LECTURA: "LA AUTENTICIDAD EN LA ADOLESCENCIA" La búsqueda de la autenticidad, semejante al proceso de afirmación de la identidad en el joven, es uno de los aspectos cruciales de la juventud, como una etapa que atraviesa toda persona. Ser auténtico puede significar el grado de unicidad, individualidad y diferenciación que el adolescente parece buscar y consolidar frente a las presiones sociales y sus grupos de referencia. La autenticidad como valor presupone cierta diferencia original con respecto a todo lo que rodea al individuo, es decir, que una persona auténtica y singular posee características y convicciones muy propias que le guían en su vida. Es bastante engañoso pensar que se es genuino cuando se asumen las posturas de otros grupos, de otras personas. Cuando se interioriza el pensamiento de los demás sin ningún cuestionamiento, cuando se incorporan modas que uniforman a las personas antes que hacerles originales. Sin embargo, no existe un tipo puro de autenticidad, cuando la presión social mediante las producciones culturales y comerciales, le prescriben al individuo cómo debe ser, pensar, vestir, sentir, entre otras cosas. De modo que, aislarse para ser auténtico no sería una solución. Rebelarse contra el orden preestablecido tampoco es una opción muy recomendable, y más cuando existen leyes sociales para cumplir y que ayudan a la convivencia general. Como puede apreciarse, ser auténtico en un mundo que no vende la singularidad, sino copias y modelos para imitar, cabe esperar que los jóvenes sigan modelos inadecuados de vida; en lo moral, en lo intelectual, en lo espiritual, en lo social y familiar. ¿En qué radica, entonces, la autenticidad? Quizás ello pueda deducirse a partir de lo que no es auténtico. No es auténtica una persona que: Imita comportamientos orientados al mal, con el propósito de obtener beneficios de cualquier tipo. - Adopta pensamientos y acciones que no contribuyen a la sana convivencia social. - Adopta vestuarios que procuran llamar la atención antes que generar una buena presentación personal. - Hace lo que otros realizan sin someter a la crítica racional las intenciones reales de dicha postura. - Realiza actos degradantes para llamar la atención. - No es fiel a sus propios valores y sanas convicciones. (Toda persona generalmente ha sido mínimamente enseñada en los principios y valores deseables en sociedad) Podemos decir, pues, que una persona es auténtica cuando está orientada a lo bueno, procura ser ella misma, evitando modelos socioculturales erróneos, o formas de pensar que destruyen la convivencia humana. La persona auténtica desea ser ella misma y desarrollar un propósito o proyecto de vida, sin la necesidad de imitar a otros. De esta forma, los jóvenes de hoy se ven expuestos a decidir lo que desean ser, y en muchos casos equivocan el buen camino, imitando a otros en comportamientos dañinos (drogas, alcohol, libertinaje, rebeldía social, violencia, etc.). Luego no es fácil para ellos decidir. En muchos casos se piensa estar haciendo las cosas lo mejor, pero las consecuencias de elecciones inadecuadas tarde o temprano comienzan a afectar la vida del adolescente. Por lo demás, ser auténtico no es ser la fiel copia de otro (grupo, partido, modelo, proyecto…), tampoco irrespetar el estilo de vida de los demás, pero sí se debe asumir una posición muy personal para decidirse a ser uno mismo. ¿Por qué es difícil ser autentico en el mundo actual? Explica. ¿Qué debes hacer para ser autentico? ¿Qué significa ser autentico? LECTURA: "LA AUTENTICIDAD EN LA ADOLESCENCIA" La búsqueda de la autenticidad, semejante al proceso de afirmación de la identidad en el joven, es uno de los aspectos cruciales de la juventud, como una etapa que atraviesa toda persona. Ser auténtico puede significar el grado de unicidad, individualidad y diferenciación que el adolescente parece buscar y consolidar frente a las presiones sociales y sus grupos de referencia. La autenticidad como valor presupone cierta diferencia original con respecto a todo lo que rodea al individuo, es decir, que una persona auténtica y singular posee características y convicciones muy propias que le guían en su vida. Es bastante engañoso pensar que se es genuino cuando se asumen las posturas de otros grupos, de otras personas. Cuando se interioriza el pensamiento de los demás sin ningún cuestionamiento, cuando se incorporan modas que uniforman a las personas antes que hacerles originales. Sin embargo, no existe un tipo puro de autenticidad, cuando la presión social mediante las producciones culturales y comerciales, le prescriben al individuo cómo debe ser, pensar, vestir, sentir, entre otras cosas. De modo que, aislarse para ser auténtico no sería una solución. Rebelarse contra el orden preestablecido tampoco es una opción muy recomendable, y más cuando existen leyes sociales para cumplir y que ayudan a la convivencia general. Como puede apreciarse, ser auténtico en un mundo que no vende la singularidad, sino copias y modelos para imitar, cabe esperar que los jóvenes sigan modelos inadecuados de vida; en lo moral, en lo intelectual, en lo espiritual, en lo social y familiar. ¿En qué radica, entonces, la autenticidad? Quizás ello pueda deducirse a partir de lo que no es auténtico. No es auténtica una persona que: Imita comportamientos orientados al mal, con el propósito de obtener beneficios de cualquier tipo. - Adopta pensamientos y acciones que no contribuyen a la sana convivencia social. - Adopta vestuarios que procuran llamar la atención antes que generar una buena presentación personal. - Hace lo que otros realizan sin someter a la crítica racional las intenciones reales de dicha postura. - Realiza actos degradantes para llamar la atención. - No es fiel a sus propios valores y sanas convicciones. (Toda persona generalmente ha sido mínimamente enseñada en los principios y valores deseables en sociedad) Podemos decir, pues, que una persona es auténtica cuando está orientada a lo bueno, procura ser ella misma, evitando modelos socioculturales erróneos, o formas de pensar que destruyen la convivencia humana. La persona auténtica desea ser ella misma y desarrollar un propósito o proyecto de vida, sin la necesidad de imitar a otros. De esta forma, los jóvenes de hoy se ven expuestos a decidir lo que desean ser, y en muchos casos equivocan el buen camino, imitando a otros en comportamientos dañinos (drogas, alcohol, libertinaje, rebeldía social, violencia, etc.). Luego no es fácil para ellos decidir. En muchos casos se piensa estar haciendo las cosas lo mejor, pero las consecuencias de elecciones inadecuadas tarde o temprano comienzan a afectar la vida del adolescente. Por lo demás, ser auténtico no es ser la fiel copia de otro (grupo, partido, modelo,