COMPILACIÓN DEL TEXTO DE ESPAÑA EN EL SIGLO XVIII DE JOHN LYNCH Capítulo 1 - El mundo hispánico en 1700 Para este primer capítulo, el autor muestra el estado de España en este marco temporal del siglo XVIII, donde expone un incremento demográfico y también en el ámbito productivo. Sin embargo, se presentaban conflictos por motivos de inequidad por las riquezas pertenecientes a las diferentes clases. Otro de los puntos que trata el autor es de la diferencia de dinastías, puesto que la España del siglo XVIII era de los Borbones, no obstante, no se destacaron cambios a grandes rasgos en los diversos sistemas que estructuraban esta nación, Lynch mencionaba que seguía siendo una continuación de los Austrias. España se distinguía por su administración política al mantenerse como imperio de escala mundial, pero se veía entorpecido por una que otras acciones como la venta de oficios, la cantidad de burócratas, etc. Asimismo, las instituciones constituyeron uno de los aspectos más negativos del gobierno real, puesto que existan poderes reales que le quitaban el alcance a la corona de tomar las decisiones directamente, haciendo que esta tuviera que negociar recursos, esto debilitaba el poder absoluto, haciendo crecer a las instituciones adquiriendo poder en cuestiones como justicia y milicia. Dicha vulnerabilidad de la centralización del poder, causó preocupación por altos dirigentes que intentaban por medio de impuestos y dominación de clases reforzar el poder del monarca. Esta época se caracterizó por una cantidad de cambios radicales encabezados por la sociedad. Los comienzos con el montaje del aparato político-administrativo del reformismo borbónico, el absolutismo, representado por Felipe V (1700-1746) y Fernando (1746-1759). Con Felipe V se implantó en absolutismo regio, el monarca absoluto era el único depositario de la soberanía (poder), de origen divino, constituía la encarnación misma del Estado; de él era el territorio y de él emanaban las instituciones su poder resultaba ilimitado, concentraba todos los poderes; ejecutivo, legislativo y judicial. Los primero Borbones impusieron su modelo de absolutismo monárquico y combatieron las pocas limitaciones que aún actuaban sobre las prerrogativas de la corona, asumieron la tarea de reunificar y reorganizar los diferentes reinos peninsulares. La nueva idea del Estado suponía un fortalecimiento del poder monárquico y exigía la reforma de las instituciones para que la autoridad regia pudiera llegar a todos los territorios de la corona y a todos los súbditos; la monarquía debía imponer su ilimitada autoridad sobre los poderes eclesiástico y señorial. La ocasión para comenzar la reforma del Estado por la ocasionada por la guerra de sucesión, debido a la adhesión de la Corona de Aragón al archiduque Carlos, Felipe V eliminó las instituciones político-administrativas con los decretos de la Nueva Planta o “Nueva Organización” que iniciaron la unificación de las instituciones del Estado y que posteriormente se extendió a América. uiparaba la contribución a la Hacienda pública de todos los territorios de Castilla). no estaban obligados a combatir fuera de su territorio). ó al virrey, con atribuciones militares, administrativas y judiciales. Medidas tendentes a reformar la Hacienda, mediante la implantación de pocos impuestos, bien justificados y suficientes para las necesidades del Estado. Se crea un fondo común centralizado para todo el Estado, menos para el País Vasco y Navarra. La distribución de impuestos se decidía teniendo en cuenta la riqueza rústica y urbana (nadie estaba exento de pagar) y los ingresos obtenidos sobre rentas de trabajo (nobles, eclesiásticos y funcionarios estaban exentos). Para poder llevar a cabo esta reforma había que evaluar previamente la riqueza del país por lo que se acometió la realización de un catastro. En Castilla fue encargado al Marqués de Ensenada (1750), pero levantó tales protestas que la reforma fiscal se tuvo que abandonar definitivamente en 1776. Carlos III continuó su programa de reformas que pretendía la puesta en práctica de una serie de medidas legales cuyo objetivo era abolir algunos privilegios propios del Antiguo Régimen: entender la expulsión de los jesuitas). En el siglo XVIII se producen importantes cambios en la estructura sociopolítica de España. Las transformaciones se inician con la sustitución de la anterior monarquía de los Austrias por la monarquía de los borbones (de origen francés), que es la actual casa real española. La llegada de los Borbones supuso también un cambio de ideas y valores pues traían desde Francia las ideas de la Ilustración. La ilustración se apoya en que la ciencia, la razón y la educación en lugar de la religión y las creencias tradicionales llevarán a las personas al progreso y a la felicidad. El movimiento cultural de la Ilustración, cuyas ideas impulsaron la Revolución Francesa, va a transformar el mundo occidental, dando paso a la Edad Contemporánea con unas estructuras políticas y sociales ya reconocibles para nosotros. El despotismo ilustrado es el sistema político de la Ilustración y se basa en la monarquía absoluta. Su objetivo es: Hacer a las personas virtuosas y a los pueblos felices y eliminar las tradiciones populares que los ilustrados llaman supersticiones. El gobierno del país se centralizó y se adaptó a las leyes de Castilla. La guerra de Sucesión permitió a Felipe V introducir cambios importantes en la estructura de los reinos de España. La Corona de Aragón, que había apoyado al pretendiente Carlos de Austria perdió sus instituciones, leyes propias y muchos de sus privilegios. Frente a la política de hegemonía europea de los Austrias, los Borbones se dedicaron más a fortalecer el poder en el interior del estado y a aumentar la riqueza nacional. España siguió una política de neutralidad exterior, pero se fortaleció el ejército y la marina. Fue reorganizada la Hacienda con cambios importantes como el del catastro (que sigue existiendo hoy en día con el mismo nombre), un nuevo impuesto que obligaba a cada propietario a pagar anualmente una cantidad en relación con los bienes (tierras, casas, etc.) que se poseían. En cuanto a las relaciones de la Corona con la nobleza y la Iglesia. La monarquía absoluta de los Borbones, a pesar de todo, tenía que compartir el poder con los nobles y la Iglesia que poseían gran parte del territorio peninsular. En general, los nobles y el clero tuvieron menos poder que en otras épocas. En este sentido, se intentó, pero no se consiguió, que la nobleza y el clero también pagaran impuestos, lo que enemistó aún más a la monarquía con la nobleza. Las relaciones con la Iglesia, insistimos, fueron bastante difíciles. Por ejemplo, Carlos III en 1767 expulsó de todos los reinos de España a los jesuitas, orden religiosa cuya riqueza, poder y fidelidad al Papa eran contrarios a los intereses reales. La política exterior. La política exterior de los Borbones del siglo XVIII se basó en la alianza y amistad con Francia concretada en los llamados Pactos de Familia (1733, 1743 y 1761), por los que España se comprometía a ayudar a Francia en sus problemas internacionales y viceversa. En cambio, fue constante la rivalidad con Inglaterra, que deseaba controlar el comercio americano. Es una sociedad estamental, cerrada, que admite y aplica la desigualdad ante la ley. Perpetúa la situación privilegiada de una minoría poderosa. Se dividía en 3 estamentos; nobleza, clero y estado llano (3º estamento). Los privilegiados; nobleza y clero. Controlaban los cargos importantes en el ejército y el gobierno, y disfrutaban de privilegios económicos jurídicos (no pagan impuestos, leyes y tribunales especiales); clero; (regular y secular) poco más del 20% de la población, pero controlaba más del 40% de la propiedad territorial. Cobraba el diezmo a todos los campesinos; nobleza; se pertenecía a ella por nacimiento o nombramiento real, no era más del 5% de la población, poseía extensas propiedades territoriales y señoríos jurisdiccionales, en los que administraba justicia y extraía rentas; los no privilegiados; agrupa a los que sostienen económicamente el reino con su trabajo y sus impuestos, ya sean campesinos o burgueses (comerciantes, artesanos, banqueros, …). Quedan excluidos de las tareas políticas dirigentes: Los campesinos; la inmensa mayoría de la población, sometidos a un régimen señorial y la burguesía; el grupo más receptivo a las propuestas de cambio del sistema que los marginaba y perjudicaba. El siglo XVII en España significo un siglo de cambios y condiciones estacionarias que oscilaban entre la crisis y la estabilidad en varios aspectos, en siglo se abrió paso con un aumento de la población y una lucha entre nobles por el territorio, sacerdotes por los diezmos y la población por los alimentos. El ascenso de una nueva casa posterior a la guerra se sucesión (1701-1713) su puso un cambio en las estrategias de gobierno monárquico, pero ¿significo el ascenso de los Borbones una mejora para el imperio español?, este cuestionamiento lo revisaremos a continuación en base al texto. La política real de la época se veía enfrentada a una serie de problemáticas que empezaban desde su interior. A pesar de ello la amplia división de los cargos públicos permitió a España mantener el “control” de los amplios territorios que poseía, sin embargo y para el caso del territorio peninsular existía cierto desmembramiento en los poderes reales a causa de la problemática que significaba la autonomía regional. Los privilegios aristocráticos y la desigualdad ante la ley del rey y la hacienda eran otros elementos que propiciaban la falta de una igualdad de los súbditos frente a los poderes del rey. Algunos ejemplos de esta autonomía fueron Aragón, Cataluña y Valencia donde se dio una resistencia regional que no era de carácter popular sino de un pequeño grupo dirigente con poder en sus territorios. La debilidad del poder central frete al poder que adquirieron las instituciones el cual fue en incremento hizo que estas se convirtieran en agentes con cierta independencia que según el autor parecían ser mediadores entre el rey y sus súbditos que subordinados obedientes. El aumento de los territorios desde las décadas anteriores trajo como consecuencia un gran aumento en los costes de defensa que llevo a una incapacidad de financiación de este aparato, por estas razones el conde-duque de olivares a mediados del siglo XVII intento reformar España para reforzar la autoridad real, sin embargo, Olivares fallo en su intento de un poder fuerte y centralizado ya que la nobleza y la burocracia se mantuvieron renuentes al cambio. Los nobles mantuvieron y defendieron su estatus de privilegios financieros y legales lo que demuestra cierto nivel de cohesión, sin embargo, aunque la aristocracia poseía poder e influencia era un grupo fragmentado por las facciones o las familias que seguían sus intereses particulares y esto se expresa en el consejo real donde confluyeron los intereses de los burócratas y la nobleza. La sociedad agraria española se podía dividir en dos fases, los nobles terratenientes y el campesinado, los primeros con gozo de beneficios constantemente y los segundos sin acceso a ellos no protección de parte de la monarquía. Su trabajo no producía rentas y su capacidad de consumo era limitado a lo estrictamente necesario sin tener privilegios. Esta gran desigualdad y la falta de un mercado nacional en España propicio en los pequeños y cerrados límites de comercio la aparición de monopolios que podían especular con el precio de los productos y controlar su comercio, esto creo un estancamiento en la agricultura y la industria. La peste golpeo España entre 1647-1652 y 1676-1885, cobro muchas vidas e incremento el costo de los impuestos, tras esto llego una crisis agraria que comenzó en 1683 año de sequias lo que provoco una hambruna y gran cantidad de muertes. Para 1684 que regresaron las lluvias provocaron inundaciones y destrucción de vías de comunicación. Paralelo y en consecuencia a esto ocurrió una inflación y la devaluación de la moneda (marco de vellón) llego a un 75%. Crisis que difícilmente seria superada en la segunda mitad del siglo XVIII. Fue hasta el año de 1660 que la situación empezó a estabilizarse con una superación a la crisis financiera y un aumento de la población, incluso, como recuerda el autor, un “crecimiento incipiente de algunos sectores de la economía”, desde entonces hasta la década de 1680 se verían algunos ejemplos de expansión industrial como el de los vascos y los catalanes, paralelo a esto en 1679 se crearía la junta de comercio, un cuerpo del estado que intervendría la economía. Entorno a los años 1680 hasta 1740 se vivió una recuperación de todas las pedidas del siglo XVII acompañado por un aumento significativo de la población que llevo a una mayor demanda de productos. El periodo del “modelo borbónico” nombrado así por el autor que duro entre 1767 y 1790 fue de estabilidad política, buenas relaciones y beneficios para los terratenientes y beneficios para la iglesia, en general una etapa de resultados satisfactorios para la monarquía. El periodo de 1790 a 1808 significo una recesión en la economía española, está acompañada del problema financiero que significaban los privilegios sociales fueron la fórmula que convirtió en insostenible una vez más el modelo económico, en el marco de los movimientos independentistas España se vio aún más golpeada por la pérdida de beneficios americanos que permitían compensar los problemas financieros de la península. Desde comienzos del siglo XVII la intervención extranjera en el comercio español significo un problema para la economía, problema que se intentó compensar con el pago de indultos o multas lo que de cierta forma habilito estas actividades ilegales las cuales expresamente estaba fuera del control de la monarquía, la reexportación de mercancías a América significo una gran ganancia para comerciantes extranjeros. El contrabando fue una constante durante este siglo y se fortaleció con la participación de más países europeos, esto a la creciente demanda y al beneficio que significaba esta actividad para los comerciantes y los compradores, esto asesto un fuerte golpe al monopolio. A pesar de los intentos de parte de la monarquía de poner control o límites a esta dinámica al margen de la economía oficial lo cierto era que la cantidad de puertos improvisados y la gran corrupción mantuvieron en pie esta actividad ilícita. Adjunto a esto las colonias empezaron gozar de un poco de autonomía económica y un crecimiento en la industria local lo que significó un problema para la península. En general estos cambios en el comercio trasatlántico se tradujeron, no en independencia de las colonias con los puertos de Sevilla y Cádiz posteriormente sino en la posibilidad más opciones de comercio y en una “dependencia atenuada” como lo define el autor. La Corona española mientras perteneció a la casa Austria, venía presentando particulares características dramáticas. En 1665 el gobierno imperial estaba débil y tendría que esperar hasta el posicionamiento de Carlos III, un borbón para poner orden al imperio. Los Habsburgo no dejaron heredero, pues el último de ellos en estar en el poder era enfermo e incapaz. El sistema de gobierno pudo seguir funcionando gracias a la burocracia consolidada, el número de funcionarios trabajando, venta de oficios y el faccionalismo. Sin embargo, estos funcionarios por todo el reino se encontraban en regiones que eran semiautónomas según sus constituciones: Aragón, Cataluña y Valencia. Es decir, el rey podía tomar decisiones, pero debía disponerse a negociar con los funcionarios representantes de estas regiones, quienes disponían de los dos elementos de la soberanía, a saber, los impuestos y las tropas. Cuando el imperio se extendió, la ampliación de territorios suponía también un aumento de enemigos. Esto significaría la necesidad de reforzar un poder defensivo, pero, señala Lynch, los impuestos ordinarios, los ingresos de la Indias y el déficit financiero no fueron suficientes para mantener la monarquía. El pago de impuestos no aplicaba para los privilegiados, perjudicando la economía pues el dinero era invertido en préstamos al Estado. La ley española no trataba de igual forma al poderoso y al débil. Con el tiempo, la defensa de la monarquía se dificultaba a falta de dinero y la situación se intensificaba con la nobleza y burocracia que tan solo buscaban más privilegios económicos y sociales. La aristocracia era una clase que difícilmente se cohesionaba, pues estaba dividida por asuntos familiares y rivalidades faccionales. Los aristócratas que pertenecían a la burocracia de la monarquía procedían de familias ricas y casi siempre se distinguían por haber compartido el colegio mayor. La forma en la que estos hombres gobernaban era a través de consejos, que serían los que gobiernan el Estado y distribuyen los cargos, favores y rentas, según Jean Orry en 1703. Mientras tanto, gozaban de su vida citadina con riqueza proveniente del campo, donde se explotaban campesinos que trabajaban para tributar y pagarle al señor dueño de la tierra. Estos terratenientes no pudieron desarrollar una producción nacional pues no se planeaba mejorar, competir o invertir en la economía. Como resultado, la economía española era de supervivencia, pues los aristócratas se abastecían de productos importados y los artesanos producían productos sencillos para ser vendidos en mercados locales. Antes de 1680 se empezó a dar una participación en el comercio europeo y americano de las regiones periféricas y se dirigían a ultramar los excedentes agrícolas. Madrid consumía productos y sus ganancias, a través de rentas, diezmos e impuestos. La agricultura española se convirtió así a finales del siglo XVII en un motor de subsistencia para los españoles. Pero la peste volvería la situación más compleja al disminuir la mano de obra, incrementar los impuestos para pagar guardas y patrullas para intercambiar mercancías. Después de la peste, España viviría la crisis agraria en 1683. Las cosechas se perdieron y existía la ansiedad cotidiana por sobrevivir con productos a precios fuera de las posibilidades de alcance; este es el caso de productos como el aceite y el pan. Posteriormente, llegaron las lluvias, pero esto significaría otro problema para la península al desbordase el río Guadalquivir, destruyendo caminos, puentes y aldeas. En 1685 la situación mejora, pero encuentra con la devaluación de la moneda, por ejemplo, el valor de marco de vellón de 12 a 3 reales. Signos de recuperación: • La población empieza a aumentar en 1660 • Los vascos y catalanes ejecutan un plan de expansión industrial y comercial en 1670 • En Barcelona hay nuevos fabricantes y exportadores (1680) • 1680 la producción catalana crecía y buscaba expandirse al exterior • 1679 se crea la Junta de Comercio En relación con el poder colonial de España, se quebrantaba al existir comerciantes extranjeros usar las flotas desde Sevilla, las bases de las islas del Caribe, el Atlántico sur y el Pacífico. En el territorio europeo, también se perdía su soberanía pues algunos extranjeros reexportaban desde Sevilla y Cádiz. Estos beneficios eran adquiridos porque los funcionarios españoles lo permitían a cambio de dineros y privilegios. En América, el comercio directo y el comercio Inter colonial fue una progresiva liberación del monopolio y la adquisición de autonomía. Este continente no solo era una economía atlántica, señala Lynch, también existía un comercio interno interesante. Se circulaba entre regiones productos agrícolas y manufacturas; se producía y consumía dentro de la misma colonia antes del siglo XVIII. Durante la primera mitad del siglo XVIII, el envío de metales preciosos desde América a España fue superado en la segunda mitad de este siglo. Sin embargo, existieron fluctuaciones causadas por factores internacionales, económicos y coloniales. El siguiente cuadro demuestra los antecedentes en relación con los metales registrados: Los Borbones pretendieron en el siglo XVIII elevar ingresos mientras enfrentaban el problema heredado. Las medidas que tomaron fueron las de gravar impuestos a los colonos, reforzar control y luchar contra los extranjeros. No obstante, fue esta casa la que perdió el imperio español. El siglo XVIII cuando los Borbones llegaron a la corona española creció el territorio en todo sentido: habitantes, producción, expectativas de vida y de recursos. Esta sustitución de dinastías en el poder no representó un cambio próspero para el gobierno español ni para sus ciudadanos, por el contrario, fue una continuación del rumbo ya establecido por los Austrias. Un rumbo mediocre en el que había resoluciones inmediatas a problemas permanentes. Desde 1665 el gobierno real se vio afectado, principalmente por sus instituciones, por cuanto el poder de la corona se disminuyó en tanto que las regiones eran autónomas y existían privilegios aristocráticos. Por ello, no se trataban a los súbditos como iguales ante la ley y ante los recaudadores de impuestos. Eran las constituciones de Aragón, Cataluña y Valencia las que convertían a esas regiones en privilegiadas brindando una semiautónoma a diferencia de las demás regiones de España. El rey podía convocar las Cortes y nombrar funcionarios, pero tenía que negociar los impuestos y las tropas. A lo largo del siglo XVII una serie de instituciones legales bajo control municipal adquirieron poder a expensas de la justicia real y lo que no obtenía las ciudades, lo obtenía la aristocracia, extendiendo así, la red de la jurisdicción señorial por toda España. De esta forma, a finales del siglo XVII, la aparentemente activa burocracia de Madrid era un mediador entre el soberano y sus súbditos que trataba con nobles, eclesiásticos, arrendadores y las oligarquías urbanas que colaboraban con la monarquía. Los gobernantes españoles eran conscientes de la debilidad en el centro, por lo cual, para reforzar la autoridad real, se intentó reformar la organización constitucional de la monarquía gravando con impuestos a las regiones y dominando a la aristocracia. El imperio fue expandiéndose lo que produjo el enfrentamiento de nuevos enemigos. En consecuencia, los costes de defensa aumentaron siendo difícil cubrirlos pese a los ingresos provenientes de las Indias y los impuestos tradicionales. Entretanto, el ámbito fiscal iba perjudicando enormemente la economía por cuanto concentraba el capital en préstamos al Estado, deprimió la acumulación para la inversión, gravaba las iniciativas productivas y no producía suficiente para defender España. Pese a los esfuerzos por fortalecer la estructura de la monarquía, estas reformas radicales fueron un intento fallido y se retornó a los usos de siempre. Los problemas financieros y de defensa incrementaron aún más y la nobleza y burocracia, enemigas del cambio, reafirmaron su posición. La nobleza durante el siglo xvii gozó de una imagen que era respetada pues representaban riqueza e influencia; tenían poder para nombrar funcionarios, podían recaudar impuestos y tenían la vía más fácil para conseguir recursos. La aristocracia, se dividía por rivalidades suscitadas por facciones políticas, por ende, estuvo lejos de ser una clase dirigente cohesionada. A pesar de ello, tenía una gran base de poder en los consejos, donde perpetuaba su influencia en el centro, vivían en la ciudad y obtenían ingresos del campo. Respecto a la España rural, ésta era conformada por señores, que hacían parte la nobleza y el clero, y por campesinos y jornaleros. Era inusual que los pequeños campesinos generaran algún tipo de excedente en su trabajo dada las condiciones económicas a las que estaban sujetos. Sus ganancias estaban destinadas a pagar arriendos, servicios y deudas. La agricultura basada en la autosuficiencia operaba únicamente a nivel regional, lo que significaba que era improductiva y desigual dado que existía en comunidades cerradas y los terratenientes monopolizaban el comercio de trigo reteniendo la producción hasta la primavera para que los campesinos se vieran obligados a comprar a precios más elevados. Los campesinos no tenían ahorros y los terratenientes no invertían en la economía para mejorarla suscitando la aparición del estancamiento en la agricultura y en la industria. Fueron períodos difíciles para España y esto cambió después de algunos decenios. Por los años anteriores y posteriores a 1680, las regiones periféricas comenzaron a surgir del estancamiento participando en el comercio europeo y americano, siendo los excedentes agrícolas, destinados hacia los mercados de ultramar. Por otra parte, el sector rural se estaba convirtiendo en el centro de la economía; todos, tanto como propietarios y señores eran beneficiados o perjudicados, según la cosecha y los sectores más bajos de la sociedad gozaban de la obtención de alimentos o no. Sin embargo, aún no se podía hablar de recuperación. Factores como epidemias, sequías e inflación determinaron el rumbo del siglo xxii. El primer golpe fue dado por la peste para los años 1676 – 1684. Esto no solo ocasionó la mortalidad a gran escala de la población española sino el elevado costo para las comunidades locales, pues se aumentaron los impuestos para pagar a los guardas y patrullas que impusieran cuarentena. A su vez, la agricultura se vio privada de mano de obra, de intercambio de mercancías y de transporte. Justo después de su terminación, la población sufrió de otra gran epidemia que fue el tifus. La crisis agraria comenzó en 1683 con un año de sequía. Ésta destruyó la producción y afectó las relaciones entre señores y campesinos para determinar los derechos de riego. Las epidemias más la crisis agraria produjeron la inflación de alimentos básicos como el pan y el aceite; mucha gente murió de hambre y justo cuando acabó la sequía, llovió abundantemente que terminó por dañar las cosechas de 1684. No fue hasta 1685 que mejoró la calidad de vida en todos los aspectos: a pesar de las epidemias, la población logró aumentar a partir de 1660; la producción agrícola creció y buscó mercados en el exterior. Se creó la Junta de Comercio en 1679 para que la intervención del Estado en la economía fuera más visible. A partir de 1700 los cambios se aceleraron debido a la guerra civil provocando que el gobierno central tuviera más poder para dominar las demás regiones. Felipe V logró fortalecer el Estado español, impulsando nuevos cambios en la vida de las gentes; hubo transformaciones en los valores políticos y en la política imperial. España vio un crecimiento para el año 1685 y continúo su fase de expansión moderada hasta 1740, dado el crecimiento demográfico, que produjo una mayor demanda de productos agrícolas aprovechados para un alza en sus precios. También el comercio con ultramar se expandió siendo los ingresos obtenidos de América mucho más grandes. Los años posteriores a 1740 se caracterizaron por una nueva fase de crecimiento y tuvieron una distorsión económica y fiscal más notoria. Desde 1767 a 1790 España estuvo en su auge siendo un Estado fuerte que pudo garantizar la estabilidad política. Pudo rendirles beneficios a los terratenientes y a la iglesia, pero este modelo borbónico no duró mucho. Sin embargo, a partir de 1790 España se sumergió en la desestabilización nuevamente. Esto porque para abrirse a nuevos modelos económicos viables a la época, había que abolir los privilegios de ciertos sectores, ampliar el mercado, redistribuir los recursos, entre otros. Además, la revolución francesa acentúo las diferencias políticas produciendo una guerra exterior comprometiendo los beneficios que se obtenían de América puesto que el crecimiento del comercio Inter colonial había permito que se liberaran en cierta parte del control monopolístico, lo que les otorgó autonomía en cuanto a asuntos de índole económica. Capítulo II – La sucesión borbónica en la guerra y en la paz La Guerra de Sucesión Española En este apartado el autor pretende describirnos el panorama del complejo desarrollado conocido como La Guerra de Sucesión. Cronológicamente, año por año, reconstruye los hechos históricos consecuentes de este periodo de guerra (1702-1713) – europea-, en el que se encuentran sumergidos y enfrentados la Corona Española, ¿protegida o traicionada por Francia?, y la Gran Alianza –Inglaterra, la República de Holanda y Austria-. Periodo de 1700 a 1702. En 1700 la monarquía española, representada por el Rey Carlos II -quien no tenía descendencia y quien se encontraba en sus últimos años-, estaba dedicada en la tarea de buscar un rey para el trono. Como rechazo al tratado de partición propuesto por Guillermo III –donde hablaba en nombre de Inglaterra y propone dividir la herencia entre Austria y Francia-, Carlos II nombró sucesor a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y bisnieto de Felipe IV, quien fue coronado con el título de Felipe V. Acabada así la dinastía de los Habsburgo y llegaba al trono español la dinastía de los Borbones. El autor menciona al respecto que, de la búsqueda por un sucesor, que España en realidad necesitaba un protector; Francia era quien lograría detener el desmembramiento de la monarquía. Todo ello llevo a que, en mayo de 1702, la Gran Alianza declare la guerra a Francia y España. Aquí Lynch resalta las representaciones de independencia de la Corona Española llevadas a cabo por está, donde los intereses dinásticos acreditados a la guerra no fueran esencialmente como lo eran la defensa contra el desmembramiento paulatino. 1702-1713 Durante los años que iban de 1700-1704, España se había mantenido en una época de paz, los síntomas del conflicto y la decadencia de la monarquía se estaban percibiendo en el exterior. Por Italia, los Austrias avanzaban. Por los países bajos, Alemania avanzaba. El rey Felipe V, estaba desprovisto de recursos militares – hay que tener en cuenta que su poder marítimo se concentraba en el comercio y comunicaciones con el Nuevo Mundo- que hicieran frente a sus oponentes; por ello estuvo bajo el ala de la fuerza militar francesa. En 1702, en la bahía de Vigo, se comete por parte de la fuerza aliada un golpe a la flota que transportaba el tesoro español, dislocando el comercio hispanoamericano y dejando claro la supremacía del enemigo. Aquí se hace alusión a una posible concepción del triunfo francés, debido a que España debió valerse de los navíos franceses para el comercio con América –todo lo proveído por Francia hubo que ser pagado, con la contribución española y el tesoro de América. Para 1703, el autor menciona el paso a una nueva fase de la guerra, debido a la unión de Portugal a Inglaterra y la Gran Alianza –por medio de tratados de Methuen-. Esto daba una gran ventaja para la fuerza aliada y por ello en 1704 el archiduque llego a Lisboa con apetencia de alentar una rebelión a favor de este, lo cual no sucedió y por ello, atacaron y tomaron a Gibraltar. España se encontraba atacada entre frentes –Países Bajos, Italia y el Atlántico-, siendo Portugal el flanco más vulnerable. El autor menciona que en 1705 termina la guerra ficticia e inicia la guerra real por el control de la península. Este comienzo no sería saludable para el reino de Felipe V, debido a la rapidez en que se concibió el conflicto, que superaba el compás de organización y reforma, en la zona oriental de España; perdiendo a Valencia, Cataluña, Zaragoza. A su vez que los territorios de la Corona de Aragón pasaron a manos del archiduque, España era testigo de verse inmersa en una guerra civil. Por esos mismos tiempos -1706- en Castilla, se estaba dando una manifestación popular apoyando al rey. A lo largo de 1706-1707 se estaba dando una solidificación en la maquinaria de guerra castellana, producto de tácticas llevadas a cabo por Michel-Jean Amelot y Jean Orry, que se vería reflejado en el primer triunfo de los borbones en Valencia, Murcia y en Almansa. Con ese paso fueron retomando Zaragoza, gran parte de Aragón… sin embargo no obtendrían mayores avances debido a las crisis de subsistencias producidas en España. En 1708 sería una derrota nuevamente en Oudenarde. En 1709, debido a acontecimientos como el reconocimiento del papa Clemente XI de rey al archiduque Carlos, las campañas de Marlborough, el invierno y las hambres, se iniciaría a tomar en cuenta la posible conversación de paz por parte de Francia. Algunos franceses iniciaron procesos para cortar relaciones con España –retirar el ejército, regresar los asesores y a Amelot. El protector se revela como traidor. Frente a esto España muestra, tal como lo menciona el autor, una actitud de independencia de Francia, que no llevó ningún cambio, pues Francia continuó interviniendo. A la par de este suceso de disociación entre franceses y españoles, los ejércitos de Austria avanzarían y tomarían a Zaragoza. La guerra terminó con el triunfo de Felipe V. Junto a las victorias militares de Almansa, Briguega y Villaviciosa, un acontecimiento internacional fue clave para entender el desenlace del conflicto: Carlos de Habsburgo heredó en 1711 el Imperio alemán y se desinteresó de su aspiración a reinar en España. Sus aliadas, Inglaterra y Holanda, pasaron en ese momento a ver con prevención la posible unión de España y Austria bajo un mismo monarca. El Tratado de Utrecht La guerra concluyó con la firma del Tratado de Utrecht en 1713. El tratado estipuló lo siguiente; Felipe V era reconocido por las potencias europeas como Rey de España, pero renunciaba a cualquier posible derecho a la corona francesa; los Países Bajos españoles y los territorios italianos (Nápoles y Cerdeña) pasaron a Austria. El reino de Saboya se anexionó la isla de Sicilia, Inglaterra obtuvo Gibraltar, Menorca y el navío de permiso (derecho limitado a comerciar con las Indias españolas) y el asiento de negros (permiso para comerciar con esclavos en las Indias). La Guerra Civil En este apartado Lynch, relata un escenario o contexto, de guerra civil en España. Durante la guerra de sucesión, se logra divisar un evidente descontento de los provincianos que conllevaría a algunos levantamientos populares, como el caso de Valencia. La población Valenciana, tal y como lo señala el autor, una población aún sujeta a los derechos feudales que ve la oportunidad de desligarse y encontrar condiciones sociales. Otro caso de esta índole sería Barcelona. El autor nos contextualiza en las últimas décadas del siglo XVII. Logramos ver una Barcelona que, paulatinamente ha ido estabilizar su economía, planteando un fuerte cuerpo aristocrático –cuyo objetivo es imponer un sistema político que vaya de la mano con sus intereses-, declarando en 1714 la guerra. El papel que desempeño Felipe V, ante la amenaza catalana es la desarticular el estado catalán en 1716 –Decreto de Nueva Planta-. Aquí el autor menciona que estás revueltas eran acreditadas por una baja nobleza, que no iba en el mismo sentido que las políticas borbónicas. Por otra parte, resalta a la Cataluña rural quien no se levanta en contra del rey, y nos muestra la élite burguesa de Barcelona, Solsona, Manresa y Sabadell, que no serían más que otros vencidos –perdiendo libertad política, representación en el gobierno, etc.-. Para Lynch la guerra civil tuvo un significado de letargo o el significado de un alto en la historia catalana. ¿Aliado o Satélite de Francia? La influencia francesa de Luis XIV, según el autor, sobre Felipe V llega a ser tal que es este primero quien escoge la esposa del segundo –María Luisa de Saboya-. El rey francés, no desaprovecharía tal poder, y situaría en España, agentes de control, agentes políticos en la corte, al igual que embajadores, asesores en la administración y ejercito militar. Entre estos nos encontramos con la figura de Amelot – dirige la administración e impulsa la reforma- y de Jean Orry –quien desempeña un papel en la reorganización de las finanzas y recursos-. Este movimiento de reformas estuvo encaminado a: - Reducción del poder político de los grandes. - La abolición de los fueros en la Corona de Aragón - Subordinación del clero y de las órdenes religiosas al estado. La aristocracia local no recibiría con buen agradado tales tentativas, cuyos miembros se consideraban los verdaderos defensores de la invasión que se presentaba. Lynch menciona que los derechos regionales y la centralización, sería la disputa guiada por la confrontación. Entre las razones que se debatían dentro de la aristocracia y generaban descontento, se divisa la cuestión de acaparar el poder y una subordinación a Francia. Felipe V, antes tales sucesos y circunstancia, en 1709 decide liberarse de los mandatos de Luis XIV – pretendía una paz con la alianza-, y su pueblo español sería quien respaldaría al monarca antes la fuerza de ocupación. Sin embargo, antes las fuerzas bélicas de los contrincantes, Felipe V solicita ayuda, la cual es negada en 1710. En 1713, las relaciones entre Francia y España eran evidentes. América: Respuesta y Recursos Las dinámicas y consecuencias de la guerra se extendieron hasta el Nuevo Mundo. Los aliados, en una tentativa de levantamiento, se adentrarían en Caracas, Santa Fe, Cartagena, Perú y México. Lynch menciona que los verdaderos enemigos de España se encontraban entre sus aliados –Francia- debido, a los intereses que este recibía como pago por la participación en la guerra. Esto se evidencia ya desde 1701 – asiento de negros- cuando controla Francia la exportación de esclavos, al igual que el permiso de barcos franceses en puertos americanos, incurriendo en el desarrollo de comer ilegal con el Pacífico, México y el Caribe. América tomaría el papel de ser quien auspiciaría los altos costos de la guerra. Francia por su parte, y en relación con América, buscaba evitar que se consolidara la supremacía comercial de Inglaterra. Francia, no tendría grandes pérdidas durante la guerra, el autor señala que fue una época paradójicamente buena, donde este estado logró ampliar su sistema comercial. Estado Borbónico, Estado-Nación Distintos hechos que se iban presentando en el marco de la guerra –Nuevo monarca, presión francesa, una elite burocrática- serían propicios, pues impulsarían un cambio de poder, dirigido hacia el centralismo. Llevando a que la reforma se manifestara hasta 1714 como eje central de guerra y una segunda fase de la reforma iría encaminada con objetivos a largo plazo. Frente a esto, Lynch menciona que el centro del poder se iría desplazando de los consejos a los secretarios, de los grandes aristócratas a la pequeña nobleza. Concluye el autor afirmando que la guerra de sucesión impulsaría la reforma llevaba a cabo por la monarquía española –ejercito moderno, mayores ingresos, gobierno central y elite burocrática- sería un modelo moderno y nacional. LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA La muerte sin descendencia de Carlos II en el año 1700, dio paso al enfrentamiento entre Francia y Austria por la posesión del trono español. Guillermo III en nombre de Inglaterra y Holanda insiste a Luis XIV en hacer un tratado de partición, donde se dividiera la herencia entre Austria y Francia, pero el rey francés decide aceptar el testamento de Carlos II quien dejó su herencia al candidato francés Felipe duque de Anjou, pidiéndole que no separara la monarquía establecida por sus antepasados. Esto, suponía romper con dicho tratado de partición e iniciar una guerra por el control de España y de su imperio mundial. Así, en mayo de 1702 la Gran Alianza de las potencias (Inglaterra, La República de Holanda y Austria) declara la guerra a Francia y España, pues la unión de estas dos monarquías podía crear una superpotencia, un monopolio comercial y un mercado protegido. Por otra parte, los españoles no se veían como súbditos de una monarquía unificada, por lo que para ellos la guerra significaba la defensa contra la perdida de territorio, recursos, ingresos, posibilidades de trabajo y oportunidades, más que un conflicto dinástico. Para el año 1701 Felipe V llega a Madrid y logra convertir la causa Borbónica en una causa española, y el apoyo de los sacerdotes permite que inicie su reinado sin oposición abierta. Los aliados atacaron en tres frentes: en Italia, en los países bajos españoles y en el Atlántico. La guerra en el atlántico entra en una nueva fase en 1703 con la integración de Portugal a la Gran Alianza, al cual se le ofrecieron posesiones específicas en Extremadura, Galicia y las fronteras americanas en el Amazonas y Rio de la Plata. En 1705 inicia la guerra por el control de la península y España no contaba ni con una flota de primer orden, ni con los recursos militares suficientes, sus tropas eran escasas, les faltaba armamento y aprovisionamiento, y talento militar en las clases dirigente. La fuerza principal provenía de Francia y era ésta quien dictaba la política de guerra, apoyó en abastecimiento y asesoramiento sobre reformas militares, y proveyó con material de guerra. En 1705 los aliados establecieron una base de operaciones y apoyo en Valencia, ocuparon Cataluña, Mallorca, Aragón y Zaragoza, dando paso a una guerra civil ya que los territorios de la Corona de Aragón pasaron a manos del archiduque. Lo anterior, sumado a las derrotas en el exterior suponía el fracaso de Felipe V, pero él fortaleció su base popular logrando el apoyo del pueblo en, nuevos reclutamientos, provisiones y dinero, organizando el ejército español. Por su parte el clero impulsó la movilización de recursos proclamando el carácter católico de la causa como una guerra de religión. Para el año 1707 la población se identificaba más con la dinastía después del nacimiento del heredero Luis Fernando como príncipe español. En 1705 llega a Madrid Michel-Jean Amelot como embajador, con la tarea de obtener y dirigir los recursos de la guerra. Así, inicia la ocupación borbónica, primero en Valencia, luego Zaragoza y la mayor parte de Aragón. Felipe V considera España como un lugar seguro y en 1707 decreta la abolición de los fueros regionales, la cual reforzó la resistencia de Cataluña. El archiduque establece su gobierno en Barcelona, durante los 4 años siguientes. Durante esos años España sufrió adversidades económicas y de la naturaleza, la cosecha de 1708 fue mala debido al duro invierno, hubo crisis de subsistencia, se incrementaron las tasas de mortalidad. En 1710 lo aliados se retiran de Aragón. Para 1711 el archiduque, ahora emperador Carlos VI después de la muerte de su hermano José, parte de Barcelona dando fin a la guerra de sucesión. Se firma el tratado Utrecht el 11 de abril de 1713, Felipe fue reconocido rey de España y de las Indias, renunció al derecho de sucesión del trono de Francia y cedió sus territorios en los países bajos e Italia. LA GUERRA CIVIL Los términos Austria y Borbón NO eran conceptos dinásticos o ideológicos, sino que representaban intereses y aspiraciones. Los españoles lucharon entre sí (Castilla contra el Este) pero sin intenciones separatistas, los catalanes y los Castellanos defendían la unidad española y trataban de imponer su rey para toda España. El Este y el Oeste estaban separados por el gobierno de los Austrias, pues durante el reinado de Carlos II no todos se beneficiaron por igual, siendo Castilla la más afectada. Por otra parte, existía en la parte oriental de la península una hostilidad hacia los franceses por conflictos fronterizos, inmigración y competencia, hecho que alimentaba el sentimiento pro-austriaco especialmente en la clase baja y media. Pero, ese sentimiento no se expresó en un conflicto armado sin la intervención extranjera. Castilla se identificó con la sucesión borbónica, pero una parte de la aristocracia se alineó con los Austrias. Por su parte, en Aragón la mayor parte de la nobleza apoyó a Felipe V, pero la bajan nobleza y clases medias eran partidarias de los Austrias como una expresión contra el gobierno municipal de la aristocracia. En Valencia la raíz del problema era social y derivaba del régimen señorial absoluto, donde el campesinado estaba sometido a pagos feudales, diezmos, impuestos y monopolios señoriales, sumado a su desprecio por los franceses. Cataluña se une a los aliados bajo la protección del ejército austriaco y la flota inglesa, la cual permitiría su comercio en las Indias y a Inglaterra acabar con el monopolio hispanofrancés, esto demostraba la lucha por la incorporación del modelo catalán en una España unida y liberada del dominio francés. Los términos de paz de 1713 son rechazados por los catalanes y al siguiente año en julio de 1714 declaran la guerra contra el poder borbón, para rendirse el 11 de septiembre. Esta rendición acabo con las instituciones tradicionales catalanas, las cortes la Generalitat, el Consejo de Ciento, el sistema fiscal y la autonomía monetaria desaparecieron. ¿ALIADO O SATÉLITE DE FRANCIA? La guerra de sucesión implicó para España una lucha pacífica por su independencia de Francia, ya que Felipe V era constantemente aconsejado por el rey francés Luis XIV, así lo demostraban sus embajadores, asesores técnicos en la administración, agentes políticos en la corte y numerosas unidades del ejército francés, ubicados en España. En la corte española tenía a la princesa de los Ursinos, quien consiguió monopolizar el poder marginando a los embajadores franceses, pero más adelante, por disposición de Luis comparte su poder con el embajador francés Michel-Jean Amelot, quién tenía la tarea de aconsejar a Felipe V, dirigiendo e impulsando la reforma en España en tres aspectos: la reducción del poder político de los grandes, la subordinación del clero y de las órdenes religiosas al Estado, y la abolición de los fueros de la Corona de Aragón. AMÉRICA: RESPUESTAS Y RECURSOS La América española apoyó la sucesión borbónica. En el caribe, a los comerciantes criollos que mantenían relaciones con ingleses y holandeses no les convenía un monopolio franco-español. Pero a pesar de los esfuerzos de los Austrias por conseguir un levantamiento en las Indias, el gobierno colonial permaneció intacto y leal a Felipe V. Francia estaba decidido a participar en el comercio americano o controlarlo, inicio su campaña consiguiendo un asiento de negros en 1701. Por otra parte, la flota francesa que combatía a los aliados en América podía ampliar su comercio directo con las Indias, y así lo hizo con el Pacífico una zona no explotada por los buques españoles. La iniciativa francesa en el comercio transatlántico tenía la intención de controlar la economía de todo el mundo hispánico (peninsular y americano). Francia aspiraba a crear un imperio protegido con una división Inter borbónica del trabajo, donde España aportaría los metales preciosos y materias primas, mientras Francia las manufacturas. La reforma borbónica no había llegado a América, pues el cambio de dinastía no supuso un cambio en sus instituciones, en la estructura económica y en la organización social. ESTADO BORBÓNICO, ESTADO-NACIÓN Desde el reinado de Carlos II se notaba la intención de unir el imperio español, pero los Austrias habían sido incapaces de superar la autonomía de las regiones y el poder político de la aristocracia, para obtener una reforma. La aparición de un nuevo monarca no significó el cambio, pues fueron una serie de factores como: la nueva dinastía, la presión de Francia, las necesidades de la guerra y la aparición de una elite burocrática, los que impulsaron el cambio hacia un poder centralista. El programa de reforma se desarrolló en dos fases: la primera, hasta 1714 tuvo como eje central la guerra; y la segunda con objetivos a largo plazo fue ejecutada por una serie de reformistas españoles. El reinado inicia con la aparición del despacho como institución clave en el centro, donde solo había dos o cuatro representantes de la aristocracia y la política y administración estaban en manos del embajador francés, Amelot. El despacho era superior a los consejos tratando directamente con los funcionarios regionales y provinciales. La centralización anuló el Consejo de Estado y el Consejo de Castilla. La nueva figura de cargo en los despachos era el secretario. Para la movilización de la guerra, se realizó una reforma financiera que se incrementó gracias a la eficacia y a unos niveles impositivos como, prestamos forzosos, impuestos sobre enajenaciones de propiedades y rentas de la corona, confiscaciones de bienes de disidentes, rentas de sedes episcopales. El objetivo a largo plazo era la consecución de la igualdad fiscal en España, así con entre los diferentes reinos, y garantizar la contribución de las regiones orientales según sus recursos. Así, el decreto del 29 de junio de 1707 imponía la Nueva Planta como muestra del poder absoluto el monarca. LA abolición del Consejo y de las Cortes, la transformación del derecho y las instituciones legales, y la sustitución de funcionarios tradicionales por intendentes y corregidores, se aplicaron en Aragón y Valencia. Dos innovaciones de la Nueva Planta que no fueron bien aceptadas fueron, el servicio militar obligatorio y la reforma fiscal, que consistía en crear un impuesto simple aplicado a todos según su capacidad económica. Capítulo III - – El gobierno de Felipe V El autor en este apartado pretende abarcar el inicio de lo que fue la dinastía de los Borbones, como casa que toma el poder en 1700 en España, abarcando el reinado de Felipe V. Felipe V fue el primero de los borbones en tomar el poder de España. Su reinado abarcó desde 1700 hasta 1746, cuando muere. En cuanto a su personalidad, era una persona inestable mentalmente, se dejaba llevar por sus pasiones, era dependiente a las otras personas y manipulable. Su personalidad pasiva y su inestabilidad marcaron lo que fue su reinado y las lógicas que se dieron en el mismo. Debido a esto, no fu él quien tomó el poder, su esposa y su confesor estuvieron a cargo de las decisiones políticas. El poco interés que tenía este rey en los asuntos públicos marcó una fuere inactividad política en España. Por este motivo el autor considera que no fue impulsor de las reformas borbónicas. Su gobierno estuvo a cargo de sus dos esposas y de la princesa de Ursinas, quien se involucró en los asuntos españoles al morir la primera esposa. Este gobierno estuvo marcado por la gran influencia del gabinete de gobierno, donde el secretario de estado era quien ejercía la mayor incidencia. La princesa de Ursinos administró por medio de consejos y reformó las secretarías, en 1713. Tuvo su apoyo en Orry y Macanaz. Es de resaltar la marcada impopularidad del gobierno de Felipe V, tanto de él, como de las reinas o de los consejeros y secretarios de estado. El principal factor que jugó en contra fue la gobernabilidad extranjera que se estaba presenciando. Con la llegada de la segunda esposa del rey, Isabel Farnesio, se invirtieron los aspectos políticos, siendo redirigidos concorde a sus propios intereses y los de Italia. Esta mujer arrogante y orgullosa afirmó rápidamente su autoridad, monopolizando al rey y manipulándolo. Es de resaltar el cambio de gobierno que realizó, dándole preferencia a sus favoritos y limitando la influencia francesa. Su impopularidad aumentó cuando dejó de lado los asuntos que beneficiaban a España por privilegiar los suyos. Dentro de este marco de gobierno, tuvo gran incidencia la mano derecha del rey, el sacerdote Alberoni. Pese a que no tenía un cargo burocrático, llevó a cabo un número de iniciativas respecto a la milicia, para reforzar la situación financiera y el comercio. Se reforzó tanto el reclutamiento como la producción de equipamiento para estas milicias, en especial la naval. El interés era afianzar el comercio con las indias y aumentar los ingresos al recortar los gastos públicos e imponer impuestos a las iglesias. Su reorganización del comercio puede considerarse como las primeras reformas borbónicas. La incapacidad del rey y el manejo que tenía la reina sobre él, propicio el aumento de su poder y el de Alberoni, convirtiéndose en regentes. Las constantes conspiraciones y los fallos de la política del segundo hacen que lo destituyan en 1719, siguiendo así la regencia de José de Grimaldo. José de Grimaldo hispanizó el gobierno, pero no de aristócratas, por lo que también tuvo un rechazo de la élite española. Su gobierno se marcó por la estabilidad, pero la inmovilidad, no se generaban iniciativas. Una situación que marca el gobierno de Felipe V fue su abdicación para ceder el poder a su hijo, Luis I. Esto fue un impulso para la aristocracia al ser éste un rey español. Debido a su temprana muerte en 1724, se genera una disputa en torno a la sucesión del trono. Frente a la idea de que Fernando, el segundo hijo, tomara el poder, estaba la idea de recobrar el trono por parte de Felipe V. El mismo año es convencido de tomar el trono nuevamente. Este fue un motivo por el cual la aristocracia toma forma de oposición en tanto el gobierno de Felipe era ilegítimo, volviendo a Fernando su figura de lucha. A la vuelta de gobierno de Felipe, la reina necesitaba un mentor político, siendo este Ripperdá. Era un destacado estafador que se dedicó a manipular a la reina, con la idea de conseguir coronas a sus hijos, asumiendo una deuda con el imperio Austriaco que no pudo cumplir y fue sustituido. El gobierno se solidificó después de esto, al retomar el poder la reina. Aquí es donde Patiño se convierte en ministro nacional, apoyado por no ser extranjero. Marca un punto de ruptura en el gobierno de Felipe V en tanto cambia la situación de inmovilidad que estaba sufriendo el gobierno. Se dedicó a incrementar el presupuesto de defensa, a crear un sistema de intendencias en 1718 y tomar control de la política exterior. Su idea era recuperar el poder español revitalizando el comercio americano, la marina y desarrollando la industria. Vemos como el gobierno de Felipe V estuvo marcado por toma del poder de segundos y la constante sucesión de funcionarios, frente a la constante oposición de la aristocracia española. El autor considera que no fue un gobierno reformista, pese a los intentos de Patiño, debido a que no se reorganizó la política. Los rasgos positivos que se pueden destacar son los ánimos de los ministros por enriquecer y fortalecer a España. El inicio de los borbones no marcó una gran reforma. El reinado de Felipe V sí impulsó la reforma, al generar intentos de reforzar el poder del estado que incidieron en el cambio de burocracia a una más eficiente. El absolutismo borbónico poco reformó las instituciones representativas. Su interés fue generar un gobierno central a través de intendentes y el ánimo de quitar poder a la iglesia. La clave de su poder fue la buena administración de los impuestos. El autor concluye que los borbones llevaron a cabo progresos marginales en unos ámbitos específicos, mientras que la vida pública no fue reformada. El rey animoso. El rey Felipe V poseía características muy particulares en su personalidad que afectaron notablemente su gobernabilidad sobre España. Podría decirse que el comportamiento del rey era propio de un enfermo mental, temeroso, tímido, paranoico, desalineado, vicioso y bipolar son solo algunas de las peculiaridades de su estado mental. El legado de Carlos II, su antecesor, ante los españoles fue considerado como mejor, y es que Felipe V empeoraba con el tiempo, adicto al sexo y a la religión, ante su segunda mujer, María Luisa, fue un hombre manipulado tanto así que para 1738 era la reina quien tomaba las decisiones políticas pero no solo ante la reina fue dócil, dado a la educación represiva que recibió en Francia en lugar de ser educado para ejercer algún día como Rey. Al acceder al trono de España estaba bajo la tutela política de su abuelo con el fin de que Felipe solo fuera un instrumento de la política francesa y aunque en 1703 busco emanciparse Luis XIV lo reprendió reestableciendo el papel de Felipe y aunque solo buscaban reprimirle y que fuera una marioneta en 1709 este demostraría que su comportamiento y estado mental iba más allá, afectando el gobierno real. De todas formas, los consejeros franceses y hasta su propio hijo el Príncipe de Asturias buscaron que al menos mantuviera una imagen prolija, aunque no pudiera como Rey gobernar. Para 1733 el ministro británico, Benjamín Keene, informaba que “prácticamente estamos sin gobierno, incluso sin apariencia alguna de él…”, este mismo ministro exponía en 1738 sus preocupaciones a causa de Felipe V frente a las vísperas de una guerra con Inglaterra. La estadía de Felipe V en el trono obligo desde 1730 a su corte a un excéntrico horario, donde el día se convertía en noche y el Rey parecía querer vivir sin dormir. Este comportamiento hizo que los españoles se cuestionaran sobre el cambio de dinastía y el funcionar de la corte borbónica, este rey no representaba el derecho y legitimidad del estado, no era un soberano que pudiera tomar las riendas de una reforma sin ni quisiera trabajar por un buen gobierno, a pesar de ello el Estado Borbónico se estableció y el cambio procedió desde una tradición utilizada desde el gobierno de Carlos II a esto se le sumo las idead y la ambición de una nueva elite inspirados en la trayectoria Francesa. Farnesio y Alberoni Como ya fue resaltado anteriormente debido a la ineptitud de Felipe V los gobiernos españoles entre 1700 y 1746 estaban dominados por una mujer, la primera de ellas fue la princesa de los Ursinos, quien llego a ocupar un vacío de poder mientras llegaba la segunda mujer de Felipe V. Esta mujer estuvo acompañada por Jean Orry quien fue la fuente de ideas y el poder ejecutivo del régimen, este era un reformador que organizo un gabinete similar al existente en Francia, un intendente general de Hacienda y cuatro secretarios de estado, el hombre que poseía la confianza de Orry era Melchor de Macanaz, ultra borbónico y exponente del absolutismo de Estado, entre 1713 y 1714 el gobierno de estos dos teóricos provocó una dura oposición y escasos resultados. El 10 de noviembre de 1713 la administración por medio de consejos fue reformada, se elevaron las secretarias por encima de los consejos, estableciendo 4 secretarias: de Guerra, de Marina y de Indias, de Estado y de Justicia. La segunda esposa de Felipe V fue Isabel Farnesio, proveniente del principado Italiano de los Parmesanos, en primer lugar, elegida por el favor de la princesa de los Ursinos quien pretendía tomarla como instrumento, aunque Isabel Farnesio prometía con su naciente arrogancia y orgullo ejercer y reconocer el poder que obtenía como reina. Influenciada por el consejo de Julio Alberoni la reina comenzó a replicar las tácticas que permitían manejar al rey, esta nueva reina con poderosa personalidad empezó a intervenir con el gobierno, expulso a la Princesa de los Ursino, a su mano derecha Orry y a Macanaz 1715. Isabel consiguió credibilidad política al limitar la influencia francesa y a la “nueva” burocracia, un así logro convertirse en una de las reinas más odiadas por los españoles al preferir a los italianos, a los últimos Austrias, en su gobierno y procurar favorecer a toda costa la política exterior con Italia motivada por intereses personales. Gracias al acercamiento y poder político del Alberoni sobre la reina, los ingleses a través de la visión de Dodington vieron la posibilidad de intervenir en la gobernabilidad española y así conseguir una limitación de los conflictos y el aprovechamiento de las relaciones exteriores frente al poder tanto español como francés que dominaba España. De 1715 a 1719 Alberoni consiguió algunos éxitos, nombro en las secretarias a dirigentes españoles con quienes incremento la capacidad militar y naval, intento fortalecer la alianza con Francia y procuro el poder naval como un mecanismo de avance y defensa en caso de enfrentamientos y guerras. Fijo su mirada en la mejoría financiera y el comercio con Indias, recorto el gasto público, gravo con impuestos a la iglesia e incremento las imposiciones sobre los individuos con mayor riqueza y sobre la venta de cargos, a causa de la relación con la reina y su posición frente a Italia no logro avanzar en absoluto sobre las expediciones a Cerdeña y Sicilia. Mientras tanto Felipe V inmiscuido sobre las decisiones de Farnesio y Alberoni, experto para 1718 la indignación profunda de la aristocracia al mencionar en su testamento que en causa de muerte la reina y Alberoni serían quienes ejercieran su poder, con ello se despertaron conspiraciones desde el poder francés y el español. Su política exterior provoco a Inglaterra y Francia desencadenando diversas invasiones de España y de sus costas, lo cual termino con que los aliados solicitaran su expulsión para conciliar una paz. A la salida de Alberoni, fue José de Grimaldo quien lleno el vacío de poder, junto con Grimaldo un grupo de ministros secundarios hispanizaron el gobierno aunque no eran miembros de la alta aristocracia, por consiguiente aquello llevo a que también la propaganda contra ellos se incrementara, muy cerca de él trabajo el padre Daubenton quien a su muerte lo sustituyo el padre Bermúdez un jesuita muy bien instruido que aunque le dio cierta estabilidad al gobierno este carecía de iniciativa y de ideas, la burocracia cayo es un estado de parálisis y los monarcas también llegando a apartarse de las decisiones. De la Inercia y la Abdicación. Para 1724 Felipe V abdico en favor de su hijo Luis, el príncipe de Asturias con 16 años. Motivados los regentes, tanto la reina y sobre todo el rey por considerar a su agotamiento después de 23 años de desazones. Las razones pasaban de ser tanto religiosas como políticas, en relación con su deseo por gobernar en Francia en caso de que Luis XV falleciera, de todas maneras, estos intereses no eran ciertos y Felipe V se retiró. Luis I fue entonces proclamado rey de España en compañía del favoritismo del partido español y de la aristocracia, se creía que por fin la influencia italiana, francesa y extranjera en general seria limitada para que los españoles se gobernaran así mismo, pero Luis no estaba bien educado y desde el nombramiento de su “gabinete” a manos de su padre y sus consejeros fue notable como el nuevo rey estaba para escuchar sus ministros pero no para nombrarlos, Grimaldo conservaba su poder y surgía el rumor de que todas estas decisiones eran establecidas para mantener un gobierno a distancia desde San Ildefonso (palacio en el cual permanecía Felipe V). El reinado de Luis I fue breve y mientras estuvo nombrado se dedicó exclusivamente a controlar a su esposa y su atención era principalmente sobre los asuntos maritales, el 31 de agosto a la edad de 17 años murió al contraer viruela. El gobierno y su administración en esos 8 estuvieron a manos de la burocracia desde el palacio de San Ildefonso. El 6 de septiembre de 1724 Felipe V convencido por la Reina y el embijar francés como también por ser poco probable que su hijo de 11 años Fernando ocupara el poder, vuelve a ocupar el trono a pesar de su negativa. Con este hecho el partido español se identifica abiertamente como un partido de oposición, un partido que favorecía totalmente el ascenso de Fernando. La reina retomo el poder y depuro del gobierno a todo aquel que no estuviera de acuerdo con seguir el mandato real, como Alberoni ya no era no mano derecha paso a tomar este puesto Johann Wilhelm barón de Ripperdá, un diplomático holandés, después de la crisis de abdicación vio la oportunidad perfecta para con sus tácticas poco morales alzarse en el poder al lado de la reina, ofreció provocativos planes para que los caprichos de la reina se hicieran realidad, uno de los más fuertes era que su hijo mayor Carlos ascendiera a la corona real a pesar de que Austria fuera un enemigo declarado de España. Ripperdá fue enviado a Viena y a partir de sus negociaciones volcó a ala política española a girar en torno al Imperio Austriaco. La autoridad de Ripperdá creció con el tiempo reuniendo la autoridad de varios ministerios para sí mismo lo cual provoco el descontento de muchos españoles. Ripperdá caracterizo el gobierno que dirigió no por sus reformas, inexistentes, si no por el intento de incrementar los ingresos con los cuales fuera posible pagar los subsidios prometidos en el tratado de Viena, aun así, no pudo pagarles a los austriacos y era incapaz de evitar la hostilidad entre Inglaterra y Francia, fue destituido el 14 de mayo de 1726. La monarquía aún se veía debilitada y ya pasados 25 años del cambio de dinastía era notable que España necesitaba algún regente que en realidad la guiara. De 1724 a 1726 siguió España sin notar un avance considerable, de todas formas, la reina tenía que buscar imponer su autoridad y esto es reflejado cuando destituye a Grimaldo y al padre Bermúdez considerados favorables a Gran Bretaña y a Francia, esto más la destitución de Francisco Arriaza sustituido por José Patino anunciaba el comienzo de una nueva etapa. Patiño y sus sucesores. Josu Patiño era un ministro nacional bien instruido proveniente de la elite burocrática española, alcanzo los niveles elevados de la administración en la Guerra de Sucesión, hizo su carrera política al servicio del nuevo absolutismo y demostrando que dentro del gobierno borbónico podría haber un sujeto con capacidades. Su régimen se convirtió en un semillero que preparaba hombres capaces en administración. Patiño era un funcionario conservador, pragmático e infatigable con gran talento en administración y amplia experiencia, buscaba recuperar el poder español en Europa revitalizando el comercio americano a través de una marina fuerte, del desarrollo de una industria nacional y de una política fiscal que estimulara las exportaciones. En su gobierno tuvo como opositores a los críticos del partido español quienes incluían a grandes aristócratas y al partido fernandino, Patiño sobrevivió a la oposición gracias al apoyo de la reina dando como cambio el fomento de su política exterior, favoreciendo los intereses dinásticos de Isabel Fornesio, quien dominaba el frente político y ponía freno a los excesos y a los espacios de raciocinio que podía llegar a tener el rey. El partido español ejerció presión para que en 1729 el hijo de Felipe V, Fernando entro en matrimonio para casarse con Bárbara de Braganza, quien constituyo una nueva incorporación al partido fernandino y llevo a una multitud de portugueses que no estaban de acuerdo con la política de Isabel a unirse en contra de la política italiana y a las medidas internas del gobierno de Patiño. En 1734 la política de la reina y de Patiño dio como resultado un éxito sobre todo para los italianos que consistió en la conquista de Nápoles y Sicilia en favor del hijo de Isabel, Carlos, evento que incremento el faccionalismo político. El gobierno de Patiño se acercaba a su fin, entre 1735 y 1736 se vio muy afectado por diversos problemas que incrementaron la crisis: la guerra de Italia y las respuestas europeas, las negociaciones para la paz con el emperador, la ambigüedad de Francia, los problemas por el papado y el conflicto con Portugal por el Rio de la Plata, murió en noviembre de 1736, Patiño a pesar de sus alcances no reorganizo la economía ni altero el equilibrio de la sociedad. Con su muerte el gobierno seguía teniendo la autoridad necesaria para perpetuarse gracias a su red de influencias y la reina se apoyó entonces en un hombre de ideas y de acción sobre la política italiana, José del Campillo y Cossío un austriaco quien murió el 11 de abril de 1743 y lo sucedió Zenón de Somodevilla, marques de Ensenada, estos eran buenos funcionarios, claramente clientelistas, pero también abrieron la carrera para hombres talentosos en los puestos más elevados de la burocracia. El reinado llego a su fin el 9 de julio de 1746 con la muere de Felipe V, el reinado tuvo algunos rasgos positivos y los ministros comenzaron la tarea de hacer más rica y fuerte a España. Los agentes del Absolutismo. Las reformas no salieron de la nada, se trata del aprendizaje y la reflexión a través del tiempo sobre la gobernabilidad en el estado español. El principal objetivo era reforzar el poder del estado haciendo frente a sus competidores a través de intereses económicos y de los de la iglesia principalmente. Esto se realizó dentro de las estructuras existentes y no implico una nueva ideología ni un ataque a la sociedad tradicional, las tres líneas de actuación fueron: una reforma del gobierno, la intervención del estado en la economía y un control sobre la iglesia. El impulso a la reforma se dio reflejada en cambios como el de la burocracia que fue marginada y sustituida por ministros y burócratas más eficientes agentes del absolutismo y de la centralización, la autoridad del rey podía ser ejercida a través de un secretario de estado, por vía directa o reservada, inicio la relevancia de la secretaria de estado desde 1705 pero aún más en 1714 cuando se añadieron dos secretarias más abarcando el estado, guerra, gracias y justicia y marina e indias más un inspector general de Hacienda, más adelante se crea también la secretaria de Hacienda. El cargo de secretario no se otorgaba necesariamente a un ministro, este podía ejercer función sobre varias secretarias. Cada secretario un equipo de funcionarios (commis o covachuelistas). Esta primacía por las secretarias y sus ministros dio paso a que paulatinamente desaparecieran los consejos reales, algunos se suprimieron como el de Aragón, Italia y Flandes. El Consejo de Indias recorto su jurisdicción e influencia al perder la lucho frente a la supremacía del nuevo poder ejecutivo. Por otro lado el Consejo de Castilla siguió siendo el principal gobierno interno de Castilla formado por un presidente o gobernador, 22 ministros (podía crecer en número según la necesidad), dos letrados que fueron 3 en 1771 y siete letrados, durante los Borbones por lo general el presidente nombrado era un laico, el Consejo de Castilla alcanzo a ser monopolizado por un grupo de familias de los sectores medios de la nobleza que tenían estrechas relaciones con los colegios mayores de las universidades de Salamanca, Valladolid y Alcalá, esto generó protestas y la necesidad de reformar as medidas de las universidades como educadoras que construyen sujetos que podrían llegar a ser ministros. La reforma del gobierno central se complementó con el establecimiento de lazos entre el centro y las provincias, para ellos el modelo fue el intendente francés, nombrado por la corona y responsable directamente de ella. En Castilla a diferencia de la España Oriental los corregidores siguieron ejerciendo sus funciones reales tradicionales, los intendentes poseían jurisdicción militar y administrativa, tenían que residir en la ciudad, a pesar de los nombramientos los corregidores siguieron ejerciendo sus labores en lugares como Barcelona, Cádiz, Mérida y Pamplona. El intendente era responsable de 4 áreas de administración: Justica, manteniendo el orden; Hacienda: recaudación y administración de los impuestos y otros ingresos; Administración general: censo, inventario de los recursos naturales, industria, agricultura, caminos y puentes, obras públicas, salud pública, ejercito, graneros y archivos; Administración militar. Jueces y corregidores en oposición siguieron manejando divisiones más reducidas de las provincias, por consiguiente Felipe V redujo las funciones de los intendentes en aspectos jurídicos y también ordeno la creación de una junta especial de tres consejeros para que investigara e informara sobre las críticas que exponía el consejo, el 1724 se suprimieron los intendentes en aquellas provincias donde no había tropas reflejando como fueron limitando desde la oposición la jurisdicción de los intendentes (intendentes de guerra). Los intendentes lograron sobrevivir a la supresión y formaron un cuerpo de elite, de funcionarios experimentados con amplia movilidad llegando a conectar la provincia con el poder central u fortaleciéndose para su plena actuación al reestablecer su figura en 1749. El estado de los borbones se impuso en las regiones militarmente y de forma civil. Se abolieron los virreyes de la época de los Austrias, excepto en Navarra y fueron sustituidos por capitanes generales que con los intendentes constituían el eje del nuevo absolutismo, el capitán general tenía jurisdicción militar y civil ya que también podían ser presidentes de la Audiencia. El absolutismo borbónico tenía sobre el rey el principal poder ejecutivo y legislador, trabaja en conjunto con las secretarias de estado y el Consejo de Indias. Por otro lado, las Cortes representaban a la nación en un sentido limitado, solo tres sesiones de las Cortes se celebraron en el siglo XVIII (1724, 1760, 1789). En cuanto a la iglesia es estado borbónico no cuestiono aspectos de autoridad en relación con la fe y la moral, pero sí tuvo que aportar mayores recursos y tomar postura en el conflicto entre la corona y el papado sobre su jurisdicción, rentas y nombramiento, la política de Felipe V afirmo los derechos de la corona sobre la iglesia y adopto una posición “regalista” contra el papado. La tensión política entre el papado y la realeza se alzó durante la guerra de sucesión al no reconocer a Felipe V como rey, cuando este triunfo durante el periodo de la posguerra la tención siguió aumentando cuando la política italiana de Isabel Fernesio amenazo los intereses papales, el estado borbónico exigía que el papado no debía tener derecho a recaudar tributos en España y no debían producirse apelaciones a Roma excepto a través del gobierno español, los tribunales eclesiásticos tenían que ser privados se du poder temporal; solo a la corona le correspondía el derecho de nombrar a los obispos; es estado tenía derecho a imponer a la iglesia tantos impuestos como lo considerara; las órdenes religiosas tenían que disminuir en número, a través del Patronato Real algunas de estas disposiciones se hicieron reales y con el concordato de 1737 se dispuso que el papa y el rey acordaron que el rey tenía derecho a proveer cardos y sedes vacantes y hacerse con las rentas de las sedes vacantes, que las propiedades de la iglesia ya no estarían exentas de impuestos y que había que tomar medidas para la reforma del clero y el control de su número. Frente a la política del primer borbón la iglesia tuvo una actitud ambigua, fue crítica en algunas proposiciones y favoreció la sucesión borbónica, el regalismo fue criticado sobre todo por su efecto en el bajo clero. El coste del Gobierno Borbónico La clave para lograr reestablecer la grandeza de la monarquía no recaía en crear y fortalecer un gobierno centralizado y moderno, este objetivo era pertinente siempre y cuando el poder se estableciera a partir de los ingresos recaudados invertidos en el pago de sus funcionarios, en sus tropas y la armada naval sumada un manejo simultaneo de una reforma administrativa. Por el lado de la corte y su mantenimiento es notable la inestabilidad del sector debido a intereses político-económicos a causa de las medidas de Felipe V y de la Reina Isabel. El estado borbónico se caracterizó por tener un elevado nivel de impuestos y de gastos, los gastos en Italia eran elevados aun así se intentó alivianar la carga fiscal el gobierno borbónico de este periodo realizo solo progresos marginales. Se resume que la maquinaria del gobierno se reformada, el ejecutivo se modernizo a través del control sobre todas las regiones de España (intendencias) y se sustituyó la aristocracia de privilegio en la alta administración por la aristocracia de mérito, de manera profunda se recalca que en nivel inferiores de la elite dominaba la ineficacia, la corrupción y los proyectos de reforma financiera de 1737 – 1741 solo lograron sacar a flote la negativa el intento de reforma dentro de la vida pública. Felipe V fue manejado y manipulado por sus esposas, y se le caracterizaba por ser una persona insegura, retraída y solitaria. Dos factores contribuyeron a la construcción de su identidad: el primero, fue la educación represiva que recibió, no se le educó para ser rey, sino que, al contrario, para no serlo, en cambio se le reforzó su docilidad; y segundo, su enfermedad mental, que lo hacía actuar de manera violenta. Por lo cual su ausencia en el mando del gobierno fue común. FARNESIO Y ALBERONI La mayor parte de los gobiernos españoles entre 1700 y 1746 estuvieron al mando de una mujer, ello no significa la emancipación de esta, sino por la debilidad del rey. La administración por medio de consejos fue reformada y perfeccionada en el proyecto del 10 de noviembre de 1713 y el establecimiento de 4 secretarías de Estado por encima del consejo: de Guerra, de Marina y de Indias, de Estado y de Justicia. Isabel Farnesio, segunda esposa de Felipe V, fue odiada por los españoles por su dominio sobre el rey y por su desprecio a los intereses nacionales, tenía una fuerte obsesión por Italia. Esa transición de Francia (Princesa de los Ursinos) a Italia (Isabel Farnesio) fue considerada por los ingleses como una “coyuntura favorable”, esto fue propicio para que Alberoni buscara ascender y consolidara su poder. Las medidas decretadas por este en 1717 no formaban parte de un programa de reformas a largo plazo, estaban dirigidas fundamentalmente a incrementar los recursos del estado y para financiar las expediciones a Cerdeña y Sicilia. El año siguiente fue un año de conspiraciones contra la reina Farnesio y Alberoni, logran destituir a este último en 1719 fue sustituido por José Grimaldo posicionándose como secretario de Estado. DE LA INERCIA A LA ABDICACIÓN El 10 de enero de 1724 Felipe V abdicó a favor de su hijo, Luis. El 19 de enero fue proclamado rey de España, ídolo de la aristocracia y del partido español. Para mantener su amistad con Francia se casa con Luisa Isabel de Orleans, desde su posicionamiento y recién matrimonio la ocupación de Luis I no fue tanto la de gobernar sino la de cumplir los caprichos de su esposa. Mientras tanto España era gobernada por la burocracia. Murió en el verano de 1724, y Felipe vuelve a ocupar el trono, por obligación de sus súbditos y esposa. Este retorno significo la derrota del partido español y su identificación como partido opositor. Carentes de conocimientos, tanto el príncipe de Asturias como su esposa, se ven en la necesidad de un mentor político y para desempeñar ese papel había una persona: Johann Wilhelm barón de Ripperdá, este vendió la idea a Isabel Farnesio de negociar en Viena una tratado entre España y el Imperio austriaco - desfavorable para España y provocativo para el resto de Europa – en el que la única promesa era la de conceder a Carlos (Austria) la mano de una de las hijas del emperador. Este tratado de Viena trajo como consecuencia que toda la política española comenzara a girar en torno al imperio austriaco. Si el rey y la reina se habían dejado engañar no ocurrió lo mismo con el resto de España, pronto empezaron a manifestar su ira cuando Ripperdá empezó a quitar y disminuir pensiones, suprimir la secretaría de Marina, y la obtención cada vez más de autoridad. La política de Ripperdá constituyó un intento desesperado de incrementar los ingresos para pagar los subsidios prometidos en el tratado de Viena, sin embargo, su política no dio fruto, fue destituido y consecuentemente arrestado. PATIÑO Y SUS SUCESORES José Patiño fue ascendido de secretario de Indias a secretario de Hacienda, esta promoción puso fin a los aventureros extranjeros en el gobierno de Felipe V, en 1733 fue nombrad formalmente secretario de Estado. Su idea era sencilla: la recuperación del poder español en Europa revitalizando el comercio americano por medio de una marina fuerte, el desarrollo de una industria nacional y una política fiscal que estimulara las exportaciones. Situar a Patiño en la línea de los llamados reformistas borbónicos supone interpretar erróneamente su política y sus prioridades. Su primer objetivo era el fortalecimiento del estado contra sus enemigos y no utilizarlo en beneficio de súbditos, incrementar los beneficios de España en América y no mejorar los beneficios que América recibía de España. Antes de su muerte (1736) delegó los puestos en el gobierno, pero eran personas sin talento para las políticas delegadas y heredó su puesto José del Campillo y Cossio de Austria y a esté le sucedió Zeón de Somodevilla. El reinado de Felipe V llegó a su fin el 9 de julio de 1746. LOS AGENTES DEL ABSOLUTISMO Tres líneas de actuación de la nueva dinastía: Una reforma del gobierno, la intervención del estado en la economía, y un control más estrecho de la iglesia. El gobierno de los Austrias carecía de presencia ministerial, el gobierno estaba estructurado por comités dirigidos por la aristocracia. Era necesario un cambio. El secretario de estado se convirtió en la figura clave para la reconstrucción borbónica del gobierno. La primera fase se desarrolló en 1705, fueron añadidas dos nuevas secretarias, el conjunto abarcaba ahora: Estado, Guerra, Gracia y Justicia, Marina e Indias. Se aumentó cada vez más la importancia de los secretarios, cada uno tenía su equipo de funcionarios llamados covachuelistas, este ascenso de estos funcionarios produjo que desaparecieran algunos consejos, como el de Aragón, Italia y Flandes; el único que siguió fue el Consejo de Castilla. A partir de 1715 el Consejo de Castilla estaba formado por un presidente; 22 ministros; dos letrados; y siete notarios. El presidente durante los borbones debía ser laico. El 4 de julio de 1718 se publicó la ordenanza para el establecimiento e instrucción de los intendentes, tenían tanto jurisdicción militar como administrativa. En la parte administrativa era responsable de cuatro áreas: 1. Justicia: mantenimiento del orden. 2. Hacienda: Recaudación y administración de los impuestos y de otros ingresos. 3. Administración general: Censo, industria, inventario de los recursos naturales, obras públicas, ejército, graneros y archivos. 4. Administración militar. El estado borbónico impuso sobre las regiones tanto su poder militar como civil. Se abolieron los virreyes de la época de los Austrias y fueron sustituidos por capitanes generales y que junto con los intendentes constituían el eje del nuevo absolutismo. El absolutismo borbónico dejaba escaso espacio para las instituciones representativas y los organismos conciliares. El rey era el principal ejecutivo y el único legislador. De igual manera, el regalismo borbónico, expreso por primera vez por Felipe V reclamó autoridad sobre todas las instituciones eclesiásticas de España, incluida la inquisición, quería también la autoridad de nombrar los cargos eclesiásticos y las rentas de las sedes y las sumas que cobraban los tribunales y el Estado tenía derecho de imponer los impuestos necesarios a las Iglesias. El concordato de 1737, en el que el monarca y el papa acordaron que el rey tenía derecho a proveer cargos y sedes vacantes y a hacerse con las rentas de las sedes vacantes, que las propiedades de la iglesia ya no estarían exentas de impuestos y que había que tomar medidas para la reforma del clero. EL COSTE DEL GOBIERNO BORBONICO El absolutismo dependía de los recursos. El principal grupo de impuestos eran las rentas provinciales que pagaba el pueblo de Castilla y que se recaudaba de productos básicos de consumo, el más importante era la alcabala (impuesto sobre ventas), seguido por los cientos, tercios reales, millones, servicio ordinario y extraordinario, servicio de milicias y cuarto fiel medidor. El segundo grupo comprendía las rentas generales; derechos de aduana y de comercio. El tercero, las rentas procedentes de América. El comercio exterior había declinado como consecuencia de la guerra y de la perdida de barcos, además se habían elevado el precio de las cosas. El estado Borbónico era un estado con un elevado nivel de impuestos y de gastos. Los ingresos del gobierno aumentaron de unos 250 millones de reales en 1715 a 360 millones en 1745. Ya en 1737 los ingresos ascendieron a 21.100.750 escudos y los gastos se calcularon en 34.535.296. Como solución se tomaron medidas, la primera fue la venta de baldíos, tierras pertenecientes a la corona; y el segundo proyecto fue en 1741, fue el intento de imponer un impuesto extraordinario del 10 por 100 sobre todo los ingresos, concediendo exención al clero, a los médicos, abogados, trabajadores y comerciantes extranjeros. Capítulo IV – España, Europa y América España en el siglo XVIII, es una obra escrita por John Lynch, el objetivo de este escrito tiene como proposición el querer explicar el capítulo IV; titulado España, Europa y América, me gustaría empezar comentando que el capítulo está dividido en cuatro apartados, los cuales empezaremos a analizar a medida que el escrito avance, así que sin mucho que agregar, dispongámonos pues a esta tarea. El primer apartado tiene por nombre, los recursos: la política económica de los primeros borbones, en su ascensión a la corona luego de librar la guerra de sucesión; los primeros monarcas intentaron solucionar el problema de producción, la propuesta que se emitía por parte de la corona tenía una caracterización especial en el punto de que se buscaba no un nuevo plan económico que causara un auge en una etapa productiva; sino que en cambio se quería instaurar un nuevo sistema de producción. Para lograr este propósito la corona empieza a reformar la estructura, en un primer aspecto se ajusta el marco institucional de la economía, también se da la creación y desarrollo de un sector público de la manufactura, se revisaron las normas del comercio colonial, por supuesto la norma vigente para ese momento era una norma proteccionista dentro del sistema económico mercantilista como señala el autor, pero todo esto con mayor amplitud hasta 1759 en donde por evitar la salida de dinero de España se había adoptado esta medida. Las reformas en el ámbito económico también generaron un cambio en el plano administrativo, por esto se da la introducción de una centralización y uniformidad del poder, para el caso de España. La política fiscal no varía sustancialmente, sino que deja ver que la renta provincial, agravia el comercio interno y ayuda a la explotación estatal hacia el consumidor. No está de más decir que las políticas adoptadas por la corona eran de carácter proteccionista, ya que se preocupaban por la industria nacional, se daban intervenciones, como por ejemplo la creación de sectores económicos con fondos públicos, aunque hay progresos se debe decir que no cumplieron las expectativas. El ejército y la marina cumplen unas funciones específicas dentro del proyecto borbónico, por esto hay una reforma en los cargos que ocupaban los altos rangos del ejercito a los cuales la corona hizo gobernadores estatales, con la centralización del poder el estado borbónico resultaba menos imponente en las provincias que en el centro y es más que obvio demostrar él por qué. Hay una administración ineficaz, ya que esta se encontraba en manos de una burocracia militar la cual era excesivamente numerosa, demasiado costosa y corrupta, el autor señala unos desfalcos de los recursos públicos. Este segundo apartado también analiza lo que fue la reforma en las fuerzas navales, que, con la llegada de los borbones al poder, tienen un ligero ajuste de nombre titulándose la armada real, se buscó la innovación de sus instrumentos de trabajo, entre ellos están la compra de barcos modernos para solventar el control marítimo, mayor recurso humano, y todo esto para buscar el empoderamiento antiguo sobre el mercado. El tercer apartado habla sobre España y Europa, y el autor lo muestra en una relación de lo que España no tenía respecto al resto de Europa, me explico en que la comparación es mostrar el atraso que tenía esta potencia respecto a Francia o Gran Bretaña por ejemplo, y es que en un primer momento su política exterior se dio para responder a una serie de presiones hacia la corona, en un segundo momento se habían trazado la misión de recuperar las posesiones perdidas en Italia e instaurar una monarquía desmembrada, la primera fase responde a la simple improvisación y la política fue dictada por una reina italiana, su forma de hacer política era por medio de la diplomacia en donde se buscaban unas alianzas con la potencias, su final se vio cuando la guerra con Gran Bretaña evidencio que aunque se había recuperado la esfera tradicional de influencia, en otras palabras significa que España ahora tenía el poder de influir en el mercado como lo hacia Francia o su rival de guerra, esto significo su resurgimiento como potencia mediterránea. El comercio americano y su defensa, la metrópoli española y la colonia estaban enteramente ligados por muchos aspectos, el aspecto económico señala que había una estrecha relación en forma de monopolio entre estas dos figuras. Por esto es por lo que en un momento el autor señala que el monopolio se torna opresivo, lo cual hace que se miren otras alternativas. El monopolio ve quebrantado por la entrada francesa al mercado en la etapa inicial del siglo XVIII, por esto la historia del comercio español en la etapa entre 1700 y 1750 puede ser tomada para hablar de una supervivencia y revitalización parcial, ya que el mercado respondía a unos intereses particulares por parte de comerciantes y políticos, que, aunque buscaban mejores resultados nunca salieron de la política proteccionista que les concedía el estar bajo las alas del sistema monopólico. También es cierto que las guerras crearon situaciones graves, las cuales aceleraron las decisiones económicas para financiar los gastos de la metrópoli y la corona por esto el autor señala que “El decenio entre 1740-1750 fue la línea divisoria entre el antiguo y el nuevo sistema comercial, entre la tradición y el cambio, la inercia y el crecimiento”. Capítulo V – 1746-1759: UN PERÍODO DE TRANSICIÓN La nueva Monarquía En el período de 1746-1748, España vio ascender al trono a un nuevo rey, política, y gobierno. Este monarca prefería su país y la neutralidad de la guerra, el nuevo régimen aceptó que los intereses españoles no se encontraban en el campo de batalla, sino más allá del océano. Fernando VI era borbón, indolente, con buenos ideales, pero sin iniciativa para realizarlos por sí mismos; tuvo vastos fondos para satisfacer sus necesidades y diversiones, caridad, entre otras inversiones, sin embargo, no pudo inspirar a los ministros ni aportar unidad, estaba limitado a gobernar y embellecer la capital española con artes y cultura. La nueva administración era nacional, liderada por Cenón de Somodevilla, después conocido como Ensenada, era secretario de Hacienda, Guerra, Marina e Indias, de Estado y superintendencias; el segundo nombramiento fue José de Carvajal y Lancaster, quien fue secretario de Estado, presidente del Consejo de Indias y de la Junta de Comercio. Esta constituyó varias interpretaciones frente a los intereses españoles, la política, paz y neutralidad, métodos, fuerza, diplomacia, oposiciones frente a la manera de actuar, pero con ideal de un país que se piensa hacia adentro, “España para los españoles e independencia en los asuntos exteriores” esta fue la idea central del nuevo régimen. La lucha de poder y supremacía en un gobierno no definido era imperante, quién era el primus inter pares?, Ensenada estaba en desacuerdo sobre la política exterior, mientras Inglaterra y Francia se encontraban en guerra, buscaban la neutralidad y alianza de España, esta era temporal hasta que se lograra tomar una decisión -la cual estuvo inmersa en la compensación de territorios como Gibraltar y Menorca-, Ensenada estaba de acuerdo en ingresar al campo de batalla, mientras que Carvajal prefería la neutralidad; en la política económica, Carvajal le daba prioridad y protección a la industria nacional, y Ensenada al comercio con las Indias; por último, el conflicto entre los secretarios estaba determinado por la búsqueda de espacios político-sociales, redes de influencia y clientelismo. En síntesis, había discordancia entre Ensenada y Carvajal por rivalidad y necesidad de poder. Para solucionar esta disputa, se le solicito al rey escoger, quien a su vez le solicitó a su confesor, Francisco Rávago, que solucionara el inconveniente, este se relacionó con Ensenada y terminó siendo elegido, no obstante, la falta de acuerdo entre los dos ministros fue uno de los grandes obstáculos para el desarrollo del buen gobierno. El nuevo régimen quería activar el Estado y convertirlo en un instrumento de cambio, este intervencionismo se puede evidenciar en las reformas fiscales, movilización de recursos, industria de armamento, y construcción naval; buscaban una infraestructura más sólida, obras públicas, entre otras mejoras, siendo estas las bases para consolidar un nuevo papel del Estado, el intervencionista. Las diferencias entre el antiguo y nuevo régimen fueron muy marcadas, los monarcas estaban abiertos a los cambios y relegaban el norte del país a los ministros, hubo un intervalo de paz, el objetivo ya no era construir un Estado sino utilizarlo en materia económica, la política de Ensenada tenía una base social con sus respectivas implicaciones sociales. 1746 fue el año de innovaciones en España. Ensenada, reformador borbónico Durante 1746, Ensenada quería apartarse de la guerra e instalar la paz desde la fuerza; de igual manera, tuvo críticas en la estructura de impuestos y finanzas, los principales ingresos de la época era el tabaco y las aduanas, los cuales estaban reducidos por la corrupción y mala administración, buscó establecer un impuesto único denominado “el catastro”, este era graduado dependiendo de la capacidad económica de cada persona; se buscó reducir los costos de guerra por medio de la paz, realizando así un ahorro para la casa real y palacios. El objetivo de la reforma fiscal era la búsqueda de la equidad de la población (impuesto único) y el poder para el Estado (marina), esta última tuvo un desarrollo complejo debido a la falta de mano de obra, y a los bajos presupuestos. Las prioridades para Ensenada eran el ejército, la administración y la corte, situándose después de la marina, la administración y ventaja económica señalaba una reforma administrativa y financiera, e incentivar el comercio en Indias; en la marina se buscaba aumentar la construcción naval, reformar el ejército y las relaciones con Roma. Es necesario hacer hincapié en que el punto de partida de estas acciones fue la reforma fiscal. Retomando el impuesto único “catastro”, se consolidó en 1754, no obstante, el 10 de octubre de 1749 el rey promulgó una cédula real en la que se abolían las rentas provinciales para sustituirla por impuesto único de renta, para poder establecer los precios que estaban al alcance de cada persona, fue necesario realizar un estudio económico nacional, este impuesto fue proyectado para ganancias a largo plazo. Posterior a esta idea, se promovió la Ordenanza de los Intendentes el 13 de octubre de 1749, la cual restablecía el sistema de intendentes en su totalidad, la primera labor de ellos fue dirigir las operaciones del catastro en cada provincia, luego sus funciones fiscales regulares, representando al Estado como recaudadores de impuesto y al pueblo como contribuyentes, por último, la provisión de recursos para el ejército como una de sus tareas fundamentales; sin embargo, el sistema tuvo varios fallos, la presión del trabajo -concentración en la Hacienda, guerra, justicia y administración-, el conflicto de jurisdicción, y el absentismo. En 1751 se crea el Giro Real para hacer transferencias de fondos públicos y privados fuera de España, otra fuente de ingresos fue la Iglesia, con el concordato de 1753, esta institución buscaba construir ventajas económicas para y con la corona. El comercio americano fue fundamental para Ensenada, quería acabar con el monopolio, impuso navíos de registro, regulación del comercio, sanciones severas si no se registraban los cargamentos, etc. Creía que el Estado debía desempeñar un papel más fuerte y positivo en las Indias, anuló la venta de cargos y puestos, principalmente en la Audiencia y como corregidor. Como las cuestiones económicas y administrativas americanas estaban en manos de Ensenada, las atribuciones del Consejo y de Carvajal en la política americana se veían recortadas. En síntesis, el programa financiero de Ensenada era innovador ya que tenía elementos de preocupación social y de equidad sin ser radical. Una marina para la paz y la guerra Los gastos de defensa eran preocupaciones latentes para Ensenada, para ello intentaba ajustarlos a los recursos disponibles y exigencias internacionales. Además, pensaba que España no podía verse sumida en la derrota, debía mantener sus fuerzas armadas para así evitar la subordinación; en la estrategia de defensa americana no hubo innovación alguna, no obstante, los ingresos del nuevo continente fueron la base de los gastos de defensa, de esta forma, Ensenada se enfocó en la marina, heredando una infraestructura naval deteriorada por la falta de recursos, esta fue reconstruida y amplió la capacidad para construcción, e implementó recursos de las Indias para ensamblar los barcos en España. Portugal, Paraguay y los cambios políticos España quería expulsar a Portugal de la colonia de Sacramento, mientras que este veía el reinado de Fernando VI y la influencia de su esposa portuguesa como una oportunidad para progresar en sus intereses en América, es aquí donde los intereses monárquicos y eclesiásticos entran a jugar. La orden de los Jesuitas estaba presente en gran parte del continente americano, los misiones recibieron la orden de asentar a sus indios -algunos de territorio portugués- en territorio español, hubo voces de protesta que exponían el peligro de la influencia de la monarquía en los indios, enviaron cartas al padre Rávago mencionando que la expulsión y desposesión de los nativos atentaba contra la ley natural, estas cartas fueron difundidas por los opositores españoles a la orden jesuita, siendo así el inicio de actitudes en contra de la orden. Los gobiernos español y portugués con el tratado de El Pardo firmado el 12 de febrero de 1761 permitieron que los jesuitas y los indios regresaran a sus asoladas misiones, esto tuvo repercusiones políticas en España, trayendo como resultado la desestabilización del gobierno, el aislamiento de Carvajal, dando lugar a la crisis de 1754. Con la muerte de Carvajal, los miembros de su facción buscaban la marcha de Ensenada, el cual se vio enfrentado a un conflicto de intereses, sus enemigos políticos y los ingleses. Estos nombraron al duque de Huéscar como secretario de Estado, junto al conde de Valparaíso convencieron al monarca de nombrar como secretario de Estado a Ricardo Wall. Para mantener un control político y de paz, el rey ordenó capturar a Ensenada, esto trajo fuertes oposiciones a que se sometiera a la justicia, sin embargo, Ensenada fue víctima de una lucha por el poder. El duque de Huéscar, quien luego se conocería como duque de Alba, tenía resentimiento por Ensenada y los jesuitas, con la caída del padre Rávago, toda la administración de Ensenada fue llegando a su fin, sus amigos y equipo argumentaban que la política de Ensenaba tenía intereses nacionales y americanos. La iglesia y el Estado Las pasiones de la política eclesiástica y el interés del Estado en lo referente a la Iglesia estuvo presente en este período, en la cuestión económica, la defensa de las regalías significaba la defensa de los derechos de la corona en los asuntos eclesiásticos, ya que la regalía más importante era el patronato real. El gobierno español negoció con Roma, y con el concordato del 11 de enero de 1753 se le concedió a la corona el derecho de patronato universal que ampliaba el derecho de presentación del de los obispos y otros cargos importantes, este fue un paso decisivo para la burocratización de la Iglesia. El régimen de Rávago estuvo marcado por conflictos con otras órdenes sobre derechos y jurisdicción, estos se dieron por las posiciones faccionales en la Iglesia y el Estado, dando lugar a una lucha de poder entre las órdenes y los grupos. Cabe destacar que la política eclesiástica de Fernando VI daba advertencias a los jesuitas. El fin de una época La primera administración de Fernando VI se desintegró en 1754 con la muerte de Carvajal y el cese de Ensenada, ya que sus sucesores fueron los autores del golpe. La derrota de Ensenada constituyó la victoria para quienes se oponían a la acumulación de poder en un solo ministro, se abolieron los navíos de registro, el impuesto único, se reestablecieron las flotas de Nueva España, y se recortó el presupuesto al programa de construcción naval. La política exterior del segundo gobierno fue incoherente y amenazó la neutralidad legada por el primero; la actuación del gobierno despertó una dura oposición, el gobierno y la oposición concentraron su atención en la monarquía que poco a poco iba decayendo, y sumió a España en una crisis. Con la muerte de Fernando VI, se puso la mirada en el sucesor del trono, Carlos III, una fuerte corriente reformista permaneció en el reino, impulsada por el Estado, e inspirada en nuevas ideas y recursos. Entre 1746 y 1748 España conoció a su nuevo rey al trono y, por ende, a un gobierno nuevo y una nueva política, la cual no tenía sus intereses fijos en el campo de batalla sino en el Atlántico y aún más allá. En ese orden de ideas, Fernando VI hijo de Felipe V subió al trono y al igual que otros monarcas poseía también buenas intenciones, sin embargo, se encontraba aun escasamente preparado para gobernar, debido a que su madrastra, Isabel Farnesio, le había mantenido tan solo al margen de los asuntos públicos. Además, al igual que su padre, Fernando VI poseía su dependencia de una mujer dominante y en este caso lo sería Bárbara de Braganza que, aunque tenía poder sobre su marido, no utilizó su posición para distorsionar la política española. En cuanto al nuevo gobierno, este se caracterizó por ser “nacional” en su composición y en su carácter con líderes como Cenón de Somodevilla y posteriormente, José de Carvajal y Lancaster. Este nuevo gobierno presentó algunos cuestionamientos en cuanto a si los dos personajes anteriormente nombrados se encontraban enfrentados por el poder o si más bien compartían el mismo objetivo. Efectivamente más que una división, fue un equilibrio. Sin embargo, en algunas ocasiones Ensenada invocaba la necesidad de utilizar la fuerza y se mostraba partidario de Francia como una advertencia a Inglaterra, mientras que Carvajal prefería actuar mediante la diplomacia con el fin de afianzar las relaciones con Inglaterra y su poder marítimo. En este gobierno se evidenciaban dos cosas, la primera era la lucha de poder por conseguir la supremacía en un gobierno que no estaba definido quién ocupada el primer lugar y la segunda consistía en el desacuerdo sobre la política exterior, el cual tenía importantes implicaciones. Esto último se debía a que tanto Francia como Inglaterra intentaban conseguir neutralidad o siquiera una alianza con España. Otra diferencia entre los dos ministros era que Carvajal concedía prioridad a la industria nacional y a su protección, mientras que Ensenada al comercio de las Indias y a la participación directa de la corona con el fin de conseguir beneficios. Estos dos estadistas buscaban conseguir el séquito político a través de una red de influencias y clientelismo. En cuanto al nuevo gobierno frente al anterior, hay ciertas diferencias: los monarcas estaban abiertos al cambio y dejaron la dirección en manos de sus ministros; el intervalo de paz; utilizar el estado como protector y consumidor en la economía; la política de Ensenada tenía un contenido o implicaciones sociales. Se entiende entonces que 1746 fue un año de innovaciones para España. Ensenada como reformador borbónico en 1746, mediante sus informes dirigidos al rey, afirmaba su postura ante la política exterior en cuanto apartarse de la guerra y establecer la paz. Por un lado, apelar a los intereses británicos y por el otro, conservar su amistad con Francia que era tanto un problema como un aliado. También mantenía sus críticas fundamentales para la estructura de los impuestos y de las finanzas; tanto el tabaco como las aduanas (ingresos principales) se habían visto reducidos por la mala administración y corrupción, lo fue también la alcabala. Estos impuestos debían ser abolidos y sustituidos por uno único, el catastro. A través de este impuesto único y el poder a través de la nueva marina, era posible conseguir una equidad entre la población y poder para el Estado. La marina ocupaba el primer lugar en la estrategia de Ensenada ya que era fundamental para una potencia con un imperio en ultramar y con aspiraciones de ser respetada por Francia e Inglaterra, sin embargo, hacía falta tanto mano de obra como dinero. A finales de 1748, Ensenada estaba en una posición perfecta para poder cumplir su programa y efectivamente, fue así, tomando entonces como punto de partida la reforma fiscal cuando en 1749, el monarca promulgó una cédula real que decretaba la abolición de las rentas provinciales; y fue en 1754 cuando el catastro quedó completado. Si este nuevo impuesto no era totalmente igualitario, era un paso en esa dirección. A estos decretos del impuesto único, les siguió un tercer decreto: la Ordenanza de Intendentes (1749), el cual restablecía en su totalidad el sistema de intendentes y estaba basada en la de 1718, la cual contemplaba a los intendentes como los agentes regionales de un Estado centralizado, sin embargo, este implicaba un compromiso mayor con los intereses de las provincias. La primera tarea de los intendentes era dirigir las operaciones del catastro en cada provincia y una vez completado el catastro, volvieron a desempeñar sus funciones fiscales normales, representando al Estado como recaudadores de impuestos. Ensenada, en 1751, creó el Giro Real y todas las operaciones de intercambio en el extranjero quedaron en manos de la Real Hacienda; otra fuente de ingresos fue la iglesia. Todas estas reformas confirmación la impresión de que ese gobierno estaba interesado no sólo en los ingresos sino también en el bienestar. No obstante, el comercio americano se convirtió en una preocupación fundamental para Ensenada y creía que el Estado debía desempeñar un papel más positivo en el comercio de las Indias, en el que no debía limitarse a actuar como un agente regulador y fiscal sino en el que debía participar. Debido a que Ensenada era secretario de las Indias, este era el encargado de las cuestiones económicas y administrativas que se trataban con América, alcanzando un crecimiento económico tan alto que ese gobierno tenía más dinero disponible que cualquier otro anteriormente. Para Ensenada, existían tres tipos de grupos sociales: los colegiales, los manteístas y los abogados, y afirmaba que las tres clases se debían atender para el bien de la república. A Ensenada le preocupaban los gastos de defensa e intentaba ajustarlos a los recursos públicos y a las exigencias internacionales por temor a que Francia e Inglaterra se unieran y fueran en contra de España, sin embargo, era más probable que uno de ellos se aliara con España para ir en contra del otro. Para estos gastos de defensa, los ingresos americanos adquirieron prioridad concentrándose principalmente en la marina que, aunque no competía con la marina inglesa, sería de utilidad en el Atlántico y en América. En cuanto a sus barcos, la marina española consumió unos tres millones de árboles durante el siglo XVIII y en su diseño no creó una arquitectura naval original, sino que tendió a copiar los diseños franceses, cuyos barcos solían ser grandes y rápidos. En 1750 se contrataron diseñadores y artesanos ingleses con el fin de imitar lo que se llamaba “la construcción inglesa”. De esa forma, Ensenada consiguió una sólida base y un buen punto de partida para el poder naval español en el siglo XVIII, además mejoró también las perspectivas profesiones de los oficiales y reclutó marineros sin los cuales no podía desarrollarse la marina. Durante el reinado de Fernando VI, las relaciones con Inglaterra fueron anormalmente buenas, pero seguían existiendo motivos de fricción, entre esos las relaciones comerciales. La nueva marina española tenía que defender las rutas marítimas y disuadir las incursiones inglesas en el comercio colonial y en los territorios españoles. Uno de los puntos de penetración más utilizados fue el Río de la Plata, desde donde el contrabando podía alcanzar el Alto Perú y conseguir plata. En este caso, los ingleses utilizaban estas salidas (Colonia do Sacramento) gracias a Portugal, quien se las proporcionaba. Portugal renunció a la Colonia do Sacramento y a su pretensión de libre navegación por el Río de la Plata mediante un tratado firmado en Madrid (1750), a cambio de esto Portugal aceptó dos zonas en la frontera brasileña. En la península, este tratado fue duramente criticado tanto por los portugueses como los españoles, pero para sacar a los portugueses de la Colonia do Sacramento, esa parecía la única posibilidad. Por otro lado, estaba Uruguay junto con los jesuitas y los indios, quienes se sintieron ultrajados por las pérdidas de territorios y presionó para que se modificara la línea fronteriza, pero todo fue en vano. Los indios se resistieron mostrando el rechazo a los portugueses como consecuencia de la dura experiencia de su actuación como cazadores de esclavos en Brasil. En 1754 muere Carvajal, pero los miembros de su facción no se unieron a Ensenada, sino que por el contrario se unieron a las filas de la oposición con el objetivo de que Ensenada se fuera. Ahora, Ensenada se veía enfrentado a dos grupos de intereses: sus enemigos políticos y los ingleses. Mediante algunas afirmaciones sobre el gobierno de Ensenada, el rey quedó convencido y autorizó la detención de Ensenada y su cese, así podría este controlar la política, mantener la paz y resistir a Francia. Los logros de Ensenada se han reproducido en la historiografía y se ha cuestionado si prometía más de lo que conseguía ya que muchos de sus políticas buscaban cambios a largo plazo y fueron cercenadas por sus oponentes. Su caída puso fin a la carrera de un auténtico reformista que, gracias a él, 1746 se convertiría en un hito de la historia española. En lo que se refiere a la iglesia, se destaca el real patronato, el derecho de presentación para los obispados y beneficios más importantes. En 1746, durante el gobierno de Fernando VI, este gobierno tenía dos objetivos fundamentales: impedir cualquier intervención de Roma en los dominios de la corona española y situar a la jerarquía española bajo su control y completar la concentración de poder en el Estado borbónico. De esa manera se entiende que la iglesia no era sólo una institución rica sino también una corporación privilegiada para sus miembros. El 11 de enero de 1753, el concordato le concedía a la corona el derecho de patronato universal, el cual ampliaba también el derecho de presentación. Mediante este concordato se suponía un extraordinario incremento del poder de la corona y fue un paso decisivo en la subsiguiente burocratización de la Iglesia española. El concordato le otorgó también a la corona española un estricto control sobre el episcopado y sobre la mayor parte del clero secular, sin embargo, España dependía todavía de Roma en algunos asuntos como las dispensas matrimoniales. Entre la Iglesia-Estado se hallaba el confesor real (cargo que ocuparon los jesuitas durante 17001755) y sus obligaciones no se limitaban a escuchar la confesión del monarca, sino también una serie de cargos informales que lo convertían en una mezcla de sacerdote, teólogo, agente político, etc. La política eclesiástica del segundo gobierno de Fernando VI contenía una serie de claras advertencias a los jesuitas y para la Iglesia tanto como para el Estado, los años 1746-1759 fueron un período de tensión entre la continuidad y el cambio. Capítulo VI – ECONOMÍA Y SOCIEDAD El autor hace una propuesta historiográfica de vital importancia partiendo de la revisión de obras y estudios sobre el tema citado, dicho tema a juicio de él se ha concentrado en el análisis de los logros de la España de los Austrias. En contraposición, el autor presenta su libro que es un estudio sobre la España de los Borbones, proceso histórico ignorado por los historiadores ingleses. Vale resaltar que su juicio sobre el tema de los Borbones se concentra en señalar el avance que trajo para la sociedad que se iba separando del mundo colonial, y que incorporaba ideas más ilustradas del mundo científico y racional propias del siglo XVIII. En ese orden de ideas, se señalan los logros de las reformas borbónicas en el terreno político, jurídico y económico (entre ellos sobresalen la conformación del Estado-nación, entre otros proyectos con influjo modernizador y de naturaleza laicista). De igual manera el autor reconoce el papel que juega el Rey Carlos III, dentro de la sociedad española del siglo XVIII. Este gobernante era conocido como “el ilustrado”, quien era un magnifico administrador y con el que España iba a recuperar un terreno de posicionamiento equilibrado en la recaudación tributaria, el control político, y finalmente el funcionamiento de un Estado moderno, como podrá verse a continuación. Población y perspectivas. Para el periodo postrimero de la España del siglo XVIII, la población era equivalente a 3 millones de habitantes aproximadamente. El crecimiento poblacional no fue muy amplio, oscilaba entre el 40 por 100, en comparación con Inglaterra fue más reducido pero mayor al registrado en Francia para el año 1797. Hacia el año 1800 la mayoría de las regiones en España, crecieron en mayor ritmo casos muy particulares que citan a Valencia, Murcia y Cataluña se vio triplicada a finales de la centuria. No obstante, el autor hace unos cuestionamientos importantes en términos de los ciclos vitales de los habitantes españoles. Entre ellos cita ¿Cómo se puede explicar el crecimiento poblacional en la España del siglo XVIII? ¿Por qué la esperanza de vida no era superior a la de 27 años? Todos estos interrogantes que eran puntos base para entender las dinámicas sociales, económicas, políticas del siglo XVIII, a la luz de un estudio sociopolítico de esta época engloba lo que comprenden los problemas de orden y salubridad públicas. España Rural. La parte rural estaba ubicada en Castilla, allí la parte productiva de la tierra estaba concentrada en manos de dos grupos privilegiados la nobleza y el clero como grupos sociales de mayor dominio. De igual forma se evidencia la prolongación de dicho poder y concentración de la tierra entre familias, y se resalta el papel que presentó el maíz para la imagen rural y agraria de la España del siglo XVIII. Sin embargo, se señala una crisis de carácter agrario en el siglo XVIII, cuando las malas cosechas en un contexto estructural precario desembocaron en la escasez de alimentos y hambres. Así mismo se señala que para el año 1764-1773 las cosechas disminuyeron, y la producción cerealística no cubría la demanda interna, esto acarrearía por supuesto en una serie de reformas agrarias dada la complejidad del proyecto de país que tenía que ajustarse a los cambios económicos a nivel mundial. La industria y el comercio. El proceso modernizador de país se veía truncado por la emisión mundial de formas de producción fabril, las necesidades del campesinado y los gremios populares no se ajustaban a los avances técnicos y las sociedades económicas. Por otro lado, frente a las exigencias de la revolución industrial, y un sistema económico global cada vez marcado por enfoques laicistas y de corte liberal; España se orientó hacia la adopción de reformas más serias en el campo económico, político, social y cultural. En el terreno cultural y educativo se abogó por adoptar políticas de comercio exterior para insertar al país a las dinámicas de las potencias mundiales, por ello la universidad y las fabricas se vieron influidas por reformar y estar a la vanguardia del laicismo, el escolasticismo, las cátedras de corte tecnológico- agricultor; y especialmente hacia la economía política. Ahora bien, dentro de este importante proceso de industrialización y apertura comercial el autor señala la tendencia de España a modelo típico de industria basado en los talleres de artesanías, en donde también figuran las jerarquías de maestros, oficiales, y los gremios tenían control de la calidad, el número y la cantidad de producción. El autor señala con pequeñas variabilidades, pero en últimos con factores determinantes los cambios de estos modelos industriales tanto en la sociedad española en el siglo XVIII, en el sector rural y su transición hacia lo urbano. La España urbana. La vida diseñada y tramitada en el contexto socio-urbano español del siglo XVIII, muestra que la ciudad para la época se ve entre el contexto político e incluyente de la ciudad política en Madrid, y el hermetismo de los centros comerciales en Castilla que dirige su mirada hacia la periferia dirigida hacia el Atlántico. Las ciudades para la época reflejaban las tendencias predominantes en la cultura de la vida española, en donde España refleja una economía agrícola y con rasgos sociales marcados en el terreno de lo rural. En el caso de Madrid se evidencia un caso especial dado que allí estaba presente el gobierno, centro del consumo, pero a su vez un lastre para la economía en razón a la carga de burócratas que absorbían ingresos, y a penas invertían fuera de la ciudad. En últimas puede entenderse que, a diferencia de Barcelona o Madrid en el resto del componente urbano, las demás ciudades no escapan a las estructuras jerárquicas del antiguo régimen y de los valores del pasado español que seguía marcando las reglas del juego. Conclusión. El proceso modernizador perseguido por España cubría diferentes aspectos de la sociedad laicista, con tradición humanista e ilustrada vale también decir que para la fecha las ideas liberales, y otros hitos históricos como la revolución industrial y la francesa marcaron el desarrollo de nuevas formas de pensar la modernidad en un espacio y contexto en donde predominaban costumbres propias del antiguo régimen. Por lo demás se podrá entender que dentro de la mentalidad que rompe con la tradición colonial, tal ruptura no ocurre de un solo golpe antes se trata de un proceso paulatino y transitorio sobre el que se entiende una mezcla de modernización que oscila entre las pretensiones de tener un orden político y social más apropiado para la fecha sin separarse de los antecedentes rurales que comprenden las coyunturas de este importante proceso histórico. En donde podemos entender en palabras de un estudio como Julio Caro Baroja las formas complejas de la vida de la sociedad española marcadas por racionalidad y misticismo. Capítulo VII – Carlos III Los Limites del Absolutismo En este capítulo el autor resalta la vida de Carlos III, quien destaca sobre los demás monarcas borbones por su absolutismo puro, y ejercer soberanía total para gobernar el cual seguía su propio criterio, y no cambiaba de parecer cuando ya había tomado una decisión. No obstante, nunca llego a quebrantar el marco establecido por la ley y la costumbre y mostraba severidad con algunos miembros de la aristocracia, dentro de su papel como gobernante y soberano intento: Recuperar de los señoríos una serie de ingresos de vital importancia enajenados en el pasado, su rasgo fundamental Su política era la fuerza y no le bienestar social Su objetivo era hacer de España una gran potencia a través de la reforma del Estado, la defensa del imperio y el control de los recursos coloniales, para ello existían 2 modelos posibles para lograrlo de acuerdo con los nombramientos ministeriales: o El primero formado por hombres con ideas nuevas, dispuestos a socavar las estructuras tradicionales y a oponerse a la política anterior. o El segundo sería un gobierno sería un gobierno de pragmáticos cuya prioridad seria la reforma del Estado y el incremento de sus recursos. Para el final Carlos optaría por una combinación de los 2 modelos, un gobierno de administradores pragmáticos que cumplieron muchas de las expectativas que habían despertado, pero que no modificaron sustancialmente la situación de España. Un régimen tan partidario de la guerra necesitaba estabilidad, y no nuevas experiencias, en el frente doméstico y le interesaba conseguir ingresos fiscales inmediatos más que reformas estructurales a largo plazo. Los ministros de Carlos III tenían una identidad característica del reinado. No procedían de la aristocracia, que en el ámbito político no tenía ya nada que decir, ni tampoco, como se afirma algunas veces, de la burguesía, que no era todavía una clase reconocible en España, procedían de un grupo de abogados preparados en la universidad y pertenecientes al sector inferior de la nobleza, partidarios de la monarquía absoluta y cuyas mentes estaban abiertas al conocimiento de todo lo moderno. Sin embargo, no formaban un grupo homogéneo por sus diferencias políticas y divisiones entre facciones. De acuerdo con el contexto de la época, los reyes absolutistas intentaban ser en la práctica tan poderosos como lo eran en la teoría, para superar la resistencia a la modernización, o para derrotar a quienes luchaban con ellos por el poder, como la Iglesia, y también para sobrevivir en un mundo de conflictos internacionales. Es por esto por lo que algunos gobernantes intentaron reformar el gobierno y la administración y en el proceso comenzaron a utilizar burocracia profesional, para poseer más información y para perfeccionar la maquina financiera. Las ideas políticas de la ilustración no eran sistemáticas, la filosofía era una influencia, pero no una causa en la época. Entre los derechos fundamentales se hallaban la libertad y la igualdad, el progreso intelectual no debía verse obstaculizado por el dogma religioso y la Iglesia católica la cual se veía identificada como uno de los principales obstáculos para el progreso. El objetivo del gobierno era conseguir la mayor felicidad posible para el mayor número de personas, y la felicidad se media en términos de progreso material. Incrementar la riqueza: Control de la economía por parte del Estado. Sistema de laissez-faire. Las ideas de la Ilustración penetraron en España poco a poco desde mediados del siglo XVIII, el conocimiento científico y técnico se difundió a través de libros, visitas, museos y la prensa etc… Las ideas económicas se discutían con libertad; el pensamiento mercantilista, importado en gran parte, se revitalizo a mediados del siglo. Las ideas políticas eran más controvertidas y muchos textos eran prohibidos por la inquisición, ya que contenían demasiados argumentos a favor de la libertad individual, la tolerancia religiosa y la monarquía constitucional como los escritos de Montesquieu. No obstante, estas ideas penetraron en la península debido a los canales de difusión, los lugares de debates etc… En la línea de la Ilustración propia de su época, Carlos III realizó importantes cambios —sin quebrar el orden social, político y económico básico, despotismo ilustrado— con ayuda de un equipo de ministros y colaboradores ilustrados, como el Marqués de Esquilache, Aranda, Campomanes, Floridablanca, Wall y Grimaldi. El impulso de la reforma procedía desde arriba y en un principio fue demasiado brusco como para que pudiera ser aceptado por los elementos conservadores de la sociedad española: Presencia de extranjeros en el gobierno y la existencia de agravios legítimos dio a estar primera protestas un cierto aire patriótico y popular. El fracaso de España en la Guerra de los siete Años La elevación de los precios de los productos alimenticios provocaba por la inflación y una serie de malas cosechas Elevados impuestos exigidos por Esquilache para financiar la guerra de Carlos III y sus propias reformas Decreto de Esquilache 20 de marzo de 1766 (prohibía a los hombres llevar sombreros redondos y capas largas ya que constituían un camuflaje para los criminales) Todos estos elementos provocaron un resentimiento que explotaron entre los que no les gustaba el nuevo rumbo del gobierno, desencadenando una campaña en contra de Esquilache y generando una revuelta el 23 de marzo en las calles. En consecuencia, Carlos III mostro un horror permanente a los disturbios populares y desde entonces mantuvo una fuerte guarnición en Madrid. El gobierno estaba decidido a descubrir a los autores de las insurrecciones y para recuperar su credibilidad necesitaba descubrir una conspiración. Carlos III heredó una posición dominante sobre la Iglesia, posición que había sido legalizada por el concordato de 1753, que confirmaba a la corona española el derecho casi universal de nombramiento, jurisdicción y rentas y que procedió a consolidar y ampliar. La Iglesia no estaba en situación de resistirse al absolutismo, bajo el cual gozaba de grandes privilegios. Como una de las grandes poseedoras de tierras, la Iglesia obtenía ingresos de los diezmos, préstamos hipotecarios, rentas, administración del bautismo y del matrimonio, celebración de funerales, misas etc… pero era su condición de propietaria y arrendadora más que la de recaudadora de impuestos la que suscitaba las críticas contra la Iglesia y lo que llamo la atención de los reformistas a la hora de elaborar los proyectos de desamortización. Los ingresos de la agricultura se aumentaron a partir de 1750, al elevarse los precios y las rentas. La iglesia aumento sus exigencias sobre sus arrendatarios y vasallos. Las rentas gran parte iban a parar a manos de la corona a través del impuesto sobre los beneficios reales, los ingresos de las sedes vacantes, el reparto de los diezmos y los tributos sobre las propiedades y el personal eclesiástico. A mayor abundamiento, el Estado utilizaba a la Iglesia como reserva cuando tenía que realizar una serie de gastos. Este capítulo tiene como tesis central exponer las características principales del ideal de gobierno absolutista en lo concerniente a la ilustración, la religión y la educación de España durante el mandato de Carlos III, desde 1759 a 1788. Según el autor, los regímenes establecidos por el monarca se fundamentaron en principios que orientaron su mandato, allí, la autoridad, el reformismo, la defensa del imperio y el control de los recursos coloniales permitirían no solamente recuperar las dinámicas administrativas, sino impulsar a España hacia una gran potencia, que como se lo sugería la modernización, los demás territorios como el Inglés, Holandés y Francés se encontraban en ese proceso de fortalecimiento social, político y económico. Durante el periodo de guerra, después de 1762 tras las disputas con Gran Bretaña, la base de las reformas quiso dirigirse a la necesidad de recaudación fiscal para la obtención de recursos inmediatos, lo que llevó a que las reformas se manifestaran a través de los grupos privilegiados, los cuales propusieron nuevos pensamientos que implicaban transformaciones a las estructuras tradicionales. Sin embargo, a través del recorrido de pudieron suscitar las reformas de 1760 a 1790 la latente amenaza de revolución requirió la matización de algunas iniciativas reformistas. Como ejemplo, una de las reformas más llamativas fue aquellas de 1760 en las que Carlos III buscó la igualdad fiscal, que finalmente reprodujeron un complejo incumplimiento radical, no solo por la dificultad de cambiar estructuras pasadas sino por la resistencia misma de los grupos que de una u otra manera se verían afectados por aquellos cambios sustanciales de las políticas de gobernanza española. Dentro de todas las propuestas administrativas de Carlos III, se encontró el establecer nuevos ministros, abogados extranjeros preparados en las universidades, de la nobleza inferior, partidarios del absolutismo, en su mayoría, de modo que, para 1760 Leopoldo Esquilache, como ministro de Hacienda y posteriormente de guerra, apoyado por el monarca tendió una propia red de influencias para establecer las reformas modernizantes e ilustradas. La cuestión de la Ilustración en España llevó a que se hiciera necesario superar aquella resistencia a las dinámicas de modernización que conllevarían derrotar a la iglesia y sobrevivir ante un mundo que se mantendría bajo los constantes conflictos internacionales. Mediante las consignas de igualdad y libertad, los ilustrados de Carlos III quisieron sustentar el progreso de la sociedad, que no podía verse detenido por el dogmatismo religioso ni por el estancamiento material de la sociedad española de mitad del siglo XVIII. Para el autor, es básico entender que la ilustración no llevó consigo la suficiente transformación, debido a su débil estructura y lo que ella representaba en el cambio social de aquella España, la ilustración no fue implantada como un instrumento de revolución, sino que se ajustaría a los órdenes ya existentes de la sociedad, que respondían a las formas de establecimiento de las élites intelectuales, que finalmente eran quienes mantenían a la iglesia y atendían a sus directrices de orden público y moral. No obstante, a mitad de la centuria se crearon instituciones de carácter investigativo, dirigidas por Benito Jerónimo Feijoo que con su misión talento logró conseguir que sus compatriotas despertaran de su tradición, aprobaran el nuevo conocimiento y la innovación para aceptar el cambio que llevaría a España a ser una potencia. Sin embargo, algunas medidas como la prohibición de la enciclopedia francesa por parte de la inquisición española en 1759, llevó a que el conocimiento científico y técnico se difundiera a través otros medios como lo fue por libros, visitas, museos y la prensa. El carácter filosófico y teórico que tomó España se llevó a cabo por medio de lo propuesto por Montesquieu, quien tenía un contenido argumentativo en lo concerniente a la libertad individual, la tolerancia religiosa y la constitucionalidad de la monarquía. Dentro de este periodo, entre 1765 y 1820 el debate de los pensamientos ilustrados se llevó a cabo en las Sociedades económicas, las cuales tenía como objetivo mejorar las condiciones de la agricultura, el comercio, la industria y la educación, asimismo, la prensa fue otro espacio y escenario que permitió la discusión de los nuevos pensamientos ilustrados, pues esta ocupó la posición más directa en lo que respecta al cambio y transformación, ponderación que puede rescatarse los periódicos como El Pensador y El Censor, que para las décadas de 1760 a 1780 no dudaban en señalar y criticar a los sector sociales que retraían el procesos transformador de España. En consecuencia, la investigación, el método crítico y la amplitud en las temáticas de las ciencias naturales y sociales, hicieron que España entrara en una nueva fase durante todo el siglo XVIII, donde igualmente la decadencia se debió a los grupos de la aristocracia que buscaron las reformas ajustadas a sus intereses sobre la agricultura, los privilegios del clero y el poder sobre la industria nacional, que se acompañaron con la equivocaba utilización de los metales precioso de América, el gasto eclesiástico y los elevados impuestos. Así implantar las reformas fue complejo, pues no daban respuesta a las necesidades básicas de los territorios de España, sino que daban como respuesta elementos prácticos a los problemas administrativos, económicos y educativos. Aunque el interés de Carlos III, fuera reforzar el estado y brindar prosperidad a todos los súbditos, las nuevas alternativas de monarquía absoluta, la resistencia de los conservadores y las posturas de la iglesia no permitieron el reformismo español tomara fuerza y llevaron a que la ilustración se convirtiera en un proceso de liberalismo español. En medio de las circunstancias, las amenazas de revuelta llevaron a levantamientos, como explicación de ello, el autor se sitúa en el motín de 1766, en donde la principal razón se debió al recelo popular y aristocrático generado por las orientaciones y el rumbo que estaba tomando el gobierno. En manos de Esquilache, se establecieron ciertos decretos que correspondían al orden público y urbano, se ordenó en marzo de 1766 un decreto en el que se prohibía a los hombres llevar sombrero redondo y capas largas, esto debido a que podía representar camuflaje a los verdaderos criminales, lo que directamente aumentó la tensión popular y con ello la violencia, que finalmente lograría la autorización de reducir precios a los alimentos y la libertad de vestimenta. Ante situaciones similares es que la corona española no trasciende en el camino del reformismo transformador, es decir, las dificultades y las crisis pausaron los procesos de radicalización. En cuanto a la religión, el autor plantea algunos procesos que llevó la iglesia durante el periodo de Carlos III, dentro de ellos la división de la iglesia en iglesia real e iglesia popular y la expulsión de los Jesuitas en 1773. Las manifestaciones religiosas se mantuvieron bajo la necesidad de mantener una fe y una conciencia flexible que legitimaría hacer honor a las lealtades, la de servir a Dios, reconocer la autoridad del papa y especialmente obedecer al rey. Sin embargo, las reformas tocaron las leyes establecidas para la iglesia, en ese sentido, las rentas, los diezmos, las cofradías, los recursos recaudados del bautismo, del matrimonio, de los funerales y las misas entraron dentro de los ajustes del proyecto reformista de desamortización, donde el cambio de la función pública de la iglesia se llevó a la eclesiástica. Carlos III sobresale como monarca entre los borbones, llega al poder con 53 años y era aún saludable tenía experiencia en las tareas de gobierno pues había ejercido como duque, era un hombre serio con una gran capacidad de decisión, en el ámbito del siglo XVIII no era propiamente ilustrado, tenía una educación católica y seguía tradiciones en su práctica religiosas, sus intereses culturales eran escasos le interesaban actividades como la caza, disparar. La actividad de la caza la practicaba dos veces al día durante el año menos en semana santa. Su aspecto, aunque inconfundible llego adquirir un aspecto de guardabosque tal como se aprecia en cuadros de menos o goya que eran cronistas, generalmente vestía sencillamente y con un fusil. Su rutina era muy marcada por lo que sus actividades diarias no variaban; Se caracterizaba por mantenerse en calma. El ideal de gobierno era el absolutismo puro ejercido bajo decisiones personales, fue un rey que no cambio el marco que la ley, ni a la desigualdad de una sociedad dividida por estamentos, hacia 1760 se trató imponer una igualdad fiscal, pero se descartó años más tarde, no lucho contra los privilegios de los nobles mientras si se mostraba severo respecto algunos miembros de la aristocracia. Un rasgo fundamental de su política era la fuerza y no el bienestar social, pues deseaba hacer de España una potencia a través de la reforma de estado. Para reconstruir a España existían dos modelos, el primero formado por hombre con ideas nuevas que quisieran oponerse a la política anterior, el segundo era un gobierno de pragmáticos cuya prioridad era la reforma de estado y el incremento de sus recursos. Finalmente se inclinó por un gobierno de administraciones pragmáticos que cumplieran las expectativas pero que no modificara definitivamente la situación de España. Carlos inicio su gobierno con los ministros de Fernando VI pero con la excepción del conde de Valparaíso a quien remplazo por Leopoldo di Gregorio, marques de Esquilache, un siciliano, pero en 1762 España entraría en guerra con Ricardo Wall un ministro de indias y marina Julián de Arriaga que había practicado la paz y que ahora debía soportar la derrota en la guerra, con la decadencia de Wall y Arriaga aumentaba el poder de Di Gregorio quien en 1763 se haría cargo también del ministerio de guerra, el ministro de estado era Grimaldi que era otro italianos, es entonces cuando los cargos hacienda, guerra y estado queda en manos de italianos. Existía un gran riesgo político pues había una concentración de poder en manos de extranjeros, con el incremento de impuestos después de la guerra tuvo mayor ego al ser impuesto por un extranjero. Con la crisis de 1766 Carlos III se daría cuenta que debía remplazar a los italianos por españoles para que se tuviese una mayor claridad de identidad. El más distinguido de los políticos fue Campomanes que era hijo de una familia pobre de hidalgos de Austrias que se hace fiscal del consejo de castilla en 1762 y presidente de ese organismo en 1783 Los ministros de Carlos III no venían de la aristocracia ni tampoco de la burguesía, algunos provenían de un grupo de abogados preparados en la universidad y de un sector inferior de la nobleza, este grupo era partidario de la monarquía absoluta, habían iniciado la vida fuera de los rangos de privilegio y tenido que mostrar su capacidad de dominar determinado tema, se inclinaron por crear como especie de un red que pudiera perpetuarse pero no estaban en concordancia pues el gobierno posterior a Esquilache, Grimaldi, Roda, Aranda, Campomanes Floridablanca y Gálvez eran reformistas pero había cierto grado de reformistas, diferencias políticas; Aranda odiaba a los manteístas en específico a Campomanes La monarquía Española no estaba aislada pues a pesar de ser una época absolutista los reyes absolutista intentaban ser tan poderosos en la práctica como en la teoría, algunos de los gobernantes intentaban reformar el gobierno utilizando la democracia profesional pero; ¿hasta qué punto estaba influido por las ideas de la ilustración? pero se puede decir que se debía a que el programa de reformas estaba informado por un espíritu empirista que tendía más a las necesidades que a las ideas. pues la monarquía quería conseguir unos objetivos en específico y si quería conseguirlo necesitaba de un poder legislativo y ejecutivo fuerte. La ilustración no era un instrumento revolucionario en cuanto al orden que existía pues lo aceptaba basándose en una élite intelectual y una aristocracia de mérito, pero no convivía con los privilegios seculares ni con la desigualdad ante la ley, pero poco se entrometía en las desigualdades económicas y la distribución de los recursos en el seno de la sociedad, por esto para los absolutistas no representaba un problema. Las ideas de la ilustración llegan a España poco a poco a quienes tenían el deseo de saber, el conocimiento científico y técnicos dado a través de libros, visitas museos y la presa y en 1770-1780 por los escritos de bufón y Linneo que llegan a mano de personas interesadas. Los lugares de debate fueron las sociedades y la prensa cada una creada bajo sus preocupaciones entre 1765-1820 se dan al menos 70 sociedades económicas protegidas por Campomanes y el consejo de castilla que mantenían un doble interés pues las ideas europeas y la situación de espacio buscaban mejorar la agricultura, el comercio e industria por medio del estudio y experimentación su interés en la ilustración era pragmático. Las ganas de reforma del gobierno de Carlos III estaba enfocada por el querer reforzar el estado y alcanzar la prosperidad para sus súbditos pero con la presencia de extranjeros en el gobierno se dan protestas con un aire patriótico y popular, con la perdida de la guerra de los siete años, combinado con la elevación de precios, un alza de impuestos exigidos por Esquilache provocan que exista un rompimiento, lo que produce un estallido es el decreto de 1776 en el que Esquilache prohibía a los hombres llevar sombreros redondos y capas largas pues decía que formaban un camuflaje para los criminales lo que desata una propaganda, tres días después del decreto se estalla un tumulto, unas 6000 personas se reúnen en la plaza mayor y avanzan hacia la casa de Esquilache en donde no estaba pero se empezó acumular personas que no se cansaron y que al siguiente día se reunieron de nuevo alrededor de unas 20- 30 mil personal se di rieron al palacio real en donde se enfrentaron al palacio real, matan a unos 10 guardias y los exhiben por todas las calles y los quemas a dos de ellos ante la multitud. Los rebeldes exigían la salida de Esquilache y el cese de ministros extranjeros y los remplazaran por españoles, renovación de las ordenes sobre la vestimenta y la reducción de los precios de los alimentos, Carlos decide conciliar después de que un fraile en el balcón del palacio leía los artículos a medianoche huye Aranjuez, Esquilache y Grimaldo y el rey pues al enterarse la población vuelve a las calles y se organizan para pedir que el rey volviera a Madrid y que se le diera un perdón el día siguiente vuelve el rey y se compromete a cumplir lo que ya babia prometido esa nove todo se mantuvo en calma, los borbones los últimos españoles en conservar el poder absoluto miraban asombrados lo ocurrido, solo quedaban dudas sobre quien había promovido todo eso. Al parecer fue una insurrección organizada con objetivos específicos según el embajador ingles Rochford embajador ingles quien pudo pasar ir las filas de los rebeldes afirmo que no solo fue una insurrección popular fue un motín premeditado que buscaba la destitución de Esquilache. La dirección de la política interna adquirida importancia, en abril de 1766 el conde de Aranda fue nombrado presidente del consejo de castila a fin de restaurar el orden para encontrar a los responsables de los desórdenes y asegurarse que no se produjera una situación similar el programa de Aranda termino con la reorganización de Madrid en 8 barrios para un mejor gobierno y vigilancia y se dirige a logro restablecer la seguridad interna. el gobierno deseaba saber quiénes eran los autores de las inserciones, se crea una comisión bajo la presidencia de Aranda y Campomanes empieza a trabajar para conseguir resultados, no se tardó en decir que los culpables eran los jesuitas e inicia a recoger pruebas. la versión oficial responsabilizo a los jesuitas. El auto de 5 de mayo de 1766 muestra la reafirmación de los principios fundamentales del gobierno español; monarquía absoluta y obediencia, en este edicto se declaraban nulas las concesiones y perdones otorgados por las autoridades locales así que decreta que los alcaldes iniciarían una investigación sobre las causas y autores de los levantamientos, se impondrían nuevas medidas de orden policiaco y los vagos y mendigos serian detenidos. la crisis de 1766 puso fin a la primera fase del cambio radical pensadas por Campomanes y apoyadas por Esquilache La iglesia española necesitaba una fe firme pero con una conciencia sensible para poder ejercer la triple lealtad, la de servir a Dios, reconocer la autoridad del papa y obedecer al rey como la lealtad más inmediata, Carlos III llego con la posición legal que le da el concordato 1753, que afirmaba a la corona el derecho de nombrar, la iglesia no podía resistir al absolutismo, que la proveía de grandes privilegios, en la segunda mitad del siglo XVIII la iglesia contaba con muchos eclesialito desde un ámbito económico podría verse como una institución poderosa, poseía tierras en diversas provincias, rentas agrícolas prestamos, la iglesia también recaudaba diezmos y dineros por impartir el bautismo, matrimonio, misas fúnebres. pero lo que le hacía que suscitara criticas era que fuese propietaria y arrendadora y lo que llamo la atención a los reformistas cuando elaborar los proyectos de desamortización. la iglesia se quedaba con la quinta parte de todas las rentas producidas por los sectores más importantes de la economía de una renta que producía un sector rural para una institución fundamentalmente urbana. las rentas de la iglesia tenían una función publica, social y eclesiástica, gran parte de ella iban a manos de la corona por medio de los impuestos, el estado usaba a la iglesia para cuando debía realizar una serie de gastos, la corona determinaba además una serie de obligaciones sobre los ingresos de la diócesis como salarios lacos, donaciones a hospitales, fundaciones de caridad. de igual forma la iglesia daba bastantes limosnas a los pobres como una cuestión obligada esto se incrementó a lo largo del siglo XVIII la iglesia organizaba campañas especiales en momentos de crisis agrarias y se vuelve una red de seguridad frente a la indigencia. en Toledo, por ejemplo, la cardinal lorenzana empleaba trabajadores y también los alimentaba; los ilustrados aseguraban que la iglesia tras haberse enriquecido a expensas del pueblo justificaba su dinero como necesario para ayudar al pueblo pero que era una ayuda descoordinada y se daba solo porque tenían mucho dinero. la iglesia española tenia inmunidad respecto a la jurisdicción civil practica que ya había sido quitada de otras partes de Europa desde ya hace tiempo esto suponía dos privilegios, el del fuero que le daba exención de precisión y sentencia judicial y el privilegio del camino que protegía al sacerdote de la violencia física, arresto, tortura y castigo. Carlos III promulga una legislación que recortaba la inmunidad eclesiástica pues decía que era una exención injustificada de la autoridad judicial y que era un desafío para el absolutismo, pero no se logró abolir. la iglesia reflejaba la estructura de la sociedad en el que los obispos y el alto clero pertenecían a las elites mientras el bajo vero engrosaba las filas de los obles la posibilidad de ascenso hizo de la iglesia una institución más abierta que otras el éxito dependía de per tener de una familia de hidalgos, venir de una educación universitaria de nombramiento para una canonjía, aquel sacerdote que no tuviese educación universitaria y una canonjía no tenía esperanza de promocionarse. Capítulo VIII – El estado Borbónico • Hacia 1766 España estaba pasando por una crisis de autoridad, en donde el rey Carlos III tuvo que reformar su gobierno y reconocer la resistencia como un llamado al cambio. El rey nombró a Aranda como el ministro de interior, se destacó en el campo de la administración e ilustración fiel a la Corona, por lo tanto, Carlos III confió en sus habilidades para el restablecimiento del poder y la recuperación de la confianza. Sin embargo, los ideales de Aranda se encaminaban más por la creación de un partido político. Aranda fue presidente del Consejo de Castilla desde 1766 a 1773. Un año antes de finalizar el mandato, se presentó una queja ante el rey Carlos III por parte de Campomanes y Moñino, hecho que se desencadenó en un conflicto por desacuerdos internos, el conflicto se dio entre el partido aragonés y los fiscales del consejo. El partido aragonés buscó su privilegio por medio del clientelismo, tanto Aristócratas como Burócratas erigiéndose hacía Aranda. Pero se empezó a dar cierta importancia hacia los extranjeros en el gobierno lo cual despertó recelo en el partido aragonés y esto condujo a la oposición borbónica por su identidad regional. Aranda quería conseguir mediante su intermediación entre el rey y el pueblo que la Aristocracia dominara el poder real, gran parte de su partido se opusieron más que todo a la elección del rey en cuanto a los “golillas”. En la oposición también se encontraron militares marginados por la política del rey, esto llevó a que buscaran apoyo con el príncipe de Asturias. En este conflicto se enfrentó tanto grupos de intereses como equipos ministeriales quienes dominaban las secretarías más importantes tenían mayor poder, como Grimaldi, Floridablanca y los golillas. Sin embargo, no se trató de un cambio en la base social del gobierno de Carlos III, en la jerarquía de la burocracia no había miembros de la clase media sino de la pequeña nobleza, quienes tenían mayor poder eran los manteístas y en cierto modo los colegiales. Aranda se mantuvo entre dos posiciones, por un lado, debía oponerse al antirreformismo de algunos nobles y por otro parte contra las golillas por la forma de control político que estaban llevando. El conflicto se agravó por la crisis de las Malvinas en 1770 donde Aranda hizo fuertes críticas a la diplomacia de Grimaldi aprovechándose de su fracaso, refiriéndose a él como un “ministro débil”. A partir de este hecho, hubo mayor tensión en el gobierno hasta que en 1772 Moñino es nombrado embajador español de Roma y fue considerado como un favor que Carlos III le concedió a Grimaldi, también aconsejaba al rey de sustituir a Aranda por su comportamiento y porque ya no representaba una figura útil ante el gobierno. En 1773 Aranda fue nombrado embajador en Francia y estando en París fue recibido con agrado por ser un hombre ilustre y por sus ideales, aunque su aspecto dijera lo contrario. Su sustituto ante el consejo de Castilla fue Ventura de Figueroa, quien puso en duda el carácter ilustre del gobierno de Carlos III. Mientras tanto, Aranda seguía con el partido aragonés y Grimaldi seguía fracasando hasta que decidió realizar un viaje junto a Alejandro O´Reilly hacia Argel para castigar al gobernante que acosaba a los asentamientos españoles en África, este hecho fue considerado un escándalo nacional por sus consecuencias. El apoyo entre el partido aragonés y el príncipe de Asturias provocó presión hacia Grimaldi, se trataba de una oposición destructiva. Hacia 1776, Grimaldi renunció y se convirtió en embajador de Roma. Además, fue un período de constantes luchas entre el partido aragonés y los ministros por el poder y la naturaleza del estado borbónico, es decir, un poder caracterizado como “Estado moderno, centralista, burocrático y abierto al cambio o un modelo conciliar, aristocrático y regionalista”. En 1777 Carlos III nombró a Floridablanca como secretario de Estado esto hizo que Aranda tomara una actitud hostil hacia el nuevo gobierno por incompetencia, ya que mientras él fue parte del estado, estuvo a cargo de 3 embajadas. Sin embargo, Floridablanca tenía sus clientes en otros ministerios lo que permitió tener mayor influencia. El gobierno de Carlos III junto a Floridablanca siguieron llevando una política de absolutismo y centralización. En las cortes de 1760 presentaron a Carlos un documento que demostraba que los cambios efectuados por Felipe V no habían arrojado los resultados esperados y mostraron oposición ante el nuevo gobierno, esto con el fin de probar a Carlos III por si tenía en mente una nueva política que garantizara el nombramiento de cargos públicos de manera equitativa pero no se cumplió. La corona reforzó el absolutismo en varias provincias como las vascas debido a su autonomía política, fiscal y económica, también se aplicó en el sistema conciliar limitando el número, jurisdicción e importancia política de los consejos exceptuando el Consejo de Castilla por su significado social. Se realizó una modificación en la estructura de la fiscalía nombrando a un tercer fiscal y dividiendo el trabajo en áreas, quedando Castilla la vieja, Castilla la Nueva y el área de las audiencias el Aragón, Cataluña y Valencia. Los ministros fueron clave en el gobierno de Carlos III la cuál heredó 5, a saber: Estado a cargo de Floridablanca, Guerra a cargo del conde de Campoalegre, Hacienda a cargo de Lerena, Justicia a cargo de Porlier y Marina e Indias a cargo de Valdés. Una vez el poder estar tan limitado a un pequeño grupo, se podía ampliar el poder e imponer reformas fiscales. A partir de 1790 se abolió el ministerio de Indias, sus funciones pasaron al ministerio español dando autoridad a cualquier ministerio sobre las Indias. En 1970 Aranda y Floridablanca coincidieron en centralizar el poder de manera que quedara un monarca, una ley y un ministro con mayor poder sobre la política internacional. Esta política fue criticada debido a que los asuntos de las Indias habían perdido la atención y que los intereses con América ya no se comprendían de la misma manera. Desde 1787 por medio de un decreto, se realizaban juntas semanales en el despacho del secretario, esto fue catalogado como un instrumento de responsabilidad colectiva para tener un mayor control sobre los asuntos del gobierno por parte de Floridablanca. A partir de 1776 el gobierno dejó de ser controlado por el rey y pasó a manos de los ministros, la junta de Estado existió hasta 1792 siendo sustituida por el viejo consejo de Estado. Existieron otra clase de funcionarios que asistían a los ministros llamados Covachuelas, encargados de instruir, frenar y proteger a los ministros de sus movimientos en el gobierno. También estaban los intendentes, agentes de los ministros a cargo de la administración, la economía y la recluta para abastecer el ejército en las provincias, sin embargo, hubo desacuerdos en cuanto al pago y por parte del pueblo ya que estos cargos los ocupaban hombres de avanzada edad imposibilitando el cumplimiento de algunas labores, pero Carlos III fomentó un nuevo impulsó por medio de instrucciones que dictaban un mayor recaudo, la promoción de obras públicas y el fomento de la agricultura como la industria. Sin embargo, hacia 1770 fue perdiendo fuerza ya que no generaba progreso. La política y el gobierno, 1766-1788 La sofocación de los tumultos de 1766 y la expulsión de los jesuitas al año siguiente fueron una justificación parcial del absolutismo. El gobierno sobrevivió a la crisis, frustró los planes de sus enemigos, reales o imaginarios, y restableció el orden en toda España. Carlos III incorporo en su gobierno a Arranda un ejecutivo duro y pseudorreformísta, un hombre que podía restablecer el orden y la confianza, dar seguridad y frenar a la aristocracia y conservar una política moderada de cambio. Aranda fue presidente del Consejo de Castilla durante siete años, desde 1766 a 1773. Hacia el final de ese periodo, en mayo de 1772, los fiscales del consejo, Campomanes y Moñino, se quejaron ante Carlos III de que el presidente actuaba despóticamente, invadiendo su jurisdicción y violando indirectamente los derechos del monarca. Así salió a la superficie un conflicto latente entre el llamado partido aragonés, hostil a los conceptos borbónicos y a los funcionarios centralizadores, y los fiscales del consejo, defensores del dominio de la ley y el poder civil contra los excesos de Aranda y los militares. La presencia de extranjeros en el gobierno despertó en los aragoneses y también en otros españoles un resentimiento por el hecho de que la corona prefiriera a los extranjeros sobre los nativos, y la tendencia a favorecer a los manteístas, o golillas como se les llamaba, revivió en los aragoneses el resentimiento histórico por la oposición borbónica a su identidad regional. En torno al partido aragonés se agrupaban aristócratas, eclesiásticos, consejeros y funcionarios, todos ellos partidarios de Aranda, no necesariamente opuestos a la reforma, pero hostiles a los instrumentos elegidos por el rey, al igual que contaban con la protección del príncipe de Austria. Grimaldi logro que sustituyeran del cargo a Aranda, haciéndose con el poder, pero después de una oleada de fracasos militares y con la oposición del partido aragonés, renuncio haciendo que Floridablanca obtuviera el puesto. Los últimos meses de 1776 fueron cruciales para España, un periodo que contempló una lucha por el poder entre el partido aragonés y los ministros, entre la aristocracia y la burocracia, entre los colegiales y los golillas, una lucha en que todo el espectro de la opinión y los intereses políticos intentaron conseguir el favor del rey. El gobierno golilla se trataba de un gobierno moderado, interesado no en promover una reforma estructural sino en reforzar el poder naval y militar, en conseguir un aumento de los ingresos y en proyectar una política exterior enérgica. Además, prestó una atención creciente hacia América. Un monarca, un ministro, una ley La corona intentó también reforzar su absolutismo incrementando su eficacia. El sistema conciliar de gobierno ya había sido modificado por los primeros monarcas borbónicos, limitándose el número, la jurisdicción y la importancia política de los consejos. La excepción fue el Consejo de Castilla, que, de hecho, se convirtió en un departamento especializado en los asuntos internos y, como tal, en un eje central de la acción del gobierno. Además, este consejo tenía mayor significación social que cualquier otro departamento del Estado, tanto en su composición como en sus funciones. Desde él podían los juristas reformadores lanzar iniciativas sobre política agraria, orden social e imposición de la ley, reflejando tal vez unas ideas diferentes sobre las necesidades sociales. Finalmente, algunos veían en el Consejo de Castilla un posible freno al poder real y al absolutismo del Estado, una institución al servicio de todos, pero sin ser servil a nadie. En el reinado de Carlos III esto fue una percepción más que una realidad Los ministros empezaron a dejar a los consejos los detalles administrativos y judiciales, mientras que ellos preparaban e impulsaban la política, ampliar el poder central a todo lo largo y ancho de España e imponer reformas en la recaudación de ingresos, en la defensa nacional, el gobierno local y otros aspectos. Los ministros tenían sus agentes en las provincias, los más importantes de los cuales eran los intendentes, cuya introducción en 1718 y su reinstauración en 1749 transformó el gobierno español." Los intendentes eran responsables de la administración general y del progreso económico de sus provincias, así como del reclutamiento obligatorio y de los abastecimientos militares y bajo Carlos III sus informes proveían la información local sobre la que el gobierno esperaba basar su política. El cargo de intendente era considerado como un escalón superior en la escala burocrática, pero desde el cual una persona ambiciosa deseaba ascender para alcanzar más altas metas. Carlos III dio un nuevo impulso al sistema de intendentes: aumentaron la correspondencia y los informes y se multiplicaron las instrucciones. En ellas se les instaba a imponer una recaudación más estricta de los ingresos reales, a promover las obras públicas y a fomentar la agricultura y la industria. La reforma de 1766 indicaba el deseo del gobierno de conseguir la colaboración de la sociedad española para su revitalización. Reveló también los límites de la modernización borbónica, que nada pudo hacer frente a los regidores, que continuaron poseyendo en propiedad, legando y vendiendo sus cargos, defraudando a la corona y al pueblo, practicando el soborno y la extorsión y perpetuando la trágica subcultura del gobierno borbónico, a la que no podía llegar la Ilustración. Las fuerzas armadas Las fuerzas armadas y el aumento del presupuesto de defensa son signos de un rasgo indiscutible del Estado borbónico: su fuerte dimensión militar. En el centro de los intereses de los Borbones se situaban la política exterior e imperial y de ahí derivaba la determinación de conseguir para España las fuerzas armadas de una potencia mundial. Alejandro O'Reilly Alcanzó el rango de mariscal de campo y fue utilizado como reformador militar en España y América, llevando a cabo, entre otras cosas, la fundación de la Academia Militar en Ávila, para la infantería, la caballería y el cuerpo de ingenieros. El ejército español contaba con ciertos fallos que no pudieron solucionar del todo. Uno de ellos era abastecimientos o sistemas de aprovisionamiento, y dependía para la comida y el transporte de la compra sobre las tierras. El segundo problema era el reclutamiento de las tropas. El servicio militar era impopular y el gobierno era sensible a la resistencia del reclutamiento obligatorio, prefiriendo reclutar voluntarios y extranjeros. En noviembre de 1770 se introdujeron nuevas normas. Cada año se adjudicaría una cuota de reclutas forzosos a cada provincia, aplicable a todos los hombres solteros comprendidos entre los 17 y los 30 años, y seleccionados por sorteo para servir durante 8 años. Los resultados no fueron positivos, ya que eran tantos los que tenían derecho a quedar exentos, que al final los reclutas forzosos estaban formados por los sectores sociales más pobres y débiles. El reclutamiento forzoso siempre encontraba resistencia en las provincias vascas, Navarra Y Cataluña. El ejército español, deficiente en su organización y reclutamiento, estaba también mal dirigido. El cuerpo de oficiales no era un cuerpo cohesionado sino dividido por orígenes sociales y perspectivas de carrera. La marina y su construcción se habían convertido en una operación de negocios a gran escala, que utilizaba a millares de trabajadores y que precisaba grandes sumas de dinero. Esto exigió un mayor esfuerzo de planificación, administración y organización, aspectos necesitados también de modernización. En 1770 se creó un cuerpo de ingenieros navales, inspirado por Gautier y apoyado por Castejón, y a esos ingenieros se les responsabilizó de un amplio abanico de funciones de construcción, desde los puertos a los barcos. Pacto de familia, conflicto familiar Carlos III creía que la alianza con Francia complementaría el poder naval de España y le proporcionaría la protección de un importante ejército de tierra. Por ello firmó el tercer pacto de familia (15 de agosto de 1761), que daba origen a una alianza ofensiva y defensiva entre las dos potencias borbónicas y que determinó la intervención de España en el conflicto colonial cuando Gran Bretaña reaccionó declarando la guerra en enero de 1762. España en las primeras guerras contra Inglaterra fracaso y quedo resentida lo que provoco que quisiera vengarse y en cada ocasión en que se le presentaba la oportunidad de atacarla se alistaba para guerra, pero en la mayoría de las peleas fracaso mostrado cierta debilidad, aunque hubo las batallas que gano. España libró la guerra de 1779-1783 con un éxito moderado; recuperó terreno perdido y restableció sus credenciales imperiales. Sin embargo, en el plazo de unos pocos años perdió terreno en una zona de influencia española tradicional. El balance de la política exterior de Carlos III muestra una acumulación de beneficios y de pérdidas que resulta difícil conciliar. En muchos sentidos, el balance no pudo ser cerrado hasta el reinado siguiente, pudiendo concluir entonces que era claramente negativo. Las decisiones se tomaban dentro de un círculo reducido de consejeros dominado por Floridablanca y que sólo respondía ante el monarca. El precio de la guerra Hubo barias consecuencias de las guerras en las que participo España desde la pérdida del personal de ejercito por malas estrategias en batalla hasta epidemias en todo en el territorio. También estuvo la parte fiscal en la que hubo un estancamiento económico por la rigidez de la estructura fiscal, que se basaba casi exclusivamente en los impuestos sobre los bienes de consumo y sobre el comercio interior. Además de la guerra de 1779-1783 fue la primera de una serie de crisis que mantuvieron al Estado en una situación de endeudamiento semipermanente, más allá de su capacidad de pago. Hacia 1766 España estaba pasando por una crisis de autoridad, en donde el rey Carlos III tuvo que reformar su gobierno y reconocer la resistencia como un llamado al cambio. El rey nombró a Aranda como el ministro de interior, se destacó en el campo de la administración e ilustración fiel a la Corona, por lo tanto, Carlos III confió en sus habilidades para el restablecimiento del poder y la recuperación de la confianza. Sin embargo, los ideales de Aranda se encaminaban más por la creación de un partido político. Aranda fue presidente del Consejo de Castilla desde 1766 a 1773. Un año antes de finalizar el mandato, se presentó una queja ante el rey Carlos III por parte de Campomanes y Monino, hecho que se desencadenó en un conflicto por desacuerdos internos, el conflicto se dio entre el partido aragonés y los fiscales del consejo. El partido aragonés buscó su privilegio por medio del clientelismo, tanto Aristócratas como Burócratas erigiéndose hacía Aranda. Pero se empezó a dar cierta importancia hacia los extranjeros en el gobierno lo cual despertó recelo en el partido aragonés y esto condujo a la oposición borbónica por su identidad regional. Aranda quería conseguir mediante su intermediación entre el rey y el pueblo que la Aristocracia dominara el poder real, gran parte de su partido se opusieron más que todo a la elección del rey en cuanto a los “golillas”. En la oposición también se encontraron militares marginados por la política del rey, esto llevó a que buscaran apoyo con el príncipe de Asturias. En este conflicto se enfrentó tanto grupos de intereses como equipos ministeriales quienes dominaban las secretarías más importantes tenían mayor poder, como Grimaldi, Floridablanca y los golillas. Sin embargo, no se trató de un cambio en la base social del gobierno de Carlos III, en la jerarquía de la burocracia no había miembros de la clase media sino de la pequeña nobleza, quienes tenían mayor poder eran los manteístas y en cierto modo los colegiales. Aranda se mantuvo entre dos posiciones, por un lado, debía oponerse al antirreformismo de algunos nobles y por otro parte contra las golillas por la forma de control político que estaban llevando. El conflicto se agravó por la crisis de las Malvinas en 1770 donde Aranda hizo fuertes críticas a la diplomacia de Grimaldi aprovechándose de su fracaso, refiriéndose a él como un “ministro débil”. A partir de este hecho, hubo mayor tensión en el gobierno hasta que en 1772 Moñino es nombrado embajador español de Roma y fue considerado como un favor que Carlos III le concedió a Grimaldi, también aconsejaba al rey de sustituir a Aranda por su comportamiento y porque ya no representaba una figura útil ante el gobierno. En 1773 Aranda fue nombrado embajador en Francia y estando en París fue recibido con agrado por ser un hombre ilustre y por sus ideales, aunque su aspecto dijera lo contrario. Su sustituto ante el consejo de Castilla fue Ventura de Figueroa, quien puso en duda el carácter ilustre del gobierno de Carlos III. Mientras tanto, Aranda seguía con el partido aragonés y Grimaldi seguía fracasando hasta que decidió realizar un viaje junto a Alejandro O´Reilly hacia Argel para castigar al gobernante que acosaba a los asentamientos españoles en África, este hecho fue considerado un escándalo nacional por sus consecuencias. El apoyo entre el partido aragonés y el príncipe de Asturias provocó presión hacia Grimaldi, se trataba de una oposición destructiva. Hacia 1776, Grimaldi renunció y se convirtió en embajador de Roma. Además, fue un período de constantes luchas entre el partido aragonés y los ministros por el poder y la naturaleza del estado borbónico, es decir, un poder caracterizado como “Estado moderno, centralista, burocrático y abierto al cambio o un modelo conciliar, aristocrático y regionalista”. En 1777 Carlos III nombró a Floridablanca como secretario de Estado esto hizo que Aranda tomara una actitud hostil hacia el nuevo gobierno por incompetencia, ya que mientras él fue parte del estado, estuvo a cargo de 3 embajadas. Sin embargo, Floridablanca tenía sus clientes en otros ministerios lo que permitió tener mayor influencia. El gobierno de Carlos III junto a Floridablanca siguieron llevando una política de absolutismo y centralización. En las cortes de 1760 presentaron a Carlos un documento que demostraba que los cambios efectuados por Felipe V no habían arrojado los resultados esperados y mostraron oposición ante el nuevo gobierno, esto con el fin de probar a Carlos III por si tenía en mente una nueva política que garantizara el nombramiento de cargos públicos de manera equitativa pero no se cumplió. La corona reforzó el absolutismo en varias provincias como las vascas debido a su autonomía política, fiscal y económica, también se aplicó en el sistema conciliar limitando el número, jurisdicción e importancia política de los consejos exceptuando el Consejo de Castilla por su significado social. Se realizó una modificación en la estructura de la fiscalía nombrando a un tercer fiscal y dividiendo el trabajo en áreas, quedando Castilla la vieja, Castilla la Nueva y el área de las audiencias el Aragón, Cataluña y Valencia. Los ministros fueron clave en el gobierno de Carlos III la cuál heredó 5, a saber: Estado a cargo de Floridablanca, Guerra a cargo del conde de Campoalegre, Hacienda a cargo de Lerena, Justicia a cargo de Porlier y Marina e Indias a cargo de Valdés. Una vez el poder estar tan limitado a un pequeño grupo, se podía ampliar el poder e imponer reformas fiscales. A partir de 1790 se abolió el ministerio de Indias, sus funciones pasaron al ministerio español dando autoridad a cualquier ministerio sobre las Indias. En 1970 Aranda y Floridablanca coincidieron en centralizar el poder de manera que quedara un monarca, una ley y un ministro con mayor poder sobre la política internacional. Esta política fue criticada debido a que los asuntos de las Indias habían perdido la atención y que los intereses con América ya no se comprendían de la misma manera. Desde 1787 por medio de un decreto, se realizaban juntas semanales en el despacho del secretario, esto fue catalogado como un instrumento de responsabilidad colectiva para tener un mayor control sobre los asuntos del gobierno por parte de Floridablanca. A partir de 1776 el gobierno dejó de ser controlado por el rey y pasó a manos de los ministros, la junta de Estado existió hasta 1792 siendo sustituida por el viejo consejo de Estado. Existieron otra clase de funcionarios que asistían a los ministros llamados Covachuelas, encargados de instruir, frenar y proteger a los ministros de sus movimientos en el gobierno. También estaban los intendentes, agentes de los ministros a cargo de la administración, la economía y la recluta para abastecer el ejército en las provincias, sin embargo, hubo desacuerdos en cuanto al pago y por parte del pueblo ya que estos cargos los ocupaban hombres de avanzada edad imposibilitando el cumplimiento de algunas labores pero Carlos III fomentó un nuevo impulsó por medio de instrucciones que dictaban un mayor recaudo, la promoción de obras públicas y el fomento de la agricultura como la industria. Sin embargo, hacia 1770 fue perdiendo fuerza ya que no generaba progreso. Capítulo IX – ESPAÑA Y AMERICA Según como lo plantea el autor, el estado imperial de España se encontraba en un conflicto con los cimientos burocráticos del gobierno colonial, ya que estos no obedecían las leyes impuestas por la corona y se encontraban en un momento en el que las poblaciones civiles cuestionaban y evadían las leyes en pro de beneficios ya personales, en la misma media lo mismo ocurría con ciertos funcionarios del imperio. En esta media, según Lynch, se dan unos procesos administrativos. Los funcionarios de la corona compraban sus nombramientos desde Madrid, esto acolitaba que los virreyes y corregidores tuvieran cierta independencia a la hora de querer implantar una ley o no. En los altos funcionarios existía una estructura de gobierno tripartida en tres dominios de intereses esenciales: la iglesia, poder político y militar; sin embargo, los ingresos que algunos funcionarios recibían se debían al cobro de impuestos que se le hacía al público, otros por sus actividades de negocio y en otros casos debido a un cobro de salarió, esto llevo a una separación de los funcionarios de la corona española en América y de ahí que algunos funcionarios trabajasen en pro de intereses meramente personales. según Lynch, la iglesia era una de las instituciones que tenían intereses personales y que contribuía al faccionalismo, la división de estos grupos que representaban las instituciones. Lynch plantea que un alto porcentaje del poder económico residía las elites locales en gran cantidad de criollos que de peninsulares y que esto fue un factor para que se diera una relación política entre la burocracia y el pueblo, y que se dio a raíz de que en la época de conquista la corona le designo esta tarea en manos del sector privado; debido a esto los colonos tuvieron ciertos privilegios, un acceso a la mano de obra indígena, intereses por la tierra, la minería y el comercio fueron factores que crearon las elites locales que adquirieron una identidad local, una alianza burocrática colonial con los virreyes y los jueces de audiencia. Según Lynch, la burocracia se vio inmersa en una red de intereses que vinculaba a funcionarios, peninsulares y criollos, y que formaba una serie de oligarquías locales por toda la américa española. Ciertos grupos locales se unieron a la burocracia imperial a mediados del siglo XVIII, esto llevo a que las elites coloniales se enriquecieran, estas elites criollas, americanos españoles, adquieren un poder que les permitió negociar con el gobierno español antes que sublevarse. A mediados de 1750 el imperio español, había tenido un "pacto" con los súbditos americanos, lo que Lynch llama una "constitución no escrita", que se basaba en un gobierno descentralizado en el cual los grupos burocráticos americanos podían interferir en las decisiones de la corona que tenían impacto directo en américa, ambos hacían parte de las decisiones administrativas económicas de américa. Más adelante Lynch plantea que estos Americanos españoles exigían un cargo administrativo en sus territorios, deseaban poder realizar una carrera, poseer capital, deseaban poder conseguir una igualdad de oportunidades con los peninsulares y es a partir de 1630 que se da la oportunidad de comprar cargos; la corona vendía los puestos de oficiales reales en 1633, corregidores 1678, oidores en las audiencias en 1687 y hacia 1700 incluso el cargo de virrey, cabe destacar que no cualquiera podía poseer estos cargos, se debía poseer pureza de sangre, vínculos por lazos de parentesco o de interés con una elite terrateniente; y es en este momento en el que se puede empezar a observar las reservas de las familias ricas y poderosas, es decir, se creó una representación criolla del gobierno. A raíz de la venta de los puestos administrativos de américa y el costo del viaje a esta, implico una deuda, para los futuros funcionarios de la corona, que el reino no pago, sino que estos funcionarios en un convenio con los caciques obligaban a los indios bajo su jurisdicción a trabajar por un excedente, así recompensaban el dinero invertido. Todas estas confabulaciones que se estaban dando a raíz de la venta de los puestos administrativos fue un factor fundamental para que se diera la rebelión indígena explotada y en un segundo plano para el debilitamiento del control de la autoridad y el control imperial. Lo que plantea Lynch, es que estos agentes burocráticos, como el cargo de corregidor y la audiencia, fueron puestos peleados por criollos, los americanos españoles, que querían tener control sobre estas instituciones. A mediados de 1687 y 1750 debido que a los gastos que se estaban dando en la corona a raíz de las guerras, los puestos administrativos se vendían y esto género que los criollos comenzaran a comprar su participación en los cargos del más alto nivel. La venta de estos oficios significaba que aun perduraba la discriminación contra los criollos. Una década más tarde, 1760 se hace referencia que una gran parte de los jueces de las audiencias de Lima, Santiago y México, eran criollos, esto significaba para la corona una transferencia del poder imperial, es decir, la corona ya no tenía tanto poder sobre las américas. En el reinado de Carlos III, él se encontró con una américa desarrollada y autónoma, lo que quiso contrarrestar con una mano fuerte, demostrarles a los americanos cuál era su estatus, quiso tener de nuevo el control, elevar los impuestos. Con lo que no contaba Carlos III era que estas elites coloniales habían incrementado su poder por medio de la usurpación de tierras, explotación de los indios y apropiándose de su trabajo. Se da una presión de la corona no solo a las elites coloniales, sino que también aumento la presión fiscal sobre los indios. A partir de 1750 se da fin a la venta de cargos públicos, esto como esfuerzo limitador de la presencia de americanos en la iglesia y el estado. A pesar de que la población americana iba en aumento y se multiplicaba el número de titulados universitarios, se prefería a los peninsulares para ocupar los cargos. Algunos sectores de la burocracia fueron recolonizados por los españoles, se nombraban a esos cargos peninsulares, haciendo referencia a "uno de nosotros". Según Lynch, lo que buscaba la corona era una administración más profesional y menos dependiente de los intereses locales y un instrumento más decidido de control imperial. Gobierno de compromiso En la América española, hubo siempre un conflicto de intereses, en donde si la Corona quería implementar ciertas medidas debía contar con tener de su lado a los Virreyes y corregidores, quienes contaban con cierta autonomía en el territorio americano debido a que habían negociado cierto grado de independencia con respecto a la autoridad que ejercía la Corona sobre ellos. De esto, también deriva la disparidad entre las formas en que estos funcionarios conseguían ingresos, ya que, mientras que unos lo hacían por medio de tarifas por el préstamo de sus servicios, otros por medio de negocios, y un tercer grupo por el cobro de salarios. La Corona busco establecer un frente unificado de burocracia, en donde todos los funcionarios americanos lucharan por un objetivo en común, pero esto fue imposible debido a que cada cual estaba guiado por intereses individuales y había grandes disputas entre ellos. Esto, también se vio ejemplificado en el caso de la Iglesia, la cual llegaba a mostrar cierto grado de sumisión a la Corona, pero no le servía a nada más fuera de sus intereses como institución. Al ser las élites locales en donde residía en poder económico, la burocracia y la población iniciaron una relación política, en donde los funcionarios tuvieron que llegar a plantearse negociar e incluso estar abiertos al compromiso. Las diferentes alianzas que se establecieron entre el gobierno y los grupos coloniales permitieron que las decisiones tomadas desde los primeros fuesen en la mayoría de los casos pasadas por la consulta a los segundos, ya que, al tener intereses en común, se buscaba que sus relaciones no se vieran truncadas por conflictos de este tipo. El consenso colonial Al ser el gobierno grandemente vulnerable, y al tener gran poder los intereses locales, se forma un sistema de ajuste burocrático. Esta situación, puede describirse como el momento en que la burocracia colonial ejerce de mediador entre la corona y los súbditos americanos, lo cual puede llamarse consenso colonial. Se empieza a manifestar en la participación de los criollos en la burocracia colonial. Gracias a que a partir del decenio de 1630 se empieza a ver la oportunidad de acceder a estos cargos principalmente por compra, los criollos se hacen a estos buscando reconocimiento y poder dentro del territorio americano. Esta venta de cargos llevó a que entre 1633 y 1750, la autoridad real se diluyera considerablemente en América. Otro agente de la política de compromiso fue el corregidor, quien se encargaba de comerciar de alguna manera con el indígena, y recibía grandes beneficios al contar con independencia económica y administrativa. El tercer agente de este compromiso fue la audiencia, en donde debido a una crisis económica, se da la venta de oficios dentro de esta, permitiendo que gran cantidad de criollos empiecen a participar en cargos importantes de esta institución. Por todo esto, es evidente que el consenso redujo el poder de la metrópoli y permitió el incremento de la participación de los americanos en diferentes campos. El estado imperial El gobierno borbónico, abandono ese periodo de actor pasivo imperial, y comenzó a ejercer autoridad fuerte en el territorio americano, buscando recuperar el control sobre los recursos y defenderlos de posibles enemigos extranjeros. Por esto, durante la segunda mitad del siglo XVIII, se empieza a gestar y llevarse a cabo un nuevo proyecto colonial hacia América. A partir de 1750, se pone fin a la venta de altos cargos, tratando con esto de limitar la presencia de americanos en el Estado. Además de limitarlos en su presencia en la Iglesia. Los peninsulares comenzaron a ocupar estos cargos, lo cual se ve ejemplificado en que a partir de 1764 el intendente comienza a sustituir al corregidor. Estas sustituciones de españoles por criollos, se vio no solo en las instituciones burocráticas, sino a sí mismo en las civiles, eclesiásticas y militares. Todos estos cambios se llevaron a cabo dentro de las estructuras tradicionales, sin llegar a vincular un cambio radical. Esta hispanización del gobierno americano permitió que la Corona alcanzara un control mayor en las relaciones comerciales y administrativas que se llevaban a cabo desde allí. Se impuso el liberalismo económico para América, además que los indígenas podían comerciar y trabajar como lo desearan, pero esto no tuvo los frutos esperados. Los indios no sabían desenvolverse en un mercado libre, además de no tener bases en la dependencia del crédito. Por el lado de los intereses locales, tanto peninsulares como criollos, no aceptaban la intervención de la metrópoli. Esto derivó a que los diferentes grupos de intereses aplicaran la ley a su manera. Esto tuvo dobles consecuencias, ya que mientras los Borbones fortalecían el Estado, se debilitaba la Iglesia. En 1767 fueron expulsados los jesuitas, los cuales eran unos 2.500 en total para América. Así mismo, debido a que las milicias estaban compuestas principalmente por americanos, el segundo imperio español estaba administrado por los españoles y financiado y defendido por los americanos. El gobierno colonial, así mismo toma la administración directa de los impuestos que se habían arrendado a contratistas privados. Se hizo un incremento en algunos impuestos, lo que conllevó a una clara resistencia frente a estos, lo cual se evidenció en una serie de rebeliones que desestabilizaron el control de la corona en grandes regiones de América. La política borbónica culminó en América con el decreto de Consolidación de 26 de diciembre de 1804, en donde se confiscaba en América los fondos destinados a obras de caridad, para enviarlos a España. El segundo imperio Gracias al desarrollo del comercio directo, América logró romper el monopolio español y negociar directamente con las naciones comerciantes del mundo. Esto se debió claramente, a la expansión tanto del mercado interno y del interamericano. Así, España logró hacerse a los metales preciosos con los que contaba América, debido también a los consensos hechos con los locales del territorio. Estos sistemas y relaciones no fueron aceptadas por los Borbones. Con su llegada, se pasó de un consenso económico a los controles, de una autonomía a la dependencia, avanzando este proceso al mismo ritmo de un cambio político. Hacia 1778, se anuncia una libertad de comercio, la cual fue claramente limitada. Esto se ejemplifica principalmente en que se abrió América a todos los españoles, pero se cuidó (cerrando su entrada), del resto del mundo, en donde las colonias lograron estar inmersas en el mercado español, pero sin acceso al mercado mundial. El período de 1748-1778, fue de un gran crecimiento sostenido del comercio de las Indias, y obviando una ligera depresión en 1771-1775, las exportaciones fueron en aumento gracias a sectores clave en América. En estos períodos, el papel de América fue siempre de consumidor, extractor de las minas y cultivador de las plantaciones. En este sentido, el libre comercio fue un factor más de recolonización y una división elemental del trabajo. Se empieza a dar la llegada de productos europeos a América, ya que España contaba con otros países de su continente que se encargaran de abastecer sus colonias con productos con los cuales no contaban. Esto no quiere decir que los productos europeos reemplazaran a los americanos, pero si es claro que su importación aumento debido a demandas más en unas zonas que otras. Así mismo, puede verse que los Borbones no hicieron intentos de modernizar la agricultura ni en América ni en España, ya que lo único que buscaban era generar beneficios inmediatos y no a largo plazo. Burócratas, comerciantes y emigrantes, fueron los agentes claves del segundo imperio. En el caso de estos últimos, no llegaron a América por políticas imperiales, solo que su arribo a este territorio coincidió de manera clave con el segundo imperio. De la revitalización a la recesión Las diferentes políticas implementadas debido al gobierno de Carlos III, se mantuvieron hasta 1792, y a partir de entonces los cambios políticos y la guerra internacional determinaron la adopción de unas nuevas medidas coloniales consistentes con la extorsión a corto plazo y en la inmovilidad estructural. El poder imperial de España y la defensa de américa sufrieron la prueba final durante la larga guerra con Gran Bretaña que inició en 1796. En 1997, tras la victoria sobre los españoles, se tomaron unos puntos estratégicos como el puerto de Cádiz, bloqueándolo totalmente, mientras la marina británica hacía lo propio en altamar bloqueando los puertos hispanoamericanos. El resultado fue claramente la caída del comercio. Las colonias españolas, desde hacía varios años, estaba presionando a la corona para lograr abrir su comercio a países extranjeros. España no cedió, pero no tuvo más opción cuando en 1797 funcionarios españoles en Cuba, ante la demanda de esclavos y alimentos, abrieron La Habana a barcos norteamericanos y otros países más. Por esto, España no tuvo más alternativa que hacer lo mismo en Hispanoamérica por el miedo a perder estas posesiones. En 18 de noviembre de 1797, se expide un decreto que permite el comercio legal, el cual llevaba consigo fuertes impuestos. El monopolio español desapareció entre 1797 y 1801. Hacia 1805, España ya había perdido sus últimos pedazos de poder marítimo. Además, para ese mismo año, se hundieron por completo las importaciones de productos coloniales y de metales preciosos. Podía pensarse que América pudiera sobrevivir sin España, pero en el caso contrario la situación era distinta. El modelo borbónico Hasta 1782-1785 la maquinaria del poderío Borbón no estuvo preparada para ejercer control y reformas dentro del sistema español establecido en América. Debido así mismo a la reestructuración dada en América a partir de 1750, ya para inicios del siglo XIX, no se contaba con una colaboración de los grupos locales de intereses para seguir llevando a cabo diferentes políticas y relaciones dentro del territorio colonial. Esto se debió, a que la época de consenso que fue clave para la América española había dejado bases imposibles de olvidar, y solían ser comparadas con cualquier sistema que se buscaba implementar. El proceso de afirmación del Estado Borbónico en América, el cual buscaba limitar la participación americana y de fiscalidad creciente, encontró fuerte resistencia a lo largo y ancho de sus colonias. Por todo esto, el estado borbónico fue más quien recibió la herencia, que el creador de la riqueza colonial, la cual ya se venía dando desde antes con políticas distintas, pero con números así mismo crecientes. Capítulo X – CARLOS IV Y LA CRISIS DE LA ESPAÑA BORBONICA En el décimo capítulo del libro LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII de John Lynch podemos encontrar una serie de acontecimientos sobre la finalización del reinado de Carlos III y el comienzo del reinado de Carlos IV, personajes y decisiones que influyeron en la crisis de la España borbónica. Como sabemos Carlos III dejo una España inestable, con demasiadas deficiencias en el gobierno y era evidente la duración de la mesta, la inquisición, las oligarquías de los ayuntamientos, la jurisdicción señorial, los mayorazgos, los fueros corporativos fue la herencia fatal para un rey poco dotado en un periodo de adversidades. y el sucesor de este no fue el mejor monarca, ya que tenía poca experiencia y que tenía otro tipo de prioridades1como la caza, la carpintería, colección de relojes dejando en segundo lugar los asuntos de estado, como si fuera poco su esposa María Luisa de Parma era la que tomaba decisiones importantes para la corona prácticamente ella era más inteligente y ambiciosa que el propio Carlos IV. En el reino se escuchaban rumores que esta mujer le era infiel a su marido y que ponía sus amantes en cargos importantes, veremos el desenlace de algunos de estos personajes dirigiendo prácticamente la España. Todo los problemas del mal gobierno empezaron por el miedo al estallido de la revolución francesa impidiendo así la entrada de periódicos, publicaciones, paquetes sospechosos procedentes de Francia que fueran referentes de revolución y libertad, impulsando así la inquisición, iniciando una campaña de restricción de pensamiento libre, afectando finalmente la enseñanza universitaria en 1794. El principal objetivo de Carlos IV era salvar su trono de Luis XVI por este motivo mantuvo a 2FLORIDABLANCA en el gobierno este ( era un servidor del absolutismo y no le cabía en la cabeza la desobediencia a la autoridad legítima) por lo tanto lucho fuertemente contra la R. F como fiel ministro español, tomo decisiones severas contra Francia lo cual no fue conveniente para su monarca, destituido así el 28 de febrero de 1972 puesto en su cargo a3ARANDA quien decidió moderar la metodología de Floridablanca argumentando que ‘la hostilidad con respecto a Francia era contraproducente y que carecía de toda sanción militar y que privaba a España de influencia diplomática contra Gran Bretaña’ pero al no lograr sus objetivos de salvar la monarquía fue sustituido por4 MANUEL GODOY (nació en Badajoz el 12 de mayo de 1767 y fue moldeado a gusto de los monarcas) este Lynch, John. La España del siglo XVIII. Carlos iv y la crisis de la España Borbónica. Pag.338 Lynch, John. La España del siglo XVIII. Carlos iv y la crisis de la España Borbónica. Pag.342 3 Lynch, John. La España del siglo XVIII. Carlos iv y la crisis de la España Borbónica. Pag.342 4 Lynch, John. La España del siglo XVIII. Carlos iv y la crisis de la España Borbónica. Pag.343 1 2 empezó una nueva política dejando poco a poco satisfechos a los monarcas fue premiado y honorado por todos los logros que obtuvo, aunque no era muy bien visto por el resto de españoles de la alta5. ‘La crisis del antiguo régimen fue una crisis total que afecto al conjunto de España y a todo su pueblo: al estado y a la iglesia, al ejército y a la marina, a la economía y a la sociedad, a las zonas del interior y a las regiones y, por último, al imperio de ultramar’, los problemas en el gobierno borbónico empeoraron no solo por las guerras sino también por la adversidad demográfica a causa de las grandes epidemias como la fiebre amarilla, el cólera que iban de la mano de la malnutrición, escases de productos, malas cosechas, desempleo, sequias déficit presupuestario a esto se sumó la inflación que propicio la división de la sociedad española, Las tres guerras sucesivas que se dieron en esta época *contra Francia en 1793-1795 *contra gran Bretaña en 1796- 1802 * y nuevamente en 1804- 1808 todos estos acontecimientos provocaron la crisis de la España borbónica6, finalmente Godoy paso el resto de la vida en exilio y Carlos IV y maria luisa abdicaron y fueron enviados a Francia. Continuidad y cambio A la llegada de Carlos IV al poder España estaba atravesando un periodo de “progreso” pues sus ingresos por parte de las colonias eran estables, incluso en el territorio español la producción era favorable, al momento de recibir el trono también fueron recibidos los problemas pues su antecesor (Carlos III) no había conseguido sus ideales (modernización de España) esto debido a la influencia francesa con sus ideas revolucionarias y principalmente por la invasión por parte de su ejército. Estos no eran los únicos problemas de la corona a mediados del siglo XVIII el crecimiento demográfico, el agro y la industria entraron en declive, además estaba el déficit presupuestario originado en la guerra anglosajona (1779-1783) lo cual deterioraba el control. El rey Carlos era despreocupado por el trono, solo se interesaba la caza y la carpintería por lo que su mujer María Luisa de Parma era quien dominaba a su marido y por ende al pueblo, cabe mencionar que los ministros que acompañaban a Carlos IV eran los mismo de su antecesor entre aquellos funcionaros se encontraba el fiel partidario del absolutismo Floridablanca. Revolución y contrarrevolución Personajes como Floridablanca querían impedir el contagio de España de todo tinte revolucionario y se encargó de mantener a los españoles en la ignorancia de los acontecimientos franceses, se presentó la censura de prensa además de una estricta vigilancia en los puertos y en las fronteras para inspeccionar todo tipo de paquetes esto a finales de 1789, para el siguiente año el gobierno español prohibió la entrada en España o exportación a América de cualquier libro cuya cubierta hablara de libertad. Los funcionarios de la inquisición fueron reasignados a las aduanas para el control de la entrada de literatura revolucionaria a España en 1791, muchos de los funcionarios españoles partidarios de la revolución fueron expulsados, el objetivo de esa campaña era preservar a España de la subversión , sin embargo, España no era terreno fértil para una revolución las revueltas provocadas entre 17891791 fueron producto de las malas cosechas y no pasaban de un motín por el pan a lo cual el gobierno respondió con inversiones en el mercado de los cereales. Pese a todas las políticas de protección impuestas por Floridablanca, Carlos IV prescindió de su ministro por el bien de las relaciones exteriores, el cargo de primer secretario de estado fue tomado por Aranda en 1794 este funcionario llego a retirar las políticas de censura expresando que las buenas relaciones con Francia permitirían 5 6 Lynch, John. La España del siglo XVIII. Carlos iv y la crisis de la España Borbónica. Pag.366 Lynch, John. La España del siglo XVIII. Carlos iv y la crisis de la España Borbónica. Pag.377 una influencia diplomática contra Gran Bretaña, luego de no conseguir nada con sus políticas fue removido de su cargo y sustituido por Manuel Godoy. Godoy un estadista <<instantáneo>> Teniendo en cuenta que sus dos antecesores no habían cumplido con las expectativas del rey, es nombrado un nuevo funcionario, dícese nuevo pues no sirvió en el gobierno de Carlos III , en España rondaban varios interrogantes respecto a él, ( si estaba preparado , por que justamente él, no eral acaso alguien muy joven para el cargo) los acontecimientos del momento ameritaban una persona nueva sin ningún nexo con el pasado, Godoy fue moldeado y creado con títulos y honores al gusto de la corona para poder nombrarlo como primer ministro esto tan solo en un par de años por lo que es considerado “estadista instantáneo” a los ojos de los españoles no era un estadista modelo incluso existían rumores de que su cargo lo había obtenido por favores para con la reina pero eso nunca fue comprobado. Las ideas de Godoy eran conservadoras, a pesar de ello proponía un equilibrio entre la monarquía extremista y la revolución liberal. Conto en su mandato con una fuerte oposición eclesiástica sustentada en su política fiscal a expensas de la iglesia y de su aparente simpatía con la libertad de pensamiento. Su política colonial no tuvo un gran cambio, simplemente intensifico la extorsión fiscal. España entre aliados y enemigos A causa de la intervención española para salvar al rey Luis XVI se desata una guerra en la cual Francia exige el desarme de España pues Francia permanecería con sus tropas en Bayona, es así como para marzo de 1793 es declarada la guerra a España dejando en evidencia su debilidad y el desorden de su gobierno el objetivo de Francia era el de derrocar otro rey borbón. España se encontraba entre Francia y Gran Bretaña, pero expreso siempre neutralidad (1789-1792) esto debido al descontento con la nueva Francia, por lo que la revolución francesa es señalada como la destructora del pacto de familia y así mismo del viejo sistema. En 1792 es firmada una alianza con Gran Bretaña por el ministro Godoy, a pesar de que España se mantuvo alejada del conflicto marítimo para preservar sus barcos existía el rumor de España estaba siendo mandad por Gran Bretaña para atacar y así que esta perdiera su armada. En 1795 España decide retirarse de la guerra con su marina intacta sin acceder a las presiones de Gran Bretaña. Los acontecimientos de 1793-1795 dieron muestra de la falta de preparación de España para la guerra esto fundamentado el pacto de familia ya que debido a los 60 años que duro este España nunca se preparó para enfrentar a un adversario de este tipo. Reforma y reacción Las políticas económicas impuestas por el rey en 1793 mediante un edicto en el que eran entregadas a las tierras a los campesinos por la apropiación de tierras legitimando los mínimos 10 años de uso a cambio de una módica renta, así mismo consiguió que el papa aprobara el diezmo para algunos individuos que se encontraban exentos, en 1796 se expide un decreto por el cual los precios serna fijados por el mercado el estado solo intervendría para controlar el fraude, las ayudas del estado iban dirigidas para las manufacturas y los pequeños campesinos. Las ideas de Godoy no eran elaboradas u originales. La crisis del antiguo régimen Las crisis del antiguo régimen afecto a todo el pueblo español desde el estado hasta la iglesia, se dio una disputa entre los tradicionalistas y los reformistas, los primeros rechazaban el absolutismo y los segundos manifestaban una desilusión diferente; incluso luego de la muerte de Carlos III seguían existiendo las instituciones más desacreditadas como la mesta, la inquisición, los mayorazgos entre otras , el absolutismo solo había dejado sentir su peso sobre los jesuitas a lo largo del reino era evidenciable la escasez de comida a pesar de los esfuerzos de la corona reorganizando a los graneros públicos para así almacenar las cosechas de los años prósperos, otra medida fue la de abandonar las capitales y dirigirse a su ciudad de origen. Sin embargo, todas estas medidas fracasaron ante la desastrosa cosecha de 1803-1804 la cual fue la culminación de una serie de años malos además de ello se sumó el problema de la inflación ahondando en las divisiones de la sociedad española esto se fue acrecentando cada vez la estratificación fue más rígida y el interés social adquirió mayor importancia que la posición ideológica. En 1803 se viven los motines más grandes en Madrid a causa de la falta de alimento, las adversidades climáticas se convirtieron en otro de los problemas de la corona en lugares como Valencia, por ejemplo. Otras de las tantas causas de descontento fueron en nuevo método de reclutamiento para la milicia impuesto por Godoy, las exigencias tributarias de la corona, el desempleo y la mendicidad que se transformaron en delincuencia. El presupuesto de la corona no estaba listo para enfrentar el periodo de crisis que atravesaban, pues este solo tenía dos destinos la corte y la defensa. Para cubrir el déficit del gobierno se recurrió nuevamente a la iglesia fueron expropiadas de manera parcial las propiedades de la iglesia, se extendió y diezmo, se les exigió una renta anual a las religiosas es así como la iglesia se convirtió en el gran perdedor del hundimiento del antiguo régimen.