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Monografía
Formación en Neurosicoeducación
Alumna: Silvina Guldris
www.asociacioneducar.com
Mail: informacion@asociacioneducar.com
Facebook: www.facebook.com/NeurocienciasAsociacionEducar
ESTRÉS Y CEREBRO
El Sistema Nervioso Central, conjunto de órganos constituidos por tejido nervioso, controla
todas las funciones de los diferentes aparatos y sistemas que forman el organismo: aparatos
digestivo, respiratorio, endocrino, excretor, inmunitario, cardiovascular, reproductor,
muscular, óseo, articular, locomotor, linfático y circulatorio. POR TANTO, ES
INDISPENSABLE Y CRUCIAL PARA EL BUEN FUNCIONAMIENTO DEL ORGANISMO.
En la actualidad existen una gran variedad de datos experimentales y clínicos que ponen de
manifiesto que el estrés en función de su intensidad y duración, puede producir alteraciones
considerables en el cerebro.
Existe una base genética que predispone el grado de vulnerabilidad que tendrá un individuo
ante el estrés. La genética a que los individuos difieran en la reactividad y funcionalidad de
sus sistemas fisiológicos de respuestas al estrés (a nivel corporal y cerebral).
A diferencia de lo que ocurre en el resto de las especies, las respuestas del estrés en los
primates-incluyendo al hombre- pueden ser provocadas no solo por un suceso concreto en
el aquí y ahora, si no que también pueden ser desencadenadas por la mera prevención de
un posible peligro futuro (tanto real como imaginario).
El cerebro humano consta de tres formaciones o sistemas trelacionados.
Cada uno de estos sistemas posee su propia inteligencia, su propia subjetividad individual,
su propio sentido del tiempo y el espacio y su propia memoria, además de otras funciones.
Estos tres sistemas son, en orden de evolución, el sistema instintivo, el límbico y el
neocórtex. El instintivo regula las funciones fisiológicas involuntarias del cuerpo y es el
responsable de la parte más primitiva de reflejo-respuesta. No piensa ni siente emociones,
sólo actúa cuando el cuerpo se lo pide: control hormonal y de la temperatura, hambre, sed,
motivación reproductiva, respiración. Por encima se encuentra el sistema límbico, almacén
de las emociones y recuerdos. En él se encuentra la amígdala, considerada la base de la
memoria afectiva. Se debe destacar que la amígdala realiza entre otras funciones una
común a todas las especies, encargarse de las respuestas del miedo.
Es el
sistema de alarma del cerebro capaz de generar estados de la mente que nos permiten
sobrevivir en caso de ser amenazados.
La amígdala cerebral para poder cumplir con su importante función de cuidar nuestra
supervivencia y ser capaz de poder producir una emoción que ponga a nuestro cuerpo en
movimiento, cuenta con su propio banco de memoria.
Se hiperactiva fácilmente ya que en el mundo natural los problemas deben resolverse aquí
y ahora.
Entre las funciones y las motivaciones del límbico están el miedo, la rabia, el amor maternal,
las relaciones sociales, los celos. Por último, está el neocórtex o cerebro racional, que es
quien permite tener conciencia y controla las emociones, a la vez que desarrolla las
capacidades cognitivas: memorización, concentración, autorreflexión, resolución de
problemas, habilidad de escoger el comportamiento adecuado, es la parte consciente de la
persona, tanto a nivel fisiológico como emocional.
Para combatir una situación estresante, el sistema nervioso reacciona al completo. Cuando
el Sistema Nervioso se descompensa o desequilibra porque existe una sobrecarga a causa
del estrés, acaba teniendo consecuencias en el funcionamiento de cada uno de los
aparatos y sistemas del organismo. .En la típica reacción del Sistema Nervioso ante el
estrés, se liberan hormonas como la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol, entre
otras. Se ha encontrado que niveles elevados de cortisol en sangre pueden causar daños
en el hipocampo, la región del cerebro que juega un importante papel en la memoria.
Además, el Sistema Nervioso Central puede actuar negativamente sobre el sistema
endocrino, afectando a la respuesta de enfermedades infecciosas o auto-inmunes.
Todos nosotros tenemos nuestra propia comprensión del mundo, nuestro
propio ‘modelo’ mental del mundo. Desde la infancia, nuestros conocimientos
e interpretaciones han sido dados a través del aprendizaje y la experiencia.
Nuestra genética, memética, epigenética y el contexto nos han dotado de herramientas
para sobrevivir, y hemos desarrollado procesos cerebrales automáticos e inconscientes,
que desencadenan nuestras conductas.
Pero nuestra UCCM (Unidad Cuerpo Cerebro Mente), no está preparada para enfrentar los
desafíos actuales que nos plantea el mundo. Nuestro Sistema Nervioso evolucionó para
adaptarse maravillosamente a las condiciones ambientales correspondientes al momento
en que apareció el Homo Sapiens.(sabana Africana).
Hace 5 millones de años no existían los supermercados, ni una información que nos
bombardeara sin consideración, "on line" "real time", 24 horas al día, etc. Éramos
simplemente cazadores- recolectores. O sea que, la estructura y funcionamiento de
nuestro Sistema Nervioso no está preparado para esta Sociedad en la que vivimos.
La causa fundamental radica en que la UCCM está preparada para hacer interpretaciones:
- mundo exterior- propio mundo interior (Teoría de la propia mente)- mente de las personas
con las que interactúa (Teoría de la mente ajena). Si las interpretaciones en cualquiera de
estos tres niveles llegan a ser erradas serán la principal causas de estrés humano
agudo y crónico, de ahí la necesidad imperiosa de tener buena información para que las
predicciones realizadas se ajusten lo mejor posible a la realidad.
Una de las dos regiones del cerebro que continúa desarrollando nuevas células nerviosas
durante toda la vida, es el hipocampo, esto es así tanto en animales como en humanos.
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Rosalind Franklin (Estados
Unidos), una única situación social estresante puede eliminar las neuronas que se acaban
de producir en el hipocampo, que procesa el aprendizaje, la memoria y la emoción.
Los neurocientíficos están empezando a comprender como el cerebro genera y coordina su
respuesta química al estrés.
Nuestra UCCM, es la más grande de toda la naturaleza y gracias a eso tenemos una
extraordinaria capacidad adaptativa para transformarnos en la especie más exitosa
del planeta
La UCCM (unidad indivisible) tiene como función principal la supervivencia, siendo los
instintos (codicia-sexualidad- crueldad- transferencia de nuestro estrés a otro ser humano
más débil) los principales impulsores de nuestras conductas.
La segunda función es la reproducción y la tercera que es la que nos distingue como seres
humanos es el instinto gregario. Para poder cumplir con la función de superviviencia hay
que conocer y controlar el mundo exterior.
“CONOCETE A TI MISMO, CONOCE A TU UCCM”
¿QUE ES EL ESTRÉS Y PORQUÉ LO NECESITAMOS?
El estrés es realmente difícil de analizar. No significa solamente estar bajo presión, porque
esto no es siempre estresante, sino que más bien lo que ocurre es una desorganización
entre los retos que el cuerpo y el cerebro anticipan y los que realmente ocurren y/o
sentimos. Muchos de los retos a los que nos enfrentamos son psicológicos, reflejando las
dificultades que tenemos en interacción con otras personas: cuando trabajamos para
triunfar en nuestra carrera académica, competimos por un puesto en el colegio o en un
equipo, o incluso más tarde en la vida luchamos por un trabajo.
Sin embargo, otros tipos de estrés son físicos, como padecer una enfermedad repentina o
rompernos la pierna en un accidente de coche.
La mayoría comparten ambos componentes: el dolor y las alteraciones físicas causadas por
una enfermedad y van acompañadas por la preocupación, no sólo de padecerlas sino
también de lo que puedan implicar.
El estrés es un proceso fundamental. Afecta a todos los organismos desde los más
sencillos como bacterias y protozoos, hasta los más complejos eucariotas, como los
mamíferos. En organismos unicelulares y en las células individuales de nuestros cuerpos,
se han desarrollado una serie de moléculas que forman un sistema de emergencia para
proteger las funciones celulares de posibles e inesperados retos y/o alteraciones externas,
así como de sus consecuencias internas. Por ejemplo, unas moléculas especiales llamadas
proteínas de shock térmico se ocupan de guiar a las proteínas dañadas a lugares donde
puedan ser recuperadas, o bien destruidas sin crear ningún daño, con lo que protegen a las
células frente a una posible disfunción o toxicidad. En organismos complejos como el
nuestro, los sistemas de estrés han evolucionado convirtiéndose en sistemas altamente
sofisticados que, nos ayudan a controlar el efecto que pueden producir en nosotros los
diferentes retos a los que nos enfrentamos. Para ello utilizamos diferentes mecanismos
celulares que componen una amplia de red de protección frente al estrés.
La existencia de una reacción de estrés ante una amenaza es positiva para el organismo,
es el mecanismo que tiene para defenderse ante la amenaza que percibe y gracias a las
reacciones bioquímicas y fisiológicas que desencadena este será capaz de reaccionar en
defensa del estímulo .Por lo tanto un nivel de estrés en un determinado momento es muy
positivo, no así un estrés continuado que puede ser muy perjudicial.
EL ESTRÉS Y EL CEREBRO
El estrés se percibe y la respuesta es coordinada por el cerebro. Cuando evaluamos
cognitivamente una situación determinada, el cerebro interacciona con las diferentes
señales que aparecen en nuestro organismo dentro del torrente circulatorio, tales como
hormonas, nutrientes y moléculas inflamatorias, así como con la información procedente de
los nervios periféricos y que controlan nuestros órganos vitales y nuestras sensaciones.
Las hormonas que circulan por nuestra sangre están directamente reguladas por el cerebro
ayudándonos a superar y a vivir las situaciones de estrés.
El estrés considerado bueno es aquel que estimula suavemente, es variado y actúa a corto
plazo dejando la sensación de un logro alcanzado.
El estrés tiene tres etapas: Alarma, Resistencia, Agotamiento.
Conocer estas etapas del estrés es muy importante, pues este influye fuertemente en la
regulación de la mayoría de las funciones del cuerpo humano.
Primera etapa. Reacción de alarma: Se produce en los momentos iniciales de
enfrentamiento con la situación estresora.
Los cambios fisiológicos están realizados en función de producir el mayor de los
despliegues del organismo para lograr huir o luchar.
La adrenalina aumenta la energía y facilita su distribución a través del sistema
cardiovascular. También se produce incremento de las endorfinas (bloqueo del
dolor en posibles lesiones), para aumentar el estado de alerta y a fin de
recuperar el control.
Como el estado de alarma no es algo que se pueda mantener constantemente,
si la situación estresora se prolonga durante un tiempo, si el animal no muere
pasa a la segunda fase.
Segunda etapa. Fase de resistencia:
Aquí la UCCM hace lo contrario a la fase anterior. Si el peligro sigue estando, lo
mejor que puede hacer el organismo es asegurarse la mejor distribución de los
recursos para que no se agoten. La emoción predominante es la ansiedad, a la vez que
también simultáneamente se ponen en marcha los mecanismos de ahorro de energía,
evitando actividades que no tienen importancia para la supervivencia
inmediata, por ejemplo actividades reproductivas.
El organismo trata de adaptarse al estrés continuo que lo afecta y trata de
recuperarse del estado de alarma, pero no puede volver a alcanzar la
homeostasis ya perdida, lo que provoca que continúe sus funciones, pero a un
nivel mayor del normal, esto es un gran esfuerzo y por consiguiente un desgaste mayor
para mantenerse activo en este nivel. Esta situación de esfuerzo sostenido, provoca
cambios emocionales como irritabilidad, menor habilidad para manejar estresores
adicionales y fatiga.
Tercera etapa. Fase de agotamiento o extenuación:
Se produce ante la incapacidad de afrontar la tensión estresora por más tiempo, ocurre un
desbalance homeostático y fisiológico en el cuerpo, elorganismo colapsa. El individuo ha
pedido su capacidad de resistencia, no es que le falten nutrientes o calorías, pues pudo
haber comido durante la segunda etapa, lo que le sucede es que perdió la capacidad de
adaptación.Como resultado del estrés continuo, durante esta etapa pueden surgir una
variedad de enfermedades entre las que se encuentran hipertensión, ataque al corazón,
úlceras, trastornos gastrointestinales, migraña, alteraciones dermatológicas, infartos de
miocardio,alteraciones nerviosas, etc. La adrenalina baja con respecto a la etapa anterior,
aumentan mucho los glucocorticoides a la vez que desciende la dopamina, la serotonina y
la noradrenalina siendo la emoción predominante la desesperanza.
Esto explica el porqué, algunas personas luego de soportar por varios meses un estresor
grande, caen enfermos. Pero no todos los estresores nos van a llevar por todas las 3 etapas
de reacción. Habrá algunos que por pequeños o breves solamente exijan de nosotros un
leve esfuerzo que deberá de resolver el problema en el corto plazo.
En otras ocasiones, cuando la vida del individuo está plagada de situaciones estresantes,
estos pequeños estresores pueden tener un efecto acumulativo y provocar a la larga un
desenlace como el que esperaríamos observar en los casos de grandes y prolongados
estresores.
El hecho de vivir en ciudades grandes, es por sí mismo, un estresor importante, ya que
vivimos con prisa, viajamos mucho para ir a trabajar o a estudiar, nos enfrentamos con
desconocidos (que el cerebro debe evaluar como posibles enemigos), trafico, rostros de
personas enojadas, contaminación ambiental y sonora, demasiadas situaciones de
relaciones emocionales complejas, en fin demasiados estresores que activan nuestro
mecanismo primitivo de lucha o huída, totalmente inadecuados para resolver los problemas
a los que nos enfrentamos en la actualidad y que nos producen alteraciones como las que
hemos visto.
¿LUCHAR O ESCAPAR?
La respuesta más fácil de reconocer es la inmediata activación del llamado sistema
simpático. Después de encontrarnos frente a una situación de estrés y procesar la
respuesta adecuada, el cerebro activa rápidamente los nervios que se originan en los
centros de control situados en el tronco cerebral. Esta activación induce una liberación de
noradrenalina en diferentes estructuras y la liberación de adrenalina por las glándulas
adrenales (situadas justo encima de los riñones). Su liberación genera la respuesta luchar o
escapar, la clásica e inmediata reacción que debe producirse en respuesta a una situación
de peligro.
Todos reconocemos la sensación inicial de cosquilleo, sudor, aumento de la atención,
incremento del pulso, aumento de la presión sanguínea y sentimientos generalizados
de miedo que todos sentimos inmediatamente después de haber sido sometidos a una
situación de estrés. Estos cambios se producen porque los receptores que se encuentran
en los vasos sanguíneos se activan e inducen una vasoconstricción, por lo que nuestra
presión sanguínea se dispara y en el corazón se produce una aceleración del ritmo,
lo que origina esa sensación de tamborileo en el pecho que conocemos como palpitaciones.
También hay receptores en la piel que causan que nuestros pelos se ericen (carne de
gallina) y en el intestino, causando todas esas sensaciones abdominales tan
desconcertantes y que sentimos como estrés. Todos estos cambios ocurren para
prepararnos a luchar o escapar y, como consecuencia, concentrar nuestro flujo sanguíneo
en los órganos vitales, los músculos y el cerebro.
El estrés es un factor biológicamente que, mediante la alteración de las propiedades de las
células del cerebro pueden alterar los procesos cognitivos tales como el aprendizaje y la
memoria y en consecuencia limitar la calidad de la vida humana.
Extensas investigaciones en roedores y humanos han demostrado la importancia del
hipocampo, su participación crucial en la formación de la memoria, y que también es muy
sensible al estrés.
En conclusión, la neurociencia aplicada es una disciplina moderna que aporta soluciones
innovadoras que benefician a la sociedad en términos de salud y bienestar personal, y de
eficiencia y seguridad en el trabajo. En este clima de optimismo, no obstante, la sociedad se
encontrará en situaciones donde deberá ser crítica y cauta para no dejarse deslumbrar por
todo aquello que lleve la etiqueta de “neurociencia aplicada”. Es decir, más de una vez
presenciaremos engañosas ofertas que anuncian remedios milagrosos para entrenar
nuestro cerebro y potenciar nuestras facultades mentales hasta límites insospechados.
En otras ocasiones, la sociedad deberá reflexionar profundamente sobre aquellas
aplicaciones de la neurociencia que entren en conflicto con los principios básicos de la ética
y la moral.
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