Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Filosofía y Letras Literatura mexicana (siglo XIX) Ramírez Delgado Viviana El realismo literario en los cartones “La muerte de Abelardo”, “Una humilde” y “El entierro de la «Chiquita»” El romanticismo fue un movimiento artístico que inició a finales del siglo XVIII en Europa. En las obras románticas predominan los sentimientos antes que la razón; van en contra del clasicismo. Ese culto a los sentimientos alude a que el “romántico no puede aceptar la realidad que lo circunda cotidianamente y busca nuevos caminos; veredas que lo alejen de la realidad prosaica y lo sumerjan en un ámbito diferente” (Salinas, 27). Sin embargo, a mediados del siglo XIX surge una corriente artística que ya no ignora esa realidad prosaica; a ésta se le llamó realismo. El realismo inició en la pintura, empero, también se desarrolló en la literatura. Los realistas fueron en contra de las cargas simbólicas y románticas, además se opusieron a que el arte fuera un espectáculo complaciente. Ellos recuperaron la percepción (lo que se ve) o imitación de la realidad y su autenticidad en las obras artísticas. Con ello: lo popular adquirió categoría artística, como sinónimo de moral y auténtico, por lo que al representar a las clases sociales desfavorecidas, campesinos o trabajadores urbanos, se reivindicaba el carácter social del arte. Así, mientras Gustave Courbet recupera como objeto de su pintura a gente de su entorno; otros, como Jean Francois Millet y Honoré Daumier, pintan de manera digna el trabajo campesino o muestran la miseria que rodea a los trabajadores en la ciudad. (UNAM, párr. 2) Entonces, el realismo buscaba reflejar la objetividad de una parte de la realidad, que en su mayoría fue la popular. Además, el realista no sólo exponía la realidad externa sino también la interna: sus sentimientos y emociones: “la pieza literaria es en última instancia un fragmento externo e interno de la realidad del hombre, y que al transportarla el escritor al papel la matiza a través de su circunstancia personal” (Salinas, 32), de manera que el artista presentaba lo que sentía al ver la realidad que plasmaría en la obra. En el caso de México, el realismo se caracterizó por mostrar una realidad permeada de procesos de modernización. Los escritores realistas mexicanos pusieron a la vista las carencias de las clases sociales bajas. Reproducían la explotación y miseria del campo y la provincia en consecuencia a los cambios políticos y sociales del país. Por lo tanto, el costumbrismo también estuvo presente, puesto que éste mostraba la cotidianidad de la vida de los personajes realistas en un determinado lugar y tiempo. Algunos ejemplos de realismo en la literatura mexicana del siglo XIX son los Cartones, de Ángel de Campo. María del Carmen Millán dice que De Campo “describe [un mundo] más bien sórdido: casas de vecindad, niños anémicos, muladares, perros sarnosos […] este lado miserable de la realidad, que no se compaginaba con la idea de progreso material” (Millán, 6). Así, en el caso de “La muerte de Abelardo” nos encontramos con una trama que se desarrolla en un vecindario, en la que el personaje principal es el perro Abelardo. El narrador del cartón describe al perro como un ser vulgar, flaco y feo, características que lo posicionan en una clase inferior, incluso, pareciera que por esa razón las personas le tratan con desprecio. Por ello, se lleva a concebir al lector a una mirada sentimental por las injusticias que la gente desempeña contra Abelardo sólo por su apariencia física; las que más resaltan son el envenenamiento y la falta de ayuda cuando el perro convulsiona. Tras su sufrimiento nadie hace nada, ni siquiera otros animales: “Tres o cuatro perros lo olieron y los mismos se pasaron de largo sin parecer inquietados en lo más mínimo por aquella bárbara y lenta agonía” (De Campo, 145). Igualmente, la dueña al saberlo ya muerto entra a su casa y lo deja en la calle, sin mostrar algún sentimiento de compasión. En este relato no hay cuadros costumbristas en sí; el narrador testigo no se enfoca tanto en los espacios concurridos por el perro, si bien sólo hace una mención efímera de las fondas. Lo que sí podría considerarse como un pequeñísimo cuadro cuasi costumbrista es el siguiente: Cuando Jesús, la portera, dueña suya, entró volviendo de la compra, entregóse Abelardo a locas carreras por la calle; bien sabía que era hora del almuerzo y seguía con la mirada atenta y la cola expresiva a la respetable señora. Hubo risas de manteca hirviente en la sartén, escapóse el aroma de la salsa; en el sótano, que fungía de portería, y en torno de la estera, mueble de innúmeros usos, se agrupó la familia, y Abelardo, sentado sobre las patas traseras, ocupó un lugar entre el albañil y el niño que gateaba empuñando una tortilla hecha del comal. (De Campo, 143) En el fragmento anterior se describe de forma somera el olor de la comida y el lugar en que comía la familia (en la estera). El párrafo tiene la intención de mostrar la imagen de una familia de clase baja al momento del almuerzo, sin embargo, no hay tantos elementos para considerarlo costumbrista como tal. Algo que se puede rescatar de esta parte es la exclusión del perro y la familia cuando se dice: “[…] se agrupó la familia, y Abelardo” (De Campo, 143), lo que remonta a la idea de que él también era excluido por ellos, porque no se le agrupa dentro del sustantivo “familia”. En resumen, la marginación social hacia el perro es determinada y ejecutada por ser de una clase baja. Otro de los Cartones es “El entierro de la «Chiquita»”. La trama se desarrolla en una zona urbana; se hace mención de un panteón, un vecindario y “un infame lugar”, que podría considerarse como un tugurio o un cabaret. Primeramente, los personajes principales son Casimiro y Antonieta, los cuales son parte de la clase baja, ya que se hace alusión a los problemas económicos que experimentaban antes de separarse. Como en el relato anterior, Ángel de Campo reproduce el sufrimiento que siente la clase baja por sus problemas económicos, sociales o culturales. El autor refleja la vida miserable de Casimiro a partir del adulterio de su mujer, de su separación y de las acciones posteriores de ella: “abriósele la herida mal cicatrizada, y nostálgico de la mala mujer, se encerraba, ¡despreciable, pusilánime! a llorar como un niño en su cuarto de hotel” (De Campo, 147). No obstante, también se hace ver la miserable realidad de la mujer trabajadora en el siglo XIX. El personaje de Antonieta es degradado y criticado por considerársele una pecadora. Carmen Ramos realiza un estudio sobre las mujeres en el Porfiriato, donde plantea que “a falta de un trabajo remunerado la mujer obrera tendía a caer irremisiblemente en la prostitución” (Ramos, 114). Por lo tanto, se muestra que en la realidad de la sociedad mexicana no había progreso económico, así que la mujer no tenía más opción que la prostitución. Antonieta recibió el apodo de la Chiquita porque las mujeres de la vida galante acostumbraban utilizar apodos que les daban otra personalidad o una nueva identidad. La muerte de la Chiquita se suscitó en el lugar en donde trabajaba y fue llevada por “una carroza de las más humildes seguida de un vagón […] [y] la caja humilde” (De Campo, 148). Entonces, la realidad que presenta el autor es con relación a la clase baja y su falta de oportunidad de crecimiento económico. Esto último igual se ve reflejado en el cartón de “Una humilde”; en el que se expone la crueldad e indiferencia de la clase alta hacia la clase baja. Nabora es la criada de una casa de clase alta, quien no es tratada por su amo como una persona, sino como un ser que vive y sirve para él, como un ser que no siente, ni que merece un peso. Los rasgos costumbristas y nacionalistas están presentes en el relato cuando se hace alusión al rito mortuorio católico: los rezos, la velación, el entierro. Un rito que no se lleva a cabo porque Nabora en vida o muerte no vale como persona por ser pobre. A pesar de los cuestionamientos o arrepentimientos del narrador testigo, él no hace nada para cambiar. Esto se ve manifestado en demasía al final: su tesoro estaba en el fondo, en esa caja que fue de sombreros, con un ramo de rosas recortadas en la tapa de papel verde imitando moaré, allí, envuelto en una mascada de seda, está (¡ah, se me llenan los ojos de lágrimas!) un tosco relicario de cobre y dentro un mechón de cabellos finísimos y canosos, formando marco a un viejo retrato, cabellos y retrato de mi madre, y junto, cuidadosamente protegido por un papel de China, un zapatito de punta roída, atado con cordones blancos, un zapatito mío… ¡Pobre vieja, y no tuve para ti, corazón que me amaste, sino cincuenta centavos de rosas blancas. (De Campo, 169) Pareciera que Nabora está condenada a morir como “Una humilde”, tal como lo dice el título. La realidad es inequitativa para las personas de la clase inferior. Una característica muy importante del realismo es ese, el reflejo de la vida de las clases sociales bajas; su pobreza y miseria dentro de una sociedad, que exaltaba un progreso donde no había progreso. En conclusión, las tres tramas de los Cartones: “La muerte de Abelardo”, “Una humilde” y “El entierro de la «Chiquita»”, de Ángel de Campo se desarrollan en zonas urbanas, los personajes principales son de una clase inferior, quienes por ese hecho están condenados a sufrir y tener una vida miserable. Si bien, uno de los personajes es un perro, puede haberse realizado una prosopopeya y con ello simbolizaría la realidad de una persona que sufre por la marginación social. De Campo evidencia los problemas humanos que surgieron o prevalecieron aún en una época de modernización e industrialización. Bibliografía Campo, Ángel de. Cosas vistas y cartones. IbnKhaldun: s/f. Lectulandia. (Web). 20/06/2020. Millán, María. “Prólogo”. Cosas vistas y cartones. IbnKhaldun: s/f. Lectulandia. (Web). 20/06/2020. Olea, Rafael. “Sentimentalismo e ironía en Ángel de Campo”. Literatura mexicana. 2005: 29-50. (Web). Ramos, Carmen. “Mujeres trabajadoras en el Porfiriato”. Historias. Octubre 1988. (Web). Salinas, Margarita. “El realismo literario”. El realismo literario en las obras de Emilio Rabasa. Tesis. UNAM. 1982. UNAM. “Realismo”. Portal académico del CCH. UNAM. (Web). 20/06/2020. <https://e1.portalacademico.cch.unam.mx/alumno/historiauniversal1/unidad4/cultur aSigloXIX/realismo>