Un árbol que da vida. Tengo en mis manos el original de esta obra que narra la trayectoria de una congragación religiosa, es un amplio y bien documentado trabajo de investigación sobre la labor evangelizadora de la Franciscanas Misioneras de María, desde su llagada al Perú, en 1911 hasta el año 2000. He tenido el inmenso gozo de aceptar escribir el prólogo de esta historia que la siento mía, como centenares de mujeres loretanas que encontraron a la sombra de ese árbol su formación cristiana y social. Fue de la promoción de secundaria del colegio sagrado Corazón de Iquitos y además la primera mujer-doctora de Loreto. Todo lo debo a la formación y el cariño que encontré entre las misioneras. Tratare de ayudarles a leer esta historia donde la protagonista es la Mujer, ya sea venida de otros países o peruanas, que se entrega a dios significa entrega a todos. Durante la lectura encontraran perfilada este tipo de mujer, que son capaces de transformar la sociedad por su Fe y, en este caso, con alegría y humildad franciscana. La autora hace un recuento de los episodios protagonizados por estas religiosas en las ciudades y pueblos donde fueron sembrando la semilla de la fe cristiana para expandir el reino de Dios, logrando que la semilla fecundara y floreciera gracias a su trabajo abnegado y generoso. En el siglo XX surgen congregaciones que vienen desde Europa, estados Unidos y Canadá, para colaborar en las misiones establecidas, que por la magnitud de su trabajo requieren el apoyo de las Religiosas en la educación y otras tareas de bien social. La iglesia reclama su concurso porque “La mies es mucha y los obreros pocos”. Las autoridades eclesiásticas gestionan su venida a nuestro país y los pueblos las reciben con alborozo. Es así que en 1911 llegaron al Perú las Franciscanas Misioneras de María cuya congregación ya venía realizando labor evangelizadora en la India, en China, en África, en Europa, en America del Norte y America Latina, cumpliendo el mandato de su formadora María de la Pasion, esa mujer extraordinaria que quiso “hacer del instituto una llama de fuego que envolviera el mundo entero”. El obispo de Arequipa Mons. Mariano Holguín Ofm, que en un viaje a Europa conociera a la Madre Fundadora pidió que la primera fundación que se realizara en Perú fuera en dicha ciudad y así ocurrió. Salieron de Francia un grupo de Misioneras, para embarcarse en Génova, con destino al Perú. En Arequipa fundan una escuela. Con el correr de los años, el colegio santa Rosa de Viterbo, que funciona hasta la fecha se convierte en un centro educativo de gran importancia en la zona. En 1913 llegan las Misioneras al Cusco donde realizan la fundación “Nuestra Señora de Belén”, dedicándose al cuidado y mantenimiento del templo y la restauración de sus bienes. Abren un orfanato para niñas; reconstruyen y administran el hospital y asumen la responsabilidad de la cárcel de mujeres, ocupándose de la rehabilitación de las reclusas y su formación cristiana. En 1918 fundan en Barranco un internado de preservación de niñas huérfanas y pobres, una escuela para niñas y realizan trabajo de catequesis. Esta casa llega a ser la sede más importante y casa Provincial desde donde se coordinaba y se coordina la vida de todas las fundaciones. Un hecho extraordinario fue la llegada de las Misioneras a la región de la Selva. En 1919, cuatro Religiosas, partieron del Cusco con destino a la Amazonia. El diario de Madre Dolores que dirigía esta misión, narra las penurias del viaje, y de los imponderables obstáculos al atravesar la cordillera, en la región de las nieves perpetuas y escarpadas montañas, sorteando ríos torrentosos, cabalgando al lomo de mula por angostos desfiladeros, con nieve, con lluvias, con frio intenso, con hambre y con los pies llagados por las caminatas; pero nada las detenía para llegar a su destino, tenía la fuerza de la oración y la valentía de saber que llevaban a Cristo para darlo a conocer en lugares ignotos. Ellas fueron las primeras religiosas que encontraron al departamento de Loreto en la Selva Norte. Se establecieron en Requena del Tapiche con la misión específica de entender a las familias de la comunidad y especialmente a la mujer. Fundaron una escuela y un taller de labores manuales para las jóvenes analfabetas. Más tarde instalaron un dispensario para atender a los enfermos y las catequesis para evangelizar en los caseríos más alejados. Las hermanas continúan con esta labor hasta presente. En 1920 otro acontecimiento importante ocurre en la Amazonia. Un grupo de misioneras europeas salen de Ámsterdam con destino a Iquitos. Navegando por el Atlántico llegan a buenos aires de allí en un barco más pequeño viajan hasta Brasil para surcar el amazonas y llegan hasta su destino que era entonces la jurisdicción de los Misioneros Agustinos. Su finalidad era netamente educativa: trabajar por la promoción humana y espiritual de la mujer loretana. Las misioneras fundaron allí una escuela particular de segundo Grado para niñas con la advocación del “Sagrado Corazón”, que años después se completó con la secundaria. Luego el ministerio de educación les encomendó la Escuela Naval Urbana con internado, para formar a las futuras maestras, y más tarde el instituto Industrial para preparar a las jóvenes en oficios y carreras cortas. Fue el complejo educativo más importante de la región, por su alto nivel de preparación, por sus amplias instalaciones y adecuado equipamiento y sobre todo por la excelente formación espiritual y disciplina que las Franciscanas Misioneras de Maria supieron impartir a sus discípulas. Asimismo, se les encomendó la dirección y administración del Hospital Militar “Santa Rosa” de Iquitos, donde realizaron un importante trabajo humanitario de atención a los enfermos. En 1928 otro grupo de misioneras parten del Puerto del Havre (Francia), llegando a Iquitos para trasladarse a su destino: Yurimaguas. Es la jurisdicción de los Padres Pasionistas que requieren su colaboración para atender la educación femenina. Allí fundaron una escuela Primaria y más tarde Secundaria y también se hicieron cargo del hospital “Santa Gema”. La obra seguía creciendo en todo el Perú y las fundaciones se multiplicaban. Son solicitadas para dirigir a los niños de los barrios marginales, que disfruten de aire, sol y mar, y reciben a la vez educación y capacitación en oficios. En el Norte, la empresa estadounidense “Grace” solicita sus servicios para entender la educación infantil y el hospital de Cartavio, situada en el barrio de Chicama. Igualmente en Paramonga en el distrito de Pativilca para atender el hospital y encargarse de la escuela para los niños y de un centro de capacitación para los jóvenes de ese complejo Agro-industrial. En Lima son solicitadas para conducir la administración de la clínica privada “San Felipe2 y en la escuela de enfermeras se formaron varias promociones de enfermeras. La obra había crecido considerablemente, la semilla esparcida en nuestro país es ya un árbol frondoso. Las vocaciones peruanas se multiplican y se incorporan en las distintas fundaciones. Con ese propósito se creó primero un noviciado en Barranco y posteriormente se trasladó a Chiclayo, lugar de recogimiento y oración ubicado en la explanada de un cerro, con vista al valle. Más tarde se destinó a casa de Retiro al pasar el noviciado a Valdivieso (Lima). Al terminar esta etapa de expansión a mediados del siglo pasado, las fundaciones de las franciscanas Misioneras de Maria, alcanzaron su máximo esplendor: atendían colegios, hospitales, trabajo pastoral y hasta en una ocasión extraordinaria, en 1926, a pedido del gobierno, atienden a los numerosos repatriados de Chile, llegados de Tacna y Arica, para no perder su nacionalidad peruana, labor patriótica que mereció le concedieron a la Madre Superiora la condecoración de la “Orden del Sol” otorgada por el presidente augusto Leguía. Segunda parte Mi felicitación Hna. Dulce Nombre Padilla Serra fmm que concibió la idea original de presentación la Historia de su Institución, como un Árbol frondoso que a partir de una semilla sembrada en tierra fértil va fortaleciéndose con sus realizaciones que son fruto de su santidad. También mis felicitaciones a Hna. Olimpia Ruíz Rivera fmm por su trabajo concienzudo de investigación que nos da una visión de todo el S. XX en el mundo, la Iglesia y el Instituto de las FMM. Tenemos en nuestras manos un libro testimonial de las Franciscanas Misioneras de Maria en nuestro país, un perfil de Mujer Religiosa Internacional, con un buen manejo de la técnica narrativa y la investigación histórico, recorriendo a fuentes auténticas, que hacen de la obra un documento valioso de lectura apasionada. Nota: La Sra. Gaby Porto de Power, Decana de la Facultad de Educación de la Universidad San Ignacio de Loyola. Como ella bien dice su vocación educativa nació siendo la alumna primero y después profesora de “su colegio Sagrado” de Iquitos. Su trayectoria educativa y política es la de una Mujer que quiere dar toda su vida por el bien de su patria. Hechos importantes: Condecoraciones de las Paltas Magisteriales y “Pro Ecclesia et Pontífice” otorgado por S.S. Pablo VI. Forma parte de la Asamblea Constituyente y co-autora de la Constitución en 1979. Directora Regional de Educación. Gracias Gaby, tu recuerdo y el nuestro se unen en una Acción de Gracias a Dios.