Marzo - El Almendro

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Marzo - 1 -
Miércoles 1 de marzo
EVANGELIO
Mateo 6, 1-6. 16-18
6 1Cuidado con hacer vuestras obras de piedad delante de la gente para llamar la
atención: si no, os quedáis sin recompensa de vuestro Padre del cielo.
2
Por tanto, cuando des limosna no lo anuncies a toque de trompeta como hacen los
hipócritas en las sinagogas y en la calle para que la gente los alabe. Ya han recibido su
recompensa, os lo aseguro. 3Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo
que hace la derecha, 4para que tu limosna quede escondida; y tu Padre, que ve lo escondido, te
recompensará.
5
Cuando recéis, no hagáis como las hipócritas, que son amigos de rezar de pie en las
sinagogas y en las esquinas para exhibirse ante a ente. Ya han recibido su recompensa, os lo
aseguro. 6Tú, en cambio, cuando quieras rezar, métete en tu cuarto, echa la llave a tu puerta y
rézale a tu Padre que está en lo escondido; y tu Padre, que ve lo escondido, te recompensará.
16
Cuando ayunéis, no os pongáis cariacontecidos, como los hipócritas, que se afean la cara
para ostentar ante la gente que ayunan. Ya han recibido su recompensa, os lo aseguro. 17Tú, en
cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, 18para no ostentar tu ayuno ante la
gente, sino ante tu Padre que está en lo escondido; y tu Padre, que ve lo escondido, te
recompensará.
COMENTARIOS
I
v. 1. Enuncia Jesús el principio general: las obras de piedad no deben practicarse para
ganar prestigio ante los hombres y, con ello, adquirir una posición de poder o privilegio. Quienes
así obran se privan de la comunicación divina, cesa la relación de hijo-Padre con Dios. Como en
5,12, «la recompensa» consiste en el ejercicio del reinado de Dios sobre los hombres. «Obras de
piedad»: dikaiosynê denota en el contexto la fidelidad del hombre a Dios (cf. 3,15; 5,20),
expresada según la norma farisea, en las prácticas de piedad: limosna, oración, ayuno.
vv. 2-4. Primera obra de piedad, la limosna. «Hipócrita» es el que finge ejecutando una
acción que no corresponde a su actitud interior. La limosna practicada para obtener buena fama
entre los hombres obtiene un premio humano, la fama misma. La limosna no debe tener
publicidad alguna, sino quedar «en lo escondido», en la esfera del Padre. Su recompensa es la
comunicación personal del Padre. Excluye Jesús todo interés torcido en la ayuda al prójimo
(5,7.8), según corresponde a «los limpios de corazón». Su premio será la experiencia de Dios en
la propia vida (5,8).
vv. 5-6. Segunda obra de piedad, la oración. La oración de los «hipócritas» pretendía
también exhibir ante los hombres su piedad personal, con la misma finalidad que la limosna
pública. Tal oración es inútil, pues no obtiene la comunicación divina («ya han recibido su
recompensa»). Esa oración se realiza en lo más profundo del hombre, donde no llega la mirada de
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los demás. «Tu cuarto», el más retirado de la casa, y «tu puerta» («echa la llave a tu puerta») son
metáforas para designar lo profundo de la interioridad. «El Padre que está en lo escondido» está
en paralelo con «vuestro Padre que está en los cielos» (6,1). «El cielo» designa, pues, la esfera
divina indicando su trascendencia e invisibilidad; «lo escondido» subraya solamente su
invisibilidad. La oración que se hace en lo profundo obtiene el contacto con el Padre. La
palabrería en la oración indica falta de fe. El hecho de que el Padre sepa lo que necesita el que
ora, muestra que la oración dispone al hombre para recibir los dones que Dios quiere concederle.
vv. 16-18. Tercera obra de piedad farisea: el ayuno. Como en los dos apartados anteriores (6
24 5-6) opone aquí Jesús el ayuno sincero a la conducta de dan a entender que por los hombres. El
ayuno ha de hacerse en secreto, sirve para expresar ante el Padre un a actitud íntima Por ser
privación de alimento, fuente de vida es símbolo de solidaridad con el dolor de la muerte y expresa
su tristeza. Esta tiene que ser interior, no afectada como la de «los hipócritas».
II
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos:
de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los
hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos
ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la
derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su
recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre
que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su
rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en
cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por
los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
Análisis
Mateo, que presenta a sus lectores judeocristianos una Buena Noticia, se preocupa en evitar
que caigan en la hipocresía que caracteriza a otros sectores del judaísmo. La palabra reaparece
-también en el Sermón del Monte- en 7,5 donde se cuestiona al que mira la paja en el ojo ajeno y no
ve la viga en el suyo, pero sigue sin decirnos a quienes se refiere con ese epíteto. Pero más adelante,
ya en 15,7 se dirige claramente a escribas y fariseos, son un pueblo -como lo dice la misma
Escritura en Is 29,13- que honra a Dios con los labios pero su corazón está lejos, rinden un culto
vano porque enseñan doctrinas de hombres y no de Dios. Es importante en Mateo que algo sea
confirmado con la autoridad de la Escritura, especialmente por los destinatarios de su Evangelio.
Estos hipócritas hablan mucho de Dios, pero no siguen sus caminos. La hipocresía los lleva también
a estar cerca de la idolatría que acepta imágenes e inscripciones idolátricas en la moneda del Cesar
(22,18) con la que pretenden, junto a los herodianos, atrapar a Jesús. Finalmente, en un grave
discurso en el cap. 23 repite insistentemente “Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas...” (vv.
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13.15.23.25.27.29), y se caracteriza, su hipocresía, en que cierran a los hombres el Reino al que no
entran ni dejan entrar, que se ocupan de los más pequeños detalles y descuidan lo fundamental
como es la justicia, la misericordia y la fe, o dicho metafóricamente “cuelan un mosquito y se
tragan un camello”, se preocupan de lo exterior desatendiendo lo fundamental, por eso son
“sepulcros blanqueados”, asesinos de profetas... Finalmente, como el mayordomo que en vez de
alimentar a los siervos se dedica a golpearlos y come su comida, serán destinados al lugar del llanto
y temor (24,51). Los hipócritas no están interesados en Dios sino en los aplausos, y por eso sus
característicos actos de piedad no los conducen a Dios sino a ser “bien mirados” por los hombres.
La limosna es, entre los judíos, algo muy distinto a como la entendemos hoy. Para comenzar
señalemos que el término es casi exclusivamente judío ya que no se encuentra en el griego clásico,
pero es a su vez propio del judaísmo tardío (Sir, Tob). Un pueblo de hermanos no puede permitir
que haya pobres entre ellos (Dt 15,4), y todas las leyes de solidaridad así lo indican. Sin embargo,
en muchas oportunidades el pueblo no puede aplicar esas leyes por estar sometidos a leyes extrañas
(bajo el dominio persa, griego o romano, por ejemplo); entonces cada judío debe comportarse como
hermano de los demás, y compartir sus bienes con los necesitados. Eso es la limosna. La motivación
es siempre una: no debe haber pobres porque la pobreza es mala, y el amor a los pobres debe ser
prioritario. Hacer limosna, entonces, es un acto de justicia (en la Biblia griega eleêmosyne traduce
con frecuencia el hebreo sedaqah, justicia). La práctica de la justicia no puede ser un show teatral.
La limosna no puede ser hecha para que todos vean cuan justos somos, sino que debe nacer de una
verdadera fraternidad porque hay un Padre en el cielo.
La oración es dirigirse personalmente a Dios. Y los judíos saben hasta el cansancio que Dios
no mira las manos levantadas (Is 1,15; Jer 14,12; Mi 3,4) sino la práctica de la justicia. Por más que
esa oración sea expresada delante de todos, “el Padre que ve en lo secreto” sabe con qué actitud
interior se levantan esas manos. Unas manos hipócritas no se encuentran con Dios, simplemente son
“vistas por los hombres” que no saben ver el corazón.
El ayuno no es, en general, una manifestación propiamente cristiana sino más bien judía.
Los discípulos de Jesús no ayunan como lo hacen los fariseos (9,14), y su maestro es caracterizado
más bien por los banquetes que por los ayunos, hasta el extremo de ser acusado de “comilón y
borracho, amigo de publicanos y pecadores” (se entiende “amigo” porque “come con ellos”, 11,19).
Es interesante lo que afirma un gran estudioso español al respecto: “El ayuno expresa el
distanciamiento con respecto a la sociedad. Es ésta una característica muy acentuada del grupo del
Bautista, que se ha separado incluso físicamente yéndose al desierto, y de los fariseos, cuyo mismo
nombre significa etimológicamente “separados”. Jesús y la comunidad cristiana tienen un
comportamiento muy diferente (Lc 5,33-39). Jesús no convoca a la gente al desierto; por el
contrario, va él a buscarla por todos los pueblos y aldeas de Galilea. Jesús no funda una secta
separada, sino que se dirige a todo el pueblo de Israel, y no se expresa en ayunos, sino en comidas
con toda clase de personas” (R. Aguirre, La mesa compartida, Santander 1994, págs. 62-63). En
este caso, como decimos, la imagen es más judía que cristiana, y -sin embargo- se preocupa
claramente de distanciarse del modo fariseo de ayunar, es algo no para ser visto, sino para
encontrarse personalmente con Dios en lo secreto.
El esquema del relato es evidente ya que el paralelismo de los tres actos de piedad y su
correspondiente contraposición entre lo que es hecho por los hipócritas y el tú “cuando hagas...”
salta a la vista. Aunque manifestemos nuestra fidelidad a Dios y los hermanos (“justicia”, v.1) del
mismo modo que lo hacen los judíos, los verdaderos judíos -los no hipócritas- debemos hacerlo de
este modo. Como es evidente mirando el esquema, el texto del “Padrenuestro” es agregado
posteriormente al relato, y precisamente por eso es omitido en el texto de hoy que pone su acento, al
comenzar la Cuaresma en los “actos de piedad”. Mateo, que pretende mostrar que los cristianos son
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Marzo - 4 -
los “verdaderos judíos” no duda en poner el acento en las obras, en la fidelidad a la Ley, pero no
desde un cumplimiento fariseo, sino desde un acto que nace desde el corazón, desde el interior, y
pretende reflejar un verdadero encuentro con Dios y los hermanos. No otra cosa es el Reino de lo
que con tanta insistencia habla Mateo.
Comentario
Para los judíos, los actos de piedad eran modos concretos de manifestar un encuentro con
Dios. Se supone que ese encuentro se produce. En tiempos de Jesús, y ya desde un poco antes, las
manifestaciones clásicas eran la limosna, la oración y el ayuno. Pero la insistencia en practicarlas
llevó a procurar que todos vean que cumplimos, eso nos dará imágenes de fidelidad a los ojos de
todos, nos hará creíbles. Esto llevó a vaciar los actos de piedad, importaba más la cáscara que el
contenido. La limosna era un gesto de solidaridad que mostraba una profunda preocupación por el
pobre. La oración era un encuentro sincero con Dios para pedirle, alabarlo o manifestarle nuestro
dolor. El ayuno era un signo concreto de fidelidad que buscaba solidarizarse con el prójimo
necesitado haciéndolo partícipe de nuestras privaciones. Todas estar prácticas judías tenían un
sentido: la justicia, es decir la fidelidad en el encuentro don Dios y con los miembros del pueblo
como hermanos. Pero al vaciarlas de contenido ni Dios ni el hermano eran importantes, “yo” era el
centro, los aplausos son importantes.
Las comunidades cristianas que venían del mundo judío siguieron con la costumbre de la
oración, la limosna y el ayuno, pero Mateo quiere alertarlos sobre cualquier hipocresía en la cual los
signos de la piedad y la justicia son en realidad injustos e impíos. Para que verdaderamente haya un
encuentro con Dios y el hermano esos signos, o cualquier otro, deben nacer de una encuentro
profunda con Dios como Padre y los otros como hermanos. De eso se trata el Reino de Dios. Y
todas nuestras actitudes, especialmente los signos con los que en la Cuaresma que comienza
pretendemos expresar nuestra fidelidad a Dios como Pueblo, serán verdaderos signos de un
verdadero encuentro, sólo en la medida que vayan acompañados de obras de justicia.
Jueves 2 de marzo
EVANGELIO
Lucas 9, 22-25
22
y añadió:
-El Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser rechazado por los senadores, sumos
sacerdotes y letrados, sufrir la muerte y, al tercer día, resucitar.
23
y, dirigiéndose a todos, dijo:
-El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y
entonces me siga; 24porque si uno quiere poner a salvo su vida, la perderá; en cambio, el que
pierda su vida por causa mía, ése la pondrá a salvo. 25y ¿de qué le sirve a un hombre ganar el
mundo entero si acaba perdiéndose o malográndose él mismo?
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Marzo - 5 -
COMENTARIOS
I
EL MODELO DE HOMBRE SERA UN FRACASO
Primero los ha exorcizado -como quien dice-; después los ha hecho enmudecer; ahora les
revela el destino fatal del Hombre que pretende cambiar el curso de la historia. «Y añadió: El
Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser rechazado por los senadores, sumos sacerdotes y
letrados, ser ejecutado y, al tercer día, resucitar" » (9,22). Detrás de este impersonal («tiene que») se
adivina el plan de Dios sobre el hombre: puede tratarse tanto del plan que Dios se ha propuesto
realizar como de lo que va a suceder de forma inevitable, atendiendo a que el hombre es libre. Jesús
acepta fracasar como Mesías, como lo aceptó Dios cuando se propuso crear al hombre dotado de
libre albedrío. El fracaso libremente aceptado es el único camino que puede ayudar al cristiano a
cambiar de actitudes frente a los sacrosantos valores del éxito y de la eficacia. Jesús encarna el
modelo de hombre querido por Dios. Cuando lo muestre, sabe que todos los poderosos de la tierra
sin excepción se pondrán de acuerdo: será ejecutado como un malhechor. No bastará con
eliminarlo. Hay que borrar su imagen. En la enumeración no falta ningún dirigente: «los
senadores», representantes del poder civil, los políticos; «los sumos sacerdotes», los que ostentan el
poder religioso supremo, los máximos responsables de la institución del templo; «los letrados», los
escrituristas, teólogos y canonistas, los únicos intérpretes del Antiguo Testamento reconocidos por
la sociedad judía. Lo predice a los discípulos para que cambien de manera de pensar y se habitúen a
ser también ellos unos fracasados ante la sociedad judía, aceptando incluso una muerte, infamante
con tal de cumplir su misión.
Pero el fracaso no será definitivo. La resurrección del Hombre marcará el principio de la
verdadera liberación. El éxodo del Mesías a través de una muerte ignominiosa posibilitará la
entrada a una tierra prometida donde no se pueda instalar ninguna clase de poder que domine al
hombre.
SER CONSIDERADO UN FRACASADO
ES ACEPTAR LA PROPIA CRUZ
Inmediatamente después Jesús se dirige a todos los discípulos, tanto a los Doce, que ya se
habían hecho ilusiones de compartir el poder del Mesías, como a los otros discípulos: «El que
quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y entonces me
siga» (9,23). Jesús pone condiciones. A partir de ahora es más exigente. Como los discípulos, todos
tenemos falsas ideologías que se nos han infiltrado a partir de los seudovalores de la sociedad en
que vivimos. En el seguimiento de Jesús es preciso asumir y asimilar que las cosas no nos irán bien;
es preciso aceptar que nuestra tarea no tenga eficacia. Ser discípulo de Jesús quiere decir aceptar
que la gente no hable bien de ti; incluso que te consideren un desgraciado o un marginado de los
resortes del poder, sea en el ámbito político, religioso o científico.
DOMINAR EL MUNDO O VIVIR CON PLENITUD
«Y ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si acaba perdiéndose o
malográndose él mismo?» (9,25). Todo el mundo quiere triunfar. Ya de pequeños, inculcamos a
nuestros hijos que han de ser los más listos, los más fuertes, los más guapos. No les ayudamos a
descubrir las cualidades que les diferencian y que pueden constituir a la larga su aportación a la
comunidad. Es la vida lo que interesa, el que está vivo por dentro, y no la fachada que mostramos y
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Marzo - 6 -
en la cual nos apoyamos por falta de soporte interior. Cuanto más ambiciosos, más vacíos por
dentro.
El camino de Jesús es profundamente liberador, como se está demostrando hoy día en las
comunidades cristianas de Centro y Sudamérica. ¡ Cómo se tambalean los intereses creados de los
poderosos (tanto en el ámbito político como en el religioso) cuando los pobres toman conciencia de
su dignidad como personas y aprenden a vivir los valores auténticos del hombre compartiendo,
ayudando, sirviendo!
Jesús asegura a los discípulos y, por tanto, también a nosotros que el «reino de Dios», la
sociedad alternativa donde reinen los valores del evangelio que él propugna, será pronto una
realidad: «Y os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto el reino de
Dios» (9,27). Es la comunidad que forman los hombres y mujeres que ya han asimilado estos
valores. Jesús habla de un futuro inminente, no del futuro lejano que nosotros hemos ido aplazando
para la otra vida.
II
Este texto es conocido tradicionalmente como el “primer anuncio de la Pasión” dentro del
esquema de interpretación del profetismo como capacidad y cualidad de predecir el futuro.
Preferimos llamarlo desde otra perspectiva que puede ser más interesante, “claves” para el
discernimiento del mesianismo de Jesús, a la vez, mesianismo que todo discipulado cristiano debe
propiciar. Nos enfocamos entonces en la orientación de un discipulado mesiánico a la manera del
mesianismo de Jesús.
Entre la misión de los Doce y la misión de los Setenta y dos, nos encontramos con estas
“claves”, como quien dice discernimiento a cerca misión cristiana, su identidad, su intencionalidad,
su espiritualidad. Si sabemos quién es el Mesías y cuál es su misión podemos tener más claridad
acerca de la misión discipular. Es la misma perspectiva hermenéutica que nos ofrece el relato del
camino de Emaús (Lc 24, 13-35). Allí, Jesús ofrece “claves” para que el discipulado cristiano
encuentre la “lógica” del reino de Dios en los hechos que a “simple vista” parece negarlo y
contradecirlo: “¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?”. Los
hechos leídos con esta clave, dejan de ser caóticos, casuales y desesperanzadores. La comunidad
discipular accede a un ámbito del sentido que le permite resignificar su fe y recuperar su esperanza.
No siempre contamos con la “claridad” suficiente para tales identificaciones. Cuando Jesús
pregunta a los discípulos “¿Quién dice la gente que soy yo?” (Lc 9,18), hay una diversidad de
respuestas correspondientes a la diversidad de expectativas mesiánicas presentes en el pueblo:
“Unos que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas antiguos que ha
resucitado”. Sin duda el criterio de identificación es el profetismo. Pero se requiere dentro de esta
tradición, ir un poco más adelante. No es uno más de entre los profetas pues se trata de “El Cristo de
Dios”, es decir, el mesianismo del reino de Dios, la Buena Nueva. La comunidad de Lucas no puede
equivocarse a la hora de discernir sobre el mesianismo discipular que quiere desarrollar.
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Marzo - 7 -
Viernes 3 de marzo
EVANGELIO
Mateo 9, 14-15
14
Se acercaron entonces los discípulos de Juan a preguntarle:
-Nosotros y los fariseos ayunamos a menudo, ¿por qué razón tus discípulos no ayunan?
15
Jesús les contestó:
-¿Pueden estar de luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día
en que les arrebaten al novio y entonces ayunarán.
COMENTARIOS
I
Juan Bautista está ya en la cárcel (4,12). Según la presentación que ha hecho Mt, Juan no ha
pretendido hacer discípulos ni fundar escuela; su papel era de mero precursor (3,11). Aparecen
ahora, sin embargo, «los discípulos de Juan», que mantienen su adhesión a él. »Discípulos» son los
que siguen la doctrina de un maestro; éstos han conferido a Juan ese papel. Quieren perpetuar su
figura y doctrina, absolutizándolas, contradiciendo a su carácter de precursor. De hecho, no llaman
a Jesús «Maestro».
La práctica religiosa de los discípulos de Juan se ha asimilado a la de los fariseos. El papel
renovador de Juan y su oposición a los fariseos, a quienes calificó de «carnada de víboras» (3,7),
han sido olvidados por sus discípulos. Estos han integrado a Juan en el antiguo sistema. Reprochan
a Jesús no atenerse a la tradición ascética de los grupos observantes de Israel. Consideran
indiscutible que para formar a los discípulos hay que imponerles una severa disciplina.
La respuesta de Jesús enfoca la cuestión desde un punto de vista completamente distinto.
Compara su convivencia con los discípulos a un banquete de bodas, donde él representa al
novio/esposo. Los discípulos son «los amigos del Esposo» (lit.: «los hijos del tálamo o de la sala del
banquete», modismo semítico para designar a los amigos íntimos del novio, que se ocupaban de
todo lo necesario para la celebración de la boda y de animar la fiesta).
La denominación «el Esposo» enlaza con las palabras de Juan Bautista «yo no merezco ni
quitarle las sandalias» (3,11). «El Esposo» o marido era designación de Dios en el AT dentro del
simbolismo de la alianza como unión nupcial entre Dios y el pueblo (Os 2). Como lo indicaba ya
Juan, Jesús asume esa función; nueva transferencia de una función divina a Jesús, «el Dios entre
nosotros» (1,23). La imagen del Esposo supone el cambio de alianza (cf. Jr 31,31-34).
Características de ésta son la amistad, la intimidad, la alegría y la libertad. «Los amigos del Esposo»
no están sujetos a una disciplina; su actividad se ejerce en la libertad, guiada por el amor al amigo.
Esta es la relación del hombre con Dios en la nueva alianza: el alegre servicio guiado por la
adhesión a Jesús, que es amistad con él. Siendo el ayuno expresión de tristeza, es incompatible con
la presencia de Jesús. Llegarán días, sin embargo, en que el ayuno esté justificado, cuando los
discípulos se vean privados de la presencia del amigo («el día en que les arrebaten al novio»).
La pregunta de los discípulos de Juan mostraba su extrañeza y escándalo porque Jesús no
imponía a sus discípulos la disciplina ascética tradicional. Jesús les explica ahora la razón usando
dos comparaciones, la de la pieza de paño nuevo en un vestido viejo y la de los odres y el vino. Lo
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viejo y lo nuevo son incompatibles; todo compromiso lleva al fracaso y a la ruina de ambos. Con su
presencia comienza una época de novedad radical.
Esta perícopa está íntimamente ligada a las anteriores y constituye el centro de esta sección.
Jesús llama al reino de Dios a «los pecadores», término que incluye a los paganos en su significado
y en la futura realización del reino. Jesús afirma que en la comunidad mesiánica (Mesías-Esposo)
no se va a imponer a sus discípulos la praxis religiosa judía. Las antiguas instituciones y prácticas,
que pertenecen a la tradición cultural de un pueblo, no pueden adaptarse en absoluto a la
universalidad de la comunidad mesiánica. Lo mismo que para entrar en el reino la única condición
es la adhesión a Jesús, así lo es también para pertenecer a él. Jesús libera a los futuros discípulos
procedentes del paganismo de toda dependencia de la cultura judía. El antiguo Israel ha pasado, y
sus instituciones con él.
Es de notar que Jesús considera el ayuno no como una práctica religiosa, sino como
expresión personal de tristeza. Es un hecho lo que puede llevar a los discípulos a ayunar: la ausencia
del Esposo, que tendrá lugar en su Pasión y muerte. Una vez resucitado, su presencia será continua
(28,20). El ayuno no tiene relación con Dios: como las lágrimas, es una expresión de la tristeza, que
el hombre practicará cuando tenga motivo para ello.
Los fariseos y discípulos del Bautista continúan sus ayunos por que no han reconocido en
Jesús al Esposo-Mesías. Su ayuno es señal de su rechazo de Jesús.
II
Isaías dice cuál es el ayuno que Dios no quiere y cuál es el que sí quiere a la misma gente
que reclama a Dios “¿Por qué ayunamos y tú no ves; nos humillamos, y no lo sabes?” (Is 58,3). No
es que el pueblo no ayunara, pues se trata de gente religiosa, sino que ese tipo de ayuno no agrada a
Dios, pues quienes lo hacen son quienes están oprimiendo a los pobres. Ayunan por
autosatisfacción o exhibicionismo. Isaías critica la práctica religiosa hipócrita e incoherente: alabar
a Dios pero al mismo tiempo hacer mal al prójimo. Esto es el colmo de la maldad.
El ayuno que Dios SI quiere es una urgente práctica social: desatar, deshacer, dejar ir,
romper (cuatro acciones que indican liberación de situaciones de opresión y empobrecimiento); dar
al hambriento pan, a los errantes casa y al desnudo vestido (tres acciones que indican solidaridad
con las víctimas de la opresión).
Isaías anuncia bendición para quienes practican el ayuno que Dios SI quiere: restauración,
justicia, protección. La respuesta favorable de Dios será dada a quienes desarrollan la práctica social
reclamada. Dios no reacciona ante el ayuno sino ante las acciones de solidaridad y de misericordia.
Sábado 4 de marzo
EVANGELIO
Lucas 5, 27-32
27
Después de esto, salió, se quedó mirando a un recaudador llamado Leví, sentado al
mostrador de los impuestos, y le dijo:
-Sígueme.
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Marzo - 9 -
28
E1, abandonándolo todo, se levantó y empezó a seguirlo.
Leví le ofreció un gran banquete en su casa, y había gran número de recaudadores y otra
gente, que estaban recostados a la mesa con ellos.
30
Los fariseos y sus letrados protestaban diciendo a los discípulos:
-¿Por qué razón coméis y bebéis con los recaudadores y descreídos?
31
Jesús les replicó:
-No sienten necesidad de médico los sanos, sino los que se encuentran mal. 32No he venido a
llamar a justos, sino a pecadores, para que se arrepientan.
29
COMENTARIOS
I
LLAMADA A LOS MARGINADOS DE ISRAEL
La segunda parte de la sección, siguiendo la simetría, comienza con una nueva llamada; en
esta ocasión se trata de un «recaudador de impuestos», el marginado por excelencia, excluido
definitivamente de Israel. Este está «sentado al mostrador de los impuestos», la cátedra del poder y
de los valores profanos. Jesús lo invita sin más a seguirlo (5,27). El, «abandonándolo todo, se
levantó y empezó a seguirlo» (5,28), exactamente como habían hecho los discípulos israelitas.
A partir de ahora, el grupo de Jesús se presentará como un grupo compuesto: tres partes
serán israelitas y una cuarta parte, no israelitas. Ahora se ve claro por qué ha evitado mencionar a
Andrés: ha reservado su plaza para Leví. Su nombre es enteramente hebreo, y lo vincula
literalmente a la tribu de Leví. Con todo, es un excomulgado por su conducta. Jesús lo integra en el
grupo y con él marca los cuatro puntos cardinales del nuevo grupo.
LOS MARGINADOS COMPRENDEN EN SEGUIDA
QUE EL SEGUIMIENTO ES UNA FIESTA
Pero Leví no se contenta con el seguimiento: «Leví le ofreció un gran banquete en su casa, y
había gran número de recaudadores y otra gente, que estaban recostados a la mesa con ellos» (5,29).
Jesús y sus discípulos recién estrenados comparten la misma mesa con los hombres libres
(«recostados») y celebran conjuntamente el banquete del reino mesiánico.
De pronto aparecen en escena los fariseos y sus letrados. Estos ni siquiera han entrado en la
casa ni comparten la mesa, ya que no comulgan con sus ideas ni quieren contaminarse. Constituyen
el contrapunto de la escena. Empiezan a protestar, dirigiéndose a los discípulos israelitas,
echándoles en cara: «¿Por qué razón coméis y bebéis con los recaudadores y descreídos?» (5,30).
Con esta protesta intentan separar de Jesús a los discípulos. Aún los consideran miembros del Israel
que ellos representan.
Jesús toma la palabra y expone su conducta, de la cual deriva la de los discípulos: «No
sienten necesidad de médico los sanos, sino los que se encuentran mal. No he venido a llamar
justos, sino pecadores, para que se arrepientan» (5,31-32). Lucas presenta por vez primera este
dicho, que paulatinamente irá explicando, hasta darle la vuelta: los «sanos» y «justos» lo son en
apariencia. Ellos mismos se tienen por tales; en el fondo son unos hipócritas. No hay nada que hacer
con ellos, pues están convencidos de que no tienen necesidad de cambiar de conducta.
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Marzo - 10 -
II
El encuentro de Jesús con Leví sucede en medio de una intensa actividad misionera en
Galilea. Entre curaciones, discusiones y transgresiones Jesús ve a Leví sentado en el despacho de
impuestos. Otra historia similar sucede en la frontera sur, en Jericó, con Zaqueo, el jefe de los
cobradores de impuestos. También Jesús lo ve, cuando este se hallaba trepado en el árbol. Las dos
historias tienen una misma lógica. Se trata de revertir y confrontar el sistema tributario romano
desde la propuesta de sociedad tribal que Jesús construye.
No deja de llamar la atención que la conversión tanto de Leví como de Zaqueo tenga que ver
con asuntos económicos tan importantes para la sociedad de su época como es el sistema de
recaudación de tributos del Imperio Romano. En ambos casos, entrar en la propuesta de Jesús,
significó un cambio de ética económica. Dejar de cobrar impuestos en el caso de Leví y repartir lo
tomado a los pobres en el caso de Zaqueo. El discipulado cristiano comporta una ética económica
anti-tributuarista que conlleva, por un lado un enfrentamiento a uno de los pilares económicos del
sistema romano, y por otro, la posibilidad de construir una sociedad distinta cuya dinámica
económica no genera acumulación ni empobrecimiento. Este es el sentido de los banquetes en las
casas de Leví y de Zaqueo.
Sobre la identificación de los publicanos con los pecadores, a quienes Jesús llama de una
manera especial, tenemos una interesante reflexión de Juan Luis Segundo:
“Lucas, el evangelista que presta más atención a las estructuras socio-económicas, deja
entender que los publicanos, encargados de la recolección del impuesto romano, estaban
organizados jerárquicamente desde el punto de vista económico. Los “jefes” – como Zaqueo (cf. Lc
19,1ss) – adquirirán de los romanos amplias e importantes zonas de concesión, las que, a su vez,
ofrecían en alquiler a concesionarios menores que tenían, como Leví (cf. Lc 5,27), “despachos”
para pagos de impuestos en ciudades o zonas menos importantes. De Leví en particular se dice en
Lc 5,29, que fue capaz de celebrar su incorporación al grupo de los discípulos que rodeaban a Jesús
con “un gran banquete”. Pero lo que hacía parias sociales de todos los publicanos era el ostracismo
que les acarreaba el “pecado” público en que incurrían al traficar con un dinero que suponía la
aceptación del imperio extranjero sobre la sociedad de los “hijos de Abraham” (cf. Lc 19,9) y el
pueblo de Yahvé. Este es el estatuto que, con toda lógica, asimila a los publicanos, cualquiera que
fuese su riqueza, con los pobres de Israel. Jesús no deja dudas al respecto: unos y otros constituyen
lo que “está perdido” en la familia de Israel (Lc 5,31; 19,10). Y, en cuanto tal, Jesús primero y el
Reino después les están destinados” (Juan Luis SEGUNDO, Historia perdida y recuperada de Jesús
de Nazaret. De los Sinópticos a Pablo. Santander, Sal Terrae, 1990, p. 207).
La opción por lo que “está perdido” desarrolla en Jesús una práctica transgresora que lo
llevará a la confrontación con las estructuras políticas, culturales y religiosas del judaísmo, pero a la
vez, lo ubicará en el corazón mismo de las poblaciones excluidas y marginadas por el mismo
judaísmo, desde donde construye la sociedad sin exclusión ni marginación.
El banquete en la casa de Leví, es transgresión de la ley de la pureza con la que Israel
protegía su identidad judía. La ortodoxia prohibía comer en casa de “pecadores”. Sin embargo Jesús
y la comunidad discipular parece hallarse muy bien allí. Se rompe con las estructuras de exclusión y
se instaura una mesa para la inclusión. Esta es la conversión de Leví. Deja el “despacho” tributarista
y asume la propuesta de la CASA tribal de hermanas y hermanos en donde se genera otra economía.
El tributarismo es acumulación de una elite y empobrecimiento de las mayorías. El tribalismo es redistribución igualitaria, es economía del compartir. Por eso es tan importante la comida comunitaria
como simbolismo de la nueva economía. Las murmuraciones de fariseos y escribas corresponde a la
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Marzo - 11 -
reacción y la resistencia de la ideología dominante que no puede aceptar tal novedad contestadota y
transgresora del orden vigente.
Domingo 5 de marzo
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
Primera lectura: Gen 9, 8-15
Salmo responsorial: 24, 4-9
Segunda lectura: 1 Pe 3, 18-22
EVANGELIO
Marcos 1, 12-15
12
lnmediatamente el Espíritu lo empujó al desierto. 13Estuvo en el desierto cuarenta
días, tentado por Satanás; estaba entre las fieras y los ángeles le prestaban servicio.
14
Cuando entregaron a Juan llegó Jesús a Galilea y se puso a proclamar la buena
noticia de parte de Dios. 15Decía:
-Se ha cumplido el plazo, está cerca el reinado de Dios. Enmendaos y tened fe en esta
buena noticia.
COMENTARIOS
I
SATANAS EN PERSONA
Es curioso observar cómo el evangelista Marcos no cuenta en qué consistió la tentación
que Satanás tendió a Jesús en el desierto; se limita a decir que, tras el Bautismo, "el Espíritu de
Dios lo empujó al desierto. Se quedó allí cuarenta días y Satanás lo ponía a prueba; estaba con las
fieras y los ángeles le servían". A partir de este momento, Satanás desaparece de la escena
evangélica, y quienes tientan a Jesús son siempre hombres de carne y hueso, en concreto los
fariseos y , en una ocasión, Pedro.
Por parte de los fariseos, representantes cualificados de la ideología de la sinagoga, Jesús
sufrió una triple prueba o tentación. Veámoslo.
Primera prueba: ¿Es Dios de todos o sólo de los judíos?
Jesús representaba la imagen de un Dios que amaba a todos los hombres, pertenecieran o
no al pueblo judío. Por eso dio a comer pan y pescado dos veces, una entre judíos y otra entre
paganos (Mc 6 y 8). La segunda vez "salieron los fariseos -que no aceptaban la imagen de un
Dios así-y se pusieron a discutir con él; para ponerlo a prueba le pidieron una señal que viniera
del cielo", o lo que es igual, un milagro aparatoso que probara que Dios confirmaba el modo de
actuar de Jesús, universalista y abierto. Pero Jesús se negó a hacer más señales de las ya hechas.
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Marzo - 12 -
Con el doble reparto de panes y peces quedaba suficientemente probado que Dios amaba
por igual a judíos y paganos. A buen entendedor, pocas palabras. Jesús no cayó en la tentación.
Segunda prueba: ¿Hombre y mujer son iguales?
El Maestro Nazareno consideraba que hombre y mujer son seres situados al mismo nivel
de igualdad; nada legitimaba las relaciones de dominación de éste sobre aquella. Bien lo sabían
los fariseos que, a pesar de ello, "se le acercaron y le preguntaron para ponerlo a prueba: ¿le está
permitido a un hombre repudiar a su mujer?" (Mc 10,2ss). Se planteaba con esta pregunta la
legitimidad del ejercicio del derecho del hombre a divorciarse, no de la mujer -pues ésta no podía
solicitar el divorcio en Israel.
Responder esta pregunta en uno u otro sentido suponía aceptar una injusticia de base: la
situación de una sociedad donde la mujer no tenía los mismos derechos que el marido. Jesús no
acepta este planteamiento y por eso responde: Si Moisés permitió que el hombre despidiera a la
mujer fue "por lo incorregibles que sois... Pero al principio del mundo Dios los hizo varón y
hembra... Luego lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". Afirmando la indisolubilidad
del matrimonio, Jesús trata de defender a la mujer indefensa ante la frecuente arbitrariedad del
marido que la podía despedir por cualquier motivo, condenándola a la mendicancia, al no poder
trabajar fuera de casa y serle difícil contraer nuevas nupcias. Jesús no cayó en la tentación.
Tercera prueba: ¿Quién manda: Dios o el César?
"Le enviaron unos fariseos partidarios de Herodes para cazarlo con una pregunta. Se
acercaron y le preguntaron: ¿Está permitido pagar tributo al César o no?" (Mc 12,l3ss).Y Jesús
respondió:
"Devolved al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios". Tanto el César como
los fariseos habían ocupado el puesto de Dios y oprimían al pueblo. Una autoridad así no es
competente y hay que romper con ella. Todo poder que oprime no tiene el respaldo divino, sea
civil o religioso. Jesús no cayó en la tentación.
Tres pruebas, pero una única tentación: la de dividir el mundo en bloques antagónicos:
judíos-paganos, hombre-mujer, Dios-César. Los fariseos -y cuantos por cualquier motivo hacen
nacer la división entre los hombres- son Satanás en persona.
II
TAMPOCO A EL LE RESULTO FACIL
No es raro escuchar cuando se habla de Jesús, de su entrega y de su fidelidad a la misión que cl
Padre le encomendó que «es que él era el Hijo de Dios». Es comprensible que busquemos alguna
justificación al experimentar nuestras limitaciones. Pero lo cierto es que Jesús no jugó con ventaja:
tampoco a él le resultó fácil
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Marzo - 13 -
EL COMPROMISO DEL BAUTISMO
En el comentario correspondiente a la fiesta del Bautismo del Señor (núm. 26), que se
celebra unas cuantas semanas antes de este primer domingo de Cuaresma, decimos que, al recibir
el bautismo, Jesús se comprometió a dar su vida por la felicidad de los hombres. Ese comentario
termina con esta pregunta: «Recibir el bautismo cristiano es asumir el compromiso de seguir los
pasos de Jesús. ¿Se parece mucho nuestro compromiso bautismal, nuestro compromiso cristiano,
al compromiso de Jesús?» Quizá alguno se sienta inclinado a responder como decíamos
anteriormente: «Pero es que Jesús era el Hijo de Dios.»
Marcos, el evangelista, parece que tiene en su mente esta objeción y nos la responde antes
de empezar a contarnos de qué modo Jesús llevó a cabo su misión con toda fidelidad:
Jesús venció las mismas dificultades que debe superar cual quiera de sus seguidores. Es
cierto que, para ello, contó con la fuerza del Espíritu de Dios y gozó de la ayuda de los ángeles;
pero esto no es un privilegio, pues, como se verá a lo largo de todo el evangelio, todos los que se
decidan a vivir como él vivió y asuman el compromiso de gastar la vida por la felicidad de los
hombres podrán contar con tal fuerza y con la misma ayuda.
LAS TENTACIONES
Marcos no nos cuenta una por una las tentaciones que sufre Jesús, como hacen Mateo y
Lucas, indicándonos así que no se trata de hechos aislados que sucedieron una vez y que no se
volvieron a repetir más. Este relato, colocado al comienzo del evangelio, nos presenta el marco
general en el que se habría de desarrollar toda la actividad pública de Jesús, las circunstancias que
van a acompañar permanentemente la realización su misión mesiánica: «Estuvo en el desierto
cuarenta días, tentado por Satanás...»
Su actividad será un proceso de liberación (cuarenta días en el desierto, como los cuarenta
años del pueblo de Israel) que llevará a un nuevo modo de vivir' en libertad (a una nueva tierra
prometida). Pero durante ese tiempo tendrá que luchar contra la tentación de/poder simbolizado
en Satanás. La tentación no se le presentará en forma de duda personal, como atracción que
pudiera ejercer el poder en el mismo Jesús; serán otras personas las que intentarán desviarlo de la
práctica del servicio y de la entrega de la propia vida y lo invitarán a elegir el camino del triunfo
y de la conquista del poder para, una vez instalado, instaurar desde él el reino de Dios. Como
ejemplo de esta tentación podríamos citar el episodio que cuenta el mismo evangelio de Marcos
(8,31-33), cuando Jesús llamó «Satanás» a Pedro por protestar porque el camino de' Jesús
conducía a lo que él consideraba un fracaso, la muerte, e intentar desviarlo en dirección a la
conquista del poder para, desde él, hacer triunfar el reino de Dios (véase el comentario número
49, correspondiente al domingo vigésimo cuarto del tiempo ordinario).
FIERAS Y ANGELES
Estuvo en el desierto cuarenta días, tentado por Satanás; estaba entre las fieras y los ángeles le
prestaban servicio.
Pedro reaccionó así cuando Jesús anunció que el Mesías tenía que ser «rechazado por los
senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días». Este conflicto es
lo que Marcos anuncia cuando dice que Jesús pasó cuarenta días rodeado de fieras: que Jesús
sufrirá durante toda su actividad la amenaza de personas que intentarán acabar con su vida. Así
sucedió desde el principio (véase Mc 3,6) hasta que, al final, lo mataron.
Cierto que en esa lucha por mantener con firmeza el compromiso de amor hasta la muerte
que asumió en su bautismo, Jesús no se va a encontrar solo: habrá hombres y mujeres que,
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Marzo - 14 -
actuando de acuerdo con lo que Dios quiere (ésos son los ángeles, mensajeros de Dios; Juan
Bautista acaba de ser llamado ángel/mensajero de Dios; véase Mc 1,2) le ayudarán («le prestaban
servicio») a llevar a buen término su camino.
Nuestra vida, como cristianos, debe ser también proceso de liberación personal y un
compromiso con la liberación de todos los hombres y los pueblos oprimidos y explotados. Cierto,
esa tarea no es fácil. Y encontraremos muchos obstáculos: nos intentarán sobornar ofreciéndonos el
éxito, el poder o la riqueza para nosotros solos (incluso nos pueden llegar a decir que si logramos
ocupar un puesto importante podremos influir más eficazmente en la sociedad), o nos amenazarán
diciéndonos que nuestra actitud es ilegal o subversiva y que nos estamos arriesgando a ser juzgados
y condenados por ello... No será fácil, por supuesto, pero podremos llegar al final como Jesús si,
como él, nos abrimos a la acción del Espíritu y si actuamos unidos -ángeles unos para con los otroscon todos los que intentan organizar este mundo de acuerdo con lo que Dios quiere. Será duro, pero
tampoco a él le resultó fácil. Y, al final, valdrá la pena.
III
vv. 12-13
Inmediatamente el Espíritu lo empujó al desierto. Estuvo en el desierto
cuarenta días, tentado por Satanás; estaba entre las fieras y los ángeles le prestaban servicio.
El Espíritu, tuerza de vida y amor, empuja a Jesús al desierto, figura de la sociedad judía,
en la que Jesús, por no compartir sus valores, se va a encontrar aislado. Toda la vida pública de
Jesús (40 días, cf los 40 años del éxodo de Israel) va a ser camino (1,2) hacia la tierra prometida,
la plenitud gloriosa (cf. 9,2-3). Durante su actividad se le presentará repetidamente la tentación
del poder dominador (Satanas; cf. 1,24.34.37; 3,lls; 8,11.32s; 10,2; 11,9s; 12,15); él mismo vivirá
entre poderes hostiles, enemigos de su mensaje, que acabarán por darle muerte (las fieras, cf. Dn
7) y tendrá colaboradores en su labor (los ángeles; cf. 1,2.4, donde Juan Bautista se identifica con
el mensajero / ángel anunciado).
v. 14 Después que entregaron a Juan llegó Jesús a Galilea y se puso a proclamar la
buena noticia de parte de Dios.
Jesús llega detrás de Juan (1,7), una vez terminada por la violencia de ciertos agentes la
misión de éste. Se sitúa en la provincia del norte, Galilea, alejada del centro religioso y político
del país y abierta al mundo pagano. Se presenta como profeta, transmitiendo de parte de Dios «la
buena noticia».
v. 15 Decía: «Se ha cumplido el plazo, esta' cerca el reinado de Dios. Enmendaos y
tened fe en esta buena noticia.
Al existir el Hombre en su plenitud, Jesús, comprometido por amor a los hombres a llevar
su misión salvadora hasta la muerte, se ha producido el cambio de época y comienza la etapa
definitiva de la historia (se ha cumplido el plazo); lo anterior queda superado de modo
irreversible.
La buena noticia (cf. 1,1) anuncia que se abre la posibilidad de una sociedad nueva y justa,
digna del hombre, la alternativa que Dios propone a la humanidad (aspecto social del reinado de
Dios, la nueva tierra prometida); exige como condición de parte del hombre la renuncia a la
injusticia (punto de partida) (enmendaos) y la confianza en que esa meta (punto de llegada) puede
alcanzarse (tened fe).
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Marzo - 15 -
IV
La primera lectura, Génesis 9, propone un nuevo camino de comunión, a contravía de la
lógica destructiva de los imperios mesopotámicos. ¡Nunca más habrá diluvio para destruir la tierra!
El motivo es exactamente aquel que dio origen a la catástrofe: “Es malo el designio íntimo de la
persona desde su niñez” (8,21). Esto significa que la violencia, la corrupción, la injusticia, la
acumulación, el egoísmo, la insolidaridad continuará existiendo mientras exista el ser humano sobre
la tierra. Pero ahora sabemos que ningún “diluvio” tiene la solución a los males humanos. La
seguridad y la paz que ofrecen y exigen los imperios mundiales no soluciona los problemas que
agobian al género humano. En este sentido la historia bíblica del diluvio es una verdadera “contravía”: por terribles y múltiples que sean las agresiones, destrucciones y violencias entre los seres
humanos, la promesa y la opción de Dios es que “¡No habrá más diluvio!” (Gn 9,11). Y esta
promesa va acompañada de un memorial: el arco iris, señal del nuevo pacto entre Dios y la
humanidad.
¡El miedo al “diluvio” ha sido quebrado! Ahora tenemos una nueva alianza a partir de una
alternativa de vida para todos los seres vivientes. El arca que ha abrigado a la familia se transforma
en una gran casa acogedora de la vida, en donde el cuidado con los animales se destaca de una
manera especial (Gn 9,1-7). Es la casa de la vida que coloca al ser humano en comunión con la
tierra, con la naturaleza, con el cosmos.
La religión del miedo es superada, ha quedado atrás. Los pueblos sometidos no necesitan
tener miedo del Imperio, porque sus amenazas son infundadas, son engaños, mentiras. Dios, a pesar
de la maldad humana sostendrá el cosmos. ¡El amor de Dios a la humanidad es garantía de su
indestructibilidad! Terminado el diluvio, surge la casa familiar junto con la naturaleza como nuevo
orden vital. Importa, sobre todas las cosas, la familia, la casa, la comunidad, la naturaleza, la tierra.
El texto apuesta por la casa familiar a pesar de su fragilidad y de sus limitaciones, aún de la maldad
anidada en el corazón humano. Esta realidad no es negada. Se evidencia la casa familiar como un
espacio poco armonioso. Pero para todos los problemas de la familia humana hay posibilidades de
solución sin la intervención de la fuerza del Imperio. ¡Las soluciones vienen desde la casa! Es desde
este nuevo lugar donde la vida recupera su dignidad. La historia del diluvio propone la casa junto
con la tierra como alternativa de vida frente a la fuerza destructiva del poder Imperial.
Para hoy, “la casa” no puede ser la estructura tradicional de la familia patriarcal. Tendríamos
que apuntar hacia estructuras alternativas de comunidades vinculadas por diversas proximidades
que ofrecen sustento, espacio, reconocimiento, afecto a las personas. Son “casa” las organizaciones,
los movimientos, los grupos, las “tribus urbanas”, las asociaciones que desarrollan ciudadanías
inclusivas, participativas y protagónicas. En la relectura de nuestro texto se hace necesario realizar
el puente hermenéutico para estas realidades socio-políticas y religiosas en el mundo de hoy. Es lo
que está produciendo los diversos pactos ecuménicos de “arco iris” para avanzar en los procesos e
iniciativas de humanización y de dignificación.
El río Jordán, el desierto, y la Galilea son como un mismo “hilo conductor” de un
desplazamiento fundamental que da inicio al evangelio de Marcos. Ahí percibimos el movimiento
del reino de Dios que nos invita a movilizarnos en búsqueda de nuestros propios “lugares del
Reino” donde se concreten y desarrollen nuestras opciones por la vida, por la dignificación de las
personas y de las comunidades.
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Marzo - 16 -
El río Jordán evoca grandes y significativos hechos de la historia de Israel. El más
importante, sin duda, cuando Josué y el grupo del desierto atraviesan el río para entrar en la tierra
prometida (Jos 3-4). Relato de los orígenes de aquel proyecto de vida igualitaria revelado por Dios a
los esclavos fugitivos de Egipto. A partir de esta memoria primordial, Juan el Bautista convoca al
pueblo alrededor de una nueva esperanza mesiánica. Allí también acude Jesús, procurando “las
aguas de Juan”.
El desierto es la mediación indispensable de discernimiento, formación y maduración en el
proyecto de Dios. Jesús es llevado por el Espíritu al desierto, lugar por excelencia donde Israel
aprendió a ser pueblo. Sujeto y proyecto anudados alrededor de la memoria del éxodo dando inicio
al evangelio de Jesús.
Galilea es el lugar donde Jesús concreta su opción de humanidad y de humanización. Esta
geografía es para Jesús el espacio vital del Reino. Es un mar, una tierra y un pueblo abierto a las
naciones del entorno. Las fronteras se “cruzan” dando lugar a la inclusión de lo diverso en múltiples
“misturas”. Favorabilidad donde madura e irrumpe el kairós del reino de Dios.
El paso del Jordán al desierto, plantea la articulación de movimientos mesiánicos proféticos
que tienen en esos lugares, sus fuentes de inspiración y de organización. La confrontación con
Satanás, como principio cósmico del mal que Marcos lo vincula con la enfermedad, la marginación
y la muerte de los pobres, será para Jesús la definición de su vida por la ruta del reino de Dios. El
desierto deja de ser lugar de prueba y penitencia según la tradición judía, para convertirse en lugar
de aprendizaje definitivo en la confrontación y el desequilibrio. El Espíritu de Dios lleva a Jesús
hasta la memoria fundacional de Israel, donde, venciendo a Satán, la vida se torna en fidelidad hacia
Dios y hacia lo humano.
El simbolismo de los “cuarenta” tiene que ver con el trauma del nuevo nacimiento. Los
poderes de la historia se hayan enfrentados: Jesús como principio de la humanidad liberada desde
Dios, y Satanás, que es signo y causa de la muerte en el mundo. Nos hayamos frente al relato de un
nuevo origen. Marcos re-escribe la historia, llevándonos del agua del bautismo a la re-construcción
de la humanidad, para decirnos que Jesús está ahí apostando por una opción de vida, dignidad y
felicidad humana. Pero Jesús no asume el combate solitario. Está junto con los animales y los
ángeles como evocando un nuevo paraíso. El servicio angélico comunica esperanza y porta
salvación. Al retomar el “paraíso” para re-iniciar el camino de lo humano, Jesús cuenta con fuerzas
naturales y angelicales (la tierra y el cielo) favorables. Jesús se encuentra entre la tentación satánica
y el servicio angélico. Es el dilema que permanentemente enfrentaremos. Marcos ha evocado estos
poderes como en un espejo para que podamos mirarnos en ellos. Nos ha dicho lo que es tentar y
servir, nos ha arraigado en la “historia original”. Ya en la historia concreta esos actores
sobrenaturales desaparecen y es cuando Jesús nos enseña a servir, sirviendo a su comunidad
discipular.
Obviamente, los cuarenta días del desierto no desaparecen. Duran todo el evangelio, toda la
vida. Son paradigma de la contradicción y el desequilibrio que permanentemente atraviesan la
historia. En la trama de la vida humana se ha venido a introducir y decidir la trama de pecado y
esperanza de todos los vivientes (incluidos los animales, los ángeles y los diablos).
Después viene la memoria martirial proveniente del profetismo del bautista en el Jordán:
“Después que Juan fue entregado”, como lugar de referencia que pre-anuncia la entrega de Jesús. El
martirio está presente a lo largo del nuevo proyecto que se inicia. Es la “marca” del profetismo
genuino. Este profetismo cambia de lugar. La memoria de los orígenes se articula con la Galilea “de
todos los pueblos” convocados alrededor del nuevo nacimiento, de la nueva humanidad. Pasamos
del Bautista a Galilea, descubriendo allí el mensaje de Jesús abierto a toda la humanidad. El
evangelio de los gentiles es el cumplimiento de las promesas mesiánicas. La pertenencia al reino
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Marzo - 17 -
deja de ser étnica-religiosa. Ahora es metanoia, acogida de la Buena Noticia de Dios. Este evangelio
transforma a la gentilidad galilea haciéndola capaz de acoger y construir la humanidad mesiánica,
dando lugar al nacimiento del “movimiento profético de Jesús”, donde mujeres y varones asumen la
experiencia del nuevo nacimiento en Dios. Para ello solo es preciso convertirse y creer.
Para la revisión de vida
Acaba de comenzar la Cuaresma. ¿Qué va a significar para mí? Tal vez puedo darle
un significado personal, diferente, el que yo quisiera que tuviera… Tengo espacio para la
originalidad y creatividad. ¿Qué voy a hacer?
Para la reunión de grupo
Si el evangelio no hubiera afirmado taxativamente que Jesús sufrió tentaciones, muchos
cristianos hubieran dicho que él no podría haberlas experimentado, por ser simultáneamente Dios.
Pero una persona humana que no pueda sentir tentaciones, ¿sería realmente humana? ¿Qué
implicaciones tiene esto para nuestra comprensión de la humanidad de Jesús?
Marcos no explicita cuáles fueron las tentaciones que experimentó Jesús. Otros evangelistas
nos las señalan de un modo arquetípico. Recordemos cuáles fueron y qué significación tienen
fundamentalmente.
En la situación actual de nuestro Continente, y del mundo, ¿cuáles podríamos decir que son
las tres más grandes tentaciones con las que se encuentra todo ser humano y todo cristiano?
El evangelio de Marcos que hoy proclamamos incluye el "primer sermón de Jesús", su
primera predicación, o, si queremos, lo que fue de algún modo su "manifiesto", su "proclama", que
resume de algún modo todo lo que será su mensaje. Es un texto muy sintético y muy preciso el que
nos presenta Marcos. Comentemos el significado de los cuatro elementos que contiene esa
"proclama de Jesús".
Si la alianza con Abraham abarca por derecho a las tres religiones monoteístas (judaísmo,
cristianismo e Islam), la alianza hecha por Dios con Noé abarca tal vez a la humanidad de todas las
religiones y a la naturaleza misma... Si Dios es Dios, y si Dios es uno, ¿qué significan para nosotros,
cristianos, las diversas religiones? Si el tema del pluralismo y del diálogo religioso está siendo
actualmente uno de los temas más cultivados por los teólogos, ¿qué información estamos teniendo
sobre ello? ¿Quién, cómo, cuando... nos puede informar?
Para la oración de los fieles
Por la comunidad de creyentes en Jesús, para que, en medio del desierto de la vida, sea
capaz de animar la esperanza de las personas en conseguir la plena liberación. Oremos.
Por toda la comunidad humana, para que en medio de sus egoísmos, injusticias e
insolidaridades sepa escuchar y poner en marcha los mensajes de liberación que se siguen
pronunciando en nuestro mundo. Oremos.
Por los que sufren en su carne el azote del hambre, el paro, la violencia, la injusticia, la
explotación, para que renazca su esperanza al encontrar personas que les apoyen y luchen por sus
derechos. Oremos.
Por los creyentes, para que nuestra condición de bautizados nos haga vivir una nueva forma
de vida, como hijos de un Dios de Vida y de vivos. Oremos.
Por nuestra comunidad, para que se esfuerce en construir una sociedad cada día más fraterna
y esperanzada. Oremos.
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Marzo - 18 -
Oración comunitaria
Dios, Padre nuestro: al comenzar esta Cuaresma te pedimos nos ayudes a
empeñarnos en una auténtica conversión de nuestros corazones y nuestra vida personal y
comunitaria, a la vez que nos esforzamos por transformar nuestra familia, nuestra sociedad, el
mundo. Por Jesucristo nuestro Señor
Lunes 6 de marzo
EVANGELIO
Mateo 25, 31-46
31
Cuando el Hombre llegue en su gloria acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su
trono real 32y reunirán ante él a todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor
separa las ovejas de las cabras, 33y pondrá a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda.
34
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
-Venid, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación
del mundo. 35Porque, tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui
forastero y me recogisteis, 36estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, estuve en la
cárcel fuisteis a verme.
37
Entonces los justos replicarán:
-Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer o con sed y te dimos de beber?
38
¿Cuándo llegaste como forastero y te recogimos o desnudo y te vestimos? 39¿Cuándo estuviste
enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
40
y el rey les contestará:
-Os lo aseguro: Cada vez que lo hicisteis con uno de esos hermanos míos tan insignificantes
lo hicisteis conmigo.
41
Después dirá a los de su izquierda:
-Apartaos de mí, malditos, id al fuego perenne preparado para el diablo y sus ángeles.
42
Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, 43fui forastero y
no me recogisteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.
44
Entonces también éstos replicarán:
-Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la
cárcel y no te asistimos?
45
y él les contestara:
-Os lo aseguro: Cada vez que dejasteis de hacerlo con uno de ésos tan insignificantes
dejasteis de hacerlo conmigo.
46
Éstos irán al castigo definitivo y los justos a la vida definitiva.
COMENTARIOS
I
Esta grandiosa escena es complementaria de la «venida» descrita en 24,30s. Allí se había
presentado la venida del Hombre en el aspecto de salvación para los suyos; aquí, Mt afronta el
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Marzo - 19 -
problema de la suerte de los paganos. «Todas las tribus de la tierra» (24,30) corresponden a «todas
las naciones» (25,32). En ambos casos es «el Hombre» el que llega, con gloria, y acompañado de
sus ángeles o mensajeros. Se trata de la época histórica después de la destrucción de Jerusalén,
como se ha visto en 24,29. Por eso no es el juicio de los judíos, ya encomendado al Israel mesiánico
en 19,28, sino únicamente de los paganos. La denominación «el rey» (34) corresponde a la época
del reinado del Hombre (cf. 13,41), el rey de la historia, que se inaugura con la destrucción de
Jerusalén (cf. 16,28) y dura hasta el fin de esta edad.
La suerte de los paganos depende de cuál haya sido su actitud ante «el Hombre»; si han
estado de su parte, tendrán vida eterna (34-36), que equivale a la posesión del reino. La mención del
Padre (34: «Benditos de mi Padre») indica que heredan el reino del Padre, la etapa poshistórica del
reinado de Dios.
Ante la pregunta asombrada de los beneficiados (37-39), el Hombre-rey se identifica con
«uno (cualquiera) de estos hermanos míos tan pequeños/mínimos» (40). Los hermanos de Jesús son
los que cumplen el designio del Padre (12,50), es decir, sus seguidores; éstos, que perpetúan la
figura de Jesús en la historia, son los que deben representar los valores del Hombre, cuyo destino y
vocación comparten.
Se trata aquí, en primer lugar, de la gran reivindicación de los discípulos perseguidos por la
sociedad (cf. 16,27); en segundo lugar, dado que los discípulos perpetúan en el mundo los valores
del Hombre, y toda su labor es el servicio al hombre (cf. 5,7.9), el principio enunciado por Jesús
significa más en general que el criterio para obtener el reino definitivo, que equivale a la vida
eterna, es la actitud de ayuda al hombre y de solidaridad con los que necesitan ayuda. Es el mismo
que había expresado al joven rico con ocasión de su pregunta (19,16-19).
Como aparece por el v. 42, en aquel tiempo no se pensaba que «el diablo» estuviese en el
fuego eterno, sino que éste estaba preparado para él. «El diablo», la figura que bajo diversos
nombres ha ido apareciendo en el evangelio («Diablo, Satanás, el Malo»), es siempre el símbolo del
poder opresor.
«Sus ángeles/mensajeros» son sus agentes. La supresión de todo poder opresor será la obra
del Hombre en la historia (cf. 24,29-31). La frase final (46) puede estar inspirada en Dn 12,2, donde
se describe la suerte final con una oposición semejante. Sin embargo, en todo este episodio Mt
omite la mención de la resurrección, como corresponde a un juicio sucesivo en la historia y no a la
descripción de una escena final. La vida eterna es vida definitiva; su contrario es castigo definitivo.
El adjetivo gr. aionios no denota en primer plano la duración, sino la calidad. El castigo definitivo
es la muerte para siempre.
II
El Templo reconstruido en el post-exilio instituye el sacrificio para la expiación de los
pecados. La descripción detallada la encontramos en los cap. 4 y 5 del Levítico. El sacrificio por el
pecado tiene dos objetivos: legitimar la estructura social existente en Jerusalén, y recaudar el
excedente del campo para el Templo. Este mecanismo ideológico es fundamental para entender la
opresión sobre el pueblo que se vivía en tiempo de Jesús.
El Templo junto con los sacerdotes, los escribas y los fariseos desarrollan la ideología
religiosa que encubre y justifica la opresión de los pobres de Israel al identificarlos con “los
pecadores”. Jesús denuncia radicalmente esta ideología perversa que usa nada menos que el Dios
humanizador por excelencia para justificar la deshumanización, y pone al descubierto los
responsables de esta teología y sus mecanismos opresores. Estos son los verdaderos pecadores de
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Marzo - 20 -
Israel. Su pecado, deshumanizar y culpabilizar a los “pequeños”, no tiene otra raíz que una lectura
inhumana de la Ley de Dios. Jesús trastoca esta dinámica ideológica: El reino de Dios viene para
los pobres y marginados, aunque sean pecadores, porque en sacarlos de su situación inhumana está
la alegría y la opción de Dios.
El discurso escatológico de Jesús en el evangelio de Mateo (cap. 24-25) tiene como fin la
demolición de la ética opresora del Templo y en su lugar instaurar la ética universal de la vida
humana.
Para entender esta intencionalidad del discurso escatológico es necesario ver con detalle su
ubicación estratégica dentro del evangelio. El cap. 23 organiza la polémica contra los fariseos como
introducción al cap. 25. En la estructura global de Mateo, este es el único caso de dos discursos que
se suceden sin material narrativo que los separe. Es evidente que tienen una relación estrecha. Los
fariseos son acusados de hipócritas, pues su monopolio, interpretación y práctica de la Ley legitima
ideológicamente la creciente deshumanización. Al colocar la polémica inmediatamente antes del
discurso escatológico, Mateo da a éste un carácter ético que no tiene Marcos ni Lucas. Luego
vienen los capítulos 26-27 sobre la Pasión. El discurso en mención cierra pues las enseñanzas
“terrenales” de Jesús a su comunidad discipular, situada como lo está frente al Templo, cuya
destrucción anunciada es el marco ideal para su lanzamiento.
En el discurso se pone toda la tensión escatológica al servicio y al discernimiento de la ética.
Estar vigilantes para cuando llega el Hijo del Hombre es estar realizando obras de justicia y
solidaridad que superen las de los fariseos y los escribas. Esto, en últimas, es el criterio fundamental
y último de salvación y vida plenamente feliz.
La atención se centra en los motivos del juicio de “todas las naciones”, determinado con
base en las acciones de justicia con “estos, mis hermanos más pequeños” (Mt 25,40). El Hijo del
Hombre que se manifiesta en su gloria con todos sus ángeles es el juez celestial del Apocalipsis de
Enoc y de la tradición de la apocalíptica cristiana primitiva. Este es un juicio verdaderamente
universal por un juez-rey que tiene plena autoridad sobre el universo humano. El juez-rey introduce
un criterio de discernimiento inesperado para decidir sobre las “obras” de las naciones: quien reciba
y cuida a toda persona necesitada recibe y cuida al Hijo del Hombre. El juez está presente, de una
manera “escondida”, en todos los pobres de la tierra, y en su venida gloriosa juzgará a cada quien
según le trató en “estos, mis hermanos más pequeños”. La escatología mateana se define a partir de
esta conclusión: es en los pobres que está presente el Hijo del Hombre anunciado por la tradición
apocalíptica. Este es su lugar privilegiado, no es el Templo!
Pero ¿cuál es el sentido del “fin” que presenta Jesús en este juicio, según Mateo? El juicio es
una evaluación de la vida humana sobre el criterio de la justicia y la solidaridad con quienes se
hayan en situación de empobrecimiento y precariedad. Es una evaluación sobre lo vivido en una
época ya pasada. No obstante, llama la atención la ausencia de visiones sobre la condición futura
que regirá en el “Reino de los Cielos” al que entrarán los “benditos de mi Padre… porque tuve
hambre y me diste de comer…”. Si bien es cierto que los “benditos” son “premiados”, la
preocupación central es sobre los “malditos”, quienes han dado la espalda al dolor social humano.
Su juicio en el tiempo presente es lo que interesa. Es un planteamiento radical sobre el actual estado
de cosas. Sobre la injusticia, sobre la inequidad, sobre la insolidaridad, sobre la indiferencia. No
hace un análisis global de sus causas, sino que cuestiona la acción de quines pudiendo ser solidarios
no lo son o han optado por no serlo. El Hijo del Hombre viene en su gloria, pero también ya está
aquí en medio nuestro, en las víctimas de las sociedades y las personas injustas e inhumanas. El
concepto del “fin” dice algo fundamental sobre nuestro mundo y no sobre el futuro. El otro mundo
posible depende de la capacidad de transformación del mundo presente. Otro mundo posible no es
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más que este mismo mundo pero transformado en la orientación de la justicia, la paz y la
solidaridad.
El discurso se cierra planteando una nueva relación entre los seres humanos: la ética
universal de la vida humana. Apostando por la vida de las personas estamos apostando por el
encuentro y la relación con Dios. La divinidad es afirmada a partir de la afirmación de la
humanidad. Cerrado el discurso se abre el relato de la Pasión. Jesús, jugándose la vida por la vida
humana, es asesinado por las estructuras religiosas y políticas, que en su época representaba la ley,
la justicia, la seguridad y la paz. El Templo ha trastocado la ética…
Martes 7 de marzo
EVANGELIO
Mateo 6, 7-15
7
Pero, cuando recéis, no seáis palabreros como los paganos, que se imaginan que por
hablar mucho les harán más caso. 8No seáis como ellos, que vuestro Padre sabe lo que os hace
falta antes que se lo pidáis. 9Vosotros rezad así:
Padre nuestro del cielo,
proclámese ese nombre tuyo,
10
llegue tu reinado,
realícese en la tierra tu designio del cielo;
11
nuestro pan del mañana dánoslo hoy
12
y perdónanos nuestras deudas,
que también nosotros
perdonamos a nuestros deudores;
13
y no nos dejes ceder a la tentación,
sino líbranos del Malo.
14
Pues si perdonáis sus culpas a los demás, también vuestro Padre del cielo os perdonará a
vosotros. 15Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.
COMENTARIOS
I
v. 9. Propone Jesús el modelo de petición:
«Padre nuestro»: nueva relación de los discípulos con Dios, que no es solamente individual,
sino comunitaria. Son los hijos, o los ciudadanos del reino, los que se dirigen al Padre, que es su
rey. La mención de este Padre eclipsa la de todo padre humano, él es el único que merece ese
nombre. La conducta de este Padre es la que guía la de los discípulos (5,48).
«Padre» es el nombre de Dios en la comunidad cristiana, el único que aparece en esta
oración. Pronunciarlo supone el compromiso de portarse como hijos, reconocerlo por modelo, como
fuente de vida y de amor. El término «Padre» se aplicaba a Dios en el AT (Jr 3,19; cf. Ex 4,22; Dt
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Marzo - 22 -
14,1; Os 11,1), pero su sentido era muy diferente, pues el «padre» en la cultura judía era ante todo
una figura autoritaria.
La expresión «que estás en los cielos» («del cielo») no separa al Padre de los discípulos;
indica solamente la trascendencia y la invisibilidad de Dios.
El Padre nuestro se divide en dos partes (6,9-10.11-13). La primera tiene como centro al
Padre (tu nombre, tu reinado, tu designio); la segunda, a la comunidad (nuestro, dánoslo, etc.). En la
primera parte la comunidad pide por la extensión del reino a la humanidad entera. En la segunda lo
hace por sí misma.
v. 9b. «Proclámese ese nombre tuyo». «El nombre» es un semitismo que designa a la
persona en cuanto es designable, es decir, según un aspecto que la caracteriza; supone, por tanto, la
manifestación, que, en el caso de Dios, se realiza por su actividad en la historia. Así, en este
contexto designa a Dios que obra como Padre, según su calidad expresada en la invocación.
«Santificar» es un semitismo; en 1 Pe 3,15 se usa este verbo en el sentido de «reconocer» («en
vuestro corazón, reconoced al Mesías como Señor ) y el mismo tiene en este pasaje «Reconocer»
corresponde a la manifestación indicada por «el nombre» El uso de agiazô añade, sin embargo al
reconocimiento el sentido de la trascendencia implicado en la raíz "santo" Es el reconocimiento de
una realidad excelente y distinta Para expresar de algún modo este matiz puede utilizarse el verbo
«proclamar» que incluye la idea de exaltación De hecho, esta frase es paralela de 5,16 «glorifiquen»
[los hombres] a vuestro Padre del cielo)" a través de las obras de los discípulos que realizan la
acción del Padre en la historia
La comunidad pide, por tanto, que la humanidad reconozca a Dios como Padre; por el
paralelo con 5,16, sin embargo, es ella la que tiene que obtener, con su actividad, ese
reconocimiento. La petición supone, por tanto, el compromiso de la comunidad a realizar las
«buenas obras» (5,16; cf. 5,7-9) y pide la eficacia de su actividad en el mundo. No se encierra en sí
misma. La experiencia de Dios como Padre de que ella goza, quiere que se extienda a todos los
hombres. Antes que pensar en sí misma, la comunidad se preocupa por la humanidad que la rodea.
v. 10a. «Llegue tu reinado». El contenido de esta petición formula lo mismo de manera
diversa. El reinado de Dios, del que ya tiene experiencia (5,3.10), debe extenderse a todo hombre.
Dado que la puerta del reino es la primera bienaventuranza, la comunidad pide la aceptación del
mensaje de Jesús, que funda el reinado de Dios. Al mismo tiempo, ella es la que, con su modo de
vida, hace presente en el mundo ese mensaje (5,12: profetas). Implícitamente pide su fidelidad al
mensaje de las bienaventuranzas y a la práctica de la actividad que requiere, por la que se va
creando la nueva sociedad y va dando ocasión a la liberación de los hombres.
v. 10b. «Realícese en la tierra tu designio del cielo». El gr. thelêma manifiesta una voluntad
concreta que puede referirse al individuo o a la historia. La frase formula nuevamente la anterior
(«llegue tu reinado»; por eso se omite en Lc 11,2); significa, por tanto, el cumplimiento del designio
histórico de Dios sobre la humanidad, anunciado en 5,18.
El término «designio» incluye dos momentos, la decisión y la ejecución, a los que
corresponden las especificaciones «en el cielo, en la tierra». La decisión está tomada en el cielo
(Dios), pero tiene que ejecutarse en la tierra. La frase significa, pues, «realícese en la tierra el
designio que tú has decidido en el cielo». La preposición «como» del original indica el deseo de que
ese designio se realice exactamente como está decidido.
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Marzo - 23 -
La comunidad vuelve a pedir por el mundo; su primera preocupación es la misión que Jesús
le confía.
Las tres primeras peticiones tienen igual contenido. La experiencia de vida impulsa a desear
que esa vida se extienda. Sólo después pasa el grupo cristiano a preocuparse de sí mismo.
v. 11. «Pan del mañana» o «venidero»: griego epiousion, que, según Orígenes, no se
encontraba en la literatura ni en la lengua hablada; lo consideraba acufiado por los evangelistas para
traducir un texto arameo. San Jerónimo, por su parte, dudaba de su significado y lo tradujo en latín
de manera diferente en Mt 6,11 (supersubstantialem) y en Lc 11,3 (quotidianum), sin apoyo alguno
en la realidad lingüística del tiempo. El mismo afirma, sin embargo, haber encontrado en el
evangelio de los Hebreos (en arameo), como traducción de epiousion, manar = «del mañana»,
«futuro». De hecho, la forma femenina (té epiousé) se usaba en griego para indicar el día siguiente,
«mañana». Por otra parte, Jesús recomienda a sus discípulos abandonar toda preocupación por el
alimento necesario (6,25.31-32) y les pide que no se preocupen tampoco por el mañana (6,34).
Epiousion ha de denotar, por tanto, un futuro diferente del simple «mañana». En la traducción
egipcia bohairica y en el uso litúrgico de la Iglesia copta, lo mismo en copto que en árabe, se
conserva hasta hoy la traducción «nuestro pan del mañana». La liiterpretación puede considerarse,
por tanto, como segura.
«Pan», semitismo por «alimento» (cf. Gn 18,5-8). «El pan del mañana» o «venidero» alude
al banquete mesiánico en la etapa final del reino (8,11), cuya etapa histórica se realiza en el grupo
de discípulos («nuestro pan»). Se pide, por tanto, que la unión y alegría propias de la comunidad
final sean un hecho en la comunidad presente. Jesús mismo describió su presencia con los
discípulos como un banquete de bodas, oponiéndose a la tristeza del ayuno practicado por los
discípulos de Juan y los fariseos (9,14-15).
La unión simbolizada por el banquete es la amistad (cf. 9,15: «los amigos del novio»). Este
es el vínculo que une a los miembros de la comunidad, y que se expresará en la eucaristía.
v. 12. Unica petición que incluye una exigencia para la comunidad. La partícula griega hôs
indica motivo («que/ya que») más que comparación («como») El perdón del Padre está
condicionado al perdón mutuo, expresión del amor. Quien se cierra al amor de los otros se cierra al
amor de Dios que se manifiesta en el perdón. En este pasaje y en 5,14s Mt no emplea el término
«pecados», sino «deudas» o «fallos», porque en el evangelio, «los pecados» representan el pasado
que queda borrado con la adhesión a Jesús (cf. 9,6). La división en la comunidad impide la
presencia en ella del amor del Padre. Se pide, pues, la manifestación continua de ese amor,
aduciendo por motivo la práctica del amor que se traduce en el perdón mutuo «Los deudores»
incluyen a los enemigos y perseguidores (5,43ss). La comunidad pretende vivir la perfección a que
Jesús la exhortaba (5,48).
v. 13. «No nos dejes ceder a la tentación», lit. «no nos hagas entrar/no nos introduzcas»... El
arameo no distingue entre las formas «hacer» y «dejar hacer». El sentido permisivo está exigido por
el paralelo con la frase siguiente (omitida por Lc 11,4). El sentido es: «haz que no entremos
(cedamos/caigamos) en tentación» o, de modo más castellano, «no nos dejes ceder a la tentación»
(cf. 26,41).
«Tentación» no lleva artículo en el original. No se trata, por tanto, de una tentación única y
determinada. El término remite a las tentaciones de Jesús en el desierto, único lugar donde en Mt ha
aparecido antes este tema. Allí, «el diablo» o «Satanás» era llamado «el tentador»; aquí, «el Malo»
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Marzo - 24 -
(cf. 5,37); la tentación es su obra. La relación con la escena del desierto aclara el sentido de
«tentación» en este pasaje' se refiere a las mismas que experimentó Jesús. Aquéllas pretendían
desviar su mesianismo e impedir la liberación del hombre; Jesús, sin embargo, respondió a cada una
de ellas con un texto sin carácter mesiánico, aplicable a todo hombre. El Mesías es «el Hombre»,
como quedó expresado en la escena del bautismo (3,16). La comunidad puede experimentar en su
misión, que continúa la de Jesús, las mismas tentaciones que éste: la del ateísmo práctico, usando de
sus dones para propio beneficio, sin atender al plan de Dios (4,3); la del providencialismo que hace
caer en la irresponsabilidad (4,6) y, sobre todo, la de la gloria y el poder (4,8s). Ceder a esta última
equivaldría a prestar homenaje a Satanás (4,9) renunciando a la misión liberadora.
La tentación del 'brillo y del poder se opone frontalmente a la primera y última
bienaventuranzas. Es la opción por la pobreza y, con ella, la renuncia al brillo y al poder, la que
hace inmunes a la tentación. El Malo es la personificación del poder mundano, que excita la
ambición. Que el Padre no permita que la comunidad ceda a sus halagos es la petición final del
Padrenuestro. Lo contrario seria la ruina de la comunidad de Jesús.
vv. 14-15. Insiste Jesús en la necesidad del perdón. La unión en la comunidad es condición
esencial de su existencia, pues sólo ella asegura la experiencia del amor del Padre. No es que Dios
se niegue a perdonar; es el hombre que no perdona quien se hace incapaz de recibir el amor.
II
Cada experiencia eclesial poco a poco va configurando su propio Padrenuestro como
expresión particular de su propósito discipular. Cada una de estas expresiones guardan relación con
el sentido ético y espiritual que se encuentra “escondido” dentro del Padrenuestro. Algunas “pistas”
exegéticas nos ayudarán a encontrar fundamentos de esta ética propuesta por Jesús a su comunidad
discipular.
La oración se divide en dos partes. En la primera que titulamos “Padre nuestro”, las
peticiones se refieren a las actividades de Dios en general, y la segunda que llamamos “Pan
nuestro” reflejan clamores de comunidades insatisfechas, atrevidas y llenas de compasión. El primer
grupo de peticiones representan el deseo de que el reino escatológico de Dios sea establecido, y el
segundo grupo se dirige a las necesidades de comunidades empobrecidas y endeudadas, y a las
experiencias que anticipan el proyecto del pan compartido y de la comunión re-establecida.
Las tres primeras peticiones se refieren al tema de la soberanía divina. La primera, que el
nombre de Dios sea santificado significa que la gloria del nombre en sí, y por lo tanto la gloria de
quien lo lleva, sea revelada. Esta gloria suele identificarse con el poder de Dios que actúa por la
liberación y la redención de su pueblo, y en ese sentido también se refiere al establecimiento del
reinado de Dios. La segunda, es una oración que clama específicamente por el advenimiento del
reino de Dios y manifiesta una comunidad expectante y en marcha por su instauración. La tercera,
alude a la voluntad de Dios, refuerza la imagen de Dios en su soberanía activa, y el cielo y la tierra
como el ámbito de la autoridad de Dios. No sólo expresa sometimiento al gran poder de Dios, sino
también consentimiento al cumplimiento de su voluntad, de acuerdo con la santidad del nombre de
Dios y el establecimiento del reino. No es resignación, sino volverse a Dios con esperanza ,
expectativa y anhelo.
La petición del pan es la primera de las peticiones “nuestras”. Revela una comunidad
insatisfecha, cuyo derecho a comer todos los días y a sostener la vida con dignidad ha sido negado;
y acude entonces a la solidaridad y la providencia divina. La solicitud a Dios por el pan comunitario
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Marzo - 25 -
trae a la memoria el don de Dios del cumplimiento escatológico y su presencia-cuidado constante
de su pueblo. Esta memoria alimenta la lucha diaria por la economía solidaria que hace verdad el
“pan nuestro”.
La petición del perdón de “nuestras” deudas con relación a Dios, así como en la comunidad
se perdonan mutuamente las deudas, manifiesta el terrible drama del endeudamiento que lleva a la
esclavitud en la sociedad greco-romana. Dios atiende esta petición si la comunidad vive la tradición
jubilar del perdón mutuo de deudas lo que da pie para que en ella se establezca una economía
alternativa a la imperante. Es una petición que apunta al anticipo de la propuesta del Reino como el
establecimiento de una sociedad justa e igualitaria.
La última petición debe entenderse en un contexto de anticipación y transición, en el que
aún se ora por la venida del reino escatológico de Dios, pero en el que los acontecimientos que
marcan su impacto sobre la experiencia humana ya han sido proclamados. La “tentación”, o con
más exactitud la “prueba”, hace referencia al tiempo del juicio tradicionalmente asociado con el
final de los tiempos, y al “malvado” (o “mal” en el sentido de un poder virtualmente personificado)
se refiere a aquello contra quien se lucha en la batalla por la soberanía final de Dios y de su
proyecto de Vida.
El “Padre Nuestro” y el “Pan Nuestro” son las dos caras de una misma moneda. Dios es el
Dios de la vida no solo porque la da y la quita cuando quiere, sino porque Dios es Pan. Es Pan y es
Vida porque es Amor. Es la manera más completa, más profunda y más sencilla de percibir y sentir
a Dios. El Dios de la vida, percibido como amor-pan comunitario se coloca en contraposición a las
estructuras sociales que producen hambre, pobreza, injusticia, dolor social. La ausencia del amorpan es manifestación de la ausencia de Dios. Hambre de Dios es hambre de humanidad y hambre de
humanidad es hambre de pan-amor: hambre de Dios. Esta síntesis Dios-Pan-Amor es expresada en
los diversos “padrenuestros” elaborados en las comunidades eclesiales populares en América
Latina. Veamos algunos de ellos.
PADRE NUESTRO (fragmento)
Letra y música de Alfonso Franco
Padre nuestro, tú que pintas
el mundo en sus mil colores,
Padre nuestro, tú que alivias
del pueblo nuestros dolores.
Santificado estás tú
en el arado y el surco
que nos dan sus bendiciones,
santificado estás siempre
en los hombres y mujeres
que se entregan por los pobres.
Venga a nosotros tu reino
tu reino está entre nosotros
en los sueños florecidos
Venga a nosotros tu reino
tu reino está entre nosotros
en los dones compartidos
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Marzo - 26 -
venga a nosotros tu reino.
Cambia el corazón de piedra
de los que matan futuros
en nombre de su verdad,
somos pródigos perdidos
allana nuestros caminos
para hacer tu voluntad.
Que el pan para los de abajo
no sea el mendrugo que sobre
y los frutos del trabajo
Banquete para los hombres.
Perdona nuestras ofensas
no hagas cuenta de las deudas
de esta injusta sociedad,
con tierna mano corrige
los traspiés y las caídas
al hacer comunidad.
Venga a nosotros tu reino…
Líbranos del conformismo,
del odio, del consumismo
y de la despótica crueldad;
danos fuerza en el camino
danos valor y optimismo
y a la vida en flor cantar.
(Tomado de: “En la mesa de la vida. Canciones de las comunidades cristianas. Bogotá,
Dimensión Educativa, 1992)
PADRE NUESTRO JUBILAR
Padre Nuestro
que estás en nuestro camino,
anunciado sea tu nombre a los oprimidos,
pobres, endeudados y desplazados.
Ayúdanos a construir tu Reino a través de tu libertad,
el perdón y la misericordia.
Que tu voluntad se manifieste en la unión del pueblo,
en el juego de los niños,
en aquellos que cierran su corazón a la caridad
y en las tardes de los ancianos que se reúnen a soñar.
Danos la oportunidad de compartir más que el pan de cada día.
Enséñanos a perdonar nuestras deudas,
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Marzo - 27 -
a sentir el dolor del hermano y arrepentirnos de todo corazón.
Que no caigamos en la tentación de acumular,
guardar mezquindades y callar ante la injusticia.
Líbranos de la desesperanza, del rencor y del egoísmo.
Amén.
Miércoles 8 de marzo
EVANGELIO
Lucas 11, 29-32
29
Las multitudes se apiñaban a su alrededor, y él se puso a decir:
-Esta generación es una generación perversa. Pide una señal, y señal no se le dará excepto
la señal de Jonás.
30
Porque, igual que Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, así va a serlo
también el Hombre para esta generación. 31En el juicio, la reina del Sur se pondrá en pie para
carearse con esta generación y hará que la condenen. porque ella vino desde los confines de la
tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y hay más que Salomón aquí. 32En el juicio, los
habitantes de Nínive se alzarán a carearse con esta generación y h 1aran que la condenen, por que
ellos se arrepintieron con la Predicación de Jonás, y hay más que Jonás aquí.
COMENTARIOS
I
LA UNICA SEÑAL: JESUS Y SU MENSAJE,
COMO LA DE JONAS
En la tablilla de la derecha (c: vv. 29-32) Jesús pasa a responder a la segunda cuestión
(«Otros, para tentarlo, le exigían una señal que viniera del cielo», 11,16). Al ver que la gente iba
tomando partido a su favor (1 1,29a), se pone a denunciar la perversidad de los que se aprovechan
de la gente que se acaba de liberar y que lo quieren comprometer también a él a lanzarse ciegamente
a una empresa que llevaría el pueblo a un fracaso estrepitoso. De falsos mesías ha habido ya una
colección. Son los que incitan el pueblo a tomar las armas en nombre de Dios («le exigen una señal
que viniera del cielo»). Reclaman una señal espectacular, una intervención contundente de Dios en
la historia. Jesús les sale con algo imprevisto. En lugar de una señal irrebatible y prodigiosa,
provocada por un deus ex machina que interviene en los asuntos humanos imponiendo su poder a
diestra y siniestra con una «santa cruzada», les anticipa que su señal será el fracaso del Hombre, su
muerte, en manos de los poderosos y explotadores del hombre.
Con una analogía, «la señal de Jonás», y dos ejemplos, «la reina del Sur» y «los ninivitas»,
Jesús responde de manera categórica a los que, en lugar de escuchar el mensaje, se dedican a
comprometer la empresa de Dios entre los hombres: «Porque de la misma manera que Jonás fue una
señal para los habitantes de Nínive», invitándolos a la conversión, «así va a serlo también el
Hombre para esta generación. La reina del Sur se pondrá en pie en el juicio para carearse con esta
generación y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la
sabiduría de Salomón, y hay más que Salomón aquí. Los habitantes de Nínive se alzarán en el juicio
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Marzo - 28 -
para carearse con esta generación y harán que la condenen, porque ellos se arrepintieron con la
predicación de Jonás, y hay más que Jonás aquí» (11,30-32). 'Escuchar' la sabiduría de su mensaje,
superior a la de Jonás, es la invitación que dirige Jesús, el Hombre por antonomasia, a todo hombre
de buena voluntad: notad que los dos ejemplos han sido tomados intencionadamente a partir de
personajes ajenos a la promesa hecha a Israel. Se han invertido los términos: los dirigentes
religiosos y los responsables políticos de Israel serán condenados por el testimonio de extranjeros,
considerados por ellos como depravados e incrédulos.
II
Jonás es una hermosa sorpresa entre los libros bíblicos. Sorpresa desconcertante, por cierto.
Su nombre en hebreo significa “paloma”, nombre nada convencional para un varón. Su actitud y su
carácter poco tienen que ver con las típicas de un profeta misionero. El final del relato no deja buen
sabor: Jonás está enojado porque Dios salva a la ciudad extranjera! En fin, es un relato “chocante”
para espíritus devotos.
Hacia el año 400 a.C., se ha instaurado en el Israel post-exílico una fe exclusivista,
excluyente, cerrada. El templo estaba restaurado, Jerusalén re-edificada y la Ley en pleno vigor.
Nehemías y Esdras habían logrado su cometido: reconstruir la identidad alrededor del Templo, la
Ley y Jerusalén. Esto daba seguridad. La conciencia de elección y exclusividad había retornado con
medidas agresivas como la expulsión de los extranjeros y la imposición de la ley de la pureza. En
medio de la “nueva” seguridad obtenida como “favor” del Imperio Persa, irrumpe el sorprendente y
molesto relato de Jonás apostando por nuevas perspectivas para la fe de Israel.
En este mismo tiempo y frente a estas circunstancias, otros movimientos de resistencia se
expresan teológica y políticamente. Joel, por ejemplo, en lenguaje apocalíptico anuncia la irrupción
del Espíritu entre esclavos y esclavas (Jl 2,28 y 3,2). Rut muestra que la alternativa no viene de
Jerusalén, sino del campo y de las mujeres extranjeras. El Mesías vendrá de Belén! El Eclesiastés
(Qoélet) encuentra utopías escondidas allí donde los horizontes se han cerrado. El Cantar de los
Cantares expresan la divinidad del amor y de la sensualidad sin leyes ni sacralismos. Estas obras de
los sabios son fuertes críticas a quienes se habían acomodado a las leyes, sacrificios y dogmatismos
del Templo y de la Ley. Jonás, entre novela y profecía, se inserta en esta tradición crítica.
Paradójicamente son también cinco libros… ¿un “Pentateuco alternativo”?
El capítulo 1 y el capítulo tres están relacionados. Así como el 2 y el 4. El uno nos lleva al
navío y tiene a los marineros como protagonistas de un “culto ecuménico”. El tres nos lleva a
Nínive y tiene al pueblo de la ciudad como protagonistas de una extraordinaria conversión. Lugares
y protagonistas de la fe insospechados en la “ortodoxia” judía del Templo y la Ley. El
protagonismo de las personas extranjeras (marineros, habitantes de Nínive), y el protagonismo de la
naturaleza (viento, mar, pez, animales, hierba, gusano…) se presenta como lugar de profecía, de
acontecimientos proféticos. Se desplazan así las cercas etnocéntricas y antropocéntricas para la
ampliación de posibilidades inclusivas y sorprendentes de revelación.
Los ninivitas son para el capítulo 3 más interesantes que el profeta Jonás, así como lo
demuestra el hecho que la mayoría de los versículos (3,5-9) están enfocados en el pueblo de esta
ciudad y cómo este pueblo interpreta el anuncio profético. Actúa inmediatamente al comprender el
sentido del anuncio. Cree y convoca al ayuno. La reacción es plena, completa, profunda, sincera. El
rey también reacciona (3,6-9) pero dentro de la cadena de reacción del pueblo, en continuidad a él,
sin proponer nada nuevo. Refuerza lo que ya el pueblo está haciendo: cree y ayuna. En fin,
población, rey y hasta los animales creen y se convierten. La conversión asume una diáfana
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Marzo - 29 -
dimensión ética: “se convirtieron de su mal camino” (3,10). La conversión ética tiene que ver con la
conversión a Dios!
“Los de afuera” (los mismos excluidos por el Templo y la Ley) son los que enseñan al
pueblo “escogido” cómo se recibe y se responde a la profecía de Dios, y es su reacción positiva y
acogedora la que dice al pueblo de Israel que la conversión y la misericordia es el centro de la fe; no
solo por causa del carácter inclusivo y universal de Dios, sino también porque la compasión de Dios
devuelve la vida a aquellos que están al borde de la destrucción y la muerte.
Nínive está en la memoria de Israel como ciudad desmesuradamente sanguinaria, cruel y
opresora. La memoria es larga, se remonta al siglo VIII a.C, cuando Asiria dominaba el mundo.
Que Nínive se arrepienta, se convierta y sea perdonada por Dios no deja de ser un “golpe” para la fe
más tradicional de Israel. La reacción ofendida y resistente de Jonás es un paradigma de la reacción
de cualquier judío observante de la época. Esta fe cerrada y autosuficiente tiene que aprender que si
hasta Nínive se arrepintió no existe un arrepentimiento imposible y que el proyecto de Dios no
puede ser limitado por ninguna frontera étnica, política o religiosa. Nínive emerge del libro de Jonás
como una poderosa señal de que Dios es universal y misericordioso y que está a favor de la vida de
la ciudad. Que el resultado del encuentro entre la ciudad y el juicio de Dios es la conversión de
aquella y la compasión de éste. Lo sorpresivo y lo desconcertante es que este modelo de conversión
y de misericordia venga desde “los de afuera”… Una urgente lección para estos tiempos tan
colmados de nuevos fundamentalismos agresivos y excluyentes.
Jueves 9 de marzo
EVANGELIO
Mateo 7, 7-12
7
Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán; 8porque todo el que pide
recibe, el que busca encuentra y al que llama le abren.
9
O es que si a uno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a ofrecer una piedra? 10O si le pide
un pescado, ¿le va a ofrecer una serpiente? 11Pues si vosotros, aun si sois malos, sabéis dar cosas
buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo se las dará a los que se las piden!
12
En resumen: Todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros
por ellos, porque eso significan la Ley y los Profetas.
COMENTARIOS
I
vv. 7-11. Confianza en el efecto de la petición a Dios (cf. Jr 29 [36 LXX],13s). La serie de
verbos acentúa la necesidad de confianza. Jesús ilustra lo dicho con el ejemplo de los hombres, que
no niegan el alimento a sus hijos ni los engañan. «Malos como sois», por contraste con la
incomparable bondad del Padre del cielo. Los dos ejemplos hablan del alimento cotidiano (pan,
pescado) que sostiene la vida: todo lo que sostenga y aumente la vida de la comunidad será
concedido por el Padre. Jesús recomienda insistentemente la petición, que hace tomar conciencia de
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Marzo - 30 -
la propia necesidad y dispone al hombre a recibir los dones de Dios. Ha de hacerse con la confianza
que reclama la relación hijo-padre.
v. 12. La Ley y los Profetas (= el AT), considerados antes como profecía del reinado de Dios
(5,17), son presentados ahora como código de moralidad. Jesús resume toda la enseñanza moral de
esos escritos en el amor que busca el interés del prójimo como el propio. El amor al prójimo
requiere iniciativa más allá de la casuística. El principio no puede considerarse exclusivo de la
cultura judía; representa una norma de moralidad universal. Jesús no viene a fundar una nueva
doctrina moral, sino a infundir el Espíritu (3,11); éste hará que el hombre llegue a una entrega tan
total como la suya.
La Ley y los Profetas eran profecía del reinado de Dios que va a ser realidad por la obra de
Jesús y los suyos (5,17s; cf. 11,13). De ellos se deduce también la norma de moralidad que ha de
regir en la nueva sociedad humana (el reinado de Dios) y cuya práctica hará posible Jesús
comunicando su Espíritu.
II
No deja de ser sospechoso que con mucha frecuencia la Biblia esté dando orientaciones a
cerca de la manera de hacer oración. Sin duda algo está pasando con la oración de los seres
humanos que necesite constantemente “correcciones”. Y no es para más. La dimensión orante suele
ser concentradora del sentido de lo religioso, disminuyendo con ello, su amplitud, profundidad y
complejidad. En muchos casos pareciera que lo “orante” copara todo el sentido de lo religioso. Los
tres textos de este día están expresando preocupación por la manera como hacen oración los
creyentes. En un primer momento se vale del “clamor de Mardoqueo” (Est 4) para dejarnos ver la
relación entre el clamor-penitencia y el contexto político. Luego el Salmo 137 expresa los clamores
de los desterrados en el cautiverio babilónico y en el evangelio de Mateo, es Jesús quien dice cómo
llamar, cómo buscar, cómo pedir a Dios en los momentos de apremio y necesidad.
Seguiremos este “clamor de Mardoqueo” como paradigma de oración, súplica y penitencia
desde la perspectiva de la fe de Israel en la Diáspora.
El pueblo de Israel desterrado en Susa (una de las capitales del Imperio Persa) se ha negado
“doblar la rodilla” ante sus opresores, motivo por el cual, Amán, el “primer ministro” del rey
Azuero, decreta su exterminio: “Destruir, masacrar, exterminar todos los judíos, en un solo día:
jóvenes y viejos, niños y mujeres” (Est 3,13). Era el día trece del primer mes (Nisán). En la puesta
del sol de este mismo día los judíos dan comienzo a la celebración de la Pascua (Ex 12,1-7). Esta
fecha nos da la clave de lectura: el éxodo! Esta es la perspectiva que nos ayuda a leer el episodio.
La memoria de la liberación de Egipto se confronta con el decreto de Amán que quiere destruir al
pueblo. Nuevamente la experiencia de opresión de Israel es abordada desde el paradigma de la
liberación del éxodo.
Es interesante el contraste entre el banquete del rey y la consternación que causa la
promulgación del decreto de exterminio en Susa (Est 3,15). En los tiempos de Jesús, vemos también
un contraste similar entre el banquete de Herodes y el martirio de Juan el Bautista (Mc 6,17-29).
En este contexto de persecución y martirio se levanta el clamor de Mardoqueo (Est 4,1). El
personifica a todos los judíos perseguidos que ven transformar en día de luto ese día que debía ser
de fiesta y alegría. El 14 de Nisán, día de la Pascua, se transforma por orden del rey, en día de
tinieblas y desesperación.
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Marzo - 31 -
Mardoqueo rasga sus vestidos, se viste de saco y ceniza y sale por la ciudad lanzando
grandes gemidos de dolor y desesperación. La ciudad entera hace eco de su clamor y de su
amargura. Es protesta y denuncia pública, así como reaccionaban los indignados profetas de Israel
ante las injusticias y las violaciones del derecho de los pobres. El clamor choca con la Puerta Real.
Hasta allí llega, pues el palacio no suele escuchar el clamor de los perseguidos. El grito, el luto, las
lágrimas de desesperación de todos los judíos va creciendo cada vez que el decreto es publicado en
una provincia, a tal punto que para muchos “el saco y la ceniza les sirvió de lecho” (Est 4,3).
El grito de Mardoqueo se ha multiplicado por todas las provincias del Imperio. Dios no
puede cerrar sus oídos a este clamor colectivo, no puede dejar de bajar de nuevo para liberar a su
pueblo. El grito de desesperación es el último recurso cuando ya no queda más alternativas. Pero es
un grito que ahora tiene la fuerza para hacer mover al propio Dios. Así como en Egipto, el grito de
los hebreos sometidos a duras servidumbres, llegó a los oídos de Dios, así también en este día de
Pascua en Susa, multitudes de “mardoqueos” claman a Dios su liberación.
La fuerza del grito de Mardoqueo termina por burlar la vigilancia del palacio. Las esclavas y
los eunucos llevan la noticia a Ester (Est 4,4). Una manera de mostrarnos las “fisuras” del poder
imperial. Es el comienzo de un proceso solidario que llevará a Ester a asumir la defensa de su
pueblo. Eunucos y esclavas son el medio para sostener la comunicación permanente entre Ester y
Mardoqueo. El poder imperial-patriarcal no consigue controlar la totalidad del palacio. No es
absoluto!
El clamor de los judíos estremece y cuestiona la conciencia de la reina judía: “No te
imagines que por estar en la casa del rey, te vas a librar tú sola entre todos los judíos” (Est 4,12).
Ella tiene que decidir entre el palacio y su pueblo. ¡Cuánta fe y coraje necesita Ester para decidirse!
Tres días y tres noches de ayuno de Ester, sus esclavas y su pueblo producirán la fuerza para
atravesar los muros y las puertas del palacio. Así, ella, en comunión con su pueblo y con su Dios,
desafiará el poder de Azuero y su “primer ministro” Amán. El 14 de Nisán vuelve a ser Pascua!
Viernes 10 de marzo
EVANGELIO
Mateo 5, 20-26
20
porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por encima de la de los letrados y
fariseos, no entráis en el reino de Dios.
21
Os han enseñado que se mandó a los antiguos: «No matarás (Ex 20,13), y si uno mata
será condenado por el tribunal». 22Pues yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será
condenado por el tribunal; el que lo insulte será condenado por el Consejo; el que lo llame
renegado será condenado al fuego del quemadero.
23
En consecuencia, si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu
hermano tiene algo contra ti, 24deja tu ofrenda allí, ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu
hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda.
25
Busca un arreglo con el que te pone pleito, cuanto antes, mientras vais todavía de camino;
no sea que te entregue al juez, y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26Te aseguro que no
saldrás de allí hasta que no pagues el último cuarto.
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Marzo - 32 -
COMENTARIOS
I
v. 20: porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por encima de la de los
letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios.
Da Jesús la razón de lo que acaba de decir: la fidelidad de los suyos ha de situarse muy
por encima de la de los letrados y fariseos. La fidelidad se entiende de modo intensivo y
extensivo, en calidad y totalidad. Es insuficiente el legalismo, que se contenta con guardar
preceptos; pero el discípulo no puede ser negligente en la práctica de su compromiso. La puerta
para «entrar en el reino de Dios» es precisamente la primera bienaventuranza. A ella se refiere,
por tanto, esta fidelidad.
v.v. 21-22: Os han enseña do que se mandó a los antiguos: «No matarás (Ex 20,13), y si
uno mata será condenado por el tribunal». 22Pues yo os digo: Todo el que esté peleado con su
hermano será condenado por el tribunal; el que lo insulte será condenado por el Consejo; el que lo
llame renegado será condenado al fuego del quemadero.
. Comienza una sección (5,21-48) en que Jesús ataca la concepción de la Ley mantenida
por los letrados, primera de las dos categorías mencionadas en el versículo anterior. Esta sección
se compone de seis antítesis entre la doctrina que éstos enseñan y las correcciones o aboliciones
que hace Jesús. Éste no pretende radicalizar la ley de Moisés, sino, frente a ella, sacar las
consecuencias que derivan para la conducta de un principio mucho más exigente: el bien del
hombre y la creación de una sociedad nueva donde rigen las relaciones humanas propias del amor
mutuo. En lugar de casuística, Jesús requiere la limpieza de corazón, la actitud interior de amor a
los demás y el trabajo por la paz, manifestación de esa actitud.
La primera antítesis trata del mandamiento «No matarás» (Ex 20,13), «no cometer
homicidio», y de la pena que se le asignaba, la condena pronunciada por un tribunal de 23
miembros.
Jesús plantea la exigencia desde otro punto de vista. No basta abstenerse de la acción
externa; la actitud interna, estar airado con el hermano, merece ya el juicio. Para el reino se
requiere la disposición benévola y favorable a los demás (5,8: «limpios de corazón»). La mala
actitud interior se manifiesta en el insulto; en el reino de Dios, el desprecio manifestado es reato
que requiere un tribunal más elevado que el mismo homicidio, el Consejo supremo. Cuando el
insulto llega a excluir al otro del propio trato («renegado», cf. Dt 32,6, donde se aplica al pueblo
de hijos degenerados), merece la pena definitiva.
«El quemadero», la gehenna, tomó su nombre del valle Gehinnon, y era el gran quemadero
de basuras de Jerusalén; había pasado a ser símbolo del castigo definitivo, concebido como la
destrucción por el fuego.
v.v. 23-24: En consecuencia, si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de
que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja tu ofrenda allí, ante el altar, y ve primero a reconciliarte
con tu hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda.
Jesús pasa ahora a exponer el lado positivo de la actitud de los que trabajan por la paz. Hay
que recomponer la unidad rota por alguna ofensa, y eso tiene prioridad sobre todo acto de culto
(cf. 12,7). Inútil acercarse a Dios si existe división.
v. 25: Busca un arreglo con el que te pone pleito, cuanto antes, mientras vais todavía de
camino; no sea que te entregue al juez, y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26Te aseguro
que no saldrás de allí hasta que no pagues el último cuarto.
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Marzo - 33 -
Advierte Jesús sobre las consecuencias para el que está en falta de no reconocer ni procurar
la reconciliación. Cuando no se ataja la discordia, su efecto recaerá sobre el que no ha querido dar el
paso para lograr la paz.
II
El evangelio de Mateo describe la diferencia de la ética jesuánica con la ética de la Ley
antigua y la culminación que, según él, brinda Jesús a esa Ley, volviéndola perfecta y definitiva. Sin
duda que la comunidad que está interesada en resolver la relación entre la ética de Jesús y la ética
de la Ley, tiene que ser una comunidad judeo-cristiana. Esta es la comunidad destinataria del
evangelio de Mateo, muy posiblemente judíos-cristianos de Palestina que huyendo de la guerra se
refugian en algún lugar de Siria. Allí, en un nuevo contexto, reconstruye su identidad. Sabemos
muy poco sobre cómo era este cristianismo, cómo actuaba, cómo estaba sociológicamente
estructurado, cómo dialogaba con el judaísmo y con el paganismo, pues sólo tenemos una obra
neotestamentaria que refleja directa y positivamente una iglesia judeo-cristiana: el evangelio de
Mateo. A partir de esta identidad, la comunidad de Mateo tiene, además, que enfrentar el problema
de qué era necesario exigir a los paganos convertidos y admitidos por el bautismo como miembros
de la Iglesia de Cristo ¿debían someterse a la Ley mosaica y aún recibir la circuncisión como señal
de su aceptación de ese conjunto de preceptos? Hacia los años ochenta, Mateo responde que, según
Jesús, hasta el más pequeño precepto mosaico posee un valor decisivo y escatológico (Mt 5,17-19).
Esa era la concepción estricta del cristianismo en la diáspora procedente del judaísmo palestinense.
El problema de los paganos en la iglesia y las exigencias de la ley mosaica, está como telón
de fondo en el relato de las seis “antítesis” de Mt 5,20-26. ¿Qué debía exigirse a tales paganos
convertidos para poder decir de ellos que se injertaban en el antiguo árbol del yavismo? Se trataba
de mostrarles un cristianismo como culminación del judaísmo y no como su negación. Esta es la
apuesta de Mateo, probablemente un rabino convertido al cristianismo.
En ningún otro lugar de su evangelio muestra mejor Mateo su propia elaboración teológica
creadora que en las dos unidades que encabezan el “Sermón de la Montaña”: las bienaventuranzas y
las antítesis que definen la “justicia más abundante” que la de los escribas y fariseos. Las
bienaventuranzas no tienen casi originalidad alguna. Prácticamente, se trata de virtudes reconocidas
como tales en el judaísmo. Metodológicamente, Mateo encabeza un discurso con promesas de
felicidad, para luego, cuando se llega a las antítesis, consigna la confirmación, culminación y crítica
de la justicia enseñada por el rabinato judío. Sin duda, un excelente catequeta.
Primero se cita una prescripción de la Ley mosaica: “habéis oído que se dijo”. Viene en
segundo lugar, una conjunción que tiene un amplio espectro de significación en griego. Si se decide
que en los seis casos se trata de otras tantas antítesis, lo lógico sería traducir la conjunción griega de
por la conjunción adversativa castellana “pero”. Finalmente, en tercer lugar, viene lo que Jesús
enseña. Siguiendo el criterio de la antítesis, cabría, precedido del “pero”, continuar con el “yo os
digo”. La traducción sería así: “habéis oído que Moisés (hablando en nombre de Dios) dijo a los
antepasados de Israel… pero yo os digo…”
Con cada una de estas posibilidades tendríamos que revisitar las “antítesis”, para ver cuál
sería la más adecuada para establecer la relación entre lo que decía la ley mosaica y lo que Jesús
propone, claro está en coherencia con el mismo encabezamiento que Mateo da a la serie de antítesis,
con lo que se descartaría la “insípida” y, pues alguna transformación importante de lo mandado por
Moisés debe tener lugar para poder decir que, con Jesús, la Ley alcanza su plenitud. Si eso es así,
tendríamos que traducir “yo en cambio, os digo”.
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Marzo - 34 -
En la primera contraposición Se dijo “no matarás”, y aquel que mate será reo ante el
tribunal. Yo os digo: aquel que se encolerice será reo ante el tribunal… Aquí la diferencia existente
entre lo escrito en la Ley y lo mandado por Jesús no puede llegar a ser oposición. Convendría
traducir por “yo, en cambio, os digo…” Lo que antes no era pecado según la letra de la Ley, es
declarado pecado por Jesús. La raíz del asesinato ya está presente en el insulto, el improperio y la
agresión. No se trata de un mero deseo, sino que el asesinato ya ha comenzado a gestarse desde el
momento en que se enciende la cólera contra el hermano o la hermana. Evidentemente hay una
transformación de la Ley manteniéndola vigente, al mismo tiempo que la lleva a una perfección
mayor ampliando sus consecuencias éticas. La vida comienza a perder sentido allí donde las
relaciones interhumanas comienzan a volverse inamistosas e insoportables. De ahí la adición, al
precepto de no matar, de la prohibición del insulto, o de la respuesta con enojo o con desprecio. Es
la manera como Jesús lleva a la Ley a su cumplimiento o culminación, guiando así a la comunidad
discipular a una justicia mayor que la de los escribas y fariseos, dejando entrever, que para Jesús la
“justicia menor” no es tanto las actitudes, sino la manera como éstos interpretan y enseñan la Ley de
Moisés.
Mediante las antítesis, Mateo presenta el modo auténtico de interpretar y entender la Ley. La
verdadera autenticidad moral está basada en la fidelidad, no a la letra, sino al espíritu de la Ley.
Sábado 11 de marzo
EVANGELIO
Mateo 5, 43-48
43
Os han enseñado que se mandó: «Amarás a tu prójimo...» (Lv 19,18) y odiarás a tu
enemigo. 44Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, 45para ser
hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre
justos e injustos.
46
Si queréis sólo a los que os quieren, ¿qué recompensa merecéis? ¿No hacen eso mismo
también los recaudadores? 47y si mostráis afecto sólo a vuestra gente, ¿qué hacéis de
extraordinario? ¿No hacen eso mismo también los paganos? 48Por consiguiente, sed buenos del
todo, como es bueno vuestro Padre del cielo.
COMENTARIOS
I
vv. 43-48. Ultimo y supremo ejemplo de la limpieza de corazón: el amor a los enemigos. En
la frase citada por Jesús al principio, el primer miembro: «amarás a tu prójimo» es cita de Lv 19,18;
el segundo: «odiarás a tu enemigo» pertenece a los principios esenios (cf. Sal 139,19-22). Para los
discípulos no hay lugar a distinciones. Ellos, que sufren la persecución (5,10-12), no pueden dejarse
llevar del odio. Sigue la propuesta de las nuevas relaciones humanas, que excluyen en absoluto la
violencia. En lugar del odio, el deseo del bien (amor, oración). «Ser hijo de Dios» significa
parecerse a él en el modo de obrar (cf. 5,9). Los discípulos tienen por distintivo el amor universal,
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Marzo - 35 -
no pueden conformarse al uso de la sociedad (recaudadores, paganos), que discrimina entre amigos
y enemigos.
Con la frase final (48) Jesús descalifica la «perfección» propuesta por los letrados, que
consistía en la observancia de la Ley Lo que hace al hombre perfecto (bueno del todo) y semejante
al Padre es el amor que no conoce excepciones.
II
La quinta como la sexta antítesis no buscan modificar dejando intacto lo esencial de la ley
mosaica. Simplemente, se deroga y se sustituye por una actitud opuesta que abre otro horizonte
ético del ser humano, el horizonte del reino de Dios. No se trata pues, de “culminar” la Ley como en
las cuatro primeras antítesis sino de derogarla.
El nuevo horizonte ético del reino de Dios tiene su principio en Dios mismo “que hace salir
su sol sobre buenos y malos, y llover sobre justos e injustos”, planteando de esta manera una
ruptura con el “trato” diferenciado y discriminador. Ahora se trata de ir más allá. Los dos ejemplos
siguientes lo muestran claramente. No hay ninguna novedad si reaccionamos según sea el
tratamiento que recibimos. Así lo enseñaban los rabinos judíos. Tal enseñanza se negaba a ver en la
ley la obligación de ir más allá. Amar a los enemigos no está dicho en ninguna ley mosaica. La
crítica de Mateo a la ética judía dominante es evidente y no deja de ser un “atrevimiento” para
alguien que como Mateo se haya en la más genuina tradición de Israel. ¿Nos encontramos ante una
novedad ética en la comunidad judía-cristiana frente a la ética de los rabinos judíos de su tiempo?
¿Qué implicaciones tiene esta diferencia para las relaciones posteriores entre judaísmo y
cristianismo? Son preguntas que nos llevan a la originalidad misma del mensaje y de la práctica de
Jesús de Nazaret, que si bien es cierto, se halla dentro de Israel, la comunidad discipular que se
derivó de él, sí se dirigió al mundo “pagano”, lo que no podía hacerse si introducir cambios a la vez
profundos y sutiles. Quizá las seis antítesis de Mateo, y particularmente las dos últimas, se
encuentran en esta dirección.
Amar a los enemigos, pertenece ya a la “ley” de Jesús. Indica una contradicción a la ley
mosaica, o por lo menos la desafía de una manera ostensible que hace muy difícil, si no imposible,
tomarla como culminación de aquella. Estamos entonces en el ámbito de la “justicia más abundante
que la de los escribas y fariseos” (Mt 5,20). Enseñar y resaltar “cuidadosamente” la diferencia es
también propósito de un catequeta a carta cabal como lo es Mateo. Sustituir una normatividad,
entendida hasta el momento como Ley de Dios, por una nueva, no deja de tener sus riesgos, sus
crisis y sus conflictos.
Nos encontramos no ya ante un añadido o culminación, sino de un “no” dirigido a lo
mandado previamente por la interpretación rabínica de la Ley. Jesús enseña a la comunidad
discipular a rechazar el odio al enemigo sustituyéndolo por su contrario: el amor.
¿Puede ser el amor una “ley”? Aquí hay un impasse, no tanto porque se trate de una “ley”
que la sociedad actual admita en teoría pero no cumpla en la práctica, sino porque se trata de una
“ley” que no reconocemos como tal, ni en la ley de Moisés, ni en la de Jesús. ¿Será “ley”
propiamente dicha amar al enemigo, presentar la otra mejilla, darle el manto al que me roba la
túnica? Obvio que este tipo de legislación no se encuentra en ningún código civil. Entonces, ¿para
qué este mandato de Jesús? Si hubiera que tomarlo como precepto, la “ley” que comprendiera tal
precepto sería de una radicalidad desconcertante. Definitivamente, percibimos una enorme distancia
entre Moisés y Jesús. Nos hallamos frente a la nueva ética del reino de Dios en oposición a la ética
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Marzo - 36 -
establecida. Lo “establecido” significa que la ley del amor al prójimo (Lv 19) no es suficiente ni
definitiva para que los seres humanos vivan en paz.
Amar a los enemigos trastoca la ética establecida, “desequilibra” las relaciones entre los
seres humanos de cualquier sociedad. Ciertamente Jesús no quiere hacer de sus enseñanzas una
“Ley”, al estilo de la de Moisés. Al introducir el desequilibrio produce una crisis. Pone la ética
hegemónica en cuestión. Suscita su replanteamiento al oponer una conducta distinta y aun opuesta a
la que marca la Ley de Moisés. El objetivo no es “imponer” el amor a los enemigos como ley a una
sociedad. El objetivo es plantear un “inédito viable” que en términos éticos vislumbre una relación
entre los seres humanos en donde, si bien es cierto, el prójimo puede transformarse en enemigo, a
ese enemigo no se le asesina, se le ama. Lo que puede sugerir una perspectiva de reconciliación y de
restauración de la “proximidad”. Este es el horizonte ética del reino de Dios que Jesús recomienda a
su comunidad discipular.
Domingo 12 de marzo
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
Primera lectura: Gen 22, 1-2. 9-13. 15-18
Salmo responsorial: 115, 10. 15-19
Segunda lectura: Rom 8, 31-34
EVANGELIO
Marcos 9, 1-9
9 1Y añadió:
-Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reinado
de Dios con fuerza.
2
A los seis días Jesús se llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, los hizo subir a un
monte alto; aparte, a ellos solos, y se transfiguró delante de ellos: 3sus vestidos se volvieron de un
blanco deslumbrador, como ningún batanero en la tierra es capaz de blanquear.
4
Se les apareció Elías con Moisés; estaban conversando con Jesús. 5Reaccionó Pedro
diciéndole a Jesús:
-Rabbí, viene muy bien que estemos aquí nosotros; podríamos hacer tres chozas: una para
ti, otra para Moisés y otra para Elías.
6
Es que no sabía cómo reaccionar, porque estaban aterrados.
7
Se formó una nube que los cubría, y hubo una voz desde la nube:
-Este es mi Hijo, el amado: escuchadlo.
8
Y, de pronto, al mirar alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
9
Mientras bajaban del monte les advirtió que no contasen a nadie lo que habían visto hasta
que el Hombre resucitase de la muerte.
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Marzo - 37 -
COMENTARIOS
I
NO A LO DE SIEMPRE
Pertenecían al grupo de los doce y formaban un trío inseparable del Maestro. Se llamaban
Simón (= Dios escucha), Santiago (= Jacob) y Juan (=Dios agracia). Pero estos nombres no les iban
demasiado bien; le venían grandes. Jesús les confeccionó otros a su medida: a Simón lo apodó
"Pedro"(= piedra), tal vez aludiendo a su obstinado modo de pensar, y a los otros dos hermanos los
llamó "Boanerges" (= hijos del trueno, fulminantes como rayos).
Eran pescadores de profesión, de las clases populares, de los de abajo, del pueblo que lucha
por sobrevivir. Sin embargo no habían elegido esta situación, ni la querían. Aspiraban a más.
Un buen día se encontraron con el Maestro y pensaron que se les presentaba la oportunidad
de su vida; al fin podrían salir del anonimato y abandonar la monotonía de la vida obrera, llegarían
a grandes; con una poca suerte podrían contarse entre los de arriba, mandar, dominar y ocupar los
primeros puestos del reino que instauraría su Maestro.
Jesús pensó que eran buenos hombres, pero que andaban un poco equivocados de ideas:
tendría que dedicar a ellos más horas, necesitarían clases particulares intensivas para llegar a
comprender qué clase de Maestro era y qué reino venía a instaurar.
El sitio elegido para una de estas lecciones fue el monte de la transfiguración. "Jesús cogió a
Pedro, a Santiago y a Juan y subió con ellos solos a una montaña alta y apartada (lo de subir les iba
bien; menos les gustaría bajar). Allí se transfiguró delante de ellos: sus vestidos se volvieron de un
blanco deslumbrador, como no es capaz de blanquearlos ningún batanero del mundo (bonita imagen
para expresar la presencia de Dios en Jesús). Se les aparecieron Moisés y Elías conversando con
Jesús"; hablaban, según Lucas, de su muerte inminente.
"Intervino entonces Pedro y le dijo a Jesús: Maestro, viene muy bien que estemos aquí
nosotros; podríamos hacer tres chozas; una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaba tan
espantado que no sabía lo que decía".
Pedro había intervenido para impedir lo que se avecinaba: mejor era quedarse en lo alto del
monte que bajar de nuevo para seguir hasta Jerusalén donde era previsible que las autoridades
acabaran con la vida del Maestro.
Lo de siempre. Los de abajo -Pedro y los suyos- desean subir para quedarse arriba, y cuando
están arriba, no quieren bajar, sino permanecer allí para siempre. Pero Jesús, tras la transfiguración,
especie de avance de la resurrección, los invita a bajar con él, a volver a la gente, al mundo, a la
tarea cotidiana y al servicio hasta la muerte, si fuese preciso. Es a este Jesús, que no se queda en las
alturas, a quien hay que escuchar, según ordena la voz: "Este es mi Hijo, el predilecto, escuchadle".
El había venido para que dejara de haber unos arriba y otros abajo, proyecto que no se hará
realidad mientras los de abajo no renuncien a subir y quedarse arriba, y los de arriba no se abajen
por amor. Utópico proyecto que si se realizara daría luz verde a un mundo feliz y sin opresión.
II
OTRA TENTACION: LA FUGA
La huida para aislarse en un pequeño paraíso individual en una choza en cualquier sitio, al
aire libre en el campo... o en la celda de un convento. Con sólo lo necesario para vivir. Sin lujos,
sin ambiciones..., pero sin problemas. Casi no parece una tentación, pero lo es. Y muy peligrosa.
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Marzo - 38 -
EL CANSANCIO DEL CAMINO
Como le sucedió a Jesús, no nos va a resultar fácil mantener hasta el final nuestro
compromiso de lucha por convertir este mundo en un mundo de hermanos. Y, además del resto de
las tentaciones, en algún momento de la marcha aparecerán el cansancio, la desilusión y el deseo de
construirnos un paraíso pequeño, a nuestra medida, para pararse a descansar... definitivamente. No
se trata de renunciar a la meta; es una tentación mucho más fina: es pretender adelantar la meta para
uno solo, o sólo para unos pocos, y abandonar la tarea de ofrecer a otros la posibilidad de fijarse esa
misma meta. «Si nadie nos hace caso, ¿por qué no nos retiramos a algún sitio tranquilo en el campo
y allí, sin ambiciones, pero sin hacernos más ilusiones, descansamos y ponemos en práctica nuestro
ideal cristiano de vivir como hermanos?» Así se podría presentar esta tentación.
FRACASAR NO ES UN FRACASO
Jesús se llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan y los hizo subir a un monte alto, aparte, a
ellos solos. Allí se transfiguró delante de ellos: sus vestidos se volvieron de un blanco
deslumbrador, como ningún batanero en la tierra es capaz de blanquear.
Los discípulos de Jesús acababan de sufrir el impacto de un anuncio para ellos preocupante:
Jesús les acababa de decir que iba a morir asesinado por los poderosos de su tierra y que todos sus
seguidores debían estar dispuestos a correr la misma suerte; pero que ni su muerte ni la de los suyos
serían definitivas, sino que al final vencería la vida (Mc 8,34-38). Probablemente se dio cuenta de
que sus discípulos no quedaban demasiado convencidos y quiso ofrecer a tres de ellos un anticipo
de esa victoria. Es lo que nos cuenta el evangelio de este domingo: Jesús ofrece a Pedro, Santiago y
Juan, los tres discípulos más preocupados por el triunfo de Jesús o por su propio éxito, la
oportunidad de gozar de una experiencia que les hará comprender que lo que a los ojos de este
mundo es una derrota, la muerte, no lo es en realidad. La transfiguración, como tradicionalmente se
ha llamado a este pasaje, es la experiencia anticipada de la victoria de Jesús sobre la muerte. Jesús
va a morir, sí; pero su muerte no será para siempre. El vive con la vida de Dios y esa vida es
definitiva. Su fracaso no será un fracaso.
LA TENTACION DE LA HUIDA
En apoyo de lo que allí está sucediendo aparecen Moisés y Elías, que simbolizan el
conjunto de la antigua religión de Israel. Para Pedro, Santiago y Juan no hay que buscar más;
su esperanza está realizada: el Mesías ha triunfado. Este era el objetivo y ya se ha cumplido. Y
propone que todo se detenga allí: «Rabbí, viene muy bien que estemos aquí nosotros; podríamos
hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Dos peligros acechan escondidos en la propuesta de Pedro. Por un lado, la pretensión de
parar la historia de la liberación de la humanidad poniendo al mismo nivel la Ley y los Profetas y el
mensaje de Jesús de Nazaret. Para él, en este momento, Jesús no aporta nada nuevo a la Ley y a la
liberación de la esclavitud de Egipto (Moisés) ni a los mensajes de los profetas (Elías) que urgían a
su pueblo a realizar en profundidad aquella liberación; por eso quiere colocar a la par a Jesús y a
Moisés y Ellas: «podríamos hacer tres chozas...».
Por otro lado, Pedro olvida que el mundo no se acaba en aquel monte y que allá abajo queda
todavía mucho trabajo que realizar, muchos hombres y mujeres que aún no han llegado ni siquiera
al nivel de libertad que Dios hizo posible para su pueblo por medio de Moisés. De esta manera,
Pedro está proponiendo a Jesús que deje sin efecto el compromiso que asumió en su bautismo. Y
eludiendo la exigencia que Jesús había planteado a todos sus discípulos: seguir, también ellos, hasta
el final su camino.
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Marzo - 39 -
UNA OFERTA NUEVA
La voz de Dios devuelve a Pedro a la situación presente: «Este es mi Hijo, el que yo quiero:
escuchadlo a él.» Moisés y Elías ya no tienen nada que decir a los discípulos (de hecho no hablan
con ellos); sólo a él, a Jesús, a quien Dios llama Hijo suyo, hay que escuchar; la Ley y los Profetas
ya están cumplidos. Para el momento presente Dios tiene una oferta nueva que presenta por medio
de Jesús: convertir este mundo en un mundo de hermanos en el que todos los hombres puedan vivir
felices. Esa posibilidad sólo se ofrece por medio de Jesús, «y de pronto, al mirar alrededor, ya no
vieron a nadie más que a Jesús sólo con ellos», y el camino para lograr que se realice pasa por la
entrega sin condiciones, hasta la muerte, si es preciso. No porque Dios exija sangre, sino porque los
responsables de la injusticia y del sufrimiento que padece la mayoría de la humanidad van a utilizar
toda la violencia de que dispongan para que ese mundo de hermanos nunca se haga realidad; y
porque esa violencia sólo podrá ser vencida con el amor llevado hasta la entrega de la propia vida
superando la tentación de huir ante las dificultades o ante el fracaso, manteniendo firme la
confianza en Dios, que hará que la vida venza a la muerte.
III
v. 1 Y añadió: «Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto
llegar el reinado de Dios con fuerza».
Añade Jesús un dicho solemne que estimula la esperanza: El reinado de Dios conocerá un
impulso extraordinario dentro de aquella misma generación, debido a la entrada de los paganos en
el Reino después de la destrucción de Jerusalén (13,28-32; 14,62); llegará con fuerza de vida para la
humanidad (cf. 5,30; 12,24; 13,26; 14,62). Se inaugurará una nueva etapa histórica.
Ante la violenta reacción de Pedro, portavoz del grupo de discípulos, a la predicción sobre el
destino del Hijo del hombre (8,32), Jesús quiere convencerlos, mediante una experiencia
extraordinaria, de que aceptar incluso la muerte por procurar a otros vida y plenitud humana no
significa el fracaso del hombre y de su proyecto vital, sino que, por el contrario, asegura el éxito
definitivo de la existencia.
v. 2: A los seis días Jesús se llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, los hizo subir a un
monte alto, aparte, a ellos solos, y se transfiguró delante de ellos...
Jesús toma consigo a los tres discípulos más representativos y que mayor resistencia ofrecen
al mensaje (3,16s, sobrenombres; cf. 5,37); quiere mostrarles el estado final del Hombre, que, con
su entrega, ha superado la muerte (cf. 8,31.35). El monte alto es símbolo de una importante (altura)
manifestación divina; la precisión aparte alude, como en los contextos anteriores (4,34; 7,33), a la
incomprensión de estos discípulos. La escena anticipa lo que será la condición de resucitado.
vv. 3-4: ... sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como ningún batanero en
la tierra es capaz de blanquear. Se les apareció Elías con Moisés; estaban conversando con Jesús.
El blanco deslumbrador imposible de obtener en este mundo simboliza la gloria de la
condición divina (cf. 16,5): Jesús se manifiesta en la plenitud de su condición de Hombre-Dios. Dos
personajes, Elías (los profetas) y Moisés (la Ley), que representan el AT en su totalidad, se
aparecen para ser vistos por los discípulos, pero no hablan con ellos, sino con Jesús; el verbo
conversar aparece en Ex 34,35 para indicar que Moisés recibía instrucciones de Dios: ahora es todo
el AT el que las recibe de Jesús; él es el punto de llegada, la meta a la que tendía toda la revelación
anterior: el AT no tiene ya un mensaje directo para los cristianos, su validez o caducidad se juzga a
partir de Jesús. Los discípulos deberían comprenderlo.
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Marzo - 40 -
v. 5: Reaccionó Pedro diciéndole a Jesús: «Rabbí, viene muy bien que estemos aquí
nosotros; podríamos hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
La reacción de Pedro es característica: Rabbí (en Mc, sólo en boca de Pedro, 9,5; 11,21, y de
Judas, 14,45) era el título honorífico de los maestros de la Ley, fieles a la tradición judía: muestra
Pedro que la visión no ha cambiado su mentalidad, sigue apegado a esa tradición. Ofrece Pedro la
colaboración de los tres (podríamos hacer) y pretende poner en pie de igualdad a Jesús, Moisés y
Elías (tres chozas), es decir, integrar el mesianismo de Jesús en las categorías del AT: Moisés
(liberación de Israel con muerte de los enemigos), Elías (celo reformador y violento, 1 Re 18,40;
19,14ss; 2 Re 1,9-12; Eclo 48,1ss; cf. Mc 1,29-31). No ve en la gloria que se ha manifestado un
estado final, cree que pertenece a la vida histórica de Jesús y desea que se ponga al servicio de la
restauración de Israel.
v. 6: Es que no sabía cómo reaccionar, porque estaban aterrados.
El ofrecimiento de Pedro a colaborar ha sido un intento de congraciarse a Jesús; de hecho,
los tres discípulos sienten terror ante la gloria que se manifiesta en él, que, dada su anterior
resistencia, sienten como una amenaza. No comprenden que la visión es un acto de amor de Jesús,
que pretende liberarlos de los ideales mezquinos y exclusivistas que limitan su horizonte y les
impiden su desarrollo humano.
vv. 7-8: Se formó una nube que los cubría, y hubo una voz desde la nube: «Este es mi Hijo,
el amado: escuchadlo». Y de pronto, al mirar alrededor, ya no vieron a nadie mas que a Jesús solo
con ellos.
La nube es símbolo de la presencia divina (cf. Ex 40,34-38). La voz revela a los discípulos
la identidad de Jesús (cf. 1,11) y refrenda su enseñanza: es el único a quien deben escuchar (cf. Dt
18,15.18). El AT queda ya sin voz propia; escuchando a Jesús, la comunidad cristiana integra o
descarta la doctrina del AT. Termina la manifestación.
v. 9 Mientras bajaban del monte les advirtió que no contasen a nadie lo que habían visto
hasta que el Hijo del hombre resucitase de la muerte.
Como los discípulos la han interpretado mal, no deben divulgar su error. Lo que se ha
manifestado es la gloria definitiva del Hombre dotado de la condición divina, «el Hijo del hombre».
Esta denominación, de sentido extensivo, indica que la misma condición gloriosa deberá extenderse
a sus seguidores. Para los tres discípulos, sólo después de la muerte de Jesús, que mostrará la
calidad de su mesianismo, podrá encontrar su contexto interpretativo. Pero debería prepararlos para
la escena de Getsemaní (14,33).
IV
Después del anuncio de la pasión y del llamado al seguimiento Marcos introduce el relato de
la transfiguración (Mc 9, 2-8). Una Pascua “anticipada” junto a una crucifixión igualmente
“anticipada”. Después viene la discusión sobre la resurrección y el retorno de Elías (Mc 9,9-13) y la
historia de la sanación del niño mudo (Mc 9,14-29). Según Xavier Pikaza, los tres relatos tejen un
tríptico eclesial que vincula la experiencia de oración, la fe sanadora y el anuncio de la pasión y la
resurrección. Así la experiencia pascual (transfiguración) está unida a la acción liberadora.
Veamos en primer lugar la fuerza simbólica del relato y después “ataremos cabos” para
resaltar el mensaje para nuestro HOY:
“Seis días” que evocan los “seis días” de la creación o los “seis años” de trabajo antes del
“año sabático”. Es pues, tiempo productivo, de siembra, de actividad, de preparación. En este
ambiente sucede la transfiguración. Pudiéramos decir que la transfiguración pertenece a “otro
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Marzo - 41 -
tiempo” que irrumpe en el “tiempo ordinario” con el fin de producir un contraste, un desequilibrio,
un llamado de atención, una corrección.
“Tres discípulos”, Pedro, Santiago y Juan en representación de la comunidad discipular
conducida por Jesús. La humanidad masculina en camino al encuentro transformador con la
divinidad. Quizá por ello más necesitada de la corrección que va a desarrollarse en lo alto del
monte.
“Vestidos resplandecientes” para resaltar la transformación, en donde el resplandor y la
blancura expresan la profundidad y la integridad del cambio operado. Las primeras comunidades
cristianas usaron vestidos blancos recién lavados para simbolizar la nueva vida que se proponían
vivir. Los vestidos exteriores son expresión de los profundos cambios en el interior de las personas.
“Tres seres resplandecientes”: Jesús, Moisés y Elías en representación de la “comunidad
celestial” en comunión. También masculina. Quizá por ello, el encuentro de las dos comunidades
solo suman “seis”. La plenitud del “siete” tendrá lugar mediante la inclusión de la comunidad
femenina.
“Tres tiendas”, simbolismo del éxodo y del Dios del éxodo, experiencia tribal originaria y
fundacional de Israel. El tiempo de las tiendas es también tiempo de alianza tribal, de solidaridad,
de igualdad. En la fiesta de las tiendas sukkot, cada familia hacía una choza y habitaba en ella
recordando la salida de Egipto.
Tenemos un énfasis en el simbolismo trinitario: 3 seres celestiales (Jesús, Moisés, Elías), 3
discípulos (Pedro, Juan, Santiago), 3 chozas (éxodo); tres veces tres junto con la gloria de Dios.
Tres significa comunidad, perfección, plenitud. Es la propuesta comunitaria de Dios para la
humanidad a partir del mismo ser trinitario de Dios. Es el proyecto a construir una vez que se
regrese a la llanura.
“Nube” para los pueblos del desierto significa sombra, lluvia, vida, alegría, bendición. Por
todo esto, siempre está relacionada con Dios. Es un signo visible de la presencia y la compañía
gratificante de Dios. Así lo fue durante la travesía del pueblo por el desierto, Dios caminaba delante
de él señalando el camino. La voz y la nube van junto al pueblo, cuando este decide construir el
proyecto de Dios.
“Subir el monte alto” evocando Horeb-Sión, lugar donde Moisés y Elías se vieron “cara-acara” con Dios. Epifanía que revela el proyecto de Dios y que da fuerza y sabiduría para llevarlo a
cabo. Ascenso humanizador, en cuanto capacidad y decisión para realizar lo revelado por Dios.
“Descender del monte” a la llanura para el encuentro y la transformación humana y social.
En el descenso, quienes experimentaron la resurrección, discuten sobre la “resurrección de los
muertos”. El monte está relacionado con la resurrección y la llanura con la muerte. Evocación de los
orígenes de Israel en las montañas tribales en contraste con las llanuras tributarias e idolátricas.
Producir tal contraste es la tarea permanente de quienes “descienden del monte”. De ahí el
imperativo a descender.
En el camino a Jerusalén era necesaria la transfiguración. Galilea había mostrado el “éxito”
del reino de Dios. La comunidad discipular identificó allí la realización de los tiempos mesiánicos
relacionados con los milagros de Jesús y con las multitudes necesitadas. La expectativa judía de un
Mesías liberador de la opresión romana estaba siendo respondida. La comunidad discipular aún no
salía de estos moldes mesiánicos. Cuando Jesús anuncia su pasión y crucifixión, hay alarma y
desconcierto. No se entiende un mesianismo que pase por la cruz. Para “corregir” esta situación
vivida por la comunidad post-pascual de Marcos, el relato introduce la transfiguración.
La comunidad no puede “reducir” la fe al “entusiasmo” post-pascual. Es la tentación que se
expresa en la montaña iluminada cuando el discipulado quiere construir las chozas muy lejos de la
llanura. La brillantez de los vestidos quiere resaltar la fascinación que ejerce sobre los seres
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Marzo - 42 -
humanos ese tipo de experiencia religiosa “desligada” del sufrimiento y del dolor humano que
acontece diariamente en la llanura. Estos “tres privilegiados” no quieren saber nada de los sufrientes
del valle de la historia. Religión de adoración sin pasar por la transformación, por la lucha, por la
adversidad. Religión que quiere controlar la gloria pascual sin abrirla al trabajo creativo
humanizador. La “iglesia de los Zebedeos” representan una experiencia de resurrección “cerrada” a
los desafíos del mundo y deficiente, pues ensalza el aspecto glorioso y triunfante de Jesús
resucitado sin asumir su muerte en la cruz.
El proyecto comunitario resaltado en la montaña es afirmado con las palabras de de Dios
que salen de la nube: “Este es mi hijo amado, escuchadle”. Alrededor del Hijo Amado se constituye
la comunidad discipular. Es su principio fundacional. El Hijo Amado es el crucificado-resucitado.
Su palabra es el camino que la comunidad discipular debe seguir. En el descenso, como intermedio
entre el monte pascual y el valle del mundo, la comunidad discipular asume el camino del Hijo
Amado: la resurrección entre los muertos.
Ascenso y descenso se necesitan mutuamente. Ascenso para celebrar y gozar los avances de
la fe. Descenso para afirmar la fe en medio de la conflictividad y la contradicción. El monte para
resaltar la utopía comunitaria. El valle para construirla en la cotidianidad y la adversidad. Los “seis
días” de trabajo y fatiga necesitan del “séptimo” de descanso y adoración si queremos plenitud y
dignidad humana.
Para la revisión de vida
¿Hasta qué punto me fío yo de la Palabra de Dios, como Abraham?, ¿cómo reacciono
cuando esa Palabra me trae complicaciones y comporta dificultades a mi vida?
Abraham no se reservó para sí ni a su propio hijo, y eso que era el medio necesario
para el cumplimiento de la promesa que Dios le había hecho de tener una numerosa descendencia...
¿También yo soy capaz de ofrecerle y entregarle todo? ¿O hay zonas o realidades de mi vida que yo
no estaría dispuesto a entregar a Dios si me lo pidiera?
¿Necesito yo un alto en el camino -como el que proporcionó Jesús a sus tres
discípulos en el monte Tabor- para verle transfigurado y transfigurar así también mi vida?
Vamos por la vida caminando con gozo hacia el encuentro glorioso con Cristo
resucitado; ¿estoy dispuesto a asumir que a ese triunfo final sólo se llega pasando por la cruz, por el
servicio, por la vida entregada por y a los hermanos?, ¿o prefiero quedarme en el Tabor (hacer tres
tiendas) sin continuar hasta el Calvario?
Para la reunión de grupo
La fe de Abraham fue "una fe contra toda evidencia"… ¿una especie de "obediencia ciega"?
Se trata fundamentalmente de un símbolo que no hay que extrapolar tomándolo a la letra. Teniendo
eso en cuenta: ¿la fe, puede estar contra la evidencia de la razón? ¿Fe y razón pueden oponerse
contradictoriamente? ¿Puede estar la fe en contra del «sentido común»?
El pasaje de la transfiguración puede causar un malentendido, si nos lleva a imaginar que
Jesús "por dentro", o sea, en su conciencia psicológica, sabía y veía y sentía todo como Dios, sólo
que lo estaría disimulando o reprimiendo continuamente... Tema difícil, pero importante, éste de la
"conciencia psicológica" de Jesús. Tal vez puede ser oportuno tener una charla, un intercambio con
una persona entendida en cristología...
Abraham no es «nuestro» padre en la fe, sino el padre de tres religiones monoteístas, las tres
religiones abrahámicas: judaísmo, cristianismo e islamismo. ¿No parece que tenemos bastante
infravalorada esta «consanguinidad» o especial relación que deberíamos tener, que debería unirnos
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Marzo - 43 -
a las tres religiones? Sin ir más lejos: ¿qué relación tenemos desde mi comunidad cristiana con
comunidades de religión judía o islámica de nuestra propia ciudad o región?
(La citada obra "Un tal Jesús" incluye un episodio sobre la Transfiguración, elaborado con
basante libertad literaria, el 68, que se presta a ser escuchada (o leída, o representada) y estudiada en
grupo. El comentario bíblico teológico que acompaña al episodio –en el libro- es excelente; puede
leerse en http://www.untaljesus.net ).
También se puede tomar algún folleto bíblico sobre Abraham (en los Servicios Koinonía hay
varios) y preparar una reunión de grupo con un estudio sobre su figura y significado)
Para la oración de los fieles
Por la Iglesia, para que en medio de las oscuridades y angustias de nuestro mundo sea
siempre signo de la esperanza capaz de transfigurar la existencia humana. Oremos.
Por todas las personas, para que encontremos el sentido de la vida en el trabajo por
conseguir un mundo nuevo y mejor, transfigurado. Oremos.
Por todos los que padecen injusticia, opresión, soledad, rechazo; para que encuentren
hermanos que transfiguren su mirada con la ayuda solidaria. Oremos
Por todos los indecisos, para que descubran lo urgente que es amar. Oremos.
Por todos los pueblos a los que no llegó la luz del Evangelio: para que sean fieles a la luz
que el Dios único ha puesto a su disposición en la religión del pueblo en el que han venido al
mundo. Oremos.
Por esta comunidad nuestra, para que permanezcamos fieles a Jesús, a quien el Padre
resucitó de entre los muertos, y nos mantengamos firmes en la esperanza de encontrarnos un día
cara a cara con el Cristo glorioso. Oremos.
Oración comunitaria
Dios, Padre nuestro, que nos invitas a "escuchar a tu Hijo muy amado", Jesucristo;
abre nuestros corazones para que sepamos acoger su Palabra con cariño y confianza, la pongamos
por obra, y así lleguemos a participar un día de la plenitud de su felicidad gloriosa. Te lo pedimos
por el mismo Jesucristo, nuestro hermano e hijo tuyo muy amado...
o bien:
Dios, Padre y Madre de todos tus hijos e hijas, «que quieres que todos se salven y lleguen al
conocimiento de la Verdad», y que invitas a «escuchar a tu Hijo muy amado"», Jesús, nuestro
hermano adelantado; haz que cada pueblo comparta con los demás tu Palabra, la que has dado a
cada uno de ellos en su propia religión, para que reflejando cada uno un destello de tu luz
pluriforme, mutuamente nos iluminemos, y reconozcamos comunitariamente la Verdad plena de tu
rostro siempre inabarcable. Nosotros te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro hermano, hijo
tuyo muy amado.
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Marzo - 44 -
Lunes 13 de marzo
EVANGELIO
Lucas 6, 36-38
36
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. 37No juzguéis y no os juzgarán, no
condenéis y no os condenarán, perdonad y os perdonarán, 38dad y os darán: os verterán una
medida generosa, colmada, remecida, rebosante; pues la medida que uséis la usarán con
vosotros.
COMENTARIOS
I
UNA REGLA DE ORO, VALIDA PARA TODOS
La segunda parte del discurso del llano va orientada a los oyentes, a todo el pueblo. En
primera instancia, Jesús invita a todos a un amor generoso y universal (6,27-38), a fin de llegar a
asemejarse del todo al Padre del cielo. De no ser así, si actuamos como lo hacen los paganos y
descreídos, ¡vaya gracia! Si pagamos con la misma moneda, quiere decir que no hemos renunciado
a sus falsos valores. El hombre que se abre al amor se vuelve generoso como el Dios de la creación;
él mismo se fabrica la medida con la que será recompensado.
II
Hesed es el término hebreo que se traduce como misericordia. Es un término relacional, o
que expresa la modalidad de una relación; describe una conducta, una actitud siempre dispuesta a
realizarse entre los miembros de una determinada comunidad; dicha conducta nace de un sentido de
solidaridad y reciprocidad entre personas. Cuando se refiere a Dios, este sentido relacional adquiere
además el carácter de gratuidad que emerge de la alianza tribal. Ella, por su propia dinámica
comunitaria produce solidaridad entre Yahvé y su pueblo en virtud de la cual Yahvé está siempre
dispuesto a manifestar su cercanía y su cuidado por todo lo que afecta la vida de su pueblo. La
misericordia identifica a Dios, es su “constante histórica”: Dios la revela, Dios la realiza siempre.
El tipo de relación a la que se refiere heded es más que piedad o caridad. Apunta a la
capacidad para entrar en los sufrimientos del otro a tal punto que puede llegar a sentir y ver las
cosas desde esa realidad. Misericordioso es quien se identifica con las personas que sufren y lucha
junto con ellas para afrontar la adversidad. La actitud contraria es las personas que insisten en sus
propias necesidades, en sus derechos, en su bienestar, en sus aspiraciones; llegando con facilidad a
“ensimismarlas” (centrarla en sí misma) y a consumirlas en el egoísmo, la insolidaridad, la codicia
y la crueldad.
Misericordia en el sentido latino de la palabra, miser-cordia, el corazón está volcado
íntegramente hacia el miserable. El corazón como centro de sentimientos, discernimientos y afectos,
se ha puesto en la miseria y el sufrimiento del otro. Esta es la fuerza y la fuente de la solidaridad. Es
lo que Dios pide al pueblo: “Misericordia quiero, no sacrificio” (Os 6,6; Mt 9,13 y 12,7) frente al
riesgo de reducir la fe al culto o al cumplimiento de la ley. Dios exige actitudes de solidaridad y no
formalismos. Lo que está en juego es la vida del quien sufre (en el Primer Testamento son
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Marzo - 45 -
“paradigmas” del pobre que sufre: el huérfano, la viuda y el forastero), y dignificar esa vida es la
verdadera religión.
En el koiné (griego popular) del Nuevo Testamento “entrañas” es sinónimo de “corazón”,
centro del sentimiento y de las motivaciones más profundas y nobles que puede tener el ser
humano. Cuando el Nuevo Testamento se refiere a las “entrañas”, está indicando el lugar, la fuente
y la profundidad del sentimiento humano que inclina a la acción compasiva-solidaria. El verbo
griego esplagjnizomai deriva de esplagjnon que significa vientre, intestinos, entrañas, corazón, es
decir, las partes internas, de donde provienen las emociones más profundas. El verbo griego nos
está indicando un movimiento, un dinamismo o impulso fuerte que fluye de las propias entrañas,
una reacción visceral. Lo esencial es la capacidad de sentir “desde dentro”, las entrañas, el dolor del
otro que interpela desde su necesidad y que mueve hacia la acción solidaria. Es lo que hace Jesús
cuando se encuentra con la viuda de Naím: la ve, siente con sus entrañas el dolor de ella (o se le
con-mueven las entrañas por el dolor de ella), la consuela, toca el féretro y ordena al joven
levantarse. Similar proceder misericordioso es lo exigido a la comunidad discipular, pues ello es lo
que identifica al discipulado. Lo decisivo en el programa del Reino es la práctica de la misericordia.
Ser misericordioso como lo es Dios, se constituye en “principio” de fe. Una ética de la
solidaridad y del cuidado de la vida emerge como “medida” con la que queremos que nos midan y
con la que queremos “medir” nuestros esfuerzos de humanización. Tal “medida” es recompensada
por Dios hasta rebasar para quien siempre da.
Martes 14 de marzo
EVANGELIO
Mateo 23, 1-12
23 1Entonces Jesús, dirigiéndose a las multitudes y a sus discípulos, 2declaró:
-En la cátedra de Moisés han tomado asiento los letrados y los fariseos. 3Por tanto, todo
lo que os digan, hacedlo y cumplidlo..., pero no imitéis sus obras, porque ellos dicen, pero no
hacen.
4
Lían fardos pesados y los cargan en las espaldas de los hombres, mientras ellos no
quieren empujarlos ni con un dedo.
5
Todo lo hacen para llamar la atención de la gente: se ponen distintivos ostentosos y
borlas grandes en el manto: 6les encantan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de
honor en las sinagogas, 7que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame
«Rabbí».
8
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar «Rabbí», pues vuestro maestro es uno solo y
vosotros todos sois hermanos; 9y no os llamaréis «padre» unos a otros en la tierra, pues vuestro
Padre es uno solo, el del cielo; 10tampoco dejaréis que os llamen «directores», porque vuestro
director es uno solo, el Mesías. 11El más grande de vosotros será servidor vuestro. 12A quien se
encumbra, lo abajárán, y a quien se abaja, lo encumbrarán.
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Marzo - 46 -
COMENTARIOS
I
v. 1. Para empezar, Jesús no se dirige a letrados y fariseos, sino a la gente y a sus
discípulos. Su denuncia pretende abrirles los ojos para que conozcan la calidad de los que se
proclaman maestros y se liberen de su yugo.
v. 2. En Dt 18,15.18 se anunciaban profetas como los sucesores de Moisés. El puesto de
los profetas lo han tomado los doctores de la Ley y sus observantes. Se ha sustituido la referencia
a Dios, propia de los profetas, por la referencia a Un código minuciosamente comentado e
interpretado, que ahoga al hombre en la casuística. Recuérdense los 613 mandamientos que se
distinguían en la Ley, todos obligatorios por igual.
v. 3. Los puntos suspensivos indican la ironía de la frase. El segundo miembro neutraliza
al primero, pues nadie hace caso de maestros sabiendo que son hipócritas. Esta interpretación se
confirma por el hecho de que Jesús ataca no sólo la conducta, sino también la doctrina de los
fariseos (15,6-9.14; 16,12; 23,13.15.16-22). No puede, por tanto, estar recomendando que hagan
lo que dicen.
v. 4. «Los fardos pesados» se oponen a «la carga ligera» de Jesús (11,30). La doctrina
propuesta por los letrados es una carga insoportable. Es más, ellos, que la proponen como
obligatoria, no ayudan en nada a su observancia, se desentienden de los que tendrían que
observarlas. No pretenden, por tanto, ayudar a los hombres, sino dominar por medio de su
doctrina.
v. 5. «Se ponen distintivos ostentosos», lit. «ensanchan sus filacterias». Este término
significa «medio de protección» contra el mal, y en el contexto judío, probablemente «medio de
custodian conservar en la memoria» la ley de Moisés; consistían en unos colgantes que llevaban
escritos ciertos pasajes de la Ley (Dt 11,13-22; 6,4-9; Ex 13,11-16.2-10) y eran el cumplimiento
material de Ex
13,9.16; Dt 6,8; 11,18 («meteos estas palabras mías en el corazón y en el alma, atadlas a la
muñeca como un signo, ponedlas de señal en vuestra frente»). Se colgaban en la frente y en la
muñeca los días de trabajo para la oración de la mañana y se pronunciaba una bendición a Dios.
Los fariseos devotos las llevaban puestas todo el día, y más grandes de lo ordinario, para ostentar
su fidelidad a la Ley.
No existe equivalente exacto en nuestra cultura, lo más aproximado serían los distintivos
ostentosos de la propia piedad o consagración a Dios. La traducción más cercana al original será:
«se cuelgan amuletos anchos/insignias/distintivos ostentosos»; el objetivo de aquella exhibición
ha de ser explicado.
vv. 7-8. «Señor mío», «monseñor», significado de «rabbí» en la época de Jesús; era título
dado a los maestros eminentes de la Ley. De ordinario se traduce «maestro», pero en este texto,
donde Mt opone el término hebreo al griego, es mejor conservarle su sentido de título.
Aunque el texto no lo indica, estas palabras de Jesús están dirigidas a sus discípulos. Jesús
insiste en la igualdad entre los suyos. Nadie de su comunidad tiene derecho a rango O privilegio;
nadie depende de otro para la doctrina: el único maestro es Jesús mismo: todos los cristianos son
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Marzo - 47 -
«hermanos», iguales. De hecho es Jesús solo quien puede revelar al hombre el ser del Padre
(11,27). Esta es la verdadera enseñanza, que consiste en la experiencia que procura el Espíritu.
Esto indica que en su comunidad lo único que tiene vigencia es lo que procede de él, que nadie
puede arrogarse el derecho a constituir doctrina que no tenga su fundamento en la que él expone y
su base en la experiencia que él comunica, y que en esta tarea todos son iguales.
v. 9. «Y no os llaméis padre»: título de los maestros y de los miembros del Gran Consejo
(Hch 7,2; 22,1).
El título «padre» se usaba para los rabinos y los miembros del Gran Consejo. «Padre»
significaba transmisor de la tradición y modelo de vida. Jesús prohibe a los suyos reconocer
ninguna paternidad terrena, es decir, someterse a lo que transmiten otros ni tomarlos por modelo.
Lo mismo que él no tiene padre humano, tampoco los suyos han de reconocerlo en el sentido
dicho. El discípulo no tiene más modelo que el Padre del cielo (cf. 5,48) y a él sólo debe invocar
como «Padre» (6,9). Se adivina en las palabras de Jesús la relación que crea el Espíritu: él es la
vida que procede del verdadero Padre, y el agente de la semejanza del hombre con el Padre.
v. 10. El término usado por Mt significa el consejero y guía espiritual. Lo mismo que el
título de Maestro, Jesús se reserva también éste y previene contra toda usurpación. Es él, en
cuanto Mesías, el que señala el camino y es objeto de seguimiento.
v. 11. Establecida la diferencia entre el comportamiento de los rabinos y el de los
discípulos (8-10), define Jesús cuál es la verdadera grandeza, en oposición a las pretensiones de
los letrados y fariseos; prescribe el espíritu de servicio, en contraste con la falta de ayuda de los
maestros de la Ley a los que tienen que cumplirla (v. 4).
v. 12. Contra el deseo de preeminencia, enuncia Jesús el principio que ha de orientar a su
comunidad. El sujeto no indicado de los verbos «lo abajarán, lo encumbrarán» es Dios mismo. El
principio enuncia, por tanto, un juicio de Dios sobre las actitudes humanas. La estima que pretenden
los rabinos ante los hombres, es desestima a los ojos de Dios.
II
La profecía bíblica critica duramente las prácticas religiosas de los gobernantes y dirigentes
del pueblo. Igualmente, el evangelio nos presenta una crítica dura y permanente de Jesús hacia la
religión practicada por los escribas y los fariseos. No deja de ser impactante esta particular crítica
religiosa. Nos plantea una sospecha con relación a la función ideológica-política de la religión,
mucho más cuando está vinculada al poder.
Todo el primer libro de Isaías está dirigido a Judá y Jerusalén en tiempos de los reyes Ozías,
Jotam, Ajaz y Ezequías. Estos gobernantes son presentados como “paradigmas de infidelidad” al
proyecto de Dios y como protagonistas del rompimiento de la alianza. Así dice Dios en el comienzo
del libro: “Hijos crié y saqué adelante, y ellos se rebelaron contra mí” (Is 1,3). La memoria de esta
alianza rota y la perspectiva de su restauración atraviesan toda la obra isaiana. El papel de la
religión en una y otra situación constituye uno de los ejes más radicales de esta crítica profética.
Is 1,10-20 concentra particularmente la crítica profética contra el culto de los poderosos
opresores. Algo perverso está sucediendo con este culto para ser tan tajantemente rechazado. El
texto acusa, condena y rechaza la práctica religiosa de quienes dirigen y gobiernan al pueblo. Sólo
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Marzo - 48 -
los ricos pueden “llenar” el templo de carneros, novillos y machos cabríos para los sacrificios
(v.11); pero para Dios eso es “vacío”, vano y abominable (v. 13). El texto abunda en expresiones de
rechazo. Muy diciente es el v. 15 al explicar con fina y mordaz ironía que las manos que se elevan
al cielo para la adoración y la alabanza “están llenas de sangre”, no precisamente por los sacrificios
sino por el asesinato del prójimo. Es intencional la repetición del término “llenar”. Las mismas
manos que llenan los atrios de bestias para el holocausto son las mismas manos asesinas y
criminales. Se refiere sin más, a las manos de los ricos y poderosos. ¡El asesinato requiere de
oración! ¡Los asesinos buscan con desespero la bendición! ¡Se bendice el crimen y el criminal es
absuelto! La religión del templo produce la buena conciencia de quienes tienen las “manos llenas de
sangre”, con lo cual, no solamente sus crímenes quedan impunes, sino que puede seguir asesinado
tranquilamente y sin ningún remordimiento de conciencia. Quizá por ello, Jesús al expulsar a los
vendedores y cambistas del templo, exige una distinción definitiva entre la oración y el crimen.
Entre lo uno y lo otro no puede haber confusión.
De la denuncia y acusación la profecía pasa a la exhortación, remarcada con nueve
imperativos que pasan de lo genérico –“desistir de hacer el mal”– a lo específico –“hacer la justicia
al huérfano, abogar por la viuda”- . Así se abre una perspectiva de conversión. ¡Es posible cambiar
de praxis! El camino de la fe es el amor y la justicia hacia el prójimo, especialmente el oprimido y
el desvalido. Es el tema principal que recorrerá todo hilo conductor todo el libro de Isaías.
Yahvéh, dentro del contexto de restauración de la alianza, invita a una disputa judicial
(v.18), de modo que la exhortación de los vv. 16-17 se combina con una advertencia sobre las
exigencias y resultados de las relaciones de alianza (vv. 18-19). La secuencia es interrumpida con
una rotunda e insólita afirmación del perdón… ”Si sus pecados son como la grana, ¿podrán ser
blanqueados como la nieve?”. Hay un camino de restauración y bienestar abierto sobre la base de la
conversión y el perdón. Sólo entonces el culto y la oración adquieren su verdadero sentido.
Jesús advierte a la comunidad discipular para no caer en la “trampa” religiosa de escribas y
fariseos. La directiva es clara: hacer lo que dicen pero no imitar lo que hacen. Su práctica, al no ser
coherente, pierde toda credibilidad, pero, no sólo eso, es además, una práctica que les proporciona
satisfacción social y “saldos” ideológicos a su favor. La incoherencia recurre a “distorsiones”
religiosas para justificarla y para reproducirla. Entre más incoherencia, más religión. Así, la
abundancia de religión crea la “bondad” y la “justicia” de los incoherentes. Mostrar la falsedad y la
banalidad de tal religión, fue tarea principal de la crítica teológica de Jesús. Con razón contra ello,
exclama los siete “ayes” reclamando la verdadera religión: la justicia, la misericordia y la fe (Mt 23,
13,32), y recomienda a la comunidad discipular (Mt 23, 8-12) la religión de la fraternidad, la
sororidad y el servicio mutuo. Es la diferencia religiosa que el programa del reino de Dios debe
construir.
Miércoles 15 de marzo
EVANGELIO
Mateo 20, 17-28
17
Mientras iba subiendo a Jerusalén se llevó Jesús aparte a los Doce y les dijo por el
camino:
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Marzo - 49 -
18
- Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los
sumos sacerdotes y letrados: lo condenarán a muerte 19y lo entregarán a los paganos, para que
se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día resucitará.
20
Entonces se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos para rendirle
homenaje y pedirle algo. 21Él le pregunto:
-¿Qué deseas?
Contestó ella:
-Dispón que cuando tú reines estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a
tu izquierda.
22
Pero Jesús replicó:
-No sabéis lo que pedís: ¿sois capaces de pasar el trago que voy a pasar yo?
Le contestaron:
-Sí, lo somos.
23
Él les dijo:
-Mi trago lo pasaréis, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no está en mi mano
concederlo más que a aquellos a los que mi Padre se lo tenga preparado.
24
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos.
25
Jesús los reunió y les dijo:
-Sabéis que los jefes de las naciones las dominan y que los grandes les imponen su
autoridad. 26No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera hacerse grande sea servidor
vuestro 27y el que quiera ser primero sea siervo vuestro. 28Igual que el Hijo del hombre no ha
venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.
COMENTARIOS
I
vv. 17-28. Comparado con los dos precedentes (16,21; 17,22s), el tercer anuncio de la
muerte-resurrección omite la idea de inevitabilidad (16,21: «tiene que») y de inminencia (17,22: «lo
van a entregar»). Se añade la condena a muerte, atribuida a los sumos sacerdotes y letrados, y la
entrega a los paganos, que tiene un propósito definido: que sea burlado, azotado y crucificado. Sin
embargo, la victoria de la vida sobre la muerte está asegurada. Jesús habla al Israel mesiánico («los
Doce»). Quiere hacerles ver que los jefes religiosos de Israel y los doctores de su Ley son los
enemigos mortales del Hombre. El escenario será Jerusalén. El Israel mesiánico deberá romper con
las instituciones del antiguo Israel, que han traicionado a Dios. De hecho, la misión se dará en
Galilea para el mundo entero (28,16-20).
II
En la época de Jesús muchas personas habían idealizado la figura del rey David. El antiguo
reino de Israel era para muchos la gran utopía. El evangelio, se muestra cauteloso frente a esta
mentalidad y pone en evidencia algunas causas que produjeron la división y el fin del reino
davídico.
El antiguo reino organizado bajo la espada de David y mantenido por Salomón se
desmoronó por causa de las ambiciones económicas y políticas de los herederos del trono. Las
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tribus del norte no soportaron las duras cargas laborales y militares impuestas desde Jerusalén y se
independizaron buscando rehacer los antiguos ideales tribales. Pero esta iniciativa no prosperó. Los
líderes del reino del norte se enfrascaron en una sangrienta lucha interna que facilitó su caída.
El evangelio recoge esta experiencia en la contienda entre el grupo de los diez y el grupo de
los dos. Los diez representan los antiguos ideales de Israel. Los dos, las descaradas ambiciones del
reino de Judá. Jesús, sin embargo, dirime la contienda atacando la raíz que dio origen a la división
del pueblo de Dios.
La respuesta de Jesús pone en evidencia la ambición de poder que mueve a los discípulos en
la búsqueda del Reino. El poder es una de las grandes tentaciones que conducen a los gobernantes al
despotismo y a la violencia. Jesús les recuerda a sus seguidores que no están exentos de caer en la
envolvente espiral del absolutismo. Para vencer esta dinámica propone su alternativa: el servicio.
Únicamente por medio del servicio desinteresado, generoso y entusiasta el ser humano se
libera de la implacable atracción que ejerce el poder y el autoritarismo. En esto Jesús da un ejemplo
tan contundente que toda su existencia se puede considerar el modelo de la nueva humanidad.
Jueves 16 de marzo
EVANGELIO
Lucas 16, 19-31
19
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino, y banqueteaba todos los días
espléndidamente. 20Un pobre llamado Lázaro estaba echado en el portal, cubierto de llagas;
21
habría querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico; por el contrario,
incluso se le acercaban los perros para lamerle las llagas. 22Se murió el pobre y los ángeles lo
reclinaron a la mesa al lado de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. 23Estando en
el lugar de los muertos, en medio de tormentos, levantó los ojos, vio de lejos a Abrahán con
Lázaro echado a su lado 24y lo llamó:
-Padre Abrahán, ten piedad de mi; manda a Lázaro que moje en agua la punta de un
dedo y me refresque la lengua, que padezco mucho en estas llamas.
25
Pero Abrahán le contestó:
-Hijo, recuerda que en vida te tocó a ti lo bueno y a Lázaro lo malo; por eso ahora éste
encuentra consuelo y tú padeces. 26Además, entre nosotros y vosotros se abre una sima inmensa,
así que, aunque quiera, nadie puede cruzar de aquí hasta vosotros ni pasar de ahí hasta
nosotros.
27
El rico insistió:
-Entonces, padre, por favor, manda a Lázaro a casa de mi padre, 28porque tengo cinco
hermanos: que los prevenga, no sea que acaben también ellos en este lugar de tormento.
29
Abrahán le contestó:
-Tienen a Moisés y a los Profetas, que los escuchen.
30
El rico volvió a insistir:
-No, no, padre Abrahán, pero si uno que ha muerto fuera a verlos, se enmendarían.
31
Abrahán le replicó:
-Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, no se dejarán convencer ni aunque uno
resucite de la muerte.
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Marzo - 51 -
COMENTARIOS
I
LA IMAGINERIA PIADOSA JUDÍA ETERNIZADA
EN EL LENGUAJE RELIGIOSO
La parábola del rico y de Lázaro, desconectada de su contexto vital, ha dado pie a considerar
como pensamiento auténtico de Jesús lo que no era más que una simple concesión al lenguaje de
sus adversarios (cielo = seno de Abrahán; purgatorio o infierno = el abismo, lugar de tormento,
llamas). Jesús habla a los fariseos: la parábola se adapta forzosamente a sus categorías religiosas.
Con todo, una cosa es clara: los dos «se mueren», pero mientras el pobre Lázaro es conducido por
los ángeles al seno de Abrahán, símbolo de una vida que continúa, del rico se afirma que «lo
enterraron» (16,22). La parentela del rico (los «cinco hermanos») irá a parar inexorablemente al
lugar de la muerte. No han hecho caso a Moisés (= la Ley, el pedagogo de los inmaduros), ellos los
observantes por antonomasia, ni de los Profetas (= el Espíritu, la prenda de los hijos de Dios). Por
eso «no harán caso ni a un muerto que resucite» (16,29-31). Cuando Lucas redacta su Evangelio, el
peligro fariseo sigue latente en su comunidad. Es el problema de siempre: dinero, poder... El abismo
que se abre entre los miembros de una comunidad que comparte y otra que lo cifra todo en la
observancia ritual y minuciosa de lo que está mandado «es inmenso: por más que quiera, nadie
podrá cruzar de aquí basta vosotros ni pasar de ahí hasta nosotros» (16,26). Es el abismo que existe
entre la vida y la no-vida, entre el que está seguro de si mismo y el que asume el riesgo de poner su
propia existencia al servicio de los hermanos.
II
El sueño de una sociedad igualitaria irrumpe de nuevo, esta vez en la parábola del rico y
Lázaro, el pobre. Pero irrumpe de una manera extraña: resaltando el abismo que hay entre uno y
otro, no para profundizarlo, sino para cuestionar las ideologías que producen los abismos
deshumanizadores y para proponer caminos que los superen.
La riqueza y la pobreza es uno de esos abismos más profundos y más infranqueables hoy en
el mundo. Igualmente en el mundo de Jesús. El evangelio de Lucas es quizá el que más resalta este
abismo como culpable del antagonismo y de la deshumanización. La comunidad discipular tiene en
esta parábola una “orientación” para no caer en el abismo pero además tiene también una
“propuesta” humanizadora.
Los abismos son asumidos a través de ideologías religiosas que los legitiman y los sustentan.
La parábola pone en evidencia esa ideología a través de las actitudes, las palabras, los deseos y las
súplicas del “rico”. Todo ello expresado a través de la fe en Abraham. Pero también, expresa el
cuestionamiento a este tipo de fe a través de otra imagen de Abraham, el protector de los “Lázaros”.
Según René Krüger («Abrahán versus Abrahán. Análisis isotópico de los dos Abrahanes en el
Evangelio de Lucas», en Los caminos inexhauribles de la Palabra. Homenaje a J. Severino Croatto.
Buenos Aires, Lumen-Isedet, 2000, p.347-386»), evidencia una lucha ideológica fuerte entre dos
papeles temáticos antagónicos de un personaje escindido en dos. Para la comunidad discipular se
trata de asumir una crítica profética a una ideología perversa y una afirmación, igualmente
profética, de un sentido humanizador de la fe cristiana.
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Marzo - 52 -
No puede haber una sola teología en un contexto atravesado por tantas oposiciones y
conflictos entre ricos y pobres, despreciadores y despreciados, oponentes y seguidores de Jesús,
puros e impuros, judíos y paganos, hombres y mujeres. No hay teologías “neutras” que escapen a la
confrontación social. Hay diversas teologías que expresan los intereses ideológicos de cada uno de
los grupos en conflicto. Así tenemos en nuestra parábola dos teologías antagónicas en torno a la
figura de Abraham:
Una teología de los autosuficientes y confiados en su ascendencia abrahamítica, ricos,
exigentes y solicitantes de milagros y favores especiales (Lc 16, 24.27-28.30).
Una teología de los humildes y oprimidos, mujeres, enfermos, pobres, pecadores,
despreciados (Lc 16,22-23). En esta teología Abraham ejerce funciones de juez (Lc 16,25-26) y
confirma la escucha de Moisés y los profetas como camino humanizador (Lc 16,29.31).
La parábola (única en los evangelios sinópticos) critica y destruye ideológicamente el papel
temático del “Abraham de los ricos” mediante el desenmascaramiento de su carácter fraudulento
(parecen “ricos” pero no son), y a la vez va creando positivamente el papel temático del “Abraham
de los pobres” mediante la “ascensión” de los marginados (son los verdaderos privilegiados, aunque
no parezcan serlo). Lo uno y lo otro son indispensables frente a la sociedad escindida, por lo menos
desde el punto de vista de la comunidad discipular. Es indispensable el desenmascaramiento del
carácter deshumanizante de la riqueza y de la codicia que produce la insensibilidad ante el
sufrimiento del pobre, como lo es también la creación de un talante dignificante entre los pobres y
marginados.
La teología justificadora del abismo entre pobreza y riqueza es deslegitimada desde el
momento en que la parábola niega rotundamente toda pretensión de los abrahamitas basada en su
ascendencia, destruye el concepto de un Abraham salvador del Hades, estatuye un Abraham juez de
los ricos y defensor de los pobres y al mismo tiempo ratificador de la plena vigencia de la ley de
Dios.
El apelo privilegiado a la filiación abrahamítica para justificar actuaciones perversas y
crueles, no tiene la respuesta esperada. A pesar de ser calificado como “hijo”, su padre no quiere (v.
25) ni puede (v.26) hacer nada para aliviar su penosa situación. La solicitud de un “milagro
especial” favorable es respondida remitiendo a la praxis salvífica: conocer y practicar la voluntad de
Dios expresada por Moisés y los profetas. Praxis que se concreta en el amor a los pobres, en la
satisfacción de sus necesidades y en el compartir. Ser hijo de Abraham no garantiza nada a los que
no quieren oír a Moisés y los profetas. Al contrario, la filiación tiene que ser vivida en una praxis
que le corresponda. La praxis coherente y contrastante “pertenece” a la comunidad discipular lucana
según el programa del reino de Dios.
La teología de los pobres recupera a un Abraham liberador y solidario con los pobres.
Lázaro, al morir, es llevado por los ángeles hasta el seno del padre-patriarca, lugar destacado en el
banquete mesiánico, protegido y placentero como el regazo para el bebé. Allí encuentra agua fresca
y consuelo. Realmente está gozando de la plenitud del reino de Dios. Rica imagen para expresar
sueños, anhelos y deseos de quienes, como Lázaro, yacen junto al portal cubiertos de llagas,
deseando hartarse de lo que cae de la mesa del rico; además expresa un fuerte contraste que lleva a
imaginar “otro mundo posible” que cuestiona y que desafía el actual mundo injusto, plagado de
abismos infranqueables.
La parábola cumple su cometido pedagógico haciendo reflexionar a la comunidad discipular
sobre el valor y el antivalor de las representaciones simbólicas del patriarca, interesándose en la
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Marzo - 53 -
destrucción de la seguridad mentirosa de los autosuficientes y arrogantes y en la recuperación de un
Abraham solidario con los pobres. La centralidad del patriarca en la parábola busca que este mismo
destruya la imagen justificadora y complaciente que los ricos tienen de él, y a la vez para indicar a
las claras cuáles son sus verdaderas preferencias y sus afectos más entrañables.
Viernes 17 de marzo
EVANGELIO
Mateo 21, 33-43. 45-46
33
Escuchad otra parábola:
Había una vez un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar,
construyó la torre del guarda (Is 5,1-7), la arrendó a unos labradores y se marchó al extranjero.
34
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus siervos para percibir de los
labradores los frutos que le correspondían. 35Los labradores agarraron a los siervos, apalearon
a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
36
Envió entonces otros siervos, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo.
37
Por último les envió a su hijo, diciéndose:
-A mi hijo lo respetarán.
38
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron:
-Éste es el heredero: venga, lo matamos y nos quedamos con su herencia.
39
Lo agarraron, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
40
Vamos a ver, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
41
Le contestaron:
-Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará su viña a otros que le
entreguen los frutos a su tiempo.
42
Jesús les dijo:
-¿Nunca habéis leído en la Escritura?
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho:
¡Qué maravilla para los que lo vemos! (Sal 118,22-23).
43
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se le dará a un pueblo
que produzca sus frutos.
45
A1 oír sus parábolas, los sumos sacerdotes y los fariseos se dieron cuenta de que iban por
46
ellos. Aunque estaban deseando echarle mano, tuvieron miedo de las multitudes, que lo tenían por
profeta.
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Marzo - 54 -
COMENTARIOS
I
v. 33. Jesús reclama la atención de los dirigentes para la parábola que sigue («escuchad»).
La imagen de la viña está tomada de Is 5,ls, citado libremente. «La torre del guarda», lit. «una
torre»; se trata de una torrecilla o atalaya para vigilar la viña, sobre todo en la época de la
vendimia. Con la especificación «del guarda» se indica la finalidad para la que se construye. La
viña como imagen del pueblo elegido era familiar a los judíos (cf. Os 10,1; Jr 2,21; Ez 15,lss;
19,l0ss; Sal 80,9ss).
Para mayor claridad, puede anticiparse el significado de las figuras simbólicas que
aparecen en esta alegoría: el propietario de la viña representa a Dios; la viña, como se ha dicho, a
Israel; la plantación y trabajos del dueño en favor de ella muestran la solicitud y el amor de Dios
por el pueblo elegido; los labradores encargados de que la viña produzca, son figura de los
dirigentes; el fruto, como lo indica el paralelo de Is 5,7, es el amor al prójimo, es decir, el derecho
y la justicia; los criados enviados por Dios representan a los profetas; su repetido envío señala la
constante llamada de Dios a la conversión; el Hijo y heredero es Jesús el Mesías.
vv. 34-35. «El tiempo de la vendimia», lit. «el tiempo/momento de los frutos». Dios pide
cuentas a los dirigentes; envía dos grupos de criados, que pueden corresponder a los profetas de
antes y después de la deportación a Babilonia. Los malos tratamientos que sufren por parte de los
labradores marcan una progresión ascendente: apalear, matar, apedrear, mostrando el
empeoramiento progresivo de las relaciones del pueblo con Dios. Tanto en el judaísmo como en el
cristianismo primitivo se habla de la lapidación de los profetas (cf. 2 Cr 24,21; Mt 23,37).
vv. 36-37. El segundo grupo de criados, más numeroso que el primero, sufre los mismos
malos tratos. Los dirigentes tampoco responden a su mensaje. La historia de Israel está dominada
por la infidelidad a Dios. Pasa un período de tiempo («por último»). El dueño está seguro de que a
su hijo lo respetarán; Dios espera siempre una respuesta del hombre. «El Hijo» es clara alusión a
Jesús mismo (cf. 2,15; 3,17; 4,3; 8,29; 14,33; 16,16; 26,63; 27,43-54).
v. 38. La expectación del dueño se ve defraudada. Los labradores reconocen
inmediatamente al hijo; no hay vacilación, pero deciden matarlo. Su crimen no es consecuencia de
un error trágico; tienen plena conciencia de la gravedad de su acción.
Quieren ser ellos los únicos dueños y señores de la viña, del pueblo de Dios. La parábola
se refiere directamente a los dirigentes de Israel, pero indirectamente toca también al pueblo, en
cuanto éste se deja arrastrar y participa de la infidelidad de sus dirigentes. Así sucederá en el
juicio ante Pilato (27,20).
v. 39. «Echar fuera de la viña» indica la exclusión de la sociedad judía que los dirigentes
decretan contra Jesús. Se juzga al hijo indigno de vivir y aun de morir dentro de su heredad; la
viña ya no le pertenece. «Lo mataron» pone el punto final a la acción de los labradores.
vv. 40-41.
La pregunta de Jesús recuerda la de Is 5,3: «Pues ahora, habitantes de
Jerusalén, hombres de Judá, sed jueces entre mí y mi viña.» La respuesta de los dirigentes tiene
ecos de la ruina y destrucción de Jerusalén, que será predicha por Jesús más tarde (24,2.l2ss).
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Marzo - 55 -
v. 42. Jesús pone al descubierto la responsabilidad de los dirigentes. La cita de Sal 118,22s
supone la costumbre de que un oficial o maestro diera su aprobación a cada uno de los sillares
destinados a un edificio; los defectuosos se desechaban. La piedra que los dirigentes desechan,
que se identifica con el Hijo al que expulsan fuera y matan, será la que corone el nuevo edificio,
figura del nuevo pueblo de Dios. No se hace esto por iniciativa de Jesús, sino de Dios mismo, y
para los que lo presencian es algo absolutamente insólito, pues invierte los valores establecidos en
la sociedad israelita.
v. 43. Recoge Jesús el juicio dado por sus adversarios (v. 41) y lo aplica a ellos mismos.
La viña representaba el reinado de Dios. Este va a ejercerse sobre otro pueblo (en singular), es
decir, sobre el Israel mesiánico, en el que se integrarán todas las naciones. Es la adhesión a Jesús
como Mesías Hijo de Dios vivo (16,16) la que funda el nuevo edificio y constituye el nuevo
pueblo.
vv. 45-46. En lugar de los senadores aparecen ahora los fariseos. Su deseo de prender a
Jesús se ve detenido por la opinión de las multitudes. Estas piensan de Jesús lo mismo que habían
pensado de Juan (cf. 21,26; 21,11). La expectación mesiánica expresada en la entrada en Jerusalén
no acaba de cuajar.
II
En la estructura del evangelio de Mateo que nos presenta Pablo Richard («Evangelio de
Mateo: una visión global y liberadora», Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana RIBLA,
27(1997)6-27), la parábola de los viñadores homicidas (21,33-46) junto con la de los dos hijos
(21,28-32) y la de los invitados al banquete (21,1-14) forma parte de la “sección profética” en la
gran confrontación del Mesías Jesús con el Templo y sus autoridades en Jerusalén. La resolución de
la confrontación en la pasión, crucifixión y resurrección confirmará el carácter mesiánico-profético
de Jesús para la comunidad de Mateo.
Si las parábolas buscan entrar en el centro mismo del mensaje de Jesús acerca del Reinado
de Dios, nos encontramos aquí con tres, que dentro de un contexto polémico de confrontación,
ubican el proyecto del Reino en un claro antagonismo político-religioso con el proyecto de las
autoridades de Israel. Lo que ellas dicen contra los sumos sacerdotes y los fariseos de Jerusalén no
puede luego ser predicado en la Iglesia como una exhortación piadosa a las virtudes cristianas. Sería
una interpretación errada y perversa con la evidente intencionalidad de ocultar la crítica ideológicareligiosa que estas tres parábolas hacen al orden impuesto. Si la interpretación de la confrontación
ha carecido de la perspectiva crítica, se debe principalmente, a la ausencia, tanto en la exégesis
como en la teología, de la “clave” decisiva para leer cabalmente esta confrontación: el hilo
conductor es de orden político-religioso, así como era político-religiosa la autoridad que poseían los
adversarios de Jesús.
La parábola de los viñadores homicidas que Jesús narra en Jerusalén, entendida en clave
política, lleva a las autoridades, no sólo a extender esa clave a la generalidad de las parábolas de
Jesús (Mt 21,45), sino a dar comienzo a los intentos de eliminar a ese peligroso rival. Si no pueden
llevarlo a cabo, es, entre otras cosas, por “tener miedo al pueblo” (otro signo del carácter político de
la crítica), ya que éste estaba con él. La parábola ha puesto al descubierto, públicamente, en el
centro mismo del poder, la ideología que cubre el conflicto y los intereses de los directamente
implicados en ello: los sumos sacerdotes y los fariseos.
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Marzo - 56 -
Crítica del presente:
En el foco de la crítica están los sacerdotes y los fariseos de Jerusalén y su ideología
política-religiosa que les afirma en el poder y los legitima frente al pueblo. Jesús los acusa de haber
rechazado, perseguido, torturado y asesinado a los profetas, “siervos” de Dios, enviados para
“reclamar” los frutos que le pertenecen a Dios. Si así procedieron con los profetas ¿Cómo no hacer
lo mismo con Jesús, el incómodo profeta galileo? Al fin y al cabo se trata de perpetuar el dominio
sobre la “herencia” de Dios. La conclusión a la que apunta desencadena el enojo y las
maquinaciones criminales de los adversarios de Jesús: se les despojará la “viña” de la que viven y la
que les da poder y se la dará “a un pueblo que rinda sus frutos”.
Saber ficticio:
El relato narra una situación “deseada” por los trabajadores agrícolas (seguramente
campesinos galileos) despojados de sus tierras por los nuevos latifundistas romanos. Al prolongarse
la ausencia del propietario, los trabajadores ven la oportunidad de recuperar sus tierras, asesinando a
los siervos y al hijo del propietario que intenta reclamar los frutos de la viña. La conclusión apunta
hacia la impugnación de la “legitimidad” de quienes se apoderaron de las tierras tribales galileas
convirtiéndolas en viñedos y lagares para la producción del vino de exportación.
La parábola se vale de historias de resistencia y rebeldía campesina - tan frecuentes en el
mundo galileo pero tan molestas para la gente de la capital - para cuestionar, desafiar y deslegitimar
el poder ideológico-político-religioso de sacerdotes y fariseos del Templo de Jerusalén. El
mesianismo galileo, motivador de las rebeldías e insurrecciones campesinas, impugna la ideología y
el poder que desde Jerusalén rechaza, tortura y asesina a los profetas.
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír la parábola “comprendieron que se estaba
refiriendo a ellos”. Los adversarios de Jesús se percatan de aquello a lo que la parábola apunta. Se
llenan de odio al versen desacreditados, y ello delante de un pueblo que, aunque no sea más que de
manera vaga, comprenden la “punta” de su polémica. Lo que realmente no pueden entender es que
Jesús interprete de veras el juicio de Dios. Las intenciones asesinas no se compadecen, ciertamente,
con la apertura de la mente y el corazón.
Sábado 18 de marzo
EVANGELIO
Lucas 15, 1-3. 11-32
15 1Todos los recaudadores y descreídos se le iban acercando para escucharlo; 2por eso
tanto los fariseos como los letrados lo criticaban diciendo:
-Éste acoge a los descreídos y come con ellos.
3
Entonces les propuso Jesús esta parábola:
-11Un hombre tenía dos hijos; 12El menor le dijo a su padre:
-Padre, dame la parte de la fortuna que me toca.
El padre les repartió los bienes. 13A los pocos días, el hijo menor, juntando todo lo suyo,
emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo como un perdido. 14Cuando se lo
había gastado todo, vino un hambre terrible en aquella tierra, y empezó él a pasar necesidad.
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Marzo - 57 -
15
Fue entonces y buscó amparo en uno de los ciudadanos de aquel país, que lo mandó a sus
campos a guardar cerdos. 16Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que
comían los cerdos, pues nadie le daba de comer. 17Recapacitando entonces se dijo:
-Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de
hambre. 18Voy a volver a casa de mi padre y le voy a decir: "Padre, he ofendido a Dios y te he
ofendido a ti; 19ya no merezco llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros".
20
Entonces se puso en camino para casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su
padre y se conmovió; salió corriendo, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
21
El hijo empezó:
-Padre, he ofendido a Dios y te he ofendido a ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
22
Pero el padre dijo a sus criados:
-Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en el dedo y sandalias en
los pies; 23traed el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete, 24porque este hijo mío
estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y se le ha encontrado.
Y empezaron el banquete.
25
El hijo mayor estaba en el campo. A la vuelta, cerca ya de la casa, oyó la música y la
danza; 26llamó a uno de los mozos y le preguntó qué pasaba. 27Este le contestó:
- Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar el ternero cebado por haber
recobrado a su hijo sano y salvo.
28
Él se indignó y se negaba a entrar; su padre salió e intentó persuadirlo, 29pero él
replicó a su padre:
-A mí, en tantos años como te sirvo sin saltarme nunca un mandato tuyo, jamás me has
dado un cabrito para hacer fiesta con mis amigos; 30en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo
que se ha comido tus bienes con malas mujeres, matas para él el ternero cebado.
31
El padre le respondió:
-Hijo, ¡si tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo! 32Además, había que hacer
fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a vivir, andaba perdido y
se le ha encontrado.
COMENTARIOS
I
RESPUESTA EN MASA DE LOS MARGINADOS
«¡Quien tenga oídos para oír, que escuche!» (14,35a): así concluía el primer cuadro, una
invitación a aceptar sin condiciones el magisterio de Jesús. En el segundo cuadro (15,1-32) se
constata la reacción del auditorio: «Se le iban acercando todos los recaudadores y descreídos para
escucharlo; por eso tanto los fariseos como los letrados se pusieron a murmurar diciendo: "Este
acoge a los descreídos y come con ellos"» (15,1-2). Los proscritos por la sociedad teocrática,
atraídos por los planteamientos radicales de Jesús, reaccionan en masa y aceptan sus condiciones.
Son los que han hecho ya la experiencia de la marginación..., insatisfechos por la vida que
llevaban dentro de aquella sociedad religiosa. Jesús habla un lenguaje distinto y, sobre todo,
muestra hacia ellos una actitud abierta, compartiendo su situación. La flor y nata de la religiosidad
judía reacciona haciendo aspavientos, porque «acoge a los descreídos», rompiendo con el
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Marzo - 58 -
apartheid religioso, y «come» con ellos, sin importarle su mentalidad arreligiosa. «Comer»
comporta participar de una misma manera de pensar, crea comunidad.
TRIPTICO PARABOLICO: LA GRAN FIESTA DE LOS CRISTIANOS
Como toda respuesta, Jesús les propone una parábola, precedida de dos analogías. Lucas no
dejará constancia de reacción alguna de la clase dirigente. La reserva para el libro de los Hechos,
donde el retorno de los marginados coincidirá con la conversión de Felipe, Saulo y Pedro, y la
«murmuración» irá a cargo de los creyentes de origen judío por la apertura de Pedro a la causa de
los paganos (Hch 8,4-11,18).
Entre el enunciado de la parábola (v. 3a) y su exposición (vv. 11-32), Lucas intercala dos
analogías en forma de dos preguntas retóricas, una basada en el mundo cultural del hombre (vv. 37) y la otra en el de la mujer (vv. 8-10).
COMO SE APRENDE A HACER FIESTA
La parábola propiamente dicha es la del hijo pródigo. Ahora bien: sin las analogías
anteriores se podría entender que el núcleo de la parábola lo constituye la conversión del hijo
pródigo. Si eso fuese así, bastaría el encabezamiento: «Un hombre tenía un hijo; éste le dijo a su
padre: "Padre, dame la herencia que me corresponde", etc.» La parábola, en cambio, empieza así:
«Un hombre tenía dos hijos...» (15,1la). El hijo menor representa a los «recaudadores y descreídos»,
mientras que el hijo mayor personifica a «los fariseos y letrados». El primero es el prototipo de los
marginados, de los descreídos, de aquellos que, si se enmiendan, tienen gran capacidad de hacer
fiesta y de mostrarse agradecidos por el don que han recibido, conscientes de que todos los placeres
juntos, que desgraciadamente ya han experimentado y que tanta vaciedad han dejado en ellos, no
tienen sentido en comparación con la alegría que sienten en la casa del Padre. El hijo mayor, en
cambio, es el prototipo del hombre religioso y observante, quien a pesar de ser hijo se comporta
como un sirviente/esclavo en la casa de su padre («Mira: a mí, en tantos años como te sirvo sin
saltarme nunca un mandato tuyo...», 15,29), sin que nunca se haya atrevido a pedirle... lo que era
suyo. No ha experimentado jamás confianza alguna, preocupado únicamente por cumplir, obedecer,
observar órdenes y mandatos. No sabe qué significa ser «hijo», y cuando lo descubre en su
hermano, «se indigna y se niega a entrar» en la nueva relación afectiva con su padre, en vez de
alegrarse y de hacer fiesta por la vida recuperada y redescubierta en la persona de su hermano.
II
El capítulo 15 del evangelio de Lucas nos pone frente a una serie de parábolas llamadas
“parábolas de la alegría de Dios”. Se llaman con justicia de la “alegría”, porque la alegría
compartida es central en las tres: la oveja perdida, la dracma perdida y el hijo perdido (pródigo).
Las tres se refieren a la preocupación prioritaria de Dios ante lo que está perdido y a su alegría,
igualmente prioritaria, ante su recuperación. Buscan el desmantelamiento de la ideología que se
opone al Reino y pretende descartar o minimizar su venida. Jesús apoyándose en la ideología de los
adversarios (fariseos y escribas) parece aceptar que Israel está dividido en dos grandes grupos:
quienes acaparaban los bienes de la sociedad y quienes quedaban completamente al margen de esos
mismos bienes. La ideología dominante no niega la profunda división social, pero la “cubre” con
nombres religiosos, con lo que la justifica. Le quita su realismo chocante y le da una connotación
religiosa: habla de Israel como dividido entre “justos” y “pecadores”. Así no sería nada extraño ni
molesto que los “pecadores” sean “pobres”. De algún modo, ellos mismos se habrían marginado del
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Marzo - 59 -
verdadero Israel, y su pobreza no sería más que un modo superficial de aludir a algo más profundo:
su pecado. Jesús en estas tres parábolas no confronta la calificación ideológica de los pobres como
pecadores (cosa que sí lo hará en otras parábolas), pero si muestra que, aun admitiendo que las
cosas sean como aparecen o se dicen, con esos “pecadores”, y no con los “justos” está la
preocupación de Dios y su alegría cuando logra recuperarlos para sí y para Israel.
La primera secuencia (Lc 15,1-2) se caracteriza por la introducción de programas narrativos
incompatibles, por el desdoblamiento del hacer de los sujetos y por el establecimiento de un sistema
de “roles” temáticos.
Los programas narrativos:
Las relaciones entre los tres grupos de personajes (Jesús, los publicanos y pecadores, los
escribas y los fariseos) se establecen como sigue: la palabra es susceptible de ser transmitida por
Jesús a los “pecadores”. Estos se desplazan para escucharlo. Expresan una voluntad de ser capaces
de convertirse en comunidad discipular (sujeto). La reacción de los escribas y fariseos, por el
contrario, no puede encontrar un lugar en dicho programa. Corresponde a un programa opositor,
que aunque no aparezca claramente, sí se expresa mediante una tentativa de obstaculización
(“murmuraban”) tratando de desacreditar a jesús.
Desdoblamiento del hacer de los sujetos:
Tenemos dos “programas narrativos” opuestos: el de Jesús junto con publicanos y pecadores
y el de los escribas y fariseos. En el primero el hacer se de fine en comer y enseñar y en el segundo
el hacer es interpretativo (“murmurar”).
El sistema de “roles” temáticos:
Los grupos de personajes son calificados por su acción. “publicanos y pecadores” se acercan
para escuchar a Jesús, “fariseos y escribas” “murmuran”, Jesús, a su vez, acoge a los pecadores y
come con ellos. “Publicanos y pecadores” pertenecen a la misma configuración religiosa-ideológica
que los “fariseos y los escribas”. Los primeros son los representantes “negativos” de éstos, al haber
transgredido los valores que éstos proponen y defienden. Veamos:
Fariseos y escribas guardianes de la ley (“justos”)
Publicanos y pecadores transgresores de la ley (“pecadores”)
Jesús no pertenece a la configuración religiosa en escena. Su nombre propio lo designa
como un individuo particular no dotado de un “papel social” específico. Ser la tercera persona, entre
los guardianes y los transgresores de la ley, es lo que constituye su título narrativo inicial. Siendo
distinto de los unos y de los otros, no es un extraño pero tampoco representa una configuración
particular, a no ser que el acercarse para oírle por parte de publicanos y pecadores, le configure en
su papel de maestro-profeta. Al fin y al cabo el relato define a Jesús como locutor y a los demás
como oyentes.
La denuncia del comportamiento de Jesús por sus adversarios pone en evidencia el aspecto
afectivo y festivo de la comunicación, así como su efecto de instauración de relaciones alternativas
significantes. Jesús representa una palabra que acoge y una acción misericordiosa que transforma a
sus oyentes en comensales de la mesa común.
Algo totalmente distinto ocurre con el papel de los escribas y fariseos: murmuran. Usan la
palabra, no para la acogida, sino para la denuncia, con vistas a la suspensión de la fiesta y la
anulación de sus efectos de comunión. La murmuración connota condenación o indignación no
declarada. En todo caso oposición.
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Marzo - 60 -
La parábola pone el tema “capital” en la discusión: los preferidos de Dios, los que en
definitiva son acogidos en su casa y se sientan a su mesa para alegrarse con él en el Reino, son los
pobres y marginados de Israel, aunque sean pecadores. La alegría consiste en recobrar o recibir de
vuelta en la casa al hijo perdido, descrito como pecador y como lejano. Quien está “lejos” es quien
está “dentro” del corazón del padre. Quien está “cerca” (el hijo mayor) está, en realidad, lejos, la
distancia es abismal. Esta distancia puede decirnos algo acerca de dónde se encuentra en Israel el
pecado mayor. El hijo “cercano” (el mayor) está representando a todos los que eran considerados
“justos” y, entre ellos, a las autoridades de Israel. El hijo “lejano” representa a quienes se ven
privados de todo a causa de su manifiesto “pecado”, el alejamiento y trasgresión de la ley. Es muy
significativo que los que se tienen por justos pidan cuentas a Dios de su “alegría” ¿Y qué es esto
sino apuntar a lo opuesto de aquello a lo que apunta el Reino? ¿Qué es sino “escandalizarse” del
Reino y de sus “extrañas” preferencias?
Domingo 19 de marzo
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
Primera lectura: Ex 20, 1-17
Salmo responsorial: 18, 8-11
Segunda lectura: 1 Cor 1, 22-25
EVANGELIO
Juan 2, 13-25
13
Estaba cerca la Pascua de los Judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas
instalados. 15Haciendo como un azote de cuerdas, a todos los echó del templo, lo mismo a las
ovejas que a los bueyes; a los cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas 16y a los
que vendían palomas les dijo:
-Quitad eso de ahí: no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios.
17
Se acordaron sus discípulos de que estaba escrito: "La pasión por tu casa me consumirá".
18
Respondieron entonces los dirigentes judíos, diciéndole:
-¿Qué señal nos presentas para hacer estas cosas?
19
Les replicó Jesús:
-Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré.
20
Repusieron los dirigentes:
-Cuarenta y seis años ha costado construir este santuario, y ¿tú vas a levantarlo en tres
días?
21
Pero él se refería al santuario de su cuerpo.
22
Así, cuando se levantó de la muerte se acordaron sus discípulos de que había dicho esto y
dieron fe a aquel pasaje y al dicho que había pronunciado Jesús.
23
Mientras estaba en Jerusalén, durante las fiestas de Pascua, muchos prestaron adhesión a
su figura al presenciar las señales que realizaba. 24Pero Jesús no se confiaba a ellos, por
conocerlos a todos; 25no necesitaba que nadie lo informase sobre el hombre, pues él conocía lo que
el hombre llevaba dentro.
14
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Marzo - 61 -
COMENTARIOS
I
DE SUMA ACTUALIDAD
A mí no me extraña que Jesús de Nazaret entrara en el templo de Jerusalén y haciendo un
azote de cordeles echara fuera a muchos. No era para menos; más que un templo, parecía un
banco, siendo de hecho el centro financiero más importante del país.
Las máximas autoridades de aquella entidad eran cuatro sacerdotes de la alta aristocracia
sacerdotal: el Sumo Sacerdote, su vicario, el guardián o encargado de llaves y el tesorero. Los
cuatro gozaban de privilegios de todo tipo y se lucraban a costa del templo, cuyas finanzas
comprendían gran cantidad de inmuebles, tesoros y joyas, la administración de los tributos,
ofrendas y capitales privados depositados en él.
La adquisición de los productos necesarios para el culto, el control de la venta de aves y
otros artículos para los sacrificios, y el cuidado de conservar en buen estado y reparar los
utensilios de plata, ofrecían al sacerdote tesorero -presidente del consejo de administración de la
"entidad bancaria" del templo- un amplio campo de actividad con una gran número de empleados
bajo su control.
Un espectáculo deplorable. El templo, además, acuñaba su propia moneda, pues no se
podían aceptar en el lugar santo monedas que llevasen la imagen de reyes, emperadores u otros
personajes, lo que hacía que hubiera numerosas oficinas de cambio en sus dependencias Debido a
las estrictas prescripciones de pureza ritual que se exigían para poder sacrificar un animal al Dios
de Israel, también se instaló junto al templo una feria de ganado, bajo el control de la
administración del clero.
Vergonzoso montaje económico en el que hasta el perdón de Dios se lograba con dinero:
bastaba para ello comprar un animal y ofrecerlo a Dios. En los alrededores del templo, para
mayor inri había numerosas tiendas de maderas preciosas, de pieles -de los animales degollados
en los sacrificios- y de objetos turísticos que abastecían de recuerdos a los piadosos peregrinos, al
tiempo que engrosaban las arcas ya, de suyo boyantes, del templo.
Jesús no pudo contenerse aquel día. Al encontrar semejante panorama -verdadero
maridaje entre Dios y dinero, templo y mercado, banca y clero- "haciendo un azote de cordeles,
echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó
las mesas, y a los que vendían palomas les dijo: Quitad esto de aquí, no convirtáis en un mercado
la casa de mi Padre".
Las palabras de Jesús tienen suma actualidad.
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Marzo - 62 -
II
EL TEMPLO NO ES LA CASA DE DIOS
Dios no cabe entre cuatro paredes por mucho que en el transcurso de los siglos lo hayan
intentado encerrar los manipuladores de la fe de los pueblos Dios sólo cabe en el Hombre; en el
hombre que, por amor, entrega y gasta la vida por la libertad de sus semejantes. Y en los grupos de
hombres en los que ese amor es la característica que los idéntica.
EL TEMPLO DE JERUSALEN
Desde muchos siglos antes de Jesús, en Palestina sólo había un templo. En una sociedad
tan religiosa, si sólo se podía encontrar a Dios en un lugar, los intermediarios de ese encuentro,
los que controlaban el acceso a ese lugar adquirían, por ese hecho, el mayor poder que un hombre
puede pretender: la capacidad para facilitar o impedir la relación de los hombres con Dios. Los
sumos sacerdotes, que se atribuyeron en exclusiva ese poder, muy pronto lo aprovecharon en
beneficio propio. En tiempos de Jesús, controlaban directa o indirectamente la venta de animales
-corderos, bueyes y palomas- para los sacrificios (las ceremonias de aquella religión incluían casi
siempre el sacrificio de un animal, el impuesto religioso y el cambio de moneda (sólo se podía
pagar ese impuesto en moneda oficial del templo; Mt 21,12; Jn 2,15). El tesoro del templo
funcionaba también como banco en el que se depositaban las grandes fortunas y, además, el
templo poseía grandes extensiones de tierra; era la primera empresa de Palestina. Y todo porque
aquélla, decían, era la casa de Dios; y ellos tenían la llave. Jesús va a acabar con esta situación.
SE ACABO EL TEMPLO
Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas insra1ados,
y haciendo como un azote de cuerdas, a todos los echó del templo, lo mismo a las ovejas que a los bueyes;
a los cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas, y a los que vendían palomas les dijo:
-Quitad eso de ahí: no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios.
Los antiguos profetas habían denunciado repetidamente que los dirigentes de la nación
explotaban al pueblo en beneficio propio y habían anunciado que Dios estaba dispuesto a
intervenir para poner las cosas en su sitio. La purificación del templo era una función que se
atribuía al Mesías, a quien se imaginaba, según las tradiciones judías, con un azote en la mano
para castigar a los responsables del desorden establecido. Según esas mismas tradiciones, el
templo y las demás instituciones resultarían fortalecidos tras esta purificación. Pero el plan de
Jesús -el plan de Dios- no coincide con estas esperanzas; según él, el templo no es una casa, el
Hombre es el templo.
Jesús se presenta con un azote en la mano (el evangelio no dice que lo utilice contra
nadie): él es el Mesías, y como tal se muestra. Pero lo que hace y lo que dice va mucho más allá
de lo que todos esperaban.
En primer lugar, Jesús desbarata todo aquel montaje. No puede consentir que lo que
debería haber sido un lugar de encuentro con el Dios liberador se haya convertido en un negocio
para explotar a los pobres. Su gesto es una acusación contra los dirigentes religiosos de Israel que
manejan la fe del pueblo para enriquecerse; pero, al mismo tiempo, echando fuera a los animales,
está indicando que ya no van a hacer falta para dar culto a Dios. Dios, ya se había dicho muchos
siglos antes, no necesitaba para nada la sangre de los animales; lo que él quería era que los
hombres practicaran la justicia y el derecho; ésas eran las ceremonias religiosas que Dios
agradecía.
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Marzo - 63 -
La expulsión de las ovejas tiene un simbolismo aún más profundo (el evangelio de Juan,
al que pertenece este pasaje, utiliza en varios lugares la imagen de las ovejas para referirse al
pueblo; véase, por ejemplo, el capítulo 10, el pasaje más conocido): Jesús está anunciando con
este gesto que su tarea es liberar al pueblo de toda opresión, sobre todo cuando ésta se justifica en
nombre de Dios. El va a empezar un nuevo éxodo (con este nombre se conoce la salida de los
israelitas de la esclavitud de Egipto y el libro en que se cuenta), un nuevo proceso de liberación
que comienza precisamente por sacar al pueblo de la institución religiosa.
A los dirigentes, representados por los vendedores de palomas (la ofrenda de los pobres;
Lv 5,7), los denuncia por su actuación: «quitad eso de ahí»; pero no les cierra la puerta: «no
convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios». En las palabras de Jesús se contiene una
invitación para que se liberen de su injusticia también ellos.
EL NUEVO TEMPLO
-Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré
Repusieron los dirigentes:
-Cuarenta y seis años ha costado construir este santuario ¿y tú vas a levantarlo en tres días?
Peto él se refería al santuario de su cuerpo.
La reacción de los dirigentes es lamentable: ni se enmiendan ni se explican; exigen a Jesús
que demuestre su autoridad para hacer aquello: «¿Qué señal nos presentas para hacer estas
cosas?» Ese es todo su problema: no la vida, no el bien, no la verdad; sólo la Ley.
La respuesta de Jesús, explicada por el evangelista, revoluciona toda su mentalidad:
«Suprimid este santuario... Pero él se refería al santuario de su cuerpo. » Dios ya no habita en el
templo. Dios está presente en un cuerpo, el del Hombre que da su vida (suprimid este santuario)
por amor a sus semejantes. Dios revela su gloria en el amor leal que se manifiesta en la entrega de
ese Hombre en la cruz y en la vida que, por la fuerza del amor de Dios, acabará venciendo a la
muerte, y seguirá manifestando su gloria y haciéndose presente en cada hombre y en cada grupo
que intenten amar con la misma lealtad.
La religión, ¿un negocio? Esta ha sido una acusación que se ha hecho repetidamente contra
las instituciones religiosas. Lo terrible del caso sería que esa acusación hubiera podido hacerse
alguna vez, con razón, contra la comunidad cristiana. Que cada cual saque sus consecuencias.
III
vv. 13-17 Estaba cerca la Pascua de los Judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el
templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas instalados y, haciendo como
un azote de cuerdas, a todos los echó del templo, lo mismo a las ovejas que a los bueyes; a los
cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad eso de ahí: no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios». Se acordaron sus
discípulos de que estaba escrito:”La pasión por tu casa me consumirá”.
La Pascua de los Judíos (no “la Pascua del Señor”, como en Éx 12,11.48; Lv 23,5; Nm 9,10
14, Dt 16,1, etc.) es la fiesta oficial que no conserva el carácter liberador de la antigua Pascua. En
este evangelio, la expresión “los judíos” no designa ordinariamente a la totalidad del pueblo, sino a
los dirigentes y a sus partidarios.
El templo, centro religioso y símbolo nacional de Israel, está convertido en lugar de
comercio y explotación. El azote de cuerdas era un conocido símbolo mesiánico. Jesús se presenta
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Marzo - 64 -
como Mesías cuando está próxima la fiesta de Pascua y acuden peregrinos a Jerusalén. Con la
expulsión del ganado, anuncia su propósito de sacar (éxodo) al pueblo (representado por las ovejas,
cf. Jn 10,lss; Ez 34) fuera de la institución religiosa, de la que es víctima.
La acción de Jesús alude al texto del profeta Zacarías (14,21): "Y no habrá mercaderes en el
templo del Señor... aquel día". Con eso, "el día del Mesías", el de la actividad de Jesús, se identifica
con "el día del Señor" (Zac 14,1), el final y definitivo, cuando "el Señor va a ser rey de todo el
mundo" (Zac 14,9).
Los cambistas, por su parte, representan en este episodio el sistema bancario y
administrativo del templo, y el tributo (medio siclo = dos dracmas) que todos los varones, residentes
lo mismo en Palestina que en el extranjero, habían de pagar anualmente a partir de los veinte años
de edad. De hecho, el culto y el funcionamiento del templo se mantenían en gran parte con el dinero
que los dirigentes recaudaban del pueblo, invocando para ello la voluntad divina. La acción de Jesús
muestra que tampoco acepta esta forma de despojo, que hace aparecer a Dios como explotador del
pueblo.
Pero los principales acusados son los vendedores de palomas. La paloma se usaba para los
sacrificios expiatorios, en particular de los pobres. Como se ha visto a propósito de las tinajas de
Caná (2,6), la religión oficial prometía falsamente la reconciliación con Dios; ahora se descubre que
con ello explotaba económicamente a los más débiles. Los vendedores de palomas son así figura de
la jerarquía del templo, que, aprovechándose del sentimiento religioso de los pobres, los despojaba
con el fraude de lo sagrado. El Dios del templo ya no es el Padre, sino el dinero: es un templo
idolátrico.
Al llamar a Dios “mi Padre”, hace Jesús una nueva afirmación mesiánica (cf. Sal 2,7: "Hijo
mío eres tú"). Pero este apelativo muestra al mismo tiempo que la relación con Dios ya no se
formula en términos religiosos, sino familiares (Padre); no hay en ella temor, sino amor y
confianza.
Los discípulos interpretan la acción de Jesús en clave del celo de Elías (1 Re 19,10.14.1518; 2 Re 10.1-28; Mal 3,lss.23; Eclo 48,1-11): ven en Jesús un Mesías que va a reformar las
instituciones por la violencia ("La pasión por tu casa me consumirá").
vv. 18-21 Respondieron entonces los dirigentes judíos, diciéndole: «¿Qué señal nos
presentas para hacer estas cosas?» Les replicó Jesús: «Suprimid este santuario y en tres días lo
levantaré». Repusieron los dirigentes: «Cuarenta y seis años ha costado construir este santuario, y
¿tú vas a levantarlo en tres días?» Pero él se refería al santuario de su cuerpo.
Los dirigentes del templo, representados antes por los vendedores de palomas, no hacen caso
de la exhortación de Jesús a que dejen de explotar al pueblo (v. 16: Quitad eso de ahí); al contrario,
le piden sus credenciales como Mesías. Consideran que su propia autoridad es legítima por
institución divina y se arrogan la facultad de juzgar sobre la validez de la pretensión de Jesús.
La función del templo era expresar la gloria de Dios y significar su presencia activa en
medio del pueblo (cf. Éx 40,34-38). Ellos han ocultado esa gloria y anulado esa presencia, haciendo
del templo un mercado.
Este templo va a ser sustituido. Jesús, en quien habita la gloria-Espíritu (1,14), es el nuevo
santuario que invalida todos los anteriores. Matando a Jesús (Suprimid este santuario), los
dirigentes intentarán eliminar definitivamente la presencia de Dios, al que ya han desalojado del
templo, pero su intento será vano (en tres días lo levantaré).
Ellos no entienden el dicho de Jesús y piensan en una reconstrucción milagrosa del templo
material. Pero Jesús sabe bien lo que dice, pues ya prevé el desenlace del conflicto que ahora
empieza. La expresión el santuario de su cuerpo / persona, que el evangelista refiere a Jesús (cf.
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Marzo - 65 -
19,31.38.40; 20,12), será extensible a todos los que posean el Espíritu (7,38; 19,34); también ellos
serán santuario de Dios en el mundo.
v. 22 Así, cuando se levantó de la muerte se acordaron sus discípulos de que había dicho
esto y dieron fe a aquel pasaje y a las palabras que había pronunciado Jesús.
Sólo cuando Jesús resucite comprenderán los discípulos que su celo lo había llevado a dar la
vida por los hombres, no a quitar la vida a otros. Mientras tanto, a todo lo largo del relato
evangélico, la adhesión a Jesús (2,11) coexistirá en el grupo con la interpretación errónea de su
misión.
vv. 23-25 Mientras estaba en Jerusalén, durante las fiestas de Pascua, muchos prestaron
adhesión a su figura al presenciar las señales que realizaba. Pero Jesús no se confiaba a ellos,
porque los conocía a todos; no necesitaba que nadie lo informase sobre el hombre, pues él conocía
lo que el hombre llevaba dentro.
La primera reacción es la de un grupo numeroso, aunque indeterminado, que, al igual que
los discípulos (2,17), viendo que la actuación de Jesús ha sido una denuncia de las institución
central del sistema judío y de sus dirigentes (las señales que realizaba), le da su adhesión esperando
que sea un reformador (a su figura); tal es su idea del Mesías. Se trata, por tanto, de gente
descontenta con el sistema judío, que ve en Jesús un líder político. Sin embargo, Jesús no establece
contacto con ese grupo, pues, conociendo bien las aspiraciones populares (lo que el hombre llevaba
dentro), sabe que sus expectativas sobre él son contrarias a su propósito.
IV
El evangelio de Juan coloca la manifestación mesiánica de Jesús al comienzo de su actividad
pública y en el contexto de una fiesta de Pascua en Jerusalén. Para Juan es muy importante
relacionar a Jesús y su comunidad en el marco de una cadena de fiestas judías. Efectivamente, eso
lo veremos a lo largo de todo el evangelio, pues no hay ningún acontecimiento fuera de ese marco.
El Evangelio optó por encuadrar toda la actividad pública de Jesús en el tiempo religioso de los que
el propio Evangelio define como “los judíos”. Al organizar la narración en función de una serie de
fiestas judías, deja entrever una construcción ideológica y cultural rica, articulada e intencionada.
La pascua judía es confrontada por Jesús y su comunidad discipular tres veces en el evangelio de
Juan. Es evidente el simbolismo. Con Jesús irrumpe una nueva alianza (tres siempre simboliza el
nacimiento de algo nuevo). El tiempo del Reino construye una nueva festividad. El tiempo de las
fiestas judías es contrapuesto por un tiempo inusual y alternativo. El relato centra su interés en la
dialéctica entre la estructura simbólica y temporal del judaísmo y una estructura nueva alternativa
que se quiere afirmar e institucionalizar
El simbolismo de la revelación mesiánica de Jesús es sumamente resaltado en la
confrontación con el templo. El relato necesita hacerlo, al fin y al cabo se está construyendo y
afirmando una nueva identidad. El templo de Jerusalén es el centro de las instituciones y símbolo de
la gloria y el poder de la nación judía (tanto la residente en Palestina como la que se encuentra en la
Diáspora). El evangelio emplea un símbolo conocido para indicar la presentación mesiánica de
Jesús: el “látigo con cuerdas”. Era proverbial la frase “el látigo del Mesías” para significar la
violencia que implica la irrupción de la era mesiánica. El uso que Jesús hace del “látigo” no deja la
menor duda a cerca de su identidad y del proyecto que encarna: con él arroja fuera del templo el
ganado que se vendía para los sacrificios, las ovejas y los bueyes. Sacrificios, como ovejas y
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Marzo - 66 -
bueyes, así como sus potenciales compradores (sólo los ricos podían ofrecer este tipo de ganado en
el sacrificio) son puestos fuera del horizonte del nuevo proyecto mesiánico-profético.
Al echar todos afuera del templo con sus ovejas y sus bueyes, declara Jesús la invalidez del
culto de los potentados, del que los sacrificios constituían el momento cumbre. Jesús no denuncia
solamente, como habían hecho los profetas, el culto que encubre la injusticia, sino que declara
infame el culto que es en sí mismo una injusticia, por ser medio de explotación, pero sobre todo por
ser legitimación religiosa de la injusticia y del crimen. No propone una reforma del culto, sino la
abolición.
La expulsión de los bueyes tiene que ver con la misma constitución de la sociedad tributariamonárquica. El primer rey de Israel se constituyó a partir del “grupo de campesinos propietarios de
bueyes”. No es de extrañar que a partir de entonces, latifundistas, bueyes y sacrificios en el templo
estén articulados en un solo proyecto y se correspondan ideológica y religiosamente. Además el
dios Baal de los agricultores cananeos se representaba con un buey. La agricultura y la ganadería
necesitan su propio dios y su propio culto. Fueron los latifundistas aliados importantes de Herodes
para la consolidación de su poder y éste en retribución mantuvo en forma opulenta al templo. Así
podemos entender por qué el templo estaba lleno de bueyes, si la ideología religiosa dominante
cuyo centro simbólico estaba allí, era la justificación principal para al sistema social estratificado y
concentrador en Palestina desde la Reforma de Josías.
La expulsión de las ovejas del templo tiene también un rico sentido simbólico. Las ovejas
son figura del pueblo, encerrado en el recinto donde está condenado al sacrificio. Los dirigentes
explotan y asesinan al pueblo, verdadera víctima del culto, sacrifican y destruyen al rebaño, a cuya
costa viven. Jesús no se propone reformar aquella institución religiosa, propósito por cierto inútil,
sino rescatar al pueblo de ella.
Todos los grupos judíos esperaban el Reino, y la agitación del primer siglo hizo a muchos
pensar que la hora estaba próxima. Para los celotas era la hora de tomar las armas era la hora de
tomar las armas contra la ocupación romana para instaurar el reino de Dios en el cual el templo y su
personal ya no estuvieran sujetos a ningún imperio. Los saduceos no esperaban activamente el
Reino y se contentaban con mantener como mejor podían el culto del templo con la ayuda de las
autoridades romanas. Los esenios como los celotas estaban listos para tomar las armas por el Reino
pero se habían retirado al desierto en espera del momento oportuno (kairos), considerando que el
templo estaba en manos ilegítimas. Los fariseos también consideraban que para que llegara el Reino
había que acabar con el dominio extranjero y restaurar la autonomía del templo. Sin embargo, no
entraron a ninguna guerrilla y se dedicaron a la más riguroso observancia de la ley.
A diferencia de los grupos anteriores, la actitud de Jesús y de su comunidad discipular es de
tajante oposición al templo, lo que aparece de una manera mucho más radicalmente - no solo como
rechazo de un culto de los poderosos - en las acciones contra los cambistas a quienes les desparrama
las monedas, y contra los vendedores de palomas a quienes les ordena quitar de en medio su
mercancía.
Los cambistas representaban “el sistema financiero” de la época. Todos los varones judíos
mayores de 21 años estaban obligados a pagar un tributo anual al templo, e infinidad de donativos
en dinero iban a parar al tesoro del templo. Además, en la antigüedad, los templos, por la inmunidad
que les confería su carácter sagrado, era el lugar elegido por los pudientes para depositar sus
tesoros. El templo de Jerusalén llegó a ser uno de los mayores bancos de la antigüedad. Para pagar
el tributo y los donativos no se podía hacer en monedas que llevasen la efigie imperial, considerada
idolátrica por los judíos. El templo acuñaba su propia moneda y los que iban a pagar tenían que
cambiar sus monedas por las del templo. Los cambistas cobraban, naturalmente su comisión. Al
volcar sus mesas y desparramar sus monedas, Jesús estaba atacando directamente el tributo al
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Marzo - 67 -
templo y, con él, al sistema económico religioso dominante. El templo es para Jesús una empresa
que explota económicamente al pueblo. De hecho, el culto proporcionaba enormes riquezas a la
ciudad y a los comerciantes, sostenía a la nobleza sacerdotal, al clero y a los empleados. La acción
de Jesús toca, por tanto, un punto neurálgico: el sistema económico e ideológico que representaba el
templo en Israel.
La acción contra los vendedores de palomas es igualmente de enorme impacto ideológico.
Las palomas eran animales sacrificiales de menor importancia, pues con ellas los pobres ofrecían
sus cultos a Dios; sin embargo el hecho que sus vendedores hayan sido los únicos a quienes Jesús se
dirige y a los que hace responsables de la corrupción del templo, deja ver la enorme preocupación
de Dios por la suerte de los pobres y su enojo por quienes hacen negocio con su pobreza. En
contraste con las dos acciones anteriores, Jesús no ejecuta acción alguna, sino que se dirige a los
vendedores mismos acusándolos de explotar a los pobres por medio del culto, del impuesto, y del
fraude de lo sagrado.
El templo es “casa del mercado” y allí el dios es el dinero. Al llamar a Dios mi Padre, Jesús
no lo identifica con el sistema religioso del templo. La relación con Dios no es religiosa sino
familiar, está en el ámbito de la casa familiar. La relación se desacraliza y se familiariza. En la casa
del Padre ya no puede haber comercio ni explotación, siendo casa-familia acoge a quien necesite
amor, intimidad, confianza, afecto.
Aún, Jesús da un paso más en su confrontación radical con el templo al proponerse él mismo
como santuario de Dios. Frente al poder de Herodes (cuarenta y seis años de construcción del
templo) emerge el poder del resucitado (tres días). En el Reino de Dios no se requiere templos sino
cuerpos vivos. Estos son los santuarios de Dios, en donde brilla su presencia y su amor si viven
dignamente. Jesús no viene a continuar la línea religiosa tradicional. Vino a proponer una
humanidad restaurada a partir del principio de la ultimidad de la vida en cuerpos que viven con
dignidad. Sobre esta base es posible soñar y construir otra manera de vivir y otra manera de creer.
Datos muy interesantes sobre el movimiento económico del Templo de Jerusalén en los
tiempos de las fiestas de pascua pueden ser tomados de "Un tal Jesús", episodio 107, "Con el látigo
en la mano", de los hermanos López Vigil (Lóguez Ediciones, Salamanca 1984); nos referimos al
comentario que acompaña a cada episodio; puede tomarse también de http://www.untaljesus.net
También se pueden encontrar datos muy ilustrativos en el «clásico» libro de Joaquín Jeremías,
"Jerusalén en tiempos de Jesús", editorial Cristiandad, Madrid 1977.
Para la revisión de vida
¿Qué significan para mí «los diez mandamientos»? ¿Están en el centro de mi visión
moral, o los he superado y transcendido en el mandamiento de Jesús, el «mandamiento nuevo»?
¿Los tomo demasiado como «mandamientos», como una orden, como si fueran algo
así como una orden irracional, o los he interiorizado y hecho míos?
¿Vivo pendiente de la ley, o de alguna manera vivo ya en el espíritu de la ley, sin
vivir atenazado por la «obligación»?
Para la reunión de grupo
Se nos enseñó que para hacer nuestro «examen de conciencia» siguiéramos «los diez
mandamientos de Dios y los 5 de la Iglesia»… Todavía hay personas cuyo «guión de examen»
contiene en primer lugar o exclusivamente esos 15 mandamientos. ¿Es correcto ese planteamiento?
¿Por qué? ¿Pueden ocupar el gran espacio los mandamientos del Primer Testamento? ¿Y los
mandamientos de Jesús? ¿Cuáles?
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Marzo - 68 -
Tener como referencia moral unos «mandamientos» puede tener un peligro: el de creer que
las cosas malas son malas por estar prohibidas, que su pecaminosidad procede simple o
principalmente del hecho de que han sido prohibidas. Santo Tomás de Aquino tiene un adagio
famoso: «las cosas malas no son malas porque estén prohibidas, sino que están prohibidas porque
son malas» (non mala quia prohibita, sed prohibita quia mala). Entender esto o no, posibilita dos
tipos de espiritualidad o de moral: uno legalista, otro adulto.
En la Edad Media europea hubo una corriente filosófica de lo que podríamos llamar un
«voluntarismo ético»: Dios ha mandado unos preceptos y con ello queda para nosotros claro la ética
y la moral, pero en realidad podría haber mandado las cosas al revés, porque el bien y el mal lo
dicta la «voluntad de Dios». Comentar esta posición teológica.
Los diez mandamientos es uno de tantos elementos que en la biblia están repetidos, contados
dos veces, y para más extrañeza, elencados de forma diversa. Están en Ex 20,1 y en Dt 5, 1. El
estudio moderno de la Biblia comenzó presicamente observando repeticiones como ésta, y tratando
de deducir su significado. El grupo puede hacer el intento de interpretar la diferencia de las dos
redacciones.
Si se quiere completar toda una sesión de trabajo y formación sobre la base de los
mandamientos, se puede tocar el tema del retiro del segundo mandamiento (prohibición de hacer
imágenes) y el desdoblamiento del décimo para recuperar el número de diez (“deca”-logo). Ambas
cosas (retiro y desdoblamiento) tienen un significado teológico digno de profundizar.
Que el "Templo" pueda convertirse en una "cueva de ladrones" no se refiere sólo a la
mercantilización de la religión (hoy más improbable que en el tiempo de Jesús), sino también a su
connivencia con el capital. En un sistema capitalista neoliberal como el actual, que
reconocidamente produce una concentración de la riqueza y una exclusión creciente de los pobres,
¿qué tendría que hacer la religión para «no ser ni parecer» legitimadora del desorden económico
mundial actual? Si en el mundo 20/80 (el mundo en el que el 20% de la población acapara el 80%
de los recursos) ese 20% más rico "es" cristiano, ¿qué pensar del "Templo" cristiano? Si los
máximos multimillonarios actuales "son" cristianos, ¿qué decir de sus capellanes?
Para la oración de los fieles
Para que la Iglesia, con sus actuaciones liberadoras y de servicio a los pobres, demuestre que
adora a Dios en espíritu y en verdad, y no al Dios dinero. Oremos.
Para que los derechos humanos no se queden en una hermosa declaración de buenas
intenciones, sino que se respeten y sean tenidos en todos los pueblos como una norma fundamental
de la convivencia humana. Oremos.
Para que el sostenimiento económico de la comunidad cristiana sea llevada por los mismos
creyentes, con su propia contribución, y en todos los países la Iglesia sea independiente de rentas y
de privilegios del Estado. Oremos.
Para que sean muchos los evangelizadores que, como san Pablo, se autofinancien con su
propio trabajo, para que resplandezca siempre la evangelización como una tarea gratuita ajena a
todo interés lucrativo. Oremos.
Para que cada día prestemos más atención a los templos vivos que son las personas, que a
los edificios de piedra. Oremos.
Por los que se declaran cristianos públicamente y están en los puestos donde se toman las
decisiones graves sobre la economía del mundo, para que siempre actúen como Dios nos pide:
mirando justicia, la fraternidad y la preferencia por los más pobres. Oremos
Oración comunitaria
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Marzo - 69 -
Dios de la Vida, Padre todomisericordioso, que nos has señalado como Ley suprema
el Amor: ayúdanos construir una comunidad mundial de hermanos y hermanas que, más allá de toda
diferencia religiosa o cultural, te den siempre culto en espíritu y en verdad. Por Jesucristo nuestro
Señor.
o bien:
Dios de la Vida y del Amor -de quien procede todo don-, que has puesto todos los
bienes de la Tierra bajo la responsabilidad del ser humano, no para que los domine y explote
despóticamente, sino para que cuide de todos ellos y de sí mismo como hermano mayor, con
fraternidad y sororidad; haz que todos los que en ti creemos seamos denodados luchadores contra la
destrucción de la naturaleza, el acaparamiento de riquezas y el olvido de los pobres. Como nos
enseñó Jesús, tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
Lunes 20 de marzo
EVANGELIO
Mateo 1, 1-16. 18-23
1 1Génesis de Jesús, Mesías, hijo de David, hijo de Abrahán:
Abrahán engendró a Isaac,
2
lsaac engendró a Jacob,
Jacob engendró a Judá y a sus hermanos,
3
Judá engendró, a Tamar, a Fares y a Zará,
Fares engendró a Esrón,
Esrón engendró a Arán,
4
Arán engendró a Aminadab,
Aminadab engendró a Naasón,
Naasón engendró a Salmón,
5
Salmón engendró, de Rajab, a Booz,
Booz engendró, de Rut, a Obed,
Obed engendró a Jesé,
6
Jesé engendró al rey David,
David engendró, de la que fue mujer de Unas, a Salomón,
7
Salomón engendró a Roboán,
Roboán engendró a Abías,
Abías engendró a Asaf,
8
Asaf engendró a Josafat,
Josafat engendró a Jorán,
Jorán engendró a Ozías,
9
Ozías engendró a Joatán,
Joatán engendró a Acaz,
Acaz engendró a Ezequías,
10
Ezequías engendró a Manasés,
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Marzo - 70 -
Manasés engendró a Amón,
Amón engendró a Josías,
11
josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.
12
Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel,
Salatiel engendró a Zorobabel,
13
Zorobabel engendró a Abiud,
Abiud engendró a Eliacin,
Eliacín engendró a Azor,
14
Azor engendró a Sadoc,
Sadoc engendró a Aquin,
Aquin engendró a Eliud,
15
Eliud engendró a Eleazar,
Eleazar engendró a Matán,
Matán engendró a Jacob
16
y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado el Mesías.
18
Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir
juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. 19Su esposo, José, que era
hombre justo y no quería infamaría, decidió repudiarla en secreto. 20Pero, apenas tomó esta
resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que le dijo:
-José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque a
criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo. 21Dará a luz un hijo, y le pondrás de
nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
22
Esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
23
Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán de nombre Emanuel
(Is 7,14). (que significa «Dios con nosotros»).
COMENTARIOS
I
Con esta genealogía se inserta el Mesías en la historia. Hombre entre los hombres.
Solidaridad: su ascendencia empieza con la de un idólatra convertido (Abrahán) y pasa por todas las
clases sociales: patriarcas opulentos, esclavos en Egipto, pastor llegado a rey (David), carpintero
(José).
Aparte María su madre, de las cuatro mujeres citadas, Tamar se prostituyó (Gn 38,2-26), Rut
era extranjera, Rahab extranjera y prostituta (Jos 2,1), Betsabé, «la de Urías», adúltera (2 Sm 11,4).
Ni racismo ni pureza de sangre, la humanidad como es.
En Jesús Mesías va a culminar la historia de Israel. La genealogía se divide en tres períodos
de catorce generaciones, marcados por David y por la deportación a Babilonia. La división en
generaciones no es estrictamente histórica, sino arreglada por el evangelista para obtener el número
«catorce» (valor numérico de las letras con que se escribe el nombre de David), estableciendo al
mismo tiempo seis septenarios o «semanas» de generaciones. Jesús, el Mesías, comienza la séptima
semana, que representa la época final de Israel y de la humanidad. La octava será el mundo futuro.
Con la aparición de Jesús Mesías da comienzo, por tanto, la última edad del mundo.
«Engendrar», en el lenguaje bíblico, significa transmitir no sólo el propio ser, sino la propia
manera de ser y de comportarse. El hijo es imagen de su padre. Por eso, la genealogía se interrumpe
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Marzo - 71 -
bruscamente al final. José no es padre natural de Jesús, sino solamente legal. Es decir, a Jesús
pertenece toda la tradición anterior, pero él no es imagen de José; no está condicionado por una
herencia histórica; su único Padre será Dios, su ser y su actividad reflejarán los de Dios mismo. El
Mesías no es un producto de la historia, sino una novedad en ella. Su mesianismo no será davídico
(cf. 22,4146).
Mateo hace comenzar la genealogía de Jesús con los comienzos de Israel (Abrahán) (Lc 3
23-38 se remonta hasta Adán). Esto corresponde a su visión teológica que integra en el Israel
mesiánico a todo hombre que dé su adhesión a Jesús. La historia de Israel es, para Mateo, la de la
humanidad.
El hecho de que Abrahán no lleve patronímico y, por otra parte, se niegue la paternidad de
José respecto de Jesús, puede indicar un nuevo comienzo. Así como con Abrahán empieza el Israel
étnico, con Jesús va a empezar el Israel universal, que abarcará a la humanidad entera.
El Mesías salvador nace por una intervención de Dios en la historia humana. Jesús no es un
hombre cualquiera. El significado primario del nacimiento virginal, por obra del Espíritu Santo,
hace aparecer esta acción divina como una segunda creación, que supera la descrita en Gn 1,lss. En
la primera (Gn 1,2), el Espíritu de Dios actuaba sobre el mundo material (“El Espíritu de Dios se
cernía sobre las aguas”); ahora hace culminar en Jesús la creación del hombre. Esta culminación no
es mera evolución o desarrollo de lo pasado; por ser nueva creación se realiza mediante una
intervención de Dios mismo.
Puede aún compararse Mt 1,2-17 y 1,18-25 con los dos relatos de la creación del hombre. En
el primero (Gn 1,1-2,3) aparece el hombre como la obra final de la creación del mundo; en el
segundo (Gn 2,4bss) se describe con detalle la creación del hombre, separado del resto de las obras
de Dios. Así Mateo coloca a Jesús, por una parte, como la culminación de una historia pasada
(genealogía) y, a continuación, describe en detalle el modo de su concepción y nacimiento, con los
que comienza la nueva humanidad. Jesús es al mismo tiempo novedad absoluta y plenitud de un
proceso histórico.
La escena presenta tres personajes: José, María y el ángel del Señor, denominación del AT
para designar al mensajero de Dios, que a veces se confunde con Dios mismo (Gn 16,7; 22,11; Ex
3,2, etc.).
v. 18: Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de
vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
El matrimonio judío se celebraba en dos etapas: el contrato y la cohabitación. Entre uno y
otra transcurría un intervalo, que podía durar un año. El contrato podía hacerse desde que la joven
tenía doce años; el intervalo daba tiempo a la maduración física de la esposa. María está ya unida a
José por contrato, pero aún no cohabitan. La fidelidad que debe la desposada a su marido es la
propia de personas casadas, de modo que la infidelidad se consideraba adulterio. El «Espíritu
Santo» (en gr. sin artículo en todo el pasaje) es la fuerza vital de Dios (espíritu = viento, aliento),
que hace concebir a María. El Padre de Jesús es, por tanto, Dios mismo. Su concepción y
nacimiento no son casuales, tienen lugar por voluntad y obra de Dios. Así expresa el evangelista la
elección de Jesús para su misión mesiánica y la novedad absoluta que supone en la historia (nueva
creación).
v. 19: Su esposo, José, que era hombre justo y no quería infamaría, decidió repudiarla en
secreto.
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Marzo - 72 -
José es el hombre justo o recto. Por el uso positivo que hace Mateo del término (cf. 13,17;
23,29; en ambos casos «justos» asociados a «profetas») se ve que es prototipo del israelita fiel a los
mandamientos de Dios, que da fe a los anuncios proféticos y espera su cumplimiento; puede
considerarse figura del resto de Israel. Su amor o fidelidad a Dios (cf. 22,37) lo manifiesta
queriendo cumplir la Ley, que lo obligaba a repudiar a María, a la que consideraba culpable de
adulterio; el amor al prójimo como a sí mismo (cf. 22,39) le impedía, sin embargo, infamaría. De
ahí su decisión de repudiarla en secreto y no exponerla a la vergüenza pública. Interviene «el ángel
del Señor» (cf. 28,2), y José, que encarna al resto de Israel, es dócil a su aviso; comprende que la
expectación ha llegado a su término: se va a cumplir lo anunciado por los profetas.
Se percibe al mismo tiempo el significado que el evangelista atribuye a la figura de María
quien más tarde aparecerá asociada a Jesús, en ausencia de José (2, 11). Ella representa a la
comunidad cristiana, en cuyo seno nace la nueva creación por la obra continua del Espíritu. La duda
de José refleja, por tanto, el conflicto interno de los israelitas fieles ante la nueva realidad la
comunidad cristiana. Por la ruptura con la tradición que percibe en esta comunidad (= nacimiento
virginal, sin padre o modelo humano/judío), José/Israel debe repudiarla para ser fiel a esa tradición;
por otra parte, no tiene motivo alguno real para difamarla pues su conducta intachable es patente. El
ángel del Señor, que representa a Dios mismo, resuelve el conflicto invitando al Israel fiel a aceptar
la nueva comunidad, porque lo 'que nace en ella es obra de Dios. Ese Israel comprende entonces la
novedad del mesianismo de Jesús y acepta la ruptura con el pasado.
v. 20: Pero, apenas tomó esta resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que
le dijo: -José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque a
criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo.
La apelación «hijo de David» aplicada a José, indica, en relación con 1,1, que el derecho a
la realeza le viene a Jesús por la línea de José (cf 1223 2030) El hecho de que el ángel se
aparezca a José siempre en sueños (2,13.19) muestra que el evangelista no quiere subrayar la
realidad del ángel del Señor.
v. 21: Dará a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de
los pecados.
El ángel disipa las dudas de José, le anuncia el nacimiento y le encarga, como a padre legal
de imponer el nombre al niño. El nombre Jesús, «Dios salva» es el mismo de Josué, el que introdujo
al pueblo en la tierra prometida. Se imponía en la ceremonia de la circuncisión, que incorporaba al
niño al pueblo de alianza. El significado del nombre se explica por la misión del niño: éste va a
salvar a «su pueblo», el que pertenecía a Dios (Dt 27,9; 32,9; Ex 15,16; 19,5; Sal 135,4): se anticipa
el contenido de la profecía citada a continuación. El va a ocupar el puesto de Dios en el pueblo. No
va a salvar del yugo de los enemigos o del poder extranjero, sino de «los pecados», es decir, de un
pasado de injusticia. «Salvar» significa hacer pasar de un estado de mal y de peligro a otro de bien y
de seguridad: el mal y el peligro del pueblo están sobre todo en «sus pecados», en la injusticia de la
sociedad, a la que todos contribuyen.
vv. 22-23: Esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán de nombre Emanuel (Is 7,14). (que
significa «Dios con nosotros»)...
El evangelista comenta el hecho y lo considera cumplimiento de una profecía (1,22:
"Todo esto sucedió etc."). Mientras, por un lado, el nacimiento de Jesús es un nuevo punto de
partida en la historia por otro es el punto de llegada de un largo y atormentado proceso. Con el
23
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Marzo - 73 -
término Emmanuel, «Dios con nosotros» o, mejor, «entre nosotros» da la clave de interpretación
de la persona y obra de Jesús. No es éste un mero enviado divino en paralelo con los del AT.
Representa una novedad radical. El que nace sin padre humano, sin modelo humano al que
ajustarse, es el que puede ser y de hecho va a ser la presencia de Dios en la tierra, y por eso será
el salvador. Respecto de José por el designio de Dios cumplido en María.
II
Jesús pertenece a la familia de David por la línea de José. Mateo nos aclara que el embarazo
de María es obra del Espíritu Santo. José, que no lo sabe, supone un acto de infidelidad y adulterio,
que según la ley judía preveía dos soluciones: la denuncia pública y la consiguiente lapidación (Dt
22,13-21) o el repudio, con la presencia de dos testigos (Dt 24,1).
José, al que Mateo le da el título de «justo», no quiere exponer su mujer al escarnio público,
y decide separarse de ella discretamente. Para los judíos, «justo» era el que obedecía estrictamente
la ley. En aquella mentalidad, una persona observante de la ley hubiera denunciado a María, por lo
que podría pensarse que José no estaba «cumpliendo estrictamente la ley»…
Sin embargo, en José la justicia cambia de perspectiva. Ésta no se entiende desde la ley o la
norma, sino desde su bondad y comprensión para con María. José recupera el sentido original de la
justicia que consistía en «ser fiel y generar armonía en la comunidad haciendo la voluntad de Dios».
José opta por la fidelidad al proyecto de Dios que incluye el nacimiento de Jesús y con él, de la
nueva comunidad cristiana. En el diálogo con el ángel, la misión de Jesús queda definida a partir del
mismo nombre: Jesús significa en hebreo «Dios es la salvación, Dios ayuda y libera, Dios es
salvador». Mateo interpreta el nombre indicando que «él salvará a su pueblo de los pecados». José
al despertar del sueño, hizo todo lo que el ángel le había mandado. Así se ratifica como el hombre
«justo» que cumple la voluntad de Dios.
La celebración de la fiesta de san José en tiempo de Cuaresma es una invitación a revisar
nuestra justicia entendida como fidelidad al proyecto de Jesús y de la comunidad. Que nuestro
despertar cada día sea para ser justos haciendo la voluntad de Dios.
La serie radiofónica «Un tal Jesús» tiene un capítulo sobre san José, el 141, titulado «Un
hombre justo», que puede ser recogido –tanto en audio como en texto- en http://www.untaljesus.net
Dado que apenas tenemos algún dato histórico sobre él, los autores –José Ignacio y María López
Vigil- se toman la libertad literaria de «imaginar»a José de manera muy diferente a la que, con la
misma legitimidad, lo imaginó también la religiosidad popular clásica (el anciano con la vara
florida…).
En este sentido, y como un cierto ejercicio incluso de humor, puede ser bueno dar hoy una
revisión al tomo de la BAC («Biblioteca de Autores Cristianos», famosa editorial «clásica» ya
veterana en España) sobre «Teología de san José», del P. B. Llamera. Todo un grueso volumen, el
108 de la «colección BAC normal». Simplemente hojearlo provoca hoy espontáneamente en el
lector una profunda meditación sobre la necesaria sobriedad de la teología…
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Marzo - 74 -
Martes 21 de marzo
EVANGELIO
Mateo 18, 21-35
21
Entonces se adelantó Pedro y le pregunto:
-Señor, y si mi hermano me sigue ofendiendo, ¿cuántas veces lo tendré que perdonar?,
¿siete veces?
22
Jesús le contestó:
-Siete veces, no; setenta veces siete.
23
Por esto el reinado de Dios se parece a un rey que quiso saldar cuentas con sus
empleados. 24Para empezar, le presentaron a uno que le debía muchos millones. 25Como no tenía
con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, con su mujer, sus hijos y todas sus
posesiones, y que pagara con eso.
26
E1 empleado se echó a sus pies suplicándole:
-Ten paciencia conmigo, que te lo pagaré todo.
27
El señor, conmovido, dejó marcharse a aquel empleado, perdonándole la deuda.
28
Pero, al salir, el empleado encontró a un compañero suyo que le debía algún dinero, lo
agarró por el cuello y le decía apretando:
-Págame lo que me debes.
29
El compañero se echó a sus pies suplicándole:
-Ten paciencia conmigo, que te lo pagaré.
30
Pero él no quiso, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
31
Al ver aquello sus compañeros, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor lo
sucedido. 32Entonces el señor llamó al empleado y le dijo:
-¡Miserable! Cuando me suplicaste te perdoné toda aquella deuda. 33¿No era tu deber
tener también compasión de tu compañero como yo la tuve de ti? 34Y su señor, indignado, lo
entregó a los verdugos hasta que pagara toda su deuda.
35
Pues lo mismo os tratará mi Padre del cielo si no perdonáis de corazón, cada uno a su
hermano.
COMENTARIOS
I
vv. 21-22. Se discutía sobre el número de veces que había que perdonar, y solía proponerse
el número cuatro como cifra máxima. Pedro va más allá, pero se mueve aún en el plano de la
casuística. La pregunta de Pedro se refiere directamente al v. 15. La respuesta de Jesús juega con el
término «siete» propuesto por Pedro, aludiendo a Gn 4,24 (cántico de Lamec): «si la venganza de
Caín valía por siete, la de Lamec valdrá por setenta y siete». El perdón debe extenderse hasta
donde ]legó el deseo de venganza.
vv. 23-35. El sentido de la parábola es claro. «Empleados» (23): lit. «siervos/esclavos». En
la concepción de la corte oriental, donde el rey era señor absoluto, todos los miembros de la corte,
por alta que fuera su categoría, se consideraban siervos del rey (1 Sm 8,14; 2 Re 5,6; Mt 25,1430). En este pasaje, un siervo que debía millones al rey era ciertamente un personaje importante.
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Marzo - 75 -
II
La pregunta de Pedro se refiere a la medida del perdón. Jesús no da una medida,
simplemente lo que ya era bastante (7 veces) lo hace ilimitado (70 veces 7). Cuántas veces?
siempre.
Jesús complementa su enseñanza con una parábola, que muestra el contraste entre la actitud
misericordiosa del rey y la dureza de corazón del siervo perdonado. El contraste queda manifiesto
en el monto de las deudas. 10.000 talentos era una deuda exorbitante (diez mil era el número más
alto que existía y un talento la medida monetaria más grande). El rey ante la simple súplica del
siervo, perdona la deuda, sin pedir nada a cambio, ni siquiera un gesto de buena voluntad. La deuda
del segundo siervo es mínima con relación a la anterior: 100 denarios. Sin embargo, el siervo que
había sido perdonado no sólo no perdona la deuda de su hermano, sino que lo hace meter en la
cárcel.
La indignación es general por la dureza de corazón de quien siendo perdonado no es capaz
de perdonar. El rey representa al Padre que en su infinito amor conoce nuestras limitaciones y
perdona todas nuestras deudas. Por esto, la medida del perdón no se define por el número de veces
sino por la actitud misericordiosa. Perdón significa entonces una actitud misericordiosa sin límites
ni fronteras, un perdón que acoge al hermano sin empeñarle nada a cambio. Quien haya
experimentado la acción misericordiosa de Dios no puede pasar su vida calculando el número de
veces que ha de perdonar. Sin embargo, aunque no existen medidas para Dios si hay una condición:
perdonar al hermano con la misma misericordia que Dios nos perdona. Meditemos en este día, si en
nuestra vida familiar y comunitaria practicamos lo que con tanta frecuencia recitamos: “perdona
nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
Miércoles 22 de marzo
EVANGELIO
Mateo 5, 17-19
17
¡No penséis que he venido a echar abajo la Ley ni los Profetas! No he venido a echar
abajo, sino a dar cumplimiento: 18porque os aseguro que antes que desaparezcan el cielo y la
tierra, ni una letra ni una coma desaparecerá de la Ley antes que todo se realice.
19
Por tanto, el que se exima de uno solo de esos mandamientos mínimos y lo enseñe así a los
hombres, será llamado mínimo en el reino de Dios; en cambio, el que los cumpla y enseñe, ése será
llamado grande en el reino de Dios: 20porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por
encima de la de los letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios.
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Marzo - 76 -
COMENTARIOS
I
v. 17. Jesús quiere deshacer un malentendido y una decepción. Quienes conocen la grandeza
de las promesas del AT, que se han traducido en la expectativa mesiánica, pueden sentirse
defraudados ante el horizonte que presenta Jesús. Una comunidad de pobres y perseguidos no
parece responder a la expectativa de felicidad y prosperidad anunciadas. Jesús afirma que su misión
(«he venido») no consiste en echar abajo el AT (la Ley ni los Profetas) como promesa del reinado
de Dios, sino todo lo contrario: dar cumplimiento a esas promesas.
«Echar abajo»: el verbo gr. kataluó significa «echar abajo, demoler, derribar» un edificio,
no abolir una ley; en Mt se usa siempre del templo (24,2; 26,61; 27,40). «La Ley y los Profetas»
es un modo de designar el conjunto del AT. El doble complemento excluye también el sentido de
«derogar», como si se tratara sólo de preceptos legales. «Dar cumplimiento»: el verbo gr. plerôsai
es utilizado continuamente por Mt para indicar el cumplimiento de profecías (1,22; 2,15.17.23;
4,14; 8,17; 12,17, etc.). Su relación con «los Profetas» es clara; pero también tiene relación con
«la Ley», es decir, con los escritos de Moisés, pues se pensaba que el Mesías había de realizar el
éxodo definitivo, del que el realizado por Moisés era sólo tipo. De hecho, Mt considera la Ley y
los Profetas como profecía del reinado de Dios (cf. 11,13). La misión de Jesús es positiva, no
negativa; viene precisamente a dar cumplimiento a las promesas del reinado de Dios contenidas
en el AT.
v. 18. Jesús confirma solemnemente lo dicho («os aseguro»). Todo lo contenido en la
Escritura (lit. «la Ley», otro modo de designar el AT, que pone el énfasis en la obra de Moisés) se
realizará (gr. genêtai), hasta en sus mínimos detalles, antes que desaparezca el mundo visible. No
se trata, pues, en el texto de observar una ley, sino de realizar una promesa (cf. 6,10: «realícese en
la tierra tu designio del cielo», que equivale a la llegada del reino mencionada inmediatamente
antes). El término «la Ley» se refiere en particular al nuevo éxodo y a la entrada en la nueva tierra
prometida. El éxodo liberador comienza con la muerte de Jesús y queda abierto para toda la
humanidad. No hay lugar, por tanto, a decepción alguna por lo que Jesús ha dicho. El programa
propuesto por él es el único eficaz para llevar a cabo el designio de Dios anunciado en el AT. El
malentendido que disipa Jesús revelaba una mentalidad particular: la de aquellos que esperaban
un reinado de Dios implantado desde arriba, sin colaboración humana. Jesús ha expuesto en su
programa (las bienaventuranzas) que esta colaboración es indispensable para crear la sociedad
humana justa que es el reinado de Dios y la tierra prometida a la que conduce su éxodo.
v. 19. De ahí la necesidad para los discípulos de practicar cada una de las bienaventuranzas
antes propuestas. «Esos mandamientos mínimos»: «esos» (toutôn) no puede referirse a los de la
Ley, no mencionados antes, sino a los expuestos por Jesús, es decir, a las bienaventuranzas,
código de la comunidad del reino. Para referirse a los de la Ley -ni la letra ni el acento son
mandamientos-, el texto debería decir «sus mandamientos». El nombre «mandamientos» indica
precisamente que las bienaventuranzas toman el lugar de los de la antigua Ley. El calificativo
«mínimos» corresponde a lo expresado por Jesús en 11,30: «Mi yugo es llevadero y mi carga
ligera.»
Las frases «será llamado mínimo/grande en el reino de Dios» no indican jerarquía en el
reino; son expresiones judías que designan la exclusión del reino o la pertenencia a él. La
exigencia de Jesús es, por tanto, total; no se puede pertenecer al reino si no se practican todas y
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Marzo - 77 -
cada una de las bienaventuranzas que tocan al discípulo. Se refiere principalmente a la primera y a
la última, que invitan a la opción y a la fidelidad a ella; de éstas nacen la disposición y la actividad
en favor de los otros (5,6-9).
Estos «mínimos» o excluidos del reino de Dios reaparecen bajo diversas imágenes en otros
pasajes del evangelio: son los falsos profetas (7,15), los árboles dañados que dan fruto dañado
(7,17s), los que invocan a Jesús y actúan en su nombre, pero cometen la iniquidad (7,21-23; cf.
13,41), la cizaña en el campo (13,38), los peces que se excluyen (13,48s), el invitado sin traje de
fiesta (22,12s). La imagen del árbol (7,17s) los pone en relación con el dicho de Juan Bautista
(3,10): son los que no han hecho una verdadera enmienda, los que no han roto con la injusticia del
pasado (3,8).
II
El evangelio de Mateo, después de las Bienaventuranzas que encabezan el Sermón de la
Montaña (Mt 5,3-12) y después de haberles recordado a la comunidad discipular que es la sal de la
tierra y la luz del mundo (Mt 5,13-16), define de esta manera la posición que Jesús habría tomado
sobre la Ley que, según la tradición de la Biblia Hebrea, Moisés había transmitido al pueblo judío
de parte de Dios: “Ni piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas. No he venido a abolir,
sino a dar cumplimiento”.
Inmediatamente después, a través de las antítesis (Mt 5, 20-48), comienza a explicar de un
modo sucinto en qué consiste esta dar cumplimiento. No se trata tanto de cumplir o acatar la Ley,
cuanto de llevarla a su “plenitud”, “cumbre” o “culminación”. Por eso, Mateo hace decir a Jesús
que la Ley permanecerá válida y normativa hasta su última letra: “No desaparecerá una sola letra ni
un solo acento de la Ley antes que desaparezca el cielo y la tierra, antes de que se realice todo” (Mt
5,18). Y añade que de entenderlo, practicarlo y enseñarlo así dependerá nada menos que la entrada
en el Reino de los cielos (Mt 5,20).
Evidentemente, Mateo quiere enfatizar y sostener una posición, entre otras, dentro de la
diversidad cristiana. No puede ignorar que unos treinta, o más, años atrás, Pablo ha escrito como
elemento central de su “evangelio” que “ya no estamos bajo la Ley” (Gal 3,25; 4,5.21-27; 5,1-4,
etc.). Sin embargo Mateo expresa una alternativa distinta frente a la expresada por Pablo. No cabe
duda, Mateo quiere afirmar otra opción cristiana más ligada a la tradición judía. Por eso no duda en
afirmar: “el que quebrante uno de estos mandamientos menores, y así lo enseñe a los hombres, será
el menor en el reino de los Cielos” (Mt 5,19). Las expresiones, el más pequeño y el más grande
designan la exclusión del, o la participación en. La opción de Mateo parece contradecir o condenar
abiertamente otra predicación cristiana que, por su parte, declara que la Ley ha sido total o
parcialmente abolida. Sin duda, tal posición debió afectar a la tradición paulina, discusión de la que
no tenemos noticias.
Una particular comunidad cristiana, en este caso la que se expresa a través del evangelio de
Mateo, tiene la capacidad y la libertad de construir una perspectiva teológica propia, aún
contradiciendo otras, lo que puede acercarnos a una experiencia de un cristianismo naciente diverso,
plural, tolerante. Mateo, que se opone a Pablo en su posición sobre la ley judía, cuenta con el
espacio para afirmar una tradición y para que esta tradición enriquezca la novedad cristiana. Es un
cristianismo naciente que aprecia, no sin tensiones o conflictos, la diferencia y construye una
tradición a partir de ella. La comunión eclesial es inclusiva.
Sin duda, la particularidad de Mateo reside en la posición que toma sobre la Ley de Moisés.
Si ésta, no obstante lo que puedan decir otros testimonios diferentes del Nuevo Testamento,
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Marzo - 78 -
permanece normativa hasta en sus más pequeños mandamientos, ¿en qué puede consistir el que el
“yo les digo” de Jesús la lleve a su plenitud o cumplimiento? Si las cuatro primeras antítesis que
desarrolla Mateo a continuación (Mt 5,21-37) parecen agregar normatividad a la ya existente en la
Ley de Moisés, mientras que las dos últimas (Mt 5,38-48) parecerían sustituir una normatividad por
otra… entonces ¿cuál es la lógica? Al agregar normatividad la afirmamos solo en los cuatro
primeros casos, ¿y en los dos siguientes donde la normatividad mosaica parecería abolida? ¿una
contradicción de Mateo? ¿un recurso didáctico de un buen catequista? Desde el ángulo educativo
estaríamos frente al acompañamiento de un proceso que hace tránsito de la Ley de Moisés a la Ley
de Jesús, procurando que dicho tránsito sea lo menos traumático posible. No es una contradicción
sino una creativa estrategia educativa.
Queda por resaltar el énfasis en el “dar cumplimiento” la Ley y los Profetas como una
orientación permanentemente válida para el discipulado de la palabra de Dios. Quebrantar la
dinámica del “cumplimiento” y, además, reproducir esta dinámica mediante su enseñanza, es
motivo de autoexclusión en el reino de los cielos. Obvio, que el énfasis apunta hacia la coherencia.
No es posible “quebrantar” la palabra de Dios y afirmar la pertenencia al reino. Lamentablemente
este ha sido el camino que muy pronto se enseñoreará en el cristianismo posterior. La orientación
pedagógica para la comunidad discipular es muy clara. Quien quiera hacerse del reino de Dios (“ser
grande”), observe la Palabra (vivir la Palabra) y enséñala. Notamos la imprescindible relación entre
vivir y enseñar como principio pedagógico del evangelio.
Jueves 23 de marzo
EVANGELIO
Lucas 11, 14-23
14
Estaba Jesús echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, el mudo
habló. Las multitudes quedaron admiradas, 15pero algunos de ellos dijeron:
-Echa los demonios con poder de Belcebú, el jefe de los demonios.
16
Otros, para tentarlo, le exigían una señal que viniera del cielo.
17
Él, calando sus intenciones, les dijo:
-Todo reino dividido queda asolado y se derrumba casa tras casa. 18Pues si también
Satanás se ha dividido, ¿cómo va a mantenerse en pie su reino? ..., ya que decís que yo echo los
demonios con poder de Belcebú. 19Ahora, si yo echo los demonios con poder de Belcebú,
vuestros adeptos, ¿con poder de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestro jueces.
20
En cambio, si yo echo los demonios con la fuerza de Dios, señal de que el reinado de Dios ha
llegado hasta vosotros.
21
Mientras el fuerte bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. 22Pero
cuando otro más fuerte que él lo asalta y lo vence, le quita las armas en que confiaba y reparte
el botín. 23El que no está conmigo, está contra mí; y el que no reúne conmigo, dispersa.
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Marzo - 79 -
COMENTARIOS
I
REACCIONES ENCONTRADAS ANTE EL MENSAJE DE JESUS
Aunque no se indique, hay cambio de escenario: Jesús ya no se encuentra «orando en cierto
lugar», sino que «estaba expulsando un demonio, y éste era sordomudo» (11,14a). El sitio aquél,
por lo que se ve, es un lugar abierto (cf. v. 29a). El auditorio se compone: a) de un endemoniado
sordomudo que empezó a hablar cuando salió el demonio expulsado por Jesús (11,l4ab); b) de una
multitud en la que hay de todo: «las multitudes se extrañaron» de la liberación del hombre (11, 14c),
pero que más tarde -liberada de sus dirigentes religiosos y de los instigadores políticos que la
incitaban a la violencia- tomará partido a favor de Jesús: «Como las multitudes se apiñaban a su
alrededor» (11 ,29a); c) de unos objetores anónimos que también forman parte de las multitudes,
pero que manifiestan su profundo desacuerdo con la actuación de Jesús y tratan de descalificarlo:
«pero algunos de ellos dijeron: "Expulsa los demonios con poder de Belcebú, el jefe de los
demonios"» (11,15); d) de unos provocadores que se encuentran también entre la multitud y que
tratan de comprometerlo: «Otros, para tentarlo, le exigían una señal que viniera del cielo» (11,16);
finalmente e) de una nacionalista israelita que reacciona ante los adversarios y trata de ganarse a
Jesús para la causa de Israel: «una mujer de entre la multitud le dijo gritando: "¡Dichoso el vientre
que te llevó y los pechos que te criaron » (11,27), es decir, que invoca los privilegios nacionales
basados en el pasado glorioso del pueblo.
El endemoniado representa la parte del pueblo sometida a la institución oficial/poseída por
su ideología: son los que han acogido sin espíritu crítico la doctrina oficial proclamada por los
letrados y juristas pertenecientes al partido fariseo. Los fariseos, sin embargo, no aparecen aquí para
nada; se explicitarán en la secuencia correlativa. Es «sordo y mudo» por haber 'escuchado'
(acogido) una ideología que es contraria al plan de Dios («demonio» adversario de Dios) que le ha
dejado 'sin voz' ni voto. Son los fanáticos del sistema que han vendido por cuatro ochavos la
libertad de expresión («mudos») y han quedado incapacitados para siempre para poder escuchar a
nadie que pudiera poner en cuarentena su seguridad («sordos»). La sordera-mudez es signo, en el
lenguaje bíblico, de cerrazón a la palabra de Dios (recuérdese el caso de Zacarías, 1,22). En
contrapartida, entre las credenciales del Mesías con las que Jesús acreditó su obra ante los enviados
de Juan Bautista, que dudaba de su misión, encontramos la expresión «los sordos oyen» (7,22).
Dentro de la comunidad eclesial hay quienes se han hecho 'sordos' al mensaje del Evangelio por
miedo a que éste les haga tambalear las seguridades adquiridas, por temor al riesgo que comporta el
hecho de estar abiertos al clamor de los más pobres y marginados, a través de los cuales
-proféticamente continúa hablando Jesús, el proscrito por excelencia y excomulgado por la religión
oficial de su tiempo. La historia se repite.
La liberación del 'sordomudo' desencadena un enfrentamiento abierto. Hay dos clases de
adversarios: 1) los que representan la institución oficial y que lo acusan a su vez de endemoniado
por excelencia (11,15); 2) los que se aprovechan de la nueva situación creada con la liberación del
pueblo para llevar el agua a su molino y que tratan de comprometerlo públicamente (11,16).
II
Jesús es acusado de expulsar los demonios porque posee el poder de Beelzebul, el príncipe
de los demonios según la religión popular judía de la época. Un “gran jefe” poseedor de todo el
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Marzo - 80 -
poder entrega a alguien muy especial parte de este poder para actuar en su nombre. El poder tiene
que estar sometido o controlado por un “poder mayor”. Esto es lo que está en el imaginario popular
respecto al poder de los demonios. Hay una cierta jerarquía que organiza y dirige las fuerzas del
mal. No es extraño que se busque la imagen de las jerarquías políticas para entender las jerarquías
demoníacas.
Los interlocutores de Jesús se valen de la imagen de Beelzebul para acusar a Jesús de
demoníaco. La parábola que utiliza Jesús, se refiere a uno “más fuerte” que derrota al “fuerte muy
armado”. Ambas comparaciones nos remiten al poder. Por un lado el poder demoníaco y por otro al
poder del “más fuerte” que derrota al poder demoníaco. Es evidente, y según la trama narrativa, que
se está refiriendo al poder del Reino como el “más fuerte”, así el poder del “fuerte muy armado”
sucumbe ante su acción.
Jesús relaciona a Beelzebul con el “fuerte muy armado que custodia su palacio” con la
intención de resaltar, más adelante, como el poder del Reino está sobre todos los “poderes muy
armados”. Para Jesús es muy importante identificar y denunciar el poder del “fuerte muy armado”
como poder demoníaco. Es decir poder que causa y produce mal a la humanidad. Un verdadero y
nefasto Beelzebul, estiércol, príncipe de los demonios. El poder del fuerte está en sus armas, pero
también en su palacio y sus bienes. El poder de las armas es su seguridad. El poder militar está
unido al poder político y al poder económico. La concentración de este triple poder es lo que lo
hace identificar con el príncipe de los demonios.
El poder de Jesús no pertenece al ámbito del poder demoníaco. Es exterior a él. Su poder
pertenece al ámbito del poder del reino de Dios. Jesús quiere identificar, resaltar y enfatizar el
carácter del poder del reino de Dios. Y de ello dice lo siguiente: 1- que es diferente al poder
demoníaco, 2- que, sin ser armado, es más fuerte que el poder demoníaco, 3- que su poder no está
en las armas, 4- que el poder desarmado vence al poder armado, 5- que una vez vencido el poder
armado, es desarmado y sus bienes repartidos. Una parábola para enseñarnos acerca del poder del
reino de Dios y cómo este poder actúa con relación al poder del anti-reino. Ya vimos cómo el poder
del anti-reino tiene que ver con la concentración del poder militar junto con el poder político y
económico y cómo el poder del reino desarrolla una lógica desarmada, desconcentradora y
socializadora del poder político y económico. La comunidad discipular no puede llegar a confundir
el uno con el otro. Por ello Jesús hace un llamado para optar por uno de los dos, evidentemente, por
el poder del reino de Dios. No hacerlo es ponerse en su contra buscando “seguridad” donde no la
hay.
Viernes 24 de marzo
EVANGELIO
Marcos 12, 28-34
28
Se le acercó un letrado que había oído la discusión y notado lo bien que respondía, y le
preguntó:
-¿Qué mandamiento es el primero de todos?
29
Respondió Jesús:
-El primero es: «Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor; 30amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas».
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Marzo - 81 -
31
El segundo, éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay ningún mandamiento mayor
que éstos.
32
El letrado le dijo:
-Muy bien, Maestro, es verdad lo que has dicho, que es uno solo y que no hay otro fuera
de él; 33y que amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas y
amar al prójimo como a uno mismo supera todos los holocaustos y sacrificios.
34
Viendo Jesús que había respondido inteligentemente, le dijo:
-No estás lejos del reino de Dios.
Y ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas.
COMENTARIOS
I
v. 28: Se le acercó un letrado que había oído la discusión y notado lo bien que respondía, y
le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Hasta ahora se han presentado grupos, ahora lo hace un individuo, un letrado, que, según el
esquema de Mc, es fariseo. En dos ocasiones (3,22; 7,1) han sido letrados de Jerusalén los que han
vigilado la actividad de Jesús y se han opuesto a ella. Este hombre es una excepción. Aunque
pertenece al círculo de los adversarios de Jesús (11,27b), su conciencia personal domina sobre su
pertenencia al grupo dirigente. No pretende comprometer a Jesús, sino que, al ver la maestría con
que interpreta la Escritura, busca solución a una cuestión muy debatida. El fondo de su pregunta es
éste: qué es lo más importante para Dios según la tradición de Israel, cuál es la expresión suprema
de su voluntad y lo primario en el comportamiento del hombre.
vv. 29-31: Respondió Jesús: «El primero es: "Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el
único Señor; amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y
con todas tus fuerzas". El segundo, éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". No hay ningún
mandamiento mayor que éstos».
Jesús comienza su respuesta haciendo suyo el llamamiento a Israel de Dt 6,4-5 (Escucha,
Israel). No solamente va a enunciar el mandamiento, sino que va a proclamarlo, tomando la
exhortación de Moisés al pueblo; pero no nombra a Moisés ni cita explícitamente la Escritura, hace
un llamamiento personal suyo, que es una invitación implícita a la enmienda (cf. 1,15).
Recuerda a todo Israel que su único Señor es Dios, no los dirigentes que explotan al pueblo
(11,17), ni el César que lo somete (12,16) ni el dios de muertos (12,27). Rectifica la pregunta del
letrado: en la antigua alianza no había un solo mandamiento principal, sino dos, pues el amorfidelidad a Dios era inseparable del amor-lealtad al prójimo. Para ser verdadero, el amor a Dios
tenía que traducirse en amor al hombre.
Dios era el valor absoluto (con todo tu corazón, etc.), el hombre, relativo (como a ti mismo),
pero el mandamiento tendía a crear una sociedad de iguales. Su práctica habría sido la preparación
para la plena realidad del Mesías.
Con la afirmación que sigue (no hay ningún mandamiento mayor que éstos) relativiza Jesús
todos los demás, que aparecen como secundarios, accesorios, dispensables. Son estos dos los que
deben regular la vida del israelita; ninguna otra práctica es esencial. Del amor a Dios no se deriva el
culto religioso, sino el amor al hombre, su imagen.
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Marzo - 82 -
Jesús echa así abajo la pretensión de muchas piedades religiosas, entre ellas la farisea, que
pretenden honrar a Dios olvidándose del hombre.
El ideal de amor propio del Reino será propuesto en la institución de la eucaristía (14,22-25;
cf. 10,45; 13,37).
vv. 32-33: El letrado le dijo: «Muy bien, Maestro, es verdad lo que has dicho, que es uno
solo y que no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y
con todas las fuerzas y amar al prójimo como a uno mismo supera todos los holocaustos y
sacrificios».
El letrado manifiesta su pleno acuerdo con Jesús (Muy bien) y ahora, ante la respuesta de
éste, lo llama Maestro. Funde en un solo bloque la relación con Dios y con el prójimo y explicita la
relativización hecha antes genéricamente por Jesús: el culto religioso según la Ley pierde su
importancia. Invierte la escala de valores existente, según la cual el objetivo primordial de la vida
del hombre era dar culto a Dios; se alinea con los profetas contra los sacerdotes (cf. Os 6,6:
«misericordia quiero, no sacrificios; conocimiento de Dios [= justicia], no holocaustos»). En el
templo, donde están Jesús y el letrado, se pretende dar culto a Dios oprimiendo y explotando al
pueblo: han eliminado el amor al prójimo.
v. 34: Viendo Jesús que había respondido inteligentemente, le dijo: «No estás lejos del
reino de Dios». Y ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas.
Jesús aprecia la respuesta del letrado (inteligentemente), viendo que es un hombre a quien
interesa la verdad. Quien está por el bien del hombre no está lejos del Reino. Jesús abre al letrado el
horizonte del reinado de Dios, que deja atrás toda la antigua época (1,15). Hay en sus palabras una
invitación implícita: ya que ha aprobado su primera respuesta, después de la frase elogiosa (no estas
lejos) debería buscar mayor cercanía. La dificultad está en que el letrado quiere ser fiel a Dios, pero
dentro de su tradición, sin deseo de novedad. Ha reconocido en Jesús un maestro, pero, como
aparece en la perícopa siguiente, no puede darle su adhesión como Mesías.
Al ver el acierto y el rigor de las respuestas de Jesús, que ha puesto en su sitio a los saduceos
y corregido al letrado, nadie se atreve a hacerle mas preguntas.
II
La discusión de Jesús con los escribas en Jerusalén está enmarcada dentro de una serie de
discusiones que se desarrollaron después de la confrontación de Jesús con el templo y mediante las
cuales se busca afirmar la identidad de la comunidad cristiana discipular. Veamos como se ubica
esta discusión dentro de este marco narrativo-discursivo:
Mc 12,13-17: con fariseos y herodianos sobre los impuestos y la dominación romana
Mc 12, 18-27: con saduceos sobre la resurrección y la ley del levirato
Mc 12, 28-34: con escribas sobre le ley fundamental
Mc 12, 35-37: con escribas sobre la filiación davídica del mesías
Mc 12, 38-44: contra los escribas y a favor de las viudas
Lo anterior nos puede sugerir varias reflexiones: 1) Jesús desarrolla una intensa crítica
ideológica-política a los grupos de poder hegemónico en Jerusalén, 2) es más aguda y voluminosa la
crítica de Jesús a los escribas, 3) la crítica se hace desde los ángulos económico, teológico, jurídico
y social, 4) en el centro del poder político-económico Jesús desarrolla una crítica religiosa
desmanteladota de la teología de la dominación.
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Marzo - 83 -
La crítica construida a partir de la discusión pública comienza a ser planteada por fariseos y
herodianos a partir de una moneda que representa el tributo, la sumisión y la aceptación de la
dominación romana. Se trata de una controversia política en la que se busca “sorprender” a Jesús en
un desliz de fatales consecuencias.
Luego de la discusión sobre la moneda, los saduceos proponen la discusión sobre la
resurrección y el señorío de los esposos sobre la esposa, ridiculizando la resurrección de una mujer
que ha sido esposa de varios hermanos. Es una controversia teológica-jurídica en la que se busca
“arrinconar” a Jesús a favor de uno u otro bando según acepten o rechacen la resurrección.
Después viene la controversia con los escribas en donde se abordan cuestiones jurídicas,
teológicas, rituales y sociales. La crítica va desde una posición más bien cercana: “No estás lejos del
reino de Dios” hasta un duro juicio: “Esos tendrán una sentencia más rigurosa”. Sin embargo, no
deja de ser sospechoso que sean los escribas los destinatarios de la crítica más acentuada y dura por
parte de Jesús en Jerusalén. Quizá está apuntando al “núcleo” de la producción de la teología de la
dominación, en el caso que los escribas hayan asumido el trabajo de “intelectuales” orgánicos del
Templo y el sistema social y político que éste representaba.
Efectivamente, los escribas, a partir de Esdras en el post-exilio, llegarán a ser, no solamente
los más versados en la Torá (La Ley) sino que ocuparán profesionalmente el trabajo de su estudio e
interpretación. De esta manera asumirán un rango de “doctores de la Ley”, mucho más cuando
cesaron los profetas, lo que los convertirán en “conductores y guías del pueblo”. En tiempos de
Jesús eran la autoridad principal del judaísmo en materia teológica y jurídica a través del riguroso
cumplimiento de las tradiciones de pureza que conforman cada vez más la principal exigencia de la
identidad judía. Vinculados profundamente a la Ley, desarrollarán junto con los fariseos el
judaísmo legalista. Su autoridad proviene del Templo de Jerusalén desde donde quieren controlar y
dirigir al pueblo a través de sus leyes de pureza y de su particular manera de entender el pecado y el
perdón de los pecados. Son duramente criticados y juzgados por Jesús, de quienes dice: “Guárdense
de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los
primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la
hacienda de la viuda so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa” (Mc
12,38-40).
La crítica que Jesús hace a la hermenéutica bíblica de los escribas, busca deslegitimar la
teología subyacente que condena y discrimina a los pobres, a las mujeres, a los extranjeros, a los
enfermos. Al ser considerados impuros, su condición social es aún más precaria e inhumana. No
solamente son pobres, sino que además, son considerados impuros, es decir excluidos de la
comunión social judía haciendo más pesado su dolor y su sufrimiento, toda vez que dejar de serlo,
implicaba un “un pago” en ofrendas al Templo y a los sacerdotes. Romper este “yugo ideológico”
será uno de los objetivos que Jesús se propone al controvertir públicamente con escribas y fariseos.
Cuando uno de los escribas pregunta a Jesús sobre el primer mandamiento, busca llevarlo a
su “campo” en donde es experto y quebrar allí su “popularidad” y su autoridad. Más de seiscientos
mandamientos requiere cierta profesionalización jurídica. Quiere saber si Jesús es un “experto” en
lo que todo judío ortodoxo –mucho más si es un maestro- debe ser experto, en el conocimiento,
interpretación y cumplimiento de la Ley. Jesús responde que hay dos, vinculando así experiencia
teológica (amarás a Dios… Dt 6,4-5) y social (y a tu prójimo… Lv 19,18). Al considerar el escriba
acertada la respuesta, dentro de un contexto post-pascual conflictivo entre judaísmo y cristianismo,
el relato quiere resaltar un común principio, pero también una diferencia…”No estás lejos del reino
de Dios”. Con todo, esta es la base permanente de unidad entre judaísmo y cristianismo. La
diferencia está en la manera de entender quién es Dios, quién es Israel, quién es el prójimo y aplicar
sus consecuencias.
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Marzo - 84 -
La discusión se cierra cuando se afirma la primacía de la vida humana junto con la
adoración a Dios. Tal afirmación constituye el punto de contraste con el desarrollo de los
acontecimientos posteriores. Paradójicamente, la teología que afirma la primacía de la vida humana
es la misma que legitimará la muerte de quien reivindica la primacía de la vida humana creyendo
defender la primacía de la adoración a Dios.
Sábado 25 de marzo
EVANGELIO
Lucas 1, 26-38
26
A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea que se llamaba
Nazaret, 27a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba María. 28Entrando adonde estaba ella, el ángel le dijo:
-Alégrate, favorecida, el Señor está contigo.
29
Ella se turbó al oír estas palabras, preguntándose qué saludo era aquél 30El ángel le
dijo:
-No temas, María, que Dios te ha concedido su favor 31Mira, vas a concebir en tu seno y a
dar a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús 32Este será grande, lo llamarán Hijo del Altísimo
y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado; 33reinara para siempre en la casa de
Jacob y su reinado no tendrá fin.
34
María dijo al ángel:
-¿Cómo sucederá eso, si no vivo con un hombre?
35
El ángel le contestó:
-El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te. cubrirá con su sombra; por
eso al que va a nacer lo llamarán "Consagrado" "Hijo de Dios" 36Y mira, también tu pariente
Isabel, en su vejez, ha concebido un hijo; la que decían que era estéril está ya de seis meses,
porque para Dios no hay nada imposible
38
Respondió María
-Aquí está la sierva del Señor, cúmplase en mi lo que has dicho.
Y el ángel la dejó.
COMENTARIOS
I
RUPTURA CON EL PASADO:
DIOS CONTACTA CON UNA MUCHACHA DEL PUEBLO
«En el sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea que se llamaba
Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se
llamaba María» (1,26-27). Trazado ya el eje horizontal de las nuevas coordenadas del momento
histórico en que Dios se ha decidido a intervenir personalmente en la historia del hombre,
«Herodes» (tiempo) y «Judea» (espacio), diseña ahora Lucas el eje vertical, comenzando por el
dato espacial, «Galilea», al que seguirá más tarde el dato temporal («César Augusto, cf 2,1).
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Marzo - 85 -
El zoom de aproximación funciona esta vez con más precisión: «a un pueblo que se
llamaba Nazaret». Aunque en el episodio anterior se sobrentendía que se trataba de Jerusalén,
donde radicaba el templo, por razones teológicas Lucas omitió mencionar una y otro, limitándose
a encuadrar el relato en «el santuario» como lugar apropiado para las manifestaciones divinas.
El contraste entre «el santuario» y «el pueblo de Nazaret» es intencionado. Nazaret no es
nombrado jamás en el AT: no está ligado a promesa o expectación mesiánica alguna; esta segunda
intervención divina no va a representar una continuidad con el pasado.
Aun cuando el mensajero es el mismo, el primer mensaje iba dirigido a la institución
religiosa; el segundo, a una muchacha del pueblo. Igualmente, en contraste con la primera escena,
el mensajero Gabriel no se dirige a un hombre (Zacarías), casado con una mujer (Isabel) y entrado
ya en años, sino a una mujer «virgen» (María), desposada pero sin convivir todavía con un
hombre José). La primera pareja estaba íntimamente entroncada con la tradición sacerdotal de
Aarón, explicitándose la ascendencia a propósito de Isabel (lit. «una de las hijas de Aarón»); la
nueva pareja se remonta, en cambio, a David, pero por línea masculina, José («de la estirpe de
David»). Isabel era «estéril» y «de edad avanzada», María es «virgen» y recién «desposada»,
resaltándose su absoluta fidelidad a Dios (por oposición a la esposa «adúltera» o «prostituida»,
figuras del pueblo extraviado; cf. Os 2,4ss; Jr 3,6-13; Ez 16). A propósito de María, no se
menciona ascendencia alguna ni se habla de observancia. María representa a «los pobres» de
Israel, el Israel fiel a Dios («virgen», subrayado con la doble mención), sin relevancia social
(Nazaret).
Jugando con los «cinco meses» en que Isabel permaneció escondida y «el sexto mes» en
que Dios envió de nuevo a su mensajero, encuadra Lucas el anuncio de la concepción de Jesús en
el marco de su predecesor. «En el sexto mes», como otrora «el día sexto», Dios va a completar la
creación del Hombre.
El ángel «entra» en la casa donde se encuentra María (en el santuario del templo no entró,
sino que «se apareció de pie a la derecha del altar del incienso») y la saluda: «Alégrate,
favorecida, el Señor está contigo» (1,28). La salvación se divisa ya en el horizonte; de ahí ese
saludo de alegría (cf. Zac 9,9; Sof 3,14). El término «favorecida/agraciada» de la salutación y la
expresión «que Dios te ha concedido su favor/gracia» (lit. «porque has encontrado favor/gracia
ante Dios») son equivalentes. María goza del pleno favor divino, por su constante fidelidad a la
promesa hecha por Dios a Israel. Más tarde se dirá de Jesús que «el favor 1 la gracia de Dios
descansaba sobre él» (2,40); en el libro de los Hechos se predicará de José y de David (Hch
7,10.46), pero sobre todo de Esteban: «lleno de gracia/favor y de fuerza» (Hch 7,8). «El Señor
está contigo» es una fórmula usual en el AT y en Lucas para indicar la solicitud de Dios por un
determinado personaje (Lc 1,66 Juan B.]; Hch 7,9 José, hijo de Jacob]; 10,38 Jesús]; 11,21 [los
helenistas naturales de Chipre y de Cirene]; 18,10 [Pablo]; cf. Dt 2,7; 20,1, etc.); asegura al
destinatario la ayuda permanente de Dios para que lleve a cabo una tarea humanamente
impensable. El saludo no provoca temor alguno en María, sino sólo turbación por la magnitud de
su contenido (1,29a), a diferencia de Zacarías («se turbó Zacarías y el temor irrumpió sobre él»,
1,12). Inmediatamente se pone a ponderar cuál seria el sentido del saludo que se le había dirigido
en términos tan elogiosos (1 ,29b).
HIJO DEL ALTÍSIMO
Y HEREDERO DEL TRONO DE DAVID REY UNIVERSAL
«No temas, María, que Dios te ha concedido su favor. Mira, vas a concebir en tu seno y a
dar a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús» (1,30). En contraste con el anuncio dirigido a
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Marzo - 86 -
Zacarías, es ahora María la destinataria del mensaje. Dios ha escogido libremente a María y le ha
asegurado su favor.
A diferencia de Isabel, que había esperado, en vano, tener un hijo, María va a dar a luz un
hijo cuando todavía no lo esperaba, siendo así que, si bien sus padres ya la han desposado con
José, ella sigue siendo «virgen». La construcción lucana es fiel reflejo de la profecía de Isaías:
«Mira, una virgen concebirá en su seno y dará a luz un hijo, y le pondrá de nombre Emmanuel»
(Is 7,14). La anunciación es vista por Lucas como el cumplimiento de dicha profecía (cf. Mt 1,2223).
Igualmente, a diferencia de Zacarías, quien debía imponer a su hijo el hombre de «Juan»,
aquí es María, contra toda costumbre, la que impondrá a su hijo el nombre de «Jesús» («Dios
salva»). Mientras que allí se apreciaba una cierta ruptura con la tradición paterna, aquí la ruptura
es total. Se excluye la paternidad de José: «Este será grande, lo llamarán Hijo de Altísimo y el
Señor Dios le dará el trono de David su antepasado; reinará para siempre en la casa de Jacob y su
reinado no tendrá fin» (1,32-33).
Continúa el paralelismo, acrecentándose el contraste: tanto Juan como Jesús serán
«grandes», pero el primero lo será «a los ojos del Señor» (1,15a), ya que será «el más grande de
los nacidos de mujer» (cf 7,28), por su talante ascético (cf. 1,15b; 7,33) y su condición de profeta
eximio, superior a los antiguos, por haberse «llenado de Espíritu Santo ya en el vientre de su
madre» (cf. 1,15c); Jesús, en cambio, será «grande» por su filiación divina, por eso lo reconocerán
como el Hijo del Dios supremo («el Altísimo» designa al Dios del universo) y recibirá de manos
de Dios el trono de su padre/antepasado David, sin descender directamente de él.
«Ser hijo» no significa solamente haber sido engendrado por un padre, sino sobre todo
heredar la tradición que éste transmite y tener al padre por modelo de comportamiento; no será
David el modelo de Jesús; su mensaje vendrá directamente de Dios, su Padre, y sólo éste será
modelo de su comportamiento. La herencia de David le correspondería si fuera hijo de José («de
la estirpe de David»), pero el trono no lo obtendrá por pertenecer a su estirpe, sino por decisión de
Dios («le dará», no dice «heredará»). «La casa de Jacob» designa a las doce tribus, el Israel
escatológico. En Jesús se cumplirá la promesa dinástica (25m 7,12), pero no será el hijo/sucesor
de David (cf. Lc 20,41-44), sino algo completamente nuevo, aunque igualmente perpetuo (Dn
2,22; 7,14).
LA NUEVA TRADICION INICIADA
POR EL ESPÍRITU SANTO
María, al contrario de Zacarías, no pide garantías, pregunta sencillamente el modo como
esto puede realizarse: «¿Cómo sucederá esto, si no vivo con un hombre?» (lit. «no estoy
conociendo varón», 1,34): el Israel fiel a las promesas no espera vida/fecundidad de hombre
alguno, ni siquiera de la línea davídica José), sino sólo de Dios, aunque no sabe cómo se podrá
llevar a cabo dicho plan. María «no conoce hombre» alguno que pueda realizar tamaña empresa.
Son variadísimas las hipótesis que se han formulado sobre el sentido de esta pregunta.
Deducir de ella que María ha hecho un voto de castidad contradice de plano la psicología judía en
el caso de una muchacha palestina «desposada» ya, pero que no ha tenido relaciones sexuales con
su marido, pues éste no se la ha llevado todavía a su casa. Lucas no pretende ofrecernos una
transcripción literal de un diálogo; se trata más bien de un procedimiento literario destinado a
preparar el camino para el anuncio de la actividad del Espíritu en el versículo siguiente.
La respuesta del ángel pone todas las cartas de Dios boca arriba: «El Espíritu Santo bajará
sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, al que va a nacer, lo llamarán
“Consagrado”, “Hijo de Dios” (1,35). María va a tener un hijo sin concurso humano.
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Marzo - 87 -
A diferencia de Juan Bautista, quien va a recibir el Espíritu antes de nacer, pero después
de su concepción al modo humano, Jesús será concebido por obra del Espíritu, la fuerza creadora
de Dios. La venida del Espíritu Santo sobre María anticipa la promesa formulada por Jesús en los
mismos términos a los apóstoles (cf. Hch 1,8), que se cumplirá por la fiesta de Pentecostés. La
idea de «la gloria de Dios / la nube» que «cubría con su sombra» el tabernáculo de la asamblea
israelita (Ex 40,38), designando la presencia activa de Dios sobre su pueblo (Sal 91 [90 LXX],4;
140,7 [139,8 LXX]), se insinúa aquí describiendo la presencia activa de Dios sobre María, de tal
modo que María dará a luz un hijo que será el Hijo de Dios, el Consagrado por el Espíritu Santo,
en una palabra: el Mesías (= el Ungido).
Se afirma claramente el resultado de la concepción virginal, pero no se dice nada sobre el
modo como esto se realizará. La idea de una fecundación divina es demasiado antropomórfica.
Mediante un nuevo acto creador (Espíritu Santo), se anuncia el nacimiento del nuevo Adán, el
comienzo de una humanidad nueva.
La nueva fuerza que Jesús desplegará es la del Dios Creador / Salvador, la que no le fue
posible imprimir en la misma creación, por las limitaciones inherentes a todo lo creado. Dios sólo
puede desplegar la fuerza del Espíritu a través de personas que se presten libremente a llevar a
término su proyecto sobre el hombre, un proyecto que no termina con la aparición del homo
sapiens, sino que más bien empieza con él, puesto que debe partir precisamente del hombre que es
consciente de sus actos, del hombre que ha experimentado personalmente la necesidad de una
fuerza superior e ilimitada que pueda llevar a término un proyecto de sociedad que no se apoye en
los valores ancestrales del poder y de la fuerza bruta ni en los más sofisticados del dinero y del
saber, fruto todos ellos de la limitación de la criatura y de la inseguridad del hombre.
Esta fuerza, que Dios concede a los que se la piden, es la fuerza del Espíritu Santo (cf.
11,13). María ha resultado ser la primera gran «favorecida/agraciada»; Jesús será « el
Mesías/Ungido» o «Cristo»; nosotros seremos los «cristianos», no de nombre, sino de hecho,
siempre que, como María, nos prestemos a colaborar con el Espíritu. Esta es la gran tradición que
éste inicia, después de liberarnos de las inhibiciones, frustraciones y fanatismos del pasado
(familiar, religioso, nacional), la que uno mismo va amasando a lo largo de repetidas experiencias
y que delata siempre su presencia manifestándose espontáneamente bajo forma de frutos
abundantes para los demás.
LA UTOPIA ES EL COPYRIGHT DE DIOS
La incredulidad de Zacarías, quien pedía pruebas, por considerar que tanto su senectud
como la de su mujer no ofrecían garantía alguna de éxito para la empresa que se le anunciaba (cf
1,18), se tradujo en «sordomudez». A María, en cambio, que no ha pedido prueba alguna que
confirmara la profecía, el ángel añade una señal: «Y mira, también tu pariente Isabel, en su vejez,
ha concebido un hijo, y la que decían que era estéril está ya de seis meses, porque para Dios no
hay nada imposible» (1,36).
La repetición, por tercera vez (cf. 1,7.18.36), del tema de la «vejez/esterilidad» sirve para
recalcar al máximo la situación límite en que se encontraba la pareja; la repetición del tema de los
«seis meses» constituye el procedimiento literario más idóneo para enmarcar (abre y cierra el
relato) el nacimiento del Hombre nuevo en el «día sexto» de la nueva y definitiva creación. La
fuerza creadora de Dios no tiene límites: no sólo ha devuelto la fecundidad al Israel
religiosamente estéril, sino que ha recreado el Hombre en el seno de una muchacha del pueblo
cuando todavía era «virgen», sin concurso humano, excluyendo cualquier atisbo de tradición
paterna que pudiese poner en peligro la realización del proyecto más querido de Dios.
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Marzo - 88 -
EL «NO» DEL HOMBRE RELIGIOSO
Y EL «SI» DE LA MUCHACHA DEL PUEBLO
Zacarías no dio su consentimiento, pero Dios realizó su proyecto (lo estaba «esperando»
el pueblo). María, en cambio, da su plena aprobación al anuncio del ángel: «Aquí está la sierva
del Señor; cúmplase en mí lo que has dicho» (1,38a). María no es «una sierva», sino «la sierva
del Señor», en representación del Israel fiel a Dios (Is 48,8.9.20; 49,3; Jr 46,27-28), que espera
impaciente y se pone al servicio de los demás aguardando el cumplimiento de la promesa.
El díptico del doble anuncio del ángel termina lacónicamente: «Y el ángel la dejó» (1,38b).
La presencia del mismo mensajero, Gabriel , que, estando «a las órdenes inmediatas de Dios»¡ (1,
19a), «ha sido enviado» a Zacarías (1,19b), primero, apareciéndosele «de pie a la derecha del altar
del incienso» (1,11), y luego «ha sido enviado por Dios» nuevamente a María (1,26),
presentándose en su casa con un saludo muy singular, pero sin darle más explicaciones (1,28), une
estrechamente uno y otro relato. Por eso, sólo una vez ha concluido su misión, se comprueba su
partida.
La descripción de la primera pareja, formada por Zacarías e Isabel, reunía los rasgos
característicos de lo que se consideraba como la crema del árbol genealógico del pueblo escogido:
Judea / Jerusalén, región profundamente religiosa; sacerdote, de origen levítico; estricto
observante de la Ley; servicio sacerdotal en el templo, entrada en el santuario del Señor para
ofrecer el incienso el día más grande y extraordinario de su vida, constituyen la imagen fiel del
hombre religioso y observante. Pese a ello, la pareja era estéril y ya anciana, sin posibilidad
humana de tener descendencia; ante el anuncio, Zacarías se alarmó, quedó sobrecogido de
espanto, replicó, se mostró incrédulo, pues no tenia fe en el mensajero ni en su mensaje. El Israel
más religioso había perdido toda esperanza de liberación, no creía ya en lo que profesaba, sus ritos
estaban vacíos de sentido.
La descripción de la segunda pareja, todavía no plenamente constituida, formada por
María desposada con José, pero sin cohabitar con él (los esponsales eran un compromiso firme de
boda: podían tener lugar a partir de los doce años y generalmente duraban un año), invierte los
términos: Galilea, región paganizada; Nazaret, pueblo de guerrilleros; muchacha virgen, no
fecundada por varón; de la estirpe davídica por parte de su futuro consorte: es la imagen viviente
de la gente del pueblo fiel, pero sin mucha tradición religiosa.
No obstante, María ha sido declarada favorecida, goza del favor y de la bendición de Dios,
se turba al sentirse halagada, tiene fe en las palabras del mensajero, a pesar de no verlo
humanamente viable, cree de veras que para Dios no hay nada imposible. Lo puede comprobar en
su prima Isabel, la estéril está embarazada, y ofrece su colaboración sin reticencias. El si de
María, dinamizado por el Espíritu Santo, concebirá al Hombre-Dios, el Hombre que no se
entronca -por línea carnal- con la tradición paterna, antes bien, se acopla a la perfección -por línea
espiritual- con el proyecto de Dios.
II
Para Severino Croatto toda la obra lucana es una relectura de Isaías (“La Hija de Sión en
Lucas 1-2”, en Revista de Interpretación Bíblica latinoamericana RIBLA 46(2003)17-31). Desde
este punto de vista explica los atributos de la madre de Jesús que con tanta atención desarrolla
Lucas en el relato de la anunciación. Así lo podemos ver cuando pone en boca del ángel Gabriel la
siguiente frase: He aquí que concebirás en el vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre
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Marzo - 89 -
“Jesús” (v.31). Corresponde al texto griego de Isaías 7,14: He aquí que la virgen tendrá en el vientre
y dará a luz un hijo y llamarás su nombre “Emanuel”
Así, en Lucas, el oráculo de Isaías está cumplido definitivamente. “Dios con nosotros”
establece una nueva alianza con la humanidad. Esta vez, no es Abraham, tampoco Moisés quien
representa a la humanidad, es la joven virgen María de Nazaret, de la que el texto poco o nada nos
informa, a diferencia de Isabel, Zacarías y José. No sabemos su origen. Es una joven cualquiera, y
su currículum vitae nada presenta de especial. Solamente a través de Lc 1,36 sabemos que ella es
parienta de Isabel.
El saludo del ángel no es la palabra “paz” sino “alégrate”. La alegría y el gozo pertenecen al
vocabulario y a la teología lucana. Quienes esperan la realización de las promesas proféticas, no
cabe más que alegrarse frente a su cumplimiento. El calificativo “llena de gracia” expresa el
sustrato semítico y bíblico, jésed (bondad, amor, solidaridad, misericordia). María, halló de parte de
Dios, predilección y favor, por el amor y la misericordia de Dios con los pobres y marginados.
Jésed está presente en los credos de las alianzas. Al poner Lucas este vocablo tan denso en la boca
del ángel Gabriel en su saludo a María, está convocándola a participar protagonicamente en la
nueva alianza que Dios quiere establecer con la humanidad.
Anunciar “el Señor está contigo” es asegurarle de antemano una presencia divina eficaz. La
fórmula se usa en la Biblia para reafirmar a los protagonistas de hechos notables después que éstos
reciban una mensaje superior a sus fuerzas y expresan su duda. Así sucede con Moisés (Ex 3,11-12)
y con Jeremías (Jr 1,8) y tantos otros personajes. Si Lucas adelanta esta promesa de seguridad, debe
ser porque el acontecimiento anunciado podría superar toda imaginable realización humana, más
que para Moisés ir al faraón y liderar la liberación de los esclavos de Egipto.
“Hallar gracia a los ojos de Dios” se dice a lo largo de toda la Biblia de personas
especialmente elegidas por Dios para una misión, empezando por Noé y Abraham (Gn 6,8; 8,3).
Tenemos pues a María, junto con Abraham, Noé, Moisés y Jeremías. Sin duda, nos hallamos frente
a una ruptura. La misión, tradicionalmente encargada a varones, ahora es entregada a una mujer
joven. La comunidad lucana está muy interesada en resaltarlo, tanto es así, que el relato está en la
puerta de todo el evangelio. El poder de Dios se vuelve fuerte en aquellas personas que nada son…
quizá como era la gente que conformaba la comunidad lucana.
Todo lo que se dice del hijo anunciado designa un proyecto liberador cuyo transfondo son
las tradiciones davídicas populares: “grande”, “hijo del Altísimo”, “recibirá el trono de David”,
“reinará sobre la casa de Jacob”. María recibe un anuncio esperado por quienes se hayan en la
tradición davídica, no en Judá, como era de esperarse, sino en Galilea. Otra ruptura. Esta vez
trastocando la “geografía” de la salvación.
Pero aún no está dicho todo. Lucas recurre a la tradición exódica para identificar el proyecto
de liberación en el que María es llamada a protagonizar. Al finalizar el libro del Exodo leemos el
relato de la consagración del santuario del desierto (Ex 40,1-33) y de su toma de posesión por la
Gloria de Yavé (v. 34-35):
La nube cubrió entonces la tienda de reunión y la gloria de Yavé llenó la morada.
Moisés no podía entrar en la tienda de reunión, pues la nube moraba sobre ella y la gloria de
Yavé llenaba la morada.
La nube es símbolo de presencia, protección, guía y acompañante. El lugar de la gloria de
Yavé ha sido desplazado desde el Sinaí (Ex 24,15b-18a) al Santuario “en medio de” el pueblo de
Israel. Hay desplazamiento de lugar indicando un cambio en el carácter de la divinidad: del Dios de
la montaña al Dios que camina junto al pueblo. La presencia es continuada pero ahora adquiere otra
forma. En Lucas se opera otro desplazamiento de la gloria de Dios, ahora está cubriendo a María.
La tradición bíblica utiliza dos representaciones diferentes sobre la ruaj (en hebreo es femenino) o
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el espíritu como poder femenino de Dios. Es enviado sobre un profeta como fuerza que guía, orienta
o impulsa (1Sam 16,13), o es puesto en alguien como signo de transformación, limpieza o
renovación (Ez 36,26-27). Lucas, en el caso de María, utiliza la primera representación, referida
sobre todo a los personajes elegidos por Dios para una misión especial. La expresión “por obra del
espíritu santo” es infeliz –por lo que sugiere– e impropia, por no corresponder a lo que Lucas quiere
decir.
Lo que cubrirá a María como una sombra es “una fuerza del Altísimo”. En el Exodo se trata
de la nube de la Gloria de Yavé. El epicentro de su manifestación es el arca de la alianza,
depositada en la tienda de la reunión (40,3.21). En Lucas, tenemos una nueva arca de la alianza que
lleva en su seno al Santo e Hijo de Dios. Hay continuidad en la presencia liberadora de Dios junto al
pueblo, solo que esta vez y de una manera “escandalosa”, esa presencia tiene que ver con una
jovencita y su maternidad. La tradición davídica popular ha sido unida a la tradición exódica de la
liberación. Los motivos referidos al arca de la alianza en el Pentateuco, son ahora transferidos a
María. El nuevo proyecto está “ligado” al viejo, en donde está enraizado. María es portadora de su
actualización.
Según Ivoni Richter Reimer (“Lucas 1-2 bajo una perspectiva feminista”, Revista de
Interpretación Bíblica latinoamericana RIBLA 44(2003)32-52), el término “esclava del Señor”
remonta a una larga historia de fidelidad del pueblo de Dios, ligando la historia personal de María
con la historia de su pueblo. Dentro del esclavismo romano, las personas eran transformadas en
objeto de placer o de lucro de sus señores. María se volvió protagonista de su historia a través de
reflexionar, decidir y participar en el nuevo proyecto de liberación. Ser “esclava del Señor” excluye
el servicio a otros señores. Significa participar creativa y dinámicamente para que al promesa de
Dios se concretice junto con los pequeños y olvidados de la historia. Es el reinado de Dios que se
hace presente para que no hayan más esclavos y esclavas en la historia de la humanidad!
Domingo 26 de marzo
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
Primera lectura: 2 Cr 36, 14-16. 19-23
Salmo responsorial: 136, 1-6
Segunda lectura: Ef 2, 4-10
EVANGELIO
Juan 3, 14-21
14
Lo mismo que en el desierto Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser
levantado el Hombre, 15para que todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva.
16
Porque así demostró Dios su amor al mundo, llegando a dar a su Hijo único, para que todo el
que le presta su adhesión tenga vida definitiva y ninguno perezca. 17Porque no envió Dios el Hijo
al mundo para que dé sentencia contra el mundo, sino para que el mundo por él se salve. 18E1 que
le presta adhesión no está sujeto a sentencia: el que se niega a prestársela ya tiene la sentencia,
por su negativa a prestarle adhesión en su calidad de Hijo único de Dios.
19
Ahora bien, ésta es la sentencia: que la luz ha venido al mundo y los hombres han
preferido las tinieblas a la luz, porque su modo de obrar era perverso. 20Todo el que obra con
bajeza, odia la luz y no se acerca a la luz, para que no se le eche en cara su modo de obrar. 21En
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cambio, el que la lealtad se acerca a la luz, y así se manifiesta su modo de obrar, realizado en
unión con Dios.
COMENTARIOS
I
SER MAESTRO
En el griego común hay dos palabras para designar al maestro: "didáskalos" significa hacer
saber, enseñar, saber teórico, y "epistátês" (de "epístêmi": estar sobre) con que se denomina a quien
tiene experiencia y sabe hacer lo que conviene en cada momento: saber práctico.
El verdadero maestro reunía el saber teórico-práctico: sabía y sabía hacer; por eso jugaba en
la vida con ventaja sobre los otros. A sus pies se sentaban los discípulos (en griego "mathêtai":
aprendices), quienes se convertían en acólitos (seguidores) del maestro, compartiendo la vida con
él. El maestro les enseñaba a vivir: ésta era su razón de ser.
En el país de Jesús, al maestro le llamaban Rabí, que quiere decir "mi señor". Con esta
palabra de la lengua aramea, que Jesús hablaba, se designaba tanto al que es mucho como al que
tiene mucho de grandeza, dignidad, poder o cualidades, aquél que sobresale en la vida.
A maestro se llegaba con los años; de ahí que maestro (del latín: "magister" = el que es más)
y señor (también del latín "senior": más viejo) fueran sinónimos. Para ser maestro se necesitaba
acumular durante años experiencia de vida y conocimientos.
El maestro, en el mundo griego, reunía a sus alumnos (= alimentados) en la escuela, palabra
ésta de origen griego que significaba "ocio" y pasó , más tarde, a indicar el lugar donde, en los ratos
de ocio, se reunía la gente en torno al maestro para estudiar letras, filosofía y otras ciencias...
El saber no se había profesionalizado todavía e interesaba a alumnos y maestros porque
enseñaba a vivir e incidía en la vida.
Hoy, en nuestro mundo, han cambiado las cosas. Apenas quedan maestros. Eso sí, proliferan
los especialistas del saber, ese ejército numeroso de profesionales que han dividido al hombre y al
mundo en parcelas de estudio y que, conociendo ampliamente una parcela, no tienen una
perspectiva global de humanidad. Por eso, para aprender a vivir -esa rara asignatura ausente de
nuestros planes de estudio- necesitamos muchos especialistas; antes bastaba con un maestro.
Sin embargo, yo sigo pensando que nuestro mundo necesita maestros a la antigua usanza.
Hombres modélicos a quienes miren las nuevas generaciones para aprender a sobrevivir en medio
de esta marejadilla de sociedad que consume los modelos antes de desgastarlos.
Jesús de Nazaret fue un maestro en el sentido pleno de la palabra, aunque ni siquiera
sabemos si empleó sus ratos de ocio en ir a la escuela. Como buen maestro enseñó a un puñado de
discípulos a vivir. Quienes vivieron con él aprendieron un estilo de vida y de humanidad,
difícilmente superable.
Él, que era el maestro (= el que más) se hizo ministro (= el que menos, servidor) y sentó su
cátedra en la cruz, a la que subió por haber ejercido un magisterio auténtico, cuya única razón de ser
era enseñar a vivir de otro modo y devolver la vida al pueblo, vida que los maestros-señoresdominadores-sabedores de la época le habían quitado. "Todo el que crea en él -dice el evangelista
Juan- tendrá vida eterna". Pues solo es maestro quien enseña a vivir y está dispuesto a dar la vida
por esta causa. Jesús la dio.
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Marzo - 92 -
II
No nos debe dar miedo de Dios; si hay que temer a alguien es a nosotros mismos. No es
Dios el que puede amargarnos la vida -ni ésta ni la futura-. Lo que nos puede perder es nuestra
insensatez, nuestra resistencia a aceptarlo tal y como él se quiere manifestar: como amor sin límite.
NACER DE NUEVO
Nicodemo, a quien Jesús dirige las palabras del evangelio de hoy, era un fariseo. El partido
fariseo era adversario del saduceo, al que pertenecía la mayoría de los sumos sacerdotes, los
jerarcas religiosos que gobernaban el templo de Jerusalén y a los que los fariseos acusaban de
ilegítimos. Por eso Nicodemo, después de la expulsión de los mercaderes del templo, vino a
negociar con Jesús para establecer un acuerdo. El estaba dispuesto a aceptar que Jesús era un
«maestro venido de parte de Dios», pero quería que todo se desarrollara «dentro de un orden»,
dentro del orden que establecía la Ley. Nicodemo propone a Jesús que realice su misión de acuerdo
con ellos, actuando como maestro de la Ley de Moisés, que era, según las doctrinas fariseas, fuente
de vida y norma de comportamiento para el hombre.
La respuesta de Jesús fue tajante: no es sólo una reforma de las instituciones religiosas lo
que él propone; según el proyecto de Dios, hay que «nacer de nuevo», hay que crear una nueva
sociedad formada por hombres nuevos Jn 3,1-12).
LEVANTADO EN ALTO
Lo mismo que en el desierto Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser levantado este
Hombre, para que todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva.
La Ley, explica Jesús a Nicodemo, ya no puede desempeñar las funciones que se le atribuían
en la doctrina de los fariseos. De hecho, no había cumplido esas funciones en el pueblo de Israel,
pues no había sido capaz de impedir que la más importante de sus instituciones, el templo, se
hubiera convertido en instrumento de muerte y de opresión de los pobres ¡ en nombre de Dios
mismo!
La vida de Dios llegará a los hombres por un cauce totalmente distinto: por un hombre, el
Hombre «levantado en alto», colgado en una cruz a la que lo llevará la fidelidad y la lealtad en el
cumplimiento de su compromiso de amor con toda la humanidad. De este modo, «todo el que lo
haga objeto de su adhesión», todo el que decida asumir esa forma de vivir y de morir (morir por
amor, gastar la vida amando), nacerá de nuevo y obtendrá la «vida definitiva». Y, de ese modo, el
Hombre «levantado en alto», el Mesías crucificado, será la norma de comportamiento para todos los
que quieran caminar iluminados por Dios, para todos los que elijan la luz y abandonen la oscuridad
de un mundo organizado en contra de la voluntad de Dios y de la felicidad del hombre.
ASI MANIFESTO SU AMOR
Porque así demostró Dios su amor al mundo, llegando a dar a su Hijo único, para que todo el que le presta su
adhesión tenga vida definitiva.
El hombre «levantado en alto» será, además, la revelación de una imagen de Dios
inconcebible para los que habían vivido bajo la Ley. Esta, además de indicar qué era lo que el
hombre debía hacer y qué lo que le estaba prohibido, establecía también el castigo que correspondía
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Marzo - 93 -
a los que violaban sus mandatos. La Ley era para el hombre (Pablo desarrollará espléndidamente
estas ideas. Véase, por ejemplo, Rom 7,7-24; Gál 3,23-4,7) una constante amenaza de castigo. Pero
Dios no es, no quiere ser, una amenaza para los seres que más ama, para los hombres. Y por eso ha
decidido revelarse y manifestar su gloria en el amor de aquel hombre que llevó su compromiso
hasta la entrega de su propia vida. Y en lugar de prometer un cielo para los que se porten bien y de
amenazar con un infierno para los que se porten mal, envía a su hijo para que nos descubra el
infierno en que hemos convertido la tierra, y nos enseñe a construir el cielo aquí y ahora. Y dimite
de su función de juez supremo y nos traspasa a nosotros la responsabilidad de decidir y de escoger
entre salvar y condenar nuestra vida y nuestro mundo: «Porque no envió Dios el Hijo al mundo para
que dé sentencia contra el mundo, sino para que el mundo por él se salve. El que le presta adhesión
no está sujeto a sentencia; el que se niega á prestársela ya tiene la sentencia, por su negativa a
prestarle adhesión en calidad de Hijo único de Dios».
Para mantener el desorden que nos empeñamos en llamar orden (la ley y el orden, que dicen
algunos) es necesario un Dios que mande mucho y que amenace más; para que sus amenazas
produzcan efecto y los hombres obedezcan sus leyes algunos necesitan un Dios que meta miedo;
pero por lo que Jesús le dice a Nicodemo, Dios no va a estar por la labor. Cierto que él no va a
imponer su punto de vista; sólo lo va a exponer... «levantado en alto». Allí lo podrán ver todos y
podrán comprobar que Dios es amor. Y podrán escoger y ponerse del lado del crucificado o de sus
asesinos; y elegir, para sí mismos y para el mundo, la salvación del amor de Dios o la ruina del
orden este. Sin miedo: ¿qué miedo va a dar un Dios que se manifiesta en un hombre clavado en una
cruz? Pero asumiendo cada cual su responsabilidad, no sólo por el lado en el que se coloque, sino
por la imagen de Dios que anuncie a los demás, pues sólo una es válida: la que revela el Hombre
aquel, el Hijo único de Dios.
III
vv.14-15 Lo mismo que en el desierto Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser
levantado el Hijo del hombre, para que todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida
definitiva.
Frente a las dos reacciones, la de los violentos y la de los legalistas, se expone la verdadera
realidad del Mesías. Éste es designado como el Hijo del hombre y se afirma que ha bajado del
cielo.
Señala así el evangelista que la condición divina del Hijo del hombre no procede de su
condición humana ni es resultado del mero desarrollo personal, sino que se debe a la plenitud del
Espíritu que ha recibido de lo alto (cf. 1,32: el Espíritu que bajaba como paloma desde el cielo). El
hombre no puede alcanzar la plenitud si no es en comunión con Dios, fuente de la vida.
Subir al cielo para quedarse será la victoria, el éxito de su misión. Aparecen de este modo el
punto inicial (bajar del cielo) y el final (subir al cielo) de la trayectoria del Hijo del hombre, del
Hombre-Dios. Como se ha expresado antes (v. 6), del Espíritu nace espíritu; de lo divino y
permanente surge lo fuerte y definitivo.
Se anuncia la exaltación del Hijo del hombre (levantado en alto). El evangelista establece un
paralelo con Nm 21,8, donde se cuenta que Moisés, ante una plaga de serpientes venenosas, fabricó
por indicación de Dios una serpiente de bronce y la levantó en un poste. Quien era mordido, al
mirar a la serpiente alzada quedaba curado o, según la expresión hebrea, "vivía", "seguía vivo".
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Marzo - 94 -
Por este paralelo, "ser levantado en alto" indica una señal destinada a ser vista y mirada
(contemplada) y, al mismo tiempo, la localización de una fuerza salvadora, de una fuente de vida.
En el caso de la serpiente, se obtenía la vida física; en el del Hijo del hombre, vida definitiva.
Esta expresión: vida definitiva, no significa solamente la salvación final, la vida después de
la muerte, sino al mismo tiempo una vida de calidad divina de que goza el hombre ya durante su
existencia mortal. Es la vida del Espíritu, nuevo principio vital que se integra en el ser del hombre;
por ser definitiva, ni su existencia ni sus frutos perecerán con la muerte. El momento inicial de esta
vida ha sido formulado por Jesús como "nacer de nuevo" (v. 3), "nacer de agua y Espíritu" (v. 5).
Al omitir la mención del nombre de Jesús y usar en cambio la denominación "el Hijo del
hombre", el evangelista presenta al Mesías como el prototipo de la nueva humanidad. Indica así que
lo que salva a los hombres de la muerte es fijar la mirada en el modelo de Hombre, es decir, aspirar
a la plenitud humana que resplandece en esa figura, que, levantada en alto, destacará sobre todos y
será el polo de atracción para la humanidad.
La figura aparece como estática, porque, aunque aún no se especifique, se refiere a Jesús en
la cruz, donde acabará de realizarse el Proyecto divino, el Hombre-Dios. Por el momento, el
evangelista no menciona la muerte, sólo alude a ella en términos de exaltación; prepara así al lector
para que no vea en la cruz un suplicio infamante, sino un hecho glorioso.
Para los fariseos, la Ley era fuente de vida y norma de conducta. Pero la única verdadera
fuente de vida es el Hijo del hombre levantado en alto; es él la señal visible que libra de la muerte,
de la muerte en vida y de la muerte final, a todo el que lo hace objeto de su adhesión.
vv. 16-18 Porque así demostró Dios su amor al mundo, llegando a dar a su Hijo único,
para que todo el que le presta su adhesión tenga vida definitiva y ninguno perezca. Porque no
envió Dios el Hijo al mundo para que dé sentencia contra el mundo, sino para que el mundo por él
se salve. E1 que le presta adhesión no está sujeto a sentencia: el que se niega a prestársela ya tiene
la sentencia, por su negativa a prestarle adhesión en su calidad de Hijo único de Dios.
La razón de todo esto es el amor de Dios por la humanidad. Subraya el texto hasta dónde ha
llegado ese amor: Dios no se ha reservado para sí a su Hijo único, sino que lo ha dado para que todo
ser humano tenga plenitud de vida.
De hecho, la denominación "el Hijo único" alude a la historia de Abrahán, que llegó a
exponer a la muerte a su hijo único o amado, Isaac (Gn 22,2). También Dios, por amor a la
humanidad, expone al peligro de muerte a su Hijo único, para que todo ser humano tenga plenitud
de vida.
La única condición para ello es la adhesión al Hijo, que significa la adhesión a todo lo más
noble de la condición hunana. Dios no quiere que los hombres perezcan, es decir, que acaben en la
muerte, porque en él no hay nada negativo. De hecho, Dios no se acerca al mundo en su Hijo para
condenar al mundo; no es un Dios airado contra el género humano: es puro amor, pretende sólo
salvar mediante el Hijo, es decir, comunicar a los hombres plenitud de vida hasta superar la muerte.
En consecuencia, no hay juicio por parte de Dios; él no juzga. Es el hombre mismo el que,
por su opción, determina su suerte. Quien opta por la vida, que Dios ofrece en Jesús, tendrá vida;
quien rechaza la vida, firma su propia sentencia.
Dar la adhesión a Jesús como a Hijo único o amado de Dios (cf. Gn 22.2) equivale a creer en
las posibilidades del hombre, viendo el horizonte que el amor de Dios abre al género humano.
Significa aspirar a la plenitud que aparece en Jesús y ha sido hecha posible por él, modelo de los
hijos de Dios que nacen por su medio.
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Marzo - 95 -
vv. 19-21 Ahora bien, ésta es la sentencia: que la luz ha venido al mundo y los hombres han
preferido las tinieblas a la luz, porque su modo de obrar era perverso. Todo el que obra con
bajeza, odia la luz y no se acerca a la luz, para que no se le eche en cara su modo de obrar. En
cambio, el que practica la lealtad se acerca a la luz, y así se manifiesta su modo de obrar,
realizado en unión con Dios.
La Ley era norma de conducta. Ahora lo es el Hijo del hombre levantado en alto, el que
expresa el amor hasta el fin. Él es la luz que penetra en la tiniebla y distingue actitudes. Su figura
descubre la opción profunda del hombre; éste puede aceptar la luz-vida o rechazarla.
El evangelista ha afirmado antes que el que rechaza dar la adhesión al Hijo pronuncia su
propia sentencia. Ahora lo explica: el que opta contra la vida-amor elige la muerte. La razón de la
opción mala es que su modo de obrar era perverso; es el modo de obrar de los opresores y
explotadores, de los causantes de muerte, de los que prefieren la tiniebla, que les proporciona
justificaciones ideológicas a su manera de proceder; odian la luz, porque no pueden soportar su
denuncia (1,5; 11,53; 12,10; 19,15). No son doctrinas las que separan de Dios, sino conductas (su
modo de obrar).
En el polo opuesto se encuentra el que practica la lealtad, es decir, aquel cuya conducta
está inspirada por el amor; éste se acerca a Jesús, en quien ve el modelo de su modo de obrar; no
teme a la luz, porque no tiene nada de qué avergonzarse; aunque no lo supiera, su modo de obrar
estaba apoyado por Dios.
IV
Pablo, después de agradecer el don de la fe (Ef 1,3-14), contrasta y contrapone dos tiempos:
el de la muerte y el de la resurrección. El tiempo de la muerte (Ef 2,1-3) corresponde a “delitos y
pecados” según el “proceder de este mundo” bajo la dominación de Satanás. Es tiempo de
esclavitud e infrahumanidad. De ese tiempo Dios rescata tanto a judíos como a gentiles, por ser
“rico en misericordia”, vivificándolos “juntamente con Cristo”, por su resurrección. Sólo la gracia
mediante el don de la fe puede “explicar” tal sobreabundancia de amor divino. El tiempo de la
resurrección es tiempo de “nueva creación” en Cristo Jesús, lo que se expresa en las “buenas obras”
practicadas por quienes han sido vivificadas y vivificados. No es de extrañar que la “medida” de las
buenas obras sea como la medida de Dios: el amor. El tiempo de la resurrección es el tiempo de
afirmación de la vida en el amor. Para la fe cristiana, la muerte (la esclavitud) no tiene la última
palabra. Vivir a plenitud como nuevas criaturas el tiempo de la resurrección es el llamado que Pablo
hace a lo largo de esta carta a la iglesia nacida entre la gentilidad.
Jn 3,14-21 corresponde a la respuesta que Jesús da a Nicodemo cuando pregunta «¿cómo
puede ser eso?», refiriéndose al nuevo nacimiento en el Espíritu. Es también la segunda y última
parte del diálogo de Jesús con este “jefe” de los fariseos de Jerusalén.
Nicodemo, cuyo nombre significa “el que vence al pueblo”, aparece varias veces en el
evangelio de Juan (3,1-21; 7,50-52; 19,39). No es un cualquiera. Por su filiación religiosa es un
fariseo, es decir, un rígido observante de la Ley, considerada como la expresión suprema e
indiscutible de la voluntad de Dios para el ser humano. Es el primer rasgo que señala Juan antes del
nombre mismo. Nicodemo se define como hombre de la Ley antes que por su misma persona. Juan
añade otra precisión sobre el personaje: en la sociedad judía es un “jefe” título que se le aplica
particularmente a los miembros del Gran Consejo o Sanedrín, órgano de gobierno de la nación
(11,47). En éste, el grupo de los letrados fariseos era el más influyente y dominaba por el miedo a
los demás miembros del Consejo (12,42).
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Marzo - 96 -
Nicodemo habla en plural (3,2: sabemos). Es, pues, una figura representativa. La escena va a
describir, por tanto, un diálogo de Jesús con representantes del poder y de la Ley. Nicodemo llama a
Jesús “Rabbí” (3,2) término usado comúnmente para los letrados o doctores de la Ley que
mostraban al pueblo el camino de Dios. Así es como este fariseo adicto ferviente de la Ley, ve a
Jesús. Es extraño, porque hasta el momento, Jesús no ha dado pie para semejante interpretación de
su persona. En realidad, Nicodemo está proyectando sobre Jesús la idea farisea de Mesías-maestro,
avalado por Dios para interpretar la Ley e instaurar el reinado de Dios enseñando al pueblo la
perfecta observancia de la Ley de Moisés. Lejos de comprender el cambio radical que propone
Jesús. Para los fariseos en la Ley está el porvenir de Israel, para Jesús, el nacimiento en el Espíritu
abre el reino de Dios al porvenir humano. El ser humano no puede obtener plenitud y vida por la
observancia de una Ley, sino por la capacidad de amar que completa su ser. Sólo con personas
dispuestas a entregarse hasta el fin puede construirse la sociedad verdaderamente justa humana y
humanizadora. La Ley no elimina las raíces de la injusticia. Por eso, una sociedad basada sobre la
Ley, no sobre el amor, nunca deja de ser opresora, codiciosa e injusta.
La segunda parte del diálogo de Jesús con Nicodemo se centra en el que “bajó del cielo” sin
dejar de ser “del cielo” “para que todo el que crea tenga vida eterna”. La reflexión de Jesús resalta
la relación que hay entre creer y vivir en las obras de la vida eterna, es decir, en el reino de Dios.
“Bajar del cielo” y ser “levantado” es un asunto de amor de Dios.. Veamos los énfasis teológicos
propuestos por el discurso:
Frente a la centralidad farisaica de la Ley, el evangelio de Juan propone la dinámica
liberadora de la fe en Jesús “levantado” (crucificado) como la serpiente que Moisés levantó en el
desierto. Creer es la respuesta al inmenso amor de Dios que entregó su Hijo único. Es la
reciprocidad del amor. Creer no es un concepto o una doctrina, es un acto de amor por el que
adviene el reino de Dios. El juicio sobre la humanidad tiene como criterio la fe como acto de amor
recíproco. Nuevamente llegamos a la insistencia de Juan. Una humanidad justa y feliz sólo es
posible sobre el amor, no sobre la Ley. Esta es la fe que proclama Juan.
Para la revisión de vida
Nicodemo se acercó a Jesús. Le movía la curiosidad, el deseo de escuchar una
palabra especial, la revelación de algún oscuro secreto. ¿Por qué quiero yo acercarme a Jesús? Pero
antes, ¿quiero yo acercarme a Jesús? ¿Deseo encontrarme con él?
Nicodemo espera la llegada de la noche para buscar a Jesús. Era evidente su miedo a
ser visto y delatado a esos judíos que por conveniencia no aceptaban al galileo. ¿Tenemos también
el mismo miedo a que se nos descubra como seguidores de Jesús? ¿Seguidores de Jesús en sentido
real y concreto, luchando por la justicia y la verdad?
Para la reunión de grupo
La primera lectura es la conclusión del segundo libro de las Crónicas, del AT. Es un buen
resumen del esquema interpretativo de la historia por parte de los redactores bíblicos, y del mismo
pueblo. ¿Pero lo podemos aceptar nosotros, hoy día, fácilmente? ¿Qué dificultades nos presenta? ¿A
qué se pueden deber esas dificultades? ¿Cómo combinar estas dificultades y estas respuestas con el
hecho de que consideramos estos textos bíblicos «revelación»? ¿En qué sentido?
Marcelo Barros (en el libro-base para el Encuentro Intereclesial de CEBs de Brasil de 2000)
hace caer en la cuenta del sincretismo de la Biblia, en la que aparecen muchas tradiciones,
elementos, categorías, leyendas, símbolos… procedentes de la religiosidad del Oriente Próxmo, en
el que ella se haya claramente ambientada. Y hace señalar que el becerro de oro fue rechazado, pero
la serpiente de bronce entró en la Biblia… ¿Cabe hacer alguna reflexión al respecto?
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Marzo - 97 -
Prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas… Este texto del evangelio de
Juan está en plena sintonía con la epistemología moderna: la estructura del conocimiento humano es
tal, que el sujeto entra en la composición misma de la experiencia cognoscitiva, con sus intereses,
prejuicios, limitaciones… No hay un conocimiento neutro y desinteresado, una «razón pura», una
«verdad objetiva»… En la respuesta ética que damos a la vida, en la respuesta de fe (o de no fe) que
damos a los desafíos de la realidad, estamos movidos también –tal vez inconscientemente- por
nuestro deseo de luz o nuestro de oscuridad, para que su maldad no sea descubierta. Comentar.
Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve por Él; no lo envió para condenar, sino
para que el mundo se salve por él. Pero de hecho muchas veces el cristiano se siente más juzgado
que salvado, y siente la moral como un deber exterior e impuesto, como una carga más que como
una ayuda... ¿A qué se debe? Si el Evangelio es Buena Noticia y Dios es pura voluntad de
salvación, ¿qué es lo que puede estar fallando?
Para la oración de los fieles
Para que sean iluminados nuestros corazones con la luz que brota de la esperanza de los
débiles y marginados del sistema, roguemos al Señor...
Para que nos decidamos sin demora a incluir en nuestra vida diaria acciones que, como las
de Jesús, irradien luz y solidaridad, roguemos al Señor...
Por los que no saben de dolores verdaderos, de injusticias planificadas, de pobreza
globalizada, para que se abran sus ojos a la verdad, roguemos al Señor...
Por los niños y adultos que hoy siguen muriendo "antes de tiempo", por los "pueblos
crucificados", para que seamos para ellos señal y compromiso de liberación, roguemos al Señor...
Para que nuestra conducta sea correcta e incorruptible, de forma que nunca temamos a la
verdad ni prefiramos a las tinieblas, roguemos al Señor...
Oración comunitaria
Dios todobondadoso, Padre y Madre de la Humanidad, que en Jesús has levantado
ante el mundo una y muchas señales, para que todos los hombres y mujeres se salven y lleguen al
conocimiento de la Verdad: te expresamos nuestro agradecimiento al descubrir que tú actúas a favor
de toda la Humanidad y a toda ella la conduces, «por caminos sólo por ti conocidos». Ello nos hace
sentirnos llenos de una alegría y una confianza, que para nosotros concretamente se apoyan en
Jesucristo, nuestro hermano, predilecto tuyo.
Lunes 27 de marzo
EVANGELIO
Juan 4, 43-54
43
Al cabo de los dos días salió de allí para Galilea, 44pues Jesús mismo había declarado
que a ningún profeta se le honra en su propia tierra.
45
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, por haber visto personalmente
todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
46a
Llegó así de nuevo a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
46b
Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaún.
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Marzo - 98 -
47
A1 oir éste que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo y le pidió que bajase y
curase a su hijo, que estaba para morirse.
48
Le contestó Jesús:
-Como no veáis señales portentosas, no creéis.
49
El funcionario le insistió:
-Señor, baja antes que se muera mi chiquillo.
50
Jesús le dijo:
-Ponte en camino, que tu hijo vive.
Se fió el hombre de las palabras que le dijo Jesús y se puso en camino.
51
Cuando iba ya bajando lo encontraron sus siervos, y le dijeron que su chico vivía. 52Les
preguntó a qué hora se había puesto mejor, y ellos le contestaron:
-Ayer a la hora séptima se le quitó la fiebre.
53
Cayó en la cuenta el padre de que había sido aquélla la hora en que le había dicho Jesús:
«Tu hijo vive», y creyó él con toda su familia.
54
Esto hizo Jesús, esta vez como segunda señal, al llegar de Judea a Galilea.
COMENTARIOS
I
El tema del profeta rechazado por los suyos se había hecho proverbio. Los galileos habían
tenido noticia de la actividad de Jesús en Jerusalén y reciben bien a Jesús, porque habían visto
personalmente lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta. Ahora comienza un nuevo ciclo,
una nueva etapa de su actividad, con un cambio de táctica. El episodio del funcionario real con su
hijo enfermo está en paralelo con el de la boda de Caná y es la segunda señal y constituye un nuevo
comienzo.
El poder político (46b, el funcionario real) ve en Jesús un Mesías reformista y poderoso,
según la interpretación de su persona y actividad dada en Jerusalén (2,17.23). Preocupado por la
situación del pueblo (representado en el hijo) que depende de él, busca en Jesús un aliado del poder
(le pidió que bajase a Cafarnaún) que procure una solución dentro del sistema de relaciones
existente (autoridad-subordinación).
El poder, representado por el funcionario, se muestra impotente para salvar (su hijo estaba
para morirse). Jesús denuncia la mentalidad de los poderosos (que no tienen fe) y esperan la
salvación de una demostración de poder, como en el antiguo éxodo (Éx 7,3.9; 11,9,10; 15,11). Pero
Jesús va a efectuar la liberación (éxodo) sin alarde de fuerza ni ostentación de poder.
Se dirige al hijo del funcionario con la palabra "chiquillo" (v. 49), expresión de cariño, y al
mismo tiempo de dependencia, pues es menor de edad. Después llama al enfermo "tu hijo" (v. 50),
subrayando la igualdad; la salvación implica la libertad, no puede efectuarse en la relación de
dependencia. Su mensaje (sus palabras) son vida, que él comunica independientemente de la
voluntad del poderoso (vv. 50-51).
El cambio de actitud del funcionario se muestra en el texto por los diferentes modos como se
le designa (vv. 46b.49: el funcionario; v. 50: el hombre; v. 53: el padre).
El hijo queda curado a la hora séptima (v. 52), que sigue a la sexta, hora de la muerte de
Jesús (19,45), la hora en que, terminada su obra, produce la vida con la entrega del Espíritu (19,30).
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Marzo - 99 -
La salvación de Jesús será universal: no se limitará a los judíos; también este funcionario
real participa de ella, y consistirá en comunicar vida al pueblo, independientemente del deseo de
los dirigentes.
De este modo Jesús manifiesta su gloria / amor (2,11), pero, ante una institución que rechaza
el plan de Dios, Jesús da vida al hombre directamente, fuera del marco institucional (54): no en
Jerusalén, sino en Galilea.
II
La unidad literaria completa correspondiente a este poema escatológico va hasta el verso 25
(Is 65:17-25) y no hasta el 21 como está planteado.
El sueño utópico de la “nueva creación” del Tercer Isaías está relacionado con la figura de
Jerusalén, que aparece en esta unidad literaria, en primer plano. La utopía isaíana del postexilio es
urbana!
La estructura literaria del relato “traba” entre sí varios temas (el gozo y la alegría para
Jerusalén y su pueblo) con el motivo de la creación de cielos nuevos y tierra nueva. El verbo crear
(bara) se constituye en uno de los centros de la estructura (vv. 17-18) produciendo un deslizamiento
de sentido, desde la creación de cielos y tierra a la creación de Jerusalén y su pueblo, así el
verdadero tema del oráculo no es la recreación cósmica sino la de la ciudad. Se trata de una profecía
urbana que tiene como punto de partida la realidad histórica de la Jerusalén del postexilio. En el
lenguaje simbólico, el profeta le hace a Yavé anunciar una nueva creación, lo que conlleva
plantearse la transformación de dicha realidad. Si la realidad será nueva, ya no habrá lugar para ni
siquiera recordar los sufrimientos anteriores. No sólo que desaparecerán de la vista de Yavé sino
que no serán revividos por nadie en la tierra.
Lo que se dice de manera negativa en 17b, se dice de manera positiva en vv. 18-19. A la
experiencia presente de sufrimiento y de tristeza se opone el gozo y la alegría de la nueva era que ya
despunta por la acción de Yavé. Estos dos términos aparecen tres veces en estos dos versículos,
indicando la centralidad en el mensaje profético del gozo y la alegría como oposición a la angustia y
el dolor presente. Lo que hace que Jerusalén y su pueblo sean recreados es la situación de gozo y
alegría. En la nueva creación urbana prometida lo que importa es la transformación de las
condiciones humanas que generan llanto, clamor, angustia y dolor en Jerusalén y su pueblo. El
relato da aún más fuerza a la utopía del gozo y la alegría, pasando estos sentimientos de los seres
humanos (v. 18) a Dios mismo (v. 19a) y de Dios pasa nuevamente a la ciudad (v. 19b), donde “en
ella” el motivo es expresado como “no clamor” y “no llanto”. ¡Es la cuarta mención en cadena!
Tanto énfasis en alegría y gozo nos plantea una dura realidad presente donde la “abundancia” del
clamor y el llanto no da lugar para su expresión.
En seguida la imaginación entra a jugar un papel importante en la profecía. El v. 20 nos
lleva a una realidad “imaginaria”, cuya proyección ante los ojos del oyente reafirma su confianza en
el cambio de la realidad presente. ¡La imaginación es subversiva! Introduce un elemento de
inconformidad con un mundo de muerte prematura indigna. La visión imaginaria del futuro está
planteando “otro mundo posible” opuesto totalmente al actual.
Los vv. 21-22a nos llevan a la materialidad de la vida digna y feliz, sin su posesión y
disfrute esta no es posible: la casa y la viña. El acento del oráculo está en la libertad y la garantía de
su posesión, con lo que está denunciando y negando la expropiación de las casas y de las viñas por
deudas, por invasión y por conquistas. La profecía afirma el derecho tribal de la casa y de la viña,
no solo como posesión, sino de casas construidas y de viñas plantadas. Es el derecho del trabajo
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Marzo - 100 -
humano y del disfrute de la vida por quienes construyen y plantan, y esto por largos días, pues, lo
que se desea vehementemente, es anular para siempre el continuo acecho de esos “otros”
(peligrosos y conocidos) que toman para sí lo que no han edificado y lo que no han plantado. 22b no
hace sino prolongar el sentido de 21 y 22a. Así tenemos que todo el bloque 20-22 adquiere un
sentido unitario con un eje de significado en la materialidad de la vida (los bienes sociales y
económicos de los vv. 21-22a).
Quienes disfrutan de la materialidad de la vida “no se cansarán en vano” (v. 23a), pues son
“descendencia bendita” (23b), comunidad fiel y bienaventurada. Promesa “mirando lejos”, hacia los
retoños de una descendencia a su vez bendita de Yavé. Implica el no-riesgo de volver a perder la
identidad en medio de la ruina y en medio de otros pueblos, pues “no darán a luz para el espanto”.
Con el v. 23 concluye la serie de los tres “no más” (“nunca más”):
No edificarán para que otro resida
No plantarán para que otro coma
No se fatigarán en vano
Fundamentados en otros tantos “porque”:
Porque el joven a los cien años morirá
Porque como los días del árbol vivirá mi pueblo
Porque descendencia bendita de Yavé son
Los “no más” niegan el sufrimiento presente y lo condenan como negación de lo que Dios
quiere para la humanidad. Los “porques” son anuncios esperanzadores para sostener y alimentan la
“lucha” contra los “no más”. Son necesarios los unos y los otros. Si el punto de partida de la
profecía isaíana es la realidad presente signada por el sufrimiento, el punto de contraste y de crítica
es la realidad “imaginada” donde éste ha dejado de existir. La utopía se afirma como una fuente que
alimenta, sostiene, anima y resignifica las luchas presentes por la dignificación de la vida humana.
Martes 28 de marzo
EVANGELIO
Juan 5, 1-3. 5-16
5 1Algún tiempo después era fiesta de los Judíos y subió Jesús a Jerusalén.
2
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que en la lengua del país
llaman El Foso, con cinco pórticos; 3en ellos yacía una muchedumbre, los enfermos: ciegos,
tullidos, resecos.
5
Había un hombre allí que llevaba treinta y ocho años con su enfermedad. 6Viéndolo Jesús
echado y notando que llevaba mucho tiempo, le dijo:
-¿Quieres ponerte sano?
7
Le contestó el enfermo:
-Señor, no tengo un hombre que, cuando se agita el agua, me meta en la piscina; mientras
yo llego, otro baja antes que yo.
8
Le dice Jesús:
-Levántate, carga con tu camilla y echa a andar.
9ª
Inmediatamente se puso sano el hombre, cargó su camilla y echó a andar.
9b
Era aquél un día de precepto. 10Dijeron, pues, los dirigentes judíos al que había quedado
curado:
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Marzo - 101 -
-Es día de precepto y no te está permitido cargar con tu camilla.
11
É1 replicó:
-El que me dio la salud fue quien me dijo: «Carga con tu camilla y echa a andar».
12
Le preguntaron:
-¿Quién es el hombre que te dijo: «Cárgatela y echa a andar»?
13
E1 que había sido curado no sabía quién era, pues, como había mucha gente en el lugar,
Jesús se había escabullido.
14
Algún tiempo después, Jesús fue a buscarlo en el templo y le dijo:
-Mira, has quedado sano. No peques más, no sea que te ocurra algo peor.
15
E1 hombre notificó a los dirigentes judíos que era Jesús quien le había dado la salud.
16
Precisamente por esto empezaron los dirigentes judíos a perseguir a Jesús, porque hacía
aquellas cosas en día de precepto.
COMENTARIOS
I
5,1-3a Algún tiempo después era fiesta de los Judíos y subió Jesús a Jerusalén. Hay en
Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que en la lengua del país llaman El Foso,
con cinco pórticos; en ellos yacía una muchedumbre, los enfermos: ciegos, tullidos, resecos.
No se precisa de qué fiesta se trata, pero, como a la Pascua anterior (2,13), se la califica de
“fiesta de los judíos”. No es, por tanto, una fiesta del pueblo, sino una fiesta del sistema, dirigida
y controlada por los dirigentes. Jesús sube a Jerusalén por segunda vez.
El evangelista describe un ambiente. Aparece de nuevo el tema de las ovejas (la Puerta de
las Ovejas, por donde entraban los rebaños en la capital; cf. Neh 3,1.32), aludiendo a las que
Jesús echó fuera del templo (éxodo) (2,14s; cf. 10,1ss).
Se menciona una piscina que tiene cinco pórticos. Los pórticos relacionan a este lugar con
el templo (cf. 10,23), en cuyos pórticos se enseñaba la Ley; la mención del número cinco, aunque
responde a la realidad histórica (además de los cuatro que rodeaban la piscina, tenía uno que la
cruzaba por la mitad), era innecesaria para la narración; por eso, en paralelo con "los pórticos",
insinúa un sentido más allá del histórico, una alusión a los cinco libros de la Ley (el Pentateuco),
bajo cuya opresión vivía el pueblo.
Existe un contraste enorme entre la fiesta oficial y la muchedumbre que se describe: una
masa de gente enferma, sin fuerza ni actividad, tirada por el suelo. El término muchedumbre, que
denota una masa de gente mayor que "multitud", incluye a la gran mayoría del pueblo, como
contradistinto de los dirigentes. Son los excluidos de la fiesta (2Sm 5,8).
La muchedumbre enferma tiene tres características: está ciega por obra de la tiniebla, por
haber hecho suya la doctrina de la Ley que le impide conocer el amor de Dios y su proyecto sobre
el hombre; está tullida, privada de actividad de movimiento y de acción, reducida a la impotencia,
y reseca, sin vida; es un pueblo muerto (Ez 37,1-14).
En su primera visita a Jerusalén fue directamente al templo, ciudadela del régimen, para
denunciarlo; ahora, en cambio, va al lugar donde yacen las ovejas enfermas y derrengadas (cf.
Zac 10,2-3 LXX). La situación de esta muchedumbre explica la oposición de Jesús a la
institución religioso-política (cf. 2,13ss).
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Marzo - 102 -
Los vv. 3b-4: "que aguardaban la agitación del agua, porque de vez en cuando el ángel del
Señor bajaba a la piscina y removía el agua; y entonces, el primero que entraba después de la
agitación del agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese", son una interpolación,
inexistente en los mejores codd. y que contradice el sentido del pasaje.
5-7 Había un hombre allí que llevaba treinta y ocho años con su enfermedad. Viéndolo
Jesús echado y notando que llevaba mucho tiempo, le dijo: «¿Quieres ponerte sano?» Le
contestó el enfermo: «Señor, no tengo un hombre que, cuando se agita el agua, me meta en la
piscina; mientras yo llego, otro baja antes que yo».
El enfermo es un inválido que apenas puede moverse (v. 7) y representa a la entera
muchedumbre. Según Dt 2,4, fueron treinta y ocho años los que duró la generación que murió en
el desierto sin ver la tierra prometida; la mención de la misma cifra para indicar la duración de la
enfermedad del inválido significa que la muchedumbre representada por él va a morir sin
encontrar salvación. La enfermedad es suya, del hombre, es decir, él es responsable de ella por
haber aceptado la ideología del sistema, que apaga la vida (1,5).
No se afirma que Jesús vaya a la piscina ni que entre en su recinto; sólo se ha dicho que
subió a Jerusalén. Sin más explicación, se encuentra entre la muchedumbre de los enfermos. De
hecho, la piscina representa a la ciudad; la muchedumbre, a la masa marginada que existe en
Jerusalén.
Las señales de la larga enfermedad son visibles. Jesús se da cuenta de lo avanzado del mal
(notando que llevaba mucho tiempo) y le pregunta al hombre si desea la salud; implícitamente se
la ofrece. El enfermo responde con respeto (Señor). Se atribuían a la agitación del agua de la
piscina propiedades curativas, y el hombre se imagina que Jesús va a meterlo en el agua. El verbo
agitarse se usa en el NT sólo de personas y de multitudes; la agitación del agua representa así las
revueltas mesiánicas o agitaciones populares del tiempo, en las que el pueblo oprimido esperaba
vanamente encontrar remedio a sus males.
8-9a Le dice Jesús: «Levántate, carga con tu camilla y echa a andar». Inmediatamente se
puso sano el hombre, cargó con su camilla y echó a andar.
Jesús responde de otro modo a la expectación del enfermo-pueblo. No lo levanta él, le da
la capacidad de actuar por sí mismo, sin depender de otros (levántate), y lo incita a usar de su
libertad cargando con su camilla en día de fiesta, contra la prescripción legal. Lo hace dueño de
aquello de lo que dependía (la camilla). El hombre estaba postrado y privado de iniciativa propia:
ahora puede disponer de sí mismo, con plena libertad de acción (echa a andar).
La orden de Jesús se cumple inmediatamente y a la letra. Él no ha puesto ninguna
condición, solamente el deseo de la salud. Ni siquiera se ha dado a conocer al enfermo. No lo ha
llamado a ser discípulo, sencillamente lo ha hecho persona. Le deja plena libertad. Ya liberado,
debe encontrar su propia ruta.
9b-11 Era aquél un día de descanso. Dijeron, pues, los dirigentes judíos al que había
quedado curado: «Es día de descanso y no te está permitido cargar con tu camilla». Él replicó:
«El que me dio la salud fue quien me dijo: “Carga con tu camilla y echa a andar”».
Jesús no se ha preocupado del precepto del descanso; para él cuenta sólo el bien del
hombre en cualquier circunstancia. Para los dirigentes judíos, por el contrario, cuenta sólo la
observancia de la Ley y, en nombre de ella, recuerdan al hombre que está prohibido llevar la
camilla.
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Marzo - 103 -
Según la doctrina de las escuelas, la observancia del precepto del descanso equivalía a la
de toda la Ley, y su violación o desprecio lo era de la Ley entera. Llevar la camilla a cuestas,
sabiendo que era día de precepto, significaba no reconocer la validez de Ley, considerarse libre
de sus obligaciones y no acatar la autoridad de los dirigentes, sus custodios e intérpretes.
Interpretada y controlada por los dirigentes, la Ley no tolera la libertad del hombre, y
quieren quitarle la que le ha dado Jesús, quien, sin dar valor al precepto, le ha dicho que cargue
con la camilla.
El hombre les contesta que no actúa así por propia iniciativa; ha sido otro quien, además
de darle la salud, le ha dicho que cargase con la camilla.
12-13 Le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te dijo: “Cárgatela y echa a andar”?»
E1 que había sido curado no sabía quién era, pues, como había mucha gente en el lugar, Jesús
se había escabullido.
La réplica del hombre alarma a los dirigentes. Lo sucedido no se reduce a una violación
particular de la Ley cometida por un individuo poco religioso; hay algo peor: existe un individuo
que se arroga el derecho de eximir a otros de la Ley.
No se alegran de que el hombre haya recobrado la salud ni lo felicitan por ello; los
inquieta, en cambio, que alguien se atreva a dispensar de las obligaciones religiosas que ellos
imponen. No les preocupa la gente ni la miseria en que vive, pero sí su propia hegemonía. El
pasaje subraya la total despreocupación de los dirigentes por el pueblo.
El enfermo se ha fiado de un hombre (¿Quién es el hombre?) y ha recobrado su propia
humanidad. El que había perdido la esperanza de que alguien le ayudase (5,7), ha encontrado
ayuda en Jesús. Antes nadie le mostraba solidaridad, es decir, amor; la Ley no se lo había dado; al
contrario, utilizada por los dirigentes, lo impedía. Ahora, en Jesús, comienza a brillar para él el
amor fiel de Dios.
Jesús se había escabullido entre la multitud. No busca popularidad, sólo pretende dar vida.
Ha devuelto al hombre su fuerza, sin exigirle nada. El amor es don gratuito.
14-15 Algún tiempo después, Jesús fue a buscarlo en el templo y le dijo: «Mira, has
quedado sano. No peques más, no sea que te ocurra algo peor». E1 hombre notificó a los
dirigentes judíos que era Jesús quien le había dado la salud.
Ha pasado algún tiempo y Jesús se encuentra con el hombre a quien había liberado de su
enfermedad. El individuo está en el templo, que ha dejado de ser el lugar donde está Dios y de
donde Jesús quiere sacar al pueblo (2,15b). Mantenerse en el recinto del templo, significa
renunciar de nuevo a la libertad y aceptar la explotación.
El templo era la expresión simbólica más clara de la separación y el antagonismo entre el
espacio divino y el espacio humano, entre el tiempo de Dios y el tiempo del hombre, entre los
intereses de Dios y los del hombre. Los dirigentes se hacen fuertes en esta oposición entre lo
sagrado y lo profano, que les permite, en nombre de Dios, dominar al pueblo sin atender a sus
necesidades. De hecho, este templo está llamado a desaparecer (4,21); será sustituido por la
persona de Jesús (2,19).
Ahora bien, el hombre curado, que, siguiendo la recomendación de Jesús, había echado a
andar (5,9), se ha detenido; ha vuelto a someterse al dominio de la institución (en el templo). Ése
es su pecado: la renuncia voluntaria a la vida (1,29 el pecado del mundo), por la adhesión a una
ideología-tiniebla que impide la plenitud humana; eso era precisamente lo que causaba su
enfermedad y la de la muchedumbre de la piscina.
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Marzo - 104 -
Jesús le advierte: si, después de haber descubierto la libertad, sigue profesándose adicto al
régimen injusto, puede sucederle algo peor; no ya la enfermedad, sino la muerte misma. No
fuerza, sin embargo, su decisión; Jesús no se impone al hombre ni lo domina.
Una vez que ha conocido a Jesús y ha recibido su aviso, el hombre se presenta ante los
dirigentes que le habían prohibido ser libre invocando el precepto. Ahora ha comprendido: el que
da la salud y la vida sustituye a la Ley de muerte; Jesús es la norma, en lugar del precepto. Por
boca de este hombre, el pueblo liberado atribuye su salvación a Jesús y da testimonio de ella ante
sus antiguos opresores.
16-18 Precisamente por esto empezaron los dirigentes judíos a perseguir a Jesús, porque
hacía aquellas cosas en día de descanso.
Comienza la persecución contra Jesús. Ante la oposición de los dirigentes judíos, que
invocan el precepto de la Ley como expresión de la voluntad divina, Jesús expone el fundamento
de su actividad liberadora, que ellos no aceptan: su obra se identifica con la de Dios creador, que
continúa trabajando para llevar al hombre a la plenitud de vida. El amor del Padre no descansa, su
actuación en bien del hombre no conoce pausa ni límite; y la actividad de Jesús está legitimada
por la del Padre; es más, la hace presente. Él actúa como el Padre y no reconoce leyes que limiten
su acción en favor de los hombres. Para Jesús, Dios, antes que legislador, es creador; antes que
Señor, es Padre.
En otras palabras: Dios no ha establecido en el mundo un orden cerrado e invariable, sino
que sigue abierta la tarea de la creación del mundo y del hombre. No se puede pretender que una
organización social se considere definitiva; hay que estar en perpetuo trabajo de eliminación de
todo obstáculo que en esa sociedad impida la plenitud humana. Mientras haya oprimidos y
hombres privados de libertad, no está realizado el designio creador. Esta concepción hace
derrumbarse el sistema cerrado creado por la Ley absolutizada, es decir, tenida por la
manifestación última e inmutable de la voluntad divina.
La actividad de Jesús, la del amor leal a la humanidad (1,14), es la misma de Dios y
encarna su voluntad y su designio. Esto implica que una doctrina religiosa que prescinde del bien
del hombre no viene de Dios, y las obligaciones que impone, tampoco.
Al llamar a Dios su propio Padre, Jesús afirma que Dios está con él y en contra de los que
se le oponen, que es el único representante de Dios. En consecuencia, la institución regida por sus
adversarios es ilegítima y se arroga falsamente autoridad divina. Entran en conflicto dos
intereses: uno, el del bien del hombre, promovido por Jesús; el otro, el del prestigio de la
institución religiosa. Los dirigentes no dudan ni por un momento: si Jesús se pone de parte del
pueblo y con eso amenaza su poder, ha de ser eliminado. No basta con reprimir su actividad,
deciden matarlo.
Se descubre la ignorancia de Dios que tienen los dirigentes, que acusan a Jesús de hacerse
igual a Dios, cuando el proyecto creador es precisamente que el hombre alcance la condición
divina (1,2).
II
Junto con cada fiesta judía, el evangelio de Juan presenta una señal del reino de Dios. Son
siete fiestas y siete señales:
Fiestas: 1- Bodas (Jn 2,1), 2- Pascua (Jn 2,13), 3- De las semanas (Jn 5,1), 4- Pascua (Jn
6,4), 5- De las tiendas (Jn 7,2.37), 6- De la dedicación (Jn 10,22), 7- Pascua (Jn 11,55; 12,12; 13,1)
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Marzo - 105 -
Señales: 1- Transformar el agua en vino, 2- Curación del hijo del funcionario (Jn 4,46-54),
3- Curación del paralítico (Jn 5,1-18), 4- Multiplicación de los panes (Jn 6,1-15), 5- Jesús camina
sobre las aguas (Jn 6,16-21), 6- Curación del ciego (Jn 9,1-40), 7- Resurrección de Lázaro (Jn 11,144), la mayor señal: muerte y resurrección.
¿Por qué este evangelio relaciona con tanta insistencia (siete veces) señal y fiesta? ¿Qué
tiene que ver una cosa con la otra? En la tradición de Israel, las fiestas eran una oportunidad para el
encuentro del pueblo con Dios. Era la manifestación y la experiencia concreta de la presencia
liberadora de Dios en medio de su pueblo. Jesús realiza las señales del Reino en días de fiesta, para
decir que en ellos se expresa una nueva manera de experimentar la presencia de Dios.
El relato de la curación del paralítico ocurre en una fiesta que exige una peregrinación a
Jerusalén. Pero no dice claramente de que fiesta se trata. Podría tratarse de Shabuot (¿Pentecostés?),
la fiesta de las semanas, que tiene lugar cincuenta días después de Pesaj. Jesús como peregrino, va a
Jerusalén, partiendo muy seguramente de Galilea. El texto presenta en el escenario de la fiesta a
Jesús curando un paralítico en día sábado. Se escenifica intencionalmente la festividad fundamental
que determina el ciclo ritual semanal (el sábado) y las normas institucionales que lo regulan. Esta
curación provoca una dura crítica a Jesús por parte del judaísmo ortodoxo de Jerusalén (el texto lo
denomina “los judíos”). Sin duda, hay una intencionalidad del evangelio para resaltar el conflicto
entre la estructura religiosa de Jerusalén y la libertad de un profeta proveniente de la lejana Galilea,
Jesús.
Si la fiesta es la de Pentecostés como creemos, tendríamos que relacionar la tradición tribal
campesina de las cosechas desde donde proviene dicha fiesta con la recuperación de la hesed
(misericordia, solidaridad, afecto) tribal, cada vez que la Bethesda judía de Jerusalén (“casa de la
misericordia”) no ha brindado la sanación del tullido, ni, seguramente, de muchas enfermas y
enfermos que se encontraban allí amontonados a la espera de alguna ayuda o curación.
Llama la atención que Bethesda se encuentre “dentro” de la ciudad, una vez franqueada la
Puerta de las Ovejas. El relato deja entrever que aquello era una especie de santuario popular de la
salud a donde seguramente acudía miles buscando su oportunidad. Allí llega Jesús en el contexto de
la fiesta. No va al templo, va a la “casa de la misericordia” y se fija en el paralítico excluido de toda
solidaridad y acogida. Ya no cuenta con las estructuras sociales proveedoras de heded. El número
38 indica la duración de una generación (Dt 2,14). ¡Es toda una generación que no llegó a contar
con heded! Las estructuras sociales del esclavismo griego y romano menguaron poco a poco las
estructuras solidarias del tribalismo que aún quedaban.
Frente al tullido sin esperanza y sin misericordia, que ha visto y del quien sabe que “llevaba
ya mucho tiempo”, Jesús se acerca y pregunta por su más grande anhelo: la curación. La respuesta
es a la vez una denuncia, “no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando se agita el agua”.
Jesús toma el lugar del goel (familiar cercano que asume la carencia, la deuda o la adversidad) y le
dice: “Toma lo que tienes para recostarte y anda”. Tradicionalmente se ha traducido krabatos por
camilla. Como si este tipo de gente contara con confortables camillas (que seguramente si conocen
los traductores de los textos bíblicos). La traducción más probable, teniendo en cuenta el contexto
social, es “aquello en donde duermen los pobres”. Obvio que no se trata de lechos o camillas.
La reacción de “los judíos” de Jerusalén no se hace esperar: “Es sábado y no está permitido
cargar “eso” en lo que duermes”. Es más la preocupación por la ley que por la vida de la persona. El
sábado ha perdido todo sentido de solidaridad social. Ahora es una “ley” que no tiene nada que ver
con los tullidos. El sanado, retoma la crítica de Jesús: “Carga “eso” y anda”. Y hace lo que le dice
Jesús, para “que todo mundo vea”. La intencionalidad es clara: ¡El sábado es para el ser humano y
no el ser humano para el sábado!
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Marzo - 106 -
El relato nos lleva luego al Templo. Allí Jesús se encuentra con el sanado y lo que conversan
tiene que ver con el Templo y su ideología. El Templo siempre había dicho que la enfermedad era
castigo de Dios, luego entonces quienes la portaban eran pecadores. Lógico que Jesús no esté de
acuerdo con este modo de legitimar la insolidaridad y de darle buena conciencia a quienes
promovían la injusticia. Por la sanación, Jesús afirmaba lo contrario a la ideología de la
dominación: “¡Su enfermedad no es castigo de Dios! ¡Su situación es el resultado de una enorme
injusticia social!” “Y, ¡este Templo es cómplice de ello!”
La Bethesda (“casa de la misericordia”) ha sido restaurada por la acción solidaria de Jesús.
La comunidad discipular será la encargada de sostener y continuar la misericordia del Reino donde
quiera que las estructuras sociales produzcan “enfermos en multitudes”, con lo que su “perversidad
estructural” (“pecado estructural o pecado social”) se hace evidente. Ya no son los tullidos acusados
de pecado, es pecadora la sociedad insolidaria con tales personas!
Miércoles 29 de marzo
EVANGELIO
Juan 5, 17-30
17
Jesús les replicó:
-Mi Padre, hasta el presente, sigue trabajando y yo también trabajo.
18
Más aún, en vista de esto, los dirigentes judíos trataban de matarlo, ya que no sólo
suprimía el descanso de precepto, sino también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose él
mismo igual a Dios.
19
Reaccionó Jesús diciéndoles:
-Pues sí, os lo aseguro: Un hijo no puede hacer nada de por sí, tiene que vérselo hacer al
padre. Así, cualquier cosa que éste haga, también el hijo la hace igual, 20porque el padre quiere al
hijo y le enseña todo lo que él hace. Y le enseñará obras mayores que éstas, para vuestro asombro.
21
Así, igual que el Padre levanta a los muertos dándoles vida, también el Hijo da vida a los
que quiere; 22de hecho ni siquiera da el Padre sentencia contra nadie, sino que la sentencia la ha
delegado toda en el Hijo, 23para que todos honren al Hijo como lo honran a él. Negarse a honrar al
Hijo significa negarse a honrar al Padre que lo envió.
24
Sí, os aseguro que quien escuche mi mensaje, y así da fe al que me envió, posee vida
definitiva y no está sujeto a juicio: ya ha pasado de la muerte a la vida.
25
Sí, os aseguro que se acerca la hora, o, mejor dicho, ha llegado, en que los muertos van a
oír la voz del Hijo de Dios, y los que la escuchen tendrán vida. 26Porque lo mismo que el Padre
dispone de la vida, así también ha concedido al Hijo disponer de la vida 27y, además, le ha dado
autoridad para pronunciar sentencia, porque es hombre.
28
No os asombre esto, porque se acerca la hora en que van a oír su voz los que están en el
sepulcro, 29y saldrán: los que practicaron el bien, para comparecer y tener vida; los que obraron
con bajeza, para comparecer y recibir sentencia.
30
Yo no puedo hacer nada de por mí; doy sentencia según lo que aprendo, y esa sentencia es
justa, porque no persigo un designio mío, sino el designio del que me envió.
COMENTARIOS
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Marzo - 107 -
I
v. 17-18. Jesús les replicó: «Mi Padre, hasta el presente, sigue trabajando y yo también
trabajo». Más aún, en vista de esto, los dirigentes judíos trataban de matarlo, ya que no sólo
suprimía el descanso de precepto, sino también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose él
mismo igual a Dios.
Comienza la persecución contra Jesús. Ante la oposición de los dirigentes judíos, que
invocan el precepto de la Ley como expresión de la voluntad divina, Jesús expone el fundamento
de su actividad liberadora, que ellos no aceptan: su obra se identifica con la de Dios creador, que
continúa trabajando para llevar al hombre a la plenitud de vida. El amor del Padre no descansa, su
actuación en bien del hombre no conoce pausa ni límite; y la actividad de Jesús está legitimada
por la del Padre; es más, la hace presente. Él actúa como el Padre y no reconoce leyes que limiten
su acción en favor de los hombres. Para Jesús, Dios, antes que legislador, es creador; antes que
Señor, es Padre.
En otras palabras: Dios no ha establecido en el mundo un orden cerrado e invariable, sino
que sigue abierta la tarea de la creación del mundo y del hombre. No se puede pretender que una
organización social se considere definitiva; hay que estar en perpetuo trabajo de eliminación de
todo obstáculo que en esa sociedad impida la plenitud humana. Mientras haya oprimidos y
hombres privados de libertad, no está realizado el designio creador. Esta concepción hace
derrumbarse el sistema cerrado creado por la Ley absolutizada, es decir, tenida por la
manifestación última e inmutable de la voluntad divina.
La actividad de Jesús, la del amor leal a la humanidad (1,14), es la misma de Dios y
encarna su voluntad y su designio. Esto implica que una doctrina religiosa que prescinde del bien
del hombre no viene de Dios, y las obligaciones que impone, tampoco.
Al llamar a Dios su propio Padre, Jesús afirma que Dios está con él y en contra de los que
se le oponen, que es el único representante de Dios. En consecuencia, la institución regida por sus
adversarios es ilegítima y se arroga falsamente autoridad divina. Entran en conflicto dos
intereses: uno, el del bien del hombre, promovido por Jesús; el otro, el del prestigio de la
institución religiosa. Los dirigentes no dudan ni por un momento: si Jesús se pone de parte del
pueblo y con eso amenaza su poder, ha de ser eliminado. No basta con reprimir su actividad,
deciden matarlo.
Se descubre la ignorancia de Dios que tienen los dirigentes, que acusan a Jesús de hacerse
igual a Dios, cuando el proyecto creador es precisamente que el hombre alcance la condición
divina (1,2).
Ante la oposición de los dirigentes judíos, que invocan la Ley como expresión de la
voluntad divina, expone Jesús el fundamento de su actividad liberadora: su obra se identifica con
la de Dios creador, que continúa trabajando a favor del hombre, para llevarlo a la plenitud de
vida.
El designio de Dios sobre el hombre se manifiesta en Jesús y en su actividad en favor de
los seres humanos, y sustituye todos los antiguos códigos de moralidad o de conducta. Estar con
Jesús es estar con Dios; estar contra él es estar contra Dios.
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Marzo - 108 -
19-20 Reaccionó Jesús diciéndoles: «Pues sí, os lo aseguro: Un hijo no puede hacer nada
de por sí, tiene que vérselo hacer al padre. Así, cualquier cosa que éste haga, también el hijo la
hace igual, porque el padre quiere al hijo y le enseña todo lo que él hace. Y le enseñará obras
mayores que éstas, para vuestro asombro.
Jesús responde con fuerza (Pues sí, os lo aseguro). Toma pie de un hecho de experiencia,
el del padre que enseña al hijo su oficio; el padre lo hace por cariño (porque el padre quiere al
hijo) y no tiene secretos para el hijo (le enseña todo lo que él hace). El Padre no manifiesta al
Hijo verdades arcanas, sino su forma de "trabajar". Jesús no se basa la Ley para distinguir entre lo
bueno y lo malo, entre lo que ha de hacerse o evitarse, sino en otra comprensión de Dios. Para él,
Dios no es en primera instancia el Señor, el legislador, sino el Padre, el dador de vida, que se
vuelca para procurar la plenitud de vida del ser humano. Lo que el Padre hace, es para Jesús la
norma del bien. Pero aún no han visto ellos todo lo que el Padre puede enseñar a Jesús. No todo
está dicho ni hecho; en la creación abierta hay que esperar novedad.
Con esta comparación afirma Jesús la identidad de su acción con la del Padre; su obra es
la obra creadora aprendida de él. Recalca la legitimidad de su postura. La controversia ya no gira
en torno al episodio particular del inválido; se oponen ahora la Ley mosaica, representada por el
precepto del descanso (v. 18) que prohíbe la actividad, y la persona de Jesús, que con su actividad
se coloca por encima de la Ley. Es decir, Jesús no admite norma exterior que limite su acción y
afirma que ellos no son quién para juzgarla, pues se trata de la actividad de Dios mismo.
A continuación va a exponerles cuál es la actividad que ha aprendido de Dios.
21 Así, igual que el Padre levanta a los muertos dándoles vida, también el Hijo da vida a
los que quiere».
Jesús acaba de levantar a un inválido (5,8); está dando vida a un pueblo muerto (cf. Ez
37,11s). Ésa es la actividad de Dios respecto del hombre (1,4) y lo mismo la de Jesús. Se abre así
un horizonte para la humanidad maltrecha.
La frase a los que quiere no expresa discriminación, pues en Jesús Dios ofrece la vida a
todos (3,16), sino absoluta libertad de Jesús para obrar; nadie puede impedir su actividad, como
han intentado hacerlo los dirigentes.
22-23 «De hecho, ni siquiera da el Padre sentencia contra nadie, sino que la sentencia la
ha delegado toda en el Hijo, para que todos honren al Hijo como lo honran a él. Negarse a
honrar al Hijo significa negarse a honrar al Padre que lo envió.
El Padre no da sentencia contra nadie, porque el criterio que decide la suerte del hombre
no es estar en pro o en contra del Padre invisible, sino del Hijo, que lo hace presente en la historia
humana (la ha delegado toda en el Hijo). La norma visible es Jesús mismo: lo que está de
acuerdo con él y su actividad, está de acuerdo con Dios y queda considerado bueno; lo que a él se
oponga, está contra Dios y es condenado como malo.
Pero esa norma o criterio no se expresa, como en el caso de la Ley, en un precepto
negativo: "no está permitido" (5,10), sino en una actividad vivificante (v. 21). De hecho, ese
mandamiento vivo, que es Jesús, urge la realización del proyecto creador de Dios sobre el
hombre, la plenitud de vida. Quien lo acepta, está con Dios; quien lo rechaza, está contra Dios.
Por otra parte, no se trata de una sentencia que se dará en el futuro, ese juicio se está
celebrando ya (3,18). La presencia de Jesús provoca una distinción y separación clara entre los
que están a favor o en contra del hombre y de la plenitud humana o, lo que es lo mismo, entre los
que han optado por la vida o por la muerte; éstos últimos, con su opción, pronuncian su propia
sentencia.
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Marzo - 109 -
El Padre quiere que todos honren al Hijo como a él, lo pone a su nivel. No es, por tanto,
Dios una instancia superior a quien se pueda apelar contra Jesús. No existen tampoco códigos de
moralidad o de conducta que puedan pretender autoridad divina aparte de Jesús; no se puede
apelar contra él en nombre de la Ley. Jesús mismo, expresión plena y total del proyecto de Dios,
es el criterio: su persona y actividad disciernen entre bien y mal.
24 Sí, os aseguro que quien escucha mi mensaje, y así da fe al que me envió, posee vida
definitiva y no está sujeto a juicio: ya ha pasado de la muerte a la vida».
Segunda declaración solemne. Jesús acaba de exponer la identidad de su acción con la del
Padre y la existencia de un único criterio de bien y de mal. Ahora invita a hacer suyas sus
palabras; su manera de actuar se convierte en mensaje destinado a todos. Su enunciado es
tajante: quien hace caso de ese mensaje, el de trabajar en favor de la humanidad, reconoce que
Dios es veraz y posee ya vida definitiva. La frase Haber pasado de la muerte a la vida a la vida"
expresa el éxodo de Jesús, que hace salir a los hombres del dominio de la tiniebla, y significa que
para ese individuo no hay juicio ni sentencia (cf. 3,18).
25-27 Sí, os aseguro que se acerca la hora, o, mejor dicho, ha llegado, en que los
muertos van a oír la voz del Hijo de Dios, y los que la escuchen tendrán vida. Porque lo mismo
que el Padre dispone de la vida, así también ha concedido al Hijo disponer de la vida y, además,
le ha dado autoridad para pronunciar sentencia, porque es hombre.
Tercera declaración solemne, que aplica el tema anterior. La vida que Jesús anuncia para
el hombre empieza a ser realidad (la hora... ha llegado). La humanidad vive en la zona de la
muerte (la tiniebla), pero esos muertos en vida (alusión a 5,3: la muchedumbre de la piscina), van
a oír la voz del Hijo de Dios, que los invita a aceptar su mensaje (v. 24) para tener la vida que él
da.
Como el Padre, Jesús posee la vida y dispone libremente de ella; pero no son dos
actividades independientes; la del Padre se manifiesta en la de Jesús. Por otra parte, insiste Jesús
en que la exclusión de la vida, que es la sentencia, está en manos del Hijo.
Es decir, la comunicación de vida al ser humano presupone una opción personal de éste, y
el punto de referencia de esa opción, afirma Jesús, es él mismo, pero no por ser Hijo de Dios, sino
simplemente por ser hombre. En consecuencia, es la actitud ante el ser humano la que va a
decidir la suerte de cada uno: ella produce la sentencia. No hay situación ante Dios que no
dependa de la opción ante el hombre; la norma que juzga es el bien del hombre; el juicio es la
confrontación con el hombre.
La sentencia, por tanto, no se da por iniciativa de Jesús. Lo que ocurre es que su presencia
y actividad provocan rechazo (3,19) en los que están en contra de la vida y, con ello, se condenan
ellos mismos a la muerte. Jesús sólo ratifica la decisión del hombre: quien se opone a la vida no
puede recibirla.
28-29 No os asombre esto, porque se acerca la hora en que van a oír su voz los que están
en el sepulcro, y saldrán: los que practicaron el bien, para comparecer y tener vida; los que
obraron con bajeza, para comparecer y recibir sentencia.
Los dirigentes no deben extrañarse de lo que Jesús afirma. El criterio de juicio que él
representa vale también para el pasado, porque corresponde al proyecto que presidió la creación.
De ahí que también los ya físicamente muertos (los que están en el sepulcro, por oposición a v.
25, los muertos en vida) sean juzgados por la misma norma: es la opción en favor o en contra del
ser humano la que decide el destino de los hombres de toda época.
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Marzo - 110 -
Esa hora va a llegar, pero aún no está presente (en oposición a v. 25). En efecto, "la hora"
se refiere a la muerte de Jesús. La hora ya presente (4,23; 5,24) sólo anticipa lo que va a tener
realidad definitiva en aquel día. Será entonces cuando comience realmente la nueva época de la
humanidad.
Jesús afirma que la vida que Dios da al que opta por ella no está limitada por la muerte; el
sepulcro no va a impedir su continuación. La muerte no iguala a los hombres, tampoco a los del
pasado. Quien haya practicado el bien (3,21: la lealtad - el amor fiel) no tendrá una muerte
definitiva; se levantará para seguir viviendo. Quien haya practicado el mal quedará
definitivamente excluido de la vida. No se opone una vida feliz a otra desgraciada, sino vida
definitiva a muerte definitiva (cf. Dn 12,2). Cada ser humano, con su conducta hacia sus
semejantes, lleva al éxito o al fracaso el proyecto de Dios sobre él.
30 Yo no puedo hacer nada de por mí; doy sentencia según lo que oigo, y esa sentencia es
justa, porque no persigo un designio mío, sino el designio del que me envió.
Jesús no actúa arbitrariamente. Su sentencia se basa en el testimonio sobre el modo de
obrar de las personas (lo que oigo) y es necesariamente justa, pues él no busca su propio interés
ni llevar adelante un proyecto propio; su único criterio es el designio del Padre, que es el bien del
hombre.
II
El evangelio de Juan nos presenta el primer discurso de Jesús sobre ¿quién es y cómo es
Dios? en el contexto de la fiesta de las semanas (Jn 5,1) y en el contexto de la curación del tullido
en el estanque de Bethesda (Jn 5,2-15), ambos hechos en Jerusalén. Veamos lo que esto implica
para el discurso teológico:
Fiesta de las semanas y discurso sobre Dios. Buscar las raíces de la fiesta de las semanas
(shabuot) nos lleva a las cosechas tribales del comienzo de Israel y a la fe en Yavé, el Dios del
tribalismo. La fe en Dios implica, a su vez, una organización social igualitaria. Jesús habla de Dios
a partir de la memoria de la experiencia tribal. Memoria que quiere resaltar en el contexto del
esclavismo romano y en la centralidad de la Ley para el judaísmo ortodoxo.
“Casa de la misericordia” (Bethesda). Al recuperar el goelazgo como acción solidaria con el
que sufre, Jesús está dando preeminencia al principio misericordia desde donde sólo es posible
hablar de Dios. El goelazgo en la sociedad tribal atendía solidariamente casos como el del tullido.
En el esclavismo romano, tales redes de solidaridad familiar han desaparecido. El tullido no tiene a
nadie que lo meta en el agua cuando esta se agita. Al actuar, en sábado, solidariamente a favor del
tullido, Jesús pone de nuevo la vida por encima del sábado, recuperando el sentido tribal del shabat.
El nuevo discurso teológico es dicho por Jesús a “los judíos” de Jerusalén. Es el judaísmo
ortodoxo hegemónico ligado a los judíos de Jerusalén, del tempo y del culto oficial. Se enorgullecen
de pertenecer al pueblo de los patriarcas (“nuestro padre es Abraham”), son los depositarios de la
Ley, tienen las Escrituras que son su fuente de vida, el shabat y la circuncisión les pertenecen,
“saben” que Dios les habla a través de Moisés, conocen cómo ha de ser el Mesías, tienen sus
mandamientos para discernir situaciones confusas, etc. Es este el grupo que se opone
sistemáticamente a Jesús desde el principio, le persigue, el que envía guardias para encarcelarlo, el
que lo busca para matarlo e intenta apedrearlo y, finalmente, decide su muerte.
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Marzo - 111 -
Es evidente que el evangelio no está hablando de un grupo concreto en tiempos de Jesús: a
veces habla de la gente, otras de los judíos, otras de los fariseos y, finalmente, del sanedrín. En el
fondo, el evangelio nos habla de quienes rechazaron a Jesús y lo llevaron a la cruz. Son los mismos,
que en el tiempo que se escribe el evangelio, no aceptan a Jesús, “judíos” herederos del fariseísmo
que se impuso tras la caída de Jerusalén, cuando se reunieron en Jamnia hacia el año 90. Son la
“sinagoga judía” que ha tomado el lugar del templo una vez que éste ha desaparecido. Es este el
contexto que nos da luces para entender la confrontación de Jesús con los “judíos” en el evangelio
de Juan. La incredulidad que se describe es más bien la del tiempo del autor que la del tiempo de
Jesús. Sin embargo hay una plena continuidad entre la una y la otra. El cuarto evangelio señala una
discusión sobre la fe que hay entre la sinagoga y la comunidad juánica. Para la sinagoga judía
posterior al año 90, la centralidad de la fe está en la Ley. Para la comunidad juánica la centralidad
está en la “vida eterna” (reino de Dios) producida por el amor. Es lo que en el primer discurso de
Jesús enfatiza al poner el discurso sobre Dios ligado con la acción misericordiosa.
El tema de la Ley es uno de los grandes temas de discusión y de crítica del evangelio de
Juan. Los “judíos” apelan a la Ley como manifestación de la voluntad de Dios, como lugar
teológico para saber qué es lo que Dios quiere del pueblo. La comunidad juánica intenta mostrar,
que, con Jesús, la voluntad de Dios toma el rumbo del “reino” (“vida eterna”) cimentado sobre el
amor. Creer en este proyecto es “la voluntad de Dios”. En la medida que es cumplimiento de lo que
Dios quiere, “creer en Jesús” no puede estar en oposición a la Ley. Entre la Ley y “creer en Jesús”
no puede haber contradicción. En el fondo, lo que quiere decir la comunidad juánica, es que quien
cumple la voluntad de Dios “creyendo en Jesús”, viviendo en la comunidad del amor, está
realizando la Ley.
En medio de esta discusión se ubica el primer sermón de Jesús sobre el Padre. Para “los
judíos” Dios es su padre, “nosotros tenemos un solo padre, Dios” (Jn 8,41). Para la comunidad
juánica, la paternidad divina está ligada con Jesús: “si Dios fuera el padre de ustedes, me amarían,
pues yo he salido de Dios” (Jn 8,42). Negarlo o rechazarlo, coloca a “los judíos” en otro “lugar”,
tienen otro origen, tienen otro padre: el diablo (Jn 8,44). Con lo cual la distancia entre “judíos” y
comunidad juánica es mayor.
Contrario a los sinópticos y a Pablo, el evangelio de Juan habla de Jesús como el “Hijo” y su
necesaria relación con “el Padre”. La ausencia de “la Madre” tiene que ver con el contexto de la
cultura y la religión patriarcal hegemónica. “Dios Padre” es la expresión simbólica-religiosa de la
sociedad patriarcal. Sin embargo, con todo, el evangelio de Juan, resalta esta relación, no como
subordinación, sino como “revelación” del Padre en la experiencia humana. Por ello la relación
Padre-Hijo produce la resurrección, “como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así mismo
el Hijo da vida a los que quiere”. Es desde esta perspectiva de “dar vida” que podríamos asumir esta
filiación divina, lo que nos lleva a las relaciones “intra-trinitarias” como relaciones eminentemente
productoras de vida.
El discurso de Jesús introduce la “escucha de la Palabra” como el camino de la fe (“vida
eterna”), paso de la muerte a la vida, plena resurrección (“estamos en la hora en que los muertos
oirán la voz del Hijo de Dios”). Quien escucha esta palabra vivirá, y esta vida, es la palabra que
lleva al Padre, que es también vida. Ser hijos del Padre, a diferencia de “los judíos”, es un
discipulado de la vida. Jesús muestra el camino del discipulado recuperando la “casa de la
misericordia” (Bethesda). Desde ahí entendemos la filiación divina de Jesús.
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Marzo - 112 -
Jueves 30 de marzo
EVANGELIO
Juan 5, 31-47
31
Si yo fuera testigo en causa propia, mi testimonio no sería válido. 32Otro es el testigo en mi
causa, y me consta que es válido el testimonio que da sobre mí.
33
Vosotros enviasteis a interrogar a Juan, y él dejó testimonio en favor de la verdad . 34No es
que yo acepte el testimonio de un hombre; lo digo, sin embargo, para que os salvéis vosotros.
35
É1 era la lámpara encendida que brillaba, y vosotros quisisteis por un tiempo disfrutar de
su luz. 36Pero el testimonio en que yo me apoyo vale más que el de Juan, pues las obras que el
Padre me ha encargado llevar a término, esas obras que estoy haciendo, me acreditan como
enviado del Padre; 37y así el Padre que me envió va dejando él mismo un testimonio en mi favor.
Nunca habéis escuchado su voz ni visto su figura, 38y tampoco conserváis su mensaje entre
vosotros; la prueba es que no dais fe a su enviado.
Vosotros estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida definitiva; son ellas las
que dan testimonio en mi favor, 40y, sin embargo, no queréis acercaros a mí para tener vida.
41
Gloria humana, no la acepto; 42pero sé muy bien que vosotros no tenéis el amor de Dios.
43
yo he venido en nombre de mi Padre, y no me aceptáis; si otro viniese en su propio nombre, a ése
lo aceptaríais. 44¿Cómo os va a ser posible creer a vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no
buscáis la gloria que se recibe de Dios solo?
45
No penséis que os voy a acusar yo ante el Padre; vuestro acusador es Moisés, en quien
tenéis puesta vuestra esperanza. 46Porque si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, dado que de mí
escribió el. 47Pero si no dais fe a sus escritos, ¿cómo vais a dar fe a mis palabras?
COMENTARIOS
I
La situación se concibe figuradamente como un litigio en que Jesús, frente a un adversario,
tiene que probar la validez de su causa (v. 31). Jesús ha declarado que su actitud en favor del
hombre es la única norma de conducta establecida por Dios, el único criterio para distinguir entre
bien y mal. El adversario implícito es, pues, la Ley, que, según la opinión de todos, tenía a su favor
el testimonio de Dios.
Toca, pues, a Jesús aducir testimonios que corroboren su pretensión. Como lo que se discute
es quién goza de autoridad divina -Jesús o la Ley- sólo Dios mismo puede dirimir la cuestión; por
eso Jesús no acepta testimonios humanos, ni siquiera el de Juan (32-34).
El argumento único y decisivo de su misión divina es su propia actividad; Jesús no emplea
dialéctica, aduce obras (5,17). Dios da testimonio en favor de Jesús a través de las obras que éste
realiza. Quien conciba a Dios como dador de vida (Padre) tiene que concluir que las obras de Jesús,
que efectúan el bien concreto del hombre comunicándole vida, son de Dios (Is 1,17; 58,6s; 61,1; Jr
21,11s; 22,15s; Ex 34,2-4; Sal 72,4.12-14).
Jesús ataca a los dirigentes, pretendidos depositarios de la auténtica tradición, que se han
endurecido desde antiguo ("nunca"): han desobedecido a Dios, no han conservado su alianza y han
dejado perder el mensaje de justicia / amor que ésta pretendía comunicar y que había sido renovado
por los profetas. Se encuentran aquí dos concepciones opuestas de Dios: el Padre, que ama al
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Marzo - 113 -
hombre y lo muestra dándole vida y libertad; el Dios de los dirigentes, el Soberano que impone un
orden jurídico prescindiendo del bien concreto del hombre (vv. 37b-38).
El papel de la antigua Escritura, de la cual es parte la Ley que ellos han absolutizado, es ser
promesa y anuncio de la realidad que se verifica en Jesús. Considerarlas como fuente de vida en sí
mismas, suprimiendo su relación esencial al futuro, impide comprender su verdadero sentido (vv.
39-40).
Hay una segunda invectiva: los dirigentes buscan su riqueza y prestigio (gloria humana), y
esto los hace explotadores; no buscan el amor (gloria que viene de Dios). Los que se dicen
representantes de Dios carecen de la única credencial que les permitirá afirmarlo (vv. 41-42).
Aceptarían a uno que fuese como ellos (v. 43). Quienes no conocen el amor al hombre no pueden
dar la adhesión a Jesús (v. 44). Moisés, realizador del éxodo, adquiere su pleno significado como
figura que anunciaba la actividad liberadora de Jesús (vv. 45-47).
II
El evangelio de Juan nos presenta las controversias de Jesús con “los judíos” en Jerusalén y
más concretamente en el Templo. Claro que esta opción narrativa tiene su intencionalidad. La
comunidad juánica está controvirtiendo los “ejes” de la teología judía preeminente después del año
90 (Jamnia). Los interlocutores de Jesús están de tal modo ligados al Templo que difícilmente se
puede evitar que el conflicto entre Jesús y “los judíos” no se “deslice” al Templo y al culto. La
controversia busca, desde el punto de vista de la comunidad juánica, cuestionar las profundas
convicciones judías del fariseísmo. Es lo que sucede con el tema de la legitimidad del testimonio de
Jesús, central en el texto de Jn 5,31-47. La comunidad juánica está interesada en llevar los temas
“clásicos” del judaísmo (la Ley, la Escritura, el Templo, el Mesías, Abraham, Moisés, etc) hacia
Jesús y, desde ahí, resignificarlos en la perspectiva del reino de Dios (“vida eterna”).
El evangelio de Juan hace alusión al contexto conflictivo entre el judaísmo y el cristianismo
de finales del siglo I. Una expresión clara de ese conflicto fue la expulsión de las comunidades
cristianas de la sinagoga y del culto sinagogal.
Es bueno recordar que Jesús era judío (Jn 4,9), y que también lo eran sus discípulas y
discípulos. En el comienzo, las primeras comunidades cristianas eran todas judías que aceptaban a
Jesús como el Mesías tanto tiempo esperado. Sólo después, comunidades como la juánica
(“comunidad del discípulo amado”), griegos y paganos son aceptados en igualdad a los judíos. Eran
comunidades más abiertas y diversas, que aceptaban la presencia de samaritanos, judíos helenistas y
paganos. La principal corriente entre los judíos que predicaban una total “separación” eran los
fariseos. Al fin y al cabo, la palabra “fariseo” significa eso, separación. Los cristianos provenientes
del fariseísmo buscaban, en consecuencia, que las comunidades cristianas observaran la ley de
Moisés a todo rigor (Hch 15,5). Después de la destrucción del templo de Jerusalén (año 70), la
situación se hace más crítica. Con el fin del templo desaparecen los partidos que existían durante la
vida pública de Jesús (saduceos, zelotes, esenios). Los fariseos quedan como la corriente religiosa
dominante dentro del judaísmo. Son quienes comienzan a definir las directrices religiosas para el
judaísmo: suprimir el culto en lengua griega, adoptar únicamente el texto bíblico en hebreo, definir
la lista de los libros sagrados, segregar radicalmente a los extranjeros. En fin, cerrarse al mundo,
preservando la ley y las tradiciones antiguas.
Esas medidas repercutieron dentro de las comunidades de judíos que aceptaban a Jesús
como Mesías y acogían a los paganos como hermanos en la fe. La Biblia en griego era usada
comúnmente. ¿Cómo volver atrás? Así se inició un lento y penoso proceso de separación definitiva
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Marzo - 114 -
entre cristianismo y judaísmo. Las autoridades judías-fariseas posteriores al año 90 comienzan a
perseguir y expulsar a los que continúan aceptando a Jesús como Mesías (Jn 9,34). Muchos sienten
miedo por esta expulsión (Jn 9,22), ya que significaba perder el apoyo de una institución fuerte y
tradicional como la sinagoga. Los que eran expulsados perdían los privilegios que los judíos habían
conquistado dentro del Imperio. Es a estas autoridades del fariseísmo que el evangelio de Juan, que
se escribe por esta misma época, denomina “los judíos”.
A la luz de esta consideración muchos de los temas de las controversias queda ubicados: son
temas en los que la comunidad juánica no está de acuerdo con la sinagoga farisaica. Entonces las
discusiones apelarán a las tradiciones teológicas judías para sustentar las opciones doctrinales: de
aquí que las fiestas judías jueguen un papel tan importante en el evangelio. Son el “lugar teológico”
fundamental en el judaísmo. Los temas se plantean a partir de la interpretación judía, que es
contrastada con la interpretación cristiana. Veamos cómo se presenta la discusión en el texto en
cuestión:
“Los judíos” trataban de matar a Jesús “porque no solo quebrantaba el sábado, sino que
llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo iguól a Dios” (Jn 5,18). Este es el centro de
la discusión que viene a continuación: la legitimidad del testimonio de Jesús.
El cuarto evangelio utiliza el verbo martyrein 33 veces y el sustantivo martyria 15 veces. Es
una típica palabra “juánica” usada en un contexto judicial. Jesús apela al testimonio del Padre (Jn
5,37), al de Juan el bautista-profeta (Jn 5,33), al de las obras (Jn 5,36) y al de la Escritura (Jn 5,39)
para legitimar su propio testimonio. La acción testimonial está encaminada a mostrar quién es Jesús
y porqué se hace llamar a sí mismo igual a Dios. La revelación de Jesús en su hablar (lalein) es un
testimonio, porque el mundo ha iniciado un juicio contra Jesús a través de “los judíos”. Por eso,
todo lo que habla a favor de Jesús es un testimonio, da a conocer a Jesús, lo revela. La no
aceptación de este testimonio, convierte el mismo testimonio de Jesús en una “prueba” contra el
mundo (su falsedad y sus malas obras). En este sentido martyrein está muy cerca de krinein
(juzgar), ya que el testimonio llevará al juicio del mundo (Jn 9,39).
La comunidad juánica es un paradigma de “recibir” (aceptar-creer) el testimonio de Jesús y
habitar en sus palabras, en contrate a “los judíos” quienes son paradigma de su rechazo: “Yo he
venido en nombre de mi Padre y no me reciben…¿cómo pueden creer…? (Jn 5,43-44), “ni habita su
palabra en ustedes, porque no creen al que él ha enviado” (Jn 5,38). Creer (pisteuo) es un asunto de
“recibir” el testimonio de Jesús-revelador (el Hijo enviado-amado), con el “apoyo” del testimonio
de la Escritura (Jn 5,47), de Moisés (Jn 5,46), de aquel que envió a Jesús (Jn 5,38). Por eso se tendrá
que creer en las obras y en las palabras (Jn 5,47) como testigosválidos que dan pruebas a favor de
Jesús.
Viernes 31 de marzo
EVANGELIO
Juan 7, 1-2. 10. 25-30
7 1Después de esto andaba Jesús por Galilea; no quería andar por Judea porque los
dirigentes judíos trataban de matarlo. 2Se acercaba la gran fiesta de los judíos, la de las chozas.
10
Después que subió su gente a la fiesta, entonces subió él también, no de modo manifiesto,
sino clandestinamente.
25
Unos vecinos de Jerusalén comentaban:
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-¿No es éste al que tratan de matar? 26Pues miradlo, habla públicamente y no le dicen nada.
¿Será que los jefes se han convencido de que es éste el Mesías? 27Pero éste sabemos de dónde
procede, mientras, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde procede.
28
Gritó entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo:
-¿Conque sabéis quién soy y sabéis de dónde procedo? Y, sin embargo, no he venido por
decisión propia, sino que hay realmente uno que me ha enviado, aunque vosotros no sabéis quién
es. 29Yo sí sé quién es, porque procedo de él y él me ha enviado.
30
Intentaron entonces prenderlo, pero nadie le puso la mano encima, porque todavía no
había llegado su hora.
COMENTARIOS
I
7,1-2 Después de esto andaba Jesús por Galilea; no quería andar por Judea porque los
dirigentes judíos trataban de matarlo. Se acercaba la gran fiesta de los Judíos, la de las Chozas.
Los dirigentes de Jerusalén no perdonan a Jesús su actuación en favor de los oprimidos
(cf. 5,16); siguen considerándolo un peligro para su sociedad y buscan darle muerte, idea que
habían concebido a raíz de la curación del inválido-pueblo (5,18). Toda la provincia del sur
(Judea), donde los sumos sacerdotes tienen jurisdicción, es territorio peligroso para Jesús. Por el
momento, él se mantiene a distancia, no se expone innecesariamente.
La fiesta de las Chozas, que caía al principio del otoño, era la más popular del año
litúrgico y la ocasión en que acudían más peregrinos a la capital. Tenía marcado carácter
mesiánico (cf. Zac 14,16.19; 9,9; 12,10; 13,1; 14,8) y excitaba la esperanza del futuro reinado de
Dios y de la liberación del pueblo. Las festividades duraban siete días. Como las que han
aparecido anteriormente, era una fiesta de los dirigentes (los Judíos), es decir, estaba
instrumentalizada por ellos.
10 Después que subieron sus hermanos a la fiesta, entonces subió él también, no de modo
manifiesto, sino clandestinamente.
Jesús no subirá al templo hasta ya mediadas las festividades, y no será como peregrino,
para participar en las celebraciones, sino para enseñar. No va a buscar el conflicto, pero su
presencia y sus declaraciones lo provocarán, hasta el punto de que intentarán apedrearlo (8,59).
25-27 Unos vecinos de Jerusalén comentaban: «¿No es éste el que tratan de matar? Pues
miradlo, habla públicamente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es
éste el Mesías? Pero éste sabemos de dónde procede, mientras, cuando llegue el Mesías, nadie
sabrá de dónde procede».
Los vecinos de Jerusalén están al corriente de la intención de los jefes. Expresan su
extrañeza porque no ven cómo pueden conciliarse dos hechos: por una parte, quieren matar a
Jesús; por otra, lo dejan hablar en público en el templo mismo, sin tomar medidas. Se preguntan
si habrán cambiado de parecer y lo habrán reconocido por Mesías.
Ellos mismos, sin embargo, basándose en las ideas del tiempo sobre la llegada del Mesías,
descartan esa posibilidad. Se pensaba que el Mesías procedería de la casa de David y nacería en
Belén, pero que, antes de su manifestación triunfante, nadie, ni él mismo, sabría que había sido
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elegido Mesías. Además, debería aparecer en público súbitamente, sin que se supiera de dónde
venía. Jesús, en cambio, va y viene de Galilea, es una persona conocida. Sus venidas a Jerusalén
no podían estar en relación con la del Mesías, cuya llegada tendría lugar por sorpresa y
ocasionaría un cambio inmediato y definitivo.
28-29 Gritó entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo: «¿Conque sabéis quién soy
y sabéis de dónde procedo? Y, sin embargo, no he venido por decisión propia, sino que hay
realmente uno que me ha enviado, aunque vosotros no sabéis quién es. Yo sí sé quién es, porque
procedo de él y él me ha enviado».
Jesús estaba enseñando. Su grito recuerda el de la Sabiduría (Prov 1,21s: "[ella] grita en lo
más ruidoso de la ciudad...: «¿Hasta cuándo, inexpertos, amaréis la inexperiencia..., y vosotros,
necios, odiaréis el saber?»). El evangelista presenta la actividad docente de Jesús como la de la
Sabiduría de Dios.
Ante aquellas creencias fantásticas que, tenidas por verdades indiscutibles, impedían a la
gente reconocerlo por Mesías, Jesús reacciona enérgicamente para refutarlas. Esas creencias
pretenden dictar a Dios cómo tiene que actuar, le planean el futuro; su acción tendrá que
acomodarse a ellas o no se reconocerá por suya.
Jesús las rebate cambiando el planteamiento de la cuestión: el verdadero Mesías no ha de
ser reconocido por su lugar de procedencia, como ellos piensan; su autenticidad depende
solamente de que sea enviado por Dios (no he venido por decisión propia), como lo ha
demostrado Jesús con sus obras (5,36). El Mesías liberador ha de reconocerse porque da libertad
al oprimido (5,36-37; 7,18). Si ellos no lo reconocen es por haber subordinado el plan y la acción
de Dios a sus propios prejuicios. Ellos no conocen a Dios, se lo impide la ideología religiosa (2,6;
5,38), que les oculta el amor de Dios por el hombre. Jesús sí lo conoce, porque procede de él
(1,18.32; 3,31) y ése es el fundamento de su misión y actividad (6,57).
30-31 Intentaron entonces prenderlo, pero nadie le puso la mano encima, porque todavía
no había llegado su hora. Entre la multitud, sin embargo, muchos le dieron su adhesión y
decían: «Cuando venga el Mesías, ¿va a realizar más señales de las que éste ha realizado?»
La declaración de Jesús, que ha invalidado el modo corriente de concebir al Mesías y ha
acusado a los que lo profesan de no conocer a Dios, provoca una doble reacción. Una parte de los
oyentes intenta prenderlo; no toleran que sus convicciones sean puestas en tela de juicio; quieren
por Mesías al triunfador de aparición misteriosa y victoria inmediata. Pero no consiguen echarle
mano, pues Jesús dará su vida voluntariamente, cuando llegue su momento; ninguno se la quitará
por la fuerza (aún no había llegado su hora).
Sin embargo, gran parte de la multitud que escucha queda convencida por sus palabras y
se pone de su parte. Lo reconocen por Mesías y le dan su adhesión. Jesús les ha abierto los ojos:
dejan las teorías para fijarse en los hechos, superando los prejuicios. El Mesías no se reconoce
por referencia al pasado o al futuro, sino al presente: si de él se esperaba una liberación, Jesús ha
mostrado ser el liberador del pueblo oprimido.
Como al principio (v. 12), la multitud está dividida respecto a Jesús. Sus declaraciones
han llevado las actitudes iniciales a sus últimas consecuencias: los que lo consideraban
heterodoxo (v. 12b), han intentado ahora prenderlo; los que lo juzgaban según la bondad de sus
obras (v. 7,12a), le han dado su adhesión como Mesías.
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Marzo - 117 -
II
Hoy todavía mucha gente está esperando que las “autoridades” reconozcan” al Cristo. Es la
expectativa de la “conversión desde arriba”, la “sociedad cristiana” o de la transformación “por
decreto”. Este texto (Jn 7,1-2.10.25-30) descarta por completo esta posibilidad. La auténtica
profecía no puede “ser reconocida por las autoridades” (cooptada). Todo lo contrario, es perseguida
a muerte!...
Ubiquemos el contexto de la “fiesta de las enramadas” (sukkot). Los acontecimientos
narrados desde Jn 7,1 a 10,21 se desarrollan en este contexto, el cual es indispensable conocerlo
para entender el sentido profundo de estos acontecimientos. Es una fiesta que tiene raíces cananeas
en la labor agrícola seminómada que coincide con la siembra en el otoño, por eso está relacionada
con el agua (lluvia). Luego se asociará con el evento del éxodo. Siglos más tarde el deuteronomista
dará énfasis en la fiesta a la renovación de la alianza con Yavé y en la instrucción y gozo de su ley.
De ahí que esté relacionada con la memoria histórica, el aprendizaje y la enseñanza de la Ley. Dt
16,11-17 nos dice que la solemnidad de siete días era de carácter nacional y de plena alegría en un
lugar donde la gloria de Dios (shekiná) estaba presente, allí se recordará que fueron esclavos en
Egipto y su condición de peregrinaje por el desierto, todos los habitantes debían participar: los niños
y las niñas, los esclavos y las esclavas e incluso las extranjeras y los extranjeros. Se puede decir que
era la fiesta nacional más participativa. Cualquiera que haya sido el santuario (Silo, Siquem,
Jerusalén) implicaba que toda la población tenía que peregrinar a congregarse allí, lo cual daba más
sentido al sentido de la precariedad en la construcción de cada sukka (enramada, choza). Todo
varón se presentaría ante Yavé con ofrendas en sus manos, según sus posibilidades. Si bien al
comienzo la fiesta tenía el objetivo de bendecir a Dios por los frutos agrícolas, después tiene el
sentido de la renovación de la alianza de Yavé con su pueblo (Dt 31,10-13). La fiesta toma un
carácter social al ligarla con el año sabático y de instrucción de la ley (aprendizaje y enseñanza).
¿Está Jesús respondiendo a las expectativas proféticas-mesiánicas? El período
intertestamentario se desarrolló una gran expectación por el liderazgo profético mesiánico que
cumpliera los anhelos del pueblo sometido al poder de los griegos y luego de los romanos. Todo
parece indicar que para el s.II a.C, el pueblo no conocía profetas verdaderos de Yavé. Con Daniel la
profecía murió y el pueblo volvió sus esperanzas a los tiempos proféticos de Elías, Isaías, Jeremías.
El fracaso de la revolución Macabea hace aún más honda la expectativa profética mesiánica. El
mismo Josefo siente la ausencia del profetismo al hablar de las pretensiones proféticas de Teudas, el
egipcio o de Juan Hircano. Los esenios tampoco eran ajenos a tales expectativas. En su escatología
auguran la llegada de una era mesiánica-profética-sacerdotal.
La fiesta de las enramadas se ha cargado de las expectativas proféticas-mesiánicas: por la
memoria de la liberación (éxodo), por las raíces tribales-sabáticas, por la afirmación de la identidad
cultural-religiosa, por la exaltación de un Dios liberador. A medida que se acrecentaba la opresión
romana y se acentuaba el esclavismo, la fiesta afirma el carácter nacionalista y político de
peregrinación a la ciudad de David, lo que daba lugar que surgiera de año en año algún predicador
que con sus arengas exhortara al pueblo al arrepentimiento o a la revolución. Josefo menciona un tal
Jesús ben Ananías quien en la fiesta de las enramadas del año 62, se paró frente al templo a gritar y
a repetir refranes de Jeremías. No es difícil imaginar el final de aquel “tal Jesús”.
Sobre el Cristo (Mésias), alguna gente de Jerusalén expresa dos preocupaciones: si las
“autoridades” han reconocido que Jesús es el Cristo, y si ser galileo descalifica a Jesús de la
expectativa profética-mesiánica. Ante la controversia, Jesús desarrolla una estrategia pedagógica a
fin de producir un nuevo conocimiento teológico a partir del que ya poseen. Jesús enseña en el
templo. Ya sabemos que es central la instrucción en la ley durante los siete días de la fiesta de las
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enramadas. Jesús es un maestro carismático popular (rabbí en arameo, didáskale en griego). Por tal
carácter es duramente cuestionado por “los judíos” de Jerusalén, “¿Cómo entiende de letras sin
haber estudiado?” (Jn 7,15). Su enseñanza tiene que ver con los criterios de identificación del
mesianismo profético que él encarna. Apela a la autoridad de quien lo envió y en donde radica el
origen de su mesianismo profético. Este no es galileo, tampoco es de la Judea. Jesús rompe con esta
polarización y la supera. El mesianismo profético que él encarna tiene origen en Dios! Su enseñanza
es de Dios y su tarea es mesiánica-profética (Jn 7,16-18). En mitad de la fiesta enseña (Jn 7,14).
Jesús lo hace no sólo con autoridad (exousia) sino abierta y libremente con riesgo de su vida.
Levanta un grito profético. En el Dios (Yavé) de la expectativa mesiánica-profética radica la fuerza
del kerigma proclamado en la fiesta de las enramadas. La comunidad juánica será el espacio
integrador de la diversidad profética mesiánica alrededor de este kerigma cristológico: “Yo le
conozco porque vengo de él y él es el que me ha enviado”.
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