Edición de Madrid. Madrid.—Miércoles 16 de Noviembre de 1864

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EL
Edición de Madrid.
MADRID.—16 rs. al iaes en la Eedaccion, Administracion^'demas oficinas del periódico, establecidas en la calle de Tiagineros
Prado), 20, cuarto bajo.—También se suscribe en las librerías de
Baylly Ballliere, plazuela del Príncipe Alfonso, 16; Cuesta, calle des
Carretas, 9; López, eaUcdel Carmen, 29; Duran, Carrera de San
Grerónimo, y en todas las demás principales librerías de esta corte.
Madrid.—Miércoles 16 de Noviembre de 1864.
Nuevas bases de la suserieion (semejantes á las de otros periódicos de las mismas dimensiones que se publican en esta corte).—^Estranjero y Antillas, 70 rs. por trimestre: Filipinas y América del Sur^
90 rs. franco de porte.—Provincias, dirigiendo libranzas, un mes
19 rs., tres, 50 y por comisionado 55 rs. trimestre.—Comunicados á
precios convencionales.—Se reciben anuncios en esta Administración.
ciones, habían sido puestas en grave peligro por
un gobierno egoísta é insaciable, y era preciso sus16 DB NOVÍBMBBE.
tituirlo en bien del pais, por otro que emprenDsbeiiH^ estar ráuy satisfechos: el vicalvarismo diera una maícha conciliadora y tolerante en arha des^gado toda su artillería contra EL Co^TEM- monía con las modernas necesidades públicas;
pQWi^iBO» la gum-dia negra del general Ó'DonnelI ¿pero qué les importaba á los vicalvaristas la limi»í:éespl^piáo en guerrilla obedeciendo tal vez bertad, las instituciones y el pais, si nada de esto
l3sté»tec« d^s su amó y seítor, y sin i-éparárén lo era cosa fungible?
inoffflisivo de sus proyectiles se propone vengar en
Es imposible que lleguen jamás á comjprender
nosotros el descalabro sufrido en la jornada que ha que es mas honroso prestar en el seno deunacomihecho contra el ministerio con ian menguada' for- sicm parlamentaria el auxilio que demanda un gatuna.
binete, que alcanzar una impetrada posición ofiLes hemos presentado la campaña en el caisfK) cial.
de la razonada discusión^ les hemos teíadrido á
Gomo su alma no siente jamás la necesidad poque probasen lo contrario délos hechos que afir- lítica, es empresa demasiado ardua hacerles entenmábamos y se han declarado en una vergonzosa der cómo se puede apoyar á los mismos hombres
derrota, nos han visto triturar sus groseras ca- á quienes se ha combatido, á quienes únicamenlumnias, y ya sudorosos, fatigados, contenien- te se deben persecuciones, de quienes nada se esdo por momentos la respiración, vuelven la vis- pera en el terreno de la conveniencia personal, si
ta atrás para graduar por nuestros movimien- realizan en el poder las ideas políticas por las cuatos el paso de su precipitada carrera, en la cual no les se clamó uno y otro día.
pueden hacer otra cosa que sembrar el dicterio
Los vicalvaristas no preguntarán nunca qué hacontra el vencedor, ya que no pueden ocultar á
ce el gobierno, sino á quién coloca y á quién selos ojos del país su desdichada suerte.
para, pasando con estas prefraisas á la oposición ó
¡Triste papel es por cierto el que siempre toca
al ministerialismo; su catecismo político es la Guia
en suerte al vicalvarismo!
de forasteros.
Necesitó de una humillante traición para alcan¿Podrán, pues, sacar los colores ülrostto de EL
zar el poder en mil ochocientos cincuenta y seis;
CONTEMPORÁNEO los que de tal manera se han conftié necesaria una deslealtad política para que sa
ducido?
Volviera á encaramar en él sobre las ruinas del
Seguramente que no. Et CONTEMPORÁNEO senministerio Isturiz; tuvo quo pisotear las leyes para
tiría calor en la mejilla si pudieran recordársele
mantenerse cinco años en el poder, dejando su san- ciertos actos que otros han ejecutado, no tiene cogrienta y repugnante huella en Baracaldo, Loja y mo ellos esa cara friá é impasible, cuya rigidez
San Carlos de la Rápita; quiso arrastrar en pos de solo tiene comparación con el cadáver de su consi á venerandas instituciones inspirando la última ciencia.
hora de La Correspondencia; consumió en locas
Si, lo decimos con orgullo á El Eco del Pais;
empresas y arriesgadas aventuras raudales de pla- todavía se nos suben los colores-al rostro al ver
ta y arroyos de sangre generosa; tuvo que aga- cuantos personajes hay que se agitan en el campo
zaparse en las regiones oficiales para herir por la de nuestra política y tienen hecha la faz á prueba
espalda al ministerio Miraflores, dando un inusita- de recuerdos. No hace mucho tiempo que al leer
do ejemplo de inmoralidad política; guardó en su
en la Gaceta lá supresión de la comisaría regia de
alma el rencor por los actos de nobleza ejecutados Filipinas nos acordamos del año de mil ochocienpor homb^-es saUdos de su seno y minó sordamente tos cincuenta y seis, de la ciudad de Valladolid y
con anónimas epístolas la existencia del gabinete de un capitán general que á todo y de todo se sonMon-Gánovas, y al observar que después de tanta
ríe, y sentimos rubor por haber nacido en la époperfidia, de tanta deslealtad, solo ha encontrado
ca oportuna para ser espectadores de ciertos actos.
un amargo desengaño, se revuelve airado querien. Pero nos formalizamos con El Eco del Pais.
do emapañar con su impuro aliento reputaciones
El nos contestará yo soy .inocente... pero no
intachables.
nos contestará soy inocente, sino soy cualquier
iCómo, por qué podríais sacar jamás los colo- otra cosa, porque á El Eco nada le írritia tanto
res al rostro á EL CONTEMPORÁNEO?
como parecer inocente.
¿Dónde, cuándo, en qué ocasión habéis lucha¡Es mucha la travesura de El Eco del Pais!
do con la nobleza, con la hidalguía, con la rectiPor lo demás, nos enorgullecemos de ver hoy á
tud de npestros hombres?
toda la guardia negra arrojando sobre nosotros una
¿En qué época, en qué ocasión, en qué momen- nube de cargos y de diatrívás.
to de vuestra vida pública habéis apoyado con lealCuando la guardia negra censura, es indudable
tad y desinterés á una situación?
que aplaude el pais y aprueban todos lusique tieHablen por nosotros ésos hombres distinguidos
nen rectitud política, la conducta que constanteqile no pudieron permanecer á vuestro lado, vienmente hemos observado.
do los unos postergada su elocuencia parlamentaria, sus servicios á la causa constitucional, á los
El Diario Español persiste en el cómodo sisteridículos chistes de un resellado; observando los
ma de insultar al por mayor y en globo á los homotros que su saber, su talento se posponía á cierto
bres de nuestro partido, negándose á entrar en
género de afecciones personales; considerando todos discusión razonada sobre sus falsas aseveiraciones
la profunda inmoralidad que envolvía el hacer de en el terreno en que podríamos pulverizar- sus caun salón de tertulia el palenque donde se adjudi- lumnias. En su inmenso arsenal de ímpnoperíos,
caban las distinciones, los altos puestos del Es- de injurias é insinuaciones venenosas, no pudo entado.
contrar otras armas para herir al actual ministro
Los que no han leido mas hbro que el presu- de Hacienda, mas que la desfigurada relación del
empréstito Mires. ¡El Diario Español, tan original
puesto, los que no han tenido otra aspiración que
y fecundo en este reprobado género de latiques!
conservar por mucho tiempo su destino, no pueden comprender cómo ha podido existir una frac- Pero cuando le saUmos al encuentro, cmando le
retamos á discutir ese punto, piedra angullar sobre
ción que con sus representantes en la prensa apoque descansaba el artificioso edificio de sus acuyaran á determinados gabinetes, sin mas objeto
que sacar á la política del estado de abatimiento saciones, se retira humillado, corrido, y en su despecho deja ver á las claras el móvil á que obedeá que la había reducido aquel corruptor sistema
cía al hilvanar esos infamadores libelos á que daba
que todo lo compraba, que todo lo vendía para
el nombre de artículos biográficos.
matar por completo el sentimiento político.
Ya lo vé el pais, ya lo ven nuestros coltegas toLa causa de la libertad, la causa de las institu-
dos. El Diario Español confiesa que se ha llevado
un solemne chasco al no encontrar en nuestras columnas un artículo que hiciese pareja con el dedicado al señor Barzanallana; esperaba ansioso, y
él mismo lo dice, un escrito lleno de improperios
y de insultos, y sintió no hallarle, y quiere, y pide, y casi suplica que le demos gusto escribiéndolo. El Diario Español tiene necesidad de escándalos, tiene necesidad de que la atmósfera de la prensa se llene de miasmas pútridos para poder respirar á sus anchas un ambiente agradable.
Ya nosotros habíamos llamado la atención sobre esta especial táctica, pero nos importaba que
no quedase á nadie el menor género de duda acerca
del deliberado propósito con que se nos quería hacer ir á tan deplorable terreno, y El Diario Español nos escusa las demostraciones confesándolo
con una ingenuidad que pasma y escandaliza. Sentado esto, vamos á decirle el por qué hasta ahora
no hemos podido darle gusto.
En primer término, aun ministro de Hacienda,
d^ando á un lado el hombre político, no se le
puede discutir en rigor sinjl bajo dos puntos de
vista: el de su aptitud para ^ cargo que desempeña, y el de su moralidad. §4 aptitud debe discutirse científicamente, y en e|*e terreno nos hallábamos, y nos hallamos dispuestos á seguir á El Diario Español, poniendo en fíente administración y
administración, hombre y J^ombre. Respecto á la
moralidad, el negocio es mas arduo. En un periódico puede el escritor dignamente discutir la moralidad política de un gabinete, de un ministro
cualquiera, pero en las cuestiones de Hacienda la
inmoralidad tiene tantos pantos de contacto con
otra cosa, que tiene un nombre muy duro, que una
vez adquirido el conocimiento de su lalta, ó puesta
en duda, mas es negocio ,dal fiscd y de los tribunales que déla prensa periódica. Ahora bien; ¿que
El Diario Español se haya familiarizado con los tribunales y haya aprendido, merced al escandaloso
patronato de su prohombres, á no temerle á sus
consecuencias, es una razón para que nos suceda
lo mismo á nosotros, que á Dios gracias no hemos
sido condenados nunca por cierto género de ataques?
Esta es nuestra opinión acerca del asunto, generalizándolo y haciéndolo comprensivo á todas las
situaciones y á todos los ministros que han manejado la Hacienda. Ahora, vengamos á particularizarnos con el señor Salaverría.
,
En un gabinete al que no nos acercamos, sino
que merced á las circunstancias políticas se encontró junto á nosotros, estuvimos momentáneamente al ¡ado del antiguo ministro de Hacienda
de la unión Uberal. Predicábanse por aquel entonces, y predicábanlas los mismos que hoy rompen contra nosotros sus fuegos, ideas de conciliación y tolerancia, y EL CONTEMPORÁNEO, mas deseoso de ver realizada su política que de ver en el
poder á sus hombres, apoyó á los que la realizaban desinteresadamente, entiéndase esto bien, desinteresadamente. Entre estos hombres, estaba el
señor Salaverría. Lo que acerca de este personaje
político hemos escrito, escrito está; y eisto no lo decimos ahora, pues teníamos la suficiente rectitud
para proclamarlo así, al mismo tiempo que prestábamos leal apoyo á la situación de que formaba parte. En aras de la conciliación, en ara» de
la tolerancia, habíamos hecho voto de no volver la
vista atrás, juzgando á los hombres, no por lo que
hicieron, sino por lo que hiciesen. Un sentimiento de caballerosidad, en nosotros nunca desmentido, nos impone hoy el deber de seguir para con
aquellos hombres que respondieron al llamamiento patriótico de la conciliación, la misma línea
de conducta que hasta aquí hemos venido siguiendo. No ha de decirse que solo han hallado eco en nosotros esas ideas cuando estaban en
el poder los que las proclamaban, y que al ver-
los caídos, volvemos á resucitar los antiguos agravios.
El Diario Español no comprenderá acaso el
alto sentimiento de dignidad que nOs inspira esta conducta; comprendemos que no lo comprenda, y lo sentimos por él.
Sin embargo, antes de concluir réstanos hacer
una postrera declaración. Las frases en que El
Diario Epañol hace constar su sentimiento por no
haber visto en nuestras columnas un artículo que
hiciese pareja al del señor Barzanallana, pudieran
ser objeto de interpretaciones, muy particularmente hoy que detrás de cada palabra lee la malicia una acusación encubierta. EL CONTEMPORÁNEO,
que no se encuentra hgado ni al señor Salaverría
ni á nadie por el lazo de esos recónditos favores
que suelen hacer oblig ado el silencio, apela á El
Diario Español, apela á todos los que mas ó menosr
directamente se hallaban ligados á aquella situación, para que digan cuanto sepan sobre nuestro ministerialismo, para que espliquen de otro modo que como la hemos esplicado nuestra conducta , porque de no hacerlo así, y siguiendo por el camino que han emprendido, impulsados por una
fatal necesidad, tendríamos que ser duros, agresivos, provocadores, con el solo objeto de probar
que nada tememos , que ninguna consideración
que no sea levantada y digna puede sellar imestros labios en la ocasión presente.
Nuestra honra política es nuestro único y nuestro mas preciado patrimonio; y aun cuando para
disipar la mas leve duda que pudiera empañarla
tuviéramos que hacer un doloroso sacrificio, lo
haríamos siu vacilar después de haber protestado una vez mas, como protestamos ahora, contra
este género de escandalosos ataques.
rarse era tan singular, que Evaristo la siguió un
rato con la vista.
—¡Qué atractivo tiene! dijo para sí. Suffo cuanMADEMOISELLE DU ROSIER.
do la veo, no puedo menos de amarla.
Al dia siguiente anunció Evaristo á Mlle. du RoPOK
sier que iba á emprender un largo viaje, pareciénAMBDBB ACHARD.
dole inútil su presencia en unas fiestas cuyos prepativos ya habia visto.
Evaristo permaneció en la quinta hasta el fin del
mes. Nunca Mlle. du Rosier le habia parecido tan
—Bien está, dijo ella; pero prometedme quie, sepáis
tierna ni tan encantadora. Parecía quererse con- lo que sepáis, y en cualesquiera circunstamcias que
solar del mal que le habla causado.
os encontréis, vendréis al momento que yo os llame. Me dice el corazón que os he de necesitar.
Los dias de Mad. de Fougerollés se celebraban á
prjmeros de junio.
—Dios lo quiera, respondió Evaristo, y se sepaMlle. du Rosiér, que no consultaba mas que con- raron.
sigo misma, en todo lo que sé referia al gobierno
Ella subió al balcón para verle njientras bajaba
dé la casa, decidió que esta fiesta se celebrase con la cuesta, al pió de la cual estaba el carmino. Le
cierta solemnidad; Esto lisonjeaba la vanidad de la parecía que con él se iba la sombra de su jiuventud.
baronesa, asi que accedió á lo que quería su sobri- Una angustia inesplicable embargaba su corazón.
na, recomendándola solamente que no hiciera algu- Los pasados dias iban cruzando por su imaginación,
na locura. En la lista de los convidados estaba en y estuvo á punto de gritarle para que volviiera; peprimer término el nombre de M. de Mauvezin, á pe- ro al doblar la senda desapareció entre loss árboles.
sar de que Mlle. du Rosier no lo habia siquiera nom- Sus brazos, que tenia levantados, cayeroni desanibrado.
mados. ¡Eal dije, ¡pensemos en Í 1 dia de miañana!
—Tú bailarás con ella primera contradanza, herAlgunas palabras sorprendidas en una cíonversamosa, dijo Mad. de Fougerollés.
. cion hablan hecho creer á Mlle. du Rosier que madame de Fougerollés habia prestado oidos á un pro—Con mucho gusto, respondió ella.
yecto de casamiento. Quiso certificarse de ello, y
Evaristo le dirigió una mirada.
—No comprendo que hayáis podido perdonarle, aprovechando la presencia de M. Deschapelles en la
dijo á Mlle. du Rosier luego que estuvieron solos. quinta, le cogió aparte y le preguntó, pensando que
—¿Y quién os ha dicho que yo le haya perdo- él podría ser el autor del proyecto:
nado? replicó esta con aquel aire altivo que adopta—¿Qué estas ahí charlando? dijo Mad. de Fougeroba algunas veces.
llés que estaba leyendo en un rincón.
. Mlle. du Eosier se acercó mas á M. Desichapelles
Evaristo ocultó el rostro entre sus manos.
y le dijo en voz baja:
—Sois iiícomprensible, respondió.
—¿Sois mi amigo?
ÉUá se sonrió, y atrayéndole suavemente hacia él,
le dijo:
—Sí, ciertamente.
—Suceda lo que suceda, y cualquiera cosa que
—¡Pues bien! no me desmintáis.
yo haga, tened muy presente esto: que jo nunca
Y volviéndose hacia el lado de su tía, dijo:
olvido.
—^¿No sabéis lo que me propone' nuestro querido
Lá espresion de la mirada quo lé dirígió al reti- notario?
—No.
—Un marido.
—¡Ah!
Este laM indicaba mas embarazo que admiración.
—Bueno, dijo para si Mlle. du Rosier, luego el
proyecto viene de mi tia.
—¡Y bien! ¡qué dices tú á eso! respondió Mad. de
Fougerollés.
—Yo digo, que M. Deschapelles se está bromeando conmigo,
—¿Y por qué?
—¡Ah, Dios mió! mi querida y buena tia, porque
una joven sin dote no es ninguna maravilla que haga
correr á las gentes. Así que mientras continuéis
dispensándome vuestra protección todo irá bien;
mas el dia en que me faltéis, la sobrina sin la tia
no será un partido muy ventajoso.
—Eres demasiado modesta.
—Y vos, mi querida tia, respondió Alejandrinu
sonriendo, sois demasiado buena; ¡si todos me mirasen con vuestros ojos! Una sola persona ha pedido mi mano; de esto ya ha pasado algún tiempo.
Nadie se oponía á este enlace; pero esta persona
supo que yo estaba arruinada
y creo que el novio aun no ha parado de correr.
—¿Gomo se llama ese fugitivo? preguntó madame
de Fougerollés alarmada por el giro que tomaba la
conversación.
—M. de Mauvezin ... ¡Dios mió! y yo le amaba si
he de hablar con franqueza
Me parecía un marido escogido espresamente para
mi... ¡me refiero á aquel tiempo!... pero ahora, ni
pensarle. M. de Mauvezin es un hombre muy precavido. Una buena alma, que me quiere bien le ha
hablado de mi últimamente. ¡Oh! ¡no me habia olvidado! Mlle. du Rosier ha dicho: «Yo le amo mucho; pero si üo tiene nada.» Y al hacerle observar
que tengo una tia, Mad. dé Fougerollés ha contestado: «Pues á eso iba...» Mad. de Fougerollés se es-
tremeció y el notario dijo para sí: vaya un pájaro.
—¡Ah! ¿con que ha dicho eso? esclamó la baronesa.
—¡Sí! pero no lo toméis ámal, continuó M!le. du
Bosier; la ocurrencia es graciosa, tanto, qué me ha
hecho reir á mi misma, á quien mas directamente
afecta. De modo, que decidida como estoy á no dar
mi mano al primer advenedizo, y- creyendo que
M. de Mauvezin todavía huye de mí,, he renunciado resueltamente al matrimonio.
—¡Caramba! no seas precipitada, dijo Mad. de
Fougerollés.
Las cosas quedaron en este estado hasta el momento de celebrarse las fiestas á las cuales habia
sido invitado M. de Mauvezin. Ya habia siete ú
ocho personas en la quinta cuando él negó. Mademoiselle du Rosier hacia los honores de la casa,
juntamente con su tia. La posición que entonces
ocupaba y el afecto que le manifestaba Mad. de
Fougerollés, hablan modificado notablemente las
ideas en favor suyo. Ya no eran estos los tiempos en
que llevaba un mal vestido de lana negra; al dia
siguiente de su llegada á La Bertoche se encontró
en su cuarto magníficas telas dé seda, para verano,
y varios adornos que la baronesa habia mandado
traer de París para su sobrina. Sin dejar por esto
de presentarse con cierta sencillez, ella adoptó únicamente aquellas formas y colores que estaban mas
en armonía con su edad. Con esta trasformacion yolvió otra vez á agitarse en los círculos de Moulins la
grande cuestión de su casamiento que por tanto
tiempo habia escitado la curiosidad de los ociosos.
No fué el último que se apercibió de este cambio
M. de Mauvezin, aprovechándose de la franqueza
que de la vida del campo procuró imprimir á su conversación un carácter mas tierno y significativo.
rOLLETlH DE EL OOWTEMPORANEJO11
Hemos leido y vuelto á leer un artículo que El
Diario Español d#dica al examen de nuestra historia y no hemos podido comprender el objeto
que se haya propuesto pubhcándolo, á menos que
ese objeto se reduzca tan solamente á dirigir nos
sus ataques directos.
Mal podría la prensa periódica llenar su misión
sí se empeñara en discutir la personalidad de cada
periódico, perdiendo asi un tiempo precioso que
reclaman otros asuntos de mas interés. Mas toda
vez que á ese terre ,io se nos llama, fuerza es que á
él acudamos: no se ha de decir de nosotros alguna
vez con justicia que escusa mos un debate: no se
ha de decir que esquivamos, ni tampoco que abandonamos el campo de batalla, sea cual fuere el escogido por nuestros adver§arios.
Discutir sobre lo que somos, sóbrelo que significamos, sobre lo que hemos sido y significado, es
cosa á que por lo visto son muy aficionados nuestros adversarios: no es nuevo esto y ya al aparecer
en el estadio de la prensa, comenzaron á amontonarse sobre nuestras cabezas todo género de suposiciones gratuitas las unas, absurdas las otras, y
todas ellas conocidamente falsas.
Hoy se muestra por El Diario Español un decidido empeño de manifestar no sabemos que diferencias que, á juicio suyo, debían separarnos del
ministerio, supuestos los antecedentes de nuestra
vida.
El Diario Español se espanta y se admira
de que hayamos salido á la defensa d« los hombres que forman el Consejo de la Corona, y ese
hecho, el calor nuestro en la defensa, y la decisión
con que la hemos emprendido, le parece un fenómeno digno de estudio. Mas lo que falta á El
Diario Español es probar este aserto, pues que como
hemos dicho, todo su artículo no es otra cosa mas
que un ataque á nuestra publicación.
¿Qué es lo que somos? Tal es la primera pregunta que se hace El Diario Español. Por cosa vieja
deben tener olvidado nuestros suscritores las acusaciones que se nos han hecho de antiguo por El
Mlle. du Rosier le conocía ya lo suficiente en esta ocasión para esplicarse los motivos de aquel interés tan solícito; sin embargo, se guardó bien de
manifestárselo» Nada cambió en su actitud, acaso se
Año V.—Núm. 118-i.
Diario Español, llamándenos demócratas de salón,
demagogos y órgano del mas exagerado radicalismo. Estas acusaciones se nos lanzaron cuando combatíamos las tendencias reaccionarias de la unión
liberal, sus ya famosas exhumaciones de cadáveres,
su amor á la ciencia demostrado por medio de las
quemas de libros, sus circulares, modelos de suspicacia reaccionaria y seguidas de efectos positivos,
sus constantes ataques á las libertades púbhcas en
las persecuciones de la prensa, y esa fluctuación
indefinida en todas las cuestiones políticas de importancia que ocurrieron durante su mando.
Entonces se nos negaba el título de conservadores, y sin embargo, nosotros no predicábamos
ciertamente una política nueva, sino la política
que el partido conservador había observado en los
períodos mas brillantes de su historia. Y a([ui conviene rectificar el falso supuesto de que el actual
gabinete sea en política lo que fueron las situaciones de 18S2, M y 57. Piadosa es la intención de
El Diario Español al suponer semejante cosa, y no
es estraño que quien define al partido conservador
por algunos de sus períodos, no acierte á doñnir
lo que nosotros somos y hemos sido desde nuestro
origen.
Ni el partido conservador es una fecha, ni nosotros somos demagogos ni lo hemos sido jamás, y
gsto que es una verdad, en cuya demostración seria, sobre pueril, ridículo entrar, no pudo ocurrirse antes y ahora mas que á los órganos unionistas,
cuyo partido, aspirando á representar la liberaUzacion del partido conservador, y no habiendo sido sino por esencia reaccionario, ha menester de
acusar á los unos de demócratas y á los otros de
reaccionarios.
Este es el secreto del articulo de que nos vamos
haciendo cargo, secreto que es el alma de esa
furia con que algunos periódicos unionistas se
han arrojado sobre el señor González Brabo y
sobre la situación toda, que inspirándose en altos
sentimientos de patriotismo, desprecia esas constantes escitaciones que se le hacen para que abandone la política conservadora pero liberal que viene poniendo en práctica desde su entrada en el
poder. Y hé aquí por qué no es estraño, sino antes bien muy natural el calor de nuestra defensa.
Al calor de las ideas conservadoras nacimos; defendiéndolas y obedeciendo á consideraciones de
alto patriotismo, apoyamos á la situación presidida por el marqués de Miraflores que no en vano
por cierto se llamó eminentemente liberal: en defensa de esas mismas ideas, sin obedecer 'á otros
estímulos qu3 á los de nuestra propia conciencia,
sin que en nuestra actitud influyera la opinión de
este ó de ese otro periódico sobre nuestra representación política, ya esa opinión fuera anterior, ya
coetánea al advenimiento del gabinete presidido
por el señor Arrazola, juzgamos los actos y las tendencias de este: y en la conciencia de todo el mundo
está la rectitud de nuestra conducta en aquellos días.
Sucedió á ese gabinete el presidido por el actual
embajador en París y del que formaron pártelos señores Pacheco y Cánovas, y todo el mundo recuerda todavía las manifestaciones solemnes que hizo
en el Parlamento, y todos tienen presente nuestra
actitud para con un ministerio, que apellidando
conciliación, trajo al seno de las Cortos soluciones
aceptables para las fracciones conservadoras, y que
al calificarse cuidó de adoptar una denominación
deducida de los principios fundamentales del partido conservador, que si se distinguí por esta cualidad también se precia de liberal.
Y no dijimos «estos sí que san los nuestros,»
frase que envuelve la idea mezquina de política
personal, fras3 que no hemos dicho ni aun el día
en que los señores González Brabo y Llórente juraron las carteras esencialmente políticas de la Gobernación y de Estado. Esa frase no pudo legítimamente salir de labios unionistas, y no nos es-
mostraba únicamente menos atenta y menos deseosa de hablar con él. Se presentaba amable y afectuosa, pero como una dueña de casa que trata de obsequiar á sus convidados, no como una joven dichosa y turbada con la presencia de un hombre á quien
ha amado. Este detalle no pasó desapercibido para
M. de Mauvezin.
Creyó en la presencia de un rival, al lado suyo,
pero no lo encontró; pensó si acaso ella esperaba
una ocasión para hacer su elección, ó por último
que habría sido prometida á algún desconocido que
no tardarla en llegar á La Bertoche. Su perplejidad aumentaba cada vez mas. Trató de sondear al
viejo notario, no pensando que se las habia con
quien era mas astuto'que él. M. Deschapelles apreciaba mucho á Mlle. du Rosier. Se hizo el misterioso y habló del porvenir en términos vagos que
no precisaban nada, pero que permitían esperarlo
todo.
Concluida la conversación, M. de Mauvezin sintió
en el alma no haberse declarado abiertamente á
Mlle. du Rosier, durante su permanencia en París.
¿Cómo no habia comprendido que la heredera que
iba tanto tiempo buscando la tenia en su mano? Y
lo sentía tanto mas, cuanto que Mlle. du Rosier producía entonces sobre él una impresión cuya intensidad y estension no podía fijar, pero que le era
nueva.
Ella comenzaba á abrigar en su alma sensaciones
hasta allí desconocidas y le iniciaba en cierto modo
en un orden de ideas, de las cuales una vida de de
vanees, dirigida por una inteligencia perezosa, no
le habia permitido hasta entonces ocuparse. La fatuidad, el egoísmo y una especie de reserva ó mejor dicho de desconfianza, propia de la gente de
provincias, que no habia perdido con estar en París, protegían á M. de Mauvezin y le defendían contra los encantos de Mlle. du Rosier.
(Se continmri.) / 7 Ci")
El Contemporáneo.—Miércoles 16 de Noviembr« de 1864.
pilcamos cómo El Diario Español llama francamente unionista al ministerio Mon-Cánovas. ¿Se
olvida El Diario de aquella famosa carta, causa de
tantos disturbios de familia, revelación de tantas
esperanzas perdidas, muestra de tan incalificable
impaciencia? ¿Si fué francamente unionista, cómo
no sé llamó así? ¿Cómo es que El Diario Español
se mostró tan exigente a u n ministro, y o quejó
de que no se hacia política de unión liberal?
Es sensible que El Diario Español, ardiente
ministerial primero, intempestivo oposicionista
muy luego de un gabinete conservador liberal; es
sensible que El Diario, entonces defensor de la
evolución liberal del partido conservador, y no de
otra cosa, por recabar su patente de unionista intransigente se olvide de sí mismo para fijar su
vista en nuestra conducta.
No ha renunciado E L CONTEMPORÁNEO á su significación antigua: antes, ahora y siempre hemos
defendido, nuestra fé en las doctrinas que profesamos, nos dicen que siempre defenderemos una
misma política, una misma aspiración; ni antes
fuimos demagogos y demócratas ni ahora somos
moderados á la usanza de las épocas citadas por
El Diario Español: antes y después hemos sostenido con todas las fuerzas de que estamos dotados la
necesidad de restablecer la fé conservadora, dando nuevos pasos en la vía de nuestro desenvolvimiento político, y hemos cumplido nuestros compromisos coadyuvando á la realización de ese pensamiento político que ha sido siempre nuestra
guia.
Hemos sido mas estensos de lo que nos habíamos propuesto, y sin embargo, no hemos hecho
otra 0 0 ^ que apuntar ligeramente las ideas que
podríamos desenvolver cumplidamente en nuestra
defensa; no lo hemos creído necesario ni tenemos
espacio para hacerlo, pero en nuestro puesto, estamos prontos á discutir cuanto á nosotros se refiera.
Al buen pagador no le duelen prendas.
El Eco del Pais desata anoche sus pavorosas
iras contra E L CONTEMPORÁNEO; y para que 1 a atención sea mas asequible, y el efecto rpas teatral, el
periódico vicalvarista sale á la escena pálido, desmelenado, furiosamente descompuesto á veces, á
veces estudiadamente desdeñoso, llenas sus colum, ñas de rasgos escéntricos y de toques estravagantes, precedidos sus artículos de epígrafes tan interesantes como nuestras ilusiones; miedo, vergüenza y venganza, patente prueba de la fiebre romántica que le domina y enloquece.
Con .tan atronador estrépito y aparatoso d e nuedo, es soberanamente difícil parar los golpes
del colega vicalvarista, y tan lisonjera y halagadora sospecha, ha debido entrar en su ánimo, cuando al recorrer sus columnas y observar el lujo de
cuartillas que ha desleído sobre todas ellas, haya
dicho para su capote: ((ellos contestarán, pero trabajo les mando.»
Estas tentadoras ilusiones debían crecer de p u n tb y tan dulces esperanzas debían agrandarse
hasta el enloquecimiento, cuando reparara lo empeñado que se encuentra hoy EL CONTEMPORÁNEO con
otros periódicos de su misma comunión, y sobre
todo, con lo avanzado de la hora en que recibimos ordinariamente El Eco del Pais, á quien, con
pesar sea dicho, no podemos tributarle todo el
tiempo y toda la atención que de buen grado quisiéramos.
Pero á pesar de esto, y como bien mirado. El
Eco del Pais no hace mas que surcar en esta
ocasión la estela trazada por El Diario Español;
sus infundadas censuras, son censuras que ni siquiera tienen el mérito de la novedad, y sus a r gumentos, son argumentos que tenemos contestados, y que solo un deber de cortesía, á que n u n ca faltamos, nos obligk á rectificar, siquiera sea
ligeramente.
Sobre las veleidades de E L CONTEMPORÁNEO, según nuestro colega dice, en otro lugar añadimos
algunas frases á las muchas que sobre el particular hemos escrito y muy recientemente.
La época del ministerio Mon-Cánovas, en que
El Eco del Pais quiere registrar las inauditas apostasías y las depresivas humillaciones de E L CONTEMPORÁNEO, es un período de nuestra vida pública,
del que nunca nos arrepentíretnos y del que sentimos la mas perfecta tranquilidad, pues no traspiró nunca en nuestra conducta ni en las columnas de nuestro periódico, aquella amenazadora
inquietud que agitaba al campo vicalvarista, furioso hasta con sus íntimos amigos del ministerio,
por aquella picara manía que había descubierto
de abandonar la cuestión de personas hasta después
del verano, y de preservar los destinos de las furiosas embestidas que los vicalvaristas daban á los
ministros, quienes ni siquiera respetaban el carácter unionista de estos, á los que ni siquiera
bastaba para su tranquilidad que la unión liberal
estaba en el poder.
Pero no: esto se dice ahora como argumento
contra la conducta de EL CONTEMPORÁNEO; la unión
liberal por de pronto, no era la bandera levantada
por el ministerio Mon; y que no eran sus genuinqs ni sus esclusívos hombres ¡os que estaban en ej
poder, prueba esto la tendencia franca y desembozada actitud de La Política; el patente disgusto de los
vicalvaristas; la célebre carta en que tan cariñosamente se .trataba al señor Cánovas, que como r e mitido, pubficó El Diario Español: el espíritu tolerante y conciliador que poT estos tiempos brillaba en las columnas de El Eco del Pais, que tenia
mucho cuidado, por cierto, de hablarnos todos los
dias del gran partido liberal conservador; lo p r u e ba, en fin, la presencia en el gobierno de miembros tan importantes como los señores Mon y P a checo, y las declaraciones hechas por'todos los
ministros en el Parlamento, que á pesar de toda
clase de alusiones y de escitacíones, nunca dijeron:
((nosotros representamos la unión liberal; nosotros
somos la unión liberal.»
¿Dónde está pues, esa humillación por que tuvo
. que pasar E t CONTEMPORÁNEO, al aplaudir á ministros
.que se llamaban Cánovas, Salaverría, Ulloa y Marchesi? ¿Será porque habiéndonos afiliado á la unión
liberal, apoyábamos sin embargo á un ministerio,
que nunca se llamó mas que hberal-conservador?
¿Será • porque habiendo hecho del nombre de un
partido el sancta sanctorum de nuestras creencías seguíamos defendiendo, sin embargo, al g o bierno, á pesar de no ver escrito este nombre, al
frente de su programa, ni escuchado esta palabra
en la serie de sus discursos? ¿Será porque habiendo
coadyuvado en épocas anteriores á sostener en una
vergonzosa oscuridad la cuestión de la reforma, porque habiendo prometido la solución en repetidos
discursos de la Corona, la fuéramos aplazando indefinidamente, para rechazarla en medio de la mas
indigna coalición durante el ministerio Miraflores
y admitirla y votarla gustosos pocos días después
y durante el gabinete Mon? ¿Será porque habiendo
vivido en un principio en la inercia mas escandalosa, hubiéramos votado poco después leyes que el
pais venia reclamando de antiguo?
En todo esto, lo confesamos, hay efectivamente
alguna humillación, hay algo de lodo y de podredumbre, mucho que es repulsivo á los espíritus
rectos y consecuentes; mas esta humillación es toda de El Eco del Pais que sufría en silencio el
agudo dolor del despecho, que tenia por la composición del gabinete y por las declaraciones y la
conducta de los ministros, que morderse la lengua
y recoger en su carcax las envenenadas flechas que
hoy arroja iracundo sobre el campo de la situación, porque esa bandera que tan alto se levanta
hoy, sin duda para que se distinga al que la levanta, permanecía entonces recogida y olvidada, inocente víctima de la indiferencia y ateísmo de ciertos unionistas.
Con esto concluimos con El Eco del Pais; q u e damos, sin embargo, baj o el peso de una dolorosa impresión.
El Eco del Pais nos tiene lástima.
Decididamente, vamos á ser muy desgraciados.
^^.
El Diario Español se equívoca lastimosamente.
Desde el principio de la polémica que sostenemos
con ese- periódico, hemos lamentado el tener que
bajar á un terreno, que no habíamos elegido, y en
el que entrábamos á pesar nuestro. Pero, al m a nifestarlo así , no lo hacíamos por híp(X5resia,
ni movidos por género alguno de temor; una
vez en la imprescindible necesidad de seguir á
nuestro colega por el tortuoso y deplorable camino que él había trazado á la discusión, nuestro deber, nuestra dignidad, la defensa de nuestros amigos, la convicción de que no habíamos de llevar la
peor parte en el debate, porque nuestra conducta
de siempre nos escudaba contra ataques de cierto
género, nos estimulaban á. no retroceder y á seguir adelante.
Pero la prensa ha levantado su voz contra el g i ro que nuestro colega ha querido dar á la cuestión qu3 sostenemos; los mismos amigos de El
Diario Español han protestado en otros periódicos
contra elcarácter que tomaba la controversia, achacando su iniciativa á EL CONTEMPORÁNEO, y nosotros queríamos y debíamos poner muy en claro
que en eso no nos cabía responsabilidaci alguna,
porque, como dijo en un arranque inocente La
Verdad, que con él pretendía herirnos, no hemos
hecho mas que plagiar á nuestro antagonista.
El Diario Español ha conocido que su reciente
sistema de ataque contra nuestros amigos políticos, no es el que conviene á la dignidad de la
prensa, y trata de hacrer ver que no es él quien lo
ha iniciado, como si las fechas en que sus artículos y los nuestros han aparecido, no declarasen
terminantemente la verdad. Pero como el encono
ciega, y como, por lo visto, á El Diario Español
le cuesta trabajo apartarse de ese camino, en el
mismo artículo en que quiere demostrar que no
falta á la dignidad de la prensa, desencadena una
lluvia de groseras invectivas contra el señor González Brabo, para que á nadie pueda quedarle
dudas acercado la verdad de nuestro colega en sus
afirmaciones.
¿Busca El Diario Español disculpas á su conducta en la que nosotros hayamos podido seguir
en otras ocasiones? Pues la busca en vano, á no
ser imputándonos falsamente actos que-no hemos
cometido. El Diario Español, que se atreve á de-^
cir de nosotros que no hemos respetado la h o n ra privada, puede volverla vista atrás, al tiempo en que E L CONTEMPORÁNEO hacía ruda oposición á sus patronos, siendo objeto, por parte
de estos, de una incansable y sañuda persecución, y vea si una vez siquiera y á instancia
de parte, hemos sido condenados por calumnia.
Y no faltaban deseos de que eso sucediera; el gobierno de entonces, harto diferente del de lioy, no
se paraba en barras con tal de saciar sus iras en un
periódico, y en la imposibilidad de vernos condenado por calumnia, acogió con deleite la peregrina invención de las causas de real orden, debidas
al fecundo ingenio deUiberal señor Posada Herrera.
No fuimos condenados entonces, como no lo hemos
sido nunca, y en caso contrarío, no hubiéramos
encontrado en la poltrona de ministro de la Gobernación un amigo benévolo que nos indultara,
dándonos así carta blanca para seguir en esa edificante tarea,
¿Es aquí donde quiere bus-car la comparación
El Diario Españoll Abiertas están las columnas de
EL CONTKMPOBAKEO para recibir cuantas pruebas de
que no hemos respetado la honra privada quiera
enviarnos nuestro colega. Justamente podemos
presentar como uno de nuestros mejores timbres
que, ni aun en medio del calor de la oposición, ni
aun cuando la hacíamos mas cruda y mas violenta al funesto ministerio O'Donnell, ni aun cuando
los ministros nos hacían blanco de sus iras, h e mos sido condenados por ultrajar la honra privada de persona alguna, siempre sagrada para nosotros. Registre su historia El Diario Español, vea
sí puede decir lo mismo, y entonces podremos establecer comparación entre su conducta y la nuestra. Hoy por hoy, esa comparación es ridicula, en
fuerza de ser absurda.
Aquí debiéramos hacernos cargo de los ataques
que, por vía de epílogo á su articulo, dirige El
Diario Español al señor González Brabo. Pero está visto que los dos periódicos unionistas tienen
estereotipadas sus respectivas sartas de insultos y
diatrivas contra algunos de los consejeros de la
Corona, para reproducir diariamente los mismos,
haciendo caso omiso de nuestras contestaciones.
Retamos á El Eco del Pais á discutir los actos públicos del señor González Brabo: escogió la época
en que este señor ministro era periodista, le contestamos oportunamente, y hoy se nos viene replicando de cualquier modo y apartándose ya de
los términos en que habíamos colocado el debate.
Retamos á El Diario Español á discutir sobre el
empréstito Mires, y se nos vino encontrando ridicula la discusión y haciendo aparecer de nuevo los
consabidos cuarenta artículos, á los cuales quiere
hacer representar el papel de la sombra de Niño.
Todo lo que sea querer sacar á jos dos periódicos
de su obligada cartilla de insultos, dicterios y personalidades, es pensar en lo imposible.
No necesitan defensa los actuales ministros por
los ataques estereotipados del vicalvarismo. En
son de protesta puédese, una vez, hacerse cargo
de ellos; en sus ridiculas reproducciones, no hay
mas que mirarlos y pasar de largo. Si, al abrirse
el Parlamento, las huestes vicalvaristas son en él
tan fogosas como eft la prensa, los dignos consejeros de la Corona sabrán mostrar al pais, como
ya lo demuestran con sus actos, la radical diferencia que existe entre los atacados y los que atacan.
Los debates del Parlamento italiano, que hasta
ahora puede decirse estaban reducidos á una m e ra polémica, tomaron ya el sobado último las p r o porciones de una verdadera discusión política. El
ministro de Negocios estranjeros, general Lamármora, tomó la palabra como diputado y con verdadera franqueza dijo muchas y muy grandes verdades.
Desde luego empezó el orador por declarar que
había sido desde un principio adversario del convenio, porque temía que las estipulaciones acordadas en París el IS de setiembre llegasen á ser causa de discusión y desorden aun para la Itaha misma. Pero no habiéndose realizado sus temores,
aceptó el poder entregándose por entero al servicio de una política que, según él, ha de producir
en el porvenir los mejores frutos.
Esponiendo en segu\da las condiciones en que
el gobierno se encuentra colocado con respecto á
Francia, el general Lamármora defendió al gobierno imperial contra los ataques de ciertos partidos,
y recordó los servicios que el emperador había hecho á Italia, viendo en el convenio la continuación
de esos servicios que permitirán á la península
continuar avanzando.
El ministro italiano cree en la solución de la
cuestión de Roma, pero en un porvenir mas lejano; cree también en la solución de la del Véneto
convencido de que en esta cuestión tendrá Italia el
apoyo de Francia.
La Cámara demostró con entusiastas aplausos
la impresión que en ella había producido el discurso del orador al cual nadie contestó, lo cual
parece Indicar que no durarán ya mucho los debates.
La Italia anunci»^ ademas, que en Turin empieza á fatigarse la atención pública.
Las tribunas no están ya tan concurridas, y no
se cree que pueda ya decirse nada de nuevo sobre
la situación después de lo dicho. Si esto era ya una
verdad después de la sesión del viernes, lo parees
mas todavía después del discurso del general L a mármora.
^»
Han informado mal á nuestro colega El Criterio.
Ni á nuestro compañero de redacción el señor Peña se le han presentado dificultades por los electores mas influyentes del distrito de Utrera, ni por
consiguiente hay ínotivo alguno para que retire su
candidatura.
Antes por el contrario, el señor Peña , que tiene por amigos á la mayor parte y mas influyente
de los electores del distrito de Utrera, tiene hoy
mas que antes motivos para insistir en su candidatura.
S. M. la Reina se ha dignado recibir á las tres y
media de ayer en audiencia particular al señor Barrot, embajador que ha sido de Francia en esta
corte.
Al lado d e S . M. la Reina se hallaba el escelcntísímo señor don Alejandro Llórente, ministro de
Estado. Acompañaba al embajador el señor Bazo,
primer introductor de embajadores. M. Barrot tuvo la honra de entregar á S. M. la carta de su augusto soberano en la que da por terminada su m i sión en esta corte, y tuvo también ocasión de ofrecer al mismo tiempo á S. M. el Rey, el homenaje
de sus respetos. Los Reyes recibieron al señor embajador con su amabiiidad acostumbrada.
.«a»
.Según anuncia La Correspondencia, el señor
Ruiz Zorrilla se propone publicar u n folleto titulado, Tres negaciones y una afinnacion.
Este folleto parece que se dividirá en cuatro partes que sucesivapente yerán la luz pública.
La primera negación, los neo-católicos, aparecerá en breve.
4^_
.
Ayer ha llegado á esta corte el director de infantería, señor general Lersundi.
—
•
—
•
—
i^atK
Ayer tarde á las cuatro se ha reunido el Consejo de ministros en casa del señor duque de Valencía, á causa de hallarse este todavía indispuesto.
<8a.,
^
Los periódicos de noticias desmienten el anuncio
nombrando al señor Catalina para la dirección del
Registro de la propiedad.
^
La Correspondencia, contestando á La Iberia,
dice que el señor Llórente ha hecho dimisión al subir al ministerio de los cargos que ocupaba en
algunas sociedades de crédito.
•«»—
Al tomar el conde Russell posesión del titulo de
rector déla Universidad de Aberdeen, ha pronunciado un discurso que nada tiene de universitario.
El jefe del Foreing Office ha hecho una disertación política dividida en dos partes, refiriéndose
'a primera á los tiempos antiguos, y tratando la
segunda del estado actual de la sociedad.
El noble lord ha aprovechado esta ocasión para
dar una nueva y entusiasta prueba de su simpatía
por la causa italiana, hablando en términos dignos de la Itaha regenerada, de su porvenir, de sus
nuevos destinos, del rango que está llamada á tomar como monarquía constitucional entre las p o tencias europeas.
Dígase lo que se quiera, n o deben despreciar los
patriotas italianos este unánime tributo de simpatía que le envían la Inglaterra y sus hombres de
Estado, aun cuando este tributo se reduzca á discursos. Nadie negará que la palabra es una potencia reconocida y acreditada en nuestros dias; y si
hemos de admitir su peso é influencia en el desenlace de las grandes cuestiones políticas, que sea
principalmente cuando sirve á una causa que s e gún los solemnes acuerdos de la diplomacia, está
reducida á proseguir su obra, á buscar su triunfo
en el solo uso de los medios no materiales, á e n tregarse á las fuerzas de la civilización y del p r o greso.
_ ^
El corresponsal de la Independencia Belga en
Nueva-York escribe á dicho periódico dando á conocer el resultado de la convención que se había
reunido en Quebel para establecer las bases de una
confederación entre todas lag provincias británicas de la América del Norte. Esta confederación,
cuyo proyecto ha sido adoptado, comprenderá la
Nueva Escocía, el Nuevo Brunswick, la isla del
Príncipe Eduardo, Terra Nova y los dos Cañadas.
Un Congreso compuesto de 76 miembros elegidos
por la Reina entre los actuales miembros de las
Cámaras altas representará esta unión. Esta legislatura central equilibrará el poder ejecutivo quedando reservadas especiales atribuciones á las
Asambleas provinciales. El proyecto de la Confederación será sometido á la aprobación de estas
Asambleas y sus delegados van á reunirse para
sancionar definitivamente la nueva confederación
anglo-americana.
<B»
Asegúrase que la Prusia cederá á la exigencia
del Austria, cuyo objeto es que se someta el tratado de paz á la Dieta federal. Esta resolución tendría por consecuencia la sanción del art. 5°, y por
consiguiente de los derechos de las grandes potencías alemanas que en él se establecen. En este ca^
so ya no tendría Prusia motivo para oponerse á la
ocupación del Holsteín por las tropas federales
hasta que la cuestión de sucesión quede completamente resuelta.
Asegúrase, dice La Correspondencia, no sabemos con qué fundamento, que los proyectos que
animan á los progresistas constitucionales obtienen las simpatías y aprobación de algunos antiguos individuos de la unión liberal. Este rumor,
añade el mismo diario, creemos que se funda en
algunas conferencias celebradas por el señor don
Antonio de los Ríos Rosas y el señor López Grado, con'erencias que en efecto son bastante frecuentes, y hoy mismo creemos que se haya celebrado una, sin que podamos asegurar si estas entrevistas son resultado de la amistad particular
que una á dichos señores, ó sí tienen un objeto
político.
A los ttrabajos de Jos progresistas disidentes y
al carácter del periódico que ha de representar su
política, dedica La Correspondencia estos sueltos:
«Esta moche se reúnen la junta directiva y algunos indiviiduos de la fracción de los progresistas
constituci(onaIes y dinásticos, con objeto de dar lectura al pr'ograma con que ha de darse á conocer el
nuevo diairio político Bl Progreso Consíüucional qne
aparecerá el viernes. El jueves tendrá lugar una
nueva reunión mas numerosa, para aprobar definitivamente este programa.
El^ director del nuevo diario progresista El Progreso, Constitucional será el señor don Manuel García Camba, ex-diputado á Cortes, magistrado que
ha sido y ex-auditor de la isla de Cuba. Según noticias que tenemos por exactas, este periódico, órgano de los progresistas disidentes, recibirá las inspiraciones de una junta directiva, compuesta ademas del indicado director, de los señores don Emilio
Sancho, don Fernando Coft^di, el señor López Grado y don iSlmon Gris y Benitez.»
i<áp».
—
Participa el telégrafo que el ministro del Perú
ha sido recibido por M. Drouyn de Lhuys, con
quien ha celebrado una larga conferencia.
Se disponía á venir á Madrid con objeto de i n tentar un arreglo amistoso en las cuestiones pendientes entre ambas naciones.
Aseguran á Las Noticias que anoche han debido
celebrar uina reunión los demócratas, pero se ignora aun en qué sitio se reunirán, pues están citados |)ara uno de los cafés mas céntricos y desde
allí se dirigirán al local que habrán designado y
escogido ya.
Esto mismo viene á confirmar el segundo párrafo del siguiente suelto que tomamos de ha Correspondencia:
«La ruptura entre demócratas y socialistas es un
hecho consumado. Los señores Castelar y Orense
han hecho dimisión y se han separado del comité
democrático, por no estar conformes con las ideas
socialistas sostenidas por algunos de sus correligionarios.
Hoy se lia reunido el comité democrático en casa
del señor Sorni para dar cuenta de las dimisiones y
proponer á la reunión las personas que han de reemplazar á los dimisionarios, que se cree serán los señores Rivero y Pí y Margal!.»
i*^.^
.
La Unidad Italiana publica una carta escrita por
Mazzini en contestación á un mensaje de una
asamblea popular celebrada en Faenza. Su párrafo mas importante es este:
«Hoy, esta paciencia (la de Italia) comienza á ser
interpretada como el abandono de nuestro derecho.
Mañana Europa diaria: Italia, no es siempre mas que
•una espresion geográfica; no tiene viAa propia; su
vida está en Parts; no necesitamos ocuparnos de ella.
Oigo frecuentemente pedir un programa para la concentración. El programa se halla completo en la
palabra nación; añadiré los tres pensamientos sucesivos que encierra esa palabra: Venecia, Boma, pacto nacional.
Venecia, la guerra contra el Austria para merecerla, con la emancipación de las naciones anexionadas al imperio. Koma... Roma, para merecer con
la destrucción del Papado, la libertad de conciencia
dada al mundo, el derecho de organizarpor un pacto la libertad y la asociación de' los italianos en la
nación. El primer pensamiento de esta serie, apoyado ya por numerosas y decisivas razones, se halla
actualmente representado por la protesta de los valientes que para espiar, por decirlo así, con una manifestación nacional el tratado anti-nacional de los
dos gobiernos, buscan en este momento la muerte
ó la victoria en los Alpes.»
El International de Londres anuncia que el general Lamoriciere ha aceptado el cargo del Papa
de organizar el ejército pontificio, sin querer t J mar el mando en jefe del mismo.
El mismo periódico pretende saber que el 13 salía de Marsella un primer destacamento de zuavos
pontificios de los que asistieron á la batalla deCastelfidardo y que habían tomado el compromiso
de acudir á defender al Papa á la primera invitación.
•
m
—
Leemos en Las Noticias:
«Carece de fundamento la nueva que ayer y anteayer ha circulado, respecto de que por el gobierno
se habia dispuesto reforzar las guardias y quedar
todo el dia las tropas en sus respectivos cuarteles.
No hay nada de esto ni motivo, que nosotros sepamos, para que lo haya.»
O
Algunos periódicos han anunciado algunas d i misiones de altos funcionarios, que no están u n i dos al gobierno por lazos políticos.
La Correspondencia al ocuparse de este asunto,
escribe lo siguiente:
« Se habla de dimisiones próximas á ser presentadas por individuos de la unión liberal. Nosotros
creemos que los que de estos piensen lanzarse á una
oposición activa política y personal en las Cámaras,
renunciarán sus destinos; pero no los que ocupando
puestos no políticos piensen dar su voto con arreglo
á sus opiniones. Estos últimos aguardarán á ser separados y no parece que lo serán por esa sola causa, sentados los principios de tolerancia de que se
halla, animado el gobierno.»
— —
.^1^
. —
i
Como en otro lugar decimos, la sesión que celebró el 12 el Congreso de diputados italiano y de
la que nos trae ayer un resumen la prensa estranjera, ha sido la mas importante hasta ahora, por
las declaraciones hechas en ella por el general L a mármora, declaraciones que han causado en París
profunda sensación.
El general Lamármora fué el primero que usó
de la palabra en dicha sesión y principió declarando que no venia á hacer u n discurso, sino solo a l gunas declaraciones.
«Yo era, dijo, contrario al convenio antes de que
fuese celebrado, pues temia que perturbase la unión
ya cimentada de las provincias italianas y ocasionase la reproducción de conflictos interiores. Hallándome en Francia se lo dije al emperador
Napoleón y á M. Drouyn de Lhuys, y de regreso en
Italia ma vi impulsado contra mis intenciones, ¿
aceptar el ministerio en una situación difícil.
Hallando un tratado importante firmado, dejó á
un lado todo temor y me preparé á sostenerlo, de
acuerdo cotí mis colegas, convencido de que (lontra
mis previsiones no habia peligro real de discordias,
ni riesgo de que se renovasen los disturbios.
Vi también que todos en Italia tomaron por lo serio el compromiso de 15 de setiembre, y que los
sentimientos manifestados por el Parlamento con
motivo del reciente cambio de notas con la Francia,
prueban la lealtad con que se mira la ejecución de
aquel acto. Hemos podido decir, por lo tanto, que
el ministerio tendrá la fuerza de hacer ejecutar el
tratado, fuerza que adquirió en nuestra unión y en
el concurso moral del país.
La cuestión de la traslación de la capital es delicada para mí que soy de Turin. Turin militarmente
no puede ser capital, pero se hubiera debido preparar los ánimos para la noticia de su calda.
Siento que se trate de haceros sospechar de la
Francia. He podido acercarme diferentes veces ai
emperador Napoleón, y desde 1852 le he encontrado dispuesto á ocuparse algún dia de la Italia: también admitió, á pesar de ciertas oposiciones, que se
hablase de la Italia en el Congreso de París.
Ya recordarán la visita de M. de Cavour á Plombieres y la gloriosa guerra de Italia.
A consecuencia de una entrevista del emperador
Napoleón con el rey Víctor Manuel en Valeggio,
quedó demostrado que el rey Víctor Manuel no aceptó los preliminares del tratado de Yillafranca sino en
lo que se referia á él personalmente.
Cuando ocurrió la muerte del conde de Cavour,
el emperador Napoleón reconoció generosamente la
Italia, lo cual hizo posible su reconocimiento por
otras potencias.
En 1862 envió el emperador de los franceses su
escuadra á cumplimentar al rey Víctor Manuel en
Ñapóles. Tal vez el emperador abrigó dudas en otro
tiempo, como varios de nosotros, sobre la posibilidad de la unidad italiana; pero hoy, estoy de ello
convencido, piensa que la unidad es irrevocable.
No daremos un paso atrás: iremos adelante con
prudencia y lentitud, pero sin descansar.
La cuestión de Roma no está aun completamente
aclarada en los ánimos en lo que se refiere al modo
de su solución; no viene mal, por lo tanto, tener
tiempo por delante.
Tengo gran confianza en el emperador Napoleón,
que conoce perfectamente la cuestión romana. Creo
también que nos ayudará respecto á Venecia. Hablo como simple particular y no como ministro. A l guna solución puede hacerse posible respecto de Venecia.
Creo que podría ser inclinado el ánimo del emperador de Austria á nuevas resoluciones sobre el
particular.
Renuevo la espresion de mi deseo de que aprobéis
el tratado de 15 de setiembre.
El anterior discurso fué acogido con numerosos
aplausos. En seguida el diputado Musolino habló
estensamente contra el convenio, que considera
fatal para la Italia, y propuso que se fortificase á
Turin.»
A continuación damos cuenta de los discursos que
mas llamaron la atención en la ceremonia que tuvo
lugar anteayer ^ n Palacio con motivo de cubrirse
como grandes de España los individuos cuyos nombres hemos publicado:
Hé aquí el discurso del señor marqués de MoUns:
«Señora: Acostumbran los grandes de España en
ocasiones como la presente hacer un ligero recuerdo de sus antiguos blasones ó un modesto alarde de
sus propios: ervicios.
Yo, señora, por circunstancias que me son personales no puedo seguir el uno ni el otro camino; de
11 Contemporáneo.—Miércoles 16 de Noviembre de 1^64.
mi femilia no debo hablar, porque sentándose entre
los grandes el que heredó de mis padres y abuelos
título y hacienda, él es un testimonio vivo de la
lealtad de mi linaje y de la munificencia de los
augustos progenitores de V. M.
De mis propios merecimientos aun puedo hablar
menos, ellos son tan escasos que apenas alcanzarían
á granjearme un modesto lugar entre los servidores
de la Cámara de V. M.
¿Qué dobo hacer, pues? Repetir aquí lo que en todas partes ílgo, lo que está hondamente grabado en
mi corazón. Que cuanto soy, cuanto tengo, cuanto
valgo, lo debo 'personalmente á V. M. y á las instituciones representativas que V. M. simboliza y
preside: á cuyos objetos he consagrado mi vida como publicista, como diputado, como senador y como ministro.
La grandeza de España, señora, que para las
ilustres, personas que me escuchan es herencia l e gítima ó premio merecido , es para mí merced gratuita: unos son apoyos históricos del Trono, otras
son su gala y ornamento; yo no soy mas que su
hechura.
Así me complazco en reconocerlo y proclamarlo;
¿pero qué podre ofrecer en homenaje de mi reconocimiento: y o , señora, que no tengo guerreros que
guiar, ni espada que esgrimir? Ofreceré no mas que
una pluma y una voz, una pluma que no se vende,
una voz que no temé; débil ofrenda en si misma,
pero quizá fuerte por la doctrina á que se consagra;
porque Dios ha querido siempre que ¡la idea prevalezca sobre la fuerza y permite en estos nuestros
tiempos que las prensas alcancen mas que los cañones, y las plumas, de acero al cabo, penetren tanto corao las bayonetas.
Señora, leal y agradecido á V. M., á la Constitución y á la dinastía, á quien después de Dios y de
mi anciana madre debo cuanto soy, procuraré dejar
á mis hijos, no pingües riquezas, porque no he heredado ni adquirido, sino un caudal de amor tal que
se pueda decir de ellos, como de mí, que en la casa
de Molins nada merece llamarse grande sino la gratitud.»
No menos oportuno fué el discurso del señor
marqués de Salamanca, quién, buscando en los hechos presentes y en los servicios prestados al pro •
greso de su pais el origen de la merced con que la
Reina le distinguía, veia honrado en su persona el
espíritu de su siglo.
«Señora, dijo, la historia referirá á los tiémpQs
venideros el reinado de V. M. como uno de los
mas prósperos y gloriosos. Tantos millares de kilómetros de caminos de hierro, tantos mas de carreteras ordinarias, las mejoras materiales que cada
una de las poblaciones de España ha conseguido, la
nueva formada dada á la capital del reino, las abundantes aguas traídas á Madrid, que han triplicado
su población, serán ¿títulos de gloria que enaltecerán el nombre de V. M. Alguna pequeña parte que
yo he tomado en estas mejoras materiales ha hecho
que V. M. en su munificencia derrame sobre mí
mercedes y me eleve á la eategoría de grande, que
no creo merezco, pero esta generosidad de V. M.
servirá de ejemplo á los hombres trabajadores y activos que ven que se abren las puertas del alcázar
á Ja industria y á la laboriosidad.»
El señor marqués de la Habana hizo la enumeración de las mercedes que á S. M. debía, y por las
cuales era tan profunda su gratitud como la adhesión á su persona.
Dijo que, si al principio de su carrera militar sobrevino la guerra civil y combatió siete años defendiendo los derechos de la Reina y después pudo
prestar algunos servicios militares, no correspondían sus merecimientos á las recompensas que su
Majestad le habia acordado, elevándole hace muchos
años al empleo de teniente general y otorgándole la
konra de llevar sobre su pecho todas las mas a l tas condecoraciones del Estado.
Que sí mas tarde tuvo la honra de que se le concediese el gobierno superior de la mas importante posesión de Ultramar, que habia desempeñado siete
años, S. M. le habia concedido un título de Castilla
con la denominación de marqués de la Habana, con
el que habia querido siu duda que se perpetuase en
su familia, no el recuerdo á sus servicios, sino el de
la bondad y munificencia de S. M.
Llamado últimamente á los Consejos de la Corona y elevado á la grandeza dé España no era este
seguramente por los méritos que hubiera contraído
en aquel puesto, sino porque S. M. sin duda había
podido persuadirse de sus sentimientos de lealtad á
su persona y del patriotismo que le anima.
A cambio de tantas mercedes, honrado con la
grandeza después de vestir el hábito de Santiago
desde los primeros años, no podia ofrecer otra cosa
el nuevo grande que complir como bueno sus deberes, cifrando toda su ambición en continuar mereciendo el real aprecio.
También hemos oído que el discurso del general
Armero fué notable, así como otro de que no hemos
podido adquirir pormenores.
£a España habla con elogio del marqués de la Pezuela, quien refirió, con la modestia de un antiguo
caballero, y con la verdad de un soldado, algunos
de sus servicios militares, singularmente la acción
de Cheste, sobre la cual S. M. le ha concedido la
grandeza; y no dejó de interesar vivamente el ver
al digno general concluir académicamente su discurso con una cita del Dante, su poeta favorito, el
cual, demostrando ya en el siglo xui la necesidad
que tiene toda nobleza de ir reclutando sucesivamgnte nuevas personas, deeia:
«Capa eres-tú que acórtase ligera:
si no se va añadiendo cada día,
la remata del tiempo la tijera.»
La ceremonia fué tan solemne como todas las del
palacio de nuestros Reyes.»
Un periódico de Sevilla, que desde hace tiempo nos profesa grandísimo afecto, inspirado por el
ninguno que le tenemos, dice lo siguiente, que
merece alguna, aunque pocas palabras de nuestra
parte:
«El señor Bedmar era el primer hombre de la
provincia de Sevjlla para EL CONTEMPORÁNEO hace
un año. Entonces ese periódico lo puso por las n u bes asegurando que no habia sido ministro porque
no le habia dado la gana. Pues bien, hoy los redactores de ese mismo periódico, con el señor Albareda a l a cabeza, le hacen una cruda guerra. En Utrera el señor Peña, pasante ayer del mismo señor Bedmar, se le pone en frente con la sana intención de
derrotarle. En Sevilla, el señor Pablé se une á los
contrarios del señor Bedmar, y también combate su
candidatura.
Por último, el señor Botella también durante su
estancia entre nosotros combatió al'señor Bedmar,
olvidándose de que hace un año quemaba incienso
en sus altares desde las coliunnas de E i CONTEMPORÁNEO.
Dados estos precedentes, no ños estrañará mañana ver en nuestro apreciado colega algún canto épico en loor del señor Bedmar. Seguramente sus r e -
daetores tienen muy presente aquel adagio que dice:
«Z>e saiios es mudar de consejo."
No hay en estas líneas una sola apreciación que
no sea falsa.
El juicio que teníamos de las dotes del señor
Bedmar, es el mismo que hoy tenemos, y asi lo
hemos dicho hace tres dias'.
Es falso que el señor Albareda se mezcle en las
elecciones de Utrera ni otra alguna.
Es falso, por consiguiente, que nuestro antiguo
director ni los redactores de nuestro periódico
hagan guerra cruda ni dulce al señor Bedmar.
Lo cierto es que el señor Bedmar hace la guerra á nuestro compañero de redacción el señor Peña,
que no aspiraría a ripresentar el distrito donde ha
nacido, donde tiene su familia y muchos, muchísimos amigos, si estos, haciéndole una honrosísima
distinción, no 1» hubieran propuesto la representación del distrito. El señor Peña, que en efecto ha
sido pasante del señor Bedmar, y que tiene á grande
honra el haberlo sido, ha sabido, como saben los
hombres que tienen conciencia de su propia dignidad, cumplir con sus deberes de amistad y con
sus deberes de hombre público.
Si el periddico á que nos referimos no comprende la delicadeza de la conducta del señor Peña, junto á sí tiene al señor Bedmar que podrá
enseñarle á no ponerlo en duda. Estamos seguros
que á pesar de la amistad que ese periódico parece profesar al señor Bedmar, no le habrá consultado las Uneas que dejamos copiadas, y en las cuales se entrevé un deseo de difamación, tanto mas
digno del mayor desprecio, cuanto menos valor se
tiene para atacar de trente al señor Peña. Si lo hubiera consultado, estamos seguros que el señor
Bedmar seria el primero á oponerse á manejos tan
torpes.
Por último, y ya que se habla de la candidatura del señor Fabié, en otra parte del mismo p e riódico, debemos decir que la candidatura de
nuestro antiguo compañero de redacción ha sido
propuesta por sus muchos amigos y parciales en el
mismo distrito en que el antiguo mmistro de Hacienda introdujo la suya desde la poltrona ministerial en las últimas elecciones.
PARTE OFICIAL.
PRESIDENCIA DEL CONSEJO DE MINISTROS.
S. M. la Reina nuestra señora (Q. D. G.) y su augusta real famíha continúan en esta corte sin novedad en su importante salud.
REAL DECRETO.—De conformidad con lo propuesto
por mi Consejo de ministros, vengo en nombrar
Consejero de Estado á don Julián Velarde, conde
de Velarde, como comprendido en la categoría tercera del artículo 6.° de la ley orgánica del Consejo
de Estado, y en destinarle á la sección de Gobernación y Fomento del espresado cuerpo.
Dado en Palacio á catorce de noviembre de mil
ochocientos sesenta y cuatro.—Está rubricado de la
real mano.—El presidente del Consejo de ministros,
Ramón María Narvaez.
Minifterio de Hacienda.
REAL DECRETO.—En consideración á las circunstan-
cias que concurren en don Antonio Benavides, m i nistro que ha sido de la Gobernación, vengo en
nombrarle presidente de la junta consuUiva Je m o neda.
Dado en Palacio á catorce de noviembre de mil
ochocientos sesenta y cuatro.—Está rubricado de la
real mano.—El ministro de Hacienda, Manuel García Barzanallana.
Mmiitexio de la Gobernación.
EsposiciON Á S. M.
Señora: La necesidad de desarrollar en una disposición reglamentaria los principios que establece
la ley de sanidad de 28 de noviembre de 1855 respecto i la asistencia facultativa, ha imipulsado al
ministro que suscribe á presentar á V. M. un r e glamento sobre este importante servicio. En él se
ha atendido con especialidad á que en todos los pueblos de la Península se encuentre siempre la acción
facultativa, asi como á que esta esté letribuida decorosa y puntualmente. El establecimiento de plazas bien dotadas en los partidos rurales, mtraerá como es natural á los facultativos que en ellos escasean y que abundan en las graneles poblaciones, é
introducirá en los pueblos los autorizados consejos
de la ciencia, garantizando así la salubridad p ú blica. La división en partidos de primera,, segunda,
tercera y cuarta clase, se ha considerado Cionveniente, así porque la diferencia de las localidaides exige
un orden gerárgico dentro de este reglamento, como porque en el plan general ha sido preciso adoptar una forma para fijar el número de vecinos que
han de constituir el partido, pobres que deben ser
visitados, y asignación que debe satisfacerse. Al
hacer el ministro que suscribe esta divísioin, asegurando á los titulares consideración á independencia,
y asignaciones decorosas, y dejándoles em libertad
de contratar particularmente la asistencüa con las
clases acomodadas, se ha ceñido estrictamente á lo
preceptuado en los artículos 64 y siguientes de la
de Sanidad.
Sensible es por cierto que inconvenientes legales
hayan imposibilitado la realización del plan concebido en el primer momento sobre compremder á e s tos funcionarios en el presupuesto provinicial; pero
ya que esto no ha podido realizarse, qu(eda absolutamente asegurado el pago'de sus asignaiciones en
los períodos trimestrales marcados.
La intervención que se da á las juntas de Sanidad en la calificación de los fecultativos quie aspiren
á las plazas de titulares es tan importantei, que con
esta sola determinación se acaba con ese semillero
de discordias y medidas vejatorias á que ha dado
•onstantemente lugar la provisión de estos destinos. La determinación de pobres de solemnidad y
reconocimiento como tales de los espósitos que se
lactan en los distintos pueblos de la Penínsuia es
absolutamente necesaria, atendiendo á que estos
tiernos y desgraciados seres no tienen medios propios para vivir, y á que el gobierno, bajo cuyap.^oteccion están, debe tener previstos todos los medios
de conservarlos. Últimamente, con el establecimiento de estas medidas y las demás consignadas en el
reglamento; con los deberes que se imponen á los t i tulares en virtud del art. I." del mismo y 2.' adicional, así como por las restricciones de los artículos 25 y 36, cree el que suscribe haber dado un gran
paso en favor de la higiene pública de los pueblos
y de la salud individual de los que los constituyen,
si, como es de esperar, las clases facultativas responden á los deseos del gobierno, y empremden con
celo y actividad el cumplimiento de sus dceberes.
Fundado en estas consideraciones, somete el que
suscribe á la aprobación de V. M. el siguiiente real
decreto y reglamento.
Madrid 9 de noviembre de 1864.—Seiñora:—A
L. R. P. d; V. M.—Luis González Brabo.
REAL DECRETO.—Atendiendo
á lo que míe ha es-
puesto mí ministro de la Gobernación, después de
haber oído á los Consejos de Sanidad y de Estado,
y de acuerdo con el de ministros, vengo en decretar que se cumpla y ejecute el siguiente reglamento
sobre organización de los partidos médicos de la P e nínsiila.
Dado en Palacio á nueve de noviembre de mil
ochocientos sesenta y cuatro.—Está rubricado de la
real mano.—El ministro de la Gobernación, Luis
González Brabo.
REGLAMENTO
Sobre organiÑtcion de los partidos médicos
de la Península.
Artículo 1.° Según previenen los artíículos 64
y 65 de la ley de 28 de noviembre de 1855,, tendrán
todos los ayuntamientos de España facultaitivos t i tulares de medicina y cirujía para la asistencia gratuita de los pobres, para socorro de las familias acomodadas que reclamen y retribuyan sus servicios,
para el desempeño de los deberes sanitarios de i n terés general que el gobierno y los gobernadores de
las provincias les impongan dentro de su respectivo distrito, y para auxiliar á las corporaciones m u nicipales en cuanto se refiera á la policía sanitaria
local. Tendrán igualmente farmacéuticos titulares
que suministren los medicamentos necesarios para
el tratamiento y curación de las enfermedades.
Art. g.° Se considera dividida la Península en
partidos médicos de primera, segunda, tercera y
cuarta clase, en la forma siguiente:
Serán considerados como partidos de primera clase todas aquellas poblaciones que escedan de 600
vecinos; estos partidos señalarán al médico-cirujano un sueldo fijo de 4,000 rs., con la obligación de
visitar hasta 200 familias pobres, y 30 rs. mas por
cada una que pase de este número.
En los pueblos de numeroso vecindario se creará
una plaza de titular en medicina y cirujía por cada
600 vecinos.
Serán partidos de segunda clase todas aquellas poblaciones que escedan de 400 vecinos y no lleguen
á 600. Estos partidos señalarán al médico-cirujano
una asignación fija de 3,000 rs. anuales, con la obligación de visitar hasta 150 familias pobres, y 20
reales mas por cada una que esceda de este n ú mero.
Serán partidos de tercera clase todas aquellas poblaciones que no bajen de 300 vecinos, ni escedan
de 399. Estos partidos señalarán al médico-cirujano
un sueldo fijo de 2,000 rs. anuales, con la obligación de visitar hasta 70 familias pobres, y 20 reales mas por cada uno que esceda de este número.
Serán partidos de cuarta clase todos los pueblos
que por efecto de su escaso vecindario tengan que
agruparse á otros para reunir los 200 vecinos. Estas agrupaciones que recomienda la ley se cuidará
que solo comprendan de 200 á 399 vecinos, que s e ñalarán al médico-cirujano un sueldo de 3,500 reales anuales, con la obligación de visitar hasta 70
familias pobres, y 30 rs. mas por cada una que esceda de este número. Los gobernadores de las provincias cuidarán de que en estos partidos se atienda á
la conveniencia de los pueblos que hayan de r e unirse. La diferencia de asignación entre estos partidos y los de tercera clase se establece como compensación <le las distancias y del mas penoso servicio de los facultativos.
Art. 3.° Los ayuntamientos que constituyan este
partido determinarán al asociarse el punto de residencia del facultativo, señalándole el gobierno en el
caso en que no se ponga de acuerdo aquellos, después de oírlos y de consultar á la junta de Sanidad
y al Consejo de provincia, así como la cantidad con
que cada uno ha de contribuir.
Art. 4.° Es permitido á los pueblos de corto vecindario que no puedan sostener médico-cirujano
para su esclusívo servicio, y que por consiguiente
tienen que formar parte de un partido de cuarta
clase, contratar cirujano titular que fije en ellos su
residencia ó asociarse con este objeto.
Art. S.° Los partidos de primera, segunda y tercera clase pueden contratar como titulares médicos
puros y cirujanos separadamente, en cuyo caso dividirán los gobiernos pradencialmente entre los facultativos las asignaturas señaladas á los médicoscirujanos, oyendo previamente ala junta de Sanidad
de la provincia.
Art. 6.° En los pueblos donde no haya establecidas oficinas de farmacia se asignarán á los farmacéuticos que se establezcan como titulares la dotación de 3,000 r s . e n los de primera clase, 1,600
en los de segunda y 1,300 en los de tercera y
cuarta.
Por cada familia pobre que esceda de las cifras
determinadas en el art. 2.° se aumentarán 10 rs. á
estas asignaciones. Sin perjuicio de este sueldo fijo
se abonará siempre á los farmacéuticos el valor de
ios uieJiCcmóníocqr» °?+fls farníunf. pobres neeesi •
ten con arreglo á la tarifa oficial, á cuyo efecto
comprenderán los ayuntamientos en el presupuesto
municipal una cantidad alzada para cubrir estas
atenciones.
Art. 7.° En los pueblos donde haya establecida
oficina de farmacia, sin asignación alguna, solamente se abonará á los farmacéuticos titulares el
importe de los medicamentos con arreglo á tarifa,
no pudiendo obligarles á prestar ninguna clase de
servicios sin la debida retribución.
Art. 8.° Cada año consignarán los ayuntamientos
en sus presupuestos municipales las cantidades consignadas en los artículos 3.°, 4.° y 6.*, las cuales satisfarán proporcionalmente á los facultativos titulares el último día de marzo, jimio, setiembre y diciembre.
Art. 9.° Quedan obligados los ayuntamientos, y
en su representación el alcalde ó quien haga sus
funciones, á dar cuenta al gobernador de la provincia en los ocho dias siguientes á la terminación
de los plazos indicados en el artículo anterior, de
haber sido satisfechas las asignaciones de los facultativos titulares.
Art. 10. Serán apremiados los ayuntamientos para el pago de estas asignaciones si contra lo que es
de esperar demorasen su xealizacion en los citados
períodos trimestrales.
Art. 11. Los facultativos titulares contratados
solamente para la asistencia de los pobres y para los
restantes fines que el art. I.° espresa, quedan en libertad de celebrar ó no con los vecinos que no tengan obligación de asistir, aquellos contratos particulares que gusten; pero en caso alguno intervendrán los ayuntamientos en dichos contratos, ni se
obligarán á recaudar las cantidades que los vecinos
contratantes estipulen, sin que por esto se entienda
que las autoridades administrativas dejarán de prestar su influencia y apoyo á los titulares que reclamen de los particulares morosos el importe de sus
contratos.
Art. 12. No contratarán los ayuntamientos facultativo alguno titular para el desempeño de otros
servicios que los propios de su profesión espresados
en el correspondiente título, ni autorizarán los gobernadores de la«provincias la menor contravención
en este punto.
Asimismo cuidarán los gobernadores de hacer
guardar y cumplir la real orden de I.° de octubre
de 1860 relativa á ciertas obligaciones estrañas á su
profesión que acostumbran algunos pueblos imponer
á los cirujanos.
Art. 13. Los ayuntamientos de aquellos pueblos
que por su vecindario puedan constituir por si solos
uno de los partidos de que habla el art. 3.° y sostener facultativos titulares de medicina y cirujía, determinarán á que clase han de pertenecer estos,
Art. 14. Cuando haya de proveerse alguna plaza
de titular, el ayuntamiento asociado de doble n ú mero de mayores contribuyentes determinará las
condiciones del contrato que se haya de celebrar y
hará levantar el acta que corresponde.
Art. 15. Solicitada y obtenida la correspondiente
autorización del gobernador de la provincia, para
cuyo fin se le remitirá el acta que el precedente artículo espresa, deberá anunciarse la plaza vacante
de titular en el Boletín oficial de la provincia y en
la Gaceta de Madrid, señalando un plazo que no baje
de 30 dias para que los pretendientes dirijan al a l calde sus selicitudes y relaciones de mérito documentadas.
Art. 16. Luego que termine él plazo señalado para la admisión de solicitudes, remitirá el alcalde al
gobernador de la provincia lasque haya recibido para que la junta provincial de Sanidad forme una
lista de los pretendientes, inscribiéndoles según el
orden de sus merecimientos.
Tendrán las juntas en consideración para formar
estas listas, los títulos académicos, los méritos contraidos durante la carrera, los alcanzados después de
haberla terminado y los años que llevan de práctica
los aspirantes. Será asimismo considerado como
muy digno de atención el haber servido cualquiera
dé los partidos de que habla el art. 3.°
Art. 17. Luego que el gobernador de la provincia
remita al alcalde el informe de la junta provincial
de Sanidad, reunirá este al ayuntamiento y doble
número de mayores contribuyentes, quienes procederán al nombramiento del titular, eligiendo por mayoría de votos uno de los facultativos que ocupen
los tres primeros lugares en la lista formada por la
referida junta.
Art. 18. Si el profesor elegido por el ayuntamiento y mayores contribuyentes aceptase la plaza de
titular y el gobernador aprobase el nombramiento
por haberse observado todas las condiciones de legalidad, se procederá á estender en debida forma la
escritura de contrato que en el art. 67 de la ley de
Sanidad se espresa.
Art. 19. Para la provisión de las plazas de m é dico-cirujano y farmacéuticos titulares comunes á
dos ó mas pueblos correspondientes á los partidos
de cuarta clase de que trata el art. 4.°, han de observarse las propias reglas establecidas en los precedentes artículos, debiendo reunirse los' ayuntamientos asociados de doble número de mayores contribuyentes de cada pueblo, así para determinar las
condiciones del contrato como para la elección de facultativos y otorgamiento de la escritura.
El alcalde que el gobernador de la provincia d e signe presidirá las reuniones, instruirá el espediente,
anuuciará la vacante, se entenderá con la referida
autoridad superior de la provincia, y convocará para
hacer el nombramiento y estender la escritura.
Art. 30. Conforme previene el art. 30 de la ley
de Sanidad, ningún facultativo titular encargado de
la asistencia de los pobres será separado de su destino sin causa justificada y previo espediente en que
se le oiga, y también á la junta de Sanidad y al
Consejo de la provincia.
Los interesados tendrán en todo caso derecho de
alzada al gobierno que resolverá oyendo previamente al Consejo de Sanidad y al de Estado si lo estimase conveniente.
Art. 21. Los facultativos titulares que renuncien
sus destinos, cumplido que sea el tiempo por que
se escrituraron, salvo en los casos de mutuo consentimiento de que habla la ley en su art. 70 y los que
se citan en el artículo siguiente, avisarán siempre
á los ayuntamientos con un plazo de dos meses de
anticipación para que dentro de él puedanproveerse
las vacantes.
Art. 23. Podrán considerarse anulados los contratos sin el mutuo acuerdo de que habla el artículo
anterior, siempre que vacando en la provincia en
que el facultativo preste sus servrcios, algún partido de mas categoría que el que desempeñe, sea elegido para él en los términos que se espresan en este
reglamento.
Art. 23. En los contratos que los ayuntamientos
celebren con los facultativos titulares se hará constar que podrá concedérseles hasta dos meses de licencia al año para los casos de ausencia y cuatro
por motivos de salud justificados, siempre que pongan de su cuenta facultativos de la misma clase que
desempeñen el servicio correspondiente.
Art. 24. AI facultativo ftular que en época de
epidemia ó contagio abandone el pueblo ó pueblos
que le tienen contratado , se le privará del ejerc'cio
de su profesión por un tiempo mas ó menos largo,
conforme determina el art. 73 de la ley de Sanidad,
á cuyo fin deberá formarse el espediente gubernativo que corresponde, según previene la real orden de
11 de abril de 1856.
El gobierno resolverá en vista de este espediente,
después de haber oído el Consejo de Sanidad y al de
Estado si lo estimare oportuno.
Art. 25. También impondrá el gobiérnela pena
gubernativa que tenga por conveniente, después de
haber oido al Consejo de Sanidad del reino, á los
facultativos que dejen de cumplir con fidelidad los
encargos relativos á sanidad general que les fueren
encomendados en el pueblo ó distrito de que son t i tulares, ó que se resistan á hacer ciertas operaciones de que depende la vida de uno de nuestros semejantes.
ARTÍCULOS ADICIONALES.
Hablase mucho en los círculos financieros del
Banco mejicano que debe establecerse bajo la d i rección de los señoresMallet y Hottinguer. El señor
Mires persiste en anunciar, según muchos periódicos han dicho, que si á consecuencia de la decisión
que veia tomar el tribunal de Comercio en su proceso contra sus liquidadores, puede volver á encargarse del negocio, se apresurará á suscribirse por
ocho millones de francos al empréstito mejicano, e n cargándose el nuevo banco de proveer á lo restante.
No sé si recordarán Vds. una demanda por estafa
que contra gl ex-rey de Arancania, Orilla I, habia
presentado la djiefla de una fonda. Habíase dicho
que Julio Pavre defendería al ex-rey Antonio; no
hubiera estado mal la democrafia aliada á la m a jestad caida, pero en la vista que ha tenido lugar
hoy, en vez deM. Julio Pavre nos hemos encontrado con los señores Jaybert y Montaigut, pai.sano
este de M. de Tennens. La demanda ha perdido
ran parte de su importancia. En primer lugar la
ueña de la fonda ha sido indemnizada el viernes
último; ademas el señor Sustituto, después de h a ber reconocido que Orilla I podía muy bien haber
creído ser rey, todavía no ha sostenido \fí prevention.
El señor Sustituto Manuel ha aconsejado á Antonio
Orllia I que vuelva á Arancania á tomar posesión
de su trono nuevamente, si.quiere, pero le encarga
que mientras permanezca én Francia no use el t í tulo de rey, y busque en el trabajo los medios de
subsistencia.
El ex-avoué de Perigneux ha parecido bastante
impresionado por las observaciones del señor Sustituto, sobre todo cuando el tribunal, sin dejar h a blar siquiera á los defensores, ha pronunciado su
acquittement.
La Patrie que ha visto desmentidas por el Monitor de esta mañana las noticias que había dado sobre la creación de una caja de Obras públicas, protesta con energía contra la rectificación oficial, sosteniendo que «en estos momentos se está elaborando el proyecto de una caja de Obras públicas.» Es
cierto que el gobierno no ha adoptado el proyecto,
pero como ven Vds., la Patrie persiste en que está
en estudio.
También la Presse, bajo la firma de M. Darimon,
sostiene que eran exactas las noticias dadas por
aquel periódico, en cuanto reproducían el proyecto
del ministro de Obras públicas. Sea de esto lo que
fuere, parece exacto qué el gobierno del emperador
no ha aprobado las miras de E. Betric.
El Memorial Diplomatique anuncia que la casa
Rotschild ha recibido del gobierno romano los tres
millones quinientos mil francos destinados al pago
del semestre de la deuda romana, á partir de I.° de
diciembre.
f
GACETILLA.
Boletín religioso. San Rufino y compañeros mártires.A principio del siglo m déla Iglesia, se dejó sentir cruelmente en el «ristianismo la atroz persecución de DioclecianoyMaximiano. Innumerables fueron
las víctimas sacrificadas á su furor, entre las cuales enumera Andalucía á Rufino, Bufiniano, A r t e midoro y Severo, á quienes la Iglesia venera hoy
en el número de los mártires.
Fiestas religiosas. Cuarenta Horas en la iglesia
parroquial de San Justo, donde prosigue celebrándose la novena de la gloriosa Santa Gertrudis; predicará en la misa mayor don Salvador Marques y en
los ejercicios de la tarde, don Ambrosio de los I n fantes.
Visita de la Corte de María. Muestra Señora
del Carmen en su iglesia, ó en la de San José.
Articulo 1." Serán reconocidos como pobresj de
solemnidad por los pueblos, para los efectos de este
reglamento, los espósitos que se lacten en sus jurisdicciones.
.
Art. 2.° Quedan encargados los titulares por este
artículo, y hasta tanto que se publique el reglamento de higiene pública, de aconsejar á los respectiSe anuncia para publicarse en breve una obra nueva
vos alcaldes de los pueblos ó zonas que constituyan
su partido, la desaparición de todos los focos de in- del festivo escritor don Manuel del Palacio, titulada
fección que ~á su juicio perjudiquen á la salubridad El Amor, lasmu-jeres y el matrimonio, que creemos
pública, dando cuenta al propio tiempo ór^cs-SiiJi- destinada á tener un gran éxito.
delegados de Sanidad de los partidos y á los g o - ~^'-Í>2s, propietarios de la revista semanal de educación
bernadores de las provincias para que tengan resul- yJíenencefitíajiue con el título de La mujer cristiatado estas denuncias.
na se publica eri"~égt¿ir corte, tuvieron la honra de
Art. 3." Con objeto de dar tiempo á los goberna- entregar el día 10 del corriente á 3a Excma. señora
dores de provincia para la organización de partidos presidenta de la junta de damas de honor j mérito,
en la forma que se determina en el art. 3.°, no em- con destino á los establecimientos de beneflceSG.ia,
pezará á regir este reglamento hasta el 1." de julio la cantidad de 315 rs. 30 cents., importe del 10 por
del próximo año de 1865.
loo del total de ingresos correspondiente al pasado
Art. 4.° Los facultativos que actualmente se ha- mes de octubre.
llen sirviendo plazas de titulares serán respetados
Aplaudimos como merece este rasgo de generosien sus puestos, si los ocupan legalmente , hasta la dad, y deseamos que crezca mensualmente el tanto
terminación de sus contratos.
por ciento en beneficio de los pobres.
Art. 5.° Quedan en libertad de rescindir los conH¿ aqui las últimas noticias de varios pueblos de la
tratos hoy existentes los ayuntamientos y los fa- provincia de Valencia que mas han sufrido á concultativos, de acuerdo con lo que previene la ley de secuencia de las inundaciones:
Sanidad en su art. 70, y de verificarlos de nuevo,
"La población de Alberiqne, una de las mas ricon entera sujeción á este reglamento.
cas de la provincia, ha sido, como todas de ambas
Art. 6.° A medida que vayan terminando estos riberas, inundada por el rio Júcar. Si bien no se
períodos, cuidarán los gobernadores de que los puehan esperimentado desgracias personales, á pérdidas
blos que tengan escriturados facultativos titulares,
materiales puede equipararse con las mas desgraciacuyos contratos se respetan según el art.' 4.° adicio- das. El rio Júcar, que jamás ha llegado en sus desnal, entren á cumplir con las prescripciones de este
bordamientos á aquellas calles, esta vez. inundó la
reglamento.
parte mas baja de la población, penetrando en e l '
Art. 7.° Los gobernadores exigirán, de los ayun- cuartel de la guardia civil, en el juzgado de primetamientos de sus respectivas provincias, en los 15 ra instancia (ausentes en aquel entonces de dicha,
dias siguientes á la publicación de este reglamento villa los guardias, el señor juez y el promotor fisen la Gacela, una certificación del contrato subsis- cal) y las cárceles del partido, en las que habia
tente entre el facultativo y el pueblo, con referen- criminales de muchísimos años de condena, que
cia al libro de actas del ayuntamiento. Este docu- á grandes voces llamaban al señor alcalde para que
mento será el testo de - consulta siempre que con- los sacara de allí. Esta autoridad, que se multiplicurran dudas, y servirá para fijar la terminación
caba en lo infinito, acompañada del registrador de
sus contratos con el gobierno de la provincia.
la propiedad don José Sastre, y del promotor fiscal
Art. 8," Darán asimismo los gobernadores al sustituto don Jacinto Gómez, sacaron á los pobres
ministerio una nota semestral de este servicio, en presos, á los que ya el agua les llegaba á la rodila cual conste el nombre de los pueblos que cons- lla, y los condujeron á la casa de la villa. También
tituyen los partidos médicos, su clase, número de fueron inundados el casino y las escuelas, quedando
vecinos, nombre de los facultativos, su categoría ambos edificios en un estado completo de ruina.
bien definida con arreglo al título, asignación señaHay muchísimas casas apuntaladas y otras ya deslada y pobres que visitan, á cuyo afecto se llevará plomadas. Pero las pérdidas de mayor consideraun registro del citado personal con los citados r e - ción están fuera de la villa. Cinco lonjas, que conquisitos.
tendrían 13,000 arrobas de arroz blanco, perteneMadrid 9 de noviembre de 1864.—Luis González cientes á la clase mas pobre, que se disponía á pagar sus arrendamientos, han sido inundadas, perBrabo.
•
_
diéndose todo aquel grano completamente.
En el pueblo de Ayora ha desaparecido la primera parte de la propiedad. La rambla que corre por
(AGENCIA PENINSULAR.)
el centro de la población ha arruinado toda una caLONDRES 14^—El banquero Mires ha perdido el
lle de casas y parte de la otra, dejando á sus dueproceso que tenia pendiente ante los tribunales de ños con el vestido que llevaban puesto. Por fortuna no hay que lamentar desgracia alguna personal;
Londres.
Muller, el asesino de M. Briggs, ha sido ahorca- pues el módico don José Belda, que fué arrebatado
por la rambla al entrar en su casa contigua al caudo hoy. Ha marchado al suplicio con gran serenice, se salvó milagrosamente después de permanedad y no ha hecho ninguna revelación.
cer mas de cuatro horas en medio del agua asido á
(AGENCIA H A VAS.)
una morera.
PARÍS 14.—En los círculos políticos mas bien for—En un monte próximo perecieron también cuamados se dice que el ministro delPerú, después de
haber onfecrenciado con .M. Drouyn de Lhuys, va á tro infelices carboneros, que estaban cargando sus
dirigirse á Madrid, para tentar un arreglo amistoso hornos.
—En la Ollería la tempestad ha hecho estragos
con el gobierno español respecto á todas las cuesanálogos á los que llevamos referidos. En la calle
tiones pendientes entre las dos naciones.
de la Virgen de Loreto, el hundimiento de una casa sepultó entre las ruinas á un vecino llamado
Francisco Moltó y Lila, propietario y fabiicante de
aguardiente, y á su madrastra Josefa Valenzuela.
PARÍS 13 de noviembre.—Ya saben Vds. que con
motivo del despacho del general Lamármora del 7 Los vecinos auxiliados heroicamente por los infatide este mes, se ha dicho que M. Drouyn de Lhuys gables individuos de la Guardia civil del puesto,
debia contestar á dicho documento. Asegúrase hoy trabajaron sin descanso, á pesar del horrible aguaque efectivamente se ha enviado á Turin esta con- cero que los sofocaba, para salvar la vida á aquetestación, pero qne no aparecerá en el Monitor has- llos infelices, pero sus esfuerzos no lograron mas
ta que terminen los debates en el Parlamento ita- resultado que el de estraer sus cadáveres de entre
las ruinas.
liano,
—Durante la horrorosa inundación porque acaba
M, Drouyn de Lhuys forma parte de la tercera
de pasar la desgraciada villa de Alcíra, han ocurserie de convidados á las fiestas de Compiegne,
donde se encontrará con el príncipe de Metternich rido algunos sucesos verdaderamente providenciay con los principales miembros del cuerpo diplomá- les. Entre ellos es digno de mención el siguiente;
«Parece que una pobre mujer á quien sorprendió
tico, como él, comprendidos en la misma serie. En
cuanto al embajador italiano, señor Nigra, no está en la vega la crecida .' el rio, ere arrastrada por
comprendido decididamente, por mas que haya di- la corriente de las aguas, y no encontrando punto
cho la France en la primera serie, sino en la cuar- alguno donde apoyarse, se cogió á las astas de
ta, en la cual, según dicen, no figura ningún per- un toro que flotaba á su lado, el cual, nadando, losonaje político ni diplomático de importancia, cir- gró atravesar el río con la citada mujer, que pudo
cunstancia que, como Vds. comprenderán, ha sido salvarse de este milagroso modo, refugiándose en
la montaña llamada de San Bernardo.»
muy comentada en ciertos círculos.
|Han quedado destruidas tres fábricas de aguarCon objeto de impedir que las lecturas públicas
iente situadas junto al barranco de Capuchinos, dos
que van á reanudarse en la Sorbona no den ocasión
á tumultos y desórdenes, como sucedió desgracia- por completo y la otra casi en su totalidad, habiendamente en su inauguración, se ha acordado no a d - do sido arrastradas con sus artefactos por la impemitir á dichas lecturas mas que á las personas que tuosa avenida del barranco.
presenten una tarjeta entregada en la secretaría de » —Por último, dicen de Cutiera que en aquellas
la Sorbona. El orden de las lecturas está establecí- playas han aparecido algunos ataúdes con cadáveres, mas de 50 caballerías muertas, muebles de lujo
do hasta el último lunes de enero. La primera, según
se ha anunciado, la verificará M. Milnes Edwards, y otros enseres, y hasta un confesonario. El dominel célebre geólogo, miembro de la Academia de go'próximo se celebrará una gran función religiosa
ciencias, y la última M. Janin, profesor de física en acción de gracias á la Virgen del Castillo. P a rece que al sacar la imagen de la Virgen sobre la
en la Sorbona.
DESPACHOS TELEGRÁFICOS.
CORRESPONDENCIA.
S
El Cüiitemporáncü.—Miércoles i 6 de Nuviembrfc de 1(64.
unay media de la madrugada en los"momentos en
que crecíala avenida, el Júeartuvo tres rompimientoa, que sangraron considerablemente la acequia,
llevando sus aguas al mar. A esta circunstancia se
debe el que en Cullera no se hayan esperimentado
los daños que eran de esperar.
—La inundación-que el dia 4 del actual llenó dé
espanto y consternación á los pueblos de la vega de
Valencia, es la mas estraordinaria de cuantas ha sufrido aquel pais.
Por la medida exacta de las anterio.cs, r-T-; se lia
conservado en un edificio de Carcageuto, los mayo-res crecimientos del Júcar han tenido lugar por el
Siguiente orden, de mayor á menor: 17 de noviembre de 1805.—31 de octubre de 1843.—5 de octubre
de 1779. La avenida de noviembre de 1864 ha subido un metro mas que l a m a s altado lasque la precedieron, ó sea la del año 5, que tan funestos recuerdos dejó en aquella ribera.
^ «*^-
HÍGADO ÚEBACALAO
La comedia en tres actos La última trinchera, estrenada el sábado por la noche en el teatro del Príncipe,
tuvo un éxito bastante desgraciado. Es un arreglo ó
desarreglo del francés, tomado de una bonita comedia
titulada Nos alli-ies, que el traductor ha convertido en
un saínete grotesco y de mal gusto. La comedía no debía. titularse La Ultima trinchera, sino
• La nweva'Celestina: la viuda casamentera es digna
sucésora de la amiga de Caíista y Melibea. ¡Y aquel
militar! ¡Y aquella niña! El público demostró repetidas veces su desagrado al escuchar ciertos chistes
reñidos abiertamente con el decoro, y al final manifestó ruidosamente su descontento. La ejecución
no tuvo nada de particular.
ni. Leverryer presentó dtias atrás á la Academia de
ciencias de París, de parte del gobierno español, el
tomo tercero de las obras «tronómicas del rey don
Alfonso el Sabio; y al fijar la atención en algunos
capítulos de dicho libro, demostró que en el si-
glo XI se poseían ya los medios de resolver con buen^
éxito varios importantes problemas de astronomía.
De una estadística que tiena por base 6,000 fallecimientos observados en diferentes puntos, M. Havlland ha deducido quá la muerte sobreviene, en la
mayoría de casos, desde la una á las ocho de la mañana, y en la minoría, desde la una de la tarde
hasta medía noche. El mismo autor hace observar
que las horas en que tiene lugar el mayor número
de fallecimientos son aquellas en que, por regla g»neral, no se cuida ni se alimenta a los enfermos.
Ayer tarde tuvo lugar la segunda corrida de novillos
con lúogiganga, toros de puntas y fuegos artiflciailes. La función no ha pasado de mediana. A causa
de haber trascurrido muy de prisa el tiempo durante la lidia de los toros embolados y la mogiganga ó
mas bien de haber ido muy despacio esta parte del
espectáculo, es lo cierto que los toros de punta empezaron & correrse muy tarde, y ningún juicio po-
demos aventurar ni menos darnos razón de las condiciones de los bichos ni de. las suertes que se ejecutaron.
La noche se aproximaba y la luna envió uno de
sus cuartos á poner en claro el grave negocio que
traia entre manos el (Nili), que á decir verdad, no
anduvo tan acertado como en la tarde del domingo
último.
Los toros que eran de Martínez y Roquetti, según
oímos decir, fueron regulares, durante el breve y
mal rato que les hicieron pasar en el redondel, y el
resto de la función fué divertido para los que g u s tan ver ai prójimo perlas alturas.
La entrada fué bastante regular á pesar del fresco desagradable que reinaba.
la noche.—Z)* la mam á la 6ooa.—Sistema homeopático.—Doña Mariquita.
TEATRO DE VARIEDADES.—A las ocho de la
noche.—Zos pobres de levita.—Bñile.—E. H.
TEATRO DEL CIRCO.—A las ocho de la noche,
—Si yo fuera rey.
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Editor responsable, D. Pedro Jacobo y Lopea.
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Excmo. señor don Andrés de Arango.
Excmo. conde señor d« Yúmury.
Señor don Antonio Baquer de RítaExcmo.-señor duque de Veragua.
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Señor don León García Villareal.
Excmo. sen r don Alejandro Olivan,
Kxcmo. señor conde de Ripalda.
limo, señor don Miguel Tenorio,
limo, señor don José Genaro Villalimo. Süñor don Pedro Felipe Monlau.
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Señor don Mariano Gairderera.
Señi r don Fraucisso üoello y Qussada.
DmECTOB GENERAL: D JOSÉ GORT T CLAUR.
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Pólizas: 14.787.-Capital: 74.760,537 realesLA NACIONAL abraza todas las combinaciones del seguro de «upervjíeneia,
y en ella puede hacerse la suscricion de modo qee en niugnn caso se pierda el
capital impueiíto ni los corrüspondienle* beneficios.
Una FIANZA CONSIGNADA EN L A S ARCAS DEL ESTADO,
y cuyas cartas de pago están depositadas en ti Gobierno civil de la prúvmcm,
garantiza la administración de la Compañía.
Los fondos de la Compañía se invierten en títulos del Estado, que devengan
intereses, y se depositan en el Baucb de ülspaña COK intervención del Delegado
del Gobierno y del Consejo de Administración.
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en que se inviertea los fendos impuestos en ella no corren ni el mas remota
ries^go, cerno que están garantizados por el gobierno, es decir, por toda la
nación.
Las personas que deseen suscribirse, y residan en población
en donde no haya representante de la Compañia, bastará que
espresen su deseo en carta Al director general de La Nacional,
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Galbo, médico del ministerio de la Argelia y sus colonias; Richelot, Director de
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tcdos ios profesores de la facultad de medicina y otros eminentes módicos, le ordena,
todos los días del mismo modo que su Aceite de higado de bacalao ferruginoso, superior á todas las demás preparaciones de hierro; puesto que está probado que el hierro es
aceptado más fácilmente por la economía y que pof este medio no produce nunca estreñimiento, lo que no sucede con ninguna otra preparación ferruginosa; seguros demis de la supenoridad de estos aceites, sobre todss los demás conocidos, por su perfecta elaboración y su total desinfeetaeion, propiedades tan apreciables ea un medicamento que hasta ahora había sido repugnante á todos los estómago». El cuaderno con las
noticias detalladas de las propiedades de este aceite, así como de las recompensas que
su autor ha merecido de diversas cerporaciones eientíflcas, se reparte gratis en la Farmacia Chet)rier,il,FmhoVíJgMontm&Tiie,Pms.—CiáA
frasco está acompañado de
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del Sol; .Saez Montoya, Príncipe, 18; Escolar, plazuela del Ángel y en casa de D. Ruperto
Cbávarri, plaznela de Antón Martin, núm. 87.—Para toda comisión, depósito 6 compras
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TEATRO DE NOVEDADES.-A las ocho de la noche.—Í7ÍÍ bandido de levita.—'Ba.íle.—To soy mi hijo,
TEATRO DEL PRINCIPE.—A las ocho de la noche.-T-Za última trinchera.—B&ile.—la ¡oda del tio
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SPOSICION DE LONDRES.
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con la totalidad de los géneros.
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visita á 6 y 9 rs. el 100 —Almacén de pkpel y fábrica de sobres de Roda, Olivo, 14.
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2 0 , 0 0 0 Cortes de chakco, terciopelo, felpa, escocefes, armore, cate, aplicación, psterilla, terciopelo, de lana y otros miichos
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GOHSEJO DE VIGILANCIA.
Presidente.—Excroo. Sr. D. Rafael Henares, Ex-miuistro de Gracia y Jastici» y Diputado á Cortes.
Ftce-presídente.—Sr. D. Antoaio de GoUantes y Bustamante, Ex-dipuitado i Cortes y propietario.
Foeaíes.—limo. Sr. D. Sebastian de la Fuente Alcázar, Diputad» Sicmo, Sr. D. Lorenzo Cuenca, Diputado á Cirtes y Senado
á Cortes y Subsecretarij que ha sido de Gracia y Justicia^
electo.
Sr. D. Eugeaie Bdiroa, Ingeniero J«fe de primera elass de cami- Excmo. Sr. D. Celestino Mas y Abad, Ez*dliputa;do i Cortes y Gonos, canales y puertos.
bernador que ha sido de varias provincias.
Sr. D. José Oria de Rueda, comítroiaDíe y prepietario
Sr. D. Pedro N.>lasco Mansi, Ex-diputado á Cortes y prepietario.
Sr. D. Vietorisno Ameiler, Coronel retirado.
Seeretario.—8r. D. Guillermo Crespo, Abogado y propietario.
Sr. D. Aniceto Puig, Ex-diputado á Cortés y propietario.
CONSEJO CONSULTIVO
I Director adjunto.—Sr. O. Miguel iSathet y González, Abegado.
Abogado.—ílmo. Sr, D. Sebastian de la Fuente Alcázar,
Administradores gentralet.—Sres. Pinedo y OiiiBpañía, Fuíida/fi^eniíro,—Sr. D. Eugenio Barron.
dores, propietarios.
.áf^uíteoto.—Sr. D. Aatonio Ruiz de Salces.
Dirtctor general.—Sr. D. Nemesio Fernandez Cuesta, propietario
Esta Sociedad admite las imposiciones bajo dos conceptos. Como irapasicion condicional, cuyos capitales se destinan á préstamos
descuentos y giro, y pueden retirarse á voluntad, como permanente que s» aplican á construecienes, konificícíofles y toda clase de
obras públicas y de utilidad, i liquidar cada cinco años. En uno y otro concepte no abonará el imponente cantidad alguna mas que e
importe del título.
Esta Sociedad se prepone desarrollar el crédito territorial, hasta el límite que consiente la actual legislación.
Para mas pormenores dirigir*e a! domicilio de la Sociedad, calle do la Montara, nfiín. 7, donde s« darín prospectos y estatutos.
" El COlilO Di LAS FAilliS.
Bireetor general: Sr. D. LUIS ESTREMERA., fundador j propietario.
EL R. P. FEUX
de la Gompafiía da Jesús,
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D, Bdmardo Z a m o r a y C a b a l l e r o
Se publica por tbmos de unas IKO pági.
Bas en 4.* al precio de 8 reales en M&dnd
y 9 en previncias.
Constará de ocho tomos, repartiéndose
tino ó dos tedoa los meses.
Se ha publicado e! tomo primero eorres'
pendiente i el año 18S6.
No se eerviirá riingua pedido sin que
remita antes su r<ilof en sellos de correo, libranzas del giro m^ttioi) letra de fácil co
bro, que deberán venir en cartas céi-tiñcadas.
Les pedidos se dirigirán 9I Diicector d»
Empresa deanuBciósLA PUBLÍClDAD,c8e
le del Barco, húin. 20, Madrid, doi^'e aveadé el tomo 1." y» iiabficado.
Oficinas de la Direcoion general: Madrid, calle de Hortaleza, núm. 4, priaoipal,
en donde sé hacen susúricioaesi te dan prospectos j eiplioasíonei, como en todas las
In8peooion<ís de pr»»inBÍai
as. ]»:éo]s
00MPA1-.1A GENERAL DE SEGUROS DE QUINTAS,
eo la que recibirán los suscritores OCHO MIL REALES en el acto de
ser definitivamente declarado soldado el asegurado, ó el capital
que tenga impuesto en la misma si saliere libre en los sorteos de
ia primera y segunda edad. Las suscriciones pueden hacerse desde
el dia del nacimiento hasta el anterior en que cumplan 19 años.
POR
CALLISTA DE CÁMARA DE S. M. LA BEÍNA MADRE.
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Estraceion de callos, uñeros, etc., etc.
GALLE IHAYOR, 13, PRINCIPAL.
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