Novela española durante el Siglo XX 1.Novela española desde principios del S.XX hasta 1939. 2.Novela española desde 1939 hasta 1970. 3.Novela española desde 1970 hasta la actualidad. 1.Novela española desde principios del S.XX hasta 1939: 1.1.Contexto histórico. Tras la pérdida de las últimas colonias en 1898(Cuba, Puerto Rico y Filipinas), España entra en el nuevo siglo con un panorama más que decadente caracterizado por la crisis económica, el atraso en la ciencia, las revueltas obreras o las tensiones políticas dando todo esto lugar a un periodo de graves conflictos y enorme agitación. El Siglo XX es una época de constantes transformaciones en todos los ámbitos de la vida: científico, tecnológico, ideológico... En España se inicia con el reinado de Alfonso XIII. Su sistema político alternará a grupos conservadores y liberales pero, ante problemas sociales, el general Primo de Rivera, implanta una dictadura desde 1923 hasta 1930, año en el que dimite. El 14 de abril de 1931 se proclama la Segunda República. Desde este año hasta 1936 es un periodo de gran agitación política pero de enorme enriquecimiento cultural. La situación política estalla el 18 de julio de 1936 con el comienzo de la Guerra Civil(1936-1939). Se enfrentan dos bloques sociales antagónicos: nacionales, que alcanzan la victoria, y republicanos. Se instaura, tras la contienda, un régimen conservador de la mano del General Franco provocando el exilio masivo de los partidarios del bando republicano. 1.2.Tendencias. En lo relativo al universo literario y en concreto al género narrativo, del que nos encargamos aquí, si el S.XIX se caracterizó por el nacimiento y desarrollo de la novela como género burgués, el S.XX. Será el de la crisis del realismo y la búsqueda de nuevos caminos novelísticos. Arranca con la publicación de importantes novelas y ensayos de autores pertenecientes a la llamada Generación del 98 para, más tarde, encontrar cierto hueco e importancia dentro del movimiento literario posterior conocido como Novecentismo. A continuación, nos encargaremos de dibujar algo más el panorama novelístico emprendido dentro de ambos movimientos. 1.2.1.Generación del 98. Temas, estilo y principales autores. Junto a los modernistas, surgen a finales del siglo XIX otros jóvenes escritores que, pese a su diversidad y peculiaridades, coinciden en la búsqueda de nuevas concepciones estéticas y formales, dando lugar a una renovación estética e intelectual caracterizada por el rechazo al realismo anterior. Además, este grupo toma conciencia de la decadencia en la que España se ve inmersa, dedicándose al análisis de sus causas y a la búsqueda de soluciones. Así, todos ellos comparten en sus obras ciertas constantes en el estilo y en los temas en las que nos detendremos a continuación junto a la nómina de los novelistas más importantes dentro del movimiento. Todos los autores pertenecientes a la Generación del 98 presentan importantes peculiaridades que los distinguen de los demás, construyendo mundos literarios claramente diferenciables. No obstante, es innegable que comparten determinados aspectos temáticos y formales. En cuanto a los temas, hemos de destacar el tema de España, siendo uno de los más frecuentes dentro de sus diversas producciones. Los noventayochistas dan muestra de una clara preocupación por el atraso del país, a la vez que recorren sus tierras concediendo gran interés al paisaje, a la vida de sus gentes, a la historia y a la cultura española, abundando en su narrativa las largas descripciones más que subjetivas de todo esto. Por otro lado, también resultan apasionados de otros temas íntimamente relacionados con el contexto en el que conviven, tales como la historia, la literatura medieval, la contradicción entre progreso y tradición o la preocupación existencial. En lo relativo al estilo, también los autores de la Generación del 98 comulgan con una serie de constantes, tales como la voluntad antirretórica, pretendiendo ir en todo momento a las ideas, al fondo del contenido mediante un lenguaje sencillo y cuidado; la utilización de palabras y términos tradicionales, ampliando el léxico con términos extraídos del habla del pueblo y de fuentes clásicas; el subjetivismo y lirismo, reflejando su estado de ánimo en las descripciones de los paisajes castellanos; o la innovación de los géneros literarios, aportando gran cantidad de novedades al ensayo, la novela y el teatro. En cuanto a los temas, hemos de destacar el tema de España, siendo uno de los más frecuentes dentro de sus diversas producciones. Los noventayochistas dan muestra de una clara preocupación por el atraso del país, a la vez que recorren sus tierras concediendo gran interés al paisaje, a la vida de sus gentes, a la historia y a la cultura española, abundando en su narrativa las largas descripciones más que subjetivas de todo esto. Por otro lado, también resultan apasionados de otros temas íntimamente relacionados con el contexto en el que conviven, tales como la historia, la literatura medieval, la contradicción entre progreso y tradición o la preocupación existencial. En lo relativo al estilo, también los autores de la Generación del 98 comulgan con una serie de constantes, tales como la voluntad antirretórica, pretendiendo ir en todo momento a las ideas, al fondo del contenido mediante un lenguaje sencillo y cuidado; la utilización de palabras y términos tradicionales, ampliando el léxico con términos extraídos del habla del pueblo y de fuentes clásicas; el subjetivismo y lirismo, reflejando su estado de ánimo en las descripciones de los paisajes castellanos; o la innovación de los géneros literarios, aportando gran cantidad de novedades al ensayo, la novela y el teatro. Todos los autores de la Generación del 98 escribieron novelas, a excepción de Antonio Machado. Estas novelas se caracterizan por romper con la estructura lineal del tiempo y de los acontecimientos que se narran, por ser enormemente subjetivas e impresionistas y por incorporar numerosos elementos del ensayo. A continuación, daremos unas breves pinceladas acerca de las producciones novelísticas de los que consideramos como las cuatro figuras más representativas: Baroja, Unamuno, Azorín y Valle-Inclán. Pío Baroja es el gran novelista de la generación. En sus novelas, predomina la acción y sus protagonistas suelen ser personajes inquietos e inadaptados que van de un lugar a otro, movidos por la necesidad de huir de una vida anodina. La mayoría de sus novelas se localizan en el País Vasco o en Madrid y se agrupan en trilogías que tienen unidad temática. Algunas de sus obras más significativas son El árbol de la ciencia y Zalacaín el aventurero. Miguel de Unamuno es uno de los grandes renovadores del género novelesco, ya que apenas incluye descripciones ni referencias al espacio ni al tiempo, predominando los diálogos y los monólogos de tono reflexivo (creador de las nivolas). Su narrativa posee un sentido temático unitario basado en su preocupación por España y en su reflexión sobre la existencia humana que aparece en novelas como Niebla y San Manuel Bueno, mártir. Azorín incluye en sus novelas numerosos datos autobiográficos, perdiendo en ellas importancia la trama argumental en beneficio de la caracterización de ambientes y personajes. También recrea el paso del tiempo y la creación literaria, ejes temáticos de su producción en sus dos obras más significativas: La voluntad y Antonio Azorín, donde parece fundirse el ensayo y la novela. Por último, Ramón María del Valle-Inclán comienza su carrera con una estética modernista que plasma en Sonatas, formada por cuatro novelas en las que recrea la biografía amorosa del marqués de Bradomín. Posteriormente, evoluciona hacia la creación de los esperpentos, ofreciendo con ellos una visión demoledora y grotesca del mundo contemporáneo en obras como Tirano Banderas y El ruedo ibérico. 1.2.2.Novecentismo. Temas, estilo y principales autores. Durante las dos primeras décadas del siglo XX se produce una enorme renovación de la ciencia, el arte, la literatura y la cultura en general, llevada a cabo por la llamada Generación del 14 o Novecentismo. La narrativa novecentista reúne a un conjunto de novelistas que rechazan la visión subjetiva de los noventayochistas para presentar una visión intelectual, por un lado, y un formalismo lírico, por otro. A la primera tendencia pertenece Pérez de Ayala autor de novelas ensayísticas con un estilo clasicista como Belarmino y Apolonio y Tigre Juan; mientras que la poematización de la novela corresponde a Gabriel Miró con Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso. Eso sí, más drástica ruptura con la novela del siglo XIX se produjo en los años veinte con la obra vanguardista de Ramón Gómez de la Serna. Su producción narrativa huye del compromiso socio-político, rechaza el subjetivismo y su unidad no radica en su estructura argumental sino en la repetición de motivos. En cuanto al estilo, busca un lirismo concretado en el lenguaje figurado y en el uso de la greguería definida como una metáfora humorística. Entre sus títulos destacan Cinelandia y El novelista. Finalmente, nos cabe decir que pese a la mayúscula importancia en este periodo de las dos tendencias narrativas recién descritas y desarrolladas, la narrativa continúo evolucionando y, en los años treinta, un grupo de autores reaccionó contra la narración formalista anterior, postulando una novela neorrealista en la técnica y provista de un mensaje sociopolítico contra las injusticias y la explotación de los humildes. Los novelistas más destacados dentro de esta nueva tendencia son César Muñoz Arconada con La turbina pero sobre todo Ramón J. Sénder con Imán. Por tanto, una vez más somos conscientes de cómo la literatura es incapaz de escapar a su tiempo, viéndose totalmente influida por el contexto social, político y cultural que rodea la vida de aquellos que la impulsan y acompasándose a todos los demás movimientos artísticos de distinta naturaleza que, sin duda, logran interaccionar con ella y enriquecerla. 2.Novela española desde 1939 hasta 1970: 2.1.Contexto histórico. El siglo XX es una época de constantes transformaciones en todos los ámbitos posibles, que, en España, entre 1939 y 1975, se concreta en el régimen dictatorial encabezado por el general Francisco Franco, que se establece tras la victoria de los nacionales sobre los republicanos en el fatídico conflicto bélico conocido como la Guerra Civil Española (1936-1939). Así, la posguerra quedará marcada por este contexto que, en sus comienzos derivará en pobreza, represión y aislamiento político hasta que en torno a los años cincuenta se produzca un halo de apertura hacia el exterior y una consecuente mejora en el nivel de vida durante los años sesenta que, a su vez, traerá consigo una creciente oposición al régimen, el cual, sin embargo y pese a su evidente desgaste hacia comienzos de la década de los setenta, no caerá hasta la muerte del caudillo tras una larga enfermedad. Así pues, el panorama recién descrito influirá de manera determinante sobre la naturaleza de la literatura cultivada durante esta época, que, en lo relativo a la narrativa, logrará que la novela refleje la situación histórica y social del momento. 2.2.Década de los 40: Novela de la Posguerra, realismo tradicional. En primer lugar, no podemos olvidar que el final de la guerra trajo consigo el exilio masivo de escritores e intelectuales afines al bando republicano que continuaron su producción lejos de nuestras fronteras. Por tanto, antes de referirnos a las distintas tendencias que la narrativa atravesará en nuestro país durante las décadas contempladas, no queremos dejar de nombrar algunas de las producciones novelísticas más importantes del exilio, cuya temática pese a su diversidad no deja de responder a todo tipo de motivos en torno a la pérdida de la patria y la nostalgia por el pasado: Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sénder; Campos de almendros, de Max Aub; o Muertes de perro, de Francisco Ayala. Por otro lado, en lo relativo a la novela escrita en España, la literatura de los años cuarenta estará determinada por las consecuencias de la guerra y las circunstancias sociopolíticas y culturales, por lo que la mayoría de las producciones de la etapa se inscriben en el realismo tradicional. Circunscritos a esta tendencia, fueron autores de éxito José María Gironella con Los cipreses creen en Dios e Ignacio Augustí con La saga de los Rius, sin embargo, nos gustaría destacar aquí a Carmen Laforet, cuya primera novela, Nada, pertenece más bien al conocido como realismo existencial, ya que presenta una visión descarnada de la realidad española, vertebrándola en torno a unos personajes que viven situaciones de violencia, rutina sin salida, sufrimiento y aislamiento; de entre los que destaca su protagonista, la cual narra en primera persona su inicio de estudios en Barcelona y el cómo poco a poco la realidad la conduce hacia el desengaño. Finalmente, queríamos destacar aquí a tres novelistas de primera magnitud que, pese a iniciar su producción dentro del realismo tradicional del que hablábamos, evolucionan hacia nuevas formas de la narrativa que los erigen como maestros de los autores más jóvenes que desarrollan su producción de la década de los sesenta y setenta: Camilo José Cela, Miguel Delibes y Gonzalo Torrente Ballester. Cela inauguró con La familia de Pascual Duarte una línea narrativa conocida como tremendismo, que retrataba el ambiente miserable de la posguerra con un estilo y un lenguaje de gran dureza. Por su parte, Delibes comienza su producción dentro de la tendencia realista con La sombra del ciprés es alargada como también lo hará Torrente Ballester con la novela Javier Mariño. 2.3.Década de los 50: el auge de lo social. Los autores de esta década se alejan de la temática de los años cuarenta para desarrollar el llamado realismo social, en el que pasan a adoptar una actitud de denuncia de la realidad y de los efectos de la guerra, protestando por las injusticias y desigualdades que palpan a su alrededor. Con el fin de desarrollar esta temática, adoptan numerosas características propias de la novela realista, tales como la estructura abierta, dentro de la que no todos los hechos tienen por qué sucederse de manera temporal; el protagonismo colectivo, que elimina la individualidad; o el reflejo prácticamente cinematográfico de la realidad, para ajustarse en la medida de lo posible al testimonio de la misma. Así, hemos querido destacar cuatro novelas en relación con este movimiento recién descrito: La colmena, de Camilo José Cela, primera novela de este nuevo realismo social en la que se retrata la vida cotidiana en la España de posguerra a través de la historia de un gran número de personajes, en la que entre otras muchas técnicas, destaca la eliminación de la participación del narrador en la historia para dar mayor importancia al diálogo; El camino, de Miguel Delibes, novela que gira en torno a los recuerdos de la niñez de un muchacho antes de marcharse al internado de la ciudad; El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, relato en tercera persona durante el que se narra lo que ocurre durante dieciséis horas de un domingo de verano en torno al río Jarama con gran objetividad; y, finalmente, Entre visillos, de Carmen Martín Gaite, en la que se narra la vida de una serie de jóvenes provincianas de clase media. Eso sí, estas dos últimas estarían algo más cercanas al conocido también como neorrealismo, que propone dar testimonio del sufrimiento, sin que el narrador juzgue ni intervenga en la acción. Además, junto a esta tendencia realista dominante, otros autores de la época añaden una dimensión mágica a sus novelas, resumido en el realismo mágico, basado en la idea de que la razón no basta para comprender el mundo, sino que es necesario añadir la fantasía, siendo un autor representativo en nuestro país, Álvaro Cunqueiro con Merlín y familia. 2.4.Década de los 60: la literatura experimental. A la novela social siguió, en los años sesenta y principios de los setenta, coincidente con el despegue económico de España, una narrativa interesada en la indagación de nuevas técnicas narrativas unida a la crítica social que suponía una reacción contra el exceso de realismo en la literatura. Así, en esta novela experimental, se va a dar mucha más importancia a los aspectos formales y van a destacar características como la ruptura del relato lineal, la mezcla de planos temporales, la alternancia de puntos de vista y personas gramaticales, el uso del monólogo interior, la modificación de la tipografía y la puntuación o la fusión de géneros literarios. Dentro de esta tendencia, podemos destacar las siguientes novelas representativas: Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, iniciadora del género, se trata de la novela que marca la mayor transformación técnica de la narrativa de posguerra, constituyendo con un exquisito lenguaje nuevo y complejo una crítica a la sociedad española burguesa y una reflexión sobre las posibilidades de las que una persona dispone para desarrollar un proyecto personal en libertad; Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, que reproduce el monólogo de Carmen, mientras que vela a su marido muerto, dando una visión de lo más completa de las clases sociales de la época junto a sus intereses y enfrentamientos; La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester, obra considerada un auténtico laberinto dada la complejidad de su estructura interna, en la que un pueblo busca a un misterioso personaje, siendo varios los candidatos que generan la más absoluta confusión hasta que el pueblo en sí se esfuma entre las nubes; y, Si te dicen que caí, de Juan Marsé, que constituye un relato en primera persona pero con un “yo” plural en el que recrea el mundo de degradación que conoció en su infancia. Por último, no podemos dejar de nombrar aquí también a autores como Juan Goytisolo y Juan Benet, cuyas novelas juegan con experimentaciones de lo más radicales, planteando al lector todo de manera absolutamente caótica y dándole la oportunidad de intrincarse en laberínticos caminos. Por tanto, una vez más somos conscientes de cómo la literatura es incapaz de escapar a su tiempo, viéndose totalmente influida por el contexto social, político y cultural que rodea la vida de aquellos que la impulsan y acompasándose a todos los demás movimientos artísticos de distintas naturaleza que, sin duda, logran interaccionar con ella y enriquecerla. 3.La novela desde 1970 hasta la actualidad: La crítica considera la fecha de 1975 como el inicio de una nueva etapa de la narrativa española. La nuevas condiciones sociopolíticas (la reinstauración de la monarquía en la figura de Juan Carlos I, la implantación de un sistema democrático que garantiza la pluralidad política, la integración de España en los principales organismos internacionales: OTAN (1982), Comunidad Económica Europea (1986), etc.) se reflejarán en la producción literaria. Centrándonos en la narrativa, que es lo que aquí nos ocupa, no podemos dejar de mencionar que esta se erige como el género literario más cultivado y con mayor éxito comercial, aumentando su consumo considerablemente, a lo que, sin duda, también ha contribuido la aparición de premios literarios (Nadal, Planeta…), la difusión por las redes, la creación de nuevas aplicaciones relacionadas o la constitución de numerosas editoriales institucionales. Por tanto, si algo define la narrativa actual es su eclecticismo estético. Dada la ardua tarea, hemos decidido seguir aquí la clasificación del crítico Santos Alonso, según la que distingue las siguientes tendencias dominantes: a) Novela experimentalista y discursiva. Prosigue la novela centrada en el discurso y caracterizada por la complejidad lingüística y estructural, y la heterogeneidad estilística y de contenidos. Ejemplo de esta sería Makbara de Juan Goytisolo. b) Metanovela. Alcanza su madurez en los ochenta; aborda la creación literaria, la propia construcción de la novela y de los personajes como, por ejemplo, Juan José Millás en El desorden de tu nombre. c) Novela histórica. Dentro de la que se llevan a cabo reconstrucciones históricas más o menos imaginarias, sobresaliendo títulos como Soldados de Salamina de Javier Cercas o los distintos Episodios de una Guerra Interminable de Almudena Grandes. d) Novela erótica: Modalidad bastante cultivada, incluso con certámenes y premios propios, dentro de la que podemos destacar Las edades de Lulú, premio Sonrisa Vertical de una entonces jovencísima Almudena Grandes. e) Novela detectivesca o policíaca, en la que la investigación de un delito o la solución de un misterio permite realizar un análisis de la sociedad española de la transición. Grandes ejemplos de este subgénero narrativo los constituyen La verdad sobre el caso Savolta y El misterio de la cripta embrujada de Eduardo Mendoza o El invierno en Lisboa y Plenilunio de Antonio Muñoz Molina. f) Novela crónica. Se trata de relatos que asumen la forma de crónicas de hechos del presente o del pasado: La noche que llegué al café Gijón de Francisco Umbral o Noches sin dormir, de Elvira Lindo. Por tanto, una vez más somos conscientes de cómo la literatura es incapaz de escapar a su tiempo, viéndose totalmente influida por el contexto social, político y cultural que rodea la vida de aquellos que la impulsan y acompasándose a todos los demás movimientos artísticos de distintas naturaleza que, sin duda, logran interaccionar con ella y enriquecerla.