I. N o p o c a indiferencia ha habido en nuestro país para c o n servar y clasificar las obras de orfebrería religiosa, q u e tanta importancia tienen e n la historia del arte y de la civilización. L a r g o s años de contiendas civiles, la guerra de sucesión ocurrida al fallecimiento de Carlos I I , la invasión francesa de 1808, la desamortización y venta de los bienes eclesiásticos, unidas á un incalificable abandono, han h e c h o desaparecer i n numerables alhajas, y aunque los tesoros de nuestras basílicas son aún m u y considerables, están lejos de ofrecer la i n mensa riqueza de los pasados siglos. Entre las joyas religiosas de gran t a m a ñ o que se e n c u e n tran en España, las m a y o r e s y tal v e z las mas curiosas, son los templetes llamados Custodias, dentro de los cuales se c o l o c a e l viril ú ostensorio q u e contiene la Sagrada F o r m a llevada e n procesión el día del C o r p u s . Esta clase de alhajas ofrecen la particularidad de ser e x clusivamente españolas, pues en n i n g u n o de los paises c a t ó licos, aun en aquellos donde la orfebrería alcanzó m a y o r e s progresos, encontramos restos ni noticias de construcciones s e m e j antes. 19 E f e c t i v a m e n t e , ni la A l e m a n i a , célebre por sus ostensorios de diversas formas, ni la Francia ó la Italia donde con tanta magnificencia se celebraban las procesiones del Santísimo S a c r a m e n t o , fabricaron n u n c a dichas alhajas, limitándose á c o locar el viril sobre un altar portátil, del cual partían varas s o s teniendo un palio formado de telas, recamadas de o r o , ó b i e n el ostensorio era llevado á m a n o por el sacerdote. N o deben confundirse los ostensorios c o n las custodias, por la diferencia esencial que ofrecen, ( i ) ni estas c o n s u s andas ó carros, pues dichos carros añadidos c o n objeto conducirlas procesionalmente, son m u y de posteriores, y s a l v o escasas e x c e p c i o n e s carecen de valor artístico. Las custodias primitivas no se fabricaron expresamente para ser sacadas en procesión, mas c u a n d o l u e g o recibieron dicha aplicación, entonces experimentaron el citado a u m e n t o , y acaso también el de las campanillas, ridículos apéndices q u e jamás concibieron nuestros célebres artistas, ni formaron parte de los fragmentos decorativos trazados por ellos. N o nos ha sido posible encontrar d o c u m e n t o a l g u n o p r e cisando la é p o c a en que apareció esta última adición, pero s u p o n e m o s coincidiría c o n la salida de las custodias al e x t e rior de los t e m p l o s , toda v e z que dichas campanillas parecen tener por objeto substituir á las q u e los acólitos hacen sonar al acompañar el V i á t i c o . E l origen de nuestras custodias, data del siglo X V I , ( a ñ o 1 4 1 3 ) , fecha en que apareció la de V i c h , donada por el c a n ó n i g o D e s p u j o l , y en los dos siglos subsiguientes se l a braron las mas importantes que h o y se conservan, siendo de notar el largo espacio de tiempo transcurrido desde que se fabricó la de V i c h , hasta la construcción de la de C ó r d o b a (1) Los primeros constan invariablemente de un solo tallo al descubierto, mientras en las segundas dicho tallo está siempre colocado dentro del templete. 20 en 1 5 1 3 , pues parece c o m o si durante un siglo entero hubiese quedado suspendida la fabricación de esta clase de alhajas, l o q u e no creemos admisible. A nuestro entender, las custodias españolas deben clasificarse en dos grandes a g r u p a c i o n e s ; — g ó t i c a s , y clásicas ó del r e n a c i m i e n t o ; — s u b d i v i e n d o á su v e z las primeras en otra n u e va sección que c o m p r e n d a exclusivamente las de Cataluña y P a l m a de Mallorca, por el carácter especial de sus o r n a m e n taciones. Las custodias de estilo plateresco deben incluirse entre las góticas, pues aunque basadas en el gusto clásico, predominan tanto en ellas las combinaciones ojivales, que se hace indispensable un detenido e x a m e n para hallar las diferencias de estilo de sus diversas partes, á excepción de las estatuas, en d o n d e únicamente sobresale c o n claridad el orden flamenco, ó sea el del ú l t i m o periodo g ó t i c o e m p l e a d o en nuestro país. Las incesantes relaciones artísticas y comerciales que d u rante la edad media existieron entre Italia y nuestras ciudades del Mediterráneo, influyeron poderosamente en las artes catalanas y mallorquínas, y así las custodias de estas provincias se separan del estilo g ó t i c o - f l a m e n c o , perteneciendo al g ó t i co-italiano c o n algunos m o t i v o s platerescos, c o m o puede o b servarse en sus cuerpos c o l o c a d o s sobre un pié, en v e z de z ó c a l o , en los adornos mas próximos al bajo relieve p o c o realz a d o , que á las filigranas enteramente salientes de las castellanas y andaluzas, y en las estatuillas con extremidades pintadas ó esmaltadas." C u a n d o á principios del siglo X V I el estilo del r e n a c i m i e n t o italiano y la afición por las obras de la antigüedad se generalizaron en España, todas las producciones de la edad media cayeron en una profunda indiferencia, admitiéndose c o m o verdad incontrovertible, que durante este largo periodo el arte se había manifestado en un estado decadente, que n o podía obtenerse ninguna utilidad ó enseñanza de los i n m e n - 21 sos trabajos de dicha é p o c a , y que los artistas debían inspirarse exclusivamente en las creaciones antiguas, concentrando toda la ciencia arqueológica en el estudio y la interpretación de los m o n u m e n t o s de Grecia ó de R o m a . L o s edificios resistieron á tan injustas preocupaciones d e jando en el suelo pruebas gigantescas de su existencia, mas la fragilidad de las alhajas no p u d o o p o n e r ninguna resistencia al influjo de la m o d a , siendo en su m a y o r parte reformadas ó destruidas. Nuestros célebres j o y e r o s , Becerril, G o n z á l e z , R u í z , L a - m a i s o n , S e g u r a , se apresuraron á c a , desdeñando continuar aquel seguir el gusto de la é p o bello estilo g ó t i c o del Enrique Arfe había legado tan admirables ejemplos, y que aun- que Juan de Benavente mostróse m e n o s resuelto, dando á sus obras g r e c o - r o m a n a s cierto carácter que recuerdan el ojival, en c a m b i o A n t o n i o y Juan de Arfe, hijo y nieto del citado E n r i q u e , declaráronse ardientes propagadores de la n u e v a e s c u e l a . D o s caracteres diversos desarrolló el renacimiento en España, tanto en la arquitectura c o m o en las artes que de ella se derivan; u n o expléndido y ornamental; otro sobrio y s e v e r o , l l a m a d o g r e c o - r o m a n o , que acabó por sobreponerse al p r i m e r o . L o s artistas mas célebres en ambos estilos, fueron Anto- n i o y Juan de A r f e ; — A n t o n i o se decidió por el s u n t u o s o ; — Juan adoptó el s e g u n d o , llegando á adquirir tal renombre, que hizo olvidar el de su a b u e l o . Gran admirador de Herrera, el constructor del Escorial, reprodujo la arquitectura de este m o n u m e n t o en sus c o m p o s i c i o n e s , y p o s e y e n d o c o n o c i m i e n tos m u y variados, o c u p ó s e lo m i s m o dias de A v i l a , Sevilla, en fabricar las c u s t o - Burgos, Valladolid, O s m a , Madrid, c o m o en fundir en bronce las estatuas de los duques de L e r ma,^en el grabado de diferentes estampas, ( i ) ó en la publica- ( i ) E s lástima que Arfe,—dada su afición al grabado,—no hubiese reproducido por este medio las principales joyas de orfebrería religiosa exis- 22 c i ó n de libros t é c n i c o s , plata y piedra", tectura", cuales son "£7 Quilatador y la " Comesur ación para de oro r la escultura y arqui- trabajos estos ú l t i m o s , q u e aunque notables por mas de un c o n c e p t o , n o tienen, sin e m b a r g o , el mérito de sus obras de joyería, pues ni las estatuas ni las estampas aventajan á otras ejecutadas entonces en España, y " E l Q u i l a t a d o r " está generalmente basado en el T r a t a d o de orfebrería de C e l l i n i , c o m o puede verse c o m p a r a n d o m u c h o s párrafos de aquel libro c o n los capítulos V , X I I , X I I I , y diez últimos del de B e n v e nuto. ( i ) N o pretendemos discutir el talento incontestable de J u a n de Arfe, pero creemos q u e al romper c o n el estilo g ó t i c o , rompió el lazo de u n i ó n entre los edificios y sus r e p r o d u c c i o nes, porque la arquitectura del renacimiento aplicada á la o r febrería n o puede expresar lo que él buscaba precisamente, esto es, la correlación, la verdad constructiva. A l imitar á Herrera renunciando al doselete, al estípite, al resaltillo, á la c o l u m n a balaustrada, no d e s c o n o c i ó sin la plata requieren otros adornos que duda, que el o r o y la piedra, puesto los sustituyó por la cúpula abierta, el racimo que y el follage, ¿mas no era esta una i n n o v a c i ó n favorable á todo género de extravíos? Churriguera y sus continuadores no hubieran acaso c o n c e b i d o ciertas obras, sin el e j e m p l o dado por Juan de Arfe. Entre las custodias notables q u e se han perdido, c o n t á b a n se la m u y renombrada de C u e n c a , obra de los hermanos B e cerril, la de la iglesia parroquial de S a n Martín, de M a d r i d , y la de la Catedral de Burgos, labradas estas últimas por Juan de Arfe, cuyas descripciones o m i t i m o s , n o sin llamar la a t e n ción acerca de la custodia de metal actualmente en uso en la tentes en su época, pues las pocas estampas que de ellas subsisten están lejos de ofrecer el carácter artístico de los modelos. ( i ) "Due Tratatti di Benvenuto Cellini, uno deH'oreficeria, l'altro de la scultura "—(Edición de Milán 1811.) - 23 citada basílica de B u r g o s , porque creemos es el m o d e l o de alguna m u y importante, desaparecida, ó que se pensó c o n s truir. Efectivamente, los artistas españoles y extranjeros de los siglos X V y X V I antes de fundir una gran pieza de orfebrería y de repararla por m i n u c i o s o trabajo, solían hacer un m o d e l o de p l o m o ó de estaño, y c u a n d o este obtenía la aprobación del cliente, lo ejecutaban en plata, procedimiento que C e l l i n i r e c o m i e n d a , especialmente en los trozos fundidos, c o m o son las asas y cuellos de los jarrones. E s , pues, evidente, que el C a b i l d o de Burgos encargó la c o n s t r u c c i ó n de la alhaja, y que el artífice depositó el m o d e lo en la Catedral, ignorando nosotros si la fabricación definitiva t u v o lugar en realidad, perdiéndose más tarde la j o y a , ó si s o l o q u e d ó al estado de p r o y e c t o . L a s custodias más notables de estilo g ó t i c o que subsisten h o y en España son o n c e , á saber: la de V i c h , C ó r d o b a , T o l e d o , Barcelona, G e r o n a , C á d i z , S a h a g ú n , Salamanca, Z a m o ra, T o r o , y P a l m a de Mallorca, elevándose también á o n c e el n ú m e r o de las clásicas, siendo estas las de Santiago de G a l i c i a , A v i l a , V a l l a d o l i d , las dos de Sevilla, P a l e n c i a , A l a r c ó n , ( C u e n c a ) , S e g o v i a , Zaragoza, Jaén, y C á d i z , alhajas que d e s cribiremos s e g ú n la clasificación establecida antes. 24 n. CUSTODIAS GÓTICAS DE CASTILLA Y ANDALUCÍA. CUSTODIA DE TOLEDO. F u é mandada labrar en 1 5 1 7 por el Cardenal Jiménez d e C i s n e r o s , quien al efecto abrió c o n c u r s o p ú b l i c o . Entre los p r o y e c t o s presentados para su c o n s t r u c c i ó n , resultaron preferentes los de C o p i n , B o r g o ñ a y E n r i q u e A r f e , célebre platero alemán v e n i d o á España, y padre de la f a m i lia de artistas de este n o m b r e , establecida mas tarde en L e ó n . El cardenal adoptó los planos de A r f e , e n c o m e n d á n d o l e los trabajos, c u y a duración fué de o c h o años, trabajos en que tomaron parte los artífices españoles R u i z y L a i n e z , o c u p á n d o se este último de las piezas de o r o y pedrería, que s o n el ostensorio y la cruz del remate. D i c h a custodia tiene u n o s tres metros de altura, planta e x a g o n a l , y consta de tres cuerpos q u e descansan sobre u n h e r m o s o z ó c a l o , hallándose adornada por doscientas sesenta estatuas y gran n ú m e r o de pilares, arcos, cresterías, pináculos y contrafuertes, de la más exquisita delicadeza. F u é mandada dorar algún t i e m p o después de su c i ó n , y su peso total es de 1 9 2 k i l o g r a m o s . fabrica- 25 III. CUSTODIA DE CÓRDOBA, L a C u s t o d i a de la Catedral de C ó r d o b a fué labrada t a m bién por Enrique Arfe, con anterioridad á la de T o l e d o , esdecir, en 1 5 1 3 , siendo su disposición y estilo análogos al de esta, salvo pequeñas diferencias, especialmente en la figura central del s e g u n d o c u e r p o , en el remate, y en algunas estatuillas. E l z ó c a l o y pedestal, verdaderamente admirables, s o n sin duda los más h e r m o s o s que ha producido el cincel de E n rique Arfe, y m u y superiores á los de la custodia de T o l e d o . L a alhaja es de plata en blanco, por lo que á primera v i s ta parece de trabajo más fino que el de aquella, aunque en realidad ambos tengan la misma delicadeza. 4 26 IV. CUSTODIA DE ZAMORA. D e s p u é s de las custodias de T o l e d o y C ó r d o b a , que s o n las más importantes entre las de Castilla y A n d a l u c í a , p u e d e formarse u n s e g u n d o g r u p o c o m p u e s t o de cuatro ejemplares, en el q u e c o m p r e n d e r e m o s las de Z a m o r a , S a h a g ú n , S a l a m a n ­ ca y C á d i z . L a primera de ellas, la de Z a m o r a , se atribuye á E n r i q u e A r f e , pero es necesario d e s c o n o c e r las obras de este artífice para permitirse semejante afirmación. V u l g a r en su c o n j u n t o , vulgar en sus detalles, n o tiene u n s o l o m o t i v o que recuerde el g e n i o de su pretendido autor. Es de plata al natural, á e x c e p c i ó n de algunos trozos dora­ dos, y la pesadez primitiva de sus formas se manifiesta m á s por el c u e r p o inferior agregado c o n posterioridad. aún CUSTODIA DE SAHAGÚN. C o n s t r u y ó s e para el célebre c o n v e n t o de benedictinos, d e q u i e n la adquirió el A y u n t a m i e n t o de aquella ciudad en c a n tidad m u y reducida. S u arquitectura es en extremo elegante, y creemos c o n C e a n B e r m ú d e z fué labrada por Enrique Arfe, pareciéndonos enteramente errónea la inscripción "Joannes Arphe f. 1 4 4 1 " > grabada en dicha custodia m u c h o tiempo después de su fabric a c i ó n , pues ni Juan de Arfe había n a c i d o en dicha fecha, ni existe semejanza alguna entre el estilo de la j o y a y el de este artífice. Semejante inscripción, colocada en una alhaja clásica, pudiera tal v e z dar lugar á dudas, pero atribuirle al adversario del orden ojival, al propagador y al apóstol del renacimient o en España, una custodia gótica, es verdaderamente absurdo. 28 VI. CUSTODIA DE CÁDIZ. Esta alhaja denominada "El cogollo", es c o l o c a d a en la f e s tividad del C o r p u s , á m o d o de viril, dentro de la gran c u s todia, estilo del renacimiento, que posee también la ciudad de Cádiz. Consta de dos cuerpos de plata sobredorada, adornados d e estatuillas, cuerpos que descansan sobre un pedestal barroc o , agregado en época m u y posterior, hallándose terminada la alhaja por una pesada cruz de amatistas, de la misma fecha q u e el pedestal. Se dice fué regalada á la Catedral por D . A l o n s o el S a b i o , y el notable erudito é historiador S r . D . A d o l f o de C a s t r o , en su Manual del Viajero en Cádiz, confirma esta aseveración, de la que n o p o d e m o s participar. E n la reseña de las custodias notables españolas q u e publicamos en el n ú m e r o 8365 (5 de Junio 1890) del Diario de Cádiz, apuntábamos los m o t i v o s que nos inducen á separarnos d e esta opinión, y en respuesta á lo q u e sobre el particular nos replicó entonces el S r . de C a s t r o , en el periódico La Taima de Cádiz, d e b e m o s manifestar: i . ° Q u e si "el cogollo" fué regalado por D . A l o n s o el S a b i o , t u v o necesariamente que ser labrado en t i e m p o de dicho m o n a r c a , ó antes, y n o s a b e m o s se fabricase en España custodia alguna hasta el año de 1 4 1 2 , en que apareció la de V i c h , s e g ú n lo afirman los eminentes a r q u e ó l o g o s S r e s . G i n e r d e 2 9 los R í o s , el Barón Darvillier, y otros, q u e han tenido o c a s i ó n de estudiar ambas alhajas. L o r e p e t i m o s , ni se encuentra h o y e n nuestra nación custodia alguna anterior á la de V i c h , ni c r e e m o s pueda h a llarse t a m p o c o , y l o ocurrido en Madrid c o n el ostensorio encontrado en la iglesia de S a n Martín, el que á primera v i s ta se t u v o por la C u s t o d i a perdida de Juan de Arfe, pero q u e u n e x a m e n mas detenido demostró ser s o l o u n o de aquellos ostensorios de metal tan usuales en los c o m i e n z o s del renac i m i e n t o , debe servirnos de g o b i e r n o . 0 2. L a c o m p a r a c i ó n entre la custodia gaditana y las fabricadas por Enrique A r f e , especialmente la de S a h a g ú n , r e vela una m i s m a p r o c e d e n c i a , u n m i s m o autor, por más que las estatuas de la de C á d i z sean inferiores á las de aquella. 3. Y esto nos parece d e c i s i v o , las estatuillas que d e c o ran la alhaja gaditana n o están fundidas ni cinceladas, sino repujadas al martillo, exactamente c o m o lo ejecutaron varias v e c e s Enrique Arfe y sus discípulos, y c o m o se efectuaba en España durante el siglo X V , mientras que si dichas estatuillas hubiesen sido fabricadas antes ó en t i e m p o de A l o n s o X , el repujado estaría retocado y terminado al cincelillo, pues para terminar d i c h o repujado n o se e m p l e ó otro p r o c e d i m i e n t o durante la Edad M e d i a , ni en nuestro país, ni fuera de é l . 0 D i c e el S r . de C a s t r o , sería necesario comparar la j o y a en cuestión c o n otras producciones análogas de la é p o c a de D . A l o n s o el S a b i o ; — ¿ p e r o con cuál v a m o s á efectuarlo, si n o se encuentran custodias anteriores á 1 4 1 2 ? — p o r q u e si la c o m p a r a m o s c o n los ostensorios españoles ó alemanes del siglo X I I I , la diferencia es más c o m p l e t a a ú n . ¿ Q u é semejanza existe, en efecto, entre la arquitectura enteramente gótica del "cogollo", y la de esos ostensorios e n forma de santuario, de orden r o m á n i c o , donde el estilo ogival empieza á mostrarse tímidamente en las arcadas lobuladas de los grandes pináculos, arcadas formadas casi invariablemente por tres filas de a r q u i voltas y cresterías? 30 E n cuanto á la tradición q u e asegura fué donado el "cogollo" por el rey sabio, el S r . de Castro sabe m u y bien q u e las obras artísticas de E u r o p a entera están rodeadas de tradiciones fabulosas ó imaginarias, y cubiertas de inscripciones frecuentemente apócrifas, á que n o puede prestar crédito una crítica elevada que busca libremente la verdad, ó para hablar c o n más modestia, lo q u e cree ser la expresión de la v e r d a d , p r e o c u p á n d o s e s o l o de las c o n d i c i o n e s materiales del o b j e t o q u e estudia, apoyadas en d o c u m e n t o s incontestables. Q u e el conquistador de C á d i z regalase á la basílica n u merosas alhajas y entre ellas un ostensorio, l o c r e e m o s sin vacilar, pero que este sea la custodia gótica que h o y p o s e e la Catedral, eso es lo que n o admitimos tan fácilmente. N o falta quien asegure que la j o y a primitiva fué sustraída por los ingleses, juntamente c o n otras, durante el saqueo de C á d i z , y q u e alguna corporación ó persona, e n c a r g ó , á raiz del s u c e s o , la fabricación de la actual custodia, alhaja q u e más tarde sufrió las reformas consabidas. Suposiciones s o n estas que no nos toca profundizar, l i m i tándonos á consignar el resultado de nuestras observaciones, apoyadas en los juicios de a r q u e ó l o g o s d i s t i n g u i d o s . — N o obst inte, diremos, que para dilucidar c o n exactitud esta cuestión d¿ origen, existen dos m e d i o s ; — u n o i n m e d i a t o , pero d u d o s o ; — o t r o más l e n t o , a u n q u e seguro y positivo. El primero es el e n s a y o de la plata c o n q u e está labrada la custodia, pues sabido es, q u e durante el siglo X I I I , ni E s paña ni A l e m a n i a se distinguieron habitualmente por la p u r e za de los metales empleados en la fabricación de alhajas, mientras que Francia é Inglaterra n o tenían rival en E u r o p a , la primera por la excelente calidad de su o r o , y la s e g u n d a por la de su plata. N o ofreciendo el oro fino de 2 4 quilates, á causa de su excesiva ductilidad, bastante solidez c u a n d o se p o n e en obra, hay que c o m b i n a r l o c o n cierta cantidad de l i g a , c u y o m í n i m u m es en orfebrería de u n n o v e n o de q u i - late ó aun m a y o r , si se trata de ejecutar objetos de gran t a m a ñ o , y durante la Edad M e d i a se adoptó generalmente en dichos paises la ley de 20 quilates, c o m o tipo del oro para las alhajas, fijándose el de la plata en p r o p o r c i ó n . En España no se pasó del de 1 8 , siendo variable y m u c h a s v e c e s desproporcionado el de la plata, pero una alhaja regia, c u a l la que nos o c u p a , debió fabricarse c o n una ley tan alta c o m o la del sterling inglés, (el estelin, que se decía en castel l a n o ) , y si el ensayo revela calidad superior á la que m o s se empleaba generalmente en nuestro país sabe- durante el siglo X I I I , en las alhajas de plata, sería un indicio de que la j o y a pertenece á dicha é p o c a . P e r o lo repetimos, el procedimiento es v a g o é incierto, y podría llevarnos á congeturas de otro g é n e r o . El único m e d i o q u e puede aclarar la verdad, es revisar los d o c u m e n t o s que c o m p o n í a n el antiguo archivo del A y u n t a m i e n t o de C á d i z , documentos que se encuentran en el M u s e o Británico, de L o n d r e s , y en la Biblioteca de la Universidad de O x f o r d , ( 1 ) p o r q u e en ellos aparecerán perfectamente descritas las j o y a s q u e regaló D . A l f o n s o . Sería inútil esperar que la Inglaterra devolviese esos d o c u m e n t o s , pero siendo del d o m i n i o público la obtención de c o pias, y encontrándose en L o n d r e s , c o m o en todas las grandes capitales, personas m u y versadas en la transcripción nuscritos, mediante una retribución insignificante, de m a creemos podrían hacerse copiar, y nadie mejor que el S r . de Castro para inducir á las autoridades populares y á las sociedades científicas, á efectuarlo, dedicando á ello la pequeñísima s u m a necesaria. Q u e el autor del "Buscapié" y de la "Historia de los Judíos " e l e v e su autorizada v o z en favor de una idea que aclararía n o (1) Dichos documentos fueron sustraídos por los ingleses en 1596» después de saquear la Ciudad. 32 s o l o esta, sino otras y más importantes dudas históricas de la ciudad de C á d i z , y c r e e m o s q u e dichas corporaciones accede­ rían á la invitación del sabio bibliófilo, c u y a s obras son c o n ­ sultadas c o n respeto, en nuestro país y en el extranjero. 33 vn. CUSTODIAS DE SALAMANCA Y DE TORO. L a Custodia de S a l a m a n c a , casi toda dorada y de un m e ­ tro de altura, ofrece tanto interés para el estudio de la transi­ c i ó n del estilo g ó t i c o al clásico en la Península, que sobre ella llamamos la atención de las personas competentes, por más que estas n o necesiten de nosotros para apreciar s e m e ­ jante transformación, la que ciertamente no pretendemos e x ­ plicar en estas ligeras páginas, limitándonos á consignar el carácter de sus cuatro c u e r p o s . E n los tres primeros y especial­ m e n t e en las estatuas recubiertas de doseletes que decoran al superior, se observan las formas gótico-flamencas, mientras que el inferior adornado de c o l u m n a s y medallones, es e n t e ­ ramente clásico. Bajo este punto de vista aun todavía nos parece más nota­ ble la Custodia de la colegiata de T o r o , de plata al natural, labrada en 1 5 3 8 , por el artífice Juan G a y o . 34 vm. CUSTODIAS GÓTICAS DE C A T A L U Ñ A Y PALMA DE C U S T O D I A DE MALLORCA. B A R C E L O N A . C o n s t a de un pedestal de plata dorada, n o m u y bello p o r c i e r t o , sobre el q u e descansa un templete g ó t i c o (de o r o ) , de dos cuerpos, terminado por una aguja en forma de C r u z . C u a t r o querubines c o n las cabezas esmaltadas y las alas de d i a mantes, adornan el templete, así c o m o gran n ú m e r o de alhajas antiguas, de estilo italiano, entre ellas el collar del T o i s ó n de Carlos V , en el q u e deben admirarse u n o s bellos esmaltes traslúcidos. D i c h a j o y a , (privada h o y de la correspondiente i n signia), que algunos atribuyen, infundadamente, á B e n v e n u t o Cellini, parece fué usada por el emperador al celebrar en la Catedral de Barcelona el capítulo general de la O r d e n del T o i s ó n , el 5 de E n e r o de 1 5 1 9 , c e r e m o n i a á q u e asistieron los reyes de Dinamarca y P o l o n i a y gran n ú m e r o de nobles españoles y a l e m a n e s . M u c h a s alhajas modernas aumentan la r i q u e za material de la citada C u s t o d i a , la cual se halla c o l o c a d a s o bre un magnífico trono g ó t i c o del siglo X V , de plata s o b r e d o rada, de c u y o espaldar parten dos varas m o d e r n a s , sosteniendo dos coronas g ó t i c a s , de gran mérito artístico. Para conducirla en procesión se le han agregado unas andas, que a u n q u e n o enteramente privadas de interés, están lejos de ofrecer el de la C u s t o d i a . 35 IX. C U S T O D I A DE G E R O N A . Esta alhaja fabricada en el siglo X V , por el artista catalán A r t a u , es de planta prolongada y de forma m u y esbelta, aunque no tanto c o m o la de Barcelona, c o m p o n i é n d o s e a s i m i s m o de dos cuerpos, sobre un pié figurando c o l u m n a . E n cada u n o de d i c h o s cuerpos, que son de o r o , adornados de piedras preciosas, lleva seis estatuillas c o n las cabezas y manos pintadas, y en el interior del primero, dos ángeles igualmente pintados, y en actitud de adorar la Hostia consagrada, colocada en u n ostensorio. ¡Lástima que tan bella obra medieval haya pasado por m a n o s reformistas, sufriendo recientemente la adición d e unas horribles borlas de o r o y pedrería! 36 X. C U S T O D I A D E V I C H . S e g ú n h e m o s manifestado anteriormente, esta Custodia fué regalada por el c a n ó n i g o D e s p u j o l en el año de 1 4 1 3 , y los a r q u e ó l o g o s la consideran c o m o la más antigua de España. E s d e plata dorada, y de disposición análoga á las anteriores, pero de un s o l o c u e r p o , adornado por las estatuas de S a n P e dro y San P a b l o , bajo doseletes, de los q u e parten arbotantes sosteniendo una aguja terminada en cruz. XI. CUSTODIA DE PALMA DE MALLORCA. N o h e m o s tenido ocasión de v e r esta C u s t o d i a , pero p o r la fotografía y los datos adquiridos, sabemos pertenece al orden de las precedentes, hallándose colocada sobre un m o d e r n o pedestal g ó t i c o , sin q u e la decore ninguna estatua. CUSTODIAS CLÁSICAS Ó DEL RENACIMIENTO. CUSTODIA DE S A N T I A G O DE GALICIA. Es de plata dorada y obra de A n t o n i o Arfe. S u altura se eleva á metro y m e d i o , componiéndose de cuatro cuerpos a p o y a d o s en c o l u m n a s y estatuas. E n el primero de dichos cuerpos se halla el ostensorio sos­ tenido p o r un á n g e l , y en los restantes lleva las imágenes del apóstol S a n t i a g o , la del B u e n Pastor y el libro de los Siete Sellos. S u remate era una cruz, h o y desaparecida, la que debería sustituirse por otra análoga, pues las flores con que se quiere cubrir esta falta, al conducirla procesionalmente, n o producen e l mejor efecto. 38 xm. C U S T O D I A DE Á V I L A . Esta custodia, labrada por Juan de A r f e , es de unos dos m e ­ tros de altura. S o b r e u n z ó c a l o ó base a l g o exagerada, álzanse seis cuerpos alternativamente cilindricos y e x a g o n a l e s , de di­ versos caracteres. Bajo el p r i m e r o , que es j ó n i c o , se e n c u e n ­ tra representado el sacrificio de A b r a h a m ; el s e g u n d o , de o r ­ den corintio, contiene el viril; el tercero: de estilo c o m p u e s t o , lleva la Transfiguración; en el cuarto, la A s u n c i ó n de la V i r ­ g e n ; del quinto pende una campana, y el último es una l i n ­ terna terminada en c r u z . Las formas de esta alhaja son indudablemente m u y e l e g a n ­ tes, siendo de notarse la profusión de sus relieves, n o o b s ­ tante la sobriedad decorativa de Juan de A r f e , y las pirámides terminadas por esferas, q u e este emplea para reemplazar á los pináculos usados en el estilo g ó t i c o , variación nada feliz por cierto. 39 XIV. C U S T O D I A DE V A L L A D O L I D . E s obra también de Juan de Arfe, y enteramente análoga á la de Avila, aunque menos esbelta, constando solo de cuatro cuerpos ó templetes, que contienen respectivamente, un grupo escultórico representando á Adán y Eva, el viril y la Concep­ ción, terminando la rotonda del último por una pirámide con una esfera, sobre la que se halla una cruz. 4 o XV. C U S T O D I A DE S E V I L L A . D e todas las custodias fabricadas por Juan de Arfe, la más notable es la de la Catedral de Sevilla, obra que p r o m o v i ó serios altercados entre los individuos de su C a p í t u l o , por pre­ tender algunos de ellos se fundiese la que poseían, mientras otros deseaban su c o n s e r v a c i ó n . Desgraciadamente triunfaron los primeros, deshaciéndose la importante j o y a de los h e r m a ­ nos A l e m á n . Después abrióse c o n c u r s o al que concurrieron los más hábiles artífices, entre ellos Francisco M e r i n o , c u y o s pla­ nos estuvieron á punto de ser preferidos á los de Arfe, y esto dio origen á nuevas disensiones, que al fin terminaron por e n ­ cargársele á Arfe la construcción, y concedérsele á M e r i n o una recompensa de 900 á 1000 d u c a d o s . Varias veces h e m o s tenido ocasión de examinar dicha obra, sin duda m u y digna de e l o g i o s , aunque no tan excesivos c o m o los que el m i s m o autor le tributa en sus escritos. T i e n e cuatro varas de altura y el enorme peso de 435 á 440 kilogramos, constando de cuatro cuerpos cilindricos. El primero está rodeado de estatuillas y coronado por una balaus­ trada, sobre c u y o s contrafuertes correspondientes á las c o ­ lumnas jónicas que lo soportan, presenta doce figuras de á n g e ­ les, en reemplazo de las primitivas de A r f e , que indudable­ mente debieron ser superiores, habiéndose cambiado también la estatua de la F é colocada por el autor en dicho primer cuer­ p o , por otra de la C o n c e p c i ó n , obra de S e g u r a , de m u y escaso 4i g u s t o . E l s e g u n d o cuerpo es de orden corintio, y lleva las i m á genes y atributos de los cuatros evangelistas, entre los c u a l e s se eleva el ostensorio. En el tercero, de orden c o m p u e s t o , véese el C o r d e r o Pascual, y en el último, también c o m p u e s t o , la Santísima T r i n i d a d . Este último cuerpo está cerrado por una cúpula terminada en una linterna y sobre ella la estatua d e la F é , de tan exageradas proporciones, que ahoga c o n su tamaño toda la gracia del trazado. E n lugar de esta figura había puesto Arfe una cruz, pero el afán desmedido de las reformas, ó más bien el deseo de que la Custodia llevase igual remate q u e el que ostenta la Giralda, motivaron el c a m b i o . Y a h e m o s m a nifestado lo que perjudica á la primera;—en cuanto á la v e l e ta llamada vulgarmente El Giraldillo, que corona á la célebre torre, agregaremos aunque la digresión no haga al caso, que existe un anacronismo evidente entre su simbolismo y su aplicac i ó n , porque representar un sentimiento inmutable, la F é , por una figura de mujer y destinarla á servir de veleta, es verdaderamente p o c o e x a c t o , ( i ) E n la iglesia del Salvador, de Sevilla, se encuentra también otra Custodia, estilo del renacimiento, que á primera vista n o s ha parecido bastante notable, pero no habiendo tenido ocasión de estudiarla, excusamos hablar de ella. ( i ) El sabio bibliófilo Excmo. Sr. Marqués de Jerez de los Caballeros, ha publicado acerca de esta Custodia una curiosa descripción, á la que remitimos al lector. 42 XVI. CUSTODIA DE SEGOVIA. El Cabildo de S e g o v i a , deseando poseer también una c u s ­ todia, encargó su fabricación á Juan de A r f e , mas n o sabemos por qué causa este artista n o llegó á efectuarla, verificándolo e n su lugar el platero de T o l e d o , Rafael G o n z á l e z , en verdad de una manera desacertada. C o n s t a de dos cuerpos pobremente adornados, c o r o n a d o s por una cúpula atestada interiormente de campanillas, siendo m u y insignificante la estatuaria, y de p o c o gusto el viril, q u e ofrece la forma del A v e Mística. 43 XVII. CUSTODIA DE CUENCA. E n l.i parroquia de San Juan de A l a r c ó n ( C u e n c a ) , se conserva una interesante custodia labrada por Cristóbal B e cerril. D e s c o n o c e m o s dicha alhaja, mas por los informes adqui­ ridos sabemos tiene tres cuerpos, terminados en una cúpula sostenida por quimeras. L o s dos primeros son de planta c u a ­ drada, corintio y j ó n i c o , respectivamente, ofreciendo el d e c o ­ rado un conjunto rico y a r m ó n i c o . 44 xvra. C U S T O D I A DE P A L E N C I A . Es una obra m u y notable de Juan de B e n a v e n t e , presen­ tando tres caracteres distintos, unidos c o n un acierto y una gracia, que pudieran servir de m o d e l o á n o pocas p r o d u c c i o ­ nes del g é n e r o . Las líneas generales s o n indudablemente g r e c o - r o m a n a s ; los dos templetes c o n t e n i e n d o u n o el ostensorio y otro la fi­ g u r a del patrón de la ciudad, pertenecen al orden corintio, en tanto que las estatuas ofrecen m u c h o s rasgos de aquel a d m i ­ rable estilo g ó t i c o e m p l e a d o por el primero de los Arfes. S e n t i m o s no tener los m i s m o s elogios para la cúpula abier­ ta y la linterna rematada en pirámide, porque á nuestro j u i ­ c i o perjudican á la c o m p o s i c i ó n . XIX. CUSTODIA DE ZARAGOZA. L a custodia de la iglesia del Salvador de Zaragoza (la j o y a tal v e z más suntuosa en su clase que posee España), fué l a brada por P e d r o L a m a i s o n , ( 1 5 3 5 á 3 7 ) c o m p o n i é n d o s e de cuatro cuerpos c o l o c a d o s sobre un z ó c a l o agregado á fines del siglo pasado, terminándose dichos cuerpos en un remate p r o longado. L o s dos primeros y sus contrafuertes s o n demasiado anchos en relación á los s e g u n d o s , defecto que perjudica á la elegancia de la alhaja, lo m i s m o que la excesiva profusión de fragmentos decorativos de todo g é n e r o , pues si bien ofrecen maravillas de primor, recargan aun más el conjunto, y hacen q u e la vista recorra c o n agrado, pero sin predilección, todas las diversas partes de la obra. 4 6 XX. C U S T O D I A DE J A É N . Mientras L a m a i s o n construía la antedicha custodia, el artí­ fice Juan R u i z terminaba la de Jaén, también en el estilo del primer r e n a c i m i e n t o . T i e n e dos metros de altura distribuidos en seis cuerpos, y n o desmerece en esplendidez de la de Z a r a g o z a , aventajándo­ la en c o r r e c c i ó n de líneas, a u n q u e es lástima se halle, c o m o aquella, recargada de adornos. 47 XXI. C U S T O D I A DE C Á D I Z . Es de plata en b l a n c o , y fué construida por S u á r e z , ( 1 6 4 8 6 4 ) ofreciendo la circunstancia de ser la de m a y o r altura d e todas las de España, pues e x c e d e de cuatro m e t r o s . S o b r e un basamento e x a g o n a l se alzan tres c u e r p o s , ( c u a drado el primero, y e x á g o n o s los otros dos,) terminados por una cúpula cerrada, c u y o remate es la estatua de la F é . E n el primero de dichos cuerpos se c o l o c a el ostensorio, ( 1 ) en el s e g u n d o h a y una figura representando al S e ñ o r resucitado, y e n el tercero una c r u z . E l año 1698 fué modificada p o r el artista italiano C i e n t o lini, quien tal v e z fabricó los cuatro grandes faroles del carro, pero n o este, labrado en 1 7 4 0 por Juan Pastor, y enteramente churrigueresco. Hablando de esta custodia, dice el S r . de C a s t r o , en su Manual del Viagero en Cádiz'. " E n 1648 el A y u n t a m i e n t o acordó construir una gran c u s todia, encargándole la obra al platero A n t o n i o S u á r e z , q u e siguiendo el gusto extraviado de su época se apartó de los preceptos del insigne Juan de A r f e ; " — y manifestando nosotros ( 2 ) q u e el último c o n c e p t o n o s parece e r r ó n e o , pues si S u á r e z se (1) Ya hemos dicho que la custodia gótica que posee la Catedral sirve habitualmente de ostensorio en la festividad del Corpus. (2) E n nuestro citado artículo publicado en el n.° 8.365 del Diario de Cádiz. 4 8 separó de los ejemplos de Arfe n o fué, para seguir el gusto extraviado de su é p o c a , toda v e z que la custodia presenta en su estructura y ornamentación el. estilo del renacimiento afi­ ligranado, nos contesta el m e n c i o n a d o Sr. que la obra salió de m a n o s de S u á r e z llena de defectos, y que el A y u n t a m i e n ­ to h u b o de hacerlos corregir. Ignorábamos esta circunstancia, que en el fondo n o d e s ­ truye nuestra afirmación, pues lo cierto es que si Suárez n o supo lo que se h i z o , el artífice ó los artífices que la reforma­ ron e n m e n d a r o n tan acertadamente dichos errores, que la alha­ ja está lejos de ofrecerlos, presentando al contrario, queda d i c h o , t o d o el estilo del renacimiento como afiligranado. Q u e la Municipalidad encontrase defectos en la obra pri­ mitiva de Suárez (aun en los trozos d o n d e n o los h u b i e r a ) , cosa frecuente h a sido siempre que un trabajo artístico se ha sometido á la aprobación de C o r p o r a c i o n e s p o c o c o m p e t e n ­ tes, y las absurdas modificaciones sufridas por nuestras más hermosas custodias s o n buena prueba de e l l o ; por lo d e m á s sería c u r i o s o comparar los planos de S u á r e z (si aun se c o n ­ servan en el archivo municipal) c o n la alhaja en su estado ac­ tual, pues v e r í a m o s hasta qué punto acertó ó se e q u i v o c ó el M u n i c i p i o , quien y a que efectuó reformas en la alhaja d e b i ó también hacer suprimir las ridiculas campanillas que tanto la afean. En nuestra o p i n i ó n , el defecto principal de la custodia c o n ­ siste en sus tres c u e r p o s , tan estrechos é iguales entre s í , q u e casi parecen todos del m i s m o diámetro, defecto excusable hasta cierto p u n t o , si se atiende al ingrato m o d e l o que se dice tuvo que copiar el artista, ( i ) FIN. (i) La antigua torre de la Casa Capitular. ÍNDICE. Páginas. Dedicatoria Preliminares . Custodias notables de España.— Su origen y clasificación Custodia de Toledo Id. de Córdoba Id. de Zamora . . Id. de Sahagún Id. de Cádiz Id. de Salamanca y de T o r o Id. de Barcelona Id. de Gerona Id. de Vich Id de Palma de Mallorca Id. de Santiago de Galicia Id. de Avila Id. de Valladolid Id. de Sevilla Id. de Scgovia Id. de Cuenca Id. de Palencia Id. de Zaragoza Id. de Jaén Id. de Cádiz (clásica) 5 7 I* 24 25 26 27 28 33 34 35 36 36 37 38 39 40 42 43 44 45 46 47