EDUCACIÓN ARTÍSTICA Y ESTÉTICA A TRAVÉS DE LA IMAGEN Sesion 04 Un olvido: La pintora española MARUJA MALLO Maruja Mallo Ana María Gómez González (Lugo, 1902 - Madrid, 1995) Pintora surrealista española, considerada como artista de la generación de 1927 Mujeres como Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite o Ana María Matute representan a muchas otras que, durante el asfixiante franquismo, lucharon por tener una voz propia. Sin embargo, como cuenta Inmaculada de la Fuente en Mujeres de la posguerra, tuvieron un referente, la de las que, en el espejismo de los años veinte y treinta, demostraron que no existía terreno vedado para ellas. Y de toda esa nómina extraordinaria, pocas tan únicas e inimitables como Maruja Mallo, un destello de color, entusiasmo, provocación y creatividad en un mundo que tendía sin remedio hacia el gris. Trabó una gran amistad con Salvador Dalí, para quien la pintora era "mitad ángel, mitad marisco» Muy cercana a Dalí y Lorca (Buñuel no la soportaba, entre otras cosas por su opción por el amor libre, lo que le llevó a decir sobre ella con desprecio: "¡Queda abierto el concurso de la menstruación!") Iniciadora del movimiento de las "sin sombrero", un grupo de jóvenes intelectuales que escandalizaron a la sociedad por atreverse a salir a la calle sin esa prenda. En 1932 se fue durante dos años a París, donde se integró en el movimiento surrealista, despertando la admiración de artistas como Éluard o Breton, quien le compró su cuadro Espantapájaros. Con el estallido de la Guerra Civil, Mallo se exilió en Argentina. Allí obtuvo reconocimiento desde el primer momento, y alternó Buenos Aires con estancias en Nueva York, donde se hizo amiga de Andy Warhol y se convirtió en una asidua de la vida cultural y social de la ciudad, donde brilló con luz propia. Se cuenta que Rockefeller quiso presentarle a la estrella de Hollywood Claudette Colbert y que, cuando le preguntaron a Mallo si envidiaba algo de ella, ésta contestó que la dentadura. La actriz, divertida y halagada, se la llevó consigo al día siguiente a conocer a su dentista. Cuando volvió del exilio en 1962 y se encontró con que el mundo que ella había conocido había desaparecido, que sus amigos "o estaban enterrados o en el destierro", apenas le quedó otra cosa que representar ese papel exótico ante los jóvenes que habían oído contar muchas leyendas sobre ella. Pero apenas volvió a pintar hasta su muerte, en 1995. Sobre su mesilla tenía dos fotos: una de Andy Warhol y otra de los reyes entregándole la Medalla de Oro de Bellas Artes. Amiga de Ortega y Gasset, André Breton, Ramón Gómez de la Serna —autor de la primera biografía de la artista, en la que la calificaba de “bruja buena”— , Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Concha Méndez, María Zambrano, Rodolfo Halffter, Victoria Ocampo, Alberto Sánchez, Benjamín Palencia, Miguel Hernández o Rafael Alberti , con quien vivió una gran pasión. 'Sorpresa del trigo' (1936). Sesion 04 Y ahora un receso en las reglas de composición y la proporción áurea ¿POR QUÉ LLEVO ESTA CAMISETA? Se trata de "Alegoría de Venus, Cupido y el Tiempo", del pintor italiano Angiolo Bronzino (1503-1572), pintado hacia 1540-1550, National Gallery, Londres. 146,5 x 116,8 cm. Renacimiento Italiano (Bajo Renacimiento, Manierismo) Óleo sobre tabla Pues lo vamos a comentar El verdadero nombre de Bronzino (1503-1572) era Agnolo di Torri. Nació en Florencia y fue discípulo de Pontormo. Se convirtió en pintor y retratista de la corte de los Médicis, y es uno de las mejores exponentes del manierismo. Además de la pintura, cultivó la poesía. El Renacimiento y el Barroco son propensos a mostrarnos reiteradamente una interpretación platónica del amor, en la que se contrapone a la falsedad del amor carnal (propio de la sensualidad y por tanto del mundo sensible) la verdad del amor espiritual, del amor ideal, el que mora solo en el sentimiento (propio del mundo inteligible). Un ejemplo maravilloso de ello es uno de los cuadros más exquisitos y también más complejos iconográficamente de la historia de la pintura. Una pieza manierista del mejor Bronzino que nos seduce con la misma persuasión que Venus juega con Cupido. Esta obra es una de las más conocidas y sugestivas de su producción, y según cuenta Vasari fue un regalo de los Médicis al rey Francisco I de Francia, conocido por su amor al refinamiento y al erotismo. Como toda pintura alegórica, cada figura representa alguna cualidad, un vicio o una virtud. Vayamos con orden… TODO COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE DEBE HACER REFERENCIA, AL MENOS, A: • • • • • Identificación Análisis iconográfico Análisis técnico Análisis estilístico Contexto histórico Identificación. La pintura titulada “Venus abrazada por Cupido” es obra del pintor italiano del Renacimiento Agnolo di Cosimo, llamado Bronzino (15031572). Está datada en 1546. En la actualidad, se encuentra ubicada en la National Gallery, de Londres. Análisis iconográfico. En ella aparece Venus, la diosa pagana del amor, abrazada de manera muy sugestiva y erótica por el joven Cupido. A la derecha del grupo central vemos a un niño con cara de felicidad que, al parecer, representa el Placer. Detrás suyo vemos una extraña muchacha vestida de verde con cuerpo de serpiente que, probablemente simboliza el Engaño, cualidad que suele acompañar al Amor. A la izquierda del grupo central aparece una vieja rabiosa, que representa a los Celos y, que también suele acompañar al Amor. En la parte superior de la obra vemos dos figuras: el hombre es el Padre Tiempo, al que reconocemos por el reloj de arena; la mujer representa la Verdad. El Tiempo es el que advierte de las muchas complicaciones que acechan a ese tipo de amor lujurioso aquí representado, mientras que la mujer desenmascara la difícil combinación de terrores y placeres que, inevitablemente, comportan los dones de Venus. Por todo ello, podemos deducir que el cuadro nos transmite una moraleja: que los celos y el engaño pueden ser los acompañantes del amor, del mismo modo que lo es el placer. Esta alegoría de Bronzino nos aporta información sobre la sociedad cortesana del momento: refinada intelectualmente, que gustaba de acertijos y adivinanzas y que inventaba sofisticados juegos por medio del arte. Profundizaremos después en este análisis. Análisis técnico. Todo el espacio de la obra está ocupado por objetos y figuras, y no hay lugar para que la vista descanse. Este aspecto está relacionado con el espíritu y el tema de la obra: la agitación y la falta de decisión. El amor, el placer, el engaño y los celos enredados y mezclados formando una estructura compleja. Por otra parte, observamos que la disposición de los personajes permiten describir un rectángulo formado por dos “L”. Venus y Cupido forman una “L” siguiendo la forma del cuadro; el Placer y el Padre Tiempo están dispuestos formando una “L” invertida, que equilibra la anterior. Las figuras representadas parecen frías, casi de mármol. Esa sensación se ve intensificada por los colores utilizados, también de la gama de los fríos, como los azules claros, azules oscuros, verdes y blanco de nieve. Sólo utilizó como color cálido el rojo del almohadón donde se arrodilla Cupido. Toda esta frialdad contrasta con la actividad sensual de algunos personajes. De esta forma, se establece una especie de tensión entre las formas, los colores y el tema. Además, el dibujo es minucioso. Análisis estilístico. La obra cabe incluirla dentro del estilo conocido como Manierismo, en el cual la influencia de Miguel Ángel es patente. La búsqueda del movimiento a través de escorzos violentos, la intensidad de los colores, el abigarramiento de imágenes y la complejidad de las composiciones son características fundamentales de este estilo y que podemos apreciar en la obra de Bronzino. Contexto histórico. El Manierismo se encuadra dentro de la época del Renacimiento. Éste puede dividirse en varios períodos que se suceden en el tiempo, como son: Quattrocento (siglo XV), Cinquecento (primeras décadas del siglo XVI) y Manierismo (desde 1520, aproximadamente). Para los contemporáneos, el Manierismo era considerado un período decadente. De ahí que a lo largo de los siglos posteriores prácticamente no se tuvieron en cuenta loa artistas de dicho período. Fue en el siglo XX cuando empezó a tomarse en consideración, como una reacción a las formas clásicas, como una confrontación a la ortodoxia. Así, se convirtió en un movimiento anti-clásico. El término manierismo se tomó del italiano “maniera”, que hace referencia a una forma muy personal de entender el arte. Se inició hacia 1520, a partir de las últimas obras de Rafael y las primeras de Miguel Ángel, al que se considera como el iniciador y máximo representante del mismo. Sin embargo, algunos estudiosos del arte también señalan como iniciadores del Manierismo a Pontormo y Rosso en Florencia. Como causas de su aparición hay que señalar la crisis de la sociedad provocada por las guerras de religión, el saco de Roma de 1527 y las tensiones entre los Estados, así como la reacción de la Contrarreforma, lo que contribuyó a un cambio de mentalidad. Todo ello permitió la ruptura de los esquemas clásicos propios de este movimiento. En la nómina del Manierismo se pueden incluir, además de los citados anteriormente, otros pintores como, por ejemplo, Tintoretto, Veronés y el Greco. Bronzino fue discípulo de Pontormo; es uno de los manieristas más destacados del arte intelectual, pero también fue un gran retratista, especialmente de la familia de los Médici. Una excusa para hablar de la mitología con un toque de química … Las dulces heridas de Cupido Un adagio popular dice: “Hay dos cosas que no se pueden ocultar, estar enamorado o estar borracho”. Efectivamente, el amor no se puede disfrazar, mientras se encuentre en lo que, tomando un concepto de la física, se conoce como el “tiempo de vida media”, es decir, en su mejor momento. Con solo cruzar la mirada, la ansiedad se hace presente, el pulso se acelera, nuestros pensamientos se vuelven confusos, aparece un extraño calor en el pecho que trasciende el cuerpo a través de la espalda. De acuerdo con una de las versiones de la mitología, Cupido (eros para los griegos) es hijo de Venus (Afrodita) y de Marte (Ares). Su madre, por temor a Júpiter (Zeus), tuvo que esconderlo en los bosques y dejar que fuera amamantado por despiadadas fieras con la única misión de cuidarlo. Júpiter no deseaba al vástago vivo pues podía vaticinar todo el mal que causaría en la tierra, sus planes eran fulminarlo con su rayo al nacer. Empero, bajo la celosa mirada de Venus, Cupido logró mantenerse a salvo, y una vez adulto heredó el valor de su padre y la gracia de su madre; sin embargo, al crecer al amparo de criaturas salvajes, su personalidad se tornó explosiva e incapaz de ser guiada por la razón. Como aniversario de nacimiento, Venus le regaló un arco de oro con sus flechas. Las flechas eran de dos tipos: unas tenían punta de oro, para conceder el amor, mientras que otras la tenían de plomo, para sembrar el olvido y la ingratitud en los corazones. Además, se le concedió un poder enorme, ni los hombres ni los dioses serian capaces de resistirse ante las heridas de sus flechas. Con el tiempo Júpiter perdonó a Cupido y finalmente obtuvo la gracia de ser admitido entre los dioses. Así, Cupido ronda entre cielo y tierra blandiendo sus frenéticas saetas que hacen que nosotros, los pobres mortales, caigamos rendidos ante el amor de la persona elegida. ….Ay, el amor! Al conocer a la persona adecuada o deseada, en nuestro cerebro se produce un cóctel de hormonas y neurotransmisores que nos hacen perder la razón. Estas sustancias químicas se denominan endorfinas. Las endorfinas son compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos, que confieren una sensación agradable, y que son los responsables de regular nuestra capacidad de deseo. Otra de estas sustancias es la feniletilamina, también conocida como la hormona de la felicidad. Se trata de un compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas, que curiosamente se encuentra presente en el chocolate, lo cual podría explicar el deseo de regalarlos al ser querido con el fin de generar una sensación de bienestar y felicidad. Cuando el cerebro se satura de feniletilamina, la respuesta es la generación de dopamina, un neurotransmisor asociado con los sentimientos de gozo al realizar ciertas actividades y de repetir un comportamiento que proporciona placer. También aumenta el nivel de norepinefrina, que produce euforia y pérdida del apetito, lo cual se une al bajo nivel de serotonina, que se asocia a la obsesión por estar enamorado. A partir de este momento, la flecha de Cupido hace efecto, el enamoramiento se hace notable e inevitablemente incontrolable. Para mantenerse en concentraciones adecuadas, la química del amor necesita renovarse a diario; y con el desgaste del día a día no hay Cupido que valga. No obstante, tal como lo hace una buena gripe, esa sensación no puede durar para siempre. Incluso comiendo toneladas de chocolate, llega un momento en el cual el nivel del químico cerebral no puede mantenerse estable y comienza a bajar. La sensación inicial de volar sobre las nubes empieza a alejarse y notamos tierra a la vista. Según los estudiosos la sensación de “amor ciego”, o amor romántico, dura entre 2 y 3 años como máximo. Esta teoría es ratificada mediante evolución ya que, según los científicos, el que una pareja se encuentre unida durante dos años asegura el tiempo necesario para conocerse, comprenderse, intercambiar ADN, e incluso conocer a los hijos y cuidarlos durante los primeros meses de vida. Sin embargo, dejando de lado los procesos evolucionistas, en el caso de los seres humanos, una vez se cumple el periodo de enamoramiento y si la pareja desea mantener su relación, los cerebros deben segregar otras sustancias que son responsables de una nueva sensación: la de seguridad y estabilidad. Esta maravillosa sustancia es un neurotransmisor, también segregado en el momento de la lactancia, y que según recientes estudios se mantiene en alza durante un corto tiempo después del orgasmo; su nombre es Oxitocina, también conocida como la hormona de la confianza. Se sintetiza en el hipotálamo y es un estimulante del músculo liso uterino y de las células mioepiteliales de las glándulas mamarias. La sensibilidad de la musculatura lisa uterina a la oxitocina se incrementa progresivamente durante la gestación y rápidamente antes del parto. En el cerebro parece estar implicada en el reconocimiento al relacionarse con otras personas, y podría estar involucrada en la formación de relaciones de confianza y generosidad entre las personas. Por otro lado y según los últimos estudios, las feromonas a través del olor corporal, también tomarían parte importante en el reconocimiento y aceptación de la pareja. Sobre todo en el caso de un beso intenso, y en los juegos de seducción, el olor del ser amado se muestra importante. Es interesante conocer que las parejas eligen y perciben como un gatillante del libido al olor corporal sin perfume. Se prefiere oler detrás de las orejas, el cuello y los hombros; con menor frecuencia el pecho y cerca de las axilas. Pese a todo lo anterior, para mantenerse en concentraciones adecuadas, la química del amor necesita renovarse a diario; y con el desgaste del día a día no hay Cupido que valga. Detalles con la pareja, un buen masaje, palabras dulces y varios besos al día son la prescripción para mantenerla en alta. ¡Con una receta así, quien no se anima! Veamos algunos encuadres de la pintura con detalle Alegoría del triunfo de Venus (también conocida como Alegoría de la Pasión) es una obra maestra de la variedad y la intriga: en ella nada se entiende a simple vista. Hombres y mujeres de todas las edades y procedencias se mezclan haciendo contorsionismo como si fueran a rodar una peli porno. Y esto provoca que nuestra mirada se mueva en zigzag por el cuadro, sin entender muy bien qué pasa. El amor: la semilla del mal El elemento clave de esta obra es el poder destructivo del amor. En el centro del cuadro aparece Venus, desnuda y con la manzana dorada de la discordia en la mano. La misma manzana de oro que desencadena la guerra de Troya cuando Paris se la da a Helena. ¿Y qué más sabemos de las manzanas? Que en la cultura occidental representan el Pecado y la Tentación. ¿Y quién se besa tan sensualmente con esta señora? Pues ni más ni menos que su hijo, Cupido. Mientras el niño alado se entretiene con esto, Venus aprovecha para robarle la flecha y dejarlo indefenso, con aires de triunfo. Una flecha que mata de verdad: Medio siglo antes de que Bronzino pintara esta obra, la sífilis había hecho su eclosión en Europa con efectos devastadores. Pronto los médicos se percataron de que se transmitía sexualmente, es decir, rindiendo culto a Venus. Y de ella se derivó el nombre de “enfermedad venérea”. En este abrazo erótico, Cupido casi aplasta con el pie a la paloma de la paz. ¿Está sugiriendo que es la pasión amorosa la que empieza las guerras y las disputas? Tras esta pareja lujuriosa aparece un niño a punto de tirarles rosas para celebrarlo. Tan contento está, que no se da cuenta de que se ha pinchado el pie con una espina. Y tras él, una preciosa joven sostiene un panal de miel con gesto dulce. De nuevo simboliza el engaño. Y es que aunque va peinada y vestida como una encantadora dama noble, con su apetitoso panal dispuesto a ser regalado, esconde su aguijón con la otra mano. Si continuamos mirando y nos fijamos en su cuerpo, vemos que sus ropas se transforman en el cuerpo de una bestia venenosa semejante a un reptil. El engaño se representa en el arte mediante las máscaras, que también aparecen bajo el niño. “La maldad usa muchas máscaras, la más peligrosa es la máscara de la virtud” Decían en Sleepy Hollow. Pues eso pensaba también Bronzino. Locura y enfermedad: la sífilis Desde la Edad Media hasta el siglo XVII, los bufones de las cortes eran los locos, enajenados o discapacitados. La realeza y la aristocracia de toda Europa, en un alarde de crueldad bien vista por la sociedad, se divertían a su costa. La locura de Bronzino aparece en forma de un joven sonriente con cascabeles en los tobillos (el niño que hemos visto antes celebrando el beso erótico entre Venus y Cupido). ¿Qué representa? Este niño va corriendo para celebrar el amor, sin darse cuenta de que se pincha a cada paso -o quizá es que no le importan las consecuencias-. Representa el Placer Loco, que lleva a la perdición. A la izquierda del cuadro aparece un hombre que se lleva las manos a la cabeza mientras grita, atormentado por una mente enferma. Este hombre se identifica clásicamente con los celos y la irracionalidad. Pero en 1986, Conway llamó la atención sobre la presencia de signos de sífilis secundaria en este personaje. Su cabeza se retuerce de dolor, y la estruja entre sus dedos con nódulos muy visibles. Además ha perdido una uña por la enfermedad. La pérdida de dientes también puede ser relacionada al saturnismo o intoxicación por mercurio… muy utilizado en la época para tratar los casos de sífilis. El Tiempo y el Olvido Al fondo a la derecha, un anciano representa a Chronos, dios del Tiempo. Aparece con un reloj de arena a su espalda, y está descorriendo la cortina para desvelar lo que ocurre en el cuadro. El reloj de arena representa el fluir del tiempo, inevitable y guiándonos hacia el fin de nuestras vidas. La última figura, en la esquina superior izquierda, es Oblivion (el Olvido). Este personaje se encuentra tras el telón, con gesto entre sorprendido y afligido se pelea con el tiempo. Al olvido le falta la parte superior de su cabeza… que según algunos eruditos coincide con la parte del cráneo donde se encuentra la memoria. Posiblemente el personaje quiere esconder la verdad, sin embargo, el Padre Tiempo lo impide, «haciendo alusión a los retardados efectos de la sífilis». Sesion 04 Visionado de vídeo pendiente «INTRODUCCIÓN A LA ESTÉTICA» Veamos ahora un vídeo del cuadro para fijarnos en lo que hemos ido viendo. Sesion 04 Seguimos con la proporción áurea en el arte Y con las reglas clásicas de la composición En la arquitectura del Partenón, en la Gran Pirámide de Gizeh, en palacios de la antigua Babilonia… Se supone que es posible encontrar ejemplos del uso de la proporción áurea en decenas de obras arquitectónicas a lo largo de la historia. Pero expertos en matemáticas y arte llaman al escepticismo: tomando las medidas necesarias sería posible encontrar esta proporción en cualquier sitio, pero eso no significa que fuese utilizada de forma consciente Hay un edificio histórico en nuestro país, que seguramente muchos de los lectores han contemplado, escudriñado al detalle en busca de la famosa rana que asegura el aprobado a fin de curso, cuya reconstrucción en el siglo XV estuvo guiada por la relación de oro. ¿Sabeis cuál es? Pues la fachada de la Universidad de Salamanca El artista español Salvador Dalí tenía muchas inquietudes y una inclinación por la ciencia. Trabajó con el matemático rumano Matila Ghyka durante meses haciendo diversos cálculos antes de comenzar una de sus obras más famosas, Leda Atómica. En ella, la composición y los objetos representados guardan una estricta proporción entre sí y respecto al cuadro al completo. Además, están distribuidos en las cinco puntas de un pentagrama áureo. Tendremos ocasión de profundizar en la proporción áurea en el arte. Ahora continuamos con algunas reglas más de la composición clásica En fotografía se ha utilizado la proporción áurea desde sus orígenes, intentando encuadrar los objetos en los puntos fuertes de esta espiral. Los resultados suelen ser armónicos y equilibrados utilizando esta técnica de composición. Regla de los tercios La regla de los tercios es una de las normas de composición más famosas y usadas. La regla de los tercios es una de las técnicas compositivas más útiles en fotografía. Esto se debe a que puede aplicarse a cualquier tipo de foto para producir imágenes bien equilibradas y que atraigan la atención. Componer según la regla de los tercios implica dividir mentalmente la imagen en 3 partes iguales. Para ello colocaremos en ese cuadro dos líneas imaginarias equidistantes. Tanto verticales como horizontales. Con esto conseguiremos cuatro puntos en los que las líneas coincidirán que son los llamados Puntos Fuertes o Principales de la imagen. La regla de los tercios se basa en que una composición en la que los elementos estén alejados del centro es más placentera para el ojo y parece más natural que una en la que el objeto o sujeto está colocado justo en medio del cuadro. Por esto, las imágenes resultarán más armónicas y ordenadas en cuanto a su composición si colocamos los elementos importantes en los puntos fuertes o principales. Esto hará que el peso visual aumente y toda la fotografía esté más equilibrada. El resto de los elementos de la escena pueden ir en los restantes puntos fuertes. ¿Cómo usar al regla de los tercios? Cuando estemos ante una escena que queramos fotografiar debemos imaginar las líneas que dividen el cuadro en tres y cómo quedará lo que tenemos delante divididos en esas partes. Ahora, debemos evaluar cuáles son los elementos más importantes que tenemos delante e intentar colocarlos lo más cerca posible de las intersecciones que ha formado la cuadrícula. En paisajes se recomienda colocar el horizonte en una de esas líneas divisorias. De este modo evitaremos la sensación de partir en dos la imagen al situar el horizonte justo en medio de la imagen. En cuanto a los retratos, lo mejor es posicionar a la gente en uno de los lados del cuadro y dejar lo que llamamos Aire al otro lado. Esto está directamente relacionado con la Ley de la Mirada. Cuando los retratos son primeros planos se recomienda situar los ojos en alguno de los puntos fuertes mencionados. Sesion 04 … Porque vamos a analizar la VENUS de Urbino 16 Ejercicios Para Mejorar Tu Composición Fotográfica En fotografía, composición y luz lo son todo, porque componer es nuestra forma de pintar el lienzo, de ordenar los elementos dentro del encuadre, de escribir la historia, de enseñar y resaltar aquello que es importante en nuestra imagen. Es en definitiva, toda la narración de la escena, su sentido y su justificación. 1.Piensa antes de tomar la fotografía Este ejercicio puede parecerte evidente, pero es el que menos solemos cumplir. Vemos una imagen, apuntamos y disparamos. Y esto no es una competición a ver quién es más rápido, ni un duelo del salvaje oeste. De lo que se trata es de conseguir la mejor imagen posible, de forma consciente. Porque alguna habrá que por casualidad te quede fantástica, pero te aseguro que serán las menos, así que antes de apretar el obturador piensa, ¿Qué quieres transmitir y por qué?, ¿Cuál es la mejor forma de hacerlo? 2.Estudia las reglas de composición Léete las diferentes reglas de composición e intenta interiorizarlas hasta que te sean familiares. 3.Practica las reglas de composición una a una Después de echarle un vistazo a las diferentes reglas de composición, la única vía para afianzar los conceptos es practicando con ellos. La mejor forma de hacerlo es, por ejemplo, escoger una regla cada vez y practicarla hasta tenerla bien asimilada. Puedes hacer una regla cada día que salgas a practicar con tu cámara. Si ese día toca la “regla de los tercios” procura que todas tus imágenes utilicen esta forma de componer. Al día siguiente puedes practicar la ley de la mirada, al día siguiente puedes acercarte a la playa o a cualquier otro horizonte que tengas a tu disposición y regirte por la ley del horizonte, etcétera. A través de la práctica no sólo interiorizarás los conceptos, también podrás ir definiendo y analizando tus propios resultados y gustos. Una vez las domines, prueba a combinar varias de ellas para ayudarte a resaltar el centro de interés de tu imagen. 4.Rompe las reglas La originalidad es esencial en cualquier disciplina artística. Si nadie se atreviera a romper las reglas de vez en cuando, todas las imágenes serían iguales, así que una vez domines las reglas de composición, intenta darles un toque personal y único a tus imágenes. Cuando alguien ve una de tus fotos y te diga “Es muy de tu estilo” es que vas por buen camino 5.Haz una serie a partir de un elemento simple Por ejemplo, fotografía una caja de cerillas de 10 formas diferentes. Te aseguro que no es nada fácil y que vas a tener que exprimirte el cerebro para conseguir 10 imágenes de una caja de cerillas que valgan la pena. Pero lo mejor es que se puede hacer, y que con imaginación y perseverancia puedes conseguir fotos que ni tú mismo te creías capaz de hacer. Este ejercicio te ayudará a detenerte ante la escena, a pensar, a buscar puntos de vista diferentes y originales, y sobre todo, a practicar composición. 6.Olvídate del Zoom Nadie dijo que aprender fuera fácil. Si de verdad quieres aprender fotografía tendrás que poner de tu parte algo de esfuerzo. Olvídate del zoom por una temporada (tranquilo, no es para siempre) y empieza a moverte para conseguir las imágenes que quieres. Tu propio movimiento te abre un sinfín de posibilidades en cuanto a composición, ya que si mantienes los ojos bien abiertos, verás muchas más posibilidades que de forma estática zoom arriba y zoom abajo. 7.Busca puntos de vista diferentes y originales ¿Te suenan esos freaks que de vez en cuando aparecen tirados por el suelo o colgando de un árbol para conseguir una buena foto? Bien, pues saca el freak que llevas dentro y persigue la mejor imagen que seas capaz de hacer. Prueba ángulos picados, contrapicados, cenitales, normales… Esfuérzate y sé original y nada se te resistirá. 8.Prohibido re-encuadrar No, ni un poquito ¿En serio? En serio. Si quieres un encuadre mejor, repite la foto tantas veces como sea necesario hasta dar con la que quieres, pero para aprender olvídate de hacer “trampas”. Intenta obtener siempre la imagen más perfecta que puedas soñar olvidándote de San Photoshop 9.Limítate el número de fotos O el tiempo mínimo entre una y otra, o mete una moneda de 10 céntimos de Euro en una hucha cada vez que aprietes el obturador. Lo que sea que te frene a la hora de ponerte a disparar como un loco porque claro, es gratis y así me aseguro de conseguir la imagen. Gran error, es la forma más fácil de dejar la composición al azar y de no pensar antes, durante y después de tomar la foto. De esta forma aprenderás a valorar cada imagen e intentarás sacar lo mejor de ella cada vez que dispares el obturador. 10.No dejes de mirar Busca líneas y formas, simetrías, reflejos, sombras… El fotógrafo tiene la capacidad de ver lo que los otros no ven, pero esa capacidad, para el gran común de los mortales, se obtiene sólo a través de la práctica. Concédete unos instantes cada día para ponerla en práctica. 11.Una foto al día Sé que hay días que haces 390 fotos y que luego te pasas dos semanas con el contador a 0. Eso no vale intenta conseguir una imagen que te satisfaga cada día. O cada dos días o cada tres. Pero no te des atracones de fotos una vez cada 6 meses y luego dejes a tu pobre cámara morir de inanición, porque progresar así es casi imposible. Como en todo, hay que ser constante. 12.Imprime y analiza tus imágenes Imprímelas, marca el centro de interés, las líneas, analiza cada aspecto compositivo que quisieras remarcar y analiza detenidamente si has conseguido lo que te habías propuesto. Si es una buena imagen, si no, si podías mejorarla y cómo. Más importante que conocer nuestras virtudes como fotógrafos es conocer nuestros errores y ser conscientes de nuestras debilidades. 13.Imprime y analiza otras imágenes Escoge alguno de tus fotógrafos favoritos y analiza sus imágenes. ¿Qué te gusta de esa imagen? ¿Por qué? ¿Cómo está compuesta? ¿La mejorarías? ¿Cómo? 14.Sé exigente contigo mismo Siempre, siempre se puede ser mejor y siempre se puede aprender más. Así que no te conformes nunca y exígete porque siempre hay margen de mejora, y nunca se es lo suficientemente bueno. 15.Persevera No te frustres, nadie nace aprendiendo, y los inicios siempre son complicados. Además la composición es algo muy personal y a veces nos cuesta encontrar nuestro lugar en ella, el lugar en el que seamos nosotros mismos y nos sintamos cómodos y satisfechos. 16.Practica, practica y practica No hay otra forma de aprender, de superarse y de asimilar los conceptos. Cuanto más practiques, más natural será la forma en la que utilices la composición, en la que apliques o rompas sus normas, más la dominarás y menos necesitarás pensar en ella. Esto es como todo lo que decidas empezar. Necesita horas, muchas horas de aprendizaje y perfeccionamiento. Horas de entrega (y diversión), de errores, de mejoras, de pruebas… ¿Recuerdas la primera vez que te pusiste unos patines o te subiste a una bici? Imagino que a pesar de que ese aprendizaje sí duele (Supongo que recuerdas algún que otro tortazo monumental también) no te rendiste. Y si a día de hoy siguieras patinando seguro que serías capaz de algún que otro triple Axel o similar. Bien, la fotografía es igual. No tiene misterio, un poco de práctica aderezada con unas ganas constantes de aprender, una alta dosis de entusiasmo y pasión, algo de perseverancia (o cabezonería) y resistencia al fracaso = mejores imágenes. Espero que pongas en práctica algunos de los ejercicios propuestos durante un tiempo. El esfuerzo valdrá mucho la pena. Ah, y si lo compartes con alguien que creas que puede estar interesado en leerlo, o que necesite un pequeño empujón compositivamente hablando, por favor, compártelo con él o ella. PUES VAMOS A PRACTICAR Ejercicio de composicion fotografica