Presidente VI Premio Internacional de Música Sacra “Fernando Rielo” Mensaje del Presidente de la Fundación Fernando Rielo Jesús Fernández Hernández En la Basílica Parroquia Virgen Milagrosa (Madrid) Nueva York, 30 de octubre de 2015 —2— La Fundación Fernando Rielo desea ofrecer, a través del Acto del Fallo y proclamación de la VIª edición del Premio Internacional de Música Sacra Fernando Rielo, un gran homenaje de gratitud y de amor filiales a María, Madre de Dios y Madre nuestra. Se trata de un estreno de carácter internacional. Tres compositores finalistas, Juan de Dios Ramírez Higueras, Francisco Gil Valencia y Sebastián Mariné compiten por conseguir el premio de la actual edición. A ellos va mi felicitación, como también a todos los participantes y a todos los presentes en el acto. Por primera vez el texto presentado para ponerle música es el Ave María, en su versión latina, con el breve añadido del final de esa plegaria mariana, “ora pro nobis peccatoribus ut santi simus” (“ruega por nosotros, pecadores, para que seamos santos”), escrito por el poeta, pensador, fundador religioso y creador de este Premio de Música Sacra, Fernando Rielo. En esta gala musical mariana, agradezco sinceramente el esmero, dedicación y maestría singulares del Director de la Camerata del Arte Koiné Ensemble, nuestro gran amigo, el Maestro y compositor Ignacio Yepes. Muchísimas gracias, Ignacio, por el ejemplo de profesionalidad y humanismo que nos transmites a todos. El fallo de este VI Premio de Música Sacra se está celebrando en la Basílica Parroquia Virgen Milagrosa, lugar muy visitado y querido por Fernando Rielo, donde vivió experiencias religiosas de gran significado espiritual y místico. Orando ante la Virgen de la Milagrosa un día lluvioso, vuelto a Madrid de Sierra Nevada, se le hizo imagen transparente para, triste, exclamar: “¡Hijo mío, ay de mis glorias!”. Era costumbre de Fernando Rielo visitar esta Basílica de la Milagrosa y tener la mística impresión de que la Virgen le recibía con “un solemne repicar de campanas innumerables”. Él mismo nos narra en sus escritos que, en su adolescencia, visitaba los domingos al mediodía esta Iglesia para cantar, con los fieles presentes en el acto litúrgico, la Salve Regina. Así se expresa nuestro autor místico en su libro Leyendas de amor: “¡Cuántas veces, al contemplar la imagen de la Milagrosa con los destellos que salían de sus manos, se me transfiguraba su rostro en luz, imprimiéndome una unción especialísima, filial, expresándome su —3— maternidad y, al mismo tiempo, como la amiga íntima que colmaba mi esperanza cierta de ir al cielo!”. Queridos amigos, nuestra Madre, la Virgen María, está presente esta tarde con nosotros y nos acompaña con su presencia amorosa y maternal, llena de música y poesía, bajo la sensibilidad y característica del buen gusto. «María –afirma Fernando Rielo en Diálogo a tres voces– es con Cristo la suprema representación del buen gusto. Ella es la que, seguramente, narra los siguientes hechos del Evangelio de la infancia: el nacimiento de su hijo rodeándole de ángeles que dan el mensaje a la humanidad representada en los pastores; la adoración de los Reyes Magos presentándole a la Sagrada Familia los mejores dones; el gran poema del Magníficat compuesto por Ella misma, el buen gusto de que Cristo convirtiera el agua en vino y no el vino en agua en las bodas de Caná. Este es el espíritu que he intentado inculcar siempre a la Institución”. Quisiera expresar una breve reflexión sobre la Música Sacra como arte del buen gusto que une amor divino, liturgia y disciplina musical. El gran compositor alemán Robert Schumann, hablando de la música, declaraba que “con ella el alma se siente como en su patria, viene a nosotros tendiéndonos un puente de plata entre nuestro origen trascendental y nuestro verdadero destino. Pero no es conquistable sin esfuerzo ni disciplina”. Esta disciplina, refiriéndonos a la música sacra, debe tener dirección y sentido, no solo en el esfuerzo técnico sino también moral. Así lo asegura Fernando Rielo: “Toda música es sacra, si el artista con primorosa exigencia moral, evita los obstáculos que se ciernen sobre la pureza e inefabilidad de la inspiración”. De esta inspiración participamos de diverso modo, además del compositor, los músicos intérpretes y todos los presentes. La música se inspira, pues, a los oídos que saben escuchar y no a los oídos que, oyendo, no escuchan. La música, como el arte en general, requiere mucha “obediencia”, palabra que viene de “ob-audire” (escuchar), esto es, estar abiertos, atentos, a la inspiración. El músico profesional conoce el místico o sacro lenguaje musical a través de la inspiración y de la educación técnica; quien no es profesional, lo conoce a través de la inspiración y de la educación cultural. La música así concebida nos sensibiliza manteniendo despierto nuestro espíritu, como viene a decir el gran místico indio Rabindranath Tagore: “solo está despierto aquel cuyo corazón está atravesado por la flecha de la música”. Este despertar al grado sumo de la belleza divina para vivirlo y —4— transmitirlo al mundo de hoy es lo que pretende realizar este Premio de Música Sacra, según nos dejó constancia el creador del mismo, Fernando Rielo. Si me permiten, me atrevo a hacer un llamamiento a todos los compositores que quieran participar en la próxima convocatoria para que, desde ahora, se dispongan, en filial obediencia a la inspiración, con el objeto de que puedan tocar carismáticamente el corazón de una sociedad necesitada del oxígeno de la transcendencia. Felicito con agradecimiento al laureado en la presente edición del VIº Premio Internacional de Música Sacra Fernando Rielo, y saludo con gratitud y admiración a los finalistas, a los participantes a la presente edición del Premio, y a todos los que han acudido, numerosos, a esta Basílica de la Milagrosa. Que la Santísima Trinidad, acompañada de María, impriman esta tarde en el espíritu y corazón de todos una huella divina de indeleble belleza y felicidad que difícilmente pueda borrarse de la memoria. Fdo.: P. Jesús Fernández Hernández Presidente