CONGRESO CENTROAMERICANO MISIONERO VICENTINO “Unidos en Misión desde las Pobrezas de Nuestro Tiempo” Para la Familia Vicentina, la lectura de la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 30 – 37) nos lleva a matizar el famoso método de la revisión de vida, que consiste en ver, juzgar y actuar, de modo que lo entendemos así: “Un samaritano que iba de camino llegó a donde estaba, lo vio” = VER “y se compadeció” = COMPADECER “Le echó aceite y vino en las heridas y…” = ACTUAR Es decir, el JUICIO lo hacemos desde la COMPASIÓN, lo cual no le quita fuerza, ni profundidad, ni valor profético, sino que le da perspectiva bíblica y vicentina. Porque el ACTUAR como consecuencia del COMPADECER no es menos justo que cuando es consecuencia del JUZGAR. Y lo entendemos así porque San Vicente nos decía que cuando socorremos a los pobres “no hacemos misericordia sino justicia”. Y porque tampoco es posible hacer justicia sin misericordia, porque, entonces, esa justicia nada tiene que ver con la JUSTICIA de Dios. I) ¿QUÉ SIGNIFICA JUZGAR DESDE LA COM-PASIÓN? La realidad que hemos considerado desde el VER, nos mueve a ponernos “al lado” (COM) del “padecimiento” (PASIÓN) de los POBRES y de sus familiares en cuanto víctimas. Acercarnos con un juicio compasivo a los victimarios, es decir, a los que fabrican pobres. Acercarnos a las instituciones responsables de permitir que siga creciendo el número de pobres y a toda la sociedad, tanto a la que se compadece como a que es indiferente. Nos planteamos toda clase de “padecimientos”: el del niño que no recibe la educación a la que tiene derecho, el del joven que tiene que emigrar por falta de oportunidades, el de la familia que no tiene vivienda digna por la especulación de la empresa privada y la incapacidad del gobierno, el de la joven violada por un pariente, el del obrero a quien no le cumplen con sus derechos laborales, el alcohólico incapaz de controlar su enfermedad, el del sicario cuya infancia lo rompió por dentro y apenas se reconoce ser humano, el del corrupto que sabe que no tiene ninguna autoridad ante sus hijos, el del enfermo de sida que ve como la mayoría mira para el otro lado como el levita y el sacerdote de la parábola, el del operador de justicia que no puede cumplir con sus obligaciones por amenazas de muerte… Y un tan largo etcétera como es de largo el rosario de las pobrezas de siempre y las nuevas pobrezas. II) ELEMENTOS PARA UN JUICIO COMPASIVO En el primer paso, que es el VER, hemos captado la realidad de los POBRES en su contexto social, económico, político, familiar, cultural y religioso. Toda esa realidad la debemos JUZGAR desde la COMPASIÓN que esos pobres tienen derecho a recibir de la sociedad y, sobre todo, de la Familia Vicentina. Los elementos que nos posibilitan formarnos un juicio desde la compasión son: los actores, los escenarios y la relación entre ambos. A) LOS ACTORES: son los POBRES, los miembros de la FAMILIA VICENTINA y la SOCIEDAD. 1 – Los POBRES y su contexto nos obligan a preguntarnos: 1.1 - ¿Qué rasgos vitales caracterizan al colectivo concreto de POBRES que juzgamos desde la compasión? (El grupo de trabajo escoge el colectivo de POBRES que le interese o se le señale) 1.2 - ¿Cuáles son las posibles causas de su situación de pobreza? 1.3 - ¿Cómo puede evolucionar la situación de este colectivo de POBRES dentro de unos 10 años? 2 – La FAMILIA VICENTINA y su realidad actual nos obligan a preguntarnos: 2.1 - ¿Qué razones no mueven a atender especialmente a este colectivo concreto de POBRES? 2.2 - ¿Qué posibilidades y qué limitaciones tenemos para poder ayudarlos a promoverse? 2.3 - ¿Qué institución, dentro de la FAMILIA VICENTINA, posee el carisma más indicado para la atención a este colectivo concreto de POBRES? 3 – La SOCIEDAD, ¿qué valores conserva que la sensibilicen ante el sufrimiento y la marginación de este colectivo concreto de POBRES? B) LOS ESCENARIOS: son los marcos de lugares y tiempos en los que se desarrolla una problemática social; van cambiando en base a las fuerzas que entran en conflicto. La lucha de San Vicente y Santa Luisa contra la pobreza tenía escenarios distintos a los actuales. Pero su lucha sigue siendo nuestra lucha, aunque en diferentes escenarios. 1 - ¿Qué opinión tiene la sociedad y qué lugar le concede a este colectivo concreto de POBRES? 2 - ¿Qué espacio y qué oportunidades podría ofrecerle el Estado y la sociedad a este colectivo concreto de POBRES? 3 - ¿Cuáles son los espacios y lugares desde los que los miembros de la FAMILIA VICENTINA pueden atender al colectivo concreto de POBRES cuya situación juzgamos desde la compasión? C) LAS RELACIONES. Entre los actores de cualquier conflicto social, (y la pobreza es uno de los conflictos más graves), se establecen relaciones distintas. Pueden ser de superioridad: por ejemplo, el Estado regala y el pobre recibe aunque eso no resuelva para nada el conflicto. Pueden darse relaciones de igualdad, que son las deseables para los miembros de la FAMILIA VICENTINA que descubren a Cristo presente en el pobre, e incluso ven a los pobres como sus amos y maestros. Hay relaciones de subordinación: como por ejemplo la dependencia que puede crearse en los pobres respecto de las instituciones eclesiales que los atienden; subordinación que puede ser muy negativa si impide la promoción del pobre o la falta de humildad de las personas que se están a su servicio. 1 - ¿Cómo nos juzgan los pobres a los miembros de la FAMILIA VICENTINA? 2 - ¿Cómo manejamos nuestras relaciones con este colectivo concreto de POBRES? III) CRITERIOS QUE ILUMINEN NUESTRO JUZGAR DESDE LA COMPASIÓN 1º) LOS DERECHOS HUMANOS. En efecto, en cada pobreza hay uno o varios derechos humanos que son conculcados. Esto nos orientará hacia dónde será nuestro actuar, no sólo para intentar corregir la situación sino para poder rescatar la dignidad humana y revertir el padecimiento de la persona a quien se le han conculcado sus derechos humanos. Porque la justicia por la que trabajamos no es la justicia penal, que respetamos, sino la justicia restaurativa, que es la evangélica. 2º) LOS MÁS POBRES. En efecto, desde nuestra espiritualidad vicentina, y dadas nuestras limitaciones que nos impiden dar respuesta a todas las pobrezas y a todos los pobres, con San Vicente, optamos por estar al lado del padecimiento de los más pobres. Ello son quienes sufren la violencia más grande, porque no es la que nos afecta un día ante un hecho violento, sino que les afecta todos los días de su vida por ser los más pobres. Creemos, con el Documento de Aparecida que “la radicalidad de la violencia sólo se resuelve con la radicalidad del amor redentor” (DA, 543) 3º) LA ANTROPOLOGÍA. Entendida como el conocimiento del ser humano o, tal como nos invita el Documento de Puebla, “la verdad sobre el hombre”. En efecto, es necesario que seamos expertos en humanidad para ser capaces no sólo de entender el padecimiento del pobre, sino entender cómo vive ese padecimiento la persona que lo causa, la autoridad que podría evitarlo o disminuirlo. Frente a una cultura de violencia, de injusticia y de muerte, la COMPASIÓN, que es una actitud constante en Jesús, nos convierte en instrumentos de una cultura de paz, de justicia y de vida. No sólo queremos curar las heridas del hombre que está al borde del camino de Jerusalén a Jericó. Queremos colaborar para que no existan asaltantes, ladrones, corruptos, sicarios, narcotraficantes, etc. 4º) LA IDENTIDAD. La articulación que la acción pastoral vicentina establece con los POBRES y con la sociedad en la que ellos viven de forma marginal o de exclusión, provocan la necesidad de afianzar el criterio de la identidad. La de los POBRES y la de la FAMILIA VICENTINA, de modo que ambos seamos fortalecidos ante la sociedad para tener un puesto y una misión.