1. El autor y su época 1.1 Boccaccio Giovanni Boccaccio nació en de 1313. Pudo haber nacido en Florencia, en Certaldo o, incluso, según algunas fuentes, en París, lugar al que su padre debía desplazarse a menudo por razón de su trabajo. Se sabe que su infancia transcurrió en Florencia hasta 1325 o 1327. En 1331 conoció a una dama napolitana de la que se enamoró apasionadamente a la que inmortalizó con el nombre de Fiammetta («Llamita») y a la que cortejó sin descanso con canciones y sonetos. Bajo su influencia escribió Boccaccio sus novelas y poemas juveniles. Se sabe que fue Fiammetta la que puso fin a la relación entre los dos, y que la ruptura le causó a Boccaccio un hondo dolor. En diciembre de 1340, después de al menos trece años en Nápoles, tuvo que regresar a Florencia a causa de un grave revés financiero sufrido por su padre. Entre 1346 y 1348 vivió en Rávena. En 1348 regresó a Florencia, donde fue testigo de la peste que describe en el Decamerón. En 1351 le fue confiado el encargo de desplazarse a Padua, donde vivía Petrarca, a quien había conocido el año anterior, para invitarlo a instalarse en Florencia como profesor. Entre ambos escritores nació una sincera amistad que se prolongaría hasta la muerte de Petrarca, en 1374. En el último período de su vida recibió del ayuntamiento de Florencia el encargo de realizar una lectura pública de La Divina Comedia de Dante, que no pudo concluir a causa de la enfermedad que le causó la muerte el 21 de diciembre de 1375. El legado más valioso de Boccaccio es el Decamerón que lo convierte en el fundador de la prosa italiana. En este libro da a conocer su visión cínica e indulgente de las flaquezas, los pecados y la corrupción de los hombres de su época. 1.2 Contexto histórico-literario. Boccaccio desarrolla su obra en el siglo XIV, al inicio del Renacimiento. La época de mayor plenitud del Renacimiento fue en el siglo XVI. En ella se dieron numerosos cambios en economía, política, religión, cultura… Florencia era, en la época de Boccaccio, la ciudad más moderna e importante de Italia y casi toda Europa. Su industria textil encabezaba todas las fuerzas de la economía europea y el florín de oro, la moneda florentina era la más fuerte de Europa y llegaría a representar el poder del intercambio florentin. El Renacimiento y este poder económico y social burgués resultan clave para la formación de una nueva mentalidad que rompe con la visión medieval del mundo. La burguesía toma las riendas de la ciudad de Florencia e impone su visión laica del mundo mientras la Iglesia se resiste a perder su supremacía cultural. La burguesía, como clase utilitaria y poderosa, desea alcanzar una nueva dignidad e imponer sus valores de perseverancia, astucia, trabajo, humanidad y antropocentrismo. En cuanto al pensamiento religioso, se pasa del pensamiento teocéntrico al antropocéntrico, es decir, que Dios es sustituido por el ser humano. Este auge del comercio y las finanzas aumentaron también la práctica de la usura (prestar a intereses muy elevados), que acabarán provocando la ruina de numerosas compañías. 1 El Decamerón ilustra esta transición a la perfección. Se critica en varios cuentos la vida ascética y se elogia el amor humano en su aspecto sensual y sexual por ser una fuerza natural tan poderosa que es inútil luchar contra ella. El antropocentrismo boccacciano se muestra en su elogio del ingenio como cualidad específicamente humana. Además, Boccaccio rompe con la tradición de escritos místicos y presenta al ser humano como dueño de su destino, que ya no está escrito por una divinidad. La obra de Boccaccio se centra en las virtudes y defectos del ser humano. Boccaccio incluye otro rasgo renacentista en su obra: la reivindicación de la libertad. Boccaccio responde a las críticas con un pequeño resumen al principio de cada cuento para que, de esta forma, el lector pueda elegir leerlo o no, es decir, nos da a los lectores libertad para leer y a él, libertad para escribir. 2. La obra y su contexto Como sus contemporáneos Dante y Petrarca, Boccaccio es autor de obras en latín y en italiano. Entre sus obras latinas destacan una genealogía de los dioses en la que recopila diversas leyendas de la mitología clásica y una serie de biografías de hombres y mujeres ilustres de todas las épocas. En italiano escribió varias novelas (Filocolo, de tema amoroso, Elegía de madonna Fiammetta, reflejo de su pasión amorosa por esta dama napolitana y el Ameto, de tema pastoril). También escribió poemas de tema mitológico (La caza de Diana, Filostrato, Teseida) y una sátira contra las mujeres, Corbacho, que se inscribe en la tradición de la literatura misógina de la época y que tiene su origen en un enamoramiento poco exitoso de Boccaccio. El Decamerón El Decamerón, su obra más importante, es un libro constituido por cien cuentos, terminado por Giovanni Boccaccio en 1351. La obra está situada en la Florencia asolada por la peste negra de 1348. Diez jóvenes adinerados (siete damas y tres caballeros) se retiran a una villa en las afueras de Florencia huyendo de la peste, y para entretenerse (carpe diem) deciden que cada día durante diez contarán cada uno una historia. De ahí viene el título del libro, pues decamerón en griego significa diez días. Cada jornada la gobierna uno de los jóvenes que elige el tema sobre el que tratarán los cuentos de ese día. Los tres marcos narrativos, el del autor, el de los narradores y el de los cuentos, son un magnífico mecanismo de inserción de la acción heredado de Las mil y una noches y perfeccionado, pues los marcos están mucho más elaborados. La obra boccacciana continuó la tendencia medieval de crear obras de gran longitud que fuesen un compendio de la sabiduría de la época y diesen unas normas de vida. Las jornadas versan en su mayoría sobre asuntos concretos (la astucia, la fortuna, el amor infeliz, etc), salvo la primera y la novena que son de temática libre. Los asuntos que se tratan están tomados de la tradición literaria oriental (Las mil y una noches), grecolatina (en especial, el Asno de oro de Apuleyo) o de la literatura oral y las anécdotas florentinas o napolitanas. El componente erótico destaca por su proliferación en los cuentos pero lo que más sobresale es el ingenio de los personajes para conseguir aquello que desean, ya sea honrado o licencioso. Esto supone la sustitución del pensamiento medieval, basado en la preocupación por el pecado y la 2 consiguiente culpabilidad, por el humanista, que defiende una nueva concepción del mundo (antropocéntrica) en la que el ser humana vive para disfrutar de los placeres de la existencia. Los grandes temas de la obra son: la exaltación del valor burgués por excelencia, la astucia, el amor como motor del mundo, y el elogio del ideal cortés de la sociedad mercantil. El Decamerón es una obra precursora del Renacimiento, por la concepción profana del hombre y la ausencia de rasgos fantástico o míticos, es decir, el realismo de sus espacios y su trama. Su intención no es moralizar, como sucede en otros compendios de relatos medievales (El Conde Lucanor), sino entretener. La obra presenta una realidad múltiple desde varias perspectivas. Esto lo podemos observar en el final de la novela primera cuando Emilia nos dice que también podría ser que Madona Tesa hubiese puesto la calavera mirando a Fiésole pero que un campesino la hubiese movido. Todo esto dota a la obra de un carácter humanista y antropocéntrico que la aleja del medievo. 3. Los temas Los diez jóvenes protagonistas del Decamerón vivían en una sociedad rígidamente jerarquizada, por lo que, en cuanto determinan ir a la villa fijan también unas reglas: Pero ya que las cosas todas en que no hay orden no pueden durar largamente […] estimo preciso que se convenga que, de entre nosotros, haya alguno que nos rija. Las seguirán estrictamente durante toda la obra. Consisten en que cada día será rey uno de ellos y podrá elegir un tema sobre el que traten los cuentos. La disposición de los temas está destinada a dar un retrato gradual de la sociedad, empezando por la visión de la muerte y la degradación de la sociedad que se retrata en la descripción de la epidemia de peste negra y cerrando la obra idealmente con la exaltación de las virtudes burguesas. En la Primera Jornada la reina es Pampínea que es la que propone este entretenimiento. Es la mayor y más experimentada de las mujeres, está muy segura de sí misma. Durante su reinado el tema es libre aunque los relatos suelen versar sobre temas tradicionales de la literatura europea tomados de la cultura árabe. Son relatos oscuros en los que se reprueban vicios y se critica la actitud hipócrita de la Iglesia, en especial de los frailes. La Segunda Jornada es la dirigida por Filomena, una mujer lasciva y lujuriosa, que propone hablar de aquellos que tras sufrir desventuras encuentran un final feliz debido a la fortuna. Neifile, cuyo nombre significa “nueva en el amor”, es la reina de la Tercera Jornada. Es joven e inexperta y amada de uno de los jóvenes. Ese día el tema central de las novelas será la astucia para conseguir lo que se quiere o recuperar lo perdido. La Cuarta Jornada es la de los amores aniquiladores, los que tienen un fin trágico. La gobierna Filóstrato, el amante infeliz, cuyo nombre significa “vencido por el amor” y es el protagonista de El Filostrato, aunque su nombre en él es Troilo. 3 Fiammetta (llamita) es la que rige la Quinta Jornada. Es el nombre que le da Boccaccio a su amada, a ella están dedicadas muchas de sus obras. Su tema elegido son los amores de final feliz tras sucesos desafortunados. En la Sexta Jornada es Elisa, la amante no correspondida, quien gobierna y bajo su mando se sucederán historias en las que la clave sea la agudeza verbal para “evitar una pérdida, un peligro o un escarnio”, es decir, la astucia de nuevo. Elisa es otro de los nombres que se le daba a Dido, la reina de Cartago, a quien Eneas abandonó para fundar Roma. Es por eso que este personaje siempre parece melancólico y despechado y que al final de la jornada cantará su infeliz amor. La Séptima Jornada trata de los engaños que hacen las mujeres a sus maridos, ya por amor, ya por su propia salvación. El tema lo propone Dioneo, un joven lujurioso de carácter subversivo y rompedor, su nombre proviene de uno de los dados a Venus o a su madre (Virgilio), lo que subraya su disposición al placer y las fiestas. Lauretta, el laurel poético, como la amada de Petrarca en el Cancionero, es la designada reina durante la Octava Jornada. Los cuentos también tratarán sobre la astucia, en este caso en su triunfo sobre la candidez. En la Novena Jornada se hace un resumen de todo lo anterior y se relatan cuentos obscenos, la reina es Emilia, mujer vanidosa como presentaba la literatura tradicional a las de aquel nombre. Era la heroína de la Teseida delle nozze di Emilia, un poema épico compuesto por Boccaccio. La Décima Jornada es la culminación del libro y en ella se trata el tema de la generosidad como el triunfo de los valores burgueses. La gobierna Pánfilo, que significa “todo amor” en griego y es la personificación del amante. 3.1 El amor En el Decamerón el amor se entiende desde diferentes perspectivas. En primer lugar debe destacarse que la pasión amorosa es presentada casi siempre como un impulso natural propio de la condición humana que, en ocasiones, llega a convertirse en una auténtica prisión. Junto a esta visión de partida, Boccaccio a menudo se decanta por una perspectiva erótica, aunque también presenta en algunas historias una visión idealizada de las relaciones amorosas. Por último, debe señalarse cómo las relaciones amorosas entre los personajes pueden conducir a la purificación, en la línea que ya había mostrado la lírica del Dolce Stil Nuovo, o bien a la aniquilación de los amantes, dependiendo del cuento que leamos. Repasemos brevemente a continuación cada una de las visiones boccaccianas del amor. El sentimiento amoroso como impulso natural se pone de manifiesto en la justificación que hace el autor antes de la Cuarta Jornada, donde pretende responder a las críticas recibidas. Mediante el ejemplo del hijo de Filippo Balducci (un joven que nunca había conocido a ninguna mujer y al verlas por primera vez se siente atraído inevitablemente y quiere poseer una de ellas), alude Boccaccio al carácter ineludible de la atracción hacia las mujeres. Él entiende el amor como uno de los motores principales del comportamiento humano, ya sea este de corte trágico, reflejado en la Cuarta Jornada, o feliz (Quinta Jornada), noble o desvergonzado, entre distintas clases sociales o no. Los seres humanos son incapaces de defenderse del amor pues es una fuerza ineludible, como ya reflejaba el amor cortés, aunque con algunas diferencias evidentes, ya que en el amor cortés la amada era un ser superior, lo que no sucede en la obra boccacciana en la que la mujer está en plano de igualdad con el hombre. Tampoco es un ser cruel que rechaza al poeta, sino que, sobretodo en la Séptima Jornada, lo acoge de buen grado. 4 Para conseguir que el amor triunfe, los enamorados serán capaces de sortear numerosos obstáculos, tales como maridos celosos, prejuicios culturales o sociales, recurriendo al ingenio y la astucia y, en ocasiones, al deseo de venganza de la mujer contra el marido infundadamente celoso, una figura que aparecerá varias veces en la Séptima Jornada. En cuanto al amor como erotismo, Boccaccio describe el amor como sensual, pero no se detiene en detalles obscenos, pues su finalidad no es otra que hacer reparar al lector en el juego de instintos y sentimientos. El erotismo presente en muchos de los relatos es característico de la época de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Es un amor carnal que suele triunfar, en especial en la Séptima Jornada, en contraposición con el renacentista, que es platónico e irrealizable. Esta concepción tan poco espiritual del amor se acerca a la medieval, aunque igualmente se podría defender que es precisamente este interés en lo carnal, en lo terrenal, un rasgo renacentista derivado del antropocentrismo. Los personajes del Decamerón en ocasiones identifican el amor como una prisión, ya que este es tan fuerte que les obliga a actuar en contra de la tradición, las normas sociales y hasta las leyes. Es el caso de Ghismunda, la protagonista de la novela primera de la Cuarta Jornada que se enfrenta a su padre cuando este descubre que ha tomado un amante y defiende su derecho a gozar de los mismo placeres que los hombres, a no estar encerrada en una jaula de oro. Es de destacar que esta mujer que se rebela contra su sociedad comparte época con las mujeres-ángeles del Dolce Stil Nuovo. Este sentimiento amoroso que experimentan los personajes es a menudo una pasión noble, que purifica a quien la sufre, capaz de llegar al paroxismo, es decir, a la exaltación de los sentimientos, pasiones y afectos, y al heroísmo engrandecedor del ser humano. Boccaccio sigue así la tendencia que ya se apreciaba en Dante: la figura femenina es capaz de conducir al hombre hacia su salvación, como en las páginas de la Divina Comedia demuestra la bella Beatrice que guía al viajero Dante hasta la presencia de Dios. Otro tipo de amor es aquel que condena a a quienes lo profesan. Esta clase de cuentos aparece en la Cuarta Jornada, donde en la mayoría de las ocasiones uno o los dos amantes tienen un fin desgraciado. Así sucedió con Lisabeta y su amante en la novela quinta de la citada jornada: el amor que esta tenía a Lorenzo la llevó a la locura cuando sus hermanos, deshonrados, le mataron, ella lo descubrió y enterró su cabeza en un albaquero donde le lloraba todos los días hasta que, finalmente, murió. El tema principal de la Séptima Jornada son los engaños que las mujeres hacen para conquistar al amante, como sucede en la novela novena, en la que Pirro le pone tres pruebas a la mujer del rey con el fin de que esta le demuestre que su amor es legítimo, o para salir de situaciones peligrosas, a menudo el descubrimiento de su infidelidad. Podemos poner el ejemplo de Madona Tesa, quien para que su marido no se apercibiese de que le engañaba con otro, hizo pasar a su amante por un fantasma y junto con su marido simuló conjurarle. Boccaccio utiliza este libro para denunciar la situación desgraciada de las mujeres, sexual, familiar y socialmente hablando, como ya afirma en el proemio al decir que el libro está dedicado a aquellas mujeres que, amando, deben mantener las amorosas llamas ocultas. Demuestra asimismo un gran conocimiento de la psicología de la mujer. 3.2 El culto a la inteligencia En la obra de Boccaccio la fortuna está muy presente y los personajes deben desviar su destino con sus propios medios, la inteligencia y la astucia, sin que haya lugar para la divinidad. El culto a la astucia no es abstracto, sino humano en todas sus formas y está ampliamente escenificada en los 5 personajes, desde el delincuente astuto al caballero digno. El vividor y el memo coexisten en los cuentos y casi siempre gana el vividor, este hecho podemos observarlo en la novela primera de la Séptima Jornada en la que el marido, un simple, es engañado por su mujer, que está decidida a disfrutar con su amante. Un escritor de estilo parecido, pese a ser anterior a Boccaccio, es el Arcipreste de Hita, cuyos cuentos son tan joviales y llenos de vitalidad como los del Decamerón. Juan Ruiz hace gala de su ingenio, sentido del humor y capacidad de disfrutar de la vida en el Libro de Buen Amor. Aunque, a diferencia de Boccaccio que pone de manifiesto la finalidad del libro en el proemio, él juega con la ambigüedad de esta. Es curioso que habiendo tantas diferencias como había entre ambos, Boccaccio era humanista y el Arcipreste pertenecía al Mester de Clerecía, el uno era burgués y el otro religioso y los dos habían nacido en distintos países, ambos desarrollaran el mismo estilo de relatos, aunque en diferente formato (prosa y poesía) sin que hubiese ningún contacto, ni uno fuese fuente del otro. 3.3 El elogio del ideal cortés de la sociedad mercantil. El objetivo de Boccaccio al escribir el Decamerón era hacer un retrato realista de la sociedad de su época. Sin embargo, al hacerlo también exalta un conjunto de valores propios del mundo caballeresco en el sentido en que tiempo después serán expresados por Maquiavelo. El humanista del Renacimiento destacará el altruismo y la honradez como virtudes caballerescas, aunque sin abandonar el ingenio, tan apreciado por la clase social burguesa. Boccaccio, en esta línea, piensa en el mercader como en un caballero, uno urbano, que ya no tiene que ir a la guerra para alcanzar la gloria, sino prestar dinero a los reyes para que estos puedan hacerlo, y que es el representante de la clase utilitaria y poderosa de su sociedad. Este caballero urbano representa el paso del feudalismo al capitalismo. Pero el libro está dedicado a las mujeres, por lo que Boccaccio aplica este nuevo ideal, que no es otra cosa que una rememoración del tópico sapientia et fortitudo del héroe clásico readaptado a la sociedad mercantil y, en la Séptima Jornada, a las mujeres. A estas se las alaba por el uso de su ingenio para salir airosas de situaciones desafortunadas provocadas por sus maridos y propiciadas por la adopción de un amante. 3.4 Tópicos o motivos literarios Son varios los tópicos literarios que aparecen continuamente en la Séptima Jornada: el triángulo amoroso, la mujer, en concreto, la ingeniosa, el locus amoenus, el fraile lascivo y pícaro y el marido celoso. El triángulo amoroso Este tópico se da en varios cuentos en el esquema Marido-Mujer-Amante de la mujer. La acción se desarrolla siempre de la misma manera con variaciones en el final, la mujer mediante una burla logra consumar y encubrir su infidelidad y generalmente continúa con el engaño. Es uno de los tópicos mas antiguos de la historia y el más recurrente, pues ya se daba en la Antigüedad grecolatina, en la tradición oriental y sigue apareciendo en múltiples obras medievales, como es el caso de la historia de don Pitas Payas, que Juan Ruiz introduce en el Libro de Buen Amor. Así sucede en la novela segunda de la Cuarta Jornada, en la que un fraile se hace pasar por el ángel Gabriel para yacer con una mujer casada. En otros relatos el triángulo amoroso es el motivo central de la trama de intriga, así ocurre, por ejemplo, novela sexta de la Novena Jornada. En ella, 6 un joven enamorado de la hija de un hombre muy hospitalario consigue consumar su amor al mismo tiempo que una serie de equívocos conducen a la mujer de este hombre a la cama del compañero del pretendiente de su hija. Las burlas que hacen las mujeres, las hacen para defenderse, pero también para conseguir humillar al marido al ser derrotado por la astucia de una mujer (recordamos que esta época a la mujer se la veía como un ser débil, pero también malvado). Los engaños que realizan son su venganza ante situaciones o actitudes injustas, y están justificados por el narrador y los jóvenes. Los celos infundados, que vemos en la novelas cuarta, quinta y octava, la mojigatería y la vida ascética, de la cual tenemos un ejemplo en Gianni Loteringui, protagonista de la novela primera y en el marido de Madona Agnesa en la Tercera son, entre otras, las actitudes que motivan las burlas de las mujeres. El matrimonio como medio de ascensión social es otra, como le ocurre a Mona Sismonda en la octava, en la cual también aparecen los celos, aunque en este caso estén justificados. El locus amoenus Este tópico literario que en latín significa lugar agradable consiste en describir la naturaleza que rodea la acción de la obra como un lugar idílico (prado verde, flores, armonía de colores, suave brisa, día soleado...). El locus amoenus que aparece en la Séptima Jornada del Decamerón es el Valle de las Damas, el lugar al que se trasladan los jóvenes tras la Sexta Jornada. Es el marco de los narradores, el espacio exterior de la obra, representante de la evasión moral y física de los diez jóvenes que huyen de la ciudad apestada. El contacto con la naturaleza les regenera interiormente, en la descripción del Valle de las Damas podemos encontrar multitud de símbolos de este proceso de regeneración y purificación que experimentan los protagonistas del Decamerón (los vivaces laureles y los bellos árboles como símbolo de fecundidad, que recuerda que a una gran mortandad le sigue una época de bonanza y felicidad, o el bello lago, símbolo de purificación, ya que Jesús se bautizó en un lago y el bautismo en la tradición cristiana es el perdón de todos los pecados). El Valle de las Damas, un idílico y bello lugar concebido para el disfrute y deleite, que está lleno de contenido simbólico (Paraíso Celestial), contrasta enormemente con el espacio interior de los cuentos que es más realista, variado y material. En los cuentos, con unas pocas pinceladas Boccaccio sitúa el relato en una ciudad concreta (Florencia, Nápoles...), convirtiendo el espacio de la narración no en algo idílico, sino verosímil. El fraile lascivo y pícaro La crítica anticlerical es un tema recurrente en la obra boccacciana y es en especial abundante en el Decamerón, donde los frailes licenciosos de doble moral consiguen los favores de las damas mediante artimañas, generalmente con la aprobación de estas. Boccaccio hereda este tópico de la narrativa clásica occidental que trataba los deslices eróticos de los eclesiásticos desde antiguo. Un ejemplo de fraile lascivo es el que encontramos en la novela tercera. Fray Reinaldo es el compadre de Madona Agnesa y por medio de esa relación consigue convencerla de que, una vez que se quita los hábitos, es un hombre como otro cualquiera y por tanto, la infidelidad es un pecado menor que Dios perdona con facilidad. El marido celoso El marido celoso es el personaje que recibe las burlas más feroces y el desprecio total de Boccaccio. En la cuarta novela se puede observar la visión de conjunto sobre las relaciones 7 familiares que da forma a la Séptima Jornada: se da una opinión negativa de los celos de los maridos que al principio son infundados pero que acaban estando justificados cuando, habiendo los hombres encerrado y ofendido a sus esposas, estas deciden tomar un amante, ya sea por ofensa (4) o por amor (5 y 8). Fiammetta, la narradora de la novela quinta, afirma antes del inicio de su relato que cualquier cosa que las mujeres hagan a sus maridos celosos está justificada, pues ellos las condenan a morir manteniéndolas aisladas. En el cuento octavo, tras describir brutalmente la situación de aislamiento en la que está Mona Sismonda, se procede a valorar la astucia de la estrategia del cordoncillo. Con esto se comprueba la tesis planteada en la Séptima Jornada, de que cuanta mayor dificultad exista de realizar un engaño, mayor será la elaboración de la estrategia y más rebuscada resultará. 4. La técnica narrativa El Decamerón se caracteriza por la escasez de fragmentos descriptivos, y diálogos. La integración de los diálogos en la narración por medio del estilo indirecto dota al relato de una gran agilidad y lo acerca a la narración oral. La estructura La estructura destaca por su increíble perfección. La técnica del relato enmarcado es ejecutada con maestría por Boccaccio, que consiguió superar ampliamente las colecciones de cuentos anteriores, occidentales y orientales, y lo hizo con modernidad. La inserción de los cuentos en el marco de los narradores y el de estos en el del autor es uno de los aspectos más innovadores del libro. Podemos encontrar tres niveles en la estructura en marco insertada: • Marco del autor, es en el que este habla a sus lectoras y corresponde al espacio exterior de las novelas. Incluye el “Proemio”, los epígrafes que definen el límite de las novelas, la “Introducción” de la Cuarta Jornada en la que se defiende de la crítica y la “Conclusión del autor” al final del libro en la que confirma su auctoritas, es decir, que él es el autor y orienta el proceso de desciframiento del lector. • Marco de los narradores, está compuesto por varias secciones, la “Introducción” a la Primera Jornada, las introducciones y conclusiones de cada jornada y la transición de una novela a otra, los preámbulos. En este marco el autor describe las coordenadas socioculturales: la peste negra de 1348 en Florencia y el viaje de los diez narradores a un lugar idílico. Los narradores son: Fiammetta, Lauretta, Neifile, Filomena, Emilia, Pánfilo, Dioneo, Pampínea, Filóstrato y Elisa, diez jóvenes burgueses. • Marco de los cuentos, son los relatos contados por los jóvenes que constan de la típica estructura narrativa (introducción-nudo-desenlace). En esta sección podríamos encuadrar otro marco más en el caso de algunos relatos en el que los personajes cuentan su propia experiencia. Por ejemplo, la explicación de Madona Agnesa cuando su marido descubre a Fray Reinaldo en su cuarto. El narrador Los cuentos los narran diez jóvenes burgueses florentinos durante la epidemia de Peste Negra de 1348, que lo ha obligado a refugiarse en una villa en el campo toscano para evitar contraer la enfermedad. Así pues, el hilo conductor del Decamerón está mucho más elaborado que el de otras colecciones de cuentos medievales, como Las mil y una noches o El Conde Lucanor. 8 Cada narrador tendrá que contar un relato sobre el tema que el rey o reina del día elija. Todos los cuentos están enmarcados en esta situación inicial y cada jornada finaliza con una Canzone que entona uno de los diez protagonistas. El espacio No hay un solo espacio en el Decamerón, sino que son tres los espacios en los que transcurre la evasión física y moral de los personajes. El espacio exterior, del Valle de las Damas, un locus amoenus que recuerda al Paraíso Celestial contrasta con el espacio interior de los cuentos, realista y variado y con la realidad de la Florencia asolada por la Peste Negra. Boccaccio creó un lenguaje históricamente alusivo que persigue la verosimilitud del relato. Para ello, localiza la acción en un medio urbano y en una ciudad concreta (Florencia, Nápoles...) e introduce hechos y personajes reales de Florencia y adjetivos que determinan el ambiente. A este proceso de aclimatación a la cultura florentina se le denomina florentización y hace posible la participación del lector de la época y la caracterización de los personajes a través de la descripción de la sociedad de los Comuni de los siglos XII, XII y XIV. Boccaccio solo utiliza ambientes que conoce en el Decamerón (Florencia, Nápoles, Sicilia, el Mediterráneo e incluso el mundo musulmán) para lograr que la obra sea creíble. Probablemente un lector de la época reconocería en los cuentos situaciones y lugares de su Florencia. El tiempo Hay que diferenciar entre el tiempo externo, aquel en el que se sitúa la novela, que en este caso es durante la epidemia de peste negra de 1348 en Florencia y el tiempo interno, en el que se desarrolla la acción del cuento. El tiempo de la narración se acelera cuando los personajes hablan entre sí confiriendo a la obra vitalidad y realismo. Los personajes Los personajes del Decamerón son muy variados, nobles y plebeyos, mercaderes y campesinos... Los del marco de los narradores son el narrador y sus oyentes en un plano que son todos burgueses y en el plano de los cuentos se sitúan a los personajes, en la Séptima Jornada las mujeres son las protagonistas. Para aumentar el realismo los menciona con nombre y apellidos. Hace una auténtica réplica de la figura femenina pasiva, estática, idealizada e irreal de la tradición del Dolce Stil Nuovo, que precede a Boccaccio. En la Séptima Jornada la mujer se encuentra en una situación comprometida o difícil de la que sale con una ingeniosa idea con la que burla al hombre. La mujer se iguala así al hombre al tener acceso a los placeres de la vida, la libertad, el amor y a la aventura. La descripción y el desarrollo de los personajes boccaccianos es mucho más complejo y redondo de los tradicionales. Los narradores tienen nombres simbólicos y sintetizan tres facetas de mismo Boccaccio: Pánfilo, personificación del amante; Filóstrato, el amante infeliz; y Dioneo, con un carácter rompedor y subversivo, infractor de las normas. Dioneo representa la poética de lo cómico y la ideología del placer, clara respuesta a la cultura de la penitencia y a la peste negra que han dejado atrás. Las narradoras son, Pampínea, la lozana mayor en edad y experiencia; Neifile, 9 joven e inexperta, Fiammetta, la amada del poeta, Lauretta, que alude al laurel poético, Filomena, la lujuriosa, Emilia, la presuntuosa, y Elisa, la que ama sin ser correspondida. Algunos personajes son reales, otros imaginarios. Con frecuencia, amor y licencia son una excusa para la representación de ambientes y caracteres. Los géneros El Decamerón es una suma de géneros literarios. En el libro se fijan de modo definitivo la narratio brevis medieval. Boccaccio, según el argumento de cada cuento, acude a distintos géneros narrativos como la fábula, la historia, la crónica e incluso la novela. El destinatario de su novela es el público femenino, lo que revela la conciencia que tenía de la novedad con que estaba utilizando el género cuento, en concreto la parábola cómica. Esta no tiene en Boccaccio la función moralizante de la Edad Media. El autor sitúa su libro para un nivel social burgués, alejado de los dictámenes medievales, pues su intención es el entretenimiento de las damas aquejadas de amor. En la época de Boccaccio el tercer estilo artístico era la comedia después de la tragedia y elegía. El Decamerón constituía un obra cómica laica que no limitaba sus temas y personajes a un solo aspecto de la vida y del hombre, ni su léxico ni su estilo eran los de un erudito sino que empleaba un lenguaje vulgar o culto dependiendo de la situación comunicativa. En el Decamerón se alternan cortesía y comicidad, cuentos de contenido alegre y luctuoso con otros de tema vulgar y final feliz, estilo más alto y tenso y otro más modesto y relajado. 5. Influencias del Decamerón en la literatura posterior El Decamerón ha influenciado en varias obras literarias a lo largo del tiempo. Boccaccio anticipó los valores burgueses que desarrollarían en las novelas los escritores ingleses a partir del siglo XVIII. Los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer son también un compendio de relatos que tienen como hilo conductor el encuentro de un variopinto grupo de veintinueve personas en la taberna El Tabardo con motivo de la peregrinación a la tumba de Santo Tomás Becket, en la Catedral de Canterbury. La mayoría de los cuentos son originales, aunque unos cuantos parecen tener como fuente otros del Decamerón. No está comprobado que Chaucer lo hubiese leído, pero el hilo conductor de la historia es muy similar y la presencia del humor recuerda a Boccaccio. En Italia hubo multitud de imitadores de Boccaccio, de los cuales el más célebre es Matteo Bandello (siglo XVI), cuya obra es más didáctica e idealista que la de Boccaccio y carece de estructura global unificadora porque se dirigía a un público cortesano. Inspirado en él están también las Novelas a Marcia Leonarda de Lope de Vega, cuatro novelas más o menos independientes pero unidas por el hilo conductor que es que estén destinadas a la lectura de esta mujer, Marcia Leonarda, el didactismo y la preocupación por el lenguaje empleado. Algunas obras dramáticas de Shakespeare, Molière, Balzac y Lope de Vega están basados en cuentos del Decamerón. Es significativa la influencia del Decamerón en las Novelas ejemplares de Cervantes (1547-1616), aunque la obra de este último carece de un marco común a todos los relatos. 10 11