Dalcroze Emile Jaques-Dalcroze, gran pedagogo suizo, fue el creador de la gimnasia rítmica, método que permite adquirir el sentido musical por medio del ritmo corporal. Nacido en Viena en 1865, Dalcroze se convirtió, con su rítmica, en uno de los principales innovadores que iban a influir en la danza moderna. Con el estudio de la gimnasia rítmica, que consiste en establecer, como decimos, la relación entre el dinamismo corporal y el dinamismo sonoro, el bailarín aprende a asociar los movimientos, ordenarlos en el espacio y eliminar los movimientos inútiles. De 1877 a 1883 Dalcroze estudió el bachillerato y seguidamente Letras en la Universidad de Ginebra; al mismo tiempo estudiaba piano, frecuentando el Conservatorio. En 1884 se fue a París para proseguir sus estudios de música y se empleó en el cabaret El Gato Negro como pianista, para ganar el dinero de su subsistencia. En verano de 1886 dio unas veladas musicales en el hotel Saint Gervais-les-Bains y en el otoño del mismo año lo contrataron en Argelia, como ayudante del director de la orquesta del Teatro Novedades. En 1887 fue admitido en la Academia de Música de Viena, prosiguiendo sus estudios de piano, armonía y composición. En 1892 fue nombrado profesor de armonía y solfeo del Conservatorio de Ginebra, hasta 1910. Estos años fecundos acabaron de establecer su célebre método. Fueron años de meditación sobre el hombre, el artista, el intérprete, el creador. Dando clase a sus discípulos, Dalcroze se dio cuenta de que la técnica debe ir siempre precedida de una educación auditiva, sobre todo en los niños. Pensó que el sentido rítmico es esencialmente muscular y que hay que jugar siempre con estos tres elementos, el espacio, el tiempo y la energía, coincidiendo con las teorías de Laban. En sus observaciones, Dalcroze tomó conciencia de la arritmia, fenómeno resultante de la falta de coordinación entre la concepción del movimiento y su realización. Existe muchas veces la imposibilidad de dar rápidamente una orden a los músculos, resultante de la incapacidad del sistema nervioso de dar esta orden. Es aquí donde sus estudios se centran en combatir las consecuencias de la arritmia, cuyas causas se deben a la falta de armonía en los factores intelectuales; es el momento en que se produce el desorden coordinativo. Así pues, el fin principal de la rítmica de Dalcroze es disminuir el tiempo perdido entre la concepción de un acto y su realización. Esta ley de economía creó un verdadero método de educación psicomotriz. El método de Emile Jaques-Dalcroze se codifica así: 145 •... «La Repetición»: Después de haber asimilado los ritmos nacidos de la repetición, éstos se convierten en generadores del automatismo. Así se establece el medio para que la persona aprenda a escuchar, a escoger su pensamiento y a expresarse. «Encadenamiento lógico de causa y efecto»: Después de haberse iniciado, el ritmo es generador de la acción de establecer una relación entre la causa (música) y el efecto producido (la imagen motriz del movimiento), más un imperativo categórico (las leyes de la armonía) que pone en marcha el gesto expresivo (la acción). «La ley del mínimo esfuerzo»: Fue Dalcroze el primero en codificar los métodos de economía corporal. Pensaba que el ritmo musical puede ordenar el ritmo interior en todos sus matices. Objeto de este método: l. El desarrollo del sentimiento musical en el cuerpo entero. 2. El despertar de los instintos motores que dan conocimiento a la noción de orden y equilibrio. 3. La ampliación del desarrollo de las facultades imaginativas, ante el hecho de un libre intercambio entre el pensamiento y el movimiento corporal. Sus reglas: a) Ha de establecerse una comunicación rápida entre el cerebro, agente de concepción, y el cuerpo, agente de ejecución. b) Hay que crear automatismos que aseguren el funcionamiento muscular, estableciendo comunicaciones rápidas y seguras entre los dos polos de nuestro ser y favorecer la expresión de nuestros ritmos naturales; es la toma de conciencia de nuestra personalidad. e) Es necesario aprender a relajarse, con el fin de que el cuerpo esté dispuesto a recibir las órdenes del cerebro. d) Es indispensable obtener el máximo resultado con el mínimo esfuerzo, liberar el espíritu, reforzar la voluntad, implantar orden y claridad en el organismo, por lo que es bueno crear muchas costumbres matrices y reflejos. e) Es indispensable canalizar las fuerzas vivas del ser humano, orientarlas hacia un objetivo definido, llevar una vida ordenada, inteligente e independiente. Según Dalcroze, la plástica es una experiencia que debe permitir a la persona interpretar toda la gama de sus sentimientos, en base a traducir el ritmo interior producido por la música con el ritmo corporal, síntesis de las calidades matrices. Define la danza como el arte de expresar las emociones con movimientos corporales rítmicos. De este modo está cerca de Isadora Duncan, pero difiere de ella en que no le gusta la idea de bailar por instinto; Dalcroze cree más cn principios establecidos. Sus principales puntos de estudio de la danza son la respiración y la orquestación de los movimientos, entendiendo por esto último la lógica de un principio (arranque), unas combinaciones (enchainements], y un justo final de los movimientos. En 1910 Dalcroze abrió un Instituto de la Rítmica en Dresden, de carácter provisional, y al año siguiente abrió el famoso de Hellerau, en donde organizó innumerables audiciones que causaron un gran impacto, aunque estos espectáculos no rebasaron nunca la línea de la educación corporal. Tampoco lo pretendió; su labor era puramente pedagógica. Allí no sólo acudieron alumnos de danza, sino que el Cen146 tro atrajo a intelectuales y artistas de toda Europa. En 1915 se inauguró el Instituto de Ginebra que lleva su nombre y que aún funciona, habiéndose cerrado el de Hellerau a resultas de la guerra mundial. En 1919 Dalcroze dio un curso especial en la Escuela Normal de París, donde tuvo tanto éxito que, a partir de entonces, se añadió la rítmica como asignatura oficial complementaria de los estudios oficiales de danza, tanto en el Conservatorio como en la Ópera. Murió este gran pedagogo en Ginebra, en 1950. Emile Jaques-Dalcroze era un hombre extrovertido y abierto, con un marcado sentido del humor que le permitía mantener siempre buenas relaciones con todo el mundo. Tenía gran facilidad para la improvisación musical, lo cual, unido a su carácter, convertía sus clases en experiencias inolvidables para los asistentes.