Psicología Sanitaria: Seminario Kira Franke Five-paragrapah Essay Se estima que en España el 25% de las personas sufren de algún trastorno mental (Centro Nacional de Epidemiologia, 2018). A pesar de estos altos números, actualmente una gran parte de ellos no reciben el tratamiento que necesitarían. En algunas partes del mundo esa brecha incluso es casi del 80% (Organización Mundial de Salud, 2010). Una medida para reducir esta brecha podría ofrecer las nuevas tecnologías en sus distintas formas de aplicación. Aunque seguramente conllevan unas buenas oportunidades que deben ser aprovechadas y que seguramente podrían mejorar la situación hasta cierto grado, no creo que el problema pueda ser resuelto solamente por el uso de estas nuevas tecnologías. El primer aspecto es la accesibilidad de estos tipos de tratamientos psicológicos: por una parte, se puede argumentar que las tecnologías la aumentan puesto que tienen la capacidad para atender más personas. También para las personas mismas facilitaría el acceso porque constan de una barrera más baja para entrar al tratamiento, que es menos influida por el estigma que todavía tiene la terapia que lo hace mucho más fácil descargarse una aplicación que pedir una cita con el psicólogo. Por otra parte, en algunos casos la accesibilidad también puede ser problemática si en unas familias con un nivel socioeconómico bajo ninguno o no todos los miembros disponen de una computadora o un celular que sea apto para la tecnología que se debería usar. Eso seguramente en unas partes del mundo es un problema más grave que en otros. Otro problema de la accesibilidad de momento también es una mala conexión a Internet. En segundo lugar, cabe destacar que la tecnología no puede ofrecer ciertos elementos de la terapia cara a cara. Aunque sí es posible escuchar y verse a través de videollamadas no será lo mismo como estar juntos en la misma habitación, faltará una parte de la interacción no verbal que puede influir en la relación terapéutica. Eso puede ser difícil en el caso de algunos trastornos para los que es esencial tener experiencias correctivas a nivel social en la terapia (Caballo, Psicología Sanitaria: Seminario Kira Franke 2001). Parece poco probable que eso pudiera ser ofrecido de la misma manera a través de las herramientas tecnológicas. Por último, debe tenerse en cuenta que la brecha no existe solamente porque simplemente falten plazas en las terapias o porque sean demasiado caras. La OMS (2010) menciona como factor importante la ignorancia o las creencias falsas sobre los trastornos psicológicos que en general frenan el desarrollo en este ámbito. Dadas estas circunstancias puede que las tecnologías amplíen la oferta psicológica, pero se quedaría sin ser usada porque falta la consciencia de la gravedad de estos trastornos. Por eso, antes de todo haría falta trabajar por cambiar estas creencias. En resumen, concluyo que las nuevas tecnologías si pueden ayudar a reducir la brecha para ampliar la oferta y hacer más accesible la ayuda psicológica para aquellas personas que disponen de los medios tecnológicos que se requieren para poder aprovechar de ella. Sin embargo, no creo que esto solo sea suficiente ya que actualmente hay otros problemas como falsas creencias sobre trastornos psicológicos y la tecnología no es capaz de reemplazar todos los elementos de la terapia cara a cara. Por lo tanto, sí se deberían utilizar las oportunidades que ofrece la tecnología pero también hay que trabajar en otras áreas para eliminar la brecha. Referencias Caballo, V.E. (2001). Tratamientos cognitivo-conductuales para los trastornos de la personalidad. Psicología Conductual, 9(3), pp. 579-609. Centro Nacional de Epidemiologia (2018). Salud Mental y Salud Publica en España: Vigilancia Epidemiológica. http://gesdoc.isciii.es/gesdoccontroller?action=download&id=09/01/201844802ce4e8 Organización Mundial de Salud (2010). Cerrar la brecha de salud mental. https://www.who.int/dg/speeches/2010/mhGap_forum_20101007/es/