IMPRUDENCIA FISCAL La SHCP entregó al Congreso un avance de los Criterios de Política Económica (CGPE), con los que elaborará el PEF y la Ley Ingresos de 2016. Intenta un manejo de las finanzas públicas responsable y adecuado al entorno económico. Hasta aquí, ninguna objeción. Cualquier persona o empresa que viera mermados sus ingresos en forma importante, como le ha sucedido al sector público por la caída tan abrupta del precio del petróleo, haría bien en contener sus gastos a fin de no pedir prestado más de la cuenta. Bajo este manto protector de ortodoxia económica, la SHCP ha establecido como objetivo primordial reducir el déficit público en 0.5% del PIB, aproximadamente $90 mil millones de pesos con respecto al de 2015, sin aumentar los impuestos. Disminuir el déficit público sin incrementar los impuestos implica forzosamente reducir el gasto público, en $133 mil millones de pesos según el Secretario Videgaray. En las condiciones actuales de debilidad económica esto es un nuevo freno para el crecimiento de la producción y del empleo. En aras de mejorar la siempre bienvenida eficiencia gubernamental (producir más servicios con menos recursos), la política fiscal para 2016 desestima, o mejor dicho desprecia los efectos de un nuevo recorte del gasto público en el crecimiento del PIB. Si en septiembre próximo los diputados avalan los planes del Ejecutivo, sería una segunda disminución de gasto público, adicional a la de $124 mil millones de este año. Parece que a la SHCP no le quedó claro el mensaje de parte de los analistas económicos y del propio Banco de México, que la reducción de gasto público de este año ocasionará un crecimiento económico 0.5 puntos porcentuales menor al que hubiera ocurrido de mantenerse el presupuesto federal inalterado. Aquí y en varias otras notas periodísticas se mencionó que al ahorro de la importación de gasolina (se compra a 8 pesos el litro fuera de México y se vende internamente a 13 pesos, cifras cerradas), hacía innecesario un recorte de esa magnitud. El gobierno atajó el argumento diciendo que la reducción de gasto era preventiva, que se adelantaba para no efectuar una tan brusca en 2016. Semanas después, ¡Oh sorpresa! se anunció la intención de un recorte para 2016 prácticamente similar al del 2015. Es fácil anticipar que las previsiones de actividad económica para el año entrante observarán un deterioro parecido al de este año, por parte de los analistas especializados. Lo sorprendente es que en este adelanto de los CGPE 2016, la SHCP mantuvo su aumento del PIB en un punto medio de 3.6 por ciento, igual al que estimaba antes de plantear su estrategia fiscal para el año entrante. O sea, pase lo que pase con el erario, el avance de la actividad económica permanece firme como un asta de la bandera nacional. No me gustaría dejar la impresión que no hay margen para disminuir el gasto público. Nada más alejado de la realidad. México tiene un aparato gubernamental obeso, despilfarrador e ineficaz para lograr sus objetivos sociales (educación, salud y seguridad pública, para mencionar los principales). El asunto es cuándo, cómo, cuánto y en dónde aplicarle la cirugía. Tres cuartas partes del gasto de los programas públicos corresponden al gasto corriente y dentro de este, los tres rubros más importantes y con mayor aumento son: la nómina, los gastos de operación, los subsidios, en ese orden. Se ha ofrecido, igualmente por la SHCP, que el presupuesto del 2016 se hará sobre una base cero, que rompa con las tendencias indeseables. Es pronto para opinar sobre este tema, pero hasta donde se sabe no hay indicaciones a las dependencias que permitan pensar que los gastos que este año suben comenzarán a ceder en el PEF de 2016. Se perfila entonces una política fiscal con costos para el crecimiento económico en 2015 y 2016, sin los beneficios de un gobierno verdaderamente más eficiente. Una raya más al tigre de la imprudencia. Socio de GEA Grupo de Economistas y Asociados