Relectura de La Brecha de Mercedes Valdivieso

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Inti: Revista de literatura hispánica
Volume 1 | Number 29
Article 5
1989
Relectura de La Brecha de Mercedes Valdivieso
Marcelo Coddou
Citas recomendadas
Coddou, Marcelo (Primavera 1989) "Relectura de La Brecha de Mercedes Valdivieso," Inti: Revista
de literatura hispánica: No. 29, Article 5.
Available at: http://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss29/5
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RELECTURA DE LA BRECHA,
DE MERCEDES VALDIVIESO
Marcelo Coddou
Drew University
Releer una obra como La brecha, publicada hace ya un cuarto de siglo,
requiere de una actitud crítica que tome muy en cuenta el tiempo
transcurrido entre el instante de su elaboración y publicación y el momento
presente. 1 Postularlo no significa sostener a priori su posible inadecuación
a los requerimientos que hoy en día s e hacen a obras de su tipo: quiere
decir, sencilamente, que, al situársela en el instante de su producción e s
cuando s e pueden apreciar de manera apropiada sus logros y, quizás,
insuficiencias. Juzgar La brecha en 1988 requiere de otros modos de
lectura: precisamente los que se han venido estableciendo d e s d e su
aparición. Sobre todo si e s a nueva lectura s e efectúa considerando el corte
significativo que la novela misma vino a representar en el decurso en que
inscribe su presencia.
Efectivamente: ahora, iniciado ya el estudio sistemático de la evolución
experimentada por la novela femenina en Hispanoamérica, 2 e s posible
volver a algunas de sus producciones mayores y constatar lo que cada una
de ellas ha significado como aporte renovador en el proceso de
conformación que, como cuerpo orgánico, ésta ofrece dentro del muy
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complejo cuadro de la novela hispanoamericana contemporánea considerado
en su conjunto.
Para situar adecuadamente La brecha en esta historia ha de procederse
en muchos frentes, imposibles de ser agotados en un solo artículo. El
primero, la revisión de la recepción crítica en su momento de aparición,
para así constatar lo que la novela pudo significar a una sensibilidad
establecida, a una tradición que, como todas, buscaba más su continuidad
que cualquier ruptura. El segundo, comparar el texto con otros análogos y
en plena vigencia cuando él aparece: así s e visualizan sus distancias y
proximidades frente al discurso narrativo dominante, posibilitándose la
apreciación de sus singularidades. El tercero, intentar un análisis de la
estructura unitaria interna del texto.
Paso, este último, que debiera
permitir una lectura intertextual con la producción narrativa que le e s
posterior, subrayando de tal modo lo que de anticipatorio pudiera haber en
ella de modalidades que se establecerían como características propias del
actual discurso narrativo femenino en Hispanoamérica-ese papel de pionero
que Margot Glanz le establece en el prólogo a la edición conmemorativa de
sus 25 años. 3
Adelantaremos aquí tan sólo algunas ideas generales sobre cada
aspecto, a modo de sugerencias para estudios futuros. Nuestro propósito es
reivindicar para la novela de Mercedes Valdivieso el sitial que
efectivamente le corresponde en la historia del corpus literario femenino,
su lugar de in-novadora, cuando ya ha cumplido lo que otro prologuista
suyo, Fernando Alegría, le auguraba al editarse por vez primera: que
alcanzaría resonancia amplia y duradera,4
La sorpresa mayor en el instante de su aparición la provocó el carácter
decididamente rupturista que, a nivel de lo que se aceptaba como verosímil
dentro de la narrativa femenina, mostraba la trama de La brecha. En
literatura, sabemos, el criterio de verosimilitud e s siempre convencional:
no proviene de una relación entre el discurso y su referente (relación de
verdad) —ha dicho Todorov—, sino entre el discurso y lo que sus lectores
creen
verdadero.
Vale decir, entre el discurso y la opinión
común,
configurada ésta en el lector desde una aceptación irrestringida de la
palabra del narrador. Y en La brecha se va más allá de tal verosimilitud por
consenso: s e exije una lectura como la que se cumple ante un diario o un
libro de memorias.
El suyo se semeja, entonces, a un discurso de la
realidad. Quiere superar las "limitaciones" del carácter "ficticio" que tiene
toda novela —Todorov diría impugna las reglas del género—,
para
proponerse como documento íntimo de la narradora-protagonista. Es en
este sentido que La brecha juega a la verosimilitud; su propuesta se
aproxima a la que Oscar Tacca ve como propia de toda novela de
transcriptor: juguemos
a que esto (que leemos) no es juego
(sino
"documento").5
Lo que la protagonista innomilada y la autora nos proponen,
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entonces, no e s la "realidad" sino, en términos de Barthes, un efecto de
realidad. Pero tan decisivo en la obra que permite la adopción total de lo
dicho por Julia Kristeva con respecto a lo verosímil, cuando postula: sin
ser verdadero, serla el discurso que se asemeja al discurso que se asemeja
a lo real.6
Cuando la novela se publica por vez primera, en 1961, ese discurso que
se asemeja al discurso que se asemeja a lo real tenía, en la narrativa
femenina, constituyentes muy claros y que parecían inviolables.
Inadmisible por completo, tomemos por caso, que se estimaran operantes
dos rasgos que son los que mejor singularizan al personaje y su destino: la
fortaleza para enfrentarse a las limitaciones coercitivas de su medio y la
capacidad para salir airosa de tal intento. Fue esto lo que llevó a la crítica,
según ha observado Lucía Guerra, a desestimar la novela impugnándole una
supuesta "morbosidad". 7 Frente a las expectativas vigentes disonaban muy
fuertes: (1) las determinaciones de la protagonista de abandonar el mundo
recluso de sus limitaciones para establecerse como sujeto pensante y
actuante, premunida de una identidad propia, la que le daba la libertad
alcanzada y (2) las realizaciones mismas de la autora, irreverente frente a
lo canónico en extremos tan transgresivos como los de su personaje.
Para entender este fenómeno a cabalidad, vale la pena esquematizar
algunos de los logros de la semiótica contemporánea, en especial los que han
permitido ver que todo lector posee sistemas de relaciones de conceptos,
consolidados por la autoridad de su lengua natural y de su estructura
semántica. 8 Estos sistemas son la expresión más acabada de los modelos de
mundo y constituyen el fondo contra el cual entra en conflicto el texto
artístico. El conjunto de los modelos se expresa en oposiciones semánticas,
derivadas y facultativas. Los textos percibidos como más fuertes — caso
de nuestra novela — son aquéllos que infringen e s a s oposiciones. Así, en La
brecha e s posible distinguir, a lo menos, dos sistemas modelizadores a los
que se opone y transgrede, uno delimitadamente literario — el canon
establecido para una literatura definida por la tradición como "femenina",
cuyas normas subvierte —, y otro no-literario — el de las normas aceptabes
como conducta para la mujer. Este último, a su vez, puede verse desde una
doble perspectiva: la de la mujer-personaje (la entidad ficticia sobre la que
el texto enuncia una imagen que se distancia de la generalmente aceptada
como la única válida) y la de la mujer-escritora (la entidad extratextual
que produce el objeto estético operando según principios que también son un
rechazo de los que s e consideraban apropiados para ella como sujeto
productor literario).
Si revisamos los diversos tópicos que se reiteran a lo
— la sexualidad femenina, la maternidad, la religión,
matrimonio —, veríamos que en su tratamiento s e
transgresivos con respecto a los sistemas modelizados
largo de la novela
la educación, el
dan significados
y que Mercedes
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Valdivieso confronta en y d e s d e su discurso narrativo, opuesto y
contradictorio a aquél cuya validez parecía legitimar las formas vigentes.
Michel Foucault postula la hipóteses de que
en toda sociedad la producción del discurso e s justamente controlada,
seleccionada, organizada y distribuída mediante un cierto número de
procedimientos que tienen la función de conjurar los poderes y los peligros,
de adueñarse del acontecimiento aleatorio, de esquivar su pesada y temible
materialidad. 9
La brecha burla algunos de los procedimientos de control del tradicional
discurso literario de la mujer, cuyo sujeto enunciador había aparecido
siempre, en el c a s o de la narrativa chilena, sometido a fuertes
restricciones.
Entre los procedimientos de control s e daba el de la
prohibición o interdicto sobre lo que una mujer podía escribir y es en este
sentido que veo la novela de Mercedes Valdivieso cumpliendo un rol
significativo en la lucha por la reivindicación de sus derechos emprendida
por el movimiento feminista en su conjunto. Si pensamos en lo que nos
propusiera Angel Rama quizás se vea más claro lo que, en este sentido,
postulo sobre La brecha:
la cultura latinoamericana — dijo el crítico uruguayo — ha sido desde sus
orígenes rigurosamente masculina y aunque no ha de ser la literatura la que
habrá de cambiarla sino la activa participación femenina en los mecanismos
de producción y mando, no deja de corresponderle una tarea ingente en la
adaptación ideológica al cambio entablado para convertirla en una cultura
íntegramente humana.10
En lo estrictamente literario Mercedes Valdivieso no estaba, sin
embargo, completamente sola, aunque sí fuera una adelantada: el 68, siete
años después de La brecha, aparecerá Contracanto de Delia Domínguez, el
libro que, a juicio de Eliana Ortega, constituye un momento de cambio para
la poesía femenina en Chile, al emplear un lenguaje que provoca y
desmitifica no sólo a la imagen de la mujer sino que a todo un mundo. 1 1 Y no
desconsideremos lo que Emile Benveniste ha vuelto a recordar: que es en y
por el lenguaje como el ser humano se constituye como sujeto; porque sólo
el lenguaje funda en realidad, en su realidad que es la del ser, el concepto de
"ego".
Idea ésta que nos lleva nuevamente a citar a Foucault cuando
postula: el discurso no es simplemente lo que traduce las luchas o los
sistemas de dominación, sino (aquello) mediante lo cual se lucha, el poder
del que se trata de adueñarse.12
La conciencia femenina que en La brecha habla del matrimonio, el sexo,
la maternidad, rompe con los cercos léxicos que rodeaban al discurso
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narrativo de la mujer al tratar tales temas. La ruptura se dio, según
decíamos, a doble nivel: por un lado, con el sistema modelizador narrativo,
sus normas léxico—semánticas y, por otro, con el sistema modelizador del
comportamiento de la mujer en sociedad. Por e s o situar la novela de
Mercedes Valivieso consiste no tan sólo en puntualizar el lugar que le
corresponde en el desarrollo de la narrativa femenina en Chile, sino también
el rol que — buscado o no —, cumpliera dentro de los movimientos de
liberación de la mujer que, a su vez, son parte intrínseca, aunque con sus
rasgos autonómicos, de un proceso general de liberación dentro de las
sociedades de clase. 1 3 Mercedes Valdivieso en La brecha comienza por
cuestionar los fundamentos del logos dominante, planteándose y discutiendo
— tanto en la dirección que asume la trama del relato como en el nivel
propositivo de las reflexiones de la narradora-protagonista —, la validez de
los discursos establecidos y la lógica del mundo de estructura patriarcal.
Pero no se queda allí. Los antecedentes con que contaba, proporcionados
por la novela de vanguardia — entre otros María Luisa Bombal, Norah Lange,
Teresa de la Parra, todas ellas iniciadas en la literatura en las décadas de
los veinte y treinta —, si bien le ofrecían lo que Francine Masiello ha
denominado un paradigma de resistencia feminista,14 no le eran suficientes
para sus propósitos innovadores.
Lo que, en efecto, dominaba en la
escritura femenina cuando se publica La brecha eran una serie de carencias
y silencios, los esquematizados por Sara Sefchovich así:
no hay — en tal escritura — tratamiento de la naturaleza, no hay creación de
grandes mitos, no s e nombra ni s e construye, apenas empiezan las denuncias
políticas. Lo social aparece como telón de fondo de una visión individual e
intimista. 1 5
Uno de los a s p e c t o s más importantes de La brecha
radica,
precisamente, en que esa mostración de la sociedad comienza a hacerse más
crítica. Es cierto que no constituye núcleo narrativo — lo será en Isabel
Allende, dos décadas más tarde —, pero se vislumbran con algún desarrollo,
consideraciones sobre lo decisivo de su presencia. No estoy soteniendo que
en la novela de Mercedes Valdivieso se vincule la marginalidad de la mujer a
coyunturas históricas precisas, a procesos claves de cambio económico y
socio-político de la vida de la nación, ni a tensiones de é s a s que determinan
toda una existencia social. Lo que veo en La brecha es, más bien, un texto
que supo situarse entre los dos extremos que parecen invitar a la literatura
femenina: uno por parte de Virginia Woolf y seguidoras, e s a literatura
apasionada e intuitiva, fundamentada sobre sensaciones y sentimientos;
otra, la requerida por Simone de Beauvoir y quienes comparten sus
convicciones, la de hacer una literatura basada en el conocimiento histórico
y social.
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Asiste plena razón a Rosario Ferré cuando enfatiza que a la literatura
femenina tradicional no la obseden temas como la política, la ciencia o la
aventura, pero no por incapacidad constitutiva de la mujer, sino porque a
esos mundos ella ha tenido en el pasado un acceso muy limitado, experiencia
que — reconoce la escritora puertorriqueña — puede cambiar y, de hecho,
está cambiando.16
Es en este proceso de mayor apertura gradual a
dimensiones que trascienden la esfera de lo íntimo en que debe situarse la
novela de Mercedes Valdivieso. Su paralelo y desarrollo lo encontramos,
dentro de la literatura chilena, en la poesía femenina del presente, cuyo
discurso, según ha observado la citada Eliana Ortega,
da paso a una palabra libre y osada, que deja de lado el silencio y el disfraz;
de un mundo cerrado y tímido, va a uno abierto y explícito; de un mundo
interno va a uno externo. El doble espacio antes tan separado (hogar vs.
sociedad) ya no está polarizado. Ahora la mujer s e define como parte de
ambos mundos, como ser individual (su intimidad) pero también como ser
social.17
Lo que Eliana Ortega ha estudiado dentro de los límites restrictos de la
intratextualidad, podría observarse poniendo en conexión las elecciones
temáticas y discursivas de la literatura con vigencias históricas más
amplias y englobantes. Del integracionismo al rupturismo — modalidades
recogidas por las movilizaciones efectuadas por las mujeres en el marco de
la existencia social —, 1 8 constituye también la trayectoria de la llamada
"literatura femenina" de las últimas décadas. En sus formas más recientes
— y de ellas La brecha debe ser reconocida como antecedente insoslayable —
tal literatura s e convierte en una expresión más de los postulados de
quiebre del sistema social vigente, del cual s e tiene conciencia que
constituye el determinante de la opresión, subordinación y explotación
sufridas por la mujer.
Como insinuábamos, su consecuencia e s la
postulación rupturista con la imagen de lo femenino que la sociedad había
definido. Una de sus proyecciones más significativas vendría a darse en el
desborde de los límites aparentemente intraspasables entre la esfera
pública y la esfera privada, entre el mundo de la cotidianidad habitual y el
de la acción en marcos más amplios. Constituye éste un leit motiv de los
movimientos feministas, cuyo proyecto último e s , p r e c i s a m e n t e ,
desarticular las conexiones de separación entre ámbitos tan nítidamente
diferenciados, politizando así lo privado y humanizando lo público. La
brecha constituye muestra de un imaginario que plantea tal opción. Su
personaje reflexiona, al promediar el relato: los días de retiro terminaban;
tenía que salir al mundo, como en los cuentos, a ganarme el pan (81). La
frase e s emblemática de la actitud dominante y conforma el centro medular
del mundo propuesto. La heroína ha decidido abandonar el recinto privado y
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entrar al debate por la subsistencia, premunida tan sólo de las fuerzas que
le proporcionan sus propias determinaciones.
Por e s o al lector no le
extraña que en su primera navidad a solas, la protagonista pida — Tráeme,
Viejito Pascuero, pan y libertad. Conciencia clara de que la segunda no es
posible sin el primero. Pero e s la búsqueda de la libertad la que moviliza
decididamente al personaje. De allí que la frase final de la novela s e a
porque es allá afuera donde está la libertad. Al crítico que prologó la
primera edición de la novela y, curiosamente, también a quien prologa la
última, fue la frase de inicio la que más llamó su atención. Yo creo
mayormente decisiva ésta de término: indica no sólo un saber del encierro
y de los límites sino, por sobre todo, del espacio al que es posible aspirar.
La novela toda ha sido precisamente eso: un desplazarse entre la sumisión
que el mundo propone — casa materna, colegio, el propio hogar — y la
voluntad de abrir tales espacios. La protagonista de La brecha viene así a
adelantarse a e s e reducido pero importante núcleo de personajes femeninos
que en la literatura hispanoamericana contemporánea tienen como
denominador común no dejarse dominar por la sociedad patriarcal aunque
sean víctimas de una sociedad clasista. 19
Si en María Luisa Bombal la rebeldía de los personajes s e cumplía
sustancialmente por medio de la imaginación, 2 0 y en otras autoras la
subversión constituye un acto sublimatorío al nivel de la escritura,21 en
Mercedes Valdivieso su protagonista crece y s e desarrolla a lo largo de los
años que dura la peripecia del relato, permitiéndosenos comprender no sólo
las razones de su rebeldía, sino también el creciente fortalecimiento que, en
su clarificación, va ella misma alcanzando. El personaje rompe con los
estereotipos, e s o s que Octavio Paz, pensando en las mexicanas pero en
fórmula que acepta universalización, designa como abnegada madre, novia
que espera, Idolo hermético, ser estático22
Ya no es hetaira jungiana o la
puella aeterna, de rebelión pasiva. O por lo menos no es sólo a e s e nivel que
afirma sus desconformidades, sino que s e plantea y cumple un programa de
enfrentamientos sistemáticos, bien concebidos, no obstante dudas e
indecisiones.
Recogiendo la trama de muchos textos narrativos de escritoras
hispanoamericanas, Sara Sefchovich compendia:
cuando las niñas crecen el camino s e comprime y sólo queda una ilusión:
conocer al hombre. Y la paradoja las espera: cuando realmente aman,
cometen una transgresión. Conseguir al hombre e s la consigna, pero para el
hogar y no para la pasión. Debe cuidarse la virginidad hasta el matrimonio,
perderla sólo para engendrar y después entregarse a la fidelidad. 23
Sí, e s verdad que en la mayor parte de los relatos de las escritoras
hispanoamericanas las protagonistas que no cumplen con las regulaciones de
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la sociedad patriarcal sucumben o se inhiben. Así en varios de los cuentos
de la mexicana Elena Garro, por ejemplo aquel en que el personaje Severina
paga con su vida la osadía de enamorarse de quien no corresponde. 24 O la
Tenasia de la también mexicana Erna Dolujanoff, que muere por culpa del
amor. 2 5 O en esa excepcional narradora argentina de lo fantástico que e s
Elvira Orphée 2 6 que muestra a quien lleva al demonio dentro por haberse
atrevido a vivir con intensidad su pasión y su fantasía. Ateniéndose al caso
de nueve novelas chilenas publicadas entre 1935 y 1947, Lucía Guerra
concluía algo no muy distinto:
la trayectoria de las heroínas (...) podría definirse como una aventura
Interior cuya meta constituiría el logro de una vivencia amorosa completa y
trascendental. Sin embargo el amor real o imaginado será siempre tronchado
por el destino o la convención social (...) La aventura interior culmina en el
fracaso aunque, de manera positiva, promueve el conocimiento de la
inadecuación entre el ser femenino y la sociedad. 2 7
Allí está — reitero y concluyo — la singularidad notable de La brecha,
pues si los escritos "femeninos" no suelen cuestionar seriamente los mitos
sobre la mujer creados por la ideología de sello masculino — lo han
demostrado, entre otros, los estudios de Patricia Meyer S p a c k s 2 8 — y,
cuanto más, en casos extremos, al asumir las novelas los estereotipos
tradicionales las autoras dejan e s c a p a r corrientes
subterráneas
de
inconformidad o de cuestionamiento, en la obra de Mercedes Valdivieso s e
ponen en entredicho los fundamentos mismos del logos dominante. Y si con
ello parecería crear — y no estemos muy seguros de que así s e a — un
personaje no para todos convincente, hay que afirmarse en lo que escribía
Annie Leclerc en su Parole de femme: La mujer que quiere tener un
discurso propio no puede eludir esta extraordinaria urgencia: inventar a la
mujer29
NOTAS
1
Su primera edición e s de Zig—Zag, 1961. La sexta, por la que citamos, fue
publicada por Latin American Review Press, de Pittsburgh, Pennsylvania, en 1986.
2
Entre otros libros, algunos de los cuales citamos más adelante en este
artículo, deben ser tenidos en cuenta: Gabriela Mora y K. Van Hooft, Edts., Theory and
MARCELO CODDOU
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Practice of Feminist Literary Criticism (Michigan: Bilingual Review Press, 1981) y
Juan Alcira Arancibia, Ed., Evaluación de la literatura femenina de
Latinoamérica,
Siglo XX (Costa Rica: EDUCA, 1985).
3
Prólogo de Margot Glanz a la 6a. ed., p. 12.
4
Prólogo de Fernando Alegría a la 1a. ed., también recogido en la 6a.
5
Cf. Oscar Tacca, Las voces de la novela (Madrid: Gredos, 1979), 117.
6
Cfr. Julia Kristeva, "La productivitó du texte", Communications,
11(1968),
61.
7
Véase el importante ensayo de Lucia Guerra, "Feminismo y subversión en La
brecha de Mercedes Valdivieso", Literatura Chilena. Creación y Crítica, XXI(verano
1982), 5-9.
8
Vid Yuri Lotman, "Elementos y niveles de la paradigmática del texto
artístico", en Estructuras del texto artístico (Madrid: Edcs. Itsmo, 1978), 128-248.
9
Michel Foucault, El orden del discurso (Torino: Einaudi, 1972), 9.
10
Cfr. Angel Rama, "Los contestatarios del poder", prólogo a su
Novísimos
narradores en marcha.
1964-1980 (México: Marcha Edts, 1981), p. 31.
11
Vid. Eliana Ortega, "Tradición y ruptura en la poesía femenina chilena",
Discurso
Literario, 4, 2(1987), 569-581.
12
Op. cit. p. 10.
13
Existe amplia bibliografía sobre el pensamiento feminista y sus postulados de
autonomía con respecto a los programas de los partidos políticos. Para Chile, véanse
los trabajos de Adriana Muñoz, Fuerza feminista y democracia.
Utopía a realizar
(Santiago: Edcs. Documentas, 1987), Natacha Molina, Lo femenino y lo democrático en
el Chile de hoy (Santiago: Edcs. Documentas, 1986) y Olga Poblete, "Militarismo
femenino en Chile", Araucaria, 24(1983), 160-167.
14
Vid. Francine Masiello, "Texto, ley, transgresión.
Especulación sobre la
novela (feminista) de vanguardia", Revista Iberoamericana,
132-133(julio—diciembre
1985), 8 0 7 - 8 2 2 .
15
Vid. Sara Sefchovich, Mujeres en espejo.
Narradoras latinoamericanas
Siglo
XX, (México: Folios Edcs. 1983), p. 48.
16
Cfr. Rosario Ferré, "La cocina de la escritura", en La sartén por el mango,
Ed. de Patricia Elena González y Eliana Ortega, Eds. (Puerto Rico: Edcs. Huracán,
1984), p. 48.
17
Art. cit., pp. 574-575.
18
Deben consultarse los trabajos señalados en la nota 13 y, sobre todo, los
e n s a y o s pioneros de Julieta Kirkwood, entre otros, "Ser política en Chile:
las
feministas y los partidos" (Santiago: FLAOSO, Dct. de trabajo núm. 143, 1982).
19
Vid. el ensayo de Monique Lemaitre, "Jesusa Palancares y la dialéctica de la
emancipación femenina", Revista Iberoamericana,
132-133(julio—diciembre 1985),
751-775.
20
Sobre María Luisa Bombal existen importantes libros recientes, como los de
Lucia Guerra-Cunnlngham, La narrativa de María Luisa Bombal: una visión de la
existencia
femenina (Madrid: Ed. Playor, 1980); Marjorle Agosin, Los
desterrados
del paraíso:
protagonistas en la narrativa de María Luisa Bombal (New York: Senda
Nueva de Ediciones, 1983); y Agata Gligo, María Luisa (Santiago: Ed. Andrés Bello,
1985).
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21
Vid. Adriana Valdés, "La novelistas chilenas. Breve visión histórica y reseña
critica", Aisthesis.
Revista chilena de investigaciones
estéticas, 3(1968), 13-130 y
de Lucia Guerra, "Pasividad, ensoñación y existencia enajenada. Hacia una definición
de la novela femenina chilena", Atenea, 438(1978), 145-164.
22
En El laberinto de la soledad.
23
Op. cit., p. 46.
24
Vid. "El anillo", La semana de colores (México: Universidad Veracruzana,
1964).
25
"La cuesta de las ballenas", en Aurora Ocampo, Cuentistas mexicanos del
siglo XX (México: UNAM, 1976).
26
"Su demonio privado", en Su demonio preferido (Buenos Aires: EMECE,
1973).
27
Cfr. Lucia Guerra, "Reflexiones sobre la novela femenina",
Hispamérica,
28(1981), 29-39.
28
Cfr. The Female Imagination (New York: Knopf, 1975).
29
Parole de femme (Paris: Ed. Grasset, 1974).
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