Como consecuencia de este descubrimiento, el DDT fue prohibido para uso indiscriminado en muchos países. Además, en los años 1950 se descubrieron varios casos de intoxicación masiva por compuestos orgánicos de mercurio, como el desastre ecológico de la bahía de Minamata, en Japón, donde se dio a conocer la enfermedad de Minamata. Las sustancias potencialmente bioacumulables son, entre otras, la Aldrina, el Captafol, el Clordano, los compuestos de mercurio, el Dicofol, el DDT, la Dieldrina, el Dinoseb, el Endrin, la Fenacetina, el HCH, el Heptacloro, el Lindano, el Paratión, el PBB, el PBDE, el Piretroide, los compuestos Organofosforados, el Óxido de Tributilestaño, el Toxafeno, los compuestos que contienen Bifenilos policlorados (policloruro de bifenilo o PCBs) y el Trióxido de antimonio. También son bioacumulables los metales pesados. El convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, que entró en vigor en el 2004, tiene como objetivo proteger la salud humana y el medio ambiente de Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs). El convenio requiere que las Partes tomen medidas para eliminar o reducir la producción, utilización, importación, exportación y emisión al medio ambiente de COPs e incluye disposiciones en cuanto al acceso a la información, la sensibilización y formación del público y la participación en el desarrollo de planes de aplicación. La Bioacumulación no tiene por qué ser una preocupación si el compuesto acumulado no es nocivo, pero algunos como el mercurio se pueden acumular en los tejidos y éste sí que es un elemento muy perjudicial para la salud. Los contaminantes químicos que son bioacumulables provienen de muchas fuentes y un ejemplo de ello son los componentes de los pesticidas, muchos de los cuales son retenidos por los organismos. La lluvia puede lavar las tierras recientemente tratadas con pesticidas y hacer que por escorrentía estos productos acaben en arroyos, ríos, estuarios y finalmente en el mar y entren en contacto con la fauna y la flora de los distintos ecosistemas que recorra Otra de las principal fuentes de contaminantes tóxicos son los compuestos que provienen de las chimeneas industriales y de las emisiones de los automóviles y vehículos que queman combustibles de origen fósil y que vuelven a la tierra en forma de precipitaciones. La descarga deliberada de desechos en los ríos es otra fuente de contaminantes químicos. La biomagnificación Una vez que un contaminante se encuentra en el agua o en el suelo puede entrar fácilmente en la cadena alimentaria, primero a través del fitoplancton de allí al zooplancton (que se alimenta del primero) y desde ese punto en más, va ascendiendo escalón a escalón hasta llegar a la cima de la pirámide del consumo, que muchas veces son los seres humanos. Si bien la cantidad de contaminantes podría haber sido lo suficientemente pequeña como para no causar ningún daño en los niveles más bajos de la cadena trófica, estas acaban sumándose y podrían causar graves daños a los organismos superiores de la pirámide alimenticia. Este fenómeno se conoce como biomagnificación. El ejemplo del DDT Uno de los ejemplos clásicos de bioacumulación que dieron lugar a biomagnificación se produjo con el tristemente célebre insecticida denominado diclorodifeniltricloroetano y más conocido como DDT. El DDT era un insecticida que se inventó en los Estados Unidos en el año 1939 y que hasta mediados de la década de los 70 se usaba con asiduidad para ayudar a controlar plagas de mosquitos y de otros insectos. La lluvia llevaba el DDT hacia las corrientes de agua desde donde este producto altamente tóxico encontraba facilidades para llegar a lagos y océanos. El contaminante bioacumulado dentro de cada organismo y luego biomagnificado a través de la red de alimentos alcanzó niveles muy altos. Un ejemplo de los depredadores que fueron víctimas de estos procesos, es el de las aves rapaces y marinas como las águilas calvas y las pescadoras, los halcones peregrinos y los pelícanos marrones y las garzas que lo ingirieron al comer peces. Los niveles de DDT encontrados en las cáscaras de los huevos de dichas aves eran altísimos, lo que explicaba la fragilidad de los mismos; el resultado fue que mientras intentaban empollarlos, sus padres rompían los huevos y los polluelos morían, por lo que la población de estas aves se desplomó. El DDT fue finalmente prohibido en los Estados Unidos en 1972 y en el resto del mundo en fechas sucesivas y desde entonces se han producido aumentos bastante importantes en las poblaciones de varias de estas aves rapaces. El mercurio La contaminación por Mercurio es otro de los ejemplos clásicos del proceso de bioacumulación. Por lo general, el mercurio (o una versión química llamada metilmercurio) es absorbido por las bacterias y el fitoplancton. Los peces pequeños se alimentan de las bacterias y del fitoplancton y acumulan el mercurio. Estos son a su vez comidos por peces más grandes, que pueden convertirse en alimento para humanos y animales. El resultado puede ser la acumulación (biomagnificación) de grandes concentraciones de mercurio en los tejidos de humanos y animales. Un peligro para las personas? La bioacumulación y biomagnificación de los contaminantes tóxicos también pueden poner en riesgo la salud humana. Cuando los seres humanos comen organismos que se encuentran en una posición relativamente alta en la cadena trófica, están expuestos a ingerir altas dosis de algunos productos químicos nocivos. El pez espada, el tiburón y el atún a menudo han bioacumulado grandes cantidades de mercurio y muchos de los llamados pescados azules pueden tener altas concentraciones de bifenilos policlorados (PCB) que pueden acabar siendo también bioacumulados, pero esta vez en el organismo de los seres humanos. Se está avanzando en los esfuerzos para disminuir la bioacumulación de compuestos tóxicos, por ejemplo mediante la legislación que prohíbe la eliminación de ciertos productos en el agua, lo cual ayuda a reducir el nivel de compuestos tóxicos que son capaces de ser acumulados en la cadena alimentaria. Por otra parte, ciertos microorganismos están siendo diseñados genéticamente para ser capaces de utilizar un material tóxico como el mercurio como fuente de alimento. Tales bacterias serían las encargadas de eliminar directamente el compuesto del Medio Ambiente. Un grupo de investigadores españoles (Luis Mariano Mateos Delgado, responsable del estudio) ha conseguido modificar el contenido genético de la bacteria Corynebacterium glutamicum para que sea capaz de acumular arsénico, un metal pesado presente en las aguas residuales de las explotaciones mineras. Uno de los logros del ensayo ha sido eliminar ciertos genes de este microorganismo para que no libere el arsénico y aumente su capacidad de retención hasta 20 veces más que en su estado natural. El no añadir genes también es importante porque permitiría su introducción en el ambiente. Un problema no resuelto es que muere cuando las dosis de arsénico son muy elevadas. No obstante, al tener una pared celular más dura que sus símiles (bacterias gram positivas por ejemplo), su carcasa externa es dura, impidiendo así la eliminación del tóxico. Entre las décadas de 1930 y 1940, la fábrica Chisso empezó a producir aldehído acético y cloruro de vinilo (elementos de fabricación del plástico). Como catalizador del proceso se utilizaba mercurio metálico que después era vertido al agua sin tratar, llegando a la bahía de Minamata en Japón. Así, la enfermedad de Minamata recibe dicho nombre por ser el centro de un brote de envenenamiento por metilmercurio en la década de los 50. En 1956, el año en que se detectó el brote, murieron aproximadamente 45 personas. Creída en principio como una enfermedad contagiosa, entre 1953 y 1965 se contabilizaron 111 víctimas y más de 400 casos con problemas neurológicos.