Vacaciones juveniles en Bucarest Antes de graduarnos en la escuela mis compañeros y yo ya habíamos decidido que haríamos un viaje de un año por toda Europa antes de dedicarnos a los estudios universitarios. Ahorrando durante dos años completos logramos tener suficiente para lanzarnos la aventura de nuestras vidas. Gracias a la ayuda de nuestros padres y de la agencia de viajes “Travel with Zee” especialista en salidas grupales conseguimos un buen descuento en un viaje que empezaría en la romántica y misteriosa ciudad de BucarestRumanía, la cual nos pareció perfecta por su llamativa historia y fama en diversión nocturna. Reservamos habitaciones en el famoso Radisson Blu Hotel Bucharest un lugar elegante, cómodo y espacioso para un grupo tan diverso como el nuestro, allí nos dieron una cálida bienvenida y nos presentaron a Jorjack, un chico de nuestra edad quien sería nuestro guía y traductor. A la mañana siguiente de nuestra llegada, luego de relajarnos y descansar por el cambio de horario nuestro guía nos llevó en un recorrido a pie por los mercados y mahallas bohemios de Bucarest, donde pudimos disfrutar de algunos platos típicos como los mititei que no son más que rollos de carne de ternera, cerdo u oveja sazonados con ajo y otras especies acompañados de papas fritas y que son muy comunes en la época primaveral. Seguimos paseando y llegamos hasta uno de los templos más famosos y emblemáticos de la ciudad, la iglesia o mejor conocida como Biserica de Stavropoleos, es un templo ortodoxo que antiguamente fue un monasterio para monjas, es un lugar de obligada visita, que por ser de pequeño tamaño guarda un tesoro arquitectónico de increíble belleza, fue una experiencia recorrerlo y asombrarse por el trabajo tan exquisito realizado en su construcción. Nuestra siguiente parada fue el famoso restaurant de comida típica Caru' cu bere, conocido por sus famosas ciorbas, que son sopas de terneras, legumbres y de tripas o callos dependiendo del gusto del visitante, yo pedí una ciorba de legumbres, llena con variedad de verduras que a pesar de lo especiada tiene un sabor exquisito y muy ligero para el paladar. En la tarde descansamos y por la noche nuestro guía nos llevó a recorrer la ciudad en un paseo por la vida nocturna de Bucarest, de pub en pub, pudimos conocer jóvenes turistas como nosotros que aprovechaban sus vacaciones. A la mañana siguiente partimos hacia un día completo de excursión hacia El Castillo de Bran y Castillo de Poenari famosos por su asociación con Vlad El Empalador, en el que se baso el autor del personaje de Drácula. Son estructuras imponentes, llenos de antigüedad y con gran valor arquitectónico, si bien nunca fueron emplazamientos militares, gozan de gran curiosidad por los turistas que se ven atraídos hacia su leyenda. Las tardes son los momentos ideales para deleitarse con las pastas o postres de Rumanía por cual puedes encontrarte cualquier sala de té o café que te brinde la experiencia, tal es el caso del Camera din Fata, que debo decir es mi lugar favorito y donde me enamoré de los placinta que es una masa de hojaldre rellena que se acompaña a las bebidas. Visitar Bucarest-Rumanía, fue recorrer una parte de la historia de Europa, un recorrido fabuloso, exótico y lleno de historias y anécdotas.