2. AUTOCONOCIMIENTO. El autoconocimiento es un componente clave de la inteligencia emocional y una inteligencia emocional elevada es un requisito previo para unas habilidades directivas exitosas. La relación entre las cuatro áreas críticas del autoconocimiento se muestra en la siguiente figura: El conocimiento personal nos permite reconocer nuestros propios dones y fortalezas especiales para capitalizar nuestros talentos. El reconocimiento personal lleva al reconocimiento y comprensión de los demás, como dice Harris (1981): Nada es realmente personal que no haya sido primero interpersonal, empezando con el trauma del niño de la separación del cordón umbilical. Lo que sabemos de nosotros mismos proviene solo del exterior, y es interpretado por el tipo de experiencias que hemos tenido; y lo que sabemos de los demás viene solo de una analogía con nuestra propia red de sentimientos. Definición de autoconocimiento: Según Lanantuoni (2006), es el proceso reflexivo (y su resultado) por el cual la persona adquiere noción de su yo y de sus propias cualidades y características. Como todo proceso, puede ser desglosado en diversas fases, como: autopercepción, autoobservación, memoria autobiográfica, autoestima, autoaceptación. No puede haber, pues, autoestima sin autoconocimiento. De ahí la importancia del autoconocimiento para el desarrollo personal y de las habilidades directivas. 2.1 EVALUACIÓN DE LOCUS DE CONTROL . La evaluación del Locus de Control, es "una medición de la capacidad de control y autocontrol, hasta qué punto los sujetos logran controlarse ante eventos sociales o de lo contrario cómo son influenciados por estos en su actuar." El locus de control es un rasgo de personalidad propuesto a partir de la teoría del aprendizaje social por Julian B. Rotter y Murly en 1965, y posteriormente reformulado por Rotter en 1966. Después de los trabajos de Rotter el concepto de locus de control ha sido refinado por Delroy L. Paulhus. En lugar de tratar el locus de control como un rasgo unidimensional de la personalidad, este autor analiza su presencia en tres áreas principales de la vida: los logros personales, las relaciones interpersonales y el mundo socio-político. Se considera que el locus de control es un rasgo de la personalidad estable en el tiempo, y sitúa a las personas en un continuo según la responsabilidad que aceptan sobre los eventos sociales que experimentan –que pueden ser positivos, negativos o neutros–. Así se muestra el grado en que un individuo percibe el origen de su propio comportamiento, ya sea de manera interna o externa a él. El Locus de Control (LC) es la percepción de una persona de lo que determina (controla) el rumbo de su vida. Es el grado en que un sujeto percibe que el origen de eventos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él. Los dos extremos de locus de control son interno y externo, según las siguientes definiciones: Locus de control interno: percepción del sujeto que los eventos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones, es decir la percepción que él mismo controla su vida. Tal persona valora positivamente el esfuerzo, la habilidad y responsabilidad personal. (Yo fui la causa del éxito o fracaso) Locus de control externo: percepción del sujeto que los eventos ocurren como resultado del azar, el destino, la suerte o el poder y decisiones de otros. Así, el locus de control externo es la percepción de que los eventos no tienen relación con el propio desempeño, es decir que los eventos no pueden ser controlados por esfuerzo y dedicación propios. Tal persona se caracteriza por atribuir méritos y responsabilidades principalmente a otras personas. (Algo o alguien ocasionó el éxito o fracaso). 2.2 TOLERANCIA A LA AMBIGÜEDAD . Ambigüedad. El termino ambigüedad, se origina de raíces latinas, formada por «amb» que significa «por uno y otro lado» o «por los dos lados», mas la raíz «agere» que quiere decir «actuar» o «llevar adelante», y el sufijo «dad» que alude a «cualidad». Al hablar de ambigüedad se hace referencia a una situación en la que la información tratada podría ser interpretada o entendida de diferentes formas o maneras. En otras palabras, se entiende por ambigüedad cuando una oración o palabra puede aludir a distintos significados o interpretaciones. También esta palabra es sinónimo de incertidumbre, duda o vacilación. La tolerancia a la ambigüedad se refiere al grado en que los individuos se sienten amenazados o tienen problemas para manejar situaciones ambiguas, donde ocurren cambios rápidamente o en forma imprevista, donde la información es inadecuada o poco clara o donde existe complejidad. Para crear tolerancia a la ambigüedad, se recomienda hacer una lista de las cosas que están bajo nuestro control y de los factores que no lo están. Según varios estudios, la tolerancia a la ambigüedad es la posibilidad de una persona de que algo pueda entenderlo de varios modos o de que admita distintas interpretaciones, se considera como buen predictor (inicio) de éxito en la vida cotidiana. El tener tolerancia a la ambigüedad significa: • Prestar atención a más información • Poseer un comportamiento flexible ante los cambios • Ser sensibles a las características internas • Interpretar más datos • Controlar el estrés, los conflictos y los mismos cambios Con base en lo anterior, el estudio de la tolerancia a la ambigüedad obedece, a que todo directivo debe ser tolerante a la ambigüedad, ya que ésta le permitirá lanzarse a hacer cosas aun cuando sienta que sería difícil lograr. 2.3 COMPRENSIÓN Y APRECIACIÓN DE LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES . Una razón más para enfocarse el autoconocimiento es la de ayudarse a desarrollar la capacidad de diagnosticar las diferencias importantes entre las personas con las que se interactúa. Se ha comprobado que la eficacia de un individuo como directivo está muy relacionada con su capacidad de reconocer, apreciar y utilizar las diferencias fundamentales y claves entre los demás. Se toma en cuenta género, edad, cultura y etnia, estatus, herencia genética. El diagnóstico de las diferencias fundamentales en los demás es una parte importante de ser un directivo eficaz. Estar consciente y tener empatía hacia las distintas perspectivas, necesidades e inclinaciones de los demás es una parte fundamental de la inteligencia emocional y de la madurez interpersonal. Para que el individuo se sienta cómodo discutiendo las formas en las que es diferente, debe compartir un compromiso para enfocarse en las diferencias y no en las distinciones. Las diferencias ayudan a entender las fuentes potenciales de los malentendidos entre las personas proporcionando claves para trabajar juntos en forma eficaz; mientras que las distinciones crean barreras sociales entre las personas dañando a la persona misma y a la organización.