UNIVERSIDAD CRISTIANA EVANGÉLICA NUEVO MILENIO ASIGNATURA: FILOSOFÍA SECCIÓN: 72486 TEMA: MARCO DE REFERENCIA FILOSÓFICO ALUMNA: NOHELIA RAQUELI SANTOS CHINCHILLA NUMERO DE CUENTA: 119390006 LA ENTRADA, COPÁN 02 DE FEBRERO DE 2020 El sentido de la vida “Como dijo el psicoanalista Erich Fromm, el sentido de la vida no es más que el acto de vivir en uno mismo. Cómo experimentamos cada una de la hora y los días, de los meses y los años, moldea el propósito de nuestra existencia. Y este, a su vez, es el responsable de sentir plenitud. Muy filosófico. Pero es que, además, tal y como avalan numerosos estudios científicos, incide en nuestra salud. Hay muchos ejemplos: la investigación dirigida por la psicóloga Mei-Chuan Wang, de la Universidad de Memphis, en el que se dice que ayuda a reducir el estrés y las tendencias suicidas. O la coordinada por Patricia A. Boyle, del Centro Rush para el alzhéimer de Chicago, que asegura que reduce la incidencia de la enfermedad y el deterioro cognitivo leve en personas mayores. Kim Erich, del departamento de Psicología de la Universidad de Michigan, ha estudiado cómo disminuye el riesgo de infarto en la tercera edad. E incluso favorece que un toxicómano pueda dejar sus vicios, según los resultados obtenidos por investigadores del Centro de Estudios sobre el Alcohol y la Adicción de la Universidad Brown de Providencia (EE UU). Hace muchos, muchos años que la comunidad científica internacional trabaja para ver hasta dónde el estado de la mente influye en el del cuerpo, un pack indisoluble e hiperconectado. Una de las conclusiones más sorprendentes: estar motivado influye hasta en los genes. Así lo asegura Steve Cole, profesor de Medicina y Psiquiatría de la Universidad de California en Los Ángeles, quien, bajo la dirección de la profesora y psicóloga Barbara Fredrickson, de la Universidad de Carolina del Norte, lleva años estudiando cómo reaccionan nuestros genes ante el estrés y cómo sentirnos bien mentalmente incide en el genoma Para realizar el estudio, Cole distinguió dos tipos de bienestar psicológico. Uno, vinculado a los eudemonistas, poseedores de una motivación que da sentido a su existencia; y dos, el hedonista, que básicamente obtiene satisfacción de la constante auto gratificación, especialmente a través de la búsqueda y posesión del placer material y físico. De forma inesperada –¿justicia poética o bioquímica? – Cole descubrió que, mientras el perfil genético de los eudemonistas es favorable a las células del sistema inmune (potencia niveles bajos de inflamación y una fuerte expresión de genes vinculados a anticuerpos), el hedonista se manifiesta de forma contraria: alta inflamación y baja expresión de los genes antivirales y anticuerpos. ¿Cómo puede ser si ambos grupos, en principio, mostraron un mismo nivel de felicidad? Seguramente, opina Cole, la actitud de los primeros les lleva a vivir con más tranquilidad, con todos los beneficios que esto conlleva. Los hedonistas, en cambio, parece que viven con mucha más presión, lo que les acarrea estrés. Y este, entre otros muchos perjuicios, puede dañar los telómeros, los extremos de los cromosomas cuya función es evitar daños en el ADN, haciendo que envejezcan antes” (BERG, 2017). De dónde venimos “Los primeros hombres que filosofaron en Grecia se enfrentaron a la necesidad de explicar el origen de todo cuanto existe. Pero no intentaron explicar las cosas de manera individual, como lo hacemos hoy. Es decir, no buscaron explicar el origen del mundo, por un lado, y el origen de los árboles, de la noche y el día, de los animales, o de las estrellas, por otro; lo que querían era explicar cómo es que todo existe. Y lo verdaderamente importante de esto es la manera en que se lo preguntaron, porque su pregunta era muy distinta de las que hoy se hacen, lo mismo en la filosofía que en la ciencia. Ellos se preguntaron por el principio de las cosas, por lo que sustenta la existencia de todo lo que es en el mundo” (PRIANI SAISÓ & LÓPEZ MARTÍNEZ, 2009). Tal y como dijo Descartes (1637), “Pienso, luego existo.” Se trata de uno de los principios filosóficos fundamentales de la Filosofía Moderna: tanto el pensamiento como la propia existencia son indudables, absolutamente ciertos, y será posible partir de ahí para establecer nuevas certezas. Se confirma, de este modo, que el ser humano es pura energía; tanta que, en ocasiones, se desborda y necesita saber más de todo cuanto le rodea. Entre otras cosas, el hombre no puede vivir sin pensar, resumiendo este autor que la única forma de encontrar la verdad es mediante la razón, de un modo tan simple que podría pasar inadvertido (Descartes, 1637). “El pensamiento filosófico es, en ese sentido, uno de esos ejemplos desbordantes de ímpetu, veloces, creativos, que puede definirse como aquel impulso que posee el hombre y que le permite diferenciarse tanto de sí mismo como de otras personas. Se trata de un pensamiento libre, inquieto, inconformista, tan racional como teórico, pero totalmente especulativo: bajo esa inquietud, el hombre busca, investiga, examina y evalúa las respuestas existentes en la sociedad sobre ciertos hechos considerados fundamentales y que no pueden ser explicados por la ciencia, obligándose a ser plenamente lógico. Se demuestra, con ello, que el hombre y su propia existencia no pueden sustentarse de meras hipótesis para confirmar o refutar sus propias teorías sobre tales hechos: necesita verdades concretas y confirmadas, buscar los motivos por los cuales suceden las cosas a su alrededor, apoyándose en la confianza que le brinda su propia razón a la hora de realizar dicha búsqueda” (Marmoles, 2017). Que hacemos aquí “Las razones que inducen a una persona a adentrarse en la larga marcha de la autorrealización son variadas. El momento en que por fin se desencadena en una persona el mecanismo misterioso de la Búsqueda es imprevisible. A veces ni uno mismo puede descubrirlo. Toda persona con inquietudes y sensibilidades es asaltada en algún instante de su vida por interrogantes existenciales como ¿quién soy yo?, ¿por qué la vida y para qué?, ¿a dónde voy?, ¿tiene todo esto algún sentido? Todo buscador comparte espacios comunes, pero cada uno puede expresar sus inquietudes o propósitos de un modo diferente. Puede resultar interesante y motivador preguntarnos a nosotros mismos cuándo fue que empezamos a interesarnos por temas espirituales. Utilizo el término «espiritual» con todas las reservas, pues entiendo la espiritualidad como una especie de «instinto» o impulso hacia un modo más elevado de ser, al margen de cultos, creencias preestablecidas, religiones o tendencias teístas o no teístas” (Calle, 2019). Hacia dónde vamos “Un problema filosófico se presenta como una perplejidad. La perplejidad es un no saber qué camino tomar porque no se ve claro. Hay como una sombra que osc urece el sentido, una suerte de niebla mental, como decía Wittgenstein. Por lo pronto nociones decisivas para las políticas modernas como las de igualdad, libertad y democracia, estarían construidas sobre la base de la exigencia de fraternización del género humano, orientada por la figura imaginaria del amigo y la exclusión del enemigo, al cual le serían imputables todas las faltas a los ideales fraternales de los amigos” (SCIELO, 2010) “Con ello no se ve claro el uso de nuestro lenguaje democrático, y aparece entonces un enigma que nos desazona, y quizá sea éste, entre otros, el problema del libro: ¿hacia dónde vamos?, de Cesáreo Morales. El problema es mayor, se trata de lo político. El título apenas se descubre en medio del enigma que engendra, de la perplejidad que ocasiona, de una puesta en cuestión del nomos y de suscitar la presencia de Hobbes, como dice Cesáreo Morales: todavía” (SCIELO, 2010). “Pero la modestia del título de este libro me desazona: ¿hacia dónde vamos?, como si con esta simple frase se quisiera marcar un territorio ignoto, una pregunta que nos deja a descampado, sin saber qué hacer o, al menos, nos deja sabiendo eso que dejamos de hacer ya con el rumbo perdido. La pregunta también suscita en nuestro entramado esa vieja noción del thelos” (SCIELO, 2010). La evolución y la creación “Cuando hablamos de teoría de la evolución, en realidad podemos estar refiriéndonos a diferentes cues tiones. Y ocurre lo mismo con el término creación. Como siempre, el encaje de ambas nociones dependerá de a qué nos referimos con cada una de ellas” (Collado, s.f.) El profesor Francisco Ayala afirma en un libro del año 1994, La teoría de la Evolución, lo siguiente: “La teoría de la evolución se ocupa de tres materias diferentes. La primera es el hecho de la evolución; esto es, que las especies vivientes cambian a través del tiempo y están emparentadas entre sí debido a que descienden de antepasados comunes. La segunda materia es la historia de la evolución; esto es, las relaciones particulares de parentesco entre unos organismos y otros (por ejemplo, entre el chimpancé, el hombre y el orangután) y cuándo se separaron unos de otros los linajes que llevan a las especies vivientes. La tercera materia se refiere a las causas de la evolución de los organismos” (Collado, s.f.). “De estas tres cuestiones, la primera puede considerarse, efectivamente, como un hecho. Hay datos más que suficientes para afirmar como científicamente cierto que todas las especies existentes tienen antepasados comunes, y que se ha dado por tanto una evolución desde unas especies primitivas y menos complejas hasta las que conocemos en la actualidad. También sabemos con certeza, por los restos fósiles, que muchas especies se han extinguido” (Collado, s.f.). Este último hecho pertenece al segundo aspecto de la evolución señalado por Ayala: el de la historia de la evolución. En este ámbito de la teoría, el grado de certeza que poseemos es menor que el que pueden alcanzar las ciencias matematizadas. Los hallazgos que se van produciendo hacen que cambie con bastante frecuencia lo que ya estaba establecido. La genética moderna ha contribuido a confirmar muchos de los resultados obtenidos por otras vías. Bibliografía BERG, E. V. (18 de Mayo de 2017). EL PAIS. Obtenido de https://elpais.com/elpais/2017/05/11/buenavida/1494509669_387977.html Calle, R. (2 de Septiembre de 2019). MIDALIA. Obtenido de https://www.mindalia.com/noticias/que-hacemos-aqui/ Collado, S. (s.f.). UNAV. Obtenido de unav.edu/web/ciencia-razon-y-fe/como-encajan-la-teoriade-la-evolucion-y-la-doctrina-de-la-creacion Marmoles, P. (15 de Abril de 2017). Pedro Lifante. Obtenido de https://pedrolifante.com/pensamiento-filosofico-donde-venimos-hacia-donde/ PRIANI SAISÓ, E., & LÓPEZ MARTÍNEZ, I. (2009). Historia de las Doctrinas Filosoficas. Mexico: PEARSON EDUCACIÓN. SCIELO. (29 de Septiembre de 2010). SCIELO. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870879X2013000100011 Obtenido de