GRAMÁTICA I 1. Alcances del término gramática El término gramática es polisémico, analizable desde distintos puntos de vista. Cuando pensamos en cualquier lengua, sobre todo una extranjera que estamos aprendiendo, somos conscientes de que dicha lengua tiene un sistema, una forma de organizarse o gramática propia. Por ejemplo, pensamos que la gramática del alemán es muy difícil, que la del italiano nos resulta familiar, que la del inglés es sencilla, etc. Esta organización es la que se plasma en los libros de texto que adquirimos en una librería y que también llamamos gramática porque describen la estructura lingüística de una determinada lengua. Por ejemplo, el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española (Madrid, Espasa Calpe, 2004). Por otro parte, consideramos la gramática como un campo dentro de la lingüística. La lingüística es la ciencia que tiene como objeto de estudio el lenguaje, se ocupa de descubrir y comprender la naturaleza y las leyes que lo gobiernan. Las diferentes ramas de la lingüística estudian todo lo relativo al lenguaje: su adquisición o desarrollo, su aspecto social, su evolución histórica, el componente fisiológico, etc. Dentro de este marco tan heterogéneo, la gramática estudia lo sistemático del lenguaje. Se habla de gramática en un sentido estricto y en un sentido amplio. En el sentido estricto tradicional, la gramática abarca el campo de la morfología y la sintaxis. En un sentido amplio, y a partir de los nuevos descubrimientos de la lingüística, el término incluye pragmática, semántica, sintaxis, morfología, fonología y fonética. Asimismo, de cada teoría lingüística se desprende una definición determinada sobre qué es el lenguaje y, en consecuencia, una gramática en particular que lo explique siguiendo esa corriente de pensamiento: gramática estructural, gramática generativa, gramática funcional, etc. Por otra parte, el término gramática se puede analizar teniendo en cuenta distintas dicotomías o pares de oposiciones: - Gramática normativa vs. Gramática descriptiva Decimos que una gramática es normativa cuando su finalidad es fijar normas que determinen las formas correctas del uso de la lengua; dado su carácter prescriptivo, los ejemplos que propone y analiza provienen mayormente de textos literarios. La gramática descriptiva, en cambio, parte de los datos (provenientes del uso oral y escrito) y deduce las reglas inherentes. Su finalidad es describir cómo funciona el sistema lingüístico efectivamente manifestado en el uso. No pretende incidir en la producción a partir de normas. - Gramática oracional vs. Gramática textual Tradicionalmente la gramática tomaba como máxima unidad de análisis la oración y estudiaba los fenómenos que se manifestaban en esa unidad. Pero una visión más amplia del lenguaje que considera su función comunicativa exige una nueva unidad de análisis: el texto. Esta nueva unidad muestra el uso de la lengua en un contexto concreto, entre interlocutores definidos que tienen sus intenciones y las explicitan en mayor o menor grado. Hay aspectos del lenguaje imposibles de explicar si nos limitamos al estudio de la oración. - Gramática sincrónica vs. Gramática diacrónica Esta dicotomía es reconocida por Saussure (1857- 1913). En siglos anteriores la gramática era principalmente comparatista; es decir, estudiaba las lenguas comparándolas entre sí, su génesis, parentesco y las diferentes estadíos que atravesaban (diacrónicamente). Frente a este comparatismo, Saussure propone considerar una lengua en un momento dado (en sincronía), lo que permitirá definir en ese estadio elegido lo sistemático dentro del lenguaje. - Gramática universal vs. Gramática particular El término “gramática universal” se desarrolla con la aparición de la gramática generativo – transformacional de Noam Chomsky (n. 1928). Dicho autor sostiene que el ser humano tiene una capacidad innata para aprender el lenguaje, esta capacidad innata se puede ver en determinados principios gramaticales que comparten todas las lenguas. “Definimos la Gramática Universal como el sistema de principios, condiciones y reglas que son elementos o propiedades de todas las lenguas humanas [...]. La G.U. puede entenderse, pues, como la expresión de ‘la esencia del lenguaje humano’” (Chomsky, 1979). La gramática particular es la que cada individuo adquiere a partir de que entra en contacto con la lengua de su comunidad. - Gramática explícita vs. Gramática implícita La gramática de una determinada lengua se hace explícita cada vez que reflexionamos sobre su funcionamiento, por ejemplo: en una clase de lengua extranjera, en una clase de lengua en la escuela primaria, etc. Sin embargo, todos los hablantes de una lengua, nativos o no nativos, poseen un conocimiento implícito de esa gramática, que les permite utilizar la lengua de modo adecuado aunque no necesariamente puedan enunciar las reglas que sostienen su producción. 2. Teorías gramaticales Una definición reciente del término gramática se analiza a continuación: “La gramática es la disciplina que estudia sistemáticamente las clases de palabras, las combinaciones posibles entre ellas y las relaciones entre esas expresiones y los significados que puedan atribuírseles. Esas propiedades, combinaciones y relaciones pueden formularse de maneras diversas y puede haber, por lo tanto muchas gramáticas de la Gramática de una lengua.” (Bosque-Demonte,1998). Es decir que una misma lengua o sistema se puede explicar desde distintos puntos de vista o teorías, dependiendo de la concepción de lengua desde la que se parta, y los objetivos que se tengan, el para qué. ¿Para qué quiero estudiar gramática? ¿Qué quiero hacer con lo estudiado? ¿Un alumno primario argentino en la escuela necesita la misma información gramatical que un estudiante universitario extranjero? Las gramáticas tradicionales tenían una intención pedagógica y fueron diseñadas como instrumentos didácticos (por ejemplo, las gramáticas de Andrés Bello, Amado Alonso, Henríquez Ureña, la gramática de la Real Academia Española). Se concebía la gramática en función del uso correcto de la lengua; es decir, se describía para dar una normativa, un conjunto de reglas tendientes a escribir y hablar correctamente. La gramática actual exige un marco teórico que la sustente y pretende no solo describir sino también explicar el funcionamiento del sistema lingüístico. Esto implica definir criterios generales para deslindar y analizar unidades, proponer reglas y principios que las sustenten, conectar los diferentes componentes de la descripción lingüística. Si sumamos las dos vertientes (la tradicional y la actual) podemos obtener un cuerpo de conocimientos reunidos por la tradición gramatical que se amplía y profundiza con los instrumentos de análisis que nos brinda la lingüística actual. Podemos acercarnos al estudio de la lengua, por un lado, como sistema, si nos centramos en las reglas que la configuran como código lingüístico (es decir, lo que tradicionalmente se conoce como gramática), y por otro lado, como herramienta primordial para la interacción comunicativa, desde disciplinas como la pragmática y la lingüística textual. Es así que en la lingüística actual podemos encontrar dos corrientes que se oponen: el formalismo, que comprende a estructuralistas (Saussure, Círculo de Praga, Kovacci) y generativistas (Chomsky), frente al funcionalismo (Firth, Halliday). La primera corriente le da una posición central al sistema léxico – gramatical como vínculo entre la expresión fónica y el significado. La segunda entiende el lenguaje como el instrumento privilegiado de la comunicación, y el sistema léxico - gramatical tiene un lugar dependiente de la semántica y la pragmática. A la hora de estudiar la gramática de la lengua española consideramos estas dos posturas teóricas complementarias. La gramática tradicional y la formalista explican los mecanismos formales de relación entre los distintos elementos del sistema, mientras que el enfoque comunicativo da cuenta de la función pragmática y discursiva que el hablante les da. 2.1. La gramática tradicional Como ya se dijo, la gramática tradicional es la gramática eminentemente normativa. Intenta prescribir determinadas normas para fijar la lengua a un nivel estándar. En su intento por marcar un camino a seguir por los hablantes de la lengua, deja de lado los fenómenos del habla. Podemos resumir las características de una gramática tradicional en las siguientes: 1. Clara finalidad prescriptiva. Busca establecer una norma y la descripción se organiza en función de ello. 2. Sigue los modelos de las gramáticas escolares grecolatinas, centradas en el estudio de la palabra y su morfología, y en estructuras sintácticas canónicas. 3. Dado su carácter prescriptivo, trabaja y ejemplifica a partir de textos literarios consagrados. Esto implica una desestimación de lo coloquial y lo oral frente a las manifestaciones escritas de la lengua culta. 4. Podemos representarnos su contenido mediante definiciones, listas, reglas y paradigmas. Dos gramáticos que desarrollaron este tipo de texto son Antonio Nebrija y Andrés Bello. Andrés Bello (1781-1865): Publicó en Chile en 1847 su Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. Al igual que a Nebrija siglos antes, preocupa a Bello lograr el buen hablar de la gente y la unificación ortográfica, pero considera antes la intuición fonética que la etimología de latín. Su obra continúa vigente debido al inusual grado de reflexión lingüística que despliega. Antonio de Nebrija (1441-1522): En 1492 se publica en Salamanca su Gramática de la lengua castellana, primer intento de fijar las normas que rigen el correcto uso de la lengua castellana, de modo análogo a las gramáticas latinas y griegas frecuentes en la época. Entre otras particularidades, Nebrija rechaza todo vocablo que no proceda del latín, considera a la lengua “compañera del imperio” e incluye un capítulo dedicado a los extranjeros que quieran aprender castellano. En otra obra se aplicará además a fijar la ortografía, dada la falta de convenciones al respecto. 2.2. El Estructuralismo El enfoque estructuralista aparece en la lingüística europea en las primeras décadas del siglo XX, como reacción frente a las gramáticas comparativas e históricas que habían caracterizado el siglo anterior. Critica en ellas la falta de descripción de la lengua en un período determinado (en sincronía). Porque la visión diacrónica (histórica) es pertinente cuando se analiza una lengua de la cual se cuenta con abundante documentación de su desarrollo y génesis pero, ¿qué hacemos en el caso de lenguas aborígenes de las que no se puede obtener otra información que la sincrónica? Ferdinand de Saussure (1857- 1913) es considerado tanto el fundador del estructuralismo europeo como el iniciador de la Lingüística moderna a partir de su visión sistemática de la lengua. En su interés por determinar el objeto de la lingüística, analiza el fenómeno del lenguaje y evidencia su complejidad: una sílaba puede analizarse desde lo fonológico, desde lo fonético, desde lo etimológico, etc. Entran en juego en este análisis factores psíquicos, fisiológicos y físicos. ¿Cómo constituir, entonces, una ciencia lingüística a partir de una entidad -el lenguaje- tan heterogénea? Sausurre establece una serie de pares opuestos para desarrollar su estudio: lengua / habla, significante / significado. Según Saussure, la lengua es un conjunto de convenciones adoptadas por la sociedad para poder comunicarse. Es un producto social que el individuo recibe pasivamente y no puede modificar, y que incluye todos los elementos esenciales del sistema gramatical. La lengua, además, es de orden psíquico: es en el cerebro donde los conceptos se encuentran asociados a representaciones o imágenes acústicas acuñadas para expresarlos. Elige la lengua como objeto de la lingüística porque es en sí sistemática y, por lo tanto, de naturaleza homogénea. En oposición a este concepto, Saussure desarrolla el concepto de habla, que es la lengua puesta en uso en una situación particular. El habla es individual y contiene elementos particulares (el estilo personal, por ejemplo). A partir de la práctica del habla, común a todos los sujetos pertenecientes a una misma comunidad, la lengua se deposita en la mente de los hablantes. El sistema de la lengua está formado por signos. El signo lingüístico es un elemento compuesto por dos planos: el concepto y la imagen acústica (la cadena de fonemas vinculada a ese concepto). Ambos planos se encuentran asociados íntimamente en una unidad. La relación entre un concepto y su imagen acústica es arbitraria (es decir que es inmotivada la asociación entre un concepto y una imagen acústica); de hecho, cada lengua utiliza diferente imagen acústica para el mismo concepto. Saussure denomina significado al concepto y significante a la imagen acústica. Ahora bien, Sausurre sostiene que no es posible definir un elemento de la lengua –un signo- meramente como la unión entre cierto sonido –o imagen acústica- y cierto concepto; es necesario incluir en su definición el hecho de que forma parte de un sistema. ¿Qué es un sistema? Un conjunto de elementos que funcionan juntos a partir de reglas que pautan sus relaciones. Saussure da como ejemplo el juego del ajedrez: por un lado, tenemos las reglas del juego, por otro las piezas participantes y el tablero. Para comprender la función de los signos en el sistema de la lengua, debemos incluir la noción de valor en esta definición. Siguiendo con el ejemplo del ajedrez: ¿qué valor tiene un alfil fuera del juego? Ninguno. El valor del alfil está en su relación con las reglas y con las otras piezas, en su diferencia funcional con las otras piezas: se mueve en diagonal por el tablero. Análogamente ocurre en la lengua. Por ejemplo, podemos traducir fish por pez, pero estos signos no tienen el mismo valor en un idioma que en otro, porque en inglés fish no precisa si nos referimos a un pez o a un pescado. Finalmente: ¿cómo se relacionan los signos entre sí? Saussure describe dos tipos de relaciones: por un lado, la asociación en la mente de un signo con otro con el que tiene algo en común (relaciones paradigmáticas), y, por otro, la coordinación en la secuencia del discurso de un signo con los siguientes o precedentes (relaciones sintagmáticas). A partir de los conceptos desarrollados por Saussure se fundamenta la gramática estructural. El común denominador de las diferentes teorías estructuralistas es la decisión de separar el análisis del lenguaje de lo extralingüístico, y la concepción de la lengua como una estructura conformada por elementos solidarios, estructura de la que debemos explicitar las leyes que la caracterizan. Esto llevó a que el estructuralismo se ocupase primordialmente de fenómenos fonológicos y sintácticos. En el campo de la fonología podemos mencionar la labor del Círculo de Praga y en el campo de la sintaxis, a la lingüista argentina Ofelia Kovacci (1927-2001) y sus estudios sintáctico-semánticos de la lengua española. En Tendencias actuales de la Gramática (1971), ubicándose dentro del estructuralismo, Kovacci define lo siguiente: “Consideramos como estructura un conjunto finito de elementos solidarios entre sí y con el conjunto; la existencia de cada uno es función de la existencia de los demás y del todo, y a la inversa, las relaciones constantes entre los elementos determinan la estructura. La existencia de estructura implica la coexistencia de los elementos, o sea: sincronía”. Según Kovacci, para el estructuralismo, una “hipótesis acerca de qué es la gramática puede formularse en estos términos: es la descripción de los elementos significativos de una lengua y sus funciones (relaciones sistemáticas)”. Ver más: El Comentario Gramatical (1992) de Ofelia Kovacci 2.3. La gramática generativa transformacional La dicotomía entre lengua y habla planteada por Saussure es revisada por el lingüista norteamericano Noam Chomsky (1965), que diferencia competencia (competence), capacidad idealizada (mental o psicológica) de la producción real de enunciados, de actuación (performance). Ambos pares de conceptos pretenden extraer de la masa heterogénea de elementos del lenguaje una entidad sistemática, que pueda servir como objeto de estudio legítimo de la lingüística (la lengua, para Saussure; la competencia para Chomsky), a la que diferencian de otros fenómenos ligados al lenguaje heterogéneos y difíciles de sistematizar (el habla y la actuación, respectivamente). ¿Cómo llegamos a adquirir una lengua? ¿Qué es innato en la especie humana y qué es adquirido? Chomsky, en su interés por el lenguaje, comienza su estudio a partir de la observación de las facultades de la mente humana. El hombre en su biología cuenta con ciertas facultades que le permitirán conocer el mundo de una manera particular. Entre esas facultades se encuentra una que nos interesa específicamente: la facultad del lenguaje, la que nos permite adquirir una lengua. (Es necesario aclarar que Chomsky se centra particularmente en la adquisición de una lengua materna). Así define Chomsky esta facultad: como uno de los varios componentes de la mente/cerebro, parte de la herencia biológica humana. Luego explica: “Alimentada con datos, la facultad del lenguaje del niño forma una lengua, un sistema computacional de cierta clase que suministra representaciones estructuradas de expresiones lingüísticas que determinan su sonido y su significado." Entonces: la facultad del lenguaje es innata, y a partir del input lingüístico el individuo adquiere una lengua en particular, con su gramática. Según Chomsky, "la gramática universal es una explicación del estado inicial de la facultad de lenguaje, anterior a cualquier experiencia”. Una persona, al nacer, tiene la facultad de adquirir cualquiera de las lenguas existentes. Luego explica cómo se adquiere una lengua particular: “Los principios de la gramática universal no tienen excepciones, ya que constituyen la facultad misma del lenguaje, un marco para cualquier lengua humana determinada, la base para la adquisición del lenguaje. Pero las lenguas evidentemente difieren. Los hechos observados no derivan solamente de los principios de la facultad de lenguaje, sino de estos principios en combinación con los datos que recibe el que aprende la lengua, los cuales han determinado varias opciones que no han sido establecidas por la gramática universal. Dicho con un término técnico, los principios de la gramática universal tienen ciertos parámetros que pueden ser fijados por la experiencia de una u otra manera. Podemos imaginar la facultad de lenguaje como una red compleja e intrincada dotada de un conmutador consistente en una serie de interruptores que pueden estar en una de dos posiciones. La red constante es el sistema de principios de la gramática universal; los interruptores son los parámetros que serán fijados por la experiencia. Los datos presentados al niño que aprende la lengua deben bastar para colocar los interruptores de una u otra forma”. Por ejemplo: la Gramática Universal contiene ya entre sus principios la noción de sujeto de la oración. En lenguas como el Inglés o el Francés, el parámetro determina que debe aparecer explícitamente en todas las personas; en cambio, en español, su aparición indica énfasis. ( inglés: I went frente a español: Me fui / Yo me fui). Resumiendo, podemos decir que para Chomsky la lengua constituye uno de los muchos sistemas de conocimiento adquiridos por una persona, uno de sus sistemas cognitivos. En su búsqueda de superar las limitaciones explicativas del enfoque estructuralista, Chomsky desplaza el foco de atención. En vez de ver la lengua como sistema, la ve como producto de la mente del hablante, a partir de una capacidad innata (genética) para aprender y usar una lengua. Una teoría gramatical en la concepción chomskiana es un sistema 'formal' en el sentido de que es explícita, no ambigua, y utiliza fórmulas y símbolos lógico-matemáticos en sus descripciones. Una teoría gramatical es "una descripción de la competencia intrínseca del hablante-oyente ideal." En sus primeras formulaciones, entre los años ’50 y ’60, Chomsky desarrolló la teoría estándar de la sintaxis. Distinguió dos niveles en cada oración: la estructura superficial, representable fonológicamente, y la estructura profunda, una representación directa de la información semántica; a esta última podemos representarla mediante una oración activa, declarativa, positiva y canónica, a la que se agrega información morfológica (género, número, flexión verbal, etc.): Ejemplo: Sing. + El + profesor + 3ap. del sing. presente + dicta + plural + clase A esa estructura profunda, que es generada por la gramática en primer término, se le pueden aplicar transformaciones que configurarán distintas estructuras superficiales: por ejemplo, la transformación de concordancia de género y número entre los sustantivos y sus modificadores directos (el profesor) o entre el número del sujeto y el verbo (el profesor dicta) y la transformación en el verbo determinarán la estructura superficial activa: El profesor dicta clases. Para la frase pasiva necesitaremos además la transformación pasiva y la transformación de concordancia entre el nuevo sujeto y el verbo: Las clases son dictadas por el profesor. Las transformaciones no deberían cambiar la interpretación semántica de la estructura profunda. En modelos teóricos posteriores, Chomsky revisará la terminología, rectificará ciertas afirmaciones y ampliará el desarrollo, en parte atendiendo a las críticas, que sobre todo hacen hincapié en la dificultad de incluir la semántica en el modelo generativo transformacional. 2.4. La función comunicativa del lenguaje Tanto la escuela chomskiana como la saussureana se plantean el objetivo de lograr la descripción y explicación de la lengua como un sistema autónomo, aislado. Chocan así —ambas por igual— con una escuela que toma fuerza a fines del siglo XX y que es conocida como funcionalista. Por oposición a ella, las escuelas tradicionales antes mencionadas reciben conjuntamente el nombre de formalistas. Los autores funcionalistas —algunos de los cuales proceden de la antropología o la sociología— consideran que el lenguaje no puede ser estudiado sin tener en cuenta su principal función: la comunicación humana. 2.4.1. La gramática funcional: M. K. Halliday (n.1925): M. K. Halliday, uno de los máximos exponentes de la escuela funcionalista, resalta y hace entrar en consideración dentro del fenómeno del lenguaje la situación comunicativa. El lenguaje no puede pensarse, analizarse o enseñarse sin pensar en una situación comunicativa que le dé sentido, ya que esta es la que define su propósito o función. Los individuos somos parte de un entorno, un medio tanto físico como social; social en cuanto que estamos rodeados de gente, de otros individuos con los que tenemos un trato más o menos personal. En el desarrollo del niño como ser social, la lengua desempeña la función más importante. Es el canal principal por el que se transmiten los modelos de vida y se aprende a actuar como miembro de esa sociedad, se adopta su cultura, sus creencias y valores. Ese aprendizaje es indirecto, no se da por instrucción sino a través de numerosos hechos pequeños. Son los usos cotidianos del lenguaje más ordinarios los que sirven para transmitir al niño la naturaleza del ser social. Hay una estrecha relación, entonces, entre el lenguaje y el hombre social, ya que el primero es creador del segundo. Dado que el lenguaje es el medio a través del cual interactúa la gente, es imposible considerarlo fuera de un contexto social. La capacidad de hablar y entender se da porque hay otros organismos semejantes alrededor. Si el lenguaje es un fenómeno interorganismos, debe estudiarse desde un punto de vista equivalente y ser entendido como una conducta social. También puede estudiarse la lengua desde un punto de vista interno al individuo (intraorganismo), pero en ese caso nos estaríamos refiriendo a cómo aprendemos a hablar, cuáles son los procesos cerebrales, etc. Las dos perspectivas intra e interorganismos son complementarias. De lo dicho hasta aquí se deriva que no solo conocemos nuestra lengua materna como un sistema abstracto, una gramática o un diccionario, sino que también la conocemos en el sentido de que además sabemos cómo utilizarla, cómo comunicarnos con otras personas, cómo elegir formas de lenguaje apropiadas para determinada situación; es decir, sabemos cómo comportarnos lingüísticamente. Este concepto de lengua como “comportamiento” se opone al concepto de lengua como “conocimiento”. Ser miembro de una sociedad significa desempeñar un papel en ella, y es mediante la lengua como una persona llega a desempeñar ese papel. Como miembro de una sociedad los individuos desempeñamos muchos papeles, y siempre lo hacemos por medio de la lengua. El criterio funcional de la lengua que Halliday adopta se explica en la función social que la lengua tiene. Se centra en lo que el hablante, niño o adulto puede hacer con ella, y trata de explicar la naturaleza de la lengua, su organización interna y su conformación en términos de las funciones que ha desarrollado. Por otra parte, Halliday no habla de adquisición de la lengua, sino de desarrollo. Si hablamos de adquisición, mantenemos implícita la noción de que hay que llenar un vacío con aquello que se adquiere, y que ese vacío puede llenarse, en algunos casos, de manera deficitaria. En la esfera psicológica, hay dos enfoques que se han ido alternando con respecto al desarrollo de la lengua: uno nativista y otro ambientalista. El criterio nativista sostiene que existe una facultad específica para el aprendizaje de la lengua, distintas de otras facultades de aprendizaje, que dota al niño de un plano bastante detallado de la estructura de la lengua. Aprender la lengua materna implica encajar los patrones de lenguaje que el niño oye a su alrededor en la estructura que ya posee (como se vio en Chomsky). El criterio ambientalista sugiere que el aprendizaje de la lengua no difiere de otros aprendizajes. El niño no tiene en su constitución genética una serie de modelos universales concretos de la lengua, sino la capacidad de procesar las relaciones cognitivas abstractas que se dan en un sistema lingüístico. No hay propiedades específicas de la lengua innatas, sino que el niño depende exclusivamente del entorno para aprender su lengua materna. Para Halliday, más importante que lo que el niño oye es la vinculación funcional entre los que oye y lo que observa de la situación alrededor. Esta consideración permite dar otra explicación del desarrollo de la lengua que no depende de ninguna teoría psicolingüística particular, sino que es una explicación funcional y sociológica y no estructural y psicológica. O sea, una explicación del desarrollo del lenguaje, funcional y sociológica, presenta una teoría sobre los procesos sociales ( y no los mentales) que confluyen en el aprendizaje de la lengua materna. “Aprender a hablar se interpreta como el dominio de un potencial de comportamiento por parte del individuo . [...] El lenguaje se considera como la codificación de un ‘potencial de conducta’ en un ‘potencial de significado’, es decir, como un medio de expresar lo que el organismo humano ‘puede hacer’, en interacción con otros organismos humanos, transformándolo en lo que puede significar. Lo que puede significar (el sistema semántico), a su vez, es codificado en lo que ‘puede decir’ (el sistema léxico gramatical)”. El lenguaje es un “potencial” porque es lo que el hablante “puede” hacer; en el sentido lingüístico es lo que puede significar como hablante / oyente, de ahí viene la definición del lenguaje como un “potencial de significado”. Funciones del lenguaje Hay funciones que la lengua debe cumplir en todas las culturas humanas, funciones de tipo sumamente general. 1. El lenguaje tiene que interpretar toda nuestra experiencia, reduciendo los fenómenos infinitamente variados del mundo que nos rodea y de nuestro mundo interno, a un número manejable de clase de fenómenos. 2. El lenguaje tiene que expresar algunas relaciones lógicas elementales como “y”, “o”, “si”. 3. El lenguaje tiene que expresar nuestra participación en la situación de discurso, los papeles que asumimos y los que les imponemos a los demás, nuestras actitudes, juicios, etc. 4. El lenguaje tiene que hacer todo lo anterior simultáneamente de manera que se relacione lo que se dice con el contexto en el que se dice (la situación y lo dicho previamente). La tarea de la gramática consiste en codificar los significados que se desprenden de esas diversas funciones en estructuras articuladas. Al examinar el lenguaje adulto en su contexto de uso vemos que no podemos especificar el uso de toda expresión dada, ni enumerar el conjunto de usos posibles. No podemos hacer una lista como se hizo con las funciones del lenguaje del niño, pero se puede establecer que en toda oración se observan tres funciones: - Ideacional: es la función de contenido, relacionada con la experiencia que el hablante tiene del mundo real (interviene la experiencia y también un componente lógico). - Interpersonal: o la función que marca la relación entre hablante y oyente (lo social). - Textual o función de discurso. El significado de las oraciones deriva de las tres funciones. Veamos un ejemplo: Juan salió manifiesta ideacionalmente la relación entre un proceso (salió) y un participante (Juan), y contrasta sistemáticamente con oraciones como Martín despidió a Juan, que manifiesta la relación entre un proceso y dos participantes. La misma oración Juan salió manifiesta una relación entre hablante y oyente, pues en ella el hablante toma la posición de ‘el que informa’. Si pensamos en una oración del tipo ¿Salió Juan?, la relación entre hablante y oyente es otra. El hablante se pone en el lugar de ‘el que necesita y pide información’. Salió Juan contrasta a su vez con El que salió es Juan. El mismo mensaje con formas distintas plantea presuposiciones diferentes. La función textual es interna a la lengua e instrumental para las otras dos funciones. Se puede usar la lengua para representar una experiencia y para interactuar socialmente solo porque se puede seleccionar la forma deseada del mensaje. Lenguaje y situación: Desde la perspectiva social podemos explicar lo que el lenguaje es, prestando atención a situaciones de uso del lenguaje y tomando en cuenta los factores no lingüísticos que sirven como medio regulador. Para explicar la variación que existe entre los distintos estilos, los niveles de formalidad, etc., Halliday recurre al concepto básico de “contexto de situación”, ya que el lenguaje solo surge a la existencia cuando funciona en algún medio, en relación con algún escenario, personas, antecedentes de sucesos o actos, de los que derivan sus significados los mensajes que se dicen. Cuando se habla de “contexto de situación o situación” se piensa en las características externas que son pertinentes al discurso que se está produciendo. Los tipos de situación lingüística difieren entre sí por tres conceptos: - lo que realmente ocurre; - quienes participan; - las funciones que desempeña el lenguaje. Estas tres variables determinan el espectro dentro del cual se seleccionan los significados y las formas que utilizan para su expresión, es decir, el registro. “La noción de registro se refiere al hecho de que la lengua que hablamos o escribimos varía de acuerdo con el tipo de situación”. Para analizar los registros posibles es necesario comprender qué factores de situación determinan qué características lingüísticas. Es necesario conocer tres aspectos de un contexto de situación para poder predecir las características lingüísticas que probablemente se vinculen a él: - El campo del discurso: se refiere al marco institucional, incluye el tema y la participación del hablante y oyente en determinado marco. - El tenor del discurso: se refiere a la relación de los participantes. - El modo del discurso: se refiere al canal de comunicación adoptado, oral, escrito y otras elecciones vinculadas con el papel del lenguaje en la situación. Estos aspectos son la aplicación de las tres funciones vistas anteriormente: - la ideacional, que es el ámbito de los hechos y las ideas (el campo); - la interpersonal (el tenor); - la textual, que es el ámbito en el cual se organiza la información (modo). El lenguaje es “un conjunto de recursos de comportamiento socialmente contextualizados un ‘potencial de significado’ ligado a situaciones de uso. Ser ‘adecuado a la situación’ no constituye un extra optativo del lenguaje; es un elemento esencial de la habilidad para significar”. Dentro de este enfoque se integran, además del funcionalismo propiamente dicho, otros desarrollos teóricos: la teoría de los actos de habla, la Teoría de la Enunciación y la Gramática Textual que desarrollaremos en los Módulos 5 y 6 de este curso. 3. La elección de la variedad dialectal Como ya se planteó en los puntos anteriores, a partir de los estudios de la lingüística funcional y de la pragmática tomó predominancia el aspecto social del lenguaje. “En el desarrollo del niño como ser social, la lengua desempeña la función más importante. La lengua es el canal principal por el que se transmiten los modelos de vida, por el que aprende a actuar como miembro de una ‘sociedad’ –dentro y a través de los diversos grupos sociales, la familia, el vecindario, y así sucesivamente – y a adoptar su ‘cultura’, sus modos de pensar y de actuar, sus creencias y sus valores. [...] nadie le enseña [al niño] los principios de acuerdo con los cuales están organizados los grupos sociales, ni sus sistemas de creencias, como tampoco los comprendería él si intentara; sucede indirectamente, mediante la experiencia acumulada de numerosos hechos pequeños, insignificantes en sí, en los que su conducta es guiada y regulada, y en el curso de los cuales él contrae y desarrolla relaciones personales de todo tipo. Todo eso tiene lugar por medio del lenguaje, y no es del lenguaje del salón de clases, y mucho menos del de los tribunales, de los opúsculos morales o de los textos de sociología, de donde el niño aprende acerca de la cultura en que ha nacido. La verdad sorprendente es que son los usos cotidianos del lenguaje más ordinario, con padres, hermanos y hermanas, con niños del vecindario, en el hogar, en la calle y en el parque, en las tiendas y en los trenes y los autobuses, los que sirven para transmitir, al niño, las cualidades esenciales de la sociedad y la naturaleza del ser social. [...] Quizás parezca difícil empezar a considerar en absoluto el lenguaje sin tomar en cuenta al hombre social, puesto que el lenguaje es el medio gracias al cual interactúa la gente. ¿De qué otro modo puede considerarse el lenguaje como no sea en un contexto social? En última instancia, es cierto que la existencia del lenguaje implica la existencia del hombre social, pero eso no determina en sí la posición ventajosa desde la cual se puede abordar el lenguaje; pensemos por un momento en un ser humano individual, considerado como un solo organismo: siendo humano, también está articulado, puede hablar y entender la lengua, y acaso también leer y escribir; ahora bien, la capacidad de hablar y entender surge, y tiene sentido, sólo porque hay otros organismos semejantes alrededor, por lo que es natural pensar en ello como en un fenómeno interorganismos, que debe estudiarse desde un punto de vista equivalente. Pero también es posible estudiar la lengua desde el punto de vista del carácter interno de ese organismo: la estructura cerebral y los procesos cerebrales que participan en su habla y su comprensión, lo mismo que en el hecho de que aprenda a hablar y a comprender. Así es que existe una perspectiva intraorganismos de la lengua, lo mismo que existe una inter-organismos. Los dos puntos de vista son complementarios; pero hay una tendencia a que se produzcan cambios de énfasis entre ellos, orientaciones y modas en la especialidad, que conducen a la concentración temporal en algunos de ellos a expensas del otro. En la década de los sesenta, el interés principal radicaba en lo que hemos venido llamando estudios intra-organismos, en la investigación de la lengua como conocimiento, de ‘lo que sabe el hablante’, que se desarrollan paralelamente al olvido relativo del medio social y que probablemente son ocasionados por él. En la actualidad se ha producido un movimiento de regreso hacia una mayor preocupación por los aspectos sociales del lenguaje, hacia una restauración del equilibrio en los estudios lingüísticos, teniendo en cuenta una vez más el factor Inter.-organismos: el de la lengua como conducta social, o el de la lengua vinculada al hombre social.” Halliday, M.K. (1978): El lenguaje como semiótica social. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1994. Tanto desde la teoría funcional como desde la pragmática se ve al lenguaje como una forma de hacer, de comportarse, como una forma de conducta social. Este hacer o comportarse a través del lenguaje se da siempre en un medio social determinado con pautas culturales específicas e imposibles de ignorar. Todos los seres humanos dan al lenguaje ciertos tipos de uso. Los aspectos del sistema que se despliegan y enfatizan de manera típica en uno u otro tipo de uso son determinados en gran medida por la cultura, por los sistemas de relaciones sociales y los papeles que el usuario de la lengua aprende a reconocer y adoptar. Es por eso que sostenemos que es imposible estudiar una lengua sin pensar en la cultura en la que esa lengua se desarrolla. Describir una lengua es describir el uso de dicho idioma en un contexto social determinado, con una función determinada que permite lograr determinados objetivos. Hablar una lengua es comportarse lingüísticamente en la sociedad que la usa. Al momento de seleccionar y diseñar los contenidos del Curso de Gramática del Español se establecieron una serie de criterios respectivos a qué consideramos “español ”. El español de hoy, en el Río de La Plata, es un conjunto de variedades: el habla culta, formal, coloquial, regional, vulgar, jergas profesionales. Pero no sólo eso: al ser el español una de las lenguas más habladas en el mundo, la dificultad se acrecienta: ¿qué enseñar en esta materia en función de los intereses de los estudiantes que tomaran el curso, nativos y extranjeros: el español de España, el del Río de La Plata?, ¿un español neutro? Como decisión fundamental se optó por enseñar y centrar todo el análisis en la variedad dialectal del Río de la Plata (aunque se incluyan consideraciones y aclaraciones de otras variedades), convencidos de lo ya planteado: enseñar una lengua implica enseñar una cultura. Esta frase, aunque repetida y de apariencia obvia, en realidad implica una toma de posición que avala el estudio de la variedad utilizada en nuestro medio, dejando de lado la idea de plantear una lengua artificial o neutra que borraría diferencias regionales y que no respondería a ninguna cultura en particular sino a una mezcla arbitraria de muchas. Propósito que mencionan los defensores del español neutro y que , a nuestro criterio, resulta utópico. Sólo a través de los rasgos específicos de una cultura: espirituales, materiales, intelectuales, afectivos, hasta los artísticos, los literarios o folklóricos, se puede aprender y describir un idioma, y a comportarse socialmente a través de él. La neutralidad no existe. Es posible que en “otros lenguajes” que caracterizan el mundo global, el lenguaje de las imágenes, el de la informática, el de los códigos, la neutralidad pueda aceptarse, por eso soportan la globalización y la caracterizan. Pero una lengua no puede renunciar a identificarse con una cultura ni a transmitirla. 1. Delimitación de las clases de palabras ¿Cuáles y cuántas son las clases de palabras? No siempre los gramáticos coincidieron en este asunto. Lo que está claro hoy en día es que las clases deben definirse agrupando en cada una a aquellas palabras que muestren el mismo comportamiento sintáctico. Tradicionalmente se han señalado como clases: verbo, nombre (noción que luego se disociará en sustantivo y adjetivo), artículo (a veces considerado adjetivo por su carácter de adjunto al nombre), pronombre, preposición, adverbio y conjunción. Las gramáticas romances (e incluso versiones anteriores griegas) consideraban ya esta clasificación en la antigüedad y el medioevo, incluyendo a veces como una clase separada el participio. El problema es que históricamente las clases de palabras se definieron teniendo en cuenta criterios dispares: algunas clases desde el criterio morfológico (por ejemplo: el adverbio es invariable; sustantivos, verbos y adjetivos son variables); otras, desde el criterio semántico (el sustantivo designa un objeto, el verbo una acción o estado); otras desde un criterio sintáctico (la preposición va antes del nombre, el adjetivo va adjunto al sustantivo) o incluso paradigmático (el pronombre va en lugar del nombre). Bosque menciona además cuatro polaridades que surgieron en pos de definir las clases de palabras: 1) Categorías abiertas vs. Categorías cerradas Las preposiciones, por ejemplo, constituyen un caso de clase cerrada, porque podemos hacer una lista de preposiciones. En cambio, los adjetivos son innumerables y la clase está abierta a nuevas incorporaciones. 2) Categorías invariables vs. Categorías variables Hay palabras que tienen flexión (género, número, tiempo, aspecto, etc.) y hay palabras que no (por ejemplo: adverbios y preposiciones). 3) Categorías llenas vs. Categorías vacías Este es un criterio semántico. Las palabras llenas tienen un referente claro: se asocian con un concepto evocado o tienen contenido léxico; en cambio, las palabras vacías no. Por ejemplo: En Vio a Pedro, esa “a” no tiene significado léxico (de hecho, no aparece en los O.D. de otras lenguas); suele decirse que tiene “significado gramatical”. En cambio “Pedro” sí tiene un referente claro en el texto. 4) Categorías mayores vs. Categorías menores. Esta definición considera si determinada categoría admite o no términos subordinados, es decir si puede ser el núcleo de un sintagma o no. Una delimitación de las clases de palabras no puede ser solo de índole semántica porque no podemos caracterizar, por ejemplo, a los sustantivos solamente como elementos que se usan para referir objetos o entes. Esta definición se ajusta a sustantivos como “mesa” (objeto sensible), pero no a sustantivos como “viaje” (acontecimiento), “ignorancia” (estado), “construcción” (acción). También lo morfológico es insuficiente, porque, por ejemplo, si consideramos los rasgos flexivos podemos incluir (de hecho, así se hizo en la antigüedad) en una misma categoría tanto a sustantivos como a adjetivos: las dos clases tienen flexión de género y de número. Con respecto al criterio sintáctico, en cuanto a categorías mayores (que pueden ser núcleo) y menores (que no pueden), observamos una de las diferencias entre estructuralistas y generativistas. Los primeros consideran que el sintagma preposicional no tiene núcleo; el nexo solo subordina un término: la construcción es, pues, exocéntrica (sin núcleo). Los generativistas, en cambio, afirman que la preposición es núcleo; de hecho, selecciona caso en el pronombre personal: *de yo (el asterisco señala agramaticalidad) / de mí. Por otro lado, Bosque plantea que “algunos lingüistas europeos de orientación funcionalista defienden actualmente una concepción de las categorías léxicas estrechamente ligadas a las funciones sintácticas oracionales que recubren”. Tendríamos, entonces, como ejemplo de una definición estructuralista: “Pertenece a la categoría de sustantivo todo aquello que pueda cumplir la función de sujeto, objeto directo, [etc.]”. Ahora bien: tanto un sustantivo (o un sintagma sustantivo) como una subordinada sustantiva pueden valer como sujeto u objeto directo; la denominación “sustantiva” parece ayudar a esa identificación categorial. Serían dos opciones dentro de la misma categoría. La objeción que puede hacerse a este planteo es que no en cualquier contexto es posible esa identificación: Juan es interesante (Que venga) es interesante; ambas oraciones son posibles, pero no ocurre lo mismo en el caso de: Te ordeno (que vayas a la Embajada) *Te ordeno el viaje. Pienso que triunfará *Pienso su triunfo. La conclusión que se extrae, entonces, es que la coincidencia de ambas opciones en determinados contextos no nos permite asignarlas a una misma categoría léxica. No es recomendable asociar función y categoría. De lo anterior se concluye: los criterios para delimitar las clases de palabras deben ser gramaticales (es decir, integradores). En esto coinciden todas las escuelas lingüísticas en la actualidad. 2. Relación entre clase de palabra y categoría gramatical La expresión “categoría gramatical” no denominó una misma entidad a lo largo del tiempo. Se empleó para referirse tanto a (1) los morfemas flexivos (género, número, persona, tiempo, aspecto, etc.) como a (2) las llamadas clases de palabras (unidades como sustantivo, adjetivo, verbo, etc.); por último, se usó para denominar a (3) las categorías sintagmáticas (sintagma nominal, adjetival, verbal, etc.). Antes solía hablarse de “partes de la oración” para referirse a lo que hoy llamamos “clases de palabras”, pero esto traía un inconveniente: hay distintas jerarquías de partes de la oración: la palabra vista sola o vista dentro de un sintagma. La noción de sintagma es tardía en los estudios gramaticales; se trata de una unidad menor que la oración. Por ejemplo: en Juan estaba muy contento, no vemos claramente el adverbio “muy” como parte de la oración al mismo nivel que el verbo. En cambio, el sintagma “muy contento” sí es reconocible al mismo nivel de análisis que el verbo. Dentro de ese sintagma, “muy” es modificador del adjetivo. Al ser núcleo de este sintagma un adjetivo (“contento”), denominamos al sintagma “adjetival”. Los sintagmas pueden ser, entonces, nominales, adjetivales, verbales, adverbiales y preposicionales. Ahora bien: ¿cómo se relacionan entre sí las diferentes categorías gramaticales mencionadas (clases de palabras y tipos de sintagmas) en el uso de la lengua? Esas relaciones constituyen, precisamente, la sintaxis de una lengua, cuya descripción da cuenta de las funciones que cada categoría asume en relación con las otras categorías y con el todo. Esta distinción entre morfología, clases de palabras y de sintagmas, y sintaxis nos sirve para explicar la estructura que hemos dado a la materia. En una primera instancia, presentaremos las clases de palabras (con sus particularidades morfológicas y léxicas) y sintagmáticas (es decir, sus posibles modificadores o adjuntos en un sintagma). Luego trascenderemos el sintagma y llegaremos, en primer lugar, a la oración; y más adelante, al texto. Palabra sintagma oración -- --- texto A continuación comenzaremos con el estudio de las siguientes clases de palabras: El sustantivo. El adjetivo. El pronombre. Los determinantes. Los cuantificadores. El adverbio. El verbo. Los verboides. Las preposiciones. Las conjunciones. Las interjecciones. Caracterización Como caracterización general del sustantivo, podemos decir que se trata de una clase de palabra que: - Nombra seres, objetos o entidades concretas o abstractas. - En español, posee dos accidentes gramaticales: el género (femenino o masculino) y el número (singular o plural). En general, los sustantivos tienen un único género y la determinación del mismo es arbitraria, salvo las excepciones en que los sustantivos nombran entidades sexuadas. El sustantivo, en español, no tiene declinaciones. El Género (1) El género de algunos sustantivos se puede determinar por su significado o por su terminación. Esta clasificación no es exhaustiva y sólo puede aplicarse a algunos sustantivos del español. 1. Género masculino 1.1 Por el significado 1.1.1. Los sustantivos que se refieren a seres del sexo masculino: El sacerdote, el padre, el hombre, el teniente, el caballero, el marido, etc. 1.1.2. Los nombres de los días de la semana y de los meses del año: El lunes, el martes, el miércoles, el jueves, el viernes, el sábado y el domingo. En general, los meses del año no se usan con artículo, pero su género se manifiesta en la concordancia con el adjetivo u otros modificadores: “Este febrero nos vamos de vacaciones.” “Nunca hubo un julio tan frío.” En cuanto a los días de la semana, no llevan artículo en la construcción ser + día de la semana. Por ejemplo: “Mañana es jueves.” En cambio, llevan artículo para generalizar o para dar una fecha determinada: “Todos los lunes voy al club.” “El domingo 21 de septiembre festejamos la Primavera.” 1.1.3. Los nombres de ríos, montes, lagos, mares y cordilleras son masculinos. En el caso de mares, ríos y montañas, el artículo es obligatorio. En los demás, optativo. Por ejemplo: El Etna - Los Andes - El Atlántico - El Nahuel Huapí. 1.2. Por la terminación 1.2.1. Los sustantivos que terminan en -o: El pozo, el ropero, el archivo, el libro, el plumero, el momento, el departamento, etc. Excepciones: la mano, la radio, la foto, la moto, entre otros. 1.2.2. Los sustantivos que terminan en -or: El olor, el calor, el valor, el honor, el dolor, el amor, el color, el humor, el sabor, el favor, el terror, el sudor, el vapor, el sopor, el temor, el candor, el esplendor, el clamor, el pudor, etc. Excepciones: la flor, la labor. 1.2.3. Los sustantivos terminados en -aje: El traje, el garaje (en el Río de La Plata: el garage), el viaje, el coraje, el equipaje, el mensaje, etc. 1.2.4. Los sustantivos terminados en -ín: El jardín, el violín, el bailarín, el piolín, etc. 1.2.5. Los sustantivos terminados en -ón: El pantalón, el telón, el varón, el avión, el papelón, el escorpión, etc. Excepciones: La cuestión, la razón, y los sustantivos terminados en -ción-sión, que generalmente son femeninos. 1.2.6. Los sustantivos terminados en -ema: El tema, el problema, el emblema, el dilema, el sistema, el teorema, el fonema, el morfema, etc. Excepciones: la crema, la enema. 1.2.7. Los sustantivos terminados en -ente: El detergente, el demente, el recipiente, el torrente, el pretendiente, el pariente, etc. Excepciones: la gente, la corriente, la mente, la serpiente, la pendiente. 2. Género femenino 2.1. Por el significado 2.1.1. Los sustantivos que se refieren a seres del sexo femenino: La mujer, la monja, la madre, la actriz, la emperatriz, etc. 2.1.2. Los nombres de letras del alfabeto: La a, la ele, la eme, la zeta, etc. 2.1.3. La mayoría de los nombres de frutas, verduras y hortalizas: Frutas: La naranja, la frutilla, la cereza, la mandarina, la manzana, la banana, la sandía, la guinda, la nuez, la avellana, la almendra, etc. Excepciones: el limón, el pomelo, el melón, el durazno, el damasco, el ananá, etc. Verduras y hortalizas: la zanahoria, la lechuga, la cebolla, la papa, la batata, la remolacha, la acelga, la espinaca, la arveja, la radicheta, la coliflor, la berenjena, la calabaza, etc. Excepciones: el ajo, el ají, el tomate, el apio, el puerro, el perejil, el zapallo, el poroto, el garbanzo, etc. 2.2. Por la terminación . 2.2.1. Los sustantivos que terminan en -a: La casa, la mesa, la silla, la salida, la entrada, la mirada, la espada, la montaña, la zamba, la computadora, la impresora, la pantalla, la mamá, la vereda, la piedra, la carpeta, la tierra, la puerta, la ventana, la cama, la fama, la rima, la lima, la cima, etc. Hay numerosas excepciones: el artista, el papá, el papa, el idiota, el drama, el planeta, el teorema, el problema, el clima, el programa, etc. 2.2.2. Los sustantivos terminados en -dad y -tad: La felicidad, la maldad, la bondad, la sociedad, la seriedad, la soledad, la contrariedad, la periodicidad, la posibilidad, la verdad, la amistad, la dificultad, la libertad, la dificultad, la lealtad, etc. 2.2.3. Los sustantivos terminados en -ción o -sión: La canción, la estación, la evolución, la situación, la descripción, la inscripción, la acción, la negación, la aclaración, la creación, la determinación, la invención, la condición, la pasión, la presión, la decisión, la impresión, la depresión, la televisión, etc. 2.2.4. Los sustantivos terminados en -ez: La niñez, la vejez, la embriaguez, la estupidez, la madurez, la calidez, la idiotez, la lucidez, la sencillez, la tez, etc. Excepción: el pez. 2.2.5. Los sustantivos terminados en -tud, -umbre o -dumbre: La esclavitud, la inquietud, la multitud, la juventud, la plenitud, la solicitud, la magnitud, la actitud, la gratitud, la virtud, la herrumbre, la costumbre, la lumbre, la cumbre, la muchedumbre, la mansedumbre, la servidumbre, la pesadumbre, etc. El Género (2) 3. Género indistinto 3.1. Con variación Hay sustantivos que, por designar a seres sexuados, tienen las dos formas (masculino y femenino); poseen una pequeña variación que indica el cambio de género. 3.1.1. Cambia o El El El El El El El a en los sustantivos que terminan en o: chico la chica. muchacho la muchacha. perro la perra. gato la gata. mono la mona. abogado la abogada. alumno la alumna. 3.1.2. Agrega a en los sustantivos que terminan en -or: El El El El El doctor la doctora. lector la lectora. celador la celadora. instructor la instructora. profesor la profesora. 3.1.3. Agrega los sufijos -esa, -isa, -triz: El alcalde la alcaldesa. El príncipe la princesa. El marqués la marquesa. El conde las condesa. El poeta la poetisa. El actor la actriz. El emperador la emperatriz. 3.2. Sin variación Algunos sustantivos pueden ser empleados en ambos géneros para designar seres sexuados sin variar la terminación. 3.2.1. La mayoría de los sustantivos terminados en –nte , y todos los sustantivos terminados en –ista : El estudiante la estudiante. El cantante la cantante. El comediante la comediante. El cliente la cliente. El paciente la paciente. El pasante la pasante. El periodista la periodista. El analista la analista. El anarquista la anarquista. El psicoanalista la psicoanalista. El socialista ista. 4. Género propio 4.1. Sustantivos de una única forma Hay sustantivos que se refieren a seres sexuados, pero que tienen una única forma: El hombre la mujer. El padre la madre. El yerno la nuera. El padrino la madrina. El macho la hembra. El caballo la yegua. El toro la vaca. El chivo la cabra. El carnero la oveja. 4.2. Sustantivos de género no indicado La mayoría de los sustantivos que se refieren a animales, para especificar el sexo utilizan las palabras macho o hembra, ya que no hay variación en el artículo. En general, sucede con mayor frecuencia con los sustantivos de género femenino. La mosca macho (sexo masculino) la mosca hembra (sexo femenino). La hiena macho la hiena hembra. La ballena macho la ballena hembra. La rana macho la rana hembra. La serpiente macho la serpiente hembra. La cebra macho la cebra hembra. 4.3. Diferencias semánticas según el género Hay casos en que la variación en el morfema masculino o femenino no implica un cambio de género, sino un cambio semántico. El cólera (enfermedad) / la cólera (ira). El cura (sacerdote) / la cura (curación). El orden (serie) / la orden (mandato). El pendiente (joya) / la pendiente (barranca) El número En español, la mayoría de los sustantivos tienen singular y plural; en general, el plural se obtiene a partir de la forma en singular, a la que se le añaden diversas terminaciones. 1. Formación del plural 1.1. Reglas generales . 1.1.1. Sustantivos que agregan –s: Agregan –s los sustantivos que terminan en vocal sin acento y en las vocales acentuadas: -á, -é, -ó. El hombre los hombres. El gato los gatos. La casa las casas. La anciana las ancianas. El sofá los sofás. El papá los papás. El café los cafés. El bebé los bebés. El yoyó los yoyós. El arrorró los arrorrós. 1.1.2. Sustantivos que agregan –es: Agregan –es los sustantivos que terminan en consonante: El pincel los pinceles. La canción las canciones. El lápiz Þ los lápices. La pared las paredes. La res las reses. El buey los bueyes 1.1.3. Sustantivos que agregan –s o –es: Agregan –s o –es los sustantivos terminados en í o ú. El ají los ajíes/ajís. El tabú los tabúes/tabús. El menú los menúes/menús. El esquí los esquíes/esquís. En el Río de la Plata, se prefiere para estos plurales la terminación –es. Es un vulgarismo agregar la terminación –ses, como se hace erróneamente en sustantivos como maní o ají (manises o ajises). 1.2. Reglas especiales 1.2.1. Las palabras que en singular terminan en vocal sin acento + s son invariables: La crisis las crisis. El análisis los análisis. El viernes los viernes. 1.2.2. Las palabras compuestas (formadas por dos palabras) varían sólo la segunda palabra en el plural, siguiendo las reglas antes mencionadas: La telaraña las telarañas. El mediodía los mediodías. La casaquinta las casaquintas. El cubrecama los cubrecamas. El parasol los parasoles. 1.2.3. Las palabras compuestas cuyo último elemento ya está en plural no varían. El cumpleaños los cumpleaños. El limpiaparabrisas los limpiaparabrisas. El pisapapeles los pisapapeles. El lavarropas los lavarropas. 1.2.4. Hay algunas palabras del español que en el plural desplazan el acento a la sílaba siguiente: El régimen los regímenes. El carácter los caracteres. El espécimen los especímenes. 1.2.5. Las siglas en plural se indican duplicando las iniciales de las palabras: Fuerzas Armadas: FF.AA. Estados Unidos: EE.UU. Recursos Humanos: RR.HH. 2. Usos del plural o singular En general, el plural se utiliza para indicar dos o más personas o cosas. Sin embargo, podemos señalar algunos sustantivos que sólo se utilizan en plural, otros que solo se utilizan en singular, y otros, que tienen valores semánticos diferentes en singular que en plural. 2.1. Sólo en singular La tez, el caos, el cariz, la sed, el este, el oeste, el norte, el sur, el cenit, el zodíaco, la abogacía. 2.2. Sólo en plural . Los anteojos, las afueras, las cosquillas, los modales, los víveres, los anales, las nupcias, los alrededores, los honorarios, los enseres. 2.3. En plural o singular En algunos casos los sustantivos en singular o plural son semánticamente equivalentes. Las tijeras - la tijera. El pantalón – los pantalones. La muralla – las murallas. El intestino – los intestinos. La tenaza – las tenazas. 2.4. Con diferencias semánticas según el número El singular o plural no siempre hacen referencia a una cuestión meramente numérica, un ejemplar único en el primero de los casos y varios ejemplares en el segundo casos. El singular puede también referirse al conjunto total de objetos incluidos en la clase a la que el sustantivo denota. En estos casos resulta semánticamente equiparable al plural: El hombre es mortal / Los hombres son mortales. El bien (valor moral) / los bienes (posesiones materiales). La curiosidad (deseos de conocer) / las curiosidades (hechos o datos poco frecuentes). La esposa (cónyuge femenino) / las esposas (elemento para sujetar las muñecas). La facción (bando, partido) / las facciones (rasgos de la cara). El derecho / los derechos. Formación por derivación: diminutivos 1. Formación por derivación Los sustantivos pueden formarse por derivación. A continuación presentamos un cuadro con los sufijos y prefijos más comunes en la formación de sustantivos: Sufijos de significado variable -ción / sión, -umbre, -miento. Canción – televisión – muchedumbre podredumbre – conocimiento – estacionamiento. Sufijos que indican cualidad, -dad, -ez, -eza, -ura, - era, -ura, -ad, - Bondad, soledad, sensatez, tristeza, propios de los sustantivosancia, -anza, -encia, -ida, -ada, -ía, - dulzura, reflexión, paciencia, simpatía abstractos ción, -sión, -xión. Sufijos que indican función -or Colador, despertador Sufijos que indican colectivo -ada/o, -ad, -ena, -menta, -ario,- Manada, manzanar, colmena, osamenta, eda/o, -al, -ería, -aje campanario, arboleda, rosedal, equipaje Sufijos que indican oficio o -ante, -ero/a, -ista, -or/a Cantante, pianista, carpintero, doctora profesión Sufijos que indican apreciación -aco/a, -ejo/a, -ucho/a, -uza Pajarraco, diariucho, gentuza, animalejo, negativa tipejo Sufijos que indican cría -ato, -ezno Ballenato, lobezno Sufijo que indican pertenencia a -ada Hacer una pavada, animalada, alguna clase o especie fantochada. Prefijos que indican cantidad Bi-, tri, -cuadri, etc. Bicicleta, triángulo, cuadrilátero Prefijos que indican privación o a-, des-, inAteísmo, desorden, incapacidad negación Prefijos que indican oposición Anti-, contraAntibiótico, contrarrevolución 1.1. Diminutivos El sufijo más utilizado en el Río de la Plata para la formación de diminutivos es –ita/ito: Casa > casita Mano > manito -Cuando el sustantivo termina en E, N o R, agrega el sufijo -CITO. Café > cafecito pantalón >pantaloncito calor >calorcito -Cuando el sustantivo termina en L, puede agregar el sufijo –CITO o –ITO dependiendo de cada palabra. manual > manualcito piel > pielcita pañal > pañalcito árbol > arbolito papel > papelito pincel > pincelito -Cuando el sustantivo termina en S, agrega -ITO. Dios > diosito En algunos casos la incorporación del sufijo de diminutivo trae aparejados cambios ortográficos: - Cuando la palabra termina con Z, la Z cambia por C. Nariz > naricita Excepto en los casos de voz > vocecita y pez > pececito. - En los sustantivos terminados en -gua, se utiliza el sufijo –güita Agua > agüita - Cuando el sustantivo termina en -go o -ga, se agrega –uLago > laguito Tanga > tanguita - Cuando el sustantivo termina con -ca o -co, la c cambia por q. Vaca > vaquita Saco > saquito - Es frecuente el uso del diminutivo en nombres propios. Estos sustantivos siguen las reglas ya enunciadas: Luis > Luisito Sandra > Sandrita Juan > Juancito Ana > Anita - Otros sufijos que se utilizan para la formación del diminutivo en otras variedades del español son: -illo/a, uelo/a, -ín/ina, -ica/ico. Chico > chiquillo Barco > barquillo Calcetín > calcetín Tacha > tachuela Zapato > zapatico - Algunos sustantivos que tienen un sufijo diminutivo no señalan una disminución del tamaño sino que denominan un objeto diferente al sustantivo que les dio origen. Boca (parte del rostro) Boquilla (pieza pequeña que se utiliza en cigarros y pipas) Sombra Sombrilla (artefacto que proporciona sombra) Ventana Ventanilla Estampa Estampilla Planta Plantilla 1.1.1. Usos del diminutivo En primer lugar, los diminutivos y aumentativos se usan para indicar el tamaño de algo. Pero este no es el único uso. En el español del Río de la Plata se utilizan, además, en los siguientes casos: Diminutivo afectivo: lo usamos para expresar afecto o cariño. ¿Cómo está mi “abuelita”? Utilizamos el diminutivo afectivo también en los nombres propios. Agustincito, Anita, Juancito. Finalmente, también podemos expresar cariño a través de la mención de objetos, por ejemplo, la comida que ofrecemos, para establecer un registro de simpatía. ¿Y cómo va ese asadito? ¿Quién quiere un choricito? Diminutivo despectivo: lo utilizamos para desprestigiar o menospreciar algo o a alguien. Así que, ¿él es el nuevo noviecito de María? Diminutivo de súplica: para pedir un favor, casi siempre con este sustantivo. ¿Podés hacerme un favorcito? ¿Te puedo pedir una cosita más? Diminutivo de burla: lo utilizamos en forma graciosa o irónica, generalmente como burla. ¿Estás calentita? (Por enojada) Diminutivo de amenaza: para advertir o amenazar. ¡Un momentito, no te levantás de la mesa antes de que todos terminemos! Diminutivo irónico: con adjetivos o sustantivos afectivos, para producir el efecto contrario. Mirá, queridita, últimamente no te soporto. Diminutivo neutro: en algunos sustantivos propios, el diminutivo crea un sustantivo nuevo, sin ninguna connotación. Santa Teresita. (Es el diminutivo de Teresa.) Formación por derivación: aumentativos 1.2. Aumentativos Para la formación de los aumentativos utilizamos los siguientes sufijos: –azo / a, -ón/ona, -ote/ota: partido > partidazo gol > golazo mano > manaza boca > bocaza nariz > narizota cabeza > cabezota pared > paredón casa > caserón 1.2.1. Usos del aumentativo Usamos el aumentativo en los siguientes casos: - Objetos muy grandes: perro > perrazo cabeza > cabezota - Sustantivos que se destacan por alguna característica (importancia, calidad, precio, etc.) amigo > amigazo gol > golazo auto > autazo - Usamos la misma terminación -azo para describir los golpes que damos con algún elemento: Dar un cabezazo > golpear algo con la cabeza. Dar un martillazo > golpear algo con un martillo. Dar un cachetazo > golpear en el cachete. Clasificaciones Podemos clasificar los sustantivos de la siguiente manera: en primer lugar distinguimos los sustantivos propios de los comunes. Luego, los sustantivos comunes pueden, a su vez, clasificarse por oposición en: contables e incontables, individuales y colectivos, y concretos y abstractos. Sustantivos propios vs. sustantivos comunes El Sustantivo común es aquel que nos dice qué es ese objeto o persona, a qué clase pertenece. El sustantivo propio nos dice cómo se llama ese elemento. Mientras que el sustantivo común denota un conjunto o una clase de individuos, el sustantivo propio hace referencia a un individuo de manera no ambigua, en una asociación directa a su referente. Esto explica por qué los nombres propios –en su uso prototípico- no van precedidos de determinantes ni admiten modificadores que restrinjan su significado (por ejemplo, proposiciones relativas especificativas). El sustantivo común necesita del sintagma nominal para poder denotar individuos, el sustantivo propio, no. Por ejemplo: decimos Vino María, María es linda. Pero no podemos decir: *Vino perro , *Arbol es lindo; necesitamos decir: Vino el / un perro , El / ese árbol es lindo. Los artículos y demás determinantes del sintagma nominal (posesivos y demostrativos) actualizan; es decir, ayudan a distinguir en la denotación de una clase de objetos o personas la referencia a uno o varios individuos. Una serie de propiedades sirven, entonces, para caracterizar gramaticalmente a los sustantivos propios: - flexión fija; - unicidad referencial y falta de significado léxico; - ausencia de determinante e incompatibilidad con complementos restrictivos o especificativos; - introducción mediante mayúscula e imposibilidad de traducción (excepto en el caso de los días de la semana y meses del año). 1.1. La flexión fija . En el caso de la flexión fija, se debe considerar que los sustantivos propios no tienen flexión de género ni de número. Consideremos lo siguiente con respecto al género: - Los lugares geográficos como ciudades, comarcas, aldeas, definen su género dependiendo del lugar que especifican y también de la terminación. Decimos: Salta, la linda La China El Japón Algunos son ambiguos, como Buenos Aires. Recordemos la novela de Manuel Mujica Láinez, Misteriosa Buenos Aires, y el tango de Gardel y Lepera, “Mi Buenos Aires querido”. Los nombres de accidentes geográficos como ríos, montes, lagos, mares y cordilleras concuerdan con el adjetivo en masculino. (En el caso de mares, ríos y montañas, el artículo es obligatorio. En los demás, optativo.) Por ejemplo: El Etna – Los Andes – El Atlántico – El Nahuel Huapí. Los nombre de sierras concuerdan con el adjetivo en femenino. Por ejemplo: La Sierra de La Ventana. En el caso de instituciones es el tipo de lugar el que define el género. Por ejemplo: el Colón (teatro) - la UBA (universidad). . Con respecto al número, los nombres propios aceptan los morfemas –s/-es cuando son nombres de pila, por ejemplo: Las Marías Cuando se trata de apellidos que designan a una familia o matrimonio, el plural se ve en el determinante: Los Pérez . 1.2. Uso de determinantes con valor connotativo Como ya dijimos, por regla general, los nombres propios no llevan artículo. Sin embargo, ya hemos visto casos en los que el artículo señala el género y número del sustantivo propio. Consideremos, ahora, los siguientes ejemplos: - Cuando el nombre manifiesta una cualidad de su portador, se coloca el artículo: Era todo un Quijote. - Los apellidos de artistas (especialmente de pintores y escultores) llevan artículo cuando se designa una obra suya: Este Rodin es uno de los tres originales de la estatua de El Pensador. - Se usa el artículo con apellidos de mujeres famosas y de artistas italianos, preferentemente renacentistas: La Legrand cambió mucho su estilo en los últimos años. Vi la última película de la Loren. El Giotto no sólo se destacó como pintor sino también como arquitecto. - En el estilo forense, admiten artículo los apellidos de declarantes o inculpados: La policía apresó a la González. - Si el título de una obra es un nombre propio, se usa éste precedido del artículo: Los más altos exponentes de la Literatura Gauchesca son el Martín Fierro, el Fausto y el Santos Vega. - En cuanto a continentes, países, regiones, provincias y ciudades, algunos no llevan artículo (Oceanía, Venezuela, Jujuy, Buenos Aires); algunos llevan artículo obligatorio (La Rioja, La Coruña, La Plata, La Paz), y otros llevan artículo optativo (Africa-el Africa, Argentina-la Argentina, Mesopotamia-la Mesopotamia, Chaco-el Chaco). - Los nombres geográficos, cuando llevan modificadores requieren artículo: “La España de charanga y pandereta, de rabo y sacristía, devota de Frazuelo y de María, de espíritu burlón y de alma quieta...” (Antonio Machado). La China milenaria. El México del siglo XVII Nótese que el uso de un modificador implica que ese sustantivo es parte de una clase mayor o conjunto, y por eso es preciso diferenciarlo de los otros elementos de ese grupo a través del uso del artículo. Es decir, si hablamos de la China milenaria queda implícito que hay otras chinas: la China comunista, la China de la revolución, etc. Subclases de sustantivos propios - antropónimos o nombres de personas (que incluye: nombres de pila, sobrenombres, apellidos, pseudónimos) - topónimos o nombres propios de lugares (ciudades, países, ríos, etc.) - nombres de periodos temporales (días, meses, estaciones, fiestas del calendario) - nombres de instituciones (ONU) - nombres de productos de la actividad cultural (Las Meninas, El Guérnica) - nombres de uso apelativo familiar o informal (Mamita, Abuelito, Turco) - Títulos (Maestro, Excelencia) 1.3. Sustantivos propios con subordinadas relativas En el caso de las particularidades de las funciones sintácticas de este tipo de sustantivos, es importante considerar que , en función de su unicidad referencial, los sustantivos propios solo admiten subordinadas adjetivas explicativas: María, que ahora está viviendo en Barcelona, me llamó ayer por teléfono; es decir, aquellas que van a ir siempre entre comas. Consideremos, ahora, el siguiente caso: Este no es el Pedro que yo conocí. En este caso la función referencial distintiva del sustantivo propio se modifica y se presupone la existencia de una clase o conjunto de “Pedros”, de entre los cuales se señala a uno. Es por eso que Pedro, a pesar de ser un sustantivo propio, va acompañado en este caso de una subordinada adjetiva especificativa. 1.4. Sustantivos propios con artículo indefinido Cuando usamos un sustantivo propio con artículo indefinido estamos haciendo referencia a una clase de individuos en particular con ciertas propiedades características del nombre propio. Por ejemplo: Un Pérez García no puede ser alemán. Este cantante no será nunca un Serrat, por mucho que lo intente. 1.5. Sustantivos propios con pronombres demostrativos Es común en el lenguaje coloquial usar el nombre propio antecedido por un pronombre demostrativo, asociado a una entonación específica, con una modalidad exclamativa. No se intenta señalar un referente, sino más bien hacer una calificación que resalta algún aspecto de este referente que está relacionado con el contexto situacional. (Una madre entra a su casa y ve que su hija Mariana se fue y dejó la televisión encendida y la puerta sin llave.) ¡Ay, esta Mariana, qué distraída que es! 1.6. Sustantivos propios con determinantes posesivos El uso de sustantivos propios con posesivos muestra una relación de compromiso o proximidad afectiva. Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver... Sustantivos contables vs. sustantivos incontables De acuerdo con sus propiedades léxicas los sustantivos comunes pueden ser contables o incontables, individuales o colectivos. Los sustantivos contables designan clases de entidades que pueden aislarse, que son cuantificables. Pueden pluralizarse, admiten cuantificadores definidos e indefinidos, y numerales. Por ejemplo: estampilla. Colecciona estampillas. Me regalaron dos estampillas exóticas. Había muchas estampillas en ese sobre. Amigo, mesa, día, semana, hermano, etc. Vinieron cincuenta personas. Los sustantivos incontables (no contables) designan entidades que no tienen límites claros, no se pluralizan y solo admiten cuantificadores indefinidos. Por ejemplo: sangre, humo, agua, arena. No podemos decir *En la escena del crimen había sangres de las víctimas. Pero sí podemos decir: Había mucha sangre. También suele llamarse continuo al incontable, porque si dividimos una cantidad del objeto designado conserva su esencia y nombre: la mitad de cierta cantidad de agua es agua también. En oposición, se denomina discontinuos a los objetos que percibimos separados mediante nuestros sentidos (por ello podemos contarlos). Los incontables suelen aparecer solo en singular, ya que cuando es necesario relacionarlos con un número son asociados generalmente a otro sustantivo (que sí puede recibir número) Comí dos kilos de polenta / dos porciones de polenta / dos cucharadas de polenta, etc. Cuando por dos arroces entendemos ‘dos tipos de arroz’ decimos que el incontable se ha recategorizado (ha cambiado de categoría) en contable: Ayer en la cena probé dos arroces. Lo mismo con el ejemplo anterior: Probé dos vinos. En los contenidos específicos ahondaremos en el análisis de las recategorizaciones. 2.1. Los pluralia tantum Hemos visto plurales contables que podían cuantificarse tanto indefinida (Rendí muchas materias) como numeralmente (Rendí cinco materias). Sin embargo, no siempre la marca de plural morfológico (–s / –es, etc. ) implica que semánticamente estamos ante una pluralidad de objetos. Veremos tres variantes de esta clase, denominada pluralia tantum (latín: ‘solo plurales’): 2.1.1. Plurales no contables Hay casos en los que la lengua categoriza ciertas entidades como nociones múltiples, aunque sus componentes no sean enumerables. Por ejemplo: Tengo muchas ganas de ir al cine. Siente celos. Ganas y celos pueden cuantificarse indefinidamente -mucha/o(s), demasiada/o(s)- pero no mediante un cuantificador numeral: *Tengo ocho ganas de ir al cine. *Siente dos celos. Tampoco decimos Tengo mucha gana, ni Siento celo. 2.1.2. Duales léxicos y plurales léxicos Hay ciertos sustantivos que se aplican a objetos que tienen una constitución claramente dual (o plural); es decir, que reconocemos en un objeto dos o más partes que lo constituyen; para referirse a la unidad que conforman ambas (o sus varias) partes se utiliza un pluralia tantum: Las esposas, las tijeras, los pantalones (duales), las murallas, las escaleras. En algunos casos el pluralia tantum no es tantum (la única opción) realmente, porque coexiste con la forma singular del sustantivo para referirse a un solo ente: pantalón / pantalones, escalera / escaleras, etc. Por ejemplo: Ayer me caí por la escalera de mi edificio = Ayer me caí por las escaleras de mi edificio. Nuestra variedad prefiere la forma singular en el caso de ¿Me alcanzás la tijera, por favor? Pero otros sustantivos admiten las dos formas. Entonces, si decimos Me compré unos pantalones, como el plural no necesariamente conlleva interpretación semántica de pluralidad, bien puede tratarse de una prenda ( = Me compré un pantalón) o de varias ( = Me compré muchos / algunos / dos pantalones). . 2.1.3. Plurales estilísticos . Citamos a Bosque: “Bello repara en otros casos de pluralia tantum: los llamados a veces ‘plurales estilísticos’, que a veces se forman sobre no contables sin que exista recategorización: aguas no está recategorizado en las aguas del río, ni nieve lo está en las nieves perpetuas.” Sustantivos individuales vs. sustantivos colectivos Los sustantivos individuales, que son la mayoría, designan en singular una sola entidad, como casa o árbol. Los sustantivos colectivos designan en singular un conjunto de entidades, como público o arboleda. Tradicionalmente los sustantivos colectivos se dividían en determinados e indeterminados. Dentro de los determinados se encuentran por un lado los colectivos morfológicos, aquellos que muestran en su raíz el objeto que aparece agrupado (por ejemplo: alameda, caserío.), y que se obtienen mediante los siguientes sufijos: ada/o, -ario,- eda/o, -al, -ería, -aje. Por otro lado están los colectivos sin estructura morfológica, no derivados de ningún sustantivo que aclare la especie (por ejemplo: ejército, clero, cardumen.) En ambos casos sabemos qué entidades estamos agrupando, ya sea por la morfología o el léxico. A estos colectivos determinados se les oponían los indeterminados (grupo, montón, serie, puñado, conjunto) que no denotan la clase de entidades que agrupan, y los numerales, que sólo significan el número, como millón, millar, docena. Actualmente, se discute la validez de la inclusión de este grupo entre los colectivos. 3.1. Sustantivos colectivos . Diferenciar de entre los sustantivos a los colectivos tiene sentido mientras podamos mostrar que estos últimos tienen un comportamiento gramatical específico. Muchos sustantivos designan una entidad múltiple pero no todos se comportan gramaticalmente de la misma manera. ¿Ejército, bosque, vajilla, dentadura, pareja son todos sustantivos colectivos? En el caso de las clases de ELE la diferenciación entre sustantivos individuales y colectivos cobra importancia por los errores que se producen en la concordancia entre el sustantivo núcleo del sujeto y verbo. Un clásico error entre los alumnos extranjeros es la construcción del sustantivo gente con verbos en tercera persona del plural: *la gente piensan, dicen, etc. - Los sustantivos colectivos no admiten que el sentido de los adjetivos calificativos se distribuya entre los elementos. Por ejemplo, si decimos un ejército muy grande, no es un ejército de personas grandes. Por lo tanto, estos sustantivos no admiten adjetivos simétricos del tipo parecido, sinónimos, incompatible, vecino, etc. Decimos: Los dos hermanos son parecidos (es decir, una de la otra), pero no podemos decir La pareja es parecida. - La preposición entre admite como término sustantivos plurales, sustantivos singulares coordinados, o sustantivos colectivos. Pero no admite sustantivos en singular. Decimos: - entre las flores, entre amigos, - entre la espada y la pared, entre María y Juan - entre el alumnado, entre la población. Pero no podemos decir *entre el lago, *entre el auto, etc. Algunas unidades léxicas compuestas se interpretan como sustantivos colectivos de persona, aunque su núcleo nominal no sea colectivo: opinión pública, tercera edad, mundo desarrollado, sexo masculino. Todas aceptan la preposición entre. Muchos nombres de resultado, como producción, programación, documentación, oferta, etc., son colectivos cuando se interpretan como el conjunto de cosas producidas, programadas, documentadas, etc. También admiten entre. - Los sustantivos colectivos de persona y los sustantivos individuales en plural admiten las construcciones adverbiales por unanimidad, por mayoría, etc. Los sustantivos individuales en singular, no. Decimos: El consorcio decidió el despido del administrador por unanimidad. Pero no podemos decir: *El propietario del tercer piso decidió el despido por unanimidad. - Los sustantivos colectivos admiten el adjetivo numeroso en singular: numerosa gente, numeroso público, numerosa flota, numerosa oferta. Los sustantivos individuales en singular, no. - Los sustantivos colectivos y los sustantivos individuales en plural pueden ser sujeto u objeto directo de verbos tipo reunirse o reunir, agruparse o agrupar: se reunió la familia, se reunió el comité, reuní la vajilla, reuní la documentación, agrupé la colección. Los sustantivos individuales en singular, no. Sustantivos abstractos vs. sustantivos concretos La gramática tradicional introduce una oposición entre sustantivos abstractos y concretos, cuya posibilidad de división y pertinencia en términos gramaticales es discutible. Desde la morfología es útil la distinción, sobre todo en clases de ELE, por los sufijos característicos de la formación de los abstractos: - era, -ura, -ez, -ad, -ancia, -anza, -encia, -ida, -ada, -ción, -sión, -xión (ternura, sensatez, esperanza, paciencia, etc.). 4.1. Sustantivos concretos, abstractos y eventivos . Con respecto a la oposición que hace la gramática tradicional entre sustantivos concretos y abstractos, cabe preguntarse la relevancia que tiene para la gramática, la naturaleza material o inmaterial de los referentes que nombramos. Asimismo es refutable el concepto de que todos los abstractos son no contables y los concretos contables, ya que podemos pensar en construcciones como mucho esfuerzo, mucho arroz, un problema, un matiz, etc. Por otra parte, muchos de estos sustantivos “abstractos y no contables” en sus formas negativas reciben la interpretación de “acto”. Por ejemplo, una injusticia es un acto de injusticia, una imprudencia es un acto de imprudencia. También hay otros sustantivos que se comportan de la misma manera aunque no tienen prefijo negativo: una tontería, una idiotez, una crueldad, una necesidad, atención, etc. Existen otros sustantivos abstractos que se recategorizan en sustantivos concretos contables no como “actos” sino como “personas”. Por ejemplo, una belleza, una eminencia, una autoridad, un encanto. Muchas veces se llama “abstractos” a sustantivos individuales y contables que designan acontecimientos o sucesos. Estos sustantivos “eventivos” pueden ser sujetos de verbos como “tener lugar”, “darse”, “ser”, y verbos que denotan límites temporales como “empezar”, “comenzar”, “concluir”. Por ejemplo: accidente, batalla, cena, cacería, concierto, conferencia, curso, eclipse, desfile, encuentro, función, llegada, etc. Hay algunos sustantivos que pueden ser interpretados de manera eventiva u objetual, dependiendo del contexto. Por ejemplo: En la comida con mis amigos es a las doce, comida designa a un evento. En la comida está rica, comida designa un objeto. . Por otra parte, los sustantivos eventivos pueden ser término de la preposición “durante”, durante la clase, durante la batalla, durante el eclipse. Algunos planteos respecto de contables e incontables ¿Es útil para la gramática diferenciar sustantivos contables de no contables, teniendo en cuenta la semántica? Sí, lo es, si a cada uno de esos tipos le corresponde un comportamiento sintáctico propio. Decimos Compré café, pero no podemos decir Compré libro (agramatical: *Compré libro). 1. Particularidades léxicas de contables e incontables 1.1. Preferencias léxicas Ciertos sustantivos, según el contexto, pueden interpretarse como contables o como incontables, por ejemplo podemos decir Comí melón (uso incontable) y Comí medio melón (uso contable). Pero, ¿por qué un sustantivo que es contable en una lengua, en otra es incontable? Bosque menciona el caso de consejo (contable) y su equivalente en inglés advice (incontable). Podemos dar dos consejos, pero no two advices. Decimos tarta de manzana, pero también tarta de frutillas. ¿Por qué en el primer caso usamos singular y en el segundo plural? Se trata de preferencias léxicas establecidas en cada variedad, relacionadas con que los contables en plural en contextos de indeterminación numérica se asimilan, prácticamente, a los incontables, porque el número no interesa en ellos. Si digo Hice una tarta de cerezas, el número no importa, salvo si nos piden la receta, en cuyo caso responderemos: un kilo de cerezas, por ejemplo. Otros muchos sustantivos se comportan como frutilla o cereza, que permiten (incluidas en sus sintagmas) denotar individuos y también materias (brindamos lista de Bosque): ajo, algodón, cristal, helado, huevo, madera, manzana, pan, papel, pelo, pescado, piedra, queso, tela. 1.2. Entradas dobles y correspondencias léxicas A diferencia del ejemplo visto (Comí melón, Comí un melón), en el que un mismo sustantivo puede interpretarse como incontable (materia o sustancia) y contable (objeto conformado por tal materia o sustancia), en ciertos casos tenemos dos sustantivos diferentes: uno para referirse a una materia sin tener en cuenta el número (es decir, de modo incontable) y otro para designar un objeto particular. Podemos mencionar, teniendo en cuenta a Bosque: dinero (incontable) – billete, moneda (contables), calzado (incontable) – zapato, sandalia (contables), tiempo (incontable) – día, hora, semana (contables), ropa (incontable) – prenda, vestido, traje (contables), ganado (incontable) – res, cabeza de ganado (contable), etc. 1.3. Diferencias gramaticales entre contables y no contables Antes de ver el análisis descriptivo de estas diferencias, debemos tener en claro la siguiente distinción terminológica: DETERMINANTES ARTÍCULOS (definidos o indefinidos: el libro / un libro). POSESIVOS (mi libro). DEMOSTRATIVOS (este libro). CUANTIFICADORES NUMERALES (un libro, dos libros). INDEFINIDOS (algunos libros, muchos libros). 1.4. Diferencias con respecto a selección de cuantificadores (numerales e indefinidos) 1) Los incontables no pueden ser modificados por un cuantificador numeral, a diferencia de los contables: *Hay dos azúcares en la azucarera. En el caso de Traje cerveza del supermercado, podemos también decir Traje dos cervezas del supermercado. Eso no implica que cerveza sea un sustantivo contable per se; en realidad queremos decir ‘dos latas’, o ‘dos botellas’: se trata de una recategorización, o sea del cambio de categoría de una palabra en determinado contexto sintáctico. Veremos a continuación cómo se comportan los sustantivos comunes con otros cuantificadores. 2) Los sustantivos no contables aparecen en las estructuras formadas por cuantificadores neutros + de. Por ejemplo: algo de y un poco de. - Incontable: algo de café. - Incontable: un poco de agua. Los contables rechazan esta construcción: - Contable singular: *un poco de libro. - Contable plural: *un poco de libros. 3) La forma exclamativa qué de selecciona incontables en singular y contables en plural, pero rechaza los contables en singular. - Incontable: ¡Qué de viento! - Contable plural: ¡Qué de turistas! - Contable singular: *¡Qué de turista! Es importante observar ya en este uso que los contables en plural muchas veces se comportan sintácticamente como los incontables, cuando no interesa precisar su número. 4) Cuantificadores como cualquier, todo y cada se anteponen a sustantivos contables en singular, pero no a incontables ni tampoco a contables plurales: - Incontable: *Cada arena. - Incontable: *Cualquier agua. - Incontable: *Todo aire. - Contable plural: *Cualquier libros. - Contable singular: Todo libro. 1.5. Diferencia en cuanto a presencia o ausencia de determinantes y cuantificadores 1) La elección morfosintáctica establece el tipo contable o no contable. Hay muchos sustantivos que pueden designar tanto una entidad incontable como una entidad contable; el uso de cuantificadores o determinantes -o bien del morfema de plural- denotan el carácter contable. Volvemos al ejemplo antes visto: melón es incontable en Comí melón; pero se comporta como contable en Comí un melón o Comí (muchos / dos) melones. Me manché con salsa / Preparé una salsa buenísima / Preparé salsas para la cena. Comprá pepino / Comprá pepinos / Comprá un pepino. 2) Exigencia -o no- de determinante o cuantificador antepuesto al sustantivo: La ausencia o no de determinantes o cuantificadores está relacionada con la función del Sintagma Nominal. Veremos algunos ejemplos. a) En objetos directos: los sustantivos incontables se pueden construir sin determinante (artículo, posesivo o demostrativo) ni cuantificador (numeral o indefinido): Quiero azúcar. Lo mismo ocurre con los contables plurales cuando no importa el número (en contextos de indeterminación: Compré platos). Pero el contable singular requiere siempre determinante o cuantificador: *Compré plato Compré ayer un / cualquier / mi / el plato. (Ver Módulo de sintaxis 2.1.) Quería leche / *lámpara pero Quería lámparas. Aquí hay arroz / *zapato pero Aquí hay zapatos (el plural de los contables no requiere determinante ni cuantificador cuando señala entidades indeterminadas). b) En predicativos subjetivos: Veamos los siguientes ejemplos: Esto es agua / *es lápiz / son lápices. Lo que tenés enfrente tuyo es arroz / *ventana. Como vemos, los contables singulares exigen determinante o cuantificador. Para más información, ver Módulo de sintaxis 2.5. c) Con verbos de sujeto pospuesto • En las oraciones de verbos de acaecimiento, que suelen llevar sujeto pospuesto (en su uso no marcado; es decir, normal) el sustantivo contable singular exige determinante o cuantificador, a diferencia del contable plural y del incontable: Vino el maestro / *Vino maestro / Vinieron maestros / Cae agua. • En los verbos de afección (de OI obligatorio), necesitaremos un determinante o cuantificador en todos los casos. A Soledad le gusta la cerveza. A Soledad le gustan sus plantas. A Soledad le gusta su balcón. A Soledad le gusta * cerveza / *plantas. d) En modificadores indirectos de preposición más término. Los sustantivos incontables forman complementos preposicionales sin determinante: Torta de café. Los contables plurales, como vimos antes, en situaciones de indeterminación se comportan similarmente a los incontables: Torta de frutillas. A tales sintagmas preposicionales se los suele denominar “complementos de materia”. Hemos visto que el carácter contable o incontable de ciertos sustantivos se establece mediante la aparición o no de determinante o cuantificador. Por ejemplo: vemos la interpretación incontable en Jugo de naranja y la contable en Jugo de una naranja. Los complementos de percepción sensorial son nombres continuos: Olor a café, sabor a chocolate, etc. 3) Recategorización (cambio de categoría): De incontable a contable. Dijimos al definir los sustantivos incontables que no aceptan cuantificadores numerales: *Comí dos arroces. Sin embargo, en muchos casos encontramos frases que parecen contradecir tal definición. En primer lugar: si digo Existen dos cafés: el fuerte y el suave, estamos recategorizando el incontable en contable: cafés pasa a significar “tipos de café”. Bosque señala que esta interpretación no está dada por el léxico, porque de hecho se puede aplicar a todos los contables. No nos parece que sea claramente así en nuestra variedad. ¿Decimos “Hay dos caviares” o decimos “Hay dos tipos de caviar”? En segundo lugar: si digo Me tomé un café, la recategorización es determinada por el contenedor: “un pocillo de café”. Lo mismo: dos cervezas (“dos latas o porrones”), dos whiskies (“dos vasos de whisky”), etc. Muchos continuos que designan líquidos se recategorizan como discontinuos para denotar con fines prácticos un contenedor, como en un café, una cerveza, un whisky. El hecho de que el contenedor constituya un sustantivo de medida es bastante frecuente: plato, vaso, fuente, cucharada, puñado, etc. De contable a incontable. Bosque menciona complementos de verbos de percepción –su ejemplo: Huele a rosa- en los que los contables se recategorizan para denominar sustancia, materia. En nuestra variedad empleamos el singular o el plural, dependiendo del sustantivo: Huele a rosas. Huele a lavanda. Hay olor a jazmines. Huele a jazmín. Otro tipo de recategorización: Hay mucho chanta suelto. Este uso tiene un valor estilístico enfático. Podemos comparar las siguientes frases: en un asado: ¿Hay morcilla? ¿Cuántas morcillas compraste? En la primera frase, morcilla se comporta como un nombre de materia. 2. Cuantificación determinada de incontables Vimos antes que se pueden cuantificar los incontables mediante cuantificadores indefinidos: Comí mucho arroz - Comí todo el arroz - Comí cierta cantidad de arroz - etc. Pero ¿cómo cuantificamos determinadamente? Necesitamos de la ayuda de otros sustantivos que sí permiten la adscripción de un numeral. Se denominan, por esta propiedad, sustantivos cuantificativos: Sustantivos acotadores (grano en un grano de café), que denotan porciones de materia; Sustantivos de medida (kilo en un kilo de café); Sustantivos de grupo (racimo en un racimo de uvas). En algunos casos el sustantivo acotador puede ser opcional: puedo decir un pedazo de papel, una hoja de papel, o bien un papel. En cambio, puede resultar extraño decir dos mantecas; frente a la posibilidad de decir dos panes de manteca. En estos casos el incontable rara vez puede aparecer en plural. En cambio, con los sustantivos de medida, puede usarse el plural (reiteramos: un plural contable que se acerca a los incontables singulares semánticamente): dos kilos de mejillones (plural), pero dos kilos de merluza (singular). Con respecto a los sustantivos de grupo, vale aclarar lo siguiente: sabemos que un cardumen es un conjunto de peces; en cambio, si hablamos de un grupo no podemos precisar la característica de los elementos. Por esa indeterminación durante mucho tiempo se consideró a sustantivos como grupo, manada, riestra, conjunto, serie ‘sustantivos colectivos indeterminados’. Sin embargo, si analizamos las categorías desde el punto de vista sintáctico, no pertenecen estos últimos a la clase de los colectivos, porque requieren la explicitación del complemento sobre el que cuantifican. Podemos decir Caminaba por el vecindario o Podaba el rosedal, pero no decimos *Son una manga, sino Son una manga de atorrantes, y tampoco *Dijo una sarta sino Dijo una sarta de estupideces. Como podemos ver en los ejemplos, los sustantivos de grupo suelen llevar complementos plurales, aunque a veces admitan singular: un grupo de gente. Ciertos colectivos propios se recategorizan a veces figuradamente como sustantivos cuantificadores de grupo: un ejército de manifestantes, un rebaño de fanáticos, una jauría de delincuentes, etc. Por supuesto que no entendemos el último ejemplo como ‘un grupo de perros delincuentes’. Caracterización El adjetivo es una clase de palabra que indica características del sustantivo. Dentro de la oración puede funcionar como un modificador directo del sustantivo o como un predicativo (ver sintaxis). En español, posee dos accidentes gramaticales: el género (femenino o masculino) y el número (singular o plural). Los adjetivos concuerdan con el sustantivo al que modifican en género y número. El adjetivo, en español, no tiene declinaciones. El género 1. Formación del femenino 1.1. Si el adjetivo termina en –o, cambia o por a: Lindo - linda. Limpio - limpia. Perfecto - perfecta. Malo - mala. 1.2. Si el adjetivo termina en –án, -ón o –ín, o en –or, se le agrega una a: Haragán - haragana. Charlatán - charlatana. Gritón - gritona. Bocón - bocona. Parlanchín - parlanchina. Trabajador - trabajadora. Cumplidor - cumplidora. 1.3. Adjetivos de una sola terminación: En los demás casos, los adjetivos tienen una forma única para el masculino y el femenino: Hombre feliz - mujer feliz. Palacio grande - casa grande. Vestido azul - pollera azul. Muchacho joven - chica joven. Niño belga - niña belga. Pasto verde - planta verde. Ciudadano marroquí - ciudadana marroquí. Algunos adjetivos que indican color pueden expresarse también con sustantivos, que pueden ser adjetivados y deben concordar en género y número, o algunos sólo en número, con el sustantivo al que modifican: Vestido anaranjado- casas anaranjadas. Sombrero violeta- sombreros violetas. Ropa violeta – ropas violetas. o pueden acompañarlo como sustantivos plenos y funcionar como una aposición . Remeras naranja - platos naranja. Pelotas rosa - libros rosa. Si el adjetivo de color va acompañado por un modificador, entonces será invariable y funcionará siempre como aposición. Mares verde esmeralda. Labios rojo carmesí. 1.4. A los adjetivos que denotan nacionalidad o procedencia y terminan en consonante se les agrega una a: Francés - francesa. Alemán - alemana. Español - española. Andaluz - andaluza. Catalán - catalana. Cordobés - cordobesa. El número El plural de los adjetivos en español se forma igual que el de los sustantivos. Algunos adjetivos que indican color pueden expresarse también con sustantivos, que pueden ser adjetivados y deben concordar en número con el sustantivo al que modifican: Sombrero violeta- sombreros violetas. Ropa violeta – ropas violetas. O pueden acompañarlo como sustantivos plenos y funcionar como una aposición: Remeras naranja - platos naranja. Pelota rosa - libro rosa. Si el adjetivo de color va acompañado por un modificador, entonces será invariable y funcionará siempre como aposición. Mares verde esmeralda. Labios rojo carmesí. Prefijos y sufijos El español permite agregar letras o sílabas a las palabras para modificar su significado. Estos agregados se denominan genéricamente como afijos. Los afijos pueden anteponerse a la palabra (prefijo) o ir pospuestos (sufijo). Entonces, mediante los procedimientos morfológicos de prefijación (anteponer un prefijo) y sufijación (posponer un sufijo) se forman derivados y compuestos de los adjetivos. 1. Los prefijos Los prefijos no cambian la categoría gramatical de la palabra; es decir, se unen al adjetivo y cambian su significado, pero esa palabra sigue siendo un adjetivo. Podemos clasificar los prefijos de la siguiente manera: -Negativos: por ejemplo in-, des-, a-: inútil, imposible, ilegal, desprolijo, amoral. -Intensivos positivos (ponderan, aumentan o refuerzan el contenido semántico del adjetivo): por ejemplo re-, súper-, hiper-, ultra-: hiperactivo, ultraconservador. -Intensivos negativos (disminuyen el contenido semántico del adjetivo): por ejemplo sub-: subdesarrollado. -Espaciales o temporales (establecen relaciones a partir del tiempo o el espacio): por ejemplo sub-, trans, pre, post-, inter-: interurbano, subacuático, prenatal. 2. Los sufijos Hay sufijos que mantienen la categoría gramatical y otros que no. En el primer grupo encontramos los que agregan una nueva connotación al valor semántico: -uzco, -ucho, -tón, cino, -ento, -oso, -áceo: - feucho (para evitar decir directamente, para amenizar el aspecto negativo del adjetivo: feo), - amarillento (para describir un color que no es absolutamente amarillo), - verdoso (para describir un tinte cercano al verde), - blanduzco (para describir algo que es demasiado blando), - pobretón (para amenizar la fuerza o contundencia del adjetivo pobre). Los sufijos que cambian la categoría permiten formar adjetivos sobre palabras sustantivas, verbales o adverbiales. Sobre bases sustantivas: por ejemplo -oso, -al, -il, -ano, -ino, -ico, -ario, -esco: arenoso, universitario, juvenil, carnavalesco. Sobre bases verbales: -ble, -nte, -izo: rompible, quebradizo, bailable. Sobre bases adverbiales: -no, -ro: cercano, lejano, delantero. Adjetivos compuestos Entre los adjetivos compuestos podemos encontrar los siguientes tipos: 1. Los que denotan las partes del cuerpo: El segundo constituyente, el adjetivo, es el núcleo de la palabra, como lo indica su concordancia con el sustantivo, y el primero denota la parte del cuerpo: Mi tía es pelirroja, pero mis primos no son pelirrojos. Todos los invitados quedaron boquiabiertos, ella no, no quedó boquiabierta. 2. Los que están unidos por una relación de coordinación: Agridulce, verdinegro, clarividente. En ambos grupos aparece una vocal de unión entre los dos miembros: –i-. Esta vocal falta cuando la relación entre las partes es más débil; entonces, la relación se establece con un guión: Hispano-argentino, afro-americano, político-económico, etc. Siempre es el segundo adjetivo es el que debe concordar en género y número con el sustantivo: Las cantantes afro-americanas tienen unas voces extraordinarias. El presidente anunció las medidas político-económicas. Ésta es una materia teórico-práctica. Comparativos y Superlativos La mayoría de los adjetivos calificativos (los que indican una cualidad del sustantivo) admiten una gradación en su significado. La casa es grande (adjetivo calificativo). Comparativos: Se compara una cualidad entre dos cosas o personas que la poseen. La gradación se expresa con un cuantificador antepuesto al adjetivo. Esta casa es más grande que la tuya (comparativo de superioridad). Esta casa es tan grande como la tuya (comparativo de igualdad). Esta casa es menos grande que la tuya (comparativo de inferioridad). Superlativos: En el superlativo absoluto se eleva la cualidad a su más alto grado. En los superlativos relativos se eleva la cualidad a su más alto grado con referencia a otros que posean la misma cualidad. La gradación se expresa anteponiendo un cuantificador y un artículo. Esta casa es la más grande de todas. (superlativo relativo de grado sumo). Esta casa es la menos grande de todas. (superlativo relativo de grado ínfimo). Esta casa es grandísima (superlativo absoluto). Esta casa es muy grande (superlativo absoluto). (Son muy cultos los superlativos que adoptan el sufijo –érrimo: célebre, celebérrimo, pobre- paupérrimo, etc.) 1. Modificaciones ortográficas . Cuando un adjetivo tiene la letra C al final de su raíz, esta letra se transforme en QU cuando formamos el superlativo. rico > riquísimo blanca > blanquísima Cuando un adjetivo tiene la letra G al final de su raíz, esta letra toma la U para formar el superlativo. larga > larguísima vago > vaguísimo Algunos adjetivos agregan determinadas consonantes para el superlativo absoluto en analogía con otras formas de la misma palabra: - cursi – cursilísimo: toma la l de cursilería. - joven – jovencísimo: toma la c del diminutivo jovencito. 2. Casos especiales . Algunos adjetivos forman comparativos de superioridad y superlativos absolutos especiales: Adjetivo comparativo superlativo Bueno Malo Alto Bajo Grande pequeño mejor peor superior inferior mayor menor óptimo-buenísimo pésimo-malísimo supremo-altísimo ínfimo-bajísimo máximo-grandísimo mínimo-pequeñísimo Clasificación de los adjetivos A partir del valor semántico de los adjetivos, podemos clasificarlos en tres grupos: 1. Los adjetivos calificativos . Los adjetivos calificativos mayormente son palabras simples (sin prefijos ni sufijos, salvo los de género y número): roja/o, grande, apta/o. Sin embargo, hay un sufijo que se utiliza con frecuencia para crear calificativos: -osa/o (maravilloso, espantosa, celoso). Asignan al objeto referido por el sustantivo una característica general o constitutiva, que puede ser de dimensión (auto grande), velocidad (auto rápido), propiedad física (hombre robusto), color (cielo rojo) y forma (estuche cuadrado), edad (mujer madura), valoración (gran mujer), aptitud (señora inteligente) y predisposición (señor amable). La mayoría son graduables (es muy alto, es altísimo) y participan en construcciones comparativas (es más alto que). No así los referidos a una forma: *La mesa es muy redonda. En nuestra variedad, es usual la gradación de adjetivos de color, tanto mediante adverbios como mediante la anteposición del prefijo re-: Mi remera es muy verde / reverde. Tu remera es más verde que la mía. Si decimos que algo es “muy verde” o “reverde” lo que queremos significar es que es de un verde muy fuerte. Este ejemplo es claramente enfático: el foco se pone en el adjetivo. También se gradúan los adjetivos de color en contextos no enfáticos. Por ejemplo: El cielo está muy negro. Los adjetivos calificativos pueden funcionar como modificadores directos o predicativos y pueden ir antepuestos o pospuestos al sustantivo, aunque el uso antepuesto generalmente asigna a la expresión un matiz literario (veremos más adelante que con ciertos adjetivos la posición determina cambios de significado). 1.1. La colocación del adjetivo calificativo en la oración 1.1.2. La apócope . El adjetivo puede ir junto al sustantivo al que modifica, o precedido por un verbo, en función de predicativo, como veremos en el módulo de Sintaxis: “La casa grande.” (modificador de sustantivo) “La casa es grande.” (predicativo) “El chico inteligente.” “El chico parece inteligente.” “El hombre alegre.” “El hombre está alegre.” “El viejo encorvado.” “El viejo camina encorvado.” En el caso de la colocación junto al sustantivo, puede ir antepuesto o pospuesto, aunque el uso prefiere la segunda opción. Asimismo, en varios adjetivos se produce una apócope cuando anteceden al sustantivo, tal es el caso de: - bueno / buen: un hombre bueno / un buen hombre - malo / mal: un mal momento / un momento malo - primero / primer; tercero / tercer: el primer día / el día primero - grande / gran: una gran casa / una casa grande Nótese que la apócope es admisible solo cuando el adjetivo es masculino. Es muy común el error de extender su uso al femenino en el caso de “primer” y “tercer”: en frases como *la primer noche, *la tercer mujer, etc. Las formas femeninas correctas son primera, tercera. Sin embargo, el adjetivo “grande” no varía cuando va precedido del cuantificador “más”, ni cuando se combina con otro adjetivo: - la más grande experiencia. - grande e importante éxito. En el caso del adjetivo “santo”, este solo se apocopa delante de nombres propios: San Pablo, el hombre santo, el santo obispo. 1.1.3. El valor semántico de la posición de los adjetivos calificativos . El valor semántico del adjetivo varía según su posición. En general, se considera que el adjetivo antepuesto (o epíteto) describe y explica la realidad a la que se refiere el sustantivo. Por ejemplo: si decimos, el negro carbón, no estamos haciendo referencia a un tipo específico de carbón, ya que todos son negros, sino que lo describimos (el carbón con toda su negrura). El adjetivo pospuesto especifica; es decir, restringe la referencia del sustantivo. Por ejemplo, si decimos, el libro negro, estamos haciendo referencia a ese libro en oposición a todos los que no son negros. En algunos casos, el colocar el adjetivo antes o después del sustantivo cambia sustancialmente el significado, aunque estos no hayan sufrido apócope. Por ejemplo: “Una mujer grande.” (Grande en tamaño o en edad.) “Una gran mujer.” (Una mujer importante o de cualidades morales.) “Una persona mala.” (De mal carácter.) “Una mala persona.” (Malo en todos los sentidos, falso, alevoso. Este uso es muy enfático en el Río de la Plata.) “Un hombre pobre.” (Sin dinero.) “Un pobre hombre.” (Puede tener dinero, sin embargo ser un desdichado y dar pena.) Por otra parte, los adjetivos calificativos que aceptan ser antepuestos al sustantivo sin ser epítetos ni variar su significado, generalmente, enfatizan la idea. Por ejemplo: “Es una chica linda.” “Es una linda chica.” Asimismo, el uso ha fijado ciertas combinaciones de adjetivo y sustantivo, que funcionan como si fuesen sustantivos compuestos y no se puede cambiar su orden. Por ejemplo, decimos idea fija y no fija idea, corto plazo y no plazo corto. Otros casos: Alta mar, libre albedrío, sentido común, etc. 2. Los adjetivos relacionales . Relacionan al objeto designado por el sustantivo con otro objeto o entidad. Por ejemplo, mesa presidencial. Aquí se establece una relación entre el objeto mesa y el objeto presidente. Esta relación le asigna al sustantivo determinadas propiedades que dependen de la naturaleza del mismo. Por ejemplo, el despacho presidencial (presidencial significa “que sirve al presidente”), el decreto presidencial (presidencial significa “dictado por el presidente”), etc. No suelen funcionar como predicativos: *el despacho es presidencial. No son graduables (*muy presidencial) ni aparecen en construcciones comparativas (*es más presidencial que...). Los adjetivos relacionales van pospuestos al sustantivo: la zona industrial; *la industrial zona. Los adjetivos gentilicios pertenecen a este grupo. En cuanto a sus características morfológicas, mayormente son sufijales y derivan de sustantivos: los sufijos más frecuentes son: -al/-ar (regional, familiar), -ario (temporario), -ano (republicano), -ivo (masivo), -ista (capitalista), -esco (novelesco), -il (juvenil). 3. Los adjetivos adverbiales Ciertos adjetivos se denominan ‘adverbiales’ porque –en vez de enunciar una característica de un objeto– modifican a los sustantivos (derivados o no de verbos) como lo haría el adverbio correspondiente en –mente. Antes de analizar este tipo de adjetivos debemos tener en cuenta que no todos los sustantivos designan objetos o entidades; algunos de ellos se refieren a eventos, relacionados con verbos o derivados de ellos: llamar - llamada, viajar - viaje, reformar - reforma. Entre los adjetivos adverbiales, unos modifican la intensidad del sustantivo, esto es: la manera o el grado en que el concepto del sustantivo se aplica al referente: el supuesto cómplice (la persona que supuestamente ayudó a cometer un delito), la posible solución, etc; otros asignan a esos nombres características modales o espaciotemporales (del mismo modo que los adverbios en –mente: Mirada fría - Miró fríamente), o incluso aspectuales (las reiteradas quejas). A continuación ordenaremos y denominaremos las distintas clases de adjetivos adverbiales: 3.1. Adverbiales intensionales No atribuyen propiedades a un nombre; modifican su intensidad–es decir, el grado o énfasis con el que el concepto del sustantivo se aplica al elemento señalado del mundo. Podemos hablar de intensionales modales, por ejemplo, en Atraparon al presunto cómplice, en donde el referente (la persona de la que hablamos) no es necesariamente cómplice. O bien: Denunciaron al falso médico, en donde la intensión del sustantivo “médico” en ningún grado se aplica al referente, que no es médico. Estos adjetivos no admiten gradación (*muy presunto) ni participan en construcciones comparativas. Van antepuestos al nombre. Por otra parte, denominamos intensionales focales a los adjetivos que contrastan la intensión del sustantivo con otro anterior o presupuesto. Por ejemplo: Podemos decir que su marido la mató, pero en realidad el verdadero asesino es el entorno. Contrastan con otro referente (en este ejemplo, el marido). En el verdadero asesino, el referente (el entorno) es enfáticamente el asesino. El adjetivo focaliza la atención. Estos adjetivos van antepuestos. No son graduables ni aparecen en construcciones comparativas. 3.2. Adverbiales eventivos circunstanciales Como dijimos antes, los sustantivos no designan solo entidades. Algunos de ellos tienen significado eventivo (de evento o acontecimiento): de proceso, estado o situación; por ejemplo, en el caso de nominalizaciones como llegada. Si decimos Tuvo una accidentada llegada, podemos crear una expresión verbal análoga: Llegó accidentadamente. Por ello consideramos a estos adjetivos (como accidentada) adjetivos circunstanciales de modo, que pueden ir antepuestos o pospuestos al sustantivo eventivo. Por otro lado tenemos adjetivos adverbiales espaciotemporales que ubican al sustantivo (que puede designar un evento o una entidad) en coordenadas espaciotemporales deícticas: Fuimos a la antigua casa de Juan (donde Juan vivía antiguamente). Van mayormente antepuestos; en este ejemplo, la posposición modifica el sentido: si decimos la casa antigua de Juan, el adjetivo antigua es un calificativo, porque describe la casa según su antigüedad, no según su deixis temporal respecto del continuum de sucesivas casas de Juan. 3.3. Adverbiales eventivos aspectuales En las oraciones: las frecuentes visitas del médico, las reiteradas denuncias... el adjetivo no adscribe propiedades a cada visita o denuncia. Señala el aspecto iterativo (de reiteración) del plural de la acción descripta por el sustantivo eventivo. Estos adjetivos solo funcionan como modificadores directos del sustantivo. Van antepuestos y no son graduables ni aparecen en construcciones comparativas. No atribuyen propiedades al sustantivo, sino que modifican la manera o intensidad con la que el concepto del sustantivo se aplica al referente. Por ejemplo, comparemos estas dos oraciones: El presunto asesino es Pedro, vs. El asesino es Pedro. En estas dos oraciones el referente es Pedro; sin embargo, el adjetivo presunto marca el grado de duda del emisor respecto a que el referente, Pedro, sea efectivamente el asesino. Es decir, el adjetivo marca la manera o el grado en que el concepto de “asesino” se aplica a Pedro. Veamos el siguiente ejemplo: Podemos decir que su marido la mató, pero en realidad el verdadero asesino es el entorno. El adjetivo sirve para contrastar distintos referentes (el marido, el entorno) y focaliza la atención en uno. Estos adjetivos en lugar de enunciar una característica de un objeto modifican a los sustantivos como lo haría el adverbio correspondiente en –mente. Por ejemplo, el supuesto asesino (la persona que supuestamente asesinó a...), el verdadero asesino (la persona que verdaderamente asesinó a...), etc. EL ADJETIVO ESPAÑOL Clasificación de los adjetivos © Justo Fernández López Clases de adjetivos «Las gramáticas tradicionales distinguen en la lengua española una subclase de adjetivos y otra de pronombres entre los posesivos, cuantificadores y demostrativos. Según este punto de vista, es adjetivo todo término que modifica directamente al nombre en relación de adyacencia con él, y la frontera se traza entre la 'actualización', que realiza el artículo, y la adjetivación, que pueden llevarla a cabo todos los otros modificadores del nombre, siendo estos últimos susceptibles de dividirse en 'calificativos' y 'determinativos'. Alarcos: «ni por su función esencial ni por el modo de designación es distinto el comportamiento de los adjetivos calificativos y determinativos». Otros gramáticos engloban bajo idéntica distinción terminológica una clasificación diversa: para Sobejano (1955) el área de los adjetivos determinativos incluye a cuantificadores como tres y a los adjetivos que expresan una relación, como bovino. En el extremo opuesto, Luján (1980) considera que sólo son adjetivos aquellas formas que pueden ser predicados de una oración copulativa, esto es, los adjetivos calificativos y unos pocos relacionales. Pese a la semejanza en la obligatoriedad de la concordancia, hay razones más que suficientes para suponer que el sistema de la cuantificación / determinación del nombre y el de la adjetivación son realmente diversos. Así los determinantes (los artículos, posesivos y demostrativos) y los cuantificadores (los numerales e indefinidos) constituyen clases cerradas con un número fijo de miembros desprovistos de significado léxico. [...] Frente a los determinantes, los adjetivos constituyen clases léxicas abiertas, de extraordinaria complejidad léxicoconceptual. Asimismo, los adjetivos por sí solos no legitiman referencialmente a los sustantivos (*Casa amarilla es de mi hermano – La casa amarilla es de mi hermano). No son referenciadores, en suma, sino clasificadores (marcadores de una extensión) y evaluadores de la intensión de los términos. Hemos definido a los adjetivos como términos de alcance general que adscriben propiedades a los nombres. Empleo 'propiedad' en un doble sentido: en el corriente o conceptualista (el que da el diccionario) de «característica» o «cualidad» y en un segundo sentido, propio de la semántica, de «función» que selecciona al conjunto de entidades que están en la extensión de un predicado. En esta acepción las propiedades son la contrapartida semántica de las expresiones predicativas del lenguaje corriente y hay propiedades correlativas tanto de las entidades individuales como de conjuntos o proposiciones. Los adjetivos que expresan una sola propiedad o rasgo constitutivo del nombre modificado son los 'calificativos': Libro azul. / Señora delgada. / Hombre simpático. / Voz iracunda. / Frase chillona. La asignación de una sola propiedad puede casi siempre parafrasearse por medio de una oración copulativa caracterizadora: El camino tortuoso – El camino que es tortuoso. Los adjetivos que se refieren a un conjunto de propiedades y las vinculan de una cierta manera son los relacionales: Puerto marítimo. / Vaca lechera. / Paseo campestre. La asignación de varias propiedades da lugar a relaciones semánticas complejas y diversificadoras: Los datos científicos – Los datos que vienen de la ciencia / la capacidad torácica – la capacidad que tiene el tórax. Así hay dos clases de adjetivos: los que designan cualidades en sentido estricto y los que indican propiedades que la entidad objeto de modificación adjetiva posee por su relación con algo externo a ella. Bosque caracteriza a los adjetivos relacionales como aquellos que «no son calificativos, es decir, no denotan cualidades o propiedades de los sustantivos sino que establecen conexiones entre esas entidades y otros dominios o ámbitos externos a ellas» (1993: 10). La consideración de los adjetivos relacionales como categorías cuasinominales con forma adjetival es la que subyace a los adjetivos relacionales como pseudoadjetivos. Ambos términos 'relacional' y 'pseudo-adjetivo' son característicos de la lingüística francesa.» [Demonte 1999: 136-138] ● Almela (2000: 296) hace notar que cuando se habla de las clases de adjetivos se suele hacer una fusión entre los niveles lexémico y sintáctivo, que aunque en la realidad del hablar estén fundidos, en la teoría hay que concebirlos por separado. «Clases y funciones pertenecen a diferentes niveles. Las clases de adjetivos, tal y como se entienden en las explicaciones gramaticales, corresponden al nivel lexémico, se definen con notas de carácter léxico-semántico. Las funciones corresponden al nivel sintáctico, son unidades que operan en la combinación. No distinguir con nitidez entre estas clases y funciones es la garantía para transitar por terrenos permanentemente resbaladizos.» [Almela 2000: 296] Clasificación de los adjetivos «En general, hay que rechazar toda aquella clasificación que mezcla criterios lingüísticos con otros no lingüísticos, o que, dentro de los lingüísticos, emplea en una misma agrupación bases formales junto a bases semánticas, base lexémicas junto a bases morfémicas, etc. En particular, se desestiman las agrupaciones tradicionales: adjetivos determinativos y calificativos, y adjetivos explicativos y especificativos. No se desestima ni el concepto de “calificativo” ni la existencia de los adjetivos calificativos. Lo inaceptable es la división que se hace de los adjetivos en calificativos y determinativos (o determinantes). Los gramáticos que adoptan esta clasificación incluyen entre los determinativos a los posesivos, demostrativos, indefinidos y numerales. [...] Los adjetivos calificativos corresponden a una base lexémica y los determinativos corresponden a una base sintáctica. [...] No es aceptable la inclusión de posesivos, demostrativos, indefinidos y numerales entre los adjetivos. [...] De estas formas, llamadas por algunos “adjetivos determinativos”, hay que decir, pues, que son pronombres, y que, por tanto, deben ser tratadas como clases de tal categoría; tienen el significado añadido de adjetivos y ello hace que admitan algunas funciones de adjetivo y que puedan sustantivarse. [...] No hay adjetivos que sean por sí mismos especificativos o explicativos. A esta pareja de términos corresponden, con valor igual o parecido, según los casos, estas otras parejas: caracterizadores / evaluativos extensionales / intencionales clasificadores / descriptivos especializadores / epítetos restrictivos / no restrictivos intersectivos / no intersectivos No se puede afirmar que un adjetivo “es” especificativo o “es” explicativo. [...] El “ser” explicativo o especificativo debe entenderse como “funcionar” como explicativo o como especificativo, lo cual depende de la relación que se establezca entre el adjetivo y el sustantivo: en Desde aquí se divisa la blanca nieve el adjetivo blanca funciona como explicativo, pero en El libro está sobre la mesa blanca ese mismo adjetivo funciona como especificativo.» [Almela 2000: 299-302] ● «Aunque adoptemos la denominación de 'restrictivo' y 'no restrictivo' para designar de una manera general a los adjetivos pospuestos y antepuestos, respectivamente, somos conscientes de que una caracterización justa de los valores de la posición del adjetivo requiere muchos más elementos que una semántica, digamos, de la clasificación o restricción frente al realce o no restricción. Una descripción novedosa de esta distinción ha de tener en cuenta dos aspectos: la semántica de la relación adjetivo-nombre, esto es, de qué manera puede relacionarse un adjetivo con el nombre al que modifica, y la naturaleza de la frase nominal en la que se sitúa la relación de modificación, más específicamente, si el sintagma nominal en que concurre el adjetivo es definido o indefinido.» [Demonte 1999: 191] Adjetivos calificativos «Los adjetivos calificativos son los que más genuinamente significan la cualidad, es decir, lo peculiar de los comportamientos, los objetos, las actitudes... En los adjetivos la cualidad se presenta como inherente y polar. Por la inherencia la cualidad es vista “como algo inseparablemente ligado al objeto o persona, algo que es suyo en tanto en cuanto el objeto o la persona existen”, al decir de Sobejano (1970: 99); ser inherente el adjetivo equivale a estar estrechamente unido al sustantivo. Por la polaridad el adjetivo se sitúa en uno de los dos polos contrapuestos de un eje semántico (en la teoría de Greimas un eje semántico es el común denominador significativo de dos términos opuestos); ser polar el adjetivo equivale a ser capaz de formar parte de un sistema binario. Algunos ejemplos: joven, recio, fuerte, ligero, lento, triste, alegre, bueno, malo, dulce, torpe, grande, tierno, mustio, espeso, flaco... Todos ellos son inherentes gramaticalmente, es decir, representados como esenciales a un objeto o persona. Y son, además, polares; sólo con ánimo de ejemplificar, que no de analizar, se puede decir que los siguientes adjetivos emparejados constituyen los dos polos contrapuestos de un mismo eje semántico: caliente / frío, claro / oscuro, grande / pequeño, áspero / liso, bueno / malo, viejo / joven, fácil / difícil, fuerte / débil, bajo / alto, etc.» [Almela 2000: 302] Adjetivos relacionales «A diferencia de los adjetivos calificativos, que representan una cualidad íntimamente ligada al sustantivo, los adjetivos relacionales significan la cualidad no inherente, sino extrínseca; marcan una relación en que se encuentra el objeto nombrado. Dicha relación puede versar sobre espacio, tiempo, propiedad, materia, clase, tipo, origen, asunto, finalidad, procedencia, situación, orden, nacionalidad, pertenencia, grupo, etc. Algunos ejemplos: social, lechero, financiero, nacional, vacuno, vespertino, mahometano, marino, matriculado... El adjetivo relacional carece de la mayoría de los rasgos morfológicos y sintácticos que caracterizan al calificativo: 1. No son graduables ni cuantificables *Estos libros son bastante nacionales. *Este ganado es muy vacuno. 2. La mayoría de los adjetivos relacionales no pueden ser base de los adverbios en –mente: *Lo mejor que hay es vivir españolamente. 3. No admiten modificadores adverbiales de modo o frecuencia: *Esta pierna es a veces derecha. *Aquel gobierno era convenientemente francés. 4. No se anteponen al sustantivo con el que se unen: *Lucía y él mantuvieron una financiera conversación. 5. No se coordinan con el adjetivo calificativo: *Los alumnos están matriculados y ávidos. Lo que algunos autores sostienen como “recategorización” de calificativos y de relacionales debe considerarse más bien como “refuncionalización”; ésta afecta más frecuentemente a los relacionales. Es decir, los adjetivos relacionales son susceptibles de una interpretación calificativa que les habilita para la función explicativa, para admitir sus cuantificación, su empleo predicativo, su transformación en adverbio mediante el sufijo –mente, su posición libre respecto al sustantivo, etc.» [Almela 2000: 302-303] ● «Estos adjetivos no expresan propiamente cualidad, sino situación, nacionalidad, materia, origen, clase, pertenencia, etc. Su significación los hace refractarios a usos que no sean puramente conceptuales y objetivos, por lo que se posponen de ordinario al nombre» (Lapesa 1975: 333). ● Características sintácticas de los adjetivos relacionales: «Los adjetivos relacionales se refieren a un conjunto de propiedades (a una entidad externa) con las cuales el nombre modificado establece una relación semántica determinada, pendiente aún de especificar. Tres situaciones sintácticas permiten distinguirlos de los calificativos: a) Numerosos adjetivos relacionales no pueden encontrarse en posiciones predicativas: La actitud policial - *La actitud es policial. Es cierto también que una buena parte de los adjetivos relacionales pueden ser predicados de una oración copulativa: La revista es mensual. La comedia es musical. El contexto de la medida es internacional. b) Los adjetivos relacionales no aceptan adverbios de grado ni pueden formar parte de construcciones comparativas: La conducto laboral - *La conducta tan laboral. c) No tienen antónimos ni entran en correlaciones de polaridad: El respeto personal – *El respeto impersonal. El mercado laboral - *El mercado {in-/a-} laboral. Bosque señala que cuando los adjetivos de relación llevan prefijo negativo no designan a su antónimo, como sucede con los calificativos: honesto-deshonesto apacible-desapacible tranquilo-intranquilo, sino la exclusión de la clase representada por el adjetivo relacional: gramatical-agramatical legal-ilegal científico-acientífico. d) A diferencia de los adjetivos calificativos, los relacionales se posponen siempre: La zona industrial. - *La industrial zona. La ciudad universitaria. - *La universitaria ciudad. Ahora bien, en numerosas ocasiones, adjetivos que se emplean comúnmente como relacionales pueden encontrarse antepuestos sin merma de la gramaticalidad de la construcción. Se suele afirmar que en estos casos los adjetivos relacionales se han recategorizado como calificativos. Lo que sucede, en efecto, es que estos adjetivos pasan a significar sólo una propiedad, singularizada frente a las otras, del conjunto de propiedades que definen a la entidad con la que se relaciona el nombre a través del adjetivo: Los usos amorosos (de la España isabelina). Los amorosos arrullos (de los enamorados). El espectáculo teatral. - Mi teatral amiga. Una novela histórica. - Un histórico pacto. Naturalmente, cuando estos adjetivos recategorizables aparecen a la derecha del nombre es posible que den lugar a ambigüedades entre la interpretación relacional y la calificativa: Una actuación teatral. (contrapuesta a una actuación cinematográfica) Una actuación teatral. (actuación exagerada y aparatosa) [...] Los adjetivos relacionales no se coordinan con los calificativos: *Una persona católica y simpática. Los adjetivos relacionales no admiten complementos: *Las fuerzas productivas para la nación.» [Demonte 1999: § 3.3.1.1] Características morfológicas de los adjetivos relacionales: «Los adjetivos relacionales son siempre sufijales y derivan de nombres. Los sufijos derivacionales que los forman son numerosos: -al -ar -ario -ano -ico -ivo -ista -esco -il Pero en español se documentan más de setenta sufijos aptos para la derivación de adjetivos denominales de relación. Estos sufijos no son exclusivos de esta clase de adjetivos ya que pueden aparecer también en adjetivos calificativos, si bien algunos de ellos son manifiestamente preferidos por los relacionales (los siete primeros de la lista anterior entre los más productivos). [...] Es característico de los adjetivos relacionales ir acompañados de prefijos preposicionales como ante-, prefijos adverbiales del tipo de pre- o anti- así como de prefijoides o temas grecolatinos del estilo de neo- o paleo-: Ideas antidiluvianas. La batalla pre-electoral. La corriente neoliberal. Un partido paleomarxista.» [Demonte 1999: § 3.3.1.2] ● «Los adjetivos relacionales Normalmente se piensa que un adjetivo es aquella parte de la oración que sirve para indicar cualidades de los nombres: forma, color, tamaño, edad, evaluación, etc. Sin embargo, no todos los adjetivos realizan este tipo de adscripción. En efecto, hay adjetivos que indican propiedades que la entidad objeto de modificación adjetiva posee por su relación con algo externo a ella: discurso papal, reforma constitucional, control parlamentario, casa real, etc. Los adjetivos de estos ejemplos no denotan cualidades ni propiedades de los objetos a los que acompañan, sino que expresan, en un sentido amplio, relaciones. Así, no podemos decir que en un discurso papal, papal exprese una cualidad de un discurso, sino que indica un tipo o clase de discurso: en este caso, el realizado por el Papa. Existen ejemplos en los que un mismo adjetivo se puede interpretar como denotador de propiedades o de relaciones. Estamos acostumbrados a que los periodistas y publicistas jueguen con el doble significado del adjetivo real, por ejemplo, en un sintagma como casa real: dicho adjetivo significa en su lectura calificativa ‘casa verdadera, existente’, mientras que en su lectura relacional expresa ‘casa de o vinculada a la realeza’. Características Si bien los adjetivos calificativos son graduables: muy alto, bastante interesante, los de relación no lo son, puesto que no denotan propiedades. [...] Los adjetivos relacionales nunca actúan como predicados; por ello suelen ser extraños como predicados de una oración copulativa: *La obra de teatro es musical (con el sentido de ‘es un musical’), *La reconstrucción dental (‘una reconstrucción de los dientes’). Es común encontrar pares de adjetivos: calificativos-relacionales, construidos sobre una misma raíz pero con sufijos diferentes: Cívico-civil, paternal-paterno, provinciano-provincial, musculoso-muscular. El primer miembro de estos pares se comporta como un adjetivo calificativo, pues puede ser graduado; mientras que el segundo actúa como un adjetivo relacional. Los adjetivos relacionales nunca aparecen antepuestos, frente a los adjetivos calificativos. [...] Tipos Dentro de los adjetivos relacionales podemos hablar de dos clases: adjetivos clasificativos y adjetivos argumentales o temáticos (Bosque 1993). Los primeros son adjetivos de relación no argumentales, mientras que los segundos se comportan como argumentos seleccionados por los nombres. De esto se deduce que los adjetivos relacionales argumentales sólo podrán acompañar a nombres que posean estructura argumental: Adjetivos clasificativos: Revista mensual (‘revista que sale cada mes’). Coche solar (‘coche que se mueve por energía solar’). Ataque nuclear (‘ataque mediante armas nucleares’). Adjetivos argumentales: Construcción naval (‘construcción de barcos’) (Tema). Extracción dental (‘extracción del diente’) (Tema). Viaje presidencial (‘viaje del presidente’) (Agente). [...] El orden que establecen entre sí los adjetivos clasificativos y temáticos tiende a ser fijo (Bosque 1989). En general, los clasificativos son más restrictivos que los argumentos que el predicado selecciona, por lo que requieren aparecer adyacentes al nombre, ocupando los argumentales la posición siguiente. Esta regla permite dar cuenta de las diferentes lecturas que encontramos en secuencias como: El fracaso europeo parlamentario (‘El fracaso del parlamento relativo a Europa’). El fracaso parlamentario europeo (‘El fracaso de Europa en lo que respecta a su parlamento’). Ambos ejemplos muestran que el esquema existente en español es adjetivo clasificativo y adjetivo argumental. En cuanto a la secuencia de dos adjetivos argumentales, en general, el agente suele ser más externo que el tema, que requiere adyacencia con el nombre: La producción vinícola riojana (de vino realizado por la Rioja, o en la Rioja). *La producción riojana vinícola. En estos ejemplos vemos que el adjetivo temático riojano, que representa el agente, nunca puede situarse delante del adjetivo vinícola, que representa el tema. Si los dos adjetivos son clasificativos, pueden alterar su orden: Proyecto multidisciplinar bianual = Proyecto bianual multidisciplinar.» [Rodríguez Ramalle 2005: 171-175] Adjetivos modales o periféricos «Hay un grupo reducido de adjetivos llamados modales o periféricos, que pueden incluirse, con reservas, entre los relacionales: mero, propio, presunto... Estos adjetivos son claramente no calificativos, porque no aportan cualidad inherente alguna al sustantivo. Más bien pueden considerarse relacionales, puesto que establecen una relación del objeto; pero, al mismo tiempo, constituyen un subgrupo especial dentro de los relacionales, porque la relación no la establecen con una noción extrínseca al sustantivo, sino con él mismo: “no aportan nota alguna, sino que le señalan al receptor que las cualidades centrales del objeto en cuestión son satisfechas plenamente por tal representante de la categoría”, en palabras de Violeta Demonte (1982: 462). A diferencia del resto de los relacionales, nunca funcionan como explicativos. Los adjetivos modales, y algunos pocos adjetivos no modales, no pueden funcionar como atributo o semiatributo [= predicativo en oración copulativa]: *Este asesino es presunto. *La ciudad es natal. *Esta pierna es derecha. *Mi presidente es futuro. Otro rasgo específico de los adjetivos modales es el de que sirven de base para la formación de adverbios en mente: meramente, propiamente, presuntamente...» [Almela 2000: 303] ¿Recategorización de relacionales en calificativos? «Lo que sucede no es que los adjetivos “funcionen” como calificativos o relacionales, sino que “son” calificativos o relacionales; y, a la inversa, no es que los adjetivos “sean” especificativos o explicativos, sino que “funcionan” como tales. A diferencia de Spitzová (1985: 35), no vemos la “facilidad con la que buena parte de los adjetivos relacionales se convierte en calificativos”. Más acertado sería decir que los relacionales funcionan fácilmente como explicativos. [...] Justamente el rasgo por el que un adjetivo depende del sustantivo al que se adjuta es indicador de categoría “funcional”. Bosque (1993) habla de “recategorización” cuando se refiere al paso de un adjetivo calificativo a relacional, y viceversa. Bartoš (1995: 112), emplea el término “recalificación” y “relacionalización” para hablar del paso de relacional a calificativo y de calificativo a relacional, respectivamente. Afirma Bosque (1993: 25-26) que el paso de relacional a calificativo es más frecuente que el contrario. En realidad no es que “se pase” a la otra categoría, sino que “ejerce” una función que es más habitual en la otra categoría. Y si es verdad que un relacional pasa a funcionar como explicativo (función no habitual en él) lo hace porque el adjetivo relacional lleva en sí mismo la virtualidad calificadora. ¿Por qué? Porque, con independencia de los sentidos, contextuales, que el hablante pueda asignarle a un determinado adjetivo relacional, éste es portador de tres tipos de interpretaciones (identificadora, subclasificadora y analógica). Del mismo sintagma sonido musical puedo hacer: 1) una interpretación identificadora, esto es, un sonido de la música, propia de esta actividad; 2) una interpretación subclasificadora, o sea, un sonido opuesto a cualquier otra procedencia o actividad que no sea la música; 3) una interpretación analógica, es decir, un sonido comparable, similar a otro de los que produce un instrumento musical. Esta triple posibilidad origina la polisemia de los adjetivos relacionales. Cuando se dice camisa europea, se puede entender que es una camisa típica de Europa, o que ha sido fabricada o comercializada en Europa, o que es de un estilo semejante al estilo de objetos que se usan en Europa... El adjetivo calificativo carece de una virtualidad que lo acerque al relacional; por eso tiene en sí mismo menos posibilidades de ejercer la “función” habitual del adjetivo relacional.» [Almela 2000: 296-297] Adjetivos adverbiales «La única capacidad de los adjetivos no es la de atribuir propiedades a los nombres. Algunos adjetivos sólo sirven para indicar la manera como el concepto o intensión de un término se aplica a un determinado referente. En los ejemplos: a. b. El posible acuerdo. / El presunto agresor. / El falso amigo. / Un supuesto asesino. La mera insinuación. / La verdadera objeción. / Una determinada medida. / El principal ganador. / El único argumento. el adjetivo indica que el significado atribuido por ganador, objeción o argumento se aplica de manera muy destacada al objeto mentado y no es atribuible en cambio a otros posibles candidatos a esa condición, presupuestos en el entorno, (la verdadera objeción es la 'objeción' que más satisface la condición de tal entre un conjunto de 'objeciones' posibles). Estos adjetivos no guardan relación con la extensión de los términos (con el objeto mentado) sino sólo con el concepto aludido, con la intensión de ellos: mientras que la expresión un niño gordo alude efectivamente a un niño, el supuesto asesino o la ficticia gimnasia espiritual no hablen de un ‘asesino’ o de una ‘gimnasia espiritual’ reales o referenciales. Por ello, adjetivos como presunto, posible o evidente suelen denominarse intensionales. Estos adjetivos no admiten gradación ni pueden entrar en construcciones comparativas (*Juan es más presunto agresor que Luis); no pueden admitirla puesto que no indican propiedades de entidades. Algunos de estos adjetivos, los de (a), guardan una estrecha relación con los adverbios modales epistémicos como presumiblemente, posiblemente, supuestamente y los llamaremos por ello adjetivos intensionales modales. Los de (b) también tienen correlatos adverbiales, en este caso en los adverbios focalizadores y marcadores de la actitud del hablante (Juan verdaderamente ganó (no perdió); Verdaderamente, Juan ganó), y los denominaremos adjetivos intensionales marcadores o focalizadores. Por su analogía con las formas adverbiales englobaremos a las dos clases, con sus subclases, en la denominación común de 'adjetivos adverbiales'. [...] Determinada por las propiedades eventivas de los nombres existe una clase de adjetivos cuyo significado y función son similares a los de los adverbios que modifican a los predicados verbales en las oraciones plenas. Estos adjetivos apenas se tratan en los estudios sobre la adjetivación probablemente porque muchas veces no se distinguen formalmente de los adjetivos calificativos. Por su semejanza con los adverbios y sintagmas preposicionales adjuntos al sintagma verbal los denominaremos 'adjetivos adverbiales eventivos circunstanciales'. Los circunstanciales, empero, no son los únicos adjetivos eventivos. En este primer acercamiento a esta clase de adjetivos destacaremos tan sólo que parecen existir dos clases de adjetivos modificadores del evento: los hemos llamado adjetivos circunstanciales (temporales, locativos y de manera) El próximo año. / Mi antiguo jefe. / La última reunión. / El reciente atentado. / El remoto incidente. / El actual intendente. / El primer presidente. / La cercana casa. / El beso cortés. y los aspectuales, como El frecuente llamado. / Las constantes idas y venidas. / Las periódicas revisiones. / El largo adiós. / La ocasional visita. / Las reiteradas entradas. / Las esporádicas crisis.» [Demonte 1999:139 ss.] Adjetivos asignadores de propiedades: calificativos y relacionales «Tres pruebas sintácticas permiten distinguir los adjetivos calificativos de los relacionales: a) la posibilidad de poder ser o no usado predicativamente. b) el poder entrar en comparaciones y ser modificados por adverbios de grado. c) su capacidad para formar parte de sistemas binarios y ser por tanto términos de correlaciones de polaridad. Los adjetivos calificativos dan resultados positivos en las tres pruebas, a diferencia de los relacionales. Principales características de los adjetivos calificativos: graduabilidad y polaridad. Calificativos El diccionario verde. El diccionario es verde. El sabor (tan) dulce de esta fruta. El sabor de esta fruta es más dulce que ... Este niño es alto. Este niño es bajo. Relacionales El diccionario médico. *El diccionario es médico. El sabor (*muy) mineral. *Esta sabor es más mineral que aquel. La política cultural. *La política acultural. La posibilidad de aparecer en posiciones de predicado no es exclusiva de los adjetivos calificativos aunque sí sea más característica de ellos que de los relacionales. Este resultado no es inesperado si pensamos en la condición cuasi nominal o pseudo-adjetiva de los adjetivos relacionales.» [Demonte 1999: 138-139] Clases léxico-semánticas de adjetivos calificativos Adjetivos de dimensión: largo, alto, corto, bajo, ancho, amplio, angosto, grueso, fino, grande ... Pueden anteponerse o posponerse al sustantivo modificado. Adjetivos de velocidad: rápido, lento, lerdo, veloz. Pueden anteponerse o posponerse. Adjetivos de propiedad física de objetos perceptibles mediante los sentidos: redondo, ovalado ... Los adjetivos que denotan propiedades físicas pueden anteponerse o posponerse. Antepuestos tienen significado adverbial (un gran amigo); pospuestos, puramente calificativo (un amigo grande). Adjetivos de color y (forma): blanco, negro, gris, rojo, verde, rojizo, azulado, verde botella ... Son categoremáticos o absolutos: no es posible que algo sea un vestido verde y no sea un objeto verde. Esto explica el hecho de que tiendan a aparecer pospuestos así como el que no requieran coordinación cuando coaparecen con ciertos adjetivos calificativos (particularmente los de forma): un libro rojo alargado / una mesa redonda amarilla / una mesa amarilla redonda. Cuando se anteponen tienden a sentirse fuertemente epitéticos y semánticamente redundantes. Adjetivos de edad: viejo, nuevo, joven, antiguo, arcaico, lejano, reciente, moderno, añejo ... Antepuestos tienen significado adverbial (un viejo amigo / una nueva casa); pospuestos, puramente calificativo (un amigo viejo / una casa nueva). Adjetivos de valoración o evaluativos: bueno-malo, lindo-feo, bello, bonito, perfecto, horrible, tremendo, pésimo. La variación léxico semántica interna a esta clase es muy grande. Así, rico, sabroso son especificaciones de bueno para el campo de la comida, guapo y buen mozo para el de la imagen externa, etc. El conjunto de los adjetivos de valoración no es una clase más entre los adjetivos calificativos sino más bien una hiper-clase que cruza a casi todas las anteriores. Los adjetivos de valoración suelen oscilar, y a veces ser ambiguos, entre la interpretación relativa (sincategoremática) y la absoluta o intersectiva: un buen arquitecto alude sólo a alguien que construye bien, frente a la ambigüedad de un arquitecto bueno («bueno como arquitecto» –«persona buena»; una maravillosa esposa puede ser, por ejemplo, una abogada desastrosa, mientras que una esposa maravillosa implica con mucha mayor fuerza que se trata de una persona globalmente maravillosa. Cuando los adjetivos valorativos son absolutos suelen ir pospuestos: Tiene una esposa bella es preferible a Tiene una bella esposa, a menos que se trate de valorativos elativos (o superlativos implícitos) que prefieren claramente la anteposición. Si se posponen ocupan siempre el último lugar de la serie de adjetivos. Los adjetivos de valoración tienen un comportamiento sintáctico especial, a medio camino entre los calificativos y los adjetivos modificadores de evento. Adjetivos de aptitudes y (pre)disposiciones humanas intelectuales: inteligente, capaz, sabio, despierto, astuto, sagaz, idiota, memo; o emocionales: sensible, amable, cordial, simpático... Los adjetivos de la clase de propiedades humanas se dividen en valorativos y no valorativos. Zapatos recios y lluvia tenaz implican la consideración metafórica de esas entidades físicas como entidades humanas, pensamientos tristes y cabeza tonta son sinécdoques, designaciones de partes a las que se les atribuye la propiedad de estar triste o ser tonto que en realidad posee la totalidad de la persona. Son frecuentes también en empleos intensionales: en estos usos los acontecimientos se caracterizan por medio de cualidades de las personas, que describen aquí la manera como se desarrolla la acción: Manera sumisa. / Festejo afectado. / Gesto medroso. [Demonte 1999: 175-182] Clases de adjetivos según las relaciones semánticas que contraen con los nombres «Los adjetivos calificativos y relacionales pueden contraer con los nombres varias relaciones semánticas: a) según asignen cualidades consustanciales con los objetos, o se refieran estados pasajeros de las entidades; b) según se apliquen sólo al sustantivo, o incidan en las clases de cosas con las que se cruza la entidad designada por el sustantivo; c) según restrinjan o no la extensión de la clase de objetos designados por el sustantivo. Esta triple distinción da lugar, respectivamente, a las siguientes tres clases: a) adjetivos que expresan cualidades individuales o estables frente a los que describen cualidades episódicas o precarias, b) adjetivos intersectivos frente a subsectivos, y c) adjetivos restrictivos en contraste con los no restrictivos. Así tenemos: individualidad frente a precariedad, intersección frente a subsección, y restricción frente a no restricción. Las distinciones b) y c) resultan cruciales para entender las razones de la anteposición y posposición de los adjetivos calificativos. En resumen: Hemos definido a los adjetivos en tanto que categoría sintáctica y categoría semántica y hemos delimitado a grandes rasgos las tres clases léxico-sintácticas de adjetivos: la de los adjetivos relacionales, la de los calificativos y la de los adverbiales intensionales y circunstanciales (o eventivos).» [Demonte 1999:141-142 y 149] Clases de adjetivos según Violeta Demonte Determinantes numerales, indefinidos y demás Calificativos y sus subclases expresan una sola propiedad / rasgo del nombre modificado y guardan relación con la extensión / concepto Relacionales expresan un conjunto de propiedades del objeto y las vinculan de cierta manera Adverbiales sólo sirven para indicar la manera como el concepto o intensión de un término se aplica a un determinado referente Adverbiales intensionales los adjetivos intensionales guardan relación con el objeto / referencia, es decir con la intensión, que pueden ser: modales epistémicos posible, necesario, probable, presunto, supuesto, presumible orientados a la intensión o referencia intensificadores, restrictivos y evaluativos completo, rotundo, perfecto, verdadero, simple, exclusivo, único, falso, mismo Adverbiales eventivos pueden ser: circunstanciales temporales, espaciales y de manera el antiguo acuerdo, el actual presidente, los frecuentes saludos aspectuales Bibliografía Alarcos Llorach, Emilio: Gramática de la lengua española. 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En la situación de la comunicación, que incluye a dos o más interlocutores, los pronombres implican un señalamiento hacia alguno de sus componentes: el componente situacional, por ejemplo, yo señala al hablante, tú al oyente, ese a la persona o cosa señalada que está a cierta distancia del yo, acá al lugar en que se enuncia; el componente textual: eso, lo dicho antes, este/a referido a la persona o cosa mencionada próximamente, pronombres objetivos (lo, la, le, les, etc.). Otros ejemplos de palabras que señalan elementos de la situación comunicativa son: -ese chico (demostrativo); -tu casa (posesivo). Cuando el señalamiento es externo al enunciado –es decir que señala una realidad que está fuera del texto–, se habla de deíxis, y muchas veces va acompañada de un señalamiento gestual: Quiero eso (señalando un artículo en una tienda). Cuando el señalamiento se dirige a un elemento mencionado en el texto, se habla de anáfora o de catáfora, porque estas palabras coinciden en su referencia con una expresión anterior o posterior: Claudia no me llamó. Pero ella tendrá sus razones. Los pronombres, entonces, se interpretan a partir de las coordenadas espaciales, temporales y de interacción. Estas coordenadas son variables: María: – ¿Vos me llamaste ayer a la noche?– Sergio: –¿Yo? ¡No! Estuve incomunicado. Se me rompió el teléfono. – En el diálogo anterior vemos que los pronombres vos, yo y me refieren, señalan, al mismo individuo: a Sergio. En cambio, el me (en cursiva) señala a María. Es decir: la significación de las palabras deícticas no varía (en el caso de "me" o "yo", significan "primera persona, quien habla, el emisor"), pero varía su referencialidad, porque ésta es determinada por el turno de habla, por el tiempo y el espacio de la comunicación. En este tipo de palabras el significado es constante, lo que varía es la referencia, que dependerá de quién habla, en qué momento, en qué lugar. –Alcanzame esa campera. –¿Esta campera? En este diálogo vemos que dos demostrativos diferentes, con significados distintos (idea de mayor proximidad o lejanía con respecto al hablante), sirven para referir a la misma entidad. Estos demostrativos fueron considerados pronombres demostrativos en la gramática tradicional. A partir de ahora, los denominaremos determinantes del sintagma nominal. También se consideró pronombres indefinidos a las palabras que denominaremos cuantificadores. Si preguntamos: ¿Vino alguien?, el estructuralismo habla de función sustantiva del indefinido. Si preguntamos: ¿Vino algún alumno?, el estructuralismo ubica a algún en la clase de los adjetivos, porque funciona como modificador directo del sustantivo. En el caso de: ¿Estudiaste mucho?, ese mucho es analizado como adverbio porque modifica al verbo como circunstancia. Nuestra visión de la gramática discrimina, diferencia, entre estas palabras mencionadas, y describe al menos tres clases: 1) Llamaremos determinantes del SN a aquellas palabras que acompañan a un sustantivo común (a veces implícito) para que éste señale a determinado objeto relacionado con la situación comunicativa (esta mesa, mi mesa), y agrupamos junto a ellas al artículo (la mesa, una mesa), que también aporta información que ayuda a la identificación del referente aludido. Estas palabras hacen que un sintagma nominal se vuelva referencial, es decir: que sea capaz de señalar una entidad determinada. 2) Llamaremos cuantificadores del SN a aquellas palabras que cuantifican un SN de manera indefinida (algunos alumnos, muchos alumnos) o definida (dos alumnos), o bien por sí mismas asignan una referencia a cualquier entidad del mundo a partir de su cantidad (Vinieron todos). 3) Continuaremos denominando pronombres a aquellas palabras que, según la gramática descriptiva, por sí solas pueden referir a una entidad del mundo, ubicándola a su vez con respecto a los participantes de la comunicación y a sus coordenadas temporales y espaciales (prototípicamente, un yo y un vos ubicados en un acá y en un ahora). Ejemplos de pronombres: personales: yo, vos, ellos; demostrativos de lugar: acá, allá, ahí, etc.; demostrativos neutros o que bastan ellos mismos como sintagmas: esto, eso, aquello; demostrativos de tiempo: ayer, ahora, mañana, etc. Referencialidad Todos los pronombres constituyen expresiones referenciales. Todos señalan algún elemento implicado en la situación de la comunicación o en el mismo enunciado. Al igual que los nombres propios (Juan vino), los pronombres no requieren de determinantes para ser expresiones referenciales: Quiero eso, La casa está allá, Ahora me voy. Pero los nombres propios asignan una referencia fija (Juan señala siempre a la persona identificada con ese nombre), a diferencia de los pronombres, cuya referencia varía de acuerdo al contexto en el que se aplica. Así, la lengua es económica, porque los pronombres, que forman una clase cerrada de pocos elementos, pueden referir a infinidad de objetos, e incluso períodos de tiempo, lugares, etc. Además de referir (poder identificar un referente del mundo), muchos pronombres localizan, señalan deíctica o fóricamente (anáfora o catáfora en el texto) respecto del centro de la enunciación (un yo que habla acá y ahora). Pueden ser deícticos, es decir: señalar hacia uno de los participantes o implicados en la enunciación, y hacia sus coordenadas espaciales y temporales. O bien fóricos, es decir: señalar (interpretarse a partir de) otro ítem textual, que puede ser anterior (anafórico) o posterior (catafórico). 1. Deixis Para definir la deixis, acudiremos a Lyons (1986): La noción de deixis (que es, simplemente, la palabra griega que significa "señalamiento" o "indicación", y que se ha convertido en un término técnico de la teoría gramatical) se introduce para aludir a los rasgos "orientativos" de la lengua relativos al tiempo y al lugar de la expresión. Los llamados "pronombres personales" (yo, tú, él, etc.) constituyen tan solo una de las clases de elementos de la lengua cuyo significado se establece con relación a las "coordenadas deícticas" de la situación típica de la expresión. Otros elementos que incluyen un componente de deixis son los adverbios de lugar y tiempo como aquí, ahí, allí ("cerca del hablante", "cerca del oyente", "no cerca del hablante ni del oyente") y ahora y entonces ("en el momento de hablar": "no en el momento de hablar"). El centro del sistema deíctico cambia de una persona a otra cuando cambia el yo enunciador. 1.1. Las expresiones deícticas Las expresiones deícticas permiten que señalemos, refiramos, hacia un número ilimitado de entidades del mundo; esto muestra la economía léxica que representan y su versatilidad. Las expresiones deícticas son referenciales, igual que los nombres propios y muchas otras expresiones; pero, a diferencia de las anteriores, además de referir, señalan la ubicación del elemento en el eje del momento y el lugar de la comunicación, considerando, además, a los hablantes. La deixis implica, entonces, referencialidad + egocentricidad (el YO del hablante ubica los componentes de la enunciación a partir de sí mismo). Muchas de las expresiones deícticas requieren de referencialidad gestual (pensemos en la frase Quiero probarme este pantalón y aquel de allá). Algunas expresiones deícticas son: ir, venir, llevar, traer. . Si analizamos las expresiones deícticas a partir de su semántica, tenemos: personal: pronombres personales, determinantes y pronombres posesivos, flexión verbal de persona; espacial: determinantes y pronombres demostrativos, verbos de movimiento; temporal: conjugación verbal de tiempo; 2. Anáfora y catáfora Según Eguren, solo es verdadera deixis el señalamiento que se resuelve mediante el contexto de la enunciación. La llamada “deixis textual” puede ser denominada: Anáfora, cuando su referente es una expresión que ha sido mencionada antes. Por ejemplo: Micaela leyó el libro y lo guardó. (Antecedente: el libro. Anáfora: pronombre de objeto directo lo.) Catáfora, cuando su referente es una expresión que será mencionada después. Por ejemplo: Le gusta mucho leer a Micaela. (El pronombre de objeto indirecto Le refiere catafóricamente al objeto indirecto Micaela.) Los pronombres relativos son los principales pronombres anafóricos, porque sustituyen a un antecedente en el texto. En la frase: Leí la novela que me prestaste, hay dos proposiciones vinculadas: Leí una novela; me prestaste una novela. El pronombre relativo que es el verdadero sustituto del nombre o sustantivo novela. Los Pronombres Personales (singular) 1. Las personas gramaticales Gramaticalmente, se considera que los pronombres personales en caso nominativo (yo, vos-tú-usted, élella, nosotros, ustedes-vosotros, ellos-ellas) son la forma por excelencia de referirse a las personas gramaticales, cuando no se las llama por su nombre propio. Pero la realidad lingüística no se puede resumir tan sencillamente, como veremos a continuación. 1.1. La primera persona del singular (emisor o hablante) Evidentemente, la forma más simple para expresar la primera persona del singular es el pronombre personal yo + verbo en primera persona singular: Yo no sé qué hacer ante una situación como ésta. Hay ocasiones en que la persona que habla se refiere a sí misma, pero quiere dar a lo que dice un carácter más general (como que es común a varios o a todos) y más impersonal. En estos casos usamos las formas indefinidas uno-una + verbo en tercera persona singular: Uno no sabe qué hacer ante una desgracia. “Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias” (Enrique Santos Discépolo). “Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia” (Joan Manuel Serrat). Otra opción es que el hablante quiera identificarse plenamente con su interlocutor, y se exprese (refiriéndose a sí mismo) con el pronombre de la segunda persona del singular vos-tú-usted + verbo en segunda persona singular (o tercera, si se usa usted): Vos no sabés qué hacer ante una situación como ésta. Cuando te insisten tanto, no tenés más remedio que aflojar... Y aflojé. Vos te enamorás, confiás en la otra persona, y después te engañan... En otro tipo de discursos, por ejemplo en un texto escrito, en una conferencia, etc., para no parecer pedante en sus afirmaciones, el emisor prefiere no utilizar el yo e inclinarse por el uso del nosotros + verbo en primera persona singular, lo que se conoce como “plural de modestia”. Por ejemplo: Nosotros ya dejamos claro en la charla anterior... Como ya dijimos en el Capítulo VI... También, cuando el hablante quiere alejarse de sí mismo y tratar de parecer objetivo, puede elegir mencionarse mediante su nombre o su cargo + verbo en tercera persona del singular, aunque resulta imposible utilizar el pronombre él-ella. Por ejemplo: El Presidente nunca hizo tales afirmaciones (el que habla es el Presidente). Si se lo dice el Doctor Parodi, no lo dude (el que habla es el Doctor Parodi). En fórmulas hechas, como las cartas comerciales, el emisor puede referirse a sí mismo con expresiones tales como el que suscribe, el abajo firmante, etc. + verbo en tercera persona singular, optando o no por agregar, además, su nombre: El que suscribe, Arturo Bellini, tiene el agrado de dirigirse a Ud. para comunicarle... Cuando la persona que habla quiere presentar lo que le sucede como algo general o universal, no utiliza una forma personal sino la impersonal se + verbo en tercera persona del singular: Se está cómodo aquí, a la sombra (en lugar de “yo estoy cómodo...”). Se trabaja a gusto en esta oficina (en lugar de “yo trabajo a gusto...”). 1.2. La segunda persona del singular (receptor o interlocutor) En español, la segunda persona del singular presenta varias complicaciones: la primera, la diferencia regional (vos - tú); la segunda, la que establece la diferencia entre la confianza y la formalidad (vos, tú - usted). 1.2.1. El tuteo y el voseo: vos y tú En la España del Siglo XVI había dos maneras de referirse a la segunda persona del singular: se usaba el tú con verbos de la segunda persona del singular para tratar a los inferiores o entre iguales, pero en la máxima intimidad. Para tratar a los superiores o entre iguales, pero en público, se utilizaba el vos, con verbos de la segunda persona del plural. Por ejemplo: Tú me comprendes. Vos me comprendéis. Los primeros conquistadores que viajaron a América eran de clases bajas e incultas (aventureros, ex presidiarios, etc.) y, probablemente, sus habilidades lingüísticas eran limitadas. En el nuevo mundo se convirtieron no sólo en amos, sino casi en dioses de los indígenas a los que les enseñaron el idioma, y por los que se hacían tratar de vos, en su afán por aparentar superioridad. Despreciaron el tú, tal vez por demasiado cotidiano, y emplearon mal los verbos del vos, ya que presenta dificultades de pronunciación. Así, el “vos me comprendéis” perdió la i y se convirtió en “vos me comprendés”, o el “cantad vos” perdió la d final y se convirtió en “cantá vos”. La falta de comunicaciones hizo que los pueblos americanos, imitando a sus líderes, hablaran “mal y distinto” de la forma que se usaba en España, aunque no lo sabían. El Siglo XVII trajo aparejada la fama del continente americano, que ya había dejado de ser el confín del mundo y la tierra de nadie, para convertirse en un lugar relativamente seguro y, lo que era más importante, muy rico. Esto hizo que los nobles españoles, sobre todo los que tenían problemas económicos, se aventuraran a venir a América. Pero los lugares elegidos fueron los dos grandes centros políticos y culturales del momento: México y Lima (Buenos Aires, por ejemplo, en aquella época no era más que un caserío sin importancia). Estos señores fueron los que corrigieron y cambiaron la forma de hablar de los dos grandes centros y sus zonas de influencia, resucitando el uso del tú y reemplazando el vos (ya pasado de moda en la España de ese momento) por una nueva forma de respeto: el usted. Sin embargo, las regiones más alejadas del Imperio –que actualmente comprenden Argentina, Uruguay, sur de Paraguay y la mayor parte de América Central– mantuvieron el vos. 1.2.2. El usted En la España del Siglo XVII, se empezó a usar una nueva forma para el tratamiento de respeto: Vuestra Merced, con verbos de la tercera persona del singular. Con el tiempo se deformaría, primero, en Vuesed o Vusted y, luego, en Usted. Por ejemplo: Vuestra Merced me comprende. Usted me comprende. México y Lima, así como sus zonas de influencia, pasan de esta manera a utilizar los pronombres y los verbos de la misma manera que en España, mientras que las zonas alejadas de estos dos grandes centros (la que corresponde a los actuales Argentina, Uruguay, sur de Paraguay y la mayor parte de América Central) mantuvieron el vos, con los verbos modificados de la forma en que ya explicamos. También se originaron algunas zonas fronterizas fluctuantes entre el tú y el vos, incluso con los verbos mezclados, como Nicaragua, por ejemplo. 1.2.3. Otras formas de segunda persona Además de los pronombres que mencionamos, hay otras formas de nombrar a la segunda persona del singular. Cuando queremos alejar a la segunda persona, por enojo, por indiferencia o por algún motivo similar, usamos sustantivos generales u operadores indefinidos + verbo en tercera persona singular o plural. Por ejemplo: Hay gente que piensa que puede decir lo que se le ocurra (en lugar de “vos pensás que podés decir lo que se te ocurra”). Algunas se imaginan que yo soy tonto (en lugar de “vos te imaginás que yo soy tonto”). No falta quien dice que a mí no me puede ver (en lugar de “vos decís que a mí no me podés ver”). ¡Los hombres me tienen harta! (en lugar de “vos me tenés harta”). ¡La señorita tiene delirios de grandeza! (en lugar de “vos tenés delirios de grandeza”). En la lengua coloquial, para dar mayor énfasis, muchas veces nos referimos a la segunda persona del singular (vos - tú - usted) por medio del uso de nosotros (generalmente elidido) + verbos en primera persona plural: ¡Cómo nos vinimos hoy! (en lugar de “¡Cómo te viniste hoy!”) Parece que para hoy no estudiamos la lección... (en lugar de “parece que para hoy no estudiaste la lección...”) 1.3. La tercera persona del singular (persona de quien se habla) La forma por excelencia de dirigirse a la tercera persona del singular no son los pronombres sino los sustantivos, sobre todo los sustantivos propios (los nombres) + verbo en tercera persona singular: María Inés se va a vivir a España. El ingeniero está enojado con el jefe. Si usamos los pronombres él - ella siempre lo haremos como elementos cohesivos, de relación con otras partes del discurso, ya que los pronombres de tercera persona no tienen la carga semántica suficiente como para funcionar solos. Yo es siempre el que habla; vos, el que escucha; él o ella, el resto del mundo, por lo que no sirven para identificar a alguien en particular. Me encontré con María Inés y Pedro. Ella se va a vivir a España. El Ingeniero Chávez y su esposa no fueron a la reunión. Él está enojado con el jefe. Casi siempre con carácter despectivo, pueden usarse como pronombres personales de tercera persona singular los demostrativos este-esta-ese-esa-aquel-aquella + verbo en tercera persona singular: Ese ya me tiene harto (en lugar de “él ya me tiene harto”). Esta se cree la más linda de todas (en lugar de “ella se cree la más linda de todas”). Los Pronombres Personales (plural) 1.4. La primera persona del plural (emisores o emisor + otros) El nosotros se impone como uso por excelencia en la primera persona del plural, por su alto valor significativo: Nosotros somos argentinos. Sin embargo, a veces es necesario usar otros pronombres, como vos-tú y yo + verbo en primera persona plural, o él-ella y yo + verbo en primera persona del plural, o ustedes-vosotros y yo + verbo en primera persona del plural, o ellos-ellas y yo, + verbo en primera persona del plural, con carácter restrictivo, ya que no siempre el nosotros abarca a yo + todos los demás: Vos y yo somos argentinos. Ella y yo somos argentinos. Ustedes y yo somos argentinos. Ellos y yo somos argentinos. Como puede verse, el nosotros se puede emplear de diversas maneras: -el nosotros inclusivo (yo + vos-tú), -el nosotros exclusivo (yo + él), -el nosotros absoluto o complesivo (yo + vos-tú + él). Otras veces, el valor semántico de los pronombres no alcanza y debemos reemplazar el nosotros por sustantivo o construcción sustantiva + verbo en primera persona del plural. Por ejemplo: Todos somos argentinos. Los de esta mesa somos argentinos. Los argentinos tomamos mate. En documentos o escritos importantes, suele usarse el nos como equivalente del nosotros: “Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina,...” (Preámbulo de la Constitución Nacional.) 1.5. La segunda persona del plural (receptores o receptor + otros) En la Península Ibérica, salvo en la región de Andalucía, existe un paradigma pronominal con una forma de confianza para la segunda persona del plural: vosotros; y una para relaciones más formales: ustedes. En América, este paradigma se modifica y desaparece la forma de confianza. Lo mismo que ocurrió con el vos, el tú y el usted –como vimos al referirnos al tuteo y el voseo– debemos aplicarlo al ustedes-vosotros, pero con una diferencia: los españoles no pudieron generalizar el uso del vosotros para la segunda persona del plural en ninguna zona del continente americano, y el ustedes quedó como único pronombre de segunda persona del plural en toda América, con verbos de la tercera persona del plural. Recordemos también que en España el vosotros está desplazando al ustedes y se utiliza también para el plural de la gente a la que, individualmente, se trata de usted. Por ejemplo, en una conferencia, donde el conferencista se dirigiría individualmente a todos de usted, si se dirige al auditorio lo hace mediante el vosotros. También pueden usarse sustantivos de tercera persona con valor de segunda del plural, pero se aprecia sobre todo en el español de España, ya que el verbo, al permanecer en segunda persona, acentúa la diferencia: ¿Los reyes creéis que podéis jugar con las vidas humanas? (vosotros). ¿Los reyes creen que pueden jugar con las vidas humanas? (ustedes). En el caso del ustedes, como el verbo parece referirse a ellos, este uso no es tan evidente. Generalmente, en casos como éste, suele aparecer el pronombre ustedes como núcleo y los reyes (en el caso de este ejemplo), como aposición: ¿Ustedes, los reyes, creen que pueden jugar con las vidas humanas? 1.6. La tercera persona del plural (personas de quienes se habla) También podemos aplicar al plural todos los casos vistos en la tercera persona del singular: La forma por excelencia de dirigirse a la tercera persona del plural son también los sustantivos + verbo en tercera persona plural: María Inés y su hermana se van a vivir a España. Los esposos Chávez no fueron a la reunión. Si usamos los pronombres ellos - ellas siempre lo haremos como elementos cohesivos, de relación con otras partes del discurso: Me encontré con María Inés y Patricia. Ellas se van a vivir a España. El Ingeniero Chávez y su esposa no fueron a la reunión. Ellos están enojados con el jefe. Con carácter despectivo, pueden usarse como pronombres personales de tercera persona plural los demostrativos estos-estas-esos-esas-aquellos-aquellas + verbo en tercera persona plural: Esos ya me tienen harto (en lugar de “ellos ya me tiene harto”). Estas se creen las más lindas (en lugar de “ellas se creen las más lindas). Pronombres Personales: otros casos pronominales Además del caso nominativo (en el que el pronombre actúa como sujeto), podemos encontrar las personas gramaticales en caso objetivo (pronombre como objeto) y en caso terminal (pronombre como término después de preposición). 2.1. Pronombres objetivos (me, te, la, lo, le, se, nos, os, las, los, les) Los pronombres objetivos de primera persona (me - nos) no ofrecen dificultades, pues su uso es idéntico tanto en el español de España y en el rioplatense, como en los distintos casos de objeto: Mi esposa me regaló una corbata. Ayer me saludaron por mi cumpleaños. Me miro en el espejo. Me fui de vacaciones al mar. Me comí todas las masas de dulce de leche. Nos regalaron una corbata. Ayer nos saludaron por nuestro cumpleaños. Nos miramos en el espejo. Nos fuimos de vacaciones al mar. Nos comimos todas las masas de dulce de leche. Para la segunda persona del singular también usamos el mismo pronombre objetivo (te), tanto hablemos de vos como de tú. Para el usted se utilizan los pronombres de tercera persona. También hay coincidencia del pronombre te, cualquiera sea el caso del objeto: Tu esposa te regaló una corbata. Ayer te saludaron por tu cumpleaños. Te mirás/miras en el espejo. Te fuiste de vacaciones al mar. Te comiste todas las masas de dulce de leche. En cambio, sí se producen diferencias con la segunda persona del plural, ya que varía el uso con vosotros o ustedes. Para el vosotros se utiliza os, mientras que para el ustedes se usan los correspondientes a la tercera persona. Por ejemplo, para el español de España: Vuestras esposas os regalaron corbatas. Ayer os saludaron por vuestros cumpleaños. Os miráis en el espejo. Os fuisteis de vacaciones al mar. Os comisteis todas las masas de dulce de leche. Tanto para la tercera persona (él - ella) como para la segunda de respeto (usted) el caso se complica: a) Su esposa le regaló una corbata. b) Ayer lo saludaron por su cumpleaños. c) Ayer la saludaron por su cumpleaños. d) Se mira en el espejo. e) Se fue de vacaciones al mar. f) Se comió todas las masas de dulce de leche. Sucede que la tercera persona adopta un pronombre objetivo diferente para cada tipo de caso: lo-la para objeto directo (ejemplos b y c), le para objeto indirecto (ejemplo a) y se tanto para el reflexivo (ejemplo d), con verbos como mirarse, lavarse, peinarse, maquillarse, etc., donde la acción la hace y la recibe la misma persona; para el cuasirreflejo (ejemplo e), con verbos de movimiento o cambio de estado, como irse, mudarse, dirigirse, moverse, sentarse, levantarse, pararse, casarse, divorciarse, etc., y para el enfático, también llamado objeto de interés (ejemplo f), donde el pronombre puede quitarse, por tratarse de un reforzador. Lo mismo ocurre con el plural (ellos – ellas – ustedes), con la salvedad de que el se no varía: Sus esposas les regalaron corbatas. Ayer los/las saludaron por sus cumpleaños. Se miran en el espejo. Se fueron de vacaciones al mar. Se comieron todas las masas. 2.1.2. Leísmo y laísmo Si bien en el Río de la Plata no hay mucha confusión en el uso de los pronombres objetivos, en otras regiones encontramos dos fenómenos conocidos como leísmo (uso de le-les como objeto directo de persona, masculino) y laísmo (uso de la-las como objeto indirecto de persona, femenino). Por ejemplo: Le vi por la calle. “La regalé un costurero grande...” (F. García Lorca) El “leísmo” ha sido aceptado por la Real Academia Española de la Lengua como un regionalismo, para el caso de las personas (más usual en singular que en plural); en cambio, está considerado como un vicio si se refiere a las cosas, lo mismo que el “laísmo” en todos los casos. 2.2. Pronombres terminales (mí-ti-sí-conmigo-contigo-consigo) Los pronombres que se utilizan después de preposición solamente existen en el singular (mí - ti - sí), y en la tercera persona solo para el reflexivo. En los otros casos, coinciden con los pronombres en caso nominativo. Además, en el rioplatense, el voseo elimina el pronombre terminal de segunda persona, el que también coincide con el nominativo, y lo mismo ocurre con el usted. Por ejemplo: Para mí. Para ti - para vos - para usted. Para sí (mismo) - para él - para ella. Para nosotros. Para ustedes - para vosotros. Para sí (mismos) - para ellos - para ellas. En el caso particular de conmigo, contigo, consigo (que, en definitiva, es una derivación de cum me cum, que en latín duplicaba la preposición), ocurre lo mismo que con los demás terminales: Conmigo. Contigo - con vos - con usted. Consigo (mismo) - con él - con ella. Con nosotros. Con ustedes - con vosotros. Consigo (mismos) - con ellos - con ellas. En realidad, dado el uso limitado del reflexivo (si - consigo), prácticamente, con la exclusión de ti - contigo, mi y conmigo son los únicos pronombres terminales que se usan en el rioplatense. En todos los casos, los pronombres personales actúan como sustantivos. Pronombres Personales: cuadro de resumen Sujeto Objeto Directo Objeto Objeto de Formas con Indirecto interés preposición 1° persona yo Me me me mí singular 2° persona vos Te te te vos singular tú te te te ti usted lo/la le se (le) usted 3° persona él lo (se) le (se) se (le) él (sí) singular ella la (se) le (se) se (le) ella (sí) 1° persona nosotros/as Nos nos nos nosotros/as plural 2° persona ustedes los/las les se (les) ustedes plural vosotros/as os os os vosotros/as 3° persona ellos Los les se (les) ellos (sí) plural ellas las les se (les) ellas (sí) Los Pronombres Demostrativos 1. Los demostrativos: pronombres o determinantes Los demostrativos pueden ser determinantes o pronombres, según si modifican antepuestos a un sustantivo o si el sustantivo está elidido: –Pasame esa silla. (Determinante) –¿Esta? (Pronombre) –Sí, esa. (Pronombre) Indican mayor o menor cercanía del hablante con el ente señalado. Este-esta-estos-estas-esto-aquí-acá: cerca de la primera persona. Ese-esa-esos-esas-eso-ahí: cerca de la segunda persona y lejos de la primera. Aquel-aquella-aquellos-aquellas-aquello-allí-allá: lejos de las primera y segunda persona, cerca de la tercera. También pueden referirse al tiempo, de acuerdo con la cercanía o lejanía del presente: Este verano – ese verano – aquel verano. Los demostrativos que muestran objetos o personas, situándolos en el espacio con respecto a las personas del coloquio, los hemos ubicado en la clase de los determinantes: Tales determinantes demostrativos este, ese y aquel con su femenino y plurales soportan la elisión del sustantivo propio al que determinan si se puede reponer este por contexto: -¿En qué verano fuiste a Córdoba? En este verano / En este. En oposición a los determinantes demostrativos, veremos a continuación los pronombres demostrativos: acá, ahí, allí y allá, lo mismo que así: Y los deícticos (señalan en el espacio) o catafórico y anfóricos (señalan en el texto) esto, eso, aquello. Nos vamos para allá porque acá el calor es insoportable. Así no se puede vivir. En cambio, en el campo, las cosas son distintas. En algunos casos especiales, así puede actuar como adjetivo y modificar a un sustantivo: Las personas así son insoportables. Vale para los determinantes y pronombres demostrativos lo mismo que ya dijéramos para los personales. Mientras este, ese, acá, aquí y ahí (que tienen que ver con la primera o segunda persona) pueden aparecer solos, porque la cercanía a las personas del coloquio los identifica, aquel, allí y allá suelen servir casi siempre de referencia a algún sustantivo o adverbio ya mencionados o que se mencionarán inmediatamente. Si volvemos a considerar el ejemplo anterior, veremos que acá no necesita aclaraciones, porque es el lugar donde se encuentra el hablante. En cambio, allá puede ser cualquier otro lugar en el mundo. Sólo al mencionarse el campo, allá adquiere significación. En cuanto a su relación con las personas del coloquio, gramaticalmente se considera que: · aquí es el lugar donde está la primera persona, · acá es el lugar cercano a la primera persona, · ahí es el lugar cercano a la segunda persona, · allí es el lugar distanciado de la primera y la segunda persona, · allá es el lugar más lejano de la primera persona. Sin embargo, en el dialecto rioplatense no es ésta la relación que se establece. Nosotros no distinguimos, en cuanto significado, entre aquí y acá ni entre allí y allá. La distinción pasa por el nivel de lengua: mientras usamos acá y allá en la lengua coloquial, preferimos aquí y allí para la lengua formal. Por ejemplo: “Te espero acá, en casa, esta noche” (coloquial). “En primer lugar, hay aquí, en nuestro país, un elemento que va a orientar a otras perspectivas...” (formal). “Estoy por allá a eso de las cinco” (coloquial). “Sentí como si me echara al fondo de mí mismo, allí donde todo es arduo y silencioso” (formal). Los Pronombres Indefinidos A pesar de considerárselos no connotativos, los cuantificadores indefinidos tienen cierto significado, ya que señalan al sustantivo en forma vaga o imprecisa. Los cuantificadores y pronombres indefinidos son: Uno-una, alguno-alguna, ninguno-ninguna, cualquiera, poco-poca-pocos-pocas, todo, mucho-mucha-muchos-muchas, otro-otra-otros-otras, nada, nadie, alguien, bastante, cada, etc. -Uno, alguno, ninguno, y cualquiera se apocopan (supresión de algún sonido al fin de un vocablo) en un, algún, ningún, y cualquier delante de sustantivo. Por ejemplo: Quiero un libro, solo uno. Algún día me lo darán. -Mucho se apocopa en muy delante de sustantivo, adjetivo y adverbio. Por ejemplo: Muy hombre (sustantivo). Muy alto (adjetivo). Muy bien (adverbio). Los indefinidos pueden actuar como: a) pronombres, si el sustantivo está elidido: ¿Alguno sabe la respuesta? Cualquiera la sabe. b) cuantificadores de un sustantivo, si modifican a un sustantivo: ¿Alguna persona sabe la respuesta? Cualquier persona la sabe. c) cuantificadores adverbiales, si modifican a un adjetivo o a un adverbio: ¿Trabajaron mucho? Por hoy ya hicimos bastante. Alguien, nadie, algo y nada son siempre pronombres. Cada es exclusivamente cuantificador de sintagma nominal. Los demás pueden funcionar en dos o en las tres categorías. Los Pronombres Relativos Los pronombres relativos tienen valor anafórico, es decir, remiten a un sustantivo o sintagma nominal que los antecede y les sirve de referente. La casa que nos compramos es grande. (Oración principal: Compramos una casa. Oración subordinada que modifica al sustantivo: La casa es grande) Los relativos introducen proposiciones incluidas adjetivas. Cumplen la doble función de servir como nexos entre la oración principal y la subordinada y, a su vez, cumplen una función sintáctica dentro de la misma subordinada (ver sintaxis). Por ejemplo, en la oración anterior, el que funciona como sujeto de la proposición adjetiva que introduce. Es importante recordar que los pronombres relativos no llevan nunca acento. 1.1. Que Es el más común y utilizado de los relativos (y que muchas veces reemplaza a varios de los demás, como veremos), puede actuar como sustantivo, adjetivo o adverbio: "La mujer que yo quiero no necesita deshojar cada noche una margarita.” (Joan Manuel Serrat) En este caso que se refiere a “mujer” y, por lo tanto, actúa como sustantivo. Es increíble lo grande que está tu hijo. En este caso que se refiere a “grande” y, por lo tanto, actúa como adjetivo. Ya sabés lo poco que lee la novia de Fede. En este caso que se refiere a “poco” y, por lo tanto, actúa como adverbio. Hay casos en que que puede aparecer sin antecedente, pero siempre acompañado por artículo y con función sustantiva: “El que la hace la paga” (sintácticamente “el que” es sujeto). Soy el que te ama sin esperanzas (sintácticamente “el que” es predicativo subjetivo). Cuando que aparece sin antecedente y sin artículo, actúa como conjunción: Quiero que me traigan un café. 1.2. Quien-quienes Los pronombres relativos quien y quienes actúan solamente como sustantivo: Ella es la mujer por quien yo daría la vida. En este caso quien se refiere a “mujer”. Sintácticamente es el término de complemento (Yo daría la vida por esa mujer). Debemos destacar que, muchas veces, por influencia negativa de otras lenguas como el inglés, quien se utiliza, erróneamente, con función de adjetivo. Por ejemplo: “Los escritores quienes hablan muchas lenguas son los mejores.” Lo correcto es: “Los escritores que hablan muchas lenguas son los mejores.” En español no es obligatorio utilizar quien-quienes para las personas. Sólo puede utilizárselo con función de sustantivo (término de complemento, como en el ejemplo, o aposición: “Encontré a tu padre, quien me contó todo”). Prácticamente no usamos quien-quienes en el rioplatense, y lo reemplazamos por “que” o “el-la-los-las-lo que”. (“Ella es la mujer por la que yo daría la vida”, “Encontré a tu padre, que me contó todo” o “encontré a tu padre, el que me contó todo.”) Hay casos en que quien puede aparecer sin antecedente: “Quien mal anda mal acaba”. 1.3. Cual Actúa solamente como sustantivo: Entramos enseguida al salón grande, el cual ya estaba preparado para comer. En este caso cual se refiere a “salón” y, por lo tanto, actúa como sustantivo. Sintácticamente es un sujeto (El salón grande ya estaba preparado para comer). Debemos destacar que el neutro lo cual siempre tiene por antecedente una proposición u oración completa: “No te recuerdo, lo cual no es raro en mí.” El antecedente es “no te recuerdo”. Generalmente, en el rioplatense, cual no se utiliza, y se lo reemplaza por “que” o “el-la-los-las-lo que” (“Entramos al salón grande, que ya estaba preparado para comer” o “No te recuerdo, lo que no es raro en mí”). 1.4. Cuyo Actúa solamente como adjetivo: Este es el alumno cuya madre conocí ayer. En este caso cuya modifica a “madre” y, por lo tanto, actúa como adjetivo. Sintácticamente es un modificador directo. Es de hacer notar que cuyo no concuerda con su antecedente (en este caso “alumno”), sino con el sustantivo al que modifica (“madre”). En rioplatense, salvo en una lengua formal y artificial, hemos descartado las construcciones encabezadas por cuyo. La oración del ejemplo sería: “Ayer conocí a la madre de este alumno.” 1.5. Donde, cuando y como Actúan siempre como adverbios. Su función será siempre la de circunstancial, sin importar la categoría o función de su antecedente. Estos relativos pueden tener un antecedente o no tenerlo. Por ejemplo, tienen antecedente en los siguientes casos: -Parecen banderitas de colores donde el viento baila. El antecedente es banderitas (El viento baila en las banderitas). -Atrás quedaron los años cuando nos veíamos todos los días. El antecedente es años (Nos veíamos todos los días en aquellos años). -Es así como te lo cuento. El antecedente es así (Te lo cuento así). En otros casos, no tienen antecedente y son simplemente una circunstancia del verbo: “Vive donde el diablo perdió el poncho.” Te espero en la esquina cuando caiga el sol. Te quiero como no te quiso nadie. 1.6. Cuanto Puede ser sustantivo, adjetivo o adverbio: Te conté el más maravilloso cuento de cuantos se escribieron. En este caso cuantos se refiere a cuentos y, por lo tanto, actúa como sustantivo. Sintácticamente es el sujeto (Estos cuentos se escribieron). Cuando funciona como adverbio o adjetivo, generalmente cuanto no tiene antecedente. Modifica al verbo como una cantidad. Sintácticamente es un circunstancial: Hice cuanto me dijiste. (adverbio) Hice cuantas cosas me dijiste. (adjetivo) Las construcciones con cuanto no son comunes en el habla coloquial del Río de la Plata. Solemos reemplazarlas por el encabezador “todo lo que”: Te conté el más maravilloso cuento de todos los que se escribieron. Hice todo lo que me dijiste. Hice todas las cosas que me dijiste. Los Pronombres Enfáticos Los pronombres relativos (con excepción de cuyo) se convierten en pronombres enfáticos (interrogativos y exclamativos) cuando se los acentúa ortográficamente. No tienen antecedente y pueden aparecer tanto en una pregunta o exclamación directa (entre signos de pregunta o admiración) como indirecta (sin signos de pregunta o admiración). Los pronombres enfáticos pueden actuar como sustantivo, adjetivo o adverbio. - Qué puede ser sustantivo, adjetivo o adverbio: Contame qué es lo que te pasa (sustantivo). ¿Qué cosa me dijiste? (adjetivo). ¡Qué buena suerte! (adverbio). - Quién es siempre sustantivo: -¿Quién habla? -Usted con quién quiere hablar. - Cuál es sustantivo o adjetivo: ¿Cuál es el que me pediste? (sustantivo). ¿Cuál autor es el que me pediste (adjetivo). - Dónde, cuándo y cómo son adverbios: Te pregunté dónde vivías. ¿Cuándo nos volvemos a ver? ¿Cómo te llamás? - Cuánto puede ser sustantivo, adjetivo o adverbio: ¿Cuántos van a venir? (sustantivo). ¡Cuánta gente! (adjetivo). Averiguá cuánto cuesta (adverbio). Referencialidad Al Igual que sucede con los pronombres, los determinantes constituyen expresiones referenciales. Es decir, señalan (determinan) algún elemento implicado en la situación de la comunicación o en el mismo enunciado. Además de poder identificar un referente del mundo, señalan deíctica o fóricamente (anáfora o catáfora en el texto) respecto del centro de la enunciación (un yo que habla acá y ahora). Pueden ser deícticos, es decir: señalar hacia uno de los participantes o implicados en la enunciación, y hacia sus coordenadas espaciales y temporales. O bien fóricos, es decir: señalar (interpretarse a partir de) otro ítem textual, que puede ser anterior (anafórico) o posterior (catafórico). 1. Deixis . Para definir la deixis, acudiremos a Lyons (1986): La noción de deixis (que es, simplemente, la palabra griega que significa "señalamiento" o "indicación", y que se ha convertido en un término técnico de la teoría gramatical) se introduce para aludir a los rasgos "orientativos" de la lengua relativos al tiempo y al lugar de la expresión. Los llamados "pronombres personales" (yo, tú, él, etc.) constituyen tan solo una de las clases de elementos de la lengua cuyo significado se establece con relación a las "coordenadas deícticas" de la situación típica de la expresión. Otros elementos que incluyen un componente de deixis son los adverbios de lugar y tiempo como aquí, ahí, allí ("cerca del hablante", "cerca del oyente", "no cerca del hablante ni del oyente") y ahora y entonces ("en el momento de hablar": "no en el momento de hablar"). El centro del sistema deíctico cambia de una persona a otra cuando cambia el yo enunciador. 1.1. Las expresiones deícticas Las expresiones deícticas permiten que señalemos, refiramos, hacia un número ilimitado de entidades del mundo; esto muestra la economía léxica que representan y su versatilidad. Las expresiones deícticas son referenciales, igual que los nombres propios y muchas otras expresiones; pero, a diferencia de las anteriores, además de referir, señalan la ubicación del elemento en el eje del momento y el lugar de la comunicación, considerando, además, a los hablantes. La deixis implica, entonces, referencialidad + egocentricidad (el YO del hablante ubica los componentes de la enunciación a partir de sí mismo). Muchas de las expresiones deícticas requieren de referencialidad gestual (pensemos en la frase Quiero probarme este pantalón y aquel de allá). Algunas expresiones deícticas son: determinantes y pronombres demostrativos ir, venir, llevar, traer. Si analizamos las expresiones deícticas a partir de su semántica, tenemos: personal: pronombres personales, determinantes y pronombres posesivos, flexión verbal de persona; espacial: determinantes y pronombres demostrativos, verbos de movimiento; temporal: conjugación verbal de tiempo. Por ejemplo, al usar artículo definido (determinante), el hablante entiende que su interlocutor será capaz de reconocer unívocamente el referente aludido en el universo del discurso. Deixis. En el contexto del discurso se percibe e identifica unívocamente la entidad señalada en el sintagma nominal. ¿Me abrís la puerta, por favor? (el receptor entiende a qué puerta se refiere el emisor). Presupuestos culturales. Usted se ha comunicado con… después de la señal, deje su mensaje (la situación misma permite presuponer que habrá una señal). Referencia de entidades unívocas: A veces el sintagma nominal refiere una entidad léxicamente única. Por ejemplo: Salió el sol. En otros casos, si bien el sintagma nominal introduce una entidad (miembro de una clase) no mencionada antes, la presencia de modificadores permite asignar unívocamente la referencia. Ejemplo: En 1852 se produjo la batalla de Caseros. Estos complementos determinan la característica unívoca de la entidad. No decimos: *Una madre de las mellizas, sino: La madre de las mellizas. 2. Anáfora Como vimos en el módulo de pronombres, según Eguren, solo es verdadera deixis el señalamiento que se resuelve mediante el contexto de la enunciación. La llamada “deixis textual” (el señalamiento de una entidad del texto) puede ser denominada anáfora, cuando su referente es una expresión que ha sido mencionada antes. Por ejemplo: Micaela leyó el libro y lo guardó. (Antecedente: el libro. Anáfora: pronombre de objeto directo lo.) Dentro de los determinantes podemos distinguir dos tipos de anáforas: 1) correferencial: el artículo definido señala que la nueva expresión nominal coincide en su referencia con una expresión nominal anterior. Norma Aleandro viajó a Rosario este fin de semana. La actriz se presentará en el Teatro Español este viernes. 2) asociativa: el artículo definido señala que el sintagma nominal refiere una entidad vinculada conceptualmente con otra mencionada antes, sin que haya correferencia: Leí una novela ayer. El argumento me aburrió, pero las descripciones eran interesantes. El argumento y las descripciones son partes de la novela, según nos permite inferir el artículo definido. Caracterización Si pensamos en un sustantivo, por ejemplo, casa, vemos que la palabra casa connota una serie de características comunes que debe tener una entidad para ser incluida en el grupo: es una construcción, se usa para vivir, puede ser de distintos materiales, etc. Pero casa por sí sola no señala ninguna entidad existente en determinado contexto. ¿Cómo seleccionamos y mencionamos, entonces, del conjunto de todas las casas, una, varias o todas? Es inválida la expresión *Me gusta casa. En cambio, si digo Me gusta la / esa / tu casa, seguro que habrá un objeto del mundo señalado en la enunciación, que los interlocutores podrán identificar. Podemos referirnos genéricamente a toda la clase: La casa es una construcción. Las casas son lugares en los que vive la gente. Una casa debe ser...., mediante los determinantes llamados artículos. Pero lo más usual en la comunicación es referirnos a un objeto en particular. ¿Qué clase de palabras nos permite señalar e individualizar ese objeto y situarlo en un espacio, en un tiempo, en relación con los interlocutores y el discurso mismo? Para que una expresión nominal (por ejemplo: casa blanca) se convierta en una expresión referencial (que señale un ente real, definido o indefinido, y lo ubique en un contexto de enunciación), empleamos determinantes (mi casa blanca, la casa blanca, esta casa blanca). Los determinantes del sintagma nominal son: los artículos (el, la, los, las, lo; un, una, unos, unas), los demostrativos (esta, este, estas, estos, esos, aquellos, etc.) y los posesivos (mi, tu, su, nuestra, nuestro, etc.). Los determinantes, entonces, vinculan la información de un sustantivo común con un referente concreto del mundo, indicando mayor o menor cercanía en relación con cierto espacio y tiempo de los interlocutores, relaciones de posesión con respecto a ellos, etc. Su posición característica es pronominal (anterior al sustantivo). En los ejemplos anteriores los vemos antepuestos al sustantivo. En esta posición se excluyen entre sí: *el tu auto, *la esta casa. Pospuestos al sustantivo, en cambio, los demostrativos y posesivos requieren la anteposición de algún determinante: el auto tuyo, la casa esta, ese amigo tuyo, por lo cual no podemos decir que actúen como determinantes. Por su carácter de adjuntos del nombre, la gramática tradicional los consideraba adjetivos determinativos (porque determinan la ubicación espacial, temporal, etc., del sustantivo respecto de los interlocutores), en oposición a los adjetivos calificativos (que asignan cualidades al sustantivo). Los determinantes incluyen rasgos de género y/o número concordantes con los sustantivos, expresos o elididos. Hay excepciones (el/un agua-águlia-hambre, etc.) a esta regla relacionadas con cuestiones fonéticas, que veremos al estudiar el artículo. La única palabra que puede anteponerse en el sintagma a los determinantes es el cuantificador universal todo/a (s): Todas las mesas blancas, todo el material, *las todas mesas, *el todo material. Por eso suele llamárselo predeterminante. Los artículos La gramática tradicional, desde el siglo XIX, divide a los artículos en dos grupos: los artículos determinantes (cuando el objeto mencionado es reconocible unívocamente: ¿Me alcanzás las llaves?) y los indeterminantes (cuando se presupone que el oyente no podrá reconocer el objeto mencionado: ¿Sabés dónde hay una farmacia acá cerca?). Nosotros hablaremos de artículos definidos e indefinidos, pues reservamos la expresión determinantes para la categoría que estamos viendo, que incluye artículos, posesivos y demostrativos. En cuanto a su posición, en el sintagma nominal los artículos siempre van delante del sustantivo y concuerdan con él en género y número. Algunos sustantivos femeninos llevan el artículo el-un en singular, por comenzar con sonido a acentuado (ortográfica o prosódicamente). Esto crea algunas confusiones en la concordancia con el adjetivo, ya que esta regla sólo rige para el artículo. Veamos un ejemplo con el sustantivo femenino hambre (el hambre): Lo correcto es decir El hambre excesiva nos lleva a la gula. El adjetivo excesiva concuerda en género (femenino) con el sustantivo. *El hambre excesivo nos lleva a la gula. Es incorrecto concordar el adjetivo con el artículo determinante el, que sólo por cuestiones fónicas se utiliza en masculino con el sustantivo femenino hambre. Sin embargo, si se antepone el adjetivo al sustantivo, el artículo va en femenino porque no choca con la a tónica (acentuada) del sustantivo: La excesiva hambre. Lo mismo si anteponemos un cuantificador: Tengo mucha hambre. *Tengo mucho hambre. Algo similar ocurre con los demostrativos este, ese, aquel y con los cuantificadores indefinidos algún, ningún: Esa hambre lo agobiaba. *Ese hambre lo agobiaba. Alguna águila, ninguna águila. *Algún águila, * ningún águila. Excepciones a esta regla: los nombres de las letras: la hache, la a. También hay otros sustantivos que son de género ambiguo, o sea que admiten adjetivos en masculino y femenino: armazón - arte - azúcar. El azúcar negro – La azúcar negra. En estos casos, lo incorrecto es no concordar el género entre adjetivo y determinante, no podemos decir: el azúcar negra o la azúcar negro. En el caso especial de arte, el plural es siempre femenino (Museo Nacional de Bellas Artes), mientras que el singular suele usarse en masculino (Museo Nacional de Arte Contemporáneo). 1. El artículo definido Los artículos definidos en español son: Masculinos: el – los Femeninos: la – las Neutro: lo 1.1. Los artículos masculinos y femeninos: el, la, los, las El artículo definido señala que, en el contexto de uso, el referente es reconocible unívocamente. Hace referencia a entidades ya mencionadas o bien reconocibles en el universo del discurso, porque son perceptibles mediante los sentidos, o porque pueden inferirse a partir de asociaciones con entidades antes referidas o por medio de conocimientos del mundo. A veces, el artículo definido se corresponde con un referente que ya ha sido presentado en el discurso, es decir que cumple la función de anáfora: Jorge Luis Borges murió en Ginebra. El escritor dejó un legado... (el artículo señala que "el escritor" ya es reconocible unívocamente: Jorge Luis Borges). Cuando el referente no ha sido presentado, pero, por conocimiento del mundo, es reconocible unívocamente, usamos artículo definido: Salió el sol. Escuché que el presidente viaja a China. No siempre refieren entidades ya mencionadas: a veces se usa artículo definido cuando se espera que la entidad sea inmediatamente percibida: ¡Cuidado con el perro! La información nueva es que hay un perro, justamente. El artículo definido, entonces, permite hacer referencia a la única entidad existente que responda al contenido descriptivo del sintagma nominal; señala la entidad relevante en el contexto. La referencia puede dejar de lado denotaciones irrelevantes: Me dio la mano (sin aclarar si es la derecha o la izquierda). Tomar el colectivo, comprar el diario, ir al cine: otros ejemplos en los que es irrelevante dar más precisiones, pues se trata de situaciones estereotipadas. Otras veces, el referente no ha sido presentado y no podría ser reconocible unívocamente al aparecer solo. Sin embargo, el sintagma nominal lleva artículo definido en correlación con modificadores del sustantivo que lo hacen unívocamente reconocible: Kirchner recibió al presidente de Uruguay hoy a la mañana (reconocimiento unívoco dado por el modificador "de Uruguay"). Kirchner recibió al presidente hoy a la mañana (¿a qué presidente?, no hay reconocimiento unívoco sin mayor contexto). Podemos, también, usar artículos definidos para referirnos genéricamente a realidades: El hombre es un animal de costumbres. Los hombres son animales de costumbres. Algunos sustantivos comunes de parentesco se comportan como nombres propios en cuanto a la determinación: ¿Vino mamá? Papá trabaja en Cargill. Es menos frecuente con otros sustantivos: ¿Vino tío Pedro? Llamó Abuelo por teléfono; en estos ejemplos, la ausencia de artículo puede ser una variable sociolingüística. Además de referir entidades, los sintagmas nominales pueden denotar propiedades. El artículo denota el conjunto completo; la ausencia de artículo, un subconjunto. Veremos el valor que toma el artículo definido plural en el siguiente ejemplo: Juan y Javier son actores de la obra de Kartún. (Hay más actores además de ellos.) Juan y Javier son los actores de la obra de Kartún. (La obra solo tiene dos actores: ellos.) El artículo definido singular puede utilizarse en contextos de referencia múltiple: Los que quieran hacer preguntas, levanten la mano. En ciertos campos léxicos, el artículo definido sustituye al posesivo en sintagmas nominales donde ya se infiere el poseedor (generalmente un clítico alude al poseedor). Por ejemplo: Me lastimé la cara. *Me lastimé mi cara. En los usos de referencia genérica, se prefiere usar un/una para referirse a un individuo de la clase; en cambio, el artículo definido se emplea cuando se busca aludir a todos los individuos de la clase: Un padre que da consejos, más que padre es un amigo. Los peces no soportan más de tres minutos fuera del agua. El libro es la puerta a distintos mundos. El artículo antepuesto a sintagmas distintos del sintagma nominal (adjetivos, infinitivos, construcciones preposicionales), los recategoriza como sustantivos: Los buenos... Ganaron los rojos, perdió la derecha. Los desaparecidos durante la última dictadura... El bueno de Pedro... El viajar es un placer... El que digas eso no es justo. En el caso de los sintagmas preposicionales, solamente son aceptables las sustantivaciones de sintagmas que comienzan con de: Los de arriba y los de abajo. *Los sobre el cerro. *Los desde acá. Aunque existen algunas piezas léxicas que parecen contradecir lo anterior: Los sin techo, debido a que esas piezas léxicas ya se consideran sustantivos compuestos. Por último, nótese que colocar o no el artículo suele indicar diferencias semánticas. Por ejemplo: ¿Tenés el teléfono? (Se refiere al aparato telefónico.). ¿Tenés teléfono? (Se refiere a la línea telefónica.). No tengo el coche. (Lo tengo en arreglo o se lo presté a alguien.). No tengo coche. (No poseo un coche.). El artículo neutro LO En cuanto al artículo neutro, que es invariable, se lo utiliza antepuesto a distintas estructuras, en todos los casos, para darle a la palabra o a la construcción la categoría de sustantivo. Por ejemplo: “Lo bueno es llegar temprano” (antepuesto a adjetivo). El lo forma sintagma solamente con adjetivo: lo necesario, *lo silla. “¿Vas a vender tu casa, con lo linda que es?” (antepuesto a adjetivo + subordinada). “ Ya sabés lo poco que habla el marido de Juana” (antepuesto a adverbio). “ Es increíble lo que engordó” (antepuesto a subordinada). También se puede usar el artículo neutro lo en la construcción lo de + sustantivo o adverbio, para hacer referencia a algo que no quiere nombrarse o decirse, o para indicar un lugar que pertenece a una persona: “Quería comentarte lo de ayer” (lo de + adverbio). “Te voy a explicar lo de María” (lo de + sustantivo). “Me voy a lo de mi mamá” (lo de + sustantivo = lugar). Presentamos aquí una clasificación más detallada y exhaustiva de los cinco usos básicos del artículo neutro lo: Lo integrador o colectivo: lo blanco. Parafraseable con: el conjunto de las cosas blancas. Se refiere a asuntos, hechos o cosas. ¿Te enteraste de lo de Jorge? (la cosa o el conjunto de cosas que le pasaron a Jorge) Lo cualitativo: Lo más gracioso es que Juana llegó tarde. Esto es lo mejor que leí. Se usa seguido por un adjetivo masculino singular (ver b), que debe admitir la gradación o cuantificación subjetiva (ver c). Lo gracioso es la cara que puso ella. *Lo más graciosa es la cara que puso ella. *Lo alto es que Juan se enojó. Se puede parafrasear como: La cosa más graciosa, La cosa graciosa. Lo enfático: No sabés lo simpática que es la nueva profesora. Parafraseable con: cuán/qué: No sabés qué simpática (que) es la nueva profesora. El adjetivo concuerda en género y número con el referente aludido. Lo cuantitativo o partitivo: Compré solo lo justo y necesario. Denota cantidades seleccionadas de un conjunto total, y permite solo unos pocos adjetivos: justo, necesario, suficiente, conveniente, imprescindible. En el Río de la Plata: Fui a lo de Javier: Fui a la casa (el lugar) de Javier. Por teléfono: ¿Hola?, ¿con lo de la familia Pérez? El artículo indefinido 2. Los artículos indefinidos: un, una, unos, unas El enunciador utiliza el artículo indefinido cuando quiere introducir en el universo de la comunicación un elemento nuevo del mundo. En muchos casos la cuantificación propia de los numerales queda como propiedad secundaria. Comenzaremos la presentación del artículo indefinido analizando el siguiente ejemplo: Ayer vimos una película. Hoy vimos de nuevo (a) una película / (b) la película. ¿Qué diferencias hay entre (a) y (b)? El artículo indefinido indica que se vio una segunda película. El artículo definido, en cambio, indica que se volvió a ver la primera película. En el ejemplo anterior no puede reducirse un/una a una interpretación numeral (salvo que la pregunta que genera el diálogo sea: ¿Cuántas películas viste entre ayer y hoy?), pues aunque siempre cuantifique –con mayor o menor relevancia en el texto– en muchos ejemplos lo importante es que se opone al artículo definido; presenta una entidad que no se espera que el receptor identifique unívocamente ni por deixis, ni por anáfora, ni por ninguno de los mecanismos inferenciales que vimos al estudiar el artículo definido. De hecho, ese ejemplo en plural podría ser: Ayer vimos dos películas o bien Ayer vimos unas películas, dependiendo de si nos interesa hacer hincapié en la cantidad o en la indefinición del objeto. La oración: Leí una novela buenísima este verano no responde a la pregunta: “¿Cuántas novelas buenísimas leíste este verano?”. Más bien se introduce una entidad, una expresión nominal que se espera que el receptor no pueda relacionar unívocamente con un objeto en particular. De hecho, puede completarse el ejemplo: Leí una novela buenísima este verano. (La novela) Se llama “La guerra de los gimnasios”. El autor es César Aira. También utilizamos el artículo indefinido para enfatizar: La mujer mostraba una tranquilidad... ¡La mujer mostraba una tranquilidad! * Tengo un calor. Tengo un calor que me muero. (Tengo tanto calor que me muero) ¡Tengo un calor! Tengo un calor... La cuantificación pasa a segundo plano, asimismo, en los ejemplos siguientes (en los que, por ese motivo, hablamos de artículo indefinido): ?Interpretación valorativa. Es un caballero. Es un animal. Son unos tontos. ?Interpretación tipificadora. En uno de sus usos tipifica sustantivos abstractos o referidos a entidades individuales: Salgamos, que hay un sol hermoso. En este uso el determinante está en relación, más que con todo el SN, con parte de él; por ejemplo, podemos decir: En el aula había un silencio tenso y enojado; pero no es posible: *En el aula había un silencio, ni tampoco *Salgamos, que hay un sol. El artículo indefinido anuncia que luego se especificará el tipo de silencio (o de sol) del que estamos hablando. El artículo está en relación con los modificadores del sustantivo. ?Interpretación consecutiva: Otro uso del artículo indefinido es el siguiente, que propicia una interpretación consecutiva: Tengo un hambre..., frase válida frente a: *Tengo un hambre. Más explícitamente: Tengo un hambre que me comería una vaca. Por último, como se vio anteriormente, vemos la interpretación genérica: Un gobierno realista debería enfrentar el estado paupérrimo de nuestros hospitales. Un padre que da consejos, más que padre es un amigo. Los determinantes demostrativos Los determinantes demostrativos acompañan al sustantivo común (a veces implícito) para que señale unívocamente referentes –ya mencionados en el mismo discurso o presentes en su universo– ubicándolos en el espacio o en el tiempo con respecto a las personas del coloquio y al hilo de la enunciación. Según la menor o mayor cercanía respecto de las personas del coloquio, podemos decir de los determinantes demostrativos: Este-esta-estos-estas: cerca de la primera persona de la enunciación. Ese-esa-esos-esas: cerca de la segunda persona y lejos de la primera. Aquel-aquella-aquellos-aquellas: lejos de las primera y segunda personas. También pueden referirse al tiempo, de acuerdo con la cercanía o lejanía del presente de la enunciación: Este verano – ese verano – aquel verano Con respecto al hilo del discurso (espacial en el discurso): Este-esta (y plurales) es lo mencionado más próximo; aquella-aquel y plurales es lo mencionado más lejos. Anteriormente se utilizaba una tilde diacrítica cuando el sustantivo estaba implícito: éste no escribe, frente a este lápiz no escribe. Los demostrativos neutros no llevaban acento nunca porque no pueden adjuntarse a un sustantivo. A partir de 1999 la RAE suprimió el uso de esa tilde; puede utilizarse solo si sirve para evitar ambigüedades. Cuando posponemos un demostrativo (sobre todo este, esta) a un sustantivo, generalmente es para expresar desprecio o no aceptación. Por ejemplo: – ¿Qué es lo que dijo la mujer esta? – No veo la hora de que los ruidos estos se terminen. La alteración del orden normal de la oración hace que el demostrativo pierda su función de ubicar con respecto a las personas del coloquio, para pasar a ser un enfático usado por el hablante. Se utiliza (sobre todo ese, esa, esas, esos) como elemento de referencia de un sustantivo nombrado anteriormente. Por ejemplo: – ¿No viste mis zapatos nuevos? – ¿Cuáles, esos azules? – Alcanzame las revistas, esas que estuvimos hojeando ayer. En el caso de esto, eso, aquello no se puede reponer un núcleo sustantivo al que modifiquen, por lo cual los estudiamos dentro de pronombres. Los determinantes posesivos Los determinantes posesivos indican pertenencia o posesión con respecto a las personas gramaticales. No connotan más que la relación de posesión (con varios matices) y su referencia es ocasional. Solamente funcionan como determinantes del sintagma nominal cuando van antepuestos. Pospuestos, son modificadores del sustantivo y el sintagma nominal deberá estar determinado por otro determinante, generalmente el artículo. Los determinantes posesivos son: 1° persona: mi mis (singular y plural) nuestro-nuestra-nuestros-nuestras (singular y plural) 2° persona: tu - tus (singular y plural, vos y tú) su - sus (singular y plural, usted y plural, ustedes) vuestro - vuestra - vuestros -vuestras (singular y plural, vosotros: formas no usadas en América) 3° persona: su - sus (singular y plural) La posición característica del determinante posesivo es prenominal: Mi libro, tu libro, nuestro libro, su libro. La posición posnominal enfatiza la posesión y requiere la anteposición de artículo: El libro mío, el libro tuyo, el libro suyo / de él. Debemos destacar que, para el caso de las terceras personas, en el dialecto rioplatense suele reemplazarse el suyo por de él (de ella, de ellos, de ellas), ya que el suyo se identifica más con el usted. También puede aplicárselo a las demás personas del plural (de nosotros, de ustedes). Sin embargo, esto no ocurre nunca con las primera y segunda personas del singular (NO podemos decir *de mí, *de vos). Los posesivos, además de usarse junto a un sustantivo, pueden aparecer: Después del artículo. Lo mío, lo tuyo, lo suyo, lo nuestro, todo importa. ¿Cómo están los tuyos? (referido a “los familiares”). Esta es mi carpeta, ¿cuál es la tuya? Con el verbo ser, como predicativo. Mi casa. La casa es mía. Tu libro. El libro es tuyo. Su hijo. El hijo es suyo. Nuestra oficina. La oficina es nuestra. Muchas veces el posesivo, determinante o pospuesto, no expresa exactamente una posesión, sino una pertenencia o algo habitual. Por ejemplo: Por favor, regresen a sus lugares (los lugares que ocupan habitualmente). No sabés lo que pasó ayer en mi facultad (pertenencia a una institución). En el Rioplatense, sobre todo en la lengua informal, se utilizan los posesivos también para expresar ubicación. Por ejemplo: Está detrás mío (en lugar de detrás de mí). Cerca tuyo me siento protegido (en lugar de cerca de vos). Sentate acá, al lado nuestro (en lugar de al lado de nosotros). A pesar de que en la lengua escrita se prefieren los usos tradicionales; en la lengua oral, la totalidad de los hablantes de nuestra variedad utiliza los posesivos de ubicación, por lo cual se los considera correctos Caracterización El establecimiento de la clase "cuantificadores" responde a una cuestión puramente semántica: son palabras o estructuras que asignan cantidad, número o grado a muy diversas categorías gramaticales. Cristina Sánchez López introduce su estudio de la siguiente manera: "Cuantificar es expresar una cantidad, de ahí que los cuantificadores puedan definirse de manera informal como elementos que dicen qué cantidad de individuos u objetos de un dominio dado tienen una determinada propiedad, o en qué medida una propiedad es poseída por un individuo u objeto" (SÁNCHEZ LÓPEZ: 1999). Expresar cantidad puede responder, básicamente, a dos propósitos: - señalar, referirse a realidades del mundo a partir de su número o cantidad, definida o indefinidamente: Vinieron dos alumnos. - valorar el número o la cantidad en que se posee un objeto o ente, o el grado en que se posee una propiedad a partir de una escala convencional: Ella es demasiado joven para él, Él tiene suficiente dinero como para jubilarse. Los cuantificadores refieren, señalan objetos del mundo, pero no nos dicen a qué unidad en particular hacen referencia. Es decir: no identifican el referente (lo que sí hacen los determinantes: artículos, posesivos y demostrativos), sino que señalan a partir de su cantidad o número. La cuantificación se puede aplicar a: - un adjetivo: muy bueno, extraordinariamente bueno, doblemente meritorio, el doble de bueno; - un sustantivo: mucha gente, demasiada gente, dos personas, el doble de gente; - un verbo: estudia mucho, no estudia nada; - un adverbio: muy bien, bastante mal, demasiado tarde. También, a ciertos adverbios se los considera adverbios cuantificadores porque multiplican la lectura de un predicado pues implican la presuposición de que ese predicado se cumple o no respecto de otras entidades. Veamos la siguiente frase: Juan aprobó Estadística. El predicado se aplica solo a Juan y no podemos presuponer nada respecto de otros alumnos. En los siguientes ejemplos, en cambio, los adverbios generan presuposiciones: Solo Juan aprobó Estadística. Esta frase presupone que los restantes alumnos desaprobaron. También Juan aprobó la materia. Quiere decir que otros aprobaron. Tampoco Juan aprobó Estadística. Significa que otros no aprobaron junto con Juan. Otras posibilidades: Incluso el peor alumno aprobó la materia. Hasta Juan aprobó. Ni siquiera el mejor alumno aprobó la materia. 1. Cuantificadores definidos Los cuantificadores definidos expresan un número preciso: dos, tres, la mitad de, doblemente. Son los numerales y las estructuras que refieren una cantidad numérica: - cardinales: almorcé una milanesa, vino dos veces, quiero diez unidades. - ordinales: salimos a pasear el primer día. - multiplicativos: estoy doblemente agradecido, quiero el doble de sueldo. - fraccionales: completé la mitad del trabajo, pasó un cuarto de hora. etc. 2. Cuantificadores indefinidos Los cuantificadores indefinidos son: Alguien, alguna, algún, algunos, algunas, bastante, bastantes, cada, cualquier, cualquiera, demasiada, demasiado, demasiadas, demasiados, mucha, mucho, muchas, muchos, nada, nadie, ninguna, ningún, otra, otro, otras, otros, poca, poco, pocas, pocos, re, toda, todo, todas, todos, una, un, unas, unos. Expresan una cantidad o número de manera indefinida, que puede ser parcial: algún chico, algo de azúcar, comí algo, comiste poco, estoy muy cansado, estoy recansado; o bien total, universal: todo, todos, ningún, nada, ninguno/a, nadie, cada, ambos, etc. 2.1. Cuantificadores indefinidos positivos Los cuantificadores indefinidos universales se pueden diferenciar a partir de su polaridad. Puede ser positiva: alguien, todos, todo, cualquier(a), varios, etc., ambos, cada, etc. Algunos forman ellos solos una referencia a entidades. Los llamamos cuantificadores "pronominales” porque bastan por sí mismos para referir a un objeto o persona, sin que sea necesario reponer un sintagma nominal. Además de género y número, tienen un rasgo humano/no humano. ¿Vino alguien? ¿Vino *alguien cliente? ¿No llamó nadie? ¿Pasó algo o no pasó nada? ¿Pasó *algo cosa? Cualquiera sabe que no vino nadie. *Cualquiera persona sabe que no vino *nadie cliente. 2.2. Cuantificadores indefinidos negativos Los cuantificadores indefinidos universales de polaridad negativa son: nadie, nada, ningún, ninguna/o. Si aparecen antes que el verbo alcanzan para negarlo y el adverbio "no" es inadmisible; mientras que nunca y jamás pueden coaparecer, aunque con restricciones: Nadie vino a mi casa. Nadie *no vino a mi casa. Nadie jamás vino a mi casa. ???Nada dije jamás sobre vos. ???Nada nunca dije sobre vos En cambio, si aparecen pospuestos al verbo, un adverbio de negación debe anteponerse al mismo (no, nunca, jamás, etc.). No vino nadie a mi casa. *Vino nadie a mi casa. Jamás dije nada sobre vos. *Dije nada sobre vos. Nunca hice nada malo. Nada malo hice. *Hice nada. Ninguno me prestó. No me prestó ninguno. *Me prestó ninguno. Clasificación A partir de lo visto en la caracterización de los cuantificadores, los clasificaremos según: - expresen la referencia a una entidad del mundo a partir de su cantidad o número; - expresen el grado, respecto de una escala relativa, en el que una cualidad es poseída o en el que una circunstancia modifica al verbo, o en el que se da un número o cantidad de entes; - permitan presuponer que un predicado se cumple -o no- respecto de otras entidades además de la mencionada. 1. Cantidad o número de un SN Convencionalmente (y respetando el significado etimológico de los dos términos) distinguiremos entre cantidad de una materia o masa y número de una entidad contable. Algunos cuantificadores crean expresiones referenciales, refieren entidades del mundo a partir de la expresión de su cantidad o número: dos personas, la mitad del alumnado, un kilo de peras, todo el café. Como vimos, esa cantidad será definida (tres estrellas) o indefinida (muchas estrellas, ninguna estrella), y esta última será parcial (algunas estrellas, muchas estrellas) o total (ninguna estrella, todas las estrellas). Ciertos cuantificadores indefinidos permitirán evaluar la cantidad o el número nombrados a partir de una escala. Así podemos recordar el ejemplo anterior: Él tiene suficiente dinero como para jubilarse. Para ser una novela, tiene pocas páginas. En contextos que permitan la recuperación del núcleo del SN, este puede elidirse: Ayer conté veinte alumnos. Hoy, solamente tres. Ayer vinieron todos los alumnos. Hoy, solo algunos. 1. 1. Cuantificación de incontables (cantidad) Si la cuantificación se aplica a un ente considerado como incontable, entonces tenemos: cuantificación indefinida parcial: el SN irá en singular: tomé mucho vino, tomé bastante vino, tomé demasiado vino, tomé un poco de vino; obsérvese que en el caso de poco debe anteponerse el determinante un y usarse la preposición de para introducir el complemento partitivo, estructura no requerida en las otras cantidades: *tomé mucho del vino, *tomé un mucho vino, *tomé un mucho de vino. cuantificación indefinida total: el SN irá en singular; nada exige un complemento partitivo para especificar el incontable; todo precisa de un determinante adjunto al cuantificador: no tomé nada de vino, me tomé todo el vino. cuantificación definida: el sustantivo incontable será el complemento de sustantivos acotadores, del tipo: compré dos litros de cerveza, un kilo de manzanas, un racimo de uvas. 1. 2. Cuantificación de contables (número) El SN contable admite singular y plural: Leí una novela / dos novelas / muchas novelas. La cuantificación indefinida de contables plurales también permite el complemento partitivo: Muchos (de los) estudiantes vienen de Canadá. Algunos (de los) estudiantes ya terminaron su licenciatura. La estructura partitiva se permite en el caso en que los referentes seleccionados difieren de la totalidad de la serie: muchos de nosotros, ninguno de nosotros, pero *todos de nosotros, *todos de mis parientes. El indefinido de polaridad negativa se comporta diferente: Ninguno de los estudiantes llega tarde. Ningún estudiante llega tarde. La cuantificación indefinida en singular expresa un énfasis en el tipo, en la especie, más que en el número: Leí mucha novela de aventuras; o bien indeterminación, carácter remoto: Leí alguna novela de las que escribió en su juventud (= "cierta novela"). El cuantificador indefinido cada plantea una referencia a un número de entidades variable: Cada alumno deberá presentar su documentación en Secretaría. El carácter de cuantificador indefinido total de cada se evidencia en el hecho de que podemos parafrasear el ejemplo anterior de la siguiente manera: Todo alumno deberá presentar su documentación en Secretaría, o bien Todos los alumnos deberán presentar su documentación en Secretaría. La siguiente frase: ¡Hay cada tonto! es gramatical porque cada no funciona con valor distributivo; en realidad tiene valor consecutivo, y se puede completar el ejemplo de la siguiente manera: Hay cada tonto que te sorprendés. 1.3. El predeterminante todo/todos Se denomina predeterminante a todo/todos porque suele anteponerse al determinante en sintagmas nominales como Todo el mundo sabe la verdad, Todos los días la misma historia, Se comió todo el pan. También puede anteponerse a un sintagma pronominal: Todos ustedes, Todos ellos, Todos nosotros. Este cuantificador se caracteriza como flotante por la posibilidad que tiene de aparecer en distintas posiciones de la frase (con distintos valores): Todos nosotros fuimos al partido de Boca ayer. Nosotros fuimos todos al partido de Boca. Nosotros fuimos al partido de Boca todos. Todos los libros están sobre la mesa. Los libros están todos sobre la mesa. Los cuantificadores indefinidos universales pueden a veces utilizarse con restrictores que le dan a la expresión un sentido parcial: Todos menos Juan vinieron, Me saludaron casi todos, etc. 1.4. El cuantificador universal distributivo "cada" El cuantificador cada es indefinido porque no precisa número; es universal porque se aplica a un total; es distributivo porque asigna un predicado a unidad por unidad de ese total. Solo cuantifica SSNN contables: Cada libro debe ser devuelto en la fecha prevista. En el caso de incontables, la expresión se recategoriza como "tipo de": Cada (tipo de) vino tiene su aroma. No puede ser negado: *No cada libro debe ser devuelto en la fecha prevista. Aparece en un SN sin determinante: Cada libro debe ser devuelto, Cada *el libro debe ser devuelto. Aparece en un SN cuantificado mediante un numeral definido: Cada ocho horas tomo el antibiótico. 1.5. El cuantificador universal distributivo "ambos" A diferencia de cuantificar un referente mediante los dos, las dos, el cuantificador ambos no puede interpretar predicados plurales como recíprocos (o simétricos): La frase Los dos amigos se casaron permite dos interpretaciones: una recíproca, "se casaron el uno con el otro"; la otra, distributiva: "no entre ellos, con otras personas". Mientras que, en el caso de Ambos se casaron, la interpretación distributiva es la única posible: "cada uno con otra persona". No podemos interpretar "ambos se casaron entre ellos". La diferencia entre frases como: (1) Los dos se compraron un auto, y (2) Ambos se compraron un auto. reside en el hecho de que de (1) puede interpretarse o que se compraron un auto para los dos o que se compró cada uno un auto; mientras que de (2) puede interpretarse solamente que cada uno se compró un auto; es por esto que el pronombre ambos se considera distributivo: el predicado se distribuye entre los dos sujetos, en este caso, entre las dos personas referidas. 1.6. Cuantificadores exclamativos e interrogativos Los cuantificadores exclamativos qué, cuánta(s), cuánto(s), expresan mayormente cantidad o número en que se presenta una entidad, más que grado de una propiedad. Analizamos algunos ejemplos: ¡Qué frío!: interpretamos "mucho frío". ¡Qué nariz!: interpretamos "nariz grande" o "nariz rara" o "nariz linda"; aquí se pone el énfasis en el grado de cierta cualidad que presenta la nariz en demasía. ¡Cuántos problemas!: interpretamos "muchos problemas" ¡Qué de libros! ¡Qué de arroz!: interpretamos "muchos libros", "mucho arroz". ¿Cuánto querés?: interpretamos que la respuesta es cantidad o número (de dinero, de comida, etc.). 1.7. Cuantificadores indefinidos correlativos "otro/otra" "otros/otras" No expresan cantidad, pero presuponen una correlación entre dos o varias entidades. Juan, el hermano menor de María, vive en Brasil. El otro hermano de María vive en Madryn. Cuando el determinante definido el se antepone a otro, se da un cierre a la serie correlativa: concluimos que María tiene en total dos hermanos. En cambio, si tuviéramos: Juan, el hermano menor de María, vive en Brasil. Otro hermano de María vive en Madryn, la serie correlativa se nos presentaría como indefinida (no sabemos cuántos hermanos tiene María) o incompleta (tiene otro hermano más no mencionado). En sintagmas nominales plurales, si además de la correlación se quiere expresar número, el numeral debe ir pospuesto al correlativo: Los otros dos hermanos de María viven en Capital. Pero: *Los dos otros hermanos de María viven en Capital. 1.8. Cuantificador "cualquier/cualquiera": ¿indefinido parcial o universal? Analicemos los siguientes usos del indefinido cualquier: (1). Cualquiera entiende esta película. (2). Cualquiera de nosotros entiende esta película. (3). Cualquier apostador ganará el premio. En los primeros dos ejemplos, el cuantificador es universal. Según (1), toda persona entiende esta película; en (2), esa totalidad es restringida por un complemento partitivo: toda persona de nuestro grupo entiende esta película. En cambio, en (3), ese cualquier es indefinido: equivale a decir "alguno de los apostadores". En los dos primeros casos, el cuantificador se puede considerar universal: sin dar número, la referencia es a todos los miembros de una clase. En (3), la cuantificación es parcial: a una parte de cierto grupo. No admite la posposición de ningún otro determinante o cuantificador: Comprame *un cualquiera yogur. El uso del plural está cayendo en desuso en nuestra variedad. Buscamos otra estructura para evitar el cuantificador plural. Comprame un yogur cualquiera. ???Comprame tres yogures cualesquiera. Comprame tres yogures de cualquier tipo. 1.9. Cuantificadores pronominales Nada, nadie, alguien y algo son cuantificadores existenciales que no pueden acompañar a un sustantivo en un sintagma nominal. Pueden, sí, recibir modificadores adjetivos, sintagmas preposicionales o subordinadas relativas especificativas: Nadie con dos dedos de frente puede pensar así. (Sintagma preposicional) Alguien muy asustadizo puede tener problemas. (Modificador adjetivo) Nadie que tenga dos dedos de frente puede pensar así. (Subordinada relativa) ¿Tenés alguien por quien pelear? (Sintagma preposicional) No admiten complementos partitivos: Ninguno de nosotros sabe el código. *Nadie de nosotros sabe el código. 1.10. Cuantificadores indefinidos parciales: implícitamente comparativos o no Algunos cuantificadores de esta clase dependen de la escala establecida para su interpretación, que es relativa. Consideremos el siguiente ejemplo: Él demuestra muchos/pocos/demasiados/bastantes conocimientos. En los cuantificadores anteriores existe implícitamente una comparación, que permite que explicitemos la escala a partir de la cual los utilizamos: Para ser licenciado en esa materia, él demuestra muchos/pocos/demasiados/bastantes conocimientos. Otros indefinidos no son viables en este contexto pragmático: Para ser licenciado en esa materia, él demuestra *unos / *algunos conocimientos. Grado o cualidad de una circunstancia Los cuantificadores de grado son: algo, bastante, lo bastante, mucho, muy, poco, un poco, demasiado, más, menos, tan(to), etc. Dentro de los cuantificadores de grado podemos, a su vez, distinguir entre: a) los cuantificadores proporcionales: algo, muy, mucho, poco, un poco, bastante, demasiado, que dependen de la situación comunicativa para que se interpreten sus valores; b) los cuantificadores comparativos: más, menos, tan(to)... A continuación analizaremos aquellos cuantificadores que expresan el grado en una escala relativa (con valores entre "nada"... "totalmente"/"todo") en que se presenta: a) el número o la cantidad de un elemento: Tiene más dinero que Pedro. b) la propiedad de una entidad: no es nada aburrido, es un poco aburrido, bastante aburrido, muy aburrido, totalmente aburrido, reaburrido; c) la acción de un verbo: no comí nada, comí mucho, comí más que ayer, te redesubicaste. d) la circunstancias de un verbo: no comí nada bien, muy bien, rebien... Todos estos cuantificadores mencionados especifican la intensidad en que se da el elemento modificado en una escala establecida. La escala responde a factores pragmáticos. Por ejemplo: (1). Gladys es muy joven. (2). Ella trabaja mucho en la oficina. En (1)., para interpretar la cuantificación, necesitamos conocer el contexto de la enunciación. Si quien habla es un anciano, Gladys podría tener 40, 50 años. En cambio, si quien habla tiene 30 años, su edad será inferior. Por eso decimos que la escala es relativa al contexto. Por otra parte, ni en (1) ni en (2) tenemos conocimiento de la situación comunicativa como para interpretar cuál es la escala a la que se adaptan los cuantificadores. En el caso de (2) podríamos completar: Ella trabaja mucho en la oficina para ser viernes. Al momento de cuantificar un adverbio, solo se admiten: un poco, mucho; se excluyen muy, más: Estoy un poco mejor / mucho mejor / *más mejor / *muy mejor. Respecto de cuantificar un verbo, observamos la siguiente diferencia de interpretación, de origen léxico: Juan duerme mucho. (=durante mucho tiempo). Juan se preocupa mucho. (=intensamente). Cada verbo permite una interpretación y no la otra. 2.1. Cuantificadores gradativos comparativos; "más", "menos", "tan(to)" Más, menos: como cuantificadores de un SN, se anteponen si no los acompaña algún otro cuantificador: Quiero más café / Necesito escuchar menos ruido para estudiar. Los cuantificadores gradativos establecen una relación entre dos términos: de igualdad, o de desigualdad. (1) Andrés es más inteligente de lo que parece. (2) Andrés es menos inteligente que su hermano. (3) Andrés estudia tanto como su hermano. Los gradativos de desigualdad pueden aparecer, a su vez, cuantificados mediante: algo, bastante, mucho, poco, un poco: Andrés es mucho más inteligente de lo que parece, pero estudia un poco menos que su hermano. 2.2. Usos gradativos de "todo" y "nada" Observemos los siguientes ejemplos: (1) Juan está totalmente loco. (2) Mi hijo volvió todo embarrado. (3) La torta era toda de chocolate. Hay dos posibilidades de interpretación de los gradativos todo/totalmente: en la oración 1 totalmente significa "en grado sumo"; en las oraciones 2 y 3, en cambio, todos y toda significan "enteramente, completamente" o "en grado sumo". También podemos decir: La torta no está nada mal. No está nada empalagosa. No tiene nada de azúcar. Vemos que ante un sustantivo se requiere el uso de la preposición de, que encabeza el complemento partitivo. Presuposición de un predicado Ciertos cuantificadores establecen la presuposición de que un predicado se aplica además a otras entidades mencionadas antes: También Jorge faltó (presupuesto: "otras personas faltaron"). Solamente vino Soledad ("no vino nadie más"). Tampoco vino Soledad (“no vinieron otras persona”). Los cuantificadores presuposicionales pueden cuantificar toda la oración o bien alguno de sus elementos. En el siguiente ejemplo, veremos las distintas presuposiciones que se generan según el elemento al que se aplica el cuantificador también: También Jorge vino a la facultad hoy: "Vinieron varias personas, también Jorge". Jorge también vino a la facultad hoy: "Vinieron varias personas, también Jorge" o "Jorge estuvo en otros lados, también vino a la facultad". Jorge vino también a la facultad hoy: "Jorge estuvo en otros lados, también vino a la facultad". Jorge vino a la facultad también hoy: "Jorge vino varios días, también hoy". El cuantificador tampoco funciona como el cuantificador también, la diferencia radica en que presupone una negación del verbo: Tampoco Jorge vino a la facultad hoy: “No vinieron varias personas, tampoco Jorge”. Jorge tampoco vino a la facultad hoy: “No vinieron varias personas, tampoco Jorge” o “Jorge no estuvo en otros lados, tampoco vino a la facultad”. Jorge tampoco vino a la facultad hoy: “Jorge no estuvo en otros lados, tampoco vino a la facultad”. Jorge tampoco hoy vino a la facultad: “Jorge no vino otros días a la facultad, tampoco hoy”. A estos cuantificadores se los suele denominar focales porque enfatizan el elemento al que se aplican: también/tampoco Jorge, también/tampoco hoy. Otros elementos que actúan del mismo modo: Al menos: Al menos pude salvar la heladera. Ni siquiera: Ni siquiera pude salvar la heladera. En el caso de otro (ver 1.7.), solamente podemos presuponer que se habló antes de uno o varios elementos de la misma serie, y podemos inferir tipos de predicado: El otro estudiante se llama Jeff. ("un estudiante ya fue mencionado (o varios fueron mencionados), ahora se menciona al último"). Otro estudiante se llama Jeff ("uno o varios estudiantes ya mencionados, ahora se menciona a otro sin considerarlo el último del grupo"). Argumentos de cantidad Algunos verbos deben ir acompañados necesariamente por un sintagma que explicite la medida. Por ejemplo, pesar (en el sentido de "tener cierto peso"): pesa tres kilos, no pesa nada, pesa demasiado, etc. Del mismo modo tenemos costar, medir, durar, valorar en, pagar, deber, etc. Además, el mismo tipo de argumentos es exigido por los sustantivos derivados: tiene un peso de... un costo de... Otras expresiones referenciales, señaladoras de entidades del mundo e introductoras de ellas en la comunicación verbal, se logran mediante el empleo de determinantes, que no expresan cantidad, sino que establecen la identificación unívoca del referente a partir del eje de la enunciación (tiempo, espacio, participantes en turno de habla). Glosario Sustantivo incontable: La recategorización inversa (de incontable a contable) se ilustra en el siguiente ejemplo: Ella es mucha mujer para él. Semánticamente el concepto de mujer en este caso se ve como una suma de cualidades esenciales, de las cuales ella en el ejemplo tiene muchas, pero otras mujeres pueden tener pocas, demasiadas, etc.. En otros contextos, esa recategorización no funciona: *Ayer vino mucha mujer. cantidad o número:Otras expresiones referenciales, señaladoras de entidades del mundo e introductoras de ellas en la comunicación verbal, se logran mediante el empleo de determinantes, que no expresan cantidad, sino que establecen la identificación unívoca del referente a partir del eje de la enunciación (tiempo, espacio, participantes en turno de habla). Caracterización La clase de los adverbios es amplia y abarca muchas palabras y locuciones. Según qué perspectiva elijamos, obtendremos diferentes modos de clasificarlos. La primera definición que se dio del adverbio, en la Antigüedad griega, fue morfológica: es una categoría sin flexión, invariable. Esa definición es inobjetable, aunque en nuestra lengua se observa que algunos adverbios aceptan morfemas derivativos: cerca, cerquita, lejos, lejísimos. Una definición semántica tradicional afirma que el adverbio expresa prototípicamente una circunstancia del verbo. Y, a partir de su modo de significar, el estructuralismo habla de adverbios connotativos (léxicos) y no connotativos (pronominales, es decir que dependen de las personas, el tiempo y el espacio de enunciación: acá, ahí, ayer, ahora, etc.). Tal definición semántica del adverbio nos permite hablar de los siguientes grupos: adverbios de tiempo: ahora, antes, después, luego, tarde, ayer, mañana, recién, hoy, siempre, adverbios de lugar: cerca, lejos, acá, ahí, enfrente, encima, adverbios de duda: acaso, tal vez, quizás, adverbios de modo: lentamente, rápido, así, bien, mal, como, adrede, adverbios de afirmación: sí, cierto, ciertamente, también, adverbios de negación: no, nunca, tampoco, adverbios de cantidad: muy, poco, mucho. Alcina Franch y Blecua (1975) agregan a los anteriores los adverbios de orden: primeramente, sucesivamente, etc. A su vez, Alarcos Llorach (1994) distingue, siguiendo un criterio funcional: adverbios relativos: donde, como, cuanto, adverbios demostrativos (pronominales): aquí, entonces, ahora, así, adverbios interrogativos y exclamativos: dónde, cuándo, cómo, cuánto, qué. Luego se ampliaron las definiciones anteriores considerando la sintaxis propia de esta clase: el adverbio (aunque la etimología lo describe como adjunto al verbo) puede modificar: - a un adjetivo (muy bueno), - a un verbo (llegó tarde), - o a otro adverbio (muy bien). Más tarde se notó que el adverbio puede incluso modificar a toda una oración (Afortunadamente, aprobé el examen), o a cualquier tipo de construcción (Incluso Juan aprobó el examen, Incluso de noche está abierto ese kiosco). De hecho, puede reemplazar a toda una oración: - ¿Querés ir al cine? - Sí. Lo que es notable en los ejemplos anteriores es la heterogeneidad que presenta esta clase, así considerada. La objeción habitual ante esta situación es que la clase adverbio recibe todas las palabras que no entran en las otras categorías. Además Bosque (1991) presenta el siguiente ejemplo para ilustrar tal situación: También ayer caminaba muy lentamente, incluso mucho más despacio. Y luego afirma que, de acuerdo con la visión tradicional de la clase, en la oración anterior todas las palabras son adverbios, excepto el verbo. Para salvar esta aparente debilidad, podemos discriminar, dentro de la súper clase de los adverbios, distintos subgrupos aunque los criterios para caracterizar a cada subgrupo varían. Nosotros seleccionamos los siguientes: - según si cuantifican a un verbo, a un adverbio, a un adjetivo o a un sustantivo; - según si la referencia es variable, es decir: si son deícticos; - según si tienen un contenido léxico preciso, y no cuantifican ni realizan deixis alguna. Una clasificación tradicional los separa en connotativos (léxicos) y no connotativos (deícticos), clases a las que agregamos una tercera: la de adverbios que cuantifican. A partir de tales ejes, podemos diferenciar entre: los adverbios léxicos, los adverbios pronominales y los adverbios cuantificadores. Clasificación Como dijimos, entonces, podemos diferenciar entre: los adverbios léxicos, los adverbios pronominales y los adverbios cuantificadores. 1. Adverbios léxicos Los adverbios léxicos son aquellos que modifican al verbo como una circunstancia: modal, temporal, espacial, causal (excepto la circunstancia de cantidad), sin que sea necesario considerar el tiempo o el espacio de la enunciación: Llegamos tarde. O pueden modificar a toda la oración, o por sí mismos constituir oración. Desde el punto de vista semántico, podemos denominarlos connotativos, pues tienen una significación fija, que ni depende de las personas del coloquio ni del contexto de la comunicación o del mismo texto. En este grupo encontramos los adverbios de modo derivados de adjetivos: - terminados en –mente. Comieron rápidamente. - terminados en –o: Comieron rápido. Además, podemos agregar a los adverbios léxicos una serie de expresiones que, a pesar de no ser adverbios, funcionan como tales y, al igual que ellos, son invariables. Son los modos o giros adverbiales. Por ejemplo: a ciegas, a menudo, por las dudas, por completo, de moda, por fin, sin ton ni son, por suerte, de pronto, de repente, de improviso, en realidad, en cuclillas, en un santiamén, etc. 2. Adverbios pronominales En oposición al grupo antes mencionado, consideraremos la subclase de los adverbios pronominales; es decir, aquellos que dependen de las personas, el tiempo y el espacio de la enunciación, y del resto del texto, para que su referencia sea interpretada. Por ejemplo: Ayer viniste acá. Donde el sentido de cada adverbio está ligado al contexto de enunciación. Este grupo se analizó en detalle en el capítulo dedicado a pronombres. 3. Adverbios cuantificadores Por otro lado, agrupamos los adverbios cuantificadores, que pueden modificar: - a un adjetivo: Muy bueno; - a otro adverbio: Muy bien; -a un verbo: Comieron mucho. En tales casos, el adverbio indica el grado (correspondiente a una escala desde nada a mucho/muy) en que se desarrolla una acción o se da una cualidad o circunstancia. Este grupo se analizó en detalle en el capítulo correspondiente a los cuantificadores. 4. Cuadro de resumen En el siguiente cuadro podemos resumir la clasificación semántica del adverbio y una división en subclases que considera los criterios comentados: ADVERBIOS ADVERBIOS ADVERBIOS LÉXICOS PRONOMINALES CUANTIFICADORES DE MODO DE LUGAR DE TIEMPO DE AFIRMACIÓN, NEGACIÓN... DE CANTIDAD bien, mal, regular, excelentemente lejos, arriba, abajo, detrás, cerca temprano, pronto sí, no así, tal acá, allá, ahí, donde ahora, hoy, ayer muy, excesivamente, considerablemente, mucho, etc. Funciones del adverbio A continuación, clasificaremos los diferentes tipos de adverbios atendiendo a su función sintáctica, considerando principalmente el trabajo de Ofelia Kovacci (Kovacci:1999). La función prototípica del adverbio es expresar una circunstancia del verbo. Sin embargo, veremos que también puede modificar a otras clases de palabras, o ser por sí mismo predicado, o bien oración. A continuación enumeraremos tal diversidad de funciones y daremos ejemplos. 1. Adverbios como modificadores de verbo Como vimos en la caracterización, el adverbio puede modificar al verbo. La posición no marcada (prototípica) del adverbio, cuando modifica a un verbo, es posverbal. Con muchos verbos, ese modificador es obligatorio. Ejemplos: comportarse, desenvolverse, desempeñarse, tratar, interpretar (bien, mal, correctamente, etc.): Mi hijo se comportó bien en la fiesta. En muchos casos el circunstancial es de uso facultativo: Leí atentamente tu email. Llegué temprano a la casa. 2. Adverbios como oraciones unimembres El adverbio puede constituir por sí mismo una oración: ¡Bárbaro! ¡Bien! ¡Muy bien! -¿Comiste? -No. 3. Adverbios como predicados adverbiales También el adverbio puede ser predicado adverbial: Ese pueblo, lejísimos. Los niños, primero. 4. Adverbios enfatizadores 4.1. Pueden actuar como tema o foco . En ocasiones suele funcionar como marco de la oración; se ubica en primer lugar (o en una posición adelantada a la usual) para dar un marco espacial o temporal a la predicación. A esa posición adelantada se le suma una unidad melódica que también ayuda a enfatizar y destacar ese elemento. Si tal énfasis busca solo ser marco, dar preponderancia a lo expresado por el adverbio, hablamos de tema: (1) Acá nadie hace nada (sin que queramos rectificar frases anteriores o presupuestos) (2) Mañana salimos a las ocho (sin que queramos rectificar frases anteriores o presupuestos). En cambio, si ese énfasis sirve para establecer claramente un contraste con algo dicho antes o presupuesto, hablamos de foco (y notamos el foco con mayúsculas): (1) - En Villa Lía, tu pueblo, nadie sabe cocinar. - ¿Cómo decís? ¡ACÁ, en Buenos Aires, nadie sabe cocinar! (2) - ¿El jueves, entonces, salimos a las ocho de la facultad? - MAÑANA salimos a la ocho, no el jueves. Ciertos adverbios temporales sirven como marco a una sucesión de hechos: - Primero tenés que llenar la ficha de inscripción, después tenés que pagar en caja, y por último tenés que enviar el comprobante de pago por fax. 4.2. Para enfatizar un elemento en particular Ciertos adverbios se utilizan, frecuentemente, para enfatizar un elemento en particular .Puede ser un sustantivo, un adjetivo, un adverbio, un verbo, etc. Ella se interesa únicamente por las antigüedades. El cuadro se vendió principalmente por ser de Durero. La mujer quería solamente preguntarle la hora, pero terminaron tomando un café. 5. Adverbios como modificadores de todo el contenido representativo de la oración El adverbio, en los ejemplos que veremos en este apartado, modifica, más que al verbo, a todo el contenido representativo de la oración. Ese contenido representativo (por ejemplo: la revista es buena) se ve restringido por un adverbio de frecuencia (Generalmente, la revista es buena) o bien nocional (Literariamente, la revista es buena), entre otras posibilidades que enumeramos a continuación. De frecuencia: Habitualmente vamos a la costa en vacaciones. Me manda los informes semanalmente. Jorge excepcionalmente va a los teóricos. De punto de vista o nocional: Este edificio, históricamente no vale mucho, pero sentimentalmente es valiosísimo. Personalmente, no me parece que hayas actuado mal. De valoración: Lamentablemente, Argentina no supo recuperarse a tiempo y perdió por 10 puntos. Se la veía notoriamente nerviosa. Estaba visiblemente en desventaja. Se afirma erróneamente que el machismo es un mal del pasado. Para ser socio, necesariamente tenés que ser presentado por otro socio. María, inteligentemente, se quedó callada. María hizo eso intencionadamente, voluntariamente. 6. Adverbios que expresan el modo de la oración Estos adverbios pueden expresar posibilidad, duda, afirmación rotunda, etc. Posiblemente venga mañana. Difícilmente venga mañana. Seguramente viene mañana. Supuestamente le robaron la cartera, por eso no vino a la reunión. Aparentemente hubo una pelea. Se encontraron vasos rotos en el piso. Sin duda, entraron ladrones. Indiscutiblemente, alguien delató al empresario. En verdad, nada podía hacerse. Francamente, no creo que debamos. Honestamente, no me cae bien Laura. 7. Adverbios que introducen una referencia lingüística El adverbio puede introducir una referencia metalingüística: Resumidamente, te cuento: nos separamos. Dijo, textualmente, que no quería seguir conmigo. No nos llevamos muy bien; mejor dicho: nos llevamos pésimo. 8. Adverbios como conectores Muchos adverbios (y locuciones adverbiales) pueden comportarse como conjunciones, uniendo y relacionando oraciones u elementos dentro de la oración: entonces, así, además, también, tampoco, en consecuencia, por lo tanto, etc. Caracterización El verbo es una clase de palabra que, además de su significado inherente de acción, posee categorías de tiempo, modo, aspecto, número y persona; que se expresan agregando diversos morfemas o marcas al morfema que funciona como raíz. Entonces, los verbos: • Indican una acción en el tiempo. • Tienen una conjugación: varían según la persona y el número, el tiempo, el modo, el aspecto y la voz. • Desde el punto de vista de la sintaxis, tienen la función obligatoria de ser el núcleo del predicado. Las características anteriores se reúnen y amplían en la siguiente afirmación de Santiago Alcoba: El verbo es una clase de palabras que significan un evento, una acción, proceso o estado […], se manifiestan en distintas formas léxicas, se conjugan, para significar diferencias de modalidad en la consideración del evento por parte del hablante; diferencias de aspecto en la forma de desarrollarse o producirse la acción, acabada o no; diferencias de momento: presente, pretérito o futuro; y diferencias en cuanto a las personas que intervienen en la realización del evento de que se trata y su número. (Alcoba 1999: 4917) La persona y el número Los morfemas que indican la persona (primera, segunda, tercera) y el número (singular y plural) no son exclusivos del verbo, ya que aparecen en otras clases de palabras ya vistas, como el sustantivo, el adjetivo (número) y los pronombres (número y persona). Estos morfemas del verbo son los que permiten la concordancia con el sujeto, justamente en número y persona. Son, por lo tanto, marcas de concordancia contextual. De esta manera tenemos que: - la desinencia de primera persona refiere al enunciador; - la de segunda persona refiere al destinatario de la enunciación en un registro informal; - la desinencia de tercera persona puede referir a personas ausentes de la situación enunciativa o bien al destinatario usted / ustedes. El número del verbo se suma a la persona para indicar si se trata de una o varias personas (singular o plural): yo (1ra. singular: juego), vos / tú (2da. singular: juegas /jugás), usted / él / ella (3ra. singular: juega), nosotros (1ra. plural: jugamos), vosotros (2da. plural: jugáis), ustedes / ellos / ellas (3ra. plural: juegan). En Argentina, vos se utiliza en un nivel familiar y usted en un nivel más formal. El pronombre usted concuerda con el verbo en tercera persona singular. En el español de toda Latinoamérica se utiliza la forma ustedes en lugar de vosotros para la segunda persona del plural, formal y familiar. El pronombre ustedes concuerda con la 3ra. persona plural. El tiempo 1. Deixis verbal temporal Para hablar del tiempo como categoría gramatical, es necesario distinguir primero entre el tiempo cronológico y el tiempo lingüístico. El tiempo lingüístico se basa en el cronológico, pero no coincide totalmente con él. El tiempo lingüístico se fundamenta en el establecimiento de un punto cero que no es estático, sino móvil. Generalmente (aunque no siempre), el punto cero o central, el origen, coincide con el del momento de la enunciación o presente. Hablaba Habló Habla Hablará Ha hablado ___________________________0_______________________________ Punto Cero u origen Anterioridad Simultaneidad Posterioridad Tiempos absolutos Los tiempos que se miden directamente desde el punto cero u origen, o sea que se relacionan directamente con la situación presente de comunicación (habla), se denominan absolutos. Los que indican anterioridad con respecto al origen son los pretéritos perfecto compuesto (ha hablado), perfecto simple o indefinido (habló) e imperfecto (hablaba). El que indica posterioridad es el futuro imperfecto (hablará). Tiempos relativos Los tiempos que se miden teniendo en cuenta un punto de referencia secundario (punto que también se relaciona con el origen) se denominan tiempos relativos. Son el futuro perfecto, el condicional simple, el condicional compuesto, el pretérito pluscuamperfecto y el pretérito imperfecto, en algunos de sus usos. En estos casos se toma como referencia un punto cualquiera de la línea temporal para señalar con respecto a él la anterioridad, simultaneidad o posterioridad. • Pluscuamperfecto: Me dijeron que Juan se había casado. se había casado me dijeron _______________________X________________________0 (Presente) punto de referencia anterioridad El punto de referencia se encuentra en el pasado. El Pretérito Pluscuamperfecto marca anterioridad con respecto a ese punto. • Imperfecto: Ayer llamé a tu casa a eso de las 4 de la tarde y me dijeron que estabas en el gimnasio. me dijeron estabas _______________________X_____________________0 (Presente) punto de referencia simultaneidad El punto de referencia también se encuentra en el pasado. El Pretérito Imperfecto marca simultaneidad con respecto a ese punto. • Futuro perfecto: Para fin de mes Juan ya habrá vuelto de su luna de miel. habrá vuelto fin de mes ______ (0)_________________________________________X_____ punto de referencia 1 pto. de referencia 2 posterioridad con respecto a 1 anterioridad con respecto a 2 El futuro perfecto (habrá vuelto) tiene dos puntos de referencia y establece una relación diferente con cada uno. Indica posterioridad con respecto al punto 1 (que es el punto cero o de origen, presente), y anterioridad con respecto al punto de referencia 2, que es futuro. En el Río de la Plata es más frecuente el uso de la perífrasis ir a + infinitivo perfecto, a la que los hablantes recurren para evitar el uso del futuro perfecto. Nótese que el uso de esta perífrasis es análogo a lo que sucede con el futuro imperfecto y la perífrasis ir a + infinitivo: Para fin de mes Juan ya va a haber vuelto de su luna de miel. ( ir a + infinitivo perfecto) Para fin de mes Juan ya habrá vuelto de su luna de miel. (futuro imperfecto) Juan volverá de su luna de miel a fin de mes. Juan va a volver de su luna de miel a fin de mes. • Condicional simple: Ayer llamé a tu casa y me dijeron que volverías a las diez. me dijeron volverías _______________________X________________________0 (Presente) punto de referencia posterioridad El punto de referencia se encuentra en el pasado. El condicional simple indica posterioridad con respecto a ese punto. En el uso del Río de la Plata es más frecuente ir a + infinitivo: Me dijeron que ibas a volver a las diez. • Condicional compuesto: Me dijeron que para fin de mes ya me habrían asignado un nuevo jefe. me dijeron habrían asignado fin de mes _____X______________ (0)___________________________X_______ pto. de referencia 1 pto. de referencia 2 posterioridad con respecto a 1 anterioridad con respecto a 2 El condicional perfecto (habrían asignado), como el futuro perfecto (habrán asignado), tiene dos puntos de referencia y establece una relación diferente con cada uno. Con respecto al punto de referencia 1, pasado, indica posterioridad; con respecto al punto de referencia 2, futuro, indica anterioridad. 2. Valores rectos o dislocados En algunas formas verbales, podemos diferenciar entre un valor temporal recto, el que les atribuimos prototípicamente, y un valor temporal dislocado o desplazado, que aparece cuando la forma verbal expresa un valor distinto del recto. Este sería el caso de las formas del condicional simple o futuro imperfecto del indicativo, que en sus valores rectos expresan posterioridad con respecto al punto de origen, y en sus valores dislocados expresan simultaneidad (con respecto al punto de referncia presente, pasado o futuro) y un valor modal adicional de incertidumbre. Por ejemplo: - ¿Qué hora es? - Serán las diez. (Tiempo: futuro imperfecto, valor temporal: presente, simultáneo al punto de referencia, valor modal de incertidumbre o suposición.) Tendría treinta años cuando la conocí. (Tiempo: condicional simple, valor temporal: pasado, simultáneo al punto de referencia pasado, valor modal de incertidumbre o suposición) Ahora, comparemos los siguientes ejemplos: a) La radio anunció que llovería; (Tiempo: condicional simple, valor temporal: posterioridad al punto de referencia.) b) Si no fuera por el cambio climático, en esta época del año llovería en toda la Pampa; (Tiempo: condicional simple, valor modal de irrealidad, negación). Vemos que en el segundo caso no solo hay una dislocación temporal (el condicional tiene valor presente), sino también un contenido de irrealidad, una negación implícita. Es decir, queda implícito que “no llueve en la Pampa”. En español entonces, hay algunas formas verbales que presentan una doble posibilidad modal temporal. Más adelante analizaremos los tiempos y detallaremos sus usos rectos y sus usos dislocados. El modo El modo es la categoría verbal que puede expresar las diferentes actitudes que asume el hablante ante las acciones verbales que enuncia. Es decir, el modo indica la intención del que habla o escribe: - en general, el modo indicativo presenta un hecho como real; - el modo subjuntivo expresa un deseo, una posibilidad o una duda, casi siempre con un matiz futuro; - y el modo imperativo, una orden, un ruego, una invitación, un pedido o un consejo. En líneas generales, podemos decir que el indicativo señala acciones de realización efectiva en los distintos tiempos, mientras que el subjuntivo señala acciones que no poseen realización efectiva. El subjuntivo es el modo de las oraciones subordinadas sintácticas, de la posibilidad, del deseo y de la duda; depende de verbos que manifiestan algún matiz de irrealidad. Si bien un verbo en modo subjuntivo puede ser el verbo principal de la oración, en estos casos se trata de estructuras que, aunque gramaticalmente no dependan de otro verbo, se comportan lógicamente como subordinadas. Probablemente venga. (“Es probable que venga”.) Ojalá venga. (“Deseo que venga”.) Que tengas un buen día. (“Deseo que tengas un buen día”.) 1. Modo indicativo versus modo subjuntivo La discusión sobre la definición de modo y los criterios para definirlo permanece abierta. En diferentes estudios y gramáticas se han presentado y se presentan distintos parámetros sintácticos y semánticos para explicar el uso del modo subjuntivo y su diferenciación del indicativo. De todos los criterios utilizados, nosotros hemos seleccionado algunos que –combinándolos– consideramos son apropiados y prácticos. Cada uno de estos parámetros es válido en sí mismo, pero ninguno es suficiente, si se lo considera de manera aislada; por lo tanto, creemos que la mejor manera de llegar a un análisis lo más completo posible del modo es considerar todos los parámetros de manera conjunta y complementaria. 1.1. Índole semántica del verbo rector El tipo de verbo rector que el hablante elige –es decir, el tipo de verbo de la oración principal– determina el uso de un modo u otro en la proposición subordinada e indica la posición que el hablante toma frente a los hechos que enuncia; es decir, puede describirlos como reales o eventuales. Consideremos los siguientes casos: 1.1.1. Aserción o no aserción vs. presuposición, duda, deseo, sugerencia Los verbos rectores que indican aserción o no aserción –es decir, verbos como saber, afirmar, etc., que admiten la clasificación verdadero o falso– llevan indicativo en la subordinada: Todos sabemos que el clima está cambiando debido al efecto invernadero. Aquellos que expresan una no aserción, es decir, una presuposición, duda, deseo, sugerencia, etc. (dudar, querer, desear, etc.), rigen subjuntivo. Deseamos que tengan unas felices vacaciones. Nótese que en los verbos de deseo o voluntad (querer, desear, rogar, etc.) se manifiesta la intención del hablante de que el interlocutor o un tercero realice determinado acto. En este caso, entonces, la subordinada no está describiendo un hecho que efectivamente sucedió, sino una acción eventual, posible. 1.1. 2. Emoción vs. no emoción Los verbos no emotivos (como ocultar, aclarar, tomar en consideración, notar, etc.) rigen indicativo. Te aclaro que no voy a llegar a casa antes de las doce. (indicativo) Los verbos emotivos (como lamentar, gustar, esperar, alegrarse, preocupar, etc.) rigen subjuntivo. Lamento que no puedas venir a la fiesta. (subjuntivo) 1.2. Cambio de referente entre el sujeto de la oración principal y el de la subordinada Partiendo del criterio del verbo rector, debemos considerar otro parámetro que se relaciona con éste y es sumamente útil para reconocer el modo en el que debe ir el verbo subordinado: el cambio de sujeto en la proposición subordinada. En las construcciones anteriormente citadas el sujeto de la proposición subordinada es diferente del sujeto de la oración principal. Yo quiero que vos vengas al club este fin de semana. Si el sujeto de las dos proposiciones fuera el mismo, la construcción subordinada no llevaría subjuntivo sino infinitivo. Yo quiero ir al club este fin de semana. La diferenciación entre los sujetos es un criterio aplicable en algunas subordinadas sustantivas, pero no en todos los casos en los que aparece el subjuntivo, como se ve, por ejemplo, en las proposiciones adverbiales: No iría a esa fiesta, aunque pudiera. No iría a esa fiesta, aunque me invitaran. Si fuera más joven, me animaría a hacer aladeltismo. Si fuera más joven, me darían el puesto que pretendo. 1.3. Información nueva vs. información recuperada o puesta en un segundo plano Mientras el indicativo sirve para informar o presentar información como real, el subjuntivo recupera información ya dada, o la presenta como sabida por el interlocutor. Al usar el subjuntivo, el enunciador mantiene control sobre lo que dice, lo puede dar como presupuesto y agregarle su emotividad, o poner en un segundo plano del discurso la información presente en la subordinada. Utilizando el subjuntivo, además, el hablante no se compromete con la verdad de la proposición que depende del verbo rector. El hecho de que seas mi hermana no es lo único importante. El escritor colombiano, que ganara el premio Nobel en 1998, falleció ayer a la madrugada. La negación de ciertos verbos principales implica un cambio de percepción de la situación por parte del hablante con respecto a ese mismo verbo usado de manera afirmativa. La forma afirmativa de esos verbos rige indicativo y, cuando están negados, los mismos verbos rigen subjuntivo. Noto que estás muy ocupada. (noto + indicativo) No noto que estés trabajando mucho. (no noto + subjuntivo) Creo que María es una persona muy inteligente. (creo + indicativo) No creo que María sea una persona muy inteligente. (no creo + subjuntivo) 1.4. Valor futuro de los verbos subordinados En las proposiciones adverbiales temporales que tienen valor futuro los verbos van en subjuntivo. Cuando Juan llegue a su casa, va a revisar su correo electrónico. Tan pronto Juan llegara a casa, revisaría su correo electrónico. Los organizadores del congreso tienen previsto que los conferencistas expongan durante la mañana del primer día. El subjuntivo, en estos casos, marca la eventualidad de las acciones descriptas en las subordinadas. Cuando estas proposiciones temporales tienen valor pasado, van en indicativo, ya que se describen hechos que efectivamente tuvieron lugar. Cuando Juan llegó a su casa, revisó su correo electrónico. 1.5. Universos reales vs. universos hipotéticos El grado de realización que el hablante quiere darle al hecho que enuncia se ve en la selección del modo verbal. Esta selección presenta una toma de posición sobre una acción que va de lo hipotético a lo declarado como real. El indicativo muestra la plena realización verbal. Como llegué tarde, no me dejaron entrar al concierto. (real, comprobable) Aunque llueve, vamos al campamento. Aunque llovía, fuimos al campamento. (real, comprobable) Necesito esa secretaria que sabe inglés, no otra. (real, comprobable, conocido) En cambio, el subjuntivo destaca la hipótesis, lo posible pero no seguro y, en algunos casos, lo irreal. Si no hubiera llegado tarde, me habrían dejado entrar al concierto. (irreal) Aunque lloviera, igual iríamos de campamento. (hipótesis) Necesito una secretaria que sepa inglés. (hipótesis) 1.6. Tipo de subordinante La mayoría de los subordinantes concesivos y condicionales se construyen con subjuntivo. El verbo que introducen describe algún tipo de acción irreal o eventual. Lo mismo ocurre con los conectores temporales con valor futuro. Por ejemplo: - Irás al dentista, así tenga que llevarte a la fuerza. - Como no bajes el volumen, desconecto la radio. - No iré a la fiesta, a menos que Juan pueda pasar a buscarme. - Voy a ir a la fiesta, salvo que alguna de mis hijas tenga algún problema. - Voy a seguir trabajando, mientras mi mamá pueda cuidar a mi hija. - Si Juan fuera más alto, sería muy atractivo. - Apenas llegue, voy a chequear mi correo electrónico. Confrontemos estos ejemplos con los siguientes: - Si venís temprano, vamos a cenar juntos. - Si bien estudia, mucho no ha obtenido muy buenos resultados. - Aunque le ofrecieron mucho dinero, no quiso vender el cuadro de su abuelo. El aspecto El aspecto se relaciona con la forma en que ocurre o se desarrolla la acción a la que hace referencia el verbo. Puede implicar: - un cambio o la ausencia de un cambio (madurar / estar verde); - alcanzar un límite o carecer de él (llegar / viajar); - realizarse de forma única o repetida (disparar / ametrallar); - de forma permanente, habitual o intermitente (ser argentino / coquetear / parpadear). El aspecto informa también sobre la extensión temporal de la acción. Puede indicar: - un período no acotado de tiempo, - un intervalo acotado, - un instante. También, puede señalar: - la fase principal de la acción (el inicio, la fase media o final) - o su intensidad. Toda esta información se manifiesta a través de diferentes procedimientos. Puede estar en: - la raíz verbal, - ciertos morfemas derivativos (rever /ver), - la flexión (caminaba / caminó), - determinadas perífrasis (empezar a / acabar de, etc.). 1. El aspecto léxico o cualidad de acción El lexema de los verbos transmite información aspectual relacionada con su significado. Esta información es el aspecto léxico del verbo y tiene que ver con la duración de la acción que describe, la delimitación, el cambio, la interrupción o continuidad de la misma. Podemos decir, entonces, que existen diferentes parámetros para definir el aspecto léxico de un verbo: - la duración, - la delimitación, - el cambio, - la interrupción. 1.1. La duración: verbos durativos vs. verbos puntuales La acción que el verbo designa puede extenderse en el tiempo o terminar en el mismo momento en que se cumple. Por ejemplo, desde un punto de vista aspectual no se comportan de la misma manera los siguientes verbos: partir / estudiar. María partió en el tren de las 12. María estudió durante toda la noche. El verbo estudiar es durativo, por eso puede ser modificado por durante. Partir es un verbo puntual. Sería agramatical decir *Partió durante toda la noche. Los verbos puntuales marcan el inicio o final de una situación. Pueden ser situados temporalmente, pero no pueden perdurar a lo largo de un intervalo temporal. El carácter durativo o puntual de un verbo no se relaciona con el tiempo verbal en el que el verbo está usado sino con el significado léxico. Podríamos decir El tren partía todos los días a las 12, y la acción sigue siendo puntual. 1.2. La delimitación Veamos los siguientes ejemplos: Después de recibir el disparo, Juan murió. Juana bailó durante toda la tarde. La acción del primer ejemplo se desarrolla hasta un punto más allá del cual no puede seguir, por eso hablamos de verbos delimitados (por ejemplo: morir). Estos predicados necesitan alcanzar el fin de la acción designada por el verbo para cumplirse. Tienen dentro de su propia estructura temporal un punto final o estado resultativo (hacer una tarta, construir una casa, etc.) La acción del segundo ejemplo no tiene delimitación; es decir, que describe una acción homogénea: si Juana bailó toda la tarde, significa que en cualquier intervalo dentro de ese período de tiempo estuvo realizando el mismo acto. Esta actividad carece de punto final o estado culminante, por lo que puede ser abandonada o interrumpida en cualquier momento, pero no concluida o completada en sentido estricto. 1.3. El cambio: verbo de cambio (dinámicos) vs. verbos de estado (no dinámicos) Hay verbos que designan acciones que son dinámicas, que implican un desarrollo o cambio de estado. Por ejemplo: despertarse, irse. María se despertó con el trueno. Juan se fue. Otros verbos describen situaciones que se mantienen estables a lo largo del tiempo. Por ejemplo: saber, ser. Martín sabe chino. Andrea es española. 1.4. La interrupción o continuidad Existen verbos continuos que designan acciones que tienen lugar sin interrupción. Por ejemplo: vivir. Otros verbos describen acciones que tienen lugar por segmentos o intervalos. Por ejemplo: comer. Siguiendo estos parámetros, podemos hablar de cuatro tipos de verbos: - Verbos de logro: son verbos delimitados, puntuales, y dinámicos; es decir, tienden a alcanzar un fin, no se extienden en el tiempo e implican un cambio: llegar, nacer, entrar, salir, cruzar una línea, empezar. - Verbos de realizaciones: son verbos delimitados, dinámicos y durativos; es decir, se extienden en el tiempo: leer un libro, preparar una fiesta, construir una casa, correr cien metros, pintar un cuadro. - Verbos de actividades: son verbos durativos, no son delimitados y son dinámicos: correr, trabajar, dormir, jugar, bailar. - Verbos de estado: son verbos no delimitados, durativos y no manifiestan cambios: ser inteligente, amar, tener, saber, pertenecer, creer en Dios. Como se ve, en los ejemplos antes citados se incluyen verbos y combinaciones de verbo-complemento: correr cien metros, ser inteligentes, cruzar una línea. Esto muestra cómo un mismo verbo puede expresar un tipo de situación u otra según el contexto en el que aparezca. Es por eso que algunos autores, en lugar de hablar del aspecto de los verbos, hablan del aspecto de los sintagmas verbales o predicados. La clasificación léxico-aspectual de los diferentes verbos permite analizar o describir el tipo de complemento o modificador que cada verbo puede aceptar; por ejemplo, un verbo delimitado nunca va a poder ir acompañado por un complemento encabezado por durante: *Murió durante unos segundos. 2. El aspecto flexivo o gramatical Con respecto al aspecto gramatical, que se refleja en la flexión del verbo, podemos decir que es el enfoque. - El aspecto imperfectivo (por ejemplo, vivía) enfoca el estado de cosas indicado por el verbo. - El aspecto perfectivo (por ejemplo, vivió) enfoca la acción de manera completa o total y la muestra como completada. Los tiempos compuestos son perfectivos, ya que la visión que ofrecen del acontecimiento es completa. Los tiempos simples pueden presentarse como imperfectivos o perfectivos. Por ejemplo, el presente del indicativo puede enfocarse como imperfectivo: Juan vive aquí, o como perfectivo, en el caso del presente histórico: Colón descubre América en 1492. La manifestación flexiva del aspecto se da: • en una serie de perífrasis que sirven para expresar determinados tipos de información aspectual (estar + gerundio, comenzar a + infinitivo, terminar de + infinitivo, soler + infinitivo, considerar + infinitivo, etc.); • en los morfemas derivativos, por ejemplo, ver / rever; • en la oposición perfecto / imperfecto del paradigma verbal (futuro perfecto / futuro imperfecto; pretérito perfecto simple o indefinido/ pretérito imperfecto, etc.). De acuerdo con las definiciones tradicionales, el aspecto es prototípicamente la categoría que diferencia entre formas imperfectas y perfectas. Para analizar dicha diferencia podemos mencionar dos tipos de contrastes: el contraste completo / en desarrollo y el contraste único / habitual. 2.1. Completo vs. en desarrollo El aspecto flexivo tiene que ver con la manera en que el hablante enfoca un mismo hecho de la realidad. Comparemos estas dos oraciones: a) Juan trabajó en esa empresa. b) Juan trabajaba en esa empresa. En el ejemplo a), el hablante considera la acción de manera completa, como un todo, y tiene en cuenta su finalización. Podríamos agregarle modificadores del tipo toda la vida. En el ejemplo b), el hablante focaliza el desarrollo de la acción sin considerar su final y, por eso, en este caso no podríamos modificarlo con frases del tipo toda la vida. Dicho en otras palabras, podemos considerar el aspecto como una lente a través de la cual contemplamos una situación. Esta lente nos proporciona una determinada visión de esa acción representada por el verbo. Si la lente solo nos permite ver una parte interna de la situación y no el principio ni el final, hablamos de aspecto imperfecto. Cuando era chica, mis padres se separaron. Mi madre acostumbraba tejernos ropa para el invierno. Si la lente, en cambio, nos permite ver toda la situación, desde su principio hasta su final, o si nos muestra los resultados de la acción, hablamos de aspecto perfecto. La Segunda Guerra Mundial se extendió desde 1939 a 1945. Estudié toda la noche para el examen de hoy a la tarde. Entregaron los premios Nobel. Los verbos que permiten establecer este contraste “completo / en desarrollo”, sin necesidad de ser acompañados por un modificador adverbial temporal, son –según su aspecto léxico– continuos y durativos. 2.2. Único vs. habitual Consideremos ahora las siguientes oraciones: a) María se acostó a las once. b) María se acostaba a las once. En el caso de los verbos que no son continuos, la acción expresada en pretérito perfecto simple (se acostó) tiene lugar una única vez: María se acostó a las once ayer (generalmente se acuesta más temprano). En cambio, la misma acción expresada en pretérito imperfecto (se acostaba) implica que se trata de una acción habitual, que se repetía continuamente. Los predicados delimitados (de logros y realizaciones), sin ningún modificador que haga variar su interpretación, tienen un valor “único” cuando se usan en pretérito perfecto simple y un valor “habitual” si se emplean en imperfecto. 2.3. Sucesión vs. simultaneidad Dorotea Lieberman (Temas de gramática del español como lengua extranjera. Eudeba, Buenos Aires, 2007. Págs. 104-105) señala un tercer contraste: sucesión vs. simultaneidad. Para describirlo toma la analogía de un escenario teatral en el que en un primer plano se van desarrollando las acciones en un orden sucesivo (aquello que relataríamos si nos preguntan de qué se trata), y en un segundo plano podemos apreciar la escenografía. El primer plano, aquello que se corresponde con la sucesión de acciones, se narra en pretérito indefinido. El segundo plano, es decir, la descripción de la escenografía, el marco de las acciones, se expresa en pretérito imperfecto: El siguiente fragmento del cuento Casa tomada (link a Julio Cortázar) muestra el funcionamiento de este contraste: Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia. ( ... ) El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán de mayólica y la puerta cancel daba al living. ( ... ) Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza (... ). ( ... ) fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. ( ... ) Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad. Julio Cortázar: "Casa tomada" (fragmento). En los dos primeros párrafos, el autor utiliza el pretérito imperfecto para presentar el marco, describir el espacio físico en el que sucederán las acciones. En el tercer párrafo se presentan dos eventos del pasado. Uno en su desarrollo: vivíamos siempre, y otro habitual: casi nunca íbamos. En el cuarto párrafo el autor utiliza el pretérito indefinido para presentar la sucesión de acciones propiamente dicha: fue, se me ocurrió poner, fui por el pasillo, escuché algo. El marco de este último evento está dado por una acción simultánea narrada en pretérito imperfecto: daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo... El imperfecto, como tiempo del segundo plano, indica en esta secuencia simultaneidad con los eventos denotados por el verbo en pretérito indefinido. A continuación se usa el imperfecto para dar marco a las siguientes acciones: venía / tiré, cerré / estaba / corrí. 3. Relación entre el aspecto léxico y el aspecto flexivo o gramatical El aspecto léxico y el gramatical se interrelacionan y, en ocasiones, interfieren entre sí. Por ejemplo, hay verbos que léxicamente implican un término o punto final (preparar, empezar, etc.), pero usados en una forma imperfectiva pierden tal implicación. Veamos la siguiente oración: Juan preparaba / estaba preparando el asado. La oración no implica que Juan haya terminado de hacerlo. Veamos otro ejemplo: Marta comenzaba a bordar el mantel cuando entró su hermana llorando. Por otra parte, hay casos en los que una forma gramatical con determinado valor aspectual se interpreta de manera diferente debido a la influencia del aspecto léxico del verbo utilizado. Conocí a María hace tres años. (La vi por primera vez, me la presentaron.) Vs. Conozco a María hace tres años. (Sé quién es, mantengo una relación con ella.) En ese momento supe que estaba embarazada. (En ese momento lo descubrí, me enteré.) Vs. Yo ya sabía que ella estaba embarazada, me había contado el hermano. Saber y conocer son verbos que generalmente denotan un estado, pero utilizados en pretérito indefinido reciben una interpretación de verbo puntual que indica el inicio del estado que esos verbos suelen denotar. Por último, aclaramos que para que un verbo continuo pueda tener interpretación de habitual es necesario que se explicite con un modificador. Ella bailaba todos los sábados. La voz En español hay dos tipos de voz: pasiva y activa. La voz pasiva se aplica a verbos transitivos, es decir, verbos que tienen un objeto directo, que puede ser explícito o no. En vez de elegir al agente de la acción como sujeto de la oración, se prefiere poner el foco en el paciente, en la persona u objeto que complementa la acción del verbo. El escritor escribe la novela. (voz activa) sujeto o.d. . La novela es escrita por el escritor. (voz pasiva) sujeto c. agente Según la estructura sintáctica elegida para expresar la pasividad, el agente (siempre introducido con la preposición por) se podrá explicitar o no. 1. La pasiva perifrástica con ser La frase verbal pasiva con ser es una construcción binaria formada por el verbo ser + participio. a) La abuela cuidaba a los nietos. La abuela cuidaba a la nieta. (voz activa) b) Los nietos eran cuidados por la abuela. (voz pasiva) c) La nieta era cuidada por la abuela. (voz pasiva) Vemos en b) una transformación del verbo: de la voz activa de a) a la voz pasiva, mediante una perífrasis de ser + participio. El participio aquí está concertado, pues concuerda en género y número con el sujeto de la voz pasiva, como se ve al comparar las oraciones pasivas: b) los nietos- cuidados, y c) la nieta- cuidada. En cuanto al agente (que ha pasado a segundo plano), se puede o no expresar en la oración: Los nietos eran cuidados. Los nietos eran cuidados por la abuela. Si se expresa, generalmente va precedido por la preposición por. Aunque el hecho de construir la pasiva perifrástica es una de las operaciones más utilizadas para demostrar la transitividad de un verbo, en muchos casos no es útil: La abuela tiene una biblioteca enorme. *Una biblioteca enorme es tenida por la abuela. 2. La pasiva perifrástica con estar Ahora, analicemos las siguientes oraciones: Esta casa está bien cuidada. El libro está terminado. Las calles están destruidas. Si consideremos que la voz pasiva se aplica solo a acciones, no podremos incluir estos ejemplos en el estudio de la voz, porque expresan el resultado de una acción y no la acción propiamente en su ejecución. De hecho, la expresión del complemento agente, en algunos casos, vuelve agramatical la frase; en otros, el complemento se reinterpreta como circunstancial de causa, porque el foco expresivo está orientado hacia el estado, no hacia la acción. Esta casa está bien cuidada por sus dueños. (por sus dueños: interpretado como agente) * El libro está terminado por su autor. # Las calles están destruidas por los soldados. (por los soldados: interpretado como causa más que como agente). Se puede expresar ese agente de otra manera. Por ejemplo: Esta casa está bien cuidada. Se nota que los dueños se preocupan. El libro está terminado. El autor lo entregó ayer. Las calles están destruidas. Los soldados enemigos bombardearon la ciudad. Se considere o no pasiva, la construcción de estar + participio tiene en común con la pasiva perifrástica el hecho de que el participio perfecto debe concordar con el sujeto en género y número, a diferencia de lo que ocurre con los tiempos compuestos. María había llegado tarde. *María había llegada tarde. María está recién separada. *María está recién separado. 3. La pasiva con se Comparemos las siguientes oraciones: Los presidentes firmaron el pacto. El pacto fue firmado. Se firmó el pacto. La interpretación de ambos ejemplos es la misma. Hay un sujeto paciente con el cual concuerda el verbo. Si lo pasamos a plural, se demuestra esa concordancia: Los pactos fueron firmados. Se firmaron los pactos. Además, se pueden describir diferencias importantes entre ambas estructuras: • La oración de pasiva con se no puede explicitar el agente; la perifrástica, sí. El pacto fue firmado por ambas partes. * Se firmó el pacto por ambas partes. • La oración de pasiva con se lleva prototípicamente el sujeto paciente pospuesto al verbo. Se firmó el pacto. • La oración de pasiva con se se construye con un sujeto paciente inanimado, determinado o no, o un sujeto paciente animado indeterminado; no puede construirse con sujeto animado determinado, como se ve en los siguientes ejemplos: Se compran muebles usados (sujeto paciente inanimado indeterminado). Se venden las pinturas del palacio Alsina (sujeto paciente inanimado determinado). Se contratan jornaleros (sujeto paciente animado indeterminado). * Se suspenden los empleados de Aerolíneas (sujeto paciente animado determinado). * Se suspenden a los empleados de Aerolíneas (sujeto paciente animado determinado). Esa interpretación en común nos puede hacer pensar que la pasiva perifrástica y la pasiva con se son exactamente equivalentes. Sin embargo, cada una de las formas de pasiva se especializa, podríamos decir, en determinados usos y en determinados ámbitos. Amaya Mendikoetxea explica: Mientras que las construcciones con se aparecen tanto en la lengua hablada como en la escrita, las construcciones de pasiva perifrástica son de mayor uso en la lengua escrita. Se ha notado un incremento en el uso de esta construcción en el lenguaje periodístico, sobre todo en el español de América, que podría deberse a la influencia del inglés. (Mendikoetxea 1999a: 1673) Uso de tiempos verbales: modo indicativo (1) Como vimos, los tiempos verbales tienen valores rectos (propiamente temporales) y, a su vez, valores dislocados (modales, aspectuales). Los detallaremos a continuación, después de haber analizado modo y aspecto. 1. Tiempos del modo indicativo 1.1. Presente (yo hablo) 1.1.1. Presente actual Coincide con el momento de la enunciación. - ¿Querés sentarte? - No, muchas gracias, prefiero estar de pie. También usamos la forma de estar + gerundio. Mariana no puede atender el teléfono porque está viendo televisión. 1.1.2. Presente habitual Expresa una acción habitual. No coincide con el momento de la enunciación. Me levanto todos los días a las siete de la mañana. 1.1.3. Presente universal Utilizado en definiciones y verdades universales. Dos y dos son cuatro. El sol sale por el este. La luna es el satélite de la tierra. 1.1.4. Presente histórico Expresa un hecho pasado. En este caso, el punto de origen (es decir, el punto cero considerado desde el punto de vista temporal) no coincide con el momento de la enunciación. El centro de referencia está retrospectivamente desplazado a un momento del pasado. Las formas verbales expresan los procesos como simultáneos a un punto de referencia que no es el “presente” (es decir, el momento de la enunciación) sino que se identifica con un punto en el pasado. Hay una reorientación temporal que permite los efectos estilísticos de “proximidad, viveza, fuerza dramática” (Rojo y Veiga 1999: 2891). Colón descubre América en 1492. Te cuento lo que me pasó ayer: estoy en la calle, cuando se acerca un tipo y me dice... 1.1.5. Presente como futuro Expresa una acción futura que sabemos, con certeza, que va a tener lugar. Como vimos en el uso anterior, en este caso el punto de origen no coincide con el momento de la enunciación. En este caso, el centro de referencia está prospectivamente desplazado a un momento del futuro. Las formas verbales expresan los procesos como simultáneos a un punto de referencia que no es el “presente” sino que se identifica con un punto en el futuro. Hay, también, una reorientación temporal que permite los efectos estilísticos de proximidad y certeza. Macarena y Juan se casan el sábado. La semana que viene empiezan las vacaciones. 1.1.6. Presente de mandato Expresa una orden terminante (cuando realmente queremos ordenar usamos el presente; el modo imperativo lo usamos, principalmente, para sugerir o pedir). Vas a casa y te ponés el suéter. (Confrontar con: Andá a casa y ponete el suéter.) Uso de los tiempos verbales: modo indicativo (2) 1.2. Pretérito perfecto simple o indefinido (yo hablé) 1.2.1. Como pasado acabado Expresa acciones que sucedieron con anterioridad al momento de la enunciación. Acciones que terminaron. Colón descubrió América en 1942. Ayer me compré una campera nueva. 1.2.2. Como negación del presente Como acción terminada en el pasado, este pretérito puede indicar una negación del presente. “Yo tuve un día en mis manos las cartas de Rosaura” (Denevi, Marco. Rosaura a las diez) “Durante muchos años creí que me sería dado alcanzar una buena página mediante variaciones y novedades; ahora, cumplidos los setenta, creo haber encontrado mi voz.” (Borges, Jorge Luis. El Informe de Brodie.) 1.3. Pretérito imperfecto (yo hablaba) 1.3.1. Como presente en el pasado Refiere procesos pasados de larga duración, cuyo inicio y final no interesa precisar. En él se pueden situar otras acciones pasadas coexistentes. Lo usamos para hacer descripciones de personas, lugares y hechos pasados. Cuando era niña, todos los sábados a la mañana tomaba clases de natación. “Matilde andaba por los once (...) cuando yo fui a vivir a ‘La Madrileña” (Denevi, Marco. Rosaura a las diez) La casa donde crecieron mis padres estaba en la Provincia de Córdoba cerca de la ciudad de Rio Ceballos. Tenía dos pisos y un jardín enorme. 1.3.2. Como marco o contexto Como indica una acción pasada en duración, lo usamos para acciones secundarias, de fondo, que dan marco o contexto a la narración. Caminábamos por la playa, cuando se largó a llover. Teniendo en cuenta los usos del pretérito imperfecto analizados hasta el momento, podemos decir que la imposibilidad de la lectura secuencial con aspecto imperfecto –o sea, la imposibilidad de establecer una cadena de acciones que no se superponen, sino que se suceden– se debe a que el imperfecto focaliza una parte interna de la situación denotada por el verbo y no por sus límites, de modo que las situaciones, al no estar acotadas, se solapan, pero no se suceden. Comparemos las siguientes oraciones: - Juan se marchó cuando María llegó. (Dos acciones acotadas, cuyos límites están marcados, que se suceden.) - Juan se marchó cuando María escribía la carta. (Una acción de contexto que da marco y se solapa con otra acción acotada.) - Juan escribía su carta cuando María escribía la suya. (Dos acciones, cuyos límites no están marcados, que se dan de manera paralela. Se solapan.) 1.3.3. Para referirnos a hábitos pasados Por ejemplo: Cuando era niña, todos los sábados a la mañana tomaba clases de natación. 1.3.4. Como sustituto del condicional simple (en la lengua coloquial) Es una sustitución paralela a la que se da entre el presente del indicativo y el futuro imperfecto en el uso del “presente como futuro”. Comparemos: - Mañana salgo (saldré) de viaje. Me dijo que mañana salía (saldría) de viaje. - En cuanto pueda te devuelvo (devolveré) los apuntes. Me aseguró que en cuanto pudiera me devolvía (devolvería) los apuntes. En las oraciones condicionales irreales, reemplaza al condicional compuesto y al pluscuamperfecto del subjuntivo. “... si era yo, lo tiraba y compraba uno nuevo.” (Denevi, Marco. Rosaura a las diez) (En lugar de: si hubiera sido yo, lo habría tirado y comprado uno nuevo). 1.3.5. Para hechos iniciados o planeados no consumados Usamos el pretérito imperfecto para referirnos a acciones que se planearon o iniciaron, pero no llegaron a realizarse. Comparemos las siguientes oraciones: (a) Justo cuando Juan llegó a la puerta de su casa, Mariana salía a buscarlo. (b) Justo cuando Juan llegó a la puerta de su casa, Mariana se iba al mercado. Entendemos en a) que Mariana, al encontrar a Juan, desiste de su acción. En cambio, en b) no sabemos si Mariana efectivamente fue luego al mercado o no; solo deducimos que su acción fue interrumpida por la llegada de Juan. Comparemos, también, las siguientes oraciones: Ayer tuve una cita con el dentista. Ayer tenía una cita con el dentista. En el primer ejemplo, queda claro que el hablante fue a la cita. En cambio, en el segundo está implícito que la cita fue planeada pero no se concretó por algún motivo. Ayer tenía una cita con el dentista, pero no fui porque tuve que trabajar hasta tarde. 1.3.6. Pretérito imperfecto modal De cortesía En este caso el pretérito imperfecto no tiene valor de pasado, sino de presente. Se usa para expresar más amabilidad que con el presente, que puede usarse para mandato. Muchas gracias, faltaba más. (En este caso es una frase hecha de cortesía.) (En la oficina de una universidad) Quería saber si es necesario traer el DNI para la inscripción al curso. (El hablante quiere saber en el presente de la enunciación.) (En un negocio) -¿Qué desea? - Estaba buscando una camisa blanca. (El hablante está buscando esa camisa en el presente de la enunciación.) De ironía No es pasado. Es una acción presente que coexiste con el acto de la palabra. La ironía reside en que a través del pasado que indica duración se habla de algo habitual como si fuera una novedad. “-¡Ah! ¿Estaba usted allí, querida? (…) Andaba buscándola. Permiso.” . (Denevi, Marco. Rosaura a las diez) En esta novela, el personaje está allí cuando el hablante la encuentra; siempre estaba allí, no era necesario que el hablante la buscara. Lúdico Es propio del lenguaje de ciertos juegos infantiles. No es pasado. Es presente. Yo era uno de los piratas y vos eras Peter Pan. Para suavizar la oposición a un argumento Generalmente se usa para transmitir una decisión que puede no ser definitiva. No tiene valor de pasado, sino de presente. -¿Vas a terminar el trabajo en enero? -Pensaba tomarme las vacaciones en enero. (Queda implícita una segunda parte del tipo: si no hay problema; si te parece bien; pero puedo reconsiderarlo; etc.) 1.4. Pretérito perfecto compuesto (yo he hablado) El pretérito perfecto compuesto es el tiempo verbal pasado que más relación tiene con el momento de la enunciación. Este tiempo introduce una referencia de simultaneidad entre la situación en proceso descripta por el verbo y un periodo de tiempo todavía presente, o pone en relación directa este proceso con una situación presente, o muestra las consecuencias actualmente vigentes de dicho proceso. En el Río de la Plata habitualmente no usamos el pretérito perfecto compuesto en la lengua oral; lo reemplazamos por el pretérito perfecto simple o por el presente. Esta preferencia por la forma simple sobre la compuesta se da tanto en la lengua hablada como en la escrita. Estuve todo el día en el hospital. (Y no He estado). Hace quince años que trabajo en esta empresa. (Y no He trabajado en esta empresa 15 años.) En España, la diferencia entre el pretérito perfecto compuesto y el simple se mantiene claramente en la lengua literaria. Sin embargo, en el habla de Galicia, Asturias y León se usa mayoritariamente la forma simple. La lengua hablada de Madrid prefiere, en cambio, la compuesta. 1.4.1. Proceso que aún no terminó Expresa acciones que se iniciaron antes del momento de la enunciación y continúan en el momento de la enunciación. He trabajado 4 años en esta empresa. (Todavía continúo trabajando.) 1.4.2. Verificaciones presentes de hechos pasados Expresa acciones anteriores al momento de la enunciación que se verifican en el momento en que hablamos. ¿Así que te has olvidado la carpeta? 1.4.3. Acciones reiteradas Expresa acciones reiteradas que se mantienen vigentes en el momento en que hablamos (frente a la forma simple que se refiere a una acción perfecta, concluida). Este uso es propio de los países americanos. Esto lo hemos discutido mil veces. 1.4.4. Pasado provisorio Describe una situación anterior al momento del habla, provisoria. Es decir, una situación que posiblemente cambie con posterioridad al momento de la enunciación. Todavía no he hablado con Susana. (Pero voy a hablar pronto) Nunca hemos ido a la Patagonia. (En algún momento iremos) 1.4.5. Acciones pasadas con consecuencias presentes Expresa acciones anteriores al momento del habla que consideramos recientes por tener sus consecuencias en el momento de la enunciación. Hoy a la mañana he ido al mercado, a la tintorería y al banco. Más tarde he preparado el almuerzo y limpiado mi casa. (Por eso estoy tan cansada.) En los últimos dos casos (1.4.4. y 1.4.5.) existen determinaciones contextuales marcadas por adverbios del tipo ahora, hoy, este año, hasta ahora, todavía, etc. Generalmente no usamos este pretérito con marcadores temporales que hablen de un pasado terminado: ??Ayer he ido al cine, ??Hace diez años me he comprado un auto. Uso de los tiempos verbales: modo indicativo (3) 1.5. Pretérito anterior (yo hube hablado) Este tiempo significa anterioridad inmediata a una acción pasada respecto del momento del habla, por lo cual va normalmente introducido por cuanto, apenas, después que, en seguida que, no bien, tan pronto como, etc. Este tiempo ya no se usa en la lengua oral y se mantiene solamente, en algunos autores, en la lengua literaria. “Quiso congregar el colegio y apenas hubo articulado unas breves palabras de exhortación, este se deformó, se borró.” Borges, Jorge Luis, “Las ruinas circulares”. “Cuando la hubo mirado bien, cerró el cuaderno asustado y oyó una vocecita que decía: ‘Ay’.” Walsh, María Elena, “La plapla”. “Alba llamó a su casa para avisar que se quedaría junto a sus compañeros hasta la victoria final o la muerte, lo cual le sonó falso una vez que lo hubo dicho.” (Allende, Isabel, La casa de los espíritus.) 1.6. Pretérito pluscuamperfecto (yo había hablado) Usamos este tiempo cuando describimos la anterioridad de un proceso con respecto a una acción pasada, es decir, una acción anterior al momento del habla. Cuando por fin logré (pret. perf. simple) embarcar, los pasajeros de la primera clase ya se habían acomodado (pret. pluscuamp.) en su sitio. La anterioridad con respecto a un punto del pasado puede medirse en relación con un verbo, como en el ejemplo anterior (se habían acomodado es anterior a logré), o en relación con otro elemento del contexto. Es decir, el pluscuamperfecto puede aparecer en subordinadas o bien como verbo principal de las oraciones, coordinadas o yuxtapuestas. Por lo tanto, los elementos que designan el momento al cual se refiere la anterioridad expresada por el pluscuamperfecto pueden aparecer dentro de los límites de la oración, fuera de ellos, o pueden ser repuestos mediante la presuposición. Por ejemplo: A mediodía Juan todavía no se había levantado. - Debería haberse levantado antes del mediodía. El mediodía (que ya es pasado, porque el hablante habla con posterioridad a ese momento del día) se toma como referencia. Nunca te había visto hacer semejante prueba. (Hasta recién.) - En este caso se presupone un “antes” que remite la acción al ámbito del pasado. La referencia es “ese instante en que hiciste (pret. perf. simple) la prueba”. Comparemos este último ejemplo con el siguiente: Nunca te he visto hacer semejante prueba (y todavía no la has hecho). 1.7. Futuro imperfecto (yo hablaré) Como futuro, en la lengua oral del Río de la Plata no se usa. Se reemplaza por la frase verbal futura: ir + a + infinitivo (yo voy a hablar). En la lengua escrita, en cambio, pueden aparecer ambas formas con carácter futuro temporal. 1.7.1. Futuro temporal Por ejemplo: Durante las vacaciones remodelarán el edificio de la universidad. 1.7.2. Futuro modal A continuación describiremos una serie de casos en los que el futuro imperfecto no tiene valor de futuro, sino de presente, y el matiz semántico particular en cada uno. • Futuro de probabilidad Expresa una suposición o probabilidad que coexiste con el acto de la palabra. Juan salió para Bariloche a las 3 de la tarde. A esta hora ya estará en el hotel. -¿Cuántos años tiene el novio de Macarena? -No sé. Tendrá 23 o 24. • Futuro de amenaza En la lengua coloquial se utiliza con valor de presente para expresar una amenaza. Yo te aconsejo no aceptar el trabajo, pero vos sabrás lo que hacés. • Futuro de sorpresa Expresa sorpresa ante un hecho inesperado. ¡Será posible que estos chicos dejen siempre todo tirado! • Futuro para suavizar algo fuerte Tiene valor concesivo. No será linda, pero es muy inteligente. No seré feliz, pero tengo marido. 1.8. Futuro Perfecto (yo habré hablado) 1.8.1. Futuro acabado (temporal) Indica anterioridad a un hecho posterior al momento del habla, es decir, una acción futura anterior a otra acción futura. Por ejemplo: Para mañana a la mañana, el director ya les habrá avisado a todos de la suspensión. Antes de fin de año, ya habré terminado de escribir mi novela. Para fines de octubre ya habrá comenzado el buen tiempo. Ese hecho futuro respecto del cual el futuro perfecto marca una anterioridad puede estar señalado por un circunstancial temporal (como en los ejemplos anteriores) o por otro verbo. Antes de que mis padres lleguen de su viaje, nosotros habremos limpiado y ordenado la casa. 1.8.2. Futuro modal Así como hicimos con el futuro imperfecto, describiremos una serie de casos en los que el futuro perfecto no tiene valor de futuro, sino un matiz semántico particular. • Futuro de probabilidad Usamos este tiempo para una conjetura o probabilidad respecto de un hecho anterior al momento del habla. Es decir, describimos un hecho pasado como probable, no como real. -¿Dónde habré puesto las llaves? ¿Las habré dejado en la oficina? - Yo llevé esta cartera y el paraguas al bar y lo habré perdido allá... En el primer ejemplo el hablante no sabe dónde dejó sus llaves y supone que las dejó en su oficina. En el segundo el hablante supone que perdió su paraguas en el bar. Comparemos: ¿Dónde estarán las llaves? El hablante se pregunta dónde están las llaves ahora, en este momento. ¿Dónde habré puesto las llaves? El hablante se pregunta ahora dónde puso las llaves con anterioridad. • Futuro de sorpresa Al igual que el futuro imperfecto, este tiempo puede expresar una sorpresa ante un hecho imprevisto, pero en este caso se trata de un hecho pasado, anterior al momento del habla. ¡Si habré tenido paciencia! ¡Mire si seré comprensiva y si siempre lo habré sido que nunca le reproché sus errores! • Futuro para suavizar algo fuerte También tiene un valor concesivo y se refiere a un hecho pasado, anterior al momento del habla. - Habrá estudiado mucho, pero su examen fue malísimo. Uso de los tiempos verbales: modo indicativo (4) 1.9. Condicional simple (yo hablaría) 1.9.1. Como futuro del pasado (temporal) Indica una acción futura en relación con el pasado. Ayer a la noche decidimos que celebraríamos el cumpleaños de Juan con un asado en el club. Como futuro del pasado podemos usar el condicional simple o la frase verbal de futuro (ir a + infinitivo) en pretérito imperfecto: íbamos a celebrar. Esta última opción es la más usada en la lengua oral del Río de la Plata (que para el futuro también prefiere la forma perifrástica). Juan: -Mañana le voy a entregar los planos al cliente. a) Juan dijo que mañana le entregaría los planos al cliente. o bien: b) Juan le dijo que mañana le iba a entregar los planos al cliente. 1.9.2. Condicional modal El condicional también presenta una serie de casos en los que expresa un matiz semántico particular. • Condicional como probabilidad futura Usamos este tiempo para expresar una probabilidad en el futuro, nos referimos a acciones que pueden tener lugar o no. En principio, mañana iríamos al cine, pero todavía no estamos seguros. No, ni loco hablo con mis viejos. Sería un desastre. Pablo podría ir al sur como asistente de producción. Confrontemos con: Mañana iremos al cine. Hablar con mis viejos va a ser un desastre. Pablo irá al sur como asistente de producción. En estos ejemplos los hechos, aunque futuros, se presentan como reales. • Condicional como probabilidad pasada Con este tiempo podemos referirnos a un hecho pasado como probable, no como real. Serían las diez cuando sonó el teléfono. El hablante no sabe con exactitud si eran las diez u otra hora cuando sonó el teléfono. • Condicional como probabilidad irreal en el presente Para expresar una situación irreal en el presente. Los amigos que en estos momentos estarían encantados escuchándote no pudieron venir a la conferencia. En estos momentos estaría en la playa. (Pero solo es un deseo porque no estoy allí.) ¿Qué harías, si estuvieras en mi lugar? • Condicional como acción improbable o irreal en el futuro Por ejemplo: ¿Qué harías, si te ganaras la lotería? • Condicional de información no asegurada Se utiliza en el discurso periodístico para referirse a rumores o conjeturas. Según datos de nuestras fuentes, en estos momentos se estarían manteniendo conversaciones secretas entre el Gobierno y los terroristas. • Condicional de cortesía Por ejemplo: Necesitaría hablar con el Señor Alvarez. Mozo, ¿nos traería otro cafecito, por favor? • Condicional para dar consejos, sugerencias o advertencias El condicional simple se usa, en estos casos, con las expresiones deber + infinitivo; tener que + infinitivo; poder + infinitivo; necesitar + infinitivo. Podrías ir al médico. Deberías estudiar más. Pablo tendría que hablar con sus viejos. • Para expresar un reproche frente a una acción que debía realizarse y no se realizó En estos casos el condicional simple se usa con las expresiones deber + infinitivo perfecto; tener que + infinitivo perfecto; poder + infinitivo perfecto; necesitar + infinitivo perfecto. Tendrías que haber ido al médico. (No fuiste) No me sorprende que no hayas aprobado el examen. Deberías haber estudiado más. (Pero no lo hiciste.) • Para suavizar algo fuerte Este es un uso paralelo al del futuro imperfecto y el perfecto, pero, en este caso, se refiere a circunstancias pasadas. También tiene valor concesivo. “Esta Rosaura para hablar no serviría, pero lo que es para escribir...” (Denevi, Marco. Rosaura a las diez). 1.10. Condicional compuesto (yo habría hablado) 1.10.1. Como futuro perfecto del pasado (temporal) Confrontemos los siguientes ejemplos: - Cuando llegues, habré terminado el trabajo. Dijo que cuando llegaras habría terminado el trabajo. En estas oraciones, así como el futuro perfecto indica anterioridad a un hecho posterior al momento del habla, el condicional compuesto también indica anterioridad, pero con respecto a un hecho probable (cuando llegaras), cuya realización no está constatada. Veamos otro ejemplo: Fui a su casa creyendo que antes de la cena ella ya se habría ido. 1.10.2. Condicional compuesto modal Al igual que el condicional, el condicional compuesto presenta una serie de casos en los que expresa un matiz semántico particular. • Como probabilidad pasada Describe un hecho pasado, anterior a otro hecho pasado, como probable. Es la probabilidad del pretérito pluscuamperfecto del indicativo. Confrontemos los siguientes ejemplos: a) Cuando se casó, ya se habría recibido. b) Cuando se casó, ya se había recibido. En a), el condicional compuesto se refiere a un hecho pasado supuesto, probable, anterior a otro hecho pasado verificado. En b), en cambio, los dos hechos están verificados. c) Inés también estaría involucrada en el robo, y lo habrían planeado juntos. En c) los dos hechos son probables, no verificados. El condicional simple se refiere a un hecho pasado que sirve como punto de referencia para marcar la anterioridad del otro hecho pasado descripto por el condicional compuesto. • Como probabilidad muy remota en el pasado Indica una acción pasada, supuesta, posible pero muy poco probable. No necesariamente está presente la idea de anterioridad descripta en el punto anterior. Los ladrones habrían escapado por la ventana. (Es lo que la policía cree.) • Como pasado irreal Para expresar acciones probables pasadas, que ya es imposible realizar. Me habría gustado que María me hubiera invitado a la fiesta. (Pero no me invitó y la fiesta ya pasó.) Nunca me habría imaginado que Marta soñó toda su vida con ser actriz. Dentro de este valor del condicional compuesto como pasado irreal encontramos las siguientes estructuras: Si hubieras llegado temprano, habríamos cenado juntos. (No llegaste temprano y, por lo tanto, no pudimos cenar juntos.) De haber sabido la verdad, no habría estado tan enojada con vos. Aunque hubieras dicho la verdad, nadie te habría creído. (Pero igualmente no la dijiste.) Usos incorrectos de los condicionales El condicional no puede utilizarse dentro de las subordinadas condicionales, que generalmente están encabezadas por si, siempre que, siempre y cuando, etc. Reemplazan el pretérito imperfecto del subjuntivo (yo amara o amase) al condicional simple, y el pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo (yo hubiera o hubiese amado) al condicional compuesto. Si lloviera, el campo se beneficiaría. (*Si llovería, el campo se beneficiaría.) Si hubiera llovido, el campo se habría beneficiado. (*Si habría llovido, el campo se habría beneficiado.) Uso de los tiempos verbales: modo imperativo 2. Presente del modo imperativo (hablá) 2.1. Imperativo como orden “-¿Qué quiere aquí? ¡Vamos, váyase!” (Denevi, Marco. Rosaura a las diez) “-Déjenlas pasar. Carne vieja.” (Borges, Jorge Luis. El Informe de Brodie.) 2.2. Imperativo como sugerencia o consejo “-Salga, venga a verlo, está allí tirado en la vereda.” (Denevi, Marco. Rosaura a las diez) (sugerencia) “-Andá con cuidado. Yo lo he visto actuar a Rufino en el atrio de Merlo. Es una luz.” (Borges, Jorge Luis. El Informe de Brodie.) (consejo) 2.3. Imperativo como pedido o ruego “-Siéntese aquí y cuéntenos quién es esa Rosaura que parece quererlo tanto.” (Denevi, Marco. Rosaura a las diez) (pedido) “-Déjeme pensar, señor Comisario- atiné a responder.”(Borges, Jorge Luis. El Informe de Brodie.) (ruego) Uso de los tiempos verbales: modo subjuntivo 3. Tiempos del modo subjuntivo Con respecto al valor temporal de los tiempos subjuntivos, los simples (haga / hiciera/-se) expresan coexistencia o posterioridad respecto del punto de referencia constituido por el verbo principal; los compuestos (haya hecho y hubiera hecho) expresan anterioridad respecto del punto de referencia constituido por el verbo principal. En los casos en que el subjuntivo es el verbo principal de la oración, el punto de referencia está dado por el momento de la enunciación, es decir, el punto cero. 3.1. Presente (yo escuche) 3.1.1. Coexistente con el momento del habla El presente del subjuntivo puede expresar hechos que ocurren en el presente, es decir, en el momento del habla, o que coexisten con la acción descripta en el verbo principal. No creo que Mariano tenga la capacidad para hacer este trabajo. Es lógico que estés preocupada por la enfermedad de tu hijo. Me alegra que no esté lloviendo. Ojalá esté lloviendo en el campo. 3.1.2. Posterior al momento del habla o verbo principal El presente del subjuntivo también expresa hechos futuros, es decir, que tendrán lugar con posterioridad al momento del habla o a la acción descripta por el verbo principal. Ojalá mañana sea un lindo día. Te traigo estos libros para que estudies para tu examen de la semana que viene. Cuando llegue de trabajar hoy a la noche, mi marido ya tendrá la cena lista. 3.2. Pretérito perfecto (yo haya hablado) El pretérito perfecto expresa siempre anterioridad. Esta puede ser con respecto al momento del habla o con respecto a una acción futura. Va a describir siempre una acción terminada. 3.2.1. Anterior al momento del habla • Como pasado no verificado Por ejemplo: Ojalá hayan llegado sanos y salvos al refugio. No creo que hayan llegado todavía al refugio. En estos ejemplos la característica particular del pretérito perfecto con valor pasado es su matiz de eventualidad. El hablante desconoce si la acción que describe tuvo lugar o no, no puede verificarlo. • Como pasado verificado Por ejemplo: Me gusta que hayas llegado temprano. Qué alegría que hayas llegado bien. En este caso el pretérito perfecto describe un hecho pasado conocido. Cuando no es el verbo principal, va siempre introducido por un verbo en presente, ya que este pretérito (como el perfecto compuesto del indicativo) describe una acción que guarda relación estrecha con el momento del habla. 3.2.2. Anterior a una acción futura Comparemos los siguientes ejemplos: a) Cuando llegue a casa, mi marido ya habrá preparado la cena. b) Espero que mi marido ya haya preparado la cena cuando yo llegue. Al igual que el futuro perfecto del indicativo que vemos en a), el pretérito perfecto de subjuntivo expresa una acción posterior al momento del habla y anterior a otra acción futura, como se ve en b). En tanto el futuro perfecto del indicativo expresa un hecho real, el pretérito perfecto del subjuntivo describe un hecho probable, eventual. 3.3. Pretérito imperfecto (yo hablara o hablase) Este tiempo expresa generalmente una acción coexistente o posterior al verbo principal o al momento del habla. 3.3.1. Coexistente con el verbo principal en pasado Veamos el siguiente ejemplo: Ayer durante la entrevista me molestó mucho que el periodista me interrumpiera constantemente. En esta oración el pretérito imperfecto tiene valor de coexistencia con respecto al verbo principal en pasado. En este caso el verbo principal molestó es pasado y, por lo tanto, el pretérito imperfecto del subjuntivo tiene valor pasado. 3.3.2. Posterior al verbo principal en pasado Nótese que, en el siguiente ejemplo, el imperfecto de subjuntivo tiene valor de posterioridad con respecto a él, es decir, tiene valor de “futuro” de un pasado. Ayer mi jefe me pidió que llamara por teléfono al banco. 3.3.3. Pretérito imperfecto modal Para información como ya sabida En el ejemplo que sigue se da el único caso en el que el imperfecto de subjuntivo expresa una acción anterior al verbo principal. Este uso se ve en los medios de comunicación y en textos formales o literarios y da lugar a una expresión que puede parecer forzada y artificial. Hoy se premia la novela que el autor escribiera antes de su muerte. El imperfecto del subjuntivo escribiera aparece en sustitución del pretérito perfecto simple del indicativo escribió. Sin embargo, el uso que correspondería es el del indicativo, ya que se describe un hecho real. Pero se usa para presentar información que el hablante quiere dar por sabida. Subjuntivo de cortesía Se constata mayormente con el verbo querer en imperfecto de subjuntivo, en la forma en -era: Buenas tardes, quisiera comprar un pantalón de media estación. * Quisiese comprar un pantalón de media estación. Con sentido de irrealidad o improbabilidad - Deseo irreal sobre el presente a) Ojalá estuvieras acá. Me gustaría que estuvieras acá. b) Si yo fuera millonario, me compraría este auto... El hablante en a) sabe que el oyente no está en ese momento, pero, sin embargo, desea que esté allí. La acción descripta por el verbo coincide con el momento de la enunciación. La frase b) presupone que el hablante no es millonario. - Deseo irreal o improbable sobre el futuro Ojalá lloviera mañana. Me gustaría que vinieses esta noche. Si vinieras... En estas oraciones el imperfecto de subjuntivo expresa un deseo irreal o poco probable sobre el futuro. Respecto de los ejemplos, suponemos que no hay nubes, la persona invitada respondió que no vendrá... Otros ejemplos: ¡Me encantaría que pudieras conseguirme una copia! ¡Imaginate que cayeran en manos de un ladrón! Sería bueno que trajeran un diccionario español-portugués para la próxima clase. 3.4. Pretérito pluscuamperfecto (yo hubiera o hubiese hablado) Este tiempo indica anterioridad con respecto a otra acción pasada, en su valor recto, o irrealidad sobre un hecho pasado, en su valor modal. 3.4.1. Anterior al pasado (valor temporal) Este tiempo describe una acción pasada anterior a otra acción pasada. Me sorprendía que Alfredo no hubiera dicho o hecho nada que lo delatara. Después de que los alumnos entregaron la prueba, a la profesora le sorprendió que todos hubieran terminado tan rápido. Lamentaba que la película no hubiera sido más entretenida. 3.4.2. Como pasado irreal (valor modal) • Improbabilidad o deseo irreal El pluscuamperfecto expresa una probabilidad o deseo, pasados e irreales porque no se concretaron. Inés jamás se hubiera imaginado que existiera alguien capaz de semejante mentira. ¡Cómo me hubiera gustado conocer París en mi juventud! Aunque hubieras dicho la verdad, nadie te habría creído. / Aunque hubieras dicho la verdad, nadie te hubiera creído. Si hubieras estudiado más, habrías aprobado el examen. / Si hubieras estudiado más, hubieras aprobado el examen. Me miraba como si nunca antes me hubiera visto. • Pasado no deseado Este tiempo se usa para lamentarse por una acción pasada que tuvo lugar y ya no podrá cambiarse. En otro momento de mi vida jamás hubiera sido tan descuidada. Ojalá nunca lo hubiera conocido. 3.5. Futuros imperfecto (hablare) y perfecto (hubiere hablado) Hoy en día, estos tiempos apenas aparecen residualmente en el lenguaje jurídico, en construcciones fijas del tipo sea lo que fuere o allá donde fueres haz lo que vieres, o en estilos deliberadamente solemnes y arcaizantes. 4. Valores temporales y modales de los diferentes tiempos con Ojalá 4.1. Ojalá + presente del subjuntivo En el siguiente ejemplo, Ojalá + la frase verbal de estar + gerundio expresa un deseo con respecto al presente. Describe una acción coincidente con el momento del habla que el hablante no puede verificar; es decir, no sabe si tiene lugar o no. Ojalá esté lloviendo en el campo. En el siguiente ejemplo, en cambio, el hablante expresa un deseo con respecto al futuro. Existen muchas probabilidades de que esa acción se realice: el libro está en casi todas las librerías de Buenos Aires. Ojalá Pedro encuentre el libro que necesitamos. 4.2. Ojalá + pretérito perfecto del subjuntivo Ojalá Pedro haya encontrado el libro que necesitamos. En el ejemplo anterior, el hablante expresa un deseo con respecto al pasado que no puede verificar; es decir, no sabe si se cumplió o no. Ojalá hayamos leído todos los capítulos del libro para fin de mes. Aquí el hablante expresa un deseo con respecto al futuro, describe una acción que espera tenga lugar con anterioridad al momento futuro que cita: fin de mes. 4.3. Ojalá + pretérito imperfecto del subjuntivo Ojalá Pedro encontrara el libro que necesitamos antes del examen. En el ejemplo anterior, el hablante expresa un deseo con respecto al futuro, pero improbable. Existen muy pocas posibilidades de que este deseo se concrete: “el libro está agotado y es muy difícil conseguirlo”. Ojalá estuvieras acá. Aquí el hablante expresa un deseo irreal con respecto al presente, imposible de ser realizado. 4.4. Ojalá + pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo Ojalá Pedro hubiera encontrado el libro que necesitamos. En este ejemplo, el hablante expresa un deseo irreal con respecto al pasado. La acción que el verbo describe no se realizó y ya es imposible que se realice. Concordancia temporal En palabras de Carrasco Gutiérrez, la concordancia o correlación temporal: [...] alude a la relación de dependencia que se establece entre las interpretaciones temporales de dos formas verbales si entre sus respectivas oraciones existe asimismo una relación de dependencia o subordinación sintáctica. En otras palabras, hablaremos de concordancia entre el verbo de una oración subordinada y el verbo de su oración principal siempre que el primero oriente sus relaciones temporales con respecto al segundo (1999:3063). A continuación analizaremos tal correlación en el discurso indirecto, en los llamados períodos hipotéticos y entre las subordinadas con subjuntivo y sus verbos rectores. 1. Discurso directo / Discurso indirecto El discurso directo (D.D.) incluye en él otro discurso citado, a través de los dos puntos, las comillas y/o guiones. El discurso citado conserva las marcas de su enunciación: los deícticos, tiempos verbales, pronombres, y produce un efecto de fidelidad al enunciado original; da la ilusión de reproducir exactamente el discurso del otro. Por ejemplo: D.D.: El director (a Sandra): – Tenés que estudiar estas líneas para mañana. D. I.: El director le dijo a Sandra que tenía que estudiar esas líneas para el día siguiente. En el discurso indirecto (D.I.), el enunciado citado pierde su autonomía, se subordina sintácticamente al que lo cita y este borra las huellas de la enunciación original. Esto se observa en las sustituciones de los deícticos, los adverbios, los cambios de los tiempos verbales y las personas, etc. En la medida en que no conserva el enunciado original, supone una interpretación del discurso del otro, una versión. En el caso del traspaso de preguntas del discurso directo al indirecto, cuando estas están introducida por un pronombre interrogativo (por qué, cuándo, cómo, cuál, dónde, etc.), los pronombres se mantienen y conservan su acento ortográfico. Como la pregunta pasa a ser indirecta y está introducida por un verbo, los signos de interrogación (¿?) desaparecen. D.D.: Inés:–¿Por qué tenés que viajar?. D.I.: Le pregunté por qué tenía que viajar. Si la pregunta no está introducida por un pronombre interrogativo, al pasar al discurso indirecto usamos la conjunción si. D.D.: Inés:– ¿No es posible mandar los documentos por correo? D.I.: Le pregunté si no era posible mandar los documentos por correo. 2. Períodos Hipotéticos Hay tres tipos de oraciones condicionales básicas encabezadas por la conjunción si que expresan diferentes períodos hipotéticos. 2.1. Oraciones condicionales del primer tipo Las oraciones del tipo 1 se construyen de la siguiente manera: • [Si + presente del indicativo] + presente del indicativo Si venís temprano, cenamos juntos. pres. indic. pres. indic. Si quieren, las llevo al aeropuerto. pres. indic. pres. indic. • [Si + presente del indicativo] + futuro perifrástico Si venís temprano, vamos a cenar juntos. pres. indic. futuro perifrástico • [Si + presente del indicativo] + futuro imperfecto del indicativo Si venís temprano, cenaremos juntos. pres. indic. futuro imperf. indic. • [Si + presente del indicativo] + imperativo Si necesitás cualquier otra cosa, llamame. pres. indic. imperat. Todas estas oraciones expresan una condición de realización posible. La oración principal se refiere a un hecho real, futuro y probable. (Es probable que vengas temprano y cenemos juntos, es probable que necesites algo y me llames, es probable que te lleve al aeropuerto.) 2.1.1. Variaciones del tipo 1 Cuando traspasamos una oración condicional del tipo 1 del discurso directo al indirecto, la estructura será una de las siguientes: • [Si + pretérito imperfecto del indicativo] + pretérito imperfecto del indicativo. Me dijo que si volvía temprano, cenábamos juntos. • [Si + pretérito imperfecto del indicativo] + pretérito imperfecto del indicativo + a + infinitivo. Me dijo que si volvía temprano, íbamos a cenar juntos. • [Si + pretérito imperfecto del indicativo] + condicional simple Me dijo que si volvía temprano, cenaríamos juntos. En el caso de las oraciones con imperativo, la estructura es la siguiente: • [Si + pretérito imperfecto del indicativo] + pretérito imperfecto del subjuntivo Me dijo que si necesitaba cualquier cosa, la llamara. En todos estos casos se expresa una condición de realización posible. Ahora, en el siguiente ejemplo, la acción principal se expresa en pretérito perfecto porque se refiere a un hecho que estará terminado en el futuro al que se hace referencia. • [Si + presente del indicativo] + futuro perfecto Si leo cien páginas cada día, el viernes ya habré terminado el libro. 2.2. Oraciones condicionales del segundo tipo Las oraciones del tipo 2 se construyen de la siguiente manera: • [Si + pretérito imperfecto del subjuntivo] + condicional simple Si vinieras temprano, cenaríamos juntos. pret. imperf. subj. condic. simple Se quedarían muy intranquilos, si yo viajara sorpresivamente sin explicarles el motivo. condic. simple pret. imperf. subj. Si mi abuela estuviera aquí, estaría feliz. pret. imperf. subj. condic. simple Usamos esta construcción para expresar una condición futura de realización poco posible o una condición presente de realización imposible. Por ejemplo, en la oración: Si mañana vinieras temprano, cenaríamos juntos. La condición tiene un valor temporal futuro y es de difícil cumplimiento (porque él nunca viene temprano, porque trabaja mucho, porque es impuntual, etc.). Ahora bien, esta misma oración puede tener valor presente en otro contexto: Juan: –Nunca cenamos juntos. Por eso nunca podemos conversar tranquilos. Mariana: –Si vinieras temprano (habitualmente), cenaríamos juntos. En este caso la oración condicional manifiesta un reproche, un reclamo con respecto a una situación que se repite habitualmente. En el ejemplo: Si me ganara la lotería, me iría de viaje por el mundo. La condición es futura y de realización poco probable. En el caso de: Si mi abuela estuviera aquí, estaría feliz. La condición que se expresa es presente pero imposible porque mi abuela está muerta y no podría estar aquí. Es el mismo caso de: Si fuera alta, usaría polleras largas. No soy alta y por lo tanto no uso ese tipo de polleras; estoy expresando una condición presente de realización imposible. 2.2.1. Variaciones del tipo 2 • [Si + pretérito imperfecto del subjuntivo] + pretérito imperfecto del indicativo En un registro más coloquial en lugar de decir: Si tuviera el libro, te lo prestaría. Podemos decir: Si tuviera el libro, te lo prestaba. 2.3. Oraciones condicionales del tercer tipo Las oraciones condicionales del tipo 3 se construyen de la siguiente manera: • [Si + pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo] + [condicional compuesto o pret. pluscuamp.del subjuntivo ] Si hubieras llegado temprano, habríamos cenado juntos. pret. plusc. subj. condic. comp. Si hubieras llegado temprano, hubiéramos cenado juntos. pret. plusc. subj. pret. plusc. subj. Las oraciones condicionales del tipo 3 expresan una condición pasada de realización imposible y, por lo tanto, irreal. Nuestro ejemplo describe una situación pasada que ya no puede cambiarse: no llegaste temprano y, por lo tanto, no pudimos cenar juntos. 2.4. Combinación del tipo 2 y 3 Hay casos en los que se pueden combinar las oraciones del tipo 2 y 3. Si Inés fuera más responsable, habría conseguido el ascenso que buscaba. pret. imperf. subj. condic. comp. Si Inés fuera más responsable, hubiera conseguido el ascenso que buscaba. pret. imperf. subj. pret. plusc. subj. En esta oración se combina una condición permanente, que Inés sea más responsable (que no lo es), con una acción pasada que no se realizó: conseguir el ascenso. Veamos otros ejemplos: Si ayer hubiera ido a mi clase de yoga, hoy no estaría tan contracturada. pret. plusc. subj. condic. simple En este ejemplo se combina una condición pasada que no se realizó (ir a la clase de yoga) y una posibilidad presente irreal (no estar contracturada). Si hubiera estudiado más, pasaría el examen pret. plusc. subj. condic. simple En este ejemplo se combina una condición pasada que no se realizó (estudiar más) y una posibilidad futura poco probable (pasar el examen). 2.5. Condiciones en el pasado • [Si + pretérito del indicativo] + pretérito del indicativo Si fui a un colegio de monjas, fue porque mis padres lo decidieron. pret. perf. simple indic. pret. perf. simple indic. El siguiente ejemplo expresa una condición pasada de cumplimiento real: Cuando era chica vivíamos en medio del campo y, si llovía, no íbamos al colegio. pret. imperf. indic. pret. imperf. indic. Esta oración expresa una condición de cumplimiento habitual en el pasado. Caracterización Los verboides son las formas no personales del verbo (también denominadas no flexivas o nominales); son invariables, es decir que no se conjugan, no tienen morfemas de persona ni tiempo. En español, los verboides son tres: • infinitivo, • gerundio, • participio. Dado que los infinitivos y los gerundios no tienen morfema de persona, y los participios en muchos casos, no pueden concordar con un sujeto; los verboides son incapaces de expresar por sí mismos una referencia temporal específica. El tiempo de la acción que señalan se deduce de los verbos, adverbios o preposiciones que los acompañan. En el caso de los participios, la concordancia con el sujeto se da en la voz pasiva con ser y estar: Las sillas fueron puestas en fila. Los instrumentos son depositados sobre ellas. Algunos músicos están dormidos, pero el director de la orquesta está despierto. Su hija también está despierta y no deja de hablar. Desde el punto de vista aspectual, los infinitivos son formas neutras, los participios tienen valor perfectivo, es decir de acción terminada, mientras que los gerundios, poseen valor durativo o imperfectivo. El infinitivo 1. Formas y concordancia Como ya dijimos, los verbos en español se dividen en tres conjugaciones según las terminaciones del infinitivo: 1ra. conjugación, terminación –ar, hablar; 2da., -er, comer; 3ra., -ir, vivir. En español hay un infinitivo simple y otro compuesto. El infinitivo simple se refiere a un tiempo en el presente, pasado inmediato o futuro. El infinitivo compuesto se construye como los tiempos compuestos del verbo: auxiliar haber + participio haber hablado, haber comido, haber vivido. Indica un tiempo anterior en el pasado. Es importante conocer Europa. Es importante haber conocido Europa. Como vimos en la caracterización de los verboides, los infinitivos son incapaces de expresar por sí mismos una referencia temporal específica. El tiempo de la acción que señalan se deduce de adverbios, de preposiciones, del valor temporal y la significación de los verbos que los acompañan. Juan quiere dejar el cigarrillo. (Dejar tiene valor futuro.) El médico le aconsejó a Juan dejar el cigarrillo. (Dejar tiene valor futuro.) Juan oyó a María hablar por teléfono. (Hablar tiene valor pasado.) Al sonar las doce campanadas, Cenicienta perdió su encanto. (Sonar es una acción simultánea a perder, pasada.) Con respecto a las relaciones de concordancia con un sintagma nominal, dada la ausencia de desinencias de número y persona, el infinitivo depende de la estructura de la oración principal para establecer su sujeto de manera unívoca. En las dos primeras oraciones el que “deja” el cigarrillo es “Juan”, a pesar de que “Juan” en la primera es sujeto de la oración y, en la segunda, objeto directo. Cuando esta relación unívoca no puede establecerse, el sintagma nominal sujeto aparece de manera explícita. Después de nacer el bebé, la vida de la pareja cambió. Hay casos en que el infinitivo no tiene un sintagma nominal que funcione como su sujeto en la oración. Más vale prevenir que curar. Conviene no comer pesado de noche. En estos casos, el sujeto es indeterminado o genérico. 2. Funciones sintácticas y valores modales y pragmáticos del infinitivo 2.1. Como sujeto El infinitivo puede comportarse en la oración como un sustantivo y funcionar como sujeto. Llegar tarde es su principal defecto. Pensar de esa forma parece una locura. Con verbos como gustar, apetecer, encantar, interesar, etc. y en construcciones del verbo ser en 3ra. singular + adjetivo, el infinitivo también funciona como sujeto. Me gusta pasear por el campo. Le interesa considerar el problema. Te encanta esperar la primavera. Es importante plantear el tema. Es interesante incluir ese dato. Es necesario esperar a los pacientes. Es posible creer en esas afirmaciones. 2.2. Como modificador del verbo El infinitivo puede funcionar como objeto directo, predicativo o término de un complemento régimen. 2.2.1. Infinitivo objeto directo Con verbos que indican orden o consejo, generalmente, modifica sólo al verbo. Me indicó guardar cama. Le mandó callarse la boca. Te sugirió esperar a mañana. 2.2.2. Infinitivo predicativo objetivo Veamos la siguiente oración: Vi entrar a Juan. En este caso, vi no es un auxiliar; ver y entrar tienen significado propio, son dos acciones simultáneas, realizadas por dos sujetos distintos: uno no depende del otro. Yo vi y Juan entró. Generalmente, con los verbos de percepción, como oír, escuchar, mirar, ver, etc., el infinitivo modifica al verbo y al objeto directo. Oí entrar a mi marido. Mirabas correr a tu hijo en la playa. Vimos huir al ladrón. Escucharon sonar la campana. Con verbos causativos, como hacer, dejar, el infinitivo modifica también al verbo y al objeto directo. El humo hizo llorar a los espectadores. Hicimos cantar a Mariana. El frío hacía temblar a los perros. Dejá correr el agua. María dejó caer su pañuelo. 2.2.3. Infinitivo término de un objeto preposicional (o circunstancial régimen) Hay una serie de verbos que se construyen siempre con un complemento régimen. Dicho complemento puede llevar como término un sustantivo, una subordinada o un infinitivo: Acordate de buscar las camisas en la tintorería. Trataba de explicarme con señas lo que necesitaba. 2.3. Detrás de preposición o conjunción 2.3.1. Como término de complemento de un sustantivo, adjetivo o participio. El infinitivo, además de modificar el verbo, puede modificar como complemento –a través de una preposición- a un sustantivo, un adjetivo o un participio. Estaba segura de no esperar en vano. (Adjetivo + prep. + inf.) No entiendo tanto deseo por viajar. (Sustantivo + prep. + inf.) Estoy cansado de repetir el poema. (Participio + prep. + inf.) A veces esa modificación de un sustantivo se lexicaliza: Tabla de planchar. Máquina de lavar. 2.3.2. En complementos preposicionales o en proposiciones introducidas por una conjunción Cuando un infinitivo forma parte de complementos preposicionales o proposiciones introducidas por una conjunción, puede expresar idea de: Tiempo Al verme me saludó. Después de pronunciar el discurso, volvió a su asiento. No iré hasta saber la respuesta. Antes de desayunar salió a correr. Tras considerar el problema, hizo el informe. Finalidad Estudio para aprobar el examen. A fin de lograr mi propósito, completé el formulario. La preposición de también puede indicar finalidad acompañada por un infinitivo: ¿Qué hay de comer? ¿Qué te sirvo de beber? Concesión A pesar de ser un buen estudiante, no aprobó el examen. Para ser extranjero, se ubica muy bien en la ciudad. Había mucha gente en el restaurante, para ser lunes. Causa Le doy gracias por venir. De comer tanto, engordó 10 kilos. A causa de esperarte, me quedé soltera. Al trabajar tanto, por la noche está muy cansado. Modo Lo hizo sin pensar. La tarea quedó sin terminar. No me gustan los muebles sin barnizar. Condición La construcción de + infinitivo indica una condición para realizar algo en el futuro. Si puede realizarse, se utiliza el infinitivo simple; si ya no se realizó y no se realizará, el infinitivo compuesto. De sacarme la lotería, dejaría la oficina. De haberme enterado antes, no lo hubiera hecho. Otra manera es la construcción con + infinitivo. Con esperar, no perdemos nada. Suficiencia La expresión con solo + infinitivo indica una condición única y suficiente para realizar algo. Es muy similar a la expresión bastar con + infinitivo. Con solo dedicarle dos horas por día, lo terminamos en un mes. Basta con dedicarle dos horas por día, para terminar en un mes. Estado incompleto Las expresiones a medio + infinitivo y por + infinitivo indican acciones que no se han terminado de hacer. Está implícita la idea de que en algún momento se completarán. Tengo los exámenes a medio corregir. El vestido de novia está a medio hacer. Hay muchas incógnitas por resolver. Quedan dos paredes por pintar. Las frases verbales de infinitivo 3. Las frases verbales de infinitivo Se pueden clasificar las frases verbales de infinitivo en dos grupos: 3.1. Frases verbales con infinitivos modales Estas frases expresan modalidad: la acción del infinitivo es vista por el hablante como obligatoria, necesaria, deseada, posible, probable, etc. Son compatibles con infinitivos compuestos. 3.1.1. Tener que + infinitivo, deber de + infinitivo, deber + infinitivo En general, estas tres frases verbales pueden indicar obligación (incluso necesidad) o posibilidad: Como obligación Tengo que llegar a la conferencia a las nueve en punto, para introducir al primer orador. Debo llegar a las nueve en punto. Debo de llegar a las nueve en punto. Como necesidad En los siguientes ejemplos, las acciones se plantean como necesarias, no como obligatorias. Deberías ir a un médico para que te revise esa herida. Tiene que llover más para que realmente superemos esta sequía. Como posibilidad La bufanda que quedó en la oficina tiene que ser de Clara. No hay nadie más que pueda ponerse esos colores. La bufanda que quedó en la oficina debe ser de Clara. A ella le encantan esos colores. La bufanda que quedó en la oficina debe de ser de Clara. 3.1.2. Haber de + infinitivo Esta frase verbal tiene un sentido muy parecido a las anteriores, pero presenta los hechos más dependientes del destino o de algo programado. Tiene un matiz temporal de futuro. Tarde o temprano, habrá de saberse la verdad. Se fue a Italia, donde habría de morir en la guerra. Se fue a Italia, donde habría de recibir los más altos reconocimientos. 3.1.3. Haber que + infinitivo Indica obligación, necesidad o conveniencia, pero en forma impersonal. Solo se puede usar en la 3ra. persona del singular. Hay que terminar el informe sí o sí para el viernes. Hay que tener paciencia con los adolescentes. Habría que arreglar el techo para el invierno. 3.1.4. Poder + infinitivo Esta frase verbal indica “estar capacitado para” o “ser capaz de”, posibilidad, permiso y obligación. El guepardo es el único animal que puede correr a 110 km por hora. ¡Cómo pudiste hacerme esto! -¿Viste mis anteojos? –Pueden estar en el baño, ¿te fijaste? ¿Puedo ir al cine con mis amigas? Podrías habérmelo dicho antes, ¿no? 3.1.5. Venir a + infinitivo Indica una vaguedad, aproximación o imprecisión en lo que se dice. Vendrían a ser cincuenta pesos. (No lo son exactamente). Si lo plantea de esta manera, viene a ser diferente la consecuencia. 3.2. Frases verbales con infinitivos aspectuales Este grupo de frases verbales aportan información sobre el aspecto de la acción señalada por el infinitivo, según se conciba en su inicio, en un punto anterior al inicio, en su transcurso, en su repetición, en su final, etc. A veces el valor aspectual surge del conjunto de toda la frase, como en Va a llover. Otras veces es el primer verbo el que proyecta su carga significativa aspectual, como en Empezó a trabajar, Terminó de escribir. Son incompatibles con infinitivos compuestos. 3.2.1. Ir a + infinitivo Esta frase verbal tiene un valor temporal de futuro, de posterioridad. Te voy a regalar un libro para tu cumpleaños. Dijo que te iba a llamar dentro de un rato. En el español del Río de la Plata, ir a + infinitivo reemplaza al futuro imperfecto del indicativo y, con el verbo ir en pretérito imperfecto, reemplaza al condicional simple. En su valor aspectual, esta frase verbal indica una acción a punto de comenzar. - ¿Qué hora es? - Van a ser las tres de la tarde. En ocasiones muestra rasgos modales e indica probabilidad. En esos casos, sí acepta infinitivos compuestos. Como probabilidad: ¿Vos qué crees? ¿Irá a llamarme? Para cuando termine el verano, los obreros van a haber terminado esta parte de la casa. 3.2.2. Empezar / Comenzar a + infinitivo Esta frase verbal indica el comienzo de una acción que se supone se prolonga; de ahí que los infinitivos se correspondan con verbos permanentes o imperfectivos (*Juan comenzó a morir). ¿Cuándo empezaste a estudiar francés? El profesor comenzó a entregar los exámenes apenas llegó a la clase. 3.2.3. Ponerse a + infinitivo Esta perífrasis expresa el comienzo repentino de una acción en un punto o momento, sin que le interese al hablante la continuidad de la misma. El infinitivo no puede ser el de un verbo perfectivo que presente la acción como terminada (*Juan se puso a llegar.) María se puso a ver tele. ¿Nos ponemos a trabajar? 3.2.4. Echar / Echarse a + infinitivo Al igual que ponerse a, esta frase verbal indica el inicio puntual de una acción, pero pone un acento mayor en lo repentino del comienzo. Asimismo, esta construcción admite un abanico limitado de infinitivos que, además, deben ser siempre verbos imperfectivos. El tren echó a andar. El pájaro echó a volar. La madre salió de la habitación y el niño se echó a llorar. 3.2.5. Romper + infinitivo Indica el comienzo repentino e inesperado de algo, igual que echarse a, con un poco más de intensidad. Sugiere que hubo una contención previa de la acción; tiene un alto valor estilístico. Al oírme, rompió a llorar. En realidad, esta frase se emplea con acciones que surgen en forma espontánea en el sujeto. Se usa con frecuencia con el verbo llorar. 3.2.6. Estar a punto de / Estar por + infinitivo Ambas frases describen una acción inminente. Está a punto de llover. Estuvo a punto de morirse. El tren está por llegar. 3.2.7. Volver a + infinitivo Indica la repetición de una acción, equivalente a las expresiones de nuevo, otra vez, etc. Vuelvo a decírtelo. No voy a ir. El año que viene vuelvo a estudiar. 3.2.8. Soler / Acostumbrar + infinitivo El valor semántico de esta frase es el de hábito o frecuencia. Suele ir al club todos los sábados por la mañana a jugar al tenis. Acostumbra desayunar leyendo en diario. 3.2.9. Acabar / terminar de + infinitivo Esta perífrasis describe una acción realizada poco tiempo antes. Desde lo aspectual, puede señalar una acción puntual (por ejemplo, cuando el auxiliar está en presente) Te acaban de llamar de llamar por teléfono. También puede mostrar un valor más perfectivo y señalar una acción acabada. Acabo de llegar. Acabo de terminar la última novela de Murakami. 3.2.10. Dejar de + infinitivo Designa la interrupción de una acción que venía desarrollándose. En algunos casos muestra que no va a llegar a su fin. Los infinitivos suelen ser de acciones permanentes o imperfectivas. Dejé de fumar. Dejé de viajar en colectivo al trabajo. Esta mujer no deja de mirarme. Cuando se utiliza en forma negativa, a veces, el valor es enfático y no aspectual. ¡No dejes de venir a mi fiesta! No deja de ser extraño que le guste esa chica. 3.2.11. Llegar a + infinitivo Indica logro o culminación, que sucede algo que parecía improbable o inesperado. Tiene valor enfático. Parecía imposible, pero llegó a conseguir su propósito. No creí que llegara a decirlo nunca. 3.2.12. Alcanzar a + infinitivo Indica logro o consecución. El tratamiento no alcanzó a curar la enfermedad. No alcanzo a ver lo que me señalás. El infinitivo en conjunciones locutivas Las locuciones son estructuras formadas por varias palabras que actúan como una unidad léxica fija. Sus componentes no admiten sustitución léxica (por ejemplo, decimos eché a perder, pero no *eché a ganar). Semánticamente, muchas de ellas pueden ser reemplazadas por una sola palabra, como veremos en los ejemplos. 4.1. En locuciones verbales Veamos los siguientes ejemplos: Echar de menos (extrañar) Caer en la cuenta (notar, percibir) Tener en cuenta (considerar) Dar que pensar (preocupar) Dar a conocer (comunicar) Dar a entender (insinuar) Dar de mamar (amamantar) Hacer llegar (enviar) Hacer saber (contar / comunicar) Echar a perder (estropear) Querer decir (significar) Existen una serie de frases verbales que por su uso son consideradas locuciones verbales: Andá a saber No tiene nada que ver Vamos a ver... (veamos) Qué le vamos a hacer No puedo ni ver (odio) No vaya a ser que... 4.2. En locuciones locutivas Hay una serie de locuciones, como además de, aparte de, encima de, en lugar de, lejos de, etc. que se construyen con infinitivo: Encima de llegar tarde, se enoja. En lugar de traer ropa deportiva, vino vestida de noche. Además de tocar el piano de manera excepcional, canta como los dioses. El infinitivo en interrogativas, relativas y como sustantivo 5. El infinitivo en interrogativas 5.1. En interrogativas directas totales (sin pronombre interrogativo) Los infinitivos pueden aparecer como núcleos de oraciones interrogativas totales (de respuesta sí o no). Estas oraciones precisan de la entonación para que la modalidad interrogativa se manifieste. No tienen carácter inquisitivo, es decir, no esperan una respuesta, sino que implican la negación a una enunciación previa. ¿Salir yo con esa mujer? Ni loco. ¿Cortarme el pelo? ¿Portarse bien, ese chico? Imposible. 5.1. En interrogativas indirectas El infinitivo puede emplearse en interrogativas indirectas encabezadas por los pronombres interrogativos: dónde, cuándo, cómo, qué, quién, etc.: No sabía dónde poner la mesita. Todo el tiempo pensaba cuándo llamarte. Quiero entender cómo hacerlo. No me dijo qué hacer. Dígame a quién llamar y lo llamo. No sabe si llorar o reír. 6. El infinitivo en proposiciones subordinadas relativas El infinitivo puede emplearse en relativas adjetivas. Necesitamos un médico a quien consultar. No encuentro un lugar donde dejar mi cartera. No hay nada que hacer. No hay tiempo que perder. Te queda mucho que estudiar. Estas son siempre especificativas, ya que nunca tienen un antecedente específico. 7. El infinitivo como imperativo En el español de España, el infinitivo en ocasiones reemplaza a la forma del imperativo de la segunda persona plural: Sentaros = sentaos Acercaros = acercaos. En el español coloquial, se lo utiliza como imperativo para las formas propias de la segunda persona del singular y del plural. En estos casos, la construcción es: a + infinitivo. ¡A comer! ¡Vamos! ¡A correr la mesa! También se utiliza como imperativo, para dar indicaciones u órdenes en negativo, en carteles o medios gráficos en general: No fumar. No pasar. Material frágil. Tratar con cuidado. Documento. No doblar. 8. El infinitivo como sustantivo Por medio de un artículo, el infinitivo se convierte en un sustantivo. El respirar aire puro, el poder andar por el campo me encanta. El comer demasiado te perjudica. Hay infinitivos que se sustantivan tan a menudo que ya no se relacionan con el infinitivo del verbo, el cual sigue existiendo y utilizándose. El plural de estos infinitivos sustantivados se usa también comúnmente. Se llaman infinitivos de sustantivación permanente: El quehacer/los quehaceres. El poder/los poderes. El deber/los deberes. El haber/los haberes. El ser/los seres. 9. El infinitivo como tema (temático) En este tipo de construcciones el infinitivo duplica y antecede a un verbo conjugado. Se ubica al infinitivo en una posición prominente dentro de la oración para enfatizar la acción que este denota. Beber, bebió muchísimo. En la feria, vender, no vendí nada; pero, divertirme, me divertí muchísimo. El gerundio 1. Morfología El gerundio simple regular se forma con la desinencia –ando para los verbos de la primera conjugación y –iendo para los verbos de la segunda y la tercera: hablando, comiendo, viviendo. En algunos verbos de la tercera conjugación, la formación del gerundio simple es irregular: presenta los siguientes cambios de vocal: e > i, o > u. Algunos de los verbos que manifiestan la irregularidad e > i son: pedir – pidiendo preferir – prefiriendo seguir – siguiendo sentir –sintiendo medir – midiendo gemir – gimiendo venir – viniendo rendir – rindiendo mentir – mintiendo decir – diciendo advertir – advirtiendo elegir – eligiendo Algunos de los verbos que manifiestan la irregularidad o > u son: morir –muriendo dormir – durmiendo podrir – pudriendo A esta lista se agrega el verbo poder, de segunda conjugación, cuyo gerundio es pudiendo. A su vez, los verbos que terminan en -uir cambian -i- por -y-: construir > construyendo huir > huyendo destruir > destruyendo Lo mismo hacen los verbos que tienen -ae- / -ee- / -oi- en la base: leer > leyendo caer > cayendo oir > oyendo traer > trayendo El gerundio compuesto se construye como los tiempos compuestos del verbo: auxiliar haber + participio: habiendo hablado, habiendo comido, habiendo vivido. En español hay gerundio simple y compuesto. El gerundio simple indica una acción anterior o simultánea al verbo conjugado; el compuesto, una acción anterior: -Saliendo, me indicó dónde estaba el comedor. (Gerundio simple: acción simultánea). -Estudiando, voy a rendir bien el examen. (Gerundio simple: acción anterior). -Habiendo conseguido el pasaje, podré viajar en el tren. (Gerundio compuesto: acción anterior). Usos correctos del gerundio Como sucede con el infinitivo, el gerundio mayormente necesitará de otro verbo –al que modifica– para poder expresarse. Esta relación que se establece entre los dos verbos (uno conjugado y otro no conjugado) tiene normas muy estrictas –diferentes y a veces opuestas a las de otros idiomas– que originan sus usos correctos e incorrectos. 2.1. Usos correctos 2.1.1. Con el verbo estar El gerundio acompaña al verbo estar, con el que expresa una acción única en duración. Analicemos el siguiente ejemplo: Para quienes estén utilizando otros programas de correo electrónico y quieran migrar a éste, el software permite traer la información contenida en los archivos. Estén utilizando es una frase verbal en la que aparecen dos verbos complementados en una acción única: en este caso, estar y utilizar. Es una acción única –que puede reemplazarse, con idéntico significado, por utilicen–; dicha acción tiene una duración o continuidad en el tiempo, ya que se empezó en el pasado, continúa en el presente y es posible que siga en el futuro. Desde el punto de vista del significado, la frase verbal de estar (en presente del indicativo) + gerundio expresa en nuestro idioma el “verdadero” presente: si decimos yo estudio, podemos no referirnos al presente actual sino a un presente habitual (es posible que, en este momento, no esté estudiando); pero si decimos yo estoy estudiando, interpretamos generalmente una referencia al momento actual, no importa cuándo empecé y cuándo voy a terminar. 2.1.2. Modificando al verbo como una circunstancia (dos acciones) Consideremos este texto: El modo sleep sirve para que la computadora entre en reposo, apagándose parcialmente. El disco rígido y el monitor quedan inactivos. Cuando se desea usar nuevamente la computadora, resulta más rápido acceder a programas o archivos que si hubiese que esperar todo el proceso de arranque. El gerundio modifica a los verbos conjugados como una circunstancia, que generalmente describe el modo en que se realiza la acción: entre... apagándose (así, de esta manera). Sin embargo, puede también indicar idea de tiempo: Revisando números anteriores de la revista, me di cuenta de que no es mucha la información que les di acerca de discos nacionales. (Cuando revisaba, mientras revisaba.) Para que el uso del gerundio como circunstancia sea correcto, es necesario que las dos acciones expresadas por el verbo conjugado y el gerundio que lo modifica sean simultáneas, o la del gerundio inmediatamente anterior a la del verbo. ...entre en reposo, apagándose parcialmente... (acción simultánea). ...activan la computadora transmitiendo por módem (acción inmediatamente anterior del gerundio). 2.1.3. Denotando condición o causa (dos acciones) Consideremos el siguiente texto: La provisión de la vivienda, en especial a los sectores de menores recursos, estuvo siempre fragmentada. Cumpliendo el crédito una función social, diversos tipos de organismos del sector público y privado se dedicaron a la tarea de mejorar las condiciones de habitabilidad de la población. Por ejemplo, movilizando la riqueza y la producción, el primer Plan Quinquenal aumentó el consumo y el nivel económico. En este ejemplo, los gerundios señalados indican una causa en relación con el verbo conjugado: Cumpliendo el crédito una función social, diversos tipos de organismos del sector público y privado se dedicaron a la tarea de mejorar las condiciones de habitabilidad de la población. (Debido a que el crédito cumplía una función social, diversos tipos de organismos del sector público y privado se abocaron a la tarea de mejorar las condiciones de habitabilidad de la población.) Movilizando la riqueza y la producción, el primer Plan Quinquenal aumentó el consumo y el nivel económico. (Porque movilizó la riqueza y la producción, el primer Plan Quinquenal aumentó el consumo y el nivel económico.) Cabe destacar que si este mismo texto se hubiera referido a hechos que aún no se han llevado a cabo, los gerundios, en algunos de los ejemplos, hubieran tenido valor de condición. Veamos los ejemplos: Cumpliendo el crédito una función social, diversos tipos de organismos del sector público y privado se abocarían a la tarea de mejorar las condiciones de habitabilidad de la población. (Si el crédito cumpliera una función social, diversos tipos de organismos del sector público y privado se abocarían a la tarea de mejorar las condiciones de habitabilidad de la población.) Movilizando la riqueza y la producción, el primer Plan Quinquenal aumentaría el consumo y el nivel económico. (Si se movilizara la riqueza y la producción, el primer Plan Quinquenal aumentaría el consumo y el nivel económico.) 2.1.4. En frases verbales Consideremos ahora el valor significativo de algunos verbos acompañados por el gerundio. 2.1.4.1. Ir + gerundio Esta frase verbal da cierta idea de progresión en el desarrollo de un proceso. Voy aprendiendo la lección. (“Aprendo la lección, poco a poco”). ¿Me vas pasando los libros para que los ponga en la biblioteca? (“De a poco, uno a uno”). Iré consultando la bibliografía para completar el trabajo. 2.1.4.2. Llevar + gerundio Para indicar una idea de persistencia o de repetición de una acción se utiliza esta frase verbal. Llevo esperando muchos años una respuesta. 2.1.4.3. Venir + gerundio Para indicar que una situación progresa o se repite, se utiliza esta frase verbal. Este problema se viene presentando hace rato. Hace años que la situación económica viene empeorando. 2.1.4.4. Seguir / Continuar + gerundio Se utiliza esta frase verbal para expresar una continuidad del momento en que se está hablando. Sigo trabajando en la Facultad, como siempre. ¿Continúan pensando de esa manera? 2.1.4.5. Quedar(se) / Dejar + gerundio Indica la consecuencia de una situación anterior o posterior. Cuando se fue, nos quedamos pensando en lo que dijo. Las dejamos esperando en la puerta. 2.1.4.6. Andar + gerundio Señala una idea de repetición o persistencia en una acción. Tiene algún matiz subjetivo (de énfasis, ansiedad, ironía, cansancio, humor, etc.). Los alumnos andan diciendo que el profesor renuncia. (Supone falsedad o crítica) ¡Siempre andás quejándote! 2.1.4.7. Para órdenes, exclamaciones y títulos En algunos casos, el gerundio puede aparecer sin relacionarse con un verbo conjugado, para dar órdenes, en oraciones exclamativas (especialmente en el lenguaje coloquial) o formando parte de títulos de libros, revistas, películas, programas de televisión, canciones, etc. ¡Corriéndose hacia el interior del vehículo! (orden). ¡Circulando! (orden). ¡Siempre molestando! (oración exclamativa). “Almorzando con Mirtha Legrand” (título de programa de T.V.). “Esperando la carroza” (título de película). “Comiqueando” (título de revista). “Sobreviviendo” (título de canción). Usos incorrectos del gerundio 2.2.1. Cuando la acción es posterior a la del verbo conjugado Veamos los siguientes ejemplos: Cayó un avión, muriendo todos los pasajeros. En 1870, el enemigo invadió el territorio, ganando la guerra tres años después. Escribí mi artículo, enviándolo a la revista. La disertación fue muy profunda, influyendo en mis trabajos posteriores. Es evidente que en todos estos casos la acción indicada por el gerundio es posterior a la del verbo conjugado. Por ese motivo, su uso es incorrecto y debe reemplazarse por otro verbo conjugado, coordinado con el anterior. Los ejemplos correctos son: Cayó un avión, y murieron todos los pasajeros. En 1870, el enemigo invadió el territorio y ganó la guerra tres años después. Escribí mi artículo y lo envié a la revista. La disertación fue muy profunda e influyó en mis trabajos posteriores. Cabe destacar que si bien el gerundio puede indicar causa o condición, nunca puede indicar consecuencia (como en el primero de los ejemplos), ya que siempre la consecuencia es posterior. 2.2.2. Como adjetivo Habitualmente, el gerundio no modifica al sustantivo. Consideremos los siguientes ejemplos: Se ofrece secretaria hablando inglés. Recibí un cajón conteniendo manzanas. Te envío una carta informándote las novedades. Desde Nueva York, informando Jorge Roca. En los cuatro casos, el gerundio está usado en forma incorrecta, ya que modifica directamente al sustantivo como un adjetivo. Por lo tanto, debe reemplazarse por una construcción con valor de adjetivo encabezada por que: Se ofrece secretaria que habla inglés. Recibí un cajón que contiene manzanas. Te envío una carta que informa las novedades. Desde Nueva York, Jorge Roca que informó. (En este caso podríamos decir también... informó Jorge Roca.) No obstante lo dicho, en algunos casos, el uso justifica el gerundio como adjetivo. Son aquellos ejemplos en los que la construcción adjetiva encabezada por que no posee el mismo significado que el del gerundio. Por ejemplo: Traeme una pava de agua hirviendo. Hombres trabajando. Pasaron pájaros volando bajo. Hay muchos chicos jugando en la plaza. Si usáramos en lugar de los gerundios las construcciones encabezadas por que, cambiaríamos totalmente el sentido de las oraciones, porque el agua que hirvió ahora puede estar fría, los hombres que trabajan no necesariamente lo están haciendo en este momento, los pájaros que vuelan pueden estar ahora en el nido y los chicos que juegan en la plaza, en su casa. Ocurre que, en estos casos, la construcción con el verbo conjugado da idea de hábito y no de continuidad, la cual sólo puede establecerla el gerundio. De todas formas, sólo podemos utilizar el gerundio como adjetivo si podemos interpolar el verbo estar entre el gerundio y el sustantivo al que modifica. En nuestros ejemplos: el agua está hirviendo, los hombres están trabajando, los pájaros están volando bajo y los chicos están jugando en la plaza. Sin embargo, la secretaria no está hablando inglés, el cajón no está conteniendo manzanas, la carta no está informando las novedades y el corresponsal no está informando ahora, ya que esta fórmula se utiliza siempre al terminar su intervención. 2.2.3. Con otro gerundio (gerundio doble) Si bien no es usual en el dialecto rioplatense, el uso del gerundio doble se da con frecuencia en otros dialectos del español. Estando bañándose, se acordó de la cita. Estando viendo lo que pasó, sufrió un desmayo. Para que estas construcciones sean correctas, debe reemplazarse el gerundio doble por una construcción temporal, o simplemente por un gerundio simple: Mientras se bañaba, se acordó de la cita. Bañándose, se acordó de la cita. Cuando vio lo que pasó, sufrió un desmayo. Viendo lo que pasó, sufrió un desmayo. Aunque este error del gerundio doble se presenta, por lo general, en la lengua coloquial del español del Río de la Plata, hemos encontrado ejemplos en el lenguaje publicitario: Además participando de “Su Llamado” llamando al 99-2222, Ud. Podrá colaborar con la construcción de un nuevo hogar para los chicos. Esta oración hubiera sido correcta con un gerundio simple: Llamando al 99-2222, Ud. podrá colaborar con la construcción de un nuevo hogar para los chicos. 2.2.4. Estar + gerundio con valor futuro Otro error muy común en nuestro dialecto es el uso de estar + gerundio, construcción con un innegable valor de presente, con valor de futuro. Mi amiga está llegando de Miami el sábado que viene. A las ocho estoy yendo para tu casa. “Sofía Loren, Alain Delon, Catherine Deneuve, Jacqueline Bisset y los más grandes del cine están llegando a Mar del Plata”. (Este aviso se publicó dos semanas antes de que comenzara el Festival de Cine de Mar del Plata en 1997). En español, además del futuro, es el presente el que puede usarse con este valor: Mi amiga llegará de Miami el sábado que viene. (Futuro tradicional). Mi amiga va a llegar de Miami el sábado que viene. (Frase verbal futura del español rioplatense). Mi amiga llega de Miami el sábado que viene. (Presente con valor de futuro). A las ocho iré para tu casa. (Futuro tradicional). A las ocho voy a ir para tu casa. (Frase verbal futura del español rioplatense). A las ocho voy para tu casa. (Presente con valor de futuro). Debemos destacar que, a pesar de que el uso del gerundio trae algunas dificultades, la solución no es evitarlo; por el contrario, el gerundio, en ocasiones, tiene un gran valor significativo que no puede reemplazarse con otra expresión. Recordemos lo que dice Miguel Espeche en su artículo “La vida rinde justo homenaje al gerundio”: A través del gerundio la acción está abierta, desarrollándose, moviéndose. Pero, sobre todo, está más cercana a quien la ejerce. El gerundio le otorga más vida a la acción, lo que sin duda opera en el psiquismo de una forma singular. Esta forma verbal apunta a la noción de proceso, clave para poder crecer y entender los fenómenos más importantes de la vida. (Diario Clarín, 17 de octubre de 1991.) El participio 1. Morfología y concordancia El participio es otra de las tres formas impersonales del verbo. Se forma con la desinencia –ado para los verbos de la primera conjugación: hablado; –ido para los verbos de la segunda y la tercera: comido, vivido. El participio es el único de los verboides que sólo tiene la forma simple; no existe el participio compuesto. En algunos verbos de la segunda y tercera conjugaciones, la formación del participio es irregular. Consideremos los más importantes: Hacer – hecho Escribir – escrito Decir – dicho Volver –vuelto Morir – muerto Romper – roto Poner –puesto Abrir–abierto Resolver – resuelto Ver – visto Cubrir – cubierto Los compuestos de estos verbos mantienen esta irregularidad en el participio: deshacer –deshecho, satisfacer – satisfecho, rehacer – rehecho, contradecir –contradicho, encubrir – encubierto, descubrir – descubierto, componer – compuesto, disponer – dispuesto, reponer – repuesto, devolver – devuelto, envolver –envuelto, disolver – disuelto, absolver–absuelto, etc. Además, hay verbos que tienen participio doble, uno irregular y otro regular: Freír – frito/freído Imprimir –impreso/imprimido Bendecir – bendito/bendecido Maldecir – maldito/maldecido Según el uso, por lo general, se utiliza en los tiempos compuestos (como participio) el regular, y como adjetivo, el irregular: He freído tres huevos para el desayuno. Me comí un huevo frito. Me compré un libro impreso en Chile. Lo habían imprimido en el ’92. (Lo habían impreso..: también se usa). No hay agua bendita en la Iglesia. Me gustaría que ya nos hubieran bendecido la casa. ¡Esta cuenta maldita no me sale! Tiene miedo a salir de su casa; parece que la hubieran maldecido. 2. Sintaxis del participio Cuando el participio se emplea con su valor adjetivo, concuerda con el sustantivo al que modifica en género y número, pero conserva un valor pasivo perfectivo. Le entregaron una cartera encontrada en el salón. Me había devuelto las cartas enviadas ayer. 2.1. El participio en tiempos compuestos Los tiempos compuestos se construyen con el verbo haber + participio. En este empleo, el participio es invariable, o sea que no concuerda ni con el sujeto ni con los complementos verbales, como sucede en otros idiomas. Mis hermanas han vivido tres años en Europa. No había encontrado a Carmen en la escuela. 2.2. Tener + participio + OD: interpretación afín a tiempos compuestos Indica una idea-acción semejante a la de los tiempos compuestos con haber. Sin embargo, el participio no es invariable; concuerda con el objeto directo en género y número, como predicativo. Tengo leídos treinta libros este año. Nosotros teníamos pensada una solución para ese problema. En ocasiones, también se construye la frase con el verbo llevar y expresa la misma idea. Llevo leídos treinta libros este año. 2.3. La voz pasiva 2.3.1. Ser + participio Con el auxiliar ser, el participio forma la voz pasiva en español. En estos casos, el participio es variable y concuerda con el sujeto paciente de la oración en género y número. Los obreros son supervisados por el capataz. Las cajas fueron apiladas en un rincón. 2.3.2. Estar + participio Estar + participio indica una idea semejante a la de la voz pasiva, aunque hace hincapié en el resultado de un proceso, no en su ejecución. El participio concuerda también con el sujeto en género y número. Todos estaban sentados cuando llegó el profesor. Esta guía está pensada para extranjeros de cualquier origen. Robar está penado por la ley. 2.3.3. Verbos + participio con interpretación afín a la pasiva 2.3.3.1. Hallarse / Encontrarse + participio Indican una acción semejante a la voz pasiva con estar. Son expresiones más frecuentes en el habla escrita. Las actividades deportivas se encontraban suspendidas por el temporal. Las urnas se hallaban custodiadas por las fuerzas militares. 2.3.3.2. Verse / Sentirse + participio Su significado se aproxima al de la voz pasiva con ser. Los sueldos de bolsillo se verán afectados por el aumento de los impuestos. Se sintió invadida por la furia. 2.3.3.3. Dar por + participio + OD Mediante esta expresión, el sujeto reconoce la perfectividad de un hecho, situación o suposición. Se trata de expresar un cambio de instancia. El participio concuerda con el objeto directo. A pesar de todo, lo dieron por muerto. (Dejó de considerarse que podía estar vivo.) Si no hay otra pregunta, damos por terminada la reunión. (El hablante estableció el final de la reunión). Damos por iniciado el Mundial. (El Mundial ya empezó). 2.3.3.4. Dejar(se) / Quedar(se) + participio Indica la consecuencia de un hecho anterior. Se utiliza especialmente en la lengua coloquial. La historia la dejó preocupada. (El participio concuerda con el objeto directo). Juan: Me dejó agotado la reunión. Marta: A mí no, yo no estoy para nada agotada. Cuando se lo dijiste, el jefe quedó asombrado. (El participio concuerda con el sujeto). Después de correr, nos quedamos cansados. Caracterización Las preposiciones constituyen un caso de clase cerrada (en oposición a la clase de palabras abiertas), porque podemos hacer una lista de ellas: a, ante, bajo, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, sobre, tras. Morfológicamente, se las denomina invariables porque no tienen flexión (género, número, tiempo, aspecto...). Alarcos Llorach las considera (1994: 214), junto con las conjunciones, “unidades carentes de autonomía, cuyos significantes, en general, son átonos y forman con la palabra a la que preceden una sola entidad fónica”. En cuanto a su significado, Ignacio Bosque (1989: 29) explica que tradicionalmente se consideró a las preposiciones palabras vacías, porque no poseen un significado léxico, y son así prácticamente imposibles de definir. Por ejemplo, ¿cómo definimos de en el sintagma casa de madera? En contra de este argumento, el mismo Bosque aclara que muchas preposiciones tienen un contenido léxico claramente identificable. Por ejemplo: bajo tiene un significado característico, espacial. Alarcos Llorach (1994: 215) también reconoce el valor léxico de las preposiciones, valor que diferencia la interpretación de Se sentaron a la mesa frente a Se sentaron en la mesa. Sintácticamente, la preposición introduce la denominada frase o sintagma preposicional, que puede desempeñar diversas funciones dentro de la oración. Puede modificar a un sustantivo, a un adjetivo, a un adverbio o a un verbo. Esa es una mesa de madera. (Modificador de sustantivo.) Mi profesor parece bueno de verdad. (Modificador de adjetivo.) Nos levantamos muy de mañana. (Modificador de adverbio.) En la calle se escuchaba mucho ruido. (Modificador de verbo.) Ese castillo es del siglo XVIII. (Modificador de verbo.) Vimos a María Eugenia por la calle. (Modificador de verbo.) La abuela les sonríe a los niños. (Modificador de verbo.) El conductor fue encandilado por la luz. (Modificador de verbo.) Las preposiciones rigen el caso terminal de los pronombres personales de la 1ª y 2ª personas: para mí, por ti, conmigo, etc.; (en nuestra variedad: para vos, por vos, sin diferencia con el caso nominativo). Hay dos excepciones: entre y según, que rigen caso nominativo: entre tú y yo, *entre ti y mí. Usos de las preposiciones: a/entre 1. A La preposición A indica: • Destino: La semana que viene se va a París. El “Orient Express” viaja de Estambul a Calais. • Proximidad: Se aproximó a sus compañeros para pedirles ayuda. • Ubicación: El director se sentó a mi lado. • Momento definido en el tiempo: Los esperamos a las diez. • Fin de intervalo, con valor de “hasta”: Las clases son de ocho a doce. • Orden (seguida de infinitivo): A moverse, que es tarde. • Modo o manera: Ella siempre está a la defensiva. Hecho a mano. • Precio: La casa se alquiló a trescientos pesos por mes. • Finalidad con verbos de movimiento: Vengo a verte. Se acostó a dormir. Se levantó a estudiar. • Objeto indirecto. Los objetos indirectos se construyen con preposición a (sustituible por para con determinados verbos) en todos los casos: Le di a Laura la cartera. Le puse sal a la carne. • Objeto directo animado. El objeto directo debe construirse con a solo cuando refiere seres animados: Vi a Laura en la peatonal. Vi *a una película. 1.1. La contracción al Cuando a está seguida del artículo el, se unen en la contracción al. Vayamos al teatro esta noche. Vayamos *a el teatro esta noche. 2. ANTE La preposición ante indica: • Lugar “delante de”: Lo dijo ante el público presente. Estamos ante el monumento al General San Martín. Ante esta circunstancia, nada podemos decir. • Confrontación (“contra”): Boca se presenta ante River este sábado. La expresión ante todo expresa antelación o preferencia: Ante todo, solucionemos el problema. En general, en el dialecto rioplatense, no se utiliza ante en la lengua coloquial. 3. BAJO La preposición bajo indica: • Lugar “debajo de”: El gato está bajo la mesa. En la lengua coloquial, puede utilizarse abajo de en lugar de bajo o debajo de. El gato está abajo de la mesa. Expresiones más comunes: bajo palabra, bajo amenaza, bajo su reinado, bajo la presidencia de, bajo bandera, bajo prescripción médica, bajo cero, bajo sospecha, etc. 4. CON La preposición con indica: • En compañía de: Cenamos con nuestros padres. • Modo: Lo hizo con mucha dedicación. • Medio o instrumento: Golpea con el martillo. • Contenido: Alfajor con chocolate. • Tiempo simultáneo: Llegará con las primeras lluvias. • Causa: Es imposible trabajar con este calor. • A pesar de: Con lo flaca que sos, la ropa igual te queda apretada. • Y: Juana con su marido fueron invitados a la fiesta. • En relación con: Es buena con su madre. 5. CONTRA La preposición contra indica: • Oposición: Luchó contra todos los prejuicios de su tiempo. • A cambio de: Le será entregado el material contra el pago del arancel. • Lugar: El escritorio está apoyado contra la pared. 6. DE Esta preposición es la más utilizada en español. Indica: • Posesión: Esta es la biblioteca más completa de la Universidad. • Parentesco: Conocí a los primos de Josefina. • Origen temporal: El manuscrito data de los primeros años del Cristianismo. • Origen espacial: Salieron todos juntos de la escuela. Los mejores chorizos colorados vienen de España. • Modo: Se puso de pie cuando llegó el director. • Tema: Te estamos hablando de tu futuro. • Materia, contenido: Me regaló un collar de perlas. Comimos una deliciosa cazuela de mariscos. • Causa: Bajo la lluvia temblábamos de frío. • Semejanza: Tiene la cintura de una avispa. • Finalidad: Ya casi no se usan las máquinas de escribir. • Condición (antes de infinitivo): De haberlo sabido antes, no lo hubiera hecho. • Profesión u oficio: Desde el año 1980 trabaja de profesor. • Cualidades: “... para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar en suelo argentino.” (Preámbulo de la Constitución Nacional.) • Parte: Uno de ustedes es el culpable. • Refuerzo en los nombres geográficos: Visité la Ciudad de Buenos Aires. • Tiempo: Llegó la hora de irse a la cama. • Fecha: 15 de enero de 1998. Como se ve, el uso de de es obligatorio tanto antes del mes como antes del año. • Refuerza adjetivos: La tonta de mi hermana no se casó con el hacendado. • Consecuencia: De lo ocurrido, podemos deducir la verdad. • Especificación: Ella es corta de entendederas. 6.1. La contracción del Cuando la preposición de está seguida del artículo el, se unen en la contracción del. La pared del cuarto es amarilla. La pared *de el cuarto es amarilla. 6.2. Queísmo y dequeísmo El dequeísmo consiste en incluir la preposición de antes de que, generalmente, detrás de verbos, cuando no corresponde esa inclusión. Me dijo que no llegaría a tiempo. * Me dijo de que no llegaría a tiempo. Pensó que no entenderíamos el problema. * Pensó de que no entenderíamos el problema. Me alegra que vuelvas a estudiar. * Me alegra de que vuelvas a estudiar. Ante la duda, se recomienda reemplazar la construcción encabezada por que por los pronombres demostrativos eso o esto: Me dijo esto, pensó esto, me alegra esto. El queísmo consiste en suprimir la preposición de antes de que, generalmente, detrás de sustantivos o adjetivos, cuando no corresponde esa supresión. Nos dimos cuenta de que era un error. * Nos dimos cuenta que era un error. Estaba convencido de que iban a triunfar. * Estaba convencido que iban a triunfar. Tengo miedo de que no me escuchen. * Tengo miedo que no me escuchen. No se enteró de que conseguimos trabajo. * No se enteró que conseguimos trabajo. Se recomienda, nuevamente, reemplazar la construcción encabezada por que por los pronombres demostrativos eso o esto: Nos dimos cuenta de esto, estaba convencido de esto, tenía miedo de esto, no se enteró de esto. A pesar de que la construcción de que sigue generalmente a sustantivos o adjetivos y la conjunción que, a verbos, hay varios verbos que exigen de que: acordarse, alegrarse, encargarse, depender, olvidarse, preocuparse. Además, hay verbos que aceptan tanto que como de que: - advertir: cuando significa “notar”, “observar” o “recomendar” se construye sin de; cuando significa “hacer notar”, con de obligatoria. Advirtió que iba a llover. advirtió de que no llegara tarde. - avisar: cuando significa “comunicar algo” se construye sin de; cuando significa “prevenir de algo”, con de obligatoria; Avisaron que la fiesta era a las diez. Le avisé de que era peligroso. - dudar: se puede utilizar con o sin ella, sin variar el significado. Dudamos que tenga éxito tu empresa. Dudamos de que tenga éxito tu empresa. La preposición de forma parte de las siguientes locuciones o frases hechas: De antemano, de cuando en cuando, de vez en cuando, de vez en vez, de a poco, de nuevo, de modo que, de suerte que, a base de, en calidad de, debajo de, delante de, detrás de, encima de, enfrente de, lejos de, cerca de, después de, antes de, de aquí para allá, de mano en mano, de puerta en puerta, de par en par, de todo un poco, de por vida, etc. Luego de se utiliza como locución prepositiva en la mayoría de las variedades del español; luego de que, como locución conjuntiva, solo en Argentina y México. Luego de la reunión, la Mesa de Enlace convocó a una marcha para el jueves. (Diario Página 12, Martes 10 de marzo de 2009) Un profesor renunció luego de que se le escaparan todos sus alumnos. (Diario Clarín, jueves 19 de junio de 2008) 7. DESDE La preposición desde indica: • Punto de inicio en el espacio: Me mandaron una carta desde Buenos Aires. • Punto de origen en el tiempo: No te veo desde 1964. Desde que me dieron el ascenso tengo stress. • Expresiones con desde: desde luego, desde ya (“sin duda”): Desde luego vas a llegar tarde. • Debe respetarse la correlación “desde... hasta...” o bien “de... a...”. • Las clases son desde marzo hasta diciembre / * desde marzo a diciembre. Las clases son de marzo a diciembre / * de marzo hasta diciembre. Debe evitarse el empleo innecesario de desde: No te veo hace una semana. No te veo * desde hace una semana. 8. EN La preposición en indica: • Lugar: Mi hermano vive en Italia. • Tiempo: En el verano vamos a viajar a Europa. • Modo: Me lo dijo en broma. • Tema: María es doctora en historia. • Situación transitoria: El libro está en préstamo. • Precio: El cuadro se vendió en veinte mil dólares. • Medio: Al final, me fui en avión. 9. ENTRE Esta preposición indica: • En medio de: Entre vos y yo nunca hubo problemas. Está entre los mejores del mundo. • Cifra aproximada: Tendrá entre treinta y cuarenta años. • Cooperación: Pagaron la cuenta entre todos. • Costumbre: Entre abogados no se discute el tema. • Reciprocidad: Es un secreto entre ellas. • Tiempo: Viví en París entre 1995 y 1997. • Comparación: No hay diferencia de calidad entre los vinos mendocinos y los salteños. Muchas veces usamos entre como modificador de un sustantivo o grupo de sustantivos, con carácter enfático. En esos casos, pierde su categoría de preposición (subordinante) para pasar a funcionar como modificador directo. Entre nosotros nos entendemos. Lo hicimos entre tú y yo 10. HACIA La preposición hacia indica: • Dirección: Vamos hacia tu casa. Mirá hacia el sur. • Tiempo aproximado: Las cosas ocurrieron hacia el mediodía. • Por: Siente piedad hacia los pobres. 11. HASTA La preposición hasta indica: • Límite de lugar: Fuimos hasta tu casa. • Límite de acción: No cejaremos hasta llegar a lo que nos propusimos. • Límite de número: Podés gastar hasta 10.000 pesos. • Límite de tiempo: No puedo pagarte hasta el mes que viene. En ciertos casos, la palabra funciona como un adverbio, cuyo significado es similar a incluso, que puede anteponerse a cualquier sintagma, entre ellos, a cualquier tipo de sintagma preposicional. Hasta la cordillera era una sombra. Lo saben hasta las piedras. La veo hasta en la sopa. Usa camiseta hasta en verano. Ahí hay que pedir permiso hasta para respirar. Discute hasta con su sombra. Expresiones de despedida: Hasta luego, hasta pronto, hasta mañana, hasta más ver, hasta la vista, etc. 12. PARA La preposición para indica: • Finalidad, uso o destino: Me compré el vestido para ponérmelo en tu fiesta. Fundas para las almohadas. ¿Para qué viniste, si hoy es feriado? Uso de las preposiciones: a/entre 1. A La preposición A indica: • Destino: La semana que viene se va a París. El “Orient Express” viaja de Estambul a Calais. • Proximidad: Se aproximó a sus compañeros para pedirles ayuda. • Ubicación: El director se sentó a mi lado. • Momento definido en el tiempo: Los esperamos a las diez. • Fin de intervalo, con valor de “hasta”: Las clases son de ocho a doce. • Orden (seguida de infinitivo): A moverse, que es tarde. • Modo o manera: Ella siempre está a la defensiva. Hecho a mano. • Precio: La casa se alquiló a trescientos pesos por mes. • Finalidad con verbos de movimiento: Vengo a verte. Se acostó a dormir. Se levantó a estudiar. • Objeto indirecto. Los objetos indirectos se construyen con preposición a (sustituible por para con determinados verbos) en todos los casos: Le di a Laura la cartera. Le puse sal a la carne. • Objeto directo animado. El objeto directo debe construirse con a solo cuando refiere seres animados: Vi a Laura en la peatonal. Vi *a una película. 1.1. La contracción al Cuando a está seguida del artículo el, se unen en la contracción al. Vayamos al teatro esta noche. Vayamos *a el teatro esta noche. 2. ANTE La preposición ante indica: • Lugar “delante de”: Lo dijo ante el público presente. Estamos ante el monumento al General San Martín. Ante esta circunstancia, nada podemos decir. • Confrontación (“contra”): Boca se presenta ante River este sábado. La expresión ante todo expresa antelación o preferencia: Ante todo, solucionemos el problema. En general, en el dialecto rioplatense, no se utiliza ante en la lengua coloquial. 3. BAJO La preposición bajo indica: • Lugar “debajo de”: El gato está bajo la mesa. En la lengua coloquial, puede utilizarse abajo de en lugar de bajo o debajo de. El gato está abajo de la mesa. Expresiones más comunes: bajo palabra, bajo amenaza, bajo su reinado, bajo la presidencia de, bajo bandera, bajo prescripción médica, bajo cero, bajo sospecha, etc. 4. CON La preposición con indica: • En compañía de: Cenamos con nuestros padres. • Modo: Lo hizo con mucha dedicación. • Medio o instrumento: Golpea con el martillo. • Contenido: Alfajor con chocolate. • Tiempo simultáneo: Llegará con las primeras lluvias. • Causa: Es imposible trabajar con este calor. • A pesar de: Con lo flaca que sos, la ropa igual te queda apretada. • Y: Juana con su marido fueron invitados a la fiesta. • En relación con: Es buena con su madre. 5. CONTRA La preposición contra indica: • Oposición: Luchó contra todos los prejuicios de su tiempo. • A cambio de: Le será entregado el material contra el pago del arancel. • Lugar: El escritorio está apoyado contra la pared. 6. DE Esta preposición es la más utilizada en español. Indica: • Posesión: Esta es la biblioteca más completa de la Universidad. • Parentesco: Conocí a los primos de Josefina. • Origen temporal: El manuscrito data de los primeros años del Cristianismo. • Origen espacial: Salieron todos juntos de la escuela. Los mejores chorizos colorados vienen de España. • Modo: Se puso de pie cuando llegó el director. • Tema: Te estamos hablando de tu futuro. • Materia, contenido: Me regaló un collar de perlas. Comimos una deliciosa cazuela de mariscos. • Causa: Bajo la lluvia temblábamos de frío. • Semejanza: Tiene la cintura de una avispa. • Finalidad: Ya casi no se usan las máquinas de escribir. • Condición (antes de infinitivo): De haberlo sabido antes, no lo hubiera hecho. • Profesión u oficio: Desde el año 1980 trabaja de profesor. • Cualidades: “... para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar en suelo argentino.” (Preámbulo de la Constitución Nacional.) • Parte: Uno de ustedes es el culpable. • Refuerzo en los nombres geográficos: Visité la Ciudad de Buenos Aires. • Tiempo: Llegó la hora de irse a la cama. • Fecha: 15 de enero de 1998. Como se ve, el uso de de es obligatorio tanto antes del mes como antes del año. • Refuerza adjetivos: La tonta de mi hermana no se casó con el hacendado. • Consecuencia: De lo ocurrido, podemos deducir la verdad. • Especificación: Ella es corta de entendederas. 6.1. La contracción del Cuando la preposición de está seguida del artículo el, se unen en la contracción del. La pared del cuarto es amarilla. La pared *de el cuarto es amarilla. 6.2. Queísmo y dequeísmo El dequeísmo consiste en incluir la preposición de antes de que, generalmente, detrás de verbos, cuando no corresponde esa inclusión. Me dijo que no llegaría a tiempo. * Me dijo de que no llegaría a tiempo. Pensó que no entenderíamos el problema. * Pensó de que no entenderíamos el problema. Me alegra que vuelvas a estudiar. * Me alegra de que vuelvas a estudiar. Ante la duda, se recomienda reemplazar la construcción encabezada por que por los pronombres demostrativos eso o esto: Me dijo esto, pensó esto, me alegra esto. El queísmo consiste en suprimir la preposición de antes de que, generalmente, detrás de sustantivos o adjetivos, cuando no corresponde esa supresión. Nos dimos cuenta de que era un error. * Nos dimos cuenta que era un error. Estaba convencido de que iban a triunfar. * Estaba convencido que iban a triunfar. Tengo miedo de que no me escuchen. * Tengo miedo que no me escuchen. No se enteró de que conseguimos trabajo. * No se enteró que conseguimos trabajo. Se recomienda, nuevamente, reemplazar la construcción encabezada por que por los pronombres demostrativos eso o esto: Nos dimos cuenta de esto, estaba convencido de esto, tenía miedo de esto, no se enteró de esto. A pesar de que la construcción de que sigue generalmente a sustantivos o adjetivos y la conjunción que, a verbos, hay varios verbos que exigen de que: acordarse, alegrarse, encargarse, depender, olvidarse, preocuparse. Además, hay verbos que aceptan tanto que como de que: - advertir: cuando significa “notar”, “observar” o “recomendar” se construye sin de; cuando significa “hacer notar”, con de obligatoria. Advirtió que iba a llover. advirtió de que no llegara tarde. - avisar: cuando significa “comunicar algo” se construye sin de; cuando significa “prevenir de algo”, con de obligatoria; Avisaron que la fiesta era a las diez. Le avisé de que era peligroso. - dudar: se puede utilizar con o sin ella, sin variar el significado. Dudamos que tenga éxito tu empresa. Dudamos de que tenga éxito tu empresa. La preposición de forma parte de las siguientes locuciones o frases hechas: De antemano, de cuando en cuando, de vez en cuando, de vez en vez, de a poco, de nuevo, de modo que, de suerte que, a base de, en calidad de, debajo de, delante de, detrás de, encima de, enfrente de, lejos de, cerca de, después de, antes de, de aquí para allá, de mano en mano, de puerta en puerta, de par en par, de todo un poco, de por vida, etc. Luego de se utiliza como locución prepositiva en la mayoría de las variedades del español; luego de que, como locución conjuntiva, solo en Argentina y México. Luego de la reunión, la Mesa de Enlace convocó a una marcha para el jueves. (Diario Página 12, Martes 10 de marzo de 2009) Un profesor renunció luego de que se le escaparan todos sus alumnos. (Diario Clarín, jueves 19 de junio de 2008) 7. DESDE La preposición desde indica: • Punto de inicio en el espacio: Me mandaron una carta desde Buenos Aires. • Punto de origen en el tiempo: No te veo desde 1964. Desde que me dieron el ascenso tengo stress. • Expresiones con desde: desde luego, desde ya (“sin duda”): Desde luego vas a llegar tarde. • Debe respetarse la correlación “desde... hasta...” o bien “de... a...”. • Las clases son desde marzo hasta diciembre / * desde marzo a diciembre. Las clases son de marzo a diciembre / * de marzo hasta diciembre. Debe evitarse el empleo innecesario de desde: No te veo hace una semana. No te veo * desde hace una semana. 8. EN La preposición en indica: • Lugar: Mi hermano vive en Italia. • Tiempo: En el verano vamos a viajar a Europa. • Modo: Me lo dijo en broma. • Tema: María es doctora en historia. • Situación transitoria: El libro está en préstamo. • Precio: El cuadro se vendió en veinte mil dólares. • Medio: Al final, me fui en avión. 9. ENTRE Esta preposición indica: • En medio de: Entre vos y yo nunca hubo problemas. Está entre los mejores del mundo. • Cifra aproximada: Tendrá entre treinta y cuarenta años. • Cooperación: Pagaron la cuenta entre todos. • Costumbre: Entre abogados no se discute el tema. • Reciprocidad: Es un secreto entre ellas. • Tiempo: Viví en París entre 1995 y 1997. • Comparación: No hay diferencia de calidad entre los vinos mendocinos y los salteños. Muchas veces usamos entre como modificador de un sustantivo o grupo de sustantivos, con carácter enfático. En esos casos, pierde su categoría de preposición (subordinante) para pasar a funcionar como modificador directo. Entre nosotros nos entendemos. Lo hicimos entre tú y yo Uso de las preposiciones: hacia/tras 10. HACIA La preposición hacia indica: • Dirección: Vamos hacia tu casa. Mirá hacia el sur. • Tiempo aproximado: Las cosas ocurrieron hacia el mediodía. • Por: Siente piedad hacia los pobres. 11. HASTA La preposición hasta indica: • Límite de lugar: Fuimos hasta tu casa. • Límite de acción: No cejaremos hasta llegar a lo que nos propusimos. • Límite de número: Podés gastar hasta 10.000 pesos. • Límite de tiempo: No puedo pagarte hasta el mes que viene. En ciertos casos, la palabra funciona como un adverbio, cuyo significado es similar a incluso, que puede anteponerse a cualquier sintagma, entre ellos, a cualquier tipo de sintagma preposicional. Hasta la cordillera era una sombra. Lo saben hasta las piedras. La veo hasta en la sopa. Usa camiseta hasta en verano. Ahí hay que pedir permiso hasta para respirar. Discute hasta con su sombra. Expresiones de despedida: Hasta luego, hasta pronto, hasta mañana, hasta más ver, hasta la vista, etc. 12. PARA La preposición para indica: • Finalidad, uso o destino: Me compré el vestido para ponérmelo en tu fiesta. Fundas para las almohadas. ¿Para qué viniste, si hoy es feriado? • Hacia: Salieron para tu casa. ¿Para eso me invitaste? Para eso mejor no decir nada. • Tiempo o plazo: Para el mes que viene terminaremos el trabajo. • Contraposición: Para lo apurados que estamos, caminás muy lentamente. • Comparación: Come poco para lo gorda que está. • Aptitud: Gladys es buena para ordenar. • Con ser o estar indica énfasis de una acción figurada. El verbo estar indica estado de ánimos y posibilidad o imposibilidad: Está para comérselo. Fue para alquilar balcones. Lo que hizo era para matarlo. El jefe no está para bromas. Hoy está para ir al cine, pero no para la pileta. • Punto de vista (con pronombres personales): Para mí que hoy no viene. Lee para sí. • Respecto de (para con) en el lenguaje formal: Es respetuoso para con sus maestros. 13. POR La preposición por indica: • Detrás de participio, al realizador de una acción pasiva: La tarea fue realizada por los alumnos. El gato, encandilado por los focos, maulló. • Tránsito: Pasaron por San Luis para llegar a Mendoza. • Localización aproximada: Vive por Flores. • Lapso de tiempo: Te presto el libro por una semana. • Tiempo aproximado: Por enero vamos a estar en Mar del Plata. • Lugar concreto: Tomó la cuerda por la punta. • Causa: Embromate por tonto. Lo hizo por convicción. • Medio: Lo mandamos por avión. Te llamo por teléfono. • A favor de: Luchó por la causa. • Distribución: Hay cuatro empanadas por persona. • Multiplicación: Dos por dos, cuatro. • Porcentaje: Me cobraron un diez por ciento de recargo. Cabe destacar que no puede decirse cien por cien (aunque tampoco está aceptado cien por ciento, en el Río de la Plata es una expresión válida); lo correcto es ciento por ciento. • Equivalencia: Medida por medida. • A través de: Lo espió por la mirilla. • Acción posterior (con estar): Está por verse. Estamos por organizarlo. • Aunque (precedida de no o seguida de adjetivo o adverbio): No por pintarte tanto, vas a ser más linda. Por más trabajadora que seas, no te aumentarán el suelo. No por mucho madrugar, amanece más temprano. • Condición (en caso de que): Por si vienen, prepará una torta. 14. SEGÚN En realidad, a partir de la gramática estructural, según no se considera de manera unánime una preposición. Según indica: • Conforme: Según me lo contaron, las cosas sucedieron así. • Como: Según vimos la clase pasada, este ejercicio tiene la siguiente resolución. • A medida que: Según pasan los años, vamos envejeciendo. • Acorde con: Tomó una determinación según lo previsto. • En opinión de (antes de nombres o de pronombre personales): Según Freud... Según vos... • Eventualidad o contingencia: -¿Lo vas a hacer?- Según. • Presupone un verbo (decir, expresar, recomendar, etc.): Según Resolución Rectoral..., Según la norma..., Según tu consejo... • Se puede utilizar también con enfatizadores: Obraré según como me parezca. Según y conforme lo establecido por el artículo 22º... En ambos casos, el enfatizador puede suprimirse sin que varíe el sentido de lo expresado: Obraré según me parezca. Según lo establecido por el artículo 22º... 15. SIN La preposición sin indica: • Carencia: Estoy sin un peso. • Negación: Salieron sin hacer ruido. Hay voces compuestas que utilizan la preposición sin como prefijo, que las convierte en sustantivos, con un significado diferente: sinvergüenza, sinrazón, sinsabor, sinfín, sinnúmero. Por ejemplo: José es un sinvergüenza. Sin vergüenza me dijiste lo que pensabas. 16. SOBRE La preposición sobre indica: • Encima de: Elena tiene todos los papeles sobre el escritorio. • Acerca de: María habló sobre los temas ya previstos. • Aproximadamente: La tienda abre sobre las cuatro de la tarde. • Dominio: Ejerció influencia sobre los que lo leyeron. • Con garantía de: El Banco le dio un préstamo sobre su departamento. • Lugar de depósito: Le giró el dinero sobre su cuenta corriente. • Contra: El ejército avanzó sobre la ciudad. • Reiteración (precedida y seguida del mismo sustantivo): Dijo estupidez sobre estupidez. 17. TRAS La preposición tras indica: • Detrás de: Nos observa tras la ventana. • Después de: Tras el odio llegó el amor. • En busca de: Va tras su destino. • Además de (con la preposición de): Tras de llovido, mojado. • Sucesión reiterada: Día tras día, golpe tras golpe. Preposiciones imperfectas Andrés Bello considera a excepto, salvo, durante, mediante, obstante y embargante como preposiciones, aunque imperfectas. Las dos últimas han caído en desuso, salvo no obstante como ordenador del discurso. Alcina Franch (1975: 831) considera además a incluso e inclusive. Pavón Lucero (1999: 587) no está de acuerdo con esta inclusión, alegando que incluso tiene un valor claramente adverbial. Sin embargo, incluye en el grupo anterior según, porque no rige caso terminal del pronombre personal, y porque es tónica y posee acento gráfico. 1. DURANTE y MEDIANTE Son antiguos participios activos del latín que han dejado de concordar con los sustantivos a los que modifican, es decir, se han vuelto invariables. Antes podían anteponerse al sustantivo modificado (de ahí la expresión Dios mediante); ahora, se anteponen siempre. No admiten como complemento un pronombre personal ni complementos de persona, debido a sus significados. *Durante el profesor, aprendimos la voz pasiva. *Mediante el profesor, aprendimos la voz pasiva. 2. EXCEPTO, SALVO y MENOS Excepto y salvo son antiguos participios perfectos pasivos del latín que han dejado de concordar con los sustantivos a los que modifican. Las tres palabras admiten complemento de persona, pero no aceptan el caso terminal del pronombre personal, sino el nominativo: Aprobaron todos, *excepto ti y mi / *salvo ti y mi / *menos ti y mi. Aprobaron todos, excepto tú y yo / salvo tú y yo / menos tú y yo. Tienen en común que introducen un sustantivo que implica una restricción de un conjunto (en el ejemplo, todos), que debe aparecer como primer término. Aprobaron todos, excepto tú y yo. *Aprobaron excepto tú y yo. Combinación de preposiciones En nuestra lengua existen muchos casos de combinación de preposiciones. Sin embargo, no siempre encontrar dos preposiciones seguidas implica que se trate de un sintagma preposicional cuyo término sea otro sintagma preposicional. Veamos dos ejemplos: Habla hasta por los codos. En este caso, hasta no se comporta como preposición, sino como adverbio. De por sí, no me gusta la idea. Hablémoslo, café de por medio. Tiene que tomar ese remedio de por vida. En estos ejemplos se trata de dos preposiciones (de por) incluidas en locuciones adverbiales. 1. El sintagma preposicional como término de la preposición En general, estas construcciones con sentido locativo son consideradas extrañas o agramaticales. ??Lo traje de por Cabildo. Otros usos se verifican solamente en alguna variedad del español. Vine a por los niños. (en la variedad peninsular) La preposición entre es la única que, al aparecer seleccionada por otra preposición, permite construcciones perfectamente gramaticales. También, cuando la primera preposición es por, esta puede suprimirse sin que el significado de la construcción sufra un cambio considerable. Lo eligió de entre el montón. Subas de entre el 30 y el 60 % en el gas. Caminaban (por) entre los árboles. Locuciones prepositivas La locución prepositiva es una expresión conformada por varias palabras, con una forma fija, que se usa en el habla como una pieza única, y que funciona como una preposición, es decir, expresa el mismo tipo de relaciones que una preposición, aparece en los mismos contextos sintácticos y puede ser reemplazada por preposiciones de igual significado. Muchas de las locuciones prepositivas del español están formadas sobre la base de un sustantivo y responden a dos tipos de estructuras que presentan diferentes grados de fijación y cohesión (se habla de mayor o menor gramaticalización). 1. Locuciones formadas por sustantivo + preposición Muchas de estas locuciones preposicionales parecen haberse convertido en piezas léxicas pertenecientes a la categoría de preposición. No son sintagmas nominales porque no admiten expansiones: no admiten el artículo ni los demostrativos. Algunas de estas son: frente a, gracias a, rumbo a, camino a. 2. Locuciones formadas por preposición + sustantivo + preposición Entre estas locuciones pueden encontrarse dos tipos: • Altamente cohesionadas El conjunto en bloque subordina al término. Representa el grado más alto de gramaticalización: a través de, al filo de, de acuerdo con; a causa de, en razón de, en relación a, en relación con, etc. • De cohesión débil Un sintagma preposicional con un SN como término que incluye un complemento preposicional. Estas locuciones no constituyen una unidad léxica, no están fuertemente cohesionadas porque sus nombres admiten modificadores y permiten también alternancias de otras palabras de significado similar. Entre ellas, encontramos: con el propósito o el pretexto de, en el plazo de, con la idea de, etc. en el plazo de un segundo; en el breve plazo de un segundo; con idea de viajar al sur; con la idea de viajar al sur; con la peregrina idea de viajar al sur. 3. Locuciones formadas por adjetivo / participio + preposición Estas son: conforme a, debido a, junto a, referente a. Se las puede considerar gramaticalizadas. En ocasiones sufren algunas variantes gramaticales que van unidas a cambios de significado o de función. Por ejemplo, conforme a y conforme con; junto a y junto con. Dentro de las adjetivales podemos incluir, aunque vaya encabezada por la preposición a, la locución a salvo de, que además puede prescindir de su término de. 4. Locuciones formadas por preposición + lo + adjetivo/oración de relativo Estas locuciones tienen un muy bajo grado de cohesión y el determinante lo puede ser modificado por cuantificadores como todo. También permiten alternancias de palabras con significado similar y en la coordinación de los elementos que la integran. Ejemplos de estas locuciones son: a lo largo de, en todo lo referente a Caracterización Las conjunciones conforman una clase de palabras encargadas de unir y relacionar oraciones u elementos dentro de la oración. Existen dos tipos de conjunciones: • Las conjunciones que coordinan elementos análogos: los coordinantes. • Las conjunciones que subordinan una oración a otra oración u elemento de otra oración: los subordinantes. Conjunciones coordinantes La coordinación Las conjunciones coordinantes pueden enlazar sustantivos, adjetivos, adverbios, preposiciones, verbos, verboides, construcciones y suboraciones: Matías y su hermano son buenos chicos (sustantivos). Blanco o negro, me da lo mismo (adjetivos). Ni ayer ni hoy me llamaste por teléfono (adverbios). Producido por y para los alumnos (preposiciones). Estudia pero es vago (verbos). Leer y viajar es mi pasión (verboides). De cerca o de lejos los veo igual (construcciones). Que te vayas y que no vuelvas sería lo ideal (suboraciones). Como puede apreciarse, las conjunciones unen elementos de la misma categoría sintáctica, o sea, elementos que están en el mismo nivel. No obstante, en algunos casos pueden unir elementos de distinta clase, pero con una función equivalente. Por ejemplo: Estoy bien pero cansado (adverbio y adjetivo). Aquí o de lejos los veo igual (adverbio y construcción). La mesa es blanca y de madera (adjetivo y construcción). En cuanto al número posible de elementos coordinados, mientras la coordinación copulativa y la disyuntiva son múltiples (varios elementos), la adversativa y la consecutiva son simples (sólo dos elementos). No obstante, en una coordinación múltiple suelen unirse mediante una conjunción solo los dos elementos finales, mientras que los demás se unen con coma (yuxtaposición), constituyéndose en una enumeración cerrada: Comimos bien, nos reímos mucho, bailamos como locos y volvimos al alba. Si queremos dejar abierta la posibilidad de sumar más elementos coordinados, ponemos coma también uniendo los dos elementos finales (enumeración abierta), y podemos reforzar la idea de apertura mediante puntos suspensivos: Comimos bien, nos reímos mucho, bailamos como locos, volvimos al alba... En cambio, si queremos remarcar los elementos coordinados, ponemos la conjunción coordinante en todos los casos (enumeración enfática): Comimos bien y nos reímos mucho y bailamos como locos y volvimos al alba. Clases de conjunciones coordinantes 1. Copulativas Las conjunciones copulativas unen en serie dos o más elementos cuyo orden (salvo exigencias del contexto) puede variarse sin alterar el sentido. 1.1. Conjunción y / e La conjunción copulativa por excelencia es y, que en determinado contexto se vuelve e. En casi todos los casos, las demás conjunciones copulativas pueden, en definitiva, reemplazarse por ella. Me imaginaba que lo harías y lo hiciste. La conjunción e reemplaza a y delante de i e hi. Llegar e irse. Juana e Hilda. Cabe destacar que si la segunda palabra comienza con el diptongo ie o hie, se mantiene la conjunción y. Por ejemplo: Quiero agua y hielo. 1.2. Conjunción ni Equivale a “y no”. Puede aparecer una vez, entre los elementos coordinados, o -como locución correlativa- entre los elementos coordinados y duplicada antes del primero. Con sustantivos, adjetivos o adverbios aparece siempre duplicada: Ni Luis ni mi primo. Ni blanco ni negro. Ni bien ni mal. Con verbos y suboraciones, la conjunción ni puede aparecer duplicada, puede aparecer una sola vez, entre los elementos coordinados, si se niega el primero, o puede reemplazarse por y, si se niegan los dos. Ni vino ni vendrá. No vino ni vendrá. No vino y no vendrá. Ni yo bailo ni vos cantás. Yo no bailo ni vos cantás. Yo no bailo y vos no cantás. Muchas veces ni pierde su valor de conjunción coordinante para convertirse en un enfático. Ni a mí me lo contaste. Ni se me ocurrió. 1.3. Otras locuciones conjuntivas correlativas Suelen usarse con valor de conjunción copulativa locuciones conjuntivas discontinuas o correlativas, como: tanto...como..., no sólo...sino también..., no sólo...sino tampoco..., etc. Se utilizan para enfatizar la coordinación. Tengo tanto libros como revistas sobre el tema. No sólo se puede sino también se debe hacer. No sólo no se puede sino tampoco se debe hacer. 1.4. Recategorizaciones En algunas circunstancias, suelen usarse con valor de conjunción copulativa otras clases de palabras: También Perloff con su gente fueron los que en 1960 prepararon ese informe. Uno más uno son dos. Ruedan que ruedan las ruedas del ferrocarril. En estos casos, la preposición con, el adverbio más y el subordinante que perdieron su función original para transformarse en conjunciones coordinantes copulativas, ya que cualquiera de ellos puede reemplazarse por y. 2. Diyuntivas Existen tres tipos de disyunción en español. • Las conjunciones disyuntivas indican opción entre dos o más términos; en este caso, hablamos de disyunción verdadera. Blanco o negro. ¿Habrá ganado Federer o habrá ganado Nadal? • Llamamos disyunción de equivalencia a la que podría reemplazarse por un signo “=” o transformarse en una aposición. Buenos Aires o la Reina del Plata. Equivalente a: “Buenos Aires = la Reina del Plata”; Buenos Aires, la Reina del Plata. • Llamamos disyunción copulativa a la coordinación donde la o funciona en realidad como una y. Aquí o allá las cosas son así. Equivalente a: Aquí y allá las cosas son así. 2.1. Conjunción o/u El coordinante disyuntivo por excelencia es o, que delante de palabra que empieza con o se transforma en u. Cállense o van a despertar a todos con sus gritos. María u Ofelia. También las conjunciones coordinantes disyuntivas pueden duplicarse: O se callan o van a despertar a todos con sus gritos. O María u Ofelia. 2.2. Otras locuciones conjuntivas correlativas También suelen usarse con valor de conjunción disyuntiva: ya...ya..., sea... sea... (y su pasado), ya sea... ya sea... ( y su pasado). Ejemplos: Ya de día, ya de noche, siempre estaban las luces encendidas. Sea de día, sea de noche, siempre están las luces encendidas. Fuera de día, fuera de noche, siempre estaban las luces encendidas. Ya sea de día, ya sea de noche, siempre están las luces encendidas. Ya fuera de día, ya fuera de noche, siempre estaban las luces encendidas. En todos los casos, el ejemplo equivale a: De día o de noche siempre están/estaban las luces encendidas. 3. Adversativas Las conjunciones adversativas se dividen en restrictivas y exclusivas, según si restringen o niegan el primer término coordinado. 3.1. Adversativas restrictivas En este tipo de conjunciones el segundo elemento coordinado restringe al primero. El coordinante restrictivo por excelencia es pero. Es bueno pero tonto. Otras conjunciones adversativas son: • sin embargo: Es verdad, sin embargo no lo creo. • aunque: Es bueno aunque tonto. • no obstante: Está claro, no obstante no lo comprendo. • mas: Tronó otra vez, mas ahora respondió el eco. Debemos destacar que la conjunción mas no es de uso frecuente en el Río de la Plata. 3.2. Adversativas exclusivas En este otro tipo de conjunciones el segundo elemento coordinado niega o excluye al primero. El único coordinante exclusivo es sino. Cuando dos elementos están unidos por sino, el primero debe ir negado. No es bueno sino tonto. 4. Consecutivas Las conjunciones coordinantes consecutivas unen dos elementos, y el segundo expresa la consecuencia del primero. El nexo coordinante consecutivo por excelencia en el Río de la Plata es así que, que puede reemplazar a cualquiera de los otros: entonces, luego, por eso, por lo tanto, en consecuencia, conque, etc. • así que: Te lo voy a explicar, así que prestame atención. • entonces: Va a llover, entonces vamos temprano. • luego: Pienso, luego existo. (Este valor consecutivo de luego se da en frases hechas, como la del ejemplo). • por eso: Estamos hartos, por eso nos vamos. • por lo tanto: Los hechos son así, por lo tanto debés resignarte. • en consecuencia: Ya te lo dije muchas veces, en consecuencia, no pienso repetirlo más. • conque: Llueve, conque nos quedamos sin paseo. Esta última conjunción se reconoce pero no se utiliza, prácticamente, en nuestra variedad del español del Río de La Plata. Conjunciones extraoracionales Muchas veces, algunas conjunciones coordinantes aparecen en el texto al principio de una oración. Por su posición, y por el hecho de que, en apariencia, no están uniendo dos elementos, parecen no cumplir con su función por excelencia: coordinar. Sin embargo, estas conjunciones sí están actuando como coordinantes; sí están uniendo dos elementos, pero a un nivel extraoracional, ya que, en realidad, lo que están haciendo es unir o coordinar una oración con la anterior (o con las anteriores, o con la idea anterior que se desprende de todo el texto o de una parte de él, algo que cuestionaría también la limitación de unidad de sentido a una única oración). Aunque, en teoría, todas las conjunciones coordinantes pueden actuar como nexo coordinante extraoracional, en la práctica solo algunas cumplen con esta función. Las más comunes son: y, pero, sin embargo, no obstante, entonces, por lo tanto, en consecuencia. Te dije que no lo hicieras. Te dije que no te convenía. Pero vos no me hiciste caso. En el ejemplo de arriba, pero une la oración que le sigue con las dos anteriores. Sin embargo, estas conjunciones sí están actuando como coordinantes... En este otro ejemplo, sin embargo une la oración que sigue con toda la idea expresada anteriormente. Las conjunciones unen elementos de la misma categoría sintáctica. No obstante, en algunos casos pueden unir elementos de distinta clase... Finalmente, en este ejemplo, no obstante une la oración que le sigue con la anterior. También, aunque con menos frecuencia, el coordinante extraoracional puede aparecer al principio de un texto. En estos casos, evidentemente, no está actuando como coordinante, sino como un enfático. Por ejemplo, en el inicio del poema de Federico García Lorca, La casada infiel: “Y yo me la llevé al río / creyendo que era mozuela / pero tenía marido.” Cuasicoordinantes, reforzadores y matizadores 1. Cuasicooordinantes Hay conjunciones que se desempeñan como coordinantes, sin serlo, ya que, mientras los coordinantes están siempre ubicados entre los dos elementos coordinados, los cuasicoordinantes se desplazan siempre con el segundo elemento. Todos menos uno saben la verdad. Menos uno, todos saben la verdad. Todos saben la verdad, menos uno. Todos saben, menos uno, la verdad. En el primer ejemplo, menos aparenta coordinar los elementos todos y uno, que se encuentran delante y detrás del cuasicoordinante; sin embargo, en los demás ejemplos se advierte que, en realidad, menos se desplaza con el segundo elemento, sin variar el significado. Debemos destacar que, aunque el cuasicoordinante aparenta ser un modificador directo del segundo elemento, no lo es. Otros cuasicoordinantes son: incluso, inclusive, salvo, excepto, etc. 2. Reforzadores Muchas veces las conjunciones copulativas y adversativas admiten otra conjunción de la misma clase, para reforzar la idea. Por ejemplo: Juan y también Pedro fueron a la fiesta. Ni Juan ni tampoco Pedro fueron a la fiesta. Mientras y y ni actúan como coordinantes copulativos, también y tampoco actúan como reforzadores. Es bueno pero sin embargo haragán. Mientras pero actúa como coordinante adversativo, sin embargo actúa como reforzador. 3. Matizadores Muchas veces las conjunciones copulativas y adversativas admiten una conjunción de la clase contraria, para matizar la idea. Por ejemplo: Es bueno pero también haragán. Es bueno y sin embargo haragán. En el primer ejemplo, el coordinante adversativo pero coordina y el copulativo también matiza. En el segundo, el copulativo y coordina y el adversativo sin embargo matiza. Conjunciones subordinantes Algunas conjunciones no actúan como coordinantes sino que subordinan, en todos los casos, un verbo a otro. La diferencia con los pronombres relativos es que estas conjunciones no tienen una función en el texto, pero encabezan subordinadas sustantivas y adverbiales. Clases de conjunciones subordinantes 1. Conjunción subordinante que La conjunción subordinante que encabeza oraciones subordinadas que pueden cumplir distintas funciones dentro de la oración principal. Debemos recordar que la conjunción no tiene ninguna función en el texto mas que la de encabezar, por ejemplo, una subordinada sustantiva: Quiero que vengas mañana. Es necesario que me digas la verdad. Estaba segura de que lograría triunfar. Lo establecido, que todos firmen la asistencia, debe ser cumplido. Lo inusual es que llueva en otoño. Las subordinadas adverbiales consecutivas están encabezadas siempre por la conjunción que, pero necesitan un antecedente (que se ubica fuera de la subordinada): tan, tanto, tal. Tan grande era la luna que ocupaba todo el cielo. (subordinada adverbial consecutiva: antecedente tan) Tanto bailó que se cansó. (subordinada adverbial consecutiva: antecedente tanto) Su belleza era tal que encandilaba a la gente (subordinada adverbial consecutiva: antecedente tal) 1.1. Locuciones conjuntivas con que En nuestro idioma, existe una gran cantidad de locuciones conjuntivas formadas a partir del subordinante que. 1.1.1. Preposición + que Estas locuciones conjuntivas encabezan subordinadas con funciones determinadas por la preposición. Causales, condicionales, finales, consecutiva, temporales, etc. con que, de que, desde que, hasta que, para que, sin que, porque. Lo buscaré hasta que lo encuentre. (subordinada temporal) Estudió mucho para conseguir esa beca. (subordinada final) Sakura habla muy bien español porque vivió cinco años en Colombia. (consecutiva causal) 1.1.2. Preposición + sustantivo + que A medida (de) que, a menos que, de forma que, de manera que, de modo que, en tanto que, de suerte que, etc. 1.1.3. Preposición + sustantivo + preposición + que A causa de que, a consecuencia de (que), a fin de (que), a pesar de (que), con objeto de (que), con tal (de) (que), en caso de (que), etc. 1.1.4. Adverbio + que Ahora que, así que, como que, mientras que, siempre que, ya que, etc. 1.1.5. Cuantificador (+ sustantivo) + que Cada vez que, una vez que, primero que. 1.1.6. Adverbio + de + que Además de que, antes (de) que, después (de) que, encima (de) que , enseguida (de) que, etc. 2. Conjunción subordinante pues Esta conjunción ha desaparecido en el lenguaje coloquial de la variedad rioplatense. Sin embargo, se mantiene en el lenguaje formal y en el lenguaje escrito. No vamos a estar en casa pues nos vamos al cine. (subordinada adverbial causal) 3. Conjunción subordinante si La conjunción si encabeza subordinadas adverbiales condicionales o subordinadas sustantivas. Preguntá si van a llegar temprano. (subordinada sustantiva, objeto directo) Si llegan temprano, cenan en casa. (subordinada adverbial condicional) 4. Conjunción subordinante aunque La conjunción subordinante aunque siempre subordina proposiciones adverbiales concesivas. No voy a ir, aunque me esperes. (subordinada adverbial concesiva) Conjunciones y locuciones subordinadas Conjunciones y Locuciones subordinadas TIPOS CONJUNCIONES Y EJEMPLOS FUNCIONES DE LOCUCIONES LAS ORACIONES SUBORDINADAS COMPLETIVAS Que Si Me duele que haya fracasado No sabe que hoy es domingo Cuenta con que le ayudaré Me preocupa si vendrá No me ha dicho si lo quiere No hay tranquilidad donde vive Cuando sean las diez, empezaremos DE LUGAR Donde TEMPORALES Cuando Apenas Mientras Tan pronto como Cada vez que... MODALES Como Según Lo dijo como lo sentía CC Modo CAUSALES Porque Como Pues Puesto que Ya que Dado que... Lo sabe bien porque CC Causa CO lo ha vivido Como no tiene miedo, se atreve a todo El ladrón era descuidado, porque dejó muchas huellas. FINALES Que Para que A fin de que... Vuélvete, que te CC Finalidad CO veamos Se calló para que se hiciera silencio Para que lo sepas, no Sujeto CD CR... Sujeto CD... CC Lugar CC Tiempo ha llegado CONCESIVAS Aunque Si bien Aun cuando Por más que Por mucho que... Aunque rabies, no te lo voy a dar CONDICIONALES Si Como Con tal (de) Si fuese él, tendría que Siempre y muchas ventajas cuando Siempre que... CONSECUTIVAS Que Conque Luego Así que De modo que De manera que... Estoy bien, así que CO Cuantificadora saldré Está tan asustado que no habla COMPARATIVAS Que Como Trabajan más que nosotros Trabajan tanto como nosotros CO CO Cuantificadora Caracterización La interjección es un signo lingüístico con significación subjetiva, de acuerdo con la actitud del hablante. Podría hablarse de una categoría presintáctica, ya que se encuentra a medio camino entre la pura denotación referencial, como puede ser un grito o señalar algo, y la abstracción sintáctica de la expresión conceptual: referir un hecho con un enunciado racional que sea comprensible para el receptor. Suele estar por fuera de la oración y ser una seña del emisor que indica cómo debe ser interpretado ese enunciado. Puede indicar: - dolor o tristeza (¡Ay!), - duda (¡Hummm!), - alegría (¡Hurra!), - sorpresa (¡Oh!, ¡Ah!, ¡Dios mío!), - desagrado (¡Ufa!, ¡Uf!), - deseo (¡Ojalá!, ¡Dios quiera!), - desprecio (¡Bah!), pregunta (¿Eh?), - asco (¡Ajj¡), - aprobación (¡Bravo!), - resignación (¡Bueh!, ¡En fin!), - incredulidad (¡Andá!, ¿Ah sí?), También puede usarse para: - llamar la atención de alguien (¡Ey!, ¡Oiga!), - saludar o llamar por teléfono (¡Hola!), - en el tratamiento de animales (¡Arre! -para que arranque un caballo-, ¡Cucha! -para espantar un perro-), etc. Como se ve, la mayoría de las veces son una sola palabra, desprovista de contenido conceptual ( ¡Bah!, ¡Uf!, ¡Oh!, etc.), pero también puede ser una palabra determinada, que adquiere una nueva significación, distinta de la de su uso habitual (¡Bravo!, ¡Andá!, etc.), o grupos de palabras (¡Dios mío!, ¿Ah sí?, etc.). La interjección siempre se utiliza con una entonación diferente de la del resto del discurso en el que aparece, por eso se la escribe entre signos de admiración (casi siempre) o pregunta (algunas veces). Según un estudio realizado por M. Cuevas Alonso y J. L. Fernández Gallo, de la Universidad de Oviedo, es justamente esta entonación la que porta y concentra toda la intención comunicativa del emisor. En su trabajo de investigación llegan a la conclusión de que la interjección restringe el significado semántico del enunciado, reencauzándolo hacia significaciones más complejas y sutiles, que exigen un esfuerzo mayor de las capacidades interpretativas y deductivas del receptor. Sin embargo, a raíz de la vaguedad semántica de las interjecciones, para cumplir de manera efectiva esta función altamente comunicativa, deben ser resaltadas de alguna manera, y esto se logra con la entonación. “El emisor utiliza la interjección para llamar la atención del receptor, para reconfigurar, acotando, su estado cognitivo y redirigiendo la interpretación hacia lo que verdaderamente quiere comunicar. Es un mecanismo exclusivamente procedimental”, afirman C. Alonso y F. Gallo. Aunque en casi todos los casos la interjección aparece en forma independiente (oración) o acompañando a una suboración (ver Módulo de Sintaxis, La Oración Compleja por Adjunción) es posible que aparezca, en un lenguaje literario, acompañada por un complemento preposicional. Por ejemplo: a) “¡Ay!” (Oración.) b) “¡Ay!, me martillé un dedo.” (Adjunto.) c) “¡Ay de mí!” (Acompañada por un complemento.) En el dialecto rioplatense, la mayoría de las malas palabras se utilizan como interjecciones, desprovistas de su significación original. Caracterización y delimitación dde la oración Caracterización y delimitación de la oración Existen muchas definiciones de oración; sin embargo, preferimos no adoptar ninguna en particular y, en cambio, analizar algunas de las premisas que se han utilizado en las mismas. No solamente hay disenso a la hora de seleccionar un criterio para definir la oración; también hay discrepancias a la hora de determinar qué es oración y qué no. Para exponer tal situación, es necesario revisar el concepto de texto, que es la unidad máxima del habla con sentido completo. El texto es una unidad de lenguaje en uso, no una entidad gramatical como la oración. Un texto no es una oración de mayor tamaño, ni un mero conjunto de unidades (como se las llame), sino una unidad semántica y pragmática que se realiza o codifica por medio de una o varias unidades mínimas. Por ejemplo: Ayer me encontré con mi prima. No la veía desde que teníamos diez años. Nos pusimos a charlar sobre nuestra infancia y los infaltables veraneos en Mar del Plata. Mi prima me contó que su madre había muerto el año pasado y que ella estaba viviendo sola en aquella casa de la calle Pavón. Pero, como estaba apurada, se despidió, ¡sin siquiera darme su teléfono! En realidad, Catalina y yo nunca fuimos muy amigas… ¿Cómo llaman las distintas teorías a cada una de esas secuencias del texto que reconocemos intuitivamente a partir de su disposición gráfica, separadas por puntos? Las premisas que vamos a analizar para responder esa pregunta son las siguientes: La oración es la unidad mínima del habla con sentido completo. La oración constituye una unidad intencional de la enunciación del hablante. La oración tiene independencia sintáctica. La oración tiene figura tonal propia. La oración cuenta con un verbo en forma personal que cumple la función de núcleo. 1. Unidad mínima del habla con sentido completo Consideremos que dichas secuencias son oraciones. En el texto presentado, el encuentro de las dos primas es la unidad máxima de sentido, y cada una de las oraciones que lo componen, una unidad menor, relacionada por el mismo tema con todas las demás. ¿Cómo podemos comprobar que estas oraciones pertenecen a un mismo texto y que cada una tiene sentido completo? Existe una serie de elementos que las relacionan, los elementos de cohesión, que hacen que estén unidas en un texto, dándole coherencia. Ayer me encontré con mi prima. No la veía desde que teníamos diez años. Nos pusimos a charlar sobre nuestra infancia y los infaltables veraneos en Mar del Plata. Mi prima me contó que su madre había muerto el año pasado y que ella estaba viviendo sola en aquella casa de la calle Pavón. Pero, como estaba apurada, se despidió, ¡sin siquiera darme su teléfono! En realidad, Catalina y yo nunca fuimos muy amigas... Si suprimiéramos la primera oración, entenderíamos lo que se dice, pero no sabríamos a quién se refiere el pronombre la. Lo mismo ocurre con los demás elementos señalados, que siempre tienen relación con mi prima, a la que toman como referencia; incluso el pronombre aquella, que remite a un elemento que está fuera del texto, pero que el texto mismo hace que podamos comprender (es la casa en la que siempre vivió Catalina). Las referencias (ana)fóricas no podrán ser semánticamente resueltas si se consideran de modo aislado ciertas unidades. No la veía desde que teníamos diez años. Por otra parte, de aceptar la premisa de sentido completo, deberíamos considerar como oraciones los siguientes ejemplos, equivalentes semántica y pragmáticamente en la misma situación: - Hace frío. - ¡Qué frío! - ¡Brrrr! Muchos gramáticos consideran que, si fuesen oraciones todas las expresiones con sentido completo como las anteriores, sería imposible definir oración, por las diferencias formales que encontramos entre ellas. 2. Unidad intencional de la enunciación del hablante La definición de Alonso y Henríquez Ureña (1938) explica que la unidad de sentido completo equivale a “declarar, desear, preguntar o mandar algo”, que se manifiesta a través de la entonación. Esto implicaría que la unidad oración es de carácter comunicativo y no gramatical, porque se resume su sentido completo en la formulación de un acto de habla. Sin embargo, no siempre los actos de habla coinciden con una oración. Además, el acto de habla se interpreta extralingüísticamente: una frase enunciativa afirmativa (Hace frío) puede ser interpretada como un pedido (“cerrar la ventana”), sin que haya elementos gramaticales que orienten tal interpretación. 3. Independencia sintáctica Cada una de las oraciones del texto que dimos como ejemplo, aunque se relaciona semánticamente con el texto completo, tendría independencia sintáctica, ya que las palabras se vinculan por medio de relaciones sintácticas que no exceden la oración: orden, concordancia, función, rección, valencia, etc. Pero un coordinante extraoracional impugnaría la idea de sentido completo de la oración, y al mismo tiempo la idea de su autonomía sintáctica. Mi prima me contó que su madre había muerto el año pasado y que ella estaba viviendo sola en aquella casa de la calle Pavón. Pero, como estaba apurada, se despidió, ¡sin siquiera darme su teléfono! ¿Podemos hablar de independencia sintáctica, en este caso? Hernánz y Brucart (1987: 53) consideran que la dependencia es tanto semántica como sintáctica. El sentido completo parece ser, entonces, un atributo del texto en su contexto, más que de la oración. 4. Figura tonal propia Ofelia Kovacci (1991) define la oración como la unidad lingüística formada por dos componentes solidarios: el componente sintáctico y el componente suprasintáctico, la figura tonal. Y caracteriza esta última de la siguiente manera: La figura tonal permite establecer unidades de sentido con autonomía sintáctica. Expliquémonos: permite fragmentar la cadena del habla de modo tal que cada unidad –la oración- manifieste el sentido que le presta determinada actitud del hablante, llamada también modalidad (aseverativa: Pasaremos delante de la capilla; Nieva; exhortativa: Venga por aquí; interrogativa: ¿La mamá de la señora Gay?; etc.). (1990: 41) La figura tonal se indica por medio de signos de puntuación en la expresión escrita y por medio de la línea de entonación en la expresión oral. Ese signo de puntuación o esa entonación serán los que marquen el límite de una oración. En el español hay tres figuras tonales: • Cadencia: el signo gráfico que la señala es el punto. Ayer me encontré con mi prima. • Anticadencia: los signos gráficos que la señalan son el signo de interrogación y el signo de exclamación. ¡sin siquiera darme su teléfono! • Continuidad suspensiva: los signos gráficos que la señalan son los puntos suspensivos. Catalina y yo nunca fuimos muy amigas... La crítica que suele hacerse a la premisa de la figura tonal coincide con las críticas a las premisas anteriores: no se fundamenta en términos gramaticales. La premisa de sentido completo define la oración en términos semánticos; la premisa de la intención del hablante, en términos pragmáticos; y la premisa de la figura tonal recurre a términos fonológicos. Bloomfield (1933), además, observa que muchas veces en la emisión no se hace pausa entre una oración y otra, cuestión que debería ser (o habrá sido, lo desconocemos) ratificada por los fonetistas. 5. Oración y enunciado Una manera de salvar ciertas objeciones es acotando el sentido de oración; es así que Alarcos Llorach y Alcina Franch (1975) hablan de enunciados, que pueden ser oraciones o frases, como veremos más adelante. El generativismo, por su parte, considera la diferenciación de Lyons entre oración y enunciado. Según Lyons (1968: 29), el enunciado es una realidad ligada a una conducta lingüística –la enunciación–, mientras que la oración es de naturaleza teórica: una unidad gramatical que se abstrae de dichos enunciados como modelo de la gramática del hablante. 5.1. Verbo en forma personal que cumple la función de núcleo Alarcos Llorach considera (1994: 256), dentro de los enunciados, un tipo especial que es la oración, que solo debe contar obligatoriamente con un verbo conjugado en forma personal, que será su núcleo. Si no hay verbo en forma personal, no hay oración. Los demás componentes son adyacentes, y su presencia no es indispensable para que haya oración, como muestra en su ejemplo: El niño escribe en su cuarto una carta a su amigo. El niño escribe una carta a su amigo. El niño escribe una carta. El niño escribe. Escribe. Si no hay verbo en forma personal, habla de frases (1994: 384 y sigs.): Año de nieves, año de bienes. ¡Oh, hijo mío! -El cartero.(Respuesta a -¿Quién ha venido?). No acepta que la restitución semántica del verbo ser (por ejemplo: Año de nieves es año de bienes) salve al primer ejemplo de no ser oración. Alcina Franch y Blecua (1975: 847) presentan, años antes, la terminología y definición de unidades que encontramos en Alarcos. 6. Conclusiones La definición de oración, según puede concluirse de los argumentos anteriores, es determinada fuertemente por la concepción de lenguaje y de lengua de la que se parte. Es improbable que una perspectiva funcionalista –centrada en la función comunicativa del lenguaje– llegue a considerar la unidad oración planteada por el generativismo. El concepto de oración del generativismo es una unidad abstracta, mientras la perspectiva de Kovacci considera la pragmática y la semántica de la oración en su contexto. En la comunicación, no tiene sentido hablar, por un lado, de oración ante la pregunta: - ¿Qué estudiás? y por otro de fragmento o enunciado ante la respuesta a esa pregunta: - Medicina. Clasificación: la oración simple 1. Oración simple La oración simple es aquella que tiene una sola estructura. Puede ser bimembre o unimembre. 1.1. Oración bimembre La oración bimembre es aquella en la que se pueden considerar dos miembros: un sujeto y un predicado o un miembro A y un miembro B. 1.1.1. Oración bimembre de sujeto y predicado En este tipo de oración, encontramos dos constituyentes que la componen: • Un sintagma nominal, cuyo centro o núcleo es un sustantivo o palabra que funcione como tal, o bien una proposición sustantiva, que es el sujeto; • y un sintagma verbal (que concuerda en número y persona con el sujeto, si este es nominal), o bien nominal o adverbial, que es el predicado. Mi prima vivía con su madre. Los árboles, un ejército temerario. El caserío, lejos de la civilización. (Que hayas venido) juega a tu favor. (Haber venido) juega a tu favor. (El que canta) sus males espanta. Como se ve, en todos los casos, la primera partición es en sujetos y predicados, que pueden ser simples o compuestos, según tengan uno o varios núcleos. En Mi prima vivía con su madre, el predicado es verbal, ya que tiene un verbo como núcleo (vivía); este verbo, que está en tercera persona del singular, concuerda con el núcleo del sujeto (prima = ella) en número y persona. Para establecer la distinción entre los dos constituyentes puedo hacer conmutaciones o sustituciones: Yo vivo con mi madre. Nosotros vivimos con nuestra madre. La desinencia verbal cambia cuando cambia el sujeto. Como veremos más adelante, hay una correspondencia de variación entre un constituyente y otro, que responde a dos categorías gramaticales: persona y número. La correlación entre persona y número del sujeto y la terminación del verbo es la concordancia. Podemos considerar, entonces, las siguientes definiciones para sujeto y predicado: • El sujeto es el constituyente que en una oración manifiesta o puede manifestar las categorías de persona y de número. • El predicado es el componente que concuerda con el sujeto en la persona y el número que este señala. El reconocimiento de las funciones interdependientes de sujeto y predicado verbal se manifiesta a partir de la relación de concordancia en persona y número. En Los árboles, un ejército temerario y El caserío, lejos de la civilización, los núcleos del predicado no son un verbo; en la segunda oración es un sustantivo (ejército), y en la tercera, un adverbio (lejos). Cuando el núcleo del predicado es un sustantivo o un adjetivo, el predicado es nominal; cuando es un adverbio, adverbial. Para reconocer este tipo de predicados sin verbo, es necesario considerar que existe una elipsis verbal de un verbo copulativo (ser o estar), que está indicada por la coma. Al reponer alguno de estos verbos, se puede comprobar claramente la partición: Los árboles son un ejército temerario. El caserío está lejos de la civilización. Hay otro tipo de predicado sin verbo que se llama predicado objeto. En este caso, el predicado es una construcción nominal que, si se repone el verbo, tendría la función de objeto directo. ¿Miedo, yo? En este caso, se puede reponer el verbo tener (¿Miedo tengo yo?), y la palabra miedo tendría la función de objeto directo. Las oraciones con predicado objeto son siempre enfáticas (entre signos de pregunta o admiración) y suelen indicar la idea contraria a la que se expresa (Yo no tengo miedo). En (Que hayas venido) juega a tu favor. (Haber venido) juega a tu favor encontramos en función de sujeto una proposición subordinada sustantiva y una construcción de infinitivo; ambas concordarán con el verbo en singular. En el ejemplo (El que canta) sus males espanta, en cambio, la proposición subordinada es relativa, por lo que concordará con el verbo en el número del pronombre relativo. El que canta sus males espanta. Los que cantan sus males espantan. 1.1.2. Oración bimembre paralela Existen oraciones que, a pesar de que pueden dividirse claramente en dos miembros, no tienen ni sujeto ni predicado. Son las oraciones paralelas, así llamadas porque sus miembros suelen ser idénticos, incluso en cuanto a su estructura. A otro perro, con ese hueso. Al maestro, con cariño. Generalmente, por su valor semántico, las oraciones paralelas son títulos de libros y películas, o refranes. 1.2. Oración unimembre 1.2.1. Oraciones unimembres = sintagma no verbal En la continuidad del diálogo, en el habla, no siempre se construyen oraciones bimembres, sino que a veces expresamos oraciones indivisibles, que generalmente son títulos, interjecciones, respuestas a preguntas (que sí son oraciones bimembres), oraciones de verbos impersonales, etc. Las oraciones unimembres que se construyen con una sola palabra se llaman no articuladas, mientras que las que están formadas por una construcción reciben el nombre de articuladas. ¡Alto! (Oración unimembre no articulada.) ¡Fuego! (Oración unimembre no articulada.) De la casa de mi amiga Laura. (Oración unimembre articulada. Respuesta a “¿De dónde venís?”) Manuel. (Oración unimembre no articulada. Respuesta a “¿Cómo te llamás?”) Platero y yo. (Oración unimembre articulada. Título.) 1.2.2. Oraciones unimembres con verbos impersonales Hay oraciones que, a pesar de tener verbo, como no poseen sujeto o el sujeto es indeterminado, no admiten la separación en dos miembros. Las podemos dividir en dos categorías: 1.2.2.1. Con verbos en tercera persona del singular • Verbos que indican fenómenos climáticos: llover, nevar, granizar, tronar, etc. Ayer llovió todo el día. • Oraciones impersonales con se (impersonal cuasirrefleja) Hay oraciones que llevan el verbo en tercera persona singular precedido del pronombre se para indicar que no existe un sujeto que realice la acción. Aquí se vacuna. Se encontró a los exploradores perdidos. Impersonales con se vs. la voz pasiva con se. Debe prestarse especial atención a la concordancia y a la semántica del sintagma nominal para no confundir el uso de se en la voz pasiva con el se impersonal. Veamos estos ejemplos: Se vendió la casa de la esquina. Se busca un promotor para la publicidad de jabones. Se alquila material de filmación. En todos estos casos, como el sujeto es pasivo (casa, promotor y material no realiza la acción del verbo, sino que la recibe: es vendida, es buscado, es alquilado); este sujeto pasivo suele confundirse con un objeto directo y, al pasar al plural, se comete el error de no respetar la concordancia: Se vendieron las casas de la esquina. Se buscan promotores para la publicidad de jabones. Se alquilan materiales de filmación. *Se vendió las casas de la esquina. *Se busca promotores para la publicidad de jabones. *Se alquila materiales de filmación. Sin embargo, en muchos casos, el se no indica una pasiva sino una oración impersonal cuasirrefleja. En estas oraciones hay realmente un objeto directo y, por lo tanto, no existe concordancia. Si pasamos al plural los sintagmas nominales, el verbo no varía. Se busca al promotor del barrio de Flores. Se busca a los promotores del barrio de Flores. Se premió al ganador del concurso. Se premió a los ganadores del concurso. Se castigó al culpable. Se castigó a los culpables. Las oraciones resultantes de plantear una concordancia entre el verbo y el sintagma nominal son agramaticales: *Se buscan a los promotores del barrio de Flores. *Se premiaron a los ganadores del concurso. *Se castigaron a los culpables. Recordemos que, más allá del significado, estas oraciones pueden reconocerse fácilmente porque, en el caso de las impersonales, como se refieren a personas determinadas, el objeto directo siempre debe estar encabezado por la preposición a, mientras que en las pasivas con se, por ser sujeto, este nunca está encabezado por preposición. • Impersonales con el verbo hacer: hacer + objeto directo Cuando se refiere a cuestiones climáticas, es impersonal y, por lo tanto, siempre se usa en singular. Hace calor. Hizo grandes fríos este invierno. • Impersonales con el verbo haber: haber + objeto directo Siempre se usa en singular. Hay una mosca en la sopa. Hubo guerras en España. • Otros verbos que pueden ser impersonales: oler, ser, estar, decir, ir, bastar con. Aquí huele a pescado. Es de noche. Está fresco. En el diario dice que va a llover. - ¿Cómo te va? - Me va bien. Me basta con saber que estás muy cerca. 1.2.2.2. Con verbos en tercera persona del plural Hay oraciones en las que, a pesar de presentar un verbo en tercera persona plural, no podemos pensar que exista un sujeto tácito “ellos”, ya que no necesariamente la acción es realizada por más de una persona. En estos casos, el recurso se utiliza porque el sujeto no se conoce, quiere ocultarse o es indeterminado. Dicen cosas terribles de vos. Tocan el timbre. Te llamaron por teléfono. Me regalaron un libro. Sirvieron café en el Congreso. Me invitaron a una fiesta. Te esperan abajo. Cabe destacar que, si bien es muy posible que estas acciones sean realizadas por una sola persona (es improbable, por ejemplo, que más de uno toque el timbre), la pluralidad del verbo indica la indeterminación del sujeto. Clasificación: la oración compleja 2. Oración compleja: coordinación y adjunción En la oración compleja encontramos más de una estructura bimembre o unimembre. A cada una de estas estructuras las llamamos suboración o proposición suboracional. La oración puede ser compleja por adjunción o por coordinación. 2.1. Oración compleja por adjunción Toda oración compleja por adjunción está compuesta por una suboración bimembre o unimembre que funciona como principal y una suboración, siempre unimembre, que funciona como adjunto. Ambas están siempre unidas por una pausa, que puede estar expresada por una coma, un punto y coma, o puntos suspensivos más coma. La suboración que funciona como adjunto es una interjección o un vocativo. Mamá, esta noche quiero comer milanesas. ¡Ay!, me martillé un dedo. Hay otro tipo de adjuntos: las oraciones incidentales o parentéticas, que aparecen gráficamente encerradas entre paréntesis o entre guiones. Las oraciones parentéticas –nos dice Ofelia Kovacc– aparecen entre paréntesis o guiones. Salí a la mañana (las distancias en esta zona son muy grandes), y no llegué hasta la noche. 2.2. Oración compleja por coordinación Toda oración compleja por coordinación está compuesta por dos o más suboraciones bimembres o unimembres de la misma categoría sintáctica. Están siempre unidas por una conjunción que funciona como nexo coordinante o por una pausa, llamada yuxtaposición, que puede estar expresada por una coma o un punto y coma. Llegamos temprano, pero vos ya habías salido. La tarde está linda, apacible; el aire es fresco. Llueve y no sé dónde ir. La coordinación es una relación entre elementos del mismo nivel sintáctico. Esos elementos pueden ser suboraciones, pero también palabras o construcciones, independientes entre sí, que pueden ser de diferentes tipos. Él no es ni alto ni flaco. Tenía un recuerdo de su padre y de su infancia. Llegó rápido pero de mal humor. Ese reconocimiento de que el segundo término tendrá el mismo nivel sintáctico que el primero permite al hablante introducir elipsis que evitan repeticiones innecesarias. Por eso, podemos concluir que la elipsis es un fenómeno estrechamente vinculado con la coordinación. Yo viajé a Mar del Plata y María, a Mar de las Pampas. María quería viajar al Caribe para su luna de miel, pero Jorge no. Relaciones sintácticas de la oración Caracterización Mencionamos en este mismo módulo que entre los constituyentes de la oración se establecen determinadas relaciones sintácticas. Esas relaciones son: - el orden de las palabras, - la función que cumplen, - la conexión entre ellas, - la rección de un núcleo, - la valencia de un modificador, - y la concordancia. De hecho, hemos visto que la conexión de coordinación puede unir dos proposiciones suboracionales, de modo de formar una oración compleja. Hemos visto, también, que la oración simple bimembre tiene la forma prototípica de Sujeto y Predicado, dos funciones nucleares, y que entre los núcleos de ambas funciones debe haber concordancia en número y persona. Veremos cómo puede variarse el orden de las palabras en español por motivos pragmáticos; con respecto a la función y la rección, analizaremos tanto los modificadores del sustantivo (o del Sintagma Nominal en su conjunto) como los modificadores del verbo, y las reglas de concordancia que se observan entre sujeto y predicado o entre núcleos y modificadores; a su vez, será útil considerar la valencia a la hora de reconocer (y definir) determinado modificador en contraste con los otros. Respecto de la conexión, será necesario regresar al fenómeno de la coordinación y –dentro de la subordinación– presentar prolijamente las proposiciones subordinadas. En primer lugar, definiremos más precisamente las relaciones sintácticas anteriores: 1. Orden de las palabras Algunas palabras en la oración tienen orden fijo, mientras que otras tienen orden móvil. Ayer me encontré con mi prima. No la veía desde que teníamos diez años. Nos pusimos a charlar sobre nuestra infancia y los infaltables veraneos en Mar del Plata. Mi prima me contó que su madre había muerto el año pasado y que ella estaba viviendo sola en aquella casa de la calle Pavón. Pero, como estaba apurada, se despidió, ¡sin siquiera darme su teléfono! En realidad, Catalina y yo nunca fuimos muy amigas… Retomando el texto de ejemplo: mi prima tiene un orden fijo, ya que no puedo posponer mi a prima, mientras que ayer (en Ayer me encontré con mi prima) tiene un orden móvil, ya que puedo colocarlo antes o después del verbo, o al final de la oración. Ese orden móvil es un instrumento expresivo del hablante, que puede anteponer un constituyente para destacarlo pragmáticamente. 2. Función Cada palabra tiene, en una oración, una función única y determinada que se establece por la relación que tiene con las demás palabras de la oración. Por ejemplo: sujeto y predicado. La función es una categoría abstracta, como un casillero vacío, que puede ser llenado con palabras para manifestar algún pensamiento. Una misma palabra puede cumplir distintas funciones en distintas oraciones. Por ejemplo, el sintagma mi prima, en Ayer me encontré con mi prima es un término de circunstancial, mientras que en Mi prima me contó que... es el sujeto. 3. Conexión La conexión es el modo de relación entre dos palabras, que pueden estar unidas por medio de subordinación (núcleo + modificadores) o coordinación (núcleo + núcleo). Por ejemplo: Mi prima (subordinación: determinante + núcleo) Catalina y yo (coordinación: núcleo + núcleo). 4. Rección La rección es una relación en la que una palabra atrae o rige a otra. Por ejemplo, la preposición rige siempre un término: con mi prima (la preposición con rige el término mi prima). 5. Valencia La valencia es la relación obligatoria entre un núcleo y un modificador. Casi todos los modificadores son monovalentes, o sea que modifican a un solo núcleo. Por ejemplo: Ayer me encontré con mi prima. En esta oración, todos los modificadores (objeto y circunstanciales) modifican a encontré. Pero si tomamos otro ejemplo: ...ella estaba viviendo sola..., nos encontramos con un modificador bivalente: sola, que modifica tanto al verbo estaba viviendo como al pronombre personal ella. 6. Concordancia Las palabras dentro de la oración deben cumplir con ciertas reglas de concordancia de género, número, persona, etc. Por ejemplo: ella estaba viviendo sola... (sola concuerda con ella en género y número, y estaba concuerda con ella en número y persona). A continuación, se estudiarán tales relaciones sintácticas y se constatará el alto grado de implicancia entre ellas. El orden de las palabras En las diferentes construcciones sintácticas, el orden de los constituyentes puede ser fijo o variable. Por ejemplo, en español la ubicación del artículo es fija, en tanto que la de los modificadores del verbo, no. Prototípicamente, el orden canónico es el siguiente: SUJETO – VERBO – OBJETO Juan fuma cigarros. SUSTANTIVO – ADJETIVO Un hombre raro vs. *Un raro hombre. VERBO – OBJETO Compré medialunas. SINTAGMA NOMINAL – de – SINTAGMA NOMINAL (para especificar) El libro de Pablo. PREPOSICIÓN – SINTAGMA NOMINAL En su casa, *su casa en. Cuando existe solo una combinación posible, el orden de las palabras no tiene ninguna relevancia semántica. En cambio, cuando el orden de los constituyentes de la oración es libre, o relativamente libre, su ubicación tiene significación semántica y pragmática. No es lo mismo decir: a) Mariana te llamó por teléfono tres veces, que b) Tres veces te llamo Mariana por teléfono. En el orden no marcado, ejemplo a), la información se organiza desde lo conocido a lo nuevo. El tema se ubica a principio de la oración, como punto de partida y enlace con el contexto, y la información nueva se ubica al final. En el orden marcado, ejemplo b), algunos de los constituyentes ocupa una posición diferente a la esperable en una estructura oracional tradicional o “canónica”. 1. Tema y foco Generalmente un hablante relaciona o conecta una oración con el discurso previo (es decir, la contextualiza). Esta contextualización puede darse a través de dos tipos de relaciones: retomar un constituyente del discurso previo como punto de partida para la oración que sigue (porque se lo menciona directamente o se lo puede inferir); contrastar un constituyente ya mencionado con otro de la misma clase semántica y ponerlo de relieve para que niegue al anterior. El constituyente que funciona como tema de partida se denomina tema. El tema brinda información ya conocida (o que el hablante quiere presentar como conocida) y establece aquello de lo que va a tratar el resto de la oración. El constituyente que brinda información nueva se denomina foco. El foco tiene valor contrastivo; la información nueva que brinda (o que el hablante quiere presentar como nueva) establece una relación negativa con el contexto previo. Niega un elemento previo o una inferencia posible. El foco aparece marcado por recursos fonológicos (énfasis en la entonación) y sintácticos (orden de palabras, estructuras sintácticas de relieve). Consideremos las siguientes oraciones: a) Martín detesta el brócoli. b) El brócoli, Martín lo detesta. c) Martín lo detesta, el brócoli. d) Es el brócoli lo que detesta Martín. e) El brócoli detesta Martín, no los repollitos de Bruselas. Todas estas oraciones comparten el mismo significado proposicional. Es decir, en todas se manifiesta como verdadero el mismo enunciado que se entiende claramente en a). Asimismo, a) es neutra, no presenta ninguna marca temática, puede iniciar un discurso y se adecua a variados contextos. Las oraciones b), c), d) y e) tienen un orden marcado. Transmiten un significado adicional al proposicional y, por lo tanto aparecen en contextos más restringidos. Distribuyen y presentan la información de tal manera que dan por conocida cierta información por parte del oyente, destacan o contrastan otra. Por ejemplo, en b) y c) el objeto directo se encuentra corrido de su ubicación habitual o esperable. La información que este transmite es tratada como conocida y aparece duplicada por el pronombre clítico. Son estructuras tematizadas. Es decir, estas oraciones aparecerían en un contexto en el que ya se está hablando de “brócoli”. En el caso de d) y e) “el brócoli” es tratado como foco, y son estructuras focalizadas. Se daría, por ejemplo, en una conversación en la que se estuviera hablando de “repollitos de bruselas”. 1.1. Estructuras tematizadas Un ejemplo de estructura tematizada se da cuando el OD aparece dislocado y se corre hacia el comienzo o final de la oración. a) A María me la crucé ayer en la facultad. b) Me la crucé ayer en la facultad, a María. c) A esta plaza la cuidan el Banco Galicia y usted. d) La cuidan el Banco Galicia y usted, a esta plaza. Es importante destacar lo siguiente: en los cuatro ejemplos, el OD está duplicado por el pronombre clítico correspondiente, en este caso la; en las oraciones c) y d), el OD de cosa se encuentra precedido por la preposición a. En el caso de c) y d), como ya vimos, la normativa establece que el OD de cosa nunca va precedido por la preposición a, a menos que sea una cosa personificada. En los ejemplos citados (extraídos de carteles que se encuentran en varias plazas de Buenos Aires), se usa la preposición a como elemento marcador a consecuencia del fuerte señalamiento que indica el deíctico esta. Cuando el OD se encuentra al inicio de la oración, el hablante marca el tema que va tratarse en la oración. Asimismo, dicho tema ya está presente en el discurso, es conocido o inferible por parte del oyente. Cuando el OD se encuentra al final de la oración, el tema se supone conocido, pero se lo explicita porque se duda que el oyente lo haya identificado. Pueden aparecer en la posición de tópico (es decir, al inicio de la oración): el OI: A María le entregaron la medalla de oro. el predicativo subjetivo: Intranquilo Juan está siempre. Circunstanciales: En Argentina, la cena se sirve mucho más tarde. Cabe destacar que en una oración puede haber más de un elemento dislocado hacia el inicio de la misma: A Juan, en la fiesta, yo no lo vi. Pero María dice que charló con él toda la noche. 1.2. Estructuras focalizadas En las estructuras focalizadas se antepone un constituyente nuevo para contrastarlo con las inferencias que se desprenden del contexto. El resto de la oración se trata como información conocida por el oyente y que no se pone en cuestión. El foco selecciona una de las alternativas posibles y niega las otras. Veamos el siguiente diálogo: a) - ¿Sabías? Martín le compró un regalo a mamá el martes pasado. b. 1) - JUAN le compró un regalo a mamá. b. 2) - UNA TARJETA le compró Martín a mamá. b. 3) - AYER le compró Martín un regalo a mamá. La frase a) no contiene ningún foco marcado, en cambio, las réplicas b. 1), b. 2) y b.3) muestran un elemento en la posición inicial que está focalizado y que siempre se lo destaca, además de por la posición, por algún elemento prosódico: aumento de intensidad, altura o separación del grupo tonal (marcados en este caso por el uso de mayúsculas). En cada caso el foco niega un elemento de la frase a). Nótese que –a diferencia de las estructuras tematizadas–, en estos ejemplos, el OD no aparece duplicado, el sujeto aparece pospuesto, y en una oración no puede haber más de un constituyente focalizado. La posición inicial y el énfasis entonacional no son los únicos elementos que sirven para focalizar: hay adverbios cuantificadores y construcciones sintácticas que pueden lograr el mismo efecto. Incluso Martín le compró un regalo a mamá.(cuasicoordinante inclusivo) Martín sí le compró un regalo a mamá.(adverbio afirmativo) Fue Martín el que le compró un regalo a mamá.(construcción sintáctica) Los lingüistas de la escuela de Praga distinguían entre tema y rema. Señalaban como tema al constituyente que vincula la oración con el discurso previo y transfiere información ya mencionada. El rema aporta información nueva y se ubica típicamente al final de la oración. En esta posición no recibe un énfasis en particular. Cuando el rema aparece en la parte de la oración en la que tradicionalmente se ubica el tema, queda destacado y se convierte en foco. Esta misma posición ocupa el sujeto en las oraciones interrogativas. El pronombre interrogativo (qué, quién, cómo, etc.) que las encabeza es un foco. Concordancia entre sujeto y predicado 1. Reglas generales a) El verbo concuerda con el sujeto en número y persona gramaticales. Ninguno de ellos está en casa. En este caso, el sustantivo que actúa como núcleo es ninguno (tercera persona del singular) y concuerda en número y persona con está (tercera persona del singular). b) Si el sujeto es compuesto, aunque sus núcleos estén en singular, el verbo concordará en plural. La soledad, la melancolía y la pobreza contribuían a su estado de ánimo. Soledad, melancolía y pobreza, sustantivos de tercera persona singular, concuerdan con contribuían, verbo en tercera persona plural. c) Cuando en el sujeto hay varias personas gramaticales se prefiere la primera a todas y, en el español de España, la segunda a la tercera. Marcela, vos y yo lo comprendemos. Marcela (tercera persona singular), vos (segunda persona singular) y yo (primera persona singular) concuerdan con comprendemos (primera persona plural). Marcela y tú lo comprendéis. En el español de España, Marcela (tercera persona singular) y tú (segunda persona singular) concuerdan con comprendéis (segunda persona plural). 2. Reglas especiales a) Cuando el núcleo del sujeto es un sustantivo colectivo acompañado por un modificador indirecto o complemento cuyo término está en plural, el verbo puede ir indistintamente en singular o en plural, pero el uso prefiere el singular. La bandada de pájaros voló. La bandada de pájaros volaron. Bandada (tercera persona singular) concuerda con voló (tercera persona singular) o pájaros (tercera persona plural) concuerda con volaron (tercera persona plural). b) Cuando en un sujeto compuesto uno de los núcleos resume a los anteriores, el verbo concuerda con él en singular. Las nubes, el cielo, el mar, el viento, todo parecía favorecerlo. Parecía (tercera persona singular) concuerda únicamente con todo (tercera persona singular). Palabras como todo, nada, algo, etc. Pueden actuar como núcleos resumidores. c) Si un sujeto compuesto está formado por varios núcleos en singular coordinados por o/u, el verbo puede ir en singular o en plural. Si el coordinante es ni, el verbo debe ir en plural. Uno u otro obtendrá el trabajo. Uno u otro obtendrán el trabajo. Ni Pedro ni su hermana quieren el libro. En el caso de o/u el uso prefiere el plural y en el caso de ni, el singular. d) Si los núcleos de un sujeto son sustantivos neutros, el verbo concuerda en singular. Esto y aquello es fundamental para encontrar la solución. Lo correcto y lo incorrecto a veces se confunde. En estos casos, a pesar de ser sujetos compuestos, el verbo va en singular. e) Si los núcleos de un sujeto son infinitivos, el verbo concuerda en singular. Viajar y divertirse es caro. Cantar tangos y bailar en la calle es mi pasión. También en estos casos, a pesar de ser sujetos compuestos, el verbo va en singular. f) Cuando en un sujeto hay una o más subordinadas sustantivas, el verbo va en singular. Que te calles sería fantástico. Que te calles y que no te muevas más sería fantástico. g) Cuando dos sustantivos están muy relacionados entre sí, pueden concordar con el verbo en singular. La entrada y salida de barcos se retrasó por el maremoto. h) A veces, el verbo ser no concuerda en número con el sujeto sino con un sustantivo que funciona como predicativo, cuando su valor significativo es mayor. Mi ilusión son los viajes. En este caso, el sujeto es ilusión (3º persona singular) y, por lo tanto, el verbo debería haber sido es. Sin embargo, el valor significativo de los viajes exige la concordancia en plural (son). i) Cuando dos núcleos del sujeto se refieren a la misma persona, el verbo concuerda en singular. La madre y esposa modelo fue premiada por la Asociación. j) Cuando en un sujeto en tercera persona plural está incluida la persona que emite el mensaje, el verbo puede concordar en primera persona del plural. Los argentinos votamos nuevamente el 26 de octubre. Si bien el sujeto los argentinos es de tercera persona plural (ellos), el verbo votamos puede concordar en primera persona del plural, porque la persona que emite el mensaje es también argentina. Modificadores del sustantivo La palabra modificador, por el momento, es intuitiva. En este apartado vamos a caracterizar los modificadores que reciben los sustantivos núcleos del sintagma nominal y el verbo núcleo del sintagma verbal (o los sintagmas en sí). En primer lugar, debemos diferenciar entre aquellos modificadores que acompañan eventualmente a un núcleo y aquellos modificadores que son prácticamente requeridos por el núcleo para completar su significación y la gramaticalidad del sintagma. 1. Modificadores del sustantivo y del sintagma nominal 1.1. Atributo del sustantivo (o Modificador Directo) El adjetivo es el Modificador Directo por excelencia del sustantivo; se subordina al núcleo por yuxtaposición. Debe concordar con él en género y número. Los jugadores argentinos se destacaron en el torneo futbolístico. También pueden funcionar como atributo las proposiciones subordinadas relativas. Los jugadores que seleccionó el técnico se destacaron en el torneo. Su mirada, que no tenía piedad, me atemorizó. 1.2. Complemento Preposicional del sustantivo (o Modificador Indirecto) El Modificador Indirecto es una construcción de subordinante + término; en general la preposición es de, pero pueden aparecer otras. Los jugadores del equipo argentino se destacaron en el torneo de fútbol. Su mirada sin piedad me atemorizó. El término puede, a su vez, estar llenado por una subordinada sustantiva o una construcción de infinitivo. Tengo ganas de que vayamos al cine. Tengo ganas de ir al cine. Este último ejemplo muestra un complemento preposicional requerido por el núcleo ganas. 1.3. Complemento Comparativo del sustantivo El Complemento Comparativo se construye con un nexo comparativo + un término. En general, el nexo es como. Un río como un mar apareció ante los españoles. 1.4. Determinación o cuantificación del sintagma nominal La referencia a objetos o entes del mundo puede ser introducida en la enunciación mediante determinantes o cuantificadores del SN. Los determinantes actualizan la referencia a partir de si los entes referidos son supuestamente identificables de manera unívoca por el oyente: Dame la remera. Dame esa remera. Prestame tu remera. O no son identificables de manera unívoca: Tenía puesta una remera azul. Los cuantificadores, por su parte, actualizan la referencia a partir de la cantidad de dichos objetos o entes: Me regaló dos remeras. 1.5. Aposición La aposición es un fenómeno que se manifiesta en relación con un sintagma nominal, mayormente. Se trata de la yuxtaposición de dos sustantivos (o sintagmas nominales) que hacen referencia a un mismo objeto de la realidad. Hay dos tipos de aposición: La aposición especificativa: El rey Juan Carlos. La aposición explicativa: Juan Carlos, el rey de España; Mi amiga, la que se ganó un viaje, se fue ayer. El segundo componente puede servir a la especificación del referente, en cuyo caso se habla de aposición especificativa, o puede no agregar elementos esenciales, solo dar una mayor significación, caso en el que se separa del primer componente mediante una pausa en la entonación y hablamos de aposición explicativa. Esta construcción tiene las siguientes características: • Se puede suprimir uno de los dos componentes sin variar el establecimiento de la referencia de la oración ni del texto. En cualquier caso, la referencia será menos específica, si en vez de decir El rey Juan Carlos decimos El rey. • En las aposiciones explicativas, se puede cambiar el orden de los núcleos, sin variar el significado de la oración ni del texto. El rey de España, Juan Carlos, viajó a la Cumbre. Juan Carlos, el rey de España, viajó a la Cumbre. • En la aposición explicativa hay una marca ortográfica –que se corresponde con una pausa en la entonación– que separa el segundo componente del primero y del resto de la oración; se trata de comas, o coma y punto y coma o punto, según su ubicación en la oración. Julia, mi mejor amiga de la escuela, viaja hoy. • El orden es fijo: el segundo constituyente es siempre el apósito del primero. Modificadores del verbo 2. Modificadores del Sintagma Verbal Los modificadores del sintagma verbal son: • Objeto Directo (OD). • Objeto Indirecto (OI). • Complementos Circunstanciales (C). • Complemento Régimen (CR) u Objeto Preposicional (OP). • Predicativo (P). • Complemento Agente (A). • Son transitivos los verbos que denotan un estado o evento que implica la concurrencia de dos actantes o argumentos. María quiere a su perro. Elena escribió una novela. En estos ejemplos de la voz activa, uno de los participantes (María / Elena) cumple la función de sujeto de la predicación, y el otro es el argumento objeto (su perro / una novela). Los dos argumentos son regidos por el verbo, tanto sintácticamente (*María quiere, *Elena escribió) como semánticamente: el verbo querer pide un sujeto animado, preferentemente humano, experimentante (no elige querer), mientras que el verbo escribir exige un sujeto humano agente (activo, con voluntad de escribir). • Por otro lado, los verbos que no llevan objeto directo se llaman intransitivos, aunque pueden acompañarlos otros complementos. Alcina Franch y Blecua (1975: 892 y sigs.) los clasifican en los siguientes esquemas: a) verbos existenciales: ser, estar, parecer, existir, etc.; b) verbos de movimiento: venir, andar, ir, partir, subir, viajar, etc.; c) verbos de acción de personas, animales: gesticular, ladrar, rezongar, susurrar, gritar, fracasar, temblar, toser, estornudar, reír, etc.; d) verbos seudo-impersonales, cuyo sujeto suele ser inanimado y comportarse más bien como tema (de hecho, va pospuesto al verbo): gustar, convenir, importar, etc. Mendikoetxea los define de otra manera: para ella solo son intransitivos los verbos de b) y c), que solo pueden tener un argumento (complemento obligatorio): Un verbo intransitivo es un verbo que denota una actividad o evento que requiere semánticamente un solo participante o argumento, como en El niño saltó o El rosal floreció. Este argumento se realiza sintácticamente como sujeto de la oración. [...] El único argumento de un verbo intransitivo puede ser bien agente (el niño) o tema o paciente (el rosal). Esta distinción va a ser crucial para diferenciar las dos clases de verbos intransitivos. [...] Los verbos inergativos, formas como llorar, reír, saltar, toser, denotan actividades o procesos que dependen de la voluntad de un agente. Los verbos inacusativos son verbos que denotan bien estados o bien eventos no agentivos (logros), como existir, aparecer, llegar, florecer, crecer, etc., cuyo único argumento se interpreta como el elemento que recibe la acción o en el que se produce o manifiesta la eventualidad que denota el verbo: i.e. el argumento de este verbo es un tema o paciente. (1999: 1578) • Por último, los verbos que solo tienen el carácter de cópula entre un SN y una predicación cualitativa del mismo, se denominan copulativos: ser, estar, parecer, semejar. A continuación clasificaremos los modificadores del verbo a partir de los conceptos anteriores. Modificadores del verbo 2. Modificadores del Sintagma Verbal Los modificadores del sintagma verbal son: • Objeto Directo (OD). • Objeto Indirecto (OI). • Complementos Circunstanciales (C). • Complemento Régimen (CR) u Objeto Preposicional (OP). • Predicativo (P). • Complemento Agente (A). • Son transitivos los verbos que denotan un estado o evento que implica la concurrencia de dos actantes o argumentos. María quiere a su perro. Elena escribió una novela. En estos ejemplos de la voz activa, uno de los participantes (María / Elena) cumple la función de sujeto de la predicación, y el otro es el argumento objeto (su perro / una novela). Los dos argumentos son regidos por el verbo, tanto sintácticamente (*María quiere, *Elena escribió) como semánticamente: el verbo querer pide un sujeto animado, preferentemente humano, experimentante (no elige querer), mientras que el verbo escribir exige un sujeto humano agente (activo, con voluntad de escribir). • Por otro lado, los verbos que no llevan objeto directo se llaman intransitivos, aunque pueden acompañarlos otros complementos. Alcina Franch y Blecua (1975: 892 y sigs.) los clasifican en los siguientes esquemas: a) verbos existenciales: ser, estar, parecer, existir, etc.; b) verbos de movimiento: venir, andar, ir, partir, subir, viajar, etc.; c) verbos de acción de personas, animales: gesticular, ladrar, rezongar, susurrar, gritar, fracasar, temblar, toser, estornudar, reír, etc.; d) verbos seudo-impersonales, cuyo sujeto suele ser inanimado y comportarse más bien como tema (de hecho, va pospuesto al verbo): gustar, convenir, importar, etc. Mendikoetxea los define de otra manera: para ella solo son intransitivos los verbos de b) y c), que solo pueden tener un argumento (complemento obligatorio): Un verbo intransitivo es un verbo que denota una actividad o evento que requiere semánticamente un solo participante o argumento, como en El niño saltó o El rosal floreció. Este argumento se realiza sintácticamente como sujeto de la oración. [...] El único argumento de un verbo intransitivo puede ser bien agente (el niño) o tema o paciente (el rosal). Esta distinción va a ser crucial para diferenciar las dos clases de verbos intransitivos. [...] Los verbos inergativos, formas como llorar, reír, saltar, toser, denotan actividades o procesos que dependen de la voluntad de un agente. Los verbos inacusativos son verbos que denotan bien estados o bien eventos no agentivos (logros), como existir, aparecer, llegar, florecer, crecer, etc., cuyo único argumento se interpreta como el elemento que recibe la acción o en el que se produce o manifiesta la eventualidad que denota el verbo: i.e. el argumento de este verbo es un tema o paciente. (1999: 1578) • Por último, los verbos que solo tienen el carácter de cópula entre un SN y una predicación cualitativa del mismo, se denominan copulativos: ser, estar, parecer, semejar. A continuación clasificaremos los modificadores del verbo a partir de los conceptos anteriores. El objeto directo 2.1. Objeto Directo (OD) El objeto directo es un argumento de los verbos transitivos que completa la acción del verbo. La exigencia de OD es tanto sintáctica como semántica. El OD se suma a otro argumento que cumple la función de sujeto, semánticamente activo: O experimentante: Juan compró algo. Juan vio algo. Por su parte, al OD le puede corresponder el papel temático de paciente afectado (Mataron a Moreira), pero también de objeto creado por la acción del verbo: Construí una casa, o el objeto/tema de la percepción sensible o psicológica: Vimos pocos árboles, Odio la pintura abstracta. Veamos las diferentes construcciones que pueden funcionar como OD. En primer lugar, el SN: María trajo la comida. El pueblo votó a Perón mayoritariamente. Una proposición sustantiva puede funcionar como OD: Sebastián dijo (que él no quería seguir estudiando). Sebastián preguntó (qué pasaba). También una proposición relativa puede funcionar como OD: Premiaré (al que descubra la verdad). Las pruebas para reconocer el OD son la rección pronominal y la transformación a voz pasiva. a) Rección pronominal: María trajo la comida. María la trajo. El pueblo votó a Perón mayoritariamente. El pueblo lo votó mayoritariamente. Sebastián dijo (que él no quería seguir estudiando). Sebastián lo dijo. Sebastián preguntó (qué pasaba). Sebastián lo preguntó. Premiaré (al que descubra la verdad). Lo premiaré. El OD puede ser representado, conmutado o duplicado por los pronombres oblicuos lo, los, la, las. b) Transformación activa > pasiva: María trajo la comida. > La comida fue traída por María. El pueblo votó a Perón mayoritariamente. > Perón fue votado por el pueblo mayoritariamente. Sebastián dijo (que él no quería seguir estudiando). >?? (Que no quería seguir estudiando) fue dicho por Sebastián. Sebastián preguntó (qué pasaba). >?? (Qué pasaba) fue preguntado por Sebastián. Premiaré (al que descubra la verdad). > (El que descubra la verdad) será premiado por mí. En las dos voces hay correspondencia de significado y correspondencia constante de relaciones sintácticas. Esta transformación es la capacidad que tiene el OD (de una oración activa) de transformarse, por una relación constante, en sujeto de la oración pasiva. Como notamos en los ejemplos anteriores, el paso a pasiva suena artificial o extraño en el caso de las proposiciones sustantivas, no así en el ejemplo de la proposición relativa. En resumen: el OD, en casi todos los verbos, admite dos pruebas: la rección pronominal y la transformación activa > pasiva. Pero algunos verbos admiten la rección, y no la transformación: María tiene mi libro. María lo tiene. #El libro es tenido por María. En la tercera oración, con la transformación, el verbo tener no conserva su significado: en la voz activa quiere decir “poseer”; en la pasiva, “sostener”. El objeto directo puede referirse a una persona determinada. En ese caso, lleva preposición a y admite las dos pruebas que ya hemos comentado: Vi a Juan. Lo vi. Juan fue visto por mí. Veamos el comportamiento de la preposición a con los objetos directos. El objeto directo debe construirse con a: • Cuando se refiere a personas determinadas, animales determinados o cosas personificadas: Encontré a mis amigos por la calle. Llevamos a nuestro perro al veterinario. Veo a los árboles que bailan a mi alrededor. *Busco los empleados que salieron a comer. Busco a los empleados que salieron a comer. *Encontraste la mujer ideal. Encontraste a la mujer ideal. *Llevé mi gato a vacunar. Llevé a mi gato a vacunar. • Cuando es modificador de verbos que suelen tener objetos directos de persona: Los días alegres seguirán a la época de tristeza. • Para evitar ambigüedad: “Penumbra de la paloma llamaban los hebreos a la finalización de la tarde.” (Jorge Luis Borges) Tomando el ejemplo dado, indudablemente la finalización de la tarde no es una persona, ni un animal ni un objeto personificado, pero sin el uso de la preposición no quedaría claro cuál es el objeto real y cuál el nombre con el que se lo llamaba. El objeto directo no debe construirse con a: • Con los objetos directos que expresan cosas u objetos: *A los libros los devolví ayer. Los libros los devolví ayer. *Escuché a los tambores, que sonaron todo el día. Escuché los tambores, que sonaron todo el día. *Consideren objetivamente a los exámenes. Consideren objetivamente los exámenes. • Cuando las personas o animales no están determinados: Busco un empleado eficiente. # Busco a un empleado eficiente. (Cambia la interpretación) Encontré un perro perdido en la calle. *Encontré a un perro perdido en la calle. • Cuando se utilizan los nombres propios como sustantivos comunes: Cada vez veo más Quijotes y Celestinas en el mundo. (No: Cada vez veo a más Quijotes y Celestinas en el mundo.) • Cuando hay juntos un objeto directo y uno indirecto que exigen a, para evitar ambigüedad: Le mandé mi secretaria al jefe con todos los papeles que me pidió. *Le mandé a mi secretaria al jefe con todos los papeles que me pidió. Con nombres propios no puede suprimirse la preposición a, por lo tanto debe construirse la oración de otra forma: *Le mandé Cecilia al jefe con todos los papeles que me pidió. Mandé a Cecilia a la oficina del Jefe para que le llevara todos los papeles que me pidió. • Con el verbo haber (impersonal): Había cinco personas esperándote. • Cuando se trata de sustantivos colectivos de personas, el uso de la a es indistinto: Detesto las multitudes. Detesto a las multitudes. El objeto indirecto 2.2. Objeto Indirecto (OI) El objeto indirecto es un modificador monovalente. La definición de la RAE (1973) asocia el objeto indirecto solo a los verbos transitivos. Sin embargo, hay verbos intransitivos que pueden aparecer con un complemento indirecto (algunos de ellos presentados en la lista de Alcina Franch): A mí me gustan las novelas policiales. María le sonrió a su madre. Jorge le habló a su tutor acerca de la tesis. Puede funcionar como OI una proposición relativa: (Al que aportó), cuando se jubila, no le reconocen nada. Se reconoce por medio de la rección pronominal: es representable, conmutable o duplicable por el pronombre le o les. Generalmente se construye con preposición a. ??María dio un libro a Juan. María le dio un libro. La duplicación del OI es muy común en la lengua coloquial: María le dio un libro a Juan. Puede aparecer en la voz pasiva: El libro le fue dado a Juan por María. Podemos hablar de tres clases de verbos que llevan OI: • verbos transitivos: Le di el regalo a Sergio. La oración expresa una transferencia, la suma o quita de algo. • verbos intransitivos de relación: sonreír, hablar, mentir. • verbos en 3ª persona con OI que designa al experimentante de un hecho: a) sin se cuasirreflejo Me interesa el arte oriental. (OI obligatorio) b) con se cuasirreflejo Se le terminó la sal. (OI optativo, cf. con Se terminó la sal) Se le ocurrió viajar. (OI obligatorio, cf. con *Se ocurrió viajar) Los complementos 2.3. Complementos Circunstanciales (C) Hasta ahora hemos visto modificadores mayormente argumentales, es decir, requeridos por el verbo: OD, OI. Con respecto a los circunstanciales, vale destacar: • No tienen prueba positiva, excepto la valencia: son monovalentes. • No hay pronombres que los representen y en la transformación siguen siendo circunstanciales en las dos voces. • En general, pueden ser adverbios o construcciones de subordinante + término. • Indican circunstancias de modo, tiempo, lugar, negación, afirmación, duda, compañía, etc. En cuanto a las circunstancias indicadas, generalmente no son exigidas por el verbo. María le entregó el libro ayer. María le entregó el libro. El libro fue entregado por María ayer. El libro fue entregado por María. María le entregó el libro por la tarde. María le entregó el libro. Los denominamos, por ello mismo, complementos circunstanciales o adjuntos. Por el hecho de no ser requeridos por el verbo, tienen una movilidad mayor en la oración y pueden funcionar como modificadores en diferentes niveles, incluso fuera del núcleo oracional. Esto es matemáticamente imposible. Desgraciadamente, no pudimos hacer nada. En primer lugar, el autor explica los motivos.... 2.4. Complemento Régimen (CR) u Objeto Preposicional (OP) En el siguiente ejemplo de Campos (1999: 1524) hallamos un complemento que es requerido por el verbo; es decir, argumental. Pablo puso los pollos en el corral. *Pablo puso en el corral. *Pablo puso los pollos. *Pablo puso. Cuando un complemento –tradicionalmente denominado circunstancial– no es omisible, hablaremos de Circunstancial Régimen, o bien de Objeto Preposicional si se construye mediante un sintagma preposicional. En este último caso, una preposición estará asociada lexicalmente al verbo para encabezar el complemento. Confío en tus intuiciones. Desconfío de tus intenciones. Se enamoró de la mujer equivocada. A continuación, presentamos algunos verbos y locuciones que exigen la preposición en: convenir en quedar en insistir en consistir en confiar en tener inconveniente en estar de acuerdo en (cuando se refiere al tema; cuando se refiere a una persona es estar de acuerdo con). Los predicativos y el agente 2.5. Predicativos: argumentales (obligatorios) o adjuntos (no obligatorios) El predicativo es un modificador bivalente; puede ser un sustantivo, un adjetivo o sintagma nominal, que es atraído por dos núcleos a la vez. Por ser un modificador del predicado, necesariamente uno de esos núcleos es el verbo; el otro es un sustantivo de la oración que puede ser el sujeto o el OD. • El predicativo subjetivo obligatorio (PSob) se construye con los verbos copulativos: ser, estar, parecer o semejar; en general, estos verbos son considerados cópula. Solo pueden remitirse al sujeto. Ella es digna de honores. • El predicativo objetivo obligatorio (POob) acompaña a una serie de verbos que se caracterizan por el hecho de que requieren un objeto directo que se encuentre en una situación o condición específica. Este tipo de complementación transitiva con un complemento predicativo se encuentra con las siguientes clases de verbos: a) designativos: elegir, nombrar, designar. Lo eligieron senador. A la directora la llamaban “Pelusa”. # A la directora la llamaban. b) performativos: declarar, proclamar. Lo declararon culpable. c) verbos de actitud proposicional: creer; considerar; encontrar. Lo creo/considero/encuentro capaz de cualquier cosa. *Lo considero. Él se creía Gardel. *El se creía. d) verbos de deseo: querer, preferir. Quiero el café dulce. #Quiero el café. Prefiero los departamentos luminosos. #Prefiero los departamentos. • Predicativos no obligatorios. Otros verbos admiten predicativos adjuntos, es decir, no requeridos por el verbo. Pueden ser un sustantivo, un adjetivo o un SN y referirse al sujeto o al objeto directo. María viajó contenta. María viajó. Me entregó rota, la copa. La tomenta nos amenazaba cruel y despiadada. 2.6. Complemento Agente El CA es un modificador monovalente que se define por la transformación activa>pasiva. Es un modificador exclusivo de la voz pasiva. Siempre lleva preposición por. Cuando transformamos la oración a la voz activa pasa a ser sujeto. El libro fue traído por María. > María trajo el libro. Conexión: coordinación y subordinación 1. La coordinación y la subordinación En palabras de Di Tullio: “La coordinación y la subordinación son relaciones estructurales, que pueden establecerse a nivel de sintagmas o de oraciones [para nosotros, proposiciones]” (2005: 270) Mencionaremos algunas diferencias entre la conexión coordinativa y la subordinativa, de modo de definirlas. Debe tenerse en cuenta que la subordinación puede realizarse mediante conjunción o no (la casa de Esteban; la casa chica). La coordinación, en cambio, siempre requiere de una conjunción coordinante. • Una conjunción coordinante une dos constituyentes en el mismo nivel funcional, aunque sus formas sintácticas difieran: Leopoldo era valiente y de buen corazón. Leopoldo era valiente y bondadoso. Los subordinantes, en cambio, establecen una relación jerárquica entre dos constituyentes y forman parte del constituyente al que se anteponen. El hermano de Marcos no sabe jugar. (Hermano subordina a de Marcos) • A diferencia de los subordinantes, los coordinantes no quedan integrados a ninguno de los constituyentes que conectan. Juan y Marcos juegan al tenis. El hermano de Marcos no sabe jugar. (de queda integrado con el sustantivo Marcos) (Aprobé), pero (no promocioné). Te dije (que era difícil el examen). • Con respecto a las proposiciones coordinadas o subordinadas, las primeras pueden aparecer aisladas, no así las segundas: Aprobé. No promocioné. *Que era difícil el examen. Al hablar de núcleo ya tratamos –al menos implícitamente– la noción de subordinación. Al núcleo se subordinan distintos elementos, requeridos por él o adjuntos a él. Por ejemplo: los sintagmas reciben su denominación a partir de su núcleo: un sintagma nominal tiene un núcleo sustantivo, con la posibilidad de aparición de distintos modificadores. Ya hemos clasificado la oración en simple o compuesta, siendo compuesta aquella oración que consta de al menos dos proposiciones suboracionales coordinadas. A continuación, nos centraremos en la subordinación de proposiciones. Según Kovacci, las proposiciones, a diferencia de las oraciones, no tienen autonomía sintáctica ni figura tonal propia. Proposiciones subordinadas 2. Las proposiciones subordinadas Para precisar la terminología y los conceptos vinculados con la subordinación de proposiciones, analizaremos los siguientes grupos de secuencias. • Primer grupo. Las secuencias entre paréntesis de este grupo, comúnmente denominadas sustantivas, modifican al verbo como argumentos (OD, Sujeto, Objeto Preposicional), del mismo modo que lo haría un sintagma nominal. Son requeridas por el verbo. Me prometió (que iría). Cf. con Me prometió esto. Cf. con *Me prometió. Me preguntó (si iría). Cf. con Me preguntó esto. Cf. con *Me preguntó. Me preguntó (qué pasaba). Cf. con Me preguntó esto. (Que dejes de fumar) es bueno. Cf. con Esto es saludable. Sueño con (que vuelvas). Cf. con Sueño con esto. *Sueño con. • Segundo grupo A. Estas secuencias, comúnmente denominadas relativas sustantivas (o libres) son relativas sin antecedente expreso. En algunos casos, se interpreta un antecedente con el rasgo semántico ‘humano’. (El que faltó ayer) no vino hoy tampoco. Cf. con Ese no vino hoy tampoco. (Quien canta) sus males espanta. Cf. con Ese sus males espanta. • Segundo grupo B. Estas secuencias entre paréntesis, comúnmente denominadas relativas adjetivas, modifican a sintagmas nominales del mismo modo que lo haría un sintagma adjetival. El día (que viniste) llegó María. Cf. con El día ese llegó María. El profesor de Física, (que faltó ayer), no vino hoy tampoco. Cf. con El profesor, ese, no vino hoy. • Tercer grupo A. Estas secuencias –comúnmente denominadas adverbiales temporales, modales, causales y finales– modifican al verbo, pero como adjuntos circunstanciales (es decir, sin ser argumentos del verbo), del mismo modo que lo haría un adverbio. Te llamé (cuando volví a casa). Cf. con Te llamé tarde. Te llamé. Hice todo (como me dijiste). Cf. con Hice todo mal. Hice todo. Estudié (para que no me bochen). Cf. con Estudié para esto. Faltaste a clase (porque estabas enferma). Cf. con Faltaste a clase por esto. Faltaste a clase. • Tercer grupo B. Estas secuencias –adverbiales concesivas y condicionales– no pueden funcionar como circunstanciales adjuntos ni argumentales del verbo, pues modifican a todo el núcleo oracional. (Si aprobaba), íbamos al cine. (Aunque no aprobé), fuimos al cine. De estos cinco comportamientos se derivan terminologías distintas y aclaraciones conceptuales. Para Ofelia Kovacci (1990), todas las estructuras marcadas entre paréntesis en los ejemplos son proposiciones incluidas: sustantivas, adjetivas o adverbiales. La presencia de cualquiera de ellas no modifica la clasificación de una oración simple: seguirá siendo oración simple, pese a la diferencia en la clase de llenado de la función. A diferencia de las proposiciones de 3A, que modifican al verbo dando una circunstancia, las adverbiales de 3B son modificadores de núcleo oracional. Nosotros nos separamos de su clasificación en dos cuestiones: • Preferiremos hablar de proposiciones subordinadas, para poner en relieve el carácter recursivo de las mismas. • Al igual que Di Tullio –al clasificar las oraciones subordinadas– (2005: 280), no diferenciaremos entre las proposiciones de 2A y las de 2B: son todas relativas y deben incluirse en el mismo grupo. Aunque Kovacci las reconoce como relativas, las separa en adjetivas (2B) y sustantivas (2A); y a estas últimas las incluye junto con las otras sustantivas, del grupo 1. El criterio de la clasificación de Ofelia Kovacci es estrictamente funcional: una proposición será sustantiva, adjetiva o adverbial según si cumple en la oración la misma función que podría cumplir un sustantivo, un adjetivo o un adverbio. Sin embargo, pese a que el criterio es coherente, no nos resulta apropiado, pues incluye en la misma clase: - una expresión referencial como Quien faltó ayer, reemplazable por un nombre propio, y que concuerda en plural o en singular con el verbo según el número del pronombre; - una proposición como la que vemos en (Que dejes de fumar) es bueno, que no es referencial, que es reemplazable solo por un pronombre demostrativo neutro (esto, eso) y que concuerda en singular con el verbo. Proposiciones Subordinadas Sustantivas 2.1. Proposiciones Subordinadas Sustantivas Las proposiciones subordinadas son construcciones incluidas en una oración que, en general, poseen verbo y responden al análisis de la oración simple. La función que cumplen en la oración puede ser la de sujeto, predicado, OD, circunstancial, predicativo, aposición, modificador directo, término, etc.; o pueden modificar a todo el núcleo oracional. Es decir, que funcionan como sustantivo, adjetivo o adverbio. La relación de subordinación se llama hipotaxis. Están encabezadas por conjunciones subordinantes (que, si, etc., que no cumplen una función sintáctica dentro de la proposición) o bien por pronombres interrogativos (qué, quién, cómo, etc., que además cumplen una función sintáctica dentro de la proposición); también pueden construirse algunas sustantivas sin nexo, como veremos luego. Las Proposiciones Subordinadas Sustantivas desempeñan en la oración la función de un sustantivo. Sus funciones son, por lo tanto, las que éste cumple en la oración: sujeto, aposición, objeto directo, predicativo, predicado no verbal nominal, término de un complemento. Se pueden reconocer reemplazando la proposición por los pronombres neutros esto/eso. • Con función de Sujeto: • Con función de Objeto Directo: (Que hayas mentido) me molestó mucho. Eso me molestó mucho. Dijo (que su marido no había estado en su casa aquellos días). Dijo esto. Estas subordinadas pueden funcionar en el estilo indirecto como interrogativas y exclamativas indirectas. El recepcionista me preguntó (si te quedabas en el hotel). El recepcionista me preguntó eso. Me confesó (cuánto me quería). Me confesó eso. • Con función de Aposición: Esto, (que me hayas mentido), me molestó mucho. • Con función de Predicativo: La solución era (que me comprendieras). La solución era esta. • Con función de Término: Estas proposiciones se pueden encontrar en la función término de un Modificador Indirecto o de un Circunstancial. Como ya dijimos, para reconocerlas, puedo sustituirlas por el pronombre demostrativo: esto y sus variantes. Ciertas tardes tenía la impresión de (que la luz desaparecía). • Con función de Predicado no Verbal Nominal: (Que hayas venido), una alegría. Esto, una alegría. Proposiciones Subordinadas Relativas 2.2. Proposiciones Subordinadas Relativas Las Proposiciones Subordinadas Relativas son introducidas por un pronombre relacionante. Las relativas suelen modificar a un antecedente. Si el antecedente no aparece, se las considera libres. 2.2.1. Relativas adjetivas (con antecedente) La proposición relativa desempeña en la oración generalmente la función de un adjetivo, por lo tanto modifica directamente a un sustantivo denominado antecedente. Está encabezada por un pronombre relativo, que remite al antecedente y puede ser reemplazado por él. En la oración, cumplen la función de Atributo o Modificador Directo. En los siguientes ejemplos, el antecedente está indicado con negrita y la proposición subordinada adjetiva está entre paréntesis dentro de la oración. Una mujer, (que me miró sorprendida), me abrió la puerta. (La mujer me miró sorprendida) Me saludó mi vecino, (al cual no reconocí). (No reconocí a mi vecino). El joven (de quien todos se burlaban) sacó el premio. (Todos se burlaban del joven). El rosal (cuyas flores florecen) es codiciado por todos. (Las flores del rosal florecen). Parecen banderillas esbeltas (donde el viento canta). (El viento canta en las banderillas). 2.2.2. Relativas sustantivas o libres (sin antecedente) Cuando no hay antecedente expreso, tenemos una subordinada sustantiva que, a diferencia de las sustantivas anteriores, constituye una expresión referencial, reemplazable por este / esta / estos /estas / esto. Si funciona como sujeto, el relativo concuerda con él en número y persona. (El que vino ayer) se llama Sergio. Este se llama Sergio. (Los que vinieron ayer) son Sergio y Raúl. Estos son Sergio y Raúl. 2.2.3. Relativas adverbiales con o sin antecedente Las relativas adverbiales son: -temporales (introducidas por cuando), - modales (introducidas por como) - o locativas (introducidas por donde). Generalmente las relativas adverbiales tienen como antecedente un pronombre adverbial, del que precisan la referencia. Vine justo (cuando me llamaste). Lo hice así (como me dijiste) . Fuimos allí (donde nos dijiste). Cuando la relativa adverbial no cuenta con antecedente, hablamos de proposiciones adverbiales propias. Lo hice (como dijiste). Fuimos (donde nos dijiste). Vine (cuando me llamaste). 2.2.4. Cómo diferenciar relativas de sustantivas completivas El pronombre relativo puede estar precedido por una preposición, que establece la función del pronombre en la proposición: Parecen banderillas esbeltas (en las cuales el viento canta). (El viento canta en las banderillas). (Los que se fueron temprano) se perdieron lo mejor. Estos se perdieron lo mejor. (Quien mal anda) mal acaba. Aquel atleta, (el que ganó la medalla), vive en mi barrio. Lo inteligente, (lo que realmente importa), es solucionar la crisis. Este niño es (el que yo vi). Sólo las proposiciones sustantivas o completivas pueden estar precedidas por una preposición. En las relativas, las preposiciones están incluidas en la proposición y determinan la función del pronombre dentro de ella, como dijimos. Para diferenciar las subordinadas sustantivas término de las adjetivas basta con remplazarlas por el pronombre demostrativo. • Proposición Subordinada Sustantiva Término Haré una comida muy rica con (lo que sobre). Haré una comida muy rica con esto. • Proposición Subordinada Relativa Haré una comida muy rica (con la cual ganaré el Certamen de Cocina Internacional). Con una comida muy rica ganaré el Certamen de Cocina Internacional. 2.2.5. Pronombres relativos en las subordinadas adjetivas Veamos los pronombres relativos (relacionantes) y su comportamiento sintáctico y morfológico en las subordinadas adjetivas. que Invariable. Sustantivos Concuerdan con el cual-es Varía en número. antecedente, cuyo quien-es Varía en número. contenido toman. cuyo-a-os-as Varía en género y Adjetivo Concuerda con el número. consecuente; del antecedente toma el contenido. Equivale a: del cual, de los cuales, etc.; tiene la significación de un posesivo. como Invariables. Adverbios Concuerdan con el donde antecedente cuyo cuando contenido toman. cuanto-a-os-as Varía en género y Sustantivo, adjetivo, Concuerda con el número. adverbio. antecedente. Proposiciones Subordinadas Adverbiales 2.3. Proposiciones Subordinadas Adverbiales Funcionan como un adverbio. Pueden estar encabezadas por nexos relacionantes, subordinantes o bien no tener ningún nexo. Para reconocerlas se puede emplear el método de sustitución, que en este caso será por un adverbio. 2.3.1. Proposiciones Subordinadas Adverbiales Temporales Pueden funcionar como circunstancial de tiempo (1), predicado no verbal adverbial (2), aposición de un adverbio (3) o término de un complemento (4). (Cuando llegaste) yo ya había salido. (1) (Apenas pueda recibirte) solucionaremos tu problema. (1) (Después que se atraviesa la frontera), la libertad. (2) Hoy, (cuando me lo dijiste), sentí miedo. (3) Estaré hasta (cuando pueda quedarme). (4) 2.3.2. Proposiciones Subordinadas Adverbiales Locativas Pueden funcionar como circunstancial de lugar (1), predicado no verbal adverbial (2), aposición de un adverbio (3) o término de un complemento (4). Llévame (adonde quieras). (1) La felicidad, (donde vos estás). (2) Estamos aquí, (donde nadie pudo llegar antes). (3) Vive por (donde el diablo perdió el poncho). (4) 2.3.3. Proposiciones Subordinadas Adverbiales Modales Pueden funcionar como circunstancial de modo (1), predicado no verbal adverbial (2), aposición de un adverbio (3) o modificador directo de un adjetivo (4). El cielo se oscureció (como si fuera de noche). (1) El problema, (como te lo cuento). (2) Así, (conforme te digo), fueron las cosas. (3) Él es bueno (como hay pocos). (4) 2.3.4. Proposiciones Subordinadas Adverbiales Cuantitativas Pueden desempeñarse como circunstancial de cantidad (1) o aposición de un adverbio (2). Trabajé (cuanto pude). (1) Trabajé mucho, (cuanto pude). (2) 2.3.5. Proposiciones Subordinadas Adverbiales Causales Pueden cumplir las funciones de circunstancial de causa (1), modificador directo de un adjetivo o adverbio (2) o modificador del núcleo oracional (3). En este último caso, no modifica al verbo solamente sino a toda la oración; no tienen función, ya que están fuera del sujeto y fuera del predicado. Estoy muy ocupado y no voy (porque allí me tratan mal). (1) Andate (que no quiero verte). (1) Yo soy feliz (porque me quieren). (2) (Debido a que no viniste), se suspendió la fiesta. (3) 2.3.6. Proposiciones Subordinadas Adverbiales Condicionales Estas proposiciones modifican al núcleo oracional. Semánticamente, indican una posibilidad, una hipótesis, que incide en el núcleo oracional. En las proposiciones condicionales, para que se cumpla lo expresado en el núcleo oracional se debe cumplir lo indicado en la proposición. Siempre van separadas por coma de la oración principal. El encabezador más común es si, pero hay otros como siempre y cuando, siempre que, con tal que, como. (Si me hubieras reconocido), me hubieras salvado. Lograrán el objetivo, (siempre que trabajen). 2.3.7. Proposiciones Subordinadas Adverbiales Concesivas En estas proposiciones, lo expresado por el núcleo oracional se cumple sin tener en cuenta lo establecido por la proposición. Están separadas del núcleo oracional por coma. El encabezador más común es aunque, pero hay otros como a pesar de que, aun cuando. Es importante reconocer si el aunque funciona como coordinante o como subordinante en una proposición adverbial concesiva. El aunque que coordina es equivalente a pero: Él vino aunque no trajo los libros, Él vino pero no trajo los libros. Cuando el aunque es subordinante es imposible reemplazarlo por pero: Aunque vengas, no te daré los libros; *Pero vengas, no te daré los libros. (Aunque me lo pidas), no iré. (A pesar de que se fue enojado), va a volver. 2.3.8. Proposiciones Subordinadas Adverbiales Consecutivas Indican la consecuencia de la cantidad o cualidad de un elemento destacado en la oración. Siempre están encabezadas por el subordinante que; suelen funcionar como complementos de un antecedente intensificador de cantidad o cualidad: tanto/a/s, tan, tal, cada; el intensificador no necesariamente debe estar junto al subordinante y puede ser determinante o adverbio; sobre él recae el acento principal de la oración, reflejo del carácter fuertemente enfático de la construcción: Tanto bailó (que se murió). (Tanto es un adverbio que modifica al verbo). Esa mujer era tan linda (que todos la miraban). (Tan es un adverbio que modifica al adjetivo linda). Se llevó tal susto (que se desmayó.). (Tal es un determinante del sustantivo susto). El artículo indefinido un puede funcionar también como antecedente de las consecutivas: Tengo un hambre (que me comería una vaca). También pueden servir de antecedente las locuciones de modo, de manera, de forma, de suerte, etc.: Hizo todo de forma tal (que lo felicitamos). Las proposiciones adverbiales consecutivas suelen asociarse a las adverbiales comparativas debido a que ambos tipos modifican a un intensificador para expresar el énfasis pragmático en la cantidad o en la cualidad: La segunda parte me gustó tanto (como la primera). (Comparativa) La segunda parte me gustó tanto (que me compré el DVD). (Consecutiva) Me dijo cada cosa (que me quedé sin palabras). Tu primo es tal (como me contaste). El valor pragmático de los intensificadores es tan enfático, que muchas veces se omite la subordinada consecutiva: ¡Se llevó tal susto! ¡Tengo un hambre! ¡Me dijo cada cosa! Alfredo Álvarez (1999: 3741) presenta las subordinadas consecutivo-comparativas, “establecidas entre cuantificadores como tanto, bastante o suficiente y una frase introducida por como para”: No te traté tan mal (como para que me contestés así). Las llamadas consecutivo-causales modifican a una estructura encabezada por la preposición de, a la que puede seguir un intensificador, generalmente que. De tanto (que estudió), se quedó dormido. No vino de revirado (que es). Otras subordinadas consecutivas funcionan como oraciones coordinadas, a través de coordinantes o adverbios cohesivos (en negrita) (Hay paro de transportes), así que (tengo que ir caminando). (Hay paro de transportes), por lo tanto/ en consecuencia (no iré). Ofelia Kovacci (1990: 222) presenta, además, las subordinadas consecutivas sin intensificador (el ejemplo es de ella): El jefe está (que trina). La misma frase, advierte, puede expresarse con la presencia de los intensificadores vistos (los ejemplos que siguen son nuestros a partir del anterior): El jefe está tan enojado (que trina). El jefe está de tal forma (que trina). Proposiciones Subordinadas sin nexo 3. Proposiciones subordinadas sin nexo Hay diferentes casos en que las proposiciones subordinadas sustantivas aparecen sin nexo: • Que omitido: Se puede omitir el nexo que en los casos en que la subordinada lleva el verbo en subjuntivo. Me reconocieron y me rogaron ([que] me detuviera). Subordinada Sustantiva de Objeto Directo. • Estilo directo: En el Objeto Directo se reproducen textualmente las palabras dichas por el sujeto: (–Estás equivocado–) le dije. Subordinada Sustantiva de Objeto Directo. • Construcciones Absolutas: Se reconocen porque tienen un sujeto y un predicado que no es verbal; puede ser nominal, adverbial o verboidal. Cumplen una función en la oración. Como admiten la partición en sujeto y predicado, se las considera subordinadas sin nexo. - Con infinitivo Lo encontré al (salir él de la facultad). - Con participio absoluto - Con gerundio Subordinada Sustantiva Término. (Llegadas las naves a la costa), Ulises bajó a tierra. Subordinada Adverbial Temporal. (Habiendo quedado abierta la puerta), un ladrón entró. - Con predicado nominal o adverbial Subordinada Adverbial Causal. Permaneció callado, (confuso el pensamiento). - En las unimembres con hacer Son siempre adverbiales de tiempo. Pueden ser circunstancial: (Hace mucho) vivía aquí. Subordinada Adverbial Temporal La modalidad oracional Caracterización Al estudiar los pronombres, el concepto de deixis evidenció el fuerte vínculo de estas unidades con el contexto comunicativo, con los participantes y sus intenciones, por un lado; y con el resto del texto o cotexto, por otro. Las nociones de intención del hablante y sentido completo, discutidas a la hora de definir y delimitar la oración, también están fuertemente relacionadas con factores pragmáticos, por lo cual no son tratados solamente por los lingüistas, sino también por los filósofos del lenguaje. Los actos de habla descriptos por Austin no tienen una relación uno a uno con las oraciones, pero igualmente nos sirven de introducción al análisis de la modalidad oracional. A cierto contenido proposicional o dictum, (que nos podríamos representar como una sentencia verdadera o falsa) el hablante le imprime su actitud y responsabilidad subjetiva, o modus, por medio de mecanismos expresivos gramaticales. Por ejemplo: a) Juan aprobó Estadística. b) Juan debe haber aprobado Estadística. c) ¿Aprobó Estadística Juan? d) ¡Juan aprobó Estadística! e) Aprobá Estadística, Juan. f) Ojalá Juan haya aprobado Estadística. El contenido representativo o dictum de las oraciones anteriores es el mismo. La referencia y la predicación son constantes. Lo que difiere en ellas en el plano gramatical es la modalidad que adopta el hablante. De a) podemos decir que es una oración de modalidad aseverativa (considerada como la modalidad no marcada, la más comparable al dictum, de la que puede decirse si es verdadera o falsa), mientras que b) es de modalidad dubitativa, c) interrogativa, d) exclamativa, e) exhortativa y f) desiderativa. Obsérvese que en a) y d) solo la figura tonal (y su representación gráfica) nos permite diferenciar entre la aserción y la exclamación. Es por ello que nos parece recomendable citar la redefinición de oración que propone Kovacci al presentar la modalidad: Las oraciones se definen por la solidaridad de dos miembros: el sintáctico (palabra, sintagma) y el suprasintáctico (figura tonal). Resultado del carácter delimitativo del segundo, el primero es sintácticamente autónomo (no está incluido en otro mayor). La figura tonal establece una unidad de sentido, esto es, una modalidad. Por otra parte, la oración es una forma sintáctica con potencionalidad comunicativa. En una oración dada a) el componente sintáctico manifiesta el contenido representativo o dictum, y b) la figura tonal sola o junto con rasgos morfosintácticos (categoría de modo, índices, orden de los constituyentes, etc.) manifiesta la actitud subjetiva (declarativa, interrogativa, etc.), es decir, el modus, [...] (1992: 15) Por otra parte, se debe diferenciar entre el acto de habla y su dimensión ilocucionaria, por un lado, y la modalidad, por otro. Supongamos que un hablante se dirige a alguien en la calle con este enunciado: - ¿Tenés un pucho? La modalidad, como entidad de análisis gramatical, considera a esta oración interrogativa, mientras que la teoría de los actos de habla la reconoce como un pedido. De hecho, si la respuesta se limitase a un breve: – Sí, tengo. sin ser acompañada por el acto de dar un cigarrillo, habría un efecto de extrañeza o comicidad en la situación. Resultado de interpretar el oyente la modalidad –semántica– de la oración (interrogativa) y no el acto de habla (pedido). Presentamos un cuadro con la clasificación de las distintas modalidades de la oración. En él puede verse también la categoría gramatical de la polaridad del dictum: afirmativa o negativa. Tipo de Modalidad Polaridad afirmativa (o negativa) Epistémicas asertivas Juan (no) aprobó Estadística. dubitativas Juan (no) debe haber aprobado Estadística. interrogativas ¿Aprobó Estadística Juan? (¿No aprobó...?) Volitivas exhortativas Aprobá Estadística, Juan. (No desapruebes...) desiderativas Ojalá Juan haya aprobado Estadística. (Ojalá no haya desaprobado) Afectivas exclamativas ¡Juan (no) aprobó Estadística! La modalidad epistémica dubitativa A modo de ejemplo, analizaremos la modalidad epistémica dubitativa. A pesar de que, habitualmente, se piensa que la forma de expresar un hecho probable o supuesto en español es privativa del modo subjuntivo, en realidad existen otras formas de hacerlo, algunas más expresivas que el subjuntivo mismo. Todas ellas pueden utilizarse tanto en la lengua formal como informal, escrita u oral, pero podemos decir que la lengua formal y escrita prefiere el subjuntivo, mientras que la lengua oral y coloquial prefiere cualquiera de las otras posibilidades, antes que el subjuntivo. Incluso, la norma gramatical establece que después de expresiones como quizás, tal vez, etc., debe utilizarse únicamente el subjuntivo, aunque el uso establezca lo contrario, sobre todo con los tiempos pasados, en los que el indicativo se impone. El siguiente cuadro puede resumir todas las formas de expresar la probabilidad o posibilidad en el presente, en el pasado o en el futuro, respecto, por ejemplo, de la probabilidad de que alguien esté o no en su casa: HECHO REAL HECHO POSIBLE Indicativo Subjuntivo Futuro/Condicional Presente Quizás está en su Quizás esté en su Estará en su casa Está en su casa casa ahora. casa ahora. ahora. ahora. Tal vez está en su Tal vez esté en su casa ahora. casa ahora. Posiblemente/ Posiblemente/ probablemente Probablemente está en su casa esté en su casa ahora. ahora. Creo que/pienso Es probable/es que está en su posible que esté casa ahora. en su casa ahora. Pasado Estaba en su casa cuando la llamaste. Estuvo en su casa toda la tarde. Cuando llegué a casa, vi que Juan ya había estado allí. Quizás estaba en su casa cuando la llamaste. Tal vez estaba en su casa cuando la llamaste. Posiblemente/ Probablemente estaba en su casa cuando la llamaste. Quizás estuviera Estaría en su casa en su casa cuando cuando la llamaste. la llamaste. Tal vez estuviera en su casa cuando la llamaste. Posiblemente/ Probablemente estuviera en su casa cuando la llamaste. Creo que /pienso Es probable/es que estaba en su posible que casa cuando la estuviera en su llamaste. casa cuando la llamaste. Quizás estuvo en Quizás haya Habrá estado en su su casa toda la estado en su casa casa toda la tarde. tarde. toda la tarde. Tal vez estuvo en Tal vez haya su casa toda la estado en su casa tarde. toda la tarde. Posiblemente / Posiblemente / Probablemente probablemente estuvo en su casa haya estado en toda la tarde. su casa toda la tarde. Creo que / pienso Es probable que que estuvo en su /es posible que casa toda la tarde. haya estado en su casa toda la tarde. Cuando llegué a Cuando llegué a Cuando llegué a casa, casa, vi que quizás casa, vi que quizás vi que Juan ya habría Juan ya había Juan ya hubiera estado allí. estado allí. estado allí. Cuando llegué a Cuando llegué a casa, vi que tal vez casa vi que tal vez Juan ya había Juan ya hubiera estado allí. estado allí. Cuando llegué a Cuando llegué a casa vi que casa vi que era posiblemente posible /era /probablemente probable que Juan Juan ya había ya hubiera estado allí. estado allí. Futuro Quizás estará en Quizás esté en su En principio, estaría Estará en su casa a su casa a las 5 de casa a las 5 de la en su casa a las 5 de las 5 de la tarde. la tarde. tarde. la tarde. Tal vez esté en su casa a las 5 de la tarde. Posiblemente/ probablemente esté en su casa a las 5 de la tarde. Es probable/es posible que esté en su casa a las 5 de la tarde. Como se aprecia en los cuadros, aunque el subjuntivo sea la forma por excelencia de expresar posibilidad, no lo puede hacer por sí solo, y necesita de un auxiliar (tal vez, quizás, probablemente, etc.) o un verbo o construcción subordinante (es probable que) para completar la idea. Lo mismo ocurre con el indicativo, que de no usar este tipo de auxiliares expresaría un hecho cierto y no un hecho probable (por ejemplo: “Estaba en su casa cuando la llamaste”). En cambio, si usamos el futuro imperfecto del indicativo para una probabilidad en el presente, el condicional simple, el futuro perfecto del indicativo o el condicional compuesto para una posibilidad en el pasado, estos no necesitan de ningún tipo de auxiliar, ya que su fuerza expresiva para la probabilidad es tanta, que se bastan a sí mismos para expresarla. Sí requieren de una entonación determinada. Notemos también que para la probabilidad en el futuro es recomendable la presencia de un reforzador (quizás) cuando se utiliza el futuro imperfecto del indicativo y un reforzador o adverbio de tiempo cuando se utiliza el condicional simple (en principio estaría en su casa a las 5 de la tarde; mañana iríamos al cine), para que no se produzca confusión con los otros usos de estos tiempos verbales. Las demás construcciones que actúan como auxiliar (tal vez, quizás, probablemente, posiblemente) admiten tanto indicativo como subjuntivo aunque, como ya dijimos, la norma culta recomienda el uso de subjuntivo. También vemos que el presente del indicativo no puede expresar una posibilidad en el futuro. Recordemos que las posibilidades pasadas que se expresan en condicional simple son las de un pasado abierto o en duración (pretérito imperfecto del indicativo), mientras que las que se expresan en futuro perfecto o compuesto son las de un pasado terminado (pretérito perfecto simple del indicativo), y las que se expresan en condicional compuesto son las de un pasado anterior a otro pasado (pluscuamperfecto del indicativo) o un pasado remoto e incierto. Se supone que los ladrones habrían entrado por la ventana. (posibilidad muy remota) En resumen, en la lengua diaria y coloquial, en el dialecto rioplatense se prefiere usar el futuro imperfecto o perfecto o el condicional simple o perfecto para expresar una posibilidad. oración A la hora de establecer la clasificación, las diferencias teóricas y terminológicas no son pequeñas entre los distintos autores, pero preferimos adoptar el enfoque estructuralista como guía, pues nos parece apropiado y básicamente legítimo para presentar una visión de la sintaxis oracional. Nos basamos, sobre todo, en la presentación de oraciones simples frente a oraciones complejas de Ofelia Kovacci (1990). Mantenemos la distinción, a su vez, de oraciones bimembres y unimembres, porque es por todos conocida. Incidentalmente, estableceremos diferencias con otras posturas. nexo Los nexos, entonces, pueden ser segmentales (palabra), o suprasegmentales (juntura). Este fenómeno de la coordinación se llama parataxis. Escuela o Círculo de Praga El círculo lingüístico de Praga fue fundado por lingüistas checos y rusos (Bohuslav Havránek, Vilém Mathesius, Joseph Vachek, Bohumil Trnka, Roman Jakobson, Nicolai Troubetzkoy y Serge Karcevskij) en 1926, en gran parte como reacción contra la tendencia de los neográmaticos a aislar los fenómenos lingüísticos y a estudiarlos de manera parcial. Se reconocen dos períodos en la obra de los lingüistas de Praga: un período clásico, previo a la segunda guerra mundial, y un segundo período, que se inicia una vez finalizada la guerra. Los lingüistas de Praga pueden caracterizarse como estructuralistas funcionalistas: parten de la relación interna entre significado y significante pero consideran las relaciones de la lengua con la realidad extralingüística. Sus aportes han sido sustantivos en todos los planos de la lengua. En la época clásica destacan las investigaciones en el área de la fonética y la fonología, emprendidas especialmente por R. Jakobson, S. Karcevsky y N. Troubetzkoy; a este último autor se deben los principios y reflexiones que pasaron a conocerse como la “Fonología de Praga”. En su obra elabora las nociones de fonema y alófono, es decir, la distinción entre “tipos distintivos” y realizaciones concretas de sonidos, que explica que los hablantes pronuncien y perciban las diferencias en la pronunciación de la s en las palabras asfalto, casa y asco pero al mismo tiempo identifiquen esas variantes como realizaciones del tipo (fonema) s, que permite contrastar significados (casa vs. cara). Debemos a Troubetzkoy la comprensión y la sistematización de los sistemas fonológicos de distintas lenguas a partir de los rasgos distintivos (pertinentes, relevantes) de los fonemas y la clasificación de las oposiciones fonológicas. Naturalmente, su obra se basa en buena medida en trabajos de predecesores como Baudin de Courtenay, Ferdinand Saussure, Otto Jespersen, etcétera. Por otra parte, los lingüistas de Praga innovan al incorporar la perspectiva funcionalista en la definición de la lengua: para ellos, la lengua es un sistema de medios de expresión apropiados para un fin. Además, la lengua es un sistema funcional en sí: las estructuras fónica, gramatical y léxica dependen de las funciones lingüísticas y sus modos de realización. En el período posguerra de la Escuela de Praga es notoria la mayor concentración en los estudios gramaticales y la atención brindada a los niveles superiores de organización de la gramática. Ya Mathesius había concebido la lengua como un sistema de niveles correlacionados: fonológico, morfológico y sintáctico y suprasintáctico o estilístico. Los niveles superiores imponen su organización categorial a los inferiores, pero siempre el último selecciona los medios de realización. Cada nivel es un subsistema, con unidades propias. El análisis estructural debe abarcar el aspecto paradigmático y sintagmático. Son relevantes las contribuciones de B. Trnka al campo de la morfología y de Frantisek Daneš al de la sintaxis. Este último autor reelabora y completa teóricamente aportes previos sobre los niveles superiores; así, propone distinguir los niveles sintácticos de: 1. la estructura gramatical de la oración; 2. la estructura semántica de la oración y 3. la organización de la emisión. Especialmente original es la propuesta para el nivel suprasintáctico, desarrollada inicialmente por Mathesius. En este nivel, la unidad es la emisión o la “perspectiva funcional de la oración”, que implica la contextualización de la lengua en una situación concreta, con un hablante y un oyente, en la que la función lingüística primaria es la representativa o informativa. La emisión es un proceso dinámico de comunicación, en el que sus elementos se jerarquizan de acuerdo con el grado de información que conllevan (= dinamismo comunicativo); esos elementos son tema (= información conocida) y rema (=información nueva). La emisión se realiza mayormente mediante recursos no gramaticales aunque algunos se reflejan en el nivel gramatical (el acento contrastivo o enfático, la entonación, el orden de las palabras, etc.). Los estudios sobre la perspectiva funcional de la oración de los lingüistas praguenses son un antecedente central para el nacimiento de la Lingüística del Texto. En este sentido, también son un antecedente de importancia sus desarrollos en estilística funcional: concibieron la estratificación funcional de la lengua a partir de pares de rasgos como lengua intelectual vs. emocional, oralidad vs. escritura, habla dialógica vs. monológica, lengua informativa y lengua poética, la primera dividida en lengua práctica y teórica, y sobre todo una dicotomía que subyace en parte a la clasificación transversal: lengua popular vs. lengua literaria. Havránek distingue en el campo de la comunicación no artística la lengua cotidiana, la lengua referencial y la lengua científica; y más tarde también se refiere a la lengua periodística. En este marco es preciso mencionar a Roman Jakobson (1896-1982), lingüista, fonólogo y teórico de la literatura ruso, quien debido a persecución política, igual que su amigo y colega Troubetzkoy, debió emigrar primero a Praga, más tarde a Dinamarca y Noruega, y de allí, por la amenaza de la invasión nazi, a los Estados Unidos. Su obra es vasta y abarca los campos de la fonología, la afasia, la lingüística general, la estilística y la poética. La contribución de Jakobson que más se ha difundido en la lingüística y especialmente en su enseñanza es la vinculada con las funciones del lenguaje. Ese trabajo fue presentado en una conferencia titulada “Lingüística y Poética”, que estuvo destinada a discutir críticamente la concepción tradicional que considera esos ámbitos como opuestos y sólo tangencialmente relacionados. Jakobson sostiene que toda conducta verbal –no solo la poética– es intencional y está dirigida a un fin: el lenguaje debe ser abordado y estudiado en toda la variedad de sus funciones. Sobre la base de la teoría de la información formulada en 1948, que se articula sobre los factores que constituyen la comunicación (emisor, receptor, referente, canal, mensaje y código), dedujo la existencia de seis funciones lingüísticas: la expresiva, la apelativa, la representativa, la fática, la poética y la metalingüística. De esta manera completó el modelo de las funciones lingüísticas clásico, presentado por Karl Bühler en su libro, Teoría del Lenguaje (1930). actos de habla Se entiende por acto de habla a la unidad básica de la comunicación lingüística, propia del ámbito de la pragmática, con la que se realiza una acción (orden, petición, aserción, promesa...). Esta forma de concebir el lenguaje parte del filósofo británico J. L. Austin, quien en la década de los 40 expuso en sus clases sus investigaciones pragmáticas en torno a la lengua, recogidas luego en su obra póstuma de 1962. El término fue acuñado posteriormente por un discípulo suyo, el filósofo J. Searle, quien perfeccionó y consolidó dicha teoría. Según Austin, al producir un acto de habla, se activan simultáneamente tres dimensiones: Un acto locutivo (el acto físico de emitir el enunciado, como decir, pronunciar, etc.). Este acto es, en sí mismo, una actividad compleja, que comprende, a su vez, tres tipos de actos diferentes: o acto fónico: el acto de emitir ciertos sonidos; o acto fático: el acto de emitir palabras en una secuencia gramatical estructurada; o acto rético: el acto de emitir las secuencias gramaticales con un sentido determinado. Un acto ilocutivo o intención (la realización de una función comunicativa, como afirmar, prometer, etc.) Un acto perlocutivo o efecto (la (re)acción que provoca dicha emisión en el interlocutor, como convencer, interesar, calmar, etc.) De este modo, al emitir un enunciado como [te prometo que lo haré] estamos, por un lado, diciendo algo (acto locutivo); prometiendo una acción (acto ilocutivo) y provocando un efecto (convencer de la promesa al interlocutor). Según esta teoría, los enunciados sirven no sólo para expresar proposiciones con las que describir, constatar, en suma, decir algo, sino también para realizar acciones lingüísticas muy diversas en contexto, por ejemplo, dar una orden o hacer una promesa. La realización de tales actos está sujeta a un conjunto de reglas convencionales, cuya infracción afectará directamente a los efectos comunicativos del acto. Searle propuso una tipología de dichas condiciones; éstas se refieren a las circunstancias y al papel de los participantes del acto de habla, a sus intenciones así como a los efectos que pretenden provocar. Son las llamadas condiciones de felicidad. Así, por ejemplo, para prometer algo a alguien, hay que ser sincero, dirigirse a un destinatario interesado en la realización de esta promesa, no prometer algo imposible de cumplir o cuyo cumplimiento, por el contrario, resulta evidente, etc. Searle agrupa los actos de habla en cinco categorías: los actos de habla asertivos dicen algo acerca de la realidad: [el teatro estaba lleno]; los directivos pretenden influir en la conducta del interlocutor: [no te olvides de cerrar con llave]; los compromisivos condicionan la ulterior conducta del hablante: [si tengo tiempo pasaré a saludarte]; en los expresivos el hablante manifiesta sus sentimientos o sus actitudes: [lo siento mucho, no quería molestarle] y los declarativos modifican la realidad [queda rescindido este contrato]. En una primera versión de su teoría, Searle establece una relación directa entre la forma lingüística de una expresión y la fuerza ilocutiva del acto de habla que se realiza al emitirla (siempre que ello se dé en las condiciones apropiadas); así, por ejemplo, con un imperativo se estaría dando órdenes, y con una interrogativa, solicitando información. Posteriormente, observa que en muchas ocasiones se da una discrepancia entre la forma lingüística y la fuerza ilocutiva: con una pregunta puede estar haciéndose una sugerencia, o dando un mandato. Ello lo lleva a establecer el concepto de acto de habla indirecto, para referirse a los casos en que el significado literal no coincide con la fuerza ilocutiva o intención, como ocurre ante un enunciado del tipo [¿puedes cerrar la ventana?], donde bajo la pregunta se esconde una intención de petición. Si se respondiera literalmente a este enunciado, la respuesta podría ser un [sí, puedo]. En cambio, al formularla, lo que esperamos es que el interlocutor cierre la ventana. gramaticalidad del sintagma Héctor Campos, al referirse al sintagma verbal, afirma: denominaremos ‘complementos argumentales’ a aquellos complementos que son requeridos por el verbo para completar su predicación. [...] Denominaremos ‘complementos periféricos’ o ‘adjuntos’ a aquellos complementos que vienen a completar la predicación del verbo, pero que no son estrictamente requeridos por él. (Campos 1999: 1524) Para mencionar esa rección o falta de rección también en el ámbito del sintagma nominal, emplearemos la polaridad argumental / adjunto planteada por Campos. Si bien el verbo parece ser el gran demandante de modificadores, no por nada la noción de transitividad se asocia también a los sustantivos (en su mayoría se trata de sustantivos de relación o nominalización de verbos): el padre de Mario, el jefe de Laura, la compra de la heladera, la destrucción de Roma. modificadores del sintagma verbal Para reconocer y diferenciar los modificadores del verbo, podemos considerar junto a Ofelia Kovacci (1990: 68) la noción de valencia de un modificador, que es su dependencia de uno o dos núcleos. Hay modificadores monovalentes, que son los que tienen un solo núcleo que los atrae: por ejemplo, el OD, OI, C, CA, OP/CR, que solo se refieren al verbo; por otra parte, hay un modificador bivalente, que tiene dos núcleos que lo atraen (uno sustantivo y uno verbal): el predicativo. Para distinguir entre sí a los modificadores monovalentes necesitamos otras pautas: a) Recciónpronominal. b) Transformación activa / pasiva. Tales pautas serán útiles a la hora de diferenciar los distintos modificadores del verbo, sintácticamente. Pero la rección, además de sintáctica, es semántica, por lo que a continuación vamos a clasificar los verbos según los complementos argumentales que requieren. Será necesario introducir algunos términos relativos a la teoría de los papeles temáticos. El conocimiento léxico Este conocimiento varía de un individuo a otro en mayor grado que el conocimiento gramatical. Las reglas sintácticas, morfológicas y fonológicas son generalmente conocidas por todos los hablantes, aunque cada uno puede seleccionar estructuras variadas a partir de diferentes estrategias. En cambio, el conocimiento léxico comprende las palabras de la lengua que conoce, y cada una de ellas con su realización fonológica, su significado y los argumentos que deben o pueden coaparecer con ella. Así define el léxico Ángela Di Tullio: El léxico de una lengua contiene el conjunto de las piezas léxicas de esa lengua con la correspondiente especificación de sus propiedades gramaticales, semánticas y fonológicas. Así, cada entrada léxica brinda información acerca de qué tipo de categoría se trata, cuántos y qué clase de constituyentes selecciona, cuál es su significado y cuáles son los fonemas que componen la palabra en cuestión. (2005: 28) Es decir, conocer una palabra no solo implica saber qué significa sino también cómo suena, qué posibilidades morfológicas tiene (género, número, etc.), en qué contextos aparece, qué clase de palabras la pueden o deben acompañar, etc. Es por eso que los diccionarios (y los hablantes de una lengua) deben considerar la información léxica que no puede inferirse a partir de las reglas gramaticales. Por ejemplo, es común que los extranjeros que están aprendiendo nuestra lengua, sobre todo si son de origen anglosajón, elijan la preposición con como introducción del complemento en el caso del verbo enamorarse: Eduardo y Cristian se enamoraron *con la misma mujer. El verbo fue seleccionado correctamente, pero la información léxica asociada era insuficiente: la entrada en el diccionario debería comenzar así: Enamorarse de alguien/algo. Además, este verbo selecciona un sustantivo animado, preferentemente humano, como sujeto. Respecto de los verbos, ya hemos analizado que cuentan con un aspecto léxico que permite, por ejemplo, la frase Trabajé durante dos horas, pero no *Me desperté durante dos horas. Además, el verbo requerirá sintácticamente, en su uso prototípico o ejemplar, la presencia de un complemento, de más de uno o de ninguno. Así, tendremos, como se analizó en Sintaxis. Está tronando. Mi amigo está contento. Mi amigo duerme. Mi amigo confía en mí. Mi amigo está viendo una película. Mi amigo le está hablando a su novia. Mi amigo le compró un regalo a su novia. El léxico debe incluir, entonces, información que describa los posibles comportamientos del verbo. Por ejemplo: debe consignar que el verbo hablar rara vez puede ser acompañado por un objeto directo. Yo hablé *que; Yo eso ya lo hablé. *Hablé la verdad. Denominaciones de las unidades léxicas 1. Qué es palabra para la fonología, para el léxico, para la gramática P. H. Matthews (1980: 33 y sigs.) distingue tres denominaciones para referirnos al léxico desde distintos puntos de vista. • Forma léxica o palabra: aspecto fonológico gráfico; palabra considerada “físicamente”: compuesta de fonemas, de sílabas, de morfemas. Unidad que reconocemos intuitivamente como palabra (por ejemplo: se especifica que el abstract de una ponencia no debe exceder las 50 palabras). Desde esta perspectiva, en la frase Nadie vive dos veces, hay cuatro palabras y vive es una forma léxica compuesta por dos sílabas, con acento en la primera. • Lexema: unidad de significado léxico (la forma que localizaremos en el diccionario; palabra simple o compuesta, o unidad fraseológica). Es la unidad fundamental del léxico de una lengua. En el español, en el caso de las palabras flexivas, convencionalmente se utiliza el infinitivo para denominar a los verbos (“vivir”), el masculino singular para denominar a los adjetivos (“bueno”), el singular para los sustantivos (“mesa”). Pueden ser unidades compuestas por más de una palabra (frases o unidades fraseológicas): colocaciones, locuciones, idiotismos o frases hechas, muchas de las cuales no pueden ser descompuestas para su interpretación. Por ejemplo, la expresión luna de miel no se puede interpretar composicionalmente (sumando los significados de cada ítem), pues luna y miel por separado no significan lo que interpretamos al verlas juntas. A continuación, analizaremos ejemplos que aclaren los conceptos anteriores. a) En la expresión Tomar el pelo, tres palabras se refieren a un único lexema compuesto (más o menos sinónimo de “burlar”). b) A un lexema le pueden corresponder muchas formas léxicas o palabras: por ejemplo, al verbo “soñar”: sueño, sueñas, sueña, etc. c) Se me olvidó que te olvidé consta de seis palabras (si pensamos en formas léxicas), que nos remiten a cinco lexemas, porque las formas olvidó y olvidé corresponden a un mismo lexema: “olvidar”. d) Si hablamos de un vividor, no estamos realizando una forma léxica del lexema “vivir” (como en el caso de vive), así que es necesaria otra entrada en el diccionario (un nuevo lexema): “vividor”. Matthews distingue una tercera forma: • La palabra considerada a partir de la gramática: esta distinción nos permite analizar la forma léxica compráselos, por ejemplo, como formada por tres palabras gramaticales (comprá + se + los). 2. Caracterización de las unidades léxicas/lexemas En ocasiones, una unidad léxica o lexema coincide con una sola palabra y, en otras, constituye una frase o sintagma. 2.1. Lexema palabra - Palabra simple: se llama así a una palabra que constituye por sí misma lexema y en cuya formación no pueden reconocerse dos lexemas agrupados. Puede ser léxica (si tiene significado connotacional, por ejemplo: libro) o gramatical (si sirve para establecer relaciones entre otras palabras léxicas, por ejemplo: porque). - Palabra compuesta: se llama así a una palabra que constituye por sí misma lexema y está compuesta por dos o más lexemas básicos: sacacorchos, trabalenguas. Es un ejemplo de la intersección entre la morfología y la sintaxis. 2.2. Lexema frase Las unidades fraseológicas son unidades léxicas compuestas por más de una palabra. Inmaculada Penadés Martínez las define de la siguiente manera: [Son] combinaciones de palabras que muestran un alto grado de fijación en su forma y en su significado, y [...] pueden corresponder a distintos niveles lingüísticos, pues las hay equivalentes a palabras, [...] equivalentes a sintagmas libres, a oraciones y a textos. Así, son unidades fraseológicas desde a lo largo de hasta a buen entendedor, pocas palabras, pasando por [...] zanjar un desacuerdo. (1999: 11) En la frase Juana se fue de Tandil ayer, la interpretación es composicional: lexema por lexema encontramos sentido y luego integramos, componemos, el sentido global. No obstante, en el caso de Juana se fue de boca ayer, la composición nos da una frase ininterpretable. Lo mismo ocurrirá con expresiones del tipo: tomar el pelo, estar hasta las manos. No siempre a partir de la sintaxis, la morfología y el léxico podremos interpretar composicionalmente el significado de una expresión. A continuación presentamos una primera división entre las unidades fraseológicas: 2.2.1. Locuciones Se denominan locuciones a aquellas expresiones sintácticas de frecuente concurrencia cuyo significado no es composicional (no es la suma de significados de cada lexema). Las locuciones tienen formas varias: • Sintagmas verbales: tomar el pelo, darse cuenta, tenerle sin cuidado (a alguien), meter la pata, romper el hielo. • Sintagmas preposicionales: de repente, de los pies a la cabeza, en un santiamén, so pena de. Aquí vale la pena hacer una observación: algunas palabras que conforman una locución se encuentran solo en ellas y no por separado: *Repente vino Juan. • Sintagmas adjetivos: loco de remate, loco de la guerra. • Sintagmas nominales: carne de cañón, abogado del diablo, sapo de otro pozo, guerra fría. • Sintagmas adverbiales: mal de la cabeza. • Sintagmas cuantificados: más claro que el agua. • Oraciones: No hay moros en la costa. A otro perro, con ese hueso. A caballo regalado no se le miran los dientes. • Interjecciones: ¡Por Dios! • Comparaciones: como alma que lleva el diablo, como loco. En muchas locuciones aparecen formas femeninas no anafóricas ni deícticas: pasarla bien (aunque también pasarlo bien), por las buenas o por las malas, no dar una, a solas. Algunas de ellas pueden conmutar el verbo que las introduce: hablar largo y tendido, conversar largo y tendido, charlar largo y tendido, pero *hablamos tendido. Muchas locuciones solo son posibles en la polaridad negativa: No dar pie con bola. *Dio pie con bola. No pegar una. *Pegó una. No tener ni un pelo de tonto. *Jorge tiene un pelo (muchos pelos) de tonto. No poder ver a alguien. *Jorge me puede ver. No dar puntada sin hilo. *El otro día di puntada sin hilo. 2.2.2. Colocaciones Las colocaciones son combinaciones sintácticas que, por ser tan frecuentes, resultan esperables. Cualquier reemplazo de uno de sus términos por otro, aunque se trate de un sinónimo del mismo valor, genera una expresión interpretable pero extraña. Algunos ejemplos de colocaciones: vino blanco, caja de ahorro, cielo azul, correr el riesgo, fuente fidedigna, llamar poderosamente la atención, estar completamente equivocado. La combinación de correr con el SN el riesgo es percibida por el hablante nativo como un conglomerado, a diferencia de correr el colectivo, en donde podemos hablar de combinación libre. El significado de las colocaciones se puede recuperar palabra por palabra, a diferencia del significado de las locuciones. Lo mismo ocurre con las siguientes unidades: las expresiones discursivas. 2.2.3. Expresiones discursivas Se trata de fórmulas fijas discursivas características de una comunidad lingüística. Por ejemplo: Saluda a usted atentamente, Me dirijo a usted… ¿Cómo andás?, ¿Cómo vas?, Saludos cordiales. Reaccionaríamos con extrañeza ante frases como Saluda a usted con atención, Saludos amables, etc. Algunas de estas expresiones constan de una sola palabra: hola, chau. 2.2.4. Expresiones conversacionales Son estructuras variadas que sirven para marcar la interacción conversacional. - Escuchame, Pedro, ¿a qué cine vamos al final? - Pará, no me apures. - Bien, te espero. A ver, tenemos media hora para la próxima función Fenómenos léxicos o relaciones de sentido Un hablante nativo conoce las relaciones semánticas que existen entre las diferentes unidades léxicas de su lengua materna. Por ejemplo, sabe que el opuesto de “blanco” depende del contexto en el que aparece dicha palabra: el opuesto a “vino blanco” es “vino tinto”; el opuesto a “ropa blanca” es “ropa de color”; el opuesto al “color blanco” es “negro”; el opuesto a “página en blanco” es una “página escrita”. Las relaciones de sentido que se pueden establecer entre las unidades léxicas son las siguientes: • Sincretismo: existe una misma forma léxica para dos usos distintos del mismo lexema. Por ejemplo, cantaba: ¿primera o tercera persona singular? El sincretismo se resuelve por el contexto gramatical o de situación. • Homonimia: saco es una forma léxica que puede asociarse a dos lexemas distintos (el verbo “sacar” y el sustantivo “saco”). En muchas ocasiones los homónimos suelen pertenecer a grupos funcionales distintos. • Polisemia: una palabra que tiene diversos significados que el lexicógrafo considera acepciones de un mismo lexema. Por ejemplo: lengua: “sistema lingüístico”; “órgano muscular situado en la boca”, etc. • Enclisis: ¿Tenemos la misma cantidad de palabras al decir Vine a buscarte y al decir Te vine a buscar? Intuitivamente reconocemos que se trata de cuatro lexemas en los dos casos, aunque un fonólogo hablará de tres y cuatro formas léxicas respectivamente. Relaciones de identidad semántica • Sinonimia absoluta: no hay diferencia entre decir calendario o decir almanaque, ni de interpretación ni de registro. • Sinonimia descriptiva: cama vs. lecho; las interpretaciones coinciden, aunque el segundo uso es de un registro más formal. • Antonimia: entre dos unidades hay oposición de significados, bien porque expresen polos opuestos de una escala (frío vs. caliente), bien porque sean términos que se implican recíprocamente (tío vs. sobrino), bien porque la negación de uno implica la afirmación del otro (inocente vs. culpable). • Hiponimia / hiperonimia: en una relación jerárquica, los significados de dos sustantivos como limonero y ciruelo están incluidos en el hiperónimo árbol frutal, del cual son hipónimos. Se trata de una relación de especie (hiperonimia) y clases dentro de la especie (hiponimia). • Meronimia / holonimia: la meronimia (del griego meros, “parte”) se refiere a las partes de un todo (del griego holos, “totalidad”). Es decir: freno, volante, motor son merónimos de auto, el holónimo. Se trata de una relación de totalidad y partes. • Campos semánticos: se trata del conjunto de piezas léxicas relacionadas con un mismo ámbito de significación. Por ejemplo: tío, sobrino, padre, madre, abuela, familia. El léxico y otros parámetros de clasificación En otros apartados consideramos el léxico en relación con la semántica (relaciones de significado) o la morfosintaxis (unidades formadas por una palabra o varias). Pero una unidad léxica puede ser analizada a su vez desde otros puntos de vista: • Se llama léxico patrimonial al que pertenece a la lengua desde sus orígenes, en oposición a los préstamos (mousse, iceberg, sauna), extranjerismos reconocidos por la comunidad, provenientes de otra lengua. • A partir del registro, distinguimos entre cultismos (por ejemplo, si decimos un niño de 10 años), palabras estándar (un chico de 10 años), coloquialismos (un pibe de 10 años) y vulgarismos (un pendejo de 10 años). • A partir de su distribución geográfica, podemos hablar de variedades dialectales. Por ejemplo: chico, gurí, botija, chango, chaval, chavo, guagua. • A partir de su distribución social o hetaria, podemos hablar de jerga o argot, o bien de sociolecto; opuestos al idiolecto particular de un hablante (lo que caracteriza a cada hablante, el estilo propio, que comprende tanto su selección de léxico y de estructuras sintácticas como su pronunciación). 1. Extranjerismos y préstamos Los extranjerismos son modos de hablar propios de una lengua extranjera, que se utilizan en otra. Cuando están oficializados, se los conoce como préstamos de otras lenguas. En ocasiones, los utilizamos por necesidad, porque no existen en español, por comodidad y hasta por falso prestigio. Por lo general, el español que se habla en España no los incorpora, porque allá tienen la costumbre de adaptarlos o “traducirlos” a nuestra lengua. Sin embargo, cada región, de acuerdo con sus antecedentes históricos y culturales, ha adoptado extranjerismos que ya forman parte de su léxico, que han sido impuestos por el uso y que se consideran correctos. En el caso del español del Río de la Plata, es costumbre mantenerlos invariables, en su idioma original y, en lo posible, hasta en su fonética. Por todo esto, el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua muchas veces no responde a los usos del español que se habla en distintas regiones de América. En la variedad lingüística que hablamos en la Argentina (al igual que en muchos países de América) abundan los extranjerismos provenientes del francés (por haber sido la lengua culta por excelencia durante muchísimos años), del inglés (por razones comerciales y técnicas) y del italiano (por la inmigración). Aunque existen más de cientos, algunos de los extranjerismos más comunes son: 1.1. Del francés • Champagne: cf. con champaña y champán. • Habitué: dícese de la persona que suele ir siempre a un mismo lugar. Cf. con parroquiano, cliente. • Placard: lugar donde se guarda la ropa; en otras variedades se utiliza armario, que para nosotros es un lugar donde podemos guardar varias cosas, pero nunca ropa. • Rol: (en sus acepciones de “papel social”; “personaje de una obra dramática o cinematográfica”). La Real Academia aconseja solamente papel en su variedad. • Salvataje: rescate de una persona que está en peligro. En la variedad peninsular se emplean salvamento, que no usamos, o salvación, que usamos solamente con un sentido religioso. • Garage: en otras variedades, se adapta fonética y gráficamente al español: garaje, como ocurre también con bricolage > bricolaje. 1.2. Del inglés • A full: expresión muy usada, en reemplazo de con todo, por completo. • Cliquear: término informático. La Real Academia prefiere la locución hacer clic. • E-mail: la Real Academia propone en su reemplazo correo electrónico, que también usamos, pero muchísimo menos. • Hall: en la variedad peninsular se reconoce esta forma, pero se aconsejan vestíbulo, entrada o recibidor. • Link: la Real Academia propone emplear enlace, término que no usamos. • Sexy: persona sensual y atractiva. 1.3. Del italiano • Aggiornar: “poner al día”, “actualizar”, con mayor énfasis expresivo. • Avanti: “adelante”, pero con mucha más intensidad que el término en español. • Broccoli: tipo de hortaliza. La forma hispana es brécol, no usada aquí. • Sottovoce: “en secreto, en forma oculta”. La Academia propone en voz baja, que es su traducción literal, pero para nosotros no significa lo mismo. • Spaghetti: la forma hispana es espagueti. 1.4. Del quechua Cancha, mate, pampa, pucho, zapallo. 1.5. Del nahuatl Cacao, chocolate, tomate. 1.6. Del arahuaco-caribe Ají, batata, cacique, maíz. 2. Usos de preposiciones latinas Algunas preposiciones de origen latino siguen usándose en nuestra lengua, pero con valor de prefijo, sustantivo o adjetivo. 2.1. EX 2.1.1. Como adjetivo adverbial Antepuesta a nombres de cargos o relaciones, indica que los tuvo y ya no los tiene: ex presidente, ex mujer, ex alumno, ex alumnos. 2.1.2. Como sustantivo En el Río de la Plata, en el lenguaje coloquial, suele usarse esta preposición determinada generalmente por un posesivo, con elipsis del término. Se interpreta la referencia a una persona con quien se tuvo relación de pareja. Equivalente a ex marido, ex mujer, ex novio, ex novia, etc. Por ejemplo: Los chicos hoy están con mi ex. Llamó tu ex. Ayer me llamaron dos de mis ex. 2.2. EXTRA 2.2.1. Como adjetivo Detrás de algunos sustantivos, puede indicar algo extraordinario o inesperado: Le dieron un sueldo extra. Tuvimos un disgusto extra. 2.2.2. Como sustantivo Equivale a “suma no prevista o accesoria”, “plus”: Le dieron un extra por su trabajo. Acá me cobran un extra... Se interpreta el rasgo semántico “paga”, “sueldo”, “gasto”, “concepto”, etc. Otra acepción: Trabaja como extra de cine. 2.2.3. Como prefijo Va antepuesto y siempre se escribe unido a la palabra: extracurricular, extraoficial, extraordinario, extraterrestre. 2.3. SÚPER / SUPER 2.3.1. Como adjetivo valorativo Significa “magnífico, superior” y se utiliza siempre pospuesto al sustantivo: Es una mujer súper. 2.3.2. Como cuantificador adverbial En la lengua coloquial, súper se utiliza con valor cuantificacional; se interpreta como “muy”, pero más enfático: Es un empresario súper importante. 2.3.3. Como prefijo Con el mismo significado, si se lo antepone al sustantivo se transforma en un prefijo y se escribe unido a la palabra: Es una supermujer. Fui al supermercado. Este prefijo puede tener otros significados: - Encima de: superestructura. - Preeminencia: superintendente. - Exceso: superproducción. 2.4. VERSUS 2.4.1. Como preposición Esta preposición latina ha llegado al español desde su uso en el inglés, con el valor de “contra”. Por ser un anglicismo, la Academia no aconseja su empleo. En nuestro dialecto es de uso común con el mismo valor que en inglés. Independiente versus Racing. 2.5. Preposiciones latinas como prefijos Otras preposiciones latinas permanecen en nuestra lengua sólo como prefijos, por lo que siempre deben escribirse antepuestas y unidas a la palabra. Algunos de estos prefijos presentan variantes: 2.5.1. Post- y PosEn la actualidad se prefiere la forma post- para la mayoría de ellas. Por ejemplo: postmodernidad. Algunas palabras solo admiten la variante pos-: posbélico, posguerra, posponer. 2.5.2. Trans- y TrasLa forma tras- es la única existente en: trascendido, trasfondo, trashumante, trasladar, trasluz, trasmano, trasnochar, trasnochador, trasnoche, traspié, trasplantar, trastabillar, trastocar, trastornar, etc. La forma trans- es la única existente cuando el prefijo se aplica a lexemas que empiezan con s-: transexual, transustancial, etc. 2.5.3. SubSub- pierde la b en las formas subst- y subscr-. Las dos formas se admiten. Por ejemplo: sustantivo, substantivo; sustancia, substancia; sustraer, substraer, etc. La forma con b tiende a verse como arcaísmo.